El Caballero de Erlaiz

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El caballero de Erlaiz

Po Baroja

El caballero de ErlizPROLOGOUna tarde, despus de comer, me encontr en la Puerta del Sol con un diplomtico conocido que, por lo que me cont, acababa de llegar de una Repblica sudamericana.

Qu hace usted? A dnde va? me pregunt.

Voy a pasar un rato a una librera de lance le dije, donde tengo una pequea tertulia, a la que llamamos mis amigos y yo, en broma, el Club del Papel.

Deje usted un momento la tertulia y acompeme usted.

Adonde?

Yo quisiera ir al Rastro.

Eso no es difcil. Ahora, le advierto a usted que por la tarde habr mucho puesto cerrado.

Se encuentra todava algo por aquellos rincones?

No s. Yo no voy nunca por all. Qu es lo que quiere usted buscar?

Me gustara encontrar unos marcos para grabados y un cuadro mediano, un retrato o un paisaje.

Y esto, para qu?

Es que tengo un hueco en una de las paredes de un saloncito de mi nueva casa que no s con qu llenar.

Y para eso quiere usted ir al Rastro?

S. He tomado un piso en el barrio de Salamanca y lo estoy arreglando para cuando lleguen mi mujer y mis hijas, que desembarcarn uno de estos das en Barcelona. Cree usted que habr cuadros en el Rastro?

Cuadros, habr en cantidad, pero, naturalmente, malos...; los buenos valdrn mucho. Ya sabe usted que ahora no son siempre los traperos del Rastro los que llevan cuadros y antigedades y objetos raros y de valor a las tiendas de antigedades, sino, al contrario, los de las tiendas de antigedades los que los llevan al Rastro, para dar al comprador la impresin de que encuentra gangas.

No lo saba.

Pues eso ocurre en todas partes. En Pars hacen lo mismo en la feria de Clignancourt, que llaman le March aux Puces.As que lo mismo da ir a una tienda de antigedades que al Rastro?

Igual.

No quiere usted venir conmigo?

Bueno. Vamos.

Tomamos un automvil y bajamos en lo alto de la Ribera de Curtidores.

En aquellas horas haba poca gente y la mayora de los puestos estaban cerrados. Bajamos hasta las Amricas, y mi amigo entr en un barracn de tablas y de lona que haba a un lado de la cuesta.

Apareci el dueo, que era un viejo que dormitaba a la puerta de su barraca debajo de una parra muy verde. El diplomtico le pregunt si tena algunos cuadros y marcos de caoba antiguos.

Pase usted a ver si encuentra algo que le guste dijo el vendedor con indiferencia.

Pasamos el diplomtico y yo y vimos lo que siempre abunda en estas tiendas: relojes, espejos, retratos bastante malos, bustos, todo de pacotilla.

Estos son los marcos que tengo por ahora dijo el vendedor sealando unos; pero la mayora los vendo con la estampa dentro.

Yo tengo algunos grabados repuso el diplomtico, y me gustara encontrarles marcos de la poca.

Hoy he comprado un retrato con un hermoso marco indic el vendedor; pero es un poco grande. Vanlo ustedes.

El viejo nos llev a un rincn del almacn atestado de muebles, consolas, candelabros, figuras de porcelana y de trastos de todas clases, encendi una luz elctrica y vimos en el suelo, arrimado a un poste, un cuadro como de metro y medio de alto por uno de ancho.

Nos agachamos el amigo y yo para verlo de cerca. El retrato era de un seor viejo vestido con gruesa cadena de oro que le cruzaba el chaleco. La cara era de hombre de cierta energa, las cejas rojizas y pobladas, los ojos vivos, el pelo blanco y los labios apretados el uno contra el otro. Apareca sentado en un silln frailero negro con clavos dorados. En la mano derecha, que descansaba sobre uno de los brazos del silln, tena un papel en el que poda leerse:

DON ADRIAN DE ERLAIZ Y URANGA

MJICO, 1851

En un ngulo de debajo del cuadro, en la izquierda, haba una cartela y un letrero escrito en ella que no se distingua bien.

Indudablemente, el cuadro no era de un pintor importante ni mucho menos, pero a m me interesaba.

El viejo retratado, don Adrin de Erliz, a juzgar por el nombre escrito en el cuadro, consumido por los aos, se encontraba en un despacho de marino o de armador de buques. En la pared se vean pintados con mucho detalle un reloj de arena, un barmetro, un termmetro, una brjula grande, un grabado iluminado con barcos de vela y un mapa en colores.

Haba tambin una estampa en ingls que deca:

Cuadro completo de las banderas, gallardetes y flmulas de las distintas naciones del mundo.

Debajo se hallaban pintadas con una paciencia de chino todas las banderas de los distintos pases con sus colores. Ms abajo an, en el centro del cuadro, apareca la rosa de los vientos.

En el fondo del despacho de don Adrin haba un retrato pequeo, casi en miniatura, del mismo seor, pintado, sin duda, cuando era muy joven, en Pau, con la fecha al lado: 1789.

Todava haba ms detalles en el cuadro. Por una ventana se vea el mar, muy azul, y algunas velas blancas de barcos que pasaban.

Y qu, le gusta a usted el cuadro? me pregunt el diplomtico.

Me parece curioso.

Lo mira usted tanto. Es que le encuentra usted algo de particular?

Hombre..., como pintura, no creo que sea gran cosa, pero es muy interesante como literatura...; el cuadro es duro, de un pintor detallista y minucioso; pero, a pesar de su sequedad, a m me da una gran impresin de tristeza. Parece como si planeara por encima el ngel de la Melancola del gran Durero con sus alas.

Mi amigo pregunt al viejo vendedor lo que vala el retrato, y ste le contest que lo dara en dos mil pesetas.

El marco lo vale aadi el vendedor. Es de una madera que aqu no la hay y est tallado a mano. Ahora tiene poca vista porque le han dado una capa de pintura amarilla para disimular las rozaduras; pero en cuanto se limpie y se le d un poco de aguarrs y cera, quedar hermoso.

Usted cree que vale la pena? me pregunt el diplomtico.

Hombre, yo no s. Un cuadro as se puede comprar para convertir al retratado en un pariente, si se tiene esa fantasa de nuevo rico; pero, en general, un pariente comerciante no viste gran cosa.

Y menos entre diplomticos y gente un poco presuntuosa y trepadora, hubiera yo aadido entre parntesis.

El amigo debi de pensar lo mismo, y dijo al vendedor:

Ya ver si otro da lo compro. Si fuera de un pintor notable!

Si fuera de un pintor notable no lo vendera por dos mil pesetas contest el viejo de la barraca con muy buen sentido y con aire desdeoso.

El diplomtico se acerc a examinar unos marcos para ver si los compraba. Yo segua contemplando el retrato y examinndolo detenidamente. Cog una bombilla de luz elctrica que colgaba del techo y la acerqu a la cartela que estaba al pie del cuadro, y pude ver que tena escrita esta frase en latn: Vita Somnium Breve.Era la misma sentencia que puso el pintor Becklin a uno de sus hermosos cuadros que representa las edades de la vida.

Yo, como hombre curioso y amigo de investigaciones poco prcticas, me hubiera dedicada con gusto a averiguar quin era aquel hombre, aquel armador de apellido vasco y quin haba sido el artista que le retrat en Mjico.

El diplomtico haba comprado varios marcos de caoba e hizo que se los llevaran al automvil, en el que subimos.

Al pasar por la Puerta del Sol yo me desped y me fui a mi tertulia del Club del Papel.

LIBRO PRIMERODON FERMN ESTEBAN EL BOTNICOI

UNA CARTA DE MJICO

Don Fermn Esteban de Uranga, cura prroco de Itzar, a fines del siglo XVIII, era un seor ya viejo, de sesenta y cinco a setenta aos, alto, fuerte, robusto, de ojos grises y de expresin benvola.

Un observador sagaz hubiera notado al verle que el vicario don Fermn no tena los gestos, ni los ademanes, ni la expresin de un cura de pueblo. Haba en l algo de inslito en un eclesistico.

Era don Fermn Esteban hombre en otro tiempo de pelo rubio y entonces blanco; tena el color tostado por el sol, los ojos grises brillantes, las manos nerviosas y finas, los pies largos y estrechos, calzados con botas grandes. Cuando se paseaba por el balcn de su casa, si haca mal tiempo, o por la carretera, si lo haca bueno, dando zancadas y leyendo el breviario, se notaba que los ademanes suyos no podan ser los habituales de una persona tranquila y sedentaria; cuando marchaba por el campo en busca de plantas no andaba con paso uniforme y tardo, sino que a veces caminaba de prisa y mova los brazos con aire marcial.

El prroco Uranga haba sido militar en su juventud, y sin duda le quedaron resabios de sus primitivas ocupaciones. Tras de su poca de militar se hizo cura, y luego lleg a tener tal aficin a la Botnica, que poda considerrsele como un especialista en esta materia.

Sus distintas actividades profesionales se haban unido en l sin fundirse por completo, y a veces se destacaba uno de sus elementos y se sobrepona a los dems.

Uno de los vicios del vicario, as lo llamaba l probablemente en broma, adems de la Botnica, era jugar al ajedrez. El mismo haba construido un tablero y las fichas y despus haba comunicado la aficin al secretario del Ayuntamiento de la aldea, don Venancio, y este pobre hombre se dej arrastrar por el juego de tal manera que ya no poda apartar de su imaginacin el tablero con las torres, los caballos y los alfiles.

Hiciera bueno o hiciera malo, don Venancio, antes de cenar, estaba en casa del vicario a jugar su partida. Si su compaero tardaba, se mostraba impaciente y abominaba de las rosceas y de las escrofulariceas y hasta de la sombra del gran Linneo, que impedan a don Fermn Esteban volver pronto a casa.

Un da de verano, el vicario lleg a la rectoral del pueblo al anochecer con las botas llenas de barro. Haba llovido por la maana y traa la caja cilndrica de cinc rebosando plantas y flores. Le esperaba don Venancio, el mal ajedrecista, impaciente.

El ama de nuestro prroco, ya cincuentona, vino con una carta en la mano y le dijo:

Tiene usted carta, seor vicario. Debe ser de Mjico.

Ah! Bueno, venga.

Don Fermn Esteban tom la carta, mientras el ama, Mari Joshepa, miraba con horror las manchas de barro que los zapatones de don Fermn dejaban en las relucientes maderas del suelo.

Don Venancio, el secretario, contempl con pnico la carta y pens que la partida de aquella tarde se iba a frustrar.

La carta era, efectivamente, de Mjico, de una hermana del vicario llamada doa Cristina, y deca as:

Querido hermano: Hace ya bastante tiempo que no tenemos noticias tuyas. Supongo que estars bien y que el principio de gota que padeciste no habr sido cosa mayor. Mi marido y yo nos encontramos en este momento preocupados e indecisos por causa de nuestro hijo Adrin. Va a tener pronto quince aos, est desarrollado, pero aqu ni estudia ni hace nada de provecho. El pueblo y la vida nuestra no son muy propicios para su educacin. Aqu no hay ms que comerciantes y propietarios de tierras y gentes por el estilo, y slo un colegio para prvulos. Mi marido quisiera que Adrin estudiara, porque es un chico inteligente y dispuesto, pero con la educacin muy descuidada y acostumbrado a hacer su capricho. Yo no tengo autoridad para reprenderle y su padre piensa sobre todo en sus negocios. Adrin es ahora nuestra preocupacin. Mandarle solo a Europa sera, creo yo, una imprudencia y constituira un peligro para l. Ignacio, mi marido, a pesar de que le duele mucho quedarse solo aqu, dice que lo mejor ser que yo vaya con Adrin a Espaa. A m me da tambin pena separarme de Ignacio, pero, si es necesario, estoy dispuesta a tomar esta determinacin. Si me decido a ir con el chico, creo que lo mejor ser marchar a pasar una temporada contigo a Itzar. Tu presencia, tus conocimientos y tu vida creo que servirn de ejemplo a mi hijo y le pondrn en el camino de ir dominando sus sentimientos demasiado independientes y montaraces.

No te seremos pesados ni gravosos. Costearemos nuestros gastos. Para nosotros no es nada. Ya sabes t que aqu el dinero se gana con facilidad. En cambio, para ti, con tu sueldo pequeo, sera un esfuerzo que no es natural ni legtimo que lo hagas ni tiene tampoco razn de ser. Unicamente si no tuvieras sitio, por haber alquilado el piso de arriba de tu casa, como me decas en una de tus cartas, advirtemelo, porque de no vivir contigo preferiramos llevar a Adrin a un colegio.

Te abraza tu hermana, Cristina.

Don Fermn Esteban, despus de leer la carta, se qued pensativo; luego se sent en su cuarto, se quit los zapatos, volvi al comedor y jug su partida de ajedrez con el secretario y le gan dos juegos.

Cuando se march don Venancio dio unos cuantos paseos por la habitacin y llam a su ama, Mari Joshepa.

Mari Joshepa era una mujer alta, de nariz larga, ojos claros y sonrisa amable y simptica. Su marido era zapatero y sacristn. Mari Joshepa no haba tenido hijos, y desde que lleg don Fermn Esteban a Itzar estaba a su servicio. El nico defecto que tena era el ser un poco aficionada al vino y a los licores. Mari Joshepa iba siempre muy derecha, y quiz por eso algunos le llamaban en el pueblo Mari-Cancalla, que quiere decir en vascuence Mara la Tiesa.

Mari Joshepa era mujer de genio fuerte y consideraba que a don Fermn Esteban le explotaban con demasiada frecuencia y que ella no deba permitir tal exceso.

Mari Joshepa!

Qu hay, seor cura?

Hay grandes novedades. Mi hermana y su hijo, sobrino mo, van a venir a pasar una temporada aqu.

Aqu, a Itzar?

S.

Jess, Mara y Jos! Los va usted a tener en casa?

S.

Le van a usted a enredar todo esto.

Qu le vamos a hacer! No va uno a pensar slo en s mismo...; hay que hacer algo por los dems, y sobre todo por la familia.

Jess, Mara y Jos...! Usted manda, seor cura; pero esto va a ser un trastorno, un trastorno tremendo para todos...

S, puede ser; pero no hay otro remedio... As que vamos a cenar y ya veremos.

Poco tiempo despus, el cuado de don Fermn Esteban, don Ignacio Erliz, marido de doa Cristina, volva a escribir al cura. Le deca en su carta que su hijo Adrin estaba educndose muy mal en Amrica. El no tena tiempo de vigilarle, y su mujer era demasiado benvola y blanda con el chico. Por ello le daba a don Fermn Esteban todas las atribuciones para que, a su hijo, que ya iba a tener pronto quince aos, le tratara con severidad siempre que lo mereciese, hasta hacerle entrar en vereda. Su mujer, doa Cristina, le entregara cincuenta onzas para los gastos de educacin del muchacho.

El vicario, segn su costumbre, comenz a pasear a grandes zancadas por el despacho, y al poco tiempo llam a su ama, Mari Joshepa, para decirle que deba empezar a preparar las dos habitaciones de arriba del primer piso, aunque el ama las tena muy limpias. Deba poner las camas con ropas, las cortinas en las ventanas y arreglar todo lo ms cmodamente para cuando llegaran.

Ya veremos qu se puede hacer con ese chico le dijo el cura.

Y cundo vienen? pregunt el ama. Ya pronto?

S, yo creo que dentro de dos o tres semanas.

Bueno, bueno. Qu le vamos a hacer!

IIEL CURA BOTNICO

Don Fermn Esteban de Uranga haba tenido una vida azarosa. Era hijo de un empleado de Intendencia. Siendo joven y militar fue a Amrica, a Mjico, se cas all y tuvo una hija. Se senta por entonces hombre feliz, optimista y lleno de planes, cuando en un par de semanas se murieron del vmito negro la mujer y la hija. En plena desesperacin, abandon todos sus proyectos y decidi volver a Espaa.

Se instal algn tiempo en Elguea, su pueblo, y al ao de estancia all decidi hacerse cura. Estudi en el Seminario de Calahorra, y despus de ordenarse le destinaron a Itzar. Aqu estuvo varios aos de coadjutor y luego le nombraron prroco de la iglesia.

Don Fermn Esteban era hombre activo. Visitaba a todos sus feligreses. Sola andar por el campo, en verano al sol, y en invierno, por los caminos del monte llenos de barro y de charcos y se paraba a coger alguna planta rara en los ribazos.

Don Fermn haba conocido en Mjico a don Jos Antonio de Alzate, cura de origen vasco, procedente de Vera de Bidasoa y de una antigua familia del pas. Este Alzate lleg a ser un botnico ilustre, que estudi la flora de Mjico y descubri y clasific varias plantas hasta entonces poco conocidas.

Don Fermn Esteban no tena en esta poca una inclinacin especial por la Botnica. Cuando volvi a Espaa comenz a sentirla, y entonces escribi al cura Alzate con bastante frecuencia.

La aficin a las plantas se convirti pronto en l en verdadera mana. Su despacho se transform en gabinete de botnico, con sus libros, sus herbarios, sus papeles, cajas e instrumentos.

Al principio de llegar al pueblo el buen cura ex militar pens que no poda acostumbrarse a vivir en una aldea tan pequea como aqulla; luego se acomod, y sus aficiones le sirvieron de gran entretenimiento. Tena una biblioteca de trescientos volmenes en espaol, en latn y en francs, adquiri las obras de Linneo y empez a estudiarlas en serio.

Don Fermn Esteban lleg a sentir gran admiracin por el naturalista sueco. Lea con atencin sus obras principales, Fundamenta Botanica, Bibliotheca Botanica, Classes Plantarum. Vio que si quera estudiar de una manera sistemtica la flora del pas le era indispensable hacer un herbario, porque, como dice el clebre naturalista de Upsala: Herbarium necessarium est omni botanico.Don Fermn segua al pie de la letra los preceptos de la Phitosophia del maestro. Estos eran los principales: coger la planta no hmeda; no quitarle ninguna parte de ella; desarrollarla sin forzarla; no doblarla; hacer que se viera, a poder ser, la fructificacin; desecarla entre papeles rpidamente; emplear la plancha y la prensa con discrecin; sujetar la planta en una hoja entera de papel con cola de pescado; apoyarla slo por una cara y con cuidado de que todas las hojas estuvieran separadas; escribir el nombre del gnero a que perteneciese sobre el folio recto del pliego; el nombre de la especie y las notas histricas en el reverso del mismo, y reunir los congneres, es decir, los de idntico gnero, en cartones iguales.

El nefito botnico segua todos estos preceptos y mtodos del maestro con el mayor rigor. Herborizaba con buenos y malos tiempos, pero prefera los das claros y secos. Llevaba en sus paseos una caja de hoja de lata cilndrica ligeramente aplastada, abierta en la parte plana y con tapa, que haba mandado hacer a un linternero de San Sebastin. Llevaba esta caja sujeta en bandolera con una correa; en la mano, un bastn, que en vez de contera tena una paleta oval para extraer las races de las plantas, y en el bolsillo una lente y un rollo de papel.

Don Fermn Esteban haba llegado a operar con gran habilidad y su herbario era admirado por aficionados y por tcnicos, espaoles y extranjeros, que haban pasado por Itzar, y que muchos pertenecan a la Sociedad Econmica Vascongada de Amigos del Pas.

Al vicario le gustaba casi tanto como la Botnica la Geografa y la Medicina. Dispersaba la atencin en muchas cosas y senta desde joven una curiosidad frecuente en naturalistas y botnicos. Le tentaba subir a los montes que le salan al paso, bajar a los precipicios, reconocer las cuevas y los saltos de agua. En Mjico y en la Amrica central haba tenido ocasin de ejecutar sus proyectos atrevidos.

En su curiosidad no lleg a la del botnico francs La Condamine. Este, que era insaciable, se encontraba una vez en una aldea italiana a orillas del mar y le mostraron en el atrio de la iglesia un cirio siempre encendido. La gente del pueblo crea que si esta luz se apagaba la aldea desaparecera inmediatamente envuelta en las olas.

La Condamine pregunt al cura que le acompaaba con gran inters:

Y usted cree firmemente en eso, seor cura?

Yo, s; estoy convencido de ello.

Pues vamos a verlo. Ser una experiencia muy interesante y el curioso botnico sopl y apag el cirio y tuvo que salir por una puerta secreta de la iglesia, porque si no la gente del pueblo lo hubiera hecho pedazos.

Don Fermn Esteban era aficionado a la Medicina y a dar remedios, pero no recomendaba ms que los simples: la manzanilla, la tila, el malvabisco, la pulsatila, y al exterior, la belladona y algunas otras plantas emolientes. Lea a Dioscrides en latn. Algunas de las recomendaciones del fantstico griego, como las siete chinches metidas en la vaina de una haba y tragadas para curar la fiebre intermitente, el hgado de toro asado como remedio para la epilepsia y las cigarras asadas para curar las enfermedades de la vejiga, le hacan mucha gracia.

Lea tambin con gusto la Historia Natural de Plinio, que le pareca divertidsima, aunque comprenda que no tena exactitud. A veces pensaba que era lstima que el mundo no fuera as, como lo pintaban los autores antiguos; pero tambin pensaba que el mundo cientfico que se iba a presentar con el tiempo iba a ser maravilloso, como un cuento de Las mil y una noches.Cuando el vicario, despus de terminar su servicio en la parroquia, sala por las maanas del pueblo tras de almorzar, se senta inundado de un entusiasmo optimista.

Todo el campo era suyo; l no disputaba a nadie sus beneficios ni nadie se los disputaba a l. Lo que a l le interesaba no les interesaba a los dems. Exploraba los montes, las arboledas, los barrancos, el mar y los arroyos.

Adems de las plantas ms conocidas, de las familias de las labiadas, de las crucferas, de las rosceas, recoga algas, hongos, lquenes y criptogramas. De casi todas saba el nombre castellano, el latino y el vasco, cuando lo tenan en este idioma. Algunas no se conocan en vascuence, y otras en el mismo calificativo de sugue belarra (hierba de serpiente) o de ira belarra (hierba de veneno) se comprendan, no slo distintas variedades, sino distintas especies... Para esta cuestin de los nombres de las plantas en vascuence estuvo en correspondencia con el cura erudito especialista en cuestiones vascas, don Pedro Pablo de Astarloa.

Don Fermn Esteban sealaba la estacin de la planta, y si era martima, fluvial, uliginosa, fontinal, arenaria o pratense.

El vicario saba tambin algo de la mitologa de las plantas y de su simbolismo, que encontraba en viejos infolios y en la Enciclopedia francesa. Si l llegaba alguna vez a publicar completo su catlogo de Flora Vasconica, qu satisfaccin sera la suya! Qu triunfo!

Don Fermn tena la mana de recoger cuanto encontraba en el campo: piedras, trozos de cacharros, races... El ama, la Mari Joshepa, coga todo lo que no fueran plantas y lo tiraba a la basura.

Como don Fermn Esteban tena la atencin empleada en muchas cosas, tomaba nota de ellas en unos cuadernos. Para las notas de Botnica empleaba varios de stos, otros le servan para observaciones cientficas meteorolgicas y tambin para coleccionar refranes en vascuence.

Mari Joshepa aseguraba que el prroco se arruinaba con sus cuadernos, y deca de l que era terco y casquetoso, es decir, algo caprichoso y ventico. No era la nica, porque haba alguna solterona del pueblo que aseguraba que el vicario era buena persona, pero que estaba un poco loco.

Desde que don Fermn Esteban pens que pasara toda su vida en el pueblo, decidi hacer un contrato con el dueo de la casa donde viva, y el amo lo acept. El cura tena sesenta y tres aos por entonces. Podra vivir veinte ms, a lo sumo. El le dara el importe del alquiler de los veinte aos inmediatamente y considerara la casa como suya hasta que se muriese. El propietario acept la proposicin, e hicieron un contrato fijando las condiciones. Don Fermn realiz reformas a su gusto.

Desde su despacho, con dos balcones, se dominaba el mar. En verano le gustaba sentarse al vicario y leer en el balcn. El cuarto se vea lleno de estantes de madera sin pintar con plantas y minerales. Los libros y los cuadernos los guardaba en un armario; tena un barmetro de mercurio, un termmetro, un globo terrqueo de madera construido por l y un anteojo astronmico.

Haba ideado tambin un higrmetro de Saussure de los que se hacen con un pelo. El aparato figuraba una casa con jardn y dos puertas. De una de stas sala un viejo vestido de negro con paraguas y de la otra una mujer joven ataviada con traje de colores chillones, como una maja con su peineta y un abanico en la mano.

Los amigos del vicario de Itzar, cuando vean que los das muy hmedos sala de la puerta de la casa de juguete el viejo con el paraguas, y los muy secos la mujer del abanico, se quedaban maravillados y consideraban el aparato casi milagroso.

Haba adems en las paredes del despacho, puestas en marcos, estampas en color de plantas y de flores, algunas muy bonitas, y sobre todo cuatro lminas de lepidpteros diurnos, crepusculares y nocturnos, que eran preciosas.

La gente consideraba a don Fermn Esteban un poco absurdo.

Tena la mana de leer libros decan algunos.

Esta mana, para aldeanos vascos, que apenas saban el castellano, deba parecerles una insensatez, algo muy absurdo y prximo a la locura. Cunto ms natural era jugar a las cartas o chismorrear en un rincn! Como algunos vean de noche luz que brillaba en el cuarto del vicario, movan la cabeza como diciendo: Ese hombre no anda bien del meollo.

Sus ocupaciones en la iglesia, la investigacin botnica, la clasificacin y luego la lectura, llenaban la vida del prroco.

Con su entusiasmo de naturalista, don Fermn se olvidaba muchas veces de las horas de comer y de todos sus asuntos; as que la Mari Joshepa tena que decirle a veces:

Oiga usted, seor vicario, que maana es fiesta.

Ah, s! Es verdad, es verdad.

Don Fermn Esteban era un poco caprichoso y verstil en sus gustos, pero no le gustaba que se lo dijeran.

En lo que, al parecer, haba tenido ms fijeza era en la aficin a las plantas. En lo dems, muy poco.

De mozo haba sido estudiante de cura, despus militar; luego, en Mjico, aficionado a la Geografa y a la Minera; ms tarde se haba hecho cura, y su mximo entusiasmo era la Botnica; pero empezaba a tener veleidades de astrnomo, de msico y de meteorologista.

Lo que ms le molestaba era que le atribuyeran volubilidad en sus gustos y le tuvieran por hombre un poco veleta y chiflado. Sin embargo, era la fama que tena. Se deca que crea en la varita de virtudes y en otras fantasas.

Era el prroco de Itzar hombre decidido en sus investigaciones; no retroceda aunque se le pusiera delante un libro abstruso y difcil; no se volva atrs, lo atacaba con tesn hasta que lo entenda.

Don Fermn haba escrito varias comunicaciones a la Sociedad Econmica Vascongada con toda clase de detalles; Botnica, Geografa, Mecnica, Meteorologa, todo lo tocaba. A lo que no se dedicaba nunca era a cuestiones artsticas. No le interesaban.

El vicario tena dos acompaantes: uno slo para dentro de casa, el gato Choln, y otro para fuera de casa y para la calle, el perro Capitn. Choln era el gato ms independiente del pas. Era inteligente y astuto, tena cario a su amo y le pasaba la cabeza por las piernas. Cuando cazaba algn pjaro el cura le deca:

Eres un pirata! Eres un bandido!

Capitn era un perro alborotador, a veces le molestaba el gato y se echaba sobre l, pero Choln le daba dos o tres zarpazos rpidos y despus de un brinco se suba a un armario a contemplar a su enemigo.

Paz, paz! deca don Fermn.

El cura, a pesar de sus sesenta y tantos aos, estaba fuerte. Poda andar tres o cuatro leguas sin cansarse. Tena la cara y la nuca rojas, de color carmes, y las cejas de oro. No tomaba precauciones, a pesar de las advertencias de la Mari Joshepa. Muchas veces, despus de andar por el campo y venir sofocado, se sentaba en el balcn y coga un gran catarro. A veces tambin los coga saliendo a mirar con su pequeo anteojo astronmico de noche las estrellas. Entonces, si no poda salir de casa, se dedicaba a la clasificacin de los ejemplares y a la ordenacin de los pliegos. No tomaba nunca ms medicamentos que los vegetales.

El vicario de Itzar pensaba que haba que someter al anlisis todo y ver lo que encerraba de verdadero o de falso.

As haba hecho pruebas con la varita de avellano para ver si con ella se descubran filones de mineral. No le haba dado resultado, a pesar de que haba seguido todas las pragmticas para el uso de esta vara mgica. Don Fermn pensaba que la varita de virtudes primitivamente, el tirso de Baco y el caduceo de Mercurio, podran tener alguna eficacia especial, por su constitucin fsica, pero no encontr ninguna.

Don Fermn Esteban ley en una gaceta francesa la historia de un tal Aymar, que llam mucho la atencin en el mundo, y del que se dijo que despus de hacer grandes maravillas con su varita mgica descubri a los autores de un crimen cometido en Lyn.

Tambin oy hablar de las locuras de Mesmer y de un vizconde de Puysegur que, segn decan, magnetizaba no slo a las personas, sino a los rboles.

Como por el tiempo corran muchas fantasas, don Fermn haba odo asegurar en Mjico a personas que pasaban por serias, que en una copa llena de agua o en una esfera de cristal o en un espejo se podan ver, mirando con atencin, formas extraas, quiz debidas a los cambios de temperatura. Hizo la prueba y no vio nada.

Despus de varios ensayos, se convenci de que la varita mgica, la cristalomancia de las esferas y copas de agua y el magnetismo de rboles y de plantas eran ilusiones tontas que no vala la pena de tenerlas en cuenta.

Haba que limitarse a la Botnica, que era lo nico serio y lo cientfico de lo prximo a l, o a lo ms hacer algn escarceo en el mundo de la Fsica y la Historia natural. As, cuando iba a la orilla del mar, adems de recoger algas y lquenes, si vea algn molusco raro lo llevaba a su casa.

IIILA FAMILIA, EN MJICO

Don Fermn Esteban de Uranga se haba casado en Mjico con la hija de un vasco que tena una gran posesin hacia la Sierra Madre, cerca de Chilpancingo.

Don Fermn y su mujer iban a la finca con frecuencia, y all conocieron al botnico don Jos Antonio de Alzate, que visit el pas con la idea de herborizar.

Don Fermn Esteban, que era joven, y tena mujer e hija, no senta ninguna veleidad cientfica por entonces; pensaba ascender en su carrera y abrigaba proyectos ambiciosos.

En esa poca supo el oficial que su madre haba muerto en Elguea, dejando a su hermana Cristina sola. El, que la quera, la mand llamar, y en compaa de una familia amiga fue la hermana a Mjico y vivi con don Fermn dos aos.

Una vez que estuvo en la finca del padre de su cuada, Cristina conoci a un joven de Irn empleado en las oficinas de las Naos de Acapulco y se cas con l.

Las Naos de Acapulco eran buques que efectuaban la travesa desde ese puerto del Pacfico a Filipinas, antes de que comenzara la navegacin remontando el cabo de Buena Esperanza.

Cristina de Uranga y su marido, Ignacio Erliz, se instalaron en Acapulco.

Acapulco tuvo una poca de esplendor, ya en la segunda mitad del siglo XVIII, cuando adquiri el derecho exclusivo del comercio de Espaa con las Indias Orientales.

La cuestin de las Naos de Acapulco fue muy discutida en Espaa desde el comienzo del siglo XVIII. Los comerciantes de Sevilla y de Cdiz aseguraban que el comercio entre Mjico y Filipinas les perjudicaba y que las fbricas de seda de la Pennsula no enviaban gneros a Amrica porque a Mjico llegaban telas de China. Aducan que de Acapulco marchaban ms mercancas que las que se declaraban y que lo mismo ocurra en Filipinas. Por otra parte, la burocracia consideraba que el nmero de empleados en Acapulco era muy exiguo.

Con estas reticencias burocraticocomerciales, la institucin de las Naos de Acapulco fue decayendo, y con la guerra de Napolen desapareci.

Don Ignacio de Erliz era de una casa de Irn venida a menos. Sus ascendientes se haban dedicado a comprar y a vender ganado. El padre de don Ignacio haba tenido varios tropiezos en la vida, los negocios le salieron mal y se haba arruinado. Ignacio, de chico, fue a trabajar de dependiente a un comercio de San Sebastin, y un hermano suyo mayor se cas con la hija de un ganadero de Lastur, aldea de la jurisdiccin de Cestona, y compr y vendi vacas.

Estuvo Ignacio despus en Francia y de aqu march a Mjico. Luego intent varios negocios y consigui tener un buen destino en las oficinas de las Naos de Acapulco. Poco tiempo despus de casarse era uno de los empleados principales de esta Compaa, y cuatro o cinco aos ms tarde haba comprado al suegro de don Fermn Esteban una gran finca en Tixtla, pueblo de la Sierra Madre, de clima suave y fresco. Don Ignacio Erliz, cuando tuvo un hijo, pens que ste se criara mejor en la finca suya que no en la ciudad del Pacfico. Acapulco es un pueblo rodeado de montes sombros, con un puerto volcnico enorme, rodeado de lavas estriles, un cielo implacable y vientos huracanados. El clima es extremado y se padecan entonces fiebres paldicas muy intensas.

En Tixtla vivieron durante mucho tiempo doa Cristina y su hijo Adrin. Don Ignacio pasaba algunas temporadas con ellos y doa Cristina iba tambin con Adrin a Acapulco por las fiestas y se alojaban en las habitaciones de la casa de la Compaa naviera.

Adrin, de chico, jug en los almacenes donde se guardaban los gneros que se enviaban a Filipinas y los que se reciban de estas islas. Fuera verdad o fuera imaginacin, Adrin recordaba haber visto jarrones de porcelana enormes y lacas chinas con dibujos complicados, monstruos de bano negros y otros de colores con ojos brillantes, esculturas metidas en fanales de cristal que movan la cabeza y hacan un sinfn de monadas, elefantes de madera con torres y pagodas de marfil y tablas de ncar en donde haba esculpidos dragones y pjaros de cobre. Tambin vea all sacos con barras de oro y de plata que se embarcaban para Manila y otros de especias que tena un olor fuerte y mareante.

A visitar a don Ignacio Erliz solan ir muchos vascos, casi todos pilotos, entre ellos uno de Irn llamado Ibargoyen, que haba dado la vuelta al mundo varias veces. Este Ibargoyen contaba grandes aventuras de naufragios y de pirateras.

Don Ignacio, a pesar de que le iba bien en Amrica, suspiraba por volver a Espaa. No quera que su hijo Adrin se americanizara por completo, y como tampoco le convena dejar su cargo hasta redondear su fortuna, pens que su mujer y su hijo fueran a Espaa para que Adrin completase su educacin, como se deca tomando la frase del francs.

Vea que la vida en Amrica para un muchacho atrevido y levantisco podra ser demasiado libre y terminar haciendo de su hijo un calavera. El quera a toda costa que Adrin sentara la cabeza y fuera un joven tranquilo y sensato.

Por otro lado, vea que su mujer, doa Cristina, a pesar de que tena mucho entusiasmo por su hijo, era la nica persona que influa en l, capaz de llevarle por el buen camino.

Largas conversaciones tuvieron doa Cristina y don Ignacio sobre esta cuestin. Los dos estaban de acuerdo en que el ambiente de la finca de Tixtla en la Sierra Madre no era muy a propsito para la educacin de un joven. Vean que entre indios, mulatos y negros, a quienes Adrin trataba como un dspota, no haba posibilidad de que el muchacho tuviera idea de la vida social, de los deberes de una persona civilizada.

Tampoco doa Cristina pensaba que sera prudente dejarle marchar a Europa solo a Adrin, y decidieron que fueran madre e hijo a casa de don Fermn Esteban a Itzar y que don Ignacio se quedara en Acapulco con sus negocios de navegacin.

Ya una vez decidido el viaje, se prepararon y embarcaron en un buque espaol. La travesa de doa Cristina y de Adrin fue mala, sufrieron tempestades y borrascas que les espantaron y les trajeron a mal traer, pero llegaron al fin sin detrimento de su salud.

IVDIGRESIN SOBRE LA VILLA DE ITZAR Y LAS IDEAS DE LOS ERUDITOS

La villa de Itzar era una aldea pequea que estaba en una altura mirando al Cantbrico. Se compona de unas treinta casas, que formaban el casco del pueblo, rodeando a la iglesia, y de varios caseros diseminados que formaban un ncleo de unos mil habitantes. La iglesia se consideraba antigua. Era de una sola nave y tena el camarn de la Virgen. Esta era muy venerada en el pas como protectora de los navegantes y marineros. La Stella Maris de los antiguos. En el coro haba escrita una cancin en loor de la Virgen, que tena como refrn: Ave Mara Stella.

Sobre esta iglesia escribi una relacin en castellano y en vascuence un vicario de un pueblo prximo, relacin llena de exageraciones y de fantasas.

Para todos los eruditos de los siglos XVII y XVIII no haba gloria mayor que la antigedad y demostrar en muchas pginas que la aldea tal apareca en el siglo primero o segundo de la Era Cristiana, que haba pertenecido al convento jurdico de Pompeypolis o de Clunia y que la citaban en el

Itinerario de Antonino y en las obras de Estrabn y Pomponio Mela; todo esto era algo exquisito y un timbre de gloria.

Siempre o casi siempre suceda que enfrente del erudito local que defenda la tesis de la antigedad de su aldea o de su ciudad, apareca otro de un pueblo prximo demostrando que no tena exactitud ninguna aquella afirmacin, y que Antonino, Estrabn y Pomponio Mela no se referan al pueblo aqul sino a otro ms lejano.

La divergencia se resolva en una serie de ironas y de sarcasmos y a veces terciaba algn tercer erudito en discordia que demostraba que ni Estrabn, ni Antonino, ni Pomponio Mela tenan exactitud en sus asertos y que haban hecho sus afirmaciones desde muy lejos, sin conocer el terreno y al buen tuntn.

Esto no era obstculo para que la cuestin se renovara al cabo de algunos aos y se volvieran a emplear los mismos argumentos.

Los eruditos vascos, al afn de sobresalir por la abundancia de citas latinas y griegas para los investigadores severos de segunda o de tercera mano, aadieron una pasin ferviente por las etimologas hechas a base del viejo idioma, que hacan ms fantsticas y a veces tambin ms plmbeas sus obras.

Algunos combinaban esta mana con la de citar a todo pasto las Escrituras, en lo cual seguan a nuestro fantstico paisano don Esteban de Garibay y Zamalloa. Don Esteban, no contento con tener tras de su muerte su alma en la indiferencia, ni arriba ni abajo, y no ser ni de Dios ni del diablo, como dice Tirso de Molina en su comedia la Joya de las Montaas, hablando del extravagante cronista guipuzcoano, demostr ce por be en su Compendio Historial que el patriarcal Tubal Can hablaba vascuence y que haba sido vecino en Mondragn y uno de los antepasados del historiador vasco. Probablemente el patriarca Tubal vivira entre Erdico-cale (la calle de en medio) y Olarte-cale (la calle de Olarte) y tomara un chiquito de vino en la taberna de la Bashili o en la de Perico el Araguiarrapatzallia, o sea, Perico el decomisador de carne.

Contra estas pretensiones bblico-patriarcales sala algn erudito castellano enranciado y agriado en algn archivo o en alguna covachuela de los Psitos, y con mal humor y una saa un tanto ridcula, que quera ser trascendental, negaba todas las suposiciones y argumentaciones y provocaba una serie de apologas, defensas, rplicas y contrarrplicas que no demostraban ms sino que los hgados funcionaban de manera deficiente y que el clculo en esta poca se mostraba con mayor frecuencia que en el cerebro en la vescula biliar.

A la rivalidad localista se agregaba a veces la hostilidad de una orden contra otra, de un obispado que se crea ms antiguo y con mayores derechos contra otro floreciente y moderno.

Frailes piadosos, curas malhumorados, empleados de covachuelas, de Psitos y de chancilleras ms o menos eruditos tenan as motivos constantes de exponer sus ideas en obras pesadas, que muchas veces quedaban manuscritas y otras se publicaban en alguna oscura capital de provincia y se vendan en la calle del Horno Antiguo o de la Zapatera, en la librera de Pedro Martn o en la de la Viuda de Snchez, en un volumen tasado a cuatro maravedises el pliego.

Dejando estas cuestiones trascendentales y crticas para los eruditos, se deca que la iglesia de Itzar, aunque no de tanta antigedad como quisiera su panegirista, era de una poca muy lejana.

Luego, al parecer, la parroquia se traslad a Elguea, pueblo de la misma costa, e Itzar qued entonces casi desierto, con unas pocas casas y una ermita; pero al aumentar el nmero de habitantes se volvi a considerar como villa y a erigir la ermita en parroquia.

Por aquel tiempo, adems de la iglesia, haba en los contornos de la aldea dos capillas.

Casi toda aquella costa entre Itzar y Elguea era un acantilado de peas oscuras. Prximamente a Elguea acababan las rocas negras y pizarrosas que se alzaban en el mar como hojas de un libro y empezaban las peas calizas, ms redondas y ms susceptibles de vegetacin.

Itzar no tena puerto, a pesar de estar cerca y encima del mar; era una aldea terrestre. Tena varios caseros rodeados de maizales.

Cerca de las casas se levantaban almiares de heno y de helechos, que en el pas se llaman metas. En las partes elevadas reinaban los robles y los castaos y en las bajas, con sus taludes y derrumbaderos, las carrascas.

Estos derrumbaderos que se inclinaban sobre el mar, casi todos de piedras negruzcas, terminaban en arenales de arena finsima, y en sus huecos nacan zarzales, cardos y gladiolos con flores de color vivo y a veces manchas de algas rojizas. Haba, segn don Fermn Esteban, tres clases de algas en las proximidades: una morada, de hoja gruesa; otra verde oscura, de hojas como hilos, y otra verde clara.

Don Fermn recoga unas y otras y coleccionaba tambin las actinias que llaman algunos ortigas o anmonas de mar. Aquellos cuerpecillos oscuros adheridos a las rocas y con una porcin de tentculos, solan tener colores distintos y a veces esplndidos.

El vicario habl varias veces a sus amigos de la amistad estrecha que existe entre el ermitao paguro, crustceo que para protegerse se aloja en la concha de un molusco, y la actinia; pero estas simbiosis no interesaban a sus amigos de Itzar.

VADRIN, DE CHICO

La casa de don Fermn Esteban era espaciosa y cmoda. Tena en el piso bajo un despacho en el cual se reciba a la gente para las cuestiones relacionadas con la parroquia, como misas, bodas y bautizos; un comedor, la cocina y dos cuartos para la Mari Joshepa y su marido; en el piso alto, su gabinete de botnico con sus libros y sus papeles, la alcoba y dos cuartos grandes cerrados, que por entonces no se usaban, y que se habilitaron para doa Cristina y su hijo Adrin.

En cuanto llegaron sus parientes, don Fermn Esteban, que ya tena preparado el plan para la educacin de su sobrino, pens en ponerlo en prctica. El chico ira a la escuela. El maestro era al mismo tiempo el organista de la iglesia. No era hombre de mucha cultura ni de carcter, pero tena paciencia, y con paciencia se puede hacer mucho. Despus, el cura pensaba dar a Adrin dos horas de leccin todos los das.

Este plan del vicario se estrell ante el salvajismo del chico. Era imposible meterle en cintura. No quera estudiar, se consideraba con toda clase de derechos y sin ninguna obligacin. No haca caso de nadie, ni le importaba que le dijeran esto o lo otro.

Al principio le hizo don Fermn algunas recomendaciones: No andes con los zapatos llenos de barro en el suelo encerado, porque la Mari Joshepa tiene mucho que trabajar. No revuelvas los pliegos donde tengo las plantas. No persigas al gato, djale.

Adrin no hizo caso de ninguna de estas recomendaciones. Quiso coger al gato varias veces, pero Choln se le escapaba y se suba a un rbol y desde all se le quedaba mirando.

Qu se creer este estpido? deba de pensar el gato. Que conmigo va a tomarse familiaridades?

El perro Capitn se hizo amigo del joven Erliz.

Don Fermn Esteban, al mes de tener en su casa a su hermana y a Adrin, dijo a doa Cristina.

Este chico va a ser un brbaro. No tiene ninguna aficin a la lectura. No s lo que vas a poder hacer con l. Yo no soy de los que creen en el viejo refrn de que la letra con sangre entra; pero con ste, si sigue as, no vas a tener ms remedio que llevarle a un sitio donde le domen, porque si no va a ser un salvaje. No quiere estar en casa un momento y no le interesa nada. Ya vers t lo que haces.

Ten en cuenta que est muy mal acostumbrado.

S, ya lo tengo... Si no le gustara el latn, pero le gustara algo, las Matemticas o la Historia natural..., estara bien; pero es que no le gusta nada.

Adrin reconoca en su fuero interno que esto era cierto, nada de lo que le enseaban le produca curiosidad o inters, fuera la Gramtica, la Historia Sagrada, la Aritmtica, etc. Todo le pareca de un aburrimiento letal.

Como deca la Mari Joshepa, Adrin no tena idea buena en la cabeza. Haba ledo la primera parte del Robinsn y las hazaas de bucaneros y filibusteros y hubiese querido imitarles.

Le gustaba reunirse con dos o tres chicos los ms zarrapastrosos del pueblo. Uno era un chiquillo desmedrado que se llamaba Sabino. De Sabino haba pasado a llamarse Shabino y de Shabino se transform en Shabiron o Shabiroya, que es un pez minsculo que suele haber en las playas, y cuyas espinas se clavan en los pies descalzos y producen inflamaciones dolorosas.

Este chico, Shabiron, que entenda mal el castellano, se forjaba fantasas y confusiones extraas. Haba odo sin duda a los marinos del puerto de Elguea hablar del mar de los Sargazos, y deca que haba sitios en el mar con caminos y jardines por donde andaban los camellos y las jirafas. Crea tambin que haba bosques con castaos. Esta idea proceda de que en vascuence se llama itsas gastaio (castaos de mar) a los castaos de Indias. Otra extravagancia marina eran los vientos chocolateros, que se llamaban as, segn l, porque arrastraban chocolate.

Shabiron tena la obsesin del mar. Las mismas cosas que contaba Adrin de su viaje de Mjico a Espaa, las volva a contar Shabiron, arregladas y transformadas a su gusto.

El otro compaero de Adrin era el hijo de un campesino, a quien llamaban Satorra el Topo. Este haba heredado el apodo paterno y era decidido y valiente. Los tres chicos tenan la ilusin de hacer una casa en la costa vasca y luego recorrer los mares del mundo y recalar en su rincn, que sera como un museo de sus aventuras.

El mar les llenaba de asombro, y la idea de que estaba lleno de ballenas, de tiburones, de pulpos, de serpientes enormes, de fbricas de chocolate para los vientos chocolateros les admiraba. Les haban dicho que las serpientes de mar se levantaban ms alto que las mayores olas y tenan unas melenas y unos ojos furibundos. Ello, unido a los piratas, a los tesoros escondidos, a las perlas, a los corales y a las fbricas de chocolate, les haca palpitar el corazn.

Shabiron deca que haba rebaos en el mar y dibujaba toscamente un barco en la arena y deca que en aquel barco viajara l.

Cuntos barriles de oro y de plata habr en el fondo de estos mares? exclamaba. Y de quin ser todo esto?

Probablemente, del diablo contestaba Satorra.

Contaba tambin Shabiron que un da haba encontrado en el campo a un hombre tendido en el suelo con un anillo en la oreja. Al verle, ech a correr, porque supuso en seguida que aquel hombre era un pirata. Esto de los piratas les llenaba de admiracin. Adrin hablaba tambin de los bucaneros. Muchas veces haba batallas de piratas y bucaneros entre la chiquillera al pie de las rocas, y se distinguan los unos de los otros porque unos llevaban un bandern rojo o un bandern blanco con una calavera y dos tibias. Estos terribles enemigos tiraban petardos que levantaban un poco de arena en el aire.

El padre de Shabiron era el sacristn, el campanero y el enterrador de la aldea. Tena una casita y haca redes para los pescadores de los pueblos prximos.

Otro amigo de Adrin, Ishquia, no era martimo, sino terrestre, de un casero prximo al monte Anduz; era tambin supersticioso, pero de otra clase de supersticiones. Temblaba pensando en las brujas del monte Murumendi, en el Basojaun y en el cura cazador Eiztari Beltz, que pasaba de noche por el campo persiguiendo a las liebres.

El prroco don Fermn Esteban not pronto que sus explicaciones cientficas eran contrarrestadas por las de Shabiron, Ishquia y Satorra.

No haba manera de dominar a Adrin. No respetaba nada, entraba en la huerta, arrancaba las plantas pequeas o las pisaba, tiraba piedras a las frutas verdes de los rboles o tronchaba las ramas, persegua al gato y haca agujeros con la azada en los cuadros recin labrados y sembrados.

Haba ledo en Mjico las aventuras de Miguel el Vasco, famoso bucanero de la isla de la Tortuga, y crea que l sera capaz de realizarlas.

Estuvo tambin en la Sierra Madre del Sur, donde hay grutas de enormes dimensiones, clima en algunos sitios tropical y en otros casi fresco. Haba visto mestizos, indios y negros de origen africano y filipino. No quera nada con los libros de la escuela, que despreciaba, y nicamente le gustaba huronear por aqu y por all, pero no leer ni estudiar ni estarse quieto ni tranquilo.

Sobre todo, lo que desprecia profundamente es la biblioteca deca don Fermn Esteban con irona.

El chico cantaba canciones que le enseaban en la escuela. Don Fermn Esteban no se haba parado en ellas. Una vez, al or la letra de una, se fij y le chocaron los disparates que deca. Una de estas canciones terminaba exclamando:

Al cielo eleva serpiente oracin.Pero, oye, oye le dijo un da a su sobrino: qu es eso de serpiente oracin?

No s; as nos lo ensean a nosotros en la escuela.

Cuando el vicario comprendi que se trataba de ferviente oracin se ech a rer. Otros muchos disparates deca Adrin de cosas que no comprenda o ms bien en las que no se fijaba ni le importaban.

En vista de que su hijo no se entenda con su to ni avanzaba con el maestro, doa Cristina decidi que fuera Adrin a Elguea, pueblo prximo de la costa, donde haba un maestro castellano, don Hiplito Snchez, muy severo y pedante, que enseaba a los chicos el Latn, la Gramtica y la Geografa por el procedimiento pedaggico de los palmetazos. El maestro era un hombre severo, achaparrado, de cabeza grande y pelo rizado, cara bronceada, brazos cortos y manos fuertes y peludas. Era de los ms clsicos practicantes de la mxima de la letra con sangre entra, y l mismo estaba convencido de que si saba latn era porque le haban zurrado la badana en la juventud con frecuencia.

Adrin, entonces, comenz a bajar a Elguea por la maana, coma all y volva a Itzar al caer de la tarde.

La actitud y las ideas de Adrin dejaban al maestro don Hiplito estupefacto. No haba tenido bajo su frula a ningn muchacho tan dscolo y tan rebelde; as que la palmeta andaba con l que era una bendicin.

Un da, a los seis meses de tenerle de discpulo, y despus de calentarle con el instrumento pedaggico ex abundantia cordis, dijo don Hiplito severamente al rebelde colegial:

Espera aqu.

Adrin esper con cierta tranquilidad, porque la terrible palmeta no estaba en la mano del maestro.

Don Hiplito tena la costumbre de dejarla cuando terminaba la clase.

He sabido dijo despus a su discpulo que tu conducta deja mucho de desear.

Yo qu he hecho?

T eres un libertino, un disoluto, dissolutus, y te advierto que si yo fuera tu padre otro gallo te cantara y le dio un pescozn con los nudillos. A ver, primera declinacin: Singular: Rosa. Nominativo?

Rosa.

Genitivo?

Rosae.

Dativo?

Rosae.

Acusativo?

Rosam.

Ablativo ?

Rosa.

Bueno. Est bien. Segunda declinacin. Templum. Regla de los terminados en um.

Los en um, sin excepcin, del gnero neutro son dijo Adrin.

Bueno. A ver. Singular. Nominativo?

Templum.

Genitivo?

Templi.

Dativo?

Templo.

Acusativo?

Templum.

Ablativo?

Templo.

Ahora el plural. Nominativo?

Templum... no Templo... templa.

Calla, calla salvaje... Eres un perfecto borrico, asinus perfectus... Eres la deshonra de mi colegio.

Mejor.

Porque cuidado que he tenido yo malos discpulos; pero uno tan necio y tan bruto como t, tan stultus completus, jams. Es que no sabes las declinaciones an? Vamos a ver las conjugaciones. A ver. Presente de indicativo del verbo ser: esse: Sum, Es, Est, Sumus; Estis; Sunt. Ahora di t los otros tiempos.

No los s dijo Adrin.

Que no los sabes?

No.

Qu cinismo, pero qu cinismo! He perdido mi vida exclam don Hiplito con cierto sentimentalismo y mirando al techo. He perdido mi vida en desasnar zoquetes, Stultorum infinitus est numerus ya lo saba, pero no tanto. O tmpora o mores y dio un paseo por la clase. Qu quiere decir O tmpora o mores, insensato? le pregunt a Adrin.

Quiere decir O tmporas o moros.

Eres un salvaje, un bruto y el maestro levant los brazos en alto. Puedo decir, como Tito, Diem perdedi. Est uno soportando tanta estupidez aos y aos, equo animo. Estos animales tienen orejas y no oyen, Aures habent et non audient. He tenido como mxima consagrar la vida a la verdad, Vitam im pendere vero, y he sido la voz que clama en la soledad, vox clamantis in deserto, y qu premio he tenido? Ninguno. Bien, joven Erliz, bien; di a tu to don Fermn Esteban, a quien venero y respeto como se merece, que t no sirves para el estudio, que eres un mastuerzo, un animal de bellota, y que te ponga a cultivar cebollinos o a guardar ovejas. Y ahora, mrchate cuanto antes. Aeternum vale y levant la palmeta en el aire.

Adrin se decidi y sali de la clase de estampa, como un cohete; don Hiplito le gan por la mano y le dio un puntapi en el trasero que le quit la respiracin.

Adrin, exasperado, al salir a la calle cogi una piedra del suelo y la tir a una ventana de la escuela, pero no le dio. Como una vecina sali a gritarle, se march a Itzar.

La verdad era que la educacin del chico iba tomando un carcter deplorable. Ya no fue a la escuela.

La amistad entre el to y el sobrino no llevaba camino de realizarse.

Un domingo que Adrin haba estropeado en la huerta todo el trabajo que Bernardo y la Mari Joshepa haban hecho en varios cuadros, don Fermn Esteban le llam incomodado y le dijo que no creyera que porque su huerta fuese pequea y pobre poda estropearla impunemente. Aadi que l haba visto en Amrica posesiones particulares ms grandes que todas las provincias vascongadas juntas, pero que para l, que no tena otra cosa, su huerta pequea vala tanto como la posesin inmensa, y que el que no respeta lo pequeo porque es pequeo es un necio que est cerca de ser un miserable. Adems, quera demostrarle que, aunque viejo, tena energa para pararle los pies y para no dejarse atropellar por nadie, y menos por un estpido como l.

Adrin escuchaba la reprimenda con aire de mal humor, y por la noche dijo a su madre que l no quera vivir en aquella casa.

Esprate le dijo su madre, cuando venga una buena ocasin nos iremos.

Don Fermn Esteban not la hostilidad del muchacho y desde entonces le trat todava ms secamente.

Todos los das llegaba Adrin tarde a las horas de comer y de cenar, y entonces coma solo en la cocina. Hubo das en que Adrin no se present. El vicario mand cerrar la puerta de la casa y el muchacho fue a dormir a la posada, que estaba detrs de la iglesia.

Un da dijo Adrin que se iba a baar a la playa con unos amigos: vino la noche y el chico no apareca. Doa Cristina estaba en una incertidumbre enorme y con un cuidado que no poda parar en ninguna parte. Cuando, ya por la noche, Adrin se present muy tranquilamente, don Fermn Esteban se enfureci, le agarr del brazo y le dijo:

T eres muy bruto y muy egosta. Crees que lo tuyo es de mucha importancia y que lo de los dems no tiene ninguna; as has tenido a tu madre apurada todo el da; pero yo te voy a ensear a respetar a las dems personas que valen ms que t. Majadero! Y si no te convences con las razones te convencer a palos. As que ya lo sabes.

Y ahora te puedes marchar, porque a m no me haces ninguna falta.Adrin, rabioso, dijo a su madre que si no se marchaban l se escapara de aquella casa.

Era muy difcil que un joven brbaro llegado de Amrica, que haba vivido entre indios, pudiera manejrselas entre personas cultas. Tena la idea de que nadie deba intervenir en su vida.

Su to quera ocuparse de las plantas. Que lo hiciera, pero que no le molestara a l. Su madre pagaba la estancia all. A qu se meta con l? Que le dejaran. Si quera ser bruto nadie tena derecho a impedrselo. Adrin ya comprenda muchas veces que se estaba portando mal, hecho un bestia, pero no quera cambiar ni avenirse a razones.

Doa Cristina, muy apenada, le iba calmando, y luego fue a hablar con su hermano. El le dijo que vea que no se entenda con Adrin, que l crea haber hecho todo lo posible para encauzarle, pero que no lo haba podido conseguir, y crea efectivamente que lo mejor que podan hacer era marcharse del pueblo.

Sac el cura el dinero que le haba dado su hermana y quiso devolvrselo, pero doa Cristina comenz a llorar y le pidi que dejara pasar otro plazo a ver si el chico cambiaba.

Aquel disgusto de la familia impresion algo a Adrin, y comenz poco a poco a acomodarse a las costumbres de la casa y a no hacer barbaridades.

El cura le iba observando y el muchacho pareca que se iba dando cuenta de lo que eran las personas de su alrededor.

Lleg la poca en que madre e hijo tenan que decidirse. Haba que llevar a Adrin a un colegio de Espaa o de Francia a que estudiara, por lo menos, francs e ingls.

Doa Cristina vea siempre la estancia en Francia como una serie de peligros, y tal consideracin ofenda el orgullo de Adrin. Este hubiera preferido volver a Mjico, pero la misma tendencia de su madre le haca ponerse en contra.

Qu nos va a pasar en Francia? deca. Yo no tengo miedo a ir.

Por fin, decidieron marcharse; don Fermn Esteban no tom parte en esta cuestin. Segua con sus trabajos de botnico y no quera intervenir en el asunto.

Al despedirse de su to, Adrin pareca un poco confuso y vacilante. Don Fermn le dijo:

Eres violento y orgulloso. No son condiciones malas, si con el tiempo puedes mitigarlas con la reflexin. Debes pensar ms en lo que haces y no dejarte llevar por el capricho en cuestiones en que vaya tu inters, y sobre todo el de otras personas, porque una maldad o una brutalidad hechas por egosmo pesan en la conciencia. Tambin debes pensar en tu madre, porque todava no notas que ella vive para ti y se sacrifica por ti en todos los momentos; pero con el tiempo lo notars. No digo que esto lo ests pensando constantemente, pero de cuando en cuando pinsalo y tenlo en cuenta. Ahora, adis y le dio la mano.

VICONOCIMIENTOS DE PAUPau es una ciudad agradable y simptica. Se yergue sobre una planicie que domina el valle ancho y riente en cuyo fondo corre el ro en caprichosos meandros, dejando varias isletas. Hacia el Norte tiene un escalonamiento de cerros y hacia el Sur el panorama esplndido de los Pirineos, con las cumbres blancas por la nieve. El clima es suave y templado.

Esta ciudad del Medioda de Francia, en pleno otoo y a personas como doa Cristina y Adrin, que venan del sur de Mjico, les pareci muy plida y muy gris.

Llevaban una recomendacin de don Fermn Esteban para un teniente coronel francs, Velaz, que resida en Pau y era amigo de los profesores del Seminario de Vergara. Este militar estuvo muy amable con Adrin y su madre y les recomend el colegio al que deban dirigirse y el hotel donde doa Cristina poda hospedarse.

Adrin entr en el colegio a seguir los estudios, segn los deseos de su padre de que aprendiera a hablar correctamente el francs y el ingls.

Los primeros meses debieron ser para Adrin un verdadero suplicio. Aquella sujecin le trastornaba, le volva loco, pero se contena como poda.

Durante las vacaciones, doa Cristina, que no quera de ninguna manera romper las relaciones con su hermano, volvi a Itzar, aunque Adrin se mostraba bastante reacio a ello.

Para qu habremos venido a Europa! deca Adrin algunas veces con desesperacin. Esto es un presidio!

El vicario les recibi muy bien, y Adrin, que iba perdiendo su tosquedad y salvajismo primitivos, se encontr poco despus en la casa a gusto.

Don Fermn Esteban lea por entonces el Emilio, de Juan Jacobo Rousseau, a quien en aquella poca no se le consideraba todava como un rprobo. En muchas cosas estaba de acuerdo con el autor ginebrino.

Conforme con las ideas pedaggicas del autor, el vicario pens que quiz a Adrin le conviniera aprender un oficio para serenarse. No le pareci prudente consultrselo a l. Se lo dijo a su hermana, y sta, de acuerdo, mand traer un banco de carpintero y herramientas.

Don Fermn Esteban quiso hacer unos nuevos estantes para su despacho. Como Adrin vio de lo que se trataba, empez a trabajar con entusiasmo.

Qu le parece a usted esto, to? le deca.

Muy bien, muy bien.

Pues lo he hecho yo.

Muchas gracias, chico, te lo agradezco mucho.

Adrin iba perdiendo su desconfianza y su rudeza y lleg poco a poco a acompaar a su to en sus paseos botnicos y a llevarle la caja de cinc y a ayudarle a arrancar las plantas con todo el cuidado posible. Tambin aprendi a jugar al ajedrez, y adelant tanto en el juego, que su to tuvo que poner mucha atencin en la marcha de las fichas para que no le ganara. Despus, Adrin jugaba con el secretario, don Venancio, a quien ganaba implacablemente. Ya no tena la hostilidad de antes por la casa y por todo lo de alrededor. Ahora atenda a la Mari Joshepa y haba hecho amistades con el gato Choln, antes tan enemigo suyo, que le consideraba lo bastante para ponerse en sus rodillas y estar haciendo runrn.

El vicario, por este tiempo, comenz a hacer un estudio sobre los erizos de mar. Adrin le acompa a las rocas de la costa y anduvo descalzo por las peas negras buscando estos animales, que viven en sociedad. Oy despus las explicaciones de su to, y al ver que entre las pas de su caparazn tenan conchas agujereadas, pregunt de qu provenan, y su to le explic cmo los equinodermos tienen un aparato en la boca, que los naturalistas llaman, no se sabe por qu, la linterna de Aristteles, con la que rompen las valvas de los moluscos que encuentran para comerse su parte carnosa.

Adrin guard la explicacin en la memoria para cuando llegara un buen momento de lucirla.

En esto, el vicario aconsej a su hermana que llevara a Adrin a pasar una temporada a una casa de su primo, que viva en una aldea prxima llamada Lastur.

Adrin march contento, acompa a los pastores a llevar el ganado por el monte Anduz, subi a otros montes prximos y volvi a gusto a casa. Por entonces lo que le espantaba era la perspectiva del colegio de Pau.

No hay que formarse de antemano una idea negra de una cosa le dijo su to. Antes tambin te pareca muy duro el estar aqu y ahora te parece agradable. Quiz te ocurra lo mismo cuando lleves tiempo en el colegio.

Adrin no encontraba la hiptesis nada probable. Lleg el otoo, y el joven Adrin, que haba mirado la poca de marcharse de Itzar como una liberacin, comenz a creer que aquel rinconcito de la costa era muy simptico y que no senta ningn placer en abandonarlo.

Tena sus amigos y se entenda muy bien con su to; comprenda que era un hombre recto y con un fondo de justicia y de bondad.

La vida en Pau, que se le presentaba como un camino spero y duro, no slo no lo fue tanto, sino que se le present con perspectivas muy inesperadas y halageas.

El ao anterior, en el hotel donde paraban, en la plaza Grammont, haban encontrado un seor de Azcoitia, pariente de la madre de Adrin. El seor, de apellido Emparan, estaba casado con una Al tuna y tena dos hijas en un colegio de monjas. Hablaron con l un momento. Aquel ao el seor Emparan se present con dos muchachitas preciosas y con una parienta de unos cuarenta aos, ta de las dos nias.

El seor Emparan conoca a don Fermn Esteban y haba estado aos antes a visitarle en Itzar y haba hablado con l.

Con este motivo se entablaron relaciones muy amistosas, y como la madre de Adrin, doa Cristina, tena que quedarse toda la temporada en Pau, se dispuso que las dos seoritas de Emparan, los das de fiesta, fueran al hotel de la plaza Grammont a comer con doa Cristina y a salir a pasear cuando hiciera buen tiempo.

Al encontrarse Adrin en el hotel con aquellas dos muchachitas los domingos se mostr un tanto bruto y hurao. Ellas se rean y le hacan poco caso. Le tenan por cazurro, por sournois.Eran las dos nias de Emparan muy bonitas y prometan ser dos mujeres guapas. Mara, la mayor, era coqueta, brillante y satisfecha, muy entonada y ambiciosa. Dolorcitas, la pequea, era alegre, sonriente, burlona. Se rea de todo el mundo, aunque con mucha diplomacia.

Muchas veces doa Cristina y las chicas, acompaadas de Adrin, fueron a contemplar el panorama de los Pirineos con sus dos picos, el de Midi dOssau y el de Midi de Bigorre, y el circo de Vignemale.

Adrin daba explicaciones para lucirse, pero las muchachas no le hacan siempre gran caso.

Aunque Adrin tuvo muchas rabietas por causa de las dos nias, lleg a ser amigo de Dolores, la menor. A pesar de esto, ella se burlaba de l. Le contaba sus cosas, las cuestiones que tena con sus amigas del colegio y los jvenes elegantes que le presentaban. Entonces Adrin se senta celoso y tena rabia contra ella. En general, iba perdiendo su antigua tosquedad. En esta poca Adrin no estaba nada contento de s mismo; se encontraba feo, torpe, sin gracia, con unos movimientos de piernas y de brazos inarmnicos, estpidos y desagradables. Tena un gran odio por todos los estudiantes elegantes que vea.

Cuando doa Cristina iba a buscar a las dos nias al colegio para llevarlas a paseo, Dolores se las arreglaba para hacer rabiar a Adrin. El, muchas veces, quera devolverle la pelota, pero ella tena ms correa, y aunque le incomodara algo lo que le dijera, no se le notaba. En cambio l se sulfuraba con mucha facilidad.

En esta pequea lucha se haban hecho indispensables el uno para el otro.

Voil que mademoiselle Dolores commence a taquiner monsieur Adrien deca la camarera de la fonda.

En el colegio, la seorita Dolores tena fama de finette. Se crea que era maliciosa e inteligente. Doa Cristina le llamaba percheta o perchenta, que en vasco, o por lo menos en vasco-francs, es una palabra de un sentido similar a la francesa finette.Adrin iba perdiendo su tosquedad, pero no poda acabar con ella del todo. A veces se interrumpa mentalmente en una conversacin, y pensaba:

Estoy diciendo lugares comunes con un aire de hombre ingenioso. Me estoy poniendo en ridculo (despus pensaba). Ante quin? Ante m mismo.

Pens varias veces en lo difcil que era accionar con gracia y con medida, y se acostumbr a accionar lo menos posible y a no mover los brazos.

El accionado de los dems le pareca casi siempre ridculo.

VIIEL VERANOEl verano volvieron madre e hijo a Itzar y Adrin acompa a su to en Vitoria a la Sociedad Econmica Vascongada, en donde don Fermn Esteban present una Memoria sobre la flora del pas y otra sobre la fuente intermitente de Mendaro que produce el arroyo Quilimn, fuente conocida por los naturalistas del pas.

Consiste sta en una abertura de la tierra que arroja tan copioso caudal de agua, que con ella se forma un arroyo que, despus de cruzar un llano, mueve las ruedas de muchos fuelles de ferreras y varias piedras de molinos. Estos artefactos suelen parar de pronto por falta de agua y luego vuelven a moverse cuando se reanuda la corriente.

Tal intermitencia llam desde hace mucho tiempo la atencin de las personas curiosas de los contornos.

Don Fermn Esteban en Vitoria present a su sobrino a varios seores conocidos de la Sociedad Vascongada y Adrin se comport bien.

A la vuelta a Itzar hablaron de los proyectos del mozo. Adrin dijo que para l, evidentemente, si tena que ir a Mjico, no le servira gran cosa el Latn, ni la Gramtica, ni la Historia, sino algo de nmeros, de Geografa y de comercio y el tener fuerza y buenos msculos. En la Sierra Madre y en los alrededores de Tixtla no iba a encontrar nadie con quien cambiar una frase latina, pero podra encontrar un da un indio o un blanco que le quisiera atacar o robar, y entonces la fuerza le servira ms que los conocimientos.

As que a Mjico pronto? le pregunt el vicario.

No, este curso todava ir a Pau.

Don Fermn Esteban sonri porque ya saba que Adrin tena amistad con una muchacha de Azcoitia y Adrin se ruboriz.

Luego, ir al colegio de Vergara y despus a Mjico aadi el mozo.

Aquel final de verano, el prroco de Itzar y su hermana recibieron la visita de los parientes de Lastur. Con este motivo, los parientes les invitaron a pasar una temporada en su casa. Doa Cristina fue en un carro de bueyes sentada en un saco de hierba. Adrin march a pie con un mozo primo suyo, por encima de las hojas muertas de los caminos. Cruzaron por entre vacadas que daban mucho miedo a doa Cristina.

El pueblo no tena ms que algunas casas diseminadas por el monte. Como el padre de Adrin tena ilusin de adquirir un casero de esta clase, doa Cristina compr uno grande de un indiano que se volva a Amrica.

El pariente de Adrin, que era ganadero, tena un hijo ya de treinta aos, que segua la tradicin de la casa. El primo Anthon compraba y venda ganado haciendo el comercio que haba hecho siempre la familia Erliz.

Andaba siempre a caballo con una blusa negra, sombrero ancho, en la mano un bastn con una correa sujeta a la mueca. Pasaba siempre al galope por los prados y bosques llenos de carrascas.

Tena negocios en San Sebastin y en Bilbao, a donde iba con frecuencia a vender sus vacas y sus corderos.

Anthon hablaba el castellano de una manera un poco rara. Lo haba aprendido en Mjico, en donde estuvo tres o cuatro aos e hizo una pequea fortuna. Al volver, restaur el casero de la familia, que estaba medio arruinado, pero que tena buenas tierras, y arregl la casa a la americana. Le llamaba, ms o menos en broma, California.

Anthon era partidario acrrimo de lo moderno: para l lo moderno estaba constituido por tres o cuatro conceptos de pura forma y por actividades mecnicas y comerciales. Haca poco que se haba casado con una mujer tan salvaje como l. Era sta tambin americana, nacida en Mjico, hija de vascos y no hablaba ms que vascuence.

Anthon de Lastur lo mismo montaba a caballo que llevaba un coche, que manejaba un quechemarn. Su principal talento radicaba en los medios de locomocin. Contaba infinidad de historias de cuando fue minero y tratante de ganado en Mjico y hablaba de este pas con doa Cristina como si ella no conociera Amrica. Le interesaba la aventura y la posibilidad de hacerse rico rpidamente, y contaba historias de bucaneros y de gambusinos que se enriquecan o quedaban muertos en la galera de una mina.

Doa Cristina se instal en el casero que haba comprado; pero por muchos esfuerzos que hizo no se pudo acostumbrar a la vida montona del campo. Tampoco se acostumbr Adrin; va no le interesaban las actividades campestres. No estaba ntimamente de acuerdo con su primo y dems parentela, que le parecan torpes y ordinarios. Para ellos, en cambio, Adrin era un pedante y un fatuo, un pisaverde llegado de Francia.

Y pensar que yo cuando vine aqu era como ellos! Qu horror! se deca Adrin.

El advertir esta discrepancia le hizo pensar que haba cambiado, evolucionado, que haba conseguido dominarse algo... ya era mucho, porque estaba ya en la buena direccin.

Don Fermn Esteban fue tambin algn da a Lastur; pero fuera de su casa de Itzar y de sus colecciones y de sus libros no se encontraba a gusto.

Anthon celebr la estancia de su pariente el prroco con una comilona y muchas botellas de vino y licores. Adrin comi y bebi de lo lindo y estuvo un poco ms locuaz que de ordinario.

Hay que beber deca Anthon. Es que es uno una seorita?

Don Fermn Esteban, a pesar de que no probaba el vino, dijo que a l no le pareca mal que un da de fiesta se comiera y se bebiera en abundancia, y para remachar su opinin recit unos versos en vascuence del padre Domingo Meagher, jesuta nacido en San Sebastin, expulsado en tiempo de Carlos III, con los dems de la Compaa, muerto en el destierro en Florencia y de origen irlands. De la composicin de Meagher no queda ms que una estrofa, que es la que recit don Fermn Esteban con gran entusiasmo de los dos Anthones de Lastur, padre e hijo. Decan as los versos:

Guizon bat ardo gabeDago erdi illaMarmar dabiltzac tripacArdoaren billaBaa edan ezqueroArdoa chit onguiGuizonic chatarrenacBaliyoditu bi.(El hombre sin vino est medio muerto, sus tripas murmuran en busca del vino, pero en bebiendo el mosto en buena cantidad, el hombre ms msero vale por dos.)

Aquel verano, antes de volver a Pau, Adrin y su madre fueron a pasar unos das a casa de sus parientes de Azcoitia, los Altunas, y all saludaron a los seores de Emparan.

Dolorcitas Emparan y Adrin hablaron mucho. El le pregunt si podra escribirle desde Pau; ella le contest que su familia abrira las cartas y que ms vala que le escribiera a la doncella de la casa, y le dio el nombre de sta y las seas del casero.

En octubre, doa Cristina y su hijo fueron a Pau, y al ao siguiente el joven Adrin Erliz ingresaba en el Seminario de Vergara.

LIBRO SEGUNDOLOS CABALLEROS DE AZCOITIAIVIAJE EN COCHEEl cochecito de dos ruedas haba salido de Vergara por la maana. Subi por el alto de Elsua, pasando despus por el monte Musquirichu, y se fue acercando a Azcoitia por la orilla del ro Urola.

La maana de junio estaba brillante de luz y al mismo tiempo fresca. El campo apareca muy verde, los montes frondosos y el cielo azul, con nubes blancas y pomposas, se presentaba encima de los picos y de las alturas.

Marchaban en el cochecillo dos jvenes con aire de estudiantes. El que lo guiaba era un aldeano del pas tocado con una montera de pao pardo.

Uno de los jvenes era Adrin Erliz, ya convertido en un mozo alto, fuerte y esbelto. Tena el rostro bien perfilado, la nariz acusada y prominente, los ojos claros y la tez curtida por el aire y el sol. Llevaba el pelo largo. Daba la impresin de salud y de fuerza orgnica.

El que le acompaaba era ms bajo, ms moreno, con los ojos oscuros y brillantes.

Los dos jvenes llevaban gabn gris con grandes solapas, sombrero de alas anchas y corbata de varias vueltas. En Francia hubieran dicho que eran dos muscadins, dos incroyables.En el pescante se vea un bal pequeo y una maleta.

Iban los dos viajeros mecidos por el movimiento del cabriol sin hablar apenas, y al acercarse al ro Urola y ver de lejos las casas de Azcoitia comenzaron una conversacin para ellos entretenida, en la cual se referan a los condiscpulos que haban dejado en el Seminario de Vergara, donde ambos sin duda estudiaban. El compaero que iba en el coche con Adrin se llamaba Pedro Zabaleta.

Qu vamos a hacer aqu? pregunt ste.

No tengas cuidado. Yo te aseguro que no te aburrirs contest Erliz.

Tienes algn programa?

S; ya sabes que estamos invitados hoy a comer en casa de Emparan, en Azpeitia...; habr chicas guapas...; despus volveremos a Azcoitia y nos quedaremos ah algunos das, si te parece.

Bueno, bueno. Muy bien.

Adrin haba cambiado desde que lleg por primera vez a Itzar. Pas tres temporadas de curso en Pau y dos en Vergara. Tena veintin aos. Los veranos, por las vacaciones, acompaaba a su to el vicario; luego iba a Lastur y pasaba algunas semanas en casa de su pariente Altuna de Azcoitia. Los profesores de Vergara aleccionaban a los discpulos para que fueran sociables, visitaran a los amigos y parientes y supieran presentarse bien en sociedad.

El verano anterior, Adrin haba estado en casa de su to en Azcoitia y visitado con frecuencia a las seoritas de Emparan y escrito cartas incendiarias a Dolorcitas, de la que estaba cada vez ms entusiasmado.

Para las vacaciones de aquel ao Adrin haba invitado a que pasara con l parte del verano en Itzar y en Lastur a su amigo y compaero de estudios Pedro Zabaleta. Tambin pensaba que podra estar algunos das en Azcoitia, si el seor Altuna no tena invitados de compromiso.

Zabaleta era de Irn y quera, por reciprocidad, que su amigo Erliz pasara una temporada en su pueblo.

A medida que avanzaban en el camino al trote del caballo, la masa oscura y sombra del monte Izarraitz, entre Azpeitia y Azcoitia, se iba destacando amenazadora.

Izarraitz, la pea de la estrella en vasco, aunque no llega a los mil metros, tiene un gran aire de montaa clsica, con un contorno muy expresivo.

Habrs subido varias veces ah? dijo Zabaleta a su compaero.

S, con frecuencia contest Adrin. Conozco ese monte casi tan bien como mi casa. He ido varias veces con mi to a buscar plantas. Hay canteras de jaspe con vetas de variados colores y rboles magnficos.

As que vale la pena de que vayamos?

S, tiene unos rincones fantsticos. Hay, adems, jabales, zorros, gatos monteses, y algunos inviernos dicen que han aparecido osos. Claro que todo esto desaparecer pronto.Crees t?

Naturalmente, con la civilizacin.

Y brujas habr tambin?

S; no tantas como en la Pea de Amboto y en Murumendi; pero tambin las hay.

Y eso a ti no te parecer una vergenza?

A m, no; por qu?

Y este ro, cul es?

Este es el Urola. Nace en la sierra de Aitzgorri, que viene de la parte de Legazpia. Con este nombre de Legazpia parece que se le conoca antiguamente, al menos en los libros, y as le llama Valbuena en su poema Bernardo del Carpio.Poema pesado.

De plomo.

Es que t tienes admiracin por los dems poemas famosos que sirven para embrutecernos en las clases?

Yo, ninguna. Los detesto en detalle y en bloque.

Veo que te avienes a razones.

Siempre he sido razonable, aunque t no lo creas.

Y dnde desemboca este ro?

Aqu viene de la parte de Zumrraga y de Villarreal, cambia de direccin cuando le sale al paso el monte Izarraitz, y va por Azcoitia, Azpeitia y Cestona a salir a Zumaya.

Despus de avanzar en lnea recta en direccin del monte, el coche torci a la derecha siguiendo el curso del ro y se acerc a buscar Azcoitia.

Es hermosa esta vega dijo Zabaleta.

S, es frtil y soleada.

En Guipzcoa, slo la de Irn es tan ancha, y quiz ms.

T, como eres de all dijo Adrin en broma.

No, eso es verdad. Aquello es espacioso y soleado.

Pues si fueras a Amrica, qu diras?

Eso ya se comprende. No vamos a presumir los vascos de tener tierras ubrrimas y feraces.

Claro que no! Yo creo que cuando vaya a Mjico no me voy a poder acostumbrar a aquellas enormes llanuras.

Lo que esto tiene indic Zabaleta es como un aire ms antiguo, ms arcaico que lo de Irn. Por aqu debe de haber muchas ermitas, iglesias y conventos.

S, muchas.

Siguieron marchando en el cochecillo.

Los campos estaban verdes, los maizales crecidos, en las laderas de los montes brillaban los prados con toda clase de matices de verde y en las huertas aparecan los manzanos llenos de fruta.

Hablando y bromeando llegaron a Azcoitia. Azcoitia tena en esta poca tres barrios: Iparcale, Laguardia y Santa Clara, cada uno con su portal que se cerraba de noche. En uno de estos portales, en la pared, se fijaban antiguamente los carteles de desafo de los banderizos y de los parientes mayores de la provincia. El pueblo tena entonces murallas y se entraba y se sala por alguno de aquellos portales, que eran de piedra sillar.

Pasaron por una calle en cuesta, flanqueada a un lado y a otro por filas de alpargateros que trabajaban a las puertas de sus casas. Algunos, que, sin duda, conocan a Adrin, le saludaron levantando en el aire la mano armada con la lezna. El coche torci a la derecha y se detuvo ante un casern grande. Baj Adrin, despus

Zabaleta, y con ayuda del cochero llevaron el bal pequeo y la maleta al portal.

Yo creo que podemos seguir dijo Adrin a su amigo. O es que t quieres descansar?

Yo, no; no estoy cansado.

Bueno, pues entonces adelante. Vamos a Azpeitia, a casa de don Antonio Emparan, que celebra hoy su santo.

Salt Zabaleta al birlocho, despus Adrin, ocup su asiento el cochero y salieron por otro portal a la carretera.

Adrin fue sealando a su amigo y condiscpulo lo que le pareca ms interesante en el trayecto. A la derecha del ro Urola le mostr primero la fbrica de paos, la ermita de San Martn, el hospital y la casa de la Misericordia, la torre de Biscargui, la ermita del Espritu Santo, la casa de Peaflorida, el santuario de Loyola con su hospedera, la fbrica de mrmoles y el hospital.

A la izquierda del ro le seal otras casas solariegas, luego el camposanto, el convento de Santa Brgida, la casa de la Cadena, Nuestra Seora de Ols, el convento de San Agustn, el de Santo Domingo, el juego de pelota, la Magdalena, la Alameda de Ercusta y, por fin, la casa de Emparan de Azpeitia, donde iban a comer.

Llegaron a la plaza, se detuvieron ante el portal y bajaron del coche.

Adrin y Zabaleta se quitaron los abrigos ligeros que llevaban y aparecieron con casaca a la moda; la de Adrin era de color castaa y la de Zabaleta verde. Se ajustaron y arreglaron los pliegues del encaje de la pechera y subieron las escaleras muy lustrosas de la casa.

Esperaron en el recibimiento y todava pudieron echar una mirada en el espejo para ver su indumentaria.

Adrin estaba de punta en blanco. Poda presumir. Tena los hombros anchos, la cintura estrecha y vesta como un parisiense.

Llevaba pantalones de nankin, medias blancas de seda y casaca de color castaa con menos faldones que las antiguas, y que empezaba por entonces a llamarse frac, chaleco de terciopelo, pechera de camisa bordada y zapatos brillantes. Zabaleta usaba casaca de color verde dragn y pantalones ms oscuros, e iba menos currutaco.

Una criada, con su cofia blanca, pas a los dos jvenes a un saln grande, en donde haba diez o doce personas.

Adrin las conoca a casi todas, las salud y les present a su amigo Zabaleta.

IILA CASA DE EMPARANEl saln del piso principal era grande, alargado, con tres balcones anchos a la calle y en el lado opuesto de ellos una galera con ventanas a la huerta, por donde aparecan los rboles frutales formando un tnel y un cenador con enredaderas.

En el saln haba muebles antiguos, sillas y sillones Luis XIV tapizados de seda de color, retratos de algunos seores, uno con hbito y otros con peluca, y un cuadro del paisajista Ignacio Iriarte, hijo del pas, que colabor con Murillo.

El dueo de la casa, don Antonio Emparan, que presida la reunin, vestido a la antigua, tena aire de hombre terco y poco inteligente; su seora, doa Francisca de Balda, de alguna menos edad que l, vesta de negro, traje de seda con encajes y llevaba joyas, alhajas ricas y excesivamente vistosas.

Los seores de Emparan de la villa de Azpeitia tenan una hija casada en Madrid y un hijo que era marino de guerra que llevaba una gran carrera y prometa ser pronto almirante.

Los Emparan haban sido, haca aos, de la Sociedad Econmica de Amigos del Pas, pero comenzaron a encontrar que esta Sociedad marchaba por caminos un tanto peligrosos y que no era prudente intervenir en sus trabajos.

Don Antonio, en su juventud, no se haba entendido bien con su hermano don Ignacio el de Azcoitia; en cambio, en la vejez, le llamaba a su casa y le invitaba con frecuencia a l y a sus hijos. Naturalmente, esta invitacin era obligada el da de su santo.

Los dos hermanos tenan un aire de familia muy marcado.

Don Ignacio Emparan, el de Azcoitia, que estaba en el saln, no tena el aire tan terco e incomprensivo como su hermano. Pareca un poco ms abierto. Llevaba casaca oscura, medias de seda blanca, zapatos con hebillas y coleta que le caa sobre la espalda.

Otras personas importantes del pueblo se hallaban en la casa: un marqus, don Antonio de Aguirre; un seor Corral y varias jovencitas vestidas a la moda francesa.

Entre estas muchachas haba tres que llamaban la atencin por su belleza, por su frescura y por su elegancia.

Las tres vivan en Azcoitia y eran sobrinas del amo de la casa. La juventud de los contornos estaba conforme en considerarlas como las tres gracias. Una de ellas era Mara de Emparan, arrogante, rubia, con ojos azules, ademanes seguros y distinguidos y siempre vestida con una elegancia audaz. Pareca una francesa. Su hermana Dolores tena el pelo ms oscuro, los ojos castaos y brillantes y el aire espaol ms castizo.

Las dos eran muy amigas de Adrin, a quien haban conocido en Pau.

La otra muchacha, que se consideraba como una de las tres gracias de Azcoitia, se llamaba Soledad Ponce de Len. Era hija de un militar retirado amigo y pariente del escritor y marino Vargas Ponce y casado con una seorita de la familia de Emparan.

Esta chica era muy morena, con los ojos claros, el rostro poco animado. Silenciosa en las reuniones, no haca ms que sonrer.

Su padre, el seor Ponce, deca:

Esta chica ma tan guapa, yo no s de dnde ha salido tan sosita.

A pesar de esta opinin paternal, los amigos y amigas decan que con ellos Soledad era muy parlanchna, graciosa y coqueta. Al parecer, la gente conocida y de alguna edad le intimidaba.

Pasaron todos los invitados al comedor y se sentaron a la mesa. La comida fue un tanto larga y complicada. Se habl de muchas cosas, la hermana de la seora de la casa se mostr muy severa con las costumbres del tiempo. Segn ella, se iba al caos.

Pedro Zabaleta qued algo extraado del prestigio que su amigo Adrin tena entre aquellas chicas. Sobre todo una de ellas, Dolores, no haca ms que mirar a Adrin y hablar con l. Se vea que se entendan los dos muy bien con la mirada y que tenan muchos secretos entre ellos. Durante la comida sigui este juego, hasta el punto de que ni l ni ella contestaban a veces muy acordes a lo que les preguntaban las personas serias.

Algunos filsofos que se han ocupado del amor han dicho, y no sabe uno si es cierto o no, que lo que hace que no se aburran los enamorados cuando estn juntos es que hablan de s mismos siempre o de algo muy relacionado con ellos. Es decir, que el amor para esos pensadores es el egosmo a do.

Concluida la comida, pasaron de nuevo al saln. Dolores Emparan tocaba la guitarra muy bien. Haba aprendido en Pau; Adrin saba igualmente manejrselas con la vihuela, y ella y l se acompaaban y cantaban seguidillas, cachuchas, boleros y fandangos.

El seor Ponce de Len dijo que deban cantar en vascuence, y, efectivamente, Dolores cant con malicia, acompaada por Adrin, la cancin de las tres seoritas donostiarras que tienen una tienda en Rentera y que saben mejor beber que coser:

Donostiyaco iru damachoErrenteriyan dendariJosten ere badaquite baaArdua eraten obequi.Mara, la mayor de las seoritas de Emparan, despus de or a su hermana y a Adrin tocar la guitarra y cantar, se puso en el viejo clavicordio, que estaba en la sala entre dos balcones, y empez a tocar una contradanza de comps muy marcado.

Las muchachas comenzaron a bailar entre risas y bromas. Adrin se dispuso tambin a hacerlo, porque presuma de buen bailarn. Le haban dado clase en el Seminario de Vergara. Un sobrino de la casa, hermano de Mara y Dolores, que era un tanto hurao, no quiso bailar, a pesar de la invitacin de las chicas.

Zabaleta, muy musical, y que estaba deseando lucir sus habilidades, cuando Mara Emparan se levant del clave se sent en el banco del piano y empez a tocar otros contrapases clsicos. Tocaba no slo la meloda sino el acompaamiento. Mara se puso a bailar. Lo haca muy bien, recogindose las faldas con unas reverencias ceremoniosas dignas de Versalles. Adrin, que tambin haba cultivado el baile en Pau, pasaba el brazo izquierdo por la cintura de la pareja y alargaba la mano derecha para tomar la punta de los dedos de la seorita de Emparan.

A media tarde apareci otra muchacha amiga de las tres gracias, Margarita Olano, que llegaba de Legazpia, donde viva. Esta chica, en vista de que no haba muchachos bailarines, hizo el papel de galn con Dolores, dedicndose a los saludos de cintura para arriba, como los caballeros, en vez de hacerlos echando el pie para atrs, como las damas. Margarita dominaba la tcnica, que sin duda le haban enseado en el colegio aristocrtico de Angulema, donde estudi.

Era aqul un baile elegante y casi metafsico, slo de figuras, que no tena el aire ertico y sensual de las danzas del Medioda ni el gimnstico y un poco infantil de las del Norte.

La que disfrutaba con estos bailes y canciones y no se cansaba de admirar a sus sobrinas era la ta Eusebia, hermana del seor Emparan de Azcoitia, que no opinaba como sus hermanos, ni como su cuada, a quienes estas figuras y estos bailes tan alambicados trados de Francia no les gustaban del todo.

La ta Eusebia, Eushebi le llamaban las personas mayores, viva con su hermano don Ignacio Emparan en Azcoitia y era soltera.

Era una de esas mujeres que tienen una pasin del trabajo y de la actividad insaciable y a quien muchas veces la gente les atribuye defectos que no tienen, porque son excesivamente sinceras y de menos prudencia que los dems.

Hermana de la duea de la casa, tambin soltera, y que pasaba temporadas con ella en Azpeitia, era Carlota de Balda. Esta era una mujer un poco triste, de unos cuarenta aos. Tena las facciones muy acusadas, como de galgo, y pareca que estaba siempre olfateando en el aire, como los perros de caza. Viva parte del ao en Urrestilla, donde tena una casa solariega.

De inteligencia clara para las cosas prcticas, decan que era muy mstica. Iba a la iglesia a la misa del