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(Verano 2000) el escéptico 9 “Todos somos naturalmente como el loco de Atenas, quien imaginaba que eran suyos todos los barcos que entra- ban en el puerto del Pireo. Nuestra locura no es menos ex- travagante. Creemos que todas las cosas en la naturaleza es- tán diseñadas para nuestro uso, y todos, salvo los filósofos, nos preguntamos qué propósito hay en esta prodigiosa com- pañía de estrellas fijas, cuando un número mucho menor nos haría el mismo servicio. Ellos responden fríamente que fueron hechas para agradar a nuestra vista”. Bernard de Fontenelle (1686) Una pluralidad de mundos [1] C uando uno contempla cualquiera de las formas de vida que inundan la biosfera te- rrestre, no puede más que sentir admira- ción. Habitualmente, todo ese derroche de ima- ginación de la naturaleza nos hace preguntar cómo esa complejidad ha llegado a ser. Vemos diseño en las estructuras orgánicas y finalidad en sus funciones, e, incrédulos ante la capacidad de organización de las leyes de la física y la química, atribuimos todo el mérito a la voluntad creadora del Gran Diseñador. El argumento del diseño ha sido utilizado, junto a los argumentos ontológico y cosmológico [2], como prueba de la inevitable existencia de un Creador del universo. El teólogo del siglo XVIII William Paley lo exponía de la siguiente manera, en un pasaje bien conocido que daba co- mienzo a su Teología natural –o pruebas de exis- tencia y atributos de la divinidad recogidas a partir de los aspectos de la naturaleza– de 1803: “Supongamos que, al cruzar un zarzal, mi pie tropieza con una piedra, y se me pregunta cómo esa piedra ha llegado hasta allí; probablemente podría contestar que, por lo que yo sabía, había estado allí desde siempre: quizás tampoco sería fácil demostrar lo absurdo de esta respuesta. Pero supongamos que hubiese encontrado un reloj en el suelo, y se me preguntase qué había sucedido para que el reloj estuviese en aquel sitio; yo no podría dar la misma respuesta que antes, de que, por lo que yo sabía, el reloj podía haber estado allí desde siempre. [Su precisión y la complejidad de su diseño nos forzaría a concluir] que el reloj debió de tener un fabricante: que debió de exis- tir en algún momento, y en algún lugar, un artí- fice o artífices, que lo construyeran con una fi- nalidad cuya respuesta encontramos en la actua- lidad; que concibió su construcción, y diseñó su utilización. [Nadie podría contrariar razonable- mente esta conclusión, ya que] cada indicación de una idea, cada manifestación de diseño que existe en el reloj, existe en las obras de la natu- raleza; con la diferencia, por parte de éstas, de ser tan excelsas o más, y en un grado que supera todo cálculo.” [3] David Hume, en Dialogues concerning natural religion, publicado en 1759, hizo una crítica de- moledora a la lógica de la utilización del apa- rente diseño de la naturaleza como prueba posi- tiva de la existencia de Dios. El libro se desarro- El argumento del diseño ha sido utilizado, junto a los argumentos ontológico y cosmológico, como prueba de la inevitable existencia de un Creador del universo. PEDRO J. HERNÁNDEZ El argumento del diseño y el principio antrópico La belleza de las formas con que nos regala la naturaleza, induce con frecuencia a pensar en la existencia de un Gran Diseñador.

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(Verano 2000) el escéptico9

“Todos somos naturalmente como el loco de Atenas,quien imaginaba que eran suyos todos los barcos que entra-ban en el puerto del Pireo. Nuestra locura no es menos ex-travagante. Creemos que todas las cosas en la naturaleza es-tán diseñadas para nuestro uso, y todos, salvo los filósofos,nos preguntamos qué propósito hay en esta prodigiosa com-pañía de estrellas fijas, cuando un número mucho menornos haría el mismo servicio. Ellos responden fríamente quefueron hechas para agradar a nuestra vista”.

BBeerrnnaarrdd ddee FFoonntteenneellllee ((11668866))Una pluralidad de mundos [1]

CC uando uno contempla cualquiera de lasformas de vida que inundan la biosfera te-rrestre, no puede más que sentir admira-

ción. Habitualmente, todo ese derroche de ima-ginación de la naturaleza nos hace preguntarcómo esa complejidad ha llegado a ser. Vemosdiseño en las estructuras orgánicas y finalidad ensus funciones, e, incrédulos ante la capacidad deorganización de las leyes de la física y la química,atribuimos todo el mérito a la voluntad creadoradel Gran Diseñador.

El argumento del diseño ha sido utilizado,junto a los argumentos ontológico y cosmológico[2], como prueba de la inevitable existencia deun Creador del universo. El teólogo del sigloXVIII William Paley lo exponía de la siguientemanera, en un pasaje bien conocido que daba co-mienzo a su Teología natural –o pruebas de exis-tencia y atributos de la divinidad recogidas a partirde los aspectos de la naturaleza– de 1803:

“Supongamos que, al cruzar un zarzal, mi pietropieza con una piedra, y se me pregunta cómoesa piedra ha llegado hasta allí; probablementepodría contestar que, por lo que yo sabía, habíaestado allí desde siempre: quizás tampoco seríafácil demostrar lo absurdo de esta respuesta. Perosupongamos que hubiese encontrado un reloj enel suelo, y se me preguntase qué había sucedidopara que el reloj estuviese en aquel sitio; yo nopodría dar la misma respuesta que antes, de que,por lo que yo sabía, el reloj podía haber estadoallí desde siempre. [Su precisión y la complejidadde su diseño nos forzaría a concluir] que el relojdebió de tener un fabricante: que debió de exis-

tir en algún momento, y en algún lugar, un artí-fice o artífices, que lo construyeran con una fi-nalidad cuya respuesta encontramos en la actua-lidad; que concibió su construcción, y diseñó suutilización. [Nadie podría contrariar razonable-mente esta conclusión, ya que] cada indicaciónde una idea, cada manifestación de diseño queexiste en el reloj, existe en las obras de la natu-raleza; con la diferencia, por parte de éstas, de sertan excelsas o más, y en un grado que superatodo cálculo.” [3]

David Hume, en Dialogues concerning naturalreligion, publicado en 1759, hizo una crítica de-moledora a la lógica de la utilización del apa-rente diseño de la naturaleza como prueba posi-tiva de la existencia de Dios. El libro se desarro-

El argumento del diseño ha sido utilizado, junto a los argumentosontológico y cosmológico, como prueba de la inevitable existencia

de un Creador del universo.

PEDRO J. HERNÁNDEZ

El argumento del diseñoy el principio antrópico

La belleza de las formas con que nos regala la naturaleza, induce confrecuencia a pensar en la existencia de un Gran Diseñador.

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lla como un diálogo entre Philo, el escéptico queargumenta por Hume, y Cleanthes, represen-tante de la teología natural, con la aparición es-porádica de un defensor de la fe, Demea. Clean-thes pone el argumento del diseño en función delas siguientes dos premisas y su conclusión:

Premisa 1: Objetos como relojes, casas o barcosexhiben cierto tipo de orden (adaptación de los me-dios en función de los fines) y son construidos por undiseñador inteligente.

Premisa 2: El universo también exhibe algún tipode orden

Conclusión: Por tanto, el universo fue cons-truido con un diseño inteligente.

Philo expone una serie de objeciones que po-demos resumir básicamente como sigue:

1. El argumento del diseño es sólo una analo-gía, y una analogía puede ser una guía adecuadapara formular una hipótesis, pero no es un crite-rio válido de prueba o verificación. Pero, aúnconsiderado como simple analogía, el argumentodel diseño es una analogía débil, puesto que no

aporta similitudes contrastables entre el universoy una casa, un reloj o un barco.

2. Utilizando el mismo tipo de analogía, y afalta de más datos, podríamos llegar a casi cual-quier conclusión, diferente de la del teísmo clá-sico, sobre el origen del universo.

A pesar de que ésta podría ser la última pala-bra desde el punto de vista del estatus lógico delargumento del diseño, Richard Dawkins señalaacertadamente en El relojero ciego [3] que “estaposición [el ateísmo] puede ser lógicamente sen-sata, pero puede dejar una honda insatisfacción”,puesto que tenemos algo importante que expli-car: la complejidad del diseño biológico. La apa-rición de El origen de las especies en 1859 propor-cionó esa explicación que hizo posible al ateo sercompleto, intelectualmente hablando.

EL NUEVO ARGUMENTO DEL DISEÑO

Expulsado de la tierra firme de la biología, el ar-gumento del diseño buscó refugio en las arenasmovedizas de la cosmología. La base de la nuevaargumentación se fue gestando a lo largo del si-glo XX desde dentro de la propia física y de lacosmología –principalmente como charlas de ca-fetería de los físicos y astrónomos que poco apoco se irían reflejando en las publicaciones–.

En 1919, Hermann Weyl señalaba que la re-lación entre la fuerza electromagnética y lafuerza gravitatoria entre dos electrones era unnúmero enorme del orden de 10 39. Sir ArthurEddington comentaba al respecto en 1923: “Esdifícil dar cuenta de la aparición de un númeroadimensional de una magnitud tan diferente dela unidad en el esquema de las cosas; pero estadificultad podría ser eliminada si pudiéramos co-nectarlo con el número de partículas en elmundo –un número presumiblemente fijado porpuro accidente–”. Eddington estimó que este nú-mero de partículas del universo era del orden de1079, curiosamente un número cercano al cua-drado del número de Weyl. Ningún físico tomóeste juego de numerología demasiado en seriohasta que un hombre de la talla de Paul Dirac leprestó atención. En 1937, Dirac señalaba que larelación entre la vida de una estrella típica comoel Sol y el tiempo que la luz tarda en atravesar unprotón –una posible elección de una unidad detiempo característica de los procesos nucleares–es del mismo orden de magnitud que el númerode Weyl. Robert Dicke, teórico de Princeton,puso algo de luz en la misteriosa coincidenciacuando señaló en 1961 que ésta debería darse enun universo, como el nuestro, donde fuera posi-ble la síntesis de elementos químicos pesados enlos interiores estelares [4].

Según el modelo estándar del Big Bang –que,a pesar de lo que se pueda oír por ahí, constituyeun modelo bien contrastado observacionalmente

■ Expulsado de la tierra firmede la biología, el argumentodel diseño buscó refugioen las arenas movedizasde la cosmología

Representación pictórica de un Universo surgidopor la voluntad de un Creador.

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[5]– sólo los elementos ligeros hidrógeno, deute-rio, litio y helio fueron creados en el universoprimitivo. Se necesitarían algunos miles de mi-llones de años para que se formaran las galaxias ylas estrellas que éstas contienen, se fusionara elhidrógeno en los interiores estelares, creándoseelementos pesados, y finalmente éstos se espar-cieran por el espacio impulsados por los estalli-dos de estrellas masivas moribundas en forma desupernovas. Una vez en el espacio, estos elemen-tos se fueron acumulando lentamente hasta for-mar planetas. Algunos miles de millones de añosadicionales, y en alguno de estos planetas –almenos en uno que sepamos–, terminaría por des-arrollarse la vida.

Si la atracción gravitatoria no hubiese sidomuchos órdenes de magnitud menor que la re-pulsión eléctrica, las estrellas hubieran colap-sado mucho tiempo antes de que los procesos nu-cleares hubieran podido dar lugar a los elemen-tos de la tabla periódica a partir del hidrógeno yel deuterio primigenios. La formación de la com-plejidad química que nos rodea parece requerirun universo de al menos algunos miles de millo-nes de años de edad. Pero una edad avanzada noes todo lo que uno necesita. La síntesis de ele-mentos pesados en las estrellas depende sensible-mente de las propiedades y de las abundanciasrelativas del deuterio y el helio generados en eluniverso temprano. El deuterio podría perfecta-mente no haber existido si la relación entre losvalores de las masas del protón y del neutrónfuera ligeramente diferente. Las abundancias re-lativas de hidrógeno y helio también dependenfuertemente de este parámetro [6].

Podríamos seguir con esta especie de “lo quepodría haber sido y no fue” cósmico, pero noquiero alejarme demasiado de mi argumentoprincipal, ni aburrir al lector. El físico y astró-nomo creyente Hugh Ross [7], por ejemplo, enu-mera más de una veintena de parámetros que re-quieren un ajuste fino de su valor con objeto deque nuestro universo sea lo suficientemente hos-pitalario con la vida.

En los años 50, la gente empezó a hablar de loque ahora se suele denominar Principio Antró-pico Débil (PAD), definido por John Barrow yFrank Tipler [8] de la siguiente manera: “Los va-lores observados de todas las cantidades físicas ycosmológicas no son igualmente probables, sinoque toman valores restringidos por el requisitode que existan lugares donde pueda evolucionarla vida basada en el carbono y por el requisito deque el universo sea lo suficientemente viejo paraque esta evolución ya haya ocurrido de hecho”.

El PAD no ha impresionado en realidad a mu-cha gente, que lo ha considerado como una puratautología. Por ejemplo, Cayetano López, en sureciente libro Universo sin fin [9], comenta al res-

pecto: “Aunque Barrow y Tipler afirmen lo con-trario, el Principio Antrópico en su forma débilno es más que una tautología o una constatacióna posteriori de cosas que sabemos han sucedido;o, aún más esquemáticamente, la simple afirma-ción de que el hombre existe[...] La descripciónde algunas de las aplicaciones del PAD no hacesino elucidar su carácter tautológico y su desco-nexión con las hipótesis y procedimientos ordi-narios en la investigación científica.”

Sin embargo, en 1953, el astrónomo británicoFred Hoyle [10] utilizó dicha línea argumenta-tiva para predecir la existencia de un estado ex-citado del núcleo del átomo de carbono previa-mente desconocido. La polémica estaba servida:¿podría tener el PAD alguna relevancia comoexplicación científica de ciertos aspectos o pro-piedades del universo? Barrow y Tipler, en su li-bro The anthropic cosmological principle, parecenresponder afirmativamente, aunque, desde mipunto de vista, han sido generalmente mal inter-pretados. Ya en la propia introducción [8] dejanbien claro por qué el PAD no es una apreciaciónvacía de contenido:

“Las características más básicas del universo,incluidas propiedades como su forma, tamaño,edad y leyes de evolución, que deben ser obser-vadas tienen que ser del tipo que permita la evo-lución de observadores, puesto que en otro uni-verso posible donde la vida no pudiera evolucio-nar nadie estaría disponible para preguntarse la

El argumento del diseño ha sido utilizado como prueba de la inevitableexistencia de un Creador del Universo y la vida.

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razón de la forma, tamaño, edad y demás propie-dades del universo. A primera vista, tal observa-ción podría parecer verdadera pero trivial. Sinembargo, ésta tiene implicaciones de gran al-cance para la física, y no establece más que elsimple hecho de que cualquier propiedad deluniverso que pueda aparecer inicialmente hartoimprobable pueda sólo verse en su verdaderaperspectiva después de que hayamos contado conque ciertas propiedades del universo son requi-sito previo necesario para la evolución y existen-cia de algún observador. Los valores medidos demuchas cantidades físicas y cosmológicas que de-finen nuestro universo están circunscritos por lainevitable observación desde un lugar donde lascondiciones son las apropiadas para que ocurra laevolución biológica y desde una época cósmicaque exceda las escalas de tiempo astrofísicas ybiológicas requeridas para el desarrollo de entor-nos que puedan soportar la bioquímica.

Lo que hemos estado describiendo es sólo ungrandioso ejemplo de un tipo de sesgo intrínsecoque los científicos denominan “efecto de selec-ción”.

[...] Deberíamos hacer énfasis en que esta se-lección [de unas determinadas características deluniverso] no depende del hecho de aceptar lacreencia de la mayoría de bioquímicos en quesólo el carbono puede formar la base de la vidagenerada de forma espontánea. Aún si esta cre-encia es falsa, el hecho de que seamos una formade vida inteligente basada en el carbono queevolucionó espontáneamente sobre un planetatipo Tierra que gira alrededor de una estrella detipo espectral G2 implica que cualquier observa-ción que hagamos esté necesariamente sometidaa efectos de selección.

[...] El PAD no es ciertamente una sentenciatautológica sin poder debido a que en los mode-los cosmológicos actuales se toma la estructura agran escala del universo como la misma, en pro-medio, desde cualquier lugar de observación.”

El premio Nobel de física Steven Weinberg esmás comedido respecto a la viabilidad de estetipo de argumentaciones, aunque existe un pará-metro, la constante cosmológica, cuyo ajuste finoaparente sí que le ha impresionado lo suficientecomo para utilizar argumentos antrópicos en laacotación de los posibles valores de esta cantidad[11]. En su reciente artículo “A designer Uni-verse?” [12], comenta:

“A veces [los argumentos antrópicos] equiva-len a la afirmación de que las leyes de la natura-leza son las que son para nuestra existencia, sinmás explicaciones. Esto parece ser no muchomás que un galimatías. Por otro lado, si real-mente hay una cantidad enorme de mundos enlos que algunas constantes toman valores dife-rentes, entonces la explicación antrópica de por

qué en nuestro mundo estas constantes tomanvalores favorables para la vida es sólo sentido co-mún, como explicar por qué vivimos en la Tierramás bien que en Mercurio o Plutón. El valor dela constante cosmológica recientemente medidomediante el estudio del movimiento de superno-vas distantes [13] está en el rango que cabría es-perar de este tipo de argumentaciones: es justo losuficientemente pequeño para no interferir en laformación de las galaxias. Sin embargo, todavíano conocemos lo suficiente de física para decidirsi realmente existen diferentes partes del uni-verso donde lo que habitualmente llamamosconstantes de la física toman valores diferentes.Ésta no es una pregunta sin esperanza; seremoscapaces de responderla cuando conozcamos algomás de la teoría cuántica de la gravedad de loque conocemos en la actualidad.”

El estatus del PAD como posible argumentoválido para obtener conocimiento positivo de lanaturaleza es una polémica perfectamente legí-tima dentro del marco de la ciencia. Sin em-bargo, como veremos a continuación, otras vecesse han hecho extrapolaciones e interpretacionesde los argumentos antrópicos que no están legi-timadas aún desde la lógica más elemental.

En 1974, Brandon Carter [14] fue aún más le-jos e introdujo lo que se conoce como PrincipioAntrópico Fuerte (PAF): “El universo debe te-ner las propiedades adecuadas que permitan eldesarrollo de la vida en algún momento de suhistoria”. Una de las interpretaciones posiblesdel PAF se acerca peligrosamente al siguiente ar-gumento: el universo fue diseñado con el propó-sito de que apareciera la vida, y posteriormenteobservadores inteligentes como los seres huma-nos. En palabras del propio Hugh Ross [15]:

“La existencia humana es posible porque lasconstantes de la física y los parámetros del uni-verso y del planeta Tierra yacen dentro de unosrangos altamente restrictivos. John Wheeler yotros interpretan esas impresionantes “coinci-dencias” como prueba de que la existencia hu-mana determina de alguna manera el diseño deluniverso. Dibujando un paralelismo ilógico conexperimentos de elección retardada en mecánicacuántica, ellos dicen que las observaciones he-chas por seres humanos influyen en el diseño deluniverso no sólo ahora, sino en el principio delos tiempos. Tal versión de lo que se conocecomo principio antrópico refleja lo que los filóso-fos y religiosos actuales están aprendiendo haciala deificación del hombre. Éstos no nos muestranninguna evidencia de que los actos humanos delpresente puedan afectar a eventos del pasado.Más aún, las constantes de la física y los paráme-tros del universo apuntan, más bien, hacia laexistencia de un diseñador que trasciende las di-mensiones y los límites del universo físico”.

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Michael Ikeda y Bill Jefferys [16] han inter-pretado este argumento desde el punto de vistade la teoría de probabilidades, poniéndolo de lasiguiente forma: “Si el universo es sólo conse-cuencia de leyes naturales, entonces la probabi-lidad de que un universo escogido al azar entretodos los universos posibles sea hospitalario con lavida, permitiendo su aparición y posterior des-arrollo, es muy pequeña. Y por tanto se sigue quela probabilidad de un origen naturalista del uni-verso, dado el hecho observado de que el uni-verso es hospitalario con la vida, es también pe-queña”.

La conclusión es una falacia común en los ar-gumentos basados en teoría de la probabilidad.Un ejemplo simple puede aclarar la situación: laprobabilidad de que el ganador de una mano depóquer lo haga con una escalera real de color espequeña, lo que no implica obviamente que laprobabilidad de ganar la partida si uno tiene unaescalera real de color sea pequeña. Al contrario,una mano como ésa nos asegura prácticamente lavictoria.

Pero existe aún una segunda razón por la queel argumento del ajuste fino –interpretado comoun argumento bayesiano inverso– es erróneo:para que una inferencia sea válida, es necesariotener en cuenta toda la información conocidaque pueda ser relevante para la conclusión. En elcaso que nos ocupa, ocurre que tenemos una in-formación interesante en nuestro haber: la vidaexiste en nuestro universo. Por tanto, no es vá-lido hacer inferencias acerca del carácter natura-lista del universo sin tener en cuenta tanto quela vida efectivamente existe como que nuestrouniverso es suficientemente hospitalario con ella.De lo que se sigue que cualquier inferenciaacerca del carácter naturalista del universo debeestar condicionada por estos dos hechos. En con-secuencia, para inferir la probabilidad de quenuestro universo esté regido sólo por leyes natu-rales, es irrelevante el valor que tome la probabi-lidad de que el universo sea hospitalario con lavida en el caso naturalista. En otras palabras, esenteramente irrelevante si existe o no un ajustefino de los parámetros del universo. Pero MichaelIkeda y Bill Jefferys [16] van aún más lejos yprueban mediante argumentos bayesianos que elPAD implica que la observación del ajuste fino delos parámetros del universo no sólo no disminuye

la probabilidad de que el universo tenga un ori-gen naturalista, sino que podría incrementarla.

Resulta ciertamente curioso que, por un lado,uno tenga a los creacionistas arguyendo que elmundo natural es demasiado poco hospitalario conla vida y por tanto es necesaria la intervencióndivina en algún momento de la evolución, y que,por otro lado, estén los que utilizan la argumen-tación antrópica –habitualmente los mismos– ar-guyendo que las constantes y las leyes de la na-turaleza están tan exquisitamente ajustadas paraque la aparición de la vida sea posible en nuestrouniverso que no existe otra alternativa que laexistencia de un Diseñador. ¡Así no hay quienpueda perder!

Parece que en este punto nos encontramos enla misma situación a la que se enfrentó el mismoHume con el argumento del diseño clásico. Aun-que tenga la prueba de su inconsistencia lógica,el ateo no se sentirá intelectualmente completohasta poseer una buena explicación de ese deli-cado ajuste de las constantes de la física y los pa-rámetros del universo que ha hecho posible laaparición y posterior desarrollo de la vida.

Lo que desconocen muchos de los defensoresdel nuevo argumento del diseño es que, si bienno existe actualmente una explicación comple-tamente satisfactoria del origen de las coinciden-cias numéricas, sí que existe un marco generaldonde es posible encontrar una buena explica-ción. La historia se repite, pues Darwin tampocodispuso de todos los detalles, y la discusión sobrealgunos aspectos de cómo se produce el procesoevolutivo aún continúa entre biólogos como Ri-chard Dawkins y Stephen Jay Gould [17], entreotros, aunque el hecho de que el esquema básicode Darwin sea la explicación de la aparición dela diversidad biológica esté fuera de toda dudarazonable.

UNA PLURALIDAD DE UNIVERSOS

El Big Bang estándar nos da una imagen consis-tente de la evolución de nuestro universo desde,digamos, una centésima de segundo después de lagran explosión. ¿Pero qué mecanismo puede ex-plicar cómo se llegó a las condiciones del uni-verso en ese momento? Existe actualmente unaalternativa teórica elegante que resuelve variosrompecabezas del modelo estándar: el escenarioconocido como inflación [18]. La inflación no esmás que una expansión exponencial del universoen los instantes previos a la fase de expansión li-neal estándar que se produce en la actualidad.Para que el lector se haga una idea, en unos me-ros 10-35 segundos, el universo aumentó de ta-maño en un factor del orden de 1030. Esa tre-menda tasa de expansión proviene del hecho deque al menos una pequeña región del universohaya estado en algún momento en un estado de-

■ No es válido hacer inferenciasacerca del carácter naturalistadel universo sin tener en cuentaque la vida efectivamente existe

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nominado de falso vacío. El estado de falso vacíoen un estado peculiar e inestable que surge demanera natural en las teorías cuánticas de cam-pos. Una vez que una pequeña región del uni-verso se ha materializado en dicho estado, em-pieza a expandirse de forma exponencial impul-sada por un efecto gravitatorio repulsivo que re-sulta de una combinación de las propiedadespeculiares del falso vacío y de las ecuaciones dela relatividad general –relacionado con el hechode la existencia de la famosa constante cosmoló-gica–. Durante la expansión, el estado de falsovacío empieza a decaer en vacío habitual, produ-ciéndose una sopa muy caliente de partículas queprecisamente corresponde al punto de partidadel Big Bang estándar. Parece difícil evitar queeste proceso de nucleación de burbujas de vacíohabitual a partir del falso vacío pudiera repetirsead infinitum, produciéndose una multiplicidad deuniversos en expansión, cada uno posiblementegobernado por parámetros cosmológicos y cons-tantes de la física diferentes.

Si pensamos que todo un universo como elnuestro procede, según el escenario delineadoanteriormente, de una región que puede ser tanpequeña como unos 10-35 metros, parece perfec-tamente lícito preguntarse de dónde procedetoda la energía del universo. La respuesta podríayacer en el hecho de que la energía gravitatoriagenerada durante la expansión pueda ser tomadade forma no ambigua como negativa, de talforma que la energía materializada en la transi-ción del falso vacío al vacío habitual proceda dela propia energía gravitacional acumulada en laexpansión. Por tanto, la energía total podría sertan pequeña como se desee –e incluso cero– sinque hubiera ninguna limitación a la cantidad deexpansión exponencial que pudiera ocurrir. Enotras palabras, podríamos decir que el meca-nismo de inflación produce un universo par-tiendo esencialmente de nada [18].

Aunque este escenario del origen del universopudiera ser todavía demasiado especulativo –enel sentido de no haber sido contrastado observa-cionalmente–, sí que es un escenario plausible alque están apuntando todos los indicios teóricosde los que disponemos en la actualidad. De he-cho, es uno de los escenarios perfectamentecompatibles con observaciones astronómicas re-cientes [19]. Es sencillamente una explicación

naturalista del universo donde no hay lugar paraun Gran Diseñador. Los valores de las constantesde la naturaleza fueron seleccionados por puroaccidente cuando, a medida que el universo seexpandía, se rompió la simetría de un estado ini-cial posible caótico y totalmente simétrico [18].Nosotros vivimos en una de esa infinidad de bur-bujas donde las constantes de la física y los pará-metros del universo son los apropiados para quela vida haya podido surgir. Fuimos unos de losposibles ganadores de la gran lotería cósmica.

Irónicamente, la solución final a todo este líopodría residir en el equivalente cósmico del mis-mísimo proceso de selección natural darwiniano.Lee Smolin [26] ha propuesto un escenario com-puesto por una multitud de universos – un multi-verso– en el que cada universo existente es el re-siduo de la explosión de un agujero negro previa-mente formado en otro universo progenitor.Cada universo nace con un conjunto de ciertosparámetros físicos –sus genes–. A medida que esteuniverso se expande, se crean nuevos universoscon parámetros físicos similares pero que han va-riado ligeramente debido a fluctuaciones produ-cidas por la alta entropía del interior del agujeronegro –el equivalente de una mutación–. El pro-ceso se repite reiteradamente, generándose unaprogenie de universos que tenderán hacia unapoblación dominada por aquéllos que maximi-cen el número de agujeros negros que puedanproducir. El modelo no es sólo curioso, sino quehace ciertas predicciones observacionales con-cretas. En otras palabras, es perfectamente falsa-ble.

¿Y si el escenario delineado anteriormentefuera descartado por las observaciones en el fu-turo? ¿Qué ocurriría si realmente existiera unsolo universo? Algunos autores, como los propiosBarrow y Tipler [8] o John Leslie [20], han pro-puesto que la única salida naturalista a la argu-mentación antrópica es la existencia de una mul-

■ Podríamos decir que elmecanismo de inflaciónproduce un universo partiendoesencialmente de nada

De acuerdo con algunas teorías cosmológicas, múltiples universosen expansión pueden ir surgiendo como burbujas en un racimo,cada uno con sus propios parámetros físicos.

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tiplicidad de universos. Esto podría no ser real-mente así. Aún con la existencia de un solo uni-verso, las probabilidades no tienen por qué jugaren nuestra contra. Así, por ejemplo, Victor J.Stenger y Max Tegmark [21] han mostrado quepodrían darse universos factibles para la evolu-ción de la vida en un amplio rango de valores delas constantes de la física. Por otro lado, se ha se-ñalado también [22] –en contra de la opinión ge-neralizada de biólogos evolucionistas [23]– que la

existencia de un gran número de galaxias en eluniverso es un factor que podría jugar estadísti-camente a favor de la aparición casual de la vida,hecho que no ha sido tenido en cuenta habitual-mente por los partidarios del principio antrópicoal hacer sus cómputos. Por supuesto, hay quiendefiende [24] que ya es posible delinear una ex-plicación convencional subyacente que surgiráde un mayor conocimiento de teorías cuánticasde la gravedad como las teorías de cuerdas, peroaún así parece inevitable la aparición de algúntipo de ajuste fino o condiciones iniciales en losparámetros de una teoría de unificación de lascuatro interacciones que tenga como aproxima-ción de baja energía al modelo estándar de la fí-sica de partículas [25].

CONCLUSIÓN

Hume hizo una buena crítica de la utilización delaparente diseño de la naturaleza como pruebapositiva de la existencia de un dios. Pero no fuehasta la aparición de El origen de las especies

cuando el ateo pudo sentirse intelectualmentecompleto, al tener en sus manos una alternativanaturalista a la diversidad y a la complejidad dela biosfera. El viejo argumento del diseño resur-gió en el contexto del principio antrópico y enun nuevo escenario: el universo primigenio y elajuste fino aparente de las constantes de la natu-raleza que haría posible que se dieran las condi-ciones apropiadas para el posterior origen y des-arrollo de la vida. Al igual que hiciera Hume conel argumento clásico del diseño, el nuevo argu-mento del diseño ha sido perfectamente desmon-tado desde el punto de vista lógico. Y, en lamisma línea de Darwin, la física y la cosmologíanos presentan escenarios completamente natura-listas donde el ajuste fino aparente de las cons-tantes de la física y de los parámetros cosmológi-cos es una consecuencia trivial de los mismos.

Como se puede ver, no es cierto que exista uncallejón sin salida para una explicación comple-tamente naturalista del origen del universo, desus leyes y características. Es más, la situación esmás bien la contraria. Aquéllos que siguen bus-cando alguna evidencia de diseño divino o fina-lidad en la Naturaleza se encuentran en las mis-mas narices con un muro al final del camino. Amedida que sabemos más sobre la física del uni-verso primigenio, la imagen del Creador se diluyehasta convertirse en sólo la esperanza de algunosde poner al hombre en un lugar central quenunca le ha correspondido. Porque el primergran pecado del argumento del diseño siemprefue su injustificado antropocentrismo. Plantearun propósito para los cielos centrado en lo hu-mano suena a una lamentable falta de sentido delhumor acerca de la condición humana. En pala-bras de Bertrand Russell [1], “los creyentes en elPropósito Cósmico constituyen gran parte denuestra supuesta inteligencia, pero sus escritos lehacen a uno dudar de ella. Si se me garantizara la

■ El primer gran pecado delargumento del diseño siemprefue su injustificadoantropocentrismo

Una de las posiblesexplicaciones a las anomalías

encontradas en las teoríascosmológicas estándar es elmodelo inflacionario. Segúnéste, en un instante cercano

al Big Bang, el Universoaumentaría bruscamente

su tamaño, para continuarluego expandiéndose

linealmente hastanuestros días.

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16el escéptico (Verano 2000)

omnipotencia, y millones de años para experi-mentar con ella, no pensaría que pudiera presu-mir mucho del Hombre como resultado final detodos mis esfuerzos”.

AGRADECIMIENTOS

Quiero agradecer a John Beckman y SergioToledo sus valiosos comentarios

PEDRO J. HERNÁNDEZ ([email protected]) es li-cenciado en Física/Astrofísica y, actualmente, profesor deEnseñanza Secundaria.

[1] Extraído de Ferris, Thimothy [1998]: Informe sobre el universo.Editorial Crítica.

[2] Sintetizando, podemos decir que el argumento cosmológicoafirma que cualquier cambio en el mundo debe tener unacausa. Pero, como esta cadena de causas no puede retrocederad infinitum, tiene que existir una primera causa incondicio-nada, y esta causa es Dios. El argumento ontológico se basa enla idea de que, en el mismo concepto de ser más perfecto, estácontenido el atributo de la existencia, porque el ser más per-fecto, pero inexistente, sería menos perfecto que el ser másperfecto existente; con lo cual no sería el ser más perfecto.Esta última argumentación ya fue criticada en la Edad Media.Posteriormente, Kant sometió a crítica todas las pruebas teó-ricas de la existencia de Dios, intentando demostrar su insu-ficiencia. De hecho, estos argumentos han sido abandonadospor los teólogos más serios desde hace tiempo. Sin embargo,el argumento del diseño ha conseguido sobrevivir gracias se-guramente a su carácter menos teorético.

[3] Extraído de Dawkins, Richard [1986]: El relojero ciego. RBAEditores (Col. “Biblioteca de Divulgación Científica Muy”).1993.

[4] Todas las referencias señaladas pueden ser encontradas enStenger, Victor J. [1998]: “The anthropic coincidences: a na-tural explanation”.. A aparecer en Skeptical Intelligencer. Dis-ponible en http://www.phys.hawaii.edu/vjs/www/avoid/in-tel.html.

[5] Para una revisión del estado actual de la cosmología, se puedeconsultar por ejemplo, Bahcall, N.A.; Ostriker, J.P.; Perlmut-ter, S.; y Steinhardt, P.J. [1999] (http://xxx.lanl.gov/abs/as-tro-ph/9906463), Peebles, P.J.E. [1998](http://xxx.lanl.gov/abs/astro-ph/9806201), Primack, J.R.[1999] (http://xxx.lanl.gov/abs/astro-ph/9912089), Rowan-Robinson, M. [1999] (http://xxx.lanl.gov/abs/astro-ph/9906277) Turner, M.S.; y Tyson J.A. [1999](http://xxx.lanl.gov/abs/astro-ph/9901113).

[6] Para una discusión más detallada de los cambios que se produ-cirían en el universo al variar ligeramente alguno de sus pa-rámetros, se puede consultar Davies, Paul [1982]: El universoaccidental. Salvat Editores (Col. “Biblioteca Científica Sal-vat”, Nº 59). Barcelona 1989. Alternativamente, ver [8].

[7] Ross, Hugh [1998]: “Design and the anthropic principle”.http://www.reasons.org/resources/papers/design.html.

Ross, Hugh [1995]: The Creator and the cosmos: how the greatestscientific discoveries of the century reveal God. Navpress. Colo-rado Springs.

[8] Barrow, John D.; y Tipler, Frank J. [1986]: The anthropic cos-mological principle. Oxford University Press. Oxford.

[9] López, Cayetano [1999]: Universo sin fin. Taurus. Madrid.

[10] Hoyle, F. [1953]: Phys. Rev. 92. 649 y 1095. Ver tambiénHoyle, F. [1982]: “The universe: past and present reflections”.Annual Reviews of Astronomy and Astrophysics. 20.

[11] Weinberg, S. [1996]: “Theories of the cosmological constant.Critical dialogues in cosmology at Princeton University”.http://xxx.lanl.gov/abs/astro-ph/9610044.

[12] Weinberg, S. [1999]: “A designer Universe?”. Conference oncosmic design of the American Association for the Advance-ment of Science in Washington, DC. Abril.http://www.nybooks.com/nyrev/WWWfeatdisplay.cgi?19991021046F.

[13] Se refiere a las observaciones realizadas por Perlmutter yotros [1997] (http://xxx.lanl.gov/abs/astro-ph/9712212) yRies y otros [1998] (http://xxx.lanl.gov/abs/astro-ph/9805201).

[14] Carter, Brandon [1974]: “Large number coincidences andthe anthropic principle in cosmology”. En Longair, M.S.(Ed.): Confrontation of cosmological theory with astronomical.Proceedings of the second Copernicus Symposium. D. Reidel Pu-blishing Co.

[15] Resumen inicial que aparece en Ross, Hugh [1998]: “Designand the anthropic principle”. http://www.reasons.org/resour-ces/papers/design.html.

[16] Ikeda, Michael; y Jefferys, Bill [1997]: “The anthropic prin-ciple does not support supernaturalism”. http://quasar.as.ute-xas.edu/anthropic.html.

[17] Ver, por ejemplo, Brockman, John [1995]: La tercera cultura.Tusquets Editores. 1996.

[18] Para una buena introducción a nivel de divulgación ver, porejemplo, Guth, A. [1998]: The inflationary universe. Vintage.Existe una traducción reciente al castellano: El universo infla-cionario. Debate. 1999. Para una revisión del estado actual delos escenarios inflacionarios un poco más técnica, pero legi-ble, Guth, A. [2000] (http://xxx.lanl.gov/abs/astro-ph/9805201). Guth defiende la inevitabilidad de que los es-cenarios inflacionarios impliquen la existencia de un multi-verso: una multiplicidad de universos en expansión.

[19] Perlmutter y otros [1997] (http://xxx.lanl.gov/abs/astro-ph/9712212). Ries y otros [1998] (http://xxx.lanl.gov/abs/as-tro-ph/9805201). Melchorri y otros [1999](http://xxx.lanl.gov/abs/astro-ph/9911445). Bernadis y otros[2000]: Nature. 404. 955. Balbi y otros [2000](http://xxx.lanl.gov/abs/astro-ph/0005124).

[20] Leslie, John [1990]: Physical cosmology and philosophy. Mac-millan. Nueva York.

[21] Stenger, Victor J. [1996]: “Cosmythology: is the universefine-tuned to produce us?” Skeptic. Vol. 4 No. 2 1996. Dispo-nible en http://www.phys.hawaii.edu/vjs/www/cosmo.html.Tegmark, Max [1998]: Annals of Physics. 270. 1-11(http://xxx.lanl.gov/abs/gr-qc/9704009).

[22] Feoli, A.; y Rampone, S. [1998] (http://xxx.lanl.gov/abs/gr-qc/9812093)

[23] Ver, por ejemplo, Mayr, E. [1978]: Scientific American. 239,46.

[24] Kane, L.K.; Perry, M.J.; y Zytkow; A.N. [2000]: “The begin-ning of the end of the anthropic principle”.http://xxx.lanl.gov/abs/astro-ph/0001197.

[25] Hogan, Craig J. [1999]: “Why the universe is just so”.http://xxx.lanl.gov/abs/astro-ph/9909295.

[26] Smolin, Lee [1997]: The life of the cosmos. Oxford. NuevaYork

REFERENCIAS

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(Verano 2000) el escéptico17

cuaderno de bitácora

HHace unos escépticos –en el número 5 concreta-mente–, Eduardo Giménez narraba el notable fe-nómeno acontecido en la revista Enigmas, donde

Juan Jesús Haro Vallejo publicaba un artículo denomi-nado “Lorca, el dos veces muerto”. Notable porque lo queen ese texto aparecía como real, y como trabajo de inves-tigación del autor, no era sino una fabulación, ya publi-cada e incluso emitida por la televisión, de Juan Bas y Fer-nando Marías. La cosa, como suele pasar cuando se vul-neran de manera tan flagrante los derechos de autor,acabó en juicio, en el Juzgado de Primera Instancia Nú-mero 42 de Madrid, en concreto, y más en concreto con-virtiéndose en el proceso 85D-99-C.

El pasado 7 de junio, se publicó el fallo: Haro Vallejoplagió las obras de Bas y Marías, vulnerando los derechosde propiedad intelectual de los autores. También culpabledel mismo delito se encuentra a Fernando Jiménez delOso, director de la revista, y a la editorial América Ibé-rica, propietaria de la misma.

La lectura de la sentenciapermite descubrir –cuandouno logra superar el escolloque supone la jerga en queestá escrita, ese castellano tanparticular que usa la maqui-naria judicial y que tan ajenoes al idioma que creemos co-nocer– que la estrategia de ladefensa de los acusados–Haro Vallejo, Jiménez del Oso y la editorial– se basabaen varias vías cuando menos curiosas. Por un lado, que lasobras de Bas y Marías eran una mezcla de historia y fic-ción, lo que parece indicar que ni el autor ni el director ninadie fueron capaces de darse cuenta de qué era cierto oqué era falso. Interesante reconocimiento por parte dequien, como Jiménez del Oso, ha sido presentado a me-nudo como alguien con mucha información y mucho dis-cernimiento. Más cuando en la serie de televisión Páginasocultas de la historia, en la que aparecía la ficción de Bas yMarías, al final del capítulo dedicado a Lorca se explici-taba en los créditos: “Este capítulo es una ficción basadaen una hipótesis histórica, a partir de la novela La Luzprodigiosa, de Fernando Marías (Ediciones Destino)”.Suele decirse que no hay peor ciego que el que no quierever... o leer –en el libro de igual título que la serie tam-bién se hacía mención del carácter de ficción de la obra–.

Pero, además, la editorial y el director de Enigmas de-claran que no pueden controlar todas las fuentes y docu-mentación empleadas por sus articulistas. Lo que nos per-mite conocer así que poco más o menos uno puede colar

en esa revista lo que le dé la gana. Uno se imagina que loscompradores de Enigmas no están al tanto de esto, quecreerán que les venden investigaciones reales... Digo,claro está, los compradores que se suelen creer ese pro-ducto editorial pseudocientífico.

Uno podría pensar en que, en aquel número de Enig-mas, el articulista Haro se la coló a Jiménez del Oso, queeste caso que fue a juicio, y que resultó en plagio, fue unfenómeno inusual. Me permitirán dudarlo, que es mi de-recho. Me explico: sin duda, el articulista les coló un pla-gio. Pero, vista la completa carencia de control, esto po-dría haber sucedido muchas otras veces.

¿De qué fuentes beben –o copian– los articulistas delo paranormal? Una pregunta un tanto retórica, que sepuede hacer ante lo que se ve escrito no solamente en elEnigmas de Jiménez del Oso, sino en cualquiera de lasotras publicaciones del ramo. No es la primera vez quedescubrimos que textos presentados como exclusiva mun-

dial –nota perversa: ¿qué pu-blicación se puede permitirel lujo de sacar en cada nú-mero al menos una exclusivamundial? Ni siquiera Interviúlo consigue...– son realmenterefritos, reescrituras o copiasde artículos ya publicadosaquí o allá. Que incluso li-bros de más o menos exitososautores de la pseudociencia

son copias casi literales de otros libros anteriores, inclusode otros autores –hay quien ha llegado a copiar hasta li-bros revelados, lo que no deja de tener su mérito–. A na-die se le escapa que una revista de quiosco, y menos a lasque me refiero, no es una publicación académica, con sis-tema de arbitraje ni nada parecido. Sucede que quienesestán continuamente vendiendo fenómenos sorprenden-tes, cuyas implicaciones supondrían muchas veces uncambio de paradigma que ríete del copernicano, hacenademás muy mal su tarea. Se quejan del escaso respaldo,cuando no del desdén, que la que ellos llaman la cienciaoficial o las autoridades correspondientes muestran ante lostemas que manejan. Pero, visto lo visto, lo juzgado, no esde extrañar que uno sea escéptico de tanto trabajo decampo, de investigación, de incontrovertibles evidenciasy demás zarandajas que dicen hacer.

Antes de ponerse a vender expedientes insólitos, mis-terios sorprendentes, maravillas de nuestro mundo y delos otros, antes de acusar a quienes dudamos de sus fuegosde artificio, deberían aprender la lección antigua: antes sepilla al mentiroso que al cojo

Juicios (y valoraciones)JAVIER E. ARMENTIA

■ Visto lo visto, lo juzgado, no es deextrañar que uno sea escéptico detanto trabajo de campo, deinvestigación, de incontrovertiblesevidencias y demás zarandajas quedicen hacer

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18el escéptico (Verano 2000)

elescéptico ®

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Sin otro particular, reciba un cordial saludo de

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EEn los más de cincuenta años que han pasadodesde que comenzó la actual fiebre de losplatillos volantes, el fenómeno parece ha-

ber pasado de ser propiedad de unos locos y suslocos cacharros a ser objeto de verdadero estudiocientífico. El sensacionalista término platillo vo-lante se ha convertido en el más semánticamenteneutro objeto volante no identificado u ovni. Y alestudio de los informes –los objetos mismos, noestando físicamente presentes, no pueden estu-diarse– se le ha llamado ufología.

La palabra tiene toda la apariencia de refe-rirse una ciencia verdadera, aunque todavía estarama particular de estudio no ha sido aceptadacomo ciencia. ¿Puede la ufología considerarse re-almente una ciencia auténtica o quizás una cien-cia en ciernes –posiblemente, una ciencia no-nata–, o es en cambio sólo un embarazo histé-rico? Después de todo el trabajo, ¿qué ha produ-cido?

La ufología ha sido evitada por la ciencia tra-dicional, un rechazo que muchos participantes enel movimiento ovni ven como una reacción re-fleja ante cualquier idea nueva y poco conven-cional. Los ufólogos se regalan a sí mismos conanécdotas sobre Galileo, Giordano Bruno, LouisPasteur y Charles Darwin, y afirman a menudoque el rechazo contemporáneo de la ufología esprácticamente una canonización de su campocomo ciencia futura. “¿Cuánto de la herejía deayer es ciencia de hoy?”, dicen astutamente.

La respuesta, desafortunadamente, es quemuy, muy poco. La mayor parte de las herejíascientíficas del pasado se quedaron en la cuneta,olvidadas en nuestros libros de historia y pasaninadvertidas para los modernos galileos. La ufo-logía debería tener mejores credenciales que elsimple rechazo de la ciencia contemporánea.Después de todo, en el medio siglo transcurridodesde que aparecieron los ovnis, la ciencia mo-derna ha experimentado varias generaciones derevoluciones radicales en su comprensión deluniverso, de las escalas cósmicas y macroscópicasa las microscópicas y subatómicas.

La sospecha con que la moderna ciencia esta-blecida mira al movimiento ovni tiene que vercon algunas perturbadoras características de la

Que los científicos no puedan explicar todos y cada uno de los avistamientos deovnis, no significa que los ovnis existan realmente

JAMES E. OBERG

El fracaso de la ‘ciencia’ de la ufología

(Verano 2000) el escéptico19

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20el escéptico (Verano 2000)

propia ufología. Aunque muchos sentimientosnegativos hayan sido, sin duda, suscitados por laaureola de chifladura con la cual se ha asociadodesde hace tiempo el movimiento de los platillosvolantes –a pesar de los denodados esfuerzos dealgunos ufólogos serios–, se han elevado otrascríticas a los propios fundamentos filosóficos dela ufología. La incapacidad de los ufólogos teóri-cos para dar respuesta a esas objeciones es elprincipal obstáculo de cara a la aceptación de laufología como una rama legítima de la cienciamoderna.

Las críticas son esencialmente éstas: la ufolo-gía se niega a jugar según las reglas del pensa-miento científico, exigiendo en su lugar exen-ciones especiales en lo que se refiere a procedi-mientos de verificación de datos, la demostra-ción de teorías y el peso de la prueba. Losufólogos defienden la existencia de cierto estí-mulo extraordinario detrás de una pequeña frac-ción de las decenas de miles de informes archi-vados. La piedra angular de la supuesta prueba esla observación indiscutible de que un pequeñoresiduo de tales avistamientos no puede expli-carse actualmente como fenómenos vulgares,aunque raros. Sin embargo, esta pretensión no esválida: no es lógico basar una afirmación –“losovnis verdaderos existen”– en una negación hi-potética –“no importa el esfuerzo que se haga, al-gunos informes de ovnis no pueden explicarse”-.

RUMORES, MENTIRAS Y FRAUDE

Esta última falacia se conoce como falacia del re-siduo, y ha sido descrita por los filósofos de laciencia en numerosas ocasiones en el pasado, alparecer sin ningún efecto en los ufólogos. En unartículo publicado en la revista Science en 1969,Hudson Hoagland la explicaba del siguientemodo: “La dificultad básica inherente a cual-

quier investigación sobre fenómenos talescomo... los ovnis es que es imposible para laciencia probar una negación universal. Siemprehabrá casos que permanecerán inexplicados porfalta de datos, falta de repetibilidad, informaciónfalsa, ilusiones, observadores engañados, rumo-res, mentiras y fraude. Un residuo de casos inex-plicados no es una justificación para continuaruna investigación, después de que pruebas abru-madoras hayan definido como hipótesis de la su-pernormalidad, por ejemplo, seres del espacioexterior... Los casos inexplicados son simple-mente inexplicados. No pueden constituir nuncaprueba de ninguna hipótesis”.

No es preciso evocar testigos ciegos, bebidoso deshonestos para poner en duda los informessobre ovnis. La gran mayoría de los testigos, alparecer, es gente honesta, sobria e inteligenteenfrentada a una percepción extraordinaria. Sinembargo, hay, increíblemente, muchas manerasobvias y sutiles en que tales percepciones puedenser comprensiblemente generadas. Y tiene forzo-samente que quedar un residuo de casos inexpli-cados, un residuo inmaculadamente creado porcoincidencias extrañas, por limitaciones en lapercepción y en la memoria humanas, o por ra-ros acontecimientos naturales sin documentar.Otras causas de avistamientos inexplicados po-drían ser las actividades humanas que nunca sehacen públicas debido a la seguridad militar, a lailegalidad de las mismas o a la simple ignoranciapor parte de los agentes humanos que han reali-zado la actividad de que han causado tal conmo-ción. Ese residuo nunca se solucionará, y no senecesita recurrir a ningún estímulo extraordina-rio.

De un modo similar, no puede recurrirse a laexistencia de crímenes sin resolver, gente des-aparecida, accidentes de avión o de automóvilinexplicados, y manifestaciones similares de lasque tenemos un conocimiento menos-que-per-fecto para probar la existencia de criminales ex-traordinarios, secuestradores extraordinarios osaboteadores de tráfico extraordinarios. Los ca-sos inexplicados son simplemente inexplicados,repitiendo la perspicaz aseveración de Hoagland.“No pueden constituir nunca prueba de ningunahipótesis”.

A los ufólogos profesionales se les recriminaque, siguiendo esa línea de razonamiento, con-fundan ovis (objetos volantes identificables) con

■ La mayor parte de las herejíascientíficas del pasado sequedaron en la cuneta

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(Verano 2000) el escéptico21

verdaderos ovnis. Según el doctor Joseph AllenHynek1, cuyo Centro para el Estudio Ovni (CU-FOS) de Evanston, Illinois, estableció que por lomenos el 95% de todos los avistamientos ovnique llegaban a su conocimiento eran de hechoovis, “los investigadores experimentados recono-cen rápidamente los ovis por lo que son... pero aveces es un trabajo duro desenmascarar al en-mascarado”.

Escépticos como el periodista especializadoen aeronáutica Philip J. Klass ponen en duda laconfianza de Hynek y señalan que casos publica-dos por su propio centro, casos que se han solu-cionado únicamente por golpes de suerte inespe-rados por parte de los investigadores. Muy a me-nudo, indican los escépticos, el trabajo duro delque hablaba Hynek no existe y tampoco se tienela suerte de desenmascarar ciertos ovis camufla-dos como ovnis. El resultado es que muchos –sino, como los escépticos reivindican, todos– losovnis oficiales que figuran en la lista de casos sinresolver son ovis todavía camuflados.

Una línea tan borrosa entre ovis –que loúnico que proporcionan son datos sobre las limi-taciones de la fiabilidad del testimonio del ob-servador– y ovnis –utilizados por los ufólogospara abrir una posible brecha en la ciencia hu-mana– es una base terriblemente débil para lafundación de la supuesta nueva ciencia de la ufo-logía. Esa debilidad se acentúa por otra caracte-rística altamente sospechosa y no científica de laufología: una actitud sumamente arrogante haciala verificación de datos.

TRUCOS PUBLICITARIOS

La ufología aún está luchando por lograr la res-petabilidad científica y popular. Por ello, es quizácomprensible que las declaraciones públicas delos ufólogos vayan encaminadas fundamental-mente hacia la vena persuasiva en vez de hacia laexplicativa. Así se puede observar que siguen arajatabla todos los trucos tradicionales de la pu-blicidad comercial de la avenida Madison: apela-

ciones a la autoridad –“Jimmy Carter vio unovni”; “¡Nuestros heroicos astronautas han vistoovnis!”–; afirmaciones de consecuencia –“¡Eluniverso es tan grande que deben existir otras ci-vilizaciones ahí fuera!”–; interpelaciones a lamayoría –“la mayor parte de los americanos creeen los ovnis”–; invocaciones al secreto –“El Go-bierno lo sabe todo, pero está ocultando la ver-dad”–, y apelaciones a la salvación –“La gentedel espacio vendrá a salvarnos de nuestras pro-pias miserías”–. No es, en principio, necesarioexaminar la validez real de estas declaraciones.Lo importante es reconocerlas como lo que son:tácticas de persuasión ilógica.

Al mismo tiempo, la mayoría de lo que se pu-blica habitualmente bajo la etiqueta de ufologíaes innegablemente absurdo. Autores comoHynek eran tan firmes en las críticas sobre la ex-plotación de las historias ovni por parte de losmedios como puede serlo cualquier escéptico.Para la industria editorial y los medios de comu-nicación, las historias de ovnis son un buen ne-gocio: combinan el interés humano, el desahogocómico, historias de miedo y un ataque a la ta-padera del Gobierno y a los sabelotodo de loscientíficos. Todo esto se basa en tal cantidad dedesinformación –no en una ligera desinforma-ción– que la gran mayoría del público se ha for-mado su propia opinión sobre los ovnis. Decirque “la mayor parte de los americanos cree en losovnis” es atestiguar no las credenciales científi-cas de la ufología, sino la eficacia de los creado-res de mitos de los medios.

■ La mayoría de lo que sepublica habitualmente bajo laetiqueta de ‘ufología’ esinnegablemente absurdo

1 Joseph Allen Hynek fue considerado hasta su muerte en1986 el ideólogo de la autodenominada ufología científica.Astrónomo de profesión y asesor desde 1948 de las FuerzasAéreas de EE UU sobre el fenómeno ovni, a finales de losaños 60 se convirtió a la ufología. Autor de la célebre clasi-ficación de avistamientos que dio título a la película Encuen-tros en la tercera fase –en la que aparece en la escena final deldesembarco alienígena–, Hynek distaba mucho de ser un es-céptico, al igual que sus métodos de estudio de ser mínima-mente científicos. A pesar de la aureola científicista de la quese rodeó, su opinión sobre el origen de los ovnis podría sercompartida por el sector más delirante del movimiento: creíaque podían proceder de “algún tipo de realidad paralela” o es-tar “relacionados con ciertos fenómenos psíquicos”, es decir,paranormales. (N. de la D.).

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22el escéptico (Verano 2000)

Pocos eligen mirar detrás de los mitos. El so-corrido ovni de Jimmy Carter, por ejemplo, nuncafue investigado por ningún ufólogo que alardearade serlo o por cualquiera de los periodistas que losacaron a la luz: simplemente, lo publicaroncomo una buena historia, una anécdota útil. Sinembargo, cuando un escéptico investigador lla-mado Robert Sheaffer examinó el caso, descu-brió enormes inexactitudes en las fechas y luga-res mencionados por Carter cuatro años antes ydio, asimismo, con testimonios de otros testigosque ayudaron a dar con una solución prosaica delasunto. Aún así, los portavoces de la comunidadufológica, quizá por la inconsciente ceguera delos medios hacia trabajos escépticos como el deSheaffer, todavía hablan del ovni Jimmy Carter yprobablemente ni siquiera saben, o no les im-porta, que se ha investigado y solucionado.

Otro claro ejemplo de la indiferencia total dela mayor parte de los ufólogos a la hora de au-tentificar pruebas es la aseveración, muchas ve-ces repetida, de que “los astronautas también loshan visto”. Se han recopilado docenas de relatosde astronautas que han visto y fotografiado ov-nis; más de veinte de esas historias se ofrecen enThe edge of reality, un libro de Hynek que se pre-sentó como un informe de progreso sobre el estadode la ufología.

Ninguno de esos casos tiene suficiente fun-damento como ovni auténtico, pues son, en ge-neral, fraudes y engaños evocados por escrito-res sin escrúpulos y entusiastas de los ovnis –sehan identificado varias falsificaciones fotográ-ficas evidentes en estas historias–, o malenten-didos de los ciudadanos acerca de la jerga espa-cial ordinaria, o, en algunos pocos casos, infor-mes del paso de satélites que de ninguna ma-nera parecen ser extraordinarios. Sin embargo,gracias a la omisión selectiva de datos, a la exa-geración, a la cita equivocada, o a incluso la fa-bricación de supuestas transcripciones de voz ylas acusaciones de encubrimiento gubernamen-tal, tales historias forman uno de los principa-les pilares de la creencia popular en los ovnis.

Hynek visitó el centro espacial de la NASAde Houston en julio de 1976 y vio las películasy cintas originales implicadas en las historiasespaciales más publicitadas por el movimientoovni. Después, dijo a sus colegas que lamentabaprofundamente la inclusión de casos ovni sinverificar en su libro, y que estaba convencido

de que no había ningún ovni auténtico entreellos. Haciendo referencia a las historias de as-tronautas y ovnis en una entrevista publicadaen Playboy en enero de 1978, Hynek reconoce:“Fui a Houston y vi las fotografías, y debo con-fesar que no me impresionaron”.

El ovni de Carter y los de los astronautassubrayan un problema clave para la aceptaciónde la ufología como ciencia: los ufólogos, engeneral, no han estado tan dispuestos comoHynek a retractarse del respaldo dado a casosexplicados y han preferido, en cambio, hacercircular y embellecer continuamente las mis-mas historias. La autenticidad de los informesovni, según lo retratado en la prensa popular,sigue siendo altamente cuestionable.

Tal problema con la refutación de las prue-bas ovni apunta a otra debilidad importante delas bases filosóficas de la ufología. La carga dela prueba, que habitualmente recae en los de-mandantes de la supernormalidad –o, en un pro-ceso penal, en la culpabilidad del acusado, quees “inocente hasta que se demuestre que es cul-pable”–, se ha desplazado a los escépticos, aquienes se ha requerido que refuten las pruebasen los casos de ovnis. En los casos del ovni deCarter y de los de los astronautas, fueron los es-cépticos los que investigaron y solucionaronlos sucesos, mientras que los ufólogos asumie-ronn que los avistamientos eran auténticoshasta que se probara lo contrario –y la mayoríatodavía lo sigue creyendo–.

Y, sin embargo, las normas de la ciencia sonclaras: las afirmaciones extraordinarias exigenpruebas extraordinarias. La tesis de la ufologíaes una acusación contra la capacidad de laciencia contemporánea de explicar el universoy, como tal, el que la propone debe probarla: lanecesidad de una modificación de nuestro mo-delo actual de la realidad debe establecerse másallá de la duda razonable.

El fundamento mismo de la ufología es con-trario a este procedimiento largamente pro-bado. Para los ufólogos, la simple existencia decasos insolubles es, alegan, prueba de la necesi-dad de modificar la ciencia moderna. Para laufología, se puede considerar que los informesextraordinarios son datos válidos hasta quesean refutados. Y, apartándose radicalmente dela metodología científica, los ufólogos rechazanel concepto de la falsabilidad de las teorías cien-tíficas.

Ninguna teoría puede ser consideradacomo científica a menos que pueda formularsede tal forma que pueda ser refutada o falsada.Esto es, la teoría debe explicar una porcióndel universo de tal manera que las observacio-nes o experimentos refuten o se ajusten a suspredicciones, o pasen a formar parte de ella

■ Decir que “la mayor parte de losamericanos cree en los ovnis” esatestiguar la eficacia de loscreadores de mitos de los medios

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–mientras que, preferiblemente, no se ajusta-rán a predicciones tradicionales–. La predic-ción de Einstein sobre el doblamiento de la luzde una estrella observada cerca del Sol du-rante un eclipse total es un ejemplo famoso detal proceder.

Tras medio siglo de especulación desorien-tada, la ufología no ha producido ninguna teo-ría científica digna de ser considerada comotal. Por eso, es una ciencia estéril. A cada espe-culación salvaje, se le denomina nueva teoría,aunque ninguna haga predicciones que, por nocumplirse, puedan demostrar la falsedad de lateoría. De nuevo, los procesos de pensamientoque caracterizan a la ufología no pueden califi-carse de científicos.

El aspecto más deplorable de este estado an-ticientífico de la ufología actual es que no hayun juicio sobre la validez real de muchas de lasespeculaciones publicadas acerca de lo que pu-diera haber detrás de avistamientos ovni auténti-cos –si existe alguno–. Una nave espacial ex-traterrestre bien pudiera visitar la tierra, y haypor lo menos una docena de razones válidas porlas que podrían decidir sus ocupantes no hacerun contacto público, permitiendo que los terrí-colas los vean momentáneamente. Los ovnisbien podrían representar otro fenómeno, comolas proyecciones psíquicas, las máquinas deltiempo, una civilización terrestre oculta, otraforma de vida aún sin descubrir u otras muchasposibilidades igualmente extrañas. La únicacosa que puede decirse es que ninguno de estosfenómenos ha sido siquiera propuesto científi-camente, y mucho menos probado de manerarigurosa.

La pena es que si alguno de tales hecho ocu-rriera y se comprobara que los ufólogos están enlo cierto, obstaculizarían, en vez de acelerar, laaceptación de el fenómeno por parte de laciencia tradicional. Sucedería así porque lasnuevas teorías, probablemente, serían abande-radas por los mismos ufólogos ya gravementedesacreditados por gritar demasiadas veces“¡que viene el lobo!”, por respaldar lo que conel tiempo se han revelado como fraudes y porrealizar numerosas afirmaciones y proclamasanticientíficas. Habrían acertado sólo por acci-dente, no por su propia valía.

¿QUÉ ES LA UFOLOGÍA?Si la ufología no es una ciencia, entonces ¿quées? Podría considerarse como un movimiento deprotesta contra la impersonalidad y especializa-ción de la ciencia contemporánea, que ha eli-minado totalmente el papel del ciudadano cien-tífico, el investigador aficionado que en el pa-sado contribuyó sustancialmente al desarrollode la ciencia haciendo horas extras. La creenciaen los ovnis es también un irrefutablementeatractivo ego-viaje, una actitud vinculada a lainformación interior y al saber secreto cuya po-sesión coloca a los iniciados aparte y por en-cima del resto de un mundo poco imaginativo.Tales especulaciones exigen más atención cien-tífica por parte de los sociólogos.

No sería justo juzgar a la ufología por la ca-lidad y cantidad de gente totalmente chifladaque atrae: otros campos, como la medicina, lareligión, la educación y la economía han atra-ído igualmente a muchos chalados. Sin em-bargo, no puede dejarse de lado que la ufologíaparece haber atraído más que su parte propor-cional de locos y que, a este respecto, ha falladoa la hora de mantener el orden en sus propias fi-las.

¿Dónde se supone que estará el movimientode la ufología dentro de cincuenta años? Quizásaparezcan nuevas pruebas que finalmente sepuedan someter al examen científico. Quizá losufólogos establezcan normas verdaderamentecientíficas de análisis, acepten la carga de laprueba, produzcan teorías falsables e intentenformular su ciencia en positivo, en vez de usarla lógica negativa. Quizá salga algo significativode esto después de todo.

Muchos observadores escépticos se unen alos ufólogos en esperar algo así, porque, si al-guna de las demandas de la ufología resultaraser real, se valoraría como un importante hitocientífico, quizás uno de los más importantesacontecimientos en la historia de la Humani-dad –si no ocurriera, el movimiento ovni seríasimplemente la desilusión pública más grande delsiglo XX, lo que sería en sí mismo digno del es-tudio sociológico y psicológico–. Pero, en mo-mentos más cínicos, los escépticos recurren a lafamosa cita atribuida por Boswell a SamuelJohnson cuando se enteró de la noticia de la se-gunda boda de un amigo: “Ahh, el triunfo de laesperanza sobre la experiencia”, se dice que sen-tenció Johnson.

JJAAMMEESS EE.. OOBBEERRGG es ingeniero espacial y ha trabajado du-rante veintidós años para la NASA en Houston. Autor de unadecena de libros y centenares de artículos sobre astronáutica,exploración espacial y ufología, ganó con este ensayo en 1979el premio New Scientist/CuttySark al mejor artículos sobre ov-nis. Este texto se publicó originalmente en NNeeww SScciieennttiisstt y sereproduce con autorización expresa del autor.

■ Tras más de medio siglo, laufología no ha producidoninguna teoría científica dignade ser considerada como tal.Por eso, es una ‘ciencia’ estéril

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“El asombro es el efecto de la novedad sobre laignorancia”.

Samuel Johnson 1

QQuienes acudieron la pasada noche de SanJuan a la localidad soriana de San PedroManrique a presenciar un “ancestral rito car-

gado de emoción y religiosidad” debieron de quedaralgo decepcionados. Nada sobrenatural sucedióaquella noche, aunque hubo quienes quisieronapuntar en la lista de lo extraterrenal el ver a Al-fonso Guerra –ex vicepresidente en varios gobier-nos socialistas– aplaudido en una localidad caste-llano-leonesa; otros más cautos lo proponían parael apartado de fenómenos poco frecuentes, aunqueexplicables. Como en los toros, división de opinio-nes. Más lógica fue la ovación y el interés de los pe-riodistas allí presentes sobre el ex presidente de laJunta de Castilla y León, ex ministro de agriculturay actual titular de Administraciones Públicas, JesúsPosada. La coincidencia en el tiempo de una fiestacatólica, como San Juan, y otra pagana, como ladel solsticio de verano, no deja de ser sino un ejem-plo más de la cristianización de las fiestas paganas.

Caminar sobre brasas quizá no sea el ejerciciomás recomendable para mantenerse en forma, peroes menos peligroso de lo que a primera vista pa-rece. Existen explicaciones desde el punto de vistafísico que justifican cómo se puede afrontar conéxito tan peculiar paseo. Eso no quita para quehaya quienes vean en esta actividad una muestramás del triunfo de la mente sobre el cuerpo. Esteartículo trata las fiestas del solsticio de verano; laexplicación desde el punto de vista físico del ca-minar sobre brasas y la situación actual: el enfoquecientífico y las propuestas new age.

EL ORIGEN DE LA FIESTA

Cuando el hombre paleolítico, cazador y recolec-tor, comenzó la práctica de la agricultura se hizo

necesario el disponer de un calendario que deter-minara los momentos más propicios para sembrar,para prepararse para la recolección…2 No parececoincidencia que muchos de los monumentos me-galíticos del Neolítico presenten orientacionessolsticiales3. La más antigua obra humana con unaorientación astronómica conocida es el sepulcrode corredor de Newgrange, en Irlanda, que señala

Caminar sobre las brasas quizá no sea el ejercicio más recomendable paramantenerse en forma, pero es menos peligroso de lo que a primera vista parece

La termodinámica y San Juan,caminar sobre las brasas

■ Caminar sobre brasas quizá nosea el ejercicio más recomendablepara mantenerse en forma, peroes menos peligroso de lo que aprimera vista parece

JOSÉ LUIS CALVO BUEY / JOSÉ LUIS CEBOLLADA GARCÍA

1 Cita recogida por Houdini [1920].2 Para una aproximación a las culturas que erigieron megalitos, véase Rin-

cón, María Ángeles del: “El Calcolítico y la Edad de Bronce”, en www.ge-ocities.com/Colosseum/Sideline/7759/Historia/Arqypreh/hparie15.htm.

3 Sobre la orientación astronómica de los megalitos, véase Rug-gles [1988]: Records in stone: papers in memory of AlexanderThom. Ed CLN. Cambrigde.

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al solsticio de invierno. Al margen de su carácterutilitario –como calendario–, podemos especularcon una simbología ligada a la creencia en unmundo de ultratumba. El sol, aparentemente, nacey muere cada día, pero, además, tiene un ciclo enel que aumenta y disminuye su fuerza. El solsticiode invierno marca el momento en el que los díascomienzan a tener mayor duración, en el que nues-tra estrella parece recuperar las fuerzas perdidas. Alseñalar este momento, nuestros antepasados ¿noestarían expresando su esperanza de que a los sereshumanos les sucediera lo mismo, que, tras sumuerte, también ellos participarían del ciclo de re-novación? Por supuesto, la ausencia de pruebas enéste u otro sentido no nos permite realizar afirma-ciones rotundas.

Si en un principio el solsticio señalado es el in-vernal, en monumentos posteriores como Stone-henge, en el Reino Unido, la orientación astronó-mica se relaciona con el solsticio de verano. Tam-bién podemos apreciar un cambio en la tipologíadel monumento. Stonehenge ya no es sólo un lu-gar de enterramiento. La presencia de agujeros enlos que irían colocadas unas vigas de madera hacepensar que fue también un lugar de reunión. ¿Quécarácter tendrían esas asambleas? Tampoco lo sa-bemos, pero esta relación entre solsticio de veranoy lugar de reunión –y posiblemente de culto– no esprivativa del cromlech británico. Muchos añosdespués, la encontraremos en lugares tan alejadoscomo el territorio de los indios anassazi, en EstadosUnidos, o en la cultura Chalchiuites, en México.Tradiciones recogidas en el entorno de Stone-henge nos hablan de la creencia popular en que lasparejas que mantengan relaciones sexuales en elmonumento se aseguran la descendencia. Por des-contado, haremos muy bien en tener presente queesta aseveración no es más que una leyenda sin va-lor probatorio alguno.

Ya en época histórica podemos realizar afirma-ciones más tajantes sobre el origen de la festividadde San Juan y de sus hogueras. Los romanos cele-braban las fiestas llamadas Palilias, que, aparte deuna diferencia de fechas puesto que se celebrabandoce días antes de las Calendas de mayo –el 21 deabril–, presentan muchos puntos de contacto conlas sanjuanadas. En sus Fastos, el poeta Ovidio nosdice: “Certe ego transilui ter in ordine flammas”(Ciertamente, yo atravesé por tres veces las lla-mas), lo que nos habla tanto de la existencia de lashogueras como de la costumbre de saltar sobreellas. No es la única fiesta relacionada con el fuegoque se celebraba en la antigüedad clásica. Conoce-mos el rito propiciatorio que los Hirpi Sorani –losLobos de Soranus– celebraban en el santuario de ladiosa Feronia al pie del monte Soracte, en Italia.Los miembros de una familia conocida con ese

nombre atravesaban con los pies desnudos las bra-sas de una hoguera realizada con madera de pino,ante la mirada atónita de un gran número de fielespara los que esa celebración propiciaba una buenacosecha. Un rito semejante se llevaba a cabo en lasAnastenarias de Tracia, en la actual Yugoslavia.

Sin embargo, la fiesta continuó existiendocomo una mezcla de elementos cristianos y paga-nos para desesperación de los autores más ortodo-xos. San Eloy, en el siglo VII, se dirigía a sus feli-greses de la siguiente manera: “No creáis en las ho-gueras y no os sentéis cantando, porque todas estasprácticas son obra del demonio. No os reunáis enlos solsticios y que ninguno de vosotros dance, nisalte ni cante canciones diabólicas el día de lafiesta de San Juan ni de otro santo”.

¿Y el solsticio de verano? Pues en esa fecha secelebraba la fiesta denominada Fors Fortuna, en laque se hacían y se portaban ramos de flores. Sinembargo esta celebración, al parecer, se presentabade distintas formas dentro del Imperio. ¿Por qué lasdiferencias? No lo sabemos. Pudo tratarse de unaasimilación entre fiestas distintas o bien de la pre-sencia de un sustrato cultural prerromano. Por unsermón de San Agustín, sabemos que en el Nortede África estaba relacionada con el agua, ya queafea a los fieles cristianos haber copiado de los pa-ganos el acudir en esta fecha a la orilla del mar 4.De hecho, debemos señalar que en algunos lugaresel agua sigue teniendo un papel fundamental en la

■ No parece coincidencia que muchosde los monumentos megalíticos delNeolítico presenten orientacionessolsticiales

4 “...de solemnitate superstitiosa pagana Christiani ad mare vi-niebat et ibi se baptizabant...”.

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Sepulcro de corredor de Newgrange.

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noche de San Juan. Por ejemplo, en la celebraciónde la playa de la Lanzada, en Pontevedra, las mu-jeres estériles debían de introducirse en el mar yrecibir el golpe de nueve olas. En otro sermón atri-buido al obispo de Hiponna, también se habla dehogueras y fuegos 5. Con el triunfo del cristianismo,se produce un cambio en el carácter de la fiesta. Siel solsticio de invierno –las Saturnales romanas–se convirtió en la Navidad, el solsticio de veranose convirtió en San Juan Bautista, elección lógicapuesto que, como ya dijimos, la fiesta romana serelacionaba con el agua y el fuego 6. Así, en Fran-cia, en época de San Martín de Tours, el día deSan Juan se celebraba con solemnes bautizos.

A pesar de las admoniciones eclesiásticas, la ce-lebración nunca se cristianizó por completo. El es-critor griego Theodoro Balsamón, del siglo XII,nos ha dejado una descripción de la fiesta de SanJuan. En la tarde del 23 de junio, las hijas primo-génitas se vestían de fiesta y acudían a recogeragua a la orilla del mar. Con este líquido, purifica-ban las casas durante el día 24. Por la noche, se en-cendían hogueras y los hombres saltaban sobreellas. Con estos antecedentes, no es difícil explicarno sólo la parte más conocida, el paso de la ho-guera, de la fiesta de San Pedro Manrique, sinotambién aspectos que pasan casi desapercibidos alser menos espectaculares, como es la fiesta de lasMóndidas.

Tal y como se celebraba la fiesta en el pasado –yhacemos la advertencia de que no hemos podidoencontrar ninguna descripción anterior a este si-glo–, había una clara separación de sexos. Las tresMóndidas –jóvenes del pueblo– presidían el pasosobre las brasas de los hombres –nunca niños–. Yahemos visto que la afirmación de que sólo los hom-bres de San Pedro Manrique pueden atravesar lahoguera sin quemarse no es cierta. El mismo rito serealizaba de igual manera hace dos mil años, y, hoyen día, los habitantes de Ayia Eleni y de Langada,en Grecia, no sólo atraviesan las brasas, sino quetambién bailan sobre ellas mientras llevan sobresus cabezas iconos de san Constantino y de santaElena. Históricamente, no existe el menor miste-rio en la fiesta, más allá de lo que supone de pervi-vencia –cristianizada, claro– de una milenaria ce-lebración pagana.

Quizás, el aspecto en el que más claramente semuestra la cristianización de la fiesta sea en lasMóndidas. Al día siguiente, las tres jóvenes–acompañadas de una procesión– se dirigen a laermita del pueblo. Vestidas de blanco, llevan sobre

su cabeza una cesta adornada con flores –ya diji-mos que en la fiesta de Fors Fortuna se realizabanadornos florales– en la que portan unos panes es-pecialmente cocinados. Los propios habitantes delpueblo han acabado por olvidar el significado deesa tradición. Si se les pregunta por ello, respon-den que es una conmemoración del Tributo de lasDoncellas. Nada más lejos de la realidad. EnRoma, existía la mundus Céreris (la monda de Ce-res), una ofrenda de una bandeja llena de pan quese daba a la diosa Ceres para agradecer la cosechapasada y solicitar la fecundidad de la siguiente7.Tal sentido oculto es el que, bajo distintas parafer-nalias, subyace en la celebración de la noche deSan Juan, rito de fertilidad humana y terrestre aso-ciada al Sol y a su máximo esplendor, rito iniciá-tico para los jóvenes de las distintas localidades, yaque según una coplilla castellana que cantaban lasmujeres, “Amor es fuego, / quien no se atreva / asaltar las llamas / que no me quiera”.

UN POCO DE TERMODINÁMICA

Alguien se preguntará si hay que ser natural deSan Pedro Manrique para poder andar sin peligrosobre las brasas8 o si basta, como mantienen los an-dadores de Sri Lanka9, con dos semanas de medita-ción, baños frecuentes, cantos religiosos y rigurosaabstinencia sexual. Si es demasiado tarde para po-der cumplir el primer requisito y no se está dis-puesto a dos semanas de espiritual recogimiento,aún quedan otras opciones, por ejemplo recibir unseminario intensivo e individual impartido porMichael McDermott 10 por la módica cantidad de5.000 dólares o bien un cursillo colectivo de una

5 “Hesterno die post vesperam putrescentibus flammis antiqui-tus more demoniorum tota civitas flagrabat atque putrescebatet universam aerem fumus obduxerat.”

6 Jesús le contestó: “Pues sí, te lo aseguro: A menos que unonazca del agua y el Espíritu, no puede entrar en el Reino deDios” (Evangelio de Juan, 3, 5-6). Recuérdese que una de lasrepresentaciones tradicionales del Espíritu Santo es bajo laforma de una lengua de fuego.

7 Esta fiesta de las Móndidas se celebra también en otras locali-dades sorianas.

8 www.lahoguera.es9 Citado por Leikind y McCarthy [1985].10 www.firewalking99.com

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Monumento megalítico de Stonehenge.

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semana por 995 dólares. Eso sí, el viaje y aloja-miento se pagan aparte. Ahora bien, si aún hay in-decisos, no vendrá mal escuchar los argumentos dequienes han participado en las marchas sobre bra-sas de Tolly Burkan11: hubo quien perdió el miedoa volar, a quien le ayudó a dejar la adicción a la co-caína; otro confiesa que mejoró su vida sexual yhay quien afirma que tras caminar sobre las brasasle desapareció un tumor maligno 12.

¿Qué hay de cierto y qué de falso en todo esto?¿Cómo es posible que algo tan aparentemente peli-groso pueda desarrollarse sin acabar con las plantasde los pies quemadas? Las explicaciones que se dantratan de explicar tanto el aspecto físico como el psi-cológico: cómo es posible que la piel no se queme ypor qué se puede resistir el dolor.

Casi todos los autores coinciden en las explica-ciones desde el punto de vista físico13: la baja capaci-dad calorífica de las brasas, la alta capacidad calorí-fica del cuerpo humano, la baja conductividad tér-mica de la brasa y el efecto Leidenfrost. Pero coincidenen algo más: todos han caminado sobre brasas. Vaya-mos por partes.

Para que nos quememos, hace falta que la tempe-ratura del pie sea lo suficientemente elevada comopara producir daños irreversibles en la piel. En elcaso que nos ocupa, el calor viaja de las brasas anuestros pies y lo puede hacer de tres maneras: ra-diación, convección o conducción, si bien todos losautores coinciden en analizar únicamente este úl-timo método. En este último supuesto, la energíafluye a través de la superficie de contacto entre lasbrasas y el pie. Lo rápido que se transmita el calorpor conducción, depende de varios factores, entreellos:

a) La diferencia de temperatura entre las bra-sas y el pie. A mayor diferencia de temperatura,obviamente, más rápido fluye el calor. Existenregistros sobre récords mundiales de marchas so-bre las brasas más calientes. En la actualidad, elrécord lo ostentan Michael McDermont y quie-nes en octubre de 1997 anduvieron con él porunas brasas que alcanzaban temperaturas entre872 y 989ºC, superando en más de 130ºC el an-terior récord de septiembre de 198714.

b) La conductividad térmica de los materia-les. Las brasas, al igual que la madera tienen unabaja conductividad; en otras palabras, son ais-lantes. Esto explica que podamos sostener por unextremo un pedazo de madera que esté ardiendopor el otro, cosa que no podríamos hacer con unpedazo de hierro. De la misma manera –y es elejemplo más utilizado a la hora de ilustrar estefenómeno–, podemos tocar con el dedo un pas-tel en el horno, pero no podemos tocar duranteel mismo tiempo –pongamos un segundo– labandeja metálica del horno, aún cuando ambosestán a la misma temperatura. En este últimocaso, pasaría el calor a nuestro dedo a una velo-cidad mucho mayor debido a la alta conductivi-dad del metal.

Pero no es lo mismo calor que temperatura:no todos los cuerpos varían de la misma manerasu temperatura cuando reciben calor; esto es unapropiedad característica de cada sustancia, lla-mada capacidad calorífica específica o calor es-pecífico y nos da idea del contenido energéticode una sustancia a una determinada temperatura.En este caso, la capacidad calorífica de las brasases muy baja, parecida a la del aire, por lo que sucontenido energético, aún a altas temperaturas,no es muy elevado. Además, la capacidad calorí-

■ Si ponemos en contacto el piecon las brasas, éstas disminuiránrápidamente su temperatura,mientras que el pie la aumentarámuy lentamente

11 heartfire.com/firewalk/pages/tolly.html12 Citado en Dennett [1985].13 Las explicaciones físicas que se recogen a continuación se han

redactado basándose en Broch [1994], Leikind y McCarthy[1985] y la web de David Willey (www.pitt.edu/~dwilley-/fire.html) y la página de Kjetil Kjernsmo. También se puedeconsultar el diccionario escéptico de Todd Carroll (www.skep-dic.com). 14 www.pitt.edu/~dwilley/record.html.

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Tributo de las Dondellas (fiesta de las Móndidas).

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fica del pie es muy elevada. Esto significa que, siponemos en contacto el pie con las brasas, éstasdisminuirán rápidamente su temperatura mien-tras que el pie la aumentará muy lentamente.

El efecto Leidenfrost, por otra parte, se producecuando una capa de vapor de agua –que es malconductor del calor– se interpone entre el pie yla brasa. Este efecto se puede visualizar dejandocaer unas gotas de agua sobre una chapa muy ca-liente: comienzan a saltar y tardan en evaporarsemás porque el vapor de agua que se genera en elpunto de contacto entre la chapa y el agua actúacomo aislante. No obstante, la influencia delefecto Leidenfrost es discutida por algunos auto-res15.

La transferencia de calor se produce cuandoestán en contacto la brasa y el pie. El tiempo decontacto en cada pisada suele estar en torno almedio segundo, y entre paso y paso, el pie pierdecalor. Uno de los posibles peligros de quemaduraprocede de un aumento involuntario del tiempode contacto cuando, por ejemplo, una brasa sequeda pegada a la planta del pie.

También hay que tener en cuenta el grosor dela piel de la planta del pie16, que hará que unaspersonas pasen las brasas con más facilidad queotras. Algunos de los defensores de la marcha delfuego como algo más allá de lo explicable por le-yes físicas critican que los escépticos son incapa-ces de explicar por qué hay gente que se quema17.Aquí hay una respuesta.

Una de las investigaciones más recientes ycompletas desde el punto de vista científico la harealizado el físico noruego Kjetil Kjernsmo. Susresultados se pueden consultar a través de la pá-gina web de la sociedad escéptica noruega18. Trasestudiar con cámaras infrarrojas el lecho de bra-sas y la planta de los pies instantes antes y des-pués de andar sobre brasas, concluye que:

• la temperatura de las brasas no es homogé-nea;

• la temperatura de las brasas antes y despuésde ser pisadas no varía significativamente. Si sehubiera producido una intensa cesión de calor,

15 Ver la web Kjetil Kjernsmo (www.skepsis.no/english/subject/-firewalk/kpreemp1/node2.html) donde discute este asunto y pro-pone que para verificar la influencia de este efecto se deberíanencontrar en el espectro infrarrojo líneas de intensidad significa-tiva correspondientes a la frecuencia de vibración del H2O.

16 Kjetil Kjernsmo, que aún no ha publicado los resultados de sutrabajo, manifestó en comunicación personal a los autores enjulio de 2000 que “un modelo simplista basado en ecuacionestermodinámicas revela que la temperatura en el pie dependefundamentalmente del grosor de la piel”.

17 Ver heartfire.com/firewalk/pages/experience.html18 www.skepsis.no (hay traducción al inglés).

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Fiesta del paso por el fuego (San Pedro Manrique).

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deberían quedar a menor temperatura tras ser pi-sadas; y

• fotografías de la planta del pie instantes des-pués de concluida la marcha sobre el fuego y me-didas de temperatura evidencian sólo una pe-queña variación de temperatura.

DIVISIÓN DE OPINIONES

“El asombro es el resultado de la novedad so-bre la ignorancia”. Con esta cita de SamuelJohnson comienza Harry Houdini su Miraclemongers and their methods 19, libro en el que re-copila y explica toda suerte de proezas que for-maban parte de lo que hoy llamaríamos atrac-ciones de feria, entre las que incluye a los an-dadores sobre brasas de Japón o los comedoresde fuego. Así pues, la mayoría de los acerca-mientos al tema desde posturas científicas des-tierra la ignorancia, por lo que desaparece elasombro –en opinión de los románticos, esta-rían destejiendo el arco iris–. Además, suelencompletar sus planteamientos teóricos conmarchas sobre las brasas, quitando así un argu-mento a los defensores de lo sobrenatural. Casitodos los autores citados en este trabajo hancaminado sobre las brasas sin demasiados pro-blemas: Henri Broch lo cuenta y documentaen su libro; Michael Dennett y W. McCarthy,caminaron antes de escribir sus artículos paraThe Skeptical Inquirer; las webs de David Wi-lley y Kjetil Kjernsmo fueron construidas trasrepetidas experiencias sobre el tema.

“Si puedes vencer a las brasas, podrás vencermuchos otros problemas de tu vida diaria”. Esteeslogan resume la idea de los seminarios queMichael McDermontt organiza cerca de Was-hington: no vende milagros, sino desafíos a re-tos aparentemente imposibles. Según su propa-ganda, promete vivir en un plano superior deinspiración, tener más emociones y éxitos en lavida... y hasta ofrece la posibilidad de conver-tirse en un profesor diplomado en marchas so-bre brasas. El aspecto crematístico de los en-cuentros ha quedado claro antes.

Dentro del apartado inequívocamente pseu-docientífico cae la postura de Tolly Burkan,fundador del Firewalking Institute of Researchand Education (FIRE), situado en el norte deCalifornia20. En 1977, comenzó a impartir semi-narios y asegura que más de 500.000 estadouni-denses –aproximadamente, dos de cada mil–han pasado por esta experiencia. Sobre las rela-ciones mente-materia, Burkan se considera en

deuda con Ken Keyes, hijo, quien fuera propa-gandista de una de las propuestas pseudocientí-ficas más delirantes: el efecto del mono númerocien21. No le falta el ingrediente oriental quetanto adorna las propuestas alternativas en oc-cidente, aunque en este caso es un ingredientede segunda mano: mantiene que el andar sobrebrasas le llegó por un amigo que había estadocon un monje tibetano. No precisa nada más.Sostiene Burkan que la concentración mentales suficiente para alterar la química del cuerpoy hacer que no se produzcan heridas. Quienesno consigan la suficiente concentración acaba-rán con ampollas en los pies.

ASIGNATURA PENDIENTE

Si en Estados Unidos se cuentan por cientos demiles las personas que han participado en mar-chas sobre el fuego, la representación del viejocontinente es ciertamente más menguada. Síque persisten, como se ha visto, en nuestro paísritos que las conservan, pero no se ha encon-trado constancia documental de que se hayanrealizado marchas sobre brasas con objetivoscientíficos. Queda pues pendiente la tarea delectores de EL ESCÉPTICO y miembros deARP - Sociedad para el Avance del Pensa-miento Crítico de descalzarse y remangarse lospantalones.

SSoobbrree llaass ffiieessttaass eenn llaa aannttiiggüüeeddaadd cclláássiiccaaCaro Baroja, J. (Ed.) [1979]: El estío festivo. Fiestas populares del ve-

rano. Editorial Taurus. Madrid. Caro Baroja, J. (Ed.) [1974]: Ritos y mitos equívocos. Editorial Istmo.

Madrid.

SSoobbrree llaa ccrriissttaalliizzaacciióónn ddee llaass ffiieessttaass ppaaggaannaassChristian, W.A. (Ed.) [1978]: Religiosidad popular. Editorial Tecnos.

Madrid. Olmo García, A. del [Ed.] [1999]: Iconografía sexual en el Románico.

Lf Ediciones. Béjar.

SSoobbrree llaa ffiieessttaa ddee SSaann JJuuaannGómez Tabanera, J.M. y otros [1968]: El folklore español. Editorial

Tesoro. Madrid.

SSoobbrree llaa ffiieessttaa eenn SSaann PPeeddrroo MMaannrriiqquueeBlanco Álvaro, C. [1993]: De año y vez. Fiestas populares de Castilla

y León. Ámbito Ediciones. Valladolid.

SSoobbrree llaa mmaarrcchhaa ssoobbrree eell ffuueeggooyy ssuuss eexxpplliiccaacciioonneess ffííssiiccaass yy ppssiiccoollóóggiiccaassSobre la marcha sobre el fuego y sus explicaciones físicas y psicoló-

gicasBroch, Henri [1994]: Au coeur de l’extra-ordinaire. L´Horizon Chi-

merique. Burdeos.Dennett, Michael R. [1985]: “Firewalking, reallity or illusion”. The

Skeptical Inquirer (Buffalo). Vol. 10, Nº1, 36-41.Houdini, Harry [1920]: Miracle mongers and their methods. E.P. Dut-

ton and Co. Nueva York. Edición digital del proyecto Guten-berg, disponible en http://promo.net/pg/.

Leikind, B.J.; y McCarthy, W.J. [1985]: “An investigation of fire-walking”. The Skeptical Inquirer (Buffalo).Vol. 10, Nº1. 23-35.

19 Versión electrónica íntegra disponible en la página principaldel proyecto Gutenberg: promo.net

20 heartfire.com/firewalk/pages/tolly.html21 Véase, por ejemplo, la voz The hundredth monkey

phenomenon, en el diccionario escéptico de Todd Carroll(www.skepdic.com).

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REFERENCIAS

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VVivimos en un época extraña e insegura, querefleja profundamente la histeria y el fervorsupersticiosos de los juicios de brujas de los si-

glos XVI y XVII. Se acusa, juzga y condena a hom-bres y mujeres con no más prueba de culpabilidadque la palabra del acusador. Incluso cuando las acu-saciones apuntan a varios autores y heridas dolorosasinfligidas durante años, hasta décadas, es suficienteque el acusador señale con el dedo para que jueces yjurados lo crean todo. Se encarcela a individuos apartir de pruebas suministradas por recuerdos que sa-len a la luz en sueños y regresiones; recuerdos que noexistían hasta que alguien empezó una terapia y lepreguntaron a bocajarro: “¿Alguna vez abusaron se-xualmente de ti cuando eras niño?”. Y entonces co-mienza el proceso de desenterramiento de los re-cuerdos reprimidos por medio de técnicas terapéuti-cas invasivas, como la regresión, la visualización di-rigida, la escritura en trance, el trabajo con lossueños, las actividades corporales y la hipnosis.

Un caso que parece encajar en este patrón, y quedio lugar a recuerdos de abuso satánico sumamenteextraños, ha sido relatado con detalle por uno de losperitos [Rogers, 1992] y analizado por Loftus yKetchmam [1994]. Una mujer de más de 60 años ysu marido, recientemente fallecido, fueron acusadospor sus dos hijas adultas de violación, sodomía, obli-garlas a practicar sexo oral, torturas con descargaseléctricas y asesinato ritual de bebés. La hija mayor,de 48 años cuando tuvo lugar el proceso, testificóque había sufrido abusos desde la infancia hasta losveinticinco años. La menor declaró que abusaron deella desde la niñez hasta los quince. Y una nieta tam-bién afirmó que su abuela abusó de ella hasta losocho años.

Todos estos recuerdos salieron a relucir cuandolas hijas adultas se sometieron a una terapia en 1987y 1988. Tras la ruptura de su tercer matrimonio, lamayor empezó a recibir psicoterapia, diagnosticán-dose a sí misma como una víctima de trastornos depersonalidad múltiple y de abusos en rituales satáni-cos. Convenció a su hermana y a su sobrina para quecomenzaran la terapia y se sumaran a sus sesiones du-rante el primer año. Las dos hermanas también asis-tieron a un grupo de terapia con otros pacientes contrastornos de personalidad múltiple que afirmabanhaber sido víctimas de abusos rituales satánicos.

ELIZABETH LOFTUS

Recordando peligrosamenteAl igual que los juicios de brujas de antaño, se está acusando a personas e inclusose las mete en prisión a partir de ‘pruebas’ suministradas por sueños y regresiones;

recuerdos que no existían antes de empezar la terapia. ¿Qué está sucediendo?

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Durante la terapia, la hermana mayor recordó unincidente terrorífico que ocurrió cuando tenía cua-tro o cinco años. Su madre cogió un conejo, le cortóuna oreja, embadurnó el cuerpo de la niña con lasangre y, entonces, le dio el cuchillo para que mataraal animal. Cuando se negó, su madre le echó aguahirviendo sobre los brazos. Cuando tenía trece años,y su hermana todavía andaba en pañales, un grupode satanistas exigió que ambas niñas destriparan unperro con un cuchillo. Ella recordaba cómo se laobligó a mirar mientras se quemaba con una antor-cha a un hombre que había amenazado con divulgarlos secretos de la secta. A otros miembros del culto,se les sometió a descargas eléctricas durante ritualescelebrados en una cueva. La secta la obligó poste-riormente incluso a asesinar a su bebé recién nacido.Al pedirle más detalles de estos horripilantes suce-sos, declaró al tribunal que tenía la memoria dañada,ya que los miembros del culto la drogaban con fre-cuencia.

La hermana menor recordaba que su padre habíaabusado de ella en un banco de piano mientras susamigos miraban. Recordaba también haber sido fe-cundada por miembros de la secta a los catorce y die-ciséis años, y cómo le habían practicado sendosabortos rituales. Rememoraba un incidente en la bi-blioteca, en el que tuvo que comer una jarra de pusy de costra. Su hija, por su parte, recordaba habervisto a su abuela vestida con una túnica negra y conuna vela, y haber sido drogada dos veces y obligadaa ir en una limusina con varias prostitutas.

El jurado declaró a la acusada culpable de negli-gencia. No se halló ningún propósito de hacer daño,por lo que rehusó conceder una indemnización mo-netaria. Los intentos de apelación han fracasado.

¿Son los recuerdos de las mujeres auténticos? Losrecuerdos de la infancia son, casi con toda seguridad,recuerdos falsos, según la literatura científica sobreamnesia en la niñez. Además, no se presentó nin-guna prueba en forma, por ejemplo, de huesos de ca-dáveres que pudieran corroborar los recuerdos de sa-crificios humanos. Si esos recuerdos son en realidadfalsos, como parece, ¿de dónde podrían venir? George Ganaway, profesor clínico adjunto de Psi-quiatría en la Escuela Universitaria de MedicinaEmory, ha propuesto que sugerencias involuntariasdurante la terapia juegan un papel importante en eldesarrollo de recuerdos satánicos falsos.

¿QUÉ SUCEDE DURANTE LA TERAPIA?Puesto que la terapia se hace en privado, no es tanfácil saber lo que sucede tras la puerta. Pero hay pis-tas que se pueden extraer de varias fuentes. Relatosde terapeutas y de pacientes, y declaraciones juradasen pleitos, han revelado que en algunas consultas deterapeutas se emplean técnicas muy sugestivas[Lindsay y Read, 1994; Loftus, 1993; Yapko, 1994].

Otras pruebas de creencias y prácticas equivoca-das, por no decir irresponsables, vienen de varios ca-

sos en los que investigadores privados, haciéndosepasar por pacientes, han ido de incógnito a consul-tas de terapeutas. En uno de ellos, la pseudopacienteacudió al terapeuta quejándose de tener pesadillas yproblemas para dormir. En su tercera sesión de tera-pia, le dijeron que había sobrevivido a un incesto[Loftus, 1993]. En otro, la Cable News Network[CNN, 1993] envió a una empleada de incógnito ala consulta de un psicoterapeuta de Ohio –al cual su-pervisaba un psicólogo–, con una vídeocámaraoculta. La pseudopaciente se quejó de sentirse depri-mida y de haber tenido recientemente problemas enla relación con su marido. En la primera sesión, el te-rapeuta le diagnosticó que había pasado por una ex-periencia incestuosa, diciendo a la pseudopaciente queera un caso clásico. Cuando regresó para su segundasesión desconcertada por la ausencia de recuerdos, elterapeuta le dijo que su reacción era típica y que loshabía reprimido a lo horrible del trauma. Un tercercaso, basado en grabaciones hechas subrepticia-mente a un terapeuta del Sudoeste de Estados Uni-dos, tuvo su inspiración en estos intentos previos.

DENTRO DE LA CONSULTA

En el verano de 1993, una mujer –la llamaremosWilla– tuvo un problema grave. Su hermana mayor,una artista que luchaba por abrirse camino, tuvo unsueño que contó a su terapeuta, quien lo interpretócomo prueba de una historia de abuso sexual. Al fi-nal, se enfrentó a sus padres en una sesión que segrabó en vídeo en la consulta de la terapeuta. Los pa-dres se sintieron humillados; la familia terminó des-integrándose de modo irreparable.

Willa trató urgentemente de informarse más so-bre la terapia de su hermana. Por iniciativa propia,contrató a una investigadora privada para que se hi-ciera pasar por una paciente y acudiera a la mismaterapeuta en busca de tratamiento. La detective deincógnito se hizo llamar Ruth. Fue dos veces a laconsulta de la terapeuta, que tenía un ‘master’ enPsicopedagogía y Orientación y estaba asesorada porun doctor, grabando secretamente ambas sesiones.

En la primera, Ruth narró a la terapeuta que, ha-cía meses, había sido golpeada por detrás en un acci-dente de tráfico y tenía problemas para superarlo.Dijo que se sentaba y se echaba a llorar sin razónaparente. La terapeuta parecía no tener ningún inte-rés en saber más sobre el accidente, pero, sin em-bargo, quería hablar sobre la infancia de Ruth.Mientras discutían sobre su niñez, Ruth le contó unsueño recurrente que había tenido durante la infan-cia, diciendo que ahora el sueño había vuelto. En él,tenía cuatro o cinco años y había un enorme toroblanco que le perseguía, le cogía y le corneaba por laparte superior del muslo, dejándola cubierta de san-gre.

La terapeuta determinó que el estrés y la tristezaque Ruth experimentaba de modo recurrente esta-ban ligados a su infancia, ya que, cuando era niña,

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había tenido el mismo sueño. Estableció que los te-rrores nocturnos –como ella los llamó– eran la pruebade que Ruth sufría de un trastorno de estrés postrau-mático. Tendrían que recurrir a ejercicios de visuali-zación controlados para dar con la causa del traumainfantil. Antes de comenzar, la terapeuta informó asu paciente de que ella misma había pasado por unaexperiencia incestuosa: “Mi abuelo cometió incestoconmigo”.

Durante el ejercicio de visualización controlada,pidió a Ruth que se imaginara a sí misma como unaniña pequeña. Ella habló entonces del trauma quesupuso el divorcio de sus padres y del nuevo matri-monio de su padre con una mujer más joven, que separecía a la propia Ruth. La terapeuta quiso saber siel padre de Ruth había tenido aventuras amorosas,diciéndole que el suyo las había tenido y que esto eraun asunto generacional que venía desde los abuelos.Llevó a Ruth a través de un ejercicio de visualiza-ción confuso/sugestivo/manipulativo que implicabaa un hombre sujetando a una niña pequeña en unahabitación. Y determinó que Ruth sufría un profundoproblema de aflicción, al que achacaba un origen se-xual: “No creo que, tras los ejercicios de visualiza-ción y el matrimonio con alguien que se asemejabaa ti, pueda tratarse de otra cosa”.

Dos días después, la segunda sesión comenzó:Pseudopaciente (P.): ¿Crees que, posiblemente, soy

una víctima de abuso sexual?Terapeuta (T.): Hum... Muy posiblemente. Así

es como lo diría. Bien, no tenemos la informaciónreal y definitiva que nos diga eso, pero, bueno, la pri-mera cosa que me hizo pensar en ello fue la sangreen tus muslos. Me pregunto de dónde si no podríaaparecer eso en la realidad de un niño. Y, bueno, elhecho de que en los ejercicios de visualización laniña te llevara o te mostrara la habitación y a tu pa-dre sujetándote en ella… Sería muy difícil poderpensar otra cosa… Algo tendría que haber surgidoen estos ejercicios que probara realmente que no setrataba de abuso sexual.

Ruth dijo que no tenía ningún recuerdo de talabuso, pero eso no disuadió a la terapeuta ni por unminuto.

P.: … Puedo recordar rabia y miedo asociado con mipadre, pero no puedo recordar abuso sexual físico. ¿Re-cuerda siempre la gente?

T.: No… Casi nunca… Te sucedió hace muchotiempo y tu cuerpo rechaza esos recuerdos, y por esoalgo como un accidente de tráfico puede desencade-narlos…

La terapeuta compartió sus propias experienciasde abuso por parte de su padre, que supuestamente lellevaron a la anorexia, a la bulimia, a gastar más dela cuenta, a beber en exceso y a otros comporta-mientos destructivos de los que, al parecer, ya se ha-bía recuperado. En amplios tramos de la cinta, resul-taba difícil distinguir quién era la paciente y quién laterapeuta.

Más adelante, la terapeuta dio estas muestras desu saber:

T.: No sé cuánta gente hay de verdad en los hospita-les psiquiátricos que ha pasado realmente por experien-cias incestuosas o… tiene memorias reprimidas.

T.: Resultará penoso para ti saber que tu padre abusósexualmente de ti y no fue un buen padre.

T.: Tienes que ver y conservar esa imagen de timisma de cuando eras niña, siendo sometida, con al-guien tratando de ahogar tus gritos y causándote dolor.

La terapeuta animó a Ruth a que leyera dos li-bros: The courage to heal, el cual calificó de biblia de lacuración de abusos sexuales durante la niñez, y el cua-derno de ejercicios que lo acompañaba. Hizo espe-cial énfasis en el apartado que trataba sobre enfren-tarse al autor de los hechos. Dijo que la confronta-ción no era obligatoria. Algunos no desean realizarlasi eso va a poner en peligro su herencia, en cuyocaso, dijo, lo puedes hacer una vez que la persona hamuerto… Pero la confrontación es fortalecedora,aseguró a Ruth.

Entonces, para sorpresa de Ruth, la terapeuta des-cribió la confrontación reciente de la hermana deWilla –dando tantos detalles sobre el paciente nonombrado que apenas podía haber dudas acerca desu identidad–.

T.: Recientemente, trabajé con alguien que lo hizocon sus padres. Reunió a ambos y lo hicimos aquí… Re-sulta fortalecedor porque estás comenzando a andar porti misma. Ella me dijo que se sintió como si tuviera vein-tiún años y fuera por primera vez responsable de símisma, ¿entiendes? Así es como se sintió…

P.: ¿Y sus padres lo negaron o…?T.: Oh, por supuesto que lo hicieron…P.: ¿Recordaba ella que...?, ¿no iba dando palos de

ciego como yo?T.: Al principio, estuvo dando palos de ciego durante

bastante tiempo. Pero, de repente, ¿sabes?, fue como laspiezas de un rompecabezas: empiezas a encajarlas y lle-gas a hacer una imagen con ellas. Y ella fue capaz de ha-cerlo. La memoria es una cosa curiosa. No siempre esexacta en lo que se refiere a edades, fechas, lugares ytodo ese tipo de cosas. Es como si pudieras superponeruna variable sobre otra. Es como tener una amiga quehubiera sufrido abusos sexuales continuos y recordara,por ejemplo, estar en este diván cuando tenía siete añossufriendo esos abusos, pero el caso es que este diván noestaba cuando tenía siete años, estaba cuando teníacinco… Eso no descarta los recuerdos, tan sólo significaque sucedió más de una vez, por lo que esos recuerdos seestán solapando…

■ Para disfrutar de los beneficiosde la víctima no es necesariotener ningún recuerdo de queese abuso existió

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P.: ¿Esa mujer que realizó la confrontación esahora libre? ¿Se siente liberada de ello?

T.: Bueno, no se siente liberada de su historia...,pero ahora siente que la posee y no al revés… Además,ha tenido otro recuerdo desde la confrontación…

La terapeuta le contó a Ruth todo sobre el nuevorecuerdo de esa paciente, la hermana de Willa:

T.: Fue durante las primeras horas de la mañana, es-tando despierta en la cama, cuando empezó a tener lasensación de no poder controlar sus manos y de que és-tas empezaban a masturbar a alguien. Empezó a ir másde prisa de lo que hubiera podido ir incluso en la realidad,por lo que se dio cuenta de lo que era, resultándole tanfamiliar como también lo será para ti, y la realidad es queno se asustó en absoluto… Vio que era otro recuerdo queestaba reprimido.

Antes de que la segunda sesión de terapia conRuth hubiera terminado, se sacó a escena a la madrede Ruth... culpable, al menos, de traición por negli-gencia:

T.: Bueno, tampoco tienes que tener motivos racio-nales para sentirte traicionada. La única cosa que unaniña tiene que sentir es que probablemente hubo unaparte de ella que anhelaba a su madre y ésta no estabaallí. Y no importa que fuese porque no lo sabía o porqueestaba fuera haciendo otra cosa, o bien porque estaba, losabía y no hizo nada al respecto. No importa. Todo loque sabía la niña era que mamá no se encontraba allí.Así es como te traicionó ¿entiendes?, sin importar si fuepor fallo de tu madre o no; y tienes que permitirte la li-bertad de sentirte así sin tener que justificarlo o tener queracionalizarlo porque sí.

Ruth trató, una vez más, de sacar el tema de laimaginación frente a los recuerdos:

P.: Cuando vienen estos recuerdos, ¿cómo sabe-mos qué no son símbolos, que no es nuestra imagi-nación o algo parecido?

T.: ¿Por qué, entre todas las cosas, imaginarías eso?Si fuera tu imaginación, entonces imaginarías cuán cari-ñoso y amoroso era… Tengo una amiga terapeuta quedice que la única prueba que ella necesita para saber sialgo sucedió es si tú piensas que podría haber sucedido.

En la puerta, cuando Ruth se iba, la terapeutapreguntó si podía abrazarla, haciéndolo así mientrascomentaba lo valiente que era Ruth. Pocas semanasdespués, Ruth recibió una factura: le cobró 65 dóla-res por cada sesión.

Rabinowitz [1993] lo expresó bien: “El atractivode la explicación del incesto reprimido es que, paradisfrutar de los beneficios de la víctima y del honorde estar asociado a un grupo de personas que ha so-brevivido a tal experiencia, no es ni siquiera necesa-rio tener ningún recuerdo de que ese abuso existió”.En realidad, ser una víctima de abusos sin ningún re-cuerdo no encaja bien, particularmente, cuando laterapia en grupo entra en juego y mujeres sin re-cuerdos se relacionan con aquéllas que sí los tienen.La presión para hallar recuerdos puede ser muygrande.

Chu [1992] señaló uno de los peligros de conti-nuar con una búsqueda infructuosa de recuerdos:ocultar al análisis terapéutico las verdaderas razones.Algunas veces los pacientes presentan “historiascada vez más grotescas e increíbles en un esfuerzo dedesacreditar el material y romper el ciclo. ¡Desgra-ciadamente, algunos terapeutas no pillan la indi-recta!”.

La terapeuta del Sudoeste que trató a Ruth diag-nosticó trauma sexual en la primera sesión. Y siguiócon la línea del abuso sexual en las preguntas quehizo, en la interpretación de las respuestas, en elmodo en el que se discutieron los sueños, en los li-bros que recomendó. La pregunta importante quesurge es con cuánta frecuencia pueden darse estetipo de casos. A algunos profesionales les gustaríacreer que el problema de los psicoterapeutas dema-siado apasionados sucede a escala “muy pequeña”[Cronin, 1994]. Un estudio reciente entre psicólogoscon grado de doctorado indica que al menos lacuarta parte pudiera tanto albergar como estar invo-lucrado en ideas y prácticas cuestionables [Poole yLindsay, 1994]. Que esta clase de actividad pueda yde hecho dé lugar a falsos recuerdos parece que es yaalgo indiscutible [Goldstein y Farmer, 1993]. Queesta clase de actividad pueda crear falsas víctimas, asícomo dañar a las verdaderas, parece ser también in-discutible.

LOS RECUERDOS REPRIMIDOSEN LA SOCIEDAD MODERNA

¿Por qué en este momento está la sociedad norte-americana tan interesada en la represión y en sacar ala luz recuerdos reprimidos? ¿Por qué casi todo elmundo con el que se habla o bien sabe de alguiencon recuerdos reprimidos o de alguien a quien seacusa, o bien está muy interesado en el tema? ¿Porqué tantas personas se creen esas historias, inclusolas más extrañas, descabelladas e indignantes? ¿Porqué se oye tanto la expresión caza de brujas [Baker,1992; Gardner, 1991]? Por supuesto, caza de brujas esuna expresión que emplean montones de personasque se han visto frente a un grupo de acusadores[Watson, 1992].

Caza de brujas surge de la analogía entre las afir-maciones actuales y la fiebre de brujas de los siglosXVI y XVII, una analogía que varios analistas handestacado [McHugh, 1992; Trott, 1991; Victor,1991]. Como ha observado el prestigioso historiadorbritánico Hugh Trevor-Roper [1967], la fiebre euro-

■ Que esta clase de actividadpueda y de hecho dé lugar afalsos recuerdos parece queya es algo indiscutible

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pea de las brujas fue un fenómeno desconcertante.Según algunas estimaciones, entre los siglos XV yXVII, tan sólo en Europa se condenó y quemó porbrujería a medio millón de personas [Harris, 1974].¿Cómo sucedió eso?

Es una experiencia apasionante retroceder en eltiempo, guiados por Trevor-Roper, primero al sigloVIII, cuando la creencia en brujas se considerabaanticristiana y en algunos lugares se decretó la penade muerte para cualquiera que quemase a supuestasbrujas. En el siglo IX, prácticamente nadie creíaque las brujas pudieran causar mal tiempo y casitodo el mundo creía que lo de volar por la nocheera una alucinación. Pero, hacia el comienzo del si-glo XVI, hubo un giro radical. “Los monjes de fina-les de la Edad Media sembraron; los abogados delsiglo XVI segaron, y ¡menuda cosecha de brujasjuntaron!” [Trevor-Roper, 1967]. Países dondenunca se habían conocido brujas, estaban plagadosde ellas. Miles de mujeres mayores –y algunas jóve-nes– empezaron a confesar que eran brujas, que ha-bían hecho un pacto secreto con el Diablo. Segúndecían, por la noche se ungían con grasa del Diablo–hecha de la grasa de niños asesinados– y, así lu-bricadas, salían deslizándose por sus chimeneas,montaban en escobas y volaban grandes distanciaspara reunirse en lo que se llamaba el aquelarre. Unavez que llegaban hasta el aquelarre, veían a sus ami-gos y vecinos adorando al mismísimo Diablo. Al-gunas veces, éste se aparecía como un hombre bar-budo, negro y grande; otras, como una cabra apes-tosa, y otras, como un gran sapo. Sin importarcomo apareciese, las brujas se envolvían en orgíassexuales promiscuas con él. Aunque la historia po-día variar de bruja a bruja, la parte esencial era elDiablo y que las brujas eran sus agentes terrestresen la lucha por controlar el mundo espiritual.

Durante todo el siglo XVI, la gente creyó en esateoría, incluso aunque no aceptara todos los detallesesotéricos. A lo largo de dos siglos, el clero predicócontra las brujas. Los abogados las sentenciaron. Loslibros y los sermones advirtieron de su peligro. Se usóla tortura para extraer confesiones. En seguida, sehallaron agentes de Satanás por todas las esquinas.Los escépticos, bien fuera en las universidades, en lassillas de los jueces o en el trono real, fueron denun-ciados como si fueran ellos mismos brujas, llevándo-seles a la hoguera junto con esas mujeres mayores.Ante la ausencia de pruebas físicas –tales como unpuchero lleno de miembros humanos o un pacto es-crito con el Diablo–, fue suficiente la prueba cir-cunstancial. Dicha prueba no tenía que ser muy só-lida: una verruga, un lunar insensible que no san-grara cuando se pinchaba, ser capaz de flotar cuandose le arrojaba al agua, no derramar lágrimas, tenertendencia a mirar hacia abajo al ser acusado. Cual-quiera de estos indicios podía justificar el uso de latortura a fin de lograr una confesión –lo cual eraprueba– o la negativa a confesar –lo cual también

era prueba–, y justificaba incluso la torturas máscrueles y, por último, la muerte.

¿Cuándo terminó todo esto? A mediados del sigloXVIII, las bases para la locura empezaron a desapa-recer. Como Trevor-Roper [1967] expresó: “La ba-sura de la mente humana que, por medio de algúnproceso de alquimia intelectual y presión social, sehabía fusionado durante dos siglos en un sistemacongruente y explosivo se desintegró. Era otra vezbasura”.

Se pueden hacer varias interpretaciones de esteperiodo social de la historia. Trevor-Roper razonóque, durante las épocas de intolerancia, cualquiersociedad busca chivos expiatorios. Para la Iglesia ca-tólica de aquel periodo, y en particular para susmiembros más activos, los dominicos, las brujas fue-ron los chivos expiatorios perfectos; así que, con unapropaganda implacable, sembraron el odio contraellas. Los primeros colectivos a los que se etiquetófueron los inocentes grupos sociales inconformistas.Algunas veces, se les obligó a confesar mediante tor-turas insoportables –por ejemplo: el torno estrujabala pantorrilla y partía en trozos la espinilla; la viga al-zaba violentamente los brazos por la espalda; elariete, o silla de la bruja, suministraba un asiento depúas calientes para que se sentara la bruja–. Pero, al-gunas veces, las confesiones surgieron espontánea-mente, haciendo que su verdad pareciera inclusomás convincente a otros. Gradualmente, las leyescambiaron para hacer frente al aumento de brujas,

incluyendo leyes que permitían la tortura judicial.Hubo escépticos, pero muchos de ellos no sobre-

vivieron. Por lo general, trataron de cuestionar laverosimilitud de las confesiones, la eficacia de la tor-tura o la identificación de ciertas brujas. Tuvieronescaso impacto, según afirma Trevor-Roper, porquese centraban en lo periférico en vez de abordar loesencial: el concepto de Satanás. Si la mitología estáintacta, origina sus propias pruebas, que son difícil-mente refutables. Entonces, ¿cómo perdió fuerza esamitología que había perdurado dos siglos? Al final, secuestionó la idea del reino de Satanás. El estereotipode la bruja pronto empezó a desaparecer, pero no an-tes de que se hubiera quemado o colgado, o ambascosas, a decenas de miles de brujas [Watson, 1992].

Trevor-Roper ve esa fiebre de brujas como unmovimiento social, pero con extensiones individua-les. Se podían usar las acusaciones de brujería paradestruir enemigos poderosos o personas peligrosas.

■ Cualquiera de estos indiciospodía justificar el uso de latortura a fin de lograr unaconfesión –lo cual era prueba–o la negativa a confesar –lo cualtambién era prueba–

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Cuando un gran miedo se apodera de la sociedad, éstabusca el estereotipo del enemigo en su seno y le-vanta el dedo acusador. Argumenta el historiadorque, en tiempos de pánico, la persecución se ex-tiende desde el débil –mujeres mayores que por logeneral eran víctimas del odio popular– hasta elfuerte –jueces cultos o quien fuera que se resistiese ala locura–. Un indicio del gran miedo es la acusacióna la elite de la sociedad de estar confabulada con elenemigo.

¿Es justo comparar los casos modernos de recuer-dos reprimidos de abuso sexual en la niñez con la fie-bre de brujas de hace varios siglos? Existen algunosparalelismos, pero las diferencias son igualmente sor-prendentes. Desde el punto de vista de las similitu-des, algunas de las historias modernas se parecen re-almente a las de tiempos pasados –por ejemplo, bru-jas que se meten volando en las habitaciones–. Al-gunas veces las historias incluyen recuerdos de vidaspasadas [Stevenson, 1994] o adoptan un giro aúnmás extraño, el extraterrestre [Mack, 1994]1. Desdeel punto de vista de las diferencias, fíjense en los acu-sados y los acusadores. En la más vergonzosa caza debrujas de EE UU, hace trescientos años en Salem,Massachusetts, tres cuartas partes de los acusadosfueron mujeres [Watson, 1992]. Hoy, predominan-temente –aunque no siempre– son hombres. La ma-yoría de las brujas en Nueva Inglaterra eran mujerespobres de más de cuarenta años e inadaptadas so-cialmente, aunque más tarde se incluyeron hombres–con frecuencia los maridos de las brujas o sus hijos–y, después, se extendió hasta clérigos, comerciantesprominentes y cualquiera que tuviera un enemigo.

Hoy, los acusados son, por lo general, hombres depoder y éxito. La mayoría de las acusaciones de tiem-pos pasados era hecha por hombres, pero hoy la ma-yoría de las acusaciones procede de mujeres. El fenó-meno actual es más bien un movimiento del débilcontra el fuerte. Hoy, existe un gran miedo que ate-naza a nuestra sociedad y es el del abuso infantil. Ló-gicamente, deseamos descubrir a estos enemigos au-ténticos y levantar cada uno de nuestros dedos paraacusarles. Pero eso no significa, por supuesto, quetodo el que nos parezca un enemigo, toda personacon la que nos hayamos enemistado, deba ser eti-quetada así.

Trevor-Roper argumentó de modo convincenteque, durante la fiebre de brujas, los escépticos noconsiguieron hacer mucha mella en la frecuencia delas hogueras y quemas hasta que cuestionaron la cre-encia central en Satanás. ¿Cuál es la analogía denuestros días? Pudiera estar en alguna de las creen-cias más extendidas y apreciadas por los psicotera-peutas, como la creencia en todo el folklore de losrecuerdos reprimidos. La teoría de la represión hasido bien explicada por Steele [1994]. Es la teoríaque mantiene “que olvidamos sucesos porque sondemasiado terribles de contemplar. Que no podemosrecordar esos sucesos pasados por los procesos nor-males de hacer memoria, pero que los podemos re-cuperar con confianza con técnicas especiales. Queesos sucesos olvidados, desaparecidos de nuestraconsciencia, luchan por entrar de modo disimulado.Que los sucesos olvidados tienen la capacidad decausarnos problemas, aparentemente no relaciona-dos entre sí, en nuestras vidas, y que éstos se puedencurar al desenterrar y revivir el suceso recordado”.

¿Es ya hora de admitir que el folklore de la repre-sión es simplemente un cuento de hadas? La historiapuede ser atrayente, pero ¿qué hay de su relación conla ciencia? Por desgracia, está parcialmente refutada,parcialmente no verificada y es parcialmente inveri-ficable. Esto no quiere decir que todos los recuerdosrecobrados sean, por lo tanto, falsos. El escepticismoresponsable es el escepticismo sobre algunas afirma-ciones de recuerdos recobrados. No es el de un re-chazo indiscriminado de todas las afirmaciones. Al-gunas veces, las personas recuerdan algo que fue ol-vidado; tales olvidos y recuerdos no significan unarepresión y contrarrepresión, más bien significan quealgo de lo últimamente recordado pudiera reflejarmemorias auténticas. Se debe examinar cada casoindividualmente a fin de sondear la credibilidad,tiempo, motivos, sugestión potencial, pruebas yotros rasgos, para poder hacer una valoración inteli-gente de lo que significa cualquier producto de lamente.

EL CASO DE JENNIFER H.Algunos autores han presentado casos individualescomo prueba de que un torrente de traumas puedeser reprimido en masa. Los lectores deben tener pre-

[1] Jonh Mack detalla el rapto, por parte de extraterrestres, de treceindividuos con los que se experimentó sexualmente. Mackcree sus historias y ha causado impresión en algunos periodis-tas con su sinceridad y profundo interés por los raptores [Nei-mark 1994]. Sobre recuerdos de ovnis, Carl Sagan [1993] co-menta: “Hay un auténtico filón científico en las abduccionespor ovnis y extraterrestres, pero me parece que es claramentede origen terrestre”.

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sente que estas pruebas pudieran omitir informacióncrucial. Consideremos el caso, supuestamente blin-dado, de Jennifer H. que Kandel y Kandel (1994)presentaron a los lectores de la revista Discover comoejemplo de un recuerdo reprimido corroborado. Se-gún el relato de Discover, Jennifer era una música deveintitrés años que, durante la terapia, empezó a re-cordar que su padre le había estado violando desdelos cuatro hasta los diecisiete. A medida que emer-gían sus recuerdos, desaparecían sus ataques de pá-nico y otros síntomas. Su padre, un profesor de In-geniería Mecánica, negó cualquier abuso. Según Dis-cover, Jennifer le demandó, presentando en el juiciouna corroboración: la madre de Jennifer testificó quehabía visto al padre encima de la hermana de ca-torce años de Jennifer y que, una vez, había acari-ciado a una adolescente que cuidaba a los niños. Lahermana del acusado recordó que éste se había insi-nuado a chicas jóvenes. Antes de que este caso seconvierta en una leyenda urbana y se use comoprueba de algo de lo que podría no serlo, los lectorestienen derecho a saber más.

En junio de 1993, el caso de Jennifer contra supadre fue juzgado en el Tribunal de Distrito de Mas-sachusetts [Hoult v. Hoult, 1993]. Recibió ampliaatención por parte de los medios de comunicación[Kessler, 1993]. La transcripción del tribunal revelaque Jennifer, la mayor de cuatro hijos, empezó la te-rapia en el otoño de 1984 con un psicoterapeuta sinlicencia de Nueva York, por problemas con su novioy por un conflicto de lealtades desatado a causa deldivorcio de sus padres. Durante el año siguiente,aproximadamente, experimentó pesadillas recurren-tes de temas violentos, así como terrores que la man-tenían en vela. Su terapeuta practicó un método deterapia Gestalt, del que Jennifer describió una se-sión: “Empecé la misma cosa de cerrar los ojos y sen-tir tan sólo las sensaciones, sin dejarlas que pasarandeprisa. Y mi terapeuta tan sólo dijo: ‘¿Puedes veralgo?’… No podía ver nada… Y, entonces, de re-pente, vi el pilar tallado de la cama de mi habitacióncuando era niña… Y, entonces, vi a mi padre, lepude sentir sentándose cerca de mí en la cama, opri-miéndome mientras yo decía: ‘No’. Y él empezó a su-birme el camisón y… me tocaba los pechos con susmanos, luego entre las piernas, luego me tocaba consu boca… y, entonces, se fue todo. Fue como…cuando todo se queda estático en la televisión… Derepente, ¡puuuf!, se paró todo. Entonces, durante lasesión, abrí los ojos lentamente y dije: ‘Nunca supeque me pasó’”.

Más tarde, Jennifer tuvo recuerdos tan vívidosque incluso pudo sentir las sábanas arrugadas de lacama de su niñez. Recordó a su padre ahogándola yviolándola en el dormitorio conyugal cuando teníaunos doce o trece años. Recordó que su padre leamenazó con pegarle con la caña de pescar en elcuarto de estar a los seis o siete años. Que la habíaviolado en el sótano cuando estudiaba en el insti-tuto. La violación acabó cuando su madre les llamópara que fueran a comer. Recordó que su padre la ha-bía violado en casa de sus abuelos también cuandoestudiaba en el instituto, mientras toda la familia es-taba cocinando y los niños estaban jugando. Que supadre le amenazó con rajarle con un abrecartas, po-niéndole un cuchillo de cocina en el cuello. Recordóque, cuando tenía unos trece años, la persiguió portoda la casa con cuchillos, tratando de matarla.

Jennifer también recordó un par de sucesos queinvolucraban a su madre. Recordó una ocasión en laque había sido violada en el cuarto de baño y habíaido sangrando a donde su madre envuelta en una to-alla. Recordó otro incidente en el que su padre la es-taba violando en el dormitorio conyugal y su madrese acercó a la puerta y dijo: “David”. Entonces, élparó de violarla y salió para hablar con su madre. Lamadre de Jennifer dijo que no recordaba ninguno deesos sucesos o abuso sexual alguno. Un perito quetestificó a favor de Jennifer dijo que era común enlos casos de incesto que las madres ignoraran las se-ñales del abuso.

En el transcurso de su recuperación de recuerdos,Jennifer se unió a numerosos grupos de personas quehabían sufrido experiencias de abusos sexuales. Leyólibros sobre abuso sexual. Leyó artículos periodísti-cos. Se puso en contacto con legisladores. Pasó añoshaciendo terapia. Escribió cartas sobre su abuso. Enuna de ellas, escrita al presidente de la Escuela Su-perior Barnard el 7 de febrero de 1987, dijo: “Soyuna víctima de abusos incestuosos por parte de mipadre y de abusos físicos por parte de mi madre”. Enotra carta a su amiga Jane, escrita en enero de 1988,habló acerca de su terapia: “Bueno, mis recuerdos sa-lían… cuando me sentaba y concentraba en mis sen-saciones en lo que llamaba ejercicios de visualiza-ción, ya que intentaba visualizar lo que sentía o sercapaz de meter en mis ojos lo que podía ver”. Le ha-bló a Jane sobre su terapia Gestalt: “En la terapiaGestalt, se permite que las subpersonalidades tomencontrol, conversen entre ellas y resuelvan felizmentesus conflictos. Cada personalidad tiene una silla di-ferente y, cuando una nueva empieza a hablar, el in-dividuo se convierte en la personalidad de eseasiento. Suena extraño y lo es. Pero también es unviaje increíble por uno mismo. He llegado a recono-cer universos indecibles dentro de mí misma. Mu-chas veces, cuando se están peleando unos contraotros, se parece a una batalla cósmica”.

En una misiva escrita el 11 de enero de 1989 aotra víctima de violación, dijo que su padre la había

■ El escepticismo responsableno es el de un rechazoindiscriminado de todas lasafirmaciones

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violado unas tres mil veces. En otra, fechada el 30 deenero de 1989, escribió: “Por debajo de todo eseadorno brillante, estaba mi padre, quien me violabacada dos días. Mi madre sonreía y fingía no saber quédemonios estaba pasando y, probablemente, mi papáabusaba también de mis hermanos”. En otra, escritael 24 de Abril de 1989 a la revista Mother Jones, dijoque había sobrevivido a cientos de violaciones por supadre.

Antes de octubre de 1985, Jennifer testificó queno sabía que su padre le hubiera introducido algunavez su pene en la vagina o que le hubiera metido supene en la boca, o bien que él pusiera la boca en suvagina. Pagó a su terapeuta 19.239,59 dólares paraadquirir dicho conocimiento.

Resumiendo, Jennifer informó de que había su-frido abusos por parte de su padre desde los cuatrohasta los diecisiete años, quien había abusado de ellacientos, si no miles de veces, incluso aunque no pu-diera recordar todos los casos. Que esto sucedió, enalgunas ocasiones, con muchos familiares en las cer-canías y, en otras, con la implicación de su madre; yque enterró dichos recuerdos hasta que tuvo veinti-cuatro años, cuando supuestamente empezaron aemerger. Nadie había visto nada.

Éstos son algunos de los hechos que los Kandelomitieron en su artículo. Jennifer estuvo en el es-trado durante casi tres días. Tuvo a expertos que di-jeron que creían que sus recuerdos eran reales. Apa-rentemente, estos expertos no estaban al tanto o noestaban dispuestos a hacer caso de las advertenciasde Yapko [1994] sobre la imposibilidad, sin corrobo-raciones independientes, de distinguir la realidad delo inventado y que los síntomas, por sí mismos, nopueden establecer la existencia de abusos pasados.En el juicio, el padre de Jennifer testificó duranteuna media hora [Kessler 1993b]. ¿Cuánto tiempo senecesita para decir: “Yo no lo hice”? Curiosamente,sus abogados no presentaron ningún testigo repu-tado o testimonio experto, al parecer creyendo–erróneamente– que la inverosimilitud de los recuer-dos sería suficiente. Un jurado de Massachusettsconcedió a Jennifer el derecho a una indemnizaciónde 500.000 dólares

CONSEJO BUENO Y MALO

Muchos de nosotros tendríamos serias reservas sobrela clase de actividades terapéuticas en las que se vioenvuelta Jennifer H. y la clase de terapia practicadapor la terapeuta del sudoeste que trató a la pseudo-paciente Ruth. Incluso personas a favor de las me-morias recobradas, como Briere [1992], estarían deacuerdo. Después de todo, Briere ha dicho clara-mente que, “por desgracia, parece que un número declientes y terapeutas se sienten impulsados a sacar ala luz y confrontar todo posible recuerdo traumá-tico”. Briere advierte que un esfuerzo prolongado eintenso por hacer que el cliente saque todo el mate-rial traumático no es una buena idea, ya que, con fre-

cuencia, va en detrimento de otras tareas terapéuti-cas como el apoyo, la reafirmación, la ayuda a olvi-dar y la comprensión emocional.

Algunos argumentarán que la exploración enér-gica de recuerdos de abusos sexuales enterrados esaceptable, puesto que se ha estado haciendo desdehace mucho tiempo. En realidad, pensar que hacerlas cosas del modo que siempre se han hecho es algoexcelente, es tener una mente tan cerrada y peli-grosa como un paracaídas que funciona mal. Ya eshora de que se reconozca que los peligros de la crea-ción de recuerdos falsos son endémicos para la psi-coterapia [Lynn y Nash 1994]. Campbell [1994]hace referencia a Thomas Kuhn cuando argumentaque el paradigma existente -las teorías, los métodos,los procedimientos- de la psicoterapia pudiera no serpor más tiempo viable. Cuando esto sucede en otrasprofesiones, se impone una crisis y la profesión debeemprender un cambio de paradigma.

Pudiera haber llegado la hora de ese cambio deparadigma y de una exploración de técnicas nuevas.Como poco, los terapeutas no deberían permitir queel trauma sexual eclipsara otros sucesos importantesen la vida del paciente [Campbell 1994]. Quizáshaya otras explicaciones para los síntomas y proble-mas que el paciente tenga. Los buenos terapeutaspermanecen abiertos a hipótesis alternativas. Porejemplo, Andreasen [1998] insta a los médicos a queestén abiertos a las hipótesis de anomalías neuroquí-micas como causa de un amplio abanico de desórde-nes mentales. Incluso psiquiatras expertos en el usode fármacos envían a veces a sus pacientes a los neu-rólogos, endocrinólogos y urólogos. Para problemasmentales no tan graves, podríamos hallar, tal comolo hicieron los médicos antes de la aparición de an-tibióticos potentes, que éstos son como muchas in-fecciones: autolimitantes, siguen su curso y entoncesterminan por sí mismos.

Cuando se trata de enfermedades graves, una pre-gunta que mucha gente hace a su médico es:“¿Cuánto tiempo me queda?”. Tal como Buckman ySabbagh [1993] han señalado acertadamente, ésta esuna pregunta difícil de contestar. Los pacientes quereciben una respuesta estadística se sienten con fre-cuencia enfadados y frustrados. Sin embargo, unarespuesta no concreta es, con frecuencia, la verda-dera. Cuando un paciente de psicoterapia preguntapor qué está deprimido, el terapeuta que se abstienede dar una respuesta errónea, por frustrante que el si-lencio pueda ser, está probablemente actuando máscerca de los mejores intereses para el paciente. Igual-

■ Ya es hora de que se reconozcaque los peligros de la creaciónde recuerdos falsos sonendémicos para la psicoterapia

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mente, sanadores no tradicionales que, en compara-ción con los médicos tradicionales, dan a sus pa-cientes una seguridad injustificada y un exceso deatención pueden hacer que el paciente se sienta mo-mentáneamente mejor, pero al final pueden no estarayudándole en absoluto.

La mala terapia que se basa en la mala teoría escomo un aceite muy espeso que, en vez de lubricar,puede fastidiar los engranajes, ralentizándolos y ca-lentándolos. Cuando lo que se ralentiza y calientason los engranajes mentales, partículas perdidas derecuerdos falsos pueden, por desgracia, quedarseatascadas dentro.

Para que no se estropeen los engranajes, Byrd[1994), y Gold, Hughes y Hohnecker [1994] hanofrecido un consejo constructivo: céntrate en mejo-rar el funcionamiento en vez de en descubrir recuer-dos enterrados. Si es necesario recuperar recuerdos,no contamines el proceso con sugerencias. Evita losprejuicios personales. Ten cuidado con el uso de lahipnosis en la recuperación de recuerdos. No pro-muevas una terapia por libros ni en grupo hasta queel paciente tenga una seguridad razonable de que elabuso sexual sucedió realmente. Se debería fomentarel desarrollo y la valoración de otras terapias de con-ducta y farmacológicas que minimicen la posibilidadde falsos recuerdos y falsos diagnósticos.

En vez de detenerse demasiado en los sufrimien-tos de la niñez y buscar un trauma sexual durante lamisma como causa, ¿por qué no emplear algúntiempo en hacer algo totalmente diferente? To-mando prestado el excelente consejo de John Gott-man [1994] sobre cómo hacer que tu matrimoniotenga éxito, se podría recordar a los pacientes que lossucesos negativos en sus vidas no anulan totalmentea los positivos. Anima al paciente a que piense sobrelos aspectos positivos de la vida, aunque sea hoje-ando un álbum de fotos de vacaciones y cumpleaños.Imagínate a los pacientes como arquitectos de suspensamientos y ayúdales a construir unas habitacio-nes felices. El vaso medio vacío también está mediolleno. Gottman reconoce que se necesita cierta basereal para los pensamientos positivos, pero en muchasfamilias, como en muchos matrimonios, tal baseexiste. Campbell [1994] ofrece un consejo parecido.Cree que los terapeutas deberían animar a sus clien-tes a recordar algunos aspectos positivos de sus fami-lias. Un terapeuta competente contribuirá a queotras personas apoyen y ayuden al cliente, ayudandoa éste a que dirija sus sentimientos de gratitud haciaesas personas importantes.

COMENTARIOS FINALES

Vivimos en una cultura de acusación. Cuando setrata de abusos deshonestos, casi siempre se consi-dera al acusado culpable nada más ser acusado. Al-gunas afirmaciones de abuso sexual son tan creíblescomo cualquier otro informe basado en recuerdos,pero otras quizá no. Por lo tanto, no todas las afir-

maciones son verdaderas. Tal como expresó Reich[1994]: “Cuando aceptamos informes de memoriasrecuperadas sin cuestionarlos nada y cuando, contoda tranquilidad, decidimos que son tan buenoscomo nuestros recuerdos comunes, alteramos total-mente el significado de la palabra memoria”. Elaceptar sin crítica alguna cada una de las afirmacio-nes de recuerdos recuperados de abuso sexual, sinimportar cuán extrañas sean, no es bueno para na-die; ni para el cliente, ni para la familia, ni para laprofesión de la salud mental, ni para la preciosa fa-cultad humana de la memoria. Y no olvidemos unaconsecuencia trágica final de aceptar con exageradoentusiasmo cualquier supuesto recuerdo recuperado:estas actividades con toda seguridad restan impor-tancia a los recuerdos genuinos de abuso y aumentanel sufrimiento de las víctimas reales que desean ymerecen, más que cualquier otra cosa, tan sólo quese las crea.

Necesitamos hallar modos de educar a la genteque presupone saber la verdad. En especial, necesi-tamos llegar a esos individuos que, por alguna razón,se sienten mejor después de haber llevado a susclientes –probablemente sin darse cuenta– a creerfalsamente que miembros de su familia cometieronalguna maldad terrible. Si la verdad es nuestra meta,entonces la búsqueda del mal debe ir más allá de sen-tirse bien, e incluir normas de imparcialidad, la cargade la prueba y la presunción de inocencia. Cuandorelajamos nuestra postura sobre estos ideales, corre-mos el riesgo de regresar a los tiempos en los que se-res humanos buenos y morales llegaron a conven-cerse de que creer en el Diablo era la prueba de suexistencia. En vez de eso, deberíamos armarnos detoda la ciencia que podamos hallar a fin de detenera un reverendo Hale –de la película The crucible–que, si viviera ahora, todavía estaría diciendo a todoaquél que le quisiera escuchar que había visto “prue-bas espantosas” de que el Diablo estaba vivo. ¡Insis-tiría todavía que siguiéramos adonde fuera que “eldedo acusador apuntara”!

ELIZABETH LOFTUS es profesora de Psicología de la Uni-versidad de Washington y preside actualmente la SociedadAmericana de Psicología. Autora de dieciocho libros y más detrescientos artículos científicos, este texto está basado en la po-nencia que presentó en la Conferencia del CSICOP de 1994,se publicó originalmente en The Skeptical Inquirer y se reproducecon autorización.

Versión española IÑAKI CAMIRUAGA.

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EEl Arzobispado de Turín ha sor-prendido a la afición con una

noticia que da un vuelco a la ac-titud que la Iglesia había venidomanteniendo durante la últimadécada en relación con la sábanasanta (o no tanto). Las declara-ciones del arzobispo Severino Po-letto abren la posibilidad de quesobre la tela se realicen nuevosanálisis científicos a fin de revisaraquello que ya había quedadoperfectamente demostrado a raízde la prueba del carbono 14 de1988, a saber, que la sábana encuestión es de fabricación medie-val.

Es una lástima que la utiliza-ción de la palabra ciencia en estecaso no sea más que una arti-maña. No se trata de profundizaren el conocimiento histórico deun objeto interesante, ni de re-producir la experiencia de 1988 afin de verificarla o refutarla, no.Lo que se esconde tras el anuncioparece más bien una concesión alrevisionismo de los grupos sindo-nológicos ultramontanos que,desde que la famosa prueba delC14 tiró por tierra sus esperanzas,no han parado de intentar negarlos molestos resultados de lamisma, a base de inventar las másrocambolescas explicaciones adhoc, cuando no aplicando con en-tusiasmo las máximas de la pro-paganda totalitaria de “calumnia,que algo queda” y de “toda men-tira repetida lo suficiente setransforma en una verdad”.

A decir verdad, no todos lossindonólogos se han apuntado aldudoso carro de la calumnia.Pero sí unos cuantos, los más re-calcitrantes, siguiendo el caminoabierto por el biógrafo de JuanPablo II, Vittorio Messori, insis-ten una y otra vez en que en la

prueba hubo trampa, en que nose respetaron los protocolos, enque Michael Tite –director dellaboratorio del Museo Británico–se dejó llevar por su codicia y suansia de gloria mundana, y encuanto veneno se les ocurre des-tilar sobre personas honradas yprobados científicos con tal de noadmitir la evidencia: en 1988,tres prestigiosos laboratorios deTucson, Oxford y Zurich realiza-ron unos análisis a instancias dela Iglesia, y sus resultados coinci-dentes pusieron de manifiestoque la sábana, de fabricación me-dieval, no era santa.

A la mentira repetida, sí quese apuntaron todos desde el prin-cipio y lo curioso es que se siguenapuntando, aun después de quehasta los sindonólogos más pues-tos en la materia rechazasen porfalsos los resultados de un pre-sunto experimento realizado porDmitri Kouznetsov. Afirma ésteque el resultado de la prueba delC14 no es fiable y que la dataciónproporciona una fecha errónea,debido a que los procesos quími-cos provocados por un incendioacaecido en 1532 habrían produ-cido un incremento de C14 enlas fibras del tejido, lo que, lógi-camente, se traduciría en una fe-cha mucho más reciente que lareal. En los ambientes sindonoló-gicos, no se para de citar el expe-rimento de Kouznetsov, quien,según la versión más extendida–tomada de una página web dedi-cada a la exaltación del catoli-cismo más integrista (http://per-sonal5.iddeo.es/magolmo/toco-mocho.htm)–, “ocho años des-pués de los tan cacareados análi-sis de Tucson, Oxford y Zurich,enviaba un trozo de tela del sigloI al laboratorio de Tucson (Ari-

zona, EE UU). Su datación re-sultó estar comprendida entre elaño 100 aC y el 100 dC. Trasello, introdujo este tejido en unaurna de plata, simuló un incendiosimilar al que se vio sometida lasábana santa de Turín y volvió aenviar la tela al mismo laborato-rio de Tucson para su análisis. Elnuevo análisis situaba la tela enel siglo XIV”.

De nada vale que el laboratoriode Tucson niegue haber realizadolas pruebas que pregonan los sin-donólogos, ni que los científicosde dicha insitutición hayan publi-cado, en el mismo número deJournal of Archaeological Science enel que el científico ruso presentó suinforme, un artículo de réplica enel que, además de rebatir sus ex-plicaciones, señalaban que habíanreproducido el experimento sinque se diesen los resultados postu-lados, todo lo cual indicaba unevidente fraude. De nada parecenhaber servido tampoco los fracasa-dos intentos de reproducción delexperimento llevados a cabotanto por instituciones científicas–como el laboratorio de C14 de laUniversidad de Oxford– comopor, al menos, dos sindonólogoscientíficamente honrados. La falsahistoria del experimento de Kouz-netsov sigue germinando y expan-diéndose en el favorable medio dela credulidad sin que la evidenciasea capaz de cortar el fraude, lle-gando a infiltrarse en medios y pu-blicaciones que en otros aspectospresentan una notable calidadcientífica, como la publicaciónfrancesa Dossiers de l’Archéologie,cuyo redactor jefe parece habersido seducido por el creacionismocientífico.

A esta falsa historia parece re-ferirse monseñor Giuseppe Ghi-

el circo paranormal

La Iglesia sigue lavando la falsaimagen de la sábana de Turín

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42el escéptico (Verano 2000)

berti, matizando las declaracio-nes del arzobispo Poletto, al decirque “las preocupaciones expresa-das por una parte del mundocientífico acerca de la datación,que podría haber sido afectadapor las desgracias y tribulacionesde la sábana a lo largo de los si-glos, y en particular el calor de losincendios, podrían afectar tam-bién a cualquier nueva prueba”,por lo que “las futuras pruebaspara datar la sábana sólo seránautorizadas cuando el métodohaya sido previamente aclarado”.

No deja de ser un síntomapreocupante que el nuevo arzo-bispo de Turín se decida ahora adar crédito a las falsas investiga-ciones de Dmitri Kouznetsov, uncientífico que, además de habersido descubierto en fraude en elcaso de la sábana, ha protagoni-zado otras historias peculiares–fue desacreditado por sus antañocolegas creacionistas debido alempleo de citas falsas en susobras– y que, tras su estancia enla cárcel de Connecticut por unasunto turbio relacionado conirregularidades bancarias, ha des-aparecido sin dejar rastro.

Pero, a pesar de lo que cientí-ficos y escépticos de todo pelajepodamos opinar, la sábana de Tu-rín no para de hacer milagros. Elúltimo se produjo el pasado 25 demayo durante la emisión del pro-grama Crónicas Marcianas. En él,

ante un condescendiente Sardá ysin ningún tipo de contrapuntoracional, los profesionales de loraro-y-a-ser-posible-falso JavierSierra y Julio Marvizón desgrana-ron uno tras otro todo el arsenalde tópicos acumulados durantedécadas, en una completa antolo-gía de argumentos rebuscados quesuponen lo más granado y reac-cionario de este rancio correlatolatino del creacionismo científicoque es la sindonología. Entreellos, cómo no, el falso experi-mento de Kouznetsov, presen-tado como si fuera bueno. Hastaahí, todo normal. Pero, de re-pente, Marvizón se zambulló delleno en una demostración de so-brenatural paranormalidad: nosinformó de que Willard Libby,“creador del método del carbono14”, había hecho severas críticasal proceso seguido en la dataciónde 1988 y se había unido al corode beatíficas voces que denun-cian la falsedad de la dataciónmedieval.

¡Milagro! ¡Milagro! Ya no setrata de que Libby hubiese dicholas tonterías que Marvizón le atri-buyó, lo cual habría sido por símismo un hecho extraordinarioexigente de pruebas extraordina-rias. Lo milagroso, lo auténtica-mente milagroso, es que Libby,ante la invocación de Marvizón,se levantó de su tumba para criti-car unas dataciones de 1988, rea-lizadas ocho años después de sufallecimiento en 1980. Pero éstosy no otros son nuestros prodigio-sos profesionales de la paranor-malidad.

Sí, señores escépticos, mentescerradas. Aunque no lo crean, in-vocando a la sábana santa, JavierSierra y Julio Marvizón dijeron:“¡Libby, levántante y anda!”. YLibby, obediente, “se levantó yandó”. Y Sardá, sin enterarse. Niellos tampoco, por supuesto. Asíestá el patio. Jodidos andamos,como en el chiste. Pero, en estecaso, sin maldita la gracia.

JOSÉ MARÍA BELLO

Los primitivoshabitantes deCanarias y elOriente misterioso

CCada cierto tiempo, sobre todoen verano, cuando parece que

la afluencia de noticias es menorque el resto del año, los mediosde comunicación intentan llenarespacio y tiempo sacando a la luztoda suerte de curiosidades, algu-nas ya bastante conocidas. Du-rante el periodo estival, los miste-rios llaman a la puerta de laprensa, como Georgie Dann a lade la radio o Verano Azul a la dela parrilla de TVE. Así pues, nosorprende que Antena 3 NoticiasTenerife diera cierta cobertura–no sin cierta sorna, eso sí– a unode estos cuentos de una noche deverano que hacía referencia a unahipótesis sobre el origen de losaborígenes canarios.

Ciertamente, el tema es bas-tante recurrente, pero no así lateoría que lo retoma, que abogapor un origen no bereber –el másaceptado– ni, entrando en el te-rreno de la especulación, fenicioo cartaginés o, pasando por lafantasía más extendida, atlante;sino uno completamente dife-rente y doblemente sorprendentepor lo inesperado y alejado, geo-gráficamente hablando: China.Efectivamente, los coloquial-mente llamados guanches llega-ron a las islas afortunadas desdelos remotos confines del CelesteImperio, merced a la pericia ma-rinera de sus habitantes, a los queel autor de la teoría, el físico y au-gur de desastres naturales variosGuillermo Rodríguez, consideralos mayores viajeros de la anti-güedad. Las pruebas que susten-tan esta hipótesis parecen ser bá-sicamente lingüísticas: el vocabloguanche vendría de la denomina-ción de la región conocida comoWan Chi, y Canarias no sería lareferencia latina a tierra de canes,sino la oriental a tierra cenicienta

el circo paranormal

Willard Libby.

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(Verano 2000) el escéptico43

–por aquello del origen volcá-nico–, por citar sólo dos ejem-plos. Pero no crean ustedes que elbuen señor se para ahí. Los chi-nos, que, amén de grandes viaje-ros, debieron ser los primeros enreconocer aquello de que Españaes diferente y venir a hacer tu-rismo, también se establecieronen el País Vasco, según se des-prende de la traducción china deEuskadi, que vendría ser la puertade Europa. De modo que canariosy vascos compartirían un pasadocomún en el poderoso dragónchino.

Eso sí, al margen de estas simi-litudes lingüísticas, el autor, detan sigular hipótesis no pareceaportar nada más: quedan fueracuestiones geográficas, étnicas,históricas o puramente lógicas.Pero el lector avispado ya sabeque eso de las pruebas nunca hasido problema para quien arde endeseos de demostrar algo, aunquea los atribulados chinos les cos-tará trabajo hacerse un hueco enel banquillo de quienes reclamanla paternidad de canarios y vas-cos, que son muchos, variados ymal avenidos. Culminaba el ex-perto recomendando –es de supo-ner que en broma–, a los que an-siaban tener en Canarias unidioma propio, que acogierancomo tal el chino.

Guillermo Rodríguez es relati-vamente popular en Canarias porlas diversas predicciones de de-sastres naturales que ha realizadoa lo largo de muchos años, resal-tando para quien estas líneas es-cribe la de un temporal de lluviasque azotaría en el invierno de1983 el valle de Aridane, en LaPalma, y que provocó el saqueo delos supermercados locales a lacaza y captura de alimentos deprimera necesidad. Lo único quellegó al final fue una ola de calory polvo africano, y es que no sepuede acertar siempre. Por siacaso, uno empieza a dar porbuena la canción del grupo localSoul Sanet que dice aquello deque “aquí (en Tenerife), donde

yo nací, se pelea como BruceLee”, porque, parafraseando al FuManchú, el mundo volverá a sa-ber de esto.

LUIS JAVIER CAPOTE PÉREZ

El niño-batata yel ‘hombre de loscaramelos’

UUno de mis vicios ocultos favo-ritos es leer prensa paranor-

mal mientras viajo en tren. Nome pregunten por la causa de se-mejante afición, por favor. El casoes que estaba ojeando el númerode mayo de la prestigiosa y seria re-vista Más Allá cuando, en la pá-gina 15, me encuentro con estenotición: “Convertido en... ¡ba-tata! Sucedió en una escuela deBorno, Nigeria. Tres alumnosacudieron desesperados al despa-cho de la directora para decirleque, tras aceptar una golosina deun extraño, uno de sus compañe-ros se había convertido en... ¡ba-tata! Cuando ella fue al lugar delos hechos, encontró, en efecto,un tubérculo, que ahora estásiendo analizado. De momento, laPolicía investiga el caso”.

Después de mirar y remirar larevista para cerciorarme de queno estaba leyendo la sección dehumor o de que no se me habíatraspapelado una página de ElJueves, tuve que aceptar que aque-

llo era presentado como una noti-cia de verdad. Un niño transfor-mado en batata. ¿Se dan cuenta?Batata: Ipomoea batatas, familiaconvolvuláceas. O sea, un bo-niato. Y todo causado por el mis-terioso hombre de los caramelos, te-rror urbano de nuestra infanciaque, no contento con limitarse aengancharnos a horribles drogas oinocularnos enfermedades treme-bundas, ahora se dedica a trans-formar a los niños en boniatos. Ylo serio que parece todo en la no-ticia: la directora que se desplazaal “lugar de los hechos”, el análi-sis –¿autopsia?– del niño-boniatoy la Policía que investiga el caso,eso sí, sólo “de momento”.

Y habrá que ponerle un nom-bre a este nuevo fenómeno para-normal, uno de esos tecnicismos alos que son tan aficionados nues-tros amigos los magufos. No sé...yo sugeriría boniatogénesis, que re-cuerda a fantasmogénesis; peroquizá sea más apropiado boniato-morfosis, que describe mejor elasunto. O, mejor aún, boniatomor-fosis inducida, que es como másclínico. Y habrá que estudiar se-riamente el tema, que es de la ma-yor gravedad: ¿quién es este hom-bre de los caramelos?, ¿por qué semanifiesta en todo el mundo ydesde hace siglos?, ¿es un extrate-rrestre?, ¿un hombre de negro?,¿está la CIA en el ajo?, ¿hay unaconspiración de silencio paraocultar la realidad de las boniato-morfosis inducidas? ¡Exijo a Javier

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Sierra que este asunto sea tema deportada de un próximo númerode su revista!

Dejando a un lado el cachon-deo –no hay otra forma razonablede abordar esto–, el asombro melleva a preguntarme cómo es posi-ble que álguien pueda presentaruna historieta tan burda como unanoticia y quedarse tan tranquilo.¿Cómo se puede pretender quenos tomemos en serio los conteni-dos de una revista que plantea laposibilidad de que un ser humanohaya sido transformado en un tu-bérculo? Señor Sierra, un consejo:desplácese a su videoclub favoritoy alquile El ataque de los tomatescaníbales. Al lado de su revista, esapelícula es un documental de Na-tional Geographic.

JULIO ARRIETA

Benítez oye ‘voces’

CCuando llegó a mis manos, suportada me hizo creer en un

primer momento que estaba anteel típico panfleto de la Iglesia deCienciología. Pero no. Se tratabadel último libro de Juan José Be-nítez, la más delirante –hasta elmomento, que nadie se confíe–de las obras del autor navarro. Al

fin libre es la demostración en 89páginas de que el creador de Ca-ballo de Troya será siempre capazde sorprendernos a quienes cree-mos que ha llegado al techo deldisparate.

“Quizá no lo sepa –dice la pu-blicidad de la contraportada–,pero hay otro J.J. Benítez. Ademásdel investigador y narrador, hayun J.J. Benítez que pinta con laspalabras. Un buzo audaz e incan-sable de las profundidades huma-nas. Un alpinista de la Verdad. Unalquimista del pensamiento y unRobin Hood de la esperanza”. Va-mos, que no nos habíamos ente-rado y estamos ante un gigante dela filosofía que, en este libro, “daun triple salto mortal sobre símismo y cae, de pie e impecable,sobre la muerte. Nadie, hasta hoy,se atrevió a quitarle la máscara aesa gran desconocida. Si ustedteme a la muerte, atrévase con elotro J.J. Benítez. Este cruzado, estecapitán Trueno de lo imposible, lehará libre...”.

¿Qué nos revela el escritor enel libro? Nada que se correspondacon el rimbombante párrafo ante-rior. El contenido de Al fin libreparece salido de un parvulario,aunque el autor se lo atribuya acomunicaciones recibidas de supadre tras su muerte a comienzosdel verano de 1999. Dieciocho

charlas que son variaciones delmismo guión memo de los mensa-jes del más allá de los médiums ode los de los extraterrestres quetanto han marcado a Benítez,quien ahora atribuye a su falle-cido padre una colección de sim-plezas que van desde la concep-ción clásica de un Dios bonda-doso que no ha creado el infiernohasta la adaptación del credo re-encarnacionista como un caminode superación que se plasma en elnacimiento del sujeto en mundoscada vez más espirituales, pasandopor la confirmación del escritorcomo uno de los elegidos: “Dios tetiene un especial cariño. Y yoahora me siento feliz y orgullosopor ello”, escribe poniendo las pa-labras en boca de su fallecido pa-dre.

Este libro no desdramatiza lamuerte, por mucho que lo digaBenítez. Al contrario. La rodea deun halo terrorífico. A mí, por lomenos, me da pánico el conoci-miento que le ha sido transmitidoal ufólogo desde el más allá: sifuera cierto, demostraría que,aunque hubiera otra vida tras lamuerte, la inteligencia se con-vierte en polvo. Sinceramente, apesar de mis limitaciones, tengoun especial afecto a mis neuronas.Por eso, además de por el carreróndel autor, no me creo de ningunade las maneras que la voz que diceBenítez que escuchó durante unatemporada fuera la de su desapa-recido progenitor, aunque no seréyo el que niegue que el escritoroye voces.

L. A. G.

44el escéptico (Verano 2000)

el circo paranormal

ERNESTO J. CARMENA

Juan José Benítez.

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(Verano 2000) el escéptico45

EEl mundo de lo paranormal vive encerrado enun bucle –no sé si melancólico o no– que lehace volver una y otra vez sobre los mismos

temas. Uno podría pensar que las luminarias de lomisterioso podrían dedicarse a revisar los viejosmisterios expurgando errores, añadiendo nuevosdatos y formulando teorías que aclarasen los asun-tos en cuestión. Desgraciadamente, esto no es así.

Cuando uno hojea las revistas del sector, sienteuna inevitable sensación de dejà vu –“he leído estoantes”– que le lleva a cerciorarse, por la fecha deportada, de que no le han vendido un ejemplar dehace quince años. Lo que el lector se encuentra enestas revistas son las mismas viejas historias queleyó hace tiempo. Tal como eran entonces. Olví-dese de encontrar refutaciones razonadas a afirma-

¿Son necesarias la mística solar, la cábala y el Bafomet para que lahistoria de estos monjes guerreros resulte cautivadora? Creo que no

JULIO ARRIETA

Templarios con teléfono móvil

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46el escéptico (Verano 2000)

ciones especulativas del pasado: se va a volver atopar con ellas tal cual eran. En todo caso, adere-zadas con algún dato nuevo de relleno. Los viejosmisterios siguen siendo misterios, no sé si porqueno aparecen otros nuevos o porque los viejos sir-ven igualmente para deslumbrar a los lectorespoco críticos. No importa si hay una explicaciónrazonable: en el mundo de lo paranormal, la hipó-tesis más lógica es la menos probable, en una espe-cie de mundo al revés.

Por eso nos encontramos en los quioscos conviejos conocidos: los templarios asoman en la cu-bierta de la revista Más Allá, eso sí, ahora con telé-fono móvil. Y es que los templarios están entre nos-otros otra vez, igual que lo estuvieron con Gérardde Séde y Louis Charpentier en su día. Estos aven-tajados discípulos de Pauwels y Bergier recuperaronpara la moda esotérica a esta peculiar orden que fuemuy del gusto de esoteristas de los siglos XVIII yXIX, burgueses de bien con pretensiones nobilia-rias que se apuntaban a cualquier neo-orden de úl-tima hora con tal de lucir espadín y recibir trato ca-balleresco. Cuanto más oculto, jerárquico y rim-bombante fuese el conventículo, mejor.

Los neotemplarios actuales son dignos sucesoresde sus antecesores del siglo pasado: son uno de esosgrupos peculiares y risibles. Rosacruces, templarios,polares... Reúnase un grupo de inquietos y aburri-dos señorones de ciudad, cómprense unas capas,monten una capillita en un piso, si se puede mejorutilicen una ermita medieval –si es octogonal, setoca ya el cielo–, invéntense cualquier simbolismoesotérico ritual y... ¡hala, a disfrutar!

Estos movimientos, tan decimonónicos, gozande una más que buena salud desde los años 50, so-bre todo gracias a esa literatura que los historiado-res franceses denominan histoire poetique; o sea, his-toria esotérica, heterodoxa o como prefieran. Lapopularización del tema vino de la mano de losbrujos de Pauwels y Bergier. De Sede y Charpen-tier, sobre todo este último, echaron leña al fuego.Aquí, en España, tenemos nuestros propios espe-cialistas: Atienza, De Frutos, Nolla y, en otro nivel,

Sánchez Dragó... Los neotemplarios actuales adap-tan los simbolismos que estudian estos autores y losutilizan para sus entretenimientos dominicales ysus francachelas nocturnas y encapotadas. Místicasolar, bafomets, pentáculos, iglesias octogonales, eltemplo de Salomón, la Gran Obra, patas de oca...Añadan cualquier cosa con tufillo esotérico medie-val, que seguro también valdrá. Todo es bueno parala coctelera, y el convento siempre está abiertopara las donaciones.

Ellos, los neotemplarios adeptos, siempre afir-man que su respectivo conventículo es el genuinoheredero de los rudos caballeros medievales. Ha-blarán de estatutos secretos, de documentos revela-dores, de transmisión de contenidos simbólicosbajo mano, en tinieblas y a través de los siglos. Porsupuesto, ningún historiador ha visto nunca pape-lote alguno que demuestre todas estas pretensioneslegitimistas. Ningún medievalista se ha topadonunca con el Priorato de Sión, supuesta orden se-creta que manejaba los ocultos intereses esotéricosde los templarios.

Muchos de los autores antes citados se sientenmolestos porque se les meta en el mismo saco que alos adeptos de gran almacén y picnic medieval. Noles falta razón. Ellos se limitan a interpretar la his-toria en clave esotérica, no son responsables de loque hagan un montón de tipos aburridos con sutiempo libre. A menudo, indican en sus libros queellos no quieren saber nada de esos grupúsculos,que lo suyo son los templarios de verdad. Pero eltrabajo de estos autores, que es el alimento culturalde este tipo de esoteristas practicantes, tambiénmerece un pequeño comentario.

Estos escritores parten de una idea básica: lostemplarios ocultaban algo. Éste es el punto de par-tida, no una conclusión. Ocultaban algo, pero de-jaban pistas –¿para qué?–, construían misteriosasiglesias octogonales, rendían culto a un extrañoídolo llamado Bafomet, adornaban sus construccio-nes con extraños símbolos... Además, fueron elimi-nados de forma muy poco limpia. ¿Acaso no es unmisterio? No, ¡es la Edad Media, amigos!

Las iglesias octogonales no son una exclusivatemplaria. Esta idea –que se debe a Viollet-Le-Duc– es errónea; todos los especialistas en arqui-tectura medieval lo saben. Los historiadores eso-téricos no se dan por aludidos. Si hay un edificiooctogonal, es templario, sin duda. ¿Que no haydocumentación? ¡Fue eliminada en una conspira-ción, ingenuos! Lo del Bafomet y los extraños ri-tuales asociados viene de los interrogatorios contortura a los que fueron sometidos los caballerostemplarios franceses tras la fulminante detenciónordenada por Felipe el Hermoso. ¿Se le puede darcrédito a un testimonio obtenido por tortura alestilo medieval? Recordemos que es el tipo de in-terrogatorio que hacía reconocer a miles de mu-jeres que volaban por el aire o que mantenían re-

Iglesia de Nuestra Señora de Eunate (Navarra), de planta octo-gonal, supuestamente de origen templario.

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(Verano 2000) el escéptico47

laciones con el Diablo. Así que olvidémonos delBafomet, por favor. Pero nuestros esotéricos ami-gos siempre tienen unas misteriosas cruces graba-das por aquí y por allá, delatoras de la presenciatemplaria, a las que agarrarse. Todo muy simbó-lico. Sin embargo, los templarios utilizaron todotipo de cruces en sus estandartes y ropajes: la cruzpatée, la latina, la tau... Los esoteristas sienten de-bilidad especial por esta última, como si indicarala presencia de algo realmente oculto. Pero lacruz tau ha sido utilizada por todo tipo de órdenesnada heterodoxas. No es una cruz en desuso: elactual papa utilizó un báculo en forma de tau ensu última visita a Santiago de Compostela, Gaudíinstaló una tau gigantesca coronando su fachadade la Natividad en la Sagrada Familia. Claro quea lo mejor Gaudí también ocultaba algo...

En cuanto al simbolismo oculto de las iglesiastemplarias, no está de más decir que muestranexactamente las mismas imágenes, capiteles y or-namentos que las demás iglesias del momento. Escierto que el simbolismo medieval resulta hoy endía bastante oscuro, pero eso no demuestra unaintención oculta. Demuestra que vivimos en elaño 2000 y no en 1194, por decir un año cual-quiera. Además, muchos esoteristas parecen olvi-dar que el hecho de que la orden de los templa-rios tuviese en propiedad una iglesia no significanecesariamente que la construyeran ellos, podía

tratarse de una donación o de un templo que ha-bía pasado de pertenecer de una orden a otra.También conviene recordar que una encomiendatemplaria no es un lugar repleto de templariosemboscados. Los templarios, como otras órdenes,poseían gran cantidad de propiedades administra-das por legos: muchas de estas propiedades tem-plarias que tanto fascinan a nuestros amigos eso-teristas, rara vez fueron pisadas por auténticos ca-balleros templarios.

Pero ¿y el tesoro?, preguntan mis amigos filo-misteriosos. Los templarios eran inmensamente ri-cos. Efectivamente, y fue esa riqueza lo que lesperdió, no la supuesta posesión de un secreto. Elsiglo XIV era un momento poco adecuado paraque toda una monarquía dependiese de un banco,que es lo que entonces era el Temple en Francia.No está de más recordar que el principal valor dela riqueza en el medievo era la posesión de la tie-rra. El tesoro templario se medía en hectáreas, notenía nada que ver con la alquimia, ni con unaruta secreta a América.

Sí, ya sé que la realidad histórica es menos fas-cinante, pero... ¿lo es realmente? ¿Son necesariasla mística solar, la cábala y el Bafomet para que lahistoria de estos monjes guerreros resulte cautiva-dora? Yo creo que no.

JJuulliioo AArrrriieettaa es arqueólogo.

7 al 9 de septiembre de 2001Praga (República Checa)

Organizado por laorganización escéptica checa

SISYFOS y el ConsejoEuropeo de OrganizacionesEscépticas, bajo los auspicios

de la Academia de Ciencias dela República Checa.

• La escena de lo paranormal en Europa:Comparación entre los países excomunistas y los occidentales

• Medicina alternativa

• Y otros muchos temas…

PPaarraa mmááss iinnffoorrmmaacciióónn::

Página Web del Congreso:http://www.fi.muni.cz/sisyfos/10esc

Agencia organizadora Icaris [email protected]

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48el escéptico (Verano 2000)

EEs la adolescencia una etapa muy curiosa.Los chicos y chicas se encuentran atrapa-dos entre el mundo real y su propio

mundo, de forma que, cuando se enfrentan aun problema, pueden escoger entre aceptar larealidad o refugiarse en la fantasía. Además, elprimero es un mundo rígido, irracional, adoc-trinado y nada atractivo; mientras que su uni-verso particular está lleno de maravillas dondetodo tiene una respuesta fácil, aunque sea ab-surda. Para ellos, el mundo irracional es el delas matemáticas, la física, el latín o la historia.¿Quién las necesita si tienen a su lado sortile-gios, cábalas, magias o suertes?

Por otro lado, la plasmación en papel delmundo real pasa por conceptos tan extrava-gantes como las constantes y las fórmulas.¿Cómo puede un número llamarse pi y valerunas veces 3’14, otras veces 3’1416 y otras unatira infinita de cifras?, ¿y si es mentira? Puedodar a mis chicos todas las fórmulas falsas quedesee, puedo cambiarle los valores a las cons-tantes, puedo incluso asegurar la validez de lateoría del flogisto, y probablemente no les hayahecho ningún daño: ellos lo olvidarán al cabode poco tiempo. El filósofo Fernando Savatercita la sacralización de la opinión del profesory la incapacidad de abstracción del alumnocomo los dos principales obstáculos con los quetropieza el profesional de la enseñanza [Sava-ter, 1997].

La experiencia que a continuación relatolleva a la sala de ordenadores esta cuestión1.Allí vamos a comprobar la capacidad evalua-dora de los adolescentes, basándonos en unepisodio ya clásico en la historia de la inteli-gencia artificial.

WEIZENBAUM Y ‘ELIZA’En 1966, el profesor Joseph Weizenbaum di-señó un programa que simulaba la conversa-ción humana. Eliza –nombre con el que lo bau-tizó– era en realidad un intento de parodiar alos psiquiatras de la escuela rogeriana2. Los re-sultados de la broma fueron a más cuando per-

sonas de su entorno buscaban todo tipo de ex-cusas para hablar con la máquina. La supuestaconversación tenía para ellos un efecto tera-péutico que Weizenbaum nunca llegó a com-prender.

El siguiente fragmento pertenece a una con-versación que tuvo el profesor con Eliza [Berry,1986]. Weizenbaum se hace pasar por una pa-ciente angustiada (las frases en negrita corres-ponden a la máquina):

<1> ¡¡HHoollaa!! SSooyy EElliizzaa,, ¿¿ccuuááll eess ssuu pprroo--bblleemmaa??

<2> Todos los hombres son iguales.<3> ¿¿EEnn qquuéé sseennttiiddoo??<4> Siempre están molestándonos por una

razón o por otra.<5> ¿¿NNoo ppuueeddee ppeennssaarr eenn uunn eejjeemmpplloo ccoonn--

ccrreettoo??<6> Mi novio me ha hecho venir aquí.<7> ¿¿SSuu nnoovviioo llee hhaa hheecchhoo vveenniirr aaqquuíí??<8> Dice que estoy deprimida todo el

tiempo. <9> SSiieennttoo mmuucchhoo lloo qquuee ddiiccee ddee ssuu ddee--

pprreessiióónn.<10> Es cierto. Soy desgraciada.[...]<11> ¿¿QQuuéé ssiiggnniiffiiccaarrííaa ppaarraa uusstteedd rreecciibbiirr

aayyuuddaa??<12> Quizá podría aprender a llevarme bien

con mi madre.<13> CCuuéénntteemmee mmááss ccoossaass ssoobbrree ssuu ffaammii--

lliiaa..<14> Mi madre se ocupa de mí.Ante una frase introducida por el usuario,

Eliza responde generalmente de dos formas: obien extrae partes de esa oración para conver-tirla en otra –como en las líneas 7, 9 y 13–, obien da respuesta genérica –líneas 1, 3 y 5–.Luego, tiene otros recursos, como almacenarpalabras clave de la conversación que posterior-mente puede sacar a debate –en este caso Elizaguardó la palabra novio para posteriormentepreguntar: “¿Tiene eso algo que ver con el he-cho de que su novio le haya hecho veniraquí?”). Si el programa interpreta una palabracomo importante y en realidad no lo es, elusuario puede sugestionarse y pensar que ahíestá la raíz del problema.

Eliza era capaz de darle consistencia a unmonólogo del usuario. Dependiendo de sus

Experiencias computacionales al límite de la realidad

JORGE JAVIER FRÍAS PERLES

Emulando a Weizenbaum

1 Esta experiencia fue expuesta recientemente en el Primer Con-greso de Comunicación Social de la Ciencia, celebrado enGranada en marzo de 1999.

2 Carl Rogers afirmaba que no hay que influir en el estado aní-mico del paciente, sino intentar que se conozca a sí mismo.

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(Verano 2000) el escéptico49

afirmaciones y con un poco de suerte, la con-versación podía ser bastante creíble; pero se lepodía tender trampas que demostraban su ver-dadera naturaleza. Y, aunque Weizenbaum seesforzaba por explicar los trucos empleados, lagente seguía pidiéndole una conversación conla máquina. El final no fue feliz, y Weizenbaumllegó a la conclusión de que la inteligencia ar-tificial era algo maligno y pernicioso.

‘ZEBAL’, EL PARIENTE ESPAÑOL

Encontré a Zebal en una recopilación de pro-gramas shareware, aquéllos que puedes pro-bar de forma gratuita en versión reducida3.Había prometido a mis alumnos de BUP queles iba a dejar la última clase del trimestrepara que jugaran con los ordenadores. Comomi deber moral pasaba por hacer la clase algoconstructiva, busqué juegos para pensar:rompecabezas, caleidoscopios, alguna ver-sión del famoso Tetris y un programa paraconversar con el ordenador, Zebal.

Jordi Pérez, el autor del programa, se haencontrado con algunas trabas para esta ver-sión. La más importante estriba, en mi opi-nión, en la complejidad que, frente al inglés,acarrean los tiempos verbales, el género, lastildes y ciertas construcciones gramaticalesdel español. Además, si el interlocutor co-mete un error al escribir, el programa tiendea magnificarlo en la respuesta. La suerte estáen que ni mis alumnos emplean oracionesmuy complejas, ni se aperciben de todos loserrores del programa.

Un ejemplo del acierto de Zebal está en lasiguiente conversación, aunque la registrédespués de unos tres o cuatro intentos falli-dos en los que el programa no daba buenasrespuestas:

<1> DDiimmee ttuu nnoommbbrree..<2> Martín.<3> SSaalluuddooss,, MMaarrttíínn.. ¿¿DDóónnddee eessttááss??<4> En Málaga.<5> YYaa vveeoo...... PPoorr ffaavvoorr,, ssiigguuee hhaabbllaannddoo

ssoobbrree eelllloo..<6> Es una ciudad bella y pequeña.<7> ¿¿CCóómmoo ttee aaffeeccttaa qquuee sseeaa uunnaa cciiuuddaadd

bbeellllaa yy ppeeqquueeññaa??<8> A veces se me queda pequeña.<9> ¿¿MMuuyy ffrreeccuueenntteemmeennttee ssaabbeess ttee

qquueeddaa ppeeqquueeññaa??<10> Ocurre cuando me invade la mono-

tonía.<11> ¿¿CCóómmoo ppooddrrííaa ssaabbeerr ccuuáánnddoo ttee iinn--

vvaaddee llaa mmoonnoottoonnííaa??<12> Me pongo triste.

<13> ¿¿QQuuiiéénn mmááss ssaabbee eessoo ddee ttii??<14> Mi novia.Yo creía que los chicos se apercibirían al

instante del engaño y dejarían a un lado elprograma, pero fue todo lo contrario. Comose interesaban bastante por la conversación,tomé el papel de gancho y les comenté que elprograma realmente pensaba. Los más aveza-dos descubrieron pronto el camelo; pero lagran mayoría seguía hablando con el pro-grama, incluso formando corros delante delordenador.

Terminó el trimestre y, tras las vacaciones,los chicos me seguían pidiendo hablar con elordenador. Realmente, Zebal estaba causandoel mismo efecto que Eliza en sus tiempos, y noera cuestión de desaprovechar la oportuni-dad. Un día les dije a los chicos que estabamuy ocupado realizando un trabajo para laUniversidad. Les dejé la hora para que prac-ticaran con los ordenadores. Pronto, la mayo-ría estaba conversando con la máquina contal deleite que incluso me increpaban cuandome acercaba a mirar la charla.

Al día siguiente, desvelé el engaño. Pasa-mos la primera parte de la clase reflexio-nando sobre el programa y sus argucias. Losmás listos se jactaron de haberlo descubiertolos primeros, mientras que algunos siguieronmostrando el mismo interés por Zebal. Lagran mayoría me culpaba festivamente por latrampa que les había tendido. Luego, juga-mos a tomar el rol de la máquina y, sobre elpapel, parodiamos su comportamiento.

‘ZEBAL’ Y LOS ADIVINOS

Una vez que todos los chicos aprendieron elmodo de funcionamiento de la máquina, pa-samos a la segunda parte. Les comenté que latécnica de Zebal es similar a la que algunossupuestos adivinos emplean con sus clientes.Sobre todo, aquéllos que lo hacen por telé-fono, ya que conocen poco de su interlocutory tienen que andar con cuidado si quierenparecer creíbles. Mediante la conversación,el adivino extrae la información necesariapara emitir su augurio, del mismo modo queZebal lo hace para seguir conversando ilimi-tadamente.

Jugamos a hacer el papel de adivino y a sa-car las claves de una conversación, como laedad, el sexo o aquellos temas que interesanal interlocutor. Los chicos observaron queexisten preguntas con respuestas claras. Así,al preguntarles qué predicción harían a unanciano que se interesa por su salud, sus va-ticinios se asemejaban a “tienes una dolenciaque te preocupa” o “deberías pasar por el mé-dico”. Intuitivamente, ellos conocían qué

3 Zebal 2.1 es un programa creado por Jordi Pérez Barreiro(www.readysoft.es/home/coding).

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debían hacer, pues ya lo habían visto en latelevisión.

Esta técnica necesita de un soporte que lahaga parecer verosímil. Por ello, los adivi-nos deben rodearse de un ambiente esoté-rico que les soporte: las quincallas, el ves-tuario e incluso la complicidad de los me-dios de comunicación que los acogen, sos-tienen su credibilidad. También Zebalnecesita este apoyo que lo tiene tanto en supresentador televisivo –yo, el profesor– comoen el decorado –el ordenador, un tótem dela época actual–.

CONCLUSIONES

Salvando las distancias, me sorprende queZebal consiga un efecto similar a Eliza en lagente. El programa perdura en los ordenado-res del colegio, y los chicos le tienen un grancariño. Las privadas conversaciones no pue-den ser interrumpidas y, aunque les expliqueel funcionamiento del programa, ellos siguenconversando. Sin embargo, hay un momentoen el que deja de interesarles, porque Zebales, para ellos, un juego y, como tal, no creaadicción permanente. Cuando se aburren, lodejan. Una conversación con Zebal, a lalarga, acaba siendo monótona y tediosa.

Aunque en el curso 1999-2000 no he re-petido la experiencia, en ocasiones se hapracticado con Zebal. Curiosamente, algunosalumnos jugaban con él de una forma muynatural, como si lo conocieran con anterio-ridad. De alguna forma, sus reacciones noeran tan espontáneas como las de sus compa-ñeros. Son chicos que han vivido la explo-sión de Internet y están acostumbrados a ha-blar en chats. Precisamente, Zebal incorporaen la última versión un mecanismo para co-nectarse a los mismos. Aunque ya Weizen-baum tuvo alguna experiencia parecida alrespecto [Berry, 1986], esta mejora abre nue-vas puertas para investigar con los chicos,pero para ello debo esperar a que el jefe nosconecte a la Red.

JORGE JAVIER FRÍAS PERLES es profesor de Informá-tica y Tecnología del colegio Unamuno de Málaga.Correo electrónico: [email protected]

Berry, A. [1983]: La máquina superinteligente. Alianza Edito-rial. Madrid 1986.

Hofstadter, D.R. [1980]: Gödel, Escher, Bach. Un eterno ygrácil bucle. Editorial Tusquets. Barcelona 1992.

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Savater, F. [1997]: El valor de educar. Editorial Ariel. Barce-lona.

BIBLIOGRAFIA

Complete su colección de

elescéptico ®

NNºº 11. La ‘Mars Global Surveyor’ le borra la cara a Marte; Laverdad oculta tras el código de la Biblia; La cruzada dela sábana santa; Orce: ¿falta de rigor o fraude? (AAggoo--ttaaddoo. Pendiente de reimpresión.)

NNºº 22. El arca de Noé de los seres extraordinarios; De Condona Sturrock: los ovnis se estrellan con la ciencia; Ascensode lo irracional; La Academia de Lagado; El misterio deRennes-le Château.

NNºº 33. El relativismo cultural y otros relativismos; La paranoiaconspiracionista; ¡Busque a ET en su ordenador!; Po-tenciar la razón; La necesidad de creer; Medicinas alter-nativas y bioética; ¿Qué garantía nos da la ciencia?

NNºº 44. Feynman contra la superchería; Astrología en clase; 5de mayo del 2000: el día del Juicio Final; Abusos infan-tiles y recuerdos inducidos; La chica con rayos X en losojos.

NNºº 55. Nostradamus volvió a fallar; Cajal y la ciencia (verdaderay falsa); ‘Enigmas’ remata a Lorca; Dawkins sobre lo pa-ranormal.

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NNo es sorprendente que los creyentes con-fíen en sus oraciones como método fiablepara sanar sus enfermedades o las de otras

personas, para que llueva o para que les toque lalotería. Pero, desde luego, resulta más sorpren-dente que la medicina académica, la que pre-sume de utilizar el método científico, se tome enserio tales métodos hasta el punto de realizar ypublicar estudios científicos para evaluar su efi-cacia.

Un muy reciente artículo de revisión, publi-cado el pasado mes de junio en la revista Annalsof Internal Medicine [Astin, Harkness y Ernst;2000] examina la eficacia de los métodos de sa-nar a distancia, entre los que incluye prácticascomo la oración, la curación psíquica o mental,el toque terapéutico y la curación espiritual. Larevisión incluye sólo estudios de cierta calidadmetodológica en los que se hayan empleadoasignación aleatoria, control con placebo u otrosmétodos adecuados de control, que hayan sidopublicados en revistas con sistemas de revisiónpor pares, etcétera (ver el recuadro sobre “Nive-les de evidencia científica”). Aunque pueda pa-recer mentira, los autores consiguen encontraren la literatura médica veintitrés ensayos clíni-cos que cumplen dichas condiciones, de los quecinco se refieren concretamente al uso de la ora-ción como método curativo. El caso es que seconcluye que en un 57% de los estudios se ob-servó un efecto beneficioso de alguna de estasprácticas, aunque al mismo tiempo se planteaprudentemente que hacen falta más estudios.

Los cinco estudios revisados sobre el efecto dela oración como método de curación a distanciautilizaban variaciones de lo que los autores lla-man intercesión mediante la oración, técnica en laque un grupo de personas reza por los pacientes–no es posible controlar si los pacientes, ademásrezan para sí mismos–. También se resaltan lascualificaciones necesarias para ser un rezador efi-caz, incluyendo “una vida cristiana activa, prác-tica de oración devota diaria y participación ac-tiva en la iglesia local”. En un estudio [Harris etal.; 1999], la acreditación como orante se obteníamediante el acuerdo con la siguiente declara-ción: “Creo en Dios. Creo que es personal, y que

se preocupa por la vida de las personas indivi-duales. También creo en que responde a las ple-garias de los que rezan por las personas enfer-mas”. En todos los estudios, las personas que re-zaban no tenían ningún contacto físico ni cara acara con aquéllos por los que rezaban. El conte-nido de los rezos era bastante explícito en algu-nos estudios en los que los intercesores teníanque rezar por “la rápida recuperación sin compli-caciones, y cualquier otra cosa que les parecieraapropiada…”.

METODOLOGÍA CUESTIONABLE

De los cinco estudios, en tres no se encontróefecto alguno, y en dos aparecía un efecto signi-ficativo. Hemos escogido uno de los estudios re-feridos, aparecido en la prestigiosa revista Archi-ves of Internal Medicine, editada por la Asociación

La ‘medicina científica’, además de utilizar un método científico en la evaluaciónde sus procedimientos, no puede incluir prácticas cuya base es

el pensamiento mágico y supersticioso.

JOSÉ J. URIARTE / JUAN MEDRANO / PABLO MALO

¿Es rezar un tratamiento médico eficaz?

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Médica Americana que, francamente no tienedesperdicio [Harris et al.; 1999]. El artículo ana-liza los efectos de rezar por los demás como inter-vención terapéutica sobre un grupo de enfermosde una unidad coronaria. Concluye que el grupode pacientes por el que se rezó tuvo un 10% me-nos de sucesos adversos o complicaciones, aun-que la duración de la estancia hospitalaria fue lamisma en ambos casos. La metodología del tra-bajo es, sin embargo, la que merece ser comen-tada.

En primer lugar, las condiciones de dobleciego fueron muy estrictas. Por un lado, los pa-cientes desconocían que se estaba rezando porellos. De hecho, ni siquiera se les informó de quese estaba realizando un estudio con ellos sobrelos efectos sanadores de los rezos. Los orantes, asu vez, desconocían cualquier aspecto que nofuera el nombre del paciente –para poder perso-nalizar el rezo–, ignorando las características desu enfermedad y de su curso clínico. La distribu-ción aleatoria se obtuvo asignando al grupo detratamiento activo a los pacientes con un nú-mero de historia par, y a los impares al grupo sinactuación. En este caso, parece que no hacíafalta una oración-placebo, que por otro lado hu-biera sido difícil obtener.

El comité del hospital autorizó que no se pi-diera consentimiento informado, algo absoluta-mente necesario para incluir a cualquier pa-ciente en un ensayo clínico. Los argumentos uti-lizados para esta exención tienen su gracia:

No se conoce que exista riesgo alguno por elhecho de que recen por uno ni tampoco porqueno lo hagan. Por lo tanto, no hace falta pedirconsentimiento porque ni el tratamiento ni el notratamiento tienen riesgos conocidos.

No se recogen en el trabajo datos extras conrespecto a los ordinarios; es decir, el estudio nomodifica la práctica clínica habitual en dichaunidad coronaria en cuanto al resto del trata-miento o información recogida.

Si se les hubiera informado del estudio, algu-nos pacientes, al pensar que podría haberles to-cado en el grupo placebo podrían angustiarse mu-cho.

Los orantes, para ser reclutados, debían estarde acuerdo con el enunciado mencionado ante-riormente, que se consideró suficiente para que,en caso de existir, Dios tuviera que hacer caso eintervenir de alguna manera.

Una vez reclutadas las personas que debíanejecutar las oraciones, se les distribuyó en quinceequipos de cinco miembros cada uno, descono-ciéndose entre sí incluso los del mismo equipo.Todos eran de tradición cristiana: un 35% nopertenecía a ninguna iglesia específica, un 27%eran episcopalianos y el resto, protestantes y ca-tólicos. El 87% eran mujeres y de una edad me-

Niveles deevidencia científicaLa eficacia de un procedimiento terapéuticose evalúa habitualmente mediante los llama-dos ensayos clínicos, en los que se comparael tratamiento en cuestión –por ejemplo, unfármaco– bien con una sustancia inerte–placebo–, bien con otro medicamento queya se sabe que es efectivo en la enfermedadde que se trate. En función del rigor cientí-fico del diseño del estudio, se establece unajerarquía de niveles de evidencia que pre-tenden definir en qué medida los resultadosdel estudio pueden considerarse válidos. Asu vez, la calidad de la evidencia determi-nará la firmeza con la que se puede reco-mendar la utilización del fármaco.

Los aspectos del diseño que están asocia-dos a un mayor rigor científico son:

- la asignación aleatoria a los grupos ex-perimental y control –es decir, son elegidosal azar–;

- la existencia de un grupo control, estoes, un grupo de comparación que reciba otrofármaco o bien un placebo;

- los estudios prospectivos, en los que sepueden observar los cambios a medida que seproducen, frente a los retrospectivos, en losque el investigador puede interpretar erró-neamente como cambios favorables fenóme-nos que no lo son;

- el enmascaramiento de pacientes e in-vestigadores –es el llamado doble ciego: ni lospacientes ni los investigadores conocen du-rante el estudio quiénes reciben el trata-miento activo o el tratamiento control o elplacebo; y

- la inclusión de un número de pacientesestadísticamente suficiente.

Estas características son las que cumplenlos llamados Ensayos Clínicos Controlados(ECA), metodología de investigación queimplica la elección al azar de los pacientes,que son asignados aleatoriamente a una odos o más formas alternativas de interven-ción; ésta es la característica fundamental.Existe un consenso acerca de que los resulta-dos de los llamados ECA: son la base más só-lida para obtener información sobre los efec-tos de los tratamientos.

El primer ensayo clínico controlado fuepublicado en el British Medical Journal del 30de octubre de 1948 y demostraba la eficaciade la estreptomicina en el tratamiento de latuberculosis.

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dia de 56 años. Todos iban semanalmente a misay rezaban con regularidad ya antes del estudio–es decir, contaban con experiencia–. Debíanrezar durante veintiocho días “por la rápida re-cuperación sin complicaciones de fulano...”, máscualquier otra cosa que quisieran añadir.

El principal punto débil del estudio, según losautores, es el instrumento de medida que utiliza-ron para evaluar los resultados, una escala de suinvención –la MAHI-CCU– que otorga puntossegún los sucesos que sufre el paciente en su evo-lución clínica: si sufre una angina, le dan unpunto; si le someten a un cateterismo, un punto;una parada cardiaca, cinco puntos, etcétera. Noestá validada y no saben el significado de datoscomo el de que los pacientes por los que se rezótuvieran un 10% menos de problemas durante laestancia. Hay que decir que este estudio inten-taba replicar uno anterior de un tal Byrd [1988],que obtuvo también un efecto positivo de los re-zos. Sin embargo, en esta ocasión, la escala dise-ñada por el propio Byrd –no sorprendentementedenominada escala de Byrd–, también utilizada,no encontró diferencias entre ambos grupos.

En la discusión, los autores dividen los posi-bles mecanismos por los que los rezos podríanactuar en dos tipos: naturales y sobrenaturales.Las explicaciones naturales apelan a la existen-cia de posibles fuerzas generadas por el orante yrecibidas de alguna manera por el paciente. Encuanto a los mecanismos sobrenaturales, dicenque, por definición, no pueden ser discutidoscientíficamente. En cualquier caso, insisten enque el estudio está diseñado para explorar un fe-nómeno y no sus mecanismos, y que el hecho deque no pueda aventurarse una explicación noinvalida la existencia de un fenómeno. Ponencomo ejemplo el descubrimiento, por JamesLind en 1753, del efecto curativo de las limas ylimones en el escorbuto sin que tuviera la menoridea de la existencia del ácido ascórbico. Tam-bién aclaran que, de los resultados de su estudio,no se puede concluir que Dios responda a las ple-garias; ni siquiera que Dios exista. Lo que se in-vestiga, dicen, son los efectos de los rezos y no laexistencia de Dios.

Por nuestra parte, decir que nos apuntamosmás a la hipótesis natural de las fuerzas, por pe-regrina que sea, porque denotaría una falta desensibilidad terrible por parte de Dios responder

La Colaboraciónde Cochrane

“Los gestores de la Sanidad que deseen alen-tar a los médicos a aplicar las prácticas clínicascon mejor equilibrio entre coste y beneficio de-ben afrontar un gran problema: los mismos mé-dicos frecuentemente no saben cuáles son, entretantas, las prácticas más eficaces”.

AArrcchhiiee CCoocchhrraannee

En 1972, el epidemiólogo británico Ar-chie Cochrane publicó el libro Effective-ness and efficiency: random reflections onhealth services, en el que remarcaba quelos recursos sanitarios son limitados yque sólo se han de recomendar aquellostratamientos cuya eficacia hubiese sidodemostrada de forma clara. Para Coch-rane, la toma de decisiones en la asisten-cia sanitaria debe basarse en evidenciacientífica sólida –especialmente, en en-sayos clínicos controlados–, en la revi-sión sistemática de la literatura en buscade esta evidencia firme y en la difusiónadecuada de los resultados. Propuso lacreación de una red internacional de re-visores que colaborasen en la elabora-ción, actualización y difusión de revisio-nes sistemáticas de ensayos clínicos con-trolados sobre los efectos de la atenciónsanitaria.

En la actualidad, está constituida poruna red internacional de instituciones eindividuos comprometidos en la revisiónsistemática y periódica de ECA, que seconoce como Colaboración Cochrane(CC), con centros repartidos en todo elmundo –incluyendo España– y cientosde investigadores abordando áreas clíni-cas diversas. Los resultados y las revisio-nes en proceso pueden obtenerse en In-ternet y a través de los cederrones que seeditan semestralmente publicando lasáreas de revisión en proceso y las yacompletadas: la Base de Datos Cochranede Revisiones Sistemáticas, de la que na-die dispone de derechos de autor y es deacceso libre.

El centro Cochrane del Reino Unidonació en 1992. Un año después se hizointernacional, con centros en Canadá,EE UU, Italia, Dinamarca, Australia...

■ Las explicaciones naturalesapelan a la existencia deposibles fuerzas generadaspor el orante y recibidas dealguna manera por el paciente

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solamente a los que le rezan e ignorar a los de-más. Aplicar el vulgar principio de “el que nollora no mama” nos parece algo indigno de Él.Por otro lado, hay que añadir que los próximosinvestigadores que quieran replicar el estudiovan a encontrarse con nuevos dilemas éticos, yaque, al existir dos estudios previos con un efectopositivo de los rezos, cabe plantearse, por ejem-plo, si es ético utilizar un grupo de control.

DATOS INSUFICIENTES

Otro estudio de importancia es la reciente revi-sión que la Colaboración Cochrane [Roberts,Ahmed y Hall; 2000] ha llevado al cabo sobre eltema. Esto es una paradoja en sí misma, si tene-mos en cuenta que la Colaboración Cochrane esel máximo exponente de la medicina basada enla evidencia, movimiento que defiende la nece-sidad de basar la práctica médica en evidenciacientífica sólida, haciendo hincapié en la meto-dología de los estudios y en la realización de re-visiones sistemáticas de la literatura científicaen busca de ensayos clínicos controlados.Bueno, pues parece que no se les ha ocurridomejor forma de perder el tiempo que dedicartoda una revisión al tema de la intercesión me-

diante la oración, o sea, de la influencia sobre laevolución de personas enfermas de que otraspersonas recen por ellas.

La revisión define la intercesión mediante laoración (intercessory prayer) como un ejerciciode oración organizada, regular y comprometida,y en el que quienes lo practican se caracterizanpor la firme creencia de estar rezando a Dios. Enla introducción, los autores se apresuran a acla-rar que los resultados de los estudios de los efec-tos de la oración no pueden ser interpretadoscomo prueba de la existencia o no de Dios, y quepuede existir un efecto de la oración que no de-penda de la intervención divina.

Por cierto, una cosa fantástica. En la revi-sión, se enumeran todos los estudios encontra-dos sobre el tema, y se explican las razones paraincluir o excluir un estudio en la revisión sobrela base de su rigurosidad metodológica. Puesbien, el primero a que se hace referencia es de1883 (Galton), y la razón para su exclusión esque la distribución de las muestras no fue alea-toria, ya que se trataba de un estudio retrospec-tivo de caso-control, en el que se comparaba laexpectativa de vida de monarcas frente a la deotros profesionales sin tener en cuenta que la

Sesgos de la interpretación de la evidenciaLa información médica es muchas vecescontradictoria; los estudios que se publicanen medios de prestigio no son forzosamentemejores o más relevantes que aquéllos quepasan desapercibidos por haber visto la luzen revistas de menor importancia. Losgrandes estudios, que suelen estar financia-dos o apoyados por universidades o grandesorganizaciones sanitarias, no siempre tie-nen un mayor rigor que los puestos en mar-cha con objetivos menos ambiciosos porpersonas que no cuentan con una gran in-fraestructura.

Con independencia de la revista en quese publiquen, existe un considerable riesgode que los estudios se vean alterados por in-terpretaciones o actitudes sesgadas.

Los sesgos parten ya desde la misma pu-blicación: es conocida la tendencia a publi-car con más frecuencia los estudios que re-fieren resultados positivos que aquéllos conresultados negativos. La recogida de la in-formación, el acceso a todos los artículosrelevantes, la bibliografía opaca... añadensesgos que la Colaboración Cochrane tratade ser eliminar mediante la sistematización

en la metodología de la recogida de la in-formación.

Los resultados pueden interpretarse deforma sesgada por la influencia de interesesacadémicos o económicos, y los propiosprejuicios de los investigadores.

Los ensayos clínicos controlados publi-cados, sobre los que descansa gran parte denuestra práctica clínica, carecen de la cali-dad necesaria: a menudo no se controlansesgos o se ignoran ciertos resultados, o sehan realizado con un número insuficientede participantes.

Los proyectos de investigación puedenverse también contaminados por incenti-vos perversos, que dan lugar a que se dise-ñen estudios de escaso interés y repercusiónreal sobre aspectos de la salud de los pa-cientes.

Los artículos que se refieren a ensayos clí-nicos de fármacos son especialmente procli-ves a sesgos interesados. La utilización de laevidencia por la mercadotecnia es algo espe-cialmente peligroso, sobre todo si la informa-ción que se recibe no es contrastada o es laúnica en la que el clínico basa su práctica.

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gente tiende a rezar mucho más por los reyesque por otras personas.

En los resultados, no se encontró evidencia deque la oración afectara a las personas que moríande dolencias tales como la leucemia o las enfer-medades cardiacas. Las conclusiones de los revi-sores son prudentes, y se resumen en que los da-tos disponibles no son concluyentes para refutaro sostener el efecto de la intercesión mediante laoración en la evolución de las enfermedades,aunque creen que hay datos suficientes para jus-tificar que se realicen más estudios sobre el tema.

¿UN ‘PÁJARO CUCO’?¿Puede concluirse, como dicen las revisiones queexisten elementos para pensar que merece la penarealizar más ensayos clínicos sobre el tema? Losensayos clínicos controlados son el sostén cientí-fico de mayor valor de las intervenciones médi-cas, pero un abuso de los mismos puede conllevaruna actitud que soslaye el sentido común y pre-tenda que cualquier idea o intervención, por dis-paratada que sea, sea probada mediante ensayosclínicos. Hay abundantes pruebas de que los fac-tores de sesgo y metodológicos son suficiente-mente complicados como para permitir probar elvalor de casi cualquier cosa (ver el recuadro sobre“Sesgos en la interpretación de la evidencia”).

A este respecto, es interesante traer a cola-ción un artículo publicado en la revista BritishMedical Journal [Leibovici; 1999], por LeonardLeibovici, con respecto a las llamadas medicinasalternativas, a las que el autor acusa de compor-tarse como los pájaros cuco, disfrazándose y co-lándose en el nido del empirismo para ganar cre-dibilidad científica y médica. En la medida enque una aproximación a un fenómeno se realizadesde una posición exclusivamente empírica, esincapaz de percibir la diferencia y sólo atiende alas señales que le dotan de aparente respetabili-dad científica, en este caso, por ejemplo, un en-sayo clínico controlado de impecable metodolo-gía. El autor aboga por un modelo profundo, queresultaría esencial a la hora de elegir qué hipóte-sis merecen ser comprobadas y que desestimaríade entrada aquéllas que ni con la mejor voluntadcasan con la sensatez y el sentido común.

Lo que podemos llamar medicina científica,además de utilizar un método científico en laevaluación de sus procedimientos, no puede in-cluir prácticas cuya base es el pensamiento má-gico y supersticioso. El núcleo de tal medicinano es pues únicamente la prueba empírica, yaque ésta, incluso con la metodología más es-tricta, no está libre de error, sesgo, interpreta-ción... o incluso fraude. Exige también un mo-delo profundo que limita la aceptación de laprueba empírica a aquellos procedimientos, si-tuaciones o resultados que son compatibles, aun-

que sea de forma muy marginal, con el modelodel mundo físico que utilizamos, aunque estemodelo cambie con el tiempo y los avancescientíficos. Si prescindimos entonces de la limi-tación del sentido común, y consideramos cual-quier hipótesis, por descabellada que sea, comomerecedora de evaluación empírica, terminare-mos malgastando recursos y haciendo el ridículo.

Finalmente, incluso en los mejores estudios,la evidencia de una asociación entre religión, es-piritualidad y salud es débil e inconsistente. Unarevista médica de gran difusión como Lancet pu-blicaba en febrero de 1999 un artículo en que seanalizaba esta relación [Sloan, Bagiella y Powell;1999], concluyendo de forma harto prudenteque, con los datos de que se dispone, es prema-turo promover la fe y la religión como trata-mientos médicos. Esto no niega por supuesto elhecho de que la religión y la fe aportan consueloy alivio a las personas religiosas enfermas y a susfamiliares. En ese sentido, nadie puede ponerobjeciones a la búsqueda de alivio en la fe reli-giosa por parte de una persona enferma. Sin em-bargo, pueden considerarse injustificadas lasafirmaciones que relacionan la actividad reli-giosa con una mejor salud, o viceversa, que la feinsuficiente trae la enfermedad.

JOSÉ J. URIARTE, JUAN MEDRANO Y PABLO MALOson psiquiatras y miembros de la Txori-Herri Medical Asso-ciation (Vizcaya). Puede dirigirse correspondencia a los au-tores a [email protected].

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Sloan, R.P.; Bagiella, E.; Powell, T. [1999]: “Religion, spiritua-lity, and medicine”. The Lancet. 353: 664-67.http://www.thelancet.com/newlancet/reg/issues/vol353no9153/body.viewpoint664.html.

REFERENCIAS

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UUn mullido koala examinacon lupa las afirmacionesextraordinarias, un supe-

rornitorrinco cabreado se enfrentaa los charlatanes... Son las masco-tas de los Escépticos Australianos(Australian Skeptics), y tambiénestán en Internet (www.skeptics.com.au). El sitio web es rico en re-cursos, y tiene un un contenidomuy variado y extenso en el queno falta el humor. El material noes demasiado australocéntrico y eldiseño está bastante cuidado.

Los Escépticos Australianoseditan una revista homóloga a laque tiene el lector en sus manos.En www.skeptics.com.au/journal/articles.htm, podemos bajarnostrabajos seleccionados publicadosen The Skeptic. Por ejemplo,“Pyramids, pyramyths & pyrami-diots”, de Barry Williams; “Astro-logy overview”, Roland Seidel;“The prehistory of koalas: apos-tles vs fossils”, de Mike Archer;“Simulacrum”, de Laurie Eddie,donde se ofrece una explicaciónracional a una aparición marianaen cierta iglesia –anglicana, paramás inri–; o el debate sobre lasacusaciones de canibalismo a losaborígenes australianos.

El desafío (www.skeptics.com.au/features/chalenge.htm) es unpremio de 100.000 dólares que losescépticos de nuestras antípodasentregarán a quien demuestre po-deres psíquicos. Se trata de un

premio clónico del clásico de Ja-mes Randi, salvando las distan-cias, porque la Fundación Educa-tiva James Randi (www.randi.org)ofrece un millón de dólares. Laotra distinción que este grupootorga es algo más fácil de conse-guir. De hecho, cada año hay unganador: quien perpetre “la másridícula absurdez pseudocientí-fica”. Se trata del premio cucharadoblada y se puede nominar a losfuturos ganadores por correo enwww.skeptics.com.au/features/spoon/bs-home.htm.

De la “Galería” (www.skep-tics.com.au/features/gallery/ga-llery.htm), podemos bajar dibu-jos, viñetas cómicas, fotografíasde ovnis y de misteriosos círculosde trigo, y otras imágenes relacio-nadas con el mundo de las pseu-dociencias. Y, en el apartado decosas raras (www.skeptics.com.au/features/weird/weird.htm), te-nemos un divertido test para exa-minar nuestro grado de influencianew age o un jueguecito Java conel que nos defenderemos de lasinvasiones extraterrestres. Tam-bién está en proyecto un pro-grama interactivo para evaluar

nuestros poderes psíquicos con lasclásicas cartas Zener. Es una lás-tima que no esté hecho. Si al-guien se pone al teclado y lo ter-mina, puede convertirse en unaexperiencia interesante.

Noticias extrañas y breves ar-tículos sacados de la prensa, soncolocados en www.skeptics.com.au/features/weird/media/mw-home.htm A pesar de estar variosde ellos escritos “desde la creduli-dad”, son colocados tal cual, sincomentarios escépticos adiciona-les.

La sección sobre pseudomedi-cina y curanderismo se llama“Quackatack”, y también con-tiene interesantes artículos. Des-tacamos dos de John Foley. En “Apox on your house”, el perversoautor acude a varios médicos al-ternativos con el cuerpo lleno depustulillas, sin decirles que sufreuna recidiva de ¿varicela? Nadaacertados en el diagnóstico, y nodemasiado higiénicos en sus toca-mientos, los naturópatas-homeó-patas-quiroprácticos dan unaoportunidad a Foley para escribiruna mordaz crítica sobre el sis-tema sanitario alternativo

ERNESTO J. CARMENA

En las antípodas de la pseudociencia

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56el escéptico (Verano 2000)

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(www.skeptics.com.au/features/qakatak/a-poxhouse.htm). En elartículo titulado “Alternative?What alternative?”, se argumentaque la medicina basada en la evi-dencia, que comienza según el au-tor con Pasteur, es la auténticamedicina alternativa; alternativaa un sistema médico milenariobasado en el folclore, el rumor yla superstición. Coincidiendo conel movimiento hippie, se da lavuelta a la tortilla y la medicinaortodoxa o tradicional se pone demoda en Occidente con el impro-pio nuevo nombre de medicinaalternativa (www.skeptics.com.au/features/qakatak/awha-talt.htm).

Finalmente, la sección de en-laces nos será de una gran utili-dad. Los Escépticos Australianosse han tomado la molestia de rea-lizar un listado alfabético por pa-labras clave en www.skeptics.com.au/features/links/slnkindx.htm, algunas de las cuales nos lleva-rán al Diccionario Escéptico de Ro-bert Carroll (http://skepdic.com).Pero también existe una selec-ción de trece enlaces escépticosfundamentales, listados sobre or-ganizaciones escépticas, noticiascuriosas y extrañas, sitios humo-rísticos, sobre divulgación cientí-fica, etcétera. Un excelentepunto de partida para documen-tarnos en la Red.

-- RReeccuurrssooss:: 77,,55-- EEnnllaacceess:: 1100-- PPrreesseennttaacciióónn:: 99-- VVeelloocciiddaadd ddee ccaarrggaa:: aallttaa

EL ESCEPTICOen la redDespués de una larga temporadade ausencia en las autopistas de lainformación, ARP-SAPC y ELESCEPTICO vuelven a abrir suspuertas a los internautas, con dosnuevos espacios en los que ofrecerinformación escéptica en español.

El primero de los espacios es elreservado a los contenidos pro-pios de la asociación. En él sepuede encontrar información so-bre los objetivos y actividades dela Sociedad para el Avance delPensamiento Crítico, así comoartículos y textos diversos sobretemática escéptica. Incluye tam-bién documentos relacionadoscon los últimos proyectos de laasociación, como la preparaciónde materiales de referencia paradocentes en actividades relacio-nadas con la divulgación de laciencia y el pensamiento crítico.No es mucha la información quecontiene de momento, pero nacecon la ilusión de acabar convir-tiéndose en el centro de referen-cia del escepticismo en el mundo

de habla hispana. Su dirección eshttp://www.arp-sapc.org.

El segundo de los espacios queacaban de nacer es el propio deesta revista. En http://www.el-es-ceptico.org se recogerán algunosde los artículos y secciones publi-cados en EL ESCEPTICO, y resú-menes de los restantes artículos.Esta página permitirá igualmenteuna mayor y más fluída relaciónentre los lectores y la dirección dela revista, permitiendo el envío decartas al director, la suscripciónon-line, o la petición de númerosatrasados, entre otros servicios.

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(Verano 2000) el escéptico57

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58el escéptico (Verano 2000)

El Ciberescéptico es un portalque aloja la versión españoladel Diccionario Escéptico deRobert Carroll, la Red Escép-tica, noticias y muchas cosasmás: www.ciberesceptico.org.

La Página Escéptica de Her-nán Toro contiene brillantescríticas a la pseudociencia, elcreacionismo científico, la reli-gión...: www.geocities.com/to-rosaurio/.

Planeta Escéptica es el nuevositio de Mario del Río sobrepseudociencias relacionadascon las ciencias de la Tierra. Ex-celentes artículos desmenuzan,entre otros misterios, la radies-

tesia, la Atlántida, la Tierrahueca: www.geocities.com/pla-netaesceptica/.

Valientes Platillos continúadesenmascarando a la ciencia ofi-

cial. Los increíbles avances deldoctor Benveviste en homeopa-tía y la imagen de Frank Zappa enla sábana santa son algunas de susnovedades: www.geocities.com/valientes/.

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FFederico García Lorca no murió en el ba-rranco de Víznar el 19 de agosto de 1936. Aesa conclusión llegaba el año pasado Juan

Jesús Vallejo en las páginas de Enigmas 1, la re-vista dirigida por Fernando Jiménez del Oso yeditada por América Ibérica, que también sacamensualmente a los quioscos Año Cero. El autoraseguraba, en un reportaje de investigación, que elpoeta había sobrevivido al fusilamiento y, trasser socorrido por un panadero y quedar con susfacultades mentales diminuidas por las heridas,había vivido en un convento hasta su muertereal en 1954. Lo demostraban una fotografía enla que Lorca aparecía junto al panadero y tresmonjas, y un artículo publicado años después enel diario granadino Ideal.

La sorprendente historia suscitó inmediata-mente las sospechas del estudioso Eduardo Gi-ménez 2, quien denunció días después que Enig-mas vendía como real una ficción de FernandoMarías y Juan Bas para la serie de TVE Páginasocultas de la historia 3. Cuando conocieron los he-chos, los autores bilbaínos –quienes no son so-cios de ARP ni conocían hasta entonces esta so-ciedad, en contra de lo que han argumentadoengañosamente algunos en la radio, como si esojustificara la actitud de los condenados– denun-ciaron a Vallejo, al director de la revista y a laeditora por plagio de su guión televisivo y de uncapítulo del libro que publicaron posterior-mente. El Juzgado de Primera Instancia Número42 de Madrid les dio la razón el pasado 2 de ju-nio.

La sentencia, que han silenciado todas las re-vistas del sector y que se publica por primera vezen estas páginas, declara que, en el artículo“Lorca, el dos veces muerto”, Juan Jesús Vallejo

“ha plagiado la obra audiovisual La otra muertede Federico García Lorca” y el capítulo corres-pondiente del libro Páginas ocultas de la historia.El fallo indica que “resulta indiscutible” que elartículo “es una copia literal del trabajo” de Ma-rías y Bas, que carece «de originalidad y de acti-vidad intelectual y creativa propia», y que su au-

La Justicia considera “indiscutible” que el reportaje “Lorca, el dos veces muerto”,de Juan Jesús Haro Vallejo, “es una copia literal del trabajo”

de Juan Bas y Fernando Marías

‘Enigmas’ y Jiménez del Oso,condenados por plagio

■ La revistas esotéricas hanocultado a su público el fallojudicial (de ir, tendría que ir enla presentación)

1 Vallejo, Juan Jesús [1999]: “Lorca, el dos veces muerto”. Enig-mas (Madrid), Año V - Nº 8 (agosto), 60-65.

2 Giménez González, Eduardo [1999]: “Una revista esotérica re-mata a García Lorca”. El Escéptico (Zaragoza), Nº 5 (verano),54-56.

3 Marías, Fernando; y Bas, Juan [1999]: Páginas ocultas de la his-toria. Ediciones Destino. Barcelona.

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60el escéptico (Verano 2000)

tor, el director de la revista y la editorial hanvulnerado los derechos de propiedad intelectual“a través de dicho plagio”.

El juez desestima, además, la pretensión delos ya condenados de que «es imposible discer-nir cuál es la parte histórica y cuál la de ficción»en la versión de Marías y Bas, ya que, tanto enla dramatización audiovisual como en el libro, seadvertía del carácter ficticio de la misma y dequiénes eran sus autores. Los guionistas, por suparte, explicaron en su momento a EduardoGonzález, y así se publicó en esta revista, que elconvento, el panadero y el artículo del Ideal quepresentaba Vallejo como pruebas de su tesisnunca han existido más que en la ficción. Lafoto también era un montaje para la serie: laimagen de Lorca se había insertado junto a lasde los actores.

En unos tiempos de conspiración en los quelas revistas esotéricas acusan a gobiernos, insti-tuciones y científicos de ocultar tremebundasverdades a la opinión pública, ninguna de ellasse ha hecho eco en nuestro país de este fallo ju-dicial. Quienes alardean de sacar a la luz cosasque, dicen, se pretenden ocultar al público handemostrado, una vez más, que entienden la ver-dad como algo supeditado a sus espurios intere-ses.

LLAA DDIIRREECCCCIIÓÓNN

LA SENTENCIA

En Madrid, a 2 de junio de 2000.El Ilmo. Sr. D. Eduardo Delgado Molina, ma-

gistrado juez del Juzgado de 1ª Instancia núm.42 de los de Madrid, habiendo visto y oído lospresentes autos de juicio de menor cuantía, se-guidos en este Juzgado bajo el núm. 850-99-C ainstancia de la procuradora Dña. Teresa CastroRodríguez, en nombre y representación de D.Juan Andrés Bas Pérez y D. Fernando MaríasAmondo, contra Editorial América Ibérica SA,D. Fernando Jiménez del Oso y D. Juan JesúsHaro Vallejo, representados por el procuradorD. Valentín Ganuza Ferreo, sobre derechos depropiedad intelectual y reclamación de canti-dad, procede, en nombre de SM el Rey, a dictarla presente resolución.

ANTECEDENTES DE HECHO

PPrriimmeerroo.- Con fecha 31 de diciembre de1999 y procedente de la Oficina de Reparto deAsuntos Civiles del Decanato de esta capital,tuvo entrada en este Juzgado la precedente de-manda de juicio de menor cuantía en la que losactores, tras alegar los hechos y fundamentos dederecho que estimaron de aplicación, termina-ron suplicando se dictara sentencia de confor-

midad con lo interesado en el suplico de la de-manda.

SSeegguunnddoo..- Por providencia de 31 de diciem-bre de 1999, se admitió a trámite la demanda yse dispuso el emplazamiento de los demandadospara que en término de veinte días comparecie-ran en los autos y contestaran la demanda bajoapercibimiento de rebeldía y, habiendo compa-recido en tiempo y forma por providencia de 17de febrero de 2000, se les tuvo por personados yparte y por contestada la demanda, y se señalópara la comparecencia prevenida por la Ley eldía 28 de febrero de 2000 en que tuvo lugar y ala que asistieron las partes y, no habiéndose lo-grado un acuerdo las mismas, se ratificaron ensus respectivos escritos de demanda y contesta-ción, y solicitaron el recibimiento del juicio aprueba que se acordó.

TTeerrcceerroo.- Abierto el periodo probatorio porla parte actora, se propusieron las pruebas deconfesión, documental, reconocimiento judicialy testifical y, por los demandados, la de confe-sión y documental, que fueron admitidas y de-claradas pertinentes constando en autos el re-sultado de las practicadas, y, finalizado el pe-riodo probatorio, se concedió a las partes el tér-mino de diez días para que presentaran escritosde resumen de pruebas y, transcurrido dichoplazo, se declararon las actuaciones conclusaspara sentencia.

CCuuaarrttoo.- En la tramitación del presente pro-cedimiento, se han observado las prescripcioneslegales.

FUNDAMENTOS DE DERECHO

PPrriimmeerroo.- En el presente procedimiento porla procuradora Dª. Teresa Castro Rodríguez, ennombre y representación de D. Juan Andrés BasPérez y D. Fernando Marías Amondo, se ejercitaacción contra D. Fernando Jiménez del Oso, D.Juan Jesús Haro Vallejo y Editorial América Ibé-rica SA en solicitud de que se declare que D.Juan Jesús Haro Vallejo en el artículo “Lorca, eldos veces muerto”, publicado en la revista Enig-mas, cuyo director es D. Fernando Jiménez delOso y [que] es editada por la codemandada, haplagiado la obra audiovisual “La otra muerte deFederico García Lorca” y el capítulo “La otramuerte de Federico García Lorca” del libro Pági-nas ocultas de la historia, de [los] que son autoreslos demandantes, basados en una idea incluida

■ “Resulta indiscutible que elreportaje de D. Juan Jesús HaroVallejo es una copia literal deltrabajo” de Bas y Marías

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(Verano 2000) el escéptico61

en la obra literaria La luz prodigiosa; que se de-clare la vulneración del derecho de propiedadintelectual de los actores sobre las obras dichas yse condene a los demandados a abonar a los ac-tores cuatro millones de pesetas en concepto deindemnización por la vulneración de sus dere-chos de autor de contenido moral y una cantidadigual a la abonada a D. Juan Jesús por la realiza-ción del artículo “Lorca, el dos veces muerto”,por los daños patrimoniales. Basa su acción fun-damentalmente en lo siguiente:

a) Que los actores escribieron los guiones dela serie de televisión Páginas ocultas de la historia,producida por TVE.

b) Que en la serie se mostraban historias in-ventadas o de ficción con un trasfondo de datoshistóricos.

c) Que, en el capítulo emitido el 7 de marzode 1999, proponía que Federico García Lorca nomurió fusilado, sino que murió en un convento amediados de los años 50.

d) Que el capítulo es una ficción desarrolladadesde una idea perteneciente a D. Fernando Ma-rías, titulada La luz prodigiosa.

e) Que La luz prodigiosa y el guión de la seriede televisión fueron registrados en el Registro dela Propiedad Intelectual el 1 de Octubre de 1990y el 13 de diciembre de 1995, respectivamente.

f) Que al principio del capítulo se hace cons-tar que la serie es original de los actores y el ca-rácter de ficción se hace constar al final del ca-pítulo.

g) Que la serie Páginas ocultas de la historiatuvo gran éxito y repercusión, como consecuen-cia de lo cual los actores publicaron un libro conel mismo título.

h) Que en agosto de 1999 se publicó el nú-mero 8 del año quinto de la revista Enigmas,publicación dirigida por D. Fernando Jiménezdel Oso y editada por América Ibérica, endonde se continúa [sic] un artículo firmado porD. Juan Jesús Vallejo titulado “Lorca, el dos ve-ces muerto”.

i) Que en dicho artículo D. Juan Jesús trans-cribió toda la historia inventada por los actores.

j) Que se trata de una copia literal, un autén-tico plagio.

k) Que solicitaron una rectificación de la pro-pia revista, además de la aclaración del asunto yuna indemnización.

l) Que se publicó la rectificación que no fuede su agrado.

SSeegguunnddoo.- Los demandados Editorial Amé-rica Ibérica SA y D. Fernando Jiménez del Osose opusieron, alegando sustancialmente lo si-guiente:

a) Que la serie Páginas ocultas de la historia es-taba basada en hechos históricos con notas deficción.

b) Que la editorial y el director de la re-vista Enigmas no pueden controlar todas lasfuentes y documentación empleados por cadauno de sus articulistas.

c) Que no se les puede exigir responsabili-dad alguna en el asunto en cuestión.

d) Que el articulista de un reportaje de seishojas sólo dedica página y media al epígrafe“La otra muerte de Lorca”.

e) Que no se atribuye la paternidad de unainvestigación periodística sobre la supervi-vencia de Lorca.

f) Que el articulista sólo informa de la exis-tencia de otra versión sobre la muerte deLorca.

g) Que no se trata de un plagio.h) Que cuando salió publicado el artículo

del Sr. Vallejo los actores ya habían ejerci-tado su derecho a la divulgación de la obra.

i) Que el artículo sólo es un resumen delcapítulo televisivo.

j) Que en el número 9 de la revista Enigmasse publicó una rectificación.

k) Que la cantidad que reclaman los acto-res es completamente abusiva y desproporcio-nada.

l) Que los mismos actores han reconocidoque no han tenido prejuicio económico.

m) Que tampoco procede la reparación pordaños morales y, en caso de estimarse, debemoderarse sustancialmente la solicitada porlos actores.

TTeerrcceerroo.- El demandado D. Juan JesúsHaro Vallejo se opuso en base a consideracio-nes semejantes a las alegadas por los code-mandados.

CCuuaarrttoo.- El tema fundamental que se ha dedilucidar en la presente litis es si el artículo“Lorca, el dos veces muerto”, escrito por eldemandado D. Juan Jesús Haro Vallejo, es unplagio o no de la obra Páginas ocultas de la his-toria, cuyos autores son los demandantes y, enconsecuencia, si se ha producido o no infrac-ción de los derechos de autor, a efectos de de-clarar la procedencia o no de la reclamaciónefectuada por los demandantes.

QQuuiinnttoo.- Para enjuiciar tal cuestión, se hade partir de la base de que los actores escri-bieron los guiones de la serie de televisión Pá-ginas ocultas de la historia, producida por TVE,uno de cuyos capítulos proponía una versiónnueva de la muerte de Federico García Lorca.Dicho capítulo, titulado “La Otra Muerte deFederico García Lorca”, está desarrolladodesde una idea perteneciente a una novela deD. Fernando Marías titulada La luz prodigiosa.Además, los actores publicaron un libro conel mismo título Páginas ocultas de la historia,en la Editorial Destino en abril de 1999, que

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62el escéptico (Verano 2000)

contenía la historia titulada “La otra muertede Federico García Lorca”.

SSeexxttoo.- Es necesario subrayar, ya que losdemandados sostienen que es imposible dis-cernir cuál es la parte de la historia y cuál lade ficción en la versión sobre la muerte deGarcía Lorca dada por los autores de “La otramuerte de Federico García Lorca” para justifi-car el presunto error cometido por D. Juan Je-sús Haro Vallejo, que al principio del capítuloque fue emitido por La 2 de Radio TelevisiónEspañola se deja constancia de que la serie esoriginal de Fernando Marías y Juan Bas, quie-nes también son los guionistas, y que el carác-ter de ficción se hace constar expresamente alfinal del capítulo al aparecer en los títulos decrédito el siguiente texto: “Este capítulo esuna ficción basada en una hipótesis histórica,a partir de la novela La luz prodigiosa, de Fer-nando Marías (Ediciones Destino)”, y que enel epílogo del libro Páginas ocultas de la histo-ria se menciona que las historias que lo com-ponen son pura ficción, producto de la imagi-nación y el trabajo de los actores.

SSééppttiimmoo.- Otro hecho del que se ha de par-tir para el enjuiciamiento del objeto de esteprocedimiento es que en el número 8 del añoquinto de la revista Enigmas, publicado el mesde agosto de 1999, dirigida por D. FernandoJiménez del Oso y editada por América Ibé-rica SA, se contenía un artículo titulado“Lorca, el dos veces muerto”, firmado por D.Juan Jesús Vallejo, que presentaba en su partecentral como una investigación periodísticauna versión de la muerte de García Lorca sus-tancialmente idéntica a la contenida en el ca-pítulo o episodio de la serie y del libro Páginasocultas de la historia. Resulta indiscutible queel reportaje de D. Juan Jesús Haro Vallejo esuna copia literal del trabajo de los actores. Nopuede servir de excusa la afirmación de que elarticulista vio el capítulo “La otra muerte deFederico García Lorca” y que, en la mezcla derealidad y ficción que se desarrollaba en for-mato de documental, dio por buenas y con-trastadas las fuentes periodísticas y los datosfacilitados, cuando, como hemos señalado, alfinal del capítulo se hace constar expresa-mente que el mismo es una ficción.

OOccttaavvoo.- Las obras creadas por los actores ylos derechos que de ellas se derivan son objetode protección en la Ley de Propiedad Intelec-tual, de conformidad con lo dispuesto en losapartados a) y d) del artículo 10.1 de dichaLey. Y los demandados han infringido los de-rechos de los autores, entre los cuales se en-cuentran, en el artículo 14 de la Ley citada, elde decidir si su obra ha de ser divulgada y enqué forma, y exigir el reconocimiento de sucondición de autor de la obra, así como loscontenidos en el artículo 17 del reiteradotexto legal, que establece que corresponde alautor el ejercicio exclusivo de los derechos deexplotación de su obra en cualquier forma yen especial los derechos de reproducción, dis-tribución, comunicación pública y transfor-mación, que no podrán se realizadas sin su au-torización.

NNoovveennoo.- Partiendo de la base de que eldemandado Sr. Haro Vallejo ha plagiado laobra de los actores y en consecuencia ha vul-nerado los derechos de propiedad intelectualde dichos demandantes, éstos pueden exigir laindemnización de los daños materiales y mo-rales causados de conformidad con lo dis-puesto en el artículo 138 de la Ley de Propie-dad Intelectual.

DDéécciimmoo.- La legitimación pasiva de todoslos demandados en el presente procedimientoestá acreditada pese a que la cuestionan losdemandados D. Fernando Jiménez del Oso yAmérica Ibérica SA, pues, si D. Juan JesúsHaro Vallejo está legitimado pasivamente alhaber sido el artífice directo del plagio ya que,mediante su artículo, copia de un modo casimecanizado la obra de los actores, careciendosu reportaje de originalidad y de actividad in-telectual y creativa propia, también lo estánlos otros dos demandados. Así, D. FernandoJiménez del Oso lo está como director de larevista Enigmas, siendo responsable solidariode acuerdo con lo previsto en el artículo 65.2de la Ley de Prensa 14/1966, y la editorial dela revista Enigmas, América Ibérica SA, loestá en virtud del mismo precepto por ser elmedio de comunicación que difunde, distri-buye y explota el plagio que sufren los actores.En consecuencia, los demandados son respon-sables solidarios de la vulneración de los dere-chos de autor que corresponden a los actorescontenidos en la Ley de Propiedad Intelec-tual.

UUnnddéécciimmoo.- Los actores solicitan, al am-paro del artículo 139 de la Ley de PropiedadIntelectual, indemnización por los daños ma-teriales y morales. En cuanto a los primeros, elartículo 140, párrafo primero, establece que elperjudicado podrá optar, como indemniza-

■ “Haro Vallejo ha plagiado laobra de los actores y enconsecuencia ha vulnerado losderechos de propiedadintelectual de dichosdemandantes”

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(Verano 2000) el escéptico63

ción, entre el beneficio que hubiere obtenidopresumiblemente de no mediar la utilizaciónilícita o la remuneración que hubiera perci-bido de haber autorizado la explotación. Esdecir, que en cualquier caso el perjudicado hade probar la existencia de los daños materia-les y su cuantía, y en el presente caso ni losactores han probado ningún daño económiconi cabe presumir que ha existido.

DDuuooccéécciimmoo.- En cuanto a los daños mora-les causados a los actores, sí procede su repa-ración, teniendo en cuenta lo establecido enel párrafo segundo del artículo 140 de la Leyde Propiedad Intelectual, si bien de acuerdocon los criterios sentados en dicho precepto ylas circunstancias que han concurrido en elpresente caso el quantum indemnizatorio ha deser sustancialmente inferior al solicitado porlos actores. El párrafo segundo del citado artí-culo 140 establece que “en caso de daño mo-ral procederá su indemnización, aún no pro-bada la existencia del prejuicio económico”, yque “para su valoración se atenderá a las cir-cunstancias de la infracción, gravedad de lalesión y grado de difusión ilícita de la obra”.En el presente caso, se han de tener en cuentalas siguientes circunstancias: que la referenciaa la obra de los actores es de un solo capítulo;que la citada referencia sólo supone una ter-cera parte aproximadamente del reportaje re-alizado por el Sr. Haro Vallejo; que la ampliadifusión de la obra original y su gran repercu-sión social se sobrepone a la escasa difusión dela revista Enigmas; que el conocimiento y re-conocimiento público de la obra de los acto-res ha facilitado que el error en la referenciadel artículo haya sido detectado de inmediato,haciéndose eco los medios de comunicaciónde la confusión sufrida por el Sr. Haro Va-llejo, y que se publicó inmediatamente la rec-tificación del error cometido reconociendo alos actores como autores del capítulo “La otramuerte de Federico García Lorca”. A la vistade tales circunstancias, se estima procedentefijar como indemnización con la que han deser resarcidos los actores por daños morales lacantidad de setecientas mil pesetas.

DDeecciimmootteerrcceerroo.- Como consecuencia detodo lo anteriormente expuesto, se ha de esti-mar parcialmente la demanda.

DDeecciimmooccuuaarrttoo.- De conformidad con lodispuesto en el artículo 523 de la Ley de En-juiciamiento Civil, al estimarse parcial-mente la demanda, no procede hacer expresaimposición de costas causadas en este proce-dimiento a ninguna de las partes.

FALLO

Vistos los preceptos legales citados y de-más de general y pertinente aplicación alpresente caso y en nombre de SM el Rey, fa-llo

Que, estimando parcialmente el suplicode la demanda inicial de estas actuacionesinterpuesta por la procuradora Dña. TeresaCastro Rodríguez, en nombre y representa-ción de D. Juan Andrés Bas Pérez y D. Fer-nando Marías Amondo, contra EditorialAmérica Ibérica SA, D. Fernando Jiménezdel Oso y D. Juan Jesús Haro Vallejo, repre-sentados por el procurador D. Valentín Ga-nuza Ferreo, debo declarar y declaro que D.Juan Jesús Haro Vallejo en el artículo“Lorca, el dos veces muerto”, publicado en larevista Enigmas nº 8 / año V, cuyo director esD. Fernando Jiménez del Oso y es editadapor América Ibérica SA, plagió las obras: laobra audiovisual “La otra muerte de FedericoGarcía Lorca”, capítulo de la serie Páginasocultas de la historia (serie y guión originalesde Fernando Marías y Juan Bas), y el capítulo“La otra muerte de Federico García Lorca”del libro“Páginas ocultas de la historia (auto-res: Fernando Marías y Juan Bas, Editorial:Destino), basadas en una idea incluida en laobra literaria La luz prodigiosa (autor Fer-nando Marías, Editorial Destino), y debo de-clarar y declaro asimismo la vulneración delos derechos de propiedad intelectual de losactores sobre las obras originales menciona-das anteriormente a través de dicho plagio, ydebo condenar y condeno a dichos demanda-dos solidariamente a que abonen a los acto-res la cantidad de setecientas mil pesetas enconcepto de indemnización por la vulnera-ción de sus derechos de autor de contenidomoral, absolviéndoles del resto de las preten-siones contra ellos deducidas en la demanday todo ello sin hacer expresa imposición delas costas causadas en este procedimiento aninguna de las partes.

Contra la presente resolución cabe inter-poner recurso de apelación en el plazo decinco días en este Juzgado y para ante [sic] laIlma. Audiencia Provincial de Madrid.

Así por esta mi sentencia, de la que se lle-vará certificación a los autos de que dimana,definitivamente juzgando en esta instancia,lo pronuncio, mando y firmo.

■ “La amplia difusión de la obraoriginal y su gran repercusiónsocial se sobrepone a la escasadifusión de la revista ‘Enigmas’ ”