El antiliberalismo y el mundo del trabajo

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EL ANTILIBERALISMO Y EL MUNDO DEL TRABAJO. LA PROLIFERACIÓN DE ENTIDADES OBRERAS NACIONALISTAS ENTRE 1930 Y 1943. Mariela Alejandra Rubinzal (UNL-CONICET-IDAES) 1 I. INTRODUCCIÓN La derecha argentina de los años veinte ha sido considerada como una tradición política elitista y conservadora. Los integrantes de La Nueva República y otros grupos, que pergeñaron el primer golpe de Estado en la Argentina, participaban de la sociabilidad patricia en espacios claves como el Círculo de Armas y el Jockey Club, entre otros. Fernando Devoto sostiene que el nacionalismo de los años veinte, podría ser considerado como una vertiente del conservadurismo. 2 Sin embargo, a partir de la experiencia uriburista se producen cambios que afectan la estructura y la visión del mundo de esta corriente política transformando sus rasgos elitistas. 3 Se ha señalado la existencia de un proceso de popularización que implicó la 1 Licenciada en Historia de la Universidad Nacional del Litoral, Doctoranda de la Universidad Nacional de La Plata. Docente de Historia Argentina en la Universidad Nacional de San Martín (Argentina). Este trabajo fue llevado a cabo gracias a la financiación del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). E-mail: [email protected] 2 DEVOTO, Fernando, Nacionalismo, fascismo y tradicionalismo en la Argentina moderna. Una historia. Buenos Aires, Siglo XXI, 2002. 3 Ver KLEIN, Marcus: “Argentine Nationalismo before Perón: The case of the Alianza de la Juventud Nacionalista, 1937-c.1943” en Bulletin of Latin Américan Research, vol. 20, 2001; MC GEE DEUTSCH, Sandra, Las derechas. La extrema derecha en la Argentina, el Brasil y Chile. 1890-1939 , Buenos Aires, Universidad Nacional de Quilmes Editorial, 2005; SPEKTOROWSKI, Alberto “Argentina 1930 - 1940: nacionalismo integral, justicia social y clase obrera” en Estudios Interdisciplinarios de América Latina y el Caribe, Vol.2, N°1, 1990. 1

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EL ANTILIBERALISMO Y EL MUNDO DEL TRABAJO. LA PROLIFERACIÓN DE ENTIDADES OBRERAS NACIONALISTAS ENTRE 1930 Y 1943.

Mariela Alejandra Rubinzal

(UNL-CONICET-IDAES)1

I. INTRODUCCIÓN

La derecha argentina de los años veinte ha sido considerada como una tradición

política elitista y conservadora. Los integrantes de La Nueva República y otros grupos,

que pergeñaron el primer golpe de Estado en la Argentina, participaban de la

sociabilidad patricia en espacios claves como el Círculo de Armas y el Jockey Club,

entre otros. Fernando Devoto sostiene que el nacionalismo de los años veinte, podría ser

considerado como una vertiente del conservadurismo.2 Sin embargo, a partir de la

experiencia uriburista se producen cambios que afectan la estructura y la visión del

mundo de esta corriente política transformando sus rasgos elitistas.3 Se ha señalado la

existencia de un proceso de popularización que implicó la inclusión de militantes no

provenientes de la elite. En efecto, es sobre todo en la segunda mitad de la década del

treinta que pueden observarse más claramente los esfuerzos por acercar a la clase media

y a la clase trabajadora al movimiento nacionalista. Los estudios han destacado que

algunas organizaciones – entre las cuales sobresale la Alianza de la Juventud

Nacionalista- otorgaron a la cuestión social4 un lugar privilegiado en su agenda y

desarrollaron una retórica encendidamente revolucionaria.

En los convulsionados años treinta la derecha pasa de ser una configuración de

pequeños grupos de intelectuales conspiradores a un movimiento militante, con

1 Licenciada en Historia de la Universidad Nacional del Litoral, Doctoranda de la Universidad Nacional de La Plata. Docente de Historia Argentina en la Universidad Nacional de San Martín (Argentina). Este trabajo fue llevado a cabo gracias a la financiación del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). E-mail: [email protected] DEVOTO, Fernando, Nacionalismo, fascismo y tradicionalismo en la Argentina moderna. Una historia. Buenos Aires, Siglo XXI, 2002.3 Ver KLEIN, Marcus: “Argentine Nationalismo before Perón: The case of the Alianza de la Juventud Nacionalista, 1937-c.1943” en Bulletin of Latin Américan Research, vol. 20, 2001; MC GEE DEUTSCH, Sandra, Las derechas. La extrema derecha en la Argentina, el Brasil y Chile. 1890-1939 , Buenos Aires, Universidad Nacional de Quilmes Editorial, 2005; SPEKTOROWSKI, Alberto “Argentina 1930 - 1940: nacionalismo integral, justicia social y clase obrera” en Estudios Interdisciplinarios de América Latina y el Caribe, Vol.2, N°1, 1990. 4 SURIANO, Juan (comp.), La cuestión social en Argentina (1870-1943) Buenos Aires, La Colmena, 2000. Sobre la cuestión social antes de los años treinta: SURIANO, Juan, “El Estado argentino frente a los trabajadores urbanos. Política social y represión, 1880 - 1916” en: Anuario. Escuela de historia de la U.N.R.., 2° época, N° 14, 1989 – 1990; ZIMMERMANN, Eduardo, Los liberales reformistas. La cuestión social en la Argentina 1890-1916, Buenos Aires, Sudamericana-Universidad de San Andrés, 1995.

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organizaciones relativamente estables y con intenciones de movilización de masas. Así,

de una retórica conservadora se pasa a una radicalizada en contenidos sociales; de

prácticas asociadas a la producción intelectual y a las acciones represivas contra el

movimiento obrero se transita hacia una actitud menos implacable y más abierta a los

sectores populares. Ciertamente no todo el movimiento nacionalista circula por

idénticas vías, así que encontraremos numerosos casos de nacionalistas que reaccionan

negativamente ante este giro del programa o pensamiento político. Más allá de las

distintas posiciones que sostuvieron los representantes del nacionalismo en torno a los

problemas centrales de esta década, puede afirmarse que las organizaciones más

importantes intentaron instaurar un nacionalismo sindicalista. Esta tendencia tenía

como objetivo principal penetrar, organizar y transformar al mundo del trabajo;

reuniendo a los “auténticos obreros” para sanear el sindicalismo de las “ideas

disolventes” que propagaban el socialismo y el comunismo.

El objetivo de esta ponencia es analizar la conformación de las entidades

obreras nacionalistas y sus formulaciones económicas. La hipótesis es que el

nacionalismo argentino radicalizó sus programas económicos con el objetivo de atraer a

las masas. Asimismo, entendemos que las formulaciones económicas deben

relacionarse con las otras variables que colaboraron en el proceso de creación de

entidades sindicales, tales como las movilizaciones masivas, las conferencias sobre

asuntos del trabajo, los festivales populares, la difusión doctrinaria en fábricas, entre

otras.

Para analizar este proceso nos concentraremos en la Ciudad de Buenos Aires y

el conurbano, por un lado, debido a la alta concentración de los grupos nacionalistas y,

por el otro, a los procesos de modernización económica que afectaron esta área

especialmente. El contexto está signado por el avance de la industrialización por

sustitución de importaciones (ISI) y por el sostenido crecimiento numérico de la clase

obrera. Asimismo es notable el aumento de la conflictividad laboral y de las luchas

sindicales, de las cuales es preciso destacar la gran huelga de la construcción en 1935,

ya que dio origen a la Federación Obrera Nacional de la Construcción dirigida por el

comunismo. En este marco, la redefinición de la derecha respecto a la cuestión obrera y

la aparición de grupos de obreros nacionalistas alcanzan sus formas más definidas.

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II. LA DERECHA Y LA CUESTIÓN SOCIAL

La cuestión social refiere en sentido amplio a las consecuencias del proceso de

industrialización y modernización que impactaron en las sociedades. En Argentina, la

crisis económica mundial de 1930 puso de manifiesto el agotamiento de un modelo de

producción que había tocado sus límites previamente. La fuerte dependencia del mercado

exterior provocó una serie de problemas que hicieron colapsar el desarrollo de la macro

economía (caen las exportaciones, fuga de capitales, caída de los precios de las materias

primas) y también de la doméstica (suba de precios de productos básicos, desocupación).

Asimismo, comenzaron a instalarse en las grandes ciudades y en sus alrededores,

establecimientos fabriles dedicados a producir algunos de los productos que ya no

podían exportarse. El crecimiento poblacional; la emergencia de nuevos barrios que

carecían de los servicios básicos; los problemas de salubridad pública; la visibilidad de la

protesta social fueron algunas de las consecuencias de ese proceso de modernización que

abría nuevas posibilidades a una sociedad móvil y también nuevos problemas.

Paralelamente a los cambios estructurales y sociales, creció la percepción de amenaza en

las elites, a las que comenzó a invadirles una inquietante sensación de desasosiego y

temor. “Ese temor cada vez más justificado comenzaba a corroer las seguridades que

habían hecho posible construir una sólida conciencia nacional apoyándose en una

promesa de futuro antes que en la memoria de un pasado compartido.”5 Estos elementos

fueron determinantes en el proceso genético de la ideología nacionalista.

Cristian Buchrucker sostiene que el nacionalismo uriburista tenía una

interpretación aristocrática-xenófoba de los problemas sociales, es decir, la situación de

conflictividad se explicaba por la existencia de extranjeros. En esta versión de la cuestión

social, los inmigrantes ocupaban en el lugar de portadores de frustraciones y

resentimientos externos que perturbaban la paz social. Sin embargo, dicha reducción de

la cuestión social al componente extranjero no era específicamente nacionalista, sino que

pertenecía a un amplio espectro de actores.6 No obstante, en el transcurso de los años

treinta, se configuraron otras perspectivas sobre los problemas sociales.

Retomaré algunas cuestiones tratadas en el artículo “Del elitismo al nacionalismo obrerista: la derecha argentina y la cuestión obrera en los años 30”, en Entrepasados, Año XV, Número 30, Fines de 2006, Buenos Aires, pp. 67-85. ISSN: 0327649X.5 HALPERIN DONGHI, Tulio, La Argentina y la tormenta del mundo: Ideas e ideologías entre 1930 y 1945, Buenos Aires, Siglo XXI, 2003, p. 17. 6 Como afirma Loris Zanatta, en la óptica dominante entre los católicos y los conservadores, la inmigración terminaba sirviendo de chivo expiatorio de la crisis social del país. Ver del autor el libro, Del Estado liberal a la Nación Católica. Iglesia y Ejército en los orígenes del Peronismo. 1930 - 1943, Buenos Aires, Universidad Nacional de Quilmes, 1996, p. 63.

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Monseñor Gustavo Franceschi, uno de los representantes más destacados del

catolicismo social que comulgaba con algunos de los principios nacionalistas, recordó a

su público de clase alta -el primero de mayo de 1931- que el magisterio de la Iglesia

admitía el capital pero no el capitalismo, ya que la propiedad debía tender a fines

sociales. Advirtió tempranamente que los extranjeros no representan el nudo gordiano; lo

que había que cortar de raíz eran “las condiciones del ambiente” para la propagación de

las ideas rojas, que por otro lado eran portadas y difundidas tanto por extranjeros como

por nativos.7 La consecuencia de este discurso fue la impugnación del clérigo, por parte

de los sectores más tradicionalistas, nada menos que por “comunista”. Monseñor

Franceschi responde a esta insólita “acusación” desacreditando las posiciones

anticomunistas por estrechas: “se cree que todo eso [el conflicto social] es engendro de

unas cuántas mentalidades pervertidas, sin arraigo en la realidad.”8 El diputado católico

Cafferata recibió similares apreciaciones. En una carta a Carlos Ibarguren, señala que su

preocupación por los obreros y los agricultores terminó por aislarlo de sus compañeros

quienes lo calificaron como bolchevique.9 Obviamente, el calificativo tenía entre estos

interlocutores el valor del insulto, pero también poseía un valor positivo en el sentido de

diferenciarse de un sector que mantenía una concepción restrictiva sobre la cuestión

social. Tanto Franceschi como Cafferata se sentían incomprendidos y falsamente

acusados por sus pares, lo cual demuestra que dentro de las vertientes ideológicas

antiliberales existían distintos posicionamientos.

Por su parte, Manuel Gálvez enfrentó a sus compañeros de ruta a causa de la

insensibilidad social que padecían. Desde su perspectiva, eran reaccionarios de clase alta

con escaso interés por la justicia social. Gálvez decía que los nacionalistas argentinos

adoptaban sólo los rasgos derechistas del fascismo –su énfasis en el orden, la disciplina y

la jerarquía- pero ignoraban completamente sus aspectos socialistas, en suma, creía que

eran “dictatoriales y militaristas, más que fascistas.”10

7 Entrevista realizada a Franceschi en la ciudad de Paraná, publicada en El Pueblo, 15 de julio de 1923, y reproducida en SAÍTTA, Sylvia y ROMERO, Luis Alberto, Grandes entrevistas de la Historia Argentina (1879-1988), Buenos Aires, Punto de Lectura, 2002.

8 FRANCESCHI, Gustavo, “¿Comunista o católico?” Criterio 30/04/1936, en Obras completas, TIV, Buenos Aires, Difusión, 1946, p. 115. 9 IBARGUREN, Carlos, La historia que he vivido, Buenos Aires, Ediciones Dictio, 1977, p. 567. 10 GÁLVEZ, Manuel, Este Pueblo necesita, Buenos Aires, Librería García Santos, 1934. Manuel Gálvez sostiene una interesante polémica con Julio Irazusta, uno de los fundadores de la Nueva República, sobre la cuestión social. Ver DEVOTO, Fernando, Nacionalismo..., Op. cit.,, pp. 190-191-192; y MUTSUKI, Noriko, Julio Irazusta: treinta años de nacionalismo argentino, Buenos Aires, Biblos, 2004, p. 61.

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Otros nacionalistas recorrieron el camino del discurso elitista al “revolucionario”.

Por ejemplo, Bruno Jacovella, era partidario de un nacionalismo antiburgués que

provocaría una revolución social para destruir a la oligarquía que había obligado a la

sociedad argentina a adoptar formas de vivir y pensar que no le eran propias. Rodolfo

Irazusta, otro representante del nacionalismo de los años veinte, pretendía una

repartición “equitativa” de los bienes nacionales entre los argentinos que incluía una

justa regulación de las ganancias entre obreros y campesinos, entre agrarios y

comerciantes, entre productores y consumidores.11 En un tono mucho más populista,

Enzo Valenti Ferro –miembro de la Legión Cívica Argentina- proclamaba, en 1934, una

justicia social nacionalista a través de una ley de viviendas, un programa de emergencia

obrera para asegurar atención médica e indemnizaciones por accidentes.12

De esta manera, el reconocimiento de la existencia de graves problemas en el

mundo del trabajo y de las legítimas demandas obreras, junto con el temor por el avance

de la izquierda, modificó la representación inicial que ligaba el conflicto social a la mera

existencia de inmigrantes radicalizados. Asimismo, el fracaso de algunos intentos de

llegar al poder por distintas vías (la golpista, la electoral, la alianza con sectores

conservadores) colaboró en la resolución de encarar la estrategia de ampliar las bases del

movimiento y movilizar a las masas a la manera de los fascismos europeos.

La preocupación nacionalista por la cuestión social incluyó necesariamente una

definición ante el problema de la integración de los sectores populares a la nación. Los

problemas del modelo producción, de las condiciones de vida de los trabajadores, de las

formas de control y regulación de las normas laborales formaron parte de la noción de

Estado nacionalista. En un sentido práctico, esto significaba la participación política de

los obreros a través de la organización corporativa de la sociedad y el mejoramiento de

su condición material mediante del aumento de la producción capitalista, la

independencia económica y la justicia social.13 La óptica del nacionalismo evolucionó

hacia una postura moderna de resolución de los conflictos sociales al tiempo que la

opción represiva y paternalista demostró sus límites, particularmente visibles en el

alarmante aumento y fortalecimiento de la organización de la clase obrera y en su

inclinación por el socialismo y el comunismo.

11 En PIÑEIRO, Elena, La tradición nacionalista ante el peronismo. Itinerario de una esperanza a una desilusión, Buenos Aires, A - Z editora, 1997, p. 167. 12 DOLKART, Ronald, “La derecha durante la Década Infame, 1930-1943”, en DOLKART, Ronald, “La derecha durante la Década Infame, 1930-1943”, en MC GEE DEUTSCH, Sandra, y DOLKART, Ronald (compiladores), La derecha Argentina, Buenos Aires, Ediciones B, 2001, p.163. 13 Ver SPEKTOROWSKI, Alberto “Argentina 1930 – 1940…”, Op. Cit.

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III. LAS ORGANIZACIONES OBRERAS NACIONALISTAS

Hacia mediados de la década del treinta la corriente sindicalista pierde su

posición de poder y dirección en el movimiento obrero. Mediante la fuerza, precedida de

largas y corrosivas discusiones, los dirigentes sindicalistas son desalojados de la

conducción de la Confederación General del Trabajo (CGT) entidad representativa de la

clase obrera argentina desde su constitución en 1930.14 El socialismo, apoyado por el

comunismo, tomaría a su cargo la tarea de dirigir al movimiento obrero por aquellos

años en los cuales los resortes de la economía se reacomodaban después de la gran crisis

mundial. Para los nacionalistas este hecho fue sumamente inquietante: "Lo que importa

son las masas de trabajadores que van a ser absorbidas por los más audaces.”15

El intento de atraer a los obreros al movimiento se presentó tempranamente, pero

fue a mediados de la década que esta tendencia adquiere relevancia. En 1932 fue creada

la primera agrupación de trabajadores nacionalista denominada Federación Obrera

Nacionalista Argentina (FONA).16 Sin embargo, muchos nacionalistas permanecieron,

durante un tiempo, reticentes a los cambios que se estaban operando. Por ejemplo,

Roberto de Laferrere se opuso a la iniciativa de un grupo de amigos que pretendían

fundar una asociación nacionalista para hacer propaganda entre los obreros, porque

estaba destinada al fracaso. En su opinión, para fortalecer al nacionalismo, había que

reflotar las actividades de las agrupaciones tradicionales.

Entre 1932 y 1941 aparecieron una serie de entidades nacionalistas que

pretendieron organizar y representar a los obreros argentinos. Algunas de ellas nacieron

como las ramas obreras de las agrupaciones tradicionales, otras directamente como

organizaciones autónomas.17 El siguiente cuadro presenta las entidades que aparecieron

en el período, sus referentes sindicales, algunos sindicatos que adherían a la entidad,

direcciones de las sedes donde funcionaban.

14 DEL CAMPO, Hugo, Sindicalismo y peronismo. Los comienzos de un vínculo perdurable, Buenos Aires, CLACSO, 1983; DI TELLA, Torcuato, Perón y los sindicatos. El inicio de una relación conflictiva, Buenos Aires, Grupo Editorial Planeta, 2003; MATSUSHITA, Hiroschi, Movimiento obrero argentino 1930-1945. Sus proyecciones en los orígenes del peronismo, Buenos Aires, Ediciones Siglo XX, 1987; TORRE, Juan Carlos, La vieja guardia sindical y Perón, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1990.15 OSÉS, Enrique, “La escisión en la masa obrera”, en Crisol, 19/12/1935, p. 1. 16 Surgió como la rama obrera de la Legión Cívica Argentina, aunque posteriormente reivindicó su autonomía dentro de la constelación de entidades del nacionalismo. 17 La trayectoria de dichas agrupaciones es difícil de rastrear, lo cual indica que en algunos casos se tratarían de entidades efímeras. Hay que agregar también que algunas de sus publicaciones no se han conservado en los archivos.

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Cuadro 1. Organizaciones obreras nacionalistas (1930-1943)18

Agrupaciones Dirigentes y miembros de

los cuerpos directivosSindicatos y/o grupos

asociadosSedes

Sindicato Obrero Nacionalista Argentino (SONA) Creado en 1934.

Francisco Ungaro Obreros y Empleados de Pizzerías

Chacabuco 78. Barrio Monserrat.

Legión Cívica Argentina (LCA)(Sub Comisión de Asuntos Gremiales – creada en 1935)

1934 – Agrupación de tranviarios.Obreros Marítimos y Madereros

Federación Obrera Nacionalista Argentina (FONA) Creada en 1932 por la LCA.

Carlos Navarro Otero, (secretario general) Juan A. Parrao y Luis Lado Vidal (Presidente), Jesús Ceferino Albornoz (representante de talabarteros), José Fernández.

Agrupación de empleados de comercio y Agrupación de talabarteros. Vinculación con Agrupación de Tranviarios Nacionalistas

Girbone 658, Avellaneda. Talabarteros: Mitre 184.

Falange Argentina Nacional Sindicalista (1937 “Segundo Congreso Nacional Sindicalista”)

Manuel Gustavo Cao. Federación Obrera de Entre Ríos (expulsada en 1937)

Agrupación de Tranviarios Nacionalistas (Aparece en 1934 como adherentes a la LCA. Según fuentes periodísticas contaban con 500 miembros.)

Relacionados con FONA. Belgrano 2422. Barrio Balvanera

Agrupación Obrera Adunista – ADUNA. Creada en 1937.

Organización Obrera Adunista de Mendoza

ADUNA: Viamonte 875. Barrio San Nicolás

Frente Obrero Nacionalista Argentino (ex FONA). Adhiere al Frente Nacional en elecciones de 1938.

La Comisión Directiva : Presidente: Oscar Fernández, Vice : Jesús Albornoz; Secretario. general: Dante Caminos; Prosecretario: José María FernándezTesorero: Juan Carlos Gómez; Jefe de Archivo: Félix Rotura; Vocales: Marcelino Grande, Salvador Buccafusco, Alfio Paroldi, Virgilio Sordeli.

Agrupación de Obreros Albañiles (1939).

Unión Sindicalista Argentina (USA). Fundada en 1937. Publicación “Sindicalismo”. En 1938 se fusiona con el Partido Social Argentino (bajo la agrupación Vanguardia Argentina del Trabajo). Adhesión a la Federación de Comités Independientes Laboristas.

Pte. Roberto Rolón (Corredor de Comercio). Posteriormente asume la presidencia Repetto (ferroviarios), Soria y Martinolich.

Sindicato Argentino de Corredores del Comercio de la Alimentación y afines (1937) Pte: Vicente Ruiz; Sec. Monteagudo; Tesorero: Colombo.

Avenida de Mayo 749, 2 Piso. (Monserrat)

Central Sindical Obrera de la Nicolás Quintana (Falange Agrupaciones fusionadas:

18 El Partido Fascista Argentino no fue incluido en el cuadro ya que merece un tratamiento por separado. Fue creado en 1932 y su jefe político fue Hugo Passalacqua; agrupaba a obreros de origen italiano, trabajadores en distintas ramas de la industria y artesanos, que expresaban su admiración por el régimen de Mussolini. Se hallaban integrados al universo de obreros nacionalistas como lo atestigua la participación de oradores del nacionalismo sindicalista en actos organizados por el PFA. Asimismo, algunos de los dirigentes del PFA luego conformaron organizaciones nacionalistas, como el caso del presidente de la Unión Sindicalista Argentina, Roberto Rolón. Hablaban de justicia social, patriotismo, sacrificio y tenían el objetivo de ampliar su base proletaria “para constituir una sociedad armónica sobre las bases del corporativismo que elimine definitivamente del cuerpo social a todos los parásitos ." Ver Crisol, Partido Fascista Argentino, 10/05/1936, p. 2. Se trata de un desprendimiento de la Federación Obrera Nacionalista Argentina que agrupa a varios de los militantes de la primera FONA.

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Falange Española (Falange Española de la JONS)

Española) Frente Nacionalista Santafesino, Agrupación Nacionalista Río Bamba, Acción Fascista Argentina y Corporación Obrera de Entre Ríos.

Partido Nacionalista Argentino – Central Obrera sindical-nacionalistaAlianza Juventud Nacionalista (AJN). Publicación “Avanzada”. Creada el 25 de setiembre de 1937.

Pte J. Queraltó (AJN)Scr. Miguel Trujillo (VOA)Pascual Alberto Sevilla (VOA-San Juan) José Lorenzo Bó (Secretario de Prensa y Propaganda, 1940), Carlos Ballinas.

Vanguardia Obrera Argentina (VOA). Creada en 1939. Intento de constitución de un Sindicato Obrero de la Construcción. Filial San Juan: Sindicato de Conductores de Ómnibus.

Diversos locales Central: Avenida de Mayo 749.

Centro Obrero Nacionalista Argentino (CONA) Aparece en 1939.Partido Obrero Restaurador Argentino. Creado en 1940

Secretario general: Horacio E. de Yebra; secretario de propaganda: Julio Guatelli; secretario de reclutamiento: Ricardo Gerlero; secretario de administración: Pedro Ilvento

Nacionalismo Laborista. Creado en 1935

José María Rosa Trabajadores no industriales –chóferes, almaceneros, etc.- actores; industriales, comerciantes.

El lugar de estas entidades y la influencia de los trabajadores dentro del

movimiento eran una fuente de conflicto. Fermín Mares -obrero nacionalista que

escribía la columna gremial en el periódico nacionalista Crisol- le asignaba a los

trabajadores nacionalistas un lugar fundamental, por el contrario Fernando García Della

Costa estaba dispuesto a reconocerles sólo una función educativa restringida al ámbito

sindical. García Della Costa afirmaba que “El Sindicalismo nacionalista debe servir tan

solo para imprimir consciencia cívica ante los problemas del trabajo a una clase la que

se quiere apartar de su misión nacional.”19. Síntoma de las constantes fricciones que

atravesaban al movimiento nacionalista de esta época, fue la expulsión de la FONA, una

de las tantas agrupaciones que formaba parte de la Unión Nacional Corporativa

Argentina (UNCA).20 El motivo de la expulsión fue el supuesto apoyo, realizado por la

Federación, a los reclamos obreros impulsados por sindicatos “rojos”.21

Las entidades obreras desarrollaban una serie de actividades regulares como

reuniones; inscripción de adherentes en locales propios o prestados (por otras

19 GARCÍA DELLA COSTA, Fernando, “Estamos contra la reacción de la beatería hipócrita de la reacción que usa a la Patria como un mito”, en Crisol, 23/03/1943, p. 5. 20 Entidad creada en 1935 con el objetivo de agrupar a las formaciones nacionalistas del período. Puede ser considerada un ejemplo más de la constante fragmentación y del reiterado fracaso de unificación del frente nacionalista. 21 En Crisol, “Unión Nacional Corporativa Argentina. Comunicado”, 10/05/1936.

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organizaciones o por algún diario nacionalista); conferencias callejeras; asambleas para

resolver algún conflicto laboral; participación en movilizaciones y actos del 1º de mayo.

No sólo buscaron atraer a los trabajadores brindando servicios tales como atención

médica gratuita o asesoría legal en casos laborales, sino también emprendieron una

campaña de “concientización” a través de cursos y conferencias especialmente dirigidas

a los trabajadores. Argumentaban que el "objetivo primordial cosiste en elevar el nivel

moral y cultural del obrero" proporcionando al hombre de trabajo "elementos de juicio

que le permitan orientarse conscientemente en estos momentos, difíciles por todo

concepto, de la vida universal".22 Una de las funciones de estos grupos fue enlazar a

trabajadores nacionalistas con empleadores de la misma tendencia. Por ejemplo, el

Sindicato Obrero Nacionalista Argentino (SONA) había organizado una Bolsa de

Trabajo para ubicar a los trabajadores nacionalistas desocupados y, a su vez, para que

los empleadores eligieran a estos “auténticos” obreros y no a inmigrantes comunistas.23

Las campañas de afiliación se realizaban tanto en los lugares donde los obreros se

encontraban desorganizados, como en las fábricas ganadas por el socialismo o el

comunismo. En dichas campañas se utilizaban frases como “Obligación al trabajo;

derecho al trabajo. Sólo el nacionalismo te ofrece esta tranquilidad” o “Miseria.

Hambre. Fantasmas terribles que sólo el nacionalismo ahuyenta.” Asimismo, se

realizaban espectáculos en los barrios populares. Por ejemplo, el Sindicato Argentino de

Corredores del Comercio de la Alimentación y Afines (afiliado a la USA) organizó

festivales artísticos en el popular barrio de La Boca. Estas jornadas incluían la actuación

de artistas líricos y números radiales en vivo en el Teatro Verdi. Para asistir debía

retirarse gratuitamente las entradas en los almacenes del barrio, ya que el objetivo era la

“defensa del tradicional almacén argentino”.24

Las dos organizaciones que lograron una mayor gravitación dentro del

nacionalismo sindicalista fueron la FONA y la AJN. La primera que inicialmente

concentraba sus actividades en la localidad de Avellaneda, logró extender su radio de

acción a la Capital Federal. Realizaban distintos tipos de actos callejeros y celebraban

22 Crisol, “Legión de Mayo. Ciclo de conferencias”, 24/08/1935, p.3. 23 Estas prácticas se pueden emparentar fácilmente con las realizadas por la Liga Patriótica Argentina (LPA) en la década precedente. Como señaló Sandra McGee Deutsch, la LPA trató de controlar la oferta de la mano de obra mediante la formación de las “brigadas de trabajo libre”. Estas brigadas se encontraban totalmente subordinadas a las decisiones de los dirigentes de la Liga, ubicadas en el escalón más bajo de la jerarquía, carecían “de voz y de todo poder dentro de la organización". MC GEE DEUTSCH, Sandra, Contrarrevolución en la Argentina 1900-1932. La Liga Patriótica Argentina , Buenos Aires, Universidad Nacional de Quilmes Editorial, 2003, p. 17. 24 Bandera Argentina, “Unión Corredores de Comercio”, 7/02/1939, p. 3.

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sus aniversarios con oficios religiosos. Eran habituales también los actos en el

cementerio de la Recoleta donde estuvieron, hasta 1937, los restos de Uriburu. En 1936

crearon una entidad denominada “Socorro Blanco” la cual organizaba misas en memoria

de los caídos en la Revolución Rusa y juntaba dinero para ayudar a los nacionalistas en

la Guerra Civil Española. Fue la primera agrupación que organizó actos para el primero

de mayo, a través de los cuales trataron de conformar una identidad obrera nacionalista.

Estos actos se transformaron en una práctica sistemática y adquirieron notable

visibilidad en la ciudad de Buenos Aires. De hecho, no sólo los diarios nacionalistas sino

también la gran prensa comercial, como La Nación y Crítica, difundían las actividades

de las distintas agrupaciones de esta corriente para los actos del Día del Trabajador.25 Las

marchas sobre la Avenida Santa Fe y las concentraciones en la Plaza San Martín eran

uno de los recursos más notables, pero no el único, para disputar la primacía de la

izquierda en el movimiento obrero.26

La Alianza de la Juventud Nacionalista anunció su propósito de convertir al

nacionalismo en millares de jóvenes trabajadores. Fue, sin dudas, la organización más

importante del período aunque es difícil precisar el número  de miembros ya que los

especialistas brindan más de una estimación.27 Juan Queraltó –presidente de la

agrupación- la definió como un movimiento “eminentemente proletario” basado en la

justicia social. El historiador Ronald Dolkart destaca que los aliancistas realizaron un

esfuerzo especial para reclutar miembros entre la clase obrera y adoctrinarlos.28 La

Alianza contaba con filiales en las provincias y poseía una organización estrictamente

jerárquica que especificaba las tareas y responsabilidades de cada uno de sus miembros

dentro de la estructura de la organización. La Vanguardia Obrera Nacionalista es creada

en 1939, y se constituye como rama obrera de la AJN, posteriormente su nombre

25 La Nación, “Conmemorarán hoy la fiesta de los trabajadores diversas agrupaciones de obreros,” 1/05/1938, p. 9; La Nación, “La fiesta del trabajo fue celebrada ayer con varios actos desarrollados en forma ordenada”, 1/05/1942, p.5; Crítica, “Los fascistas desvirtuaron ayer el significado del 1° de mayo”, 2/05/1940, p.4.26 RUBINZAL, Mariela, “La disputa en las plazas. Estrategias, símbolos y rituales del primero de mayo nacionalista. (Buenos Aires, 1930-1943)” en Historia y Política. Ideas, procesos y movimientos sociales, Número 19, Madrid, Enero/junio 2008, págs. 255-285. ISSN: 1575-0361.27 Mientras que Enrique Zuleta Álvarez, en su ya clásica obra El nacionalismo argentino, Buenos Aires, La Bastilla, 1975, menciona de modo indeterminado la existencia de decenas de miles de adherentes, Marysa Navarro Gerassi calcula sólo unos 11.000 para todo el país. Sandra Mc Gee Deutsch y Daniel Lvovich coinciden en sostener una cifra que oscilaría entre los 30.000 y 50.000 miembros. Por su parte, Klein cree que la cifra mencionada por Navarro Gerassi es más plausible que las otras disponibles, aunque señala que los 3.000 miembros mujeres, que dicha autora afirma que existían en los años cuarenta, es una exageración. 28 DOLKART, Ronald, “La derecha durante la década infame 1930-1943”, Op. Cit., p. 189.

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cambiará a Vanguardia Obrera Argentina (VOA).29 La comisión de la Vanguardia

estaba encabezada por Miguel Trujillo, quien desde 1935 venía participando en

actividades de la Legión Cívica Argentina. La conformación de la VOA respondía al

declarado intento de disputar el predominio del marxismo en el campo obrero. El primer

acto público se realizó en la Plaza Flores y el tema principal de la convocatoria fue el

repudio a los altos precios de los medicamentos que inciden desfavorablemente en el

costo de vida de la familia obrera. Paralelamente, organizó un cuerpo médico que

prestaría atención gratuita a los adherentes y a sus familiares. También contaba con un

grupo de abogados para la defensa de los obreros en casos de violación patronal de las

leyes de trabajo.30 Miguel Trujillo se reunía con obreros de distintos gremios para

elaborar estrategias de captación acorde a la realidad de cada sindicato: se había

iniciado una serie de tareas de “penetración silenciosa” en fábricas y sindicatos. Se

elaboró un manifiesto de ideas y principios, destinado a ser distribuido en las fábricas y

talleres.

Las causas del fracaso de la AJN-VOA, y de las otras agrupaciones

nacionalistas, en captar y nacionalizar a la clase obrera argentina son variadas.

Leonardo Senkman entiende que la composición de los aliancistas (“su extracción social

juvenil populista”) y su visión anacrónica de un estado nacional-sindicalista serían los

elementos fundamentales que trabaron el objetivo de ampliar las bases de la agrupación

con miembros de los sectores populares.31 Por su parte, Marcus Klein enfatiza que la

Alianza era “populista” pero no se trataba de un “movimiento popular”, sino de una

organización de jóvenes provenientes de la clase media baja.32 Argumenta que el fracaso

de la VOA se explicaría por la combinación de una retórica violenta junto con sus

simpatías por los fascismos europeos, los cuales perseguían a los trabajadores

organizados. Por nuestra parte podemos agregar que la sólida cultura obrera,

29 Es notable el aprovechamiento de la estructura nacional de la AJN para la organización de obreros de distintas regiones del país como, por ejemplo, la filial de la AJN de San Juan que constituyó un Consejo Gremial Obrero como paso previo para la formación de la VOA (dirigida por el jefe Pascual Alberto Sevilla) en aquella provincia. También promovieron la creación de un Sindicato de Conductores de Ómnibus, dependiente de la VOA. Bandera Argentina, 30/09/1939. 30 Bandera Argentina, “Vanguardia Obrera Argentina”, 25/08/1939, p. 2. 31 SENKMAN, Leonardo, “Populismo latinoamericano, etnicidad y organizaciones fascistas: los casos de la AIB brasilera y la ALN argentina” en Si somos americanos, Revista de Estudios Fronterizos, Volumen VI, Año 5, Iquique, Instituto de Estudios Internacionales, Universidad Arturo Prat, 2004, p. 101. 32 KLEIN, Marcus, A Comparative Analysis of Fascist Movements in Argentina, Brazil, and Chile. Between the Great Depression and the Second World War, Thesis submitted for the degree of Doctor of Philosophy of the University of London, Institute of Latin American Studies, School of Advanced Study, London, 2000, p. 244.

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Page 12: El antiliberalismo y el mundo del trabajo

cosmopolita y democrática, que la izquierda supo cultivar en la Argentina aluvional

también funcionó como barrera para la extensión del nacionalismo sindicalista.

IV. LOS PROGRAMAS ECONÓMICOS NACIONALISTAS

Los programas económicos del nacionalismo fueron difundidos en distintos

soportes (libros, novelas, panfletos, periódicos, manifiestos) y tenían características

específicas según sus realizadores. En general, las formulaciones apelaban a la

instauración de una justicia social que incluía tanto el mejoramiento de las condiciones

laborales como del salario, junto al derecho a la vivienda obrera. Alberto Spektorowski

sostiene que “Las formulaciones de justicia social no representaban un mero intento

demagógico destinado a destruir la lucha de los partidos obreristas contra el sistema. La

justicia social, para el nacionalismo argentino, representaba el contenido práctico del

sentido comunitario del nacionalismo orgánico.”33 Más allá de las motivaciones,

creemos que las enunciaciones económicas tuvieron una función específica en el marco

del objetivo de acercar a las masas al movimiento. La justicia social nacionalista

implicaba una nivelación de las desigualdades que la economía liberal había instaurado

en la sociedad, pero respetando las jerarquías:

“Es atributo esencial del hombre el bienestar económico, que no puede ser patrimonio de una sola clase, sino de todas ellas en la medida de su capacidad y su esfuerzo.”34

Propugnaban un nacionalismo económico cuya base ideológica era el

patriotismo. La eficacia de este modelo estaba dada por la desaparición de las

diferencias políticas, expresadas por los distintos partidos, y por la armonía absoluta

entre pueblo y gobierno. El pueblo “sufrido y trabajador” todavía creía en los políticos

profesionales que se entretenían discutiendo “sobre los métodos que emplearán para

expoliarlo”.35 Por eso, la forma política más adecuada para acompañar los cambios

económicos que los nacionalistas proponían era el Estado corporativo, que eliminaba la

mediación de los partidos políticos por las corporaciones. Este nacionalismo económico

no tenía como objetivo la “autarquía” –que podría derivar en una “prepotencia política

internacional”- sino que proponía un intercambio equilibrado con otros países, esto es,

que las operaciones no arrojen un saldo deudor o acreedor en la balanza comercial.

33 SPEKTOROWSKI, Alberto, “Argentina 1930 – 1940…” Op. cit., p. 73. 34 GLAVE, Guido, Economía dirigida de la democracia corporativa argentina, Buenos Aires, Imprenta Luis Gotelli, 1936, p. 42. 35 GLAVE, Guido, Economía dirigida…Op. Cit., p. 97.

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Page 13: El antiliberalismo y el mundo del trabajo

La propaganda ideológica, distribuida a través de volantes, fue una de las vías

para difundir las ideas económicas del nacionalismo en forma masiva. El nacionalista

Guido Glave elaboró panfletos para la Unión Patriótica Argentina que fueron

distribuidos entre 1934 y 1935. Posteriormente, esos escritos para la difusión callejera

fueron compilados con el objetivo de editar un libro. Economía dirigida de la

democracia corporativa argentina fue el título de dicho libro editado en 1936, el cual

tiene el valor de presentar un plan económico exhaustivo con medidas concretas.

En cuanto al modelo de desarrollo, el plan presentado por Guido Glave apuntaba

a revalorizar la producción agraria que era la que generaba las riquezas nacionales, y la

que sostenía a la industria y el comercio. Sin embargo, este modelo basado en el

latifundio y en el predominio económico de los exportadores debía ser eliminado porque

los “exportadores, a favor de una satánica combinación, conocida por muy pocos,

acaparan los quince millones de toneladas de cereales, oleaginosos, y demás frutos del

trabajo que exportamos cada año”36

El Estado debía tener un papel central en todo el proceso transformativo

cuidando el equilibrio fiscal. Se preveía la creación una Caja Agropecuaria para atender

las necesidades de los agricultores y ganaderos, construir elevadores regionales o

locales y terminales, comercializar las cosechas y conceder créditos agropecuarios.

Además el Estado se haría cargo de la expropiación de los latifundios para vendérselos

en parcelas a agricultores. Guido Glave consideraba que los latifundios no se definían

por la extensión de la tierra sino por su importancia en el sistema productivo,

“pueden constituirlo dos o tres manzanas de terreno enclavadas en zonas densamente pobladas de la capital, y pueden no representarlo veinte o treinta leguas de campo ubicadas en la frontera. Latifundio es, a nuestro juicio, un área de tierra que impide la expansión, que detiene el progreso normal, que traba el movimiento y el bienestar colectivo.”37

Las parcelas irían de 10 a 200 hectáreas según los casos y serían expropiadas

previa indemnización al propietario. Las sumas de las indemnizaciones estaban

estipuladas por el precio de los arrendamientos, esto es, si el arrendamiento anual de una

hectárea era de 10$ la indemnización sería de 100$. Las tierras que se dividirían tenían

que contar con algunas características geo-climáticas específicas, eran las denominadas

tierras de “pan llevar”, aptas para los cultivos y con un promedio anual de lluvia

36 Idem., p. 108. 37 GLAVE, Guido, Economía dirigida… Op. Cit., p. 49.

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Page 14: El antiliberalismo y el mundo del trabajo

suficiente para asegurar una explotación normal de la tierra. Si para el pago de los

créditos hipotecarios el beneficiario tenía un plan de 20 años, para las tierras se

estipulaban 23 años porque pensaban que “los primeros tres años deben ser concedidos

al granjero para que se construya su casa modesta y haga todo lo que necesita para

ponerse en condiciones de explotar su flamante propiedad”.38

Los deberes de los productores no se agotaban en el pago de las cuotas

estipuladas, sino que debían cumplir una serie de requisitos que apuntaban a controlar

las actividades familiares de las granjas. En los primeros tres años el Estado nacionalista

le exigiría al productor contar con la vivienda de material terminada; todo el campo

cultivado; las vacas y otros animales necesarios para el consumo familiar; un número

determinado de árboles “de adorno y frutales”; una quinta de verdura y un molino o

jagüel. Además se prohibiría “tener automóvil, ni camión, ni tractor, porque son lujos

que no necesitan, quitan trabajo a nuestros obreros y hacen emigrar capitales.”39 Las

unidades de subsistencia no podrían contratar mano de obra, debían arreglarse con el

trabajo de los miembros del círculo familiar. Las necesidades básicas - como la

vestimenta y otros insumos cotidianos: la yerba, el azúcar, el pan- y otros gastos

familiares, se cubrían con los ingresos de la venta de los productos de la granja. Según

Guido Glave, si el granjero no podía afrontar estos gastos era “un imbécil o un

haragán”.

Paralelamente, a las medidas de subdivisión de latifundios expropiados, el

programa nacionalista preveía la creación de pueblos en esas grandes extensiones de

tierra. El Estado dispondría de tierras para el correo, la comisaría, el juzgado, el registro

civil, la iglesia, la escuela primaria y la escuela de artes y oficios, la usina, parques,

plazas, campos de deportes, intendencia, cooperativa, biblioteca, una sucursal del Banco

de la Nación, un hospital, etc. De acuerdo al nuevo orden político, las autoridades de

estos pueblos no serían designadas por el voto ciudadano. Por el contrario, “Para jefe

político, juez, intendente y comisario, el Estado nombrará las personas más capaces,

eligiéndolas entre los mismos granjeros, siendo la aceptación obligatoria por el

término de por lo menos un año y honorario su desempeño.”40

El tema de la vivienda obrera fue central en los distintos programas. El drama

del hacinamiento y de la formación de villas miserias en la ciudad de Buenos Aires fue

38 Idem., p. 51. 39 Ibídem. 40 GLAVE, Guido, Economía dirigida…Op. Cit., p. 52.

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Page 15: El antiliberalismo y el mundo del trabajo

uno de las consecuencias más criticadas de la modernización económica. En el

programa de Guido Glave, la solución a este grave problema estaba en el otorgamiento

de créditos a los sectores populares. Los ciudadanos argentinos “honrados y

trabajadores” podían solicitar un crédito al Banco Hipotecario Nacional para construir o

comprar una vivienda digna, lo cual significaba poder gozar del “aire y la luz”,

elementos indispensables para la vida. El plan de adquisición y construcción de

viviendas a través de los créditos programaba beneficiar a 3.333 familias por año, y

estaba dirigido a “empleados, obreros, pequeños comerciantes, industriales incipientes,

agentes de policía, suboficiales”41 entre otros interesados. Los solicitantes debían

percibir un sueldo fijo que triplicara la cuota del crédito hipotecario, con lo que un

amplio sector de los trabajadores quedaría sin posibilidades de acceder al mismo. Si el

deudor se atrasaba doce meses en los pagos, la vivienda podía ser vendida para saldar la

deuda con la entidad crediticia, que por otro lado, figuraba como la propietaria de la

vivienda hasta que se saldara la deuda. El banco estaría perfectamente resguardado ya

que si bien se eliminaban los intereses, éste cobraría un porcentaje para cubrir los gastos

que significaba el 10% del monto total del crédito.

Los aspectos económicos se entrelazaban también con los de orden estético, los

cuales eran de suma importancia para los nacionalistas. En lo que arquitectura se refiere,

se propuso el estilo del chalet californiano para uniformar el caos de los barrios

populares. El banco haría confeccionar, para los solicitantes de créditos hipotecarios,

“planos de casitas, preferentemente de estilo chalet, con techo rojo, con baño decente y

demás comodidades, que pondrá gratuitamente a disposición de sus clientes, buscando

así la creación de un gusto estético que ahora brilla por su ausencia en nuestro país.”42

El problema de las jubilaciones fue otro de los puntos que figuraron en la agenda

nacionalista. Guido Glave argumentaba que el sistema de las Cajas de Jubilaciones era

contrario al principio constitucional de igualdad para todos los ciudadanos. Por esto,

proponía la sustitución del sistema jubilatorio por la instauración de una seguridad

social universal. La ley de seguro social establecería, entre otras cosas, que a) todo

ciudadano disfrutará de los beneficios de la misma, sin estar obligados a realizar

aportes; b) todo ciudadano de más de 55 años, sin medios de subsistencia, tendrá

derecho a percibir una pensión ajustada a sus necesidades; c) todo incapacitado para el

trabajo tiene derecho a una ayuda cualquiera sea su edad; d) los menores que carecen de 41 Idem., p. 48. 42 GLAVE, Guido, Economía dirigida… Op. Cit., p. 46.

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Page 16: El antiliberalismo y el mundo del trabajo

apoyo deben ser protegidos por el Estado.43 Un plan similar fue elaborado por el primer

gobierno peronista que intentó instituir un régimen universal, el cual fracasa

fundamentalmente por la resistencia de los trabajadores afiliados a las cajas.44

Por su parte, las organizaciones obreras nacionalistas más importantes

elaboraron un cierto cuerpo de ideas bajo la forma de manifiestos que fueron publicados

en los periódicos adictos a la causa. Algunas de estas entidades desarrollaron una

retórica más radicalizada que otras, aunque pueden encontrarse una serie de motivos

compartidos. La Federación Obrera Nacionalista Argentina (FONA) proclamaba la

necesidad de un cambio revolucionario para trascender el sistema capitalista que se

encontraba en una evidente crisis. La miseria y la desocupación eran los síntomas del

desgaste del sistema económico que había adoptado el liberalismo. La clase obrera,

“que es un miembro indispensable dentro del conjunto de clases que forman la

comunidad nacional”45, sería un actor necesario para efectuar el cambio histórico que

proponían.

“la organización sindical de los trabajadores no puede limitarse a luchar solamente por pequeñas mejoras económicas que al poco tiempo resultan ineficaces, otra misión más trascendente está reservada a los sindicatos obreros: atacar el mal social en sus raíces, encaminando su acción a conmover las mismas bases del sistema capitalista".46

Según el nacionalismo el orden económico era inseparable del sistema político,

por eso la crítica al individualismo capitalista no podía escindirse de la crítica a la

democracia. “El individualismo económico trajo consigo la actual democracia; y esta

es la expresión política del capitalismo, por cuya razón la actual crisis de éste, es la

crisis de la democracia también.”47 El Estado democrático era débil ante el capitalismo

internacional, por eso creían necesaria la instauración de un Estado nacionalista

corporativo que evitara el control de las empresas capitalistas internacionales de las

“fuentes naturales de riqueza” del país. La consideración de la nación como una unidad

43 Idem., pp. 78-79. 44 TORRE, Juan Carlos y PASTORIZA, Elisa, “La democratización del bienestar” en TORRE, Juan Carlos, Los años peronistas (1943-1955), Nueva Historia Argentina, Buenos Aires, Sudamericana, 2002.45 Crisol, “El Nacionalismo tiene la solución para el problema obrero. Una declaración de la FONA” , 19/06/1936, p. 1.46 Crisol, “El Nacionalismo tiene la solución para el problema obrero. Una declaración de la FONA”, 19/06/1936, p. 1.47 Idem..

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Page 17: El antiliberalismo y el mundo del trabajo

cultural, política y económica derivaba en la irrelevancia de la luchas de clases y de la

supuesta invención maliciosa de la solidaridad obrera internacional.

“Si la Argentina es una nación libre y soberana, respetada por el mundo, también los obreros argentinos gozarán de condiciones morales y materiales superiores, propias de hombres libres y civilizados. En cambio, en una nación sometida y tributaria, el proletariado colonial es reducido a la esclavitud; pues tiene que producir las ganancias para los capitalistas extranjeros y al mismo tiempo pagar con sudor y con su sangre las mejoras sociales, buenos salarios, y bienestar de los trabajadores de la nación conquistadora. Este hecho, que ofrece la experiencia histórica, tiene la virtud de destruir el mito de la solidaridad obrera internacional, creado por el socialismo marxista y adoptado por algunos organismos gremiales inspirados en esas ideas.”48

La Alianza de la juventud Nacionalista siguió la línea trazada por la FONA,

radicalizando cada vez más su discurso. Es importante destacar que fueron las dos

entidades que organizaron los actos nacionalistas más importantes para el Día del

Trabajador (en Avellaneda y en Buenos Aires), la fecha más significativa del calendario

obrero internacionalista. Esta relación pone de manifiesto que la movilización de los

sectores populares requería propuestas radicalizadas en el orden económico aunque no

necesariamente en lo cultural. En efecto, las entidades de este nuevo nacionalismo

defendían lo que ellos denominaban los “pilares básicos” de la sociedad, es decir, la

familia, la religión y el lugar de la mujer en la sociedad.49

Los jóvenes de la Alianza propusieron, además de la división de los latifundios,

la distribución de tierras fiscales entre los campesinos “sin tierras”. Un punto novedoso

del programa era la instauración del derecho de los sectores populares a la educación

superior, ya que entre los nacionalistas era extendida la idea de que las masas debían ser

dirigidas por una minoría formada para los asuntos de gobierno.50 Asimismo proponían

la limitación de la propiedad privada, la nacionalización del petróleo y de los servicios

públicos, el control de la inmigración y el rechazo a los inmigrantes judíos.51 Los

dirigentes de esta agrupación creían que los obreros se volcaban al comunismo debido a 48 Ibidem.49 Estos principios también eran defendidos por otros sectores tradicionalistas del campo político, como los conservadores y los católicos. 50 Carta de Dell’Oro Maini a Joaquín de Anchorena, 9 de febrero de 1928, citada en DEVOTO, Fernando, “Atilio Dell’Oro Maini. Los avatares de una generación de intelectuales católicos del centenario a la década de 1930.”, en PRISMAS, Revista de Historia Intelectual, Universidad Nacional de Quilmas, núm. 9, año 2005, p.196. Una visión diferente puede encontrarse en Monseñor Gustavo Franceschi, quien consideraba que la educación cristiana de las masas era imprescindible. La renovación cristiana que necesitaba el mundo laico no podía quedar sólo en manos de una minoría ilustrada y virtuosa sino que debía ser acompañada por una sociedad también virtuosa y organizada. Ver LIDA, Miranda, “Iglesia, sociedad y Estado en el pensamiento de monseñor Franceschi. De la seditio tomista a la “revolución cristiana” (1930-1943)” Anuario IEHS, Universidad Nacional del Centro, 17 (2002).51 Ver KLEIN, Marcus: A Comparative… Op. Cit.

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Page 18: El antiliberalismo y el mundo del trabajo

la situación social que atravesaban, por tanto, sus estrategias se basaban en promover las

reformas sociales necesarias para atraer a los trabajadores a las filas nacionalistas.

En cuanto al mundo del trabajo, las entidades del sindicalismo nacionalista

propusieron medidas que no eran necesariamente opuestas a las que podían haber

exigido otras corrientes del sindicalismo argentino. Por ejemplo, la Unión Sindicalista

Argentina (USA), cuyo lema era “pensamiento y acción”, proponía la organización del

trabajo y la producción basada en la participación de los sindicatos; y la creación de un

Código y una Magistratura del Trabajo que aseguren un cuerpo de leyes laborales y de

asistencia social para los trabajadores. Formularon una política salarial que contemplaba

la situación integral del trabajador (no sólo el volumen y las horas de producción) con el

objetivo de armonizar las relaciones entre capital y trabajo. En este último punto, se

acercan notablemente al sindicalismo católico que propugnaba el ideal de la armonía de

clases para desactivar el conflicto social. Asimismo compartían –entre otras cosas- la

idea de restituir el equilibrio familiar reintegrando la mujer al hogar y reglamentando el

trabajo infantil.52

Una preocupación específicamente nacionalista fue la de asegurar el orden social

imponiendo leyes de disciplinamiento y control para la producción y el trabajo, e

infundiendo el patriotismo y la tradición.53 La Agrupación Obrera Adunista proclamaba

que quedarían fuera de la legalidad las huelgas obreras y los paros patronales.54 De

hecho, no se registra ninguna huelga liderada por estos sectores aunque si se ha

encontrado una tendencia a reconocer como legítima la protesta obrera en los periódicos

nacionalistas. El apoyo periodístico, que implicaba la cobertura diaria del conflicto, el

envío de cronistas a las fábricas y la condena a la represión policial, era común en las

huelgas que no estaban dirigidas por sindicatos comunistas.55

El Nacionalismo Laborista proponía, al igual que otras entidades, medidas para

garantizar a los propietarios agrícolas el derecho a comprar las tierras que cultivaban.

También propiciaban impuestos a los ingresos inmerecidos, a la ganancia excesiva, a la

52 Es importante aclarar, que además de los nacionalistas y los católicos, otros sectores veían el trabajo femenino como especialmente dañino para las mujeres tanto en lo físico como en lo moral. 53 Crisol, “La Unión Sindicalista Argentina. Su programa de principios y de acción”, 23/11/1937, p. 3; Bandera Argentina, 28/09/1937, p. 4.54Crisol, “Agrupación Obrera Adunista. Los principios que sustenta”, 4/08/1937, p. 2.55 RUBINZAL, Mariela, “Los conflictos obreros en la prensa nacionalista: itinerarios de un ambiguo acercamiento al mundo del trabajo (1935-1943)”, en Papeles de trabajo. Revista electrónica del Instituto de Altos Estudios Sociales de la Universidad Nacional de General San Martín. ISSN: 1851-2577. Año 2, Nº 3, Buenos Aires, junio de 2008.

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herencia y al dinero invertido en el exterior.56 Decían que la remuneración del trabajo

debía guardar relación con el costo de vida del trabajador y su familia; y que la ayuda a

los desocupados podría funcionar como solución provisoria pero había que desterrarla

como sistema ya que fomentaba la haraganería. Planteaban una reforma de la

legislación penal estableciendo agravantes a diversos delitos entre los cuales se

encontraba “los abusos y exacciones cometidas en perjuicio de la población obrera y

trabajadora.”57 Dentro del orden económico proyectaban una especie de nivelación

capitalista de forma que los trabajos, transacciones, negocios de reducidas ganancias, y

los lotes de menos de cien hectáreas, estarían exentos de impuestos o patentes.58

Como puede observarse a través de este recorrido por algunas de las propuestas

económicas nacionalistas, existió un gran vacío de proposiciones dirigidas al sector

industrial. Este aspecto se saldaba con la crítica al maquinismo, al empleo de las

mujeres en los trabajos pesados y a la desocupación. En cuanto a las actividades

comerciales, planeaban la desaparición de las sociedades anónimas y de los monopolios.

Los empresarios no podrían ser dueños de más de una empresa, pudiendo ser socio

minoritario de otras, aunque la participación en éstas no podría superar el tercio de las

utilidades. En todo caso, los nacionalistas creían que la reforma agraria que

propugnaban atraería a los desocupados al campo, liberando así a las ciudades del

excedente de población, al tiempo que se poblarían las zonas deshabitadas para reforzar

la soberanía y el control del territorio nacional.

Otro aspecto de los programas económicos eran las formulaciones antisemitas.

El judaísmo formaba parte de los males que había que erradicar. Los nacionalistas

creían que el israelita era un sujeto inasimilable, que tenía una identidad internacional y

que atentaba a la moral a través de sus relaciones endogámicas y su sexualidad perversa.

Desde el punto de vista económico, funcionaba el mito del complot que suponía un plan

oculto para dominar el país. Se presuponía que los judíos dominaban la banca

internacional y que pretendían someter al mundo a través de los préstamos a los

gobiernos. En el nivel local, se creía que los judíos controlaban el Banco de la Nación

Argentina que era uno de sus instrumentos para lograr el máximo objetivo: la

dominación mundial.59 Además aseguraban que las actividades productivas no eran las

elegidas por los israelitas: 56 Ver MC GEE DEUTSCH, Sandra, Las derechas… Op. Cit., p. 283. 57 Ver El Nacionalismo Argentino, Publicación del Nacionalismo Laborista, Junio de 1935. 58 Idem. 59 GLAVE, Guido, El Banco Central, el judaísmo y la masonería, Folleto publicado por Crisol, s/f.

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“No es frecuente encontrar al judío en trabajos manuales y agrícolas, justamente los que demandan esfuerzo continuado. Cuando los desempeña, se observa, a través de los detalles de organización, que piensa dedicarse a ellos de una manera transitoria y que está espiando ardientemente el instante de abandonarlos para dedicarse a los de su preferencia.”60

Finalmente, nos toca abordar la cuestión del anticapitalismo de los nacionalistas.

Esta caracterización, utilizada por la historiografía especializada sobre las derechas en la

Argentina, es necesariamente polémica y necesita ser explicada ya que como hemos

podido ver, los programas no se oponen a la propiedad privada. De hecho, Guido Glave

decía que “la iniciativa privada debe ser sagrada como la propiedad” pero al mismo

tiempo reservaba al Estado un papel fundamental en la dirección de la economía. Esto

último no significaba de ninguna manera una contradicción, en la medida que distintos

sistemas combinaban medidas intervencionistas resguardando la esfera privada de la

economía. En ese sentido, los nacionalistas diferenciaban dos ámbitos de la actividad

económica nacional:

“En el primero acciona solamente el Estado, como administrador absoluto de la actividad que tiene entre manos. En el otro queda todo librado a la iniciativa particular, fiscalizando y legislando el Estado con la sola mira de que no sea lesionada la prosperidad colectiva, esto es, que no se ofrezca hambre y miseria a una parte de la nación y riqueza excesiva a la otra.”61

Uno de los periódicos nacionalistas más importantes de esta época, Crisol,

explicaba que el nacionalismo favorecía la iniciativa privada pero con ciertos límites.

Dichos límites se efectuaban obligando al capitalista a invertir sus ganancias creando

más trabajo, entregándolas al Estado en forma de impuestos, o, incluso, a realizando

obras de beneficencia. Héctor Bernaudo decía que la idea liberal de la propiedad en

tanto derecho absoluto sería trocada por el concepto de propiedad como función social,

ya que “el fin de la economía no es la productividad del capital en sí sino la

satisfacción de las necesidades del pueblo."62

V. CONSIDERACIONES FINALES

La proliferación de entidades obreras nacionalistas en la segunda mitad de la

década de 1930 demuestra un profundo cambio en la estructura y la composición del

60 GLAVE, Guido, Economía… Op. Cit., p. 135. 61 GLAVE, Guido, Economía… Op. Cit., p. 20. 62 Crisol, “La falacia de la prosperidad es oficialmente proclamada”, 1/09/1937, p1.

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Page 21: El antiliberalismo y el mundo del trabajo

movimiento nacionalista argentino. Para explicar este proceso debemos considerar una

serie de cuestiones. En primer lugar, muchos nacionalistas creyeron que los golpes de

estado no eran una opción viable para acceder al poder y se inclinaron por considerar la

movilización de masas como el modelo efectivo para implantar un nuevo Estado. En

segundo lugar, consideraron que la vía represiva para resolver el conflicto social era

insuficiente o, inclusive, inapropiada ya que volcaba a los trabajadores a organizarse en

sindicatos de izquierda. Por otra parte, por estos años se amplió el consenso respecto a

la existencia de una injusticia social que era necesario reparar si quería lograrse la paz

social. El avance de las ideologías de izquierdas en el mundo obrero confirmó aún más

la idea que había que promover políticas sociales que respondieran a las demandas

económicas de los sectores populares. Los nacionalistas creían que si estas demandas

eran satisfechas, se lograría la despolitización de los obreros.

En sus manifiestos y programas políticos, retomaron una serie de debates de la

época: la creación de una magistratura del trabajo, los seguros sociales, la vivienda

obrera, los ajustes de salarios mínimos. Aspectos reaccionarios (como la defensa de la

moral tradicional y el regreso de la mujer obrera al hogar, entre otros) se combinaban

con consignas revolucionarias. Se pronunciaban a favor de las reivindicaciones

laborales, de la movilización de los sectores populares, de la destrucción violenta de la

oligarquía y proponían la construcción de nuevo orden económico. Sin embargo, el

análisis en profundidad de las formulaciones económicas más detalladas demuestra que

las transformaciones que propiciaban no beneficiaban necesariamente a los más

desprotegidos, tal como lo afirmaban sus consignas. La reforma agraria que diseñaban

podía favorecer el acceso a la tierra por parte de los pequeños agricultores, pero

establecía una serie de restricciones que terminaba ahogando al productor. Los créditos

hipotecarios para el acceso a la vivienda popular estaban dirigidos a los trabajadores

mejor posicionados en el mercado laboral y a la clase media, dejando irresuelto el

problema de las familias obreras que no contaban con un ingreso mensual fijo.

Las divisiones internas, las rupturas, las fricciones y fragmentación de las

organizaciones sindicales nacionalistas debilitaron sus posibilidades de extenderse entre

los obreros no sindicalizados. Asimismo, las contradicciones propias de un discurso

que, por un lado, proponía la redistribución de la riqueza y la justicia social; y por el

otro lado, pretendía recortar la autonomía del movimiento sindical y coartar las

prácticas políticas, no ayudaron a difundir el nacionalismo sindicalista. Por último, cabe

21

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destacar que el despliegue del antisemitismo y de la violencia contra los sindicatos de

izquierda se enfrentaba a la tradición cosmopolita y al fuerte sentido solidaridad obrera

extendido entre los trabajadores de entreguerras.

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