Nacionalismo e antiliberalismo em Portugal. Uma visão histórico-política (1820-1940)
El antiliberalismo y el mundo del trabajo
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EL ANTILIBERALISMO Y EL MUNDO DEL TRABAJO. LA PROLIFERACIÓN DE ENTIDADES OBRERAS NACIONALISTAS ENTRE 1930 Y 1943.
Mariela Alejandra Rubinzal
(UNL-CONICET-IDAES)1
I. INTRODUCCIÓN
La derecha argentina de los años veinte ha sido considerada como una tradición
política elitista y conservadora. Los integrantes de La Nueva República y otros grupos,
que pergeñaron el primer golpe de Estado en la Argentina, participaban de la
sociabilidad patricia en espacios claves como el Círculo de Armas y el Jockey Club,
entre otros. Fernando Devoto sostiene que el nacionalismo de los años veinte, podría ser
considerado como una vertiente del conservadurismo.2 Sin embargo, a partir de la
experiencia uriburista se producen cambios que afectan la estructura y la visión del
mundo de esta corriente política transformando sus rasgos elitistas.3 Se ha señalado la
existencia de un proceso de popularización que implicó la inclusión de militantes no
provenientes de la elite. En efecto, es sobre todo en la segunda mitad de la década del
treinta que pueden observarse más claramente los esfuerzos por acercar a la clase media
y a la clase trabajadora al movimiento nacionalista. Los estudios han destacado que
algunas organizaciones – entre las cuales sobresale la Alianza de la Juventud
Nacionalista- otorgaron a la cuestión social4 un lugar privilegiado en su agenda y
desarrollaron una retórica encendidamente revolucionaria.
En los convulsionados años treinta la derecha pasa de ser una configuración de
pequeños grupos de intelectuales conspiradores a un movimiento militante, con
1 Licenciada en Historia de la Universidad Nacional del Litoral, Doctoranda de la Universidad Nacional de La Plata. Docente de Historia Argentina en la Universidad Nacional de San Martín (Argentina). Este trabajo fue llevado a cabo gracias a la financiación del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). E-mail: [email protected] DEVOTO, Fernando, Nacionalismo, fascismo y tradicionalismo en la Argentina moderna. Una historia. Buenos Aires, Siglo XXI, 2002.3 Ver KLEIN, Marcus: “Argentine Nationalismo before Perón: The case of the Alianza de la Juventud Nacionalista, 1937-c.1943” en Bulletin of Latin Américan Research, vol. 20, 2001; MC GEE DEUTSCH, Sandra, Las derechas. La extrema derecha en la Argentina, el Brasil y Chile. 1890-1939 , Buenos Aires, Universidad Nacional de Quilmes Editorial, 2005; SPEKTOROWSKI, Alberto “Argentina 1930 - 1940: nacionalismo integral, justicia social y clase obrera” en Estudios Interdisciplinarios de América Latina y el Caribe, Vol.2, N°1, 1990. 4 SURIANO, Juan (comp.), La cuestión social en Argentina (1870-1943) Buenos Aires, La Colmena, 2000. Sobre la cuestión social antes de los años treinta: SURIANO, Juan, “El Estado argentino frente a los trabajadores urbanos. Política social y represión, 1880 - 1916” en: Anuario. Escuela de historia de la U.N.R.., 2° época, N° 14, 1989 – 1990; ZIMMERMANN, Eduardo, Los liberales reformistas. La cuestión social en la Argentina 1890-1916, Buenos Aires, Sudamericana-Universidad de San Andrés, 1995.
1
organizaciones relativamente estables y con intenciones de movilización de masas. Así,
de una retórica conservadora se pasa a una radicalizada en contenidos sociales; de
prácticas asociadas a la producción intelectual y a las acciones represivas contra el
movimiento obrero se transita hacia una actitud menos implacable y más abierta a los
sectores populares. Ciertamente no todo el movimiento nacionalista circula por
idénticas vías, así que encontraremos numerosos casos de nacionalistas que reaccionan
negativamente ante este giro del programa o pensamiento político. Más allá de las
distintas posiciones que sostuvieron los representantes del nacionalismo en torno a los
problemas centrales de esta década, puede afirmarse que las organizaciones más
importantes intentaron instaurar un nacionalismo sindicalista. Esta tendencia tenía
como objetivo principal penetrar, organizar y transformar al mundo del trabajo;
reuniendo a los “auténticos obreros” para sanear el sindicalismo de las “ideas
disolventes” que propagaban el socialismo y el comunismo.
El objetivo de esta ponencia es analizar la conformación de las entidades
obreras nacionalistas y sus formulaciones económicas. La hipótesis es que el
nacionalismo argentino radicalizó sus programas económicos con el objetivo de atraer a
las masas. Asimismo, entendemos que las formulaciones económicas deben
relacionarse con las otras variables que colaboraron en el proceso de creación de
entidades sindicales, tales como las movilizaciones masivas, las conferencias sobre
asuntos del trabajo, los festivales populares, la difusión doctrinaria en fábricas, entre
otras.
Para analizar este proceso nos concentraremos en la Ciudad de Buenos Aires y
el conurbano, por un lado, debido a la alta concentración de los grupos nacionalistas y,
por el otro, a los procesos de modernización económica que afectaron esta área
especialmente. El contexto está signado por el avance de la industrialización por
sustitución de importaciones (ISI) y por el sostenido crecimiento numérico de la clase
obrera. Asimismo es notable el aumento de la conflictividad laboral y de las luchas
sindicales, de las cuales es preciso destacar la gran huelga de la construcción en 1935,
ya que dio origen a la Federación Obrera Nacional de la Construcción dirigida por el
comunismo. En este marco, la redefinición de la derecha respecto a la cuestión obrera y
la aparición de grupos de obreros nacionalistas alcanzan sus formas más definidas.
2
II. LA DERECHA Y LA CUESTIÓN SOCIAL
La cuestión social refiere en sentido amplio a las consecuencias del proceso de
industrialización y modernización que impactaron en las sociedades. En Argentina, la
crisis económica mundial de 1930 puso de manifiesto el agotamiento de un modelo de
producción que había tocado sus límites previamente. La fuerte dependencia del mercado
exterior provocó una serie de problemas que hicieron colapsar el desarrollo de la macro
economía (caen las exportaciones, fuga de capitales, caída de los precios de las materias
primas) y también de la doméstica (suba de precios de productos básicos, desocupación).
Asimismo, comenzaron a instalarse en las grandes ciudades y en sus alrededores,
establecimientos fabriles dedicados a producir algunos de los productos que ya no
podían exportarse. El crecimiento poblacional; la emergencia de nuevos barrios que
carecían de los servicios básicos; los problemas de salubridad pública; la visibilidad de la
protesta social fueron algunas de las consecuencias de ese proceso de modernización que
abría nuevas posibilidades a una sociedad móvil y también nuevos problemas.
Paralelamente a los cambios estructurales y sociales, creció la percepción de amenaza en
las elites, a las que comenzó a invadirles una inquietante sensación de desasosiego y
temor. “Ese temor cada vez más justificado comenzaba a corroer las seguridades que
habían hecho posible construir una sólida conciencia nacional apoyándose en una
promesa de futuro antes que en la memoria de un pasado compartido.”5 Estos elementos
fueron determinantes en el proceso genético de la ideología nacionalista.
Cristian Buchrucker sostiene que el nacionalismo uriburista tenía una
interpretación aristocrática-xenófoba de los problemas sociales, es decir, la situación de
conflictividad se explicaba por la existencia de extranjeros. En esta versión de la cuestión
social, los inmigrantes ocupaban en el lugar de portadores de frustraciones y
resentimientos externos que perturbaban la paz social. Sin embargo, dicha reducción de
la cuestión social al componente extranjero no era específicamente nacionalista, sino que
pertenecía a un amplio espectro de actores.6 No obstante, en el transcurso de los años
treinta, se configuraron otras perspectivas sobre los problemas sociales.
Retomaré algunas cuestiones tratadas en el artículo “Del elitismo al nacionalismo obrerista: la derecha argentina y la cuestión obrera en los años 30”, en Entrepasados, Año XV, Número 30, Fines de 2006, Buenos Aires, pp. 67-85. ISSN: 0327649X.5 HALPERIN DONGHI, Tulio, La Argentina y la tormenta del mundo: Ideas e ideologías entre 1930 y 1945, Buenos Aires, Siglo XXI, 2003, p. 17. 6 Como afirma Loris Zanatta, en la óptica dominante entre los católicos y los conservadores, la inmigración terminaba sirviendo de chivo expiatorio de la crisis social del país. Ver del autor el libro, Del Estado liberal a la Nación Católica. Iglesia y Ejército en los orígenes del Peronismo. 1930 - 1943, Buenos Aires, Universidad Nacional de Quilmes, 1996, p. 63.
3
Monseñor Gustavo Franceschi, uno de los representantes más destacados del
catolicismo social que comulgaba con algunos de los principios nacionalistas, recordó a
su público de clase alta -el primero de mayo de 1931- que el magisterio de la Iglesia
admitía el capital pero no el capitalismo, ya que la propiedad debía tender a fines
sociales. Advirtió tempranamente que los extranjeros no representan el nudo gordiano; lo
que había que cortar de raíz eran “las condiciones del ambiente” para la propagación de
las ideas rojas, que por otro lado eran portadas y difundidas tanto por extranjeros como
por nativos.7 La consecuencia de este discurso fue la impugnación del clérigo, por parte
de los sectores más tradicionalistas, nada menos que por “comunista”. Monseñor
Franceschi responde a esta insólita “acusación” desacreditando las posiciones
anticomunistas por estrechas: “se cree que todo eso [el conflicto social] es engendro de
unas cuántas mentalidades pervertidas, sin arraigo en la realidad.”8 El diputado católico
Cafferata recibió similares apreciaciones. En una carta a Carlos Ibarguren, señala que su
preocupación por los obreros y los agricultores terminó por aislarlo de sus compañeros
quienes lo calificaron como bolchevique.9 Obviamente, el calificativo tenía entre estos
interlocutores el valor del insulto, pero también poseía un valor positivo en el sentido de
diferenciarse de un sector que mantenía una concepción restrictiva sobre la cuestión
social. Tanto Franceschi como Cafferata se sentían incomprendidos y falsamente
acusados por sus pares, lo cual demuestra que dentro de las vertientes ideológicas
antiliberales existían distintos posicionamientos.
Por su parte, Manuel Gálvez enfrentó a sus compañeros de ruta a causa de la
insensibilidad social que padecían. Desde su perspectiva, eran reaccionarios de clase alta
con escaso interés por la justicia social. Gálvez decía que los nacionalistas argentinos
adoptaban sólo los rasgos derechistas del fascismo –su énfasis en el orden, la disciplina y
la jerarquía- pero ignoraban completamente sus aspectos socialistas, en suma, creía que
eran “dictatoriales y militaristas, más que fascistas.”10
7 Entrevista realizada a Franceschi en la ciudad de Paraná, publicada en El Pueblo, 15 de julio de 1923, y reproducida en SAÍTTA, Sylvia y ROMERO, Luis Alberto, Grandes entrevistas de la Historia Argentina (1879-1988), Buenos Aires, Punto de Lectura, 2002.
8 FRANCESCHI, Gustavo, “¿Comunista o católico?” Criterio 30/04/1936, en Obras completas, TIV, Buenos Aires, Difusión, 1946, p. 115. 9 IBARGUREN, Carlos, La historia que he vivido, Buenos Aires, Ediciones Dictio, 1977, p. 567. 10 GÁLVEZ, Manuel, Este Pueblo necesita, Buenos Aires, Librería García Santos, 1934. Manuel Gálvez sostiene una interesante polémica con Julio Irazusta, uno de los fundadores de la Nueva República, sobre la cuestión social. Ver DEVOTO, Fernando, Nacionalismo..., Op. cit.,, pp. 190-191-192; y MUTSUKI, Noriko, Julio Irazusta: treinta años de nacionalismo argentino, Buenos Aires, Biblos, 2004, p. 61.
4
Otros nacionalistas recorrieron el camino del discurso elitista al “revolucionario”.
Por ejemplo, Bruno Jacovella, era partidario de un nacionalismo antiburgués que
provocaría una revolución social para destruir a la oligarquía que había obligado a la
sociedad argentina a adoptar formas de vivir y pensar que no le eran propias. Rodolfo
Irazusta, otro representante del nacionalismo de los años veinte, pretendía una
repartición “equitativa” de los bienes nacionales entre los argentinos que incluía una
justa regulación de las ganancias entre obreros y campesinos, entre agrarios y
comerciantes, entre productores y consumidores.11 En un tono mucho más populista,
Enzo Valenti Ferro –miembro de la Legión Cívica Argentina- proclamaba, en 1934, una
justicia social nacionalista a través de una ley de viviendas, un programa de emergencia
obrera para asegurar atención médica e indemnizaciones por accidentes.12
De esta manera, el reconocimiento de la existencia de graves problemas en el
mundo del trabajo y de las legítimas demandas obreras, junto con el temor por el avance
de la izquierda, modificó la representación inicial que ligaba el conflicto social a la mera
existencia de inmigrantes radicalizados. Asimismo, el fracaso de algunos intentos de
llegar al poder por distintas vías (la golpista, la electoral, la alianza con sectores
conservadores) colaboró en la resolución de encarar la estrategia de ampliar las bases del
movimiento y movilizar a las masas a la manera de los fascismos europeos.
La preocupación nacionalista por la cuestión social incluyó necesariamente una
definición ante el problema de la integración de los sectores populares a la nación. Los
problemas del modelo producción, de las condiciones de vida de los trabajadores, de las
formas de control y regulación de las normas laborales formaron parte de la noción de
Estado nacionalista. En un sentido práctico, esto significaba la participación política de
los obreros a través de la organización corporativa de la sociedad y el mejoramiento de
su condición material mediante del aumento de la producción capitalista, la
independencia económica y la justicia social.13 La óptica del nacionalismo evolucionó
hacia una postura moderna de resolución de los conflictos sociales al tiempo que la
opción represiva y paternalista demostró sus límites, particularmente visibles en el
alarmante aumento y fortalecimiento de la organización de la clase obrera y en su
inclinación por el socialismo y el comunismo.
11 En PIÑEIRO, Elena, La tradición nacionalista ante el peronismo. Itinerario de una esperanza a una desilusión, Buenos Aires, A - Z editora, 1997, p. 167. 12 DOLKART, Ronald, “La derecha durante la Década Infame, 1930-1943”, en DOLKART, Ronald, “La derecha durante la Década Infame, 1930-1943”, en MC GEE DEUTSCH, Sandra, y DOLKART, Ronald (compiladores), La derecha Argentina, Buenos Aires, Ediciones B, 2001, p.163. 13 Ver SPEKTOROWSKI, Alberto “Argentina 1930 – 1940…”, Op. Cit.
5
III. LAS ORGANIZACIONES OBRERAS NACIONALISTAS
Hacia mediados de la década del treinta la corriente sindicalista pierde su
posición de poder y dirección en el movimiento obrero. Mediante la fuerza, precedida de
largas y corrosivas discusiones, los dirigentes sindicalistas son desalojados de la
conducción de la Confederación General del Trabajo (CGT) entidad representativa de la
clase obrera argentina desde su constitución en 1930.14 El socialismo, apoyado por el
comunismo, tomaría a su cargo la tarea de dirigir al movimiento obrero por aquellos
años en los cuales los resortes de la economía se reacomodaban después de la gran crisis
mundial. Para los nacionalistas este hecho fue sumamente inquietante: "Lo que importa
son las masas de trabajadores que van a ser absorbidas por los más audaces.”15
El intento de atraer a los obreros al movimiento se presentó tempranamente, pero
fue a mediados de la década que esta tendencia adquiere relevancia. En 1932 fue creada
la primera agrupación de trabajadores nacionalista denominada Federación Obrera
Nacionalista Argentina (FONA).16 Sin embargo, muchos nacionalistas permanecieron,
durante un tiempo, reticentes a los cambios que se estaban operando. Por ejemplo,
Roberto de Laferrere se opuso a la iniciativa de un grupo de amigos que pretendían
fundar una asociación nacionalista para hacer propaganda entre los obreros, porque
estaba destinada al fracaso. En su opinión, para fortalecer al nacionalismo, había que
reflotar las actividades de las agrupaciones tradicionales.
Entre 1932 y 1941 aparecieron una serie de entidades nacionalistas que
pretendieron organizar y representar a los obreros argentinos. Algunas de ellas nacieron
como las ramas obreras de las agrupaciones tradicionales, otras directamente como
organizaciones autónomas.17 El siguiente cuadro presenta las entidades que aparecieron
en el período, sus referentes sindicales, algunos sindicatos que adherían a la entidad,
direcciones de las sedes donde funcionaban.
14 DEL CAMPO, Hugo, Sindicalismo y peronismo. Los comienzos de un vínculo perdurable, Buenos Aires, CLACSO, 1983; DI TELLA, Torcuato, Perón y los sindicatos. El inicio de una relación conflictiva, Buenos Aires, Grupo Editorial Planeta, 2003; MATSUSHITA, Hiroschi, Movimiento obrero argentino 1930-1945. Sus proyecciones en los orígenes del peronismo, Buenos Aires, Ediciones Siglo XX, 1987; TORRE, Juan Carlos, La vieja guardia sindical y Perón, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1990.15 OSÉS, Enrique, “La escisión en la masa obrera”, en Crisol, 19/12/1935, p. 1. 16 Surgió como la rama obrera de la Legión Cívica Argentina, aunque posteriormente reivindicó su autonomía dentro de la constelación de entidades del nacionalismo. 17 La trayectoria de dichas agrupaciones es difícil de rastrear, lo cual indica que en algunos casos se tratarían de entidades efímeras. Hay que agregar también que algunas de sus publicaciones no se han conservado en los archivos.
6
Cuadro 1. Organizaciones obreras nacionalistas (1930-1943)18
Agrupaciones Dirigentes y miembros de
los cuerpos directivosSindicatos y/o grupos
asociadosSedes
Sindicato Obrero Nacionalista Argentino (SONA) Creado en 1934.
Francisco Ungaro Obreros y Empleados de Pizzerías
Chacabuco 78. Barrio Monserrat.
Legión Cívica Argentina (LCA)(Sub Comisión de Asuntos Gremiales – creada en 1935)
1934 – Agrupación de tranviarios.Obreros Marítimos y Madereros
Federación Obrera Nacionalista Argentina (FONA) Creada en 1932 por la LCA.
Carlos Navarro Otero, (secretario general) Juan A. Parrao y Luis Lado Vidal (Presidente), Jesús Ceferino Albornoz (representante de talabarteros), José Fernández.
Agrupación de empleados de comercio y Agrupación de talabarteros. Vinculación con Agrupación de Tranviarios Nacionalistas
Girbone 658, Avellaneda. Talabarteros: Mitre 184.
Falange Argentina Nacional Sindicalista (1937 “Segundo Congreso Nacional Sindicalista”)
Manuel Gustavo Cao. Federación Obrera de Entre Ríos (expulsada en 1937)
Agrupación de Tranviarios Nacionalistas (Aparece en 1934 como adherentes a la LCA. Según fuentes periodísticas contaban con 500 miembros.)
Relacionados con FONA. Belgrano 2422. Barrio Balvanera
Agrupación Obrera Adunista – ADUNA. Creada en 1937.
Organización Obrera Adunista de Mendoza
ADUNA: Viamonte 875. Barrio San Nicolás
Frente Obrero Nacionalista Argentino (ex FONA). Adhiere al Frente Nacional en elecciones de 1938.
La Comisión Directiva : Presidente: Oscar Fernández, Vice : Jesús Albornoz; Secretario. general: Dante Caminos; Prosecretario: José María FernándezTesorero: Juan Carlos Gómez; Jefe de Archivo: Félix Rotura; Vocales: Marcelino Grande, Salvador Buccafusco, Alfio Paroldi, Virgilio Sordeli.
Agrupación de Obreros Albañiles (1939).
Unión Sindicalista Argentina (USA). Fundada en 1937. Publicación “Sindicalismo”. En 1938 se fusiona con el Partido Social Argentino (bajo la agrupación Vanguardia Argentina del Trabajo). Adhesión a la Federación de Comités Independientes Laboristas.
Pte. Roberto Rolón (Corredor de Comercio). Posteriormente asume la presidencia Repetto (ferroviarios), Soria y Martinolich.
Sindicato Argentino de Corredores del Comercio de la Alimentación y afines (1937) Pte: Vicente Ruiz; Sec. Monteagudo; Tesorero: Colombo.
Avenida de Mayo 749, 2 Piso. (Monserrat)
Central Sindical Obrera de la Nicolás Quintana (Falange Agrupaciones fusionadas:
18 El Partido Fascista Argentino no fue incluido en el cuadro ya que merece un tratamiento por separado. Fue creado en 1932 y su jefe político fue Hugo Passalacqua; agrupaba a obreros de origen italiano, trabajadores en distintas ramas de la industria y artesanos, que expresaban su admiración por el régimen de Mussolini. Se hallaban integrados al universo de obreros nacionalistas como lo atestigua la participación de oradores del nacionalismo sindicalista en actos organizados por el PFA. Asimismo, algunos de los dirigentes del PFA luego conformaron organizaciones nacionalistas, como el caso del presidente de la Unión Sindicalista Argentina, Roberto Rolón. Hablaban de justicia social, patriotismo, sacrificio y tenían el objetivo de ampliar su base proletaria “para constituir una sociedad armónica sobre las bases del corporativismo que elimine definitivamente del cuerpo social a todos los parásitos ." Ver Crisol, Partido Fascista Argentino, 10/05/1936, p. 2. Se trata de un desprendimiento de la Federación Obrera Nacionalista Argentina que agrupa a varios de los militantes de la primera FONA.
7
Falange Española (Falange Española de la JONS)
Española) Frente Nacionalista Santafesino, Agrupación Nacionalista Río Bamba, Acción Fascista Argentina y Corporación Obrera de Entre Ríos.
Partido Nacionalista Argentino – Central Obrera sindical-nacionalistaAlianza Juventud Nacionalista (AJN). Publicación “Avanzada”. Creada el 25 de setiembre de 1937.
Pte J. Queraltó (AJN)Scr. Miguel Trujillo (VOA)Pascual Alberto Sevilla (VOA-San Juan) José Lorenzo Bó (Secretario de Prensa y Propaganda, 1940), Carlos Ballinas.
Vanguardia Obrera Argentina (VOA). Creada en 1939. Intento de constitución de un Sindicato Obrero de la Construcción. Filial San Juan: Sindicato de Conductores de Ómnibus.
Diversos locales Central: Avenida de Mayo 749.
Centro Obrero Nacionalista Argentino (CONA) Aparece en 1939.Partido Obrero Restaurador Argentino. Creado en 1940
Secretario general: Horacio E. de Yebra; secretario de propaganda: Julio Guatelli; secretario de reclutamiento: Ricardo Gerlero; secretario de administración: Pedro Ilvento
Nacionalismo Laborista. Creado en 1935
José María Rosa Trabajadores no industriales –chóferes, almaceneros, etc.- actores; industriales, comerciantes.
El lugar de estas entidades y la influencia de los trabajadores dentro del
movimiento eran una fuente de conflicto. Fermín Mares -obrero nacionalista que
escribía la columna gremial en el periódico nacionalista Crisol- le asignaba a los
trabajadores nacionalistas un lugar fundamental, por el contrario Fernando García Della
Costa estaba dispuesto a reconocerles sólo una función educativa restringida al ámbito
sindical. García Della Costa afirmaba que “El Sindicalismo nacionalista debe servir tan
solo para imprimir consciencia cívica ante los problemas del trabajo a una clase la que
se quiere apartar de su misión nacional.”19. Síntoma de las constantes fricciones que
atravesaban al movimiento nacionalista de esta época, fue la expulsión de la FONA, una
de las tantas agrupaciones que formaba parte de la Unión Nacional Corporativa
Argentina (UNCA).20 El motivo de la expulsión fue el supuesto apoyo, realizado por la
Federación, a los reclamos obreros impulsados por sindicatos “rojos”.21
Las entidades obreras desarrollaban una serie de actividades regulares como
reuniones; inscripción de adherentes en locales propios o prestados (por otras
19 GARCÍA DELLA COSTA, Fernando, “Estamos contra la reacción de la beatería hipócrita de la reacción que usa a la Patria como un mito”, en Crisol, 23/03/1943, p. 5. 20 Entidad creada en 1935 con el objetivo de agrupar a las formaciones nacionalistas del período. Puede ser considerada un ejemplo más de la constante fragmentación y del reiterado fracaso de unificación del frente nacionalista. 21 En Crisol, “Unión Nacional Corporativa Argentina. Comunicado”, 10/05/1936.
8
organizaciones o por algún diario nacionalista); conferencias callejeras; asambleas para
resolver algún conflicto laboral; participación en movilizaciones y actos del 1º de mayo.
No sólo buscaron atraer a los trabajadores brindando servicios tales como atención
médica gratuita o asesoría legal en casos laborales, sino también emprendieron una
campaña de “concientización” a través de cursos y conferencias especialmente dirigidas
a los trabajadores. Argumentaban que el "objetivo primordial cosiste en elevar el nivel
moral y cultural del obrero" proporcionando al hombre de trabajo "elementos de juicio
que le permitan orientarse conscientemente en estos momentos, difíciles por todo
concepto, de la vida universal".22 Una de las funciones de estos grupos fue enlazar a
trabajadores nacionalistas con empleadores de la misma tendencia. Por ejemplo, el
Sindicato Obrero Nacionalista Argentino (SONA) había organizado una Bolsa de
Trabajo para ubicar a los trabajadores nacionalistas desocupados y, a su vez, para que
los empleadores eligieran a estos “auténticos” obreros y no a inmigrantes comunistas.23
Las campañas de afiliación se realizaban tanto en los lugares donde los obreros se
encontraban desorganizados, como en las fábricas ganadas por el socialismo o el
comunismo. En dichas campañas se utilizaban frases como “Obligación al trabajo;
derecho al trabajo. Sólo el nacionalismo te ofrece esta tranquilidad” o “Miseria.
Hambre. Fantasmas terribles que sólo el nacionalismo ahuyenta.” Asimismo, se
realizaban espectáculos en los barrios populares. Por ejemplo, el Sindicato Argentino de
Corredores del Comercio de la Alimentación y Afines (afiliado a la USA) organizó
festivales artísticos en el popular barrio de La Boca. Estas jornadas incluían la actuación
de artistas líricos y números radiales en vivo en el Teatro Verdi. Para asistir debía
retirarse gratuitamente las entradas en los almacenes del barrio, ya que el objetivo era la
“defensa del tradicional almacén argentino”.24
Las dos organizaciones que lograron una mayor gravitación dentro del
nacionalismo sindicalista fueron la FONA y la AJN. La primera que inicialmente
concentraba sus actividades en la localidad de Avellaneda, logró extender su radio de
acción a la Capital Federal. Realizaban distintos tipos de actos callejeros y celebraban
22 Crisol, “Legión de Mayo. Ciclo de conferencias”, 24/08/1935, p.3. 23 Estas prácticas se pueden emparentar fácilmente con las realizadas por la Liga Patriótica Argentina (LPA) en la década precedente. Como señaló Sandra McGee Deutsch, la LPA trató de controlar la oferta de la mano de obra mediante la formación de las “brigadas de trabajo libre”. Estas brigadas se encontraban totalmente subordinadas a las decisiones de los dirigentes de la Liga, ubicadas en el escalón más bajo de la jerarquía, carecían “de voz y de todo poder dentro de la organización". MC GEE DEUTSCH, Sandra, Contrarrevolución en la Argentina 1900-1932. La Liga Patriótica Argentina , Buenos Aires, Universidad Nacional de Quilmes Editorial, 2003, p. 17. 24 Bandera Argentina, “Unión Corredores de Comercio”, 7/02/1939, p. 3.
9
sus aniversarios con oficios religiosos. Eran habituales también los actos en el
cementerio de la Recoleta donde estuvieron, hasta 1937, los restos de Uriburu. En 1936
crearon una entidad denominada “Socorro Blanco” la cual organizaba misas en memoria
de los caídos en la Revolución Rusa y juntaba dinero para ayudar a los nacionalistas en
la Guerra Civil Española. Fue la primera agrupación que organizó actos para el primero
de mayo, a través de los cuales trataron de conformar una identidad obrera nacionalista.
Estos actos se transformaron en una práctica sistemática y adquirieron notable
visibilidad en la ciudad de Buenos Aires. De hecho, no sólo los diarios nacionalistas sino
también la gran prensa comercial, como La Nación y Crítica, difundían las actividades
de las distintas agrupaciones de esta corriente para los actos del Día del Trabajador.25 Las
marchas sobre la Avenida Santa Fe y las concentraciones en la Plaza San Martín eran
uno de los recursos más notables, pero no el único, para disputar la primacía de la
izquierda en el movimiento obrero.26
La Alianza de la Juventud Nacionalista anunció su propósito de convertir al
nacionalismo en millares de jóvenes trabajadores. Fue, sin dudas, la organización más
importante del período aunque es difícil precisar el número de miembros ya que los
especialistas brindan más de una estimación.27 Juan Queraltó –presidente de la
agrupación- la definió como un movimiento “eminentemente proletario” basado en la
justicia social. El historiador Ronald Dolkart destaca que los aliancistas realizaron un
esfuerzo especial para reclutar miembros entre la clase obrera y adoctrinarlos.28 La
Alianza contaba con filiales en las provincias y poseía una organización estrictamente
jerárquica que especificaba las tareas y responsabilidades de cada uno de sus miembros
dentro de la estructura de la organización. La Vanguardia Obrera Nacionalista es creada
en 1939, y se constituye como rama obrera de la AJN, posteriormente su nombre
25 La Nación, “Conmemorarán hoy la fiesta de los trabajadores diversas agrupaciones de obreros,” 1/05/1938, p. 9; La Nación, “La fiesta del trabajo fue celebrada ayer con varios actos desarrollados en forma ordenada”, 1/05/1942, p.5; Crítica, “Los fascistas desvirtuaron ayer el significado del 1° de mayo”, 2/05/1940, p.4.26 RUBINZAL, Mariela, “La disputa en las plazas. Estrategias, símbolos y rituales del primero de mayo nacionalista. (Buenos Aires, 1930-1943)” en Historia y Política. Ideas, procesos y movimientos sociales, Número 19, Madrid, Enero/junio 2008, págs. 255-285. ISSN: 1575-0361.27 Mientras que Enrique Zuleta Álvarez, en su ya clásica obra El nacionalismo argentino, Buenos Aires, La Bastilla, 1975, menciona de modo indeterminado la existencia de decenas de miles de adherentes, Marysa Navarro Gerassi calcula sólo unos 11.000 para todo el país. Sandra Mc Gee Deutsch y Daniel Lvovich coinciden en sostener una cifra que oscilaría entre los 30.000 y 50.000 miembros. Por su parte, Klein cree que la cifra mencionada por Navarro Gerassi es más plausible que las otras disponibles, aunque señala que los 3.000 miembros mujeres, que dicha autora afirma que existían en los años cuarenta, es una exageración. 28 DOLKART, Ronald, “La derecha durante la década infame 1930-1943”, Op. Cit., p. 189.
10
cambiará a Vanguardia Obrera Argentina (VOA).29 La comisión de la Vanguardia
estaba encabezada por Miguel Trujillo, quien desde 1935 venía participando en
actividades de la Legión Cívica Argentina. La conformación de la VOA respondía al
declarado intento de disputar el predominio del marxismo en el campo obrero. El primer
acto público se realizó en la Plaza Flores y el tema principal de la convocatoria fue el
repudio a los altos precios de los medicamentos que inciden desfavorablemente en el
costo de vida de la familia obrera. Paralelamente, organizó un cuerpo médico que
prestaría atención gratuita a los adherentes y a sus familiares. También contaba con un
grupo de abogados para la defensa de los obreros en casos de violación patronal de las
leyes de trabajo.30 Miguel Trujillo se reunía con obreros de distintos gremios para
elaborar estrategias de captación acorde a la realidad de cada sindicato: se había
iniciado una serie de tareas de “penetración silenciosa” en fábricas y sindicatos. Se
elaboró un manifiesto de ideas y principios, destinado a ser distribuido en las fábricas y
talleres.
Las causas del fracaso de la AJN-VOA, y de las otras agrupaciones
nacionalistas, en captar y nacionalizar a la clase obrera argentina son variadas.
Leonardo Senkman entiende que la composición de los aliancistas (“su extracción social
juvenil populista”) y su visión anacrónica de un estado nacional-sindicalista serían los
elementos fundamentales que trabaron el objetivo de ampliar las bases de la agrupación
con miembros de los sectores populares.31 Por su parte, Marcus Klein enfatiza que la
Alianza era “populista” pero no se trataba de un “movimiento popular”, sino de una
organización de jóvenes provenientes de la clase media baja.32 Argumenta que el fracaso
de la VOA se explicaría por la combinación de una retórica violenta junto con sus
simpatías por los fascismos europeos, los cuales perseguían a los trabajadores
organizados. Por nuestra parte podemos agregar que la sólida cultura obrera,
29 Es notable el aprovechamiento de la estructura nacional de la AJN para la organización de obreros de distintas regiones del país como, por ejemplo, la filial de la AJN de San Juan que constituyó un Consejo Gremial Obrero como paso previo para la formación de la VOA (dirigida por el jefe Pascual Alberto Sevilla) en aquella provincia. También promovieron la creación de un Sindicato de Conductores de Ómnibus, dependiente de la VOA. Bandera Argentina, 30/09/1939. 30 Bandera Argentina, “Vanguardia Obrera Argentina”, 25/08/1939, p. 2. 31 SENKMAN, Leonardo, “Populismo latinoamericano, etnicidad y organizaciones fascistas: los casos de la AIB brasilera y la ALN argentina” en Si somos americanos, Revista de Estudios Fronterizos, Volumen VI, Año 5, Iquique, Instituto de Estudios Internacionales, Universidad Arturo Prat, 2004, p. 101. 32 KLEIN, Marcus, A Comparative Analysis of Fascist Movements in Argentina, Brazil, and Chile. Between the Great Depression and the Second World War, Thesis submitted for the degree of Doctor of Philosophy of the University of London, Institute of Latin American Studies, School of Advanced Study, London, 2000, p. 244.
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cosmopolita y democrática, que la izquierda supo cultivar en la Argentina aluvional
también funcionó como barrera para la extensión del nacionalismo sindicalista.
IV. LOS PROGRAMAS ECONÓMICOS NACIONALISTAS
Los programas económicos del nacionalismo fueron difundidos en distintos
soportes (libros, novelas, panfletos, periódicos, manifiestos) y tenían características
específicas según sus realizadores. En general, las formulaciones apelaban a la
instauración de una justicia social que incluía tanto el mejoramiento de las condiciones
laborales como del salario, junto al derecho a la vivienda obrera. Alberto Spektorowski
sostiene que “Las formulaciones de justicia social no representaban un mero intento
demagógico destinado a destruir la lucha de los partidos obreristas contra el sistema. La
justicia social, para el nacionalismo argentino, representaba el contenido práctico del
sentido comunitario del nacionalismo orgánico.”33 Más allá de las motivaciones,
creemos que las enunciaciones económicas tuvieron una función específica en el marco
del objetivo de acercar a las masas al movimiento. La justicia social nacionalista
implicaba una nivelación de las desigualdades que la economía liberal había instaurado
en la sociedad, pero respetando las jerarquías:
“Es atributo esencial del hombre el bienestar económico, que no puede ser patrimonio de una sola clase, sino de todas ellas en la medida de su capacidad y su esfuerzo.”34
Propugnaban un nacionalismo económico cuya base ideológica era el
patriotismo. La eficacia de este modelo estaba dada por la desaparición de las
diferencias políticas, expresadas por los distintos partidos, y por la armonía absoluta
entre pueblo y gobierno. El pueblo “sufrido y trabajador” todavía creía en los políticos
profesionales que se entretenían discutiendo “sobre los métodos que emplearán para
expoliarlo”.35 Por eso, la forma política más adecuada para acompañar los cambios
económicos que los nacionalistas proponían era el Estado corporativo, que eliminaba la
mediación de los partidos políticos por las corporaciones. Este nacionalismo económico
no tenía como objetivo la “autarquía” –que podría derivar en una “prepotencia política
internacional”- sino que proponía un intercambio equilibrado con otros países, esto es,
que las operaciones no arrojen un saldo deudor o acreedor en la balanza comercial.
33 SPEKTOROWSKI, Alberto, “Argentina 1930 – 1940…” Op. cit., p. 73. 34 GLAVE, Guido, Economía dirigida de la democracia corporativa argentina, Buenos Aires, Imprenta Luis Gotelli, 1936, p. 42. 35 GLAVE, Guido, Economía dirigida…Op. Cit., p. 97.
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La propaganda ideológica, distribuida a través de volantes, fue una de las vías
para difundir las ideas económicas del nacionalismo en forma masiva. El nacionalista
Guido Glave elaboró panfletos para la Unión Patriótica Argentina que fueron
distribuidos entre 1934 y 1935. Posteriormente, esos escritos para la difusión callejera
fueron compilados con el objetivo de editar un libro. Economía dirigida de la
democracia corporativa argentina fue el título de dicho libro editado en 1936, el cual
tiene el valor de presentar un plan económico exhaustivo con medidas concretas.
En cuanto al modelo de desarrollo, el plan presentado por Guido Glave apuntaba
a revalorizar la producción agraria que era la que generaba las riquezas nacionales, y la
que sostenía a la industria y el comercio. Sin embargo, este modelo basado en el
latifundio y en el predominio económico de los exportadores debía ser eliminado porque
los “exportadores, a favor de una satánica combinación, conocida por muy pocos,
acaparan los quince millones de toneladas de cereales, oleaginosos, y demás frutos del
trabajo que exportamos cada año”36
El Estado debía tener un papel central en todo el proceso transformativo
cuidando el equilibrio fiscal. Se preveía la creación una Caja Agropecuaria para atender
las necesidades de los agricultores y ganaderos, construir elevadores regionales o
locales y terminales, comercializar las cosechas y conceder créditos agropecuarios.
Además el Estado se haría cargo de la expropiación de los latifundios para vendérselos
en parcelas a agricultores. Guido Glave consideraba que los latifundios no se definían
por la extensión de la tierra sino por su importancia en el sistema productivo,
“pueden constituirlo dos o tres manzanas de terreno enclavadas en zonas densamente pobladas de la capital, y pueden no representarlo veinte o treinta leguas de campo ubicadas en la frontera. Latifundio es, a nuestro juicio, un área de tierra que impide la expansión, que detiene el progreso normal, que traba el movimiento y el bienestar colectivo.”37
Las parcelas irían de 10 a 200 hectáreas según los casos y serían expropiadas
previa indemnización al propietario. Las sumas de las indemnizaciones estaban
estipuladas por el precio de los arrendamientos, esto es, si el arrendamiento anual de una
hectárea era de 10$ la indemnización sería de 100$. Las tierras que se dividirían tenían
que contar con algunas características geo-climáticas específicas, eran las denominadas
tierras de “pan llevar”, aptas para los cultivos y con un promedio anual de lluvia
36 Idem., p. 108. 37 GLAVE, Guido, Economía dirigida… Op. Cit., p. 49.
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suficiente para asegurar una explotación normal de la tierra. Si para el pago de los
créditos hipotecarios el beneficiario tenía un plan de 20 años, para las tierras se
estipulaban 23 años porque pensaban que “los primeros tres años deben ser concedidos
al granjero para que se construya su casa modesta y haga todo lo que necesita para
ponerse en condiciones de explotar su flamante propiedad”.38
Los deberes de los productores no se agotaban en el pago de las cuotas
estipuladas, sino que debían cumplir una serie de requisitos que apuntaban a controlar
las actividades familiares de las granjas. En los primeros tres años el Estado nacionalista
le exigiría al productor contar con la vivienda de material terminada; todo el campo
cultivado; las vacas y otros animales necesarios para el consumo familiar; un número
determinado de árboles “de adorno y frutales”; una quinta de verdura y un molino o
jagüel. Además se prohibiría “tener automóvil, ni camión, ni tractor, porque son lujos
que no necesitan, quitan trabajo a nuestros obreros y hacen emigrar capitales.”39 Las
unidades de subsistencia no podrían contratar mano de obra, debían arreglarse con el
trabajo de los miembros del círculo familiar. Las necesidades básicas - como la
vestimenta y otros insumos cotidianos: la yerba, el azúcar, el pan- y otros gastos
familiares, se cubrían con los ingresos de la venta de los productos de la granja. Según
Guido Glave, si el granjero no podía afrontar estos gastos era “un imbécil o un
haragán”.
Paralelamente, a las medidas de subdivisión de latifundios expropiados, el
programa nacionalista preveía la creación de pueblos en esas grandes extensiones de
tierra. El Estado dispondría de tierras para el correo, la comisaría, el juzgado, el registro
civil, la iglesia, la escuela primaria y la escuela de artes y oficios, la usina, parques,
plazas, campos de deportes, intendencia, cooperativa, biblioteca, una sucursal del Banco
de la Nación, un hospital, etc. De acuerdo al nuevo orden político, las autoridades de
estos pueblos no serían designadas por el voto ciudadano. Por el contrario, “Para jefe
político, juez, intendente y comisario, el Estado nombrará las personas más capaces,
eligiéndolas entre los mismos granjeros, siendo la aceptación obligatoria por el
término de por lo menos un año y honorario su desempeño.”40
El tema de la vivienda obrera fue central en los distintos programas. El drama
del hacinamiento y de la formación de villas miserias en la ciudad de Buenos Aires fue
38 Idem., p. 51. 39 Ibídem. 40 GLAVE, Guido, Economía dirigida…Op. Cit., p. 52.
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uno de las consecuencias más criticadas de la modernización económica. En el
programa de Guido Glave, la solución a este grave problema estaba en el otorgamiento
de créditos a los sectores populares. Los ciudadanos argentinos “honrados y
trabajadores” podían solicitar un crédito al Banco Hipotecario Nacional para construir o
comprar una vivienda digna, lo cual significaba poder gozar del “aire y la luz”,
elementos indispensables para la vida. El plan de adquisición y construcción de
viviendas a través de los créditos programaba beneficiar a 3.333 familias por año, y
estaba dirigido a “empleados, obreros, pequeños comerciantes, industriales incipientes,
agentes de policía, suboficiales”41 entre otros interesados. Los solicitantes debían
percibir un sueldo fijo que triplicara la cuota del crédito hipotecario, con lo que un
amplio sector de los trabajadores quedaría sin posibilidades de acceder al mismo. Si el
deudor se atrasaba doce meses en los pagos, la vivienda podía ser vendida para saldar la
deuda con la entidad crediticia, que por otro lado, figuraba como la propietaria de la
vivienda hasta que se saldara la deuda. El banco estaría perfectamente resguardado ya
que si bien se eliminaban los intereses, éste cobraría un porcentaje para cubrir los gastos
que significaba el 10% del monto total del crédito.
Los aspectos económicos se entrelazaban también con los de orden estético, los
cuales eran de suma importancia para los nacionalistas. En lo que arquitectura se refiere,
se propuso el estilo del chalet californiano para uniformar el caos de los barrios
populares. El banco haría confeccionar, para los solicitantes de créditos hipotecarios,
“planos de casitas, preferentemente de estilo chalet, con techo rojo, con baño decente y
demás comodidades, que pondrá gratuitamente a disposición de sus clientes, buscando
así la creación de un gusto estético que ahora brilla por su ausencia en nuestro país.”42
El problema de las jubilaciones fue otro de los puntos que figuraron en la agenda
nacionalista. Guido Glave argumentaba que el sistema de las Cajas de Jubilaciones era
contrario al principio constitucional de igualdad para todos los ciudadanos. Por esto,
proponía la sustitución del sistema jubilatorio por la instauración de una seguridad
social universal. La ley de seguro social establecería, entre otras cosas, que a) todo
ciudadano disfrutará de los beneficios de la misma, sin estar obligados a realizar
aportes; b) todo ciudadano de más de 55 años, sin medios de subsistencia, tendrá
derecho a percibir una pensión ajustada a sus necesidades; c) todo incapacitado para el
trabajo tiene derecho a una ayuda cualquiera sea su edad; d) los menores que carecen de 41 Idem., p. 48. 42 GLAVE, Guido, Economía dirigida… Op. Cit., p. 46.
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apoyo deben ser protegidos por el Estado.43 Un plan similar fue elaborado por el primer
gobierno peronista que intentó instituir un régimen universal, el cual fracasa
fundamentalmente por la resistencia de los trabajadores afiliados a las cajas.44
Por su parte, las organizaciones obreras nacionalistas más importantes
elaboraron un cierto cuerpo de ideas bajo la forma de manifiestos que fueron publicados
en los periódicos adictos a la causa. Algunas de estas entidades desarrollaron una
retórica más radicalizada que otras, aunque pueden encontrarse una serie de motivos
compartidos. La Federación Obrera Nacionalista Argentina (FONA) proclamaba la
necesidad de un cambio revolucionario para trascender el sistema capitalista que se
encontraba en una evidente crisis. La miseria y la desocupación eran los síntomas del
desgaste del sistema económico que había adoptado el liberalismo. La clase obrera,
“que es un miembro indispensable dentro del conjunto de clases que forman la
comunidad nacional”45, sería un actor necesario para efectuar el cambio histórico que
proponían.
“la organización sindical de los trabajadores no puede limitarse a luchar solamente por pequeñas mejoras económicas que al poco tiempo resultan ineficaces, otra misión más trascendente está reservada a los sindicatos obreros: atacar el mal social en sus raíces, encaminando su acción a conmover las mismas bases del sistema capitalista".46
Según el nacionalismo el orden económico era inseparable del sistema político,
por eso la crítica al individualismo capitalista no podía escindirse de la crítica a la
democracia. “El individualismo económico trajo consigo la actual democracia; y esta
es la expresión política del capitalismo, por cuya razón la actual crisis de éste, es la
crisis de la democracia también.”47 El Estado democrático era débil ante el capitalismo
internacional, por eso creían necesaria la instauración de un Estado nacionalista
corporativo que evitara el control de las empresas capitalistas internacionales de las
“fuentes naturales de riqueza” del país. La consideración de la nación como una unidad
43 Idem., pp. 78-79. 44 TORRE, Juan Carlos y PASTORIZA, Elisa, “La democratización del bienestar” en TORRE, Juan Carlos, Los años peronistas (1943-1955), Nueva Historia Argentina, Buenos Aires, Sudamericana, 2002.45 Crisol, “El Nacionalismo tiene la solución para el problema obrero. Una declaración de la FONA” , 19/06/1936, p. 1.46 Crisol, “El Nacionalismo tiene la solución para el problema obrero. Una declaración de la FONA”, 19/06/1936, p. 1.47 Idem..
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cultural, política y económica derivaba en la irrelevancia de la luchas de clases y de la
supuesta invención maliciosa de la solidaridad obrera internacional.
“Si la Argentina es una nación libre y soberana, respetada por el mundo, también los obreros argentinos gozarán de condiciones morales y materiales superiores, propias de hombres libres y civilizados. En cambio, en una nación sometida y tributaria, el proletariado colonial es reducido a la esclavitud; pues tiene que producir las ganancias para los capitalistas extranjeros y al mismo tiempo pagar con sudor y con su sangre las mejoras sociales, buenos salarios, y bienestar de los trabajadores de la nación conquistadora. Este hecho, que ofrece la experiencia histórica, tiene la virtud de destruir el mito de la solidaridad obrera internacional, creado por el socialismo marxista y adoptado por algunos organismos gremiales inspirados en esas ideas.”48
La Alianza de la juventud Nacionalista siguió la línea trazada por la FONA,
radicalizando cada vez más su discurso. Es importante destacar que fueron las dos
entidades que organizaron los actos nacionalistas más importantes para el Día del
Trabajador (en Avellaneda y en Buenos Aires), la fecha más significativa del calendario
obrero internacionalista. Esta relación pone de manifiesto que la movilización de los
sectores populares requería propuestas radicalizadas en el orden económico aunque no
necesariamente en lo cultural. En efecto, las entidades de este nuevo nacionalismo
defendían lo que ellos denominaban los “pilares básicos” de la sociedad, es decir, la
familia, la religión y el lugar de la mujer en la sociedad.49
Los jóvenes de la Alianza propusieron, además de la división de los latifundios,
la distribución de tierras fiscales entre los campesinos “sin tierras”. Un punto novedoso
del programa era la instauración del derecho de los sectores populares a la educación
superior, ya que entre los nacionalistas era extendida la idea de que las masas debían ser
dirigidas por una minoría formada para los asuntos de gobierno.50 Asimismo proponían
la limitación de la propiedad privada, la nacionalización del petróleo y de los servicios
públicos, el control de la inmigración y el rechazo a los inmigrantes judíos.51 Los
dirigentes de esta agrupación creían que los obreros se volcaban al comunismo debido a 48 Ibidem.49 Estos principios también eran defendidos por otros sectores tradicionalistas del campo político, como los conservadores y los católicos. 50 Carta de Dell’Oro Maini a Joaquín de Anchorena, 9 de febrero de 1928, citada en DEVOTO, Fernando, “Atilio Dell’Oro Maini. Los avatares de una generación de intelectuales católicos del centenario a la década de 1930.”, en PRISMAS, Revista de Historia Intelectual, Universidad Nacional de Quilmas, núm. 9, año 2005, p.196. Una visión diferente puede encontrarse en Monseñor Gustavo Franceschi, quien consideraba que la educación cristiana de las masas era imprescindible. La renovación cristiana que necesitaba el mundo laico no podía quedar sólo en manos de una minoría ilustrada y virtuosa sino que debía ser acompañada por una sociedad también virtuosa y organizada. Ver LIDA, Miranda, “Iglesia, sociedad y Estado en el pensamiento de monseñor Franceschi. De la seditio tomista a la “revolución cristiana” (1930-1943)” Anuario IEHS, Universidad Nacional del Centro, 17 (2002).51 Ver KLEIN, Marcus: A Comparative… Op. Cit.
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la situación social que atravesaban, por tanto, sus estrategias se basaban en promover las
reformas sociales necesarias para atraer a los trabajadores a las filas nacionalistas.
En cuanto al mundo del trabajo, las entidades del sindicalismo nacionalista
propusieron medidas que no eran necesariamente opuestas a las que podían haber
exigido otras corrientes del sindicalismo argentino. Por ejemplo, la Unión Sindicalista
Argentina (USA), cuyo lema era “pensamiento y acción”, proponía la organización del
trabajo y la producción basada en la participación de los sindicatos; y la creación de un
Código y una Magistratura del Trabajo que aseguren un cuerpo de leyes laborales y de
asistencia social para los trabajadores. Formularon una política salarial que contemplaba
la situación integral del trabajador (no sólo el volumen y las horas de producción) con el
objetivo de armonizar las relaciones entre capital y trabajo. En este último punto, se
acercan notablemente al sindicalismo católico que propugnaba el ideal de la armonía de
clases para desactivar el conflicto social. Asimismo compartían –entre otras cosas- la
idea de restituir el equilibrio familiar reintegrando la mujer al hogar y reglamentando el
trabajo infantil.52
Una preocupación específicamente nacionalista fue la de asegurar el orden social
imponiendo leyes de disciplinamiento y control para la producción y el trabajo, e
infundiendo el patriotismo y la tradición.53 La Agrupación Obrera Adunista proclamaba
que quedarían fuera de la legalidad las huelgas obreras y los paros patronales.54 De
hecho, no se registra ninguna huelga liderada por estos sectores aunque si se ha
encontrado una tendencia a reconocer como legítima la protesta obrera en los periódicos
nacionalistas. El apoyo periodístico, que implicaba la cobertura diaria del conflicto, el
envío de cronistas a las fábricas y la condena a la represión policial, era común en las
huelgas que no estaban dirigidas por sindicatos comunistas.55
El Nacionalismo Laborista proponía, al igual que otras entidades, medidas para
garantizar a los propietarios agrícolas el derecho a comprar las tierras que cultivaban.
También propiciaban impuestos a los ingresos inmerecidos, a la ganancia excesiva, a la
52 Es importante aclarar, que además de los nacionalistas y los católicos, otros sectores veían el trabajo femenino como especialmente dañino para las mujeres tanto en lo físico como en lo moral. 53 Crisol, “La Unión Sindicalista Argentina. Su programa de principios y de acción”, 23/11/1937, p. 3; Bandera Argentina, 28/09/1937, p. 4.54Crisol, “Agrupación Obrera Adunista. Los principios que sustenta”, 4/08/1937, p. 2.55 RUBINZAL, Mariela, “Los conflictos obreros en la prensa nacionalista: itinerarios de un ambiguo acercamiento al mundo del trabajo (1935-1943)”, en Papeles de trabajo. Revista electrónica del Instituto de Altos Estudios Sociales de la Universidad Nacional de General San Martín. ISSN: 1851-2577. Año 2, Nº 3, Buenos Aires, junio de 2008.
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herencia y al dinero invertido en el exterior.56 Decían que la remuneración del trabajo
debía guardar relación con el costo de vida del trabajador y su familia; y que la ayuda a
los desocupados podría funcionar como solución provisoria pero había que desterrarla
como sistema ya que fomentaba la haraganería. Planteaban una reforma de la
legislación penal estableciendo agravantes a diversos delitos entre los cuales se
encontraba “los abusos y exacciones cometidas en perjuicio de la población obrera y
trabajadora.”57 Dentro del orden económico proyectaban una especie de nivelación
capitalista de forma que los trabajos, transacciones, negocios de reducidas ganancias, y
los lotes de menos de cien hectáreas, estarían exentos de impuestos o patentes.58
Como puede observarse a través de este recorrido por algunas de las propuestas
económicas nacionalistas, existió un gran vacío de proposiciones dirigidas al sector
industrial. Este aspecto se saldaba con la crítica al maquinismo, al empleo de las
mujeres en los trabajos pesados y a la desocupación. En cuanto a las actividades
comerciales, planeaban la desaparición de las sociedades anónimas y de los monopolios.
Los empresarios no podrían ser dueños de más de una empresa, pudiendo ser socio
minoritario de otras, aunque la participación en éstas no podría superar el tercio de las
utilidades. En todo caso, los nacionalistas creían que la reforma agraria que
propugnaban atraería a los desocupados al campo, liberando así a las ciudades del
excedente de población, al tiempo que se poblarían las zonas deshabitadas para reforzar
la soberanía y el control del territorio nacional.
Otro aspecto de los programas económicos eran las formulaciones antisemitas.
El judaísmo formaba parte de los males que había que erradicar. Los nacionalistas
creían que el israelita era un sujeto inasimilable, que tenía una identidad internacional y
que atentaba a la moral a través de sus relaciones endogámicas y su sexualidad perversa.
Desde el punto de vista económico, funcionaba el mito del complot que suponía un plan
oculto para dominar el país. Se presuponía que los judíos dominaban la banca
internacional y que pretendían someter al mundo a través de los préstamos a los
gobiernos. En el nivel local, se creía que los judíos controlaban el Banco de la Nación
Argentina que era uno de sus instrumentos para lograr el máximo objetivo: la
dominación mundial.59 Además aseguraban que las actividades productivas no eran las
elegidas por los israelitas: 56 Ver MC GEE DEUTSCH, Sandra, Las derechas… Op. Cit., p. 283. 57 Ver El Nacionalismo Argentino, Publicación del Nacionalismo Laborista, Junio de 1935. 58 Idem. 59 GLAVE, Guido, El Banco Central, el judaísmo y la masonería, Folleto publicado por Crisol, s/f.
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“No es frecuente encontrar al judío en trabajos manuales y agrícolas, justamente los que demandan esfuerzo continuado. Cuando los desempeña, se observa, a través de los detalles de organización, que piensa dedicarse a ellos de una manera transitoria y que está espiando ardientemente el instante de abandonarlos para dedicarse a los de su preferencia.”60
Finalmente, nos toca abordar la cuestión del anticapitalismo de los nacionalistas.
Esta caracterización, utilizada por la historiografía especializada sobre las derechas en la
Argentina, es necesariamente polémica y necesita ser explicada ya que como hemos
podido ver, los programas no se oponen a la propiedad privada. De hecho, Guido Glave
decía que “la iniciativa privada debe ser sagrada como la propiedad” pero al mismo
tiempo reservaba al Estado un papel fundamental en la dirección de la economía. Esto
último no significaba de ninguna manera una contradicción, en la medida que distintos
sistemas combinaban medidas intervencionistas resguardando la esfera privada de la
economía. En ese sentido, los nacionalistas diferenciaban dos ámbitos de la actividad
económica nacional:
“En el primero acciona solamente el Estado, como administrador absoluto de la actividad que tiene entre manos. En el otro queda todo librado a la iniciativa particular, fiscalizando y legislando el Estado con la sola mira de que no sea lesionada la prosperidad colectiva, esto es, que no se ofrezca hambre y miseria a una parte de la nación y riqueza excesiva a la otra.”61
Uno de los periódicos nacionalistas más importantes de esta época, Crisol,
explicaba que el nacionalismo favorecía la iniciativa privada pero con ciertos límites.
Dichos límites se efectuaban obligando al capitalista a invertir sus ganancias creando
más trabajo, entregándolas al Estado en forma de impuestos, o, incluso, a realizando
obras de beneficencia. Héctor Bernaudo decía que la idea liberal de la propiedad en
tanto derecho absoluto sería trocada por el concepto de propiedad como función social,
ya que “el fin de la economía no es la productividad del capital en sí sino la
satisfacción de las necesidades del pueblo."62
V. CONSIDERACIONES FINALES
La proliferación de entidades obreras nacionalistas en la segunda mitad de la
década de 1930 demuestra un profundo cambio en la estructura y la composición del
60 GLAVE, Guido, Economía… Op. Cit., p. 135. 61 GLAVE, Guido, Economía… Op. Cit., p. 20. 62 Crisol, “La falacia de la prosperidad es oficialmente proclamada”, 1/09/1937, p1.
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movimiento nacionalista argentino. Para explicar este proceso debemos considerar una
serie de cuestiones. En primer lugar, muchos nacionalistas creyeron que los golpes de
estado no eran una opción viable para acceder al poder y se inclinaron por considerar la
movilización de masas como el modelo efectivo para implantar un nuevo Estado. En
segundo lugar, consideraron que la vía represiva para resolver el conflicto social era
insuficiente o, inclusive, inapropiada ya que volcaba a los trabajadores a organizarse en
sindicatos de izquierda. Por otra parte, por estos años se amplió el consenso respecto a
la existencia de una injusticia social que era necesario reparar si quería lograrse la paz
social. El avance de las ideologías de izquierdas en el mundo obrero confirmó aún más
la idea que había que promover políticas sociales que respondieran a las demandas
económicas de los sectores populares. Los nacionalistas creían que si estas demandas
eran satisfechas, se lograría la despolitización de los obreros.
En sus manifiestos y programas políticos, retomaron una serie de debates de la
época: la creación de una magistratura del trabajo, los seguros sociales, la vivienda
obrera, los ajustes de salarios mínimos. Aspectos reaccionarios (como la defensa de la
moral tradicional y el regreso de la mujer obrera al hogar, entre otros) se combinaban
con consignas revolucionarias. Se pronunciaban a favor de las reivindicaciones
laborales, de la movilización de los sectores populares, de la destrucción violenta de la
oligarquía y proponían la construcción de nuevo orden económico. Sin embargo, el
análisis en profundidad de las formulaciones económicas más detalladas demuestra que
las transformaciones que propiciaban no beneficiaban necesariamente a los más
desprotegidos, tal como lo afirmaban sus consignas. La reforma agraria que diseñaban
podía favorecer el acceso a la tierra por parte de los pequeños agricultores, pero
establecía una serie de restricciones que terminaba ahogando al productor. Los créditos
hipotecarios para el acceso a la vivienda popular estaban dirigidos a los trabajadores
mejor posicionados en el mercado laboral y a la clase media, dejando irresuelto el
problema de las familias obreras que no contaban con un ingreso mensual fijo.
Las divisiones internas, las rupturas, las fricciones y fragmentación de las
organizaciones sindicales nacionalistas debilitaron sus posibilidades de extenderse entre
los obreros no sindicalizados. Asimismo, las contradicciones propias de un discurso
que, por un lado, proponía la redistribución de la riqueza y la justicia social; y por el
otro lado, pretendía recortar la autonomía del movimiento sindical y coartar las
prácticas políticas, no ayudaron a difundir el nacionalismo sindicalista. Por último, cabe
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destacar que el despliegue del antisemitismo y de la violencia contra los sindicatos de
izquierda se enfrentaba a la tradición cosmopolita y al fuerte sentido solidaridad obrera
extendido entre los trabajadores de entreguerras.
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