El anarquismo entre la teoría y la práctica

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    El anarquismo

    entre la teora y la prctica

    Alfredo M. Bonanno

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    Bardo Ediciones.Primera edicin: marzo de 2013

    bardoediciones.net | [email protected]

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    Este libro es gratis para presos, presas y biblio-tecas sociales.

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    ndice

    Prlogo........................................................................7

    El anarquismo entre la teora y la prctica................13

    Reexiones y apuntes generados por las preguntasluego de la ponencia..................................................49

    Anidad y organizacin inormal..............................69

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    Prlogo

    Este breve libro que editamos es la transcripcin deuna conerencia de Alredo M. Bonanno en la Facul-tad de Filosoa de la Universidad de Florencia, llevadaa cabo el 14 de enero de 1994, a su vez publicada enuna recopilacin de artculos breves de las publicacio-nesProvocazione yAnarchismo en orma de libro bajo elnombre Come un ladro nella notte1. De ese libro hemosextrado tambin unas reexiones que Bonanno sacdel debate posterior a la ponencia, y hemos aadidoadems un breve texto llamado Anidad y organiza-cin inormal publicado en 1985.

    Por qu editamos esta transcripcin de una charla

    de Bonanno, casi veinte aos despus? Porque cree-mos que es til a la hora de comprender un poco msy proundizar en su concepcin del anarquismo, de uncierto tipo de anarquismo. En este texto Bonanno haceun pequeo anlisis de lo que para l son las dos or-mas organizativas ms importantes que actualmenteposee el anarquismo, la organizacin de sntesis y la

    organizacin inormal, y de por qu l apuesta por lasegunda. Creemos que esta breve recopilacin puedeservir como aporte para comprender un poco ms lo

    1 Edizioni Anarchismo, Trieste, 2009.

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    que signica aquello que comnmente se ha acordadoen denominar inormalidad.

    Vemos importante hablar de este asunto ya que mu-chas veces hay una conusin, tanto por parte de algu-nos deensores como por ciertos crticos de dicha ormaorganizativa que tienden a conundirla con una suertede ideologa. Nada ms lejos! Esta conusin tambines aplicable a la idea que inormalidad signica en sradicalidad2, cuando en realidad slo se reere a una

    orma en este caso no ormal de organizarse.Somos conscientes de que cuando hablamos de in-ormalidad evocamos algunos antasmas del pasado ydel presente que a muchos les gustara olvidar. Perolos que vemos en esta orma de organizacin una po-sibilidad muy vlida creemos que es necesario aclararalgunas cuestiones y que estas claricaciones resultan

    ser de vital importancia para quitar el velo que yasea conscientemente o no se ha colocado al trmino

    y su denicin. Y estos textos sirven para ello.No vamos a tocar en proundidad las dierentes in-

    terpretaciones de lo que es la inormalidad y lo questas provocaron (para bien o para mal) en el Estadoespaol en el perodo en el cual lo que se dio a llamarinsurreccionalismo irrumpi en este contexto geogr-co. Para ello recomendamos la lectura del texto La

    2 No es que creamos que el anarquismo no deba ser radical, todolo contrario, pero lo que creemos necesario es que a la hora dehablar de inormalidad se tenga en claro que de lo que se habla es deuna manera de organizarse, que claramente implica un montn de

    cosas, pero siempre relacionadas con laorma. Y las burocracias, latraicin y el no ir a la raz de las cuestiones, por nombrar algunascosas que se le atribuyen a los sectores ms rancios del espectrolibertario, no se dan slo en la ormalidad, ni sta de por s las llevaimplcita.

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    epidemia de la rabia en Espaa, aparecido en la pu-blicacin Resquicios en dos partes en los nmeros 4 y

    5. Pese a no estar de acuerdo con todas las interpre-taciones de la poca y de los textos citados, reconoce-mos que este relato aunque siendo slo una apre-ciacin es de momento el nico anlisis realmenteproundo de ese perodo y esa experiencia.

    Queramos tambin hacer un breve apunte sobre latraduccin. Muchas veces se atribuye la mala interpre-

    tacin de las ideas insurreccionales provenientes deItalia a las malas traducciones. Hay que reconocer quepese al trabajo de traduccin que muchos compae-ros hicieron en el pasado para que podamos leer textosrescos3, stos brillaban poco, no todos pero s la ma-

    yora, por su calidad como traduccin. Pero es una cilsalida atribuir las malas interpretaciones simplemente

    a esto. Por un lado, la cuestin de las malas interpre-taciones algo que no decimos nosotros sino que hasalido a ote a lo largo de distintos anlisis es muyrelativo a qu se considere interpretacin y, por otro,lo que s quizs podramos agregar es que muchas ve-ces estas interpretaciones de los textos ueron hechassin tener en cuenta (o quizs sta sea simplemente unacmoda lectura a distancia temporal) los contextos, losdebates internos, las experiencias acumuladas y que noeran letra muerta. La dicultad de explicar algo en unalengua dierente es tambin atribuible a la de intentarexplicar algo a quien no est introducido en el tema,por lo cual se podra aadir que muchos problemas de

    3 Textos de Bonanno, pero tambin de Costantino Cavalleri, GuidoMantelli y dems compaeros y compaeras, muchos annimos,incluso de aquellos que se encontraban en la crcel o escapaban delensimo golpe represivo que tanto caracteriz a los aos noventaen la pennsula italiana.

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    interpretacin escapan a la lengua en s, y estn msrelacionados con la capacidad de saber de qu se

    habla4

    .Muchos de los textos que llegaron, como tantosotros que llegan o llegarn, por su rescura, su crti-ca en muchos casos unas lneas crticas totalmentenuevas para nosotros y nosotras, se transormaronen pequeos manuales. Lo malo de ello es que a ve-ces pasaron de ser manuales de consulta a mini-biblias

    o pequeos libros rojos (y negros) sagrados, matandoas su sentido original. Algunos otros textos pasaron aser lecturas imprescindibles, mientras que en su lugarde origen no ueron ms que otro de tantos5.

    4 Paralelamente, cabe sealar que muchas veces la mejor manerade conocer y proundizar sobre las ideas, las prcticas y el contex-

    to de un lugar es ir precisamente all y observar, escuchar, charlar,participar. Algo que antes se haca ms, o por lo menos conmucha ms consciencia, resultndonos hoy en da cil delegar ala ilusin de conectividad y omnipresencia que Internet propina

    y a la actividad de aquellos compaeros y compaeras que siguenpisando el antiguo sendero del internacionalismo prctico. Unadelegacin que en nuestros entornos se aade, obviamente, a laalta de reexin y debate propios que seran capaces de colmar,por lo menos parcialmente, una eventual alta de contactos conotras experiencias. De la misma manera, aunque hoy en dasomos capaces a veces de rernos del hecho de que dentro de m-

    bitos anarquistas siga habiendo una propuesta como el esperanto,en general el aprendizaje de idiomas en primera persona con unavisin dirigida hacia una real superacin de las ronteras estataleses algo que debera volver a ser considerado importante desde un

    punto de vista revolucionario.5 Un ejemplo claro es el clsicoAi erri corti, citado innumerables ve-ces y considerado por muchos de lectura obligatoria, el cual en Italiatuvo una acepcin mucho ms modesta que en el Estado espaol

    y Amrica Latina. El texto ha sido reeditado recientemente bajo el

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    Pero los textos, cuales sean, siempre deben ser herra-mientas que contribuyan a la ormacin y a la crtica,

    a la teora y a la prctica anarquista. En el momentoque se toman como palabras sagradas pasan a la listade los clsicos escritos en lenguas ya muertas. Como elmismo Bonanno reconoce al nal del ltimo texto quehemos agregado sobre la cuestin de la inormalidad:

    Los problemas que aqu han sido simplemente es-

    bozados, especialmente los aspectos positivos deuna organizacin inormal anarquista, merecenuna proundizacin y un debate a los cuales invita-mos a todos los compaeros interesados.6

    Es decir, que todo debe ser discutido, modicado,criticado, diundido, reproducido. Que este pequeo

    libro sirva para ello!

    Bardo ediciones

    ***

    Una breve aclaracin para aquellos y aquellas que no

    estn amiliarizadas con la cultura anarquista italiana,siempre que Bonanno habla de compaeros se ree-re a los compaeros anarquistas.

    Todas las notas al pie que aparecen en el texto lashemos agregado nosotros.

    ttulo Cuerpo a cuerpo con lo existente, sus deensores y sus alsos crticos(Madrid, 2012).

    6 Del nal del texto Anidad y organizacin inormal, pgina 69del presente libro.

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    El anarquismo entre la teora y la prctica

    La conversacin de esta tarde es sobre la relacin

    entre la teora y la prctica dentro del pensamien-to anarquista y de la realizacin del anarquismo. Elanarquismo es un concepto extremadamente com-plejo y contradictorio, que muchos de nosotros cree-mos tener claro en la cabeza, pero siempre que nosencontramos rente a la necesidad de preguntarnoso de preguntar a otros, o hablar junto a otros, sobrequ es el anarquismo, encontramos que es un proble-ma complejo.

    Es decir, limitar el anlisis sobre el anarquismo sloa su aspecto histrico, al desarrollo del pensamiento

    y de la prctica anarquista a lo largo de la historia es,aunque necesario, simplemente reduccionista. En este

    sentido, es parte intrnseca del anarquismo una dispo-sicin del espritu, un modo de concebir la vida, unaconcepcin dierente de la vida. Y esto no siempre escilmente comprensible dentro de una doctrina anar-quista. Ni siquiera se puede aclarar a travs de la lec-tura de acontecimientos, de hechos que han sido lleva-dos a cabo por los anarquistas o de luchas dentro de las

    cuales estuvieron presentes de manera considerablelos anarquistas. Por lo tanto no hay que conar muchoen aquello que cada uno de nosotros tiene en la cabezacon respecto al anarquismo.

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    Muchos creen saber lo que es el anarquismo, mien-tras que eectivamente ste nos trae siempre sorpresas,

    como si se hurgara en una vieja arca de la cual conti-nuasen apareciendo cosas nuevas.Tantas Casandras del pasado, antiguo y reciente, han

    sentenciado la muerte del anarquismo, el n de las teo-ras y de las prcticas anarquistas.

    Luego, de repente, en las barricadas, en las calles,en las mismas aulas universitarias, vuelve a emerger el

    discurso sobre el anarquismo, reaparecen las banderasnegras. Eso signica que algo se mueve dentro de larealidad, de manera siempre dierente. Y ese algo es,ciertamente, el rechazo radical, la negacin absolutade cualquier tipo de autoridad, de cualquier orma deopresin intelectual y prctica que se nos planta pordelante e intenta poner orden en nuestra vida; que

    amenaza con dar a nuestra vida un signicado distintoa aquel que pensamos que debe tener para cada uno denosotros, y que cada uno debera ser libre de darse.

    Eso no quita que desde un punto de vista histrico elanarquismo haya tenido su trayecto, se haya presenta-do en determinadas estructuras precisas y se haya ex-presado tambin en determinados roles. Pensadores,lsoos, socilogos anarquistas que han querido darun cuerpo doctrinal a esta visin de la vida, transor-mndola en una losoa. Como sabis, toda doctrinanace, se desarrolla y muere. Se circunscribe dentro deuna signicatividad propia y all encuentra su sentido ysu razn de ser, pero tambin su lmite, su conn y su

    muerte.El anarquismo doctrinario. Quisiera dedicar unosminutos a este aspecto del anarquismo, ciertamentesignicativo. Porque es precisamente en la elaboracinde los conceptos que se construye esa herencia que en

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    la prctica, sucesivamente, da sus rutos. Ya que esta-mos en una sala de una academia losca hay que

    decir que los lsoos han dirigido a menudo su pen-samiento hacia cuestiones de anlisis poltico, y se hanplanteado la clsica pregunta undamental: qu hacer?No es que en cuanto lsoos hayan sabido dar unarespuesta, incluso aquellos que por su eleccin de es-tudios, y por su disposicin de nimo, se encontrabanmuy cercanos al pensamiento anarquista. Pero han re-

    exionado bastante respecto a la pregunta, y estas re-exiones son importantes para la accin. Cuando sonrealmente signicativas, es decir, cuando aprehendenlos problemas en su contenido vital radical para la vidade las personas, tambin estas reexiones se vuelvenprctica. Pero no nos adelantemos.

    Existe una relacin, ciertamente tan vieja como el

    mundo, entre prctica y teora. La doctrina lo ha ex-plicado de una manera bastante inmvil, esclerotiza-da: primero viene la teora, luego la prctica o, comomucho, de la prctica puede surgir un desarrollo, unaproundizacin, una deormacin de la teora. Losanarquistas, como veremos, lo ven un poco dierente.

    As pues, el desarrollo de la doctrina del anarquismo.Hacia nales del siglo XVIII comienzan a diundirselas primeras teoras anarquistas, teoras que junto aotras contribuyen a preparar el gran trastorno de lapoca: la Revolucin Francesa.

    El primer pensador es William Godwin y centra laatencin en la relacin entre el Estado y el ciudadano.

    Una relacin importante de la cual nace la posibilidadde un orden constituido, de mantener organizacionesy estructuras en la vida cotidiana del ciudadano. Tomapartido por primera vez de manera clara contra la tesis

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    hobbesiana del homo homini lupus7, busca hacer vercmo dentro de la dimensin contractual podra exis-

    tir tambin una visin, digamos, crtica; una limitacinde la que ser la concepcin de Jean-Jacques Rousseau.Estas primeras aproximaciones de Godwin estn bas-tante desarrolladas, y constituyen el primer cuerpodoctrinal del anarquismo, el cual atraviesa, no indem-ne, el gran uego de la Revolucin Francesa.

    Esta revolucin es uno de los elementos de transor-

    macin de la realidad europea y mundial de la poca.Dentro de ella no se encuentran slo las grandes uer-zas autoritarias del jacobinismo, las otras expresionesen las cuales se dividi la estructura de poder que seestaba ormando en la composicin revolucionaria delos primeros das insurreccionales, sino que existe tam-

    bin una uerza popular, una uerza que viene desde

    abajo, que es la expresin de determinadas necesida-des, de determinadas exigencias, particularmente delsurimiento de la gente pobre; y hay tambin pensa-dores que expresan de una manera cargante, violenta,periodstica del todo nueva en aquella poca elsentido proundo de ese surimiento.

    El segundo punto importante del desarrollo histri-co del anarquismo se halla un poco ms adelante, y lorepresenta la gura de Pierre-Joseph Proudhon.

    Proudhon es importante porque es un pensadorproletario, viene del pueblo. Hijo de un zapatero, esautodidacta pero capaz de entender de qu manera seest transormando la estructura social de su poca.

    Es quien elabora, por primera vez de orma prounda,

    7 Donde se encuentra la armacin de que el hombre es el lobodel hombre es en la obra Leviatn del lsoo ingls ThomasHobbes, publicada en 1651.

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    el concepto de lucha de clases en trminos dierentesa aquellos que sern luego, ms adelante, los trmi-

    nos marxistas. Es quien elabora el concepto de ede-ralismo libertario. Proundizar despus el conceptode mutualismo como apoyo a la produccin de baseen ausencia del capitalismo; la sustitucin de la pro-duccin coordinada por el mercado o colectivizada enuna serie de controles desde arriba por un sistema depactos y acuerdos recprocos, libremente establecidos

    entre grupos de productores, y libremente coordina-dos a nivel cada vez ms amplio de manera ederalista.Con Proudhon se desarrolla el estudio de la estructu-ra de la realidad, de los movimientos espontneos yorzados que la constituyen, de las uerzas visibles einvisibles que parecen condicionarla, y de los distin-tos medios que las personas poseen para unirse entre

    s, recogiendo sus uerzas en un esuerzo comn deliberacin. Una proundizacin terica de enormesdimensiones que Proudhon ha entregado a las gene-raciones siguientes, pero que hasta el momento no hasido estudiada seriamente.

    El pensador y es reductivo denirlo como pensadorque apreci a Proudhon y del cual a mi me interesadar algunas indicaciones es ciertamente Bakunin. Ungigante ascinante que viene de Rusia y que transor-ma la realidad europea con su accin revolucionaria,con sus proyectos organizativos a veces contradicto-rios, otras veces de una extrema lucidez poltica, queasusta a los gobernantes de todo el mundo con sus

    ideas subversivas y destructivas, con su impresionantecapacidad de intervencin y de elaboracin terico-prctica. Las ideas que pone en circulacin Bakuninse pueden resumir en unas pocas palabras; la anarquadebe lograr desencadenar las uerzas primarias de las

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    personas, es decir, su capacidad de transormar la reali-dad debe colocar en la balanza de la contraposicin de

    clase un trastorno absolutamente nuevo, sin el miedoa que de este choque surjan guras sociales impresio-nantes: caos, convulsiones, desbaratamientos, desor-den. As, Bakunin no teme al desorden, ms bien locontrario, lo busca como la nica uerza liberadoraque las personas tienen a su disposicin. Bakunin esesencialmente un portador del desorden.

    Este hombre, que durante toda su vida pens y or-ganiz estructuras bien precisas, redact reglas, buscrealizar ormas organizativas bien precisas, era esen-cialmente un desordenado. Un hombre que vivi unavida desordenada. Un aristocrtico que no consiguiliberarse de su particular concepcin de la vida, de lavida que jugaba con coraje, si queris exasperndola,

    tambin en las barricadas, no slo en la mesa de traba-jo; pero un hombre que supo traer a Europa ese vientodel caos cosaco, indispensable para la revolucin. Loseuropeos de mediados del siglo XIX no saban cuan pe-ligroso era el orden que por todas partes se buscabainstaurar. El Estado con su represin, los revoluciona-rios autoritarios con sus leyes virtuistas8 e igualizantes.Este representante salvaje del pueblo eslavo, hombrede inmensa cultura y de grandioso corazn, consiguitraer la idea y la prctica de la anarqua a Europa.

    Algunos aos ms tarde, otro ruso llega a Europa. Esun cientco, un gelogo, un gegrao, un gran investi-gador. Kropotkin es el otro aspecto de la contribucin

    que Rusia y el pueblo eslavo dan a la vieja Europa.

    8 Virtuismo es un concepto no muy comn en castellano, acuadoen 1911 por el economista y lsoo italiano Vilredo Pareto paradenir el anatismo moral.

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    Es un hombre de orden, no un hombre de orden enel sentido de la conservacin, sino en el sentido del

    nuevo orden social que suea con tratar de maneraproundizada, en el sentido de la organizacin cient-ca del pensamiento anarquista. Por primera vez, conKropotkin, el pensamiento anarquista recibe una sis-tematizacin de todos sus aspectos. Su teora se basaen la hiptesis de la bondad natural de las personas,en la tendencia espontnea a la colaboracin dentro

    de la especie y no al conicto. Partiendo de esta cons-truccin, por primera vez realizada detalladamente enEl apoyo mutuo, Kropotkin desarrolla toda una serie deintervenciones revolucionarias, en las cuales, segn sutesis, la propaganda, el trabajo entre las masas, dentrode las estructuras de las masas, constituye un momen-to, un lugar, un acto con el cual se coloca una semilla

    bajo la nieve. Aunque la realidad sea negativa en unmomento dado, cubriendo la semilla y hacindola des-aparecer, tarde o temprano sta germinar.

    Por lo tanto, desarroll una idea determinista delpensamiento y de la accin anarquista paralelamenteal nivel de investigacin cientca de su poca. Comosabis, la ciencia haba estejado los grandiosos resul-tados de la mecnica, tanto celestial como terrenal, yestos grandes resultados haban llevado a considerar ala ciencia capaz de resolver todos los problemas de laspersonas.

    Kropotkin recoge el mensaje cientco del deter-minismo de su poca y construye el proyecto de una

    anarqua dirigida de manera determinista hacia la so-lucin del problema social del gnero humano y laconstruccin de una sociedad utura libre y eliz.

    El punto esencial del pensamiento de Kropotkin esque dentro de la estructura actual, una estructura evi-

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    dentemente de contraposicin, de explotacin, exis-ten ya en marcha, si bien no visibles, las uerzas que

    undarn la sociedad libre y la sociedad anarquista demaana. As, en un cierto sentido, Kropotkin dice quela anarqua no se construye en el uturo sino que existeahora, simplemente debe ser apoyada y desarrollada.

    Antes de Bakunin y antes de Kropotkin, otro pen-sador, del cual hemos hablado ayer los presentes lorecordarn es Stirner [ver la conerencia del 13 de

    enero de 1994, hecha en la misma Facultad de Filosoade la Universidad de Florencia, con el ttulo Max Stir-ner, il losoo dellUnico. Teoria dellindividuo, publi-cada en Teoria dellindividuo. Stirner e il pensiero selvagio,Edizioni Anarchismo, segunda edicin, Trieste 2004].

    Stirner es el exponente ms importante del indivi-dualismo anarquista, que con la teora del nico de-

    sarrolla la posibilidad de una idea completamente di-erente, una idea que no tiene en cuenta los aspectosde la estructura de masa, que no tiene en cuenta losaspectos organizativos, sino que rearma solamente eldiscurso del individuo en tanto que egosta, de su de-sarrollo, de su propiedad, de su estructuracin dentrode la unin de egostas, etctera. Pero de esto hemoshablado mucho ayer.

    Segn creo, todo este desarrollo del pensamientoanarquista, el cual se podra detallar en muchsimosotros representantes, est bien cerrarlo aqu. Me doycuenta de que excluyo a una parte muy grande delpensamiento anarquista, basta pensar en la considera-

    ble importancia de Malatesta que introduce su crticay su accin en el discurso de Kropotkin mejorndolo,pereccionndolo con la hiptesis del voluntarismoanarquista. Con Malatesta, la rigidez determinista delpensamiento cientco de Kropotkin es mitigada por

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    la voluntad del individuo de intervenir en la transor-macin social, de poseer su signicatividad en la accin

    contra la realidad opresiva que tiene delante. Enton-ces, pensad en la gran importancia de Errico Malatestaconsiderando tambin este singular problema.

    Paralelamente al desarrollo de estas teoras que,como podis constatar, cubren un espacio de tiempode 120 aos, en la prctica hubo luchas. Los que hanestudiado historia conocen con precisin las echas: -

    nales del siglo XVIII, 1848, 1871, 19179. En estas echas,entre estas echas, o sea, entre los intentos de destruirel dominio, la reestructuracin del Poder, los aspectosrevolucionarios, el reorzamiento del conservaduris-mo, los golpes de Estado, la ormacin de las distintasestructuras de deensa y de resistencia por parte delproletariado, las revoluciones, el aporte de los anar-

    quistas va pereccionndose, es decir, se va cualican-do desde el punto de vista de la determinacin de unaestrategia y de una teora anarquista. Se dierencia, secualica y se identica en dos tendencias bien precisas,aunque no se puede decir que estn eectivamente se-paradas entre s. Una tendencia que podramos denircomo asociacionismo libertario y otra que podramosdenir como individualismo libertario.

    Estas dos tendencias, repito, nunca completamenteseparadas entre s, muchas veces en contraste incluso

    9 Quizs actualmente resultan ser unos acontecimientos sobre loscuales no se aprende en casi ninguna escuela, y menos an en lavida cotidiana, pero no se trata de echas elegidas al azar y propues-

    tas como ejemplos sino que se reeren a acontecimientos que tie-nen una importancia crucial en la historia revolucionaria. Bonannonombra respectivamente a la Revolucin Francesa, a las llamadasRevoluciones de 1948 que tuvieron lugar en dierentes pases deEuropa, a la Comuna de Pars y a la Revolucin Rusa.

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    violentamente, persisten y atraviesan toda la histo-ria del anarquismo.

    El asociacionismo libertario nace de una reexin,de una estrategia y de una prctica muy simples: elCapital, despus del inicio de la produccin indus-trial, se ha ido consolidando en grandes estructurasannimas, en grandes complejos industriales, especial-mente en considerables inversiones, en enormes trustinterestatales, particularmente en la explotacin colo-

    nialista e imperialista.De cara a este desarrollo de las cosas, no era dicilentender que la ormacin capitalista estaba volvin-dose cada vez ms visible, lo mismo que el Estado

    y su uncin de apoyo a la estructura productiva.Era un nuevo tipo de Estado que se vislumbraba, elEstado del triuno de la burguesa, bien maniestado

    en la msica de Rossini y en los lujosos palacios pari-sinos, desde la Sorbona hasta Luxemburgo. La visindirecta de la opresin y de la descarada gloria del ven-cedor deba ser espantosa. Fbricas, personas, edicios,cuarteles, etctera. Una impresin terrible que todavahoy perdura al mirar esos edicios, smbolos vivientesde la opresin, los cuales incluso hoy dan la sensacinde la pesadez de la burguesa rancesa de la primeramitad del siglo XIX. La conciencia de s se realizaba enla expresin arquitectnica de la misma manera queunas dcadas ms tarde se realizar en el derribo delos viejos barrios proletarios parisinos. Todo aquelloda muestras de la conciencia de una burguesa triun-

    ante en un Estado unitario. Algo as no se percibe enla modesta arquitectura britnica y, dentro de ciertoslmites, s que se ve aunque de manera dierenteen la arquitectura de las grandes ciudades italianas oalemanas, porque la intencin de estos edicios estaba

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    ms dirigida a subrayar la unidad nacional que la con-solidacin de la uerza de la burguesa.

    Pero, para volver a nuestro discurso, el modeloque el asociacionismo libertario tena era el de unCapital triunante, el del Estado unitario rancs,slo en segundo lugar el ingls, de orma inteligen-te menos inclinado a la ostentacin barroca. Contraesta estructura era contra lo que necesitaba unirse,

    juntar uerzas y atacar.

    El primer intento considerable que se hizo ue,como todos sabemos, el de la Primera Internacional.La organizacin de la Primera Internacional la cono-cemos. Una estructura con ortsimas caractersticassindicales, es decir de deensa, de deensa del puestode trabajo, de deensa de la estructura productiva, dedeensa de la proesionalidad y de la capacidad produc-

    tiva de cada uno.En los conictos internos de la Primera Internacional

    se puede ver que no todos sus grandes exponentes tu-vieron un concepto de tipo asociacionista. Seguramen-te lo tena Marx, ese concepto centralizador de tipoasociacionista y deensivo. El concepto de Bakunin eradierente, ya que tena una concepcin que buscabarespaldar al componente menos signicativo menosuerte desde el punto de vista salarial de los adheren-tes a la Primera Internacional.

    El choque principal entre Marx y Bakunin en el senode la Primera Internacional se registra en el enrenta-miento que hubo cuando sucedieron las primeras huel-

    gas organizadas en Ginebra, cuando Bakunin se pusodel lado del proletariado inmigrante, sustancialmentepeones de la construccin, mientras que los marxistasse pusieron del lado de los llamados trabajadores debrica, que eran montadores y especialistas relojeros.

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    Esta considerable dierencia nos lleva a entender cmotambin dentro de la clase obrera de la poca exista lo

    de siempre: un proletariado y un subproletariado. Unaclase explotada, sin duda, pero en un cierto sentido pri-vilegiada por la seguridad de su salario y de su trabajo,

    y una clase provisoria, precaria, menos segura de suuturo.

    De todos modos, volviendo al discurso de la PrimeraInternacional, el asociacionismo del cual hablamos con-

    tinuar despus del racaso de la Primera Internacional,despus de la deenestracin de Bakunin y todo eso;continuar y se desarrollar, dando vida, mucho mstarde, al sindicalismo revolucionario, a las ideas delanarcosindicalismo, etctera, llegando hasta nuestrosdas, manteniendo intacto el concepto de luchas inter-medias, el mtodo reivindicativo, la importancia de la

    deensa de los salarios, etctera.El concepto principal, el elemento undamental del

    asociacionismo libertario, se puede resumir en la ideade que las estructuras organizativas del sindicato re-volucionario y anarquista deben ser capaces de garan-tizar el pasaje del mundo en el cual vivimos, divididoen clases, a la sociedad libre de maana. Por lo tantodeben ser las estructuras mismas que, apropindosede los medios de produccin por medio del avance delproceso revolucionario, los sustraen a la propiedad pri-vada, al capitalismo, y los colocan en manos de la so-ciedad de los trabajadores, la sociedad utura liberada,o ya sea anarquista.

    En contraposicin a estas ideas, en una lnea com-pletamente dierente (y no estamos aqu para hacer unjuicio de calidad, es decir, no buscamos establecer quintiene razn y quin est equivocado, quin ha tenidorazn y quin ha estado equivocado, histricamente

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    hablando), pero paralelamente al asociacionismo li-bertario se desarrollan el individualismo anarquista y

    el individualismo libertario.Qu signica esto? Signica que los anarquistas sonpersonas que tienen una visin particular de la vida.El rechazo de la autoridad es el rechazo de toda au-toridad. No slo de la autoridad que lleva grados, dela autoridad que lleva uniorme, de la autoridad quese resume en la gura del patrn. El anarquista ha sido

    capaz de desmoronar esta achada, mirar debajo y enten-der, ha sido de los primeros y muchas dcadas antesde que este argumento se tratase de manera normalen las aulas universitarias, mucho antes en entenderque detrs de las guras ms evidentes del Poder ha-

    ban otras guras, que estaba la amilia, la estructuraamiliar con el poder dominante del macho, la gura

    del padre-patrn; estaba la gura todava ms com-plicada del maestro que educa, que ensea; estaba lagura del lder revolucionario, del lder poltico, del l-der sindical. Qu son estas guras que emergen, queaparecen? Son personas dotadas de capacidades par-ticulares? O surgen por el hecho de tener, digamos,ms tiempo que los dems para dedicarse a proundi-zar sobre ciertos problemas? O porque han recibido deotros una delegacin que consiente que ellos se puedandedicar a determinados problemas y, por lo tanto, comointuy Bakunin, independientemente de que se les pon-ga a disposicin una eventual suma de dinero, acabenteniendo y ejerciendo un poder real, y acaben entonces

    luchando para conseguir mantener sobre los dems undominio concreto? Los anarquistas haban entendido atiempo este muy dicil problema y, por lo tanto, gracias aesto haban entendido tambin la importancia y la necesi-dad de una crtica del asociacionismo.

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    S, est claro, el Capital es uerte, las estructurasque tenemos delante nuestro son monolticas. Pero,

    qu precio debemos soportar por juntarnos y com-batir esta estructura de dominio en su propio terreno?El precio es aceptar una orma dierente de dominio,ilusionndonos con que esta orma es transitoria yque maana, llegados a una posible situacin libera-da, quien nos haba guiado hacia la victoria volver acasa, abandonando su posicin de dominio? O esto

    no ocurrira jams porque esta gente querr perma-necer en su puesto privilegiado? Estos anlisis crticoshan sido hechos principalmente por los individualistas,porque cuando ueron hechos por los asociacionistaslibertarios y anarquistas, solan encontrar pequeosapaos: la delegacin rotativa, el mandato imperativo,el mandato revocable. Ya sabis que stos son unos

    medicamentos y no la cura del mal. Mientras tanto elindividualista dice: A m este asunto no me interesa,me tiene sin cuidado, si debo encontrar a mi compa-ero como armaba Stirner siempre encontrar aalguien que se unir a m sin prestar juramento a nin-guna bandera, sin jar ningn tipo de acuerdo que nosligue ms all de la cosa especca que debemos hacer

    juntos; y de estas elecciones individualistas saldr unaprctica dierente del anarquismo. Es la Belle poque.En el siglo que todava no ha escuchado tronar los ca-ones de la Primera Guerra Mundial, los ricos comien-zan a sentir los golpes de la dinamita de lapropaanda

    por el hecho, o sea, del recurso a la accin directa. Es el

    ataque directo, inmediato, contra personas responsa-bles de determinadas acciones, contra estructuras quehacen posible la explotacin de manera total. Es el pe-riodo que quizs ha contribuido de manera excesiva aalimentar la iconograa de un cierto anarquismo, el

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    periodo de Bresci, que mata a Umberto I, de Caserio,de Ravachol. De todos modos, no quiero alargarme

    sobre estos hechos que han ascinado y continan as-cinando a tantsimos compaeros.Pero mejor demos un paso atrs para hablar del an-

    lisis anarquista de la estructura del Poder, porque nohay duda de que el anlisis del Poder es central en elanarquismo.

    Ahora bien, que la estructura del Poder es visible,

    que golpea a la percepcin inmediata, a la vida cotidia-na, que se ltra a travs de la organizacin precisa denuestras unciones como ciudadanos, de participantesen las cuestiones pblicas, etctera, es un hecho queno slo los anarquistas comprendieron, sino que todoel mundo puede entender perectamente, digamosque a partir de la Revolucin Francesa. Pero muchas

    veces este anlisis ha sido reducido a la llamada expre-sin poltica. Y de esta orma reduccionista del anli-sis del Poder, se ha deducido la necesidad de que hayaalguien que se haga cargo de la gestin de las cues-tiones pblicas, que esto sirve, es necesario, y por lotanto lo importante es que esta necesidad sea reducidaal mnimo mal posible. sto antes de que hubiese lademocratizacin del Poder: abajo el tirano, ya sea unoo muchos, intentemos racionalizar el Poder. Entoncesmonarqua, monarqua constitucional, repblica, re-pblica parlamentaria.

    Pero los anarquistas haban entendido otra cosa: queen todo este juego de acciones, en toda esta llamada

    evolucin de sistemas polticos la nica cosa que habaque hacer era intervenir como portadores de un mto-do de lucha especcamente anarquista, que tena queser aplicado en cualquier lucha intermedia, es decir,participaban no tanto por el resultado que ms o

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    menos, ya se saba, serva siempre para la reconstruc-cin del dominio sino para intentar alargar la validez

    de la metodologa anarquista.Por ejemplo, los anarquistas estaban contra la mo-narqua e implcitamente, casi siempre, parecan estara avor de la repblica. Pero esta participacin en lalucha no era por ser republicanos, sino por ser compa-eros revolucionarios y anarquistas que luchaban (conciertos medios y no con otros: por ejemplo, no me-

    diante la expresin electoral) contra la realizacin msaguda y signicativa de la burguesa y de quienes estnen el Poder, como por ejemplo la monarqua, para lue-go luchar contra la repblica.

    Este razonamiento implica dos aspectos interesan-tes. Primero: un anlisis del Poder dierente, es decir,capaz de llegar a la conclusin de que no existe un Po-

    der ideal, sino que el nico Poder ideal es aqul que noexiste. Segundo: que es necesario posicionarse siemprede un modo crtico rente a la estructura que tenemosdelante nuestro y buscar mantenerse uera de sta, yaque no es posible una intervencin de lucha dentro dela estructura. Rechazo, pues, de las clsicas categorasdel entrismo10, rechazo del parlamentarismo repre-sentativo, rechazo de todas las estructuras que tienencaractersticas institucionalizadas, como por ejemplolos partidos, pero tambin rechazo de aquellas organi-zaciones paralelas que se transorman en sostenedorasengaosas y encubiertas de la cola estatal, como por

    10 Por entrismo se conoce una tctica poltica empleada por al-

    gunos grupos trotskistas de la IV Internacional. Consiste en quesus miembros se alien (entren) en los grandes partidos de masasde sus respectivos pases, especialmente en los pertenecientes a laSegunda Internacional. Su objetivo principal es transormar estospartidos reormistas en partidos revolucionarios.

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    ejemplo las organizaciones del voluntariado. Todaesta miseria poltica es dejada a un lado, lo que signi-

    cara la crtica del Poder como crtica de la poltica.Pero la crtica de la poltica hecha por los anarquis-tas no es slo una crtica del Estado. Porque no slola expresin del Estado es poltica. No es poltica slola accin del Estado. Por este motivo los anarquistasson antipolticos, porque son contrarios tambin aaquellas que son las expresiones de lapolis, en el sen-

    tido griego del trmino, es decir, de la sociedad porcomo est realizada y por como est histricamenteorganizada. Los anarquistas, por lo tanto, son porta-dores de una accin de tipo antisocial. No son paranada deensores de una lucha que se introduzca en losocial.

    Muchos de los discursos hechos en los ltimos

    veinte aos tienen una caracterstica equvoca. Cuan-do se ha hablado de luchas anarquistas en lo social,se ha hecho para no parecer extraterrestres, para noparecer portadores de algo poco comprensible a lagente. Pero los anarquistas tienen muy poco que vercon la sociedad. Con esta sociedad. Porque est claroque el Poder no se encuentra slo en los centros dedecisiones, sino que desde aquellos centros impregnatoda la realidad social. La sociedad es una expresindel Poder, no es la pobre Cenicienta que soporta lasrdenes de la madrastra que se viste con el traje del

    jee de Estado, del polica, del juez. Hace parte delPoder tiene su responsabilidad y su complicidad

    con el Poder tambin quien sure la explotacin,tambin el explotado, tambin el obrero. Tambin laestructura productiva es cmplice del Poder, tambinla estructura productiva capilar, peririca. Esto lohan comprendido los anarquistas y lo han denunciado

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    en todas sus intervenciones en el mbito de la activi-dad laboral y de la conictividad social.

    Desgraciadamente, y sta es una responsabilidadhistrica suya, una responsabilidad histrica nuestra,una responsabilidad personal ma, si preers, lamen-tablemente no hemos sido capaces de tomar con co-raje este argumento en los ltimos veinte aos, decirque los responsables no slo son aquellos que estnen Montecitorio11, o los que visten la tnica del juez,

    sino tambin aquel que soporta la explotacin sin re-belarse, quien simplemente consigue arreglrselaspara llegar a n de mes. Es ste tambin un elementodel Poder y es tambin contra esta estructura, contraestas personas, contra esta realidad que los anarquistasse mueven y buscan desarrollar su crtica en todos losaspectos de la vida.

    Por lo tanto, la crtica del Poder no quiere decir so-lamente crtica del Estado, sino tambin crtica de laamilia, crtica de las estructuras amiliares, crtica deun amor vendido a granel, da tras da, crtica de la su-misin de la mujer y crtica de la sumisin del hombreen relaciones no recprocas, muchas veces vaciadas detodo contenido aectivo, simplemente santicadas poruna detallada rmula jurdica. Porque es esto lo queorma el Poder, ste es el ejercicio del Poder en la rea-lidad cotidiana.

    La crtica del Poder en la escuela, de la relacin quese ha creado en la escuela entre proesores y alumnos,crtica de los proesores a los que se les deca: No, vo-

    sotros no debis ensear ms los viejos contenidos ins-titucionales en las asignaturas del estudio del pasado,

    11 El Palazzo Montecitorio es un palacio de Roma, sede de la Cmarade Diputados italiana.

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    dadnos el 6 poltico12, porque queremos tener este pe-dazo de papel. Y, qu ha hecho la estructura de la en-

    seanza institucional? Ha vaciado todo de contenido:s, se da el ttulo, el diploma, con los resultados que sepueden ver por doquier, con sus niveles de prdida decultura. A qu les sirven esos trozos de papel ahora?

    Ahora se intenta decir al proesor: No, tu nos debesdar realmente el contenido, ahora dadnos el conteni-do, no nos interesa ms el trozo de papel; queremos

    saber, porque nos hemos dado cuenta de que sin cono-cimientos no encontramos un puesto de trabajo.El estudiante, en ese columpiado movimiento de sus

    peticiones histricas de los ltimos veinte aos, qucosa ha conseguido expresar sino su miseria, en cuan-to persona miserable que acepta y mendiga un aspectodel Poder: la participacin en la direccin de la socie-

    dad del uturo. Porque en las aulas universitarias, aqudentro, en aulas como sta, se preparan los directivosde las clases del uturo y, por lo tanto, se preparan dostipos: o un imbcil o un miserable.

    El trabajo, ms de lo mismo. No es que el Poder sesite, como decamos, lejos, en un lugar tan remotoque basta simplemente con asesinar a Umberto I pararesolver el problema. El Poder est tambin dentro delas bricas, en el interior de las bricas donde es prcti-camente desmenuzada la misma capacidad de interven-cin, de lucha, de contraposicin; donde todo ha sidoconsignado en las manos de los delegados sindicales,donde hoy por hoy hablar de huelga comienza a ser una

    12 En Italia, durante los aos setenta, una prctica del movimientoestudiantil consista en exigir a los proesores poner a todos losalumnos la sufcienza, es decir, el mnimo para aprobar el curso,que se traduca en un 6 sobre un mximo de 10.

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    pantomima sin signicado, o una ilusin; donde lasprcticas cotidianas que en un momento eran signi-

    cativas y muy dolorosas para la parte contraria, lasprcticas de sabotaje se han vuelto raras e inexistentes;donde se corre el riesgo de ser tomados por provoca-dores, nada ms insinuado un discurso de este tipo;donde el obrero hoy por hoy no espera ms que par-ticipar en su pequea cuota de poder. Los anarquistaslo han entendido. Desgraciadamente, no abord, a su

    debido tiempo, las consecuencias lgicas y operativasde esta crtica del Poder.Qu esperamos de la crtica de la ciencia, de la tec-

    nologa? Esperamos que los trabajadores de la ciencia,los tecncratas, consigan resolver los problemas de lasociedad? Que consigan producir energa limpia, im-pedir la contaminacin del mundo en el que vivimos?

    Que consigan desarrollar un posible uso racional delos recursos, que son limitados y cada vez lo sernms? O simplemente esta categora de personas nohace ms que llevar a cabo su parte en el proyecto delPoder? Qu podemos decirles? Que estn ms aten-tos, que desarrollen mejor sus investigaciones, quesean ms cautos, que nos den una energa nuclear mslimpia? Qu podemos pedir? O debemos borrar a laciencia de una perspectiva de mejora y desarrollar unacrtica que sea radical, realmente destructiva, situar alos tcnicos y a los cientcos rente a su responsabili-dad, porque son ellos los hombres del Poder, no slo elpresidente o el jee de Gobierno.

    El Poder ha continuado pulverizndose, ragmen-tando las estructuras. Porque poco a poco se ha pasadode la vieja concepcin del Poder dictatorial, incluidodentro de instituciones bien precisas, el Poder se haextendido a la sociedad y por lo tanto se han vuelto

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    instrumentos del Poder tambin las organizaciones deresistencia, aquellas mismas organizaciones que en un

    comienzo ueron organizaciones de resistencia, de de-ensa de los intereses del proletariado, de los interesesde los explotados. Pensad en los partidos, por ejemploen los partidos de izquierda. El Partido Comunista, talcomo ue pensado en la hiptesis, a su modo revolu-cionaria, del materialismo dialctico.

    Estos partidos son estructuras del Poder, no tanto

    porque de una orma u otra se hayan apoderado enalgunas ocasiones del Poder y hayan llevado a cabo susprogramas a ondo, incluyendo genocidios en masa ytodo eso, sino por su tendencia congnita a ser instru-mentos de poder.

    Se puede pensar tambin, por ejemplo, en el anlisisde Lenin sobre la participacin en las elecciones. En

    una carta creo, Lenin dijo: A nosotros no nos intere-sa participar en masa en las elecciones, conquistar lamayora en el parlamento, nos interesa una represen-tacin poltica parlamentaria, aunque no sean ms queuno o dos diputados, porque sta puede ser portavozde lo que sucede en la calle.

    Aparentemente este anlisis puede ser expuesto porpersonas que no son leninistas. Aun as se trata de unatesis que escoge la participacin limitada en las elec-ciones, de orma uncional a la conquista del Poder.De hecho enlaza, y pone a disposicin de la estructurapoltica, el movimiento de calle, impidiendo que stese desarrolle, ya no digo autnomamente, pero s se-

    gn aquellas capacidades de crecimiento creativo su-geridas por la situacin, por las necesidades, por el su-rimiento, por la explotacin especca, siendo todosestmulos que estn presentes y que hacen crecer elmovimiento de calle. Por el contrario, en el concepto

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    leninista de Poder, tambin en este ejemplo particu-lar, hay una proyectualidad que canaliza las manies-

    taciones espontneas hacia la ptica de la conquistadel Poder.Por lo tanto, en la accin del partido y en la organi-

    zacin de deensa del proletariado (partido y sindicatocomo correas de transmisin, sin importar cual domi-na sobre cual, ya que se remiten recprocamente lastareas) hay ese aspecto del Poder, por lo cual la gestin

    del Poder in nuce vigila la gestin utura del Poder, unavez conquistado.Pero los anarquistas han desarrollado una crtica an

    ms prounda, aquella reerente al delegacionismo.Han dicho siempre: no es posible delegar en otroslo que podemos hacer nosotros. Esto es algo impor-tante, porque parece muy natural que una persona, la

    cual no consigue hacer algo, recurra a una prtesis,extienda sus posibilidades hacindose asistir por otrapersona.

    Ahora, este concepto tan espontneo, tan humano,es augurio de muchas consecuencias negativas. Quienrecibe la delegacin se cree revestido de un poder quese puede extender, que puede crecer, tambin en loscasos de un delegacionismo lo sucientemente limita-do. Es por tanto llevado a utilizar dicho poder, claroque con las mejores intenciones, al menos en un prin-cipio. Adems, por qu recibe esta delegacin? Porquele es reconocida una capacidad, una capacidad tcnica,una capacidad terica, quizs una capacidad mnima,

    estpida, como la de saber hablar por otro, una capa-cidad imbcil, como la de saber escribir por otro, cosasde importancia secundaria, pero que a la larga constitu-

    yen elementos sobre los cuales se construye el Poder delindividuo, el Poder de maana. Los delegados siempre

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    son personas muy peligrosas (y yo soy una de estaspersonas peligrosas, y a personas como a m jams de-

    bera serle concedida una delegacin porque podra seratrado para hacer de ella un mal uso). Tambin hablaren lugar de otros es delegacin, es un hecho negativo.

    As pues, todo lo que estoy diciendo aqu siempre debeser visto bajo una luz crtica. Claro que se trata, en loscasos como el que hoy estamos viviendo juntos, de unriesgo limitado. Ante todo, podra decir unas estupi-

    deces, pero para obviar eso basta con que lo que digasea atentamente valorado. Luego porque, en delegaren m para hablar, los compaeros organizadores acor-daron conmigo un tema lo sucientemente cerrado yquisieron saber primero de qu hablara, aunque sea agrandes rasgos, reservndose evidentemente la posibi-lidad de interrumpirme diciendo: para, ests dicien-

    do estupideces. Y entonces, como veis, en este casose trata de un delegacionismo de lo menos peligroso.Pero el problema persiste.

    Pensemos en otro tipo de delegaciones, por ejemploen las delegaciones sindicales, en las delegaciones deorganizaciones especcas. Es decir, cuando el movi-miento revolucionario se vio orzado a dar vida a or-ganizaciones clandestinas de lucha, a organizacionesarmadas capaces de atacar y contraatacar a aquellasestructuras realizadas por el Poder para la opresin, laexplotacin, el control, etctera. Dentro de estas orga-nizaciones especcas, est la cuestin de la disponibili-dad de las tcnicas de competencia; por ejemplo, quin

    sabe utilizar determinadas cosas cilmente ocupa unpuesto de dominio, un puesto de relevo, y se vuelvea menudo casi insustituible. Probad a quitarlo de aquelpuesto, suprimid el juego de la personalidad. Cmo ha-cerlo? No es cil. Tambin dentro de las organizaciones

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    anarquistas sucede esto. Ya que no sucede de un mododescaradamente claro, en un sentido tipo yo soy ge-

    neral, tu coronel, debes hacer lo que te digo, el pro-blema es todava ms dicil.Muchos aos atrs tuve una conversacin con

    Cipriano Mera, albail de proesin que durante laGuerra Civil Espaola ue nombrado general de cuer-po del ejrcito republicano, responsable de la contra-oensiva anarquista que se intent poner en prctica

    tambin contra los comunistas13 en los ltimos mesesde la guerra. l deca no haber armado nunca que,siendo general, si daba una orden a un coronel stedeba obedecer. Como compaero anarquista nuncapodra haber dicho algo as. Pero encuentro extraoque negase esta armacin (adems de que haba unagrabacin de estas palabras, pronunciadas en un mitin

    pblico). Segn creo yo, es legtimo que un general duna orden a un coronel y es natural que un coroneldeba obedecer, y es algo de legtimo tambin para losanarquistas que (por desgracia para ellos) se encontra-sen combatiendo dentro de una organizacin milita-rista, o sea, una guerra de lnea en la cual estos partici-pan en un rente constituido por uerzas republicanas,populares, comunistas, liberales, internacionalistas detodo tipo, etctera. En este caso, los anarquistas debenparticipar en la lgica del juego. No pueden participarcomo anarquistas en una guerra de lnea. Deberanhaberlo pensado antes. Antes, cuando aceptaron ir alGobierno. Deberan haberlo pensado antes, cuando

    aceptaron crear las grandes organizaciones sindicalesque los obligaron a ir al Gobierno. Deberan haberlo

    13 Obviamente se reere a los estalinistas y no a los comunistasrevolucionarios.

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    pensado antes, cuando tomaron la senda del asociacio-nismo libertario.

    Espaa es ese gran teatro en el cual se ha llevado acabo la revolucin anarquista ms amplia y signicati-va y donde, por desgracia, se han visto los errores msgrandes. El asociacionismo de deensa llev a la granorganizacin sindical, con ms de un milln de partici-pantes: la CNT. La gran organizacin llev al dilema:entrar o no en el Gobierno. Se entr en el Gobierno.

    La entrada en el Gobierno llev a la aceptacin de laguerra, la guerra de lnea, la guerra normal, la guerraentre dos rentes. En el mbito de una guerra entre dosrentes, un general puede que sea incluso anarquistasi da una orden a un coronel, ste debe responder si se-or y obedecer.

    Como veis, el Poder se inltra en las estructuras de

    la transormacin y una vez inltrado llega hasta nues-tra casa, se acerca hasta donde nos encontramos, duer-me con nosotros y ya no conseguimos identicarlo ydebemos aceptar sus reglas. No podemos decir: no,

    yo soy anarquista y la guerra la hago a mi manera.He aqu por qu, pasando a otro argumento, los anar-

    quistas siempre han sido abstencionistas. Por qu siemprehan rechazado participar en las elecciones. Han habidomomentos de debate, y todava hay uno en curso aquelempezado por el municipalismo libertario, que acepta laselecciones administrativas, pero en lneas generales to-dos los anarquistas estn contra las elecciones. Aun as,no se puede negar que nada ms el asociacionismo liber-

    tario, y particularmente las expresiones organizativas delsindicalismo anarquista revolucionario, toman unas di-mensiones signicativas, o sea, crecen numricamente

    y constituyen un peso poltico en la situacin en la cualoperan, se encuentran con una gran contradiccin.

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    Por qu nunca vais a las elecciones locales? pre-gunta la gente. La gente no se plantea tantos proble-

    mas loscos. Si estis convencidos de que vuestraestructura es interesante, si ha sido hecha por los in-tereses de los trabajadores (supongamos que en unapequea ciudad donde el enmeno es posible que su-ceda con una cierta acilidad), por qu no participisen las elecciones?. Por ejemplo, s que recientementehubo un debate de este tipo en Spezzano Albanese14,

    donde los compaeros del lugar tienen una uerte es-tructura sindical. La gente de ah les pregunt por qudiablos no se presentaban a las elecciones administra-tivas. Algo parecido sucedi en los aos cincuenta enCastelvetrano, en Sicilia, donde los compaeros del lu-gar, al rente de una gran organizacin de deensa delos jornaleros, en su momento aceptaron participar en

    las elecciones administrativas.Sobre este tipo de objecin nace, por ejemplo, el

    gran debate de origen estadounidense en lo reerenteal municipalismo libertario15. Personalmente lo consi-dero un discurso de poca importancia, mientras queson mucho ms importantes las motivaciones quellevan al abstencionismo. Para los anarquistas estono se limita slo al rechazo de participar en las elec-ciones. No se limita al rechazo del voto como gestosimblico, y todava menos a recurrir a soluciones se-cundarias, como el voto en blanco, etctera, sino que

    14 Municipio situado en el territorio de la provincia de Cosenza,

    en Calabria, Italia.15 Se reere a la corriente terica que se basa en la idea de la recu-peracin de las asambleas populares y la democracia directa a losniveles municipal, de vecindad y de barrio, que Murray Bookchindesarroll.

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    signica esencialmente el rechazo activo del papel dedelegante. El abstencionismo quiere indicar la posibi-

    lidad de construir organizaciones que buscan resolverlos problemas sociales de una manera dierente al dela participacin en las elecciones. Organizar a la gente,si es posible, para resolver de una manera distinta lasnecesidades de la realidad de la zona, sugiriendo es-tructuras nuevas, como los consejos de zona, ormasdierentes que pueden ser pensadas y puestas en prcti-

    ca para jar enlaces entre las realidades de las distintaszonas, etctera. Pero ste es otro tema.Los anarquistas estn adems contra el antimilita-

    rismo (ay!, aqu el lapsus, como veris el lapsus noaparece nunca de un modo totalmente accidental, dehecho los anarquistas tambin estn contra cierto tipode antimilitarismo). Pero para evitar equvocos desa-

    gradables, busquemos ser ms claros. Me corrijo: losanarquistas estn contra el militarismo. Sobre esto nohay duda. Estn contra el militarismo, no en nombrede una concepcin pacista montona. Estn contrael militarismo principalmente porque tienen una con-cepcin dierente de la lucha. O sea que no tienen nadacontra las armas, no tienen nada contra el concepto dedeensa de la opresin. Pero en cambio tienen muchocontra un cierto uso de las armas, buscado u ordenadopor el Estado, organizado por las estructuras represi-vas. Tienen mucho que decir sobre el uso militar delas armas. Mientras que, por el contrario, estn deacuerdo por lo menos en su gran mayora con el

    uso de las armas contra el opresor, el uso de las armascontra quien oprime y explota, el uso de las armas enuna guerra de liberacin. El uso de las armas contradeterminadas personas, contra determinadas realida-des de la explotacin.

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    Y hasta es una equivocacin decir los anarquistasson antimilitaristas cuando esto equivale a decir que

    son pacistas. Los anarquistas estn contra el milita-rismo no porque sean todos pacistas. No tienen nadacontra lo que simboliza el arma ni pueden aceptar unacondena en general de la lucha armada por usar untrmino estrechamente tcnico que merecera una lar-ga reexin. En cambio, estn totalmente de acuer-do con el uso particular de las armas. Cules usos?

    Aquellos en los que estos objetos sean utilizados paraliberarse, porque no ser posible ninguna liberacinde orma pacca. Porque quien tiene el Poder jamsser tan amable como para hacerse a un lado, de buenagana, sin resistir y sin intentar mantenerlo a cualquierprecio.

    Ahora intentemos llegar a una conclusin. Cules

    son, de hecho, las organizaciones que los anarquistasconstruyen? Histricamente han construido dos tipos,dos ormas de organizacin. Estamos hablando de laorganizacin especca, de la organizacin de los anar-quistas y no de la organizacin de los trabajadores.

    Cuando hablamos del asociacionismo libertario, nohablbamos del asociacionismo de los anarquistas, in-uenciado, caracterizado por la presencia de los anar-quistas. No es que los trabajadores sean necesariamen-te primero anarquistas y despus trabajadores. Prime-ro son trabajadores, explotados, y luego, si es el caso,anarquistas.

    La gran organizacin anarquista espaola de 1936,

    la CNT, no estaba constituida slo por anarquistas; susmiembros eran mayoritariamente socialistas. Frente ams de dos millones de miembros inscritos a la CNT,la FAI llegaba, si no me equivoco, a cerca de 150.000miembros. sta era la proporcin.

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    Pero intentemos centrar nuestra atencin en la orga-nizacin especca de los anarquistas, dejando de lado

    las ormas organizativas sindicales.La primera orma creo poder denirla como orani-zacin de sntesis. La segunda como oranizacin inor-mal. Qu dierencia hay entre estos dos aspectos de laorganizacin especca de los anarquistas?

    La organizacin de sntesis es una organizacin decompaeros anarquistas que se dan un estatuto, una

    orma organizativa, la cual se articula en dierentessecciones, que se pueden llamar comisiones o deotra manera si preers y cada una de estas seccio-nes se interesa por un problema particular de la so-ciedad: el trabajo, la escuela, la actividad cientca, elmilitarismo, el Estado, el Gobierno, etctera. A cadauno de estos sectores corresponde una comisin que

    se encarga de llevar al exterior su actividad crtica, esdecir, busca desarrollarla en aquellas estructuras de larealidad donde es posible hacerlo, como por ejemploen el mundo del trabajo o de la escuela, organizandola presencia, los grupos, e intentando mantener dentrode esas realidades una relacin de sntesis, o sea, resu-mir la extrema y variada multiplicidad social de todasesas realidades dentro de un anlisis sinttico del cualla organizacin de sntesis anarquista se hace portado-ra. Este anlisis generalmente hace reerencia a un pro-grama revolucionario, preventivamente aceptado porla organizacin durante un congreso suyo, que arontalos dierentes aspectos de la vida cotidiana de manera

    anarquista y revolucionaria. En el ondo, si preerimos,este mdulo tiene un uncionamiento de naturalezapoltica. As pues, la organizacin de sntesis es creadapor compaeros anarquistas, se divide en secciones,resume de manera sinttica dentro de la misma o al

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    menos intenta hacerlo las dierentes realidades de lavida cotidiana y busca tambin coordinarlas sobre la

    base de una plataorma, de un programa de tipo socialy revolucionario.La organizacin inormal, en cambio, es dierente.

    Est constituida por grupos de compaeros, por indi-viduos, tambin por grupos ms articulados, o por rea-grupamientos de grupos de compaeros, los cuales notienen ms programa que aqul undado sobre la base

    genrica de una valoracin de los distintos problemas,por la manera en la que han sido proundizados pordistintos grupos, por como han sido intercambiadosentre s mediante comunicaciones inormales. Por lotanto, estas proundizaciones de los problemas, estosanlisis, estas propuestas de intervencin en la realidadde la explotacin y de la opresin pueden ser hechas

    tambin a travs de la vehiculizacin de un peridico,de debates, de encuentros, de conerencias, etctera.Dentro de esta rea variada en la cual circula una ciertaconcepcin del anarquismo, se introducen estas rela-ciones entre grupos, individuos, etctera, que tienenuna naturaleza no ormal. O sea que no se realizan,no se concretizan en un programa preciso, no se resu-men dentro de un momento ideal e inicial como porejemplo un congreso, algo que en cambio s se carac-teriza como el momento inicial de la organizacin desntesis, sino que se desarrollan poco a poco a travs dela prctica, es decir, a travs de las cosas que se hacen

    juntos, de las intervenciones en la realidad que llevan

    a cabo estos compaeros que orman parte de dichaorganizacin inormal.Al mismo tiempo, estas intervenciones en la realidad

    se vuelven momentos de actividad revolucionaria enlo real y ocasiones de proundizacin terica. Cada

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    actividad llevada a cabo puede ser una ocasin de pro-undizacin terica. Para m la inormalidad se die-

    rencia de un modo bastante radical de la organizacinde sntesis. Mientras que la organizacin de sntesis yatiene un programa inicial rgido, que puede ser modi-cado pero siempre en congresos, la organizacin in-ormal tiene una base de relaciones, de conocimientos,de proundizaciones, en constante modicacin, encontinua evolucin, y cada ocasin, cada momento de

    encuentro y de lucha es al mismo tiempo una ocasinde lucha y de proundizacin.Cul es la nalidad de la organizacin de sntesis?

    En lneas tericas, construir las condiciones que pro-ducirn la sociedad libre de maana. En otras palabras,esta organizacin debera crecer, volvindose lo su-cientemente uerte como para constituir, de un modo

    u otro (nunca se dice de manera clara), un liderazgocapaz de guiar a la sociedad en el momento de la crisis

    y de la transicin revolucionaria. Debera ser guardianay portadora de las ideas revolucionarias y anarquistas, de-bera ser capaz de suministrar en el momento oportunolos cuadros capaces de sostener de la mejor manera estepasaje a la sociedad del uturo. Debera despus derre-tirse como la nieve bajo el sol, en el momento en quela sociedad libre del uturo est constituida. Se puedenotar que ya en el mismo programa de la organizacinde sntesis est escrito, de manera bastante detallada,como debera ser estructurada esta sociedad del utu-ro. Por ejemplo, las ormas autoorganizativas, las or-

    mas autogestionadas de la produccin del uturo. Nodigo que est escrito como producir el pan, como pro-ducir la pasta. Pero estar escrito y seguramente yalo est como organizar los ncleos de barrio, las co-nexiones ciudadanas, las representaciones delegadas,

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    las relaciones ederativas, como organizar la deensa,etctera.

    Por el contrario, el instrumento ideal y, dentro deciertos lmites, prctico de la organizacin inormal esla realizacin del hecho insurreccional, es decir, dar vidaa movimientos lo ms masivos posibles aunque estncircunscritos en el espacio y limitados en el tiempoque tengan una naturaleza de ataque masivo contra lasestructuras del Poder. Esta organizacin insurreccional,

    como podis ver, no es para nada un medio que puedagarantizar el pasaje a la sociedad libre de maana. Essimplemente un instrumento metodolgico a emplearpara el desarrollo de procesos de ataque a las institucio-nes del Poder, procesos lo ms amplio posibles. O sea,que parten de pequeas realizaciones de naturaleza cir-cunscrita (por ejemplo, un sabotaje), las cuales pueden

    ser hechas por pequeos ncleos de compaeros, peroque puedan extenderse en un proceso insurreccional, esdecir, crear un hecho insurreccional que tenga un movi-miento lo ms amplio y articulado posible.

    Nada en este proceso tiene una caracterstica de na-turaleza determinada. No hay un proceso determinis-ta que de la ase A garantice el pasaje a la ase B. Noes en absoluto realidad que, como se ha dicho algunasveces, los anarquistas insurreccionalistas sostengan lacerteza determinista de que se pueda llegar mediante elinstrumento insurreccional a la insurreccin generaliza-da. Hay tantos otros elementos que pueden concurrir,

    y la mayor parte, dira la casi totalidad de estos elemen-

    tos, no est en las manos de los anarquistas insurrec-cionalistas, mientras el resto est constituido por lascontradicciones de la realidad, por la extensin y por laagudeza de estas contradicciones, por el estallido im-previsto e impensable de posibilidades inimaginables,

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    que nadie hubiese podido prever un momento antesy que en cambio se desencadenan de orma impre-

    vista y nos pueden encontrar dramticamente des-prevenidos16.He aqu por qu el mtodo anarquista insurreccio-

    nal no tiene para nada las caractersticas cientcas deldeterminismo que algunas veces se hallan en el asocia-cionismo libertario, como por ejemplo en las tenden-cias anglosajonas de extraccin kropotkiniana.

    Para m, las dos expresiones del anarquismo que bre-vemente he esbozado incluyen dos aspectos entre losms signicativos de lo que es su desarrollo histrico ysu signicado actual.

    A menudo estas dos almas del anarquismo se hanpicoteado una a la otra como los capones de Renzo17.

    16 Algo que pudimos or de boca de compaeros anarquistas quese encontraron de repente con los hechos de Francia en noviem-bre de 2005 o de Inglaterra en agosto de 2011 ue la sorpresa porlos acontecimientos y la sensacin de sentirse superados por loshechos en s. Cosa que no ocurri, por ejemplo, a los compaerosgriegos en las revueltas que comenzaron en diciembre de 2008. Losmotivos son complejos como para analizarlos en una breve nota alpie y dejamos que cada uno saque sus propias conclusiones.

    17 Se reere a un personaje de la clsica novela italiana Los No-vios de Alessandro Manzoni y en particular a esta escena: Dejoimaginar al lector cmo haran el viaje aquellos pobres animales,atados de aquel modo y colgados de las patas, cabeza abajo, en lamano de un hombre que, agitado por tantas pasiones, acompaabacon los gestos los pensamientos que pasaban en tumulto por sumente. Ora extenda el brazo por la clera, ora lo alzaba por la

    desesperacin, ora lo blanda en el aire, como en son de amenaza,y, todas las veces les daba terribles sacudidas, y haca bailar aquellascuatro cabezas colgantes; las cuales, mientras tanto, se las ingenia-

    ban para picotearse una a otra, como demasiado a menudo ocurreentre compaeros de desventura.

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    Tenemos que darnos cuenta de que, en eecto, ambaspertenecen a dos momentos histricos importantes,

    siempre y cuando sepan lo que estn haciendo. Siem-pre que no se dejen llevar demasiado por las preocu-paciones de saber qu acontece en el terreno del otro.

    No digo que en el pasado haya habido una visincorrecta por un lado y otra errnea por el otro. Per-sonalmente soy un insurreccionalista anarquista y ob-viamente no soy un exponente de ninguna organiza-

    cin de sntesis; pero consigo darme cuenta de que laorganizacin de sntesis puede hacer un gran trabajoinormativo, de propaganda, de penetracin entre lagente, puede hacer conocer lo que signica el anar-quismo hoy en da, etctera. Y eso es muy importante,aunque sigo estando convencido de que a buena partede las estructuras de sntesis ya les pas su poca, es-

    pecialmente cuando las pesadeces organizativas y lasesclerotizaciones internas se acentan cada vez ms enausencia de una verdadera situacin de lucha.

    En una poca en la cual todos los partidos estn cam-biando de traje, no veo por qu los anarquistas, quedesde siempre han sido autocrticos consigo mismos,deban insistir en mantener una achada, una coraza denaturaleza sustancialmente partidista, en su expresinde organizacin de sntesis.

    Aparte de esta crtica, que hago como insurreccio-nalista anarquista, considero que el desarrollo de la ta-rea clsica, de la tarea histrica de la organizacin desntesis, todava hoy puede tener un desarrollo propio,

    aunque sea modesto.Un signicado, mucho ms importante a mi modode ver, lo tiene la organizacin inormal, una organi-zacin que para mi da la mxima libertad posible atodos los compaeros de entenderse como mejor se

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    considere, de juntarse como mejor se crea oportuno,de discutir en todas las ocasiones en las que haya la

    oportunidad de hacerlo, para ponerse de acuerdo, paraagruparse y, principalmente, para crear esa conexinundamental que est hecha por la anidad, para queas nos entendamos y entendindonos nos conozca-mos, y conocindonos se desarrolle la posibilidad dehacer algo juntos.

    Estos dos caminos, estas dos grandes almas del anar-

    quismo actual, la organizacin de sntesis denitiva-mente liberada de sus pretensiones partidistas y la otra,nalmente capaz de mirar hacia adelante y desarrollar-se por la va de la proundizacin, del conocimiento re-cproco de todos los compaeros interesados, undadosobre la anidad, estos dos caminos pueden generaruna contribucin comn hacia la sociedad de maana

    que, naturalmente, debe ser libre, autnoma, carentede Poder, autogestionada.

    Os doy las gracias por la atencin.

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    Reexiones y apuntes generados por laspreguntas luego de la ponencia

    El Estado virtuistaEl anarquismo es una concepcin de la vida. No es unaidea poltica. En cuanto tal, como concepcin de la

    vida, tiene un amplio mbito que abarca muchos as-pectos. Aspectos que deben sin embargo ser ermen-tados por ideas importantes: el antimilitarismo, la li-

    bertad, el valor del individuo, etctera. Y bajo algunosde estos aspectos hay tambin puntos de conexin conrecorridos liberadores de un cierto cristianismo, comoen el caso de Hugues-Flicit de Lamennais, o puntos

    de una posible conrontacin con el historicismo idea-lista, como en el caso de Jules Michelet.El anarquismo, en lo que respecta a los problemas

    de naturaleza econmica, en su desarrollo histricocomenz bien y acab mal. Comenz con un anli-sis poltico-econmico de gran inters y de inspiracinmundial, el de Proudhon, capaz de inuenciar a las de-

    cisiones polticas no slo de Francia sino tambin, enciertos aspectos, de toda Europa.

    Digamos que a partir del periodo entre las dos gran-des guerras ha habido una disminucin de la capacidad

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    de anlisis de los anarquistas18. En parte esto se debe alos errores de Kropotkin (Manifesto de los Diecisis19),

    principalmente a su ormulacin determinista del pro-blema del anlisis revolucionario. La tesis de Kropotkinse puede resumir de la siguiente manera: reduccin dela dimensin productiva, localismo, regreso a la reali-dad intensiva de la agricultura, crecimiento exponen-cial de la produccin, toma del montn20. Muchas deestas ideas son retomadas hoy, no tanto por los anar-

    quistas, ya que los kropotkinianos autnticos se cuen-tan con los dedos de una mano, sino por los socilogosque estudian la vida en las estaciones espaciales. En lasuniversidades estadounidenses no pocos lsoos delderecho hablan de la autogestin de una sociedad de-mocrtica recurriendo a algunas tesis kropotkinianas,redescubren las sugerencias reerentes a la produccin

    agrcola intensiva, el discurso de la autosuciencia pro-ductiva, del exceso de la produccin, etctera.

    18 Tengamos en cuenta que este texto-charla tiene casi un parde dcadas. Hoy en da, la situacin es todava muchsimo peor sitenemos en cuenta que la ormacin poltica actual se basa en granparte en la inuencia de las llamadas redes sociales de Internet, la

    lectura supercial online y la ormacin poltica no tanto en base adebates y anlisis sino a la repeticin de eslganes virtuales.

    19 Se reere al texto rmado por, entre otros, Piotr Kropotkin yJean Grave en el que se posicionaban a avor de la guerra contrael avance del imperio Alemn, a principios del siglo XX. No alta-ron dentro del anarquismo voces crticas a esta postura, como lasde Emma Goldman, Rudol Rocker, Alexander Berkman, Luigi

    Bertoni, Errico Malatesta y Alexander Shapiro, entre tantos otros,que deendan tambin la base antimilitarista del anarquismo.

    20 Esta ltima rase se reere a lo expuesto por Kropotkin en Laconquista del pan: Tomar del montn lo que abunde; repartir loque est en cantidad limitada.

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    No debemos conundir el anarquismo con el libera-lismo. Este ltimo es una doctrina econmica que nace

    en condiciones histricas precisas y que es teorizadaen el momento en el cual en el horizonte se asomanlas posibilidades de la revolucin industrial. Se basa enalgunos principios esenciales que, aparentemente, sonprincipios de libertad. Dejad que la competencia sedesarrolle, que la libre contraposicin de los interesesindividuales haga emerger la suma de los intereses co-

    lectivos, liberad las uerzas espontneas de la historiaen que se reejan las pulsiones naturales del individuo.No es casualidad que Adam Smith llevase la ctedra delosoa moral de la Universidad de Edimburgo y no lade economa.

    De la misma manera debemos distinguir entre el li-beralismo econmico, con la relacionada doctrina libe-

    ral del inters individual ( Jeremy Bentham, James Mill,John Stuart Mill, etctera), y la doctrina anarquista delinters individual, como por ejemplo la desarrolladapor Stirner. Si alguno de vosotros estaba presente en laconerencia de ayer recordar la dierencia entre estosdos conceptos.

    La hiptesis liberalista es totalmente distinta. Darsalida a la capacidad eroz del emprendedor particularde aduearse, segn las leyes del mercado, en el casode que uese monopolista hasta el lmite impuesto por

    Antoine Augustin Cournot, de cuanto la realidad pue-da producir, incluso en detrimento de los intereses deaquellos que son sometidos a la explotacin y suren

    hasta morir a causa de ella, es la antesala, perecta-mente razonable, de un mayor bienestar para todos,obviamente entendido como promedio, capaz por lotanto de justicar aquellas minoras, situadas uera delmercado del trabajo, que acaban muriendo de hambre

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    si no se les echa un trozo de pan asistencial. Esta erala hiptesis liberalista. Y en qu se basaba? En la eroz

    represin de quien mora de manera subterrnea en labodega del barco: sobre la trata de esclavos que con-senta a los accionistas de los barcos esclavistas hacerdiscursos bellos, en Londres y otros lugares, sobre laslibertades polticas. John Locke y Voltaire eran accio-nistas de empresas que transportaban a los esclavos de

    rica a Amrica. Todos sus discursos sobre la libertad

    han sido posibles gracias a los benecios provenientesde la trata de esclavos.Pregunta: Puede un Estado actuar bien, hacer algo

    en el inters de los ciudadanos? Para que nos entenda-mos, puede un Estado democrtico poner en escenala justicia verdadera y no su doble?

    Esta es la pregunta de ondo. Porque si hacemos una

    lista de cosas buenas y las consideramos como algo po-sible a realizar por un Poder cualquiera, tenemos unPoder bueno. Pero luego necesitamos ver si estas cosasson realmente actibles.

    Partamos primero con aquello que no se puede ga-rantizar. Est comprobado que una estructura esta-tal, en su propio actuar en cuanto institucin centralms o menos democrtica, tiene unos costes y queestos costes hay que hacrselos pagar a alguien. Tam-

    bin los economistas liberales, pensemos en LuigiEinaudi, uno de los padres de la economa liberalistaitaliana, decan: Si el Estado da 100 debe sacar 130.De dnde saca esos 130? Evidentemente de dos ma-

    neras, a quien se le de bien la economa lo sabe, esuna cuestin de grandes nmeros. Puede sustraerlosde la gran masa de productores (los empleadores ylos trabajadores) pidiendo, proporcionalmente, poco alos primeros y mucho a los segundos, o expropiando a

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    los propietarios y a los rentistas, la clase explotadora.Esta segunda va tambin ha sido recorrida por algu-

    nos Estados, dando vida como resultado a monstruoshipertrcos que en el lugar del mercado (antasmaeconmico del liberalismo) implantaban el controlde los precios centralizado (antasma econmico delcomunismo autoritario de corte sovitico).

    Cualquier subida de impuestos que caiga sobre elpropietario, por la ley de transerencia de impuestos,

    acaba por recaer sobre el consumidor (productortambin ste, aunque en grado nmo). El desgra-ciado se vuelve cada vez ms desgraciado y corre elriesgo de no poder ya comprar nada. Para obviar esteriesgo que amenaza con hacer parar la produccin,hubo toda la poltica asistencialista de los Estados,con la cual se busc mantener la demanda. Poltica

    que, considerada desde ya hace tiempo un racaso,ahora se encuentra en ase de suspensin casi en to-dos lados.

    Entonces, qu ocurre? Quienes pagan el precioms alto no son los capitalistas ricos, incluso aunquesean stos los que ms chillan, sino precisamenteaquellas capas de desheredados que se encuentran enlos mrgenes de la sociedad o en las zonas periricasde la enorme aldea global en la que se ha transor-mado el mundo. Unas capas que no son capaces deacceder a ninguna estructura ecaz de deensa y portanto son explotadas hasta el lmite tolerable de la su-pervivencia. Es as que la ormacin estatal quita 130

    para dar 100; he ah quien paga la dierencia de 30 quees dada a la estructura burocrtica del Estado.Si los que nos gobiernan uesen gente ilustrada, el

    as llamado gobierno de los lsoos del que hablabaPlatn, puede que aquel 30 por ciento se reducira a un

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    25 por ciento, pero quienes pagaran seran siempre losltimos, los que no tienen deensa, los miserables y los

    oprimidos que han hecho la historia con su surimien-to y ciertamente no con su alegra.Ahora, nosotros los anarquistas, conscientes de

    esta imposibilidad, conscientes digamos a nivel dediscurso, de intuicin, y en menor medida de anli-sis, hacemos el razonamiento contrario. Empiezana desmantelar, a atacar estas materializaciones del

    Poder, estas situaciones de poder. Estas son sealesque provienen de la historia. Y no nos dejemos en-gaar por las buenas personas. El reino de Francisco

    Jos de Austria no era en absoluto un reino ilustra-do, el imperio de Catalina de Rusia tampoco, aun-que estaban Voltaire y Rousseau.

    En el ondo, cuanto ms honestos, peores son.

    Porque de un Estado de ladrones nos podemos de-ender, de un Estado de virtuistas no. Robespierrepuso en marcha la guillotina en nombre de la virtud,no slo para controlar el robo de los bienes pbli-cos.

    De aqu no se puede escapar. Soy anarquista, porlo tanto veo las cosas desde este punto de vista, quecreo que es la nica perspectiva posible, la nica p-tica aceptable. Comencemos a negar la posibilidad deque el Estado pueda actuar bien, tanto en las pequeascosas como a nivel de los asuntos internacionales msgrandes, de la distribucin de las relaciones de uerza anivel internacional.

    Otra vez el obrerismoEn cuanto a la dimensin obrerista del anarquismo, es-toy de acuerdo de que en algunos aspectos del asocia-

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    cionismo libertario hay un recuerdo bordiguista21, uncentralismo obrero que se ha inltrado dentro de un

    cierto modelo anarquista de anlisis terico.Pero este centralismo ha sido castigado por la granreestructuracin del Capital, a partir de principios delos aos ochenta y de la insercin de las posibilidadestecnolgicas determinadas por la telemtica. Todoesto ha causado una prounda transormacin de laestructura productiva, desbaratando los proyectos de

    resistencia de los explotados y de las organizacionesque pretendan representarla, adems de empujar alCapital hacia una reestructuracin rigurosa e incre-

    blemente ecaz.La ragmentacin de la estructura productiva, no

    su pulverizacin sobre el territorio, sino su completa

    21 Se calica como bordiguista a la corriente que retoma la heren-cia del Partido Socialista Italiano anterior a 1914. Entre sus particu-laridades, se encuentra el rechazo a cualquier participacin en laselecciones parlamentarias, el rechazo a la poltica del Cominternde la ormacin, junto a partidos reormistas, de un rente unidodirigido hacia una simple acumulacin de nmeros y masa endetrimento de la coherencia y de la uerza del programa comunis-

    ta revolucionario y su negativa a que participasen en la TerceraInternacional los partidos que haban apoyado la participacin enla Primera Guerra Mundial. Toma el nombre de Amadeo Bordiga,quien particip en la creacin del Partido Comunista de Italia (re-nombrado, en 1943, Partido Comunista Italiano, en sintona conlas ideas antiinternacionalistas de Stalin adoptadas por Togliatti)

    y ue su primer secretario general y luego undador del PartidoComunista Internacionalista, antiestalinista y antidemocrtico.

    Bordiga percibi y critic la degeneracin del movimiento comu-nista mundial ya en el ao 1921 antes e independientemente dela crtica parcial surgida en 1927 con la deenestracin de Trotsky,analizando detalladamente la Unin Sovitica y concluyendo queera una sociedad capitalista.

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    transormacin, la ragmentacin de la clase obrera, laautomatizacin de determinadas estructuras producti-

    vas, ha permitido que la gran brica uera transorma-da de un lugar de poder de la uerza obrera a un simplepunto de reerencia entre tantos otros. Esto requiereuna respuesta veloz y dicil, una reormulacin delproyecto revolucionario y requiere, de parte de quie-nes tengan inters en hacerlo (claro que no los partidosque hasta ayer se autodenan como representantes

    del proletariado), una veloz autocrtica para intentarsalvar lo salvable, porque la sociedad ha cambiado ra-dicalmente y este cambio ha ido mucho ms all de laspropias previsiones del Capital.

    DesempleoEn cuanto al problema del desempleo, yo no creo que

    sea un problema central aunque as lo quieran hacerver. No es central por el mismo motivo por el cual hadesaparecido la centralidad obrera. Por qu?

    La relacin entre presencia obrera en las luchas, are-acionismo resistencial obrero y desempleo, tal y comoexista a principios de los aos ochenta, tena un signi-cado preciso, es decir, cuanto ms creca el desempleo,permaneciendo la homogeneidad de la estructura dela clase obrera, ms dicil se volva la gestin polticade la sociedad, y ms se corra el riesgo de revueltas,alborotos, posibles revoluciones.

    Sobre este tema, a mitad de los aos ochenta, doseconomistas se expresaron con claridad, uno se llamaba

    Franco Modigliani y el otro Ezio Tarantelli. Modiglianirecibi el premio Nobel, Tarantelli ue asesinado porlas Brigadas Rojas. A cada uno lo suyo.

    Los dos desarrollaron un amoso teorema llamadoModigliani-Tarantelli: la peligrosidad de un aumento

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    del desempleo se debilita hasta casi desaparecer enuncin de la reduccin del coeciente de cohesin

    obrera y en uncin del aumento de la uerza de con-trol de las estructuras gubernamentales. Se puede des-pedir tranquilamente si se golpean las estructuras deresistencia obrera y si se ragmenta a la clase obrerasobre el territorio. Al mismo tiempo ocurre, sin em-

    bargo, que un gobierno uerte apuntala a este sistema,capaz de lanzar mensajes mticamente ms signicati-

    vos. Pensemos en la era de Reagan, en el thatcherismo,en la insistencia descarada de nuestro Craxi. El periodoen el cual sucede esta operacin de ragmentacin dela clase obrera es paralelo a aquel en el que se inicianlos procesos de movilidad, de pre-jubilacin, de des-cualicacin, ya que la escuela es el primer momentode descualicacin de la utura uerza de trabajo.

    Por lo tanto, es todo un proyecto general. Dentrode este proyecto no hace alta deca Modigliani ycontina repitindolo hasta hoy en cada ocasin22tener miedo de la situacin, siempre y cuando hayesta pulverizacin de la clase de los productores. En elondo, el peligro del desempleo era real slo en el mo-mento en el cual, paralelamente, se tena delante a lauerza de la homogeneidad de la brica. Desaparecidaesta ltima uerza, el viejo peligro se aligera.

    Ahora, dado el modelo de uncionamiento de la es-tructura inormatizada de hoy, ms se debilita el peli-gro, ms es lucido ste para que pueda continuar exis-tiendo, ms que nada a nivel del imaginario social en la

    realidad virtual.

    22 Franco Modigliani muri en 2003.

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    La revueltaEl ltimo tema que ha sido sacado tiene una prounda

    naturaleza losca propia, mientras que a menudoacaba siendo circunscrito a sus aspectos de naturalezaeconmica. Pienso que actualmente asistimos a deter-minados enmenos de masa que tienen caractersticastotalmente nuevas, que muchos, iconogrcamente,(incluso los anarquistas) estn inclinados a compararcon hechos del pasado de una manera que yo denira

    absolutamente uera de lugar. Todava nos seguimosimaginando que las revueltas actuales, los hechos in-surreccionales de hoy en da, acontecen de la mismamanera que en la revuelta de los tejedores de Lyon en1831, que en la Comuna de Pars en 1871, o que en lasrevueltas de 1848. No es as.

    En Los ngeles23 han sucedido hechos que no tienen

    las caractersticas de una reivindicacin de tipo pura yexclusivamente econmico. No es una revuelta de lamiseria, en el sentido tradicional del trmino. Es unarevuelta del surimiento. Es una revuelta de la digni-dad oendida que insurge. Los sublevados se han rebe-lado para apoderarse del respeto por s mismos y nopara pedir trabajo. No pedan empleo ni un subsidio,pedan el recon