El Amor a Los Enemigos

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  • 8/16/2019 El Amor a Los Enemigos

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    Dios Está Formando Un Pueblo 

    Daniel López IPUC San Gil Septiembre 20

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     Verdaderos

    DiscípulosEl Amor Hacia Los Enemigos Mateo 5:43-47

    Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. 44Pero yo os digo: Amad a vuestros

    enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan

    os persiguen; 45para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre

    malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. 46

    Porque si amáis a los que os aman, ¿quérecompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? 47Y si saludáis a vuestros hermanos

    solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles? 

      Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo : el texto que habla a cerca d

    amar al prójimo lo encontramos en (Lv 19:18) “No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de

    pueblo, sino amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo Jehová.” Pero la segunda parte del texto que dic“…aborrecerás a tus enemigos…” no se encuentra en las escrituras ¿por qué? Pues la razón es que

    segunda parte de este versículo es la interpretación que le daban los judíos al texto de levíticos. L

     pregunta que se hacían ellos era ¿y quién es nuestro prójimo?

     44Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que oaborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; :Una vez que entendamos cómo su

    contemporáneos interpretaban esta ley, comprenderemos que las palabras de Cristo  —  Pero yo o

    digo: Amad a vuestros enemigos —  tienen que haber dejado atónitos a sus oyentes. Hasta aquí había

    entendido que la obligación de amar sólo se extendía a un círculo más o menos reducido de persona

    Cristo les dice: Si pensáis ser discípulos míos, olvidad los círculos y

    las discriminaciones; tenéis que amar a todo el mundo; no podéis poner

    límites a vuestro amor; nadie debe quedar excluido; todo ser humano

    necesitado, por mucho que os haya ofendido, es vuestro prójimo y

    tiene derecho a vuestra ayuda y vuestro amor.

    Vamos a mirar en su respectivo orden las cuatro actitudes que debemos tener

    frente al prójimo:

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    1.  Amar A Los Enemigos: la palabra que usa Jesucristo aquí es “Agapao” que podríamos definir

    como un amor sobrenatural, desinteresado, capaz de amar a todas las criaturas sin excepción. Un am

    que da pero no espera nada a cambio. En este contexto, amar  no se refiere al afecto personal, sino qu

    quiere decir abrigar deseos benignos y compasivos para el bien de los demás . (Ex 23:4 – 5) “

    encontrares el buey de tu enemigo o su asno extraviado, vuelve a llevárselo. 5Si vieres el asno del qu

    te aborrece caído debajo de su carga, ¿le dejarás sin ayuda? Antes bien le ayudarás a levantarlo. ” (P

    25:21 – 22) “Si el que te aborrece tuviere hambre, dale de comer pan, Y si tuviere sed, dale de bebe

    agua; 22Porque ascuas amontonarás sobre su cabeza, Y Jehová te lo pagará.”. 

    En realidad, se trata de que, cada vez que surja en nosotros una reacción de antipatía, rivalidad, envidi

    molestia, amargura, odio o cualquier otro sentimiento negativo contra otra persona, reajustemos nuestra vid

    interior, recordemos quiénes somos y a quién servimos, nos neguemos a desear el mal del otro y la llevemo

    en oración delante del trono de la gracia. Cada vez que estamos a punto de hablar mal de otro, debemomordernos la lengua, contenernos y considerar si lo que estamos a punto de decir es estrictamente necesar

    y plenamente justificado; si no, debemos callarnos o, mejor aún, pensar en algo positivo que decir. Cada ve

    que nos encontramos a punto de hacer algo que podría perjudicar a nuestro enemigo, debemos negarnos

    hacerlo y, a cambio, buscar su bien. Las causas del odio y las circunstancias en las que puede producirse so

    muy numerosas, demasiado abundantes como para poder enumerarlas; pero es de sabios el que, en vez d

    negar nuestros sentimientos, los reconozcamos y los identifiquemos como lo que son, los confesemos an

    el Señor y, por su gracia, los rectifiquemos antes de que den frutos venenosos de calumnia y malas accione

    2.  Bendecid A Los Que Nos Maldicen: bendecir viene de un término griego que es “euloguéo” eu…

     bien y logos… hablar o palabra. En otras palabras lo que esto significa es: decir cosas buenas o

     buenas palabras. (1 P 2:21 – 23) “Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció po

    nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas; 22el cual no hizo pecado, ni se halló engañen su boca; 23quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba

    sino encomendaba la causa al que juzga justamente;”. Si bendecir es «decir bien», cuando les hablemos debemos contestar a sus

    insidias e impertinencias con palabras corteses y amistosas, sin responder a

     sus ultrajes con ultrajes. Aquellos cuya lengua es fuente de dulzura (Santiago

    3:11) pueden hablar palabras dulces a quienes les dirigen palabras amargas.

    3.  Haced bien a los que nos aborrecen: La actitud de ciertas personas

    hacia nosotros pone de manifiesto que les caemos mal, incluso que nos

    detestan. Puede ser a causa de nuestro testimonio cristiano o de nuestra

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    3rectitud; o puede ser sencillamente a causa de una mala «reacción química» entre nosotros. De tod

    maneras, no debemos ceder ante la tentación de responderles con la misma moneda. Cristo nos exig

    que procuremos su bien, que respondamos con amabilidad a sus actitudes ariscas, que nuestro trat

    sea afable y generoso, y que busquemos maneras concretas de mostrarles amor.

    4.  Orad Por Los Que Os Ultrajan Y Os Persiguen: Esto no es sino lo que hizo el propio Cristo en

    cruz. Oró por los que le crucificaban: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen (Lucas 23:34

     Nuevamente, Cristo no nos pide algo que él mismo no haya estado dispuesto a hacer.

    Y lo que nos pide es realista. Quizás, en ese mismo momento de la persecución y del ultraje, no seamo

    capaces de expresarles amor a nuestros enemigos en palabras o acciones; pero siempre deberíamos s

    capaces de orar por ellos para que el Señor les abra los ojos y los salve.

    ¿Hemos asumido nosotros este mandato del Señor? No nos refugiemos en excusas:  Pero si Fulano m

    ha hecho daño y me lo está haciendo aún; yo le amaré, pero primero él debe arrepentirse y pedir perdó por lo que me ha hecho… No es mi enemigo, sino el enemigo de Dios y del evangelio, y no puedo amarle s

     ser desleal a mis hermanos… ¿Hay alguien de quién no estás dispuesto a decir bien, sino que aprovecha

    cualquier ocasión para hablar mal de él? ¿Hay alguien cuyo bien no estás dispuesto a buscar, sino que t

    alegrarías si las cosas le salieran mal? ¿Hay alguien a quien podrías ayudar, pero que te niegas a hacer

     porque no te gusta? ¿Hay alguien a favor del cual no estás dispuesto a orar? Confiesa tu pecado ante el Señ

    y rectifica.

     

    45para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos buenos, y que hace llover sobre justos e injustos: La razón explícita dada por Jesús por la cual lo

    discípulos deben amar a sus enemigos es la que ya hemos visto en Deuteronomio 10:17 – 19: Di

    mismo los ama y provee generosamente para sus necesidades. Si el Padre actúa así hacia su

    enemigos, ¿se atreverán los hijos a actuar de otra manera? Si aquel que, en el día futuro, intervend

    en juicio contra ellos, tiene por el momento el propósito de tratarlos con amor, (2 P 3:9) “El Señor n

    retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, nqueriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.”, ¿quiénes somos nosotr

     para actuar en disonancia con sus planes? ¿Acaso somos más sabios

    que Dios?

    ¿Queremos que nuestros propósitos prevalezcan sobre los suyos?

    Y, si nos cuesta desterrar nuestros sentimientos de antagonismo hacia

    quienes deben recibir nuestro amor y nuestro testimonio, recordemos lo que

    Pablo nos enseña en Romanos 5:6 – 8 () “”. 

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    4Al decir: para que seáis hijos de vuestro Padre, Cristo no quiere decir que la imitación de Dios sea

    manera por la que llegamos a ser hijos suyos. Eso sería poner el carro delante del caballo. El hijo imita a s

     padre porque ya es su hijo, no para poder llegar a serlo (Ef 5:1 – 2) “”. Nosotros llegamos a ser hijos de Dio

     por la pura gracia de su voluntad; pero, una vez hechos hijos, esto se manifestará en que lo imitaremos.

    Lo que vemos en el Padre es que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos

    injustos. Notemos de paso que, para Jesús, el sol y la lluvia no son meramente ocasionados por los procesode la naturaleza, sino que provienen de la mano soberana de Dios. No es sólo que el sol salga o que la lluv

    caiga, sino que Dios hace salir su sol y hace llover . El sol y la lluvia son suyos y obedecen a su voz. Po

    supuesto, los piadosos verán en el sol y la lluvia evidencias de la buena providencia de Dios y le dará

    gracias; los impíos sólo verán las fuerzas de la naturaleza y serán ingratos. Pero no por eso Dios deja de am

    a éstos, sino que sigue cuidándolos. Su amor es imparcial. No suele ocurrir que el sol brille sobre la parce

    del creyente y no sobre la de su vecino incrédulo . Esto no está en conflicto con la idea de una providenc

    especial de Dios en el caso de sus hijos. Lo que Jesús establece aquí es que tanto los buenos como los malo

    comparten la misma climatología y la misma abundancia natural. Pero, más allá de esta providenc«normal», el discípulo tendrá que aprender que el mismo Dios que provee para todos vela especialmente po

    él (6:25 – 33). El día y la noche, las estaciones del año, los ciclos climáticos y otros patrones naturale

    son la provisión de Dios para todos. Pero en tiempos de sequía, el Padre preparará sus cuervos par

    alimentar a sus hijos y su calabacera para protegerlos del calor; en tiempos de tempestad proveerá u

    arca o un gran pez.

    El verdadero hijo refleja algo de la personalidad de su padre. Existe un estrecho parecido entre ello

    (cf. v. 9). Esto es especialmente así en la regeneración espiritual, porque todo hijo de Dios recibe el Espíride Dios. Si, pues, alguien que se llama hijo de Dios no actúa como su Padre celestial, ¿no pone en tela d

     juicio la autenticidad de su filiación? El discípulo debe seguir el ejemplo de su maestro; el que ha sido sellad

     por el Espíritu Santo debe andar en el Espíritu; el que ha nacido de lo alto debe evidenciar en su vida

    carácter de su Padre.

     46Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo lo

    publicanos? 47Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen tambié

    así los gentiles?: Así pues, en su manera de vivir y relacionarse con losdemás, el discípulo debe estar a la altura de su Padre celestial. Pero si

    se limita a cumplir la interpretación rabínica, se encontrará siguiendo,

    no ya el ejemplo de Dios, sino el de los publícanos y gentiles. 

    Con estas geniales palabras concluyentes, llenas de ironía, Jesús

    desenmascara la superficialidad de la moralidad de los escribas y fariseos.

    Ellos hacen alarde de una piedad y justicia infinitamente superiores a las de

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    5los gentiles; pero, a fin de cuentas, quien ama a los de su propio círculo y odia a sus enemigos, sólo sigue

    inclinación de sus propios intereses creados y, en eso, no se distingue en nada del pagano más perdido.

    Aun el ser caído y egocéntrico es capaz de «amar» cuando le interesa. Todo el mundo hace ciertos favore

    a otros, con la esperanza de que les devuelvan el favor en otro momento. Los ladrones y delincuente

    establecen acuerdos y, aunque desconfían los unos de los otros, los respetan y cuentan con los demás par

    ciertos trabajos de interés mutuo.

    Jesús contempla los dos grupos sociales más despreciados por los judíos religiosos — los gentiles (v. 47

    ignorantes de la Ley y alejados de Dios; y los publícanos (v. 46), dispuestos a traicionar y a extorsionar a s

     propio pueblo sirviendo como recaudadores de impuestos para los romanos opresores — e invita a sus oyent

    a considerar que ellos, de hecho, se aman entre sí y se saludan afectuosamente cuando se encuentran por

    calle. La escoria de la sociedad es capaz de cumplir con la ley del amor al prójimo si ésta sólo quiere deci

    Amad a los que os aman. En consecuencia, ¿no se supone que Levítico 19:18 tiene que significar algo má

    que esto? Por supuesto que sí.

    Antes de dejar esta sección, notemos las dos preguntas que Jesús plantea en estos dos últimos versículo

    ¿Qué recompensa tenéis? y ¿Qué hacéis más que otros? 

    Posiblemente, la mención de recompensa en este contexto se deba a que el texto de Proverbios 25:21 – 2

    que ya hemos visto, estaba presente en la mente de los judíos siempre que se trataba el tema de la caridad

    a que, sin duda, no estaba lejos de la mente de Jesús tampoco: Si el que te aborrece tiene hambre, dale d

    comer pan, y si tiene sed, dale de beber agua… y el Señor te recompensará. O sea, aquel texto bíblico qumás explícitamente exige amor a los enemigos habla de la recompensa divina. Ahora, es como si Jesús dijer

    Vosotros pensáis que Dios, al veros amar a vuestros hermanos, se complacerá hasta el punto de daros un

    recompensa; pero pensad que la enseñanza explícita de las Escrituras es que la recompensa será para aque

    que muestre amor, no a su hermano, sino a su enemigo. ¿Qué galardón tendréis si sólo amáis a los vuestro

    Pero si hacéis lo que yo os mando y amáis a vuestros enemigos, las mismas Escrituras dicen que tendréis u

    gran galardón de parte del Padre.

    Con la pregunta ¿Qué hacéis de más?, Jesús vuelve a una idea yamencionada en el versículo 20. El problema con la justicia de los escribas y

    fariseos era que no bastaba para darles acceso al reino de los cielos. Para que

    fuera suficiente, tendría que ir a más, a mucho más. Cristo acaba de dedicar

    una veintena larga de versículos a poner ejemplos de lo que los discípulos

    tenían que hacer para superar la justicia de los fariseos: los rabinos decían esto

    y aquello, pero Jesús sube el listón y dice algo mucho más profundo y

    exigente. Ahora señala que, si los discípulos no aprenden a amar a sus

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    6enemigos, no solamente dejarán de superar la justicia de los fariseos, sino que ni siquiera superarán la de lo

    gentiles y publícanos.

    ¿Qué hacemos más que los que no son creyentes? ¿En qué cosas les superamos? Dios ha hecho más po

    nosotros que por los demás y, por consiguiente, con razón espera de nosotros más que de los demás; per

    ¿qué hacemos nosotros más que los demás? ¿En qué está nuestra vida por encima del nivel de la de los hijo

    de este mundo? No podemos esperar la recompensa de cristianos, si no nos elevamos sobre la virtud de lo

     publícanos.