El agua conflicto creciente

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El agua, conflicto creciente Jorge Brito O. Director Fundación Crate La disputa por el agua de la Laguna del Maule no es la primera ni va a ser la última que ocurra entre regantes y empresas generadoras de energía. Es más, todo indica que en el futuro esto va a ser una situación recurrente si tomamos en cuenta la cada vez menos frecuencia de lluvias en la Región del Maule. La nuestra es una zona eminentemente agrícola y de aquí también sale al menos un tercio de la energía del Sistema Interconectado Central que alimenta de electricidad desde la tercera hasta la décima región, abarcando más del 80 por ciento de la población y cuya matriz se divide en 52 por ciento de energía hídrica, 46 por ciento térmica y en menor medida eólica. La disputa actual tiene mucho que ver con la falta de planificación a largo plazo acerca de qué es lo que haremos a futuro con nuestra matriz energética y más aún con el recurso agua. La agricultura sabe de esto, y año tras año debe soportar fenómenos cíclicos de escasez y activar mecanismos de ayuda a los pequeños productores para paliar en parte las pérdidas provocadas por la falta de lluvias. Eso también lo saben las empresas hidroeléctricas que dependen del agua para abastecer a la población y que en épocas de escasez deben aplicar medidas de emergencia para suplir la falta del recurso agua. Cuesta entender que un tema que se viene conversando desde hace al menos veinte años no haya sido relevado en su verdadera dimensión. Básicamente la eficiencia del uso de agua en la agricultura se ha mantenido en las últimas décadas y el SIC aún depende de la cantidad de agua que cae. Entonces dos de nuestras principales actividades económicas dependen de la inseguridad cíclica de la naturaleza y aún no hemos definido políticas que eviten los efectos adversos de la falta de lluvias. Debemos pensar que el agua es primordial para la agricultura y fundamental para nuestra matriz energética, pero no necesariamente debe ser así. Lo que se necesita es una política de uso eficiente de agua en la agricultura, que disminuya las enormes pérdidas provocadas por el riego en surco, ocupado principalmente por los pequeños productores de zonas pobres que no cuentan con recursos para aplicar el riego tecnificado, como puede ser el goteo en sus cultivos. Esto debe ir de la mano de un cambio en la matriz energética que aproveche las bondades climáticas del país. El sol por el norte, las mareas en toda nuestra costa, la geotermia en la cordillera y ciertamente el agua donde la haya, para no depender en exclusiva de una sola variable. Todo lo anterior es letra muerta si no cambiamos nuestros hábitos de consumo de energía en todos los niveles, desde los productivos hasta los domésticos, desde desenchufar los artefactos que no utilizamos hasta apagar las ampolletas de los lugares en que no estamos.

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El agua, conflicto creciente Jorge Brito O. Director Fundación Crate

La disputa por el agua de la Laguna del Maule no es la primera ni va a ser la última que

ocurra entre regantes y empresas generadoras de energía. Es más, todo indica que en el

futuro esto va a ser una situación recurrente si tomamos en cuenta la cada vez menos

frecuencia de lluvias en la Región del Maule.

La nuestra es una zona eminentemente agrícola y de aquí también sale al menos un tercio

de la energía del Sistema Interconectado Central que alimenta de electricidad desde la

tercera hasta la décima región, abarcando más del 80 por ciento de la población y cuya

matriz se divide en 52 por ciento de energía hídrica, 46 por ciento térmica y en menor

medida eólica.

La disputa actual tiene mucho que ver con la falta de planificación a largo plazo acerca de

qué es lo que haremos a futuro con nuestra matriz energética y más aún con el recurso agua.

La agricultura sabe de esto, y año tras año debe soportar fenómenos cíclicos de escasez y

activar mecanismos de ayuda a los pequeños productores para paliar en parte las pérdidas

provocadas por la falta de lluvias. Eso también lo saben las empresas hidroeléctricas que

dependen del agua para abastecer a la población y que en épocas de escasez deben aplicar

medidas de emergencia para suplir la falta del recurso agua.

Cuesta entender que un tema que se viene conversando desde hace al menos veinte años no

haya sido relevado en su verdadera dimensión. Básicamente la eficiencia del uso de agua en

la agricultura se ha mantenido en las últimas décadas y el SIC aún depende de la cantidad

de agua que cae.

Entonces dos de nuestras principales actividades económicas dependen de la inseguridad

cíclica de la naturaleza y aún no hemos definido políticas que eviten los efectos adversos de

la falta de lluvias. Debemos pensar que el agua es primordial para la agricultura y

fundamental para nuestra matriz energética, pero no necesariamente debe ser así.

Lo que se necesita es una política de uso eficiente de agua en la agricultura, que disminuya

las enormes pérdidas provocadas por el riego en surco, ocupado principalmente por los

pequeños productores de zonas pobres que no cuentan con recursos para aplicar el riego

tecnificado, como puede ser el goteo en sus cultivos. Esto debe ir de la mano de un cambio

en la matriz energética que aproveche las bondades climáticas del país. El sol por el norte,

las mareas en toda nuestra costa, la geotermia en la cordillera y ciertamente el agua donde

la haya, para no depender en exclusiva de una sola variable.

Todo lo anterior es letra muerta si no cambiamos nuestros hábitos de consumo de energía

en todos los niveles, desde los productivos hasta los domésticos, desde desenchufar los

artefactos que no utilizamos hasta apagar las ampolletas de los lugares en que no estamos.

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Esto porque la disputa por el agua es tan sólo el comienzo de lo que llegará a suceder en un

futuro no muy lejano si no aprovechamos de manera eficiente, sustentable y sostenible las

enormes reservas de agua que tenemos.

De este modo y siendo para nuestra región un tema relevante, debería ser fuente de

discusión de todas las instancias vinculadas a las políticas públicas, de forma especial de

nuestro gobierno regional.