El acoso de la sombra, rastreo cultural del venado en el noreste de México, o "No se debe cazar por...
Transcript of El acoso de la sombra, rastreo cultural del venado en el noreste de México, o "No se debe cazar por...
El acoso de la sombra:Rastro cultural del venado, en el Noreste de México,
o “no se debe cazar por vicio”1
CRISTÓBAL LÓPEZ CARRERA
HUALAHUISES, N. L. OCTUBRE, 2001
1 Tesis de la maestría en Humanidades, UDEM. Premio nacional de investigación “Francisco Javier Clavijero”, a la mejor tesis de maestría del año 2001, en el área de Historia y Etnohistoria, Instituto Nacional de Antropología e Historia-Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, inédito.
1
ÍNDICE
AGRADECIMIENTOS...................................................................................................5INTRODUCCIÓN..........................................................................................................7
CAPÍTULO
1. ANTECEDENTES
Del corpus narrativoSu antecedente: la guía................................................................8Los ejemplos base del corpus narrativo. Resumen....................10Observaciones............................................................................11
Fuentes escritasPrehistóricas y arqueológicas.....................................................13Coloniales y del siglo XIX............................................................13Contemporáneas.........................................................................13
2. MARCO TEÓRICO
Tradición oral del Noreste de México: el caso de Nuevo LeónDefiniciones básicas: Región Noreste, cultura campesinatradicional....................................................................................16Tradición oral: Definición, funciones...........................................19Recuento de trabajos realizados en Nuevo León.......................20Propuesta....................................................................................21Observaciones............................................................................23
Religiosidad popular en Nuevo LeónConsideraciones generales.........................................................26Religiosidad popular: Definición y delimitación...........................27Fronteras político-temporales en cultura y religión.....................28Observaciones............................................................................29
Introducción a las herencias de las tribus recolectoras cazadoras, en la tradición oral del Noreste de MéxicoLas primeras etnias de la región.................................................31Fuentes para el estudio de los aborígenes.................................32Etnohistoria, historia de las mentalidades...................................33Las parlas de los recolectores cazadores del Noreste deMéxico.........................................................................................36
2
3. NOTAS SOBRE APROVECHAMIENTO DEL MEDIO AMBIENTE NORESTENSE: RECONOCIMIENTO DEL TERRENO E INICIO DE LA CACERÍA.........................................................................................43
4. LAS VERSIONES DEL RELATO
Pláticas acerca de un venado invencible: rastreo y primer contacto visual..........................................................................55Versiones: primera advertencia..................................................58La sentencia de algunas palabras y gestos: La cacería se torna difícil..............................................................................61Versiones del Nuevo León austral: En el rastro del venado había una piedra.........................................................................64Versiones de la montaña: Desaparecidos pero nunca olvidados.....................................................................................68Los cuentos que cuenta la gente: lo que dicen del venado invulnerable otros rastreadores...................................................70
5. ETNOHISTORIA
El venado y la vida cotidiana de nuestras culturas arcaicas: “Cortar huella” para reiniciar la caceríaRepresentación arqueológica…..................................................75Cazar, comer, cambiar: funciones prácticas y sociales de la bestia entre los indios del delta del Río Bravo...................81“Todos perdieron el cuero”: utilización de su piel y entrañas......86 La piel del ciervo en la vestimenta regional................................91 El venado en el ojo del remolino de viento: sueños y rebeliones.................................................................................94Visiones, chamanes, divinidades..............................................100 Pies, cuernos, cabezas: ritos de caza y fertilidad.....................105Danzar, cantar: venadito de agua, venadito de sol: el peyote....................................................................................114 Se revela una figura mítica: el objetivo del punto de mira se torna ¿un ser o espíritu superior?........................................122“Hasta pareces un...”, huellas de los tribeños venado en el delta del Río Grande........................................................124 Identidad, símiles, asimilaciones...............................................131
6. ETNOGRAFÍA, ETNOLOGÍA
Correrías en la lírica y el habla populares.................................135Cacería y usos contemporáneos del ciervo: La primera bala da en el blanco..........................................................................139
3
Diableros, hechiceros, brujas: los cazadores son cazados.......153 Protectores de la naturaleza o señores del monte: a dos horas y cuatro siglos de la "capital industrial de México"..........158 Protectores del monte, huicholes y pames................................161 El rastro pame, la huella kikapú.................................................170El espacio de un relato; cambio del ecosistema y de la gente. Las ciudades y los pueblos ¿destruyen las costumbres?.........177 El venado: el diablo, la cosa mala.............................................185 Arqueología de la vida cotidiana: apuntes sobre el venado y las artes figurativas.................................................................191 Navidad, apareamiento y hierba del venado.............................194 Cuartas: patas de venado.........................................................199El caminar mágico del ciervo en otras latitudes........................203 La cuarta de venado en el Noreste de México: ¿probable reminiscencia del complejo chamánico?..................205Las astas: ramal, canasta, llaves de venado.............................206 Reinicio y fin de la cacería regional: una “bala perdida" da en el blanco, o lo que dicen que dijo el venado a dos horas y media de Monterrey, Nuevo León.............................................................211
COMENTARIOS FINALES……………………………………………................215
ANEXOS.........................................................................................................218
FUENTES………………………………………………………………….............224
4
Agradecimientos
A los ancestros Paurake de General Terán, N. L., quienes fueron los primeros en referirnos -de cachorros- la historia del venado casi invulnerable.A la familia “nuclear”: Manuel López Terán, María Carrera Pequeño, Chuy, el Chino mitotes y kito.A la gente del interior nuevoleonés que compartió historias, techo, sustento y cobijo (con el Kolectivo Itinerante) durante nuestras recopilaciones de campo 1992-1997. A la "jauría" y "tribu" de Cerro Prieto (Linares, N. L.).A la ciudad de las montañas azules (Monterrey, N. L.) y al valle del sol (Phoenix, Arizona).A el PACMYC 1993, el Fondo “EME”, la primera edición del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Nuevo León (1994-1995), el Diplomado en historia de la Universidad Mexicana del Noreste (UMNE), el Colectivo del Centro de Estudios Regionales (CER-Linares), la Universidad de Monterrey (UDEM), La Casa del Doctor Margil (por financiar o dar cobertura a nuestros trabajos).A Roberto Rebolloso Gallardo, Alicia Elosúa Muguerza, Alicia Salinas de Lamadrid, Rolando Guerra González, Stella Brewster García y Guillermo de Alba Deándar (por su amistad, apoyo y confianza).A Manuel Armando Durazo Álvarez, doña Helena y don Isaías, Oralia Muñoz y Roberto Luna, Mariana Pérez-Duarte, Telma Suzzeth, Kopito de Nieve, Las Laguneras y El Koyi, Albelucchia, La joven Paulina y sus hermanas “ciervas de Mar” (por su amistad, apoyo e instantes compartidos).A Óscar Flores, Breen Murray y Jorge Rocha (por su asesoría).A Raúl García y Gabriela Márquez (por su amistad y asesoría; también, por compartir con nosotros sus documentos de archivo).A tod@s l@s compañer@s del movimiento hardcore-punk y Negu Gorriak (por el ejemplo de resistir para existir). A Rosario Blanco Cerda (por recopilar buena parte de los ejemplos presentados).A Abelardo Cantú Arizpe (por la revisión ortográfica inicial). A Leonel “pantera brasilera” (por el soporte de sus grupos anarkistas digitales).A Lilia Verónica Alanís Loera (por la sistematización de las grabaciones de campo y solsticios de invierno).A Martha Beatriz Ramos Tristán (por la recopilación de buena parte de los ejemplos presentados, la revisión ortográfica general y acompañarme en el camino).A las mujeres hualahuis.A quienes participaron en La Casa de las Historias "Casa Tuya, Casa Nuestra" de Iturbide, N. L.A Juan González y su legendario solar hualahuis (donde se gestó buena parte de este libro).
5
Quizá fuese porque yo era un niño y lo veía de esa forma, o puede que realmente haya sido del modo en que yo lo recuerdo, cuando crecía en el pueblo de mi madre.
Es otoño. Hay una claridad especial en el modo de presentarse la luz en esta época del año. Y trae a mi memoria una sensación de otro tiempo, un tiempo en que mis jóvenes ojos pueden ver más allá de la neblina y el mundo se destaca, quieto, brillante y definido. Durante el otoño todas las conversaciones y pensamientos giran en torno a la caza. A medida que los relatos de venados y cazadores se despliegan, detalle por detalle, en mi mente infantil, imágenes de los venados aparecen y toman forma.
Afirman que el venado es un espíritu. Una criatura de la Creación que necesita súplica, comprensión, reverencia. Es una bendición, un don otorgado a la humanidad en memoria del rumbo inconexo de nuestra propia vida, una hebra entretejida desde el inicio de todos los tiempos vivientes. Es carne para el cuerpo y para el alma.
Dotado de un agudo sentido de la vista y del olfato, y del oído también, además de habilidades misteriosas adicionales más allá de la dimensión humana, esta criatura no puede ser, simplemente, sacrificada y utilizada. El dominio del venado lo constituyen los espacios prístinos, originales, de montaña y llanura; su dominio es un santuario. Su esencia es la vida. Matarle, es desperdiciar ésta...-Larry Littlebird, “El cazador”, en: El poder de la
tierra, cuentos indios norteamericanos-
Desde aquí hasta la montaña de Akca hay tantos roquedales, el terreno es tan escarpado, que el Taurus aparece como un gran pedazo de tierra no mayor que una casa. Los soberbios pinos y hayas se elevan hacia el cielo entre las rocas, donde apenas hay animales. Sólo un ciervo se detiene alguna que otra tarde en la punta afilada de una roca, con sus grandes cuernos de varias puntas echados hacia atrás, con las patas estiradas, como si mirara al infinito.
-Yasar Kemal, El halcón-
6
INTRODUCCIÓN
Este trabajo parte de una investigación sobre los usos y representaciones del
venado que hemos venido realizando desde hace ocho años. Comprende un ámbito
regional delimitado por un corpus de relatos cuyo epicentro son los municipios de
Hualahuises, Linares, General Terán e Iturbide, Nuevo León, pero rastrea
información histórica y etnográfica del Noreste de México; en menor medida, del
Sureste de los Estados Unidos.
El trabajo gira en cuatro ejes: contexto histórico y ecológico donde se ubican
los relatos, descripción y clasificación inicial del corpus narrativo sobre el venado;
descripción histórica de los usos y representaciones del animal (Colonia, siglo XIX);
finalmente, etnografía y etnología sobre la bestia (1960 a la fecha).
Las preguntas que han guiado la búsqueda son: ¿Cuál es la relación de la
comunidad que narra historias sobre el venado con el medio ambiente?; ¿qué tipo
de narraciones orales y creencias existen sobre el venado en el Noreste de
México?, específicamente en el ámbito de Hualahuises-Linares, Nuevo León; y,
finalmente ¿qué rol económico e ideológico ha tenido el venado, a lo largo del
tiempo, entre los habitantes de la región Noreste de México?
Nuestro marco teórico está fundamentado en la etnohistoria, la microhistoria y
la historia de las mentalidades; aunque en el desarrollo del texto se incluyen
perspectivas de la religión comparada y el análisis estructural del relato.
Naturalmente nuestra investigación es, en el sentido más amplio, una obra
colectiva; tanto de las personas entrevistadas y de todo aquellos que nos
comentaron algo sobre el particular, como de quienes colaboraron con diversas
fuentes, sugerencias u observaciones críticas.
7
CAPÍTULO 1
ANTECEDENTES
Del corpus narrativo
Su antecedente: la guía
Nuestro corpus narrativo es resultado de una guía de trabajo utilizada para recopilar
ejemplos de tradición oral y creencias mágico religiosas, en tres ejidos de Linares,
Nuevo León (Cerro Prieto, Leones, Gatos Güeros), así como en la cabecera
municipal de Hualahuises, en el mismo estado. Para la conformación de la guía,
inicialmente se tomó como base una síntesis de narraciones orales escuchadas en
el pueblo de General Terán, en el ejido Cerro Prieto, de Linares, y en la ciudad de
San Nicolás de los Garza; es decir, se articuló en un principio con las pláticas de
nuestros padres, abuelos, conocidos.
Esta herramienta de trabajo etnográfico la utilizamos en 1993 para la
búsqueda de información relacionada con el aborigen nómada o seminómada en las
comunidades citadas; sin embargo, las expectativas sobre este tema fueron
superadas y la guía se amplió mediante entrevistas abiertas e informales:
platicándole a la gente -brevemente- lo que contaban o creían de tal cosa, ser o
fenómeno, algunas personas mayores de su comunidad o de otros municipios y
conminándole, en caso de tener cualquier tipo de referencia relacionada, que nos la
compartieran. 1
La forma de contactar a los informantes fue mediante recomendación de
parientes y familiares o tocando puertas al azar. Siempre se buscó entrevistar a las
personas de mayor edad que mostraran disposición o tuvieran tiempo, lo cual no
evitó que ocasionalmente se grabara también a jóvenes y niños: un par de historias
1 Cfr. Cristóbal López (coordinador), Contar, cantar, creer: Historia y cultura en un pueblo del Noreste de México: Hualahuises, N. L.
8
recopiladas en Iturbide y Rayones son de pequeños entrevistados en escuelas
primarias y en un albergue-secundaria, respectivamente.
De este modo fueron surgiendo poco a poco nuevos temas: otros cuentos,
otras anécdotas, otras creencias, o versiones de las historias anteriormente
recopiladas. En este universo narrativo nuestra atención empezó a centrarse en una
serie de historias sobre animales; específicamente: el oso, el coyote, la lechuza, el
cócono y el venado.
En fin, la guía de trabajo fue de especial ayuda, pues dada la amplitud de
temas, era necesario seguir una secuencia cuando se platicaba con algún
informante o, simplemente, añadir resúmenes de las versiones encontradas.
Durante el otoño de 1993 finalizaron las tareas de recopilación en Linares,
General Terán y Hualahuises, fue entonces que el equipo base de trabajo, integrado
por Martha Beatriz Ramos Tristán, Rosario Blanco Cerda y quien esto escribe,
realizó un último examen de la guía temática con la idea de publicarla como un
manual de investigación.
Sin embargo, durante 1994 se amplió el trabajo de entrevistas a seis
comunidades: Melchor Ocampo, Villa de García, Lampazos, Mier y Noriega,
Rayones e Iturbide (especialmente a este último municipio); en consecuencia,
debimos esperar para integrar los resultados de dicho muestreo.2 En esta última
fase tuvieron especial participación el sonorense Manuel Armando Durazo Álvarez,
Rebeca Moreno Zúñiga y Érika del Ángel Esquivel.
Durante esta extensión del trabajo de campo los ejemplos de narraciones se
multiplicaron; especialmente los de aborígenes y animales, en los municipios de la
sierra y del sur. 3
En resumen: pretendemos presentar y resumir la información específica
sobre el venado recopilada en casi 300 horas de grabación; sin embargo, estamos
lejos de creer que nuestro trabajo agote la información en torno al tema. Deben
2 Cfr.: Cristóbal López (coordinador), Creer, beber, curar: Historia y cultura en Iturbide, Nuevo León; Cristóbal López, "Una india cautiva y el viento del norte".3 Los resultados finales de la guía sirvieron de base para realizar el siguiente texto: Lilia Alanís, Cristóbal López, Breve diccionario de creencias y tradición oral de Nuevo León (inédito).
9
existir en otras comunidades nuevoleonesas, o de la región: algunas versiones
complementarias o diferentes a las que nosotros recopilamos y analizamos.
Sin embargo, una de nuestras tesis centrales es que series semejantes de
narraciones y creencias sobre el venado existen o existieron en otros ámbitos
regionales del Norte de México y del Sur de los Estados Unidos. Esta
generalización y analogía la creemos válida desde una perspectiva histórica y
antropológica, aunque para demostrarla tendríamos que grabar, transcribir y
analizar narraciones de otros ámbitos regionales diferentes al de Hualahuises-
Linares; tarea iniciada de forma incipiente durante los cursos que impartimos en la
Universidad de Monterrey, toda vez que en dicho espacio confluye gente de toda la
región con la que hemos tenido oportunidad de compartir información e historias.
Los ejemplos base del corpus narrativo. Resumen.
El corpus narrativo base consta de 29 ejemplos que tienen como columna vertebral
una historia o creencia que regularmente va acompañada de una advertencia o
recuerdo: No se debe cazar por vicio, ni en ciertos parajes, porque se corre el
peligro de encontrarse con un venado invulnerable. Este animal se aparece durante
cacerías nocturnas y en lugar de morir -o huir- cuando le disparan, se acerca a los
cazadores y los espanta.
Lo anterior con las siguientes variantes:
El animal se aproxima con cada bala y realiza algún gesto de advertencia:
saca la lengua como saboreándose, mueve la cabeza y rasca la tierra con las patas
de forma amenazadora; se hinca, habla y advierte que el monteador no necesita
más carne de la que lleva; que si le disparan, el cazador matará a su padre y a su
madre (General Terán-Rayones-Hualahuises-Linares).
El ciervo se transforma -intermitentemente- en hombre al apuntarle con un
rifle (Iturbide); espanta a los cazadores lanzando flechas por la cornamenta (San
Carlos, Tamaulipas-Linares); en el mismo orden de ideas: un hombre desnudo con
10
cuernos de venado asusta a cazadores que matan animales por vicio y diversión
(General Terán).
En otras pláticas: cierto diablero reta a un cazador y se transforma en venado
para burlarse de él; un brujo transforma a un cazador en la bestia, como castigo por
sus depredaciones en la montería (Hualahuises-Linares).
Además, en Mier y Noriega cuentan que el venado es invulnerable porque
porta en su cuerpo una piedra protectora.
Finalmente, un ranchero logra matar al animal grabando una cruz en la culata
de su escopeta (Montemorelos); lo abaten, pero al ir a recoger su cuerpo no lo
hallan ¡desaparece!
Observaciones
Las narraciones grabadas fueron modificadas ligeramente después de la
transcripción para facilitar su lectura; se procuró, desde luego, no alterar el
contenido de las mismas y respetar el habla de los informantes.
A veces añadimos palabras en corchetes, ya sea para clarificar un término o
precisar un vocablo que el narrador obvia.
Al final de cada transcripción de los ejemplos se cita el nombre del
informante, edad, así como su comunidad o municipio.
Hay algunas transcripciones -las menos- que no consignan nombres de los
informantes, esto se debe a 1. Deseo expreso del o los participantes. 2. Dieron su
información en el transcurso de la entrevista a otro individuo y no se tuvo el cuidado
de anotar sus datos personales. 3. Se realizó la grabación en una actividad
colectiva -por ejemplo una fiesta-, cuya dinámica impidió el registro de los datos
correspondientes.
En las canciones y corridos se refiere el nombre de quien registró la
composición y el título; utilizamos la abreviatura A.D.R. (A Disposición del Autor)
11
cuando no se tiene el dato del compositor debido a que se cita la canción de una
producción pirata, o porque el corrido se grabó de una estación de radio.
Al final, en las fuentes, se anexan los intérpretes, el nombre de la grabación
de donde se transcribieron, el lugar de producción, la casa editora, el número de
serie y la fecha de producción.
Finalmente, como explicamos al principio, la mayoría de los ejemplos fueron
recopilados en la década de los noventa, pero hacen referencia a historias
acaecidas -o situadas- en décadas anteriores.
12
Fuentes escritas
Prehistóricas y arqueológicas
Fotografías de petrograbados y pinturas rupestres, reportes de investigación,
artículos y estudios arqueológicos, tesis de licenciatura y libros sobre arqueología,
conferencias o apuntes de simposiums y seminarios, informes personales de
arqueólogos e historiadores.
Coloniales y del siglo XIX
Archivo General del Estado de Nuevo León (AGENL), Archivo Municipal de
Monterrey (AMM), crónicas e historias coloniales, cartas annuas, informes y diarios
misionales, inspecciones provinciales de militares, descripciones, relaciones, diarios
de viaje, procesos de la Inquisición, cartas de gobernadores, visitas de
gobernadores a presidios y misiones, procesos judiciales, síntesis y colecciones de
documentos, cartas de clérigos, testamentos, informes de viajeros, informes
científicos, novelas regionales, estudios lingüísticos, memorias escritas,
investigaciones diversas, obras generales.
A veces utilizamos documentos citados por otros investigadores; en estos
casos especificamos el documento y el archivo, posteriormente la publicación que lo
refiere o cita.
Contemporáneas
Memorias escritas, corridos, canciones, monografías municipales, revistas:
estudiantiles, obreras, de información general; gacetas, periódicos: El Norte, La
Jornada, El Diario; tesis, ponencias y conferencias; novelas, cuentos, poemas,
13
tareas universitarias de alumnos, transcripción de sueños; iconografía: grafiti, fotos,
pinturas rupestres, anuncios panorámicos; estudios de fauna y flora: inventarios,
monografías, reportes, diálogos y pláticas con especialistas; notas de campo, libros
de historia y cultura regional, colecciones de documentos, documentales y películas,
anecdotario popular, monografías sobre problemas de tierras y aguas, estudios de
religiosidad comparada, estudios lingüísticos, sitios de folklore en internet,
presentaciones de libros, estudios análogos, monografías de tradición oral regional
y de otras latitudes, estudios sobre literatura indígena, estudios antropológicos
regionales, tratados etnohistóricos, diccionarios de creencias y de tradición oral.
14
Al empezar a cantarhoy me voy a referiral recordar nada pierdo si recordar es vivir.
Se acabaron las cosechasaquellos verdes maizalesel ruido de las carretaspor esos caminos reales.
Ya no cantan los cenzontlesno hay nido en los matorralesni se oye el golpe del hacha ni cantan los caporales.
Mis amigos se marcharonbuscando otros horizontesabandonadas dejaronlas labores y los montes.
De aquellos hombres tan noblesla mayor parte murieronya no hay hombres verdaderoslos que vivían se fueron.
De aquellos ranchos alegres con muy verdes arboledasde los caminos que habíaya no quedan ni veredas.
Ya con esta me despidocon un saludo sinceroa todos los campesinosque fueron mis compañeros.-Vicente Fernández de la Paz,
corrido “Recuerdos campiranos”-
15
CAPÍTULO 2
MARCO TEÓRICO
Tradición oral del Noreste de México: el caso de Nuevo León *
Definiciones básicas: Región Noreste, cultura campesina tradicional
Generalmente se concibe el Noreste de México como la región geográfica que
incluye los estados de Coahuila (149,982 km2), Nuevo León (64,924 km2) y
Tamaulipas (79,384 km2); área que a su vez se subdivide, desde el punto de vista
fisiográfico, de oriente a poniente, en tres grandes provincias: Planicie Costera del
Golfo, Sierra Madre Oriental y Altiplano Mexicano.
Sin embargo, la idea de región es producida, mantenida y alimentada
deliberadamente según el tiempo, el espacio, el grupo humano y ¡el objeto de
estudio desde el cual se mire! Los ámbitos regionales no son hechos, sino
representaciones de determinados intereses y determinadas fantasías, así como de
nuestras necesidades de conocer, recordar y olvidar. }
Las regiones pueden ser imaginadas pero también construidas como
definiciones operativas, abiertas; a continuación trataremos de hacer lo último.
Utilizaremos el término "región", primero, como un ámbito que abarca la
población de las comunidades rurales, municipios y ciudades de Nuevo León;
segundo, su interrelación socioeconómica y cultural con las comunidades rurales,
municipios y ciudades del Noreste de México: Tamaulipas, San Luis Potosí,
Coahuila; tercero, la vinculación e interrelación del espacio anterior con los núcleos
poblacionales del sur oriental de Texas.
La región así entendida no está delimitada por las jurisdicciones geográfico-
políticas estatales o nacionales y tiene como fundamento el hábitat y la movilización
* Una versión anterior de este capítulo se publicó en: Cristóbal López (coordinador), Creer, beber, curar, Historia y cultura en Iturbide, Nuevo León, pp. 62-79. 2
2
2
16
de nuestra gente, su trabajo y su ocio, la difusión de productos e ideas entre la
misma; en fin, determinados espacios y temporalidades en que se desarrolla la vida
cotidiana de los hombres y mujeres que habitan lo que ahora conocemos en forma
genérica como Noreste de México y Sureste de Estados Unidos.4
Nuestra perspectiva regional es, por lo tanto, la de una geografía de procesos:
históricos, económicos, sociales y culturales:
Estas geografías son, necesariamente, a gran escala y cambiantes, y sus cambios
destacan los conjuntos variables de lenguaje, historia y vida material. Para decirlo de forma
más sencilla, las grandes regiones que dominan nuestros actuales mapas de los estudios
interdisciplinarios no son hechos geográficamente permanentes. Son mecanismos
heurísticos problemáticos para el estudio de la geografía global de los procesos culturales
y geográficos globales. Es preferible pensar en las regiones como los contextos iniciales
de temas que generan geografías variables, en lugar de geografías físicas definidas por
temas preestablecidos. Estos temas son igualmente "reales" y coherentes, pero son el
resultado de nuestros intereses, y no sus causas. 5
Por su parte, la cultura campesina tradicional tiene como epicentro nuestros
caseríos, ranchos, comunidades, ejidos, y la entenderemos en el sentido de
Kazimierz Dobrowlski, quien le asigna las siguientes características básicas: a) Bajo
nivel de tecnología agrícola (herramientas e implementos sencillos, sobre todo de
madera y hierro); b) Organización simple del trabajo, con tendencia a la
autosuficiencia económica y con patrones de pensamiento místicos y mágicos; c)
Un estado relativamente simple de desarrollo económico y social; d) Ocupación más
o menos permanente de la tierra, que es heredada junto con la vivienda de los
padres, e implica una movilidad escasa.6 En este esquema sólo señalaremos que,
en la cultura tradicional de la región, la movilidad poblacional es muy amplia,
4 Cfr.: Eric Van Young, "Haciendo historia regional: consideraciones metodológicas y teóricas", en: Pedro Pérez Herrero (Comp.), Región e historia en México (1700-1850), pp. 99-122; Claudia Campillo, "La frontera México-Estados Unidos: algunas reflexiones teóricas sobre su realidad actual", en: Zidane Zeraoui (coordinador), México, los proyectos de su modernidad, pp. 83-97.5 Cfr. Arjun Appadurai, "La globalización y la imaginación en la investigación", en: http://www.unesco.org/issj/rics160/appaduraispa.html, 25-VI-00.6 Kazimierz Dobrowolski, “Peasant traditional culture”, en: Ethnografia Polska, vol. 1, 1958, pp. 19-56.
17
principalmente por cuestiones de trabajo y, en menor medida, por necesidades de
estudio. De hecho, esta emigración nos ayuda a entender por qué algunos
componentes de la cultura campesina trascienden a la urbe o se refuncionalizan
más allá de los ámbitos rurales; es decir, componentes de ésta pueden hallarse en
la periferia de las ciudades: en lo más profundo de sus entrañas.
Ahora bien, estamos conscientes de que la anterior caracterización de la
cultura campesina está incompleta si dejamos de lado perspectivas básicas sobre el
campesinado como las de Eric Wolf y William Roseberrey; el primero puntualiza que
los campesinos son agricultores y ganaderos rurales cuyos excedentes productivos
son transferidos a un grupo dominante que los emplea para asegurar su propio nivel
de vida y que distribuye el remanente a los grupos sociales que no labran la tierra.7
Roseberry señala, primero, la importancia de la perspectiva histórica en
sociedades campesinas como las latinoamericanas; específicamente, los
componentes estructurales de la economía colonial: sistemas de comercialización,
redes de caminos, formas de propiedad, patrones de asentamiento, relaciones de
clase. Advierte que se debe prestar especial atención a las complejas interacciones
de las presiones externas y las respuestas internas a lo largo del tiempo, así como
tener presente la posibilidad de que las características de la vida campesina que
parecen más tradicionales o habituales, sean resultado de imposiciones, respuestas
o acomodos que tuvieron lugar en el pasado:
Quizá el campesino tradicional forme parte de un historia moderna, una historia que lo
coloca en un mundo más amplio.8
Este autor es partidario de la siguiente tesis: la emergencia de un
campesinado forma parte de la integración regional a una división internacional del
trabajo; propone por lo tanto que se debe tener especial cuidado y creatividad en la
conceptualización y estudio de relaciones, instituciones y redes que se encuentran
aparentemente fuera de la comunidad:
7 Eric R. Wolf, Los campesinos, p. 12. 8 William Roseberry, "Los campesinos y el mundo", en: Antropología económica, p. 167.
18
Si los antropólogos han de ser originales en sus métodos de investigación, deberán
seguir trabajando y viviendo en localidades particulares. Incluso al ubicar esas localidades
en contextos más amplios, deberemos saber en qué forma esos contextos afectan a la
gente real en los lugares reales: qué fue lo que se le hizo a esa gente, qué pensó ella, qué
dijo, qué hizo la gente al respecto.9
Finalmente, Roseberrey señala que nuestros modelos de análisis tienen un
prejuicio agrícola en torno a la imagen clásica del campesino, lo cual nos ciega ante
una enorme población de productores de mercancías simples con muy limitado
acceso a la tierra; esto -añade- impide una mejor comprensión de las estrategias
reales de producción de los pueblos a los que denominamos campesinos.
Argumenta al respecto que investigaciones recientes demuestran cómo los hogares
campesinos participan ahora de una variedad de estrategias de reproducción y
acumulación entre las que pueden citarse el tejido, la costura, la elaboración de
ladrillos, la preparación de alimentos, el comercio subalterno y el trabajo en
maquiladoras, entre otras.10
Tradición oral: Definición, funciones
La expresión "tradición oral" suele emplearse en el mismo sentido que los términos
"pláticas", "oralidad", "historias" y "narrativa tradicional": conjunto de testimonios,
cuentos, leyendas, canciones y rumores que se repiten con cierta frecuencia, de
boca en boca, a lo largo de determinado tiempo y espacio; posee generalmente las
siguientes funciones sociales: entretenimiento, información y explicación del mundo,
cohesión familiar y comunitaria, componente de identidad y memoria colectiva.
Nosotros utilizaremos a lo largo de nuestro trabajo los cinco términos, aunque
de forma recurrente el primero y el cuarto.
9 Ibid. p. 176.10 Cfr. Ibid. pp. 154-176.
19
En el caso de nuestra tesis, consideramos además los ejemplos de tradición
oral analizados como parte de una literatura, principalmente porque los describimos
y analizamos a partir de transcripciones (ejemplos escritos).
Por otra parte, no es la intención de esta tesis reseñar la relación entre
tradición oral e historia, nos limitamos a plantear lo siguiente: la tradición oral puede
ser una fuente -o complemento- de la ciencia histórica; incluso, transformarse en tal
si se le utiliza sistemáticamente para describir y difundir aspectos, o procesos, del
pasado de una sociedad. En este sentido coincidimos con el sociólogo que afirma:
Su valor testimonial es de inapreciable auxilio en lo que a rescate de datos y sentimientos
se refiere. Y a pesar de manejar en una proporción alta la llamada subjetividad, realidad
tan desdeñada por los estudiosos "modernos", eso no le quita objetividad. Estos relatos,
tan internalizados en el pensamiento y en el alma de las personas, son la apropiación
subjetiva de la realidad objetiva. Por lo tanto su cientificidad está fuera de toda duda.11
Recuento de trabajos realizados en Nuevo León
Existen varias formas de abordar la oralidad de una cultura como objeto de estudio;
una de ellas es la transcripción o grabación de narraciones, canciones, testimonios.
Esta metodología permite una labor de muestreo, e incluso un registro y archivo del
patrimonio cultural de cierto espacio y tiempo.
En la entidad se ha trabajado en este nivel, dan fe de dichas labores dos libros
de mitos, cuentos y leyendas; monografías que refieren una que otra anécdota,
historia o canción; un par de volúmenes editados por la Universidad Autónoma de
Nuevo León: uno acerca de la Hacienda de San Pedro, Zuazua, Nuevo León y otro
sobre el corrido; reelaboraciones de relatos incluidos en revistas, periódicos; tres
cuadernos del Archivo General del Estado de Nuevo León; nueve antologías de
narrativa tradicional y alabanzas (Monterrey, Hualahuises, ciudad Anáhuac, Iturbide,
Bustamente, Villaldama, Cadereyta, Villa de Santiago); una tesis de la Universidad
de Monterrey; y por lo menos ocho antologías en audio.
11 Luis Vázquez, La tradición popular de Santo Domingo, p. 39.
20
En un sentido semejante, podemos referir el registro y difusión que
desempeñan estaciones de radio como la Ke Buena, 105.3 FM (mediante su
programa "Cita con el más allá", que se transmite todos los días de 21:00 a 24:00
horas); además, compañías como RYN, de Ramiro Cavazos; Discos Monterrey
(DMY), del grupo Los Plebeyos, y Discos del Bravo, de “El Coyote” Poncho
Villagómez; el programa televisivo Reportajes de Alvarado; las dos ediciones del
concurso de “Tradiciones y costumbres de Nuevo León"; los trabajos del grupo
musical Tayer y de algunos narradores orales escénicos; el Archivo de la palabra de
Editorial Vestigios-Casa de las Historias.
Además, en la tarea de recopilación es posible encontrar textos y archivos de
promotores culturales e investigadores, tales son los casos de: Anastasio Carrillo,
Juan Islas (General Terán), Homero Adame (Linares), Jaime del Toro (Aramberri),
J.G. Carmona (Hualahuises), Guillermo Berrones (Los Aldamas), Fernando Garza
Quirós, Armando Flores, Raúl García Flores (Monterrey), Luis Armando Morales
Mata (Escobedo).
Propuesta
Las tareas relacionadas con la tradición oral, en nuestra latitud, generalmente han
adolecido de una reflexión y crítica de corpus narrativos como los anteriormente
citados; reflexión y crítica que deben tener como antecedente una descripción
sistemática de los materiales recopilados: leyendas, anécdotas, cuentos -
narraciones en general- tienden a ser presentadas en forma de reelaboraciones, sin
especificar lugar y fecha de recopilación, nombre y edad del informante, o si se
sabe de la existencia de otras versiones.
Aquí cabe abrir un paréntesis: hemos propuesto en cursos y escritos (1993 en
adelante) concebir a la tradición oral regional como una veta de creación literaria.
Propuesta que de una manera u otra ha coincidido con inquietudes creativas de
escritores locales (Gabriela Riveros, Felipe Montes, Mariana Pérez-Duarte, Gerardo
Ortega).
21
Mientras que en el ámbito de la creación plástica, el taller "La Casa de las
Historias" (Iturbide, N. L.) reelaboró motivos de la oralidad norestense, a mitad de la
década de los noventa; idea que fue difundida por dos pintores regiomontanos
(Jesús Kolly Adem, Damián Ontiveros) en municipios del sur: Hualahuises,
Galeana, Mier y Noriega, Aramberri, Zaragoza.
Sin embargo, nos interesa en primera instancia la tarea descriptiva y crítica de
los materiales, para acceder posteriormente a otros tipos de análisis, por ejemplo:
1. Deslindar las herencias históricas y tradiciones de las que abreva la oralidad
abordada.
2. Especificar la función social que ésta cumple, o cumplió, dentro de la sociedad en
general, o de cierta comunidad en particular.
3. Describir y explicar la dinámica de cambio de dicha tradición oral.
4. Analizar y contextualizar sus componentes (por ejemplo, su vinculación con los
procesos económicos, sociales y de mentalidades, o la comparación de su forma y
contenido con las tradiciones e historias de otros tiempos y otras latitudes).
En consecuencia, una forma efectiva de estudiar la oralidad es recopilando y
sistematizando información que permita -o complemente- determinadas
investigaciones socio históricas y literarias. En nuestro ámbito existen avances,
podemos referir los siguientes: el trabajo de Luis Vázquez en torno a la tradición
popular de Santo Domingo, en San Nicolás de los Garza; la crónica de Antonio
Guerrero sobre costumbres mortuorias de Santa Catarina, y la monografía de
Fernando Garza Quirós acerca de Agapito Treviño "Caballo Blanco"; una
investigación cuyo objeto de estudio es el curanderismo, iniciada por Olimpia Farfán
(Instituto Nacional de Antropología e Historia, INAH), y otra que aborda el
significado de las fiestas fidencistas realizada por José Luis Berlanga, Éric Lara y
César A. Ramírez; asimismo, los trabajos etnomusicológicos del historiador Raúl
García Flores, y una tesis de maestría cuyo eje es la tradición oral de Villa de
Santiago, iniciada por Susana Marroquín Cavazos.
Otra vertiente de estudio puede fundamentarse en el rastreo o selección de
información acerca de un tema específico (estudios de caso), para situar
22
posteriormente el conjunto recopilado en una perspectiva histórica y antropológica;
es decir, intentando acceder a otras perspectivas de conocimiento con base en la
contextualización etnográfica, los estudios comparados, el planteamiento de tesis,
hipótesis y conclusiones. Aquí, es de destacar el especial cuidado que debe
prestarse al detalle y los matices, en las narraciones, para deslindar probables
herencias, influencias y sincretismos.
Esto último es lo que hemos realizado nosotros con la serie de relatos sobre el
venado.
Observaciones
La tradición oral nuevoleonesa articula una red cultural que incluye influencias
europeas (fábulas, diversas creencias católicas, cuentos y leyendas de: sirenas,
duendes, reyes, reinas, moros, Juan Oso); vestigios indígenas mesoamericanos y
aridoamericanos (mitos de origen, nahualismos, referencias de indios y tribus, así
como de seres y fenómenos naturales: piedras, animales, el remolino de viento);
finalmente, probables reminiscencias afromestizas (nociones acerca de brujería,
espíritus, el concepto de sombra).
Desde luego, este patrimonio cultural no es monolítico: la disolución de las
comunidades campesinas tradicionales, los patrones urbanos de trabajo, consumo y
comportamiento, el desarrollo desequilibrado campo-ciudad y la influencia negativa
de los medios masivos, han acelerado su extinción, cambio y adaptación.
Caso singular de adaptación y cambio en nuestras tradiciones orales es la
difusión de rumores, chistes y corridos; en relación a los primeros dos resulta
tentador aventurar una explicación respecto a su vigor y continuidad: la falta de
acceso a medios de información y comunicación confiables o modernos.
Entre menos informados y comunicados, dependemos más de los rumores.
Sucede algo semejante con los chistes: la amargura y la ironía vinculadas a la
crisis económica y social los convierten en una forma de catarsis conocida
popularmente como “la cura”.
23
En lo que concierne al corrido norteño, su tarea lúdica, informativa e
historiográfica aumenta debido a su vínculo con los medios masivos de difusión:
cintas de audio, discos compactos, películas, programas de radio y televisión. Sin
temor a equivocarnos podemos afirmar que, gracias a este género, parte de nuestra
tradición oral se conserva y refuncionaliza en los umbrales del tercer milenio:
Dicen que en Laguna Seca
cuando la gente pasaba
se oían gritos de mujeres
cuando ya el sol se ocultaba
eran aquellas valientes
que ya de muertas penaban.
(A.D.R., corrido "Las tres mujeres").
En villa de Guadalupe
nació Agapito Treviño
de boca en boca lo supe
fue salteador de caminos.
(Julián Garza, corrido "Agapito Treviño").
Adiós capitán fantasma
adiós cárcel de Victoria
esas cárceles ingratas
que conocieron tu historia
si en el infierno estuvieras
te escaparás a la gloria.
(A.D.R., corrido "Capitán fantasma").
Cuando eleves tu mirada
al cielo y al infinito
y veas brillar los astros
mi alma estará contigo
estas fueron las palabras
de aquel viejo arrepentido.
24
(A.D.R., corrido "Viejo arrepentido").
25
Religiosidad popular en Nuevo León
Consideraciones generales
Las creencias religiosas son ideas, representaciones de una realidad mística:
"verdades de fe"; cuando se articulan en el pensamiento colectivo en forma
narrativa se convierten en mitos, entendidos éstos como historias ejemplares y
sagradas que confieren significado y valor a la existencia de las sociedades. A su
vez: los mitos, o el pensamiento mítico, suelen estar vinculados a ritos y
costumbres.
Finalmente, los símbolos religiosos son imágenes y objetos que revelan lo
sagrado, o representan determinadas creencias, mitos, ritos. Los símbolos son
objetos concretos que manifiestan la unidad permanente del hombre con la
sacralidad. Su validez y estructura no quedan comprometidas si algunos ya no los
ven o sólo tienen acceso a ellos mediante un simbolismo infantil:
Pues un simbolismo es independiente del hecho de que se le comprenda o ya no se le
comprenda, conserva su consistencia a despecho de toda degradación y la conserva
incluso una vez olvidado, prueba de ello son esos símbolos prehistóricos cuyo sentido se
ha perdido durante milenios para ser 'redescubiertos' más tarde.12
A las ciencias de la cultura les interesa conocer el pensamiento y
comportamiento que se expresan a través de las anteriores manifestaciones de lo
místico, su influencia en la gente, las herencias históricas de las mismas; así como
las relaciones sociales en que están inmersas.
Consecuentemente: creencias, mitos, ritos, símbolos y sujetos de culto
pueden considerarse documentos religiosos, fuentes para estudios socio-
12 Mircea Eliade, Tratado de historia de las religiones, p. 402.
humanísticos. Pueden ser estudiados y criticados en el mismo sentido que otras
fuentes escritas u orales.13
En esta tesis, consideramos que las historias sobre el venado que
describiremos y analizaremos pueden considerarse mitos degradados de nuestra
religiosidad popular; es decir, historias que han perdido un sentido sagrado y
ejemplar, para devenir en simples anécdotas o versiones de relatos que ya no
confieren significado y valor a la existencia de nuestra sociedad.
Religiosidad popular: Definición y delimitación
La religiosidad popular se concibe como aquel conjunto de creencias, mitos,
prácticas rituales y símbolos que:
1. Se contrapone a la religiosidad institucional; p. ej.: creencias y prácticas
precatólicas -o no cristianas-, el espiritismo, la masonería, diversos tipos de magia,
el satanismo.
2. Complementa a los cultos institucionales u oficiales; p. ej.: el curanderismo y la
brujería, la magia blanca, la creencia en amuletos y la difusión popular de símbolos
religiosos en playeras, canciones y tatuajes.
3. Es una expresión, o componente, de la religiosidad institucional o dominante; p.
ej.: ejemplo: apariciones, milagros, peregrinaciones, devoción a figuras y reliquias
de los santos, las pastorelas.
Una diferencia clave entre religiosidad oficial y religiosidad popular estriba en
la capacidad de poder y control; a la segunda, generalmente no se le reconoce
poder para efectuar sus prácticas. Cuando llega a convertirse en una intermediaria
importante de lo sagrado, es estigmatizada como herejía porque desafía el
monopolio divino de la clase dominante. Así, curanderos, brujas y médiums pueden
tener amplia presencia en algunos sectores; sin embargo, su influencia no puede
13 Cfr. Mircea Eliade, Mito y realidad, pp. 7-27, 28, 43, 147-153.
27
equipararse a la que posee la Iglesia Católica en el conjunto de la población y en
ciertas instituciones del Estado mexicano.
Planteamos lo anterior con el fin de propiciar una reflexión y para reseñar el
sentido de algunos términos utilizados en el desarrollo de nuestro texto.
Fronteras político-temporales en cultura y religión
La mayoría de los componentes históricos y culturales -especialmente los
religiosos- no están delimitados por fronteras político-geográficas o tiempos
específicos.
El panteón romano llegó a tener muchos dioses y motivos de herencia helena,
cultura que a la vez poseía deidades y atributos de origen oriental y/o prehistórico.
Algunos santuarios de España son españoles sólo por su situación estatal moderna;
en un sentido amplio son santuarios europeos, e incluso de la cristiandad. En Asia,
grandes territorios de China y Rusia poseen regiones con población musulmana.
Piénsese, también, en los vestigios europeos precatólicos presentes en la
religiosidad popular americana (duendes, cazos de oro); o en la sobrevivencia, en
grandes urbes del continente americano, de componentes religiosos afromestizos y
precolombinos (vudú, santería, chamanismo).
Finalmente, recuérdese que la Iglesia del Peyote estadounidense tiene su
origen en el culto que le rendían a esta cactácea los aborígenes del norte de
México. En contraparte, para nadie es un secreto que buena parte de las sectas
protestantes que operan en territorio nacional son originarias del vecino país.
Esta ruptura de fronteras a partir de variables culturales se da también en
nuestro espacio regional y es la que nos permite contextualizar creencias y tradición
oral de Nuevo León, en relación con las historias y religiosidad de otros ámbitos:
entidades federativas, países, continentes. Sumamos de tal manera lo local y lo
externo, porque la historia y la cultura forman parte de ámbitos internacionales:
28
deben serlo también las investigaciones sobre sus componentes. En los estudios
socio-humanísticos la globalización no es un proceso nuevo.
Observaciones
Es preciso puntualizar que los datos y manifestaciones externas de la religión, como
el ciclo ritual (las benditas fiestas), las figuras de culto (dioses, vírgenes, santos), y
los "intermediarios divinos" (sacerdotes, curanderos), no conforman por sí mismos
el conjunto de la religiosidad popular. Esta última, como cualquier sistema de
creencias y prácticas, implica dar cuenta y razón de las cosas del mundo (una
filosofía), así como la fe y el espíritu de los hombres en sus manifestaciones
psicológicas y externas; es decir, lo que concierne a deseos, miedos, esperanzas y
aspiraciones humanas, roles sociales: cualidades de la vida cotidiana y personal.
La única forma de acceder a dicho universo es mediante un encuentro, un
diálogo reflexivo con las personas implicadas: con el "otro", ya sea campesino,
católico, testigo de Jehová, académico, joven urbano, extranjero. En nuestro ser es
preciso tener la condición esencial para comprender y tolerar diferentes visiones del
mundo; a fin de cuentas, este encuentro forma parte de un diálogo con parte de
nosotros mismos.
En este sentido, nos enfrentamos con un problema: a nivel regional existen
pocos estudios históricos y antropológicos que permitan una lectura diferente y
repensada de la vida religiosa: de parte fundamental de nuestra cultura.14 En este
caso -como en otros de estudios culturales y reflexión social- nos hallamos frente a
páginas en construcción.
Por las anteriores razones esperamos que la temática, descripción e ideas de
este escrito tengan suficiente fuerza para propiciar un encuentro y un diálogo; tanto
14 Cfr.: Carlos Valdés, La gente del mezquite; Luis Vázquez, op, cit., Antonio Guerrero, Los pueblos de las cruces.
29
con la gente a la que se habla (y de la que se habla), como con los estudiosos de
otras tradiciones e interesados en la materia.15
15 Passim. Wilfred Cantwell, "La religión comparada: ¿A dónde y por qué?", y Ernst Benz, "Sobre la comprensión de las religiones no cristianas", en: Mircea Eliade y Joseph M. Kitagawa, Metodología de la historia de las religiones, pp. 53-85, y 148-166.
30
Introducción a las herencias de las tribus recolectoras cazadoras en la
tradición oral del Noreste de México *
Las primeras etnias de la región
Los aborígenes de la zona eran recolectores cazadores, profundos conocedores del
terreno del cual dependían; sin un desarrollo técnico especializado y sin
jerarquización sociopolítica y religiosa importantes. En la antropología, este tipo de
sociedades suelen ser clasificadas como culturas arcaicas, primitivas, o sociedades
de bandas; aunque, en nuestro caso, desde la época colonial son conocidas como
tribus o naciones; ejemplos notables de estas últimas fueron la coahuilteca, borrada
(rayada) y la tamaulipeca.
Ahora bien, según la perspectiva de estudio, las etnias originarias han sido
denominadas en la literatura histórica y antropológica regional como: "culturas del
desierto", "culturas del peyote", "chichimecas del Noreste", "gente del mezquite",
"indios del delta del Río Bravo", "sociedades protohistóricas".16
Los documentos e historiografía coloniales generalmente refieren a estos
tribeños como chichimecas; el término es de herencia náhuatl y suele traducirse
como “hijos de los perros”, o “chupadores de sangre”; nombre despectivo que
aplicaban los aztecas a los naturales del norte de su territorio. Posteriormente, los
conquistadores ibéricos retomaron el vocablo para delimitar el septentrión de la
Nueva España: la Gran Chichimeca, así como a sus habitantes nativos.
Hasta tiempo muy reciente se ha cuestionado el uso del vocablo para
denominar a esta gente; se argumenta que la palabra "chichimeco" esconde el
nombre propio y particular de cientos de pueblos aridoamericanos.
*Una versión anterior de este texto se publicó en: Cristóbal López (coordinador), Contar, cantar, creer: Historia y cultura en un pueblo del Noreste de México: Hualahuises, N. L., pp. 127-138. 16 Le Clézio, J.M.G. El sueño mexicano o el pensamiento interrumpido, Philip W. Powell, La Guerra Chichimeca 1550-1600; González Quintanilla, Fernando, Itoloca (la tradición); Raúl García, ¡Puro mitote! La música, el canto y la danza entre los chichimecas del Noreste; Martín Salinas, Indians of the Rio Grande Delta; Carlos Manuel Valdés, La gente del mezquite; Moisés Valadez Moreno, La arquelogía de Nuevo León y el Noreste, Marie-Areti Hers, José Luis Mirafuentes Galván, María de los Dolores Soto, Miguel Vallebueno (editores), Nómadas y sedentarios en el norte de México, Francesca Gargallo, La decisión del capitán.
31
Esto último es cierto, pero también es verdad que en variedad de
documentos se afirma que los aborígenes ostentan el nombre "meco" como señal
de identidad; lo cual indica que se generalizó entre dichos pueblos el mote
despectivo utilizado por el sedentario.
Nosotros, a lo largo de nuestro trabajo, trataremos de evitar la denominación
genérica de herencia náhuatl de estas sociedades arcaicas; cuando no sea posible
citar un nombre específico de las etnias referidas (propio o impuesto), utilizaremos
el término "tribeños", "aborígenes" o "recolectores cazadores".
Fuentes para el estudio de los aborígenes
Para conocer y comprender los diversos componentes históricos de los aborígenes
nómadas o seminómadas del Noreste se precisan cuidado y paciencia, porque
dichas etnias no dejaron documentos escritos propios; es decir, no tenemos la voz o
testimonio directo de su forma de vida económica, política, social y ritual. Ni antes
de la Conquista, ni una vez consumada ésta.
Como sabemos, en el actual Noreste mexicano no hubo códices o libros
sagrados como el Popol Vuh; tampoco indios que escribieran o “reescribieran” la
historia, o parte de la historia de su pueblo. Mucho menos quedan en Nuevo León
grupos diferenciados étnicamente de la población mestiza, como sí sucede en otros
estados del norte del país; por ejemplo, pames en San Luis Potosí, tarahumaras en
Chihuahua, tepehuanos en Durango, yaquis y seris en Sonora.
Hasta la fecha, las fuentes más importantes e inmediatas que tenemos para
estudiar la historia y cultura del aborigen en nuestra región son: los sitios
arqueológicos: entierros, refugios, sitios de ocupación, materiales diversos, así
como pinturas rupestres y petrograbados; además, los documentos de la época
colonial: crónicas, informes (eclesiásticos, administrativos, militares),
correspondencias, procesos judiciales, descripciones de viajes; también, la
tradición oral de nuestro pueblo y ciertos componentes de la cultura campesina de
32
la región (algunos patrones de aprovechamiento del medio ambiente, ciertas
costumbres y hasta símbolos).
En suma, materiales de biblioteca y de archivo, así como componentes
concretos de nuestra vida cotidiana.
Etnohistoria, historia de las mentalidades
En un primer acercamiento etnohistórico a las fuentes del periodo colonial es
posible entrever que aparte del estado de guerra constante entre algunas tribus y
los colonos, existió también desde los primeros años una -por lo general cruenta-
incorporación del indio nómada y seminómada a los componentes socioeconómicos
y culturales traídos por los segundos.
El indio se incorporó a dichos componentes al servir como guía, intérprete,
artesano y tropa de apoyo; pero principalmente a través de su utilización como
fuerza de trabajo esclava o semiesclava y mediante el proceso evangelizador.
Por lo tanto, la utilización del indígena como fuerza de trabajo y los intentos de
conversión del mismo (muy a menudo de la mano) se presentan, en un primer
acercamiento al tema, como los principales componentes de un amplio mestizaje
entre el indio nativo y el colono.
Además, el trabajo etnohistórico de base nos permite realizar un rastreo de
componentes culturales heredados a nuestras comunidades mestizas por lo
aborígenes recolectores cazadores.17 Esta arqueología cultural en la tradición oral
norestense es posible si tomamos en cuenta que lo que más tarda en cambiar
dentro de los procesos históricos es la mentalidad: las estructuras mentales que
consisten en creencias, temores, reflejos y, sobre todo, las estructuras mentales
mágico-religiosas, suelen sobrevivir por siglos a los cambios históricos materiales
externos, como guerras, invasiones, cambios en las relaciones de producción y
movimientos político-sociales. En el peor de los casos, las costumbres y creencias
17 Juan Manuel Pérez y José Antonio Pérez (compiladores), La etnohistoria en Mesoamérica y los Andes.
33
sufren modificaciones, alteraciones o sincretismos con otras estructuras mentales:
diferentes costumbres, diferentes creencias. Rara vez desaparecen sin dejar
huella:
En esta orientación hacia el hombre cotidiano, la etnología histórica conduce
naturalmente al estudio de las mentalidades, consideradas como ‘lo que cambia menos’ en
la evolución histórica. Y entonces, en el corazón mismo de las sociedades industriales, se
manifiesta fulgurante el arcaísmo desde el momento en que uno escruta la psicología y la
conducta colectivas. Desfase de lo mental que obliga al historiador a hacerse etnólogo.
Pero se trata de algo mental que no se pierde en la noche de los tiempos. Los sistemas
mentales pueden fecharse históricamente aun cuando arrastren consigo restos de
arqueocivilizaciones.18
En muchas ocasiones basta un corpus de observaciones, historias orales y
creencias, para rastrear, conocer o imaginar la cotidianidad de una cultura pasada
(producción, organización, cosmovisión).19 Aquí es necesario un deslinde: el hecho
de que manejemos esta propuesta sobre la evolución “lenta” de las mentalidades no
quiere decir que tengamos una visión estática acerca de las sociedades estudiadas.
Tampoco negamos la importancia y necesidad de -cuando menos- esbozar un
esquema histórico comparativo entre las relaciones sociales de producción de los
tribeños nómadas y las relaciones sociales de producción existentes en algunas de
nuestras comunidades rurales actuales. De hecho, nuestra hipótesis acerca de las
herencias aborígenes en la tradición oral nació -a la par que la información de las
entrevistas- de la observación de ciclos de recolección practicados aún por familias
del área rural; por ejemplo, el de las flores de palma. Esto lo profundizamos en el
capítulo tres.
18 Jacques Le Goff, Lo maravilloso y lo cotidiano en el occidente medieval, p. 140.19Passim. Mircea Eliade, Tratado de historia de las religiones, pp. 25-56; Cfr.: Vladimir Propp, Raíces históricas del cuento; George M. Foster, Cultura y conquista, la herencia española de América; Alfredo López Austin, Los mitos del tlacuache; Robert Darnton, La gran matanza de gatos y otros episodios en la historia de la cultura francesa; Carlo Ginzburg, Historia nocturna; Adolfo Guilly, Subcomandante Marcos, Carlo Ginzburg, Discusión sobre la historia; Jean-Claude Schmitt, La herejía del Santo Lebrel: Guinefort, curandero de niños desde el siglo XIII.
34
En fin, nuestro planteamiento es que es posible realizar una muestra básica y
coherente de la tradición oral de herencia indígena en Nuevo León, la cual nos
hemos permitido agrupar inicialmente en dos categorías generales:
a).-Primaria o directa: en la que se hace referencia específica a indios; ya sea por
historias cortas, anécdotas, leyendas, memoratas, cuentos o rumores.
b).-Secundaria o comparativa-deductiva: aquí tienen cabida las creencias e
historias sobre animales, plantas, piedras y fenómenos atmosféricos, las cuales, sin
mencionar directamente al aborigen, nos llevan a la conclusión de un origen
indígena mediante el análisis comparativo con las fuentes coloniales regionales o
con culturas de otras regiones: españolas, mesoamericanas, de otros espacios
aridoamericanos, e incluso, culturas arcaicas de otras áreas del mundo.
Desde luego que el estudio de estos materiales precisa de un cuidado
especial en el análisis de sus cambios e influencias; es obvio que al hablar de
herencias de los recolectores cazadores en la tradición oral no planteamos la
permanencia inmutable -a través del tiempo y del espacio- de dichas herencias
culturales. Tanto en la tradición oral primaria como en la secundaria apreciamos
cuatro influencias importantes:
1. La cultura de los colonos ibéricos, afromestizos y mesoamericanos llegados
durante la Colonia al actual Nuevo León.
2. La cultura de los indios de las grandes llanuras norteamericanas, los cuales
empezaron a incursionar a gran escala en la región desde el siglo XVIII.
3. Las corrientes migratorias de otras partes del país y del extranjero en los dos
últimos siglos.
4. La influencia de la palabra impresa y los medios masivos de comunicación.
Las parlas de los recolectores cazadores del Noreste de México
35
Los de la jurisdicción de Linares todos se fueron; los que tuvieron estabilidad fueron don Carlos
y don Ildefonso Saldaña. En esta ocasión conocí al indio cantor del pueblo de San Cristóbal
que también fue de soldado auxiliar; muy experto en las lenguas de todas estas naciones y era
voz común que todas las entendía.
Hermenejildo Sánchez, Crónica del Nuevo Santander (Tamaulipas), 1761
Como contexto y punto de partida de nuestro objeto de estudio es preciso recordar
que los orígenes de la literatura y de la historia son orales: cantados, recitados o
contados. Sabemos, por ejemplo, que los versos homéricos se cantaban mucho
antes de que formaran parte de esos clásicos literarios llamados La iliada y La
odisea; lo mismo pasaba con la historia-poesía del norte europeo, la cual todavía
hacia el año 1000 era divulgada por bardos anónimos que fueron sustituidos más
tarde por “hombres de letras” (los cuales escribieron para el futuro lo que era del
dominio popular).
La misma cultura mesoamericana tenía entre sus formas de educación y
memoria histórica a la tradición oral.
Las denominadas culturas primitivas o arcaicas -como las de los nativos de la
región- tenían también, dentro de sus medios básicos de comunicación, la
costumbre de contar, de relatar, lo que ahora nosotros conocemos como historias,
tradición oral o narrativa tradicional:
La tecnología simple y la falta de especialización en las sociedades cazadoras-
recolectoras impide evidentemente el desarrollo de muchas formas artísticas. Las formas
del arte literario se hallan completamente ausentes, naturalmente, y la música instrumental
se halla restringida a rudos ritmos de una clase o de otra. Exceptuando el uso esporádico
de dibujos y esculturas simples, la expresión artística se reduce a las formas que no
requieren "herramientas". Estas formas son predominantemente la tradición oral,
particularmente la mitología, acompañada de canto, danza y drama ritual.
La falta de complejidad en la sociedad significa que la expresión artística no se halla
confinada a unos pocos especialistas ni es de intención esotérica. Es "arte del pueblo",
36
porque todo el mundo puede apreciarlo e incluso participar en él, y porque significa lo
mismo para todos. 20
Acentuando y especificando esta característica de las sociedades nómadas y
seminómadas, se puede comprender que:
los jóvenes no sólo aprendían técnicas útiles sino también la historia y las leyendas de su
cultura por medio de los cuentos e instrucciones que la gente mayor les contaba. La
tradición oral o la narración de cuentos es sumamente importante dentro de sociedades
que no tienen un lenguaje escrito.21
Aquí conviene aclarar que la tradición oral no es la única forma de
comunicación en las sociedades recolectoras cazadores; la lectura etnohistórica de
las fuentes coloniales evidencia que los aborígenes del Noreste contaron también
con un lenguaje franco de señas, la imitación de animales y pájaros silvestres, así
como señales de humo.
Pero en fin, lo que nos interesa remarcar es que hay suficientes documentos
acerca de la importancia de la tradición e historia oral entre las primeras etnias; de
hecho, buena parte de la información etnográfica que poseemos sobre estos grupos
ha sido recopilada y transcrita por los cronistas a partir de testimonios orales:
Yendo yo con una compañía, por el mes de agosto del año de mil seiscientos y cuarenta
y tres, desde la villa de Cerralvo al descubrimiento de una salina, a quien llamamos San
Lorenzo, por haberlo hecho un día antes de su festividad; iba por lengua [guía, traductor]
un indio llamado Martinilllo, de nación cataara, que había andado toda aquella tierra y
comunicado con los indios que están, pasando el río; que en aquella parte conserva el
nombre de San Juan.
Me dijo delante de todos los compañeros: "Señor, si hallamos las salinas, volveremos por
aquellos bosques que acullá parecen, y verás un ojito de agua pequeño; que siempre está
lleno y no corre, ni crece, ni mengua, ni se le halla fondo. Y en su bordo está una macolla
20 Elman R. Service, Los cazadores, p. 89.21 Ibid., p. 89.
37
de trigo de Castilla, que espiga y grana; y aunque los indios la cortan, siempre sale y jamás
falta. Y cerca del ojo de agua está una piedra grande y dura; a la cual, oí a los viejos
antiguos que su mayores les decían, venía algunas veces un hombre de buen rostro, y
mozo, y les decía muchas cosas buenas; y les estaba un rato hablando; y después se iba.
Y que cuando ya no aparecía, venía otro hombre muy feo, pintado como ellos; y les decía
que no creyesen lo que aquél les decía; que era un embustero. Y que con esto, en
volviendo el otro, estaba triste y hacía su plática y se iba con poco fruto. Y visto no le
querían seguir, se fue de una vez y dejó la estampa de los dos pies en la piedra donde se
paraba y que hasta ahora está así".22
Este tipo de testimonios orales nos muestran –entre otras cosas- que la
comunicación “cara a cara” era una ventaja y necesidad táctica para el nativo:
Entre estos bárbaros hay algunos, aunque muy contados, que hablan el castellano con
tanta perfección que se usa en aquellos países, y habiendo dado con uno abrí con él un
interrogatorio bastante largo sobre su origen, sus usos, sus idiomas y otras cosas; a todo
me contestó con ilación y sin tropiezo, y en cuanto a la variedad de las lenguas se me
explicó en estos términos u otros equivalentes: "nuestra desgracia consiste en que no
todos hablamos un mismo idioma y por eso sólo, sin otra razón, nos peleamos tantas
veces. Los que hablamos una sola lengua, rara vez nos peleamos, y si todos los que hay
en la sierra fueran así, seguro está que estuviéramos en misiones, ni nos trataran como
nos tratan. En un principio éramos muchos, siempre repartidos y divididos, sin podernos
juntar jamás para defendernos, porque como no nos entendíamos, no era posible que nos
acordáramos como necesitábamos"; visto que se explicaba, al parecer, con tanta cordura,
22 Alonso de León, Historia de Nuevo León con noticias sobre Coahuila, Tamaulipas, Texas y Nuevo México, pp. 14-15; de León cita el viaje de Cabeza de Vaca y sus compañeros “por buena regla de cosmografía”, para intentar explicar la aparición del “hombre de buen rostro, y mozo”, a los indios; en las primeras páginas del texto Monterrey en la historia y en la leyenda, el historiador Vitto Alessio Robles explica también el pasaje transcrito en función del probable paso de Alvar Núñez por el norte de la entidad. Sin embargo, parece más verosímil que el mismo estuviera inserto -originalmente- dentro de alguna explicación cosmogónica o actividad ritual de los grupos nativos; esta última es la interpretación que también realiza del pasaje un antropólogo del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH): “En la iconografía de Nuevo León existen diferentes representaciones de pies que, de acuerdo al relato puede tratarse de algún personaje o shaman que era relacionado con una manera correcta e incorrecta de proceder o comportarse al interior de la comunidad o sea patrones de conducta reconocidos por los grupos locales”, Moisés Valadez Moreno, “Datos etnohistóricos y etnográficos de las sociedades indígenas que habitaron en Nuevo León”, en Deslinde, enero-junio, 1993, números 39-40, p. 129. En la tradición oral de pueblos como General Terán, N. L., se refería, en la década de 1980, la existencia de una roca con dos pies humanos de tamaño natural plasmados en la superficie; dichas improntas eran referidas con cierta admiración y misterio, debido a que no se sabía ¿recordaba? su origen y forma de realización.
38
le pregunté ¿si no había alguno o algunos en las naciones, que supiera la lengua de los
otros?
"Suele haber algunos", me respondió, "que se van por una temporada a las naciones
amigas, para aprender la lengua que se parece a la suya, porque ya sabemos que siempre
que alguna nación tiene lengua semejante a otra, se hacen amigas las dos y cuando se
ofrece se juntan; pero los pisones, verbigracia, y los janambres, que en nada se parecen a
nosotros, siempre han estado enemigos, salvo ahora que ya los janambres son pocos y
por eso puede que se junten con otros"; el dicho indio de quien hablo era mariguan, gentil,
de buena figura, de talento despejado, como se ve en el discurso y de condición algo dura,
pero sin haberse querido bautizar estaba agregado a la misión de Horcasitas.23
De una manera más específica, tenemos la certeza de que el indio natural de la
región preservaba parte de su cosmovisión y de su memoria histórica a través de la
tradición oral, al mismo tiempo que ésta formaba parte central de su vida social y
ritual:
Sucedió en una labor hacia el reino de León, que el dueño de ella delante de unos
indios se quejase del año, que había sido estéril por falta de aguas, y que las milpas o
siembras se perdian sin remedio: y oyendo la conversación un indio viejo que parecia mas
político, le respondió estos desatinos: -"Has de saber, señor, que dicen los viejos de mi
nación que ya no tendremos buenos años de aguas, y que no ha de llover en forma,
porque ha sucedido una grande desgracia en el cielo." -Riose el español del disparate, y
para reirse mas, le preguntó, ¿que infortunio habia sucedido en el cielo, de que no habia
noticia en la tierra? Y como si refiriera una nueva sabida por cartas muy seguras,
respondió el indio: -"Señor, ya hace muchos años, segun dicen nuestros mayores, que el
llover corria por cuenta de un viejo, tan discreto y cuidadoso de enviar las aguas a su
tiempo, que no dejaba parte de la tierra que no regase, porque tenia toda providencia y
disposicion en su ministerio, y mientras él vivió nunca se esperimentaron faltas, antes
cuidaba de los sembrados, y todo tenia bien dispuesto; pero murió el viejo los dias
pasados, y dejó el oficio de llover a hijo un suyo, mozo y sin esperiencia, el cual como
23 Vicente de Santa María, Relación histórica de la colonia del Nuevo Santander, pp. 101-102. La misión referida es le de San Francisco Xavier de Horcasitas, establecida en 1748 por religiosos del Colegio de la Santa Cruz de Querétero junto al sur del río San Gabriel (luego conocido como San Javier), en territorio texano. Cfr. Kathleen Kirk Gilmore, "San Francisco Xavier de Horcasitas Mission", en: The Handbook of Texas Online, www.tsha.utexas.edu, 26-V-01.
39
nuevo en el oficio y poco diestro, no sabe llover parejo, sino a mangas, ni enviar las aguas
cuando la tierra las necesita y por eso se esperimentan tantas esterilidades en estos
tiempos." -Todos esos desatinos causaron risa al español que le oia, y procurándole sacar
de tan bárbaro pensamiento con razones cristianas y políticas, se quedó en sus trece el
indio, diciendo que asi lo decian sus mayores y sus viejos, cuyo dicho para ellos les
engendra un asento indelebe, como carácter que nunca se les borra de la memoria.24
Se juntan muchos a estos bailes, que comienza por lo regular un indio viejo que refiere
en tono bajo allí todos los sucesos que de anterior han tenido; las muertes de todos sus
amigos y allegados, todo esto en su idioma y lenguaje de ellos; y los indios e indias que
atentamente están oyendo todo aquello comienzan a llorar y las indias a incitarlos que
vayan a tomar venganza de aquellos compañeros que les han muerto.25
Y es lo más corriente, porque a las indias viejas y no viejas les ocurre encender el fuego
de la venganza por alguno de sus caprichos. Estas, en el discurso de toda una noche, o
dos, o tres, si es necesario, se toman la ocupación de estar llorando a gritos, alternándose
por horas, según el orden de su edad, y entre sus ayes, gemidos y lamentos, mezclan la
historia de sus desgracias, la muerte de los suyos y las escaseces que han padecido,
originadas por aquellos a quienes quieren que se les haga la guerra. Serán, en efecto,
sobradamente expresivas e insinuantes estas exhortaciones y arengas femeninas que en
el silencio de la noche oscura y a la luz amortiguada de una hoguera, penetran sin
interrupción los oídos y hacen fermentar más y más en estos campeones salvajes el
espíritu de su venganza.26
Finalmente, dos testimonios evidencian que la tradición oral se manifiesta,
primero, como información para el cronista y medio de control social y, segundo,
como parte vital de la vida cotidiana de indios y mestizos; como medio importante
de aculturación:
Pero es preciso dar algún asenso y crédito a sus parlas que siguiendolas digo que
también me contó Antonio Lorenzo, en fines del año de 82 que fuimos a darles a los indios
24 Joseph Arlégui, Crónica de la provincia de NPS Francisco de Zacatecas, pp. 151-152.25 José Hermenegildo Sánchez, Crónica del Nuevo Santander, p.76.26 Vicente de Santa María, op. cit., pp. 122-123.
40
de Croix de orden del señor gobernador don Diego de Lazaga, en una junta, baile y convite
que tenían con los indios del Picacho, lo siguiente, dijo el indio: "que el motivo que tuvieron
para pedir la paz y no levantarse ya fue por una visión que tuvieron allí todos los indios,
porque se hallaron tan absortos de ver a una mujer que les andaba echando ceniza en los
ojos". Esto dijeron los indios, y los soldados declaran y dicen que fue un neblinazo que se
les soltó luego que les dieron a los indios el albazo [ataque]; que no se distinguían ni unos
ni otros, que los indios disparaban sus flechas y ellos sus balas y ni unos ni otros se
ofendían; y así en este avance estuvieron desde que rompió el día hasta las 11 poco más
o menos hasta que pidieron la paz que se les dio con mucho gusto; pero fue tanto el
asombro y confusión que les causó esta visión dicha a los indios y en particular al capitán
de ellos, que luego pidieron misión y les promulgó una ley que a él y a todos sus sucesores
les comprendía de que cualquiera de ellos que se revelara a la sierra lo seguiría él mismo
y lo traería a la misión, con pena de la vida el que no lo ejecutara. Esta ley o estatuto los
ha tenido en quietud desde ese tiempo hasta el día presente; y fue en el año de 1766 esta
paz de estos indios siguillones.27
Son muy especiales en sus parlas y como también en las campañas y juntas que
hacíamos con ellos cuando ya se pacificaban y nos ayudaban a darles a otros. Donde nos
emboscábamos, para divertirse los soldados unos se aplicaban a la diversión del naipe,
otros al palillo o a otras diversiones. Yo me divertía mucho con ellos mismos en sus parlas
de las cuales referiré algunas que hacen al caso en cuanto a la pacificación de ellos y el
motivo de no haberse otra vez levantado, y estos fueron Manuel Guadalajara, José
Cristóbal y Antonio Lorenzo y otros que no tengo presentes sus nombres. Estos se han
sucedido en el gobierno y han sido capitanes en su misión de la boca de San Felipe que
hoy ya allí mismo tienen su pueblo y por su patrono a San Pedro Alcántara.28
El jinete muestra huellas de mil tropiezos y afanesdurmió bajo las estrellas cazó con los gavilanes.
Y aún porta la eleganciay aunque vive en la pobrezaes hombre de palabra
27 José Hermenegildo Sánchez, op. cit., p. 122.28 Ibid., pp. 116-117.
41
rey de la naturaleza.
Platica el viejo con calmala vida es perder y ganary el único pobre del mundo es el que no supo amar.
Dios nos dio los animalespara nuestro bienestary aunque comamos su carnehay que saberlos cuidar.-Armando Salazar-Joe Mascorro, corrido “El rey de la naturaleza”-
Déjeme decirle porque nosotros -este- ¡pos sí lo mataba uno! ¿Verdad? Porque... porque vamos a decir que ¡pos es carne comible!; pero... sí son sagrados.
Los venados son sagrados: porque Dios así impuso; y -este- como ellos no son bravos: no son nada de eso; tienen los ojos muy bonitos: muy bonitos; y tienen la pielecita bien simpática, bien bonita, con un... las... los ve uno alisándolos ¡Bien chulos que son! (...)
Porque yo estaba en la sierra, viviendo en la sierra, y allí mataban los animales, los venados, y ahí los destazábamos, y allí hacíamos mucha carne.
No, yo la pasé muy feliz...-Isidra Maldonado Guerrero, 79 años,
Hualahuises, N. L. 1993-
CAPÍTULO 3
NOTAS SOBRE APROVECHAMIENTO DEL MEDIO AMBIENTE NORESTENSE:
RECONOCIMIENTO DEL TERRENO, INICIO DE LA CACERÍA
Bajo el cielo gris
42
yo miro pasar el tiempo
vuela el pensamiento
y me pongo a recordar
que en este lugar
de hierro y de cemento
era un campo
y ahora es la ciudad.
-A.D.R., canción “Cielo gris”-
Hace mucho, antes de que la ecología se convirtiera en bandera de movimientos
ciudadanos y una suerte de moda, la gente del área rural conservaba cierto
equilibrio con el medio ambiente. Esto por una razón práctica: su bienestar. El
hombre y la mujer de campo sabían que la naturaleza no debía alterarse
negativamente porque esto acarreaba daños a su forma de subsistir. Dependían
estrechamente del ecosistema que los rodeaba. Formaba parte de su vida material
y espiritual.
En los viejos tiempos, esta relación pueblo-natura era más estrecha. Los
hombres y mujeres de la región practicaron desde tiempos arcaicos la caza y la
recolección intensiva de ciertas especies: experimentación que los convirtió en
conocedores profundos del entorno sobre el cual se desarrollaban:
En el Noreste habitaban diferentes grupos de chichimecas que vivían de la caza y
recolección, se procuraban alimento con lo que el medio les ofrecía. Podemos hablar de
dos grandes tipos de alimentos: frutas en verano y raíces en invierno, complementados
con la caza de venado, conejo, guajolote silvestre, tejones, víboras, tlacuaches, jabalí,
roedores y donde se podía, peces, anfibios y mariscos.29
Las reconstrucciones históricas del aprovechamiento del medio nos permiten
ser más específicos en este punto de la vida indígena. En un modelo de movilidad
de los recolectores cazadores siguiendo la oferta de alimentos brindados por la
29 Gabriela Márquez, "La alimentación chichimeca y sus pervivencias", en IX Jornadas sobre la identidad de la cultura norestense, sobrevivencia de la cultura chichimeca en la cultura regional.
43
tierra en un ámbito tipo oasis (desierto-ciénagas-sierra), podemos inferir que de
primavera a verano la dieta básica consistía en: flor de palma, conejo, tortuga de
agua, flor de nopal, tuna, nopalito, gusanos, hormigas, tarántulas, serpientes, perrito
llanero, aguamiel; el ciclo veraniego brindaría especialmente: mezquite en múltiples
presentaciones (fresco, seco, en pinole, en pan, en licor), peyote, roedores, pecarí,
venado, quelite, quiote de maguey, sal-ceniza, tortuga de tierra, tlacuache,
chachalaca-codorniz, raíz de maguey, berro, verdolaga; mientras que durante la
temporada otoño-invierno la canasta básica se compondría por: miel de abeja, chile
del monte, dátil, orégano, semilla de pasto, aguamiel, barbacoa, mezcal, piñón, raíz
de tule, guacamaya, chachalaca, bellota; finalmente, en el período con mayores
penurias alimenticias del ciclo, el de invierno-primavera, las opciones solían
limitarse a: culebra acuática, pato, peces, guajolote, pan de mezquite, pan de
bellota, mezquite con huesos, bagazo de mezcal.
El anterior modelo ideal, desde luego, tendría ajustes dependiendo de la
microregión, aunque también es cierto que en tiempos de hambre las tribus
consumían pedazos de piel, huesos molidos, pencas de maguey y hasta cortezas.30
Posteriormente, el advenimiento de la agricultura y de la ganadería alteró
(dependiendo de los grupos étnicos y de las microregiones) este modelo de
conocimiento y aprovechamiento. En variedad de sitios, la llegada de colonos
sedentarios desplazó poco a poco la vida nómada. El cambio paulatino en el uso del
suelo y las aguas socavó la base económica y cultural de las tribus. La llegada de
plantas cultivadas y animales domésticos disminuyó el radio de acción que tenía el
aborigen para cazar y recolectar, así como la diversidad de especies nativas; por lo
tanto, las nuevas actividades productivas fueron componentes importantes del
etnocidio a que se vieron sometidas muchas tribus: Una suerte de guerra biológica.
30 Carlos Manuel Valdés, La gente del mezquite, p. 71, cfr.: Martín Salinas, Indians of the Rio Grande Delta, pp. 7-13, 115-121; W. W. Newcomb, Jr. The indians of Texas, pp. 30, 39-44. Para una consulta exhaustiva sobre el tema del aprovechamiento biótico del medio que realizaban los nativos del Noreste (especies, subespecies, nombre común y científico, evidencia arqueológica, etnohistoria) cfr.: Moisés Valadez, La arqueología de Nuevo León, pp. 58-82, 191-210.
44
La ganadería fue especialmente dañina. Debido esencialmente a limitaciones
climatológicas: bajo, errático y mal distribuido régimen de lluvias, con variaciones
extremosas de temperatura; así como a la escasez de recursos hidráulicos
superficiales y de subsuelo, la mayor parte de las tierras del Noreste (más del 85%)
se han venido utilizando desde su colonización para la crianza y reproducción de
ganado doméstico: bovinos, caprinos y ovinos, mediante el uso extensivo de sus
tierras: matorrales xerófilos en la Planicie Costera del Golfo, bosques de coníferas
Pinus spp y encinos Quercus spp. en la Sierra Madre Oriental y matorrales xerófilos
en el Altiplano Mexicano.31
Sin embargo, en algunos casos se dio un proceso inverso (aunque solo
coyunturalmente) al de ecocidio y etnocidio: tribus rebeldes o asimiladas que
aprovecharon la llegada de nuevas especies vegetales y animales para
incorporarlas como fuentes de nutrientes o medios de transporte; caso extremo es
el de las bandas de indios rebeldes que pronto sumaron el ganado mayor y menor a
sus fuentes de alimento, cultura e intercambios: casi al mismo tiempo que
incorporaron los equinos a sus estrategias de guerra.
Hay muchos informes sobre esta adaptación de la agricultura y la ganadería
sin la pérdida del patrón de caza y recolección, tanto en las haciendas y pueblos,
como en las misiones. Así, a los aborígenes de las misiones y de los ranchos a
menudo se les permitía -y hasta se les conminaba- excursionar en el páramo
circundante para complementar su dieta; ya fuera en tiempo de mal abastecimiento
en los poblados, o en épocas de abundancia en el monte:
Los lazos con la naturaleza nunca se rompieron, lo indios podían seguir cazando y
pescando y las mujeres cada día salían a pasear por el campo a la caída del sol para
comer frutas y raíces silvestres.32
31 Jorge Gabriel Villarreal, Venado cola blanca, manejo y aprovechamiento cinegético, p. 25.
32 Marion Alphonse Abig, O.F.M. The Alamo Chain of Missions, p. 19, en: María Esther Domínguez, San Antonio, Tejas, en la Época Colonial (1718-1821), p. 50.
45
En una visita de Juan de Zavala, en 1653, a las jurisdicciones de Monterrey,
Villa de Cadereyta y Valle de las Salinas para verificar el tratamiento a los indios, se
refiere en tres sitios distintos (Hacienda de los Nogales, Monterrey, Hacienda de
Santa Catalina, Hacienda de la Pesquería) cómo se les permitía a los nativos visitar
sus rancherías en tiempo de la tuna y el mezquite, para posteriormente regresar
durante las cosecha de trigo y maíz. En la Hacienda de los Nogales, propiedad de
Mónica Rodríguez y jurisdicción de Monterrey, señala el visitador que la referida:
“... dijo no tener ningunos indios naboríos y manifiesta las encomiendas de los indios
camahanes y anayguaras y amipianes, cuyos capitanes estando ausentes con dos indios
de nación tepeguanes que solos han quedado de la encomienda dellos con el capitán de la
nación guaripal llamado caraguinguaras (...) por medio del intérprete de esta visita les fue
preguntado... respondieron estar contentos mediante el buen tratamiento que su amo les
hace así en su comida como en su vestido y que todos los días delante de la cruz les
enseñan rezar mediante a lo cual muchos dellos son cristianos y está casados según la
orden de la Santa Madre Iglesia; y por lo bien que su amo los hace con ellos permanecen
en esta hacienda y en la que tiene que llaman la Boquilla, en sus casas sin irse a sus
rancherías si no es algunos bozales al tiempo de sus cosechas en la tuna y el mezquite y
que cuando es tiempo de la cosecha de trigo y maíces vuelven”.33
En el sureste de Texas podemos encontrar un patrón semejante poco más de
un siglo después, por ejemplo, en la misión del Rosario se dice sobre los nativos:
En los montes se mantienen y sustentan con caballos, mulas, yeguas, venados, que hay
muchos, cíbolos que abundan, osos, berrendos, jabalíes, conejos, liebres, ratas, lirones y
otros cuadrúpedos, con culebras, víboras, con volátiles, guajolotes, ánsares, patos,
gallinas, perdices, grullas, codornices y otras aves que hay en la playa y en las orillas y
márgenes de los ríos, con pescado de todas calidades, que abunda mucho. En la Misión,
con toros o vacas y se les da maíz, que lo cuecen para comerlo.34
33 Visita de Juan de Zavala, 6 de marzo de 1653. Fojas 21v-23r, Archivo Municipal de Monterrey (AMM), Ramo civil Volumen 11, exp. 20.
3
34 Fr. Rafael Cervantes (Introducción y notas), Diario del padre fray Gaspar José de Solís en su visita a las misiones de Texas 1768, p. 48. 35 María Esther Domínguez, op. Cit. p. 63.
46
La aculturación anterior sentó las bases para el mestizaje y la sedentarización
en nuestra zona; es decir, formó parte de los componentes básicos que
posteriormente dieron origen a nuestra cultura campesina tradicional. Es evidente,
los colonos agricultores y ganaderos causaron alteraciones en el ecosistema, pero
las técnicas y el "instrumental mental" requeridos para la obtención de cosechas y la
cría de animales complementaron -en algunos casos- el conocimiento y el
aprovechamiento del medio ambiente de los recolectores cazadores:
Estos indios que habían sido cazadores y colectores no cambiaron totalmente su hábitos
alimenticios. La carne seguía siendo parte de su dieta, la ración semanal era de 6.500
gramos por persona. Al vivir en la misión la carne provenía de vacas en su mayor parte,
pero no se dejaron de comer otros animales tales como conejos, pájaros, ratas.
Complemento de la carne eran los productos de la tierra, maíz, frijoles, chiles, calabazas.
Muchos de los indios recién llegados a la misión aún gustaban de comer la carne casi
cruda. Con el maíz se hacían tortillas y pozole. Los frijoles y calabaza se guisaban. Las
frutas también formaban parte importante de la dieta y había en abundancia, entre ellas se
puede citar sandías, nísperos y melocotones. Las mujeres tenían costumbre de salir en las
tardes a comer frutas silvestres, como tunas, zarzamoras, agaritas, nueces, camotes y
otras raíces. Se sembraba caña de azúcar para hacer piloncillo, una de las delicadezas
que se comían en las festividades. Chocolate y buñuelos se acostumbraban comer por
navidad.35
Como es posible apreciar, la civilización sedentaria no desplazó completamente
la cultura nómada. El cronista Alonso de León informa que, en las primeras décadas
del siglo XVII, para los colonos de Cerralvo y Monterrey fue común mitigar el
hambre con plantas y raíces propias de la zona:
Padecíanla intolerable desde el tiempo del gobernador Diego de Montemayor, hasta el
que se va refiriendo; pues los más meses y aún años enteros, no se sutentaban con otra
3
47
cosa que una raíces de Lampazos, de que abunda el ojo de agua; algunas frutas silvestres
y el mezcale.36
Casi al final del periodo colonial, la aculturación en este sentido era tan
notable, que entre los colonos nuevoleoneses del Nuevo Santander (hoy
Tamaulipas) se consumía el mezquite como un alimento apetecible; un cronista del
siglo XVIII describe un pasaje gracioso, al respecto:
A Clemente Martínez en el mismo lugar le sucedió que halló un mezquite de buen
parecer, gordos y dulces, al mismo tiempo que él estaba cortando los mezquites cayeron
dos indios; se hablaron en su idioma y uno de ellos subió al árbol y le dijo: “Amigo, presta
cochillo para cortar rama.” Tumbó dos o tres ramitas; se apeó Clemente a cortar los
mezquites; y en el inter el otro indio le desató el capote que traía, y arrancó y se lo llevó. El
que estaba arriba le gritó: “Allá, amigo, que te roba mochacho.” Rompió a alcanzarlo; y en
el inter se apeó el otro y le llevó las mangas y el cuchillo.37
En el umbral del siglo XXI existen familias rurales que todavía aprovechan
ciclos de recolección y caza, aunque sus fuentes de subsistencia sean
eminentemente agrícolas, ganaderas, industriales o de servicios (músico, pequeño
comerciante, policía, mecánico, maestro):
Para percibir cómo esa tradición se expresa actualmente en nuestro medio, basta mirar
un mercado o nuestras propias cocinas; ya no encontraremos ahí la gran variedad de
productos que se aprovechaban otrora, pero sí estarán los nopales, las tunas, la flor de
palma, la calabaza, el camote.38
En el ejido se mata más conejos, para comer, que cualquier otro animal de caza. La
mayoría son cazados con arma de fuego principalmente al amanecer y atardecer, aunque
también en las noches con ayuda de focos.39
36 Alonso de León, Juan Bautista Chapa, Fernando Sánchez de Zamora, Historia de Nuevo León con noticias sobre Coahuila, Tamaulipas, Texas y Nuevo México, p. 76.37 José Hermenejildo Sánchez, Crónica del Nuevo Santander, p. 133.
38 Gabriela Márquez, op. cit. p. 2.
48
Los ejidatarios del lugar las cazan principalmente [a las ardillas] para consumirlas en el
hogar como alimento. Son cazadas con todo tipo de armas de fuego, lo mismo que con
armas primitivas (resorteras, hondas o a pedradas).40
La carne del armadillo es deliciosa, y este animal es cazado en el área, de noche con
ayuda de lámparas y escopetas, pero a veces también se caza con perros, la carne es
blanca y tiene sabor parecido a la del puerco.41
De hecho, el abandono de prácticas agropecuarias en general
(desconocimiento y desvinculación del medio ambiente) se da, en la actualidad,
básicamente, por la emigración hacia las urbes y el desarrollo desequilibrado
campo-ciudad; la centralización y pauperización del área metropolitana de
Monterrey; la expansión y consolidación de una sociedad industrial y de servicios:
capitalista. Sociedad que implanta una lógica de desplazamiento sociocultural de
ciertas costumbres y tradiciones campesinas; o, por lo menos, un marco y sanción
legal de las mismas.
Todavía en los cincuenta, dice mi padre, abundaban los conejos en la frontera de
Monterrey y San Nicolás. Los primeros habitantes de la colonia Cuauhtémoc encontraron
liebres y tlacuaches en el patio de sus casas recién construidas. Mi padre sabía de estas
cosas, pues gustaba de la cacería. Todos los sábados traía a casa siquiera una víbora de
cascabel, cazada allá por donde estaba la rídicula estatua de López Portillo. Alguien me
dijo que por el rumbo hubo también venados, pero creo que exagera, aunque el lector tiene
la palabra. ¿Sabe alguien de venados pastando en lo que fue luego el área conurbada?42
Hay mucha vida en el monte, nomás que pos... desgraciadamente no dejan a uno cazar;
porque ya son puros terrenos privados. No puede entrar uno porque lo hallan y esas
gentes tienen de su parte a las autoridades judiciales, a los policías; de esa manera es que
saben todo:
39 Noel González, Inventario de mamíferos en un ecosistema de encinares al pie de la Sierra Madre Oriental, en el Ejido San Juanito, Linares, N. L., México, p. 17.40 Ibid. p. 18.41 Ibid. p. 16.
42 Mario Anteo, “Fauna urbana”, en: El Norte, Monterrey, Editora el Sol, 2-II-1999, p. 8-A.
49
-¿Quién anduvo aquí?
-No, yo creo que...
-¡Échenle la ley!
Por eso mismo nos dejamos de eso, de cazar.43
Sin embargo, a pesar del crecimiento de las urbes y las prohibiciones
modernas se retorna, esporádicamente, a la pizca del chile piquín o del monte
(recolección convertida en cuando menos un caso en justa deportiva),44 a la talla
del ixtle y a la bebida de aguamiel y mezcal de maguey; al consumo de la carne de
conejo, rata de monte, armadillo, venado, jabalí, tlacuache, ardilla, mapache, víbora
de cascabel, tejón, oso, pájaros y peces diversos; a la utilización del peyote con
motivos terapéuticos, de resistencia física y adictivos; al consumo de flores y quiote
de palma crudos.
Todo lo anterior por costumbre o para complementar la alimentación;
especialmente en épocas de seca, en tiempos de crisis, o donde simple y
sencillamente la economía y el medio ambiente no dan para más. A veces, algunos
de estos hábitos alimenticios son parte de la identidad de una zona; tal es el caso
del consumo de víbora de cascabel en el norte de Nuevo León: muchos individuos
de municipios como Cerralvo, General Treviño, Parás, Lampazos y Anáhuac, tienen
a este reptil como un platillo de primera categoría (asado, dorado, secado al sol,
guisado):
Así, en la tierra de las hamburguesas, los mexicanos son capaces de cocinar como en
casa platillos como pozole, menudo, ensaladas de nopales y hasta comidas cuyo
ingrediente principal son las flores de palma (...)
“A mí me mandan que unas pacas de ropa, la televisión o aparatos eléctricos y yo les
mando sus semillitas, nopalitos y hasta tunitas”, comentó Guillermo Ávila, quien tiene a la
mayoría de sus hijos en la frontera.45
43 Agustín Prado Hernández, 70 años, Ejido Cerro Prieto, Linares, N. L. 1993.44 En un boletín de conocida fábrica regiomontana hallamos una referencia y fotografía del Torneo de pizca de chile piquin "presa La Boca". "Reportajes gráficos", en: Revista Lamoticias, Monterrey, Año XXIII, Julio-Dic. 1983, No. 107, p. 4.
45 Victoriano Martínez, “Cambian de tierra, pero no de costumbres”, en: El Norte, Monterrey, Editora el Sol, 3-XII-1998, p. 18-A.
50
En las comunidades rurales es donde se encuentran otros productos más, la mayoría
siguen obteniéndose por caza y recolección. Además de los ya citados se conserva la
costumbre de comer frutillas (mezquite, cardona, coyonoste, maguacatas, zarzamoras,
pitahayas y docenas más) y elaborar bebidas y tés preparados con hierbas “del monte”
que pueden servir como alimento o medicina.46
Se le caza [al tlacuache] con mayor facilidad usando perros y lámpara en la noche. Su
carne gorda no es muy agradable aun para quienes se alimentan casi exclusivamente de
frijol y tortillas pero debido a que es fácil de capturar, el tlacuache es una fuente disponible
de carne para quien no tiene algo mejor.47
Los eijdatarios a veces lo cazan [el mapache] sólo cuando se les presenta la oportunidad
ya que su carne es muy sabrosa y su piel también es de valor comerccial.48
Es el mamífero superior [el venado] que se caza en mayor número por los ejidatarios de
la zona los cuales lo esperan en la madrugada en abrevaderos para cazarlos, su carne es
deliciosa y su piel tiene un alto valor en el Mercado. Además fueron localizadas muchas
huellas a lo largo de las veredas de la Sierra.49
Resumiendo, las actividades comerciales e industriales (en gran escala) son
relativamente recientes en estas tierras. Buena parte de la población de ciudades
como Saltillo, Monterrey, Laredo, San Antonio, Ciudad Victoria es de origen -o
raíces- campesinas. Es decir, campesinos y agricultores para quienes era
relativamente común la caza de animales como una forma complementaria de
sustento alimenticio (conejo, ratas de monte, venado, aves silvestres), para la
obtención de instrumentos y productos (pata de venado para pizcar maíz, piel de
víbora para cintos, concha de armadillo para bolsas y recipientes), para propósitos
mágico y/o decorativos (piel de coyote, uñas de puma y oso, colmillo de jabalí, pata
46 Gabriela Márquez, op. cit. p. 2.47 Fernando Noel, op. cit., pp. 14, 15.48 Ibid. p. 24.49 Noel Gonzalez, op. cit., p. 27.
4
51
y cola de conejo), comerciales (cueros de venado, felinos y zorra), terapéuticos (piel
y grasa de coyote, cebo de tlacuache, cebo, carne y huesos de víbora de cascabel,
concha de armadillo, cebo de tejón).50
Ideas relacionadas con todos estos usos y aprovechamiento biótico las
podemos hallar documentadas en el medio de comunicación y de archivo por
excelencia del pueblo: las canciones y los corridos; en la lírica popular:
En un barrio pobre llamado La Milla
de Laredo Texas nació Luis un día
se crió con nopales, frijoles tortillas
conejos y liebres chorizos y migas.
(A.D.R., corrido “Don Luis el Texano”).
Ahora bien, la síntesis e información precedentes debemos tomarlas en cuenta
para contextualizar y conocer ¿reconocer? un conjunto de narraciones, rumores y
creencias; pláticas e historias sobrevivientes de otras épocas: cuando el
comportamiento de nuestros ancestros estaba delimitado por una relación más
estrecha con la naturaleza, una manera cotidiana, práctica, supersticiosa: incluso
reverencial.
Para ejemplificar esto último de una forma específica y sistemática vamos a
transcribir una muestra de referencias orales que, ocasionalmente, se relatan en
comunidades de Nuevo León.
Ya empezamos ¡l a cacería! El acoso de nuestra sombra.
Sin embargo, como nuestra presa es el ciervo, es preciso saber antes que el
venado cola blanca (Odocoileus virginianus) se distribuye desde el sur de Canadá
hasta el norte de Sudamérica. En México existen catorce subespecies; de éstas,
tres se localizan en el Noreste: o. v. texanus, o. v. carminis, y o. v.
miquihuanensis.51 En Nuevo León está extinto el venado bura. Sin embargo, en
50 Lilia V. Alanís, Cristóbal López, Breve diccionario de creencias y tradición oral de Nuevo León, p. 21.
51 Carlos Moreno, Comportamiento alimenticio del venado cola blanca (Odocoileus virginianus miquihuanensis) en un matorral mediano subinerme en Linares, N. L., p. 1.
52
1985 se implementó un programa de reproducción que permitió, durante 1989,
liberar ejemplares en el norte de la entidad (los cuales fueron dotados de radio-
collares para el estudio telemétrico del uso de su nuevo hábitat y ritmo de vida).52
La altura del venado cola blanca a la "cruz" varía entre 75 a 90 centímetros,
medida de la base de la pezuña de la pata delantera al espinazo. Su peso en pie
(incluyendo cuero y vísceras) oscila entre 60 y 70 kilogramos.
Es una bestia abundante en la actualidad. Los resultados del último censo en
la principal área ecológica de distribución del venado cola blanca “texano” calculan
300 mil individuos, con la siguiente composición: 60 mil machos, 156 mil hembras y
84 mil cervatos (menos de seis meses).53
Encendí velasinvoqué la tribulación de su cuerpome volví la penumbra roja de los pasillos.Desde su muerte soy un venado que presagiael acoso de la sombra.-Marianne Toussaint, El acoso de la sombra-
52 Mauricio Cotera, Introducción del Venado Bura odocoileus hemionus (Rafinesque) en el bosque escuela de la UANL en Iturbide, N. L.; Uwe Dietrich, "Reporte de avance sobre el proyecto de reintroducción del venado bura (o. hemionus crooki) en el Estado de Nuevo León", en: Colectivo, Memoria del III Simposio sobre venados en México, pp. 24-28.53 Jorge Gabriel Villarreal, Venado Cola Blanca, Manejo y Aprovechamiento Cinegético, pp. 31, 53-54. El censo referido es de 1993 y se calculó sobre una superficie de 44,391 km2 de Nuevo León, Coahuila y Tamaulipas.
53
Cuando en los libros se habla de ángelesme parece que se refieren a esta súbditallegada: este regalo de un país ajenoque intuimos todo el tiempo
y a la manera en que estos venados se mueven en la oscuridad, ligados al silencio, hallando nuestro olor en su caminoy haciéndonos extraños, haciéndonos eso que somosen la caída de la luz,
como si hubiéramos ingresado al mitode alguien que ha emergido, y alguien dejado atrásen el hueco que queda,
una fábula que nos da las preguntas que queríamos hacer,y la intuición de nuestra presencia como criaturasa punto de ser tocadas.-John Burnside, “Noche de septiembre; venados en la presa grande”, en: La generación del cordero, antología de la poesía actual en las islas británicas-
CAPÍTULO 4
LAS VERSIONES DEL RELATO
Pláticas acerca de un venado invencible: rastreo y primer contacto visual
De qué presumes no tienes nada
ya estás quemada en la región
eres venada muy lampareada
en Tamaulipas y en Nuevo León.
54
-Julián Garza, canción “Venada lampareada”-
Cazar animales en forma desmedida propicia el encuentro con bestias cuya visión o
gritos atemorizan a los monteadores. Tal es el caso de un venado al que no se
puede matar, a veces identificado con el diablo. Éste se aparece durante cacerías
nocturnas y, en vez de morir -o huir- cuando le disparan, se acerca a los cazadores.
Lo anterior con las siguientes variantes:
Ejemplo 1.
Ahí en La Chilosa hubo un... (el ojo de agua es La Chilosa), un venado que nadie lo
dominó; según dice la gente ¿verdad? y muchos: que nadie lo dominó; que se venía
caminando el venadito ¡grandote!, astas grande. Entre más le tirabas [disparabas], más
se acercaba, entre más le tirabas más se acercaba: en la mera frente; y, como te digo,
buenos tiradores [cazadores].
Esos no fallaban, con una carabina treinta treinta, entre más le tiraban y le pegaban:
más se acercaba. Y ahí viene y ahí viene; hasta que no había más que... que lo veían
que... los ojos: los ojos del venado ¿verdad?, como que aventaban lumbre, y sacaba la
lengua así [gesto a manera de imitación, por parte del informante], sacaba la lengua al
tirador: como saboreándose.
Y ya por decir a diez metros ¡otro disparo!, [y] ya no se acercaba el venado: nomás
les sacaba la lengua el venado ¡pero grande!, no creas que chiquillo: ¡Un venadote!:
sacaba la lengua nada más...
Lo que dicen los buenos cazadores que hubo... Que le miraban los ojos como
brillosos; así que... caminaba un poquito más -así-, y se paraba otra vez; y como la
carabina treinta es de siete tiros, dejaban uno pa... pa... Ya mejor no le tiraban...
Bueno, decían, que era una protección de los animales, que era una protección de
los animales que siempre habían matado. Que los mataban encandilados con luz -
así-; o cuando tenían que bajar al agua: eso es lo que decían.
Los mataban porque allí era... la gente cazaba de noche, decían “¡Nombre,
pobrecito!”, pos un animal. Ése podía ser, este... pos un apoyo de que ya no los
cazaran tan inútil ¿verdad?
Los encandilan, los emboscan con ventaja cuando van al agua.
55
(Manuel López García, 53 años, General Terán, N. L. 1993).
Ejemplo 2
Un hermano mío aquí en la sierra le salió también. Una vez iba a campear: él y otro
compañero iban ¿verdad?, fueron a cazar ¿verdad?, iban muy seguido; ya tenían...
habían agarrado mucha... mucha ¿cómo se dice? mucho vicio.
Iban y mataban, iban y mataban y... el vicio era muy grande ya...
Y hasta que un día se lo encontraron los dos [al venado], de una ladera a otra
¿verdad?, y con los treintas le empezaron a tirar, y en cada balazo... pos dicen que en
lugar de arrancar ¡olía el suelo!: ¡rascaba!; y entonces... ¡pos se les acabó el parque!
¿Verdad? de los treintas, y se vinieron; y el animal ahí parado.
Y a otros campaneros de ahí ¿verdá?, del mismo terreno, les pasó lo mismo: se
acabaron el parque ¿verdad?, y nunca le hicieron nada. Y cerquita lo pescaban”.
(Jesús Herrera Hernández, 40 años, Hualahuises, N. L. 1993).
Ejemplo 3
¡Pos oiga!, pos decía el señor que a él le platicaban: que se les venía [el venado
corría hacia donde ellos estaban], que se les venía el animal; aventaban la luz y se les
venía derecho; y éstos, al tiempo que llegaba, se les hacía a un lado [los esquivaba]:
se pasaba, y así nomás -dice-, hasta que ¡pos si no era nada!, le tiraban y ¡no le
pegaban!, esa era otra: que le tiraban y no le pegaban.
¡Pos mejor se iban!, pero pos quién sabe -digo- serán partes... Será gente que se
envicia muncho ¡Pos no sé!, yo digo, porque a mí nunca me pasó eso.
(Sr. Arévalo Villanueva, 56 años, Ejido Cerro Prieto, Linares, N. L. 1993).
Ejemplo 4
Y luego otro señor venía -iba- pa los venaos, y le dijo:
-¿Pa ónde vas? -dijo-.
-Voy pa la sierra.
-¿A los venaos? -dijo-.
-Sí.
Y nomás al poco andar (de onde se lo encontró: él se vino pa acá), en una vuelta de
un camino: curva y puro monte, se encontró un venadón bien grande ¡Y pos a eso iba!,
56
a caballo; y le empieza a tirar: y se acabó todo el parque; y [el] venado, en vez de
correr, se venía pa onde taba él. Ese señor si lo... De aquí, aquí, hace poco que se
murió (que platicaba). Serían cierto de él quién sabe; a él le había pasado eso.
-¿Y ese venado, qué sería?
-Quién sabe; le tiraba, llevaba catorce tiros él y en cada tiro que le tiraba en lugar de...
de correr pa allá: corría pa onde taba él.
Y ya de bien cerquita... y ni uno le pegaba, ni uno le pegó.
Sería cierto, quién sabe.
(Teodoro Platas Barba, Ejido La Cruz, Hualahuises, N. L. 1993).
Versiones: primera advertencia
Soy un pobre venadito
que habita en la serranía
soy un pobre venadito
que habita en la serranía.
Como no soy tan mansito
no bajo al agua de día
en la noche, poco a poco
a tus brazos vida mía.
-A.D.R., canción “El venadito”-
57
En otras narraciones se habla del reflejo de los ojos del gamo que anda de un lado
para otro; o de ruidos y ecos diversos.
Rumores y creencias de seres con forma indefinida, o espantos, que
atemorizan a los camperos nocturnos, persisten en cuando menos un ejido situado
al pie de la Sierra Madre Oriental nuevoleonesa: Loma Alta (Linares, 1995). Por
tanto, creemos que la función tradicional de "regular" la cacería no se aplicaba
exclusivamente al ciervo; o, en todo caso, que la figura mítica de dicho animal se
degradó y alteró, adquiriendo la forma de espanto y/o una variedad de sonidos que
pueden ir desde el grito ahogado, hasta el "¡tam tam tam!" de una tambora.
El porqué del segundo eco se debe, tal vez, al origen y hogar del narrador
correspondiente: una comunidad con tres conjuntos base de tambora y clarinete
hasta 1995; además que, según un par de músicos,54 el cuero de venadita es
apropiado para darle una resonancia fuerte y fina al instrumento de percusión.
Ejemplo 5
Una de las cosas que sí sé; bueno, que mencionaban ahí, es que a algunos que les
gusta mucho la cacería, sobre todo de venados: sobre todo de venados; y sobre todo
yendo entre dos, o solos: y que cazaban en cantidad: porque mataban bastante.
O sea, era gusto de ellos; les gustaba mucho eso.
A veces les pasaba que, hagan de cuenta, veían los ojos; porque al aluzar el candil
el brillo de los ojos del... del venado, es...; o sea, el que los conoce [los ojos] los
conoce, y sabe que son de venado; entonces -este- haz de cuenta [que] ve los ojos del
venado y -este- ¡de repente!: o se van acercando, o los va viendo bien grandes. O se
van acercando y les disparas: y no les haces nada: y les vuelves a disparar y no les
haces nada; son ojos de venado: o sea, lo que ellos ven, lo que ellos ven -este- porque
los conocen; le gente que va a cazar los conoce.
Y a pocas gentes de esas les han quedado ganas de volver ahí, así solos o esto lo
otro, y van, pero ya no con la misma confianza que tenían antes.
54 Anecdotario del Rancho El Pastor, Montemorelos, y el ejido Cerro Prieto, Linares, 1995.
58
(Arturo Gerardo Sánchez Carrera, 24 años, refiriendo una plática de Liborio Perales, en
el Ejido Gatos Güeros, Linares, N. L. 1993).
Ejemplo 6
Era un cuñao mío que le gustaba la tirada [disparar: la cacería], y salió con... Salió a
tirar otro muchacho con él (un cuñao de él); fue en un punto que le dicen -ahí- "Los
Tullidos". Este... andaban en, en la tirada, y que oyeron una tambora...; [estaba]
tocando una tambora muy delgadita, muy bonita la tambora; veían pa allá -este- ¡y que
se fueron pa allá! [en dirección a donde escuchaban el sonido], a ver la tambora; y
luego, que la oían pa acá [para otro lado].
Y logo que se iban a buscar la tambora y que la oían pa allá; hasta que se vinieron:
porque dijeron "¡Pos quién sé qué sería!". Nunca daban con la tambora [no la
encontraban], y la tambora se les cambiaba [cambiaba la dirección de donde provenía
su sonido].
Sería algo de que... Porque eos ejercitaban mucho la tirada.
(Manuel Pequeño Rodríguez, 47 años, Ejido Cerro Prieto, Linares, N. L. 1993).
Antes de continuar con el siguiente bloque de relatos, conviene aclarar que es
altamente probable existan series de narraciones semejantes a las que estamos
describiendo y analizando, tanto en otras regiones de México, como del sur de la
Unión Americana. De hecho, sabemos de versiones en el Noroeste,
específicamente, en pueblos de Sinaloa; veamos dos.
Ejemplo 7
En el rancho de Estitán, a 15 kilómetros de San Ignacio, río arriba, vivió con su familia
un señor llamado Fortunato Cabanillas, quien un día salió a cazar en compañía de
unos amigos, se remontaron al cerro más próximo al rancho, el cual tiene las figuras de
un puerco y un gallo, y es por eso que le llaman el cerro del Coche.
Como a las doce de la noche vieron con sorpresa un gran venado parado frente a
ellos. Inmediatamente apuntaron y dispararon, dando en el blanco. El venado se
encogía al recibir las balas, pero en lugar de correr empezó a caminar sin despegar un
segundo la mirada sobre ellos. Luego se retiró y ellos lo siguieron. Los condujo por
unos barrancos peligrosos, sin tirar una gota de sangre; los cazadores empezaron a
59
preocuparse y más se sorprendieron al verlo que se deslizaba por un peñasco enorme,
que ni escalándolo se podía cruzar por él.
Los cazadores se detuvieron y el venado, al ver que no lo seguían, empezó a
despedir un mal olor echando fuego por los ojos y la boca.
El grupo de cazadores corrieron despavoridos hacia el rancho. Del susto les dieron
fuertes calenturas y dejaron de cazar por largo tiempo.
(Luis Martín Fonseca, 19, San Ignacio, Sinaloa, 1988).
Ejemplo 8
Una vez, un cazador de San Ignacio, en una tarde muy bonita, se fue a Portezuelo a
espiar venados, pero se le hizo noche y no encontró ninguno; entonces, de mala gana
decidió regresar a su casa, cuando de pronto escuchó un estruendo horrible a sus
espaldas; volteó y va viendo un esqueleto que lo seguía. Apresuró el paso y aquello
tras él. Espantado, llegó a su casa. Al llegar perdió el habla y sufrió fiebre durante tres
días. Por eso nunca volvía a ir de cacería.
(Beatriz Viedas Rentería, San Ignacio, Sinaloa, 1988).55
La sentencia de algunas palabras y gestos: la cacería se torna difícil
Corre fuerte cachorrito
y alcanza al gato rayado
siendo fieras de la sierra
los corretean los venados
y no vayas a Camargo
porque te pega catarro.
-Paulino Vargas, corrido “Las liebres de Chihuahua”-
En otra pequeña serie de relatos puede suceder que el animal hable y advierta o
manifieste con algún gesto su "deseo" de que no se le dispare. En ésta se
vislumbran creencias y nociones desaparecidas para siempre de la región. Así, en
el ejemplo 9, la aparición del animal está relacionada con el descenso de un cuerpo
55 Las dos narraciones anteriores están incluidas en: Josefina Rayas, Tradiciones orales de San Ignacio, pp. 57, 101.
60
celeste. Entre la luz de aquella lumbre bajada de los cielos, un nativo de la
hacienda de Guadalupe (Pedro Pineda) ve al gamo; pero no sólo establece
contacto visual con él: ¡le oye decir una serie de palabras!
La asociación narrativa del venado con el fuego y con la luz nos remite a la
vinculación primitiva del animal con el cielo y el sol; notable es también el hecho de
que posea el don de la palabra. Para la mentalidad "racional" y "moderna", los
animales sólo hablan en los juegos infantiles, en las fábulas, en las pantallas de
cine y televisión; por el contrario, en muchas tradiciones primitivas se concibe un
tiempo original en el cual hombres y animales poseían el mismo idioma:
Dice la leyenda que dos venadillos se encontraban en la sierra y por primera vez vieron a
un hombre, armado con arco y flechas, y lo llamaron yebuku yoleme... Y ese hombre,
comprendiendo el lenguaje del venado, supo que lo llamaron yebuku yoleme. Así como
ahora la gente se llama de la misma manera. Yoreme es una persona.56
En este último orden de ideas podemos afirmar que el venado no habla el
lenguaje de los hombres, sino que es el cazador mestizo quien, durante breves
instantes, entiende las palabras y gestos del animal. Recuerda y comprende,
fugazmente, un olvidado idioma de la naturaleza.
Ejemplo 9
Entonces otro señor que se llamaba Pedro Pineda (de la Hacienda de Guadalupe)
andaba en cacería, que duró varios días, y mató dos o tres veces venados; entonces
andaban en los venados: cuando vieron la bola esa de lumbre, ahí por Siete Cerros; y
la vieron que se bajó a un lugar: vieron, y [dijeron] "¿Vamos a ver?": y "¿Vamos a ver
qué será eso?".
¡Pos con aquella luz vieron un venado!, y entonces se prepararon para tirarle al
venado, y [éste] les habló; les dijo: "No me mates: tienes mucha carne en tu casa".
Esas son pláticas: será verdad o mentira ¡quién sabe!
(Jacinta Hernández Prieto, 82 años, Ejido Gatos Güeros, Linares, N. L. 1993).
56 M.T. Painter, With Good Heart, Yaqui Beliefs and Ceremonies in Pascua Village, citado en: Eugenia Olavarría, Símbolos del desierto, p. 14.
61
Ejemplo 10
Una vez un primo hermano mío era tirador (cazador de venados), y iba al campo a
cazar venados: y dice, que se encontró una venadita que estaba... iba a ahijar (tenía...
taba preñada), que iba a ahijar. Y dice que él como quiera le tiró: le apuntó, y dice que
[la venadita] se le hincó, platicaba él (Dios lo tenga en paz, ya se murió). Dice que se
le hincó la venadita; y dice que como quiera le disparó: y el rifle se le encarrilló
[descompuso], y no disparó: no salió la bala, si...
Y él platicaba que tanto [tiempo de] ser él cazador y nunca le había pasado aquello:
hasta esa vez que había matado muchos venados, y nunca le había pasado de...
Seguro de nunca encontrarse una venadita así... en estado [preñada], y ésa se le hincó
(la venadita).
(Emilia Briones Luna, 89 años, Rayones, N. L. 1994).
Ejemplo 11
Y eso no me lo platicaron, yo lo vide con mis propios ojos. Una vez andábamos
campiando unas vacas allá pa’ la sierra y pos era tiempo medio friíto. `taba el cielo todo
encapotado. Y de repente que vemos un venao chaparrito que hasta créibamos que
era una venadita. Pero tenía un canastón que ni pa`qué le cuento. Como unas doce
puntas de perdido; y punta gruesa, ansina de gruesa. Mire que yo nunca he visto una
canasta [asta, cornamenta] igual.
Pero bueno, como uno siempre carga con el rifle, pos ¡bolas chingao! que le suelto
un pelotazo y nomás se empezó a reír. Lòímos bien clarito. Le tiré un tercer tiro y nada,
el venao cabrón nomás se dio la vuelta y se jue, rise y rise el muy méndigo.
Se m`hizo bien raro, que mi compadre `taba risa y risa también, y me dijo que es
porqu´era el venao enano que se aparece de vez en cuando. Quién sabe si será cierto,
pero de que el cabrón venao se rió de mí, eso sí es cierto.
(Homero Adame, anecadotario de la Sierra de San Carlos, Tamaulipas, recreación
literaria).57
57 Homero Adame, Mitos, cuentos y leyendas regionales, p. 54.
62
Versiones del Nuevo León austral: En el rastro del venado había una piedra
Estando moliendo caña
en su ranchito querido
buscaban a Baltazar
para llevarlo al presidio
eran de esos cazadores
que pegan en el codillo.
Un venado lampareado
es difícil de cazar
aunque le pongan la trampa
sabe por dónde brincar
se quedaron con las ganas
se les peló Baltazar.
(A.D.R., corrido “Se les peló Baltazar”).
63
En versiones recopiladas en el sur de la entidad el ciervo se asocia a un guijarro
que recuerda la piedra de virtud de la tradición alquimista y la piedra bezoar. Esta
última es una concreción de cal y fosfato de magnesio que se forma en capas
alrededor de substancias extrañas dentro del estómago, el hígado y los intestinos
de los rumiantes; desde tiempos inmemoriales se considera un antídoto contra el
veneno y ciertos padecimientos, así como amuleto o talismán; razón por la cual era
muy codiciada por los conquistadores españoles:
Parece venir con esto lo que sabemos que en la Nueva España se hallan piedras
bezaares donde no hay vicuñas, ni pacos, ni tarugas, ni guanacos, sino solamente ciervos,
y en algunos de ellos la dicha piedra [en su vientre y/o buche]. El efecto principal de la
piedra bezaar es contra venenos y enfermedades venenosas, y aunque de ella hay
diferentes opiniones, y unos la tienen por cosa de aire, otros hacen milagros de ella, lo
cierto es ser de mucha operación aplicada en el tiempo y modo conveniente, como las
demás yerbas y agentes naturales; pues no hay medicina tan eficaz que siempre sane.58
En el tiempo que administraba el justicia mayor Diego Rodríguez, salieron seis
compañeros a la Boca de Leones a rescatar piedras bezares y, a vueltas, algunas piezas;
que en aquel tiempo eran flores. Los indios de aquella comarca son crueles; consultaron el
matarlos; y como lo pensaban, así lo pusieron por obra.59
Durante la época colonial, en el área de Coahuila y el Nuevo Reyno de León la
caza del venado fue abundante, y la piedra que se obtenía de sus entrañas era
pagada a precios elevados.60 Probablemente, de este sistema de creencias deriven
los siguientes dos ejemplos.
Ejemplo 12
58 Joseph de Acosta, Historia natural y moral de las Indias, p. 213.59 Alonso de León y otros, op. cit. pp. 68-69.60 Agustín Churruca Pelaéz, Héctor Barranca, y otros, El sur de Coahuila antiguo, indígena y negro, s/l, s/e, s/f, p. 57.
64
Bueno; a nosotros el que nos la platicaba ¿Sabe quién era? Don Pancho Vázquez;
éste era un viejito muy chistoso, pero quién sabe si sería cierto, o no sería. Era
venadero [cazador de venado], era viejito también antiguo. Se dedicaba a cuidar
ganados (ganadocabras), y nosotros teníamos un ganadito allá en la sierra, y allá nos
juntábamos con él; y decía: quel vía sido muy bueno para tirar [cazar], y... y que había
habido ese venao así con esa forma: que... que le tiraba: y que el venao, en vez de
correr, nomás pateaba y se dejaba que se le arrimara. Pero que nunca le pudo pegar.
-¿La cosa mala [el diablo], verdá?
-Pero quesque tenía ¡Que decían! que ese venao tenía piedra ¿Qué clase de piedra
sería? ¡Sabe! Eso... eso no lo platicaba ¡Sería cierto, o no sería!
-¿Y decía que tenía una piedra?
-Que decía que ese venao tenía piedra ¡Pos sería en la cabeza¡ Sería en el menudo,
sería... sabe Dios ónde la tendría...
(Gregorio Gámez Villanueva, 54 años, Ejido Jesús María del Terrero, Mier y Noriega,
N. L. 1994).
Ejemplo 13
-Ese venao no le pegan por cuestión de que carga la piedra... en la cabeza, y carga un
berrendillo61 chiquío, y por eso no le pegan; y el berrendillo chiquillo es el que "se pone
más al tiro": por eso corre el otro, y no le hacen nada.
-¡Ah! ¿Son dos?
-No... y tiene piedra en la cabeza el berrendo: el venao grande. Al matar ése, en la
cabeza tiene la piedra: se la sacan y la carga usted y se va tirar al monte y no erra y
halla venaos onde quera.
-¿Pero, cómo va agarrar la piedra? Si dice que no lo pueden matar a ese venado?
-Señor de mi vida, pos es que tanto... y dicen que tanto y tanto anda el cántaro en la
agua hasta correr sin orejas... ¿Cómo ve?
-¿O sea, que ese venado es el berrendo?
-Ése es el que anda con él, y logo resulta que ese venao, al matarlo este... ¿Sabe la
hora de matar ese venao? Es antes que salga el sol, que esté usted arriba de la sierra,
y el té abajo; anda comiendo (y que no lo vea, y no le dé el aire). Solamente si stá
ventiando pal norte (de abajo) usted se hace pal lao de abajo, se hace pal lao del norte:
61 Diminutivo de berrendo (Antilocapra Americana); ungulado habitante del norte mexicano: Coahuila, Chihuahua (en Nuevo León se extinguió, aunque recientemente instancias públicas y privadas buscan reintroducirlo).
65
pa que el aire se vaya de ahí pa allá, y no le de a él el olfato [el olor] suyo; y de ahí lo
caza, de ahí lo jode: ahí lo mata.
-Ya ve, eso nunca me lo habían platicado.
-No se lo habían platicao, pero ya se lo platiqué.
-¿A quién se lo escuchó usted, a sus abuelos?
-Eii... Nombre, pos hay muchas cosas en este mundo, lo que ha habido y lo que hay
y... y ya le digo: para todo hay munchas cosas, muuunchas cosas.
(Clemente Cázares Mendoza, 84 años, Mier y Noriega, N. L. 1994).
Para nosotros es significativo que ambas historias sólo las hayamos
encontrado en el extremo sur de Nuevo León. ¿Será la Sierra Madre Oriental una
barrera ecológico-cultural? Tal vez.
La literatura oral de otras regiones del país conserva relatos y creencias
análogas. Hasta el presente, algunos grupos indígenas americanos creen que el
bezoar tiene poderes mágicos que ayudan a los cazadores, hechiceros y
curanderos. Por ejemplo, en un relato de Michoacán se habla de un "mentao"
venado de la piedra, el cual lleva una mancha por la que se ve el cielo.62 En el
mismo orden de ideas, los mayas hablan de una piedra de venado cuyo carácter
sacro la convierte en un talismán de cazador.63 En ambos casos resulta difícil matar
al animal que la lleva: sólo cazadores excepcionales y prospectos de brujo lo
consiguen.
Carlos Montemayor clasifica este tipo de relatos sobre cacería como motivos
objetuales y de seres prodigiosos; afirma que están extendidos por toda la
península de Yucatán y que no transcurren en el principio del mundo ni se
proponen describir atributos de seres invisibles; pueden situarse en el pasado
inmemorial, en el prehispánico, en el periodo colonial o en los días presentes, pero
en cierto sentido se hallan en la periferia, rodeados de un halo impenetrable de
nobleza, admiración o solemnidad que los vuelve, precisamente, prodigiosos.
Suceden a veces en la intemporalidad, más que desplazarse en diversas latitudes y
62 "El venado de la mancha", en Colectivo, Cuéntanos lo que se cuenta, pp. 49-50.63 "El cazador de venado", en Ligorred P. Francisco de Asís, Consideraciones sobre la literatura oral de los mayas modernos, pp. 123- 126.
66
periodos. Añade que por ello, estos relatos son idóneos para transmitir y conservar
conocimientos de otras épocas históricas, de la espiritualidad actual o pasada de
las poblaciones indígenas, o de creencias que tuvieron o que siguen prevaleciendo
en las comunidades, aunque ya no sean quizá visibles en sus canciones, rezos,
ceremonias, discursos o cuentos cosmogónicos.64
Versiones de la montaña: Desaparecidos pero nunca olvidados
Maté en defensa pero hay reproche
a los poblados siempre bajé
como el venado sólo de noche
y me remonto al amanecer.
-A.D.R., corrido “El prófugo de Sonora”-
En pláticas escuchadas a nativos de los ejidos El Toro (Montemorelos, N. L.), y La
Peñita (Iturbide, N. L.), el gamo es finalmente victimado; ya sea porque un cazador
precavido graba una cruz en la culata de su escopeta, o debido a la incredulidad de
un tallador de ixtle.
-¿Oiga, y usted nunca oyó esa plática de un venado al que no se le podía matar?
-Viera que sí había oído yo esa plática; pero yo creo que ya lo han de haber matao.65
64 Carlos Montemayor, Arte y trama en el cuento indígena, pp. 67-78.
65 Jacinto Martínez, La Peñita, Iturbide, N. L. 1994; en el caso del testimonio del rancho El Toro no tenemos los datos personales del informante porque la referencia surgió en una plática informal.
67
En otro de los testimonios, el animal que venimos rastreando muere, pero,
como si se negara a este destino fatal, ¡desaparece!
Ejemplo 14
Mire, el que sabe esa historia a fondo es un primo mío; a mí nunca se me apareció
porque yo estuve en el rancho muncho: y yo nunca seguí esos animalitos de... ¡Pos
como vicio: no!, por decírselo: hábito (no); sí [había] veces que estaba aburrido en la
casa (temprano; o el domingo me daban ganas de ir al monte en la noche) y preparaba
mi equipo de cacería: la lámpara, todo; y iba: y veces mataba y veces no ¿vedá?; pero
que yo los siguiera de...
Y ese primo mío, según la historia de él (según me platicó ahora la vez pasada), que
habían tumbado un venado; ellos andaban en los venados... o sea que andaban en los
venados y se encuentran ese venado: y le dan el escopetazo [balazo] y cae: cayó.
Y lo vieron intacto, que estaba el venado muerto, o herido ¿vedá?, y que [lo] iban a
¡pos a destazar!, [y] que se les volvió nada ¿Quién sabe? Será cierto si... serán
mentiras de él; pero dice que sí.
Ntonces dice que toda la noche la pasaron por ahí, debajo de un árbol, a puro
temblar: porque tenían ya ¿vedá? nervios ¿vedá?
Me imagino que sí hay cosas que... pos sí hay munchas historias que... que pasan en
los ranchos.
(Nativo de Galeana avecindado en la ciudad de Linares, N. L. 1994).
No obstante lo anterior: la representación del ciervo que rastreamos sobrevive.
Durante algún tramo del año 1995 conversamos informalmente con un grupo de
personas del rancho El Cangrejo (Hualahuises, N. L.) y escuchamos decir que un
hombre acostumbraba cazar diariamente rumbo a la sierra, hasta que se le
apareció un venado muy grande que se le echó encima.
Uno de los presentes aseguró que, a partir de esa experiencia, el cazador
nunca volvió a meterse al monte: "Se fue a trabajar pa los Estados Unidos y cuando
llega a venir le dicen '¡Vamos a los venados!' (así, entre varios); pero no: Ya no lo
hacen salir, y eso del animal que lo asustó, le pasó hará unos veinte años".
68
Los cuentos que cuenta la gente: lo que dicen del venado invulnerable otros
rastreadores
Mi amor es como el conejo
sentido como el venado
mi amor es como el conejo
sentido como el venado.
No come zacate seco,
ni tampoco mal trillado
come zacatito nuevo
de las puntas serenado.
-A.D.R., canción “El pájaro prieto”-
¿Qué explicaciones da la gente sobre la serie anterior de anécdotas y relatos?
Hemos escuchado tres. Se las pasamos al costo, gratis.
La primera de ellas es que el animal simplemente se aturde con las luces y se
dirige hacia ellas, en vez de huir ¿para embestirlas?
Ejemplo 15
Es que dicen que agarrar vicio en matar esos animalitos, que es malo; sí, es malo
porque... El finao -un hermano murió- tenía mucho vicio, y una vez le dio un susto un
69
venao porque él iba a tirar... Iba tirar: le tiró al venao ¿verdá?, pero el venao se le
echó encima y vino y le dio... le dio en el candil: y lo dejó oscuro: le tumbó el candil.
Y desde entonces agarró miedo, ya no... ya no no iba muy seguido a buscar
venados. Pero dicen que es malo...
Es malo, sí, ¡pos animales indefensos!, matar mucho es... ¿Me imagino que siempre
ha de ser malo?
-¿Animalitos indefensos, ¿verdá?
-Pos sí, porque esos son pal campo, pa la sierra, pa...
(Florencio Pedraza, 80 años, Basilia Gauna Sánchez, barrio de Santa Rosa,
Hualahuises, N. L. 1993).
Incluso, se reportan casos de ataques a vehículos automotrices: uno en
Guerrero, Coahuila, y otro en Anáhuac, Nuevo León.66 La literatura regional ilustra
un caso análogo:
-Pos naa, que venillan de Reynosa unos gringos y redepente sintieron topar con una cosa
muy grandota, que aluego se movilla contoy el actomóvil pallá y pacá. ¿Y saben lo qu’era?
Pos un malvao venao que al cruzar el camino se puso ciego con las luces y se quedó
parao enmedio y aluego a juerzas querilla salirse dionde se habilla atorao y hay traiba a los
probes bailando y golpiándose en los vidrios que se trozaban a cada testerazo. Cuando
ollimos los gritos de la mujer corrimos a ver qu’era y jallamos al hombre muerto y a ea toíta
pintita de sangre, pero viva. Al animal lo matamos aluego, luego, porque seguilla com’un
Satanás con el mueble, haciéndolo garras. Crio que la probe mujer se quedó sin su vista
del susto.67
Esta interpretación recuerda al berrendo, cérvido dotado de una gran curiosidad
y que puede acercarse desde largas distancias a objetos móviles, incluidos sus
predadores; atracción que, por cierto, fue aprovechada por los colonos de las
praderas, quienes cazaban berrendos fascinándolos con espejos y otros artificios de
ilusión.68
66 Jorge Gabriel Villarreal, op. cit. p. 126.67 Rosa de Castaño, Rancho Estradeño, p. 100.68 Miguel Delibes de Castro, La fauna iberoamericana, p. 23.
70
La segunda explicación resalta que historias como las presentadas y
comentadas son invenciones de camperos envidiosos, quienes protegen así cotos
de caza.
Ejemplo 16
-¿Que se aparecía un venado al que le tiran y que no lo pueden matar, y se va
acercando?
-Ah sí sí, sí... también me la he escuchado; pero yo ésa sí la veo como una mentira
porque... porque en esto de la cosa esa [la cacería] habemos gente (hay) porque...
bueno, nosotros... Hay gente muy envidiosa; es una cosa muy difícil de creer;
solamente que -como le digo- que le toque a su papá, a su hermano: y sepa usted que
es una realidad.
Hay lugares aquí, hay lugares onde hay mucho... onde hay muncho venado; va uno
¡pos! sí ¡dicen! "¿Ontá el venadero fulano?" "Pos que oí un grito" (un grito por el viento)
y que... y que pos que le tiró a un venao y que fue a verlo: y que no era nada.
El grito con el viento puede ser un pájaro ¿verdá? Hay pájaros que gritan porque...
hay animales nocturnos y gritan muy feo (a más que la pasamos aquí en el monte), un
grito muy feo y se asusta; y el que ya conoce: “¡ah! es un pájaro -grita- de por aquí;
luego vuelve a gritar allá”: así.
Y eso del venado que le tiras y que se te despareció... empiezas... pos es una cosa
pa que tú agarres miedo y ya no vayas a ir allí, porque a él [al que lo cuenta] le
conviene que el día que vaya él [a cazar] tá más fácil para él. Sabe que ahí, si vas, vas
y matas los animales que hay ahí (y ninguno te va a ver...).
Entonces, es una cosa de envidia ¿verdá?
(Susano Perales Hernández, 49 años, Ejido Gatos Güeros, Linares, N. L. 1993).
En este caso surge inmediatamente la pregunta ¿puede un individuo recrear la
representación fantasmagórica de un ser mediante su imaginación y plática? No
sabemos gran cosa de procesos mentales, pero una experiencia familiar nos ha
demostrado que sí.
Manuel López García, recién desempacado de un rancho teranense, en 1968,
trabajó durante diez años en Industrias Automotriz, Sociedad Anónima (IASA),
71
planta ubicada hasta la fecha en San Nicolás de los Garza. López platica que
cuando estuvo de velador le correspondía dar vueltas nocturnas a la parte trasera
de la planta, tarea que le agobiaba y atemorizaba porque dicha área estaba lejos de
la caseta de vigilancia, mal iluminada, y colindaba con el monte. En consecuencia,
cierta vez inventó la historia de que se le había aparecido un pájaro muy grande y
feo durante uno de sus recorridos. Contó a sus compañeros con detalles el
supuesto ataque y acecho del animal, incluso les hizo creer que había
desenfundado la pistola para dispararle, ¡intrincándosele el arma! Le creyeron, no
sabemos si por conveniencia o temor. Justificó de esa manera la interrupción de los
largos rondines, pero ocurrió que otros veladores y trabajadores empezaron a decir
que también veían al susodicho animal. Manuel contó después contó la verdad
sobre la supuesta aparición; pocos le creyeron: el pájaro ya había echado a volar
en la imaginación e historia de aquellos obreros. Casi diez años después, nos tocó
conocer a trabajadores que platicaban sobre la aparición del ave “inventada” por
López.
En este caso, es claro cómo un individuo concretiza, mediante su versión,
ideas y temores latentes en la mentalidad colectiva.
La última explicación sobre el ciervo invulnerable habla de animales grandes y
viejos cuya resistencia física y habilidad les permite desafiar a los tiradores.
Ejemplo 17
-Pero, ¿no dicen pláticas de que se aparece un venado que... le tiran, y no lo pueden
matar?
-Sí; pero son... son venados de alto poder. Son venados grandes: viejos ya.
-¿Ah, sí?
-Sí; porque mi papá también mató uno grandototote, bien... bien grande: así; parecía
burro, pero no... no le podía pegar y se acercó; y nomás le pegó en la cabeza y se
murió. Le pagaba onde quiera: en el tobillo -donde quiera-, en la panza, en el
pescuezo; y nadamás se acercó y le pegó en la frente: y lo mató.
-¿En la frente?
72
-Pero porque no se podía morir, y ya no se movía porque tenía cuatro pies quebrados,
y nomás quedó así echado; y le pegó en la mera cabeza: y fue cuando se murió.
(Víctor Hugo Briones Valdés, 13 años, Ejido Casillas, Rayones, N. L. 1994).
Pero bueno, nosotros no deseamos quedarnos atrás en este punto de las
explicaciones y se nos ocurre otra más elemental y amorosa: la bestia hace frente a
los monteadores para proteger a su amado/a o a sus crías.
En mi ficción sucedió ahí porque esa agua, esas montañas, esos valles y la proximidad del Mixtón así me lo dictaron. Algo parecido sucede con los mitos, los pueblos como las personas no pueden imaginar una escena sino dentro de una escenario, los pueblos como las personas ubican los hechos y al hacerlo reconocen al medio ambiente su función de espacio natural que permite un tipo determinado de vida.
En cuatro siglos, sin embargo, la vida del semidesierto ha disminuido drásticamente, hay más seres humanos y más vacas, más ratas también, pero menos agua, pueblos y venados y han desaparecido de México el bisonte, el lobo y el oso, las ciénagas de Coahuila y la mayor parte de los bosques de Zacatecas, Mazapil y los cedros de la sierra de Catorce.-Francesca Gargallo, Miguel Caldera, personaje de ficción-
La matriz se abre, invoca espíritus;en la roca, la estrella sigue al venadocon su arco de luz.
Manos de sangre arañanla piedra, el tiempo.
Primeras naciones, Anáhuac,rumbo a Colombialas manos de sangre:
73
marcan el azul del cielo,rayan el muro fronterizo,vencen al Bravo.
La luz del Ríoguía la mirada del aborigen, en las estrellas palpita sangre de venado:Háblame Río de Tenampacántenme canciones de doloren este rincón del cielodejo mi cariño y mi amor.
-Stella Brewster García, “Refugio”, inédito-
CAPÍTULO 5
ETNOHISTORIA
El venado y la vida cotidiana de nuestras culturas arcaicas: "Cortar huella"
para reiniciar la cacería
En las paredes de esta cueva
pinto el venado
para adueñarme de su carne,
para ser él,
para que su fuerza y su ligereza sean mías
y me vuelva el primero
entre los cazadores de la tribu.
-José Emilio Pacheco, Ley de Extranjería-
Representación arqueológica
Las anteriores observaciones de Basilia, Florencio, Susano y Víctor Hugo, deben
tener su parte de verdad, cuando menos en algunos casos. No obstante, la
repetición de la historia básica en general, como las variantes mismas, nos llevan a
74
preguntar y reflexionar, ¿por qué hasta la actualidad sobreviven estas pláticas y
creencias en nuestra área rural, cómo y cuándo se originaron?
Evidentemente tuvieron un origen histórico y económico-social relevante.
Probablemente estuvieron ligadas a ideas y funciones, otrora cotidianas, de algunas
comunidades.
Para nosotros es factible manejar como tesis que el arquetipo de estas
pláticas sobre el ciervo se originó en actividades económicas y rituales realizadas
por los habitantes arcaicos del actual Noreste de México y Sureste de Estados
Unidos.
Y es que el venado fue para estas primeras naciones figura central de una
cosmovisión primitiva que podemos rastrear en los siguientes vestigios: la
representación rupestre (prehispánica); las referencias documentales coloniales a
su devoción y parafernalia religiosa; los usos, costumbres, tradición oral y creencias
derivadas de su presencia y cacería en algunos de nuestros páramos (tiempo
presente); así como la utilización y significado del animal entre grupos indígenas del
norte de México y el sur de los Estados Unidos.
A esta conclusión hemos llegado después de casi ocho años (1993-2001) de
registrar narraciones varias, datos históricos y etnográficos, prácticas, nociones; de
las cuales realizamos a continuación la descripción y análisis correspondientes.
Pero seamos más precisos: los seres humanos llegan a la región estudiada a
finales del Pleistoceno; es decir, alrededor del 10,000 a.C., periodo caracterizado
por el avance y retroceso de los mantos de hielo y glaciares desde los polos. En
ese tiempo, nuestros antepasados prehistóricos convivieron con megafauna que se
fue extinguiendo entre el 7000 y 5000 a.C.: el mamut, el caballo, el camello, el
bisonte, una especie de venado gigante y el tigre dientes de sable.
En la zona es posible hallar vestigios de ese tiempo de gigantes: osamentas
fragmentadas aparecen aquí y allá, incluso sabemos de un grabado en roca con la
efigie de mamuts, en cierto lugar inaccesible del norte nuevoleonés.69 Al terminar el
69 Conocemos al fotógrafo que capturó las imágenes: Raúl García Flores, Monterrey, 1990.
75
Pleistoceno se inició un periodo de sequía y calor, por lo que sobrevivieron las
plantas adecuadas a estos nuevos climas. Las grandes especies de antaño se
extinguieron paulatinamente, persistiendo los animales más pequeños, como el
conejo, el venado y el bisonte que ahora conocemos.
Es debido al anterior contexto de cambio geológico-cultural que las huellas,
astas y silueta del animal empiezan a ser plasmadas en relieves y pinturas con
motivos sagrados, tanto en los valles como en las sierras, cerca de las ciénagas o
en el desierto. El ciervo se convierte, pues, en una figura central de la vida práctica
y ritual de numerosos grupos humanos que habitaron en lo que ahora es
Norteamérica.
Por eso, siglos y milenios antes de llegar los colonos sedentarios a la Gran
Chichimeca (ibéricos, mesoamericanos, afromestizos, siglo XVI), ya existían
representaciones de venado en la península e islas de las Californias; ahí aparece
junto a figuras de hombres, mujeres, peces y serpientes, o atravesado por flechas.
A veces de forma muy dinámica, por ejemplo, en la pose que toma cuando huye
sobre terreno rocoso y accidentado: corriendo y brincando a intervalos para
localizar a su perseguidor entre los matorrales; de tal forma lo captaron los pintores:
con la cabeza hacia atrás, las patas delanteras recogidas y las posteriores echadas
hacia adelante. Aunque también hay otras representaciones -las menos- de
venados muertos, con las patas tiesas y hacia arriba y la lengua hinchada saliendo
del hocico. De acuerdo a algunas interpretaciones, el esmero y dedicación
evidentes en los venados plasmados a gran escala revelan una preocupación
especial y constante por este animal. Según los mismos, probablemente el venado
constituyera uno de los puntos de equilibrio de las sociedades que lo pintaron,
porque es el animal que aparece con mayor frecuencia.
Estas pinturas murales de la península son especialmente famosas y
conocidas; en los últimos años han sido objeto de atención de individuos que
realizan trabajo literario o plástico y hasta cinematográfico. Marta Palau, en su texto
Cueva Pintada, toma como referencia los registros pictográficos de Baja California
para invocar personajes, ilustraciones e historia; mientras que en la cinta Bajo
76
California, el límite del tiempo, se narra el viaje de Damián, un artista plástico
estadounidense de origen mexicano que busca la huella de sus antepasados y la
paz interior perdida a causa de un accidente automovilístico. El fin de su peregrinar
son las pinturas rupestres de San Francisco, donde predomina la figura del ciervo.
Desde luego, el rastro del gamo aparece en las representaciones rupestres de
los hopi, en Arizona; ya sea de perfil o en forma de cabeza humana con
cornamenta del mamífero. Los hopi del mismo estado de la Unión Americana
representan su extremidad superior y cornamenta en pinturas y dibujos de sus
kachinas: espíritus de las fuerzas invisibles de la vida también identificados a veces
como danzantes de venado. Entre los zuni, en Nuevo México, muchas figuras del
animal aparecen con una “línea de la vida”: suerte de flecha alargada
(generalmente roja) que empieza en la boca y penetra hacia sus entrañas. La línea
de la vida, o del corazón, es una representación simbólica de la fuente vital: el
“aliento” del animal: fuerza básica invisible de cualquier ser.
En zonas de Durango también aparece la bestia. En Mesa de la Cruz (cerca
de Guanaceví), dos de sus efigies grabadas coronan el sitio rocoso, mientras que,
en las inmediaciones, otra figura en actitud de bramar extiende la cabeza sobre un
largo cuello. Al respecto, los arqueólogos señalan que el venado era un tema
recurrente en el arte rupestre y la cosmovisión chalchihuiteña, siendo utilizado
como metáfora para referirse a pueblos o grupos de personas.
Nuestra presa virtual se halla, además, en el centro y surponiente texano
(Lower Pecos River Area, y en otra zona denominada “The Big Bend”-Terrel
County), lo mismo de forma individual que en grupo, flechada o acompañada de
figuras humanas: chamanes o cazadores. Igualmente, en la Angostura y la Sierra
del Kilo, Chihuahua, hay representaciones de hombres bailando y cazando con
cornamentas del ciervo. Figuras que también aparecen en sitios de Durango.
77
En nuestra región, su figura está plasmada en parajes de Coahuila y
localidades de Aramberri, Villa de García, Mina, Lampazos y Vallecillo, Nuevo León,
así como en sitios del sureste texano; generalmente aparece su cuerpo de perfil, o
su extremidad superior, astas y huellas, así como probables cacerías de la bestia; a
veces dichas figuras aparecen junto a otras de puntas de proyectiles y peyote.70 En
el caso del Noreste de México y el Sureste de los Estados Unidos, la
representación del venado en conjuntos que incluyen puntas de flechas, cuentas,
figuras humanas y extremidades, puede estar relacionada con la demostración
gráfica del poder y atributos del chamán; por ejemplo, identificar a éste con sus
espíritus asistentes, o representar su animal de combate.
Su iconografía también puede interpretarse como la evocación de sucesos
míticos y la “cacería mágica”. En este sentido creemos que los diseños cumplían
varios objetivos: identificar a los cazadores con el maestro de los animales de caza
o con el espíritu guardián de una especie en particular; incluso, tal vez podrían
implicar abundancia, prestigio social, ritos de paso y fertilidad, al mismo tiempo que
expiaciones por el sacrificio de vida.71
Si nos basamos en Mircea Eliade, el rastro más antiguo de este complejo
pictórico religioso lo tenemos en Asia. El rumano asegura que, originalmente, la
bestia de combate de los chamanes era el reno; añade que esto parece confirmarse
70 Passim. R. Viñas, E. Sarria, et al, “Repertorio temático de la pintura rupestre de la Sierra de San Francisco, Baja California (México)”, pp. 203-255, en: María del Pilar Casado (compiladora), Lorena Mirambell (coordinadora), El arte rupestre en México; Enrique Hambleton, La pintura rupestre de Baja California, pp. 23-24; Marta Palau, Cueva Pintada; IMCINE, C Producciones, Producciones Sincronía, Salvador Aguirre, Carlos Bolado, Bajo California, el límite del tiempo; Alex Patterson, Rock Art Symbols of the Greater Southwest, p. 54, 82, 114, 129; Marie-Areti Hers, "Durango en el clásico", en: Arqueología Mexicana, Vol. IX-Núm. 49, pp. 65-66; Forrest Kirkland´s Watercolors of Texas Rock Art, en: www.utexas.edu/depts/tmm/anthro/kirkland; Arturo Guevara, Diseños indígenas de carácter religioso de la Angostura, Chihuahua, pp. 31-36; Arturo Guevara, "Atavíos indentificables en el arte rupestre del norte-centro", en: Arqueología 22, pp. 137-156; Roberto Rebolloso, Arqueología de Nuevo León; Breen Murray, Arte rupestre en Nuevo León, numeración prehistórica; Moisés Valadez, Las sociedades pre y protohistóricas de Nuevo León; Gonzalo Infante, Hombres del Norte (video documental): Joaquín Berruecos y Rosibel Gadea, "Arte Rupestre", en: Arqueología: Bitácora del aqueólogo (video documental); Carlos Manuel Valdés, La gente del mezquite, pp. 53, 54; Moisés Valadez, Solveig A. Turpin, et al, Boca de Potrerillos, p. 49; Wm. Breen Murray, "Rock Art Sites Of Northeast Mexico: Recents Explorations", en: 1999 International Rock Art Congress Proceedings, Vol. 1, pp. 77-78.71 Cfr. Leticia González Arratia, "El chamanismo: una hipótesis sobre la función de los petroglifos”, en Segunda reunión sobre medicina tradicional del Norte de México.
78
por el hecho de que los dibujos rupestres de Saymail Tas, en Kirguisia (Federación
Rusa, Asia central), que datan del segundo y primer milenios antes de nuestra era,
representan chamanes enfrentándose en forma de renos.72
Además, el investigador Herman Alphonse Smith plantea que existe relación
entre los motivos iconográficos del actual Noreste de México y los del territorio
Chumash del sur y suroeste californiano:
Las similitudes en áreas tan distantes se pueden atribuir a que, lingüstica y
etnográficamente, los grupos del noreste de México y suroeste americano pertenecían a la
familia hokana, de tal forma que aún con desarrollos distintos, los sistemas de
organización, defensa y creencias shamanisticas son comunes.73
72 Mircea Eliade, El chamanismo y las técnicas arcaicas del éxtasis, p. 404; cfr.: Manfred Lurker, El mensaje de los símbolos, p. 220; Wolfgang Marschall, Influencias asiáticas en las culturas de la América Antigua, pp. 122-126; Cristóbal López (coordinador)l, Creer, beber, curar, Historia y cultura en Iturbide, N. L. p. 120-131.
73 Herman Alphonse Smith, citado en: Moisés Valadez, Las sociedades pre y protohistóricas de Nuevo León, pp. 31-34.
79
Cazar, comer, cambiar: funciones prácticas y sociales de la bestia entre los
indios del delta del Río Bravo
Margarita, ¿por qué estás triste?
¿De quién te estás acordando?
De la carne de venao
de la carne de venao
que ayer estuviste asando
que ayer estuviste asando
¡ay ay ay ay!
Pobrecita de Margarita:
¡Ay, qué suerte le tocó!
Que por andarse paseando
que por andarse paseando:
el indio se la llevó
el indio se la llevó
¡ay ay ay ay!
-Aurelio Cázares Nájera, Ejido Cerro Prieto, Linares, N. L. 1993-
Existen varias hipótesis acerca del trayecto de Álvar Núñez Cabeza de Vaca por la
región sur de Norteamérica. Por ejemplo, Alex D. Krieger plantea lo siguiente: que
el español partió del río Guadalupe en dirección sureste hasta cruzar el Bravo,
80
cerca de su confluencia con el río Álamos, no lejos de Ciudad Mier y Miguel
Alemán, en la actual “frontera chica” tamaulipeca; posteriormente, el derrotero
siguió hacia el sur hasta el río San Juan, el cual fue seguido corriente arriba,
presumiblemente a lo largo de su lado oeste, para llegar a un sitio al sur de la Sierra
Papagayos, de donde viró a poniente.74
Entre muchas otras cosas y hechos de esa travesía, Cabeza de Vaca señala
cómo tuvo que aprender ciertas costumbres de los aborígenes; así, durante algunas
noches mitiga el viento del norte con pieles de gamo y llega a consumir cebo de la
bestia en uno de tantos días de hambre. Para ser aceptado entre las primeras tribus
que va conociendo: intercambia cueros, almagre, pedernales, engrudo, cañas duras
para flechas y “unas borlas que se hacen de pelos de venados, que las tiñen y
paran coloradas”. Escribe también que ciertas tribus pasan hambres y consumen
todo tipo de raíces o animales rastreros, incluyendo tierra, madera y estiércol de
venado.75 En su periplo, Cabeza de Vaca da testimonio de la importancia del ciervo
para las tribus con las que tienen contacto él y sus compañeros; así, no es raro que
en retribución a sus curaciones les otorguen pieles o pedazos de su carne y hasta
corazones. Las tribus creen en su medicina y se corre la voz de que son enviados
del sol y del cielo; de esta manera avanzan hasta dar con los asentamientos
españoles más septentrionales:
Están tan usados a correr, que sin descansar ni cansar corren desde la mañana hasta la
noche, y siguen un venado; y de esta manera matan muchos de ellos, porque los siguen
hasta que los cansan, y algunas veces los toman vivos (...)
Y como entre ellos se publicó, vinieron otros muchos enfermos en aquella noche a que
los sanase, y cada uno traía un pedazo de venado; y tantos eran, que no sabíamos adónde
poner la carne (...)
74 Esta es una hipótesis discutida en ámbitos académicos, aunque no es la más difundida, Alex D. Krieger, Un nuevo estudio de la ruta seguida por Cabeza de Vaca a través del Norte de América, “The travels of Alvar Núñez Cabeza de Vaca in Texas and Mexico”, en: Homenaje a Pablo Martínez del Río en el XXV Aniversario de los Orígenes Americanos, cfr. Marín Salinas, Indians of the Rio Grande Delta, pp. 82-85, Moisés Valadez Moreno, La arqueología de Nuevo León y el Noreste, pp. 172-177.
75 Álvar Núñez Cabeza de Vaca, Naufragios y comentarios, pp. 32, 37.
81
En el pueblo donde nos dieron las esmeraldas, dieron a Dorantes más de seiscientos
corazones de venado abiertos, de que ellos tienen siempre mucha abundancia para su
mantenimiento y por esto le pusimos pueblo de los Corazones.76
En esta primera crónica de la región, la bestia y sus partes aparecen ya
descritas con valor de cambio, de uso y ritual (ofrenda). Lo cual no es raro:
sabemos que los nativos nómadas y seminómadas del delta del Río Bravo (actual
Noreste de México y Sureste de Estados Unidos) practicaban de manera intensiva
la pesca, la caza y la recolección; de hecho, la información que poseemos sobre
sus costumbres nos indica que uno de sus alimentos indispensables era el venado.
Las etnias agrupadas genéricamente bajo la denominación “tamaulipecos”,
“coahuiltecos” y “texas” cazaban este animal flechándolo y con trampas de estaca;
otras veces rodeándolo, o cercándolo con fuego; incluso, Martín Salinas cita un
documento judicial que refiere a tribeños mulatos acosándolo a caballo, en las
inmediaciones de Matamoros.77 La carne del animal era un alimento básico en las
danzas ceremoniales, en los "mitotes" de nuestros ancestros arcaicos. Varios
informes coloniales coinciden en que su carne y su piel tenían valor de cambio
entre algunos grupos, ya sea como símbolo de amistad o como dote matrimonial:
Son grandes cazadores y, así, cuando salen, no dejan cosa viva. Corren como un
venado; la carne del cual es la mejor que tienen (...)
En amaneciendo, como a las nueve, que ya están recordados, y quieren irse los
convidados [al mitote]; les van repartiendo aquella comida y algunos cueros de venado;
que es lo que ellos más estiman (...)
El casamiento entre ellos, es conformidad de la parte o gusto de los padres de ella; a
quien por un venado o cuero que el pretendiente le da, compra la hija, que no repugna.78
76 Ibid. pp. 37-38, 41-42, 64.
77 Juan Antonio Ballí, Joseph de Trejo y Antonio Margil Cano, “De Joseph Abito Cantu, Apolinario Moya, y Lucas Sosa Vesinos de esta Jur. por la acusacion de haver extrahido un Yndio de poder de sus Padres Yndios de la Nación de los Mulatos: hayase Yncurso tambien un Yndio Christiano reducido a esta Mission llamado Jph Miguel. AMR, 28 L.”, citado en: Martín Salinas, op. cit. p. 52, 120.78 Alonso de León et al, op. cit., pp. 21, 25, 29.
82
Lo común que ejecutan estos bárbaros para el ajuste de sus desposarios, es cazar algún
venado, y traerle a las puertas de la novia, y si su padre y ella le reciben, ya tiene como por
su muger a la muchacha; pero si no lo reciben y dejan que la carne se pudra, es señal de
que no gustan concederle para muger a la doncella.79
Incluso, encontramos cierto informe en el que un grupo de laguneros intenta
cambiar diversos objetos y pieles de la bestia por un recién nacido:
Cogió la enfermedad, entre otros, a un indio principal; los suyos para librarlo se quisieron
valer del otro abuso que dije usaba en su gentilidad esta gente de matar y sacrificar un
niño que poco antes hubiese nacido. Vinieron a la madre con cueros de venado, jícaras,
tecomates, sartas de cuentas y huesos de que ellos usan, para rescatar o comprar la
criatura que querían sacrificar. Entendiendo la madre a lo que venían e intento que traían,
se traspuso con su hijo, de noche, tres leguas del pueblo.80
Sabemos, además, que al cazarlo se guardaban ciertas prescripciones. El
encomendero y primer cronista, Alonso de León, informa que cuando un indio
mataba un venado sólo disponía del cuero: repartía la carne "entre todos" sin
probarla. Él a su vez comería de lo que otro cazara.81 Actitud que nos remite a un
caso típico de reciprocidad generalizada.
Siglos más tarde que De León, el autor de La gente del mezquite hará una
recreación de este tipo de costumbres e informes coloniales, así como de sus
probables implicaciones místicas:
Cuando el cazador mataba un venado ya no lo tocaba: quedaría al instante impuro.
Regresaba a la ranchería, daba las señas a las mujeres y ellas lo trasladaban. El cazador,
como ya se mencionó, no podía comer de él ni un solo trozo, y permanecía aparte,
mientras el júbilo era general entre la banda, repartiéndose hasta los tendones para
79 Joseph Arlégui, Crónica de la provincia de NPS Francisco de Zacatecas, p. 143.
80 Andrés Pérez de Ribas, Triunfos de nuestra Santa Fe entre las gentes más bárbaras y fieras del Nuevo Orbe, (en "Páginas para la historias de Sinaloa y Sonora", tomo III), p. 274; citado en: Martínez del Río, La Comarca Lagunera a fines del siglo XVII según las fuentes escritas, p. 93.81 Cfr. Alonso de León, op. cit. p. 21.
83
cuerdas de los arcos. Al héroe de la jornada se le entregaba, como trofeo, la piel del
venado con sus astas.82
En una fecha tardía como 1828, los integrantes de una comisión científica
enviada a la frontera norte por el gobierno mexicano describen un pasaje análogo a
los anteriores, pero ya en el seno de un sociedad cambiante; aquí el nativo otorga
la presa a los visitantes: a los invasores con los que tiene ya una inevitable
convivencia: “En este parage fué en donde un indio, que había matado un venado,
repartió su carne entre nosotros, á pesar de necesitarla él mas.”83 El mestizo que
describe este comportamiento del texano comenta que el aborigen necesita más la
carne del ciervo pero se las otorga a ellos. Esto puede leerse cuando menos de dos
formas: el nativo simplemente remarca su condición de dominado: de extranjero en
su tierra: vasallo que entrega la pieza de caza a los señores mexicanos, todavía
dueños del territorio; o, sólo sigue una pauta heredada de viejos ritos de caza como
el reseñado líneas anteriores: repartir el producto de lo cazado y no probarlo;
incorporar su presa a quienes considera parte de su propia sociedad.
82 Carlos Manuel Valdés, La gente del mezquite, pp. 83-84.
83 “Caza del oso y cíbolo, en el N.O. de Tejas”, en: Luis Berlandier, Rafael Chovell, La comisión de límites, de Bejar a Matamoros, segunda parte, p. 254
84
“Todos perdieron el cuero”: utilización de su piel y entrañas
Llamamos a los niños.
Les decimos que se despierten...
Decimos a los niños que todos los animales están despiertos.
Salen de las guardias donde durmieron.
El ciervo los conduce.
Viene del sotobosque donde mora,
guiando a sus pequeños hacia la Luz del día.
Nuestros corazones están contentos.
-Fragmento de canto pawnee, citado por Ernesto Cardenal-
Por otra parte, su piel servía para confeccionar parte de la indumentaria y
rústico mobiliario:
Duermen en el suelo, con algún heno zacate a la cabecera, y algunos en algún mal cuero
de venado, si lo tienen... Ellas cubren sus partes deshonestas con heno o zacate o unos
torcidos que hacen de cierta yerba, como lino. Y sobre eso suelen, las que lo tienen,
ponerse, como faldellín, un cuero de venado atrás y otro adelante... Suelen traer otro cuero
colgado al hombro, como cobija.84
También se ocupan en aderezar pellejos de venados y de cíbolas hombres y mujeres,
que todo lo saben hacer; y otros trastitos necesarios del servicio de la casa.85
84 Alonso de León et al, op. cit., p. 19.85 “Relación sobre los indios del este de Texas, por Fray Francisco Casañas (1691)”, en: Lino Gómez Canedo, Primeras exploraciones y poblamiento de Texas (1686-1694),pp. 37-68.
85
Las indias son preciosas, blancas y agradables, vestidas de gamuza con flecos y
bordados de cuentas de varios colores, unos huesos lisos y largos de las orejas, el pelo
rubio y tendido.86
Usan los huaraches los indios de piel de venado con el pelo abajo, y con esto y los
zacatales de que se hallaba muy cubierta la tierra no se distinguían los rastros y huellas de
ellos.87
Localmente se han hallado vestigios arqueológicos relacionados con estas
prácticas, como es el caso de un entierro aborigen de Galeana: Les voy a hechar
una corta platiquilla en cuestión a los indios. A un tío le gustaba mucho -este-
escarbar... buscar tesoros ¿verdad?, entonces una vez el iba por entre el monte y al
pasar por una cueva oye un llorido [llanto], y que empieza a escarbarle y
excarbarle: y el llorido y el llorido; y decía mi tío: "pues tu llorarás, pero yo te voy a
sacar", y lo sacó ¿verdad?
Lo sacó porque le excarvó y le excarvó hasta que llegó a donde estaba.
Y sabe usted qué era: era un indio chiquito en una cuna de cuero de venado;
con sus huarachitos de cuero de venado y todo. Los mecates de la cunita eran
ixtles de maguey torcidos: estaba amarrada la cunita (y, aparte de eso, encontró
una ollita como de bronce, que tenía ahí también).
Pero enterito el indio, como si lo hubieran acabado de dejar ahí -oiga-: seco de
a tiro, pero entero, ya bien seco ¿verdad? pero entero: sin despedazarse nada.88
Además, con su cuero y entrañas elaboraban partes de sus objetos de guerra;
es altamente probable que el arco con cuerda de venado utilizado por los aztecas
fuera una herencia cultural de los recolectores cazadores aridoamericanos.
Estudiosos como Jiménez Moreno opinan que el arco apareció en el Valle de
México en época tardía, y para sostener su aseveración apuntan que los dioses
representados en estatuas y dibujos portan el atlatl y no arco y flechas. Especifica
86 Se refiere a indios Texas de San Pedro Creek, Fr. Rafael Cervantes, op. cit. p. 64.87 José Hermenejildo Sánchez, Crónica del Nuevo Santander, p. 85.88 Rosendo Torres, 67 años, Iturbide, N.L., 1994, cfr. Salomón E. Beltrán Cárdenas, "La cueva del indio", en: Hugo H. Sepúlveda y otros, Silueta de mi sombra. Leyendas ganadoras del concurso estatal, pp. 16-17.
86
que los chichimecas introdujeron éstos y que fueron precisamente estas armas las
que les facilitaron la victoria sobre los toltecas, armados con el atlatl.89
En lo que ahora es Nuevo León y Coahuila el uso del atlatl permaneció hasta
hace unos mil años. En esta zona existen varios sitios con petrograbados de atlatls,
figuras de puntas utilizadas en los proyectiles, así como pezuñas y cornamentas de
venado asociadas al arma representada. Algunos estudiosos afirman que entre
estas representaciones aparece un tipo de atlatl que parece ser único en el
continente.90
El carcaj se llevaba por todo el Gran Chichimeca; habitualmente era de piel de venado,
enrollado como un cilindro, y colgaba de la espalda.91
Cuando viene el día tornan a aflojar sus arcos hasta que salen a caza. Las cuerdas de los
arcos son niervos de venados.92
Las flechas son de un carrizo delgado y duro (...). Estas, o están pegadas con un
betumen que llaman sautle, o amarradas en sus extremidades con unos niervos de venado
tan bien puestos, que no hay ñudo ni se ve dónde acaba la ligadura o dónde empieza, si no
es que lo mojan.93
Todavía en 1951 se elaboraba el carcaj hecho con piel de ciervo entre los
tepehuanes, tribu que vivió en el Noreste y centro norte de la Nueva España, para
luego ser diezmada y arrinconada en zonas de la sierra de Chihuahua y Durango;
en donde pervive hasta ahora.94
Por otra parte, es probable que en torno a su piel, carne y entrañas, existieran
creencias religiosas; sobre todo si tomamos en cuenta que en muchos pueblos
89 Friedrich Katz, Situación económica y social de los Aztecas durante los siglos XV y XVI, p. 200.
90 William Breen Murray, Héctor Lazcano, Francisco Ruiz, “Atlatl”, en: CienciaUANL, Volumen III, número 1, enero-marzo 2000, p. 7.91 Phillip W. Powell, La Guerra Chichimeca (1550-1600), p. 63.92 Álvar Núñez Cabeza de Vaca, op. cit. p. 50.93 Alonso de León, op. cit. p. 37.94 J. Alden Mason, "Notas y observaciones sobre los tepehuanes", p. 147, en: Thomas B. Hinton, Coras, Huicholes y Tepehuanes, pp. 137-156.
87
arcaicos los individuos se vestían con pieles de animales para apropiarse de su
fuerza o porque concebían que de esta forma podrían transformarse en los mismos
(no sólo por necesidad elemental). Sobre este punto profundizaremos más
adelante, por lo pronto aquí tenemos una probadita:
Entienden que se les contagia la agilidad de los animales comiendo sus carnes; y así
comen de las bestias mulares y caballares por ser más livianas. Lo más común en ellos es
comer venado.95
Durante el periodo final de la existencia de las tribus, el ciervo siguió siendo
parte importante de su vida cotidiana. En algunos casos, la caza y venta de pieles
de la bestia incorporan al indio a las nuevas relaciones económicas y sociales que
se están gestando. Pasan de tener valor de uso y cambio intertribal, al ámbito de la
economía mercantil y la comunidad sedentaria. Sabemos que bandas como los
tanaquiapemes, en la parte baja del río San Fernando, comerciaban pieles de
venado a cambio de tabaco y cuerdas o riendas.96 También los saulapaguemes,
habitantes de la parte sur del Bravo, algunas veces visitaban Reynosa para
intercambiar sus cueros por productos no especificados.97 Estos intercambios
locales y regionales se encadenaban a las incipientes redes del mercado mundial
desde el Nuevo Santander (Tamaulipas) y Texas; por lo tanto, podemos asegurar
que durante ese tiempo la piel de venado se convirtió en uno más de los artículos
comerciales de la zona:
Durante, pues, este tiempo de tranquilidad y de bonanza con los bárbaros, lograron
aquellos nuevos pobladores del mutuo tráfico de tejidos de algodón y de lana, con otras
obras de la industria de América y muy poco de las de Europa, por pieles de venado, de
95 Hermenejildo Sánchez, Crónica del Nuevo Santander, p. 93.96 Joseph Antonio Ladrón de Guevara, Notiza. q a sacado Anto Ladrón de Guevara Vezo y Notario ppbco del Nuevo R.no de León parte de Nueva España Arreglandose a la Esperiencia q. de los yndios Barbaros sus Costumbres y demas le asiste En Diversas Entradas q hizo a sus Tierras, 1738, en: Martín Salinas, op. cit. pp. 129-130.97 José Tienda del Cuervo, “Inspección de la Provincia Efectuada por el Capitán de Dragones Don José Tienda de Cuervo, 1777”, en: s/a, Estado General de las Fundaciones Hechas por D. José Escandón, en la Colonia del Nuevo Santander Costa del Seno Mexicano. Vol. 1. Publicación 14, 1929, citados en: Martín Salinas, op. cit. p. 61.
88
berrendo y de cíbolo, de que los indios se hacían con su cuantiosa caza de estos
animales.98
Los norteños comerciaban con los españoles de Louisiana fusiles, balas, pólvora, paños,
frazadas, hachas, ollas, cuchillos, bermellón y otras mercaderías de uso a cambio de
gamuzas, pieles de venado, oso y cíbolo, sebo de res y manteca.99
En el mismo orden de ideas, una lista de sugerencias para “vivir en civilidad”
documenta cómo los aborígenes avecindados en las misiones del centro-oriente
nuevoleonés llevan los cueros de la bestia y los juegan en apuestas. Es decir,
siguen teniendo para ellos determinado valor de uso y de cambio, aunque vivan en
las poblaciones sedentarias:
11. A ningún indio se le [debe] permitir que dentro y fuera del pueblo anden con armas, y
los que tuvieren, se las recojeran, y sólo se les permitirá el dárselas para que casen
venados (...)
13. Les ser[a] prohivido a dichos yndios el que jueguen otras cosas que no sean pieles de
venado, y no se consentirá que en dichos pueblos entren mulatos ni coyotes, pues estos
entran solamente a inquietar a los yndios y a jugar con ellos.100
De hecho, hasta el presente, en comunidades de la sierra de Chihuahua los
raramuri apuestan cueros de venado, pero más: cobijas; por supuesto, los tiempos
cambian.101
98 Fray Vicente de Santa María, op. cit. p. 152.99 S/a, Documentos para la historia eclesiástica y civil de la provincia de Texas o Nuevas Philipinas, 1720-1779, p. 346, en: María Esther Domínguez, op. cit. p. 40.100 “Puntos que se han de observar en los pueblos de nueba conberción titulados Nuestra Señora de la Concepción y Purificación [actual Montemorelos, N. L.] a el fin de que se arregle en ellos el mejor govierno, cuya regla se seguir para que viniendo la instrucción que deve mandar el Excelentísimo Señor Virrey, se sigan los demas puntos o artículos que en ellos se presentan”, Monterrey, noviembre 16 de 1772, Archivo Municipal de Monterrey: Correspondencia. 101 Raúl García Flores, Información personal de su trabajo de campo en la Sierra Tarahumara (proyectos INAH, Chihuahua), 1998.
89
La piel del ciervo en la vestimenta regional
Llevas la savia del desierto
la evocación del mar
calma tu sed.
El mirar de las palmas
habla de vivencias:
un círculo, el hombre.
Soy yo en otro cuero.
-Catujano, Stella Brewster-
En este punto realizaremos una breve descripción acerca de la piel del ciervo y su
uso probable en la indumentaria regional. En una visita al presidio de Cadereyta
(actual Cadereyta Jiménez, Nuevo León) llevada a cabo en 1685 se realiza un
inventario de lo que poseen dos oficiales y seis soldados para las funciones de
guerra. Seis de los militares especifican poseer “cueras”; los objetos personales del
alférez Joseph Sánchez son los siguientes: “ocho caballos, un arcabuz, una cuera,
espada y daga, un terno de armas de a caballo y pólvora y balas”.102 Tal vez
algunas de estas cueras fueran de gamo.
Otros advenedizos no escaparon de las necesidades y “moda” de estas
latitudes, de aquellos tiempo. En 1689, Alonso de León penetra en Texas por
encargo del virrey en turno con el objetivo de conocer y bloquear los avances de
algunos filibusteros franceses en la zona; sabemos al respecto que en una
ranchería “del capitán de los Texas” les entregaron a dos franceses con el rostro
rayado, a usanza de los indios, tapados con gamuzas y cíbolas.103 En el mismo
orden de ideas, Israel Cavazos señala que, a principios del siglo XIX, los vaqueros
102 “Visita al presidio de Cadereyta, en: 1685. Autos de la Visita General que hizo el señor Marqués de San Miguel de Aguayo, Gobernador y Capitán General del Nuevo Reyno de León y sus provincias, principiada en 14 de febrero de dicho año, AMM, Ramo Civil, Volumen 18, exp. 10.103 Alonso de León, Diario: Derrotero y demarcación de la tierra de la jornada que por orden del Excelentísimo Señor Conde de la Monclova, virrey y capitán general que fue de la Nueva España, hizo el general Alonso de León (...), en: Lino Gómez Canedo, Primeras exploraciones y poblamiento de Texas (1686-1694), p. 104.
90
del Nuevo Reyno de León realizaban su oficio “vestidos de calzones de cuero de
piel de venado, con botonadura de plata”.104
La posibilidad de que la población mestiza del área asimilara parte de la
indumentaria aborigen la menciona también el historiador potosino Jesús Meza.
Aunque Meza León va un poco más lejos al afirmar que parte de esta vestimenta se
convirtió en traje típico de la zona noreste:
Por lo que respecta a su organización social y costumbres, se sabe tan sólo que eran tan
o más salvajes que los huachichiles, y que utilizaban la gamuza para la hechura de su
ropas, costumbre que ha trascendido hasta nuestros días, y que sigue formando parte del
traje típico de Tamaulipas y de algunas partes de Nuevo León, Coahuila y San Luis
Potosí.105
El traje típico a que hace referencia este autor tiene entre sus prendas básicas
la llamada “cuera tamaulipeca”; chaqueta ligera con flecos que utilizan casi como
uniforme los músicos tradicionales de acordeón y bajo sexto (véase cantidad de
videos en el canal local 64 Teleritmo), así como los integrantes de grupos folclóricos
del norte de México y del sureste de los Estados Unidos. Tal vez incluya, además,
los chalecos de piel sin manga, populares entre quienes gustan del anterior tipo de
música. Sabemos también que algunos talabarteros fabrican esporádicamente -casi
siempre por encargo- cintos, morrales y hasta mocasines con su cuero; lo mismo en
Hualahuises o Aramberri, que en la colonia Independencia de Monterrey.
El año pasado, un cantautor popular en el delta del Río Bravo, Beto
Quintanilla, grabó la canción titulada “Mi último contrabando”, donde hace una lista
de objetos típicos -o ideales- para un contrabandista regional de fin de milenio. En
ésta todavía aparece el chaleco de venado, aunque la metáfora personal de
valentía tiene como eje al “toro”:
Quiero cuando muera 104 Israel Cavazos, Nuevo León: montes jóvenes sobre la antigua llanura, p. 81; citado en: José Luis García Valero, Nuevo León, Una historia compartida, p. 15.105 Jesús Meza León, “Fundamentos prehispánicos del Norte de San Luis Potosí”, en: Archivos de historia potosina, p. 59. Se refiere a los grupos nómadas del área de San Luis Potosí.
91
escuchen ustedes
este es mi gusto y ni modo
mi caja latina y yo bien vestido
y con mis alhajas de oro
en mi mano derecha
un cuerno de chivo
y en la otra un kilo de polvo.
Mi buena texana
y botas de avestruz
y mi cinturón piteado
un buen alipuz
y chaleco de venado
para que San Pedro
le diga a San Juan
¡ay viene un toro pesado!
Será mi último viaje
y no quiero hacerlo en vano
quiero que me entierren
con mi último contrabando
si dios no me quiere así
pues a ver si me acepta el diablo.
(A.D.R. corrido “El último contrabando”).
El venado en el ojo del remolino de viento: sueños y rebeliones
92
¿Recuerdas?
Niños y jóvenes a los que no dispersa el tiempo
bailan a la virgen, al gigante;
igual que los abuelos de sus abuelos
le danzaron y gritaron a una cabeza de venado;
por lo mismo: placer, lluvia, devoción.
-“Mujer”, Paurake-
Si el venado era parte de la economía y cosmovisión del aborigen, éste debía
brindar un cuidado particular a la conservación del animal como especie y
manifestación religiosa. Nuestros primordiales indios debieron tener, como otros
grupos cazadores recolectores, tiempos y sitios de veda que permitían la
reproducción del ciervo: su continuidad. Y esto, por una cuestión elemental y
práctica: si la población de la especie disminuía en gran escala, ellos padecerían
hambre, necesidades materiales, desasosiego espiritual.
El ciervo no se debía ¡No se debe! matar por vicio, sino con el fin de comerlo o
intercambiarlo en ocasiones especiales: mitotes y bodas; o para conmemorar y
seguir algún precepto religioso, de comunión con el mundo y con la divinidad.
En este orden de ideas, es lógico que la representación colectiva de la bestia
causara alteraciones en el seno de la sociedad colonial.
¿Un ejemplo paradigmático? En 1599 se dio un caso de visiones de venado e
intento de resistencia étnica. Ocurrió en San Luis Potosí, en la persona de una vieja
huachichila (60 años, aproximadamente) acusada de hechicería y rebelión. En la
relación del proceso ni siquiera se da el nombre de la anciana porque “no es
cristiana ni a sido bautizada”. El documento especifica que cierto domingo, una
mujer aborigen que vivía en el barrio de Tlaxcala entró en las iglesias de los
tlaxcaltecas y de los tarascos, quebrando las cruces y quitando las imágenes que
en ellas había. Posteriormente, la mujer se la pasó gritando que se habrían de morir
muchas personas, y que aunque la vieran muerta a ella no creyeran que estaba
93
difunta: porque no se iría de este mundo sin que antes se fueran por delante
muchos indios y cristianos.106 Naturalmente, los actos de la anciana y su
convocatoria provocaron alboroto entre los indios y temor de las autoridades. Razón
por la cual fue apresada y sujeta a proceso judicial, con cinco indios como testigos.
Al instruirse el proceso, uno de los testigos especificó que la anciana había
advertido que nadie “fuera a misa el día domingo; otro afirmó (un indio huachichil
llamado Gaspar) que ella realizaba actos de hechicería con animales:
Afirma que hace muchos años que conoce a la mujer y que en una ocasión la oyó decir
que había convertido a un indio en venado y a su compañero Andrés en coyote.107
Cuando al quinto testigo, el huachichil Andrés, le preguntan si es verdad que
la anciana lo había convertido en coyote; contesta:
que con un hechizo que le hizo parecio este declarante ser coyote y se vido la cola de
coyote.” Del mismo modo la mujer cambió a un hijo suyo en venado, y después los
convirtió a los dos otra vez en hombres.108
Sin embargo, la información relacionada con nuestro objeto de estudio la
conocemos cuando se toma declaración a la aborigen; al cuestionarle acerca de
sus actos, da una descripción detallada de una visión que tuvo estando borracha:
vio venir hazia ella dos figuras a manera de benados y que le dixeron que no desviase y
que ella la buscaban y que no querian apareserse a otro sino a esta confessante porque
estava mala y que la querian ber y esta confessante dixo que era muy bieja en la ocassion
que bido las figuras y que agora esta mosa y sana y que se le han quitado una tataratas
que tenia y luego dichas dos figuras se metieron en una queba juntamente con esta
confessante y luego le dieron un cavallo el qual tiene en el dicho pueblo de Tlaxcala y que
106 AHESLP, Fondo Alcaldía Mayor, 1599, “Una india chichimeca es sentenciada a muerte por hechicería, por haber matado a un indio llamado Agustín y por sublevar a los indios chichimecas y tlaxcaltecas para asesinar a los españoles”, fojas 113-127; citado en: Ruth Behar, Las visiones de una bruja huachichil en 1599: hacia una perspectiva indígena sobre la conquista de San Luis Potosí, pp. 25-26.107 Ibid. pp. 28-29.108 Ibid. pp. 29-30.
94
una de los dos figuras que era un benado yba ensima de otro cavallo y el otro benado
llebaba el cavallo de diestro y que esta confesante en aquella ocassion estava tullida y
luego que vido las dichas dos figuras esta buena.109
En esta visión, las figuras del venado aparecen como parte de una revelación;
si nos atenemos a las líneas del texto, los animales buscaban a la anciana -la
querían ver- y le hablaron. Se le aparecieron porque estaba enferma y se metieron
a una cueva. Es significativo que uno de los venados vaya encima de un equino,
mientras que el otro ciervo también es acompañado por un caballo; animal que le
otorgan tras penetrar en la gruta. Después de la visión, se especifica que la vieja
está sana y algo rejuvenecida: le quitaron lo tullido, las cataratas; incluso, se
consigna que el caballo lo tiene en el pueblo de Tlaxcala. Ruth Behar interpreta el
pasaje de diversas maneras; en primer término dice:
Desde un punto de vista, los venados montados a caballo representaban una inversión
de todo lo que los chichimecas siempre conocieron: los venados, los cazados, ahora eran
los cazadores, mientras que los chichimecas, otrora cazadores, ahora eran los cazados.
Entre los tarahumaras, en la actualidad, la inversión de las posiciones del cazador y de la
presa significa la venida del fin del mundo; éste parece ser uno de los significados de la
visión de la guachichila.
A otro nivel, los venados, a los que se atribuye la nueva salud y juventud de la anciana,
son también símbolos de su propio subyugación y la de su pueblo: andan a caballo como
los españoles.110
Si recapitulamos un poco el contexto socioeconómico, podemos ampliar y
precisar la anterior interpretación. El suceso ocurre en 1599, casi diez años
después de que se empezara a aplicar a los chichimecas la “paz por compra”
(después de cincuenta años de guerra a sangre y fuego, 1548-1590). Mediante la
“paz por compra”, la Real Hacienda cambia sus gastos de guerra en el norte por la
inversión en el regalo de elementos materiales para apuntalar la sedentarización y
109 Ibid. pp. 31-32.110 Ibid. pp. 40-41.
95
conquista espiritual de las tribus nómadas: ganado, maíz, ropa. A la vez, la pinza
colonizadora contra los aborígenes cazadores recolectores se cierra con el apoyo
de los indios del sur, principalmente tlaxcaltecas. Estos últimos estaban protegidos
por el poder virreinal; a cambio de su labor colonizadora y militar, tenían privilegios,
por ejemplo, derecho a títulos nobiliarios y de tierra, usar armas y montar a caballo.
Montar no era posible para los tribeños chichimecas. Este privilegio y ventaja se
reservaba a españoles, indios del sur y descendientes de chichimecas (mestizos)
probadamente conversos y transculturizados, como es el caso del capitán Miguel
Caldera: hijo de huachichila y español que fue fundamental para la paz por
compra.111
Si a este momento histórico le sumamos la importancia material y ritual que
tenía el venado para los nómadas, podemos armar el rompecabezas: los venados
siguen apareciendo como parte de una cosmovisión cotidiana e importante para la
india; por eso la buscan y le hablan en su enfermedad y vejez (cualquier semejanza
con quienes en tiempos de enfermedad o ancianidad se acuerdan de otros dioses,
es mera coincidencia).
Sin embargo, la cultura de los cazadores recolectores en la que nació y creció
la anciana se halla en una profunda transformación (aculturación); elementos y
seres se cruzaban en la realidad de las nuevas poblaciones sedentarias y en la
mentalidad de sus habitantes. Esto explica que los antiguos señores venado
monten a caballo como los nuevos señores colonizadores; sin embargo, en el
otorgamiento del caballo por parte de uno de los venados, hay algo más que una
simple inversión de símbolos, hay una especie de revelación. Revelación que -
además- es otorgada por la tierra (en una gruta). El gesto de los venados es
ejemplar: ellos dominan a los caballos y hasta son los mensajeros que otorgan uno
de estos animales a la india. Respecto a este pasaje, coincidimos con la
interpretación de Behar:
111 Passim: Pilip W. Powell, Capitán mestizo: Miguel Caldera y la frontera norteña, La pacificación de los chichimecas (1548-1597); Francesca Gargallo, La decisión del capitán.
96
Pero quizá más claramente se puede interpretar esta imagen como una parte importante
de la visión utópica de la anciana: precisamente como los venados posibles nahuales de
los chichimecas andarán a caballo y estarán en el mando. Los venados en la visión quizá
representen los mismos chichimecas y la posibilidad de su redención de la muerte, de las
enfermedades, y de la subyugación eterna al mando de los españoles. A la anciana le dan
un caballo para empezar esa cruzada.112
Aunque podemos precisar que dicha revelación es parte del mismo proceso
aculturador, síntesis de las dos realidades que se estaban viviendo; pues desde
décadas atrás, los indios ya hacían uso del caballo como arma ofensiva:
Si la política de paz de los españoles hubiese tardado más en aplicarse, el guerrero
indígena habría resultado un problema más grave aún, pues una vez a caballo era
sumamente peligroso.. “... andan a cauallo y si topan algun hombre del mandado y no lleua
buena bestia para yi entienda que en poco rato le alcancan y allí dexa la uida y lo que
lleua”. “Los yndios los sacan [los caballos] e son mas señores dellos que su dueños”. “Ya
no se contentan con atacar a pie en los caminos, sino que les ha dado por robar caballos y
yeguas rápidas y por aprender a montar en pelo, con el resultado de que su tipo de guerra
es mucho más peligroso que antes, porque, a caballo, atacan y huyen con gran
celeridad”.113
En todo caso, podemos leer el otorgamiento del caballo como una metáfora de
lo que vendría después en otros territorios situados más al oriente, ya que el uso
del animal, en mayor escala, perfeccionó la guerra de guerrillas practicada por los
indios rebeldes, al otorgarle mayor versatilidad a su movilidad característica:
El caballo literalmente lanzó a lo indios más lejos de lo que podían sus pies y dio al asalto
indio y a los contingentes bélicos la capacidad de cubrir largas distancias en cortos
períodos de tiempo. En un caso, se reportó que un grupo había viajado setenta leguas en
112 AHESLP, Fondo Alcaldía Mayor, 1599, “Una india chichimeca es sentenciada a muerte por hechicería, por haber matado a un indio llamado Agustín y por sublevar a los indios chichimecas y tlaxcaltecas para asesinar a los españoles”, fojas 113-127; citado en: Ruth Behar, Las visiones de una bruja huachichil en 1599: hacia una perspectiva indígena sobre la conquista de San Luis Potosí, pp. 25-26, p. 41.113 Philip W. Powell, La Guerra Chichimeca, p. 64.
97
dos días. El caballo también se volvió una fuente móvil de comida que los indios
sacrificaban para sustentarse conforme entraban y salían del territorio enemigo. Los indios
se habían acostumbrado a sacrificar las monturas que su entorno y estilos de vida no
podían sostener pero que ellos podían adquirir en el próximo asalto. La crisis de defensa
experimentada por los colonos del noreste de la década de 1660 hasta la de 1720 y su
necesidad de enviar expediciones tan lejos hacia el norte como Texas atestiguan la
movilidad de largo alcance de los chichimecas, quienes estaban asaltando tan lejos hacia
el sur como Matehuala en la década de 1670.114
En fin, la vieja huachichila expresó una resistencia política en términos
religiosos y su llamado a la rebelión fue tomado en serio, tanto por un puñado de
huachichiles, como por el capitán español Fuenmayor, quien la sentenció a morir
colgada.
Visiones, chamanes, divinidades
Mucho tiempo, mucho tiempo
hemos estado comiendo chía
114 José Cuello, “El Ché Guevara en la frontera norte del México colonial”, en: Gazeta de Saltillo, p. 7.
98
y la carne de venado salada en el verano.
Estamos aburridos de nuestras chozas
y de nuestros vestidos ahumados.
Tenemos muchos deseos de sol
y de la hierba en las montañas.
-Paiutes, citado por Ernesto Cardenal-
Sin embargo, no sería la única vez que la figura del venado intentara alterar las
nuevas formas de vida que los colonizadores iban cristalizando en la frontera norte.
Casi treinta años después (área de Parras, 1626), durante una plaga fueron
realizadas muchas danzas para contener una serie de males. Los misioneros
aseguraban que el diablo se aparecía en dichos mitotes, enojado y furioso,
tomando varias apariencias; entre ellas, la de un ciervo. Dicho ente amenazaba con
calamidades a los aborígenes porque se habían convertido al cristianismo y les
"aseguraba" que mandaría otra peste si no bailaban.115 Cierto: cualquier entidad de
culto -no católico- era considerada el diablo por los padres misioneros, en oposición
directa a las entidades de culto aborígenes. Durante el mismo proceso de
conversión los nativos preservaban danzas propiciatorias y visiones de sus
divinidades, a través de las cuales se intentaba salvaguardar parte de su antigua
concepción del mundo.
En estos cultos de crisis cobraban especial importancia los curanderos
locales; en una fecha tan temprana como 1600-1602, se informa que un medicine
man del área de Nuevo León empezó a azuzar a los pueblos de Parras mandando
un mensaje con unos arcos:
115 AGN, Misiones 25. "Carta Annua de la prova de la nueva Espana de 1624", Juan Lorenco, mayo 20 de 1625, citado en William B. Griffeen, op. cit., pp. 127, 129.
99
En el cual decía que todos debían prepararse (apercibirse), porque esos arcos hablaban
de una manera que, escuchándolos, provocaban miedo y asombro; añadía que se
levantarían vientos humeantes que podrían provocar grandes males.116
Cuando un sacerdote fue para tratar de limitar la influencia de tal curandero,
éste se reunió con otro viejo:
quien cargaba arcos y flechas de gran medida, serpientes de cascabel vivas, plumas, un
pedazo de grasa de venado, y un tizón; e iba de casa en casa haciendo alarde de estas
imágenes.117
Estos elementos manipulados por el anciano debieron cumplir una función
ritual específica; en consecuencia, la grasa de venado debió formar -en este caso-
parte de un complejo simbólico religioso más amplio vinculado a cierto tipo de
resistencia, de lucha.
Por cierto, no es la única vez que dicha sustancia aparece en los documentos;
cuando en 1689 el capitán Alonso de León participó en una incursión contra los
franceses en la Bahía del Espíritu Santo, reseñaba de la siguiente forma las
creencias de los indios texas del área:
no tienen otra luz más de que una mujer en tiempos antiguos venía a verlos y los
enseñaba, y que ésta ha muchos años que no viene. Tenían en la parte donde vimos al
indio gobernador un oratorio muy adornado de muchas flores, con mucha limpieza, y un
altar, cuatro imágenes de santos y una cruz con un Santo Cristo pintado, y un rosario sobre
el altar, con instrumentos de música con que festejan los santos, y una luminaria de día y
de noche en frente de la puerta del adoratorio para que dé luz dentro, y saúman con cebo
de venado todas las mañanas.118
116 Bancroft Library, Berkeley, Cal., (BL 1600-1602), Bolton papers 255, Nueva Vizcaya. "Carta Anua, 1600-1602", citado en William B. Griffeen, op. cit., p. 128. 117 Idem.118 “Carta de Alonso de León al Virrey, dándole cuenta de su jornada a la Bahía del Espíritu Santo, donde hallaron destruída la colonia de los franceses (Coahuila, 16 de mayo de 1689)”, en: Lino Gómez Canedo, Primeras exploraciones y poblamiento de Texas (1686-1694), p. 116.
100
Aquí, la grasa del ciervo está en un sistema de creencias diferente al anterior
caso: cambiante. La parafernalia del jefe indio demuestra que está operando un
proceso de aculturación. El cebo no es aquí un elemento inscrito en cierto tipo de
resistencia: aparenta ser un componente más junto a las flores, las imágenes de los
santos, la cruz con el cristo pintado y el rosario. Esto sucede en el adoratorio del
gobernador aborigen, ¿quién sabe lo que sucede en las chozas o vida de sus
gobernados?
Finalmente, sobre la misma sustancia, es preciso referir que aparece como
alimento en Álvar Núñez Cabeza de Vaca119 y en documentos del Archivo
Municipal de Monterrey consultados por el historiador Rolando Guerra (como
sustancia aplicada en el cuerpo de los tribeños).120
Dos años después (1691), un fraile describe las fiestas rituales realizadas por
los habitantes del oriente texano; en éstas, los aborígenes realizan diversas
peticiones ¿plegarias? a su divinidad y a los elementos naturales:
y cada vez que se acaba un baile sale uno hablando como quien predica y dice lo que han
de pedir a Dios. El siguiente baile en estas juntas tiene muchas abusiones, porque también
piden al fuego, al aire, al agua, al maíz, a las cíbolas, a los venados, otras cosas semejantes
a estas: a unas que se dejen matar para comer, a otras venganza pidiendo al agua que se
ahoguen sus enemigos, al fuego que la [sic] queme, a las flechas que los mate, al viento que
se los lleve, y finalmente todo esto lo dirigen a la venganza.121
La misma relación describe a un líder indio (Xinesi) que basaba parte de su
poder en que hablaba con dos niños que “vinieron de la otra parte del cielo”:
habla a los niños diciéndoles que digan a Dios que todos los aseney ya se enmendarán
de aquí en adelante, que les dé mucho maíz, que les de mucha salud, ligereza para correr
119 Álvar Núñez Cabeza de Vaca, op. cit. p. 63.120 Rolando Guerra González, comunicación personal, 1998.121 “Relación sobre los indios del este de Texas, por Fray Francisco Casañas (1691)”, p. 46-47; en: Lino Gómez Canedo, Primeras exploraciones y poblamiento de Texas (1686-1694), pp. 37-68.
101
tras los venados y cíbola, que les dé mucho esfuerzo para pelear contra sus enemigos y
muchas mujeres para que todos se sirvan de ellas.122
Además, los indios texas de las inmediaciones de la Misión de Caldera, en el
Valle de Santiago, tenían noción de un hombre de gran cornamenta “que dicen
tiene unas grandes llaves, y dicen que son más grandes que los bueyes que
tenemos acá”. Este ser moraba en “una casa”, a donde iban a parar las almas de
los muertos “y estando todos juntos han de ir a otra tierra a poblar de nuevo”. A este
psicopompo “que recibe a todos”, y que parecía ser dueño de la casa de los
espíritus, le disparaban flechas al aire para avisarle que iba en camino otro difunto.
Es cierto, no sabemos si las “llaves” mencionadas eran de ciervo, sólo se informa
que son más grandes que las de un toro. Aquí, a diferencia de las dos citas
anteriores, el ser es un ayudante de la muerte, no un dador de vida. Aunque
también cabe la posibilidad de una misma divinidad con ambos atributos.123
Poco menos de un siglo después, las cosas no habían cambiado mucho en el
área. En 1768, fray Gaspar de Solís sale del colegio franciscano de Guadalupe
(Zacatecas), pasa por Mazapil y Saltillo, cruza frente al cerro de la Popa y por el
Real de Boca de Leones (actuales Mina y Villaldama, N. L.), luego se dirige a
Lampazos y enfila rumbo al territorio de los Texas; ya en territorio texano, al realizar
uno de sus primeros informes de misiones, en el del Rosario, señala sobre los
indios con los que se fundó la misión, en 1754:
Tienen varios santos a quien dedican sus mitotes; uno es el dios PICHINI, otro es el santo
MEL. A éstos piden con estos supersticiosos bailes, o la libertad y triunfo de sus enemigos,
o el buen suceso en sus campañas, o abundantes cosechas en sus sembrados, o
abundancia de venados, cíbolos u osos.124
122 Ibid. p. 57123 Ibid. pp. 59-60.124 Fr. Rafael Cervantes (Introducción y notas), Diario del padre fray Gaspar José de Solís en su visita a las misiones de Texas 1768, p. 46.125 “Folk Narrative”, en: The Handbook of Texas Online, http://www.tsha.utexas.edu/handbook/online/index.html
102
En un orden de ideas análogo al de las anteriores citas, los apaches lipanes
de las planicies del sur de Texas tenían la creencia en un héroe cultural que les
enseñó gran cantidad de cosas, incluidos los secretos de la guerra y de los ataques
sorpresa. Durante su estancia entre los mortales, acabó con los enemigos de los
hombres, creó al ciervo, los caballos y otras bestias.125
Pies, cuernos, cabezas: ritos de caza y fertilidad
Ya los pajonales volvieron a retoñar
de nuevo los venados regresaron al playón
los secos agüeyes se volvieron a llenar
se viste de verde la tierra del algodón
y en la primavera que ha llegado a mi región
1
103
renovado el campo en un bello despertar
trinan los canarios y anuncian su redención
y los bellos tiempos abundancia nos traerán.
-A.D.R., son popular vallenato-
Vayamos ahora a la descripción y análisis de otros productos derivados de la
cacería del venado. En algunas fuentes sobre los grupos aborígenes se menciona,
reiteradamente, la manipulación de partes de su cuerpo para la ornamentación
personal o ritual:
Estiman mucho algo de ropa de lana, en particular la que es de color azul; sólo por tener
esta circunstancia, que es tener el color del cielo, y también sombreros, abalorios y
cualquier cosa de perendengues y cosas que hagan ruido, que por falta de ello traen
colgado unas cuentecitas blancas que se dan en el campo a modo de abalorios,
cascabeles de víboras, pezuñas de venado y otros trastitos, que todo se lo cuelgan a la
gamuza para que todo haga mucho ruido.126
En relación a las extremidades encontramos que, el 17 de octubre de 1652,
dieciocho grupos étnicos de los alrededores de Parral establecen una alianza de
guerra para emprender hostilidades contra los colonos sedentarios; en la lista de los
grupos rebeldes figuran: tobosos, nonojes, acoclames, gavilanes, mansos, jitemit,
talamit, hijos de los palos, salineros, cabezas, matarajes, colorados, mayos,
babosorigames, conchos, julimes, mamites y pies de venado.127 Más de veinte
años después, en la Pesquería Chica se llegó a negociar (esclavizar) una ranchería
de tribeños borrados con singular nombre: boyguaras, que significa pie de
venado.128
126 “Relación sobre los indios del este de Texas, por Fray Francisco Casañas (1691)”; en: Lino Gómez Canedo, Primeras exploraciones y poblamiento de Texas (1686-1694), p. 52.
127 Luis González, "Los tobosos, bandoleros y nómadas. Experiencias y testimonios históricos (1583-1849)", en: Marie-Areti Hers, José Luis Mirafuentes, María de los Dolores Soto, Nómadas y sedentarios en el norte de México, pp. 364-365.128 “Visita a la hacienda de San Juan Evangelista de la Pesquería Chica”, en: 1685. Autos de la Visita General que hizo el señor Marqués de San Miguel de Aguayo, Gobernador y Capitán General del Nuevo Reyno de León y sus provincias, principiada en 14 de febrero de dicho año. AMM, Ramo Civil, Volumen 18, exp. 10.
104
Respecto a la cornamenta: muchos pueblos recolectores cazadores conciben
un efecto de encantamiento de la danza mímica, especialmente cuando con su
indumentaria y gestos imitan a los animales venatorios (por ejemplo la danza del
venado yaqui); aunque siempre cabe la posibilidad de que el realismo, a menudo
desmesurado, de los atavíos de caza, sirviera únicamente como camuflaje en el
momento de acercarse sigilosamente a la presa:
En estas fiesta unos se precian de salir galanes y otros de tan horrenda figura que
parecen demonios, hasta ponerse las llaves de venado en la cabeza, y así cada uno se
viste según su idea. El modo de embijarse en sus mitotes es ridículo: para ir a la guerra se
juntan todos en un lugar pintados de diferentes colores; esto dicen que lo hace por no ser
conocidos de sus enemigos.129
Lo que no deja de sorprender es el rastro de este tipo de componentes
culturales en el testimonio de una visita a la capital del virreinato de la Nueva
España. Nos referimos a la crónica de un fraile que describe una delegación de
aborígenes norteños ostentando diversos tocados; uno de estos últimos constaba
de piel y cornamenta de ciervo. En este caso se aprecia claramente cómo el nativo
remarca elementos de su identidad y cosmovisión en el mismo corazón del poder
colonial:
Habiendo ido a palacio el lunes 16, encontré en la sala cuatro chichimecos (voz que
significa nutrido en las penas), llegados del Parral a pedir limosna al señor virrey. Iban sólo
cubiertos en las partes del sexo y con todo el resto del cuerpo desnudo y manchado de
varios colores. Tenían todo el rostro listado a rayas negras, hechas por medio de
sangrientos pinchazos cubiertos de tinta. Algunos cubrían la cabeza con una cabeza de
ciervo, con todos los cuernos y con la piel del cuello adaptada al suyo. Otros llevaban una
cabeza de lobo con todos los dientes; otros de tigre y otros de león, a fin de parecer más
terribles.130
129 “Relación sobre los indios del este de Texas, por Fray Francisco Casañas (1691)”; en: Lino Gómez Canedo, op. Cit. p. 46.1
130 Giovani Francesco Gemeli, Viaje a la Nueva España, pp. 127-128.
105
Sobre este aspecto del uso de los cráneos, hay más referencias. Por ejemplo,
rastros claros sobre su aprovechamiento en ritos premonitorios y de iniciación:
Ponen en medio del círculo en que bailan una calavera de venado con sus astas, y
cantando sin cesar en confusa y triste voz, pasan toda la noche hasta que la calavera salta,
que es por parte del demonio, ya que los tiene cansados causa en la calavera aquel
diabólico movimiento, é inmediatamente salen a la guerra o a la caza por el rumbo hacia
donde saltó la calavera, y como el demonio no ignora donde asisten los enemigos y la
caza, los tiene embelesados con esa astucia, porque las más de las veces encuentran lo
que solicitan.131
Los cráneos de venado eran conservados reverencialmente en memoria del
que había matado al animal y a veces podían ser utilizados para una ceremonia;
cuando esta última se verificaba, el anciano que la presidía arrojaba pedazos de
hueso y cornamenta al fuego. Al avivarse la llama, la gente concebía en ella la
presencia espiritual del cazador fallecido: que llegaba para comunicarles sus
experiencias y habilidades pretéritas. Los parientes ingerían los huesos del ciervo
quemados, molidos, generalmente diluidos en alguna bebida; acción mediante la
cual creían adquirir su velocidad o el poder de perseguirlo más eficazmente durante
las monterías:
Solían los sábados en la noche por vía de honesta recreación hacer mitote ó bailes a su
usanza, bailando toda la noche entera, con que faltaban muchos a misa por quedar
molidos y cansados de la noche anterior y haber ido una legua o más del pueblo a este
entretenimiento. En estos bailes usaban también sacar la cabeza de un venado que con
gran reverencia usaban guardar en sus casas en memoria de sus deudos ya difuntos que
en sus días habían muerto aquellos venados. A cierto tiempo los viejos que en el baile
presidían echaban en el fuego unos pedacitos de los cuernos ó huesos de aquellas
cabezas, persuadiendo a los demás que la mayor llama que se levantaba del mayor
resplandor que se ve en el fuego a tiempo que aquellos pedacitos se queman es el ánima
del difunto que viene a su llamado a darles la virtud e industria que tuvieron en matar
131 Joseph Arlégui, op. cit., pp. 146-147.
106
venados. Usaban asimismo en esos bailes el dar a veces a los hijos o a los deudos más
cercanos del difunto, polvo de los cuernos o huesos de los venados que sus antepasados
o deudos cogían, para que se les comunique la virtud y fuerza de ellos, y la ligereza de los
venados, para que ni por pies se les vayan ni dejen de rendir por falta de fuerzas.132
Sobre el punto de los huesos de la bestia, podemos referir otra vez a Arlégui,
quien describe como se aprovechaban fragmentos de su osamenta en un mitote
realizado entre diferentes naciones para hermanar y sellar alianzas guerreras; en
esta ceremonia se hacía sangrar, con huesos de ciervo, a un aborigen:
untándose en los pechos de la sangre que destila el miserable paciente a quien toca tan
cruel martirio, y de esta forma emparentan como si fueran de una misma sangre,
durándoles solamente el parentesco, mientras se ofrece tomar las armas unos contra
otros.133
Además, sobre fragmentos de osamenta podemos referir a la doctora Turpin,
quien en un par de artículos sobre la arqueología del norte de Coahuila da cuenta
de huesos de venado decorados con pintura; artefactos de los cuales no tenemos
descripción o imágenes, pero que quizá tuvieron una función ritual semejante a la
citada anteriormente.134
Pero volvamos a la extremidad superior del mamífero. Los documentos
refieren el caso de un misionero que intentó quemar la cabeza de un venado
utilizada durante una ceremonia de curación, ocurrencia ante la cual los viejos
indios advirtieron que podían morir si el humo se dirigía hacia donde ellos se
encontraban:135
132 Documentos para la historia de México, Cuarta Serie, Tomo III, pp. 82-83; en: Martínez del Río, La Comarca Lagunera a Fines del siglo XVII según las Fuentes Escritas, pp. 82.133 Joseph Arlégui, op. cit., pp. 149-150.134 Solveig A. Turpin, "Painting on Bone and other Artistic Media in the Lower and Trans-Pecos Region of Texas and Coahuila", en: Plains Anthropologist, pp. 261-272; "The Tenth Scapula: Evidence Bearing upon their Provenience of Painted Deer Scapulae in Northern Coahuila", en Plains Anthropologist; pp. 399-400; citados en: González Arratia, Leticia, La arqueología de Coahuila y sus fuentes bibliográficas, p. 80.135 Andrés Péres de Ribas, Historia de los triunphos de nuestra santa fee entre gentes las mas bárbaras y fieras del Nuevo Orbe, pp. 262-263; y Documentos para la Historia de México, Anuas de los Años de 1598, y 1607. Cuarta serie, Tomo III; en: William B. Griffeen, Culture change and shifting populations in central northern Mexico, p. 131
107
Tienen -se manifiesta en otro lugar- particular respeto a las cabezas de ciervo y
ofrécenles una manera de sacrificio para alcanzar salud en sus enfermedades. Y estando
el padre visitando una enferma vio éstas con sus astas puestas por buen orden, que se
dejaba entender había misterio en aquello; mandó que las echasen al fuego, de lo cual
empezaron a murmurar ciertos viejos gentiles que allí estaban; y no faltó quien se
atreviese a decir al padre que no se hiciese aquello porque si el humo de la cabezas
quemadas les daba en los pies, todos morirían. ¡Muramos todos! -dijo el padre- y veamos
como arden las cabezas! Mientras esto decían, disimuladamente iban los viejos
escondiendo las cabezas para librarlas del fuego, más reparando el padre en ello, juntó las
que pudo, y echándolas en el fuego ellas comenzaron a arder y los viejos a salirse uno tras
otro sin quedar ninguno, guardando los pies del humo y las vidas de tan inminente
peligro.136
Los cronistas coloniales reseñan claramente el anterior tipo de pasajes, en los
que las viejas creencias se niegan a morir entre algunas personas, al mismo tiempo
que los evangelizadores contraatacan de forma sistemática para imponer su fe. Un
caso emblemático es el de aquel padre que, después de misa (un 24 de junio, el
mero día de San Juan) se dirigió con el gobernador y fiscales a ciertas casas de los
aborígenes. ¿Con qué objetivo? Para arrebatarles las cabezas de los venados que
tenían en sus chozas, poniendo en su lugar algunas imágenes y cruces que para
ese efecto llevaban.137 Esta última actitud, por cierto, nos muestra un proceso de
superposición de objetos sagrados que es, a la vez, una pequeña guerra de
símbolos.
Otras veces, los familiares del difunto conservaban un cráneo del ciervo y al
llegar el fin de año, durante el crepúsculo, abandonaban el hogar del cazador
muerto cantando en un tono cansado y triste. Una mujer vieja podía seguirlos a
todos con la cabeza de venado más grande en sus manos y la colocaba en lo alto
de una fogata, sobre algunos arcos alrededor de los cuales podía permanecer todo
el grupo (ella gimiendo y el resto cantando, bailando). Al amanecer, la cabeza podía
136 Documentos para la historia de México, Cuarta Serie, Tomo III, p. 56; en: Martínez del Río, La Comarca Lagunera a fines del siglo XVII según las fuentes escritas, p. 79.137 Documentos para la historia de México, Cuarta Serie, Tomo III, pp. 82-83; en: Martínez del Río, La Comarca Lagunera a fines del siglo XVII según las fuentes escritas, pp. 82-83.
108
ser arrojada a la lumbre: cuando se convertía en cenizas, "el recuerdo del difunto
podría ser enterrado":138
Guardan las cabezas de venado que han muerto sus padres o parientes difuntos hasta
que les hacen al cabo de un año en esta forma: salen todos al anochecer de la casa del
difunto con canto triste y lloroso, y tras de ellos una vieja con la cabeza del principal
venado en las manos hasta ponerla en una hoguera, y hecha cenizas queda sepultada la
memoria del difunto.139
No deja de llamar la atención este rito crepuscular: converge con algunas
creencias centroamericanas registradas en códices. Según Cecilia Rossell, dicha
bestia era también una constelación del cielo norte perseguida por Venus a través
del firmamento; los mesoamericanos creían que el planeta conducía ese conjunto
de astros del este al oeste como parte de una cacería celestial.140
Hasta la fecha, en el Noroeste de México, los Seris cuentan el siguiente mito
de origen: Hace 500 años cierto grupo de estrellas formaba un venado, el cual fue
herido por otra constelación en que figuraba un arco y una flecha; de una gota de
sangre de aquella constelación herida se formó la Isla Tiburón y con ella el venado
bura.141
Una metáfora similar a las anteriores aparece localmente, aunque de forma
indirecta, fragmentada. En una fugaz mención acerca de una congrega de indios
otorgada por el gobernador Alonso de León, el día 23 de octubre de 1683, se
especifica que son naturales de una banda del Río de las Conchas del Valle,
138 Francisco Javier Alegre, S.J. Historia de la Compañía de Jesús en Nueva España. Tomo II, p. 108, Nueva Edición por Ernest J. Burrus, S.J., y Félix Zubiliaga, S. J. (1956-1959). Institutum Historicum S. J., Roma; y Bancroft Library, Berkeley California, (BL 1694-1698), AGI: Audiencia de Guadalajara 151 (67-4-12) 152. Expediente sobre los Yndios Tobosos y sus aliados. Años de 1694-1698; en: William B. Griffeen, Culture change and shifting populations in central northern Mexico, p. 131.139 Francisco Javier Alegre, Historia de la Compañía de Jesús en Nueva España, pp. 417-418; en: Pablo Martínez del Río, La Comarca Lagunera a Fines del Siglo XVI y principios del XVII según las fuentes escritas, p. 83.140 Francisco Javier Alegre, Historia de la Compañía de Jesús en Nueva España, pp. 417-418; en: Pablo Martínez del Río, La Comarca Lagunera a fines del siglo XVI y principios del XVII según las fuentes escritas, p. 83.141 David Morales, "Uso ritual de la tortuga y el venado", en: La Jornada (versión electrónica), http://www.jornada.unam.mx/1998/ene98/980121/astorga.html, 26-II-2001.
109
llamados Pamoranes, el visitador añade “cuyo nombre es maguipama copini, que
en lengua pamorana significa estrella grande que mata venado...”.142
En este último caso ¿sería la estrella grande Venus?, el Lucero de la Mañana
que siempre va acompañado de una estrella más pequeña conocida popularmente
como la “Guía”. Los coahuiltecos del rito crepuscular reseñado párrafos anteriores
¿creerían que sus cazadores muertos morían con el astro de la tarde y renacían
con el Lucero de la Mañana para continuar por siempre sus cacerías del venado
septentrional en -o junto- al planeta Venus? Son preguntas cuyas respuestas quizá
busquemos en el futuro.
De una cosa sí estamos seguros, conforme pasaron los siglos, las danzas y
ritos aborígenes en torno al venado disminuyeron notablemente hasta desaparecer
a fines del siglo XIX. Al menos en el actual Noreste de México.
Ahora bien, respecto al uso ritual de los cráneos y astas de la bestia, hay
evidencia arqueológica; por ejemplo, la de la cueva de la Candelaria, en Coahuila
(1956), donde se encontraron cuernos de venado con parte de la base del cráneo
que probablemente cumplieron una función ritual. Una pieza, en especial, apuntala
el carácter ceremonial de dichas astas; se trata de una cornamenta que tiene cada
rama por separado, sin el frontal que las unía originalmente, el cual fue eliminado y
sustituido por dos varas de madera paralelas, colocadas horizontalmente para unir
ambas astas por su base, y sujetedas mediante amarres hechos con hojas de
palma. Tal vez este montaje de las astas obedeciera a motivos sagrados; quizás se
acondicionaban en esta forma las cabezas de ciervo para su uso ritual en la suerte
de procesiones de que hablan los informes de los jesuitas (cartas anuas); también
es probable que el armazón de madera y fibras tuviera como objeto el poder
colocarlas más fácilmente sobre la cabeza de los danzantes y posibles
chamanes.143 Otro estudioso norteamericano refiere un hallazgo semejante en el
142 “Visita a la hacienda de la Magdalena, en la cabecera del Valle de las Salinas”, en: 1685. Autos de la Visita General que hizo el señor Marqués de San Miguel de Aguayo, Gobernador y Capitán General del Nuevo Reyno de León y sus provincias, principiada en 14 de febrero de dicho año. AMM, Ramo Civil, Volumen 18, exp. 10.143 Luis Aveleyra, Manuel Maldonado, Pablor Martínez, Cueva de la Candelaria, pp. 115-116.
110
área, diez años después (1966): un cráneo de venado con los huesos amarrados
como "ornamento ritual".144
En fin, es probable que algunas de las astas aisladas, recobradas entre la
gran cantidad de objetos revueltos y fragmentados de cuevas como la de la
Candelaria, hayan sido originalmente montadas, con sus correspondientes pares,
en armazones de madera semejantes; o simplemente reforzadas con amarres para
usos mágicos. En este sentido, podemos hablar de cornamentas ceremoniales que
tuvieron funciones rituales análogas a las que refieren las fuentes históricas
regionales.145 Aunque tampoco puede descartarse que algunas de estas mismas
cornamentas halladas en cuevas sólo fueran colocadas -o utilizadas- con fines
decorativos; tal y como las siguen utilizando hasta el presente muchos de nuestros
paisanos que gustan de la cacería.
Incluso, conviene recordar que hasta la fecha, tepehuanos (Durango) y yaquis
usan tocados similares en fiestas y otras ceremonias sacras. Más al norte, en
tierras de Arizona, los yavapai también usan cabezas de venado como disfraz de
caza.146 De hecho, en nuestro trabajo de campo grabamos una historia que refiere
el uso de la piel y cornamenta con la misma intención (ejemplo 47):
Aunque menos común e improbable, también se reportan cuatro casos de ataques de
venados machos durante la época de "apareamiento" (reproducción) a cazadores
deportistas que han usado el reclamo manual de "choque y tallado de astas": dos en Nuevo
Laredo, Tamaulipas y dos en Anáhuac, Nuevo León.147
También se acostumbra en el norte, exclusivamente durante la brama, golpear dos
cornamentas para producir un ruido parecido al que se escucha cuando dos machos pelean,
144 Walter W. Taylor, “Archaic Cultures Adjacent to the Northeast Fontiers of Mesoamerica”, en: Handbook of Middle America Indians, vol. 4, pp. 62-87, citado en: Moisés Valadés Moreno, La arqueología de Nuevo León y el Noreste, p. 145.145 Cfr. Arturo Guevara Sánchez, "Una hipótesis en la arqueología de Durango: cornamentas de uso ceremonial", en: Marie-Areti Hers, José Luis Mirafuentes, María de los Dolores Soto, Nómadas y sedentarios en el norte de México, pp. 151-157.146 Alex Patterson, Op. cit. p. 122.147 Jorge Gabriel Villarreal, Op. Cit. p. 126.
111
y si se encuentra en las cercanías un venado, ocurre diligentemente, con lo cual se
descubre y facilita mucho el tiro.148
Danzar, cantar: venadito de agua, venadito de sol: el peyote
Mucho tiempo, mucho tiempo,
la nieve ha estado en las montañas.
Han bajado el venado y el grande-astas,
han seguido el sol hacia el Sur
para comer la vainas de mezquite y los zacates.
Suenan fuertes los tambores del trueno
en las tiendas de las montañas.
-Paiutes, citado por Ernesto Cardenal-
En el ámbito regional de las narraciones transcritas, hemos encontrado dos
referencias históricas semejantes a los usos y atributos reseñados en el apartado
148 Arturo Imaz, Cacería, pp. 222-223.
112
precedente; se trata de un par de cartas en las que se describe a danzantes de la
misión de Hualahuises (hoy, Villa de Hualahuises, Nuevo León). En la primera, de
1781, el párroco se queja de que durante un tiempo de sequía les encontró a los
neófitos una cabeza de venado “a quien le estaban bailando para que lloviera,
teniendo a este por el dios de las aguas”. La segunda misiva, de 1784, describe a
otros aborígenes, quienes fueron hallados bailando "la tuna", "el venado" y "el
mezquite":149
después de más de veinte años didados (sic) de misión los indios de la nación de Jaso y
dando sus hijos a bautizar, están peores que al principio, porque antes eran judíos
[paganos] y ahora apóstatas... que en todo el distrito, de los veinte años arriba dichos,
hallo que en vez de dar algún acenso a las verdades de nuestra Santa Fe, cuando
esperaba algunas muestras de cristiano, están sumergidos (en) la apostasía y lo prueban
los bailes en que por dos ocasiones los he cogido y la cabeza de venado que les cogí en
este último, a quien le estaban bailando para que lloviera, teniendo a este por el dios de las
aguas, a más de estos los muchos que después de pasados han llegado a mi noticia y he
visto las señales en que tienen muy grande malicia, pues para esto escogen los parajes
escondidos y retirados de la misión [de Hualahuises], donde no los vea ni sepa el ministro,
llegado hasta el paraje que llaman Sandía a traer una yerba llamada peyote, que con él los
he topado, con la que se embriagan y tienen por cierto lo que en el baile ven, naciendo de
esta su total perdición.150
Realicemos un lectura entre líneas del pasaje anterior. Primero, es evidente
que, casi a finales del periodo colonial, animales como el venado seguían
cumpliendo una función ceremonial entre ciertos grupos étnicos del Noreste. Se
desprende que los indios referidos identificaban al venado con una divinidad de la
lluvia, de la fertilidad; aunque tal vez se diera el caso de que hayan utilizado la
cabeza del animal como una suerte de ofrenda para un espíritu o ser superior con
149 Carta de Fray José Tellez (párroco de Hualahuises), al Gobernador, 1781/Mayo 3, Archivo Municipal de Monterrey: Correspondencia de gobernadores, Carta de Fray José Tellez al Gobernador, 1784/Noviembre 29, Archivo Municipal de Monterrey: Correspondencia de gobernadores.
150 Carta de Fray José Tellez (párroco de Hualahuises), al Gobernador, 1781/Mayo 3, Archivo Municipal de Monterrey: Correspondencia de gobernadores. El paraje citado quizás haga referencia al actual Sandía, situado en Aramberri, N. L.
113
esos atributos. Se nos informa de manera directa que el religioso ha presenciado
dos de estos mitotes, pero que tiene informes de muchos otros, por lo que parece
que no se trata de un caso aislado.
La preocupada misiva del párroco de Hualahuises no es el único escrito que
hace referencia a una divinidad de las aguas ¿de la fertilidad? en nuestros
páramos. Décadas antes, otro franciscano cita una creencia india análoga para el
Nuevo Reyno de León.151
Especial atención merece la referencia al peyote. Nos demuestra una
conexión ritual bien conocida entre los grupos históricos del área y otras etnias
contemporáneas del norte de México. Nos referimos, desde luego, al complejo
venado-peyote, vinculado generalmente al sol y al fuego. Cierto, en el documento
precedente no se afirma que los danzantes con la cabeza de venado hayan sido
hallados también con la hierba, pero al final del mismo se dice que van a buscarla
lejos para obtener sus revelaciones en las danzas.
El mismo fraile de Hualahuises citado remarcará la importancia cotidiana y
sacra del animal y la cactácea, cuando años después insista en la pervivencia de
mitotes relacionados con los alimentos básicos de los recolectores cazadores:
aunque casi todos están desde pequeños baptizados y sus padres libremente los dan
para tan santo fin, es porque todos los indios de nueva conversión están sepultados en sus
antiguos errores sin apartarse de ellos, pues todavía bailan el peyote, venado, mezquite,
tunas y demás, en que personalmente los he hallado, sin que haigan valido persuaciones
para apartarlos.152
En fin, los anteriores pasajes manifiestan y resumen el carácter dual y
simbólico del ciervo, en tanto que animal sagrado vinculado con la fertilidad: las
aguas, la lluvia, la floresta, y/o ente asimilado a componentes solares: peyote,
fuego, sol, crepúsculos, solsticios.153 Al mismo tiempo, la oposición de estos dos
151 Ver cita 24.152 Carta de Fray José Tellez al Gobernador, 1784/Noviembre 29, Archivo Municipal de Monterrey: Correspondencia.153 En el Noroeste del país pervive una fórmula oral que sintetiza admirablemente los anteriores atributos de nuestra presa; se trata de la frase "Está pariendo una venada", utilizada cuando hay sol y llueve. Véase anexo 1.
114
conjuntos de atributos se sintetiza en la idea de retorno: de la renovación cíclica,
idea característica del pensamiento mítico.
Otra evidencia histórica y regional de la relación venado-peyote la
encontramos entre los comecrudo del Río Grande. Los comecrudo fueron una tribu
señalada, por primera vez, en 1730, en conexión con ciertas bandas del río San
Juan (Nuevo León y Tamaulipas). Aparentemente, eran uno de los grupos más
numerosos del área del delta del Bravo, y parece que vivían muy cerca de la costa
del Golfo de México, en la parte sur de la desembocadura del río. En 1749, cuando
se estableció la misión San Joaquín del Monte, en Reynosa, se reportaron como
uno de los seis grupos indígenas que se habían acercado para vivir en la población.
En décadas subsiguientes, siguieron viviendo en las inmediaciones de Reynosa y
en otros asentamientos españoles a lo largo del Bravo; de hecho, se reporta gente
comecrudo en 1834 y 1886. Durante este último año, al menos 25 individuos de la
etnia estaban viviendo en un paraje de Reynosa llamado Las Prietas; aunque sólo
ocho ancianos hablaban el lenguaje de sus primordiales. En ese capítulo final de la
etnia, Albert S. Gatschet aprende un extenso vocabulario proporcionado por dos
hombres de edad mayor. Entre otras cosas, recopila palabras vinculadas a dos
fiestas rituales que aún practicaban. Algunos de los vocablos eran referentes a un
danza de peyote; otros ¿adivinan? ¡Claro!, formaban una canción de baile alusiva a
la cacería del ciervo. Por si esto fuera poco, los informantes añadieron que los
comecrudo acostumbraban danzar todos los días durante el mes de marzo, es
decir, cuando la naturaleza se regenera: al fin del ciclo invernal e inicio de la
primavera.154
Lo anterior refuerza la idea de que los grupos indígenas de la región tuvieron
en el venado y el peyote dos de sus componentes culturales básicos. Eran
productos fundamentales en su patrón de recolección y caza, así como en sus
creencias religiosas. 154 Albert S. Gatschet, The Karankawa Indians, The Coastal People of Texas, John R. Swanton, Linguistic Position of the Tribes of Southern Texas and Northeastern Mexico, Bulletin 127, pp. 75, 105-106, en: Martín Salinas, op. cit. pp. 37-38, 133.
115
En consecuencia, conviene realizar una breve reseña histórica de la cactácea,
antes de seguir rastreando a nuestra bestia.155
Al igual que el ciervo, el peyote fue esencial para la vida cotidiana y
cosmovisión de nuestros antepasados prehistóricos. Su andar místico quedó
tatuado en la piel de la región mucho antes de llegar los colonos sedentarios:
grabados y pinturas rupestres con su imagen son las huellas visibles de su travesía.
En ocasiones, la representación de la planta aparece junto a cornamentas o huellas
del ciervo.156
Desde luego, los aborígenes nómadas heredaron el camino de su veneración,
porque sabemos con certeza que la planta jugaba un papel primordial en las
ceremonias religiosas conocidas como "mitotes". En los capítulos VI, VII, VIII, IX y
X de su historia del Nuevo Reyno, el capitán Alonso de León describe su uso entre
los naciones indias habitantes de la zona, y en una época colonial tardía (fin del
siglo XVIII), un cronista nacido en Linares apunta:
Porque estos forman sus mitotes y bailes a que concurren muchos de las rancherías más
cercanas a embriagarse con unas bebidas que hacen de pulque de mezquite, maguey y
tuna; y de no haber esto, lo más común es el peyote que es una yerba que ellos la veneran
mucho y también los emborracha y priva mucho. Con esto y el baile que forman en círculo
alrededor de una grande hoguera que hacen, caen privados; y en esta privación se les
aparece el demonio a quien adoran y veneran y ellos que lo ven que baja del cielo y allí
les dice lo que han de hacer, ya para destruir a los pocos cristianos que por aquí había
porque no se apoderen de sus tierras; ya para el asiento de cazar venados para su
manutención; o ya para que les diga si están seguros en aquel lugar. A esto se reduce
todo este festín de baile y adoración o invocación; y como el demonio de todo algo sabe
les alucina y dice lo que han de hacer.157
155 Cfr. Gonzalo Aguirre Beltrán, Medicina y magia, El proceso de aculturación en la estructura colonial, pp. 140-162, Stewart, Omer C. Peyote Religion, a history, pp. 3-44.156 Breen Murray, información personal, mayo, 2001.
157 José Hermenejildo Sánchez, op. cit. pp. 63-64.
116
Como podemos apreciar: el vínculo venado-peyote vuelve a aparecer
claramente entre las etnias de la zona de Hualahuises-Linares-San Carlos (Nuevo
León-Tamaulipas); con la alteración que produce la planta, los participantes del
baile tienen la revelación de un ser que los incita a la lucha contra los invasores, les
señala los sitios donde han de cazar animales para pasar sus días y hasta les
advierte de parajes seguros.
En otro pasaje, un clérigo con afanes de historiador complementa:
Mezclan de cuando en cuando y por partes, los danzantes, sus viajes al peyote... En el
delirio de la embriaguez suele poner silencio algún indio viejo o vieja que, tomando la voz
en tono magistral y abultado, a que todos aplican la atención, les pronostica los sucesos
futuros, les explaya el ánimo en sus muertes y desgracias y, balbuciente en fin, sin poder
hablar mucho, los exhorta a que no interrumpan el baile. Cuando sucede esto dicen que el
diablo los viene a visitar, que hablan con él y que les sale cierto lo que les dice.158
Las mujeres, los muchachos, nosotros los vimos;
nosotros gritando de gusto, nosotros dando brincos
nos venimos, y allá muy lejos los dejamos muertos:
Las mujeres ya no estarán llorando
para que vayamos con flechas a pelear al monte:
Las mujeres y nosotros gritando de gusto,
beberemos peyote y nos dormiremos.159
El Investigador Raúl García atestigua un lazo ritual Pamería-Noreste alrededor
del culto al peyote un siglo después de los testimonios anteriores. Basa su
argumento en que Saldívar refiere peregrinaciones a orillas del Río Bravo en busca
del cactus hasta 1883. El símil entre la voz comecrudo “kop” y la pame “kobE'E” con
que se designa esta planta, siendo ambas lenguas tan distanciadas, permite inferir
algún contacto, señala el investigador.160 Aquí es preciso recordar la información
158 Vicente de Santa María, op. cit. p. 114.159 Canto de indios maratines (fragmento), Tamaulipas, fines del siglo XVIII, transcrito por Fray Vicente de Santa María, op. cit. p. 113.160 Raúl García, "Acá también hubo pames", p. 3.
117
reseñada anteriormente: que entre dichos comecrudo se registraron las últimas
referencias regionales alusivas a una danza del peyote y a un baile de cacería de
venado.
En síntesis, la función reveladora del cactus (Lophophora williamsii) con
motivos sagrados era por demás evidente entre los agrupos aborígenes de la
región, siendo conservada hasta el presente por huicholes, tepehuanes, rarámuris,
grupos étnicos que habitan territorio estadounidense y uno que otro mestizo
nostálgico, o extranjero "indigenista".
Entre los primeros, está vinculado a un complejo místico de caza y fertilidad
junto con el venado y el maíz; cada año, desde tiempos precolombinos, los
huicholes emprenden peregrinaciones para obtenerlo. Recuerdan el viaje originario
y vital que dirigió el dios del fuego Tatévari hacia el país sagrado de Wirikuta, cerca
de Real de Catorce, San Luis Potosí. Por cierto, un pequeño núcleo de estas
peregrinaciones entra, ocasionalmente, a la Huasteca nuevoleonesa para cumplir
rituales diversos: ofrendas, mitotes, sacrificios, y rememorar parte de su
cosmogonía: consideran los picachos de la zona como lugares donde quedaron
petrificados sus dioses después del mítico diluvio "raíz del mundo":
"Este es el fin de nuestro viaje, antes habíamos visitado San Luis Potosí, Jalisco, Durango
y Nayarit. Y aquí es donde descansan las almas de nuestros dioses, el dios de la lluvia, del
fuego y del agua", indica [el chamán ]...
Para ellos, el Cañón de Guitarritas es el estómago del mundo, donde subió el dios del
agua y se convirtió en roca.161
Entre la población del Noreste del país el uso del peyote es relativamente
común hasta la fecha, claro, desligado de implicaciones religiosas. En Doctor
Arroyo, N. L., algunos pobladores llegaron a consumirlo con mezcal mientras
jugaban partidas de baraja que duraban días enteros (1940-1950) y, según un
informe de Rayones, se ingería diluido con la misma bebida durante las bodas y los
quince años de cierta comunidad serrana, en un año tan reciente como 1994.
161 Vicente Guerrero, "Monterrey les llama para su mágica cita", en: El Norte, 7-VI-1997, p. 4-D.
118
Sin embargo, en el campo es mucho más extendido su empleo con fines
terapéuticos, mezclado con alcohol para disminuir dolores; también como
estimulante: para resistir largas caminatas o exhaustivas jornadas de trabajo.
Áreas metropolitanas de ciudades como Monterrey no escapan a estas
costumbres. La gente lo procura con fines médicos, psicotrópicos u ornamentales.
De hecho, en las localidades rurales en cuyas inmediaciones crece, suele decirse
que la gente de la urbe se lo lleva con asiduidad y sin ningún cuidado: arrancándolo
de raíz. Lo que ha disminuido su población y abortado la gestación de otros
pequeños.
Aquí, al igual que en otras zonas de México, cuentan que el cactus se mueve
de lugar y se torna invisible para quienes lo buscan por vicio, lo cortan de más o
inapropiadamente; otros afirman que los parajes y la tierra aceptan a los fuereños
que encuentran peyote, pero que no cualquiera puede dar con él (Rinconada, Villa
de García, 1996, Rincón del Salto, Villa de Santiago, 1997).
119
Se revela una figura mítica: el objetivo del punto de mira se torna ¿un ser o
espíritu superior?
Campeones del maratón del mundo,
nutridos en la carne ácida del venado,
llegarán los primeros con el triunfo
el día que saltemos la muralla
de los cinco sentidos.
-Alfonso Reyes-
¿Llegó a representar el venado una especie de espíritu superior para algunos
grupos indios de la región? No poseemos evidencia sistemática para responder
afirmativamente; aunque en algunos de los documentos históricos citados figura
como un ser supremo con ciertos rasgos esenciales: está asociado a los alimentos
(la caza), al cielo (las aguas) y la muerte (ritos mortuorios); cualidades que
manifiestan cierto nivel de trascendencia y autoridad.
Más allá de lo anterior, la documentación sobre sus usos y representaciones
no evidencian que desempeñe un gran papel desde el punto de vista del culto.
120
Lo que sí consideramos posible es lo siguiente: existieron, entre los
recolectores cazadores, creencias e historias orientadas a la preservación del
ciervo. Parte de un complejo mítico que debió cumplir una función educativa y
tradicional importante: inculcar el respeto o el miedo ante situaciones concebidas
como tabú, por ejemplo: matar hembras preñadas, cazar ejemplares jóvenes, matar
en épocas de celo, incurrir en una cacería desmedida. Es también probable que
dicha cosmovisión fuera análoga al de otras tradiciones venatorias, una de las
cuales rememoraba y remarcaba:
-Ahora tienen supremacía sobre los animales -dijo, dirigiéndose a los indios-, pero mi
deseo es que utilicen este poder con sentido común. Si matan más animales de los que
necesitan para alimentarse y vestirse, si matan sólo por el placer de matar, entonces los
visitará un gigante llamado Hambre, y muchos de ustedes morirán.162
Un aspecto es evidente en sistemas de ideas como los anteriores: al
resguardar la vida animal se velaba también por los seres humanos. A fin de
cuentas si alguno, o algunos, incurrían en el vicio de matar ejemplares
excesivamente, era el conjunto de la comunidad el afectado, y el interés común
debía prevalecer sobre el individual: no como suele suceder en estos tiempos de
competencia extrema e individualismo.
162 “Gluskap y su pueblo”, en Frederik Hetmann, Historias de pieles rojas, pp. 23-24.
121
“Hasta pareces un...”, huellas de tribeños venado en el delta del Río Grande
Ismael Zánate su nombre
por “Venado” conocido
tus hermanos te recuerdan
por alegre y decidido
siempre estarás en sus mentes
como cuando estabas vivo.
Fuiste alegre y muy de gusto
nunca te vimos caído
andando en la carretera
te la pasabas mi amigo
de Monterrey hasta Juárez
cómo fuimos y venimos.
-A.D.R., “Corrido del Venado”-
Sobre la posibilidad de una relación identitaria entre algunas tribus nativas y el
ciervo, conviene referir un multicitado pasaje de Alonso de León, en el que se
menciona, de manera circunstancial, la asimilación venado-gente. El escrito refiere
una campaña militar tierra adentro durante la cual se halló un petate de
122
mezquitamal163 abandonado. Los indios auxiliares y los españoles tomaron aquel
bastimento y lo ingirieron muy gustosos -según el cronista- durante los días que
duró la incursión. Posteriormente, cuando los integrantes de la expedición estaban
de regreso en la Villa de Cadereyta, el capitán de los aborígenes amigos declaró
que el mezquitamal tenía revueltos huesos humanos quemados y molidos:
Y, para mayor verificación, mostraba los huesecillos que no se habían bien molido; y
por el asco de algunos [se entiende que de españoles, o mestizos], soldó [disculpó] la
cosa con decir eran de venado. A mí me dijo no eran sino de gente, y después lo he
sabido de diferentes indios; cómo es costumbre en general de todos.164
En torno al pasaje, es posible concebir tres posibilidades: 1. Los golosos, o
hambrientos, consumieron huesos de "x" animal, pero el capitán indio les gastó una
broma "caníbal", que disculpó con la mención del venado. 2. Consumieron huesos
de venado, pero en la cosmovisión del capitán indio quizá no había diferencia entre
los venados y determinado grupo de gente (tal vez la ranchería donde hallaron el
mezquitamal estaba relacionada con indios venado; o él mismo pertenecía a una
tribu ciervo). 3. Consumieron lo que el aborigen creyó eran fragmentos de
osamentas humanas, más, como disculpa -a su burla e ironía-, dijo que eran de
ciervo.
¿Demasiada especulación de nuestra parte? Tal vez sí, tal vez no. En nuestro
caso nos inclinamos por la explicación inicial porque la consideramos la más
simple, la más sencilla y divertida. Si embargo, las versiones dos y tres del pasaje
pueden tener algo de verosimilitud, especialmente si consideramos la siguiente
reseña de una tribu específica.
Algunos indios de las inmediaciones de Laredo, San Antonio, del condado de
Duval (Alice, Texas); Parras, Coahuila; Burgos, Tamaulipas; Linares y Cerralvo,
163 Especie de pinole (grano seco y molido) de mezquite: era componente fundamental de la dieta de los recolectores cazadores del actual Noreste de México y Sureste de Estados Unidos; sobre todo en las temporadas de otoño e invierno.
164 Alonso de León, op. cit. p. 23.
123
Nuevo León, ostentaron el nombre tribal de venados o fueron denominados como
tales. Es problable, entonces, que dichas bestias fueran un arquetipo de identidad
para ciertas etnias o que los mestizos y otros aborígenes concibieran tal relación
identitaria en relación a ciertas tribus o individuos.
El proceso de aculturación de los aborígenes venado en el norte de
Tamaulipas y en el sureste de Texas está relativamente bien documentado.
Igualmente, el de la gente venado de tierras nuevoleonesas; su rastro singular lo
hallamos en un año tan lejano como 1662:
Presentó las mercedes de indios siguientes = Una merced fecha por el Gobernador don
Martín de Zavala al dicho Diego de Ayala, su padre, de dos rancherías de indios borrados
llamada la una boyguaras que significa pie de venado y la otra amiguara que significa
pescado que abra la cola y las aletas para nadar, su fecha en 23 de diciembre de 662 en
papel competente de primer sello.165
Los venados fueron uno de tantos grupos del delta del Bravo que fueron
atrapados entre tres fuegos: el empuje sedentario desde el sur y el norte, así como
las incursiones comanches y apaches.
Un informe los sitúa como una de las bandas recolectoras cazadoras que
rondaban la zona del actual condado de Duval en los años de 1700; al igual que la
mayoría de los grupos seminomádas del área, cazaban bisontes, ciervos, osos y
pequeños mamíferos; lo mismo que serpientes, lagartijas, tortugas de agua y otros
reptiles. A la vez, recolectaban diversos frutos silvestres, desde variedad de raíces
y semillas, hasta nueces, mezquites, tunas y nopales.
Sabemos que en 1731 fueron uno de varios grupos coahuiltecos para los que
fue establecida la misión de San Juan Capistrano (¿San Antonio?). Ese
establecimiento misionero no parece haberles gustado mucho a los venado, porque
165 “Visita a la hacienda de San Juan Evangelista de la Pesquería Chica”, en: 1685. Autos de la Visita General que hizo el señor Marqués de San Miguel de Aguayo, Gobernador y Capitán General del Nuevo Reyno de León y sus provincias, principiada en 14 de febrero de dicho año. AMM, Ramo Civil, Volumen 18, exp. 10.
124
posteriormente realizaron junto con tribeños chayopin una deserción conjunta de
150 individuos.
Para 1735, son referidos como una de las bandas que atacaban
asentamientos españoles en Cerralvo; paradójicamente, trece años después
(1748), un escrito anónimo refiere treinta familias de venados pacificadas en la
misma población. Aunque no sabemos si estos últimos cerralvenses eran los
mismos guerreros de la década anterior o sus familiares.
A mitad de la centuria (1750), se rastrea su presencia en la Misión de San
Agustín de Laredo de Camargo, en la parte sur del Bravo. Ahí se registran
cincuenta y seis individuos que decían ser de los alrededores (diecisiete hombres y
treinta y nueve mujeres y niños). Dos años después eran cincuenta y uno el número
de reducidos al sur de la población (veintitrés hombres y veintiocho mujeres y
niños), pero no eran los únicos, en esa misión convivían con tribeños guajolote y
cuerosquemados. Ulteriormente, durante el año de 1757, se refiere otra entrada
importante de estos aborígenes a San Agustín de Laredo. Evidentemente, allí
parece haberles ido mejor que en San Juan Capistrano.
Otra misión del área en la que se reporta su presencia es la de San Francisco
de Vizarrón, Coahuila.
En 1774, la mayoría de los venados asentados rumbo al norte eran
considerados ejemplo positivo de sedentarización. Así, en una carta del comisario
de las Misiones del Nuevo Reyno de León al gobernador Melchor Vidal de Lorca, se
comparan las actitudes positivas de ellos y de los indios carrizos, bozalillos,
aguatinejos, en contraposición a la rebeldía de los indígenas mal nombre.
Al parecer, les empezaban a gustar las mujeres reducidas (sedentarizadas,
cristianizadas) y se empezaron a casar por la Iglesia con ellas; aunque tal vez no
tuvieran otra opción debido a que aumentaban las bautizadas y mestizas, en
ranchos y pueblos, al mismo tiempo que disminuían las compañeras jóvenes en el
páramo.
125
Ese mismo año de 1774, los venado fueron reportados como una de las tribus
que asistían al Pantano, una hacienda del Nuevo León septentrional (Bustamante o
Villaldama), en donde buscaban ser contratados como jornaleros.
El círculo se estaba cerrando sobre ellos en las nuevas comunidades
mediante otras creencias, mujeres y trabajo. Asimilarse a los pueblos y ranchos
quizás fue una decisión difícil, tanto en lo individual como en lo colectivo: la vieja
visión del mundo se extinguía o cambiaba rápidamente. Se podía seguir por años
en el monte, pero la lucha contra los invasores obligaba a dejar rezagados, o
muertos, a los niños y las compañeras. El ganado y los cultivos herían la tierra y
arrinconaban cada vez más sus parajes de recolección y caza:
No son los Carrizos tan perversos como los del mal Nombre, pues nunca se ha oído de
ellos tantas quejas, como de los otros.
Los Bozalillos, Venados, Aguatinejos verbigracia no son tantos en número como los
Carrizos, ni se estienden tanto, y muchos de estos están casados por la Yglesia con
mugeres entermanete instruidas en la Santa Ley de Dios, criadas entre Christianos: por lo
que no concibo tanta dificultad, en que éstos sugetarán a Missión, separándoles los
principales Cabezillas; y sólo sí, dificulto en el paraje a propósito, sin que sea necesario
remover rancho, o Hazienda de Españoles. La mansión de éstos más frecuente es en los
suburbios de el Pantano Hazienda de Don Salvador Lozano a donde algunas ocasiones
algunos de ellos buscan el trabajo en las mismas circunstancias, que los del mal nombre.
Entre unos, y otros como llevo dicho hay la diferencia de que unos son enteramente
Gentiles, a quienes no se les puede forzar, que sean Christianos, los otros son Christianos
aunque malos, pues propriamente son Ápostatas.166
A finales del siglo XVIII, las misiones fueron cerradas y a muchas familias
indias les fueron otorgadas pequeñas parcelas en las antiguas tierras de esas
instituciones religiosas; sus integrantes pasaron de ser arrimados a pequeños
propietarios. En fin, los aborígenes venado de la zona fueron perdiendo su
identidad étnica durante los siglos XVII y XVIII; al igual que otras decenas de
166 “Consulta del Reverendo Padre Fray Francisco Nepomuceno Barragán, al Gobernador Melchor Vidal de Lorca”, Monterrey, septiembre 27 de 1774, Archivo Municipal de Monterrey, Correspondencia de gobernadores. La hacienda del Pantano se hallaba en las inmediaciones de Villaldama y Bustamante (N. L.).
126
naciones, su nombre se extinguió de los registros escritos debido al mestizaje o a
su decrecimiento poblacional por: enfermedades, guerra, alta mortalidad infantil,
migración, así como la dispersión provocada por el trabajo en la minas o en las
plantaciones.
La soledad espiritual y la desmoralización general provocadas por el cambio
forzado de su mundo material y mentalidad también debieron haber cobrado un
número de víctimas.
Las familias de tribus en extinción se fusionaron con otras bandas mayores, o
con los individuos de diferentes grupos étnicos (mestizos, criollos, afromestizos). A
veces, las últimas bandas causaron pequeños problemas en las inmediaciones y
surtieron de mano de obra no calificada a los ranchos y obrajes de la zona. Sus
nombres tribales propios se fueron desvaneciendo con los bautizos cristianos y los
matrimonios interétnicos que eran sancionados por las autoridades criollas y
mestizas. Éstas últimas, bajo el manto protector de las instituciones novohispanas,
fueron sobreponiendo los nombres hispanos a los nombres nativos: tanto en las
actas de bautismo y defunción, como en las matrimoniales.
No obstante, varios reportes de religiosos indican que en fechas tardías como
1807 y 1818, un reducido número de personas de la etnia permanecía viviendo en
las inmediaciones de Camargo (Tamaulipas). Estos informes especifican que
algunos de estos indígenas cultivaban campos de maíz y otros trabajaban para los
criollos y mestizos del área; también, que a menudo salían de la población para
cazar venados, conejos y liebres en el monte. Eran pues, unos campesinos y
jornaleros del Noreste hechos y derechos. Cierto, seguían diferenciándose de otros
individuos y colectividades con el nombre de la bestia, pero perdieron su identidad
tribal en las décadas posteriores.167 A diferencia de zonas del centro del país,
167 Las referencias a los tribeños venados en Cerralvo se hallan en: Américo Saldívar, Los indios de Tamaulipas, p. 33; y en el listado de naciones indias hecho por Joseph de Jáuregui y Urrutia en su Descripción del Nuevo Reino de León (1735-1740); la referencia de los tamaulipecos la hemos tomado de José Francisco Carrasco, El Nuevo Santander y su arquitectura, T. I., p. 66; los coahuilenses aparecen en un listado de tribus citado en: Agustín Churruca Pelaéz, Héctor Barranca, y otros, El sur de Coahuila Antiguo, Indígena y Negro, p. 89. La documentación de los texanos, así como la secuencia de sedentarización de los del norte de Nuevo León y Tamaulipas las elaboramos con base en: Martin Salinas, Indians of the Rio grande delta, pp. 109-110. Los coahuiltecos, tamaulipecos, nuevoleoneses y texanos aparecen además en “Indios Venado”, The Handbook of
127
donde la asimilación nominal del cérvido con algunas etnias perdura; como entre
los mazatecos "gente venado" y los mazahuas "los que tienen venados".
Si todavía en las primeras décadas de 1800 los nombres de un puñado de
grupos étnicos resisten de forma dispersa en los documentos, ya para 1900 los
registros de estas tribus regionales han desaparecido, por lo menos en las fuentes
escritas. Las antiguas misiones y algunas zonas de refugio cerca de los pueblos
virreinales fueron los últimos bastiones de su identidad étnica. Eventualmente, los
sobrevivientes –o sus hijos y nietos- pasaron a los estratos más bajos de la
naciente sociedad mexicana en el siglo XIX.
De hecho, durante la segunda mitad del siglo XX, individuos descendientes
de algunos grupos aborígenes permanecían viviendo en comunidades dispersas de
México y Texas. Algunos recordaban o tenían vaga conciencia de su herencia tribal:
chichimecos, pames, carrizos, borrados, alazapas, pauraques, hualahuises, aunque
no sabemos de descendientes contemporáneos de gente venado. Además, por
nuestro trabajo de campo, sabemos que en la última década de la misma centuria
se recordaban tribus e individuos aborígenes del Noreste en la tradición oral:
chichimecas, guachichiles, juquialanes, carrizos, borrados, negritos, pames,
alazapas, kikapús o chikapús, hualahuises, rayados, pamoranos, pauraques,
tobosos, apaches; así como la tribu de los blancos y la tribu de los morenos. En lo
referente a individuos particulares: Huajuco, Pedro José, Juan Nicolás, Toro Pinto
muy Bragado, Huma, Tacuaniate, Manuela la Pamorana, el Gran Jefe Hualahuis,
Gochi, Juquialán, Nacataz.
La toponimia también registra nombres de tribus y caudillos: Agualeguas,
Hualahuises, Huinalá (Nuevo León); Huachichil, Macuyu, sierra de Zapaliname
(Coahuila); Miquihuana (Tamaulipas); localidad de Hualahuitas, Montemorelos;
arroyo el Ayancual, en los Ramones; rancho y barranca el Pame, en General Terán;
mesa de Catujanos, en Lampazos; cañón del Huajuco, en Villa de Santiago; ejido
Magüiras, en Hualahuises; hacienda Juquialanes y sierra Borrada, en Rayones;
rancho El Toboso, en Melchor Ocampo; monte Huma, en China-Terán; monte
Texas Online: http://www.tsha.utexas.edu/handbook/online/articles/view/VV/bmv3.html, 15-II-99.
128
cueva Borrada y ejido La Pamona, en Linares; brecha y sierra Pamorana, en
General Bravo y Tamaulipas; ejido Icamole y arroyo Nacataz, en Villa de García.
De los tribeños venado, ¿ni huella?
Identidad, símiles, asimilaciones
Para nombrar un ciervo
hay que tener mejores músculos que el ciervo.
-Eduardo Lizalde-
La existencia de bandas de indios venado denota que el animal fue un símbolo de
identidad para algunos aborígenes locales. Apuntala, además, la posibilidad de que
se concibiera una relación sacra con la bestia; quizá, que se le considerara un
tótem. Entendido éste como la representación simbólica de un lazo entre cierta
colectividad y un protector o guía; un antepasado, un ser de la naturaleza u otro
poder extrahumano.
Sobre esta idea en particular recordemos a un cronista, quien niega que
algunas tribus conserven cierta identificación espiritual con el venado y los
guajolotes. Aquí debemos leer entre líneas debido a que se niega, individualmente,
lo que afirman otras voces anónimas:
129
Lo que les atribuyen, asimismo, de que no quieren algunas naciones ver morir a los
venados ni a los pavos o guajolotes, porque creen que sus almas se transmigran a
estos animales, es también del todo infundado y enteramente falso. La verdad es que
cuando se les pregunta por qué no comen y matan guajolotes, a ello responden que
porque son sus compañeros; no es porque se crean la transmigración de sus almas a
ellos sino porque, en la realidad, siendo estos animales tan montaraces como los indios,
les sirven muchas veces en sus correrías para encontrar por sus huellas los aguajes y
los lugares más retirados y sombríos.168
Otras formas específicas de la asimilación gente-venado las encontramos
claramente en la tendencia a personificar características del ciervo, ya sea para
describir cierta cualidad o como táctica de lucha:
Nosotros subiendo al monte, bajando al llano, comiendo harto y no teniendo miedo:
correr por todas partes como venado y nunca morir con cuchillo ni con balazo (...)
También se dedican algunos, y entre ellos los que hacen de capitanes, a contrahacer el
graznido de algunas aves, como del cuervo, del búho y de la lechuza o de algunos
cuadrúpedos como el toro, el caballo y el venado, o para explicarse entre sí en alguna
emboscada de guerra, o para sorprender al enemigo, creyendo éste que en algún bosque
va a dar caza segura de venados o de toros, da en manos de sus rivales, que lo
destrozan...169
Vicente de Santa María se cuida de reflexionar acerca de esta asimilación
venado-hombre, especificando que se debe a una función particular y práctica del
lenguaje indio:
La aplicación de símiles para cada cosa es también característica de su expresión y no
hay duda que, bien visto, es el laconismo más ceñido de que pueden valerse para el ahorro 168 Fray Vicente de Santa María, Relación histórica del Nuevo Santander, p. 121. Cfr. Cristóbal López, Historias del Guajolote y la tribu de los Cóconos, p. 12-13.1
169 Ibid. pp. 123, 105.170 Ibid. p. 103.171 Ibid. p. 103.
130
de muchísimas voces y frases en el discurso, trasmitiendo al mismo tiempo a quien los oye
el concepto más pleno de lo que quieren explicar. Poniendo al lado de la expresión
huyendo la de como venado al monte ya se está mirando el ahorro de precipitadamente,
sin encontrar peligros, sin omitir rincones y sin temer malezas o despeñaderos, como lo
hacen en igual grado los venados y los indios.170
Nociones semejantes se expresan claramente en frases como las pronunciadas
en la agonía de las etnias cazadoras recolectoras de la zona (a finales del siglo
XVIII): Nosotros correr como venado al monte y los español nos matar como lobo;
pero también muriendo con nuestra vara como pájaro.171
Finalmente, llama la atención que el ciervo no dejara su impronta en la
toponimia de la región anteriormente abordada, aunque hay dos poblaciones del
Noreste de México que todavía ostentan su nombre: Ciudad del Venado, San Luis
Potosí, y Mazapil ("Hijo del Dios Venado", en náhuatl), Zacatecas, aunque no son
los únicos lugares con el nombre del rumiante en nuestra latitud. En Durango existe
el pueblo de Masamitote ("Mitote de venado"), mientras que en el Noroeste hay un
"lugar de los venados": Mazatlán, Sinaloa. Esta toponimia no es única de México o
el continente: por cantores vallenatos sabemos que en Colombia existe un pueblo
del Venado, mientras que por la red internet vuela el sitio de una población
argentina llamada “El Venado Tuerto”.172
1
1
172 "Venado tuerto-Historia", en: http: //www.venadotuerto.gov.ar/horigen.htm, 1-III-99.
131
Nadie sabe nadie supo pa dónde ganó el venadose les peló de las manosteniéndolo ya rodeadoesos pobres federalescon las ganas se quedaron.
Ya le perdieron la huellasólo su troca encontraronlos disparos que le hicieronsólo pintura quitaronhicieron muy bien su jaleaquellos que la blindaron.
Por donde quiera lo buscael gobierno como fieraciudades y poblacionesy no se diga la sierrapero parece que al hombrese lo ha tragado la tierra.
Lo acusan de ser el jefede más de cien jardinerosque siembran en SinaloaMichoacán y por Guerrerola linda flor de amapolay esa cola de borrego.
Ya pusieron recompensala Procu y los de la DEAla cabeza del venadola quieren a como seapero su gente es derechay con nada se pandea.
132
Parecen perros rabiososlo buscan por todos ladospor tal de agarrar al hombremucha gente han calentadosiempre la misma pregunta“¿pa dónde ganó el venado?”-A.D.R., corrido “Pa dónde ganó el venado”-
CAPÍTULO 6
ETNOGRAFÍA, ETNOLOGÍA
Correrías en la lírica y el habla populares
Como quien caza un venado
mataron a Ruvalcaba
y también acribillaron
al caballo que montaba
para poder liquidarlo
le pegaron por la espalda.
-A.D.R., corrido de “Fidencio Ruvalcaba”-.
En un ámbito diferente al histórico, el etnográfico, hallamos que las metáforas y
símiles relacionados con el venado poseen equivalencia en canciones tradicionales
de nuestra centuria; o, lo que es lo mismo: las etnias desaparecieron de la zona,
pero no sucedió otro tanto con la figura del venado, que siguió -y sigue- campeando
en el seno de nuestra comunidad y mentalidad mestiza:
¿Dónde estás, Francisco Villa,
general tan afamado?
que los hiciste correr
a todos como venado.
133
(A.D.R., corrido de “Durango”).
El fiscal M. Rodríguez
era hombre no muy dejado
pero al oír los disparos
corría como un venado.
(A.D.R., corrido de “La Canela”).
Un día veintidós de junio
cuando a Ignacio lo mataron
lo cazaron por la espalda
como quien mata a un venado.
(A.D.R., corrido de “Ignacio y Silvestre”).
Tenías que llegar solito
como venado al aguaje
a su Cerralvo querido
llegaba de un largo viaje
si no hay forma de escaparse
hay que aguantarse el coraje.
(A.D.R., corrido de “Lupe Ruvalcaba”).
Ejido de Ranchería
donde se mataron dos
a balazos frente a frente
fueron Virgilio y Simón
y del cerro venadeado
don Juan Lozano murió.
(José Estrella A, corrido “Historia de valientes”).
Cuando Juan paró su carro
le tiraron por un lado
con dos fusiles y un maúser
lo cazan como venado.
134
(Jesús Martínez, corrido de “Juan Ozuna”).
Aquel día en que los mataron
venía de un pueblo cercano
a la orilla del camino
los estaban esperando
pero qué hombres tan cobardes
como venados cazaron.
(Carlos Damián Gutiérrez, corrido de “Fidelito”).
Aquí, la silueta del ciervo aparece como sinónimo de ligereza, huida; así como
de emboscada, cacería humana. Sin embargo, estos ejemplos de lírica sólo
implican cierto particularismo en relación a su contexto histórico y regional. A lo
largo y ancho de América existen paralelismos y reminiscencias semejantes lo
suficientemente fuertes para ser programados en la radio comercial o en cadenas
televisivas; ese es el caso de una conocida canción de origen caribeño ("El venao").
Sin embargo, nuestra bestia no es patrimonio exclusivo de canciones y
corridos; el habla popular utiliza la figura del venado por medio de otras metáforas
y símiles. En cierta ocasión, escuchamos decir a un chofer de Transportes
Tamaulipas con el que bajábamos de la sierra: No, si esos pelaos [sus compañeros
choferes de la ruta Ciudad Victoria-Monterrey] de Linares pa allá son unos venados,
no los alcanzas.
En Villa de Santiago, N. L., existen familias que ostentan apodos de animales;
así, una mujer como Susana Marroquín Cavazos dice ser venado por parte de su
mamá, y tlacuache por parte de su papá. En esta misma población existe un grupo
de descenso en rapel que lleva el nombre del cérvido y compite contra los equipos
de excursionistas de Monterrey, o de otras regiones, que llegan a recorrer los
parajes serranos del municipio.173
En áreas de la ciudad de San Nicolás de los Garza, Nuevo León (colonia
Roble San Nicolás y zona Centro), hubo un tiempo (1992-1993) durante el cual
173 Susana Marroquín Cavazos, 30 años; s/a, “Descenso en rapel”, en: GEOMUNDO, julio 1998, año XXII, No. 7, pp. 88-93.
135
fueron relativamente comunes las frases hasta parezco un venado, o hasta pareces
un venado, para describir una situación personal de gusto, agilidad o presunción
(entre jóvenes y adolescentes del sexo masculino). El corrido de un regiomontano
da fe de ideas semejantes:
Adiós Sultana del Norte
ya no regresé con vida
adiós toda mi familia
padres y hermanos queridos
cuiden muy bien a mi reina
y al venadito aguerrido.
(A.D.R., “El corrido del Venado”)
Hasta la crónica periodística recurre a símiles del tipo hombre-gamo:
De entre la mariguana sale intempestivamente un hombre de torso desnudo que corre
como venado asustado a guarnecerse en la montaña; tres elementos del "Grupo
Chihuahua" saltan de los "boludos", como llaman a los helicópteros, pero no logran darle
alcance a quien seguramente conoce cada arruga del peñón impenetrable.174
174 Enrique Lomas, "¿Policías o soldados?", El Norte, 25-8-96, p. 11-A.
136
Cacería y usos contemporáneos del ciervo: La primera bala da en el blanco
Miguel le dice a Jesús
mucho cuidado mi hermano
traemos la vida de un hilo
en este mundo que andamos
cuídate o moriremos
cazados como venados.
-A.D.R., corrido de “Chuy Quintanilla”-
Nuestros tatarabuelos mestizos del siglo pasado y principios del XX asimilaron bien
la lección, porque la caza de animales -sobre todo la del venado- siguió siendo una
fuente alternativa de alimentos e ingresos mínimos en ciertas comunidades, por lo
menos hasta la época del "desarrollo estabilizador" e industrialización y su secuela
de migración hacia las urbes (1940-1960). En efecto, la cultura campesina
tradicional resentirá cambios drásticos: económicos, sociales, mentales, durante la
segunda mitad de la presente centuria; cuando crezcan las ciudades norestenses o
surjan otras: la mayoría de las veces a costa de la destrucción de la naturaleza y
sus habitantes.
No obstante, la caza y el consumo del gamo se mantienen. En 1998
conversamos en Iturbide, Nuevo León, con un señor originario de Zaragoza, otro
pueblo de la montaña. Contó que en su rancho hay un par de cazadores que
entrenan perros para acosar ciervos. ¿El método? Sencillo: les dan de comer
pedazos de corazón de venado a los cachorros. Afirma que de esta manera los
137
canes aprenden a oler a la bestia de lejos y la acosan en jauría hasta cansarla y
matarla, la acorralan para el monteador.
Además, venaderos quedan pocos, pero quedan, sobre todo en algunas
comunidades enclavadas en la sierra o al pie de la misma:
Ejemplo 18
Sí, Claudio lo conoce, a él le gusta mucho andar haciendo eso [cazando], y mata
muchos venados; eso es lo que no queremos nosotros: meten los perros al rancho mío
y los perros son cazadores. Entonces los perros acorralan al animal y lo avientan pa
donde está él -en el arroyo- esperando. Ese todos los días come: jabalín, venado:
jabalín venado; esa gente es peor que las fieras porque las fieras comen por sobrevivir,
y él las mata por placer: porque es cazador.
-¿Y él vive... de qué?
-De nada: de matar animales.
-¿De eso vive?
-Hace carretas; pero ¡Pos quién hace carretas en esta época!, tan caras; ése trabaja la
madera [es carpintero].
(Guadalupe Sepúlveda y Carlos Sepúlveda, Hualahuises N. L. 1993).
Ejemplo 19
Es que hay partes donde se llaman “puestos”; y eso que le dicen “puestos” son así
partes limpias; y si van siete u ocho personas, y dicen, que anda un venado muy
grande... Por decir siete -seis- van así a echarlo (le dicen “las aventadas"), y el otro lo
está esperando; y si es difícil de matarlo, lo siguen todos tirándole balazos; y luego el
otro acá lo está esperando sin nervio, sin nada. Porque los otros ya lo vienen echando,
y... y lo matan; porque... o sea, cuando anda nadamás uno, pues es fácil de que se
escape. Pero si andan siete u ocho, no se escapa. Porque así ya, a mi papá le ha
pasado lo mismo, y a tíos míos -también- que vienen de Saltillo... Y entonces como a
mi papá le dice gente -así tíos míos-: "No, pos que anda un venado muy grande, en tal
parte: vamos a matarlo"; y se van todos y lo matan; porque..., o sea, a uno sí se le
escapa. Pero ya a ocho o nueve no se les escapa.
138
(Víctor Hugo Briones Valdez, 13 años, Ejido Casillas, Rayones, N. L. 1994).
Ejemplo 20
¡Pos tá como Jesús ya ves!, mi cuñado Jesús Aguirre (era cuñado mío) ¡No le
gustaba mucho [la cacería] y tenía candil!, y tenía buenos -este- armas de todo, y le
gustaba mucho. Él nomás cenaba, acababa de cenar, y decía, “ahorita vengo”
(nosotros vivíamos ahí en ese rancho).
-¿Qué rancho es?
-El rancho que le dicen "la Oreja; es un rancho de La Oreja: ahí nosotros nos fuimos de
muchachas [jóvenes]: nos fuimos pa allá; bueno y ¿Qué cree? Él nomás acababa, así,
de cenar... venía de la labor y le gustaba -porque tenía vicio- le gustaba... Nomás venía
de la labor y cenaba, y de ratito le echaba los tiros a la escopeta. La arreglaba muy
bien y tenía su buen candil..., y se iba y subía allí (hacía como una lomita ahí donde
vivían ellos), una lomita pa bajar así para allá; y le decía yo a papá... le decía yo a
papá:
-¡Mira a Jesús!, ya va la sierra -le dije-, ¡ora verá!
Y logo decía yo adrede:
-Mañana, si Dios quiere, ¡vamos a comer venado!
-¡Anda, muchacha, deja, déjalo: pobre!, él va a dar la vuelta. Si no creas que va a los
venados.
-A poco cree que no -le dije- si lleva la escopeta ¿no ve?, y el... candil: esa, la escopeta
y la lámpara.
Y se iba; pero entonces había muncho venado, ¿qué cree?, que... que bajaban
munchos venados; ahí pa la laborcita, allí nomás -oyes-. Sí, muncho venado.
Bueno; se iba él y stabámos nosotros ahí (y estaba papá), nos gustaba salir y cenar
ahí, al patio; a platicar: porque hacía fresco -porque hacía calor- y... y stabámos ahí
afuera, [cuando] de rato... como a la hora, o la hora y media... Cuando de rato ¡tran!
[imitación del sonido de un balazo] Nomás se oyó el retumbido, y... [dije]:
-¡Ya estuvo papá!, pal ratito viene Jesús con el venado.
-Anda -dijo-, sería... le aventaría [dispararía] a algún pájaro.
-¿Iba a gastar el parque en pájaros -le dije- ¡n’ombre! -le dije-, ¡ora vera!, al rato va a
venir con el venado.
-Nombre ¡tú nomás estás idiando! [imaginando, deseando].
139
Bueno... y ahí stabámos nosotros ahí... Pos allá de mucho, de rato, ¡Pos no venía
Jesús bajando ahí la bajadita con un venadote acá por la espalda! ¡Un venado!,
parecía como una chiva así grande. Como quiera él solo -fíjate- porque era muy fuerte;
y llevaba un mecate, un hilo, como que iba a matar... Porque:
-Lo mato, y ¿logo cómo hago pa traérmelo?
-¿Era bueno?
Sí, muy bueno.
-¿Muy buen cazador?
En veces que mataban osos.
-¿Hasta osos?
-Si.
-Ahora, ¿hay poco venado, verdad?
-Si.
Y hubo un hermano mío, un hermano que está en Monterrey, iba con él; le... le
convidaba y le decía:
-¡Vamos Antonio! -Porque así se llama- ¡Vamos Antonio, vamos a los venados! -dijo-, y
si matamos -dijo-: quién quite y matemos unos dos (y uno cada quien -dijo-: uno cada
uno).
Dijo:
-Ta bueno; o de perdido me ayudas a traerlos -dijo-, al cabo como quiera alcanzas -
dijo-. De perdido te doy las cabezas -dijo-, le decía adrede [en broma].
-¿Le convidaba?
-Sí, le convidaba, y a él le gustaba... Sí le gustaba, dijo "Sí, sí voy". Y se iba con él,
iban los dos.
(Florencio Pedraza, 80 años, Basilia Gauna Sánchez, 64 años, Santa Rosa,
Hualahuises, N. L. 1993).
Para unos pocos, la carne de ciervo es tan común o más que la de vaca; para
otros, evoca tiempos de abundancia y felicidad en la montaña: antes de que se
bajaran para vivir en los pueblos. Tampoco faltan quienes remarcan lo atractivo de
su piel, lo fino de sus sentidos, o la utilización práctica y decorativa de su partes:
cuero, patas, cabeza:
140
Ejemplo 21
Pos el venado es como la carne de res; como la ponen a secar: la pueden machacar.
La puede comer asada, la puede comer [en] picadillo; a como la quiera comer. Es
como la carne de res: la carne de venado.
(Hilaria Alemán Ramos, 87 años, Ejido Cerro Prieto, Linares, N. L. 1993).
Ejemplo 22
Yo estaba en la sierra, viviendo en la sierra: y allí mataban los animales, los venados;
y ahí los destazábamos y allí hacíamos mucha carne. No; yo la pasé muy feliz...
(Isidra Maldonado Guerrero, 79 años, Hualahuises, N. L. 1993).
Ejemplo 23
Pos lo único era el cuero, el cuero sí... ¡Pos cualquier gente lo procuraba!, lo quería
tener en... En su casa: en la cama; este, de las canías [muñecas, patas] del venao, de
ahí se hacían pizcadores: pizcadores pa pizcar maíz aquí en el rancho. Los cueros
¡pos también eran muy bonitos!, nomás arreglaos (bien arreglaos), pos en cualquier
oficina pueden tener esa clase de cueros.
(Alfredo Espinoza Camero, 58 años, ejido Gatos Güeros, Linares, N. L. 1993).
Ejemplo 24
-¿Oiga, y el venado?
-El venado... el venado es -este- ¡Pos no!, ése, ése no sé que tenga alguna... alguna
virtud; la virtud que tiene -el sentido que tienen-: lo tienen en las patas. El venado
siente a uno de muy lejos; pero... pero porque comienza a hacer así: a patalear -
cuando siente a uno-. Y, ya se va, y corre, y... y el venado en el llano lo puede alcanzar
un caballo, en el llano; donde haya chaparros (arbustos) no hay caballo que lo alcance.
-¿Por qué?
-Porque brinca como allá -mire-: brinca; y en esos brincos pos agarra mucho terreno.
-¿Y es bueno, o es malo el venado?
-No ¡Es bueno!, es bueno para... para... La carne es muy sabrosa: es muy sabrosa; en
efecto hasta la... hasta la cabeza hay veces que la disecan y la ponen en alguna, en
algunos aparadores: con toy cabeza y todo.
141
(Hipólito Reyna Sánchez, 63 años, Ejido la Escondida, Linares, N. L. 1993).
Son comunes, además, los rumores y creencias en torno a su consumo. En
Linares, por ejemplo, hemos escuchado que la carne de venado es buena lo mismo
para las infecciones de anginas, que del riñón:
Ejemplo 25
Yo he oído decir, que la carne de venado no la puede comer las mujeres recién
casadas porque quedan estériles; entonces -dice Mayte- son mentiras -dice-, porque
allá pal rancho tragan mucho venado y tienen muchos muchachitos, no es cierto
entonces...
(Ma. Teresa Cavazos A., 63 años, San Javier, villa de Santiago, N. L. 1997).
Ejemplo 26
-¿Y del venado qué ha oído hablar? No ha oído hablar que la carne del venado es
buena para remedio?
-Bueno, mucha gente que le han -este- atrapado un venado ¡Pos lo usan en guisado!,
en asado; pero no sé que sea curativa.
-¿Y lo preparan igual que la otra carne?
-Sí, un guisadito: cualquier guisadito, es muy buena la carne.
(María Dolores Cárdenas Bravo, 49 años, Hualahuises, N. L. 1993).
También se da el caso de gente que, en sitios apartados, ha cuidado
cervatillos, ya sea por puro gusto o para regalarlos e intercambiarlos. Esto no debe
de extrañarnos porque sabemos de gente serrana que ha criado, en tiempos
relativamente recientes, ¡hasta osos!:175
Ejemplo 27
Mi mamá, una vez crió un venado sancho, decía ella... y luego unos señores que
pasaron, lo vieron en el río, creo que era muy de mañana, entonces no le vieron el
175 Cfr. “¡Uh! ¡Osos!”, en: Cristóbal López y otros: Creer, beber, curar, historia y cultura en Iturbide, N. L., cita 30, p. 135.
142
collar y lo vieron y lo mataron y cuando se acercaron y le vieron el collar, pues
entonces lo fueron a entregar, porque no había mas casa, mas la que mi abuelita...
entonces dijo mi mamá, -yo no comí carne-, luego del sentimiento que lo habían
matado... los demás si...
(Ema Chaves Mederos, 60 años, Iturbide, N. L. 1996).
Ejemplo 28
Sí, también he oído yo eso [del venado que se aparece y no pueden matar]; pero es
que es gente ya..., que ¿verdá? ¡Pos se dedica mucho a eso!, gente que se dedica
mucho a eso; yo creo que... como que se vuelven así medio... [locos]. Tanto -yo creo-
de andar en el monte.
-¿Se envicia?
-Sí, se envicia muncho. Yo anduve mucho tiempo también así, ¿verdá?, me gustaba; o
sea que no... No... No de diario: No.
-¿Nada más para comer?
-Sí, para comer.
¿O vendía la carne también?
-No, no, no: No...
...No, yo pesqué varios venaos chiquitos también, en tiempo de que ahijan las
venadas (es en tiempo de julio y agosto); ahorita en este mes van a ahijar ya las
venadas, en este mes: ya pa en agosto ya hay mucho venado chiquito.
O sea que yo los pescaba ¿verdá?, porque me los encontraba, iba ¡pos con la
lámpara! y de repente arrancaban (era muy conocido cuando la venada traiba los
venaditos), arrancaban bufando: bufe y bufe; y yo me iba onde arrancaban y ahí
pescaba los venaditos, se encandilan en la noche. Y pesqué como unos cuatro, cinco
venaditos, cachorritos.
-¿Y esos para comer también?
-¡No! no, esos los criaba yo, y... y pos los regalaba, y...
-¿Sí crecían?
-Sí: no esos se crían, ¿no?
-¿Y qué les daban de comer?
143
-Mire, ya cuando ya crecen más o menos -que ya se crían- comen de todo: papas,
tomate, tortilla; ¡No: no, no, si [hasta] galletas le da a un animalito de esos!
-¿Y no se apareaban para que tuvieran más crías?
-No: no, no ¡pos necesitaría el parecito!
-¿Nunca le tocó agarrar un par?
-No: si cuando no pescaba la hembrita, pescaba el venadito; pero esos pa criarlos.
-¿Los criaba?
-Sí, sanchos [mansos].
-Y luego, ¿los regalaba, o los vendía?
-Sí, sí: ¡No!, los regalaba así a familiares que venían “oye que regálamelo”, que esto
que lotro; y entonces tenía este muchacho que estuvo aquí grande (y otro: tengo otro
mayor). Pos así faltaba, no faltaba que la gente “Nombre, mira regálamelo, te le vo a
traer una bicicletita al niño”; o esto lotro, [hasta que al final decía yo]: ¡Llévatelo!
¡Pos al fin que yo ando en el monte, a ver si me encuentro otro ¿no? Y a veces sí:
veces sí encontraba más.
(Sr. Arévalo Villanueva, 56 años, Ejido Cerro Prieto, Linares, N. L. 1993).
Es significativo que hasta en el mundo onírico de un niño de la zona serrana
aparezcan mencionados motivos de cacería del venado. De esta manera, cuando
pusimos un ejercicio de escritura para que los participantes de un taller de plástica y
tradición oral narraran sus sueños, alguien se limitó a escribir lo siguiente:
Ejemplo 29
Anoche yo soñé que mis primos Alex, Ricky, Juan, Eliud y yo nos fuimos de cacería y
vimos una manada de venados y los correteamos disparándoles cada quien con su
rifle. Disparándoles y no los alcanzábamos y cuando regresamos estaban cinco
venados muertos; nos los llevamos y los asamos.
(Raúl Carreón Flores, 12 años, Iturbide, N. L. 1996).
Hasta la actualidad subsiste el consumo y aprovechamiento real e "ideal" del
ciervo. Así, en un tramo de la carretera Montemorelos-Hualahuises, un chofer de
Transportes Tamaulipas le pregunta a un campesino: "¿No hay carne de venado?",
ante lo cual responde el segundo: "La semana pasada sí tenía, ahorita no". Y
144
cuando el autobús se detiene para bajar al ranchero, el chofer insiste: "Ahí te
encargo aunque sea una poquita; al cabo ya sabes qué número de carro [autobús]
traigo".
En Linares, el grupo de una escuela agropecuaria alardea que sus tacos son
de venado, "aunque no sean de ninguna carne, nada más de frijoles o huevo."176
Situación semejante a la de un taquero de San Nicolás de los Garza, N. L., que
aseguraba (finales de la década de 1980) vender tacos de lomo de ciervo. Decía,
en tono burlón, que su papá cuidaba un rancho de General Terán con mucho
venado, y que cada semana mataba varios sólo para quitarles el lomo, "lo demás lo
avienta a un barranco para que se lo coman los indios". Algunos clientes le creían y
hasta celebraban poder consumir lomo de ciervo; incluso hubo uno que llegó en
plan de conocedor y retador: "A ver si es cierto que es carne de venado" (quedando
convencido con el primer taco que le dieron).
Los tacos de rumiante salieron del menú cuando un cliente despistado insistió
en que se le vendiera un kilo de lomo para compartirlo con su familia; además,
debido al reclamo de un desconocido, quien aseguró que la carne era vil carne de
cerdo (cosa cierta).
Después de estos dos últimos incidentes el taquero dejó de ofrecer tacos de
carne de venado, saldando el asunto con decir que a su papá le habían impuesto
una multa de 14 pesos en el pueblo "por matar animales salvajes y sólo quitarles el
espinazo", y que como no quería engrandecer las arcas municipales, ya no podría
cazar ni surtirle de la carne necesaria para el negocio.
Anécdotas aparte, la cacería del mamífero ocurre de manera circunstancial o
sistemática: en correspondencia con las necesidades de la gente, sus costumbres
tradicionales o por mera depredación.
En el primer orden de ideas podemos referir un caserío de Iturbide, N. L.,
donde los choferes de una camioneta (en la cual viajábamos) se detuvieron a gritar
el nombre de una persona. Situación ante la cual salieron dos niños, respondiendo:
176 Información referida por un adolescente hualahuis, alumno de esa institución: Roberto Luna Muñoz, 14 años, 1996.
145
"No está; se fue a traer el venado". Esta respuesta del niño nos pareció fuera de
lugar debido a que habíamos insistido durante el viaje, desde la cabecera, acerca
de si la gente acostumbraba cazar todavía; cuestionamiento que se respondió
invariablemente con frases del giro "casi no hay animales", "la vigilancia de las
autoridades no lo permite", "no tenemos armas con que tirar". Posteriormente,
entendimos: la pobreza agropecuaria de las poblaciones serranas es notable, y las
fuentes alternativas de ingreso son mínimas. Si cazan para comer u obtener
ingresos, no lo dicen abiertamente; mucho menos a un par de desconocidos.
Después de todo, la montería fuera de temporada oficial y la posesión de
armas sin registro causan sanciones legales onerosas (decomiso, cárcel, multas).
Por ejemplo, la policía rural detuvo el 10 de noviembre de 1995 a varios cazadores
ilegales en el municipio de Los Ramones, N. L. El grupo tuvo que pagar una multa
de 8 mil 500 pesos y sufrir el decomiso de hieleras con carne fresca de venado,
armas, lámparas, y tripiés. Una vocera de la Procuraduría Federal de Protección al
Medio Ambiente dijo:
Se les levantó una multa que ya se pagó y, como al parecer son gente "pasaporteada" y
que sólo vinieron a cazar venados, pagaron luego luego porque tenían urgencia de
regresarse.177
Igualmente, en octubre de 1996, policías de Coahuila detuvieron a cinco
cazadores furtivos en la carretera estatal 20; tras descubrir que transportaban tres
venados muertos fuera de temporada y sin permiso, un funcionario afirmó:
…fueron cazados con todas las agravantes, pues está penado por la ley matarlos durante
la noche con el uso de lámparas que encandilan a los animales y quedan indefensos.178
Puntualizó que los cazadores, el vehículo, las armas y venados fueron puestos
a disposición de la agencia del Ministerio Público Federal, que se encargaría de
177 Las armas fueron entregadas a la Secretaría de la Defensa Nacional. Ildefonso Ruiz, "Decomisan águila real, multan a cazadores con N$ 8 mil 500", en: El Norte, 5-XII-95, p. 8-B.178 Notimex, "Arrestan a cinco cazadores furtivos", en: El Diario de Monterrey, 20-X-96, p. 13-A.
146
integrar la averiguación previa correspondiente. De hecho, la cacería furtiva está
tipificada como delito perseguido por la Federación. Al respecto, es significativo un
comentario escuchado en Laguna de Sánchez (Santiago, N. L., 1997): ¡Olvídese!, si
lo halla la ley con un venado muerto, es peor que si matara un cristiano. Claro que
si usted tiene dinero, armas y permiso puede asesinar igualmente a cristianos o
venados: puede matar ciervos protegido por la ley, y hasta darse el lujo de regalarle
una pierna de su presa a los inspectores ambientales que le checan su carga en un
improvisado punto de revisión. Sabemos de casos como el de un inspector forestal
que saló y secó una pierna de la bestia, regalo de cazadores regiomontanos
interceptados en ciudad Anáhuac, Nuevo León.
Ni siquiera los empresarios y políticos locales escapan a la tentación de cazar
y consumir venado. Según notas de prensa, el senador panista Mauricio Fernández
preparaba hace años embutidos con carne de ciervo, mientras que otros
aprovechan las vacaciones y temporada de cacería para intentar matar dos piezas
con una sola bala:
Por cierto que el que tuvo que suspender sus vacaciones de cacería pactadas en
Lampazos fue Natividad González Parás... El Subsecretario de Desarrollo Político fue
llamado a México por su jefe Emilio Chuayffet para encomendarle la coordinación
precisamente del cambio de poderes municipales.179
Hasta una guerrilla, por lo menos, aprovechó la carne del animal para
complementar el alimento de sus cuadros. Los hermanos César y Germán Yáñez,
dos de los fundadores de las Fuerzas de Liberación Nacional (FLN, Monterrey,
agosto, 1969), llevaron en varias ocasiones, durante los setenta y ochenta, carne de
venado para compartir con sus compañeros de lucha que después formaron el
Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). Los ciervos eran muertos en
179 "M. A. Kiavelo", El Norte, p. 6-A, 31-VIII-95.180 Édgar Barreto, información de un entrevista sobre la historia de las Fuerzas de Liberación Nacional, otoño 2000.
147
ranchos de Nuevo León y la carne, seca o en forma de chorizo, se preparaba en una
casa del Mezquital, luego viajaba hasta el sur, a Chiapas.180
En un segundo orden de ideas (depredación), tenemos el caso de una
talabartería linarense que puso a la venta una piel curtida de venado en $ 80 pesos
(enero-febrero de 1996), así como el de unos cazadores regiomontanos que se
ufanaban (primavera, 1996) de haberle robado un venado muerto a un puma, en
cierto rancho tamaulipeco: todavía taba calientito; lo limpiamos para traérnoslo y
nos lo comimos. Pero lo limpiamos en la carrera, no fuera a volver de repente el
chingado puma por él.181
Desgraciadamente, los dos ejemplos anteriores son inofensivos comparados
con el caso del empresario regiomontano Humberto Garza Pérez, quien según una
nota fechada en Saltillo, se hizo acreedor a una sanción económica de veinte mil
días de salario mínimo (529 mil pesos aproximadamente). La multa se la aplicó la
Profepa por capturar venados ¡en helicóptero! sin permiso de la dependencia ni de
los propietarios de ranchos ubicados al norte de Coahuila:
El delegado de la Profepa. Rogelio Zepeda Sandoval, informó que ésta es la sanción más
fuerte impuesta a una persona, por violar lo establecido en la legislación federal, para
proteger a la fauna silvestre de las regiones desérticas.
Garza Pérez fue sorprendido cuando a bordo de un helicóptero, cazaba venados en el
municipio de Zaragoza, supuestamente con el propósito de repoblar áreas de Nuevo León,
donde estas especies ya se encuentran extintas. (...)
Se recogieron 12 venados, apuntó Zepeda Sandoval, que ya tenían en cautiverio las
personas que se dedicaban a esta actividad.
Sin embargo, por declaraciones de los dueños de los predios, se estima que habrían
capturado a más de 30 animales.
El delegado de la Profepa comentó que en este caso no es el número de venados
capturados, sino el hecho de realizar este tipo de actividades que la ley prohíbe.182
1
181 Hermanos Ramos Tristán.
148
Por el contrario, existen individuos que no comulgan con esta matanza, tal es
el caso de Andrés Ramos Tristán, quien varias veces ha tenido animales en la mira
de su arma pero no les dispara porque le dan lástima; o profesionistas como Arturo
Jiménez, quien afirma: Yo resulté ser muy miedoso a la sangre, por eso me decidí
por la biología y no por la veterinaria. Hasta ahorita no he podido matar un venado,
me entra la venaditis, lo he tenido en la mira del rifle, pero no me atrevo a
disparar.183
Se emocionaba tanto uno de los expedicionarios con la vista de los venados, que en
vez de hacerles fuego con el rifle que portaba, echaba a correr tras de ellos, enloquecido,
gritando con todas sus fuerzas:
-¡Los venados! ¡Los venados!184
Por desgracia, ejemplos como los últimos no parecen ser muchos. Los
venados son víctimas de depredaciones, aun después de muertos, como lo
atestigua el caso de Fermín Jasso Núñez y José Pablo Garza, quienes fueron
detenidos el 1 de noviembre de 1996, en San Pedro, Garza García, luego de ser
sorprendidos con varias cabezas de venado disecadas.185 Manuel López reporta
algo semejante en un tramo de la carretera de Vallecillo, N. L. Allí se encontró un
venado atropellado a la vera del camino y se bajó de su vehículo para cortarle las
patas; pero grande fue su sorpresa cuando se dio cuenta que ya otro le había
mutilado las extremidades al animal, que aún estaba “calientito”.
Como es posible apreciar, actualmente la tradición de ingerir la carne del
ciervo no está ligada a la necesidad: sino a la abundancia, los nexos familiares y la
amistad. Esto último nos consta de una manera concreta y deliciosa: durante
diciembre de 1995 y enero de 1996, un cazador originario de China, N. L., mató
182 s/a, “Imponen multa ‘histórica’ a empresario nuevoleonés”, en: El Diario de Monterrey, Monterrey, 13-V-97, p. 1-A. Las temporadas y zonas de cacería, al menos en términos formales, son muy precisas; además, el debate en la opinión pública sobre los permisos cinegéticos y la cacería en general no son raros. Véase anexo 2.183 César Cepeda, “Una pasión por la vida”, en: El Norte, (Perfiles e historias), 9-I-2000, p. 2-D.184 Arturo Imaz Baume, Cacería, p. 408.185 Se les consignó como presuntos ladrones de fincas campestres, "Roban cabezas de venado", Policía- Seguridad, El Norte, 1-XI-1996.
1
149
varios venados en un rancho de Texas. Después, él y su esposa repartieron la
carne (en forma de tamales) a parientes cercanos que los visitaron durante esos
días. A nosotros nos tocaron diez, gracias a una de sus sobrinas que habita en San
Nicolás de los Garza (Lourdes Cantú). En pleno año 2000 cuentan de una señora
de Linares que trae por encargo tamales de venado, ¿será?
En síntesis, de la utilización cotidiana y connotación religiosa que tuvo el
animal en otras épocas, deviene:
1. Su aprovechamiento reciente y actual (básicamente campesino; en menor
medida, urbano).
2. Un conjunto representativo de tradición oral y creencias (ejemplos 1-17).
150
Diableros, hechiceros, brujas: los cazadores son cazados
Ya hace mucho en el Chaco perseguía a un avestruz fantasma
a través del monte.
Él tenía alas largas.
Tan pronto, cuando he tirado la flecha, ya corría, ya se había
evadido hundiéndose en la tierra.
Me volví ya.
Muy enfermo estoy yo.
Mucha sangre me corre por la boca.
Peligroso es el Avestruz-Fantasma.
Más tarde enflaquecí
Muy delgado me puse, por poco no he muerto ya.
-“El avestruz fantasma”, Ka na y ti, citado por Augusto Roa Bastos-
Existen otros ejemplos de narraciones orales que, pensamos, ¿podrían ser
herencia de las creencias y visiones aborígenes del venado? Sí, pero como forman
parte de una sociedad mestiza cada vez más desligada de la vieja naturaleza (y de
sus herencias arcaicas), son exiguos. A veces fragmentados y confusos:
Ejemplo 30
Mi tío Nestor... Él se volvía como él quisiera... De animal: coyote, venado, algo así;
y una vez platicaban que de ahí, de aquel lado del arroyo -este-, él venía de por allá de
aquel lado del arroyo (de aquí de este lado hay un solarcito, en medio de los dos
caminos, así); venía un señor, que se llamaba Magdaleno López, tenía rifle y le
gustaba la cacería.
Cuando mi tío venía [le dijo]:
151
-Leno, ¿cómo te va?
-Bien, Nestor, bien.
-Mira, en tal parte, en la vista fulana [en tal paraje], pasó un venadón grande al agua
(allá pal arroyo aquél), y en el regreso... ¡Anda, espéralo!
-¿De veras, Nestor? -dijo-.
-Sí. ¡Ándale, ve!
No; se echó el rifle al hombro, y ¡vámonos! se fue, y se puso donde le había dicho mi
tío; ahí fue y se asomó: y vió las huellas [del venado]: iban para el arroyo. Ya se
escondió y dijo:
-En la pasada me lo echo [lo mato].
No; luego poco vio al venadote que venía caminando con unos cuernotes: ahí viene;
y entonces se acercó: y que le empezó a tirar [disparar] el hombre, y el venado nomás
al tiro: nomás movía la cabeza y brincaba pa delante (pa donde él estaba).
En cada tiro y en cada tiro y más cerca, más cerca, y nunca le pegó.
Cuando le quedaba un tiro tanteó -dijo-: "Éste es Nestor: no tiene ni qué. Pero este
tiro que me queda lo voy a dejar para él, donde lo encuentre..." [lo mato].
Otro día pasó mi tío Nestor:
-¿Que pasó, Leno? ¿Mi pedacito de carne?
-Ya se me bajó la chiva [el coraje] -dijo-, dejé un tiro para ti, porque tú eras...
-¡Pos no dices que eres cazador! ¿Por qué le erraste tantos tiros?
Sí, sí [el tío Néstor] se volvía animal; ¡pero quiénse cómo haría pa volverse otra vez
gente!
(Cruz Plata Barba, 84 años, ejido La Cruz, Hualahuises, N. L. 1993).
Vayamos por partes. En primer lugar, Nestor Barba era un personaje que
manifestaba las características de un "diablero". Este adjetivo es utilizado por la
gente del área rural nuevoleonesa para denominar -o más bien recordar- a ciertos
personajes burlescos que poseían la habilidad de mantenerse sin trabajar, hacer
que una osamenta de toro se levantara y caminara, estar en dos sitios a la vez,
tornarse invisibles, manipular el fuego, matar a distancia con diversos trucos,
dominar el ganado trazando círculos en la tierra, servirse de fetiches -como figuras
humanas de tela- que les cumplían sus deseos y transfigurarse en animales
salvajes (cócono, coyote, venado). Por si fuera poco, los diableros cambiaban la
152
textura de ciertos objetos para su beneficio: cabestros en víboras, hojas de árboles
y guijarros en dinero. Eran respetados por su experiencia y de algunos se rumora
que tenían pacto con el diablo, sin embargo, no se les consideraba malignos porque
podían desafiar o derrotar al Ángel Caído. Solían morir de manera accidental o en
medio de un gran dolor y soledad espiritual.
En esta figura del diablero nosotros percibimos la degradación de un
especialista religioso arcaico ¿chamán?, quien conserva y reactiva en una
dimensión profana, anecdótica, lo que antes quizás fue una relación o idea mística.
Se podría argumentar que la narración es sólo una versión más de las presentadas
en el primer bloque (1-17) si no fuera porque en el área de Hualahuises donde se
recopiló (ejido La Cruz), fue posible escuchar sobre las correrías de Melesio
Sánchez, otro diablero compañero de Nestor, quien también se convertía en ciervo
para asustar, engañar y burlarse de la gente. De este último no poseemos
testimonio grabado debido a que fue referido por una pareja de campesinos a la
que transportamos en nuestro vehículo algún día de 1994.186
Pero así como una tradición casi extinta entrelaza la figura del venado
invencible con personajes de la talla de Nestor Barba y Melesio Sánchez (o Melesio
Guerrero), existen otras versiones en las que el animal es asimilado directamente a
la hechicería, la brujería y el diablo. Lo cual resulta lógico, ya que nuestra cultura
campesina tradicional está enmarcada dentro del catolicismo:
Ejemplo 31
Ésta también la platicaron ahí; o sea, que era un... un muchacho, ¿verdad?, que su
papá le gustaba cazar por exageración; o sea, ¿verdá?, y había un brujo, ¿vedá?, que
le decían el "hechicero del bosque"; o el "cuidador del bosque" (no sé cómo).
Entonces a su papá le gustaba cazar en exceso y una vez se le apareció el brujo y le
dijo:
-Te voy a matar.
Entonces le dijo el hijo:
186 Cfr. Homero Adame, Mitos, cuentos y leyendas regionales, pp. 97, 101-102.
153
-No, no mates a mi papá; conviérteme a mí en venado, pero no lo mates; y yo haré que
nadie vuelva a cazar en exceso; y haz lo que quieras conmigo.
(Y no le dijo que lo convirtiera en venado).
Y después volvieron a ir [de cacería] y el papá... y el papá... (o sea el hechicero)
hizo... en la noche...
O sea, nadie se debe de...
Cuando están en cacería nadie se debe levantar... Porque cuando alguien se
levanta el otro luego luego reacciona ¡no ve!, nadamás viendo el bulto [la silueta, la
sombra] en la noche: y es a lo que le disparan.
Entonces el hijo se..., porque el hechicero le habló: entonces fue...
Entonces el papá ¡pas! lo mató y dijo:
-¡Mira lo que hiciste por ser un cazador en exceso!
Y entonces él se arrepintió y lo convirtió en venado; y cada que iba un cazador (así,
en exceso) él empezaba a correr y correr, y cada que trotaba sus pies hacía... Hacía
que de sus pies saltara lumbre, y balas, y cosas así.
Entonces los que lo veían ya no volvían a cazar, ni por necesidad, ni para diversión.
O sea: porque tenían miedo.
(Azael Cortés Dueñas, 12 años, Ejido Leones, Linares, N. L. 1993).
Ejemplo 32
A mí me platicaron que allá en la sierra mataron a un venado, y el señor se lo iba a
comer porque ya estaba muerto; y lo hizo en puros pedacitos: y luego se le formó una
mujer: en todo esos pedacitos.
Y el señor se asustó mucho, y se fue con...
Porque era una bruja...
Y entonces el señor se fue con ella: y tuvieron unos hijos (y eran vampiros); y bien
feos; y el señor se asustó mucho y se vino para acá (pero la bruja no lo dejaba); y al
señor, porque se quería venir: lo mató, lo... le enterró unos... unos fierros en el
estómago ( y él se murió; y su esposa estaba llore y llore y también se la llevó).
(Claudia Elizabeth Rodríguez Cuevas, 10 años, Iturbide, N. L. 1995).
154
En estos dos ejemplos podemos apreciar tanto la relación del venado con la
hechicería y la brujería, como la idea de un castigo o sacrificio vinculada a la
cacería del animal.
En el primero, un individuo ofrece y entrega su vida a un cuidador del bosque
con tal de salvar la existencia de su papá: "cazador en exceso". El hijo, asesinado
por el propio padre debido a una confusión, fue convertido por el brujo en un gamo
para que ahuyentara a otros cazadores.
El segundo relato también es significativo: el hombre consigue matar un
ciervo; pero al destazarlo se le aparece una mujer que es bruja. Se va con ella y
procrea dos hijos que “eran vampiros: y bien feos”. Cuando el hombre intenta volver
con los suyos, la bruja lo mata, dañando también a su esposa.
De ambos relatos sobresalen las adaptaciones y versiones realizadas por los
niños; herencia de una sociedad con mayores influencias urbanas (televisión,
radio). Aquí no aparecen diableros, sino hechiceros: el hijo convertido en venado
lanza lumbre pero también balas "y cosas así"; los hijos de la bruja (que fue
venado) y el cazador son "vampiros". El último muere con unos fierros enterrados
en el estómago. Una función es constante en ambas narraciones: el sacrificio
sangriento derivado de la caza desmedida o del cobro de una pieza particular
prohibida.
155
Protectores de la naturaleza o señores del monte: a dos horas y cuatro siglos
de la "capital industrial de México"
El jinete muestra huellas
de mil tropiezos y afanes
durmió bajo las estrellas
cazó con los gavilanes.
Y aún porta la elegancia
y aunque vive en la pobreza
es hombre de palabra
rey de la naturaleza.
-Salazar, Armando-Joe Mascorro, corrido “El rey de la naturaleza”-
La creencia en "protectores del monte" o "señores de los animales" aparecía
regularmente en los pueblos altaico-siberianos: esquimales, samoyedos, kuriaks,
lapones, y entre los cazadores recolectores del continente americano. Estos
"señores de la naturaleza" eran representados con variada forma animal, según el
medio ambiente y el grupo étnico, pero por lo general se les concebía provistos de
un alma y eran objeto de una veneración que encuentra su máxima expresión en
numerosos ritos de caza. Referencias históricas y etnográficas de esta deificación
están muy bien documentadas para los pueblos siberianos, esquimales, e
indígenas norteamericanos y sudamericanos.
Entre los grupos samoyedo, los nganasan veneraban a los "espíritus
soberanos", protectores de los osos, los lobos, los renos salvajes, los zorros, los
patos y los peces. Por su parte, los nenz identificaban como gran divinidad de la
156
caza a un "señor de los renos" o "espíritu dispensador de la felicidad": Ilibem-Berti,
al que en ciertos informes se identifica también con el gran dios.
Para la religión de los cazadores y pescadores chukche (Rusia: península
situada frente al estrecho de Bhering), los "señores" o “genios” de las diferentes
especies animales ocupaban un lugar especial: cada especie tenía su señor que
vivía en el bosque con sus súbditos y era concebido como un ser mitad animal,
mitad humano. Mención especial merece una gran divinidad de la caza, Picu'cin, el
señor y dueño de los renos salvajes y de todos los animales terrestres y marinos.
Según los chukche, Picu'cin vive en las montañas, en abismos profundos y grandes
bosques, desde donde envía a los cazadores los renos salvajes. Puede hacer
encallar a las ballenas para provecho de los habitantes de la costa, pero si está
enojado, puede privar a los hombres de la caza.
Entre los esquimales caribúes, para quienes el caribú representa el elemento
más importante de la alimentación, una de las divinidades más conocidas es Pinga,
la "madre de los caribúes". Los esquimales concebían a Pinga como la protectora
de todos los animales terrestres y era tan importante en la religiosidad del grupo,
que a veces se le identificaba con el ser o dios supremo: Silap inua.
En algunos territorios que habita la misma etnia, como Alaska, se creía que los
señores de los animales -guardianes o vigilantes- podían tomar figura humana, la
apariencia de un animal salvaje o la de híbridos de animal y hombre:
El señor de los animales extiende su imperio sobre todos los animales o lo limita a una
especie. Es su guardián y vela porque no se les dé muerte inútilmente, porque sean
tratados con miramiento y porque, después de haber sido abatidos, sean extendidos en el
suelo según los ritos que les son debidos. La creencia en estos genios, ampliamente
extendida por América del Sur, lo está todavía más en América del Norte (...)
El hecho fue señalado ya en el siglo XVII por los misioneros jesuitas. Los montagnais,
señala un misionero, creen que los castores están protegidos por un castor poderoso,
grande como una cabaña. Otro misionero cuenta que los ottawa veneran a un singular
animal al que sólo en sueños pueden ver y al que ofrecen sacrificios para que la pesca del
esturión sea fructífera. En nuestros días existen todavía entre los indios de las dos
Américas representaciones de este género, cuya relación con la antigua civilización de
157
cazadores es evidente. Aunque se trate de nociones simples y muy uniformes, entroncan
sin embargo, cualitativamente, con las formas de expresión relativamente dominante de la
vida religiosa de los pueblos cazadores.187
En Centroamérica y Sudamérica también estuvo muy extendida la creencia en
los señores (o reyes) de las especies animales. Es común su noción entre etnias
del centro de México como la totonaca y la mazateca, mientras que en el hemisferio
austral -hasta décadas recientes- se concebían: Señor de los Guanacos, Señor de
los Pájaros y Señor de las Avestruces. Cumpliendo el ente funciones semejantes
que entre los pueblos asiáticos referidos:
El señor (o rey) ejerce una influencia digamos, reguladora para evitar la extinción de la
especie, ya que evita la matanza de animales más allá de las necesidades del grupo, así
como el desaprovechamiento integral de aquellos animales salvajes que se hayan cazado.
La gratificación del Señor consiste entonces en permitir la caza de los animales si los
cazadores cumplen con lo que explícitamente está pactado de antiguo.
Siempre se distingue aquél del resto de su especie, generalmente por su aspecto más
imponente, su belleza, su agilidad y velocidad en la carrera y al hombre, por si no hubiera
percibido quién es él, le será imposible no sólo darle alcance sino vulnerarlo con sus
armas.188
187 Ake Hultkrantz, "Las religiones de los indios de América", en: Henri-Charles Puech (Coord.), Las religiones en los pueblos sin tradición escrita, pp. 234-235.
188 Félix Coluccio, Diccionario de creencias y supersticiones (argentinas y americanas), p. 404, cfr. Branislava Susnik "El hombre y lo sobrenatural (Gran Chaco)", en Augusto Roa Bastos (Comp.), Las culturas condenadas, pp. 146-147.
158
Protectores del monte, huicholes y pames
El tema venatorio acentúa
el desamparo habitual.
Ninfa inalcanzable
-más fiera que las fieras-
traslada su existencia
al corazón de la urbe.
Los poemas son testigos
de mi atroz persecución.
-Edgar O’Hara, Cacería-
La idea del señor de los animales o rey de la naturaleza es una noción análoga que
conservan del venado los wixáritas, o huicholes, aunque sabemos que también la
llegaron a tener pueblos como los tarahumaras.
Entre los primeros, Tamaz Kallaumari, el Gran Venado Azul, es el Señor de
los Venados, señorío que comparte con sus hermanos Ishikuikame y Watemukame.
Tamaz vive en Leunar, sitio sagrado a donde van las almas de los difuntos; Tamaz
no es un dios creador, pero sí realizó hazañas en el principio del mundo: levantó
con sus cuernos el sol recién nacido posibilitando la vida en la tierra, es también el
chamán que canta las canciones durante el trance de la embriaguez; Tamaz salvó a
su hermano el venado Watemukame de la muerte al final de la cacería mágica, es
el inventor del culto y quien hizo nacer el peyote de los cuernos de su hermano.
159
Para los wixáritas, el cérvido forma parte de la revelación chamánica, es un
componente esencial de la visión iniciática o es un espíritu guardián de los
animales, del bosque:189
Un “señor” me dijo que yo iba a ser curandero y maracame, y debía aprender ese canto
para que un día lo cantara en la misma forma y pudiera cantar a los enfermos. El “señor”
era como un venado. Tenía cuatro patas y cuernos pero hablaba como una persona.190
-En la última seca que fui a cazar venado, me emborraché y ví parado muy cerca de mí a
Watemukame. Me habló de esta manera: “Yo soy el que te habló en Tzinurita. Yo soy ése.
Yo soy Watemukame. ¿Por qué quieres matarme?” Al volver en mí, el Venado había
desaparecido y un compañero me preguntó: “¿Por qué no le tiraste? El venado estaba
cerca de tí.” Yo tuve que guardar el secreto y le contesté: “Se me descompuso el rifle y no
pude tirarle.”191
El venado, además, está vinculado a un complejo místico de caza y fertilidad
junto con el peyote y el maíz; cada año, desde tiempos precolombinos, los
huicholes emprenden peregrinaciones para obtener el cactus sagrado. Recuerdan
el viaje originario y vital que dirigió el dios del fuego (Tatévari) hacia el país sagrado
de Wirikuta, cerca de Real de Catorce, San Luis Potosí. En toda esta serie de
recorridos sagrados los acompaña y motiva la bestia:
-Llegamos al cerro del Lirio Reucanamaté, donde Tamatz [Tamatz Kallaumari: el gran
venado azul] dejó unas piedras que tienen la figura del venado (...)
El cantador entre tanto le hace a Tamatz una relación de su viaje:
-Hemos visitado el cerro del Lirio, el Cerro del Águila y el Cerro de la Estrella. Hemos
saludado a Tatei Matineri y a Tatei Tuijapa. Nos acompaña Viricota. Al fin estamos en
Leunar, en tu casa. Te traigo a los niños. Te los vengo a presentar; cuando sean hombres,
ellos vendrán personalmente a saludarte y a darte sus ofrendas.192
189 Fernando Benítez, En la tierra mágica del peyote, p. 100.
190 "Experiencia del chamán Nicolás", citado en Ibid., p. 93.191 "Experiencia de Panchito, aprendiz de cantador", citado en Ibid, p. 97. 192 Gabriel Pacheco, “‘Iweiyari-El venadeo”, en: Tatei Yurienaka y otros cuentos huicholes, pp. 135-146.
160
Los viajes místicos, que finalizan en las inmediaciones de Real de Catorce,
insertan a los huicholes dentro de nuestro ámbito regional; primero, por la
interrelación socioeconómica y cultural entre el norte de San Luis Potosí y el centro-
sur de Nuevo León; segundo, porque un pequeño núcleo de esos recorridos
sagrados se extiende a un lugar de la Huasteca de Santa Catarina, N. L., llamado
"Cañón de Guitarritas"; allí, junto a una zona de petrograbados casi borrados por los
elementos y el tiempo, los huicholes llevan a cabo una serie de ofrendas, ritos y
danzas. ¿El motivo? Algunos chamanes del grupo consideran que, en los picachos
de los alrededores, sus divinidades quedaron petrificadas después de un mítico
diluvio: entre ellas Tatevari, el abuelo fuego: también concebido como peyote y
venado en su cosmovisión:
Eran las 18:00 horas, los danzantes vestían sus coloridos trajes de plumas y listones,
los rostros ya mostraban el colorante y el sol se despedía. Todo estaba listo para “la
danza del venado”, encabezada por José Benítez Sánchez, el chamán huichol (...)
Ya era tarde pero el frío no se sentía, el humo lo envolvía todo y las primeras estrellas
despertaron pra admirar el altar lleno de jícaras votivas, flechas y bastones
emplumados.
En el suelo, una figura animal formada con alucinógenos y granos representó la única
entidad capaz de restituir el equilibrio cósmico perdido: La Trinidad, formada por el
maíz, el peyote y el venado.193
Pero en el occidente de México la bestia no sólo acompaña a los huicholes
como figura central de sus mitos y ritos, también forma parte de su vida cotidiana y
de sus reivindicaciones contemporáneas. Por ejemplo, en los primeros días de
marzo de 1998, los habitantes de Santa Catarina, San Sebastián Teponahuaxtlán y
San Andrés Cohamlata, reivindicaban enérgicamente 40 mil hectáreas que les
fueron invadidas en las últimas cuatro décadas. En ese entonces Antonio
Candelario Cosío, vicepresidente del UCIH (Unión de Comunidades Indígenas
Huicholas de Jalisco), explicaba que los huicholes reclamaban sus tierras porque
ahí se lleva a cabo la caza del venado, además de que forman parte de su ruta 193 Érick Muñiz, “Danza en el ombligo del mundo”, en: El Diario de Monterrey, 28-I-2000, p. 36.
161
sagrada y albergan los centros ceremoniales a donde acuden para presentar sus
ofrendas a los dioses.194 Suponemos que también las defienden porque son base
de su producción, de su vida material.
Posteriormente, en junio del mismo año, quinientos huicholes de las
principales comunidades de San Sebastián Teponahuaxtlán y Mezquitic se
reunieron para cuantificar los árboles derribados ilegalmente en los terrenos
comunales del municipio; en esta ocasión pasaron a la acción directa: obstruyeron
los camiones, motosierras y demás maquinaria que se hallaba en un sitio propiedad
de la empresa duranguense Triplay y Maderas del Norte. Con esta serie de actos
los nativos esperan que las autoridades den marcha atrás a la apropiación de sus
maderas y su bosque; anteriormente, han interpuesto demandas en la Profepa,
Jalisco (Procuraduría Federal de Protección al Ambiente). Aunque,
desgraciadamente, la misma Semarnap de Nayarit otorgó permiso de explotación
del bosque a Francisco Quintanilla, un conocido invasor de terrenos de la
comunidad indígena:
El bosque de Maye Nihue ha sido identificado como uno de los hábitats más importantes
del país con respecto a biodiversidad y endemismo. Allí habitan 22 especies clasificadas
por la Semarnap como en peligro de extinción en su NOM059, las cuales se encuentran
amenazadas ahora por la tala.
El problema resulta especialmente sensible, pues los huicholes han manifestado su
deseo de conservar el área por el doble objetivo de proteger su cultura, ya que allí habita
Tamatsi el venado sagrado, y consolidar el control sobre los territorios comunales en
conflicto con posesionarios de Puente de Camotlán y Huajimíe.195
Ya casi para finalizar con estos señores de la naturaleza o protectores del
monte, diremos que los pames de San Luis Potosí poseen narraciones de un
venado al que llaman "padre creador". En pleno corazón de la ciudad de Monterrey,
nos fue posible conocer una versión de estos relatos, pero antes de narrarla 194 Cayetano Frías Frías, “Se van invasores de nuestras tierras o los sacamos: huicholes”, en: La Jornada, (Sociedad y justicia), 8-III-1998, p. 51.195 Ángeles Arcos y Carlos Chávez, “Impiden huicholes tala ilegal en sus bosques de Mezquitic”, en La Jornada, (Sociedad y justicia), 7-VI-1998, p. 46.1
162
conviene describir cómo la obtuvimos. Hace casi cuatro años, cuando poseíamos la
mayor parte de los relatos y testimonios sobre la cacería del venado utilizados en
este trabajo, participamos en la Novena Jornada para la Identidad del Noreste de
México, cuyo tema fue “Sobrevivencias de la cultura chichimeca en la cultura
regional”. En esa extraordinaria actividad cultural coordinada por el Consejo
Cultural de Nuevo León (que incluía una comilona basada en la alimentación de los
cazadores recolectores), presentamos un borrador de este trabajo sobre el ciervo.
En las conferencias participaron investigadores locales y representantes de la
etnia pame. Con uno de estos últimos platicamos acerca de costumbres y creencias
de nuestros respectivos ranchos y ejidos. Cuando le preguntamos acerca de
historias como las descritas y presentadas en nuestra intervención (ejemplos 1-17)
quiso evadir la plática. Luego pareció dudar un poco; aunque, finalmente, contó de
manera cauta el relato. Por cierto, no sé si su desconfianza se debió a nuestra
impertinencia o a su duda ¿renegar? de las creencias de sus mayores. El caso es
que acentuó mucho que lo platicado era "como cuento”, “creencias de los
abuelitos”: no creencias presentes:
Ejemplo 33
Es un cuento que me contaba mi abuelito: esto era un cazador de los buenos ¿No?
que siempre mataba venados, que... ¡Pos si se alimentaba de carne de venado todos
los días!; bueno; entonces una vez de tanto y tanto de matar tantos venados, y que
nadie lo... le llamaba la atención...
Pero como los animales del campo también tienen el Creador; tienen un Dios que los
vigila, que los cuida, para que no se enfermen: para que puedan crecer y vivir;
entonces aquel creador ya de tantas molestias (de tantos venados que ha matado)
aquel señor, aquel cazador ¡pos se enojó! ¿No? se enojó, se molestó. Y luego ya dijo
aquel creador...
Bueno ya de tantos venados que...
Bueno, él decía... No eran venados: eran sus animales; entonces sí, de él:
-Ya de tantos animales que me ha matado este señor: y yo lo voy a castigar -dice-: le
voy a decir que me reponga mis animales que mató.
163
Bueno, y en una ocasión aquel señor agarró su rifle, su escopeta, un dieciséis [un
rifle automático calibre 22, de dieciséis tiros], y se fue al monte a cazar -como ya de
costumbre-; y una vez salió, se fue, llegó a un lugar donde siempre iba a matarlos,
donde había bastantes.
Llegó de repente, vio un venadote ¡pero tremendo!, gordo: grande. Dice “Este mero
me lo hecho, tá bonito, tá gordo: me costea" -dice-.
Bueno, y que corta el cartucho, cortó el cartucho, y le apuntó ¡ya le iba a tirar! y de
repente oyó una voz suave, agradable: una voz fina. Eran dos muchachas que iban...
que venían por el otro lado, y ya mejor... ¡por estar viendo a las muchachas! -que
venían platicando, riéndose- se le desapareció el venado, brincó y se fue:
desapareció.
Y ya no le tiró, y él desesperado ¿no? furioso ¿no?: por no haberlo matado.
Llegaron las muchachas enfrente de él y le preguntaron:
-¿Qué andas haciendo?
-Yo ando matando venados -dice-; ahorita se me fue uno grandotote -dice-: ¿No vieron
por ahí? -dice-.
-No, no vimos nada -dice-. Nosotros salimos por acá pero no vimos ni un venado
-dice-.
-¡No, cómo no! Si se me acaba de escapar uno bien grandote: ¿No vieron?
-No -insistiendo que no-.
Y las dos muchachas venían comiendo esquites -palomitas-, palomitas, y entonces
¿no? -dijo que no-; dijeron las muchachas que no han visto nada; y luego ya una de
ellas dijo:
-¿Oye, no quieres esquites? -palomitas-.
-No -dice, no-.
-¿No?, cómetelas stán bien ricos, stán bien sabrosos -así decían las muchachas-.
-Bueno.
Y luego, entonces por fin de tanto insistir lo aceptó el cazador; puso por ahí su rifle y
ya se puso a platicar con ellas. Se enamoró de las muchachas: taban bien guapas
-una chulada- muy bonitas las muchachas; y ya se puso a platicar ahí, y a comer
esquites (con ellas).
164
¡Nombre, y de repente! Se convirtió en un venadote grande, un venadote grande
-aquel cazador-, se convirtió en un venado con cuernos; ¡Bueno, y las dos muchachas
también! Se convirtieron también ¡Pos eran venadas! ¡Nadamás que se le presentaron
en forma de dos muchachas! Eran dos venadas en forma de dos muchachas (pero
era ya por orden del creador).
Entonces las dos venadas y el venadote (el cazador que ya se había convertido en
venado) se fue con las dos venadas, se fueron al monte: desapareció.
Aquel cazador ya desapareció: hasta dentro de cinco años volvió a aparecer. Esto
porque según el Dios, o el poder natural que existe: una persona que vigila los
animales del monte, el campo, ese señor le llamó la atención.
Entonces creo que se fueron... después le habló el jefe y lo llevaron en presencia del
creador, onde le dijo que tenía que recuperar todos los venados que había matado: sin
faltar ni uno; tenía que reponerlos a como dé lugar: y así lo hizo... o sea, el venado
tuvo varios chiquitíos [crías de venado] en... en las venadas. O sea, el venado ya ¡pos
con las venadas, pos tuvo que relacionarse!, relacionarse con el tipo de animales.
Entonces pudo recuperar todos los venados que había matado y por fin le dieron
libertad.
Pero le dieron libertad: ya salió en el mundo, en el campo, en forma de venado: ya
no era cristiano.
Y una vez -creo que un hijo del cazador- que según aquel venadote andaba
perjudicando la milpa de un señor (que era hijo del cazador). Sí, era hijo del cazador;
pero el muchacho no se daba cuenta que el muchacho [venado], que entraba a dañar a
la milpa, a comer frijol ¿no?, nunca pensó que era su papá... ¡Pos cómo iba a pensar
que era... que es su papá! ¡Si es un venado, un venadote bien hecho! Entonces una
vez le dijo a la esposa del señor -dice-:
-Oye vieja ¿cómo ves?: yo lo voy a matar, a un venado que siempre entra a mi milpa, y
se ve en las huellas bien grandotote; se ve que es un venado grande -dice-. Yo lo voy
a espiar -dice- en la noche.
165
Y una vez el venado -pues siempre iba a comer- ¿no?, a comer a la milpa: sí, al
frijol, las ramas, las flores (se comía el ejote); como hasta al actual venado le gusta
la planta, le entra a la milpa -a dañar-.
Y entonces en una ocasión el muchacho llevó su escopeta, incluso la que le había
dejado [el papá desaparecido] (posiblemente) algo así. Entonces...
Y entró: andaba aluzando, traía una luz de cacería y vio el venadote tremendo que
staba ahí, y se acercó y se acercó: y ya [cuando] lo iba a tronar, y ya [le iba a disparar]
dijo el venadote:
-No me mates -dice-: yo soy su padre -dice-.
-Sí, ¿cómo? -dice-.
-Sí -dice-
-¿Pero, cómo puede ser que eres mi papá? Si eres un venado.
-Sí: es que me castigó el creador; tuve que ir a reponer todos los venados que maté; y
ahorita ya ando libre, ya me dieron libertad: y por eso ando por aquí. Pero yo soy su
hijo, sí -así dijo, dice-: y tú eres mi hijo -dice- ¡No me mates!, y soy su papá -así le dijo-
¡No me mates!
Y logo el muchacho se convenció -posiblemente-, porque él era cazador: porque el
papá era cazador; pos ya tuvo conciencia -dice-:
-A mí me llevaron a reponer los venados que maté; pero ya ando en libertad, y por aquí
ando y ¡No me mates!, tú eres mi hijo, yo soy tu padre ¡No me mates!
Y así lo llevó pa la casa -dice-:
-Si eres mi padre tienes que ir a mi casa: allá stá mi mamá; y ¡pos vamos!
Ya lo lazó y lo llevó: lo lazó al venadote; ya se dejó, se fue pa la casa y llegó
diciéndole a su esposa...:
-¡Miren! traje un venado; pero no se vayan a equivocar, este es mi papá (le dijo a su
mujer). Este es su suegro y ahorita lo vamos a curar pa que se le caen los cuernos
-dice-: y se convierta en cristiano.
Entonces creo que -por creencia- que le cocieron frijol, le cocieron una olla de frijol,
antes de que dé punto de comer: así como primer agua que le echan: así entre cocido
166
y crudo; y le dieron al venado y se la tomó: y con eso se le cayeron los cuernos y se
convirtió en un ser humano (en un ser humano).
Entonces ya se formó como un ser humano, como nosotros; le reconocieron que era
familiar de ellos, que era el papá, que era de la casa: y ya les platicó...
Pero él durante cinco años que estuvo ausente sintió el tiempo que eran cinco días,
y no eran cinco días: ¡Eran cinco años!, dice:
-Yo me acuerdo que ahorita llevo cinco días que me fui de aquí.
Y luego le respondieron los hijos, su esposa:
-¡No es cierto!, tienes cinco años que desapareciste; desde aquella vez que te fuiste a
cazar no regresaste.
Y ya fue como narró cómo pasó: que él vio dos muchachas -en figura de muchachas-
y le dieron esquites, y se los comió: y de tal manera se convirtió en un animal.
Por eso él dijo ¿cómo ocurrió? Entonces hasta ahorita nosotros los pames todavía
hay personas que dicen:
-Oyes se...
Llega una persona -por ejemplo- llega el esposo, el hijo -cualquier persona-, que va
a cenar, va a comer [y dice]:
-¿Qué tienes, no?
-Tengo frijoles.
-¿Pero no stán cocidos? ¡No pos si lo quieres comer, cómetelos! ¡Pero se te van a caer
los cuernos!
Así ya como tradición oral, así: “Se te van a caer los cuernos”, ¡Pos pa que se te
caen los cuernos cómete los frijoles crudos! -dice- ¡no le hace! Ya así [como] una
tradición oral que... des...
La actual todavía conservamos eso de que los frijoles no bien cocidos que... ¡tumban
los cuernos! Así fue el cuento
(Hipólito Mendoza Botello, 32 años, de Santa María Acapulco, San Luis Potosí,
1993).196
196 Hipólito Mendoza es nativo de esa comunidad pero la versión del cuento se grabó en Monterrey, N. L., durante un receso de la jornada mencionada líneas arriba.
167
El rastro pame, la huella kikapú*
¿Acaso fue mi madre la vicuña de las pampas
o fue mi padre el venado de los montes,
para ser errante,
para andar sin descanso
por los montes y las pampas
arropado tan sólo por el viento,
en los valles y los cerros
vestido de viento y de frío?
-Quechuas, Perú-
Nótese como la relación del hombre con la naturaleza de lo sagrado es clara y
evidente en la historia. El relato nos sitúa más allá de la visión casi invencible y
desafiante (¿venganza?, ¿remordimiento?) que hemos venido describiendo y
analizando en las narraciones orales. En la versión de Hipólito sobrevive el paso de
lo profano a lo sagrado: de los humano a un mundo mítico; sucediéndose por lo
tanto profundas alteraciones físicas y temporales.
Por cierto, el ejemplo no es un "fósil viviente", en el sentido de estar aislado y
fijo en unos cuantos individuos. Heidi Chemin, en un estudio sobre los pames
septentrionales de San Luis Potosí, describe un par de ritos y creencias referentes
al gamo, especialmente, una ofrenda de comida y aguardiente para propiciar su
caza. Además, afirma que hasta los tiempos presentes se cree en la existencia de
un "Venado Mayor", el cual es blanco y no se puede matar:
Que, a veces, se asimila al diablo en forma simultánea; pero son únicamente los
indígenas cazadores los que veneran a esta divinidad y le hacen sus ofrendas.197
* Cristóbal López, El acoso de la sombra: Rastreo histórico y etnográfico del venado en el Noreste de México o “No se debe cazar por vicio”, Tesis, Maestría en Humanidades, UDEM, 2001.197 Heidi Chemin, Los pames septentrionales de San Luis Potosí, p. 197.
168
En nuestra área rural también se halla la asimilación del venado al diablo,
especialmente del venado que hemos acosado. Al respecto, es preciso decir que la
presencia pame en Nuevo León está suficientemente documentada, tanto en la
memoria colectiva como en nuestras fuentes escritas. En el área General Terán-
Linares-Hualahuises, donde existe un rancho con el nombre de la etnia, se utiliza la
frase "No seas pame" para describir o llamar la atención al individuo tímido, serio.
"No seas pame" es el equivalente rural de la frase urbana "No seas ranchero".
Además, hay individuos que tienen conciencia de su ascendencia pame; en el ejido
Leones, de Linares, nos tocó conocer a una mujer que afirma ser hija de un indio de
este grupo.198
De manera sistemática (escrupuloso estudio del archivo parroquial de Linares)
un investigador ha hecho notar la presencia histórica del grupo en Nuevo León.
Registra 56 familias de esa etnia entre 1771 y 1795, época en que la población
linarense no pasó de 5 mil habitantes. Especificando que es a partir de 1773
cuando dichas familias van incrementando su presencia en Linares.
1771 - 1775 2 familias
1776 - 1780 11 familias
1781 - 1785 13 familias
1786 - 1790 16 familias
1791 - 1795 25 familias
García Flores explica dicha migración en función de dos ejes: los parajes bien
surtidos de alimentos silvestres (caza menor y venado, palma, nopales y tunas,
biznagas y mezquites) del área de Linares, así como la necesidad de trabajadores
que tenía la jurisdicción por la expansión de sus haciendas, sobre todo de caña de
azúcar.199 Esto no quiere decir que el movimiento poblacional pame haya generado
los relatos y creencias descritas y analizadas; creemos, sí, que parte de su equipaje
cultural arcaico, especialmente el mítico, vino a encontrarse con un conjunto de
198 Francisca Rivera Sánchez, 55 años; ella es nuevoleonesa, nativa de la sierra de Aramberri (veáse ejemplo 42).199 Estos datos han sido tomados de Raúl García Flores: "También acá hubo pames", p. 5, 6 (ensayo inédito).
169
individuos y familias que poseían -o recordaban- costumbres e ideas análogas;
aunque quizás refuncionalizadas: alteradas por el mestizaje operado en la zona.
Antes de continuar remarquemos: en Nuevo León no existe actualmente un
complejo ritual cuya cosmovisión y parafernalia impliquen al venado (o alguna de
sus partes); lo que sí sucede todavía en otras entidades como Jalisco y Nayarit
(coras, huicholes), Chihuahua (tarahumaras), y Sonora (mayos). Entre los nahuas y
los tepehuanes de Durango el carácter ritual del mamífero sobrevive todavía, pero
con dificultad. En la literatura histórica y etnográfica de las tribus noroestenses el
papel sacro del ciervo es bien conocido, incluso se filtra a los medios masivos de
comunicación y la educación folclórica institucional:
Ejemplo 34
-¿Y aquí antes no había gente que decía que el venado era sagrado?
-¡Nombre, aquí les vale madre! Los... Nunca han respetado ¡Se lo comen! ¡Es bien
sabroso!
-En aquellos años sí decían las gentes.
-¿Que decían?
-Pos que sí, que hay animales... No ve que en la India una vaca no se la comen:
porque es sagrada; sí, y que el venado ¡Pos también!; y un cordero eran... eran cosas
sagradas.
-Sí; pero al venado le hacían la fiesta, y todo: ¡pero logo se lo comían! Lo mataban al
último: la danza del venado anda y al último lo matan.
-¿Y eso dónde lo vio usted?
¡Pos yo lo veo en la televisión!
-¿Pero eso es de otras partes?
-En Sonora.
-¿En Sonora? Sí, la danza del venado.
-Danza danza y logo ya cae bien... ¡Se lo echan en barbacoa!
(Carlos Sepúlveda Hernández, 54 años; Guadalupe Sepúlveda: Hualahuises, N. L.
1993).
Ejemplo 35
170
-Oye y ¿lo de canciones y bailables que en el Kinder y la escuela, ya ves que te ponen
a bailar y cantar en las asambleas, o en una presentación, tu te acuerdas que hayas
participado.
-Bueno, yo participé en la Danza del Venado, aquí en el parque, cuando estaba en el
kinder
-¿Y quién organizó eso, los maestros?
-Si, ahí en el kinder
-¿Y había un maestro, quién te la enseñó la danza?
-Pues no, eso si no me acuerdo, lo que si me acuerdo es que yo era uno de los inditos
que van a matar al venado, porque yo tenía uno de los machetes, me lo hizo mi mamá
de cartón, ahí andaba yo con el machete
-¿Y fue voluntario o te...?
-No me acuerdo.
-¿No te acuerdas si a ti te gustaban bailables y esas ondas?
-No no me gustaban, pero esa ves sí me gusto porque al venado; o sea, el personaje
del venado, se lo dieron a un amigo, un gordillo que nos caía bien mal y pues has de
cuenta que ahí desquitamos, ahí con él.
-¿Y dónde la representaron?
-Aquí fue en el parque.
-¿O sea, no fue en el kinder?
-Fue algo bien ¡no sé! algo diferente, porque pues siempre sí se hacía algo en el
kinder: lo hacían en el kinder; nomás que ese día lo hicieron aquí en el parque, no sé
porque.
-¿No te acuerdas que fecha era, o…?
-No, pues estaba yo en el kinder, no me acuerdo exactamente, el qué: setenta y cuatro,
por ahí, setenta y cinco…
-¿Algún maestro los enseñó?
-Sí
-¿Y no les platicaron así, no les explicaron, nomás bailaron y ya?
-Sí, algo así, muy apenas me acuerdo de algo, sí nos dieron ahí cómo una plática
-¿Pero no te acuerdas?
-No.
(Fernando Lozano, 29 años, San Nicolás de los Garza, N. L. 1999).
171
Respecto a regiones adyacentes a nuestra entidad, sabemos que el venado
forma parte de la vida sacra, "símbolo religioso por excelencia", de los kikapús, un
grupo étnico que emigró hacia el sur desde zonas de la isla de Manhattan y el lago
Michigan, empujado por holandeses, franceses y anglosajones. Llegaron a
Coahuila en la segunda mitad del siglo XIX y se comprometieron a luchar contra
apaches y comanches bajo las órdenes del ejército juarista.
Este pueblo sostiene que, todavía hasta ahora, la caza del venado constituye
el eje sobre el cual gira su concepción mítica y religiosa del mundo.
Para celebrar cualquier acto religioso, los kikapús cazan venados: desde el
nacimiento y nombramiento de un niño, hasta la muerte de alguien, pasando por el
cambio de casa, la celebración del año nuevo y las fiestas de difuntos.200 Entre
otras cosas, conciben que las almas de estos animales llevan a su dios mensajes
de lo que acontece en el mundo; también, que quienes cumplan con las ceremonias
y orden de Kitzihiata, “Gran espíritu creador de la naturaleza”, se verán
recompensados con la cacería permanente del venado, aun en el paraíso, después
de la muerte.201
Sólo que los integrantes de esta tribu tienen un pequeño problema: ni Estados
Unidos ni México les permiten cazar venados fuera de la temporada oficial,
prohibición que desde luego atenta contra una parte medular de su liturgia; de
hecho, hasta hace poco sólo podían realizar la cacería tradicional del ciervo en
Nacimiento, municipio de Múzquiz, Coahuila.
Los poderes, Ejecutivo, Legislativo y Judicial, de México, han olvidado que
Benito Juárez otorgó a los kikapús la condición de “nación soberana”; o lo que es lo
mismo, les dio todas las garantías para que dentro de la nación mexicana: no
pagaran impuestos, anduvieran armados y mataran venados sin problemas. Estatus
legal ratificado en 1936 por el presidente Lázaro Cárdenas, quien fiel a su política
indigenista reconoció a los jefes de la tribu su derecho ancestral de caza, así como
la posesión de los terrenos asignados a ellos por Juárez.200 "Entre el peyote y el venado: los indios Kikapú de Coahuila", en César Morado (comp.), Memoria 94, sociedad nuevoleonesa de historia, geografía y estadística, pp. 31, 33, 34, 35. Véase anexo 4.201 Martha Rodríguez, Historias de resistencia y exterminio. Los indios de Coahuila durante el siglo XIX, p. 130.
172
Makateonenodua (Búfalo Negro, o Raúl Díaz) jefe contemporáneo del grupo
coahuilense, sentencia: “Ahora los gobiernos no nos respetan, no sabemos por
qué”, dice. “Eso es sagrado, es la palabra de sus abuelos a nuestros abuelos”.
Específicamente, la caza del ciervo ha representado un elemento de conflicto
constante entre los kikapús y las autoridades. En 1989 se llegó a un arreglo entre
los indios, los poderes municipales y las instituciones federales, en el que se
establecieron los siguientes acuerdos:
1. Los cazadores registrarán sus armas y obtendrán permisos de
portación ante la Secretaría de la Defensa Nacional.
2. La tribu kikapú solicitará ante la Sedue el permiso de caza y acatarán
lo que esta secretaría disponga al respecto.
3. La Asociación Ganadera Local, la Unión Ganadera de Coahuila y la
Asociación Nacional de Ganaderos Diversificados acuerdan que se
establezca el número de venados y el mecanismo de caza en sus
predios, según las normas de Sedue.
4. Las autoridades municipales, federales, y las asociaciones de
ganaderos reconocen y respetan las tradiciones, cultura y religión de
la tribu kikapú.
5. Los ganaderos y la tribu kikapú nombrarán una comisión que se hará
cargo de hacer operativos los mecanismos de la cacería y se reunirán
en la asociación Ganadera Local el próximo día 22 de diciembre
de1989.202
Esta contraposición entre normatividad legal y un sistema de prácticas y
creencias tradicionales nos permite realizar un ejercicio de intertextualización; la
voz y perspectiva huichola puede ser un eco de la voz y perspectiva kikapú:
A veces es muy difícil seguir la costumbre. El dios nos dice qué hacer, luego no sé por
qué es tan difícil hacerlo. Tenemos la costumbre del venado, de ofrendar la vida y la sangre
202 Citado en: Ibid. p. 141.
173
del venado a la tierra en todas las fiestas grandes. El venado es la naturaleza y hay que
seguirlo a donde sea, hasta fuera de nuestro territorio, hasta que se entrega a los
cazadores. Y eso los policías no lo entienden. Una vez cazamos un venado y me
agarraron, ahí por Monte Escobedo. Me interrogaron y para eso sí que son buenos: dan
miedo, preguntan y preguntan. Y qué va a explicarles uno, ¿que el venado es la ofrenda
mayor? No lo entienden. Nos apresaron a todos los que íbamos de cacería. Nos incautaron
las armas y nos entambaron durante nueve horas.
El venado no puede acabarse, es como si se acabara todo, la vida. Puede irse lejos, pero
acabarse no.203
Los kikapús, sin embargo, tampoco se resignan, tras largo tiempo de sólo
poder cazar dentro de las 300 hectáreas de Nacimiento, Coahuila, ahora han
comprado un rancho -en abonos- de unas 400 hectáreas en Spofford, Texas, al que
llaman “Kikapoo Nation”; es allí donde esperan tener permiso para sus cacerías
ceremoniales del ciervo cola blanca.
Finalmente, sobre este mismo pueblo conviene aclarar que su reivindicación
territorial ha estado vinculada, en los últimos años, al control de un casino y la
probable apertura de otro; también, a la búsqueda de alternativas de subsistencia,
porque hasta hace poco tiempo la única forma de sobrevivir para los kikapús era
trabajar de la primavera al otoño como braceros en el centro y norte de Estados
Unidos. No todo es cacería ritual.204
El espacio de un relato; cambio del ecosistema y de la gente. Las ciudades y
los pueblos ¿destruyen las costumbres?
203 Antonio Candelario, Consejo de Vigilancia de la comunidad wirrárica (huichola) de Tuapurie, Cuescomatitlán Santa Catarina, municipio de Mezquitic, Jalisco, 6 de abril de 1996, transcrito en: Francesca Gargallo, La decisión del capitán, pp. 167-168.204 Efraín Klerigan, “Kikapús, de braceros a empresarios”, en: El Norte (El Norte-Coahuila), 28-I-2000, p. 18-A.2
174
Platica el viejo con calma
la vida es perder y ganar
y el único pobre del mundo
es el que no supo amar.
Dios nos dio los animales
para nuestro bienestar
y aunque comamos su carne
hay que saberlos cuidar.
-Salazar, Armando-Joe Mascorro, Corrido “El rey de la naturaleza”-
Antes de continuar con los "señores de la naturaleza", propongo al lector un breve
ejercicio narrativo. Nos servirá para intentar recrear el tipo de atmósfera en que son
-o eran- contadas las historias transcritas, una de las espirales de las que parte este
trabajo.
Invoquemos, por tanto, noches de General Terán, Nuevo León; estamos al sur
del pueblo, entre su última calle y el río, sentados en un patio invadido por ramas,
astros, pedazos de madera y hierro, así como por un universo de objetos utilizados
en cosas diferentes para las que fueron originalmente diseñados o fabricados. El
abuelo, cualquier abuelo, cuenta cosas de su vida y de la vida de otros. Hijos y
nietos lo escuchamos entre divertidos, asombrados, a veces algo temerosos.
Después sabremos que las pláticas e historias del abuelo son consideradas
tradición oral si son patrimonio común de cierta comunidad, y “realismo mágico” o
“lo real maravilloso” si se hallan reelaboradas y representadas por cuentistas,
novelistas, dramaturgos, directores cinematográficos.
En aquel tiempo, la plática de un venado aparecido en el paraje de La Chilosa
(entre Montemorelos y General Terán, N. L.), es de las que más nos sorprenden;
sinceramente, nos da pavor.
175
El abuelo dice que hace tiempo La Chilosa fue un monte muy duro cuyo
carácter agreste evitaban los cazadores de rancho; los que se perdían o desafiaban
la conseja de no cazar allí se encontraban con un venado que no se podía matar.
Y no les quedaban ganas de volver.
El abuelo no lo llegó a saber, pero al mencionar tal paraje, creencia y visión,
inició nuestro rastreo cultural del gamo: primero de manera informal e inconsciente,
luego de manera sistemática y plenamente consciente.
¡Claro! existe la posibilidad del extravío analítico e interpretativo en pasajes de
nuestro texto. No obstante el margen de error, consideramos que las huellas del
venado -pasadas, contemporáneas- permiten replantear perspectivas históricas y
culturales obnubiladas por la ideología del poder económico, la comodidad y la
arrogancia intelectual. Las referencias orales y documentales, los datos
etnográficos e ideas acerca del ciervo han situado el objetivo de nuestro punto de
mira en una realidad que suele ignorarse o pasar desapercibida: la historia de
nuestra diversidad cultural. ¿O acaso no es señal de diversidad el que pervivan
relatos y creencias de herencia arcaica entre habitantes de una región como la
nuestra, cuyas élites y sectores medios celebran ascendencias y afinidades judeo-
ibéricas, anglosajonas, católicas, modernas? ¿No es símbolo de sincretismo y
pluralidad cultural el que en la mente y pláticas campiranas los ciervos se
transformen en seres humanos o hablen?
En el caso de los usos y representaciones del venado en nuestra región, los
tiempos y las tradiciones se cruzan, como se cruzan y sobreponen los tiempos y las
tradiciones en muchas otras regiones del mundo. No nos domina una sola herencia
cultural ni un solo tiempo lineal. Estamos multideterminados y participamos de
diversas temporalidades. Aunque los proto fundamentalistas de diversas
denominaciones y los monoteístas mentales más ilustrados deseen lo contrario:
-Pero ¿por qué odias las historias de esa manera?
-exclamó Harún, desconcertado-. Las historias son divertidas...
-Pero no es diversión lo que conviene al mundo -dijo
176
Khattam-Shud-. Lo que conviene al mundo es sumisión.
-¿A qué mundo? -preguntó Harún.
-A tu mundo, a mi mundo, a todos los mundos -fue la respuesta-. Están ahí para ser
dominados. Y, dentro de cada historia, dentro de cada corriente del océano, hay un
mundo, un mundo imaginario que yo no puedo dominar; ahí tienes el porqué.205
Bien, finalicemos este paréntesis, volvamos al sitio donde empezó esta
historia para nosotros. Hace un par de años (principios de 1994) conversamos con
un trabajador de la huerta Santa Helena, en Montemorelos. Al preguntarle acerca
del ciervo invulnerable de La Chilosa (ejemplo 1), dijo desconocer la plática; sin
embargo, contó algo sobre otros cazadores que, allí mismo, fueron asustados
alguna vez por sombras de gente que pasaba por entre el páramo.
Posteriormente, a principios de 1996, retornamos con nuestro padre a la
huerta mencionada; luego enfilamos rumbo al rancho La Anacua, en General Terán,
y regresamos por La Chilosa. Del monte cerrado, sólido, acaso perduran un par de
árboles mutilados y quemados; la tierra baldía se adueñó del terreno: se ve una
granja de cerdos y parcelas devastadas por la seca; alambradas y caminos
polvorientos delimitan el paisaje; un par de personas trabajan y cuidan el lugar
portando radios Motorola en su cintura. El paraje evidentemente ha cambiado y las
actividades de la gente son diferentes a las del tiempo de los abuelos.
Una investigación de Verónika Sieglin nos permite contextualizar claramente el
origen de estos cambios a un nivel macroeconómico, sociológico. Analizando las
reservas naturales que hicieron posible la extensión de la superficie agrícola y
ganadera en la región Montemorelos-General Terán, descubre una fuerte tendencia
a incorporar áreas boscosas (el matorral) al proceso productivo, especialmente a la
ganadería. Sieglin especifica que en las fincas privadas los bosques disminuyeron
53.3 por ciento y en ejidos 94.5 por ciento:
Para 1970 el 81% del territorio ejidal lo constituían los campos de pastoreo. En las
unidades privadas la mitad de la superficie se destinó a la ganadería. 205 Salman Rushdie, Harún y el mar de historias, p. 143.
177
La destrucción de los bosques alcanzó en estas dos décadas importantes dimensiones.
Mientras que aún en 1950 una tercera parte de la superficie ejidal se conformó por
bosques, para 1970 esta área apenas cubrió el 1.1%. Un proceso parecido pero menos
vigoroso se observó en las fincas privadas disminuyendo el área boscosa de 41.4.% a
26.5%.206
Jorge Gabriel Villarreal, otro especialista, señala que en el Noreste los venados
silvestres estuvieron al borde de la extinción a mediados de la década de los
sesenta.207 Señala para el efecto la conjunción de varias causas: a) la caza furtiva e
indiscriminada tanto por lugareños como por foráneos; b) la idea equivocada de
algunos propietarios, en el sentido de que los ciervos competían por alimento con
su ganado y eran transmisores de plagas y enfermedades, lo que los convertía en
una especie indeseable; c) la devastación del hábitat natural (matorral xerófilo) al
adoptarse modelos importados de producción ganadera basados en el “desmonte
masivo” con el fin de crear praderas de zacates exóticos en la región; d) la falta de
un valor económico de la especie, desde el punto de vista de la caza deportiva; e) la
inexistencia de un marco jurídico adecuado en materia de explotación comercial de
la fauna silvestre; y f) el impacto de parásitos como “el gusano barrenador”
Cochliomya hominivorax (causante de muchas mermas en las poblaciones
silvestres de sangre caliente), que aún en la década de 1960 no había podido ser
erradicado de esta región:
Cualquiera que haya tenido oportunidad de cazar o visitar esta región durante los últimos
años (década de los años 1990´s), no podría creer, después de haber visto la cantidad de
venados que es posible observar hoy en día, que hace aproximadamente 30 años, el
venado cola blanca “texano” estuvo prácticamente en los límites de su “extinción”. Así
pues, a mediados de la década de los años 1960´s, era prácticamente imposible poder ver
en esta región un venado cola blanca “texano” (macho o hembra) ni de día ni de noche.208
206 Verónika Sieglin, “Antecedentes económicos de la región citrícola de Nuevo León: tenencia de la tierra y distribución del agua (General Terán y Montemorelos, 1940-1970),” en: Víctor Zúñiga (comp.), La región citrícola de Nuevo León, pp. 51-52.207 Jorge Gabriel Villarreal, op. cit. pp. 52-53.208 Ibid. p. 52.
178
En el anterior contexto de cambio de uso del suelo y devastación del matorral,
la población de la especie mermó o se remontó a zonas poco afectadas, cuando
esto último fue posible; al mismo tiempo, muchos campesinos se convirtieron en
trabajadores asalariados de los grandes ranchos y huertas, reforzaron su condición
de jornaleros o emigraron a las cabeceras municipales y ciudades del área
metropolitana de Monterrey, la frontera, el mágico Valle de Texas u otros estados
de la Unión Americana.
Desde luego, a estas alturas de nuestro escrito surge inevitable la pregunta,
¿procesos de devastación del bosque como el anteriormente reseñado convierten a
la bestia en un ineficaz protector? ¿Se torna el animal en un inútil señor de la
naturaleza”? ¿Es aniquilado finalmente por los utensilios de labranza y el
sobrepastoreo? Sí y no: de forma indirecta el ciervo de La Chilosa continúa
espantando a los cazadores, sigue inalcanzable a las balas de mestizos y
cristianos; perduran sus atributos en conversaciones nocturnas, emisiones radiales,
folletos, plástica infantil, la red internet, libros. El arquetipo de su figura es
recordado en otras zonas del campo nuevoleonés bajo la figura degradada de un
señor del monte o protector de los venados.
Sin embargo, la pervivencia de narraciones y creencias no quiere decir que el
animal se haya convertido en un símbolo o un mito; después de todo, el recuerdo y
la narración se pueden convertir en rutina, degradarse: vaciarse de sentimiento,
significado y contenido. En esta última posibilidad de cambio adverso, es donde
radica una de las justificaciones de nuestro estudio; porque, en contraparte, el
conocimiento escrito es perfectible y difícilmente se olvida o desaparece:
Ejemplo 36
Mentaban unos como con flecha, con flechas (no eran carabinas); pero que sí
andaba ese venado como en figura de gente. Pero con las flechas, con las flechas:
tirando, les tiraba el animal; o le tiraba a la gente: le tiraba.
En figura de gente, con las astas muy grandes; pos nomás así en veces oía, ¡no,
pos que tenían miedo! ¡Pos que le tenían miedo: porque pos que les podía salir!, o
179
salían ya -como dicen, a cazar- pos ya tenían miedo salir a cazar, porque si les salía
ese...
No hacían nada, tenían miedo. ¿Cómo era? ¡Pos como un venado!, pero...
Tenía figura de venado pero...
¡Pos sería gente, sería sabe Dios! ¡Sería el diablo! ¿Quién sabe quién sería? Las
astotas las tenía grandes, las astas.
Y las flechas, traiba flechas pa tirar.
(Hilaria Alemán Ramos, 87 años, Ejido Cerro Prieto Nuevo, Linares, N. L. 1993. Es
nativa del rancho San Juanito, ubicado en la Sierra Chiquita, San Carlos, Tamaulipas;
llegó a Cerro Prieto de 20 años).
Ejemplo 37
Estos tipos tenían costumbre de:
-¡Vamos a matar venados! (Aunque tuvieran, era vicio).
-¡Vamos!
Iban, y mataban, y traían; se traían lo que querían, y lo demás lo tiraban; era vicio
ya. Era algo maligno en ellos. Entonces una vez, una vez en un... en un monte: volteó
el otro, y volteó el otro [y se preguntaron]:
-¿Vistes?
-¿Vistes?
Era un hombre desnudo completamente con la cornamenta de un [venado], y lo
vieron, y no supieron ni qué onda, ¿no?; y luego, desde esa vez, se les quitó la idea de
andar haciendo eso [de andar matando venados].
(José Ángel Pecina López, 33 años, General Terán, N. L. 1993).
Ejemplo 38
A mi abuelito le gustaba cazar de noche, en el monte, y platicaba que un día se
halló un venado grande; y luego -este- que... que donde le apuntaba se aparecía un
hombre, y logo le quitaba la carab..., no, le apuntaba: y era otra vez el venado; y así
cada ratito le apuntaba: y que era un hombre.
180
Y luego él se fue corriendo pa su casa, y logo fue al otro día y se le volvió a
aparecer; y que la carabina se le descompuso; y que la jua [fue] a arreglar y que le
dijeron que... que... que la habían... que porque era cosa mala: por eso no podía
disparar -dijeron-.
(Cristóbal Escobedo Rodríguez, 10 años, Iturbide, N. L. 1995).
El contenido particular de estas tres narraciones sintetiza buena parte de
nuestra contextualización histórica y etnográfica: un venado "en figura de gente"
que atemoriza a los cazadores ¡disparándoles flechas!; la visión fugaz de una
persona desnuda con astas de ciervo que limita para siempre el vicio de dos
hombres; finalmente, la impotencia de un abuelito de la sierra, quien es testigo de la
transformación del animal en ser humano cada vez que le apunta con su arma.
En estos ejemplos, la reminiscencia del ciervo protector del monte es evidente;
es posible, incluso, bosquejar una evolución de su figura mítica: Desde el complejo
simbólico prehistórico que evocan las flechas junto a la cornamenta para defender a
los animales o un hombre con astas de venado, hasta la simple presa que evoca,
en su transformación, viejos lazos de identidad hombre-natura.
En fin, sostenemos la tesis de que la idea de un protector del monte o “señor
de los venados” está implícita en una parte de nuestro corpus de narraciones y
específicamente se manifiesta como:
1. Superstición y temor.
2. Degradación mítica o símbolo.
3. Figura anecdótica, narrativa.
Lo cual es lógico: nuestras comunidades rurales están conformadas por
habitantes mestizos, no por aborígenes nómadas o seminómadas; en las mismas,
se sobrevive de la agricultura, la ganadería; del trabajo como jornalero, albañil,
obrero, comerciante, trabajador emigrante. Las actividades venatorias ya se
practican poco y distan mucho de ser fundamentales para la subsistencia. No es
181
esencial un “señor del monte”, pero se le recuerda vagamente en forma de lo que
por acá comúnmente llamamos espanto.
Sin embargo, a estas alturas de la cacería estamos también plenamente
conscientes de que nuestra tesis puede estar forzada debido a 1. Intereses
personales de estudio; 2. Sesgos típicos de cualquier investigador promedio de
ciencias de la cultura; 3. Deficiencias y vacíos en aspectos teórico-metodológicos.
El venado: el diablo, la cosa mala
Mucha gente dice que se celebran misas negras clandestinas, la verdad
a mi no me consta nada pero dicen que cuando hacen una ceremonia
especial ofrecen como sacrificio un venado: lo mata la cabeza principal o
182
el que dirige la ceremonia, bebe un poco de la sangre del venado (esta
información la obtuve por rumores que existen en Múzquiz).
-Rancho La encantada, Melchor Múzquiz, Coahuila, 9-XI-2001, Véase anexo 4-
Nuevo León no es la pamería, o lo que de ella queda. Tampoco es zona de
asentamientos huicholes, mayos, tepehuanes o kikapús; y si ya a principios del
siglo XVII los misioneros del Noreste identificaban al venado con el principio
maligno del cristianismo, ¿qué se podía esperar casi cuatro centurias después?
Veamos:
Ejemplo 39
-Oiga, y otras gentes así platican -a lo mejor usted escuchó-, a usted le tocó vivir eso
¿vedá?; pero otras gentes platican... platican de que se aparecía un venado al que le
tiraban y no lo podían matar.
-Sí, papá me platicaba de eso, me platicó -yo no lo vide-; pero me platicó mi padre que
iban los tiradores ¡Pos buscando los venados! ¿Verdá?, buscando los venados, y
entonce... Cuando vieron unos ojos, unos ojos, allá... [después de tanto caminar]. Y le
tiraron el primer tiro: y ¡nada! y se quedó donde mismo [el venado]; y le volvieron a tirar
otro escopetazo: y ¡nada! quedó onde mismo.
Entonces se vino, y se vino el animal: se vino -aqueos ojos-, y... y la chispería de
lumbre ¡pos el diablo!
Sí; pero no era venao, era el diablo; y de tanto que iban esos hombres a la tirada: a
noche a noche, a noche noche, les salió el diablo. Y por eso muchas veces uno... Esa
la tirada [cacería] no es bueno. ¡Allá cada y cuando! ¿Verdá? pero no agarrarla como,
como...
De diario no conviene tampoco: allá cada y cuando (pos les salió el diablo).
Sí, y se asustaron: y murió... murió uno de los compañeros, murió asustao: se
asustó: porque ya cerquita el chisperío de lumbre. Pos no era... No era venao: era el
diablo; y por eso lo stoy diciendo yo: porque mi padre me dijo a mí, sí.
(Juan de la Rosa Sánchez, 95 años, Ejido Leones, Linares, N. L. 1993).
Ejemplo 40
183
-Se le va venir apareciendo el venado grande que asusta a la gente: ¿nunca escuchó
esa historia? ¿A los que cazan de vicio?
-Sí que... al último sí, sí le apareció... Pero era un espíritu de tantos venados que se
había echado [cazado].
-¿Ah, sí?
-Pues sí se cuenta la historia y -este- no..., este traía una escopeta muy buena, con un
escopetazo...
-Y, pero platíqueme usted esa historia del venado...
-No ¡Pos era un señor que estaba bien enviciado en los venados!, y se le apareció uno,
y no le pudo hacer nada porque... no... no era... Era ya su mente que traía eso.
¡Total: que no sé cómo acabó! Acabó mal (creo). Por cierto, que yo creo ni era el
venao: sería el diablo. Pero él [el cazador, el señor] conoce muncho.
(Guadalupe Sepúlveda y Carlos Sepúlveda Hernández, 54 años, Hualahuises, N. L.
1993).
Ejemplo 41
Pos decían que le tiraban a un venado, y nunca le pegaban; se les pelaba
[escapaba] ¡y le pegaban! Y nunca le hicieron nada...
Y era el mismo [venado], que salía el mismo venado, y nunca lo podían matar. Pos
el chamuco se vuelve... ¡Ah porque!, el pelao... Es que los pelaos tenían mucho vicio
¿verdá? [en] tirar [ir de cacería].
Por eso se les aparecía el diablo. No era venado: era el diablo ¡Apariencia chingada
nadamás! Era el diablo ¡Pos nunca le pegaban! No lo mataban.
Pero creo que sí, porque tenían mucho vicio los pelaos pa matar animales; sería pa
que ya no anduvieran matando animales... Pero sí, sí me acuerdo que se admiraban
de ese venado porque nunca lo podían matar.
(Teodoso Barba Barba, 83 años, ejido La Cruz, Hualahuises, N. L. 1993).
Ejemplo 42
Taba diciendo mi cuñada ¿que en qué?, que un venao quensequé taban platicando
¿verdá?, entonces -este- me... Me acorde yo de un... de una...
O sea, como una desgracia que sucedió allá en mi tierra -este-, nomás que yo no
me acuerdo; pero apáguele [deje de grabar], y luego entonces cuando me acuerde ya
la comienzo.
184
-No, qué tiene, lo que se vaya acordando.
-¿En qué mes es el día de Santa Teresa, ustedes no saben?
-Santa Teresa de Jesús, o Teresita de Lima, ¿o cual?
-Pues yo me acuerdo que es un quince, yo creo que es el quince.
-Es en octubre.
-¿En el de octubre?
-Mi abuela era Teresa, y era de octubre.
-Pero cae el día quince de octubre ¿verdá?
Bueno, era un quince de octubre en la mañana y -este- salieron tres muchachos que
iban pa las labores: pa regresar pa mediodía, que estaban festejando a una de mis
sobrinas; entonces -este- le iban a hacer baile (ella cumplía los quince años).
Le iban a hacer una comida, y baile en la noche. Antonces los muchachos dijeron:
-¿Sabes qué? -dijo- que te vamos a regalar un venado en la noche, vamos a ir a
buscarlo pa allá pal arroyo.
-Bueno, stá bueno [dijo la festejada].
Este antonces ellos se fueron, y los tres muchachos... (de los tres nomás uno
llevaba carabina).
Llegaron al lugar donde ellos iban a buscar... que decían ellos, que ellos veían un
venado. Siempre veían ese venado; y llegaron al lugar, al arroyo, a la orilla del arroyo
¡y sí lo hallaron el venado! y lo siguieron. Lo siguieron como -me imagino yo como-
más o menos, como de aquí al cerro (como allá ya ve que son puras sierras así...).
Lo siguieron muncho pedazo.
Al llegar a un... a una... a una cueva ¡O sea que le apuntaban! Y el venado como
que, como que se des... se desaparecía.
-¿Se encandilaba?
-¡No, pero era en el día! Fue a las meritas doce del día, cuando... cuando ya lo que les
pasó a ellos; antonces dicen, que ya de tan... ¡Ya cansados de venir siguiendo el
venado y...! Y el venado como si hubiera sido mansito que [caminaba] adelante:
adelante de ellos.
¡El venado los iba guiando a ellos!
Y al llegar a un... ya, a las cabeceras de unas labores, como la gente siempre
prepara árboles -como allá puro huizache-: unos huizaches bien arreglados pa
descansar las personas (cuando despegan las yuntas).
185
Ellos llegaron a ese lugar, y hacía un arroyo, y había una cueva, más o menos del
alto -así- de la cocina -este-, onde caía lagua pa bajo del arroyo; y ahí en esa cueva el
venado brincó derecho. Pero estaba limpio para abajo y... y se veía ¿verdad?, todo lo
que era el arroyo: nomás los -pos allá puro pino-, eso es lo que hay de árbol (y
encinos: pero en la sierra).
Y estos así... dice que los árboles estaban... no... no tapaban el venado ¡y no lo
vieron salir de la cueva! -los muchachos-.
Y entonces ya ellos (de lo que vieron) que no salió el venado pa ningún lado del
arroyo (ni pa bajo ni pa los lados), antonces se sentaron en el tronco del arbolito.
(El... uno de ellos, el muerto, quedó así recargado en el... en el tronco del, del ese...
huizache; y lotro muchacho, staba uno por cada lado; pero ¿cómo la bala le fue a dar
nada más? [a uno de ellos]).
Y él [que iba a morir] le dijo:
-Voltea esa... voltea la... la carabina -dijo-. No stés apuntando pa acá (el que staba
recargado).
-¡Mira mira! No trae nada -dijo-, mira: no trae nada [no está cargada].
Y al tiempo que le jaló [accionó el gatillo] este ya traía el tiro cortado (ya traía
cartucho cortado), y se le fue el tiro: y le atravesó.
Y el venado al, al... Ese venado ¡Siempre! Siempre que así... allí mismo mataron a
otro hermano de ese mismo muchacho.
-¿Por culpa del mismo venado?
-Por culpa del mismo venado, porque ellos iban a sepultar a otra persona (señora ya
grande que había fallecido); iban platicando ¿verdá?, y el muchacho
-el hermano del muerto- se acordó, y le dijo: "Fíjate, en esta misma fecha mataron a mi
hermano".
Antonces al tiempo que él dijo: “A esta misma fecha
-dijo- mataron a mi hermano”, antonces el... El venao atravesó en el camino.
¡Acabando de pasar con el cuerpo, fíjese!, acabando de pasar las personas dentro
del... Toda la gente con el... [muerto]
(la señora -este- y ellos eran los de mero atrás, y venían a caballo)
Dijo, dijo: “¡Mira el venao!", y sacó la pistola pa tirarle al venao. [Pero] en lugar de
tirarle al venao le dio en la cabeza, al otro.
186
Y quedó en el mismo lugar del... quedaron... Tan las dos cruces.
Por eso le digo que sí... eso hay este... Yo he visto eso porque pos ya nosotros ya
estábamos... [grandecitas de edad]
-¿Oiga, y usted quién cree que sea el venado?
-¡Pos Satanás! ¿Qué otra cosa?
-Pues sí.
Y pos ya de ahí [desde ese suceso] yo me vine pa acá: pa Reynosa. Y ya no... ya
no supe más de eso; pero sí ya... parece que van dos: otro muerto más hay [ahí]. Son
tres cruces seguidas.
-¿Con el mismo venado?
-Con el mismo venado.
(Francisca Rivera Sánchez, 55 años, ejido Leones, Linares, N. L. 1993. La plática hace
referencia a hechos acaecidos en el lugar de origen de la narradora: un ejido de
Aramberri, N. L.).
La concepción de asimilar el venado al principio maligno del catolicismo se
explica por la conversión religiosa que se operó con el advenimiento de la población
mestiza. Si el venado llegó a ser una manifestación divina para algunos grupos
primitivos de la región, es natural que el proceso evangelizador tendiera a desterrar
y estigmatizar su figura.
Los hijos y nietos de los aborígenes locales olvidaron con el tiempo la
relevancia del venado como figura sacra, ritual, quedando sólo el recuerdo de
anécdotas, historias, temores y dramas vinculados a su cacería.
En Nuevo León sobrevive la metáfora del venado mítico como animal grande
que no se puede matar, pero a diferencia de cosmovisiones como la pame o
huichola, aquí el color del animal puede tornarse negro: un ser oscuro que es
símbolo del mal.
Ejemplo 43
187
Allí era... Allí era La Chilosa; pero sí, le decían La Chilosa porque era un... un monte
espeso. No creas que de... Fuerte, mezquitones así huecos ¡grandotes!, había
bastantes; había allí leoncillo [puma], había una “bola” de animales en aquel tiempo
¿verdá?, y ese camino que está ahorita -el sendero- ese lo hicieron. No staba -no
staba ese-, el [camino] de la posta grande. Ese lo hicieron, y fue la entrada pa cuando
nosotros veníamos pa acá, pal rancho.
Entonces dicen, que como el caza... el que caza de noche, el animal que van a
cazar no tiene defensa. Lo encandilas ¿pos con qué se defiende? este...
Y eso se le aparecía a los cazadores cuando iban a cazar animales -así- un venado,
grandote, astudo, prieto.
Que los tiradores de antes ¡pos no fallaban! Esos no andan con que... No, salía el
venado así -por decir unos veinte metros, unos treinta metros-. Nombre pos...
venadote, [le disparaban con] la Treinta ¡papas, en la mera frente!
[Entonces] caminaba el venado unos cuatro, o cinco pasos más adelante -se
acercaba-, [y el cazador] cortaba otra vez (pues a la treinta le caben siete tiros), [y le
disparaba] otro, en la mera frente; y caminaba otro pedacito el... el venao, y se iba
acercando.
Y eso platican que no sólo a un cazador ¡a varios! Esa plática varia gente platica.
Y así ya cuando [el cazador] lo tenía a unos ocho metros ¡otro balazo!, en la mera
frente ¡vamos!, y ya ya -este- le... ¡Pos no fallaba la persona! ¿Vedá? Pero el venao no
se caía: que le sacaba la lengua y le hacía [el narrador hace gestos con la lengua de
fuera]... le sacaba la lengua el venao al... al... [cazador].
(Manuel López García, 53 años, General Terán, N. L. 1994).
Arqueología de la vida cotidiana: apuntes sobre el venado y las artes
figurativas
Por el desierto no crece ya el delirio,
la tarde pone su cara de venado
y la esperanza se extingue como lobo,
188
será por eso que nadie va a Durango.
-Jaime López, canción “Nadie va a Durango”-
El arte popular es otro ámbito en el que podemos investigar y conocer vestigios
materiales del venado, sobre todo en el plano artesanal, figurativo. Más, para
evidenciarlos, es imprescindible una lectura analítica de la realidad. Una
observación y reflexión que necesariamente se transforman en "arqueología de la
vida cotidiana". Porque todo objeto posee una función práctica, ritual, decorativa,
pero tiene además significados conscientes e inconscientes, en determinado tiempo
y espacio; de ahí que si estamos suficientemente comunicados o abrimos bien los
ojos descubriremos algunas de sus señales.
Ahora intentaremos descifrar este tipo de señales (signos, símbolos) en
relación al venado. Es una labor minuciosa porque significa un alto en el camino
con el fin de intentar comprender los mensajes implícitos de lo que nos rodea. Los
investigadores enfrentan el peligro de ser arrastrados por la estrecha relación que
guardan con la cultura estudiada (su cultura) y por las deficiencias informativas y
teórico-metodológicas del caso.
Aun así correremos el riesgo.
Empecemos por enumerar una serie de objetos concretos y usos derivados de
la caza del ciervo, o más bien de su imagen. Se manufacturan a lo largo de nuestra
geografía regional algunos artículos decorativos de cuero, madera, hierro, piedra.
Su efigie labrada es posible hallarla en: llaveros, porta servilletas, fundas, cuadros,
fachadas de casas; confeccionados con su piel se usan: cintos, morrales y ¡hasta
un par de máscaras! (estas últimas, en San Francisco de los Blancos, Galeana);
hay también cachas de pistola y dijes elaborados con fragmentos de su
cornamenta. Esto último lo hemos registrado en la ciudad, lo mismo entre un joven
rockero que entre un pequeño comerciante del mercado Fundadores, en el centro
de Monterrey; incluso, hay reproducciones de puntas de cornamenta en cristal y
hierro que se venden en puestos de ferias ambulantes.
189
Además, existe una serie de representaciones contemporáneas que retoman
al ciervo como parte de un discurso pictórico; ya sea en la creación plástica o la
gráfica popular. Colectivos artísticos como el de la “Casa de las Historias”, en
Iturbide, N. L., han trabajado la figura del animal en pintura y grabado; igualmente,
algunos pintores han retomado su figura, o partes de la misma, como motivo de su
trabajo en murales o diseño, tomando como modelo copias de la gráfica rupestre o
fotografías y dibujos varios.
Respecto a la gráfica popular, no es raro que en algunas casas campesinas se
tengan fotografías del ciervo rescatadas de algún almanaque viejo o revista, así
como pinturas o estampas del animal. Hace seis o siete años, entrevistando a Isidra
Maldonado Guerrero (79 años, Hualahuises), salió a relucir la figura del venado.
Ella dijo -palabras más, palabras menos- que los venados son de dios, que dios nos
los mandó y que son hermosos. Mientras afirmaba esto, señaló que por eso su
hermano tenía un cuadro de la bestia justo arriba de la entrada de la vivienda. De
forma más reciente (enero, 2000) tuvimos la oportunidad de visitar la casa de Lucio
Paz, en la Hacienda de Guadalupe, Linares, N. L., ahí nos tocó ver la fotografía de
un viejo calendario; al parecer, alguien recortó esa imagen de berrendos corriendo
por el matorral y la colgó en la cabecera de la cama del señor: así, don Lucio se
duerme y se despierta con venados.
Esto no sólo es patrimonio o gusto de viejos. Hace más de diez años
conocimos a un adolescente que cazaba pequeños animales con un rifle de diablos:
víboras, conejos, aves, ardillas. Este individuo nunca cazó presas mayores pero
tenía fotos y dibujos en su cuarto de borregos salvajes, venados, águilas reales,
montañas. Para él, esas imágenes quizás eran la evocación de un mundo que
había construido con fragmentos de sus visitas al campo y pláticas de sus mayores,
así como por documentales televisivos, películas, libros.
Por otra parte, la cabeza del mamífero es emblema de por lo menos un par de
instituciones: la Facultad de Ciencias Forestales de la Universidad Autónoma de
Nuevo León (UANL) y el Instituto Tecnológico de Parral; en consecuencia, aparece
en playeras, camiones o eventos de las mismas. Durante una exposición realizada
190
en Ciudad Universitaria (San Nicolás de los Garza, N. L., otoño de 1996), el espacio
de la primera escuela contaba en su área de exhibición con dos grandes
cornamentas de venado.
Tampoco olvidemos que las placas de automóviles de Sonora portan un
danzante yaqui con la cabeza de ciervo como tocado; es decir, el hombre-venado
es un símbolo de identidad para la gente de esa zona del Noroeste.
Otro elemento específico de la gráfica popular donde es posible rastrear la
huella contemporánea del gamo es en el graffiti. Por la avenida Colón, de
Monterrey, hemos registrado en video dos pintas cuyas firmas -en mayúsculas-
remarcan el nombre de la bestia; una frente a la iglesia de la colonia Nueva Madero
y otra junto a establecimientos comerciales. Por la avenida Manuel L. Barragán,
frente a la Monumental Monterrey, tuvimos oportunidad de copiar lo que semeja
una representación del perfil de un ciervo.
Una tercera referencia análoga es la siguiente: Cierto día de fines del estío,
1999, regresamos del trabajo y estudios en un camión urbano de la ruta 126,
Morones; venimos cansados, con sueño; nos recostamos en el respaldo del asiento
de adelante intentando dormir; en el entresueño, cabeceamos, abrimos un ojo y
contemplamos en el asiento contiguo una palabra grabada: “VENADO”.
Se nos viene encima el inicio del otoño: el ciervo está haciendo señales.
Navidad, apareamiento y hierba del venado
¡¿A poco eran de usted los venaditos?!
-Chofer de una grúa dirigiéndose a Santa Claus cuando éste pregunta dónde está su trineo,
en: Anuncio televisivo sobre la Navidad en Monterrey, Televisa, 2001-
191
Por la Carretera Nacional, en el tramo Monterrey-Montemorelos, es común desde
hace años la venta de venados elaborados artesanalmente con hierbas y ramas
diversas; estos venados se hacen y comercializan durante la temporada navideña.
Tiempo cósmico del solsticio invernal en el hemisferio norte que lleva implícitos dos
mitos poderosos: el del nacimiento de Cristo Jesús, y el de la renovación; año
nuevo, vida nueva.
Una persona de General Terán, N. L., nos explicó que el origen de estos
adornos navideños es costumbre llegada de los Estados Unidos. Nosotros lo
dudamos: pensamos que se trata de una reapropiación práctica y estética de la
figura animal, por parte de nuestra gente, en una fecha significativa.
Es cierto: en el Gran Norte y otras partes del mundo se utilizan los renos
decorativamente, pero acompañados de su trineo y del viejo bonachón, Santa
Claus. Aquí no son renos: son venados; más aún: nuestros ciervos suelen
colocarse sin trineo y en parejas, incluso con una o dos crías. En pareja y
ocasionalmente con venados pequeños, como si estuviera implícita la noción de
apareamiento: de procreación, fertilidad.
La aparición de los venaditos ornamentales en la región coincide no sólo con
la época de Navidad sino con una temporalidad social y otra natural: la temporada
oficial de cacería del ciervo en Nuevo León, así como la época de la "corrida", o de
apareamiento, en el Noreste. Ambas abarcan los meses de diciembre y enero.
Durante esta época de la "corrida" es posible observar a los machos acompañados
de una o dos hembras adultas, que a su vez pueden ir acompañadas por una o dos
crías nacidas en el mes de julio o agosto.
Además, la idea de reproducción y fertilidad aparece en nuestra medicina
tradicional asociada a un tipo de maleza cuyo nombre es "hierba del venado". Si
usted pregunta sobre esta planta en el área campesina, seguramente obtendrá
respuestas como la siguiente:
Ejemplo 44
-¿Y la hierba del venado?
-Esa sí la conozco.
192
-¿Y esa para qué es buena?
-Bueno, porque es muy olorosa...
-Mmmh ¿Sí?
-Bueno, pos nosotros la usamos pal té.
-¿En té?
-En té; pero no... no la... Yo no sé pa qué es.
-Así como ¿para acompañar los alimentos?
-Sí, sí.
-Ándele.
-Pero no sé pa qué es...
(María Maldonado Yáñez, 68 años, Ejido Gatos Güeros, Linares, N. L. 1993).
La verdad es que hay mujeres, hombres ¡y hasta niños! que sí saben para qué
es: ayuda a procrear a las mujeres infértiles o que se les dificulta el embarazo. Esta
noción la encontramos viva en ejidos de Linares, sólo que la hallamos
indirectamente.
Cuando empezamos a realizar nuestro trabajo de campo incluimos preguntas
sobre el uso específico y el nombre de esta hierba, pero no apareció ningún dato
más relevante que el de la bebida caliente derivada. Después, en cierta
conversación informal, una compañera (Rosario Blanco Cerda) escuchó la
referencia a su uso como apoyo en la procreación.
Fue entonces que volvimos con un par de amigas e informantes y, en efecto,
ellas confirmaron -medio pícaras- que sí sabían sobre el uso de la hierba del
venado para ayudar en el embarazo de las mujeres, pero que no habían referido
sobre el particular por diversos motivos.
Son las típicas deficiencias del trabajo de campo. Algunas prácticas y
creencias no se mencionan o profundizan en entrevistas abiertas u observación
vivencial, en ocasiones porque son parte integral de la vida cotidiana y el informante
no les da importancia o de plano las oculta; otras veces porque el investigador no
planifica bien su trabajo etnográfico o plantea mal sus preguntas concretas de
investigación, sin lograr una interrelación adecuada con sus fuentes.
193
Pero retornemos a nuestro interés específico, ahora en función de fuentes
especializadas: en el Catálogo de nombres vulgares y científicos de plantas
mexicanas de Maximino Martínez (pp. 437-438), aparecen diez variedades de
hierbas del venado, la mayoría en el norte de México; de éstas, cuatro crecen en
áreas del Noreste y seis son del género Porophylum.
Por su parte, Mauricio González Ferrara registra una planta homónima con la
siguiente clasificación científica: Turnera diffusa Willd, especificando que recibe
otros nombres comunes: damiana de California, hierba de la loma; según el autor,
crece en lomeríos secos o entre matorrales desérticos de la Planicie Costera del
Golfo y se recolecta en México y Bolivia:
Tiene una amplia reputación como afrodisíaco y es reportada también como auxiliar en el
tratamiento de la disentería, malaria, sífilis, dolores estomacales, dispepsia e impotencia
sexual.
Esta planta fue introducida a Europa en 1784 y fue recomendada por un tiempo para todo
tipo de enfermedades renales y vesicales.
Actúa como diurético y es recomendado como auxiliar también en los casos de
diabetes.209
En otra publicación, los autores coinciden con los sinónimos citados por
González e identifican a la planta con la misma nomenclatura científica (Turnera
difusa);210 además, describen que mide entre treinta y setenta centímetros de altura;
su tallo es ramoso, con hojas alternas, ovadas y aromáticas, con el revés cubierto
de vellos; las flores son pequeñas, de color blanco o amarillo.
209 Mauricio M. González Ferrara, Plantas medicinales del Noreste de México, p. 40
210 Esta información ha sido facilitada por Homero Adame vía correo electrónico durante junio del 2001; pertenece a un texto que no hemos podido consultar personalmente: Jorge Adame, Homero Adame, Plantas curativas del noreste mexicano.211 Foro de asma y alergias, http://209.185.240.250/cgi-bin/linkrd?_lang=EN&lah=cc7a815561bfba1f58b7c5dadd162c65&lat=991432965&hm___action=http%3a%2f%2fwww%2edrzurita%2ecom%2fhierba%2ehtml, 28-V-01.
194
Los hermanos Adame afirman que la hierba del venado crece silvestre en los
campos de Nuevo León, Tamaulipas y otros estados, y que sus partes utilizadas
son: flores, ramas y hojas. Le atribuyen las siguientes propiedades: antianémica;
conceptiva, contra la frigidez, diurética, contra la impotencia, ayuda contra los
malestares de la menopausia, contra problemas de la próstata, refrescante, corta la
sed, tónico general y cerebral.
Los autores advierten que existen distintas variedades de esta planta con las
mismas propiedades y que hay otra planta conocida también como hierba del
venado (Chrysactinia pinnata S.), la cual presenta propiedades muy distintas a las
descritas en su ficha, aunque no las especifican. Finalmente, comentan que con la
planta se produce un licor de sabor agradable: "licor de damiana".
Dos de los usos citados por los hermanos Adame y González Ferrara
concuerdan con los usos referidos por los informantes (como conceptivo y contra la
impotencia), por lo cual creemos que se trata de la misma planta.
Sin embargo, hay un obstáculo que evita aseverar esto último: el problema de
la identificación precisa de los nombres vulgares. Muchas plantas de distinto género
son conocidas con la misma denominación: en un foro de asma y alergias de un
laboratorio de la ciudad de México,211 la hierba del venado aparece referida con otro
nombre científico: Porophyllum Scoparium, al mismo tiempo que se afirma tiene los
siguientes nombres comunes en nuestro país: hierba del venado, jarilla y romerillo.
De éstos, sólo el primero concuerda con los anteriormente citados.
Según la información de este sitio, a principios del siglo XX se podía encontrar
en todo el territorio nacional, limitándose actualmente a las vegas de los ríos que no
están contaminados. No hay ninguna especificación a regiones o estados. Se le
describe como un arbustito aromático de hasta 60 centímetros, muy ramificado y
algo glauco; de hojas filiformes o linear-filiformes, de 1 a 5.3 centímetros; flores en
cabezuelas solitarias. Como podemos apreciar, en lo único que concuerda esta
descripción de la hierba del venado con la de los Adame, es en la altura.
El mismo foro añade que con el nombre vulgar de hierba del venado se
conocen en México varias plantas herbáceas o subarbustivas del género
2
195
Porophyllum, de hojas alternas, olorosas, lineares, casi filiformes, y glandulosas.
Además, sentencian que sólo sirve la Scoparium, por lo cual deberá tenerse en
cuenta la clasificación de un botánico experimentado para su correcta identificación.
Finalmente, otra publicación especializada refiere una hierba del venado con
el nombre científico Vicia leavenworthii; aquí no se refiere su uso medicinal; se le
identifica como una planta silvestre que suele consumir el ciervo.212
Conclusión: un etnobotánico tiene mucho trabajo al respecto si el tema le
interesa.
Cuartas: patas de venado
La huella del ciervo, cuando la hay, es apenas perceptible.
Lo notable ha de ser, quizá, su desplazamiento.
Un paso, un trazo hacia lo invisible.
La escritura del ciervo es su desaparición.
-Jorge Esquinca, Paso de ciervo-
En Hualahuises, Linares, Galeana, Montemorelos y el área metropolitana de
Monterrey, existen individuos que forran de piel canillas de venados muertos,
212 Jorge Gabriel Villarreal, op. cit. pp. 44, 114
196
dejando libre sólo la parte final de la pata, o mano. El color de la cubierta de estos
objetos artesanales suele ser de varias tonalidades de café, y puede llevar los
decorados básicos siguientes: iniciales, algún nombre personal, vistas de piel de
víbora (comúnmente cascabel). La pezuña se perfora para amarrar y dejar al aire
diversos tejidos de cuero; mientras que en la parte superior se colocan dos tiras de
piel unidas que permiten colgar la pata de venado, o cuarta, en algún sitio
específico: regularmente el espejo retrovisor de diversos automóviles.
El término cuarta se usa para este tipo de objetos artesanales, que no siempre
llevan la extremidad del ciervo como parte medular, ya que puede sustituirse por un
pedazo de madera o por una varilla de hierro envueltos por algún tejido de piel. Su
elaboración suele pedirse directamente con algún talabartero conocido o
recomendado; aunque también se venden modelos producidos en serie.
Los anteriores objetos solían ser usados, en las comunidades rurales, para
acelerar el paso del caballo, aunque modelos como el de hierro también pueden
servir como armas contundentes o punzocortantes.
Las cuartas de venado son consideradas, entre algunas personas, presentes
significativos o un simple adorno; incluso, una fuente de ingresos. Así, Mayra, una
joven maestra rural de Linares, se dio a la tarea de conseguir, en diciembre de
1994, la pata de un venado, con la intención de mandarle grabar las iniciales de su
novio y regalársela "para su camioneta".
Mientras que en 1995, un artesano de Hualahuises nos cuestionó acerca de la
cacería en zonas de Iturbide; deseaba saber si había venado y nos pidió que
encargáramos las patas de los animales para trabajarlas y venderlas; según él
porque "hay lugares donde no les hacen aprecio y las tiran."
En el mismo municipio, cierta vecina nos solicitó que le vendiéramos una pata
del mamífero "para mandarla arreglar"; nosotros la habíamos colgado fuera de la
casa donde habitábamos y la vio. Naturalmente no se la vendimos, se la regalamos:
en agradecimiento a su amabilidad y a las comidas que tanto ella como su familia
acostumbraban darnos ocasionalmente (y porque teníamos otras tres guardadas
que le habíamos "bajado" a nuestro padre).
197
Durante los años de 1995 y 1996 observamos que la oferta y la demanda de
las cuartas de ciervo son relativamente altas: se pueden adquirir en puestos de
vendedores ambulantes situados en la Calzada Madero, la calle Reforma
(Monterrey); en un par de tiendas céntricas de Saltillo; frente a la central de
autobuses de Linares; en puestos ambulantes de Hidalgo, Tamaulipas, durante las
fiestas a la Virgen del Chorrito.
Desde luego que estas últimas no poseen el atractivo y la singularidad de las
elaboradas bajo encargo; hasta pecan de ser burdas imitaciones de las originales,
como el caso de algunas excesivamente pequeñas, pertenecientes -seguramente-
a ejemplares jóvenes de ciervo.
Existen otras que, comercializadas a manera de llaveros, sustituyen la pata
original por una de plástico.
La utilización decorativa de la cuarta de venado es una suerte de moda que
puede rayar en la exageración. A principios de 1996 observamos a un joven que
llevaba una "a manera de llavero". Abordó el camión de la Ruta 1-Central, en San
Nicolás de los Garza, y se bajó en Colón y Pino Suárez (centro de Monterrey, N.
L.): llevando colgada su cuarta de más de treinta centímetros cual si fuera un
pequeño llavero.
El uso de las cuartas de ciervo es reforzado, en el ámbito urbano, por la moda
vaquera y el auge de bailes masivos en negocios tipo rodeo. Después de todo,
¿qué pueden hacer obreros, profesionistas, estudiantes, para evocar -e
identificarse- con los páramos y ranchos que quizá nunca conocieron o a los que
pocas veces vuelven? Entre otras cosas: asistir a una caricatura citadina de monta
y doma de potros, vacas y bueyes, escuchar corridos, comprarse un sombrero y un
par de botas, adquirir un cinto de pita (fibra de palma) y hasta colgar una pata de
venado en su vehículo particular o el de la empresa.
Sin embargo, la difusión de este objeto artesanal en el ámbito citadino no se
limita al complejo del rodeo urbano. Lo mismo se le puede hallar circulando por la
Carretera Nacional, en municipios tamaulipecos o en Laredo, Texas, que por el
centro de San Pedro Garza García y en algún carro último modelo estacionado en
universidades públicas y privadas.
198
Eso sí, su difusión parece ser -a primera vista- más amplia en territorios
septentrionales. En 1999, durante un viaje a Tehuacán, Puebla, preguntamos a un
taxista de dónde había sacado la pata de venado que portaba en el espejo
retrovisor de su vehículo: “¿Las hacen en Tehuacán?”, insistimos. Respondió: “Aquí
no las hacen, me las trajo un cuñado que es trailero de otro estado. ¿Algún estado
norteño?
En este apartado no podemos dejar de recordar a un vendedor ambulante con
el que platicamos de vez en cuando y que cierta temporada estuvo vendiendo
cuartas de venado (1998-1999) trabajadas en Hualahuises y Linares. Diestro en la
invención y reinvención de historias, les contó a algunos de sus clientes que las
patas con “lucero” eran de buena suerte y por lo tanto valían más. Según relata,
varios mordieron el anzuelo. Cuando le insistimos nos mostrara una cuarta de
venado con “lucero”, esperábamos ver una pequeña estrella pegada de piel,
pintada burdamente (o algo parecido). Nada de eso: el “lucero” era una simple
mancha blanca arriba de la pezuña.
Finalmente, la información anterior aclara por qué un niño entrevistado en
Rayones remarcaba cómo su papá y tíos acostumbraban ir de cacería a la sierra.
Si al inicio de la jornada mataban venados, lo primero que hacían era cortarles las
patas, luego seguían cazando y, después de cobrar más piezas, regresaban a las
primeras.
También explica por qué cierta vez que nuestro padre halló un venado
atropellado junto a la carretera de Vallecillo, Nuevo León, bajó rápidamente del
vehículo en el que viajaba, sin embargo, al verlo se dio cuenta de que el ciervo
estaba mutilado: algún vivo se le había adelantado en el camino.
199
El caminar mágico del ciervo en otras latitudes
Vale más un grito a tiempo
que un sermón mal deletreado
hay que usar la inteligencia
pa después no lamentarlo
así presiente el peligro
desde lejos el venado.
-A.D.R., corrido "El licenciado"-
Sería ocioso e imposible esbozar un mapeo de los municipios y regiones donde se
trabajan y usan las pezuñas de venado. Seguramente existen tradiciones
artesanales semejantes en otras partes del país y de América; sabemos -por
200
ejemplo- que los navajos utilizan su pezuña como base de las sonajas que
acompañan sus danzas, y que los yaquis acostumbran colgárselas en cinturones
como parte de la indumentaria de la danza del venado aunque recientemente
empiezan a sustituirlas por pezuñas de cerdo.213 Otros datos e informes que
poseemos sobre la utilización de las patas del animal están relacionados con el
universo mítico y mágico religioso, no con el del arte. Aparece en una narración
huichola que describe la selección y sacrificio de un muchacho para lograr el
nacimiento del sol:
¿Qué le hace? A usted le toca”, decía [el chamán]. “Seguro si así es hágame mi traje, mis
plumas, mi cruz de estambre, mi flecha, mi arco, mi pulsera, mis guaraches, mi pezuña de
venado, mi bule para tabaco. Muy bien, sé de veras que soy (el escogido); oigan bien a los
cinco días”. Entonces Teakata fue echado en la lumbre. Entonces dijo: “a los cinco días
van a ver”. Entonces a los cinco días comenzó a hacer luz.214
Una segunda referencia es de los cucapá, aborígenes nómadas y
seminómadas que habitaron la península de Baja California. En uno de sus mitos
de creación, recopilado en 1947, se habla de Sipa, un gemelo que después de
crear junto con su hermano la tierra, el sol y la luna, los hombres y los animales,
comienza a repartir cosas entre los indios. Después de los juegos y los linajes les
otorga una serie de objetos: arcos y flechas, redes de pesca, ollas, ropa, sonajas de
pezuña de venado, miel hervida para que las mujeres se pintasen rayas en las
ceremonias, el palo curvo para cacería (una suerte de boomerang), tabaco, caña y
la red para atraer conejos.215
Estos informes del Noroeste son semejantes a los que presentamos de los
aborígenes de nuestra zona.
213 E. Fernando Nava L. "Música y aspectos afines en los horizontes chichimecos y mesoamericanos", en: Marie-Areti Hers, José Luis Mirafuentes, María de los Dolores Soto, Nómadas y sedentarios en el norte de México, p. 68.214 Lilian Scheffler, La literatura oral tradicional de los indígenas de México, p. 32.215 Citado en: Anita Alvaréz de Williams, Primeros pobladores de la Baja California, Introducción a la Antropología de la Península, pp 82-84.
201
Finalmente, hablemos de la fotografía de una pata de ciervo incluida como
parte de la parafernalia de un curandero peruano.216 Según el estudio del
antropólogo Douglas Sharon, se trata de la extremidad derecha del mamífero y se
usa para revelar presencias invasoras, así como para exorcizar espíritus en caso de
posesión. Simboliza la ligereza y el vértigo del vuelo incorpóreo y está relacionada
directamente con la Bayoneta de Satanás: artefacto que representa la magia negra,
las fuerzas del diablo, sus ayudantes, los demonios del infierno y ciertas montañas
donde se concentran poderes malignos.217
Un hechicero utilizaría esta zona negativa [sitio de la mesa del chamán donde se hallan la
pata de venado y la bayoneta de satanás] para brujería o para curar por lucro; un
curandero benevolente la necesita para consulta en caso de brujería, magia adversa de
amor o mala suerte, pues es el dominio responsable por esos males y, en consecuencia,
es también capaz de revelar sus fuentes.218
La cuarta de venado en el Noreste de México: ¿probable reminiscencia del
complejo chamánico?
-Y estas patas ¿son para la buena suerte?
-No, ¿usted cree que es buena suerte para el venado que matan?
-Diálogo, sierra de Aramberi, N. L.
Durante rápida visita a una bruja linarense (Congregación La Petaca, 1995), nos
tocó apreciar que parte de su parafernalia incluía una cuarta de venado, pero la
señora se negó a ser entrevistada y fue imposible conocer si el objeto estaba
relacionado directa o indirectamente con parte de sus ritos.
En todo caso, si en Nuevo León subsistió alguna creencia mágica respectiva,
está en vías de desaparecer para siempre de la memoria colectiva. Durante nuestro
trabajo de campo sólo registramos la noción de que es “para buena suerte” entre un
216 Douglas Sharon, El Chamán de los cuatro vientos, Número 3 de la figura 6-1.217 Ibid. pp. 200, 203.218 Ibid. p. 88.
202
matrimonio de Linares, un niño de Rayones y una mujer de Villa de Santiago.
Aunque parece tener una noción semejante en sitios de peregrinaje regional, como
el santuario de la Virgen del Chorrito (Hidalgo, Tamaulipas); allí la vimos en venta
junto a cristos, imágenes de santos, veladoras y otros objetos.
Sabemos que también tenía usos más profanos: en áreas de General Terán y
Linares se utilizó para desgranar maíz (zona de Gatos Güeros-Guadalupe La Joya).
Además, la cola y pata de conejo, el cascabel de víbora, el colmillo de jabalí,
las uñas de puma y oso, poseen un prestigio más amplio si de amuletos y
protectores mágicos se trata, aunque no parecen gozar de la difusión e
implicaciones simbólicas de las pezuñas del gamo: de su abundancia e importancia
histórica: Vehículos de Linares y Monterrey portan colgada la pata de ciervo ¡junto a
un crucifijo o un ¡rosario! Es decir: una sociedad predominantemente industrial, de
servicios y conscientemente católica, da todavía juego simbólico a vestigios rurales
de herencia arcaica.
Indirectamente, la parafernalia religiosa precristiana se niega a morir.
Las astas: ramal, canasta, llaves de venado
Y, a medio camino,
encontré los restos de una cierva,
la cabeza musgosa enterrada en el légamo
y una yesca de agujas.
Todavía recuerdo
cuán callados mirábamos,
sorprendidos e inmovilizados
por un súbdito arranque
de compasión –no por el ciervo asesinado,
sino por nosotros:
las llaves en mi bolsillo,
nuestros pasaportes, tu mascada estampada;
203
la extrañeza
de querer seguir.
-John Burnside, “Libertad”, en: La generación del cordero-
Retornemos a la vigilia. Hemos registrado las denominaciones "ramal", "canasta" y
"llaves" para la cornamenta del mamífero en General Terán, Linares y Hualahuises.
De las primeras dos llama la atención su evocación de la floresta, el monte, el
breñal (ramal) y la cosecha o recolección: la renovación de los frutos, el sustento
(canasta).
En el caso de "ramal" podemos argumentar una obvia y enmarañada
semejanza con la parte de la naturaleza en cuestión. "Canasta", sin ser tan clara y
explícita, sigue conservando un halo primitivo, feral: de vinculación con los frutos de
la naturaleza renovada. Veamos un ejemplo donde aparece el segundo vocablo:
Y eso no me lo platicaron, yo lo vide con mis propios ojos. Una vez andábamos
campiando unas vacas allá pa´ la sierra y pos era tiempo medio friíto. ´taba el cielo
todo encapotado. Y de repente que vemos a un venado chaparrito que hasta créibanos
qu´era una venadita. Pero tenía un canastón que ni pa´que le cuento. Como una doce
puntas de perdido; y punta gruesa, ansina de gruesa. Mire que yo nunca he visto una
canasta igual.
Pero bueno, como uno cargs siempre con el rifle, pos ¡bolas chingao! que le suelto un
pelotazo, y el cabrón venao ni se movió. Y ¡pum!, otro pelotazo y nomás se empezó a
reír. L´oímos bien clarito. Le tiré un tercer tiro y nada, el venao cabrón nomás se dio
vuelta y se jur, rise y rise el muy méndigo.
Se m´hizo bien raro, pero mi compadre ´taba risa y risa también, y me dijo que es
porqu´era el venao enano que se aparece de vez en cuando. Quién sabe si será cierto,
pero de que el cabrón venao se rió de mí, eso sí es cierto.
(Homero Adame, Recreación literaria de plática escuchada en San Carlos,
Tamaulipas).219
219 Homero Adame, Mitos, cuentos y leyendas regionales, pp. 53-54.
204
"Llaves" parece, a primera vista, fuera de lugar. El término sugiere de nuevo -
indirectamente- a los dueños y los señores del bosque, quizá ¿los que abren y
cierran el monte a cazadores y animales?, ¿los que abren y cierran las puertas del
cielo para que se viertan las aguas y se renueven las especies vegetales y
animales?
Una aclaración: las denominaciones descritas se usan también para los
cuernos del toro, aunque al parecer en menor medida. En este punto conviene
recordar que entre los campesinos de nuestra región el retozar o combate de toros,
con su inevitable choque de cornamentas o bramidos, era considerado augurio de
tormenta, de lluvia; una señal que tal vez en otros tiempos fuera dada por una
batalla o apareamiento de venados.
Por lo pronto, obsérvese detrás de cada una de las tres palabras/ideas
referidas, una secuencia histórico-cultural: Del estado rústico y salvaje del ramal
(propio de nómadas o seminómadas), a la transición que implica un utensilio como
la canasta (típica de agricultores o de sociedades con relativa abundancia),
finalizando en un instrumento tan sencillo y especializado como la llave, relacionado
con la idea de abrir y cerrar determinados espacios. Sin embargo, remarcamos: La
gente no da esta interpretación de las denominaciones; la interpretación es de
quienes escriben, con todo el margen de error que dicha hermenéutica implique.
La denominación "llaves" también podemos considerarla lógica si aceptamos
una secuencia cultural simple y evidente: los candados y las cerraduras delimitan
cada vez más vidas que el páramo y las cosechas. Profundicemos en la vinculación
de este pequeño objeto y nuestro animal.
Algunos rancheros nuevoleoneses hablan de montes "muy sólidos", "duros",
"cerrados", "espesos": escabrosos. Tal vez las puntas del venado en su
denominación de "llaves" evoquen o describan esa cualidad del animal para entrar y
salir con relativa facilidad de dichos espacios ferales, que en última instancia son
también los espacios del mito.
Aquí, presentaría la opinión de un amigo del ejido Gatos Güeros, Linares,
Nuevo León, quien refirió una palabra con resonancias especiales: encanto. En la
205
tradición náhuatl actual dicha palabra puede responder a un sitio cargado de
energía divina, un lugar difícil, protegido por uno de los innumerables dioses que
habitan o transitan por dicho lugar: concentrado, escondido. En la tradición
mesoamericana, la caída en estos territorios "ajenos" (encantos) suele producirse
por la involuntaria violación de ciertas prohibiciones; ya sea por herir a una de las
bestias que son propiedad exclusiva del dueño, ya por la destrucción de sus
plantas.220
Ejemplo 45
-Pos no, del venao lo único que... que [puedo decirle es que] es también muy aguzao,
muy sentido; muy sentido el venao, y muy ágil para correr; y también es un encanto el
venao. Porque no cualquiera los mata y no cualquiera los ve.
-¿Ah, sí?
-Sí.
-¿Y cuando stá chiquito el venao con qué ve?
-No pos cuando está chiquito -este- el venado ¡pos es... es más fácil de... de pescarlo,
porque stá chiquito; pero ya creciendo ya no, tá muy difícil para hacerlo porque es un
encanto. Inclusive aquí ha habido... ha habido gentes que... que se iban a los venaos y
y, venían. Se regresaban porque los asustaban.
-Mmhh ¿Ah, sí?
-Sí.
-¿Y a esos cómo los asustaban?
-Pos les salía algún grito ahí por esas lomas de ahí: allá, ahí iban a los venaos y... y se
venían porque el grito no los dejaba en paz.
-¿Y un grito, cómo qué sería?
-Pos un grito muy sólido -dicen ellos- muy... como muy fingido así...
-¿Cuando iban a los venaos?
-Sí, cuando iban a los venaos; por eso yo digo que el venao es encanto y... y pos no
cualquiera los ve, y no cualquiera los mata.
-¿Y usted cree que... qué tipo de personas sean las más capacitadas para ver y matar
al venao?
220 Cfr. Alfredo López Austin, Los mitos del tlacuache, pp. 77, 91, 188.
206
-Pos la persona que se dedica a eso, la que se dedica a eso nadamás. Porque hay
personas que se dedican nadamás a eso.
-¿Pero tiene su maña el venado?, porque usted dice que es como un encanto, o sea
¿tiene algo de magia, o...?
-Pos eso sí fíjese no... no he alcanzado yo a saber; pero como que sí hay algo por ahí;
como que sí hay algo de por medio; porque ya le digo: no cualquiera los ve, y ni
cualquiera los mata.
Otra cosa como le vuelvo a repetir -este- a las personas que iban de aquí pa allá: se
venían porque los asustaban; y gritos cerquita.
-¿Se cree que haya sido porque iban a cazar el venado?
-Por eso, por eso decían ellos, que por eso.
-¿Y esos gritos serían como de gente, o...?
-Sí, como de gente, ¡ándele, entre el monte! Inclusive aquí me platicaba mi suegro que
cerquita, como unos cincuenta metros entre un (...) el grito tavía [todavía] venía
cerquita de ontaban [donde estaban] eios; y... y la lumbre y... y eios taban en la oría de
[junto a] una lumbre.
-Y mejor que dijeron: ¿Vámonos!.
-No, ¡pos se venían!
-¿Y nunca le... le arremedaron el grito a usted, nunca lo escuchó?
-No, eios, eios los contestaban [los gritos]: porque pensaban que era gente. Pero no
era gente.
-¿Y usted no sabe cómo es ese grito?
-No.
-¿Más o menos?
-No.
-¿Quién sería de los que les tocó eso, que todavía andan por aquí?
-Pos mi suegro; pero ya murió.
-Y ellos, por ejemplo, ¿qué explicación le daban a esto de que escucharán el grito y de
que..., o sea, qué decían ellos?
-Bueno, eios lo único que decían que... que ¡pos era gente!; pero ya después, ya tanto
y tanto este ya... ya eios -este- pos se sacaron conclusión que no era gente: que era
cosa mala.
(Alfredo Espinoza Camero, 58 años, Ejido Gatos Güeros, Linares, N. L. 1993)
207
¿Será entonces la denominación llaves del venado reminiscencia de la
cornamenta como símbolo de apertura y presencia del animal en un casi olvidado
encanto?
Reinicio y fin de la cacería regional: una “bala perdida" da en el blanco, o lo
que dicen que dijo el venado a dos horas y media de Monterrey, Nuevo León
Ella no es como la miel,
no se le ve el porvenir;
sólo me deja en el cuero su marca
y en el clímax ve venados venir.
-Jaime López, canción, “Ella no es como la miel”-
Vamos a finalizar nuestra cacería histórica y etnográfica con dos narraciones
más, recopiladas en ejidos linarenses. No sin antes agradecer a los hombres, las
mujeres y los niños que colaboraron directa o indirectamente en la elaboración de
este escrito. Especialmente a los que tallaron en la piedra de nuestros páramos
208
imágenes del ciervo y a todos aquellos que, sin necesidad de leer esto, siguen
cazando venados de manera controlada: consumiéndolo, narrándolo, protegiéndolo.
Ejemplo 46
Bueno; a un cazador, a un cazador -este-, andaba...
(Ésa me la platicaron a mí, y ahí se las voy a pasar al costo).
Este era un señor, que estaba bien enviciado en la cacería; este pos se llegó el
tiempo de la cacería y, y el señor ese dice: “Pos yo vo a traer un venado”.
Le dijo a la señora: “Oye, me arreglas un lonchecito pa llevar; porque voy a cazar”.
Bueno. Le arregló el lonche la señora, y se fue (el solo, el solo).
Pos que ya llegó a onde había venados; y se fue y se fue y se fue; y ahí va y ahí va
y ahí va: al poquito momento vio unos ojos, vio unos ojos y dijo: “Pos ese es venado”.
Dijo, "Voy a lograr a ver si me permite arrimarme otro poquito, otro poquito más".
Se arrimó, lo agarró como a cincuenta pasos más o menos; levantó el rifle y ¡palo!
[le disparó], y sí le pegó. Y el venado brincó sobre la luz -todavía-. Brincó sobre la luz
y vino y se le puso más cerquita; y que le corta al mauser [rifle de alto poder]: ¡bola!
[otro balazo], ¡y sentía que le estaba pegando!
Y el venado brincó otra vez más delante y se le paró bien cerquita; y que hacía las
orejas así el venado... con la luz, que hacía las orejas [las movía] .
Pos hombre... ¡y que le mete otro balazo! Le tiró tres balazos o cuatro balazos: y le
pegó; y ya cuando estaba como a diez pasos [del animal] dicen que le habló el
venado, que le habló el venado -este-; le dijo: “No me mates; porque si me matas -dijo-,
vas a matar a tu papá y a tu mamá”.
Entonces “no -dijo-; y aunque así sea”: y los aventó [los balazos: volvió a disparar].
Entonces sí lo mató; y fue, y lo echó a una tartana que traía, y se fue.
¡Pos hombre! La señora [esposa del cazador] como estaba... como estaba sola en
la noche, le dijo al suegro y a la suegra que se fueran pa la casa porque tenía miedo.
Pos sí se fueron a la casa, pero el señor... El señor -este- llegó a las horas de la
noche, y, y, y le... [pareció raro ver tres personas acostadas en la cama]. Pos llegó, y
dijo “Pos aquí nomás mi mujer dejé, y aquí hay dos gentes [más]. ¿Pos qué pasó con
eso?”.
Y estaban tapadas hasta la cabeza: que saca el cuchillo: y que ¡pas! y ¡pas! [atacó]:
y le mochó la cabeza al papá y a la mamá.
209
Tal y como le dijo el venado: así le salió.
(Hipólito Reyna, 63 años, Ejido El Chamizal, Linares, N. L. 1993).
En un sentido, esta versión es sólo una variante local de la leyenda de San
Julián.
En otra lectura, la historia de don Hipólito señala la posibilidad de que el
venado haya representado una suerte de "padre creador" para algunas
parcialidades aborígenes locales. En este orden de ideas ilustra dramáticamente la
transición de un ciclo histórico: el del mestizo que ya no respeta al venado protector
y lo mata, matando a la vez al "padre mítico" de algunos pueblos indios: El cazador
logra matar al antiguo ídolo animal pero asesina al mismo tiempo parte importante
de su ser: mata para renacer; renace matando.
En esta interpretación, el relato cifra simbólicamente el fin de un ciclo de vida,
la ruptura violenta con una antigua visión del mundo. Después de todo, el tránsito
de una sociedad nómada (o seminómada) india, a una sedentaria y mestiza, no
debió ser un proceso armónico.
En el proceso de cambio los viejos fueron olvidando y perdiendo su cultura:
murieron de muerte natural. Otras veces, sus descendientes adquirieron nuevos
hábitos y visiones del mundo: asesinaron poco a poco los espíritus de sus
antepasados o les cortaron la cabeza de tajo; aunque es plausible que unos
cuantos individuos siguieran conservando algunas costumbres relacionadas y
sufrieran de pequeños trastornos psicoemotivos:
Ejemplo 47
Y entonces otro tirador [cazador] fueron a la tirada [cacería], y entonces el padre y el
hijo llevaron una carabina cada quien; y el padre... El padre llevaba unas llaves
[cuernos de venado], y se las ponía aquí en la cabeza.
Y entonces [el hijo vio las llaves de venado] entre un hierbajal y le metió, (vio las
llaves) y le tiró al tronco [centro] de las llaves: mató el hijo al padre, de un escopetazo,
sí, ensiguidita.
210
Sí; papá me platicó eso: por eso no es bueno ponerse uno un cuero de venao, o
llaves en la cabeza ¡No! No conviene; y, y el hijo mató al padre.
Lloraba, se volvió loco: un escopetazo en la cabeza.
-¿Y para qué se ponía las llaves [cuernos] del venado?
-Para que los venados no corrieran, lo vieran que era venado y se quedaran viendo.
¡Eh! pa pescarlos cerquita ei [sí].
(Juan de la Rosa Sánchez, 95 años, Ejido Leones, Linares, N. L. 1993).
Se acaba la cacería, y concluimos: Vestigios de una cosmovisión arcaica se
resisten a desaparecer completamente. Algunas herencias de los usos y creencias
de los antiguos habitantes de los actuales Nuevo León, Tamaulipas y Texas se
niegan a irse para siempre de nuestros páramos: de nuestra historia e inconsciente
colectivo. En fin, las flechas de un tiempo desaparecido surcan esta latitud: Nos
recuerdan que hombres y venados (vida animal) eran parte de semejantes historias,
de la misma existencia:
Los muertos del hombre blanco olvidan su tierra nativa cuando mueren y emprenden el
viaje a las estrellas. Nuestros muertos nunca olvidan esta tierra hermosa, porque es la
madre del hombre rojo. Somos parte de la tierra y ella es parte de nosotros. Las flores
perfumadas son nuestras hermanas; el venado, el caballo, el águila majestuosa son
nuestros hermanos. Los desfiladeros, la húmeda pradera, el calor del cuerpo del poni y
del hombre: todos pertenecen a una misma familia... ¿Qué es el hombre sin las bestias?
Si todos los animales fueran exterminados el hombre también perecería entre una
enorme soledad espiritual. Porque lo que sucede a los animales pronto sucederá al
hombre. Todas las cosas se relacionan.221
221 Jefe indio Seattle, Carta del jefe Seattle, 1854. Versión: traducciones de Nikito Nipongo y la revista Ciencia y Desarrollo del CONACYT, Num. 52.
211
COMENTARIOS FINALES
Los estudios sistemáticos de tradición oral son una oportunidad de
recuperación y paginación, en nuestra historiografía y cultura, de ciertos temas,
espacios y tiempos negados o idealizados; es decir, no estudiados adecuadamente,
por ejemplo: las tribus recolectoras cazadoras, la cultura campesina tradicional, la
región Noreste y ciertos ámbitos micro regionales de la misma, la época colonial y
distintos periodos del siglo XX.
En este sentido pensamos que la tesis: 1. Documenta una parte de nuestra
tradición oral y mentalidad colectiva a partir de un estudio de caso. 2. Difunde
componentes de la cultura campesina tradicional entre individuos y sectores que
desconocen el tema o no lo han investigado. 3. Se erige en una fuente de consulta
para futuros estudios sobre temáticas semejantes o áreas afines.
212
Es, por lo tanto, una contribución a nuestro patrimonio cultural y a la revisión y
discusión crítica del mismo.
Por otra parte, esta investigación nos ha permitido consolidar líneas
alternativas para escribir historia y desarrollar estudios culturales a nivel regional;
esto es claro en lo que respecta a: el origen de los recursos para la investigación
(privados, públicos y personales), las fuentes requeridas (etnográficas, bibliográficas
y de archivo), la metodología del trabajo de campo (entrevistas abiertas, notas de
campo y observación participante), el análisis de los materiales (métodos
etnohistórico, hermenéutico, comparativo).
Lo anterior parece sencillo una vez terminado el conjunto de lo escrito, pero
recordemos que en Nuevo León y el Noreste la historia y los estudios culturales se
siguen trabajando de una manera fragmentada: los textos de la mayoría de los
cronistas -por ejemplo- son excesivamente descriptivos y protagónicos o no tienen el
suficiente rigor en lo que a delimitación de temas y crítica de fuentes se refiere; para
no hablar de metodología y marcos teóricos. En contraparte, las investigaciones de
los historiadores profesionales suelen privilegiar la “santidad” del documento de
archivo y los grandes temas o personajes, al tiempo que dejan de lado la historia y
vida cotidiana de la gente.
Sumemos a lo anterior que la mayoría de los trabajos y análisis sobre nuestra
cultura se encuentran delimitados por concepciones elitistas, ciertas idealizaciones
de lo local o regional, la falta de recursos, así como los compromisos institucionales y
de amistad; en este contexto la perspectiva antropológica generalmente queda de
lado.
Confiamos, en consecuencia, en que nuestra tesis contribuya a lo siguiente:
consolidar áreas y temáticas de trabajo sociohistórico alternativas a las
hegemónicas; intercambiar experiencias y resultados concretos de investigación con
especialistas y público en general; comparar y complementar fuentes o métodos de
estudio con investigadores de diversas disciplinas y formaciones.
213
¡Claro! nuestro texto tal vez sólo es una buena antología y tiene demasiados
vacíos o extravíos documentales e interpretativos, pero independientemente de las
limitantes y errores, este estudio sobre el venado nos permite reflexionar o criticar
perspectivas históricas y culturales obnubiladas por la ideología dominante, la
comodidad y la arrogancia intelectual.
Las referencias orales y documentales, los datos etnográficos e ideas acerca
del ciervo han situado el objetivo de nuestro punto de mira en una realidad que
suele ignorarse o pasar desapercibida: la historia de nuestra diversidad cultural.
¿Acaso no es señal de diversidad el que pervivan relatos y creencias de herencia
arcaica entre habitantes de una región como la nuestra, cuyas élites y sectores
medios celebran ascendencias y afinidades judeo-ibéricas, anglosajonas, católicas,
modernas? ¿No es símbolo de sincretismo y pluralidad cultural el que en la mente y
pláticas campiranas los ciervos se transformen en seres humanos o hablen?
En el caso de los usos y representaciones del venado en nuestra región, los
tiempos y las tradiciones se cruzan, como se cruzan y sobreponen los tiempos y las
tradiciones en muchas otras regiones del mundo. No nos domina una sola herencia
cultural ni un solo tiempo lineal. Estamos multideterminados y participamos de
diversas temporalidades, aunque los “fundamentalistas” de diversas denominaciones
y los monoteístas mentales más ilustrados deseen lo contrario.
Finalmente, concebimos que este trabajo converge de forma indirecta con una
de las principales estéticas literarias latinoamericanas: la de lo real maravilloso,
género literario en el que se deforma poco porque es histórico y abreva en
componentes de la vida cotidiana de nuestros pueblos. Al igual que en ciertas
representaciones y usos del venado, en lo real maravilloso surge lo insólito porque
está ahí, de por sí; además, en dicha estética siempre hay cierta preocupación por
los orígenes, por el tiempo.
Consideramos, en fin, que así como esta tesis ha abierto nuestro horizonte de
expectativas y nos ha permitido un diálogo con otras tradiciones, puede contribuir a
ampliar el horizonte de expectativas y el diálogo con -y entre- otras tradiciones y
214
personas; principalmente, en el área de la historia y de los estudios culturales, pero
también en ámbitos como el de la docencia, la creación literaria y plástica y la misma
producción de medios (radio, video, cine).
Anexo 1
Un dicho del noroeste de México: El venado, la lluvia, el sol
En el noroeste del país pervive una fórmula oral que sintetiza admirablemente los anteriores atributos de nuestra presa (fertilidad de las aguas, ser solar). Se trata de la frase "Está pariendo una venada".
Cierta vez enfilábamos rumbo a la Sierra Madre Oriental y tuvimos la suerte de presenciar uno de esos instantes en que llueve sin ocultarse el sol; de pronto, un compañero de trabajo originario de Sonora (Manuel Durazo Álvarez) señaló ante lo singular del hecho "Miren, está pariendo una venada".
Durazo no esperó a que le preguntáramos y explicó satisfecho que, en su tierra, ese es el comentario esperado cuando se perciben juntos agua de los cielos y luminosidad solar. "¿Aquí no?" -añadió-. "No, aquí no" -le respondimos-.* Casi había olvidado la referencia de mi amigo cuando tuve que viajar a Tijuana. Allí compré un pequeño libro titulado El conejo en la cara de la luna. Leyéndolo en el trayecto de regreso a Monterrey encontré la siguiente confesión:
“Está pariendo una venada." Es el dicho obligado, casi inconsciente, que pronunciamos en nuestra tierra de origen, la desértica frontera septentrional de México,
* Aunque tiempo después supe que, en el Cercado, Villa de Santiago, N. L. utilizan una expresión local diferente, para el mismo fenómeno: "Se están casando las brujas con el diablo".
215
cuando llueve con luz solar. De niño, recuerdo, me pregunté muchas veces qué relación habría entre la lluvia iluminada y el parto de las venadas. Después el dicho me fue quedando entre tantas otras fórmulas que por costumbre repetimos, pero cuya razón de ser se ha desvanecido......En el cielo improbable de mi imaginación, cielo de luz y lluvia, de presente y remoto pasado, la venada paría al sol en un breve momento de liberación en el que coexistían los principios acuáticos y oscuros del vientre preñado, y los luminosos y cálidos de la nueva vida solar.**
López Austin descarta la probable relación, entre el dicho del alumbramiento y el
nacimiento de un Sol-Venado mítico. Sin embargo, insiste lúdicamente que puede haber "relaciones interesantes" entre dichos y mitos; aunque con el paso de las centurias ambos puedan tomar cauces diferentes, y los primeros puedan sobrevivir a los segundos vaciando su contenido; olvidando sus lazos originarios.
"Será el sereno"; sin embargo, una verdad es insoslayable: el refrán "Está pariendo una venada" remite a los atributos primitivos del gamo: renovación cíclica por medio de las aguas y el sol: nacimiento.
Anexo 2
2.1. La cacería en Nuevo León
En Nuevo León, la temporada de cacería se extiende desde agosto del año en curso, hasta abril del siguiente periodo anual, según disposiciones oficiales de las autoridades correspondientes, y la fijación de las fechas exactas de inicio y fin de cada temporada debe confirmarse en el Diario Oficial de la Federación en virtud de que es variable.
El Calendario Cinegético establece la división del territorio nuevoleonés en siete regiones:
Región cinegética I: Limitada al norte y oeste con el estado de Coahuila, al sur con la carretera que va de Sabinas Hidalgo a Villaldama; al suroeste con la carretera de Villaldama a Estación Candela (en el punto de unión con el estado de Coahuila); al sureste con la carretera de Sabinas Hidalgo a Vallecillo y Nuevo Laredo; y al este y noreste con el estado de Tamaulipas y el Río Bravo.
Región cinegética II: Limita al norte con la carretera de Sabinas Hidalgo a Villaldama y Bustamante; al oeste con el estado de Coahuila, de Candela a Saltillo; y al sur por la carretera Monterrey-Sabinas Hidalgo.
* ** Alfredo López Austin, El conejo en la cara de la luna, p. 49, 50.
216
Región cinegética III: Limita al norte con la carretera de Sabinas Hidalgo a Nuevo Laredo y el estado de Tamaulipas; al oeste con la carretera Monterrey-Sabinas Hidalgo; al sur y sureste con la carretera Monterrey-Cerralvo-Mier y Noriega; y al este con el estado de Tamaulipas, a la altura de la vía Laredo-Mier y Noriega.
Región cinegética IV: Limita al norte con la carretera a Monterrey-Cerralvo-General Treviño-Mier y Noriega, hasta el límite con Tamaulipas; al sur con la carretera Monterrey-Cadereyta y China-Reynosa; al este con el estado de Tamaulipas a la altura de Mier y Noriega y Reynosa.
Región cinegética V: Limita al norte con la carretera Monterrey-Cadereyta Jiménez, China y Reynosa; al oeste con la carretera Monterrey-Santiago-Allende-Montemorelos-Linares y Ciudad Victoria; al sureste, este y noroeste con el estado de Tamaulipas.
Región cinegética VI: Limita al norte con la carretera Monterrey-Saltillo; al noreste y este con la carretera Monterrey-Ciudad Victoria, pasando por las poblaciones de Santiago, Allende, Montemorelos y Linares; al oeste con el estado de Coahuila; al sur con la carretera Linares-Iturbide hasta el entronque con la carretera central y siguiendo hacia San Roberto, hasta interceptar con el estado de Zacatecas.
RegiónCinegética VII: Limita al norte con la carretera Linares-Iturbide, hasta el entronque con la carretera central, y luego por ésta a San Roberto hasta interceptar el límite con el estado de San Luis Potosí; al sur con los estados de San Luis Potosí y Tamaulipas; al este con el estado de Tamaulipas hasta la carretera a Ciudad Victoria.
Áreas vedadas a la cacería
1.- Parques Nacionales: Cumbres de Monterrey y El Sabinal.2.- Cerro El Potosí.3.- Región Cinegética VII.
Tipo de permiso / Época hábil / Zonas permitidas
Aves acuáticas (patos, cercetas y gansos)Gallareta / 14 Oct.-12 Feb. / I, II, III, IV, V y VIGanso / 14 Oct.-12 Feb. / I, II, III, IV, V y VIGrulla gris / 14 Oct.-12 Feb. / I, II, III, IV, V y VIPatos y cercetas / 14 Oct.-12 Feb. / I, II, III, IV, V y VI
PalomasPaloma alas blancas / 17 Ago.-13 Nov. / I, II, III, IV, V y VIPalomas arroyera o suelera / 04 Nov.-15 Ene. / I, II, III, IV, V y VIPaloma de collar / 04 Nov.-15 Ene. / I, II, III, IV, V y VIPaloma huilota / 19 Ago.-27 Nov. / I, II, III, IV, V y VI
Otras avesAgachona / 14 Oct.-12 Feb. / I, II, III, IV, V y VI
217
Codorniz enmascarada o común / 21 Oct.-12 Feb. / I, II, III, IV, V y VICodorniz escamosa / 21 Oct.-12 Feb. / I, II, III, IV, V y VI
Pequeños mamíferosArdilla / 28 Oct.-19 Mar. / I, II, III, IV, V y VIConejo / 12 Ago.-19 Mar. / I, II, III, IV, V y VICoyote / 02 Dic. -22 Ene. / I, II, III, IV, V y VILiebre / 12 Ago.-19 Mar. / I, II, III, IV, V y VIMapache / 21 Oct.-12 Feb. / I, II, III, IV, V y VITejón o Coatí / 21 Oct.-12 Feb. / I, II, III, IV, V y VI
LimitadosBorrego aoudad o barberisco / 30 Sep.-26 Feb. / IIGato montés / 02 Dic.-22 Ene. / I, II, III, IV, V y VIGuajolote silvestre / 24 Mar.-23 Abr. / IIIJabalí de collar / 02 Dic.- 22 Ene. / I, II, III, IV, V y VIJabalí europeo / 12 Ago.-18 Dic. / II y VIPuma / 02 Dic.-22 Ene. / I, II, III, IV, V y VIVenado cola blanca / 02 Dic.-22 Ene. / II, IV, V, VIZorra gris / 02 Dic.-22 Ene. / I, II, III, IV, V y VI
EspecialesVenado cola blanca texano / 02 Dic.-22 Ene. / I y III
Esta página © PixelNet (www.pixel.com.mx).http://www.pixel.com.mx/info-gral/info-nl/entidad/caza.html, 5-III-99.2.2. Primero nuestra ciudad
Sr. Director:
Con relación al artículo que aparece en El Norte del 28 de mayo, en su sección Local (Ecología), referente a “evitar juegos con animales” y donde la Sociedad Protectora de Animales “Dr. Eduardo Aguirre Pequeño” solicita la intervención de la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural para que evite el que se realicen eventos en Municipios de Nuevo León en donde se maltrata a animales innecesariamente por personas alcoholizadas y salvajes. Quisiera pedirle a esta Sociedad que no se vayan tan lejos, ya que en esta populosa ciudad se llevan a cabo eventos de mayor magnitud en cuanto al maltratao de animales; se expenden comercialmente bebidas alcohólicas y souvenirs ensalzando dichos eventos llamados “Corridas de toros y palenques”.
Aunado a esto contamos en N.L. con la mayor cantidad de cazadores registrados que en cualquier otro Estado del País, además de las múltiples opciones y facilidades que se le brindan a los cazadores extranjeros para que contribuyan con la extinción de nuestras principales especies.
Dejémonos de publicidad y si en realidad se pretende “proteger” a los animales empecemos por nuestra ciudad, con campañas y acciones contundentes.
Antonio Morales Gutiérrez, Colonia Valle Verde, Mty. N. L., Sección “Cartas a El Norte”, en: El Norte, 10-VI- 97, P. 2A.
218
2.3. Apoya impulso a la cacería
Sr. Director:
No estoy de acuerdo con la recomendación que hace en Cartas al Norte el Sr. J.R. Prieto a don Fernando Canales, de que no impulse la cacería, respeto sus razones, pero yo opino lo contrario. Apoyo a nuestro futuro Gobernador para que sí impulse la cacería, ésta tiene sus leyes y sus normas, que respetándose nos conllevan a la evolución y progreso de México; se atrae el turismo y por consiguiente divisas; ahora se permite que el hombre haga criaderos de todo tipo de fauna y al haber reproducción hay aprovechamiento; la cacería es un deporte muy saludable, hace que uno valore y quiera a los animales, respete las hembras y sus crías; el macho adulto es el que se caza y da paso a su sucesor, la presa es alimento, trofeo y genera divisas; nuestro cuerpo se fortalece al aspirar el aire puro y oxigenado; convivir con la naturaleza nos invita a meditar, nuestra mente se clarifica y olvidamos los problemas de la ciudad. Mis felicitaciones anticipadas a don Fernando Canales si impulsa el turismo Cinegético durante su mandato.
José Cruz Berrones Aldape, Apoderado General del Rancho Cinegético “Peña Nevada”, Dr. Arroyo, N.L., sección “Cartas a El Norte”, en: El Norte, 5-VIII-1998, p. 2 A.
Anexo 3
Durante seis años radiqué en Monclova, Coahuila, luego de haber pasado los primeros ocho años de mi infancia en Toluca, Estado de México. Seis de esos ocho años viví en una colonia llamada Ciudad Deportiva. Una de sus calles, llamada “Tecera” es donde se ubica el relato.
Cuando tenía entre seis y nueve años gustaba de reunirme con los otros niños de la colonia a jugar. Entre ellos había niños de mi edad y mayores, en especial una joven de entonces doce o trece años llamada Susana (cuyos apellidos jamás conocí), que acostumbraba contarnos cuentos y relatos sobrenaturales durante la noche. Uno en especial me causó mucho temor ya que no fue contado solamente por ella, sino por otros niños (cada uno agregaba detalles).
En la mencionada calle “Tercera” había en aquél entonces un terreno baldío en el que sobresalía una estructura de cemento, sin marca o inscripción alguna, que evidentemente era la tapa de una cisterna. Según mis vecinos, dicha tapa era en realidad la lápida de la tumba de un hombre.
Tal persona era un cazador que gustaba de recolectar toda clase de presas. Se dice que estaba especialmente orgulloso de un venado que había cazado recientemente y cuya cabeza tenía al centro de todos sus trofeos de caza. La contemplaba todos los días.
Repentinamente cayó enfermo no recuerdo de qué y aparentemente murió. Estaba vivo pero “no se le oía el corazón, no jalaba aire ni nada”, según las palabras de Susana. En medicina dicha condición se conoce como catalepsia, en la cual los signos vitales son tan bajos que resultan indetectables.
219
Cuentan que durante el velorio un amigo de la familia, al acercarse al féretro, escuchó una voz que provenía del interior. Aunque no entendió qué fue lo que las voces querían decir, afirma haber escuchado frecuentemente la palabra “venado”, así como un ruido similar al galope de un caballo o algún animal similar. Sin embargo, tal amigo no comentó lo que sabía por miedo a que le tacharan de loco. El cazador fue, entonces, “enterrado vivo”.
Al día siguiente quien supuestamente vio al cazador moverse confesó lo que sabía y rápidamente se procedió a desenterrar el cadáver. No se encontró el cuerpo, y en cambio el ataúd contenía dos cosas: una cabeza ensangrentada de venado con los cuernos fragmentados y los ojos escapándose de sus órbitas y una pata entera de caballo, también con sangre.
La cabeza de venado que poseía el cazador desapareció sin causa aparente. El hecho de que recuerde el relato con tantos detalles es debido a la impresión que me
causó. De hecho, tuve problemas para dormir durante 2 o 3 noches.El relato no menciona el nombre de los involucrados, el año aproximado en que ocurrió
el suceso ni los lugares en donde vivían. Tampoco dicen por qué se localizaba la lápida en un terreno baldío de una calle relativamente transitada, es decir, un lugar en donde no hay razón para que se entierre a alguien, ni el por qué la “lápida” está intacta pese a que el cadáver fue exhumado. Además, nadie salvo mis vecinos conocía el relato, pese a que Monclova es una ciudad relativamente pequeña.
Evidentemente se trata de un relato inventado (a final de cuentas se trataba de niños quienes efectuaron la narración), pero llama la atención el hecho de que se hable del venado como elemento sobrenatural y que además participe un caballo.
Cabe señalar que dicha calle era temida por los niños de mi calle. Debido a nuestra corta edad se nos prohibía alejarnos demasiado y el límite permitido era la calle “Segunda”. Todos los niños decían que en esa calle “tercera” era centro de reunión de pandillas. Tal afirmación es errónea.(Juan Antonio Cruz, 21 años, Monterrey, historias sobre venados: “enterrado vivo”, 2000). Anexo 4*
Los cazadores que matan venados en los ranchos, su principal objetivo o el premio mayor es la cabeza. Una vez que ya lo mataron, le cortan la cabeza y las patas y de la sangre que chorrea de la cabeza se pintan dos líneas en la cara, específicamente en los cachetes y se toman unas cuantas gotas de dicha sangre (esta información la obtuve con el vaquero que cuida el rancho de mi abuelito).
Los kikapoos (una tribus que habita Múzquiz) cuando hay nueva luna hacen un rito en el cual se reúnen todos, matan un venado y le cortan la cabeza y de la sangre que chorrea el jefe de la tribu se toma una cuantas gotas (información obtenida de un amigo de un integrante de dicha tribu).
Mucha gente dice que se celebran misas negras clandestinas, la verdad a mi no me consta nada pero dicen que cuando hacen una ceremonia especial ofrecen como sacrificio un venado: lo mata la cabeza principal o el que dirige la ceremonia, bebe un poco de la sangre del venado (esta información la obtuve por rumores que existen en Múzquiz).(Rancho La encantada, Melchor Múzquiz, Coahuila, 9-XI-2001).
* Estos dos últimos anexos fueron recopilados en los cursos de historia regional de la Universidad de Monterrey.
220
FUENTES
Bibliografía.
Acosta, Joseph de, Historia natural y moral de las indias, (Cronista de indias), México, Fondo de Cultura Económica,1962.
Adame, Homero, Mitos, cuentos y leyendas regionales, Monterrey, Castillo, 1998.Adame, Jorge, Adame, Homero, Plantas curativas del noreste mexicano, Monterrey,
Ediciones Castillo, 2000.Aguirre Beltrán, Gonzalo, Medicina y magia, El proceso de aculturación en la estructura
colonial, (Serie de antropología social, Colección INI, Núm. 1), Instituto Nacional Indigenista, México, 1963.
Alanís Lilia, Cristóbal López, Breve diccionario de creencias y tradición oral de Nuevo León, Monterrey, inédito.
Alvaréz de Williams, Anita Primeros pobladores de la Baja California, Introducción a la Antropología de la Península, Mexicali, Talleres Gráficos del Gobierno del Estado, 1975.
Álvarez Santaló, C. María Jesús Buxo (coords.), La religiosidad popular, I. Antropología e historia, Barcelona, Anthropos, 1989.
Arlégui, Fray José, Crónica de la provincia de N.S.P. San Francisco de Zacatecas, México,
221
Joseph Bernardo de Hogal, 1737.Asís Ligorred Perramón, Francisco de, Consideraciones sobre la literatura oral de los
mayas modernos, (Colección científica, Serie lingüística), México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1990.
Aveleyra, Luis, Manuel Maldonado, Pablor Martínez, Cueva de la Candelaria (Memorias del instituto Nacional de Antropología e Historia, V), México, INAH-SEP, Volumen I,1956.
Behar, Ruth, Las visiones de una bruja huachichil en 1599: hacia una perspectiva indígena sobre la conquista de San Luis Potosí, (Cuadernos del Centro, Serie Estudios, Num. 2), San Luis Potosí, 1995.
Benítez, Fernando, Los indios de México, (Historia), México, Era, 1989.Benítez, Fernando, En la tierra mágica del peyote, (Serie popular Era), México, Era, 1968. Berrones, Guillermo, Ingratos ojos míos, Miguel Luna y la historia de El Palomo y el
Gorrión, Monterrey, UANL, 1995.Brewster García, Stella, Irapaguichi, Monterrey, (Mar de Tetis), Vestigios, 1999.Caillois, Roger, El hombre y lo sagrado, México, Fondo de Cultura Económica. 1942.Cardenal, Ernesto, Antología de poesía primitiva, Madrid, Alianza editorial, 1979.Carpentier, Alejo, El Reino de este mundo, México, Siglo XXI, 1998.Castaño, Rosa, Rancho Estradeño, (Nuevo Amanecer), Ciudad Victoria, 1997, (reedición
de la obra originalmente publicada en 1936).Cavazos, Israel, Nuevo León: montes jóvenes sobre la antigua llanura, (Monografía
estatal), México, SEP-Ed. Experimental, 1982.Cervantes, Rafael, Diario del padre fray Gaspar José de Solís en su visita a las misiones
de Texas 1768, (Documentación histórica mexicana, No. 7), Guadalajara, Editorial Font, 1981.
Colectivo, Análisis estructural del relato, Premia editora, (Red de Jonás), Puebla, 1982.Colectivo, Cuéntanos lo que se cuenta, (Literatura infantil), México, Consejo Nacional de
Fomento Educativo, 1988.Colectivo, Cultura y tradición en el noroeste de México, México, Consejo Nacional de
Fomento Educativo, 1992.Colectivo, Diario de la Comisión de límites. Crónica de Texas, México, Gobierno del
estado de Nuevo León-Gobierno del estado de Tamaulipas-Programa Cultural de las Fronteras, NBA.
Colectivo, Memoria del III Simposio sobre venados en México, 8, 9, 10 y 11 de marzo de 1989, (mecanuscrito), Linares-Facultad de Ciencias Forestales de la UANL.
Colectivo, Silueta de mi sombra, Leyendas ganadoras del concurso estatal 1989, (Cuadernos del archivo), Monterrey, Archivo General del Estado de Nuevo León (AGENL), 1990.
Colectivo, Teoría de la literatura de los formalistas rusos, Siglo XXI, México, 1987,Colectivo, Tradiciones y costumbres de Nuevo León, Monterrey, Gobierno del Estado de Nuevo León, 1994.Colectivo, Tradiciones y costumbres de Nuevo León, Monterrey, Gobierno del Estado de Nuevo León, 1995.Coluccio, Felix, Diccionario de creencias y supersticiones (argentinas y americanas),
Buenos Aires, Ediciones corregidor, 1984.Cotera Correa, Mauricio, Introducción del Venado Bura odocoileus hemionus (Rafinesque)
222
en el Bosque Escuela de la UANL en Iturbide, N. L. (Reporte final), Linares, Facultad de Ciencias Forestales de la UANL, 1986.
Chemin Bässler, Heidi, Los pames septentrionales de San Luis Potosí, México, Instituto Nacional Indigenista, 1984.
Chemin, Dominique, El chamanismo en la región pame de Santa María Acapulco, S.L.P. y de Tancoyol, Qro. (Biblioteca de historia potosina, Serie cuadernos 92), San luis Potosí, Academia de Historia Potosina, 1988.
Chevalier, Jean y Alain Gheerbrant, Diccionario de los símbolos, Barcelona, Herder, 1993.Darnton, Robert, La gran matanza de gatos y otros episodios en la historia de la
cultura francesa, México, FCE, 1987.De la Cruz, Víctor, La flor de la palabra. Antología de la literatura zapoteca, (La red de
Jonás), Puebla, Premiá, 1984.Delibes de Castro, Miguel, La fauna iberoamericana, (biblioteca iberoamericana), México,
Rei, 1990.Domínguez, María Esther, San Antonio, Tejas, en la Época Colonial (1718-1821), Madrid,
Ediciones de Cultura Hispánica, 1989.Eliade, Mircea, El chamanismo y las técnicas arcaicas del éxtasis, México, FCE, 1976. Eliade, Mircea, Mito y realidad, Barcelona, Labor, 1992.Eliade, Mircea, Tratado de Historia de las religiones, México, Era, 1972.Eliade, Mircea, Joseph M. Kitagawa, Metodología de la Historia de las Religiones,
Barcelona, Paidos, 1986.Farfán Morales, Olimpia, El fidencismo, la curación espiritista, (Orgullosamente bárbaros...
No. 21), Monterrey, Archivo General del Estado de Nuevo León, 1997.Fernández de Jáuregui Urrutia, Joseph Antonio, Descripción del Nuevo Reino de
León (1735-1740), Serie:Historia I, PITESM, 1963, pp. 22, 110.Foster, George M. Cultura y conquista, la herencia española de América, Xalapa,
Universidad Veracruzana, 1985.Franco Carrasco, Jesús, El Nuevo Santander y su arquitectura, México, UNAM. 1991. T. 1.García Flores, Raúl, Puro mitote: La música, el canto y la danza de los chichimecas del
Noreste, Monterrey, Fondo Editorial Nuevo León, 1993.García Flores, Raúl, Formación de la sociedad mestiza y la estructura de castas en el
noreste: el caso de Linares, (Orgullosamente bárbaros..., 12), Monterrey, Archivo General del Estado de Nuevo León, 1996.
García Valero, José Luis, Nuevo León, Una historia compartida, México, Gobierno del estado de Nuevo León-Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, 1989.
Gargallo, Francesca, La decisión del capitán, México, ERA, 1997. Garza Quirós, Fernando, Caballo blanco, mito y leyenda de Agapito Treviño, (Cuadernos del topo), Ayuntamiento de General Escobedo, N.L., 1997.Garza Quirós, Fernando, Armando Flores, etcétera..., s/l, s/e, s/f, (edición de autor).Gatschet, Albert S. The Karankawa Indians, The Coastal People of Texas,
Archaelogical and Ethnological Papers of Peabody Museum, Harvard University, Vol. 1, no. 2, New York: Kraus Reprint, 1891.
Gemeli Carei, Giovani Franceso, Viaje a la Nueva España, México, UNAM, 1983.Ginzburg, Carlo, Historia nocturna, Barcelona, Muchnik editores, 1991.Gómez Danés, Pedro, Cantos y ritos de Esperanza, Rescate antropológico de antiguos cultos religiosos en el Estado de Nuevo León, San Pedro, Presidencia municipal de San Pedro
223
Garza García, 1995.Gómez Flores, Carlos Jesús, A tambora batiente, Monterrey, Dirección General de Culturas populares, Unidad Regional Norte/PACMyC, 1997.González Arratia, Leticia, La arqueología de Coahuila y sus fuentes bibliográficas
(científica), México, INAH, 1999.González Ferrara, Mauricio M. Plantas medicinales del Noreste de México, Monterrey,
Vitro/Club ecológico Novaterra/IMSS, 1998.González Ramos, Gildardo, Los coras, (Presencias 55), México, Instituto Nacional
Indigenista-CONACULTA, 1992.González Sánchez, Juan Manuel, Vallecillo, Nuevo León, Los caminos de su historia,
(Monografías Municipales de Nuevo León), Monterrey, Gobierno del Estado de Nuevo León, 1993.
González Torres, Yolotl, Diccionario de mitología y religión de Mesoamérica, (Referencias Larousse), México, Larousse, 1991.
Griffen, William B. Culture Change and Shifting Populations in Central Northern Mexico, (Anthropological Papers of the University of Arizona, Number 13), Arizona, The University of Arizona Press, 1970.
Guerrero, Antonio, Los pueblos de las cruces, Monterrey, UANL, 1995.Guevara Sánchez, Arturo, Diseños indígenas de carácter religioso de la Angostura,
Chihuahua, (Cuadernos de trabajo 12), México, INAH, 1991.Guilly, Adolfo, Subcomandante Marcos, Carlo Ginzburg. Discusión sobre la historia,
México, Taurus, 1995.Habig, Marion Alphonse, O.F.M. The Alamo Chain of Missions, (Manuscrito inédito), San
Antonio, Special Library of the San Antonio Missions National Historical Park, 1984.Hambleton, Enrique La pintura rupestre de Baja California, México, Fondo Cultural
Banamex, 1979.Hers, Marie-Areti, José Luis Mirafuentes Galván, María de los Dolores Soto, Miguel
Vallebueno (editores), Nómadas y sedentarios en el norte de México, UNAM: Instituo de Investigaciones Antropológicas, Instituto de Investigaciones Estéticas, Instituto de Investigaciones Antropológicas, México, 2000.
Hetmann, Frederik, Historias de pieles rojas, (Biblioteca juvenil), Barcelona, Salvat, Altea, Taurus, Alfaguara, 1987.
Hinton, Thomas B. Coras, huicholes y tepehunaes, (Presencias 22), México, Instituto Nacional Indigenista-CONACULTA, 1990.
Inchaustegui, Carlos, Figuras en la niebla, (Relatos y creencias de los mazatecos), Segunda edición, (La red de Jonás), Puebla, Dirección General de Culturas Populares-Premiá Editora, 1984.
J. Ong. Walter, Oralidad y escritura, FCE, México, 1987.Katz, Friedrich, Situación económica y social de los Aztecas durante los siglos XV y XVI,
(cien de México), México, CONACULTA, 1994.Kemal, Yasar, El halcón, Ediciones B, S. A. Ediciones UNESCO, 2000.Krieger, Alex D. Un nuevo estudio de la ruta seguida por Cabeza de Vaca a través del
Norte de América, México, UNAM, 1955.Lino Gómez Canedo, Primeras exploraciones y poblamiento de Texas (1686-1694),
(Historia), Monterrey, ITESM, 1968.Le Clézio, J.M.G. El sueño mexicano o el pensamiento interrumpido, México, FCE, 1992.
224
Le Goff, Jacques, Lo maravilloso y lo cotidiano en el occidente medieval, (Hombre y sociedad), México, Gedisa, 1986.
Le Goff, Jacques (compilador), Herejías y sociedades en la europa preindustrial, siglos XI-XVIII, (Historia de los movimientos sociales), Madrid, Siglo XXI, 1987.
Leal Velazco, Carlos Gustavo, La Hacienda de San Pedro, pláticas y recuerdos de un pasado, (Segunda edición), Monterrey, Centro de Información de Historia Regional/UANL, 1995.
León, Alonso De; Bautista Chapa, Juan, Sánchez de Zamora, Fernando, Historia de Nuevo León, con noticias sobre Coahuila, Tamaulipas, Texas y Nuevo México Monterrey, UANL, 1961.
León Portilla, Miguel, Culturas en peligro, Alianza editorial mexicana, México, 1976.Lévi-Srauss, Claude, El totemismo en la actualidad, FCE. México, 1965.Lobatón, José, El Gringo, México, Márquez Editor, 1950.López Austin, Alfredo, El conejo en la cara de la luna, (Presencias), México, Dirección
General de Publicaciones del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes e Instituto Nacional Indigenista, 1994.
López Austin, Alfredo, Los mitos del tlacuache, (Estudios de Antropología), México, Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM, Alianza Editorial, 1992.
López Beltrán y Pedro Serrano, La generación del cordero, antología de la poesía actual en las islas británicas, México, Trilce ediciones, 2000.
López, Cristóbal (coordinador), Contar, cantar, creer: historia y cultura en un pueblo del Noreste de México: Hualahuises, N. L., Monterrey, Vestigios/EME/CER/Financiarte, 1996.
López, Cristóbal (coordinador), Creer, beber, curar, Historia y cultura en Iturbide, Nuevo León, Monterrey, Monterrey, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes-Consejo para la Cultura de Nuevo León, 1998.
López, Cristóbal, Tradición oral de herencia indígena en el Noreste de México; dos estudios de caso: la cautiva y el cocono, (Orgullosamente bárbaros, No. 20), Monterrey, AGENL, 1996.
Lucio, Luis Antonio, Las piruetas del perico, historias de Villaldama, Monterrey, UANL, 1998.
Lurker, Manfred, El mensaje de los símbolos, Mitos, culturas y religiones, BarcelonaHerder, 1992.
Marschall, Wolfgang, Influencias Asiáticas en las culturas de la América Antigua, Ediciones euroamericanas, México, 1979.
Martínez, Maximino, Plantas Mexicanas, Catálogo de Nombres Vulgares y Científicos de plantas mexicanas, México, Fondo de Cultura Económica, 1979.
Martínez del Río, Pablo, La Comarca Lagunera a Fines del siglo XVII según las FuentesEscritas, México, UNAM, 1954.
Martínez del Río, Pablo, La cueva mortuoria de la Candelaria, Coahuila, (sobretiro de cuadernos americanos 4), México, Jus, 1953.
Monjarás-Ruiz, Jesús (Coord.), Mitos cosmogónicos del México indígena, (Biblioteca del INAH, serie Antropología), México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1989.
Montemayor, Carlos, Arte y trama en el cuento indígena, México, FCE, 1998.Morado Macías, César (comp.), Memoria 94, Sociedad de historia, Geografía y
225
Estadística, Monterrey, Oficio ediciones, 1995.Moreno Lobo, Juan Carlos, Comportamiento alimenticio del Venado Cola Blanca
(Odocoileus virginianus miquihuanensis) en un matorral mediano subinerme en Linares, N. L. Linares, Facultad de Ciencias Forestales de la UANL, Tesis de licenciatura-ingeniería forestal,1991.
Mota y Escobar, Alonso De la, Descripción geográfica de los reinos de Nueva Galicia, Nueva Vizcaya y Nuevo León Segunda edición, México, Ed. Pedro Robledo, 1940.
Murray, William Breen, Arte rupestre en Nuevo León. Numeración prehistórica,(Cuadernos del Archivo, 13), Monterrey, Archivo General del Estado de Nuevo León, 1987.
Neira Barragán, Manuel, La medicina popular y la brujería en Nuevo León y Coahuila durante los siglos XVIII y XIX, Monterrey, Universidad Autónoma de Nuevo León,
1995.Nevarez Pequeño, Napoleón, Leyendas, Tradiciones, costumbres y corridos, Hualahuises,
N. L., Monterrey, Oficio, 1992.Newcomb, W. W. The indians of Texas, University of Texas, Austin, 1993. Núñez Cabeza de Vaca, Álvar , Naufragios y comentarios, (Sepan cuantos, 576),
México Porrúa, 1998.O’hara, Edgar, Lengua en pena, (Tierra firme), México, FCE, 1988.Olavarría, María Eugenia, Símbolos del desierto, (Iztapalapa: texto y contexto, 10).
México, Universidad Autónoma Metropolitana, unidad Iztapalapa, 1992.Ortiz, J. Simón (comp.), El poder de la tierra, Cuentos indios norteamericanos,
Barcelona, Montesinos, 1988.Pacheco, Emilio, El silencio de la luna, México, Joaquín Mortiz, 1996.Pacheco, Gabriel, Tatei Yurienaka y otros cuentos huicholes, (Letras indígenas
contemporáneas), México, Diana, 1994.Palau, Marta, Cueva Pintada, México, CONACULTA-Centro cultural Tijuana-Telnor,
1995.Patterson, Alex, Rock Art Symbols of the Greater Southwest, Johnson Books, Boulder
(Colorado), 1992.Payeras, Mario, Latitud de la flor y el granizo, México, Joan Boldó y Climent
Editores, 1988.Pérez de Ribas, Andrés, Triunfos de nuestra Santa Fe entre las gentes más bárbaras y
fieras del Nuevo Orbe, (en "Páginas para la historias de Sinaloa y Sonora", tomo III), México, 1944.
Pérez Herrero, Pedro (Compiladores), Región e historia en México. México. Instituto Mora, Universidad Autónoma Metropolitana. 1991.
Pérez Zevallos y José Antonio Pérez Gollán (compiladores), Le etnohistoria en Mesoamérica y los Andes, (Textos básicos y manuales), México, INAH, 1987.
Powell, Philip W. La Guerra Chichimeca 1550-1600, (Lecturas mexicanas), México, FCE-SEP, 1984.
Powell, Philip Wayne, Capitán mestizo: Miguel Caldera y la frontera norteña, Lapacificación de los chichimecas (1548-1597), México, Fondo de Cultura Económica, 1980.
Propp, Vladimir, Raíces históricas del cuento, México, Colofón, 1989.
226
Puech, Henri-Charles (coord.), Las religiones en los pueblos sin tradición escrita, (Historia de las religiones, siglo XXI. Vol. 11), México, Siglo XXI, 1990.
Rayas Aldana, Josefina, Tradiciones orales de San Ignacio, México, Ayuntamiento de San Ignacio, Sinaloa, Dirección de Investigación y fomento de Cultura Regional, 1988.
Razo Oliva, Juan Diego, Antonio Avitia Hernández, et al., Más allá del corrido, Monterrey, Consejo Cultural de Nuevo León/Universidad Autonóma de Nuevo León, 1997.
Rebolloso, Roberto, Arqueología de Nuevo León, (Cuadernos del archivo), Monterrey, Archivo General del Estado de Nuevo León, 1991.
Roa Bastos, Augusto (Comp.), Las culturas condenadas, (Colección América Nuestra), México, Siglo XXI, 1980.
Rodríguez, Martha, Historias de resistencia y exterminio. Los indios de Coahuila durante el siglo XIX, (Historia de los pueblos indígenas de México), México, Ciesas-INI, 1995.
Roseberry, William, Antropología Económica, México, Alianza Editorial, 1991. Rushdie, Salman, Harún y el mar de historias, (Biblioteca breve), México, Seix Barral,
1991. S/a, Documentos para la Historia Eclesiástica y Civil de la Provincia de Texas o
Nuevas Philipinas, 1720-1779, (Colección Chimalistac de Libros y Documentos acreca de la Nueva España), Madrid, Ediciones de José Porrúa Turanzas, 1961.
Saca Guajardo, Víctor, Notas sobre dos manifestaciones literarias del folklore neolonés: el corrido y el cuento de fantasmas, Monterrey, Universidad de Monterrey, Tesis de licenciatura, 1975.Saldívar, Gabriel, Los indios de Tamaulipas, México, Instituto Panamericano de
Geografía, Historia y estadística, 1943.Salinas, Martín, Indians of the Rio Grande Delta, Their Role in the History of
Southern Texas and Northeastern Mexico, (Texas Aechaeology and Ethnohistory Series), Austin, University of Texas Press, 1990.
Sánchez, José Hermenejildo, Crónica del Nuevo Santander, (Regiones), México, Consejo Nacional para la Cultura y las artes, 1990.Santa María, Fray Vicente De, Relación Histórica de la Colonia del Nuevo Santander,
México, UNAM, 1973.Scheffler, Lilian, La literatura oral tradicional de los indígenas de Mexico,
Antología, Puebla, Premia-Dirección General de Culturas Populares, 1983.Schmitt, Jean-Claude, La herejía del santo lebrel: Guinefort, curandero de niños desde el
siglo XIII, (Archivos de la herejía), Barcelona, Muchnik editores, 1984.Service, Elman R., Los cazadores, (Nueva colección labor), Barcelona, Labor, 1979.Sharon, Douglas El chamán de los cuatro vientos, (Antropología), México, Siglo XXI,
1980. Sin autor, Los años indígenas (The indian years), Austin, Office of the State Archeologist
Texas Historical Commission, 1984.Stewart, Omer C. Peyote Religion, a history, Oklahoma, University of Oklahoma press:
Norman and London, 1987.Técnicos bilingües de la Unidad Regional de Acayucan, Agua, mundo, montaña.
Narrativa nahua, mixe y popoluca del Sur de Veracruz, (La red de Jonás), Puebla, Dirección General de Culturas Populares-SEP-Premiá, 1985.
Toussaint, Marianne, El paisaje era la casa, (Margen de poesía, 56), México, Universidad
227
Autónoma Metropolitana, 1996.Valadez, Moisés, Solveig A. Turpin, et al, Boca de Potrerillos, Monterrey, UANL-Museo
“Bernabé de las Casas”, 1998.Valadez Moreno, Moisés, Antecedentes y avances de los estudios arqueológicos en el
Noreste de México (Orgullosamente bárbaros, núm. 2), AGENL, Monterrey, 1995.Valadez Moreno, Moisés, Las sociedades pre y protohistóricas de Nuevo León, México,
Escuela Nacional de Antropología e Historia-INAH-SEP, tesis de Arqueología, 1992.Valadez Moreno, Moisés, La arqueología de Nuevo León y el noreste, Monterrey, UANL,
1999.Valdés, Carlos Manuel, La gente del mezquite. Los nómadas del noreste en la colonia,
(Historia de los pueblos indígenas de México), México, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, Instituto Nacional Indigenista, 1995.
Valenzuela, Manuel (compilador), Entre la magia y la historia, Tradiciones, mitos y leyendas de la frontera, México, Programa Cultural de las Fronteras, Colegio de la Frontera Norte, 1992.
Vansina, Jan, La tradición oral, Labor, Barcelona, 1969.Vázques, Luis, La tradición popular de Santo Domingo, Monterrey, Oficio, 1993.Villanueva de Cavazos, Lilia E., Leyendas de Nuevo León, Monterrey, Edición de autor,
1997.Villarreal González, Jorge Gabriel, Venado Cola Blanca, manejo y aprovechamiento
cinegético,Unión Gandera Regional de Nuevo León, Monterrey, 1999. Von Versen, Victoria, La sonrisa de la historia, Anécdotas de la Revolución y de la
política; narraciones de Alberto Murguía, Monterrey, Edición de autor, 1983. Weaver, Thomas, Los indios del Gran Suroeste de los E.U., (Mapfre 1492), Madrid,
Mapfre, 1992.Wolf, Eric R. Los campesinos, (Nueva Colección Labor, 126), Barcelona, Labor, 1982.Zeraoui, Zidane (coordinador), México, los proyectos de su modernidad, México, Trillas-
ITESM, 1999.Zúñiga, Víctor (comp.), La región citrícola de Nuevo León, Monterrey, Facultad de
Filosofía y Letras-UANL-El Colegio de la Frontera Norte, 1990.
Hemerografía.
Adame, Homero, “La casa de las historias, taller de trabajo artesanal”, en: México Desconocido, México, México desconocido, número 256, junio 1998, p. 7.
Arcos, Angeles, Carlos Chávez, “Impiden huicholes tale ilegal en sus bosques de Mezquitic”, en: La Jornada, (Sociedad y justicia), México, Editorial La Jornada, 7-VI-1998, p. 46.
Braniff C., Beatriz, “El mundo precolonial norteño”, en: Guía México desconocido (El mundo norte), México, México desconocido, guía número 54, 1999, pp. 14-24
Campbell, T.N., T.J. Campbell, Indian Groups Associated with Spanish Missions of the San Antonio Missions National Park, Special Report 16, San Antonio: Center for Archaeological Research, University of Texas at San Antonio, 1985, pp. 43-44.
Cepeda, César, “Una pasión por la vida”, en: El Norte, (Perfiles e historias), Monterrey,9-I-2000, p. 2-D.
228
Cuello, José, “El Ché Guevara en la frontera norte del México colonial”, en: Gazeta de Saltillo, Año 1. Num. 2, marzo-abril, 1999, pp. 2, 7.
Churruca Pelaéz, Agustín Héctor Barranca, y otros, El sur de Coahuila Antiguo, Indígena y Negro, s/l, s/e, s/f, (ejemplar consultado en la biblioteca del Museo de Historia Mexicana, Monterrey).
Dobrowolski, Kazimierz, “Peasant traditional culture”, en: Ethnografia Polska, vol. 1, 1958, s/l, s/e, pp. 19-56, (el artículo es una edición pirata realizada en Xalapa, Veracruz, que no consigna mayores datos; fue facilitado por Raúl García Flores y Gabriela Marqués a principios de 1990).
Frías Frías, Cayetano, “Se van invasores de nuestras tierras o los sacamos: huicholes”,en: La Jornada, (Sociedad y justicia), México, Editorial La Jornada, 8-III-1998, p. 51.
García Flores, Raúl, "También acá hubo pames", s/l, s/f, investigación inédita facilitada por el autor.
Gargallo, Francesca, “Miguel Caldera, personaje de ficción”, presentación de su libro La decisión del capitán, s/l, s/f (copia facilitada por la autora, en Monterrey, octubre de1999).
González S. Fernando Noel, Inventario de mamíferos en un ecosistema de encinares al pie de la Sierra Madre Oriental, en el Ejido San Juanito, Linares, N. L., México, (Proyecto de Investigación: fotocopia mecanuscrita consultada en la facultad de ciencias forestales de la Universidad Autónoma de Nuevo León), Linares, 1983.
Guerrero, Vicente, "Monterrey les llama para su mágica cita", en: El Norte, Monterrey, 7-VI-1997, p. 4-D.
Guerret, Huizer, "La brujería y el potencial para la resistencia popular en América Latina", en: América Indígena, Vol. L, Num. 4, octubre-diciembre, 1990, México, Instituto Indigenista interamericano, pp. 50-58.
Guevara, Arturo, "Atavíos indentificables en el arte rupestre del norte-centro", en: Arqueología 22, Segunda época, julio-diciembre 1999, México, INAH, pp. 137-156.
Hers, Marie-Areti "Durango en el clásico", en: Arqueología Mexicana, (Serie Tiempo Mesoamericano VII), Vol. IX-Núm. 49, México, CONACULTA-INAH-Editorial Raícez, mayo-junio, 2001, pp. 62-67.
Imaz Baume, Arturo, Cacería, Tomo 1, México, Norgis Editores, 1961.Islas, Juan, "La lámpara de Santa Martha", en: Leyendas de General Terán, Nuevo León,
General Terán, General Terán, El Imparcial, hoja suelta, s/f.Jiménez, Irene A, "Los hacedores de lluvia. Religiones indígenas de Norteamérica", en: Revista Ciencia y Desarrollo, México, CONACYT, Volumen XX, No. 119,
Noviembre, 1994, pp. 76-86. Márquez, Gabriela "La alimentación chichimeca y sus pervivencias", en IX Jornadas sobre
la identidad de la cultura norestense, sobrevivencia de la cultura chichimeca en la cultura regional, Monterrey, Nov. 18, 1993 (ponencia facilitada por la autora, p. 1).
Morales Mata, Luis Armando, "Mitos y leyendas" (Escobedo. N.L.), Escobedo, Fotocopia mecanuscrita facilitada por el autor, s/f.Klerigan, Efraín, “Kikapús, de braceros a empresarios”, en: El Norte (El Norte-
Coahuila), Monterrey, 28-I-2000, p. 18-A.Krieger, Alex D. “The travels of Alvar Núñez Cabeza de Vaca in Texas and Mexico”,
en: Homenaje a Pablo Martínez del Río en el XXV Aniversario de los Orígenes Americanos, México, INAH, 1961, pp. 459-474.
229
López, Cristóbal, "Historias del Guajolote y la tribu de los Cóconos", (El Vuelo del Paurake No. 2), Hualahuises, Vestigios-Casa de las Historias, 1997, pp. 18.
López, Cristóbal, "Una india cautiva y el viento del norte", (El Vuelo del Paurake No. 1), Hualahuises, Vestigios-Casa de las Historias, 1997, pp. 16.
Meza León, Jesús “Fundamentos prehispánicos del Norte de San Luis Potosí”, en: Archivos de Historia Potosina, San Luis Potosí, Academia de Historia Potosina, Vol. XIII, Num. 1-2, sept., 1981, pp. 53-60.
Muñiz, Erick, “Danza en el ombligo del mundo”, en: El Diario de Monterrey, (Crónica), Monterrey, Grupo editorial multimedios, 28-I-2000, p. 36.
Murray, William Breen, "Rock Art Sites Of Northeast Mexico: Recents Explorations", en: 1999 International Rock Art Congress Proceednigs, Vol. 1, (Papers presented at the International Rock Art Congress Ripon, Wisconsin, May 23-31, Tucson, Arizona, Edited by Peggy Whitehead and Lawrence Loendorf, 1999, pp. 77-78.
Murray, William Breen, Héctor Lazcano, Francisco Ruiz, “Atlatl”, en: CienciaUANL, Monterrey, UANL, Volumen III, número 1, enero-marzo, 2000, pp. 6-10,
Revista Lamoticias, Monterrey, Lamosa, Año XXIII. Julio-Dic. 1983, No. 107.Revista Vestigios, Hualahuises, Vestigios; Num. 1, Otoño, 1995. Num. 2, Invierno de 1995-1996. Num. 3 (en prensa).Revista Yan, Ciencias antropológicas, Organo oficial del Centro de
Investigacionesantropológicas de México, México, C.I.A.M. 1953, s/n. Reyna, Jaime del Toro, "Crónicas de Aramberri", (mecanuscrito facilitado por el cronista de Doctor Arroyo, N.L., Francisco Alvarado Segovia, s/l., s/f.).Swanton, John R. Linguistic Position of the Tribes of Southern Texas and
Northeastern Mexico, Bulletin 127, SIBAE, 1940.Taylor, Walter W. “Archaic Cultures Adjacent to the Northeast Fontiers of
Mesoamerica”, en: Handbook of Middle America Indians, vol. 4, R. Wauchope, Ekholm and Willey (eds.), University of Texas Press, 1966, pp. 59-94.
S/a, Estado General de las Fundaciones Hechas por D. José Escandón, en la Colonia del Nuevo Santander Costa del Seno Mexicano, México, Vol. 1. Publicación 14, 1929.
S/a, “Para saber” (folleto de información histórico-cultural), Parás, Dirección cultural de Parás, febrero de 1998, p. 3.
S/a, "Permiten usar peyote a militares en EU", trad. Margarita Ayala, en: Servicio de The New York Times/El Norte, (sección global), Monterrey, 16-V-1997, p. 16-A.
Riveros, Gabriela, "Ven por chile y sal", texto facilitado por la autora (hay una edición en: Periódico El Norte, Monterrey., 9-VII-95, p. 6-D).Solveig A. Turpin, "Painting on Bone and other Artistic Media in the Lower and Trans-
Pecos Region of Texas and Coahuila", en Plains Anthropologist, Journal of the Plains Antropological Society, vol. 41, núm. 157, pp. 261-272.
Solveig A. Turpin, "The Tenth Scapula: Evidence Bearing upon their Provenience of Painted Deer Scapulae in Northern Coahuila", en Plains Anthropologist, Journal of the Plains Antropological Society, vol. 41, núm. 158, pp. 399-400.
Fuentes de Archivo.
Alegre, Francisco Javier, Historia de la Compañí.a de Jesús en Nueva-España que estaba
230
escribiendo el P… al tiempo de su expulsión, Tomo 1, México, publícala Carlos María de Bustamante, 1841.
Antillán, Miguel, Estado abreviado de las Misiones de esta Provincia de N.S.P.S. Francisco de los Zacatecas, AGN, Misiones II, I L, (BLAC, Microfilm) 1818.
Barragán, Francisco Nepomuceno de, Consulta del R do P. Fr. Fran co Nepomuceno Baragán comisiario de las misiones de la provincia del Nuevo Reino de León [dirigida) a su Governador Dn. Melchor Vidal Lorca. AGN, Provincias Internas 143, 3 L. (BLAC, Microfilm), 1774.
Barragán, Francisco Nepomuceno de, [Visita del Nuevo Santander cuya información esta dirigida a Sr. Don Andrés de Llanos Valdés.), AGN, Provincias Internas 40:39-42 (BLAC, Microfilm), 1793.
Bedoya, Antonio, Estado abreviado de las misiones de las Provincias de N.S.P.S. Francisco de los Zacatecas, AGN, Misiones II, I L, (BLAC, Microfilm), 1816.
Bueno de la Borbolla, Vicente, [Informe del gobernador sobre el paraje del Tepextle. AGN, Provincias Internas 173 (BTHC, 2Q211, 514:206-210, or 257-260), 1749.
Ballí, Juan Antonio, Joseph de Trejo, y Antonio Margil Cano, De Joseph Abito Cantu, Apolinario Moya, y Lucas Sosa Vesinos de esta Jur. por la acusacion de haver extrahido un Yndio de poder de sus Padres Yndios de la Nación de los Mulatos: hayase Yncurso tambien un Yndio Christiano reducido a esta Mission llamado Jph Miguel. 1777. Archivo Municipal de Reynosa, 28 L.
“Consulta del Reverendo Padre Fray Francisco Nepomuceno Barragán, al Gobernador Melchor Vidal de Lorca”, Monterrey, septiembre 27 de 1774, Archivo Municipal de Monterrey, Correspondencia de gobernadores.
Documentos para la historia de México, Cuarta Serie, Tomo III , México, Imprenta de Vicente García Torres, 1857,.
Escandón, José de, Copia de dos Cartas, escritas al Governador, de el Nuevo Reyno de León, sobre la fundación, de una Mission, en el Paraje de el Tepestle, AGN, Provincias Internas 173 (BTHC, 2Q211, 514:195-199, or 245-250), 1749ª.
Escandón, José de, Quaderno de las 18 Poblaz. nes fechas por el General D.n Jph de Escandón, y numero de familias q.e e cada una de ellas se hallan avecindadas, AGN, Provincias Internas 180 (BTHC, 2Q 213, 520:I-373), 1751.
Estado de las Misiones, Estado de las Misiones entre 1753 y 1790, Vol. 4, AHT, 1946.Ladrón de Guevara, Joseph Antonio, Notiza. q a sacado Anto Ladrón de Guevara Vezo y
Notario ppbco del Nuevo R.no de León parte de Nueva Eimonio spaña Arreglandose a la Esperiencia q. de los yndios Barbaros sus Costumbres y demas le asiste En Diversas Entradas q hizo a sus Tierras. AGI, Audiencia de México, 1738 (BTHC, 2Q147, 85: 49-65).
Noticias de los Conventos, Noticias de los Conventos, custodias, y misiones de las provincias de Veracruz, San Luis Potosí, Colonia del Nuevo Santander, Nuevo Reinode León, San Pedro y San Pablo de Michoacán, y Tampico de la orden de San Francisco de los Zacatecas 1790-1814, W.B. Stephen’s Collection, No. 1394, 243 L., BLAC.
Numana, Patricio, Estado abreviados de las Misiones de esta Provincia de N.S.P.S. Francisco de los Zacatecas, AGN, Misiones II, I L (BLAC Microfilm), 1817.
Organización de las Misiones, Organización de las Misiones, 1749-1752, Vol. 3, AHT, 1946.
231
“Puntos que se han de observar en los pueblos de nueba conberción titulados Nuestra Señora de la Concepción y Purificación [actual Montemorelos, N. L.] a el fin de que se arregle en ellos el mejor govierno, cuya regla se seguir para que viniendo la instrucción que deve mandar el Excelentísimo Señor Virrey, se sigan los demas puntos o artículos que en ellos se presentan”, Monterrey, noviembre 16 de 1772, Archivo Municipal de Monterrey: Correspondencia.
Tienda de Cuervo, José Inspección de la Provincia Efectuada por el Capitán de Dagones Don José Tienda de Cuervo. In Estado General de las Fundaciones Hechas por D. José de Escandón, en la Colonia del Nuevo Santander Costa del Seno Mexicano, Vol. I, Publicación 14, Mexico City: Archivo General de la Nación. See also AGI (2Q148, 89:83-85), 1929.
Tienda de Cuervo, José. Informe del Reconocimiento e Inspección de la Nueva Colonia del Seno Mexicano. In Estado General de las Fundaciones Hechas por D. José de Escandón, en la Colonia del Nuevo Santander Costa del Seno Mexicano, Vol. 2, Publicación 15, Mexico City: Archivo General de la Nación, 1930.
Valcarcel, Domingo, [Testimonio del estado de la Colonia, AGN, Provincias Internas 172 (BTHC, 2Q211, 513:27-124), 1756.
Vidal de Lorca, Melchor, Relación de la Visita, que executo en la Provincia del Nuevo Reino de León su Governador el Coronel de Ynfantería de los R.s Exerc.s Don Melchor Vidal de Lorca, y Villena, AGN, Provincias Internas 117, 19 L, (BLAC, Microfilm), 1778.
Visita de Juan de Zavala (1653), AMM, Ramo Civil Volumen 11, exp. 20. “Visita a la hacienda de San Juan Evangelista de la Pesquería Chica”, en: 1685. Autos de la Visita General que hizo el señor Marqués de San Miguel de Aguayo, Gobernador y Capitán General del Nuevo Reyno de León y sus provincias, principiada en 14 de febrero de dicho año. AMM, Ramo Civil, Volumen 18, exp. 10.
“Visita al presidio de Cadereyta”, en: 1685. Autos de la Visita General que hizo el señor Marqués de San Miguel de Aguayo, Gobernador y Capitán General del Nuevo Reyno de León y sus provincias, principiada en 14 de febrero de dicho año. AMM, Ramo Civil, Volumen 18, exp. 10.
“Visita a la hacienda de la Magdalena, en la cabecera del valle de las Salinas”, en: 1685. Autos de la Visita General que hizo el señor Marqués de San Miguel de Aguayo, Gobernador y Capitán General del Nuevo Reyno de León y sus provincias, principiada en 14 de febrero de dicho año. AMM, Ramo Civil, Volumen 18, exp. 10.
Carta de Fray José Tellez (párroco de Hualahuises), al Gobernador, 1781/Mayo 3; Archivo Municipal de Monterrey: Correspondencia de gobernadores.
Carta de Fray José Tellez al Gobernador, 1784/Noviembre 29, Archivo Municipal de Monterrey: Correspondencia de gobernadores.
Archivo Municipal de Monterrey.Archivo General del Estado de Nuevo León.
Grabaciones.
Archivo de la Palabra de Editorial Vestigios y La casa de las Historias: Hualahuises-
232
Iturbide, Nuevo León (recopilaciones de campo 1992-1996 del Kolectivo Itinerante).Bello, Teodoro, corrido “El pase de la pantera”, en: El poder del Norte, 15 poderosos
corridos, San Nicolás, DISA, 1998.Carrillo, Anastasio, Los cuentos de Don Tacho, (cinta casera: antología de cuentos
tradicionales recopilados, escritos, o reelaborados, por el autor para la SEP), Monterrey, 1991.
Carrillo, Anastasio, Puros cuentos y leyendas del Noreste, Tacho Carrillo, General Terán, PACMYC, 1998.Carmona, J.G. La voz del labriego, s/l, s/e, s/f (producción independiente con canciones y poemas campesinos.Carmona, J. G. Ecos del terruño, Monterrey, Producciones originales Monterrey, s/f.D.A.R., corrido “Chuy Quintanilla”, en: Beto Quintanilla, Puros corridos Vol. 3.
Monterrey, México y su Música, 2000, CE-1022.D.A.R., corrido “Ignacio y Silvestre”, en: Los Bandoleros de Linares, Más corridos,
Monterrey, Distribuidora de Discos Monterrey, 080, 1998.D.A.R., corrido "El licenciado", en: Sergio Vega y sus Shaka´s, Corridos, s/l, s/e, s/f, (cinta
grabada adquirida en ciudad Obregón, Sonora).D.A.R., corrido: “Pa´ dónde ganó el venado”, grabado en la estación de radio
“La regiomontana”, 600 A. M. Monterrey, 14-I-2001.D.A.R., corrido “El prófugo de Sonora”, en Los invasores de Nuevo León, Corridos de alto
poder, s/l, EMI, dlv 584, s/f, (cinta pirata adquirida en Linares, N. L.).D.A.R., corrido “Se les peló Baltazar”, grabado en la estación de radio “La regiomontana”,
600 A. M. Monterrey, 2000.D.A.R., corrido “El último contrabando”, en: Beto Quintanilla, Transam 98, Monterrey-
McCallen, RyN, 1999 (cinta pirata adquirida en Monterrey).D.A.R., canción “El venadito”, en: 15 éxitos auténticos de los Alegres de Terán Vol. II,
México, Harmony-Sony, CTEC-00254, s/f, (cinta pirata). Estrella A, José, corrido “Historia de valientes”, en: Los estrellas del Bravo, Corridos,
Monterrey, Distribuidora de Discos Monterrey, E-039, 1992.Fernández de la Paz, Vicente, corrido “Recuerdos campiranos”, en: Rogelio y Macario,
Corridos campiranos, Monterrey, México y su música, CDLD-017, 1999.García Flores, Raúl, compilador-productor, La música ritual en Mier y Noriega, N.L., (Ecos norestenses Vol. 3), Monterrey, Financiarte, 1995.Garza, Julián, “Venada lampareada”, en: Corridos y rancheras, Monterrey, DMY, CD-350,
1995.González Arratia, Leticia, "El chamanismo: una hipótesis sobre la función de los
petroglifos”, en Segunda reunión sobre medicina tradicional del Norte de México (versión grabada, Monterrey 1996, colección. personal).
Gutiérrez, Carlos Damián, corrido de “Fidelito”, en: Los rebeldes del Norte, El cometa, CDG, s/l, 1998.
Hernández, Saúl, canción “Perdí mi ojo de venado”, en: Caifanes, s/t, México, BMG, CDM-3264, 1993.
Jiménez, Santiago, canción “Margarita”, en: Los Super Seven, México, BMG, 078636768922, 1998.
López, Cristóbal, compilador-productor, Voces del norte (cinta casera: compilación de narraciones orales grabadas en varios municipios del Estado de Nuevo León),
233
Hualahuises-Linares, 1993. López, Cristóbal, compilador-productor, Mar de historias. Tradición oral de Nuevo León, I. Ríos de herencia europea, (audiocasete y cuaderno de notas), Monterrey-Hualahuises- General Terán, Fondo Estatal para la cultura y las Artes de Nuevo León-EME-Radio
Nuevo León, 1995.López, Cristóbal, compilador-productor, Entre un mar y el sol, tradición oral de Nuevo León, II. Horizontes indígenas, (audiocasete y cuaderno de notas), Monterrey- Hualahuises-General Terán, Fondo Estatal para la cultura y las Artes de Nuevo León-
EME-Radio Nuevo León, 1995.López, Jaime, canción “ella no es como la piel”, en: Jaime López, Desenfuchado, México,
Prodisc, SDX27081, 1998.López, Jaime, canción “Nadie va a Durango”, en: Jaime López, Desenfuchado, México,
Prodisc, SDX27081, 1998.Martínez, Jesús, corrido de “Juan Ozuna”, en: Cornelio Reynna, Los Cachorros, Dueto
Estrella, Chencho Herrera, 20 corridos, poker de ases, Vol. 3, s/p, s/l, Triunfo CT-60, s/f.
Salazar, Armando-Joe Mascorro, corrido "El rey de la naturaleza", en: Ramón Ayala y sus Bravos del Norte, Corridos auténticos, México, Epic-Sony, QSAT 479766.
Vargas, Paulino, corrido “Las liebres de Chihuahua”, en: Los Cachorros de Juan Villarreal, El cartél de los cielos, Monterrey-Guadalajara-USA, Cadena musical, CCM 7017, 1997, IX Jornada sobre la identidad de la cultura norestense, sobrevivencias de la cultura chichimeca en la cultura regional, 18-II-1993, Museo de Historia de Nuevo León, (serie de conferencias grabadas por César Jaime Rodríguez y quien esto escribe, colección personal).
Fuentes electrónicas.
Forrest Kirklan´s Watercolors of Texas Rock Art,: www.utexas.edu/depts/tmm/anthro/kirkland, 01/10/99Rossel, Cecilia, “Animales en los Códices Mesoamericanos: Venado”, www.arts-history.mx/animales/vena.html, en: Artes e Historia, Foro Virtual de Cultura Mexicana, masterartesarrobaspin.com.mx, 31/05/00.Appadurai, Arjun, "La globalización y la imaginación en la investigación", en: http://www.unesco.org/issj/rics160/appaduraispa.html 25-VI-00.Morales, David, "Uso ritual de la tortuga y el venado", en: La Jornada (versión electrónica), http://www.jornada.unam.mx/1998/ene98/980121/astorga.html, 26-II-2001.
Cinematográficas/Video.
Bajo California, el límite del tiempo.Producción: IMCINE, C Producciones, Producciones Sincronía, Salvador Aguirre, Carlos Bolado; México, 1998. Dirección: Carlos Bolado. Guión: Ariel García y Carlos Bolado.
234
Fotografía en color: Claudio Rocha y Rafael Ortega. Música: Antonio Fernández Ros. Edición: Carlos Bolado.Duración: 96 minutos. Distribución: Imcine.
Video documental: Hombres del Norte, c/Producciones-INAH-Grupo IMSA, s/l, s/f (un programa de Gonzalo Infante, fotografía: Servando Gala, Textos: Ariel García).
Video documental: Arqueología: Bitácora del arqueólogo, México, CONACULTA-INAH, 1998 (Realización: Joaquín Berruecos y Rosibel Gadea).
235
236