Ejemplar ilustración española y americana madrid 30-05-1902 - juramento de alfonso xiii

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«PER PROGENIEM SUCCESSIO, IN SPIRITU CONTINUATIO.» MEDALLÓN DEDICADO POR «LA ILUSTRACIÓN ESPAÑOLA Y AMERICANA» Á CONMEMORAR EL ACTO DE LA JURA DE S. M. EL REY DON ALFONSO XIII. (BAJO RELIEVE DE LORENZO O. VALERA.)

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Ejemplar de la publicación Ilustración Española y Americana sobre el juramento de Alfonso XIII, bisabuelo de Felipe VI, el 30 de mayo de 1902.

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«PER PROGENIEM SUCCESSIO, IN SPIRITU CONTINUATIO.»

M E D A L L Ó N D E D I C A D O P O R « L A I L U S T R A C I Ó N E S P A Ñ O L A Y A M E R I C A N A »

Á CONMEMORAR EL ACTO DE LA JURA DE S. M. EL REY DON ALFONSO XIII.

(BAJO RELIEVE DE LORENZO O. VALERA.)

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B18 — s." XX LA I L U S T R A C I Ó N E S P A Ñ O L A Y A M E R I C A N A 30 MAYO 1802

STJM:A.R.IO.

TEXTO. — Crónica general, por D. José Fernán-dea Bramón.—líueatroa grabadOB, por °°°-—Sueltos.—Anunolo.5.

OHADSBOS. =X'sr j>roiíg¡íft»í SÍÍEESSSÍ», Í » S}>Í> ÍÍÍÍ contínuatio, medallón dedicado por LA ILDS-TRACIÚN ESPASOLA T ¿MiiniCAXA á conmomo-rai' el acto de la jura de S. M. el Rey D. Al­fonso XEII, bajo relieve de Lorenzo C. Valera. —Llegada de S. M. el Rey al palacio del Con­greso. — Grandes de España de la regia comi­tiva saliendo del palacio del Congi'cso.-Su Majestad el Roy entrando en su caiToza des­pués del solemne acto de la jura.—S. M. el Rey saliendo del palacio del Congreso des-pué3 de prestar ol juramento, dibujo de Ra­fael Segura,—Retrato de S. M. el rey D, Al­fonso XIII.—La regia comitiva dirigiéndose desde el palacio del Congreso, por la calle de Alcalá, á San Francisco el Grande: Palafrene­ros, carreristas, timbales, clarines y caballos de respeto. Picadores, reyes de armas. Mayor­domos de semana, Gentílesbombrcs, berlinas de gala de Grandes de España. Coches de Pa­r ís , de Amaranto, de Cifras y de Tableros

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LLEOADA DE S. M. EL REY AL PALACIO DEL CONGRESO.

?= t i tsaíie Üeait PonGÍpeB y Eacajaflorcs eX' ti-anjeros en el f'oijer, dibujo de Cecilio Pía.— Fachada Norte y Poniente del Real Palacio con el pai-que llamado «Campo dol Moro». Vis­ta del Parque y Palacio üesfle el túnel flo suli" da á la real Casa de Campo. — La retreta mi­litar , dibujo de Marcelino de Unceta.—Re­cepción regía en el Campo del Moro : Bajada de la Real Familia y entrada de invitados, di­bujo de L. Falao. Llegada de SS. Mil. y Alte­zas á la plazoleta de la fuente de las Conchas. La fiesta de la Ciencia celebrada en el pala­cio de Museos y Bibliotecas, dibujo de L. Fa­lao.—Vista del salón y fuente de las Conchas desde la plazoleta del chalet en el Campo del Moro.

NUESTRO SÜPLESIE.STO.-Solemueacto de la jura de S. M. el Rey D. Alfonso XIII en el palacio del Congreso, dibujo do M^irianoBenlliure.

GRANDES DE ESPAÑA DE LA RKQIA COMITIVA SALIENDO DEL PALACIO DEL CONGRESO.

dorados, con la alta servidumbre de Sus Ma­jestades y AA. RR. Coche de Corona ducal ocupado por SS. AA. las infantas D." Isabel y D.* Eulalia. Coche do Concha ocupado por SS. AA. los Príncipes de Asturias, y coche de Caoba, de respeto. Coche de la Corona Real ocupado por SS. MM. el Rey, la Reina y Su Alteza la infanta D." María Teresa.-Ovación popular tributada á S. M. el Rey en la Puerta de Moros al dirigirse á San Francisco el Gran­de, dibujo de Em-ique Simonet.—Llegada de S. M. el Rey y su comitiva al templo de San Francisco el Grande, dibujo de Mariano Pe­drero.—El Tedeum en el templo de San Fran­cisco, dibujo de José Garnelo.—S. M. el Rey dirigiéndose al Palacio real después del Te­deum,—Colocación de la primera piedra del monumento á D. Alfonso XII en el Parque de Madrid.—S. M. saliendo de Palacio para la revista militar.—Revista militar: Las tropas desfilando en el Salón del Prado ante el Rey, ios Príncipes y los Enviados extraordinarios, dibujo de Eduardo Banda.—La batalla de flo­res en el Retiro: Paso de las caiTozas por de­lante de la tribuna regía, dibujo de M. Alcá­zar —Corrida de toros con caballeros en plaza: Timbalero, clarines, alguaciles y coches de gala ocupados por los caballeros en plaza y KU8 padrinos. La cuadrilla.—Función de gala S. M. EL BEY ENTRANDO EN SU CARROZA DESPUÉS DEL SOLEMNE ACTO DE LA JURA.

l'oíosrafian lie Ciaráit.

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S. M. EL REY DON yMJ'ONSO Xlll.

(l)l! UNA I N S T A N I A N K A . )

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- 822 — N.° XX T

LA ILUSTRACIÓN ESPAÑOLA Y AMERICANA 30 MAYO 1902

PALAFRENEROS, OARRERISTAS, TIMBALES, CLARINES Y CABALLOS DE RESPETO.

PICADORES, REYES DE ARMAS, MAYORDOMOS DE SEMANA Y aENTIlESHOMBRES.—BERLINAS DE QALA DE GRANDES DE ESPAÑA.

LA^EGIA COMITIVA DIRIGIÉNDOSE DESDE EL PALACIOiDEL CON(

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J&íé^'ésier'

SO MAYO 1902 LA ILUSTRACIÓN ESPAÑOLA T AMERICANA

COCHES DE P A R Í S , DE AMARANTO, DE CIFRAS Y DE TABLEROS DORADOS, CON LA ALTA SERVIDUMBRE DE SS. MM. Y AA. RR.

COCHE DE CORONA DUCAL OCUPADO POR SS. AA. LAS INFANTAS DOÑA ISABEL Y DOÑA EULALIA.

CONQUESO, POR LA CALLE D E ALCALÁ, A SAN FRANCISCO EL GRANDE. FoK^rafms ie aarán.

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324 — N," XX LA . ILUSTRACIÓN ESPAÑOLA Y AMERICANA 30 MAYO 1902

COCHE DE CONCHA OCUPADO POR SS. AA. LOS PRÍNCIPES DE ASTURIAS, Y-l-COCHE DE CAOBA, DE RESPETO.

COCHE DE LA CORONA REAL OCUPADO POR S. M. EL REY, S. M. LA REINA Y S. A. LA INFANTA DOÑA MARÍA TERESA.

LA REGIA COMITIVA DIRIGIÉNDOSE DESDE EL PALACIO DEL CONGRESO, POR LA CALLE DE ALCALÁ, A SAN FP^NOISOO EL GRANDE.

Toto^rafias da Ciarán.

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30 MAYO 1902 L A I L U S T R A C I Ó N E S P A Ñ O L A Y A M E R I C A N A N.° XX — 325

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COCHES DE CORONA DUCAL, DE CONCHA, DE CAOBA Y DE LA CORONA REAL DESTINADOS k LA REAL FAMILIA EN LA COMITIVA REGU. TU faícsrafiatt

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so MATO 1902 LA ILUSTRACIÓN ESPAÑOLA Y AMERICANA N.° XX — 827

CRÓNICA GJíNBRAL.

Í A S A D R I D vuelve á recobrar su vida acostum­brada; los forasteros lian salido á millares; em­piezan á oonforninrio los agraviados en el repar­to de billetes, y la política dormida abre los ojos. Se desmontan los arcos, vuelven las colgaduras á las arcas, y cada mochuelo á su olivo y cada rector á su claustro pasada la brillante revista de la Ciencia. Quedan las ferias para los aficionados al paseo del Retiro; la Exposición del Greco para reoreo de los que saben ver el arte: la de Retra­tos con su resurrección de otros tiempos; la de­coración de estatuas en las glorietas del ensan­che, que honran la administración de D. Alberto Aguilet'a, y la obra de las diez escuelas de dis­trito, estas dos como adelantos permanentes. Los

nica, San Vicente, Guatemala, y haber asustado á los murcianos y derribado acaso la torre de Guen-ea; que la tierra, si es una masa Inerte, sufre un trastorno químico, y si es un ser vivo, padece una enfermedad, no cabe duda. Los sabios echan la culpa al sol y aseguran que la luna es ino­cente, y hay quien sostiene que la tierra va á dar á luz otro satélite, y si sale de su cuidado, nos divierte.

La Asociación de Escritores y Artistas, su Jun­ta directiva, su presidente y secretario general D. Gaspar Núñez de Arce y í). José del Castillo y Soriano, deben de estar satisfechos. Ya posee la sociedad un panteón donde resguardar é ir agru­pando las cenizas de los contemporáneos más ilus­tres en las letras y las artes en artístico monu­mento, debido al ilustre arquitecto Sr. Repulías

dio pruebas de cultura saludando al pasar loa oo^ ches fúnebres y respetando el-ordende la dila­tada procesión.

líira un entierro sin tristeza: si tiempo había secado todas las lágrimas: íbamos enlutados por ser el traje mortuorio y no haber traje de inmor­talidad sino para los féretros, que iban ceñidos por los colores nacionales. Si faltaba el clero én la comitiva, esperaba en el panteón; que al fln y al cabo había reposado en tierra sagrada el cuerpo del suicida por arrebato, y del gran secretario del Gran Oriente, que iba á inclinar la cabeza en el hombro

De la virgen misteriosa De los últimos amores.

Hablando con el Inolvidable D. Miguel de los Santos Alvarez de exhumar los restos de Espron-

LLEGADA DE S. M. EL REY Y SU COMITIVA AL TEMPLO DE SAN FRANCISCO EL GRANDE.

DIBUJO DE MARIANO PEDRERO.

premiados en los certámenes de tiro, de esgrima, ]uego£ de destreza, ajedrez, y en loa concursos industriales guardan sus trofeos y diplomas, y se desvanece el recuerdo de las fiestas dejando en el cerebro sensaciones confusas de luces, mú­sicas, vivas, salvas, lienzos de colores, uniformes y dorados, ramos, caballos de carrera, rejonea­dores, mantones dé Manila, cohetes y loros ha­bladores.

El ruido de las fiestas no permite apenas lle­gar hasta nosotros los ecos exteriores, y, sin em­bargo, Francia observa todos los detalles del viaje de Mr. Loubet á las capitales de Rusia y Dinamarca, su nueva aliada, si no mienten las señas. Inglaterra se oree en vísperas de obtener el inmenso beneficio de la paz; en Italia vitorean al Shah de Persia los enemigos de la influencia eclesiástica, y un hombre de malos antecedentes apedrea al rey Víctor Manuel. Y en todo país vol­cánico tiemblan las gentes al saber que la tierra tiembla en Olorón, Lisboa y en parte de Hungría, después de haber hecho explosión en la Marti-

y Vargas (D. Enrique María). Como en cualquier diario se hallarán descripciones de la solemne traslación de los restos de Esprouceda, Larra y Rosales desde el Museo de Pinturas hasta la Sa­cramental de San Justo, sólo nos queda por ex­presar nuestras impresiones personales. Abar­cada en conjunto aquella solemnidad, no fué en verdad un entierro, sino un paseo triunfal en honor de la poesía, del humorismo ingenioso y de la pintura: era aquella ceremonia artística por su aparato, grandiosa por su conjunto, patriótica por la cooperación de todos los organismos socia­les desde el más aristocrático, pues representaba al Rey el Sr. Duque de Rivas, hasta las clases más modestas; por el número considerable de per­sonas notables que asistieron y no es posible nom­brar, la variedad de las corporaciones y buen gol­pe de vista del cortejo, precedido por la Guardia municipal y acompañado por la Milicia veterana y una fuerza del ejército: hasta los tres sexos tu­vieron representación, el masculino, el femenino y el angélico, ó sea el de las criaturas que notle-nen idea de esas divisiones; hasta la música vo­cal dló una nota nueva, cantándose por el Orfeón Madrileño una plegaria de victoria, y el público

ceda, rechazaba con horror la idea de ver á su querido amigo en toda la fealdad de la destruc­ción: no le vio morir; conservaba su recuerdo de vivo y de hombre hermoso, que lo fué aun des­pués de muerto. D. Miguel tenía razón:, no es agradable ver á los amigos sesenta años después de su fallecimiento.

Larra ha tenido con este tres entierros: uno desde la iglesia de Santiago al cementerio del Norte en Febrero del año 37; otro el año 42 ó 43 á la Sacramental, de donde ha sido exhumado: reposaban sus huesos amontonados en un arca pequeña galoneada de oro, y en un trozo del crá­neo que él mismo se deshizo, se erguía aún ver­de una corona de laurel. ¿Por qué reducirían á tan pequeño espacio un esqueleto que debe estar entero? El cuerpo de Rosales era el mejor con­servado: sólo llevaba veintinueve años ,de sepul­cro. Pero suprimamos detalles tan ingratos, que atraen, sin embargo, á las gentes reflexivas que saben pensar en el día de maiáj'-'í: examinando sus reliquias, asombra el considci'ar quo de esa fealdad se haya exhalado tanta belleza y tanta poesía. ¡Oh Naturaleza incomprensible! No oree­mos en fantasmas, y á cada minuto salen de la

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EL «TEDEUM» EN EL TEMPLO DE SAN FRA^

DIBUJO DE JOSÉ GARNELO.

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:L TEMPLO DE SAN FRANCISCO EL GRANDE.

DIBUJO DE JOSÉ GARNELO.

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330 LA ILUSTRACIÓN ESPAÑOLA T AMERICANA 30 MAYO 1902

nada loa que brillan en el mundo y se hunden bajo tierra en verdadera fantasmagoría.

Ya están juntos el autor de El Diablo mundo, El Estudiante de ¡Salamanca y La canción del Pirata; y el cantor de Maoías, el derrochador de ingenio y romántico de la sátira, con el pintor insigne del Testamento de Isabel la Gaióhca, la Muerte de Lucrecia, la Presentación de Don Juan de Austria á Garlos V y los Evangelistas. ¡Qué temperamentos tan diversos! Pero mayores diferencias se notarán conforme se vaya llenan­do el panteón. ¿Qué método se adoptará para ir salvando restos? jQué tiempo para eludir las exi­gencias de la amistad y la familia? ¿Se cerrará esa Sacramental como las otras? Todas estas du­das que se ofrecen al pensamiento deben resol­verlas, y las zanjarán con su tacto y su pruden­cia, las personas que dirigen la Asociación de Escritores y Artistas, que tan hermosa prueba han añadido de su fecunda iniciativa y gallardía en la ejecución de cuanto emprenden. Diez tumbas esperan á diez cele­bridades; ZoiTiUa y el Duque de Rivas, Bretón de los Herre­ros y Quintana, tie­nen las suyas, labra­das por su familia ó BUS paisanos: van á ser pocas; sólo en las letras, están pidien­do un puesto de ho­nor la Avellaneda, r e p r e s e n t a n d o su sexo, Ventura de la Vega, D. Juan Nica-sio Gallego, García Gutiérrez, Martínez de la Rosa y Serra; si juzgamos dema­siado r ec i en te s á Fernández y Gonzá­lez, Tamayo y Cam-poamor. Pero sólo en esta enumeración rápida hemos llena­do y rebasado el panteón, sin contar músicos , arquitec­tos, pintores, escul­tores, eruditos, pe­r iod i s tas . . . . . Pero harto se ha hecho con empezar esa ne­crópolis: ya llegará la ocasión de enaan- s j , j . ^ charla y completarla.

ohos bebieron con prudencia y tomaron monas pacíficas, alumbrándose con moderación.

—Este temblor de tierra no es muy fuerte— noa dijo uno en la feria;—los puestos y los árbo­les dan vueltas, pero no se caen al suelo.

—¿Por qué no se retira usted á descansar? —Estoy mirando esa tienda hecha de botellas,

para ver si se desploma. Y, como caiga á tierra, me bebo el edificio.

—¿Y qué premio darán al vencedor en el cer­tamen de loros habladores?

— Supongo que un acta.

—¿Adonde vas, muchacha? — Voy á ver las estatuas. —Veo que sigues siempre aficionada á la gente

de bronce.

JOSÉ FERNXNDEZ BREMÓK.

HEY DIRIGIÉNDOSE AL PALACIO REAL DESPUÉS DEL «TEDEUM»

Para los políticos, el hecho magno de estos días es la crisis; para nosotros no tiene tanto in­terés, sobre todo estando desprovista de razones de carácter general que la justifiquen. Cerramos, además, en el momento de la crisis no resuelta, y no es fácil discurrir acerca de lo que sólo Im­perfectamente se conoce.

El Ateneo ha celebrado también una hermosa sesión recordatoria, de la que fueron las notas más salientes: la acción de gracias del Sr. Núñez de Arce á los que cooperaron para realizar el pensamiento; el estudio do Larra, trabajo fino de crítica y estilo, por el académico D. Francisco Silvela; el brillante panegírico de Rosales, por el Sr. Fernández y Jiménez; los endecasílabos de la ilustre escritora D.̂ Carolina Coronado, que alcanzó al poeta Espronoeda, leídos por el presi­dente del acto, Sr. Ramos Carrión, y aplaudidos con justicia; algunos lectores de poesías y ar­tículos de los escritores conmemorados, y el magnífico discurso del Sr. Moret en elogio de Espronoeda, que cerró la sesión con un aplauso interminable.

Y hay que advertir que el señor Moret no ha escatimado su palabra en estos días, produciendo efectos análogos en público muy diverso y en materias muy opuestas.

Es digno de notarse que en la afluencia de fo­rasteros y la abundancia de festejos apenas se hayan registrado robos y desgracias. Indudable­mente huljo vigilancia en las autoridades y pre-oandión y orden en el público. Hasta los borra-

N U E S T R O S GRABADOS.

LAS FIESTAS REALES.

El día 17 del corriente, fecha en la oual entraba S. M. el Rey D. Alfonso XIII en su mayor edad, reuniéronse en el palacio del Congreao amboa Cuerpos Colegigladores para recibir el juramento á S. M. de guardar la Constitución del Estado y las leyes, según lo estatuido en el artículo 45 del Código fundamental de la Monarquía.

En el sitio que habitualmente ocupa la mesa presidencial habíanse colocado dos sillones so­bre un magnífico tapiz rojo y oro; á la izquierda otros cinco sillones destinados á los Príncipes de Asturias y á las Infantas, y á la derecha dos mesas cubiertas de terciopelo carmesí bordado de oro, sobre una de las cuales se colocaron las insignias de la realeza, la corona y cetro de oro, y delante de la otra un sillón para el Presidente, enfrente del cual se sentaban los cuatro secreta­rios, señores Duque de Bivona, Conde de Tore-no, Montero Villegas y Bastida.

Entre el numeroso concurso que acudió á pre­senciar tan importante solemnidad figuraban, además de los representantes diplomáticos de las potencias residentes en la corte, los enviados extraordinarios, y en primer término los prínci­pes extranjeros Alberto de Prusia, archiduque Carlos Esteban, gran duque Wladimiro, duque de Oonnaught, duque de Genova, príncipes de Dinamarca y Grecia, duque de Oporto, príncipe heredero de Siam, príncipe Eugenio de Suecia, príncipe heredero de Monaco, príncipe Joaquín Alberto de Prusia, duque de Calabria y príncipe Jenaro de Borbón.

Durante la primera parte de la sesión llegaron

al Congreso rumores de un atentado contra la persona de S. M. el Rey; y tal fué la impresión que produjeron, que el l?residento del Congreso tuvo que tranquilizar los ánimos, dando cuenta de que un loco ó un miserable se había acercado al coche real, pero que SS. MM. so dirigían en aquellos momentos á la Cámara en perfecto es­tado y en medio do las públicas aclamaciones.

Las unánimes protestas y las entusiásticas aclamaciones al Rey acogieron las palabras del Presidente.

A las dos y veinte minutos hicieron su entrada en el salón SS. AA. las infantas D.° Isabel y doña Eulalia, la primera con traje brochado verde claro, y luciendo hermosos brillantes; D." Eula­lia vestida de azul pálido, coronada la gentil ca­beza por diadema de brillantes; á continuación entraron SS. AA. los Príncipes de Asturias, la Princesa con traje y manto de seda azul brocha­do y ricas joyas, y el Príncipe con el uniforme de general de brigada.

Según iban llegando las regias personas, hacían tres reverencias, una á los Príncipes extranjeros,

otra al Cuei'po diplo­mático y o t ra á la Cámara.

A los pocos mo­mentos se presentó el Rey, con unifor­me de gala de capi­tán general, y la apa­rición de su gallarda figura y la contem­plación de su sereno y afable continente arrancaron estruen­dosa salva de aplau­sos y calurosos vi­vas, que duraron lar­go rato.

S. M. la Reina y la infanta D.° María Teresa penetraron á oont inuación del Rey; la infanta vea-tía traje rosa, y la Reina de raso gris perla con manto de terciopelo azul tur­quí, cubierto do ri­cas incrustaciones de encajo de Vene-eia; lucía joyas de brillantea.

Detráa do la corte se colocaron en pie las damas de Su Ma­jestad.

Cuando aquel la De.Mosra.na. graudíosa é inolvi-

pable ovación se fué calmando, el Rey,

adelantando su mano derecha, dijo con voz sono­ra y clara:

•—Sentaos. Diputados y senadores tomaron asiento en sus

escaños. Entonces los secretarios del Congreso, señores

Duque de Bivoua y Conde de Toreno, abrieron ante S. M., el primero el libro de loa Evangelios, y el segundo el que contiene la fórmula del ju­ramento.

El presidente del Congreso, señor Marqués de la Vega de Armijo, dijo:

«Señor: Las Cortes convocadas por vuestra augusta madre eatán reunidas para recibir á V. M. el juramento que, con arreglo al art. 45 de la Constitución del Estado, viene á prestar de guardar la Constitución y las leyes.»

S. M. el rey, que se había quitado el guante de la mano derecha, puso ésta sobre los Santos Evan­gelios y con voz enérgica de simpático acento, que llegó á todos los corazones y produjo impre­sión profundísima, contestó:

«Juro por Dios, sobre los Santos Evangelios, guai'dar la Constitución y las leyes. Si así lo hi­ciere. Dios me lo premie, y si no, me lo de­mande.»

Renováronse los aplausos y los vivas. SS. MM. volvieron á sentarse en el trono, to­

mando también asiento la real familia y los se­nadores y diputados, y el presidente y los secre­tarios volvieron también á sus respectivos pues­tos, diciendo desde el suyo e) presidente las si­guientes palabras:

«Las Cortes acaban de recibir el juramento que V. M. ha prestado de guardar la Constitución y las leyes.»

Concluido el acto, se retiraron SS. MM. y real familia con las mismas oeremonias con que fue-

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30 MAYO 1902 LA ILUSTllAOIÓN ESPAÑOLA Y AlIERICANA- 331

ron reoibldaa, repitiéndose ruidosas y entusiás-tioas manifestaciones.

Ilustran en el presente número esta ceremo­nia solemne tres grabados de la llegada y salida del Congreso de la regia comitiva, y el magnífico dibujo de Mariano Benlliure, que por su excep­cional importancia se publica á cuatro páginas.

De la espléndida comitiva regia dirigiéndose desde el Congreso al templo de San Francisco, publicamos una amplia información fotográfica por el orden siguiente:

En el primer grabado figuran palafreneros ca­rreristas á caballo, al mando del ayudante del oficio de cuarteles, con uniforme de gala.

Timbales y clarines de la real caballeriza, á ca­ballo, y dos palafreneros á pie para llevar de mano el caballo del primero.

Doce beríinas de gala con troncos de caballos empenachados, pertenecientes á los grandes de EspaSa Duques de Alba, de Aliaga, de Bailón, de la Conquista, de FernáuNúñez, de Heredia-Spí-nola. Marqués de Miraflores, Duque de Medina-celi. Duque de Santoña, de Sotomayor y de Ta-mames, y Marqués de Tovar.

Siguen en el tercer grabado; Dos coches de París, el de Amaranto, el de ci­

fras y el de tableros dorados, en los que iban, respectivamente, los jefes superiores de la servi­dumbre de las infantas D." Isabel, D." Eulalia y D.° María Teresa, de la Princesa de Asturias, de SS. MM., .y el Mayordomo mayor. Caballe­rizo mayor y Jefe de alabarderos.

En el cuarto grabado aparece el coche de la co­rona ducal, con seis caballos negros españoles, empenachados y trenzados de azul y oro, con guarniciones de clavitos, servido por un ooche-

y S. A. R. la Serma. Sra. infanta D." María Teresa. Al lado do la rueda trasera derecha, el capitán

general de Castilla la Nueva, y á su derecha el primer jefe del escuadrón do la Escolta Real, como jefe de carrera.

Al lado de la rueda trasera izquierda el gene­ral Delgado, y á su izquierda el segundo jefe de la escolta.

Al lado de la rueda derecha delantera el pri­mer caballerizo de S. M., y al de la izquierda un caballerizo de campo.

Detrás del carruaje los ayudantes de campo y órdenes de S. M., y detrás tres secciones del es-ouadi'ón de la Escolta Real.

Luego el palafrenero del caballerizo, y á conti­nuación los ordenanzas de los ayudantes de Su Majestad al mando de un sargento.

Damos además, grabados aparte, los principa­les coches que tanto llaman la atención en las

COLOCACIÓN DE LA PRIMERA PIEDRA DEL MONDMEKTO Á DON ALFONSO XII , EN EL PAP.QÜE DE MADRID. Fotografía de Baglíeto.

Maceres de la real caballeriza á caballo. Cuatro caballos con arreos á la oriental, lleva­

dos de mano por alumnos del real picadero. Cuatro caballos, de respeto, dos con silla de

montar de S. M. el Rey, y otros dos de S. M. la Reina, llevados de mano por cuatro palafreneros.

Seis caballos empenachados, de respeto, de SS. MM., encobertados con reposteros ó terlices de terciopelo encarnado, azul, carmesí, verde, morado ó amarillo, bordados de plata ú oro, lle­vados de mano por otros tantos palafreneros.

En el segundo grabado se incluyen: Los picadores, domadores y desbravadores del

real picadero. Lando de bronces, tirado por cuatro caballos

negros españoles, con guarniciones de cifras y trenzadura de madroños, servido por un coche­ro, dos lacayos y cuatro mancebos con librea de media gala; ocupado por cuatro reyes de armas.

Coche de París número 25, tirado por seis ca­ballos alazanes obscuros, españoles, empenacha­dos de blanco con trenzaderas encarnadas y guar­niciones de escudos, servido por un cochero, un postillón, dos lacayos y cinco mancebos; ocupado

Eor dos mayordomos de semana y dos gentiles-. ombres de casa y boca.

ro, un postillón, dos lacayos y orneo mancebos; ocupado por SS. AA. las infantas D." Isabel y D.» Eulalia.

A la portezuela derecha el capitán de carrera, y á la Izquierda un caballerizo de campo.

Detrás seis caballos de la escolta, al mando de un oficial, y el palafrenero del caballerizo.

En el quinto figura el coche de concha, tirado por seis caballos castaños extranjeros, empena­chados y trenzados de azul, blanco, amarillo y oro, con guarniciones de charol con bronces de fantasía, servido por un cochero, un postillón, dos lacayos y cinco mancebos; ocupado por sus Altezas Reales los Sermos. Sres. Príncipes de As­turias.

A los estribos derecho é izquierdo del carruaje, el capitán de carrera y el caballerizo de campo de servicio, respectivamente.

Detrás ocho caballos de la escolta, al mando de un oficial, y el palafrenero del caballerizo.

Por último, ocupa el sexto grabado el coche de la Corona Real, tirado por ocho caballos tordos, extranjeros, empenachados dé blanco con tren-zaduras encarnadas y oro, con guarniciones en­carnadas con bronces de fantasía, servido por un cochero, un postillón, dos lacayos y seis mance­bos; ocupado por S. M. el Rey, S. M. la Reina

grandes solemnidades de la corte de España para la más cómoda observación de sus detalles, que no consiente precisar la vista fotográfica.

Durante el tránsito del real cortejo por la lar­guísima carrera, una inmensa muchedumbre lle­naba las calles y ocupaba balcones y tribunas saludando con cariñoso entusiasmo al Rey y á la real familia.

Cerca ya de San Francisco, en los barrios po­pulares de la villa, hubo una nota simpática, in­teresante y bellísima que el lápiz de Enrique Si-monet ha reproducido artísticamente, y que será más adelante asunto de un cuadro de este nota­ble artista.

Frente al café del Pilar, en Puerta de Moros, un grupo de encantadoras señoritas, que lucían mantones de Manila, esperaban el paso de la co­mitiva para ari'ojar á SS. MM. ñores y palomas. Cuando llegó frente á ellas el coche real, una de las jóvenes, bellísima rubia, llamada Carlota del Hoyo, entregó al Rey un monumental ramo de rosas de té y claveles rojos, s jotoi con cintas amarillas y encarnadas, diciéudji":

—Señor, las muchachas del barrio ofi-eoén á V. M. estas flores.

Otras jóvenes arrojaron entonces varias palo­mas/que cayeron dentro del coche.

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332 • LA ILUSTRACIÓN ESPAÑOLA T AMEUICANA 30 MAYO 1902

, El Rey, muy complacido, tomó el ramo y cogió una paloma, diciendo:

—Gracias, muoliap gj'aoias. Sois muy hermosas y os agradezco mucho Jo que hacéis.

La Reina y la infanta D." María Teresa oele-braron también la feliz ooun'encia de las Jóvenes del barrio de la Latina.

Agradeoido el Rey á tan simpático homenaje, ha decidido regalar á las citadas jóvenes los man­tones que usaron aquel día, y á las que lucieron el de su propiedad, joyas de análogo valor.

El suntuoso templo de San Francisco, donde se atesoran tantas y tan notables obras de nues­tros artistas más preclaros, presentaba solemne y magnifloo aspecto.

A las cuatro menos cuarto llegaron los Prínci­pes de Asturias y las infantas Isabel, Eulalia y María Teresa.

A recibirlos salieron al pórtico el Cardenal San­cha, revestido de pontifical; el Nuncio de Su San­tidad; los Cardenales Arzobispo de Santiago y Obispo de Barcelona y treinta y un Prelados.

Inmediatamente después llegaron SS. MM. S. M. el Rey, después de recibir la bendición

del Cardenal Sancha, se colocó bajo el palio, que era llevado por seis capellanes de honor.

La Reina púsose detrás de su augusto hijo, fuera del palio.

Los Reyes fueron á sentarse á la derecha del presbiterio en el trono.

Al otro lado se colocó el Gobierno con el señor Sagasta á la cabeza.

Los Pi'olados so sentaron enfrente de los Fríp-oipes extranjeros, á la derecha del altar portátil.

El Cuerpo diplomático ocupaba los extremos del templo, á ambos lados del altar, cerca del tro­no y del Gobierno.

Luego seguían á los lados del pasillo central, á ¡a-izquÍ6rd& los Príncipes estranieros, v n la de­recha loa Prelados.

Después los Cuerpos Colegisladores, y á conti­nuación, hasta la puerta de entrada, los Tribuna­les Supremos de Guerra y Marina, el Gobernador, la Diputación y el Ayuntamiento, el Capitán ge­neral, el Gobierno militar, las comisiones milita­res, los Ministerios de la Guerra y Gracia y Justi­cia, con la Audiencia y Tribunal de las Ordenes, la presidencia del Consejo, el Consejo de Estado y el Tribunal de Cuentas, el Ministerio de Esta­do con la Asamblea de las Ordenes, el Ministerio de Instrucción pública con las Academias, los Mi­nisterios de Hacienda, Gobernación, Marina y Agricultura, y, por último, los invitados particu­lares, que llenaban sillas y tribunas hasta las puertas de entrada.

El Cardenal-Arzobispo de Toledo, primado de España, asistido del clero palatino, entonó el 2%-déum, y en la amplia nave del templo resonaron los religiosos cantos de júbilo, que conmovían el alma y arrancaban á Ibs ojos llanto de gratitud. Una brillante composición musical del maestro Mateos, digna de la grandiosidad del acto, levan­taba en sus olas de sublimes armonías aquel can­to que improvisara un día el entusiasmo místico de San Ambrosio y San Agustín, y es el que es­coge la piedad de los pueblos católicos para ele­var al Altísimo la expresión de su gratitud y de BU alegría por los acontecimientos faustos que el cielo les depara.

Un dibujo de Pedrero, nuestro asiduo colabo­rador, y una hermosa composición de Garnelo ilustran esta religiosa solemnidad.

Con solemnidad extraordinaria celebróse en la mañana del 18 la festividad de Pentecostés en la capilla de Palacio.

A las cinco de la tarde del mismo día 18 se efectuó la colocación de la primera piedra del monumento ¡jue ha de erigirse en el Parque de Madrid, á orillas del estanque grande, á S. M. el rey D. Alfonso XII.

El sitio destinado á la ceremonia ofrecía un hermoso golpe de vista. A derecha ó izquierda del paseo se extendían dos grandes tribunas, formando anfiteatro, decoradas con telas de co­lores y limitadas por grandes lanzas con gallar­detes. Las lanzas estaban unidas por guirnaldas de flores y de follaje.

En el centro, y á la orilla del estanque, se ha­llaba la tribuna regia, que figuraba una enorme corona real, de flores, sostenida por lanzas.

Delante de la tribuna real so hallaba un trí­pode cubierto de flores y rematado por hermosa oesta, también llena de flores.

Del centro pendía de una cuerda la primera piedra del monumento, de granito, y de unos cincuenta centímetros de longitud.

. Completaban el adorno grandes lanzas con ga­llardetes.

En la tribuna regia tomaron asiento los Prín­cipes extranjeros, y en la grande de la extrema izquierda los enviados extraordinarios y los re­presentantes del Cuerpo diplomático acreditado en Madrid.

A la hora fijada llegaron al Retiro SS. MM. y Altezas en carruajes abiertos y seguidos por una sección de la Escolta Real.

Los individuos de la .Tunta organizadora, pre­sididos por el Sr. Romero Robledo, recibieron á las personas Reales, y les acompañaron hasta la tribuna.

Cuando el Rey apareció en el antiguo embarca­dero, resonaron entusiastas vítores y un aplauso prolongado, á los cuales contestó D. Alfonso XIII saludando militarmente.

El Rey vestía uniforme de capitán general, cruzando su pecho con la banda de Carlos III y llevando al cuello las insignias del Toisón de Oro. También llevaba S. M. las insignias do algunas otras condecoraciones españolas y extranjeras.

Los Reyes, acompañados de la Junta organi­zadora, de los Príncipes extranjeros y de la alta servidumbre de Palacio, ocuparon la tribuna cen­tral, adonde subieron también los señores mi­nistros de la Gobernación, Guerra, Instrucción pública y Agricultura; los ex presidentes del Consejo señores SUvela y Azoárraga; los ex Mi­nistros señores Villaverde, Duque de Tetuán, Núñez de Arce y López Puigcerveer; el goberna­dor civil, Sr. Barroso; el alcalde, Sr. Aguilera; el capitán general interino Sr. Duque de Ahumada; el gobernador militar, Sr. Villar y Yillate, y otros varios generales.

Cuando llegaron SS. MM. y AA. á la tribuna, el secretario dio lectura del acta de la ceremonia.

Inmediatamente, el Sr. Romero Robledo, pre­sidente de la Junta, pronunció un discurso re-cordflndo las "'lorias del reinado de D. Alfon­so XII, dedicando homenaje respetuoso á la no­ble figura de la augusta Regente, sublimada y engrandecida por larga serie de inapreciables, mudos y tiernos sacrificios, y deseando y espe­rando que el joven Monarca imitase el ejemplo de su malogrado padre.

Al discurso del Sr. Romero Robledo contestó S. M. con otro, saludando á los representantes de las naciones que han asistido á su advenimiento al trono, y á los individuos de la Junta organi­zadora del acto, y terminando con la afirmación siguiente:

«Sabré conservar la tradición gloriosa de la Mo­narquía española, y mi reinado será, á la sombra de la paz, el reinado del derecho y de la justicia para todos.»

Después fueron encerrados en una caja de plo­mo el acta ya citada; dos medallas, una de plata y otra de bronce, conmemorativas de la jui'a de S. M., y números de periódicos de Madrid.

Las personas Reales se colocaron ante el trípo­de de donde pendía la primera piedra, y la caja de plomo fué soldada, colocándola el arquitecto Sr. Grases en la cripta del monumento.

El Nuncio de Su Santidad, asistido por el Obis­po de Madrid, dio la bendición á la primera pie­dra y la roció con agua bendita.

Sonaron los acordes de la Marcha Fusilera y de la Marcha Real, y S. M. el Rey tiró del cordón de seda que retenía la primera piedra, S. M. la Reina de otro cordón, y la piedra cayó, mientras los concurrentes daban vivas á Alfonso XIII y á su madre. Después, entre los aplausos del público, el Rey cogió una paleta de plata y arrojó varias paletadas de tierra sobre la piedra.

A continuación arrojaron también paletadas de tierra S. M. la Reina madre, los Príncipes de As­turias y las Infantas, los Príncipes extranjeros y los individuos de la Comisión.

Luego trasladóse la Real familia al pabellón en que se había colocado la maguette ó reproducción reducida del monumento.

Las augustas personas y sus acompañantes fir­maron en un álbum, que se colocará en la cripta del monumento para que en él estampen su firma cuantas personas de distinción lo visiten.

Entre ovaciones calurosas y espontáneas reti­róse la familia Real.

El acto resultó hermosísimo, y de él da idea la fotografía obtenida para LA ILUSTRACIÓN por el Sr. Baglietto, y que reproducimos en su corres­pondiente lugar.

brillaba con deslumbramientos do cuadro impo­sible de describir.

La función do gala organizada para celebrar la mayoría de edad de S. M. el Roy, ha sido la nota más artística do todos los festejos.

Ramilletes do bellísimas damas, ataviadas con suntuosos trajes y engalanadas con soberbias jo­yas y fragantes flores, llenaban P<TICOS y butacas, destacándose entre rasos y terciopelos, encajes y blondas, las túnicas do los chinos, los jaiques ni­veos de los marroquíes, los uniformes de los maestrantes, do los grandes, do los genlileshom-bres y de los representantes de casi todos los ejércitos del mundo.

A las nueve y veinte minutos, á los acordes de la Marcha Real, entró S. M. en el palco regio, se-guidode su augusta madre, de los Príncipes do Asturias, de las Infantas y de los Príncipes ex­tranjeros.

Una ovación delirante saludó á S. M. Damas y caballeros, en pie, vitoreaban y aplaudían á Al­fonso XIII.

Los guardias Alabarderos colocáronse á ambos lados de la embocadura del escenario, y, bajo la inteligente dirección del maestro Pietro Mas-cagni—laureado autor de Cavalleria rusticana,— comenzó á cantarse la ópera Don Juan, de Mo-zart, por artistas de tan alta reputación como las Srtas. Paooini, D'Arneiro y Pletri, y los señorea Bonoi, Cirotto, Dado, Navarrini y Blanchart.

El espectáculo no estaba en la escena, estaba en la sala, y en la sala fijaba el aristocrático pú­blico toda su atención.

Al finalizar la función—de la cual ofrecemos un recuerdo en la artística página del inspirado pintor Cecilio Pía,—damas y caballeros despi­dieron á las personas Reales con nuevas ovacio­nes y repetidos vivas al joven Monarca.

Un espléndido conjunto de hermosm-a, elegan­cia y distinción ofrecía el regio coliseo el do­mingo d 8 desde las primeras horas de la noche.

Ricos tapices, fronuosas plantas y luagüíficos espejos adornaban el vestíbulo, que, como la sala.

A las cuatro y media de la tarde del 19 efec­tuóse la revista militar en los paseos del Prado, Recoletos y Castellana, hasta el Hipódromo.

Las fuerzas dispuestas para ser revistadas eran las siguientes:

Primera y segunda división orgánica; segunda brigada de Infantería, y la Artillería de la tercera división; división de Caballería; tropas de Inge­nieros afectas al cuartel general; 14.° tercio de la Guardia civil, y compañías de desembarco de la Marina.

Dichas fuerzas estaban mandadas por los ge­nerales Sánchez Gómez, Segura, Aznar, Viso, San Martín, Ampudia, Monleón, Martín del Ye­rro, Fuentes y teniente de navio Sr. Satrústegui.

El resumen de las tropas era el siguiente: Infantería, 20 batallones; Ingenieros, cuatro

ídem; Guardia civil, uno; Marina, dos compañías. —Total, 25 batallones y medio.

Caballería.—Cinco regimientos y uno en escol­tas.—Total, seis.

Artillería. —Cuatro regimientos (dos de á 24 piezas y dos de á 16 de tiro rápido), más dos suel­tas de Marina.

A las cuatro de la tarde ofrecía la Plaza de Ar­mas hermoso golpe de vista. En ella se habían congregado, vistiendo uniforme de gala, todos los elementos militares, españoles y extranjeros, que habían de formar el Estado Mayor y acom­pañamiento.

S. M. el Rey salió momentos después á caballo por la puerta principal, escoltado por los Prínci­pes extranjeros. Vestía el Monarca uniforme de gala de capitán general, cruzado el pecho por la banda del collar de Garlos III, y pendiente al cuello la insignia del Toisón.

Montaba un precioso caballo castaño obscm'o, careto y tresalbo, regalo de su augusta madre. El caballo se llama AU, es de raza austríaca, cru­zado de la casta de los rusos de Orloff y fué do­mado en Viena.

Don Alfonso, que es jinete consumado, fué ob­jeto de inmensa y cariñosa ovación al presentar­se por vez primera en público á caballo. Su ele­gante y apuesta figura arrancó aclamaciones entusiastas á la muchedumbre, que se agolpaba al paso del séquito, en la plaza de Oriente, calle del Arenal, Puerta del Sol, y en todo el trayecto, como también en la línea militar.

Una instantánea nos ha permitido fijar el re­trato del Rey á caballo en aquella tarde en que ejecutaba su primer acto de jefe supremo del Ejército y ¡a Marina.

Acompañaban á S. M. los Príncii-ss üitraujeros y un lucidísimo séquito.

Abrían marcha una sección de la escolta y cuatro batidores.

A las cinco menos veinte minutos llegó Su Ma-jes i i i u , ^ u r lu uai io UD ^^luuiu, a xa jxuca u^iuva*.

El capitán general interino de Castilla la Nue-

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30 MAYO 1302 LA ILUSTRACIÓN ESPAÑOLA T AMEEICANA 333

va, Si'. Duijue de Ahumada, so adelantó S recibir á S. M-; y, colocándose á su izquierda, le acom­pañó en la revista, que pasó el Rey al paso, reco­rriendo la línea hasta su extremo, rindiéndoáele por las ti'opas los honores de Ordenanza (arma presentada y Marcha Real).

EQ la revista invirtió D. Alfonso XIII una hora, y ya de regreso (al trote) á la plaza de Castelai', fué á situarse en el Prado, frente á la Bolsa, con todo el cuartel general y sus respectivas escoltas. Y en el acto partió un ayudante á comunicar al Capitán general la orden de empezar el desfile, y éste comnezó.

Entonces S. M, con un rasgo de delicadeza fi­lial que le enaltece, decidió rendir honores á su augusta madre, poniéndose personalmente al frente de las tropas y desfilando ante ella.

Pasó primero la infantería de marina con su

Uonourrenoia inusitada acudió á la recepción en el Palacio Real, en la noche del 19. La fiesta tuvo la brillantez y la solemnidad que alcanzan cuantas se celebran en la mansión regia.

En la tarde del 20 inauguróse, con asistencia de SS. MM. y AA., en el Palacio de Bellas Artes la Exposición de Retratos, concurso notable do obras pictóricas maestras.

La batalla de flores, celebrada en el Parque de Madrid, la tarde del 20, resultó un espectáculo de incomparable vistosidad.

Entre las verdes alamedas del Parque, en la ancha avenida que se extiende desde las escuelas de Aguirre al Ángel Caído, veíanse las filas de tribunas, de palcos y de sillas.

Premio 3.*̂ Señora uo Guílhou, por una Oon-cJía con jmrlas, negra y blanca.

Carrozas.—Premio primero: Sra. Marquesa de Tovar, por su carretela á la gran D'Atomont.

Promio 2." Sra. Marquesa de Torrolaguna, por el Tocador Luis XV; esta carroza representaba un magnífico tocador con todos sus accesorios.

Premio IS.° Sres. de Bermejillo, por una elegan­tísima corheille.

Las carrozas Un ánfora griega, Una tetera, Una cesta modernista, Una caimán. Una'falúa y otras del Ayuntamiento, fueron de exquisito gusto; pero se presentaron sin opción á premio. A las siete de la tarde cesó la batalla, previo des­file de las carrozas ante la tribuna regia, ocupa­da por SS. MM. y AA.

El lápiz de nuestro laureado colaborador Ma­nuel Alcázar encontró en el desfile la nota bri-

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S. M. SALIENDO DE PALACIO PARA LA REVISTA MILITAR. Ftílüijyílfia do V. Bafad Apayicí.

bandera y dos piezas de desembarco; tras ella pasó la división Sánchez Gómez, los Ingenieros, la Guardia civil, la división Aznar y la brigada de Cazadores.

El desfile de estas tropas duró cuarenta minu­tos. Luego, al trote, pasaron los regimientos de Artillería, con sus nuevos cañones, y después la Caballería al galope.

En el Salón del Prado, los Ingenieros milita­res habían construido tribunas, desde las cuales S. M. la Reina madre. Familia Real, varios Prín­cipes extranjeros, Cuerpo diplomático y altos funcionarios, presenciaron el desfile.

A las siete, el Rey dirigióse por el Prado á la Carrera de San Jerónimo, y de ésta á Palacio, en­tre espontáneas y no interrumpidas demostra­ciones de cariño popular.

En resumen: la revista militar fué un espec­táculo hermosísimo. El pueblo, el ejército y el Rey, contundidos, se mostraron en incomparable manifestación.

Notas de ella son: la admirable página en la que Eduardo Banda, con feliz acierto, reproduce uno de los momentos más interesantes del des­file; el retrato de S. M. el Rey á caballo, y la ins­tantánea tomada en el momento en que D. Alfon­so XIII salía de Palacio para la revista.

De los palcos á los carruajes, y de éstos á las tribunas, llovían ramos de claveles, de gardenias, de pensamientos, de rosas.

A las seis y cuarto se oyó la música de Alabar­deros, y apareció, lejana y vistosa, la regia co­mitiva.

Al pasar los carruajes de Palacio se descubrían los hombres y las señoi-as agitaban los pañuelos.

S. M. el Rey tomó parte activa en la fiesta, disparando, entusiasmado, centenares de rami­lletes.

Entre otras muchas y muy bellas se presenta­ron las siguientes carrozas: Una canastilla mo­dernista, Un caimán, Una falúa. Una amapola, Ánfora griega, Una tetera. Un tulipán. Sombri­lla japonesa. Una carabela, Tocador Luis XV, Concha con perlas, Bombonniére Lilis X V, Una mariposa, Una cuna, C/ii «6an¿eo, y multitud de carruajes magníficamente adornados.

Se calcula que asistieron á la batalla más de 30.000 espectadores.

Los premios se adjudicaron en la siguiente forma:

Coches adornados.—Premio primero: Señoi-a Marquesa de Águila Real, por su; carruaje á la D'Aumont, adornado de rosas y claveles.

Premio 2." Señora de Urcala, por un milord, adornado con palmas y lazos.

llantemente artística que aparece en una página del presente número.

La corrida regia celebrada en la tarde del 21, fué fiesta genuinamente española, fiesta regocija­da y espléndida. La plaza, adornada con ex (uisito gusto, estaba llena de hermosuras ataviadas con mantillas de encaje y de madroños, con pañuelos de Manila y con grupos de rosas y de claveles.

Bajo el palco Real se colocó el zaguanete de Alabarderos.

A las cuatro y media S. M. el Rey dio la señal para el desfile.

Comenzó éste abriendo la marcha timbales y clarineros de la Real Casa.

Seguían cuatro alguaciles á caballo, las carro­zas de los grandes de España, los rejoneadores y sus escuderos. A los estribos de las carrozas iban dos matadores con ^us capotes de lujo.

Formaban la última parte del cortejo los ban­derilleros y picadores desplegados n BIU, y de­trás los mulilleros y monos de plazu.

Los caballeros en plaza eran: D. Antonio de Lu-zunáriz, D. Gabriel de Benito y D. Manuel Ro­mero de Tejada, apadrinados por el Duque de Medlnaceli, Marqués de Tovar y Duque de Mon-tellano.

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REVISTA I\IILITAR. — LAS TROPAS DESFILANDO EN EL SALÓN DEL PRADO ANTE :

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N DEL PRADO ANTE EL REY, LOS PRÍNCIPES Y LOS ENVIADOS EXTRAORDINARIOS.

DIBUJO DE EDJARDO BANDA.

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30 MAYO 1902 LA ILUSTRACIÓN ESPAÑOLA T AJIERICANA N." XX — 337

TIMBALERO, CLARINES, ALGUACILES Y COCHES DE GALA OCUPADOS POR LOS CABALLEROS EN PLAZA Y SUS PADRINOS.

L A C U A D R I L L A .

CORRIDA DE TOROS CON CABALLEROS EN PLAZA. Fulografias de D. Antonio Cánovas.

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FUNCIÓN DE GALA EN EL TEATRO REAL. — PRÍNCIPES Y EM

DIBUJO DE CECILIO PLA

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-PRÍNCIPES Y EMBAJADORES EXTRANJEROS EN EL «FOYER».

DIBUJO DE CECILIO PLA,

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30 MAYO 1002 LA ILUSTRACIÓN ESPAÑOLA Y AMEKICANA N.° XX — 341

EL CAMPO DEL MORO. —VISTA DEL PARQUE Y PALACIO DESDE EL TÚNEL DE SALIDA X LA REAL CASA DE CAMPO.

Fotografía de Ctórátt

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DIBUJO DE MARCELINO DE UNCÍ

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30 MAYO 1002 LA ILUSTRACIÓN ESPAÑOLA Y AMERICANA N." XX — 347

GapUaaeuban las cuaurílias lievertu, Quirnto^ Bombita, Gonejito, Bombita chico y Machaquito,

La familia Eeal, tanto á la entrada y salida de la plaza, como durante la fiesta, íué objeto de aolamaoiones entusiásticas.

Dos instantáneas, que en otro lugar publica­mos, reproducen el aspecto de la plaza, y son de­talles interesantes de la salida de los rejoneado­res y de las cuadrillas.

A las nueve y cuarto de la noche del 21 se or­ganizó la retreta en el Salón del Prado eu el or­den siguiente:

En primer término una sección montada de Guardia civil, y á continuación las bandas de trompetas de los regimientos de Artillería, bata­llón de Telégrafos, i-egimientos do Caballería, tercio de la Guardia civil y brigada do Adminis­tración militar. Seguían escuadras de gastadores, bandas de cornetas y charangas de los batallones de cazadores de Madrid, Las Navas y Barbastro, con 20 individuos más de cada uno de los bata­llones de Barbastro y Madrid y 40 del de Las Navas. Bandas de música y de cornetas y escua­dras de gastadores de San Fernando y Ceriñola con 40 soldados de cada uno de dichos regimien­tos. Después iban la banda de música del segun­do regimiento de Zapadores Minadores, la de cornetas del batallón de Ferroeariles y escuadra de gastadores de la primera de estas unidades. Secoiones de húsares de Pavía y de la Princesa, llevando en el centro una artística farola. Las re­presentaciones que seguían á este grupo pertene­cían á los regimientos de infantería de Asturias, Covadonga, Saboya y Vad-Eas, llevando á los cos­tados derecho é izquierdo fuerzas de húsares de Pavía y de la Princesa. Cerraba la marcha una sección de la Guardia civil. La retreta pasó por la Puerta del Sol á las nueve y media, y llegó á la plaza de la Armería próximamente á las diez.

A las diez y media fué saludada la presencia del Rey con los acordes de la Marcha Real; mo­mentos después se tocó retreta, y los soldados salieron para disolverse en la calle de Bailen.

El notabilísimo dibujante Marcelino de Unceta, ofrece en este número una gallarda impresión de tan fantástica cuanto hermosa üesta.

La garden-j)arlij celebrada en el Campo del Moro la tarde del 23 fue una fiesta encantadora y animadísima.

Señalaban las invitaciones las cuatro y media para dar comienzo á la fiesta; pero desde mucho antes comenzaron á llegar invitados á los jardi­nes, penetrando en ellos por las tres puertas: del paseo de San Vicente, la del túnel y la de la cuesta de la Vega.

A los pocos momentos no se encontraba nin­gún paseo donde no hubiese buen número de personas ocupando las sillas ó los bancos rústi­cos, paseando ó formando animadas tertulias.

Como siempre, era centro principal de la fiesta el Salón, bellísimo paseo situado en el centro de los jardines: en uno de sus extremos le adorna la artística fuente de las Conchas; al otro, el chalet de la Reina. A un lado está el del Rey. Detrás de la fuente de las Conchas, el lawn-tennis.

Mientras los Invitados paseaban ó descansaban, la banjja de música del Real Cuerpo de Alabar­deros y otras de los regimientos de la guarnición amenizaban la fiesta.

Los murmullos de la concurrencia anunciaron que S. M. el Rey llegaba á los jardines. Eran las cuatro y media en punto. Cuatro mayordomos de semana abrían paso difícilmente á la Corte.

Acompañaban á D. Alfonso XIII S. M. la Reina madre, los Príncipes de Asturias, las infantas D." María Teresa, D.» Isabel y D." Eulalia, los Duques de Calabria y los Príncipes Duque de Montpensier y Jenaro de Borbón.

Las regias personas entraron en los jardines en landeaux, llegando en ellos hasta la alameda de la fuente de las Conchas. Desde allí, atrave­sando el Salón por entre nutrida concurrencia, dirigiéronse á pie hasta el chalet Real.

No pocas veces se detuvo S. M. el Rey, por im­pedir el paso la concurrencia. A todos saludaba Alfonso XIII, correspondiendo á las manifesta­ciones de cariño que recibía.

Apenas llegaba la Real familia al chalet, el al­calde de Madrid solicitó la venia de S. M. para presentarle á los alcaldes de toda España.

Aoedió á ello el Rey, y el Sr. Aguilera hizo la presentación.

El iujfet se sirvió en gi^andes" mesas situadas en el Salón, en las cercanías de la fuente de las Conchas y en la calle de los Plátanos. A las seis y media, entre atronadores vivas, se retiraron

las personas reales, y algún tiempo después los invitados, cuyo número excedió de 10.000.

Como recuerdo gráfico de esta gratísima recep­ción, publicamos un interesante dibujo de núes-. tro redactor artístico Luis Palao, reproduciendo la bajada de la Real familia y entrada de invita­dos, y cuatro fotografías de las fachadas Norte y Poniente del Real Palacio, con el parque llamado «Campo del Moro», del Parque y del Palacio des­do el túnel de salida á la Casa de Campo; de la llegada de SS. MM. y AA. á la plazoleta de las fuente de las Conchas, y del Salón y fuente de las Conchas, desde la plazoleta del chalet.

A W_A S OBÜS

En la tarde del 24 se veriñoó, en el Palacio de Museos y Bibliotecas, el festival académico or­ganizado por el Ministerio de Instrucción públi­ca para solemnizar la jura de S. M. el Rey.

El acto celebróse en el salón principal, adorna­do, como la escalera y el vestíbulo, con banderas, tapices y plantas.

A las cuatro y media se anunció la llegada de SS. MM. y AA., y ejecutó la Marcha Real la mú­sica de Alabarderos y una orquesta que se halla­ba eu la sala, dirigida por el maestro Bretón,

Entraron las personas Reales en el salón, sien­do vitoreadas por la numerosa concurrencia, y ocuparon los sillones del trono eu la siguiente forma:

S. M. el Rey en el centro; á su derecha la Prin­cesa de Asturias, el príncipe D. Carlos de Borbón, la infanta D." Isabel, el Duque de Calabria y el príncipe D. Jenaro de Borbón. A la izquierda de D. Alfonso XIII, su augusta madre, la infanta D," María Teresa, la infanta D.° Eulalia y Su Al­teza la Duquesa de Calabria.

Cuando se sentaron las personas de la Real fa­milia, los alumnos del Conservatorio, acompaña­dos por la orquesta y dirigidos por el maestro Bretón, entonaron un himno dedicado á D. Al­fonso XIIL

Después dio lectura el Ministro de Instrucción pública á un discurso presentando al Rey á las Academias y Universidades.

A ooncinuacióu se l e y e r o n discursos de la Academia Española, de la de San Fernando, de la de la Historia, de la de Ciencias Exactas, Fí­sicas y Naturales, de la de Ciencias Morales y Políticas, áfc la Real de Medicina, de la de Juris­prudencia; de las Universidades de Salamanca, Valladolid, Barcelona, Zaragoza, Valencia, Sevi­lla, Santiago, Granada, Oviedo y Madrid; del Cuerpo de Archiveros, Bibliotecarios y Anticua­rios; del Consejo de Instrucción pública, y del Ateneo de Madrid,

Después de leer los citados discursos, S. M. el Rey dio lectura al suyo, saludando á las Acade­mias, Universidades y al Magisterio español,

El Rey saludó á los reunidos, manifestó su es­peranza de que con la ayuda de todos y de Dios, fuente de toda ciencia, y cumpliendo cada cual con su deber, como él ha de cumplirlo, sea su reinado de justicia, de progreso y'de regenera­ción.

Luis Palao, con prodigiosa exactitud y fideli­dad, acertó á copiar el cuadro que ofrecía el salón del palacio de Museos y Bibliotecas, en uno de los instantes de más interés de este severo y lu­cido festival.

Hemos llegado al fin de la explicación de los grabados de este número, en el que pretendimos hacer la crónica gráfica de las fiestas en Madrid celebradas con motivo de la jura de S. M. el i'ey D. Alfonso XIIL

LA ILUSTRACIÓN ESPAÑOLA Y AMERICANA ha querido rendir homenaje de admiración y de ros-peto al joven Monarca, y como condensación de sus esperanzas y de sus anhelos hizo modelar al escultor C. Valera un medallón conmemorativo que expresa en su lema lo que está en todos los corazones y en todos los labios: ^Per progeniem successio, tnspiritu continuatio.»

Así debe ser y así será el reinado de D. Alfon­so XIIL

Estrechamente unidas las figuras del padre y del hijo, es seguro que el enlace será asimismo estrecho en punto á las ideas.

Don Alfonso XHI es, por la sangre, heredero de D. Alfonso XII, y está llamado á ser, por su espíritu progresivo, el continuador de la gran obra emprendida por su augusto padre.

Hagamos votos fervientes por que estas espe­ranzas cristalicen en hermosa realidad, y. cerre-mÓB'eStasnotás'óott'elgritoque.Iriiisl'alao pone en boca del heraldo, que ha trazado en la cubier­ta del presente número: ¡Viva el Rey!

La fuerza en extremo violenta del sol en Terano perjudi­ca frecuentemente el color del rostro, que las sombrillas no defienden suíIcienteinentG, y laB damas cuidadoaan de con.'iervar su belleza no esperan aquellos molestos efectos. Se previenen empleando la exquisita y V é r l l n l í l e E a u de l%Iiioii, soberana para el rostro. Pídase á la Parfttmeríe Ni-,toi¡, 31, rite dn Quatre-SeptemJire, Parts, la %^érl<«lilo E a u d e .%'Inon (frasco G fr.; franco, O fr. 60) exigiendo el nom­bre á íin de evitar falsillcaeionGs.

Y con objeto de que la graciosa sonrisa guarde armónica relación con el rostro rojuveneéido,"emplead loa excelentes l íca t i f r ice .s des ICcucdic t lns d u MoiiC-lSaJel la , do • quienes es administrador en París M. E. Senet, 35, niíe du Qimtre-Septemhi-e El E l i x i r , la l *oudre y la l*a(e d e u t U I r i cc de los Padres Bededictínoa vuelven los'dlentes blan­cos y hermosos, las encías de color de rosa y la boca fres­ca y sana.

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Page 31: Ejemplar ilustración española y americana   madrid 30-05-1902 - juramento de alfonso xiii

•348 — N." XX LA ILUSTRACIÓN ESPAÑOLA Y AMERICANA 30 MAYO 1002

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Reservados todoa los derechos de propiedad artística y literaria. El papel de este periódico ea de la íábritía

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