Ego y Alter Atacama

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This research focuses on the name of the “Atacamenian” people, on how and when they were appointed in this way. From this perspective, the written records of naturalists, missionaries, public administrators and archaeologists of the XIX and early XX Centuries display concepts and conceptions that even today determine the readings of this town of Atacama. Therefore, ethnicity in Atacama is examined under two main sources: ethnohistoric accounts and ethnographies collected between Atacama residents and leaders in recent years. Both sources of evidence give light on a paradoxical ethnogenesis: the emergence of a social subject: the result of a pact between the winner of the Pacific War (Chile) and Atacama ownerspeasant groups, who, in fact, will become part of the campaign of integration and “Chileanization” of the Bolivian Atacama.

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  • Milton Godoy O.

    145N 46 / 2013, pp. 145 - 164Estudios AtacameosArqueologa y Antropologa Surandinas

    ResumenEsta investigacin se centra en el denominado pueblo atacameo, en el cmo y cundo fueron nombrados de esta manera. Desde esta

    perspectiva, los registros escritos de naturalistas, misioneros, ad-ministradores pblicos y arquelogos del s. XIX y principios del XX

    muestran conceptos y concepciones que hasta hoy determinan las lec-turas de este pueblo de Atacama. Por lo tanto, la etnicidad en Atacama

    es examinada bajo dos fuentes fundamentales: relatos etnohistricos y etnografas recogidas entre pobladores y lderes atacameos en los ltimos aos. Ambas fuentes entregan datos sobre una etnognesis paradjica: la emergencia de un sujeto social, producto de un pacto

    entre el triunfador de la Guerra del Pacfico, Chile, y los grupos campe-sinos propietarios atacameos, los cuales, de hecho, se harn parte de

    la campaa de integracin y chilenizacin de la Atacama boliviana.

    Palabras claves: identidad cultural - etnognesis - etnopoltica - San Pedro de Atacama - atacameos.

    AbstractThis research focuses onthe name of the Atacamenian people, on

    how and when they were appointed in this way. From this perspective, the written records of naturalists, missionaries, public administrators

    and archaeologists of the XIX andearly XX Centuries display concepts andconceptionsthat even today determine the readings of this town

    of Atacama. Therefore, ethnicity in Atacama is examined under two main sources: ethnohistoric accounts and ethnographies collected

    between Atacama residents and leaders in recent years. Both sources of evidence give light on a paradoxical ethnogenesis: the emergence of

    a social subject: the result of a pact betweenthe winner of the Pacific War (Chile) and Atacama ownerspeasant groups, who, in fact, will

    become partof the campaignof integration and Chileanization of the Bolivian Atacama.

    Key words: cultural identity - ethnogenesis - ethnopolitics - San Pedro de Atacama - Atacamenians.

    Recibido: marzo 2013. Aceptado: julio 2013.

    D Introduccin

    La etnicidad atacamea se inserta en el campo de estu-dios multiculturales que en los ltimos 30 aos ha si-tuado el concepto en un espacio reflexivo que permite comprender fenmenos asociados a los procesos de et-nificacin que se han observado en Chile y otros pases latinoamericanos. Esto involucra tanto la construccin/revitalizacin de identidades culturales originarias, como el despliegue de estrategias polticas frente a la sujecin y asimilacin de la diferencia cultural a travs de procesos de inclusin y exclusin por parte de la sociedad mayor.

    Esa condicin proyectada a travs del tiempo, da expre-sin a una determinada dinmica socio y etnopoltica entre los distintos grupos existentes en Atacama. Ella adquiri dimensiones sociales y alcanz expresiones ra-cistas que siguen vigentes hasta hoy. Sin embargo, en los ltimos 20 aos, pese a la diversidad interna, los lderes atacameos se presentarn frente a otros grupos nacio-nales, como un cuerpo social homogneo, situacin que ser estimulada desde la propia poltica de la diversidad cultural llevada a cabo por el Gobierno de Chile.

    Lo tnico, como diferencia cultural2, se ha transformado en un reto conceptual y metodolgico debido a la emer-gencia de nuevas identidades tnicas que han puesto en cuestin las antiguas unidades culturales. Es preci-samente la aparicin de nuevos grupos tnicos lo que ha permitido evaluar la condicin sociocultural de este fenmeno.

    11 Departamento de Antropologa, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Chile. Ignacio Carrera Pinto 1045, uoa, Santiago, CHILE.

    Email: [email protected]

    Construccin social de la etnicidad: Ego y alter en Atacama

    Hctor Morales M.1

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    Hctor Morales M.

    En este artculo, se considera la hiptesis que en Atacama opera un sistema intertnico a manera de una estructura social que permite el intercambio simblico, econmico, social e incluso cultural entre diferentes grupos tnicos, a lo menos entre atacameos campesinos del oasis de San Pedro de Atacama, pastores de Puna denominados collas y grupos quechua asentados en la cuenca del Alto Loa. Por tanto, el propsito de este trabajo es caracterizar esta situacin de gnesis y relaciones entre los distintos gru-pos sociales de Atacama.2

    Respecto de la metodologa de investigacin, ser emi-nentemente cualitativa; se reconstruirn discursos y agentes de etnizacin a travs de las fuentes bibliogr-ficas. Posteriormente, en el trabajo de campo, se recopi-laron etnografas de los diversos grupos comprometidos en estos procesos. Los resultados de esta investigacin dan cuenta de las diferencias entre los distintos grupos sociales y con ello, permiten contribuir a un mejor enten-dimiento de las dinmicas socioculturales en Atacama.

    D Nominaciones: Naturalistas, misioneros, militares, funcionarios y arquelogos en Atacama

    Los diversos documentos evidencian la presencia de dis-tintos actores que estamparon sus registros en textos y manuscritos que dan cuenta de las singularidades de las

    2 Mientras en Europa lo tnico puede aludir a las antiguas naciona-lidades imaginadas o inventadas que dieron origen a los modernos Estados nacionales (Anderson 1993; Zizek 1998, 2001; Hobsbawm 2002 [1983]), en Amrica Latina alude a pueblos originarios, gru-pos descendientes directos de las primeras poblaciones que habita-ron el continente. Pese a que la categora de indio e indgena tie-ne sentidos mltiples, el concepto refiere a una condicin histrica que emerge de la conquista hispnica y de su posterior proyeccin poscolonial en las repblicas criollas (Abercrombie 1991, 2006; Alb 2000; Boccara 1999, 2002; Degregori y Portocarrero 2004; Daz-Polanco 2006). Lo tnico se vincula, pues, a un esquema de dominacin que se extiende desde el estigma de la identidad cul-tural degradada, al sometimiento poltico y la exclusin socioeco-nmica (Stavenhagen 2000, 2001; Hopenhayn 2005). La idea de grupos sociales responde a las cualidades socioeconmicas de productores agrcolas, ganaderos y pastores especializados insertos en el mercado regional. Por ltimo, la referencia a grupos culturales tiene relacin a marcadores religiosos, tecnolgicos y organizacio-nales, entre otros (Bartolom 1979, 2000, 2004).

    poblaciones en Atacama, y es precisamente, la lengua como marcador cultural la que permiti establecer la diferencia y la singularidad ampliamente relatada en dis-tintos perodos (DOrbigny 1839; Philippi 1860; Moore 1877; Bertrand 1885; San Romn 1896; Vasse 1896; Crqui-Monfort y Snchal 1904; Schuller 1908; Uhle 1912). sin embargo, existen otros tipos de marcadores culturales como la arquitectura, la alimentacin, los cul-tivos, la religin, que en general, responden ms bien a una matriz regional andina.

    En este apartado nos concentraremos en la nominacin del pueblo atacameo, cmo y cundo fueron nombrados por sus vecinos, y por ellos mismos reconociendo el s. XIX como el momento en que aparecen conceptos y con-cepciones que hasta hoy determinarn las lecturas de este pueblo de Atacama.

    Fue el naturalista DOrbigny (1839), quien termin con el "panquichuismo" andino, considerando a los lipes o ata-cameos como eslabn entre los quechua y mapuche. En su obra evidencia la diferencia lingstica entre quechua, atacamas y mapuche. Aqu se termina con la creencia de que el quechua era una lengua generalizada a todos los pueblos de esta regin andina. Esto se reafirma con pos-teriores descripciones escritas al respecto. Un dato his-trico relevante es que en sus escritos denomin a estos pobladores como Los Atacamas (Schuller 1908: 8).

    Cerca de 20 aos despus, otro naturalista, Philippi, via-j a peticin del Gobierno de Chile a la antigua regin de Atacama, que se extenda desde el ro Copiap hasta el puerto de Cobija. Indic en 1853 que la lengua de Ataca-ma era totalmente distinta a la de sus vecinos. Con cierta probabilidad, por primera vez, en trminos formales, de-nomina a los habitantes de Atacama como atacameos. En adelante, los indgenas o indios de Atacama sern llamados atacameos. Confirm adems que la lengua de los atacameos es un idioma particular, enteramen-te distinto del quechua y del aymara como del chileno (Philippi 1860: 56), concordando as con DOrbigny. Por lo anterior se atrevi a reunir un pequeo vocabulario de este idioma y a cotejar sus trminos con el quechua, el aymara y el chileno. Seal que este idioma era hablado en esa poca por una poblacin de tres a cuatro mil al-mas (Philippi 1860: 56), y que son poqusimos los blan-cos residentes en sus pueblos Toconao, Soncor, Socaire,

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    Peine, Antofagasta de la Sierra y unos pequeos lugar-citos del cantn Chiu Chiu (Philippi 1860: 56), lo que obviamente facilita la conservacin de la lengua propia.

    Segn Philippi, el atacameo es por entonces mucho ms hablado todava en el rea de San Pedro y los contornos del Salar de Atacama, y raramente ya en el rea del Loa Superior. Esto podra deberse a dos factores: el mayor po-blamiento de la zona de Atacama desde tiempos antiguos y el mayor trfico regional por Chiu Chiu hacia la zona costera de Cobija, exponindolo a visitantes y migracio-nes fundamentalmente quechua. El autor afirma que la distribucin geogrfica de esta lengua fue mayor: [] se hablaba tambin en Chiu Chiu y Calama, pero actual-mente lo ha subrogado el espaol en estos pueblos y solo personas muy anzianas entienden todava la lengua de sus padres (Philippi 1860: 56).

    Aqu se tiene la comprobacin notoria de lo que ocurra en Chiu Chiu: los ancianos an lo hablan en 1853-1854 (po-ca del viaje de Philippi), lo mismo que en Peine, con mo-tivo del viaje de Mostny en 1949, un siglo despus, quien escucha hablar la lengua kunza a unos pocos ancianos.3

    Para Philippi, en esta poca (1858) en toda la zona de Atacama imper la lengua quechua de los incas. Turi, en el sector norte, y Catarpe junto al Pucara de Quitor, fueron baluartes del Inka y centros de control de la po-blacin atacamea y, por lo tanto, la lengua quechua fue ampliamente conocida en Atacama. Probablemente sus caciques la aprendieron conforme a la costumbre inca de ensearla a los pueblos conquistados. Por eso, tal vez, el quechua se introdujo en el kunza, dejando en l muchsimos vocablos hbridos, lo que fue demostrado por (Lehnert 1981,1991), probablemente en base a Vas-se, estudioso sacerdote polglota y cura de San Pedro de Atacama (Vasse et al. 1896), que muestra que pese a la presencia quechua, que debi ser fuerte en la zona, no se impidi la conservacin de la lengua de Atacama o kunza hasta casi mediados del s. XX (Mostny 1954).

    Una dcada despus de la expedicin de Philippi, el via-jero alemn Tschudi (1869), recorre toda la zona de Ata-

    3 Resulta de sumo inters la precisin de Philippi de que esta len-gua es hablada tambin en Antofagasta en la costa a 300 kilme-tros de San Pedro de Atacama (1860: 56).

    cama proponiendo que la afiliacin lingstica de los indgenas del desierto era una fraccin refugiada en las escarpadas serranas del pueblo Calchaqui provincia de Salta, Catamarca y La Rioja (Schuller 1908: 8). Otro aporte importante es el de Moore (1877), quien reafirma la particularidad del idioma y la cultura en Atacama.

    En un pequeo artculo el ingeniero y gegrafo San Ro-mn, llama kunza a este idioma, que traducido al caste-llano significara nuestro. Este funcionario pblico del Gobierno de Chile, tipifica como ingeniosa la teora de Tschudi, respecto de la pertenencia de los atacamas a la cultura Calchaqu, diciendo que [] no cabe duda que el kunza pertenece a la misma rama de que ha nacido el aimara, puquina, canchi o quichua (San Romn 1890).

    Agrega Vasse, que las poblaciones ubicadas arriba de Atacama, en las serranas, eran llamadas lickan (hombres de arriba). De la misma manera, los habitantes de Socai-re, segn San Romn, llamaban vaquit a quienes vivan en los pueblos de abajo.

    Vasse menciona que:

    [] lickan: El pueblo por excelencia. -Ese trmino designa ex-clusivamente a S. Pedro de Atacama. Para designar a otros lu-gares habitados, los atacameos empleaban Leri.- De ah podra deducirse que Lickan era el nombre de Atac. antes de la conquis-ta.- Usase para designar toda la rejion atacamea, en el sentido de pas, nacin; pero se emplea entnces la forma siguiente: Lic-kana: rejion atacamea Lickantacki: atacameo (1896: 23).

    As, lickana significa regin atacamea (Figura 1). Des-de un anlisis etimolgico comparado, segn Tschudi (1869) el vocablo atacama derivado de patacama, significa reunin de jefes.4 Otra posibilidad es la no-minacin propia de la lengua kunza, donde existe la palabra tecar, que significa fro, tener fro, tecama: tengo fro, donde se asocia la nominacin a un factor climti-co. Finalmente atacameo ser en idioma kunza, tecama (Schuller 1908: 8).

    4 Puede que se haya dado el nombre al desierto, por los conquis-tadores incas antes de la llegada a Chile, o por los numerosos indios quechuas que acompaaron a Almagro, quien design a San Pedro de Atacama como punto de reunin para las gentes, al regresar a Per (Oviedo 1902 (1557).

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    Segn lo expuesto, no existe consenso respecto del origen y afiliacin de la lengua de los atacamas o ata-cameos. No obstante, por un lado, las descripciones apuntan a dar coherencia a una unidad administrati-va homognea y diferenciada de sus vecinos (Philippi 1860; Moore 1877; San Romn 1890), y por otro, a ins-cribir la tradicin atacamea dentro de una unidad ma-yor con cabecera en la nacin diaguita (Tschudi 1869; Vasse et al. 1896; Schuller 1908), abarcando gran parte de las unidades coloniales existentes, y que incluan a Chile, Argentina y parte de Bolivia. Estos naturalistas, misioneros y administradores estatales del s. XIX, son contratados por el Estado de Chile para delimitar una unidad administrativa funcional a los intereses estatales en esta zona. No es menor el hecho que Philippi recorra estos lugares cuando an pertenecen a Bolivia, 25 aos antes de la Guerra del Pacfico. Con posterioridad a la guerra, era clave otorgar unidad a esta regin y las hip-tesis de Tschudi (1869) y de Schuller (1908) no son fun-

    cionales a la integracin de este territorio a Chile, pero s lo ser la hiptesis de San Romn (1890) que asigna pertenencias de estas poblaciones y territorios al mundo andino septentrional.

    El corregimiento de Atacama comprenda una zona allende los Andes, esta unidad territorial administrativa presenta-ba rasgos culturales comunes, todos hablaban la lengua kunza. Vasse (1894) asegura que as ocurre en pueblos como Susques, Catua, Antofagasta de la Sierra y otros ms que l suele visitar pastoralmente desde el Curato de San Pedro. Esta franja, hoy parte de Argentina, perteneca a Atacama, desde donde se ejerca control administrativo y religioso. Despus del Tratado de 1899, pas a engrosar la provincia de Jujuy y la de Salta, en Argentina.5

    5 Vasse y colaboradores (1896) mencionan la dependencia del idioma kunza con la nacin calchaqu.

    Figura 1. Nominaciones tnicas kunza (Morales 2010).

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    Para reafirmar lo anterior, en investigaciones sociolin-gsticas muy recientes se ha establecido que La fito-nimia en el rea de San Pedro de Atacama proporciona evidencia de que, en el pasado, se hablaron tres lenguas aborgenes: quechua, aymara y kunza (Snchez 1998: 1), reafirmando la diversidad de grupos culturales en Ataca-ma a travs del tiempo, hecho que se expresa en las nomi-naciones sobre el entorno natural y social.

    Otros relatos nos entregan arquelogos en Atacama. Se inician con Uhle (1912)6, quien fue uno de los primeros investigadores en otorgar un significado tnico y cul-tural a la palabra atacameo para referirse al registro arqueolgico de un rea y poca prehispnica determi-nada. Aos despus, Oyarzn (1935) y Latcham (1938) retoman estas concepciones tnicas, refirindose a los materiales y sitios arqueolgicos como partes de la cul-tura atacamea.

    Los planteamientos de esos investigadores continuaron influenciando a otros estudiosos en una poca en que el prisma que rega la antropologa del norte de Chile rara vez dejaba ver otra cosa que no fuera atacameos (Cas-tro 1998: 9). En este contexto Mostny (1954) publica su trabajo realizado en Peine, al sur del Salar de Atacama.

    En 1954, el sacerdote jesuita belga Gustavo Le Paige llega a vivir a San Pedro de Atacama, iniciando as una larga trayectoria de investigaciones arqueolgicas, bajo el en-foque de estudios de secuencias, plantea una continuidad cultural de larga data para los atacameos.

    Durante el Primer Congreso de Arqueologa Chilena rea-lizado en San Pedro el ao 1963, Le Paige defiende la tesis de continuidad cultural de los atacameos desde tiempos prehispnicos hasta la actualidad. Contrariamente a lo planteado por l, este congreso discute y acuerda abando-nar las categoras tnicas en la designacin de las culturas prehispnicas y sustituir la denominacin Cultura Ata-camea por la de Complejo Cultural San Pedro (Castro 1998: 10; Orellana 2006). Sin embargo algunos investi-gadores continuaron hablando de atacameos en su ter-

    6 Es quien inicia la etnificacin de la data arqueolgica con el etn-nimo atacameo, contribuyendo a crear el imaginario sobre este pueblo originario y propio del norte de Chile, en oposicin a lo aymara (Bolivia) y quechua (Per).

    minologa de sitio-tipo, como Nez (1992). Entre otros, que dan adscripcin tnica al registro arqueolgico se mencionan a Mostny, Le Paige y Bittman (Ayala 2006).

    En ese contexto se discutieron nuevas ideas, se evaluaron los antiguos problemas y mtodos de investigacin y se comenz a cuestionar la unidad cultural atacamea con la influencia de los estudios regionales en arqueologa. De este modo, se enfatiz en las particularidades locales, se defini una serie de periodificaciones y se identifica-ron complejos y fases culturales en vez de tnicas.

    La discusin fue enriquecida sustancialmente con las investigaciones realizadas en el Loa Superior, las cua-les, influenciadas por el planteamiento de Murra (1972) acerca de la verticalidad ecolgica, postulan el arribo de una colonia altiplnica en Toconce, en perodos tardos de ocupacin (Aldunate et al. 1981; Berenguer et al. 1984). Esto conllev a la identificacin de grupos locales en Ata-cama y poblacin fornea del altiplano, definindose las tradiciones del desierto y altiplnicas que se convirtieron en uno de los marcos referenciales ms importantes de la arqueologa nortina (Schiappacasse et al. 1989; Castro 1998; Uribe y Adn 2003).

    Las nominaciones formalizadas a travs de escritos e in-formes nos permiten fundamentar la adscripcin tnica de los habitantes de Atacama. As el concepto atacame-o difundido ampliamente por los arquelogos para la prehistoria, es adoptado por las organizaciones indgenas contemporneas para dar nombre y profundidad crono-lgica a su cultura y patrimonio tnico.

    D Atacameos, collas y quechua

    Nos detendremos en la sociedad atacamea de fines del s. XIX, porque se encuentra un conjunto de documentos escritos y memorias de una poca cruzada por tres acon-tecimientos (mercantilizacin a propsito del traslado de ganado de Argentina a Chile por esta zona, la Guerra del Pacfico y la chilenizacin7 de Atacama), que fundarn y

    7 La chilenizacin de Tarapac (1880-1922) (Gonzlez 2002) y para San Pedro de Atacama (Mercado 2007) respectivamente, es la de-nominacin utilizada para designar un proceso de aculturacin de las zonas ocupadas o incorporadas por Chile, tras la Guerra del

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    fundamentarn un proceso de formacin de sujetos so-ciales y una etnognesis8, a nuestro parecer, paradjica.

    La sociedad atacamea de los oasis de San Pedro de Ata-cama, asumir el control de una actividad econmica al-tamente estratificada, asociada al traslado y alimentacin de ganado, sern ellos quienes denominarn a sus veci-nos segn su conveniencia y funcionalidad. Encontrare-mos que a los habitantes de la Puna se les design como collas y a las poblaciones de el Loa se les nombr como quechua o bolivianos. En la actualidad, se mantienen estas adscripciones, ambos grupos nominados recono-cen al kunza como lengua ancestral y al mismo tiempo, mencionan que la adscripcin tanto de colla como de quechua o boliviano, apunta a degradar su condicin.

    El marcador cultural lingstico, ha permitido, en Ataca-ma, la diferenciacin con otros grupos culturales, como vimos en relatos de naturalistas, misioneros, administra-dores y arquelogos en Atacama, en distintas pocas. Por lo tanto, si hay algo que da unidad a las poblaciones de la Puna de Atacama, de San Pedro de Atacama y de la cuen-ca de el Loa es su memoria respecto del idioma nativo, el kunza. No debemos olvidar que estas poblaciones perte-necan al Corregimiento colonial de Atacama (Figura 2).

    La sociedad atacamea a fines del s. XIX

    Desde mediados de este siglo en adelante, existi en San Pedro de Atacama una estratificacin socioeconmica que diferenciaba a los grandes propietarios y comercian-tes de los indgenas. Estos ltimos, sin embargo, presen-taban importantes diferencias segn su disponibilidad de medios productivos y condicin de propietarios o tra-bajadores asalariados:

    La jente algo acomodada es casi toda comerciante o traficante en ganado que se importa de la Repblica Arjentina. Los indios propietarios tienen la mayor parte de sus terrenos con alfalfa, otra con maz i la menor con trigo o cebada; cosechan tambin la fruta del algarrobo [...] i la del chaar []. Los indios menos acauda-

    Pacfico, con la finalidad de instalar tradiciones y valores culturales chilenos a las poblaciones locales de esa zona del pas.

    8 Ser la emergencia de un sujeto social, tambin se entender como un proceso de transformaciones identitarias (Abercrombie 1991; Boccara 1999, 2002; Alb 2000).

    lados tienen su pequea recua de burros i se ocupan en acarrear a Caracoles lea de pingo-pingo, de romerillo, etc. En fin, los que nada tienen se ocupan de segadores, jornaleros, etc. (Bertrand 1885: 272, en Sanhueza y Gundermann 2007).

    Este tipo de diferenciacin econmica es perceptible tambin durante el perodo boliviano. La poblacin in-dgena conformaba un estrato tributario con una bien diferenciada condicin poltica, social y econmica res-pecto del grupo dominante en la estructura social. No obstante, ello no impidi que por va de su insercin en redes mercantiles, un sector indgena alcanzara un poder econmico, incluso mayor que el que pudieron ostentar algunos ciudadanos bolivianos. Al describir la actividad productiva y comercial de los pobladores de San Pedro de Atacama, poco antes de la Guerra del Pacfico, Vidal Gormaz (1879, cit. en Sanhueza 2007), destacaba entre las principales fortunas del pueblo al menos dos casos correspondientes a indgenas que eran importantes pro-pietarios de ganado, tierras y capital en dinero. Es muy probable que este tipo de movilidad econmica haya permitido a algunos tributarios el acceso a la condicin social de vecinos, atendiendo a la comn relacin entre posesin de bienes y estatus social.

    Posteriormente, como consecuencia de la Guerra del Pa-cfico (1879-1884) el Estado chileno anex a su territorio una enorme extensin de tierras y recursos, actualmente correspondientes a las regiones del Norte Grande. Los principales intereses econmicos que desataron el con-flicto blico se congregaban especficamente en los cam-pos de salitre del desierto intermedio y en los puertos del Pacfico. Sin embargo, y aunque aparentemente no estuviera entre sus objetivos iniciales, el dominio chileno terminara incorporando tambin los territorios interio-res de las hasta entonces administraciones peruana y bo-liviana. En el caso de Bolivia, el Distrito Litoral o Lmar, cuya capital era el puerto de Cobija, inclua, en el desierto y tierras altas del interior, la subprefectura de Atacama. Su anexin conllevara la incorporacin definitiva de su poblacin a la jurisdiccin chilena.

    La arriera constituy, desde los inicios del perodo Re-publicano boliviano (1825-1884), uno de los principales rubros econmicos desarrollados por los indgenas de Atacama. Esta actividad permiti acceder al circulante necesario para cubrir el pago anual de las tasas y la in-

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    Hctor Morales M. Construccin social de la etnicidad: Ego y alter en Atacama

    sercin de al menos una parte de las economas comuni-tarias locales en el nuevo orden neocolonial. Articulando estrategias mercantiles con estrategias tradicionales de movilidad, la arriera permita integrar la produccin agrcola, ganadera y minera local, as como la intermi-tente actividad portuaria con los principales mercados altiplnicos. La poblacin tributaria de Atacama era fre-cuentemente descrita como arriera, especialmente los habitantes de la regin del ro Loa, ruta obligada entre el puerto de Cobija y el Alto Per. Durante este perodo, el concepto de arriero se aplicaba al individuo que se de-dicaba al flete o transporte de productos a lomo de mula, y que combinaba el comercio o intercambio de bienes propios o adquiridos por su cuenta, con el trabajo asa-lariado, trasladando mercancas pertenecientes a funcio-narios o particulares espaoles. Los arrieros de Atacama, a pesar del costo elevado que significaba su adquisicin, con frecuencia fueron dueos de las mulas con las que trabajaban y, al menos en los viajes a larga distancia, este

    animal de carga logr desplazar a los camlidos (Sanhue-za 1992; Sirez 1998).

    Hacia mediados del s. XIX, Philippi (1860) calificaba a la arriera como la principal ocupacin de los atacame-os, describiendo un intenso movimiento de mercade-ras desde Cobija a los valles tarijeos y a las provincias argentinas, introducindose tambin productos marinos adquiridos por intercambio con los indgenas de la cos-ta. Los arrieros atacameos adquiran las mulas de los argentinos que introducan ganado por San Pedro de Atacama y posiblemente tambin las compraban directa-mente en los valles de Salta. Aunque su valor en el merca-do era considerable, la demanda de fuerza de trabajo para los fletes y el comercio interregional de productos haca rentable su adquisicin.

    Sin embargo, a fines del s. XIX, la habilitacin del ferro-carril (1892) a travs de la ruta de el Loa provocara un

    Figura 2. Nominaciones tnicas atacameas (Morales 2010).

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    Hctor Morales M.

    duro golpe a esta actividad; pese a ello, la arriera local mantuvo como uno de sus destinos ms importantes el campo minero de Caracoles9, que an absorba un im-portante trfico indgena proveniente de los oasis de San Pedro de Atacama y de el Loa. Los arrieros puneos con-ducan all sus pequeas tropas y comercializaban alfalfa y lea, proveyndose de otros artculos y vveres.

    Con el desarrollo econmico en la zona de el Loa los tras-lados comenzaron a volcarse hacia ese sector, principal-mente a travs del suministro de combustible. La yareta, (Azorella compacta) que se haba vuelto indispensable para el funcionamiento de la industria minera, era recolectada y transportada a lomo de burro o de llama a los centros mineros e industriales. Sin embargo, crecientemente su puesta en el mercado se efectuara a travs de intermedia-rios que la comercializaban a bajo precio en las estaciones del ferrocarril. Tambin el comercio de pieles de vicua (Vicugna vicugna) y de chinchilla (Chinchilla lanigera), con-formaron otro rubro intensamente explotado, en particu-lar por las poblaciones de la cordillera. La piel de chinchilla era altamente cotizada como mercanca de exportacin y, como en el caso de la yareta, se establecieron despachos especiales en algunas estaciones del ferrocarril para ad-quirirla o se contrataba agentes intermediarios para que la intercambiaran por hojas de coca u otros productos en los distritos puneos. Esta participacin de intermedia-rios y casas comerciales para la puesta en el mercado de ciertos productos era frecuente y lucrativa. No obstante, la mercantilizacin de la produccin indgena no solo estaba regulada o supeditada a la demanda de los mer-cados o agentes no indgenas. Tambin una parte de sus productos, incluso aquellos de carcter tradicional y de consumo culturalmente restringido, participaba del sis-tema de circulacin monetaria y mercantil (Vasse 1894).

    Se presenta a una poblacin con actividades insertas en los mercados regionales, con productos y producciones claves para el mantenimiento de las labores mineras, con toda seguridad, con una fuerte estratificacin social y es-pecializacin derivada de la divisin social del trabajo en Atacama.

    9 En 1870, el descubrimiento y explotacin por capitales chilenos del mineral de Caracoles, situado en territorio boliviano, dio un ltimo impulso a la minera de la plata.

    Atacameos, residentes de San Pedro de Atacama

    La sociedad atacamea de fines del s. XIX, est compues-ta por familias propietarias espaolas, cholas o criollas; argentinas, bolivianos o chilenos; los documentos de la poca diferencian claramente diversos sujetos sociales, y los atacameos son diferentes de la poblacin boliviana criolla y chola entre otras. Los documentos del Archivo Judicial de Antofagasta, del Archivo Nacional y del Archivo Militar encaran diversos puntos ciegos de la memoriografa regional, hiatos historiogrficos que son claves para comprender la transformacin social e institucional del rea al ins-taurarse la soberana chilena. Chapetones y cholos, criollos y mes-tizos; espaoles, argentinos, bolivianos o chilenos, los documentos diferencian claramente a los indios tambin llamados naturales o indgenas. Hasta hoy, son precisamente estos cercos racializados los que dan cuerpo y color a las desigualdades en las relaciones econ-micas de la regin entera [] (Barros 2008: 120).

    El escenario social en Atacama a fines del s. XIX es com-plejo, estratificado y jerarquizado, con un grupo social de propietarios y comerciantes blancos, con medianos y pequeos propietarios indgenas que administran la pro-duccin de sus pequeas pero frtiles tierras. Lo primero que hay que decir es que esta es una sociedad de agrupa-ciones ubicadas en lugares con fuertes lmites dados por la capacidad de irrigacin y las restricciones que impone el desierto.

    [] cuando hablamos de atacameo debemos remitirnos a una sociedad de campesinos asentados en torno a la tierra, que quedan definidos en su relacin con la tierra por esas relaciones polticas, pero tambin por un marco local de vida y de relaciones sociales. Atacama es una regin que tiene limitaciones ambienta-les importantes, sobre todo para la agricultura (Gundermann 2002: 11).

    Podramos definir y enmarcar la condicin socio-produc-tiva del atacameo como un poblador rural campesino que trabaja la tierra, utiliza mano de obra familiar, la di-visin del trabajo es por sexo y edad, es propietario de los instrumentos de produccin y ocasionalmente contrata fuerza de trabajo externa.

    Bertrand seala que San Pedro de Atacama estaba pobla-do por una mayora casi exclusiva de indios civilizados,

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    dentro de los que se podan encontrar tanto indios pro-pietarios como indios menos acaudalados (1885: 271-272). Se destaca en estas afirmaciones el hecho de que un indio poda refinarse, habitando un pueblo que contara con las comodidades bsicas propias de la vida moderna. De esta manera, seala la factibilidad de civilizar a los indios atacameos. Lo que importa destacar por el mo-mento, es que la diferenciacin entre los pobladores de la Puna y de los poblados de tierras ms bajas, encierra un evidente juicio de valor sobre las costumbres brbaras en contraste con las civilizadas, principalmente a partir de otra dicotoma: pastor vs. agricultor, o trashumante vs. sedentario. Sin duda, la distincin de indio acaudalado nos entrega informacin sobre divisiones sociales al inte-rior de la sociedad atacamea.

    Pese a los cambios en la actividad ganadera ya menciona-dos, a fines del s. XIX la internacin de ganado por San Pedro de Atacama era considerada la fuente del bienes-tar de los atacameos, puesto que constitua el principal mercado para la produccin agrcola forrajera local (Vas-se 1894). Aunque los grandes comerciantes de las casas importadoras eran tambin importantes propietarios de una buena proporcin de las tierras perteneciente a las familias indgenas de la localidad.

    Segn el listado de contribuyentes efectuado por la Tesorera de Antofagasta en 1893 (AJA Leg. 847 n 13), un total de 100 propie-tarios, incluyendo algunos de Toconao, deban pagar anualmente un 2% del avalo de sus bienes muebles e inmuebles. Si consi-deramos pertenecientes a las familias bolivianas y argentinas de la regin, a otros propietarios instalados con posterioridad a la guerra, y a una mayora compuesta por antiguos tributarios o hijos de tributarios indgenas... Aunque no entrega especifica-ciones respecto a los bienes avaluados, el documento permite una aproximacin a las proporciones existentes en la distribucin de la propiedad. Si establecemos categoras segn los montos que deban cancelarse y la procedencia social de los contribuyentes, se puede sealar que los ms altos correspondan a dos miembros de las tradicionales familias de origen boliviano (que pagaban 52 y 46 pesos, respectivamente).10 El rango que la poblacin de

    10 Segn Sanhueza y Gundermann (2007), no es posible determinar en todos los casos el origen sociocultural o nacional de los contri-buyentes registrados. Sin embargo, el anlisis comparativo de las diferentes fuentes consultadas para este perodo y para el boliviano (particularmente de los padrones de revisitas) permiten establecer una identificacin razonablemente segura de las familias de origen

    esta capital se calculaba en aproximadamente 1720 habitantes (Vasse 1894), suponemos que un nmero importante no pagaba contribuciones. No obstante, el registro de contribuyentes corres-ponde a vecinos siguiente, mucho ms bajo y bastante amplio, inclua vecinos pertenecientes a esas y a otras familias bolivianas y argentinas, junto con contribuyentes de origen indgena tribu-tario. Ellos cancelaban, indistintamente, montos que abarcaban entre los $ 26 y $ 7. A partir de all distinguimos un tercer rango que inclua desde los $ 6 en escala descendente y se compona de poblacin casi exclusivamente indgena en una magnitud cerca-na al 60% del total de contribuyentes (Sanhueza y Gunder-mann 2007: 22).

    Aunque los indgenas, por lo general tenan propiedades de menor tamao y muchos no pagaban, estos datos per-miten sealar que, al menos en lo que se refiere al rango de los medianos propietarios, mantenan una participacin significativa. Esta condicin de contribuyente, junto con representar una carga impositiva, constitua una for-ma de reconocimiento social, especialmente en aquellas localidades de mayor densidad y heterogeneidad pobla-cional. El hecho de pagar impuestos legitimaba una rela-cin con el aparato fiscal chileno y supone la afirmacin de derechos de propiedad. Por ello es que estos primeros roles de avalos pudieron tener una buena recepcin entre los propietarios, en ausencia de una titulacin de la tierra actualizada. Pero, al mismo tiempo, estos procedimien-tos administrativos inauguraban una forma distinta de relacin entre los indgenas y el Estado chileno, ya que en este contexto los ex tributarios del sistema estamen-tal boliviano se situaban aunque no fuera sino desde el punto de vista de las cargas impositivas en una posicin de igualdad respecto al resto de los contribuyentes. Desde esa perspectiva, se estableca no solo una nueva relacin econmica con el Estado, sino tambin se sentaban las bases para una nueva relacin poltica. Una ms prxima a la condicin de ciudadanos, aunque sta fuera en mu-chos sentidos meramente nominal (Gundermann 1998).

    Esta situacin de propietario y productor agrcola conso-lidar una posicin social de superioridad y hegemona sobre sus vecinos pastores de la Puna y los inmigrantes

    boliviano, argentino e indgena tributario. En el caso de estas dos principales fortunas mencionadas, se trataba de ciudadanos boli-vianos pertenecientes a las familias Ros y Hoyos, sealadas entre las ms poderosas de la localidad antes de la guerra.

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    bolivianos; ambos grupos sern catalogados como atra-sados y pobres, por esta lite mestiza, los atacameos, que se ubica en la cspide de una jerarqua clasista y racista.

    Respecto de los procesos identitarios experimentados a fines del s. XIX e inicios del XX en esta rea de estudio, se plantea que la transformacin de una identidad indgena hacia una ciudadana chilena, implic un complejo proce-so de redefinicin de fronteras tnicas, en el que un sec-tor de la poblacin dej de considerarse a s mismo como indgena (Morales 2010).

    En este escenario surge una identidad social territorial atacamea, con una fisonoma de ciudadano alfabetiza-do, con un comportamiento moralmente adecuado y su condicin de propietario. Quin cumpla con estos requi-sitos obtendr progresivamente su condicin de chileno ciudadano.

    Desde una perspectiva etnogrfica, Sanpedrino Poncho Colo-rado. A los pobladores de San Pedro de Atacama, se les deca a modo de burla Poncho Colorado debido a que sus vestimentas y particularmente sus ponchos se tean con el color de la greda de las murallas de sus casas. El poncho sin duda es un smbolo del campesino chileno, que marcar la diferencia respecto de la vestimenta con sus vecinos.11

    Los relatos a continuacin nos muestran las diferencias culturales comprometidas en las nominaciones, tienen un fin acadmico y nos permiten dar cuenta de fricciones

    11 Asimismo, dentro de la poblacin de San Pedro existen distintas nominaciones para designarse entre ellos; son muy antiguas y nos muestran una particular forma de nominar a las poblaciones vecinas a San Pedro de Atacama. Por ejemplo: Toconao, toco-nares, bolsa sucia, hacen referencia a la antigua actividad de recoleccin de breas [brevas], fruta silvestre comercializada en los mercados locales que tea su vestimenta de color oscuro (Margarita Chocobar, concejal municipal, com. pers. 2009). So-lor, soleo, lomo negro, hacen referencia a dos situaciones: la utilizacin de la espalda como medio de transporte y el color de la piel oscura. Sequitor, sequiteo, panza spera, hacen referencia a la exposicin del estmago a la tierra y el sol. Catar-pe, catarpeo, cola pel, este ltimo se refiere a los roedores sin pelos en la cola, que circulan por las siembras, destruyendo y robando comida (Rubn Reyes, consejero nacional atacameo, com. pers. 2009).

    y fisuras12 sociales e histricas entre los diversos grupos que conviven en la zona de Atacama.

    Esta fuente se identificar de manera discreta, pues sus relatos nos grafican las cargas raciales de prejuicios existentes en la actualidad, que responden ms a una es-tructura social de la diferencia en una zona de fronteras culturales, que a opiniones individuales;

    [...] los de San Pedro de Atacama somos diferentes a los pueblos de interior, ellos son flojos y borrachos, adems los nios de arri-ba son ms lentos, yo le he hecho clases, le he enseado a padres e hijos, en cambio los nios de San Pedro y sus ayllus son ms rpidos (Profesora atacamea 2008).

    Este relato podra ser parte de un sinnmero de narracio-nes posteriores a la Guerra del Pacfico a fines del s. XIX, cargado de juicios de valor respecto de los pobladores del interior de San Pedro de Atacama. Pero no es as. Es un re-lato recopilado el ao 2008; es ms, pertenece a una profe-sora que educa tanto a los nios de San Pedro de Atacama como a los nios del interior que llegan a su escuela. Sus expresiones solo reafirman la conviccin frrea de una ima-gen de modernidad y desarrollo, de la bondad del trabajo, la rapidez de estos tiempos de internet y globalizacin.

    El verdadero enfrentamiento cultural es evidente cuando se menciona que los profesores de la escuela deben ense-ar a los nios del interior:

    [...] lo que es un dormitorio, una cama, un velador, ellos no usan esas cosas, duermen todos juntos en una pieza; la verdad es que cuesta mucho ensearles los valores, generacin tras generacin se comportan de la misma manera (Profesora atacamea 2008).

    12 Recogemos la definicin de Cardoso (1964, 1992) y Barth (1976 [1970]), donde se presenta la friccin intertnica como una forma de describir la situacin de contacto, entre grupos tnicos irre-versiblemente vinculados unos a otros, a travs de los conflictos (manifiestos) o las tensiones (latentes) existentes entre ellos. Por otro lado, la idea de fisuras generativas de Valenzuela (1999) diferencia las rupturas sociales e histricas perdurables por largo tiempo que tienen un papel importante en la estructuracin de espacios sociales locales y que la tienen, en la medida que dan origen a agentes sociales y a una accin social concomitante con ellas. Lo interesante de las fisuras es que producen alineamientos de sujetos, definiciones de propsitos, especificaciones de identi-dad e identificacin.

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    Lo sealado no hace ms que reafirmar las diferencias sociales e incluso culturales que se mantienen pese al de-sarrollo socioeconmico que ha experimentado la zona.

    La misma informante nos seala:

    Las diferencias son sustanciales entre collas y atacameos, no-sotros debamos tener pocos hijos y casarnos, hay diferencias cul-turales muy fuertes. Las mujeres collas tienen muchos hijos con distintos padres, pero no les importa. Si yo hubiese tenido un hijo soltera me echan de la casa, son pobres y a ellos les da lo mismo. Ellos tienen otros valores, las jvenes no usan anticonceptivos, se les ensea, pero su cultura es ms fuerte, se casan entre ellos, nun-ca se casan con gente de afuera de sus pueblos, incluso se ha cono-cido de nacimiento de bebs producto de la relacin de abuelo con nieta (Profesora atacamea 2008).13

    Todas estas diferencias necesariamente aglutinarn jui-cios cruzados respecto de comportamientos adecuados y las verdaderas amenazas para la convivencia entre los grupos de Atacama.

    Por su parte, la escritora atacamea Eva Sirez, nos da la profundidad histrica para el examen cuidadoso del siglo pasado. Nos menciona que, a partir de sus recopilacio-nes, se aprecian fuertes diferencias sociales y econmicas entre los pobladores de Atacama:

    [...] ac en San Pedro somos propietarios y agricultores desde hace mucho tiempo, desde cuando traan animales desde Argenti-na, a mediados del s. XIX, los productores agrcolas de San Pedro de Atacama producan bsicamente alfalfa y maz.

    Sirez nos remonta al s. XIX, y agrega en la entrevista de 2009:

    Las remesas de ganado la coordinaba la familia Abaroa, de origen espaol, que lleg a la zona a principios del s. XIX; l le compraba a todos el pasto, imagnese, 90 vacunos machos ali-mentndose por dos o tres das. Finalmente Abaroa, hijo, muere defendiendo su terreno en manos de las milicias chilenas en la

    13 Este es un juicio temerario respecto de un otro cultural; ello evidencia diferencias culturales y no solo sociales o de clase. Cabe mencionar que se inscribe en una estructura social que hace plau-sible apreciaciones y juicios colectivos dentro de situaciones de fronteras culturales.

    Guerra del Pacfico, pero l no se consideraba ni boliviano ni chi-leno, pero s se deca atacameo.

    El relato reafirma datos de fuentes histricas de fines del s. XIX.14 Los propietarios atacameos de San Pedro de Atacama, con toda probabilidad desde la llegada de Juan Abaroa en 1809 en adelante, van a consolidar un sistema de produccin forrajera destinada a la alimentacin de los animales trasladados desde Argentina a las costas del Pa-cfico. Al mismo tiempo, el encadenamiento productivo va a generar una fuerte divisin social del trabajo, que se materializ en segmentos sociales que en algn momen-to adquieren connotaciones de verdaderas clases sociales al interior de la sociedad atacamea.

    Sirez, nos menciona ciertas caractersticas del arrierismo:

    Los arrieros eran gauchos argentinos, blancos con bigote, machos, conocedores del clima y de buena salud y fuertes. Ellos llegaban hasta San Pedro con los animales, luego contrataban a los collas de la cordillera, para que los llevaran hacia Calama, ellos conocan el camino, el clima y estaban acostumbrados a esas caminatas. Cosa que jams hubiese hecho un atacameo, estos eran agricultores y gente de campo, de caballo (Eva Sirez, com. pers. 2009).

    Las poblaciones de la Puna participan del arrierismo como conocedores de rutas y adiestrados para los largos recorridos por el desierto. Aqu queda en claro las cua-lidades de los pobladores cordilleranos en las faenas de traslados de animales y la necesidad de contratarlos para algunas faenas.

    Los atacameos con el dinero que reciban de la produccin agrcola, compraban ropa, caballos, alimentos y carretas. Encar-gaban a Cobija muebles, instrumentos musicales (piano y violn), veladores, mesas y peinadores de mrmol, todos trados de Euro-pa; unas inmensas carretas con grandes ruedas. Incluso yo an conservo tazas de t de loza inglesa de fines del s. XIX. Es posible que en las oficinas salitreras llegaran estas cosas y por eso aqu las compraban (Eva Sirez, com. pers. 2009).

    Las utilidades y ganancias de la produccin agrcola se expresa no solo en mobiliario domstico, sino tambin

    14 Intencionalmente no haremos la distincin entre Atacama boli-viano o chileno por ser irrelevante, los acontecimientos ocurren en una zona prcticamente olvidada por el Estado, sea uno u otro.

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    en la compra de propiedades en la ciudad de Calama, se-gn nos dice Sirez; hasta hoy la familia Hoyos y otras continan siendo dueos de las propiedades ms impor-tantes de Calama.

    Por las descripciones entregadas hasta aqu, los atacame-os de San Pedro de Atacama son un tipo de campesino propietario con capacidad de acumulacin de riqueza. Ello se materializar en la adopcin de patrones de com-portamiento y adquisicin de mobiliario europeo.

    Los atacameos de principio de s. XX, son mestizos y espaoles con comportamientos criollos, dueos de tierras, en sus casas se toca el piano y el violn y las seoras andan de polleras largas, espaoladas (Eva Sirez, com. pers. 2009).

    La cada de este estilo de vida se debi bsicamente a la instalacin del ferrocarril (1899), que restringi los viajes por el desierto, y al cierre de las oficinas salitreras (1930). Despus de eso:

    [...] desde 1930 en adelante, los pastores cordilleranos prctica-mente no venan a San Pedro y cuando lo hacan traan tejido, carne de llamo, lazos; solo exista trueque econmico, no hay inter-cambio social. Todo esto ocurre hasta la dcada del 60 y 70, cuan-do el cura Gustavo Le Paige los trae, argumentando que estaban solos y haba que educarlos (Eva Sirez com. pers. 2009).

    Los propietarios atacameos de San Pedro, poco a poco ven una amenaza en la llegada de las poblaciones del in-terior. A su modo de ver, stos invaden los alrededores del casco antiguo y colonial de San Pedro, sus calles y mercados.

    Haciendo referencia a Machuca, un poblado de la Puna cercana a San Pedro de Atacama, se dice:

    Los machuqueos se tomaban los terrenos en San Pedro y eso era un problema, por eso a la gente no le gustaba ver por ac, les llamaban collas, en esos tiempos [dcada del 50 y 60] los maltrataban, los trataban muy mal. Ellos siempre pobres, poco limpios, nios sucios, sin peinarse ni lavarse. Mi to Francisco Mostajo, me deca la gente de pueblo odia a la gente de arriba para qu educan a los collas si ellos no entienden (Eva Sirez, com. pers. 2009).

    Agrega que la sociedad atacamea era muy estricta:

    Mi pap jams hubiese aceptado que me hubiese casado con un Colque o un Lique, deca: hay que mejorar en vez de empeorar, no ms bajo, no ms vago. La gente de antes, atacameos, era ra-cista y descalificaba a las poblaciones del interior (Eva Sirez, com. pers. 2009).

    Los relatos etnogrficos aqu expuestos nos permiten deducir que la sociedad atacamea es heterognea, con diversos grupos sociales en su interior. Los nuevos es-cenarios multiculturalistas buscarn homogeneizar y es-tandarizar un conjunto de fenmenos organizacionales de grupos histricamente denominados como indios o indgenas.

    La paradoja se constituye en que pese a los esfuerzos de integracin de esta poblacin, ser rotulada por po-blaciones chilenas externas a Atacama, como indios. La campaa de chilenizacin de la zona ser muy agresiva, todas las conductas que disten del canon de integracin sern catalogadas como extranjeras. Por esta razn, los atacameos debern alejarse de los estereotipos indios de las poblaciones avecindadas en la Puna atacamea (vestimenta, alimentacin, rituales y lengua entre otros), situacin que hoy sigue latente.

    Colla, pastores de la Puna atacamea

    El prroco de Atacama, Vasse (1894), estableca una cla-ra distincin entre la poblacin de la regin del Salar, y aquella que habitaba la Puna, diferencia que fundamen-taba en sus respectivos patrones de comportamiento. Es evidente el contraste de los agricultores atacameos con la poblacin los pastores de la Puna, descrita como aisla-da de todo contacto externo, al margen de la civilizacin y el progreso por sacerdotes y funcionarios chilenos pos Guerra del Pacfico.

    [] mientras los indios del lado occidental viven reunidos en po-blaciones, los del lado oriental viven apartados unos de otros [...] De all proviene el relativo adelanto de los que llamar occiden-tales, mientras que los orientales estn an casi en las tinieblas (Vasse 1894).

    Esta elocuente oposicin nos remite una vez ms a la concepcin aldeana como nica forma de poblar un te-rritorio, de acuerdo con el discurso reduccional colonial. Por su parte, funcionarios pblicos como Bertrand y San

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    Romn, que recorrieron la regin en misiones oficiales, diferenciaban tambin a los indios civilizados de San Pedro de Atacama, de aquellos de raza pura de la Puna. Estos ltimos fueron definidos en sus relatos como indi-viduos de aspecto repugnante y en estado semi salvaje, o incluso en una posicin lmite entre la humanidad y la animalidad (Bertrand 1885; San Romn 1896). Esta condicin de marginalidad poda incluso adquirir valora-ciones opuestas, como lo expresaba San Romn en dife-rentes contextos en su obra respecto de la Puna:

    [...] caceros dispersos de pobladores indjenas en su ms puro tipo de raza, con su idioma, trajes i costumbres conservados por directa sucesin, sin mezcla ni contacto estrao a su sangre i tra-diciones (1896: 253).

    Sern los funcionarios pblicos, verdaderos intelectuales que modelarn el imaginario de alteridad entre las po-blaciones agricultoras y los pastores de Puna. Distincin que se fundar en diferencias culturales en una poca de eurocentrismo y bajo la creencia evolucionista del desa-rrollo, es decir, la humanidad avanzaba de menos a ms, siendo la sociedad chilena, el modelo civilizatorio.

    [...] en plena Puna de Atacama, en medio de aquella raza in-djena dejenerada, uraa a todo contacto con el hombre social; envilecida por la humillacin; embrutecida por una ignorancia que escluye toda nocin de cultura i lleva cada da ms i ms a esas pobres jentes al divorcio con toda idea de civilizacin (San Romn 1896: 243).

    Los pobladores rurales de la Puna son trashumantes, pastores de camlidos, que usan un conjunto de estan-cias o estructuras habitacionales temporales dentro de los circuitos de alimentacin y traslado de animales. Esto condicionar su estilo de vida de pocos utensilios, habitaciones sin muebles, sin nociones de propiedad y sin motivacin por la produccin agrcola, caractersticas que an se observan en los poblados de la Puna (Morales 1997; Castro 1997, 2000; 2001; Gbel 2002; Contreras 2005; Molina 2007a).

    Aunque ubicada dentro del territorio nacional segn las autoridades chilenas de fines del s. XIX, la poblacin de la Puna atacamea nunca fue considerada como tal o como potencialmente chilenizable. Esta negacin involucraba tambin, al menos en este perodo, a la po-

    blacin de las tierras bajas de la subdelegacin. Segn el intendente de Antofagasta, la nica dificultad que presentaba la administracin de San Pedro de Atacama era la falta de chilenos, pues sus habitantes son en casi su totalidad indios. Los asentamientos de la Puna, a su vez, eran definidos como [...] pequeos caseros que no cuentan sino con uno que otro habitante chileno. Sien-do en su mayora indios semi-civilizados (Memoria del Ministerio del Interior 1894: 99, Sanhueza y Gun-dermann 2007: 122).

    Es interesante constatar que, desde la perspectiva chile-na, el concepto o categora de indio sola estar exento de cualquier tipo de pertenencia nacional. Adems, para el Estado chileno, a diferencia del boliviano, no exista el indio tributario, ni por consiguiente la necesidad de un reconocimiento jurdico respecto a quienes integraban esta categora fiscal. Por ello la presencia del indio se diluye o desaparece de la cartografa poltica y social, sin manifestarse inters alguno por promover su incorpo-racin al territorio nacional. El proyecto modernizador soslaya sistemticamente la integracin diferencial, sern todos ciudadanos chilenos, siempre y cuando no se es-capen de los moldes de comportamiento social y moral aceptable por el statu quo reinante.

    La pertenencia nacional no solo ser vista como un fe-nmeno unilateral, se atribua tambin a la poblacin indgena una actitud completamente pasiva e indiferen-te respecto a los procesos polticos y nacionales que se generaban en su entorno. Siendo los infelices indios meras vctimas de las guerras de independencia, las revo-luciones y los conflictos internacionales, respecto de los cuales no tenan clara conciencia (Bertrand 1885: 271).

    San Romn, por su parte, estableca implcitamente un contraste o una frontera entre el espacio cultural puneo y la civilizacin. Diferencia que radicaba fun-damentalmente en la ausencia de toda idea de nacin o nacionalidad en aquellos territorios donde jams haba flotado emblema alguno de idea patritica, profana o sagrada (San Romn 1896: 254). Evidentemente San Romn confunde Estado con nacin, pero no por ig-norancia sino por su inters de instalar Estado en los confines del pas, en una condicin de multiculturalidad problemtica para la integracin social de las poblacio-nes indgenas.

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    Estos juicios sobre civilizacin y raza, son la expresin de una poca marcada por las concepciones evolucionistas y eurocntricas, las que asociadas a otros calificativos van configurando una visin del indio, su integracin y las po-sibles acciones del Estado sobre estos territorios anexados.

    A modo de referencia, la bibliografa arqueolgica, his-trica, etnohistrica y etnogrfica referente a la Puna de Atacama ha asumido una especial prudencia al referirse a las adscripciones tnicas de las comunidades pastoras del rea (Martnez 1985; Castro y Martnez 1996; Castro 1997; Morales 1997, 2010; Sanhueza 1992; Gbel 2002; Contreras 2005; Molina 2007b).

    Cabe mencionar que la Puna en Atacama opera como un ecosistema de montaa con sus oportunidades y debili-dades expresadas en la utilizacin humana de cadenas trficas y en la apropiacin del espacio de altura.

    El movimiento de pastores y animales, flucta en directa rela-cin al aumento o disminucin de la vegetacin forrajera, lo que determina las actividades pastoriles y el conjunto de movimientos trashumante (Morales 1997: 63).

    Muchas investigaciones sealan que los pobladores del borde occidental de la Puna de Atacama seran migran-tes colla del noreste de Argentina. Se establece que en San Pedro de Atacama se hace una distincin entre los ms indios, los llamados despectivamente collas por los habitantes de San Pedro de Atacama, y que alude a aquellos sujetos sociales que viven en los pisos altos, ha-bitada por pastores que an practican la trashumancia, y que seran ms indios y ms morenos que los ha-bitantes de los oasis pie puneos (Rivera 1994; Garrido 2001; Morales 2010).

    Desde una perspectiva etnogrfica. Un dirigente de la Puna atacamea, poblador rural y alejado de los centros pobla-dos y administrativos de San Pedro de Atacama, nos dice:

    Cuando se form la comunidad indgena todo cambi, lleg ayu-da al pueblo a travs de proyectos. Tambin existi ms respeto de parte de la gente de Toconao y San Pedro. Antes haba mucha discriminacin por ser gente de campo, nos llamaban despectiva-mente collas. Nosotros por mucho tiempo fuimos a San Pedro y Toconao a cambiar lazos de lana de llamo, por trigo, azcar, arroz, en ese tiempo no haba dinero. Cuando llegbamos a los

    pueblos nos miraban mal y nuestra gente no poda ni siquiera levantar la cabeza ante los sanpedrinos. Con el Derecho ind-gena eso cambi, ahora uno puede hasta aforrarle [golpear] a alguien que te diga indio o colla (Dirigente comunitario de la Puna 2009).

    El dirigente nos menciona las diferencias sociales y la descalificacin existente hasta antes de la Ley Indgena.15 Menciona que algo cambi, clarificando que:

    [...] los pueblos o localidades de la Puna son Talabre, Peine, So-caire, Camar, Machuca y Ro Grande, en cambio en San Pedro de Atacama hay ayllu Solor, Sequitor [] y muchos ms, Toconao tambin est en el Salar de Atacama y son agricultores igual que en San Pedro, muy distintos a Talabre (Dirigente comunita-rio de la Puna 2009).

    La distincin entre pueblo y ayllu es clave. Los pueblos pertenecen a la Puna cordillerana. Son poblados alejados del centro administrativo, con una fuerte actividad gana-dera y una insercin laboral de los jvenes en los grandes centros industriales mineros (Nez 2002). En cam-bio los ayllu son las localidades pertenecientes al centro poltico administrativo, que es San Pedro de Atacama, fundamentalmente agrcolas y en los ltimos 20 aos empleados en la industria turstica.

    Los atacameos siempre fueron los de San Pedro, despus con la Ley Indgena se nos dijo que todos ramos atacameos, por eso hemos recibido ms beneficios, se ha invertido en agua, luz y alcantarillado y en mejorar las semillas para las siembras y me-jorar la crianza de los animales (Comunera y artesana de la Puna 2009).

    La Ley Indgena es un intento por homogeneizar la poblacin en Atacama, la que como hemos visto

    15 La primera informacin que recibieron los pobladores de Ataca-ma respecto de la Ley Indgena 19.253, aprobada en septiembre de 1993, se refiere a iniciar un proceso de inscripcin de los, hasta ese momento, poblado o localidades en Comunidades Ind-genas Atacameas. Artculo 9. Para los efectos de esta ley se en-tender por Comunidad Indgena, toda agrupacin de personas pertenecientes a una misma etnia indgena y que se encuentren en una o ms de las siguientes situaciones: a) Provengan de un mismo tronco familiar; b) Reconozcan una jefatura tradicional; c) Posean o hayan posedo tierras indgenas en comn; y d) Proven-gan de un mismo poblado antiguo.

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    Hctor Morales M. Construccin social de la etnicidad: Ego y alter en Atacama

    presenta claras diferencias entre sus poblaciones. Las reformas legales de los gobiernos democrticos han apuntado a una integracin homognea de las poblacio-nes rurales indgenas. Estas polticas estabilizan y fijan identidades tnicas para su reconocimiento, y adems, es una gran oportunidad para captar recursos econmi-cos por parte de los grupos tnicos:

    La Ley Indgena ha ayudado mucho, hay ms respeto y preocu-pacin. Aunque es insuficiente. Antes nos decan a los talabreos indio los de Calama, incluso los de San Pedro de Atacama tam-bin. Y la gente de ac, ni siquiera levantaba la cabeza cuando los ofendan, ahora es muy distinto (Comunera y artesana de Talabre 2008).

    Pese a los esfuerzos de la Ley Indgena de homogeneizar a la poblacin, se evidencia an discriminacin entre los distintos grupos por sus diferencias.

    Ahora, segn la Ley Indgena, los collas estn en Copiap y nuestros bailes de carnaval son iguales a los de ellos y son distin-tos a los pueblos del Salar. Nosotros usamos flauta y tambor, en cambio ellos usan acorden quizs somos collas? a toda honra (Dirigente comunitario de la Puna 2009).

    En la actualidad, los sectores juveniles de la poblacin de Atacama estn utilizando el apelativo runaco.16 Este es un descalificativo para referirse a cualquier con-ducta negativa que segn ellos es propia de los indios: beber en exceso, falta de limpieza personal, hablar en forma poco entendible, entre otras cosas. Este es un alter aumentado en sus cualidades, por ello, se puede graduar la alteridad y extranjera de ms a menos; colla, quechua, boliviano y finalmente la calificacin de de-gradacin mxima, runaco.

    El pueblo Licanantay es muy diverso, la gente que vive en la cor-dillera [Puna] est muy emparentada con familias argentinas, por otro lado, los toconares siempre han mantenido frreas dife-rencias con la poblacin de San Pedro de Atacama, antes, cuando yo era nia, poblaciones como Machuca o Talabre eran estancias

    16 Vocablo quechua que significa hombre (Schuller 1908). Runa, -co adj./s. m. y f. vocablo quechua derivado de runa, equivale a ser humano, gente. Castellanizado como adjetivo runaco, se aplica para aumentar sus cualidades negativas. Un dicho popular jujeo clarificador no soy ningn runaco de mal agero (Dirigente In-dgena de Comunidad Aborigen de Catua, Jujuy, 2010).

    dispersas y la gente raramente vena a San Pedro (Dirigente de San Pedro de Atacama 2009).

    Vemos as como la poblacin rural de Atacama est mar-cada por antiguas divisiones sociales consecuencia de es-tilos de vida distintos, y pese a los cambios productivos que se han experimentado en los ltimos aos, las discri-minaciones persisten y con ello la subordinacin de los grupos de la Puna al centro administrativo de San Pedro de Atacama.

    Una dirigente de la Puna de Atacama dice:

    Somos atacameos pero no somos hermanos, hay mucha envi-dia entre las comunidades, lo atacameo, es por conveniencia, porque las comunidades si pueden obtener beneficios solas, no les interesa el resto. Lo de Licanantay es una cosa de ahora, nun-ca se ha hablado de Licanantay, solo de atacameos, incluso los atacameos son los de San Pedro y sus ayllu y nadie ms, ellos discriminaban mucho a la gente de la cordillera. Siempre nos discriminaron mucho, nosotros les matbamos el hambre cuando bajbamos con carne, siempre se juntaba mucha gente a comprar y ahora es igual. Antes abusaban de nosotros por ser del campo, nos decan collas, collitas y nunca nos dejaron establecernos en San Pedro de Atacama ni en Toconao, ahora s. Cuando, yo era nia, bajbamos, llevbamos lazos y tejidos y los cambibamos por semillas, azcar, arroz, harina o simplemente pan duro (Comunera y artesana de Talabre 2008).

    Estos fragmentos nos muestran la persistencia de divi-siones sociales de estas poblaciones:

    [...] los toconares siempre nos han tratado muy mal, se creen dueos de la tierra de Talabre, ellos nunca han pastoreado, s nos traan sus animales y nosotros se los cuidbamos, como mediera, por eso ellos no pueden inscribir legalmente las vegas nuestras. Nosotros siempre intercambibamos con ellos lea y carne por frutas y otras verduras (Comunera y artesana de Talabre 2008).

    Estas fricciones y rivalidades histricas se enfrentarn dentro de un marco regulatorio denominado Ley Ind-gena. El nombramiento de atacameo, por parte de la Ley Indgena de todas las poblaciones de Atacama (co-llas y quechua), si bien atomiza a los grupos, es tambin la posibilidad de disminuir la doble discriminacin que han sufrido, por dcadas, las poblaciones de la Puna,

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    Hctor Morales M.

    accediendo a una categora social con ciertos privilegios, no solo econmicos sino tambin de estatus social.

    Poco a poco se consolida la idea de un alter-colla, carga-do con caractersticas negativas; borracho, sucio, lengua extraa, criador de llamo, finalmente el indio, por otro lado, un ego-atacameo campesino mestizo con hbitos criollos, su referencia cultural ser la sociedad chilena de principios del s. XIX y con cualidades opuestas al colla; limpio, responsable, castellanizado y de hbitos moder-nos. La construccin de estereotipos sociales y la creacin de oposiciones a partir de los estilos de vida diferentes, terminar irremediablemente con los clasificadores en la cspide del desarrollo, los atacameos de San Pedro de Atacama.

    Quechua, residentes en la cuenca de el Loa y sus alrededores

    A pesar de las huellas coloniales y republicanas que han afectado a las poblaciones locales, es posible percibir elementos propios de tradiciones andinas diversas. En efecto, entre los rasgos culturales que caracterizan a las comunidades andinas de esta regin se encuentran ele-mentos que se han denominado Tradicin Altiplnica, con elementos de influjo quechua parlantes y de otros grupos que pueblan el altiplano. Por otra parte, estn pre-sentes elementos de otra tradicin que, sobre la base de evidencias arqueolgicas, ha sido denominada Tradicin del Desierto representadas por las poblaciones del Salar de Atacama (Aldunate et al. 1981; Schiapacasse et al. 1989).

    Cabe mencionar que la movilidad caracterstica del rea Centro-Sur Andina, gener una variada interdigitacin de grupos tnicos que tendieron a cristalizar un patrn de complementariedad econmica, social y poltica durante el perodo Colonial espaol. En este marco los nexos en-tre las poblaciones indgenas de la Tradicin del Desierto (Salar de Atacama), Noroeste Argentino y Altiplano Meri-dional boliviano fueron evidentes (Martnez 1990, 1994).

    Segn Castro (1997), para el perodo prehispnico y Colonial, el enfoque sobre la etnicidad en la subrea Cir-cumpunea, se enfrenta a que:

    [] en tiempos prehispnicos, las poblaciones indgenas de la provincia de El Loa han mostrado una dinmica de relaciones

    que comprende un espacio macrorregional las subreas Cir-cumpunea y Altiplano Meridional que incluye territorios de los actuales pases de Argentina y Bolivia. No es posible entonces per-cibir a los atacameos, sin por lo menos esbozar otras probables identidades que estn en juego. Estamos hablando de una zona de gran permeabilidad del tramado tnico (1997: 61).

    Regularmente el concepto de indgena boliviano o que-chua es utilizado por San Romn para referirse a situa-ciones negativas donde el indgena se muestra hostil hacia los expedicionarios, quienes vienen a ser los repre-sentantes ms inmediatos del proyecto expansionista y modernizador de Chile en estas tierras. Tras un conflicto con un indgena atacameo que se negaba a venderles una mula, San Romn advierte que:

    [] escenas como la anterior se repiten a cada paso entre los in-dios bolivianos i el viajero que los trata conforme a maneras i proce-dimientos a que no estn habituados (San Romn 1896: 245).

    En el nivel ms bajo de la estratificacin socio-produc-tiva de San Pedro de Atacama se encontraban quienes no posean tierras ni animales y que se ocupaban en el rubro agrcola como segadores y jornaleros. Esa mano de obra no solo era absorbida por los grandes propie-tarios vinculados a las casas comerciales, sino tambin por medianos propietarios indgenas que contrataban temporeros, especficamente para las labores de corte de la alfalfa. La labor de hachar pastos, como se la deno-minaba, era bastante dura y mal remunerada, realizada por poblacin local y tambin por indgenas forneos e itinerantes. En Calama y Chiu Chiu la demanda de fuerza de trabajo agrcola se satisfaca con mano de obra local y usualmente tambin con el trabajo temporero de po-blacin indgena proveniente de Bolivia, la que resultaba mucho ms rentable puesto que sus salarios se reducan prcticamente a la mitad de los jornales atacameos (San Romn 1896: 393-394).17

    Para reafirmar lo anterior etnogrficamente, un dirigente de Caspana perteneciente a una organizacin denomina-da Tradiciones y Costumbre de El Loa, nos menciona que:

    17 Esta situacin en la actualidad permanece debido a la vulnera-bilidad en que se encuentran sobre todo los migrantes laborales ilegales en una zona de fronteras nacionales.

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    Hctor Morales M. Construccin social de la etnicidad: Ego y alter en Atacama

    [] si ac llegaron poblaciones migrantes desde Bolivia a prin-cipios del siglo pasado 1908, uno los puede identificarlos por los apellidos, aqu en el pueblo de Caspana hay familias kunza o ata-cameas y otras quechua, adems hay otras migraciones de fami-lias de Caspana a unos pueblos de Argentina, Susques, y tambin se les puede identificar por los apellidos.

    Cabe mencionar que durante el s. XX, han existido flujos migratorios permanentes transfronterizos, constatn-dose en la actualidad poblacin quechua parlante en la cuenca de el Loa Superior, particularmente en los pobla-dos de Cupo, Toconce y Caspana. La interdigitacin tam-bin se puede apreciar en Chiu Chiu con la presencia de poblacin atacamea propietaria, aymara comerciantes y quechua provenientes de localidades de interior.

    D Conclusiones

    Se ha argumentado, a travs de la presentacin y anlisis, datos provenientes de fuentes secundarias etnohistricas y primarias etnogrficas, la verificacin de la hiptesis que considera que en Atacama opera un sistema intert-nico a manera de una estructura social que permite el in-tercambio simblico, econmico, social e incluso cultural entre diferentes grupos tnicos. Aqu lo tnico adquiere relevancia pues es un conjunto de imgenes expresada en discursos sobre s mismo y los otros. No es posible entender esta zona de frontera activa sin intercambio y migraciones entre los distintos grupos coexistentes, ya que por ellos se logra identificar:

    a) Productores agrcolas y ganaderos atacameos campe-sinos del oasis de San Pedro de Atacama;

    b) Pastores de Puna y/o serranas denominados collas, y; c) Grupos quechua asentados en la cuenca del Alto Loa.

    Por tanto, el propsito de este trabajo fue exponer y veri-ficar la convivencia de larga data en el tiempo de diversos grupos con adscripciones y autoadscripciones que hacen posible la convivencia por medio del intercambio mate-rial, social e ideolgico. Sin duda, la problemtica tnica en el contexto chileno, lo atacameo, se ha construido, en parte, en un marco poscolonial y de un proceso na-cional, adquiriendo una dinmica de inclusin y exclu-sin de poblaciones, inclusive con tintes racistas pues el color de piel, el idioma de origen, su forma de compor-

    tamiento, sus hbitos higinicos, laborales, etc., son los marcadores culturales que harn posible la diferenciacin cultural entre atacameos, quechua y colla.

    Hemos desarrollado una lectura de una sociedad frag-mentada a travs de un ego (atacameo) y alter (colla, quechua, boliviano y runaco). La configuracin de lo ata-cameo va estableciendo una dinmica rgida de inclu-sin y exclusin, no sin contradicciones y paradojas en el imaginario nacional chileno.

    Por una parte, este campesino propietario mestizo acul-turado, el atacameo, se incorpora al proyecto nacional chileno. Si bien se mantienen prcticas religiosas propias del sincretismo andino, es clave alejarse de los estilos de vida indios que son excluidos del proyecto nacional y pa-san a ser definidos como quechua o bolivianos. En definitiva, como extranjeros, ajenos e incluso contrarios a lo chileno.

    Las constantes migraciones han permitido la construc-cin de lo atacameo por oposicin a lo indgena bo-liviano, esto permiti la construccin de ciertos polos discursivos o estereotipos: sucio/limpio, moreno/blanco, quechua/castellano (incluso kunza/castellano), pastor/agricultor, pen/patrn, llamo/caballo, acorden/flauta, etc. Estas operaciones discursivas comienzan a definir algunos de los elementos que formarn parte de la alteri-dad en el imaginario nacional chileno.

    Sern los propios campesinos propietarios de Atacama, quienes definirn y nominarn a sus vecinos de localida-des del interior y particularmente los de el Loa como bo-livianos. Por lo tanto, como extranjeros en el imaginario nacional chileno, ello tuvo claras consecuencia para los efectos de la dominacin chilena o atacamea en Ataca-ma. La utilizacin de la categora indio boliviano o que-chua viene a representar la posibilidad de superioridad cultural y racial asociado a lo chileno y moderno. Esta situacin en la actualidad permanece debido a la vulne-rabilidad en que se encuentran sobre todo los migrantes laborales ilegales en una zona de fronteras nacionales.

    Este panorama desigual y verstil de las dinmicas eco-nmicas, productivas y sociales de la poblacin indgena, tambin sus transformaciones y readaptaciones, obliga a sostener que no es posible reducirla desde un punto de

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    Hctor Morales M.

    vista analtico a una nica categora socioeconmica18, ser la propia dinmica cultural, no solo interna de cada grupo, sino tambin las de carcter intertnico en Ataca-ma las que configurarn un escenario que ser impactado por el proceso expansivo del capital al interior de An-tofagasta, siempre acompaado de una feroz campaa de chilenizacin.

    Por el momento, es posible afirmar que ciertas opera-ciones identitarias que excluan al indio boliviano, responden a un proceso que obedeci y obedece a la construccin de alteridad dentro de un imaginario na-cional, propuesto por la lite chilena a partir de par-metros modernos clsicos. Estos imponan los criterios de unidad, homogeneidad e integridad del territorio, a partir de los cuales se autoasignaron la misin de defi-nir, excluir y establecer sus lmites simblicos y territo-riales. Desde esta perspectiva, la operacin discursiva de alteridad ego/alter, atacameo/boliviano o quechua, fue funcional a la consolidacin del proyecto moder-nizador chileno impulsado por la oligarqua liberal de fines del s. XIX y comienzos del XX. Proyecto que hoy permanece vigente en el imaginario atacameo y chi-

    18 Distribucin estratificada de la propiedad de la tierra, la redefini-cin productiva y laboral de aquellos sectores antes vinculados a la arriera mulera, el desarrollo del trabajo asalariado en el rubro agropecuario y minero, y la circulacin y eventual radicacin de poblacin indgena y mestiza proveniente de otras regiones (es-pecialmente de Argentina y Bolivia).

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    Recapitulando, proponemos que el reconocimiento le-gal de la etnia atacamea en 1994 es el reconocimiento de un sujeto estable, con cualidades claramente defini-bles y abordables por las polticas pblicas y privadas. La inclusin de los atacameos se debe a su condicin his-trica de integracin y a su posicin hegemnica sobre grupos vecinos; estos ltimos al optar por la adscripcin atacamea, ganan visibilidad y reconocimiento. El pro-ceso de etnizacin de los atacameos facilita la integra-cin e identifica claramente lo chileno como contrario a lo extranjero. Aqu estamos visibilizando una estructura social que sostuvo y sostiene fuertes procesos de inclu-sin y exclusin, la que opera como un campo que dar fisonoma a corporaciones socioculturales denomina-das hoy etnias.

    Agradecimientos Este trabajo ha sido elaborado en el marco de la Beca Doctoral ALBAN 2007-2010 otorga-da por la Comunidad Europea y la Universidad Libre de Berln. Adems, agradecemos a un grupo de colegas por sus comentarios y sugerencias en miras del perfeccio-namiento de este escrito. Asimismo, agradecemos a las autoridades y comuneros; alcaldesa Sandra Berna, Mirta Sols, Flix Ramos, Margarita Chocobar, Carmela Ar-mella, Rubn Reyes, Stero Armella, Eva Sirez, Ramn Torres y Gabriel Gonzlez.

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