Efectos macroeconómicos

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Efectos macroeconómicos. Entre 1929 y 1932 el comercio mundial disminuyó un 60%, razón por la cual muchos países comenzaron a levantar barreras cada vez mayores para proteger sus mercados nacionales y sus monedas. En 1932 Estados Unidos, Gran Bretaña, Canadá y todos los países escandinavos abandonaron el patrón oro, que había sido considerado como el fundamento de un intercambio internacional estable, y en 1936 se sumaron a la medida Bélgica, Holanda y finalmente Francia En 1913 Estados Unidos era la mayor economía del mundo, con la tercera parte de la producción industrial. En 1929 produjeron más del 42% de la producción mundial. Sólo la situación de este país puede explicar la crisis económica, ya que en los años veinte era el principal exportador del mundo y el segundo importador, absorbiendo casi el 40% de las importaciones de materia primas y alimentos básicos de los 15 países más

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Efectos macroeconómicos.

Entre 1929 y 1932 el comercio mundial disminuyó un 60%, razón por la cual muchos países comenzaron a levantar barreras cada vez mayores para proteger sus mercados nacionales y sus monedas.

En 1932 Estados Unidos, Gran Bretaña, Canadá y todos los países escandinavos abandonaron el patrón oro, que había sido considerado como el fundamento de un intercambio internacional estable, y en 1936 se sumaron a la medida Bélgica, Holanda y finalmente Francia

En 1913 Estados Unidos era la mayor economía del mundo, con la tercera parte de la producción industrial. En 1929 produjeron más del 42% de la producción mundial. Sólo la situación de este país puede explicar la crisis económica, ya que en los años veinte era el principal exportador del mundo y el segundo importador, absorbiendo casi el 40% de las importaciones de materia primas y alimentos básicos de los 15 países más importantes del mundo. Lo cual explica las consecuencias desastrosas de la crisis para los productores de trigo, algodón, azúcar, caucho, seda, cobre, estaño, y café.

Pero Estados Unidos fue la principal víctima de la crisis, ya que si sus importaciones cayeron 70%, sus exportaciones descendieron más del 50%. Su tasa media de crecimiento del PIB per capita entre 1913 y 1938 alcanzó solamente el 0,8%.

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Entre 1929 y 1931 la producción industrial disminuyó aproximadamente un tercio y la de automóviles cayo casi a la mitad.

Se hicieron varios experimentos encaminados a estimular la economía en virtud del “New Deal” del presidente Roosevelt que no dieron los resultados esperados.

A unos años de fuerte actividad siguió una nueva crisis en 1937, que sólo terminó con la intervención del país en la Segunda Guerra Mundial.

Consecuencias económicas Las principales manifestaciones de este hecho fueron:

Crisis financiera

La ruina de quienes habían suscrito créditos bancarios y la imposibilidad de hacer frente a su devolución ocasionó la quiebra de numerosos bancos (sólo en Estados Unidos más de 5.000).

El consumo descendió como consecuencia de la reducción de liquidez en el mercado y los empresarios no pudieron hacer frente a sus necesidades de inversión. Muchas empresas cerraron sus puertas.

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Deflación

La ausencia de créditos, la bajada de los precios y la escasa circulación monetaria condujeron al descenso generalizado de la actividad económica

En Estados Unidos, el gobierno del presidente Hoover, en vez de intervenir activamente para corregir la situación, disminuyó el gasto público ante el temor de un repunte del déficit estatal. Con ello perdió la oportunidad de frenar la caída de los salarios y la demanda.

Paralización del comercio mundial

La adopción de medidas proteccionistas (cada país intentó solucionar sus problemas de sobreproducción de manera independiente) provocó el estancamiento del comercio.

Los estados que fundamentaban sus economías en la exportación, caso de Japón, cuyo principal cliente era Estados Unidos, se vieron singularmente afectados.

Las relaciones internacionales que trabajosamente se habían logrado recomponer a partir de 1924 se quebraron.

A ello se añadió el abandono del patrón oro por parte de Gran Bretaña. En 1931 la libra británica, muy afectada por el déficit externo y las quiebras bancarias, sufrió una depreciación (en torno al 35% respecto a su valor de 1913) que la llevó al abandono del patrón oro, arrastrando en su devaluación a las monedas vinculadas a ella.

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Disminución de la renta nacional

Todos los países sufrieron un descenso del P.I.B. Los niveles de renta disminuyeron aceleradamente y no volvieron a recuperase en muchos casos hasta pasada la Segunda Guerra Mundial, ya en los años cincuenta.

Incremento del desempleo

El hundimiento de la industria y la ruina financiera llevaron implícita la destrucción del empleo.

En 1932 se contabilizaban más de 30 millones de parados, de los cuales 12 millones eran americanos y 6 alemanes.

La bajada de los salarios se tradujo en una disminución de la capacidad de compra que, a su vez, repercutió en el descenso del consumo. Los stocks invendibles se acrecentaron y el aparato o productivo se paralizó.

Crisis del modelo económico liberal

El sentimiento de fracaso de la política del liberalismo clásico (laissez-faire) fundamentada en la “no intervención” del Estado en la economía abrió paso a otra doctrina, basada en la idea de que el Estado tenía la obligación de actuar en determinados ámbitos, a fin de proteger a los ciudadanos del caos provocado por las crisis del capitalismo. En ello se basaron las propuestas del economista británico J. M.

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Keynes, partidario del intervencionismo estatal, del fomento del consumo y la de la inversión auspiciados por los poderes públicos. Keynes, acusado por determinados sectores reaccionarios de socialista, en realidad buscaba crear los fundamentos de un capitalismo estable.

Sus ideas fueron aplicadas con éxito en Estados Unidos a través del programa de recuperación económica puesto en marcha por el presidente Roosevelt, el New Deal.

La depresión tuvo efectos devastadores en casi todos los países, ricos y pobres, donde la inseguridad y la miseria se transmitieron como una epidemia, de modo que cayeron la renta nacional, los ingresos fiscales, los beneficios y los precios.

El comercio internacional descendió entre un 50 y un 66%.

El desempleo en los Estados Unidos aumentó al 25%, y en algunos países alcanzó el 33%.

 Ciudades de todo el mundo se vieron gravemente afectadas, especialmente las que dependían de la industria pesada, y la construcción se detuvo prácticamente en muchas áreas. La agricultura y las zonas rurales sufrieron la caída de los precios de las cosechas que alcanzó aproximadamente un 60%.Ante la caída de la demanda, las zonas dependientes de las industrias del sector primario, con pocas fuentes alternativas de empleo, fueron las más perjudicadas.

El hundimiento del comercio internacional

Uno de los factores de propagación de la crisis fue el hundimiento brutal del

comercio internacional, que llegó a perder dos terceras partes del valor alcanzado

en 1929. Este descalabro del comercio trasladó los efectos de la crisis hasta

aquellos países que tenían sus economías abiertas al exterior.

El hundimiento del comercio internacional se prolongó durante mucho tiempo. En

1938 el valor del comercio mundial se situaba todavía por debajo de la mitad del

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nivel del año 1929. La razón del mantenimiento de la caída fue la adopción

generalizada de políticas comerciales proteccionistas encabezadas por Estados

Unidos y Gran Bretaña que desencadenaron una guerra comercial que junto con

la bajada de la demanda por la propia depresión redujo el comercio

mundial. Durante la década se tomaron diversas medidas:

Control de cambios: diferentes formas de restricciones oficiales sobre las

transacciones privadas de divisas extranjeras. Los gobiernos exigieron de los

exportadores las divisas recibidas por sus ventas entregándoselas a los

importadores como pago de sus compras, en ambas operaciones el precio era

fijado por el gobierno. Esto produjo aislamiento y favoreció el desarrollo de las

industrias internas al limitar la entrada de mercaderías.

Acuerdos bilaterales: buscaban el equilibrio entre las cuentas mutuas de dos

países que querían mantener alto el nivel de comercio sin movilizar oro ni divisas.

Un ejemplo son los acuerdos de compensación que consistía en una forma

moderna de trueque en los cuales no era necesario ningún tipo de movimiento

monetario. Otro tipo de acuerdo bilateral era el clearing, que consistía en abrir una

cuenta en cada país a través de los cuales se efectuaban los pagos por

exportación e importación. Alemania fue uno de los que utilizó estos dos tipos de

acuerdos. Finalmente, los acuerdos de pagos, que se establecían entre países

con tipo de cambio fijo y países con controles de cambio, buscaban resolver los

problemas de deudas congeladas e intereses impagos de los últimos países.

Fueron utilizados preferentemente por Gran Bretaña.

Aranceles al comercio: las tarifas fueron el mayor obstáculo para el intercambio

internacional de bienes. Incluso Gran Bretaña, país con fuerte tradición liberal,

aprobó una ley de derechos de importación que imponía una tasa del 10% sobre

todas las importaciones fuera de la Commonwealth.

El colapso en el que se encontraba la economía en 1932 fue extendiendo la idea

de que era necesaria la colaboración internacional para combatir la crisis

comercial y financiera. Por esta razón, se convocó a la Conferencia económica

mundial en 1933. Pero como Estados Unidos salió del patrón oro convirtiendo al

dólar en una moneda fluctuante, la reunión se clausuró sin ningún éxito.

Tres años más tarde, con el dólar estabilizado, se produjeron nuevos intentos de

cooperación internacional como el acuerdo tripartito entre Francia, Gran Bretaña y

Estados Unidos, con el objetivo de regular los tipos de cambio. Varios países

hicieron acuerdos regionales como el de la Cuenca del Danubio en el cual

Hungría, Rumania, Bulgaria y Yugoslavia concedieron preferencias arancelarias a

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sus productos. Pero el pacto más famoso fue el realizado por los países de la

Commonwealth en la Conferencia de Ottawa celebrada en 1932, donde se acordó

un sistema de preferencias mutuas para las importaciones provenientes de los

miembros de la comunidad.