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Efectos de la violencia de pareja en el desarrollo infantil y la maternidad: Un
estudio comparativo entre madres mexicanas y madres hispanas en los
Estados Unidos1
Arturo Enrique Orozco Vargas2, Leonor Guadalupe Delgadillo Guzmán3, Leonor González Villanueva4
Universidad Autónoma del Estado de México
Ciencias Sociales, Psicología
1 Proyecto financiado en el marco de la Convocatoria Fondo Semilla, auspiciada por la Universidad
Autónoma del Estado de México y la University of State of Texas, intitulado Efectos de la violencia de pareja en el desarrollo infantil y la maternidad: Un estudio comparativo entre madres mexicanas y madres hispanas en los Estados Unidos, con clave 3664/2014FS
2 Profesor investigador en la Universidad Autónoma del Estado de México, candidato del
Sistema Nacional de Investigadores. Correo electrónico, [email protected].
3 Profesora investigadora de la Facultad de Ciencias de la Conducta, miembro del Cuerpo
Académico Vulnerabilidad, educación y sustentabilidad, miembro del Sistema Nacional de Investigadores nivel 1. Correo electrónico, [email protected].
4 Profesora investigadora de la Facultad de Ciencias de la Conducta. Correo electrónico,
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Los efectos de la violencia de pareja en los niños comenzaron a ser estudiados en
los Estados Unidos hace ya más de 30 años, en México existen muy pocos
estudios a este respecto. Estudios empíricos llevados a cabos con distintas
muestras en los Estados Unidos han examinado las consecuencias que tiene el
ser testigo de la violencia perpetrada en el hogar y como esta experiencia tiene
efectos negativos en el desarrollo emocional, social, cognoscitivo, y conductual de
los niños. Por el contrario, desafortunadamente en México solamente unos
cuantos estudios han investigado la prevalencia de los niños quienes han sido
expuestos a la violencia de pareja y los efectos en su desarrollo. Por esta razón, el
estudio que estamos proponiendo es sumamente importante no solamente por la
relevancia social que conlleva, sino también por ser un estudio pionero al
comparar en dos contextos socioculturales distintos el impacto que tiene la
violencia de pareja en los niños.
Una de las principales contribuciones de esta investigación es el proveer
evidencia empírica para con ello diseñar programas preventivos e intervenciones
profesionales para las víctimas de la violencia de pareja y sus hijos. Debido a la
falta de investigaciones llevadas a cabo en nuestro país, muchas intervenciones
están basadas en programas adaptados de experiencias en otros países.
Desafortunadamente estas intervenciones o programas de prevención llegan en
muchos casos a fracasar porque no consideran la influencia de la cultura, el
contexto social y el tipo de relaciones entre padres e hijos presentes en las
familias mexicanas. El contar con evidencia empírica que incluya todos estos
factores permitirá progresivamente generar modelos apropiados para la población
en México.
Además de estimar la prevalencia de los niños quienes han sido expuestos
a este tipo de violencia y conocer sus efectos, al tiempo de analizar el impacto
que tiene la violencia de pareja en la experiencia de ser madre. La maternidad es
un componente muy importante de la cultura mexicana. A través de este estudio
se pudo identificar cómo la violencia de pareja afecta las actividades diarias, las
relaciones sociales y las propias capacidades de las madres quienes viven en el
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Estado de México. De tal forma que se pudo conocer la influencia negativa que
tiene la violencia de pareja sobre el funcionamiento infantil. Por ejemplo, los
adolescentes que viven en una familia caracterizada por ejercer la violencia en sus
relaciones tienden a estar más involucrados en incidentes delictivos, consumo de
drogas, conductas criminales, comportamientos antisociales, bullying y violencia
intergeneracional. Debido a que el Estado de México se encuentra entre las
entidades con la mayor prevalencia de violencia de pareja, este estudio es de
suma importancia, pudiendo con él identificar los primeros signos del
comportamiento agresivo entre los niños y adolescentes. De esta forma, el estudio
constituye una base o exploración inicial para transformar las condiciones de vida
para los niños y sus familias.
La problemática originada a partir de la Violencia de Pareja en las mujeres y
sus hijos, principalmente comportamientos disruptivos, características que señalen
estrés, ansiedad, depresión o autopercepciones negativas sobre el rol que
desempeñan, también en la falta del cumplimiento de expectativas sociales,
culturales, familiares o autoimpuestas por la misma madre.
Orozco, et. al. (2013) han indicado algunos hallazgos sobre la dinámica en
la violencia de pareja en mujeres mexicanas inmigrantes, exponiendo la necesidad
de realizar estudios de mayor alcance en la compleja relación que existe entre
ambos fenómenos, tal y como es el objetivo de la presente, buscando analizar a
través de dos instrumentos ampliamente utilizados para ambos fenómenos: la
escala Conflict Tactics Scale 2 (CTS-2; Straus, et. al. 1996), la escala de
funcioamiento inafntil para las edades de 6 a 18 años (CBCL/6-18; Achenbach y
Rescorla, 2001) y Parenting Stress Index-Short Form (PSI-SF; Solis y Abidin,
1991) a través de una análisis inferencial.
Otro eje del presente estudio es la necesidad de ahondar en aquellas
características de la dinámica familiar que permitan comprender en mayor medida
a estos grupos vulnerables que son las mujeres y los hijos(as) menores (Doubova,
et. al. 2007; González y Fernández, 2010; González y Mercedes, 2012; Ortega, et.
al., 2009), como una importante cantidad de literatura especializada sugiere,
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independientemente de sus condiciones laborales (Pérez et. al., 2010), los
problemas de conducta de los hijos(as) en su crianza y estimulación (Pérez, et. al.,
2011; Pérez, et. al., 2012; Vera y Peña, 2005) destacando el hecho que ambos
grupos son víctimas de las consecuencias de la violencia de pareja (Casique,
2006).
El objetivo de la presente investigación fue conocer la relación entre la
Violencia de pareja con el estrés parental y el funcionamiento infantil en las
madres participantes, tanto en las características del comportamiento en pareja,
las conductas de los niños(as) al cuidado de la madre y del estrés que pudiera
conllevar el papel de madre; así también, como un punto de comparación con la
situación hispana, tal y como se entiende en el objetivo del proyecto. A
continuación se abordaran aspectos teóricos para comprender el fenómeno y su
contexto.
Violencia contra la mujer
Esta investigación pretende constituir una referencia importante para el
tema de violencia en la pareja y su relación con el malestar paterno, la interacción
disfuncional con sus hijos y los problemas internos y externos que pueden
presentar, seleccionando a las madres e hijos(as) menores por su condición de
grupos vulnerables (González y Fernández, 2010; González y Mercedes, 2012;
Valdéz y Ruíz, 2009).
En México, la mitad de las mujeres, jóvenes y niños padecen algún tipo de
violencia que afecta sensiblemente todos los aspectos de su desarrollo humano y
evidencian la persistencia de relaciones desiguales de poder entre hombres y
mujeres, así como de estereotipos y patrones culturales, según el Informe de
Violencia de Género en Parejas Mexicanas (Instituto Nacional de la Mujer
[INMUJER], 2006).
Según el CONAPO (Consejo Nacional de Población, 2012) la Violencia de
Pareja (de aquí en adelante VP) es el comportamiento directo o indirecto de
cualquiera de las partes a la otra dentro de una relación de pareja, pudiendo
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presentarse de forma física, psicológica o emocional. La magnitud que ha
alcanzado en los últimos años, hace que la violencia contra las mujeres se
encuentre actualmente entre las prioridades de la agenda de salud pública
internacional y nacional (Organización Mundial de la Salud [OMS], 1996). La
violencia en la pareja se produce en todos los países, sin importar el grupo social,
económico, religioso o cultural. Así mismo, aunque las mujeres pueden agredir a
sus parejas masculinas, y la violencia también se da a veces en las parejas del
mismo sexo, la violencia en la pareja es soportada en proporción abrumadora por
las mujeres e infligida por los hombres (Heise, 1999).
La APA (American Psychological Association, 1999) define la violencia
doméstica como un patrón que incluye un amplio rango de conductas de maltrato
físico, sexual o psicológico utilizado por una persona en una relación íntima contra
otra con el fin de obtener poder, control y autoridad. El grupo de trabajo en
Violencia y Familia de la Asociación Americana de Psicología, define la violencia o
maltrato doméstico como (Walker, 1999: 45): “Un patrón de conductas abusivas
que incluye un amplio rango de maltrato físico, sexual y psicológico, usado por una
persona en una relación íntima contra otra, para ganar poder o para mantener el
abuso de poder, control y autoridad sobre esa persona”.
Este tipo de violencia aparece como una causa significativa de
discapacidad y muerte, entre mujeres de edad reproductiva, tanto en el mundo
industrializado como en desarrollo. En las economías de mercado establecidas,
esta violencia representa casi un año de vida perdido por mujeres de 15 a 44
años, por cada cinco años de vida saludable. Se sitúa en tercer lugar, tras la
diabetes y los problemas de parto, los malos tratos son la tercera causa que está
provocando más muertes prematuras y más secuelas físicas y psicológicas en las
mujeres (Lorente, 2001). Al estudiar las consecuencias que tiene en la salud de
las víctimas, se desprenden las siguientes conclusiones (Krug, et. al., 2002): 1.
Mientras más severo es el maltrato, mayor es el impacto en la salud física y
mental de las víctimas; 2. Las consecuencias pueden persistir cuando el maltrato
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ha desaparecido; 3. El impacto en el tiempo de diferentes tipos de maltratos y de
múltiples episodios de violencia, parecen ser acumulativos.
Los síntomas de mayor frecuencia son ansiedad, tristeza, pérdida de
autoestima, labilidad emocional, inapetencia sexual, fatiga permanente e insomnio
(Amor, 2000).
Según la ENDIREH (Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las
Relaciones en los Hogares) reportada por el INEGI (Instituto Nacional de
Estadística, Geografía e Informática, 2011), el panorama de violencia contra las
mujeres en México es revelador. En el Estado de México el 56.7% de las mujeres
declararon haber vivido eventos de esta naturaleza, cifra superior al promedio
nacional en casi 12 puntos porcentuales. Este porcentaje ubica al estado de
México como la entidad con la mayor proporción de este tipo de violencia.
Sobre los factores de riesgo para sufrir VP es el género, donde las mujeres son
las que tienen mayor riesgo; la condición social, afectando a las personas en
clases socioeconómicas bajas; historial de abusos, problemas de VP en
progenitores; y por otro lado, para ejercer VP los factores principales son el abuso
de sustancias, problemas de salud mental, comportamientos sexuales riesgos y
algunos otros como en los grupos de hispanos; la aculturación e inmigración
(Gonzáles y Mercedes, 2012).
El tema de violencia en la pareja representa algo que hoy en día no debe
desconocerse, por el contrario, las cifras estadísticas revelan una alta presencia,
así como también, sus consecuencias e impacto a nivel individual, familiar, laboral
y social, que transforman este fenómeno en un problema público, preciso de
investigar y difundir.
Violencia dentro de la familia
Analizando lo anterior, se ha podido constatar que las principales
consecuencias psicológicas de la violencia en pareja, repercuten directamente en
los hijos de múltiples maneras. Los niños pueden ser expuestos a los conflictos
maritales entre sus padres en una infinidad de manifestaciones (Edleson, 2001).
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Es así, que la violencia de pareja es considera un factor perjudicial para el
desarrollo emocional, conductual y cognoscitivo de los niños. De acuerdo con la
ONU (Organización de las Naciones Unidas) se estima que en todo el mundo
alrededor de 275 millones de niños viven expuestos a las consecuencias directas
de la violencia de pareja (ONU, 2006).
Straus y Gelles (1990) encontraron que los niños tienen el doble de
probabilidad de ser maltratados físicamente por los padres en los hogares donde
hay violencia doméstica en comparación de los hogares donde no la hay. Es así
que la exposición a la violencia familiar constituye un grave riesgo para el
bienestar psicológico de los menores, especialmente si, además de ser testigos,
también han sido víctimas de ella. Resultados hallados en diversos estudios
muestran que los niños expuestos a la violencia en la familia presentan más
conductas agresivas y antisociales (conductas externalizantes) y más conductas
de inhibición y miedo (conductas internalizantes) que los niños que no sufrieron tal
exposición (Fantuzzo, 1991; Hughes, 1988;).
Los niños de estos hogares violentos también suelen presentar una menor
competencia social y un menor rendimiento académico que los niños de familias
no violentas (Adamso, 1998), además de promedios más altos en medidas de
ansiedad, depresión y síntomas traumáticos (Hughes, 1988; Marker, et. al., 1998).
Se estima que entre el 25% y el 70% de los niños de familias en las que se
producen episodios de violencia, manifiestan problemas clínicos de conducta,
especialmente problemas externos como conductas agresivas y antisociales
(McDonald y Jouriles, 1991).
Similares conclusiones se extraen de un estudio llevado a cabo por
Corbalán y Patró (2003), quienes administraron un cuestionario específico a una
muestra de 40 mujeres maltratadas, residentes en centros de acogida, sobre la
existencia de alguna forma de maltrato de su pareja hacia sus hijos y sobre los
principales síntomas y comportamientos problemáticos apreciados en ellos. Los
resultados de este estudio arrojaron los siguientes datos sobre sintomatología
presente en los hijos de las mujeres de la muestra: el 10% presentaron
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conflictividad en la escuela; el 7,5% huyeron del hogar; el 35% mostraron
comportamientos violentos entre iguales; el 22,5% tuvieron comportamientos
violentos hacia la madre; el 25% bajo rendimiento escolar; el 27,5% miedo hacia el
maltratador; el 32,5% síntomas de ansiedad y el 30% tristeza y aislamiento.
El estrés en madres e hijos violentados
Entre las características de la persona que ejerce violencia se encuentra la
descrita como “doble fachada”, que se refiere a la diferencia de imagen en lo
público y lo privado, teniendo en el primero una cargada de cualidades positivas,
mostrándose como buenos profesionales, amigos o vecinos, y en lo privado
cualidades opuestas y contradictorias, como el ser controlador y ejercen el poder
sobre el resto de la familia. Con ello, la mujer que vive en situación de violencia
muchas veces es tildada de desequilibrada y no se le cree, produciéndose la
revictimización o victimización secundaria. Otro aspecto es el desequilibrio de
poder con la pareja; un miembro subyuga al otro, aplicando abusos intercalados
con recompensas. Se instala un ciclo de dependencia, en que la mujer cada vez
pierde más poder, cediéndoselo al agresor, y estableciéndose con ello un fuerte
vínculo afectivo de carácter simbiótico. Aumenta a la vez la impotencia de ella y la
convicción de que <<nada podrá nunca cambiar>>.
Ahora bien, sobre el Estrés Parental (de aquí en adelante EP), podemos
definirlo como la perspectiva parental concebida a través de los sentimientos de
crianza y afrontamiento al rol como padre o madre que puede generar
sentimientos negativos y disonantes en la persona delegada del cuidado de los
hijos Cabrera, et. al., (2012); aunque al contextualizar al fenómeno, normalmente
la carga del cuidado de los hijos(as) recae en la mujer, ya sea por factores
sociales, culturales, personales o contingencias impuestas por externos o la
misma madre/cuidadora de los niños y las niñas (Pérez, et. al., 2012).
La mujer intensifica sus esfuerzos por tener todo controlado, a pesar de lo
cual es agredida, encontrando de igual forma alguna culpa en ella. Luego pensará
que no puede encontrar solución por falta de inteligencia, lo cual se suma a un
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clima de tensión permanente. El estrés en el sistema familiar durante los primeros
años de vida es especialmente crítico en relación al desarrollo emocional-
conductual del niño y en la relación de este con el padre (McLoyd, 1990). Lo que
apunta a una aproximación que evalúe las muchas facetas del sistema padre e
hijo y no un solo elemento. Las características de los padres las características del
niño y los eventos de vida estresantes son solo algunas de las dimensiones que
necesitan ser consideradas.
Son escasas las investigaciones con poblaciones de bajo riesgo que
asocien el estrés parental con el desarrollo del niño (Cronic y Greenber, 1990).
Aunque la literatura de investigación suele enfocarse en el impacto de factores
estresantes de una sola variable en el desarrollo de los niños(as) en situaciones
de la vida real, éstos experimentan estrés de origen múltiple. La consecuencia
natural de una parentalidad disfuncional es que el niño(a) generalmente desarrolla
problemas conductuales y/o emocionales (Abidin, 1995). Diferentes estudios han
reportado altos niveles de estrés asociados a conductas parentales disfuncionales
e interacciones negativas entre los padres y sus hijos(as). Alto estrés parental
también se asocia con un desarrollo alterado en el niño(a) y la presencia de
psicopatología infantil (Abidin, 1992; Bass y Benjamin, 1993; Moran).
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Análisis de Resultados
Los resultados encontrados en las correlaciones de los análisis realizados
en todos los factores de las tres escalas muestran datos significativos (p < .05). En
primer lugar, sobre la VP, se encuentran una prevalencia elevada, en donde el
89.34% de las mujeres reportan haber sufrido un incidente de violencia durante el
último año, datos más elevados de los reportados a nivel nacional de 43 de cada
100 casos en mujeres mayores de 15 años a lo largo de su vida (INEGI, 2014b) e
incluso a los estatales que reportan una indecencia de 58 de cada 100 casos de
VP (INEGI, 2014a), aunque las frecuencias encontradas fueron bajas con respecto
al rango de la escala (M = 15.58, DE = 19, Rango = 0-200); sobre el EP, se
encontraron puntajes moderadamente bajos (M = 81.27, DE = 24.96), indicando
que la muestra no reporta tener problemas severos con el estrés que pueda estar
generando desempeñarse en su rol como madres; sin embargo, existen
situaciones estresantes dentro de éste; y finalmente, el FI reportado por las
madres de los niños(as) se expresa en puntajes bajos, es decir, un funcionamiento
adecuado, aunque no se descarta la existencia de problemas específicos (tabla 1).
Tabla 1. Descriptivos de Violencia de Pareja, Estrés Parental y Funcionamiento
Infantil
M DE Rango
Violencia de pareja 15.58 19.0 0-200
Estrés parental 81.27 24.96 36-180
Funcionamiento infantil 33.05 24.71 0-226
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Correlaciones entre la Violencia de Pareja y el Funcionamiento Infantil
Las correlaciones de la VP física se expresaron todas de forma muy
significativa (p < .001) tal y como se muestra en la Tabla 2, manteniendo mayor
relación con la depresión (D; r = .340) seguido de comportamiento agresivo (CA; r
= .309), problemas de atención (PA; r = .291), problemas sociales (PS; r = .251),
ansiedad (A; r = .254), síntomas somáticos (SS; r = .291), rompimiento de reglas
sociales (RS; r = .241) y finalmente por problemas cognoscitivos (PC; r = .185).
Respecto a la VP psicológica las relaciones se encuentran de forma muy
significativa (p < .009), al igual que la física, presenta una mayor correlación con la
D (r = .308), posteriormente por SS (r = .245), PA (r = .224), CA (r = .212), A (r =
.205), PS (r = .204), RS (r = .154) y de igual forma, se mantienen los PC en último
lugar (r = .146).
Tabla 2. Correlaciones entre Violencia de Pareja y Funcionamiento Infantil.
A D SS PS PC PA RS CA
Violencia Psicológica ,246 ,340 ,219 ,251 ,185 ,291 ,214 ,309
Violencia Física ,205 ,308 ,245 ,204 ,146 ,224 ,154 ,212
Correlaciones entre los factores de a CTS y CBCL Todas las correlaciones son significativas en el nivel 0.01 (2 colas)
Correlaciones entre la Violencia de Pareja y el Estrés parental
Sobre la relación de la VP con el estrés parental (ver Tabla 3), se encontraron
correlaciones bastante significativas (p ≤ .001): sobre la VP física muestra mejor
correlación con la Interacción Disfuncional entre madre e hijo(a) (ID; r .246),
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seguido por el Malestar Paterno (MP; r .227) y finalmente con el/la Niño(a) Difícil
(ND; r = .189). Por otra parte, la VP psicológica se muestra mejor correlacionada
con MP (r = .348), en segundo lugar la ID (r = .267) y finalmente el ND (r = .239).
Tabla 3: Correlaciones entre la Violencia de Pareja y el Estrés Parental.
MP ID ND
Violencia Física .348** .267
** .239
**
Violencia Psicológica .227** .246
** .189
*
Correlaciones entre los factores de la PSI-SF y la CTS-2 * p < 0.01, ** p < 0.00
Correlaciones entre el Estrés Parental y el Funcionamiento Infantil
Con respecto a la relación entre el EP y el FI se repiten los índices de
confiabilidad bastante aceptables (p < 0.01) y en menor medida, pero aún
aceptable en la relación entre el MP y SS (p < 0.014). Ahora bien, sobre las
características del niño difícil se encuentran resultados esperados como una alta
correlación con rasgos de conducta agresiva (CA: r = .576); así también como:
problemas para mantener atención (PA: r = .492), rasgos o comportamientos
depresivos (D: r = .401) y problemas para relacionarse con otras personas (PS: r =
.400); y en menor medida con RS (r = .385), A (r = .361), PC (r = .492) y SS (r =
.216). De la misma manera, en el MP vuelven a verse relacionados en mayor
medida la CA (r = .317), en segundo lugar por la D (r = .276), seguido de la PA (r
= .259); sin ser la excepción en la ID, encontrando la PA (r = .434), la (r = .429) y
la D CA (r = .411) según mayor relación presenten.
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Tabla 4. Correlaciones entre el Estrés Parental y el Funcionamiento Infantil
A D SS PS PC PA RS CA
Malestar Paterno ,232** ,276
** ,138
* ,279
** ,164
** ,259
** ,256
** ,317
**
Interacción disfuncional
,304** ,429
** ,165
** ,355
** ,195
** ,434
** ,331
** ,411
**
Niño Difícil ,361** ,401
** ,232
** ,400
** ,216
** ,492
** ,385
** ,576
**
Correlaciones entre los factores de la PSI-SF y la CTS-2 **. La correlación es significativa en el nivel 0,01 (2 colas) *. La correlación es significativa en el nivel 0,05 (2 colas).
A partir de los presentes análisis se encuentra normalmente a los
problemas de depresión, problemas de atención y conducta agresiva en los niños
como factores relevantes en su relación con la VP y EP
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Conclusiones
Los resultados más importantes de este estudio señalan que existe una
correlación positiva moderada entre violencia de pareja y funcionamiento infantil,
es decir que el comportamiento externo de los niños como es el comportamiento
agresivo, los problemas sociales, y el rompimiento de reglas sociales, además el
comportamiento interno como ansiedad, depresión, problemas cognoscitivos,
síntomas somáticos y problemas de atención están relacionados con la violencia
física y psicológica de pareja, es así que la exposición a la violencia familiar
constituye un grave riesgo para el bienestar psicológico de los menores,
especialmente si, además de ser testigos, también han sido víctimas de ella.
Resultados hallados en diversos estudios muestran que los niños expuestos
a la violencia en la familia presentan más conductas agresivas y antisociales
(conductas externalizantes) y más conductas de inhibición y miedo (conductas
internalizantes) que los niños que no sufrieron tal exposición (Fantuzzo, et al.,
1991; Hughes, 1988) En este sentido, la conducta externa se refiere a un conjunto
de problemas que manifiestan los niños en el ambiente externo (Jianghong, 2004).
En cambio la conducta interna se refiere a problemas que afectan el ambiente
psicológico del niño, como el estar cohibido, ansioso, deprimido. Sin embargo,
algunos autores reconocen que esta dicotomía no es perfecta, y que existe
comorbilidad entre los problemas de conducta internos y externos. La literatura
indica que esas conductas se manifiestan como hiperactividad, conducta
disruptiva y agresividad (Eisenberg, 2001).
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Dicho lo anterior se menciona que las características del niño, el contexto
familiar y los eventos estresantes de vida son algunas de las facetas del sistema
padres-niño que se han identificado como importantes (Abidin, 1995). Además se
encontró en un estudio que las madres que reportaron altos niveles de estrés
dentro de áreas de ajuste parental (por ejemplo relaciones con el esposo, salud,
aislamiento social) tienen hijos pequeños que exhiben más externalización y
problemas de conducta.
En adición padres que reportaron altos niveles de estrés en relación con su
hijo pequeño tendieron más a tener niños que exhibían problemas de conducta
(Jackson y Gyamfi, 1998). Finalmente, hay que mencionar que la violencia
doméstica y de pareja constituye un problema reconocido como tal por la mayor
parte de la población mexicana. Se le considera grave y frecuente, ya que una alta
proporción conoce casos y la mitad de la población total afirma haber tenido
experiencias directas en sus propias casas o familias.
No obstante, todavía no existe una amplia y mayoritaria admisión de que se
trata de un problema de carácter social, ya que aún se presenta la resistencia de
reconocer que se vive expuesto ante estos hechos, una de las razones es por la
necesidad del individuo que se somete a una investigación de quedar bien con el
otro, de hacer lo que se supone que se quiere vivir. Y es así, que como tal debe
ser enfrentado no solamente por las víctimas, las familias y hogares que la sufren,
sino por la sociedad en conjunto que es la que debe arbitrar los medios de
prevención y de sanción ante hechos de violencia, así como de apoyo a las
víctimas y familiares afectados.
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Al trabajar temas de índole personal que revelan la dinámica íntima del
núcleo familiar en las participantes es necesario considerar que, pueden existir
complicaciones en la recolección de datos, principalmente a las implicaciones de
los temas sobre la violencia con su esposo o pareja, de la autopercepción del rol
materno y en problemas del comportamiento de sus hijos(as). Lo anterior conduce
a reflexionar sobre la posible existencia de información encubierta, principalmente
por lo que social y culturalmente puede representar el aceptar ser violentadas o
violentadoras con su pareja, por no sentirse competentes o cómodas con su rol
materno y de reconocer los problemas, deficiencias o conductas disruptivas que
sus hijos(as) presenten.
Debe analizarse la situación con mayor profundidad, ya que existen
diferentes afecciones que de por sí la VP tiene sobre la víctima, ya sean
incapacidades médicas, deterioro de las funciones físicas, emocionales y
cognitivas (Burgos, et. al., 2012) y a partir de los resultados encontrados,
repercuten sobre el desempeño de sus funciones como madre, afectado la
autopercepción de las participantes y generando estrés; así también, generando
problemas en los hijos que viven la relación violenta de sus padres. Uno de los
problemas en la investigación en torno a la violencia hacia las mujeres en
Latinoamérica es que el número tan limitado de investigaciones de mayor
comprensión ante las situaciones generadoras de estrés, volcándose en análisis
sociales y poblacionales (Castro y Riquer, 2003) por lo que precisar de la
interacción de estos fenómenos en todos los participantes.
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Lo anterior recae principalmente en la falta de implementaciones
preventivas, donde el principal avance se avoca al sistema de justicia encargado
de perseguir a la VP una vez que han sucedido los siniestros, dejando en
segundo plano las disposiciones que faciliten los procesos para instituciones
preventivas (Organización Panamericana de la Salud y OMS, 2010), por lo que es
necesario conocer a fondo las características de los índices tan elevados
encontrados e implementar regulaciones que faciliten los procesos y ofrezcan
mayor número de alternativas para casos de violencia dentro de una relación de
pareja.
Es necesario abrir otras líneas de investigación de mayor alcance, tal y
como proponen Orozco, et. al. (2013), debido a la complejidad que representa el
análisis de fenómenos tan arraigados a la cultura y condiciones sociales; así
también, de factores personales dentro de la familia y los roles que se juegan
dentro de esta.
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