Edwards Conciencia Negra

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50 ISLAS A pesar de su disminución en la segunda mitad del siglo diecinueve, los afroar- gentinos tuvieron un alto nivel de conciencia negra. Esto explica cómo lu- charon por conservar su nivel de protagonis- mo en una sociedad que trataba de olvidar- los. Sin embargo, al finalizar el mismo siglo, hubo ciertos aspectos del discurso negro que se manifestaron como perspectivas elitistas entre las diferencias existentes en la clase media negra. Esta negritud, u orgullo negro, empleado por la clase media negra, no logró unificar a dicha comunidad sino que la sepa- ró en diferencias de clase pre existentes. Además, tal separación provocó una dañina ruptura entre distintas facciones de la comu- nidad negra. El discurso empleado por los miembros de la clase media negra, no tenía en cuenta a la clase negra más pobre. Este discurso era usado mas bien para legitimar su propio estatus social en la sociedad argen- tina. Las raíces están sembradas: la historia afroargentina En 1776, el Virrey Vértiz creó el primer censo oficial después del establecimiento del Virreinato del Río de la Plata. La informa- ción recogida en los censos de 1778 y 1836 Historia Un árbol africano produce flores blancas: La conciencia negra en la comunidad afroargentina durante los siglos diecinueve y veinte Erika Denise Edwards Estudiante Doctoral Florida International University

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Apesar de su disminución en la segundamitad del siglo diecinueve, los afroar-gentinos tuvieron un alto nivel de

conciencia negra. Esto explica cómo lu-charon por conservar su nivel de protagonis-mo en una sociedad que trataba de olvidar-los. Sin embargo, al finalizar el mismo siglo,hubo ciertos aspectos del discurso negro quese manifestaron como perspectivas elitistasentre las diferencias existentes en la clasemedia negra. Esta negritud, u orgullo negro,empleado por la clase media negra, no logróunificar a dicha comunidad sino que la sepa-ró en diferencias de clase pre existentes.Además, tal separación provocó una dañina

ruptura entre distintas facciones de la comu-nidad negra. El discurso empleado por losmiembros de la clase media negra, no teníaen cuenta a la clase negra más pobre. Estediscurso era usado mas bien para legitimarsu propio estatus social en la sociedad argen-tina.

Las raíces están sembradas: la historia afroargentina

En 1776, el Virrey Vértiz creó el primercenso oficial después del establecimiento delVirreinato del Río de la Plata. La informa-ción recogida en los censos de 1778 y 1836

Histo

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Un árbol africano produceflores blancas:La conciencia negra en lacomunidad afroargentinadurante los siglos diecinueve y veinte

Erika Denise EdwardsEstudiante Doctoral Florida International University

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revela que los negros constituían una minoríabastante grande en la población de BuenosAires. De los 24.363 individuos que se docu-mentaron en el censo de 1778, más del trein-ta porciento, o 7.236, eran negros (aunque elporcentaje de negros en las ciudad fluctuabacon el tiempo).1 En contraste, como resulta-do de la trata esclavista interna, había unapresencia aún mayor de negros en el interiorde Argentina. En 1777, diez ciudades inte-riores y los territorios entorno a su jurisdic-ción contaban con aproximadamente 60.000afroargentinos.2 Al comienzo del siglo dieci-nueve había una población esclava bastantegrande que desempeñaba diversas labores.Dentro de la ciudad, los blancos usaban amenudo a los esclavos para denotar su estatussocial, porque eran muy caros en la Argentinacolonial. Trabajaban como sirvientes domés-ticos; las negras de nodrizas y lavanderas.Los varones trabajaban de “menestrales” o“artesanos urbanos.”Y como en otros casosde esclavitud en las Américas, los amos“alquilaban”a sus esclavos a gente que queríamano de obra barata.3

En 1813 entró en rigor el Acta de la Leyde Vientre Libre que liberaba a todos loshijos de esclavos, aunque aún sufrían ciertaslimitaciones. Para los libertos, como se lesllamaba, la ley insistía en que estos niños per-

manecieran con sus madreshasta casarse o cumplir vein-te años de edad. Antes deobtener su libertad, loslibertos debían trabajar gra-tis para los amos de susmadres hasta cumplir losquince años; después empe-zaban a ganar un peso pormes.

Entre 1810 y 1827 seredujo la esclavitud. Paraentonces los censos munici-

pales revelaban una mejoría en el estatuslegal de los afroargentinos. En 1810, ochen-ta y tres porciento de la población negravivía bajo el control de los hogares blancos,sin embargo, esa cifra se redujo a 74% para1827.4 Además, ganaron más autonomía lasfamilias negras. En 1810 sesenta y ocho por-ciento de las familias negras vivía bajo el con-trol de hogares blancos, pero para 1827 estacifra bajó a 52%. No obstante, Argentinatardó hasta 1853 para abolir de manera ofi-cial la esclavitud, aunque Buenos Aires per-mitió la posesión de esclavos hasta 1861.5

A diferencia de la primera mitad delsiglo diecinueve, que inauguró la autonomíaeconómica para la población negra, la segun-da mitad vio una marcada y dañina reducciónde su población. Esto se le ha atribuido tantoa transformaciones políticas como sociales.Para 1860, el Partido Unitario ganó controldel país de los Federales, sus enemigos políti-cos, con quienes pelearon por casi treintaaños. Líderes políticos como DomingoFaustino Sarmiento querían modernizar aArgentina y miraban hacia los modelos utili-zados en Estados Unidos, Inglaterra yFrancia. Sus deseos coincidieron justamentecon el “boom de exportación.”Era el momen-to en que Europa experimentaba su SegundaRevolución Industrial, y miraba hacía la

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América Latina como suministradora dematerias primas. Al fortalecerse los vínculosentre Argentina y los países industrializados,la nación suramericana adoptó el racismocientífico, que enfatizaba que sólo un paísblanco podía ser moderno.6

Sorprendentemente, tal vez, hasta laclase media negra promovía tal blanquea-miento. Los negros y mulatos de la elite sesepararon de sus coetáneos más pobres de laclase obrera, quienes aun reconocían pública-mente su herencia africana. Al efecto que pro-vocaron estos cambios políticos y sociales, seagregaron otros como la reducción en latrata esclava, en la población de negros varo-nes, el bajo peso de los recién nacidos, y elmestizaje. Todo esto contribuyó a la disminu-ción de la población negra, tanto así quepara 1900 muchos pensaban que ya no habíanegros en Argentina, aunque esto no era ver-dad. A través de la prensa negra y la literatu-ra, a finales del siglo diecinueve, los afroar-gentinos lucharon por no desaparecer cultu-ralmente. El discurso negro dejaba ver quehabía dos opciones para los afroargentinos:la asimilación o la resistencia. La mayoría sedecidió por la primera, por asimilarse a lasociedad blanca al hacerse más blanca física yculturalmente. Las negras solían casarse conhombres blancos, y culturalmente más blan-cos, para rechazar sus raíces africanas. Lasegunda opción era conservar la herenciaafricana, lo cual hizo la minoría, tomándolade fuente de inspiración para sobrevivir.

El árbol crece alto y fuerte:alguna evidencia delprotagonismo y discurso negroen Buenos Aires

Los afroargentinos pudieron conservarsu herencia africana por medio de la danza, lamúsica, el arte, y la religión. Desde el siglo

diecisiete hasta bien entrado el veinte, orga-nizaciones comunitarias como cofradías,naciones (cabildos) y sociedades de socorromutuo promovieron y le dieron forma al dis-curso negro. Los afroargentinos primero or-ganizaron cofradías, o hermandades religio-sas, como una manera de conservar su heren-cia africana. La primera cofradía de BuenosAires surgió en 1772, en la iglesia de LaPiedad, después de ser autorizado su estable-cimiento por el arzobispo de la ciudad.Ambos, los libertos y los negros esclavos,podían solicitar membresía en ellas. Además,los hombres y las mujeres podían hacersemiembros a pesar de que las mujeres no podí-an tener cargos al mismo nivel que los hom-bres. Para mantener esa membresía, habíaque pagar una cuota, participar, y vivir unavida cristiana. Al hacerse miembros de unacofradía, los afroargentinos podían aspirar aun funeral, con un número determinado demisas. Para finales del siglo diecinueve lascofradías también sirvieron como grupos deapoyo, para “estimular el espíritu…entre losnegros pobres.”Aun así, era limitada la auto-nomía de los negros en las cofradías; siemprehabía algún cura o ministro local que reteníael control absoluto de la hermandad, p.ej.,los miembros no podían hablar sin permiso ylos oficiales no podían gastar dinero sin queel cura lo hubiera aprobado. Además, el ofi-cial encargado del dinero tenía que ser miem-bro externo, blanco y haber sido seleccionadopor el cura (todos los demás eran elegidos).Como resultado del control de los curas sobrelas cofradías, el discurso negro no florecióbien dentro de estas organizaciones; por esolos negros buscaron otras alternativas.

El otro lugar donde se desarrolló el dis-curso negro fue en las ‘naciones’ africanas(cabildos). Estas ‘naciones’, que representa-ban más o menos grupos de origen étnicos,como el de Cambundá, Benguela, Lubolo,

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Angola y Congo, recibieron el reconocimien-to oficial del gobierno en la década de 1820.A diferencia de lo que pasaba con las cofradí-as, las naciones gozaron de mayor autono-mía. Después de conseguir permiso de la poli-cía, las naciones podían gastar su dinerocomo querían. A veces el dinero iba a diferen-tes proyectos que ayudaban a los miembrosnegros a comprarse su libertad y a establecerescuelas para sus hijos. Las naciones tambiénayudaban a sus miembros cuando perdían sutrabajo o necesitaban asistencia financieracon sus granjas o negocios. Por siguiente,estas sociedades africanas a veces dividían a lacomunidad negra. Por ejemplo, si surgía unadisputa dentro de alguna nación, los miem-bros la abandonaban y formaban otra. Así sedesarrolló una red de sociedades que limitabala oportunidad de crear un discurso negrocolectivo. Las naciones deterioraron casi almismo tiempo en que cayó el GobernadorRosas en la década de 1850.

Cuando se redujo el número de nacionesafricanas surgieron las sociedades mutualis-tas en su lugar. De los tres tipos de organiza-ciones comunitarias las sociedades de socorromutuo fueron las que les dieron a los afroar-gentinos la mayor cantidad de autonomía.La primera, conocida como la Sociedad de laUnión de Socorros Mutuos, escribió su cons-titución en 1855. A diferencia de las cofradí-as controladas por las iglesias, o las nacionescontroladas por el gobierno, las sociedadesmutualistas crearon sus propias reglas y ofre-cieron muchos beneficios a sus miembros. Losque estaban demasiado enfermos para traba-jar recibían una cuota diaria hasta quepudieran volver al trabajo. También conta-ban con cuidado médico gratis. Cuando falle-cía un miembro, los otros debían asistir a suentierro como dolientes. Desde 1860 hasta elsiglo veinte, las dos organizaciones mutualis-tas más exitosas fueron La Fraternidad y La

Protectora. La primera estableció una escue-la para niños negros que funcionó por cator-ce años. Pero, para los 1870, ya no existían nila escuela ni la sociedad. La segunda gozó demejor suerte y duró hasta bien entrado elsiglo veinte. Además de ofrecerle a sus miem-bros beneficios típicos, por casi sesenta añosLa Protectora puso a debate la dirección dela comunidad. Estableció una biblioteca y unpanteón en el cementerio de La Recoleta quesuministraba entierros gratis a los miembros.La fuerza de esta sociedad tuvo un impactomuy positivo en la comunidad negra y creóunidad en ella. Por todo el siglo diecinueve yla parte temprana del veinte, las cofradías,naciones y sociedades mutualistas le permi-tieron a los negros reunirse, celebrar, llevarluto y, sobre todo, sobrevivir en los espaciospúblicos.7

El protagonismo negro también prospe-ró en la literatura, un área que no ha recibi-do mucha atención por parte de la crítica. EnBuenos Aires, los escritores y poetas negrosdiscutían los problemas de la comunidadnegra. Sus obras fueron de particular impor-tancia entre 1880 y 1900, cuando los intelec-tuales negros de la clase media trataban deentender por qué disminuía su número.Desafortunadamente, a pesar de que sóloalgunos o pocos estudiosos han examinado laliteratura afroargentina emergió una mino-ría pequeña de escritores afroargentinos parael final del siglo diecinueve. Ejemplos de estoson los poetas Horacio Mendizábal, GabinoEzieza, y Casildo G. Thompson, escritoresque expresaron el orgullo negro que florecíaen ese momento.

En sus poemas, Mendizábal mostraba susentimiento nacionalista al señalar la situa-ción apremiante de los negros.8 Dos de suspoemas famosos, “¡Alerta!” y “Conme-moración de la Batalla de Cepeda” reco-nocían al héroe militar afroargentino, el

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Coronel José María Morales. El último versode “¡Alerta!,” mostraba el papel heroico y laherencia negra de Morales: “Recordad lasespléndidas glorias / Do mis padres supieronmorir.”9 Soldados negros habían servido en elejército argentino desde su fundación, por locual Mendizábal quería reconocer su rol.Para 1869, el nacionalismo de Mendizábaldisminuyó pero su conciencia negra aumen-tó. Se dio cuenta de que ambos sentimientosno podían coexistir. Ya en su segundo libro,un Mendizábal desilusionado escribía: “Larevolución de mayo proclamó los principiosde igualdad, libertad y fraternidad; pero tie-nen que ponerse en práctica estos noblesprincipios ante la ley y la sociedad, no ofen-diendo al hombre de color, no rechazándolo,no olvidándolo.”10

En este pasaje Mendizábal declaraba queya no creía que el nacionalismo argentino,nacido del movimiento independentista,incluía a todos los ciudadanos del país. Lalibertad ganada en la independencia se apli-caba sólo a los criollos españoles y excluía alos argentinos de color. Insatisfecho, buscóinspiración en otros negros de la diáspora y,hasta cierto punto, encontró entre ellos dife-rentes niveles de “pan africanismo.”Los poe-mas “Plácido” y “Lincoln” recontaban lasluchas de los negros en Cuba y EstadosUnidos. El primero se lo dedicó al poetacubano Gabriel de la Concepción Valdés(1880-1844), quien fue pasado por las armaspor supuestamente participar en una conspi-ración para liberar a esclavos negros cubanosy ganar la independencia de Cuba. En supoema titulado “Lincoln,”Mendizábal elogióa Abraham Lincoln por haber puesto enlibertad a los esclavos estadounidenses.11

Desafortunadamente, su desilusión con elracismo argentino y su llamado a una con-cientización negra únicamente aparecieronunos años antes de morir. Su impacto en el

discurso negro en Argentina fue breve peropoderoso. El próximo escritor, GabinoEzieza, fue más exitoso en abordar las preo-cupaciones de la comunidad negra.12

Durante su breve afiliación con LaJuventud, Ezieza escribió poemas de francaíndole afrocéntrica. En “Yo soy,” escrito en1897, elogia a Falucho, un soldado negroque batalló en el interior. Más importanteaún, Ezieza señaló el abuso del sistema deconscripción militar que continuamente lla-maba a negros a sus filas, sobre todo durantelas guerras de independencia y para la expan-sión territorial. El poema “Un oriental:ausente de su patria,” también contenía ele-mentos del afrocentrismo. La siguiente estro-fa resume toda su ansia por África, que des-cribe como un lugar de refugio y belleza entodo el poema:

Lejos, muy lejos me encuentro de aquella patria querida, cuyo recuerdo no olvida mi doliente corazón. Allí están mis ojos fijos mi esperanza allí se encierra que adoro la hermosa tierra donde mi madre nació.13

Como en la obra de Horacio Mendi-zábal, el poema de Gabino Ezieza descubre elpasado negro del país. En los 1870 y 1880Argentina intentó blanquearse e ignorar a supoblación negra. Como respuesta, Eziezamiró hacia su herencia africana en busca defuerza, ya que Argentina había eliminado alos negros de la “ecuación social nacional.”14

Siempre había sido bien recibido y aceptadopor esta patria, entonces se enfocó en la tierraen que “[su] madre nació.” No estaba descri-biendo de manera figurativa el lugar dondesu madre había nacido; realmente estaba

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subrayando su ansia por reconectarse con suherencia africana.

Sin embargo, la anunciación más com-pleta del racismo en Argentina vino deCasildo G. Thompson.15 Su polémico poema“Canto al África,”publicado en 1887, ataca-ba abiertamente el racismo en Argentina:

¿Sabeis cómo se llamaEsa tierra divina y bendecida, Esa joya que al mundo Dios legara, Esa púdica virgen ofendida Que humillada descuella? Se llama AFRICA, oíd, ¡Africa bella! Es la cuna del negro: ¡ésa es la patria!16

Como el poema de Ezieza, el deThompson caracteriza a África como unlugar receptivo y abierto, y con esto subraya-ba aún más la alienación afroargentina enArgentina. Demostró que ser negro no con-llevaba vergüenza alguna. Es más, creía quela vergüenza y la deshonra le tocaban a susopresores blancos:

Sabéis lo que sucede por qué triste La bellísma virgen africana Sus galas se desviste¿Y no ostenta sonrisa de sultana? Porque sonó una hora, una hora

[maldita!... Desde la altiva cumbre al bajo prado Una fiera sedienta Que se llamó hombre blanco El seno desgarró al Africa virgen Con avidez, brutal, saña sangrienta.17

Thompson describe el trato inhumanode los negros en Argentina; las fustas, elabuso verbal, y otras torturas sufridas amanos de los blancos que demostraban su sal-vajismo. Por lo contrario los africanos repre-sentaban pureza y realeza. Thompson se

apropió de los estereotipos que se usaban conlos negros y los reaplicó a sus opresores.Sorprende, sin embargo, que la conclusiónfinal del poema sea una petición de perdón –yno una venganza– de parte de la comunidadnegra:

El sol de Rendención: sonó la hora En la cuadrante del destino Ya en nombre del amor se dan las manos Esclavos y tiranos Pues la Igualdad de la Justicia hermana Los quiere en un abrazo confundidos.18

Thompson quería unir y no acusar.Proponía que las dos razas se juntaran, aunanticipando lo inicialmente embarazoso quesería semejante abrazo. El primer paso, sinembargo, sería el reconocer a los negros y susluchas. Después podría ver la comunidadnegra la mejor táctica a seguir, a causa de ladisminución de su población. Los periódicosnegros sirvieron este propósito al brindarle ala comunidad negra un espacio para discutirlos problemas que la afectaban.

Los de mayor influencia fueron LaJuventud y La Broma, periódicos que deba-tían temas importantes como la asimilación,la unidad y el orgullo negro. Ambos publica-ron muchos de los poemas de los poetas cita-dos anteriormente. Ofrecían otro espaciopara el discurso negro y no se quedaronobservando pasivamente las transformacio-nes que ocurrían en los espacios públicos acausa de la inmigración blanca. Los periódi-cos afroargentinos reconocieron sus bajosnúmeros y activamente discutieron posiblesrespuestas al problema en sus páginas. Huboartículos en que se deliberaron posibles reac-ciones al paro y la discriminación racial.

Hubo discurso negro durante todo elsiglo diecinueve. Este se manifestaba a travésde las cofradías, las naciones, las sociedades

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mutualistas y la literatura. Claramente, losafroargentinos entendieron su entorno y des-tino. Pero el movimiento en vez de estarunido estaba desunido. El racismo afectó a lacomunidad negra y causó división de clasesen ella. Hubo quienes quisieron expresarpúblicamente su herencia africana pero fue-ron mayormente rechazados por la mayoríablanca y la elite negra. Los negros de clasemedia, a su vez, acudieron a la literatura, unaforma más europeizada de expresar su orgu-llo africano. Debe recordarse que la mayoríade los negros era analfabetos, por lo quehabía una línea que dividía claramente a lacomunidad. Como resultado de esto, los afro-argentinos no pudieron unificar el discursonegro. Horacio Mendizábal, Gabino Ezieza yCasildo Thompson todos fueron poetas ymiembros de la elite negra.

El árbol se parte: las divisiones de clase en lacomunidad negra

Los criollos pelearon por conseguirindependencia económica de los peninsulareso blancos. La retórica sobre el valor que sedaba cada uno a sí mismo se convirtió en la delos movimientos independentistas y las leyesempezaron a enfatizar la importancia de laigualdad de los hombres. La esclavitud dis-minuyó y se le reconoció a los indígenascomo individuos bajo la ley, lo cual permitióque la gente de color por toda la diásporaafricana lograra un progreso económico.19

Para la década de 1850 muchos países sura-mericanos eliminaron el Régimen de castas, ola legislación que dividía la sociedad en unajerarquía de castas raciales muy bien marca-da.20

En su libro A Nation for all: Race,Inequality, and Politics in Twentieth-CenturyCuba, Alejandro de la Fuente habla de esta

ascensión socioeconómica en Cuba. Afrocu-banos adinerados rechazaron la idea quetodos los negros eran iguales o inferioressegún los blancos. Para intentar separarse delos negros de clase más baja, los intelectualesnegros usaban términos negativos al hablarde ellos. Por ejemplo, Ramón Vasconcelos, unprominente intelectual afrocubano del sigloveinte, los llamaba “la negrada,”“la estúpidamasa negra,”que sólo había asumido lo mássuperficial del progreso. Estos afrocubanostambién desalentaban cualquier manifesta-ción pública de “negritud.”En Cuba esto sig-nificó condenar las prácticas religiosas de lasantería y las comparsas o procesiones enépoca de carnaval. Decía Vasconcelos:“Vayanse al despoblado, donde puedan darrienda suelta a sus arrebatos y torpezas sin

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ofender la vista de la delicadeza de los quedesean vivir en una sociedad civilizada y noen una aldea de hotentotes… Mientras hayaun tambor, habrá barbarie.”21

Al tratar de celebrar los valores “blan-cos”tradicionales, la elite afrocubana enfati-zó la importancia del matrimonio y la fami-lia. Estaba alarmada por el hecho de que elnúmero de casamientos blancos era el doblede los negros, y que la tasa de ilegitimidadera el triple de la de los blancos.22 Temorososde que estas cifras solamente servían paraconfirmar los estereotipos de la sociedadblanca, los intelectuales negros promociona-ron las virtudes del matrimonio y la familiapara las mujeres negras. Había que reformara las mujeres porque cuando “caía”una mujernegra “arrastraba con ella el honor de todaslas demás mujeres y buena parte del respetoque le tocaba a los varones, por hombres,”según Ramiro Neyra, un intelectual afrocu-bano.23

A las mujeres negras no les cayó bienestos comentarios. La respuesta al tenorsexista de la retórica de Vasconcelos, quedecía que “la mujer negra carecía de cultura ymoralidad,” vino de una mujer llamada“Indiana”: “si el deber de la mujer era guiarsu hogar el de los hombres era proteger y cui-dar por sus familias, no mantener a una que-rida y abusar de su esposa.”24 Ambos sexostendrían que respetar la santidad del matri-monio en la clase media. Los afrocubanosadoptaron los valores de la clase media blan-ca para ser aceptados por la elite blanca.

En Argentina como en Cuba una mejoraen las condiciones socioeconómicas durantelos años de 1820 permitió que emergiera laclase media negra. Varios afroargentinos declase media ocuparon puestos de militares,farmacéuticos o maestros; otros fueroncomerciantes de pequeños negocios.25 Seexpandió aún más el grupo con la inversión

que hicieron los obreros manuales en la cre-ciente economía de Buenos Aires. Por ejem-plo, Eugenio Sar, marinero y estibador queinvirtió dinero en inmuebles, se hizo miem-bro prominente de la comunidad negra.Tenemos otro ejemplo en el músico y carroce-ro negro que en los años de 1830 reunió sufi-ciente dinero para negociarse la compra deun título de nobleza española.26 A pesar deque algunos negros lograron ascender en lasociedad, la mayoría de los negros en Ar-gentina “no tuvo éxito en romper las barre-ras” que seguían manteniendo a la comuni-dad negra en los más bajos niveles de puestossociales y vocacionales.”27 No obstante,siguió creciendo la clase media negra y parala segunda mitad del siglo diecinueve se desa-rrolló una distinción socioeconómica quedividió en dos clases a la sociedad afroargen-tina en Buenos Aires.

Al igual que los negros en Cuba, losafroargentinos siguieron los valores de laclase media para ser aceptados por la clasemedia blanca, lo cual desbarató aún más launidad negra. La seguridad económicaalcanzada por los negros prósperos creó unaclase preparada y trajo dos importantes cam-bios. El primero, la clase media negra apoyóeconómicamente al resto de la comunidadnegra. Por ejemplo, la fábrica cigarrera y lossalones de baile de Juan Pablo Balpardausualmente pagaban anuncios de sus comer-cios en los periódicos negros, para poderalcanzar a la comunidad negra.28 El nombrede Eugenio Sar aparece como donante en laslistas de abonados que apoyaban los periódi-cos negros.29 Segundo, el hecho de que la clasemedia negra adoptó los valores de la clasemedia blanca –honor, virtud y privacidad–hizo que expresara su orgullo de forma dife-rente. Decidió expresar su conciencia negrade una forma más “europea,” a través de laliteratura. Los tres poetas negros, antes men-

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cionados, de clase media, Horacio Men-dizábal, Gabino Ezieza y Casildo G.Thompson, incorporaron el discurso afri-cano a ese estilo. El resultado fue que cuandola clase media negra veía a las manifestacio-nes más públicas de los carnavales, las nacio-nes africanas, las cofradías y el baile candom-be, lo hacía con disgusto y silencioso desdén.

Asimismo, se vieron los conflictos declase en los periódicos afroargentinos. Obra-ron por unificar a la comunidad pero tam-bién diseminaron dos opiniones distintas. De1876 a 1883 La Juventud escribía para losnegros de la clase trabajadora, aunque lamayoría fuera analfabeta. Abordaba asuntoscomo la discriminación racial y el paro,ambos problemas que afectaban muchomenos a la clase media. Los inmigranteseuropeos habían desplazado a los obrerosnegros en varias áreas como las de los vende-dores ambulantes y lavanderas. La Juventudcriticó severamente el trato que recibían lostrabajadores y llamó la atención a la situa-ción del paro en la ciudad en varias ocasio-nes. En un artículo declaró que “el desconten-to es una plaga y el que tiene jornada hoy nopuede contar con ella mañana”.30 Los escrito-res de La Juventud argumentaban que ya noera aceptable simplemente descartar a losempleados y que tenía que haber algún cam-bio –pero no vendría del gobierno.

En contraste, en vez de enfocarse en elracismo y el desempleo que afectaban a losnegros pobres, la elite negra decidió escribirsobre clubes sociales, reuniones, y bailes. Asícomo los afrocubanos, ellos deseaban distan-ciarse de la clase negra trabajadora. En 1876se fundó el periódico La Broma para ofrecer-les a los escritores de esta índole un foro paraescribir. Duró hasta bien entrados los años de1880, haciéndolo el periódico negro argenti-no de mayor duración. Promovió la necesi-dad de reformas en la comunidad negra y,

junto con otros periódicos, les urgió a losnegros de clase obrera que dejaran sus emple-os domésticos por su similitud con los delrégimen esclavo, y que lograran hacerse arte-sanos, etc. En 1878 un editor invitado en LaBroma declaró: “Come on, to the workshops,our sons, to the workshops, our successors!”[Vengan, a los talleres, hijos, a los talleres,nuestros sucesores”] 31 Sin embargo, esto notomaba en cuenta el aumento en el paro en lacomunidad negra pobre, lo cual obligó quemuchos quedaran en sus puestos serviles. Elconsejo lo que quería era que se asimilaran ala elite negra para terminar con los estereoti-pos raciales.

La Juventud atacó la perspectiva clasistade La Broma, reflejando así la división clasis-ta en la comunidad negra. Casi nunca respon-día a tales ataques aunque en una ocasiónnegó su perspectiva clasista y argumentó: “lasociedad de color está unificada, piensa comoun solo hombre, ansia realizar sus deseos deacuerdo a un solo futuro y se anima con vita-lidad de un corazón que late a un soloritmo.”32 La reacción de La Juventud fue sen-tirse rechazada y abrumada. Seguiría siendoresponsable por comunicar los problemas delracismo y desempleo, y la comunidad negraseguiría dividida. Las prominentes familiasafroargentinas intensificaron aún más la divi-sión clasista al crear el club social “LaEsperanza Argentina,” cuyas cuotas erandemasiado altas para el trabajador negropromedio. La Juventud imploró: “que hayafin a las divisiones entre nosotros,” pero elclub no redujo su cuota de entrada.33 La res-puesta de La Juventud fue anunciar la forma-ción de “Los Hijos del Orden,”un club “com-puesto de humildes trabajadores en que exis-tían la unión, el progreso y la amistad.”

El mundo que soñaba el público de LaBroma no duraría mucho. Parecía que losnegros de elite iban a lograr igualdad entre

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sí, pero la sociedad aún no reconocía las dife-rencias entre los diferentes negros. Para lamayoría blanca, todos los negros eran igual-mente inferiores. La única manera de seraceptados era aclarándose –blanqueándose?la piel. Fue un choque para la elite negra; lasegregación siguió siendo un problema cons-tante para los afroargentinos. Los blancos lesnegaban la entrada a los clubes sociales, asalones de baile y los teatros. En el verano de1879 una campaña insistió en que se segrega-ran los lugares de entretenimiento. Indig-nada, la prensa negra junto con algunosperiódicos blancos protestaron con vehemen-cia. El enojo blanco causó que el alcaldetuviera que abordar el problema; el jefe de lapolicía luego anunció que no haría cumplir alos dueños de los salones con las prácticassegregacionistas, pero tampoco mencionóque ayudaría a los negros en cualquier inten-to por desafiar estas reglas. A pesar de unresultado positivo ese verano de 1879, laclase media negra siguió desalentada. Laretórica de La Broma cambió de ahí en ade-lante.34

Empezó a publicar artículos con enfo-que en problemas políticos y raciales, pareci-dos a los de La Juventud. Froilán Bello, unescritor de La Broma, denunció abiertamenteel trato que se les daba a los negros: “today itis the theater that is closed to us ...and theday after that it will be the church, where weall have the right to go to worship God, whois the kind father of all human beings,regardless of race or color.” [Hoy no nosdejan entrar al teatro… y mañana será laiglesia, a donde todos tenemos el derecho deir a rezar a Dios, quien es el padre amable detodos los seres humanos, no importa elcolor].35 En 1880, después del colapso de LaJuventud, La Broma tomó prestado su lemapara su encabezamiento: “Órgano de la claseobrera.”También reconoció a ambos, los sol-

dados negros que lucharon en las guerras deindependencia y a las lavanderas negras,quienes eran las madres de la comunidad.36

Pareciera que la clase media negra por fin sehabía dado cuenta de la importancia de launidad. No obstante, al parecer, no tuvo nin-gún efecto. La perspectiva que enunciaba laclase media negra siguió perjudicando a lacomunidad hasta bien entrado el siglo veintey aunque fuera evidente la conciencia negraen la de arriba, fue estrictamente exclusiva.

En 1905, Juan José Soiza Reilly, miem-bro de la clase media afroargentina, escribióun artículo en Caras y Caretas, una revistapopular muy leída por los blancos. Fue fun-dada por Eustaquio Peciller en 1898 y duróhasta 1939, y cubría cualquier aspectoimportante de la vida argentina, incluyendola política e inmigración europea, asuntosfronterizos con Chile y, sorprendentemente,el decrecimiento de la población negra.37 Enun artículo titulado “Gente de color”escribiósobre los problemas que enfrentaba la cadavez más pequeña comunidad afroargentina.Las primeras líneas se dirigieron a la pobla-ción negra: “Poco á poco, esta raza se extin-gue. Con la lentitud de los recios estragos, lanegra raza de los hijos del sol camina hacia lamuerte. Es triste. Es lamentable...Es lamen-table y triste contemplar el ocaso de esta razade hierro y de estoicismo….”38

Soiza Reilly temía que la poblaciónnegra fuera a desaparecer. En 1905, su artí-culo hacía un llamamiento tanto a la con-cientización como a la atención. Su escritotambién desmintió la idea de que la pobla-ción negra había desaparecido. De hecho,señaló una de las razones principales por ladesaparición de dicha población—que losnegros se estaban haciendo más claros de piel:“Entre tanto, la raza va perdiendo en la mez-cla su color primitivo. Se hace gris. Se disuel-

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ve. Se aclara. El árbol africano está dandoblancas flores caucásicas….”39

Soiza Reilly reconoció los dilemas queenfrentaba entonces la comunidad negra. Supoblación había bajado tan drásticamenteque estaba a punto de desaparecer y la mezclade mujeres negras y hombres blancos tambiénhabía blanqueado la comunidad. La falta deequilibrio en la proporción de hombres ymujeres en la población negra obligó a lasnegras que querían casarse a buscar maridosen la población blanca emigrada. A su vez losinmigrantes varones escogían a negras por lafalta de emigradas blancas. No obstante,Soiza Reilly arguyó que la unidad tenía quesobrevivir en la pequeña comunidad. Elperiódico La Ortiga, dirigido por un afroar-gentino, se distribuyó ampliamente entre los“hogares de la raza etiópica.”También se fijaen la existencia e importancia de LaProtectora, la sociedad mutualista fundadapor la clase obrera en los años de 1880 queofrecía multiples ventajas económicas yapoyo social a sus miembros.40

Al igual que otros escritores del discur-so negro, Soiza Reilly recordaba con nostal-gia sus raíces africanas. Describe a sus ances-tros africanos al estilo europeo por casi todoel artículo, que habían descendido de reyes yreinas de África como Rademés III de Egipto,quien dominó el arte del suicidio, y Ranavalode Madagascar, una reina sin corona, cetro opatria que se transformó en dama parisina:“Hoy cubre sus negruras con elegancias pari-sinas...Sabe francés. Usa sombrilla, mediascaladas y botas de charol.…”41 Su transfor-mación representaba los deseos de todos en laclase media negra que buscaba europeizarse.También revelaba la posibilidad que teníanlos negros de aculturarse y aprender lasmaneras de los europeos. Incluyó en su linajepoderosas gentes africanas para legitimar sugenealogía en los ojos del público blanco de

Caras y Caretas. Los afroargentinos podíanjustificar su estatus social por su rico legado.Los negros de la América descendían de unafuerte, poderosa y hermosa línea de gente.Soiza Reilly también comparó a otros negrosdiaspóricos a los de Buenos Aires:

El Brasil, que aun siente el peso de suesclavitud manumitida, tiene todavía algu-nos pueblos negros. Norte-América, más.Roosevelt los ayuda. Los protege. Ha llevadoá su mesa “coloured gentleman.”Y los abraza.“Son hombres como yo,”dice. Y tiene razón.Relativamente en Buenos Aires quedan yamuy pocos, pero siempre bastantes comopara dividirse en categorías. Plebeyos y aris-tócratas.42

Soiza sintió cierta conexión con otrosnegros de la diáspora africana. En Brasil lareciente manumisión de los esclavos habíaocurrido en 1889 y parte de su poblaciónseguía concentrada en pueblos propios. JuanJosé Soiza Reilly se imaginó a los EstadosUnidos como un país libre de prejuicioracial. Según él, los ciudadanos negros esta-dounidenses eran vistos como iguales en losojos del Presidente Roosevelt. Su percepciónde EE.UU. como lugar de progreso social,sin embargo, no le permitió ver las leyes “JimCrow”(de segregación). Se percató de que lapoblación negra de Buenos Aires era muchomás pequeña que la de Brasil y EE.UU., eigualmente dejó entrever su perspectiva cla-sista. Para él, aunque fuera pequeña la pobla-ción negra en Buenos Aires, aún tenía “plebe-yos y aristócratas,”dos clases sociales que sur-gieron en el siglo diecinueve y persistieron enel veinte. Soiza Reilly sutilmente sugirió queel discurso negro de él era exclusivamentepara la clase media negra:

“...la gente de color de Buenos Aires quetiene un periódico literario, sociedades debeneficencia y salones aristocráticos, dondeen vez del grotesco candombe ó de la zemba

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–lasciva como mueca de mono– se danza entraje moderno á la manera de Luís XV...Ahora se han esfumado en el olvido aquellosinmensos corralones en donde la gente decolor vivía aglomerada, en una promiscui-dad que entristecía. Ahora, hay familiasnegras que se pasean en coche de librea ylucen alhajas regias....”43

Soiza Reilly se distinguió de los negrosque seguían practicando candombe. Perte-necía a la clase aristócrata que bailaba a lamanera de Luis XV. La clase media negrahabía europeizado su discurso exitosamente.La nostalgia con que Soiza Reilly trazaba suherencia africana hasta incluir famosos afri-canos era lo que ilustraba su estilo comoescritor. Y sólo incluía entre sus ancestros a larealeza africana para legitimar a su raza enlos ojos de su público blanco. Por lo contra-rio, criticaba a los negros que practicaban elcandombe, que era un ejemplo fiel de laherencia africana. El discurso de la clasemedia negra, que incluía el artículo “Gentede color”de Soiza Reilly, excluía a los negrospobres y trabajadores. El “estatus”de la clasemedia negra le brindó privilegios limitadosde adelanto socioeconómico aún en el sigloveinte. La comunidad negra no se unificó. Alcontrario, las diferencias de clase siguierondividiendo el discurso negro.

La creación de flores blancas:el discurso negro transformado

Existió conciencia negra en Argentina.Desde su llegada inicial hasta los siglos dieci-nueve y veinte, los afroargentinos celebraronsu herencia africana y mantuvieron una limi-

tada autonomía por medio de cofradías,naciones africanas y sociedades mutualistas.También abordaron problemas serios comolos fueron la reducción de su población, elracismo, y el desempleo. Para la segundamitad del siglo diecinueve surgió una peque-ña elite negra de militares jubilados, escrito-res, músicos e inversionistas prominentes. Suestatus socioeconómico los puso en contactocon la elite blanca, a la que la negra intentóunirse desesperadamente. Los intelectualesafroargentinos, quienes creían con fe en laigualdad del hombre que fue introducidadurante las guerras de independencia, se ads-cribieron a las virtudes de esa clase media–honor, privacidad y virtud. Abandonaronlas manifestaciones públicas de negritudcomo hacían las naciones africanas, cofradíasy los carnavales, en favor de formas más “for-males”y “civilizadas”como la literatura y losperiódicos. Esta forma de expresión limitó sunegritud a negros (mayormente de clasemedia), y los separó del resto de la comuni-dad negra por la simple razón de que lamayoría de la población afroargentina eraanalfabeta. La elite negra criticó severamen-te y condenó a los negros que seguían hacien-do relucir su herencia africana en público. Lohizo porque se dio cuenta de que jamáspodría lograr su completa inclusión en lasociedad blanca mientras sus coetáneos máspobres perpetuaran los estereotipos raciales.Entonces su esfuerzo ciego por alcanzar reco-nocimiento e igualdad social los hizo aban-donar cualquier expresión de raíces africanasy unificar e inspirar a su comunidad. Por locontrario, transformó su conciencia negra enuna cultural y materialmente “blanca.”

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