Edmund Husserl La Tierra No Se Muevebookos-Org

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  • EDMUND HUSSERL

    LA TIERRA NO SE MUEVE

    Traduccin y notas de Agustn Serrano de Haro

    EDITORIAL COMPLUTENSE

  • Ttulo original: Grund \ geruie Untersuchungen zum ph rwmenologischen Ursprung

    der R ;umlichkeit der Natur: En: Marvin Farber (ed.), PhilosaphicalEssais in Memory of

    EdmundHusser4 Cambridge (Mass.), 1940, pgs. 307-325.

    COLECCIN CLSICOS BREVES: EN COEDICIN CON LA FACULTAD DE FILOSOFA DE LA UCM

    Edmund Husserl

    Edita: Editorial Complutense, S. A. Donoso Corts, 63- 4." planta. 28015 Madrid Tels.: 91 394 64 60/61. Fax: 91 394 64 58 ecsa@rect. ucm.es www.ucm.es/info/ecsa

    Primera edicin: diciembre de 1995 Segunda edicin: octubre de 2006

    ISBN-lO: 84-7491-803-0 ISBN-13: 978-84-7491-803-8 Depsito legal: M-45.048-2006

    Fotocomposicin: MCF Textos, S. A. Impresin: Grficas Rogar

    Impreso en Espaa- Printed in Spain

  • Este manuscrito fue redactado por Edmund Husserl entre el 7 y el 9 de mayo de 1934. En el sobre en que Husserl lo deposit escribi la si-guiente leyenda: Inversin de la teora copernica-na segn la interpreta la cosmovisin habitual. El arca originaria "1er:r:a" no se mueve. Investigacio-nes bsicas sobre el origen fenomenolgico de la corporeidad, de la espacialidad de la Naturaleza en el sentido cientficonatural primero. Necesarias investigaciones iniciales.

    En el escrito, el anlisis fenomenolgico del espacio discurre, efectivamente, en paralelo al an-lisis intencional de la ciencia natural moderna. La comprensin de cmo sea posible que el mundo est dado ante m con plena certeza -el mun-do como todo, no ya este o aquel entorno- se po-ne a prueba al hilo de la posibilidad histrica de

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  • que tal certeza y plenitud se vean desplazadas por un orden teortico exacto que fija en el infinito de la determinacin matemtica el verdadero ser del mundo. Pero a diferencia de La crisis de las cien-cias europeas, el referente crtico no es aqu la idea galileana de la ciencia, sino la propia astronoma copernicana como hiptesis fundacional de la nueva cosmovisin. A diferencia tambin de la ltima obra husserliana, este opsculo de fenome-nologa gentica s ofrece desarrollos iniciales de la ontologa del mundo de la vida. El escrito, muy representativo del ltimo perodo de la vida intelec-tual de Husserl, podra tambin serlo de la aspira-cin de la fenomenologa trascendental a replan-tear, sin condiciones, las posibilidades del saber.

    Agradezco a M. Samuel Ijsseling, Director del Archivo Husserl de Lovaina, la autorizacin de esta primera versin espaola. Traduzco del texto publicado en los Estados Unidos por Marvin Far-ber en 1940 dentro de Philosophical Essays in me-mory of E. Husserl. La densidad temtica y la m-nima elaboracin literaria del manuscrito han aconsejado la inclusin de notas aclaratorias. Agradezco a Miguel Garca-Bar su sabio aseso-ramiento.

    Agustn Serrano de Raro

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  • INVESTIGACIONES BSICAS SOBRE EL ORIGEN FENOMENOLGICO DE LA

    ESPACIALIDAD DE LA NATURALEZA

    A despecho de sus muchas repeticiones y revi-siones, las pginas que siguen son bsicas para una teora fenomenolgica del origen de la espacia-lidad, del origen de la corporeidad, del origen de la Naturaleza en el sentido de la ciencia natural, y b-sicas por ello para una teora trascendental del co-nocimiento cientficonatural. Si precisan aun as de ulteriores complementos, es cosa que desde luego, queda abierta.

    Diferencia entre el mundo en la apertura del entorno y el mundo en la infinitud que el pensa-miento pone. Sentido de esta infinitud, del mun-do que existe en la idealidad de la infinitud. Cul es el sentido de una existencia tal, el senti-do de un mundo infinito existente? La apertura del mundo lo es a ttulo de horizonte, de un hori-zonte que no ha sido completamente concebido, completamente trado a la representacin, pero que ya est formado de manera implcita. La apertura del paisaje: el saber que termino por lle-

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    gar a las fronteras de Alemania, que luego viene paisaje francs, paisaje dans, etc. Yo mismo no he recorrido paso a paso lo que puebla el hori-zonte y tomado as conocimiento de ello, pero s s que otros han tomado conocimiento de un fragmento ulterior, y otros ms de fragmentos adicionales. Representacin, pues, de una snte-sis de los campos actuales de la experiencia, que produce de una manera mediata las representa-ciones de Alemania, de Alemania en el marco de Europa, de Europa misma, etc. Que finalmente produce la representacin de la Tierra. La repre-sentacin de la Tierra como unidad sinttica re-sultante, de forma anloga a como los campos plurales de experiencia de cada hombre terminan unificndose, con la experiencia continuada y co-nexa, en un nico campo de experiencia. Slo que en el primer caso yo hago mas por va ana-lgica las noticias que otros sujetos me dan, sus descripciones y confirmaciones, y formo repre-sentaciones universales. De forma expresa hay que diferenciar entre:

    1) el llevar intuicin a los horizontes de la representacin del mundo que ya est lista, tal y como ha llegado a formarse merced a percep-ciones que trasfieren sentido y a anticipaciones del pensamiento, y a delineamientos;

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    2) la va de constitucin ulterior de la repre-sentacin de) mundo a partir de una representa-cin del mundo que ya est lista; por ejemplo, eJ entorno del negro o del griego, frente al mundo co-pemicano, cientficonatural, de la modernidad 1.

    Nosotros, copernicanos, nosotros, hombres de la modernidad, decimos:

    La Tierra no es la Naturaleza entera, es un astro en e) espacio infinito del mundo. La Tierra es un cuerpo esfrico, que ciertamente no se pue-de percibir en integridad de una sola vez y por un solo sujeto, sino slo en una sntesis primordial como unidad de experiencias singulares trama-das unas con otras. Por ms que en la gnesis ex-periencia! de nuestra representacin del mundo la Tierra sea para nosotros el suelo de experiencia

    1 La anticipacin del horizonte visual a partir del paisaje que contemplo, o tambin la representacin implcita de las caras ocultas de una cosa a partir de la visin inicial del obje-to, serian ejemplos de apercepciones que trasfieren sentidO>>. La experiencia nunca se circunscribe al centro temtico de la atencin; apunta siempre ms all de ste, y nunca con abso-luta imprecisin. Este trasferir sentido al horizonte>> no re-quiere de un acto deliberado de conciencia. S es un acto ex-preso el recorrer intuitivamente los horizontes que estn anticipados. La imagen copernicana del mundo, sin embargo, no podria surgir de una inspeccin y explicitacin de los ho-rizontes perceptivos, por exhaustivas que fuesen.

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    de todo cuerpo, as y todo, ella es tambin un cuerpo, sin duda! En primera instancia, empero, no se tiene experiencia de este

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    to con la Tierra, desde ella o hacia ella, tiene lugar el movimiento. En la figura originaria de la repre-sentacin, la Tierra misma no se mueve y tampoco est en reposo; reposo y movimiento tienen senti-do relativamente a ella. Despus, sin embargo, la Tierra se mueve o reposa -lo mismo que a los astros, le pasa a ella, uno ms entre ellos-2 Pero cmo se legitima en la cosmovisin ampliada o

    2 Husserl distingue, pues, tres etapas en la gnesis del sen-tido de la Tierra -a lo cual se llama lato sensu Constitucin intencional-. En la primera, la figura originaria de la re-presentacin, la Tierra es eh suelo de la experiencia de cuerpos, suelo del reposo y referente de los movimientos, y no es Un>> cuerpo siquiera como posibilidad que fuese objeto de negacin. En la segunda ya es un cuerpo, bien que oficia de suelo de los restantes cuerpos normales: es eh cuerpo univer-sal. En la tercera, que es posible una vez que los astros apare-cen como cuerpos normales -no meros puntos de luz-, la Tierra se toma Un cuerpo ms>>; orienta la experiencia de cuerpos, pero igual que podran hacerlo otros. La primera eta-pa desconoce la posibilidad de atribuir a la Tierra la dualidad movimiento-reposo; la desconoce no por ignorancia, sino por principio, por tratarse de la instancia que da sentido a tal al-ternativa referida a cuerpos en relacin con la Tierra. La se-gunda etapa tiende a representarse la Tierra en reposo, mien-tras la tercera abre ya la posibilidad de concebirla en movimiento. No sera pensable ningn ser consciente que constituyese el sentido de la Tierra -el cmo qu de su apa-recer a la conciencia- alterando tal orden de constitucin; s cabe, desde luego, que la comprensin de sentido se detenga en la primera o segunda etapas.

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    reconfigurada el sentido ntico del movimiento y el del reposo? Cmo es pensable la intuicin que los verifica, la evidencia a propsito de ellos? Des-de luego, no se trata aqu de una transferencia aperceptiva premeditada, bien que la nueva aper-cepcin, como ocurre en todos los casos, ha de po-der comprobarse.

    En trminos generales, la intuicin del mundo y la de los cuerpos fsicos individuales, la intui-cin del espacio y la del tiempo, la intuicin de la causalidad natural, todo ello se elabora unido y discurre entrelazado.

    Examinemos el movimiento de cuerpos en el marco de la funcin originariamente intuitiva de la Tierra como suelo; o, dicho de otro modo, los cuerpos concebidos en la originariedad de ser susceptibles de movimiento o cambio efecti-vos; lanzados hacia arriba, movindose como-quiera que sea, no sabr hacia dnde, pero s s que relativamente a la Tierra, al suelo de la Tierra. Los cuerpos fsicos en el espacio terres-tre son mviles: tienen un horizonte de posible movimiento, y, concluido su movimiento, la ex-periencia disea de antemano la posibilidad de un movimiento ulterior, acompaado en su caso de la posibilidad de una nueva causalidad sobre el movimiento, por un posible choque, etc. Los

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    cuerpos fsicos poseen realidad efectiva en el seno de posibilidades abiertas, y de stas se reali-zan las que el movimiento o el cambio hace rea-lidad efectiva -siendo la invariacin una forma particular posible del cambio-. Los cuerpos son en movimiento, real y posible, y la posibili-dad es siempre posibilidad abierta de alcanzar realidad efectiva, de proseguir el movimiento, de cambiar de direccin, etc. 3 . Los cuerpos exis-

    3 Aqu tema tiza Husserl la modalidad de ser que es propia de las cosas del mundo y de sus determinaciones objetivas en los primeros niveles de la constitucin intencional. Y la tesis es que el modo que les corresponde no es la existencia simpliciter, tampoco alguna modificacin de sta en existencia dudosa o probable, cuanto: la existencia en el seno de posibilidades abiertas. Por as decir, las cosas y sus determinaciones se sitan a medio camino entre la mera posibilidad lgica de predicados compatibles y la existencia determinada e individualizada pro pia del suelo nico y permanente -la Tierra- o del horizonte global y permanente -el mundo- . As, ningn cambio liga una cosa a una determinacin defirtiva -la misma perdura-cin debe entenderse posibilidad lmite del cambio-; ninguna determinacin pertenece tampoco a un cuerpo a ttulo indivi-dual - l es siempre uno entre muchos, y los muchos pueden resultar enteramente iguales-; y adems, de ninguna determi-nacin cabe experiencia acabada en el sentido de una percep-cin ntegra, irrevocable. En suma, ninguna experiencia indivi-dual de cosas puede llegar a cualificar esencialmente o a especificar en concreto el horizonte previo de posibilidades inherentes al ser corpreo. O quiz ms claramente: toda cosa fsica que existe y cambia es, ante todo,

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    ten, adems, entre otros cuerpos fsicos reales y posibles, y correlativamente de los cuerpos se tiene experiencia real o posible en sus movi-mientos efectivos, en sus cambios, etc.; o sea, en sus circunstancias efectivas. Son stas posibi-lidades que de antemano, que a priori estn abiertas, y que como tales, como posibilidades existentes, son susceptibles de representacin intuitiva y se comprueban en la intuicin como modos propios de la corporeidad y del ser de una multiplicidad corprea.

    Una cosmovisin que sea unitaria ha de verificar la posibilidad mundo en toda etapa de desarrollo de la apercepcin del mundo: verificarla como la posibilidad, y como el uni-verso de posibilidades abiertas que aporta un componente bsico de la realidad efectiva del mundo. El ncleo de la experiencia actual -nticamente expresado: la cosa del mundo de que ahora tengo experiencia por este y aquella-do, y que, gracias a la concordancia de la snte-sis experiencia!, tiene el valor de una realidad conocida-; este ncleo de experiencia del mundo resulta el ncleo de lo que l mismo di-sea como campo de juego de posibilidades. Y esto significa un campo de juego de posibili-dades concordantes que cabe sucesivamente

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    proseguir4. El mundo se constituye escalonada-mente, y al cabo, en lo que toca a la naturaleza como componente suyo abstrable, queda cons-tituido a ttulo de horizonte que disea de ante-mano, para todo tiempo, las posibilidades de constitucin del ser efectivo. Diseada de ante-mano est, pues, la forma mundo, que luego la ontologa pone y piensa en conceptos y jui-cios5. Dentro de esta forma se mueve todo dise-o inductivo que est relativamente determina-

    4 Es ste un primer contrapeso a la exposicin de la posi-bilidad abierta como la modalidad bsica de la experiencia de cosas: la experiencia cuenta siempre con un uncleo actual -el preciso objeto o configuracin objetiva que se destaca del fondo y que yo capto de un modo sealado, temtico-, y este ncleo prefigura en concreto el curso inmediato de la ex-periencia -tanto si el yo opta por la inspeccin del objeto destacado (horizonte interno) como si vuelve la mirada al en-torno simultneo (horizonte externo)-. Por tanto, ninguna determinacin de la percepcin actual es tan poco definitiva o est tan abierta que ella no indique nada al curso perceptivo subsiguiente, como si se tratara de una serie de variables me-ramente composibles. La experiencia, que siempre est abier-ta -en conjunto y en cualquier seccin de ella- siempre est a la vez motivada.

    5 La ontologa, como Ontologa del mundo de la vida (La crisis de las ciencias europeas, 51), se gua por el sentido objetivo que la experiencia del mundo ya ha constituido y analiza las posibilidades que tal experiencia motiva. En este sentido, no es ontologa apririca, constructiva.

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    do, todo lo que en cada caso se espere con cier-ta determinacin, y que el curso de la experien-cia efectiva, la propia y la comunicativa, se en-carga de verificar como realidad efectiva que ahora se muestra, o bien de desmentir.

    En el marco de las posibilidades efectivas in-ductivamente prediseadas la experiencia efecti-va penetra en el horizonte con sntesis concorde y capta este o aquel fragmento de una parcela del mundo, parcela que se ofrece a la intuicin de manera efectiva como ser verificado. Tal expe-riencia me proporciona o, en una comunidad ac-tual, nos proporciona cuerpos en reposo o en mo-vimiento, ora invariantes, ora cambiantes. Es cierto que lo que proporciona es ms bien un as-pecto que todava no decide todo lo que determi-na el sentido del mundo plenamente constituido, en funcin de las posibilidades del horizonte. Pero el reposo, en verdad, s se da ya como algo decidido y absoluto, lo mismo que el movimien-to, a saber: sobre la base, que es primera en s, de la constitucin de la Tierra como suelo.

    Ahora bien, reposo y movimiento pierden el ca-rcter absoluto tan pronto como la Tierra se vuel-ve un cuerpo del mundo dentro de la multiplicidad abierta de los cuerpos fsicos circundantes. Movi-miento y reposo resultan entonces necesariamente

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    relativos. Y si cupiera una controversia a este res-pecto sera nicamente por el hecho de que la apercepcin moderna del mundo, como mundo de horizontes copernicanos infinitos, no ha llega-do a ser para nosotros a percepcin del mundo ve-rificada en una intuicin del mundo que se haya llevado a cabo de manera efectiva. (A percep-cin del mundo, apercepcin en general, tal es la conciencia de validez, referida al sentido de ser del mundo, con todos los niveles de la constitu-cin.) Ms bien la transferencia aperceptiva ha tenido lugar de una forma tal que, en lugar de construirse de manera efectiva, y hasta el final, como comprobacin que acredita, se ha quedado en mera indicacin para una intuicin que la ve-rifique6.

    0 La objecin de Husserl a la tesis de Coprnico coincide con la posterior crtica a la idea de la fsica galileana en La cri-sis de las ciencias europeas, 9c. En ambos casos se tratara de una hiptesis que no ha tenido comprobacin intuitiva, y que en realidad no la admite por la legalidad estructural de la ex-periencia. El inters de la cuestin se cifra empero en la pe-culiaridad de la hiptesis que retira a la Tierra la condicin de suelo absoluto, o de la que somete a cuantificacin causal el espectculo intuitivo del mundo. Ambas estaran dotadas de una ilimitada potencialidad cuyo desarrollo -programa de investigacin infinito-- suple slo en apariencia la forzosa falta de intuicin en la gnesis de su sentido.

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    Cmo est en rigor determinado un cuerpo, su lugar, su posicin temporal, su duracin, la fi-gura en que, cualificado de uno u otro modo, se hace identificable y reconocible? Cmo pensar que todo ello sea determinable? Toda comproba-cin que acredita, toda verificacin de las aper-cepciones del mundo ya desarrolladas o de las que estn en proceso de desarrollo --como trans-ferencias aperceptivas progresivas que, a partir de la objetividad y del mundo ya constituidos, do-tan al mismo mundo de un sentido de nivel su-perior, hasta llegar al mundo ltimo, plenamente constituido, que prolonga su constitucin segn su propio estilo fijo-; toda comprobacin, pues, tiene su punto de partida subjetivo y su anclaje ltimo en el yo que comprueba. La verificacin de la nueva representacin del mundo, la de sentido transformado, encuentra su primer pun-to de apoyo y su ncleo en mi campo perceptivo y en la seccin de mundo que se expone y orienta en torno a mi cuerpo como el cuerpo fsico que, entre todos, es el central. Todos los cuerpos fsi-cos se dan con un contenido entitativo propio suyo e intuitivo; en reposo o en movimiento, ora cambiantes, ora in variados, y aqu se establece ya una determinada relatividad del reposo y del movimiento. Pues necesariamente es relativo un

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    movimiento del que se tiene experiencia en rela-cin con un cuerpo fsico que sirve de suelo, que es experimentado en reposo y que se identifi-ca con mi propio cuerpo fsico7. Mi cuerpo puede hallarse asimismo en movimiento, como autoc-nesis, pero puede en todo momento volverse al reposo y experimentarse a s mismo en reposo. El cuerpo fsico que sirve de suelo en un sentido re-lativo, sin embargo, reposa de un modo relativo o se mueve de un modo relativo en relacin con el suelo de la Tierra que no se experimenta como cuerpo -en originaria experiencia efectiva-. Cuerpo fsico que sirve de suelo en sentido re-lativo: por ejemplo, yo puedo encontrarme en un vehculo, que es mi cuerpo fsico-suelo. Me trans-porta un vagn de ferrocarril, y el cuerpo fsico que hace para m de suelo es, en primer trmino, este cuerpo que me lleva en movimiento, y dentro

    7 El reposo y la condicin de suelo que aqu se atribuyen al cuerpo propio son una forma provisional de hacer referen-cia a su situacin de centro indeclinable de la experiencia -punto cero de ella, dicen muchos otros textos-. Lejos de entrar en tensin con el no movimiento que es privativo del suelo originario de experiencia, el anlisis de los movimientos intencionados del cuerpo -las - y de su reposo -quietud cinestsica- ser pieza esencial para aclarar la te-sis del no movimiento y no reposo de la Tierra.

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    de ste a su vez el vagn, etc. El vehculo se expe-rimenta en reposo. Cuando miro hacia fuera, digo, sin embargo, que el vehculo se mueve, pese a ser el paisaje exterior lo que veo en movimien-to. Pero yo s que he subido al vehculo, y he vis-to vehculos en movimiento con gentes dentro, y s que ellas, igual que yo cuando subo, ven el en-torno en movimiento, etc. Conozco, en suma, la inversin del modo de experimentar reposo y mo-vimiento que se produce desde un vehculo en marcha -tantas veces como he subido y bajado de ellos-. Mas todo ello s que est referido en primer trmino al suelo de todos los cuerpos que sirven de suelo relativo, esto es: al suelo de la Tie-rra. Yo he hecho entrar en mi apercepcin las me-diaciones que he mencionado, y, verificndolas, puedo hacer un uso concorde de ellas.

    Si, en cambio, quiero pensar la Tierra como un cuerpo fsico mvil, precisara para poder ha-cerlo, para voder pensarla en general cuerpo fsi-co en el sentido ms original -en definitiva, para poder ganar una posible intuicin en que poder evidenciar directamente la posibilidad de que ella sea un cuerpo fsico-, precisara --digo- de un suelo al que referir toda experiencia de cuerpos, y con ello toda experiencia del ser duradero en re-poso o en movimiento. A este respecto conviene

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    subrayar lo siguiente: siempre est en mi poder caminar y seguir caminando sobre el suelo de la Tierra, que es mi suelo, y experimentar el ser corpreo del suelo de una forma que en cierto modo es cada vez ms plena. En la medida en que yo puedo caminar sobre este suelo y acrecentar sin lmite la experiencia que tengo de l y de todo lo que hay sobre l, en esta medida el suelo posee su horizonte. Y lo mismo vale a propsito de los otros hombres que desplazan sus cuerpos sobre este suelo, y que pueden, en comn conmigo, ex-perimentarlo con todo lo que hay en su superficie o por encima de ella, llegando entre todos a pres-tarle concordancia. Yo tomo conocimiento de la Tierra a fragmentos, y experimento asimismo la condicin fragmentable de partes que resultan ser autnticos cuerpos fsicos8; una vez fragmen-tadas, tienen su ser en un reposo o movimiento relativos al suelo de la Tierra en reposo, el cual funciona de nuevo como tal suelo9. En alguna

    8 Un fragmento -Stck- es de suyo un todo potencial, un autntico cuerpo. (Por ello lo ms exacto es decir que un todo potencial es un fragmento.)

    9 La situacin previa a que alude esta frase, es la que se produca cuando el suelo pasaba a ser tema de la atencin, objeto de captacin y explicitacin.

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    ocasin yo digo, en efecto,

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    de cambio, de reposo o de movimiento. Pero mientras yo no tenga representacin alguna de un nuevo suelo -uno desde el cual la Tierra pu-diera tener, en un avance y retroceso conexos, el sentido de un cuerpo fsico cerrado, en movi-miento y reposo-, y mientras no se me alcance representacin alguna de una permuta de los sue-los respectivos --con el resultado de que ambos suelos se vuelvan cuerpos-; mientras nada de ello ocurra, la Tierra misma es, justamente, suelo, no un cuerpo fsico. La Tierra no se mueve -yo mismo he dicho que est en reposo; pero esto slo puede significar que cada fragmento de la Tierra que yo u otros fragmentemos, o que por s solo se fragmente, ste s que reposa o se mueve, y s que es un cuerpo fsico-. La Tierra, en cambio, es un todo cuyas partes -cuando se piensan por s, fragmentadas o fragmentables, como sin duda puede hacerse- son cuerpos fsicos, pero que como todo no es cuerpo fsico alguno. He aqu un todo que

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    As las cosas, en qu queda la posibilidad de nuevos CUerpos que sirvan de suelo, nuevas Tierras como fundamentos de referencia de la experiencia de cuerpos? En qu queda la posibi-lidad esperada de que la Tierra resulte entonces un cuerpo fsico normal. enteramente igual a los restantes cuerpos que sirven de suelo? En reali-dad habra que haber advertido de que carece de sentido hablar de antemano de un espacio uni-

    divergente de la propia mathesis ontolgico-formal, que su-puestamente abarca a todo objeto posible -y a cuya clarifi-cacin dedic Husserl largos esfuerzos-. En el siguiente sen-tido: la ontologa formal. tal como se presenta en la Tercera Investigacin, entenda por todo extensivo aquella totali-dad unitaria que admite una fragmentacin tal que los peda-zos, por su esencia misma, sean del mismo gnero nfimo que el determinado por el todo indiviso -- 17- y asuma que esta definicin formal del todo extensivo era aplicable a las realidades corpreas sin excepcin pensable -la divisin de una cosa proporciona, siempre y slo, cosas-. No obstante, aqu ocurre que todo fragmento segregado de la Tierra es o era parte corprea -es cuerpo fsico efectivo-, y que la Tierra misma no consta de ningn otro orden de partes --de un orden no extensivo de determinaciones que cualificase al todo-. Pero ambas premisas no autorizaran sin ms, es decir, sin precisar etapas de la constitucin intencional. la conclusin de que la Tierra es un concreto de partes fsicas, un todo ex-tensivo, uno ms. Antes de serlo, ella es el correlato percep-tivo peculiar, cuya integridad estricta, no enteramente frag mentable, estara a la base de que el concepto de fragmento tenga para nosotros sentido y validez.

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    versal vaco, como mundo astronmico que ya es infinito, o hablar de un espacio que circunda a la Tierra y en que ella est igual que otros cuerpos fsicos estn en ella. Tenemos un espacio circun-dante como sistema de lugares, es decir, como sistema de posibles trminos de movimientos f-sicos, y, claro es, todos los cuerpos de la Tierra tienen su posicin respectiva en este sistema. No as la propia Tierra. La cosa quiz fuera de otro modo si se obtuviese una posibilidad en el pensamiento para el intercambio de los suelos de experiencia.

    Objecin: no est desorbitada la dificultad de constituir la Tierra como cuerpo fsico? La Tierra es, desde luego, un todo de partes implcitas, cada una de ellas susceptible de separacin real, cada una cuerpo fsico. Cada una posee su lugar, de forma que la Tierra posee un espacio interior como sistema de lugares, o bien como continuo de lu-gares en atencin a una divisibilidad global -sin que tampoco esto se piense en sentido ma-temtico-11. El espacio interior a la Tierra y el exterior a ella forman, empero, un nico espacio.

    11 Un lugar es el trmino que una posible fragmentacin delimita. El sistema de lugares equivale al orden global de partes separables.

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    O es que acaso falta algo? Cada parte de la Tie-rra podra moverse. La Tierra tiene movimientos internos. Igualmente todo cuerpo normal no slo es divisible, sino que, a la vez que conserva o cambia su posicin en el espacio, en calidad de todo, sufre deformaciones y movimientos inter-nos continuados. La Tierra sufre igualmente de-formacin y tiene un movimiento interno conti-nuado, etc. Mas cmo puede moverse en calidad de todo? Cmo es pensable tal cosa? No se trata de que ella hubiese quedado soldada en firme. Para ello faltara el

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    Pero ahora tenemos que reflexionar an sobre los cuerpos externos -cuerpos fsicos libres, que no son fragmentos implcitos de Tierra-, y tam-bin sobre los cuerpos de carne. Mi cuerpo de carne, Otros cuerpos de carne. Estos ltimos se perciben como cuerpos fsicos en el espacio, cada uno en su lugar, o bien, si no se los percibe

    luz-; los cueq>os de la Tierra pueden ser, a su vez, partes im-plcitas de la Tierra o cuerpos que se han desprendido de ella. En un segundo apartado, y mediando diferencia catego-rial, se encuentra la Tierra misma. Y en un tercer apartado, mi ser Coq>orah, mi cueq>o y los cuerpos de otros sujetos. Los apartados tienen el valor de distinciones categoriales en vista de la imposibilidad de definir y mantener un sentido unitario de las determinaciones fsicas esenciales cuando se atribuyen a la Tierra y a los cuerpos (y en su caso a mi corporalidad) -sentido unitario del movimiento y del reposo, del lugar ocu-pado y de la figura que les es propia, de las partes corpreas que los forman-. El centro de la prueba pasa siempre por la cuestin de qu sntesis de experiencia podra llegar a fijar el movimiento o el reposo de la Tierra, a determinar su lugar o esfericidad, a explicitar su composicin interna. Si se tratara de una sntesis en la percepcin (de una sntesis perceptiva posible, ya fuera imaginada en la fantasa), tendr que contar con un suelo de referencia del movimiento y reposo, y en re-lacin con el cual se articulasen las direcciones del espacio ex-plorable. Pero tal suelo, si no es el de la Tierra, se revela, de forma ms o menos inmediata, sucedneo contingente del suelo absoluto. Si no se tratara de una sntesis perceptiva, se estara dando por supuesto el mundo astronmico>>, cuyo sentido y validez remite al proceso de constitucin experien-cia} del mundo desde la Tierra.

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    de hecho, s son perceptibles -o experimenta-bies de forma modificada- como ser que dura de manera continuada, que se dilata sobre un movi-miento-reposo (tambin movimiento interno-re-poso interno) 13

    Mi cuerpo de carne: en la experiencia primor-dial, mi cuerpo no se desplaza ni reposa, y nica-mente tiene, a diferencia de los cuerpos externos, movimiento interno y reposo interno. Con el yo ando, en general con el yo me muevo Cinest-sico, no cinestsica y el que no discurran cinestsicamente caso de que yo permanezca quieto14 Yo no sufro desplazamiento;

    13 La conciencia intuitiva de otros sujetos puede adoptar la forma de un recuerdo de presente; me represento como durando en el presente -y por tanto como perceptible- una persona que de hecho no percibo, como si mi intencin diera al recuerdo pasado de esa persona crdito y valor de actuali-dad (Lecciones sobre la conciencia interna del tiempo, 29).

    14 Del concepto de movilidad cinestsica>>, fundamental en la descripcin del cuerpo propio, ofrece Husserl la siguien-te determinacin:

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    permanezca quieto o camine, tengo por centro a mi cuerpo, y tengo en torno a m cuerpos fsicos que reposan y se mueven, y tengo un suelo sin movilidad. Mi cuerpo tiene extensin, etc., pero para l no hay cambio de lugar o su contrario, en el sentido en que un cuerpo exterior se da alejn-dose o acercndose si se mueve, cerca o lejos si no se mueve. Aunque tampoco el suelo sobre el que mi cuerpo camina, o no lo hace, se experi-menta como un cuerpo fsico desplazable por en-tero o no desplazable. Los cuerpos de carne de otros sujetos son cuerpos fsicos en reposo o mo-vimiento (siempre: des-plazamiento en el senti-do de acercamiento a m o alejamiento de m),

    la mirada sigue puesta en l, etc. Llamamos cinestesias a es-tos movimientos que pertenecen a la esencia de la percepcin y que apuntan a que el objeto venga a darse por todos sus la-dos, si es posible (Experiencia y juicio, 19). As, pues, las ci-nestesias son: 1) iniciativas del yo; 2) pero engastadas. encar nadas en movimientos corporales; 3) los cuales movimientos se ordenan a obtener nuevos cursos intuitivos, nuevos aspec-tos fenomnicos de la cosa, no ya menciones distintas del ob-jeto. La conciencia cinestsica hace posible as discriminar cundo los cambios fenomnicos en el modo de aparecer una cosa denotan un movimiento del objeto, y cundo no es ste el caso y se trata de puros cambios del fenmeno. En virtud de los sistemas cinestsicos, el yo se halla emplazado en su cuerpo, y de este emplazamiento no hay posible

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    mas son cuerpos de carne con un

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    La Tierra es la misma Tierra para todos; so-bre la superficie de la Tierra, en la Tierra, por encima de ella, existen para todos los mismos cuerpos fsicos; sobre su superficie, en ella, etc., los mismos sujetos con gobierno sobre su cuer-po: sujetos corporales, sujetos de cuerpos de carne, los cuales cuerpos son para todos, con una variacin de sentido, cuerpos fsicos. Para todos nosotros la Tierra es suelo, y no cuerpo f-sico en sentido pleno. Pero supongamos ahora que yo fuese pjaro y que pudiese volar; o ms sencillo, observo los pjaros que pueblan la Tie-rra. Comprenderlos es ponerse uno mismo en el

    3. Al sentido del reconocimiento de otros sujetos, de otras conciencias, pertenece entonces lo que podria calificarse de reversin de la identidad, y que muy apresuradamente menciona el texto: ahora yo s que para el otro soy un cuerpo fsico que es sede de una corporalidad vivida. La fuente ince-sante de identificacin y formacin de sentido que son mis ac-tos de conciencia y mi subjetividad, es ahora, ella misma, identificada, objetivada -eso s: en virtud de s misma, que constituye otras conciencias; en virtud de la dinmica inter-subjetiva de su propia experiencia.

    4. Sobre la base de esta identificacin revertida, el sen-tido de toda cosa y del mundo mismo, de todo sujeto pensable y de su cuerpo, goza de una pretensin de validez intersubje-tiva. Cada sujeto, en la inmanencia de su vida intencional y corporal, concede a todo ser validez y manifestacin comu-nes, es decir, irreductible a una inmanencia consciente, cual-quiera que fuese.

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    lugar de ellos en cuanto voladores. El pjaro est sobre la rama o se posa en el suelo; despega, levanta el vuelo. Cuando est en tierra y tiene experiencia del suelo, su experimentar y actuar son como los mos; tal y como yo la tengo, tiene l experiencia de distintos cuerpos fsicos, y tambin de otros pjaros, de yoes encarnados, de sus cuerpos, etc. Pero l levanta el vuelo, que es una cinestesia, como andar, aqu abajo, y en virtud de la cual todos los cursos aparenciales que de otro modo seran percibidos en forma de reposo o movimiento de los cuerpos fsicos, se transforman; y ello de modo similar a como ocurre al andar16 . Slo vara el hecho de que el permanecer quieto y el Ser llevado por el vien-to (que no tiene que significar ninguna apre-hensin corprea) es una combinacin de la ex-periencia con el yo muevo, y suscita siempre

    16 Los distintos sistemas cinestsicos - no slo andar o volar; los sistemas tctiles, el oculomotor, las cinestesias de cabeza, etc.- se activan a instancias del yo, y el acto per-ceptivo no necesita de la reflexin para saber qu cursos de aspectos, de variaciones intuitivas, exponen y denotan un movimiento del objeto en correlacin con mi reposo cmes-tsico, y cules otros despliegan la multiplicidad de escorzos o vistas de la cosa en correlacin ahora con mis movimien-tos corporales.

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    la ilusin de movimiento 17; igual que con el Cambio de posicin en vuelo y con el mantener la posicin -bien que aqu no ocurre de la misma manera-. El cambio de posicin concluye en un descenso, y el pjaro, que ya no vuela, se posa sobre el rbol o sobre la tierra, de donde en su caso despegar, etc. El pjaro asciende desde la Tierra, sobre la cual tiene experiencias que son como las nuestras: no son experiencias en vuelo. Levan-ta el vuelo, despus retorna, y de vuelta tiene otra vez modos aparenciales de reposo y de movimien-to iguales a los mos que me encuentro atado a la Tierra. Al volar y al volver, l posee modos aparen-ciales motivados por otras cinestesias -las suyas especiales de vuelo-, pero esos modos estn mo-dificados analgicamente y poseen, en la modifi-cacin, el significado de reposo y de movimiento; pues las cinestesias de vuelo y las cinestesias del andar integran un nico sistema cinestsico en

    17 La ilusin del movimiento es la considerada ante-riormente por la que parece que se mueve el entorno de obje-tos antes que el vehculo en marcha que me lleva. La com-binacin experienciah alude a la simultaneidad de un movimiento corporal, cinestsico, con un movimiento objeti-vo del propio cuerpo sico -p. ej., el pjaro se deja llevar por el vientO>>-, lo cual da lugar a series peculiares de varia-ciones fenomnicas.

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    el pjaro. Nosotros, comprendiendo al pjaro, comprendemos precisamente esta ampliacin de sus cinestesias, etc. Lo que est en reposo tie-ne su sistema de apareceres, que siempre cabe activar de nuevo como un no andar, no volar, et-ctera18.

    Observamos el movimiento de subida y bajada de un cuerpo. La inversin de los cursos de apa-receres me brinda reposo y movimiento en el sen-tido antiguo19; no slo a m, a cualquier otro -as es cmo yo comprendo, necesariamente, a cual-quier otro-. Comprendo el ascenso del mvil co-mo tal ascenso. Y los cuerpos que entran en mi

    18 Husserl ha tratado de negar, primero, la posibilidad de un ser corporal que se mantuviese en permanente vuelo, y que por ello no necesitase de suelo de experiencia, y, en segundo lugar, la posibilidad de una conciencia corporal cuyas cines-tesias de vuelo no fuesen complemento y ampliacin de las ci-nestesias del andar -un ser corporal que no fuese terrestre en sentido originario-. Quiz la razn ltima de ambas exclu-siones radique en que un ser tal no escaparia a una perpetua ilusin del movimiento>>, incompatible al cabo con la con-ciencia del propio cuerpo.

    19 Esto es: reposo y movimiento de un cuerpo fsico en re-lacin con el suelo de la Tierra y sin que yo active mis cineste-sias de andar. La inversin de los cursos aparenciales>> alude a las variaciones constantes del modo de aparecer segn as-ciende y desciende el mvil, y parece afirmarse que las series de variacin intuitiva son recurrentes: x, y, z, en ascenso; z', y', x', en descenso.

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    campo visual, por ejemplo, en cada libre desde el espacio vaco, los comprendo precisamente como tales. Cmo es ello posible? Para m los cuerpos estn en movimiento sobre la Tierra gra-cias a que yo puedo transformar las cinestesias y, en su caso, acompaar su curso, obteniendo as la modificacin aparencia} del reposo -o sea, aquellas modificaciones que me significa-ran reposo si yo permaneciera cinestsicamente quieto-. Cosa que no puedo hacer en relacin con cuerpos fsicos que se mueven en el espacio supraterrestre; podra si volase20. Puedo, s, lan-

    20 El movimiento objetivo, v. gr., de alejamiento de un cuerpo, se percibe normalmente en correlacin con una si-tuacin cinestsica de quietud corporal (q). En sta el curso cambiante de los modos de aparecer el mismo objeto (x, y, z), denota,

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    zar piedras en vertical y verlas caer idnticas . El lanzamiento puede ser ms o menos a ras de tierra, y los modos en que aparece resultan tan semejantes a los movimentos sobre el suelo de la Tierra que se experimentan como movimien-tos de este orden. Igual que otros cuerpos como las esferas giratorias, etc., son movidas por choque, lanzadas a ras, etc. Tambin habra que citar aqu la experiencia de movimientos de cada que se producen desde un cuerpo en alto sobre el suelo: desde el techo de la casa, desde una torre.

    Un cuerpo fsico en movimiento -un vehcu-1~. sobre l mi cuerpo; una aeronave.

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    experimentar la Tierra como un cuerpo fsico ms. Por qu no? El pjaro y el aeroplano estn en movimiento, para nosotros, hombres sobre la Tierra, para el propio pjaro, para los hombres en el aeroplano, en la medida en que aqul -y stos- tienen a la Tierra, en la experiencia, por el cuerpo del que proceden en origen, por el cuerpo fsico-suelo 21 . Pero es que no puede el aeroplano servir de suelo? Es que acaso yo no puedo permutar, a ttulo de mbito origina-rio de mis movimientos, el suelo por el cuerpo que se mueve frente al suelo? No puedo siquie-ra pensar tal permuta? Qu suerte de cambio en la apercepcin se producira aqu, y cmo lle-gara a comprobarse? Acaso no tendra que pensar en transferir al aeroplano toda validez constitutiva que por su forma d sentido a la Tierra como mi suelo, como el suelo de mi cor-poralidad?

    Se asemeja la situacin en cuestin al modo en que yo presupongo mi cuerpo primordial con

    21 Las referencias al Stammk6rper -cuerpo de proce-dencia en origen- y en seguida a mein Stammboden -sue-lo del que procedo en origen>>-, conducen la cuestin hacia la posibilidad o no de dos Tierras, ya fuesen independientes entre s, ya conectadas en pie de igualdad.

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    todo lo que le pertenece cuando comprendo al-gn cuerpo ajeno? En el caso que nos ocupa, sin embargo, yo ya cuento, necesariamente, con que el otro tiene un ser vlido que me es comprensi-ble. La dificultad anterior se repite, empero, en el caso de los astros. En orden a poder aprehender-los indirectamente como cuerpos fsicos de que se tiene experiencia>>, antes he de tenerme a m mismo por hombre sobre la Tierra, como el suelo del que procedo en origen. Acaso se diga que la dificultad desaparecera si yo, si nosotros pudi-semos volar, y si tuvisemos dos Tierras como Cuerpos que sirven de suelo, de forma que a cada una de ellas se pudiese volar desde la otra. Cada una sera as cuerpo fsico para el otro cuer-po, que sera suelo. Mas qu significa dos Tie-rras? Significa dos fragmentos de la Tierra una y con una Humanidad. Ambos fragmentos unidos formaran un suelo, y a la vez cada uno sera para el otro cuerpo fsico; tendran en torno a s el espacio comn en que cada uno, como cuerpo fsico, ocupara un lugar acaso cambiante, pero el movimiento sera relativo al otro cuerpo fsico e irrelativo respecto del suelo sinttico de su unin. Los lugares de todos los cuerpos sufriran esta relatividad, que provocara la siguiente duda acerca de su movimiento y reposo: en relacin

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    con cul de ambos cuerpos que sirven de suelo se producen?

    Slo eh suelo de la Tierra, con su espacio cir-cundante de cuerpos, puede hallarse constituido de manera originaria. Ello presupone la constitu-cin de mi cuerpo de carne, y la de otros sujetos conocidos y la de un horizonte abierto de otros sujetos, distribuidos por el orden del espacio que como campo abierto de proximidad-lejana de los cuerpos circunda la Tierra y les presta el sentido de cuerpos terrestres y al espacio el sentido de es-pacio terrestre. La totalidad del nosotros, de los hombres, de los animalia, es en este sentido te-rrestre -y carece en primer trmino de contrario que fuera lo no terrestre-. El sentido de lo te-rrestre se enraiza y encuentra su centro de orientacin en m y en el nosotros ms restringi-do de los que convivimos. Pero cabe tambin que el suelo terreno se ample; que, por ejemplo, yo llegue a saber que existen en el espacio de mi pri-mer suelo terreno grandes aeronaves que lo sur-can hace largo tiempo; que en una de ellas nac yo y vive mi familia, y que ella fue suelo de mi ser hasta que supe que slo eramos navegantes sobre la Tierra ms ancha, etc. Cabe as que una plura-lidad de mbitos-suelo, de mbitos en que se mora, se unifiquen en un mbito-suelo. Pero sobre

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    esto habr ms adelante los complementos nece-sarios22.

    Antes se encuentra lo siguiente: si la Tierra est constituida con corporalidad y corporeidad, entonces tambin el cielo, como campo de lo que an llego, an llegamos en el extremo a expe-rimentar espacialmente, se constituye con nece-sidad a partir del suelo de la Tierra. O, dicho de otro modo, un horizonte abierto de las distancias alcanzables est constituido; desde cualquier punto espacial que me es dado alcanzar hay un

    22 Diriase, por tanto, que la unicidad de la Tierra depende de la unicidad de la humanidad -de la intersubjetividad-, y sta remite, en ltima instancia, a mi posicin central en la configuracin de la experiencia y al avance por principio mo-tivado de sta. Pero el argumento es en parte reversible: mi posicin central en la experiencia motivada y en el seno de la intersubjetividad hace y dice referencia a la Tierra una, ya sea de una forma primitiva y permanente -caso habitual-, ya sea de forma aprendida, descubierta -caso fantaseado de la aeronave-. As, pues, la Tierra lo es por ser la morada del hombre, pero la subjetividad es de suyo terrena. Esta reversi-bilidad (parcial) ilustra el estatuto de las proposiciones on-tolgicas del mundo de la vida. No se trata ni de verdades eidticas indiferentes a la existencia efectiva, ni de puras fac-ticidades, sino de legalidades que subyacen a las necesidades ideales y encierran un compromiso de existencia; aqu, por ejemplo, se aspira a concluir, con evidencia apodctica, el jui-cio de existencia: no caben seres originalmente extraterres-tres. Husserl en alguna ocasin habla de protofacticidades, protocontingencias.

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    horizonte extremo, un lmite (la bveda del hori-zonte) en que desaparece a lo lejos lo que todava poda experimentar como cosa distante. Y a la in-versa: puedo representarme, claro es, que pun-tos que se vuelven visibles son cuerpos fsicos distantes que se han aproximado y que pueden acercarse an ms, hasta tocar suelo de la Tierra, etc. Y con ello puedo representarme que se trate de mbitos en que se more.

    Pero conviene reflexionar sobre lo siguiente: cada mbito en que se mora posee su historici-dad a partir del yo que lo habita. En el supuesto de que yo hubiera nacido en una nave, un perodo de mi desarrollo habra discurrido sobre ella, y para m la nave no estara caracterizada como tal, como nave en relacin con la Tierra, sino que se-ra, en tanto no se hubiese producido ninguna uni-ficacin, mi Tierra, mi morada originaria. En cambio, mis padres no habran habitado origina-riamente la nave, tendran un hogar ms antiguo, tendran distinta morada originaria. A travs del cambio de mbitos en que se mora -y siempre que

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    En ltimo trmino, naturalmente, cada pueblo y su historicidad y cada supranacin de pueblos ha-bita sobre la 1ierra23 ; y en consonancia con ello, todos los desarrollos parciales, todas las historias relativas poseen una nica historia originaria cu-yos episodios son. Cabe, sin duda, que esta historia originaria sea una reunin de pueblos que viven y se desarrollan en completa separacin unos res-pecto de otros, pero todos ellos se hallan, los unos para los otros, en el horizonte abiertamente inde-terminado del espacio terrestre.

    Consideremos ahora los astros, despus de ha-bemos aclarado sobre la posibilidad de arcas que vuelen -pues arcas podria ser otra denomina-cin para los mbitos que son moradas origina-rias-; arcas que vuelan, que se hacen presentes en la experiencia como meras aeronaves o naves espaciales de la Tierra -y en la experiencia quiere decir: en la historicidad en que se constitu-ye el mundo y, con l, la naturaleza corprea, el es-pacio natural, el espacio-tiempo, la Humanidad y el universo animal-. Esas aeronaves han parti-do de la Tierra y a ella vuelven; las ocupan y las pi-

    23 Literalmente dice Suprapueblo (supranacin) -ber-volk (bernation)-. Es el mismo argumento anterior en con-sideracin ahora de la unicidad de la Historia.

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    latan hombres, que, en su ltimo origen generati-vo, para ellos origen histrico, habitan sobre suelo de la Tierra como su arca. Consideremos a este res-pecto los astros, que son, en el primer momento, puntos de luz, manchas luminosas. En el curso de autoformacin de la experiencia se los apercibe como cuerpos fsicos alejados, bien que sin la posi-bilidad correlativa de una verificacin normal en la experiencia, en el sentido primero y ms restringi-do de una comprobacin directa. Con los cuerpos celestes>> procedemos, pues, igual que con los cuer-pos fsicos que slo de manera accidental se nos hacen presentes -y en su caso a otros- y que du-rante periodos enteros de tiempo no nos son acce-sibles. En relacin con ellos hacemos razonamien-tos de experiencia, observaciones empricas sobre el lugar que ocupan, sobre sus movimientos indu-cidos, etc., como si fueran cuerpos iguales que los otros. Y todo ello es relativo al arca que es el suelo de la Tierra y la esfera terrestre, y es relativo a nosotros, los hombres terrenos; y la objetividad est referida al conjunto global de la Humanidad24.

    24 Aunque se exprese en trminos de humanidad terrena -no de Corriente de conciencia pura o de mnada, comu-nidad mondica-, la fenomenologa sigue propugnando una filosofa trascendental.

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    Mas qu ocurre con la propia arca, con la Tierra? Ocurre que ella misma todava no es cuerpo fsico, astro entre astros. La situacin slo se altera cuan-do nos representamos los astros en torno como ar-cas secundarias, cada una con su eventual Huma-nidad, etc.; es decir, al fingimos trasladados all, tras un vuelo acaso, y estando entre tal o cual Hu-manidad. Sucede aqu, con alguna modificacin, como en el caso de los nios nacidos en naves. Los astros son cuerpos fsicos hipotticos en un deter-minado sentido como-si, y por ello la hiptesis de que sean mbitos en que se mora y a los que se puede arribar, es asimismo de orden especial.

    Cuestiones fenomenolgicas propias plantea la homogeneizacin, iterativa incluso, de los es-pacios estelares. Qu hay en ella de una posibili-dad de esencia y de posibilidad dada de antema-no con el mundo terreno, el cual coadyuva a esta constitucin merced al modo de ser que le es esencial? Con la interpretacin hipottica de los astros visibles como cuerpos fsicos distantes, y gracias a la forma de esencia que es el lmite en la experiencia de lejana25, est ya dada la infinitud

    25 El sentido de la experiencia del lmite es: el horizonte que veo desaparecer seala hacia ulteriores horizontes; por tanto alcanzables, por tanto homogneos.

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    abierta del mundo terreno, en tanto dotado de una infinidad de posibles cuerpos fsicos que existan en la lejana. La homogeneizacin tendemos a concebirla sin ms como si la Tierra misma fuese un cuerpo fsico y como si un simple accidente hu-biese hecho que nosotros nos arrastremos por ella. Pero los problemas aqu tratados nos colocan ante el nico gran problema del sentido legtimo de una ciencia natural universal que sea pura-mente fsica: ciencia natural astronmico-fisica-lista, que en el sentido de nuestra fsica moderna (astrofsica en el sentido ms amplio) se atenga a la infinitud astronmica y a la infinitud interna (infinitud del continuo y de la forma de atomi-zado o convertirlo en cuantos -fsica atmica-, y atomizado, bien en un proceso abierto inde-finido, bien en uno infinito). En las ciencias infi-nitizadas de la Naturaleza universal es muy corriente la consideracin de las realidades cor-porales en el sentido de cuerpos fsicos con slo algunas particularidades contingentes; se consi-dera, por tanto, posibilidad pensable el que las realidades corporales desaparecieran por com-pleto, en una naturaleza posible sin organismos, sin animales, sin hombres. No falta mucho para pensar -en ocasiones ya se ha hecho profusamen-te- que es mera facticidad, simple hecho en el

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    mundo de las leyes naturales vlidas, el que a de-terminados cuerpos fsicos o tipos de cuerpos f-sicos de estructura fisicalista, se enlacen causal-mente cuerpos animales con vida psquica; segn esto, sera pensable que los mismos cuerpos fsi-cos as configurados resultasen, en efecto, meros cuerpos fsicos. Y otro tanto podra probarse -se pretende- a propsito de la Tierra: hubo un tiem-po en que sobre ella no haba vida, y largos pe-rodos de tiempo fueron precisos para que llega-ran a formarse las sustancias orgnicas de complejidad superior, surgiendo la vida animal sobre la Tierra. Por evidente de suyo pasa tam-bin el que la Tierra es slo uno entre los cuerpos contingentes del mundo, uno entre tantos, y ro-zara el ridculo todo intento de creer despus de Coprnico que la Tierra sea el centro del mundo por el simple accidente de vivir nosotros en ella, privilegiada incluso con un reposo relati-vamente al cual se movera todo mvil. Lo aqu expuesto, sin embargo, parece abrir una fructfe-ra brecha en la ingenuidad cientficonatural -no tanto en su teora, cuanto en la creencia de que su teora da con la verdad absoluta, con la verdad absoluta del mundo, cuando menos en un grado aproximado-. Quiz la fenomenologa haya prestado apoyo a la astrofsica copernicana, no

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    menos, en todo caso, que al anticopernicanismo segn el cual Dios habra fijado la Tierra a un lu-gar del espacio. Quiz en el nivel terico de la fe-nomenologa sea donde los clculos y teoras ma-temticas de la astrofsica que sigue a Coprnico, y con ellos la fsica entera, conservan un derecho dentro de unos lmites. (Otra cosa es si una biolo-ga puramente fsica puede conservar su sentido -seguir siendo biologa- y su derecho.)

    Reflexionamos, pues, a este respecto: cmo es que adquirimos un derecho a dar a la Tierra el valor de cuerpo fsico, de astro entre astros? Con-sidermoslo en primera instancia slo como po-sibilidad, y para ello partamos de otra posibili-dad. El cientfico natural conceder que es un mero factum el que veamos astros en general. Muy bien podran hallarse tan apartados -dir-que para nosotros ya no estuvieran ah. Tambin el Sol? Una capa de niebla podra hacer que no lo visemos ciertamente, y as podra haber sucedi-do en todo tiempo histrico. Viviramos entonces una historicidad generativa y tendramos nuestro mundo terreno, nuestra Tierra y los espacios de la Tierra, y los cuerpos fsicos que en ellos vuelan o flotan, etc. Todo como hasta ahora, slo que sin astros que nos fuesen visibles, que fuesen experi-mentables por nosotros. Quiz contramos con

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    una fsica atmica, microfsica, ya no con una as-trofsica, macrofsica, y habra que meditar sobre en qu medida la primera resultara alterada. Tendramos nuestros telescopios, microscopios e instrumentos de medicin de creciente refina-miento. Contaramos con nuestro Newton y con la ley de gravitacin; habramos podido descubrir que los cuerpos fsicos ejercen gravitacin unos sobre otros, y que se los puede considerar divisi-bles, todos hechos de partes corpreas, las cuales ejercen, a su vez, gravitacin como cuerpos fsi-cos independientes, actuando causalmente segn leyes mecnicas, arrojando resultantes, etc. Ha-bramos descubierto que la Tierra es una esfera y que es divisible en cuerpos fsicos; que, siendo una unidad total de partes corpreas, ejerce gra-vitacin como totalidad sobre cualesquiera cuer-pos fsicos segregados de ella y que, visibles o no, se hallan en el espacio de la Tierra. Y sabramos tambin que en este espacio hay cuerpos que slo llegamos a percibir gracias a telescopios cuyo incesante perfeccionamiento nos lleva siempre allende y aquende lo visible de manera normaL Todo esto sabramos. Podramos entonces decir-nos: puede que tambin existan, claro es, cuerpos fsicos que se hallen a distancias tales que, cualquie-ra que sea su tamao, nuestros sentidos no hayan

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    accedido nunca a ellos, ni lleguen a hacerlo ja-ms. Sin verlos, sin tener noticia directa de ellos, bien que como hipotticos cuerpos distantes, equiparables a los cuerpos fsicos habituales, po-dramos llevar a cabo inducciones y registrar la existencia de tales astros en funcin de efectos gravitacionales, etc. La Tierra terminara por ser en todo lo fisicalista un cuerpo fsico como cual-quier otro, y en derredor suyo habra asimismo astros. De hecho nosotros s que tenemos ya a la vista astros, y descubrimos cientficamente que mantienen relaciones fisicalistas registrables con la Tierra, y que sta, en perspectiva fisicalista, se equipara a ellos como un cuerpo fsico entre cuerpos fsicos. Por tanto, nosotros no tocamos un pice de la fsica.

    Pero todo viene a depender de no olvidar la predatitud y la constitucin que competen al ego apodctico, a m, a nosotros, como fuente de todo sentido de ser efectivo o posible y de todas las ampliaciones construibles que el mundo consti-tuido admita en la historicidad en curso. No se debe caer en el absurdo -un autntico absur-do- de presuponer inadvertidamente la apre-hensin dominante del mundo, la naturalista, para acto seguido juzgar de modo antropologizante y psicologstico que la creacin de la ciencia y de

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    la interpretacin del mundo en la Historia de los hombres -Historia de la especie dentro de la evolucin de los individuos y los pueblos- es un accidente que ocurri en la Tierra igual de bien que pudo haber ocurrido en Venus o Marte. La Tierra misma y nosotros los hombres, yo y mi cuerpo, y yo en mi generacin, en mi pueblo, etc., toda esta historicidad forma parte inseparable del ego y es por principio irrepetible26. Todo lo que es remite ms bien a esta historicidad de la constitucin trascendental como ncleo ya dado y ncleo que est en ampliacin -todo descubri-miento de una nueva posibilidad mundana se liga al sentido de ser que ya est listo-. Podra, pues, pensarse en sacar la siguiente conclusin: que la Tierra pierda el sentido de mbito que es morada originaria, arca del mundo, es cosa que puede ocurrir en tan nula medida como que mi cuerpo pierda su sentido de ser enteramente ni-

    26 La concepcin naturalista de la ciencia, de la Historia de la ciencia y de la experiencia perceptiva, que ve en todo ello facticidades, se anula a s misma -tal concepcin es contin-gente en el mismo grado- y socava los resultados que invoca -es teora escptica, en el antiguo sentido de Investigaciones lgicas-. La alternativa a que apunta Husserl pasa, en cam-bio, por asumir que la historicidad tiene, en su esencia, y sin dejar de ser irrepetible, cierto valor apodctico.

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    co de

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    ser a partir de mi gnesis constitutiva, y esta gnesis, terrena, lo precede. Un trozo de Tierra puede haberse desprendido de ella, cual tmpano de hielo, y haber hecho posible una historicidad es-pecial. Lo cual no significa que la Luna o que Ve-nus fuesen pensables, igual de bien, como mbi-tos originarios dados en separacin originaria, y que sea mero hecho el que para m y para nuestra Humanidad terrena resulte la Tierra el mbito originario. Slo hay una Humanidad y una Tierra a la que pertenecen cuantos fragmentos se des-prendan o hayan desprendido. Nos est permiti-do, as las cosas, decir con Galileo eppur si muo-ve? Y no nos lo est, por el contrario, decir que no se mueve? No se trata, desde luego, de que la Tierra repose en el espacio aun cuando pudiera moverse, sino, como se ha intentado exponer, de que ella es el arca que hace primeramente posible el sentido de todo movimiento y de todo reposo como modo de un movimiento. El reposo de la Tierra, por el contrario, no es ya modo ninguno de un movimiento.

    Todo esto ha de parecer excesivo, y franca-mente absurdo el contradecir al conocimiento cientficonatural de la realidad efectiva y de las posibilidades reales. Ah est la posibilidad de que la muerte trmica ponga un abrupto fin a la

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    vida sobre la Tierra, o la de que un cuerpo celeste se precipite contra ella, etc. Pero por ms que quiera verse en nuestros intentos la ms increble hybris filosfica, no retrocedemos ante las conse-cuencias que tiene para lo que existe y para el mundo la aclaracin de las necesidades inheren-tes a todo dar sentido. No lo hacemos siquiera ante los problemas de la muerte tal y como la feno-menologa los afronta a su nueva manera. El pre-sente, yo como presente existo en un continuado morir; y para m los otros mueren cuando ya no encuentro la trama presente de relaciones con ellos. Pero la unidad de rememoracin atraviesa mi vida -todava vivo y sigo viviendo la vida que queda a mi espalda, bien que lo hago en un modo de ser distinto, cuyo sentido de a mi espalda descansa en la repeticin y en la repetibilidad-27. As tambin vive el nosotros en la repetibilidad y

    27 En los anlisis husserlianos, entre el recuerdo y su co-rrespondiente percepcin impera una sntesis de identidad que autoriza a describir el primero como repeticin>> de la segunda; el recuerdo intuitivo. la rememoracin, re-produce la escena o el hecho que se dieron en persona>>, atenindose al curso intuitivo originario -siempre recuerdo, p. ej., desde la mismsima perspectiva en que percib-. En este sentido, al continuado morir del presente puede acompaar el continuo revivir del recuerdo.

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    sigue viviendo en forma de repetibilidad de la His-toria, mientras el individuo>> muere, es decir: a l ya no se le puede recordar en la empata, sino slo en un recuerdo histrico que los sujetos recordados delegan en otros28 .

    Lo que pertenece a la constitucin, ello y slo ello es absoluta y ltima necesidad, y slo a par-tir de tal necesidad cabe determinar en ltimo trmino todas las posibilidades pensables de un mundo constituido. Si se suprime la vida que

    28 "Recordar" en la empata es aqu una expresin ten-tativa de la peculiaridad de la percepcin del otro, y se opone, un tanto oscuramente, al , que hace refe-rencia al recuerdo de sujetos que ya han muerto. El sentido de ambos trminos es el siguiente: mi conciencia de otro yo nun-ca puede percibirlo originariamente; no puedo captarlo al otro en el sentido ms originario posible si es que l ha de seguir siendo otro. En distintas ocasiones parangona Husserl este ver>> de la empata, que remite por su mismo sentido a la percep-cin originaria que el otro yo tiene de s mismo, con el acto del recuerdo. que tambin remite por su sentido a una percepcin anterior: de aqu la expresin "recordar" en la empata>> . En cambio, si desaparece el cuerpo fsico que soporta la aprehen-sin perceptiva del otro, ya slo queda la posibilidad de un re-cuerdo histrico>> en que los sujetos supervivientes>> mencio-nan, evocan al otro una vez que el lugar de la percepcin originaria del otro por s ha quedado vacante.

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  • constituye, qu sentido pueden tener masas que colisionan en el espacio, un espacio dispuesto de antemano como absolutamente homogneo y a priori? La supresin de la vida que constituye es la que carece incluso de sentido, si no es como su-presin por la subjetividad constituyente y en ella. El ego vive y precede a todo ser efectivo y po-sible, a todo ser de cualquier sentido real o irreal. El tiempo mundano constituido oculta en s el tiempo psicolgico, y lo psicolgico remite a lo trascendental, aunque no de manera tal que lo psquico en sentido objetivo se deje convertir directamente en lo trascendental. Lo psicolgico no se deja convertir en trascendental, sobre todo si uno da por supuesto de una u otra forma el mundo homogneo, o, mejor, la naturaleza, y dentro de ella lo psquico en el enlace psicofsico. Tal supuesto, que, desde cierto punto de vista abstracto, es coherente y, en trminos relativos, es justificable y que funciona estupendamente en la praxis humana natural de construir una ciencia y de aplicarla, se trasmuta luego a lo trascendental, con las consiguientes paradojas que se hacen va-ler contra la fenomenologa.

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  • GLOSARIO

    Arche: arca Aspekte: aspectos fenomnicos Ausweisung: comprobacin, comprobacin que acredita beheimaten: habitar Bewahrung: verificacin Bodenkrper: cuerpo que sirve de suelo Bodenstatt: mbito-suelo Entwrfe: delineamientos Feststellung: confirmacin Geltung: valor, validez Heimstatt: mbito en que se mora (in) Horizonthaftigkeit: a ttulo de horizonte Krper: cuerpo, cuerpo fsico Krperlichkeit: corporeidad Leib: cuerpo, cuerpo de carne Leiblichkeit: corporalidad Seinsinn: sentido de ser (mein) Stammboden: suelo del que procedo en origen Urstatt: mbito originario Urheimsttte: mbitos que son morada originaria Urheimat: morada originaria Wohnstatte: hbitat vorzeichnen: disear de antemano Weltanschauung: cosmovisin

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  • OTROS TTULOS DE EDITORIAL COMPLUTENSE

    Ernst Jnger y sus pronsticos del Tercer Milenio Henning Wegener (ed.)

    Sobre el concepto de verdad F.ranz Brentano

    La evasin americana de la Filosofa. Una genealoga del pragmatismo Cornel West

    Cuatro cartas al Dr. Bentley Isaac Newton

    La investigacin de la verdad por la luz natural Ren Descartes

    El Ciego de Molineaux: un problema de percepcin visual en la Francia ilustrada ( 1731-1754) Andrea Bernabei

    Prlogo a un escrito filosfico del seor Victor Cousin ( 1834) F. W. J. Schelling

    Hiptesis y verdad en ciencia Andrs Rivadulla (ed.)

    [Edmund_Husserl]_La_tierra_no_se_mueve(Bookos.org).pdfPage 1Page 1Page 2Page 2Page 3Page 3Page 4Page 4Page 5Page 5Page 6Page 6Page 7Page 7Page 8Page 8Page 9Page 9Page 10Page 10Page 11Page 11Page 12Page 12Page 13Page 13Page 14Page 14Page 15Page 15Page 16Page 16Page 17Page 17Page 18Page 18Page 19Page 19Page 20Page 20Page 21Page 21Page 22Page 22Page 23Page 23Page 24Page 24Page 25Page 25Page 26Page 26Page 27Page 27Page 28Page 28Page 29Page 29