EDICIÓN OCT 2015

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EL HOMBRE DE MONTEVERDE MASTODONTES DE QUEREO EL HOMBRE DE LOS VILOS PULSO DE LA NATURALEZA, respetables garras OCTUBRE 2015

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EL HOMBRE DE MONTEVERDE

MASTODONTES DE QUEREOEL HOMBRE DE LOS VILOS

PULSO DE LA NATURALEZA, respetables garras

OCTUBRE 2015

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BIOMA

Hombre y Naturaleza

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El hombre de Monteverde Alrededor de catorce mil años atrás el mundo tal como lo conocemos hoy era muy distinto, ya sea que hablemos del paisaje como de sus componentes ecológicos como por su flora y fauna...

Mastodontes de Quereo La costa de Chile, un paisaje tan nuestro y reconocido por todos como nuestra identidad geográfica, en su mística guarda tantos secretos y misterios ocultos por el fuerte carácter del mar...

38El Pulso de la Naturaleza, Respetables Garras Parecía una ilusión óptica… pero no lo era… un pequeño gatito montés de muy pocos días de vida, había atravesado velozmente el camino de acceso a la zona de uso especial del Parque Nacional Fray Jorge...50

El Hombre de Los Vilos Los Rieles, es un sitio eriazo que desde la distancia parece uno más, de hecho no hay manera de verlo distinto si se desconoce su importancia, está inserto en la ecoregión semiárida costera típica de la IV región de Coquimbo...

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Gracias Donald

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César Jopia QuiñonesDirector

Bienvenidos a esta nueva edición de Revista BIOMA

Octubre es una transición entre meses que han tenido de todo, aluviones, tormentas eléctricas, vientos huracanados, tsunamis y terremotos de alta escala destructiva, desde aquí sólo quedan dos meses nada más para que este 2015 termine, una verdadera suerte de aventura en un año que nos ha despertado diversas sensaciones, ciertamente es la dinámica de un planeta joven y vivo en términos geológicos.Estas catástrofes, que a cierta escala son menores al cotejarlas con anteriores eventos ocurridos en arcaicos períodos de cambio que la tierra a sufrido, sólo nos demuestran que el suelo que pisamos es parte de un mecanismo funcional vitalmente enérgico que trabaja y empuja a evolucionar a todos sus componentes ecológicos, incluyendo a los seres vivos.Son movimientos de transformación, de renovación paulatina casi imperceptible. Para nosotros los efímeros humanos no son más que tragedias que nos afectan, material y personalmente, pero que en realidad se trata del pulso de un planeta vivo, cada movimiento, cada cataclismo es un constructor de nuevas eras, nuevos suelos y nuevos climas, los mismos que hacen que las especies evolucionen y se adapten a esos cambios.Estas reflexiones, nos hace entender mejor el contexto de los periodos evolutivos de las especies que habitaron el planeta antes del presente, tanto que se puede decir que unos desparecen para que otros aparezcan, es una aseveración básica pero de alguna manera guarda cierta verdad irónica, sin ir muy lejos basta con el ejemplo de los depredadores que hubo en el

Jurásico, contra ellos la raza humana no habría podido desarrollarse era una competencia donde sólo ellos habrían ganado.En esta edición especial de Revista BIOMA quisimos, exhibir un mundo que nos es muy familiar, nuestro propio país, tal ves sólo aquellos que han visitado la cueva del Mylodon darwinii pueden palpar lo que fue la presencia de animales tan exóticos, pero que en ese entonces eran tan "chilenos" como culquiera.La paleontología y la arqueología son ciencias apasionantes y envolventes para todos, por eso nos sentimos cautivados para realizar este especial, donde nos sumergimos superficialmente en un mar de conocimiento que ya ha escrito miles de millones de años de historia.

Pero no podemos dejar de contarles que con mucho cariño hemos dedicado este especial al Profesor Donald Jackson Squella (1961-2015) un eminente Arqueólogo que nos enseñó un mundo oculto entre las capas sedimentarias de nuestro planeta, le damos las gracias por sus aportes al conocimiento de nuestro pasado.

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ESPECIALARQUEOLOGÍA & PALEONTOLOGÍA

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A lrededor de catorce mil años atrás el mundo tal como lo conocemos hoy era muy distinto, ya sea que hablemos del paisaje como de sus componentes ecológicos como por su flora y fauna, pero más seductor aún es intentar previsualizar como era hace catorce mil años nuestro hogar, nuestro Chile.Para responder estas y otras preguntas es muy sencillo, sólo basta con cerrar los ojos, respirar profundo e iniciar un fascinante viaje hacia el pasado sentado en la cabina de mando de la maquina del tiempocon la creatividad de la imaginación, impulsadapor cierto, con el combustible de las evidencias científicas, ahí comienza nuestro viaje…Sobrevolamos la zona austral, hace frío, tanto que parece calar los huesos, nos detenemos en las tierras bajas frente al seno de Reloncaví, en uno de los afluentes del río Maullín, el estero Chinchihuapi, a 37 kilómetros de la zona que hoy llamamos Puerto Montt, se ve distinto, pero aún así tiene mucho de familiar.Un grupo humano de unas treinta personas, se mueven y realizan sus quehaceresen la rivera del prolífico estero donde pescan, llevan unos doce meses asentados en estas frías tierras, que en este momento son al menos 3º más fríos que en nuestra actualidad y por cierto menos lluvioso, hasta unos 25 mm menos, las mujeres como es clásico en las comunidades de los pueblos originarios, se preocupan de los fogones y de procesar los pescados

y las semillas para alimentar al grupo.Los hombres se ven aguerridos y con sendos conocimientos en la flora silvestre, mantienen una estrecha simbiosis con el hábitat, su saber los lleva a reconocer las bondades de las plantas para uso medicinal, hasta 22 variedades (como el Boldo) así como también vemos como recurren al uso de la madera para fabricar sus rucos con Arrayanes (Luma apiculata) y Lumas (Amomyrtus luma), amarrando todo con junquillos, con estas maderas también han fabricado algunas herramientas -además de las de origen lítico1-En una carpa o toldo de unos doce metros se protegen de los elementos y usan otras chozasdonde aíslan a los enfermos, demostrando una suerte de cultura chamánica, tal vez con atisbos mágicos de origen divino, estas por cierto son sólo conjeturas, desde donde estamos no logramos saber ni entender su cosmovisión.

¿Cómo llegaron

a estas tierras?

Sin embargo, nuestra máquina de tiempo imaginaria nos permite trasladarnos a las planicies para ver sus

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habilidades de caza, vemos que son expertos rastreadores de megafauna…La conexión de la cultura Monteverde con el medio ambiente los propinó de variadas habilidades tal vez heredadas de lejanos ancestros que sobrevivían cazando Mamuts lanudos y otros animales en las tundras de Alaska, Canadá o Estados Unidos.Más allá en los bosquetes circundantes vemos a otro grupo recolectando semillas y posiblemente lo que parecen tubérculos como depapas silvestres, pero la sorpresa mayorsurge cuando en el campamento reconocemos hasta 10 especies de algas, de las cuales al menos 8 tienen propiedades medicinales y son comestibles, con ello aprendemos de la diversificada capacidad de encontrar recursos más allá de los limites seguros de la tierra.Al parecer cuentan con una organización social de habitabilidad distribuida en roles, cada uno cumpliendo funciones especificas permitiendo la sustentabilidad del grupo. Impulsados por la entereza y un coraje sin igual,característico de los pueblos que mantienen un vínculo intimo con la tierra, ya que trashumar por la zona austral bajo condiciones paleoclimáticas y geográficas de alta exigencia les demanda capacidades excepcionales tanto física como mentales.

Los hechos

El asentamiento de Monteverde, remeció a la comunidad científica mundial, por dos aspectos muy relevantes, el primero es que este hallazgo es único en su tipo por el

estado de conservación de los restos, sobre todo los de origen orgánico, en el lugar se encontraron maderas, tejido suave (cueros de mastodontes), huesos y variedades de plantas silvestres que no necesariamente pertenecían a la zona del asentamiento, casi setecientas piezas arqueológicas en total.El perfecto estado de las piezas para un sitio perteneciente al época del Pleistoceno, es lo que lo hace tan extraordinario.Pero, ¿Cómo se conservó hasta nuestros días todo esto?Después de la ocupación humana se formó con el paso del tiempo una turba o pantano que conservó el sitio y sus huellas orgánicas. Las turberas son masas vegetales muy densas como esponjas, estas dejaron sin oxigeno (ambiente anóxico) a todos los restos que quedaron del asentamiento sobre un suelo de arena, rico en sílice, los silicatos por su parte consumieron los ácidos que degradan la materia orgánica dejando intacto por miles de años la información que hoy nos permite saber acerca de este doblamiento humano temprano. Y el segundo aspecto, no menos importante y más paradigmático, es que este sitio tiene una data de 12.500 años, casi 1200 años antes que cualquier sitio temprano de América del norte.Este hallazgo no sólo ubicó a Chile como la zona de poblamiento más antigua hasta el momento, sino que planteó nuevas interrogantes:¿Cómo llegaron a estas tierras? Si eventualmente el paso panameño estaba bloqueado por vetustos y gigantescos glaciares, imposibles de

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atravesar para llegar hacia Sudamérica.…¿por mar?...Existen posibles rutas -en teoría- como ruta la costera o la de Oceanía para que estos grupos humanos llegaran a la austral zona de Monteverde, pero estas aún son estudiadas y discutidas por la comunidad científica.Ciertamente debe haber sitios más antiguos que Monteverde, de alguna manera el poblamiento se produjo de norte a sur, ya que todas las evidencias lingüísticas y genéticas indican que los primeros pueblos primitivos llegaron desde Asia.Las interrogantes aún son muchas, pero esto da que pensar sobre la real distribución humana que generó la ocupación posterior en el continente.Existen, en términos arqueológicos, 5 Haplogrupos2 genéticos en el planeta, todos se desarrollaron y otros eventualmente se extinguieron dejando huellas genéticas tras de sí, como remanentes de los primeros pueblos, pero se desconoce aún cual fue el destino de estos primeros humanos, ¿se extinguieron? ¿se mezclaron?, ¿evolucionaron?.Estas páginas parecen que ya se escribieron hace miles de años, pero es todo lo contrario, aún se están escribiendo, el saber y conocer estas evidencias es vital para comprender nuestra actual situación como especie.

1 Objetos fabricados con cristales de roca como el sílice o la obsidiana2 Grupo de haplotipos que comparten un ancestro común. Es decir, estos haplotipos forman un conjunto que se repite en una población, y que define el haplogrupo

Revista BIOMAIlustraciones: César Jopia Q.2015

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Las gélidas tierras del sur de Chile, fueron el escenario adverso que los hombres de Monteverdetuvieron que afrontar desde el inicio hasta el fin de su predominio, la ilustración muestra la preparación y manejo de las técnicas de caza con herramientas eficientes y muy certeras para esa remota época.

Paleolamas, una de las principales fuentes de proteinas y lana de los primitivos humanos. Punta de lanza lítica

Las herramientas líticas con bordes filosos y resistentes, quizá haya servido no sólo como punta de lanza, sino que también como raspador de pieles, evidentemente el hombre de Monteverde logró adelantos en el arte de la fabricación de instrumentos hasta darles el peso y el tamaño adecuado para su intenso uso.

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Trashumantes de las

Cumbres

REVISTA BIOMA PRESENTA EL DOCUMENTAL TRASHUMANTES DE LAS CUMBRESMUSICA DE PATRICIO MANNS Y CARLOS NAKAI VOICEOVER FERNANDO SOLIS LARA

PRODUCCION GENERAL CARLA ASTUDILLO PEREIRA DIRECCION CESAR JOPIA QUINONES

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UN DOCUMENTAL DE

REVISTA BIOMA

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MASTODONTES de QUEREO

Ilustración: Cesar Jopia Q.

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a costa de Chile, un paisaje tan nuestro y reconocido por todos como nuestra identidad geográfica, en su mística guarda tantos secretos y misterios ocultos por el fuerte carácter del marEstamos en el borde costero donde se siente ese aire marino que purifica los pulmones, en ese contexto tratamos visualizar este paisaje como era antes, pero mucho antes… de que incluso el Homo sapiens ni tan sólo entrara a la carrera evolutiva y saliera desde Africa con las demás especies de prehomínidos que se encargaron de escribir nuestra historia.En la roca donde estamos de pie hay una impronta petrificada de un Balbo, este pequeño que ya no existe nos inspiró a hacer un viaje sin precedentes, un periplo imaginario hacia el pasado, un pretérito escenario tan distante y ajeno que no nos parecerá que hablamos de nuestro planeta.En la máquina del tiempo de la imaginación que hemos creado, digitamos un momento, entre el Pleistoceno tardío y la era del Cenozoico (23.000 - 15000 al 10000 ap1)Pero…¿por qué ese período?, porque en ese momento y por estas tierras de recambio ecológico, es decir de aridez a bosques relictos eran fuente vital de agua dulce y alimento, permitiendo que fuera un hábitat ideal para especies migrantes.

Y una de estas especies de la megafauna de ese entonces eran los Mastodontes, parientes fenotípicamente2 de los Mamuts3 o Gonfoterios, por cierto los actuales Elefantes (de la familia Elephantidae) mantienen así mismo fenotipos parecidos estos gigantes antiguos.Vale indicar que si bien todos pertenecían a la misma familia los proboscidios (Mamíferos de nariz o trompa alargada), pero genéticamente no eran lo mismo.En tanto, las olas golpean las rocas con la misma intensidad que en esa época, probablemente eso no haya cambiado nada, entre disonante ruido del mar, nos imaginamos un grupo de Mastodontes bajando lentamente por una quebrada ahora conocida como Quereo a tan solo dos kilómetros al sur de lo que hoy es la localidad de Los Vilos, aquí formaciones de tipo lacustres contienen agua dulce y mucha vegetación, un polo de atracción irresistible para quién necesite una fuente renovable de recursos.La quebrada que desemboca directamente hacia el océano pacífico, es un oasis que atraerá a una infinidad de personajes a nuestra historia, generando increíbles escenas de sobrevivencia y conducta animal que en la actualidad ya no existen y las pocas que hay de animales salvajes contemporáneos son sólo visibles en

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19 Gentileza Mauricio David Alvarez Abel, paleoilustrador

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En Chile se describió sólo una forma de Mastodonte de la familia de los Gomphotheriidae presentes en América del sur, el Cuvieronius hyodon, por cierto presente no sólo en Quereo sino que en un amplio rango geográfico, habitando nuestro territorio durante el Pleistoceno superior.

Gentileza Mauricio David Alvarez Abel, paleoilustrador

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La quebrada que desemboca directamente hacia el océano pacífico, es un oasis que atraerá a una infinidad de personajes a nuestra historia, generando increíbles escenas de sobrevivencia y conducta animal.

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hábitats extremos y muy apartados, como sucede con leones, ñus, cebras, cocodrilos y elefantes en las sabanas africanas.Regresando a nuestro cuadro imaginario, vemos como por estas costas pululaba una rica paleofauna junto con los majestuosos Mastodontes o Gonfoterios, habían caballos (Equidae), camélidos (Camelidae), Macrauchenia sp.(mamífero extinto de la familia del genero también extinto de Litopternas), Ciervos (Cervidae) y probablemente zorros (Canidae), eran habituales en toda la región, son nombres difíciles hoy de asimilar con nuestro mundo conocido, pero varios son visibles hoy con distintos fenotipos y genes como los caballos, lamas como los guanacos, ciervos y perros.Pero lo más atractivo de esta narrativa donde la paleofauna se mueve y se alimenta y de la cual somos testigos imaginariamente, es que no somos los únicos que observamos, en la llanuras superiores del borde costero se trama un ataque, una emboscada, que busca la sobrevivencia de otra especie.Tanto Quereo como otros sitios hoy conocidos como Las Monedas y El Membrillo, son portadores de evidencias de asociaciones culturales. Es decir aquí hubo humanos, al menos en su línea y momento evolutivo para designarlos de una manera didáctica.Hallazgos han puesto en evidencia la presencia de actividades de grupos

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humanos, que cohabitaron con fauna extinta, encontrándose herramientas o instrumentos líticos para procesar carne alrededor de una fogata como en el sitio Santa Julia -LV.221- quebrada Mal Paso al norte de Los Vilos.Eran paleoindios descendientes de los primeros paleo americanos (23.000 a.p) que eventualmente cruzaron caminan-do el estrecho de Bering, utilizando como puente natural una masa de tie-rra de dos mil kilómetros que afloró cuando el nivel del mar alcanzó su nivel más bajo (100 a 150 metros).Allí se asentaron por casi ocho mil años en la América de aquel entonces, hasta que los glaciares se abrieron entre los años 15.000 a 10.000 a.p. que fue cuan-do estos paleoindios entraron, cier-tamente separados, algunos con sus preferencias geográficas hasta lo más profundo de nuestro continente.Desde nuestra máquina de tiempo ima-ginaria vemos como los cazadores pri-migenios se dividen sigilosamente para encapsular desde terreno elevado todo el contorno de la quebrada de Quereo, en tanto el grupo de Mastodontes se alimentan y refrescan parsimoniosa-mente en las lagunas, probablemente los Mastodontes se desplazaban en grupos familiares tal como lo hacen en la actualidad los elefantes.La necesidad, como en la actualidad es un motivador para la innovación tec-nológica pero también es un impulsor evolutivo, los paleoindios encontraron la manera de fabricar herramientas y artefactos líticos como puntas lanceo-ladas pedunculadas que claramente les ayudó a ver en animales grandes una fuente de alimento a pesar de su pavorosa presencia.

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Machos jovenes de Mastodontes buscan aparearse con cualquier hembra en estro.

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En Chile se describió sólo una forma de Mastodonte de la familia de los Gomphotheriidae presentes en América del sur, el Cuvieronius hyodon, por cierto presente no sólo en Quereo sino que en un amplio rango geográfico, habitando nuestro territorio durante el Pleistoceno superior.El Mastodonte chileno, fue descendiente de las especies norteamericanas que cruzaron por la franja panameña hacia nuestro continente, en una suerte de intercambio biológico, sin embargo hay cierta discordancia al respecto ya que algunos consideran a los mastodontes chilenos como una sola especie, un sólo género monoespecífico, por otro lado hay quienes consideran por ejemplo que los restos hallados en Tagua Tagua (X región) corresponderían a Stegomastodon y no al C. hyodon que habría entrado al territorio desde el norte atravesando la cordillera para llegar hasta Monte Verde, contrario al Stegomastodon de Tagua tagua que habría accedido a Chile por un paso transandino procedentes desde Argentina.Los lanudos hyodones chilenos se dispersaron desde el semiárido norte, específicamente desde la ecorregión de Tarapacá hasta la hoy muy distinta isla grande de Chiloé.Con casi tres metros de alto, el Mastodonte era una presa difícil de manejar por los primitivos humanos, el sitio de la quebrada de Quereo proporcionaba una muy buena oportunidad para cazarlos, sus

colmillos incisivos superdesarrollados largos y más rectos hacia el frente, hacían de ellos un animal peligroso de enfrentar.Piedras y lanzas llovían desde lo alto seguramente sobre el más débil del grupo de Mastodontes, era un caos, gritos y seguramente desgarradores barritos encendían la dramática escena en el coto de caza.Finalmente desde nuestra ubicación imaginaria, vemos como el violento pero necesario acto de caza redujo a uno de los animales. A pesar de la exitosa faena entre la matanza y la estampida cayó más de un cazador pero la recompensa es mayor, un gran volumen de carne, grasa, pelaje y huesos para herramientas resultan del caído.Ciertamente y como es ya característico en nuestra ocupación planetaria una de las causales -no la principal- que afectó a la desaparición de los Mastodontes y la megafauna, fue la caza indiscriminada por parte de nuestros ancestros, aunque compartimos la visión que el impacto sobre la población de estos animales no se vio diezmada por su causa sino más bien por el cambio climático sucedido por paso del Pleistoceno al Holoceno (8000 ap).El Mastodonte, un animal que gobernó su hábitat, como un poderoso y pasivo herbívoro, poblando extensas áreas, nos dejó sus frágiles huellas óseas ocultas bajo aplastantes capas de sedimento y tiempo sin memoria.Al retornar desde nuestra máquina

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Por estas costas pululaba una rica paleofauna junto con los majestuosos Mastodontes o Gonfoterios, habían caballos (Equidae), camélidos (Camelidae), Macrauchenia sp.(mamífero extinto de la familia del genero también extinto de Litopternas), Ciervos (Cervidae) y probablemente zorros (Canidae), eran habituales en toda la región.

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del tiempo imaginaria a nuestra era, caminamos hoy por el sitio de Quereo, mientras los arreboles de una tarde apacible nos envuelven, reflexionamos en ese momento remoto en que la naturaleza tiene, como un libro, páginas destinadas para cada especie, su momento, su energía y su huella genética son sólo peldaños en una escalera evolutiva que se regenera y desarrolla para que otros puedan también crear sus propios peldaños en su momento en el tiempo.

1.Antes del presente2.Cualquier característica o rasgo observable de un organismo, morfología, desarrollo, propiedades bioquímicas, fisiología y comportamiento.3.Los Mamuts, sólo llegaron hasta Brasil en una especie distinta del mamuts del hielo.

Agradecemos por su colaboración a:

Mauricio David Alvarez Abel, paleoilustradorJosé Luis Brito Montero, Museo de Ciencias Naturales de San AntonioMarcos Biskupovic Mazzei, Arqueólogo Colecciones Museo de La Serena Diego Moreno

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os Rieles, es un sitio eriazo que desde la distancia parece uno más, de hecho no hay manera de verlo distinto si se desconoce su importancia, está inserto en la ecoregión semiárida costera típica de la IV región de Coquimbo.Estamos en la localidad de Los Vilos, distante unos 225 kilómetros de Santiago. Los Rieles a decir verdad no es más que un punto GPS que está a unos cincuenta metros de la abandonada línea férrea longitudinal costera, pero su particularidad no radica en eso sino en su contenido, más bien lo que había bajo un gran deposito conchas.Expertos de la Universidad de Chile liderados por el arqueólogo Donald Jackson (1961-2015) encontraron hace algo más de dos años restos humanos de un hombre de unos 40 o 45 años que habitó en este bioma costero, lo más interesante de esto es que podría tratarse de los restos óseos más antiguos de Sudamérica, es decir alrededor de unos 11.230 años ap.Ante nosotros aparece una nueva escena del pasado remoto de Chile, y para entender esta historia que se desarrolla en un paisaje hasta hoy solitario, intentamos hacer un viaje por el pasado costero del norte chico, que hasta no hace mucho sólo se sabía que fue dominio de pueblos originarios como los Changos o la cultura Huentelauquén.

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Pero ¿quién era esta humano primitivo?En torno a los restos de este hombre de Los Vilos que se descubrió en una posición flectada (fetal) se encontraron dos piezas líticas de punta de proyectil, lo que podría tratarse una suerte de ofrenda, estas piezas pudieron pertenecer a él y fueron de uso cotidiano.Para conocer su identidad, no a nivel personal por cierto, sino más bien como integrante de una comunidad que ocupó esta ecorregión costera, nos proyectamos en nuestra maquina del tiempo una vez más, una creación imaginaria que nos permite previsualizar el momento de existencia de estos primigenios habitantes.

El viaje

Nos detenemos en la línea de tiempo que corresponde al Holoceno temprano-medio y llegamos a la zona en una ventosa tarde, como en el futuro que dejamos, el sector de los Rieles es igual de expuesto a los vientos oceánicos. No hay nadie, sólo vemos una gigantesca duna, cubierta de millares de conchas, sobre todo gastrópodos como el Loco (Concholepas concholepas), machas (Mesodesma donacium) y almejas (Retrotapes rufa), algunas blancas y resecas por el Sol y otras recién abiertas, estas nos hablan de la presencia de una asociación cultural, justamente lo que

venimos en nuestro viaje imaginario en el tiempo a buscar.En estos conchales apreciamos ejemplares de moluscos con tamaños variados, desde 20 y 145 mm, lo que nos dice que los primitivos habitantes de las costas no hacían selección de las extracciones que realizaban en el mar.Así mismo, esta acuciosa actividad marina denota una habilidad de pesca extraordinaria, sentimos que estamos entonces ante pescadores y no cazadores a diferencia de los habitantes cazadores1 de la zona del sitio de Quereo a sólo un par de kilómetros más allá.Elevamos nuestra perspectiva visual para espiar hacia las playas, y distinguimos figuras que desplazan entre la nubosidad que genera la humedad costera y la luz anaranjada del atardecer.

Son paleoindios de las costas, pero no son nómades, parecen habitar en estas tierras, explotando los recursos marinos sistemáticamente, y no buscando períodos estacionales por todo el litoral, en tanto, un grupo reducido de esto paleo-pescadores traen también lo que parece ser un lobo marino (Otaria flavescens) y un atado de Corvinas (Cilus gilberti) como resultado de una faena de pesca.No vemos evidencias de una cultura constructiva definida, es decir que

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posean lugares habitación, parecen adentrarse en las dunas para guarecerse del viento donde probablemente armen cobertizos o rucos con cuero de lobo marino,lamentablemente no alcanzamos a distinguir si dominan el arte de hacer fuego, como otros grupos humanos, a pesar que consumen pescados no sabemos si los cuecen al fuego o lo ingieren crudo, por lo demássí es evidente que aprovechan todo lo que pueden obtener del lobo marino, comola grasa que se aplican en el cuerpo para paliar los efectos del frío, la carne, la piel que más tarde curten con sus molares y huesos para elaborar herramientas.

Los hechos

La vida del grupo humano de Los Vilos, nos enseña las habilidades de adaptación de los pueblos primitivos que ocuparon el cono sur, la capacidad exploratoria del humano en cualquiera de sus etapas o posiciones de evolución, sugiere grupos migratorios que pudieron venir desde lejanos puestos geográficos como el río Amur en el oriente de Asia hace más de 19 mil años antes del presente.Los hitos geográficos que hoy son huellas inequívocas de la temprana presencia humana en Chile son al menos quince, parten desde el Salar

de Punta Negra al sur del Desierto de Atacama, pasando por la zona en la que nos encontramos hoy, Tagua Tagua (VI región), Monte Verde (X región), Cueva del medio y laguna Sofía, las cuevas de Fell, Pali-Aike y Tres Arroyos en Patagonia y Tierra del Fuego.Vivimos un tiempo en que conocemos cada vez más nuestro entorno, pero desconocemos más también lo orígenes de este y especialmente de nuestro propio origen, las distancias en el tiempo que nos separan de estos ancestros son tan lejanas y tan difíciles de leer, las huellas someras y prácticamente encriptadas para quienes desconocen su historia, que cualquier pista hoy es vital para que todos y cada uno de nosotros entendamos y valoremos la génesis de nuestra especie y sus legados arqueológicos.

1 Los hallazgos que corresponden al sitio de Quereo y el hombre de Los Vilos, no tienen relación ni directa ni indirecta, de hecho se diferencian por casi 6000 años uno del otro.

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El Pulso de la NaturalezaRespetables garras

Parecía una ilusión óptica… pero no lo era… un pequeño gatito montés de muy pocos días de vida, había atravesado velozmente el camino de acceso a la zona de uso especial del Parque Nacional Fray Jorge, flanqueado por enormes árboles coloniales muy cerca de la antigua casona de la administración.En un abrir y cerrar de ojos la diminuta y esquiva criatura se deslizó bajo el dosel de un ciprés, cuyas ramas más bajas se descolgaban desde el tronco principal, curvando con elegancia su compacta estructura siempre verde, hasta llegar muy cerca del suelo.Cuando todavía no salía de mi sorpresa y mientras caminaba sigiloso tras los pasos del infante felino, un segundo gatito cruzó de improviso el camino y pasó por mi lado, desafiando mi presencia con su cola anillada, levantada en ángulo de noventa grados sobre su lomo y graciosamente erizada, como si se tratara de un inmejorable artefacto para limpiar botellas por dentro.Al introducirme casi "gateando" por debajo del ramaje, descubrí la carcasa de un antiguo tronco caído ahuecado por la degradación natural. En medio

de mi entusiasmo me pareció ver a una de las criaturas ocultándose en el leñoso refugio, pero una rama que se interponía entre mis ojos y el enorme tronco, no me permitían ver con claridad; rápidamente la aparté con mis manos para mejorar mi visión pero en ese momento mi creciente interés se convirtió en sobresalto…Inesperadamente me encontré cara a cara con la protectora madre de las crías, que permanecía a poco más de un metro de distancia de mí, encaramada en uno de los extremos del tronco. Su sorpresivo resoplido saturó mis oídos perturbando mi ánimo hasta el extremo de contener por un instante todos mis movimientos.Su indómito rostro felino, desplegó el más escalofriante gesto de advertencia, crispando los bigotes al contraer la piel de sus mandíbulas, mostrándome los afilados colmillos mientras emitía algo parecido a un gruñido gutural, que se coludía con la furia de su mirada para hacerme sentir la inquebrantable fuerza de su instinto de protección maternal.Permanecí arrodillado, inmóvil, con la esperanza de que se alejara pero

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por el contrario, cada vez que abría sus mandíbulas y exhalaba ese sonido indescriptible, parecía que se acortaba la poca distancia que nos separaba. En ese momento tan decisivo se atropellaban en mi mente los recuerdos de relatos sobre encuentros directos con el gato montés, narrados por los veteranos guardaparques."Acorralar a un gato montés" - Decía Don José Carvajal - "Es mucho más peligroso que acorralar a un zorro, porque el zorro solamente se defiende con sus colmillos, en cambio el gato montés además de sus colmillos, se defiende con sus garras y ocupa las cuatro patas"."Un gato montés acorralado, se sube a un quisco y no lo bajan ni lloraando", decía don Héctor Daho, con gesto sonriente y palabras arrastradas. Por su parte el Administrador de esos tiempos, Alejandro Layana, comentaba sobre el episodio de un gato montés acorralado por dos zorros contra una pilastra del portón de acceso al parque; en esa oportunidad el gato permanecía parado sobre sus extremidades posteriores, como si fuera una especie bípeda, con su espalda apoyada en el pilar del portón y sus extremidades delanteras levantadas, con sus garras retráctiles desplegadas en espera de las embestidas de los zorros que lo acosaban. El gato se veía prácticamente intacto, sin embargo los zorros se notaban muy maltrechos por los efectos de la batalla.Con todos esos datos en mi mente, decidí retroceder lentamente pero aunque suena fácil decirlo, en la práctica era muy complicado… al menor de mis movimientos la furiosa

madre curvaba su cuerpo y erizaba su pelaje, intensificando sus resoplidos, aumentando mi temor de que diera un salto sobre mi cara.En ese tenso momento me di cuenta que la rama que apartaba con mi mano era lo único que podía utilizar para interponer entre la intimidante felina y yo. De a poco comencé a soltarla para que volviera a su posición natural. Esa rama que un poco antes me resultaba un molesto obstáculo para observar a los pequeños gatitos, ahora me parecía demasiado inconsistente como para protegerme.Luego de un par de minutos que se me hicieron eternos, logré ubicar la rama en la posición deseada, sin embargo la penetrante mirada felina se colaba entre las ralas hojas del ciprés, proyectando una energía tan potente que me hacía sentir demasiado vulnerable. La inquietante frialdad de su mirada, me hizo retroceder lentamente hasta salir del inexpugnable refugio felino.Cuando por fin pude ponerme de pie, sin pensarlo dos veces me alejé rápidamente del peligro encarnado en esa abnegada madre, que en el afán de proteger a su descendencia, me dio a conocer la fuerza de su temperamento y el innegable poder de disuasión de sus respetables garras.

Texto: Mario Ortiz LafferteIlustración: César Jopia Q.Revista BIOMA 2015

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