Edición Especial "Huracán Wilma"

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De pie De pie

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De pie. Así quedó nuestra torre de siempre, la primera, la que es motivo de recuerdos para muchos y muchas. La primera torre del aeropuerto quedó de pie como Cancún y su gente; quizás este símbolo de las y los pioneros de Cancún lo podamos ahora convertir en el símbolo de nuestra casa, de nuestra entereza y de nuestros deseos de siempre estar aquí y de ser de estas tierras, a las que llegamos y nos quedamos por nuestra propia decisión. Muchas historias hemos escuchado en estos días, cada persona tiene la suya propia, la que vivió y sintió; cada quien nos habla de sus temores y su experiencia. Cada quien tiene su propia expectativa sobre lo que pasará y cómo saldremos de esta situación. A 10 AÑOS DE WILMA Las cosas ocurren de acuerdo a ciertas leyes, leyes de la naturaleza. Es una publicación especial el embate del huracán Wilma aquel 21 de octubre de 2005. ¿Qué fue lo que el viento te dejó?

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editorialD e pie. Así quedó nuestra torre de siempre,

la primera, la que es motivo de recuerdos para muchos y muchas. La primera torre del aeropuerto quedó de pie como Cancún y su gente; quizás este símbolo de las y los pio-neros de Cancún lo podamos ahora convertir

en el símbolo de nuestra casa, de nuestra entereza y de nuestros deseos de siempre estar aquí y de ser de estas tierras, a las que llegamos y nos quedamos por nuestra propia decisión. Muchas historias hemos escuchado en estos días, cada persona tiene la suya propia, la que vivió y sintió; cada quien nos habla de sus temores y su experiencia. Cada quien tiene su propia expectativa sobre lo que pasará y cómo saldremos de esta situación.

Cuando se acercaba la temporada de huracanes los y las supervivientes del Gilberto nos ufanábamos de nuestra experiencia e indistintamente de con qué trasfondo, los comentarios siempre eran sobre las historias vividas en el llamado huracán del siglo.

De hace diecisiete años recuerdo con más nitidez los momentos posteriores a los embates de los vientos, que la fuerza del huracán mismo, recuerdo a la gente que se alistaba al salir el sol y se disponía después de un cafecito caliente en casa del Mayor Bigurra a formarse en su cuadrilla e iniciar la colecta de ramas y basura o la tala de arbustos y plantas. Esos momen-tos fueron para compartir y para construir hombro con hombro, en la medida de nuestras posibilidades, nuestra ciudad. En aquel entonces las autoridades no prestaron la ayuda que hoy tenemos; la luz, el agua y los avituallamientos se tardaron en llegar; no hubo sol-

dados y marinos vigilando y limpiando, nos tocó hacerlo a los hombres y las mujeres que decidimos permanecer aquí. Hoy Cancún se levanta con su gente y con la ayuda de todo México. Nuestras Autoridades han dado muestras de una vocación de servicio ejemplar planeando y tomando decisiones, aunque algunas de éstas les han creado críticas de adversarios políticos que solamente buscan llevar agua a su molino en estos tiempos en los que debería reinar la unión; así es como estos seres muestran su estatura.

Wilma me ha dejado muchas cosas positivas. El domingo 23 por la tarde un bellísimo arco iris me avisó el fin de la tempes-tad y al día siguiente al recorrer las calles contemplaba en los árboles caídos y en los jardines de las casas el verdor de su césped que, comparándolo a aquel aciago 14 de septiembre de 1988 en el que Cancún amaneció café por sus ramas quemadas, me daba la esperanza de una pronta recupera-ción. Wilma ha fortalecido también mi respeto por nuestra comunidad, los y las cancunenses que salieron de sus casas, de sus refugios a trabajar, a recuperar sus pertenencias a dar la mano al o a la vecina.

Mucha gente se irá de Cancún. Quienes vivimos Gilberto tuvimos la oportunidad de vivir el éxodo de muchas personas, algo que ya está ocurriendo ahora. Pero en esta ocasión es diferente y como un cernidor, Cancún hace su propia limpia y los y las que se van son las personas que llegaron a dañar, son quienes llegaron un momento para hacerse de dinero y emprender la huída, son las personas que no queremos en nuestra ciudad y que no se van, sino que huyen. Cancún me sigue enseñando día a día y seguro estoy que de esta expe-riencia sacaremos muchas cosas positivas y con este ánimo, en unos días más, las y los cancunenses estaremos listos para recibir las fiestas navideñas con un sentimiento especial, diferente al de otros años

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SALIR DE CASALía ViLLaVa

Salir de casa, echando el último vistazo para ver si no se deja nada importante, con el miedo de no volver a encontrar nada. Cruzar la puerta y dirigirse al refugio. Esa y muchas sensaciones similares padecimos muchos quintanarroenses.

Huracán

estamos llenos y orgullosos, de gente que arriesgó todo para construir un mejor porvenir, ahora es cuando nos sale la casta.Escucharemos muchas historias de terror, la mejor de todas; la del que habla, que aún la puede narrar.

Es curioso cómo en estos días casi nadie tiene noción de la fecha exacta, quizá inconcientemente queremos borrarla. Les propongo reunirnos dentro de un año y celebrar el mero hecho de estar vivos.

Es muy pronto para saber cuánto de esta experiencia hemos aprendido, por mi parte sigo asimilando, miro las calles y me duele, veo al hermano que levanta su casa, limpia, recoge, coopera y me alegro. Al personal de la Co-misión Federal de Electricidad que merece todo mi respeto, a los cientos de cancunenses anónimos, sin afán protagónico, haciendo lo que se tiene que hacer. A los medios de comunicación que apoyaron, a los que desde antes del evento estuvieron acuartelados, dejando a sus familias, para proteger a la comunidad y a ti, ciudadano, por creer en nuestro futuro, que seguro nos hizo más fuertes y solidarios.

Agradezco a las miles de manos que han brindado su ayuda desde cualquier parte y que no vemos. Recordemos que la emergencia ya pasó, la reconstrucción apenas comienza.

C uando la luz se fue encendimos el radio con la espe-ranza de escuchar que el huracán cambiara de rumbo... y nada. Pegó sobre nosotros. Mentiría si dijera que no me duele, que estamos todos con el ánimo arriba. Mirar lo que dejó, preguntarse: ¿Por dón-de comenzar a recoger? De lo que queda, ¿qué se

puede recuperar? Al hermano y hermana que perdieron lo mismo su palapa que su departamento, ¿qué les digo? Los abrazo, escucho y seguimos trabajando, porque no tenemos tiempo para lamentos.La pregunta ahora cuando te encuentras con alguien conocido es: ¿Cómo te fue? Y las respuestas son en su mayoría: Afortunadamente esta-mos bien, lo demás va y viene.

Convivir con los vecinos, preocuparnos unos por otros. Crear nuevas redes de apoyo nos está engrandeciendo y es algo que se permea en esta sociedad que se dobló con humildad por unas horas y que ahora se levanta para dar pasos fuertes y recordar el sentido de nuestra llegada a esta tierra.

Se requiere de mucho valor el dejar nuestras comunidades de origen para llegar a buscar un bienestar social y económico en éstas tierras, de eso

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E l miedo se concentra a ratos en el estó-mago… un vacío. Se mueve al corazón y juraríamos que en ese órgano se aloja la certeza abrasadora del anhelo de vivir,

de sobrevivir la tragedia que imaginamos.

Encerrados por momentos en el baño, luego en la recámara; durante los instantes de calma nos asomamos por la ventana para asegurarnos que aún hay vida en la tierra. De pronto, el instinto de supervivencia nos fortalece, la desespera-ción se convierte en dignidad y a cubetazos sacamos el agua de nuestro hogar inundado, toallas, trapos y jergas por todas partes.

Durante las primeras horas esa tarea le da sentido al encierro: salvar lo que se pueda, evitar que se ahoguen el refrigerador y la estufa, las fotografías que subimos al mueble más alto y las patas de la cama que nos arrulla cada noche. Luego el cansancio, la humedad en los huesos, los brazos adoloridos, se adivinan las ampollas en las manos que empujan el jalador de agua con empeño.

El emparedado sabe a gloria. Las horas y la soledad. El silencio… sin luz el mundo es distinto, el tiempo parece más lento. El miedo nos impide charlar. Unos por allí intentan jugar cartas, pero es difícil concentrarse cuando arrecia la lluvia y estalla el vidrio, correr al baño ¡otra vez la libramos! Saber-nos con vida es suficiente. No lo decimos en voz alta, pero la adrenalina circu-lando por los músculos que se enfrían, nos delata: duele todo, así se siente el miedo en el cuerpo, parece que a ratos se nos agota la esperanza.

Un padre mira a los ojos hermosos de sus hijos que sueltan la carcajada cuando les salta el agua a la cara mientras exprimen una jerga. Una pareja se abraza en silencio en el piso del baño y de pronto se besa como si fuera la primera vez. Una madre mira con azoro cómo su palapa resiste el ventarrón, y la casa de palitos la protege, aunque empapada, mira a su niña colgándose de la hamaca sonriéndole, y decide que en cuanto lle-gue el ojo de huracán saldrá corriendo al refugio al que se negó a ir con los militares.

Afuera el viento y la lluvia, adentro el miedo, la esperanza y el llanto contenido.

Finalmente terminó. La lluvia mantiene una cortina suave, una ráfaga aquí, otra allá; el aire huele a sal y tierra. Salimos de casa, buscando vida, indagando en el cataclismo.

El morbo es necesario, precisamos saber hasta dónde llegaron la destrucción y el daño. Nuestra alma exige el sosiego de reclamar el derecho a habernos sentido vulnerables, temerosos del fin de la vida como la conocemos.Una palmera extir-pada de tajo, al lado de una mesa y unos zapatos en medio de la avenida nos arranca las lágrimas, ¿por qué?. Tal vez porque sabemos que nada es para siempre, que detrás de esos zapatos hay una persona que busca con qué andar entre las inundaciones, y alguna familia se ha quedado sin mesa para compartir los alimentos.Los vecindarios se convirtieron en campos de refugiados del miedo, en callejones de soli-daridad y cariño. Quienes tienen gas cocinan

frijoles y lentejas calientitas en cuatro ollas para compartir, otros un poco de café con azú-car, la gente sonríe, a media mordida del taco de arroz con frijoles más sabrosos de su vida, sonríe, y dice su nombre.

Se escucha por todo Cancún el eco de vecinos y vecinas que se presentan por primera vez. En lugar del viento, redundan los suspiros por los abrazos de las amistades que se preguntan si están bien.

Una y otra vez, agotadoras anécdotas de quie-nes lo perdieron todo, los muebles, la ropa, las fotos familiares, el refrigerador se lo llevó el río de agua, el auto inundado o un ladrón armado que se lo llevó, pero estamos bien, la conclu-sión: estamos con vida, inevitable sonreír.

EL SEGUNDO HURACÁNLas noticias despiertan otros miedos: el terror de la oscuridad del alma humana. Rapiña, la palabra de los buitres, la palabra de quienes sobrevuelan el cadáver y de quienes aman la carroña. En un instante se organizan comités vecinales. Surgen líderes naturales, redes de solidaridad y protección. Fogatas en la noche, para ver a los merodeadores, palos de esco-ba, uno que otro machete son las armas para defender los hogares. ¿Tiene comida vecino? La pregunta de una señora que a media noche le entrega un café deslavado a los de guardia, los abraza y les da las gracias. La calle se ilumina.

Son las tres de la mañana, aterrizan dos avio-nes de Panamá, siete mujeres y cuatro hombres

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¿Cómo le explicamos a alguien que no estuvo en Quintana Roo durante la llegada de Gilberto o de Wilma qué se siente vivir un huracán? Imagina los tres o cuatro minutos de terror durante un temblor: el piso trepida, las lámparas se mueven y las paredes vibran, los vidrios crujen y no sabes si saldrás con vida. Ahora multiplica esa sensación por sesenta horas.

Lydia cacHo

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comienzan el desembarco. No se han podido bañar, pero llevan puestas sus camisas blancas con la insignia de la Cruz Roja. Elaboran listas de medicamentos, separan las despen-sas de comida y con una organización extraordinaria, dividen por regiones, las ambulancias no paran, buscan damnifi-cados, no descansan. Han olvidado que los vidrios de su propia casa están rotos, que ellos y ellas también pasaron sesenta horas en vela, con miedo. No importa, importa rena-cer, importa sanar, así es la gente de la Cruz Roja.

La policía va deteniendo malosos, recuperando bienes ro-bados, las vecinas denuncian a los ladrones, ni se percatan de su valentía, no sólo se protegen ellas, están protegiendo a los otros, a su ciudad. La gente de Indesol se abre paso desde la ciudad de México, Cancún todavía está inundado, sin agua, pocos sitios tienen electricidad. Pero allí están, en dos días se reúnen con las organizaciones civiles, valoran los daños. A una semana del huracán ya se elaboró la estrategia para rescatar a quienes trabajan para ayudar a la comunidad.

La sensación es maravillosa…la paz vuelve al cuerpo, no todo está perdido. Pasará un tiempo para descubrir el regalo del aprendizaje de Wilma. Se irán muchos que llegaron en busca sólo de placer y dinero; añoramos que emigren los ladrones que perdieron sus botines y conocieron el miedo. Mientras reconstruyan sus playas, los hoteleros recordarán en silencio que la naturaleza no perdona. Una y otra vez pagarán por la invasión indiscriminada que no supo respe-tar el equilibrio entre el mar, las dunas, los manglares y la presencia humana.

Valoraremos la solidaridad social que floreció como marga-ritas de banqueta; el sabernos capaces de proteger el vecin-dario, e incluso el haber perdido un poco de esa soberbia y temeridad cancunense, ese sentirse que TENER es suficiente para vivir en armonía.

Imprimo en una hoja las palabras de la filósofa francesa Luce Irigaray, en cuanto recupere las ventanas de casa, y re-construya mi hogar, las enmarcaré como consigna del volver a empezar. Nos encontramos ante la noción de que la humanidad se ve amenazada por sus propios valores culturales, basados en un deseo de dominar la vida, y no de hacerla florecer y servirla.

Sólo floreció la esperanza en Cancún, cuando supimos que cuidar a la y él prójimo es cuidar la vida, nuestra propia vida.

Agradecería sus comentarios a [email protected]

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e dice que el hombre propone y Dios dispone, pero ahora habría que agregar que cuando Wilma llega todo lo descompone... De-finitivamente muchas cosas cambiaron en la vida social de Can-cún, y lo malo es que ninguna fue para bien, empezando por la

cancelación de eventos altruistas como la Noche de Brujas que organizan las Damas Hoteleras que ya empezaba a ser una tradición, y tantos más que ahora están en el tintero esperando nueva fecha en el calendario.

Mientras la sombra de Wilma sobrevolaba el territorio quintanarroense, por debajo pasaba de todo, por ejemplo, el empresario Mario Russo vio volar parte de su patrimonio cuando el fenómeno impactó su centro comercial en Zona Hotelera y a su hija Samantha afectaba una úlcera en su ojo; la dinastía de los Constandse también vivió alarmantes momentos cuando la matriarca Mamá Viña requirió de respiración artificial y toda la familia se encontraba refugiada en habitaciones del Hacienda Radisson. Otro que fue golpeado pero en el seno familiar fue el periodista Arturo Medina quien dijo adiós a su padre tras ser sorprendido el lunes 24 de octubre por un infarto fulminante. Descanse en paz.

Y en ese mismo tenor, un buen número de inquilinos del flamante desa-rrollo vertical Punta Cancún perdieron más que la camisa y el pantalón cuando Wilma surfeaba y sin tocar la puerta, tomó a todos por sorpresa entrando por las ventanas y lanzando cuanto encontró a su paso. En la lista de afectados aparecen nombres como David Krouham, Pancho Córdova, Francisco y Tere López Mena así como los Ketter, Alejandra y Heinz. De Juan Gabriel no sabemos nada porque todavía no se instala pero visualmente sus dos pisos quedaron casi limpios. Carolina y Enrique Fichtl también resultaron severamente afectados. Todos ellos andarán ahora muy estrenaditos ya que Wilma les obligó de la peor manera lucir lo último en ropa y diseño de interiores.

Villa de Pescadores, considerado uno de los vecindarios más populares de Zona Hotelera, también registró varias anécdotas, encabezando las aventuras de los Lavalle quienes no tendrán que platicar cómo les fue, ellos tienen grabado en video el paso de Wilma por su casa y alrededores. Ofe y Manuel Zaldívar hicieron un buen trabajo de tapiado y no lamen-taron nada, tan solo un poco de tierrita que se estacionó a la entrada de su casa y que Ofe barrió con singular alegría. En varias casas el mar cubrió totalmente su primer piso: la de Guillermo Martínez, Luis Reyno-so, Manuel Llaneza y Tufik Jamit, dejando ventanas rotas, a pesar de sus cortinas anticiclónicas. Por cierto que a Tufik apenas si le dio tiempo de inaugurar su Plaza Monarca, y respecto a la boda de su hija Mariana con Billy (Olegario) García, se canceló por falta de hotel: el Moon Palace se quedó viendo estrellitas con la tunda que le dio Wilma.

Dentro del perímetro de Pok Ta Pok, sabemos que al empresario Alonso Millet se le voló el tercer piso de su casa que ocupaba curiosamente como galería, esa si que fue una gran pérdida que compartió con los Lang: Rafa e Ivonne, así como doña Valeria Losa y algunos más que pasa-ron las de Caín esos días.Los Treviño, Ana Catalina y Gerardo, convirtie-ron a su casa en un bunker albergando a 17 refugiados quienes tuvieron que pagar caro su decisión sosteniendo tablas sobre puertas y ventanas durante las 10 horas más pesadas de la visita de Wilma.

Cathy Cabrero retapizó su jardín...pero con sargazo. Resulta que Alfredo, su marido, no pudo regresar a tiempo porque ese fin de semana estaba de pesca por Guatemala pero la compañía de su amiga Leslie Calderón y los brazos fuertes de don José Luis fueron suficientes para aguantar los vientos y la lluvia que levantó olas de la laguna que se impactaron sobre su casa y rompieron su muelle de concreto. Ella fue de las menos lasti-madas de su calle, en cambio a los Bittorf: Trudy y Rudolf, les fue como en feria rescatando muebles hasta de entre los árboles. De igual forma al

Una vez superado el susto y la incertidumbre del qué pasará, Cancún se dispone a recuperar poco a poco su nuevo semblante, modificado involuntariamente por Wilma, extraña consejera con la que nadie había hecho cita para someter esta ciudad a un extreme make-over que ahora pondrá de moda por larga temporada toda la gama de tonalidades tierra, desplazando por un rato el verde, así como los añorados colores caribeños...

Sunset hotelero Jorge Palas, quien declara pérdida total su casa. Y de las ironías de la vida, a Fernando de la Torre, le fue a tocar la peor de ellas, Resulta que de los cuatro autos que estaban en su casa, a dos de la OVC no les pasó nada y a los dos de él, que no movía por tener vencido el seguro hace mes y medio quedaron muy maltratados con todo lo que les cayó encima. Ya se imaginarán lo que piensa de la mala suerte o lo que es lo mismo: todas las pulgas se la cargan siempre al perro más flaco. Y lo mismo le pasó al buen Oscar Cadena cuyos autos no saben nadar tras inundarse buena parte de Residencial Campestre.

EstEban torrEs

Cathy Cabrero

Capitán Armando Ferrat

Manuel y Jennifer Llaneza con Paty, El Flaco y Christian Lavalle

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Al fondo de la calle de Cenzontle está la marina del capitán Armando Ferrat, a quien Gilberto ya la había dejado mal parada y ahora Wilma la dejó prácticamente en el suelo. La oficina de su marina ya no existe y su bodega fue destrozada con un barco que aventaron las olas pero su espí-ritu optimista lo animará a salir adelante, de eso estamos seguros.

De la calle de Quetzal, los Maraf dicen que sus oficinas salieron bien libradas, no así su nueva nave en Kukulcán Plaza que tendrán que volverla a armar porque Wilma quitó piezas que sumergió en el fondo de la laguna Nichupté. Los Mora, Bety y Raúl, van a tener que cambiar algunos vidrios de su casa y de paso vaciar todo su chapoteadero que quedó medio verde por tanta hoja que les aventó Wilma para que se sigan divirtiendo sus nietos: Anuar y Diego.

Santa Fé, fue la esperanza de una gran colonia de damnificados de Zona Hotelera, gracias a la invitación que extendieran Lourdes y Abelardo Vara. El empresario adecuó sus oficinas en refugio donde llegaron Sonia y Diego De la Peña, además de un prolongado etcétera, pero no contaron con que se terminara la comida, el agua y además se fuera la luz, todo a la misma hora y de paso tuvieran que sacar agua antes de empezar a nadar sin chaleco salvavidas. Todos ellos lucen hoy tremendas ampollas.

El Presidente...Mención especial merece la visita del guanajuatense más popular de este sexenio, me refiero al presidente Vicente Fox quien siguió de cerca el tira-dero que hizo Wilma por todo el estado de Quintana Roo. Si bien la opor-tuna visita a Cancún de Fox y su esposa al lado de demás subalternos aceleró la recuperación de todo el territorio, de paso prestigió algunos negocios, como al hotel Plaza Kokai, de Gerardo Olavarrieta, hasta que finalmente recibió alguien importante. Alejandro Reyes jamás imaginó que pasado el huracán su Mesón del Vecindario estaría en el paladar del presidente. Alex llegó a checar su palapa recién hechecita y su nuevo penthouse que algún día fuera el infortunado bar Laterraza, cuando escuchó que preguntaron si tenía servicio y su personal respondió que no. Cuando Alex bajó y le preguntaron qué necesitaba para funcionar él dijo que luz y al momento le trajeron precisamente una planta de luz porque el Presidente estaba hospedado enfrente y quería cenar. Cuál fue la sorpresa de Alex al ver llegar al mismo Fox al día siguiente para tomar un cafecito caliente, pero no llegó solito, sino acompañado de tooodo su gabinete. Enmarcado quedó ese día en el historial del Vecindario.

Le Meridien tuvo la suerte de salir bien librado de los atropellos de Wilma y por ello fue otro de los sitios elegidos por la caravana de Fox, lo mismo el restaurante La Parrilla, de Martha y Manuel García Jurado, quienes además de ser los primeros en abrir puertas para comer otra cosa que no fuera atún con mayonesa, su equipo sirvió la mejor cena dentro de la es-tancia de Fox. El Estado Mayor y Marthita Sahagún decidieron la cena de ese día. Primero pidieron el menú y preguntaron qué llevaba la parrillada y como tenía todo lo que gustaba al Presidente ordenaron 60 iguales.

Huelga decir que ese día había todavía Ley Seca pero Manuel le preguntó a Pancho Alor qué se hacía en esos casos y rápido le respondió que por tratarse de un gran amigo se suspendía y de Jimador se llenó la cuadra de caballitos para todos. Al día siguiente llegó Javier Alatorre, quien al término de una semana de trabajo por estas latitudes también cenó en La Parrilla y pidió exactamente lo mismo, no así Ramón Fregoso y Jorge Garralda junto con su staff quienes ordenaron a la carta, pero lejos de los bigotes de Alatorre.

Leyendas Urbanas...Como siempre pasa en casos como éste, mucho se dice entre rumores que alcanzan la categoría de leyendas urbanas y la más grande fue quizá el escape de varios tigres durante el huracán. Pepe Tigers en Zona Hote-lera fue uno de los protagonistas, lo cierto es que sus gatitos se unieron al grueso de los damnificados de esta ciudad al quedarse atrapados pero en sus jaulas y sin comida. Se cae el primer mito. Se dijo también que en el ejido Alfredo V. Bonfil se escaparon tres mininos de una misma casa particular y que todavía andan rondando. Si alguien los ha visto que de parte a Sara Rincón Gallardo para que a nombre de la Sociedad Protecto-ra de Animales les lleve unas Whiskas. Y por si fuera poco hasta un circo entró al quite. De él se dijo que su gato rayado también andaba suelto. Lo único que se confirmó fue el escape de un leopardo desdentado y desgarrado que a lo mejor ya hasta convirtieron en tapete.

La barda de la cárcel municipal fue otro gran mito que erizó la piel de los lugareños cuando se dijo que no solo se había caído sino que por ello muchos pillos habían purgado condena al momento, cuando los chicos malos temblaban de miedo igual que todos los que escuchamos a Wilma bailar hasta marearse sobre el gran basurero en que dejó convertido a todo Quintana Roo, hasta que llegó la gran tropa de militares y marinos, quienes junto con la CFE y las manos de tantos voluntarios, inciaron la gran obra de restauración de Cancún, porque aunque volaron hojas, ra-mas y troncos, Wilma no pudo con la raíz que nos mantiene firmes a este suelo al que queremos y pertenecemos.

Jakie y Diego Abdo con Bety Mora y Anuar Abdo Jr.

Pepe Martínez y el staff de Maraf

Martha García Jurado y Javier Alatorre Enrique Guiza

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E l viento, ese que es aire para respirar, brisa para refrescarse, impulso para navegar, tema de poetas y pinturas, armonía de música, ese día, esa noche, ese otra vez día, soplaba, silbaba, amedrentaba, apanicaba y llegaba con un poder de destrucción, que nadie puede imaginar, hasta que lo vive,

hasta que lo siente y lo resiente.Y volvieron mis miedos perdidos, olvidados, ocultos, los de hace 50 años, los del Janet, los del huracán que destruyó mi ciudad natal, el que dejó huellas más allá de lo material, más allá de la reconstruccion, más allá de la vida, de pronto, a granel, volvieron mis recuerdos también, los del pánico, los de la destrucción total, las casas caídas, los arboles quebra-dos, rotos, derribados, quemados por la fuerza del viento, los postes de la luz en el suelo, los cables tirados con la primera reacción de no tocarlos, porque pueden electrocutar, mis muertos de ayer, los del Janet, que fueron incontables, que por muchos días los olimos, los seguimos

oliendo porque fueron quemados en una fosa común, para evitar en-fermedades, mi muerto que me dio luz, mi tío Álvaro que murío diez días antes del huracán ahí, en la tierra nuestra, en la tan suya como mía, en Chetumal, de donde me trajeron su planta eléctrica, la que conocí cuando la adquirió hace muchos años y que hoy nos ha servido para lo indispen-sable, para matar la oscuridad, para penetrar lo que no existe, la oscuridad que es falta de luz, ahora y aquí nuestros muertos fueron diferentes, pero son muertos tambien, los árboles, los muebles en las calles, los que la gente apiló para quemar y hacer la fogata que les dio luz en la negra noche, los que olimos, los que nos hicieron mas tétricas esas noches de miedos diferentes, de temores a otras gentes, los que eran engrandecidos por los rumores, por las percepciones, por lo que la gente cree cuando no tiene certezas, lo que les hizo alzar barricadas de defensa de lo suyo, de las propiedades que no les había dañado el huracan, de sus propias vidas, de sus integridades, por lo que se decía y se creía porque iba avanzando el rumor y tenia visos de verdad, que estaban siendo saqueadas las casas, que se metía gente con el pretexto de ayudar, de saber si tenían agua, si tenían despensa, porque se las traían, pero con intenciones de robar, de violar o por que los maras salvatruchas se habían desplazado desde Chiapas, por bandas bien organizadas, por gente disfrazada de militares, de policías y al final, fueron los temores del rumor, de un extenso rumor que llevo a creer que se habían fugado todos los presos de la cárcel, y así la ciudad fue creciendo en rumores, en temores, en miedos, que obligaron a las autoridades a toques de queda disfrazados, a rondines nocturnos de todas las policías, encabezados por el propio gobernador del Estado, a la intervención directa de la policia federal y del ejército, de la marina.Lo que sí era una realidad, dolorosa, triste, difícil de aceptar, fueron los saqueos y el vandalismo que se generaron en las primeras horas después del huracán, la locura colectiva, gente grande, gente que se hizo acompañar de sus hijos, mujeres, jóvenes, sin distingos de edades ni de posición social, saquearon lo mismo tiendas de comida que de bebidas embriagantes, tiendas de artículos electrodomésticos y de muebles, saquearon por saquear, no por necesidad, sino por un impulso que se movió casi por innercia, por una sociedad que mostró el cobre, que demostró que no tiene el arraigo suficiente, que el nivel sociocultural de los cancunences aún no es el idóneo, por eso también se entendieron

Fue un día largo con una noche todavía más larga, interminable; de miedos, de oscuridades, de ruidos extraños inacabables, indescifrables, llenos de temores; de días que se perdieron al llegar la noche quedando sin fecha, sin saber si empezaba o terminaba ese largo fin de semana, de no saber de parientes y que ellos tampoco supieran de uno, de todos.

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carLos cardín

otras cosas, otras actitudes ciudadanas, como la forma de votar en cada elección en esta ciudad que es la más grande del estado, donde reside casi el 45 por ciento del padrón electoral, por eso ahora se entiende la estrategia y los resultados de los miércoles de plaza y los sábados gigan-tes en el Palacio Municipal en épocas muy recientes, ahora se entiende el

“gandallismo” que predomina en Cancún, en todas sus formas, en todas sus vertientes, porque dolía ver, enterarse, saber, conocer, que gente “de bien”, que viven en la supermanzana tres, que tienen carros de lujo a la puerta de su casa por ejemplo, en el centro de Cancún, habían saqueado junto con la turba el minisuper de la esquina de Nader con Mero, o a la distribuidora de vinos y licores muy cercana a las oficinas de Fonatur, haciendo crecer los temores de todos, porque ambos establecimientos se encuentran a pocos pasos y metros del Palacio Municipal y si ésos no tenían control, si ésos no tenían vigilancia, si en ésos no hubo capacidad de respuesta, ¿qué podia pasar en las colonias?, ¿qué se esperaba en la periferia de la ciudad? Y así ocurrió, así pasó, todo se descontroló y en pocas horas la ciudad se volvió un caos, una tierra de nadie, hasta que regresó el control, hasta que retornó la cordura colectiva y empezaron los señalamientos, los murmullos, la denuncia ciudadana y la autoridad empezó a recobrar artículos, a meter a la cárcel a los delincuentes, a los que lo eran sin saberlo, los que hacía apenas unas horas antes eran gente honorable, los de la vergüenza colectiva tambien.Ese será nuestro oprobio, nuestra vergüenza, nuestra triste realidad de los tiempos del post-huracán, de lo que también nos acordaremos al correr de los años, de la información que hace daño en los noticie-ros nacionales e internacionales, de lo que nunca debió de suceder.Pero también hubo muchas cosas positivas, retornó a nosotros la convivencia, el reconocer y en muchos casos conocer a nuestros vecinos, el sentimiento de la solidaridad humana, la multiplicidad de manos para limpiar, para ayudar, para remover escombros, para decirnos y explicarnos como estábamos, qué nos había pasado, las autoridades retomaron el control, el Presidente de la República vino,

vio y ordenó, esperamos con mucha esperanza que esas visitas, esas órdenes se cumplan y nos den las oportunidades de retomar el creci-miento de nuestra ciudad, de nuestro destino turístico; el Gobernador se vio bastante bien, multiplicándose, viendo, visitando, alentando, dirigiendo, encabezando acciones, haciendo lo que tiene que hacer como líder de su estado; el Presidente Municipal trabajando con todo lo que tiene a su alcance, ordenando y reordenando, estableciendo estrategias que se iban cumpliendo con la lentitud que genera la amplitud del problema, pero con solidez y la sociedad trabajadora, los empresarios, los comerciantes, las grandes cadenas de tiendas, aún y con los agravios encima por los vandalismos sufridos, abrieron, oxige-naron, los servicios públicos de la ciudad se iban normalizando, la Co-misión Federal de Electricidad con un excelente trabajo, Teléfonos de México haciendo lo propio de una empresa con calidad y compromiso, el Ejército, la Marina, el gabinete estatal, aplicándose en todos los frentes, en los que de momento, de entrada tuvieron algunos roces, pero lo mejor fue que se pusieron de acuerdo rápido y generaron la confianza que requería la ciudadanía…..pronto, muy pronto, estare-mos con el recuento de nuestros daños, de nuestras esperanzas, de nuestras propias fuerzas, entonces vendrá la “purga” social, entonces se irán los que no vinieron para quedarse, los que sólo vinieron a Cancún a ver que sacaban, los que no se arraigaron y entre esos, ojalá se fueran todos los que hicieron actos de vandalismo, de saqueos, de robos, las ratas que deben de abandonar este barco que no se hunde, este gran árbol que sólo sufrió una poda, la que lo hará surgir más imponente, más grande, más invencible

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L a televisión norteamericana afirmó que nadie adivinaría que eso estaba sucediendo en territorio estadounidense, que más bien parecía una escena procedente del tercer mundo. Por esos días yo escribí un artículo alegando lo contrario. Nada hay más norteamericano que la sobrevivencia del más

fuerte en situaciones límite: lo ejercen todos los días en Wall Street. Esos padres de familia convertidos en lobos que secuestraban autos a punta de pistola o tiroteaban ambulancias para escapar, no hacían sino expre-sar a una sociedad que ha llevado al límite la noción de competencia, y ha convertido al éxito personal en objeto de adoración. Los norteame-ricanos han favorecido una visión que privilegia al individuo frente a la sociedad y hace del egoísmo una forma de vida. Justamente puse como ejemplo los casos del temblor del 85 en México o el Huracán Gilberto en Cancún en el 88, para mostrar la manera en que la solidaridad entre los vecinos había campeado en los escenarios de la tragedia. En ambos casos, la sociedad irrumpió en los primeros días para compensar las incapacidades mostradas por el Estado, y para aliviar los do-lores y penurias de unos y otros. Es un comportamiento solidario que suele darse de manera espontánea en los países latinoamericanos en el marco de una tragedia natural. O eso se suponía, hasta que llegó Wilma a Cancún.

JorgE ZEpEda pattErson

Las imágenes de los asaltos a las tiendas en busca de televisores y lava-doras que vimos en noticieros y periódicos la semana pasada, parecían calcadas de Nueva Orleáns; hileras de personas desfilaban por las calles como Pípilas doblados por el peso de un refrigerador o una estufa. Por desgracia “la imitación” no se limitó a este despojo de las tiendas. Un conocido fue bajado de su camioneta por un padre de familia con pistola en mano y pulso tembloroso, que simplemente se disculpó argumentan-do que “su familia estaba primero”. Muchas casas fueron desvalijadas y no sólo nos referimos a sus despensas. Bandas de delincuentes asolaron los vecindarios amparados por la oscuridad y la impunidad del aislamien-to y los cortes eléctricos. El pánico invadió por segunda ocasión a las colonias recién azotadas por el agua y el viento.Parafraseando a los estadounidenses, podríamos decir que eran escenas que no parecían provenir de una ciudad latina, sino de un barrio de Los Ángeles, Detroit o Nueva York. Por primera vez la tragedia no sólo des-encadenó la solidaridad inmediata, sino también los peores instintos de vecinos súbitamente convertidos en lobos. Como sucede con la gordura, los embotellamientos o la contaminación industrial, parece que entra-mos al Primer Mundo por la puerta trasera: adquirimos los defectos del desarrollo, pero no sus virtudes.

Huracán

10 NOVIEMBRE/05 cancunissimo.com

Cancún y Nueva Orleáns

Cuando Katrina convirtió en pantanos a Nueva Orleáns hace unas semanas, los hogares norteamericanos entraron en shock con las imágenes de rapiña y las agresiones. Ambulancias que a punta de pistola fueron secuestradas dejando al herido en la banqueta, violaciones en baños de albergues, francotiradores que disparaban a la policía.

la otra cara de la moneda

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Por fortuna, también habría que decir que al menos conservamos algu-nas de nuestras virtudes. Cancún ofrece admirables ejemplos de un tipo de solidaridad que no se vivió en Nueva Orleáns. Muchas colonias se organizaron rápidamente para defenderse del vandalismo. Los vecinos encendieron fogatas en mitad de la calle en torno a las cuales montaron guardias por turnos (uno de ellos comentó que estaba agotado y no tan-to por los desvelos, sino por la angustia de pensar en lo que tendría que haber hecho si en su turno hubiera aparecido una banda de asaltantes). En muchos lugares se hicieron ollas comunes para consumir los pere-cederos que la falta de electricidad impedía conservar. Personas cuyas casas no resultaron afectadas, se dedicaron a levantar árboles y postes de las principales avenidas, para restituir la vialidad. Incluso algún intento de amarillismo de los medios se vio frustrada por esta solidaridad: una mujer con cara de angustia se acerca a la cámara de un reportero para expresar la necesidad urgente de comida. En busca de dra-matismo el reportero le pregunta: “¿desde cuando no come usted, señora?” y ella responde con la cara iluminada, “desde hoy en la mañana en que mi vecina me compartió un plato de lentejas” (el reportero desvió el micrófono para buscar algún caso más desesperado, sin darse cuenta de que el apoyo vecinal era la otra cara de la tragedia, la otra parte de la noticia).

En cierta manera Cancún está llegando a la mayoría de edad. En 1988, cuando pasó Gilberto, la zona tenía la tercera parte de la población actual. Hoy, con un millón de habitantes, y cientos de miles de recién llegados, la comunidad se da cuenta que está formada por retazos variopintos en los que se encuentran todos los registros de la condición humana. Los buenos y los malos. Ojala que el vandalismo que pade-ció la ciudad sea un exabrupto de los elementos más volátiles de la población, mientras que la organización de la sociedad civil deje efectos permanentes de participación y solidaridad. Tuvimos nuestro Nueva Orleáns pero terminó prevaleciendo la responsabilidad social.

Dos menciones necesarias. La Cruz Roja internacional se ha volcado en Cancún, aunque este hecho ha pasado inadvertido para los medios, como si toda la ayuda proviniese del ejército. Y Banorte ha anunciado que condona el pago de préstamos durante tres meses a todos los residentes de las zonas afectadas. Desconozco si alguna otra institución ha hecho un aviso semejante. No son frecuentes las buenas noticias de parte del sector bancario. Un agradecimiento al único banco mexica-no por su apoyo inesperado para con las víctimas de Quintana Roo. ([email protected])

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Huracán

L a fecha suena tentadora: 15 de diciembre, una noticia atractiva y eso nos hace pensar que gran parte de las habitaciones de Can-cún estarán operando, pero, ¿de qué sirve un hotel dentro de un

destino turístico como Cancún si no le podemos ofrecer a aquellos que nos visitan además los servicios que lo complementan?

La rehabilitación de Cancún ya ha comenza-do. La rápida respuesta de nuestros represen-tantes de gobierno ha sido sorprendente.

En la conferencia de prensa que convocaron juntos, el gobernador del estado, Félix Gon-zález Canto, y el Secretario de Turismo de la Federación, Rodolfo Elizondo Torres, informa-ron acerca de la rehabilitación de nuestra ciu-dad. Según el informe de la Comisión Federal de Electricidad, en Cancún hemos recupe-rado el 81 por ciento de la energía eléctrica; en Playa del Carmen el 94 por ciento; en Isla Mujeres el 42 por ciento; en Cozumel el 46 por ciento, y en Holbox el 100 por ciento.

En la zona hotelera, aproximadamente veinte hoteles han recuperado la energía eléctrica, incluyendo al Centro de Convenciones. En el centro hay cerca de 60 supermanzanas que han recuperado el flujo eléctrico, 21 gaso-lineras, una docena de bancos, el Palacio Municipal, la Dirección de Seguridad Pública, la Cruz Roja, y el Hospital Americano, como también algunos centros de comercio, como lo son Wal Mart, Soriana, Gigante, Comercial Mexicana, Plaza Las Américas, Plaza las Palmas, etcétera.

En nuestro municipio, 191 escuelas presentaron daños. Se requerirán al-rededor de 115 millones de pesos para su reparación. En el sector Salud, todas las unidades médicas se encuentran operando al cien por ciento en los cinco municipios del norte del estado.

En una reunión con los empresarios de nuestra ciudad, la Secretaria de Turismo del Estado, Gabriela Rodríguez Gálvez precisó que los recursos para la recuperación de los doce kilómetros de playas de Cancún serán aporta-dos a través del Fondo Nacional del Turismo (FONATUR) y el Fondo Nacional para Desastres Naturales (FONDEN), y que espera que en un mes y medio la zona esté en condiciones de recibir a los turistas en la próxima temporada vacacional.En esta reunión se habló acerca de lo necesario que es no sólo rehabilitar los hoteles, sino también nuestras discotecas, nuestros restauran-tes, nuestras marinas, en suma, todas las atracciones turísticas posibles.

Cuando Wilma por fin nos permitió salir de casa, el panorama era desolador. Pero más allá de los daños, el pensamiento colectivo era de a dónde nos conduciría ahora este fenómeno; todos nosotros que dependemos del turismo, de forma directa como indirecta, ¿qué iba a suceder? ¿Qué apoyo tendríamos del gobierno para rehabilitar Cancún? ¿Cuántos meses tardaríamos para estar en condiciones de recibir al turismo?

Por su parte, el Presidente Municipal, Francisco Alor Quezada, comentó lo contento y satisfecho que se encuentra por la actitud de la ciudadanía.

“El gobierno tiene que hacer lo que estamos haciendo, es obligado, no es ningún favor, quizás adicionalmente el que querramos a esta tierra y que estemos obligados a que salga adelante por lo que esto implica, nos

motiva un poco más. Pero estamos haciendo lo correcto. Me gusta la coordinación que está habiendo y el liderazgo de nuestro gobernador junto con el secretario de turismo. Veo a Can-cún motivado. La rehabilitación de nuestras ciudades está más cerca de lo que pensamos. Tenemos que ser conservadores al manejar cifras y porcentajes, pero yo creo que vamos a rebasar lo que nosotros mismos pronosti-camos por la actitud de la gente. Y bueno, los compromisos que se tomen que se cumplan. Creo que con eso lográramos recuperar no el Cancún que teníamos antes, sino el que siempre hemos deseado tener”.

El Presidente Fox fue muy preciso en cuanto al ofrecimiento que hizo de conseguir asistencia económica para los hoteles y para las em-presas (tanto grandes como pequeñas) para que éstas lleguen a la posición de recupe-

rarse en cuanto a su productividad. Buena parte de la infraestructura se encuentra dañada, pero sí es realista la meta propuesta el Presidente: para el 15 de diciembre del 70 al 80 por ciento de los hoteles y los servicios que cubren las necesidades del mercado turístico se encontrarán rehabilitados. Como bien dijo Eli-zondo Torres, “Yo creo que vamos a muy buen paso, y con la ayuda de los quintanaroenses y de la población en general, pronto rehabilitaremos a Cancún. La población se tiene que reconocer a sí misma por todos los esfuerzos que está haciendo para la rápida recuperación de nuestro centro turístico”.

LorEnia dE La VEga

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Impacto en Quintana Roo

Muertos en su recorrido

Pérdidas

Número de huracán

Categoría

Vientos

Duración del azote

Diámetro del ojo

Zona de influencia

Evacuación de protección civil

Porcentaje de infraestructura hotelera dañada

Turistas evacuados

Recuperación del turismo

13 de septiembre 1988

318

880 mdp de los de antes

3º de la temporada

5

280 – 320 km/h

8 horas

30 Km

250 km

4 horas antes

10, 000 de Cancún

75%

3 años

20 de octubre 2005

12

2100 mdp de los de ahora

21º de la temporada

4

250 km/h

36 horas

55 Km

675 km

3 días antes34,000 de Cancún, Riviera Maya,

Isla Mujeres, Cozumel

90%

4 meses

Ambos huracanes cambiaron Cancún desde sus cimientos. Aquí están sus señas de identidad, datos a recordar:

ManuEL saLgado

Una taza de café – caliente –, un excusado limpio – con agua –, una chapa que abre y que cierra, unos huevitos con frijol. Cosas simples de la vida. Mis pies y manos secos, sin ampollas, sin dolor, cosas simples de la

vida que a veces, es decir, con demasiada frecuencia, olvidaba apreciar. Wilma me dejó eso: mi memoria.

Wilma también me devolvió a mi exacta dimensión, en donde otra vez me doy cuenta que soy un nada, y que mi vida como la conozco, puede cambiar repentinamente – abruptamente - en cualquier momento y en donde sólo cabe esperar lo inesperado.

Wilma me quitó mucho, pero puedo sacar raja para mejorarme como padre, como marido, como amigo, como psicoterapeuta y como ser humano.

Gracias a Dios por la vida. Gracias a Dios por la gracia.

por la

cLaudia dittricH

GILBERTO WILMA

Barómetro888 Mb 982 Mb

Velocidad de desplazamiento24 km/h 3-7 km/h

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