ECOS DE SASAIMA - Aguas Vivas vivas, una revista para todo cristiano Año 9 · Nº 53 · Septiembre...

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aguas vivas, una revista para todo cristiano Año 9 · Nº 53 · Septiembre - Octubre 2008 Nos han llegado ecos desde Sasaima, la ciudad colombiana donde las iglesias de ese país se reunieron en julio pasado para su Retiro Anual. Esos ecos son tres mensajes que publicamos en esta edición, de los hermanos Gino Iafrancesco, Arcadio Sierra –ambos de Colombia– y Roujet Fuchs – de Brasil. El primero de ellos ha venido a ser el tema central de esta edición. En él su autor trata el importantísimo asunto de cómo juzgará Dios a Su pueblo. Hay ahí destellos que merecen ser considerados, y aun ampliados por los profetas y maestros en todas las iglesias. Lo segundo, un estudio sobre Filipenses, la epístola del vivir cristiano; y el tercero, en que se trata del propósito de Dios con su iglesia. Sin duda, la obra de Dios es una sola en todo el mundo. Poder compro- barlo a través de estos mensajes es muy alentador para todos, indepen- dientemente de dónde resida cada cual. Cuando dejamos de poner noso- tros los límites al obrar de Dios, él se complace en llevarnos más allá, hasta sus propios "campos" y "aldeas", para ver cómo brotan las vides, cómo han florecido los granados, y cómo las mandrágoras dan su olor. Gracias a Dios por los "campos" y "aldeas" de esta América, que están comenzando a dar fruto para la gloria de Dios en Cristo Jesús. También agradecemos a Dios por nuestro hermano Ricardo Bravo M., quien ha venido abordando con seriedad y rigor, temas de gran interés en el ámbito de la ciencia y la fe. Gracias a Dios por su gracia abundante. ECOS DE SASAIMA

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aguas vivas, una revista para todo cristianoAño 9 · Nº 53 · Septiembre - Octubre 2008

Nos han llegado ecos desde Sasaima, la ciudad colombiana donde lasiglesias de ese país se reunieron en julio pasado para su Retiro Anual.

Esos ecos son tres mensajes que publicamos en esta edición, de loshermanos Gino Iafrancesco, Arcadio Sierra –ambos de Colombia– y RoujetFuchs – de Brasil.

El primero de ellos ha venido a ser el tema central de esta edición. En élsu autor trata el importantísimo asunto de cómo juzgará Dios a Su pueblo.

Hay ahí destellos que merecen ser considerados, y aun ampliados porlos profetas y maestros en todas las iglesias. Lo segundo, un estudio sobreFilipenses, la epístola del vivir cristiano; y el tercero, en que se trata delpropósito de Dios con su iglesia.

Sin duda, la obra de Dios es una sola en todo el mundo. Poder compro-barlo a través de estos mensajes es muy alentador para todos, indepen-dientemente de dónde resida cada cual. Cuando dejamos de poner noso-tros los límites al obrar de Dios, él se complace en llevarnos más allá,hasta sus propios "campos" y "aldeas", para ver cómo brotan las vides,cómo han florecido los granados, y cómo las mandrágoras dan su olor.

Gracias a Dios por los "campos" y "aldeas" de esta América, que estáncomenzando a dar fruto para la gloria de Dios en Cristo Jesús.

También agradecemos a Dios por nuestro hermano Ricardo Bravo M.,quien ha venido abordando con seriedad y rigor, temas de gran interés enel ámbito de la ciencia y la fe.

Gracias a Dios por su gracia abundante.

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ENFOQUE DE ACTUALIDAD¿PUEDE SALVARSE LA HUMANIDAD? / Los peligros que amenazan a la humanidad y elplaneta. Ricardo Bravo M.

TEMA DE PORTADA¿CÓMO JUZGARÁ EL SEÑOR A SUS SANTOS? / Reflexiones acerca de juicioscontextualizados y paradigmas, a partir de las siete cartas del Señor en Apocalipsis. GinoIafrancesco.HACIA LA SEMEJANZA DE CRISTO / Una mirada a la epístola de Pablo a los Filipenses.Arcadio Sierra.EDIFICANDO LA CASA / Reflexiones acerca del propósito de Dios con la Iglesia. RoujetFuchs.EL PROCESO DE DISCIPULADO / El proceso de discipulado es un proceso de demolición.Rubén Chacón.DEL HUERTO A LA CIUDAD / Una visión del propósito de Dios. Marcelo Díaz.BATALLA ESPIRITUAL (Final) / Algunos principios de la guerra espiritual, basados en ellibro de los Jueces. Billy Pinheiro.REUNIENDO ALGUNAS COSAS (Final) / Consideraciones acerca del propósito de Dios y suobra presente. Eliseo Apablaza.

LEGADOLA CAUSA Y BASE DE LA CEGUERA ESPIRITUAL / Reflexiones acerca de la visión espiri-tual. T. Austin-Sparks.EL MÉTODO DE LA GRACIA / El orgullo de nuestro corazón no nos deja someternos a lajusticia de Jesucristo. George Whitefield.

ESPIGANDO EN LA HISTORIA DE LA IGLESIAEL PREDICADOR VIAJERO / Semblanza de George Whitefield, predicador de dos continen-tes.HERMANOS NO CONFORMISTAS EN INGLATERRA (2ª Parte) / La parte de la historia dela Iglesia que no ha sido debidamente contada. Rodrigo Abarca.

ESTUDIO BIBLICOBOSQUEJO DE EZEQUIEL. A. T. Pierson.SIMBOLOS Y TIPOS DEL ANTIGUO TESTAMENTO (8). A. B. Simpson.VIENDO A CRISTO EN LA FE VIVA (2ª Parte) / Un estudio de la Epístola de Santiago.Stephen Kaung.

APOLOGETICABREVE INTRODUCCIÓN AL DISCERNIMIENTO DEL CONFLICTO DE PARADIGMAS /Gino Iafrancesco.

REPORTAJEUN ÁNGEL EN EL AGUA / «Un barco de turismo lleno de adultos mayores se volcó delantede mis ojos». Brian Hart.

SECCIONES FIJAS11 Maravillas de Dios / 62 Bocadillos de la Mesa del Rey / 110 Cosas viejas y cosas nuevas/ 115 Joyas de Inspiración / 120 Página del Lector

INDICE

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Los peligros que amenazan la humanidad y el planeta.

En 1962, la bióloga norteameri-cana Rachel Carson, queriendollamar la atención ante la grave

crisis ambiental que ya empezaba anotarse en EE. UU. con el adveni-miento de la producción industrialmasificada, publicó un libro denomi-nado «Primavera silenciosa». Denun-ciaba allí que el águila de cabezablanca (mal llamada calva), símbolo

clásico de ese país, y otras especiesde aves, ya no entonarían sus cánti-cos en primavera; ésta se estaba que-dando silente porque las aves esta-ban muriendo, aún antes de nacer,debido a que su debilitado cascarónse rompía.1

La causa, un pesticida (el DDT),

¿Puede salvarse la

ENFOQUE DE ACTUALIDAD

humanidad?Ricardo Bravo M.

1 Nebel, B & R. Wright. 1999. Ciencias Ambienta-les, Ecología y Desarrollo Sostenible.

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que había resultado muy potentepara eliminar plagas de insectos queafectaban a cultivos masivos, estabacobrando en forma violenta su usoindiscriminado, dado que se compo-ne de sustancias tóxicas no degrada-bles y por tanto acumulables en lostejidos del animal, los cuales se vantraspasando de un nivel trófico aotro, concentrándose mayormente enlos niveles más altos de la cadenaalimentaria.

Este fue tal vez un importantepunto de inflexión en la relación serhumano y ambiente, y el inicio deuna inestabilidad y daño progresivoa la naturaleza y sus recursos, que enmenos de cinco décadas después ve-mos potenciado y magnificado a es-cala planetaria.

Rachel Carson mostró que los da-ños ambientales a los ecosistemaseran ya de tal magnitud que no sóloafectaban a la zona inmediata dondese producía el daño, sino que estostenían connotación global. Se encon-tró registros de DDT en animales queviven en los polos, a miles de kilóme-tros de distancia de donde era utili-zado originalmente el pesticida. Lue-go se irían añadiendo otras muchassustancias tóxicas contaminantes yano sólo las utilizadas en la agricultu-ra sino también en la minería y enotros múltiples procesos de produc-ción.

El daño ecológico y ambiental seagravó además por sobre explotaciónde recursos naturales producto de lafuerte demanda de economías emer-gentes con altísimas densidades po-blacionales. Cada año desaparecenunos 73.000 km2 de bosques, según

datos de la FAO. La continua des-trucción de las selvas produce ade-más una extinción masiva de espe-cies. Un 25% de los recursos pesque-ros del mundo continúan hoy sobre-explotados o agotados y el 52% sonexplotados al máximo, según el últi-mo informe de la Organización de lasNaciones Unidas para la Agriculturay la Alimentación. Esto significa quelas tres cuartas partes de los recursospesqueros mundiales están amenaza-dos.

La recuperación o reemplazo deestos recursos no será fácil, conside-rando que más del 40% de los océa-nos del mundo están fuertementeafectados por las actividades huma-nas. «Los resultados indican quecuando se suman todos los impactos,la imagen que se nos ofrece es muchopeor de lo que la mayoría de la genteesperaba».2 Los impactos humanos sesobreponen en el espacio y el tiempoy lamentablemente, en un alto núme-ro de casos, la magnitud de estos esalarmantemente alta. Algunos deellos ya tienen a la Tierra con fiebre.La temperatura media global en ene-ro de 2007 fue la más calurosa en lahistoria del planeta, desde que se tie-ne registro.

Otro vital recurso que empieza aescasear y para el cual no hay sustitu-to, es el agua. La desalinización delos mares es altamente costosa y ne-cesita altas cantidades de energíapara operar, lo cual genera un círculovicioso difícil de romper. Se ha seña-lado como responsable principal deesta crisis al cambio climático, el cual2 Halpern B. et al. 2008. A Global Map of HumanImpact on Marine Ecosystems. Science 319, 948.

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ya está generando escasez de agua endiversas regiones del mundo, hacien-do tambalear las estructuras de po-der, lo que provoca enfrentamientosentre regiones y países, hasta inclusoprovocar conflictos militares.

La situación es muy grave en Á-frica, y la ONU advierte que la próxi-ma guerra en Egipto no será políticasino por las aguas del río Nilo. Estoya se observa entre Somalia y Costade Marfil. El secretario general de laONU, Ban Ki Mun, advirtió en enerode este año, en el foro económico deDavos, que el mundo se enfrenta auna crisis por la falta de recursoshídricos, agregando que en pocas dé-cadas, sobre el 75% de la poblaciónmundial se verá afectada por la faltade agua.

En la actualidad, nos encontra-mos inmersos en un enjambre de cri-sis globales que se entrecruzan yretroalimentan: crisis medioambien-tales, crisis energéticas, crisis econó-micas, crisis humanitarias y sociales.La especulación con las materias pri-mas y su creciente demanda debidoal incremento del nivel de vida deenormes economías emergentes comoChina e India, potencia estas crisis enuna suerte de círculo vicioso, dondeal final todos vamos perdiendo unpoco más de calidad de vida cadavez, en una peligrosa espiral que em-pieza a poner en peligro la subsisten-

cia de la humanidad a mediano pla-zo.

Desde hace un tiempo se utilizanen el mundo prácticas ecológicas queintentan paliar en parte la crisismedioambiental y de paso resolveren alguna medida el problema deempleo a una parte de la poblacióncon menor preparación. Estas prácti-cas se resumen con tres R: reducirreutilizar y reciclar. Algunos ambien-talistas medio en broma medio en se-rio, señalan que habría que agregaruna cuarta R, rezar, insinuando conello la incertidumbre que existe res-pecto de lo que le espera a las genera-ciones venideras en estas materias.

¿Puede salvarse la humanidad?Esta es la pregunta que se hace

Koichiro Matsuura, Director generalde la UNESCO, en un libro titulado«Firmemos la paz con la Tierra», edi-tado con la colaboración de quinceconnotados científicos. Matsuura res-ponde a esta pregunta de maneraafirmativa. Señala que se puede ar-monizar el crecimiento económico yel desarrollo sostenible. Para ello serequeriría según él «más ciencia, mássobriedad en el consumo, menos ma-teria (reducir el consumo de recursosnaturales y materias primas), más ac-ciones concretas, y más ética». Recal-ca este último punto afirmando quela mayor transformación de nuestras

El Foro Económico Mundial alertó el año pasado en un in-forme que, de los 23 riesgos globales que afectan al plane-ta y a su economía, dos tercios han empeorado su nivel.

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sociedades ha de consistir en modifi-car nuestras actitudes, nuestros valo-res; en el fondo, dejar de ser materia-listas.

Resulta interesante la optimistavisión del Director de la UNESCO,pero no queda claro si es lo que él de-sea que ocurra, lo cual debiéramosprobablemente suscribir la mayoría,o realmente confía en que así ocurri-rá. No se trata de ser catastrofistas,pero la historia humana reciente omás antigua no da respaldo a la tesisde que cambios valóricos en socieda-des decadentes terminen cambiandoun destino nefasto a uno promisorio.El problema es que a diferencia de ci-vilizaciones e imperios antiguos queterminaron destruyéndose, la civili-zación globalizada actual tiene com-prometida en su decadencia y des-trucción no sólo a la sociedad globalsino también está condenando a ladestrucción al ambiente que la alber-ga, en definitiva al planeta mismo.

Lamentablemente, el optimismode Koichiro Matsuura tampoco se

condice con la generalidad que hoyse percibe en una parte importantede la sociedad, sino más bien se co-rresponde con aquella que había acomienzos del siglo pasado. Los sereshumanos de inicios del siglo XX, nocontaban con el desarrollo científicoy tecnológico que tenemos hoy, aun-que ya lo intuían, pero paradójica-mente su visión de futuro, de segurono estaba cargada con el pesimismoque hoy siente parte de la sociedadactual, sobre todo aquella más joven,respecto a lo que viene para el mundo.

Los países más poderosos de laTierra se reúnen en distintos grupospara proponer soluciones a las distin-tas crisis, pero los resultados concre-tos no aparecen y la sensación delciudadano común es que la disfun-ción entre los problemas globalescontinuará, así como también la inca-pacidad y en alguna medida el desin-terés de los estados desarrolladospara gestionarlos adecuadamente.Ello a pesar de los duros informesque entregan organismos altamente

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calificados. El Foro Económico Mun-dial alertó el año pasado en un infor-me que, de los 23 riesgos globalesque afectan al planeta y a su econo-mía, dos tercios han empeorado sunivel. Dos de ellos son consideradoscomo los más relevantes e íntima-mente vinculados: aquél relacionadocon el medio ambiente y el vinculadoal tema económico, que entre susproblemas más graves tiene al au-mento de millones de personas quecaen bajo la línea de pobreza, trayen-do con ello hambre y muerte.

Más soluciones humanas de salvaciónLa historia muestra que siempre

ha habido ideas y proyectos que a-puntan a intentar resolver los proble-mas graves de la humanidad. Las so-luciones han venido de múltiplesdisciplinas, desde la sociología, la po-lítica, la medicina, etc.

Por ejemplo, en el primer terciodel siglo XX, el progreso científico yamostraba un futuro que se asomabacomo promisorio. La electricidad per-mitía aplicaciones en múltiples apa-ratos que facilitaban la vida, mientrasque la industrialización permitía lamultiplicación de bienes de todo tipo.No obstante, la propia industrializa-ción estableció desde sus inicios unamarcada separación entre obreros ycapitalistas, haciendo la vida escasa yprecaria para la mayoría, en tanto lahacía fastuosa y rica para unos pocos.Algunos pensaban que estados de-mocráticos con bases humanitariasirían superando poco a poco estas ca-rencias del sistema, en tanto otrosmás impetuosos consideraban quelos trabajadores deberían asumir de-

mocráticamente el poder, e imponerregímenes que asegurasen una distri-bución más equitativa de los bienes.Así entonces, eliminadas las diferen-cias sociales, se produciría el surgi-miento del hombre nuevo, el cualtraería la solución a los problemas.Estas ideas fueron la base de impor-tantes movimientos políticos; socia-lismo, comunismo, democracia libe-ral. Todos ellos, aunque con algunasdiferencias entre sí, coincidían enprometer un futuro mejor en pocotiempo.

Habiendo ya pasado más de unsiglo desde que se hiciera esta pro-mesa, lo concreto es que no se hacumplido. La ciencia y la técnica hanprogresado de manera vertiginosa,convirtiendo el mundo en un lugarde acceso rápido, ayudado por los es-pectaculares avances en las telecomu-nicaciones y en los medios de trans-portes. El resultado ha sido un inter-cambio extraordinario de actividad,produciéndose la globalización de laeconomía con desplazamientos masi-vos de población y desarrollo sin pre-cedentes en los sistemas de produc-ción; pero con ello las diferencias so-ciales y económicas en vez de dismi-nuir han aumentado. Tal vez estaperspectiva histórica llevó al reciente-mente fallecido Alexander Solzhe-nitsyn a proclamar su dura frase:«Sin el hálito de Dios, tanto el capitalis-mo como el socialismo son repulsivos».3

Desde otro ámbito, la medicina haaportado sin duda una cuota muyimportante al bienestar humano des-3 Pearce J, 2008. Entrevista a Solzhenitsyn. Suple-mento Artes y Letras de El Mercurio de Santiagode Chile, 10/08/2008.

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de que Luis Pasteur y Roberto Kochen el último tercio del siglo XIX sen-taron las bases etiológicas de las en-fermedades infectocontagiosas, y me-dio siglo después Alexander Flemingaportara lo propio con el descubri-miento del primer antibiótico. Perohabiendo pasado más de un siglo deestos notables descubrimientos, y te-niendo la medicina humana un desa-rrollo exponencial, asistimos en la ac-tualidad a un escenario que está lejosde ser controlado por esta importantedisciplina científica.

Uno de los graves escollos es elrebrote de las enfermedades infecto-contagiosas y parasitarias. Un recien-te estudio ha reportado para la pobla-ción humana global la emergencia de335 enfermedades infecciosas entre1940 y 2004, existiendo un claro au-mento con el paso del tiempo.4 Entreellas se incluyen como agentes cau-sales a microorganismos patógenosde reciente aparición como los virusde Ébola, el Sida y el síndrome respi-ratorio severo agudo, y otros micro-organismos que se han tornado resis-tentes a los antibióticos múltiples deúltima generación y a drogas quehasta hace poco eran exitosas. En este

último caso están la tuberculosis ydeterminados tipos de malaria.

Se postulan múltiples causalesexplicatorias como la zoonosis porejemplo, que es la enfermedad o in-fección que se da en los animales yque es transmisible al hombre en con-diciones naturales, y también al au-mento de la densidad en las pobla-ciones humanas. Por otro lado, la Or-ganización Mundial de la Salud in-forma que las enfermedades menta-les, con la depresión ocupando unpuesto destacado, se están convir-tiendo en otra de las epidemias delsiglo que empieza. Si a estas proble-máticas a que se ve enfrentada la me-dicina actual se le añade la compo-nente económica en un alto númerode países –en donde el acceso a susbeneficios está en función de los re-cursos con que se cuente– es induda-ble que todo su gran potencial deayuda al bienestar humano se ve dis-minuido.

Los negocios importan másA fines del siglo XIX y comienzos

del XX, distintos países en el mundoestablecieron tratados que apuntabana poner término a la esclavitud. Unterrible flagelo que por largos siglosazotó a la humanidad. Se respirabaentonces en el mundo una muestra

Un reciente estudio ha reportado para la poblaciónhumana global la emergencia de 335 enfermedadesinfecciosas entre 1940 y 2004, existiendo un claro

aumento con el paso del tiempo.

4 Jones K., et al. 2008. Global trends in emerginginfectious diseases. NATURE, Vol. 451, 21.

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de mayor humanidad y por tantoaquellos seres humanos con una me-nor protección podrían estar tranqui-los. Hoy ya en pleno primer terciodel siglo XXI, cuando se da una mira-da a los tipos de negocios más lucra-tivos en el mundo se concluye inevi-tablemente que la esclavitud está devuelta y tal vez más condenable queantes, al contar los «amos» de hoycon una supuesta formación cristianay cultural mucho más completa queantaño.

De acuerdo a datos que ha reca-bado la ONU, el tráfico internacionalde mujeres y niños y su explotaciónsexual, es el segundo negocio más lu-crativo del mundo (el primero es elde venta de armas), con gananciasque oscilan entre los 7 y los 12 billo-nes de dólares anuales. El sexo, he-cho equivalente a muchas otras mer-caderías que se transan en el mundo,ya forma parte del comercio global,manejado por intrincadas redes decrimen organizado. Al menos cuatromillones de mujeres serían vendidascada año como un producto más paraejercer la prostitución a miles de kiló-metros de su casa. Los estudios reali-zados por la ONU en los últimos a-ños han permitido detectar a 127 paí-ses como lugares de origen, a otros 98como territorios de tránsito y a 137estados de destino.

El tercer negocio que más benefi-cios lucrativos deja en la actualidades también otra forma de esclavitudaunque más indirecta, las drogas ilí-citas. La Organización de las Nacio-nes Unidas calcula que el tráfico ile-gal de drogas tiene un valor estimadode 400 mil millones de dólares anua-

les, dinero superior al que ingresanlos estados de la mayoría de los paí-ses del mundo como producto inter-no bruto. Disputándose el tercer lu-gar como negocio más lucrativo delmundo se encuentra el tráfico y ventade animales exóticos. Se cuentan pormiles las especies que se extinguiránpor este «comercio», con el conse-cuente deterioro ecosistémico.

Los valores a que apunta el Direc-tor de la UNESCO no se encuentranen ninguno de los principales nego-cios de mayor rentabilidad mundial.Tampoco se observa que haya habidoaprendizaje respecto al desmedidouso de combustibles fósiles que tie-nen al borde del colapso a la biosfera.El materialismo que debiera abando-narse para procurar un respiro plane-tario no da tregua.

Falta quemar el petróleo del ÁrticoSi algún historiador en el futuro

lograse describir los acontecimientosdesencadenantes de la tragedia pla-netaria en el siglo XXI, probablemen-te debiera referirse a la demencia ma-terialista que guió al ser humano deentonces.

Hoy, mientras la capa de hielo delÁrtico desaparece a gran velocidadpor el calentamiento global, y mien-tras muchos esperan que se pase yade la era del petróleo a otra de com-bustibles más limpios, las más gran-des multinacionales petroleras sepreparan para explotar nuevas reser-vas de petróleo y gas natural. Segúnlas últimas investigaciones del De-partamento de Inspección Geológicade Estados Unidos (USGS), el 13% delas reservas no explotadas de petró-

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leo del mundo y el 30% de las de gasnatural estarían bajo el Ártico.

Geólogos de este departamentocientífico norteamericano afirmanque aproximadamente ya hemos con-sumido un billón de barriles de pe-tróleo (desde inicios del siglo XIX),pero aún quedarían alrededor de 1,4billones en reservas comprobadas yunos 2,4 billones como reservas nocomprobados en lugares como el Ár-tico. Si bien estas cifras pueden serdiscutibles, y existen opiniones degeólogos que las ponen en duda, loreal es que varias empresas multina-cionales (la estadounidense ExxonMobil, la británica BP y la francesaTotal S. A.) ya han invertido variosmiles de millones de dólares paraquedarse con los derechos de explo-tación. En respuesta a este nuevo es-cenario, los países que circundangeográficamente el polo Ártico, des-de Canadá hasta Rusia, están aumen-tando estratégicamente su presenciamilitar en la región para asegurar lacuota que debiera corresponderles.

Si alguien piensa que aún quedamucho para que esto ocurra, pensan-do que la capa de hielo ártico aúndará pelea, debe revisar sus impre-siones a la baja. De acuerdo a las pre-

dicciones del Centro de estudios dehielo y nieve en Colorado, EE. UU.(National Snow Ice Data Center), lasprobabilidades matemáticas que elPolo Norte quede completamente sinhielo o con un mínimo histórico al fi-nalizar este verano de 2008, están porsobre el 50%.5 La fecha pronosticadahasta ahora, marcaba el deshielo totalpara el año 2030. Se estaría adelan-tando en 20 años.

No son alentadoras las noticiasrespecto al futuro mediato del ser hu-mano y su hogar planetario, comotampoco son esperanzadoras las e-ventuales soluciones que éste propo-ne a las múltiples y complejas proble-máticas que le aquejan, teniendocomo referente a la historia y a losvalores que predominantemente hansubyacido en la conducta humana.

En definitiva, todo parece indicarque las buenas noticias para la salva-ción de la humanidad no procederándel hombre, como sugirió el Directorgeneral de la UNESCO. Necesaria-mente hemos de buscarlas en una es-fera mucho más arriba de éste.

5 Borenstein S. 2008. Historic first: North Pole’sice on track to melt away. Associated Press.Published on: 06/30/08.

* * *Noches demasiado cortas

George W. Truett, renombrado pastor y predicador, pasó los últimosmeses de su vida, enfermo y con dolores. Alguien le preguntó: “DoctorTruett, ¿no le parecen las noches muy largas?”. A lo que él contestó:“No, son demasiado cortas. Cuando estoy solo y no puedo dormir mepongo a orar. Tengo una larga lista de personas que necesitan ayudadivina. Comienzo a pedir al Señor por ellas, una por una, y cuando ama-nece, no he terminado aún la lista. Las noches son demasiado cortas”.

Alfredo Lerín, 500 ilustraciones

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MARAVILLAS DE DIOS

Una actuación hecha realidad

Los artistas de cine con fre-cuencia dan gracias a Dioscuando reciben un premio dela Academia, como si el reco-nocimiento público de su fe fue-ra un acto de valor. Pero imagí-nese a un actor que esté dis-puesto a morir por esa decla-ración.

Resulta imposible separar elhecho de la leyenda en la his-toria del actor romano Genesio.Se cuenta que era el actor principal en una compañía teatral queestaba actuando para el emperador Diocleciano.

La pieza era una parodia profana de la entonces ilegal “secta”cristiana. Pero cuando Genesio protagonizó en su actuación unaburla de un bautismo, sintió en ese momento una inexplicablepresencia que lo dominó, y se convirtió.

Cuando le anunció al emperador y al auditorio que ahora eracristiano, se pensó al principio que era una broma. Pero su insis-tencia provocó la ira del emperador, que ordenó que lo tortura-sen y lo degollasen.

Se cree que Genesio murió alrededor del año 286, o quizá algomás tarde.

Una narración del siglo VII le atribuye la siguiente oración aeste actor cuyo papel se hizo realidad: “Sólo a un Rey conozco:este es a quien yo amo y adoro. Si me fueran a matar mil vecespor mi lealtad a él, aún seguiría siendo su esclavo. Cristo está enmis labios, Cristo está en mi corazón; no hay suma de sufrimien-tos que me aparte de él”.

(Adaptado deMás allá de la fe. Lo que los mártires decían de Dios,

por Duane Arnold y Robert Hudson).

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Gino IafrancescoColombia

El Señor habla a todas las iglesias y atodos los santos por medio de hablar-les a aquellas 7 de Apocalipsis 2 y 3

Quisiera que miremos en el li-bro del Apocalipsis algunascosas de las cuales segura-

mente ya hemos antes, en el pasado,conversado o leído. Específicamente,estoy recordando ahora el libro del

hermano Watchman Nee llamado «Laortodoxia de la Iglesia», donde leíacerca de esto. Pero no por haberloleído voy a privarles a ustedes de re-cordárselos, porque es útil, porque esla verdad.

En los capítulos 2 y 3 del Apoca-lipsis, el Señor les habla a todas lasiglesias de todos los lugares, de todos

¿Cómo juzgará elSeñor a sus

Reflexiones acerca de juicios contextualizados y paradigmas, apartir de las siete cartas del Señor en Apocalipsis.

TEMA DE PORTADA

santos?

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los tiempos y de todas las épocas, alhablarles a siete iglesias específicasdel Asia Menor. Él les habló a aque-llas siete iglesias históricas; y al ha-blarles a ellas, él trató ciertos asuntosque se presentarían a lo largo de lahistoria de la Iglesia, y que nos mues-tran cómo el Señor encontraría, en suvenida, a las iglesias.

Dos grupos de iglesiasEl hermano Watchman Nee nos

llamaba la atención, especialmente enese libro, a dos grupos específicos deiglesias que aparecen aquí entre lassiete mencionadas en los capítulos 2y 3 de Apocalipsis; y esos dos gruposse distinguen por varias cosas. Unade ellas, su terminación.

Si ustedes me acompañan paraver esas terminaciones a las siete igle-sias, en el capítulo 2, cuando le hablaa la iglesia en Éfeso, él apela primera-mente a la iglesia –que era la primiti-va– y luego, entonces, apela a losvencedores. Él dice: «El que tiene oído,oiga lo que el Espíritu dice a las igle-sias». Y entonces ahora se dirige algrupo de los vencedores, y dice: «Alque venciere, le daré a comer del árbol dela vida, el cual está en medio del paraísode Dios».

Al final del mensaje a la iglesia enEsmirna, también mantiene el Espíri-tu el mismo orden que en Éfeso, y lohará también con Pérgamo. Primera-mente les habla a las iglesias en gene-ral, y luego a los vencedores.

El hermano Stephen Langdom, unarzobispo de Canterbury en el sigloXII, que dividió la Biblia en capítulos,colocó cuatro iglesias en el capítulo 2y tres iglesias en el capítulo 3. Quizás

si hubiéramos sido nosotros, o el her-mano Watchman Nee, o yo, por lomenos hubiera colocado diferente-mente los números de los capítulos;hubiera puesto el capítulo 2 con lastres primeras iglesias, y el capítulo 3con las cuatro últimas iglesias. Por-que realmente hay una división endos grupos.

En las tres primeras iglesias, elEspíritu le habla a la Iglesia en gene-ral, a la Iglesia cuando todavía estabamás cercana a su origen, y no habíatenido los embates que tuvo que pa-sar en las edades medias, llamadas‘oscuras’ por algunos. Y entonces, porStephen Langdom, Tiatira aparececolocada dentro del capítulo 2.

Pero, si ustedes se fijan, en el ca-pítulo 2, ahora en el mensaje a Tiatiradice el verso 26: «Al que venciere yguardare mis obras hasta el fin, yo ledaré autoridad sobre las naciones, y lasregirá con vara de hierro, y serán quebra-das como vaso de alfarero; como tambiényo la he recibido de mi Padre; y le daré laestrella de la mañana». Vemos que aquídesde ahora les habla primero a losvencedores, y luego dice: «El que tieneoído, oiga lo que el Espíritu dice a lasiglesias». A partir de Tiatira, el Espíri-tu cambia el orden. Y el Espíritu co-mienza a apelar primeramente a losvencedores.

Lo mismo sucede en las tres igle-sias mencionadas en el capítulo 3. Asíque, por este cambio del Espíritu, poreste cambio de orden en el hablar delEspíritu, podemos agrupar las tresprimeras iglesias, Éfeso, Esmirna yPérgamo, en un grupo, y podemosagrupar las 4 últimas iglesias, desdeTiatira a Laodicea, en otro grupo.

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La segunda venida mencionada al se-gundo grupo de iglesias

Pero hay, además de esto, otracosa también que nos llama la aten-ción. Cuando el Señor les habla a lascuatro iglesias del segundo grupo,cuando él apela primero a los vence-dores antes que a las iglesias en gene-ral, el Señor les menciona su segundavenida. Es como si el Señor estuvieradando a entender que, cuando él ven-ga, va a encontrar a muchas personasde la cristiandad en los diferentes es-tados descritos por cada carta.

Porque estas cartas no solamentehablaban a las iglesias históricas delAsia Menor, aunque sí. Pero Dios uti-lizó las situaciones descritas por Cris-to, en esas iglesias históricas del AsiaMenor, para hablar profecía. Porquetodo el Apocalipsis, desde el primercapítulo hasta el último, es llamadouna profecía. «Bienaventurado el que lee,y los que oyen las palabras de esta profe-cía» (1:3). Lo cual nos conduce a inter-pretar estos capítulos 2 y 3 de Apoca-lipsis también como profecía acerca dela situación de la Iglesia en general.Aunque le habla a aquellas primerasiglesias históricas, al mismo tiempo lehabla a todas las iglesias, o sea, a lasdiferentes condiciones, características,por las que el pueblo de Dios tendríaque pasar, los diferentes desafíos quela Iglesia del Señor en las distintas cir-cunstancias tendría que enfrentar.

Y de manera profética, el Señorrefuerza, aprueba ciertas cosas, y a lavez, como sumo sacerdote, usandolas tijeritas, la despabiladera, le dicea cada iglesia también lo que él des-aprueba. Por eso, en el capítulo 1, élaparece vestido como sumo sacerdo-

te. Así como entre los sacerdotes, unade sus tareas era mantener delante deDios los candeleros encendidos, unode los trabajos sumo sacerdotales deCristo glorificado es mantener loscandeleros en funcionamiento. Y poreso él dice: «Tengo contra ti…», mastambién: «Tienes esto…». Él apruebaciertas cosas y desaprueba ciertas co-sas, y así el Señor se presenta como larespuesta para todos los desafíos delpueblo de Dios en cualquier circuns-tancia.

Una de las cosas de este segundogrupo de iglesias, las cuatro últimas,desde Tiatira a Laodicea, es que seles menciona la segunda venida delSeñor; lo cual significa que cuando elSeñor venga él va a hallar a la cris-tiandad en diferentes situaciones. Notodos los cristianos serán hallados enla misma situación. Ojalá todos fue-ren vencedores, y ojalá todos vencie-ren cualquier tipo de desafío; pero notodos los cristianos serán hallados enla misma situación, y esto nos llamala atención.

Grupos entre gruposAlgunos, cuando el Señor venga,

serán hallados en la situación de Tia-tira, porque el Señor le menciona suvenida a Tiatira. Y a su vez tambiénles dice: «Pero a vosotros…». Cuandoel Señor dice: «Pero a vosotros…»,está haciendo un contraste entre loque había denunciado de Tiatira has-ta aquí, y estos «vosotros». No todosen Tiatira estaban en la misma situa-ción. Él habla de Jezabel, habla deltiempo que le ha dado para arrepen-tirse, habla de los que han fornicadocon Jezabel, habla de los hijos de

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Jezabel. Pero no todos están enreda-dos con Jezabel.

Él dice: «Pero a vosotros…». Este«vosotros» es una minoría dentro dela mayoría en Tiatira. «…a vosotros y alos demás…». O sea que aquí vemosun doble remanente. «…los demás» noson todos los de Tiatira. «Vosotros» escomo decir un grupo selecto, un gru-po de élite, de avanzada, en Tiatira,con algunos que los acompañan, queson llamados «los demás», y que sedistinguen del resto de toda Tiatira.

Entonces, dice el verso 24: «Pero avosotros…». Ése es ese grupo selecto,el remanente, al cual el Señor no leimpone otra carga, ni le dice lo queles está reprendiendo a los de Tiatira.«…a vosotros y a los demás que están enTiatira, a cuantos no tienen esa doctri-na…». O sea, algunos en Tiatira te-nían la doctrina de Jezabel, y de lasprofundidades de Satanás, pero notodos. «…y no han conocido lo que e-llos…». No a vosotros ni ese grupitoque está con vosotros, sino el resto delos de Tiatira. Hay una diferencia en-tre «ellos» y «vosotros»; incluso entre«los demás» y «ellos».

«…Lo que ellos llaman las profundi-dades de Satanás, yo os digo: No os im-

pondré otra carga…». A unos, les im-pone carga. Pero «…a vosotros –dis-tinto del resto– no os impondré otracarga».

«Pero lo que tenéis…». No dice elSeñor que lo tengan todo, pero por lomenos tienen algo. Algo que él valo-ra, algo que él quiere encontrar cuan-do venga; encontrar de aquellos queles ha correspondido vivir en el am-biente señalado por Tiatira. «…lo quetenéis, retenedlo hasta que yo venga». Esdecir: ‘Manténganlo; yo aprecio eso,yo quiero encontrar entre ustedesesto. No les voy a poner a ustedesotra carga. Pero esto que tenéis, estoque yo apruebo, esto que yo quieroencontrar cuando vuelva, retenedlohasta que yo venga’.

Y entonces, apela a los vencedo-res, y aquí nos damos cuenta de porqué mudó la modalidad. Mudó, apartir de Tiatira, a la modalidad dehablar primero a los vencedores. An-tes era a las iglesias y por último alos vencedores; ahora comienza a ha-blar primero a los vencedores. Élquiere encontrar vencedores entreaquellos cristianos a quienes les hacorrespondido vivir en las circuns-tancias de Tiatira.

El Señor no mide a todas las personas por el mismorasero, porque él conoce toda la realidad íntegra. Encambio, nosotros no conocemos sino algunas cosas, ygeneralmente juzgamos según las apariencias, y a veces

contaminados por nuestras propias proyecciones.

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Rasero personalizadoEs muy interesante notar cómo el

Señor sí tiene en cuenta las diferentesclases de circunstancias en que laspersonas tienen que vivir y desarro-llar su labor. El Señor no mide a todaslas personas por el mismo rasero,1

porque él conoce toda la realidad ínte-gra. En cambio, nosotros no conoce-mos sino algunas cosas, y general-mente juzgamos según las aparien-cias, y a veces contaminados por nues-tras propias proyecciones. El Señor,no.

Hermanos, hay que aprenderesto. El Señor no va a juzgar a nues-tros hermanos con nuestros paradig-mas personales, sino con los para-digmas en medio de los cuales ellostuvieron que desarrollarse. El SeñorJesús dijo así: «No juzguéis, para queno seáis juzgados. Porque con el juiciocon que juzgáis, seréis juzgados, y con lamedida con que medís, os será medido»(Mat. 7:1-2).

Hermano, no te equivoques. Nopienses que Dios va a juzgar a losotros con tus paradigmas. Dios va ajuzgarte a ti con tus paradigmas; perova a juzgar a los otros con los para-digmas con que ellos vivieron. Con eljuicio con que ellos juzgaron, con esejuicio serán juzgados; con la vara conque ellos midieron, con esa vara ellosserán medidos. Ellos no serán medi-dos con tu vara, sino con la vara conque ellos midieron; ellos no seránjuzgados con tu juicio, sino juzgadoscon el juicio con el cual ellos juzga-ron.

Paradigmas y rigorPorque a veces nosotros pensa-

mos o sentimos que todos los hijos ysiervos y personas de la tierra, queson criados ajenos, van a ser juzgadospor nuestros propios paradigmas.Pero nosotros sabemos que nuestrosparadigmas están en formación; to-davía nuestros paradigmas tienenque ser ajustados. Y Dios no va a juz-gar a todos con paradigmas en for-mación, ajenos. A los que están enTiatira, no les impondrá otra carga.

Dice el Señor que en el día del jui-cio habrá más tolerancia, por ejem-plo, para Sodoma y Gomorra, queson tan terribles, que para algunasotras ciudades. Y él dice: «En el díadel juicio, los de Sodoma y deGomorra, aquella generación, se le-vantará contra esta otra generación,porque ellos se hubieran arrepentidosi hubieran tenido las mismas opor-tunidades que tuvieron estos otros».

Pero el Señor sabe que no todoshan tenido las mismas oportunida-des, no todos han tenido el mismoproceso. Por lo tanto, el Señor esmuy justo en su examen de las cosas,y él tiene en cuenta la historia decada uno. El Señor tiene en cuenta loque la persona ignora, y él tiene encuenta las oportunidades que tuvo oque no tuvo. «¡Ay de vosotros, por-que a vosotros se os pedirá mayorcuenta!», les dice a sus apóstoles,«porque ustedes han tenido mayoresoportunidades que otros; el juiciocontra ustedes será más riguroso».No todos los juicios serán con elmismo rigor, ni con la misma vara;sino que el Señor, a cada cual, lo juz-gará con su vara.

1 Por el mismo rasero. loc. adv. Con rigurosa igual-dad, sin hacer la menor diferencia. (N. del E).

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Políticas de tierra arrasadaPorque a veces nosotros hacemos,

de nuestra política, una política detierra arrasada, como hacían los mu-sulmanes. El paradigma musulmán,puesto que Mahoma pretendió hablaren el nombre de Dios, pero proyec-tando su personalidad violenta, con-tradictoria, él imponía su paradigmapor la fuerza, y a los que no se con-vertían los mataban, o los esclaviza-ban, y con esa clase de concepto deDios es con la cual ellos juzgan.

El Señor Jesús dijo así: «Viene lahora –y eso ha venido muchas vecesen la historia de la Iglesia– en quecualquiera que os mate pensará que rindeservicio a Dios». Habrá personas queestarán matando y persiguiendo a loscristianos, pensando que están ha-ciendo bien.

Una vez, a un hombre que habíaparticipado en la matanza de loshugonotes en Francia –los cristianosbíblicos– en la noche de san Barto-lomé y otras persecuciones subsi-guientes, en que se hicieron masacresterribles, y cuando se estaba murien-do uno de estos duques perseguido-res, el sacerdote católico le preguntósi no tenía que arrepentirse de eso, yél dijo: ‘No, sino que esa era la mejorcosa que pude hacer en mi vida’. Esaera la gloria con la cual él pensabapresentarse delante de Dios: Haberexterminado a los ‘herejes’, que eranlos hijos de Dios.

El Señor dice pues: «Viene la horaen que cualquiera que os mate pensa-rá –ése es su paradigma– que rindeservicio a Dios». Por eso, el Señor Je-sús les decía a los fariseos: «Puestoque decís que veis, mayor pecado tenéis.

Porque si no vierais, ningún pecado ten-drías, pero puesto que decís que veis,vuestro pecado permanece».

Los paradigmas, las situaciones,los crecimientos dentro del pueblo deDios son diferentes. Por lo tanto, te-nemos que tener mucho cuidadocuando vamos a representar la pala-bra del Señor en medio del pueblodel Señor. No podemos tener la polí-tica de tierra arrasada, tipo musul-mán, que no tiene en cuenta los para-digmas de aquellos a los cuales estáninvadiendo.

¿Sabes qué hacían los inquisido-res cuando quemaban a los protes-tantes? Cuando estaban éstos en laestaca, siendo quemados y confesan-do e invocando el nombre del SeñorJesús, los inquisidores no queríanque mencionaran a Jesús, sino a Ma-ría. Y les ponían en una estaca unaestatua de María. Y el pobre hermanoestaba siendo quemado y le metían laestatua de María por la nariz: ‘Di:Salve Regina. Di, di, di’, queriendoque él invocara a María, y no al SeñorJesús. Qué paradigmas, ¿verdad? Yaquellos que hacían eso querían ‘sal-var’ al ‘hereje’.

¿Se dan cuenta, hermanos? ¿Sedan cuenta de las diferencias? Cuan-do el Señor Jesús venga, él va a en-contrar hermanos que les ha tocadovivir en el contexto de Tiatira. Y él lehabla a los vencedores, y les habla delo que él espera de ellos.

Privilegios y responsabilidadPero luego llegamos a Sardis. Sar-

dis representa otra situación, otrascircunstancias, una mudanza de pa-radigmas en la época. Otra época,

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otras lecciones aprendidas, otros de-safíos. Y el Señor les menciona tam-bién su segunda venida a los deSardis. Aquí, en el 3, le dice a Sardis:«Acuérdate, pues, de lo que has recibidoy oído».

A Tiatira le dijo: «Lo que tienes».Pero a Sardis no le dice «lo que tie-nes». ‘Porque tenías más y se te estáperdiendo. Se te están perdiendo lascosas’. Mira, «Acuérdate … de lo quehas recibido…». O sea, ahora estás te-niendo menos de lo que has recibido.A los de Tiatira dice: «Lo que tienen,esto reténganlo», pero a los de Sardisles dice: ‘Espero que tengan más delo que tienen’. Han dejado perder co-sas que ya tenían.

«…guárdalo, y arrepiéntete. Pues sino velas, vendré sobre ti como ladrón, yno sabrás a qué hora vendré sobre ti».Aquí le menciona su venida. Algu-nos, en la venida del Señor, van a serhallados en la condición de Sardis, loque Sardis representa en la historiade la Iglesia. Porque el Señor le va acobrar a Sardis lo que a Sardis le dio,y le va a pedir a Tiatira lo que a Tia-tira le dio.

A veces nosotros nos peleamospor el asunto de los de cinco talentos,de los de dos talentos, los de un ta-lento, y decimos: ‘Pero, Señor, cómoes que a unos les vas a dar cinco ta-lentos, y a mí solamente me vas a dardos. Yo hubiera dividido las cosasmejor, yo hubiera repartido mejorque tú. Yo hubiera agarrado los cincode éste y los dos de éste y el otro deése, y hubiéramos hecho ocho y hu-biéramos repartido de a dos en dos,todos iguales. ¿No es que somos i-guales?’.

Pero el Señor no entra en ese jue-guito. Él es la cabeza del Cuerpo; élreparte como él quiere. Al que le dacinco, le da cinco, y no podemos de-cirle que el de cinco sólo va a respon-der por dos, como tampoco podemosesperar que al que le dio dos respon-da por cinco. Al que le dio cinco, leva a pedir cuenta por cinco; al que ledio dos, le va a pedir cuenta por dos;al que le dio uno, le va a pedir cuentapor uno. Él no te va a pedir cuenta ati como le pide a otro hermano, ni leva a pedir a otro hermano como tepide a ti. Tú no sabes lo que Dios leva a pedir a otro hermano.

«¿Qué a ti?»Tú, ocúpate de ti. Que no te pase

lo que le pasó a Simón Pedro, que es-taba tan interesado metiendo las nari-ces en la relación del Señor con Juan,que el Señor le tuvo que decir: «Y a ti,¿qué te importa, Pedro? Y a ti, ¿qué teimporta? ¿Qué a ti? Tú, sígueme; nometas la nariz donde no tienes quemeterla. Tú, sígueme. Mi relación conJuan, es con Juan. No voy a tratarigual contigo, ni tú tienes que ser de-masiado metido en mi relación conJuan. Yo sé lo que le doy a Juan, y loque le voy a pedir a Juan. Pero tú eresPedro, tú no eres Juan. Tú, haz lo me-jor que tú sabes; pero no te metas conJuan. Yo me meto con Juan.

«¿Quién eres tú, que juzgas a criadoajeno? Para su propio Señor está en pie ocae, pero poderoso es el Señor para hacer-le estar en pie» a cualquier hermano.No juzguemos antes de tiempo, por-que tus hermanos no van a ser juzga-dos según tus paradigmas; pero tú,sí. Tú sí vas a ser juzgado con el jui-

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cio con que tú juzgas; tú sí vas a sermedido con la vara con que tú mides,pero no tus hermanos. Tú.

A FiladelfiaEntonces, aquí, el Señor le habla

ahora de su venida también a Fila-delfia. «Por cuanto has guardado la pa-labra de mi paciencia…». Para interpre-tar bien este verso, hay que ir a todaslas otras ocasiones cuando el Señorhabla de la palabra de su paciencia.La palabra de la perseverancia, asícomo en el discurso escatológico delSeñor allá en el monte, dos días antesde la pascua, que está registrado unaparte en Mateo 24 y 25, otra parte enMarcos 13 y 14, otra parte en Lucas,que lo citó un pedacito en el 17 y otroen el 21, porque él citó según tema,no cronológicamente. Y tú tienes quereconstruir aquel discurso completo,escatológico, aquel pequeño Apoca-lipsis del Señor Jesús, y ver lo que élenseñó. Y ahí es cuando aparece porprimera vez en las palabras del SeñorJesús este asunto de la palabra de laperseverancia: «…el que persevere has-ta el fin, éste será salvo». Y dice: «Cuan-do veáis en el lugar santo la abominacióndesoladora de que habló el profeta Daniel… entonces los que estén en Judea, hu-yan a los montes ... Mas el que perseverehasta el fin…». Y ese es el contexto deesta frase.

Y esa misma frase aparece allá enApocalipsis 14, cuando dice el Señor,después de haber hablado de esostres ángeles que dan su mensaje acer-ca de Babilonia, y de los que recibenla marca de la bestia, y que no ten-drán reposo de día ni de noche losque adoran a la bestia y reciben su

imagen y su marca. Dice: «Aquí está lapaciencia de los santos». Ese es el con-texto de la palabra de la perseveran-cia.

Y dice: «Por cuanto has guardado lapalabra de mi paciencia –que es otratraducción de lo que en el griego eslo mismo–, yo también te guardaré de lahora de la prueba que ha de venir sobre elmundo entero, para probar a los que mo-ran sobre la tierra. He aquí, yo vengopronto; retén lo que tienes» – así comose lo dijo a Tiatira.

Ciertamente, lo que tienen los deTiatira es diferente de lo que tienenlos de Filadelfia. Los de Filadelfia tie-nen mucho más; pero el Señor no leimpondrá otra carga a Tiatira. Peroespera que los de Filadelfia retengantambién lo que tienen, «…para queninguno tome tu corona». Y entonces lemenciona al vencedor: «Al que ven-ciere…», y después, a las iglesias.

A LaodiceaYa, en el mensaje a Laodicea, está

implicada la venida del Señor en trespasajes. Primeramente en el verso 14,cuando dice: «He aquí el Amén, el testi-go fiel y verdadero, el principio de lacreación de Dios, dice esto». Cuando elSeñor dice aquí «el Amén», el Aménes el que termina, el Amén es el pun-to final. Él es el principio y él es elfin, el primero y el último. Entonces,en la palabra «el Amén» está implica-da la conclusión, o sea, la venida delSeñor.

Luego, le dice también de estamanera: «He aquí, yo estoy a la puerta yllamo». Esa frase puede tener una tri-ple lectura. Puede tener una lecturacristológica, de relación personal con

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cada hijo de Dios durante su vida.«Yo estoy a la puerta y llamo». Tambiénpuede tener un sentido eclesiológico:Él le está hablando a la iglesia de quelo tienen afuera; la iglesia está reali-zando cosas sin tenerlo en cuenta aél, la dirección propia y directa delEspíritu del Señor.

Pero también esta frase se puedeentender cristológica, eclesiológica yescatológicamente. Puede haber unatercera lectura de esta palabra, «Yo es-toy a la puerta…». Porque ciertamenteél, todos los días, está a la puerta, ytambién, de la iglesia, él está a lapuerta; pero también su venida está ala puerta. Entonces, sin necesidad deponer una interpretación a pelear conla otra, las tres son válidas.

La lectura escatológica tambiénnos permite entender como una su-gestión de la segunda venida de Cris-to a la iglesia en Laodicea, cuando ledice: «Estoy a la puerta y llamo; si algu-no oye mi voz y abre la puerta, entraré aél, y cenaré con él, y él conmigo». Esacena puede ser durante nuestra vida,pero puede ser la cena de las bodasdel Cordero. También hay una lectu-ra escatológica válida acá.

Y en el verso 21, cuando dice: «Alque venciere, le daré…». Ahí está impli-

cada la venida del Señor, porque élda su galardón en su venida. «Heaquí, yo vengo pronto, y mi galardónconmigo, para dar a cada uno según susobras». O sea que, en la venida del Se-ñor, él galardonará a su pueblo.

Entonces, podemos decir que estáimplicada la segunda venida del Se-ñor en el mensaje a Laodicea. Muchomás lo está cuando nos damos cuentade que es la séptima iglesia. Y si estotenemos que leerlo en el contexto dela profecía, porque todo el Apocalip-sis es una profecía, esta iglesia nosestá revelando a la gente cristiana delos últimos tiempos.

«Al que venciere, le daré que se sien-te conmigo en mi trono, así como yo hevencido, y me he sentado con mi Padreen su trono». Entonces, cuando el Se-ñor venga, él va a encontrar herma-nos en la situación de Laodicea. Al-gunos, vencedores; ojalá también to-dos. Algunos van a ser encontradosen la situación de Filadelfia. Algunos,vencedores; ojalá todos.

Algunos van a ser hallados en lasituación de Sardis, como hoy en lacristiandad hay personas que tienenun trasfondo católico romano, otraspersonas tienen un trasfondo protes-tante, otras tienen un trasfondo de lavisión de Iglesia, y otros se han desli-zado a la contemporización de lostiempos laodizaicos finales.

Una ilustración de examen según pa-radigma

Permítanme ilustrarles. No voy ahacer doctrina de esta ilustración;sólo es una ilustración. La doctrina esla de la palabra de Dios, la de Cristoy de los apóstoles. Existe la doctrina

No juzguemos antes detiempo, porque tus her-

manos no van a ser juzga-dos según tus paradigmas;

pero tú, sí.

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de Cristo, y la de los apóstoles, y lade la iglesia. Claro que en vida y enverdad. Voy a decir una ilustración:

Esto lo escuché de tres hijas mías:Elizabeth, Diana Patricia y Salomé,que estudiaban en el mismo colegio.Ahora, llegó allí una señora. La direc-tora del colegio le permitió a esta se-ñora, católica, que tuvo una experien-cia de muerte clínica, contar su testi-monio en el colegio.

Ella era una doctora en las cosasseculares, y era de tradición católica,pero sólo de tradición. Ella estudiabano sé que cosa en la Universidad Na-cional, ahí cerca de casa.

Y mientras ella hablaba por telé-fono celular, un rayo o relámpago ledio un golpe a la pobre señora, quequedó en coma; chamuscada, pero nomuerta; casi muerta, o sea, entre lavida y la muerte. Y esa señora se en-contró al otro lado; ese era el testimo-nio que ella cuenta, que estaba comoentre el cielo y el infierno. O el paraí-so y el Hades, vamos a decirlo. Y unángel la sustentaba para que no sefuera para abajo, pero tampoco podíairse para arriba.

Ella veía que su madre estabacomo en el paraíso, pidiéndole aDios: ‘Ay, ten misericordia de ella, Se-ñor, que ella no se vaya a ir para elinfierno. Y en el Hades ella veía a supapá, que ya había muerto; el papá yla mamá ya habían muerto. Y el papáestaba ahí: ‘Ay, que mi hija no vengaa este lugar’. Ella veía a los dos, yella estaba en el medio. Y ahí, en esahora, pues, todo su doctorado no lesirvió de nada, y lo único que recor-daba era que era católica.

Entonces, empezó a gritarle al án-

gel, como para salvarse: ‘¡Yo soy cató-lica!’. Ahí se acordó que era católica.‘¡Yo soy católica!’. Eso era lo únicoque podía responder, que era católi-ca. ‘Yo soy católica. ¡Cómo me van amandar al infierno!’. Entonces, el án-gel le preguntó: ‘Bueno, si eres católi-ca, ¿conoces los diez mandamien-tos?’. Eso fue lo que el ángel le pre-guntó. ‘¿Conoces los diez manda-mientos?’. Y esta doctora no se acor-daba de los diez mandamientos.

Ella no se acordaba de los diezmandamientos, y por ahí se acordódel resumen. Y dijo: ‘Ah, sí, sí, sí’,como si fuera una fórmula mágicapara irse al cielo. Sus paradigmas.‘Ah, sí, sí, sí. Amarás a Dios sobre to-das las cosas, y al prójimo como a timismo. ¡Me acordé, por lo menos delresumen!’. Y entonces el ángel le dijo:‘Y tú, ¿has amado a Dios sobre todaslas cosas?’. Ahora cambió la cosa: Noera repetir la receta. Y ahí se diocuenta de que no.

Y le dijo el ángel la segunda pre-gunta. Sólo le hizo dos preguntas. ‘¿Yhas amado al prójimo como a ti mis-ma?’. Y ella se dio cuenta de que tam-poco. El ángel no le preguntó si habíaleído a Watchman Nee ni a Austin-Sparks. Nada de eso. A ella no le ibaa preguntar eso. Puede ser que a no-sotros sí. ‘¿Tú leíste a Austin-Sparks,eh?’. Pero a ella no. Le dijo si se sabíalos diez mandamientos, y no se lossabía esta doctora. Sólo el resumen. Yle preguntó por lo que sabía. Y ledijo: ‘Tú deberías ir allá donde estátu padre; pero Dios te ha dado unasegunda oportunidad, porque si vesese viejito allá…’.

Había un viejito en Valledupar,

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que había ido a comprar una panela,un dulce de caña. Y se lo envolvieronen una hoja de periódico donde con-taban el caso de esa señora que lecayó un rayo y estaba en coma. Y estecampesino, que era creyente, se llevóla panela para la casa, sacó el periódi-co, empezó a leer, y vio esta noticia.Y él empezó a interceder a Dios poresa pobre señora que estaba en coma,entre la vida y la muerte.

Dios oyó la oración a ese viejito,que ella ni lo conocía. Y el ángel le di-jo: ‘Si ves a ese anciano allá, ese cam-pesino, él ha estado orando por ti, yDios te dará una segunda oportuni-dad’. Y volvió a la vida, y empezó acontar su testimonio en los colegios deBogotá, y mis hijas escucharon.

Esa es una ilustración, hermanos,de que Dios te juzgará con el juiciocon que tú juzgas.

Misericordia y juicio«Bienaventurados los misericordio-

sos, porque ellos alcanzarán misericor-dia». Pero, ¡ay de los que no tienenmisericordia!, porque no se tendrá deellos.

La misericordia triunfa sobre eljuicio. Con el juicio con que tú juzgas,tú serás juzgado. Nadie será juzgadocon tu juicio, sino tú; nadie será me-dido por tu paradigma, sino tú. Cadauno será juzgado con el juicio con

que juzgó y medido con la vara conque midió.

Cuando el Señor venga, encontra-rá muchos hijos de Dios en diferentessituaciones. Si aprendemos estas co-sas, Dios nos ayudará a movernosmejor en medio del pueblo de Dios, ya tratar a las personas con más mise-ricordia, para no ser nosotros mismosjuzgados. Porque el Señor, despuésde que termina de corregir al otro,empieza contigo.

¿Pensaba Babilonia que era mejor,porque le estaban dando palos a Is-rael? No, era la hora de Israel; perodespués le llegó la hora a Babilonia.Y después le llegó la hora a Persia, ydespués le llegó la hora a Grecia, ydespués a Roma. Aquí en Colombia,tuvieron los conservadores su hora, yluego los liberales, luego los guerri-lleros, luego los paramilitares. Ahoraquién sabe quién le va a poner el cas-cabel al gato. Porque nosotros pensa-mos: ‘Bueno, nosotros somos los co-rregidores de los otros’. Y despuésnos llegan los nuestros, y luego lesllegan a ellos los suyos.

Entonces, hermanos, caminemoscon cuidado, para que no hagamosdaño, y para que la edificación pros-pere.

La gracia y la paz del Señor seancon todos los hermanos.

Síntesis de un mensaje impartido en elRetiro de Sasaima (Colombia), en Julio de 2008.

* * *Lo que es este mundo

Territorio ocupado por el enemigo – eso es lo que es este mundo.El cristianismo es la historia de cómo el Rey justo ha llegado a estatierra, podemos decir que ha llegado disfrazado, y nos llama a to-mar parte en una gran campaña de sabotaje.

C. S. Lewis, en En qué creen los cristianos

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Arcadio SierraColombia

Hacia la semejanza de

Una mirada a la epístola de Pablo a los Filipenses.TEMA DE PORTADA

Cristo

Lectura: Filipenses 3:7-8.

La carta a los Filipenses es undocumento lleno de amor y dealegría, producto del profundo

afecto del apóstol por esta iglesia, delas tantas que él fundó. Fue una igle-sia que fundó con muchos dolores,como la mujer cuando da a luz, y porello esos hermanos son de gran esti-ma para el apóstol.

La carta comienza así: «Pablo yTimoteo, siervos de Jesucristo, a todos los

santos en Cristo Jesús que están en Fili-pos, con los obispos y diáconos». Aquívemos, en un solo versículo y en cor-tas palabras, lo que es una iglesia lo-cal bíblica neotestamentaria. La cartaestá dirigida a los santos de una loca-lidad. No hay sectarismo aquí, nohay divisiones, no hay denominacio-nes. «…a todos los santos en Cristo Je-sús que están en Filipos, con los obisposy diáconos».

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Los santos son la iglesia, y dentrode los santos algunos han crecido – nonecesariamente en edad, pero sí en suvida espiritual, en su conocimiento deCristo – más que otros. Y los que hancrecido más, pues, son ancianos conrelación a los demás. La persona queha crecido más espiritualmente es lla-mado en la Biblia anciano. Puede serun joven, como en el caso de Timoteo.Pero ya es anciano con relación a a-quellas personas que todavía conti-núan siendo niños espiritualmente.Esos ancianos tienen una función den-tro de la iglesia, que es la de supervi-sar, de inspeccionar, de servir de vi-gías de los santos de toda la iglesia lo-cal. Esa palabra se traduce en castella-no como obispo.

Y surgen dentro de la iglesia unoshermanos, también espirituales, co-mo lo dice en Hechos capítulo 6, queson los que sirven en la parte mate-rial: los diáconos. Los obispos estánatentos sobre todo a la parte espiri-tual, y los diáconos se ocupan de laparte material.

Pero resulta que la carta es envia-da por Pablo y Timoteo. Ellos dicenser: «Siervos de Jesucristo». Pero estosque dicen que son siervos de Jesucris-to son los mensajeros del Señor, sonlos apóstoles, son los obreros. Ellosno dicen: ‘Bueno, nosotros comoapóstoles...’. A veces, Pablo lo afirma;pero esta vez, por el contexto mismode la epístola, no lo dice. Dice: «Es-clavos de Jesucristo». Esa es la pala-bra correcta en los originales griegos.

Cristo, el ejemploEn esta carta, vamos a considerar

algunos aspectos que nos interesan,

para observar cómo es una iglesia bí-blica, cómo vive, cómo debe reflejarun auténtico testimonio cristiano. Porejemplo, en el capítulo 2, habla de lavida cristiana y habla de Cristo comonuestro ejemplo, y dice: «Por tanto, sihay alguna consolación en Cristo, si al-gún consuelo de amor, si alguna comu-nión del Espíritu, si algún afecto entra-ñable, si alguna misericordia, completadmi gozo, sintiendo lo mismo, teniendo elmismo amor, unánimes, sintiendo unamisma cosa» (2:1-2).

A lo mejor, los hermanos filipen-ses ya lo vivían, pero Pablo lo estam-pa aquí para nosotros también. «Na-da hagáis por contienda…». La pala-bra es clara al respecto. «Nada hagáispor contienda o por vanagloria; antesbien con humildad…». Y aquí explicalo que es la humildad: «…estimandocada uno a los demás como superiores aél mismo».

Una de las características de laiglesia del Señor es que todos noso-tros somos iguales. No ostentamosdos ni tres castas eclesiásticas. So-mos un solo cuerpo; cada uno con supropia función dentro del cuerpo delSeñor Jesús. De manera que aquí nocabe el nicolaísmo, no caben las cas-tas sagradas. Todos somos igualesen el cuerpo de Cristo. Pero dentrode la igualdad, y dentro de lo que elSeñor ha trabajado en tu corazón,dentro de lo que tú has dejado queel Señor vaya demoliendo en nuestravieja naturaleza; en la medida enque es aplicada la cruz en tu alma yen tu yo, en esa misma medida túpodrás ver tu bajeza, y podrás ver alos hermanos como a superiores a ti.Porque el hermano o la hermanita,

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por muy humildes que sean, son delSeñor, son morada de Cristo; y tene-mos que reverenciar esa morada delSeñor.

De manera que aquí encontramos,para nosotros, el deber de mirar a esapersona como superior a nosotrosmismos. Si eso llega a ser práctica enmi vida, se van acabando mis proble-mas, se va derribando la vanidad, sevan nivelando los corazones y llenán-dose de amor. El amor y el enalteci-miento son incompatibles. Porque enla medida en que algo pasa por la de-molición y va a la basura, ese espacioes llenado por el fruto de Alguienque está dentro de nosotros, y quierehacerse sentir y llenarnos a nosotrosen nuestra alma – es el Espíritu deCristo, el Espíritu de sabiduría, el Es-píritu de amor, el Espíritu de humil-dad.

Y luego el apóstol da un ejemplo,un modelo – la Persona más grandede todo el universo, el que ha hechotoda la creación, es el modelo. Y aquídice lo que hizo. Después que nos ex-horta a que nada hagamos por con-tienda, y que miremos a los demáscomo a superiores a nosotros mis-mos, nos muestra el modelo. Porquesiempre surge la pregunta: ¿Cómo lohago? ¿Cómo puedo llevarlo a la rea-lidad?

Dice: «Haya, pues, en vosotros estesentir que hubo también en Cristo Jesús,el cual, siendo en forma de Dios…». Élsiempre fue Dios; pero él renunció aesa forma de Dios. «…siendo en formade Dios, no estimó el ser igual a Dioscomo cosa a que aferrarse…». Cristo esDios. Definitivamente. Sino que elDios Elohim, está compuesto de tres

personas; y una de esas personas esel Hijo, el Verbo, el que se hizo carne.No hay tres dioses; sino que en elúnico Dios, hay tres personas.

«…el cual, siendo en forma de Dios,no estimó el ser igual a Dios como cosa aque aferrarse, sino que se despojó a símismo –Él, voluntariamente, lo hizo–,tomando forma de siervo –o sea, de es-clavo – hecho semejante a los hombres; yestando en la condición de hombre –Nosolamente se quedó como un hombrecualquiera; quiso aún llegar más ba-jo–, se humilló a sí mismo, haciéndoseobediente hasta la muerte, y muerte decruz». No cualquier muerte; Cristogustó la muerte más ignominiosa dela historia.

Nosotros somos los que no quere-mos despojarnos de nuestro enalteci-miento. ¿Y qué pasó entonces? Porese hecho voluntario de humillacióndel Hijo, «Dios le exaltó hasta lo sumo,y le dio un nombre que es sobre todonombre» (2:9). Nosotros, los hombres,queremos ser exaltados sin humillar-nos, y queremos construirnos unnombre y una fama en la tierra, y to-davía aspirar a que el Padre tambiénnos exalte hasta lo sumo. Pero dice laPalabra que el que lo merecía todo –ysiempre lo ha merecido– se humilló aSí mismo, para darnos a nosotros,hoy, la vida que tenemos, vida eternay salvación que nadie nos la puedequitar. ¡Bendito sea el nombre del Se-ñor: Él lo hizo!

Entonces, «Dios le exaltó hasta losumo, y le dio un nombre que es sobretodo nombre, para que en el nombre deJesús se doble toda rodilla –Aún los quehoy se oponen, algún día tendránque arrodillarse frente al Señor– de

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los que están en los cielos, y en la tierra,y debajo de la tierra; y toda lengua con-fiese que Jesucristo es el Señor, para glo-ria de Dios Padre» (2:9-11). Delante deél, hermanos, se postrarán los que es-tán en los cielos. No sólo los ángeles.Los que están en el tercer cielo, losque están el paraíso, los que están enla tierra, los que están en el Hades;todos han de doblar sus rodillas fren-te al que lo ha adquirido todo. ¡Alelu-ya, gloria al Señor! Él es el Señor, elHijo del Hombre, que jamás escribiósiquiera una cuartilla, y de él se hanescrito toneladas de libros y tonela-das de grabaciones y de escritos va-rios. ¡Gloria al Señor!

Ocupaos en vuestra salvaciónFrente a eso, dice el apóstol: «Por

tanto –si Él es el modelo, si Él hizotodo eso por nosotros–, amados míos,como siempre habéis obedecido, no comoen mi presencia solamente, sino muchomás ahora en mi ausencia…». Miren,este es un perfil del verdadero cre-yente. Y cuando él dice: «Hagan es-to», es para nosotros también. «…ocu-paos en vuestra salvación con temor ytemblor». ¿Somos salvos? ¡Ocupémo-nos de esa salvación!

Dirá alguno: ‘Pero, ya soy salvo,¿qué más debo hacer?’. Pues, ¡ocúpa-te de esa salvación! La salvación vinoa tu espíritu. El Señor quiere tambiénsalvarnos de nuestro yo; el Señortambién quiere salvarnos de nuestrasbasuras carnales, de todo estiércolque traigamos aún, cosas que muchasveces consideramos como algo muyimportante. A veces Dios quiere sal-varnos de nuestras verborreas, denuestras famas, de nuestras posicio-

nes del mundo. Dios quiere derribartodo eso en nosotros.

Ocúpate de tu salvación, porqueen vez de ti mismo, quiere reinarCristo en ti, y no que tú sigas reinan-do en tu vida. Es fácil decir: ‘Ya novivo yo; es Cristo el que vive en mí’.Son palabras que a veces se las llevael viento. Es fácil decirlo, y adquiriruna apariencia de mucha piedad.Pero el Señor es auténtico, el Señor estransparente, y quiere que nuestroandar sea lo suficientemente transpa-rente, que lo vean a él a través de no-sotros; como a través de un cristal.

Es doloroso que un ser que no seayo venga a hacerse transparente enmi vida. Pero el Señor lo quiere hacersi es que nosotros se lo permitimos, sies que nosotros le decimos: ‘Ya noquiero reinar más yo. Sé que voy asufrir, porque la cruz es dolorosa,¡pero ayúdame a tomar mi propiacruz para llevar a la muerte todo esteandamiaje que he vivido, y que te hahecho daño, te ha estorbado. Es nece-sario que mi vida te beneficie; pueshasta ahora yo solamente he procura-do mi propio beneficio!’. Estas cosasson pérdida; son cosas que me ama-rran y no me dejan conocer conve-nientemente a Cristo.

«Ocupaos en vuestra salvación…».Vivamos luchando, hermanos, paravivir en la práctica esta profesión.Aquí hay muchos profesionales. Haymédicos, hay ingenieros, hay conta-dores... Y ellos viven esa profesión;son responsables por la misma. Viva-mos también nuestra profesión de hi-jos de Dios. En todas partes, demosun testimonio; permitamos que el Se-ñor lo dé a través de nosotros.

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«Ocupaos en vuestra salvación, por-que Dios…». Miren, esto parecería uncontrasentido. Es un proceso en elque no obra sólo él, ni tampoco yosolo. Yo no puedo hacerlo solo, y élno interviene sin que yo le diga: ‘Va-mos a hacerlo entre los dos’, porqueel Señor es muy caballeroso. «…por-que Dios es el que en vosotros produceasí el querer como el hacer, por su buenavoluntad» (2:12-13).

Primero dice Pablo: «Ocúpate detu salvación», y luego dice: «Dios esel que hace eso en ti». Y eso, ¿cómoes? ¿Será una paradoja, será un con-trasentido? No, es la acción de am-bos. Nosotros tenemos un libre albe-drío, y él lo respeta. Pero hay una so-beranía absoluta de Dios. ¿Lo vamosentendiendo? Dios también ejercitasu soberanía. Entonces, el apóstolinsta a los filipenses a que se ocupende su salvación como si fueran plena-mente responsables y capaces de ha-cer el bien por su propio esfuerzo.«Ocúpate». Pero luego, a renglón se-guido, dice: «…porque Dios es el que envosotros produce así el querer como el ha-cer, por su buena voluntad». De maneraque nosotros tenemos que entrar den-tro de ese proceso, e invitar a Dios.

El mismo Espíritu nos está dicien-do a nosotros cuáles son nuestras co-sas que le estorban y que le impidenavanzar, los pasos que Cristo quieredar en tu vida para perfeccionarte. Élquiere avanzar, y de repente encuen-tra a una dura barrera, un cascarón.Él quiere derribarlo, pero tú no se lopermites. ¿Qué clase de cascarón esese? Tú lo sabes. Cuántas barreras noquieres soltar, porque para ti es algoimportante vivirlo; pero así estás

comprometiendo tu comunión con elSeñor, y la vida y el testimonio queCristo quiere expresar a través de ti.

Teniéndolo todo por basuraQueremos abordar en el capítulo

3 unas exhortaciones y doctrinas, quees, como si dijéramos, el centro de loque traemos de carga en esta ocasión.

«Por lo demás, hermanos, gozaos enel Señor. A mí no me es molesto elescribiros las mismas cosas…» (3:1). Re-petir una y otra vez, reiterar a loshermanos ciertos principios. ¿Porqué? Porque nosotros somos duros, yel Señor nos quiere reiterar siempre.Para tumbar una pared dura, hay quedarle mucho en el mismo lugar. Sí, lapared está dura, y el golpe va y vie-ne, hasta que la pared se va resintien-do y rompiendo hasta que caiga. Y elSeñor reitera una y otra vez: La cruz.Negarte a ti mismo.

¿Quieres seguir en pos de mí,quieres ser un santo vencedor?¿Quieres triunfar en tu vida espiri-tual? ¿Quieres ver pronto el rostro deCristo sin que tú tengas que escon-derte un poco? Deja que Cristo te gol-pee. Amén, déjalo. «A mí no me es mo-lesto el escribiros las mismas cosas, ypara vosotros es seguro». O sea, esto teda seguridad. Recíbelo, porque es se-guridad para ti. Es lo que significaeso.

«Guardaos de los perros». ¿Quiénesson esos perros? Ustedes saben, cómodice allí en Gálatas también, que ha-bía un grupo de judaizantes que pre-tendían divulgar que la salvación nosolamente era por fe, sino ‘por fe y…cumplir tales preceptos; por fe y…circuncidarse; por fe y… dejar de co-

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mer cerdo; por fe y… por fe y…’.Pero la Biblia dice que somos salvospor fe… solamente. «Porque por graciasois salvos por medio de la fe, y esto node vosotros, pues es don de Dios, y nopor obras, para que nadie se gloríe».Amén. Por fe en el Señor. Por fe en suobra, en sus méritos, en su sangre de-rramada, en su Cruz, en su resurrec-ción, en su glorificación; por fe enque ya llega a nosotros, el día quecreemos, la presencia gloriosa delDios eterno por medio de su Espíritu,a morar dentro de nosotros.

El uso de la palabra ‘perros’ se de-bía a que los judíos les llamaban ‘pe-rros’ a los gentiles. Para ellos los gen-tiles eran inmundos. Es como si Pablodijera: ‘Ustedes son más perros quelos que ustedes llaman perros, por-que ustedes están pisoteando la san-gre del Señor’. «…guardaos de los ma-los obreros…». Hay falsos obreros.«…guardaos de los mutiladores del cuer-po». Eso se relaciona con la circunci-sión. Entonces, dice Pablo en Gálatas,no sólo que se circunciden, sino quetambién se mutilen; pues ellos estánmutilando el cuerpo, están dividien-do el cuerpo de Cristo; quieren ex-cluir a los hermanos de la verdaderafe. Porque dice la Palabra que el quevuelve al cumplimiento de la ley, caede la gracia. Entonces dice Pablo«…guardaos de los mutiladores del cuer-po, porque nosotros somos la circunci-sión…». ¿Por qué somos la circunci-sión? ¿Tú te has circuncidado algunavez? ¿Te circuncidaste físicamente?No. Pero Cristo se circuncidó por ti,hermano. Porque, miren algo curioso:los que verdaderamente se han cir-cuncidado en la carne, los judíos,

¿qué les pasó? La circuncisión no lesvalió, nos los guardó, sino que se in-clinaron hacia la idolatría y se aleja-ron de Dios. ¿Ven lo que ya enseñó elSeñor a través de Gedeón? Todosellos eran circuncidados, pero esta-ban en la idolatría. En la casa del pa-dre de Gedeón había idolatría. «Vayaprimero y derribe esos altares de laidolatría». Sí, santifíquese.

¿Nosotros no somos idólatras?¡Ojo! Idolatría es todo lo que tú pon-gas en lugar del Señor, y lo adores, ylo reverencies, y lo obedezcas. Eso esidolatría. Sí. Pero nosotros, la iglesia,somos la verdadera circuncisión. ¿Sa-ben qué les sucedió a los que se cir-cuncidaron? Se fueron. El Señor per-mitió que se los llevaran al extranjeroen cautiverio. No les valió la circunci-sión. Primero, a Asiria, las diez tribusdel norte, y luego, a Babilonia, lasdos tribus del sur; más o menos concien años de diferencia, pero se fue-ron. ¿Qué había acontecido con la cir-cuncisión practicada en su cuerpo?No les valió; pues la verdadera cir-cuncisión es por dentro; la circunci-sión es espiritual. La circuncisión enla carne es un mero símbolo de la es-piritual. Debemos cortar con la carne.Como decía un hermano, la mujer deLot salió de Sodoma, pero se llevó aSodoma en su corazón. O sea, se que-dó en Sodoma.

«Porque nosotros somos la circunci-sión, los que en espíritu servimos a Diosy nos gloriamos en Cristo Jesús, no te-niendo confianza en la carne» (3:3). Lacircuncisión es en la carne, cuando esfísica. No tengamos confianza en lacarne. Ellos se confiaron en la circun-cisión carnal. «Aunque yo también ten-

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go de qué confiar en la carne. Si algunopiensa que tiene de qué confiar en la car-ne, yo más». ¿Atrevido, no? «Yo más».¿Cuáles eran esos méritos carnales dePablo?

«…circuncidado al octavo día...». Élera circuncidado, ¿y de qué le habríavalido esa circuncisión carnal sinCristo? Son glorias de la carne. Bue-no, hay ceremonias, hay investidurashumanas; hay ritos de consagraciónen la vida. Amén. Lógicamente, lacircuncisión había sido un pacto en-tre el pueblo hebreo y Dios, entreAbraham y Dios, y era bueno paraque ellos cortaran con la carne y fue-ran un pueblo consagrado a Dios.Pero eso era una sombra, un tipo dela verdadera circuncisión que es enCristo Jesús.

Nosotros hemos cortado con lacarne. Si no lo vivimos, debemosvivirlo. Porque es un hecho históricoque Cristo, en la cruz, cortó con lacarne para nosotros. ¿Lo creemos? Espreciso que lo vivamos. ¡Señor, ayú-danos a vivirlo, a llevarlo a la prácti-ca! Que realmente podamos decir:‘Nosotros somos la circuncisión deDios, el pueblo que le sirve a Dios enel Espíritu’.

«…del linaje de Israel, de la tribu deBenjamín…». Qué lindo, ¿no? Teníapuras glorias de los hombres: linajes,alcurnias, estratos sociales. ‘Y en esaiglesia, ¿quién es ese hermanito? Vivepor allá, en los cerros del sur’. ‘Ah,ya; estrato cero’. Entonces, hay otroque es de estrato seis; vive en el Chi-có. Pero tiene que nivelarse. El her-manito sube al estrato tres, y el otrohermano baja al estrato tres. Todos alestrato tres… ¡Aleluya, pero ya no te-

nemos estratos sociales! El único es-trato nuestro es el que adquirió el Se-ñor en la cruz del Calvario. ¡Aleluya!En el reino de los cielos no hay estra-tos.

«…de la tribu de Benjamín…». Cla-ro. ¿Por qué decía él así? ¿Qué tieneque ver la tribu de Benjamín? Pues,mucho. El primer rey fue de Benja-mín. Y él tenía el mismo nombre delprimer rey. Saulo. Además, si mira-mos atentamente un mapa del territo-rio de Benjamín, con cuidadito, ¿sa-ben qué encontramos? ¡A Jerusalén!En territorio de Benjamín. ¡Una grancosa! ¿No les parece que es bueno en-orgullecerse de que uno es de la tribude Benjamín y ver que allí quedabaJerusalén? Ahí estaba el templo don-de tenían que venir todas las tribus aadorar, y venir de Babilonia, de Ro-ma, de Filipos, de todas partes, ¡al te-rritorio de Benjamín! Desde luego,era una gloria de la carne.

«…hebreo de hebreos…». Era purode raza. El papá y la mamá eran he-breos. Abuelos y bisabuelos eran he-breos. Todos hebreos. Allí no habíamezcla de un prosélito, nada. Sí, la

La salvación no es un pre-mio. Pero en el trabajo, en

nuestra negación, en lacruz, en el sufrimiento, enel sometimiento, en la obe-

diencia, hay un premio.

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mamá de Timoteo era judía, pero elpapá era griego. Pablo tuvo que cir-cuncidarlo por causa del testimonio,pero Pablo era hebreo de hebreos.Mucho orgullo. Y dice: «…en cuanto ala ley, fariseo». Estricto y celoso en elcumplimiento de la ley. La sectafarisea era crema y nata de la ortodo-xia religiosa. Ese era Pablo; así habíasido educado; y eso era de mucho or-gullo. ‘Tú, ¿qué eres?’. ‘Fariseo’.«…en cuanto a celo, perseguidor de laiglesia…». ¿Qué significa eso? Lacima del orgullo; tener el honor deperseguir oficialmente y con saña alos que no están de acuerdo con uno.

Entonces, en la iglesia, si lo hay,eso debe ser derribado; y si no se de-rriba, algún día tendremos que ren-dirle cuentas al Señor. Iglesias de ra-cismos, iglesias de negros, de blan-cos, de ricos, de indígenas, de clasessociales, de la raza aria, de antisemi-tismos. En la iglesia pura y legítimadel Señor no hay eso. Es una ver-güenza. En la iglesia, todos somosiguales. En la génesis de la iglesia, enla misma mesa del Señor, se sentabaun funcionario del imperio, Mateo, yun guerrillero antiimperialista,Simón el zelote. Ahí estaban los dos,y comían del mismo plato.

Sí, hermanos, porque el Señorvino a hacernos uno, un cuerpo; sindivisiones, sin racismos, sin tener no-sotros que mirar ni por debajo ni porencima a ningún hermano. Ningúnhermano es superior a ti, ni tampocoinferior. Somos iguales. No hay secta-rismo religioso, no hay divisiones. Yanosotros no somos ni fariseos, ni sa-duceos, ni paulistas, ni cefalistas, nilegalistas, ni nada de eso. Somos la

iglesia del Señor. Debemos tener con-ciencia de que somos la iglesia delSeñor. Somos la iglesia inclusiva. So-mos la iglesia que consideramos a losdemás hermanos como nuestros her-manos, si han sido también lavadospor la sangre de Cristo.

Y dice: «…en cuanto a celo, perse-guidor de la iglesia». Persecuciones re-ligiosas, inquisiciones en la historia,que han segado la vida a más de 50millones de personas llevadas a lahoguera, sencillamente porque no es-taban de acuerdo con las creencias dequienes los mandaban a ejecutar.

«…en cuanto a la justicia que es enla ley, irreprensible». Justicia propia,apariencias de piedad. En ese tiempo,Pablo mismo se consideraba irre-prensible, y los demás lo veían comoirreprensible. Pero el ser irreprensiblellegó a ser para él basura. El caso esque la Biblia no dice ‘basura’, sino‘comida para perros’, ‘estiércol’, etc.Todo lo más inmundo. Y esas son co-sas grandes consideradas en la carne;pero por grandes que sean en el mun-do, esas cosas impiden que conozca-mos a Cristo.

Lo importante en todo esto es lasiguiente declaración del apóstol:«Pero cuantas cosas eran para mí ganan-cia, las he estimado como pérdida poramor de Cristo» (v. 7). ¿Cómo pudoocurrir ese cambio en Pablo? ¿Estaráocurriendo también en nosotros? Sitú, en tu vida, alimentas la basura dela carne, es pérdida. No podrías a-vanzar en tu vida en el conocimientodel Señor. «Y ciertamente, aun estimotodas…». No sólo ésas, todas. Todasaquellas cosas que en Mateo 6:33 diceque son añadiduras. Acuérdense. To-

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das las cosas, y todo lo que vivimos,todo lo que nosotros hacemos, todolo que procuramos y nos afana en elmundo. A todo eso el Señor lo llamaañadiduras. La lista es larga. Fueradel reino de Dios, todo es basura. To-do lo que quiera reinar sin el Señor,es basura.

Todo eso el apóstol lo considera«…como pérdida por la excelencia del co-nocimiento de Cristo Jesús, mi Señor».La excelencia es Cristo, porque él esel excelente, y el conocimiento de éltiene su excelencia, y provecho paranosotros. Él es mi Señor, mi Adonay,mi Kirios, mi Amo. Él es mi amo; élno es cualquier persona. Él es la cabe-za de la iglesia. «…por amor del cual lohe perdido todo…». Pobre Pablo; lo ha-bía perdido todo. Pero, ¿qué ganó?«…y lo tengo por basura, para ganar aCristo…». Yo creo que casi a donde-quiera que iba, recibía golpizas, peroseguía tan campante, por la excelen-cia de a quien había creído.

La participación de sus padecimien-tos

La causa de esa profunda trans-formación del apóstol, de ese dramá-tico cambio de mente, la encontramosen Hechos 9. Cuando él tiene el en-cuentro con Cristo Jesús, y es condu-cido a Damasco, ciego y demás, el Se-ñor le dice a Ananías (v. 15), el her-mano que es comisionado para que leministre, le impusiera las manos, lobautizara, le dice: «Ve, porque instru-mento escogido me es éste, para llevar minombre en presencia de los gentiles, y dereyes y de los hijos de Israel; porque yo lemostraré cuánto le es necesario padecerpor mi nombre». Era necesario que Pa-

blo pasara por esas pruebas desagra-dables para la carne, y es necesarioque nosotros también pasemos porcosas similares. No es sólo Pablo alláen la historia; somos nosotros, en elpresente, en nuestra cotidianeidadcomo hijos de Dios.

Hermano, y no es que sea un mé-rito; es una concesión. Nosotros sola-mente pedimos lo que nos gusta, loagradable. Pero también el sufrimien-to por causa del Señor es concedido.El Señor había escogido eso para loshermanos de Filipos; y Pablo se losdeclara, 1:29: «Porque a vosotros os esconcedido a causa de Cristo, no sólo quecreáis en él, sino también que padezcáispor él». Amén.

Recuerden que Pablo no habíaplaneado irse a Europa, incluyendo aFilipos. Pablo iba predicando por A-sia. En su segundo viaje misionero, éliba por los lados de Galacia, Frigia,etc., y de pronto se le muestra una vi-sión, de noche, donde un varón ma-cedonio le dice: «Pasa a Macedonia yayúdanos». Entonces, dice Lucas: «En-seguida procuramos partir para Macedo-nia». Llegaron a la ciudad y coloniaprincipal del Imperio Romano llama-da Filipos. Y allí le dieron muchosazotes, y lo metieron a lo profundode las mazmorras, de la cárcel.

Les digo esto, para que vean eldolor con que él dio a luz a la iglesiade Filipos. Por eso lo impulsaba todoel amor y el derecho de escribirles es-tas cosas, de prevenirles sobre la tóxi-ca basura que los judaizantes les esta-ban vendiendo, y decirles: ‘Miren loque yo era, y todo eso lo he dejadopor amor al Señor’.

Entonces dice el versículo 9: «Y

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ser hallado en él (en Cristo), no teniendomi propia justicia, que es por la ley, sinola que es por la fe de Cristo, la justiciaque es de Dios por la fe, a fin de conocer-le…». No se puede conocer al Señorcuando vivimos una justicia propia.Cuando nosotros nos pavoneamos deser algo, cuando decimos: ‘Yo sí cum-plo; yo sí soy una persona responsa-ble’, sí, cuando cacareamos esas co-sas, vivimos en las apariencias de laauténtica basura.

Nosotros somos lo que es Cristoen nosotros. Eso sí somos. Ese es elgloriarnos, Cristo es tu orgullo, elsano orgullo – decirle al Señor: ‘Sé túlo que tú quieras en mi vida, y anulala mía’. Entonces dice Pablo: «…a finde conocerle, y el poder de su resurrec-ción». Vivir la vida de resurrección,vivir la vida que en Romanos 6 diceque ya vivimos, si nosotros participa-mos de su muerte y sepultura. Es lavida de resurrección de Cristo ennuestro espíritu. Pero resulta que elalma necesita también una muerte.Cuando el alma se muera, también vaa resucitar. ¿Qué es esa vida de resu-rrección? Vivir la vida de Cristo. PeroCristo no quiere que nos quedemossolamente en esa resurrección. Diceel texto: «…y la participación de sus pa-decimientos». Porque hay que partici-par de los padecimientos de Cristo.Pablo estaba consciente de que cadavez que saliera al campo misionero,iba a sufrir. A nosotros no nos debetomar nada por sorpresa. Vivamosnosotros preparados para esas cosas,para todo sufrimiento y persecución,llegando a ser semejantes a Cristo ensu muerte.

En la medida en que participamos

de los padecimientos de Cristo, noso-tros participamos de su muerte; es undesarrollo; y en esa forma es comoocurre lo del versículo 11. «…si en al-guna manera llegase a la resurrección deentre los muertos». Aquí en la versióncastellana dice resurrección tanto enel versículo 10 como en el 11, pero enel original griego no dice exactamen-te igual. Porque en el versículo 10dice anastasis; pero al referirse a la re-surrección del versículo 11 diceexanastasis – una resurrección sobre-saliente. ¿Cuál es realmente la dife-rencia? Todos participamos de la re-surrección del versículo 10; eso esreal en nosotros por la participaciónde la muerte y resurrección históricasdel Señor. Pero cuando participamosrealmente de los sufrimientos y de lamuerte de Cristo, cuando llevamosnuestra propia cruz, y nuestro yo hasido llevado a la cruz, es cuando elalma empieza a participar de esa ver-dadera y completa resurrección. Nopuede haber resurrección sin muerte.

Y cuando venga Cristo, experi-mentaremos entonces una resurrec-ción completa: espíritu, alma y cuer-po. El espíritu resucitó cuando creí-mos en la muerte y resurrección deCristo; el alma resucita cuando ocu-rra la muerte del yo, y el cuerpo resu-citará cuando venga el Señor. Enton-ces seremos resucitados integral-mente, y ya no tendremos que escu-char una frase del Señor que diga:«Mal siervo. Tómenlo, átenlo y é-chenlo en las tinieblas de afuera; deallí no saldrá hasta que haya pagadohasta el último cuadrante, …etc.»;esto ya nosotros sabemos y entende-mos. Esto es un asunto que debemos

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encararlo desde ya; debemos avan-zar; y si vamos avanzando en esa ca-rrera, vamos adquiriendo posicionesen la muerte del yo, hacia la semejan-za de Cristo, y se va abriendo paso laresurrección sobresaliente de que ha-bla aquí.

Y, miren, que el mismo Pablo, elgran apóstol de los gentiles, lo decla-ra: «No que lo haya alcanzado ya, ni queya sea perfecto…». Entonces, él vivía laresurrección del espíritu; pero nosmanifiesta que no pretendía vivir esaresurrección sobresaliente de que ha-bla en el versículo 11. Y dice: «…sinoque prosigo, por ver si logro asir aquellopara lo cual fui también asido por CristoJesús». Él iba en la barca, él iba en elcamino. Es un error considerar queya estamos completos y perfectos.Hay que pagar un precio para lograr-lo.

«Hermanos, yo mismo no pretendohaberlo ya alcanzado; pero una cosahago: olvidando ciertamente lo que quedaatrás, y extendiéndome a lo que está de-lante…». Ya lo que hicimos, lo hici-mos. Ahora nos corresponde viviruna nueva vida. De manera que elque está en Cristo, nueva criatura es.Las cosas viejas pasaron; he aquí, to-das son hechas nuevas. Ahora no nosvayamos a conocer nosotros en la car-ne; nos conocemos en el Espíritu. Enel Espíritu, vivamos esa concepciónque Cristo quiere que vivamos noso-tros.

«…prosigo a la meta, al premio delsupremo llamamiento de Dios en CristoJesús». La salvación no es un premio.Pero en el trabajo, en nuestra nega-ción, en la cruz, en el sufrimiento, en

el sometimiento, en la obediencia,hay un premio. El premio es el Señor,es estar con él siempre, es entrar ensu Reino milenial y reinar con él. Esees el premio, hermanos – el mismoCristo en nosotros.

«Así que, todos los que somos perfec-tos…». Porque a cualquiera no se leva a dar una golpiza, para luego le-vantarse, sacudirse el polvo, y seguirpredicando. Tiene que haber una per-fección de Dios en él para realizarlo.Y dice: «…esto mismo sintamos; y siotra cosa sentís, esto también os lo reve-lará Dios». «Pero en aquello a que hemosllegado, sigamos una misma regla, sinta-mos una misma cosa». El Señor, desdeel principio, nos conoció y nos desig-nó para algo específico a cada uno denosotros. Sigamos a la meta, para ha-cerlo.

Digámosle al Señor: ‘¿Qué es loque tú determinaste para mí? Dimepor tu Espíritu si yo lo estoy hacien-do, Señor. Ponlo en mi corazón. Nome dejes quieto, hasta que yo puedaconocer contigo, por medio de tu Es-píritu, qué fue lo que tú determinasteen mi vida, para el tiempo que mereste en esta tierra. No quiero llegardelante de ti con las manos vacías.No quiero llevar a ti un montón debasura y de estiércol. Quiero llevardelante de ti las ganancias que tú ad-quiriste en la cruz para mí, y me ayu-daste a llevar mi propia cruz’.

No seamos cobardes. Que Dios,en su misericordia, nos llene de suvalentía, de su Espíritu, de su conoci-miento y de su revelación. Amén.

Síntesis de un mensaje impartido en elRetiro de Sasaima (Colombia), en Julio de 2008.

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Permean la historia de la huma-nidad dos corrientes, totalmen-te antagónicas entre sí. La pri-

mera, obviamente, es la línea del pro-pósito eterno de Dios: Aquella mujerque, al ser creada en Génesis, se per-dió en Adán, y a lo largo de la histo-ria, el Señor, misericordiosamente, hapreparado su recuperación.

Es obvio que Dios no está recupe-rando a Adán. Es interesante que po-damos hablar de esa línea históricadel propósito de Dios. Hoy tenemosun hecho delante de nosotros: Unamujer que está en el desierto, encinta,lista para dar a luz un hijo. Y existetambién, paralelamente a esto, unaserpiente que comenzó allá en el E-

Reflexiones acerca del propósito de Dios con la Iglesia.TEMA DE PORTADA

CasaLecturas: Hageo 8:1; Prov. 9:1; Hab. 2:13-14; Jer. 31:31-34; Ef. 3:14-19.

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dén, y que aparece otra vez en Apo-calipsis como un gran dragón.1

Allá en el mismo inicio del Géne-sis, el Señor Dios habló que esa ser-piente se alimentaría del polvo, y pa-rece que realmente a lo largo de lahistoria, ella se ha alimentado mu-cho, porque ahora ya es un dragón,con siete cabezas y diez cuernos. Ylos ojos de la humanidad están pues-tos en ese dragón, porque él llamamucho la atención.

Con el avance de la tecnología,muchas cosas han asombrado a la hu-manidad, y la humanidad ha puestosus ojos allí. Pero ¿quién va a ponersus ojos en una mujer que está condolores de parto, en el desierto? ¡ElSeñor de los ejércitos! Allí están losojos del Señor. Según los textos sa-grados que estamos leyendo aquí, élestá acompañando de cerca, a lo lar-go de la historia, todo el proceso deesa mujer que está para dar a luz alHijo de Dios.

Subiendo al monteVamos a ir al libro de Hageo, co-

mo el libro de la restauración, un li-bro dirigido en especial a aquellosque comenzaron a edificar. Estos, quecomenzaron a edificar, son esa mujerque está en el desierto para dar a luzal hijo varón.

Entonces, para nosotros, para eltiempo que estamos viviendo, Hageoes un libro especial. Un libro que nostoca, nos sacude, y nos despierta.Porque aquel dragón continúa avan-zando, de forma paralela – claro está.Y nosotros sabemos que, cuando naz-

ca el hijo de esta mujer, el dragón es-tará allí, y no sólo se va a oponer alhijo cuando nazca. Él ya se oponeahora, para que el niño no nazca. Élno quiere la expresión de Cristo en laiglesia; no quiere que los principadosy potestades en los cielos vean la ma-nifestación de la gloria de Dios enSus hijos. ¡Ah, estamos en guerra,hermanos! Existe un dragón contranosotros, pero, a favor de nosotros,está el Señor de los ejércitos.

En este libro de la restauracióncomenzamos a ver la expresión «elSeñor de los ejércitos», y la necesidadde esta expresión; y no sólo de la ex-presión, sino de la Persona que estádetrás de esta expresión.

También vemos la cuestión de lanecesidad de prioridad, porque eraexactamente esa dificultad que los is-raelitas estaban teniendo. Ellos per-dieron el propósito, y comenzaron aenvolverse con sus propias cosas; yno sólo se envolvieron con sus cosas,también comenzaron a recoger losfrutos de ese envolvimiento. Enton-ces, aquel que ganaba un buen sala-rio, recibía su salario en un saco roto.

Si ponemos el énfasis en el lugarerrado, podemos recoger los mismosfrutos. Los más jóvenes, principal-mente, que creen que la universidadles dará una buena vida en el futuro.Voy a ir despacio aquí. No estoy con-tra la universidad; el asunto es que sitú pones el énfasis en el lugar equivo-cado, tú, que eres un ser que ha naci-do de nuevo, no sirves para dos co-sas; no sirves para el sistema delmundo. Si tú vas a él, él te echaráfuera de allí. Tú sabes de lo que estoyhablando.1 Referencia a Apocalipsis capítulo 12. (N. del E.).

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Entonces construimos la idea deque vamos a tener una buena vidaaquí, y sí, podemos ir al culto el do-mingo en la mañana, quizás hacemosun servicio allí, y damos el diezmo.Todo eso está bien. Pero nosotros nofuimos creados para eso; fuimos crea-dos para la gloria de Dios. Fuimoscreados para que Cristo sea todo entodos.

Entonces, en el versículo 8 del ca-pítulo 1 de Hageo, encontramos unaexpresión importante; para mí, unade las más importantes cuando se ha-bla de la edificación de la casa deDios. «Subid al monte, y traed madera, yreedificad la casa; y pondré en ella mi vo-luntad, y seré glorificado, ha dicho Jeho-vá».

«Subid al monte». Ese es el corazóndel asunto, porque nosotros sabemosque este monte representa a nuestroSeñor. Es un camino de subida, uncamino que nuestra carne no va aquerer. Sin embargo, no existe edifi-cación si no hay monte. Si no hay ca-mino sacerdotal de entrada, no habrácamino del Reino a Su retorno.

Aquel sacerdote que entraba alLugar santísimo, el sumo sacerdote,estaba en la presencia de Dios, ycuando él salía, ya tenía edificada enél la voluntad de Dios para el pueblo.Dios necesita tenernos en Su presen-cia. Para mí, es el camino más difícilpara los cristianos; es el más difícilpara mí. Es un camino de subida,porque nuestra carne no quiere esecamino, porque la guerra de la cualhablábamos la vez pasada se trabaprecisamente en este punto.

El diablo no es el gran problema,ni siquiera el mundo; somos nosotros

mismos. Porque Dios está en nuestroespíritu, mas la edificación de la casaes cuando él sale desde el espíritu ha-cia el alma. Pero el alma no lo quierea Él; ella quiere las cosas del mundo;hay una relación estrecha entre loque está dentro y lo que está afuera.Lo que está afuera nos llama. Hay esetridente contra nosotros: la concupis-cencia de la carne, la concupiscenciade los ojos, la soberbia de la vida. Allíestá establecido el campo de batalla,aquella línea a la que me refería deldragón y de la mujer en la historia.

Uno no puede edificar con el ma-terial de otro. Lo que está en nuestracarne es perverso, y no sólo el aspec-to negativo; los aspectos positivosson los más peligrosos. Y ese ricoacervo que tenemos en la carne, es elque quiere edificar la casa de Dios.Pero aquellas corrientes son antagó-nicas entre sí. La mujer no puede darnada al dragón, y el dragón no lepuede dar nada a la mujer. Lo que espropio del dragón es propio del dra-gón; lo que es propio de la mujer eslo que es propio de la Trinidad.

Ahí está el campo de batalla: enlas emociones, en la mente, en la vo-luntad. Ese príncipe del aire que pasapor ahí, a veces coloca algo en nues-tra cabeza, y por no estar nosotros enel monte, pensamos que aquello em-pezó en nuestro propio entendimien-to. Pero eso fue una semilla del ma-ligno, y comenzamos a desenvolver apartir de allí, y de aquí a poco tiempotenemos un gran árbol, y nos hace-mos un gran problema.

Sólo es posible conocer o discer-nir lo falso cuando conocemos lo quees verdadero. Hay mucha gente que

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está enredada en medio de la iglesia,porque no está en el proceso de edifi-cación. Hermanos, no imaginen quesólo porque ustedes tienen vida eter-na en el espíritu, ustedes ya estánsiendo edificados en su alma. Si túestás utilizando material del viejohombre, esa no es la edificación legí-tima de Dios; es una edificación con-tra Dios. Y en un día determinado,con apenas un soplo de su boca, todoeso será deshecho.

Entonces, este es el momento deestar muy atento a con qué tipo dematerial nos estamos involucrando.Si estamos en la edificación de laCasa, necesitamos comprender quehay una extrema necesidad de estar alos pies del Señor Jesús. Y eso nopuede ser sólo una teología; eso nece-sita ser algo vivido entre nosotros.

Tú no necesitarás hablar. Las per-sonas van a llegar, y lo van a ver. Por-que aquellos que andan con el Señor,aquellos que lo miran a él, tienen im-presa en sus rostros Su propia ima-gen, la imagen de él. La gente puedehablar mucho; nos podemos esconder

detrás de nuestro carácter, o escondernuestro carácter; mas lo que tú ha-blas, lo que yo hablo, no puede edifi-car a nadie, no puede dar vida a na-die. Porque la vida está en el Espíri-tu; la vida no tiene fuente en el alma,la vida no tiene fuente en la carne. Lafuente de la vida es nuestro Señor Je-sucristo, que está en nuestro espíritu.

El momento en que estamos conél es el momento en que podemosexpresarlo. Por eso fuimos hechos asu imagen y semejanza. Precisa serproyectada una imagen, y es la ima-gen del Hijo. Por eso, él nos dio unasemejanza, nos dio un espíritu, por-que él es espíritu. Él no circula pornuestras vías; él no está en nuestravida biológica, en nuestra carne. Élestá en nuestro espíritu.

La edificación de la casa de Dioscomienza en el monte; la edificaciónde la casa de Dios comienza en el Es-píritu.

La Sabiduría labra sus columnasVamos a Proverbios capítulo 9.

Nosotros sabemos que el capítulo 8de Proverbios, en su segunda parte, apartir del verso 22, habla de la sabi-duría. Sabemos que esa no es una sa-biduría terrenal; es la sabiduría deDios. Es la sabiduría personificada.Aquí es una persona –nuestro propioSeñor. Y al iniciar el capítulo 9, co-mienza diciendo: «La sabiduría edificósu casa, labró sus siete columnas». Lasabiduría ya edificó su casa, ya labrósus siete columnas. Hay siete colum-nas principales que aparecen en Pro-verbios, y están totalmente ligadascon este asunto de la edificación de laCasa.

Sabemos que este monterepresenta a nuestro Se-

ñor. Es un camino de subi-da, un camino que nuestracarne no va a querer. Sin

embargo, no existe edifica-ción si no hay monte.

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Si estamos involucrados en la edi-ficación de la Casa, necesitamos estassiete columnas principales. Porque siusted levanta una pared lateral, y noexisten dos columnas, una a cada la-do, esa pared, con un poco de viento,puede caer. Es interesante que las sie-te columnas en este libro siempre a-parecen en relación con la sabiduría.Y nosotros sabemos que la Sabiduríaes una persona.

Acompáñenme, por favor, al ver-sículo 10: «El temor de Jehová es el prin-cipio de la sabiduría». El temor del Se-ñor es una columna. Eso está relacio-nado con la sabiduría. No es que unsabio tiene temor. El asunto es que laSabiduría, esa Persona, labra en esacasa el temor del Señor. Por eso el ca-pítulo 9, al inicio, dice que la sabidu-ría ya edificó su casa y ya labró sussiete columnas.

En Brasil, y creo que aquí tam-bién, cuando los constructores civileshacen una columna, utilizan una es-pecie de caja de madera, que tienefierros por dentro en su estructura, ydespués colocan el concreto. Despuésle quitan esa horma, y ahí está la co-lumna lista. Ah, hermanos, cuántosqueremos hacer la misma cosa en lacasa de Dios. En la casa de Dios elasunto de la columna es mucho másserio.

El asunto en la casa de Dios no escuestión de horma. Muchas personasquieren poner una horma, algún mo-delo, alguna manera, en la carne. Mu-cha gente, por no tener visión, quierehacer de la casa de Dios una caja dezapatos. Sin embargo, los textos quetenemos aquí nos muestran que Dioslabra columnas. La Sabiduría ya edi-

ficó su casa, y ya labró sus siete co-lumnas. ¡Ah, por eso es que el proce-so es doloroso!

Nosotros pensamos que el temorde Dios es sentarse, cruzar las pier-nas e inclinar la cabeza. No, eso no esasunto de moldes; es asunto de la-brar. Y tampoco es asunto de hom-bres labrando.

La Casa no se edifica para la CasaVamos a Habacuc, por favor. Esta-

mos hablando de aquella relaciónque es altamente necesaria para laedificación de la casa: Subir al monte.Habacuc 2:14: «Porque la tierra será lle-na del conocimiento de la gloria deJehová, como las aguas cubren el mar».¿En qué consiste la edificación de laCasa? En que seamos llenos de Él.Ah, por eso la necesidad de subir almonte. Porque él es la fuente. No esuna cuestión de hablar acerca de él,no es cuestión de hablar sobre lasdoctrinas acerca de él – es una cues-tión de estar con él, de vivir con él,en unión con él.

Aquella escalera de Bet-el, por laque descendió nuestro Señor y llegóhasta nosotros, que estábamos muer-tos en nuestros pecados … Mas, élhizo aquel trabajo tremendo por no-sotros, y ahora nos llevó juntamentecon él. Y nos hizo subir aquella esca-lera, y nos sentó en lugares celestia-les. Nosotros no tenemos necesidadde salir de allí; la iglesia no necesitasalir de allí. El problema de la iglesiaes que se sale de ahí. El punto de en-foque fundamental de todo lo que es-tamos viviendo en la tierra, y pareceque no vamos a tener otra experien-cia; todas las experiencias están liga-

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das a este mismo punto. Todas nues-tras derrotas, e inclusive las victorias,todo se relaciona con ese punto.

¿Cuál es el punto? Estar con Él.Tú tomas a un hermano que ya tienecierta edad, que ya tiene cabellosblancos, y le preguntas: ‘Hermano,¿cuál es el asunto de Dios a lo largode la historia de su vida, cuál fue suexperiencia?’. (Yo ya tuve esa expe-riencia con hermanos más viejos). ¿Ysabes lo que ellos responden? ‘Jesúses muy bueno, hermano’. Ellos notraen teologías complejas. Cuandonos aproximamos a ellos, nosotrospensamos así: ‘Ah, ahora lo voy a es-trujar’.

Aquel camino del hermano másviejo, todo lo que él ganó de Cristo,lo ganó en el camino. La gente quiereacortar ese camino, encontrarnos enél ya en el frente, pasar rápido, y po-ner la pierna por delante de otro paraque no pase, porque si él nos trans-mitiera esa información, vamos a sertan espirituales como él. El asunto esque no queremos todo el camino, ytodo lo que se aprende, se aprende enel camino.

«Porque la tierra será llena del cono-cimiento de la gloria de Jehová…». Noes que Dios esté en un lugar y su glo-ria esté en otro lugar. Donde él está,está su gloria. El asunto es que noso-tros no vemos esa gloria. ¡Ay, herma-nos!

Él dice que la tierra será llena delconocimiento de la gloria. Yo les con-fío, hermanos, que él está utilizandoeste vaso llamado iglesia para llenar-lo de sí mismo, y a partir de ese vaso,pueda rebalsar de él, a fin de que to-dos alrededor de él puedan ser alcan-

zados. No se imaginen que la edifica-ción de la casa de Dios es una cosavuelta hacia la propia Casa. La edifi-cación no tiene como centro la propiaCasa.

A veces somos muy domésticos.Yo, por ejemplo, soy muy doméstico.He sufrido un poco aquí en Colom-bia. He dormido un poco. Mas, ¿porqué será eso? He echado de menoslos frijoles. Pero, ¿sabes qué es eso,hermano? Una figura maravillosa.Dios nos quiere sacar de lo domésti-co. La gente quiere quedarse sólocon su castillo santo, quiere la igle-sia edificada para nosotros mismos.Ah, porque si los hermanos son edi-ficados, qué maravilloso es. Van aacabarse entre nosotros los proble-máticos, será una maravilla para no-sotros.

Dios no está edificando una Casapara la propia Casa. Dios quiere darun testimonio a los principados y po-testades en el cielo, de quién es él. LaCasa es edificada porque la ciudadprecisa ser alcanzada. Este tambiénes uno de los puntos de la necesidadde la edificación de la Casa en eltiempo en que estamos viviendo.

«Porque la tierra será llena del cono-cimiento de la gloria de Jehová…». Si esaCasa tiene que ser llena, a fin de quela tierra también sea llena, el Señornecesita mostrarnos un camino. Y heentendido, juntamente con otros her-manos, que no habrá edificación de laCasa, si no hay subida al monte, nohabrá conocimiento de la gloria si es-tamos apartados del monte. Él se ma-nifiesta ahí; su nombre está ahí, sugloria está ahí. Nosotros necesitamostambién estar ahí.

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Del espíritu al almaJeremías 31:31-34. «He aquí que

vienen días, dice Jehová, en los cualesharé nuevo pacto con la casa de Israel ycon la casa de Judá… Este es el pactoque haré con la casa de Israel después deaquellos días, dice Jehová: Daré mi ley ensu mente, y la escribiré en su corazón; yyo seré a ellos por Dios, y ellos me seránpor pueblo. Y no enseñará más ningunoa su prójimo, ni ninguno a su hermano,diciendo: Conoce a Jehová; porque todosme conocerán, desde el más pequeño deellos hasta el más grande, dice Jehová…».

¿Viste la relación de lo que vimosen Habacuc, y lo que ahora vimos enel versículo 34? Dice él que nadie másle dirá a su hermano que debe cono-cer al Señor. ¿Y por qué? «…porque to-dos me conocerán…». Esa es una profe-cía que tiene cumplimiento en elNuevo Testamento. Todos le conoce-rán. La Casa será llena de su gloria.

Pero en el verso 33 nos da el cami-no, el entendimiento de cómo es queDios está haciendo eso. Eso no essólo algo que Jeremías profetizó yque en un determinado tiempo espe-cífico del Nuevo Testamento se iba acumplir. No, existe un proceso desdela profecía hasta su cumplimiento.Entonces, ¿cuál es el asunto? Paraque seamos llenos del conocimientode su gloria la clave es el verso 33.

Dice mi versión portuguesa de laBiblia: «Pondré mi ley en su interior, yla escribiré en su corazón».2 Nosotrossabemos que el interior es donde estáel espíritu, y sabemos que la ley deDios es aquello que es propio deDios. A veces tenemos la idea errada

de que la ley de Dios es una serie deexigencias que él nos hace. Es ver-dad, también tiene ese aspecto. Mas,¿sabes por qué Dios exige en el Anti-guo Testamento? Porque aquello queél le pide al hombre es aquello que espropio de Él. Cuando le dice al hom-bre: «No matarás», es porque Él no eshomicida.

Entonces, la ley de Dios, que estádentro de Dios y hace la naturalezade Dios, se torna ahora ley para elhombre que es su criatura. Mas, elhombre cayó, y ahora tiene una carneterrible, y ahora no consigue… Poreso vas a ver en Romanos capítulo 7la crisis que Pablo está viviendo. ¿Porqué él está viviendo aquella crisis?Porque es un hombre que tiene cono-cimiento de la ley de Dios, mas él co-menzó a aprender que la ley de Diosque estaba afuera no puede ser cum-plida sólo por la ley del conocimien-to.

Pero en este versículo estamosviendo que el Señor está diciendoque pondría la ley no sólo en el ladode afuera: la colocaría dentro de no-sotros. Él viene a habitar con todoaquello que él es, en nosotros, dentrode nosotros. No podemos perder devista eso. Nosotros sabemos que élno está haciendo una casa con uncrucecita encima. Pero tú sabes, túhas visto, tú tienes contacto con éldesde el espíritu. Tú tienes conoci-miento de que él está en tu interior. Yno solamente un conocimiento inte-lectual, sino un conocimiento experi-mental.

Todos nosotros queremos edificarla casa de Dios; pero muchas vecesno sabemos dónde comienza ese pro-

2 En castellano, también así en Reina-Valera 1989y Biblia de Jerusalén.

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ceso. Toda la riqueza de él, herma-nos, está en nuestro espíritu. El Señorhabló y dijo: ‘Yo sé lo que voy a ha-cer: Voy a colocar mi ley dentro deellos. Ya no voy a hacer exigenciasdesde el exterior. Yo mismo me voy acolocar adentro de ellos’.

Él dice: «…la escribiré en su cora-zón». Ah, vamos a disculpar a los her-manos psicólogos. Reconocemos quela psicología cristiana tiene su lugar.Pero el asunto es desde el espíritu. Elhombre no puede hablar de sí mismoa partir de sí mismo. Solamente enuna actitud espiritual, en contacto ín-timo con Él, con esa ley, con nuestropropio Dios interior es que nuestrocorazón y toda nuestra alma comien-za a ser ganada. Esa es la edificaciónde la casa de Dios.

«…la escribiré en su corazón». Es in-teresante que él coloca la ley en el es-píritu. Él no sólo escribe; él coloca.Mas en el corazón, él escribe; porqueel corazón está hablando a nuestraalma. La salvación es solamente porgracia, mediante la fe. Y él nos da suespíritu. Mas, en relación al alma, élnecesita escribir. Y ahí está el campode batalla, ahí es donde se establecela guerra. Ya no es sólo una cuestiónintelectual, ni una cuestión filosófica,no sólo una cuestión de una buenapalabra. Es una cuestión de un cami-no estrecho, que sólo individualmen-te, cada uno de nosotros, podemosconocer.

Mi impresión es que cada vez quetú ves la cruz en la Biblia, está siem-pre acompañada del Espíritu. A vecesnosotros queremos que los hermanostengan la cruz primero. Porque esonació en la gente; la gente quiere es-

forzarse hasta para recibir la cruz, ypara negarnos a nosotros mismos.No; eso no es así. Nosotros vamos anecesitar de la ayuda de él. Eso es unatentado contra la vida, la vida anti-gua.

El hombre no nació con la capaci-dad de negarse a sí mismo; él naciópara imponer su manera. ¿Ya visteque el problema de la iglesia tambiénes éste? Hay personas que tienen sumanera y quieren imponer su mane-ra. Ellas no consiguen recibir lasotras maneras. Hay hermanos entrenosotros que son muy tranquilos, yotros que son más activos. Pero enambas vidas, el Señor tiene lugar.

Nosotros tenemos que entenderque este es un asunto de mutualidad.No es asunto de nosotros ejercitarnuestras maneras y hacer que los de-más se sometan a nuestras maneras.El Señor es un Cuerpo formado pormuchos miembros. Y Cristo habita entodos sus hijos. Y cada uno tiene unaporción especial de Cristo que ofre-cer. Guárdate del complejo de inferio-ridad. ‘Ah, porque como yo no soyigual a Fulano …’.

Tú eres miembro del cuerpo deCristo. No aceptes esas sugerenciasdel diablo, porque si las aceptas, pue-des estar enterrando tu talento, y Al-guien te va a pedir cuenta por eso.Todos somos iguales. Amén. ¡Somosuno en Cristo Jesús! ¡Bendito sea elnombre del Señor! No hay lugar paraindividuos. El tiempo de Moisés pa-só, el de Isaías pasó, el de Jeremíaspasó. Ellos eran siervos de Dios, peromuy enfocados individualmente.

Sin embargo, el propósito de Diosdesde la eternidad, fue el de una

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Casa edificada con su nombre, y esacasa es el cuerpo de Cristo, y noso-tros somos sus miembros, cada unoen particular.

Una de las cuestiones más impor-tantes en el proceso de edificación esque cada uno de nosotros tenemosresponsabilidades en ese proceso. LaCasa es edificada en la medida quetú, individualmente, eres edificado.

Eres como este vaso, que no pue-de dar agua para afuera, porque tienepoca agua. Es una figura parecidacon la cuestión de los corintios. Pablodice: «Les di leche; no podía darlesalimento sólido, porque no lo sopor-tarían».

Es decir, a veces nosotros tenemosun propósito muy grande para mos-trar a los hermanos del propósito deDios. Pero nuestra estatura es peque-ña; entonces, se torna incompatiblecon el propósito que oímos. Por esoPablo está diciendo que cuando él eraniño, pensaba como niño, y cuandollegó a ser grande cambió sus ropas.El propósito sería como las ropas. Aveces tenemos ropas más grandesque nosotros. Nosotros crecemospoco, mas el propósito que oímos enel campamento es muy grande, y noes compatible, y no va a ser práctico.

El modelo está aquí. Si tú quieresque el agua desborde, si tú quieresvivir una vida madura dentro de unpropósito grande del corazón deDios, el vaso tiene que ser lleno. Si laiglesia no crece, individualmente pri-mero –porque usted no tendrá lo co-lectivo sin individuos; el colectivo esel conjunto de los individuos– enton-ces necesitamos crecer individual-mente, y a medida que vamos cre-

ciendo, cuando llegamos al borde,entonces comienza a desbordar.

Cuando tú tienes vida, no sólo enel espíritu, sino vida formada en elalma, la iglesia comienza a recibiredificación también. Entonces, el pro-pósito de Dios es edificarte a ti pri-mero, para que tú puedas trabajar laobra de tu ministerio.

Nosotros hablamos así: ‘Bueno,somos la iglesia, el cuerpo de Cristo.Somos muchos miembros’. Y leemosEfesios capítulo 4, y allí dice que te-nemos que hacer así, dar trabajo a loshermanos, y cada uno hace una cosa.Y así la iglesia está siendo edificada.Pero, ¿con qué tipo de material es esaedificación? Tú hallas que para haceralguna cosa en la casa de Dios, si esocomienza en tu propia alma o en mialma, ¿crees que eso puede realmenteser llamado edificación de la casa deDios? Edificación en la casa de Dioses cuando este vaso rebalsa. Su fun-ción aparece, para gloria de Dios,cuando tú desbordas, lleno de Él.

El asunto es el espíritu, hermanos;el asunto es interior. No te quedesmirando sólo la paja, mirando sólo loque está afuera. No te quedes en elestereotipo, no te quedes en la super-ficie. Yo necesito, tú necesitas, unacomunión íntima y profunda con Él,para que podamos ver este asuntopor dentro. Este es un asunto miste-rioso, es un asunto enigmático. Eseasunto no está allá en la esquina. Élno está en cualquier lugar, él no estáen movimiento. No está en si tú tesientes espiritualmente adecuado o sieres muy extravagante en tu manerade ser. Eso nunca es vida. Vida esCristo, hermanos, en nuestro espíritu,

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queriendo ganar nuestro corazón,queriendo invadir nuestra alma, a finde que toda la tierra sea llena del co-nocimiento de Dios.

Fortalecidos en el hombre interiorEste capítulo que acabamos de

leer tiene una íntima relación conEfesios capítulo 3:14-19. Vamos a leer.«Por esta causa doblo mis rodillas ante elPadre de nuestro Señor Jesucristo, dequien toma nombre toda familia en loscielos y en la tierra, para que os dé, con-forme a las riquezas de su gloria, el serfortalecidos con poder en el hombre inte-rior por su Espíritu; para que habiteCristo por la fe en vuestros corazones, afin de que, arraigados y cimentados enamor, seáis plenamente capaces de com-prender con todos los santos cuál sea laanchura, la longitud, la profundidad y laaltura, y de conocer el amor de Cristo,que excede a todo conocimiento, para queseáis llenos de toda la plenitud de Dios».

Existe una relación entre la visiónde Jacob y Efesios capítulo 3. Jacobvio la Casa. Jacob tuvo una visiónmaravillosa, la visión de la casa deDios, del misterio de Cristo, y Pablo,en el Nuevo Testamento, parece tenerla misma visión. Lo que me llama laatención es que hay dos componentesimportantes en la visión de Jacob, yque uno está relacionado con el otro.Si en el Nuevo Testamento nosotrosno conseguimos hacer esa relación,no se cumple el verso 19 del capítulo3 de Efesios, que dice: «…conocer elamor de Cristo, que excede a todo conoci-miento, para que seáis llenos…». Casano es suficiente para Dios, casa llena sí.

Entonces, Jacob tiene la visión dela Casa, de Bet-el, y también tuvo la

visión de la escalera. ¿Y después, quéhizo él? Hizo negocios, se centró ensu alma. Eso, después de haber vistola casa de Dios, después de haber de-clarado que aquella era puerta delcielo. Él mismo vio que había una re-lación entre el cielo y la tierra. Losángeles subían y descendían, y el Se-ñor estaba a la cabecera de aquellaescalera. Él vio todo eso. ¿Eso les lla-ma la atención a ustedes? Porque no-sotros vimos muchas cosas tam-bién…

El asunto es el siguiente. Si hayrelación entre la Casa y la escalera,vamos a tener la Casa –y de hecho, yatenemos la Casa, porque eso es algoque Él consumó en la cruz–. Sin em-bargo, el asunto es cómo será que esaCasa sea llena. Esa Casa sólo puedeser llena a partir del fruto de nuestrorelacionamiento con él.

Entonces, lo que Pablo está di-ciendo aquí en el capítulo 3 es queprimero necesitamos «ser fortalecidosen el hombre interior … según las rique-zas de su gloria». No, no es con mode-los externos; no es con doctrinas y co-sas superficiales. Es «según las rique-zas de su gloria», que seremos llenosen el hombre interior. Y a medida queel interior es lleno, entonces, por lafe, comienza a ser alcanzado nuestrocorazón y toda nuestra alma.

Y a medida que vamos arraigán-donos en esa tierra llamada Cristo,con raíces fuertes, dice el verso si-guiente: «…seáis plenamente capaces decomprender con todos los santos…». SiDios no trabaja en nuestra alma des-de el espíritu, nos vamos a quedarcontentos apenas con las reunionesalegres, nos vamos a dar abrazos sólo

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cuando entonamos aquellos cánticosque nos invitan a ello. Pero cuandosalgamos de esa puerta hacia afuera,si aquel hermano me pisó un dedo, seacabó la comunión.

Dios no está engañado en relacióna la edificación de su Casa. Y cuandoél le da una causa a Pablo, por el Es-píritu Santo, él sabía lo que estabahaciendo. Pablo sabía lo que estabahablando. Si no somos fortalecidos enel hombre interior, vamos a tener unahermosa visión, la visión de la casade Dios, así como la tuvo Jacob. Perodespués, él se fue por su propio ca-mino.

Ese camino puede ser dentro de lapropia iglesia. No estoy diciendo quenos vamos a desviar del camino; peroes posible que se pierda el libro en lapropia casa. Vamos a tener cuidado,hermanos. Mi oración en esta hora esque el Señor nos dé ojos abiertos nosolamente para ver la Casa.

No es suficiente tener visión de laiglesia; necesitamos subir la escaleradel relacionamiento con Dios. Él estáen la cima de la escalera. Tal como enel Antiguo Testamento había que su-bir al monte y quedarse allá, comodijo Dios a Moisés, así en el NuevoTestamento, necesitamos subir la es-calera de relacionamiento con Dios.

Estamos hablando de la iglesia;no estamos hablando de un indivi-duo. Si estuviésemos hablando de unindividuo, todo estaría resuelto. Te-nemos muchos hermanos espiritualesentre nosotros; pero el desafío no esése. El desafío es que todos crezca-mos juntos. No importa si hay sólouna persona espiritual entre noso-tros, o si hay quince espirituales.

A veces nos enfocamos en los es-pirituales. Fijamos nuestros ojos enellos, observamos cómo ellos andan,cómo se sientan, cómo cruzan laspiernas, si usan barba o si no usan, sison flacos, si son gordos. Ese es nues-tro moldeamiento. Sin embargo, Diosno está preocupado por eso. Nada,nada. Si usan barba o no, si son gor-dos o flacos, si son altos o bajos, sitienen ojos azules. No. Dios está inte-resado en un Cuerpo edificado paragloria de su nombre. ¡Bendito sea elnombre del Señor!

Que el Señor nos dé visión paraver que él quiere un Cuerpo edifica-do para su nombre, porque esa fue laexpresión del Padre: «Un rey quiso –el Rey es él, el querer es el propósitoeterno de él– hacerle bodas a su hijo».Las bodas, somos nosotros con él,con el Hijo. Nosotros somos una viu-da de marido vivo. Somos la iglesiade Cristo, un vaso para contener suplenitud.

Dios no será glorificado, herma-nos, si tú y yo no nos levantamos enla gracia de Dios, y nos arremanga-mos las mangas, por la fe, no pornuestra propia fuerza. Queremosavanzar por la fe en Él, en el Señor delos ejércitos. Él está con nosotros; éles el mayor interesado en este asunto.Él no se va a apartar de su línea deeternidad a eternidad en su procesocon nosotros.

No vamos a dejar pasar nuestrotiempo, hermanos. Vamos a estar ahí,en la edificación de la casa de Dios.Dios les bendiga, hermanos.

Síntesis de un mensaje impartido en elRetiro de Sasaima (Colombia), en Julio de 2008.

* * *

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FOTO: PUERTO MONTT (CHILE)

Rubén Chacón

El Señor Jesucristo pasó tres a-ños y medio de ministerio for-mando a doce hombres. Fue

un tiempo de verdadero y auténticodiscipulado. El Señor Jesús caminó,comió, enseñó, hizo milagros, durmióy se mostró delante de ellos. Él se re-veló en toda su gloria y buscó quesus discípulos lo conocieran. Les re-veló al Padre, su Palabra y especial-mente el evangelio del reino de Dios.Pero, los discípulos del Señor, depo-sitarios de su Palabra y objetos de suformación, ¿qué posibilidad concreta

tenían de asumir y vivir el evangeliodel Reino? Sabido es que los discípu-los no recibieron el Espíritu Santo,sino hasta el día de Pentecostés (He-chos 2) o, a lo menos, como registraJuan en su evangelio, hasta despuésde su resurrección, cuando les dijo:«Recibid el Espíritu Santo» (Jn. 20: 22).

En efecto, el Espíritu Santo mora-ba con los discípulos, pero como tes-tifica el mismo Señor, el Espíritu nomoraba en ellos. El Espíritu Santomoraba en ese momento sólo en Jesu-cristo. El, era el único templo del Es-

El proceso de

El proceso de discipulado es un proceso de demolición.TEMA DE PORTADA

discipulado

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píritu. Sin embargo, como Jesús mo-raba con los discípulos, el Espíritu,que moraba en él, también morabacon ellos. Pero, en rigor, el Espírituno moraba en ellos, aunque Jesúsprometió, que en el futuro, sí estaríaen ellos (Juan 14: 17). Por lo tanto,reiteramos la pregunta: ¿Qué facti-bilidad real tenían los discípulos deencarnar la Palabra que recibían deJesús? Según varios comentaristas,los discípulos, en ese período, ni si-quiera eran convertidos o salvos, da-do que, por no tener el Espíritu, nopodrían haber experimentado la re-generación o nuevo nacimiento. Nosé si es necesario ir hasta tal extremo,pero, no hay duda que la habitacióndel Espíritu no era, hasta entonces, laexperiencia de ellos.

Por otra parte, entendemos que elSeñor Jesucristo debía establecer elreino de Dios, independientementede las aptitudes de los discípulos pa-ra encarnarlo. Dios no puede cambiarsus demandas en virtud de la condi-ción humana, toda vez que la reali-dad del pecado, propia de la natura-leza humana caída, no es responsabi-lidad de él. No obstante ¿qué sentidotenía que Jesús revelara el evangeliodel Reino de Dios a personas que es-taban imposibilitadas de vivirlo? Esdifícil pensar que Jesucristo solamen-te pretendía establecer la verdad, yaque como dice el apóstol Juan, la gra-cia y la verdad vinieron por mediode Jesucristo (Juan 1: 17).

El Cristo traía no sólo la verdad,sino especialmente la gracia. Por su-puesto que la verdad debía ser esta-blecida entre los hombres y no sólopara ser conocida, sino para ser vivi-

da. El problema, sin embargo, eraque las demandas del Reino de Dioseran demandas divinas, celestiales;los discípulos, en cambio, vivían encondiciones humanas y terrenas. Parala naturaleza humana caída, las de-mandas del Reino no son connatu-rales. En definitiva, la exposición delas verdades del Reino de Dios po-dría darles a los discípulos la visiónde lo que tenían que vivir y encarnar,pero no el poder para hacerlas.

¿Tenía sentido entonces que el Se-ñor pidiera, exigiera y demandara desus discípulos el cumplimiento delsermón del monte, por ejemplo? Paraacercarnos a una posible respuesta,debemos preguntarnos si, mientraslos discípulos oían a su Maestro, ¿es-tarían conscientes de su total incapaci-dad para cumplir lo que escuchaban?

Como veremos más adelante, losdiscípulos no estaban conscientes desu verdadera condición. A decir ver-dad, nunca el hombre ha estado cons-ciente de su verdadero estado. Elhombre está ciego y la única posibili-dad que se conozca a sí mismo, estáen que Dios mismo le revele su con-dición. Descubrir nuestra total impo-tencia es toda una revelación. Hastaque no llega ese momento, todos no-sotros respondemos frente a las de-mandas divinas, tal como lo hiciera elpueblo de Israel cuando le fue entre-gada la ley: «Haremos todas las cosasque Jehová ha dicho, y obedeceremos»(Éxodo 24: 7). Es verdad que Pablodice «que por la ley ninguno se justificapara con Dios» (Gálatas 3: 11). Peroese juicio es espiritual y no significaque los hombres lo hayan entendidodesde el principio. Todo lo contrario,

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muchos no solo creían que podíanguardar la ley, sino que lo presumían.En efecto, no sólo hombres comoSaulo de Tarso o como el joven ricopresumían de guardar la ley, sino losfariseos, los esenios y otros tambiénlo hacían.

La confusión anterior se agravaaún más con la idea tan lógica, y porlo mismo, tan prevaleciente en lamentalidad cristiana, que si Dios exi-ge algo del hombre, es porque éstepuede cumplirlo. De otra manera,¿cómo Dios pediría algo que el hom-bre no puede cumplir? Pero, precisa-mente, es en esta supuesta incoheren-cia divina donde podemos encontrarla respuesta a la pregunta inicial quenos hemos hecho: ¿Tenía sentido queJesús exigiera una conducta celestiala hombres pecadores? La respuestaes sí, definitivamente sí. Pero, no por-que el Señor esperara que sus discí-pulos cumplirían sus demandas, sinoporque su primer objetivo era que losdiscípulos chocaran una y otra vezcon sus mandamientos, hasta que ex-perimentaran su total incapacidad decumplirlos.

Su pedagogía sería permitir unfracaso tras otro hasta que sus discí-pulos quedaran vacíos de sí mismos,para entonces ser llenados con la vi-da del Resucitado. Y aquí está el pun-to. Jesucristo, efectivamente, traía la

gracia de Dios a los hombres, pero,por alguna razón que nos resulta difí-cil de entender, él no comenzó ha-blándoles de la gracia, sino de la ver-dad. Jesucristo sabía mejor que nadie,que la única manera de preparar elcorazón del hombre para recibir lagracia de Dios, era precisamente ha-cer que los hombres experimentaranprimero su absoluta impotencia deguardar la verdad.

Muchos de nosotros, en un totaldesconocimiento de la realidad, he-mos envidiado la oportunidad privi-legiada que tuvieron los primerosdiscípulos del Señor: Ser discipula-dos directamente por Jesús. Cuandoimaginamos esa situación, la envol-vemos de tanto romanticismo y mis-ticismo, que es difícil no exhalar un:¡Ooohhh! Pero, nada más lejos de larealidad. Para los discípulos seguir aJesús fue una experiencia terrible.Una y otra vez sintieron que no da-ban la medida. Fueron muchos lospapelones y las vergüenzas que pasa-ron. Él era tan distinto a ellos, quefueron poco a poco llenándose demiedo y confusión. El trato de Jesúsfue muchas veces severo.

En definitiva, el proceso de disci-pulado fue todo un proceso de demo-lición de los discípulos. Lo único quelos sostuvo y los mantuvo sin desistirdel proceso fue el innegable y glorio-so hecho de que Jesucristo «habíaamado a los suyos que estaban en elmundo… hasta el fin» (Juan 13: 1).«Hasta el fin» no sólo significa quelos amó hasta el último día, sino has-ta el extremo, esto es, hasta dar lavida por ellos.

Para la naturaleza humanacaída, las demandas del Rei-

no no son connaturales.

* * *

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Marcelo Díaz

El libro de Génesis contiene a lomenos dos relatos identifica-bles acerca de la Creación. El

primero, que comprende el capítulouno, describe los inicios de todas lascosas en espacio de seis días, más undía de reposo, con una narración ma-ravillosa de la acción creadora de laPalabra, que crea, separa y ordena el

universo, dejando su huella divina encada intervención con la expresión:«Y vio Dios que era bueno».

El hombre en EdénAl adentrarnos en el capítulo dos,

el lente bíblico se aproxima a narrar-nos detalles de cómo fue la creacióndel hombre y la mujer. La acción po-

Del

Una mirada al propósito de Dios.TEMA DE PORTADA

huertociudada la

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derosa de Dios se muestra paternal,afectiva, donde prima la relación.Dios crea al hombre del polvo de latierra, «cariñosamente» sopla en sunariz aliento de vida. Escena quetipifica la de un padre y su hijo. Deesta manera, Adán por primera vezabre sus ojos, y su retina retiene elrostro de Dios, su Padre. Como diceel evangelio: «Adán, hijo de Dios»(Lucas 3:38).

El hombre Adán despierta a lavida y recibe la impronta divina, elapego necesario para subsistir, puesel sentido del hombre está siempre enDios.

El hombre recibe cuidados y esintroducido en un huerto llamadoEdén, cuyo significado es Delicia. Estenombre nos revela las condiciones enlas cuales Adán fue acogido por Dios.El lugar era placentero, Dios mismo«se paseaba al fresco del día…» (Génesis3:8).

Todo hace pensar que Edén con-centraba un ambiente armonioso.Dios tenía un especial interés en estatierra. En ella veía lo bueno de sucreación. Razón por la cual le dio alhombre un doble propósito al intro-ducirlo en ella, que se registra explí-citamente en las Escrituras. «Entonces

el Señor Dios tomó al hombre y lo pusoen el huerto, para que lo cultivara y locuidara» (Génesis 2:15).

La tarea del hombre era aplicarsus fuerzas a trabajar la tierra y cui-dar de cada una de las especies queallí brotaban. Especies que le propor-cionarían diversos y exquisitos fru-tos, en especial del Árbol de la Vidaque estaba en medio del huerto. Tam-bién había en este huerto otro árbolimportante, cuyo fruto sería el cono-cimiento del bien y del mal. La admi-nistración de este conocimiento erapara Dios de suma importancia; poresta razón le era necesario guardarloen un lugar seguro y de su confianza.

Para la tarea encomendada de la-brar la tierra, Adán contaba con lasriquezas del huerto, pues del mismobrotaba un río que regaba toda la tie-rra, ramificado en cuatro brazos, ríoque las Escrituras más adelante lla-marán río de vida (Apocalipsis 22:1).

Allí vivía Adán, en medio de unclima placentero, cuya misión eracultivar y cuidar el huerto de Dios.

Una ayuda que le correspondaMás tarde, Dios pensó: «No es bue-

no que el hombre este solo, le haré unaayuda idónea» (Génesis 2:18).

Otra vez vemos a un Dios pre-ocupado del hombre. La tarea enco-mendada sería fatigosa, requeriríaayuda y compañía. Entonces, tierna-mente diseña una mujer, cuya defini-ción por naturaleza es «ayuda idónea».Literalmente, el texto hebreo traduce:una ayuda que le corresponda.

Qué curioso: Dios vio que Adánnecesitaba una correspondencia, al-guien que co-responda a sus necesi-

Lo que se inició rudimen-tariamente en el Génesiscon un pequeño huerto,termina en Apocalipsis

con una gran edificación.

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dades, con quien obtenga mutuali-dad. Adán no encontró esta corres-pondencia en los animales, ni aún enla más delicada e inteligente de lasespecies. Por eso Dios, del mismoAdán, saca a Eva, haciéndolo caer enun profundo sueño. Él no sabía queintrínsecamente escondida en sushuesos, estaba «ella», a quien la lla-ma ishshah, pues de ish fue tomada.Ella sería capaz de responder a susmás íntimas necesidades. De esta ma-nera, ambos podrían llevar a cabo lamisión encomendada por Dios, de la-brar y cuidar su huerto.

En resumen, tenemos en el capí-tulo 2 de Génesis, una pareja creadaen el afecto de Dios Padre, con unamisión especial: servirle en el huertode su delicia. Ahora sí el hombre es-taría en posición de trabajar y cuidarel huerto de Dios; la ayuda necesariahabía llegado para incorporarse altrabajo supremo.

El propósito de DiosPero, ¿qué esperaba Dios del tra-

bajo del hombre? ¿Qué proyección te-nía Dios con cultivar y cuidar el huer-to? La respuesta la encontramos en lasimilitud que existe entre los prime-ros y los últimos capítulos de la Bi-blia. Al leerlos detenidamente, obser-vamos que lo que se inició rudimen-tariamente en el Génesis con un pe-queño huerto, termina en Apocalipsiscon una gran edificación, en cuyocontenido existen los mismos ele-mentos descritos en el Génesis.

¿Cómo unimos estas dos realida-des? La respuesta la encontramos enla Iglesia, pues ambas son una figurade ella. Salomón escribe al respecto:

«Huerto cerrado eres, oh hermana, esposamía; fuente cerrada, fuente sellada. Tusrenuevos paraíso de granados, con frutossuaves, de alcanfor y nardos, nardo yazafrán, caña aromática y canela, con to-dos los árboles de incienso; mirra y áloes,con todas las principales especias. Fuentede huertos, pozo de aguas vivas, que co-rren del Líbano. Levántate, Aquilón, yven, Austro; sopla mi huerto, desprén-danse sus aromas. Venga mi amado a suhuerto, y coma de su dulce fruta. Yo vinea mi huerto, oh hermana, esposa mía; hecogido mi mirra y mis aromas; he comidomi panal y mi miel, mi vino y mi leche hebebido» (Cantares 4:12-5:1).

La mujer se identifica con unhuerto donde el amado es invitado aentrar para disfrutar de sus frutos.Qué escena más preciosa. Cristo, re-presentado en el esposo, entra a la tie-rra fértil de un huerto que representaa la iglesia. Efectivamente, concluimosque el huerto es figura de la iglesia.

Más adelante, el apóstol Pablo es-cribiendo a la iglesia en Corinto, unela figura del huerto y el edificio enalusión a sus destinatarios: «¿Qué,pues, es Pablo, y qué es Apolos? Servido-res por medio de los cuales habéis creído;

Nuestra mayor dedicaciónen la vida es trabajar la tie-

rra de Dios, para quepronto llegue a ser el edifi-cio donde Él depositará

definitivamente su Gloria.

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y eso según lo que a cada uno concedió elSeñor. Yo planté, Apolos regó; pero elcrecimiento lo ha dado Dios. Así que ni elque planta es algo ni el que riega, sinoDios que da el crecimiento. Y el queplanta y el que riega son una mismacosa, aunque cada uno recibirá su re-compensa conforme a su labor, porquenosotros somos colaboradores de Dios, yvosotros sois labranza de Dios, edificiode Dios. Conforme a la gracia de Diosque me ha sido dada, yo, como perito ar-quitecto, puse el fundamento, y otroedifica encima; pero cada uno mire cómosobreedifica. Nadie puede poner otro fun-damento que el que está puesto, el cuales Jesucristo» (1ª Cor. 3:5-10).

Las palabras claves en este textoson: «Y vosotros sois labranza de Dios,edificio de Dios». Indudablemente, Pa-blo identifica a la iglesia con una tie-rra fértil donde se planta y riega lasemilla; tierra que debe ser labrada,es decir trabajada y cuidada, referen-cia exacta a la encomienda de Adán.

Pero Pablo va más allá, porqueañade lo que llegará a ser este huertoal ser trabajado y cuidado a travésdel tiempo. Es decir, el Edificio deDios, cuyo fundamento es Jesucristo.Figura que calza exactamente con laúltima revelación de lo que llegará aser la Iglesia descrita en la visión delapóstol Juan. «Ven acá y te mostraré ladesposada, la esposa del Cordero… y memostró la gran ciudad…que descendíadel cielo, de Dios, teniendo la gloria de

Dios…tenía un muro alto y grande condoce puertas…Y el muro de la ciudad te-nía doce cimientos…La ciudad se hallaestablecida en cuadro, y su longitud esigual a su anchura…Y midió su muro…El material de su muro era…La calle dela ciudad era de oro…Después me mostróun río limpio de agua de vida… En me-dio de la calle de la ciudad a uno y otrolado del río, estaba el árbol de la Vida,que produce doce frutos… y las hojas delárbol eran para sanidad de las naciones(Apoc. 21:9-22:5).

En consecuencia, lo que comenzócon un huerto terminará con una granciudad, en cuyo edificio se encuentra,inalterable, el árbol de la Vida.

Nuestra participación¿Cuál es tu participación en este

macro proyecto de Dios?La encomienda dada a la primera

pareja sigue siendo hoy la misma.Nuestra mayor dedicación en la vidaes trabajar la tierra de Dios, para quepronto llegue a ser el edificio donde éldepositará definitivamente su Gloria.

La iglesia cumple con estas dos fi-guras. Labranza y edificio, huerto yciudad. De modo que nuestro esfuer-zo y sentido de vida debe estar enedificar la Iglesia de Jesucristo.

Trabajad, que la trasformación dela labranza llegará a ser la ciudadedificada, cuyo crecimiento está enlas manos del que prometió: «Edifica-ré mi Iglesia».

* * *En serio

Cuando a Helmut Thielicke, pastor y teólogo alemán, le pregunta-ron qué le iba a decir a Jesús cuando volviera, contestó: «Sabía quehablabas en serio».

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FOTO

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Billy PinheiroBrasil

Recibiendo bendición o maldición

Como mencioné en temas ante-riores, mi deseo en este asun-to fue compartir con más én-

fasis las cosas referentes a uno denuestros enemigos en la batalla espi-ritual: nuestra carne. No tuve la pre-tensión de abarcarlo todo. Escribí a-penas aquellas cosas que estaban bor-botando en mi corazón.

Dividí el tema en dos partes. Laprimera mostrando la batalla en sí, elenemigo a ser vencido, nuestra inca-pacidad en nosotros mismos de liber-tarnos del yugo de ese enemigo ycuál es el camino de la victoria. La se-gunda mirada hacia atrás, despuésde concluida la batalla, verificando

espiritual

Algunos principios de laguerra espiritual, basadosen el libro de los Jueces.

TEMA DE PORTADA

(5)

Batalla«Maldecid a Meroz ... Bendita sea Jael» (Jue. 5:23, 24).

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cómo nos comportamos en este perío-do. Y cuán importante es esto paracada uno de nosotros, pues está liga-do directamente con aquel día cuan-do compareceremos ante el tribunalde Cristo. Allí recibiremos la alaban-za o la reprimenda del Señor segúnnuestro obrar presente.

Nunca está de más enfatizar quenuestra salvación eterna dependesólo de la gracia de Dios. ¡Es don deDios! ¡Una dádiva celestial! Nuncapodría depender de nuestras obras,de nuestra justicia que, como decla-ran las Escrituras, no es más que tra-pos de inmundicia (Isaías 64:6). Y,por tanto, en el tribunal de Cristo, le-jos de ser un juicio para decidir si va-mos o no a recibir la vida eterna, ha-brá un juicio de nuestras obras. Po-dremos recibir el bien o el mal quehayamos hecho estando en el cuerpo(2ª Cor. 5:10). Puede haber pérdida,sí, pero no pérdida de la salvación(vida eterna), y sí el privilegio de re-cibir los galardones y de reinar conCristo en su reino milenial que seráestablecido en la tierra a su retorno.

Vimos en la segunda parte a a-quellos que fueron a la guerra y ven-cieron, y por eso pudieron tener uncántico de victoria. Ellos buscaron losintereses del Señor y de Su pueblo.

Entretanto, vimos también a a-quellos que por diversas razones nofueron a la batalla. En verdad, la mo-tivación de estos últimos fue la mis-ma: ¡Ellos buscaron sus propios inte-reses y no los del Señor y de Su pue-blo!

En esta última reflexión de la se-rie, quiero compartir acerca del fuer-te contraste que aparece en el cántico

profético de Débora: la bendición o lamaldición a consecuencia de la parti-cipación o no en la batalla del Señor.

Después de acabada la batalla, elEspíritu Santo condujo a Débora aeste cántico profético. En él es profe-rida la bendición para una persona,Jael, en contraste con los moradoresde Meroz, que recibieron maldiciónde parte del Señor. Cuán solemnesson estas palabras de las Escrituras.

¿Y por qué hubo maldición sobrelos moradores de Meroz? El texto delas Escrituras nos aclara: «Maldecid aMeroz, dijo el ángel de Jehová; malde-cid severamente a sus moradores, por-que no vinieron al socorro de Jehová,al socorro de Jehová contra los fuer-tes» (Jueces 5:23).

¡No vinieron en ayuda del Señory sus valientes! Esta fue la razón. Pa-ra nosotros, esto puede sonar muyduro, muy fuerte, pero es la palabradel Señor. El juicio aquí no es de Dé-bora ni de Barac, sino del Señor mis-mo.

Aquel que juzga todas las cosascon justicia, aquel que escudriña lamente y los corazones, aquel que co-noce todas las motivaciones de nues-tro ser, es quien dice: ¡Maldecid!

Mis queridos, esta situación deMeroz nos habla del peligro que co-rremos al no ir a la batalla del Señordespués de haber oído el toque de sutrompeta llamándonos. Cuando latrompeta sonaba para la pelea, losmoradores de Meroz se quedaron in-móviles y no dieron ni un paso a fa-vor del socorro del Señor ni de susvalientes. ¡Por eso fueron maldeci-dos!

Esta palabra debería inspirarnos

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temor. ¡Cuán seria es! Si tú ya has ca-minado un tiempo con el Señor, si yano estás en la niñez espiritual, cono-ces esto y estás de acuerdo conmigo.El Señor nos ha llamado para pelearla buena batalla, y hacer caso omiso aeste llamado nos puede acarrear con-secuencias extremadamente serias enel tiempo presente y principalmentecuando vuelva el Señor Jesús.

Los moradores de Meroz no fue-ron. La oportunidad de ir en socorrodel Señor y de los suyos no fue apro-vechada. Nos parece que se esperabaque ellos hiciesen aquello que realizóJael. No sabemos con exactitud loque pasó, mas ciertamente ellos nofueron a la batalla por algún motivomás comprometedor que Rubén,Dan, Galaad y Aser.

¿Se habrán burlado del Señor y deaquellos que iban a la batalla? ¿O in-tentaron hacer lo mismo que aquellosespías cuando llenaron de increduli-dad el corazón del pueblo (Números13:25-14:12) para no ir a la guerra?Tal vez dijeron: «Ustedes no puedenir contra los carros de hierro de Jabimy Sísara; serán totalmente derrota-dos», despreciando así la voz demando del Señor para avanzar contrael enemigo. Otra posibilidad es queno hayan creído a la voz de mandodel Señor y por miedo no atendieronal llamado para la batalla. Era tiempode adversidad; mas, como había unapromesa del Señor de darles la victo-ria, ellos deberían haber ido al frente,pero se quedaron inmovilizados en símismos.

Esta situación nos recuerda loocurrido con aquel siervo que recibiósólo un talento en la parábola de

Mateo 25. Los tres eran siervos, ycada cual recibió talentos de acuerdocon su propia capacidad para admi-nistrarlos. Dos siervos recibieron re-conocimiento de su señor, en tantouno de ellos, el que recibió un talen-to, recibió duro juicio por su actituderrada.

Cada uno de nosotros que cree-mos en el Señor Jesús recibió un dondel Señor, una capacidad para servir-le. Como siervos de Dios, cada unode nosotros recibió por lo menos untalento (leer Mateo 25:14-30 y 1ª Pe-dro 4:10). La pregunta ahora es: ¿Quéhemos hecho con esta dádiva deDios? ¿Cómo hemos respondido a lagracia de Dios? Oh, cómo necesita-mos, por la ayuda del Espíritu Santoque nos habita, ser diligentes en ‘ne-gociar’ el o los talentos recibidos departe de Dios.

A veces nos sentimos tan insigni-ficantes porque tenemos apenas untalento. Nos decimos a nosotros mis-mos: ‘Yo tengo apenas un talento,aquello allá es para hermanos máscrecidos; yo no voy allá, yo no sé pre-dicar el evangelio’. O pensamos: ‘Yono iré allá a orar en favor de esa per-sona que está endemoniada, eso espara los hermanos que tienen el mi-nisterio de la liberación...’. Y se re-trae. Varias disculpas. Es el mismoespíritu de aquel siervo que tiene untalento: «...tuve miedo, y fui y escondítu talento en la tierra; aquí tienes loque es tuyo...» (Mat. 25:25). Y enton-ces la sentencia de su señor es: «Sier-vo malo y negligente ... Quitadle,pues, el talento, y dadlo al que tienediez talentos» (Mat. 25:26, 28).

Que el Señor tenga misericordia

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de nosotros y que en el día de su re-torno podamos oír la palabra: «Bien,buen siervo y fiel; sobre poco has sidofiel, sobre mucho te pondré; entra enel gozo de tu señor» (Mateo 25:23).Cuán terrible será aquella sentencia:«Y al siervo inútil echadle en las ti-nieblas de afuera; allí será el lloro y elcrujir de dientes» (Mateo 25: 30). Seráun tiempo de disciplina, en las «tinie-blas de afuera» («fuera del palacioiluminado» – sentido del texto en eloriginal), o sea, fuera del reino mile-nial del Señor Jesús. ¿Y por qué? Por-que el siervo no utilizó aquella capa-cidad dada por el Señor para pelearla buena batalla, porque en el tiempopresente no quiso ser para el Señor.Recordemos que el Señor nos llamaen el tiempo presente para pelear labuena batalla, y él ya nos capacitópara ello. Él repartió a cada uno denosotros una medida de fe, una me-dida de gracia, dones de su Espíritu,todo lo que nos es necesario paraque, como soldados suyos, participe-mos de la batalla.

En el lenguaje del Nuevo Testa-mento, los merozitas no retuvieron loque tenían y perdieron su corona(Ver Apocalipsis 3:11). Ellos tuvieronla oportunidad de participar en la ba-talla en favor del Señor, mas no la a-provecharon. Y por eso recibieron jui-cio sobre sí mismos.

Qué contraste en relación a Jael.¡Su actitud fue coronada de bendi-ción!

«Bendita sea entre las mujeresJael, mujer de Heber ceneo; sobre lasmujeres bendita sea en la tienda»(Jue. 5:24). Jael, probablemente erauna persona simple, no alguien de re-

nombre, no era una de las valientesde Israel, ni aun era judía. En verdadJael y Heber su marido tenían víncu-los con el rey Jabim (Jue. 5:17). Mas,en un momento crucial, ella tomó ladecisión de pasar al lado del Señor ySu pueblo, rompiendo los lazos conaquel que era un enemigo declaradodel pueblo de Dios.

Ella no tenía en su tienda ningúnarma especial para la guerra. ¡De he-cho, ella no tenía ningún arma! Mas,en un acto de fe en favor del Señor yde Su pueblo, ella destruyó al coman-dante del ejército enemigo. A causade esto, su nombre quedó grabadoeternamente por el Espíritu Santocomo una que sería bendecida entrelas mujeres.

Jael representa a aquellos que poramor al Señor se identifican con Supueblo y Su propósito. Representa aaquellos que, aunque no tengan mu-chos recursos en sí mismos –aun des-provistos de dones, de muchos talen-tos– aprovechan las oportunidadesdadas por el Señor y se posicionandel lado del Señor.

He tenido el privilegio de conocera muchas personas que no están en-tre aquellos que son reconocidos pú-blicamente, que parecen no tener donalguno, pero que aprovechan cadaoportunidad dada por el Señor de ac-tuar como verdaderos soldados deCristo. Están siempre testificando desu fe en Cristo a sus vecinos, a sus co-legas de trabajo. Mantienen una vidaoculta de oración con Dios en favorde la iglesia y de aquellos que no co-nocen al Señor. No son ministros dela palabra, no tienen ningún ‘cargo’entre los hermanos con los cuales se

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congregan... ¡Pero cuán fructíferosson en el reino de Dios!

¡A cada oportunidad dada por elSeñor de servirle, de levantarse por lacausa del Señor, ellos no se restan!Son como Jael. Aunque no tengan las‘herramientas’ adecuadas para el ser-vicio, mas en la fuerza del Señor rea-lizan lo que es necesario hacer.

Mi querido hermano y hermana,¡no desprecies los comienzos peque-ños! No desprecies el don que hay enti, aunque sea en pequeña medida.Comienza a servir al Señor en la con-dición que él te constituyó. Asume tuposición como soldado de Cristo,aunque aparentemente, a los ojos delos hombres, tú seas como Jael, sincondición alguna para la guerra. Re-cuerda, esto es sólo aparente, pues lapalabra de Dios te confirma que tusarmas no son carnales, sino podero-sas en Dios para destruir fortalezas(2ª Cor. 10:4).

No esperes hasta tener plenascondiciones para así entonces serviral Señor. Algunos están siempre pos-tergando el día en que servirán al Se-ñor. Se dicen a sí mismos: «Cuandome establezca bien, entonces tendrémás tiempo y voy a servir al Señor».O: «Voy a dedicarme a estudiar másla palabra de Dios y después voy aempezar a evangelizar a las perso-nas...». Otro aun dirá: «Cuando mecompre un automóvil voy a comen-

zar a visitar a los hermanos que estánenfermos». Están siempre esperandotener plenas condiciones para enton-ces hacer alguna cosa para el Señor.El resultado es que nunca hacen na-da. Jael no tenía ningún arma, ¡perose sirvió de una estaca y de un marti-llo! Parece que el Señor nos está di-ciendo a ti y a mí: ‘¿Por qué te demo-ras? ¿Hasta cuándo tendrás tantas ex-cusas?’.

Débora cita en su cántico a Sam-gar juntamente con Jael (Jueces 5:6).Él también tuvo la misma actitud deJael. ¡Con su aguijada de bueyes élhirió a seiscientos filisteos y libertó aIsrael! Imagine si Samgar estuvieseesperando hasta preparar una espadaapropiada para la guerra. ¡Israel ha-bría sido oprimido por el enemigo!¡Pero bendito sea el Señor, pues él fuepoderoso para hacer de la aguijadade Samgar una espada más certera ycortante que cualquiera otra existen-te!

Oh, mis amados compañeros deluchas, en el combate a que somos so-metidos, como nos recuerda el testi-monio de las Escrituras, el Señor espoderoso para ayudarnos a «sacarfuerzas de debilidad» (Hebreos 11:34).Dios es poderoso para transformaraquellas cosas insignificantes a losojos de los hombres en verdaderasrealizaciones. ¿Te acuerdas de cuán-tas personas alimentó el Señor con

No desprecies el don que hay en ti, aunque sea en pe-queña medida. Comienza a servir al Señor en la condi-

ción que él te constituyó.

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aquellos dos peces y cinco panes queun muchacho le trajo? ¿Recuerdas loque Moisés pudo realizar en nombredel Señor teniendo sólo una vara enla mano? ¿Y también de Sansón, quecon una quijada de asno venció a tan-tos enemigos? ¿Recuerdas con quévenció David a Goliat? ¡Todos estosvencieron, realizaron algo para el Se-ñor, porque no se restaron, sino quese presentaron en confianza y fe alSeñor con lo que ellos tenían disponi-ble en sus manos! ¡Y el Señor estabacon ellos!

«Dale a Él lo que tú tienes, sé fieldonde estuvieres, haz lo que tú puedas, yél hará lo demás» – A. B. Simpson.

Mis queridos, el día llegará cuan-do nuestros nombres serán recorda-dos delante del Señor. Que nuestraoración, fe y conducta sean tales quequeden registrados juntamente conlos de Jael, Débora, Barac y los va-lientes del Señor! Que el Señor nos li-bre de ver nuestros nombres graba-dos juntamente con los de los ero-zitas, los rubenitas, los aseritas, losgalaaditas y los danitas.

«Así perezcan todos tus enemigos, ohJehová; mas los que te aman, sean comoel sol cuando sale en su fuerza» (Jueces5:31).

(Tomado con permiso dehttp://esquinadecomunhao.blogspot.com).

* * *

Una sencilla muchacha galesaLa mayoría de nosotros nunca hemos oído, o no recordamos, el

nombre de la humilde muchacha de dieciséis años cuyo ministerioen el canto trajo tan grandes resultados espirituales en los aviva-mientos galeses con Evan Roberts.

Esta tranquila y humilde joven cantaba las canciones evangélicasy se ha hablado mucho de su don espiritual, la habilidad dada por elEspíritu para glorificar a Jesucristo como Salvador cuando cantaba.No se ha dicho mucho en cuanto a su voz, pero sí se recuerda clara-mente que fue un alma dotada, que el Espíritu Santo parecía cantary moverse a través de su expresión rendida.

Seguidamente, Evan Roberts comenzaba a predicar, y le quedabamuy poco por hacer. Él decía que leía una Escritura y añadía algunaexhortación, y la gente ya estaba lista para venir a Cristo. Esa jovenlos había conmovido con la calidez y el poder del Espíritu Santo.

¡Cuántas tentaciones hubiéramos tenido hoy en día con el minis-terio de esta joven! La hubiéramos llevado por todas partes exhi-biendo su talento, ¡y la hubiéramos arruinado! Gracias a Dios queellos supieron qué hacer en lugar de comenzar a escribir la historiade su vida.

Ella fue un hermoso ejemplo del uso humilde de los dones espiri-tuales para la gloria de Jesucristo, una sencilla muchacha galesaque voluntariamente se puso bajo el control del Espíritu Santo.

A. W. Tozer, en Manantiales de lo alto

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Eliseo Apablaza

La revelación de la Iglesia

Romanos 12:2 dice: «No os con-forméis a este siglo, sino trans-formaos por medio de la renova-

ción de vuestro entendimiento, para quecomprobéis cual sea la buena voluntad deDios, agradable y perfecta». En los capí-tulos anteriores de Romanos, Pablohabló acerca de los principales tópi-cos de la fe cristiana. Desde el capítu-lo 2 hasta el 8, de una manera mara-

villosa, el Espíritu Santo va hablandoacerca de la fe, justificación, santifica-ción, redención, glorificación. Y cuan-do llega al capítulo 12, dice que noso-tros tenemos que ser transformadospor medio de la renovación de nues-tro entendimiento para conocer labuena voluntad de Dios agradable yperfecta.

O sea, es como si Pablo reciénahora nos diga: ‘Miren, lo que vamos

algunas cosas (Final)

Consideraciones acerca del propósito de Dios y su obra presente.TEMA DE PORTADA

Reuniendo

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a ver a continuación requiere que us-tedes tengan una mente renovada.Probablemente entender los capítulosanteriores no requirió de tanto comolo que viene ahora’. ¿Cuál es la buenavoluntad de Dios, agradable y perfec-ta? Y vean el versículo 3: «Digo, pues,en la gracia que me es dada, a cada cualque está entre vosotros...» ¿Qué cosa?«...que no tenga más alto concepto de síque el que debe tener, sino que piense desí con cordura, conforme a la medida defe que Dios repartió a cada uno».

O sea, es como si dijera –voy a pa-rafrasear un poco–: ‘Hermanos, hastaaquí hemos hablado de cosas gran-des: justificación, santificación, glori-ficación. Pero, ahora, a continuación,vamos a hablar de la cosa más gran-de; y ustedes precisan tener un enten-dimiento renovado para entender loque viene a continuación’. Y dice:‘Ustedes hasta aquí, han entendido lavida cristiana desde la óptica indivi-dual: yo justificado, yo santificado, yoglorificado. Pero a partir de aquí enadelante vamos a ver la obra de Diosen un sentido plural, y para que estopueda ser hecho, necesitamos verda-deramente una renovación del enten-dimiento’.

‘Así que ustedes’, dice Pablo a losromanos, ‘que hasta aquí han estadoviendo la vida cristiana de su ópticaparticular, ahora los voy a conducirpara que vean que ustedes son una

cosita así’. Por eso dice: «Nadie tengamás alto concepto de sí que el quedebe tener». O sea: ‘Bajen, descien-dan, sean humildes’. Y luego en elversículo 4 dice: «Porque de la maneraque en un cuerpo tenemos muchos miem-bros, pero no todos los miembros tienenla misma función, así nosotros, siendomuchos, somos un cuerpo en Cristo, y to-dos miembros los unos de los otros».

Entonces, ¿dónde está la nove-dad? ¿Cuál es la cosa que requiere re-velación y renovación del entendi-miento? ¡Que somos miembros delcuerpo de Cristo! Ahora, entenderque somos miembros es una cosasimple. Pero es muy difícil vivirlo,porque significa aceptar que tú noeres la unidad, que tú no eres el todo.Nosotros somos una partecita deltodo. Significa que yo no me basto amí mismo; yo necesito de otrosmiembros. Sólo soy un miembro, unojo, la oreja. Entonces, si soy oreja,necesito del pie para caminar y delojo para no tropezar.

Entonces, antes de tener esta reve-lación, pensamos que podemos vivirla vida cristiana desde el punto devista individual. Necesitamos llegar aRomanos 12 para ver que ya no so-mos más individuos, sino miembros.Quiero decir, que no somos indivi-duos que viven individualmente lavida cristiana, sino que somos miem-bros. Esto es la iglesia; todos miem-

Entender que somos miembros es una cosa simple.Pero es muy difícil vivirlo, porque significa aceptar que

tú no eres la unidad, que tú no eres el todo.

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bros los unos de los otros, todos condiferente función.

Pero no sólo somos miembros deCristo. Dice aquí que somos miem-bros los unos de los otros. A ver, ha-gamos este ejercicio: Si yo le pido austed que diga ‘Yo soy miembro deCristo’, eso puede ser fácil. Ahora sile pido que mire a su hermano y lediga: ‘Yo soy miembro de ti’. ¿Se fijanque eso es un poco más difícil? Cuan-do dice aquí que somos miembros losunos de los otros, es como decir: ‘Soymiembro de Cristo, pero a través deti, o contigo, junto a ti, dependiendode ti’. Ah, eso es más difícil de enten-der. El Señor nos socorra para avan-zar en esta revelación y en este cono-cimiento, no sólo escritural, sino tam-bién experimentalmente.

La necesidad de ir más alláAhora, la revelación de la iglesia

que aparece en Romanos 12 fue en-tendida por primera vez en el sigloXIX (1820 más o menos) en Inglate-rra. Los hermanos de Plymouth, tu-vieron mucha luz de la iglesia y apartir de allí se comenzó a hablarmucho de la iglesia como cuerpo.Hace ya bastante tiempo, ellos tuvie-

ron luz acerca de Romanos 12, sobre1ª Corintios 12, etc.

Sin embargo, si nosotros investi-gamos qué pasa hoy con los herede-ros de aquellos hermanos que vieronla iglesia en el siglo XIX, vamos a lle-gar a una triste conclusión: Ellos es-tán totalmente divididos en cientos ycientos de fracciones en el mundo en-tero. Y uno puede legítimamente pre-guntarse: ¿Cómo es que esta revela-ción en ver de unir, separa?

Creo que una explicación está unpoco más adelante, en el capítulo 14de Romanos: «Recibid al débil en la fe,pero no para contender sobre opiniones.Porque uno cree que se ha de comer detodo; otro, que es débil, come legumbres.El que come no menosprecie al que nocome, y el que no come, no juzgue al queno come; porque Dios le ha recibido».

Los débiles juzgan a los que sonfuertes, y los fuertes menosprecian alos débiles. Esto es lo que se producíay es lo que se produce cuando esta-mos en la vida del cuerpo. Hay unosque son fuertes y comen de todo, o-tros que son débiles y comen sólo le-gumbres.

Entonces, aquellos hermanos tu-vieron la revelación de Romanos 12,pero no atendieron a Romanos 14.Así que por cualquier diferencia, de-cían, por ejemplo: ‘Yo no puedo tenercomunión contigo, porque tú no veslas cosas como yo las veo; tú no creesen el milenio como yo creo; así queno puedo tener comunión contigo’.Así fue como se dividieron. Tuvieronmúltiples razones para dividirse.

El desafío para nosotros hoy, eneste tramo que nos toca vivir de larestauración de la iglesia, es Roma-

El desafío para nosotroshoy, en este tramo que

nos toca vivir de la restau-ración de la iglesia, es Ro-manos 14 y Romanos 15.

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nos 14 y Romanos 15. «Recibíos losunos a los otros, pero no para contendersobre opiniones». Hermanos, ha habidotantas divisiones en el pueblo deDios, pero aquí en el versículo 9 dice:«Porque Cristo para esto murió y resuci-to, y volvió a vivir, para ser Señor así delos muertos como de los que viven».

El Señor es Señor de los muertoscomo de los que viven. ¿Habrá unadistancia más grande que la que hayentre los muertos y los vivos? No lahay. Por lo tanto, si tú eres premile-nialista y yo no pienso lo mismo, esaes una distancia muy corta, y el Señores Señor de todos. Entonces, no hayninguna razón para estar separados,para estar enemistados.

Fíjense lo que dice el versículo15:7: «Por tanto, recibíos los unos a losotros, como también Cristo nos recibió,para gloria de Dios». Si uno lee la epís-tola a los Romanos, puede darsecuenta que en este versículo 7 es don-de acaba todo el razonamiento, todala enseñanza del apóstol. Él habladespués de sus viajes y de sus asun-tos personales como apóstol. Pero elfin del discurso, es el versículo 15:7.

Y dice: «Por tanto...». Es como de-cir: Miren, hemos hablado del capítu-lo 3, del 4, de la justificación; hemoshablado de la iglesia, hemos habladode todo, para que, para arribar a estepunto, «Por tanto...», el fin de todo eldiscurso oído es éste. ¿Cuál? «Reci-bíos los unos a los otros, como tambiénCristo nos recibió, para gloria de Dios».

Y yo les pregunto: ¿Cómo Cristonos recibió? ¿En qué condiciones es-tábamos nosotros cuando Cristo nosrecibió? Estábamos probablemente en

una situación muy calamitosa, y él nonos puso requisitos para recibirnos.

Así que, ¿creen ustedes que es co-rrecto que nosotros antes de tener co-munión con un hermano le digamos:‘Mira para que pueda tener comu-nión contigo, tienes que cumplir es-tos cinco requisitos, creer en esto,creer en esto otro’? Creer, por ejem-plo, que la cena hay que celebrarlauna vez a la semana. Las mujeres tie-nen que tener velo, y las hermanastienen que usar faldas y no pantalo-nes. O, tú tienes que hablar en len-guas para tener comunión conmigo?¿Sería eso correcto? ¿Así nos recibióCristo, poniéndonos requisitos y con-diciones? No, entonces cuando diceaquí, «como también Cristo», esopone una medida muy alta. Su recep-tividad es tan grande, su corazón estan amplio, que fue capaz de recibir-nos a todos. Por lo tanto, nosotros te-nemos que recibirnos de la mismamanera unos a otros, para la gloriade Dios.

«Que el Dios de la paciencia y de laconsolación os dé entre vosotros un mis-mo sentir según Cristo Jesús» (15:5). Sí,para vivir Romanos 14 vamos a nece-sitar del Dios de la paciencia y de laconsolación. Y también como dice enel versículo 13, «el Dios de la espe-ranza», y como dice en el versículo33, «el Dios de paz». Necesitamos aDios en esta cuádruple expresión,para arribar al fin de la obra de Dios– el Dios de la paciencia, de la conso-lación, de la esperanza y de la paz.Que el Señor nos socorra en todas lascosas. (Extracto de un mensaje impartido

en Callejones, enero de 2008).

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BOCADILLOS DE LA MESA DEL REY

Señor del sábadoCuatro milagros hizo el Señor en día sábado: Sanó al hombre de la

mano seca, a la mujer encorvada, al paralítico de Betesda y al ciego denacimiento. Aparte de eso, tuvo una fuerte disputa con los fariseos acausa de que sus discípulos recogían espigas en sábado.

Cada vez que hizo un milagro en sábado hubo de enfrentar la ira delos judíos, que consideraban esto una transgresión de las peores. Tangrande era su molestia, que un par de veces que él sanó en sábado,pensaron en cómo darle muerte.

Sin embargo, toda la oposición recibida no alteró su ánimo, ni impi-dió que lo siguiera haciendo cada vez que lo creía necesario. No quehaya buscado contrariar a los judíos; sino, más bien, era el ejercicio desu libertad para hacerlo cuando quisiera. El Señor no temía las conse-cuencias de hacer el bien.

Pero no sólo eso, el Señor sanó en sábado para poner también en sujusto lugar aquella observancia transformada en un frío rito; para des-hacer toda aquella maraña endiosadora que habían tejido en torno aesa ordenanza, despojándole del verdadero significado espiritual quehabía tenido. ¿No había sido, en el principio el «sabath», la ocasión paraadmirar la perfección de la obra de Dios en la creación? ¿No significa elsábado que Dios invita en él al hombre a descansar de sus obras comoél descansó de las suyas? ¿No significa que el hombre es alcanzado porlos hechos consumados de Dios, para entrar en Su reposo? No, nada deeso significaba ya el sábado para los judíos, antes bien, había sido re-ducido a una caricatura grotesca, plagada de prohibiciones absurdas.

El Señor sanó en sábado, no para molestar a los judíos, sino paraquitar de su trono una observancia exterior, y poner en él al Señor delsábado, quien tiene la preeminencia sobre todas las cosas. En sábadoel Señor del sábado trajo libertad y descanso a cuatro almas agobiadaspor el pecado, y por sus consecuencias. Introdujo en el deslucido mun-do de los hombres, un destello de luz de su vida celeste.

Como siempre, Jesús el galileo, en su humildad, fue despreciado porlos hombres, y desdeñado para seguir a cambio una sombra inútil. Ellosno pudieron verlo; sólo vieron que uno de sus juguetes religiosos reci-bía amenaza de extinción. Dios nos libre del legalismo presente, y denuestra propensión a sabatizarnos. Para nunca confundir la mera som-bra con la Realidad.

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La causa y base dela ceguera espiritual

Reflexiones acercade la visiónespiritual.

LEGADO

T. Austin-Sparks

Hemos estado tratando el a-sunto de la vista espiritual.Aquí en el pasaje de la Escri-

tura que acabamos de leer encontra-mos otra porción relacionada con estemismo asunto de la ceguera y la vi-sión.

En primer lugar, tenemos el hechode la ceguera: «El dios de este siglocegó»; luego vemos la causa: «El dios

de este siglo». Y después encontramosla razón o propósito, es decir: «...paraque no les resplandezca la luz del evange-lio de la gloria de Cristo, el cual es laimagen de Dios». Vamos a considerarlos temas en este orden.

El hecho de la cegueraHabrás notado que en este pasaje

se traza un paralelo entre el Israel de

Lectura: 2ª Corintios 3: 7-18; 4:1-6.

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los días de Moisés y los incrédulos delos días de Pablo. En ambos casos sedice que hay un velo sobre sus cora-zones, sobre sus mentes, un velo quecierra, que excluye, y que es cegadoren su naturaleza. Mas aun, hay unelemento de juicio y condenación enla forma en que el apóstol habla deél. Nos dice en relación a Israel cuan-do se reunió en la puerta del taberná-culo, para oír a Moisés leyendo la ley,que ciertamente Moisés hubo de po-nerse un velo porque el pueblo nopodía fijar la vista en la gloria de surostro. Pero esto no era porque la glo-ria no pudiera en verdad ser contem-plada, sino por causa del estado desu mente, de su corazón. Si su estadointerior hubiera sido distinto, el velohubiera sido innecesario; hubieranpodido contemplar la gloria y viviren la luz. Sin embargo, el velo erauna representación externa de unacondición interior que escondía lagloria de Dios. Nunca fue el deseodel Señor el esconder Su gloria, sinoel manifestarla, y que el hombre vi-viera en ella, la disfrutara; que no hu-biera ningún velo en absoluto entreDios y el hombre. Los velos se haninterpuesto entre Dios y los hombrespor causa de una condición que Diospreferiría que no existiera.

El poder cegador de la incredulidadDe este modo ha de ser situada

esta oscuridad, esta ceguera, este ce-rrar y esconder la gloria de Dios y es-ta condición interior de Israel en eltiempo de Moisés y de quienes esta-ban en la misma condición en días dePablo y en el día de hoy, como algobajo juicio y condenación. Esta condi-

ción interior que actúa como un veloes incorregible incredulidad como sa-bemos bien por todo lo que se dice deIsrael. Fue la incorregible increduli-dad de Israel lo que le cegó, pero de-cir esto no es en absoluto de ayuda.Es sencillamente la declaración de unhecho, un hecho muy opresivo. Co-nocemos nuestros corazones lo sufi-cientemente bien como para saberque en todos nosotros hay una inco-rregible incredulidad, y hemos de en-tender porque se encuentra ahí estaincredulidad, y cual es su naturalezade modo que descubramos cómopuede el velo ser quitado. Es decir,cómo hemos de tratar con la incredu-lidad para que podamos contemplarla gloria de Dios y vivir en la luzeterna.

Luz en terreno de resurrecciónConsideremos de nuevo, para ver

lo que Dios deseó siempre hacer, elcaso de Israel. Lo podemos expresarde este modo: Dios siempre quisoconseguir que ocuparan territorio deresurrección en corazón, espíritu yvida. Esto se hace evidente en primerlugar en la Pascua, en Egipto, cuandoel primogénito de cada hogar egipciofue muerto en aquella noche terribleen que la muerte estaba por todaspartes. Pero Israel no estaba exento,como se supone en modo demasiadosuperficial. La idea despreocupada ysuperficial es que sólo los primogéni-tos egipcios fueron muertos y no losprimogénitos de Israel, pero no esasí, también los primogénitos israeli-tas fueron muertos. La diferencia fueque los primogénitos en Egipto fue-ron muertos de manera efectiva

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mientras que los israelitas lo fueronde manera sustitutiva. Cuando aquelcordero fue sacrificado en cada hogarde Israel, cada hogar, representadopor el cordero, pasó bajo el mismojuicio que los primogénitos egipcios yen aquel cordero, todo Israel pasó demuerte a vida de manera representa-tiva. En aquel cordero Israel fue lle-vado virtualmente a través de lamuerte a un terreno de resurrección;para Israel lo fue. Esta es la diferen-cia. Sin embargo todos murieron, losunos en realidad, los otros represen-tativamente.

De este modo Dios, en la mismafundación de la vida nacional de Is-rael, procuró establecerlos sobre te-rreno de resurrección, lo cual signifi-ca que ha tenido lugar una muerte,algo ha terminado. Un completo or-den de cosas ha sido destruido y otrocompletamente distinto ha sido intro-ducido. El gran esfuerzo de Dios enla Pascua y su significado era que Is-rael tomara su posición en este nuevoterreno, en este nuevo orden. La cele-bración de la Pascua año tras añocomo una ordenanza establecida portodas sus generaciones y su historia,era la manera de Dios de mostrar alos israelitas que pertenecían a otroorden, el orden de la resurrección.Mientras que en todos los hogaresegipcios y por todo su territorio ha-bía oscuridad, los hijos de Israel te-nían luz en sus viviendas; porque laluz está siempre en el terreno de re-surrección, pero sólo en el terreno deresurrección.

Después, en el Mar Rojo se repitióel mismo gran principio, atravesán-dolo y saliendo de él hacia terreno de

resurrección. De nuevo, Egipto fuetragado por el mar mientras Israelfue salvo. Todos entraron en el mis-mo mar, pero para Israel, al otro ladohay una columna de fuego para quesea su luz en terreno de resurrección– el espíritu de luz y vida. Mientrascontinuaban adelante año tras año,guardaron la Pascua para preservarel testimonio en cuanto al terreno so-bre el que estaban como nación.

Después vino el Jordán; y no fuemás que una reiteración en principiode lo mismo, ahora se hace necesaria,no por su condición necesitada sinopor su reconocimiento de ella. Es du-doso que tanto en la Pascua como enel Mar Rojo Israel tuviera un entendi-miento subjetivo de lo que Dios esta-ba haciendo en la Pascua o en el MarRojo, pero ahora han llegado a darsecuenta de manera subjetiva de que esuna necesidad. Durante cuarentaaños han estado descubriendo cosas,y al final se ponen de acuerdo. Se po-nen de acuerdo con Dios en que nece-sitan un terreno completamente dis-tinto si han de permanecer en la luz.De manera persistente y por todoslos medios, Dios procuró que Israelocupara y permaneciera en el terrenode resurrección, del cual había sidocortado por completo el terreno de lonatural. Su incredulidad incorregibletenía como componente básico la in-clinación al terreno de lo natural, dela no-resurrección.

La consecuencia de vivir en el terre-no de lo natural

¿Qué es el terreno de lo natural?Mira a Israel y lo verás con claridad.El terreno de lo natural es un atraer

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las cosas a uno mismo, una perspecti-va de todas las cosas a la luz de unomismo; el criterio predominante escómo me afectan las cosas a mí. En elcomienzo de nuestra vida cristianaera así. Por supuesto, la liberaciónque experimentamos en un comienzoobró en nosotros positivamente, demodo que estábamos muy contentos.La poderosa liberación del Mar Rojo,nos es algo agradable, de modo quehoy estamos llenos de gozo. Siemprees así cuando las cosas van bien. Sinembargo ¿qué ocurre cuando estamos

un momento, y no tardarás en encon-trarte dudando y cuestionando, enincredulidad, porque la esencia de lafe es exactamente lo contrario deesto. Cuando las cosas van en contrade ti y de tus intereses, cuando estásperdiendo tu vida y lo que tienes, ysin embargo estás creyendo a Dios,confiando en él, esto ciertamente esfe, esto es la esencia de la fe. Sin em-bargo, nuestra fe no es verdaderacuando solamente creemos en Diosmientras brilla el sol y todo va bien.Israel se mantuvo tan persistente-

De este modo Dios, en la misma fundación de la vidanacional de Israel, procuró establecerlos sobre terrenode resurrección, lo cual significa que ha tenido lugar

una muerte, algo ha terminado.siendo probados? Si mañana se noslleva a este lugar y situación dondeno está tan claro que todo sea paranuestro provecho, la canción cesa, elgozo se va y entra la murmuración.«Murmuraron». ¡Cuán a menudo sedice que Israel murmuró! ¿Por qué?Porque estaban sobre un terreno car-nal, natural, que en pocas palabrassignifica: «¿Cómo me afecta a mí?»Este es el terreno de lo natural y eneste terreno siempre brotará la incre-dulidad.

Lo que da fuerza a la increduli-dad son estas cosas: intereses y consi-deraciones naturales, personales; mi-rar las cosas desde la óptica de lo quenos es o no ventajoso. Permite que es-tas cosas entren, aunque sea sólo por

mente en el terreno de lo natural, queactuó mucho más en incredulidadque en fe. Fue eso lo que les cegó. Demodo que, cuando lo analizamos, ve-mos que la incredulidad ciega no esotra cosa que movernos en un terrenodistinto del terreno de resurrección.Esto significa que estamos ocupandoun terreno que Dios ha puesto bajomaldición, que Dios ha prohibido, so-bre el que Dios ha inscrito la adver-tencia para los creyentes: «No pasar»Si tan solo pudiéramos ver en nues-tro corazón estas notas diseminadaspor todo el territorio del propio inte-rés, las consideraciones mundanasetc., seríamos librados de mucha dela miseria que viene a nuestras vidas.

Toda la vida natural es algo ciego,

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y la medida de nuestra ceguera seráproporcional a la medida en que sea-mos gobernados por lo natural. «Elhombre natural», dice el Espíritu deDios, «no percibe las cosas que son delEspíritu de Dios ... y no las puede enten-der porque se han de discernir espiritual-mente» o «han de ser discernidas por elespiritual» (1ª Corintios 2:14). Toda lavida natural es algo ciego. La medidaen que ocupemos el terreno de lo na-tural determinará la medida de nues-tra ceguera. Dios se proponía sacar aIsrael de este terreno y establecerlosen terreno de resurrección, es decirque fueran gobernados no por lo na-tural, sino por el Espíritu; y ser go-bernados por el Espíritu significa an-dar en la luz, tener luz, significa ver.

Vida en el Espíritu«Porque el Señor es el Espíritu; y

donde está el Espíritu del Señor, allí haylibertad» (2ª Corintios 3: 17) ¿Libertadde qué? Libertad del velo. «Pero cuan-do se conviertan al Señor el velo se quita-rá»: La esclavitud, la limitación esquitada. Y «el Señor es el Espíritu». Es-tar en el terreno del Espíritu, que esterreno de resurrección, con la vidanatural puesta a un lado, es ser libra-do de la esclavitud y estar en la luz.¡Vida en el Espíritu! El ejemplo de Is-rael declara categórica y permanente-mente que religión no es necesaria-mente iluminación, y que incluso eltener las Escrituras no es forzosa-mente iluminación. «Cuando se lee aMoisés el velo está puesto sobre elcorazón de ellos».

«Cuando se lee a Moisés...». Pablodijo algo muy fuerte sobre las Escri-turas y los profetas que leían cada

día; no entendían lo que significaban,no percibían su sentido, aún estabanen ceguera, en oscuridad. No, inclusoel tener las Escrituras no significa ne-cesariamente iluminación.

Este mensaje de 2ª Corintios estanto para cristianos como para nocreyentes. Quizás incluso todo estemensaje sobre el velo, sobre ser ce-gado, sobre ver, se aplique más a loscreyentes. ¿Dónde esta el cristianocompleta y finalmente librado de lavida natural? Después de todo, lailuminación es sólo algo comparati-vo. Es decir es un asunto de «más omenos». De ahí que existan tantasexhortaciones a los creyentes paraandar en luz, vivir en el Espíritu,porque sólo de este modo puede de-sarrollarse y progresar este asuntode la visión y entendimiento espiri-tual. Vida en el Espíritu es sólo otramanera de decir: vida en terreno deresurrección.

Lo que hemos dicho hasta aquí, esque la ceguera que se extiende por latotalidad de la vida natural opera ytiene su fuerza en aquellos que eligeny aceptan esta vida. No es necesarioque esto ocurra; no es la voluntad deDios. El deseo de Dios es que viva-mos en la luz, que veamos su gloria,que no haya ningún velo en absoluto.Este es su deseo, que el velo sea qui-tado. Sin embargo hay una gran cosaque sí es necesaria, y es que venga-mos a aquella Pascua, a aquellamuerte que es muerte a la vida natu-ral y que produce una vida completa-mente nueva, vida del Espíritu, en lacual es creada una nueva facultad, unnuevo poder, una nueva capacidadpara ver. Esto es algo muy importan-

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te, vital para nosotros como pueblode Dios.

¿Cuándo el pueblo de Dios, quetiene las Escrituras y las conoce tanbien en la letra, cuándo vendrán adarse cuenta y a reconocer que si enverdad han sido crucificados conCristo, si han muerto con él y junta-mente con El han sido resucitados yhan recibido el Espíritu, tienen luz enellos? «La unción que vosotros recibis-teis de él permanece en vosotros, y no te-néis necesidad de que nadie os enseñe; asícomo la unción misma os enseña todaslas cosas...» (1ª Juan 2:27). ¿Cuándo sedarán cuenta los creyentes, los cris-tianos de esto? ¿Por qué los creyen-tes, que conocen las Escrituras en laletra, están corriendo de acá para allábuscando consejos de otros sobrecuestiones que afectan su conoci-miento espiritual? No quiero decirque sea malo pedir consejo, que seamalo saber lo que otros hijos de Dioscon experiencia piensan o sienten so-bre un determinado asunto. Sin em-bargo estamos en gran peligro si va-mos a construir nuestras posicionesbasándonos en sus conclusiones. Laautoridad final y al árbitro en todaslas cuestiones es el Espíritu de Dios,el Espíritu de la unción. Podemosayudarnos el uno al otro, pero es miesperanza que no vayas a construir tuposición sobre lo que estoy diciendoahora por el hecho de que yo lo digo.No hagas esto. No quiero que lo ha-gas. No te pido que lo hagas. Lo quete estoy diciendo es, escucha, tomanota, y después vete a la autoridad fi-nal que esta en ti, si eres hijo de Dios,y pídele que te confirme su verdad oque te muestre cualquier otra cosa.

Este es tu derecho, tu derecho de na-cimiento, el derecho de nacimientode todo hijo de Dios: estar bajo la luzdel Espíritu de luz que lo habita, elEspíritu de Dios.

Me pregunto dónde estaría Pablosi hubiera tomado el curso contrariodel que tomó. «Cuando agradó a Dios,que me apartó desde el viento de mi ma-dre... para revelar a su Hijo en mí... noconsulté en seguida con carne y sangre,ni subí a Jerusalén a los que eran apósto-les antes que yo; sino que fui a Arabia»(Gál. 1: 15-17). Me pregunto, ¿qué hu-biera ocurrido si hubiera subido a Je-rusalén y hubiera puesto el asuntoante aquellos que eran apóstoles an-tes que él? Sabemos por aconteci-mientos que ocurrieron después quealgo que le hubieran dicho hubierasido: «¡Ten cuidado Pablo! Nos estásdiciendo que en el camino de Damas-co se supone que Jesús te dijo quefueras a los gentiles, ¡Ten cuidado!».Hubieran intentado persuadirlo encontra de este asunto de los gentiles.Ya sabes lo que sucedió mas tarde. Yasabes que en este punto, incluso Pe-dro cayó en simulación años más tar-de. Ya sabes que aquellos apóstolesque fueron antes que él en Jerusalénsiempre fueron muy recelosos sobreel tema de los gentiles, y si Pablo hu-biera capitulado ante ellos nunca hu-biéramos tenido en él al gran apóstolde los gentiles, el gran apóstol delCuerpo de Cristo, con su revelacióndel misterio de la unidad de judíos ygentiles en Cristo.

Pablo no sometió esto ni siquieraa los que fueron apóstoles antes queél para preguntarles si era correcto ono, si era sano o no. ¡Oh, no! En Da-

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masco recibió la unción; Ananíaspuso sus manos sobre él y recibió alEspíritu, y desde este día, aunque Pa-blo estaba por completo dispuesto ygozoso de tener comunión con sushermanos, aunque nunca tomó unaposición independiente o superior,aunque estaba siempre abierto parael diálogo, fue sin embargo un hom-bre gobernado por el Espíritu.

Has de tener cuidado de cómo to-mas lo que estoy diciendo. Sólo seráseguro para ti en la medida en que note veas a ti mismo junto con el Espíri-tu Santo como una parte indepen-diente, sino que te mantengas en per-fecta comunión, sumisión, humildad,con un corazón abierto y dispuesto aescuchar y obedecer lo que pueda ve-nir como testimonio del Espíritu a laverdad a través de otros. Pero todoesto depende de tu condición inte-rior, de si estás en terreno natural oespiritual, en el terreno de la antiguacreación o en el de resurrección. Perosi estás en terreno de resurreccióndonde no es la vida de lo natural laque gobierna sino el Espíritu, enton-ces amado, tienes el derecho el privi-legio y la bendición de conocer el tes-

timonio del Espíritu en tu corazón yla unción enseñándote todas las co-sas, en cuanto a si un asunto determi-nado es correcto o incorrecto. ¿Cuán-do conocerá el pueblo de Dios esto?¿Cuando lo reconocerá?

Es aquello que mencionábamosanteriormente, lo que está robando amuchos la luz que el Señor desea dar-les. El Señor les guiaría a una mayorplenitud en el conocimiento de suHijo, a un crecimiento de su entendi-miento espiritual, pero están descui-dando el don que está en ellos. Estándescuidando al Espíritu Santo comosu iluminador, maestro, instructor,guía y arbitro, y van a éste o aquel, aesta o aquella autoridad diciendo:«¿Qué piensas sobre este asunto? ¡Sitú crees que está mal, entonces no loharé!». El hacer esto es fatal para elconocimiento espiritual. Esto es per-manecer en el terreno natural.

El Señor nos quiere fuera de esteterreno. Este asunto de ocupar terre-no de resurrección, de vivir una vidaen el Espíritu, es esencial para poderllegar al pleno conocimiento del Hijode Dios. ¡Cuánto más se podría decirsobre todo esto! Tengamos cuidado

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en cuanto a quiénes son nuestras au-toridades. Muchos queridos hijos deDios han llegado a estar, tanto indivi-dual como colectivamente, bajo unahorrorosa y pesada esclavitud, limi-tación y confusión por volver una yotra vez a autoridades humanas, aeste o a aquel gran líder, a este hom-bre que fue grandemente usado porDios, a aquel que tuvo una gran can-tidad de luz espiritual. «El Señor tie-ne todavía más luz y verdad que ha-cer brotar de su Palabra» de la queincluso poseyera aquel siervo suyo.¿Entiendes lo que quiero decir?

Tenemos todo el beneficio de laluz dada a personas piadosas y pro-curamos aprovecharnos de luz verda-dera, pero nunca deberíamos caer enesclavitud y decir: «¡Esta es la últimapalabra sobre el asunto!». Esto nodebe ocurrir nunca. Hemos de man-tenernos en terreno de resurrección.Y ¿quién puede agotarlo? En otraspalabras, ¿quién puede agotar el sig-nificado del Cristo resucitado? Él esun almacén sin límites, la tierra devastas distancias. Supongo que si hahabido alguien que tuviera este senti-do más que cualquier otro, ese seríaPablo. Pero hasta el fin de su vida,desde la cárcel aún clama: «¡A fin deconocerle!»: «Lo tengo todo como pérdi-da por la excelencia del conocimiento deCristo Jesús mi Señor por amor del cuallo he perdido todo y lo tengo por basura»(Fil. 3:8). Al final de una vida como lasuya, la vida de un hombre que po-día decir: «Conozco a un hombre enCristo que hace catorce años fue arrebata-do al tercer cielo... donde oyó palabras in-efables que no le es dado al hombre expre-sar» (2ª Cor. 12:2, 3) esta todavía di-

ciendo: «¡A fin de conocerle!». Creoque nadie, ni aun Pablo, ha hechomás que comenzar a conocer a Cristoresucitado. «Cosas que ojo no vio nioído oyó, ni han subido en corazón dehombre, son las que Dios ha preparadopara los que le aman. Pero Dios nos lasreveló a nosotros por el Espíritu» (1ªCor. 2:9, 10). El Espíritu tiene lasinescrutables riquezas para revelár-noslas. ¡Qué lamentable entonces laceguera que viene por ocupar terrenonatural, sea en la forma que sea!

Sólo unas palabras sobre la causade la ceguera espiritual. «El dios deeste siglo cegó...». Hay dos cosas enesta frase. Primero, esta ceguera noes, después de todo, algo tan sólo na-tural, es sobrenatural. Cuando deci-mos que el reino de lo natural es cie-go, hemos de añadir algo más. Existealgo muchísimo más siniestro acercade este tipo de ceguera. Es una ce-guera sobrenatural, pero es una ce-guera maléficamente sobrenatural. Esobra del diablo. Esta es la razón porla que impartir visión espiritual im-plica siempre un conflicto tan terri-ble.

Nunca nadie llega realmente a very entender por el Espíritu sin conflic-to, sin pagar un precio, sin una terri-ble cantidad de sufrimiento. Cadaporción de verdadera iluminación es-piritual es algo muy costoso. En lo

Cada porción de verdade-ra iluminación espiritual es

algo muy costoso.

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que a este asunto se refiere Pablo te-nía que ponerse mucho de rodillas enfavor de los santos. «Doblo mis rodillas–oro– para que el Dios de nuestro SeñorJesucristo, el Padre de gloria, os dé espí-ritu de sabiduría y de revelación en el co-nocimiento de Él» (Ef. 1:17). Es algopor lo que hay que orar, y no es in-trascendente el hecho de que en laepístola a los Efesios, la oración apa-rece en tan alto grado relacionadacon lo que se nos revela en el capítuloseis. «Nuestra lucha… es contra princi-pados y potestades contra los gobernado-res de las tinieblas, contra huestes espiri-tuales de maldad en las regiones celestes.Por tanto tomad toda la armadura deDios» –esto y aquello, etc.– «...orandosiempre en el Espíritu con toda oración ysúplica» (Ef. 6:12-18). «Orando siempre... para que el Dios de nuestro Señor Je-sucristo.. . os dé espíritu de sabiduría yde revelación en el conocimiento de Él».¿Se dan cuenta?, es todo una pieza.Pero ¿por qué todo esto? La explica-ción está aquí: «El dios de este siglo».Estamos contra algo sobrenatural enesta ceguera espiritual. Estamos con-tra todas las fuerzas cósmicas de mal-dad; son inteligencias espiritualesobrando para mantener a las perso-nas en su ceguera.

No es poca cosa el tener verdade-ra vista espiritual. Representa unapoderosa victoria. Tal realidad no vaa venir a ti sentándote pasivamente yesperando a que llegue. En cuanto aeste asunto, ha de haber ejercicio.Cuando de verdad te dispones pararecibir entendimiento espiritual, tecolocas en contra de las fuerzas deldios de este siglo. Es una batalla so-brenatural, de modo que cada peque-

ña etapa de ministerio que vaya a seren verdad un ministerio de revela-ción estará rodeada de conflicto. Ha-brá conflicto antes del tiempo del mi-nisterio, el conflicto continuará du-rante el tiempo del ministerio, y pro-bablemente seguirá después. Es así.

Aquí está pues la necesidad deque te ejercites en cuanto a la luz, quemientras estés escuchando no des porsentado que habiéndolo oído, ya lotienes; asegúrate de que después deoír, tratas lo que has oído de modopráctico con el Señor, para que enverdad se realicen los avances que éldesea en tu vida y que no te engañesa ti mismo asumiendo que ya lo sa-bes simplemente porque lo has oído.Puede que todavía no lo sepas. Puedeser todavía necesario librar una bata-lla al respecto.

Si en verdad lo supiéramos, unagran cantidad de los conflictos que ex-perimentamos en nuestras vidas sonporque Dios desea llevarnos un pocomás adelante en el camino, abrir nues-tros ojos para que le veamos a él, in-troducirnos en la luz de su Hijo. Diosdesea ensanchar nuestro horizonte es-piritual, y el enemigo está en contra.No va a permitirlo si puede. Se produ-ce conflicto. Quizás no lo entendamos,pero muy, muy a menudo, más de loque pensamos, ocurre sencillamenteque el Señor está tras algo en nuestrasvidas y Satanás dice: «No van a ver

1 El autor hace un juego de palabras imposible deexpresar en castellano. En inglés la palabraworship significa adoración y el término compues-to worth-ship que se pronuncia de manera simi-lar quiere decir barco o vehículo digno. El autorutiliza el segundo término (worth-ship) para ex-plicar el significado de la adoración.

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esto si puedo evitarlo». De modo quese levanta una tremenda batalla. Estaceguera es sobrenatural, igual que loes también la iluminación.

«El dios de este siglo». Esta expre-sión para designar a Satanás puedesignificar más que una simple por-ción en el tiempo. Puede significartodo el tiempo ya que Satanás ganósu señorío sobre el hombre en el mis-mo principio. Esto es lo que perse-guía, usurpar el lugar de Dios y con-seguir la adoración del hombre; serdios, ser adorado; lo cual significasencillamente tomar para sí lo quedel hombre tiene valor. Dios hizo alhombre para que éste fuera el vehícu-lo que le trajera algo para su gloria ydisfrute, algo digno de Sí, que Diospudiera encontrar en el hombre unvehículo digno1 de Él.

Satanás dijo: ‘Yo voy a poseer estevehículo digno. Dios ha invertido al-go en esta creación, algo que él quie-re para sí, pero yo voy a poseerlo’.Así que lo que vemos en Edén es lamanera en que Satanás suplantó aDios en el corazón y mente del hom-bre, y el modo cómo consiguió que elhombre le diera lo que era sólo el de-recho de Dios: la adoración. De estemodo, por el consentimiento y caídadel hombre, Satanás ganó el título de«dios de este siglo», y lo mantiene des-de entonces. «Este siglo» significa elcurso de este mundo. ¡Es «el dios deeste siglo»!

El gran peligro para que Satanáspueda mantener su papel de ‘dios’ esla iluminación espiritual. No va a po-der conservar mucho tiempo este te-rreno cuando tus ojos sean abiertos.¡Oh, cuando un corazón es ilumina-

do, el poder de Satanás es quebranta-do! Por eso el Señor dijo a Pablo enDamasco: «...a quienes ahora te envíopara que abras sus ojos, para que se con-viertan de las tinieblas a la luz, y de lapotestad de Satanás a Dios» (Hch. 26:17-18) Las dos cosas van juntas: delas tinieblas a la luz; del poder de Sa-tanás a Dios. Repito: la mayor ame-naza y peligro para Satanás y su po-sición es la iluminación espiritual;por lo cual él ha de encontrar un te-rreno sobre el cual perpetuar y man-tener su posición, su papel como«dios de este siglo». Y ¿qué terreno leserá satisfactorio para este propósito?El terreno de lo natural. Si nos colo-camos en el terreno de lo natural leestamos dando a Satanás derecho deposesión. Cada vez que lo hacemosse fortalece el agarre de Satanás.

El propósito de la obra cegadora deSatanás

¿Cuál es la razón u objeto de estaobra cegadora de Satanás? Que «...noles resplandezca la luz del evangelio de lagloria de Cristo, el cual es la imagen deDios» (2 Cor. 4:4). La gloria de Cristo,el evangelio de la gloria de Cristo; laluz del evangelio de la gloria de Cris-to, que es la imagen de Dios, estas co-sas no han de resplandecerles y poreso, el dios de este siglo les ha cegado.

Entonces ¿cuál es el propósito?Remontémonos atrás a un periodo in-cierto en el tiempo, cuando en losconsejos de Dios, el Hijo fue señaladocomo heredero de todas las cosas.Cuando esto se supo en el cielo se ha-lló iniquidad en el corazón de uno deentre las huestes angélicas. Esta ini-quidad fue el orgullo de desear igual-

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dad y aspirar a la posesión de aquellaherencia. Su corazón se exaltó y dijo:«Pondré mi trono por sobre las estrellasde Dios... Seré semejante al Altísimo»(Is. 14:12-14; Ez. 28:11-19). Al deciresto se descubrieron sus celos haciael Hijo de Dios; y por esta iniquidadde su corazón, por este orgullo y ce-los, perdió su posición allí y ha des-cendido para que, si él puede impe-dirlo, los hombres no vean al Hijo delHombre. Les ha oscurecido y cegadopara que la luz del evangelio de lagloria de Cristo no les resplandezca.Su propósito es excluir al Hijo.

De seguro esto ha de significaralgo inmenso, si Satanás con toda suinteligencia y entendimiento recono-ce que si los hombres ven al Hijo estoes lo mas grande que puede ocurrir.Todo lo que tiene que ver con la in-tención de Dios, se relaciona con esto.La totalidad del gran propósito deDios en la creación de este mundo yeste universo depende de esto. Todoestá conferido al Hijo, y si los hom-bres ven al Hijo entonces Dios alcan-za sus fines y cumple sus propósitos.Satanás dice: «¡Esto no debe ocurrir;no han de ver al Hijo!». El dios de estesiglo ha cegado sus mentes para queno les resplandezca la luz de la gloriade Cristo, que es la imagen de Dios.

¡Qué importante es entonces veral Hijo! No podemos ahora extender-nos en este tema tan inmenso, peroterminemos con esta nota: ¡Qué tre-menda expresión de júbilo llenará eluniverso cuando al fin le veamos caraa cara, cuando ya no haya más velososcurecedores, en ningún grado. Dioscumplirá entonces sus propósitos. ElHijo aparecerá, será contemplado.Cuando le veamos «seremos como élporque le veremos como él es» (1ª Juan3:2). Este es el propósito para el queDios nos hizo: «Ordenados de antema-no para que fuéramos hechos conforme ala imagen de su Hijo» (Romanos 8:29).Pero es necesario verle ahora y seguirviéndole hasta el día perfecto, porquees contemplándolo como somos cam-biados a su imagen.

¿Cual será la oración de nuestroslabios y de nuestros corazones al ter-minar esta consideración? Que no seamero sentimentalismo. Que sea unclamor y una búsqueda persistente:‘¡Queremos ver a Jesús!’. En la visiónde él converge todo el propósito deDios en este universo.

(Nota: Este artículo es el capítulo 5 del libro«Visión espiritual» del autor. Los capítulos ante-riores han sido publicados por Aguas Vivas de lasiguiente manera: cap. 1, en la Nº 33, cap. 2 en laNº 34, cap. 3 en la Nº 52 y cap. 4 en la Nº 18).

* * *Persistencia

George Müller oró por dos hombres cada día por más de sesentaaños. Uno de éstos fue convertido un poco antes de la muerte deMüller y el otro un año después de su muerte. Una de las cosas quese necesitan actualmente son hombres y mujeres que no sólo em-piecen a orar por obtener cosas, sino que oren y oren y vuelvan aorar hasta que consigan lo que demandan del Señor.

R. A. Torrey, en Cómo orar

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El orgullo de nuestro corazón no nos deja someternos a lajusticia de Jesucristo.

LEGADO

George Whitefield

Así como Dios no puede en-viar a una nación o pueblouna bendición más grande

que la de darle pastores fieles, since-ros y rectos, la maldición más grandeque Dios puede enviar a un pueblode este mundo, es darles guías cie-gos, no regenerados, carnales, tibiosy no calificados. No obstante, en to-

das las épocas, encontrarnos que hahabido muchos «lobos vestidos deovejas», muchos que manejabandisplicentemente conceptos funda-mentales que no habían asimilado entoda su profundidad, que restabanimportancia a las profecías, desobe-deciendo así a Dios.

Tal como sucedía en el pasado,

“Y curan el quebrantamiento de la hija de mi pueblo con liviandad, diciendo, Paz, paz;y no hay paz” (Jeremías 6.14).

(Fragmentos)

métodograciade la

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sucede ahora. Hay muchos que co-rrompen la palabra de Dios y la ma-nejan con engaño. Fue así de una ma-nera especial en la época del profetaJeremías; y él, fiel a su Señor, fiel aese Dios que lo había empleado, nodejó de abrir su boca para profetizaren contra de ellos, y para presentarun noble testimonio para honra deaquel Dios en cuyo nombre hablaba.

Si lee usted sus profecías, veráque nadie ha hablado más en contrade tales ministros que Jeremías, y es-pecialmente aquí, en el capítulo delcual ha sido tomado el texto, hablaseveramente contra ellos – los acusade varios crímenes, particularmente,los acusa de avaricia: «Porque» diceen el versículo 13, «desde el más chicode ellos hasta el más grande de ellos,cada uno sigue la avaricia; y desde elprofeta hasta el sacerdote, todos son en-gañadores».

Y luego, en las palabras del textoda más específicamente un ejemplode cómo han engañado, cómo hantraicionado a las pobres almas. Dice:«Y duran el quebrantamiento de la hijade mi pueblo con liviandad, diciendo,Paz, paz; y no hay paz.» El profeta, enel nombre de Dios, había denunciadoque habría guerra contra el pueblo,les había estado diciendo que su casaquedaría desolada, y que el Señor vi-sitaría la tierra trayendo guerra. «Portanto», dice en el versículo 11, «estoylleno de ira de Jehová, estoy cansado decontenerme; la derramaré sobre los niñosen la calle, y sobre la reunión de los jóve-nes igualmente; porque será preso tantoel marido como la mujer, tanto el viejocon el muy anciano. Y sus casas serántraspasadas a otros, sus heredades y tam-

bién sus mujeres: porque extenderé mimano sobre los moradores de la tierra,dice Jehová».

El profeta presenta un estruendo-so mensaje a fin de que se espanten ysientan algo de convicción y se arre-pientan; pero parece que los falsosprofetas, los falsos sacerdotes, se de-dicaron a acallar las convicciones delpueblo, y cuando sufrían y sentíanun poco espantados, preferían taparla herida, diciéndoles que Jeremíasno era más que un predicador entu-siasta, que era imposible que hubieraguerra entre ellos, diciendo al pue-blo: «Paz, paz» cuando el profeta lesdecía que no había paz.

Las palabras, entonces, se refierenprimordialmente a las cosas externas,pero yo creo que también se refierenal alma, y se deben aplicar a esos fal-sos profetas, quienes, cuando el pue-blo estaba convencido de su pecado,cuando el pueblo comenzaba a miraral cielo, preferían acallar sus convic-ciones y decirles que ya eran lo sufi-cientemente buenos. Y, por supuesto,a la gente por lo general le encantaque sea así; nuestros corazones sonmuy traicioneros y terriblemente im-píos; nadie sino el Dios eterno sabe lotraicioneros que son. ¡Cuántos somoslos que clamamos: «Paz, paz» a nues-tras almas, cuando no hay paz!

Cuántos hay que están sumergi-dos en sus impurezas, que creen sercristianos, que se jactan de interesar-se en Jesucristo; pero si examinamossus experiencias, descubriremos quesu paz no es más que una paz prove-niente del diablo –no es una pazdada por Dios– no es una paz que es-capa a la comprensión humana.

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El pecado originalExisten muchas pobres almas que

se creen muy razonadoras, no obstan-te, pretenden afirmar que no existetal cosa como el pecado original.Acusarán de injusticia a Dios porimputarnos el pecado de Adán, aun-que tenemos la marca de la bestia ydel diablo sobre nosotros. Sin embar-go, nos dicen que no nacimos en pe-cado. Dejen que miren lo que sucedeen el mundo y vean los desórdenesen él y piensen, si pueden, que este esel paraíso en que Dios puso al hom-bre. ¡No! Todo en el mundo está des-ordenado. He pensado muchas veces,cuando salía de viaje, que si no hu-biera otro argumento que dé pruebadel pecado original, los ataques delos zorros y tigres contra el hombre, ysí, hasta el ladrido de un perro contranosotros, es una prueba del pecadooriginal. Los tigres y leones no seatreverían a atacarnos si no fuera porel primer pecado de Adán; porquecuando los animales se levantan con-tra nosotros, es como si dijeran: ‘Hanpecado ustedes contra Dios, y defen-demos la causa de nuestro Señor’.

Si miramos hacia nuestro interior,veremos bastantes lascivias, y el tem-peramento del hombre contrario altemperamento de Dios. Hay orgullo,malicia y deseos de venganza en to-dos nuestros corazones; y este tempe-ramento no puede provenir de Dios;proviene de nuestro primer padre,Adán, quien después de caer de lasmanos Dios, cayó en las del diablo.Algunas personas pueden negar esto;no obstante, cuando llega la convic-ción, todas las razones carnales sonarrasadas inmediatamente y la pobre

alma comienza a sentir y ver la fuen-te de la cual fluyen todas las corrien-tes contaminadas.

Cuando el pecador despierta porprimera vez, empieza a preguntarse:¿Cómo es que llegué a ser tan mal-vado? El Espíritu de Dios entoncesinterviene, y muestra que, por natu-raleza, no tiene nada de bueno en él.Entonces ve que se ha apartado to-talmente del camino, que es total-mente abominable, y la pobre criatu-ra es impulsada a caer al pie del tro-no de Dios, y a reconocer que Diossería justo si lo condenara, si lo re-chazara aunque nunca hubiera co-metido un pecado en su vida. ¿Hansentido y experimentado esto algu-nos de ustedes –para justificar quepesa sobre ustedes la condenaciónde Dios– que son por naturaleza hi-jos de ira, y que Dios puede, en sujusticia rechazarlos aunque en reali-dad nunca lo han ofendido en todasu vida? Si alguna vez han sentidouna auténtica convicción, si sus co-razones fueron verdaderamente que-brantados, si el yo realmente les hasido extirpado, habrán visto y com-prendido esto.

Y si nunca han sentido el peso delpecado original, no se llamen cristia-nos a sí mismos. Estoy convencido deque el pecado original es la cargamás grande del verdadero converti-do; esto entristece siempre al alma re-generada, al alma santificada. El pe-cado que mora en el corazón es lacarga de la persona convertida; es lacarga del verdadero cristiano. Esteclama continuamente; «¡Oh! ¿quiénme librará de este cuerpo de muerte»,esta corrupción que mora en mi cora-

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zón? Esto es lo que más perturba a lapobre alma. Y, por lo tanto, si nuncasintieron ustedes esta corrupción in-terior, si nunca pensaron que Diospodría maldecirlos justamente, en-tonces, mis queridos amigos, puedenhablar de paz al corazón; pero metemo que no, estoy seguro de que notienen verdadera paz.

FariseísmoEs más: antes de poder hablar de

paz a sus corazones, no sólo debenestar compungidos por los pecadosen su vida, los pecados de su natura-leza, sino también por los pecados desus mejores deberes y obras. Cuandouna pobre alma despierta un pocopor los terrores del Señor, entonces lapobre criatura, habiendo nacido bajoel pacto de las obras, vuela otra vez aél. Y así como Adán y Eva se escon-dieron entre los árboles del jardín, ycosieron hojas de higuera para cubrirsu desnudez, el pobre pecador, aldespertar, vuela a sus deberes y susobras, para esconderse de Dios, y tra-ta de coserse una justicia propia.Dice: ‘Ahora seré muy bueno –me re-formaré– haré todo lo que esté a mialcance; y seguramente así Jesucristotendrá misericordia de mí’. Pero an-tes de poder hablar de paz a su cora-zón, tiene que llegar al punto de verque Dios puede condenarlo aun porla mejor oración que haya elevado;tiene que llegar a comprender que to-dos sus deberes, toda su justicia –como lo expresa elegantemente el

profeta– todo eso junto, dista tantode recomendarlo a Dios, dista tantode ser un motivo e incentivo para queDios tenga misericordia de su pobrealma, que los verá como trapos su-cios, paños menstruales – que Dioslos odia y no puede quitárselos si selos presenta como una recomenda-ción a su favor.

Mis queridos amigos, ¿qué puedehaber en nuestras obras para reco-mendarnos a Dios? Nuestra personase encuentra, por naturaleza, en unestado no justificado, merecemos sercondenados diez mil veces y más; ¿yqué son nuestras obras? Por naturale-za, no podemos hacer nada bueno.«Los que andan conforme a la carneno pueden agradar a Dios». Uno pue-de realizar cosas materialmente bue-nas, pero no puede hacer nada buenoque sea contado para justicia, porquela naturaleza no puede actuar contrasí misma. Es imposible que el hom-bre inconverso pueda actuar para lagloria de Dios; no puede hacer nadapor fe, y «lo que no se obra por fe especado». Después de ser renovados,en realidad somos renovados sólo enparte, el pecado sigue morando ennosotros.

Hay una mezcla de corrupción encada uno de nuestros deberes, de ma-nera que después de habernos conver-tido, si es que Jesucristo nos aceptarapor nuestras obras, nuestras obras noscondenarían, porque no podemos ele-var una oración que esté dentro de laperfección que la ley moral exige. No

El pecado que mora en el corazón es la carga de la per-sona convertida; es la carga del verdadero cristiano.

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sé que pensarán ustedes, pero yo nopuedo orar sin pecar, no puedo predi-carles a ustedes ni a nadie más sin pe-car, no puedo hacer nada sin pecado y,como alguien lo ha expresado, mi co-razón quiere arrepentirse y mis lágri-mas quieren ser lavadas en la preciosasangre de mi querido Redentor. Nues-tras mejores obras no son más que pe-cados espléndidos.

Antes de poder hablar de paz asus corazones, necesitan no sóloodiar su pecado original y los que dehecho cometen, sino que deben odiarsu propia justicia, todos sus deberesy obras. Tiene que haber una convic-ción profunda antes de que se lespueda quitar su farisaísmo; es el últi-mo ídolo que se les quita a sus cora-zones. El orgullo de nuestro corazón

no nos deja someternos a la justiciade Jesucristo. Pero si nunca sintieronque no contaban con una justicia pro-pia, si nunca sintieron la deficienciade su propia justicia, no se acercarána Jesucristo.

Hay muchos que dirían: ‘Bueno,creernos todo esto; pero hay una grandiferencia entre decir y sentir’. ¿Al-guna vez han sentido ustedes quequieren un amante Redentor? ¿Hansentido alguna vez la necesidad deJesucristo, conscientes de la deficien-cia de su propia justicia? ¿Y puedendecir ahora de corazón: Señor, pue-des en tu justicia condenarme por lasmejores obras que jamás realicé? Sino dejan a un lado el yo, pueden ha-blarse a sí mismos de paz, pero notienen paz.

* * *Las Crónicas de Narnia

En El león, la Bruja y el Ropero, de C. S. Lewis, Edmund fácilmentefue conquistado por la malvada bruja blanca, llevándolo al lado de lastinieblas. El método que ella utilizó fue sencillo: apeló al amor de él porla comida sustanciosa y dulce, así como también por su sed de posicióny venganza. La delicia turca que le ofreció fue deliciosa, y lo dejó an-siando aún más. Tan grande fue su atractivo que llevó a Edmund atraicionar a su hermano y hermanas.

Los apetitos del mundo y la carne son herramientas poderosas yadictivas del diablo. Él apela a nuestro amor por lo que satisface nues-tros deseos egoístas y pecaminosos y lo utiliza para tentarnos, contro-larnos, desalentarnos, derrotarnos y destruirnos. Ansiamos poder, di-nero, comida, alcohol, ropa o sexo, aun cuando estamos en peligro desacrificar a nuestros amigos, nuestros seres amados, e incluso nuestrarelación con nuestro Salvador con tal de satisfacer nuestros deseos.

DCE, en Nuestro Pan Diario, 2008

El segundo violínEs significativo que Josué fue siempre el siervo de Moisés hasta la

muerte de éste. Aunque el segundo violín es un instrumento difícil dedominar (¡mucho más que el primero!), Josué lo tocó bien. En realidad,él fue un virtuoso segundo violín.

R. Kent Hughes, en Disciplinas de un hombre piadoso

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George Whitefield, predicadorde dos continentes.

George Whitefield fue el predi-cador del evangelio más via-jero de su época y muchos

creen que fue el más grande evange-lista de todos los tiempos. Junto aJohn Wesley en Inglaterra y a Jona-than Edwards en Estados Unidos,contribuyó a dar forma a un aviva-miento que transformó decisivamen-te la iglesia y la sociedad de su tiem-po.

Olvidado en gran parte hoy,Whitefield fue probablemente la figu-ra religiosa más famosa del s. XVIII.Los periódicos lo llamaron «la mara-villa de la época», era capaz de atraera millares en Inglaterra y EstadosUnidos con la escarpada energía desu oratoria.

A la sazón, la ortodoxia puritanase había vuelto fría y externa, mien-tras que la iglesia anglicana se aferra-

El Predicador

ESPIGANDO EN LA HISTORIA DE LA IGLESIA

viajero

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ba a un ritualismo impotente y sinvida. La iglesia presbiteriana, entretanto, desaparecía casí por completobajo la influencia de la herejía arria-na.

La sociedad civil había caído has-ta un nivel moral que califican comouna marea de perversión, en el quegrandes multitudes perecían en lamiseria y la indefensión social. La si-tuación era desesperada.

Pero en ese tiempo, Dios actuópoderosamente para revertir la situa-ción a través de Whitefield y sus ami-gos. De hecho, debido a este aviva-miento, Inglaterra no se perdió en u-na sangrienta revolución como Fran-cia. Bajo su influencia se realizarongrandes reformas sociales. Cientos demiles de personas salieron de la mi-seria.

Más aún, esto permitió acabar conel flagelo de la esclavitud, pues Wil-berforce, el cruzado en pro de la abo-lición, se había convertido duranteese avivamiento, y a partir de él ha-bía desarrollado sus ideales.

El avivamiento trajo a la iglesiaun énfasis renovado en la vida, lasantidad y la obra del Espíritu Santo.Sus renuevos se extenderían hastamuy lejos en los siglos XIX y XX, tan-to en las iglesias de la santidad comoen el avivamiento pentescostal poste-rior.

Todo ello puede remontarse a lapoderosa llama que Dios encendiócon hombres como Whitefield.

En el curso de treinta años de mi-nisterio, él predicó por lo menos 18mil veces a quizás 10 millones de per-sonas.

Una infancia dolorosaWhitefield nació el 16 de diciem-

bre de 1714, en Bell Inn, Gloucester,Inglaterra, donde su padre, Thomas,era comerciante de vino y mesonero.El padre murió cuando George teníados años. George era el menor de sie-te hijos. Su madre viuda, Elizabeth,luchó para mantener a la familia uni-da. Cuando él tenía cerca de diezaños, ella volvió a casarse, pero notuvo una unión feliz.

El sarampión adquirido en su ni-ñez lo dejó para siempre con un es-trabismo tan severo que nadie sabíaexactamente dónde (o a quién) mira-ba. Con todo, él llegó a hablar a ex-tensas muchedumbres al aire libreque nunca apartaban sus ojos de él.

Cuando tenía doce años le envia-ron a la Escuela de Gramática enGloucester. Allí, él tuvo fama de tru-hán, y también como actor y orador.Gustaba leer los libretos de teatro in-saciablemente y faltaba a menudo aclases para practicar con ellos. Mástarde en su vida, repudió el teatro,pero los métodos que él adquiriómientras era joven surgían en su pre-dicación.

Aproximadamente a los quinceaños de edad George persuadió a sumadre para abandonar la escuela,porque él pensaba que nunca haríamucho uso de su educación, pues pa-saba el tiempo trabajando en el me-són para ayudar al sustento de la fa-milia. Sin embargo, en las noches,George leía la Biblia.

Su madre recibió de visita a unestudiante de Oxford que trabajabaen la universidad, y su informe ani-mó a la madre y a George a planear

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su nueva situación ante Dios. Estofue en 1735.

Él dijo muchos años más tarde:«Siempre que voy a Oxford, no pue-do dejar de visitar el punto donde Je-sucristo se me reveló por primera vezy me dio el nuevo nacimiento».

Muchos días y semanas de ayuno,y otras torturas a las cuales él se ha-bía expuesto, habían minado su sa-

el ingreso de éste a la universidad.Volvió a la escuela de gramática paraacabar su preparación y entrar a Ox-ford.

Conversión y primeros pasos en la feA los diecisiete años, George en-

tró en la Universidad de Pembroke,Oxford. Gradualmente, se fue alejan-do de sus antiguas amistades perni-

ciosas. Después de un año, se reuniócon John y Charles Wesley y forma-ron el Holy Club (Club Santo). Char-les Wesley le prestó un libro: «La vidade Dios en el Alma del Hombre». Este li-bro –más una enfermedad severa quevino tras largos y dolorosos períodosde lucha espiritual– finalmente diolugar a su conversión.

El nuevo nacimiento de White-field fue ayudado por la obstetriciaespiritual de un obispo santo que lodirigió a Juan 7:37: «Todo el que tengased, venga a mí». Whitefield clamó envoz alta: «¡Yo tengo sed!», y recordóque cuando Jesús pronunció estas pa-labras, su lucha estaba casi concluida.Él mismo se dio cuenta también quepor primera vez en su vida había re-nunciado a usar cualquier medio pa-ra obtener el favor de Dios, y habíareconocido explícitamente su desam-paro. De inmediato, recibió la certezade su nueva naturaleza en Cristo y de

Cuando él les predicaba, se podían ver en ellos «losblancos surcos hechos por sus lágrimas que bajaban

por sus negras mejillas».

lud, de modo que nunca volvió a serun hombre sano. Debido a su preca-rio estado, salió de la escuela enmayo de 1735, y volvió a casa paranueve meses de recuperación. Sinembargo, nunca estaba ocioso, y suactividad atrajo la atención del Dr.Benson, obispo de Gloucester, quiennombró a Whitefield como diácono.George declaró más tarde: «Mi cora-zón fue derretido, y ofrecí mi espíri-tu, alma y cuerpo enteros al serviciodel santuario de Dios».

Whitefield predicó su primer ser-món el domingo siguiente. Estaba enla capilla antigua de Santa María deCrypt, donde se había criado. El pue-blo, incluyendo a su madre, se agol-pó para oírlo. Su sermón convenció alhambriento aun cuando contrarió alendurecido. Él lo describió así: «Al-gunos se burlaban, pero la mayoríade los presentes parecían impacta-dos, y desde entonces he oído que

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fue presentada una queja al obispo,de que yo dejé a quince personas lo-cas en ese primer sermón». El obisporeplicó: «Espero que su locura durehasta el domingo próximo».

A partir de entonces, Whitefieldse sorprendía al descubrir que don-dequiera que hablara, las muche-dumbres se colgaban de sus palabras.Sus sermones no eran ordinarios. Re-trató los caracteres bíblicos con unrealismo que nadie había visto antes.Lloraba, bailaba, gritaba. Tan cautiva-do llegó a estar por él David Garrick,el actor más famoso de Gran Bretaña,que decía: «Daría cien guineas si pu-diera decir el ‘Oh’ como Mr. White-field». Benjamin Franklin, que lo oyópredicar muchas veces en EstadosUnidos, declaró que «tenía una vozcomo un órgano».

Una vez, al predicar sobre la eter-nidad, él detuvo repentinamente sumensaje, miró alrededor, y exclamó:«¡Escuchen! Oigo a los santos cantarsus ‘aleluyas’ eternas, y pasar un díaeterno entonando canciones triunfan-tes de gozo. ¿Y ustedes no desean,mis hermanos, agregarse a este corodivino?».

Más de 18.000 sermones siguieronen el curso de su vida, un promediode 500 al año, o diez a la semana.Muchos de ellos fueron impartidosuna y otra vez. Menos de 90 de elloshan sobrevivido en alguna forma.

El miércoles que siguió a su pri-mer sermón, volvió a Oxford dondele fue otorgado el grado de B.A. Lue-go le llamaron a Londres para actuarcomo ministro suplente en la torre deLondres. Allí permaneció sólo un parde meses, y después volvió a Oxford

por un corto plazo, donde sirvió poralgún tiempo en una parroquia ruraly entre los presos de la cárcel.

En 1738 sucedió un hecho que ha-bría de caracterizar el despertar evan-gélico. Mientras predicaba en la ates-tada iglesia en Bermondsey, preocu-pado por el hecho de que había másde mil personas paradas afuera, ytambién porque los que estaban allíemitían un olor casi insoportable,dijo a su amigo John Wesley de suplan de comenzar la «predicación decampo». Wesley pensó que el planera descabellado … hasta que él tuvoque admitir su eficacia. ¡Sin embargo,era ilegal, puesto que sólo se permitíala predicación al aire libre en las hor-cas públicas!

El corazón de Whitefield habíasido quebrantado por los mineros decarbón en Kingswood, Bristol. Eranhombres tan violentos como vulga-res. Ellos y sus familias eran cien porciento iletrados, sumidos en una de-gradación que desafía la descrip-ción. Whitefield caminaba entre ellos,en traje clerical, y comenzaba a ha-blarles de Mateo 5: «Bienaventuradoslos pobres en espíritu, porque de ellos esel reino de los cielos». Despreciadospor la sociedad, esta gente encontróen Whitefield a alguien que los amó,y que por lo tanto no les temió.Cuando él les predicaba, se podíanver en ellos «los blancos surcos he-chos por sus lágrimas que bajabanpor sus negras mejillas».

Las autoridades de la iglesia acor-daron inmediatamente que todos lospúlpitos anglicanos le fueran cerra-dos. Sin embargo, él permaneció im-pasible. El próximo domingo diez mil

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personas se agregaron a los minerosde Kingswood. La oposición se inten-sificó. ¡Cuando Whitefield procuróvisitar a los presos en la cárcel deNewgate, la corporación de Bristol«se acordó» repentinamente de desig-nar un capellán para la prisión! Des-pués de oír a Whitefield predicar re-petidas veces, los mineros recolec-taron dinero para construir una es-cuela para sus niños: ¡los empobreci-dos no debían ser explotados por lossocialmente privilegiados!

Pero no sólo los de alta alcurniase oponían a Whitefield. En Moor-fields un patán subió a un árbol bajoel cual pasaba el predicador y orinósobre él. Siempre maestro en revertirla oposición en ventaja para el evan-gelio, Whitefield preguntó retórica-mente a la muchedumbre: «¿Estoyerrado cuando digo que el hombre esmitad diablo y mitad bestia?». Y en-tonces elogiaba de nuevo el evange-lio, por el cual cualquier personapuede llegar a ser un hijo de Dios.

Viaja a Estados UnidosLos hermanos Wesley habían ido

a Georgia, Estados Unidos, y White-field recibió la invitación a acompa-ñarles. Él tuvo voluntad de ir, pero elSeñor retrasó el viaje por un año. En-tretanto, comenzó a predicar con e-nergía a las grandes muchedumbresa través de Inglaterra. Predicó en al-gunas de las principales capillas deLondres y pronto no hubo lugar lobastante grande para recibir a los quequerían oírlo.

Finalmente, viajó a Estados Uni-dos el 10 de enero de 1738, el primerode trece viajes que haría en su vida.

El barco se retrasó en un par de luga-res, pero Whitefield utilizó el tiempoadicional predicando, hasta arribar eldía 7 de mayo. Whitefield llegó a sertan familiar en Estados Unidos que sesentía igualmente en casa.

Poco después de su llegada tuvoun severo combate con la fiebre. Ape-nas recuperado, visitó a Tomo-Chici,un jefe indio que estaba en su lechode muerte. Sin intérprete disponible,Whitefield sólo podía ofrecer unaoración en su favor.

En viajes posteriores, él habría depasar a través de los bosques de tribuen tribu, de tienda en tienda. Para lle-gar a los campamentos de los delawa-re, se lanzó a los furiosos torrentes enuna frágil canoa de tronco.

Whitefield tomó carga por loshuérfanos de Georgia, y comenzó arecoger fondos para atenderlos. A-brió escuelas en Highgate y Hamp-stead, y también una escuela para ni-ñas en Savannah. Por supuesto, tam-bién predicó. Sin embargo, siemprese vio rodeado de deudas y dificulta-des para sostener esos establecimien-tos.

De regreso en Londres, el domin-go 14 de enero de 1739, fue ordenadosacerdote de la iglesia de Inglaterrapor su amigo, el obispo Benson, enuna ceremonia en Oxford.

Rechazado, predica al aire libreDe vuelta de Estados Unidos, él

pensaba que las puertas se le abri-rían. Al contrario, ahora muchas igle-sias se le cerraron. Sus éxitos, su pre-dicación, y su conexión con las socie-dades metodistas –particularmentesu asociación con los Wesleys– le

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atrajeron la oposición del establish-ment. Sin embargo, él predicó a todaslas iglesias que lo recibieron, traba-jando y visitando por ejemplo a losMoravos y otras sociedades religiosasdisidentes en Londres. Pero todos losedificios se le hacían chicos.

Justo fuera de la ciudad de Bristolhabía un distrito de minas de carbónconocido como la colina de Kings-wood. Whitefield predicó por prime-ra vez allí al aire libre el 17 de febrerode 1739. Cerca de 200 personas vinie-ron a oírlo, pero en muy corto plazoél predicaba a muchedumbres de 10mil personas. A menudo ellos perma-necían de pie bajo la lluvia, y las me-lodías de sus cánticos se escuchabana dos millas de distancia.

Uno de sus lugares de predica-ción preferidos era Moorfields, en lasafueras de Londres. Él no tenía nin-gún horario señalado para sus servi-cios, pero siempre que él comenzabaa predicar, millares venían a oír, yafuese a las 6 de la mañana o las 8 dela noche. No todos eran seguidores,

en ellos. Él podía pintar cuadros de lapalabra con tal viveza que la gentequedaba mirando fijamente con ojosemocionados mientras él hablaba.

A menudo, unas 500 personas sa-lían del grupo y se postraban bajo elpoder de un solo sermón. Muchagente hacía demostraciones, y en oca-siones hombres que se oponían al Es-píritu caían en tierra durante sus re-uniones. Los gritos audibles de la au-diencia interrumpían a menudo losmensajes. La gente generalmente erasalvada durante el desarrollo del ser-vicio. Whitefield no utilizaba el lla-mado al frente.

La personalidad de Whitefield eramuy versátil y conquistaba a todos.Desde la miserias de los campos in-dios de Estados Unidos y de los cam-pamentos mineros en Inglaterra, esteserafín-predicador se movió con faci-lidad a los hogares más encumbra-dos de Inglaterra. De una señorial cá-mara aromatizada con perfumes cos-tosos, Whitefield saldría a una re-unión callejera. Muchas gentes de la

No todos eran seguidores, como evidenciaba su reiteradotestimonio: «Me honraban lanzándome piedras, suciedad,

huevos putrefactos y pedazos de gatos muertos».como evidenciaba su reiterado testi-monio: «Me honraban lanzándomepiedras, suciedad, huevos putrefactosy pedazos de gatos muertos». White-field tenía sólo 25 años.

No parece haber nada inusual enel contenido de sus sermones impre-sos, pero su oratoria ponía gran vida

nobleza inglesa acudían a oírle. ¿Quémovió a esos poetas, pares y prínci-pes, filósofos e ingenios a reunírsele?Orgullosos de su sangre azul y pedi-grí, esos aristócratas vinieron –algu-nos de ellos tres veces a la semana– aoír las quemantes palabras: «Ustedesdeben nacer de nuevo».

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De vuelta en Estados UnidosEl 14 de agosto de 1739 él estaba

en camino a Estados Unidos de nue-vo, llevando consigo cerca de $ 4.000que había recolectado para su orfana-to. Aún siendo tan joven –alto, agra-ciado y bien proporcionado, no obs-tante era bizco–, aprovechaba muybien su tiempo en el barco predican-do a los pasajeros – aun en medio deuna tormenta. ¡Su púlpito era la cu-bierta de la nave que se sacudía consus velas hechas andrajos y cuyoequipo estaba fuera de acción! Sumanto era una piel de búfalo, y aun-que en este viaje él había dormido enla parte más protegida del barco, sehabía visto empapado dos veces enuna noche.

En el Atlántico o a cualquier ladode él, si predicaba a algunos en la cu-bierta de una nave o galvanizaba alas audiencias extensas al aire libreoyendo del rapto, el mensaje deWhitefield era igual: «De cierto, decierto os digo, a menos que un hom-bre nazca otra vez, no puede ver elreino de Dios».

Llegado a destino, esta vez se es-tableció cerca de Filadelfia –la ciudadmás cosmopolita de Estados Unidos–el 30 de octubre, predicando aquí an-tes de ir al sur. El viejo palacio de jus-ticia tenía un balcón, y Whitefieldamaba predicar desde allí siempreque iba. La gente permanecía de pieen las calles cercanas para oírlo.

Predicando en Society Hill, cercade Filadelfia, él hablaba a grandesmultitudes. En una reunión de despe-dida, más de 35.000 se congregaronpara oírlo. Benjamín Franklin se hizoun buen amigo del evangelista, y se

impresionaba siempre con la predica-ción, aunque no se convirtió. Una vezFranklin vació sus bolsillos en casa,sabiendo que sería tomada una ofren-da. Pero fue imposible no ofrendar.¡Tan poderosa fue la apelación en lareunión de Whitefield que Franklinterminó pidiendo dinero prestado deun extranjero que estaba cerca paraponer en el platillo!

Cierta vez Franklin hizo un curio-so cálculo. Se paró frente al púlpitode Whitefield, y luego caminó haciaatrás, hasta donde no podía oír muyclaramente. Marcó el punto. Más tar-de midió la distancia, para llegar laconclusión de que 30.000 personashabían oído a Whitefield en una re-unión, y le habían oído confortable-mente sin ninguna amplificación.

Desde Filadelfia, Whitefield fue aNueva York. Cada parada a lo largodel viaje de Whitefield fue marcadapor récords de oyentes, excediendo amenudo la población de las ciudadesdonde predicaba. Whitefield se sor-prendía a menudo cómo las muche-dumbres «tan dispersadas, puedenser reunidas con tan repentino avi-so». La gente se aglomeraba por mi-llares, a veces hasta con violencia.Como dice un relato, las multitudes«codearon, empujaron, y se pisotea-ron unos a otros para oír hablar ‘co-sas divinas’ del famoso Whitefield».

Sin embargo, una vez que White-field comenzaba a hablar, esas multi-tudes frenéticas eran hechizadas.«Aun en Londres», comentaba él,«nunca observé un silencio tan pro-fundo».

Sus viajes por Estados Unidoseran una verdadera caravana de fe.

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Cierta vez viajó por tierra con al me-nos 1.000 personas que lo acompaña-ron de Filadelfia a Chester. Aquí pre-dicó a miles, incluyendo a jueces queposponían sus causas hasta que susermón terminase.

Después de recorrer otros lugares,navegó hasta Nueva Inglaterra enseptiembre de 1740, para el primerode tres viajes a esa zona. Llegó hastaNewport, Rhode Island, para comen-zar lo que los historiadores llaman elpunto focal del «primer gran desper-tar». Jonathan Edwards había estadosembrando la semilla en esa área – yla presencia de Whitefield era la pajaque iba a quebrar la espalda al dia-blo.

Él predicó en Boston a las multi-tudes más grandes reunidas jamásallí para oír el evangelio. Fue invita-do más de una vez a hablar a la facul-tad y a los estudiantes de Harvard.En Salem, centenares no podrían en-trar en el edificio donde él hablaba.Predicó cuatro veces para Edwards

en Northampton, Massachusetts, y,aunque él permaneció en Nueva In-glaterra menos de un mes en esa oca-sión, el avivamiento que empezó du-ró por un año y medio.

Aunque respaldado por los Wes-leys, Whitefield fijó su propio cursoteológico: él era un calvinista conven-cido. Su tema principal era la necesi-dad del «nuevo nacimiento», por loque significaba para él la experienciade la conversión. Él nunca suplicabaa la gente que se convirtiera, sinoanunciaba solamente, y dramatizabasu mensaje.

Sarah, la esposa de JonathanEdwards, comentó: «Él enfatiza me-nos las doctrinas, como nuestros pre-dicadores americanos generalmentehacen, y apunta más a tocar el cora-zón. Es un orador nato. Una personaprejuiciada podría decir que todoesto es artificio y exhibición de tea-tro, pero no pensará así cualquieraque lo ha visto y lo ha conocido».

Whitefield también incluyó a la

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comunidad de esclavos a sus reunio-nes de avivamiento, aunque él estabalejos de ser un abolicionista. No obs-tante, buscó cada vez más a audien-cias de esclavos y escribió en su fa-vor. La respuesta fue tan grande quealgunos historiadores lo señalancomo un hito en la génesis de la cris-tiandad afro-americana.

Ruptura con Wesley. Viajes a Escociay Gales

Whitefield dejó Estados Unidos el24 de enero de 1741. Las reuniones deavivamiento recientes de Whitefielden Nueva Inglaterra sacudieron a Es-tados Unidos. Quizás tanto como undiez por ciento de la población totalde las colonias fue salvado duranteeste gran derramamiento del Espíritude Dios. Los historiadores honestoscreen que este renacimiento confor-mó el espíritu que condujo a la Revo-lución Norteamericana en 1776.

En Inglaterra, Whitefield encontróque John Wesley divergía de la doc-trina calvinista, así que rompió su co-munión con él. Los dos hombres nun-ca coincidieron acerca de la eleccióndivina. Wesley pensaba que White-field predicaba la redención univer-sal mientras que Whitefield pensabaque la predicación de Wesley impli-caba que los cristianos no necesitabanasumir responsabilidad moral.

Oraciones tales como las siguien-tes son típicas de la actitud de White-field: ¡»Cómo sufre la causa de nues-tro común Maestro por nuestras dis-putas sobre puntos particulares dedoctrinas!» … «Por la causa de Cris-to, no nos dividamos entre nosotrosmismos» … Y a Wesley decía: «Evite

toda disputa. No me obligue a pre-dicar contra usted; yo preferiría mo-rir».

Tomaron caminos divergentespero optaron, al final, por mantenerun respeto mutuo. Whitefield hizouna recta distinción entre una dife-rencia en el juicio y una diferencia enel afecto; fue en el primer sentido queél difirió de los Wesleys, y la diferen-cia fue tal, que Tyerman escribe, «losllevó a construir capillas separadas,sociedades de formas separadas, yproseguir, hasta el fin de sus vidas,líneas de acción separadas. El abismoentre Wesley y Whitefield era muygrande». Pero, mientras su coopera-ción pública se vio seriamente pertur-bada, su afecto personal por los Wes-leys como cristianos permaneció has-ta el fin.

Whitefield entendía que las dife-rencias doctrinales entre los creyentesnunca deben conducir al antagonis-mo personal. Hay que oponerse alerror, aun cuando sea sostenido pormiembros de la comunión en Cristo;pero si esa oposición no puede co-existir con un amor verdadero paratodos los santos y un anhelo por suprosperidad espiritual, entonces no

Whitefield entendía quelas diferencias doctrinalesentre los creyentes nuncadeben conducir al antago-

nismo personal.

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glorifica a Dios ni promueve la edifi-cación de la iglesia.

Coincide con su rompimiento conWesley, el primero de sus catorce via-jes a Escocia, en julio de 1741. Esteviaje fue patrocinado por los Sece-ders, pero él rechazó limitar sus mi-nistraciones a esta secta que lo habíainvitado, así es que rompió con ella.En todas partes fue recibido con en-tusiasmo. En Glasgow muchos fue-ron traídos bajo profunda convicciónde pecado.

El público más numeroso al cualél jamás se dirigiera estaba en Cam-buslang, cerca de Glasgow, donde ha-bló a unas 100.000 personas. Predicóuna hora y media a la muchedumbreemocionada. Sus servicios de la tardeatraían a miles, y continuaban hastalas 2 de la mañana. «Había escenasde peligro incontrolable, como uncampo de batalla. Toda la noche enlos campos, se podía oír la voz de laoración y la alabanza». Whitefieldconcluyó: «Esto superaba todo lo quevi jamás en América.»

Entonces fue a Edimburgo, dondehabló a 20.000. En el trayecto, predicóa 10.000 almas por día. Él amaba tan-to aquello, que clamaba: «Que puedamorir predicando», lo cual, en esen-cia, hizo.

Después fue al País de Gales,donde él iba a hacer viajes frecuen-tes en el futuro, y fue recibido congran respeto y honor. Aquí se encon-tró con la que iba a ser su esposa,Elizabeth James, una viuda. Se casa-ron el 14 de noviembre de 1741, y el4 de octubre de 1743, nació un hijo,llamado John, que murió a la edadde cuatro meses. La unión matrimo-

nial nunca pareció florecer en unarelación íntima, profunda y compar-tida.

En 1742 hizo un segundo viaje aEscocia. Durante las primeras dos vi-sitas, Escocia fue espiritualmentedespertada y puesta «en el fuego»como no lo había estado desde losdías de John Knox. Posteriormentehizo un viaje a través de Inglaterra yde todo el País de Gales.

En 1744 George Whitefield casifue hecho un mártir. Fue atacado porun hombre que usaba un lenguajeabusivo, llamándolo perro, bandido,y así sucesivamente, y luego procedióa golpearlo sin piedad con un bastóncon empuñadura de oro, hasta dejar-lo casi inconsciente. Por aquel tiem-po, también lo acusaron de malversa-ción de los fondos que había recogi-do. Nada podía estar más lejos de laverdad.

Por lo menos una vez, él tuvo quevender sus posesiones terrenales parapagar cierta deuda en que él había in-currido para su orfanato, y dar a suanciana madre las cosas que necesita-ba. Los amigos le habían prestado losmuebles que él necesitaba cuando vi-vió en Inglaterra. Cuando él murió,era un pobre con poquísimas pose-siones personales.

Otros viajes de WhitefieldEntre cada viaje a través del At-

lántico, se hizo más popular. De he-cho, mucha de la controversia tem-prana que rodeó los reavivamientosde Whitefield desapareció (los críti-cos se quejaron de exceso del entu-siasmo del predicador y de las mu-chedumbres), y los primeros enemi-

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gos cesaron de hostigar a un maduroWhitefield.

Antes de que sus viajes a las colo-nias fueran completados, virtualmen-te cada hombre, mujer, y niño habíanoído al «gran itinerante» por lo me-nos una vez. Antes de Whitefield, esdudoso que cualquier nombre, conexcepción de la realeza, fuera conoci-do igualmente desde Boston a Char-leston

En 1770, a los 55 años continuabasu viaje de predicación en las colo-nias como cuando joven. No hizocaso de las muestras de peligro, par-ticularmente los resfríos asmáticosque le trajeron gran dificultad en larespiración.

Hizo otro viaje a Estados Unidosde 1744 a 1748. En su camino a casa,debido a su mala salud, visitó lasBermudas. Fue un viaje agradable.En el viaje predicó regularmente yvio muchas almas ganadas para elSeñor. Fue en 1748 que él dijo: «Queel nombre de Whitefield muera, paraque la causa de Cristo pueda vivir».

Su madre murió el 17 de diciem-bre de 1751. En 1753 él compiló los«Himnos para la Adoración Social».Éste fue también el año en que viajó800 millas a caballo, predicando aunas 100.000 almas. Fue durante estetiempo que recibió una pedrada en lacabeza y se golpeó en una mesa sobrela cual había estado predicando. Éldijo luego: «Somos inmortales hastaque nuestro trabajo esté hecho», unafrase que repetiría a menudo.

En 1754 Whitefield se embarcóotra vez para América, con 22 huérfa-nos. En el camino visitó Lisboa, Por-tugal, y pasó cuatro semanas allí. En

Boston miles despertaron para supredicación a las 7 de la mañana. Unsalón para 4.000 personas estaba aba-rrotado, así que tuvo que entrar poruna ventana.

En 1756 estuvo en Irlanda. Él hizosolamente dos, o posiblemente tres,viajes aquí. En esta ocasión, a la edadde 42 años, casi encontró la muerte.Una tarde de domingo mientras pre-dicaba en un hermoso prado cerca deDublín, le lanzaron piedras y basura.Una multitud se reunió con intenciónde matarlo. Los que lo oían huyeron,y él tuvo que andar una media millasolo, mientras llovían las piedras so-bre él hasta dejarle cubierto de san-gre. Alcanzó a llegar a la puerta deun ministro que vivía cerca. Él dijomás adelante que en Irlanda lo ha-bían elevado al rango de un apóstolal tener el honor de ser apedreado.

En 1768 hizo su último viaje a Es-cocia, 27 años después del primero.Se vio forzado a concluir: «Yo estoyaquí solamente en peligro de serabrazado por la muerte». Visitó Ho-landa, donde buscó ayuda para sucuerpo, ysu salud mejoró. También seregistra que visitó una vez España.Su esposa murió el 9 de agosto de1768, y Whitefield predicó el sermónfúnebre, usando Romanos 8:28 comotexto.

Antes de que Whitefield muriera,la «cuerda triple no rota rápidamen-te» (Whitefield, más John y CharlesWesley) se reunió. Entonces escribióen su diario: «Los prejuicios, los celosy la suspicacia hacen el alma desgra-ciada».

Cuando su desacuerdo sobre lapredestinación era más agudo, a

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Wesley se le preguntó si él esperabaverse con Whitefield en el día final.«No me da temor», contestó John,«porque George estará mucho máscerca del trono de la gracia».

Últimas actividadesEl 4 de septiembre de 1769, co-

menzó su último viaje a Estados Uni-dos, llegando el 30 de noviembre. Élfue a tomar las medidas para que suorfanato fuese convertido en la Uni-versidad de Bethesda. Pasó los próxi-mos meses visitando Georgia, Fila-delfia, Nueva Inglaterra, Nueva Yorky Albany, Boston. Por tres días estuvodemasiado enfermo para predicar,pero tan pronto como podía estarfuera de la cama, regresaba. Su últi-ma carta escrita fue con fecha 23 deseptiembre de 1770. Él decía quecómo no iba a predicar, si miles espe-raban para oír.

El 29 de septiembre, fue desdeNew Hampshire a Massachusetts.Predicó en el camino al aire libre enExeter. Mirando a lo alto, rogó: «Se-ñor Jesús, estoy cansado en tu obra,pero no de tu obra. Si todavía no heacabado mi carrera, déjame ir y ha-blar para ti una vez más en los cam-pos, sellar tu verdad, e irme a casa ymorir».

Recibió fuerza para éste, su últi-mo sermón. El tema fue ‘Fe y obras’.Aunque apenas era capaz de estar enpie sobre un gran barril, cuando estu-vo ante el grupo, predicó por dos ho-ras a una muchedumbre que no cabíaen ningún edificio. «Él hablaba de laineficacia de las obras para merecerla salvación», narraba un oyente a laprensa, «y gritaba súbitamente convoz de trueno: ¡Obras! ¡Obras! ¡Unhombre podrá entrar al cielo por o-bras tan pronto como yo descubraque se puede escalar a la luna conuna soga de arena!».

Llegando a la primera IglesiaPresbiteriana en Newburyport, cenócon su amigo, el reverendo JonathanParsons. Luego, intentó ir inmedia-tamente a acostarse. Sin embargo, aloír hablar de su llegada, una grancantidad de amigos se reunieron allíy le pidieron sólo un mensaje breve.Él se detuvo un breve momento enla escala, vela en mano, y habló a lagente que permanecía en pie escu-chando, hasta que se consumió lavela.

A las 2 de la mañana, respirandocon dificultad, dijo a su compañerode viaje, Richard Smith: «Mi asmaestá volviendo; debo descansar dos otres días». Murió poco rato después,la madrugada del 30 de septiembrede 1770.

El entierro fue llevado a cabo el 2de octubre en el edificio de la Prime-ra Iglesia Presbiteriana del sur. Milesde personas no podían incluso acer-carse a la puerta. Whitefield había so-licitado antes ser sepultado debajodel púlpito si él moría en esa vecin-dad, y así fue hecho.

Whitefield caminó con losgrandes de este mundo.

Pero aún mejor, él caminóy habló con Dios.

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En Inglaterra, Juan Wesley predi-có en un servicio conmemorativo: «Élno tenía nada melancólico en su na-turaleza, siendo singularmente ale-gre, tan bien como caritativo y de co-razón tierno». Y agregó: «Ojalá mi finfuese como el suyo! ¿Cuántos de us-tedes concuerdan con este deseo?¡Quizás hay pocos de ustedes que nolo quieran, aun en esta numerosacongregación!». Luego dijo: «Oh, loque ha sufrido la iglesia en el ajustede esa brillante estrella que brilló tangloriosamente en nuestro hemisferio.No tenemos a nadie que pueda reem-plazarlo; ninguno como él en sus do-nes; ninguno como él en utilidad».

El secreto de Whitefield¿Cuál fue el secreto del éxito de

Whitefield? Él predicó un evangeliopuro; predicó un evangelio poderoso;predicó un evangelio apasionado.Cornelius Winter, quien a menudoviajaba, comía, y dormía en el mismocuarto con Whitefield dijo: «Él raravez presentaba un sermón sin lágri-mas».

Los literatos de su época frecuen-taron sus reuniones. Lord Chester-field, frío como era, se entusiasmabacon su predicación. Lord Boling-broke, un crítico no generoso, dijo:«Es el hombre más extraordinario denuestro tiempo. Tiene la más claraelocuencia que oí jamás en alguien».

De David Hume, filósofo escépti-co escocés, y deísta, se dice que corríaa las cinco de la mañana para oír aWhitefield. Preguntado si él creía loque hablaba el predicador, él contes-tó: «No, ¡pero cómo lo hace!».

Benjamin Franklin, filósofo frío ycalculador, dijo de Whitefield: «Eramaravilloso ver el cambio realizadopor su predicación en las costumbresde los habitantes de Filadelfia. De serdesconsiderados o indiferentes en re-ligión, parecía como si todo el mundose estuviera volviendo religioso».John Newton, tan buen predicadorcomo poeta, dijo de Whitefield: «Pa-recía como si él nunca predicara envano».

«El hombre más extraordinario denuestro tiempos», declaró LordBolingbroke. «A menudo cuando heleído su vida», escribió C. H. Spur-geon, «soy consciente de una distintaaceleración siempre que regreso a él.Él vivió. Otros hombres parecían es-tar sólo medianamente vivos; peroWhitefield era todo vida, fuego, ala,fuerza. Mi propio modelo, si puedotener tal cosa en la sujeción debida ami Señor, es George Whitefield; perocon pasos desiguales debo seguir ensu senda gloriosa».

George Whitefield caminó conlos grandes de este mundo. Pero aúnmejor, él caminó y habló con Dios. Éloyó lo que Dios dijo, vio lo que Diosvio, y amó como Dios amó. Un pro-verbio árabe dice: «El mejor oradores aquel que puede transformar losoídos de los hombres en ojos». Estaalma asombrosa hizo justamenteeso.

El Dios de Whitefield nos concedahoy hombres como Whitefield, quepuedan pararse como gigantes en elpúlpito, hombres con los corazonescargados, labios ardientes, y ojos vi-sionarios.

* * *

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HermanosNo Conformistasen Inglaterra

La parte de la historia de laIglesia que no ha sido debi-damente contada.

Las primeras congregaciones

Durante el reinado de Isabel I,toda forma de disentimientode la Iglesia de Inglaterra fue

prohibida y castigada con la cárcel.Sin embargo, hacia el final de su go-bierno, se cambió la prisión por elexilio. En aquel tiempo florecieron enGainsborough y Scrooby dos congre-gaciones independientes, bajo la con-

ducción de John Smyth y John Robin-son. Pero fueron hostigados constan-temente hasta que, tras la muerte deIsabel y el advenimiento de Jacobo I,ambas congregaciones se vieron obli-gadas a huir masivamente a Holanda.

Emigraron juntas en 1607, en unlargo viaje lleno de prisiones, y dolo-rosas separaciones. Y arribaron a Ho-landa separadas en pequeños grupos

(2ª Parte)Rodrigo Abarca

ESPIGANDO EN LA HISTORIA DELA IGLESIA

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de hermanos, destituidos de sus bie-nes, casas y derechos civiles. Pero allífueron recibidos con compasión porlas iglesias nativas.

En Holanda formaron una iglesiade inmigrantes que perseveró unidapor un tiempo. No obstante, en aque-lla época las iglesias del país estabaninvolucradas en severas disputasdoctrinales. La más importante divi-día amargamente a calvinistas yarminianos. Pronto la congregaciónse vio afectada por la misma disputa,al punto que la separación se hizo in-evitable. Smyth fue excluido de la co-munión junto a cuarenta hermanosmás y formó una nueva congrega-ción. Más tarde Robinson, quien re-chazaba la forma presbiteriana de go-bierno que otros líderes de la congre-gación apoyaban, se apartó tambiénde ella y comenzó una nueva congre-gación en Leyden donde continuócon un influyente ministerio.

Todas estas dificultades ilustranel surgimiento de una nueva formade concebir la organización de laiglesia, cuya influencia llega hastanuestros días. En ella se abandona launidad de los creyentes en Cristocomo terreno común de la iglesia (losno conformistas habían luchado porla unidad visible de los verdaderoscreyentes en iglesias independientesdel estado) y se sustituye por doctri-nas y formas de organización parti-culares. De hecho, a su regreso a In-glaterra, quienes sustentaban el pun-to de vista calvinista formaron las asíllamadas iglesias «bautistas particu-lares», mientras que los de tendenciaarminiana, establecieron las «iglesiasbautistas generales». Hermanos que

habían nacido y crecido juntos, ahoradescubrían que ya no podían conti-nuar juntos debido a sus diferenciasdoctrinales. Este fue el embrión deldenominacionalismo evangélico contoda su serie de interminable de do-lorosas divisiones entre los santos.

Otro evento de vastas consecuen-cias surgió de estas iglesias. Muchoshermanos, cansados de la persecu-ción y la falta de libertad para vivirsu fe, decidieron emigrar al «NuevoMundo», para formar una nueva na-ción. Pionera en este gran movimien-to puritano fue la congregación deLeyden. Allí se formó el primer gru-po de exiliados que embarcó en elMayflower rumbo a América. Las ilu-minadas palabras de despedida queles dirigió John Robinson merecenrecordarse:

«Les encomiendo delante de Dios ysus ángeles escogidos que no me sigan amí más de lo que me han visto seguir alSeñor Jesucristo. Si Dios revela algo pormedio de cualquier otro de sus instru-mentos, estén prontos para recibirlo talcomo recibieron lo que hubo de verdad enmi ministerio. Porque estoy verdadera-mente persuadido de que el Señor tieneaún más verdad que extraer de su santaPalabra. Por mi parte, no puedo lamentarlo suficiente la condición de aquellas igle-sias reformadas que... al presente, no iránmás allá de los instrumentos de su refor-mación. Los luteranos no pueden ser con-vencidos para ir más allá de lo que Luterovio; cualesquiera que sean los aspectos desu voluntad que Dios reveló a Calvino,preferirían morir antes que abrazarlos. Ylos calvinistas, como pueden ver, perma-necen firmemente pegados en el mismolugar donde los dejó aquel gran hombre

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de Dios, quien, sin embargo, no vio todaslas cosas. Esta es una lamentable trage-dia, porque a pesar de que ellos fueronbrillantes luces que ardían en su tiempo,no comprendieron todo el consejo deDios».

Tranquilidad y persecucionesDurante largos años, tanto inde-

pendientes como bautistas fueronperseguidos, puestos en prisión, mu-tilados y ejecutados debido a su re-chazo de la iglesia estatal. Pero, a pe-sar de todo, el número de sus congre-gaciones aumentó. En 1641, la Cáma-ra de los Lores de Inglaterra afirmóque existían cerca de ochenta reunio-nes «sectarias» en Londres y sus alre-dedores.

La situación mejoró notablementepara las iglesias no conformistas du-rante la Guerra Civil, a pesar de queel elemento presbiteriano de entreellas consiguió, con el apoyo del Par-lamento, trazar las líneas de una

«Nueva Iglesia», basada en la organi-zación de la iglesia presbiteriana es-cocesa. Esta nueva forma, aceptada yratificada por el Parlamento, se quisoimponer a toda Inglaterra para supri-mir así toda forma de divergencia(tanto de independientes como bau-tistas). Sin embargo, su empeño nopudo realizarse, debido, en gran par-te, a la oposición de Cromwell, elLord Protector. Su ejército estabacompuesto por hombres de todas lastendencias cristianas, que habían pe-leado codo a codo, y no estaban dis-puestos a que se limitara la libertadde conciencia por la que habían lu-chado. En una rápida acción, disol-vieron el Parlamento y establecieronla República, donde la plena libertadde conciencia fue garantizada paratodos.

En aquellos años de tolerancia, unimportante esfuerzo por alcanzar launidad entre las diferentes faccionesno conformistas fue llevado a cabo

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bajo los auspicios de Oliver Crom-well, él mismo un independiente. Enel año 1654 se reunió un grupo deteólogos puritanos para delinear elterreno esencial para la unidad evan-gélica. Lo que ellos buscaban era un«mínimo aceptable» para tener comu-nión. En las inspiradoras palabras deRobert Harris, miembro de la asam-blea de Westminster, se puede vermucho del espíritu que los animaba:«No me aventuro a definir lo que es tansimplemente fundamental y absoluta-mente necesario, sin lo cual no hay espe-ranza. Esto es de lo que estoy seguro:Primero, los puntos fundamentales sonmenos numerosos de lo que muchos, deambos lados, piensan que son. Segundo,que ningún muro de arrimo y ningunasuperestructura destruyen el fundamen-to». Aquí encontramos un iluminadollamado a la comunión con base en elfundamento esencial, que ningunadivisión posterior debiera destruir. Yagrega: «Los hombres humildes y de co-razón sincero, a pesar de divergir en lasopiniones, pueden andar juntos, orarjuntos y amarse unos a otros, y es lo quede hecho hacen».

Esta comisión estuvo integrada,entre otros, por Richard Baxter yJohn Owen, ambos notables teólogosde la historia del Puritanismo. Susconclusiones fueron redactadas en 16puntos esenciales e inclusivos, que –pensaban– cualquier creyente verda-dero podría firmar (no había alusio-nes a formas de organización, ni tam-poco a doctrinas específicas y con-troversiales). Sin embargo, a pesar deque supuso un notable esfuerzo enprocura de una unidad real, fracasó,debido a que para muchos creyentes

de esa época pesaron más los intere-ses particulares y partidistas. El ca-mino del denominacionalismo evan-gélico había sido delineado y en elfuturo los creyentes preferirían re-unirse y caminar juntos sólo conaquellos que piensan y compartensus puntos de vistas específicos, enadición a lo fundamental.

Durante toda la regencia deCromwell, las iglesias no conformis-tas gozaron de una gran libertad parareunirse y predicar el evangelio. Losobispos anglicanos estaban en el exi-lio, y muchos pensaron que el nuevoestado de cosas era definitivo. Sinembargo, no fue así. La confianzaque muchos creyentes pusieron en laacción política para establecer susideas religiosas se vio, una vez más,defraudada. A la muerte de Crom-well, el viejo orden monárquico fuerestaurado, y los obispos exiliados re-tornaron a su lugar. En 1662 se dictóel «Acta de Uniformidad» por la cualtodo ministro de Inglaterra debía de-clarar públicamente ante su congre-gación su asentimiento al libro deoración común de la «Iglesia de In-glaterra» (que reúne todos su ritos yfórmulas), y obtener, además, su or-denación episcopal para seguir ejer-ciendo su función. Como consecuen-cia, alrededor de 2.000 ministros querehusaron conformarse al acta fueronexpulsados de sus congregaciones.

A continuación, el gobierno inglésdispuso severas medidas contra loshermanos disidentes. Se les prohibióejercer cargos públicos, ocupar posi-ciones de autoridad y realizar reunio-nes con más de cinco personas pre-sentes además de su familia.

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A los ministros expulsados se lesprohibió acercarse a menos de 10 ki-lómetros del lugar en que habían e-jercido antes su ministerio. Las penaspara quienes transgredían estas nor-mas eran excepcionalmente severas.

Estas duras y desiguales condicio-nes se mantuvieron desde mediadosdel siglo XVII hasta bien entrado elsiglo XIX. Sin embargo, y a pesar detodo, los hermanos continuaron re-uniéndose en secreto, durante aque-llos largos años de persecución y su-frimientos. Entre tanto, dieron a luzuna gran cantidad de literatura y mú-sica inspirada. Muchos hombres do-tados de gracia y poder espiritualmarcharon entre sus filas: Isaac Watts(1674-1748), un independiente, escri-bió muchos himnos que se cantanhasta hoy; John Owen (1616-1683) fueun poderoso exponente de las ense-ñanzas de los Hermanos; y, quizá elmás conocido de todos, John Bunyan,quien escribió uno de los libros conmás difusión en la historia del cristia-nismo: «El Progreso del Peregrino».

Luces y sombrasResulta imposible hacer una eva-

luación del legado de los HermanosNo Conformistas de Inglaterra, sinmencionar cuánto les debe el moder-no movimiento evangélico en casi to-das sus ramas y variantes, con todassus luces y sombras.

De ellos, como vimos, vino el con-cepto de iglesia como sinónimo decongregación. Al revisar sus Bibliascomprendieron que la «iglesia nacio-nal» (v.gr. iglesia de Inglaterra, igle-sia de Alemania, etc.) era una nociónsin fundamento escritural, pues eluso regular de la palabra iglesia en elNuevo Testamento se refiere a unacongregación local, compuesta porcreyentes regenerados y separadosdel mundo de manera visible. Cadacongregación o iglesia es, por lo mis-mo, independiente en cuanto a sufuncionamiento y administración delas demás congregaciones, con lascuales mantiene, no obstante, lazosde hermandad.

Este concepto de iglesia estabaunido a un fuerte énfasis en la doctri-na cristiana como base de comunión.Por doctrina entendían las verdadesescriturales que debían ser expuestasa la iglesia por medio de una predica-ción inspirada, directa y profética.No podía ser simple ortodoxia fría,sino una enseñanza viva y experi-mental. Por lo mismo, daban un granénfasis a la función pastoral, cuyocentro era la predicación. De hecho,fue con ellos que surgió la costumbrede colocar el púlpito y la Biblia en ellugar central de las reuniones, talcomo se hace hasta hoy en la mayoríade las congregaciones evangélicas.

Sin embargo, con el transcurso

«Y puesto que ustedes quisieran saber por qué nombreme gustaría distinguirme de otros, les digo que me

gustaría ser, y espero que lo sea, un cristiano».

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del tiempo, este énfasis en la doctrinacorrecta los llevó a dividirse porcuestiones doctrinarias no esencialesen congregaciones separadas y ex-cluyentes, cuya base de comunión erael énfasis doctrinal específico queprecisamente los separaba de otroshermanos (por ej., arrianismo vs cal-vinismo). Con esto se dio un paso de-cisivo hacia la conformación de aso-ciaciones de iglesias en torno a susdoctrinas especiales. Aunque comohemos visto, se hicieron importantesesfuerzos por mantener la unidad delos creyentes por parte de sus líderesmás dedicados y espirituales.

John Bunyan, al contemplar en-tristecido las divisiones que en susdías asolaban a los hermanos, escri-bió lo siguiente: «Y puesto que ustedesquisieran saber por qué nombre me gus-taría distinguirme de otros, les digo queme gustaría ser, y espero que lo sea, uncristiano; ojalá Dios me considere dignode ser llamado cristiano, un creyente, ocualquier otro aprobado por el EspírituSanto (Hech. 11:20). En cuanto a aque-llos títulos facciosos de anabaptistas(bautistas), independientes, presbite-rianos o semejantes, concluyo que no vie-nen de Jerusalén, ni de Antioquía... puestienden naturalmente a las divisiones».Recordemos que estas palabras perte-necen a un escritor amado por todoslos santos de las épocas posteriores yél mismo un no-conformista, pero

que rehusaba cualquier nombre o tí-tulo que dividiese a los hijos de Dios.

Ahora bien, como resultado deeste fuerte énfasis en la doctrina co-rrecta, la figura del pastor –como re-presentante y guardián de la sanadoctrina– se elevó hasta convertirseen el centro de las congregaciones no-conformistas, en desmedro, por cier-to, de los demás dones y ministeriosen el cuerpo de Cristo. De hecho, lospuritanos desarrollaron la idea delpastor como el hombre especialmenteungido por Dios para conducir a laiglesia (entendida como congregaciónlocal).

Sin embargo, se debe reconocerque, en una época especialmentedura y compleja, los Hermanos bus-caron ajustarse lo más posible a la luzque hallaron en la Escritura sobre laiglesia, y perseveraron en ella hastael punto de sacrificar todo cuanto po-seían, inclusive sus vidas. Por ellopermanecen en la línea de muchosquienes, antes de ellos, elevaron laantorcha del testimonio en busca dever restaurada la iglesia de Cristo so-bre la tierra, en toda su pureza origi-nal. Si hubo sombras, se debió másbien a las limitaciones propias de sutiempo y circunstancias, y no al queno buscaran ver y obedecer a la Luzcon todo su corazón. Gracias a ellos ysu valiente testimonio la antorchabrilló aún un poco más.

* * *¿Cómo sabe?

Se cuenta que una vez una niñita escuchó un sermón de C. H.Spurgeon y al finalizar, le susurró a su madre: “Mamá, ¿cómo sabeél lo que pasa en casa?”. Tomado de W. Barclay, Juan

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Ezequiel, el profeta del arpa de hierro, notable por sus declaraciones enér-gicas, era del linaje sacerdotal. Él es un verdadero “vidente”, que tienevisiones de Dios. Sus escritos son más notables que sus dichos, y su estiloes vívido y fervoroso. Él ve la gloria del Señor, registra la partida de éstade la ciudad y del templo por causa de la idolatría y la iniquidad; y, des-pués del juicio nacional, el retorno de la gloria en días futuros y la resu-rrección nacional de Israel.

Claves para el estudio de la Palabra

Ezequiel

Palabra clave: Visiones Versículo clave 1:1

A. T. Pierson

La visión inicial representa ma-jestuosamente la gloria del Señor,conforme es vista en Sus obras y Pa-labra; en la creación, providencia, Es-crituras, y gracia. La rueda sobre latierra, sus aros llenos de ojos que seextienden hasta los cielos; la ruedaen otra rueda; las cuatro caras: deleón, becerro, hombre y águila; todoeso expresa la grandiosidad, sublimi-dad, sabiduría y poder, complejidady misterio de todas Sus operaciones.

Isaías y Jeremías profetizaron enJerusalén. Ezequiel profetizó a la ori-lla del río Quebar, entre los cautivos.Jeremías esboza la condición moraldel pueblo de Dios a partir del déci-motercer año del reino de Josías. Porotro lado, Ezequiel lo hace entre loscautiverios de Joaquín y Sedequías,los dos últimos reyes de Judá. Él re-vela la razón del cautiverio: ley y cas-tigo; el juicio de Dios sobre la idola-tría y la soberbia auto-confianza; loscaldeos son Su instrumento.

Ezequiel debe ser comparado conlos otros tres grandes profetas, peroen particular con Daniel y Juan en ellibro de Apocalipsis, donde se en-cuentran más de ochenta puntos encomún. Los cuatro seres vivientes dela visión de Ezequiel sobre la tierraaparecen en los cielos en la visión deJuan. Ezequiel ve el juicio de Judá apesar de los rituales en el Templo;Juan, en Apocalipsis, ve la Iglesia sintemplo, en pureza y victoria.

DIVISIONES:1) Ez. 1-24. Visión introductoria,

comisión como profeta, predicciónde la caída de Jerusalén.

2) Ez. 25-32. Juicio de Amón, Tiro,Egipto, Edom, Moab y Filistea.

3) Ez. 33-39. Advertencias y prome-sas para Israel y Judá.

4) Ez. 40-48. El Templo y la Ciudadideales.

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FOTO: CURITIBA (BRASIL)

A. B. Simpson

El traslado de Enoc

Los números y los nombres sim-bólicos tienen un lugar muyimportante en las Sagradas Es-

crituras. Encontramos los dos en lahistoria de Enoc. Era el séptimo des-de Adán, y el número siete es el nú-mero de la perfección.

En Enoc, la raza alcanzó su tipoideal, y aquello que, al final, Dios vaa llevar a la humanidad redimida arealizar tanto en carácter como endestino; porque Enoc realizó elideal más elevado de Dios en ambascosas. Anduvo con Dios, agradó aDios, y Dios se lo llevó en un carro

Símbolos y tipos delAntiguo Testamento

Aunque las Sagradas Escrituras son un relato literal e histórico,con todo, por debajo de la narración, hay un significado espi-ritual más profundo.

ESTUDIO BIBLICO

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de gloria por encima de las olas dela muerte.

Su nombre, también, significa De-dicado; es un tipo de su vida consa-grada y la idea básica de la verdaderasantidad, es decir: un corazón simpleque se dedica a la voluntad y gloriade Dios. Es notable que la otra raza –la raza de Caín– tenga también unEnoc, y que Caín llamara su ciudadcon el nombre de Enoc, su hijo pri-mogénito. ¿No nos enseña esto que elmundo se dedica a sus objetivos ysus dioses con una singularidad decorazón y una fuerza de servicio quepodría muy bien dar lecciones a loshijos de Dios? Caín vivió para la tie-rra con toda su fuerza, y Enoc viviópara Dios con todo su corazón, y al-ma, y mente, y fuerza. La vida y ca-rácter de Enoc se ven en un contrasteclaro y amable con su propia época.

Hay tres pensamientos que nosdan la clave del conjunto:

1. Anduvo con Dios: No fue unasantidad independiente, establecidapor él mismo, sino un contacto perso-nal con el Padre, en quien se apoyabaen toda necesidad, y con quien anda-ba paso a paso, como podemos hacernosotros todavía en el camino celes-tial con nuestro bendito Maestro. La

vida de santidad no es nuestra vida,sino la de Cristo en nosotros, una su-ficiencia y presencia permanentes.

2. Enoc anduvo por fe. Por tanto, nofue por las obras que Enoc agradó aDios, sino por medio de una vida deconfianza y simple dependencia.

3. Enoc agradó a Dios y tuvo testi-monio de que le había agradado. Su obje-tivo era agradar a Dios; esperabaagradar a Dios, y tenía presente siem-pre que agradaba a Dios. Creía queDios aceptaba los propósitos sincerosde su corazón y Dios le dio testimo-nio en la conciencia de este estado decomunión ininterrumpida.

Lo mismo podemos nosotros a-gradar a Dios. Su voluntad, en cuan-to a nosotros, no es una tarea inexo-rable e imposible, sino un plan degracia, adaptado a nuestra condicióny adaptado a la cadena de circunstan-cias de cada día y hecho posible paranosotros por la presencia constante ylos recursos inagotables de su Espíri-tu y su gracia.

¿Estamos andando de esta mane-ra con Dios, andando por fe, agra-dándole y al calor de su aceptación ya la luz de su contento? ¡Qué lugartan feliz! Si no nos lleva al cielo en untraslado inmediato, por lo menos nostrae el cielo allí donde nos encontra-mos nosotros.

El punto culminante apropiado auna vida así fue alcanzado al final yfue la intervención majestuosa delpoder de Dios en la era antediluvia-na, así como el tipo y figura más su-blime del futuro que aguardaba a laiglesia de Dios en los últimos díaspresentes. Sin la intervención de lamuerte, sin temor ni dolor, y quizá a

La vida de santidad no esnuestra vida, sino la deCristo en nosotros, una

suficiencia y presencia per-manentes.

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la vista de la generación ante la cualhabía dado testimonio, especialmentedel futuro juicio y de la venida deCristo, el santo fue trasladado, comoluego lo fue Elías, y como lo fue suglorioso Señor desde el Monte de losOlivos, al mundo celestial.

Indudablemente, esto ocurrió conmiras a nosotros, para darnos una fi-gura del traslado que aguarda a loshijos fieles de Dios en el momento dela segunda venida del Señor Jesucris-to. Así como la liberación de Noé pormedio del arca y el diluvio es una fi-gura del destino de aquellos que pa-sarán por los días de la tribulaciónque ha de venir sobre la tierra y seránllevados a salvo a la edad milenialmás allá, el traslado de Enoc repre-senta más bien la gloria que aguardaa los que esperan, y que serán halla-dos andando con Dios al principio deeste tiempo de la tribulación: «Luegonosotros los que vivimos, los que haya-mos quedado, seremos arrebatados junta-mente con ellos en las nubes para recibiral Señor en el aire».

Parece que esta bienaventuradaesperanza está enlazada de modo es-pecial a una vida de santidad y untestimonio impávido de la SegundaVenida, las dos cosas ejemplificadasen el santo y fiel Enoc. Vivió una vidade santidad, y predicó la venida delSeñor; así que Dios puso este gloriososello sobre su vida y su testimonio.Velemos y tengamos listos nuestrosvestidos para aquel día. Cuando ven-ga la cena de la boda, entonces esta-remos preparados para entrar y losque aman Su venida recibirán la co-rona de justicia.

De modo que hemos visto en es-tas edades antiguas la plenitud delEvangelio en tipo y símbolo: la fe deAbel, la santidad de Enoc y la espe-ranza de la gloria; y en contraste, laincredulidad que rechaza la sangre,halla su porción en el mundo y dasus frutos de pecado y miseria. El Se-ñor nos salve del camino de Caín, ynos guíe y guarde en la fe de Abel, elcamino de Enoc y la esperanza de lavenida de nuestro Señor.

(Continuará)

* * *Flores de la noche

Algunas de las flores más perfumadas de un jardín permanecencerradas o ‘durmiendo’ durante el día. Ellas se abren sólo al final dela tarde y durante la noche, y perfuman el aire con el más dulce delos aromas. La más espléndida de este tipo de flores es la llamadaMoonflower. Es semejante a las blancas Ipomoeas (campanitas), sino fuese por el hecho de que sus flores son enormes, llegando amedir hasta 20 cm. de diámetro. Cada flor dura sólo una noche,pero su perfume es muy valioso.

Así como la naturaleza se manifiesta criando flores para el día ypara la noche, unas más visibles que otras, así también hay perso-nas que no lucen su belleza ante el gran público, sino que despidensu selecto perfume como en el anonimato, en el silencio del atarde-cer, casi sólo para Dios.

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FOTO: PUERTO MONTT (CHILE)

Stephen Kaung

Santiago y el Sermón del Monte

Otra cosa que se percibe en es-te libro de Santiago es su se-mejanza con el Sermón del

Monte en Mateo 5, 6 y 7. (Espero queustedes comparen esos capítulos conel libro de Santiago y vean el pareci-

do que hay entre ellos). Por habersido hermano de nuestro Señor, San-tiago creció junto con él. Ambos de-ben haber vivido mucho juntos y,después que Santiago conoció al Se-ñor, la palabra del Señor parece haberhenchido su mente y su corazón. Por

Viendo a Cristo en la

Lectura: Santiago 2:14-26.

La Epístola de SantiagoESTUDIO BIBLICO

fe viva(2ª Parte)

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eso su epístola se asemeja mucho alSermón del Monte proferido pornuestro Señor.

¿Qué es el Sermón del Monte?¿De qué manera lees tú el Sermón delMonte? Algunas personas piensanque en el Sermón del Monte el SeñorJesús nos está dando un nuevo con-junto de leyes muy superiores a la leyde Moisés. Bueno, esas leyes real-mente parecen ser superiores. Si, to-davía, ese es el caso, ¿quién podríacumplir tal ley? Si el pueblo judío nopudo cumplir la ley de Moisés, cómopodrán los cristianos guardar la leydel Sermón del Monte? Porque, a noser que nuestra justicia exceda enmucho a la justicia de los escribas yfariseos, no podemos entrar en el rei-no de Dios. Entonces, ¿quién puedecumplir tal ley? Ninguno de noso-tros.

La ley real del amorEl Sermón del Monte no significa

que Jesús está intentando darnos unnuevo conjunto de leyes. En él, nues-tro Señor Jesús describe el tipo devida que viven los hijos de Dios.¿Cómo viven los hijos del reino delos cielos? Ellos viven ese tipo devida porque es así que Jesucristovive, y él vive en ti y en mí. No setrata de una ley, estrictamente ha-blando; aún es gracia.

Pero si queremos decir que esteSermón es una ley, entonces es la leyregia del amor, la ley de la libertad,la ley del Espíritu de vida. Es la vidade Cristo en aquellos que son sus dis-cípulos, en aquellas personas quepermiten que la vida de Cristo sea vi-vida en ellas y a través de ellas. Es de

ese modo que debemos vivir. En esoconsiste el Sermón del Monte.

Lo mismo es verdadero en rela-ción a la epístola de Santiago. Él noestá trayendo más leyes, más orde-nanzas, más reglas para que sigamosnosotros los cristianos. La epístola deSantiago sólo describe el tipo devida, la manera en la cual debemosvivir como discípulos, y cuáles obrasdeben ser exhibidas delante del mun-do de forma que nuestra fe pueda serprobada y perfeccionada.

Sí, es verdad que no somos salvospor medio de las obras, pues nuestrasobras son como trapos de inmundiciadelante de Dios, y no sólo nuestrasobras, sino también nuestra justicia.Pensamos que estamos haciendoaquello que es cierto, pensamos queestamos haciendo lo mejor. Nos enor-gullecemos de esas cosas; no obstan-te, cuando presentamos lo mejor denuestras obras delante de Dios, ellasno pasan de ser trapos de inmundi-cia, y no podemos cubrir nuestra des-nudez delante de él.

Y no son sólo como trapos de in-mundicia; la Biblia también dice quetodas las obras a través de las cualesintentamos justificarnos, son obrasmuertas. Obras muertas, porque sonrealizadas por personas que estánmuertas. Nuestro espíritu está muer-to, de manera que las obras realiza-das por aquellos que están muertosson obras muertas.

Necesitamos ver no sólo quenuestras buenas obras no son buenas;necesitamos ser librados de nuestrasobras muertas. Necesitamos ser libe-rados de la dependencia de esasobras muertas; en caso contrario,

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nunca conoceremos al Señor Jesús.Desiste de tus obras y, entonces, reci-be la gracia de nuestro Señor Jesús.Somos justificados por medio de lafe, y esto no viene de nosotros mis-mos – es don de Dios.

Después de la fe, buenas obras¿Qué ocurre después que tú eres

justificado por la fe? Ya que eres jus-tificado por la fe y no por las obras,¿será que Dios no va a requerir obraalguna de ti? Una vez salvo por lagracia, ¿significa entonces que tú nonecesitas vivir una vida justa, ética ymoral? Ser justificado por la gracia,ser salvo por la fe, ¿significa que ereslibre de hacer cualquier cosa quequieras? ¿Vas a ir al cielo indepen-dientemente de lo que hagas o de lasconsecuencias de tus actos? ¿Será co-rrecto pensar de esta forma?

Lamentablemente, existe un enga-ño entre el pueblo de Dios. Y ese en-gaño, en verdad, por extraño que pa-rezca, comenzó con la Reforma. An-tes de la Reforma, todas las personaspensaban que necesitaban ser justifi-cados por las obras, aunque no logra-ban obtener tal justificación. Por eso,con la Reforma, las obras fueron a-bandonadas, y fue enfatizada la fe.«Somos justificados por la fe», afir-man algunos, «no más obras, y pun-to».

Hasta el día de hoy, los creyentesestán aún bajo una especie de nebli-na. Sabemos que no somos salvos porlas obras, pero, ¿significa eso que,después de ser salvos, Dios no va aexigir de nosotros buenas obras? Elapóstol Pablo dice en Efesios 2:8:«...por gracia sois salvos», y entretan-

to, en el versículo 10 dice: «Porquesomos hechura suya, creados en Cris-to Jesús para buenas obras, las cualesDios preparó de antemano para queanduviésemos en ellas».

Sí, es verdad que eres salvo porgracia a través de la fe; mas, despuésque eres salvo, Dios hace de ti unanueva creación, Dios te recría parabuenas obras, las obras que él prepa-ró para que tú hagas.

Hermano, espero que tú seas muycuidadoso. Antes de ser justificadopor la fe, tus obras no son buenas,porque no pueden justificarte delantede Dios, no pueden salvarte, no pue-den llevarte al cielo, no pueden redi-mir tus pecados. Con todo, despuésque tú eres justificado por la fe, túperteneces al Señor, eres un hijo deDios, un hijo del Rey de reyes, tú tie-nes la vida de Cristo en ti. Esa vidaque te fue dada es capaz de agradar aDios y de hacer Su voluntad. Enton-ces, hazla.

La corona de vidaTú puedes preguntar: ‘¿Por qué

debo hacer buenas obras? Soy salvo,por tanto, voy al cielo. Si intento ha-cer buenas obras, tendré que sufrir,tendré que pagar un precio. ¿Por quéno tomar solamente lo que es buenode los dos mundos? Creo en el SeñorJesús y voy al cielo. Entonces, puedogozar del mundo mientras viva, por-que al final de todo, cuando muera,iré al cielo así como tú’. Muy inteli-gente, y parece hasta muy lógico. Sisomos justificados por la fe, si vamosal cielo, salvos por la gracia, enton-ces, ¿para qué hacer obras?

Naturalmente, somos todos

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prejuiciosos. Es verdad que tú eresjustificado por la fe mediante la gra-cia, que el cielo es un don de Dios, lavida eterna es una dádiva de Dios.Pero los que afirman esto olvidanque, antes de llegar la eternidad, trasel fin de esta era, habrá otra era demil años. Esa era de mil años es lla-mada el Reino. Dios establecerá sureino en esta tierra, y Cristo reinaráen la tierra por mil años. El Reino esofrecido como recompensa, como ga-lardón, a los hijos de Dios que sonjustificados por la fe.

El cielo es una dádiva; el Reino esuna recompensa. La dádiva es otor-gada libremente a aquellos que creen.La recompensa es sólo para aquellosque trabajan por ella. Mil años es, dehecho, un periodo muy largo detiempo. Tú puedes hoy vivir cienaños; pero, comparados con mil años,corresponde apenas a un diez porciento. No importa cuál sea la honra,la gloria y placer que tú puedas dis-frutar y recibir hoy en el mundo, nopueden compararse a la recompensaen el cielo. La corona de vida, la coro-na de justicia, la corona de gloria, nopuede ser comparada a reinar conCristo.

Es sobre eso que Santiago escribe.Él dice: «Tú que crees en el Señor Je-sús, ¿piensas que porque fuiste librede la ley, puedes vivir una vida in-moral, sin ética y sin ley? Porque eressalvo, ¿entonces estás libre?». No.Santiago dice: «Tú tienes una nuevavida en ti mismo, por tanto, necesitasvivir una vida superior. Tienes quevivir una vida espiritual, necesitas vi-vir una vida que glorifique a Dios.Necesitas probar que tu fe es viva,

real, por tus buenas obras; necesitashacer la voluntad de Dios de maneraque Dios sea glorificado. Si hacesesto, él, un día, te recompensará conla corona de vida». Ese es el mensajeque Santiago dirigió a los nuevosconvertidos de su época, y creo quehoy también necesitamos oír esemensaje.

Agradecemos a Dios por la Refor-ma, porque ella trajo a luz la verdadde la justificación por la fe. Sin em-bargo, desde la Reforma, la cristian-dad ha estado bajo un engaño. Des-pués de haber sido justificados por lafe, ¿qué debe suceder? ¿Qué deman-da Dios de nosotros? ¿Por qué nosfue dada esta vida? ¿Existe algunaforma en que glorifiquemos a Dios enla tierra? ¿Eso es algo que debemoshacer? En la carta de Santiago halla-remos las respuestas a estas interro-gantes.

Después de todo lo que hemosmencionado anteriormente, esperoque por lo menos ese punto esté cla-ro, porque lo considero muy impor-tante. En verdad, existen algunas car-tas del Nuevo Testamento que sonllamadas epístolas universales: San-tiago, Pedro, Juan y Judas. Son llama-das así porque no están dirigidas auna iglesia en especial, sino a un nú-mero mayor de personas. Ellas fue-ron escritas por los apóstoles para laIglesia en general.

En estas epístolas universales ha-llamos este asunto de la salvación delalma – el Reino. Existe un Reino de-lante de ti, y tú eres llamado a perte-necer a ese Reino. Por tanto, vivecomo un hijo del Reino. Si tú vivescomo un hijo del Reino entonces, un

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día, tú reinarás como un rey en elReino de Dios. Ese es el mensaje deestos libros.

La tentaciónAhora que ya tenemos una base,

vamos a citar algunas ilustraciones.Santiago es una carta que aplica elprincipio de la fe a nuestra vida prác-tica diaria – Cristo en la fe operante,Cristo en la fe que opera.

¿Cómo esa fe que confesamosopera en nuestra vida diaria? En pri-mer lugar, venos cómo ella opera enrelación a la tentación. La tentaciónes algo a lo que nos enfrentamos to-dos los días. Es verdad que Dios nun-ca tienta a persona alguna, ni puedeél ser tentado. Si tú eres tentado, espor el maligno.

Existe una gran diferencia entre

concupiscencia que está dentro denosotros, y cuando él tiene éxito, no-sotros pecamos.

Dios no nos promete que no sere-mos tentados; sin embargo, él nospromete que su gracia es suficientepara nosotros. No piensen que losque creemos en el Señor Jesús, no se-remos tentados. Aun nuestro SeñorJesucristo, cuando vino a la tierra, fuetentado en todo pero sin pecado, a finde que pudiese ser nuestro compasi-vo y misericordioso Sumo sacerdotepara socorrernos, para darnos graciaen oportuno socorro.

La tentación es inevitable. Tú se-rás tentado. El enemigo usará elmundo para tentarte, usará los place-res para tentarte, usará todo tipo decosas, eventos o personas, para ten-tarte. Pero eso no significa que tú ten-

El cielo es una dádiva; el Reino es una recompensa. Ladádiva es otorgada libremente a aquellos que creen. Larecompensa es sólo para aquellos que trabajan por ella.

tentación y prueba. Dios nos prueba,pero nunca nos tienta. Las pruebasvienen de Dios; las tentaciones, delenemigo. El propósito de la tentaciónes traer afuera la concupiscencia queestá dentro de nosotros para llevar-nos a pecar. El propósito de la pruebaes traer afuera lo que Dios ya deposi-tó en nosotros para que sea purifica-do y fortalecido. Por tanto, hay unagran diferencia entre prueba y tenta-ción. Dios nunca tienta a nadie; él nosprueba. El enemigo, el maligno, nostienta, procurando traer afuera la

gas que ceder a la tentación. Si tú ce-des, entonces pecarás; pero si erestentado y resistes a la tentación, serásfortalecido y perfeccionado.

«Bienaventurado el varón que sopor-ta la tentación...» (Stgo. 1:12). ¿Quésignifica la palabra soportar? Significaque si la tentación que viene a ti tieneun peso de 10 Kg., entonces tú sopor-tas 11 Kg. O, si la tentación viene pordiez días, tú eres capaz de soportarlapor once días. Tú la vences, tú no ce-des a ella. Y si tú soportas lamenta-ción, el resultado será carácter. El ca-

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rácter de Cristo será formado en ti, ytú serás perfeccionado y completo.Por tanto, la tentación puede debili-tarte como fortalecerte. Si tú intentasenfrentar la tentación en tus propiasfuerzas, serás debilitado; pero si en-frentas la tentación en Cristo, a travésde su vida, a través de su gracia, en-tonces podrás perseverar y recibirásla corona de vida. Tu vida espiritualcrecerá.

Hermanos, ¿profesamos nosotrosfe en Jesucristo? Si tú profesas fe enJesucristo, cuando la tentación vienea ti, ¿por qué enfrentarla por ti mis-mo, como si fueses una persona sinfe? Si tu fe es real, entonces tú enfren-tas la tentación en Cristo, con Cristoy, cuando actúas así, la tentación su-cumbe. Esa es la fe que opera, la feviva.

Quiero contarles la historia deuna pequeñita que creía en el SeñorJesús. Ella era tan feliz en el Señorque un día un hombre quiso tentarla,diciéndole: ‘Bueno, pequeña, ¿túcrees en el Señor y eres feliz en el Se-ñor?’. ‘Sí, soy feliz en el Señor’, res-pondió ella. ‘Muy bien’, dijo él,‘supón que Satanás viene a tu puertay llame. Él quiere entrar, y tú eressólo una niña. ¿Qué harás?’. ‘Ah’, dijoella, ‘cuando Satanás toque la puertay quiera entrar, yo me vuelvo al Se-ñor y le digo: Señor, ¿puedes atenderla puerta, por favor? El Señor abre lapuerta, y cuando Satanás ve al Señor,dice: ‘Disculpe, toqué en la puertaequivocada’.

Esa es la fe que opera. Esa es la feviva. ¿Cómo es que vives tú? ¿Vivespor la fe? Si vives por la fe, entoncestienes que probar eso a través de las

obras, no cediendo a la tentación,sino venciéndola.

Religión puraLa carta de Santiago es el único

lugar en la Biblia donde es hallado eltérmino religión pura. Tenemos unsentimiento muy ruin con respecto ala palabra religión, y sin duda Santia-go tenía el mismo sentir.

La palabra religión en griego sig-nifica realmente las cosas externas dela religión – las ceremonias, el ritual.Significa todas las cosas que son su-puestamente como siendo religiosas:el credo, la apariencia exterior de pie-dad, el escuchar algo religioso. Sinembargo, después que tú practicasesos actos religiosos, lo olvidas todo.Cuando tú escuchas la Palabra, escomo estar delante de un espejo. Vestu rostro en el espejo, y cuando sales,lo olvidas todo. Eso es la religión.

Sin embargo, Santiago intentócomparar la religión con la religiónpura, la cual es diferente. La religiónpura es la fe viva que actúa. Tú mirasal espejo, fijas tu mirada en Cristo, túhabitas en Cristo, eres transformadopor él; él comienza a vivir en ti. Túno eres un simple oyente, sino un ha-cedor de la Palabra. Tú vives por laley del amor. Esa es la religión pura.

La lenguaSantiago dice: «La lengua está pues-

ta entre nuestros miembros, y contaminatodo el cuerpo». ¿Quién la conocerá? Elhombre puede domar cualquier cosaen el mundo. Si vamos a un circo, ve-mos que los hombres pueden domarcualquier cosa. ¡Eso es tremendo! Poreso Santiago dice: «¿Quién puede do-

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mar la lengua? Si alguien puede con-trolar su lengua, entonces él es per-fecto».

De hecho, al leer el contexto, élcomienza a hablar del tema alertandoal maestro: «Hermanos míos, no os ha-gáis maestros muchos de vosotros...»(3:1). A todos nos gusta ser maestros,y es claro, los maestros usan la len-gua, y mucho. Por eso Santiago dice:«No se hagan maestros muchos deustedes, porque ustedes no son capa-ces de controlar su lengua».

Uno de los mayores motivos desufrimiento del hombre rico en el Ha-des era su lengua. Él le pedía aAbraham: «Envía a Lázaro para quemoje la punta de su dedo en agua, y re-fresque mi lengua». Su lengua era laparte de su cuerpo que más sufría,porque siendo rico él había dichotodo lo que quería y nadie osaba con-tradecirlo. Ese es el privilegio delrico; por tanto, él pecó mucho con sulengua.

Hermanos, ¿y qué podemos decirde nuestra lengua? Si no logramoscontrolar nuestra lengua, nuestra pie-dad es falsa. Uno de los mayores pro-blemas en el mundo y uno de los ma-yores problemas en la iglesia es ella.La lengua puede herir más que unaespada. Mas, gracias a Dios, hay unaesperanza. Nosotros no podemoscontrolar nuestra lengua, pero el Se-ñor Jesús puede. Él es capaz de ponerguarda en nuestra boca, de maneraque todo lo que salga de nuestra len-gua glorifique a Dios. No serán fuen-tes de agua dulce y amarga al mismotiempo.

La vida cristiana práctica es glori-ficar a Dios con nuestra lengua, y eso

es fe. Sin fe, eso no puede ser hecho.Es a través de nuestra fe en Jesucristoque él es capaz de controlar nuestralengua.

SabiduríaNecesitamos la sabiduría, y San-

tiago dice que existen dos tipos de sa-biduría. Existe la sabiduría terrenal yla sabiduría de lo alto. La sabiduríaterrenal está llena de envidia, celos,contiendas y divisiones. «Pero la sabi-duría que es de lo alto es primeramentepura, después pacífica, amable, benigna,llena de misericordia y de buenos frutos,sin incertidumbre ni hipocresía» (3:17).

Me gusta el término «sabia manse-dumbre» (3:13). Si tú eres sabio en lostérminos del mundo, ese tipo de sabi-duría se expresa en forma de orgullo.Si tú eres sabio, eres orgulloso, y esaes la sabiduría del mundo. Mas, si tútienes sabiduría de lo alto, tú tienesuna sabia mansedumbre, eres real-mente sabio cuando no te considerassabio. Tú no te atreves a depender deti mismo; dependes del Señor todo eltiempo. No osas juzgar a tus herma-nos y hermanas, porque sabes quehay un juicio que se manifestará undía.

Aunque quieras ir a uno u otrolugar a hacer negocios, no osas decir:‘Mañana iré a tal lugar y estaré allídurante un año; tendré ganancias yvolveré’. No. Si tienes la verdaderasabiduría, tendrás mansedumbre, ydirás: ‘Si el Señor lo quiere, entoncesiré allí y haré esto o lo otro’. Tú noosas depender de ti mismo; si eresrealmente sabio, dependerás comple-tamente del Señor. Esa es la sabiamansedumbre.

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Provisión para nuestras circunstan-cias

Santiago dice en su carta: «Si túvives en este mundo, enfrentarástodo tipo de circunstancias. A vecesestás feliz, a veces estás triste, a vecesestás enfermo». Así es nuestra vidaen esta tierra, por tanto no te sor-prendas. Ahora, cuando estás enfren-tando esas circunstancias, ¿cómo re-accionas? Santiago escribe: «Está al-guno entre vosotros afligido? Haga ora-ción». Si tú ves que todo está errado,¿qué haces? ¿Murmurarás? Eso no teayudará. Deberás orar.

«¿Está alguno alegre?». Si tú estásmuy feliz, ¿qué haces? «Cante alaban-zas», alabe al Señor, porque la felici-dad viene de él. Es más fácil para unapersona caer estando en una circuns-tancia feliz, fácil, próspera, favorable,que una persona que enfrenta una si-tuación adversa, dura y difícil. Cuan-do estás feliz, estás descuidado. Portanto, ora y canta alabanzas.

Si ustedes están enfermos, enton-ces, llamen a los ancianos de la igle-sia, confiesen sus pecados unos aotros, oren los unos por los otros, y laoración de fe va a restaurar al enfer-mo. Existe provisión para cualquiercircunstancia, porque es Cristo quienvive en nosotros, y si él vive en noso-tros, eso de hecho acontece.

La fe sin obras es muerta, mas laobra no es obra de la carne. La obraes obra de la fe, y es por obras quenuestra fe es perfeccionada.

Salvación del alma«Hermanos, si alguno de entre voso-

tros se ha extraviado de la verdad, y al-guno le hace volver, sepa que el que hagavolver al pecador de su camino, salvaráde muerte un alma, y cubrirá multitudde pecados» (5:19-20).

Estas palabras fueron escritaspara los creyentes, pues solamenteun cristiano puede desviarse de laverdad. Él puede venir a pensar que,por el hecho de ser todo por la gracia,entonces él puede hacer todo lo quele viene en mente. Y cuando esoacontece, él se extravía de la verdad.

De la misma forma, el pecador, alcual Santiago se refiere en este versí-culo, es un creyente que cayó en pe-cado. Si tú conviertes a ese pecadorde su camino errado, estarás salvan-do su alma de la muerte y cubriendomultitud de pecados. Esta es la salva-ción del alma.

Lamentablemente, no podemosseguir hablando sobre este tema enel presente capítulo, pero pretende-mos hacerlo, si el Señor lo permite,al estudiar la primera epístola de Pe-dro.

* * *La amistad de Cristo

Joseph Scriven (1820-1886), autor del muy amado himno: “Oh, quéamigo nos es Cristo” conocía el dolor y la soledad. Su futura esposa seahogó la noche anterior a su boda. Posteriormente, una segunda pro-metida también murió, y de nuevo sus esperanzas de casarse se des-vanecieron. Sin embargo, la amistad de Cristo lo sostuvo.

J.E.Y. en Nuestro Pan Diario, Vol. 5

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COSAS VIEJAS

Comprometiendo al Señor(Para que dé el primer paso)

Salmo 119

Doce veces aparece en el Salmo 119 un mismo paralelismo,que consiste en que el salmista pide algo al Señor, más bien, leexige algo como condición para su propio actuar posterior. Laestructura es la siguiente: “Si tú haces esto, entonces yo haré estootro”. De esta manera, el salmista ejerce presión sobre el Señorpara que Él actúe. Esto parece ser una oración de gran autoridad,porque habla a Dios en modo imperativo.

1. Si ordenas mis caminos … guardaré tus estatutos (5)2. Abre mis ojos … miraré las maravillas de tu ley (18)3. Ensancha mi corazón … correré por el camino de tus

mandamientos (32)4. Enséñame tus estatutos … los guardaré hasta el fin (33)5. Dame entendimiento … guardaré tu ley (34)6. Venga a mí tu misericordia y salvación … diré a mi

avergonzador que he confiado en tu palabra (41-42)7. Hazme entender … aprenderé tus mandamientos (73)8. Vivifícame … guardaré los testimonios de tu boca (88)9. Susténtame por tu palabra … viviré (116)10. Sostenme … seré salvo y me regocijaré en tus estatutos

(117)11. Líbrame de la violencia de los hombres … guardaré tus

mandamientos (134)12. Enséñame tus estatutos … mis labios rebosarán alabanza

(171)

Es significativo el hecho de que todas estas demandas estánrelacionadas con la palabra del Señor. El salmista compromete alSeñor respecto de su Palabra, para que pueda ser entendida yguardada.

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COSAS NUEVAS

Un pueblo para DiosLa revisión de una traducción literal del Nuevo Testamento arroja

resultados interesantes.Dios hablando a Moisés dice: “Ciertamente he visto la aflicción

de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su gemido, y he descen-dido para librarlos. Ahora, pues, ven, te enviaré a Egipto” (Hch. 7:34).La Versión Interlineal dice: “Viendo vi el maltrato de mi pueblo queestá en Egipto, y el gemido de él oí, y bajé a sacármelos; y ahoraven para enviarte a Egipto”.

La expresión “y bajé a sacármelos” se debe entender “y bajé arescatarlos de allí para mí”. He aquí una nota muy aclaratoria de losderechos de propiedad que Dios tiene (tenía ayer y tiene hoy) de supueblo. El que los creó, el que luego los escogió en sus padresAbraham, Isaac y Jacob ahora reclama a su pueblo. ¡Cuánta ternuraalbergó su corazón al ver a su pueblo avasallado!

Tal vez vio en unos, la mirada, en otros el hablar, en otros, algúngesto; es decir, la mirada, el hablar y los gestos –algún resabio páli-do– de su amigo Abraham, de Isaac su siervo sumiso, y de Jacob elque se inclinó bajo su mano. Y entonces, sus entrañas se conmovie-ron.

“Vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos” (Ex.19:5) les dirá poco después por medio de Moisés en el Sinaí; y másadelante, en tierra de Moab: “Jehová te ha escogido para serle unpueblo especial, más que todos los pueblos que están sobre la tie-rra” (Deut. 7:6)

Pero Israel falló en esa alta responsabilidad, y Dios llamó, en subondad, a un “pueblo insensato” que no preguntaba por él (Rom.10:19-20). Éste pueblo somos nosotros, los gentiles.

Y a nosotros el Señor nos dice: “Dios visitó ... a los gentiles, paratomar de ellos pueblo para su nombre” (Hch. 15:14); “quien (nuestrogran Dios y Salvador Jesucristo) se dio a sí mismo por nosotros pararedimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio(que sea para él solo, literal), celoso de buenas obras” (Tito 2:14)

Así que, Dios nos rescató del mundo, donde éramos esclavos,para ser de Él solo. Y de nadie más.

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FOTO: PUERTO MONTT (CHILE)

Breve introducciónal discernimiento delconflicto deparadigmas (1)

Después de la caída del hom-bre, cuya realidad está muybien documentada en nuestra

propia condición humana, aparte delas declaraciones infalibles de la Pala-

bra de Dios, Yahveh Elohim se diri-gió a la serpiente antigua, Satanás,con palabras muy solemnes. El ene-migo realmente hizo muchísimodaño sometiendo al poder del pecado

Gino IafrancescoColombia, 2008

APOLOGETICA

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y de la muerte a la naturaleza huma-na, dejándonos destituidos de la viday gloria divinas.

Pero ese grande y terrible desafíoa Dios y a Su propósito, ya era de an-temano conocido por el único Señor,el cual lo permitió para hacer noto-rias Sus grandezas y Poder. Entonces,cometida ya la profanación, dijo Yah-veh Elohim a la serpiente: «Por cuantoesto hiciste, maldita serás entre todas las

te, La Simiente de la Mujer, el Hijo dela Virgen, Emanuel, que aplastó la ca-beza de la serpiente, aunque fue heri-do en el calcañar; es decir, mientrasquebrantaba la cabeza de la serpienteen la cruz.

Entonces, también, la enemistadque atravesaría la historia, entre laserpiente y la mujer, y sus respectivassimientes, comenzó. Caín, molestopor la insuficiencia de su justicia pro-

En el meollo de la explicación de los distintos conflic-tos históricos, se encuentran estos dos paradigmas en-

frentados: el divino y el de la serpiente.bestias del campo; sobre tu pecho anda-rás, y polvo comerás todos los días de tuvida. Y pondré enemistad entre ti y lamujer, y entre tu simiente y la simientesuya; ésta te herirá en la cabeza, y tú leherirás en el calcañar» (Sefer ToledotAdam, Gn. 3:14, 15).

A partir de entonces la serpientese arrastra alimentándose del polvode la tierra de que fue hecho el hom-bre; necesita del poder latente delalma del hombre para cabalgar. Losdemonios necesitan de los cuerposhechos del polvo, así sean cerdos,para canalizarse y hallar reposo. Losdemonios se alimentan de la mesa delos demonios aderezada por los hom-bres; por lo cual se reúnen comomoscas alrededor de los sacrificiosidolátricos.

La serpiente engañó a la frágilmujer; pero ahora, la frágil mujer, se-gún la promesa proto-evangélica deYahveh Elohim, concibió una Simien-

pia, se ensañó contra el heredero dela gracia, y lo mató. Caín también hu-biera podido ser heredero de la gra-cia divina, si también se cubriese,como Abel, con la sangre del Corde-ro; pero prefirió escoger la sendaerrante de los que se alejan por símismos de la presencia de YahvehElohim, y pretenden vivir en base a símismos, sin alimentarse del fruto delárbol de la vida divina, disponibletras la reconciliación de la expiación,prefigurada en las ofrendas de Abel.

La enemistad, puesta por YahvehElohim entre las dos líneas y simien-tes, no ha dejado de circular por laspáginas de la historia, sobre todo enlo que atañe al paradigma de la fami-lia de los fieles a Dios, enfrentado alparadigma polifacético de los que,como hijos del diablo, sus deseos dedesplazar y remplazar a Dios por símismos, quieren cumplir.

En el meollo de la explicación de

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los distintos conflictos históricos, seencuentran estos dos paradigmas en-frentados: el divino y el de la serpien-te. Escudriñados los motivos huma-nos tras sus mitologías, religiones, fi-losofías, teorías, políticas y culturas,etc., se descubre mimetizado en elfondo, uno u otro paradigma. Acerca,pues, de esa enemistad puesta porDios, de esa guerra necesaria e inelu-dible, hay mucho que decir, y muchatela que cortar. El trasfondo profundode esa enemistad, se traslada a losdistintos campos del saber y del vivirhumano. Y no debemos ser ingenuos,pues la guerra ya nos rodea, y entrenosotros ya se encuentra milenios ha.Por eso La Simiente de la Mujer, Jesu-cristo, dijo claramente: «El que no esconmigo, contra mi es; y el que conmigono recoge, desparrama» (Mt. 12:30; Lc.11:23).

Hoy leemos u oímos de filosofíasmonistas, dualistas, panteístas, deís-tas, por un lado, o teístas, por otro;de evolucionismo, o de creacionismo;de alta crítica modernista liberal, oconservadora; de medicinas alternati-vas de trasfondo panteísta y dualista,y hasta paranormal, o de procuraruna ciencia objetiva e integral; por unlado, de antisobrenaturalismo y natu-ralismo a ultranza, o sobrenaturalis-mo, por el otro lado, etc. Todo este

maremagnum de tendencias, inclusoen las teorías económicas, escondebajo sus espumas, el conflicto para-digmático de raíz proto-evangélicadel que hacemos mención. Inclusotambién, con muchísima más razón,y por causa de una mayor cercanía alnúcleo vital del asunto, las guerrasde religión, incluso en su campo me-ramente cultural, se encuadran per-fectamente dentro de este diagnósticode origen bíblico. El acatar o no a laBiblia como depositaria de la legíti-ma y divinamente inspirada Palabrade Dios, está dentro del mismísimomeollo de la enemistad prevista. Elterreno para todo tipo de hostilidadestá perfectamente abonado, y es in-genuo pretender confiar en un con-tradictorio humanismo globalista me-ramente pragmático. ¿Pragmatismoen qué dirección? Los humanistasglobalistas pragmáticos, principal-mente las élites usufructuarias, se le-vantan en su propio fundamentalis-mo draconiano, contra todos los de-más fundamentalismos. Pues real-mente la guerra es entre fundamen-talismos, entre lealtades; y al final detodo, estas últimas lealtades se redu-cen a dos: para con Yahveh Elohim, opara con la serpiente. Valdría la penacontinuar penetrando tras los velosde esta singular contienda.

* * *Los métodos

Cierto individuo le dijo a D. L. Moody que no le gustaba su métodode anunciar el evangelio, porque no era “completamente correcto”.Moody preguntó a este hombre qué método usaba. Reconoció queno tenía ninguno. Moody entonces le dijo: “Bueno, creo que el queyo uso es mejor que el que usted no usa”.

Citado por Frank Barker, en Filipenses

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JOYAS DE INSPIRACION

La sabia conduccióndel Buen Pastor

La apariencia externa de nuestra vida puede no ser todo loque nos gustaría que fuese. Tal vez haya cosas que deseamosque nunca ocurrieran; tal vez haya muchas cosas de las cualesnos quisiéramos librar, pero de las que no logramos separarnos.

Las personas con quienes vivimos, las circunstancias de lasque estamos rodeados, la tareas que tenemos que desempeñar,las cargas que tenemos que llevar, pueden no ser sólo diferen-tes de lo que nosotros escogeríamos para nosotros mismos, sinoque pueden hasta parecer inconsistentes con la formación y dis-ciplina de carácter que honestamente queremos fomentar.

Dios, que nos conoce mejor que nosotros mismos, que com-prende totalmente cuánto somos afectados por los eventos ex-ternos y condiciones de vida, dispuso los eventos teniendo encuenta nuestra alegría total y final, no sólo la inmediata; y, entodos los momentos, podemos confiar, con seguridad, que elbuen Pastor nos conduce por delicados pastos y aguas de repo-so en el camino de las bendiciones eternas.

Anthony W. Thorold(1825-1895)

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Brian Hart, relatado a Peggy Frezon

Yo guiaba la canoa cortando lasplácidas aguas. Mi hija de ocho años,Brianna, se balanceaba en el bancodetrás de mí, riendo con sus primas.Un cuadro perfecto de un día de oto-ño. El lago estaba en calma, pero yoestaba inquieto. Mis pensamientosvolaban ansiosamente como una abe-ja que revolotea de brote en brote.¿Qué estoy haciendo aquí? Tengo un mi-llón de otras cosas que hacer.

En realidad, yo no quería estar en

el lago ese día de octubre de 2005. Loque yo realmente quería era hacer al-gunos trabajos en casa. Yo tenía untrabajo de jornada completa comocontratista eléctrico, y me preguntabacuándo hallaría tiempo para mis pro-pios proyectos. Pero cuando mi espo-sa sugirió que llevara a Brianna alnuevo lugar de vacaciones de mis pa-dres –una cabaña a orillas del lagoGeorge– asentí de mala gana.

Aún después haber llegado, yo

en el agua

Un barco de turismo lleno de adultos mayores se volcó delantede mis ojos.

REPORTAJE

ángelUn

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todavía pensaba en volver a casa:Quizá aún podría dedicar un tiempo amis proyectos. Entonces Brianna y sustres primas entraron en la cabaña.«Papá, ¿podemos ir a dar un paseo encanoa?», rogó ella, entusiasmada.Afuera, en el muelle, había un viejobote de fibra de vidrio. ¿Qué podríadecir yo?

Zambullí el remo en el agua yavancé un poco. Las chicas estabanrealmente disfrutando el paseo, ylentamente yo empecé también a re-lajarme. Y entonces, a unos 50 metrosdelante de nosotros, vi al Ethan Allen,un barco turístico blanco y verde conun techo bajo y ventanas abiertaspara disfrutar de la vista – una de lasmuchas embarcaciones que operabanen esa época del año. Estaba cargadocasi en su totalidad con adultos ma-yores. Yo podía ver docenas de pasa-jeros sentados hombro con hombro,apiñados en los bancos.

Vi el barco dar una vuelta lenta,gradual – pero algo no parecía co-rrecto. Bruscamente, el casco se em-pezó a levantar. El barco se siguió in-clinando, el casco alzándose cada vezmás del agua. ¡Se supone que eso nodebería suceder! Repentinamente, lagente sentada a un costado resbaló a

través de la cubierta y cayó sobre losregazos de las personas que iban alotro lado. ¡Oh, el barco se va a volcar!¡Esa gente se va a ahogar!

El barco se tambaleó y corcoveómientras el capitán se esforzaba portomar el control. Entonces, la embar-cación se dio vuelta. Los hombres ylas mujeres saltaron por las ventanasabiertas, y otros cayeron debajo delbarco mientras se volcaba. «¡No!», ja-deé. Era como una escena tomada delTitanic. El casco quedó al revés en elagua; el humo y el vapor del motordel barco chirriaban mientras éste sesumergía.

Brianna y las muchachas saltaban,gritando. «¡Siéntense!», les grité.Ellas estaban asustadas, pero si nodetenían el oscilar de la canoa, noso-tros también nos hundiríamos. Saquéel celular de mi bolsillo, y pinché el911. «¡Envíen ayuda! ¡Un barco se havolcado! ¡De prisa!».

¡Dios, mejor envía a alguien rápido asalvar a estas personas!

Desesperados gritos de ayudaLa gente golpeaba frenéticamente

el barco volcado. Oí lamentos deses-perados: ¡»Ayúdenme! ¡Ayúdenme!».Mi estómago se retorció. Miré a mialrededor. No había ninguna otra em-barcación a la vista. Yo era el único allí.

Yo no iba a ser ninguna ayudacon cuatro muchachas y una canoa.Tenía que pensar algo velozmente.Telefoneé a mi hermano en la cabaña.¡»Eric, un barco se ha volcado! ¡Te ne-cesito urgente!». Le expliquésumariamente los detalles y le dijeque me encontrara con el bote de pes-ca de mis padres. Entonces, llevé la

Los hombres y las mujeressaltaron por las ventanasabiertas, y otros cayerondebajo del barco mientras

se volcaba.

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canoa a un cobertizo para botes queestaba cerca. «El tío Eric viene a ayu-darnos», dije a las muchachas. «Qué-dense aquí, y denme sus chalecos sal-vavidas; los vamos a necesitar to-dos».

Eric llegó al instante. Subí en elbote más grande, y volamos. El mo-tor del Ethan Allen rugía, y el aire sellenaba del desagradable olor delcombustible derramado. Los pasaje-ros en el agua luchaban para alcanzarel barco volcado y se aferraban a élpara salvar sus vidas.

Eric saltó primero. Arrojé al aguatodo aquello que podía flotar. Loschalecos salvavidas, los amortigua-dores de los asientos; rasgué losasientos del bote y los lancé a la gen-te en el agua. Entonces me zambullíen el agua fría, cubierta de combusti-ble. ¡Esa gente se debe estar congelando!Avancé hacia el barco, donde la gentese aferraba al casco. Otros intentabanpermanecer a flote, agitando los bra-zos. Ninguno de ellos tenía chalecossalvavidas.

Una mujer forcejeó y se asió deun hombre que se sujetaba desespe-radamente del casco del barco. «¡Ellame está tirando hacia abajo!» gritó él.«Ayúdenme!». Agarré uno de los sal-vavidas flotantes y nadé hacia la mu-jer frenética. Le ajusté la chaqueta

anaranjada y la saqué de allí, mien-tras el hombre se aseguraba mejor ensu posición.

¿Tendré fuerza?Nadé con la mujer hacia un barco

que acababa de llegar al rescate. Lasubieron a bordo. Lancé un suspiro.Ella ya estaba segura. Pero entoncesdi vuelta atrás. ¿Tendré fuerza para ha-cer esto? Muchos gritaban pidiendoayuda. Volví a nadar, ignorando lafatiga que agarrotaba mis músculos.Eric estaba en el agua también, lle-vando a otros hacia otros botes queahora acudían al rescate. Yo no sabíacuántos socorristas había allí. Los ne-cesitábamos a todos.

Comencé a nadar hacia una mujerrubia de pelo corto, pero me detuve.Ella parecía un poco más joven que elresto. Quizás ella podría esperar mástiempo. Cambié mi pensamiento ytomé a otra mujer cercana. ¿Cómopuedo decidir a quién salvar y a quiénno? ¿Qué pasará si no puedo salvarlos atodos?

Las pobres víctimas se veían en-torpecidas por los pantalones largosy los suéteres empapados. Se aferra-ban débilmente a mí. El barco se hun-día casi por completo. Algunas per-sonas aún se mantenían a flote, lejosdel barco. ¿Cuanto tiempo podían re-sistir? ¡Sosténganse!

Finalmente, me acerqué el barcocasi sumergido y había sólo mujerque se agarraba al costado, agitándo-se incontrolablemente. Era la mujerde pelo rubio corto. Había resistido,pero estaba débil y pálida y parecíaapenas consciente. Había estado du-rante mucho tiempo en el agua fría.

Yo le había pedido a Diosque enviara a alguien sal-var a esas personas. Y él

me envió.

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«Yo la ayudaré», le dije. «Voy asacarla de aquí».

«Soy Carol», susurró. «Soy la guíadel grupo. Y no puedo nadar».

«Yo cuidaré de usted, Carol», ledije.

Se aferró a mí, y sentí una con-fianza completa. Puse mi brazo sua-vemente alrededor de ella y comencéa nadar. El humo debilitaba mis fuer-zas. Pensé que ya no podría movermis brazos y mis piernas una pulga-da más. Señor, necesito un poco más defuerzas. No podía darme por vencido.No sé cómo lo hice, pero nadé, lle-vando a Carol a una embarcación queesperaba. Entonces, con un estruendofinal, el Ethan Allen se hundió.

Volví a mi bote y remé hacia laorilla. El personal de emergencia ha-bía instalado un refugio, y las perso-nas mayores temblaban, esperandopara ser llevadas a un centro asis-tencial. Quedé conmocionado comolos otros, agobiado por un terriblepesar. No pudimos salvarlos a todos.¿Por qué tuve que ser parte de este horri-ble accidente? ¿Por qué salí en esa ca-noa? ¿Por qué no me quedé en casa?

«¡Gracias a Dios, usted estaba allí!»Entonces vi a mujer pequeña sen-

tada sola debajo de un árbol. EraCarol, la última mujer que yo había

rescatado. «¿Carol?». Me arrodillé asu lado. «Soy yo. Estuve con usted enel agua». Encontré una manta y lapuse alrededor de sus hombros ypermanecí con ella hasta que la am-bulancia estuvo lista. Ella se aferró amí, sollozando. ¡»Mi ángel! ¡Oh, Dioslo bendiga. ¡Gracias a Dios, usted es-taba allí!».

Yo habría deseado no estar allí.Mi corazón se afligió. Pronto supi-mos que 20 de las 48 personas a bor-do del barco habían muerto; el capi-tán de 74 años fue juzgado más ade-lante por no tener personal suficientea bordo, y llevar mayor cantidad depasajeros de la que el barco podía so-portar.

Aunque no pude cambiar los trá-gicos resultados, Carol me recordóque yo había representado una dife-rencia. En ese momento, supe sinduda alguna por qué yo había estadoallí. Yo le había pedido a Dios queenviara a alguien salvar a esas perso-nas. Y él me envió. Yo no había pla-neado salir en esa canoa. Pensé quetenía un millón de cosas que hacerese día, un millón de lugares diferen-tes donde estar. Pero Él sabía mejor.Él me puso justo donde yo tenía queestar.

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CARTAS

Por razones de espacio, las cartas son resumidas.

Toda bendición procede de Dios; por tanto, toda la gloria es para Dios.

Equipo RedactorEliseo Apablaza, Roberto SáezGonzalo Sepúlveda, Rodrigo AbarcaRubén Chacón, Marcelo Díaz

Colaboradores invitadosStephen Kaung, Gino IafrancescoArcadio Sierra, Roujet FuchsBilly Pinheiro, Ricardo Bravo

Diseño y distribuciónMario Contreras / Fono (45) 343429Temuco, Región de la Araucanía (Chile)E-mail: [email protected]

Contacto en USA y norte de MéxicoDavid Calvo / Fono (956) 432-3752P. O. Box 2632, McAllen, TX 78502 USAE-mail: [email protected]

GraciasCada vez que llega el correo con la

preciada revista Aguas Vivas, pareceque el corazón se me sale de lugar.Gracias doy a nuestro amado SeñorJesucristo por el trabajo que ustedesrealizan para él y para su iglesia. Sa-ludos a todos los santos en Chile.

Amada Huichacura, Neuquén, Argentina.

Obra de DiosEstuve en el sur de Florida un fin

de semana, en un pueblito llamadoEverglade City, en relación con mitrabajo. Al comer, me atendió unamujer pequeña aparentemente lati-noamericana. Ella tenía una sonrisaal atenderme, y tuve el pensamientoque ella era de Cristo. Noté que seiba a un rincón a leer algo. Le co-menté que su inglés era muy bueno yle pregunté qué leía. Ella dijo: ‘Pues,es algo en inglés, para aprenderlomejor’. ‘Pero, ¿de qué se trata?’, lepregunté. Ella dijo que se trataba deDios, y que ella era de Cristo. Enton-ces le hablé en español, por lo cualse asombró mucho. Le hablé del sitio

web Aguas Vivas, y ella dijo: ‘¡Yo soyde Colombia y un hermano mío meha estado hablando de unos herma-nos que vinieron de Chile, asociadoscon la publicación Aguas Vivas!’. Fuia mi auto y le traje la edición demarzo-abril. Se alegró mucho. ¡Laobra es de Dios, porque yo sentí an-tes el Espíritu diciéndome que estamujer era de Cristo!

Robert Huskey, Guthrie (Oklahoma), USA.

Fruto abundanteSoy lector asiduo de la revista digi-

tal y sigo ávidamente el desarrollo desu trabajo. Gracias por todo el es-fuerzo que hacen; han sido de granedificación para mi vida. Tanto losmensajes de ustedes, así como losescritos de otros siervos de Dios delpasado, son excelentes. Tengo la cer-teza de que muchos creyentes entodo el mundo están siendo bendeci-dos por esta labor. Les puedo asegu-rar que su trabajo no es en vano enel Señor, y que ya sea a corto o largoplazo dará su fruto abundante.

Pedro Jurado, Málaga, España.

aguas vivas, una revista para todo cristianoAño 9 · Nº 53 · Septiembre - Octubre 2008