Economía pirata

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Mayo /Junio Santiago, Chile, 2012 Auspicia

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Mayo /JunioSantiago, Chile, 2012

Auspicia

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Esta publicación ha sido realizada con ocasión de la exposición ECONOMÍA PIRATA.Esta muestra propone un ejercicio vinculado estrechamente a la economía para plantear un problema del arte. Donde los actores involu-crados se ven forzados a realizar una exposición a partir de estrategias de operación que procuran la creación de piezas de arte saltándonos el dinero en la operación económica. Este proceso se compuso de reuniones semanales en las que los artistas y el equipo de LOCAL discutieron respecto de las lógicas de operación, material que será exhibido junto al trabajo de los artistas.

ARTISTASPablo Rojas Schwartz / Camila Tironi / Galería Daniel Moron Andres Peña / Josefina Gonzalez / Carlos Costa Rubio.

LOCALAv. Italia 1129, Providencia.+56 9 66486608www.localartecontemporaneo.comlocalartecontemporaneo@gmail.com

ECONOMÍAPIRATA

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“THE RICH STEAL FROM THE POOR UNDER THE PROTECTION OF THE LAW; WE STEAL UNDER THE PROTECTION OF OUR COURAGE ALONE.”“Los ricos roban a los pobres bajo la protección que les otorga la ley; nosotros robamos bajo la protección que nos otorga nuestro coraje por si solo.” ^

Todo sistema se construye sobre un diagrama activo y operativo, del que sus partes se encuentran individualizadas pero conectadas de manera que las actividades independientes y sus productos, circulan y se transforman al interior de esta trama. Cada individuo ocupa una ubicación dentro de cada sistema con el fin de ejecutar una actividad distinta complementaria al resto. Nuestras sociedades se construyen como grandes sistemas, subdivididas en sistemas menores (sobretodo en relación al mercado y su productividad), y es así como en una misma cadena productiva quedan relacionados el gerente de la empresa con el empleado empaquetador o el guardia de seguridad. Claramente en estos sistemas existe una estratificaciónes donde una pequeña porción alcanza a percibir de manera importante la productividad económica de una actividad determinada, en su contraparte un numero mucho mayor de personas deben hacer el trabajo sucio por una remuneración baja.

De esta manera, en el mundo de la productividad –esto tan amplio y vago como suena- hay una pequeña zona de conformidad extrema que suele ser muy conservadora, otra (y probablemente esta sea la más extensa) que se encuentra completamente adormecida ante la poca o nula sensación de empoderamiento y desarrollan el grueso de la actividad productiva factual, y por último una zona que se automargina del sistema por no sentir afinidad con las actividades económicas en las que ellos pudiesen incorporarse, lo que los lleva a insertarse y desarrollarse en campos económicos alternativos, por fuera de las lógicas morales. En este último grupo encontramos desde vagabundos, asaltantes, hasta incluso músicos, artistas y potenciales pensadores. En esta zona encon-tramos a personas que le temen más a una vida convencional en la que, por lo demás, tampoco ven muchas esperanzas y retribuciones, y prefieren desarrol-larse y hacer una vida por fuera de la norma. Este último sector está a su vez subdividido en varios segmentos diferentes e incluso antagónicos, pero comparten un rasgo; son el oponente natural y amenaza (real y no tanto) de la primera zona que ya describía más arriba. Esta primera zona instala una noción moral hegemónica que mantienen desde un sitial de poder económico (en primera instancia) y social (en una segunda instancia). De esta manera los poderosos dominan moralmente a la gente instalando una lógica moral que es muy cómodo practicar desde la abundancia, pero muy hostil y contradictoria en un contexto de pobreza. Es ahí donde radica el poder del desadaptado; al verse en la necesidad de sobrevivir, se ve forzado a inventar modos de vida y estrate-gias económicas alternativas, las que colindan y muchas veces se nutren del sistema imperante. De esta manera surge una serie de sistemas paralelos al sistema oficial que parasitan de este. Un ejemplo temprano de esto es el fenó-

^Samuel Bellamy “Black Sam”.

meno de los piratas y bucaneros de los siglos XVII y XVIII (principalmente). Los espectros no nacen como tal, y en este caso nacieron proletarios. Los temidos bandidos del alto Océano fueron en su mayoría marineros mercantes… Las condiciones de vida de estos marineros eran terriblemente duras. Se les pagaba una miseria, estaban subordinados a la autoridad de capitanes tiranos y arriesgaban su vida a diario; convertirse en piratas fue una opción a la que muchos de ellos se vieron forzados. Y así como los piratas aparecieron como un quiste de un sistema en particular, la incontable cantidad de sistemas que conforman nuestra economía mundial han generado históricamente -e inevita-blemente continuarán generando- otros quistes con la forma de revueltas sociales y grupos de desadaptados que constantemente amenazarán la vida civilizada y en comunidad. Por supuesto que la clase económica dominante se encargará de señalar estos fenómenos ante el resto de la sociedad como la amenaza, pero en el fondo no es más que una inevitable y constante apéndice del aparato económico.De esta manera el fenómeno pirata es una constante histórica y no nos debe sorprender que el término sea uno de los que más veces hemos visto actualizado en el transcurso de la historia desde su aparición. De hecho hablar de piratería hoy no es hablar de bucaneros, sino de cómo el concepto mismo de piratería se ha modificado en la medida de que el campo del contrabando se ha reinventado y recontextualizado, existiendo también hoy, como ha sido siempre, un mercado alternativo que parasita del oficial, reproduciendo y reciclando sus mercancías. Es en este punto en donde ambas economías (la oficial y la pirata) se encuentran indisolublemente unidas, y la piratería como un sistema, se vuelve un latente peligro para toda hegemonía.

La piratería, como práctica, ha tenido que desarrollar estrategias en base a la creatividad para así poder subsistir. Y estas estrategias se han reconfigurado en la historia para conseguir diferentes objetivos económicamente subversivos. Ya en el siglo XVII los piratas navegaban en las zonas de tráfico mercantil en disimuladas naves que no se diferenciaban en lo absoluto de un navío mercante. Se aproximaban a sus víctimas pidiendo auxilio, simulando tener algún prob-lema, pero cuando ambos barcos estaban a poca distancia, los piratas izaban su bandera con íconos que representaban la muerte. Sistema similar utilizaron quienes realizaron los atentados del 11 de septiembre contra los Estados Unidos, rentabilizando de manera bélica un elemento que por lo general se encuentra al servicio de una actividad social.

Así también el arte es un campo que muchas veces se ha vuelto subversivo, incluso muchas veces la actividad artística se ha vuelto ofensiva respecto de su propio campo. Todos los movimientos de vanguardia implicaron una fuerte crítica del canon y las convenciones artísticas, fundando lógicas que atentan contra los consensos anteriores respecto del arte. Pero en la lógica de la subver-sión, tenemos casos como el de Santiago Sierra que quema la galería en la que lo invitan a exponer o la exposición en que Cattelan roba una galería holandesa para luego exhibir su botín en otra galería con el título de Another Fucking

Razmig Keucheyam, Pirate Spectrality (Palais/ Magazine 03, 2007)1

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Readymade. La historia del arte contemporáneo está llena de historias de este tipo. Pero en este punto me interesa retomar lo que mencionaba al comienzo de este texto para examinar brevemente el sistema del arte, en particular en el contexto nacional. Así como los mineros de Chuquicamata ven en Codelco la identidad ante la que hay que revelarse, a los artistas no nos queda otra que indignarnos con el sistema al que aspiramos pertenecer, y este sistema se compone de: para empezar, los propios artistas, las instituciones que exhiben arte, las instituciones donde se enseña arte, la prensa sobre arte y las políticas públicas en relación a la cultura. Si de este sistema de producción (el del arte) tuviésemos que hacer un análisis (en Chile), tendríamos que sacar cuentas poco auspiciosas. Cada año el número de artistas profesionales es mayor, entendi-endo que la cantidad de egresados por año de la carrera de arte debe ascender a unas quinientas personas. Es dramático poner en relación esta cifra con el número de galerías y espacios de arte que han cerrado en los últimos años y además teniendo en cuenta que en este país el coleccionismo es casi nulo y no muy instruido (en relación al arte contemporáneo). Mi diagnóstico es que Chile intentó copiar el sistema internacional de arte (desde países desarrollados), reproduciendo su estructura básica a nivel institucional; tenemos entonces museos, galerías, centros culturales, escuelas de arte y también artistas. Lamentablemente lo único que nos falta es una actividad económica en relación a este campo, que tenga la capacidad de activarlo. Es esto lo que lleva al cierre de muchas de las galerías comerciales que han naufragado en el último tiempo dando una heroica lucha. Y que hemos hecho los indignados del campo del arte ante un sistema que nos relega (al igual que en otros campos económicos) a zonas hostiles: poco. Es tal vez la escena de avanzada el punto álgido en nuestra historia donde la producción artística toma un rol subversivo y de denuncia, en ese caso, eso si, el organismo a denunciar y atacar no era precisamente el del arte. Pero si tuviésemos que compararnos con otros países en donde el medio de el arte se ha comportado con una hostilidad similar contra los artistas, lo que vemos son denuncias creativas y críticas, en contra de la institucionalidad, del sistema, de la política misma, que a la larga se han sabido instalar también como soluciones validadas y valoradas en el campo oficial del arte. Tenemos casos como el de México en donde un informalismo crítico y precario se ha vuelto una institución y muchos de sus mayores exponentes son parte de colec-ciones importantes a nivel mundial. De esta manera queda demostrado que superar la adversidad con un sentido de lucha y descontento, valorando y asum-iendo el lugar desde el que se habla, es una manera valida y poderosa de plant-ear inquietudes. Que pasa entonces en Chile. Mi sensación es que la excesiva actividad universi-taria genera un adormecimiento similar al que ocurre en el segmento medio en el esquema ya mencionado. Ubicándose los artistas universitarios de este país (probablemente el 99%), no en el segmento poderoso y conservador ni tam-poco en esa zona bastarda que es caldo de cultivo de revueltas y del espíritu crítico (sector que por naturaleza les debiese corresponder), sino que son más bien los operarios asustados, que están dispuestos a cuidar una posición ingrata a toda costa, posición que los hace ser parte del sistema pero sin acceder a los

beneficios que podría implicar ser parte de el. Esta cantidad abrumadora de colegas en el campo nos asusta y hace sentir tremendamente prescindibles. Todos nos aferramos al espacio milimétrico que nos hemos logrado generar, con miedo de correr riesgos, insistiendo –muchas veces- en aquellas formulas que nos permitieron ingresar al sistema. Los artistas, en definitiva, somos los obre-ros, de un sistema del arte que funciona de manera defectuosa, pero que no tenemos la capacidad o el valor de denunciar. Por otra parte, ha sido el galenismo independiente el que se ha venido comportando de manera crítica, generando condiciones de exhibición y circu-lación que cuestionan al sistema institucionalizado desde formatos exhibitivos y proyectos curatoriales poco convencionales. Entonces el galenismo indepen-diente ha sabido correr un riesgo desde una postura creativa que, a mi parecer, le corresponde de manera más natural a los propios artistas. Las galerías (por muy independientes que sean) deben tener una logística operacional compleja al servicio de generar exposiciones, por lo que se encuentran más cerca del centro del sistema, en su área constructiva, de servicio. Mientras que los artis-tas son siempre más independientes y próximos a la periferia, lugar en donde es más cómodo y fácil adoptar una postura crítica. No nos olvidemos eso sí, que la mayoría de las veces que los espacios de exhibición han adoptado una postura creativamente crítica, ha sido desde la administración de artistas. Son los casos de proyectos como: Galería Pirata, Galería Daniel Morón, AK 35, Galería Calle-jera, Galería Tajamar, Museo Internacional de Chile por nombrar algunos proyectos.

Es por esto que desde LOCAL proponemos este ejercicio vinculado estrecha-mente a la economía para plantear un problema del arte. Economía Pirata es una exposición a partir de estrategias de operación que procuran la realización de piezas de arte suprimiendo el dinero en la operación económica, reemplazándolo por estrategias creativas, en donde estaban permitidas todo el resto de operaciones económicas alternativas a la compra y venta, como por ejemplo; el trueque, el robo, la apropiación, el plagio, entre otras. Esta exposición se generó desde un proceso que se compuso de reuniones semanales en las que los artistas y el equipo de LOCAL se reunió para discutir respecto de las lógicas de operación. La práctica del arte en la actualidad implica muchas veces una lógica interdisciplinar, habiendo artistas-científicos, artistas-ingenieros, artistas-activistas, nosotros imaginamos que ante este requerimiento de trabajar sin dinero, este grupo de artistas iba a trabajar como un grupo de ladrones que planea el asalto de un banco. Esta proyección cumplió a veces con sus expectativas, otras no, lo que si es cierto, es que el formato arrojó resultados inquietantes y nos deja como equipo con la sensación y la convicción de que una postura critica desde el arte es un motor creativo fasci-nante y sorprendente, con la capacidad de refrescar y hacer que la actividad artística se vuelva radical, que tiene el poder de involucrarnos y encantarnos.

Javier González PesceEquipo LOCAL