Economía en dos Repúblicas
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“Economía en Dos Repúblicas”
El preámbulo de la instauración del pensamiento único en FEN
Por Andrés Muñoz y Sebastian Guinguis
Este reportaje busca dar a conocer una parte de la historia de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile poco conocida por las generaciones que no la vivieron en carne propia. Es bien probable que la gran mayoría de los estudiantes que pasaron por esta facultad luego del retorno de la democracia jamás hayan escuchado que a comienzos de la década del 70 funcionaron paralelamente dos facultades de Economía. Que una era la Sede
Norte, que se llamó Facultad de Economía Política, que funcionó hasta el año 73 y que por sus aulas pasaron connotados economistas como Carlos Ominami, Oscar Landerretche (padre), Manuel Marfán, Sebastián Edwards, Mario Marcel y Nicolás Eyzaguirre, entre otros. Que la otra era la Sede
Occidente, que fue la que funcionó hasta el año 2005 bajo el nombre de FACEA (hoy FEN) y que ambas sedes estaban separadas por sólo dos cuadras de distancia, en la calle República en el centro de Santiago. También es probable que la mayoría de los estudiantes actuales no conozca que una de estas sedes fue violentamente clausurada en el año 1973, terminando no sólo con una forma de enseñar la economía, sino que también con toda forma de pensamiento económico ajeno a las ideas del modelo imperante desde ese momento, el cual predomina sin contrapeso hasta nuestros días. El entendimiento de la génesis del pensamiento único que impera en las
Escuelas de Economía del país –siendo la Facultad de Economía y Negocios de la
Universidad de Chile un ejemplo paradigmático de este fenómeno—está, sin
duda, en los hechos que marcaron la formación intelectual de la generación de
economistas posterior al cierre de la Facultad de Economía Política en el año 1973.
Hemos decidido documentar esta historia a través de los sucesos que
experimentó nuestra facultad en esa época de alta conflictividad social, para
luego relacionarlo con el origen y el estado actual de la enseñanza de la
economía que impera en el país desde entonces, la cual, según nuestra visión,
responde a una estrecha capacidad de analizar y comprender los procesos de
construcción social. Sea usted quien juzgue. Lo invitamos a tomar partido.
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CAPITULO 1: LA HISTORIA DE LA DIVISIÓN DE LA FACULTAD DE ECONOMIA
“El 11 de Septiembre de 1973, mientras los alumnos de la Sede Occidente
participaban de un retiro en la casa de ejercicios de los jesuitas en la calle Padre
Hurtado, las fuerzas militares allanaban la Sede Norte, tomando detenidos y
reprimiendo a alumnos y profesores. Ese día terminaba para unos la
construcción de una utopía, y para otros, la destrucción de las bases
institucionales del país” (extracto del libro “Economistas de la U: Una
Biografía”).
Seguramente que para los actuales estudiantes de la facultad no es fácil
imaginar que los hechos recién narrados corresponden a la historia de la actual
Facultad de Economía y Negocios. ¿Cuáles fueron las razones que llevaron a la división de la facultad en dos sedes, cada una de las cuales representaba a una de las visiones ideológicas en conflicto en esa época? En este capítulo se
busca exponer al lector las causas que llevaron, en primer lugar, a la división de
la Facultad en dos sedes a inicios de la década del 70, y luego, al posterior cierre
definitivo de la sede donde operaba la Facultad de Economía Política.
Las líneas que a continuación se presentan fueron alimentadas en base a una
entrevista exclusiva realizada en el mes de agosto a Roberto Pizarro, decano de
la Facultad de Economía Política durante los años 1972 y 1973 y al libro
“Economistas de la U: Una Biografía” de la historiadora Trinidad Zaldívar.
Antes de comenzar a narrar la historia de la división de la Facultad, resulta
necesario referirse a la historia por la que atravesaba la Universidad de Chile
durante la década del 60, época en que los estudiantes de nuestra casa de
estudios se encontraban impulsando un profundo proceso de reforma. El
entonces presidente de la FECH, Alejandro Rojas, resume el espíritu de la época
como “un profundo deseo de los estudiantes de intervenir desde la universidad
(…) en la configuración de un país distinto, en la que los valores de la dignidad
humana, la solidaridad, la igualdad de oportunidades, pesaran más que la
competencia, el individualismo y el egoísmo posesivo”. Dicho movimiento
consiguió instalar profundas reivindicaciones, aunque tal vez su logro más
concreto fue la modificación de la estructura de autoridad y poder de la
universidad, modificación que permitió la participación de la comunidad
universitaria en el gobierno de la misma. Un claro ejemplo de esta reforma se
vio en las elecciones de 1969, proceso en el cual se elige, con el voto de
académicos, estudiantes y funcionarios, como rector de la universidad al
entonces decano de Economía, el señor Edgardo Boeninger, y como secretario
3
general a Ricardo Lagos Escobar, entonces director de la escuela de Ciencias
Políticas y Administrativas.
Paralelamente, durante la década del 60, un importante sector de los
estudiantes de la Facultad que buscaban un acercamiento más concreto de la
enseñanza de la economía a los procesos de transformación social del país,
comienzan a levantar una serie de demandas orientadas a la enseñanza de una
teoría económica que respondiera a la necesidad de poder aportar a la
realización de dichas transformaciones. En buena parte gracias a la acción de
este movimiento, la malla curricular hacia fines de esta década contaba con
cursos como el de Sociología, el de Introducción a las Ciencias Sociales, el de
Economía Política, el de Sociología del Desarrollo, el de Teoría de la Dependencia, el
de Economía Agraria o el curso de Economía y Clases Sociales en Marx.
En el año 1970, una vez asumido el gobierno de la Unidad Popular, las posturas
fueron violentamente radicalizándose y la visión de lo que debía ser la Facultad
terminó definitivamente dividiendo tanto a estudiantes como a académicos, lo
cual se vio reflejado en la formación de dos bloques con visiones contrapuestas.
El hecho concreto que mejor refleja esta división ocurre ese mismo año, cuando
la Facultad fue ocupada por los sectores impulsores de la reforma, quienes
proponían la creación de la Facultad de Ciencias Sociales, la cual reuniría a las
carreras de Historia, de Sociología, de Economía y de Psicología. Es así como en
la mañana del 23 de Abril de 1970, el frontis de la Facultad apareció adornado
con un lienzo que decía: “Aquí se erige la nueva Facultad de Ciencias Sociales”. A
partir de esta manifestación pública la situación se tornó insostenible y las
posturas se hicieron irreconciliables. La solución a este conflicto por parte de las
autoridades fue dividir la Facultad. El argumento que sostuvo esta decisión se
basó en que la mención en economía debía garantizar el pluralismo y la
representación de los distintos enfoques teóricos de la disciplina. A partir de ese
momento, la Facultad reanudó sus actividades en locales distintos, con la
dictación de cátedras paralelas a partir del año 1970.
La mañana del 23 de Abril de 1970, el frontis de la Facultad apareció adornado con un lienzo que decía: “Aquí se erige la nueva Facultad de
Ciencias Sociales”. La solución a este conflicto por parte de las autoridades fue la división de la escuela en dos sedes.
Sin embargo, la separación oficial ocurre recién el año 1972, mediante la
realización de un plebiscito que consagró la división en dos sedes: la de la
Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas (mantuvo el nombre) y la de la
Facultad de Economía Política. Roberto Pizarro fue nombrado decano de la nueva
Facultad de Economía Política, la cual se ubicó en la sede de la calle República N°
570. Por otro lado, José Elías fue nombrado decano de la Facultad de Ciencias
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Económicas y Administrativas, ubicada a dos cuadras de la Sede Norte. Cada una
de estas sedes representaba a cada una de las visiones en conflicto en ese
momento. Ambas sedes eran, en definitiva, “forjadoras de dos tipos de
profesionales diferentes, destinados a ser los constructores de dos países
distintos”1.
La concepción económica de la Sede Norte se basaba en el principio “de que
dicha ciencia se ocupaba básicamente de un fenómeno social: de ahí el énfasis
otorgado a las ciencias sociales y la relevancia de los cursos como el de
Sociología, el de Ciencias Políticas, el de Planificación Regional, el de Contabilidad
Social, el de Planificación Agraria, el de Análisis Económico o el de Historia del
Cooperativismo en la formación de los economistas”2. Se estudiaba la economía
desde una perspectiva amplia, se veía “desde Karl Marx a Lenin, desde
matemáticas a estadísticas y planificación”3.
La Sede Norte
La sede Norte se constituyó con 1.600 alumnos y 140 profesores y se hizo
conocida como la “facultad marxista”. Su entonces decano, Roberto Pizarro,
hoy considera una exageración esta denominación, y señala: “Había
efectivamente una preocupación por el marxismo, pero se enseñaba teoría
económica, Keynes, los clásicos, y también había un énfasis en economía
política, en Ricardo, en Marx, en los clásicos del marxismo, pero esto no
significaba que se dejara de pasar teoría económica”. Extraído del libro
Economistas de la U: Una Biografía”, p. 208)
La historia de esta Facultad es corta y lamentablemente el fin no es nada de
feliz, puesto que el desenlace de una de las sedes tuvo directa relación con el
final del gobierno de la Unidad Popular. En Septiembre de 1973 ocurre el golpe
militar y junto con ello el final de la historia de la Facultad de Economía Política.
Por decisión de las nuevas autoridades universitarias, junto con los fiscales
militares y civiles, se suprime unilateralmente la Facultad completa, su historia
y toda la visión económica que ella impulsaba. Sus estudiantes corrieron dispar
suerte: algunos fueron “invitados” a postular a la Sede Occidente como condición
para no perder sus carreras (“con todo tipo de humillaciones”, según nos
cuenta nuestro entrevistado) y a otros, sencillamente, no se les permitió
reingresar (a los militantes). Para otros, definitivamente sus destinos tuvieron
un giro mucho más radical: muchos tuvieron que irse al exilio, mientras que
1 Economistas de la U: Una Biografía”, p. 205 2 Economistas de la U: Una Biografía”, p. 209 3 Economistas de la U: Una Biografía”, p. 209
5
otros 14 son parte de la larga lista de detenidos desaparecidos victimas del
gobierno militar (ver recuadro).
¿Has visto el Monolito?
Los 14 alumnos de la Facultad detenidos y desaparecidos desde el año 1973, son
recordados por un monolito que desde el año 2003 descansa en el patio de la
Facultad como recuerdo y homenaje de las víctimas fatales del golpe militar.
Este recordatorio tuvo que esperar cerca de 15 años de democracia para
reivindicar públicamente la historia de los ex alumnos de nuestra facultad
caídos por defender sus ideas. Este homenaje fue realizado en gran parte por
iniciativa del ex decano de la Facultad de Economía Política, señor Roberto
Pizarro.
CAPITULO 2: LA INSTALACIÓN DEL PENSAMIENTO UNICO
¿Que entendemos por Pensamiento Único?
Por pensamiento único entenderemos una forma de razonar que asume un único camino
de acción posible en la resolución de un problema. Esta idea, aplicada a la actual
enseñanza de la economía, impone al "mercado" como la única institución social factible
de regular la interacción social, y por tanto, regular qué, cuánto y cómo producir en una
determinada economía.
El cierre de la Facultad de Economía Política significó el fin de la posibilidad de
que una parte importante de los estudiantes de economía de la época pudiesen
culminar su proceso de aprendizaje. Junto con ello, el país perdió la posibilidad
de formar profesionales con un pensamiento crítico, capaces de comprender
desde una perspectiva amplia los fenómenos de transformación social. Por el
contrario, la doctrina económica que es enseñada en la actualidad en la Facultad
de Economía y Negocios –un reflejo de las visiones económicas impulsadas por la
escuela de Chicago- responde de manera casi exclusiva a dar una respuesta “de
mercado” a los problemas definidos por la teoría económica neoclásica.
En este sentido, el pensamiento único impuso la idea de que el "mercado" es la
única institución responsable de colocar los incentivos correctos de manera de
maximizar el bienestar de la sociedad. Es fácil encontrar ejemplos que
demuestran esta afirmación. En relación con los problemas de calidad de
nuestro sistema educativo, es frecuente escuchar: “debemos colocar los
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incentivos correctos para que nuestros alumnos puedan elevar los puntajes en
el SIMCE”. Desde una visión crítica, podría uno cuestionar el hecho de que
variables como la cohesión social, la multiculturalidad, la formación ciudadana
o la integración de niños de distintas clases sociales sean obviados del ejercicio
de análisis. Otro ejemplo pertinente tiene que ver con respecto a la discusión
sobre la posible creación de una AFP estatal. Un economista formado bajo el
pensamiento único diría: “basta con aumentar la competencia”. En ese sentido,
¿No sería relevante preguntarse si es que a un importante sector de la
ciudadanía le es o no indiferente que sus inversiones sean manejadas por varios
de los más grandes grupos económicos del país? ¿Qué ocurre si simplemente
desconfían del uso que hacen de su dinero, más allá de la rentabilidad que
obtengan de él?4 Ejemplos como estos pueden haber muchos, el tema es si con
una formación tan estrecha es posible que nuestros economistas sean capaces de
ampliar su campo de análisis.
A nuestro entender, la profesión económica en este país ha puesto una
confianza excesiva en el funcionamiento de los mercados, sin antes reparar en
las consecuencias no esperadas que yacen detrás de estas reformas “pro-
mercado”. Esto se debe en parte por la incapacidad que manifiesta la profesión
en la labor de generar consensos con otras profesiones responsables de velar
por la preservación de estos valores sociales.
Lo anterior, son sólo algunos ejemplos de algunas discusiones relevantes que
caen en el campo de la Economía Política, ignorada y a veces ridiculizada por los
discípulos del dogma del neoliberalismo chileno. La nota de alerta
generalmente proviene a la hora de verificar que la diversidad de pensamiento
sí es de vital importancia en la formación de economistas en distintos países de
Europa, América Latina e incluso en Estados Unidos. En estos países la oferta
curricular es amplia en cursos de formación crítica (ver recuadro).
En Harvard existe el ramo de Religión y Capitalismo
No es difícil encontrar ejemplos que demuestran la amplitud de visiones
existente en otras universidades del mundo. Hicimos una rápida inspección por
las páginas web de algunas escuelas de economía y encontramos, por ejemplo,
que en la malla curricular de la Escuela de Economía de Harvard5 existen cursos
como el de Análisis Social, el de Democracia y Economía, el de Religión y el
Surgimiento del Capitalismo y el de Modernización y Desarrollo desde una Perspectiva
4 De hecho, según la reciente encuesta de Opinión Pública de la UDP, un 80% de los chilenos
apoya la creación de una AFP Estatal (http://www.icso.cl/archivos/encuesta-nacional-udp-
2009.pdf). 5 http://www.economics.harvard.edu/courses
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Crítica. En la Universidad de Berkeley6, en tanto, encontramos cursos como el
de Economía Política y el de Fundamentos de Psicología y Economía.
En conclusión, es urgente que la profesión logre aunar criterios provenientes de
otros campos del conocimiento. La historia de los últimos 40 años de la Facultad
nos mostró que la profesión económica en Chile ganó en especificidad técnica lo
suficiente como para abordar de buena manera los desafíos del programa
neoliberal. A la luz de los años, los costos sociales emanados de las principales
reformas llevadas a cabo a partir de 1973, hacen necesario que hoy en día los
economistas comprendan, por ejemplo, que la transferencia intelectual desde el extranjero no sólo se reduce a intensificar la complejidad del lenguaje matemático mediante el cual se estudian los modelos que componen el pensamiento único, sino que también es importante conmensurar los
fundamentos valóricos existentes en otros campos del saber (ver recuadro). En
consecuencia, es deber de las actuales generaciones de estudiantes promover los
cambios que permitan que las futuras generaciones accedan a una educación de
carácter universalista, acorde a la realidad de los tiempos presentes. Así es
como se hace en las mejores universidades del mundo.
Es hora de dejar de mirarnos el ombligo. Las nuevas generaciones tenemos la
responsabilidad de hacerlo.
La Barrera Idiomática
La transferencia intelectual desde el extranjero ha sido la principal fuente de
renovación cultural que ha sostenido Chile desde que el país decidió abrir
unilateralmente sus fronteras hacia el comercio internacional. En el campo de
las ciencias económicas, es reconocida la influencia que tuvo la escuela de
Chicago sobre la generación de economistas encargados de instaurar las
principales políticas del régimen neoliberal. En la actualidad, dicha
transferencia se caracteriza por la apertura cultural a la cual pueden acceder los
estudiantes que deciden proseguir sus estudios en el extranjero, puesto que la
oferta de programas de estudio incorpora cada vez más países y lenguas dentro
de las opciones a elegir. No obstante lo anterior, en las ciencias económicas en
particular, y en las ciencias sociales en general, sucede que dicha posibilidad de
enriquecimiento cultural se encuentra fuertemente restringida por la barrera
idiomática. Según nos cuenta Rodrigo Pizarro, estudiante de postgrado en la
Universidad de Stanford, “hay una tendencia a la matematización y la
axiomatización de la economía, lo cual circunscribe la posibilidad de analizar
ciertos temas. Por ejemplo, es difícil estudiar las instituciones, la cultura, la
6 http://www.econ.berkeley.edu/econ/
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historia, y el desarrollo (…) puesto que existe una deficiencia idiomática que
hace que los estudiantes latinos –siendo los chilenos un caso particular—opten
por cursar cursos más matemáticos (…) lo cual no hace otra cosa que replicar
patrones teóricos que conllevan posiciones ideológicas”.