Ecodiversos No.31

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El planeta está bañado por lagos, lagunas, ciénagas, ríos y mares que nos proveen de agua nueva para continuar la vida, y a la vez son el hogar de variadas especies animales y vegetales. Los humedales, ecosistemas de agua y de tierra, son de urgente conservación. Especial sobre humedales. Pág. 3-7 Huertas de tradición Para los indígenas del Bajo Cauca, la huerta y el patio productivo son lugares que simbolizan toda una manera de entender la vida. Allí, la siembra, la cosecha y el alimento hacen parte de una fiesta que los hermana con el ambiente. Pág. 9 De víboras, serpientes y culebras Los ofidios, despreciados por muchos, son animales indispensables para el equilibrio ecológico. Conocerlos es clave para no temerles y saber qué hacer ante una mordedura o un ataque defensivo. Pág. 11 N.° 31 Septiembre de 2009 7 mil ejemplares, 12 páginas www.corantioquia.gov.co DISTRIBUCIÓN GRATUITA

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Corantioquia (2007 – actual) Medio de comunicación de la Corporación Autónoma Regional del Centro de Antioquia – Corantioquia. Mediante un estilo narrativo, promueve el cuidado ambiental.

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El planeta está bañado por lagos, lagunas, ciénagas, ríos y mares que nos proveen de agua nueva para continuar la vida, y a la vez son el

hogar de variadas especies animales y vegetales. Los humedales, ecosistemas

de agua y de tierra, son de urgente conservación.

Especial sobre humedales. Pág. 3-7

Huertas de tradición Para los indígenas del Bajo Cauca, la huerta y el patio productivo son lugares que simbolizan toda una manera de entender la vida. Allí, la siembra, la cosecha y el alimento hacen parte de una fiesta que los hermana con el ambiente. Pág. 9

De víboras, serpientes y culebras Los ofidios, despreciados por muchos, son animales indispensables para el equilibrio ecológico. Conocerlos es clave para no temerles y saber qué hacer ante una mordedura o un ataque defensivo. Pág. 11

N.° 31 • Septiembre de 2009 • 7 mil ejemplares, 12 páginas • www.corantioquia.gov.co • DISTRIBUCIÓN GRATUITA

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una apuesta por la vida

En algunos ecosistemas más que en otros, las características biológicas son propicias para que gran cantidad de especies encuentren el espacio adecuado para desarrollarse o pasar algunas temporadas. Además de albergar parte de nuestra biodiversidad, estos ecosistemas juegan un papel preponderante en el abastecimiento de recursos naturales necesarios para la realización de actividades socioeconómicas y culturales. De ahí que sea apremiante volver la mirada a ellos para redescubrirlos y motivar en otros su valoración. A uno de estos ecosistemas está dedicada la presente edición de ECODIVERSOS: el humedal. Los humedales son fundamentales en el proceso de recarga de aguas subterráneas, mitigan inundaciones y la erosión costera y de los ríos. En numerosos casos son un hábitat para especies amenazadas y su entorno es considerado el tercer ecosistema más biodiverso del país luego de los arrecifes de coral y de las selvas húmedas tropicales. Del mismo modo, representan una fuente de abastecimiento de agua dulce y son escenarios de actividades como la pesca, la agricultura, el aprovechamiento forestal, el manejo de vida silvestre, el transporte, la recreación y el turismo. Entender dichas condiciones posibilita dimensionar la complejidad de cualquier esfuerzo por preservar los humedales. Dadas estas características, la misión impostergable de conservar los humedales en nuestra jurisdicción requiere de la constante puesta en marcha de los Planes de Manejo Ambiental creados con este propósito. A partir de ellos se pretende promover un uso sostenible que garantice su permanencia en condiciones adecuadas y mediante acciones

técnicas mejorar sus condiciones actuales. Velar por este ecosistema requiere un enfoque interdisciplinario que, a través del conocimiento profundo de las características y funciones del humedal y los aspectos socioeconómicos del territorio, examine los posibles usos sostenibles del ecosistema. Con el fin de que los Planes de Manejo sean realmente eficaces, consideramos importante la participación de los habitantes de la región y de los diferentes sectores involucrados en la utilización de los recursos naturales. Por esta razón desde 2001 trabajamos de la mano con las comunidades que interactúan cotidianamente con las ciénagas, preparando el plan ordenador identificado como Visión Panzenú. Algunas de las actividades que realizamos dentro de este plan son: talleres de capacitación para el manejo sostenible, limpieza y destaponamiento de la red de caños y canales, recuperación de espejos de agua, reforestación protectora de orillas de caños, quebradas y zonas de ronda de ciénagas, mantenimiento a las acciones de recuperación y conservación realizadas en los humedales y repoblamiento con alevinos de especies nativas, especialmente, bocachico. A la fecha hemos adelantado los Planes de Manejo de las ciénagas Colombia, Corrales y El Sapo en el Bajo Cauca; de Chiqueros y Barbacoas, en el Magdalena Medio; y de La Cascada, en el Suroeste. De igual manera, hemos realizado importantes estudios de inventarios y caracterización de los humedales. Y seguiremos adelante, porque sabemos que la preservación de nuestros ecosistemas requiere de un compromiso constante.

CORANTIOQUIA financió en 2005 el proyecto “Caracterización Patrimonial de un Sistema de Humedales” asociado a la red hídrica del río Magdalena en su tercio medio, correspondiente a las ciénagas El Totumo, Barbacoas (Yondó) y Chiqueros (Puerto Berrío) en Antioquia. Estos complejos cenagosos se inscriben en un sistema más amplio que comprende varios segmentos del río Magdalena, y poseen características distintivas que, de algún modo, han permitido su desarrollo desigual y los procesos de ocupación humana.Las ciénagas consideradas en este estudio corresponden a ecosistemas de características variables relacionados con su uso actual, estado de conservación, y el carácter de los contenidos patrimoniales.En el Centro de Información Ambiental de la Sede Medellín de CORANTIOQUIA, solicítelo para consulta con el código de clasificación: [503CD].

En Queremos conocerte. ¿Cómo nos ves? ¿Qué piensas de nuestro periódico?

Envíanos tus comentarios y sugerencias a [email protected]

o comunícate al (4) 493 8888 Ext. 1216.

Caracterización Patrimonial del Sistema de Humedales Ciénagas El Totumo, Barbacoas y Chiqueros, municipios de Yondó y Puerto Berrío, Antioquia: informe final [CD-ROM]/Jorge Iván Pino Salazar; CORANTIOQUIA. Medellín: CORANTIOQUIA, 2006. 1 CD-ROM.

CORANTIOQUIA Director GeneralLuis Alfonso Escobar Trujillo

Dirección Territorial Aburrá NorteDirector Carlos Alberto Molina Gómez

Dirección Territorial Aburrá SurDirector William Alberto Álvarez Pérez

Dirección Territorial CartamaDirector James Enrique Gallego Alzate

Dirección Territorial CitaráDirector Ignacio Castaños Vélez

Dirección Territorial HevéxicosDirector Omar Ramírez Ramírez

Dirección Territorial PanzenúDirector Guillermo León Diosa Pérez

Dirección Territorial TahamíesDirectora Liliana Andrea López Noreña

Dirección Territorial ZenufanáDirector Luis Carlos Ochoa Tobón

Coordinación GeneralOficina Asesora de Comunicaciones

Coordinación EditorialFacultad de ComunicacionesUniversidad de Antioquia

RedacciónJuan David Murillo H.Diego Agudelo G.Lina Martínez M. Víctor Casas M.Margarita Isaza V.Liliana Salazar B.Andrés Felipe RestrepoCamilo RestrepoJuliana Paniagua

EditoresMargarita Isaza V.Andrés Felipe Restrepo

Diseño y DiagramaciónAlexander Rojas Moreno

FotografíasSaulo Hoyos M.Humberto SánchezJuliana PaniaguaDiego Agudelo G.Lina Martínez M.

ImpresiónLa Patria

Directorio:Dirección Territorial Aburrá SurTel. 493 8888 Ext. 1801

Dirección Territorial Aburrá NorteTel. 493 8888 Ext. 1815

Dirección Territorial CartamaTel. 852 4716

Dirección Territorial CitaráTel. 843 2226

Dirección Territorial HevéxicosTel. 853 1245

Dirección Territorial PanzenúTel. 839 3258

Dirección Territorial TahamíesTel. 860 7489

Dirección Territorial ZenufanáTel. 832 6610

Sede MedellínCarrera 65 N° 44A 32Teléfono: 493 8888www.corantioquia.gov.co

Si tiene cualquier inquietud sobre los temas tratados en esta edición

de Ecodiversos, escríbanos al correo [email protected]

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Luis Alfonso Escobar TrujilloDirector General

Humedales,

Page 3: Ecodiversos No.31

de la tierraLos riñones

Al planeta no le bastan dos riñones

para estar vivo. Tiene cientos de ellos

dispersos y en continua actividad. Se

llaman humedales y permiten que

el agua se renueve y se filtre para

guardarla como un tesoro del futuro.

Asesoría: Saulo Hoyos, [email protected] Jorge Ángel, [email protected]

Agua que viene, agua que va Los llaman lagunas, lagos, ciénagas y hasta pantanos, pero todos son humedales. Se trata de grandes y pequeñas masas de agua, temporales o permanentes, que se acumulan en superficies terrestres planas, en altas o bajas alturas, debido a las lluvias, al accionar del hombre o, simplemente, al desbordamiento de ríos y caudales. Por sus paisajes, vegetación y fauna, son verdaderas obras de arte naturales, que han sido aprovechadas, entre otros usos, para la pesca, la agricultura y el turismo, aunque muchos de ellos siguen estando bajo la custodia de la selva o de las altas montañas. Los humedales colombianos son la casa de distintas familias de peces y del 57% de las aves acuáticas residentes en Sudamérica. Así mismo, sirven de estación al 98% de las aves que migran del norte al sur del continente.Que los llamen los “riñones del planeta” no es gratuito. La naturaleza es sabia y es por eso que las aguas de estos ecosistemas nunca se estancan, sino que se nutren de nuevas fuentes y vierten las otras, eliminando los contaminantes y estimulando el ciclo hidrológico. De este modo se mantiene su nivel y se evitan desbordamientos.

Como oro puro ¡Y quién lo creyera!... hasta hace unos años se ignoraban las bondades de estos hábitats, y la política general era secarlos a la fuerza por considerar que sus aguas eran estancadas y sólo servían para despedir malos olores, criar plagas y abrirle la puerta a todo tipo de problemas sanitarios. Hoy por hoy son muchos los países que tienen sus ojos bien puestos en estos refugios de riqueza natural. De hecho, en 1971 se firmó en la ciudad iraní de Ramsar un tratado intergubernamental para la protección de humedales, que son, en resumen, una zona de transición entre los ecosistemas terrestres y los acuáticos. Y aunque a ciencia cierta es difícil saber cuántas de estas aguas hay en el país, los conocedores dicen que existen aproximadamente 20’250.500 hectáreas. En la jurisdicción de CORANTIOQUIA, los más importantes están concentrados en el Bajo Cauca, el Magdalena Medio y las alturas de las montañas andinas.

Para que no se acaben

Pero la belleza y los muchos beneficios de estos paraísos no los

hacen ecosistemas fáciles de proteger, pues para que se conserven

hace falta transformar una cultura depredadora de riquezas naturales.

En repetidas ocasiones, los humedales son utilizados como basureros,

y allí van a parar desde restos animales hasta aguas residuales y

productos químicos. Y es que la mayor amenaza que tienen los

humedales es la contaminación generada por la interacción del

hombre, ya sea como vecino cercano o como explotador de sus

recursos.

Pero los humedales no están solos. Cada vez más, CORANTIOQUIA

y otras entidades ambientales se preocupan por desarrollar

actividades que favorezcan su limpieza y conservación, siempre

de la mano de los habitantes de cada zona.

Las tareas se han adelantado en las regiones de Panzenú,

abarcando los municipios de Cáceres, Caucasia, El Bagre,

Nechí y Zaragoza, en las cuencas de los ríos Cauca y Nechí; en

la jurisdicción del Magdalena Medio, en el corredor formado

por los municipios de Puerto Nare, Puerto Berrío y Yondó;

y en las regiones de Cartama y Citará, que comprenden

Andes, Jericó y Tarso.

Según la Convención de Ramsar, los humedales son “extensiones de marismas, pantanos,

turberas o aguas de régimen natural o artificial, permanentes o temporales, estancados o

corrientes, dulces, salobres o salados, incluyendo las extensiones de aguas marinas cuya

profundidad en marea baja no exceda de seis metros”.

Bajo los piesUna de las principales fuentes de las que se surten los

humedales son las aguas subterráneas. Así como en

la fábula en la que la hormiga laboriosa se dedicaba a

guardar comida para el invierno, la Tierra tiene sus propias

reservas del líquido para la época de sequía.

Como si fuera un baúl, el subsuelo recibe agua que le llega

de las precipitaciones, las quebradas, los ríos y el mar.

Parte de este recurso se almacena y otro más circula hasta

regresar a estas o a otras fuentes hídricas.Este juego de cargas y descargas ayuda a que los ríos no

se sequen y mantengan su nivel en la época de verano,

lo mismo que sucede con los humedales. Así mismo,

permite a los habitantes de más de 190 municipios del

país abastecerse de agua limpia, principalmente en La

Guajira, el Valle del Cauca y la Sabana de Bogotá.

Las regiones antioqueñas donde más se utilizan las aguas

subterráneas son Urabá, Oriente, Magdalena Medio, Valle

de Aburrá y Bajo y Medio Cauca. Que otros municipios no

las hayan aprovechado al máximo no es una desventaja,

pues hay reservas para el futuro.

3Nº 31 · Septiembre de 2009

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A 1.375 metros sobre el nivel del mar, el

humedal de montaña Laguna La Cascada

es el núcleo de un diverso ecosistema

que incluye aves migratorias, pequeños

mamíferos y monos aulladores.

Las montañas del Suroeste antioqueño conservan una atmósfera que se puede asociar con lo primitivo y lo

salvaje. Laderas escarpadas, farallones olímpicos, cerros puntiagudos, venas abiertas de quebradas y cañones espumosos; una vegetación densa, impenetrable, que impide a la luz llegar hasta el suelo; hilos de agua que en la lejanía se ven batallando con el viento y dispersándose en el aire como si vacilaran entre lo líquido y lo gaseoso. Las carreteras a través de las cuales se llega a pueblos como Fredonia, Tarso o Jericó difícilmente serpentean en el territorio, y ese bamboleo constante de los viajeros en los automóviles es también una advertencia de la naturaleza. La magnífica silueta de las montañas instaura un poderío innegable ante todas las cosas sobre las que hace sombra.

Orlando Muñoz espera en la orilla del camino. Conoce las rutas que llevan hasta un lugar al que podrían endilgársele muchos adjetivos, pero sin eludir la obligación de llamarlo primero que nada lugar secreto. Dice Orlando que pocos en Jericó conocen el humedal Laguna La Cascada; a lo sumo, cuando lo ven desde el Parque Natural Las Nubes, se inquietan momentáneamente por ese espejo de agua perdido en la montaña. Pocas personas visitan la laguna, y sus alrededores tienen escasas señales de intervención humana.

Al llegar allí, la presión de los pasos sobre la tierra blanda produce un sonido similar al que se hace al morder una sandía. El camino es como una pulpa que contiene agua. Hay lodo, hay piedras; unas huellas son más hondas que otras y los insectos saltan de aquí para allá, espantados.

El recorrido no ha avanzado 200 metros y de pronto el paisaje ya no es una carretera con fincas en el camino, y pueblos que se ven abajo junto al río Cauca, sino que muta a un horizonte de bosque y montañas con capirotes de niebla. Además, el ruido intenso que producen los ocultos monos aulladores contribuye a que se alejen todas las ideas de civilización.

Mientras nos acercamos al humedal, Orlando cuenta cómo ayudó a construirlo unos años atrás. El terreno era un potrero atravesado por diferentes cauces de agua. La necesidad de contar con un abastecimiento permanente para los cultivos de cardamomo hizo que Orlando y otros compañeros se dieran a la tarea de cavar, desviar aguas y construir un dique. Poco a poco el agua fue llenando los espacios vacíos hasta convertir el antiguo potrero en una laguna que alberga aves, nutre el suelo, es el núcleo de un diverso ecosistema y se perfila como una fuente de agua limpia que puede ser el sustento de la población humana circundante. Paradójicamente, la laguna no se ha usado para el propósito inicial de abastecer un sistema de riego. Los cultivos de cardamomo más próximos están abandonados, pero a veces el olor de su semilla se integra al paisaje. También se integran de manera invisible cada una de las criaturas que Orlando enumera: “Paticos de agua, monos aulladores, conejos, lobitos, perritos de monte, algunas aves migratorias, ratones y culebras”. Según él, “Cuando teníamos el cultivo de cardamomo se liberaron bastantes culebras. Ellas ayudaban a mantener el cultivo libre de los ratoncitos que buscan mucho las semillas”. La laguna y sus alrededores siguen proyectando la imagen de este equilibrio.

A 1.375 msnm, el humedal de montaña Laguna La Cascada es una evidencia más de la riqueza hídrica que posee el territorio antioqueño. Pero saber sobre la riqueza no implica la conservación de la misma y menos en un contexto en el que gran parte de los humedales

del mundo se encuentran en peligro de extinción, un peligro que se extiende a todos los seres

vivos que dependen de ellos. Sin embargo, la Laguna La

Cascada es un caso

de conservación exitoso. Gracias a la intervención de CORANTIOQUIA, este lugar contribuye a la recarga de los acuíferos –bolsas donde se encuentra el agua subterránea– y purificación de las aguas, sirve de refugio para las aves migratorias y los animales que habitan la región, aporta nutrientes al suelo, constituye una gran reserva para el consumo humano, y regula los niveles de agua en temporada de lluvias.

Orlando Muñoz es, de hecho, uno de los protagonistas en este trabajo de recuperación y mantenimiento de caños que desarrolla la entidad. Cuando se acerca a la orilla, oculta bajo plantas y maleza flotantes, Orlando explica cómo se hace esta limpieza: cuatro trabajadores madrugan desde las seis de la mañana y permanecen en el humedal –en ocasiones sumergidos literalmente hasta el cuello– durante siete u ocho horas. Arrancan la maleza, quitan parte del sedimento, limpian los desagües y tratan de ampliar más la laguna. El resultado es un espejo de agua, solamente perturbado por la estela que dejan las aves y quizá otros animales de naturaleza mítica.

Al ser este humedal tan reciente, solo hasta ahora empiezan a surgir las leyendas intrínsecas a los cuerpos de agua. Cuando los turistas ven desde Las Nubes la impasible laguna y preguntan por su nombre o su origen, los pequeños guías cuentan que alguna vez alguien desapareció en ella y que desde entonces se han visto huellas de animales extraños. Las historias empiezan a pasar de boca en boca convirtiéndose en un motivo más por el cual vale la pena conservar el humedal como un patrimonio de todos.

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El humedal Laguna La Cascada está ubicado en los municipios de Tarso y Jericó, y se encuentra en la microcuenca de la quebrada Cruces.

Asesoría: Saulo Hoyos, [email protected]

entre las nubesUn humedal

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Donde volverán

a crecer

los peces

A los diez años, Rodrigo Morales se convirtió en pescador. Todavía recuerda cuando sus tíos

maternos le enseñaron a tirar la atarraya en el río Magdalena; solo eran suficientes un par de intentos para ver la canoa llena de bagres, bocachicos, doradas, barbudos y blanquillos. Esa fue la mejor época para los pescadores de la región del Magdalena Medio. “Cuando venía una subienda, uno pasaba por la orilla y los pescados brincaban solitos a la canoa. La faena comenzaba a las siete de la mañana y a las cuatro de la tarde llegábamos a la casa con cien libras de pescado”, dice Rodrigo, quien ya cuenta con veinticinco años de experiencia en el arte de la pesca.

Pero esos días de bonanza son historia. Con el paso de los años, las jornadas de trabajo se hacen más pesadas y los resultados no recompensan el esfuerzo de los pescadores; los más afortunados solo alcanzan a llevar hasta la orilla del río treinta libras de pescado. No se trata de una mala racha: la disminución en la producción fue ocasionada por el deterioro de las ciénagas que alimentan y albergan a los peces en su etapa de crecimiento.

Las ciénagas de Puerto Berrío y de otros municipios del Magdalena Medio han sido víctimas de la tala de vegetación, de la ganadería, de la minería y del crecimiento urbano. Los pescadores conocen los efectos de esa degradación y están dispuestos a frenarlos. No quieren que las ciénagas se sequen.

Rodrigo, aprovechando los conocimientos que heredó de sus tíos y la habilidad que tiene para liderar, asumió las riendas de Asopesca, la asociación que agrupa a los pescadores del municipio: “Queremos buscar todos los recursos que nos permitan recuperar nuestras ciénagas, pues el beneficio social y ambiental que generan es muy grande y muchas veces la gente no lo ve”.

Rodrigo, además de una amistad, comparte esta lucha con José Morales, un joven pescador que todos los días vive una aventura diferente en el río. Diez años de vivir de la pesca le han mostrado la importancia de conservar las ciénagas: “Nosotros queremos que la comunidad de Puerto Berrío entienda que el cuidado de las ciénagas nos toca a todos, porque si se acaban, ¿qué va a pasar con las más de quinientas familias que vivimos de esto en nuestro municipio?”.

Cómo rescatarlasJulio César Marín asegura que está dispuesto a dar su vida por la conservación de las ciénagas, una afirmación que quince años atrás le hubiera parecido absurda. Él es un líder comunitario que todos reconocen como defensor de las causas ambientales. “Antes era destructor ambiental. Cuando trabajaba en fincas, los humedales me estorbaban y no me acercaba a una ciénaga porque me daba miedo de los caimanes que salían de ellas. Pero alguien me habló de la importancia que tienen y empecé a entender. Las mismas ciénagas me han enseñado muchas cosas y he aprendido a quererlas”. Chiqueros, Grecia, La Samaria y Elhogao, cuatro ciénagas de Puerto Berrío, cuentan con la dedicación de él y de los pescadores. Las capacitaciones que ha recibido le han permitido participar en el diseño de los planes de manejo que identifican los problemas de las ciénagas: “Cuando uno ve que una ciénaga se está secando y las especies no crecen, empieza a buscar recursos para tratar de restaurarla. Por ejemplo, en la de Barbacoas, en Yondó, se está recuperado la comunicación de la ciénaga con el río, se han hecho limpiezas a su espejo de agua y se ha fortalecido el trabajo con la comunidad”, dice Julio César.

La ciénaga Grecia también recobró un nuevo aliento gracias al trabajo de muchos habitantes de la zona, que no dudaron en meterse hasta el cuello para despejar la superficie. Ahora, el sol se refleja en sus aguas, los peces comparten su espacio con los caimanes y las tortugas, y las aves, algunas en viaje al sur de América, planean muy cerca del área esperando un descuido de sus presas.

Sandra Palacio, vecina del lugar, cuenta cómo ha sido ese trabajo: “Yo participo en las jornadas de limpieza de la ciénaga. Con unos ganchos arrancamos y jalamos los tapones, que son unos pedazos de pasto apelmazado que tapan los espejos de agua”.

En Grecia también se han hecho repoblamientos de peces: “Cuando ya está limpio el espejo de agua, se sueltan, en promedio, de 25 a 60 mil alevinos, y después de cuatro meses se hace un seguimiento para ver cómo está de grande el pescado”, explica Julio César.

La comunidad de Puerto Berrío lleva siete años trabajando por sus humedales, pero aún falta mucho por hacer: “Se ha avanzado bastante en las ciénagas del municipio, pues hasta el momento se han recuperado unas 40 hectáreas en espejos de agua; además, la comunidad es más receptiva, pero no nos podemos descuidar”, dice el líder.

Rodrigo y José también siguen comprometidos con la causa, pues sueñan con el regreso de esas pescas gloriosas que multiplicaban los peces.

Entre las ciénagas y los ríos existe una conexión vital para la conservación de diferentes especies de peces, tortugas y caimanes. Los pescadores y los ambientalistas de Puerto Berrío lo saben y están dispuestos a trabajar juntos para mantener vivos esos lazos.

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Los peces no son las únicas especies protegidas en las ciénagas del Magdalena Medio. Tortugas, manatíes, caimanes, babillas y chigüiros comparten los espejos de agua recuperados por la comunidad de esta región.

Los terrenos que bordean las ciénagas del Magdalena Medio también reciben una atención especial.

Diferentes especies de árboles nativos, como los suribios, se siembran en sus zonas de ronda.

Nº 31 · Septiembre de 2009

Asesoría: Saulo Hoyos, [email protected]

Page 6: Ecodiversos No.31

así es un humedal

¿Qué es un humedal?Los humedales son extensiones de tierra

inundables cuyas aguas no superan los seis

metros de profundidad; éstas pueden ser

estancadas o de corrientes. Aunque existen

humedales de agua salada, principalmente en

zonas costeras, más del 88 por ciento de estos

ecosistemas en el mundo son de agua dulce. Allí

habita una amplia variedad de especies, y es el

hogar de paso para otras tantas.

¿Por qué son importantes?

Los humedales son importantes porque sirven como barrera

protectora contra algunas fuerzas de la naturaleza. En el caso

colombiano, contribuyen a mitigar las inundaciones provocadas

en las épocas de lluvia. Además, según el lugar de ubicación, sirven

a sus pobladores como proveedores de peces, reptiles, aves y

mamíferos cuyos ciclos de vida están directamente ligados a estos

ecosistemas. En las últimas décadas también se han adecuado para

la generación de energía y, por supuesto, para la investigación

científica que permita encontrar los mejores mecanismos para

proteger esos espacios y a los que allí habitan.

Humedales de alta montaña o altoandinosSon lagos, lagunas, pantanos y turberas, ubicados en la parte alta de las cordilleras. Estos humedales en particular se están viendo amenazados por el cambio climático y las sequías prolongadas, pues dependen de las lluvias para conservar su nivel de agua.

Espejo de agua o zonas despejadas donde se ve la superficie.

¿Qué los amenaza?La principal amenaza de los humedales

es el hombre, quien en su afán de

poseer mayores extensiones de terreno

para actividades agrícolas y pecuarias,

drena las aguas y acaba de tajo con

estos ecosistemas.

Otros peligros a los que están expuestos

los humedales son la sobreexplotación

para la pesca artesanal, y la

contaminación derivada de la minería,

las industrias y la despreocupación de

las comunidades que los circundan.

Humedales de tierras bajas Están ubicados entre el nivel del mar y los mil metros de altura y constituyen la mayoría de humedales del país. Una gran parte de ellos están ubicados en las llanuras de inundación de los ríos.

¿Cómo protegerlos?

La clave en la protección de los humedales radica en

sensibilizar a las poblaciones que habitan cerca de ellos

sobre su importancia y necesidad como filtradores de

recursos hídricos.

No se puede olvidar que los humedales cumplen un papel

fundamental al actuar como esponjas que absorben

el exceso de agua producto de las precipitaciones y

luego lo liberan poco a poco, ayudando de esta forma

a evitar inundaciones. También se debe trabajar para

que el desarrollo urbano, la expansión de los terrenos

para la agricultura y la pesca excesiva, no lleven a un

desequilibrio irreparable en estos ecosistemas.

Page 7: Ecodiversos No.31

¿Por qué son importantes?

Los humedales son importantes porque sirven como barrera

protectora contra algunas fuerzas de la naturaleza. En el caso

colombiano, contribuyen a mitigar las inundaciones provocadas

en las épocas de lluvia. Además, según el lugar de ubicación, sirven

a sus pobladores como proveedores de peces, reptiles, aves y

mamíferos cuyos ciclos de vida están directamente ligados a estos

ecosistemas. En las últimas décadas también se han adecuado para

la generación de energía y, por supuesto, para la investigación

científica que permita encontrar los mejores mecanismos para

proteger esos espacios y a los que allí habitan.

AcuíferosSon bodegas de tierra y rocas permeables, en las que se almacenan millones de litros de agua potable llamadas aguas subterráneas.

Humedales marinos Están ubicados en las zonas costeras. Hacen parte de ellos, pantanos salados, playas rocosas, lechos marinos ricos en algas, arrecifes de coral y manglares; estos últimos sirven como escudo ante fenómenos de la naturaleza como maremotos y huracanes.

Zona central; agua hasta seis metros de profundidad.

Espejo de agua o zonas despejadas donde se ve la superficie.

Zona cubierta por hierbas flotantes como el buchón, el botoncillo y la sombrillita.

Zona de transición entre el agua y la tierra con plantas enraizadas en el fondo como el papiro, la lengüevaca, el cartucho y la enea.

Zona de borde o de ronda, donde hay enredaderas, mangles, bejucos y arbustos.

Complejo Totumos - Municipio de Yondó.

Río

Nec

Río

Porc

e

Río M

edellín

Río ManiRío Cauca

Ciénaga Chiqueros -Municipio de Puerto Berrio.

Laguna La Cascada - Municipios de Jericó y Tarso.

Lagos del Congo - Municipio deSan José de la Montaña

Ciénaga Barbacoas - Municipio de Yondó.

Ciénaga Corrales - Municipio de Nechí.

Complejo El Sapo - Municipio de Nechí.

Ciénaga Colombia - Municipio de Caucasia

Laguna de Santa Rita - Municipio de Andes.

Humedales de tierras bajas Están ubicados entre el nivel del mar y los mil metros de altura y constituyen la mayoría de humedales del país. Una gran parte de ellos están ubicados en las llanuras de inundación de los ríos.

Puerto Berrío

Jericó

Tarso

Andes

San José de la Montaña

Yondó

NechíCaucasia

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Un puente de naturalezapara conservar la vida

La conectividad entre bosques implica un diseño de paisaje que

no deje de lado a los habitantes de una región, pues ellos y la

naturaleza son una llave de mutuo beneficio. Proteger el bosque y

continuarlo es una tarea que debe quedar bien hecha.

No se sabe quién lo explica mejor, si la ingeniera forestal Karen Gutiérrez

cuando hace dibujos que unen un bosque con otro, o si Alba Betancur, habitante de Támesis, cuando dice que un corredor biológico es hacer que los árboles estén todos cerquita para que los animales puedan pasar sin tener que salirse de ahí.

De eso se trata, en todo caso, el proyecto “Ejecución de los planos de ordenamiento y manejo de las cuencas de los ríos Piedras y Frío, como estrategia para la conservación regional del recurso hídrico y conectividad en áreas protegidas”, desarrollado en 270 hectáreas pertenecientes a los municipios de Támesis, Jericó, Pueblorrico y Tarso, donde están ubicadas dos grandes reservas naturales del Suroeste antioqueño: Nubes-Trocha-La Capota y La Cuchilla-Jardín-Támesis, paraísos en donde habitan por igual, casi siempre sin hacerse daño, campesinos de sombrero y azadón, y animales silvestres.

¿Pero cómo conectar esos bosques? Fácil: con más bosque. Entonces, el proyecto lo que quiere es reforestar, es decir, sembrar muchos árboles para que poco a poco se vayan acabando los espacios de potrero entre un monte y otro, y así, como lo dice Alba, “los animales se puedan trepar a la montaña sin hacer daños en las fincas”.

La ingeniera forestal Karen Gutiérrez explica que esto va a hacerse con diferentes herramientas de manejo del paisaje, pero siempre teniendo en cuenta las necesidades de los habitantes de la zona, quienes tienen en sus manos el desafío y el beneficio de unir dos grandes áreas de reserva, en una forma de puente vivo por donde pase la fauna y se dispersen las semillas de distintas especies.

De esas herramientas, la ingeniera habla de seis: “Protección/producción, corredor biológico, sistema agroforestal, enriquecimiento de áreas, cercos vivos y cultivos de guadua”. Cada uno de ellos, a su manera, es adecuado según la cantidad de tierra que esté disponible en cada parcela y según el deseo de sus dueños de usarla en reforestación.

El sistema protección/producción es sencillo: sembrar árboles nativos, de crecimiento lento, para la conservación del bosque y de las fuentes hídricas; y sembrar árboles exóticos, de crecimiento rápido, para la explotación maderera que sirva de sustento al dueño de la parcela.

El corredor biológico se trata de sembrar ocho mil árboles por hectárea para crear bosques densos que puedan ser refugio para la fauna silvestre, como los pequeños roedores que se encuentran en esas montañas del Suroeste. El sistema agroforestal tiene como fin poner

árboles en cultivos ya establecidos, como los de café o plátano, para que funcionen como sombrío y a la vez mejoren las condiciones ambientales de las plantaciones.

El enriquecimiento de zonas es apropiado para lugares que tienen buena densidad de árboles, aunque se presentan algunos “claros” o espacios vacíos en el bosque, ya sea porque un árbol cayó de viejo o porque fue talado. Allí, en esos espacios de claridad solar, este sistema pretende sembrar árboles nuevos, como una manera de ayudarle a la naturaleza.

Los cercos vivos sirven, como los cercos muertos, para separar el ganado o demarcar la parcela, pero tienen la ventaja de que no están hechos con estacones o palos arrancados, sino con árboles vivos que les sirven de hogar y sustento a una gran variedad de especies de aves.

Finalmente, los cultivos de guadua se presentan en el Suroeste como una opción económica para los campesinos, que ya no necesitarán talar bosque nativo para construir sus casas o sus muebles, ni tampoco para venderlo como madera de alta calidad, pues la guadua, de siembra ancestral en esta región, resulta una excelente madera estructural con un mercado nuevo para explorar.

Cada una de estas opciones puede ser un mundo desconocido para los habitantes de la región, pues no sólo implica aprender nuevos conocimientos relacionados con la naturaleza, sino transformar una cultura que durante años ha sido depredadora de los bosques y la fauna.

Por eso, el proceso que está comenzando en Támesis, Tarso, Jericó y Pueblorrico tiene como primer foco de atención a sus pobladores, unas 15 mil personas en las cuencas específicas del río Piedras y el río Frío. “En esos lugares, la sensibilización de la comunidad ha incluido visitas a las parcelas, reuniones con las juntas de acción comunal, una cartilla educativa y hasta un programa de radio”, dice Juan Esteban Ordóñez, profesional del componente social del proyecto.

Toda esta estrategia va enfocada, entonces, a comprender la reforestación de esta zona como un primer paso para unir a futuro, en bosques y en fauna, esa gran área del Suroeste que está enmarcada entre Nubes-Trocha-La Capota y La Cuchilla-Jardín-Támesis, conformando un corredor de biodiversidad que evite procesos de extinción local de especies animales y vegetales.

Así, 270 hectáreas son sólo el comienzo de una cultura ambiental amiga de los árboles, de lo que significan como casa de los animales, como cuidadores de las aguas y como sustento de vida para el mismo ser humano.Según la ingeniera forestal Karen Gutiérrez, “La gente se

tiene que empoderar de los recursos que se invierten en las parcelas que les pertenecen. Eso incluye no tumbar los árboles que se siembren, y proteger el bosque nativo”.

El proyecto, desarrollado en las cuencas del río Piedras y el

río Frío, proveerá de empleo a los campesinos del Suroeste.

Para siembra y cuidado de las zonas reforestadas, están

contemplados 20.800 jornales.

Asesoría: Karen Gutiérrez, [email protected]

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Semillas de nuestra tierra,huertas para soñar

Comunidades indígenas del Bajo Cauca dan una mirada más consciente a sus huertas y patios productivos gracias al proyecto Soberanía Alimentaria con Sostenibilidad Ambiental, que incentiva la preservación de semillas nativas y el trueque como actividades que reivindican su autonomía.

Horas antes el pez nadaba en las aguas del río Nechí, pero llegado el momento del almuerzo se convirtió

en el principal invitado a la fiesta que se celebraba en la comunidad indígena La Dieciocho de Zaragoza. Para entonces, el moncholo había sido cocinado en hojas de plátano al calor de la leña y, luego, adobado por los hombres, quienes tomaron de sus patios productivos lo mejor del ají, el cebollín y el orégano.

Aquel domingo se celebraba más que el placer de la comida compartida; se festejaba el final de un proceso educativo que les recordó la felicidad de sembrar, de compartir juntos, de ser indígenas.

La historia de ese proceso se remonta a marzo del 2008 cuando seiscientas familias Senú iniciaron su participación en el proyecto Seguridad Alimentaria con Sostenibilidad Ambiental. Durante su desarrollo, los participantes se sintieron identificados con la propuesta de trabajo, pues se incentivó la adopción de técnicas de cultivos amigables con el ambiente, el fortalecimiento de los lazos comunitarios y la recopilación de preparaciones tradicionales a partir del uso de productos autóctonos, todos estos aspectos afines a su cultura. “Yo no sé una letra, pero mi entendimiento está en conocer lo que

nuestros padres nos enseñaron, en cultivar la tierra, en saber que esa es nuestra herencia, parte de lo que somos los indígenas”, comenta Etelvina Flórez.

Espacios para ser autónomosMediante este proyecto, Etelvina, los hombres de La Dieciocho y cientos de indígenas, hicieron aún más consciente su relación con las huertas y los patios productivos, para reivindicarlos como escenarios que les permiten desarrollar sus tradiciones, que se convierten en lugar de encuentro y en donde se propicia la recuperación de la memoria. “El patio es para nosotras las mujeres de la comunidad, el lugar donde trabajamos y cuidamos a nuestra familia. También es lugar de recreo y de compartir la amistad, es decir, el alimento de nuestras almas, porque allí nos reunimos con los hijos y vecinos a compartir aunque sea un café en las tardes calurosas, bajo los árboles que nos dan sombra”, dice Marleny Peña.

Todo eso hace que la huerta y el patio productivo se conviertan en lugares tangibles que simbolizan sus esfuerzos en la lucha por la tierra y para que su manera de entender la vida y la relación con el ambiente tengan un espacio donde desarrollarse. Porque como dice Nafer Solipaz, de El Bagre: “Por pocos que seamos en Colombia, los indígenas existimos y se necesita todavía mucho reconocimiento; primero, por parte de nosotros mismos; y después, de las demás comunidades. Yo anhelo todos los días un resguardo indígena, tener un territorio propio para sembrar, porque no me canso de repetir: indio sin tierra es indio muerto”.

En esa lucha por la autonomía, la recuperación y conservación de semillas nativas y el rescate de la noción de intercambio a partir del trueque, son prácticas mediante las cuales se pretende que ejerzan su soberanía alimentaria. Por unas semillas de maíz se recibe a cambio berenjena; se entrega un mote de queso y el otro corresponde con un enyucado, porque todo puede intercambiarse, desde semillas y plantas hasta preparaciones y abono orgánico. Por eso no es extraño que a la fiesta del moncholo cada familia haya llevado un aporte para el almuerzo y un producto para el trueque comunitario.

Pero no sólo se hace trueque, también se intercambian ideas que buscan impulsar cadenas productivas y redes de trabajo entre los distintos cabildos. Apenas son proyectos, sin embargo, los participantes están convencidos de que organizados pronto materializarán sus ideas. “Gracias a lo logrado, la comunidad piensa que es posible unirse para tener patios comunitarios con variedad de semillas y productos que nos ayuden a alimentarnos mejor, a mantener la calidad de nuestras propias semillas y a conservar la herencia de padres y abuelos que han conservado su lazo con la tierra”, cuenta Evelio Roqueme.

Los Senú han aprendido que con esfuerzo y dedicación los sueños cobran formas, que su fortaleza como pueblo indígena está en reconocer su identidad, en unirse para que, como en la preparación del moncholo, cada uno juegue un papel y, finalmente, todos puedan sentarse a la mesa.

“Sólo de la Madre Tierra

brota la sabiduría y el

milagro del alimento

como regalo para la

vida”, dice Jorge Solano,

de El Pando (Caucasia).

Nº 31 · Septiembre de 2009

La preparación del moncholo es una oportunidad para que los indígenas Senú estrechen sus vínculos como comunidad y pongan en práctica algunos de sus saberes.

Asesoría: Juliana Paniagua, [email protected]

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Una mesa de cuatro patas para muchas sillas

Historias nuevas se cuentan en parques, calles y casas de los pueblos antioqueños; historias en que la comunidad decidió aceptar la misión de trabajar para proteger la naturaleza. Así funcionan las mesas ambientales.

Los niños de la vereda La Albania van loma arriba loma abajo por caminos y trochas de su vereda buscando ríos que sanar. Arman expediciones con mochila al hombro, guiados por jóvenes líderes titiribiseños que les enseñan cómo cuidar la casa de madera, tierra, hojas y goticas de agua donde nacieron.

Tres municipios más al norte, se les ocurrió a los caicedeños que el cuidado de ese hogar de verdes es un asunto donde “todos ponen”. Así que maestros y líderes se fueron de casa en casa buscando a padres, abuelos, novios, hijos, hijas, esposas, esposos, primos, primas y hermanos que quisieran escuchar la historia que puede salvarle la vida al planeta.

Más al sur, en Tarso y Jardín, pensaron que una forma de cumplir esta misión era pidiendo la palabra. Por eso construyeron el componente ambiental de su Plan de Desarrollo, para asegurar políticas que protejan el verde de sus territorios.

Estas apuestas por la vida fueron gestadas en las mesas ambientales, creadas por CORANTIOQUIA hace cuatro años. Y aunque orientadas y capacitadas permanentemente por la Corporación, son voluntarias, autónomas y actúan como veedoras ambientales. La socióloga Dennis Sierra Urrego, de la Red de Participación para la Gestión Ambiental en el Territorio, las describe como “un espacio interactivo de formación, de discusión, de toma de decisiones y de concertación ciudadana”, pues las voces de todos, ciudadanos de a pie o líderes comunitarios, terminan siendo fundamentales en el desarrollo de cada temática.

Es por eso mismo que se han convertido en ejes articuladores del trabajo ambiental en los municipios, tanto que ya algunas son replicadoras de su aprendizaje en sus comunidades, inciden en los Planes de Desarrollo de sus localidades y son el lugar a donde acuden los pobladores cuando la naturaleza tiene problemas.

Una fuerza que los uneEsto es lo que sucede en Támesis, una de las mesas más pilas del departamento. Allí, las treinta personas que la integran se reúnen en la Casa de la Cultura cada quince días, pero permanentemente están desarrollando tareas específicas.

Mejor dicho, allá no se quedan quietos. De las primeras cosas que promovieron, pueden contar que La Cuchilla, al pie de Támesis, fue declarada por autoridades regionales como una reserva forestal, lo que ha permitido protegerla como un santuario de naturaleza. Asimismo, deben decir que los indígenas embera chamí de la reserva Miguel Cértiga Tascón tienen ahora pozos sépticos que les han mejorado la calidad de vida.

Y ahí no paran las acciones de esta mesa ambiental, que también logró poner en la agenda del Concejo temas tan importantes como la protección del agua, la reforestación de cuencas y zonas de retiro, la contaminación auditiva, la acumulación de residuos sólidos y la deforestación de tierras, antes destinadas al cultivo de café y reemplazadas por hatos ganaderos; esta quizás una de las más grandes problemáticas, pues ha determinado una disminución de los bosques, especialmente en corregimientos como San Pablo, Nudillales y La Florida, donde se volvieron comunes los deslizamientos, y Betania y Cedeño, donde se perdió la frontera agrícola.

Hoy, algunas de las tareas que están pendientes tienen que ver con el saneamiento básico, las plantaciones forestales, el manejo de plaguicidas, el uso adecuado del espacio público y la prevención y atención de desastres.

La clave está en la participaciónPero todo este trabajo, hecho en el día a día y con el buen juicio de muchos habitantes, no hubiera sido posible sin que primero se hubiera insistido en una verdadera cultura ambiental en el municipio. Natalia Gómez, ingeniera ambiental y coordinadora de la mesa tamesina, cuenta que los buenos resultados se han logrado gracias a la sinergia y diversidad dentro del grupo. “Queremos una mesa consciente de las problemáticas ambientales y con los conocimientos para solucionar asuntos relacionados con el territorio”, dice.

Ella, una joven que en sus palabras refleja la energía que hay en la mesa, destaca la comunicación directa con las comunidades para establecer prioridades y agendas, la orientación y formación brindada por CORANTIOQUIA, y el apoyo del Municipio y el Concejo para propiciar debates y soluciones reales, que se pueden ver y tocar, como un trabajo que de verdad vale la pena, pues sí contribuye, y no en poco, al bienestar de los habitantes de Támesis y del medio ambiente de toda la región.

Así, entonces, los tamesinos se sentaron a la mesa y, hoy, desde allí impulsan el desarrollo verde de su territorio. Liderados por Natalia, han logrado lo que muchos pensaban imposible: que, por un lado, los habitantes reflexionen y tomen conciencia de que ellos hacen parte del ambiente y dependen de él; y que, por otro, los gobernantes apoyen cada propuesta de estos ciudadanos encarretados con el cuento de cuidar la Tierra, la tierra de todos.

De 80 municipios que abarca la Corporación, en 71 de ellos hay mesas instaladas; los 9 que faltan las acogerán este año. Medellín tiene mesas en 4 de sus 5 corregimientos.

Las mesas ambientales no se imponen. Para que existan, deben nacer de la decisión de los habitantes de un municipio, pues son un importante paso para fortalecer la cultura ambiental en el territorio.

Asesoría: Luz Ángela Peña, [email protected]

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11Nº 31 · Septiembre de 2009

En Colombia existen cerca de 250 especies de serpientes. De éstas se

han reportado 56 en la jurisdicción de CORANTIOQUIA, y de ellas el 86% no

representan peligro para seres humanos o animales domésticos. Aquí una guía

práctica para identificarlas y algunas recomendaciones en caso de mordedura.

Esos enigmáticos seres son fundamentales para mantener el equilibrio ecológico. Su principal función es controlar el crecimiento poblacional de otras especies

que les sirven de alimento. La escasez o profusión de serpientes repercute en los niveles de abundancia y calidad en la producción agropecuaria y también en la salud pública. Por esto es importante conocerlas para respetarlas, aprender a convivir con ellas, y de esta manera evitar mordeduras.

En la mayoría de los casos, los encuentros con serpientes son accidentales, pues los seres humanos no hacemos parte de su dieta y los accidentes por mordedura ocurren principalmente cuando las personas entran a su territorio o las manipulan sin precaución.

Si está ante la presencia de una serpiente, lo recomendable es reaccionar con calma, quizá ella sólo esté paseando, regulando su temperatura o dormitando, y no quiera atacar. Es importante que por ningún motivo la moleste, asuste o manipule, esto puede provocar que reaccione contra usted; lo mejor es que desvíe su camino o deje para más tarde las actividades que pensaba realizar en el lugar.

Qué hacer en caso de mordedura

Guardar la calma. Es importante buscar la serpiente, con las debidas

precauciones, e identificarla. Las mordeduras de no venenosas son

diferentes a las de las venenosas. Las primeras dejan marcas de

muchos dientes, mientras que las segundas dejan marcas de dos

colmillos más grandes que las demás.

Se debe: Exprimir la piel alrededor de los orificios. Debe efectuarse dentro

de los primeros treinta minutos.

Lavar el área con agua y jabón. Inmovilizar la extremidad afectada en posición neutra y ligeramente

por debajo del corazón. El movimiento hace que el veneno se

absorba rápidamente.

Remitir a un centro para tratamiento específico. Allí el personal

capacitado suministrará el suero antiofídico.

No se debe: Dar licor a la persona mordida. Poner hielo sobre la mordedura.

Poner torniquetes. Hacer incisiones o cortar el área con cuchillos u

objetos similares. Recurrir a curanderos.

Cómo reconocer las venenosas

Para conocer más sobre ofidios y obtener información sobre un

posible tratamiento, es conveniente aprender a diferenciar entre

las serpientes que no inyectan veneno de aquellas que sí. Es

importante considerar que no todas las mordeduras de serpiente

son de especies venenosas y, además, no en todas las mordeduras

de venenosas hay inyección de veneno.

Identificar si una serpiente es venenosa puede parecer complicado,

pero es comparativamente fácil cuando se observan algunos

elementos en su diseño o se detecta la presencia o no de algunas

estructuras. A continuación encontrará claves para que usted

pueda de manera práctica y rápida reconocer si una serpiente es

venenosa.

Una de las características más llamativas de las serpientes son

sus colores y diseños, para reconocerlas es básico saber que sólo

existen dos tipos de diseños:

Diseño con anillos o en forma de coral. Tienen anillos completos

alrededor de su cuerpo, de color negro, blanco, rojo o amarillo y

todas las combinaciones posibles entre ellos. El vientre de las

corales no es blanco, es también anillado.

Diseño no anillado o en forma de no coral. Diseños con formas

geométricas diferentes a anillos tales como rombos, equis, líneas,

manchas, puntos o simplemente un color.

Existen especies de ambos diseños que poseen colmillos y se

denominan venenosas, y otras que sólo poseen dientes y cuya

mordedura ocasionaría molestias menores, pero no son venenosas.

Para facilitar la identificación, tomaremos cada uno de los tipos de

diseños y enfatizaremos en las características más evidentes para

determinar si son o no venenosas.

Anilladas venenosas. Además de su diseño de anillos, las verdaderas

corales tienen siempre un número impar de anillos negros entre

los otros anillos de color (blanco, rojo o amarillo). Sus ojos son

pequeños (como la cabeza de un alfiler) y casi no tienen cuello, por

esto no se pueda diferenciar fácilmente entre la cabeza y el cuerpo.

Anilladas no venenosas. Siempre tienen un número par de

anillos negros entre los otros anillos de color. Sus ojos son

comparativamente grandes (un ojo normal se ve con facilidad).

Su cola es comparativamente larga y si se examina su boca, sólo

poseen dientes y no colmillos

No anilladas venenosas. La característica más importante para

identificarlas es la presencia de un orificio entre el ojo y la nariz a

cada lado de la cara. Otra característica relacionada es su cabeza

recubierta por escamas muy pequeñas, así como la forma de ésta

parecida a un triángulo. Tienen generalmente una cola muy corta y

el cuerpo robusto.

No anilladas no venenosas. No tienen los orificios entre la nariz y

el ojo. La cabeza está cubierta por placas o escamas grandes, con

la sola excepción de las especies de la familia de las boas, cuyas

cabezas están recubiertas por escamas pequeñas

Juan Camilo [email protected]

Falsa CoralNumero par de anillos

Coral VerdaderaNumero impar de anillos

enigmáticos e incomprendidos

Ofidios,

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se vuelve un móvil

Pasos

Necesitas:• Palitos secos• Hilo• Tijeras• Cartulina• Revistas viejas• Periódicos• Pegamento

En los periódicos y revistas, busca imágenes y palabras relacionadas con el agua y sus usos como: gente lavándose los dientes o bañándose, o elementos relacionados con el uso del agua, como jabón, mangueras y lavamanos, entre otros. Corta cuidadosamente esas palabras e imágenes, para que las puedas poner en el móvil.

Toma los dos palitos que trajiste, forma una X, y en el centro con uno de los hilos amárralo fuerte para que se conserve la X.

Pega las palabras y las imágenes sobre la cartulina para dar firmeza al papel y luego recórtalos de nuevo por el contorno. Ya tienes listas las figuritas cortadas… a cada una le haces un hoyito en la parte de arriba, para que le puedas meter un hilo y colgarlo en la X. Con toda la imaginación, debes pensar cómo ir ubicando tus palabras e imágenes en la X para que todo el mundo se deleite con tu móvil de agua. Pídele ayuda a un adulto para colgarlo del techo de un lugar donde pueda moverlo el viento.

Vivimos en el planeta azul, le podríamos decir hidrósfera ya que el agua cubre las 3/4 partes de la Tierra, pero el agua dulce solo es el 1% por eso es nuestro deber cuidarla.

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