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    Revista Actualidades Pedaggicas N. 53 / Enero - junio 2009

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    Didctica de la literatura en dos ciudades colombianas:Santa Marta y Bogot. Mirada desde la ecocrtica1

    Luz Marina Pabn*Recibido: 2 de febrero de 2009

    Aceptado: 18 de marzo de 2009

    1 Este artculo es producto de la investigacin Hombre y naturaleza en dos novelas colombianas auspiciado y nanciado por la Universidad de La Salle.

    * Colombiana. Profesional en Estudios Literarios de la Ponticia Universidad Javeriana. Especialista en Pedagoga. Magster en Francs Lengua Extranjera de la Universidadde Grenoble, Francia. Profesora de la Facultad de Educacin de la Universidad de La Salle. Correo electrnico: [email protected].

    ResumenA partir de la experiencia de la autora como docente de literatura y esttica en dos entornos distintos: Bogot y la costa Caribecolombiana, se establecen nexos y diferencias desde tres parmetros: el medioambiente, el entorno social y la ciudad comovariables determinantes de las aproximaciones entre los educandos de las dos regiones y los lenguajes estticos y literarios.El artculo propone a la ecocrtica (enfoque literario que encuentra las dependencias entre el hombre y la naturaleza) comouna novedosa herramienta didctica que le devuelve el inters a las nuevas generaciones por las obras clsicas o, en gene-ral, por la literatura, siendo un enfoque que nos habla del problema tico, del cuidado de la naturaleza y del deterioro delplaneta que los seres humanos debemos evitar a toda costa como seres inteligentes y sensibles.Se establecen dos intertextos en el artculo: por un lado, con Cien aos de soledadde Gabriel Garca Mrquez se argumentala cosmovisin de los estudiantes de la costa caribe y, por otro, con Opio en las nubesde Chaparro Madiedo la cosmovisinde la juventud en Bogot.

    La primera obra nos demuestra cmo sigue siendo el Caribe una regin ligada a la naturaleza y a la conciencia mtica, y lasegunda, cmo Bogot tiene, por ser una urbe, una visin trgica en algunos aspectos de la realidad.Finalmente, el artculo concluye cules seran los posibles aportes pedaggicos de la ecocrtica a la didctica de la literatura.

    Palabras clave: didctica de la literatura, literatura, ecocrtica, ciudad, tragedia, medioambiente, Caribe, los Andes.

    Didactics of Literature in two Colombian Cities:Santa Marta and Bogota. An Ecocriticism Approach

    Abstract

    According to the author`s experience as a literature and esthetic professor in two different places such as Bogota and theCaribbean Coast, Pabon establishes proximities and differences upon three parameters: the environmental scene, socialcontext, and the city. The latest three elements are admitted as determinants variables attached to the professors in the tworegions and the esthetic and literary languages.The article proposes the ecocriticism(literary approach which explains the dependency between nature and mankind) as anovelty didactic instrument that gives back the interest to the new generations on classic work or on literature in general.Ecocricticismalso focuses on ethic issues, nature conservancy, planet deterioration, something that human beings mustavoid regarding our intelligence and sensibility.The article establishes two inner texts: First, Garcia Marquezs masterpiece, One Hundred Years of Solitude, which de-monstrates the students cosmovision in the Caribbean Coast, and on the other hand, Chaparro Madiedos work Opio enLas Nubes (Opium in the Clouds) the youths cosmovision in Bogota.The work Hundred Years of Solitude, clearly shows how the Caribbean region maintains and stretch relation with natureand mythic consciousness, while Chaparro Madiedos work demonstrates how the capital city of Bogota is an urban being,a tragic vision of some reality aspects.Finally, the article concludes some pedagogic contributions from the ecocriticism to the didactics of literature.

    Keywords: didactics of literature, literature, ecocriticism, city, tragedy, environment, Caribbean, Andean.

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    INTRODUCCIN

    La didctica de la literatura es an un tema de discusin enla academia que ha evolucionado a lo largo de la historia enel medio literario no slo en Colombia, sino en el mundoentero. Coloquios, simposios, encuentros y cumbres son rea-lizados de manera continua en el seno de la mayora del es-pacio acadmico global para discutir y analizar las diferen-tes visiones y posturas de los implicados en esta disciplina, sise le puede llamar de esta forma. Como ejemplo, podemoscitar el Primer Seminario y Coloquio sobre Didcticas de lasLenguas y la Literatura en Cali durante los das 25, 26 y 27de noviembre de 20042.

    Las aproximaciones son tan diversas y complejas que

    an es muy difcil para cualquier estudioso del tema defi-nir, sea de manera concisa, o en un texto o manual, una di-dctica de la literatura. Se puede, al contrario, deducir queexisten mltiples enfoques que nos atae hoy en la escuela:el cmo, no tanto el qu, sino a travs de qu herramienta,de qu mtodo, en el aula o fuera de ella, ensearamos yaprenderamos hoy la literatura.

    Mltiples preguntas sin una unvoca respuesta surgenal plantearnos como docentes el reto de la ensea literaria(Vsquez, 2006). Entre muchas otras, por ejemplo: cmo

    incentivamos en nuestros alumnos el gusto, el placer por laliteratura sin caer en absolutismos o en estados casi anr-quicos del ejercicio pedaggico? Cules son las dificultadesms comunes a las que se enfrenta el docente en un mundoglobalizado al querer transmitir al alumno el amor por unaobra literaria clsica? De qu forma podemos resignificar-las para que recobren un inters actual pudiendo as con-quistar el inters del estudiante o, simplemente, del lector?Cmo formar lectores crticos, lectores que no se contentencon seguir la regla, lo establecido en la escuela, sino queindaguen, investiguen, vayan ms all de lo propuesto por la

    institucin y hagan varias lecturas de la obra?

    Otro cuestionamiento que nos preocupa a todos los do-centes es el siguiente: existe una sola forma de ensear laliteratura? No hay, como dijimos, diversas visiones y enfo-

    ques de su enseanza, as como diversos tipos de alumnos?Todos podemos ser encajonados en el mismo molde, con lamisma metodologa a la que en una poca llamamos de unamanera y luego de otra segn la moda del momento? Unmuchacho de Alaska que vive en un entorno natural, defi-nido por condiciones climticas extremas, tiene la mismarelacin con la literatura y su adquisicin que un joven deltrpico, o una joven europea que una joven cubana, quieneshan sido criadas en entornos naturales e intelectuales tandistintos?

    Existen muchas variables como el medioambiente, elcontexto social del alumno, incluso, el aspecto tnico queimposibilitara una nica didctica, una sola metodologade esta ensea, de esta transmisin de saberes literarios(Vsquez, 2006).

    Por otro lado, podramos seguir agregando interro-gantes y problemas para definir la didctica de la literaturacomo la dificultad de profundizar en lo que ella significa oen la incapacidad de muchos docentes para establecer rela-ciones simblicas con su realidad. Sin embargo, es una dis-cusin larga que sigue debatindose en muchas partes delmundo y al interior de varias universidades.

    Como docente de francs actualmente, y de literatura

    y esttica en otras pocas de mi vida, me he planteado losanteriores interrogantes. En este sentido, he podido estable-cer que el entorno geogrfico y las relaciones que estableceel hombre con su medioambiente definen mucho sus expe-riencias en el aprendizaje de cualquier cosa, no slo de laliteratura. Hablar de una enseanza creativa de la literaturateniendo en cuenta todas las variables ya citadas sera igual-mente arriesgado. Entonces de qu manera podramos re-significar las obras literarias para que los estudiantes actualestengan con ellas una relacin ms cercana a su propia vida yexperiencia? No deberamos encontrar relaciones entre los

    discursos simblicos, como el literario, y quizs el discursode tica ambiental, por ejemplo, el del enfoque ecocrtico?3

    Vivimos en un mundo que enfrenta problemas que nosconciernen a todos, como el calentamiento global, la extre-

    2 Este seminario dio como resultado una compilacin de artculos sobre el tema de la didctica de la literatura desde diversos puntos de vista y enfoques de algunos partici-pantes, entre ellos, el artculo de Julin Gonzlez titulado Narrativa y medioambiente.

    3 Ms adelante explicar a qu se le denomina ecocrtica de la literatura que es un enfoque y no una teora literaria.

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    ma pobreza, las guerras inacabables, la malnutricin, entreotros. El inters por el medioambiente y la mejora de stees un tema del da a da y que en la escuela es actualmenteabordado por todas sus instancias. Desde hace aos veni-mos enseando y aprendiendo cmo mejorar nuestro entor-no, cmo colaborar para restar la contaminacin, para nodegradar ms el medioambiente y cmo reciclar; por esto,creo que no hay un solo nio de escuela media que no hayaescuchado algo del problema ambiental. Siendo as, cmola ecocrtica nos posibilitara una mirada renovadora de losclsicos que se ensean en la escuela?

    El tema propuesto en este artculo se basa en estable-cer relaciones entre la didctica de la literatura, la ecocrticacomo un enfoque literario reciente y la experiencia personalcomo docente de literatura, de francs como lengua extran-jera y de esttica en dos espacios colombianos con carac-tersticas geogrficas y culturales muy divergentes: la costacaribe y Bogot, capital del pas.

    Me remitir a dos obras literarias y establecer nexosentre la literatura y el medioambiente descritos en Cien aosde soledad,obra que no necesita presentacin, y Opio en las nu-bes, Premio Nacional de Literatura otorgado en ese entoncespor Colcultura en 1992 al escritor bogotano Chaparro Ma-diedo, quien en su novela narra la tragedia de lo urbano4.

    Establecer relaciones entre los alumnos que pertenecen ados visiones de mundo diferentes, y para quienes el medio-ambiente supone establecer vnculos con lo literario y lo es-ttico (Luke, 1998).

    La experiencia percibida en las dos regiones colombia-nas citadas ms tres variables entre las dos poblaciones: 1)el medioambiente geogrfico, 2) el aspecto cultural, y 3) elaspecto socioeconmico me llevaron, en ocasiones, a imple-mentar distintas estrategias pedaggicas para la enseanzay la apreciacin de las obras literarias y estticas5, es decir,

    obras de arte u otras manifestaciones artsticas. Tratar demostrar cmo nacer, crecer y vivir en ambientes geogrficosy en medios socioeconmicos distintos nos forjan didcticasdiferentes, y tambin cmo el discurso ecocrtico nos posibi-litara nuevas miradas.

    LA ECOCRTICA Y SU POSIBLEDEFINICIN

    La ecocrtica fue oficialmente definida en la publicacin dedos obras: The ecocriticism readerde Cheryll Glotfelty y HaroldFrom (1996) y The environmental imaginationde Lawrence Buell(1995).

    La ecocrtica es un gnero conocido como estudios cul-turales naturales, ecopoesa y literatura crtica ambiental. Esun enfoque literario que responde a preguntas tales como:cul es la naturaleza de la escritura? Qu significa la pala-bra naturaleza? Cules son los principios de la ecologa enla poesa y cules se pueden aplicar a ella? El gnero afectala manera como se percibe y se escribe sobre la naturaleza

    (Buell, 1995).

    Una de las primeras personas en utilizar el trminoecocrtica fue Guillermo Rueckert quien public un ensayotitulado Literatura y ecologa en 1978. Su intencin fueaplicar el uso de la ecologa y de los conceptos ecolgicosal estudio de la literatura. Es una rama de la crtica literariaque mira en los textos la manera en que los hombres se rela-cionan con el entorno.

    Asimismo, varios ecologistas y estudiantes han publi-

    cado trabajos progresivos de ecoteora y crtica desde losaos setenta. Sin embargo, debido a la carencia de un mo-vimiento organizado para estudiar el lado ms ecolgico dela literatura, estos importantes trabajos fueron disgregadosy rotulados con ttulos de sujeto como: pastorales, ecologahumana, regionalismo, estudios americanos, y as sucesiva-mente, sin determinar un campo especfico de estudio, yensayos y libros como The Comedy of Survival(Mecker, 1980)que no fueron valorados en su justa medida. Posteriormen-te, como Golfelty (1996) anota en The ecocriticism reader, segener un gran individualismo entre quienes deseaban es-

    tablecer la ecocrtica como un gnero, ya que en las crticasque se hacan raramente se citaba alguna obra. Apenas amediados de los ochenta los intelectuales comenzaron a tra-bajar juntos para alcanzar su objetivo. En 1990, en la Uni-versidad de Nevada (Reno), Glotfelty fue la primera persona

    4 La tragedia urbana en Opio en las nubesfue mi trabajo de grado para obtener el ttulo de profesional en Estudios Literarios en la Ponticia Universidad Javeriana, en 1999.

    5 Como profesora de la Licenciatura de Artes Plsticas de la Universidad del Magdalena durante cinco aos orient varias asignaturas como Esttica, Vanguardia y Trans-vanguardia. Adems trabaj como docente tutora a distancia del IDEA en varios municipios de la costa caribe.

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    que fij su posicin acadmica como docente de literatura ymedioambiente. Su trabajo se centr en la definicin de laecocrtica dada por Cheryll en su obra The ecocriticism reader.En este libro el autor relaciona la ecocrtica con la literaturay el medioambiente, adems de recuperar all la dignidadprofesional de lo que el autor llamaba el subestimado gnero dela escritura de la naturaleza(Cheryll, 1996, p. 67).

    Otros intelectuales, como Lawrence Buell, definen laecocrtica como: [] el estudio de la relacin entre li-teratura y medio ambiente, conducido por un espritu decompromiso hacia la praxis ambiental (Buell, 1995, p. 34).Ms recientemente, en un artculo que lleva la ecocrtica alos estudios de la obra de Shakespeare, Simon Estok (2005),miembro de la MLA (Modem Language Association), deba-te para que la ecocrtica sea ms que

    [] el simple estudio de la naturaleza o cosas naturalesen la literatura, sino que sea vista, como una teora quetenga como propsito efectuar el cambio, mediante elanlisis de la funcin temtica, artstica, social, histrica,ideolgica y terica del ambiente natural, o aspectos del, representados en los documentos literarios que con-tribuyen a las prcticas materiales en mundos materiales(Estok, 2005, p. 197).

    Por otra parte, tenemos en cuenta que cada definicinde ecocrtica ha sido, en algn momento, criticada por otros,tal como sucedi enLa verdad de la ecologa,escrita por DanaPhillips (2003), en la cual se define la ecocrtica como la co-rrelacin entre literatura y medioambiente, definicin quefue muy cuestionada. Camilo Gomides (1986) ofrece unanocin ampliada describiendo la ecocrtica como el campode investigacin que promueve las obras de arte que plan-tean preguntas morales sobre interacciones humanas con lanaturaleza. En este sentido:

    La ciencia y la tecnologa occidentales han contribuidoen estas ltimas dcadas a transformar radicalmente la

    Naturaleza al punto [de] que sus leyes de equilibrio hansido perturbadas, recordndole al ser humano duramen-te que l depende esencialmente de su hbitat (Salaun,2002, p. 10).

    Por esta razn Timothy Luke, en su obra Ecocrtica encontexto,publicada en 1998, incluye la cultura en su defini-cin de naturaleza.

    DIDCTICA DE LITERATURA EN LACOSTA CARIBE COLOMBIANA

    Santa Marta es una ciudad colombiana, capital del departa-mento del Magdalena, en la zona caribe. Fundada el 29 dejulio 1525 por el conquistador espaol Rodrigo de Bastidases la ciudad ms antigua existente en Colombia y una delas ms antiguas de Sudamrica. Est situada a orillas delmar Caribe en uno de los sitios tursticos ms visitados deColombia. Su ubicacin privilegiada entre la Sierra Nevadade Santa Marta, con las mayores cumbres del pas, y el marCaribe, la hacen atractiva para visitar la inmensa variedadde fauna y flora que hay en la zona, adems de los sitiosculturales e histricos que la ciudad posee. Como un hechoimportante e histrico, el libertador Simn Bolvar falleci

    en las afueras de esta ciudad en una hacienda de nombreQuinta de San Pedro Alejandrino, el 17 de diciembre de1830 (Santa Marta, 2009).

    La anterior descripcin y ubicacin de Santa Martaes la que tal vez muchos turistas o interesados en la ciu-dad desean conocer a travs del medio ms utilizado porel momento como es Internet. Sin embargo, Santa Martaes muchsimo ms que la ciudad ms antigua de Colombiao una de las ciudades ms tursticas del pas. Es una ciu-dad compleja, que hasta hace pocos aos no tena sino una

    poblacin limitada, y donde las costumbres sanas y propiasdescritas por Garca Mrquez en su obra eran la mejor de-finicin de una cultura extremadamente diversa y rica, en-marcada por la tierra y la estrecha relacin de sus habitantescon ella. Siempre ser el Macondo que todos admiramos.

    Actualmente, Santa Marta es una ciudad donde mu-chos extranjeros de diversas nacionalidades viven desdelos aos setenta, igual que muchos colonos que llegaron devarios rincones del interior del pas. Este crisol de culturasy de visiones de mundo han hecho que Santa Marta y, en

    general, las poblaciones de la costa caribe colombiana setransformen da a da, y sean entonces territorio de muchosfenmenos econmicos y sociales, algunos con incidenciaspositivas, y otros no tanto, como la famosa bonanza marim-bera, fenmeno socioeconmico que cambiara de algunamanera no slo la ecologa en la Sierra Nevada de Santa

    Marta, sino tambin las relaciones sociales y culturales de laregin, como lo describi en ese momento un informe de laComisin Pro-Sierra Nevada de Santa Marta:

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    Los cultivadores de marihuana son en la actualidaduna poblacin de inmigrantes normalmente del inte-rior del pas atrados por la Bonanza Marimbera definales de las dcadas de los setenta [] Con la accinde erradicacin de cultivo por medio de la fumigacincon glifosato, se ha desplazado la actividad hacia zonasms altas llevando consigo procesos acentuados de talay quema del bosque natural para el establecimientode nuevos cultivos. En la medida que la fumigacinarea por parte de la polica se incrementa, los cultiva-dores recurren a talar y quemar zonas ms escarpadasy pendientes, en donde hoy se hallan los cultivos msimportantes y que son difcilmente atacados por la fu-migacin con glifosato (Estudios Ambientales en laSierra Nevada de Santa Marta, 2006).

    A pesar de todos los cambios que ha sufrido Macondo,ciudad imaginaria y lter ego de las ciudades como SantaMarta, el territorio caribe sigue manteniendo su identidady su magia descrito en su momento por Garca Mrquez enCien aos de soledad:

    [] Jos Arcadio so esa noche que en aquel lugar selevantaba una ciudad ruidosa con casa de paredes de es-pejo. Pregunt qu ciudad era aquella, y le contestaroncon un nombre que nunca haba odo, que no tena signi-cado alguno, pero que tuvo en el sueo una resonancia

    sobrenatural: Macondo (Garca Mrquez, 2007, p. 92).

    Cmo es, entonces, la enseanza de lo esttico en unasociedad donde su visin de lo ldico y de lo bello perma-nece arraigado fuertemente dentro del paisaje y de las rela-ciones de su gente con su entorno? (Luke, 1998). Este fue eltema que, en mis aos de docente en la Licenciatura en Ar-tes Plsticas y en otras instancias en varias zonas del caribecolombiano, me ocup y ahora me preocupa como docentede lenguas modernas.

    Como docente de humanidades me vincul a la Licen-ciatura en Artes Plsticas en el ao 1997, programa queperteneca a la Casa de la Cultura en Santa Marta (antiguoconvento llamado San Juan Nepomuceno, actual MuseoSan Juan Nepomuceno de la Universidad del Magdalena).Posteriormente, en el ao 1999, el programa de la licen-ciatura fue acogido por la Universidad del Magdalena. Nome ocupa en este artculo referirme a este programa, porlo tanto, slo lo nombro como un marco de mi experien-

    cia personal durante los cinco aos como profesora en estembito rico y lleno de pasiones; pues, a pesar de darle a laUniversidad y al departamento en 2001 el nico premio delSaln Nacional de Artistas que ha tenido en su historia conel artista y egresado, Edwin Jimeno, el programa siempretuvo sus detractores, ya que bien es sabido por muchos queestos programas en algunos espacios no son rentables, e in-gresan pocos estudiantes, al lado de otros que se consideranms lucrativos, aunque la regin tenga suficientes y ms pro-fesionales de los que necesitan.

    La mayora de los alumnos que cursaba artes y lenguasmodernas eran muchachos de una extraccin humilde ycampesina, algunos hijos de pensionados del carbn, de laSociedad Portuaria e, incluso, de empleadas domsticas (porsupuesto, tambin varios estudiantes tenan otra historia fa-miliar y eran hijos de familias terratenientes, o por tradi-cin, comerciantes). Todos con un arraigado amor hacia suentorno natural, hacia la Sierra Nevada de Santa Marta yhacia el mar Caribe. Puedo afirmar que lo que haca va-lioso el producto final artstico y literario, en algunos casosde estas personas, era precisamente la poca influencia quereciban de lo que se daba en el exterior, como los EstadosUnidos o Europa, y el sentido de pertenencia que los ca-racterizaba forjaba en ellos la magia y la expresin propiasque respiraban en las obras caribeas: el olor a guayaba, a

    los palos de mango bajo los cuales en mltiples ocasionestuvimos que dar nuestras clases.

    Ese espacio natural considerado como el Edn, La Per-feccin, aquel concepto altamente subjetivo, cargado ade-ms de una imprecisin desmedida que rebasa los lmitesmedianamente razonables del ser humano es la caractersti-ca esencial de la concepcin actual del Edn recuperadoen los relatos occidentales que segn Merchant subyace trasel idealismo capitalista, cientfico y tecnolgico: El ser hu-mano quien en su intento por recuperar el Edn destruye la

    misma naturaleza que l reclama (Merchant, 2004, p. 3).La destruccin de la naturaleza prstina, la naturaleza pura,ha hecho que los americanos extraemos y aoremos eseperfecto jardn del Edn.

    Todos se sentan hijos de Macondo, de esta tierra pa-raso, y esa tierra era lo que les proporcionaba su voz y suproceso plstico, tan particular, que en varias oportunidadesobtuvo premios. La poesa y el ejercicio simblico era en

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    ellos algo tan natural como el lenguaje verbal literario que,en muchas oportunidades, se confunda con las historias detradicin oral que haban recibido de sus abuelos, con elmismo tono y canto que lo descrito en Cien aos de soledad:

    Durante varias semanas, Jos Arcadio Buenda se dejvencer por la consternacin. Se ocupaba como una ma-dre de la pequea Amaranta. La baaba y la cambiabade ropa, la llevaba a ser amamantada cuatro veces al da

    y hasta le cantaba en la noche las canciones que rsulanunca supo cantar (Garca Mrquez, 2007, p. 91).

    Me refiero aqu a otro punto importante para tener encuenta, y es que es un territorio que ha vivido dentro de laconciencia mtica y de la oralidad. El retorno al origen, alpasado, es una constante en sus esquemas simblicos (Elia-

    de, 1998). Se podra decir que, tambin aqu, hemos encon-trado la actitud espiritual que caracteriza al hombre arcaico,es decir, el valor excepcional acordado al conocimiento delos orgenes. En efecto, para el hombre de las sociedadesarcaicas, el conocimiento del origen de cada cosa (animal,planta, objeto csmico, etctera) confiere una especie de do-minio mgico sobre ella, pues se sabe dnde encontrarla ycmo hacer que reaparezca en el futuro.

    Siendo una poblacin que crece en la oralidad, y en laque las relaciones entre cultura y medioambiente son ex-

    tremadamente estrechas (Luke, 1998), era pertinente, enmuchas ocasiones, llevar a cabo estrategias didcticas comola lectura en voz alta de obras (as lo hicimos en algunasocasiones con Cien aos de soledad.Esta herramienta es vital,pues es una manera de acercarse ms a la tradicin oral enla que los estudiantes han participado toda su vida:

    Es que saber leer, saber crear con la palabra una magia,una seduccin con la voz, es uno de los aspectos que msgenera en los estudiantes el gusto, el deseo por leer. Siuno como maestro usa los miles de recursos que poseesu garganta, esa orquesta maravillosa, que ha bien tuvo

    la naturaleza regalarnos, lo que pasa en el auditorio, loque logra en sus alumnos, es contagiar una pasin porun autor, por un libro, por la lectura como tal (Vsquez,2006, p. 98).

    A partir de mi experiencia en ocasiones algunos maes-tros pensamos que dar clases de literatura es exclusivamente

    leer los libros clsicos, haciendo a veces una seleccin arbi -traria, tomando parmetros que no se relacionan con la vidani con las expectativas de los que nos siguen como alumnospara aprender literatura. Por consiguiente, en mis aos dedocente en la costa caribe, teniendo en muchas oportunida-des alumnos que venan de historias personales muy com-plejas, hijos de la violencia marimbera, incluso de gruposilegales armados, de campesinos, ex paramilitares, amas decasa, viudas por la violencia, entre otros, no trat de forzarlosleyendo obras que no reflejaran para nada su modo de vida,sino, al contrario, se llevaron a cabo, por medio de talleres yde reflexiones, clases que motivaban a un cambio personal, ala inclusin en un espacio natural hermoso, pero damnifica-do por fenmenos como el narcotrfico, el paramilitarismo yla guerrilla, en conclusin, por la guerra en general.

    Merchant en su obra expone la necesidad de un nue-vo relato, un relato que formule un sentido de pertenenciahumano-naturaleza sin las cargas deshumanizantes, por unlado, del mundo artificial (sueo americano) del relatoidiosincrtico y, por otro, de la tierra despoblada del relatoambientalista.

    Los progresistas quieren continuar el camino ascendentepara recuperar el Jardn de Edn, reinventando el Ednen la Tierra, mientras que los activistas ecolgicos quie-ren recuperar el jardn original restaurando la naturaleza

    y creando sostenibilidad (Merchant, 2003, p. 4).

    Merchant sostiene que, a pesar de que la culpa de laalteracin ambiental la tienen la arrogancia, el antropocen-trismo y el utilitarismo del cristianismo, el caos es simple-mente una caracterstica cambiante de la naturaleza. De-jar de un lado el punto de vista de la dominacin (avancestecnolgicos) o subordinacin (desastres naturales) del serhumano para considerar la relacin entre ste y el ser nohumano como una sociedad simbitica6en el ejercicio de loque llamaramos una tica ecolgica.

    Desde el punto de vista de las ideas de la Ilustracin, lasclases sociales bajas y las minoras son sinnimo de lo selvtico.Empero, simultneamente surgen antinarrativas de aprecia-cin de lo selvtico por medio de la poesa, el arte, la literaturay la arquitectura del paisaje. Ms tarde se comienza a observaruna tica de la simbiosis representada tambin en la partici-

    6 Merchant utiliza el trminopartnership.

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    pacin de hombres y mujeres en el cuidado de la naturaleza,tanto en las narrativas progresistas, como en las decadentistas.

    Es sabido tambin por todos que una causa profunda deesta guerra ha sido la lucha por el territorio y por el controlde los corredores de droga hacia el exterior. Una vez msconfirmamos la hiptesis de que la didctica de la literaturay el medioambiente tienen por supuesto un vnculo inelu-dible, porque a travs de las relaciones entre la naturalezay el objeto artstico, llmese obra literaria, obra plstica,el alumno se siente inmerso en su propia realidad y con laposibilidad de transformarla desde su mirada, realidad enmuchas ocasiones dolorosa.

    La vida del ser humano est marcada por el entorno enque se encuentra inmerso: las caractersticas geogrcas,

    morfolgicas, climticas, la orifauna, conguran su ima-go mundi.La articulacin entre los individuos y su entornotiene mucho que ver con el uno de la tierra, la relacinvara en funcin de la feracidad o avaricia de la tierra,segn ofrezca productos vegetales, pecuarios o minerales(Gonzlez, 2005, p. 138).

    En varias oportunidades ese reencuentro con su entornonatural, por medio de las salidas de campo que organizba-mos desde nuestras asignaturas, suponan que el estudianterecreara de manera sensible en sus obras plsticas o en suspoemas y escritos el medio natural en el que haban crecido.Como un caso concreto, narro una salida a Aracataca, pueblonatal de Garca Mrquez. Pasamos un da entero all. Aunquees muy cerca de Santa Marta, el efecto sobre el imaginario detodos fue fuerte y sobrecogedor, fue el ntimo encuentro consmbolos que estn muy arraigados en esta cultura caribe. Lacasa del escritor, la gente contando sus historias, el calor, las ca-lles polvorientas, descritas en todas las obras del Nobel colom-biano, la tienda del pueblo, la plaza, el olor a guayaba, a tierra,a mango. Sensaciones recreadas posteriormente en obras quelos estudiantes de la licenciatura mostraran en los TalleresCentrales que eran punto de encuentro entre docentes y alum-nos para evaluar los procesos plsticos de los estudiantes de lalicenciatura. Algunos escribiran poesa y reflexiones luego deestas salidas y del taller literario que ofrec en 1999 sobre Elcoronel no tiene quien le escribade Garca Mrquez.

    Cul sera entonces el discurso pedaggico de los do-centes de literatura y de artes en su quehacer diario quefuera coherente con las necesidades y posibilidades de unapoblacin, en muchas ocasiones inmersa en un conflicto queafecta sus vidas y su entorno? Debera ser como dice Mer-chant, un discurso de recuperacin del Edn? El origen dela narrativa de recuperacin est en el siglo XVII, cuando de lanarrativa del Gnesis (la expulsin del paraso) se pas alrelato de la Ilustracin (recuperar el Edn en la tierra).

    La narrativa deReinventing Eden, dicho por progresistas,como tambin por activistas ecolgicos, genera preguntasacerca de la viabilidad de lanarrativa de recuperacin ens misma. No necesita la tierra y su gente un nuevo rela-to? Cmo sera verdaderamente una justicia verde para latierra y la humanidad? Por qu y para qu la gente cuentahistorias? (Merchant, 2003, p. 3).

    En este intento de mejorar y recuperar lo perdido seven devenir paralelamente dos procesos: uno de progresoy otro de decadencia. Los seres humanos hemos creado unverde falso para ocultar la corrupcin de la tierra, y hemosmodificado nuestro paraso en busca de la construccin deun Edn.

    Narrativas y didcticas que busquen recuperar para-

    sos perdidos? Una pregunta extremadamente difcil de con-testar, pero podran ser tiles unas estrategias que los lleve ala bsqueda del origen, de las fuentes primarias que los haforjado como un pueblo valioso y singular, pueblo que, a pe-sar de los muchos problemas como la pobreza, el desarrai-go, la guerra, ha logrado a travs de su imaginario caribelevantarse y resignificarse sin perder lo ntimo, el valor delterritorio y su imagen frente a l, es ms, sin perder aun laalegra de vivir7.

    Cabe insistir en la importancia del mito y de su es-

    tructura. Todos los docentes podramos conocer entoncesel valor que tiene y sus mltiples posibilidades entre unacomunidad como la de la costa caribe8. Es relevante tam-bin introducir relaciones con el medioambiente, y tomarcomo estrategias didcticas los vnculos existentes entre el

    7 La casa se llen de amor. Aureliano lo expres en varios versos que no tenan ni principio ni n. Los escriba en los speros pergaminos que le regalaba Melquades, en lasparedes del bao, en la piel de sus brazos [] (Garca Mrquez, 2007, p. 82).

    8 Comprender la estructura y la funcin de los mitos en las sociedades tradicionales en cuestin no estriba slo en dilucidar una etapa en la historia del pensamiento humano,sino tambin en comprender mejor una categora de nuestros contemporneos (Eliade, 1987, p. 8).

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    hombre y la naturaleza para una nueva lectura de las obras(Cheryl, 1996).

    DIDCTICA DE LA LITERATURA ENBOGOT

    Bogotes la capital de Colombia, conforma el Distrito Ca-pital, el cual est dividido en veinte localidades y, adems,es la capital del departamento de Cundinamarca. Estubicada en el centro del pas en la zona conocida comosabana de Bogot que, a su vez, hace parte del altiplanocundiboyacense, meseta ubicada en la cordillera Oriental,ramal de la cordillera de los Andes. Su poblacin es de6776.009 habitantes, mientras que su rea metropolitana(no establecida oficialmente, pero existente de facto) tiene

    7881.156 personas. Alcanza a ocupar ms de 40 km desur a norte y 20 km de oriente a occidente, dndole unagran rea de territorio.

    Como capital, alberga los organismos de mayor jerarquade la rama ejecutiva (Casa de Nario), legislativa (CongresoNacional) y judicial (Corte Suprema de Justicia, Corte Cons-titucional y Consejo de Estado). En el plano econmico sedestaca como un importante centro financiero e industrial.

    La ciudad es adems el centro cultural y econmico ms

    importante de Colombia y uno de los principales de Amri-ca Latina. La importante oferta cultural se encuentra repre-sentada en la gran cantidad de museos, teatros y bibliotecas,siendo algunos de ellos los ms importantes del pas. Adems,es sede de importantes festivales de amplia trayectoria y reco-nocimiento nacional e internacional. Tambin se destaca laactividad acadmica, ya que algunas de las universidades co-lombianas ms importantes tienen su sede en la ciudad. Es dedestacar que la Unesco otorg a la ciudad el ttulo de CapitalMundial del Libro para el 2007 (Bogot, 2009).

    sta es una de las muchas descripciones de Bogot en lared de Internet. Sin embargo, Bogot es todo lo descrito ally mucho ms. Es una ciudad que se percibe como una urbecada vez ms grande y que alberga a millones de habitantes

    que aumentan de manera progresiva y no tan planificada-mente como se quisiera, a causa del desplazamiento forzadopor parte de los grupos violentos en las zonas rurales.

    De acuerdo con las cifras disponibles, en el ao 2004 se

    recibieron 5316 declaraciones de desplazados en la Per-sonera Distrital. En el 2005, se declararon como tales,7274 personas. Y a septiembre del presente ao, el n-mero de declaraciones haba ascendido a 7636. La ma-

    yora de los desarraigados se han concentrado en sietelocalidades de la ciudad: Usme, Ciudad Bolvar, Bosa,San Cristbal, Suba, Engativ y Kennedy. Segn AccinSocial de la Presidencia, a la capital ingresan diariamentealrededor de 37 familias desplazadas por la violencia, quecorresponden a ms de 100 personas (El desplazamien-to forzado en Colombia, 2002).

    Lo descrito aqu es uno de los muchos problemas queafronta una ciudad capital tan grande como Bogot, en unpas que vive un conflicto de tamaas dimensiones como esel enfrentamiento armado. Sin embargo, no me adentraral anlisis de este problema que, de una u otra manera, nosatae a todos los que hacemos parte y vivimos aqu. Meinteresa hacer una relacin entre la didctica de la literaturaen la zona caribe y la didctica de la literatura en Bogot,como lo aclar antes, desde mi experiencia docente. Igual-mente, tomando como base las caractersticas de esta ciu-dad como un entorno distinto de las ciudades pequeas de

    la costa caribe, relacionar la visin trgica de lo urbano9,descrita en la obra de Opio en las nubes(Chaparro Madiedo,1992), con la visin que he percibido en los aos de expe -riencia docente entre los muchos estudiantes bogotanos o deotras regiones que vienen a estudiar a Bogot10.

    El mismo interrogante de la primera parte del artculoes vlido para este segundo momento. Cmo ensear lite-ratura en una ciudad como Bogot adonde confluyen tan-tas personas diariamente y donde los jvenes se han alejadode alguna manera de lo mtico que, segn Eliade (1987, p.

    18), cuenta una historia sagrada y relata un acontecimientoque se ha dado en un tiempo primordial? Qu concepto denaturaleza se desarrolla entre los estudiantes de literaturaactualmente en una ciudad como Bogot?

    9 La nocin de antihroe de la ciudad es evidenciado en la obra Opio en las nubesde Madiedo. Amarilla la protagonista ha muerto, Sven sigue. El relato no describe las causasdirectas ni sealan a los culpables. El espacio catico descrito es la ciudad, desesperante, desesperanzada, aburrida. La ciudad es un antihroe [que] se convierte en un sujeto,un sujeto continente (Chaparro Madiedo, 1992, p. 19).

    10 Es importante insistir en que son referencias que parten de una experiencia propia vital de la autora, pero que no son aseveraciones generales, y que estas interpretacionespersonales pueden ser debatibles por otros docentes.

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    Son preguntas que quizs casi todos los docentes noshacemos en nuestro quehacer diario.

    No se podra generalizar y reducir el problema de cmoensear literatura en una ciudad como Bogot llevando acabo estrategias didcticas que desconozcan las agrupacio-nes de jvenes en lo que se ha denominado tribus urbanas11;sin embargo, no me adentrar tampoco a analizar estefenmeno social, pues mi experiencia y conocimiento deltema es muy escaso. Lo que s puedo es narrar un poco mispercepciones durante los aos que trabaj como docente deespaol y literatura en colegios privados de Bogot, dondelos estudiantes gozan de ciertos privilegios y conocimientosadquiridos a travs de su familia, de oportunidades de via-jes, de acceso a la informacin, es decir, tienen otros acervos

    culturales (Luke, 1998) ms que un contacto directo con lanaturaleza, distinta de la de la zona caribe. Tomo entoncesla ciudad como el espacio donde los estudiantes de literaturaviven, gozan, sufren y suean, teniendo en cuenta que es unlugar que, en oportunidades, comporta una prdida de sen-tido, la prdida del paraso (Merchant, 2003), y una visinun poco desesperanzada de la realidad.

    Los relatos de consumismo, tecnologa y derroche de re-cursos naturales son los que componen la versin modernadel relato de la expulsin y recuperacin del Edn de Adn

    y Eva. Es el resultado de estos dos mil aos de progreso.Ahora, el pecado de Eva ha sido absuelto y los humanos hanpagado su deuda a Dios. La tierra ahora es el planeta-jardn.

    Estos muchachos que percibimos muchas veces solita-rios, acompaados por su grupo de amigos, el Internet, latelevisin y su msica12.

    La ciudad constituye, al contrario de la costa caribe enla que es el mar, la naturaleza, el paisaje de reflexin y decomunicacin entre los jvenes que generalmente desean

    un cambio, pero que a la vez se muestran nihilistas y deses-peranzados. Jvenes que viven las diversas realidades de ciu-dades que, por su conformacin, desarrollo, conformacin eindustrializacin, han propiciado un fenmeno espacial ensus calles, en sus barriadas. Esta ciudad est desprovista de

    formalismos, se presenta agobiante y desesperada, acompa-

    ada de violencia, marginalidad y anonimato. Nos inven-

    tamos nombres que de alguna manera nos recuerden esos

    espacios naturales, como Banana Republic, Gap, entre otros

    (Merchant, 2003).

    No deberamos entonces como docentes, al abordar

    con nuestros estudiantes una obra literaria, establecer las

    relaciones de ella con su ambiente? Cmo podemos en-

    sear estos lenguajes simblicos sin situarnos y compartir

    con ellos, con los jvenes, esta mirada hacia su entorno?

    La ecocrtica es un enfoque que nos confronta y nos lleva

    a reflexionar sobre el cuido de la naturaleza, sobre la tica

    ambiental (Buell, 1995).

    Una ciudad como Bogot representa esa capital adon-de confluyen muchsimos smbolos de la cultura, donde se

    encuentra el aparato administrativo central del Estado, don-

    de se evidencian mayores ndices de desempleo, migracin

    del campo a la ciudad, pobreza, marginalidad y violencia.

    Igualmente, coexisten grupos culturales que, perteneciendo

    a clases ms pudientes, se dedican a ejercitar una vida ms

    hedonista, pudiendo hacer cierta negacin de la realidad a

    travs de las drogas, la msica, el sexo, la rumba. Juventud

    que encuentra maneras de sobrellevar su existencia en me-

    dio de una realidad como la colombiana, con un fuerte con-

    tenido de drama y tragedia.

    Regresaban con los cuerpos llenos de agujeros, con lamirada vuelta mierda, con las manos llenas de lluvia yse sentaban a fumar, aplastaban los traseros en los asien-tos y se quedaban all, en el Caf del Capitn Nirvana,abaleados por el humo azul Phillip Morris Products Inc.,Richmond, Va Flip Top Box, Made in Usa[,] mientras seconsuman en el asiento invisible de los das y las noches.La sangre. El Whisky. Pensar. Dormir. Fumar. Levantar-se. Acostarse. Culear. Los labios. Las nalgas. Puta vida.La maana y la ciudad llena de pequeas luces intiles.

    El WC. (Chaparro Madiedo, 1992, p. 27).

    Cmo enfrentarnos a estas sensaciones en los jvenes

    desde nuestro discurso pedaggico? De nuevo la ecocrtica

    nos brinda herramientas para relativizar nuestros puntos

    11 Grupo de personas mayormente jvenes que se agrupan por tener las mismas creencias y gustos y un mismo estilo de vida.

    12 Un elemento en la novela urbana es la msica. sta ayuda a hilvanar la historia, a proyectar imaginarios grupales en los cuales los personajes viven, se apropian de estosritmos, de estas canciones con sus letras cmplices de su cotidianidad. En las novelas Aires de tangode Meja Vallejo;Que viva la msica!de Andrs Caicedo; Conciertos del des-conciertode Manuel Giraldo, son ejemplos de estas novelas, entre otras.

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    de vista como docentes. Segn Camilo Gomides (1986), la

    ecocrtica es un campo de investigacin que promueve, enlas obras de arte, preguntas morales sobre interacciones hu-

    manas con la naturaleza y su entorno. Se podra entonces,desde nuestras aulas de clase, plantearnos estas preguntas

    sobre las obras literarias y planterselas de esta misma ma-

    nera a los jvenes para que se confronten y traten de hallarrespuestas. ste es un aporte significativo para la resigni-

    ficacin de las obras clsicas y su estudio en las clases deliteratura. Como docente creo que es necesario acercarnos

    a su msica, a su esttica, a la visin de ciudad que perciben

    da a da. Partiendo de este conocimiento de su mundo,quizs podamos, desde nuestro discurso, transmitir conoci-

    mientos y promover el gusto por la lectura y por la creacinliteraria. La visin trgica de la urbe no debe apartarnos

    ni escandalizarnos, sino entenderla para poder cuestionar-la. Como dice el escritor francs Jean-Marie Domenach(1969), la tragedia tiene que ver con dos grandes temas: el

    destino y la libertad.

    Creo que en la ambulancia me enamor de la enfermera.Era una enfermera, como la de las pelculas, un poco conlos ojos claros, con las manos nas y posea ese olor a san-gre con perfume de rosas, ese perfume yo no s, que memareaba, que me enloqueca, ese perfume que saba adoce de la noche, a mrame preciosa antes que me muera(Chaparro, 1992, p. 20).

    Merchant coincide con Ron Zimmerman en que elparaso terrenal sera posible si conservara lo selvtico den-

    tro de un escenario rural y mantuviera la diversidad naturaly cultural en todas sus formas.

    Entender el caos. Entender la naturaleza que es cati-ca mediante la ciencia implica el aproximarse a conceptos

    tales como la naturaleza de la realidad ms que al mecanis-mo, al todo ms que a las unidades atmicas, al proceso ms

    que a la reorganizacin de las partes, a las relaciones inter-

    nas ms que a las externas, a la no linealidad e impredicti-bilidad del cambio fundamental y al pluralismo ms que al

    reduccionismo. Podra la sociedad idiosincrtica alcanzar

    tal visin de una ciencia posclsica? [] una sociedad sim-bitica proviene de la voz de [la] naturaleza. Como compa-

    eras humanas, la tierra y la humanidad comunican entres (Merchant, 2003, p. 223).

    Merchant (2003, p. 15) establece cinco preceptos paraque una sociedad simbitica sea sostenible entre comunida-des humanas y no humanas:

    1. equidad entre comunidades humanas y no huma-nas;

    2. consideracin moral para humanos y otras espe-cies;

    3. respeto por la diversidad y la biodiversidad cultu-rales;

    4. inclusin de las mujeres, las minoras y la natura-leza no humana en el cdigo de responsabilidad

    tica;5. una Administracin ecolgicamente sana que seaconsistente con la salud continua de las comunida-des humanas y no humanas.

    La arrogancia baconiana13de que la raza humana debetener dominio sobre el universo entero le ha dado a la hu-manidad una habilidad creciente para destruir la naturale-za. Es as como Merchant anhela la ecotopa14para el tercermilenio.

    El nuevo relato implica una remitificacin de la narra-tiva de recuperacin ednica. No aceptara la secuencia pa-triarcal de la creacin, sino una cooperacin macho/hem-bra. Cada lugar terrenal, un hogar, una comunidad de cosasvivas e inertes.

    As como en el jardn de Adn y Eva de Mark Twainno se hace referencia a ningn creador. [...] Para Adn,es el teln de fondo de la vida; para Eva, es un parquepara estudiarlo, explorarlo y amarlo. [...] Hombres y mu-

    jeres son igualmente inteligentes, igualmente escpticos eigualmente adaptables el uno al otro. Sin embargo[,] las

    relaciones de compaerismo van ms all. Implican mu-tuo respeto, mutuo dar y recibir y mutuo entendimientode necesidades e igualdad de oportunidades para la edu-cacin y el trabajo. [...] Una tica del compaerismo esnicamente una parte de una nueva narrativa o de unconjunto de narrativas acerca de las relaciones humanas

    13 Merchant se reere al lsofo ingls Francis Bacon (1561-1626).

    14 No se encuentra una clara denicin del trmino ecotopa,el cual aparece en el ltimo captulo deReinventing Eden,haciendo referencia al Edn por recuperar. Sin em-bargo, por etimologa(del griego ikos, hogar, y topos,lugar), se podra inferir que se reere a un lugar ideal para ser habitado.

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    con la naturaleza. Y las nuevas narrativas son nicamen-te una parte de lo que se necesita para un mundo sosteni-ble. La crisis ecolgica global y el declive de la naturalezanecesitan ser reversados por nuevas formas de producir,reproducir e interpretar la vida en el planeta. [...] El des-

    tino de la naturaleza y el destino de la humanidad estnprofundamente emparentados. Ojal sobrevivan y vivanplenamente (Merchant, 2003, pp. 245-246).

    CONCLUSIN

    Podramos inferir, despus de recorrer dos lugares opuestoscomo la costa caribe y Bogot, que las relaciones que el serhumano mantiene con su entorno y su contexto social de-terminan los gustos y las tendencias particulares en cada in-dividuo. Por lo tanto, el enfoque ecocrtico lograra ser unaherramienta didctica novedosa, que Buell (1996) definecomo la relacin del comportamiento humano con otrasespecies y con el mundo que nos rodea (p. 34). Por consi -guiente, esa relacin supone preguntarnos cun humanossomos realmente en un mundo como el actual, deterioradoy explotado por nosotros mismos.

    La ecocrtica nos brinda una nueva mirada desde eldiscurso ambiental que como se dijo nos concierne atodos. Sera interesante y enriquecedor que muchos docen-tes de literatura, seguramente interesados en temas como elcuidado del medioambiente, las relaciones del hombre consu ciudad, con su entorno, se adentraran en este novedo-so enfoque para poder referenciar cualquier obra literariadesde estos nexos ecolgicos, y poder as, en complicidadcon sus alumnos, desentraar los vnculos existentes en lostextos, entre el hombre y la naturaleza.

    Algunos autores sienten que, como americanos, tantolos que vivimos en Amrica del Sur, como en Amrica del

    Centro y Norte, podemos llamarnos sobrevivientes (Meeker,1972). Posiblemente, sobrevivientes no slo del encuentroentre Europa y las Amricas, sino en el sentido de poder se-guir vivos, aun teniendo en contra factores negativos comola pobreza, la inequidad, los enfrentamientos armados enalgunos de nuestros pases, o como dice Merchant (2003), laprdida del verdadero paraso que ha sido por muchas so-ciedades reemplazado por grandes supermercados, tiendasde marca, en fin, por el consumo exagerado y la explotacinsin responsabilidad de los recursos ambientales con tal decomprar la felicidad (Merchant, 2003).

    Dos ambientes naturales y culturales distintos: la costacaribe y Bogot, dos culturas divergentes, con fenmenossociales y econmicos en ocasiones similares, ya que en losdos espacios tambin se vive la violencia y hay desplaza-miento forzado hacia la urbe; sin embargo, como cualquiermbito, nico y a la vez diverso, manteniendo la poblacinsus costumbres y tradiciones particulares. Cada vez es unreto ms amplio, entonces, escoger las obras literarias ysaber cmo abordarlas para compartir con nuestros es-tudiantes, de aqu o all, llmese la costa caribe, el Valledel Cauca, la Amazona, Chile, Francia, o cualquier otrolugar. El reto se nos muestra ms exigente y apasionan-te si esta obra puede ser resignificada desde otro discurso,desde otra mirada que nos involucre como seres humanos

    preocupados por el planeta y por nuestra relacin desde elser humano con l.

    Quedan en suspenso infinitos interrogantes alrededorde la didctica de la literatura y su relacin con el medioam-biente. El debate seguir vigente por mucho tiempo entrelas sociedades acadmicas. El enfoque ecocrtico no podrser una nueva herramienta para ser implementada en nues-tras clases de literatura?

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