Duc in altum

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La pesca milagrosa. Autor anónimo. Escuela flamenca. Siglo XVIII

Colección privada.

Derechos de autor registrados

2017 Antonio García Megía y María Dolores Mira y Gómez de Mercado.

Congregación de Esclavas de la Inmaculada Niña

Duc in altum. Federico Salvador Ramón – Edición actualizada

Angarmegia: Ciencia, Cultura y Educación. Portal de Investigación y Docencia

Edición preparada con ocasión del proceso de beatificación del Padre Fundador de las Esclavas de La

Inmaculada Niña.

http://angarmegia.com - [email protected]

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Federico Salvador Ramón Artículo publicado en la revista mariana Esclava y Reina

Mayo de 1927 Guadix – Granada - España

Edición actualizada por

María Dolores Mira Gómez de Mercado

Antonio García Megía

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Federico Salvador Ramón.

Revista mariana Esclava y Reina. Mayo, 1927.

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Duc in altum.1

El espíritu cristiano está indudablemente perdido en las modernas sociedades.

No desconocemos que se hacen esfuerzos casi sobrehumanos para salvar a las

naciones del naufragio en la fe que padecen, pero a todas luces son insuficientes.

Y tanto lo son cuanto que, si a los religiosos y sacerdotes nos referimos, han de

trabajar, de ordinario, con instrumentos tan ineptos para la restauración de todas las cosas

en Cristo, como supone esa pléyade de señoritas que, por lo general, llenan los templos

más concurridos con sus faldas tan cortas que sonrojan a la modestia cristiana, tan

rebosantes de lujo como de impudor.

Y basta con esta muestra, que no creemos necesario hablar a los que tienen ojos

para ver, de los teatros y cines y bailes que frecuentan, ¡oh dolor!, las mismas señoras y

señoritas y, quién sabe si hasta caballeros y jovencitos, que pasan la mañana en la iglesia

y ojalá que unas y otros nos comulgaran.

¡Qué tristes tonos nos muestra un cuadro tan brevemente trazado!

Habíamos de llorar incesantemente al contemplar tantas veces huir a la honestidad

avergonzada, si es que no echada con menosprecio, de las muchedumbres que se muestran

en las manifestaciones piadosas.

1 N.E. Las palabras que dan título a este artículo son dirigidas por Jesucristo a sus discípulos. Lucas refiere

a sus compañeros que no podían pescar en la laguna de Genesareth, pero apareció el Maestro y aconsejó a

Simón: duc in altum, condúcete a lo profundo. Para muchos teólogos viene a ser como una llamada para

llegar a Cristo.

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Pero no es llorar lo más urgente, que ya hay muchos que lloran, si no con escarnio

de sí mismos, porque ponen por obra, o lo permiten, a quienes tienen obligación de

corregir, lo mismo que lamentan, o que lloran, con tal vacuidad que sólo merecen

compasión, ya que tan vanamente se engañan a sí mismos.

Tampoco me voy a referir a los grandes centros de población en donde luchan

sabios y santos en abundancia. Ni llorar, ni acudir a prestar ayuda ni socorro adonde, sí

hay algún mal es que hay muchas fuerzas, y quién sabe si las unas embarazan la acción

directa de las otras, y en donde es tanta la hartura de medios que ellos mismos se delatan

en el rico ornato, en la delicada exquisitez.

Nosotros tenemos ansia de pasar nuestros días, muchos o pocos, en los últimos

rincones de la sierra abrupta y fría o en los campos yermos y olvidados, y para esta labor,

tan humilde como sencillamente apostólica, es para lo que nos atrevemos a llamar...

¿A quién?

Ciertamente que no osaremos llegar a los que ya tienen asegurado un porvenir de

algún modo próspero, ¡ojalá que ellos vinieran si Dios los llama, o llamó, o cuando los

llame!, pero de éstos tal vez no nos equivoquemos al decir con el Buen Pastor: «Muchos

los llamados pocos los escogidos».

¡Qué amarga realidad a la hora de la muerte!

Dejemos a los muertos enterrar a sus muertos.

Es tanto nuestro amor a esta humilde tarea de enseñar el espíritu del Maestro a los

abandonados en los lugares pobres o agrestes, que todo encumbramiento humano nos

parece árbol sin fruto en comparación del «evangelizare pauperibus misit me Dominus».

Pero, humanamente, es locura dejar la comodidad que se posee para no tener

postura que tomar, y eso de sentar plaza de loco entre los que no tienen otra ansia que ser

bienhechores del bien no es cédula, billete o pasaporte, que se consigue del cielo tan ainas,

que obra es del Dador Optimo, el cual entra como lengua de fuego en los pechos que se

anonadan a sí mismos, toman su cruz y siguen a Jesús adonde Él quiere, adonde Él manda:

«Vade vende omnia quae habes»

Pero, ¿quién deja lo poseído?, se preguntó el joven del Evangelio, y no dejó.

¡Desgraciado!

Y cargado de su contrabando pasó la vida perdonen lo del contrabando por lo

gráfico, y no entró en el Reino de los cielos según el común sentir, pero pasó su vida,

y perdonen ahora la frase por lo expresiva, pasó su vida, diciendo para sus adentros:

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«Beatus qui agarrat»2 . Y, al fin, encontró que ni había agarrado más que vanitas

vanitatum y que tampoco era bienaventurado, porque dicen que se condenó.

Por eso, mis benévolos lectores, es por lo que al escribir estas líneas apenas nos

atrevemos a invitar a los jóvenes sacerdotes, porque éstos no habrán hecho una carrera

para meterse en esos lugares tan pobres, tan sucios, tan incultosasí habla el mundo.

Sacerdotes jóvenes, no olvidéis que los sacerdotes somos pocos, que las

parroquias pobres están abandonadas, que no pueden los Prelados proveerlas y que

necesitan una milicia especial para atender a esas almas que la pobreza deja en el

abandono, en el olvido.

¡Haga nuestro Maestro que no sean también despreciadas en nuestro corazón!

Que el Espíritu Santo nos ilumine y fortalezca, que haga de las piedras hijos de

Abraham que prediquen a los cultos griegos y a los poderosos latinos, a los pérfidos judíos

y a los infieles mahometanos, a los bárbaros serranos y a los pobres campesinos, y así

volverá de nuevo al mundo el espíritu cristiano y será glorificado el Hijo Eterno del Eterno

Padre.

Bayárcal (Almería), víspera de Pentecostés, 1927.

2 N.E. La expresión, en palabras textuales contenidas en Mosaico Escolar o Diccionario de frases, axiomas,

biografías y obras literarias y artísticas, de Andrés Pérez García, publicado en Valladolid, Imprenta de

Jorge Montero, en 1898, página 156, viene a decir: «Dichoso, bienaventurado el que pilla. Semilatinajo,

popularísimo y estrambótico, con el que se significa la envidia que causa la fortuna del que se hace con

caudal, sea por los medios que fuere. Este sistema de conseguir el fin, las riquezas, sin atender a los medios

por bajos e inmorales que sean, es lo que en el mundo de los pillos elegantes se llama positivismo».

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