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1 FILOSOFIA Y LITERATURA EN ALEJO CARPENTIER DR. Sc. Rigoberto Pupo Pupo

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    FILOSOFIA Y LITERATURA EN ALEJO CARPENTIER

    DR. Sc. Rigoberto Pupo Pupo

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    INDICE

    Introducción 3

    I. Ser y devenir del pensamiento y la obra de Alejo Carpentier 19

    1. Formación y desarrollo de un hombre creador 23

    2. Cosmovisión carpenteriana 57

    II. El hombre, la cultura y la historia 73

    1. El hombre y la historia como diálogo permanente 75

    2. Revelación cultural y naturaleza humana 86

    III. Lo real maravilloso como aprehensión creadora 93

    1. Subjetividad humana y realidad de nuestra América 97

    2. Dimensión cosmovisiva de lo real maravilloso 105

    Utopía y realidad de una obra creadora (A manera de conclusiones)

    115

    Bibliografía 126

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    INTRODUCCION

    La obra de Alejo Carpentier (1904-1980) es rica, profunda y paradigmática

    por la fuerza conceptual que la penetra y por los valores artístico-literarios

    que encierra y despliega. Es una obra fundadora, cuyo motivo central, de

    un modo u otro trasciende al hombre en su múltiple realidad contextual,

    incluyendo el mundo espiritual y sus posibilidades de realización. Con

    excelsa maestría y profesionalidad su exuberante narrativa capta la

    personalidad humana en sus diversas mediaciones y condicionamientos,

    en su naturaleza individual y social y en su fuerza y fragilidad. Se trata de

    un discurso de hondo miraje fundado en una vasta cultura humanista, que

    capta la realidad, siempre en relación con el hombre o mediada por él.

    Por eso su obra literaria, tanto narrativa como ensayística, sin necesidad

    de anunciar explícitamente al hombre como objeto específico del análisis,

    deviene momento central de la trama histórico-cultural en que se encarna

    su actividad.

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    Como el hombre y su destino1 constituyen una preocupación central en su

    obra, su estilo mismo impregna un ímpetu penetrador de esencias en el

    Cosmos humano sociocultural, una voluntad trascendente que integra las

    partes en la totalidad e imprime universalidad a lo que perceptiblemente

    parece cotidiano.

    Hay en Carpentier una concepción unitaria del ser en eterno cambio y

    transformación, sustanciada por una visión profunda del hombre, la historia

    y la cultura como proceso. Esto avala su método escrutador de esencias

    que sin soslayar lo determinante no pierde de vista lo fenoménico que

    matiza el todo como sistema.

    Al mismo tiempo, su genialidad literaria, con dotes excepcionales como

    escritor y comprometido con su tiempo histórico, le abren nuevas vías de

    acceso a la realidad y nuevos fundamentos interpretativos del devenir

    histórico-social que encuentran concreción en su profusa producción

    novelística2 y en su restante obra literaria3, como crítico, cronista y

    periodista.

    1 Sobre el hombre nuevo en Carpentier, ver su discurso el 20 de diciembre de 1974 en La Habana, En Un camino de medio siglo. Setenta Aniversario de A. Carpentier. La Habana, Orbe, 1976, pp. 21-22.

    2 A. Carpentier posee una extensa obra novelística: “Ecué- Yamba-O” (1933); “El reino de este mundo” (1949; “Los pasos perdidos” (1953); “El Acoso” (1956); “Guerra del Tiempo” (1958) con

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    Es sorprendente en el escritor cubano el empleo y uso del lenguaje. Su

    profusa cultura, unido al estilo barroco expresivo y al americanismo, si

    ciertamente hace difícil la comprensión a veces por el lector común, sin

    dominio del oficio, esto no contradice la maestría del autor. Su prosa con

    gran apego al barroquismo, no dibuja los escenarios, los cuadros, con

    fines simplemente decorativos, ni en función de alarde de erudición. Es el

    ejercicio del narrador acucioso que exige seguir la lógica y el sentido

    mismo del objeto que narra y describe. Por eso cada relato, inmerso en

    tiempo, espacio, circunstancia y en función del tema central, y los

    accidentes secundarios, no soslaya el entorno con su gama de señales

    naturales y de claves y signos engendrados por el hombre. Todo sobre

    una base creadora, subjetiva -no subjetivista- pletórica de imaginación.

    Esto por supuesto, presupone que cada obra del escritor sea resultado de

    una profunda investigación, que incluye la penetración y el dominio del

    contexto y la aprehensión del lenguaje que lo expresa. Esto se pone de

    manifiesto en el modo en que describe la arquitectura, la música y los

    diversos temas de la realidad americana y universal.

    tres relatos: “Camino de Santiago”, “Viaje a la semilla” y “Semejante a la noche”; “El Siglo de las Luces” (1962); “Derecho de asilo” (1972); “El Recurso del Método” (1974); “Concierto Barroco” (1974); “La Consagración de la Primavera” (1978); “El Arpa y la Sombra” (1979; y otras. Además existe un libro de investigación histórica que por primera vez, sistematiza creadoramente los estudios sobre la música cubana: “La música en Cuba” (1946). Son innumerables los artículos periodísticos publicados en las revistas de Avance, Carteles, Chic, y otros.

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    En ese mismo sentido, resalta por su riqueza expresiva y aprehensiva el

    modo con que capta la psicología de los personajes, su trama existencial

    ante las posibles alternativas que le deparan las circunstancias, incluyendo

    los cauces de realización o no. Con ello, sus narraciones constituyen

    verdaderas fotografías creadoras, o más exactamente radiografías

    psicológicas. Lo que no implica en modo alguno el uso de procedimientos

    introspectivos de corte fenomenológico, pues Carpentier no se contenta

    con las esencias puras ni pone el mundo entre paréntesis.4 Su discurso si

    bien está permeado por la subjetividad humana como creador fundante, es

    revelador de lo real maravilloso en nuestra América. Descubrimiento pleno

    de imaginación y creación que, afincado en la realidad, abre nuevas

    perspectivas humanas de realización en la revelación de nuestra identidad.

    Un nuevo modo de “(...) situarse ante las cosas propias, con ojos nuevos y

    espíritu virgen de prejuicio”5, para así” (...) hallar la más sencilla verdad de

    lo universal, lo propio, lo mío y lo de todos –entendiéndome a mí mismo- al

    pie de una ceiba solitaria que antes de mi nacimiento estaba y está

    3 Sobre su obra ver de A. García Carranza: bibliografía de A. Carpentier. Edit. Letras Cubanas, La Habana, 1984.

    4 Ver Alejo Carpentier: Carta a Gene Bell, abril de 1972. Revista Casa de las Américas No. 125 Año XXI Marzo-Abril 1981, p. 70.

    5 A. Carpentier: “Confesiones sencillas de un escritor barroco”. Valoración múltiple (Recopilación de textos sobre Alejo Carpentier) La Habana, 1977, p. 95. En las propias confesiones se halla su ruptura: “Me pareció una tarea vana mi esfuerzo surrealista; no iba a añadir nada a este movimiento” (ibídem p. 62-63). “me vi llevado a acercar la maravillosa

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    siempre, en un lugar más bien árido y despoblado, entre los cuatro

    caminos...”6

    La oposición América-Europa, es recurrente en la narrativa carpenteriana.

    La búsqueda del ser propio latinoamericano y su inserción en la

    universalidad, en tanto tal, es una profesión de identidad humana en el

    intelectual cubano. Exige el reconocimiento universal de nuestros pueblos,

    avalado en su concepción de la historia y la cultura como ser esencial

    humano y medida de su desarrollo. Por tanto, no es posible negar la

    universalidad a una región con cultura autóctona, plena de imaginación,

    donde lo insólito es cotidiano. Una región llena de augurio y presagio, cuya

    identidad se ha plasmado como resultado de un profundo proceso de

    transculturación. De ahí que se pronuncie “contra lo exótico”. “Al

    incorporarse el contexto del mundo americano al contexto de la novela

    universal -escribe Carpentier- se le quita el exotismo a la novela

    americana. Precisamente estoy en contra del tipo de novela que empieza

    en el primer capítulo con una fiesta del pueblo, en el segundo un amorío

    realidad recién nacida, a la agotante pretensión de suscitar lo maravilloso que caracterizó ciertas literaturas europeas de estos últimos treinta años” (Ibídem p. 95).

    6 A. Carpentier: La consagración de la primavera. Edit. Letras Cubanas, La Habana, 1979, p. 179.

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    típico a caballo, en el tercero un balazo. Lo que quiero es que los

    elementos latinoamericanos se integren a la cultura universal”.7

    En su obra el americanismo no es una consigna, sino una concepción

    sociocultural muy profunda que continúa una tradición que defiende la

    autenticidad del ser de nuestra América y se opone a continuar siendo

    sombra y eco de culturas exógenas.

    En esta dirección, en la obra carpenteriana, expresada en disímiles

    manifestaciones, la interacción de lo universal y lo particular propio, en la

    cultura, ha constituido un tema central, cuyo discernimiento deviene eficaz

    contribución en el rescate, reafirmación y desarrollo de la identidad de

    nuestra América.

    Es una obra que con visión universal, arranca de las raíces para legitimar

    lo específico e insertarlo al todo con estatus de universalidad.8 Es una

    perenne búsqueda –un motivo humanista sociocultural- del ser en su

    devenir y ascensión para reafirmar la identidad humana y social en primera

    instancia, así como dar cuenta de su proyección cultural en el tiempo.

    7 A. Carpentier: Entrevistas. Edit. Letras Cubanas, La Habana, 1985. P. 111.

    8 “Hay que tomar nuestras cosas, nuestros hombres y proyectarlos en los acontecimientos universales para que el escenario americano deje de ser una cosa exótica. (Declaraciones de

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    La realidad natural, que con tantos matices y belleza narra Carpentier, sólo

    tiene sentido en relación con el hombre. En ocasiones como premisa

    existencial humana y en otras, como su fuente originaria, no hace más que

    dar razón de la presencia del cosmos humano y de sus posibilidades

    infinitas de creación.

    La obra de Carpentier ha sido estudiada por varios especialistas cubanos y

    extranjeros de las ciencias humanistas, incluyendo autoridades con

    trascendencia universal. Los estudios más numerosos –por lógica

    consecuencia- se han centrado en los valores artístico-literarios del primer

    novelista cubano. Estos trabajos han puesto de relieve las grandes

    contribuciones y aportes realizados por Carpentier a la literatura cubana,

    americana y universal.

    Existen varios trabajos que sin soslayar el objetivo central –lo artístico-

    literario- dejan constancia del sustrato filosófico que permea el

    pensamiento del intelectual cubano, incluyendo el análisis de series

    categoriales que denota el vuelo cosmovisivo que subyace en el espíritu de

    toda la obra precursora de Carpentier.

    Carpentier al “Diario de la Marina” y recogidas por Marinello en “Meditación americana”. Edición Procyón, Buenos Aires, 1959, p. 61.

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    Otros trabajos –conscientes e inconscientes abordan momentos centrales

    de carácter filosófico9 especifico, independientemente que estén en función

    de problemas de otra naturaleza.

    Sin embargo, en mi criterio, aún es insuficiente el tratamiento de la arista

    filosófica en el pensamiento de Carpentier. Por supuesto, él no escribió

    una Summa Filosófica, ni tenía que hacerlo, pues no fue un filósofo de

    profesión. Lo que no implica en modo alguno dejar de reconocer –y los

    especialistas del laureado con el Premio Cervantes coinciden con esto- la

    existencia de una cosmovisión filosófica general que, de una forma u otra

    atraviesa como hilo conductor toda la obra del genial escritor. Pudiera

    argüirse que en todos los intelectuales existe una determinada concepción

    del mundo, y es un argumento acertado. Pero se trata de un escritor

    9 Entre otros se destacan, de José A. Portuondo: Alejo Carpentier: creador y teórico de la literatura; Valoración Múltiple. Casa de las Américas, La Habana 1977; de Salvador Arias: Prólogo a “Los pasos perdidos . Valoración Múltiple” de Alejo Carpentier; de Alexis Márquez: “Teoría carpenteriana de lo real maravilloso”, Rev. Casa de las Américas No. 125, Mayo-Abril, Año XXX, 1981, pp. 83-95 y “Dos dilucidaciones en torno a A. Carpentier”. Rev. Casa de las Américas No. 12, Nov.-Dic. 1974, pp. 35-47; de Lev Ospovat: “El hombre y la historia en la obra de A. Carpentier”. Rev. Casa de las Américas No. 125, 1981, p. 72-82; de Ambrosio Fornet: Sobre el tiempo y la historia en la obra de Carpentier, Rev. Casa de las Américas No. 129, Nov-Dic. 1981,pp. 57-67; de Leonardo Padura: “Lo real maravilloso: creación y realidad”. Edit. Letras cubanas, La Habana, 1989; de Jaime Lavastida: A. Carpentier: realidad y conocimiento estético. Revista Casa No. 87, Nov.-Dic. 1974, p. 21-44; de Rogelio Rodríguez: A. Carpentier. Novela y Revolución: Rev. Universidad de La Habana, No. 214, Mayo-Agosto, 1981, pp. 95-119; de Enrique Anderson-Imber: “El realismo mágico” y otros ensayos. Caracas, 1976; de Carlos Santander. “Historicidad en el Siglo de las Luces”, Ediciones Cultura-hispánica, Madrid; de Kalus Muller Berg: “Corrientes y vanguardistas, surrealismo en la obra de A. Carpentier”, en Asedio A Carpentier; Once ensayos críticos sobre el novelista cubano, y de Pablo Guadarrama: Alejo Carpentier y la autenticidad cultural latinoamericana, en del propio autor: Lo universal y lo específico en la cultura. Edic. C. Sociales, La Habana, 1990; de Juri Talvet: Algunos aspectos

  • 11

    profundo, con dotes excepcionales, y con un pensamiento revelador de

    esencias, que escruta en toda su obra la presencia humana y su devenir

    progresivo, que busca el origen de todo en sus múltiples determinaciones y

    mediaciones. Un hombre muy bien informado de las corrientes filosóficas

    universales, incluyendo la filosofía contemporánea, el marxismo-leninismo

    y la tradición del pensamiento cubano, que de un modo u otro ejercieron

    influencia en él. El propio Carpentier, criticando la falta de universalidad y

    la estrechez de los escritores cubanos, hacía énfasis en la ignorancia de

    las corrientes filosóficas,10 como una de sus causas fundamentales, pues

    no es posible revelar universalidad al margen de ella, desconociendo la

    producción teórica mundial.

    Lo anteriormente expuesto, por supuesto, no explica ni agota la arista

    filosófica del intelectual cubano. Más importante aún –como argumento del

    sustrato filosófico que media todo el pensamiento de Carpentier- resulta la

    problemática que asume en su producción intelectual que en sí misma,

    del tiempo y del espacio en la novelística de A. Carpentier, Rev. Casa No. 122, 1980, pp. 104-113.

    10 “Soy de los que creen que la ausencia de formación filosófica hizo mucho daño a nuestra literatura. La incultura filosófica, literaria, enciclopédica, de casi todos nuestros grandes nativistas es notoria. Muchos de ellos hubieran sido incapaces de dialogar en plano profesional, con sus colegas de Francia, Inglaterra o España. De ahí que el enfoque asiduo de culturas extranjeras, del presente o del pasado, lejos de significar un subdesarrollo intelectual, sea, por el contrario, una posibilidad de universalización para el escritor latinoamericano. Quienes sean lo bastante fuertes para tocar a las puertas de la gran cultura universal serán capaces de abrir sus batientes y de entrar en la gran casa (A. Carpentier: Problemática de la actual novela latinoamericana: Tientos y diferencias. Edit. UNEAC, La Habana, 1974, p. 26).

  • 12

    lleva implícito motivos, alcances y consecuencias filosóficas. Se trata del

    mundo –particularmente el sociocultural e histórico- en relación con el

    hombre, en un proceso ininterrumpido de objetivación y subjetivación de la

    actividad humana. Actividad que, en tanto modo de existencia, cambio y

    transformación de la realidad social, implica el devenir “idéntico” entre lo

    objetivo y lo subjetivo, para así desplegarse como sentimiento y razón en la

    aprehensión de la realidad y como valoración y praxis humanas en la

    proyección de su ser esencial. Ser esencial humano, que en el discurso de

    Carpentier, encuentra sus cauces de realización en el sistema de

    condiciones de su existencia: necesidad, interés, fin, medios, hasta

    culminar en un resultado cultural que es medida de su desarrollo y fuente

    de imaginación y creación.

    La comprensión del sustrato filosófico que media la obra toda de

    Carpentier, resulta necesaria para penetrar en su concepción del proceso

    histórico-social como sistema, así como el sentido dialéctico-procesual de

    las contraposiciones “allá-entonces”, “aquí-ahora”, como reino de la

    posibilidad y la libertad en la medida que asume prácticamente la

    necesidad.

    Al mismo tiempo, sobre la base de estas premisas resulta posible

    comprender y develar los comportamientos humanos y sus

  • 13

    determinaciones espacio-temporales, en los marcos de la proyección

    sociocultural e histórica del autor11 y su misión comprometida como escritor

    revolucionario.

    Si ciertamente Carpentier no posee de modo sistematizado una obra

    filosófica –esto, reitero, es hartamente conocido- su discurso todo, a partir

    de su especificidad cualitativa sui-géneris, por la forma en que se trasunta

    y trasciende y por el espíritu revelador fundante con que asume la realidad

    humana en el mundo, conduce directamente, más que a cuestionar dónde

    está lo filosófico, a preguntar, en qué obra suya no está.12

    Una empresa de esta índole -que revele la dimensión y alcance filosóficos

    del pensamiento carpenteriano- debe partir de nuevas premisas, en

    correspondencia con los avances que han tenido lugar en el campo de las

    investigaciones sobre la naturaleza del saber filosófico. Es necesario

    superar concepciones tradicionales en cuanto a objeto, función y estructura

    de la filosofía, que sólo reconocían su existencia en tratados metafísicos en

    11 Por supuesto no se debe olvidar que el pensamiento de Carpentier evoluciona con el tiempo y urgido por nuevas realidades. Posteriormente al triunfo de la Revolución de 1959 hay sensibles ascensos en cuanto a concreción se refiere, lo cual se expresa en el propio tratamiento del oficio y la misión del hombre en tiempos de revolución.

    12 El alcance filosófico de la obra de Carpentier de una forma u otra lo reconocen autoridades en la historia y las letras, como José A. Portuondo, Salvador Bueno, Salvador Arias, Graciela Pogolotti, Roberto Fernández Retamar, Ambrosio Fornet, Dolores Nieves, Ana Cairo y otros. Max Henríquez Hureña califica “Guerra del Tiempo” (1958) como breves relatos a manera de entretenimiento filosóficos.

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    torno al ser y sus atributos universales, hechos por filósofos profesionales,

    soslayando la real naturaleza del saber filosófico,13 en tanto síntesis de

    conocimiento, valor, praxis y comunicación del hombre en relación con la

    naturaleza y la sociedad.

    En la vasta obra de Alejo Carpentier existe una filosofía de la cultura de

    extraordinaria riqueza14, concretada en un quehacer artístico-literario de

    alto cauce cogitativo y elan cultural. Una filosofía de raíz americana y

    vocación ecuménica, devenida autoconciencia de la cultura.

    Además, ya no es posible creer en la existencia de una filosofía sólo de

    corte ontológico, lógico o epistemológico, al margen del mundo del hombre.

    “La literatura es metáfora. La poesía es, por excelencia, metáfora. El arte

    es metáfora. Mahler no quería que sus amigos miraran el paisaje que

    rodeaba su gabinete de trabajo. Quería que escuchasen su música. Porque

    ahí se encontraba el paisaje, filtrado y embellecido por la creación estética.

    El Guernica de Picasso es una metáfora de la guerra. Las catedrales

    góticas son metáforas de la gloria divina. La Piedad de Miguel Angel es

    13 Sobre la especificidad del saber filosófico, ver de Zaira Rodríguez: “Filosofía, Ciencia y valor. Edit. C. Sociales, La Habana, 1985 y de Rigoberto Pupo: “La actividad como categoría filosófica”. Edit. C. Sociales, La Habana, 1990, pp. 234-252 y Aprehensión martiana en Juan Marinello, Edit. Academia, La Habana, 1995.

  • 15

    una metáfora del dolor. La filosofía (...) también constituye una búsqueda

    de metáforas(...) Un filósofo realista podría decir que no es así, que la

    realidad es como él la expresa. Sin embargo, en la medida en que expresa

    la realidad con signos, con palabras, con algo que media, que intercede

    entre la realidad y nosotros está construyendo una metáfora.”15

    Entre la filosofía, la literatura y el arte existen coincidencias en el modo de

    enfocar el mundo en relación con el hombre.

    En opinión de Albert Camus, sólo es posible pensar por medio de

    imágenes, y en sentido metafórico expresó: “(...) si quieres ser filósofo,

    escribe novelas”.16

    La literatura grande, con vuelo de altura, es filosófica por antonomasia. “El

    arte grande reviste siempre un carácter filosófico, expresando ideas

    filosóficas directamente en el texto o de modo indirecto. El autor de El Don

    Apacible, por regla general, evita formular explícitamente esas ideas en sus

    14 No se puede olvidar que a veces pensadores no reconocidos por la comunidad científico-filosófica como filósofos, hacen más filosofía que los filósofos de profesión. En nuestro continente abundan los casos.

    15 Díaz de Kóbila, E. Ideas robadas. Edit. Biblos, Argentina, 1991, p. 95.

    16 Camus, A. Carnets, París, 1962, p. 23.

  • 16

    obras; sin embargo, su insigne novela no es sólo una epopeya artística,

    sino también una creación filosófica no menos significativa.”17

    En Carpentier sucede algo similar. Sus obras son creaciones filosóficas

    profundas. En ellas están presentes los eternos problemas del ser y la

    conciencia del hombre, expuestos con la belleza artístico-literaria que le es

    propia a un maestro del pensamiento, la imagen y la palabra y a un

    discurso que siempre tiende a lo grande y absoluto para trascender en bien

    del hombre y la sociedad.

    Esta monografía no intenta, en modo alguno, agotar un tema de tanta

    riqueza cosmovisiva, conceptual-metodológica y sensibilidad expresiva.

    Véase sólo como una aproximación a la grandiosa obra trascendente de

    Alejo Carpentier. Se estructura en tres capítulos. En el primero –el más

    extenso-, se trata del devenir de su pensamiento y su obra, a partir de la

    autorreflexión del propio pensador. Por eso abundan las citas extensas

    que dan cuenta de sus influencias, estilo y método de trabajo, así como sus

    preferencias y hábitos de trabajo. Se hace énfasis especial en la formación

    del creador y en la cosmovisión en que se funda su quehacer artístico-

    literario.

    17 Colectivo de autores. La Estética marxista-leninista y la creación artística. Edit. Progreso,

  • 17

    En el segundo capítulo, el hombre, la cultura y la historia se trabaja su

    concepción de las tres categorías mencionadas y cómo se concretan en su

    obra creadora. Particularmente su visión holística del hombre, la cultura y

    la historia y la revelación de las varias mediaciones, determinaciones y

    condicionamientos en que devienen.

    El tercer capítulo, lo real maravilloso, como aprehensión creadora, la

    investigación se dirige al gran descubrimiento filosófico literario de

    Carpentier, así como las posibilidades heurísticas del concepto lo real

    maravilloso para descubrir la esencia del ser existencial de nuestra

    América. Se hace un minucioso estudio de la creación carpenteriana, a

    partir de los conceptos subjetividad humana, realidad de nuestra América y

    la dimensión cosmovisiva de lo real maravilloso.

    Finalmente, a manera de conclusiones inconclusas se incursiona en el

    tema utopía y realidad de una obra creadora, con el fin de mostrar la

    inagotabilidad de la producción intelectual de Alejo Carpentier y de su

    discurso suscitador y eternamente abierto a nuevos discernimientos y

    aprehensiones varias.

    Moscú, 1980, p. 137.

  • 18

    CAPÍTULO I.

    SER Y DEVENIR DEL PENSAMIENTO Y LA OBRA DE ALEJO

    CARPENTIER.

  • 19

    No es la primera vez que al asumir la investigación de un pensador o una

    parte de su obra, me impongo como tarea inicial, el análisis del decurso

    histórico de su pensamiento y su obra. Por supuesto, no es una opción

    única. Es una elección. Un cauce de revelación humano con sentido

    histórico-cultural.

    Cada hombre y la obra que crea son hijos de su tiempo histórico, insertos

    en la cultura. Son resultados de todo un proceso evolutivo, mediado por

    múltiples hechos, fenómenos, acontecimientos y eventos que otorgan al

    proceso mismo una existencia y devenir propios y específicos en su

    movimiento.

    Un proceso, que por su naturaleza humana, está expuesto a diversas

    influencias y alteraciones de índoles personal, social, familiar. Cada

    hombre y su pensamiento es en sí mismo un cosmos y tiene origen, se

    desarrolla, madura y completa. Un ser y devenir polidimensional que

  • 20

    encarna y supera la época en que se despliega. Un decurso permeado de

    contradicciones, donde operan el ascenso y los retrocesos y detenimientos.

    Por supuesto, la investigación en perenne búsqueda de la mayor

    objetividad, no es posible soslayar la subjetividad y dar prioridad a la

    dirección que mejor expresa el movimiento en ascenso.

    La aprehensión del ser y devenir de un pensamiento y la obra en que toma

    cuerpo es objetivo y subjetivo al mismo tiempo. Refleja de modo

    compendiado las necesidades, los intereses, los fines y los medios y

    condiciones en que se desarrolla y encauza. Las influencias se asumen y

    se enriquecen. Las tradiciones se continúan y superan y la creación en

    permanente diálogo: pasado-presente-futuro, no desecha la herencia

    cultural y los contextos en sus mediaciones varias.

    El pensamiento y la obra de Alejo Carpentier no es una excepción. El

    novelista mayor y Premio Cervantes, refleja y encarna en su existencia y

    devenir las circunstancias histórico-culturales en que se mueve su

    quehacer teórico-práctico. Su magna y renovadora obra no se funda en

    una abstracta teleología. Se construye todos los días y emerge con

    espíritu de raíz y vocación ecuménica.

  • 21

    La tesis de Marx, cuando critica el logicismo abstracto de Hegel, de la

    necesidad de (...) conceptuar la lógica peculiar del peculiar objeto”18, y

    tener en cuenta las diferencias específicas19, resulta de gran valor teórico-

    metodológico para asumir el ser y devenir del pensamiento y la obra de

    Alejo Carpentier. En principio garantiza un análisis de cauce histórico-

    cultural, capaz de conjugar orgánicamente los momentos objetivos y

    subjetivos de la actividad del hombre, sin perder al hombre mismo como

    proyecto-sujeto que realiza su ser esencial como persona humana.

    Por eso la cronología de la vida y obra20 de un pensador y más aún, su

    biografía, constituye un material insustituible para revelar sus

    comportamientos reales y la esencia de su creación espiritual, en distintos

    momentos de su producción intelectual, incluyendo las etapas de máxima

    madurez.

    18 Marx, C. Crítica del derecho político hegeliano. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1976, p. 155.

    19 Ibídem, p. 41.

    20 Este primer capítulo (ser y devenir del pensamiento y la obra de Alejo Carpentier), tiene como base de apoyatura esencial, el excelente trabajo de la destacada investigadora Araceli García-Carranza: “Vida y obra de Alejo Carpentier Cronología”... Publicigraf, La Habana, 1994, así como la obra misma de Carpentier, sus autorreflexiones, comentarios, etc.

  • 22

    1. Formación y desarrollo de un hombre creador

    Alejo Carpentier nació en La Habana el 26 de diciembre de 1904, en una

    semana de festejos navideños y próximo al advenimiento de un nuevo año.

    Su infancia se desarrolla en un hogar de padres cultos. Su papá, Jorge

    Julián Carpentier era un famoso arquitecto francés, autor de importantes

    obras arquitectónicas cubanas (Planta eléctrica de Tallapiedra, Country

    Club y el Trust Company), además gran lector de obras clásicas literarias.

    Su mamá, Lina Valmont, era profesora de Idiomas, de nacionalidad rusa.

    Realizó sus estudios en Suiza. Ambos residen en Cuba desde principios

    de siglo. A los seis años (1910) el niño Carpentier ingresa en el Candler

    College de La Habana. Al año siguiente (1911) con siete años de edad

    posee dominio del piano. Interpreta “preludios de Chopin” y gustaba hacer

    juegos de pedales con obras de Debussy. Ingresa en el Colegio Mimó de

    La Habana.21

    De 1913-1915 viaja junto a sus padres a la Rusia prerrevolucionaria, a

    París, Austria y Bélgica. Durante tres meses estudia francés en París.

    21 García-Carranza A. Vida y obra de Alejo Carpentier. Cronología. Publicigraf, La Habana, 194, p. 7.

  • 23

    A partir de 1915 su padre le da la responsabilidad de dirigir una granja

    pequeña de su propiedad. Su vocación autodidacta y su talento pueden

    suplir con creces la enseñanza primaria. La lectura deviene hábito vital y

    con ella, la aprehensión de los núcleos básicos de la cultura. Ya a los 12

    años lee a Balzac, Zola y Flaubert y otros libros propios de su edad.

    “Empecé a leer muy precozmente, pero mis lecturas no se diferenciaban de

    las de cualquier otro chico de mi edad: Salgari, Julio Verne, Dumas. Mi

    padre tenía una opípara biblioteca donde me refocilaba a mis anchas.

    Pero también me apasionaba el campo. Pasé toda mi infancia en una finca

    de Loma de Tierra y jugué pelota con el equipo del reparto El Cotorro.

    También empecé a escribir muy joven, a los doce años. Mis primeros

    escritos fueron novelas a imitación de Salgari; después escribí cuentos

    influido por France. Pero, cosa curiosa, desde mis primeros balbuceos

    siempre tuve la seguridad absoluta de que sería escritor”.22

    Sus dotes como escritor ya empezaban a revelarse en el niño Carpentier y

    las posibilidades de su hogar nutrían con fuerza su pasión por la lectura y

    la “creación”. Un hogar dirigido por padres cultos y una “opípara

    biblioteca” para saciar sus ansias de conocimiento y las curiosidades de la

    22 Leante, C. Confesiones sencillas de un escritor barroco. En Recopilaciones de textos sobre Alejo Carpentier. Serie Valoración múltiple. Casa de las Américas, La Habana, 1977, p. 58.

  • 24

    infancia de un niño que sin dejar de hacer lo que hacen todos los niños23,

    su afición por las letras merodeaba como duende.

    Es indudable la importancia en la formación humana del ambiente familiar.

    Cada persona lleva en sí infinitas “naturalezas vírgenes”, en el decir de

    Martí, pero requieren de su cultivo para que germinen y crezcan lozanas.

    Carpentier fue privilegiado en esta dirección. Las influencias del ambiente

    familiar marcaron toda su vida como hombre y como escritor excepcional.

    Las semillas dormidas encontraron cauces fecundos para despertar: “--Te

    diré... Mi abuela era una excelente pianista, alumna de Cesar Franck—de

    quien conservo algunas cartas inéditas, dirigidas a ella. Mi madre lo era

    también, y bastante buena. Mi padre, que quiso ser músico antes que

    arquitecto, empezó a trabajar el violoncello con Pablo Casals. (Casals, a

    quien vi por última vez en 1937, recordaba con mucho cariño a su antiguo

    discípulo).

    Aprendí música a los once años, llegando a tocar el piano con pasmosa

    rapidez. A los doce tocaba páginas de Bach, de Chopin, con cierta

    autoridad. Pero en modo alguno pretendía ser eso que llaman “un

    23 “En 1916 mi padre me regaló un caballo que fue, durante años, el mejor compañero de mi vida, pues yo era un muchacho aquejado de asma, bastante huraño y tremendamente solitario, que sólo hallaba alegría leyendo a los clásicos o cabalgando por las lomas circundantes”.

  • 25

    intérprete”. Utilizaba el piano como medio de conocimiento de la música.

    Nada más.

    Luego, me orienté hacia la arquitectura. Mi padre me hizo dibujar todo el

    tratado de Vignola –introducción inevitable al estudio de los órdenes

    clásicos. Estudié luego el románico, el gótico, lápiz en mano... Y es

    evidente que la arquitectura y la música, artes paralelas, influyeron en mi

    formación. (Además, esto es visible en todos mis libros.)

    Por lo demás, mi padre leía enormemente. Y, caso raro para un hombre de

    formación francesa, consideraba que la literatura francesa había entrado

    en un período de irremisible decadencia después de Flaubert y Zola,

    exceptuando tan sólo para lo que iba de los años 1900 a 1920, a Anatole

    France... En cambio, admiraba enormemente a los españoles de la

    generación del 98, situando a Pío Baroja sobre todos los demás. (Gracias a

    mi padre leí la casi totalidad de obras de ese autor.) Sin embargo, después

    de mucho releer a la gente del 98, confieso que, fuera de algunas obras de

    Baroja, sólo Valle Inclán se acrece, de día en día, en mi estimación. No el

    Valle Inclán de las Sonatas, harto preciosista para mi gusto, sino el de La

    Guerra Carlista, y sobre todo, el de los Esperpentos y de Divinas

    palabras... Esta última obra es prodigiosa por la modernidad de su

    concepción. Hay, ahí, una cruel energía, que hace pensar en Genet –un

  • 26

    Genet pasado por Goya. Divinas palabras es obra mucho más avanzada

    (¡por algo ha tenido tal éxito teatral, recientemente, en Francia e Italia!) que

    los ingenuos vanguardismos de un Antonio Espina o de un Jarnés –por no

    hablar de las vanas y aburridas greguerías de un Gómez de la Serna, de

    las que nada queda, pese a los entusiasmos retrospectivos de algunos.

    Gómez de la Serna no pasa de ser un episodio histórico –minimomento

    histórico- en el panorama de las letras españolas de los años 20... Valle

    Inclán, en cambio, con su Tirano Banderas vislumbró el futuro de una

    posible novelística latinoamericana.”24

    De 1917-1921 estudia el bachillerato y se prepara por la libre para iniciar

    sus estudios universitarios, sin abandonar sus estudios musicales y su

    interés voraz por la literatura y el arte en general. Se produce lo que él

    llama “la catástrofe familiar”, que lo aleja de la vida campestre. Ya ha

    escrito un trabajo sobre la importancia del ciclón en la vida del Caribe, así

    como algunos cuentos que el propio Carpentier los califica como

    imitaciones de Anatole France y de Pío Baroja. Autores que leyó en la

    biblioteca de su padre y que le reconoce influencia en él.

    24 Habla Alejo Carpentier. En Recopilación de textos de Alejo Carpentier. Obra citada, pp. 15-16.

  • 27

    Su mirada crítica humanista no se hace esperar, “dejaba tras de mí el

    campo de Cuba, que me provocaba un triste recuerdo. Pobres campesinos

    mal nutridos, la gran tristeza de las mujeres campesinas de mi país, ya

    viejas, desdentadas, ajadas, a la edad de 24 ó 25 años por la mala

    alimentación, los niños cubiertos de plagas, de enfermedades, de

    parásitos. Y esa gran dignidad del mísero campesino cubano de

    comienzos de siglo, explotado por todo el mundo, robadas sus tierras por

    los ingenios norteamericanos que empezaban a crecer por todas partes

    (...)”25

    El joven letrado, haciendo suya una cultura de raíz con fuerte espíritu

    ecuménico, no da la espalda al drama cubano, engendrado en la República

    mediatizada. Su alta sensibilidad da concreción a una mirada crítica de la

    realidad enajenante que pulula en los campos de Cuba, y en todo el país.

    El intelectual sensible con sentido de identidad empieza a forjarse. La vida

    cotidiana de su pueblo, sus necesidades e intereses, asoman y revelan

    comportamientos político-ideológicos.

    La realización de su ser existencial busca caminos. Matricula la carrera de

    Arquitectura en la Universidad de La Habana, y la deja inconclusa. Como

    25 Ver García-Carranza, A. Obra cit. pp. 8-9.

  • 28

    todo joven que busca... se dirige al piano, pero comprende que carecía de

    la imaginación creadora necesaria para un buen compositor.

    Su oficio como escritor late en su ser esencial y lo convierte en misión

    consagrada. En 1922, escribe en La Discusión su primer artículo: “Pasión

    y muerte de Miguel Servet, por Pompeyo Gener, dando inicio a una sección

    especial llamada Obras famosas.26 Su labor periodística hará camino al

    andar y lo acompañará durante toda su vida.

    Años difíciles vive Cuba en estos instantes y el gran pensador sensible no

    es ajeno a su tiempo histórico. En 1923 participa activamente en la vida

    política del país. Establece amistad con Julio Antonio Mella, Rubén

    Martínez Villena y Juan Marinello, a quienes considera sus maestros

    verdaderos ”(...) Con tales maestros anduve, y junto a ellos aprendí a

    pensar”. Se incorpora al Grupo Minorista.27 “Me ligué al Grupo Minorista en

    1923 –escribe Carpentier- es decir, desde su formación. A él pertenecían

    Rubén Martínez Villena, Roig de Leuchsenring, Gómez Wangüemert,

    Tallet, etcétera, y era un movimiento intelectual, pero también con la

    aspiración de sanear el ambiente político. Fue el deseo de acción política

    el que lanzó a Rubén a redactar la famosa Protesta de los Trece. Alfredo

    26 Ver de García-Carranza, C. Obra cit. p. 9.

  • 29

    Zayas era el presidente de la República y protestábamos contra la

    inmoralidad administrativa, el robo al tesoro público, la “botella”... Por ello

    mismo, al producirse el movimiento llamado “de los veteranos y patriotas”,

    nos sumamos a él con entusiasmo”.28

    Son los tiempos de la “década crítica”,29 y del vanguardismo cubano y

    Carpentier es parte activa del momento. En ese mismo año (1923) es

    nombrado redactor jefe de la revista “Órgano de la Unión de Fabricantes de

    Calzado de Cuba” y escribe y publica una historia del calzado.

    Inaugura en el periódico habanero La Discusión, la sección Teatro, y en

    una de sus crónicas descubre a Rita Montaner. En noviembre del propio

    año comienza a colaborar en la revista Carteles, en la sección Desde

    París, que mantendría hasta 1948, colabora en la revista Chic y en el

    periódico El Universal, ambos de La Habana hasta 1924”.30

    27 Ibídem.

    28 Leante, C. Confesiones sencillas de un escritor barroco. Fuente citada. P. 59.

    29 Así la llamó Juan Marinello.

    30 García-Carranza, A. Obra cit. p. 9.

  • 30

    Durante toda esta etapa que Carpentier califica de “aprendizaje”,31

    particularmente en el periodismo, el futuro primer novelista de Cuba y

    Premio Cervantes ya expresa un pensamiento de gran calibre cogitativo y

    fuerza imaginativa en las letras y el arte. “En 1924 –señala Carpentier- era

    yo jefe de redacción de Carteles. Publicaba en Social artículos sobre

    temas –literatura, pintura, música, ballet...- del arte nuevo. Encarcelado

    por Machado, en 1927, escribí en prisión, el primitivo estado de lo que

    habría de ser, después, mi primer libro publicado: ¡Ecue-Yamba-O!”32

    De 1924-1928 ocurren muchos hechos y acontecimientos capitales en el

    devenir del pensamiento y la obra de Alejo Carpentier. Hasta 1928 es

    redactor-jefe de la revista Carteles. En el periódico El Heraldo (Sección

    Espectáculos y Conciertos), refleja el movimiento teatral cubano de la

    época. Publica un artículo en Carteles que da cuenta del nivel de sus

    convicciones ideo-políticas: “El tren blindado No. 1469, de Vsevolod

    Ivanov”. Su viaje a México (1926) le permite establecer vínculos estrechos

    con las grandes figuras del arte y las letras. “Hice mi primer viaje a México

    –después he vuelto más de veinte veces- en 1926, invitado por el gobierno

    31 Habla Alejo Carpentier. Fuente citada, p. 17.

    32 “La etapa de 1922 a 1928 puede considerarse como la del aprendizaje –aprendizaje que empieza a dar frutos en algunos artículos de Social de 1927-28, y en otros, publicados en el suplemento del Diario de la Marina, que dirigía José Antonio Fernández de Castro” (Habla Alejo Carpentier, Fuente cit. P. 20).

  • 31

    mexicano. Se trataba de una convención de periodistas y se me dio un

    banquete por ser el jefe de redacción más joven de América. En México

    conocí a Torres Bodet, actual Secretario de Educación, a Orozco, a Diego

    Rivera... Mi amistad con Diego duró hasta su muerte. México fue el primer

    país extranjero que visité y siempre vuelvo a él con mucha alegría”33

    Siempre pensaré este viaje a México como “acontecimiento capital”,

    particularmente por la amistad y los vínculos culturales establecidos con

    Diego Rivera y con José Clemente Orozco “(...) Pude –dice Carpentier-

    pasar noches y noches charlando con Diego Rivera viendo la obra de José

    Clemente Orozco crecer en las paredes, en las murallas conquistadas a la

    burguesía”.34

    En este mismo año, en Cuba, firma el Manifiesto Minorista, de gran alcance

    revolucionario y antimperialista. “Por la revisión de los valores falsos y

    gastados. Por el arte vernáculo y, en general, por el arte nuevo en sus

    diversas manifestaciones. Por la reforma de la enseñanza pública. Por la

    independencia económica de Cuba y contra el imperialismo yanqui. Contra

    33 Leante, C. Obra cit. p. 60.

    34 Citado por García-Carranza, A. Obra cit. p. 10.

  • 32

    las dictaduras políticas unipersonales en el mundo, en América, en Cuba.

    Por la solidaridad y la unión latinoamericana.”35

    Es acusado de comunista por el gobierno de Machado y por siete meses

    guarda prisión. Sufre los rigores nefastos de la cárcel36, pero su actividad

    literaria no cesa. En el propio año 1927 es liberado bajo fianza. “Escribe

    ‘La hija del Ogro’, acción coreográfica en un acto y tres episodios con

    música de Amadeo Roldán (...) y los poemas afrocubanos: Marisabel y

    Juego Santo, para voz y piano con música de Alejandro García Caturla.”37

    Una constante del devenir de su pensamiento y la obra es la conjunción

    estrecha entre la literatura y la música. Esto estará presente, también en

    su obra grande como narrador. Es una característica inherente a su oficio

    y a su misión creadora.

    35 Ibídem.

    36 “Me encarcelaron en 1927 por firmar un manifiesto contra Machado. Siete meses estuve preso en la cárcel de Prado 1. Allí conocí a un tabaquero de nombre Joaquín Valdés que me enseñó a cantar La Internacional. La cárcel es dura, difícil de acostumbrarse a ella. El encierro, la falta de mujer, la inactividad, crean un estado de tensión nerviosa. Sobre todo en los primeros meses. Se vuelve uno irritable, se va a los puños por cualquier cosa. Yo, por ejemplo, recuerdo que me enredé en una riña con un preso político peruano porque, al referirme que su padre vivía de un oso amaestrado, le dije que la explotación del oso por el hombre era inmoral. Parece que aquello no le gustó y nos trabamos a golpes”. (Leante, C. obra cit. pp.60-61).

    37Ver García-Carranza, A. Obra cit. p. 11.

  • 33

    Nuevos acontecimientos y sorpresas le depara el año 1928. “Los dos

    años que había proyectado vivir en París se extendieron a once. Desde mi

    llegada, Desnos me presentó a Bretón, que me invitó a colaborar en

    Revolution Surréaliste. En su redacción conocí a Aragón, Tzara, Eluard,

    Sadoul, Benjamín, Peret y, en fin, a todo el grupo surrealista.”38

    Pero su presencia en Francia estuvo antecedida por acontecimientos

    inolvidables: “Me encontraba en libertad bajo fianza, como he dicho, pero

    vivíamos en el temor de que volvieran a echarnos el guante. De ahí que

    pensara en ausentarme de Cuba unos dos años, hasta que se calmaran

    las persecuciones. En marzo de 1928 conocí a Robert Desnos, de paso

    por La Habana, y él me invitó a irme a París. El barco en que debíamos

    partir, el “España”, zarpaba a las doce, pero yo carecía de pasaporte, que

    me negaba el gobierno de Machado. Desnos arregló la cosa: había venido

    a Cuba a un congreso de periodistas y me dio todas sus identificaciones:

    un banderín, el sellito de la solapa... Así, pues, subí a bordo como Desnos.

    Cuando este llegó trataron de detenerlo, no querían dejarlo subir; pero él

    escandalizó hasta que otros pasajeros lo identificaron y lo dejaron pasar.

    Una vez a bordo nadie se preocupó de mí. Me tomaron por un periodista

    más. Pero el problema que se presentaba ahora era cómo desembarcar

    38 Leante, C. Obra cit. p. 62.

  • 34

    en Francia sin ni siquiera un papel de identidad. Me acordé que Mariano

    Brull era funcionario de la Embajada de Cuba en Francia y le envié un

    aerograma. Me contestó diciéndome que no me preocupara, que él lo

    arreglaría todo. Al desembarcar en Saint-Nazaire fui recibido por las

    autoridades francesas con todos los honores de un diplomático.”39

    Su estancia en Francia (1928-1939), representa un momento muy

    importante en la formación intelectual de Carpentier. Trabaja

    intensamente, realiza proyectos innovadores en la radio, etc., pero no

    olvida sus raíces. El contacto con el surrealismo, si bien no lo asume por

    considerar que poco podía aportar, influyó extraordinariamente en sus

    perspectivas futuras. “Me pareció –señala Carpentier- una tarea vana mi

    esfuerzo surrealista. No iba añadir nada a este movimiento. Tuve una

    reacción contraria. Sentí ardientemente el deseo de expresar el mundo

    americano. Aún no sabía cómo. Me alentaba lo difícil de la tarea por el

    desconocimiento de las esencias americanas. Me dediqué durante largos

    años a leer todo lo que podía sobre América, desde las Cartas de Cristóbal

    Colón, pasando por el Inca Garcilaso, hasta los autores del siglo dieciocho.

    Por espacio de casi ocho años creo que no hice otra cosa que leer textos

    americanos. América se me presentaba como una enorme nebulosa, que

    39 Ibídem.

  • 35

    yo trataba de entender porque tenía la oscura intuición de que mi obra se

    iba a desarrollar aquí, que iba a ser profundamente americana. Creo que

    al cabo de los años me hice una idea de lo que era este continente. He

    dicho que me aparté del surrealismo porque me pareció que no iba a

    aportar nada a él. Pero el surrealismo sí significó mucho para mí. Me

    enseñó a ver texturas, aspectos de la vida americana que no había

    advertido, envueltos como estábamos en la ola de nativismo traída por

    Güiraldes, Gallegos y José Eustasio Rivera. Comprendí que detrás de ese

    nativismo había algo más; lo que llamo los contextos: contexto telúrico y

    contexto épico-político: el que halle la relación entre ambos escribirá la

    novela americana. “40

    Su preparación previa para la grande obra creadora estuvo preñada de

    dificultades. Tenía que ganarse la vida, su propia subsistencia; y para ello

    trabajaba incansablemente, sin soslayar sus estudios de la realidad

    americana que con certeza la convirtió en una necesidad para lograr lo que

    buscaba. Esto determinó que escribiera poco desde su primera novela41

    40 Ibídem. p. 62.

    41 “En Francia escribí dos novelas cortas de asunto cubano, que no vieron ni verán jamás la luz de la imprenta, porque el escritor tiene que tener el coraje de echar polvo sobre muchas páginas aunque mucho esfuerzo le haya costado llenarlas, terminé también ¡Écue-Yamba-Ó! para cuya publicación, por la Editorial España, me trasladé a Madrid en 1933. Esta primera novela mía es tal vez un intento fallido por el abuso de metáforas, de símiles mecánicos, de imágenes de un aborrecible mal gusto futurista y por esa falsa concepción de lo nacional que teníamos entonces los hombres de mi generación. Pero no todo es deplorable en ella. Salvo

  • 36

    (¡Ecue-Yamba-O! publicada en Madrid), 1933, hasta 1939, que, al fin,

    puede regresar a Cuba. Antes lo hizo en 1936, pero comprendió que tenía

    que regresar a Francia.

    Durante los años 1939-1945 permanece en Cuba. Sus experiencias

    adquiridas en Francia y la realidad cubana, mediadas además, por once

    años de ausencia de la patria, influyen en el creador y en su sensibilidad

    aprehensiva. “Once años de ausencia –escribe Carpentier- confiere,

    indiscutiblemente, al regresar a la patria un alma de turista a quien ha

    estado alejado de ella durante un tiempo (...) ahora aprendo a considerar a

    La Habana con un respeto ajeno a todo sentimiento íntimo y de personal

    cariño. Me maravillo –continúa el intelectual cubano- ante su multiplicidad,

    ante la diversidad de la gente que la puebla, ante su pintoresquismo de

    buena ley, y por asociación de imágenes, me divierto en hallar analogías

    antitéticas con rincones de Europa que habían retenido mi atención.

    Porque si bien La Habana tiene una fisonomía, un color, una atmósfera

    de la hecatombe los capítulos dedicados al “rompimiento” ñáñigo. Fue grata mi estancia en Madrid a pesar de que bajé del tren con sólo veinte pesetas. Le pedí a Julio Alva de Bayo mis derechos de autor por la publicación de la novela y me pagó regiamente: mil pesetas. Con este dinero di un banquete a mis amigos. Y fue grata mi primera visita a la tierra española, sobre todo porque allí trabé amistad con Lorca, Salinas, Marichalar, Pittaluga y muchos otros. Aunque siempre he detestado la vida de café –nunca la practiqué en París- por parecerme una abominable forma de perder el tiempo, de no hacer nada, confieso que pasé muy buenos ratos con García Lorca en la peña de la Taberna de Correos. Al año siguiente habría de producirse mi segunda visita a Madrid, especialmente invitado por Lorca para asistir al estreno de Yerma, y tres después, mi tercera, en circunstancias, ay, muy distintas”.

  • 37

    inconfundibles, nos ofrece a veces, al asomarnos a una bocacalle,

    desconcertantes evocaciones de poblaciones remotas.”42

    La Habana, su Habana, se le presenta ahora de modo distinto. Su

    cosmovisión, ampliada y enriquecida conceptualmente, le posibilita ver más

    lejos, revelar nuevas mediaciones y condicionamientos que el surrealismo

    europeo tiene que crear artificialmente a ultranza. Está ante una realidad

    pletórica de matices, insólita, virgen, que no requiere de artificiales

    construcciones, sino de sensibilidad reveladora, porque se encuentra “ahí”,

    y espera por descubrirse ante un creador que desde dentro y formando

    parte de su cósmica unicidad en la diversidad, sea capaz de develar toda

    una insólita realidad vital llena de “mágica” espiritualidad. Eso hizo

    Carpentier. Eso aprehendió su cosmovisión permeada de

    latinoamericanismo y novedades literarias y filosóficas renovadoras.

    Aprehensión que lo acompañará hasta revelar lo real maravilloso.

    Su vida en Cuba en esta etapa es difícil y rica en aprehensiones y

    acontecimientos: escribe, dirige y produce programas radiales de gran

    repercusión, como “Los dramas de la guerra”, los personajes

    representados (Lord Byron, Mazeppa y Víctor Hugo), la adaptación

    42 Carpentier, A. “La Habana vista por un turista cubano”(1). En Carteles No. 41, 8 de oct /39, p. 16.

  • 38

    radiofónica de El Quijote, imparte curso de Historia de la Música en el

    Conservatorio Nacional. En 1941, tiene lugar un acontecimiento muy

    personal que influirá mucho en su vida y en su creación: su matrimonio con

    Lilia Esteban. La compañera de su vida que devendrá apoyo insustituible y

    fuerza alentadora de su obra hasta su muerte, o mejor dicho, hasta la

    actualidad, pues aún continúa manteniendo viva la obra de su esposo,

    como directora de la Fundación Alejo Carpentier. Centro que bajo su

    dirección se ha convertido en una fragua de formación cultural.

    En Cuba, Carpentier trabaja sin cesar, incansablemente. Escribe para el

    Magazine habanero Tiempo Nuevo y, a la vez, ocupa la jefatura de su

    redacción (1940). En el Conservatorio Nacional de Música Hubert de

    Blanck (Colegio La Inmaculada, 1941) dicta un curso de Historia de la

    Música; realiza la primera exposición de Pablo Picasso en La Habana

    (1942); la Agrupación de la Crónica Radial Impresa lo selecciona como el

    autor dramático más destacado del año (1943). “Escribe nuevas obras,

    entre ellas, el ballet Romeo y Julieta con música de Hilario González, una

    novela inédita e inconclusa, titulada El clan disperso, que habría de evocar

    la época de creación y actividades del Grupo Minorista. El manuscrito

    original consta de unas 240 páginas. El primer capítulo, titulado “La

    conjura de Parsifal” fue publicado por la Revista de la biblioteca nacional

  • 39

    “José Martí” (No. 1, enero-abril, 1975). Algunos elementos de este capítulo

    pasaron casi textualmente a distintos pasajes de “El Siglo de las Luces” y

    “El recurso del método”.43

    En ese mismo año (1943) recorre junto a su esposa y Louis Jouvet a Haití.

    Su estadía en el país caribeño fue revelador para el sensible creador. Más

    tarde, refiriendo a su gran descubrimiento: lo real maravilloso, expresó:

    “Eso se me hizo particularmente evidente durante mi permanencia en Haití,

    al hallarme en contacto cotidiano con algo que podríamos llamar lo real

    maravilloso. Pisaba yo una tierra donde millares de hombres ansiosos de

    libertad creyeron en los poderes licantrópicos de Mackandal, a punto de

    que esa fe colectiva produjera un milagro el día de su ejecución. Conocía

    ya la historia prodigiosa de Bouckman, el iniciado jamaiquino. Había

    estado en la Ciudad de La Ferriére, obra sin antecedentes arquitectónicos,

    únicamente anunciado por las Prisiones imaginarias del Piranesi. Había

    respirado la atmósfera creada por Henri Christophe, monarca de increíbles

    empeños, mucho más sorprendente que todos los reyes crueles inventados

    por los surrealistas, muy afectos a tiranías imaginarias, aunque no

    padecidas. A cada paso –enfatiza Carpentier- hallaba lo real maravilloso.

    43 García-Carranza, A. Obra cit. p. 16.

  • 40

    Pero pensaba, además, que esa presencia y vigencia de lo real maravilloso

    no era privilegio único de Haití, sino patrimonio de la América entera (... )44

    Sus discernimientos teóricos en Haití, sobre la base de constataciones

    empíricas registrables, alumbran lo que ya en el creador germinaba. Esto

    unido a la influencia de sus estudios sobre la música en Cuba, que con

    sólidos argumentos muestra Leonardo Padura45. Según el acucioso

    estudioso carpenteriano “(...) las investigaciones que en la década del 40

    realiza para la elaboración de La Música en Cuba (México, 1946) lo ponen

    en el camino del hallazgo de lo real maravilloso, el cual, de forma definitiva,

    se producirá en 1943 (....)”46

    El papel capital que le otorga Padura a los estudios de la música cubana

    en la revelación carpenteriana de lo real maravilloso, resulta muy

    interesante. “Las investigaciones realizadas durante años sobre la música

    criolla, –destaca Padura- un fenómeno cultural en esencia popular y

    ejecutado y encargado, en muchos casos, a la población negra cubana, le

    abren las puertas de un conocimiento íntimo de la evolución espiritual del

    44 Carpentier, A. Tientos y diferencias. Contemporáneos. UNEAC, La Habana, 1974, pp. 97-98.

    45 Ver de Padura, L. “Lo real maravilloso: creación y realidad”. Editorial Letras cubanas, La Habana, 1989, pp. 18-21.

    46 Ibídem, p. 18.

  • 41

    país, donde, paso a paso, pueden advertirse los resortes y procesos

    característicos del surgimiento, maduración e independencia de una

    nacionalidad y una cultura distintivamente sincréticas y típicas del entorno

    político y racial caribeño, en el cual se moverá una buena parte de la

    narrativa carpenteriana. Por eso –enfatiza el especialista carpenteriano-

    considero que La Música en Cuba (a veces ignorada por los estudiosos de

    la novelística de Carpentier) es la pieza clave que le permite saber, al

    menos en este momento, qué es lo maravilloso de América, de dónde

    surge y cómo tiende a manifestarse. 47

    Por supuesto, el conocimiento profundo de la música no es el único

    elemento revelador. Existen otros factores identitarios de América que

    encuentran lugar en la elaboración teórica de Carpentier, como la religión,

    etc., pero la música es clave, porque en las condiciones de nuestros

    países, por razones histórico-culturales, le sirve de mediación central. Es

    un elemento clave. Continuando la lógica especial del objeto particular (el

    ser y devenir del pensamiento y la obra de Carpentier, en sus varias

    mediaciones y condicionamientos) hay que destacar que en su viaje a

    México (1944) la Editorial Fondo de Cultura Económica, para su colección

    Tierra Firme, le encarga La Música en Cuba y a su preparación se dedica

    47 Ibídem, p. 19.

  • 42

    tenazmente, sin dejar otras ocupaciones vitales. Así escribe para las

    revistas Conservatorio, Gaceta del Caribe y Orígenes. También inicia sus

    crónicas para el periódico capitalino Información. Colaterales a La Música

    en Cuba, publica en Orígenes “Oficio de Tinieblas”, así como Viaje a la

    semilla con ilustraciones de Esteban Boloña.48

    Una etapa rica en la producción de Alejo Carpentier lo constituyó su

    estadía en Caracas, Venezuela49 (1945-1959). Este país, por sus propias

    características geográficas e histórico-culturales dio las posibilidades al

    creador para completar su conocimiento de América. “En 1945 un amigo

    mío, Carlos E. Frías, me propuso ir a Venezuela a organizar una estación

    de radio. Conocer Venezuela completaba mi visión de América, ya que

    este país es como un compendio del Continente: allí están sus grandes

    ríos, sus llanos interminables, sus gigantescas montañas, la selva. La

    tierra venezolana fue para mí como una toma de contacto con el suelo de

    América, y meterme en sus selvas, conocer el cuarto día de la Creación.

    Realicé un viaje al Alto Orinoco y allí conviví un mes con las tribus más

    48 Ver García-Carranza, A. Obra cit. pp. 16-17.

    49 “En Venezuela veía yo la historia a cada ángulo de calle. Me encontraba en todas partes no solamente con nuestras grandes figuras, sino con figuras incluso secundarias que por sus caracteres eran en sí compendio y caracterización del hombre latinoamericano. Así fue que empecé a entender poco a poco este gran continente, viéndolo como una especie de unidad formado por células, por elementos inseparables unos de otros, gracias al contacto con la “criolledad”, la conciencia de criolledad venezolana. Y con una naturaleza como la de ustedes,

  • 43

    elementales del Nuevo Mundo. Entonces surgió en mí la primera idea de

    Los pasos perdidos. América es el único continente donde distintas

    edades coexisten, donde un hombre del siglo veinte puede darse la mano

    con otro del Cuaternario o con otro de poblados sin periódicos ni

    comunicaciones que se asemeje al de la Edad Media o existir

    contemporáneamente con otro de provincia más cerca del romanticismo

    de 1850 que de esta época. Remontar el Orinoco es como remontar el

    tiempo. Mi personaje de Los pasos perdidos viaja por él hasta las raíces

    de la vida, pero cuando quiere reencontrarla ya no puede, pues ha perdido

    la puerta de su existencia auténtica. Ésta es la tesis de la novela, que me

    costó no poco esfuerzo escribir. Tres veces la reescribí completamente.

    ¿Dificultades? Las dificultades en un escritor son siempre de orden formal:

    llegar a decir correctamente lo que se quiere decir. El capítulo del

    rompimiento entre Sofía y Hugues, en El Siglo de las Luces, lo escribí

    quince veces. El reino de este mundo se publicó en 1949 y sus

    circunstancias y propósitos están harto explicados en el prólogo, por lo que

    considero ociosa toda aclaración, si es que el libro no se explica por sí

    mismo. Los pasos perdidos fue editado en 1955.”50

    que es compendio y resumen magnificado de toda la gran naturaleza del continente.” (Carpentier, A. Razón de Ser. Editorial Letras Cubanas, La Habana, 1984, p. 45).

    50 Leante, C. Obra cit. pp. 67-68.

  • 44

    Carpentier valora con fuerza, también, lo que significó para él la historia de

    Venezuela. Hace alusión a la obra de Simón Rodríguez y al concepto

    “criollo” (...) “esa palabra (...) que habría de seguirnos a todo lo largo de la

    obra de los hombres que afirmaron en los siglos XVII, XVIII y XIX nuestra

    personalidad, nuestra presencia y nuestra entidad (...) Aquí, con una

    presencia de la historia mucho más poderosa que en mi país, por el hecho

    muy sencillo, lo vuelvo a decir, de que siendo virtualmente independientes

    desde el año 1902, empezando apenas a disponer de libros de historia, de

    verdaderas investigaciones sobre nuestras Guerras de Independencia, la

    del 68, la del 95, con una edición incipiente de Martí, la historia, en aquellos

    años, pesaba mucho menos sobre nuestros hombres, estaba mucho

    menos presente que en Venezuela”.51

    Con razón exalta la historia de Venezuela, la presencia de investigaciones

    sobre la formación de nuestros pueblos, en su desarrollo intelectual. Su

    tema central: las particularidades de nuestra América mestiza y su

    importancia para la revelación de lo real maravilloso, exigía de profundos

    conocimientos históricos, que pudo completar en Venezuela.

    51 Carpentier, A. Razón de Ser. Edic. cit. p. 44.

  • 45

    Su estancia en Venezuela, sin lugar a dudas, es la etapa que produce lo

    mejor de su obra. Durante catorce años de trabajo en ese hermano país,

    “hace camino al andar” y deja huellas endelebles. Su presencia y actividad

    no se reducen a construir las grandes novelas. Participa en múltiples

    tareas, eventos, etc. Desde su llegada a Caracas hasta 1959, dirige

    programas radiales y las relaciones públicas de la empresa de publicidad

    Ars. Colabora en El Nacional de Caracas (1945). Desde 1946 hasta 1957

    ocupa la cátedra de Historia de la Cultura en la Escuela de Artes Plásticas

    de Caracas. Publica en México (1946) La Música en Cuba. Escribe para el

    Nacional de Caracas el cuento “Los fugitivos”, que recibió premio con

    mención honorífica en el concurso anual de dicho periódico. En perenne

    búsqueda de motivos, nuevas imágenes, paisajes y de la vida palpitante

    que nutra su narrativa y sus artículos periodísticos, viaja a la Gran Sabana

    (1947). Los resultados se concretan en la primera parte de visión de

    América, colección de cinco artículos que a partir del 25 de enero de 1948,

    se publican en la revista cubana Carteles. “Ya por esta época –escribe

    García-Carranza- había escrito un largo ensayo sobre el hombre ante el

    paisaje americano y el paisaje en la novelística americana. Se trataba de

    El libro de la Gran Sabana, que no llegó a publicarse como tal. De una

    parte de esta obra, titulada “Viaje al riñón de América”, desprendería su

    colección “Visión de América”. Los elementos de esta bibliografía activa

  • 46

    integrarían años después Los Pasos Perdidos, novela que tiene como eje

    la América entera”.52

    Como en todo creador verdadero, Carpentier gusta de la aventura. Sus

    viajes en Venezuela no terminan con la Gran Sabana. Todo lo contrario,

    inspirado en ella en 1948, emprende camino hacia el Alto Orinoco y al

    Territorio Amazónico, que según él le “(...) revelaron las infinitas

    posibilidades de una novelística latinoamericana enriquecida de enfoques

    nuevos (...) Pasar del “documento”. Ir más allá del documento”.53

    Sin reducirse a él, por supuesto, hay mucho realismo en el método de

    Carpentier. La realidad viviente, la historia real las convierte en materia

    prima de sus novelas. Le fascina la investigación histórico para no perder

    al “hombre” en su mundo y tiempo histórico y para desplegar su

    subjetividad sin desvirtuar la realidad, en estrecha relación con las

    vivencias personales. “La concepción de una novela parte siempre, para

    mí, de un hecho real que me haya impresionado de alguna manera. He

    dicho ya que la práctica del periodismo me fue muy útil para llegar a

    mundos que me eran ajenos. Si hablamos de mi vocación no se puede

    soslayar el fenómeno de la música que constituye para mí una ventana

    52 García –Carranza, A. Obra cit. p. 17.

  • 47

    abierta sobre el mundo. Mi cosmos subjetivo no es más que la recreación

    de la realidad. Todos los elementos están dados. Por ejemplo: El acoso

    se debe a un tiroteo que tuvo lugar en la Universidad de La Habana en el

    momento en que, como técnico de sonido, estaba sincronizando una

    representación de Las coéforas de Esquilo ante un enorme público. Dada

    esta clave resulta claro que haya capítulos enteros de El acoso que

    proceden de este hecho. En lo que se refiere a El Siglo de las Luces debo

    esta novela a un accidente de aviación, sin consecuencias graves, que me

    tuvo inmovilizado durante un tiempo en la isla de Guadalupe. Ahí fue

    donde conocí al personaje de Víctor Hugues a través del archivo de un

    admirador de tan poderosa figura. Si ahondamos en El Siglo de las Luces

    nos encontraremos con que los personajes están concebidos de acuerdo

    con características de absoluta necesidad dentro del orden narrativo; ello

    no excluye que el elemento primario de muchos de ellos tenga una relación

    estrecha con vivencias personales.54”

    Los Pasos Perdidos (México, 1953) se nutre de las vivencias

    experimentadas en tierras amazónicas. El reino de este mundo, 1949,

    compendia su viaje a Haití en 1943, con toda la subjetividad creadora que

    53 Habla Alejo Carpentier. Obra cit. 22.

    54 Ibídem.

  • 48

    le añade el acucioso narrador. En esta obra –en el prólogo- Carpentier,

    expone su teoría de lo real maravilloso con alto vuelo cogitativo. Destaca

    cómo tiene lugar el momento aprehensivo.” (...) Lo maravilloso comienza a

    serlo de una manera inequívoca cuando surge de una inesperada

    alteración de la realidad (el milagro), de una revelación privilegiada de

    la realidad, de una iluminación inhabitual o singularmente favorecedora de

    las inadvertidas riquezas de la realidad, de una ampliación de las escalas y

    categorías de la realidad, percibidas con particular intensidad en virtud de

    una exaltación del espíritu que lo conduce a un modo de “estado límite“.55

    La filosofía del gran narrador asoma con fuerza. Revela lo maravilloso en

    su esencialidad aprehensiva, como proceso objetivo-subjetivo que tiene

    lugar en el hombre en relación con el mundo.56

    En Caracas, la producción literaria de Carpentier fue prolífica y abundante

    en temas disímiles. En 1949 vio la luz el ensayo Tristán e Isolda en Tierra

    firme. Escribe para el Programa El torneo del saber de Radio Caracas. De

    1951-1959 publica en la sección Letra y Solfa, cerca de 3 000 artículos de

    Literatura, Música y Arte Universal.57 En noviembre de 1951 dicta un curso

    55 Carpentier, A. El reino de este mundo. Editorial Letras Cubanas, La Habana, 1987, p.4.

    56 Este tema se trabajará con la profundidad requerida en su correspondiente capítulo.

    57 Ver García-Carranza, A. Obra cit. p. 18.

  • 49

    sobre Explicación y Apreciación de la Música Moderna, comenzando por la

    herencia wagneriana, autor por el cual sentía gran admiración. En 1952 la

    revista cubana Orígenes publica su cuento “Semejante a la noche”. México

    le publica en 1953 su gran novela Los pasos perdidos. Esta obra contenía

    en grado máximo la ascensión del autor en su plena madurez.58 “Hay dos

    ideas centrales en Los pasos perdidos:1) todos los estadios de la

    civilización, conocidos por el hombre, a lo largo de su historia, pueden

    contemplarse, en plano de contemporaneidad, en el continente americano:

    el hombre de hoy puede dar la mano al hombre del Neolítico, después de

    pasar por pueblos (Caicara del Orinoco, por ejemplo) donde no se recibía

    un periódico, todavía, en 1949, y la vida estaba sometida a ritmos y

    horarios medioevales.

    Ciertos festejos populares americanos –en México, en Venezuela- se

    deben a tradiciones autóctonas o españolas, anteriores a la Conquista.

    Por lo tanto, la evasión en el tiempo es perfectamente posible. Conocí a un

    médico austríaco, gran lector de Jung, muy admirador de Picasso, que

    vivía, feliz, en la selva, rodeado de hombres sumamente primitivos.

    También a un colono polaco, muy culto, amigo de los exploradores que lo

    visitaban, quien vivía en una ensenada recóndita del río Caura, y para nada

    58 Ver de Arias, S. Prólogo a Carpentier, A. “Los pasos perdidos”. Editorial Arte y Litertura, La

  • 50

    quería saber de la “civilización”; 2) ¿puede el hombre moderno, sabedor de

    que es posible hacerlo, sustraerse a las peripecias de su época?... Mi

    personaje, el que habla en primera persona, lo logra. Pero su época lo

    alcanza –en este caso, a través de la creación musical-, como la muerte,

    cierta tarde, alcanzó al jardinero de Ispahán del apólogo famoso. Todo

    hombre debe vivir su época, padecer su época, gozar su época –si gozos

    le ofrece- tratando de mejorar lo que es. Lo demás, es literatura que

    responde al anhelo de evasión que –desde Rimbaud- sintieron muchos

    escritores, hasta muy entrados los años actuales. Anhelos de evasión que

    era, en suma, búsqueda de sí mismo, yendo hacia horizontes remotos.

    Pero, en fin de cuentas, vuelta sobre sí mismo. Y ya sabemos que el en sí,

    para sí, en la época presente, sólo se logra en función de las contingencias

    que circundan y solicitan al hombre actual, y de su actitud o

    comprometimiento frente (o dentro) de tales contingencias.”59

    Esta obra, plena de cauces filosófico-culturales, se dirige a la búsqueda de

    los orígenes, incluyendo posibilidades, limitaciones, fracasos. “Creo –

    señala Carpentier- en efecto, que mi relato titulado “Viaje a la semilla”, es

    decir, el regreso a la madre, anuncia relatos futuros. Búsqueda de la

    madre o búsqueda del elemento primigenio en la matriz intelectual o

    Habana, 1976, pp. 6-19-

  • 51

    telúrica. Si se mira bien la novela Los pasos perdidos puede ser vista

    como un desarrollo del cuento mencionado.60

    Los pasos perdidos consagra a Carpentier como escritor. Da cuenta de un

    creador que ha llegado a la cúspide de la creación. Para algunos críticos,

    Carpentier “es uno de los más grandes escritores vivientes“ para otros ”va

    más allá de la literatura”, por su elan filosófico-cosmovisivo y por la

    maestría en el tratamiento de los personajes y el entorno en que se

    desarrollan.

    A partir de 1953, el lúcido intelectual cubano continúa su obra creadora y

    otras actividades culturales en Venezuela. Publica una parte de El acoso

    (1945) en una prestigiosa revista parisina. Forma parte de la dirección de

    la Institución José Angel Lamas, que reunía a altas personalidades de la

    música.

    En 1955, en viaje de descanso a París, desperfectos del avión obliga a a

    un aterrizaje forzoso en la Isla de Guadalupe y aquí lo “ilumina” la idea de

    lo que será El Siglo de las Luces. Durante el año 1956 imparte un curso

    libre sobre Literatura del Siglo XX en la Universidad Central de Caracas.

    59 Habla Alejo Carpentier. Obra cit. p. 27.

    60 Ibídem, p. 26.

  • 52

    En Buenos Aires publican El Acoso. En 1957 se filma Los pasos perdidos

    por Tyrone Power Corporation. El reino de este mundo es traducido al

    inglés. Viaja a las Antillas Francesas y encuentra documentos para El Siglo

    de las Luces (1958). En México publica Guerra del tiempo (tres relatos y

    una novela). Esta obra contiene: El camino de Santiago, Viaje a la semilla,

    Semejante a la noche y El acoso. La nueva edición (1971) incluye dos

    cuentos más: Los fugitivos y Los advertidos.61 Es traducido al alemán Los

    pasos perdidos.

    En su larga estancia en Venezuela, recibe varios premios y goza de alta

    estima y reconocimiento por la intelectualidad de dicho país. Su prestigio

    trasciende las fronteras de nuestra América.

    De nuevo en su patria, con el triunfo de la revolución (1959). “Me acerco al

    final porque a medida que la obra crece, la vida del hombre disminuye. El

    triunfo de la Revolución Cubana me hizo pensar que había estado ausente

    de mi país demasiado tiempo y volví en mayo para estar un mes. Luego

    deshice mi casa en Venezuela y regresé definitivamente en julio del 59,

    para asistir al primer 26 de Julio. Traía en la maleta una nueva novela, El

    Siglo de las Luces, que había comenzado a escribir en Caracas en 1956 y

    61 García-Carranza, A. Obra cit. p. 20.

  • 53

    terminado en la isla de Barbados dos años más tarde; pero necesitaba

    retoques y el cambio que se observaba en la vida y en la sociedad cubanas

    me resultó demasiado apasionante para que pudiera pensar en otra

    cosa”.62

    El influjo de la revolución cubana llena su ser y con nuevas energías

    completa su obra. Se incorpora a la obra cultural de la revolución y a la

    revolución misma en sus diversas tareas. Participa con entusiasmo y amor

    en la construcción de una nueva sociedad que había soñado desde su

    juventud. De 1959 hasta su fallecimiento en 1980 termina y publica

    grandes obras que lo cualifican como primera figura de la narrativa cubana

    y lo hacen acreedor del Premio Cervantes. Ven la luz El Siglo de las

    Luces, México, 1962; Tientos y diferencias, México, 1964; Literatura y

    conciencia política en América Latina, Madrid, 1969; El derecho de asilo,

    Barcelona, 1972; El recurso del método y Concierto Barroco, México, 1974;

    La Consagración de la primavera, Siglo XXI, Editores, México, España

    Argentina,1978; El arpa y la sombra, Siglo XXI Editores, México, España,

    Argentina, 1979.

    62 Leante, C. Obra cit. p. 68.

  • 54

    En el transcurso de estos 21 años en Cuba, además de culminar su

    inmensa obra fue docente de la Universidad de La Habana, donde recibió

    el título de doctor Honoris Causa, dictó conferencias en Cuba y en el

    extranjero, representando el alma de la revolución cubana. Ocupó

    múltiples responsabilidades y recibió varios estímulos en Cuba y en el

    extranjero por su creación literaria y humana.

    Carpentier valoró la revolución como un hecho creador sin precedente y

    reconoció lo que ella significó para él como persona humana: “La

    Revolución me dio una conciencia de utilidad. Gracias a ella pude darme

    cuenta, un día, de que tanto mi labor literaria, como mi trabajo dentro de

    cualquier sector del ámbito revolucionario, podía ser útil... Y nada puede

    dar mayor satisfacción a un hombre que la conciencia de que su labor, por

    modesta que sea, resulta una labor útil, en función de una colectividad en

    marcha... El trabajo, en tales condiciones, resulta, en cualquier nivel, una

    fuente de continuas alegrías.”63

    Además revela las especificidades que adquiere la obra creadora en

    tiempos de revolución. Tiempos de rápidos cambios que el escritor debe

    63 Habla Alejo Carpentier. Obra cit. p. 55.

  • 55

    “traer” a sus creaciones y seguir su curso. “Trato y trataré de llevar mi

    expresión literaria a la posibilidad de traer a la novela las múltiples

    peripecias del acontecer revolucionario. Pero el empeño no se opera sin

    luchas de tipo técnico. Porque ocurre que la Revolución avanza más

    rápidamente que el escritor. Un acontecimiento tenido por capital en

    febrero, se ve superado por otro acontecimiento, en el plano internacional,

    que ocurre en agosto. El acontecimiento de febrero, por lo tanto, descrito

    detalladamente por el novelista, deja de interesar en agosto. Tenemos en

    Europa los ejemplos de varios ciclos novelescos, con base histórica

    contemporánea, interrumpidos por sus propios autores, a causa de la

    rapidez con que se suceden los acontecimientos (Aragón, Sartre, por citar

    tan sólo dos ejemplos), por el hecho cierto de que el suceso reciente, más

    actual, más importante, al parecer, que el anterior quita todo prestigio a

    aquél. Obsérvese que en la literatura cubana contemporánea, en lo que se

    refiere a la novelística, al cuento, al relato, hay como una necesidad de

    pintar el mundo de antes, antes de pintar el mundo de después. El año

    1959 es año crucial: año de transformaciones, de metamorfosis, de

    simbiosis. Creo que nadie, en la nueva literatura cubana, ha escapado a la

    necesidad de referirse a ese cabo de las tormentas que fue el momento del

    triunfo de la Revolución, y del advenimiento de los hombres de la Sierra

    Maestra. Y luego, el comienzo de otra era. Y, desde entonces, se hace

  • 56

    muy difícil seguir el ritmo de los acontecimientos. La novela de la Cuba de

    hoy –la materia novelística, se halla en los periódicos, la radio, la televisión,

    y no es fácil, para el novelista, situarse en el tempo de esos medios de

    difusión e información. Sin embargo, hay que tratar de hallar el ritmo

    adecuado.”.64

    El ser y devenir del pensamiento y la obra de Carpentier dan cuenta de un

    hombre de pensamiento y acción que hizo de su privilegiado talento una

    obra consagrada a revelar el ser esencial de nuestra América. Su obra,

    como toda producción humana nació, creció, se desarrolló y se enriqueció

    con el tiempo. Porque él mismo fue un hombre de su tiempo, y por ello

    mismo, de todos los tiempos. La revolución como consagración de la

    primavera, fue su misma consagración como hombre y creador. Por eso

    continúa viviendo el hombre cabal y la carpentierística suscitando nuevas

    aprehensiones para bien de la cultura cubana.

    2. Cosmovisión carpenteriana

    A todo hombre, ya sea historiador, físico, químico, literato o filósofo, lo

    acompaña una determinada concepción del mundo. Es como un sustrato

    64 Ibídem, p. 54.

  • 57

    cosmovisivo (concepciones, ideas, principios, sentimientos, etc.) a través

    del cual piensa y siente la realidad en relación con el hombre.

    Toda cosmovisión implica una determinada concepción del hombre en

    relación con el mundo, con los restantes hombres y consigo mismo. Y en

    ella -la cosmovisión- participan los momentos cognoscitivo, valorativo,

    práctico y comunicativo de la actividad humana.

    Al mismo tiempo, la cosmovisión no es una base intelequial teleológica, fija,

    estática. Es sólo una concepción fundada en la historia y la cultura en que

    se inserta cada hombre, que cambia con el hombre mismo en la medida

    que construye su ser esencial. Una manera de pensar, sentir, valorar,

    actuar y comunicarse.

    La cosmovisión carpenteriana, fundada en la rica tradición cultural cubana

    y enriquecida con la cultura universal que asume desde su niñez a través

    de las experiencias vividas, el hogar, las lecturas, etc., está mediada por

    influencias varias.

    El propio Carpentier destaca cómo a su padre “siempre le había interesado

    enormemente el mundo español; hablaba perfectamente este idioma y sus

    escritores predilectos eran españoles: Baroja, Galdós, Blasco Ibáñez... Con

  • 58

    excepción de Anatole France, los consideraba muy superiores a los

    escritores franceses de aquella época; y en mi opinión no le faltaba razón.

    Era un apasionado de Baroja, pasión que me comunicó cuando empecé a

    leer, y en El Siglo de las Luces quizás pueda hallarse alguna referencia de

    las Memorias de un hombre de acción, pues, tal vez influenciado por

    Baroja, siempre soñé en hacer un hombre de acción, un revolucionario,

    pero en América”.65

    En Cuba, a pesar de su retraso cultural, con relación a las corrientes

    artísticas y de pensamiento del mundo, se desarrolla todo un movimiento

    que influirá necesariamente en Carpentier, como sujeto que busca nuevas

    orientaciones. “En prisión empecé a escribir mi primera novela, ¡Ecue-

    Yamba-O! (voz lucumí que significa algo así como “Dios, loado seas”). Me

    pusieron en libertad condicional: todos los lunes tenía que ir a firmar el libro

    a la cárcel. Ese mismo año, y al salir de prisión, Marinello, Mañach,

    Ichaso, Tallet y yo fundamos la Revista de Avance. A pesar de todo lo que

    se ha dicho, yo considero que era una revista pacata y muy mal orientada.

    No había una verdadera selección de los materiales que publicaba. Se

    tenía una vaga idea de que debía ser una suerte de órgano de las ideas

    nuevas: el cubismo en pintura, la poesía de vanguardia, las modernas

    65 Leante, C. Obra cit. p. 57.

  • 59

    tendencias musicales; pero como de costumbre padecíamos un atraso de

    años y así, por ejemplo, ignorábamos el surrealismo cuando este entraba

    en su mejor fase. Existía, de otra parte, una fuerte corriente nacionalista.

    El espíritu de Diego Rivera presidía las artes plásticas y todo artista, en

    general, buscaba “plasmar lo nacional”. Fue entonces cuando nació el

    término afrocubano, Caturla y Roldán empezaron a componer música

    utilizando los elementos negros y aparecieron los primeros trabajos de

    Fernando Ortiz. Fue, en fin, una toma de conciencia nacional. Con

    frecuencia asistíamos a los “rompimientos” (ceremonia de iniciación)

    ñáñigos en Regla. Yo escribí dos ballet, La Rebambaramba y El Milagro

    de Anaquillé, con música de Roldán, que no llegaron a estrenarse porque

    tenían que salir negros a la escena. Esta onda