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viva 28.04 2013 20 -GENIO Y FIGURA- Hugh Laurie a los 53 años, después de House: luna de miel con la música.

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-genio y figura-Hugh Laurie a los 53 años, después de House: luna de

miel con la música.

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Hugh Laurie. A casi un año del

final de Dr. House, disfruta ahora

de sus shows de blues. Viva asistió a la presentación

de su nuevo disco en un legendario

transatlántico y lo entrevistó al borde

de la arena en California.

“con la musica

me puedo sacar la mascara”

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22 TexTo: Leonardo Torresi ([email protected])/ enviado especial a Los Angeles, EE.UU. FoToS: Gentileza Warner Music y Archivo Clarín

para HL la música todavía es un hobby. HL podría discutir el “todavía”. A las personas se las cono-ce más, o con mayor profundidad, por sus aficiones que por

su trabajo. Eso opina. Ahora vuelve con unos vasitos de rhum, o ron, de Guate-mala. Es fácil asociar que se lo regaló Gaby Moreno, la cantante de ese país que participa en sus coros. HL convida de eso a los músicos, brinda con la con-currencia, y no pasan unos minutos, o unas canciones, que trae una torta. Todo lo hace él mismo, en un afán de no perderse nada manual, artístico o vin-culado con la emoción, que pueda pasar sobre el escenario de la redundancia que es el Salón de la Reina en el gran bo-te jubilado de la Reina María, atracado en el puerto de Long Beach.

Fuera del Shutters on the Beach, en la vereda que se interrumpe sin des-nivel en un playa de 300 metros de an-cho, hay gente con malla y las medias altas, y mocasines. La playa de Santa Mónica es pública, no hay nada más que espacio para ocupar. Shutters quiere decir “persianas”, es decir que este hotel de lujo, acaso el más lindo de Santa Mónica (cualquier persona dice “ooooohhh” cuande se lo menciona), se llama “persianas al mar”, o lo que se ajuste traducir. En la habitación 415, una de las doce suites, con su té de las cinco, nos espera Dr. House.

No, no, no, no, no habíamos quedado en eso: nos espera HL, que no usa bas-tón, nada. Correcto: es Hugh Laurie, este que canta y toca el piano; alto, de camisa, unos zapatos bien, y con disco nuevo.

Es una torta de cumpleaños, para el te-cladista. Así que todos podemos partici-par del happy birthday que HL improvi-sa en el piano. Ahora silba una canción, la siguiente; ahora, como si usara un metrónomo, le pega unos golpes con un martillo de rematador a la tapa del pia-no (cuidado) y además toca un pito. Ya contó una cantidad de chistes acompa-ñados de un surtido de caras. Todas las caras de la cara larga y flaca de HL.

Sillones en la habitación 415. Pri-mer interrogante. Si es verdad como dicen allá afuera, que usted, HL, es un tipo muy encantador .

–No sé. Yo diría que tienen que ver-me cuando estoy trabajando y me pon-go ansioso.

El segundo es si pensamos bien cuando pensamos que la música no es para él un trabajo igual al de ser actor.

–Claro que no. Es diferente. Cuando uno actúa tiene una máscara puesta. Uno es una máscara. Mientras que en el escenario, como músico, me la pue-do sacar: uno trata de desprendérsela de la cara. Por eso en el escenario uno es uno mismo. O está más cerca.

Louis Armstrong grabó al menos dos tangos a los que les cambiaron el nom-bre por uno nuevo en inglés. Adiós mu-chachos fue renombrado con el título (casi de autoayuda) I Get Ideas, mien-tras que El choclo fue rebautizado Kiss of Fire. Como lo hizo el año pasado en Buenos Aires, eso está tocando y can-tando ahora HL, Kiss of Fire. Y ya está su cantante guatemalteca para la letra en español. La novedad es que ahora HL baila con la chica. Crean esto: es el pico de adhesión del público en las dos horas arriba del escenario.

Santa Mónica es una de las playas parodiadas en el GTA, un violento juego de PlayStation que los adultos conocen de tantos intentos de prohi-bírselo a los chicos. Pero nada que ver, el juego –donde Santa Mónica se llama Santa María– está ambientado en los ‘90 y la cosas no están así ahora. Los conductores esperan que uno cruce, unos letreros invitan gentilmente a visitar unas piletas donde se recicla el agua que antes se tiraba sucia al mar, y elmunicipio reparte rectángulos de un jardín comunitario para que los vecinos se recreen con la palita y los bulbos. Verdad eso; verdad también que las jugueterías de la peatonal ven-

Un auténticotodoterreno

Actuó en series de TV y en varias películas, algunas muy populares (la saga de Stuart Little, 101 dálmatas y

Sensatez y sentimientos, entre otras), pero la “Lauriemanía” se desató con su

brillante interpretación de un singular médico, convertido ya en personaje de culto. El actor, escritor y músico James Hugh Calum Laurie,

nacido el 11 de junio de 1959 en Oxford, Inglaterra, y nombrado Caballero de la

Orden del Imperio Británico por la reina, protagonizó durante ocho temporadas

(2004-2012) Dr. House, consagrada como la serie más vista en el mundo. Por su papel ganó dos Globos de Oro (2006 y 2007). Para fines de 2013, sin descuidar

su carrera musical, planea filmar una película, según le contó

a Viva. Un todoterreno.

actor, escritor y mUsico

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-un personaje-“Casi que viví encerrado

por House, pero en verdad lo disfruté mucho.”

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-house music-El 6 de mayo saldrá a la venta Didn’t It Rain, su

segundo disco.

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25den unas gomeras locales, de madera, que sirven para tirar bandas elásticas y vienen en estos modelos: 22; 9 milí-metros; calibre 38, y hay unas gomeras UZI también.

Hace un rato al Salón de la Reina en-tró un grandote vestido de marinero. Eso está un poco visto: escenografías de barco y artistas que remedan a ma-rineros. Pero esto es mucho más. Es el Queen Mary, en su momento el más grande y más rápido de los transat-lánticos del mundo; botado en 1934 , dado de baja en 1967, con 310 metros de eslora, o quizá ya podemos decir 310 metros de largo, pasado a la medida de lo que es hoy: un hotel art decó y centro de entretenimientos. Por ejemplo, en estos días hay una muestra de vestidos de Lady Di.

Ya van dos discos. ¿Cuál es la meta ahora? ¿Crecer como músi-co, como cantante?Crecer como músico, sobre todo. En ese objetivo estoy enfocado. Disfruto mucho de sentarme al piano. Puedo estar horas sin darme cuenta del paso del tiempo. Y amo salir de gira. Estuve nueve años casi sin dejar Los Angeles para grabar la serie. Y ahora, salir con la música es una aventura. Me gusta cam-biar, pero sin pensar excesivamente en el futuro. Otra meta muy placentera para mí es dar a a conocer un poco más la música que me gusta.Sus colaboradores escribieron que en Didn’t It Rain se está su-mergiendo más profundo en el blues ¿Qué querrá decir eso?No sé. Yo diría que este disco es de ma-yor amplitud. Se ve en la inclusión del tango Kiss of Fire. El choclo, ¿no? –che-quea la pronunciación–. Yo lo conocí por la versión en inglés y por respeto a la versión original hice una mezcla de ambos. Y me encanta cómo quedó.

El grandote marinero en el Queen’s Salon es Hugh Laurie. Se mueve con unos pasos aparatosos que funcionan como una contraseña: “Bien, no se to-men esto tan en serio, sólo lo suficiente” (algo de eso). El tramo más prolonga-do del stand up entre las canciones lo ocupa la explicación de este show en el transatlántico. La locación tiene que ver con la contribución que hizo un artista a la cultura musical de HL, del que HL jura no haber comprado nunca un disco.

“soy ingles pero no

tengo Discos De

los beatles”

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26 Salir, salir. Hace dos años, con Dr. House al aire y en su circunstancia del mejor actor pago de la TV, los reporta-jes a HL estaban llenos de quejas del propio entrevistado: que si en un se-máforo en rojo miraba para adelante, o a los costados, veía gente sacándole fotos; si iba al supermercado, no sólo le sacaban fotos a él, sino también a las cosas que llevaba en el chango. Lo re-sumía en una frase. “Así no podés ser vos mismo.” ¿Cuántos años espera seguir res-pondiendo preguntas sobre Dr. House?Supongo que pocos. Ya empiezan a disminuir. No me molesta para nada. Yo estoy muy orgulloso del personaje, del carácter que logró, de la serie en ge-neral, de mi trabajo. Y soy consciente de que puedo tocar mi música en parte por mi visibilidad como actor. Disfru-té mucho a House. Menos mal, porque fueron nueve años de mi vida con él. Casi de vivir encerrado por él.¿Puede volver?No está en los planes. Diría que no. A la vez pienso que es un personaje tan vivo que puede reaparecer cuando quiera. Nadie puede asegurar qué va a pasar. Como en la vida en general. Ni yo sé lo que voy a hacer esta noche.

El que operó el milagro fue Paul Mc-Cartney. El 24 de marzo de 1975, con su esposa Linda, organizó un fiesta en el Salón de la Reina del Queen Mary, es-te mismo, en este barco ya amarrado en este mismo dock. Esa noche actuó y grabó un disco el cantante y pianista de blues Professor Longhair. Su admira-dor ahora nos cuenta a todos: “Yo tenía 15 años y escuché ese disco. Me estalló la cabeza, me la cambió para siempre. Por eso es fascinante para mí tocar en este lugar. Un sueño cumplido”.

Y en Santa Mónica, que también es la playa de Baywatch (venden postales de las patrulleras de malla cavada), sobresale el pier, el muelle, donde está el parque de diversiones de las películas. Se llama Pacific Park y es un parque amontonado, con la vuelta al mundo en el medio de la montaña rusa. No falta el que hace los retratos, pero en lugar de dibujos, son cabezas, o cabecitas; uno puede llevarse la cabeza de uno reducida. De modelo está la foto de Demi Moo-re. Parece ser una referencia cultural en un sitio como éste.

EnfoquePor Claudio Aisenberg

sherlock house

Todos mienten. Dice House que todos mienten. En el arte de la mentira –la mentira es un arte para House–, él persevera y perfecciona. Pretende pasar por insensible, ególatra y despó-ticamente grosero. Si bien es todo eso, corregido y aumentado por el persona-je que arma, también él se construye a partir de una mentira. Nada parece importarle de los demás y sin embargo deja el alma –como se estila exagerar con los deportistas en-diosados– por salvarles la vida. Y, gane o pierda en esta cruzada de mortales, agota las posibilidades como si expri-miera una naranja. A veces ni siquiera una muerte lo detiene: también se puede investigar frente al cadáver. Posiciona la rigurosidad de los es-tudios médicos muy por encima del contacto directo con el paciente, buro-cracia inútil en su ideario. Todo tiene explicación para House, se la encuen-tre o no. Se trata de un antirreligioso que apela a un fervor religioso en la defensa de las estadísticas y el cálculo de probabilidades. House se jacta de muchas cosas, pero sobre todo de su racionalidad. Descoloca su naturaleza cuando, vulnerado por los impulsos, se comporta a niveles de infante.¿Alguien quiere atenderse con el doctor Gregory House? Debe saber

House y los médicosque loacompañan.

primero que será depositario del sarcasmo más punzante. Tendrá que tolerar descalificaciones, cinismo y, por qué no, maltrato. Pero vale la pena la experiencia: en casos que se presen-tan indescifrables sólo él –nadie más, literalmente– da en la tecla. Por eso lo valoran una legión de pacientes agra-decidos y los médicos de sus sucesivos equipos, quienes soportan estoicos la arbitrariedad, la intromisión en sus vidas y las excéntricas órdenes. Con ningún otro aprenderían más.House, héroe y antihéroe que intenta mostrarse inmune a las emociones, condensa su accionar profesional en dos palabras: “Resuelvo acertijos”. El genio de la medicina actúa como detective. David Shore, su creador, se inspiró en la pericia de Sherlock Holmes para darle forma a este doctor políticamente incorrecto. Elemental, Watson: había que hallar al intérprete adecuado y a Hugh Laurie le tomó casi nada convencer a la producción.Desmañado, manipulador, caprichoso y consumidor hasta la adicción del opioide Vicodín para mitigar sus terri-bles dolores en una pierna, el bastón que usa es a la vez real y simbólico. Lo sostiene como él sostiene su mentira: resulta que House, el malo de la pelí-cula, es bueno a su pesar.

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Cortinas pesadas, mesas redondas. Veladores en el escenario completan el ambiente de club de blues. Invitados, periodistas, y unos 200 fans que se ve que de tanto estar al tanto de lo que pasa con Hugh Laurie fueron los primeros en comprar las entradas por la suma exi-gua de 20 dólares. Con una expansivi-dad ya plasmada en los alcances de la cirugía de busto, la más notoria de las rubias en el salón no sé qué cosas nos di-ce acerca del oído. Incluye las palabras “fantastic” y “amazing”, y las construc-ciónes “love him” o “love it”. Un vigilan-te se hace ver y le dice: silencio.

¿La apertura musical del inglés HL llegará alguna vez a la música de su país? No compro discos de música de mi país, ni de música pop. No digo que no co-nozco las canciones. Prendo la radio y las escucho. Pero comprar, no. No tengo ninguno de Los Beatles, por ejemplo.¿Ni uno?Ni uno. Tal vez tenga un par de discos de los Rolling Stones, porque ellos se acercaron más al blues...Dijo que no tenía idea de qué se trataban las canciones de David Bowie...Bueno... habré escuchado alguna cuan-do pongo la radio.¿Puede tocar una canción de Los Beatles si se sienta ahora al piano? Bueno... si lo intento, quizá.

Un mirá quién canta célebre: todo el mundo vio Dr. House. Pero esta noche en el barco se está despidiendo el Nuevo Bluesman, aunque el que acaba de pre-sentar ya es su segundo disco, Didn’t It Rain, con canciones de pioneros como W. C. Handy y Jelly Roll Morton, y ar-tistas como Dr. John o Alan Price. Dr. Blues se siente apoyado por sus músicos de la Copper Bottom Band. Se refleja en los aplausos ampulosos que le dedica a cada uno de ellos después de cada in-tervención.

En 2012 tocó en la Argentina y se puso la camiseta de la Selección. Tra-tándose de un inglés, siempre es algo. ¿Estará al tanto del reclamo por las is-las Malvinas?–Los días que estuve supe que hubo una manifestación frente a la Embajada británica. Me generó algo de inquietud sobre la actitud de la gente en el show. Pero la comunicación y la tradición de entendimiento cultural y musical tras-cienden esos temas. Se puede separar. El público de Buenos Aires fue extraor-dinario. Ojalá volvamos.Dijo que si tuviera que elegir entre el escritor (publicó una novela po-licial y empezó escribir la segun-da), el actor y el músico, se queda-ría con la música. ¿Por qué?Porque soy muy feliz. Y encima hay pú-blico dispuesto a escucharme. Tengo mucha suerte, ¿no? _

-el show-Relajado, a bordo del

Queen Mary: “Soñaba con tocar en este barco”.

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