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El boom de las microfi nanzasEl modelo latinoamericano

visto desde adentro

Marguerite BergerLara Goldmark

Tomás Miller-SanabriaEditores

Banco Interamericano de Desarrollo

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Las opiniones expresadas en este libro pertenecen a los autores y no necesaria-mente refl ejan los puntos de vista del BID.

Cataloging-in-Publication data provided by the Inter-American Development Bank Felipe Herrera Library

El boom de las microfi nanzas : el modelo latinoamericano visto desde adentro / Marguerite Berger, Lara Goldmark, Tomás Miller-Sanabria, editores.

p. cm. Includes bibliographical references. ISBN: 1597820652 ISBN: 9781597820653

1. Microfi nance—Latin America. 2. Loans, Personal—Latin America. I. Berger,Marguerite. II. Goldmark, Lara. III. Miller Sanabria, Tomás. IV. Inter-American Development Bank.

HG178.3 .B285 2007

© Banco Interamericano de Desarrollo, primera edición en castellano: octubre de 2007. Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida, ni en todo ni en parte, ni utilizarse de ninguna manera ni por ningún medio, sea electrónico o mecánico, incluidos los procesos de fotocopiado o grabado, ni por ningún sistema de almacenamiento o recuperación de información, sin permiso previo por escrito del BID. La autorización para utilizar el contenido de este libro puede solicitarse a:

IDB Bookstore 1300 New York Avenue, NWWashington, DC 20577Estados Unidos de AméricaTel. (202) 623-1753, Fax (202) 623-1709 [email protected] www.iadb.org/pub

La Ofi cina de Relaciones Externas del BID fue responsable de la producción edi-torial de la publicación.

Dirección editorial: Rafael CruzEditor principal: Gerardo GiannoniEditora de producción: Claudia M. PasquettiCorrección de estilo: Luciana Del GizzoLectura de pruebas: Carolina MéndezAsistente editorial: Cathy Conkling-ShakerDiagramación: The Word Express, Inc.

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A los 60 millones de empresarios que cada día se esfuerzan

por tener éxito. Y a los pioneros de las microfi nanzas,

que se asociaron a dichos esfuerzos.

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Í N D I C E

AGRADECIMIENTOS ................................................................................vii

PRÓLOGO ............................................................................................... ix

Luis Alberto Moreno

CAPÍTULO 1El modelo latinoamericano de microfi nanzas ...................................1

Marguerite Berger

CAPÍTULO 2Pioneros en la comercialización de las microfi nanzas:

el avance logrado con el upgrading ..........................................43

Marguerite Berger, María Otero y Gabriel Schor

CAPÍTULO 3Downscaling: la incursión de bancos

latinoamericanos en las microfi nanzas ....................................91

Beatriz Marulanda

CAPÍTULO 4Regulación y supervisión del microcrédito en

América Latina .........................................................................125

Ramón Rosales

CAPÍTULO 5Instituciones de microfi nanzas en tiempos de crisis:

efectos, actuaciones y lecciones aprendidas ..........................165

Armando Muriel, Victoria Muriel, Giulissa Franco

y Elsa Martín

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vi ÍNDICE

CAPÍTULO 6La tecnología adecuada para las microfi nanzas .............................189

Sergio Castello y Carlos Danel

CAPÍTULO 7Más allá de las fi nanzas: microfi nanzas y servicios

de desarrollo empresarial ........................................................219

Lara Goldmark

CAPÍTULO 8Los retos futuros de las microfi nanzas en

América Latina .........................................................................269

Robert Peck Christen y Jared Miller

CAPÍTULO 9El futuro de las microfi nanzas en América Latina .........................307

Tomás Miller-Sanabria

ACERCA DE LOS AUTORES ....................................................................333

ÍNDICE DE MATERIAS ............................................................................339

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A G R A D E C I M I E N T O S

Este volumen intenta capturar la experiencia recogida a lo largo de

más de una década por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID)

y el Fondo Multilateral de Inversiones (Fomin) en la promoción de

las microfi nanzas en América Latina y el Caribe. El libro describe la

evolución del modelo latinoamericano en esta área, en palabras de los

mismos participantes que ayudaron a elaborarlo e instrumentarlo, con

resultados fi nancieros extraordinarios y un igualmente extraordinario

impacto en el desarrollo. Valoramos sinceramente la disposición que

han puesto de manifi esto para compartir su visión y sus experiencias

en el campo de las microfi nanzas en la región.

Agradecemos especialmente a Sergio Castello, Robert Peck Christen,

Carlos Danel, Giulissa Franco, Elsa Martín, Beatriz Marulanda, Jared

Miller, Armando Muriel, Victoria Muriel, María Otero, Ramón Rosales

y Gabriel Schor; el trabajo que han realizado en esta región ha benefi -

ciado a millones de vidas. Agradecemos también a Carlos Alberto dos

Santos por compartir sus ideas y su experiencia. El apoyo permanente y

los conceptos ofrecidos por Sandra Darville, del Fondo Multilateral de

Inversiones, fueron esenciales para esta iniciativa. Valoramos profun-

damente su paciencia. Donald Terry, gerente de la misma institución,

concibió la idea de este libro; apreciamos particularmente su apoyo y

aliento a lo largo de este proyecto.

Lyle Prescott tradujo varios capítulos del español al inglés; ade-

más, ofreció con paciencia orientación editorial y ayuda con la revisión

tipográfi ca. Reconocemos con gratitud su colaboración invalorable. El

asesoramiento editorial experto de Nancy Morrison fue siempre valioso

y muy apreciado. Agradecemos también a los funcionarios de la Ofi cina

de Relaciones Externas del BID por sus oportunos consejos.

Tetsuro Narita investigó fuentes y verifi có datos e información.

Sin duda, su interés y su inquietud profesional lo llevarán a continuar

en el campo de las fi nanzas para el desarrollo. También agradecemos

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viii AGRADECIMIENTOS

a Nicole Rohrmann por su asistencia, de gran utilidad, en la revisión

tipográfi ca del original.

Finalmente, tenemos una profunda deuda de gratitud con el Dr.

Steven Wilson, del Fomin, por su lectura minuciosa y su revisión del

original. Sin sus sugerencias integrales y las mejoras que introdujo, este

libro no se habría publicado.

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P R Ó L O G O

Las microfi nanzas, que tienen su origen en tradiciones antiguas de

autoayuda colectiva, se han convertido en el segmento de más rápido

crecimiento, y en uno de los más rentables, de los sistemas fi nancieros

de América Latina y el Caribe.

Su crecimiento, que en los últimos años se ha mantenido regular-

mente en el orden de los dos dígitos, es refl ejo de un mercado que goza

de un reconocimiento en aumento, debido a su inmenso potencial de

desarrollo y a su excelente calidad crediticia, además de su naturaleza

contracíclica. Sin embargo, para la mayor parte de las personas que viven

y trabajan en la base de la pirámide económica, aún no se ha materiali-

zado el potencial de este instrumento en toda su magnitud.

El valor fundamental de las microfi nanzas reside en su capacidad

de estimular el espíritu de iniciativa y de generar la posibilidad de una

mejor vida para millones de individuos con gran espíritu de trabajo,

que en la actualidad carecen de acceso al sistema fi nanciero formal. Así,

trascienden los parámetros de ingresos y balances: convierten la esperanza

en ganancias, las ganancias en oportunidades y las oportunidades en un

crecimiento económico sostenible para las familias y las comunidades

en que estas se insertan.

En las últimas tres décadas, y desde la creación del Programa de

Pequeños Proyectos, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) ha

brindado apoyo directo a las microfi nanzas. En ese período el BID ha

otorgado préstamos a gobiernos para apoyar los marcos jurídicos y la

reforma normativa, crear centrales de riesgo, y para fi nanciamiento a

bancos e instituciones de microfi nanzas. Las donaciones y los créditos con

tasas de interés bajas han ayudado a numerosas ONG precursoras en este

campo a desarrollar y ampliar el alcance de los micropréstamos; además,

han proporcionado la base del capital embrionario y del crecimiento

sostenible. A lo largo de los últimos diez años, el Fondo Multilateral de

Inversiones (Fomin) del Banco, en particular, se ha convertido en una

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x PRÓLOGO

importante fuente de innovación y capital para el sector en la región,

al ofrecer capital y fortalecimiento de la capacidad institucional a enti-

dades nuevas de microfi nanzas y a fondos de inversiones relacionados

con esta actividad.

En este momento, las microfi nanzas en América Latina y el Caribe

enfrentan una encrucijada. Tomando como base varios modelos exi-

tosos aplicados en países pequeños, es necesario llevarlas a gran escala

en toda la región. A lo largo de los próximos cinco años, el Grupo BID

debería centrarse en movilizar todos sus instrumentos para desarrollar

nuevos productos, mejorar los entornos normativos y promover pro-

gramas con diversos asociados, desde ONG pequeñas hasta grandes

bancos comerciales. La meta fi nal es estimular los mercados privados

para triplicar el volumen de las microfi nanzas en la región y así llevar

el nivel actual de la cartera de US$5 mil millones a US$15 mil millones

para el año 2011.

La realidad concreta es que el sistema fi nanciero de América Latina

y el Caribe no presenta relevancia alguna, en la actualidad, para la vida

cotidiana de la gran mayoría de la población. Este es el momento de

modifi car esta realidad a fi n de crear una democracia fi nanciera en la

región, a fi n de ofrecer a los pobres mayores opciones para utilizar sus

recursos, su energía y sus talentos.

Ellos se encargarán del resto...

Luis Alberto Moreno

Presidente

Banco Interamericano de Desarrollo

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C A P Í T U L O 1

El modelo latinoamericano de microfi nanzas

Marguerite Berger

En una región caracterizada por una gran desigualdad y por ines-

tabilidad económica, las microfi nanzas constituyen una paradoja

del mundo capitalista. En los últimos 20 años, han pasado de ser

un experimento poco conocido en pos del desarrollo a convertirse en

una empresa multimillonaria que lleva servicios bancarios a millones

de personas. Si bien la industria ha crecido en todo el mundo, y hay

actores destacados en cada región, las instituciones de América Latina

sobresalen por su integración en el sistema fi nanciero formal y por sus

admirables indicadores de crecimiento, cobertura y rentabilidad. Hacia

fi nes de 2004, 80 de las instituciones de microfi nanzas más importantes

de América Latina (tanto ONG como instituciones fi nancieras formales)

brindaban servicios a más de cuatro millones de clientes, con una cartera

combinada de préstamos vigentes por un valor de US$4.000 millones

(Miller y Martínez, 2005).1 El volumen actual de microcréditos es mucho

mayor, ya que en la región operan cientos de instituciones, incluidos

algunos bancos comerciales de gran envergadura que recientemente

han ingresado al mercado de las microfi nanzas en países como Brasil,

México, Perú y Venezuela.

El camino para llegar hasta este punto no ha sido fácil y la industria

de las microfi nanzas está lejos de alcanzar su apogeo en la región. De

1 La cifra corresponde a la cartera de préstamos vigentes, a su cantidad de saldo disponible, lo que signifi ca que las 80 instituciones declarantes en 2004 desembolsaron más de US$10.000 millones en concepto de préstamos.

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2 MARGUERITE BERGER

hecho, enfrenta retos continuos: fundamentalmente, llevar el servicio a

poblaciones desatendidas, mantener la rentabilidad en un contexto de

creciente competencia y atraer más inversión privada.

No obstante, la experiencia acumulada hasta el momento en

América Latina ejemplifi ca a todas luces cómo un enfoque visionario de

préstamos a empresas se convirtió en una industria por mérito propio.

En la mayoría de los países de la región, los formadores de políticas, los

donantes y el público opinan que las instituciones de microfi nanzas

realizan un aporte importante al desarrollo fi nanciero y socioeconómico.

Más aún, las entidades que fi nancian microemprendimientos tienen

mucho que enseñar a la industria bancaria del mundo sobre cómo tra-

bajar con un nuevo segmento de clientes y cómo gestionar los riesgos

propios de ese segmento.

La industria de las microfi nanzas en América Latina tiene algunas

características distintivas que la diferencian de la actividad en Asia, África

u otras economías en transición de Europa del Este. La mayoría de los

precursores en esta región comenzaron siendo entidades privadas, sin

fi nes de lucro, con presencia en los mercados urbanos. Las instituciones

de microfi nanzas se centraron en la concesión de crédito como servicio

principal, y hace relativamente poco que comenzaron a desarrollar

programas de ahorro y a expandir sus líneas de productos hacia áreas

tales como fi nanciamiento de la vivienda y remesas. Si bien la mayoría

de las entidades precursoras se ocuparon de los pobres, y el grupo po-

blacional de ingreso bajo aún constituye la mayor parte de la base de

clientes del sistema, la característica distintiva de las microfi nanzas en

América Latina no ha sido un enfoque exclusivo en los pobres, como

sucede en muchas instituciones asiáticas y africanas. En el continente

latinoamericano, se ha hecho especial hincapié en prestar servicios a

empresas sin sufi ciente acceso a los servicios fi nancieros y al público

no bancarizado en general.

Este libro ofrece una visión interna de la industria de las microfi -

nanzas en América Latina, según la óptica de quienes han trabajado a

lo largo de las décadas para hacerla crecer. Las lecciones aprendidas no

sólo son pertinentes para la comunidad microfi nanciera mundial, sino

en general para el campo del desarrollo. En una región caracterizada por

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EL MODELO LATINOAMERICANO DE MICROFINANZAS 3

una gran desigualdad y por inestabilidad económica, las microfi nanzas

constituyen una paradoja del mundo capitalista. Esta industria ha po-

dido crear servicios viables para quienes ocupan la base de la pirámide

socioeconómica, ha sobrevivido y crecido en condiciones económicas

adversas, y se ha transformado en un segmento rentable, de rápido

crecimiento, dentro del sector fi nanciero regulado.

Características del modelo latinoamericano

Muchos sostienen que no existe un único modelo latinoamericano de

microfi nanzas. En realidad, existe una multiplicidad de modelos, enfoques

y formas en que las instituciones responden a la demanda de servicios

fi nancieros de pequeña escala. Las diversas modalidades operativas tienen

en cuenta las circunstancias de cada país o mercado, como el grado de

desarrollo de los mercados fi nancieros locales, las condiciones macroeco-

nómicas, el marco regulatorio y el capital humano disponible.

Defi nición de microfi nanzas

Al centrarse en América Latina, este libro defi ne las microfi nanzas como

los servicios fi nancieros destinados principalmente a las microempresas,

sus propietarios/operadores y sus empleados. Es importante comprender

que el término “microempresa” se defi ne en sentido amplio: incluye

actividades económicas independientes, que pueden abarcar desde

vendedores de naranjas en puestos callejeros hasta pequeños talleres con

empleados (para profundizar, véase Berger, 2000). Algunos responsables

de la formulación de políticas y académicos no consideran que las acti-

vidades más pequeñas de los pobres constituyan empresas, pero incluso

estas actividades merecen ser catalogadas como tales en virtud de los

riesgos que sus propietarios/operadores asumen con sus propios activos,

por más pequeños que sean. Y para las instituciones microfi nancieras,

estas empresas y quienes trabajan en ellas son clientes valorados.

Al defi nir las microfi nanzas, las características de los clientes son

tan importantes como la cuantía de las transacciones. Por tratarse de

operaciones informales y habitualmente familiares, las microempresas,

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4 MARGUERITE BERGER

y sus propietarios y trabajadores, no cuentan con la documentación, los

bienes y la verifi cación de ingresos salariales que normalmente exigen

los bancos, especialmente para el otorgamiento de préstamos. La clave

de las microfi nanzas es el desarrollo de productos y tecnologías para

prestar servicios fi nancieros a estos clientes sobre una base sostenible.

La distinción entre microfi nanzas y microcrédito puede ser confusa,

pero es importante. Ambos términos hacen referencia a transacciones

de pequeña cuantía, pero el microcrédito se relaciona exclusivamente

con la concesión de préstamos. En cambio, las microfi nanzas hacen

referencia a un amplio espectro de servicios fi nancieros, entre los cuales

se incluye el microcrédito, además del microahorro, la transferencia de

remesas y el microseguro, entre otros.

La prensa y los estudios en materia de desarrollo han descrito las

microfi nanzas de varias maneras. En un extremo están quienes consideran

que constituyen una especie de programa para reducir la pobreza; en el

otro, quienes sostienen que son la última modalidad adoptada por los

bancos para la generación de ingresos. Una vez más, los clientes de la

industria microfi nanciera son un aspecto importante para comprender

este complejo debate. Las microempresas son predominantemente las

empleadoras de los pobres, ya sea como propietarios/operadores o

como personal. Los microempresarios tienen algunas características

en común con los pobres: poseen poca documentación para justifi car

ingresos y antecedentes de crédito; por lo general, no han tenido acceso

a instituciones fi nancieras formales antes de las microfi nanzas; y, por

último, suelen vivir en las mismas áreas.

Algunos defi nen el microcrédito exclusivamente en relación con

la cuantía del préstamo; suelen usar un umbral de US$300, US$500 o

US$1.000 por debajo del cual un préstamo se clasifi ca en la categoría

“micro”, y presuponen que quien toma préstamos por debajo de ese

umbral es pobre. El primer problema que presenta esta defi nición es

que carece de utilidad, pues formula comparaciones entre países con

distintos niveles de desarrollo, ingresos y precios. El segundo problema

es que el gran avance del microcrédito no radica sólo en la capacidad

de realizar operaciones a escala cada vez más pequeña con efi cacia, sino

también en la posibilidad de conceder esos préstamos y cobrarlos. Para

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EL MODELO LATINOAMERICANO DE MICROFINANZAS 5

ello es preciso gestionar los riesgos que las instituciones fi nancieras

existentes no han estado dispuestas a tomar o no han estado en condi-

ciones de hacerlo.

Si el cliente carece de documentación y garantías, ¿cómo hacen

los prestamistas para evaluar los riesgos inherentes a este tipo de fi -

nanciamiento y para gestionar tales riesgos con efi cacia? A partir de la

experiencia de las instituciones latinoamericanas de microfi nanzas, se

extraen algunos principios básicos. En primer lugar, estas instituciones

deben evaluar al solicitante y su negocio. Puede afi rmarse que, cuanto

más pequeño es el préstamo en cuestión, más importancia adquiere la

reputación del prestatario. En los microcréditos, la esencia de la tran-

sacción se resume en su predisposición y su capacidad de pago.

Algunos aspectos clave de las microfi nanzas

en América Latina

Si bien ninguna generalización incluye todos los casos, es posible iden-

tifi car algunas tendencias y características clave que permiten comparar

la industria microfi nanciera de América Latina con las de otras regiones,

especialmente Asia. El modelo de microfi nanzas asociado con el Banco

Grameen, de Bangladesh, es muy conocido; el modelo latinoamericano,

por su parte, ha recibido mucha menos atención. Esta obra hace un

repaso del desarrollo histórico de las microfi nanzas en América Latina

y se centra en aquellos aspectos que son exclusivos de este modelo.

Posiblemente, la característica distintiva más importante de las mi-

crofi nanzas en la región sea la orientación comercial de las instituciones

líderes en materia de operaciones, desempeño fi nanciero, fi nanciamiento

y propiedad; una orientación que también se está instaurando en Asia.

Otros elementos clave que distinguen a la industria microfi nanciera

en América Latina son su adaptabilidad y capacidad de respuesta a las

demandas de los clientes, su mayor concentración en áreas urbanas y

la diversidad de su clientela.

Además, ha crecido a una tasa anual estimada entre el 30% y el

40% en los últimos tres a cinco años, e incluso a tasas más altas en países

tales como Brasil, México y Perú. Las instituciones de microfi nanzas

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6 MARGUERITE BERGER

latinoamericanas tienen mayor envergadura que sus homólogas de África,

Europa del Este y Oriente Medio, pero aún no han alcanzado la escala

masiva que poseen las reconocidas instituciones asiáticas. Parte de la

diferencia entre la cobertura de las microfi nanzas de ambas regiones es

atribuible a su enorme brecha demográfi ca. Sin embargo, mientras la

población de América Latina equivale al 14% de la población asiática,

tiene apenas el 6% de la cantidad de microempresas prestatarias de ese

continente. El número promedio de deudores por institución microfi -

nanciera en América Latina es de 31.000, frente a 130.000 en Asia (MIX,

2005). Sin embargo, las microfi nanzas latinoamericanas están en franco

crecimiento, a un ritmo acelerado.

La demanda de servicios fi nancieros entre los clientes ha sido uno

de los motores principales de las microfi nanzas latinoamericanas desde

sus comienzos. Hasta cierto punto, las instituciones de microfi nanzas

especializadas del mundo comparten esta característica, dado que

todas tienen como misión subyacente mejorar el bienestar del grupo

destinatario. En respuesta a la demanda de los clientes y a sus propias

capacidades, la mayoría de estas instituciones en América Latina co-

menzó por ofrecer créditos y luego amplió la gama de servicios, tras

perfeccionar la tecnología crediticia. Actualmente, ofrecen una gama

de productos para micro y pequeñas empresas: crédito individual y

colectivo, préstamos para inversión, hipotecarios y de consumo, y

líneas de crédito. Las operaciones de depósito incluyen varios tipos

de cuentas: cuentas de ahorro con libreta, depósitos a plazo fi jo en

distintas monedas y cuentas corrientes. Algunas también ofrecen otros

tipos de servicios, tales como transferencias y remesas nacionales e

internacionales, cambio de divisas, cobro de servicios públicos (agua,

electricidad y teléfono, de prestadores privados o públicos), cobro de

impuestos locales e incluso documentos hipotecarios, tales como pagarés

e instrumentos de deuda.

Uno de los secretos de las microfi nanzas de América Latina y de

otras partes del mundo es la lealtad del cliente. Las instituciones tienen

en claro que, para las entidades fi nancieras, el tiempo dedicado a la

interacción más un buen servicio es sinónimo de confi anza, y eso se

traduce en lealtad. Conocen bien a sus clientes y hacen sus tareas de

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EL MODELO LATINOAMERICANO DE MICROFINANZAS 7

modo tal que los productos que ofrecen satisfagan sus necesidades y

los hagan sentirse valorados.

Si bien esta situación está cambiando, las instituciones latinoa-

mericanas aún tienden a dar preponderancia a la concesión del crédito,

con poca actividad de captación de depósitos. Algunas de las líderes,

como Women’s World Banking de Cali, Colombia, aún mantienen la

condición de entidad sin fi nes de lucro no regulada que tenían en un

comienzo y, por lo tanto, no pueden tomar depósitos. El ahorro juega

un papel más importante en la industria microfi nanciera de Asia que

en aquella latinoamericana. En algunos casos, es obligatorio; se exige

que los prestatarios realicen depósitos en cuentas de ahorro a medida

que reembolsan sus préstamos. En otros casos, el ahorro es voluntario,

y se ofrecen cuentas de ahorro accesibles y convenientes a prestatarios

y otros miembros de la comunidad.

Es conocida la dependencia de la industria microfi nanciera en

América Latina respecto de las fuentes privadas de fi nanciamiento para

impulsar el crecimiento y la continuidad de las operaciones. A diferencia

de sus homólogas de Asia y África, por ejemplo, las instituciones dependen

más de empréstitos y aportes de capital que de la captación de depósitos

para fi nanciarse (Barrès, 2005). Lo que es más importante aún, una gran

proporción de los aportes de capital y de los préstamos proceden de

fuentes comerciales o se toman a tasas de mercado (por ejemplo, véase

Miles, 2005; Heinen, 2005; Portocarrero Maisch, Tarazona Soria y Westley,

2005; Jansson, 2003). Ciertamente, el fi nanciamiento comercial implica

una menor dependencia de los donantes, pero también entraña nuevos

riesgos. Sin embargo, a medida que las instituciones de microfi nanzas

comenzaron a crecer y a alcanzar cierta magnitud, se dieron cuenta de que

la dependencia de los donantes también entraña riesgos, especialmente,

la respuesta lenta ante las crisis de las instituciones y la incapacidad para

satisfacer la creciente demanda de servicios de sus clientes, que no están

integrados a los mercados fi nancieros y de capital locales.

La rápida expansión de las instituciones de microfi nanzas lati-

noamericanas les permite llegar cada vez a más clientes de los sectores

benefi ciarios tradicionales y expandirse hacia otros sectores. De esta

manera, pueden atraer fi nanciamiento de fuentes que anteriormente sólo

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8 MARGUERITE BERGER

trataban con el sector bancario tradicional; esto, a su vez, les permite

ampliar aún más su ámbito de acción. Hacia 2005, unas 20 instituciones

latinoamericanas de microfi nanzas ya habían aumentado sus activos

hasta niveles superiores a los US$50 millones por entidad. Las más

importantes tienen capacidad para diseñar y emitir instrumentos de

magnitud sufi ciente para atraer inversionistas privados, lo que supone

una ventaja en materia de fi nanciamiento. Entre los nuevos capitales se

incluyen fondos de pensiones, bancos de inversión, y fondos interna-

cionales de inversión y para el desarrollo de capital.

La sostenibilidad y la rentabilidad de la industria microfi nanciera

latinoamericana son tan elevadas como las de otras partes del mundo,

e incluso mayores, a pesar de la menor envergadura que tienen las ope-

raciones. Aunque las economías de escala son importantes, el tamaño

mínimo que debe tener una cartera de microfi nanzas para alcanzar un

nivel de sostenibilidad, e incluso de rentabilidad, es mucho menor que lo

originalmente pensado por los analistas del sector bancario de la región.

Las instituciones de microfi nanzas latinoamericanas más importantes

en términos de rentabilidad han demostrado que es posible lograr

buenas tasas de rendimiento con una cartera de US$1 millón. Por otra

parte, aunque un gran tamaño puede ayudar, no es garantía de mayor

sostenibilidad o rentabilidad.

Pese a tener la mayor concentración de microfi nanzas con fondos

privados de carácter comercial, el modelo latinoamericano es un caso

de innovación desde abajo. Tuvo sus inicios en instituciones pequeñas

sin fi nes de lucro en unos pocos países de ingresos bajos, que se convir-

tieron en importantes instituciones bancarias y prepararon el terreno

para la entrada de una nueva oleada de bancos comerciales en el sector.

Aunque el origen institucional sin fi nes de lucro es común en todas

las instituciones de microfi nanzas de otras regiones, el Estado tiende a

participar más directamente en la industria microfi nanciera fuera de

América Latina. Esto sucede particularmente en Asia, donde el Estado

ha tenido participación en el capital de algunas instituciones líderes,

incluidos el BRI en Indonesia, un banco agrícola de propiedad estatal,

y el Banco Grameen en Bangladesh, que tenía participación estatal en

los años ochenta. Sin embargo, en este sentido, se advierten indicios de

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EL MODELO LATINOAMERICANO DE MICROFINANZAS 9

convergencia entre las dos regiones, dado que los bancos de propiedad

estatal amplían su participación en la industria microfi nanciera de

América Latina, en tanto crece el enfoque comercial en Asia.

Contextualización histórica del modelo latinoamericano

El desarrollo de las microfi nanzas es parte de la larga historia de los

servicios fi nancieros. Los académicos señalan las operaciones mercan-

tiles de la orden religiosa de los templarios como la primera institución

bancaria (Weatherford, 1997). En respuesta a las necesidades de clientes

particulares acaudalados y de importantes clientes institucionales (la

Iglesia y las monarquías europeas), los templarios ofrecían un abanico

de servicios fi nancieros, entre los que incluían seguros, transferencias,

cambio de divisas, préstamos, ahorro e hipotecas, y así sentaron las

bases de la banca moderna. Los banqueros italianos que siguieron los

pasos de los templarios ampliaron estos servicios al mercado de ingreso

medio, para atender las necesidades de pequeños terratenientes, mer-

caderes y vendedores, además de los aristócratas y altos funcionarios

eclesiásticos y gubernamentales. Para no contradecir las políticas de la

Iglesia en materia de préstamos de dinero, los créditos se disfrazaban

de transferencias, adelantos u operaciones de canje.

Lógicamente, el cambio de divisas y el préstamo de dinero son

actividades antiquísimas. Pero durante siglos, los servicios fi nancieros

informales, como los de prestamistas particulares o sociedades de ahorro

y préstamo rotatorias (ROSCA por sus siglas en inglés) eran la única

alternativa a la que podían acceder los pobres. Recién en tiempos de la

Revolución Industrial en Europa, las clases no acomodadas comenzaron

a participar en la economía del dinero, y la problemática del acceso a

los mercados y a los servicios fi nancieros comenzó a salir a la luz. De

hecho, el origen del término “prestamista usurero” está asociado con la

relación de explotación en la cual pequeños agricultores se endeudaban

a tasas exorbitantes con personas que actuaban como intermediarios

entre sus granjas y los mercados alejados (Von Pischke, 1991).

En el siglo XVIII en Irlanda, y en el siglo XIX en Alemania, Ita-

lia y Reino Unido, hicieron su aparición los modelos institucionales

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10 MARGUERITE BERGER

dirigidos al segmento más bajo del mercado. Los fondos irlandeses para

préstamo concedieron crédito y servicios de ahorro a los propietarios

de microempresas durante 150 años, y el movimiento cooperativista fue

creado para satisfacer las necesidades de asalariados urbanos y pequeños

agricultores. Este movimiento fue “exportado” a América Latina con

distintos grados de éxito y, en algunos lugares, dio paso a la formación

de sólidas instituciones fi nancieras, que atienden las necesidades de los

segmentos de ingreso más bajo.

A mediados del siglo XX, los gobiernos de los países desarrollados

y los organismos internacionales para el desarrollo de todo el mundo

comenzaron a apoyar iniciativas de gran escala destinadas a conceder

crédito a la población de ingreso bajo en áreas rurales. Estos programas

impulsados desde la oferta, que mayormente eran administrados por

bancos estatales para el desarrollo agrícola, fracasaron por varias razo-

nes, entre ellas, la inefi ciencia y la corrupción, además de los préstamos

a tasas de interés muy subsidiadas, lo que provocó un racionamiento

del crédito. Resulta irónico que el crédito a tasas bajas, que se proponía

reducir la desigualdad, haya terminado por agudizarla.

Nuevas vertientes de pensamiento en los años setenta cuestionaron

la máxima que propugna “cuanto más grande, mejor” en materia comer-

cial, y reconocieron la función útil que tenían y aún tienen las empresas

informales para la generación de ingresos y la creación de empleo para

los pobres (Schumacher, 1973; OIT, 1972). Es en este contexto que los

precursores de la industria microfi nanciera lanzaron sus programas

innovadores en los años setenta y ochenta. Posiblemente la institución

microfi nanciera más reconocida en el mundo, el Banco Grameen de

Bangladesh, se gestó alrededor de la misma época en que se llevaba a

cabo una serie de experimentos en América Latina. A partir de 1972, y

hasta 1979, Projeto Uno, en Recife, Brasil, comenzó a ofrecer préstamos

de capital de trabajo a microempresas con la consigna de que un proceso

ágil de aprobación y desembolso de los préstamos era más importante

para estos clientes que la tasa de interés. Projeto Uno también introdujo

la idea de incluir ofi ciales de crédito jóvenes y proactivos, que forjaban

relaciones personales con los clientes y eran responsables de todos los

aspectos del ciclo del préstamo, desde la concesión hasta la recuperación.

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EL MODELO LATINOAMERICANO DE MICROFINANZAS 11

Entre otros precursores de la industria microfi nanciera en América

Latina, cabe citar un fondo de préstamos destinados a los tricicleros en

República Dominicana (hombres que pedalean sobre grandes triciclos

con cestas de mercancías para la venta), que fue la antesala de la crea-

ción del Banco Ademi en ese país; y Fedecrédito, de El Salvador, una

cooperativa que ofrecía préstamos a sus miembros, usando garantías

colectivas e incentivos fi nancieros a su personal, en función del nivel

de recuperación de préstamos.

El movimiento femenino también contribuyó a impulsar el de-

sarrollo de las microfi nanzas, especialmente en Asia y América Latina.

En 1974, durante la preparación del Año Internacional de la Mujer, que

sería en 1975, 100 mujeres se reunieron en Ghana para debatir sobre los

temas que las preocupaban. En esa oportunidad, insistieron en que el

acceso al crédito era su principal preocupación, por encima de la educa-

ción, la vivienda o la atención médica pues, según sostenían, al acceder

al crédito podrían mejorar sus ingresos y satisfacer otras necesidades.

En la Conferencia de las Naciones Unidas sobre las Mujeres, realizada

en 1975 en la ciudad de México, un grupo de diez mujeres comenzó a

planifi car la institución Women’s World Banking, que posteriormente

abrió fi liales en todo el mundo, incluidas las de República Dominicana

y Colombia. El Banco Grameen y muchas instituciones de microfi nan-

zas de América Latina, especialmente en el sector de las ONG, aún hoy

apuntan a las mujeres como principal grupo de clientes.

En los años ochenta, las microfi nanzas evolucionaron más allá

de la etapa experimental. Para ese entonces, Grameen había inicia-

do su fase de crecimiento y fue el primer proyecto de desarrollo en

convertirse en una institución de microfi nanzas. Este banco realizó

una serie de aportes metodológicos importantes en este campo, tales

como utilizar grupos de referencia como mecanismo para la selección

de prestatarios y garantías; adaptar los importes y las condiciones de

los préstamos a las necesidades estacionales y de otra naturaleza de los

prestatarios; promover la visión de un banco proactivo “que llega hasta

la gente”; y utilizar el ahorro y el seguro como parte importante de la

combinación de productos, que brinda protección al cliente en épocas

de shock y de crisis.

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12 MARGUERITE BERGER

El Bank Rakyat Indonesia (BRI), un banco estatal agrícola menos

conocido, fue uno de los primeros en demostrar que las microfi nanzas

podían no sólo alcanzar la magnitud para sostenerse, sino también

ser rentables. A mediados de los ochenta, el banco llevó a cabo una

importante reestructuración y comenzó a ofrecer servicios de ahorro y

préstamo en pequeña escala a millones de personas. En la actualidad,

tiene más de 2 millones de clientes con micro y pequeñas cuentas. A lo

largo de las décadas, el BRI ha sido un ejemplo contundente de que las

microfi nanzas pueden y deberían desarrollarse de modo efi ciente a través

del sistema fi nanciero formal. Su legado en este campo incluye la oferta

de servicios de ahorro convenientes, un sistema modelo de incentivos

para el personal del banco y un sistema de gestión de información de

talla mundial sin computadoras. El BRI, un modelo de simplicidad,

utilizaba tarjetas indexadas para hacer un seguimiento y registrar los

pagos de préstamos hasta principios de los años noventa. Esta solución

de baja tecnología demuestra que los adelantos tecnológicos en la in-

dustria microfi nanciera facilitan mejoras en términos de efi ciencia y

cobertura, pero no garantizan los resultados.

En América Latina, tras los primeros experimentos ad hoc en Brasil

y en otros países, siguió un período de esfuerzos concertados y apren-

dizaje, fundamentalmente en Colombia y República Dominicana. En

Colombia, los defensores del modelo de crédito más capacitación, como

la Fundación Carvajal, realizaron un debate interno y con instituciones

afi liadas. ACCIÓN International, asociada con Carvajal en sus inicios,

se apartó del modelo de crédito más servicios adicionales en favor de un

enfoque minimalista. Aproximadamente en la misma época, la Fundación

para la Educación Superior (FES) dio apoyo a una serie de instituciones

sin fi nes de lucro, incluidas las asociadas con la red de Women’s World

Banking (WWB). Las fi liales de WWB, por su parte, adoptaron el modelo

exclusivamente de crédito o minimalista desde un comienzo. Actualmente,

WWB-Cali es reconocida como una de las instituciones de microfi nanzas

más efi cientes en el mundo y ha logrado acceder a los mercados locales

de capital a pesar de su naturaleza sin fi nes de lucro.

Otra lección importante, aunque posterior, que legó la experiencia

en Colombia fue la vinculada a la casi quiebra de Finansol, denominada

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EL MODELO LATINOAMERICANO DE MICROFINANZAS 13

desde entonces Finamérica. Esta entidad, asociada a la red ACCIÓN,

diversifi có sus actividades fuera de sus áreas de competencia esencial

y al mismo tiempo fl exibilizó los controles sobre la metodología de

crédito; así, encubrió el rápido deterioro de su cartera de préstamos.

Cuando se hizo pública su verdadera situación, en 1997, un grupo de

inversionistas y donantes con orientación social ofrecieron una inyección

de capital. La motivación del primer “rescate de una microfi nanciera”,

que fue ampliamente documentado, fue en gran medida que, si Finan-

sol quebraba, los donantes y los inversionistas posiblemente perderían

confi anza en el resto de la industria microfi nanciera de América Latina

(Lee, 2002).

Por último, a fi nales de los años ochenta, Colombia fue precursora

del modelo de instituciones de segundo piso para el fi nanciamiento del

crédito a microempresas. De acuerdo con este enfoque, el sector público

volvió a participar en el sector microfi nanciero no como minorista de

crédito, como lo había hecho en los años sesenta, sino como mayorista.

Con el apoyo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Colombia

y otros países, incluidos El Salvador, Paraguay y Perú, crearon progra-

mas destinados a canalizar fondos y asistencia técnica hacia bancos

comerciales e instituciones de microfi nanzas especializadas, a fi n de

ayudarlos a ampliar el acceso al crédito para micro y pequeñas empresas.

El programa fi nanciado por el BID contribuyó a la rápida expansión del

microcrédito en los países en los que se llevó a cabo, pero no siempre

logró crear una industria microfi nanciera comercial sostenible, especial-

mente en países como Argentina y Colombia, que se caracterizaban por

una mayor intervención del Estado (para un análisis completo de este

programa, véase Berger, Beck Yonas y Lloreda, 2003). Tras esta y otras

experiencias del BID, el Fondo Multilateral de Inversiones (Fomin), un

mecanismo del Banco para apoyar al sector privado, se convirtió en

uno de los primeros organismos de desarrollo en realizar inversiones

en capital accionario de instituciones de microfi nanzas de América

Latina. El Fomin fue el principal inversionista en ProFund, uno de los

primeros fondos especializados en la inversión de capital en entidades

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14 MARGUERITE BERGER

Los resultados de las microfi nanzas en América Latina

En la actualidad, las microfi nanzas son un negocio en marcha en América

Latina. Como propuesta comercial y como actividad, pretenden brindar

servicio a personas que no eran consideradas solventes por la industria

bancaria tradicional. Esto ha sido posible gracias al desarrollo de siste-

mas para evaluar y gestionar el riesgo de otorgar préstamos a individuos

con pocos bienes, sin documentación formal de ingresos y sin historial

formal de crédito. Las microfi nanzas requieren la creación de canales

de distribución viables y la reducción de los costos de transacción de

operaciones de pequeña envergadura. De esta forma, es posible superar

los altos costos unitarios asociados con los préstamos muy pequeños,

que han supuesto una barrera para la entrada de entidades fi nancieras

en este nicho de mercado.

En comparación con otras regiones del mundo, la disponibilidad

de crédito bancario para el sector privado es muy limitada en Améri-

ca Latina, lo que refl eja el grado de subdesarrollo de sus mercados e

instituciones, incluidos los derechos de propiedad, como así también

la gran proporción del crédito destinado al sector público. El crédito

al sector privado promedió apenas un 31% del PIB en 2004, un nivel

inferior al 37% para el período 1995–2002. Por el contrario, el crédito

promedio al sector privado fue del 77% del PIB en todo el continente

asiático (23% si se cuenta únicamente el Sur de Asia) y del 141% en

Europa Occidental en 2004 (Business News Americas, 2005; BID, 2004).

Por otra parte, los costos indirectos, los diferenciales de la tasa de interés

y la volatilidad del crédito se hallan entre los más elevados del mundo,

cercanos a los de África y Europa del Este. Este contexto presenta un

reto y una oportunidad para las instituciones de microfi nanzas y para

los bancos interesados en la actividad, ya que el potencial de crecimiento

es elevado, pero también lo son los costos y los riesgos.

No es fácil establecer cifras precisas sobre la cantidad y el im-

porte de los micropréstamos y ahorros, y sobre la clientela potencial

para estos servicios. Los mejores datos disponibles indican que, en

relación con los 60 a 80 millones de microempresas de la región, las

cuentas microfi nancieras (depósitos y préstamos) representan menos

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EL MODELO LATINOAMERICANO DE MICROFINANZAS 15

del 10% del total. Esto no incluye a los trabajadores de microempresas

u otros que podrían también demandar servicios microfi nancieros. Los

estudios basados en datos de los últimos cinco o seis años indican que

las microfi nanzas tienen en América Latina una cobertura menor que

en Asia, pero mayor que en otras regiones del mundo (Westley, 2001;

Christen, 2001). Así también, existen enormes diferencias de cobertura

entre países, entre áreas urbanas y rurales, y en el espectro de servicios

fi nancieros ofrecidos. El mercado de las microfi nanzas no tiene carac-

terísticas homogéneas en toda la región, y todavía existe la necesidad y

la oportunidad de ampliar la cobertura.

En cuanto a los proveedores de microfi nanzas, América Latina

se caracteriza por la coexistencia de una amplia variedad de insti-

tuciones de distinto tipo, especialmente en comparación con otras

regiones en desarrollo. Los modelos institucionales incluyen entidades

de microfi nanzas especializadas y sin fi nes de lucro, que en ocasiones

prestan servicios no fi nancieros a sus clientes; fi nancieras reguladas

con fi nes específi cos dedicadas a las microfi nanzas; bancos comerciales

especializados con orientación a las microfi nanzas; y cooperativas de

crédito, fi nancieras y bancos comerciales que ofrecen distintos instru-

mentos de microcrédito como parte de su línea de productos. Si bien

la evolución de la actividad en la región se centró en el desarrollo de

instituciones, actualmente ese enfoque está cambiando de crear enti-

dades especializadas a crear productos especializados, que puedan ser

ofrecidos por muchos tipos de instituciones. Esta es una gran lección

para otras regiones.

Los clientes de las microfi nanzas

La industria microfi nanciera latinoamericana provee servicios de crédito

a un amplio espectro de clientes y servicios de ahorro a un espectro

aún mayor. Determinadas metodologías particulares que se basan en

la homogeneidad de los prestatarios, tales como el sistema de bancos

comunales, no son tan frecuentes en América Latina como en otras

regiones, si bien revisten importancia en las áreas rurales y existen mo-

delos exitosos, como Compartamos en México y la red Finca en toda la

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16 MARGUERITE BERGER

región. De los cuatro a cinco millones de clientes de microfi nanzas en

América Latina, sólo el 10% opera con la banca comunal y cerca de la

mitad de esas personas son clientes de Compartamos en México.2

Como se observó, las microfi nanzas en América Latina no se centran

exclusivamente en los pobres, si bien la mayoría de las instituciones de

microfi nanzas precursoras en la región tuvieron esa orientación en un

comienzo. La industria está más orientada a empresas con acceso insu-

fi ciente a los servicios fi nancieros y a los sectores sin acceso a servicios

bancarios, incluidos los pobres y el público por encima de la línea de

pobreza. Parte de su estrategia consiste en prestar servicios a una amplia

base de clientes. Sin embargo, algunas instituciones están orientadas

específi camente hacia los pobres; entre ellas, Compartamos en México

(véase el capítulo 2).

Un aspecto asociado con la mayor diversidad de clientes, en tér-

minos de condición de pobreza, es la naturaleza más urbana y la menor

orientación hacia la mujer que caracterizan a la industria microfi nanciera

de América Latina. Las tres cuartas partes de la población latinoamericana

viven en áreas urbanas. La industria microfi nanciera ha hecho grandes

avances en las áreas rurales en los últimos años, pero sigue manteniendo

un sesgo predominantemente urbano. En Asia, especialmente en los países

con alta densidad de población rural, como Bangladesh e Indonesia, las

microfi nanzas comenzaron como un fenómeno rural; hoy en día, sigue

imperando esa concepción, aunque también está cambiando.

Hay ejemplos importantes de instituciones de microfi nanzas

orientadas hacia la mujer en América Latina, entre las que se incluyen

la fi nanciera regulada Compartamos, algunas fi liales de Women’s World

Banking y la red Pro Mujer. Aun así, el porcentaje de mujeres entre los

clientes de microfi nanzas es menor en América Latina que en otras

regiones, incluidos Oriente Medio y el Norte de África. Las compara-

ciones entre regiones indican que las mujeres son apenas el 38% de los

prestatarios de las instituciones de microfi nanzas de América Latina,

mientras que representan el 60% de la base de clientes en Asia y África

2 Para más información sobre la banca comunal en la región, véase Westley (2004).

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EL MODELO LATINOAMERICANO DE MICROFINANZAS 17

(MIX, 2005). La razón de esta diferencia puede obedecer, en parte, a

la mayor proporción de instituciones latinoamericanas que no están

orientadas fundamentalmente a la mujer, en comparación con las que

sí lo están.

La situación económica promedio en América Latina es relativa-

mente mejor que en otras regiones y, por lo tanto, el tamaño promedio

del préstamo es mayor. Sin embargo, cuando se lo considera en relación

con el PIB per cápita, los préstamos tienen un tamaño similar al de Asia

(MIX, 2005). En América Latina, el tamaño del préstamo promedio suele

utilizarse como barómetro de las características del cliente y los presta-

mistas normalmente centran su atención en la sostenibilidad, antes que

en el alivio de la pobreza. Por lo tanto, no es sorprendente que se sepa

poco sobre las características socioeconómicas de los clientes microfi -

nancieros de la región. Si bien algunas instituciones de microfi nanzas

realizan investigaciones de mercado para identifi car las necesidades

de los clientes y desarrollar nuevos productos, la mayor parte de esa

investigación tiene carácter privado.

Recientes investigaciones cuantitativas indican que el grado en

que las microfi nanzas llegan a los pobres y a los grupos de ingreso bajo

varía enormemente de un país a otro y en función del tipo de institu-

ción fi nanciera (véase un resumen de la investigación en Marulanda y

Otero, 2005). Las organizaciones no gubernamentales siguen concen-

trando sus carteras en el nivel más bajo del espectro microempresario,

al menos medido por la relación entre el préstamo promedio vigente

y el PIB per cápita. En los tres tipos de instituciones de microfi nanzas

que operan en la región (bancos, fi nancieras y ONG), la mayor parte

de los préstamos otorgados oscilan entre US$1 y US$800 (Marulanda

y Otero, 2005). Pero las ONG tienen una distribución más uniforme de

los préstamos en términos de tamaño, con una mayor proporción en el

rango entre US$1 y US$500 (50%), y una proporción mucho menor en

el rango superior a US$1.600. Sin embargo, si en lugar de los porcentajes

se tiene en cuenta la cantidad de clientes a los que se presta servicio,

se comprueba que los bancos y las fi nancieras especializadas ostentan

una cuota mucho mayor del mercado de microcréditos que las ONG.

También generan una mayor cantidad de créditos de pequeña cuantía,

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18 MARGUERITE BERGER

lo que indica que tienen un papel muy importante en el nivel inferior

del mercado microfi nanciero en la actualidad.3

Algunos observadores han criticado a las instituciones de micro-

fi nanzas de América Latina por su limitada cobertura en los sectores

pobres.4 Sostienen que está rezagada con respecto a sus homólogos en

Asia y África, en cuanto a la inserción de las poblaciones de ingreso bajo

en el sector bancario. En parte, el problema es atribuible a la defi nición

de la línea de pobreza y a los cambios de un año a otro, dado que los

clientes del sector microfi nanciero tienden a estar agrupados en torno

a la misma (por encima y por debajo). Estudios recientes realizados en

Bolivia, Haití y Perú con clientes de ACCIÓN de Bancosol, Sogesol y

Mibanco indican que una gran proporción de los prestatarios de estas

instituciones se encuentran por debajo de la línea nacional de pobreza:

el 49% en el caso de Bancosol, el 37% en el caso de Sogesol y el 27% en

el caso de Mibanco. Al analizar la distribución de los clientes por enci-

ma y por debajo de esta línea, se ve con claridad que estas instituciones

también tienen un porcentaje signifi cativo de prestatarios que están por

encima. Alrededor del 42% de los clientes de Bancosol tienen ingresos

familiares superiores al 120% de la línea nacional de pobreza; esta cifra

es del 47% en el caso de Sogesol y del 38% en el caso de Mibanco. La

clasifi cación de prestatarios por encima y por debajo de este indicador es

muy sensible a los cambios que sufra, pero en todo caso siempre señala

que están concentrados cerca de la línea de pobreza.

Sostenibilidad y rentabilidad

El desempeño de las instituciones de microfi nanzas de América Latina

ha sido un tema de acalorado debate en los últimos años (Conger y

3 El capítulo 2 analiza en más detalle este tema de la distribución de los préstamos en función de su tamaño; examina las instituciones que pasaron de ONG a instituciones fi nancieras formales e ilustra algunos de los peligros de usar el tamaño promedio del préstamo como barómetro del grado de cobertura que las instituciones de microfi nanzas tienen en la región.4 Véanse los fundamentos de Christen y Miller, en el capítulo 8 del presente libro.

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EL MODELO LATINOAMERICANO DE MICROFINANZAS 19

Berger, 2004). En esta región se encuentran muchas de las instituciones

de microfi nanzas con mayor rentabilidad y sostenibilidad del mundo.

En efecto, las cifras son satisfactorias en términos de sostenibilidad de

las instituciones y el 87% de los prestatarios son atendidos por institu-

ciones sostenibles. En promedio, la rentabilidad de las entidades tiende

a ser más elevada cuando se la mide en términos del rendimiento sobre

el patrimonio, aun si se ajusta en función de los subsidios implícitos, y

menor si se la mide en términos de rendimiento sobre los activos. Esto

indica que, en promedio, los márgenes de ganancia de las instituciones

latinoamericanas son menores, pero lo compensan con un apalanca-

miento mayor que el de sus homólogas de otras regiones.

Las instituciones de microfi nanzas más exitosas de la región ya

han alcanzado los niveles de rentabilidad de los principales bancos

internacionales con presencia allí, lo que les permite atraer mayor fi nan-

ciamiento externo y ampliar aún más su cobertura. Alrededor de 21 de

las instituciones de microfi nanzas especializadas más importantes del

mundo (la mayoría situada en América Latina) tienen una rentabilidad

superior a la de las 5 instituciones bancarias globales más destacadas y

45 instituciones de microfi nanzas superaron la rentabilidad de las 10

principales, según indica el análisis de Julie Abrams (2005). Otros estudios

e indicadores de rentabilidad confi rman este resultado. Por ejemplo, el

informe anual del Boston Consulting Group sobre la industria banca-

ria comprobó que el rendimiento sobre el patrimonio (ROE por sus

siglas en inglés) después de impuestos promedió un 13% en el mundo.

Durante el mismo año, las instituciones fi nancieras de América Latina

que informan a MicroBanking Bulletin tuvieron un ROE promedio del

15,6%, mientras que en las instituciones asiáticas promedió un 12,4%

(Sinn et al., 2004).

Tanto la sostenibilidad como la rentabilidad de la industria mi-

crofi nanciera en América Latina están mejorando. Estudios recientes

realizados por Microfi nance Information eXchange (MIX) y Micro-

Banking Bulletin comprobaron que las instituciones de microfi nanzas

demoran entre cinco y siete años en alcanzar un nivel de sostenibilidad,

si bien una proporción sustancial de los casos estudiados demoró más

tiempo. Las entidades creadas más recientemente tienden a alcanzar su

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20 MARGUERITE BERGER

nivel de sostenibilidad antes que las más antiguas, y las instituciones

fundadas entre 1999 y 2003 han logrado alcanzarlo en apenas dos años

(Stephens, 2005). Este panorama es relativamente uniforme en todas

las regiones. Sin embargo, analistas como Robert Peck Christen y Jared

Miller también advierten sobre una contracción en las utilidades de las

microfi nancieras latinoamericanas, y ponen en duda las perspectivas de

crecimiento futuro de estas instituciones, además de resaltar la necesidad

de mejorar la efi ciencia.

Las diversas vías hacia la sostenibilidad y la rentabilidad pueden

agruparse en tres grandes categorías: upgrading (la creación de una

institución fi nanciera regulada a partir de una ONG), downscaling

(bancos comerciales y otras instituciones fi nancieras que incursionan en

los segmentos de microempresas) y greenfi elds (creación de instituciones

totalmente nuevas, normalmente con el apoyo de redes internacionales).

Hasta el momento, la primera vía ha sido el camino más habitual para

lograr la viabilidad comercial, pero las otras dos están creciendo (véanse

capítulos 2 y 3). Otras instituciones, por su parte, han alcanzado un nivel

de sostenibilidad comparable al de los proveedores regulados de servicios

microfi nancieros, sin abandonar la estructura jurídica de una ONG sin

fi nes de lucro. Este libro centra menos atención en las instituciones sin

fi nes de lucro, ya que su acceso al fi nanciamiento, su crecimiento y, más

importante aún, la gama de servicios que pueden ofrecer a sus clientes

tienden a ser más limitados.

Lecciones recogidas de la experiencia latinoamericana

Muchos factores se conjugan en el éxito de la industria microfi nanciera

en América Latina. Como indica el recuadro 1.1, en su mayoría se trata

de factores surgidos al interior de las instituciones que prestan servicios

microfi nancieros. Así, una de las primeras lecciones es que la capacidad

interna de estas instituciones es sufi ciente para asegurar su éxito y el

desarrollo de la industria en su conjunto. (Las excepciones son pocas y

se trata principalmente de entidades que enfrentan muchas condiciones

externas desfavorables). Las instituciones de microfi nanzas con una

buena gestión pueden sobreponerse a algunas de las difi cultades que

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EL MODELO LATINOAMERICANO DE MICROFINANZAS 21

presentan un entorno normativo desfavorable (aunque no a todas), a

las condiciones económicas poco alentadoras e incluso a la competencia

desleal. Asimismo, las exitosas recurren a la innovación, la fl exibilidad y

el servicio al cliente para superar las barreras en el sector microempre-

sario de ingreso bajo, que suelen limitar la penetración de productos

bancarios estándar. Los detalles detrás de estas lecciones generales, que

Recuadro 1.1Factores que contribuyen al éxito de las microfi nanzas

Factores internos

• Una misión que haga hincapié en la cobertura del grupo de destino y en un sólido desempeño fi nanciero.

• Conocimiento del mercado (de la demanda y de la competencia).• Productos (de depósito y de crédito) diseñados específi camente para las necesidades

del mercado de destino.• Tecnología crediticia efi ciente, que permita controlar el riesgo.• Sistemas de gestión de información y controles internos sólidos.• Liderazgo fuerte y visionario.• Personal motivado con experiencia específi ca en microfi nanzas y sistemas de recur-

sos humanos que premien el desempeño.• Un gobierno corporativo que se caracterice por su transparencia, su responsabilidad

y por ajustarse a la misión, además de establecer funciones claramente defi nidas para la administración y el directorio.

• Estructuras de propiedad que incluyan inversionistas pacientes del sector privado, que no dependan de donantes.

• Financiamiento proveniente de diversas fuentes (que comprendan recursos propios, depósitos y préstamos, no sólo donaciones).

Factores externos

• Magnitud y concentración del sector microempresario y del sector que no tiene acceso a servicios bancarios.

• Condiciones macroeconómicas (especialmente, estabilidad de precios o niveles de infl ación previsibles, que permitan a las instituciones microfi nancieras y a sus clien-tes soportar los ciclos económicos con mayor facilidad).

• Un entorno regulatorio favorable (que incluya una regulación/supervisión prudencial y sólida en términos generales, normas que posibiliten que las microfi nanzas sean rentables, y una participación limitada del gobierno en los préstamos minoristas).

• Niveles de competencia razonables (que ofrezcan incentivos para prestar un mejor servicio a costos más bajos, sin llegar a ser predatorios ).

• Contactos políticos (pueden ser útiles, pero no es un requisito obligatorio).

Fuentes: Adaptación de Otero y Rhyne (1994) y Berger, Beck Yonas y Lloreda (2003).

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22 MARGUERITE BERGER

compartimos en este libro, son las verdaderas razones del éxito de las

microfi nanzas en América Latina.

Upgrading: el legado fundamental de América Latina

En gran medida, el desarrollo de las microfi nanzas en América Latina

en las dos últimas décadas ha sido impulsado por el proceso conocido

como upgrading: la transformación de las ONG de microcrédito, que

operan fuera del ámbito regulado por los entes de supervisión bancaria,

en instituciones fi nancieras reguladas. El capítulo 2 analiza las distintas

vías de upgrading y, para ello, presenta los casos de Calpiá (El Salvador),

Banco Los Andes ProCredit (Bolivia), Chispa (Nicaragua), Bancosol

(Bolivia), Finamérica (Colombia), Compartamos (México) y Mibanco

(Perú), junto con las refl exiones de quienes lideran las redes a las que

pertenecen estas instituciones. A pesar de no incluir algunas entidades

destacadas que utilizaron el proceso de upgrading, el análisis de estos casos

ofrece una perspectiva exhaustiva del fenómeno. La calidad innovadora

y precursora de muchas de estas instituciones se evidencia en las formas

en que enfrentaron distintas difi cultades durante el proceso.

Ante todo, ¿qué razones llevan a las organizaciones sin fi nes de

lucro a ofrecer microcréditos? Y luego, ¿por qué se toman la molestia

de obtener licencias bancarias y de cumplir con requisitos normativos

y de información costosos? Las respuestas a cada una de estas preguntas

están relacionadas. Tienen que ver con brindar servicios fi nancieros

extremadamente necesarios a un número cada vez mayor de micro-

empresas y personas de ingreso bajo: el grupo de destino. El proceso de

upgrading también ha dado respuesta a la búsqueda de fi nanciamiento,

y paralelamente ha contribuido a aumentar la efi ciencia, promover

la sostenibilidad, fortalecer las estructuras de gobierno corporativo y

ofrecer un amplio abanico de servicios a los sectores para los cuales

estas organizaciones han sido creadas.

Los casos de instituciones de microfi nanzas surgidas de un proceso

de upgrading que se presentan en el capítulo 2 no se limitan a mostrar

los aspectos positivos, sino que también describen los peligros de crear

instituciones reguladas con fi nes de lucro, que sean desprendimientos

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EL MODELO LATINOAMERICANO DE MICROFINANZAS 23

de ONG microfi nancieras. Por ejemplo, las primeras instituciones

surgidas de este modo enfrentaron problemas de dirección que no

habían sido previstos por las ONG que las habían originado. En la

inquietud acerca de los costos del modelo de upgrading resuena un

debate constante en muchas líneas de negocios acerca de la conve-

niencia de reestructurarse, comprar o comenzar de cero:5 expandir o

modernizar la capacidad existente en una institución propia o contro-

lada, como una ONG; comprar capacidad mediante la adquisición de

una institución fi nanciera o una cartera microfi nanciera; o crear una

institución de microfi nanzas desde cero conforme al modelo greenfi eld.

Actualmente, se considera que el costo del proceso de upgrading, que

implica el fortalecimiento de una institución sin fi nes de lucro para

luego crear una institución nueva con fi nes de lucro, es mucho más

elevado que trabajar con bancos comerciales ya existentes o, incluso,

que crear instituciones totalmente nuevas para ampliar y profundizar

la industria microfi nanciera. Si bien aún existen en la región casos de

ONG en proceso de upgrading, la utilización de este primer enfoque

probablemente tienda a disminuir.

En algunos países, ha surgido una segunda generación de upgrading.

Tras el liderazgo de la fi rma internacional IPC y su sociedad de inversión

afi liada, ProCredit Holding, las instituciones de microfi nanzas que fun-

cionaron como fi nancieras en Bolivia, Ecuador, El Salvador y Nicaragua

han pasado a ser entidades bancarias universales mediante el proceso

de upgrading. La fi lial de ACCIÓN en México, Compartamos, también

está en vías de adquirir la condición de banco universal mediante este

proceso. Esta tendencia es fi el a la lógica original del upgrading, espe-

cialmente en cuanto proporciona un espectro más amplio de servicios a

microempresas y personas de ingreso bajo. Gracias a su nueva condición,

estas instituciones podrán continuar ampliando sus servicios.

Para que el proceso de upgrading tenga buenos resultados o sea

mucho más fácil, deben darse una serie de condiciones previas. Entre

las más importantes, cabe citar la existencia de un liderazgo visionario

5 Se trata de una adaptación del tradicional interrogante empresarial: ¿reestructurar, cerrar o vender? Por ejemplo, véase Slater (2004).

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24 MARGUERITE BERGER

dentro de la ONG que busca transformarse y una decisión inquebranta-

ble de lograr sostenibilidad y viabilidad comercial. Como se observa en

los casos de instituciones de microfi nanzas de Bolivia y Perú, un buen

entorno regulatorio también es importante para permitir la sostenibi-

lidad de las instituciones y de los productos microfi nancieros (véase el

capítulo 4). También es importante contar con la tecnología de crédito

adecuada, buenos sistemas informáticos, sistemas de gestión del riesgo y

una estructura sólida de gobierno corporativo. Otro factor fundamental

es el capital humano, que deberá tener destrezas en las áreas bancaria,

gerencial y comercial-fi nanciera.

Los observadores que están fuera de América Latina suelen afi r-

mar que el proceso de upgrading consiste en trabajar con empresas

de mayor tamaño para aumentar la rentabilidad. Como resulta más

efi ciente administrar préstamos más grandes y sus carteras crecen más

rápido, podría haber cierto incentivo para un “cambio de misión”, que

implique abandonar la misión original y a los clientes iniciales. Aun-

que las instituciones de microfi nanzas reguladas persiguen una mayor

rentabilidad, el mercado de destino de estas entidades es muy distinto

del mercado de las instituciones bancarias tradicionales. El proceso de

upgrading no implica necesariamente ascender hacia otra categoría de

clientes; se trata de un ascenso en la condición de la institución, cuyo

objetivo es brindar una mejor atención al mismo tipo de clientes y, en

ocasiones, a clientes nuevos. La primera generación de instituciones

de microfi nanzas con proceso de upgrading actualmente atiende a un

amplio espectro de clientes: existen desde aquellas cuyo público no ha

cambiado, como es el caso de Compartamos, en México, hasta otras que,

en gran medida, han incorporado pequeñas empresas, como el Banco

Los Andes ProCredit en Bolivia. Si bien es cierto que el tamaño de los

préstamos promedio ha aumentado, el abanico de productos que ofre-

cen y los distintos plazos de sus préstamos también se han ampliado. Al

mismo tiempo, la cantidad de clientes que tienen acceso a créditos muy

pequeños se ha mantenido estable o incluso ha crecido. En el capítulo

2, se incluye un análisis exhaustivo de este tema.

Estas instituciones han tenido un enorme impacto en los mer-

cados de servicios fi nancieros de los países donde se han desarrollado,

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EL MODELO LATINOAMERICANO DE MICROFINANZAS 25

ya que incorporan una gran cantidad de clientes no bancarizados al

sector fi nanciero formal, y generan ímpetu y modelos que imitan otras

instituciones fi nancieras. De los 40 a 50 casos de upgrading que han

tenido lugar en los últimos 15 años en todo el mundo (especialmente

en América Latina), prácticamente todas estas instituciones siguen fun-

cionando y varias son líderes en la industria de servicios fi nancieros. Sin

embargo, en países como Chile y Perú, los bancos están equiparando o

incluso superando la actividad de concesión de crédito a microempresas

y sectores pobres de la mayoría de las instituciones de microfi nanzas

reconocidas. Sólo en Colombia y Honduras, el modelo sin fi nes de lucro

sigue siendo el motor de la industria microfi nanciera, seguido por unas

pocas entidades bancarias, entre las que se destacan Banco Caja Social

y Bancolombia en Colombia. En parte, esto obedece a un entorno re-

gulatorio desfavorable en ese país, donde los topes a las tasas de interés

limitan la posibilidad de cobrar tasas sufi cientes para cubrir los costos.

En Honduras, las instituciones de microfi nanzas de organismos no gu-

bernamentales han podido mantener fácilmente su condición gracias

a los niveles muy bajos de capitalización obligatoria y a la posibilidad

de captar depósitos de las instituciones sin fi nes de lucro no reguladas

por las autoridades bancarias.

Downscaling: los bancos comerciales y las microfi nanzas

Downscaling es el término que se utiliza para defi nir el proceso mediante

el cual bancos comerciales y otras instituciones fi nancieras existentes

amplían el alcance de sus servicios fi nancieros, fundamentalmente el

crédito, e incorporan el segmento de empresas de menor escala y personas

de ingresos más bajos. Debido a la creciente competencia instaurada en la

industria de los servicios fi nancieros en América Latina, las instituciones

bancarias formales se han interesado mucho más en este proceso.

En el capítulo 3, Beatriz Marulanda sostiene que las instituciones

fi nancieras formales y los bancos ingresan al sector microfi nanciero

por tres razones principales: rentabilidad de los nichos de mercado,

diversifi cación de productos y de mercados, y cumplimiento de una

función social. El interés de la industria bancaria latinoamericana en

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26 MARGUERITE BERGER

las microfi nanzas se pone de manifi esto en la importancia que la fede-

ración de bancos de la región, Felaban, ha atribuido al tema (Business

News Americas, 2005). Como bien observa Marulanda, la rentabilidad

del microcrédito es una razón necesaria pero no sufi ciente para optar

por el proceso de downscaling. Los bancos que ingresan en este mercado

normalmente cuentan con el compromiso social de los accionistas y

directores para acercar sus operaciones a los pobres. Sin embargo, un

estudio de Valenzuela (2002) también comprobó que las motivaciones

están ligadas a la contracción de los márgenes fi nancieros y a la búsqueda

de nichos de mercado más rentables. Los bancos que eligen el proceso

de downscaling tienden a apuntar a microempresas más grandes en un

comienzo y expanden su actividad hacia otros grupos del sector una vez

que han adquirido experiencia en el área.

Los bancos tienen el acceso al fi nanciamiento y a la infraestructura

necesarios para ocuparse de grandes volúmenes de actividad y de grandes

mercados, y tienen una amplia red de sucursales para captar depósitos.

Algunos bancos que ingresan al mercado de las microfi nanzas ofrecen

productos de ahorro y servicios para microempresas y población de

ingreso bajo, lo que facilita el crecimiento de su actividad de micro-

crédito. El alcance geográfi co de la base de clientes de ahorro existente

también les permite usar su historial para evaluar el riesgo de crédito,

una técnica innovadora utilizada por primera vez por Caja Social, un

banco colombiano.

En parte, la participación de los bancos en el segmento de mi-

crocréditos fue un desprendimiento de las operaciones de crédito de

consumo que utilizaban modelos de scoring estadístico. Chile fue el

primer país de América Latina en introducir el crédito de consumo a

gran escala, tras realizar una serie de reformas estructurales importantes

en el sector fi nanciero en los años ochenta. El crédito de consumo dio a

los bancos chilenos una plataforma para la expansión hacia otros países

de América Latina, incluidos Argentina, Bolivia, Ecuador, Paraguay y

Perú (Marulanda, 2000).

El microcrédito tiende a ocupar un nicho de mercado similar al

crédito de consumo para las personas con ingreso más bajo; ambos

implican préstamos de pequeña cuantía y altos costos operativos. Sin

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EL MODELO LATINOAMERICANO DE MICROFINANZAS 27

embargo, difi eren notablemente en el origen de los fondos para el re-

pago del préstamo y, por ende, en los riesgos que los caracterizan. En

el caso del microcrédito, los fondos destinados al repago provienen del

fl ujo de efectivo de las actividades productivas, normalmente del sector

informal, mientras que para el reembolso del crédito de consumo los

fondos provienen de los salarios de empleados del sector formal.

Algunas instituciones fi nancieras han comprobado acertadamente

que ofrecer productos ya existentes a segmentos de menor poder ad-

quisitivo no es lo mismo que optar por una estrategia de downscaling.

La experiencia boliviana nos presenta un buen ejemplo. Los primeros

intentos de las empresas de crédito de consumo por vender sus produc-

tos a microempresarios (sin salarios fi jos, y con bienes y documentos

limitados), sin diferenciarlos, condujeron a un sobreendeudamiento

de estos clientes, con consecuencias adversas para las instituciones de

microfi nanzas existentes. Así, estas instituciones aprendieron una im-

portante lección, y pudieron adaptar los préstamos comerciales y otros

productos usando tecnología microfi nanciera, a fi n de atender mejor

las necesidades de los microempresarios.

Existen diferencias importantes entre las instituciones que han

elegido el downscaling y las que han elegido el upgrading, en cuanto a

su propiedad, gestión, cultura y relación con el sector microempresario

(aunque cada vez son menos las diferencias entre las entidades precur-

soras en la estrategia de upgrading y las instituciones más preeminentes

que optaron por el downscaling). La industria microfi nanciera requiere

mucha mano de obra, y posee costos de transacción y tasas de interés

más elevados. Además, las mejores prácticas en el área microfi nanciera

incluyen estructuras salariales, gestión de cartera y mecanismos de

cobro de préstamos muy diferentes. Por esa razón, los bancos comer-

ciales están desarrollando nuevos modelos orgánicos que les permitan

llegar al mercado microempresario y superar los problemas propios de

introducir una nueva cultura de crédito en una estructura orgánica ya

existente. Hasta el momento, unos pocos bancos han logrado realizar

los cambios necesarios para integrar las microfi nanzas en su operatoria;

sin embargo, otros han creado nuevas divisiones, fi liales fi nancieras o

empresas de servicio que identifi can, originan y gestionan el cobro del

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28 MARGUERITE BERGER

microcrédito y el depósito del microahorro. Las asociaciones con ONG

han proporcionado un laboratorio de aprendizaje en muchos casos,

como fue el del Banco Wiese (actualmente Wiese Sudameris) y el del

Banco de Crédito, que trabajó con la ONG Acción Comunitaria y su

fi lial, Mibanco, en Perú.

En el capítulo 3, Marulanda reseña los factores más importantes

que determinan el éxito de las instituciones bancarias tradicionales

que optan por la estrategia de downscaling: regulación y supervisión

adecuadas; tecnología de microcrédito especializada y adaptada; falta

de participación del gobierno en las operaciones microfi nancieras

minoristas; y, fi nalmente, el pleno compromiso a largo plazo y la par-

ticipación de los bancos, sus socios y sus accionistas. Si no se reúnen

estas condiciones, la estrategia de downscaling en microfi nanzas es

necesariamente limitada.

Nuevas fuentes de fi nanciamiento

Los fondos de inversión especializados han tenido un rol fundamental en

las estrategias de upgrading y en la puesta en marcha de instituciones de

microfi nanzas, así como en el crecimiento de las carteras de microcrédito

de instituciones fi nancieras tradicionales más pequeñas, que deseaban

ofrecer productos microfi nancieros. Más de 40 fondos de inversión en

todo el mundo proporcionan actualmente gran parte del capital invertido

en las instituciones de microfi nanzas líderes del sector privado, ya sea en

la forma de deuda o de capital accionario. Durante los últimos diez años,

las inversiones en estos fondos han crecido desde valores prácticamente

nulos hasta superar los US$600 millones (Goodman, 2005).

El primer fondo de inversión establecido con un objetivo de ren-

tabilidad fi nanciera, ProFund, se creó para invertir en instituciones de

microfi nanzas de América Latina. Su composición accionaria se concentró

fundamentalmente en manos de organismos de desarrollo internacional,

incluido el Fondo Multilateral de Inversiones (Fomin) del Banco Inte-

ramericano de Desarrollo. ProFund ha tenido mucho éxito en ayudar a

crear y expandir las instituciones de microfi nanzas líderes de América

Latina y, al mismo tiempo, en obtener una rentabilidad favorable para

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sus inversionistas. Aunque estos fondos son privados, gran parte de su

capital es aportado por instituciones fi nancieras internacionales, tales

como el Fomin y la Corporación Financiera Internacional, y por fondos

de inversión nacionales o bancos de países europeos. Sin embargo, la

participación del sector privado crece a ritmo constante.

Un entorno propicio

Las reformas radicales en el sector fi nanciero de América Latina duran-

te los años ochenta y noventa crearon nuevas oportunidades para las

microfi nanzas, ya que ampliaron el ámbito de la competencia y elimi-

naron algunas de las barreras de entrada para nuevas instituciones. En

la mayoría de los países, las microfi nanzas no formaban parte explícita

de los programas de reforma, pero esas reformas crearon el espacio para

las microfi nanzas y los incentivos para que las instituciones fi nancieras

buscaran nuevos clientes.

Como se sostiene en el capítulo 4, el crecimiento de la industria

microfi nanciera se difi culta sin un entorno normativo sólido y prác-

ticas de supervisión adecuadas, que equilibren la protección de los

depositantes y el sistema fi nanciero con el acceso al crédito para las

empresas más pequeñas y las personas sin fuentes formales de ingreso.

El desarrollo de la industria microfi nanciera no ha sido uniforme en

América Latina, como destaca Ramón Rosales en el mismo capítulo, al

analizar las experiencias de varios países y de Bolivia, en particular. Las

naciones a la vanguardia de las microfi nanzas en la región son aquellas

en las que el marco normativo se adaptó para facilitar las operaciones

de microcrédito; de esta manera, se permitió que las instituciones de

microfi nanzas pasaran a ser reguladas sin que tuvieran que dejar de

centrarse en los clientes y que las instituciones fi nancieras ya reguladas

pudieran ofrecer crédito a un nuevo segmento. Estas estructuras jurídicas

reconocen que corresponde dar a las operaciones de microcrédito un

tratamiento diferente, aunque no preferencial, conforme a las caracterís-

ticas intrínsecas de ese tipo de crédito, que tenga en cuenta su naturaleza,

los fl ujos de efectivo, la documentación informal y la falta de informa-

ción, así como la ausencia o insufi ciencia de garantías reales. El caso

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30 MARGUERITE BERGER

de Women’s World Banking en Colombia indica que las microfi nanzas

pueden tener excelentes resultados en un marco normativo mediocre.

Sin embargo, ese entorno normativo a menudo puede impedir que los

clientes de microcrédito se benefi cien con los servicios de depósito que

ofrece la misma institución y, de esa forma, limitar la capacidad de las

instituciones de microfi nanzas, de modo que usen los depósitos para

fi nanciar sus operaciones de préstamo.

Las prácticas sólidas de regulación y supervisión también bene-

fi cian a los consumidores de servicios fi nancieros. Esto reviste especial

importancia para los depositantes; de hecho, muchos consideran que

la protección de los intereses de los depositantes es el fundamento

principal de la regulación de las entidades fi nancieras. La mayoría de

los expertos tiende a coincidir en que las instituciones de microfi nanzas

que no aceptan depósitos no deberían estar sometidas a la regulación y

la supervisión de las autoridades bancarias. Cuando se desató la crisis

fi nanciera en Bolivia a fi nes de los noventa, los principales fondos fi nan-

cieros privados (FFP), un tipo de fi nanciera que se especializa princi-

palmente en microfi nanzas, vieron crecer su base de depósitos debido a

su buena reputación. Sin embargo, si no hubiesen estado reguladas o si

hubiesen estado sujetas a normas menos rigurosas por parte de los entes

de supervisión bancaria, ese crecimiento no hubiese sido posible. Y un

entorno normativo adecuado también ofrece a los prestatarios acceso a

una fuente permanente, estable y creciente de fi nanciamiento, además

de proporcionarles información para que tomen decisiones fundadas.

Desde la óptica de las instituciones de microfi nanzas, la regulación

y la supervisión son extremadamente importantes, pues les permiten

establecer su propia base de fi nanciamiento, tomando prestado de los

depositantes y los inversionistas comerciales. A cambio, las instituciones

de microfi nanzas reguladas deben aceptar someterse a una supervisión

pública permanente y cumplir con las normas prudenciales, las normas

contables, los requisitos de información y otras pautas bancarias. De

esta manera, al estar sujetas a las mismas reglas y mediciones (tales

como patrimonio neto, límites de crédito, provisiones para préstamos

incobrables y contabilidad) que las otras instituciones fi nancieras que

ofrecen una gama similar de servicios, las instituciones de microfi nanzas

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pueden competir en igualdad de condiciones. Por último, la posibilidad

de asegurar los depósitos de estas instituciones genera mayor confi anza

entre los depositantes.

El enfoque de los organismos de regulación y supervisión debería

centrarse en el público en general, si bien en ocasiones pueden interferir

presiones de distintas partes involucradas. Estos organismos tienen interés

en reducir el costo de los servicios fi nancieros y, al mismo tiempo, en

garantizar la solvencia de los intermediarios. Su función es establecer y

hacer cumplir las normas pertinentes para propiciar operaciones seguras

y la buena actuación de todos los segmentos del sector bancario. En el

desempeño de esa función, no sería adecuado promover determinados

instrumentos de crédito o modelos en particular.

Un elemento importante para un marco regulatorio en plena

evolución que enfatice el desarrollo de los servicios microfi nancieros en

todas las instituciones (a diferencia del enfoque que procura crear la ca-

pacidad minorista de una forma institucional específi ca, con instituciones

microfi nancieras especializadas) es el desarrollo de una infraestructura

para la industria, que incluya centrales de riesgo y agencias de infor-

mes de crédito. El acceso a la información de los posibles prestatarios

mediante estas entidades ayuda a las instituciones a seleccionar mejor

a sus clientes y a gestionar los riesgos asociados con los préstamos a

microempresas. También fortalece los vínculos entre las microfi nanzas

y las fi nanzas tradicionales, ya que las agencias de informes de crédito

y las centrales de riesgo hacen un seguimiento de las operaciones de

ambos tipos de instituciones.

Los organismos que regulan la actividad bancaria en América

Latina y en el resto del mundo sufren la presión de tener que integrar

las microfi nanzas en el marco normativo del sector fi nanciero. En al-

gunos países, esta tendencia es el resultado de muchos años de trabajo

de instituciones sin fi nes de lucro que, con el apoyo de donantes y

organismos internacionales, han desarrollado tecnologías de préstamo

para microempresas y posteriormente incursionaron en la creación

de instituciones de microfi nanzas. La presión también puede provenir

de intermediarios fi nancieros tradicionales que deseen ingresar en un

nuevo nicho de mercado ante la dura competencia que enfrentan en

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32 MARGUERITE BERGER

sus mercados habituales. Por su parte, también los microempresarios

ejercen gradualmente presión sobre los gobiernos para que se fi jen topes

a las tasas de interés, como sucedió en Colombia, Ecuador, Honduras y

Nicaragua. Desafortunadamente, como señala Ramón Rosales, la presión

en pos de una reforma normativa suele surgir en el campo político y, en

ocasiones, conduce a soluciones políticas, que no siempre son favorables

para las microfi nanzas.

Capear las crisis

Hasta la crisis fi nanciera que abarcó de mediados a fi nes de los años

noventa, muchos sostenían que las microfi nanzas latinoamericanas

no habían pasado por ninguna prueba. Esta aseveración difícilmente

pueda sostenerse en la actualidad. No sólo se ha sometido a prueba a

las instituciones de microfi nanzas de la región, sino que en muchos

casos han mostrado una solidez aún mayor que otras instituciones más

tradicionales de la industria de servicios fi nancieros.

Las crisis económicas de los años noventa afectaron sistemática-

mente a todos los intermediarios fi nancieros de América Latina, incluidas

las instituciones de microfi nanzas. Pero como bien observan Armando

Muriel, Victoria Muriel, Giulissa Franco y Elsa Martín en el capítulo 5,

estas instituciones lograron sobreponerse a las crisis y, en muchos casos,

salieron fortalecidas. Además, dado que sus carteras de préstamos eran

mucho menos cíclicas que las de los bancos comerciales tradicionales,

su presencia redujo la volatilidad del sistema fi nanciero en su conjunto.

Los estudios de caso de Bolivia y Ecuador que se presentan en el capí-

tulo muestran de qué manera estas instituciones respondieron a tales

desafíos con éxito durante una crisis sistémica. El contacto estrecho con

el cliente, la empatía personal con los empresarios, la confi anza mutua,

una cultura que fomenta el pago puntual e íntegro de los préstamos, una

preselección adecuada y la tecnología fi nanciera propicia que utilizan

las instituciones de microfi nanzas se conjugaron para ubicarlas en una

posición ventajosa respecto de las instituciones fi nancieras tradiciona-

les. No obstante, los resultados no fueron uniformes. Cada institución

manejó la crisis a su manera, con distintos resultados. Y estas diferencias

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EL MODELO LATINOAMERICANO DE MICROFINANZAS 33

constituyen lecciones fundamentales para las instituciones de microfi -

nanzas en otros países y regiones.

Avances tecnológicos

La tecnología ha ayudado para que los servicios fi nancieros atomizados

que manejan sumas de dinero muy pequeñas sean viables, tanto en

términos fi nancieros como en la práctica. Pero aunque contribuye a

mejorar la efi ciencia de las instituciones de microfi nanzas, no es una

garantía. Las tecnologías de la información y la comunicación son ape-

nas una parte del conjunto de cambios gerenciales y fi nancieros, que al

combinarse con el enfoque centrado en el cliente, pueden contribuir a

la sostenibilidad de las microfi nanzas.

En el capítulo 6, Sergio Castello y Carlos Danel analizan cómo

la tecnología ofrece a las instituciones de microfi nanzas de América

Latina nuevas formas para ampliar su ámbito de acción y para brindar

mejores servicios a microempresarios en zonas urbanas y rurales. En las

últimas décadas, las tecnologías de la información y la comunicación

han tenido un protagonismo cada vez mayor en los servicios fi nancie-

ros en general. Les tomó tiempo a las instituciones de microfi nanzas

convencerse de la necesidad de invertir sumas importantes en nueva

tecnología. En ocasiones, el cambio en este aspecto de las microfi nanzas

se ha dado como resultado de los avances en otras áreas de la industria

de servicios fi nancieros, pero también ha habido ocasiones en las que

marcaron una tendencia.

La utilización de nuevos dispositivos electrónicos, como las

Palm Pilot, para aplicaciones microfi nancieras de campo ha atraído

gran atención, pero también ha habido otros cambios, en especial la

automatización de las operaciones internas, que han generado mayor

rentabilidad en términos de efi ciencia y mejora de las utilidades netas.

Las evaluaciones de riesgo de crédito para micro y pequeñas empresas

difi eren notablemente del análisis que normalmente realizan los bancos

comerciales en América Latina, que se basa en el valor de los activos de

la empresa o de los bienes personales. El análisis de carácter, en cambio,

sigue siendo fundamental en los productos de microcrédito y puede

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34 MARGUERITE BERGER

facilitarse al indagar información sobre el comportamiento pasado del

prestatario, a fi n de determinar su capacidad e intención de pago. Las

instituciones de microfi nanzas de América Latina han comprobado que

su amplia base de clientes y los historiales de operaciones de los mismos

proporcionan una base de datos atractiva para desarrollar modelos que

permitan predecir el cumplimiento en el pago de sus créditos.

Los cambios tecnológicos en la banca convencional han modifi cado

sensiblemente la naturaleza original del negocio centrada en la relación

y los nuevos procesos han quitado atractivo a los préstamos destinados

a pequeñas empresas para los bancos tradicionales. Las microfi nanzas

pueden ser consideradas como una forma de préstamo con base en una

relación, aplicada a las pequeñas empresas, ya que se asienta, en gran

medida, en el establecimiento de una estrecha relación con el propietario

de la empresa. De hecho, la nueva tecnología está ayudando a las institu-

ciones a ampliar el ámbito de acción y la efi ciencia de las microfi nanzas,

al tiempo que mejora la relación ofi cial de crédito-cliente. Las tecnolo-

gías, como el asistente personal digital, permiten que las instituciones

de microfi nanzas obtengan y procesen información en tiempo real de

manera efi ciente, de modo tal que las necesidades de los clientes pue-

dan ser satisfechas inmediatamente durante las visitas a los ofi ciales de

crédito. El capítulo 6 describe cómo las instituciones de microfi nanzas

han combinado tecnologías innovadoras, como los asistentes personales

digitales, los cajeros automáticos, las tarjetas inteligentes, las tecnologías

interactivas de voz, el scoring estadístico y los indicadores biométricos,

para formar estructuras efi caces, a partir de la experiencia recogida por

las instituciones de microfi nanzas líderes en toda la región.6

Sin embargo, como bien advierten Castello y Danel, no hay fór-

mulas mágicas. Sin innovaciones en la organización que complementen

las nuevas tecnologías para impulsar la productividad, las inversiones

en tecnología difícilmente generarán rentabilidad positiva. Muchas

instituciones de microfi nanzas aún tienen difi cultades para dominar

6 Entre ellas se incluyen Prodem, en Bolivia; Finamérica, en Colombia; Adopem y Ademi, en República Dominicana; Banco Solidario, en Ecuador; Compartamos y Fincomún, en México; Financiera Visión en Paraguay; Mibanco, en Perú; y Bangente, en Venezuela.

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EL MODELO LATINOAMERICANO DE MICROFINANZAS 35

los procesos básicos de gestión de la información que utilizan las ins-

tituciones fi nancieras formales, que en algunos casos son necesarios

para adquirir una nueva condición de entidad regulada. Aun así, para

los vanguardistas o para quienes se animan a experimentar con con-

fi guraciones alternativas en una organización, las nuevas tecnologías

representan grandes oportunidades para acceder a los nuevos canales

de entrega que les permitirán ampliar su ámbito de acción, reducir los

costos de transacción e introducir nuevos productos.

Microfi nanzas y servicios de desarrollo empresarial

Aunque el modelo latinoamericano ha desarrollado únicamente su faceta

microfi nanciera, sin unifi carse con los servicios de desarrollo empresarial,

hay una clara conciencia de que las microfi nanzas no son la panacea.

La reforma normativa y de políticas ha fi gurado entre los temas más

importantes de la región desde un comienzo, y están en marcha nume-

rosos experimentos interesantes con servicios de desarrollo empresarial

complementarios pero institucionalmente independientes.

Como Lara Goldmark señala en el capítulo 7, muchas institucio-

nes de microcrédito optaron por un modelo de crédito más servicios

adicionales durante los años setenta, en lugar del modelo “minimalis-

ta” (limitado exclusivamente a servicios fi nancieros) que impera en la

actualidad. Al comparar estos dos enfoques, es preciso distinguir entre

diversos tipos de servicios “adicionales” que tradicionalmente se ofre-

cen junto con el microcrédito: desde iniciativas básicas de educación

en materia de salud y alfabetización (dirigidas a los empresarios y sus

familias), hasta educación fi nanciera y planifi cación empresarial (vincu-

lados con la administración del préstamo), y formación gerencial o para

la adquisición de destrezas (relacionadas con la actividad comercial).

Normalmente, las instituciones ofrecen estos servicios adicionales por

razones relacionadas con su misión social; algunas también afi rman que

la capacitación contribuyó a mejorar las tasas de cumplimiento.

El modelo minimalista, que se limita a ofrecer servicios fi nancieros,

dista mucho de ser hegemónico. Si bien ha habido un alejamiento del

modelo que propone ofrecer servicios no fi nancieros, el cambio no ha

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36 MARGUERITE BERGER

sido tan drástico como insinúa la retórica. El campo del desarrollo de

la pequeña empresa ha evolucionado desde su nacimiento, en los años

cincuenta, hacia los modelos de “desarrollo de mercado” y de “cadena

de valor” del nuevo milenio. Mientras tanto, las áreas paralelas de mi-

crofi nanzas y desarrollo empresarial han compartido información y

ejercido infl uencia recíproca. Un aspecto está fuera de discusión: en la

industria microfi nanciera de América Latina, quedaron atrás los días

en que se afi rmaba que el microcrédito ligado a los servicios de desa-

rrollo empresarial mejora la rentabilidad y el impacto de la cartera. Por

otra parte, una serie de proyectos sectoriales promisorios analiza cómo

aumentar la disponibilidad de fi nanciamiento mediante mecanismos

de cadena de distribución. En los mercados sofi sticados, puede haber

incentivos comerciales para ofrecer servicios con valor agregado desti-

nados a empresas fuera de las áreas no fi nancieras.

Preguntas que aguardan respuesta

La experiencia de América Latina en el universo de las microfi nanzas

tiene mucho que enseñar a otras regiones, pero esto no signifi ca que

haya alcanzado el pináculo de la perfección. En el capítulo 8, Robert

Peck Christen y Jared Miller presentan una visión menos optimista sobre

las microfi nanzas latinoamericanas, en relación con otros observadores

en este libro. Sin dejar de reconocer sus logros, sostienen que todavía

queda un largo camino por recorrer para cumplir con la promesa de las

microfi nanzas en la región. Su análisis se centra más en algunos aspectos

problemáticos, que deben ser resueltos para que la industria continúe

desarrollándose y cumpla la misión de la mayoría de las instituciones

de microfi nanzas. Los principales desafíos que se presentan son conti-

nuar mejorando los resultados, en especial la efi ciencia en la prestación

del servicio de crédito; llegar hasta las poblaciones que no reciben el

servicio, fundamentalmente en los países de gran extensión territorial;

y enfrentar a la competencia.

Christen y Miller sostienen que, en América Latina, las microfi -

nanzas se concentran más limitadamente en el crédito para empresas,

a diferencia del enfoque en otras partes del mundo, que tiende a ser

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más abarcador y a incluir ahorro, seguro y otros servicios fi nancieros,

además del microcrédito, los cuales no se limitan sólo a microempre-

sas, sino que se destinan explícitamente a los consumidores, ya sea que

estén en el sector formal o en el informal de la economía. Estos autores

concluyen que los márgenes de ganancia no son tan sólidos como en

el pasado, debido a la intensifi cación de la competencia en mercados

clave, afi rmación que no comparten algunos expertos. Aun así, todos

coinciden en que las instituciones de microfi nanzas de América Latina

tendrán que alcanzar niveles todavía más altos de efi ciencia para poder

competir.

El desarrollo de las microfi nanzas en los países grandes tiene

características distintas de las que se observan en Bolivia y El Salvador,

que reciben gran atención en este libro. Con la excepción de México, los

países grandes no están siguiendo el camino trazado por las instituciones

de microfi nanzas que optaron por la estrategia de upgrading: son pocas

las organizaciones sin fi nes de lucro de esas naciones que tienen interés

en transformarse en instituciones reguladas, e incluso la creación de

instituciones nuevas de microfi nanzas es limitada. En Brasil, por ejem-

plo, las organizaciones sin fi nes de lucro no tienen fuerza; los bancos

estatales, en cambio, son sólidos y una serie de iniciativas recientes de

downscaling se basaron en las tecnologías de crédito para consumo, en

lugar de sustentarse en los principios probados del crédito para micro-

empresas. No obstante, la amplia red de puntos de servicio para el pago

de facturas y desembolso de asistencia social que utilizan los sectores de

bajo ingreso en Brasil ofrece una base importante para el establecimiento

de relaciones bancarias que no se encuentran en muchos otros países. Al

igual que en Chile, los bancos estatales brasileños seguramente tendrán

mayor protagonismo en la industria microfi nanciera.

Otro desafío es la necesidad de seguir captando fuentes de fi nancia-

miento del sector privado, incluso capital accionario. Pese a la expansión

de los depósitos y de otros tipos de fi nanciamiento del sector privado para

las instituciones microfi nancieras de América Latina, las microfi nanzas

comerciales aún no se han independizado de los donantes. Muchas de

las instituciones líderes siguen recibiendo fi nanciamiento subsidiado

de organismos de desarrollo, o bien estos organismos son en última

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instancia sus propietarios, a través de fondos especiales de inversión. Las

perspectivas son buenas para la migración constante hacia fuentes de

fi nanciamiento del sector privado, incluidas las utilidades retenidas y los

depósitos, así como para los mecanismos innovadores de fi nanciamiento,

tales como la emisión de bonos y la titularización de activos. Asimismo,

la cantidad de prestatarios y las sumas de dinero que ya mueve el sector

indican que la magnitud de este fenómeno ha superado los niveles de

fi nanciamiento que están en condiciones de proporcionar los donantes

y prestamistas multilaterales subsidiados, como queda demostrado en

los casos que se analizan en este libro.

Algunas ONG aún procuran transformarse en instituciones de

microfi nanzas reguladas, si bien esta tendencia no es tan común como

en el pasado. Son más los bancos que ingresan en este nuevo mercado.

El marco regulatorio del microcrédito como servicio fi nanciero oscila

permanentemente entre el control y la liberalización de las tasas de in-

terés (Silva, 2005). Un interrogante vuelve a plantearse constantemente:

cómo hacen las personas pobres con recursos limitados para reembolsar

préstamos con intereses elevados. La adopción y la adaptación de la nueva

tecnología en este campo siguen albergando probabilidades de éxito y

presentando desafíos. Las instituciones y los responsables de formular

políticas, a su vez, siguen esforzándose por encontrar la mejor forma de

prestar servicios sostenibles a microempresas, de tipo fi nanciero y no

fi nanciero, ya sean integrados o no. Aquellos que no repasan continua-

mente las lecciones que ofrecen las instituciones líderes de microfi nanzas

pueden estar condenados a repetir sus errores. Las refl exiones recogidas

en este volumen se ofrecen con la esperanza de que sirvan para acortar

el camino que las instituciones, los responsables de formular políticas,

los inversionistas y el público que los apoya deban transitar, con miras a

desarrollar servicios fi nancieros sostenibles para microempresas y otros

sectores que han estado excluidos de los mercados formales durante

tanto tiempo.

En el capítulo 9, Tomás Miller-Sanabria, un funcionario de inver-

siones del Fondo Multilateral de Inversiones, anticipa los desafíos que

han de enfrentar las microfi nanzas en América Latina y algunas de las

tendencias en franca evolución en este mercado naciente. Entre las fuerzas

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EL MODELO LATINOAMERICANO DE MICROFINANZAS 39

que incidirán en el desarrollo de esta actividad, se cuentan el aumento

de la competencia; los nuevos avances tecnológicos; las economías de

escala y la mayor efi ciencia; las necesidades de capital humano, gestión

y estructuras de gobierno corporativo; la innovación de productos y la

globalización de los servicios; y, por último, los cambios en el clima de

inversión.

Las microfi nanzas en América Latina han hecho avances increíbles

en los últimos veinte años y, en especial, en la última década. Pero este

libro no aborda la historia de las microfi nanzas en la región (pese a

incluir algo de eso): trata de los logros y los desafíos de hoy y mañana.

Este libro busca un equilibrio entre un análisis preciso y agudo del

fenómeno de las microfi nanzas en la región y el análisis de su futuro.

Ambos aspectos pueden ser útiles para los lectores de otras regiones,

como también para la propia América Latina.

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C A P Í T U L O 2

Pioneros en la comercialización de las microfi nanzas:

el avance logrado con el upgrading

Marguerite Berger, María Otero y Gabriel Schor

El proceso de upgrading para la creación de instituciones ha pre-

sentado muchas difi cultades, pero en última instancia, ha tenido

buenos resultados. En ese sentido, constituye un caso de estudio

convincente en materia de desarrollo efi caz. El upgrading, la transfor-

mación de organizaciones no gubernamentales de microfi nanzas en

instituciones fi nancieras formales, bajo la supervisión de las autoridades

bancarias, les ha permitido brindar servicios fi nancieros a microempresa-

rios, a pequeñas y medianas empresas, y a hogares de bajo ingreso. Estas

instituciones todavía tienen un desafío clave por delante: administrar

la diversifi cación y la competencia sin distorsionar su producto básico

de microcrédito.

Hace quince años, el proceso de upgrading ocupó las primeras

planas, ya que estas instituciones encabezaron el desarrollo de un sector

microfi nanciero sostenible y contribuyeron a fortalecer considerable-

mente los sectores fi nancieros de sus países. Aunque no es el principal

vehículo de expansión de las microfi nanzas en América Latina en la

actualidad, las lecciones recogidas de las experiencias de upgrading

ofrecen información valiosa para el desarrollo de sectores fi nancieros

que puedan brindar un mejor servicio a microempresarios, pequeñas

empresas y familias de bajo ingreso.

Las instituciones microfi nancieras que transitaron este proceso

siguen teniendo un papel fundamental en las microfi nanzas y en los

sectores fi nancieros de sus países, a pesar de la creciente importancia

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44 MARGUERITE BERGER, MARÍA OTERO Y GABRIEL SCHOR

que han adquirido el proceso de downscaling, es decir, la incursión de

instituciones fi nancieras formales en segmentos de menor escala, y la

creación de nuevas instituciones especializadas desde cero, a las que se

conoce como greenfi elds. Aquellas que han seguido un proceso de upgra-

ding llegan a más clientes que los bancos comerciales o las instituciones

nuevas de microfi nanzas (Marulanda y Otero, 2005). En los países más

pequeños de América Latina, representan la mayor proporción de las

microfi nanzas, fundamentalmente en Bolivia y El Salvador. En este

último país, el sector microfi nanciero liderado por Banco Los Andes

ProCredit, Bancosol y otros dos fondos fi nancieros privados (FFP) ha

incorporado a más de 450.000 clientes al sistema bancario, que apenas

tenía 142.000 en 1997; la proporción del microcrédito en la cartera total

de activos del sistema bancario ha crecido desde el 5% en 1999 hasta el

11% en la actualidad. Más aún, el tamaño promedio de los préstamos

concedidos por instituciones de microcrédito es de apenas US$1.000,

mientras que el sistema bancario tradicional concentra actualmente el

55% de la cartera de préstamos total, con 4.144 préstamos superiores

a los US$200.000.1

La razón que motivó a las instituciones a seguir un proceso de

upgrading fue la búsqueda de la sostenibilidad comercial, combinada

con una cobertura en escala. Las organizaciones no gubernamentales

tenían acceso limitado al fi nanciamiento para ser destinado a activi-

dades de préstamo; al pasar a ser instituciones reguladas, estuvieron

en condiciones de captar depósitos y acceder a fuentes comerciales de

refi nanciamiento. El desafío para estas instituciones radicó en manejar

un modelo comercial más complejo, con la consiguiente diversifi cación

de productos y clientes, sin descuidar a su clientela original de bajo

ingreso. Al mismo tiempo, necesitaban mantener la alta calidad de la

cartera de préstamos y operaciones muy efi cientes para conservar la

solidez de los resultados fi nancieros. Este capítulo analiza en qué medida

estas instituciones lograron superar tales desafíos.

1 Datos recogidos del Boletín Informativo Mensual Sistema Bancario, 31 de diciembre de 2005, publicados por la Superintendencia de Bancos y Entidades Financieras.

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PIONEROS EN LA COMERCIALIZACIÓN DE LAS MICROFINANZAS 45

Asimismo, se identifi can los factores fundamentales que contri-

buyen al éxito del proceso de upgrading, y se evalúan las consecuencias

de estos factores para el desarrollo de las microfi nanzas y para el sector

fi nanciero en su conjunto. Se refl exiona sobre las estructuras de propie-

dad, y la función que cumplen los inversionistas y los consultores para

garantizar ese éxito. Para concluir, el capítulo analiza los desafíos que

enfrentarán en el futuro tanto las instituciones que ya han pasado por

el proceso de upgrading como las que pretendan hacerlo.

Los comienzos del proceso de upgrading

En el mundo de las microfi nanzas, el término upgrading hace referencia

al proceso mediante el cual una institución fi nanciera informal o semi-

formal crea o se transforma en una institución fi nanciera regulada, bajo

la normativa y la supervisión de las autoridades bancarias de su país,

y se incorpora al sistema fi nanciero formal. El término hace referencia

al ascenso de categoría de la institución, no de nicho de mercado. En la

mayoría de los casos, una ONG ya existente dedicada a las microfi nanzas

crea una institución fi nanciera nueva que está sujeta a la regulación y

la supervisión bancaria, y adquiere la participación mayoritaria en el

capital de la nueva entidad.

Dos organizaciones microfi nancieras mundiales, ACCIÓN Interna-

tional e Internationale Projekt Consult (IPC), fueron las precursoras de

la comercialización de productos microfi nancieros; en un comienzo, se

abocaron a ayudar a organizaciones sin fi nes de lucro a transformarse en

instituciones fi nancieras reguladas. Estas organizaciones se benefi ciaron

y pudieron llevar a la práctica el aprendizaje recogido a través de sus

operaciones mundiales; en última instancia, lograron captar los recur-

sos necesarios para tener participación en el capital de las instituciones

fi nancieras formales que ayudaron a crear (gráfi co 2.1). Si bien existen

otras instituciones de microfi nanzas de prestigio que han seguido el

proceso de upgrading en América Latina, asociadas a Women’s World

Banking y a Finca, o instituciones independientes como FIE, en Bolivia,

este capítulo centra su análisis en la experiencia de aquellas asociadas

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46 MARGUERITE BERGER, MARÍA OTERO Y GABRIEL SCHOR

Gráfico 2.1 Descripción del proceso de upgrading

ONG Empresafinancierareguladasin depósitos

Empresafinancierareguladacon depósitos

Bancocomercialcon plenasfunciones

Proceso de upgrading respaldado por ACCIÓN

Bolivia Prodem

Colombia Actuar/Bogotá (Corposol)

México Compartamos SOFOL Compartamos (1999)

Por concluir en 2006

Perú Acción Comunitaria MiBanco (1998)

Proceso de upgrading respaldado por IPC

Bolivia ProCredito/Caja Los Andes

Finansol/Finamérica (1994)

Caja Los Andes (1995)

Banco Los Andes ProCredit (2004)

El Salvador AMPES Calpiá(1996)

Banco ProCredit (2004)

Nicaragua Chispa Confia/ProCredit(2000)

Banco ProCredit(2005)

Fuente: Compilado por los autores a partir de datos de las empresas.

BancoSol (1992)

con estas dos organizaciones precursoras, a fi n de ofrecer perspectivas

comparables y exhaustivas sobre este proceso.

El primer banco comercial que se especializó en el área de micro-

fi nanzas, Bancosol, fue creado en 1992, en Bolivia, por la ONG Prodem,

surgida a su vez en 1987 de una sociedad entre ACCIÓN International y

empresarios locales. La Financiera Calpiá,creada por la ONG salvadore-

ña AMPES en 1996, con el apoyo de IPC, fue la precursora en América

Central.2 Después de Bancosol, otras instituciones eligieron el proceso

de upgrading en Bolivia; entre ellas se destacan Caja Los Andes en 1995,

FIE en1996 y la FFP Prodem en 1998. Todas adoptaron la estructura de

un FFP, o fondo fi nanciero privado, una entidad regulada especializada

que se dedica a las microfi nanzas, en el marco regulatorio boliviano. Caja

Los Andes transitó una segunda instancia de upgrading y se transformó

2 Financiera Calpiá transitó una segunda instancia del proceso de upgrading: en junio de 2004, se transformó en un banco comercial en toda su dimensión, el Banco ProCredit.

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PIONEROS EN LA COMERCIALIZACIÓN DE LAS MICROFINANZAS 47

en un banco comercial, el Banco Los Andes ProCredit, en 2004. Por úl-

timo, Compartamos, de México, adquirió la condición plena de banco

comercial en 2006.3 A partir de su experiencia en Bolivia y otros países,

ACCIÓN e IPC se centraron totalmente en el proceso de upgrading de

organizaciones no gubernamentales en empresas fi nancieras y bancos

regulados: ACCIÓN en Bolivia, Colombia, México y Perú; IPC en El

Salvador y Nicaragua.

Por qué se dio el upgrading

Fueron muchas las razones que motivaron el proceso de upgrading

en América Latina, las que al fi n de cuentas, permitieron que diera

fi nalmente sus frutos. A medida que la teoría de las fi nanzas para el

desarrollo abandonaba su orientación estatal en favor del sector pri-

vado, las organizaciones sin fi nes de lucro que habían desarrollado

productos de microcrédito procuraban denodadamente comercializar

sus operaciones para captar más recursos y garantizar la sostenibilidad

de sus operaciones. Los cambios en el entorno normativo abrieron

nuevas oportunidades en la industria de los servicios fi nancieros, y el

abanico de experiencia internacional y regional contribuyó a que esas

organizaciones o sus subsidiarias pasaran a formar parte del universo

de entidades fi nancieras reguladas.

La evolución conceptual de las fi nanzas para el desarrollo

La teoría que imperaba hace 20 años sostenía que las microfi nanzas no

podían instrumentarse de manera comercial y sostenible. Así, en un

entorno caracterizado por numerosas intervenciones del sector público,

en su mayoría infructuosas, y por una tendencia general a permitir que

las iniciativas del sector privado adquirieran mayor protagonismo en

materia de desarrollo, las ONG se expandieron en toda América Latina.

Además, se convirtieron en el modelo preferido, especialmente por la

3 Compartamos recibió su licencia bancaria por parte de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores en junio de 2006.

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48 MARGUERITE BERGER, MARÍA OTERO Y GABRIEL SCHOR

comunidad internacional de donantes, para la prestación de servicios

microfi nancieros, ya que muchas ofrecían servicios de crédito de algún

tipo. Inicialmente, la mayoría de las ONG que concedían préstamos

consideraban que se trataba de un agregado a los servicios de educación

y capacitación de sectores pobres, que constituían su actividad principal;

sin embargo, algunas enfocaron su actividad hacia el crédito con miras

a lograr la sostenibilidad de sus operaciones de préstamo.

El enfoque denominado “minimalista”, promovido con excelentes

resultados por organizaciones como ACCIÓN International e IPC,

fue más allá de simplemente propugnar que las ONG se centraran en

las actividades de crédito. La intención era demostrar que era posible

conceder microcrédito en condiciones que permitieran cubrir los costos,

de modo que las instituciones fi nancieras pudieran operar de manera

sostenible y, fi nalmente, incorporarse al sistema fi nanciero tradicional.

Las primeras etapas del proceso de upgrading también fueron una

época de transición para los organismos de desarrollo internacional,

que destinaron fondos a proyectos de microfi nanzas, pero no estaban

preparados para pasar a un modelo totalmente comercial y preferían

apoyar a instituciones microfi nancieras pertenecientes a organizaciones

sin fi nes de lucro. Sin modelos bancarios, los propietarios de bancos

comerciales tenían reservas con respecto a las microfi nanzas y sus

precursores no contaban aún con los recursos necesarios para crear

sus propias instituciones con orientación comercial. Era necesario

demostrar su viabilidad fi nanciera, antes de que pudiera persuadirse

a los grupos de interés oportunos de invertir en instituciones fi nan-

cieras formales, de mayor envergadura. No obstante, IPC y ACCIÓN

encontraron en las ONG socios que compartían un fuerte compro-

miso con el grupo de microempresarios a los que estaban destinados

los servicios, así como con la creación de un modelo sostenible de

microfi nanzas.

Un aspecto que pronto se hizo palpable fue que, para los micro-

empresarios, era más importante tener acceso rápido al fi nanciamiento

que a tasas de interés bajas. De esta manera, fue posible modifi car el

paradigma de tasas de interés subsidiadas por otro que proponía tasas

sufi cientes para cubrir los costos. Estas tasas, sumadas a tecnologías

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PIONEROS EN LA COMERCIALIZACIÓN DE LAS MICROFINANZAS 49

de crédito innovadoras, garantizaron que las microfi nanzas fueran un

modelo comercial viable. Además, se comprobó que el riesgo de crédi-

to podía controlarse y que, en comparación con los costos de bancos

comerciales que conceden préstamos para empresas o de consumo, los

costos administrativos relativamente elevados de las instituciones de

microfi nanzas podían cubrirse con las tasas de interés de mercado.

La búsqueda de fi nanciamiento

En un comienzo, la razón principal de las instituciones de microfi nanzas

para seguir un proceso de upgrading institucional y regulatorio era su

necesidad de acceder a fondos para crecer. El fi nanciamiento sigue siendo

uno de los principales obstáculos en la industria microfi nanciera, pues

limita la capacidad de una institución para ampliar su ámbito de acción

y alcanzar una escala signifi cativa. Ante esta limitación, a fi nes de los

años ochenta, las ONG de microfi nanzas más desarrolladas se dieron

cuenta de que tanto los fondos de los donantes como la capacidad de

los bancos locales para concederles préstamos, que por lo general no

superaban la base de capital de las ONG, eran fuentes de fi nanciamiento

totalmente inadecuadas para el largo plazo.

Cuando estas instituciones incipientes se transformaran en enti-

dades formales reguladas, podrían apalancar su capital en una relación

de hasta 12 veces, según lo permite la Convención de Basilea, a la que

han adherido la mayoría de las autoridades monetarias de la región.

Además, al pasar a ser instituciones fi nancieras, podrían tener acceso a

los mercados de capital y crear una estructura de fi nanciamiento que

incluyera la captación de depósitos de clientes, préstamos interbancarios,

préstamos de fuentes internacionales y medios más sofi sticados, como

la emisión de títulos en mercados locales o incluso la titulización de sus

carteras. Las instituciones microfi nancieras que escogieron el upgrading

perseguían principalmente el acceso a los depósitos de clientes y a los

mercados de capital. De acuerdo con el país y el marco regulatorio,

utilizaron distintas estructuras institucionales para lograr su cometido,

desde bancos comerciales hasta fi nancieras e instituciones de fi nanzas

para propósitos especiales.

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50 MARGUERITE BERGER, MARÍA OTERO Y GABRIEL SCHOR

Había otras razones para elegir este proceso. El hecho de alcanzar

una escala nacional en materia de cobertura de clientes se traducía

en un mayor impacto social y aumentaba la visibilidad y credibilidad

de la institución, tanto en el plano local como en el internacional.

El lanzamiento de productos nuevos de crédito y ahorro para una

población excluida de las instituciones bancarias formales señalaba

un nuevo concepto de banca que podría, eventualmente, cambiar el

sistema fi nanciero de cada país, especialmente en los más pequeños,

con sistemas bancarios menos desarrollados. El establecimiento de una

base de depósitos de clientes signifi caba la independencia de socios

donantes a menudo erráticos e implicaba que las instituciones podrían

afi anzarse con mayor fi rmeza aún en la comunidad de su grupo de

destinatarios.

Reforma del marco regulatorio en el sector fi nanciero

Los cambios en el entorno regulatorio de las instituciones fi nancieras

que tuvieron lugar en los años noventa en América Latina también crea-

ron oportunidades y presiones para encarar el proceso de upgrading, ya

que las autoridades regulatorias procuraban tener mayor control sobre

las instituciones fi nancieras no bancarias y adaptaron para eso los re-

quisitos de capital mínimo, los requisitos de garantías y las normas de

supervisión, de modo tal que se permitía a las instituciones fi nancieras

reguladas prestar a microempresas dentro del marco legal y con renta-

bilidad (véase el capítulo 4).

De este modo, el proceso de upgrading se benefi ció y al mismo

tiempo incidió enormemente en la modernización de las leyes, re-

glamentaciones y prácticas de supervisión en América Latina. Ante la

existencia de instituciones de microfi nanzas bien administradas, con

carteras conformadas por gran cantidad de préstamos muy pequeños

de muy buena calidad, a pesar de la falta de garantías y documentación

formales, los gobiernos desarrollaron nuevos medios de regulación

y supervisión. En Bolivia, el gobierno incluso creó un departamento

especial dentro de la Superintendencia de Bancos para supervisar las

instituciones de microfi nanzas y sus carteras.

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PIONEROS EN LA COMERCIALIZACIÓN DE LAS MICROFINANZAS 51

Asistencia técnica

La pericia externa de instituciones como IPC y ACCIÓN, con vasta

experiencia en un amplio espectro de instituciones de microfi nanzas,

aportó las conexiones y los conocimientos prácticos que muchas de

las originales ONG de microfi nanzas necesitaban para adaptar sus sis-

temas, su gestión, sus productos y su personal en función del proceso

de upgrading, y defi nir los protocolos e indicadores de éxito. La visión

de personas clave en IPC y ACCIÓN siempre había sido fomentar la

expansión de las microfi nanzas comerciales; estas personas han sido los

motores de la transformación de la industria durante los años noventa.

Ambas empresas aportaron conocimientos, experiencia en la gestión y,

más tarde, acceso al fi nanciamiento: en un comienzo, ese acceso consistió

fundamentalmente en canalizar o identifi car recursos de donantes, pero

posteriormente las dos empresas formaron sus propias compañías de ca-

pital. Inversionistas como ProCredit Holding4 (que en parte es propiedad

de IPC y su personal), Gateway Fund y, más recientemente, Investments

in Microfi nance SPC, ambos de ACCIÓN, traen consigo fi nanciamiento,

propietarios internacionales y miembros del directorio. Su experiencia

internacional contribuye a mantener al directorio y a la dirección de las

instituciones de microfi nanzas bien informados y actualizados respecto

de los últimos acontecimientos en el área, y a llevar una medición de las

instituciones en función de normas internacionales.

El proceso de upgrading no fue fácil ni gratuito. Ha sido un enorme

desafío en términos de desarrollo institucional. Los requisitos regulatorios

y de supervisión implícitos en este proceso entrañan costos adicionales

de sistemas y de personal. Las instituciones de microfi nanzas también

debieron captar importantes sumas de capital y realizar ajustes internos

costosos que consumieron mucho tiempo, entre los que se incluye la

contratación y la capacitación de los recursos humanos. El proceso fue

largo, engorroso y costoso, y estuvo sujeto a muchas demoras inevitables.

Durante el período (de hasta 3 años) que requiere el proceso, algunas

4 En enero de 2005, IMI-International Micro Investitionen AG se transformó en ProCredit Holding Group AG.

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52 MARGUERITE BERGER, MARÍA OTERO Y GABRIEL SCHOR

instituciones se desanimaron y cuestionaron la conveniencia de su

decisión. Sin embargo, tan pronto como las nuevas licencias bancarias

estuvieron en sus manos, se inició una nueva era para las instituciones

de microfi nanzas y ninguna de ellas dio marcha atrás.

Situación actual de las instituciones de microfi nanzas que escogieron el upgrading

En la actualidad, desde hace cinco años o más, un grupo numeroso de

instituciones de microfi nanzas han estado funcionando como institu-

ciones fi nancieras formales en distintos países (véase el cuadro 2.1). Su

experiencia proporciona información sufi ciente para sacar conclusiones

acerca de su desempeño en el tiempo. Entre las instituciones de IPC,

tres se encuadran en esta categoría: Banco Los Andes ProCredit (ex Caja

Los Andes) en Bolivia; Banco ProCredit (ex Financiera Calpiá) en El

Salvador; y ProCredit (ex Confi a) en Nicaragua. En el caso de ACCIÓN

International, cuatro instituciones se encuadran en la categoría: Ban-

cosol en Bolivia; Finamérica en Colombia; Compartamos en México; y

Mibanco en Perú. Este conjunto de siete instituciones, consideradas la

primera generación de instituciones de microfi nanzas en transformarse,

pone de relieve similitudes interesantes, así como varias diferencias claras

en la evolución de las instituciones microfi nancieras que siguieron el

proceso de upgrading.

Cuando las instituciones de microfi nanzas se incorporan al

sistema fi nanciero, con administraciones sólidas y estructuras de ca-

pital claras, pueden acceder a los mercados de capital para fi nanciar

sus carteras de préstamos, lo que les permite ampliar rápidamente

su base de clientes. En su mayoría, han podido movilizar ahorros y,

así, proporcionar otro servicio fi nanciero importante a los pobres,

además de captar otra fuente importante de fondos. Al insertarse en

los sistemas fi nancieros de sus países, las instituciones de microfi nan-

zas han profundizado el ámbito de acción de los mismos, al llegar a

poblaciones anteriormente excluidas de los servicios bancarios y de

otras instituciones fi nancieras. Pese a su logro importante en térmi-

nos de cobertura, la pequeña cuantía del préstamo promedio implica

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PIONEROS EN LA COMERCIALIZACIÓN DE LAS MICROFINANZAS 53C

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54 MARGUERITE BERGER, MARÍA OTERO Y GABRIEL SCHOR

que las instituciones de microfi nanzas aún representan un porcentaje

relativamente bajo de los activos del sistema bancario de sus países.

Bolivia y Perú son las excepciones; en el caso de Bolivia, el 11% de

los activos de los mercados fi nancieros corresponden al segmento de

microfi nanzas, (véase el capítulo 4).

En la actualidad, las instituciones de microfi nanzas precursoras,

que crearon fi nancieras formales en los años noventa, son instituciones

sofi sticadas (véase el cuadro 2.2). Han dejado de ser entidades espe-

cializadas con un único producto, para transformarse en instituciones

fi nancieras que ofrecen un amplio abanico de productos de préstamo

y depósito, y una cantidad signifi cativa de servicios. El proceso de

upgrading de las ONG que concedían crédito propició un crecimiento

cuantitativo y cualitativo muy fuerte, que les ha permitido posicionarse

como proveedores de servicios fi nancieros no sólo para microempre-

sarios, sino también para hogares de bajo ingreso y para pequeñas y

medianas empresas.

En prácticamente todas las instituciones de microfi nanzas que

escogieron el upgrading, el concepto de mercado evolucionó desde mi-

croempresarios pobres en busca de capital de trabajo a hogares de bajo

ingreso, que necesitan diversos productos fi nancieros y aún no tienen

acceso a ellos. En términos generales, los sectores pobres que forman

parte de la población económicamente activa, incluidos los trabajadores

asalariados de sueldo básico, han formado parte del mercado de estas

instituciones. Más aún, la cartera de productos de préstamo que ofrecen

ha crecido e incluye no sólo micropréstamos de capital de trabajo a muy

corto plazo, sino también préstamos para pequeñas empresas de mayor

cuantía y a más largo plazo. Estas instituciones ya no se limitan a produc-

tos de préstamo. La supervisión de las autoridades bancarias nacionales

les permite, en la mayoría de los casos, ofrecer productos de ahorro, que

aumentan sensiblemente el impacto que tienen sobre el desarrollo.

El proceso de desarrollo institucional

Con el tiempo, las instituciones que escogieron el upgrading han enfren-

tado desafíos institucionales de creciente complejidad: desarrollar una

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PIONEROS EN LA COMERCIALIZACIÓN DE LAS MICROFINANZAS 55

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56 MARGUERITE BERGER, MARÍA OTERO Y GABRIEL SCHOR

base de ahorros, ampliar la cartera de productos y servicios que ofrecen,

y diversifi car su base de clientes.

Desarrollo de una base de ahorros: un avance decisivo en materia de intermediación e independencia fi nanciera

El acontecimiento más signifi cativo para la mayoría de las instituciones

de microfi nanzas que eligieron el proceso de upgrading ha sido el desa-

rrollo de una base de ahorros. Esto ha demostrado que es posible otorgar

préstamos a prestatarios de pequeña escala y fi nanciarlos con recursos

locales captados a través de la actividad de intermediación fi nanciera, en

lugar de depender de la concesión continua de donaciones, fondos para

subpréstamo provenientes de las organizaciones donantes internacionales,

o préstamos costosos de bancos comerciales locales e internacionales. El

volumen de fi nanciamiento disponible a través de la base de ahorros local

es, en defi nitiva, mucho mayor del que pueden ofrecer los proveedores

comerciales. La sostenibilidad de bancos de gran escala orientados a grupos

específi cos de destinatarios puede garantizarse en el largo plazo únicamente

si se movilizan ahorros y depósitos en moneda local para fi nanciar el cre-

cimiento de su cartera de préstamos. Además, es el máximo mecanismo

de cobertura para protegerse frente al riesgo de tipos de cambio.

Todas las instituciones de microfi nanzas que se estudian en este

capítulo, con la excepción de Compartamos, que por ley no está auto-

rizada para captar depósitos, han desarrollado productos de ahorro,

tanto para ofrecer productos fi nancieros adicionales a clientes existentes

como para captar depósitos de particulares e instituciones de mayor

ingreso. Uno de los productos de ahorro más populares entre los clientes

de ingreso bajo han sido las cuentas de libreta de ahorro, con distintas

características, que permiten un fácil acceso sin saldo mínimo o con un

saldo mínimo bajo. Asimismo, las tarjetas de débito y de crédito y los

cajeros automáticos son muy utilizados por Mibanco, Bancosol y las

instituciones ProCredit.

Hacia fi nes de 2004, tanto Mibanco como Bancosol tenían más de

50.000 cuentas de depósito, con saldos promedio que oscilaban entre

US$300 y US$500. Asimismo, hacia septiembre de 2005, las instituciones

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PIONEROS EN LA COMERCIALIZACIÓN DE LAS MICROFINANZAS 57

de ProCredit en El Salvador y Bolivia tenían 73.000 y 66.000 cuentas

de depósito respectivamente, con un saldo promedio del orden de los

US$1.000 y una mediana de saldo mucho menor (dado que el volumen

total de depósitos incluye depositantes institucionales y corporativos).

En septiembre de 2005, la cartera de depósitos de Mibanco, de

US$139,4 millones, representaba un 77,2% de su cartera de préstamos;

en Bancosol, los depósitos por valor de US$98,3 millones signifi caban

el 80,7%; y en el caso de Finamérica, los depósitos de US$26,6 millo-

nes constituían un 74%. Las instituciones de ProCredit en Bolivia, El

Salvador y Nicaragua tienen depósitos de US$94,6 millones (70% de su

cartera de préstamos), US$66,2 millones (70%) y US$21 millones (40%)

respectivamente, si bien la estrategia de forjar una base de depósitos

minoristas de gran escala recién comenzó en 2004 (anteriormente, sólo

existía una cartera limitada de productos de ahorro). A todas luces, estas

instituciones de microfi nanzas gozan de un alto grado de credibilidad,

sufi ciente para atraer cada vez más depósitos. La lealtad de los clientes es

elevada aun en épocas de crisis. Un ejemplo es Bolivia, donde Bancosol y

Banco Los Andes ProCredit tuvieron un desempeño signifi cativamente

mejor que otros bancos durante las crisis económica y política durante

los últimos diez años o más.

El desarrollo de la base de depósitos ha sido y sigue siendo un

desafío para las instituciones. Ha implicado una inversión importante

en personal, tecnología y sucursales. A menudo, se abren fi liales en nue-

vas localidades con un nuevo aspecto y una funcionalidad más formal.

Ha sido difícil adaptar la cultura institucional a la gestión de una base

de depósitos y de productos minoristas afi nes. A modo de ejemplo,

Mibanco y Finamérica han abierto sucursales en vecindarios de mayor

poder adquisitivo destinados a captar ahorros de grupos con mayores

ingresos. También han procurado captar depósitos de instituciones y han

formulado una serie de productos, tales como certifi cados de depósito,

destinados a atraer a depositantes de mayor envergadura.

Los productos de ahorro han evolucionado considerablemente

en instituciones cuyas raíces habían sido los servicios fi nancieros de

crédito. Sin embargo, los productos de ahorro para grupos de menor

ingreso siguen siendo costosos. En entornos especialmente competitivos,

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58 MARGUERITE BERGER, MARÍA OTERO Y GABRIEL SCHOR

corren el riesgo de quedar rezagados, mientras continúan proliferando

los productos de préstamo. Reducir el costo de los productos de ahorro

destinados a los sectores pobres sigue siendo un desafío importante para

estas instituciones.

Diversifi cación de productos y servicios: el camino hacia bancos integrales

A medida que muchas instituciones de microfi nanzas que siguieron

upgrading fueron posicionándose como bancos minoristas orientados

a un grupo específi co de clientes, se introdujeron otros productos ban-

carios minoristas, tales como transferencias de remesas locales e inter-

nacionales, tarjetas de débito y de crédito, servicios de cambio de divisas

y servicios de pago de facturas (véase el cuadro 2.2). Las instituciones

también analizan la posibilidad de ofrecer productos de seguro. En

cuanto a la actividad de préstamos, el abanico de productos se amplió,

y actualmente incluye préstamos para pequeñas y medianas empresas

de hasta US$100.000, y préstamos para la vivienda.

Debido a su compromiso con los grupos de ingreso bajo, las ins-

tituciones de microfi nanzas en proceso de upgrading han mostrado un

perfi l innovador para identifi car productos que satisfi cieran las necesi-

dades de su grupo de clientes y tratar de ofrecerlos a precios asequibles.

Un área que actualmente recibe especial atención es la prestación de

servicios de remesas más efi cientes y a más bajo costo. El negocio de

las remesas es muy importante en América Latina y el Caribe: en 2005,

movilizó más de US$50.000 millones.5 Proporciona una fuente vital de

ingresos para familias de bajo ingreso en toda la región. La mayoría de

las instituciones de microfi nanzas líderes (que en su mayor parte han

seguido el proceso de upgrading) estudian actualmente mecanismos

que permitan la transferencia efi ciente de estos fondos a los hogares , y

que den a los benefi ciarios un mayor acceso a préstamos y cuentas de

ahorro que devenguen intereses.

5 Según las estimaciones preliminares del Fondo Multilateral de Inversiones del Banco Interamericano de Desarrollo correspondientes a 2005.

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PIONEROS EN LA COMERCIALIZACIÓN DE LAS MICROFINANZAS 59

El posicionamiento estratégico es fundamental a la hora de es-

tructurar una combinación de productos que dé una ventaja competi-

tiva en términos de efi ciencia en los costos y lealtad del cliente. En los

mercados maduros, los clientes exigen mayor variedad de productos

fi nancieros y de precios. De cara a una demanda en franca evolución,

las instituciones de microfi nanzas que siguieron el upgrading deberán

defi nir sus estrategias para completar su desarrollo como bancos mi-

noristas. Si bien no existe una “estrategia óptima”, no hay duda de que,

en última instancia, la típica institución de microfi nanzas regulada se

verá atraída por la gama de productos de la clásica banca minorista. La

secuencia y los tiempos en que se llevará a cabo este proceso dependerá

de las condiciones del mercado, la capacidad de gestión y el entorno

regulatorio.

Diversifi cación de la base de clientes: ¿un cambio de misión?

En su misión inicial como ONG, la mayoría de las instituciones de

microfi nanzas concedían exclusivamente préstamos de capital de tra-

bajo, para lo cual utilizaban una variedad de tecnologías de crédito,

especialmente mediante préstamos personales y solidarios. El caso de

Compartamos, en México, fue la excepción, ya que desde un comienzo

ofreció un producto con base en el concepto de banca comunal. Todas

estas instituciones tenían el mismo enfoque: prestar a hogares pobres

y de bajo ingreso, y a microempresarios, mediante un único producto

de microcrédito. Sin embargo, a través del proceso de upgrading, la

mayoría de las instituciones ampliaron su gama de productos y su base

de clientes. Una de las iniciativas más controvertidas ha sido ofrecer

servicios a pequeñas y medianas empresas de mayor envergadura y en

mejor posición. Este cambio a menudo ha generado críticas, por consi-

derarse que las instituciones de microfi nanzas en proceso de upgrading

se “apartaron de su misión” y ya no tienen la misma dedicación para los

grupos de menor ingreso. En relación con estas críticas, se ha debatido

sobre la mejor forma de medir si las instituciones de microfi nanzas

llegan efectivamente a los sectores con poco acceso o sin acceso a los

servicios bancarios.

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60 MARGUERITE BERGER, MARÍA OTERO Y GABRIEL SCHOR

El método generalmente aceptado entre las ONG para evaluar el

mercado al que prestaban servicios era el tamaño del préstamo pro-

medio. Se suponía que cuanto menor fuera, más pobres y excluidos

serían los clientes. Normalmente, las ONG otorgaban préstamos por

un valor promedio del orden de los US$300 y US$400, y ofrecían un

único producto: un préstamo de capital de trabajo con un plazo de cua-

tro a seis meses. Este valor creció en las instituciones de microfi nanzas

que siguieron el upgrading, después de su transformación; en algunos

casos (como el de Finamérica), el crecimiento fue espectacular, como

se observa en el cuadro 2.3. Pero si bien la mayoría de las instituciones

de microfi nanzas tenían préstamos promedio inferiores a los US$500

a mediados de los años noventa, actualmente tienen un rango mucho

más amplio en función de esta medida. Igualmente, aunque el espectro

de clientes que atienden y el tamaño de los préstamos que ofrecen es

más amplio, continúan teniendo una fuerte presencia entre los clientes

de ingreso bajo.

Hoy en día, muchos analistas siguen tomando en cuenta el tamaño

del préstamo promedio para caracterizar el mercado de las instituciones

de microfi nanzas reguladas e ignoran los cambios fundamentales que

hacen de esa medida una herramienta cada vez más viciada para quienes

procuran entenderlo. Entre los cambios más importantes, se cuentan la

defi nición del mercado y la variedad de préstamos, en términos de su

monto y plazos ofrecidos. De hecho, posiblemente se necesiten nuevas

medidas para instituciones fi nancieras que se han transformado en

bancos con servicios integrales y llegan a un segmento mucho más

amplio de clientes que las ONG con las que compiten. Al analizar los

productos de crédito de las instituciones de microfi nanzas que siguie-

ron el upgrading, y los distintos importes y plazos que ofrecen, llama la

atención lo poco que revela el tamaño del préstamo promedio acerca

del mercado de destino, especialmente si se comparan estas instituciones

con las ONG que atienden la misma demanda con un único producto

de crédito. Un análisis más minucioso de tres instituciones reguladas

pone de relieve este punto.

Por ejemplo, Mibanco, en Perú, ofrece siete productos principales

de crédito, entre los que se incluyen préstamos de consumo, préstamos de

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PIONEROS EN LA COMERCIALIZACIÓN DE LAS MICROFINANZAS 61

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62 MARGUERITE BERGER, MARÍA OTERO Y GABRIEL SCHOR

capital de trabajo, fi nanciamiento hipotecario, préstamos para mejoras

en el hogar y préstamos para pequeñas empresas. El plazo oscila entre

10 y 18 meses; los préstamos hipotecarios se ofrecen por 18 meses, que

es un plazo considerablemente mayor que los cuatro a seis meses que se

ofrecían para productos anteriores, en particular, préstamos solidarios.

Para quienes los solicitan por primera vez, Mibanco ofrece inicialmente

importes de US$347 en el caso de préstamos de consumo, US$615 para

mejoras en el hogar, entre US$770 y US$970 para líneas de crédito y

préstamos particulares para capital de trabajo, o US$16.000 para la

compra de una vivienda. Prácticamente todos los clientes activos de

Mibanco (más del 90%) se concentran en estos tres o cuatro productos,

con un plazo promedio de 11 meses.

Un estudio reciente de los clientes de Mibanco trató de categorizar

a los clientes en función de la línea de pobreza del país y determinar el

porcentaje que se hallaba por debajo de este indicador al recibir su pri-

mer préstamo (Welch y Devaney, 2003). Prácticamente la mitad (49%)

de los clientes de Mibanco estaban por debajo en Lima, donde Mibanco

concentra su actividad, en comparación con un 40% de la población

total de esa ciudad que vive por debajo de la línea de pobreza. El estudio

también concluyó que las instituciones de microfi nanzas de América

Latina quizás tengan menos probabilidades de llegar a los sectores más

pobres porque sus integrantes viven en áreas rurales y la actividad mi-

crofi nanciera está concentrada en las áreas urbanas (donde vive más de

las tres cuartas partes de la población de la región).

Las características de la cartera de Bancosol son similares a las

de Mibanco, aunque se advierte una mayor diversidad de productos y

mayores plazos. Los préstamos personales para capital de trabajo co-

mienzan desde US$200 y tienen un plazo promedio de 18 meses. Los

préstamos solidarios para capital de trabajo comienzan desde US$150,

con un plazo de 16 meses. Los préstamos de menor cuantía (inferiores

a US$500) comienzan en US$50, con un plazo promedio de 12 meses y

un crédito promedio de US$360. Los préstamos de mayor cuantía des-

tinados a pequeñas y medianas empresas promedian los US$28.500, con

plazos de alrededor de 77 meses. Sólo 611 de los más de 82.000 clientes

de la cartera de préstamos han tomado esos préstamos. Un aspecto

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PIONEROS EN LA COMERCIALIZACIÓN DE LAS MICROFINANZAS 63

interesante radica en que los préstamos de Bancosol para mejoras en

el hogar, con un crédito promedio de US$4.500 y un plazo promedio

de 39 meses, representan la porción de la cartera que crece con más

rapidez, pero la gran mayoría de los clientes activos se concentra en

los préstamos para capital de trabajo. Ninguna de estas variaciones se

ve refl ejada en el tamaño del préstamo promedio, que al ser superior a

US$2.000 parecería sugerir que Bancosol trabaja con un mercado muy

diferente del de Prodem, la ONG que lo precedió.

Por el contrario, Compartamos ofrece únicamente dos productos,

pero tiene una cobertura superior al 95% de sus clientes activos (la ma-

yoría mujeres que viven en zonas rurales), con un modelo modifi cado

de banca comunal denominado Generadoras de Ingresos. Con plazos

de cuatro meses, los préstamos para capital de trabajo en zonas rurales

comienzan desde US$170 y tienen un saldo promedio de US$359. A

medida que Compartamos amplíe su oferta de productos, en especial

cuando ofrezca préstamos personales, es posible que el tamaño del prés-

tamo promedio también deje de ser tan útil para identifi car el mercado

al que presta servicios la institución, ya que su base de clientes seguirá

siendo eminentemente la misma.

Pueden observarse tendencias similares en las instituciones de

ProCredit. La cartera de productos de Banco Los Andes ProCredit (Bo-

livia), Banco ProCredit (El Salvador) y ProCredit (Nicaragua) incluye

préstamos para empresas que superan los US$100.000 y plazos de hasta

siete años, así como préstamos para la vivienda con montos de entre

US$5.000 y US$6.000 (para nuevas viviendas) y plazos de hasta 10 años.

Sin embargo, su actividad principal sigue siendo la concesión de un gran

número de microcréditos. Alrededor del 80% de todos los préstamos

desembolsados por estas tres instituciones son inferiores a los US$1.000.

La cantidad otorgada ha aumentado de manera ininterrumpida desde

su transformación (véase el cuadro 2.4).

Estos datos sugieren que, lejos de sucumbir a un “cambio de misión”,

estas instituciones, con un tamaño de préstamo promedio un poco más

grande, llegan hasta un segmento de mercado mucho más amplio que

las ONG antecesoras y ofrecen plazos más largos, sin dejar de asignar

una proporción importante de su actividad de crédito a préstamos

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64 MARGUERITE BERGER, MARÍA OTERO Y GABRIEL SCHOR

de poca cuantía, destinados a personas que se hallan por debajo de la

línea de pobreza. Dado que su formalización les ha permitido crecer a

un ritmo más acelerado que las ONG, el hecho de que también lleguen

a otros mercados no desmerece que se hayan transformado en las más

importantes instituciones que prestan servicios fi nancieros a los secto-

res pobres de sus países. Como parte de su evolución, administran una

cartera combinada, de la cual entre el 15% y el 20% está destinado a

préstamos para pequeñas empresas, que representan entre el 3% y el 4%

de los clientes activos, mientras que el resto se mantiene en una gran

variedad de productos que llegan hasta poblaciones de ingreso bajo.

A menudo se afi rma que una mayor efi cacia para la administra-

ción de préstamos de mayor cuantía incentiva a las instituciones de

microfi nanzas para apuntar a segmentos de mayor poder adquisitivo

y que, de esa forma, se apartan de su misión. Si bien es cierto que las

instituciones de microfi nanzas reguladas procuran generar una mayor

rentabilidad, su defi nición de mercado varía enormemente y responde

más a las decisiones estratégicas que adopta cada institución que al curso

natural e irreversible hacia un mercado diferente y en mejor situación.

La primera generación de instituciones microfi nancieras con proceso de

upgrading atiende a un amplio espectro de clientes: están desde aquellas

cuyos clientes no han cambiado, como es el caso de Compartamos, hasta

otras que han incorporado a pequeñas empresas en gran medida, como

Banco Los Andes ProCredit.

Cuadro 2.4 Cantidad de préstamos inferiores a US$1.000desembolsados por instituciones de microfi nanzas que han seguido el upgrading

Institución/País 2002 2003 2004

Bancosol, Bolivia — — 49.443Finamérica, Colombia 14.173 15.750 16.731Compartamos, México 351.157 516.639 759.788Banco Los Andes ProCredit, Bolivia 54.350 55.371 55.408Banco ProCredit, El Salvador 58.020 69.206 82.414Banco ProCredit, Nicaragua 29.979 36.980 47.077Fuente: Compilación de los autores. Nota: Los guiones indican que la información no está disponible.

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PIONEROS EN LA COMERCIALIZACIÓN DE LAS MICROFINANZAS 65

Los préstamos a pequeñas y medianas empresas (PyMe) pueden ser

una parte fundamental de una estrategia comercial donde la reputación

y proveer acceso a trabajadores asalariados de bajo ingreso (es decir,

los empleados de las PyMe) también son importantes para ampliar la

base de depósitos, en mercados donde el sector fi nanciero formal no

satisface adecuadamente las necesidades de este segmento. Se trata de

una oportunidad de mercado que pueden aprovechar las instituciones

de microfi nanzas formalizadas, ya que tienen acceso a una base de fi -

nanciamiento mucho más amplia. Algunos de sus microclientes crecen

signifi cativamente y demandan los tipos de servicios que normalmente

requieren las PyMe. Gracias a todo esto, las instituciones formalizadas

pueden establecer una estructura de costos más efi ciente que, en última

instancia, les permite ofrecer servicios con mejores condiciones, lo que

redunda en benefi cio de microempresas y PyMe.

Sin embargo, la teoría de que cuanto mejor es la condición del

mercado y más grande el monto de los préstamos, mayor es el nivel

de rentabilidad de las instituciones de microfi nanzas, no se verifi ca en

el grupo de instituciones de la primera generación. Los préstamos de

mayor cuantía tienen márgenes signifi cativamente menores, puesto que

la competencia de los bancos comerciales es mayor. Más aún, producen

la concentración del riesgo y pueden deteriorar la calidad de la cartera.

El caso de Compartamos, que exhibe sistemáticamente la tasa más alta

de rentabilidad sobre el patrimonio mientras sigue atendiendo al mis-

mo mercado rural de muy bajo ingreso, indica que las instituciones de

microfi nanzas pueden ser muy rentables en sus mercados principales.

En los entornos urbanos más competitivos, donde la penetración de las

microfi nanzas es fuerte, las instituciones suelen buscar clientes en un

espectro más amplio que en los mercados menos saturados, pero esto

obedece más a la competencia que a la naturaleza regulada de las que

se han formalizado mediante el upgrading.

De todos modos, la administración de una base de clientes y de

productos más diversa no deja de ser un desafío para las instituciones de

microfi nanzas. Sería ingenuo suponer que las instituciones orientadas a

grupos de ingreso más bajo pueden integrar rápidamente a PyMe con

mejor situación económica y a clientes depositantes; se requieren distintos

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66 MARGUERITE BERGER, MARÍA OTERO Y GABRIEL SCHOR

estilos para distintos grupos de destino. Sin embargo, los directivos y los

propietarios de las instituciones que siguieron el upgrading normalmente

son conscientes de esta tensión y la manejan con delicadeza.

Desempeño fi nanciero

Las instituciones formalizadas mediante el proceso de upgrading han

tenido un buen desempeño fi nanciero: mantuvieron la calidad de su

cartera de préstamos, aumentaron los niveles de efi ciencia y renta-

bilidad, y accedieron a fuentes comerciales de fi nanciamiento. En la

actualidad, el desempeño de estas instituciones está a la par del de las

instituciones fi nancieras líderes de sus países, cuando no las supera,

mientras prestan servicios a clientes pobres y de ingreso bajo, muchos

de los cuales no habían tenido acceso a un banco antes. En general, su

desempeño fi nanciero ha mejorado después del upgrading. A pesar de

los reveses sufridos en medio de la recesión en Bolivia y en otros países,

sigue siendo sólido de acuerdo con una serie de mediciones, entre las

que se incluyen la cartera en riesgo, la efi ciencia y la rentabilidad (véase

el cuadro 2.5).

Alta calidad de la cartera de préstamos

Un aspecto fundamental para mantener la rentabilidad y el buen des-

empeño fi nanciero general de cualquier institución de microfi nanzas

radica en la calidad de su cartera de préstamos. El indicador específi co

que más a menudo se utiliza para medir el desempeño de estas institu-

ciones es la cartera en riesgo con morosidad de más de 30 días (PaR30).6

Las siete instituciones de microfi nanzas estudiadas en este capítulo,

por lo general, consideran que los pagos vencidos constituyen uno de

los indicadores fundamentales de solidez fi nanciera, y han invertido

importantes recursos para un seguimiento y una administración efi caz

de la cartera. Entre ellas, el indicador PaR30 se sitúa entre un 0,6% y

6 La cartera en riesgo (PaR, por sus siglas en inglés) mide el valor vigente de los préstamos que registran morosidad como porcentaje de la cartera total.

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PIONEROS EN LA COMERCIALIZACIÓN DE LAS MICROFINANZAS 67

un 5,4%, cifras que resultan satisfactorias en comparación con el sector

bancario en su conjunto en los países donde operan. En los últimos

años, el PaR30 ha adoptado distintos patrones entre las instituciones

de microfi nanzas que siguieron el proceso de upgrading, pero la calidad

general de los activos ha sido elevada.

Varias de estas instituciones han tenido períodos de alta morosidad

en distintas épocas. La presencia de instituciones de crédito para consumo,

con mayor tolerancia a la morosidad que las instituciones de microfi -

nanzas , condujo al sobreendeudamiento sistemático de los clientes en

algunos países. Esta situación, que se vivió en Bolivia a fi nes de los años

noventa, provocó el deterioro de las carteras de todas las instituciones

de microfi nanzas y, en defi nitiva, condujo al desmoronamiento de la

mayoría de las instituciones de crédito de consumo. Algunas instituciones

de microfi nanzas, como Bancosol, se vieron más seriamente afectadas,

pero en todos los casos disminuyó la calidad de las carteras.

Cuadro 2.5 Desempeño de las microfi nancieras con upgrading,en comparación con promedios por país (porcentaje)

Gastos operativos/ Mora CarteraPaís Institución 30 díasa ROA ROE promedio

Bolivia Banco Los Andes ProCredit 1,95 0,60 8,00 12,50 Bancosol 5,40 1,30 11,00 12,60 Promedio del sector fi nanciero 13,68 0,42 4,21 6,85Colombia Finamérica 4,20 1,90 11,30 16,30 Promedio del sector fi nanciero 3,15 2,66 24,50 9,35El Salvador Banco ProCredit 2,07 1,30 10,00 12,50 Promedio del sector fi nanciero 2,16 1,05 9,64 4,62México Compartamos 0,60 20,00 54,00 35,60 Promedio del sector fi nanciero 1,99 1,91 15,69 5,08Nicaragua Banco ProCredit 1,89 4,00 25,10 15,90 Promedio del sector fi nanciero 2,38 2,17 26,80 9,55Perú Mibanco 2,90 5,80 33,90 18,80 Promedio del sector fi nanciero 2,68 1,53 21,28 6,81Fuente: México: CNBV (2005); Nicaragua: Felaban (octubre de 2005); otros países: Felaban (septiembre de 2005).Nota: Toda la información es al 30 de septiembre de 2005.a Cartera en riesgo mayor a 30 días. Para el caso del sector fi nanciero, esta tasa se calcula sumando la cartera de préstamos morosos y los préstamos en gestión judicial y se los calcula como porcentaje de la cartera total.

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Todas las instituciones de microfi nanzas que siguieron el proceso

de upgrading que se analiza en este capítulo se vieron afectadas por crisis

de distinta índole, pero su desempeño tiende a ser mejor que el de las

instituciones bancarias y su recuperación más rápida (véase el capítulo

5). En general, el mercado microfi nanciero no se ve tan seriamente

afectado por las crisis fi nancieras, debido a la capacidad de recuperación

de las microempresas y a su concentración en la producción de bienes

y servicios para el mercado local. Aun así, puede verse diezmado por

una catástrofe natural, como sucedió en América Central durante el

huracán Mitch.

El proceso de upgrading y la consiguiente supervisión regulatoria

han fortalecido la administración en todas las áreas clave del negocio y

han sido especialmente importantes para mantener la calidad de la car-

tera de préstamos. Sin embargo, algunas instituciones de microfi nanzas

han tenido difi cultades debido a administraciones defi cientes y controles

poco rigurosos que, o bien ignoraban los problemas de la cartera en

riesgo, o bien intentaban resolverlos mediante la reestructuración de

préstamos. La administración defi ciente de la cartera fue más evidente

en Finansol, antecesora de Finamérica, que estuvo a punto de quebrar

en 1996. En este caso, la connivencia entre un miembro del directorio y

la administración, y la decisión irresponsable de usar la ONG asociada

para encubrir una cartera improductiva, provocaron grandes pérdidas

para esa institución. La experiencia puso de relieve la importancia del

gobierno corporativo activo de todos los accionistas, además de una

supervisión rigurosa de la administración.

A fi n de mejorar la calidad de sus carteras, las instituciones de

microfi nanzas con problemas instrumentaron cambios drásticos en la

administración, las políticas y las metodologías de crédito, las metas de

crecimiento, y las políticas de constitución de reservas y de cancelación

de deudas incobrables. La mayoría de las siete instituciones que se es-

tudian en este capítulo ha contratado una nueva administración, ya sea

para resolver problemas relativos a su desempeño o para avanzar hacia

nuevos niveles de crecimiento. También intensifi caron el seguimiento

de sus carteras para poder responder con rapidez ante un aumento de la

cartera en riesgo por encima de los niveles convenientes, generalmente

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un PaR30 del 4%. Asimismo, mejoraron las metodologías de crédito;

para ello, se ocuparon de estrechar más la relación con sus clientes,

perfeccionar las evaluaciones de préstamos, implantar procedimientos

más rigurosos, y formar al personal y darle incentivos en función de la

calidad de la cartera. Las instituciones de microfi nanzas han consolidado

sus carteras y han reducido sus metas de crecimiento, especialmente

en Bolivia. Por otra parte, durante la primera década del proceso de

upgrading, normalizaron sus políticas de castigos a deudas morosas y

aumentaron los niveles de las reservas; ambas medidas contribuyeron

a su solidez y estabilidad como instituciones fi nancieras.

En líneas generales, el desempeño de la cartera de las institu-

ciones de microfi nanzas en proceso de upgrading se mantuvo sólido.

Las que se constituyeron en bancos comerciales casi siempre tienen

resultados superiores a los de otras instituciones fi nancieras de sus

países, en términos de la calidad de las carteras de préstamos y del

desempeño fi nanciero general, y ocupan el primer o segundo lugar.

Esto ha sucedido con Bancosol, Banco Los Andes ProCredit y Mibanco.

En muchos casos, las políticas de las instituciones de microfi nanzas en

materia de provisiones para créditos morosos son más rigurosas que

las que establecen las autoridades regulatorias. Este factor contribuye

signifi cativamente a la robustez que demuestran como instituciones

fi nancieras y es un elemento esencial que las ayuda a capear las crisis,

si bien es cierto que esto puede contribuir a reducir las utilidades a

corto plazo.

Con el tiempo, la magnitud de las cancelaciones de deudas in-

cobrables también ha sido más que aceptable y con pérdidas mucho

menores que la que establecen las normas del sector bancario. En el

caso de Bancosol, a pesar de las marcadas repercusiones de la crisis de

los préstamos de consumo en Bolivia y de los altos niveles de morosidad

que mantuvo durante dos años, la institución apenas asignó a pérdidas

US$11 millones en un total de más de US$1.100 millones que lleva

prestados. Banco Los Andes ProCredit ha asignado a pérdidas alrede-

dor de US$4 millones, lo que equivale al 2% de la cartera de préstamos

vigentes al cierre de cada ejercicio. Durante el mismo período, Banco

ProCredit (El Salvador), en un entorno mucho más favorable, tan sólo

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ha perdido alrededor del 0,5% del volumen de préstamos vigentes al

cierre de cada ejercicio. Todo indica que estas instituciones de micro-

fi nanzas transformadas mantendrán altas tasas de repago, se ocuparán

con efi cacia de la morosidad de la cartera cuando esta exceda los niveles

aceptables y seguirán aplicando políticas prudenciales de provisiones

para créditos incobrables.

Incrementar la efi ciencia

Un aspecto sorprendente es que la efi ciencia, en tanto concepto ope-

rativo, es un elemento relativamente nuevo para las microfi nanzas. Se

transformó en un factor de peso cuando surgió la competencia entre

sus instituciones, en la segunda mitad de los años noventa, a partir de la

cual la reducción de los costos operativos pasó a ser una consideración

fundamental. Al aumentar la efi ciencia, se reducen los costos operativos

expresados como porcentaje de la cartera y, de esta forma, aumenta la

utilidad neta y mejoran los resultados. Asimismo, esto permite que las

instituciones de microfi nanzas reduzcan las tasas de interés que cobran,

lo que se traduce en un benefi cio para los clientes y para las propias

instituciones, que se tornan más competitivas.

Las instituciones de microfi nanzas transformadas mediante el

proceso de upgrading han recurrido a distintas medidas para reducir

costos. Entre las más importantes, cabe citar las siguientes:

• La contratación de ofi ciales de crédito experimentados y el

desarrollo de una base de clientes leales, medidas estas que

aumentan la productividad.

• El desarrollo de productos mejorados, lo que incluye la reduc-

ción signifi cativa de los requisitos de garantía y documentación

para acelerar el desembolso de los microcréditos.

• Operaciones de reingeniería, tanto en las sucursales como en

la casa matriz.

• La introducción de nuevas tecnologías; esto incluye el scoring

estadístico y los asistentes personales digitales, que aumentan

la productividad de los ofi ciales de crédito.

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PIONEROS EN LA COMERCIALIZACIÓN DE LAS MICROFINANZAS 71

• El aprovechamiento de la tecnología, por ejemplo, tarjetas

inteligentes y cajeros automáticos, para diseñar productos de

crédito que mejoren la calidad y reduzcan los costos de sus

operaciones de préstamo.

• La utilización de información de mercado para segmentar la

oferta y comprender mejor cómo dar un servicio más efi ciente

y efi caz al cliente.

La innovación constituye una parte importante del éxito de las

instituciones de microfi nanzas transformadas por el upgrading, es-

pecialmente hoy, cuando la efi ciencia adquiere aún más importancia

en mercados microfi nancieros altamente competitivos. Además de las

presiones competitivas sobre las tasas de interés, la urgencia de estas

instituciones por recortar costos se ha visto incrementada por su deseo

de ampliar la cobertura y de llegar a un mayor número de clientes de

bajo ingreso y no bancarizados.

Como sucede en el negocio bancario tradicional, las instituciones

de microfi nanzas modifi cadas por el upgrading y sus pares enfrentan

continuamente el desafío de tener que aplicar la tecnología adecuada

para automatizar, integrar y rediseñar los procesos comerciales a fi n

de mejorar la efi ciencia, el servicio al cliente y la calidad del producto.

Han introducido tecnologías experimentales, incluso la utilización

de Palm Pilots para crear sistemas electrónicos de procesamiento de

micropréstamos y el scoring estadístico para automatizar parcialmente

los procesos de toma de decisiones. Estas tecnologías son actualmente

moneda común en las instituciones de microfi nanzas (véase el capítulo

6). Y a la hora de explicar esa mayor efi ciencia no debe subestimarse la

importancia de los factores “blandos” en una mejor gestión de recursos

humanos, producto de una mayor experiencia, una administración más

sólida, una propiedad más transparente y los excelentes resultados del

proceso de upgrading.

El nivel de efi ciencia varía entre las distintas instituciones de

microfi nanzas, pero en todas ha aumentado a partir del proceso de

upgrading. La competencia es un factor que se correlaciona con un alto

nivel. Bolivia constituye un ejemplo interesante. Cuando la primera

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72 MARGUERITE BERGER, MARÍA OTERO Y GABRIEL SCHOR

ONG se transformó en Bancosol, en 1992, sus costos operativos eran

ampliamente superiores al 60% de su cartera de préstamos. Al intensi-

fi carse la competencia, a fi nes de los años noventa, la efi ciencia en las

operaciones se convirtió en un elemento esencial para que las institu-

ciones de microfi nanzas pudieran conservar sus mercados y crecer. En

la actualidad, Bolivia es quizás el mercado más competitivo de América

Latina y allí funcionan cuatro de las instituciones de microfi nanzas más

efi cientes de la región. Los costos operativos expresados como porcentaje

de la cartera de préstamos de las cuatro instituciones de microfi nanzas

líderes, incluidas Bancosol y Banco Los Andes ProCredit, oscilan entre

un 10% y un 13%, y representan niveles de efi ciencia que alguna vez se

consideraron imposibles.

En mercados menos competitivos, no se verifi ca aún que la efi ciencia

sea un elemento indispensable para el crecimiento y la sostenibilidad de

las instituciones de microfi nanzas modifi cadas por el proceso de upgra-

ding. Sin embargo, al prepararse para competir, estas instituciones deben

realizar importantes esfuerzos para mejorar su efi ciencia. La Financiera

Calpiá (hoy Banco ProCredit), de El Salvador, dio el puntapié inicial a

fi nes de los años noventa, al recortar sus tasas de interés signifi cativa-

mente para que sus productos fueran más competitivos. Esto no hubiera

sido posible si la institución hubiese mantenido su antigua estructura

de costos. Mibanco tampoco tenía muchos incentivos para reducir sus

costos cuando comenzó a funcionar como una institución regulada en

un mercado sin competencia. Pero procuró anticiparse aumentando su

efi ciencia. Entre 2000 y 2005, redujo sus costos en más de la mitad, hasta

un 18,8% de su cartera, todavía por encima de los niveles alcanzados en

Bolivia. Entretanto, las tasas de interés generales también disminuyen

en Perú gracias al ingreso de más bancos comerciales en el mercado de

las microfi nanzas.

En las instituciones de microfi nanzas transformadas mediante el

proceso de upgrading, la variación en los costos operativos se ha visto

refl ejada en la reducción de las tasas de interés que cobran a sus clientes

y los cambios más signifi cativos han tenido lugar en entornos compe-

titivos. Bolivia tiene las tasas de interés efectivas más bajas de la región:

en menos de tres años, descendieron casi a una tercera parte.

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PIONEROS EN LA COMERCIALIZACIÓN DE LAS MICROFINANZAS 73

Resulta asombroso que, a pesar de las mayores presiones de precios

en todos los mercados microfi nancieros, originadas por la competencia

de instituciones de microfi nanzas efi cientes y bancos comerciales que

ofrecen fi nanciamiento para consumo, y pese a la inversión considerable

que se necesita para desarrollar la base de depósitos y ampliar el abanico

de productos, los niveles de rentabilidad se han mantenido sistemáti-

camente sólidos. Esto es refl ejo de la sorprendente robustez que tienen

estas instituciones y sus clientes.

Rentabilidad

Antes de que naciera el fenómeno del upgrading, la rentabilidad era casi

una mala palabra para muchos de los que trabajaban en microfi nanzas.

Sin embargo, constituye la clave de la sostenibilidad de estas institucio-

nes, pues obliga a los microprestamistas a cubrir sus costos, les permite

tener el acceso al fi nanciamiento y a la experiencia técnica necesarios

para su crecimiento, y los mantiene centrados en la prestación de servi-

cios efi cientes a sus clientes. Sin embargo, el nivel de rentabilidad varía

sensiblemente entre las instituciones de microfi nanzas transformadas

mediante el upgrading: algunas conservan altos niveles, mientras que a

otras no les va tan bien (véase el cuadro 2.5). Por ejemplo, Finamérica,

en Colombia, está obligada a operar con un tope a la tasa de interés fi jado

por el gobierno; esto hace que sea extremadamente difícil alcanzar el

punto de equilibrio. En el otro extremo del espectro, Compartamos, en

México (en 2004 y 2005), y ProCredit, en Nicaragua (en 2004) exhiben

rentabilidades muy elevadas. Las grandes utilidades de Compartamos le

han permitido crecer a niveles increíbles, llegando a superar los 400.000

clientes activos en septiembre de 2005. La mayoría de las instituciones

de ProCredit también han mantenido altos niveles de utilidades, a pesar

de las fuertes inversiones realizadas durante su etapa de transformación

en 2004 y 2005.

Con la intensifi cación de la competencia en algunos de los mercados

donde operan las instituciones de microfi nanzas transformadas por el

upgrading, la rentabilidad sobre los activos (ROA) ha mermado sensi-

blemente debido al descenso de las tasas de interés (si bien esto cambia

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considerablemente de un año a otro). Por lo general, se considera que la

rentabilidad sobre el patrimonio (ROE) es un indicador de rentabilidad

más adecuado. El nivel de ROE se ha mantenido elevado, en un rango

apenas superior al 20% en los mercados competitivos. En otros casos,

como en Compartamos, ese rango se ha duplicado cómodamente de-

bido al elevado nivel de las tasas de interés cobradas. Si bien las fuertes

inversiones realizadas por las instituciones de ProCredit en 2004 y 2005

tuvieron un efecto negativo transitorio sobre el ROE, la alta rentabilidad

general de las siete instituciones de microfi nanzas estudiadas en este

capítulo es posible pese a las altas tasas de crecimiento y a la inversión

continua en ampliación de la cobertura y diversifi cación de productos.

Se requiere una rentabilidad relativamente elevada a fi n de generar

utilidades retenidas, que sustenten la base de capital de instituciones

de rápido crecimiento.

Si bien estas instituciones han tenido excelentes resultados en

sus países, no han escapado a los efectos de la inestabilidad política,

las crisis fi nancieras y los desastres naturales, en distintas épocas y con

distinto nivel de gravedad, en casi todos los países incluidos aquí. De

todas formas, han demostrado tener mayor capacidad para soportar

los shocks económicos que la mayoría de las instituciones fi nancieras.

El hecho de que Bancosol y Banco Los Andes ProCredit no hayan in-

terrumpido su fuerte crecimiento y hayan mantenido niveles holgados

de rentabilidad en Bolivia, durante un período de gran inestabilidad

política y económica, es un testimonio contundente de la capacidad

de recuperación del grupo central de microclientes. Aun así, al evaluar

el desempeño a largo plazo de las instituciones de microfi nanzas, debe

tenerse en cuenta el riesgo país al que están expuestas. Es en parte por

este riesgo que las instituciones de microfi nanzas transformadas deben

mantener niveles elevados de ROE y ROA, para seguir atrayendo las

inversiones que necesitan para crecer.

A medida que estas instituciones sigan afi anzándose como entidades

fi nancieras, seguramente registrarán rentabilidades sobre el patrimonio y

sobre el activo en un rango más acotado que en la actualidad. De hecho,

es probable que el rango del ROE se estreche en torno a un 20% y un

25%. Este es el nivel de rentabilidad registrado para las instituciones

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PIONEROS EN LA COMERCIALIZACIÓN DE LAS MICROFINANZAS 75

con desempeño más destacado en los últimos años, incluidas las que

funcionan en entornos muy competitivos, como Bolivia, las cuales

proporcionan la mejor estimación del nivel de utilidades que pueden

alcanzar las instituciones bien administradas.

Los niveles relativamente elevados de rentabilidad de las insti-

tuciones de microfi nanzas han dependido, y mayormente seguirán

dependiendo, de que se mantenga una elevada calidad en la cartera de

préstamos, se mantengan las tasas de interés de mercado, se reduzcan

los costos de transacción y se incremente la efi ciencia, en medio de la

presión cada vez mayor de los márgenes sobre las tasas de interés.

Diversifi cación de las fuentes de fi nanciamiento comercial

Una motivación fundamental para el proceso de upgrading fue la po-

sibilidad de acceder a un mayor volumen de fi nanciamiento a menor

costo, lo que efectivamente se ha cumplido. Las siete instituciones de

microfi nanzas que se estudian en este capítulo tienen acceso a vastas

fuentes de fi nanciamiento para sus operaciones y procuran recurrir a

fi nanciamiento mediante pasivos, para evitar la concentración o depen-

dencia de una única fuente de recursos. Estas instituciones se esfuerzan

por obtener fuentes efi caces, aunque en algunos países los mercados de

capital donde operan están saturados de emisiones de deuda y existen

crecientes opciones de fi nanciamiento de deuda en mercados interna-

cionales. Como se indicó, los depósitos en cuentas de ahorro representan

una fuente cada vez más importante para estas instituciones.

Un elemento clave para poder acceder a fuentes comerciales de

fi nanciamiento en términos asequibles ha sido el sólido desempeño

fi nanciero de estas instituciones y el fortalecimiento de sus estructuras

de administración y propiedad, lo que les ha valido sólidas califi caciones

de las agencias internacionales.

Las instituciones de microfi nanzas transformadas por el upgrading

tienen en común tres preocupaciones principales al recurrir a fi nancia-

miento mediante deuda. En primer lugar, se esfuerzan por diversifi car

la estructura de pasivos para evitar una concentración que pueda po-

ner en peligro su liquidez o afectar la correspondencia entre activos y

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pasivos. En segundo lugar, debido a su potencial de volatilidad, tienden

a mantener niveles conservadores de apalancamiento (en algunos casos

de apenas seis o siete veces), si bien deben equilibrar estos niveles con

metas de rentabilidad, especialmente en mercados altamente competi-

tivos. En tercer lugar, procuran administrar el riesgo de tipo de cambio,

particularmente en países que no están dolarizados y donde se ofrecen

cuentas en monedas fuertes.

Préstamos comerciales. Las instituciones de microfi nanzas que pasaron

por el upgrading toman prestado de un amplio espectro de fuentes,

tanto locales como internacionales. En este sentido, su principal pre-

ocupación radica en negociar las mejores tasas de interés para mantener

bajos sus costos fi nancieros. La exposición al riesgo de tipo de cambio

limita el grado en que estas instituciones pueden depender de prés-

tamos comerciales en divisas en el mercado internacional. Cuando el

euro se apreció rápidamente frente al dólar, Banco Ademi, de República

Dominicana, comprendió que la deuda denominada en euros presenta

un riesgo sustancial para una institución que presta en moneda local.

Actualmente, pocas instituciones de microfi nanzas recurren en gran

medida a préstamos subsidiados, debido a que hay menos préstamos

disponibles con los volúmenes necesarios, a que este tipo de préstamos

distorsionan sus balances y reducen su control, y a que, en el largo plazo,

pueden no ser tan favorables.

Bonos/papeles comerciales. En los últimos años, dos instituciones, Com-

partamos y Mibanco, han emitido títulos en sus mercados locales para

fi nanciar sus operaciones. Compartamos, con una califi cación de A+

según Standard & Poors, emitió bonos por valor de US$17 millones,

denominados en pesos mexicanos. Tras el buen resultado obtenido,

estableció un programa de emisión de bonos por un valor de US$46

millones. Mibanco ha utilizado garantías de USAID (Agencia de Estados

Unidos para el Desarrollo Internacional) y de la CAF (Corporación An-

dina de Fomento) para emitir títulos por un valor de US$10 millones en

el mercado peruano. Bancosol tiene líneas de crédito externas de US$55

millones, lo que equivale aproximadamente a un tercio de sus activos.

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PIONEROS EN LA COMERCIALIZACIÓN DE LAS MICROFINANZAS 77

Las instituciones de microfi nanzas del grupo de bancos ProCredit se

han visto benefi ciadas, ya que su empresa controlante, ProCredit Hol-

ding, tiene acceso a fi nanciamiento en los mercados internacionales de

capital para represtar a sus subsidiarias. Banco ProCredit Ecuador está

experimentando con la emisión de bonos locales en la región.

Estructuras de propiedad más transparentes

Otro factor fundamental para mantener el desempeño de estas institu-

ciones han sido las fuertes estructuras accionarias y de administración

surgidas durante el proceso de upgrading. Así se formalizó también el

papel fundamental que han tenido IPC y ACCIÓN en la creación de

estas entidades (véase cuadro 2.6). Una institución de microfi nanzas

dinámica y con orientación comercial, en mercados cada vez más

competitivos, debe recurrir a estrategias y procesos muy distintos; esto

incluye nuevas formas de gobierno corporativo y un directorio capaz

de desempeñar una función informada en una entidad fi nanciera re-

gulada. Las instituciones transformadas por el upgrading requieren que

los propietarios estén de acuerdo con la doble meta de rentabilidad y

desarrollo.

Cuando la ONG se estructura con prudencia y el directorio está

comprometido con las buenas prácticas comerciales y con la misión

de toda institución de microfi nanzas, se ha visto que los resultados

son satisfactorios. Este ha sido el caso de Fundasal, en El Salvador, de

la ONG Pro Crédito Bolivia y de Acción Comunitaria, en Perú. De las

siete instituciones que se estudian en este capítulo, sólo Mibanco tiene

como accionista mayoritario (con el 60%) a una ONG. Para subsanar

el problema que presenta la falta de experiencia fi nanciera de los fun-

cionarios de la ONG, Mibanco está tratando de reducir la proporción

de las operaciones a cargo de la misma y de diversifi car las fuentes de

fi nanciamiento.

Esto constituye un gran avance en relación con las ONG no re-

guladas, sin un accionista mayoritario profesional. Las ONG no tienen

verdaderos propietarios y si un directorio es débil, el poder se traslada

a la administración. Su participación en el capital de instituciones de

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PIONEROS EN LA COMERCIALIZACIÓN DE LAS MICROFINANZAS 79

microfi nanzas ha generado difi cultades en algunos casos muy conoci-

dos. En la Financiera Calpiá, de El Salvador, distintos grupos dentro

de la ONG controlante, AMPES, se disputaban el control de la parti-

cipación de la ONG, lo que complicó la administración de la empresa

fi nanciera. En ese momento, AMPES era titular de al menos la mitad

(50%) del capital de Calpiá, pero fi nalmente vendió sus acciones a

ProCredit Holding.

Tras el proceso de upgrading, una relación permanente entre la ONG

y la nueva institución de microfi nanzas también puede ser problemática,

si la ONG sigue funcionando como entidad operativa. Esto es lo que

sucedió en el caso de Finansol/Finamérica en Colombia. La institución de

microfi nanzas transfi rió los créditos incobrables a la ONG y remuneró a

su personal de extensión en función del número de clientes que traían a

la institución fi nanciera. Con la crisis de Finansol, ACCIÓN International

aprendió que debía tomar una posición más activa en el gobierno de la

institución; actualmente, ACCIÓN tiene una presencia mucho mayor

en el directorio de cada institución de microfi nanzas afi liada y supervisa

sus actividades y desempeño con mayor rigurosidad.

El delicado equilibrio entre la meta de desarrollo y la de renta-

bilidad, en el directorio y entre los propietarios, es fundamental para

garantizar que las instituciones de microfi nanzas respondan adecua-

damente a sus dos medidas de resultados: la rentabilidad fi nanciera

y la rentabilidad social. Cuando los propietarios tienen un compro-

miso genuino con el grupo de destino y con las metas de desarrollo,

es probable que las instituciones mantengan su especialización. Los

bancos especializados en servicios fi nancieros para microempresas y

grupos de bajo ingreso (hayan sido fundados mediante un proceso de

upgrading o desde cero) seguirán siendo actores importantes en los

sectores fi nancieros de países en desarrollo y economías en transición

en el futuro próximo, aun cuando los bancos comerciales ingresen en

el mercado de las microfi nanzas. Hasta el momento, las evidencias

sugieren que estos tienen un mayor compromiso con la cobertura

del grupo de destino y con la innovación para elaborar productos

dirigidos a ese grupo. © B

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80 MARGUERITE BERGER, MARÍA OTERO Y GABRIEL SCHOR

El surgimiento de fondos especializados y grupos internacionales de microfi nanzas

El surgimiento de fondos que se especializan en invertir en instituciones

de microfi nanzas ha fortalecido el proceso de upgrading. Incluso después

de haberse demostrado que las microfi nanzas pueden ser rentables, los

inversionistas comerciales aún se mostraban renuentes a ingresar en este

segmento de mercado, por lo que el acceso al fi nanciamiento a largo

plazo que ofrecen los fondos especializados fue fundamental. Hoy en

día, estos fondos, incluidos los fondos dirigidos por ACCIÓN e IPC,

siguen teniendo protagonismo, no sólo participando en el proceso de

transformación de ONG en instituciones fi nancieras reguladas y apo-

yando su crecimiento, sino también creando instituciones totalmente

nuevas.

Los fondos de inversión especializados, en su mayoría organizados

como asociaciones de los sectores público y privado, han resultado ser

accionistas más apropiados de las instituciones microfi nancieras que las

ONG, tanto en términos de la estructura de incentivos como de gobierno.

Además, pueden aprovechar la vasta experiencia recogida de distintas

inversiones y mercados. Los administradores del fondo son capaces de

tomar decisiones con rapidez, por ejemplo, para atender solicitudes de

aportes de capital que requieran una respuesta rápida. La capacidad

especializada para identifi car instituciones de microfi nanzas en las

que invertir, la habilidad para ejercer la función de gobierno con más

efi cacia y la estructura que permite una respuesta oportuna para cada

situación en particular hacen de estos fondos especializados un vehículo

ideal mediante el cual los organismos internacionales para el desarrollo,

como el Fondo Multilateral de Inversiones (Fomin) y la Corporación

Financiera Internacional (CFI), han podido respaldar el crecimiento de

la industria microfi nanciera en los últimos años.

El primer fondo de inversión especializado en microfi nanzas fue

ProFund, creado por ACCIÓN International (Estados Unidos), Fundes

(Suiza), SIDI (Francia), Calmeadow Foundation (Canadá) y un inver-

sionista particular (Bolivia). La clave del éxito que tuvo la campaña de

fi nanciamiento de ProFund radicó en los compromisos asumidos desde

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PIONEROS EN LA COMERCIALIZACIÓN DE LAS MICROFINANZAS 81

un comienzo por el BID/Fomin, la Seco (State Secretariat for Economics

Affaris, Suiza), la Argidius Foundation y Calvert Foundation (Silva,

2005). Le sucedieron otros vehículos de inversión, tales como LACIF,

Blue Orchard Finance, Sarona Global Investment Fund y Africap Mi-

crofi nance Fund. Un estudio reciente identifi có 38 fondos de inversión

especializados en microfi nanzas y, al menos, otros cinco cuya constitución

estaba prevista en 2005 (Goodman, 2005).

El objetivo principal de estos fondos es preservar el capital y ob-

tener una rentabilidad sobre la inversión. Procuran armar una cartera

equilibrada, en términos de riesgo país y en cuanto a la distribución de

inversiones en micro y pequeñas empresas, de acuerdo con las pautas

establecidas en los instrumentos de constitución de cada fondo. Pero

estos propietarios también tienen un interés a largo plazo en el éxito de

las microfi nanzas. La mayoría de los fondos tienen una participación

activa en el gobierno de las instituciones en las que invierten, ya que

comparten sus conocimientos mediante su presencia en el directorio

de la institución y aportan un enorme bagaje de experiencia acumulada

en su participación en otras instituciones de microfi nanzas, en carácter

de accionistas o de acreedores.

Un hecho de particular importancia para las instituciones estudia-

das en este capítulo ha sido la decisión de IPC y ACCIÓN International

de establecer sus propias sociedades de inversión: ProCredit Holding AG

y Acción Investments in Microfi nance, SPC (véase el cuadro 2.7). En su

carácter de propietarios, IPC y ACCIÓN han demostrado la importante

infl uencia que tiene la combinación de pericia técnica, experiencia y

recursos fi nancieros sobre la evolución de las instituciones transfor-

madas mediante el proceso de upgrading. Con estos tres elementos,

han contribuido a la viabilidad comercial de las instituciones, con una

rentabilidad satisfactoria sobre la inversión. Además, esta experiencia

ha dado lugar a numerosas lecciones que redundaron en benefi cio de

sus afi liadas y de otras instituciones de microfi nanzas del mundo. Sin

embargo, muchos otros fondos de inversión de microfi nanzas se inclinan

más por invertir en deuda en lugar de capital, a fi n de contrarrestar los

riesgos asociados con la inversión en instituciones de microfi nanzas

jóvenes que tienen una limitada experiencia de gestión.

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82 MARGUERITE BERGER, MARÍA OTERO Y GABRIEL SCHOR

Acción Investments7 y ProCredit Holding tienen distintas moda-

lidades de operación. La primera tiene comprometido todo su capital,

y prepara una segunda capitalización que lo incrementará hasta US$40

millones. Las inversiones realizadas por Acción en el campo de las

microfi nanzas a partir de 1992 han obedecido fundamentalmente a su

interés por asegurar que las instituciones en las que invierte no se aparten

de su misión. La sociedad ha optado por mantener una participación

accionaria minoritaria en cada institución en la que invierte. Además,

aúna esfuerzos con otros inversionistas que comparten su fi losofía, para

Cuadro 2.7 Compañías de inversión especializadas formadas por ACCIÓN e IPC

ACCIÓN Investments ProCredit in Microfi nance, SPC Holding AG

Capital total, junio de 2005 US$19,5 millones €90 millones (US$109 millones)ROE, 2004 6,37% (primer año 12,6% de operaciones) Accionista fundador ACCIÓN International IPC GmbH, IPC Invest (personal de IPC)Otros accionistas Gray Ghost, Andromeda y DOEN Foundation, del sector privado otros inversionistas ResponsAbility, Andromeda particulares del sector privado Fund, FundasalAccionistas de instituciones BID/Fomin, IFC, KfW, FMO, BIO, KfW Group (incluyendo fi nancieras internacionales Finnfund DEG), IFC, FMO, BIOCantidad de inversiones 6 19 en instituciones de micro- fi nanzas de todo el mundo Compañías de la región • Bancosol, Bolivia • Banco Los Andes en las que han invertido • Banco Solidario, Ecuador ProCredit, Bolivia • Mibanco, Perú • Banco ProCredit, El Salvador • Apoyo Integral, El Salvador • Banco ProCredit, Nicaragua • Visión, Paraguay • Banco ProCredit, Ecuador • MCN, HaitíFuente: Compilado por los autores a partir de información de las empresas.

7 Acción Investments in Microfi nance, SPC y ACCIÓN son distintas organizaciones.

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PIONEROS EN LA COMERCIALIZACIÓN DE LAS MICROFINANZAS 83

formar bloques y así garantizar que el rumbo estratégico de la institución

de microfi nanzas no se interrumpa. Tiene un cargo en el directorio de

cada institución y su voz tiene peso en su gobierno.

Por su parte, ProCredit Holding tiene, o pronto tendrá, una

participación mayoritaria en las 19 instituciones fi nancieras del grupo

ProCredit, con excepción de una. En estas condiciones, no es un fon-

do de inversión, sino una sociedad controlante a largo plazo de todas

las instituciones que integran el grupo. No tiene previsto vender sus

acciones y ejerce un control activo de las entidades, que en todos los

casos comparten una identidad corporativa en común, con la inclusión

de “ProCredit” en su denominación. Con una única excepción (Hai-

tí), las cuentas de todas estas instituciones se consolidan totalmente

en los estados fi nancieros del grupo. ProCredit Holding, en estrecha

colaboración con IPC, su principal accionista, tiene una participación

determinante en todo el grupo. Orienta la administración, fomenta el

desarrollo de una fuerte cultura corporativa, y se asegura de que las

mejores prácticas se difundan rápidamente en todo el grupo para la

mejora continua de la efi ciencia. Tiene fuerte injerencia en la audito-

ría interna, el control de gestión y la administración de riesgo. Brinda

apoyo central en las áreas de préstamos, banca minorista, marketing

y administración de recursos humanos. También ofrece deuda a largo

plazo, que a su vez capta en los mercados de capital occidentales con

el respaldo de su califi cación internacional BBB- (grado de inversión)

según Fitch.

ProCredit Holding ejerce un control directo sobre la admi-

nistración, ya que los funcionarios número uno o dos en todas sus

instituciones son expertos de IPC. Su modelo comercial se basa en la

siguiente afi rmación recogida de su propia experiencia: con el control

mayoritario, se puede establecer un rumbo estratégico inequívoco, se

pueden tomar decisiones efi cientes y se pueden aprovechar sinergias

en todo el grupo. En un contexto cada vez más competitivo, la efi cien-

cia y la motivación del personal, propias de pertenecer a un grupo

internacional, constituyen una ventaja estratégica signifi cativa para las

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84 MARGUERITE BERGER, MARÍA OTERO Y GABRIEL SCHOR

Evaluación del upgrading

El proceso de upgrading ha tenido una infl uencia dominante en la evo-

lución de las microfi nanzas en América Latina durante los últimos 15

años. La experiencia ha tenido excelentes resultados por las siguientes

razones:

• Ayuda a resolver uno de los problemas más difíciles que en-

frentan las instituciones de microfi nanzas que son ONG: el

acceso a recursos para fi nanciar su crecimiento.

• Permite que las instituciones de microfi nanzas accedan a una

base de depósitos locales, y a los mercados locales e internacio-

nales de capital, las únicas fuentes con los recursos necesarios

para un crecimiento a gran escala.

• Genera un efecto modelo que anima a otras instituciones a

transformarse mediante el proceso de upgrading e incita a

los bancos comerciales a incorporar a su base de clientes a

microempresarios y a grupos de ingreso bajo.

• Pone en marcha un proceso de redefi nición del sistema fi nan-

ciero de cada país, al que se integran instituciones sujetas a una

supervisión bancaria formal, cuyos clientes eran anteriormente

excluidos del sistema bancario.

• Mejora la gestión y el desempeño fi nanciero, ya que las mi-

crofi nanzas comienzan a ser supervisadas por un organismo

regulatorio externo que eleva las normas que rigen la actividad

de todas las instituciones de microfi nanzas.

• Demuestra que las instituciones fi nancieras pueden tener dos

medidas de resultados: las instituciones de microfi nanzas trans-

formadas por el upgrading procuran obtener una rentabilidad

fi nanciera, sin abandonar su objetivo de dar acceso a la gran

mayoría de personas pobres y de bajo ingreso que trabajan por

su cuenta.

El objetivo original de las microfi nanzas no consistía en centrarse

exclusivamente en los préstamos a microempresas. Una de las ventajas

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PIONEROS EN LA COMERCIALIZACIÓN DE LAS MICROFINANZAS 85

importantes de las instituciones fi nancieras sujetas a supervisión es que

pueden ofrecer productos de ahorro, que revisten tanta importancia

como los préstamos para los clientes del grupo de destino. Esto signifi ca

que las instituciones que siguieron el upgrading pueden cumplir parte

de su misión original en mejores condiciones que sus predecesoras. Por

otra parte, la cobertura del grupo meta y la efi ciencia de los servicios

fi nancieros son una parte integral de la misión. Cuando de cobertura

y efi ciencia se trata, las pruebas son abrumadoras: las instituciones de

microfi nanzas son los motores fundamentales del crecimiento de los

mercados microfi nancieros y de la mayor efi ciencia de la estructura de

costos. En última instancia, pueden ofrecer a sus clientes tasas de inte-

rés mucho más favorables que las ONG con las que compiten, si estos

competidores procuraran cubrir los costos de sus operaciones. Además,

pueden hacerlo sin sacrifi car la solidez de su desempeño fi nanciero, lo

que sugiere sostenibilidad a largo plazo.

El proceso de upgrading ha permitido que tanto los accionistas

de las instituciones de microfi nanzas como los organismos regulado-

res realizaran grandes avances en el aprendizaje de las microfi nanzas.

Esto, a su vez, ha permitido ensayar enfoques más directos. Por un

lado, las iniciativas de downscaling tan esperadas, mediante las cua-

les instituciones comerciales existentes incursionan en el negocio de

las microfi nanzas e ingresan a estos segmentos de mercado (véase el

capítulo 3). Por el otro, la creación de instituciones de microfi nanzas

supervisadas totalmente nuevas, a las que se llama iniciativas green-

fi eld. Ambos enfoques prometen mejores resultados que el proceso de

upgrading, dado que es posible lograr resultados en menos tiempo y

las estructuras de propiedad pueden defi nirse adecuadamente desde

un comienzo. Gracias a estos dos factores, el proceso puede ser más

efi ciente en términos económicos.

El upgrading ha sido un proceso costoso. Indudablemente, no es

efi ciente invertir primero en una ONG y fortalecer todas las capacidades

internas necesarias, para fi nalmente comprobar que muchas de esas

capacidades dejarán de ser necesarias cuando la ONG se transforme

en una entidad regulada. Debido a los avances en el mundo de las mi-

crofi nanzas, el valor del modelo de upgrading para su desarrollo puede

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86 MARGUERITE BERGER, MARÍA OTERO Y GABRIEL SCHOR

limitarse a situaciones en las cuales se desea probar un nuevo mercado

o cuando hay grandes barreras para su entrada.

Recientemente, el ritmo de crecimiento del upgrading se ha mo-

derado, si bien ha habido algunas instancias importantes; entre ellas, se

destacan Adopem, una fi lial de Women’s World Banking en República

Dominicana, y Finca Ecuador. Las redes internacionales como ACCIÓN,

IPC, WWB y Finca tienen una clara ventaja, dada su capacidad para

captar capitales para el proceso de upgrading, y gracias a los recursos

técnicos, comerciales y tecnológicos, así como a la experiencia, que

pueden aprovechar con efi cacia en benefi cio de sus fi liales. Todas las

instituciones de ProCredit relacionadas con IPC que operan en la región

se han transformado mediante un proceso de upgrading o se han creado

desde cero como instituciones fi nancieras formales; a la vez, la mayoría

de las fi liales de ACCIÓN también han sido instituciones transforma-

das mediante este proceso, o bancos comerciales que han optado por la

estrategia de downscaling.

Cuando se inició el fenómeno del upgrading, las instituciones

de microfi nanzas pioneras tuvieron la ventaja de ser las primeras y de

funcionar en mercados que aún no eran muy competitivos. En años

recientes, las utilidades generadas por estas instituciones han atraído a

la competencia. Su gestión debe ser muy sofi sticada, habida cuenta de

que los márgenes de rentabilidad tienden a contraerse (véase el capítulo

8). En países como Bolivia y Perú, donde las barreras de entrada son

bajas y el entorno normativo es atractivo, la competencia se instauró

antes que en otros países. Pero nuevos actores han ingresado al mer-

cado de las microfi nanzas en muchos países latinoamericanos y están

cambiando radicalmente el panorama. Por otra parte, ahora que tienen

opciones para elegir, los clientes se han vuelto más selectivos y pueden

dejar de operar con instituciones que no satisfacen sus necesidades. La

consiguiente presión bajista sobre los precios y la prisa por mejorar sus

productos han ejercido una fuerte presión sobre instituciones nacidas

en entornos monopólicos impulsados por donantes. Esto implica que

cualquier entidad que ingrese en el mercado actual mediante upgrading

se enfrentará con un panorama mucho más difícil. No tendrá el período

de gracia que ofrecía la poca competencia para brindar servicios fi nan-

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PIONEROS EN LA COMERCIALIZACIÓN DE LAS MICROFINANZAS 87

cieros en mercados de bajo ingreso, que caracterizó a la mayoría de los

mercados latinoamericanos en el pasado.

Las ONG siguen siendo importantes en determinados contextos,

o bien porque sus directorios prefi eren mantener el enfoque sin fi nes

de lucro (con frecuencia, para servir a los sectores más pobres), o bien

porque el sistema normativo no es el adecuado para reglamentar las ins-

tituciones de microfi nanzas. Por ejemplo, la Fundación WWB Colombia

en Cali tiene más de 100.000 prestatarios y un desempeño fi nanciero

excelente. Recientemente, a pesar de su condición de ONG, ha podido

captar US$52 millones mediante una oferta de bonos denominados

en moneda local. En la actualidad, entre los actores principales de las

microfi nanzas de América Latina se encuentran las ONG transformadas

que siguieron el ejemplo de las precursoras y, lo que es más importante,

otras instituciones reguladas, que incluyen las siguientes:

• Bancos comerciales pequeños que cambiaron su mercado por

el de las microfi nanzas; tal es el caso de Banco Solidario, en

Ecuador.

• Un número cada vez mayor de bancos de gran envergadura,

que han ingresado en un mercado de menor poder adquisiti-

vo como es el de las microfi nanzas. Entre ellos se encuentran

ABN/AMRO, en Brasil; Caja Social y Bancolombia, en Co-

lombia; Credife/Banco Pichincha, en Ecuador; Sogebank (a

través de Sogesol) y Unibank (a través de MCN), en Haití; y

Banco de Crédito, en Perú.8 Otro banco que eligió el proceso

de downscaling, el Banco Pichincha, incorpora además una

característica interesante, ya que integra el modelo de ONG en

un banco comercial de gran envergadura. Unas 250 sucursales

8 Banco de Crédito es un caso interesante, al ser uno de los accionistas fundadores de Mibanco, con una participación del 5% en el total del capital accionario. En los primeros dos años de operaciones de la entidad, Banco de Crédito formó parte del directorio de Mibanco y se interesó por las microfi nanzas. Después de dos años, vendió su participación. Actualmente, es uno de los competidores más importantes de Mibanco en el mercado microempresario de Lima.

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88 MARGUERITE BERGER, MARÍA OTERO Y GABRIEL SCHOR

de este banco ofrecen actualmente productos microfi nancieros,

pero tienen sólo dos ofi ciales de crédito por sucursal.

• Las empresas comerciales incipientes, como las fi nancieras, que

desde un comienzo se constituyen como instituciones regula-

das; entre ellas, cabe citar a Banco ProCredit (anteriormente

Financiera Ecuatorial), en Ecuador. Estas instituciones existen

cada vez en más países, especialmente en la región andina.

• Bancos estatales de desarrollo con un enfoque comercial, que

incorporan las microfi nanzas a su cartera después de crear

una empresa de servicios subsidiaria. Banco do Nordeste,

con fi nanciamiento del Banco Mundial y del BID, y asistencia

técnica de ACCIÓN, sigue este modelo. Hoy es la institución

de microfi nanzas más grande del Brasil.

En los últimos 15 años, el universo de las microfi nanzas en Amé-

rica Latina se ha transformado. En la mayoría de los mercados, crece

la competencia entre las instituciones fi nancieras relativamente sólidas

que ofrecen servicios a las microempresas y a los grupos de bajo ingreso.

Sin embargo, sigue habiendo desafíos por delante para profundizar el

desarrollo de estos sectores fi nancieros: continuar ampliando la cober-

tura de los grupos de destino, reducir costos de manera innovadora para

integrar a grupos marginados en el sector bancario formal y mantener

normas de servicio al cliente y de transparencia en la industria.

Posiblemente, el desafío más importante que deban enfrentar en el

futuro las instituciones transformadas mediante el upgrading, y las que

deseen seguir ese proceso, sea redefi nir constantemente su identidad y

la función que desempeñan en sus mercados, sin abandonar el bagaje

de experiencias acumuladas en el pasado. El cambio es un hecho en los

mercados fi nancieros de América Latina y las instituciones de micro-

fi nanzas deben ser capaces de adaptarse o, de lo contrario, renunciar a

sus clientes microempresarios y de sectores pobres. Sin embargo, este

desafío entraña un riesgo. Hay una tendencia importante a favor de

transformar el producto de microcrédito original mediante préstamos

de consumo, la utilización de scoring estadístico, y la tolerancia de ma-

yores niveles de morosidad, en particular, entre los bancos comerciales

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PIONEROS EN LA COMERCIALIZACIÓN DE LAS MICROFINANZAS 89

que ingresan en este mercado. Un interrogante clave, que constituye a la

vez un desafío, radica en cómo diversifi car y competir sin distorsionar

la esencia del producto de microcrédito. Apartarse demasiado de su

enfoque y de la tecnología esencial, como hicieron las fi nancieras en

Bolivia, puede conducir a una institución microfi nanciera a la ruina y

causar problemas en la industria en su conjunto.

Las lecciones aprendidas por las instituciones que participaron

en el proceso de upgrading han sido muy importantes. Además, se han

afi anzado en agrupaciones regionales (lideradas por ACCIÓN e IPC/

ProCredit), lo que les permite alcanzar verdaderas economías de escala.

En consecuencia, se encuentran en una posición más fuerte para defen-

der su ventaja competitiva en sus respectivos mercados, sin apartarse

de su misión y de su tecnología de crédito. También están en mejores

condiciones para seguir prestando servicios fi nancieros a sus grupos de

destino de bajo ingreso con innovación y mayor efi ciencia. Los fuertes

actores regionales y globales surgidos a partir de procesos de upgrading

pueden sentirse respaldados por una larga tradición en la fi losofía y la

tecnología de las microfi nanzas sostenibles, además de la solidez fi nan-

ciera y la experiencia técnica necesarias para competir. En tal calidad,

tienen una función importante que desempeñar: seguir mejorando la

prestación de servicios fi nancieros sostenibles para microempresarios,

pequeñas empresas y familias de bajo ingreso.©

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90 MARGUERITE BERGER, MARÍA OTERO Y GABRIEL SCHOR

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C A P Í T U L O 3

Downscaling: la incursión de bancos latinoamericanos en las microfi nanzas

Beatriz Marulanda

El desarrollo y la consolidación de las instituciones de microfi nan-

zas han demostrado que el crédito destinado a microempresas es

un mercado rentable y con gran potencial, en el que es posible

controlar el riesgo crediticio. Si bien las iniciativas de downscaling que

realizan los bancos tradicionales pueden ampliar la oferta de productos

y reducir los costos de intermediación, el principal desafío que enfren-

tará la industria microfi nanciera en los próximos años es, sin lugar a

dudas, persuadir a las instituciones fi nancieras formales de participar

en este segmento.

Las instituciones fi nancieras formales de América Latina y el Caribe

han tardado en incluir el crédito para microempresas en sus servicios,

especialmente si se compara este proceso con la proliferación de insti-

tuciones de microcrédito no formales. Estas instituciones han crecido

rápidamente, transformándose en intermediarios fi nancieros regulados

(véase el capítulo 2). En la actualidad hay varios casos exitosos de insti-

tuciones de microfi nanzas sostenibles que se transformaron mediante el

proceso de upscaling en la región. En cambio, las instituciones fi nancieras

tradicionales no se han animado a incursionar en este mercado, debido

a factores sistémicos y macroeconómicos que limitaron las posibilidades

de exploración de nuevos mercados, como el microfi nanciero.

Quisiera agradecer a todas las instituciones fi nancieras que proporcionaron toda la infor-mación que aquí se presenta, como así también a Mariana Paredes, sin cuyos comentarios y sugerencias hubiese sido imposible escribir este capítulo.

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92 BEATRIZ MARULANDA

En general los sistemas fi nancieros formales de la región evolu-

cionaron dentro de marcos jurídicos que atribuían las funciones de

depósito y de crédito a intermediarios especializados, lo que generaba

una segmentación artifi cial del sector. Esta estructura daba a las institu-

ciones fi nancieras un mercado protegido, dentro del cual no era necesario

competir enérgicamente por la participación. Esto explica el número

limitado de entidades que surgieron, las que sólo podían sobrevivir en

condiciones y circunstancias artifi ciales.

Así, los bancos comerciales se erigieron como las instituciones

con operaciones de depósito y de préstamo más diversas. Desarro-

llaron, entonces, la infraestructura física, institucional y tecnológica

para manejar un gran volumen de operaciones con distinto grado de

complejidad. Otras instituciones fi nancieras más especializadas desa-

rrollaron la infraestructura adecuada para operaciones dirigidas a un

número menor de usuarios en nichos de mercado. Normalmente, no

estaban autorizadas para captar depósitos, contaban con una pequeña

red de ofi cinas y sus conocimientos estaban dirigidos únicamente a las

operaciones que podían realizar.

Todas estas instituciones fi nancieras crecieron en un entorno

protegido, sin la necesidad de ampliar su base de clientes mediante la

incorporación de actividades de mayor riesgo o de nuevos grupos pobla-

cionales. En consecuencia, no tuvieron la necesidad de diseñar productos

más complejos y sofi sticados para atraer nuevos clientes o buscar otros

mercados. En estas circunstancias, las instituciones formales no se vieron

atraídas hacia los segmentos de microempresarios o los sectores pobres,

pues implicaba incurrir en elevados costos y riesgos sin que tuvieran

una verdadera presión por parte de la competencia.

Las reformas fi nancieras llevadas a cabo en la mayor parte de la

región durante los años noventa procuraron promover la competencia

y una mayor efi ciencia en el sector. Este objetivo se fundamentó en la

convicción de que una mayor competencia redundaría en una mayor

diversifi cación fi nanciera, y en la ampliación de los servicios para

incorporar actividades y grupos que hasta entonces no habían tenido

acceso a servicios fi nancieros formales. Las reformas, instrumentadas

por la mayoría de los países, estuvieron centradas en la liberalización

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BANCOS LATINOAMERICANOS EN LAS MICROFINANZAS 93

y la desregulación de los sectores fi nancieros, con el objetivo de inten-

sifi car la competencia. Se redujo la participación estatal y se permitió

la inversión extranjera en el sector. El sistema de bancos especializados

desapareció gradualmente, y la intervención del Estado mediante con-

troles de tasa de interés, niveles excesivos de encajes y crédito dirigido

se redujo al mínimo.

Aunque estas reformas fi nancieras condujeron a una mayor com-

petencia en muchas naciones de América Latina y el Caribe, el proceso

no fue inmediato; además, en algunos países, se vio demorado por

las crisis fi nancieras y macroeconómicas de fi nes de los años noventa.

Algunas instituciones no estaban bien preparadas para hacer frente a

los desajustes macroeconómicos, dado que la instrumentación de las

reformas en los marcos legales normalmente no iba acompañada por

reformas en materia de supervisión. Por otra parte, las políticas de

liberalización puestas en práctica a mediados de la década expusieron

a algunos países a los efectos de las crisis fi nancieras de otras naciones,

con una consiguiente onda expansiva que tuvo efectos adversos en los

sectores fi nancieros.

La desaceleración del crecimiento económico de la región agravó

estas circunstancias: aumentó el desempleo y la infl ación, y en algunos

países se redujo el crédito bancario. En muchos lugares las autoridades

se vieron forzadas a adoptar y aplicar medidas de rescate fi nanciero y

reglamentaciones destinadas a proteger los ahorros del público. Esto

fue lo que sucedió, entre otros, en Bolivia, Colombia, Paraguay y Perú

a mediados de los años noventa. A fi nes de ese decenio, la mayoría de

los países tomó medidas para modifi car los marcos regulatorios y de

supervisión de sus sectores fi nancieros; entre esas medidas, se incluyeron

el aumento del capital mínimo, el establecimiento de nuevas normas de

clasifi cación de carteras y métodos de valuación de activos, y la adecuación

de las reglamentaciones para incorporar la administración del riesgo.

Las crisis fi nancieras, además, redujeron el número de instituciones

bancarias en el sector.1 Por otra parte, muchos bancos debieron sanear

1 Para más información sobre las crisis fi nancieras en Ecuador y Bolivia, véase el capítulo 5.

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94 BEATRIZ MARULANDA

sus estados fi nancieros, retrasando en consecuencia cualquier búsqueda

de nuevos mercados y por supuesto también la experimentación con

nuevas operaciones de crédito, como el microcrédito. Algunos casos

de downscaling que tuvieron excelentes resultados, como los de Banco

Económico en Bolivia y Multicredit Bank en Panamá (Vargas y Bass,

1998), redujeron los esfuerzos encaminados a ofrecer servicios a mi-

croempresarios y a los sectores pobres.

En consecuencia, la expansión bancaria que permitiera el acceso

al sistema fi nanciero de la mayor parte de la población latinoamericana

no llegó a materializarse en las magnitudes que se esperaban. El único

aumento en el alcance de los servicios fi nancieros a esos segmentos se

produjo gracias a las iniciativas de ciertas instituciones de microfi nanzas

que procuraron mecanismos y procedimientos para brindar servicio a

ese mercado. Las cooperativas de crédito también contribuyeron consi-

derablemente a que los microempresarios pudieran acceder a servicios

fi nancieros formales.

Aun así, el acceso al crédito seguía siendo restringido. La relación

entre el agregado monetario M22 y el PIB creció desde un 21% hasta un

29% entre los años sesenta y los setenta en América Latina y el Caribe,

y hasta llegó al 38% en el período 1993-1996; sin embargo, continuaba

siendo ampliamente inferior a la relación registrada en los países de Asia

del Este y otras naciones industrializadas a fi nes de los años noventa

(Westley, 2001).

Así, a principios del siglo XXI, son pocos los participantes princi-

pales del mercado (con algunas honrosas excepciones) que cumplen la

función de intermediación entre el ahorro del público y los microem-

presarios. Si bien un número creciente de instituciones de microcrédito

ofrecen servicios integrales de microfi nanzas, en su mayoría no están

autorizadas a movilizar ahorros del público, por no estar reguladas o

supervisadas. Por ese motivo, y debido a su estructura de gobierno y a

su capacidad limitada de crecimiento, estas instituciones no han podido

hacer la diferencia en términos de impacto en el acceso a servicios fi nan-

2 El indicador M2 mide la oferta monetaria total e incluye todos los depósitos a la vista de cuentas corrientes y de ahorro, y otros depósitos a plazo.

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BANCOS LATINOAMERICANOS EN LAS MICROFINANZAS 95

cieros en la población microempresarial, si bien han demostrado que este

nicho de mercado es rentable. El reto que enfrentan las microfi nanzas

en los próximos años consiste en canalizar más ahorros del público a

través de la participación del sector fi nanciero formal.

La siguiente sección de este capítulo describe el tipo de institu-

ciones que han ingresado en el sector fi nanciero y las circunstancias en

que lo han hecho. Luego se explica el modelo organizacional de estas

instituciones fi nancieras. Por último, se analizan la tecnología crediticia

y las medidas de riesgo que han utilizado, y se presentan algunas con-

clusiones y recomendaciones.

La industria de las microfi nanzas y sus nuevos participantes

Durante las crisis económicas y bancarias que sufrió la región en los

años noventa, algunos bancos comenzaron a incursionar por su cuenta

en el mercado microempresario. Movidos por una serie de factores,

sus participaciones tuvieron diferentes resultados. Debido al éxito de

los micropréstamos, algunos comenzaron a explorar el mercado con

la ayuda de organismos multilaterales y bilaterales. En Paraguay, los

bancos tomaron estas decisiones en respuesta a la intensa competencia,

mientras que en El Salvador, Banco Agrícola ingresó en ese segmento

con el objetivo de diversifi car los nichos de mercado, los depósitos y los

servicios de préstamo.

Como consecuencia de estas crisis, lejos de evaluar nuevas opor-

tunidades, algunos bancos debieron abocarse a mejorar su condición

fi nanciera y sobrevivir en el mercado. Entidades tales como Banco

Económico, en Bolivia, se retiraron del sector de microfi nanzas después

de una oleada de sobreendeudamiento que afectó al sector microem-

presario. Esto obedeció al ingreso en el mercado boliviano de varias

instituciones de crédito para el consumo, que utilizaron metodologías

de crédito y préstamo inadecuadas (Rhyne, 2001). Otras entidades, como

el Banco Solidario, en Ecuador, sobrevivieron a la crisis precisamente

al concentrarse en este segmento. Durante el período más difícil de la

crisis cambiaria que sufrió el país, Banco Solidario tenía coefi cientes de

morosidad inferiores a los del sistema fi nanciero en su conjunto y mayor

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96 BEATRIZ MARULANDA

estabilidad en sus depósitos, y contaba con el respaldo de un préstamo

sindicado, coordinado por el fondo de inversión ProFund.3

A comienzos del siglo XXI, una vez superadas las crisis fi nancieras,

los bancos tradicionales vuelven a interesarse en el sector microempre-

sario. Por lo general, se trata de bancos grandes, que atienden varios

segmentos de mercado, tanto con productos de captación como de

colocación.4 El sector microempresario les ofrece una oportunidad

de ampliar la captación de depósitos y el alcance de sus productos de

préstamo. Estos grandes bancos tradicionales tienen acceso a la infra-

estructura necesaria para ocuparse de grandes volúmenes de actividad

y de grandes mercados, y tienen una amplia red de sucursales para

captar depósitos. De hecho, algunos de estos bancos, incluso los que no

han manifestado un interés explícito en el mercado microempresario,

ya atienden las necesidades de este sector mediante sus productos y

servicios de ahorro.

En la actualidad, pueden identifi carse muchos ejemplos válidos de

downscaling en la región, si bien no dejan de estar aislados. Por ejemplo,

en Haití, Sogebank es el banco más grande del país, con una participación

de mercado del 28%, 30 sucursales y una cartera de activos de US$340

millones. En Ecuador Banco Pichincha es una entidad multiservicio que

ingresó en el sector, en parte, gracias a su red de sucursales en barrios de

segmentos populares. Anteriormente, muchas sucursales del Pichincha

no eran rentables porque no aprovechaban el potencial del mercado

para la captación de depósitos y de productos de préstamo. El banco,

acertadamente, decidió comprender mejor las necesidades de los mi-

croempresarios y estableció una subsidiaria, Credife, para administrar

los nuevos servicios dirigidos al sector microempresario. Para esto, era

necesario un cambio en la concepción de la administración y crear un

equipo de ventas de microcrédito con formación en un conjunto de

destrezas, distintas de las que se requieren para vender servicios ban-

carios más tradicionales.

3 ProFund es un fondo de inversiones con fi nes de lucro cuyo objetivo es obtener una alta rentabilidad; apunta a los sectores de micro y pequeñas empresas de la región; al mismo tiempo, promueve el crecimiento de intermediarios fi nancieros efi cientes y regulados. 4 Las pequeñas instituciones fi nancieras de Paraguay constituyen la excepción.

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BANCOS LATINOAMERICANOS EN LAS MICROFINANZAS 97

Credife inició sus operaciones en junio de 1999 y, en el lapso de

dos años, construyó una cartera de US$3,5 millones y más de 9.000

clientes. A junio de 2005, esas cifras habían aumentado a 38.000 clientes

activos y más de US$53 millones. El monto promedio de los préstamos

otorgados en 2005 fue de US$1.409, cifra esta que indica que el banco

está llegando al sector microempresario de destino. Un hecho sorpren-

dente es que logró alcanzar su punto de equilibrio tras apenas 18 meses

de operaciones, mientras Ecuador transitaba su peor crisis económica

del siglo. Esta experiencia ha tenido repercusiones en otros bancos

de la región, como el Banco Agrícola en El Salvador, que comenzó su

programa de microcrédito con el objetivo de ampliar los servicios que

prestaba a sectores de la población con escaso acceso al sector bancario

(López y Rhyne, 2003).

Muchas experiencias bancarias recientes con productos de micro-

crédito surgieron a partir de operaciones de crédito de consumo masivo.

El crecimiento de estos préstamos fue uno de los primeros resultados

del aumento inicial de la competencia en el sector fi nanciero a media-

dos de los años noventa, cuando organismos especializados y bancos

internacionales introdujeron las tecnologías de crédito de consumo con

base en el scoring estadístico. Chile fue el primer país latinoamericano

en introducir y consolidar el crédito de consumo a gran escala; esto fue

posible, en parte, gracias a las reformas estructurales que introdujo el país

durante los años ochenta. Estas reformas crearon una plataforma para

que las empresas fi nancieras chilenas se expandieran hacia otros países

de América Latina, tales como Argentina, Bolivia, Ecuador, Paraguay y

Perú (Marulanda, 2000).

El crédito de consumo masivo es adecuado para la población asa-

lariada, independientemente del nivel de ingreso que tenga, pero muy

especialmente para los grupos de ingreso medio y bajo, con salarios

que oscilan entre US$150 y US$200 por mes. Ofrece fi nanciamiento

para una amplia variedad de usos y su reembolso se acuerda en pagos

mensuales fi jos, que incluyen la amortización del capital y los intereses;

las tarjetas de crédito están disponibles para clientes con antecedentes

crediticios satisfactorios. En general, los préstamos oscilan entre US$500

y US$1.000, y los períodos de reembolso entre 18 y 36 meses; las tasas de

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98 BEATRIZ MARULANDA

interés se fi jan por acción de las fuerzas del mercado y la competencia.

Este producto normalmente no requiere garantes ni codeudores. Para su

comercialización, se utilizan prácticas de promoción agresivas a cargo

de representantes de venta que reciben un salario fi jo bajo y comisiones

en función del importe de préstamos desembolsados.

Una falencia de este sistema es que los incentivos no están ligados a

las tasas de recuperación y de incumplimiento, pues los representantes de

venta no mantienen el contacto con los clientes. Los ofi ciales de crédito

verifi can inicialmente que se reúnan los requisitos mínimos para acceder

al préstamo, pero toda la información es posteriormente analizada por

metodologías de scoring estadístico, que determinan si la persona es apta

para recibir un préstamo y, en tal caso, cuál debería ser su importe. Este

proceso también incluye la verifi cación de antecedentes crediticios me-

diante una central de riesgo. La tecnifi cación de los procesos de crédito

para el consumo permite procesar las solicitudes de préstamo en dos

o tres días. Las funciones de cobro y recuperación de carteras morosas

están a cargo de otro equipo y llegan a incluir la utilización de empre-

sas externas de gestión de cobro, cuya remuneración está dada por las

comisiones que cobran sobre los importes recuperados. La tolerancia

de morosidad es mayor que en las mejores prácticas de microcrédito,

debido a la naturaleza de la población de destino. Por esta razón, los

préstamos para el consumo presentan tasas de incumplimiento más

elevadas que los micropréstamos y los préstamos comerciales.

El crédito de consumo y el microcrédito suelen ocupar el mismo

nicho de mercado; ambos tienen altos costos operativos, los montos

son pequeños y están dirigidos a familias de ingreso bajo en sectores

formales e informales de la economía. Difi eren en el origen de los fondos

empleados para repagar los préstamos. En el segmento del microcré-

dito, las actividades productivas generan los fl ujos de caja necesarios

para repagar el préstamo, mientras que, en el crédito de consumo, la

fuente del pago es el salario. Más aún, el microcrédito normalmente

fi nancia al sector informal de la economía local, mientras que el crédito

de consumo está dirigido al sector formal. En ambos casos, se amplía

la profundización del sistema fi nanciero, al proporcionar crédito a las

personas con menores ingresos.

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BANCOS LATINOAMERICANOS EN LAS MICROFINANZAS 99

A pesar de algunas similitudes aparentes, las operaciones de micro-

crédito deben necesariamente formularse con una concepción distinta

de la del crédito de consumo, pues son precisamente esas diferencias las

que determinan el perfi l de riesgo crediticio que enfrenta una entidad

fi nanciera. En la región se han dado varias situaciones en las que no se

evaluaron adecuadamente estas características distintivas y se pusieron

en práctica programas masivos de crédito de consumo. El caso antes

aludido de Bolivia es un ejemplo de cómo el crédito para consumo a

gran escala (introducido en ese país por empresas de fi nanzas chilenas)

llevó al sobreendeudamiento de los microempresarios.

Pero también hay ejemplos de microfi nanzas surgidas de un mo-

delo de crédito para consumo que tuvieron excelentes resultados. En

Chile, la adquisición de la Financiera Banefe, una empresa de crédito de

consumo, por parte del Banco Santander dio origen a un programa de

microfi nanzas exitoso (Vargas y Bass, 1998). En Paraguay, este tipo de

operaciones fueron un desprendimiento del crédito de consumo ofrecido

por fi nancieras que incorporaron tecnologías apropiadas para el micro-

crédito, gracias al Programa de Crédito Global para Microempresas del

BID, que también infl uyó en su penetración en el segmento. En Perú, dos

instituciones bancarias importantes incursionaron en este campo, tras

haberse adaptado y haber aprendido de la crisis del crédito de consumo

cómo desarrollar una operación de microcrédito sólida. En el período

1997–1998, se produjo la crisis de la banca de consumo en Perú, como

resultado de un nivel extremo de competencia, el sobreendeudamiento de

los clientes y la crisis macroeconómica. Banco del Trabajo y la Financiera

Solución/Banco de Crédito lograron afrontarla, iniciando operaciones de

microcrédito a mayor escala. Estas instituciones tienen hoy operaciones

de microcrédito importantes y en franca expansión.

Banco del Trabajo pertenece al Grupo Altas Cumbres y tiene in-

versiones en instituciones fi nancieras de Costa Rica, República Domini-

cana, Ecuador y Guatemala. Desde su creación, en 1994, ha dirigido sus

préstamos para consumo a grupos asalariados de ingreso bajo y medio-

bajo. Actualmente, defi ne su misión como la prestación de servicios y

soluciones fi nancieras, para trabajadores asalariados y autónomos, en

grupos de ingreso bajo y medio en Perú.

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100 BEATRIZ MARULANDA

Banco de Crédito comenzó sus operaciones en el segmento

microempresario a través de Financiera Solución, que se vio afectada

tras la crisis peruana de la industria de préstamos de consumo y el so-

breendeudamiento del país. Financiera Solución decidió centrarse en el

sector microempresario; para ello, comenzó por comprar la cartera de

préstamos de dos instituciones de crédito de consumo que quebraron.

Tras absorber a Financiera Solución en 2004, Banco de Crédito parti-

cipó en este mercado de manera directa y, actualmente, su cartera de

préstamos representa el 35% de los préstamos vigentes en el país (véase

recuadro 3.1).

En Paraguay Financiera Visión, El Comercio e Interfi sa también

modifi caron su estrategia centrada en préstamos de consumo y se in-

clinaron por programas de microcrédito, en parte gracias a un proyecto

de cooperación técnica del Banco Interamericano de Desarrollo, en el

marco del Programa de Crédito Global para la Microempresa.

Banco Solidario, de Ecuador, es representativo de una tendencia

diferente. Fue creado especialmente por un grupo de empresarios ecua-

torianos del sector privado, en 1995, para brindar servicios a mercados

que eran excluidos por los bancos tradicionales. Más tarde, los orga-

nismos internacionales con misión social se asociaron al banco como

accionistas. Banco Solidario es considerado un intermediario fi nanciero

confi able para canalizar recursos hacia sectores de la población que no

tienen acceso al sistema fi nanciero formal (Banco Solidario, 2002). En

primer término, se abocó a las pequeñas y medianas empresas, para

generar una rentabilidad sufi ciente que le permitiera operar una cartera

de microcrédito hasta alcanzar un nivel de autonomía fi nanciera.

Varios años más tarde, en 2001, Internationale Projekt Consult

GmbH (IPC) creó la Sociedad Financiera Ecuatorial (SFE), para lo cual

reprodujo su modelo microfi nanciero y su tecnología de Europa del Este

en Ecuador, mediante su sociedad de inversión, Internationale Micro

Investitionen (IMI).5 En diciembre de 2004, SFE se transformó en un

verdadero banco comercial, Banco ProCredit, una institución microfi -

5 En enero de 2005, IMI-Internationale Micro Investitionen AG cambió su nombre por ProCredit Holding AG.

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BANCOS LATINOAMERICANOS EN LAS MICROFINANZAS 101

Recuadro 3.1Los consumidores y el microcrédito: el caso del Banco de Crédito en Perú

Banco de Crédito (BCP) es la entidad bancaria líder de Perú. Concentra el 35% de la cartera de préstamos y el 37% de los depósitos del país, y tiene una red de 209 ofi cinas en todo el territorio nacional y 115 en Lima. En 1996, BCP fundó la subsidiaria Financie-ra Solución para ofrecer créditos de consumo.

Después de la crisis fi nanciera de 1997 y 1998, la subsidiaria, con el apoyo de la red del banco, dejó de dedicarse al crédito de consumo como actividad principal, para atender a microempresarios independientes. Combinó los procedimientos de crédito de consumo con la nueva metodología especializada de microfi nanzas y así adoptó un enfoque hí-brido. La cartera de microempresas de Financiera Solución aumentó de US$33 millones en marzo de 2001 a US$62 millones en diciembre de 2002; de esa manera, igualó la cartera de Mibanco, su principal competidor y líder de la industria microfi nanciera de Perú (véase el capítulo 2). Asimismo, en el mismo período, la parte de la cartera de BCP dedicada a microempresarios de mayor envergadura aumentó de US$17 a US$41 millones. En 2004, Financiera Solución se fusionó con Banco de Crédito.

Actualmente, BCP está diseñando nuevos productos y sistemas para ampliar su presen-cia en el sector microempresario y reducir costos. Está elaborando un sistema de scoringestadístico especializado para microcréditos, utilizando la base de datos del banco, que tiene más de 10.000 clientes. El scoring está compuesto de una combinación de factores demográfi cos y variables comerciales. La información permite que el banco sólo tenga que visitar a aquellos clientes que tienen un scoring superior a un determinado umbral, para evaluar detalladamente al solicitante y establecer la tasa de interés del préstamo, según el riesgo de crédito del cliente. Esta metodología se puede aplicar únicamente a préstamos por un valor mínimo de US$2.000, debido a la estructura de costos del producto.

BCP y Financiera Solución han demostrado tener la capacidad de controlar los niveles de morosidad, y de utilizar otro tipo de tecnología distinta a la de las demás instituciones microfi nancieras, que sólo utilizan tecnología de microcrédito.

nanciera nueva cuyo nicho de mercado es el sector microempresario

y de pequeñas y medianas empresas. Otros donantes y organismos de

desarrollo internacionales también invirtieron en SFE. A fi nes de 2002,

tenía una cartera de más de 5,5 millones de euros y más de 4.300 clien-

tes, pese a la intensa competencia que ofrecían Banco Solidario y otras

instituciones fi nancieras (Mommartz, 2002). Hacia fi nes de 2004, la

cartera de crédito había crecido a US$43 millones, con más de 20.000

clientes.

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102 BEATRIZ MARULANDA

En Colombia Banco Caja Social siguió un camino propio (véase el

recuadro 3.2). En sus 96 años de historia, esta institución ofreció servi-

cios fi nancieros a los prestatarios más pobres del país. Desde sus inicios,

ofreció productos de ahorro y de préstamo al sector microempresario.

Ha atendido este sector de forma constante gracias a la localización

Recuadro 3.2Caja Sociedad de Ahorros: cien años de compromiso con los clientes de más bajo ingreso de Colombia

Caja Sociedad de Ahorros fue fundada por el Padre José María Campoamor en 1911, como parte de los esfuerzos de la comunidad jesuita por ayudar a resolver el problema de la pobreza en Colombia. Funcionó como una institución de ahorro sin fi nes de lucro hasta 1991, año en que se convirtió en un banco comercial. En 1996, el nombre del banco pasó a ser Banco Caja Social. La institución sigue cumpliendo su función social original, en calidad de banco perteneciente a la organización sin fi nes de lucro Fundación Social.

Banco Caja Social es una de las instituciones fi nancieras más grandes y antiguas de la región. Desde hace 96 años, canaliza los ahorros del público hacia el sector de microempresarios y habitantes de bajo ingreso de áreas rurales, e individuos de mayor ingreso que residen en áreas urbanas. Actualmente, posee una red de 122 sucursales en 42 ciudades. En 2003, tenía más de un millón de cuentas de ahorro, 226.000 clien-tes de préstamos (40% de ellos, microempresarios) y una cartera de US$159 millones destinada al segmento de trabajadores por cuenta propia, donde casi la mitad de los prestatarios ganan menos de 2,5 veces el salario mínimo mensual.

Banco Caja Social tiene una excelente estructura fi nanciera, cimentada en cuentas de ahorro que, junto con una cartera de préstamos destinada a empresas de distinto tamaño, permiten que la institución atienda al sector microempresario a un costo razonable. No obstante, la falta de tecnología microfi nanciera especializada le impidió ofrecer un mayor respaldo al segmento de microempresarios sin acceso al sector fi nanciero, por lo que el tamaño promedio de los préstamos es de US$1.770. A julio de 2003, el 5% de los préstamos se otorgaban a microempresarios sin historial de crédito anterior. Sólo el 2,3% del total de la cartera registra una morosidad superior a 30 días.

El banco ha diseñado un producto de préstamo para fi nanciar la compra de lotes, las tareas previas a la construcción, la ampliación de construcciones en lotes adquiridos anteriormente y/o las remodelaciones con fi nes productivos. La experiencia ha sido muy positiva en términos comerciales. Este producto se suele ofrecer a clientes que tienen buenos antecedentes con el banco, ya que en el 80% de los casos, no se presentan garantías. La cartera asciende a US$52 millones (no se dispone de las cifras correspon-dientes al segmento de microempresarios exclusivamente).

Fuente: Tissot (2003).

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BANCOS LATINOAMERICANOS EN LAS MICROFINANZAS 103

estratégica de sucursales cerca de sus clientes y al diseño de productos

de ahorro y préstamo que se ajustan a sus necesidades.

El ingreso de las instituciones fi nancieras formales y de bancos en

el sector microempresario ha estado impulsado por tres factores fun-

damentales. El más importante ha sido la rentabilidad que ofrecen los

nichos de mercado; en un segundo término, la diversifi cación del mismo

y, por último, la realización de una función social. Los tres factores operan

conjuntamente y se potencian. Antes de que los bancos logren un nivel

de rentabilidad en microfi nanzas, y mientras trabajan para perfeccionar

sus metodologías, es importante que tengan un fuerte liderazgo de sus

accionistas y directores con cierto grado de compromiso social, además

de un interés estratégico en ampliar sus servicios e incluir a clientes de

más bajo ingreso. La búsqueda de la rentabilidad es una motivación

necesaria, pero no sufi ciente por sí misma, para que estas operaciones

se introduzcan y consoliden en los bancos comerciales. Una encuesta

realizada en 2001 confi rmó que la motivación de los bancos se relaciona

con la contracción de los márgenes fi nancieros y con la necesidad de

buscar nichos de mercado más rentables (Valenzuela, 2002).6

En algunos casos el impulso proviene de la competencia que

enfrentan, que los obliga a buscar nuevos mercados para mantener su

rentabilidad. Esto es lo que sucede con los bancos de servicios múltiples,

que amplían su ámbito de acción a nuevos clientes, ofreciéndoles cuentas

de ahorro y otros productos fi nancieros; de esta manera, modifi can su

estrategia centrada en un único producto por un planteo de servicio

al cliente enfocado en una multiplicidad de productos. Este cambio de

orientación se produjo inicialmente con las microempresas relativamente

más grandes, pues los bancos profundizan su penetración en el sector

a medida que van adquiriendo experiencia.

Sogesol, una subsidiaria de Sogebank en Haití, es un ejemplo de

cómo un banco con servicio integral incursionó en el microcrédito, en

respuesta a las necesidades de sus clientes. El 40% del fi nanciamiento

6 Según la encuesta, los bancos de gran envergadura ven en este sector una oportunidad de diversifi car su mercado, mientras que los bancos más pequeños y los estatales lo consideran una necesidad para cumplir con su responsabilidad social.

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104 BEATRIZ MARULANDA

del banco provenía de depósitos en cuentas de ahorro con libreta, de

las cuales el 40% de los titulares eran trabajadores independientes. La

demanda de estos clientes creó el estímulo para abrir una línea de pro-

ductos de microcrédito. En ese momento, existía una fuerte competencia

por otros segmentos del mercado, como resultado de la liberalización del

sistema fi nanciero de Haití y de las reformas introducidas a mediados

de los años noventa, como la eliminación de los topes a las tasas de in-

terés. La oferta de operaciones de microcrédito de gran escala permitió

afi anzar la imagen de Sogebank como líder del sector con compromiso

social y con responsabilidad por su comunidad y sus clientes (Boisson,

2002). Bancolombia, el banco más grande de Colombia, siguió un ca-

mino similar: en 2001, pasó de prestar servicios a pequeñas y medianas

empresas a participar en el sector de las microfi nanzas. Los resultados

fi nancieros de la cartera de microempresas fueron tan satisfactorios que

los directores decidieron adaptar los productos y procesos del banco a

las necesidades del microcrédito, para brindar un mejor servicio a ese

mercado.

Los bancos estatales también comenzaron a incursionar en las

microfi nanzas, pero su motivación partía de políticas de gobierno

concebidas para llenar los vacíos que dejaban los bancos privados. A

modo de ejemplo, pueden citarse los casos de Banco Estado, en Chile,

y de Banco do Nordeste, en Brasil. Según Valenzuela (2002), estas ins-

tituciones tuvieron en común cinco características salientes: liderazgo

fuerte y estable, orientación comercial, protección de la injerencia po-

lítica, fuerte presencia comunitaria y buena reputación. Banco Estado

también se vio atraído por el vasto ámbito de acción, que se amplió a

12 millones de cuentas de ahorro, lo que equivale al 78% del mercado

chileno. Con una base de clientes tan sólida, la transición fue fácil (Banco

Estado, 2002, 2003a, 2003b y 2003c). Bajo el liderazgo de su presidente,

Banco do Nordeste ingresó en nuevos mercados, lo que le permitió

consolidar su posición en la región que le da nombre. Contó con el

apoyo del Banco Mundial, que pretendía identifi car una oportunidad

de promover las microfi nanzas en Brasil, donde la industria no se ha-

bía logrado consolidar en forma signifi cativa en el sector fi nanciero, ni

siquiera a través de ONG.

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BANCOS LATINOAMERICANOS EN LAS MICROFINANZAS 105

Varios modelos de organizaciones microfi nancieras

Casi todos los bancos que ingresan en el sector de microcrédito advierten

que las tecnologías de la banca tradicional no son adecuadas para este

mercado. En la mayoría de los casos, segregan totalmente la cartera de

microempresas del resto de las operaciones. Esta medida puede resolver

algunos problemas, pero también crear otros.

Resulta difícil integrar las mejores prácticas de operaciones de

microcrédito a las operaciones de los bancos comerciales tradicionales,

para controlar el riesgo crediticio y reducir los costos operativos. Las

instituciones microfi nancieras tienen una estructura salarial, un sistema

de remuneraciones, una administración de cartera y un mecanismo de

cobranza que difi eren sensiblemente de los que utilizan los bancos tra-

dicionales. Por otra parte, la administración de préstamos y los esfuerzos

de cobro consumen muchos recursos de personal y tienen altos costos;

por esta razón, se hace necesario aplicar tasas de interés elevadas, una

práctica que puede crear en el público la percepción de que el banco

“cobra caro”. Posiblemente, la adaptación más difícil de ambos métodos

sea la combinación de las funciones comerciales con las de análisis de

riesgo en un único responsable de cuenta, lo que representa una mejor

práctica en la industria microfi nanciera, pero no es habitual en la banca

comercial.

Como resultado de estas diferencias, los bancos comerciales han

diseñado distintos modelos de organización para ingresar en el mercado

del microcrédito y, al mismo tiempo, superar los obstáculos internos que

pueden surgir al introducir una nueva cultura de crédito en la misma

estructura institucional. Estos modelos varían de acuerdo con la enver-

gadura del banco y de su compromiso social con los pobres: algunos

han creado nuevas divisiones dentro de su estructura institucional; otros

han establecido una subsidiaria fi nanciera o de servicios, que ofi cia de

canal de contacto con los microempresarios; algunos, por otra parte,

han integrado las operaciones en la propia estructura del banco y otros

han formado alianzas con ONG.

Cuanto más grande es el banco, más difícil es integrar el mi-

crocrédito en su estructura formal. Los bancos tradicionales tienen

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106 BEATRIZ MARULANDA

directrices rígidas, de modo que resulta difícil introducir un nuevo mo-

delo comercial, especialmente si es tan radical como los que se utilizan en

el sector microfi nanciero, donde se deben administrar muchos préstamos

pequeños de forma efi ciente y rentable. En un banco de gran envergadura,

la importancia de las operaciones de microcrédito se ve opacada por el

gran volumen de operaciones tradicionales, en las que se concentran las

capacidades de administración y recuperación del banco.

Los bancos pequeños tienden a ser más fl exibles y pueden integrar

las operaciones de microcrédito con mayor facilidad. Estas representan

allí el porcentaje mayor de la cartera de préstamos, lo que hace que

estas instituciones tengan más incentivos para asimilar las tecnologías

de microcrédito en sus operaciones bancarias tradicionales. También es

más fácil integrar los micropréstamos en una estructura concebida para

crédito de consumo, dado que los sistemas comercial y de información

de la institución están preparados para respaldar muchas operaciones

pequeñas.

La introducción y la evaluación de las operaciones de microprés-

tamo en un banco requieren pruebas piloto antes de su lanzamiento

defi nitivo y de su integración a gran escala.

Integración del microcrédito en las operaciones bancarias

Los bancos que han desarrollado operaciones de microcrédito dentro de

su estructura se benefi cian de muchas maneras: los costos de las opera-

ciones son más bajos, el nuevo equipo puede interactuar sin difi cultades

con otros empleados del banco y el control de gestión del riesgo es más

ágil. En la mayoría de los casos, en una primera instancia, el programa

se instrumenta de forma piloto en una sucursal y, posteriormente, se

extiende a todas las fi liales de la región o del país. A continuación, se

exponen ejemplos de esta estructura en distintos países de América

Latina.

Banco Solidario, de Ecuador, es un ejemplo de integración de las

microfi nanzas en un banco, con buenos resultados. En un comienzo, el

banco se centró en las pequeñas y medianas empresas, y su misión a largo

plazo era prestar servicios al sector microempresario, principalmente

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BANCOS LATINOAMERICANOS EN LAS MICROFINANZAS 107

a personas pobres y de ingreso más bajo. A fi nes de 1999, la cartera

microempresaria representaba el 18% de su cartera total de préstamos.

Hacia junio de 2005, esa participación había aumentado hasta el 62%. A

fi nes de 2002, la situación se había revertido: la cartera de microempresas

representaba el 46% del total de préstamos, mientras que la de pequeñas

y medianas empresas se reducía al 20% (véase el recuadro 3.3).

Banco do Nordeste, un banco estatal brasileño, inició su progra-

ma de microfi nanzas en un departamento independiente dentro de la

entidad, al que se denominó CrediAmigo. No fue estructurado como

una subsidiaria, en parte porque el banco era una institución pública

controlada por el Estado. A pesar de gestarse de esa manera, tenía gran

autonomía e incluso subcontrataba a los ofi ciales de crédito dado que

la estructura salarial del banco era fi ja y muy elevada. El programa se

puso en marcha en 1998, con excelentes resultados, y el banco no tardó

en ampliar el programa piloto de microfi nanzas de cinco a cincuenta

Recuadro 3.3Banco Solidario de Ecuador: compromiso con la microempresa

Banco Solidario fue fundado en 1995 como fi nanciera (Enlace) y fue la primera institu-ción en Ecuador creada para atender al sector microempresario. En 1996, se convirtió en Banco Solidario, por iniciativa de Fundación Alternativa, una organización social que respaldaba al banco y a tres inversionistas del sector privado. Posteriormente se incor-poraron inversionistas extranjeros en calidad de accionistas, entre los que se incluye ACCIÓN International (asesor técnico desde 1996), la Corporación Andina de Fomento (CAF), Care Ecuador, ProFund International y Seed Capital.

El nicho de mercado defi nido por el banco está formado por más del 60% de la pobla-ción económicamente activa de Ecuador, que trabaja en los sectores socioeconómicos urbanos y rurales, y tiene poco acceso al sistema bancario tradicional del país. La gama de productos de préstamo diseñados para empresas de distinto tamaño permite que el banco pueda ofrecer fi nanciamiento para microempresarios durante todas las fases de su desarrollo y crecimiento. Tiene 12 puntos de venta en zonas urbanas de bajo ingreso y una cartera sólida de micropréstamos para la vivienda, que forma parte de un programa de promoción de viviendas del gobierno de Ecuador. Durante la primera etapa de este programa, Banco Solidario logró movilizar ahorros de 14.000 clientes. También diseñó un modelo que le permite ofrecer crédito para la vivienda a costos más bajos y, de este modo, las familias pueden combinar los subsidios del gobierno con un préstamo directo del sector privado. A diciembre de 2005, el banco tenía 148.712 clientes y una cartera de US$183 millones, con un préstamo promedio de US$909.

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sucursales. Sin embargo, al poco tiempo, los niveles de morosidad

aumentaron signifi cativamente, debido a los sistemas inadecuados

de incentivos. En un comienzo, los salarios de los ofi ciales de crédito

dependían únicamente de la cantidad de préstamos desembolsados,

con total prescindencia del cumplimiento del deudor. En respuesta,

el banco frenó su crecimiento exponencial y puso en marcha un plan

menos ambicioso, con un ritmo de crecimiento lento y constante, que

se transformó en uno de los programas más grandes de micropréstamos

en América Latina.

Banco del Trabajo, en Perú, amplió su cobertura al sector micro-

empresario como prolongación del programa de crédito de consumo.

Introdujo cambios importantes en su modelo de evaluación de riesgo,

en particular, la incorporación de visitas a clientes a fi n de recabar la

información necesaria para estimar su capacidad de pago. En diciembre

de 2005, tenía una cartera de préstamos a microempresas de US$124,4

millones y 78.000 clientes, que representaban el 40% de la cartera total

del banco (Banco del Trabajo, 2005). La nueva orientación hacia el

microcrédito fue planifi cada cuidadosamente y se utilizaron nuevas

metodologías de contacto con el cliente, una nueva plataforma tecno-

lógica diseñada para una amplia gama de productos, una estrategia de

apertura de sucursales en áreas habitadas por trabajadores de las grandes

ciudades del Perú y un sistema basado en incentivos para los ofi ciales de

crédito. El banco mantuvo total independencia entre las áreas comercial

y de evaluación de riesgo, y el cobro de préstamos a cargo de personal

que no integraba la fuerza de ventas, a diferencia de la tecnología de

microcrédito habitual. El desarrollo de las microfi nanzas en el banco

ha mejorado el negocio bancario tradicional, reduciendo el nivel de

morosidad del 8% al 5%.

Esta estrategia también ha sido adoptada por fi nancieras que pro-

curan ampliar sus operaciones de crédito de consumo. Este es el caso de

Interfi sa y Financiera El Comercio, en Paraguay. Las dos instituciones

entraron en este nicho de mercado después de recibir un préstamo del

BID y asistencia técnica destinada a paliar la profunda crisis fi nanciera

de su país, que obligó a las fi nancieras a buscar distintos sectores para

diversifi car sus carteras y reducir el riesgo.

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BANCOS LATINOAMERICANOS EN LAS MICROFINANZAS 109

Otro ejemplo es el Banco Agrícola, de El Salvador. Esta institución

también desarrolló una estrategia para atender a microempresarios a

través de una división dentro de su estructura, pero el proceso ha sido

lento. A junio de 2003, tenía una cartera de US$11,6 millones y atendía

a 3.224 clientes. Esto fue posible gracias a la cooperación de USAID y a

la asistencia técnica de Development Alternatives, Inc. (DAI).

Creación de fi liales

Algunos bancos optaron por desarrollar operaciones de micropréstamo a

través de una entidad jurídica con independencia institucional, como una

fi lial o subsidiaria. La constitución de una fi lial para ofrecer microcrédito

signifi ca una enorme “decisión estructural”, de modo que los bancos tien-

den, en una primera instancia, a desarrollar un producto piloto dentro

de la propia estructura de la organización y, posteriormente, deciden la

creación o no de una subsidiaria. En este tipo de iniciativa, los servicios

de los asesores técnicos especializados en microcrédito son importantes

para la viabilidad y la sostenibilidad del proyecto: por un lado, transmiten

sus conocimientos al personal del banco y, por otro, crean, junto con

este, nuevos productos y servicios que se ajustan a las necesidades de los

clientes. Existen dos tipos de fi liales: fi nancieras y de servicio.

Filiales fi nancieras. Una fi lial fi nanciera pone en práctica las operaciones

de microcrédito de su empresa controlante, pero esta participa en el

proceso de toma de decisiones y proporciona, total o parcialmente, el

fi nanciamiento necesario para el nuevo emprendimiento.

Este modelo permite que los servicios fi nancieros se desarrollen con

independencia del banco. Es el que utilizó la Financiera Solución, una

subsidiaria del Banco de Crédito de Perú, que dejó de ser una institución

de crédito de consumo para dedicarse a las operaciones de microcrédito.

Se trata de un mecanismo institucional viable y probablemente necesario

para los grupos fi nancieros que deciden especializarse en este sector del

mercado. Sin embargo, en función de la información que disponemos,

ningún banco comercial ha optado por crear un nuevo intermediario

para entrar en el sector microfi nanciero.

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110 BEATRIZ MARULANDA

Filiales de servicio. Una fi lial de servicio es una institución jurídica e ins-

titucionalmente independiente, que presta servicios al banco: establece

y administra una cartera de microcrédito a cambio de una comisión.

En este caso, los préstamos se contabilizan en los estados fi nancieros

del banco, una vez que son aceptados por este.

La ventaja principal de este mecanismo es que todo el personal

asignado a la administración de operaciones de microcrédito es con-

tratado y recibe su remuneración de la empresa de servicios, y no del

banco; de esta forma, se evita la difi cultad de tener que adaptar el plan de

personal y de remuneración a la estructura rígida del banco tradicional.

Además, estas subsidiarias no están obligadas a obtener la autorización

del organismo de supervisión de entidades fi nancieras; esto signifi ca que

el capital necesario para crearlas es menor que el exigido para constituir

una institución fi nanciera supervisada. Este modelo emplea la infraes-

tructura del banco y recibe apoyo operativo, pero tiene una identidad

propia frente a sus clientes, si bien se benefi cia de su asociación con el

nombre y la reputación del banco.

Banco Estado de Chile es una entidad estatal que estructuró sus

operaciones de microcrédito a través de una subsidiaria de servicio,

debido a la falta de fl exibilidad intrínseca de la estructura de personal en

la banca pública (véase el recuadro 3.4). El banco desarrolló su propia

tecnología, pero también introdujo cambios radicales en los procesos y

en el departamento de sistemas, así como en el área de recursos huma-

nos. La fi lial opera desde las instalaciones del banco, pero con personal

independiente. Sus sistemas están totalmente integrados y se nutre de las

mejoras periódicas del banco en materia de implementación tecnológica

y evaluación del riesgo.

Multicredit Bank, de Panamá, un precursor en la estrategia de

downscaling, no ha tenido buenos resultados con el establecimiento de

una subsidiaria. Creó Acción Empresarial, pero al poco tiempo, volvió a

transferir la administración de la cartera al banco en 1999. En diciembre

de 2002, la cartera de préstamos inferior a US$3.000 estaba valuada en

apenas US$600.000 y tenía tan solo 709 clientes activos y una tasa de

morosidad del 59%. © B

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BANCOS LATINOAMERICANOS EN LAS MICROFINANZAS 111

Un caso especial es Sogesol, subsidiaria de Sogebank, el banco

más grande de Haití. La entidad ya tenía subsidiarias para realizar

operaciones de crédito de consumo, pero decidió lanzar un programa

de microcrédito con una nueva. La justifi cación del plan se basaba en

su experiencia con otras fi liales, ya que permitía motivar al personal

Recuadro 3.4Banco Estado de Chile, un caso de downscaling

Banco Estado se fundó en Chile en 1953, con la misión de facilitar el acceso de las pequeñas empresas y las microempresas al sistema fi nanciero. En 2005, tenía 312 sucursales, 75 puntos de servicio remoto, 12 bancos auxiliares y 2 bancos móviles con una red de servicios automatizados, que incluía 813 cajeros automáticos y 289 cajas de seguridad.

El banco comenzó su programa de downscaling en búsqueda de nuevas oportunidades de mercado en las que pudiera aprovechar las ventajas de sus estrechas relaciones con microempresarios. Optó por crear una unidad especial para analizar el perfi l de los microempresarios y sus respectivas necesidades, que son distintas de las de los clientes tradicionales. Contrató personal con un perfi l profesional adecuado para que diseñara productos y servicios microfi nancieros y trabajara en el campo, mediante la incorpo-ración de cambios tecnológicos que permitieran adaptarse a economías de escala y reducir los costos de transacción.

Banco Estado de Chile Resultados del sector microempresario, 2005

Cartera de clientes 168.829

Desembolso de préstamos desde el inicio 462.549

Desembolsos US$676 millones

Préstamos vigentes US$250 millones

Morosidad 1 %

Fuente: Banco Estado.

Banco Estado provee una infraestructura técnica y física a la subsidiaria que se encarga del segmento de microcrédito. Actualmente, dicha subsidiaria tiene 70 sucursales, el 36% de las cuales están situadas en áreas urbanas y el 64%, en áreas rurales. Otorga préstamos tradicionales y también presta servicios al sector microempresario, entre los que se incluyen préstamos a agricultores y pescadores. También ofrece tarjetas de crédito, cuentas electrónicas y seguros.

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112 BEATRIZ MARULANDA

de manera más directa, mantener una cultura comercial radicalmente

distinta y atraer a nuevos inversionistas.

Sogesol es un joint venture entre Sogebank (35%), ACCIÓN In-

ternational (19,5%), ProFund Internacional S.A. (20,5%) y un grupo

de inversionistas locales (25%). Esta subsidiaria origina y gestiona la

cartera, pero los préstamos se contabilizan en el balance del banco.

No comparte la red de sucursales de Sogebank, pero sus ofi cinas

están situadas cerca de las mismas. Sus sistemas de información son

independientes y están adaptados a los requisitos del microcrédito,

pero se interconectan con el sistema del banco. Sogesol recibe una

comisión variable, que depende de los costos operativos y fi nancieros

de administrar la cartera. Además, tiene previsto ofrecer productos

de ahorro, transferencias de dinero y otros servicios fi nancieros a

sus clientes. Actualmente, opera en seis de las treinta sucursales del

banco y tiene una cartera de US$5 millones, distribuida entre casi

7.000 clientes. Apenas 20 meses después del inicio de sus operaciones,

alcanzó el equilibrio con los costos de su puesta en marcha (López y

Rhyne, 2003).

Banco Pichincha, de Ecuador, debió hacer frente a un entorno muy

competitivo en el sector microfi nanciero, con muchos participantes; entre

ellos, Banco Solidario, Sociedad Financiera Ecuatorial (Banco ProCredit

S.A.) y algunas ONG. Decidió entrar en el sector mediante el estable-

cimiento de una subsidiaria especializada, en asociación con ACCIÓN

International, en calidad de asesor técnico y socio inversionista; a su

vez, aprovechó su amplia red de sucursales y su posición de liderazgo

en el sector bancario del país. La subsidiaria, denominada Credife, ha

contribuido a la rentabilidad de varias sucursales del banco.

En Brasil, Banco ABN AMRO REAL S.A. estableció una empresa

de servicios denominada RealMicrocrédito Assessoria Financeira S.A. en

2002. El banco es titular del 80% de las acciones y ACCIÓN Internatio-

nal, del 20% restante. El banco designa al gerente general de la empresa,

mientras que ACCIÓN nombra al gerente comercial. Esta subsidiaria ha

enfrentado una gran competencia de compañías fi nancieras, cadenas de

supermercados, y otras grandes tiendas y establecimientos que ofrecen

productos similares. En junio de 2005, la institución tenía 5.945 clientes

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BANCOS LATINOAMERICANOS EN LAS MICROFINANZAS 113

y una cartera de US$3,1 millones, en tanto el préstamo promedio era

de US$519.

Las subsidiarias de servicios no han formulado estrategias para

ofrecer otros servicios fi nancieros, porque no se ha defi nido una es-

tructura clara de remuneración y porque la casa matriz ya tiene entre

sus depositantes a estos nuevos clientes de microcrédito. Un elemento

fundamental para su éxito es la interfaz entre el banco y la fi lial, y su

aceptación del nivel de sucursal, especialmente cuando ambas institu-

ciones fi nancieras comparten la misma infraestructura.

Este es el modelo más reciente, y tendrá que demostrar rentabilidad

y buenos resultados en los próximos años. En última instancia el objetivo

será que las fi liales sean absorbidas por la casa matriz tan pronto como

la metodología resulte rentable.

Establecimiento de alianzas estratégicas

Los bancos que estudian el sector microfi nanciero han recurrido a las

alianzas estratégicas como alternativa para reducir los costos de desa-

rrollo y de transacción. Algunos han ingresado al sector con el respaldo

o en asociación con ONG, y así han complementado el conocimiento

de estas organizaciones con su capacidad de apalancamiento.

En las sociedades en sentido estricto las ONG simplemente pre-

sentan a los microempresarios al banco y es este último quien concede

el crédito. Una vez desembolsado el préstamo, las ONG ofrecen apoyo y

reciben una comisión del banco. En otros casos, asumen parte del riesgo

del crédito al aceptar una comisión más baja a medida que aumenta el

riesgo, o mediante un acuerdo contractual que las obliga a comprar la

cartera improductiva si la morosidad supera un determinado nivel.

Existe otra forma de sociedad en la cual los bancos conceden líneas

de crédito a ONG, que luego otorgan préstamos y asumen el riesgo de

la cartera por cuenta propia. Este modelo ha tenido buenos resultados

en Colombia, donde instituciones serias, como las cinco fi liales de

Women’s World Banking (WWB), recibieron fi nanciamiento de bancos

comerciales que les permitieron crecer a un ritmo más acelerado que

instituciones similares situadas en otras zonas de la región. Mediante

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114 BEATRIZ MARULANDA

este mecanismo, los bancos pueden expandirse y diversifi carse en nue-

vos mercados, sin adquirir el conocimiento práctico que necesitarían

para ingresar directamente. Esta opción es principalmente escogida por

aquellos que desean, ante todo, aumentar el volumen de operaciones

y, en segundo lugar, aprender sobre la sostenibilidad y la rentabilidad

del sector microfi nanciero, ante la posibilidad de ingresar al mercado

directamente más adelante.

Bangente, en Venezuela, adoptó un planteamiento distinto. Tres

ONG (Fundación Eugenio Mendoza, Grupo Social Cesap y Fundación

Vivienda Popular) se asociaron con el Banco del Caribe y varios otros

inversionistas internacionales (ACCIÓN International, CAF, el Fondo

Multilateral de Inversiones y ProFund). Hacia diciembre de 2001, la

sociedad tenía una cartera de US$7,4 millones y 5.221 clientes, pero aún

no era rentable. Desde entonces, el desempeño ha mejorado, Bangente

ha logrado ampliar satisfactoriamente su ámbito de acción (18.706

clientes activos a junio de 2005), y ha alcanzado rentabilidad y una

alta calidad de activos. Las ONG fundadoras no pudieron transferirle

ningún préstamo. Con la evolución de Bangente, Banco del Caribe se

ha transformado en el principal accionista.

Este tipo de modelo comercial no se ha destacado por sus buenos

resultados, lo que sugiere que si los bancos desean asociarse con ONG,

deben hacerlo únicamente con aquellas sólidas y sostenibles. Esta puede

ser una primera etapa en el estudio de las microfi nanzas.

Microcrédito: necesidad de tecnología especial

Durante la evolución de las microfi nanzas, la sostenibilidad fi nanciera

sólo ha sido posible cuando las instituciones aplicaron herramientas y

procedimientos especiales para el control del riesgo. Uno de los principales

obstáculos que debe sortear el sector microfi nanciero para acceder al

fi nanciamiento bancario es la informalidad que suele caracterizar a las

empresas del sector. Esta informalidad difi culta el acceso a información

oportuna, sufi ciente y fi able sobre su condición fi nanciera, y a sus ante-

cedentes de crédito, lo que aumenta el perfi l de riesgo. Por otra parte, el

sector no tiene mayor acceso a otros servicios fi nancieros formales, tales

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BANCOS LATINOAMERICANOS EN LAS MICROFINANZAS 115

como el ahorro y las transferencias bancarias, pues el riesgo que implica

la captación de depósitos es menor que en la concesión de préstamos.

Los antecedentes históricos ejemplifi can las difi cultades que pre-

senta usar técnicas y procedimientos de crédito tradicionales cuando

se procura atender al mercado de las microfi nanzas. Una desventaja

importante es que las estrategias tradicionales presuponen un grado

mínimo de formalidad y el acceso a la información mediante mecanis-

mos convencionales. La información de las actividades formales está

disponible en los estados fi nancieros y en las declaraciones del impuesto

sobre la renta. Esto no es posible con las actividades informales, de

modo que las instituciones deben usar sus fuerzas de venta para com-

pilar información confi able y oportuna sobre los futuros clientes. Los

antecedentes de crédito en el sector informal se basan simplemente en

la última transacción o constancia de pagos recibidos del cliente. Es por

este motivo que las instituciones fi nancieras comienzan por conceder

préstamos de pequeña cuantía, y este importe crece a medida que los

clientes forjan su historial crediticio y acumulan antecedentes.

Los principales fracasos en el sector se han producido cuando los

bancos recurrieron a procedimientos tradicionales, particularmente

los empleados en el mercado de préstamos de consumo. Debido a las

similitudes entre los préstamos de consumo y el microcrédito (ambos

son productos con gran cantidad de transacciones de pequeña cuantía),

se suele creer erróneamente que los procedimientos de los primeros

tendrán la misma efi cacia con los micropréstamos. Sin embargo, los dos

productos son muy diferentes, como lo son los mercados que atienden.

Un préstamo de consumo del tipo habitual, concedido por un banco,

está dirigido a la población asalariada del sector formal, mientras que

el crédito está destinado a microempresarios del sector informal. La

principal diferencia radica en el origen de los fondos que se utilizan para

repagar el préstamo y no en la fi nalidad a la que se destina.7

7 La diferenciación, a efectos de califi car y clasifi car, la cartera debería establecerse entre “préstamos a trabajadores asalariados” y “préstamos a microempresarios”, antes que entre “créditos de consumo” y “microcréditos”, ya que esta última puede incluir préstamos a microempresarios que se destinen a fi nanciar productos de consumo.

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116 BEATRIZ MARULANDA

Banco Económico y Financiera Fassil, en Bolivia, ejemplifi can

los problemas que surgen cuando los sistemas de evaluación de riesgo

tradicionales no se ajustan a la realidad de las microfi nanzas (Poyo y

Young, 1999). Ambas instituciones tenían buenos resultados en la in-

dustria bancaria tradicional, pero fracasaron en su intento por abordar

el sector microempresario informal. Otras instituciones que optaron

por establecer subsidiarias de servicio lo hicieron con la convicción de

que necesitaban adaptar sus procedimientos de evaluación de riesgo, el

contacto con el cliente, y la gestión y la recuperación de cartera. A modo

de ejemplo, Sogesol, de Haití, aplicó tecnología de microcrédito estándar

provista por ACCIÓN International con el fi nanciamiento inicial del

Fondo Multilateral de Inversiones para cubrir el costo de asistencia y

desarrollo de la empresa durante los primeros años. Banco Pichincha

y su subsidiaria Credife también pusieron en práctica un programa

tecnológico de microcrédito.

Banco do Nordeste es una de las varias instituciones fi nancieras que

emplearon tecnología para préstamos solidarios, con el asesoramiento

de ACCIÓN International, así como el fi nanciamiento y el respaldo de

CGAP (Consultative Group to Assist the Poor) y el Banco Mundial.

Los resultados de este programa de microfi nanzas ilustran las tasas de

crecimiento posibles en una institución bancaria con una amplia red

de sucursales (véase el gráfi co 3.1). A fi nes de 2004, Banco do Nordeste

tenía 163.000 clientes, una cartera de US$40,2 millones y una tasa de

morosidad de apenas 1,88%, en tanto el préstamo promedio era de

US$250.

Banco Estado de Chile, a través de una subsidiaria, aplicó varios de

los principios básicos de la tecnología de microcrédito a los préstamos

personales. Asimismo, aprovechó los conocimientos del banco en materia

de evaluación de riesgo para pulir su metodología, de modo de aumentar

la efi ciencia y reducir los costos de transacción. Más recientemente, ha

planifi cado una estrategia de acceso a clientes mediante programas de

georreferencia, con el objetivo de mejorar la efi ciencia de los analistas

en su trabajo de campo. Además, está estudiando distintos programas

de remuneración, entre ellos, un plan de gratifi caciones ligadas al rendi-

miento que no se basa en el desempeño individual, sino en el del equipo

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BANCOS LATINOAMERICANOS EN LAS MICROFINANZAS 117

en cada sucursal. También está usando tecnología de comunicación

móvil para mejorar la efi ciencia en los mercados rurales.

Banco Solidario y Sociedad Financiera Ecuatorial (Banco ProCredit

S.A.), ambos creados para atender al sector microfi nanciero en distintos

países de la región, han instrumentado tecnologías de microcrédito desde

su inicio, con la asistencia de ACCIÓN International e IPC, respectiva-

mente. A modo de ejemplo la experiencia ha enseñado la importancia

que tienen en las operaciones de micropréstamo la obtención y la vali-

dación de la información del cliente mediante visitas.

Financiera Solución, de Perú, mantuvo una división de funciones

entre los responsables de la evaluación y la medición del riesgo, y los

responsables del área comercial. El funcionamiento de este sistema es

más costoso, pues es necesario un elevado volumen inicial de clientes

para aprovechar las economías de escala; sin embargo, el sistema fortalece

las técnicas de evaluación y control del riesgo del banco, y resguarda la

institución de posibles fraudes. Las visitas a los clientes se introdujeron

para evaluar su capacidad de pago en función de sus ingresos y gastos

Gráfico 3.1 Crecimiento de un banco con múltiples sucursales:Banco Nordeste-CrediAmigo

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118 BEATRIZ MARULANDA

totales. Los préstamos se estructuran con vencimientos cortos, lo que

permite a los clientes forjar su historial de crédito mediante préstamos

sucesivos, a medida que los saldan. Los resultados se han traducido en

una importante reducción de la tasa de morosidad, mientras la cantidad

de préstamos sigue creciendo (véase el recuadro 3.1).

Banco del Trabajo, de Perú, y Banco Caja Social, de Colombia, son

ejemplos de instituciones que han realizado pocos ajustes en sus progra-

mas de microfi nanzas. El primero utiliza su tecnología para préstamos

de consumo, con pocas adaptaciones. Sin embargo, tuvo problemas para

pronosticar el desempeño del cliente a partir de sus modelos estándar

de scoring estadístico. Igualmente, también decidió recabar información

mediante visitas a los clientes, a diferencia del procedimiento empleado

para procesar los préstamos a trabajadores asalariados, que consiste

exclusivamente en la compilación y validación de información, y en

la utilización de los resultados del scoring estadístico. Así, el banco

amplió su cartera de préstamos de US$30 millones en junio de 2001 a

US$72 millones en diciembre de 2002, y aumentó su base de clientes

de 25.000 a 78.600. Con un préstamo promedio de US$1.200 y una tasa

de morosidad del 5,7%, se ha erigido en uno de los participantes más

importantes de la industria microfi nanciera del país.

Banco Caja Social ofrece al sector microfi nanciero el mismo pro-

ducto que utiliza para todos sus clientes, por lo que el importe de sus

préstamos es un poco más alto que la media de este mercado. Normal-

mente, ofrece un préstamo de tres años a tasa fi ja, con un plan de cuotas

mensuales y la única garantía exigida es un codeudor. La capacidad de

crédito se evalúa mediante la metodología de scoring estadístico, pero

la información se compila a través de las visitas. Actualmente, está

elaborando un nuevo sistema de scoring para clientes del segmento de

trabajadores independientes, que previsiblemente aumentará la efi ciencia

y la calidad de la cartera, al tiempo que reducirá los costos de transac-

ción, el riesgo de crédito y la morosidad. El banco exige que todos los

prestatarios abran una cuenta de ahorro, de modo que las cuotas del

préstamo puedan debitarse automáticamente.

En la mayoría de los casos, los sistemas de scoring estadístico se

adaptan para que incluyan variables que sean pertinentes a las micro-

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BANCOS LATINOAMERICANOS EN LAS MICROFINANZAS 119

empresas. La ventaja de este sistema en las microfi nanzas es que no se

realizan visitas a clientes que encuadran en una califi cación de riesgo

aceptable, y así se reducen el tiempo y los recursos destinados al pro-

ceso de selección. Banco Caja Social sigue enfatizando la importancia

de normalizar la metodología, a fi n de facilitar la implementación de

nuevas tecnologías y, al mismo tiempo, reducir la subjetividad de los

ofi ciales de crédito en el proceso de aprobación de préstamos.

Conclusión

Los bancos comerciales han demostrado un renovado interés en la

prestación de servicios fi nancieros al sector microempresario, incluido

el crédito. En el mercado confl uyen muchos actores con distintos ob-

jetivos comerciales, modelos de organización y tecnologías de crédito

usadas por instituciones fi nancieras, subsidiarias y bancos, algunos con

mejores resultados que otros. Pero no existe la solución, el modelo ni

la tecnología de crédito que pueda emplearse con buenos resultados en

toda América Latina. Los países de la región han experimentado distin-

tas crisis fi nancieras durante la última década; tienen distintos sistemas

regulatorios, distintos bancos con diferentes misiones y objetivos, y

distintos clientes, con distintas necesidades.

El éxito de las instituciones de microfi nanzas sostenibles y rentables

ha captado el interés de los bancos formales de este sector. Su desarrollo

y consolidación han demostrado que el crédito destinado a microem-

presas es un mercado rentable y con gran potencial, en el que es posible

controlar el riesgo crediticio. Las instituciones tales como el Fondo

Multilateral de Inversiones y el Banco Interamericano de Desarrollo han

contribuido activamente a difundir información sobre estudios de caso

de países y de empresas, así como a desarrollar e implantar tecnologías

innovadoras y canales de distribución efi caces.

Siempre está el riesgo de que los participantes fi nancieros aban-

donen este mercado, ante las difi cultades que se presentan para alcanzar

rentabilidad. Pero existen bancos e instituciones fi nancieras que han

tenido buenos resultados en este campo. Entre ellos, se incluyen Banco do

Nordeste (Brasil); Banco Estado (Chile); Banco Caja Social (Colombia);

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120 BEATRIZ MARULANDA

Banco Solidario, Sociedad Financiera Ecuatorial (Banco ProCredit) y

Banco Pichincha (Ecuador); y Banco de Crédito (Perú).

Las operaciones de microcrédito han alcanzado un nivel signifi -

cativo de desarrollo y sofi sticación gracias, en parte, a la experiencia de

las instituciones fi nancieras informales. No obstante, el eventual aporte

de los bancos comerciales y tradicionales es importante para apuntalar

el sector, ya que proveen una gama completa de productos y servicios

a gran escala y, al mismo tiempo, reducen los costos de transacción y

fi nanciación. Los ejemplos descritos precedentemente ponen de relieve

que la cobertura y la profundización de este mercado pueden aumentar

rápidamente si los bancos siguen participando en el desarrollo de las

microfi nanzas.

Los organismos multilaterales y los gobiernos locales deberían

seguir promoviendo modelos de organizaciones microfi nancieras via-

bles y contribuir a facilitar las iniciativas de downscaling de los bancos

tradicionales, que pueden ampliar las ofertas de productos y reducir los

costos de intermediación. En primer lugar, al introducir nuevos pro-

ductos y servicios, los bancos están en condiciones de alcanzar su punto

de equilibrio en menos tiempo, tienen un acceso más ágil a los fondos

destinados a un crecimiento más rápido y cuentan con una amplia red

de sucursales para captar ahorros y nuevos clientes. También pueden

aligerar el costo de ingresar a nuevos nichos de mercado, usando la

infraestructura que ya poseen y asignando a ofi ciales de crédito y di-

rectivos de sus fi las. Todo esto puede traducirse en tasas de interés más

bajas para los clientes de microfi nanzas, según el grado de competencia

de mercado en cada país y área.

En segundo lugar, aunque el modelo de upgrading utilizado por

las instituciones de microfi nanzas informales les permitió ofrecer una

gama completa de productos y servicios fi nancieros, los bancos pueden

ofrecer estos productos y servicios con mayor efi ciencia. Los bancos

comerciales, con experiencia en la captación de recursos a gran escala,

tienen los conocimientos y la infraestructura tecnológica y física ne-

cesarios para canalizar los productos de préstamo hacia los clientes de

productos de ahorro. La mayoría tiene una amplia cobertura geográfi ca

y muchos clientes ahorristas; por eso, tienen la ventaja de poder usar los

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BANCOS LATINOAMERICANOS EN LAS MICROFINANZAS 121

antecedentes de ahorro para evaluar el riesgo de crédito. Los factores

más importantes a la hora de medir los resultados del downscaling de

instituciones bancarias tradicionales son la participación por acción

o por omisión del estado en el proceso, la tecnología de microcrédito

apropiada, un compromiso cabal y a largo plazo, y la participación de

los bancos, sus socios y accionistas.

El estado debe ocuparse de corregir la mentalidad no lucrativa de

muchas instituciones fi nancieras que ofrecen microcrédito. En algunas

organizaciones sin fi nes de lucro puede existir una cultura de incumpli-

miento, lo que difi culta la posibilidad de los participantes del mercado

de atraer nuevos inversionistas y clientes. Esta situación también puede

repercutir desfavorablemente en el proceso de formalización de las ONG

que atienden a ese mismo grupo de clientes y deben rendir cuentas por

los ahorros movilizados del público. Por lo tanto, fuentes de carácter

gubernamental o internacional deben abstenerse de ofrecer subsidios

fi nancieros a instituciones microfi nancieras y de fl exibilizar las normas

de control del riesgo crediticio. Un marco regulatorio y de supervisión

inadecuado difi culta la inclusión de las operaciones de microcrédito en

la estructura de los bancos tradicionales y, con frecuencia, los induce a

retirarse del sector de las microfi nanzas. Algunos bancos aún muestran

cierta inquietud ante la posible politización de este sector, que podría

adoptar la forma de subsidios fi nancieros o de una fl exibilización de

las normas de control del riesgo, como ocurre en varios países de la

región.

Algunos aspectos del marco regulatorio que rige el sector fi nan-

ciero formal son factores clave a la hora de decidir el ingreso o no en el

sector de las microfi nanzas; entre ellos, la desregulación de las tasas de

préstamo y de depósitos, que permite que el sistema de mercado y las

fuerzas de la competencia determinen los precios que refl ejan los distintos

riesgos. Asimismo, es preciso comprender la esencia de las operaciones

de microcrédito para desarrollar un sistema adecuado de califi cación y

clasifi cación de carteras, a fi n de establecer las provisiones necesarias.

Además, es preciso que los gobiernos y los bancos comprendan

que muchas personas no tienen acceso al sector fi nanciero formal, fun-

damentalmente, por la ausencia de registros de información necesaria

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122 BEATRIZ MARULANDA

para evaluar el riesgo de crédito, y no por la falta de garantías. Los

gobiernos deben fomentar la creación de centrales de riesgo que pue-

dan recabar información de otras fuentes, además de las instituciones

fi nancieras formales. Las entidades también deben tener en claro que

el microcrédito puede ser sostenible aun sin garantías. Lo que es más

importante aún, el microcrédito requiere de tecnologías adecuadas para

evaluar la capacidad de pago, y de productos que estimulen y premien

la recuperación del crédito, para así aumentar la responsabilidad de los

clientes ante las instituciones fi nancieras.

Los bancos y otras instituciones fi nancieras formales deben adaptar

las prácticas, los productos y los servicios tradicionales para satisfacer las

necesidades de las microempresas. La falta de tecnología de microcrédito

adecuada ha socavado los esfuerzos de muchas instituciones. Aunque

los programas de microcrédito pueden ser aptos para operaciones de

gran escala (pues no tienen problemas de fi nanciamiento), las carteras

de muchos bancos se han deteriorado rápidamente, y se han visto

obligados a suspender y reestructurar estos programas. Es importante

seguir promoviendo la difusión de los casos exitosos entre los bancos,

haciendo especial hincapié en las mejores prácticas.

El objetivo debe centrarse en brindar una gama integral de servicios

fi nancieros. Los esfuerzos realizados hasta la fecha para promover la

relación de las instituciones fi nancieras regionales en las transferencias

de remesas internacionales son un ejemplo de la oferta ampliada de

productos que estas instituciones pueden utilizar para mejorar la calidad

de vida de los microempresarios de la región y de sus familias. Sin lugar

a duda, el principal desafío que deberá enfrentar la industria fi nanciera

en los próximos años es el de persuadir a las instituciones fi nancieras

formales de participar en este sector.

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C A P Í T U L O 4

Regulación y supervisión del microcrédito en América Latina

Ramón Rosales

Hace 15 años, los vendedores en las calles de Lima, La Paz y San

Salvador tenían una única alternativa conveniente de fi nancia-

miento: los créditos a corto plazo concedidos por prestamistas

informales, a tasas de interés elevadas. Hoy en día, estos mercados son

atendidos por varias instituciones fi nancieras reguladas, que ofrecen

crédito con condiciones mucho más convenientes. La mayoría de estos

préstamos son otorgados por instituciones constituidas recientemente

a raíz de los cambios en el marco que reglamenta del sistema regula-

torio.

La tasa de interés anual promedio que paga en la actualidad un

microempresario en el mercado de Uyustus de La Paz por un préstamo

en dólares es del 21%. En el mercado central de Arequipa, la tasa de un

préstamo en moneda local, soles, es de aproximadamente el 50%, si

bien las tasas de interés vienen disminuyendo y probablemente sigan

esa tendencia en el futuro. Antes de la aparición de las instituciones de

microfi nanzas reguladas, el promedio de estas tasas era más de diez veces

superior a estos niveles. Aproximadamente el 38% de los microempre-

sarios de Bolivia tienen hoy acceso al crédito. En Perú, este porcentaje

es también elevado. La industria microfi nanciera boliviana se ha trans-

formado en un mercado importante y sofi sticado y es líder indiscutido

en la región. Habiéndose iniciado desde cero a mediados de los años

ochenta, el microcrédito cobró considerable peso hacia fi nes de 2004,

con la presencia de 21 prestamistas en este segmento, que representaban

cerca del 11% de la cartera total del sistema fi nanciero.

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126 RAMÓN ROSALES

A pesar de ello, tanto en Bolivia como en Perú aún subsiste una

brecha en la cobertura de las microfi nanzas, tal como lo demuestra la

escasa oferta de servicios fi nancieros disponibles para la población de

ingreso bajo que reside en zonas rurales. Asimismo, muchos clientes de

los centros urbanos más importantes están sobre-endeudados, a raíz

de la fuerte competencia que existe entre las instituciones de microfi -

nanzas, los bancos y las entidades que otorgan préstamos de consumo.

En Bolivia, esa competencia hizo que se relajaran las tecnologías de

microcrédito aceptadas y, durante algún tiempo, se otorgó una gran

cantidad de préstamos que sobrepasaban el nivel prudencial de la relación

préstamo-activo y la capacidad de pago de los prestatarios. Además, el

crecimiento indiscriminado de los préstamos de consumo destinados

a trabajadores autónomos, sumado a la intención de las instituciones

de microfi nanzas líderes de mantener o incrementar la participación

de mercado, dio lugar a una ponderación inadecuada de los riesgos.

Por ende, no es sorprendente que los niveles de morosidad se hayan

elevado con el tiempo.

Bolivia y Perú fueron los primeros países en establecer marcos

regulatorios adecuados para el microcrédito y, al día de hoy, son los que

más han avanzado en este aspecto. Este capítulo trata principalmente

sobre la relación entre el desarrollo de las microfi nanzas y las reformas

fi nancieras de estos dos países. En el resto de los países de América Latina,

el desarrollo de las microfi nanzas también está claramente ligado a los

cambios en la regulación y en la supervisión del sistema fi nanciero. Si

bien este mercado prácticamente no existía en la región durante los años

ochenta, en la actualidad muchos países, incluidos Brasil, El Salvador,

Honduras, México, Panamá y Venezuela, tienen instituciones fi nancieras

que se especializan en préstamos de poca cuantía. En Colombia, Ecua-

dor, Honduras, Nicaragua y Panamá, el microcrédito ha sido regulado

como una industria de fi nanciamiento por mérito propio. Actualmente,

en Guatemala y Nicaragua, se están analizando proyectos de ley para

constituir entidades especializadas.

En este capítulo, se analizarán los cambios introducidos recien-

temente en el marco regulatorio y en las prácticas de supervisión del

microcrédito, así como las repercusiones que han tenido en el desarrollo

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REGULACIÓN Y SUPERVISIÓN DEL MICROCRÉDITO EN AMÉRICA LATINA 127

de la industria microfi nanciera de América Latina. Este análisis pondrá

en relieve los requisitos que debe reunir un mercado fi nanciero para

ofrecer a las microempresas un acceso amplio a sus servicios, y a un

mercado sólido y seguro para todos. En la sección fi nal se tratan los

retos que se deberán enfrentar en el futuro para regular y supervisar el

microcrédito. Si bien este libro trata acerca de las microfi nanzas (que

incluyen el ahorro y el crédito), desde el punto de vista regulatorio,

dentro de los servicios fi nancieros, se hace hincapié en la actividad de

préstamo a microempresarios. Por lo tanto, este capítulo se centra en

el microcrédito.

Microcrédito: defi nición y perfi l de riesgo

En la región, no existen defi niciones uniformes de microcrédito, mi-

croempresa y pequeña empresa. Una microempresa puede defi nirse

de acuerdo a la cantidad de empleados, el tamaño de sus activos o el

volumen de sus ventas anuales. Sin embargo, estas magnitudes varían

mucho según el país del que se trate e, incluso, dentro de un mismo país.

Por este motivo, la comparación de estadísticas no es una tarea fácil.

Este libro defi ne el microcrédito como un préstamo de monto

bajo (generalmente, inferior a US$10.000), que no está garantizado (con

garantía real), otorgado a trabajadores por cuenta propia (a los que tam-

bién se denomina microempresarios), quienes no llevan registros contables

ni operacionales de sus actividades y suelen trabajar en el sector informal

de la economía. Las instituciones de microfi nanzas prestan servicios

fi nancieros especializados a microempresarios, entre los que se incluye

la concesión de crédito, aunque también pueden atender a otro tipo

de clientes.

El perfi l de riesgo de un microcrédito difi ere bastante del perfi l de

un crédito corporativo o de un préstamo de consumo, puesto que los dos

componentes fundamentales en los que se fundamenta tradicionalmente

la decisión de conceder un crédito (información formal acerca de la ca-

pacidad de pago del prestatario y garantías reales) no están disponibles

en el caso de un trabajador por cuenta propia o de un microempresario.

El perfi l de riesgo también se ve infl uenciado por el hecho de que los

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128 RAMÓN ROSALES

microempresarios desempeñan actividades de productividad limitada,

que no requieren de muchos activos, lo cual los hace más vulnerables a los

vaivenes del mercado y a los ciclos económicos. No obstante, en algunos

casos, las microempresas pueden ser más fl exibles que las empresas más

grandes para adaptarse a los cambios en el entorno comercial, como

por ejemplo, los cambios en su actividad principal.

La experiencia de las instituciones de microfi nanzas en América

Latina desde los años ochenta demuestra que fi nanciar a microempre-

sarios es una actividad muy rentable si se utiliza la tecnología de crédito

adecuada. De lo contrario, puede ser una actividad riesgosa y muchos

bancos comerciales que no están especializados en el área han sufrido

grandes pérdidas al intentar ingresar en este mercado.

Una tecnología adecuada para el fi nanciamiento de microempresas

debe reunir los siguientes cuatro aspectos clave. En primer lugar, la eva-

luación de la capacidad de pago de un cliente depende de la elaboración

de estados contables simplifi cados que capturen información acerca

de la unidad de negocio familiar y del patrimonio neto de la empresa

(especialmente los activos más importantes), a partir de información

que recopilan los ofi ciales de crédito en el lugar de trabajo del cliente,

mediante procedimientos normalizados de recopilación y procesamiento

de datos. También se evalúa la reputación del cliente, mediante un aná-

lisis de su historial crediticio y la verifi cación de referencias con vecinos

y proveedores. Los préstamos se procesan rápidamente y se efectúa un

seguimiento sistemático, lo que afi anza la motivación del cliente para

devolverlos. Esta metodología difi ere radicalmente de los procedimientos

que se utilizan para los créditos tradicionales, en los que la decisión de

otorgarlos se toma en función de información fi nanciera formal y de

los activos que se pueden registrar y, en el caso de préstamos hipoteca-

rios y de consumo, en base a la verifi cación de ingresos de trabajadores

asalariados.

En segundo lugar, el microcrédito suele fundarse en un principio de

gradación, según el cual, en un comienzo, se otorga a los nuevos clientes

préstamos de poca cuantía dentro de su capacidad de pago. Así se pone

a prueba su predisposición para devolverlos y se va incrementando

paulatinamente el tamaño de los nuevos préstamos a aquellos que han

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REGULACIÓN Y SUPERVISIÓN DEL MICROCRÉDITO EN AMÉRICA LATINA 129

mantenido un desempeño confi able. Mediante este método se forja una

relación a largo plazo entre prestamistas y clientes que, de contar con

buenos antecedentes, pueden acceder a préstamos de mayor cuantía en

menos tiempo; esto propicia economías de escala para la institución de

crédito. Una forma de fortalecer la motivación del cliente para cumplir

con las obligaciones es la adopción de una actitud fi rme y, en ocasiones,

enérgica ante la morosidad. No es inusual que un prestamista deje de

brindar servicios a un cliente que se retrasa más de 30 días en efectuar

un pago de capital o de intereses; la entidad carga el préstamo a pérdidas

y la persona deja de pertenecer a la categoría de prestatario califi cado.

La mayoría de las instituciones de microfi nanzas prósperas informan

claramente a sus nuevos clientes de la política de poca tolerancia a la

morosidad y de los benefi cios que pueden obtener si cumplen con sus

obligaciones puntualmente.

En tercer lugar, las operaciones de las instituciones de microfi nan-

zas son descentralizadas. La mayor parte de las decisiones son tomadas

por comités de crédito, integrados por ofi ciales de crédito y gerentes

de sucursal.1 Las instituciones efi cientes, con metodologías de crédito

y controles internos probados, gestionan carteras formadas por cientos

de préstamos no garantizados de poca cuantía, otorgados a clientes del

sector informal, y logran obtener altas tasas de recuperación. La des-

centralización se extiende también a la cartera de préstamos e incluye

actualizaciones diarias a los ofi ciales de crédito acerca del desempeño

de pago de sus clientes. Así pues, la puntualidad y la fi abilidad de los

sistemas de información es esencial para una gestión efi caz de las ins-

tituciones de microfi nanzas. Los sistemas de información se combinan

con la aplicación de distintos niveles de control interno instaurados por

gerentes de sucursal, gerentes de área, ejecutivos de la casa matriz y, en

última instancia, la junta directiva. También deben contar con sistemas

efi caces de seguimiento de los créditos que otorgan. Si los informes sobre

1 Este comentario se refi ere únicamente a microcréditos individuales y no a créditos para grupos organizados, en los que cada miembro del grupo garantiza el préstamo mancomu-nadamente con los demás y en los que las instituciones fi nancieras cuentan con la presión del grupo como medio para garantizar el pago.

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130 RAMÓN ROSALES

incumplimiento y reestructuración de préstamos se generan fuera de

término o no son claros, los directores, e incluso los gerentes, pueden

llegar a trabajar a ciegas y se corre el riesgo de perder el control de los

préstamos morosos. Por lo tanto, es fundamental verifi car periódicamente

el funcionamiento del sistema de control interno y llevar a cabo audi-

torías de rutina y no programadas, pues se conocen casos de empleados

de instituciones de microfi nanzas que, actuando en connivencia para

organizar fraudes, han provocado importantes pérdidas.

Por último, es importante promover una competencia sana entre

las instituciones de microfi nanzas, a fi n de evitar que relajen sus políticas

de crédito en busca de una mayor participación de mercado, que se vean

envueltas en acciones tendientes a robarse clientes o que sucumban a

niveles de morosidad generalizados. También se corre el riesgo de que

los prestatarios morosos organicen grupos de presión para procurar

que se reprogramen los vencimientos de sus préstamos de gran escala,

se reduzcan las tasas de interés o incluso se condone la deuda, como

ocurrió en Bolivia.

La importancia de la regulación del microcrédito

La normativa bancaria establece condiciones mínimas para las activi-

dades de fi nanciamiento, con el objetivo de promover la diversifi cación

del riesgo. A fi n de proteger a los depositantes y acreedores, las normas

estipulan el monto máximo que se puede prestar a un único cliente, en

qué casos se deben presentar garantías, la información mínima que se

debe mantener sobre los prestatarios y pautas para el castigo de présta-

mos impagos. Estos requisitos se basan en las buenas prácticas de bancos

prudentes y pueden aplicarse perfectamente a préstamos corporativos y,

en menor medida, a préstamos hipotecarios o de consumo concedidos a

personas asalariadas, en los que la verifi cación de la estabilidad laboral

constituye la mejor garantía para la recuperación normal del crédito.

En todo el mundo, las normas bancarias exigen que los bancos

analicen las fuentes probadas de ingresos que se utilizarán para reem-

bolsar el préstamo y que además soliciten garantías para cada uno, con

el propósito de proteger los fondos de los depositantes. En el campo de

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REGULACIÓN Y SUPERVISIÓN DEL MICROCRÉDITO EN AMÉRICA LATINA 131

las microfi nanzas, en los últimos veinte años los organismos de regula-

ción han intentado establecer un marco jurídico para la concesión de

préstamos a personas sin garantías reales registrables y sin fuentes de

ingresos verifi cadas por un tercero. Como era de esperarse, este cambio

de política se vio acompañado por la incorporación de normas pruden-

tes en materia de gestión del riesgo. En el recuadro 4.1, se resumen los

requisitos recomendados para las instituciones de microfi nanzas espe-

cializadas en microcréditos y, en el recuadro 4.2, las prácticas óptimas

generales para la evaluación del crédito y del riesgo.

Desde la óptica del público en general, una institución de micro-

fi nanzas tiene éxito cuando logra ampliar la cobertura, incorporando

una mayor cantidad de pequeños prestatarios que pagan precios cada

vez más bajos; en otras palabras, cuando atiende a una mayor cantidad

de clientes y les ofrece tasas de interés más bajas, préstamos de mayor

cuantía y períodos de reembolso más prolongados.

El objetivo que persiguen las reformas fi nancieras es posibilitar que

toda empresa o individuo que desempeñe una actividad comercial viable

o tenga capacidad de pago basado en un ingreso regular, pueda reunir

los requisitos para acceder a un crédito otorgado por fuentes formales.

Recuadro 4.1Requisitos para microfi nancieras que se especializan en operaciones de microcrédito

Las instituciones de microfi nanzas que se especializan en microcrédito deben atenerse a los siguientes requisitos:

1. Capital mínimo de aproximadamente US$1 millón, debido a la magnitud de las pérdidas que podrían sufrir sus propietarios si desatienden la actividad. Esta base de capital también permite alcanzar una escala de operaciones sostenible.

2. Prohibición de otorgar préstamos entre partes relacionadas, o imposición de límites estrictos al respecto, ya que concentran el riesgo y pueden dar lugar a que se fl exibilicen los procedimientos de evaluación y recuperación de préstamos. Las transacciones de este tipo también incrementan el riesgo de que surjan problemas relacionados con el gobierno institucional.

3. Operaciones en el ámbito nacional y regional para lograr efi ciencia y ofrecer tasas competitivas a los clientes. Una institución microfi nanciera que concentra sus opera-ciones en un municipio o en una región pequeña tiene difi cultades para alcanzar altos niveles de efi ciencia y, a la vez, se expone a un alto riesgo geográfi co y sectorial.

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Este objetivo se puede lograr si la oferta de fondos es sufi ciente para

satisfacer la demanda, dadas las condiciones de mercado, es decir, sin

recurrir a subsidios ni a un sistema sesgado que promueva la concesión

de créditos en forma irresponsable, en perjuicio del depositante o del

contribuyente.

Desde el punto de vista de las instituciones de microfi nanzas, la

regulación y la supervisión son aspectos muy importantes, ya que pueden

permitirles reunir las condiciones necesarias para captar depósitos o

tomar préstamos de bancos comerciales, y así establecer su propia base

de fi nanciamiento. De este modo, adquieren autonomía fi nanciera y

dejan de depender de la veleidad de donantes e inversionistas sociales.

En otras palabras, logran permanecer en el mercado. A cambio de esto,

las instituciones de microfi nanzas deben aceptar someterse a la super-

visión pública en forma permanente y cumplir con las normas y reglas

prudenciales que rigen la información sobre su desempeño.

Una vez sujetas a las mismas normas y medidas que rigen a las

demás instituciones fi nancieras (patrimonio, límites de crédito, provi-

Recuadro 4.2Las mejores prácticas generales para la evaluación del crédito y del riesgo

Se recomienda a las instituciones microfi nancieras y a otros intermediarios que instrumenten las siguientes prácticas en el proceso de toma de decisiones relativas a la concesión de microcrédito. Estas prácticas deberían aplicarse a instituciones microfi -nancieras especializadas y a otros intermediarios que deseen ingresar a este segmento de mercado:

1. Exigir que los clientes tengan experiencia como microempresarios, a fi n de verifi car la viabilidad económica de sus actividades.

2. Instar a que se constituya una provisión para créditos incobrables desde el primer día en que se registre morosidad en un pago.

3. Prohibir que se utilicen garantías como parte de las provisiones para créditos inco-brables, a menos de que se trate de garantías reales debidamente registradas.

4. Ordenar que los prestamistas contabilicen préstamos reprogramados en la categoría de préstamos morosos.

5. Requerir que la documentación en los legajos de los clientes refl ejen la información generada mediante el análisis crediticio, aunque no es necesario incluir todos los documentos que se solicitan a prestamistas de mayor envergadura.

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siones para préstamos incobrables, contabilidad, márgenes de tasas),

las instituciones de microfi nanzas están en condiciones de competir en

igualdad de condiciones. Además, al acceder a información sobre posibles

prestatarios mediante una central de riesgo, pueden seleccionar mejor

a sus clientes. Por último, la posibilidad de garantizar sus depósitos

consolida la confi anza de los depositantes, quienes incluso pueden tener

cuentas de gran tamaño.

Desde la óptica de los prestatarios, la existencia de un marco

regulatorio adecuado les brinda, ante todo, acceso a fuentes de fi nan-

ciamiento permanentes, estables y cada vez mayores. La competencia

contribuye a la disminución de las tasas de interés, mediante información

transparente sobre las tasas de mercado vigentes. Esto permite que los

prestatarios puedan tomar decisiones informadas y determinar cuál es la

institución que mejor satisface sus necesidades de crédito. En defi nitiva,

no les importa tanto el tipo de institución que les otorga los fondos, sino

que desean obtener las mejores condiciones de fi nanciamiento: monto,

tasas de interés, plazos, garantías y oportunidad.

Actualmente, se reconoce la necesidad de contar con un sistema

fi nanciero sólido, efi ciente y bien organizado para fomentar el desarrollo

económico. Dado que los intermediarios fi nancieros llevan a cabo sus

operaciones de crédito con el fi nanciamiento del público, es fundamental

contar con un sistema de regulación y supervisión que garantice una

adecuada gestión del riesgo, evalúe la solvencia de las instituciones del

sistema fi nanciero y permita que las fuerzas del mercado equilibren la

oferta y la demanda.

La existencia de un marco jurídico y regulatorio adecuado, que

respalde el desarrollo de un sistema fi nanciero de bajo riesgo, un sistema

contable adecuado para el país y la seguridad jurídica de los contratos,

facilita la supervisión bancaria. Por otra parte, la tarea del supervisor

se ve difi cultada cuando la legislación bancaria permite que bancos con

capital limitado, o cuyos propietarios pueden retirar el capital mínimo

que el banco utiliza para llevar a cabo sus operaciones, otorguen prés-

tamos de gran cuantía. También se complica cuando no se utilizan los

principios de contabilidad generalmente aceptados para registrar los

activos del banco y cuando el sistema judicial es inefi ciente.

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Al supervisor le interesa reducir el costo de los servicios fi nancie-

ros y, al mismo tiempo, garantizar la solvencia de los intermediarios.

Lejos de actuar como promotor de mercado, establece y exige el cum-

plimiento de normas que promueven la seguridad de las operaciones

y el buen desempeño de todos los segmentos del sector bancario. Para

eso, la supervisión se centra en evaluar el modo en que la gerencia de

las instituciones identifi ca, mide, controla y supervisa el riesgo de sus

numerosos clientes en la operatoria cotidiana.

En el caso del microcrédito, el supervisor debería estar en condi-

ciones de dar su opinión acerca de tecnologías de microfi nanciamiento,

tanto al otorgar licencias a ONG que desean convertirse en instituciones

fi nancieras formales, como al llevar a cabo inspecciones en las ofi cinas

de instituciones con carteras de microcréditos. Fundamentalmente se

centrará en evitar que las instituciones fi nancieras incurran en prácticas

de préstamo predatorias, la llamada “venta de créditos”, o abusen de su

situación contractual. Los supervisores deben hacer un seguimiento es-

pecial de aquellas instituciones que ofrecen simultáneamente préstamos

de consumo, microcréditos y pequeños créditos comerciales. Una de las

herramientas importantes con las que cuenta para cumplir su función

es recurrir a un servicio de información de riesgos crediticios que se

ocupe de controlar el cumplimiento de pago de una gran cantidad de

clientes y de promover la competencia leal en el mercado. En muchos

países, existe una central de riesgos que depende de la superintenden-

cia de bancos o del banco central, y la información sobre el historial

crediticio se suministra directamente a las instituciones fi nancieras y a

centrales de riesgo privadas. En otros países, todas estas funciones son

realizadas únicamente por el sector privado.

Tendencias en la regulación y la supervisión del microcrédito

Reformas del sector fi nanciero

Las reformas del sector fi nanciero de los años ochenta y noventa tu-

vieron por objeto intensifi car la intermediación fi nanciera, mejorar

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REGULACIÓN Y SUPERVISIÓN DEL MICROCRÉDITO EN AMÉRICA LATINA 135

la asignación del crédito y promover la competencia sana. Entre las

muchas reformas realizadas, se incluyeron la liberalización de las tasas

de interés y las operaciones en el mercado cambiario, la reducción de

los encajes legales, la eliminación de los controles crediticios, la au-

torización de instituciones para que puedan funcionar como bancos

comerciales y el cierre de bancos públicos, lo cual puso fi n a la política

de otorgar subsidios indiscriminadamente en forma de préstamos, una

práctica muy habitual en muchos países de América Latina. Al mismo

tiempo, las reformas apuntaron a fortalecer el marco de supervisión

prudencial del sistema fi nanciero, a fi n de mitigar el riesgo moral, la

selección adversa de clientes, y otros riesgos que existen en sistemas sin

una regulación efi ciente.

Los marcos regulatorios establecidos por las reformas hicieron

hincapié en las condiciones mínimas de seguridad para las actividades

de fi nanciamiento bancario, con el fi n de diversifi car el riesgo y reducir

los gastos y costos. Estas condiciones incluyen el incremento de la ca-

pitalización y el patrimonio mínimo, la reducción del monto máximo

que se puede prestar a un único cliente, defi niciones más precisas de

casos en los que es necesario presentar garantías reales, la simplifi cación

de la información mínima que se debe mantener sobre los prestatarios

y la forma de reconocer pérdidas generadas por préstamos. Todas es-

tas medidas tuvieron por fi nalidad proteger a los depositantes y a los

acreedores por igual. Si bien las reformas fi nancieras no contemplaron

específi camente el microcrédito, establecieron un marco adecuado

para el desarrollo de las instituciones de microfi nanzas, al eliminarse

los controles sobre las tasas de interés. Así, estas instituciones pudieron

atender a clientes más pequeños con perfi les de riesgo más elevados,

cobrándoles tasas de interés más altas para cubrir los costos y garantizar

su sostenibilidad fi nanciera.

Evolución de la regulación del microcrédito en el período 1980–2000

Si bien los bancos y las cooperativas siempre han ofrecido crédito a

trabajadores por cuenta propia, en Perú y Bolivia se aprobó un nuevo

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tipo de institución especializada en este nicho de mercado entre 1980

y 1995. Las instituciones de microfi nanzas con fi nes de lucro podían

otorgar pequeños créditos y aceptar depósitos, bajo la supervisión de

la superintendencia de bancos. Sin embargo, las leyes que regulaban la

constitución de tales instituciones no mencionaban que estas debieran

prestar servicios a microempresarios o actuar como instrumentos en

la lucha contra la pobreza. A mediados de los años noventa, las super-

intendencias de ambos países incluyeron al microcrédito en el marco

regulatorio y lo encuadraron como una operación de crédito dirigida a

trabajadores no asalariados. Asimismo, establecieron que este producto

podía ser ofrecido por entidades especializadas, como así también por

bancos y otras instituciones fi nancieras, aunque no se establecieron

topes a las tasas de interés.

A partir de 1990, los bancos y las instituciones fi nancieras ingresa-

ron en el negocio del microcrédito en varios países de América Latina.

Entre los casos más destacados, cabe citar a los bancos comerciales

especializados en pequeños préstamos de Bolivia, Chile, Ecuador y

Perú; las fi nancieras de El Salvador, Nicaragua y Paraguay; los bancos de

propiedad estatal en Brasil; y, más recientemente, las fi nancieras comer-

ciales en Colombia (véase el capítulo 3, que presenta una descripción

más detallada de este proceso). En Colombia, Ecuador y Nicaragua, el

microcrédito ha sido regulado como una industria de fi nanciamiento

por mérito propio. Actualmente, en Guatemala y Nicaragua, se están

analizando proyectos de ley para constituir entidades especializadas.

Paralelamente, desde hace varios años, funcionan en la región ONG

de microcrédito, con distinto grado de cobertura nacional. Algunas son

independientes; otras son miembros de redes internacionales, tales como

ACCIÓN, Women’s World Banking y Finca. También existen coopera-

tivas de crédito especializadas y de múltiples propósitos que conceden

préstamos a trabajadores por cuenta propia. Desde 1999, se han creado

instituciones fi nancieras especializadas en pequeños préstamos en Brasil,

El Salvador, Honduras, México, Panamá y Venezuela.

Con excepción de Guatemala, Honduras y Nicaragua, donde las

instituciones de microfi nanzas pueden adoptar la fi gura de las asocia-

ciones sin fi nes de lucro, en los demás países estas deben constituirse

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REGULACIÓN Y SUPERVISIÓN DEL MICROCRÉDITO EN AMÉRICA LATINA 137

como empresas comerciales. En Brasil, Honduras y México, el requi-

sito de capital mínimo es inferior a los US$100.000, mientras que en

Guatemala y Nicaragua, no supera los US$300.000. Estas instituciones

pueden captar depósitos del público en todos los países, menos en Brasil.

En todos los casos, se admiten los préstamos entre partes relacionadas,

pero con limitaciones.

Bolivia es el único país donde la legislación que rige al microcrédito

y a las instituciones especializadas no hace referencia a “microempre-

sarios” ni a “microempresas”, precisamente para evitar que el crédito

se distribuya mediante la predeterminación de sus destinatarios. En

los demás países, se tiende a vincular la defi nición de microcrédito

incluida en las reglamentaciones prudenciales con las defi niciones de

microempresario o microempresa contenidas en la legislación que las

promueve.

Presión para el cambio y fuentes de resistencia

Los organismos de supervisión bancaria de la región y de todo el mun-

do sufren cada vez más presiones para integrar las microfi nanzas en

el marco regulatorio. En algunos países, esta tendencia es el resultado

de muchos años de trabajo realizado por instituciones sin fi nes de lu-

cro que, con el apoyo de donantes y organismos internacionales, han

desarrollado tecnologías de crédito para microempresas y, posterior-

mente, participaron en la creación de instituciones de microfi nanzas.

En otros, la presión proviene de fuentes estrictamente comerciales:

intermediarios fi nancieros tradicionales que desean acceder al mer-

cado microfi nanciero. Estos intermediarios se enfrentan a una férrea

competencia en sus mercados tradicionales o se ven atraídos por la

mayor rentabilidad y crecimiento que han demostrado las instituciones

de microfi nanzas.

Ante estas dos tendencias, es probable que, tarde o temprano, los

organismos de supervisión bancaria tengan que abordar el tema de las

microfi nanzas. Las fundaciones sin fi nes de lucro rentables y maduras

están solicitando licencias para operar en calidad de intermediarias su-

pervisadas, para poder obtener recursos en los mercados fi nancieros y

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captar depósitos del público. Por su parte, los intermediarios fi nancieros

establecidos suelen toparse con obstáculos y problemas regulatorios al

intentar prestar servicios a este segmento del mercado. Esta situación

genera presiones de dos tipos para que se ajuste el marco regulatorio:

en primer término, facilitar la actividad de microfi nancimiento y, en

segundo, regular adecuadamente las instituciones que se dedican a esta

actividad o se especializan en ella.

La presión en pos de la reforma regulatoria suele aparecer en el

plano político. En particular, las organizaciones de microcrédito sin

fi nes de lucro han tenido un papel cada vez más activo en el impulso de

reformas legales que propicien la actividad microfi nanciera. En algunos

países, esta necesidad ha dado lugar a la constitución de nuevos tipos de

instituciones fi nancieras, precisamente con el fi n de que las fundaciones

sin fi nes de lucro puedan convertirse en intermediarias y, de esa mane-

ra, obtener fondos en los mercados fi nancieros y captar depósitos del

público. Asimismo, tal como ocurrió en Colombia, Ecuador, Honduras

y Nicaragua, los microempresarios están presionando a los gobiernos

en forma paulatina para que establezcan topes a las tasas de interés, ya

que consideran que los niveles actuales son muy elevados. Desafortu-

nadamente, no todos los cambios que se han propuesto en materia de

regulación son positivos para las microfi nanzas. En algunos casos, se

dan respuestas de gran repercusión a problemas que podrían resolverse

mejor con un enfoque regulatorio más moderado.

El hecho de que existan obstáculos para la regulación de las

microfi nanzas se debe a una combinación de factores: entre ellos, la

poca experiencia en el área de los organismos de regulación, con cierta

ingenuidad y sin independencia de criterio; la falta de previsión, en los

planes comerciales de las entidades fi nancieras especializadas sin fi nes

de lucro, de una cobertura de gran escala y de la disminución de las tasas

de interés, una vez que hayan alcanzado un mayor nivel de efi ciencia;

donantes internacionales irresponsables que, en ocasiones, reaccionan

ante circunstancias coyunturales o ante los mandatos cambiantes de sus

gobiernos, y políticos que, de buena o mala fe, se olvidan de que el sistema

fi nanciero es sólo un medio para que empresas e individuos efi cientes

aprovechen oportunidades comerciales y acumulen riqueza.

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REGULACIÓN Y SUPERVISIÓN DEL MICROCRÉDITO EN AMÉRICA LATINA 139

Es preciso instrumentar políticas y marcos regulatorios adecuados

para poder crear un mercado competitivo para las microfi nanzas, en

el que las tasas de interés disminuyan con el tiempo. La experiencia de

los últimos años ha demostrado que un entorno regulatorio adecuado

para las microfi nanzas debe reunir los siguientes requisitos:

• Organismos de regulación profesionales, independientes y

creíbles.

• Gerentes de instituciones de microfi nanzas (incluso de aque-

llas que originalmente fueron ONG), que deseen obtener una

rentabilidad legítima sobre sus inversiones.

• Donantes internacionales y políticos que actúen con una visión

a largo plazo.

Futura convergencia

Se pueden identifi car dos posturas en lo que respecta a la regulación de

las microfi nanzas. La primera, preocupada principalmente por la lucha

contra la pobreza, aspira a crear un sistema fi nanciero que se especia-

lice en asistir a los pobres, con normas prudenciales blandas, directa o

indirectamente supervisadas por las superintendencias de bancos. En

este escenario, las ONG de microcrédito que no tienen propietarios que

puedan tomar las riendas del gobierno corporativo, y las cooperativas de

crédito con patrimonios pequeños podrían movilizar grandes cantidades

de dinero proveniente de pequeños depositantes y reemplazar de este modo

las donaciones y los préstamos blandos, que son cada vez más escasos. La

segunda postura se ocupa de la regulación y supervisión prudencial de los

intermediarios fi nancieros. En este caso, los supervisores deben proteger

los intereses de los ahorristas y acreedores, exigiendo que las instituciones

de microfi nanzas gestionen adecuadamente sus activos y riesgos. En este

contexto, pueden enfrentarse a una dicotomía entre priorizar los objetivos

sociales, por un lado, y la solvencia fi nanciera, por el otro.

En países como Honduras y Nicaragua, la ausencia de reglamen-

taciones dio lugar a un mercado con poca competencia y altas tasas

de interés. Por otra parte, países como Bolivia han decidido defi nir el

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140 RAMÓN ROSALES

microcrédito como una actividad de fi nanciamiento que pueden llevar

a cabo las instituciones fi nancieras de todo tipo, partiendo del princi-

pio de que el ahorro interno puede y debería utilizarse para cualquier

actividad económica rentable, independientemente de su tamaño.2 En

algunos casos, el marco regulatorio se ha desarrollado aún más para

permitir que las entidades fi nancieras se constituyan como sociedades

anónimas, especializadas en otorgar préstamos pequeños, con niveles

de capitalización mínimos razonables.3 El reto que tienen por delante

los organismos de regulación consiste en promover condiciones trans-

parentes y competitivas, a fi n de reducir las tasas de interés cuando la

institución adquiere una mayor comprensión acerca de la capacidad

y predisposición de pago del cliente, o bien cuando se presenta una

garantía hipotecaria como aval de un préstamo.

Es probable que los países que aún no han creado un marco re-

gulatorio para el microfi nanciamiento se adhieran a alguna de las dos

posturas descriptas anteriormente. Sin embargo, se corre el riesgo de

que, a raíz del aumento del desempleo y del subempleo en América

Latina, autoricen a las entidades fi nancieras sin fi nes de lucro a canalizar

los recursos del gobierno, a aceptar depósitos del público y a someterse

a la supervisión de la superintendencia de bancos, en un contexto de

control de tasas de interés. Este cambio podría dar lugar a un nuevo

tipo de banco público muy desacreditado en el pasado.

Sin duda, el sistema fi nanciero puede verse más perjudicado por

una regulación defi ciente y normas poco rigurosas, que por la inexis-

tencia de un marco regulatorio adecuado. Esto se advierte en el caso

de México, donde se autorizó a tres tipos distintos de instituciones a

prestar servicios de microcrédito, cada una de ellas con distintos niveles

de provisiones para préstamos incobrables en la misma categoría de

riesgo del deudor.

2 En general, los países no necesariamente han defi nido parámetros adecuados para el riesgo relacionado con el microfi nanciamiento. En algunos casos, está relacionado con la defi nición de microempresa, pero difi ere mucho según el país del que se trate.3 Existen límites de crédito y es necesario obtener un permiso para efectuar préstamos entre partes relacionadas, en cuyo caso, estas entidades entrarían en una categoría de entidades fi nancieras que se especializan en micropréstamos y en préstamos de poca cuantía.

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REGULACIÓN Y SUPERVISIÓN DEL MICROCRÉDITO EN AMÉRICA LATINA 141

Creación de instituciones fi nancieras especializadas en microfi nanzas

El microcrédito como operación fi nanciera

La mejor manera de promover el microcrédito es autorizar a toda insti-

tución fi nanciera a otorgarlo. Mediante este enfoque, se abren las puertas

del sistema fi nanciero entero a todo aquel con capacidad de pago para

reembolsar un préstamo pequeño.

Desde el punto de vista de las técnicas bancarias, el microcrédito

se defi ne como un préstamo que va a ser devuelto con el producto de

la venta de bienes o servicios de una persona que trabaja por cuenta

propia en un entorno informal (sin licencias ni registros contables),

pero que cuenta con una trayectoria comercial y resultados probados,

y está dispuesto a que una institución fi nanciera evalúe y registre siste-

máticamente sus activos y actividades.

Normalmente, las facultades de la superintendencia de bancos son

sufi cientes para autorizar operaciones de microcrédito y no es necesario

que se promulguen leyes nuevas. Para ello, este organismo puede aceptar

un informe de cartera elaborado por la institución de crédito, donde

fi guren las operaciones de microcrédito, y no se exige que el legajo del

cliente contenga estados contables ni garantías reales. Como contra-

partida, las pérdidas generadas por morosidad y reestructuración de

préstamos se deben declarar en un plazo breve. Estas normas relativas

a la cartera no suelen establecer precios para los servicios, ya que las

tasas de interés están sujetas a las fuerzas de la oferta y la demanda, pero

deben cumplir con las reglamentaciones vigentes en materia de usura,

en el caso de que existan.

Cuándo y por qué crear instituciones nuevas

La creación de una institución de microfi nanzas autorizada para aceptar

depósitos del público se justifi ca cuando, para constituir un banco u

otra institución fi nanciera formal, se exige una capitalización mínima

extremadamente alta (más de US$2 millones), cuando la exposición

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142 RAMÓN ROSALES

máxima al riesgo como porcentaje del patrimonio es elevada (5% o

más) y cuando las entidades sin fi nes de lucro no están autorizadas a

tener participación en las acciones de instituciones fi nancieras. Por lo

general, para crear un nuevo tipo de entidad especializada se requiere

de legislación, y el proceso necesario para generar consenso y promulgar

una ley puede demorar años.

En algunos países, las instituciones especializadas han sido útiles,

e incluso indispensables, para promover las microfi nanzas. En otros

casos, el proceso de constituir este nuevo tipo de entidad fi nanciera

parece haber sido prematuro o no haber sido diseñado correctamente.

En estos últimos casos, es probable que las reformas no hayan tenido

un impacto tan fuerte sobre el fi nanciamiento disponible para las

microempresas.

Existen dos escenarios en los que puede ser conveniente consti-

tuir un nuevo tipo de institución para facilitar la transformación de

entidades sin fi nes de lucro en intermediarias fi nancieras autorizadas

y supervisadas. En primer lugar, si el requisito de capital mínimo para

las instituciones existentes (es decir, bancos y fi nancieras) es elevado,

es posible que impida que fundaciones maduras y bien administradas

procedan a efectuar el cambio y se incorporen al sistema fi nanciero

formal. En segundo lugar, si existen restricciones en cuanto a las ope-

raciones que las fi nancieras, que son las instituciones con requisitos de

capital mínimo más bajos, están autorizadas a efectuar (particularmente

en lo que respecta a la movilización del ahorro), esta estructura no es

atractiva para las entidades sin fi nes de lucro que desean ingresar al

sistema fi nanciero formal. En estos casos, hay dos alternativas: modifi car

las reglamentaciones que rigen a las instituciones existentes o crear un

nuevo tipo de institución que permita que las organizaciones sin fi nes

de lucro se conviertan en entidades especializadas. Si no existen organi-

zaciones sin fi nes de lucro maduras y de gran envergadura que deseen

convertirse en intermediarias fi nancieras, obviamente, sería prematuro

crear un nuevo tipo de institución para tal fi n.

En algunos países de América Latina, las opciones operativas de las

fi nancieras son tan limitadas que les resulta imposible prestar servicios

microfi nancieros. En Guatemala, por ejemplo, no pueden movilizar depó-

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REGULACIÓN Y SUPERVISIÓN DEL MICROCRÉDITO EN AMÉRICA LATINA 143

sitos en cuentas de ahorro, y sólo están autorizadas a otorgar préstamos

a mediano y largo plazo. Dado que la capacidad de captar ahorros es

una de las principales razones por las que las ONG desean convertirse

en instituciones fi nancieras y dado que los micropréstamos se suelen

otorgar con plazos que oscilan entre tres y doce meses, las fi nancieras

no representan una forma jurídica atractiva.

En algunos países latinoamericanos, la mala reputación de las fi -

nancieras se ha esgrimido como una de las razones para crear una nueva

forma institucional para las organizaciones sin fi nes de lucro que desean

convertirse en intermediarias fi nancieras reguladas. Si las fi nancieras

están muy desprestigiadas, posiblemente sea más conveniente proponer

su reemplazo por un nuevo tipo de institución cuya estructura tenga la

fl exibilidad sufi ciente para poder llevar a cabo las actividades tradicionales

de estas entidades, además de actividades microfi nancieras.

En el caso de que el requisito de capital mínimo exigido a las fi nan-

cieras sea razonable (menos de US$2 millones) y estas estén autorizadas

a movilizar depósitos en cuentas de ahorro y a plazo fi jo, entonces no

hay razón alguna para crear un nuevo tipo de institución que promueva

el microcrédito. Si esto último no se da, la primera alternativa sería con-

templar la posibilidad de eliminar esta restricción, en lugar de crear un

nuevo tipo de institución. La proliferación innecesaria de instituciones

no es aconsejable, ya que difi culta la tarea de supervisión.

Las organizaciones sin fi nes de lucro que sólo se dedican a conceder

crédito no deberían estar sujetas a la supervisión del gobierno, ya que

operan con donaciones y no con depósitos del público. Para este tipo

de entidades, es preferible aplicar un sistema de autorregulación, a fi n

de fortalecer los mecanismos de gobierno corporativo4, concentrar sus

operaciones en actividades de crédito y promover el control externo

por parte de los acreedores y donantes. Este sistema de autorregulación

4 Los problemas habituales del gobierno corporativo de fundaciones incluyen los siguientes: concentración excesiva de poder, que incluye la facultad administrativa y gerencial diaria en manos del directorio; ausencia de un marco que delimite las funciones de otras áreas de la institución; inexistencia de mecanismos formales de control; falta de responsabilidades defi nidas inherentes al directorio y a la gerencia; ausencia de mecanismos de asignación de responsabilidades gerenciales y de una normativa prudencial para la gestión del riesgo.

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144 RAMÓN ROSALES

debería apoyarse en información fi able y comparable, que cumpla con

los principios de contabilidad aplicables a instituciones fi nancieras, con

la participación de auditores externos independientes y experimentados.

Tales elementos se podrían incorporar a la operatoria de rutina de las

organizaciones de microcrédito, mediante la modifi cación voluntaria

de sus actas constitutivas y estatutos, normas contables y manuales de

procedimiento.

Los distintos tipos de instituciones especializadas en

América Latina

Al día de hoy, se han creado once tipos distintos de instituciones fi nan-

cieras en América Latina, con el propósito total o parcial de facilitar la

actividad de microfi nanzas (véase el cuadro 4.1). Estas instituciones se

encuentran en Bolivia, Brasil, El Salvador, Honduras, México, Panamá,

Perú y Venezuela. Con excepción de Bolivia y Perú, países a los que se

reconoce por tener los marcos regulatorios más avanzados de la región

en la materia, estas instituciones son demasiado recientes y no han acu-

mulado la experiencia necesaria ni forjado una trayectoria sólida. Por lo

general, los marcos regulatorios de Bolivia se consideran un tanto más

exitosa que la de Perú. Estos dos casos se analizarán con más detalle a

continuación.

En su mayoría, los 11 tipos de instituciones que se describen están

estructuradas como sociedades anónimas, lo cual es coherente con la

práctica general de autorizar únicamente a estas formas jurídicas y a

las cooperativas a operar como intermediarios que aceptan depósitos.

No obstante, hay algunas excepciones. En Perú, por ejemplo, las Cajas

Municipales de Ahorro y Crédito (CMAC) son propiedad absoluta de

las municipalidades, si bien muchas están explorando la posibilidad

de privatizarse. Honduras es otra excepción interesante a la regla.

Una ley promulgada en 2001 permite a las organizaciones sin fi nes de

lucro obtener licencias y operar como intermediarias fi nancieras,

sin perder su forma jurídica original. Esta estructura tan poco habitual es

el único caso registrado en todos los países de América Latina y el

Caribe.

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REGULACIÓN Y SUPERVISIÓN DEL MICROCRÉDITO EN AMÉRICA LATINA 145

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146 RAMÓN ROSALES

Los casos de Bolivia y Perú

En Bolivia y Perú existe un amplio espectro de instituciones que prestan

servicios microfi nancieros (véase el cuadro 4.2). El cuadro 4.3 com-

para los requisitos regulatorios que deben cumplir las instituciones

de microfi nanzas de ambos países. En Bolivia, los fondos fi nancieros

privados (FFP) funcionan como sociedades anónimas en el ámbito na-

cional. Sus accionistas pueden ser personas físicas u organizaciones no

gubernamentales rentables. La totalidad de la cartera de microcréditos

se registra como activos ponderados por riesgo. Al igual que en otras

entidades fi nancieras de ese país, si la operación no genera ingresos, se

constituye una provisión de préstamos incobrables del 1% tras cinco

Cuadro 4.2 Oferta de microcrédito en Bolivia y Perú

País Instituciones fi nancieras especializadas que ofrecen microcrédito

Bolivia • Bancos especializados (uno de ellos ofrece préstamos solidarios y préstamos individuales). • Fondos fi nancieros privados (son similares a las fi nancieras; tienen éxito en otorgar microcrédito en zonas urbanas, pero algunos inconvenientes con los préstamos para consumo). • Bancos comerciales que han seguido un proceso de downscaling (se han retirado de este segmento). • Cooperativas de crédito (en proceso de adaptarse a las nuevas reformas regulatorias). • ONG no reguladas que ofrecen crédito (mayor presencia en canalizar fondos del gobierno).Perú • Cajas Municipales de Ahorro y Crédito: CMAC (pertenecientes a municipios, aún por privatizarse). • Un banco especializado (ampliando su cobertura al ámbito nacional). • Bancos comerciales (especialmente aquellos con grandes carteras de crédito para consumo). • Financieras privadas (que también otorgan préstamos para consumo y comerciales). • Caja Rural de Ahorro y Crédito: CRAC (algunas con problemas de viabilidad en materia institucional). • Edpyme (con requisitos de desarrollo institucional). • Cooperativas de crédito (con relativamente poca presencia). • ONG no reguladas que ofrecen crédito (con poca presencia; un decreto promulgado recientemente les permite instaurar un sistema de autorregulación para acceder a fondos del gobierno).Fuente: Compilación del autor.

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REGULACIÓN Y SUPERVISIÓN DEL MICROCRÉDITO EN AMÉRICA LATINA 147

días de morosidad. A los 90 días de mora, se provisiona la totalidad del

préstamo. Los requisitos son los siguientes: capital mínimo razonable,

cobertura nacional, límite de crédito bajo, prohibición de otorgar créditos

entre partes relacionadas y reconocimiento oportuno de las pérdidas

generadas por imposibilidad de cobro. Gracias a normas, a inversionistas

pacientes y a juntas directivas y gerentes competentes y responsables, la

industria ha logrado mantenerse, a pesar de las crisis fi nancieras y los

ataques políticos que ha sufrido en los últimos años.

En Perú, las entidades especializadas más importantes son las

denominadas Cajas Municipales de Ahorro y Crédito (CMAC) (Por-

tocarrero, 1999: 47-68). Estas instituciones operan como empresas

municipales y, por lo tanto, su ámbito de acción queda limitado a un

área geográfi ca. Al igual que en el resto de las entidades fi nancieras, se

constituye una provisión para préstamos incobrables del 1% después de

ocho días de mora y del 100% después de 120 días. Si transcurridos 30

días, el préstamo no genera ingresos, se permite la deducción de valor

de las garantías reales.

Características de las instituciones de microfi nanzas

especializadas

De los once tipos de instituciones que se constituyeron en América

Latina (véase cuadro 4.4), las creadas en Bolivia y El Salvador parecen

Cuadro 4.3 Matriz de riesgo regulado de las instituciones de microfi nanzas de Bolivia y Perú

Características Bolivia Perú

Cobertura geográfi ca Nacional ProvincialCapital mínimo US$900.000 US$283.000Límite por cada crédito 1% del patrimonio neto 10% del patrimonio netoPréstamos entre partes No Sí relacionadasReconocimiento de 90 días 120 días créditos incobrablesAdecuación de capital 10 % 9 %Fuente: Compilación del autor.

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148 RAMÓN ROSALES

ser las más equilibradas y mejor justifi cadas. Cumplen las funciones de

una fi nanciera y de una entidad microfi nanciera, lo que permite evitar la

proliferación de instituciones, como sucedió en Perú. Están autorizadas

a movilizar depósitos del público; tienen niveles de capital mínimo que

exigen cierto grado de solidez fi nanciera, pero aún así, permiten que las

entidades sin fi nes de lucro contemplen la posibilidad de convertirse en

instituciones fi nancieras. Se constituyen como sociedades anónimas que,

si bien están lejos de ser perfectas, siguen brindando el sistema de control

y contrapeso más adecuado en términos de gobierno corporativo.

El diseño y la justifi cación de los otros nueve tipos de institucio-

nes no son tan convincentes. El algunos casos, el requisito de capital

mínimo parece ser muy bajo como para garantizar que puedan llevar

a cabo operaciones sostenibles. En otros casos, las entidades no están

autorizadas a movilizar depósitos en cuentas de ahorro y, por ende, no

queda claro el motivo por el cual deban someterse a supervisión.

El requisito de capital mínimo para las instituciones de Brasil,

Honduras, México y Perú es bajo. Las entidades de Brasil y las Edpyme

de Perú no están autorizadas a captar depósitos. El caso de Honduras

es una excepción, pero por otro motivo: es el único caso en que las

fundaciones sin fi nes de lucro están autorizadas a operar como interme-

diarias fi nancieras aceptando depósitos y a mantener al mismo tiempo

la forma jurídica de fundación. En Venezuela, el requisito de capital

mínimo exigido a los bancos comerciales es elevado; esto, sumado a la

inexistencia de un tipo de institución con un requisito de capital mínimo

más bajo (por ejemplo, una fi nanciera) implica que la creación de una

nueva institución cubrirá un vacío importante. Sin embargo, este país

tiene pocas organizaciones de microfi nanzas con madurez o prosperidad

sufi ciente que estén en condiciones de adoptar la estructura formal de

instituciones fi nancieras. En Panamá, el requisito de capital mínimo

exigido a bancos comerciales es elevado, lo cual fomentó y justifi có la

creación de una nueva institución. No obstante, otra alternativa po-

dría haber sido autorizar a las fi nancieras, que actualmente no están

supervisadas y no pueden movilizar depósitos en cuentas de ahorro, a

solicitar licencias para convertirse en intermediarias supervisadas, que

sí puedan hacerlo.

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REGULACIÓN Y SUPERVISIÓN DEL MICROCRÉDITO EN AMÉRICA LATINA 149C

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150 RAMÓN ROSALES

En México, la creación de instituciones nuevas forma parte de una

iniciativa tendiente a consolidar la gran cantidad de tipos institucionales

que existen hoy en día en el sistema fi nanciero. Esta iniciativa es singular

en el sentido de que también trata con las microfi nanzas a través de la

óptica de las cooperativas de ahorro y crédito (cooperativas fi nancieras).

En América Latina, las cooperativas de crédito tienen protagonismo en

el mercado del microcrédito, ya que prestan entre US$825 y US$1.650

millones a microempresarios, cifras que representan entre el 20% y el

40% de sus carteras de crédito (Westley y Shaffer, 2000).

Regulación de otras instituciones fi nancieras que ofrecen microcrédito

Bancos comerciales

Actualmente, una creciente cantidad de bancos comerciales están ingre-

sando a los mercados de microfi nanzas. Sin embargo, antes de llegar a

esta instancia, se han cometido algunos errores y de ellos se extrajeron

lecciones valiosas. En algunos casos, adoptaron estrategias erróneas y

se vieron forzados a abandonar la actividad por un tiempo. Los errores

más comunes y costosos son los siguientes:

1. La ausencia de objetivos claros y de una estrategia defi nida

que permita obtener una cartera de préstamos de alta calidad,

con un volumen sufi ciente y dentro de un plazo razonable.

Muchas veces, los bancos intentan crecer rápidamente, sin

contar con tecnología crediticia adecuada, personal capacita-

do o sistemas de supervisión y control interno. Aquellos que

pretenden incursionar tentativamente en el campo del micro-

crédito deberían estar al tanto de las consecuencias adversas

que pueden sufrir si fracasan, no tanto por el impacto en sus

estados fi nancieros, sino en el mercado de las microempresas.

Las instituciones exitosas llevan a cabo proyectos piloto y,

de este modo, evitan quedar expuestas a riesgos excesivos o

desproporcionados.

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REGULACIÓN Y SUPERVISIÓN DEL MICROCRÉDITO EN AMÉRICA LATINA 151

2. El hecho de no utilizar la tecnología crediticia adecuada, par-

ticularmente en el caso de bancos que operan en el sector de

créditos de consumo e ingresan al campo del microcrédito,

conservando la misma “línea de producción”. Es decir, un ofi -

cial del banco promociona u ofrece los préstamos y recopila

información básica (promotor); otro ofi cial analiza al cliente

(analista) y un tercero se encarga de los clientes morosos (ofi cial

de cobranzas). En el mercado del microcrédito, es más efi ciente

que el mismo ofi cial de crédito desempeñe las tres funciones.

Los microempresarios no tienen sueldos fi jos ni información

fi nanciera formal que permita demostrar su capacidad de pago.

Por ese motivo, los promotores de préstamos, que generalmente

trabajan a comisión, se pueden encontrar ante un confl icto de

intereses, entre recopilar con prudencia información de buena

calidad sobre el cliente y la necesidad de que exista una mayor

cantidad de clientes aprobados. A largo plazo, este confl icto

puede terminar generando un riesgo inmanejable para el

banco.

3. El hecho de no diseñar incentivos adecuados para el personal,

particularmente para aquellos ofi ciales de crédito que trabajan

“en la calle” y que representan un activo para el banco, cuan-

do están seriamente comprometidos a formar sus carteras de

préstamos, combinando seguridad con productividad. Esta

situación también atañe a los gerentes de sucursal, quienes

deberían garantizar la transparencia de las operaciones y de los

informes de los ofi ciales de crédito. Cada categoría de empleado

debería comprender claramente la estructura de incentivos y

los mecanismos adecuados de control interno.

4. Falta de un compromiso fi rme por parte de la alta gerencia

y de la junta directiva con respecto a los sistemas de control

interno. Dado que la mayor parte de las decisiones de conce-

der créditos se toman en forma descentralizada en cada una

de las sucursales, los bancos no tienen una única cartera de

microcréditos, sino tantas como ofi ciales de crédito. Debido

a la aplicación poco rigurosa de los controles internos, en la

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152 RAMÓN ROSALES

práctica, la gestión de las operaciones microfi nancieras está a

la merced de la buena voluntad de cada ofi cial.

5. Niveles inadecuados de ganancias y/o gastos para la unidad,

división o departamento a cargo de las operaciones de micro-

crédito. Esto puede verse refl ejado en costos administrativos

excesivos (sueldos elevados o demasiado personal) que se

cubren aplicando tasas de interés extremadamente elevadas.

Estas tasas pueden obedecer a una posición de oligopolio en

el mercado y pueden no ser sostenible a mediano o a largo

plazo. En otros casos, el problema es opuesto: se aplican tasas

de interés muy bajas que no permiten cubrir todos los costos

del banco, particularmente, las provisiones para créditos in-

cobrables.

Los errores citados precedentemente explican por qué en muchos

países la incursión de los bancos en el segmento del microcrédito no ha

llegado a materializarse en toda su dimensión. Asimismo, echan luz sobre

las razones que han llevado a bancos tradicionales, en países como Perú,

a retirarse paulatinamente de este segmento entre 1998 y 2001. Otra de

las razones es la falta de regulación adecuada del microfi nanciamiento

como actividad bancaria en general, lo cual explica los problemas que

se suscitaron en Honduras y Nicaragua. Estos inconvenientes reafi rman

la conclusión de que es necesario elaborar reglamentaciones para el

microcrédito como producto y no sólo para instituciones de microfi -

nanzas especializadas.

Cooperativas de crédito

Si bien en algunos casos las cooperativas de crédito tienen un volumen

de operaciones superior al de los bancos y las fi nancieras, en muchos

países, están sujetas únicamente a la legislación y supervisión vigentes

del cooperativismo en general, junto con miles de cooperativas comer-

ciales, de transporte, de educación y de atención médica. Por ende, las

prácticas de regulación y supervisión de la mayoría de los países las

ponen prácticamente en una situación de vacío regulatorio. Dado que

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REGULACIÓN Y SUPERVISIÓN DEL MICROCRÉDITO EN AMÉRICA LATINA 153

el vínculo original entre las cooperativas de crédito y sus miembros se

diluye o desaparece del todo a medida que éstas crecen, la falta de aten-

ción regulatoria es difícil de justifi car.5 Si no existe una relación genuina

entre las cooperativas de crédito y sus miembros, éstas deberían recibir el

mismo tratamiento que cualquier otra institución fi nanciera que acepta

depósitos, es decir, deberían estar bajo la regulación y supervisión de la

misma autoridad que supervisa los bancos y las fi nancieras.

La regulación y la supervisión de las cooperativas fi nancieras

representan un reto importante para las autoridades de supervisión,

por ser muy numerosas y por tener una estructura de gobierno poco

habitual. A menudo, las autoridades consideran bastante improbable que

las cooperativas de crédito representen un riesgo sistémico para el sector

fi nanciero y, por ello, prefi eren que estén bajo la órbita de supervisión

de otros organismos. No obstante, al día de hoy, la supervisión delegada

de las cooperativas no ha sido efi caz en América Latina. Habida cuenta

de la cantidad de depositantes y prestatarios que dependen de estas

instituciones, su quiebra podría afectar a miles y miles de individuos

que, en su mayoría, tienen medios muy limitados para afrontar la pér-

dida de sus ahorros o del acceso al crédito. Sin embargo, los organismos

de supervisión recién ahora están comenzando a comprender que su

intervención se justifi ca en función del riesgo sistémico que presentan

las cooperativas de crédito en muchos países.

Por estas razones, los organismos de supervisión deben analizar

detenidamente la manera de abordar el tema de las cooperativas. En

países tales como Bolivia, Chile, Colombia, El Salvador, Jamaica, México

y Paraguay se han encarado iniciativas para mejorar la regulación y la

supervisón. Si bien es probable que esta tendencia siga creciendo en la

5 Los miembros de la mayoría de las cooperativas grandes de la región no mantienen rela-ciones estrechas con éstas, lo cual explica que muchos de ellos no asistan a las asambleas. Muchas veces, basta con presentar un documento de identidad para poder ser miembro. En los casos en que los aportes no son remunerados y se aplica una tasa fi ja a los depósitos, es posible que los miembros tengan poco interés en participar en decisiones clave, tales como elegir a los miembros del directorio y aprobar los resultados fi nancieros; mucho menor es su predisposición a participar en el control societario. En la práctica, la gran mayoría de los “socios” de las cooperativas de crédito son meramente clientes.

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región, la instrumentación de estos marcos regulatorios recién comienza.

Actualmente, uno de los principales retos de los supervisores es iden-

tifi car modelos efi caces para regular y supervisar a las cooperativas de

crédito.

La función de la “infraestructura fi nanciera”

Se ha dicho mucho acerca de los benefi cios de crear centrales de in-

formación de riesgos crediticios u organismos de crédito para facilitar

la intermediación fi nanciera, particularmente, en lo que respecta a los

créditos de consumo y al microcrédito. Estos organismos, ya sean pú-

blicos o privados, utilizan información proporcionada por instituciones

fi nancieras reguladas y no reguladas sobre el tamaño de sus préstamos

y la condición de morosidad de sus prestatarios. Asimismo, crean bases

de datos de clientes de compañías de seguro y de distintos acreedores

comerciales, y recaban información sobre acciones judiciales. No obs-

tante, en muchos países de América Latina existen obstáculos legales,

institucionales y prácticos para el funcionamiento de las centrales de

riesgo que manejan información sobre préstamos pequeños.

Limitaciones legales

Si bien se advierte una tendencia paulatina en América Latina hacia

una mayor fl exibilización y transparencia de la estricta legislación que

ha regido tradicionalmente en materia de secreto bancario, en algunos

países, la ley aún no permite que las instituciones fi nancieras compar-

tan información sobre prestatarios ni que las instituciones fi nancieras

no reguladas participen con los bancos en el proceso de califi cación

de crédito. En otros casos, se ha acusado a las centrales de riesgo y

organismos de informes de crédito de no respetar niveles mínimos de

seguridad necesarios para usar, manejar y proteger la información. La

legislación debe encontrar un equilibrio justo entre los objetivos de

promover el uso legítimo de la información crediticia, garantizar que

se respeten los derechos de privacidad de los individuos y verifi car la

exactitud de los datos.

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REGULACIÓN Y SUPERVISIÓN DEL MICROCRÉDITO EN AMÉRICA LATINA 155

Limitaciones institucionales

Algunos países aspiran a que las cooperativas de crédito y las entidades

fi nancieras no reguladas tengan acceso a la información que manejan

las centrales de riesgo. Mucho se ha debatido acerca de si estas agencias

u organismos deben ser entidades públicas o privadas. En el último

caso, el debate gira en torno a los requisitos básicos que deben reunir

los accionistas o propietarios de tales organismos. Una de las ventajas

de las centrales de riesgo es que sus bases de datos incluyen a todos los

prestatarios del sistema fi nanciero, ya que no existen clientes cautivos

y los individuos pueden ser prestatarios de un número considerable

de entidades. Independientemente de que estas centrales sean públi-

cas o privadas, las superintendencias de bancos siempre deben recibir

información acerca del tamaño de los préstamos y de la situación de

endeudamiento en el sistema fi nanciero para poder cumplir con sus

funciones de supervisión. Las agencias privadas, en las que la informa-

ción sobre deudas contraídas en el sistema fi nanciero se complementa

y amplía con datos provenientes del sector comercial, no quedan ex-

cluidas de esta regla. Como es de esperarse, las entidades fi nancieras

suelen estar particularmente interesadas en ser propietarias de agencias

privadas, generalmente en sociedad con empresas internacionales

especializadas.

Limitaciones de orden práctico

Las centrales de riesgo privadas pueden enfrentarse con difi cultades de

orden práctico; entre ellas, la falta de documentos nacionales de identidad

fi ables que les permitan consolidar los antecedentes de los prestatarios;

el tamaño pequeño de algunos mercados, que no permite lograr eco-

nomías de escala; y el temor a que la información pueda ser utilizada

inadecuadamente por individuos inescrupulosos y por delincuentes.

Es difícil llevar a cabo actividades de microcrédito prósperas en un

país que no cuenta con una central de riesgo que permita disminuir el

costo de la información, evitar el sobreendeudamiento y supervisar que

no se incremente la morosidad entre los clientes. El scoring estadístico

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156 RAMÓN ROSALES

permite identifi car el perfi l de riesgo de la clientela, gestionar el riesgo

a largo plazo y reducir las tasas de interés. Los microempresarios, como

cualquier otro tipo de empresario, dependen en gran medida del crédito

y suelen endeudarse demasiado cuando pueden acceder fácilmente a

operadores de microcrédito que compiten agresivamente.

El impacto de la califi cación de crédito sobre las microfi nanzas en Perú y Bolivia

Por lo general, las instituciones de crédito utilizan la información que

recopilan las centrales de riesgo para evaluar la calidad de los antecedentes

de pago de quienes solicitan un préstamo. Además, esta información

también permite que los organismos que supervisan al sector bancario

analicen las carteras de las instituciones fi nancieras que participan. En

este sentido, las centrales de riesgo han cumplido un papel muy impor-

tante en el desarrollo del microcrédito en Bolivia y Perú.

La constitución de una central de riesgo conlleva dos aspectos:

uno legal y otro técnico. Los aspectos legales están relacionados con las

leyes sobre secreto bancario y con la elaboración de normas para que

la información sea lo más transparente posible. Los aspectos técnicos

incluyen el desarrollo de sistemas informáticos, redes, sistemas de se-

guridad, infraestructura, etc., que permitan acceder a la información

en el momento indicado y mantenerla actualizada. La superintendencia

suministra información objetiva sobre todos los prestatarios del sistema

fi nanciero a las centrales de riesgo privadas, en lugar de las clasifi caciones

de prestatarios efectuadas por distintas instituciones.

En Bolivia, aproximadamente el 60% de los préstamos comerciales

se otorgan a personas físicas, mientras que los préstamos hipotecarios

pueden ser contraídos por microempresarios y por trabajadores asala-

riados. A través de los centros de información bancaria, la comunidad

empresarial puede recabar información sobre todo el pasivo (préstamos,

otros compromisos fi nancieros, facturación y pago de servicios públicos)

de los individuos y de las empresas que solicitan crédito. La central de

riesgos de crédito administrada por el gobierno se creó originalmente

para generar información sobre préstamos de mayor cuantía otorgados

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REGULACIÓN Y SUPERVISIÓN DEL MICROCRÉDITO EN AMÉRICA LATINA 157

mediante el sistema bancario tradicional. No obstante, la importancia

que tiene el sistema para el microcrédito se comprendió posteriormente,

al incorporar en el sistema información sobre pequeños prestatarios

para evitar casos de sobreendeudamiento.

Una gran diferencia entre Bolivia y Perú y el resto de América La-

tina es que en estos dos países las ONG de microfi nanzas se convirtieron

en instituciones fi nancieras formales con anterioridad. En Bolivia, este

crecimiento implicó tender un puente para las ONG que les permitió

ampliar sus horizontes y obtener información de mejor calidad sobre

el historial crediticio de sus prestatarios. En un contexto en el que esta

información está reservada a las instituciones fi nancieras formales y

reguladas, la transformación de las ONG en fondos fi nancieros privados

fue bastante benefi ciosa para el sólido desarrollo de la industria microfi -

nanciera. En Perú, el proceso de crear Edpyme (que anteriormente eran

ONG) no generó benefi cios notorios en la información obtenida, debido

a que ya estaba disponible a través de fuentes privadas. Probablemente,

ese sea el motivo por el cual el impacto del deterioro que produjo el

sobreendeudamiento en la calidad de las carteras de microcréditos fue

menor en Perú que en Bolivia.

Además de poder acceder a información crediticia, los benefi cios

de convertirse en una institución formal son principalmente fi nancieros.

Dado que gran parte de la demanda del mercado no estaba satisfecha,

las ONG tuvieron que incrementar sus activos y procuraron lograrlo

mediante el aumento del nivel de apalancamiento (hoy en día, la gran

mayoría de las organizaciones no reguladas dedicadas al microfi nancia-

miento tienen este incentivo). El hecho de convertirse en instituciones

formales les dio acceso a nuevas fuentes de fi nanciamiento y permitió

a los microprestatarios incrementar estos niveles. En el caso de Boli-

via, el acceso a información de mejor calidad a través de la central de

riesgo fue un benefi cio adicional que contribuyó a reducir el riesgo. La

transformación de las ONG en prestatarios formales también mejoró

la transparencia y la disponibilidad de la información fi nanciera para

todas las instituciones de este tipo, ya que se establecieron requisitos

de presentación de información más rigurosos y generalizados, lo cual

contribuyó a reducir el riesgo del sistema fi nanciero.

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158 RAMÓN ROSALES

Las difi cultades actuales en cuanto a la regulación de las microfi nanzas

Los organismos de regulación y supervisión bancaria de América Latina

se enfrentan al problema de cómo manejar carteras formadas por miles

de préstamos pequeños sin garantías reales, otorgados a individuos que

no tienen un empleo fi jo o conocido, o que lo han perdido, que no tienen

documentos para demostrar un ingreso regular o estable, y/o que tienen

una fuente o un nivel de ingresos no documentados. (Cabe mencionar

que en algunos países de otras regiones del mundo, se otorgan préstamos

pequeños incluso a individuos sin documentos de identidad).

Los organismos de regulación y supervisión bancaria se encuentran

con estas situaciones al otorgar licencias a nuevos tipos de entidades

fi nancieras, y también cuando los bancos u otras instituciones existen-

tes forman carteras de microfi nanciamiento o establecen subsidiarias

especializadas de microcrédito. En el recuadro 4.3 se resumen los prin-

cipales riesgos.

A fi n de garantizar que las carteras de microcréditos se supervisen

de forma adecuada, las superintendencias de bancos evalúan las meto-

dologías que utilizan las entidades para analizar, conceder, supervisar

y cobrar préstamos, en lugar de evaluar el riesgo de cada préstamo en

forma individual. También analizan el grado de fi abilidad de las tec-

nologías de microcrédito en su conjunto, constituyen provisiones para

pérdidas por morosidad y aplican técnicas estadísticas para analizar la

probabilidad de que las carteras actuales generen pérdidas. Este ejercicio

les ha permitido diferenciar claramente los riesgos inherentes a las ope-

raciones de crédito que se pagarán con el producto de la venta de bienes

y servicios, de los correspondientes a aquellas cuyo reembolso depende

de futuros sueldos y jornales de empleados. En otras palabras, separa la

supervisión del microcrédito de la del crédito de consumo. En Bolivia y

Perú, la supervisión siguió estos mismos lineamientos y, de este modo,

ayudó a atenuar los problemas relacionados con el sobreendeudamiento

y las asociaciones de deudores.

Los organismos de regulación han reconocido que las instituciones

de microfi nanzas bien administradas no son tan riesgosas como los

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REGULACIÓN Y SUPERVISIÓN DEL MICROCRÉDITO EN AMÉRICA LATINA 159

bancos grandes especializados en fi nanciamiento empresario. Por este

motivo han establecido requisitos de adecuación de capital similares

para las instituciones de microfi nanzas y para los bancos (entre el 8% y

el 10%). Una cartera de microcrédito gestionada correctamente puede

constituir una línea de negocio más para cualquier tipo de institución

fi nanciera. No obstante, se debería emprender un programa de moviliza-

ción del ahorro, únicamente si existen activos sufi cientes (y propietarios

solventes) para cubrir posibles pérdidas.

El marco regulatorio del microcrédito debería permitir que coexis-

tan metodologías para préstamos individuales y grupales, y mantener una

postura neutral respecto a los puntos de vista y prácticas cambiantes de

las redes internacionales de organizaciones microfi nancieras. Se deben

Recuadro 4.3Las cuestiones regulatorias más comunes en el ámbito de las microfi nanzas

Los problemas concretos con los que se enfrentan los organismos de regulación y supervisión en la actualidad están vinculados con la forma de abordar los riesgos que surgen de los siguientes factores:

1. Alejamiento de las buenas prácticas crediticias, en respuesta a una competencia des-leal o a prácticas de concesión de préstamos predatorias (que incluyen la rotación de los ofi ciales de crédito de una entidad a otra) en áreas geográfi cas que están superpobladas de entidades fi nancieras.

2. Sobreendeudamiento de una gran cantidad de individuos (mediante una o varias entidades fi nancieras) y la posibilidad de que se les cierren las puertas del sistema si no cumplen con sus obligaciones.

3. Prácticas de cobro abusivas, contratos de préstamo con cláusulas engañosas o que incluyan cambios unilaterales en las condiciones pactadas, a criterio del prestamista.

4. Cobro de tasas de interés excesivas para préstamos pequeños garantizados con propiedades.

5. La práctica de no suministrar a los prestatarios información clara sobre tasas de inte-rés vigentes y otros cargos fi nancieros aplicables a sus préstamos.

6. Sindicalización de pequeños deudores y la consiguiente politización de los cobros.7. Falta de información pública acerca del nivel de morosidad en cada institución

fi nanciera.8. Bancos que aplican cargos mensuales excesivos por mantener pequeños depósitos,

lo que obliga a los depositantes a recurrir a entidades de depósito menos seguras.9. Cobro de comisiones muy altas por transferir pequeñas sumas de dinero electrónica-

mente o por fax.

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160 RAMÓN ROSALES

tomar medidas prudenciales para evitar que entidades especializadas

con requisitos de capital más bajos ofrezcan préstamos de gran tamaño

a empresas o lleven a cabo operaciones de ese tipo, para las que carecen

de una base patrimonial sufi ciente.

También se deberían contemplar los aspectos relacionados con la

forma de supervisar el gobierno corporativo de las entidades fi nancieras

especializadas con accionistas sin fi nes de lucro, a fi n de evitar ciertas

defi ciencias, tales como confl ictos de intereses e insufi ciente obligación

de diligencia y lealtad. Asimismo, se deberían analizar las posibilidades

de inducir la reducción de las tasas de interés mediante los mecanismos

del mercado y la necesidad de promover el fi nanciamiento a largo plazo.

En mercados muy competitivos, se debería fomentar una competencia

sana entre sus participantes, a fi n de evitar el sobreendeudamiento o la

morosidad generalizada, mediante información de buena calidad sobre

los prestatarios y de políticas estrictas en materia de provisiones.

El encuentro entre los organismos de supervisión (y el sistema

fi nanciero en general) y el microcrédito ha aclarado ciertos preconcep-

tos, y parece haber demostrado que la lógica de evaluar la capacidad

y la predisposición de pago del cliente es similar tanto para empresas

grandes como para microempresas. La diferencia principal estriba en

que los procesos y la documentación respaldatoria difi eren en cada uno

de estos casos. Se debe establecer una clara diferencia entre un préstamo

otorgado a un trabajador asalariado (crédito de consumo) y un préstamo

otorgado a una empresa pequeña (microcrédito). La experiencia ha de-

mostrado que los préstamos de poca cuantía no son tan riesgosos como

los de gran tamaño y que las instituciones de microfi nanzas registran

niveles de morosidad más bajos que los bancos.

De cara al futuro

Todos los países de América Latina afi rman que cumplen con los princi-

pios de regulación y supervisión recomendados por el Comité de Basilea

sobre Supervisión Bancaria (Basilea I). No obstante, dicho cumplimiento

es en la práctica una combinación imaginativa de pautas que se traduce

en requisitos de capitalización más bajos para los bancos.

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REGULACIÓN Y SUPERVISIÓN DEL MICROCRÉDITO EN AMÉRICA LATINA 161

En el caso del microcrédito, los organismos de supervisión de-

ben estar capacitados para dar opiniones técnicas sobre la solidez de

sus tecnologías y de las metodologías de evaluación de riesgo, tanto al

otorgar una licencia para que una ONG se convierta en una institución

formal, como al efectuar una inspección de una institución que tiene

una cartera de microcréditos. La supervisión se debería centrar en

evaluar el modo en que la gerencia de la institución identifi ca, mide,

controla y supervisa el riesgo crediticio de sus numerosos clientes en

su operatoria cotidiana.

Los organismos de supervisión deberían tomar precauciones es-

peciales a fi n de prevenir el “crédito predatorio”, la “venta de créditos” y

el abuso de la posición contractual de parte de las entidades. Asimismo,

deberían efectuar una supervisión especial de aquellas instituciones

que ofrecen simultáneamente préstamos de consumo, microcréditos y

préstamos comerciales pequeños. Un servicio de información de riesgos

crediticios constituye una herramienta importante para esta tarea. Los

servicios de las centrales se pueden utilizar para supervisar el cumpli-

miento de una gran cantidad de clientes y promover la competencia

equitativa entre los participantes.

Los cambios que introdujo el Comité de Basilea sobre Supervi-

sión Bancaria reconocen que las carteras diversifi cadas de préstamos

de poca cuantía pertenecientes a instituciones bien administradas son

menos riesgosas que las carteras formadas por unos pocos clientes que

representan grandes porcentajes del patrimonio neto de la institución.

Esto es positivo para intermediarios de microfi nanzas que tienen una

buena gestión y, en términos de solvencia y capital, es positivo también

para las instituciones de microfi nanzas, particularmente en el área de

préstamos de consumo.6

6 Lo que comúnmente se conoce como “Basilea II” hace referencia a la versión actualizada del documento titulado International Convergence of Capital Measurement and Capital Standards: A Revised Framework, elaborado por el Comité de Basilea sobre Supervisión Bancaria en junio de 2004. Más información en www.bis.org

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162 RAMÓN ROSALES

Recomendaciones

Las autoridades del sector fi nanciero pueden cumplir una función fun-

damental, al contribuir a que el marco regulatorio reduzca los costos y

riesgos de las instituciones fi nancieras que operan con microcréditos.

En particular, pueden brindar apoyo en los siguientes aspectos:

1. Reducir el énfasis en el microcrédito como una herramienta para

paliar la pobreza y abordarlo paulatinamente desde el punto

de vista de la gestión del riesgo de créditos no garantizados

otorgados a miles de trabajadores por cuenta propia, que no

tienen información fi nanciera ni garantías reales, independien-

temente de su condición o no de pobreza.

2. Establecer normas prudenciales y adecuadas para el micro-

crédito y para instituciones que se especializan en este tipo de

fi nanciamiento, y evitar establecer reglamentaciones menos

estrictas que puedan incrementar el riesgo de las carteras de

microcréditos y, por ende, los requisitos de capital.

3. Reducir la incertidumbre acerca de la información mediante la

constitución de sistemas de referencia crediticia a nivel nacional

(agencias de informes de crédito o centrales de riesgo) a las

que todos los operadores de microcréditos deban informar y

consultar antes de otorgar un crédito.

4. Promover la transparencia de las tasas de interés que aplican

las entidades fi nancieras a las operaciones de todo tipo, a fi n de

que los microempresarios cuenten con la información adecuada

para seleccionar a sus acreedores.

5. Crear instrumentos efi caces para que las superintendencias

puedan evaluar las metodologías de microcrédito y detectar

prontamente políticas poco sólidas, abusivas o inadecuadas, y

señales de deterioro en las tecnologías y prácticas de crédito.

6. Crear mecanismos de coordinación institucional por parte de

donantes internacionales y organismos gubernamentales que

respalden las actividades microfi nancieras. © B

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REGULACIÓN Y SUPERVISIÓN DEL MICROCRÉDITO EN AMÉRICA LATINA 163

Además, toda estrategia que se elabore en el futuro para la regu-

lación del microcrédito debería contemplar los siguientes factores: la

creación de un marco regulatorio neutral, el funcionamiento de una

central de riesgo moderna, la transparencia de los contratos y de las tasas

de interés, y la aplicación de sistemas de supervisión diferenciados. Una

regulación efi caz también puede contribuir a reducir paulatinamente

las tasas de interés y así evitar que se intente fi jar un tope o que resurjan

las antiguas leyes que regían en materia de usura.

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164 RAMÓN ROSALES

R e f e r e n c i a s

Jansson, Tor, Ramón Rosales y Glenn D. Westley. 2004. Principles and

Practices for Regulating and Supervising Microfi nance. Washington,

D.C., Banco Interamericano de Desarrollo.

Portocarrero Maisch, Felipe. 1999. Microfi nanzas en el Perú: Experiencias

y perspectivas. Lima, Universidad del Pacífi co.

Westley, Glenn D. y Sherrill Shaffer. 2000. “Credit Union Delinquency

and Profi tability”. En: Westley, Glenn D. y Brian Branch (Eds.).

Safe Money: Building Effective Credit Unions in Latin America.

Washington, D.C., Banco Interamericano de Desarrollo.

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C A P Í T U L O 5

Instituciones de microfi nanzas en tiempos de crisis:

efectos, actuaciones y lecciones aprendidas

Armando Muriel, Victoria Muriel, Giulissa Franco y Elsa Martín

Este capítulo analiza las formas en que las instituciones de microfi -

nanzas latinoamericanas han respondido a las crisis de liquidez y

solvencia, y las lecciones que pueden extraerse de esas experiencias.

América Latina experimenta crisis fi nancieras sistémicas con más fre-

cuencia que otras regiones. Es importante estudiarlas, así como también

sus efectos en las instituciones de microfi nanzas, de modo que estas

últimas puedan actuar con miras a atenuarlos. Esto es especialmente

importante para que puedan tomarse medidas a fi n de proteger a los

clientes, que en general provienen de grupos de bajo ingreso y que son

especialmente vulnerables a los tiempos de crisis.

Un aspecto asombroso es el escaso número de estudios acerca de

las crisis de liquidez y solvencia de América Latina, en particular, si se

los compara con la gran cantidad de estudios acerca de las asiáticas.

De modo que este capítulo también analiza los estudios disponibles

sobre las crisis sistémicas en la región. Se centra en dos países, Bolivia y

Ecuador, y en dos instituciones de microfi nanzas de cada país, a fi n de

incluir organizaciones con bases jurídicas diferentes (bancos, coopera-

tivas, instituciones especializadas y ONG). Con ese objetivo, los autores

Queremos agradecer a Banco Solidario, Cooperativa Jardín Azuayo, Caja los Andes y FIE, y a sus representantes, por la información y las observaciones que han hecho posible este capítulo. El contenido es responsabilidad exclusiva de los autores.

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166 ARMANDO MURIEL, VICTORIA MURIEL, GIULISSA FRANCO Y ELSA MARTÍN

seleccionaron aquellas instituciones que, a su parecer, echarían más luz

sobre este tema: dos fondos fi nancieros privados de Bolivia (Caja los

Andes, que actualmente funciona como el banco comercial Los Andes

ProCredit, y FIE), un banco (Banco Solidario) y una cooperativa de

crédito (Cooperativa Jardín Azuayo) de Ecuador.

La razón por la cual se eligió Bolivia es que las actividades micro-

fi nancieras en ese país han sido las que mejores resultados han arrojado;

muchos otros países lo han tomado como modelo. Allí, las microfi nanzas

son desarrolladas por instituciones privadas sostenibles, mayormente en

un marco jurídico especializado, el de los fondos fi nancieros privados,

que son muy competitivos debido a los altos niveles de demanda. La

crisis que se analiza en este capítulo se produjo a raíz del ingreso en el

sistema microfi nanciero de instituciones provenientes de otra cultu-

ra, que aplicaron metodologías de crédito probadas, pero de manera

inadecuada. Esto sucedió en medio de una crisis general, mientras el

gobierno imponía una serie de medidas que afectarían directamente a las

poblaciones de destino atendidas por las instituciones de microfi nanzas,

e incluso, a las propias instituciones del sector.

En el caso de Ecuador, la selección obedeció a la magnitud y la

seriedad de la crisis, que afectó a toda la economía y, en particular, al

sistema fi nanciero. También fue elegido debido a su sistema de coo-

perativas de crédito supervisadas y no supervisadas, que atienden a

las microempresas y a las poblaciones de bajo ingreso. Estas entidades

han establecido un sistema de microfi nanzas incipiente, junto con dos

bancos. Banco Solidario, por su parte, constituye un patrón de referencia

para la industria y la forma en que manejó la crisis merece ser objeto

de estudio.

La crisis en Bolivia

Bolivia, al igual que otros países de América Latina, sufrió una fuerte

recesión económica a fi nes de los años noventa, después de casi una

década de crecimiento económico sostenido. Al incremento del PIB

del 5,2% en 1998, siguieron una fuerte desaceleración en 1999, una

tenue recuperación en 2000 y un crecimiento totalmente nulo en 2001.

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INSTITUCIONES DE MICROFINANZAS EN TIEMPOS DE CRISIS 167

Tras los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001, una gran

incertidumbre se apoderó de todos los mercados y echó por tierra toda

esperanza de recuperación económica del país.

La crisis obedeció a una serie de factores internacionales e internos.

El primer grupo fue de naturaleza global. Si bien estos factores afectaron

también a otros países de la región, las repercusiones en la economía

boliviana estuvieron marcadas por determinadas idiosincrasias, inclui-

dos los efectos de cambios climáticos adversos y el inicio de la crisis

fi nanciera internacional, especialmente en el país vecino Brasil, que

representa una quinta parte del comercio total de Bolivia. Los fuertes

cambios climáticos en 1998 provocados por los fenómenos de El Niño

y La Niña, y las sequías e inundaciones catastrófi cas que siguieron en

distintas partes del país, produjeron pérdidas económicas masivas en los

sectores agrícola y ganadero. Los cultivos y los activos fueron destruidos

o dañados, y los productos debieron venderse a precios reducidos (ge-

neralmente por debajo del costo), debido a las necesidades apremiantes

de muchos productores.

La crisis fi nanciera internacional afectó la economía boliviana

mediante dos mecanismos tradicionales. En primer lugar, la disminución

de la demanda externa provocó caídas directas en las exportaciones y

en los precios, y un sensible deterioro de la relación de intercambio. En

particular, a principios de 1999, Brasil devaluó su moneda. En segundo

lugar, debido a la crisis fi nanciera internacional, se redujo considera-

blemente el fi nanciamiento externo, lo que se vio acompañado por una

fuerte fuga de capitales.

Otras variables que incidieron en la crisis tuvieron su origen en

las políticas y respuestas internas. Una serie de disturbios públicos ter-

minaron con violencia (control de la vía pública, destrucción de carre-

teras, huelgas reiteradas); esto impidió que los pequeños empresarios,

principalmente del sector agropecuario, accedieran a los mercados, con

el consiguiente lucro cesante. Ante estos disturbios sociales, se agudizó

la idea en los mercados internacionales de que Bolivia era un lugar

riesgoso para invertir.

Varias decisiones de política interna afectaron el sector de la eco-

nomía informal; entre ellas, la sanción de leyes destinadas a controlar el

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168 ARMANDO MURIEL, VICTORIA MURIEL, GIULISSA FRANCO Y ELSA MARTÍN

contrabando y erradicar el cultivo ilegal de coca. A pesar de la intención a

largo plazo de ambos tipos de decisiones desde los puntos de vista social

y económico, sus efectos macroeconómicos a corto plazo fueron negati-

vos. La interrupción de las importaciones informales fue un verdadero

shock para los productores y empresarios que compraban sus materias

primas o mercancías mediante estos canales, tanto como para los agen-

tes que las transportaban al país. Por lo que se refi ere a la erradicación

del cultivo ilegal de coca, es difícil medir su impacto macroeconómico

por la propia naturaleza de la actividad, pero parece haber sido muy

importante, en base al lento crecimiento del valor agregado agrícola y

el aumento del desempleo rural.

Los factores mencionados pusieron fi n al auge económico de Boli-

via. Entre 1993 y 1998, el PIB creció a un promedio de 4,6% anual; entre

1999 y 2002, creció a una tasa promedio de 1,3%. Esta tasa no compensó

el crecimiento poblacional, de modo que el PIB per cápita disminuyó en

un 0,9%. La desaceleración de la tasa de crecimiento se vio refl ejada en

distintos sectores de la actividad macroeconómica (producción, comer-

cio, inversión y consumo) y en un fuerte aumento del subempleo y del

desempleo (el desempleo urbano creció desde un 5,3% hasta un 7,3%

entre 1998 y 2001). Debido a la contracción económica, el défi cit fi scal

creció a un nivel alarmante para un país con hiperinfl ación. El défi cit

no fi nanciero saltó de un 3,8% a un 6% del PIB entre 1999 y 2001. Sin

embargo, gracias a los esfuerzos del banco central, se logró controlar

relativamente la infl ación durante la crisis.

El aspecto fi nanciero de la crisis económica de Bolivia a fi nales de

los años noventa se vio refl ejado en un fuerte proceso de desarticulación

de la intermediación fi nanciera, caracterizado por la disminución de los

depósitos en términos reales y en el tamaño de las carteras de préstamos,

así como en fuertes aumentos en la morosidad. Esta seguidilla de cambios

negativos tras un período de prosperidad provocó serios problemas para

el sistema fi nanciero y para la economía en general.

En medio de la crisis boliviana, instituciones fi nancieras de Chile

especializadas en crédito de consumo ingresaron en el mercado de

microfi nanzas de ese país. Estas entidades formalizaron su situación

jurídica en Bolivia, adoptando la estructura de “fondos fi nancieros

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INSTITUCIONES DE MICROFINANZAS EN TIEMPOS DE CRISIS 169

privados de consumo”, en lugar de los “fondos fi nancieros privados

para fi nanciar microempresas” que habían existido tradicionalmente.

Su estrategia estuvo basada en los grupos solidarios. En esencia, todo

microempresario que fuera cliente de un fondo fi nanciero privado o

de Bancosol podía obtener un préstamo instantáneo. Estos puntos de

venta de crédito de consumo no realizaban análisis de riesgo específi co

de cada microempresa solicitante. Con la mirada puesta en su objetivo

de producir préstamos a escala masiva, omitieron evaluar adecuada-

mente la capacidad de reembolso de sus clientes o medir sus niveles de

endeudamiento. Como era esperable, los clientes se sobreendeudaron

y se atrasaron en los pagos en todas las instituciones de crédito en las

que habían solicitado un préstamo.

La experiencia boliviana en el ámbito de las microfi nanzas

La primera señal de la crisis entre los clientes de las instituciones mi-

crofi nancieras se hizo sentir en el terreno internacional. Los ingresos

de las empresas exportadoras descendieron y, con ellos, la capacidad

de servicio de la deuda. El efecto de la crisis en las importaciones

tuvo grandes repercusiones en el sector microfi nanciero, que depende

enormemente de las importaciones. Las carteras de varias instituciones

de microfi nanzas se concentraban en estos sectores. Por otra parte, se

sancionaron varias políticas que contribuyeron a aumentar el precio

de los bienes importados y, por ende, afectaron la economía informal.

En este contexto, las instituciones de microfi nanzas no prestaron sufi -

ciente atención a estos acontecimientos y no recortaron su actividad de

préstamo en consecuencia.

Otro factor importante fue la decisión del gobierno de condonar

las deudas de determinados clientes antiguos de bancos estatales que

dejaron de existir. Esta medida fue sumamente inoportuna, y aumentó el

riesgo moral de otros deudores e intermediarios, además de menoscabar

la intención de pago. Por su parte, las pequeñas empresas aceptaron

las tentadoras ofertas de crédito rápido y fácil, y se sobreendeudaron.

Contrajeron préstamos con varias instituciones y debían efectuar pagos

correspondientes a dos o más préstamos al mismo tiempo, que excedían

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170 ARMANDO MURIEL, VICTORIA MURIEL, GIULISSA FRANCO Y ELSA MARTÍN

ampliamente su capacidad de pago. El resultado inevitable fue, en algunos

casos, el incumplimiento, y en otros, el endeudamiento en cadena (usar

fondos de una institución para pagar a otra).

La situación devino en estallido social. Los deudores sobreendeu-

dados se organizaron en asociaciones que se manifestaban en contra

de las instituciones de crédito de consumo y de microfi nanzas. Esto

provocó un vuelco en la opinión pública que perjudicó a estas últimas.

Además, la conmoción social y la crisis tuvieron lugar en un período

de incertidumbre electoral. La decisión de los depositantes de mediana

y gran envergadura de retirar sus depósitos sacudió el sistema banca-

rio tradicional, pero esto no fue lo que ocurrió en las instituciones de

microfi nanzas. A modo de ejemplo, en Caja los Andes, entre fi nes de

1998 y fi nes de 2000, el número total de depósitos aumentó de 2.865 a

18.589, y el saldo vigente de US$11,2 millones a US$17,4 millones. La

consecuencia principal fue el deterioro signifi cativo en la cantidad y la

calidad de los clientes de las instituciones de microfi nanzas. Este proceso

obedeció a las quiebras provocadas por la crisis fi nanciera en sí y por el

éxodo de clientes normalmente los mejores, atraídos por estrategias de

marketing muy enérgicas de las instituciones de crédito de consumo,

que fi nalmente colapsaron debido al sobreendeudamiento.

En 1999 y 2000, ninguna de estas instituciones logró recuperar

las tasas de crecimiento, en cantidad de clientes, que habían registrado

con anterioridad. En algunos casos, la clientela se redujo considerable-

mente. Por el contrario, otras, que se centraron en las microfi nanzas

y utilizaron acertadamente una tecnología que incluía el análisis de

la capacidad de pago y de préstamo de los posibles clientes, pudieron

desarrollarse. Caja los Andes y el FFP FIE (Fondo Financiero Privado

para el Fomento a Iniciativas Económicas) crecieron un 20,8% y un

11,1%, respectivamente, entre diciembre 1998 y junio 2000. Los re-

sultados de ambas instituciones se contraponen con los de las demás.

Debería hacerse especial hincapié en estos resultados, pues demuestran

cómo la atención fl exible y oportuna, y la aplicación adecuada de una

metodología correcta, lograron mantener la lealtad del cliente. En el

período anterior y posterior al pico de la crisis, entre 1996 y 2001, Caja

los Andes duplicó su base de clientes, de 22.000 a 45.000, y la base de

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INSTITUCIONES DE MICROFINANZAS EN TIEMPOS DE CRISIS 171

clientes de FIE creció de 14.000 a 23.000. En una presentación realizada

en 2003 ante la Superintendencia de Bancos y Entidades Financieras, en

La Paz, el Profesor Claudio González-Vega, de la Universidad Estatal de

Ohio, atribuyó el éxito de estas dos instituciones a las ventajas relativas

de conceder préstamos a particulares en lugar de a grupos solidarios en

tiempos de una crisis sistémica, es decir, cuando los problemas de los

deudores dejan de ser particulares para transformarse en el problema

de todos (González-Vega, 2003).

Entre 1997 y 2001, cuando las carteras de crédito de los fondos

fi nancieros de préstamos para consumo colapsaron y las de los bancos

comerciales resultaron muy perjudicadas, la mayoría de las institucio-

nes de microfi nanzas mantuvieron un nivel similar o incluso superior

al del inicio. Las carteras de Caja los Andes y FIE se duplicaron en ese

mismo período. En el punto más grave de la crisis, entre diciembre de

1998 y junio de 2000, la cartera de Caja los Andes aumentó un 43,6%,

de US$28,6 millones a US$41,1 millones, mientras que la cartera de FIE

se incrementó en un 36,9%, de US$14,1 millones a US$19,3 millones.

Entre tanto, el grado de morosidad en la cartera tuvo un nivel sin

precedentes. Mientras la morosidad en las instituciones reguladas era

de apenas un 2,4% de la cartera total en 1997, para 1999 había llegado

a 11,2% y a 12,6% para fi nes de 2000, sin incluir los préstamos repro-

gramados (Rhyne, 2001). Aunque este aumento fue una constante en

todas las instituciones, los esfuerzos realizados condujeron a resultados

sensiblemente diferentes. En términos relativos, el aumento de la mo-

rosidad fue superior en las instituciones de microfi nanzas que en otros

intermediarios, si bien tenían la ventaja de partir con niveles iniciales

de morosidad muy bajos. Una vez más, la institución menos afectada

por la crisis en este sentido fue Caja los Andes, ya que su cartera en

riesgo creció apenas de un 5,7% en 1998 a un 7,7% en 2000. En ese

mismo año, la cartera en riesgo de FIE ascendía al 7,9%, comparado

con el 1,5% en 1998.

El aumento de las provisiones para préstamos incobrables provo-

có un descenso drástico de las utilidades de todas las instituciones. No

obstante, Caja los Andes logró mantener una rentabilidad del 19,2%

sobre su patrimonio en junio de 2000, frente a un 27,1% en diciembre

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172 ARMANDO MURIEL, VICTORIA MURIEL, GIULISSA FRANCO Y ELSA MARTÍN

de 1998; por su parte, la rentabilidad sobre el patrimonio de FIE dis-

minuyó del 31,9% al 4,6% en el mismo período. En otras instituciones,

este indicador se precipitó. En el caso de Bancosol, cayó de un 29% a

un 4% entre 1998 y 2000 (Rhyne, 2001).

Otro efecto importante que tuvo la crisis en las instituciones fue

provocado por el aumento de los costos de personal y una disminución

de su productividad. Los analistas de préstamos debieron dedicar más

tiempo a controlar el nivel de morosidad y a analizar nuevas solicitudes

de préstamo, muchas de las cuales no eran aprobadas. Con frecuencia, fue

necesario contratar a nuevos asistentes para gestionar el cobro de présta-

mos en condiciones irregulares. Los costos relacionados con las acciones

judiciales de cobro aumentaron, al igual que los costos de transporte del

personal a cargo de controlar la evolución de los préstamos morosos.

Durante este período, FIE se esforzó enormemente por reducir los costos

administrativos, que descendieron de un 24,2% a un 15,6% en su cartera.

Al mismo tiempo, los costos fi nancieros crecieron del 7,9% al 10,2% y

las provisiones para préstamos incobrables del 1,9% al 4,6%.

La crisis ha tenido efectos poco signifi cativos sobre la liquidez de

las instituciones bolivianas. Nacional Financiera Boliviana (Nafi bo), una

institución de segundo piso, proporcionó apoyo específi co a instituciones

que lo solicitaron, a tasas de interés que disminuyeron notablemente,

al igual que en el sistema fi nanciero. A modo de ejemplo, Caja los An-

des tomó fondos en préstamo de Nafi bo, pero por simple precaución.

Algunos de sus accionistas suscribieron un aumento de capital, que se

incrementó de Bs 14,3 millones a Bs 21,3 millones entre 1998 y 2001, y

apoyaron a la dirección a la hora de defi nir una estrategia.

Las acciones de las instituciones de microfi nanzas en Bolivia

Los resultados positivos de algunas instituciones bolivianas, a diferencia

de la respuesta defi ciente de otras, tuvieron origen en su capacidad para

innovar, optimizar las relaciones con los clientes y manejar con efi cacia

la gestión del riesgo. Un buen ejemplo de la capacidad de innovación

y adaptación es la gran participación de mercado que Caja los Andes

y FIE lograron conquistar, al ser las primeras en ofrecer préstamos a

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INSTITUCIONES DE MICROFINANZAS EN TIEMPOS DE CRISIS 173

particulares en Bolivia, a diferencia de los préstamos tradicionales que

se concedían a grupos solidarios.

Caja los Andes también se apartó del modelo tradicional al pro-

curar ofrecer préstamos iniciales de mayor tamaño, en función de la

capacidad de pago futura del cliente, en lugar de limitarse a tener en

cuenta los buenos antecedentes con préstamos anteriores de menor

cuantía. En el caso de FIE, establecer contacto con clientes, comprender

sus problemas y tratar de ayudarlos a encontrar soluciones también ha

sido esencial para atraer nuevos clientes y, ante todo, para asegurarse

de que cumplirían sus obligaciones.

Vale la pena destacar las estrategias de estas instituciones en la

crisis. Todo el personal de FIE, desde los analistas de crédito hasta los

propios gerentes, realizaron visitas directas a personas con difi cultades,

analizaron sus problemas en profundidad, reprogramaron sus pagos y,

en ocasiones, incluso condonaron sus deudas. También proporcionó

fi nanciamiento a algunos clientes que tenían problemas con otras ins-

tituciones fi nancieras. Los clientes valoraron enormemente esta estrate-

gia, que fue muy efi caz para inducirlos a cumplir con sus obligaciones.

Mientras algunas instituciones ofrecían varios productos nuevos para

atraer clientes, Caja los Andes adoptó una estrategia distinta. Ofreció sólo

una pequeña variedad de productos muy fl exibles, que los potenciales

clientes podían comprender más fácilmente.

Para capear la crisis era necesario que las instituciones actuaran con

mucha más prudencia que antes frente a los riesgos. Las dos instituciones

adoptaron estrategias ligeramente diferentes para endurecer la gestión

del riesgo. Según su presidenta, Pilar Ramírez, la política de FIE consistió

en no priorizar el crecimiento. La institución prefi rió un crecimiento

sólido y constante, y centrarse en mantener a los clientes conocidos.

Como resultado de la crisis, algunos de estos clientes abandonaron sus

actividades productivas y se dedicaron al comercio, aunque la mayoría

no se desprendió de su maquinaria, de modo de poder reanudar sus

actividades de producción tan pronto se aliviara la situación. FIE les

ofreció crédito para facilitar el proceso.

Caja los Andes prestó mayor atención a los análisis del mercado

y del entorno: en particular, cómo afectaría a los clientes y a su futura

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174 ARMANDO MURIEL, VICTORIA MURIEL, GIULISSA FRANCO Y ELSA MARTÍN

capacidad de reembolso. Pedro Arriola, gerente general de la institución,

comentó que las claves de su estrategia eran una actitud enérgica de cap-

tación de clientes y, al mismo tiempo, someterlos a un análisis riguroso.

Una estrategia diferente, pero con los mismos objetivos de mejorar la

calidad de la cartera y de crecimiento, consistió en promover la compra

de préstamos “productivos” de otras instituciones. Esta estrategia be-

nefi ció a las entidades involucradas (vendedores y compradores) y, en

cierta medida, también a los clientes, que pudieron entonces consolidar

sus deudas preexistentes con varias instituciones, en una única deuda

contraída con una sola institución.

En un entorno tan frágil y confusamente competitivo, las ins-

tituciones debieron esforzarse enormemente por convencer a los

clientes y “reeducarlos” acerca del cumplimiento de sus obligaciones

de préstamos. En otras palabras, debieron diferenciarse de los “malos”

intermediarios fi nancieros. Para llevar a cabo esta estrategia, tomaron

muchas medidas: se unifi có la apariencia física de las sucursales, aumen-

taron la promoción y la publicidad, y se fortaleció considerablemente

el análisis crediticio, a fi n de asegurarse de que los clientes pudieran

manejar sus deudas.

Pese a su énfasis tradicional en el crédito para fabricantes, FIE

no tuvo reparos en modifi car la composición de su cartera cuando fue

necesario. Tras un proceso minucioso de compilación de información, la

institución realizó un análisis exhaustivo de los distintos sectores y evitó

concentrar el riesgo en donde se identifi caran problemas. En cuanto a

la diversifi cación geográfi ca, Caja los Andes modifi có su plan de expan-

sión: redujo sensiblemente la cantidad de nuevas ofi cinas y fortaleció su

posición en los establecimientos en los que ya operaba.

Debido a los cambios en las relaciones con los clientes y en la ges-

tión del riesgo, fue necesario realizar determinadas modifi caciones en la

organización y en el personal de las instituciones. En el caso de FIE, la

reestructuración fue signifi cativa: descentralizó determinadas funciones

y dio más independencia a los gerentes de sucursales, quienes contaban

con más y mejor información. La intuición podría sugerir lo contrario:

centralizar aún más para sobreponerse a la crisis. Sin embargo, la decisión

de FIE parece haber producido muy buenos resultados, y los informes

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INSTITUCIONES DE MICROFINANZAS EN TIEMPOS DE CRISIS 175

y la actuación de los gerentes de sucursal mejoraron tan pronto como

se les asignó mayor responsabilidad. También se modifi có el sistema de

incentivos para adaptarlo a la naturaleza especial y a la situación en cada

zona. La institución no redujo su dotación de empleados.

La estrategia de Caja los Andes se centró en proporcionar más

capacitación a sus recursos humanos y, en algunos casos, en despedir

a empleados que no estaban en condiciones de adaptarse a la nueva si-

tuación y que habían reducido su productividad. La institución también

modifi có las responsabilidades de su personal operativo. Los analistas

con los niveles más elevados de morosidad tuvieron menos posibilida-

des de realizar nuevos préstamos y debieron centrarse en mantener la

calidad de la cartera y controlar la evolución de los préstamos morosos.

También introdujo una serie de medidas para mejorar el control y la

gestión de la cartera: redujo la cantidad de clientes que atendía cada

analista, y ajustó el sistema de incentivo monetario de estos y de los

gerentes de sucursal.

Además, se otorgaron premios especiales a los empleados que

tuvieran los mejores resultados en la gestión de su cartera. Se alentó y

recompensó el trabajo en equipo en el que participara todo el personal

de la sucursal. La institución insistió sobre la importancia de fortalecer

la confi anza de los analistas de crédito, que suelen tener cierto grado

de desaliento y aversión al riesgo en tiempos de crisis. Los cambios que

Caja los Andes realizó en su organización, según Pedro Arriola, fueron

el resultado de la evolución, el crecimiento y la diversifi cación de la

institución, y no una respuesta a la crisis. No obstante, la creación del

puesto de asistente supervisor de la cartera de crédito, y el fortalecimiento

del departamento de asuntos legales y del departamento de auditoría

interna, sí son consecuencia directa de la crisis.

Habitualmente, las instituciones de microfi nanzas procuran con-

trolar los costos en tiempos de crisis. Las políticas de FIE incluyeron la

eliminación de todo gasto innecesario, la reducción de los intereses sobre

los depósitos, el reembolso de préstamos más costosos y la modifi cación

del sistema de remuneración a empleados, mediante la reducción del

componente fi jo del salario y el aumento de la remuneración variable

de incentivo.

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176 ARMANDO MURIEL, VICTORIA MURIEL, GIULISSA FRANCO Y ELSA MARTÍN

Los representantes de las instituciones entrevistadas para este

estudio identifi caron determinadas medidas que podrían haber im-

pedido o atenuado la crisis, y recalcaron la falta de responsabilidad y

de iniciativa de las autoridades del país para ejercer control sobre las

instituciones de crédito de consumo. En su opinión, muchos proble-

mas podrían haberse evitado con una reglamentación más rigurosa de

esas instituciones, que no hubiese permitido el sobreendeudamiento.

Otra medida útil de prevención podría haber sido el establecimiento

de una central de riesgo que agrupara información sobre instituciones

de microfi nanzas reguladas y ONG, como la que se creó en 2003. Este

mecanismo hubiese proporcionado información completa sobre todos

los clientes y su nivel de endeudamiento. Por su parte, las instituciones

de microfi nanzas deberían haber actuado con mayor decisión, a fi n de

convencer y cooperar con las autoridades en este sentido, en particular

las instituciones de mayor tamaño, que tenían acceso a la información

y estaban al tanto del problema antes que las otras.

La crisis en Ecuador

Ecuador presenta un caso particularmente interesante, debido al alcance

de su crisis. El PIB se contrajo en más de un 7% en términos reales en 1999

(frente a un crecimiento promedio nulo en el resto de América Latina);

los precios al consumidor crecieron un 60,7% (frente a un promedio

del 10% en la región); y la tasa de desempleo creció considerablemente,

acompañada con un descenso signifi cativo del salario en términos reales.

El sucre, la moneda nacional, se desvalorizó en un 200% frente al dólar

estadounidense (mientras que el promedio en América Latina era del

3,5%), y la pobreza y la distribución del ingreso empeoraron ostensible-

mente. La crisis ecuatoriana también se caracterizó por actitudes poco

rigurosas de las autoridades regulatorias y de supervisión.

Las causas inmediatas de la crisis se originaron en una serie de

acontecimientos negativos producidos en Ecuador en la segunda parte

de la década de 1990. Primero, los desastres naturales asociados con el

fenómeno El Niño. En segundo lugar, el impacto de la crisis fi nanciera

internacional, que se inició en Asia a mediados de 1997 y se expandió

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INSTITUCIONES DE MICROFINANZAS EN TIEMPOS DE CRISIS 177

a toda América Latina en 1998. En tercer lugar, el hecho de que estos

shocks externos se produjeron en un contexto de gran vulnerabilidad

del sistema fi nanciero. A esto se sumó la instrumentación de una serie

de respuestas políticas del gobierno, muchas de las cuales fueron insu-

fi cientes o inadecuadas.

Las pérdidas asociadas con El Niño se han estimado en torno a

los US$3.000 millones: más del 14% del PIB del país (CEPAL, 1998). El

fi nanciamiento para la reconstrucción provino fundamentalmente de

fuentes externas, lo que sugiere que el impacto no se incluyó en las cuen-

tas nacionales o en la balanza de pagos. Sin embargo, las consecuencias

nefastas del gran empobrecimiento de los agricultores afectados y las

secuelas en el sistema fi nanciero no deben pasarse por alto.

La crisis fi nanciera internacional parece haber tenido un impacto

aún mayor que los desastres naturales sobre la economía general del

país. Esta crisis afectó a Ecuador mediante dos mecanismos principales:

en primer lugar, una caída drástica de los ingresos por exportaciones,

principalmente atribuible a la disminución de los precios del petróleo;

y en segundo lugar, el nuevo escenario de riesgo en los mercados

internacionales, que hizo mermar signifi cativamente la entrada de fl ujos

fi nancieros extranjeros en el país.

Ambos efectos se sucedieron en un contexto fi nanciero de gran

vulnerabilidad; combinados, desataron una profunda crisis de solvencia

y liquidez. La gravedad fue tal que las autoridades intervinieron 16 ins-

tituciones fi nancieras entre mediados de 1998 y comienzos de 2000; el

45% de los préstamos era improductivo y los costos fi scales estimados

llegaron hasta un 20% del PIB (FMI, 2000). Las políticas monetaria y

cambiaria se vieron perjudicadas y se generó un círculo vicioso que

devino fi nalmente en el anuncio de la dolarización en enero de 2000.

El sistema fi nanciero de Ecuador se ha caracterizado por problemas

operativos y de gestión que suelen surgir de defi ciencias en las áreas

de supervisión y regulación bancaria, además de la tendencia del país

a rescatar a los bancos con difi cultades fi nancieras, en lugar de aplicar

normas prudenciales. La supervisión bancaria siempre ha sido difícil.

Parte de este problema radica en las graves falencias del personal asig-

nado a esta tarea, a pesar de los esfuerzos realizados por los organismos

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178 ARMANDO MURIEL, VICTORIA MURIEL, GIULISSA FRANCO Y ELSA MARTÍN

externos, como el Banco Interamericano de Desarrollo, por fortalecer las

instituciones de supervisión. El personal tenía una formación defi ciente

y equipos inadecuados y, dada la ausencia de una misión clara, carecía

de motivación (FMI, 2000). Además, no tenía protección jurídica y eran

frecuentes los casos de confl ictos de intereses. A menudo, no se aplicaban

las sanciones necesarias.

Más aún, el marco jurídico y normativo excesivamente permi-

sivo tampoco contribuyó a la operatoria del sistema fi nanciero ni a la

capacidad fi scalizadora de la Superintendencia de Bancos. El sistema

fi nanciero de Ecuador se liberalizó durante el gobierno de Sixto Durán

Ballén (1992–96). En mayo de 1994, se sancionó la Ley General de Insti-

tuciones del Sistema Financiero, destinada a promover la liberalización

del sector y a modernizar distintos aspectos de los requerimientos de

capital. Esta ley estableció límites a los préstamos de terceros relaciona-

dos y a la concentración del crédito, y auditorías externas obligatorias.

Pero los límites que fi jó la ley eran demasiado amplios y se basaban

excesivamente en la autorregulación de las propias instituciones, lo que

iba en detrimento del desarrollo y el fortalecimiento de la capacidad

de la Superintendencia de Bancos, e imposibilitaba cualquier medida

correctiva pertinente.

Asimismo, conforme a la nueva ley, se crearon nuevas entidades

fi nancieras con distintos tipos societarios, con capital local e interna-

cional (ING y Centro Mundo), y varias empresas fi nancieras obtuvieron

la licencia para funcionar como bancos. Entre 1994 y 1995, la cantidad

de bancos creció de 32 a 39; las empresas fi nancieras, de 33 a 46; y las

cooperativas de crédito, de 24 a 26. Durante ese mismo período, se

produjo un proceso de concentración de las instituciones fi nancieras

mediante fusiones, absorciones, compras y ventas. A fi nes de 1996, el

sistema estaba formado por 44 bancos, 32 empresas fi nancieras y 26

cooperativas de crédito.

La combinación de una legislación inadecuada y una supervisión

inefi caz dio lugar a un crecimiento del 23,9% en el volumen de la cartera

de préstamos y a un aumento de los préstamos entre partes relacionadas

de casi el 300% del patrimonio técnico de las instituciones. Se abrió una

brecha de US$688 millones entre los ingresos fi nancieros contabilizados

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INSTITUCIONES DE MICROFINANZAS EN TIEMPOS DE CRISIS 179

y los efectivamente percibidos. En general, no había transparencia en la

concesión de préstamos e, incluso, se llegaron a aprobar préstamos para

empresas inexistentes (Plitman Pauker, 2002). En 1999, la irritación de

los depositantes y la desconfi anza en el sistema fi nanciero llevaron al

gobierno a contratar empresas de auditoría internacionales para echar

luz sobre las cuentas y determinar la verdadera condición de las insti-

tuciones del sistema. Sólo 19 bancos aprobaron la auditoría, incluido

Banco Solidario; por otra parte, se exigió a tres grandes bancos del sistema

(Pacífi co, Popular y Previsora) que se capitalizaran, pero fi nalmente no

pudieron evitar la quiebra.

La incertidumbre local, sumada a la crisis fi nanciera internacional,

se tradujo en el recorte de las líneas de crédito externo y en la pérdida

de confi anza de todo el país, ya que los problemas en el sector bancario

tomaron carácter público. Se produjo una gran fuga de capitales: alre-

dedor de US$422 millones abandonaron el país en 1998, y otros US$891

millones en 1999. Estos hechos, combinados con algunas medidas po-

líticas, agravaron los problemas del sistema fi nanciero, que devinieron

en una crisis sistémica de liquidez y solvencia.

Aunque el gobierno intentó frenar la fuga de capitales y reesta-

blecer la confi anza en el sistema fi nanciero mediante la creación de un

Organismo de Protección del Ahorro (con miras a resguardar el ahorro

mediante una supervisión rigurosa y constante de las instituciones fi -

nancieras), el público percibió que esta medida era un factor adicional

de vulnerabilidad y una herramienta empleada por el poder político-

económico para salvar a Filanbanco, el banco más grande del país en ese

momento. En marzo de 1999, el gobierno de Jamil Mahuad declaró un

feriado bancario y en junio se congelaron los depósitos por un año.

La crisis en el sector real de la economía aumentó la cartera impro-

ductiva de las instituciones fi nancieras, que se vieron forzadas a constituir

previsiones para préstamos incobrables. Sin embargo, la falta de liquidez

y los bajos niveles de patrimonio acotaron la magnitud de tales reservas,

que no pudieron llegar a establecerse en los niveles deseados.

La reducción de los pasivos y, en menor medida, la creación de un

impuesto sobre la circulación del capital en diciembre de 1998 provo-

caron una contracción considerable en la actividad de intermediación

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180 ARMANDO MURIEL, VICTORIA MURIEL, GIULISSA FRANCO Y ELSA MARTÍN

fi nanciera y, en consecuencia, también disminuyeron los ingresos de

esa actividad. Las instituciones se vieron obligadas a generar ganancias

mediante otras operaciones, como el cambio de divisas y las inversio-

nes en el mercado inmobiliario. Los bancos comenzaron a presionar

al gobierno para devaluar el sucre. La serie de devaluaciones previas a

la dolarización creó incentivos para minimizar las tenencias en activos

monetarios, que fueron reemplazados por bienes inmobiliarios y activos

denominados en dólares.

Como consecuencia del volumen reducido de la actividad de in-

termediación, los bancos debieron esforzarse por ajustar su capacidad

disponible a los nuevos niveles operativos; para ello, cerraron algunas

sucursales y despidieron empleados. Sin embargo, esta reducción del gasto

no alcanzó para compensar la disminución en los niveles operativos. El

gasto se redujo un 19,1%, mientras que la cartera se contrajo un 28,1%.

La relación entre los costos operativos y la cartera bruta de los bancos

creció de un 11% en 1997 a un 12,4% en 1999, según información fi -

nanciera de la Superintendencia de Bancos de Ecuador.

La respuesta de las instituciones de microfi nanzas ecuatorianas a la crisis

La profunda desconfi anza en el sistema fi nanciero ecuatoriano provocó

retiros continuos de depósitos, ante el temor a perderlos durante un

colapso general del sistema bancario. De los pocos fondos que se man-

tuvieron, la mayoría estaban dolarizados. Hacia fi nes de 1999, el 41% de

los depósitos a plazo en los bancos estaba en dólares, con vencimientos

que no superaban los 90 días. En cierta medida, estas opciones de corto

plazo procuraban ayudar a mantener la liquidez y el poder adquisitivo.

Sin embargo, la crisis macroeconómica y las devaluaciones continuas

del sucre redujeron la posibilidad de los clientes de pagar sus deudas y

limitaron aún más la capacidad de endeudamiento. Las altas tasas de

interés de los préstamos en sucres (que aumentaron del 49% en 1998 al

59% en 1999) y la incertidumbre reinante desalentaron la contratación

de nuevos préstamos. Dada la imposibilidad de hacer frente a las deu-

das, creció la aversión al riesgo entre los clientes. Asimismo, la menor

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INSTITUCIONES DE MICROFINANZAS EN TIEMPOS DE CRISIS 181

liquidez del sistema fi nanciero restringió la creación de crédito, lo que

limitó también el universo de posibles prestatarios.

Por el contrario, el retiro de fondos de las instituciones de micro-

fi nanzas, pese a ser signifi cativo, no fue tan grave como en los bancos.

En 1999, los depósitos cayeron un 45% en las cooperativas de crédito y

un 69% en los bancos, según información fi nanciera proporcionada por

la Superintendencia de Bancos de Ecuador. Las cooperativas de crédito

dependían menos de los préstamos internacionales y de los depósitos

del gobierno, porque sus fondos provenían fundamentalmente de los

depósitos de sus miembros, una fuente de fi nanciamiento más diversi-

fi cada y estable. Entre las ofertas de productos de Banco Solidario había

instrumentos de ahorro de largo plazo vinculados con la compra de

viviendas. Los clientes se resistieron con fi rmeza a rescatarlos y gracias

a estos instrumentos, junto a los grandes depósitos del gobierno de la

Corporación Financiera Nacional (CFN), esta entidad gozó de gran

estabilidad en comparación con los otros bancos.

Dos factores fundamentales limitaron la liquidez de las instituciones

fi nancieras. En primer lugar, la dolarización dispuesta en enero de 2000

dejó sin efecto la función del banco central como prestador de último

recurso, que cesó de apoyar a los bancos mediante operaciones con bonos

o líneas permanentes de crédito. En segundo lugar, el gobierno permitió

que los deudores bancarios saldaran sus deudas con certifi cados de de-

pósitos originados en instituciones fi nancieras, que habían sido objeto

de una adquisición o habían pasado por un proceso de reorganización.

Los bancos pudieron redescontar esos certifi cados para saldar sus propias

deudas, con la CFN como entidad de segundo piso.

La falta de liquidez y la ausencia de fi nanciamiento a largo plazo

redujo drásticamente la cantidad y los plazos de los préstamos, lo que

tuvo efectos previsiblemente negativos en el crédito a mediano y largo

plazo en áreas tales como los préstamos hipotecarios. En líneas generales,

el desempeño de las cooperativas fue mejor que el de los bancos. En

1999 y 2000, la cartera bruta de préstamos de los bancos disminuyó un

23% y un 47%, respectivamente. Aunque la cartera de las cooperativas

se contrajo un 59% en 1999, se recuperó con fuerza y creció un 63% en

2000. A pesar de esta variabilidad, las cooperativas nunca abandonaron

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182 ARMANDO MURIEL, VICTORIA MURIEL, GIULISSA FRANCO Y ELSA MARTÍN

sus operaciones de crédito y prestaron dinero, aunque por importes

menores, a tasas más bajas que los bancos.

La crisis económica tuvo efectos resonantes sobre la capacidad

de pago de los deudores. Las carteras improductivas aumentaron en

los bancos del 5,6% al 29,7% entre 1998 y 1999; en las cooperativas de

crédito, crecieron en promedio del 2,8% al 3,2%; y en el caso de Banco

Solidario, del 3,6% al 11,4%. Son varias las razones por las cuales la

morosidad fue menor en las instituciones de microfi nanzas que en los

bancos. Entre las más importantes, se destacan la mejor diversifi cación

de su cartera y la escasa o nula exposición a los préstamos a empresas.

Por otra parte, los clientes estaban motivados por una obligación mo-

ral de pagar sus deudas y, en el caso de las cooperativas de crédito, las

instituciones tenían fuertes vínculos sociales con sus clientes, dada su

presencia local y su identifi cación con la comunidad.

El efecto inmediato de la crisis fue la reducción de los ingresos

y el patrimonio de las entidades. Ante la reducción de la rentabilidad

generada por la intermediación fi nanciera, las instituciones intentaron

producir utilidades mediante los diferenciales de las operaciones de

cambio y mediante inversiones en bienes inmuebles. Banco Solidario

invirtió US$6 millones en el mercado inmobiliario, para aprovechar la

revalorización de los bienes raíces. Asimismo, al igual que otras insti-

tuciones, aumentó sus posiciones en dólares para sacar provecho de las

devaluaciones. En 1999, estas tácticas generaron ingresos extraordinarios

que representaron un 140% de su margen fi nanciero bruto y un 900%

de sus resultados.

Las acciones de las instituciones de microfi nanzas en Ecuador

Banco Solidario estableció nuevas estructuras fi nancieras internas

y canjeó sus propios certifi cados bancarios al 100% de su valor, por

certifi cados de instituciones en proceso de administración judicial

o de liquidación, que se negociaban con un descuento del orden del

70%. Banco Solidario utilizó estos certifi cados para saldar las líneas de

crédito que había contratado antes de la crisis, a razón del 100% de su

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INSTITUCIONES DE MICROFINANZAS EN TIEMPOS DE CRISIS 183

valor nominal. Dado que los certifi cados se negociaban con descuento,

esta operación le permitió realizar ganancias sin provocar descalces de

moneda.

Un aspecto esencial para la supervivencia del banco fue el apoyo

inmediato y efectivo de los accionistas, en particular, los internacionales

y algunos organismos de asistencia. Con la iniciativa de ProFund In-

ternational, se formó un grupo para proporcionarle liquidez inmediata

(integrado por el fondo holandés Hivos-Triodos, Calvert y ACCIÓN,

con garantía de USAID). ProFund e Hivos-Triodos-Fonds, junto con

otras instituciones, tales como Belgian Technical Cooperation (BTC),

Oikocredit, Citibank y Care International, proveyeron recursos a largo

plazo. USAID (United States Agency for International Development)

y Latin American Bridge Fund, de ACCIÓN, proporcionaron distintas

garantías para respaldar el fi nanciamiento continuo. También participa-

ron accionistas internacionales en la ampliación del capital. Todas estas

intervenciones oportunas permitieron que Banco Solidario cumpliera

sus obligaciones fi nancieras y fomentara la confi anza de los clientes.

Para mantener su base de depósitos, Banco Solidario incorporó

los depósitos a plazo con anticipos periódicos del capital; esto le permi-

tió captar una fuente estable de fondos y tranquilizar a los clientes en

cuanto a la seguridad de sus ahorros. Los resultados fueron una pérdida

más pequeña de depósitos, seguida por una rápida recuperación de los

niveles previos. Entre tanto, las cooperativas de crédito (específi camente,

Jardín Azuay) pusieron en práctica una política de transparencia con sus

miembros. En épocas de crisis, la lealtad de los clientes constituyó un

punto fuerte, y los retiros y los fl ujos de efectivo se manejaron en niveles

razonables. Además, las cooperativas fuera de la órbita de supervisión de

la Superintendencia de Bancos aprovecharon la posibilidad de mantener

sus ofi cinas abiertas durante los feriados bancarios, lo que fortaleció la

confi anza de sus miembros.

Ante un nuevo escenario de riesgo, un fuerte aumento de la moro-

sidad y las difi cultades para conceder nuevos préstamos, las instituciones

pusieron en práctica diversas estrategias para agilizar el otorgamiento de

créditos y mejorar la política de gestión del riesgo institucional. Banco

Solidario estuvo a la altura de este desafío con una estrategia que ajustaba

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184 ARMANDO MURIEL, VICTORIA MURIEL, GIULISSA FRANCO Y ELSA MARTÍN

los planes de pagos de cada deudor en función de sus antecedentes histó-

ricos y circunstancias específi cas. Esta estrategia fue instrumentada con

la ayuda de ACCIÓN International, mediante una técnica que permite

identifi car posibles candidatos para recibir refi nanciamiento. Esta técnica

fue diseñada para maximizar la recuperación de préstamos y minimizar

la pérdida de clientes, y había sido probada con buenos resultados por

Bancosol, en Bolivia, y por Mibanco, en Perú. Asimismo, se aumentaron

las reservas para cobertura de riesgos.

Este enfoque de nuevos préstamos adopta una visión más amplia

del entorno en el que se mueven los microempresarios y trasciende la

visión personal del cliente. También se adoptaron medidas estándar

de atenuación del riesgo, tales como la reducción de los montos de los

préstamos y de los plazos, y la exigencia de más garantías. En el orden

institucional, el banco endureció su política de riesgo y creó recursos

para medir el riesgo macroeconómico, y sus efectos en la institución y

los clientes. Asimismo, diseñó e implantó un sistema de información

sofi sticado para medir y controlar los riesgos institucionales.

Lecciones aprendidas

El análisis precedente describe de qué manera una crisis sistémica

puede afectar las operaciones y las estrategias de gestión de crisis de

las instituciones fi nancieras latinoamericanas, y da lugar a una serie de

conclusiones. Las lecciones extraídas pueden emplearse de dos maneras:

para comprender los resultados y las acciones estratégicas que han ca-

racterizado a las instituciones de microfi nanzas en América Latina en los

últimos años y, más importante aún, para orientar las futuras acciones

de las instituciones, los gobiernos y los distintos actores que participan

en el universo de las microfi nanzas. La identifi cación y la adopción

de una serie de “buenas prácticas” a partir de las lecciones aprendidas

pueden ayudar a resguardar a las instituciones de microfi nanzas de fu-

turos efectos adversos, y a aliviar o eliminar la experiencia traumática

de algunos clientes. A continuación se analizan cinco lecciones y sus

consecuencias.

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INSTITUCIONES DE MICROFINANZAS EN TIEMPOS DE CRISIS 185

En primer lugar, en épocas de crisis sistémicas, que por su misma

naturaleza afectan a todos los intermediarios fi nancieros, las instituciones

de microfi nanzas tienen determinadas ventajas que pueden permitirles

sobrevivir a ese período crítico con mejores resultados que los otros

intermediarios. En particular, según lo que se ha analizado aquí, los re-

tiros de los depositantes fueron menores en estas instituciones, de modo

que la pérdida de liquidez fue también más baja. La mayor proximidad

física y fi nanciera de estas instituciones con respecto a sus clientes y la

mayor confi anza que inspiran entre ellos son factores determinantes

de este resultado.

Esto hace que en las instituciones de microfi nanzas exista una

cultura más rigurosa de pago que en el resto del sistema fi nanciero. La

profundización de las relaciones personalizadas entre las instituciones y

sus clientes también aumenta el entendimiento y la confi anza mutuos.

La fórmula o las estrategias concretas aplicadas por cada institución

pueden variar. Una posibilidad es que ofrezcan productos de crédito o

ahorro que se adapten a la situación de cada cliente, y que estén diseñados

para estimular la lealtad hacia la institución (como el fi nanciamiento

a largo plazo, o la diferenciación entre productos de ahorro y de inver-

sión). Otra es que respondan con fl exibilidad ante situaciones inusuales

que no son provocadas por el cliente (tales como reprogramación de

la deuda, condonación en casos extremos o servicios de asesoramiento

legal). También existe la posibilidad de que el personal de la entidad

visite a los clientes afectados por la crisis, para informarse directamente

de sus problemas. Las instituciones de microfi nanzas, además, pueden

diferenciarse de otras instituciones de crédito que tienen menos relación

con sus clientes, mediante actividades promocionales y de publicidad,

modifi cando la apariencia física de sus sucursales, etc.

En segundo lugar, la información que recopilan es valiosa por

dos motivos. Las instituciones que son capaces de identifi car las pri-

meras señales de una crisis que se avecina pueden anticiparse con sus

decisiones y sobrellevar mejor la situación, como indica este estudio.

No sólo la información general acerca del contexto en el que operan

las instituciones de microfi nanzas, sino también la información acerca

de los clientes, su capacidad individual y el contexto en el cual llevan

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186 ARMANDO MURIEL, VICTORIA MURIEL, GIULISSA FRANCO Y ELSA MARTÍN

adelante sus actividades empresarias son extremadamente valiosas. En

respuesta a la crisis, todas las instituciones comprendidas en este estudio

adoptaron una actitud más prudente al evaluar el riesgo. Sin embargo,

su respuesta no fue uniforme. Algunas se inclinaron por tomar el des-

empeño histórico de sus clientes como referencia. Su estrategia consistió

en mantener a los que conocían, en lugar de atraer nuevos clientes sobre

los que no tenían información alguna. Otros destinaron importantes

recursos a realizar un análisis minucioso del mercado y del contexto

en el que operaban sus clientes, a fi n de obtener información acerca de

su futura capacidad de pago. Sin duda, es necesaria una estrategia que

combine ambos tipos de medidas.

En tercer lugar, con la crisis se crea un entorno más competitivo para

las instituciones de microfi nanzas que, a su vez, deben realizar acciones

concretas para atraer y retener a los mejores clientes. Las que obtienen

mejores resultados son aquellas que realizan los mayores esfuerzos en

esta área, al ofrecer nuevos productos de crédito y depósito (o incluso

otros tipos de productos, como la venta de seguros o los servicios de pago

de impuestos), nuevas innovaciones tecnológicas (tarjetas inteligentes,

sucursales interconectadas), nuevas formas de relación con el cliente

(mayor fl exibilidad, mejor servicio) o mediante la diversifi cación en

nuevos sectores de la economía.

Paralelamente a estas observaciones, está la necesidad de las insti-

tuciones de microfi nanzas de emprender una reestructuración interna

para fortalecer las operaciones. Esta reestructuración puede abarcar

la organización de la institución, la capacidad gerencial, el personal,

las instalaciones o el equipamiento. Existen determinadas medidas

que parecen ayudarlas a sobrellevar las crisis con buenos resultados.

Entre ellas, la capacitación de recursos humanos, la introducción de

un sistema de incentivos bien diseñado para motivar al personal, la

promoción del trabajo en equipo, la creación o el fortalecimiento de los

departamentos de análisis de riesgo, la gestión del cobro, los servicios

de asesoramiento legal, y las mejoras en la capacidad instalada y en los

sistemas de información.

La última conclusión general se refi ere a la importancia del apoyo

de los accionistas, las instituciones del sector público nacional y los

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INSTITUCIONES DE MICROFINANZAS EN TIEMPOS DE CRISIS 187

distintos organismos internacionales. En los casos en los que la crisis

se tradujo en problemas de liquidez, la necesidad de ese apoyo se hizo

más evidente. Aun sin estos problemas, las acciones oportunas y efi caces

de las autoridades regulatorias y de supervisión fueron un factor deter-

minante en la magnitud de los efectos de la crisis. En algunos casos, los

esfuerzos de los accionistas y de las instituciones, tanto nacionales como

internacionales, mediante aportes inmediatos de recursos y el diseño de

una estrategia institucional, también cumplieron un papel importante

a la hora de aliviar los efectos de la crisis.

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188 ARMANDO MURIEL, VICTORIA MURIEL, GIULISSA FRANCO Y ELSA MARTÍN

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C A P Í T U L O 6

La tecnología adecuada para las microfi nanzas

Sergio Castello y Carlos Danel

Las nuevas tecnologías representan grandes oportunidades para que

las instituciones de microfi nanzas amplíen considerablemente el

alcance de sus servicios, reduzcan el costo de las transacciones y

lancen nuevos productos. La tecnología les ofrece en América Latina

nuevas formas de ampliar su cobertura y mejorar los servicios para

microempresarios de áreas urbanas y rurales. Este capítulo describe, en

líneas generales, la forma en que los desarrollos tecnológicos han trans-

formado la industria de servicios fi nancieros durante las tres últimas

décadas, destaca las diferencias específi cas de la tecnología microfi nan-

ciera, y analiza oportunidades y desafíos especiales.

El capítulo comienza con una breve descripción del contexto en

el que operan las instituciones de microfi nanzas latinoamericanas y

explica de qué forma la tecnología puede contribuir a que el campo mi-

crofi nanciero haga frente a algunos retos fundamentales. En la segunda

sección se analiza la “nueva economía” y la forma en que la revolución

de la tecnologías de la información y de la comunicación ha repercutido

en el desarrollo de la industria de servicios fi nancieros. En la tercera

sección se analiza la forma en que las instituciones de microfi nanzas

latinoamericanas utilizan actualmente tecnologías innovadoras, como

cajeros automáticos, tarjetas inteligentes, asistentes personales digitales,

tecnología de voz interactiva, scoring estadístico y tecnología biomé-

trica. En la cuarta sección se describe, a modo de conclusión, de qué

manera la tecnología podría contribuir de un modo realista para que la

industria microfi nanciera de América Latina pueda superar obstáculos

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190 SERGIO CASTELLO Y CARLOS DANEL

y así ampliar el alcance de sus servicios (cobertura), reducir costos y

desarrollar nuevos productos; retos que, hasta el momento, el sector

bancario tradicional no ha podido o no ha querido enfrentar, tanto en

países desarrollados como en países en desarrollo.

Introducción a la tecnología microfi nanciera

A medida que crece la presencia de las instituciones de microfi nanzas

latinoamericanas en el sector fi nanciero formal, estas entidades reci-

ben el mismo tipo de presión que los bancos y que otras instituciones

fi nancieras, como se describe en los comentarios sobre downscaling en

el capítulo 3. Los bancos se siguen enfrentando al reto de reducir costos

para mantener su participación de mercado. Algunos han optado por

la estrategia de downscaling, o bien han apuntado a un segmento más

bajo del mercado, lo que ha forzado a las instituciones de microfi nanzas

latinoamericanas a incrementar aún más su nivel de competitividad. Dada

la naturaleza misma de la industria, que se basa en una gran cantidad

de transacciones de pequeña cuantía, las instituciones latinoamericanas

siempre han sentido la necesidad de reducir el costo de las operaciones,

todavía más que los bancos. Asimismo, buscan constantemente formas

de ampliar la cobertura de sus servicios.

Desde hace mucho tiempo, América Latina ocupa un lugar pro-

tagónico en el campo de las microfi nanzas, pero sigue enfrentando

importantes retos: entre ellos, penetrar en algunos de los países más

grandes de la región y ampliar la cobertura de los productos y servi-

cios fi nancieros para llevarlos a áreas rurales y a sus habitantes más

pobres. El uso de la tecnología puede contribuir a desarrollar canales

de producción más efi caces, a fi n de que las instituciones puedan hacer

frente a esos retos. Por ejemplo, pueden acceder y procesar informa-

ción en tiempo real de un modo efi ciente mediante tecnologías tales

como servicios de transacciones automáticas y asistentes personales

digitales y, de este modo, satisfacer inmediatamente las necesidades de

los clientes a través de cajeros automáticos o durante la visita de un

ofi cial de crédito. Como resultado, se podría ampliar sensiblemente

la base de clientes con más productos y servicios, así como mejorar la

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LA TECNOLOGÍA ADECUADA PARA LAS MICROFINANZAS 191

productividad de los ofi ciales de crédito y, al mismo tiempo, reducir el

costo de las transacciones.

Los efectos de la tecnología en los servicios fi nancieros y en las microfi nanzas

A fi nes de los años noventa la “nueva economía” se convirtió en la frase

de moda para referirse a la forma en que los avances revolucionarios en

el campo de las tecnologías de la información y la comunicación estaban

transformando al mundo. Estos avances comenzaron a principios de los

años cuarenta y se aceleraron rápidamente durante los setenta, ochenta y

noventa. Los economistas anunciaron un nuevo paradigma en el que los

factores tradicionales de producción (capital, mano de obra y recursos

naturales) ya no constituían los principales factores determinantes del

crecimiento económico. Con el colapso del mercado bursátil de 2001 y

la consiguiente recesión global, mermó el entusiasmo por el creciente

dominio de Internet y, durante un breve lapso, confi rmaron la opinión

de los escépticos que resistían el nuevo paradigma.

Sin embargo, el desempeño económico y las características de la

recuperación desde ese entonces han demostrado que la nueva econo-

mía sigue vigente y que probablemente llegó para quedarse. El sector

relativamente reciente de tecnología de la información se mantiene

como industria por mérito propio. El rendimiento de los chips sigue

aumentando y las velocidades de conexión al espacio virtual mejoran a

un ritmo aún más acelerado. Internet está introduciendo nuevos pro-

ductos y servicios a mercados de todos los sectores, que abarcan desde

el sector industrial hasta los de atención médica, educación, servicios

bancarios y microfi nanzas. Sin embargo, lo más importante parece ser

que el incremento de la productividad vinculado con las nuevas tecno-

logías es signifi cativo, perdurable y continuo (Alcaly, 2003).

Si bien los avances en las tecnologías de la información y la comu-

nicación forman parte de la esencia de la nueva economía, la solidez y

vitalidad de esta también se debe a los cambios en la operatoria de las

empresas (Alcaly, 2003). Según Alcaly, el origen de lo que llama “nuevas

prácticas comerciales” se remonta a Toyota Motor Company, que han

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192 SERGIO CASTELLO Y CARLOS DANEL

seguido evolucionando mediante la incorporación los últimos avances

tecnológicos y se han difundido a un número cada vez más grande

de empresas. En lugar de producir cantidades de productos estándar

en masa, las empresas procuran responder de forma más directa a la

demanda y a los pedidos de sus clientes. En perspectiva, este cambio

parece ser simple, pero sus consecuencias han sido trascendentes, pues

implica producir distintas mercancías en lotes más pequeños; coordinar

rigurosamente las operaciones con proveedores, diseñadores y distribui-

dores; delegar a los empleados más responsabilidades para la toma de

decisiones; y apoyarlos y estimularlos, ofreciéndoles más capacitación

y remuneraciones acordes al desempeño, como participación en las

utilidades y titularidad de acciones.

De acuerdo con ciertos estudios, el aumento de la productividad

es fundamental para el desarrollo y la competitividad de una serie de

sectores, y estos benefi cios se relacionan con las inversiones en tecnología

y las innovaciones en la organización (Alcaly, 2003). Es probable que

muchas de las empresas que hacen uso exhaustivo de equipos de infor-

mación y comunicaciones, como es el caso de los sectores de atención

médica, servicios fi nancieros y seguros, realicen grandes inversiones en

tecnología de la información. Si bien el aumento de la productividad y

el desempeño comercial de estos sectores han sido elevados, otras áreas

que han invertido en el mismo tipo de tecnología, como los bancos

minoristas y los hoteles, no han tenido la misma suerte. La inversión

en tecnología es necesaria, pero también es preciso introducir las in-

novaciones oportunas en la organización para complementarla y para

estimular la productividad.

En algunos aspectos, como las operaciones más efi cientes y los

incentivos para empleados, es posible que las prácticas comerciales del

sector de microfi nanzas se estén acercando más rápidamente al nuevo

paradigma que el sector bancario. La lección citada anteriormente es

también fundamental: el aumento de la productividad mediante el uso

de nuevas tecnologías posiblemente se materialice cuando las inversio-

nes en esta área se complementen con innovaciones en la organización.

Los hechos que se narran a continuación describen la forma en que

la tecnología ha transformado el sector bancario y plantean el marco

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LA TECNOLOGÍA ADECUADA PARA LAS MICROFINANZAS 193

propicio para debatir sobre qué benefi cios debería o no esperar el sector

de microfi nanzas a partir de la revolución tecnológica.

La revolución de la información y la tecnología comenzó mucho

antes de que siquiera se mencionara el concepto de “nueva economía”.

Empezó con los sistemas de unidades de procesamiento estándar de los

años cuarenta y cincuenta; también cobró impulso con la aparición del

microprocesador en los años setenta; y avanzó aún más en los ochenta,

con el uso de las unidades de procesamiento comerciales, las computa-

doras personales, las redes informáticas y las transacciones en tiempo

real. Finalmente, estalló a mediados de los noventa con la aparición de

la World Wide Web, que trajo aparejadas innovaciones, como por ejem-

plo, las comunicaciones inalámbricas con sistemas abiertos estándar. La

Internet de los años 2000 emergió junto con la convergencia digital y la

interconectividad del comercio y la industria (véase el gráfi co 6.1).

Mayer (1997) sostiene que la transformación del sector bancario

de Estados Unidos en un negocio de información se debió, en gran

parte, a la tecnología y a sus capacidades de procesar y recuperar datos,

lo cual redujo el costo de los mismos. A partir de los años setenta, las

Gráfico 6.1 Evolución de la tecnología de la información,1940–2000

Primeras computadoras

centralesUso militar

La ENIAC y la Atlas dela marina esta-

dounidense en 1946

Lenguajes básicosy no estándares

1940

1950–1960

Computadoras centrales comerciales

IBM 70, IBM 650 y eldiseño de la IBM 360

en 1962

Estándares básicos

Uso bancario dela IBM 360

1970–1980

Computadoraspersonales y redes

informáticas

Poder consumidor

Operaciones bancariasvía telefónica y tarjetas

de crédito

Banca y transacciones entiempo real, cajeros

automáticos y tarjetasde débito

1990–2000

Informática global

Global (24 x 7)

Base de datos pública

Aplicaciones de Internet,acceso inalámbrico yconvergencia digital

Banca telefónica auto-mática, Respuesta de VozInteractiva (IVR, por sus

siglas en inglés)

Banca en línea, asistentespersonales digitales (PDA,por sus siglas en inglés),

tarjetas inteligentes, scoring estadístico y

tecnología biométrica

Fuentes: Carvajal (2003); Trejos (2003); Castello (2004), adaptado por los autores.

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máquinas comenzaron a tener más capacidad de realizar las funciones

que solían desempeñar los empleados bancarios manualmente. Este

factor, sumado a la facilidad de obtener y analizar información (como

por ejemplo, tasas de interés con distintos vencimientos) a la que ante-

riormente sólo podían acceder los bancos, hizo posible que instituciones

no fi nancieras, tales como comercios minoristas y empresas dedicadas

a procesar datos, pudieran competir con los bancos.

En los años ochenta y principios de los noventa hubo una segunda

ola de innovaciones tecnológicas específi cas, tales como transacciones

en tiempo real, cajeros automáticos y tarjetas de débito, que ofrecieron

nuevos canales de entrega a un sector bancario que se había redefi nido

como una industria de servicios fi nancieros más amplia. Estos cambios

en el sector bancario han reducido, o incluso eliminado por completo,

la naturaleza del negocio que solía estar fundada en la relación con el

cliente, y los nuevos procesos han convertido a los préstamos empresa-

riales en un producto menos atractivo para los bancos en términos rela-

tivos. Por otra parte, las microfi nanzas emergieron como una industria,

cuyo producto principal es dar fi nanciamiento a pequeñas empresas en

función de la relación entablada. Existen diferencias importantes entre

la forma en que la tecnología ha impactado a los bancos y el rol que

cumple en las microfi nanzas.

Cómo la tecnología casi condujo a los bancos a la quiebra... y luego los rescató

En 1973 se agasajó a un hombre por sus 50 años de trabajo en un banco

de Virginia y en la celebración se le preguntó cuál había sido, a su criterio,

“el cambio más importante que había observado en el sector bancario

durante esos cincuenta años”. Hizo una breve pausa y luego respondió:

“El aire acondicionado.”

Este relato puede parecer hasta prehistórico para aquellos que han

seguido la rápida evolución que tuvo el sector bancario desde los años

setenta y, de hecho, es representativo de una época anterior a que la

tecnología transformara la industria bancaria. En su libro The Bankers:

The Next Generation, Martin Mayer (1997) remonta a los lectores a

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LA TECNOLOGÍA ADECUADA PARA LAS MICROFINANZAS 195

principios del siglo XX, un momento en que los bancos estaban direc-

tamente relacionados con sus comunidades y su principal actividad era

dar fi nanciamiento a empresas locales. Los bancos abrían de 10 am a 3

pm y las operaciones se efectuaban en persona. Al cierre del día, hombres

con viseras verdes se sentaban en taburetes altos donde hacían el cierre

de las cuentas. Los bancos eran símbolos de poder y prestigio en las

comunidades, y muchos banqueros conocían a todos sus clientes.

Aunque es posible que los bancos hayan creído que se les pagaba

para asumir riesgos y prestar fondos, en realidad, sólo estaban apro-

vechando la ventaja de contar con información de que no disponían

personas ajenas al sector, señala Mayer. Podían distribuir entre muchos

préstamos el costo de obtener información sobre tasas de interés con

distinto vencimiento, tipos de cambio, tendencias de la industria y la

solvencia crediticia de empresas de una determinada industria. Los

bancos de mayor envergadura normalmente prestaban este servicio a

sus fi liales ubicadas en ciudades pequeñas.

Por otra parte, las instituciones bancarias tenían el monopolio del

procesamiento de la información: vinculaban transacciones individuales,

como retiros de cuentas corrientes y depósitos de fondos, con cuentas

personales y de empresas. Los hombres de visera verde eran indispensa-

bles para desempeñar esta función y no contemplaban siquiera la idea

de trabajar en otra parte.

Con la aparición de las máquinas que procesaban transacciones

automáticamente, y a medida que el público en general pudo acceder a

información fi nanciera y económica prácticamente sin cargo, las puertas

se abrieron de par en par a muchos otros participantes. Así, paulatina-

mente, empresas fuera del sector bancario estuvieron en condiciones

de competir con éxito por el negocio de este sector. A continuación se

citan algunos casos representativos de esta tendencia general:

• Los mejores clientes de los bancos pasaron a ser competidores.

Originalmente, Sears Roebuck ofrecía a sus clientes préstamos

personales mediante una sociedad con un banco. A medida que

creció su actividad de fi nanciamiento y aparecieron tecnolo-

gías que posibilitaron que Sears pudiese gestionar su propia

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cartera, el gigante minorista pudo prescindir de la sociedad

que tenía con ese banco. Sears cayó en la cuenta de que podía

captar fondos a un precio más asequible que los bancos. Otros

participantes, como los concesionarios de automóviles, bus-

caron la forma de fi nanciar las ventas sin tener que recurrir a

un entidad fi nanciera.

• Surgieron empresas nuevas para aprovechar las nuevas tecno-

logías. El procesamiento automático de datos creció al asumir

líneas de negocios que tradicionalmente eran operadas por

bancos, como la liquidación de sueldos de empresas. El pro-

cesamiento automático de datos también dominó la actividad

de procesar tarjetas de crédito desde un comienzo.

• Los nuevos instrumentos fi nancieros, surgidos gracias a las

computadoras, ayudaron a las empresas fuera del sector ban-

cario a cubrir su riesgo fi nanciero. Una razón por la cual mu-

chas empresas de gran envergadura permitían que los bancos

manejaran sus fi nanzas se debía simplemente al hecho de que

era demasiado riesgoso tener grandes sumas de dinero en el

departamento de tesorería. Con el desarrollo de los futuros y

las opciones, las empresas fuera del sector bancario adquirieron

más seguridad para conservar, trasladar y manejar grandes

sumas.

Al generar competencia para los bancos, la tecnología hizo que estos

estuvieran más pendientes de los resultados. Los gerentes paulatinamente

dejaron de guiarse por las recomendaciones de los ofi ciales de crédito,

cuando les decían que valía la pena otorgar un préstamo específi co a un

fabricante pequeño, ya que rendiría sus frutos cuando este creciera.

Al posibilitar la creación de nuevos productos estandarizados, la

tecnología también permitió que los bancos procuraran economías de

escala por primera vez. Los préstamos a empresas se deben estructu-

rar, cotizar y supervisar de a uno. El costo de otorgar un préstamo es

prácticamente el mismo para un banco grande que para uno pequeño.

Sin embargo, las tarjetas de crédito, los préstamos hipotecarios para

la vivienda, el procesamiento de valores y la negociación de tipos de

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cambio y transacciones derivadas de ella son todas actividades para las

que se requiere tener conocimientos sobre instalaciones informáticas y

telecomunicaciones complejas y costosas. Pero una vez implantados estos

servicios y productos, el próximo préstamo o la próxima transacción se

pueden llevar a cabo prácticamente sin costo.

En 1994, los bancos invirtieron US$19.000 millones en tecnología.

Ese mismo año, a partir de una serie de fusiones, iniciaron un proceso

tendiente a ampliar la envergadura de sus operaciones, que permanece

vigente desde entonces. Dicha tendencia se vio impulsada por la nece-

sidad de mantener una infraestructura tecnológica de gran tamaño. Por

otra parte, comenzaron a apartarse de la actividad de fi nanciamiento y a

competir en nuevas áreas, lo cual fue posible gracias a las tecnologías de

la información y la comunicación y a los cambios normativos (servicios

de pagos electrónicos, servicios de corredurías, instrumentos derivados,

procesamiento de hipotecas, emisión de tarjetas de crédito, préstamos

sindicados, etc.). Estos procesos fi nancieros que dan cuenta de econo-

mías de escala constituyen la actual defi nición de la industria bancaria.

Hoy en día, es tan común encontrar banqueros (los protagonistas de la

historia de Mayer acerca de la industria bancaria de Estados Unidos) en

compañías de seguros, sociedades de bolsa y empresas de crédito, como

en los propios bancos.

La revolución de la tecnología de la información no se ha detenido

y, en los últimos años, ha afi anzado sus lazos con los avances en el sector

de las telecomunicaciones. En los años noventa, Nokia revolucionó la

industria de las comunicaciones inalámbricas, al permitir que millones

de personas utilicen computadoras portátiles, computadoras manuales,

asistentes personales digitales y teléfonos celulares con distintos propó-

sitos. Las tecnologías inalámbricas y digitales introdujeron innovaciones

más sofi sticadas, nuevos productos bancarios y servicios fi nancieros,

que incluyen banca telefónica automática, respuesta de voz interactiva,

banca por Internet, asistentes personales digitales, tarjetas inteligentes,

scoring estadístico y tecnología biométrica.

Mientras tanto, la tarjeta inteligente se ha convertido en la com-

putadora portátil del tercer milenio, con más de 50 millones en manos

de consumidores de todo el mundo. La primera se creó y se puso en

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venta en Francia en 1974; al tiempo que el sistema de tarjetas prepagas

se popularizó por primera vez en Estados Unidos a mediados de los

años noventa. El Sistema de Transporte Rápido de Bay Area, San Fran-

cisco, fue pionero en su uso. En 1996, fue adoptado por la Autoridad de

Transporte del Área Metropolitana de Nueva York. Este sistema es más

fácil de utilizar que el de tarjetas de crédito, ya que permite cargar una

suma de dinero específi ca. Hoy en día, estas tarjetas se utilizan junto con

otra tecnología biométrica de identifi cación personal y seguridad, que

permite autorizar transacciones bancarias mediante huellas dactilares

o fi rmas digitalizadas.

Los servicios fi nancieros y la tecnología en América Latina

Los pasos inicialmente dados por el sector bancario de Estados Unidos

se fueron difundiendo paulatinamente al resto del mundo, en particular,

la tendencia hacia una mayor automatización. Con la introducción de la

primera computadora en un banco mexicano a fi nes de los años sesenta,

se reemplazó el trabajo de 240 empleados, tal como lo ha testimoniado

el ex director del Banco del Comercio de la Ciudad de México en una

entrevista. En los años setenta, la interconexión de computadoras vía

módem y sistemas telefónicos permitió introducir las primeras tarjetas

de crédito en la industria bancaria de la región. En la década de 1980,

se hicieron realidad las transacciones en línea, que permitieron la in-

troducción de nuevas tecnologías, tales como cajeros automáticos y

tarjetas de débito, las cuales incrementaron el volumen de transacciones

y brindaron mayor comodidad. En Brasil, la hiperinfl ación de los años

ochenta y noventa obligó a los bancos a crear sistemas sofi sticados para

indexar préstamos y procesar pagos. Hoy en día, el sector bancario de

ese país cuenta con algunos servicios relativamente avanzados, como el

procesamiento de todos los cheques en 24 horas (un plazo mucho más

breve que en Estados Unidos). Finalmente, la reciente penetración de

bancos extranjeros en los mercados locales de América Latina contribuyó

a acelerar el ritmo del desarrollo tecnológico de la industria bancaria

de la región. Sin embargo, aún no se han superado algunos obstáculos;

entre ellos, el estado de la industria de las telecomunicaciones.

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Los países con infraestructura de tecnología de la información

defi ciente, instituciones fi nancieras sin conocimientos tecnológicos y con

recursos limitados, y mercados con baja penetración de consumidores

posiblemente tengan difi cultades para implementar tecnologías inno-

vadoras en el sector bancario. El nivel de sofi sticación de la tecnología

de la información de los países y la capacidad de estos para aprovechar

las oportunidades que ofrece Internet se pueden medir en términos de

la penetración inalámbrica y su utilización en los servicios fi nancieros.

Europa Occidental y América del Norte registran el nivel más alto, con

tasas del 70% y del 53%, respectivamente. África y los países de América

Latina y el Caribe son los más rezagados en este aspecto, con tasas del

5% y del 18%, respectivamente (Assaad, 2003).

La solidez de la infraestructura inalámbrica varía según el país de

América Latina del que se trate e infl uye en las instituciones fi nancieras a

la hora de decidir qué servicios ofrecer. La receptividad y la demanda de

servicios inalámbricos por parte de los consumidores varía de acuerdo

con el país y se ve refl ejado en el uso de Internet y de tecnologías móviles

y alternativas, así como en la sofi sticación de los canales de pago y de los

canales bancarios establecidos. América Latina y el Caribe tienen un total

de 250.000 usuarios de tecnología fi nanciera inalámbrica. Esto refl eja el

bajo nivel de sofi sticación que tiene la tecnología de la información en

estas regiones, y constituye un obstáculo enorme para el crecimiento

de sistemas integrados en las industrias de servicios fi nancieros y de

microfi nanzas.

Las microfi nanzas en América Latina

Del debate acerca de la industria bancaria y la tecnología, surgieron

varios conceptos importantes para las microfi nanzas en América Latina.

En primer lugar, la tecnología obligó a la industria bancaria moderna a

adoptar procesos normalizados y a dejar de lado las transacciones basadas

en la relación con el cliente, a pesar de señales insistentes de algunos de

ellos que aspiran a recibir una atención personal. Sin lugar a duda, la

comodidad y la agilidad que ofrecen las transacciones automáticas puede

complementar el contacto personal, pero no reemplazarlo por completo.

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Durante el período de mayor entusiasmo en torno a la nueva economía,

algunos bancos anunciaron el fi n de las sucursales físicas; esa tendencia

se revirtió. A modo de ejemplo, en Nueva York han comenzado a abrir-

se sucursales de bancos por todas partes. Por lo general, en los países

desarrollados los canales tradicionales siguen dominando la industria

bancaria. Las transacciones se siguen llevando a cabo principalmente

a través de sucursales y ofi ciales de crédito, y representan el 85% de las

operaciones fi nancieras. La banca telefónica y la banca en línea repre-

sentan el 12% y el 3%, respectivamente, de ese porcentaje.

En segundo lugar, el sector bancario ha afi anzado sus lazos con

el de las comunicaciones. De hecho, Mayer prevé que, en el futuro, los

bancos se convertirán en subsidiarias de las empresas de telecomuni-

caciones. Sin embargo, en los países en desarrollo, esta tecnología no

está tan difundida y los clientes posiblemente no tengan tantos cono-

cimientos tecnológicos.

El negocio de las microfi nanzas tiene varias características que

determinarán las necesidades concretas que tenga en materia de tecno-

logías de la información y de la comunicación. Desde sus orígenes, el

producto principal de las microfi nanzas latinoamericanas consiste en

préstamos con base en un análisis de carácter, otorgados a pequeñas

empresas informales. Estas transacciones de muy poca cuantía forman

una cartera que básicamente no está garantizada ni diversifi cada, cuyos

clientes posiblemente no tengan estados contables ni historial crediticio.

El nivel de morosidad en las instituciones muy rentables suelen ser bajo,

aunque puede ser muy volátil si no se controla mediante recordatorios

frecuentes y personalizados a los clientes.

En esencia, la revolución microfi nanciera se ha forjado a partir

de una serie de metodologías de fi nanciamiento que, combinadas con

incentivos institucionales, ha permitido que las entidades de microfi -

nanzas se apoyen en la presión del grupo de referencia, en incentivos

positivos (como el acceso futuro) y en el conocimiento del ámbito local,

como los principales mecanismos para garantizar el pago de los présta-

mos. En un comienzo, las operaciones de las primeras instituciones de

América Latina y del mundo (que incluyen a Grameen, BRI y Prodem)

eran sencillas en términos tecnológicos y administrativos. Al disiparse

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LA TECNOLOGÍA ADECUADA PARA LAS MICROFINANZAS 201

toda duda de que los microempresarios reembolsarían sus préstamos, de

que las tasas de interés cubrirían los costos y de que la base de clientes

seguiría creciendo, tuvieron que prestar mayor atención a los procesos del

departamento de operaciones, a los sistemas de gestión de información

y a la tecnología de comunicaciones.

Muchas instituciones de microfi nanzas aún tienen difi cultades para

manejar los procesos básicos de gestión de información utilizados por las

instituciones fi nancieras formales, que en algunos casos, son necesarios

para adquirir la condición de entidades reguladas. Prácticamente no hay

atajos y, de hecho, muchas instituciones latinoamericanas dedicarán los

próximos cinco a diez años a realizar mejoras marginales de efi ciencia,

a medida que aprendan a gestionar mejor la información de sus propias

carteras de préstamos. No obstante, para aquellas que se han anticipado

a esta tendencia o se atreven a experimentar con confi guraciones de

organización alternativas, las nuevas tecnologías representan grandes

oportunidades de acceder a canales innovadores de distribución, que les

permitirán ampliar rotundamente el alcance de sus servicios, reducir el

costo de las transacciones y lanzar nuevos productos.

Las instituciones de microfi nanzas líderes han podido adoptar y

adecuar algunas de las tecnologías nuevas que se utilizan en el sector

bancario, para mejorar la efi ciencia de sus operaciones, y agilizar y

normalizar los procedimientos. Sin embargo, debido a que el negocio

al que se dedican tiene algunas características peculiares, también han

buscado más allá de los límites de la industria de servicios fi nancieros

y emplearon aparatos tales como Palm Pilots y teléfonos celulares de

maneras innovadoras. Mientras tanto, los bancos están utilizando la

tecnología de la información para estrategias de downscaling, que consiste

en incursionar en un segmento inferior de mercado y ofrecer préstamos

a pequeñas empresas informales. Para eso, observan a las instituciones

de microfi nanzas líderes a fi n de determinar qué tecnologías resultan

más útiles.

En la actualidad, las instituciones de microfi nanzas de América

Latina utilizan la tecnología principalmente con tres propósitos: ampliar

la cobertura, ofrecer nuevos productos y servicios, y reducir los costos

del departamento de operaciones internas y de las transacciones. Las

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nuevas tecnologías, como los cajeros automáticos, las tarjetas inteligentes,

los asistentes personales digitales, la banca telefónica, la respuesta de

voz interactiva, el scoring estadístico y la tecnología biométrica, pueden

ayudar a las instituciones de microfi nanzas a crear valor y, paralelamente,

a reducir el costo de las transacciones y a ampliar la cobertura en áreas

rurales y remotas. El uso y la implementación de tecnologías innova-

doras también puede ayudarlas a crear nuevos productos y servicios

que satisfagan las necesidades particulares de los consumidores, y así

mejorar y ampliar el alcance y la productividad de las relaciones con los

clientes. Con algunas de estas tecnologías, también es posible mejorar

las funciones relativas a bases de datos y operaciones, y contribuir con

la gestión del riesgo. La siguiente sección presenta ejemplos acerca de la

forma en que estas instituciones de América Latina están combinando

tecnologías en paquetes que satisfacen sus necesidades.

La tecnología y las instituciones de microfi nanzas de América Latina

La mayoría de las instituciones de microfi nanzas viables del mundo

se encuentran en América Latina (35 de 64) y podría decirse que esta

es la región en desarrollo que más ha avanzado a la hora de integrar

las microfi nanzas con el sector fi nanciero formal (Miller, 2003). Sin

embargo, los países más grandes, como Brasil y México, tienen una

población combinada de más de 15 millones de microempresas, de las

cuales menos del 2% reciben servicios de instituciones de microfi nan-

zas (Westley, 2001; Christen, 2001; Nichter, Goldmark y Fiori, 2002).

Por su parte, países pequeños como Bolivia, Nicaragua, El Salvador y

Paraguay tienen una base combinada de clientes de microfi nanzas de

aproximadamente 600.000, cifra que representa una penetración en el

mercado de 163% en Bolivia, 72% en Nicaragua, 69% en El Salvador y

36% en Paraguay (Nichter, Goldmark y Fiori, 2002). Por ende, el nivel de

penetración de las microfi nanzas en países grandes es extremadamente

bajo con respecto al de países más pequeños.

Bolivia es un país pequeño que ha logrado desarrollar un sector

microfi nanciero próspero, con instituciones reguladas y carteras de prés-

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LA TECNOLOGÍA ADECUADA PARA LAS MICROFINANZAS 203

tamos sólidas, y una base de clientes que compite con la de los bancos

tradicionales. Sin embargo, incluso los mercados microfi nancieros más

desarrollados, como el de Bolivia, Paraguay y Nicaragua, aún tienen por

delante una serie de desafíos: necesitan incrementar la productividad

y la efi ciencia, ampliar la oferta de productos para que no se reduzca

únicamente al microcrédito, ampliar la cobertura a los pobres de áreas

rurales y remotas, y afi anzar la integración de la industria microfi nan-

ciera con el sistema fi nanciero formal (por ejemplo, mediante el uso de

infraestructuras comunes, tales como centrales de riesgo y mecanismos

de presentación de informes ante los bancos centrales).

Aparentemente, las instituciones de microfi nanzas o los bancos

que podrán penetrar mejor en los mercados de los “países grandes”

serán los que cuenten con soluciones tecnológicas creativas que se

adelanten a las sofi sticadas industrias bancarias, al crédito de consumo

y a la industria de comunicaciones de esos países, o lo que es más pro-

bable, que trabajen en conjunto con éstas. Los ejemplos que se citan a

continuación ilustran el uso de tecnologías y sistemas específi cos, tales

como cajeros automáticos, tarjetas inteligentes, asistentes personales

digitales, respuesta de voz interactiva, scoring estadístico y tecnología

biométrica, que actualmente están disponibles en el sector de micro-

fi nanzas de América Latina.

Cajeros automáticos

Los cajeros automáticos ofrecen varios benefi cios. Los clientes pueden

acceder a sus cuentas cuando les resulta conveniente y no es necesaria

la presencia de los empleados de las instituciones de microfi nanzas para

llevar a cabo operaciones. Además, estas instituciones pueden ampliar

su horario de atención y adaptarse mejor a los planes y requerimien-

tos de los clientes. Las instituciones fi nancieras pueden aprovechar la

infraestructura existente, como por ejemplo comercios, farmacias y

supermercados, y de esa manera reducir el espacio de las sucursales e

incrementar su base de clientes. Los cajeros automáticos también faci-

litan la prestación de servicios de ahorro y, así, ofrecen una fuente de

fi nanciamiento a menor costo a través de la captación de depósitos.

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204 SERGIO CASTELLO Y CARLOS DANEL

Sin duda, tienen cierto atractivo para las instituciones fi nancieras

que buscan canalizar recursos de capital hacia aquellos clientes que no

tienen sufi ciente acceso a los servicios bancarios (Whelan, 2003a). Pue-

den manejar transacciones de un modo efi ciente y así aliviar las tareas

del personal escaso, además de poder actuar como vehículos de una

amplia gama de productos fi nancieros. Sin embargo, adquirir y operar

esa tecnología es costoso. Muy pocas instituciones de microfi nanzas

están en condiciones de adquirir una máquina de US$30.000; mucho

menos, de poner en funcionamiento varias en red.

Por otra parte, la adaptación de los cajeros automáticos para su

utilización en transacciones microfi nancieras también puede ser cos-

toso. En lugares donde hay problemas de alfabetización, puede ser útil

complementar el texto escrito con instrucciones verbales en el idioma

local. Si bien la mayoría utiliza una tarjeta con cinta magnética y núme-

ros de identifi cación personal para reconocer a los titulares de cuentas,

también es posible utilizar tarjetas inteligentes con validación de huellas

dactilares. El cajero automático envía la información del cliente que lee

de la tarjeta a un procesador central y este, a su vez, envía la solicitud de

transacción a la institución del titular de la tarjeta. Si el titular solicita

efectivo, el procesador central genera una transferencia electrónica de

fondos de la cuenta bancaria del cliente a la cuenta de dicho procesador.

El proceso de comunicación, verifi cación y autorización está vinculado

a un sistema central a través de una línea arrendada, con conexión por

marcado telefónico (dial-up) o inalámbrica, según el costo y confi abi-

lidad de la infraestructura.

Por ejemplo, el Banco Ademi de República Dominicana, a pesar

de poseer solamente un cajero automático ubicado en la casa matriz,

participa en una red de servicios existente para cajeros automáticos de-

nominada A Toda Hora (ATH). De esta manera, ha mejorado el servicio

de atención al cliente y la comodidad, mediante el uso de estos cajeros

y de tarjetas inteligentes, cuyo mayor benefi cio es la movilización del

ahorro. Por su parte, Mibanco, en Perú, adquirió siete cajeros automáticos

para crear su propia red cuando los operadores de la red existente le

negaron acceso; tuvo que pagar un precio más alto por unidad, debido

al bajo volumen de su pedido.

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LA TECNOLOGÍA ADECUADA PARA LAS MICROFINANZAS 205

Tarjetas inteligentes

Una tarjeta inteligente es una tarjeta de plástico del mismo tamaño que

una de crédito, con un chip incorporado, que puede ser un microproce-

sador con memoria interna, o bien un chip de memoria con lógica no

programable. Ofrecen un procesamiento fuera de línea extremadamente

seguro y protegen al mismo tiempo la integridad de la información y

la privacidad del titular de la tarjeta. Dado que las tarjetas inteligentes

contienen toda la información fi nanciera esencial del cliente, las transac-

ciones se pueden procesar inmediatamente. No hace falta acceder en línea

a una red para efectuar cada transacción; sólo es necesario actualizarlas

dos veces al día en el sitio central de procesamiento.

Las tarjetas inteligentes se pueden utilizar para servicios tales

como administrar cuentas de ahorro, desembolsar préstamos o efectuar

transferencias. Cuando el cliente las solicita, se puede cargar toda su

información en la tarjeta mediante un dispositivo de grabación co-

nectado a una computadora personal. Los servicios a los que el cliente

puede acceder estarán identifi cados, junto con los saldos en cuenta y

con cualquier otro límite que corresponda.

El uso de las tarjetas inteligentes ofrece varios benefi cios. Brindan

comodidad, ya que se pueden utilizar en cajeros automáticos o en ter-

minales de puntos de venta; también permiten controlar la seguridad,

la información y los datos del cliente, e impiden que se almacene la

identidad del usuario y de su cuenta. Pueden administrar y controlar

gastos con límites e informes automáticos, no necesitan recurrir a infra-

estructuras de comunicaciones débiles o costosas, reducen la necesidad

de completar formularios reiteradamente, aceleran las funciones admi-

nistrativas y mejoran la exactitud de las transacciones. A medida que se

multiplican las aplicaciones, las distintas formas de tarjetas inteligentes

están comenzando a aparecer como un mecanismo común para iden-

tifi car al titular y procesar transacciones (Whelan, 2003b). En algunos

casos, las instituciones de microfi nanzas han notado que contribuyen a

reemplazar las operaciones en papel, aceleran la prestación de servicios

y mejoran la exactitud de los mismos. © B

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206 SERGIO CASTELLO Y CARLOS DANEL

Existen dos categorías generales: tarjetas inteligentes con contacto

y sin contacto. Las primeras se deben insertar en un lector, que tiene

conexión directa a un micromódulo conductor, ubicado en la superfi cie

de la tarjeta (por lo general, enchapado en oro). A través de estos puntos

de contacto, se transmiten los comandos, la información y el estado de

la tarjeta entre el lector y una aplicación que se suele ejecutar en una

computadora personal. Las tarjetas inteligentes sin contacto no se in-

sertan en un lector y sólo deben colocarse cerca de uno para transmitir

información. Estas tarjetas se utilizan en todo el mundo en aplicaciones

relacionadas con viajes y transporte público.

Combinación de tarjetas inteligentes, cajeros automáticos y tecnología bio-

métrica. En Bolivia, Prodem introdujo las tarjetas inteligentes e instaló

34 cajeros automáticos para operar su propia red, con el fi n de reducir

el costo operativo de los servicios en áreas rurales (Bazoberry, 2003).

Actualmente, las tarjetas inteligentes funcionan como libretas electrónicas

y permiten que los clientes de Prodem puedan efectuar giros, cambiar

divisas, y depositar y retirar efectivo. Prodem ahorró US$800.000 por

año, al prescindir de las frecuentes llamadas por marcado telefónico y

de los cargos por líneas fi jas arrendadas. Asimismo, se protegió de ca-

sos de fraude, ya que la tarjeta contiene la información fi nanciera más

reciente del cliente.

Tarjetas inteligentes para usar con proveedores. Financiera Visión de Para-

guay es un usuario líder de tarjetas de crédito y de débito, tarjetas prepagas,

tarjetas inteligentes y cajeros automáticos (vinculados a Visa Internacional

y Credicard). Entre otras cosas, ofrece una tarjeta denominada Tarjeta

Mayorista, que es producto del esfuerzo conjunto con proveedores es-

tablecidos; otorga grandes descuentos y otras ventajas a microempresas.

Visión, en su calidad de miembro principal de Visa Internacional, está

reemplazando el uso de efectivo en operaciones microfi nancieras por

tarjetas de débito y de crédito, a través de cajeros automáticos y de su

red de puntos de venta, en 3.500 pequeñas empresas.

En Ecuador, Banco Solidario introdujo recientemente una tarjeta

inteligente denominada La Chauchera, que los titulares pueden utilizar

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LA TECNOLOGÍA ADECUADA PARA LAS MICROFINANZAS 207

como tarjeta de débito o de crédito (Ribadeneira, 2003). Funciona como

una billetera electrónica o inteligente que permite a los microempresarios

comprar materias primas a grandes industrias, a precios mayoristas. La

tarjeta inteligente funciona también como una línea de crédito de reno-

vación automática y como tarjeta de débito. A fi nes de 2003, las tarjetas

inteligentes tenían 14.774 usuarios, una red de 25 mayoristas con 164

puntos de venta y 1.082 cajeros automáticos. Se espera que este proyecto

de tarjetas inteligentes con un costo de US$1,2 millones permita reducir

la infraestructura de las sucursales y los costos administrativos de las

instituciones de microfi nanzas. Estas tecnologías han sido probadas e

instrumentadas parcialmente en áreas urbanas.

Asistentes personales digitales

Los asistentes personales digitales son pequeñas computadoras

manuales que pueden transmitir información de clientes y hacer

cálculos fi nancieros (Waterfi eld, 2003). Gracias a su uso, los ofi ciales

de crédito trabajan con muy poco papel y muchos ni siquiera lo uti-

lizan. Al trabajar en el campo, pueden consultar una lista electrónica

de prestatarios morosos para programar visitas de cobro, evaluar

clientes que están en condiciones de solicitar su próximo préstamo

y consultar información histórica de los clientes. Asimismo, pueden

completar solicitudes de préstamo y calcular los indicadores de aná-

lisis y aprobación de préstamos. Se puede guardar electrónicamente

toda la información del cliente y los registros de las visitas, y acceder

a estos datos inmediatamente.

Los asistentes personales digitales pueden contribuir a normalizar

metodologías de crédito y políticas operativas, a mejorar la efi ciencia de

los ofi ciales de crédito y a incrementar la exactitud de la información y

el acceso a la misma. En defi nitiva, complementan el sistema de gestión

de información de las instituciones fi nancieras. Si bien algunas institu-

ciones de microfi nanzas están evaluando tecnologías inalámbricas para

transmitir información, hoy en día, prácticamente todas ellas utilizan

un proceso físico de sincronización en el que el asistente personal digital

se conecta a una computadora personal.

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208 SERGIO CASTELLO Y CARLOS DANEL

El uso de los asistentes personales digitales en las instituciones de micro-

fi nanzas de América Latina. Banco Solidario de Ecuador, Bangente de

Venezuela, Finamérica de Colombia, Bancosol de Bolivia y Fincomún

de México los han implementado para actualizar la información sobre

solicitudes de préstamo nuevas y pendientes de la cartera de préstamos

que manejan los ofi ciales de crédito; allí se incluye información sobre

pagos, renovaciones y morosidad de préstamos.

Por ejemplo, Banco Solidario de Ecuador sigue recurriendo a

los ofi ciales de crédito y a las recomendaciones de clientes para captar

público nuevo. Aproximadamente el 45% de los clientes nuevos son

atraídos por ofi ciales de crédito que trabajan en el campo y el otro

45% es recomendado por otros clientes. Sin embargo, las instituciones

de microfi nanzas de Ecuador utilizan computadoras manuales para

ingresar solicitudes de préstamo y aprovechan el historial de pago de

clientes anteriores y actuales para aprobar nuevos préstamos. De este

modo, logran reducir el papeleo en las sucursales y permiten que los

ofi ciales de crédito puedan dedicar más tiempo a los clientes.

Las instituciones de microfi nanzas han manifestado que la tecnolo-

gía mejoró la efi ciencia del fl ujo de trabajo, redujo los costos operativos

y permitió que los ofi ciales de crédito puedan acceder a información de

mejor calidad. Los resultados han sido una tasa más alta de retención de

clientes, mayor celeridad en la aprobación de créditos y desembolsos de

efectivo, y mayor productividad de los ofi ciales de crédito. Banco Soli-

dario de Ecuador registra siete operaciones y 20 préstamos nuevos por

ofi cial de crédito mensualmente, 720 clientes nuevos y un incremento

de US$1,2 millones en la cartera de préstamos que gestiona (Hernán-

dez, 2004). Banestado Microempresas, subsidiaria de Banco Estado de

Chile, redujo el costo de sus préstamos en un 18% mediante el uso de

un sistema de transmisión de datos al que se puede acceder desde una

computadora portátil con sistema operativo Windows. Compartamos de

México suspendió recientemente el uso de asistentes personales digitales,

ya que le generaba mucho trabajo desarrollar el software necesario y,

a la vez, preparar y poner a prueba una serie de nuevos productos de

fi nanciamiento para áreas urbanas. No obstante, tiene intención de hacer

un nuevo intento con asistentes personales digitales en el corto plazo.

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LA TECNOLOGÍA ADECUADA PARA LAS MICROFINANZAS 209

Tecnología de respuesta de voz interactiva

La tecnología de respuesta de voz interactiva ayuda a las personas que

hacen llamadas a efectuar operaciones con un sistema automático, ha-

blando por teléfono (Frederick, 2003a). Para una institución de micro-

fi nanzas, esta información puede incluir la ubicación de sus sucursales,

los saldos de cuentas o de créditos, los pagos de clientes e información

general sobre productos. La respuesta de voz interactiva pretende mejorar

el servicio de atención al cliente y reducir los cuellos de botella que se

producen en las operaciones cotidianas cuando una gran cantidad de

personas solicitan información sencilla en una sucursal. Esta tecnología

es rentable únicamente para instituciones de gran envergadura, que

tienen una cantidad signifi cativa de clientes con conocimientos tecno-

lógicos. Edpyme Edyfi car de Perú es una institución de microfi nanzas

regulada que realizó una prueba piloto de tecnología de respuesta de

voz interactiva para analizar mejor la posible demanda de este servicio

por áreas geográfi cas específi cas. En un plazo de tres a cuatro meses,

la institución recibía 1.500 llamadas por mes solicitando información

sobre servicios y cuentas.

Scoring estadístico

La tecnología de scoring analiza información histórica del cliente, identifi ca

vínculos entre sus características y su comportamiento, y da por sentado

que esos vínculos seguirán prediciendo el comportamiento del cliente en el

futuro (Salazar, 2003). Esta tecnología puede ayudar a las instituciones de

microfi nanzas a tomar decisiones más confi ables respecto a las solicitudes

de préstamo, elaborar estrategias de cobro más efi caces e incrementar los

esfuerzos destinados al marketing y a la retención de clientes. Asimismo,

puede contribuir a realizar análisis más complejos, como fi jar la tasa de

interés de un préstamo en función del riesgo del cliente y efectuar pro-

visiones más precisas por morosidad y para préstamos incobrables. Por

lo general, las instituciones de microfi nanzas que implementan el scoring

estadístico suelen ser organizaciones de gran envergadura, que otorgan

préstamos personales a una base de clientes bien establecida.

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210 SERGIO CASTELLO Y CARLOS DANEL

Bancosol de Bolivia implementó una tarjeta de puntuación (score-

card) de cobranzas, para mejorar la efi cacia de la gestión de recupera-

ción de préstamos y, de hecho, lo ha logrado, pese a la reticencia de los

ofi ciales de crédito al proceso de obtención y registro de la información.

Durante el primer año posterior a la implementación de la tecnología

de scoring estadístico, Mibanco de Perú logró reducir el costo de otorga-

miento de préstamos en un 10%, con la automatización del proceso de

aprobación. Se espera continuar economizando a medida que las tarjetas

de puntuación se apliquen a un espectro más amplio de productos. Es

posible desarrollar la tecnología de scoring para aplicarla al proceso de

aprobación y análisis de créditos, a visitas, cobranzas y seguimiento de

estadísticas de deserción.

Scoring estadístico con Palm Pilots y asistentes personales digitales.

Con el fi n de ampliar el alcance de sus servicios, Bancosol comenzó

a utilizar tecnología de scoring estadístico, a la que se puede acceder

desde una Palm Pilot y desde un asistente personal digital. La Palm

Pilot ofrece tres tipos de estadísticas: el scoring de cobranzas en fun-

ción de la probabilidad de cumplimiento de pago, una segmentación

ligada a un límite de crédito recomendado y un scoring de selección

que aprueba o rechaza solicitudes de crédito presentadas por nuevos

clientes. Bancosol empezó a clasifi car a sus clientes en función del

historial de pago y de su scoring estadístico y, al mismo tiempo, se es-

forzó por mejorar la metodología de selección, segmentación y cobro

del banco. Desde diciembre de 2002 a diciembre de 2003, las tasas de

morosidad disminuyeron de un poco más del 8% a aproximadamente

el 5% (Hernández, 2004).

Tecnología biométrica

La tecnología biométrica verifi ca las características físicas singulares

de los individuos, como las huellas dactilares, los rasgos faciales, los

patrones de voz y la postura, para reconocer y confi rmar su identidad

(Whelan, 2003c). Esta tecnología puede ser una alternativa para las

instituciones de microfi nanzas que utilizan tarjetas físicas, contraseñas

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LA TECNOLOGÍA ADECUADA PARA LAS MICROFINANZAS 211

o números de identifi cación, a fi n de proteger información guardada en

formato electrónico, en una computadora o en un cajero automático.

Las tarjetas inteligentes deben guardar la plantilla biométrica de un

cliente. El propósito principal de esta tecnología es obtener y guardar

información, para luego cotejarla durante procesos de verifi cación. Al

efectuar una verifi cación, el sistema analiza la biométrica del cliente y

coteja este análisis con la plantilla guardada, para aprobarla o rechazarla.

Cada vez que se intenta efectuar este cotejo, se genera un registro de

auditoría protegido.

La tecnología biométrica como solución para el ahorro. Prodem en Bolivia

es un ejemplo del uso exitoso de la tecnología biométrica en el sector de

las microfi nanzas. Esta institución lanzó sus cuentas de ahorro mediante

el uso de la tarjeta inteligente y la tecnología biométrica en marzo de

2001, tras haber llevado a cabo con éxito una prueba piloto en una co-

munidad rural de 50.000 habitantes. Durante la prueba, comprendió que

sus clientes valoraban la seguridad, la condición, la cobertura, el acceso y

la facilidad del uso de las tarjetas inteligentes y la tecnología biométrica

al abrir una cuenta de ahorro. Esta solución ayudó a Prodem a sortear

una serie de obstáculos, incluso el del analfabetismo, la inseguridad y la

falta de tarjetas de identifi cación personal entre sus clientes. Además, la

tecnología biométrica y las tarjetas inteligentes permitieron que pudiera

ampliar su cartera de microahorro que pasó de 1.400 clientes a 12.000

en 2001, con un incremento en los depósitos de US$280.000 a US$3,6

millones. En marzo de 2003, la cartera de ahorro había alcanzado la cifra

de US$10,38 millones, con más de 38.300 cuentas y un saldo promedio

de US$271.

Prodem encomendó a un equipo de desarrollo interno la tarea

de integrar la tecnología biométrica y el software de las tarjetas con su

sistema de gestión de información. Los gerentes y ofi ciales de crédito

que se conectaban al sistema de gestión de información de la institución

debían identifi carse por medio de sus huellas dactilares. La tecnología

redujo los casos de fraude, los errores y las transacciones rechazadas y

también mejoró la disponibilidad de personal y el servicio de atención

al cliente (Bazoberry, 2003).

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212 SERGIO CASTELLO Y CARLOS DANEL

La experiencia de Prodem con los servicios de ahorro es particular-

mente esclarecedora. Esta institución de microfi nanzas logró combinar

varias tecnologías innovadoras y utilizarlas en el área rural de Bolivia,

una zona con una infraestructura de telecomunicaciones limitada. Me-

diante la integración de las tarjetas inteligentes, la tecnología biométrica

y su propio sistema de gestión de información, capitalizó su inversión

y contribuyó a aumentar la efi ciencia de la organización.

Al diseñar canales de entrega como los que se describen más arri-

ba, las instituciones de microfi nanzas deben analizar minuciosamente

una serie de factores, tales como la facilidad de uso, la familiaridad de

los clientes con la tecnología, la seguridad, las preferencias lingüísticas

y la alfabetización. Asimismo, deben evaluar los requerimientos para

las distintas tecnologías, ya que pueden no estar disponibles dentro de

la institución o en áreas menos desarrolladas, como en el caso del área

rural de Bolivia. Cada una de las tecnologías descritas anteriormente

requiere de algunos de los siguientes elementos: energía eléctrica confi a-

ble, fácil acceso telefónico para los clientes, tarifas telefónicas asequibles,

proveedores confi ables de tarjetas y lectores de tarjetas, líneas telefónicas

gratuitas, personal que se encargue de manejar los casos de tarjetas ro-

badas o extraviadas, suministro de efectivo, bases de datos protegidas,

actualizaciones frecuentes, personal interno con conocimientos tecno-

lógicos, una infraestructura para el sistema de gestión de información

que sea estable y funcione correctamente, y la capacidad de llevar a cabo

la integración del software y de mantenerla.

Ya se han extraído algunas lecciones a partir de la implementación

de nuevas tecnologías en el sector de las microfi nanzas de América

Latina. La tecnología es muy costosa y se debe evaluar rigurosamente

para determinar si generará resultados positivos en el corto y en el largo

plazo. Este proceso lleva tiempo, pero es importante considerar si se debe

adquirir o desarrollar tecnología propia. Dentro de las instituciones, es

fundamental contar con el apoyo de la alta gerencia para que el proyecto

sea exitoso. También es importante capacitar a los consumidores y a los

empleados, a fi n de facilitar la transición y aumentar la fl exibilidad. La

tecnología debe concebirse antes de su implementación. Los programas

piloto son útiles para corroborar la viabilidad del proceso. En suma, se

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LA TECNOLOGÍA ADECUADA PARA LAS MICROFINANZAS 213

debe trabajar mucho para poder garantizar que las tecnologías innova-

doras den mayor fl exibilidad a las instituciones de microfi nanzas y que

no las vuelvan más rígidas.

Conclusión

Las instituciones de microfi nanzas de toda América Latina están combi-

nando nuevas tecnologías para crear paquetes exclusivos que satisfagan

sus necesidades específi cas. La importancia de mantener la dimensión

personal del servicio de atención al cliente ha sido determinante en el

diseño de muchas innovaciones, como el uso de Palm Pilots y de asis-

tentes personales digitales. En cambio, la experiencia con la tecnología

de voz interactiva ha sido relativamente desalentadora y sugiere que

reducir la interacción entre los clientes y los empleados puede no dar

resultado en el sector de las microfi nanzas. No obstante, la presión por

reducir el costo de las transacciones hace que la automatización de los

servicios resulte atractiva.

La inversión en tecnología de las instituciones de microfi nanzas

se realiza en un contexto de capacidad limitada de gasto, por lo general,

en países o regiones con infraestructuras eléctricas y de telecomuni-

caciones relativamente poco desarrolladas. En América Latina, una

nueva generación de instituciones de microfi nanzas, caracterizadas

por su rápido crecimiento y capacidad de adaptación, está tomando

la delantera en la aplicación de tecnologías innovadoras y soluciones

creativas a problemas complejos que, hasta el momento, la mayoría de

las instituciones fi nancieras no habían logrado resolver o no estuvie-

ron dispuestas o interesadas en hacerlo. Esto, sumado a las peculiares

características del sector, ha dado lugar a que estas instituciones sean a

veces más creativas que los bancos en los países desarrollados. Es posible

que los bancos de gran envergadura estén superando la difi cultad de

instrumentar canales de producción masiva que permiten estandarizar

las transacciones, pero aún no satisfacen el componente humano del

servicio de atención al cliente.

El análisis precedente sobre la tecnología y el sector bancario

demostró que la industria de servicios fi nancieros se apartó del crédito

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214 SERGIO CASTELLO Y CARLOS DANEL

corporativo. En su relato sobre la evolución de los servicios bancarios,

Mayer (1997) predice que si las tendencias actuales continúan vigentes,

es posible que gran parte de la población de países desarrollados quede

excluida de los servicios bancarios. A medida que las instituciones de

microfi nanzas especializadas (y también los bancos latinoamericanos con

un papel activo en ese sector) sigan implementando paquetes tecnoló-

gicos innovadores, en el corto plazo, los bancos de países desarrollados

podrán aprender algunas lecciones valiosas en ese sentido.

El campo de las microfi nanzas tiene la gran esperanza de que la

aplicación de nuevas tecnologías contribuirá a resolver problemas de

cobertura (específi camente, brindar servicios a los pobres de áreas rurales

e incrementar la penetración en los grandes países), a ofrecer nuevos

servicios y a aportar efi ciencia en las operaciones internas. Prodem en

Bolivia, a la que se hizo referencia en este capítulo, ha elaborado una es-

trategia particularmente innovadora con base en la tecnología para llegar

a los mercados rurales y ha informado que la inversión ya está generando

resultados positivos. No obstante, todas las experiencias comentadas aquí

son aún bastante incipientes y todavía no existen estudios rigurosos en

materia de costo-benefi cio. Por ende, en esta instancia, sería prematuro

atribuir los grandes incrementos en la productividad a estas experiencias,

en apariencia, exitosas; aunque cabe esperar que la productividad alcance

su pico máximo cuando las innovaciones de la organización se combinen

con las inversiones en tecnología. Las instituciones de microfi nanzas

siguen luchando por lograr este equilibrio. Mientras evalúan el nivel

de interacción personal necesario para mantener la lealtad del cliente y

la calidad de la cartera, seguirán experimentando la automatización de

distintas partes del proceso de prestación de servicios.

Las microfi nanzas también requieren inversiones en tecnología

para optimizar la escala de sus operaciones. Sus instituciones necesitan

soluciones que se adecuen a su modelo comercial y, en algunos casos,

a su contexto geográfi co. De ser posible, deberían colaborar para ga-

rantizar la normalización de las implementaciones tecnológicas, para

así poder benefi ciarse de economías de escala y de alcance. Forjar una

alianza entre instituciones de microfi nanzas podría contribuir a evitar

la duplicación de investigaciones sobre tecnología, reducir el costo de

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LA TECNOLOGÍA ADECUADA PARA LAS MICROFINANZAS 215

productos y servicios de este tipo, y establecer un foro en el que puedan

elaborarse normas tecnológicas en común.

De hecho, el reto en los grandes países de la región podría trans-

formarse en una gran oportunidad para aplicar soluciones tecnológicas

creativas. Algunos de los participantes del ámbito privado (por ejemplo,

Bradesco en Brasil) han elaborado estrategias basadas en tecnología para

llegar a un vasto mercado de clientes de bajo ingreso, incluso microem-

presarios, que no tienen acceso sufi ciente a los servicios fi nancieros. Sin

embargo, estas iniciativas aún carecen del servicio personalizado y de la

impronta creativa, que constituyen el sello distintivo de las innovaciones

microfi nancieras de otros países de América Latina. Además, debido a

que son incipientes, aún no se sabe a ciencia cierta si podrán gestionar

satisfactoriamente el riesgo crediticio asociado a esta nueva clientela.

La creciente integración con el sector fi nanciero impondrá opor-

tunidades y retos tecnológicos para las microfi nanzas. La presión por

mantener bajos costos y normalizar los procesos se deberá equilibrar

con la necesidad imperiosa de mantener algunos aspectos del servicio

personalizado. Si la tecnología se sigue utilizando de un modo creati-

vo, tal como se viene haciendo hasta el momento, la industria de las

microfi nanzas tiene muchas posibilidades de catapultarse a nuevos

niveles de servicio de atención al cliente, de productos innovadores y

de efi ciencia.©

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C A P Í T U L O 7

Más allá de las fi nanzas: microfi nanzas yservicios de desarrollo empresarial

Lara Goldmark

En América Latina, las microfi nanzas han estado siempre fuertemente

vinculadas al desarrollo de empresas. En efecto, en este libro, se

las describe como “servicios fi nancieros de pequeña escala para

propietarios y trabajadores de microempresas”; la defi nición destaca la

ocupación de los benefi ciarios, más que cualquier característica de los

productos ofrecidos. La innovación central consiste en un conjunto de

técnicas que pueden utilizarse para gestionar los riesgos inherentes a

los préstamos para empresas pequeñas e informales, y que se utilizan en

todo el mundo desde hace decenios para ofrecer microcrédito: présta-

mos de capital de trabajo a corto plazo, destinados a microempresarios.

Sin embargo, en los primeros tiempos de las microfi nanzas en América

Latina, el crédito a empresas rara vez se presentaba como un servicio

autónomo. Por el contrario, a menudo se agrupaba con otros servicios

fi nancieros, por ejemplo, servicios de ahorro, sociales (salud y educa-

ción) o de desarrollo empresarial, como los de capacitación en gestión,

asistencia técnica y acceso a mercados.

Hacia fi nes de los años setenta y principios de los ochenta, cuan-

do el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) comenzó a respaldar

la expansión de microempresas a través de su Programa de Pequeños

Proyectos, la gran mayoría de los programas ofrecía servicios fi nan-

cieros (principalmente de crédito, pero en algunos casos de ahorro)

únicamente después de que sus clientes hubieran completado un curso

de capacitación obligatorio. Con frecuencia, la capacitación se centraba

en habilidades de gestión e incluía el desarrollo de un plan de negocios.

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220 LARA GOLDMARK

En esa primera etapa, no estaba demostrado cabalmente que los mi-

croempresarios de ingreso bajo podían cancelar sus préstamos (y que

efectivamente lo harían). Numerosas instituciones sentían que debían

“enseñar” a los prestatarios a gestionar su dinero. Hacia mediados de

los años ochenta, algunas instituciones habían modifi cado esta práctica

y requerían capacitación únicamente para prestatarios que ya tuvieran

préstamos activos.1 Esta política era especialmente común en instituciones

afi liadas a ACCIÓN International, dado que utilizaban una metodología

de grupos de solidaridad, con préstamos en etapas, conforme a la cual

los clientes que volvían a contraer préstamos podían tomar sumas cada

vez mayores. A principios de los años noventa, la mayor parte de los

ofi ciales de crédito aún recomendaban enfáticamente a sus clientes que

participaran en los programas de capacitación; pero hacia fi nes de la

misma década, muchas instituciones habían eliminado gradualmente

esas actividades y también otras no fi nancieras, debido a la adopción

del modelo de crédito minimalista.

Existen diversas excepciones. Tanto en áreas urbanas como rura-

les, muchas organizaciones consideran que es parte de su obligación

ofrecer a sus clientes algo más que servicios fi nancieros. Pueden brindar

servicios de salud, alfabetización o legales, así como productos destina-

dos específi camente a ayudar a que se estabilice y crezca el negocio de

sus clientes; en suma, lo que hoy se denomina servicios de desarrollo

empresarial. También está el legado de una generación de programas

de apoyo a cooperativas multipropósito o asociaciones de produc-

tores, en los que el crédito era meramente una actividad secundaria,

que se ofrecía como apoyo a servicios de producción y marketing. Sin

embargo, si se observa el panorama en toda su dimensión, y se con-

sideran las tendencias y temas abordados en este libro, resulta claro

que la comercialización de las microfi nanzas está íntimamente ligada

a la “segregación” del microcrédito de las actividades de desarrollo

empresarial y de otros servicios. Con la creciente especialización de

las organizaciones dedicadas a las microfi nanzas en la prestación de

1 Entrevista con Carlos Castello, Vicepresidente Senior, ACCIÓN International, 2 de enero de 2004.

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MICROFINANZAS Y SERVICIOS DE DESARROLLO EMPRESARIAL 221

servicios fi nancieros, y con el ingreso en este campo de las institucio-

nes fi nancieras reguladas, ha disminuido el número de programas de

multiservicio. Sin embargo, aun los más férreos defensores del modelo

de crédito minimalista reconocen que los empresarios de todo tipo y

tamaño enfrentan diversas restricciones internas y externas, y que es

posible que necesiten acceso a otros servicios además del crédito, para

que sus empresas sobrevivan y crezcan. Uno de los retos en el cam-

po de los servicios de desarrollo empresarial radica precisamente en

identifi car los elementos esenciales que están ausentes y en lograr que

pasen a estar disponibles.

La historia del modelo de crédito más servicios adicionales (cómo

se originó, por qué se lo abandonó y qué variantes existen hoy) a menudo

se ve relegada frente al tema de la comercialización de las microfi nanzas.

Ciertamente, el cambio a las microfi nanzas de tipo minimalista fue

importante para numerosas instituciones, pues les permitió incremen-

tar su rentabilidad. No obstante, este cambio también trajo aparejada

una menor concentración en el desarrollo empresarial en sí, conforme

a la premisa de que las instituciones sostenibles y los clientes que vol-

vían a pedir préstamos eran una manifestación cabal de los efectos de

la modifi cación, los cuales se harían sentir en las empresas. Hoy, sin

embargo, las microempresas de América Latina (incluso las que tienen

acceso al crédito) continúan enfrentando numerosas restricciones que

trascienden lo estrictamente fi nanciero. A medida que las instituciones

de microfi nanzas abandonaban gradualmente sus servicios no fi nan-

cieros, el BID y otros donantes recurrieron al campo más amplio del

desarrollo empresarial, que originalmente se ocupaba de las pequeñas

y medianas empresas, en busca de lineamientos para el desarrollo de

intervenciones que proveyeran oportunidades de crecimiento a las

empresas más pequeñas. En este capítulo, se explorará el modo en

que, en un principio, las microfi nanzas y el desarrollo empresarial se

encontraban entrelazados, para luego separarse y, fi nalmente, volver

a converger ahora de un modo distinto. Este análisis destaca cambios

recientes en la línea de pensamiento, además de algunos experimentos

promisorios que ofrecen un panorama acerca del desarrollo futuro de

las microempresas en América Latina.

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222 LARA GOLDMARK

Crédito y servicios no fi nancieros, antes y ahora

Servicios no fi nancieros fue el término que se utilizó originalmente para

referirse a cualquiera de la amplia diversidad de actividades que incluían

todo bajo el sol, excepto los servicios fi nancieros. Numerosas institucio-

nes latinoamericanas de desarrollo de microempresas los ofrecían , con

el afán de ayudar a sus clientes a llevar a cabo actividades tan diversas

como aprender a leer, a gestionar su dinero, a hacer crecer sus empresas,

a abrir nuevas, a gozar de mejor salud y a desarrollar sus comunidades.

Algunos de estos servicios aún se ofrecen hoy, pero otros son menos

comunes. A continuación, se comentan los que se brindan con mayor

frecuencia en forma conjunta con los de microfi nanzas, según el grado

en el que procuren abordar aspectos sustanciales del negocio existente

del prestatario.

Los servicios de educación general incluyen alfabetización, salud, nutrición,

empoderamiento de la mujer y desarrollo comunitario. Tradicionalmente,

han ofrecido este servicio las instituciones de apoyo al desarrollo comu-

nitario o de alivio de la pobreza, principalmente, instituciones bancarias

comunales y cooperativas. Mientras que las cooperativas y las uniones de

crédito han tendido a mantener el carácter independiente y voluntario de

los programas educativos, algunos programas de banca comunal proveen

servicios de educación e incluso salud, tales como planes de vacunación

y exámenes mamarios, como parte de sus reuniones semanales. Si bien

puede argumentarse que todo el conjunto de servicios debería ayudar a

los empresarios a desarrollar y hacer crecer sus empresas, las encuestas

de satisfacción a los clientes de las instituciones bancarias comunales

han revelado que perciben los benefi cios más claramente en términos de

salud y empoderamiento, y con menor claridad en términos de progreso

empresarial. Los estudios sobre efectos también han identifi cado cambios

de comportamiento relacionados con la salud, pero no con la gestión em-

presarial (Dunford, 2001, citado en Westley, 2004: 63; Promujer, 2004).

El servicio de educación fi nanciera ha sido ofrecido por los micropresta-

mistas en forma casi universal, en mayor o menor medida. La orienta-

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MICROFINANZAS Y SERVICIOS DE DESARROLLO EMPRESARIAL 223

ción crediticia puede brindar información acerca de cómo obtener un

préstamo, o bien centrarse en lo que se espera de un prestatario. Para los

préstamos colectivos, esto incluye información acerca de las responsabili-

dades de los miembros de un grupo. Algunas instituciones especializadas

en microfi nanzas, como Caja Los Andes, en Bolivia, ofrecen una charla

o presentación de 20 minutos todas las tardes a potenciales prestata-

rios. Las organizaciones de bancos comunales, como Care Guatemala

o Finca, en Haití, pueden pasar días o semanas trabajando con futuros

prestatarios en temas relacionados con la gestión de grupos. Asimismo,

numerosos programas de bancos comunales ofrecen servicios de ahorro.

Además de ayudar a los clientes a acumular activos, en muchos casos

los programas de ahorro se conciben con la meta explícita de ayudarlos

a “aprender” a ahorrar.

La educación fi nanciera también puede incluir habilidades de tipo

práctico, como la forma de completar un cheque, el uso de una calcula-

dora fi nanciera o aun el pago de facturas. Algunos cursos más avanzados

pueden abordar la gestión de ingresos y gastos del hogar y la empresa.

Projeto Uno, en Brasil (1972–79), fue uno de los primeros proyectos

para microempresas con educación fi nanciera para los prestatarios.

Este proyecto pionero fue único en su época, y se destacó por otorgar

prioridad al crédito y ofrecer diversos tipos de capacitación.

Si bien la educación fi nanciera fue muy común en los primeros

programas, en tiempos recientes ha resurgido el interés por el tema

(Sebstad y Cohen, 2003). En un entorno en que las instituciones fi -

nancieras ofrecen una amplia gama de productos a sus clientes, y en

que la mayor parte de ellos tiene otras formas de deuda, algunas han

comenzado a ofrecer servicios de asesoramiento o capacitación, para

ayudarlos a comprender la asombrosa variedad de opciones que tienen

a su alcance y a tomar decisiones fi nancieras estratégicas. Este fenómeno

constituye un refl ejo de la situación de economías más avanzadas, como

la de Estados Unidos, en que la disponibilidad de múltiples formas de

crédito, en particular el crédito personal dirigido a hogares de ingreso

bajo, ha traído aparejada una necesidad evidente de capacitación y

material sobre “alfabetización fi nanciera”, tanto sobre los desarrollados

con fi nes comerciales como sobre los ofrecidos por organizaciones sin

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224 LARA GOLDMARK

fi nes de lucro. Además, diversas empresas de gran envergadura (entre

ellas, algunas de países en desarrollo) ofrecen educación fi nanciera a sus

empleados.2 En el contexto de las microempresas, los nuevos programas

de alfabetización fi nanciera (a diferencia de los antiguos, que se centra-

ban en la gestión de las fi nanzas de la empresa del cliente) reconocen

explícitamente la combinación del fl ujo de efectivo del hogar y de la

empresa, tan común entre clientes de microfi nanzas.

Los programas de desarrollo de empresas que apuntan a las pe-

queñas y medianas a menudo ofrecen enlaces con bancos u otras fuentes

de fi nanciamiento. Habitualmente, estas empresas son algo más sofi s-

ticadas que la microempresa clásica y es posible que necesiten fondos

para fi nanciar inversiones, además de capital de trabajo. Este enfoque

es característico de instituciones que consideran inapropiado ofrecer,

ellas mismas, servicios fi nancieros. Los enlaces incluyen, generalmente,

ayuda para preparar planes de negocios y una preselección de los so-

licitantes de préstamos. Las primeras iniciativas utilizaban fondos de

garantía, para alentar a los bancos a participar en estas asociaciones.

Desde hace más de diez años, el organismo brasileño para la promoción

de las pequeñas empresas, Sebrae (Serviço Brasileiro de Apoio às Micro

e Pequenas Empresas), opera un programa de garantías para empresas

de este tipo. En la mayor parte de los países de la región, este clase de

fondos de garantía ya no existe en gran medida .3 En la actualidad, la

mayoría de los programas limitan su participación a la preparación de

planes de negocios y cobran un cargo a los clientes si efectivamente

obtienen fi nanciación.

2 Diversas grandes empresas de Brasil han comenzado a ofrecer alguna forma de educación fi nanciera a sus empleados: Coca-Cola en Rio Grande do Sul, Volkswagen en São Paulo, Mahle (acería), Brastemp (electrodomésticos) y Mercedes Benz.3 Las garantías se utilizan para reducir el riesgo de parte de un prestamista en caso de incumplimiento del prestatario. Los modelos más comunes utilizados para préstamos a pequeñas y medianas empresas, son de cartera e individuales. Estos no se consideran una forma efi caz de facilitar los préstamos a microempresas, principalmente debido a las pequeñas dimensiones y a los elevados costos de transacción de los micropréstamos. Más recientemente, las instituciones de microfi nanzas han podido obtener garantías institucionales para tener acceso a fondos de bancos comerciales. Véase Young, Goldmark y Londoño (1997).

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MICROFINANZAS Y SERVICIOS DE DESARROLLO EMPRESARIAL 225

La capacitación en gestión ha sido, posiblemente, el servicio no fi nanciero

más común ofrecido por los programas de microempresas urbanas en los

años ochenta y gran parte de los noventa. Los cursos abarcaban temas

tales como gestión de inventarios, contabilidad, planifi cación tributaria

y marco legal. La capacitación podía comenzar en el nivel más básico,

por ejemplo, alentando a los empresarios a mantener registros escritos,

y a incluir el desarrollo de un plan de negocios o de inversión sencillo.

En los primeros días, a menudo se los agrupaba sin tener en cuenta

el sector al que pertenecían ni su nivel educativo; los cursos, además,

eran dictados por personal de las ONG, carente de gran experiencia

empresarial. En el pasado las instituciones de microfi nanzas ofrecían

capacitación en gestión porque tenían la esperanza de que ayudaría a sus

clientes a gestionar mejor su dinero y, en última instancia, a devolver los

préstamos. Hoy son pocas las instituciones de microfi nanzas que ofrecen

este tipo de capacitación en gestión generalizada, aunque existen algunas

excepciones. Centro Acción, de Colombia, ha desarrollado una serie de

módulos que vende a las instituciones de microfi nanzas de Colombia

y de otros países de la región. Otro caso interesante es el de Financiera

Solución, que se vio motivada a ofrecer capacitación en gestión sin

cargo a ciertos clientes por la creciente saturación del mercado en Perú

(véase el recuadro 7.1).

Con frecuencia, se ha ofrecido capacitación y asistencia técnica en

el marco de programas para microempresas destinados a pequeños pro-

ductores, en sectores tales como los de artesanías, muebles y productos

textiles. El contenido del curso podía incluir técnicas de producción,

nuevos diseños y el uso de tecnología, por ejemplo. Si bien en la actua-

lidad la mayor parte de las instituciones de microfi nanzas cuentan con

un núcleo de clientes dedicados al comercio urbano de pequeña escala,

algunas organizaciones han comenzado a centrarse especialmente en

los pequeños productores. FIE (Fondo Financiero Privado para el Fo-

mento de Iniciativas Económicas), en Bolivia, es un ejemplo de cierta

antigüedad; Actuar Famiempresas, en Colombia, es más reciente (véase

el recuadro 7.2).

Asimismo, en el sector agropecuario, se ha mantenido durante

decenios la tradición de combinar asistencia técnica con préstamos

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226 LARA GOLDMARK

Recuadro 7.1Capacitación gerencial para incrementar la lealtad del cliente en un mercado competitivo

Financiera Solución, que fue adquirida recientemente por Banco de Crédito del Perú (véase el capítulo 3), es una institución que otorga préstamos para consumo y que hace poco comenzó a ofrecer microcréditos a trabajadores por cuenta propia y a pro-pietarios de empresas informales. En un contexto de creciente competencia, creó una serie de esquemas de incentivo para fomentar la lealtad del cliente, entre los que se in-cluyen ofrecer capacitación gerencial de cortesía a sus clientes más exitosos. El servicio se brinda sin cargo y la capacitación hace hincapié principalmente en la elaboración de un plan de inversión para el benefi ciario. De los clientes seleccionados por Financiera Solución para recibir este servicio, solamente entre un 10% y un 15% fi nalizaron el curso (aproximadamente 6.000 clientes). Si bien el número de personas que optaron por tomar la capacitación es relativamente bajo, Financiera Solución sostiene que dicho curso tiene un efecto muy positivo en cuanto a la lealtad de los clientes que sí lo han tomado.

Fuente: Sievers y Vandenberg (2004).

Recuadro 7.2Un enfoque integrado al desarrollo empresarial: Actuar Famiempresas

Actuar Famiempresas es una institución con sede en Medellín, Colombia, que ofrece crédito a un grupo de “empresas familiares” de bajo ingreso. Si bien ya se prestaban servicios de asistencia técnica en esa ciudad, Actuar analizó el mercado y detectó que estos servicios no satisfacían las necesidades de las empresas familiares. Dichos servicios suponían cierto nivel de educación, no acompañaban al empresario para determinar si los conocimientos se habían asimilado y se aplicaban, y eran demasia-do especializados, por lo que no permitían adoptar un enfoque integrado a toda la empresa. Actuar recibió el apoyo del Fondo Multilateral de Inversiones para elaborar un programa personalizado de asistencia técnica, en el que los consultores adoptaran un enfoque integral de las empresas. El proceso comienza con 15 horas de trabajo de diagnóstico, seguido de 97 horas de asistencia de consultores con el objetivo de mejorar el desempeño en una serie de áreas: procesos de producción, procedimientos de gestión y administración, ventas, calidad de productos, canales de distribución y posicionamiento de mercado. La asistencia técnica se centra en áreas de necesidad y de oportunidad identifi cadas durante la etapa de diagnóstico, y se recurre a consultores especializados para cada módulo. Los consultores de Actuar hacen un seguimiento para garantizar que los conocimientos se hayan asimilado y se apliquen. Los empresarios abonan el 60% del costo (la institución suele ofrecer crédito para cubrir estos costos), y Actuar subsidia el 40% restante.

Fuente: García Tabuenca y otros (2004).

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MICROFINANZAS Y SERVICIOS DE DESARROLLO EMPRESARIAL 227

por montos bajos a pequeños agricultores. Recientemente, en vista del

fracaso de los bancos estatales en las áreas rurales, donde han sido re-

estructurados o reemplazados, los prestamistas privados han tendido a

adoptar el modelo de crédito minimalista. En muchos países, además,

se han interrumpido gradualmente los servicios de extensión ofrecidos

por organismos gubernamentales. Hoy, los más importantes prestado-

res de asistencia técnica a pequeños agricultores son, probablemente,

los proveedores de insumos o los compradores; los servicios suelen

estar incorporados en la transacción. Así, los pequeños agricultores

no necesitan desembolsar efectivo; no obstante, el costo se refl eja en el

precio que el agricultor paga por los insumos o que el comprador paga

por la cosecha. Los compradores pueden ser participantes de peso en

la actividad comercial, por ejemplo, representantes de supermercados,

o bien pueden estar afi liados a organizaciones comunitarias y tener

metas de desarrollo. A través de su Programa Social para la Empresa, el

BID ha demostrado una sólida tradición de apoyo a las cooperativas y

asociaciones locales que ofrecen un paquete de servicios fi nancieros y

no fi nancieros a sus miembros de áreas rurales.

Los vínculos con el mercado han sido desde hace mucho tiempo una

forma muy aceptada en que las organizaciones que trabajan para las

microempresas combinan fi nanzas, información, habilidades y acceso

al mercado en un mismo paquete. Desde 1978, cuando se lanzó el Pro-

grama de Pequeños Proyectos (que se transformó recientemente en el

Programa Social para la Empresa), el BID apoya a grupos o asociacio-

nes de pequeños productores, en programas sectoriales que combinan

diversos elementos. Estos programas incluyen asistencia para el for-

talecimiento institucional, u otro tipo de asistencia, para organizar a

los productores (lo que incrementa su capacidad de producir a mayor

escala); para obtener acceso al crédito y/o a insumos especializados, y

acceso a asistencia técnica para producción o procesamiento (lo que

incrementa su capacidad de producir la calidad necesaria); para obtener

inversiones en infraestructura (en algunos casos, ayudándolos a realizar

funciones de valor agregado, de modo de recibir un mayor porcentaje

de las ganancias); y, por último, para lograr un fortalecimiento de las

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relaciones existentes, así como para establecer otras nuevas, con com-

pradores (con lo que se logra diversifi car sus opciones en materia de

distribución y ventas).

Desde 1978, se han fi nanciado docenas de estos proyectos (Meis-

sner, 1991). Muchos de ellos pertenecían a sectores agrícolas donde

los pequeños productores podían tener alguna ventaja competitiva;

por ejemplo, en los de frutas, café, miel y diversos productos orgáni-

cos.4 Algunos proyectos más recientes han modifi cado ligeramente su

perspectiva, pasando de un enfoque centrado en la oferta (ayudar a los

productores a generar más y mejores productos), a un enfoque centrado

en la demanda, comenzando con un diagnóstico sobre la misma en el

mercado de los productos en cuestión y trabajando en sentido inverso

para determinar si el banco debería dar apoyo a los elementos incluidos

en la propuesta de la organización local, y en tal caso, a cuáles.

El BID también dio apoyo a diversos proyectos precursores per-

tenecientes al sector de artesanías, entre ellos, algunos que lograron

crear vínculos; por ejemplo, los de Mãos de Minas, en Brasil (1994–98),

Fundación Maquita Cusunchic, en Ecuador (1994–98), y Asociación

Mexicana de Artes y Culturas Populares, en México (1996–2000). Las

organizaciones que proveen enlaces con el mercado se dedican, habitual-

mente, a agrupar a los productores y a adquirir los bienes para su reventa,

o bien a establecer un enlace entre los productores y los compradores.

Con frecuencia, la relación de intermediación entre el productor y los

servicios de marketing incluye servicios adicionales, tales como los de

capacitación y diseño de productos. En tiempos más recientes, el Fondo

Multilateral de Inversiones (Fomin) ha aprobado proyectos que apoyan

la creación de vínculos con el mercado en otros sectores; por ejemplo,

un proyecto para apoyar a pequeños talleres de sastrería, a través de

una asociación de empresas, Indepco, en Haití (1999–2002). Cabe

mencionar otras actividades llevadas a cabo en forma conjunta con las

4 Las investigaciones han revelado que los pequeños productores tienden a ubicarse en sectores en los que tienen una ventaja competitiva: donde existen pocas economías de escala o donde las que existen favorecen el uso intensivo de mano de obra, los bajos costos, la mano de obra fl exible o su supervisión intensiva (Tybout, 1998).

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microfi nanzas: iniciativas de desarrollo comunitario, con proyectos de

infraestructura de pequeña escala; proyectos ambientales, por ejemplo,

de energía solar; y, por último, capacitación empresarial general para

potenciales propietarios de microempresas.

En términos generales, la capacitación ha sido, sin duda, el servicio

más común ofrecido en conjunción con créditos para microempresas.

En el pasado, quienes la proveían daban por supuesto que la educación

de los prestatarios les permitiría gestionar mejor sus empresas y, en

consecuencia, reembolsar los préstamos. Estas “ansias de capacitar”, que

motivaron inicialmente tantos programas de microempresas, han sido

objeto de intensos cuestionamientos a lo largo de los años, debido a que

los gerentes de los programas advirtieron que los microempresarios rara

vez se interesaban por conocer o aplicaban las lecciones extraídas de la

capacitación formal en el aula.

La decepción con los resultados de los primeros programas de

capacitación para microempresas puede haberse debido a su baja ca-

lidad. Algunos datos recientes sugieren también que es posible que la

capacitación formal no sea la forma más útil para que los empresarios

aprendan. En su mayor parte, los empleados de micro y pequeñas em-

presas de los países en desarrollo dicen haber aprendido sus habilidades

en el puesto de trabajo. Para los propietarios, la información necesaria

suele estar “incorporada” en las transacciones comerciales; por ejemplo,

cuando se brinda capacitación en el uso de equipamiento nuevo en el

momento de la venta, o cuando se integran comentarios y sugerencias

sobre diseño al proceso de compra de artesanías. Asimismo, los empre-

sarios informan constantemente que prefi eren el aprendizaje entre pares,

es decir, instruirse con la ayuda otros empresarios que ya han tenido

la misma experiencia.5 Un estudio reciente del BID resalta también la

importancia de los modelos y de las redes de contactos en el proceso

de creación de una empresa (Kantis, 2002). Así, si bien se argumenta

que el aprendizaje es esencial en el proceso empresarial (Smilor, 1997;

5Resultados de una encuesta a empresarios con gran potencial, llevada a cabo en siete países de América Latina. Las conclusiones son coherentes con las de investigaciones similares en Estados Unidos y Rusia (Pegram, 2003).

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citado por Pegram, 2003), las vías más efectivas para lograrlo parecen

ser las desarrolladas durante la interacción con los clientes, los provee-

dores y los competidores, y las vinculadas con la experiencia cotidiana

de operar una empresa.

Los pioneros y sus modelos

La mayoría de las instituciones que obtuvieron fi nanciamiento del BID

a fi nes de los años setenta y principios de los ochenta adoptaron un

enfoque integrado para el desarrollo de las microempresas. Esta sección

se ocupará de unos pocos innovadores pioneros, cada uno de los cuales

planteó una visión distinta del mundo de las microfi nanzas, así como de

las necesidades de los empresarios clientes. Se presentan tres modelos:

el modelo centrado en la capacitación, el modelo de vinculación con

el mercado y el modelo integrado de crédito más servicios adicionales.

Estos tres enfoques han evolucionado en forma signifi cativa a lo largo

del tiempo, y ello ha tenido repercusiones en los campos de las micro-

fi nanzas y del desarrollo empresarial.

“Los empresarios necesitan, primero, capacitación, y luego (algunas veces) crédito”

La Fundación Carvajal, de Colombia, asociada con el BID en una etapa

temprana, es reconocida como una de las primeras organizaciones no

gubernamentales (ONG) de América Latina en desarrollar un modelo

para trabajar con pequeños empresarios y microempresarios. A fi nes

de los años setenta Jaime Carvajal, del Grupo Carvajal de empresas

familiares, visitó Brasil y fue testigo de las operaciones de Projeto Uno.

Este programa ofrecía un producto de préstamo relativamente sencillo

a microempresarios del estado de Pernambuco, con un éxito inesperado.

Las tasas de recuperación eran excelentes, la demanda era elevada y la

cartera de préstamos creció de manera ininterrumpida a lo largo de

varios años. El programa brasileño introducía algunas características

innovadoras que llegarían a ser la norma en las instituciones de micro-

fi nanzas de la región. Projeto Uno fue el primer proyecto en América

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Latina en contratar ofi ciales de crédito jóvenes y proactivos, responsables

de acompañar el ciclo del préstamo en todas sus etapas. Además fue el

primero en identifi car la importancia relativa que tenía la rapidez con

que se aprobaban los préstamos y se desembolsaban los fondos, así como

la poca importancia relativa de la tasa de interés, desde la perspectiva

del prestatario.6 Projeto Uno ofrecía a sus clientes un curso sin cargo

sobre “educación fi nanciera”, que les enseñaba la forma de abrir una

cuenta bancaria, efectuar depósitos y completar un cheque. Esto revela

un principio interesante, común a los primeros programas, que luego

sería abandonado: la idea de que los programas de microcrédito son un

“terreno de capacitación”, en el que los microempresarios aprenden a

ser buenos clientes de bancos.

Jaime Carvajal regresó a Colombia para visitar y conversar con

microempresarios de su ciudad natal, Cali. Pese a lo que había visto en

Brasil, estaba convencido de que muchos de estos empresarios, en realidad,

no necesitaban crédito, sino más bien capacitación que pudiera ayudarlos

a desarrollar las habilidades necesarias para gestionar y hacer crecer sus

empresas. Carvajal contrató a un equipo para elaborar una metodología

pedagógica, y luego invitó a pequeños empresarios y microempresarios

a tomar un curso, que fi nalizaba con un análisis destinado a determinar

si se necesitaba inversión. A diferencia de Projeto Uno, el programa de

Carvajal se concibió principalmente como una intervención de capacita-

ción, seguida de una derivación para solicitar crédito si se la consideraba

necesaria. Aunque la organización experimentó con la gestión interna

de un fondo de préstamos, en última instancia, la junta directiva de la

Fundación Carvajal estableció una política clara para el largo plazo, se-

gún la cual las operaciones de crédito se mantendrían fuera del ámbito

de acción de la organización. A lo largo de los años, la fundación ha

trabajado en asociación con diversos bancos u organizaciones fi nancieras

sin fi nes de lucro, con distintos grados de participación: algunas veces

compartiendo el riesgo y aun aportando el capital del préstamo; otras,

sencillamente, derivando a los clientes.

6 Entrevista con Maria das Graças de Andrade Borges, ex empleada de Projeto Uno y luego superintendente de la institución de microfi nanzas brasileña CEAPE-Pernambuco. Véase también Jackelen (1982) para un análisis detallado de Projeto Uno.

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Desde un principio el BID consideró que el programa de Carvajal

era un modelo de éxito y fi nanció visitas a Colombia para especialistas

de otros países. A diferencia de la mayor parte de los programas de

desarrollo para microempresas de su generación, este ha mantenido el

énfasis fundamentalmente en la capacitación, diversifi cando a la vez su

base de clientes, de modo de incluir a jóvenes, pequeños agricultores y

programas de desarrollo comunitario. En la actualidad, las pequeñas y

las microempresas son sólo un subconjunto de diversos grupos desti-

natarios de la capacitación de Fundación Carvajal; esta tendencia refl eja

la misión de la institución, así como las características de la demanda

de los servicios de capacitación.

“Los empresarios necesitan vínculos con el mercado, respaldados por el crédito y la capacitación”

Una de las lecciones más importantes aprendidas a través del gran número

de proyectos sectoriales de desarrollo de microempresas fi nanciados por el

BID fue que la clave del éxito radica en comprender la naturaleza de la de-

manda del mercado y en propiciar las condiciones para que los productores

puedan satisfacer esa demanda. Como se ha mencionado anteriormente,

los primeros proyectos a menudo respaldaban a grupos de productores

agrícolas a través de cooperativas multipropósito, así como a artesanos

que producían artículos funcionales (por ejemplo, para la cocina), arte

tradicional, o recuerdos para mercados locales o turísticos.

Promotora del Comercio, en Colombia, fue una institución que

desarrolló el mercado local de producción de artesanías. Otras, como

Maquita Cusunchic, en Ecuador, intentaron penetrar en mercados de

exportación con artículos funcionales o de diseño en busca de precios

más altos y con miras a producir mayores volúmenes. Ya sea que trabaja-

ran con canales de mercado sencillos o sofi sticados, todos los proyectos

que lograron establecer un vínculo provechoso tenían un elemento en

común: ayudaban a canalizar el conocimiento obtenido del compra-

dor hacia el productor, en forma constante; de este modo, el diseño y

la producción podían adaptarse rápidamente a las preferencias de los

compradores (Hagen-Wood y Mikkelsen, 1998). El gráfi co 7.1 ilustra

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MICROFINANZAS Y SERVICIOS DE DESARROLLO EMPRESARIAL 233

Gráfico 7.1 Canales de mercado en el sector de artesanías

Productores hogareños

Canales MercadosProductores

VENTA DIRECTA

INTERNET

VENTA INDIRECTAMEDIANTE INTERMEDIARIOS

ONGOrganizaciones de

comercio alternativas

Mayoristas comerciales

PRODUCTOS

Individuos/grupos pequeños

Grupos de productoresAsociacionesCooperativas

Producción a escala(semi-industrial)

Interno:• Turismo• Minoristas

Exportación:

• Importador• Tiendas minoristas/ Tiendas por departamentos• Catálogos/pedidos por correspondencia• Ferias comerciales

SERVICIOS Y RETROALIMENTACIÓN

DE INTERMEDIARIOSA PRODUCTORES

• Materias primas

• Diseño y desarrollo de producto

• Capacitación y asistencia técnica

• Financiamiento

• Marketing

• Control de calidad

DEL MERCADOA INTERMEDIARIOS

• Información sobre las tendencias

• Especificación de productos

• Tecnología

• Control de calidad

• Financiamiento

Fuente: Compilación del autor.

los distintos canales de mercado y destaca este elemento esencial, el

circuito de retroalimentación: el fl ujo de información y servicio de los

mercados de compradores a los intermediarios, y de los intermediarios

a los productores.

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En el caso de la mayor parte de los proyectos de artesanías, el cré-

dito era sencillamente un mecanismo para asegurar que la producción

no se demorara por la falta de capital de trabajo. En algunos casos, los

productores recibían adelantos de materia prima; en otros, préstamos.

No obstante, el pago se encontraba habitualmente vinculado a la conti-

nuidad de las ventas. Así, estos programas no solían encontrar problemas

de incumplimiento individual. Además de lo mencionado, al igual que

sucedía en la totalidad del campo de microempresas en los primeros

tiempos, las instituciones que no se consideraban a sí mismas entidades

fi nancieras a menudo carecían de sistemas de seguimiento adecuados,

o bien de personal capacitado para gestionar carteras de préstamos de

rápido crecimiento.

En 1997, la Unidad de Microempresas del BID llevó a cabo una

encuesta a 100 intermediarios del mercado de artesanías en toda América

Latina (Mikkelsen, 1997). Se esperaba, entre otras cosas, que la renta-

bilidad y el alcance de los servicios fuera acorde al tipo de institución;

es decir, que las ONG y las cooperativas tendrían un mayor enfoque

social y, por lo tanto, menores márgenes de ganancias, en tanto los in-

termediarios privados podrían estar más atentos a los costos y ofrecer

menos servicios a los productores, con lo que lograrían mayor éxito

al penetrar en mercados sofi sticados. Resulta interesante observar, sin

embargo, que no se detectó correlación alguna, en absoluto, entre la

estructura legal de las mencionadas entidades y su rentabilidad, el tipo

de servicios que ofrecían o el número de productores alcanzados. Al

parecer, eran factores mucho más importantes la visión del gerente y

el estilo empresarial.

Los proyectos que crean vínculos sostenibles con el mercado con-

tinúan recibiendo el apoyo de organismos donantes; algunos apuntan a

pequeñas y medianas empresas, o trabajan con toda la gama de empre-

sas de un sector. Aunque se reconoce que la función del intermediario

reviste importancia crítica, las organizaciones donantes no han llegado

todavía a un consenso acerca del mejor modo de apoyar a estas enti-

dades, de modo tal que crezcan las ventas y se benefi cien los pequeños

productores. © B

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MICROFINANZAS Y SERVICIOS DE DESARROLLO EMPRESARIAL 235

“La capacitación es una parte integral de muestro modelo de concesión de crédito”

Es posible que el modelo más conocido entre los que integran la con-

cesión de crédito con la educación fi nanciera, la capacitación y otros

servicios de desarrollo empresarial (modelo de crédito más servicios

adicionales) sea la metodología de préstamo a través de bancos comunales.

Esta metodología, de la que fue pionero John Hatch de Finca (Rhyne,

2001), en ocasión de un plan de préstamos de emergencia en Bolivia,

es similar a la utilizada por Grameen Bank en Bangladesh. Los bancos

comunales, de 20 ó 30 prestatarios (habitualmente mujeres), se organizan

en grupos a través de los cuales los miembros garantizan mutuamente

sus préstamos. Grameen Bank, al igual que las instituciones de su tipo

en América Latina, originalmente desarrolló programas de ahorro

obligatorio como producto híbrido (en parte con fi nes educativos, en

parte como servicio fi nanciero). Los elementos educativos citados por

los participantes en el sistema de bancos comunales incluyen ahorro

obligatorio; capacitación para los directivos a fi n de calcular los pagos

de préstamos, intereses y mantenimiento de registros; y por último,

gestión de la cuenta interna.7 Para las personas que nunca han tenido

contacto con una institución fi nanciera, los bancos comunales les per-

miten introducirse en diversas prácticas, de modo tal que se sientan más

cómodos utilizando los servicios de un banco o una cooperativa local,

además de brindarles la oportunidad de acumular activos a través del

propio programa de ahorro.

Pese a que Finca ha hecho una transición hacia un modelo más

minimalista, utilizando la capacitación sólo en la medida necesaria

para preparar a los grupos con miras a la gestión de la distribución del

préstamo y el proceso de reembolso, diversas organizaciones de bancos

comunales de América Latina continúan ofreciendo a sus clientes servicios

de desarrollo empresarial. Promujer, una organización sin fi nes de lucro

7 Las cuentas internas se usan para otorgar préstamos suplementarios a miembros de bancos comunales y, en algunos casos, para miembros externos a la comunidad. Está basada en comisiones, multas, ingreso de intereses y varias formas de ahorro.

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de Estados Unidos, con programas en Bolivia y Perú, ofrece capacita-

ción en el desarrollo de planes de negocios a los clientes que toman un

préstamo por primera vez, así como orientación crediticia y educación

fi nanciera a grupos, y capacitación en gestión a prestatarios a partir del

segundo préstamo. Además de los servicios de desarrollo empresarial, el

programa ofrece servicios de salud y derivaciones médicas.

Una de las primeras instituciones latinoamericanas, y una de

las más famosas, en adoptar la metodología de préstamo individual,

comenzó con un enfoque decididamente orientado al desarrollo. Pe-

dro Jiménez, antiguo director ejecutivo de Ademi (Asociación para el

Desarrollo de Microempresas, Inc.), explica que, si bien la mayor parte

de las instituciones de microfi nanzas de América Latina contrataban a

graduados en sociología o fi losofía y, a través de la metodología de grupo

de solidaridad, tercerizaban parte del análisis de riesgo a miembros del

grupo, los ofi ciales de crédito que contrataban tenían títulos en las áreas

de negocios o contabilidad y se esperaba que comprendieran todos los

detalles del negocio de su cliente.8 Ademi fue la primera institución de

microfi nanzas de América Latina en introducir incentivos de rendimien-

to fi nanciero para los ofi ciales de crédito, una práctica que hoy es casi

universal. Debido a que la paga estaba vinculada con el rendimiento de

la cartera de préstamos, los ofi ciales de crédito hacían todo lo posible

por asegurarse de que las empresas de los clientes fueran rentables. Por

ejemplo, una mujer que fabricara dulces podía llamar a su ofi cial de

crédito en Ademi cuando subía el precio del azúcar y preguntar qué

debía hacer. El ofi cial de crédito podía sugerir que hiciera los dulces más

pequeños. Este tipo de asesoramiento práctico caracterizaba la relación

entre el ofi cial de crédito y el cliente; que era denominado “asistencia

técnica”. El servicio, no obstante, jamás llevaba un precio independiente

ni era sistematizado; a medida que la institución creció y se transformó

en un banco, los ofi ciales se vieron obligados a reducir al mínimo el

tiempo que dedicaban a analizar los negocios de sus clientes.

A diferencia del modelo integrado, el modelo centrado en la ca-

pacitación y el de vinculación con el mercado han evolucionado princi-

8 Entrevista con Pedro Jiménez, ex director ejecutivo de ADEMI, 29 de enero de 2004.

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MICROFINANZAS Y SERVICIOS DE DESARROLLO EMPRESARIAL 237

palmente fuera del campo de las microfi nanzas y continúan existiendo

como intervenciones centrales del campo de desarrollo empresarial.

En muchos casos, las instituciones que utilizan estos modelos se han

diversifi cado o han ampliado su base de clientes a fi n de incluir a jó-

venes, desempleados, familias de ingreso bajo, grupos comunitarios, o

pequeñas y medianas empresas. En tanto, el modelo integrado de crédito

más servicios adicionales ha sido objeto de cierto desprestigio y ya no

domina el campo de desarrollo de microempresas, como lo hacía en los

años ochenta y aun a principios de los noventa. En la siguiente sección

se analiza de qué modo y por qué se produjo el cambio al minimalismo

(véase el recuadro 7.3).

El tránsito al minimalismo

Ya a mediados de los años ochenta, las instituciones de microfi nanzas de

América Latina comenzaron a ofrecer servicios rápidos y convenientes a

Recuadro 7.3El debate entre el “minimalismo” y el “maximalismo”

A fi nes de los años noventa, se plantearon acalorados debates entre los expertos en microfi nanzas de todo el mundo, que tuvieron lugar en el foro de un sitio de Internet muy visitado de la Ohio State University (devfi nance). Claramente, algunos de los aca-démicos e investigadores más prestigiosos que participaron en los debates disfrutaron de la posibilidad de fomentarlos, poder esclarecer cuestiones relativas a la materia (utilización del término “microdeuda”) y tratar, en general, de no dejar que el campo de las microfi nanzas se entusiasme demasiado con su propio éxito. En 1997, J. D. Von Pischke publicó los dos poemas que se transcriben a continuación:

Minimalismo Maximalismo A loan alone A loan alone It can be shown It’s widely known Will on its own Is often blown Increase the wealth Without support Improve the health Plans will abort Of micro clients So show the way No rocket science And give TA Self-realization Building skills God’s own creation Reduces spills

Fuente: Comunicación por correo electrónico con J. D. Von Pischke, octubre de 2004.

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microempresarios, con tasas de interés que permitían cubrir los costos.

ACCIÓN International, después de llevar a cabo diversas encuestas, llegó

a la conclusión de que numerosos prestatarios asistían a los cursos de

capacitación únicamente porque se les decía que debían hacerlo para

recibir el préstamo, pero no retenían ni aplicaban los conocimientos

impartidos.9 En opinión de los clientes, el tiempo que dedicaban a re-

cibir la capacitación no era más que un costo que les permitía acceder

al crédito. Las afi liadas de ACCIÓN iniciaron un proceso gradual de

eliminación de sus actividades de enseñanza. Otras organizaciones per-

cibieron un ángulo distinto de la situación y sostuvieron que sus carteras

de préstamos tenían un mejor rendimiento cuando se capacitaba a los

clientes, que se benefi ciaban con lo aprendido.

Las evidencias, sin embargo, no respaldaron las afi rmaciones de las

instituciones de microfi nanzas acerca de la mejor calidad de la cartera de

préstamos ni de los benefi cios para los clientes. Dos estudios infl uyentes

publicados por USAID (Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo

Internacional) durante la década de 1980 argumentaron que el aspecto

no fi nanciero de los programas de crédito más servicios adicionales no

era muy efi caz. En primer lugar, un análisis riguroso de costo-benefi cio,

“Searching for Benefi ts”, comparó programas que ofrecían capacitación

y asistencia técnica a los prestatarios con programas que no lo hacían.

El estudio concluyó que la oferta de estos servicios no proporcionaba

benefi cios adicionales, ni para clientes empresariales ni para las insti-

tuciones de préstamo mediante una mejora de la calidad de la cartera

(Kilby y D’Zmura, 1985). En segundo lugar, en 1988, USAID llevó a

cabo un análisis de gran profundidad de su experiencia en el desarrollo

de microempresas, con el fi n de identifi car los patrones de intervención

en proyectos con resultado exitoso. El informe “The Microenterprise

Stocktaking Report” analizó 32 proyectos y programas en 20 países. Dado

que casi todos ofrecían varios tipos de servicios, tanto fi nancieros como

no fi nancieros, la categorización utilizada para agrupar los programas

hacía referencia a la etapa del ciclo de vida de la empresa destinataria,

9 Entrevista con Carlos Castello, vicepresidente principal de ACCIÓN International, 2 de enero de 2004.

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MICROFINANZAS Y SERVICIOS DE DESARROLLO EMPRESARIAL 239

enfocándose en la formación, en la expansión y en la transformación

de la empresa (Boomgard, 1989).

Utilizando los criterios de escala, efectos y sostenibilidad institucio-

nal, los investigadores comprobaron que los programas especializados en

la prestación de servicios fi nancieros (categorizados según el enfoque en la

expansión de la empresa) tenían mucho mejores resultados; así, postularon

que los servicios de capacitación y asistencia técnica parecían ser el eslabón

débil de la programación. Si bien el autor, James Boomgard, reconoció

que las restricciones de capital no siempre eran el principal obstáculo

que encontraban las pequeñas y microempresas, este análisis profundo

no halló evidencias de éxito entre programas que prestaran servicios de

crédito y no fi nancieros como parte de un paquete. Boomgard (1989)

aseveró que pocos actores de la industria comprendían las necesidades

de la microempresa y que no existían grandes avances en cuanto a la

capacitación y la asistencia técnica para el desarrollo de las mismas.

Durante una serie de exámenes de programas, llevada a cabo a

principios de los años noventa, el BID comprobó también que las mi-

croempresas prestatarias no mostraban entusiasmo con respecto a los

servicios de capacitación obligatorios10, ya que no afectaban el rendimiento

de las empresas y no se advertía una gran demanda de los mismos. En

algunos casos, el desinterés parecía deberse a la mala calidad de los ser-

vicios ofrecidos, así como a la difi cultad de las ONG y las instituciones

fi nancieras para ofrecer a sus clientes capacitación pertinente.

Hacia fi nes de la década de 1990, los donantes se mostraban menos

dispuestos a subsidiar programas de capacitación ofrecidos por micro-

prestamistas. La Secretaría de Donantes, bajo la gestión del Consultative

Group to Assist the Poor (CGAP) del Banco Mundial, publicó pautas

recomendando que todas las organizaciones que trabajaran con micro-

empresas separaran su programa de contabilidad, a fi n de identifi car los

verdaderos costos e ingresos de sus programas de crédito, así como otros

10 En evaluaciones no publicadas de los primeros préstamos globales a microempresas se señaló que los programas de capacitación se caracterizaban por las aulas vacías y/o por la práctica común de enviar a miembros de la familia —hijos u otros familiares— a asistir a la capacitación, de modo tal que los empresarios no debieran dejar de atender su negocio.

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servicios no fi nancieros (Helms, 1998). La difi cultad en recuperar los

costos de capacitación, fuera a través de subsidios de los donantes o de

cargos, combinada con el mayor énfasis en la sostenibilidad institucional

de las organizaciones de microfi nanzas, llevó a muchas más instituciones

de este tipo a interrumpir sus programas de capacitación.

A medida que la tendencia minimalista cobraba impulso, las

excepciones más notables se manifestaron en las organizaciones de

banca comunal, que veían la capacitación como parte integral de su

metodología de préstamos a microempresas. Algunas con base en Es-

tados Unidos, tales como Freedom from Hunger, se han hallado entre

los propulsores más enérgicos del modelo integrado asegurando que la

banca comunal es una forma efi caz de llegar a los prestatarios más pobres

y que el servicio integrado logra los máximos efectos en el plano social

(Dunford, 2001). El modelo de Freedom from Hunger se denomina,

apropiadamente, “crédito con educación” e incluye otros servicios, tales

como alfabetización y capacitación en salud, que trascienden la esfera

del desarrollo empresarial.

En los años noventa, una nueva generación de estudios (esta vez,

evaluaciones rigurosas de los efectos de los programas de microfi nanzas)

tampoco encontró pruebas de que el crédito vinculado a servicios de

desarrollo empresarial mejorara el crecimiento de las empresas. Para

desazón de algunos actores de los sistemas de banca comunal, los estu-

dios de efectos respaldaron la teoría de que las microfi nanzas ayudan

a los clientes a mejorar su ingreso, pero no hallaron pruebas claras de

una metodología de préstamos que produjera resultados superiores. El

dato más sorprendente, y el más importante de señalar (por lo menos

para quienes ven a las microfi nanzas como vinculadas integralmente al

desarrollo empresarial), es el hecho de que, con mayor frecuencia, los

efectos sobre los prestatarios se tradujeron en una menor vulnerabilidad

del ingreso del hogar del prestatario y en la capacidad de resistencia a

los shocks, pero no en un mejor rendimiento o crecimiento empresarial

(Snodgrass y Sebstad, 2002).

A medida que América Latina se acercaba al nuevo milenio, se vio

con mayor claridad que las microfi nanzas podían ser sostenibles, lo cual

era un logro importante para el campo del desarrollo. Además, contaban

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MICROFINANZAS Y SERVICIOS DE DESARROLLO EMPRESARIAL 241

con metodologías de préstamo comprobadas y con formas claras de medir

el éxito: indicadores cuantitativos sobre la base del rendimiento fi nanciero

y el alcance de los servicios. En efecto, un logro signifi cativo del campo de

las microfi nanzas, durante los años noventa, fue la defi nición de indica-

dores clave de rendimiento, de modo tal que ahora se pueden aplicar con

uniformidad (y comprenderse ampliamente) en los diversos programas,

instituciones y países. En retrospectiva, numerosos participantes aseveran

que la capacitación y otros servicios de desarrollo empresarial menos-

cabaron el rendimiento fi nanciero de las instituciones de microfi nanzas.

En algunos casos, la tendencia hacia la transformación y la comerciali-

zación dictaminó, literalmente, la vía minimalista: la Superintendencia

de Bancos y Entidades Financieras de Bolivia prohíbe expresamente que

los intermediarios regulados ofrezcan servicios no fi nancieros.

Si bien las razones del cambio pueden parecer sencillas desde la

perspectiva de la prestación de servicios fi nancieros, el debate en el

ámbito de quienes se ocupan del desarrollo empresarial es mucho más

complejo (véase el recuadro 7.4). Continúa siendo válida la esencia de

la afi rmación de Boomgard en su profundo análisis de la microempresa

(Microenterprise Stocktaking Report, 1989): en el campo del desarrollo

de estas entidades, poco se comprende y menos puede probarse acerca

de qué hace crecer a las empresas más pequeñas. En efecto, el prolon-

gado período durante el cual los servicios de desarrollo empresarial

se vincularon automáticamente a la provisión de fondos puede haber

empañado un aprendizaje importante. Ciertamente, con el agrupamiento

de servicios, los administradores de programas tuvieron difi cultad para

interpretar lo que deseaban los empresarios. Hasta fi nes de los años

noventa, la demanda de servicios de desarrollo empresarial era un tema

relativamente inexplorado.

La importancia de comprender la demanda de servicios específi cos de desarrollo empresarial

Cuando se agrupa el crédito junto a la capacitación o la asistencia téc-

nica, resulta difícil saber si los empresarios verdaderamente demandan

servicios empresariales, así como comprender cómo efectúan un juicio

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Recuadro 7.4La tendencia hacia el minimalismo en la región

Ciertos estudios recientes indican que, si bien ha habido un alejamiento del modelo que propone ofrecer servicios no fi nancieros, el cambio no ha sido tan radical como insinúa la retórica. Si bien la mayor parte de las instituciones líderes de la región han adoptado un enfoque minimalista, Lynne Patterson, quien participa en la banca comu-nal de Promujer, manifestó lo siguiente: “Simplemente hemos dejado de hablar acerca de los servicios adicionales que ofrecemos”.

Según un estudio de 145 programas de desarrollo microempresario de América Latina, que se llevó a cabo en 1997, la institución tipo ofrecía capacitación crediticia y gerencial en forma integrada (Goldmark, Berte y Campos, 1997). Muchas utilizaban los ingresos provenientes de créditos para fi nanciar estos servicios de desarrollo empresa-rial, recursos que complementaron con donaciones.

Según un estudio realizado por Development Alternatives, Inc. en 2002 aproximada-mente el 20% de las 39 instituciones microfi nancieras líderes de América Latina integra servicios fi nancieros y no fi nancieros, mientras que en el pasado dicho porcentaje era del 45%.

Otro estudio de pequeñas empresas y microempresas de Bolivia que se llevó a cabo en 2002 (Nisttahusz et al., 2002) indica que aproximadamente una quinta parte (21%) de los clientes de servicios de desarrollo empresarial recibieron estos servicios mediante algún tipo de mecanismo vinculado con el otorgamiento de crédito, ya sea como pre-rrequisito para obtener un préstamo, como reconocimiento por ser un “buen cliente”, o bien mediante alguna otra forma de incentivo.

Veinticinco de las 35 organizaciones sin fi nes de lucro que forman parte de SEEP Network (SEEP es una organización con sede en Estados Unidos formada por 51 organizaciones sin fi nes de lucro internacionales, que trabajan en el área de desarrollo de pequeñas empresas) y que llevan a cabo actividades en América Latina y el Caribe (71%) ofrecen actualmente servicios de desarrollo empresarial y fi nanciero, según reveló una encuesta de 2003 (SEEP Network, 2003; las respuestas a la encuesta no se clasifi caron por región donde funcionan los programas, y algunas instituciones tienen políticas distintas según la región). La mayor parte son programas de banca comunal, en los que los servicios de desarrollo empresarial y crediticio se integran como parte de las reuniones mensuales o semanales de los miembros. Los programas de agricultura ocupan el segundo lugar e incluyen asistencia técnica a agricultores, relaciones con el mercado y fi nanzas, como parte de una intervención multifacética. Existen unos pocos programas, tales como Trickle Up, que se ocupan de empresas incipientes y ofrecen capacitación y donaciones de capital inicial.

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MICROFINANZAS Y SERVICIOS DE DESARROLLO EMPRESARIAL 243

de calidad. Muchas instituciones de microfi nanzas que ofrecieron ca-

pacitación empresarial a sus clientes lo hicieron basándose en lo que la

ciencia de la administración sostenía que los empresarios necesitaban,

en lugar de hacerlo conforme a las demandas de los clientes o a partir

de un conocimiento cabal de los mercados en que estos operaban. En

tales circunstancias, no sorprende hallar, como lo hizo ACCIÓN en

los años ochenta, que los prestatarios sencillamente ven un curso de

capacitación como un costo de la oportunidad de obtener el crédito.

Lamentablemente, América Latina ha seguido, en ocasiones, una diná-

mica en que las instituciones de microfi nanzas imponen la capacitación

(de dudosa calidad) a clientes que sencillamente no la desean. Resulta

interesante observar que, en los países desarrollados, suele presentarse

la tendencia inversa: los programas de microfi nanzas y los prestamistas

comerciales han utilizado por igual la capacitación como zanahoria para

atraer clientes a sus puertas.

Existen algunos datos que indican que el grupo heterogéneo de

empresas de países en desarrollo que se denominan colectivamente

microempresas, destinatarias de micropréstamos, es a menudo el grupo

con menor probabilidad de necesitar capacitación empresarial o de de-

mandar otros servicios. Las carteras de préstamos de la mayor parte de

las instituciones de microfi nanzas de América Latina están conformadas

principalmente por prestatarios dedicados a actividades comerciales de

pequeña envergadura: la compra y reventa de productos para el mercado

local. Esto es esperable, dado que el crédito tiende a ser relativamente más

importante en las actividades con uso intensivo de capital, que no requie-

ren habilidades exigentes, y en las que los vínculos entre compradores o

clientes no son problemáticos (Asian Development Bank, 1997).

En los últimos años diversos experimentos autónomos con ser-

vicios de desarrollo empresarial han arrojado resultados promisorios

al estimular la demanda de este tipo de servicios. El común denomina-

dor entre estos experimentos es el uso de las fuerzas de mercado para

promover la competencia entre prestadores de servicios, así como para

presionar a las pequeñas empresas con el fi n de que mejoren sus pro-

ductos: ambos factores dan como resultado una dinámica más positiva

que el viejo modelo integrado.

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En 1995 se lanzó en Paraguay un programa innovador en el marco

de un proyecto del BID de préstamos globales para microempresas,

que fue desarrollado como alternativa a la fórmula clásica de crédito

más servicios de capacitación en aulas. El proyecto ofrecía fondos para

préstamos y asistencia técnica a instituciones fi nancieras reguladas,

interesadas en crear sus propios programas de micropréstamos. Se

gestionaba un componente de capacitación desde el centro local, en

apoyo a pequeñas empresas. Allí cualquier empresario que operara una

empresa con menos de diez empleados podía obtener hasta seis vales,

por un valor de 40.000 guaraníes (unos US$20). El valor podía aplicarse

a un curso de capacitación en una de las aproximadamente cuarenta

instituciones participantes. Las instituciones fi nancieras que participaban

en el programa de préstamos global distribuían información acerca de

la capacitación, pero los prestatarios no tenían obligación alguna de

asistir a los cursos. Además, también personas no prestatarias tenían la

opción de adquirir los vales, siempre que fueran propietarios de una

pequeña empresa y la operaran.

Una encuesta a los participantes en el programa de capacitación

con vales reveló que menos de un tercio había obtenido crédito de las

instituciones fi nancieras participantes en el programa global (Goldmark,

Berte y Campos, 1997). Si bien algunos utilizaban otras fuentes de fi -

nanciamiento, por ejemplo, una cooperativa local, o bien familiares o

amigos, la encuesta manifestó que casi la mitad de ellos se encontraba

en las primeras etapas de operación de su empresa y aún no se habían

siquiera acercado a una entidad en busca de fi nanciación. Este resulta-

do, en cierta medida sorprendente, continuó manifestándose en otros

programas y se ha registrado con frecuencia desde entonces: cuando

la capacitación es voluntaria, una proporción relativamente pequeña

de clientes de crédito opta por participar. No obstante, otros tipos de

microempresas muestran interés en la capacitación y otros servicios

empresariales. Esta observación plantea la interesante posibilidad de

que los perfi les de demanda de los servicios de crédito y empresariales

puedan ser bastante distintos.

Los programas de capacitación con vales atraían a un subconjunto

específi co de pequeñas empresas. Con la evolución de este modelo, se

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MICROFINANZAS Y SERVICIOS DE DESARROLLO EMPRESARIAL 245

reconoció que era útil para ofrecer capacitación a microempresarios,

siguiendo una orientación determinada por la demanda. El BID fi nan-

ció diversos proyectos similares en todo el territorio de América Latina

y también otros donantes adoptaron este tipo de intervención. Tanto

Swisscontact11 como el BID intentaron utilizar un sistema de vales para

ofrecer capacitación a pequeñas y medianas empresas con el fi n de mejorar

su competitividad. Estas empresas, sencillamente, no se mostraron inte-

resadas. Por el contrario, fueron las microempresas, así como los empre-

sarios de ingreso bajo que acababan de lanzar nuevos emprendimientos,

quienes recurrieron en multitudes a solicitar los vales y tomar los cursos

de capacitación, que eran de tipo práctico, por ejemplo, de pastelería, de

reparación de artículos electrónicos, de peluquería o de costura.

Los programas con vales permitieron a los observadores detec-

tar y efectuar un seguimiento de patrones claros en la demanda de

capacitación para microempresas. Los más aceptados eran los cursos

breves, prácticos y modulares, que se ofrecían por la noche o los fi nes

de semana y que, por lo general, se centraban más en las habilidades

técnicas que en las de gestión. Los programas con vales requerían un

copago y resulta interesante observar que los precios de los cursos no

parecían ser la variable más importante que determinaba su éxito. Para

tomar los cursos más pertinentes, aun los empresarios de ingreso bajo

estaban dispuestos a pagar más. Los atributos más valorados por la de-

manda eran la reputación del instituto de capacitación y la posibilidad

de aplicación directa del material del curso a las operaciones cotidianas

de la empresa del destinatario de la capacitación.

Otro modelo de intervención promisorio utiliza una estrategia

determinada por la demanda, cuyo objetivo es mostrar a los empresarios

qué requiere de ellos el mercado. En este tipo de iniciativa los empresarios

perciben los servicios empresariales como soluciones que llegan justo a

tiempo para sus problemas, sin las cuales el futuro de sus empresas podría

peligrar. Un programa bien documentado, del noreste de Brasil, se centra

11 Swisscontact implementa diversos programas de desarrollo de empresas en toda América Latina y el resto del mundo. Se trata de una organización no gubernamental con apoyo de Swiss Development Corporation.

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en una comunidad de pequeños talleres de carpintería que participan en

un programa de adquisiciones del gobierno (Tendler y Amorim, 1996).

Judith Tendler narra cómo las empresas se esfuerzan por mejorar su

propia capacidad cuando se sienten obligadas a producir sus artículos

puntualmente, a adherir a normas de calidad estricta y a cooperar para

completar pedidos en forma coordinada. Sebrae (Serviço Brasileiro

de Apoio às Micro e Pequenas Empresas), el organismo brasileño de

promoción de pequeñas empresas, ofrece asistencia técnica y cumple

el papel de intermediario, pues obtiene una pequeña comisión en los

pedidos que se completan correctamente. Basta que un único productor

se atrase en la entrega de su producto, para que todos los carpinteros

reciban un precio más bajo por sus artículos. De este modo, la presión

de los pares ayuda a producir la calidad adecuada y a tiempo.

De esta historia se extraen dos lecciones clave. En primer lugar, la

calidad y otros parámetros aplicados por un cliente exigente que adquiere

grandes volúmenes constituyen el estímulo más efi caz para las pequeñas

empresas, al presionarlas para mejorar su capacidad de producción en tér-

minos tanto cualitativos como cuantitativos. El resultado es, naturalmente,

una mayor demanda de servicios empresariales que puedan ayudarlas a

alcanzar estas metas. En segundo lugar, los incentivos coordinados co-

rrectamente, tales como la comisión por intermediación que percibe el

prestador del servicio (en este caso, Sebrae), y la presión de pares ejercida

entre las empresas son ingredientes adicionales importantes para mejorar las

empresas, así como su rendimiento y su crecimiento. En una intervención

correctamente concebida, que responde a la demanda (entendida como la

demanda de los productos de pequeñas empresas), la necesidad urgente de

completar pedidos cataliza un proceso dinámico en el que los cuellos de

botella se identifi can y se resuelven con rapidez. Esto genera una demanda

saludable de servicios empresariales pertinentes. Este modelo se ha utilizado

también con éxito en numerosos proyectos de artesanías y agricultura.

La historia del desarrollo empresarial

La historia de los programas de crédito más servicios adicionales y

los inicios tentativos de las intervenciones de servicios de desarrollo

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MICROFINANZAS Y SERVICIOS DE DESARROLLO EMPRESARIAL 247

empresarial para microempresas representan únicamente una pequeña

ventana que permite ver el campo más antiguo y mucho más amplio

del desarrollo de las pequeñas empresas. La tendencia a “desagrupar”

el crédito de los servicios no fi nancieros aparece en paralelo a un gran

cambio en el pensamiento que recientemente ha dominado el campo

de los servicios de desarrollo empresarial.

El modelo indio

Los orígenes de la promoción de las pequeñas empresas como meta

del desarrollo pueden encontrarse a mediados del siglo XX, cuando

el gobierno de la India respondió a la llamada de Mahatma Ghandi a

reconstruir la “industria aldeana” del país, dañada por la política eco-

nómica colonial. En los años cincuenta, diversos donantes (incluidos la

Fundación Ford, la Organización de las Naciones Unidas para el Desa-

rrollo Industrial, ONUDI, y el Banco Mundial) comenzaron a replicar

el modelo indio, con miras a promover la pequeña industria en diversos

países en desarrollo. Este enfoque dependía de la implementación del

gobierno y tendía a orientarse a inversiones en instalaciones grandes

y costosas, que sirvieran como base para proveer servicios sin cargo a

pequeñas empresas (por ejemplo, instalaciones de producción comu-

nes, programas de compra colectiva de insumos, vinculaciones con el

mercado y asistencia técnica).

Eugene Staley y Richard Morse (1965), investigadores de la Universi-

dad de Stanford, propiciaban este modelo, al que algunos denominan “de

la cuna a la tumba”. En su trascendental trabajo, Modern Small Industry

for Developing Countries, presentaron el principio de “combinación e

interacción” que se aplica a la productividad de las empresas. Según la

visión de estos autores, todo abordaje de las mejoras a la productivi-

dad que pusiera énfasis sobre un único factor resulta, necesariamente,

inefi caz. Por el contrario, para mejorar el rendimiento, se necesita una

combinación de factores en interacción, por ejemplo, capital, crédito,

calidad de gestión, capacitación, asesoramiento técnico, información de

mercado, diseño de productos, suministro de materias primas, espíritu

empresarial, y un clima social y político que posibilite el crecimiento

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248 LARA GOLDMARK

de las empresas, entre otros factores (Staley y Morse, 1965). Asimismo,

advirtieron que las protecciones especiales para pequeñas empresas

podrían desalentar su crecimiento y restringir su competitividad. En la

India, por ejemplo, el gobierno protegía a una clase de empresas menos

competitivas que tenían escasos incentivos para crecer más allá de los

umbrales de tamaño defi nidos por el gobierno. Resulta revelador el hecho

de que, hasta hace poco, la India tuviera la mayor población mundial

de empresas de 49 personas.12

A la larga, el enfoque de la India con respecto al desarrollo de la

pequeña industria resultó ser una limitación, en el mejor de los casos,

y un gran desperdicio de recursos, en el peor. Por una parte, el sector

de pequeñas empresas se desarrolló en ese país, si bien para ello se

sacrifi có la productividad durante varios decenios (véase el análisis

“Small Is Not Beautiful”, en Lewis, 2004). Por otra parte, este modelo se

replicó en varios otros países, en los que demostró ser no sólo inefi caz

sino, además, completamente insostenible en términos de los recursos

requeridos para mantener semejante sistema.

La tecnología apropiada y el “descubrimiento” del sector informal

Con los años setenta llegó una nueva ola de pensamiento acerca del

desarrollo económico, en particular, con respecto a la función de las

empresas del sector informal. A mediados del siglo XX, los debates entre

economistas y académicos giraban en torno a una caracterización de

la economía como “tradicional” o “moderna”. Staley y Morse (1965)

argumentaban que las empresas tradicionales en sectores que parecían

no tener futuro desaparecerían gradualmente (o, como mínimo, serían

relegadas), en tanto otras podrían transformarse en unidades productivas

de la economía moderna.

12 Aunque se ha eliminado el límite de 50 empleados, en ciertos sectores continúan existiendo algunas restricciones en cuanto al tamaño. Por ejemplo, en la actualidad, una restricción vigente en la industria de la indumentaria limita las inversiones en activos fi jos de las fábricas a US$200.000.

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MICROFINANZAS Y SERVICIOS DE DESARROLLO EMPRESARIAL 249

El infl uyente libro publicado por E. F. Schumacher en 1973, Small is

Beautiful, contrarió la difundida creencia de que la “industrialización” por

parte de las grandes empresas era inherentemente más productiva y mejor

para la sociedad, e introdujo el concepto de tecnologías apropiadas que

podían desarrollarse a fi n de adaptarse a las necesidades de las empresas

más pequeñas de los países en desarrollo. Schumacher, quien había pasado

tiempo en Burma y la India, concluyó que la causa del empobrecimiento

moral y físico tenía su raíz en el efecto desmoralizador del occidente

industrializado sobre las culturas tradicionales, antes autónomas. Estaba

convencido de que el empleo útil podía cumplir una función en las áreas

rurales, aun cuando estas empresas no buscaran alcanzar parámetros de

“productividad óptima”, según la defi nen los economistas. Schumacher

ayudó a fundar una organización británica sin fi nes de lucro, Interme-

diate Technology Development Group, que desarrolló variaciones de

productos sencillos (tales como hornos y bombas de agua) adaptadas a la

vida tradicional de la aldea, nutriéndose de conocimientos tecnológicos

de avanzada. Los proyectos de tecnología apropiada que se desarrollaron

como parte del legado de Schumacher tendieron a centrarse en empresas

rurales, no pertenecientes al sector agrícola.

En tanto, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) investi-

gaba los importantes matices del desempleo y el subempleo en los países

en desarrollo. El término “sector informal”, acuñado a principios de los

años setenta por el investigador Keith Hart, abarca la amplia gama de

actividades de tipo empresarial en que habitualmente se involucran las

personas pobres. Un informe muy conocido, de 1972, acerca de una

misión de la OIT a Kenia, destacó la importancia del papel que cumplían

las empresas informales al proporcionar empleo productivo e ingresos,

así como los vínculos signifi cativos que existían entre los sectores for-

mal e informal. Este trabajo llegó a la conclusión de que los gobiernos

debían mejorar los incentivos para empresas informales, optimizando el

comercio y los procedimientos de obtención de licencias para ejercerlo,

poniendo freno a la destrucción del sector de viviendas informales, in-

crementando la investigación aplicada en el área y brindando asistencia

a las empresas informales con miras a la creación de productos aptos

para su uso en el sector informal (Moser, 1979).

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250 LARA GOLDMARK

Fue así que la década de 1970 aportó un nuevo punto de vista al

desarrollo: en lugar de ver a las empresas informales como un “residuo”

indeseable de la economía formal, se produjo un reconocimiento gradual

de la contribución positiva y dinámica del sector informal al empleo y

al crecimiento equitativo. Investigaciones fi nanciadas por el proyecto

PISCES, de USAID, revelaron que, pese a utilizar tecnologías sencillas,

las microempresas hacen un uso productivo de los recursos, ocupan un

nicho importante en mercados de bajo ingreso y pueden servir como

un semillero de talento empresarial. Investigaciones tempranas identi-

fi caron también las principales restricciones que enfrentan las pequeñas

empresas: acceso limitado al crédito, capacitación y asistencia técnica, y

entornos regulatorios difíciles. Los donantes alentaron a los gobiernos

de los países en desarrollo a ver a las empresas más pequeñas como

contribuyentes a un crecimiento equitativo.

Los años ochenta fueron la era del modelo de crédito más servi-

cios adicionales, como ya se ha analizado en este capítulo. En los años

noventa, numerosos donantes se centraron en el modelo minimalista

de las microfi nanzas. A principios del decenio, el campo emergente

de las instituciones y los programas de servicios de desarrollo empre-

sarial autónomos se vio opacado por los logros sobresalientes en las

microfi nanzas. No obstante, durante la segunda mitad de la década

de 1990 y con los inicios del nuevo milenio, se ha mostrado un reno-

vado interés en las intervenciones destinadas a apoyar el desarrollo

empresarial.

El paradigma del desarrollo de mercado

El “renacer” del desarrollo empresarial se inició a mediados de los años

noventa y surgió de una interesante coincidencia entre las visiones de

dos grupos. Los líderes de las microfi nanzas comenzaron a hablar acerca

de servicios de desarrollo empresarial a un grupo de donantes europeos

y multilaterales que, tradicionalmente, habían centrado sus esfuerzos

en pequeñas y medianas empresas (PyMe), y que hasta entonces ha-

bían defi nido estos servicios en términos excesivamente limitados (de

capacitación y asistencia técnica). Por otra parte, como resultado de

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su compromiso de aliviar la pobreza, el personal de desarrollo de mi-

croempresas de USAID se vio tentado de volver sobre la pregunta sin

respuesta de Boomgard: cómo llegar a las empresas cuyas necesidades

no se satisfacían con el crédito minimalista como único medio. Las

investigaciones basadas en datos empíricos mostraron reiteradamente

que tanto las microempresas como las PyMe (un grupo que, combinado,

se denomina Mipyme), en la mayor parte de las regiones con países en

desarrollo, identifi caron sus dos limitaciones principales (con distinto

orden de prioridad) como falta de capital y falta de acceso a los merca-

dos (Webster, 1997). Durante este período de renovado interés en los

servicios de desarrollo empresarial, surgió una defi nición más amplia y

fl exible, que incluye los servicios “operativos” (como fotocopiado, fax,

teléfono, Internet, publicidad y tercerización), junto con los servicios

“estratégicos”, destinados a mejorar el rendimiento y la productividad

(por ejemplo, capacitación, consultoría, acceso a la tecnología, acceso

al mercado y suministro de información).

Hacia mediados de los años noventa las lecciones aprendidas a

partir del desempeño de los programas en instituciones tales como el

Banco Mundial ya habían contribuido a una tendencia a apartarse del

apoyo directo a las empresas. Además cada vez era mayor la convicción

de que los servicios de desarrollo empresarial debían mantenerse pro-

gramáticamente independientes del fi nanciamiento. Una generación de

proyectos para PyMe, que vinculaba el crédito con asistencia técnica en

las décadas de 1970 y 1980, había dado lugar a proyectos de mayor enver-

gadura, con componentes destinados a brindar apoyo a estas empresas.

Los mecanismos de apoyo eran indirectos e incluían proyectos de obras

públicas destinados a estimular la demanda de servicios y productos de

PyMe, fortalecimiento de la capacidad de instituciones que, a su vez,

trabajaban con estas empresas, una reforma general de políticas, que

presumiblemente tendría efectos positivos para este sector. Esta era

también aportó un nuevo enfoque centrado en la competitividad de

las PyMe, y no en los aspectos fi nancieros.

La coincidencia entre la visión de los profesionales de las áreas

de PyMe y microempresas se formalizó cuando el Comité de Donan-

tes para el Desarrollo de la Pequeña Empresa decidió elaborar un

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conjunto de pautas para prácticas óptimas en servicios de desarrollo

empresarial, tal como ya se había hecho para microfi nanzas con exce-

lentes resultados. Entre los desafíos se contaban las defi niciones, aún

divergentes, de servicios de desarrollo empresarial, un gran número

de tipos y herramientas de intervención y un conjunto limitado de

modelos exitosos. Estos retos forzaron a los investigadores a cuestionar

principios previamente aceptados, lo que los llevó a preguntarse por qué

el rendimiento de los programas de servicios de desarrollo empresarial

había sido tan decepcionante hasta la fecha y qué lecciones podrían

extraerse de algunas de las innovaciones más recientes y promisorias.

A lo largo de tres años, entre 1997 y 2000, el Comité de Donantes dio

apoyo a una gran iniciativa de investigación, que encomendó una serie

de estudios de casos categorizados por área de servicio y un grupo de

temas que debían ser abordados, así como documentos de trabajo sobre

temas interrelacionados, tales como la medición del rendimiento y la

sostenibilidad.

El BID ha auspiciado diversos debates entre donantes y consul-

tores, de distinta procedencia, quienes anteriormente sostenían que

estaban ocupados en poblaciones muy diferentes: las microempresas,

por una parte, y las pequeñas y medianas empresas, por otra. El grupo

alcanzó un amplio consenso en cuanto a diversos principios clave para

el éxito de los proyectos de desarrollo empresarial: la importancia de

identifi car claramente el fracaso (o los fracasos) de mercado que una

intervención procura abordar; un perfi l más bajo de los gobiernos, do-

nantes y responsables de la ejecución de proyectos, que deberían actuar

como “facilitadores” de mercado más que como actores, junto con un

mayor papel de las empresas privadas; la eliminación de los servicios con

importantes subsidios o completamente sin cargo; y la sostenibilidad,

a través de la combinación de una mayor capacidad local y una estra-

tegia de salida cuidadosamente planifi cada por parte de los donantes y

responsables de la ejecución.

De la conferencia de Rio surgió un grupo motivado, decidido

a que los donantes adoptaran un enfoque más distante, en el que

los proyectos deberían apuntar a desarrollar mercados para un gran

conjunto de servicios de desarrollo empresarial. Entre los servicios se

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podrían incluir los de capacitación y asistencia técnica, información

y acceso a mercados, contabilidad, servicios legales, y tecnología de

la información y la comunicación. Las intervenciones, no obstante,

debían limitarse a respaldar el desarrollo de productos y actividades

afi nes, en lugar de subsidiar la prestación directa de servicios a em-

presas pequeñas.

El cambio en la línea de pensamiento que tuvo lugar en el campo

de servicios de desarrollo empresarial entre 1997 y 2000 no se limitó

a los donantes, sino que refl ejó los resultados de experimentos que

se habían estado produciendo en América Latina13, y nació de una

combinación de realismo y optimismo. En primer lugar, se reconoció

ampliamente que ni las instituciones públicas ni las ONG habían te-

nido éxito en prestar servicios de desarrollo empresarial pertinentes

o sostenibles a un número signifi cativo de empresas, fuera o no en

forma conjunta con un crédito. En segundo lugar, existía optimismo

acerca del potencial de los proveedores privados con fi nes de lucro

para cumplir esta función. En tercer lugar, las defi niciones fl exibles y

en expansión de los servicios de desarrollo empresarial en sí exigían

un paradigma más amplio.

Ahora, ¿qué?

Desde la publicación en el año 2000 de las pautas para donantes (véase

la edición de 2001 en español en http://www.ilo.org/images/empent/

static/seed/donor/bds-donCom-gui-esp.pdf), se ha cuestionado en

cierta medida el paradigma de desarrollo de mercado. A diferencia de la

comercialización de microfi nanzas, un concepto relativamente sencillo

respaldado por numerosos ejemplos, el enfoque de los servicios de de-

sarrollo empresarial que apunta a la expansión de mercados carece de

un grupo claro de “proyectos de demostración”. Los resultados positivos,

por su misma naturaleza, se encuentran más vinculados al desarrollo

13 Cabe destacar que diversos organismos gubernamentales de Chile habían comenzado a utilizar mecanismos centrados en la demanda para fi nanciar los programas de apoyo a empresas a principios de los años noventa.

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254 LARA GOLDMARK

y al fortalecimiento de sistemas y mercados, y por lo tanto, pueden

parecer menos evidentes en términos de transacciones tangibles y de

corto plazo. Las que siguen son algunas de las preguntas o críticas más

comunes y pertinentes:

• ¿Qué tipo de institución debería actuar como facilitadora? ¿Se

trata de una actividad sostenible? ¿Es posible que una misma

institución sea facilitadora y proveedora directa de servicios

de desarrollo empresarial?

• ¿Tiene sentido desarrollar el mercado de servicios de desarrollo

empresarial por sí mismo? ¿Existe una relación directa entre

el crecimiento o la competitividad de las pequeñas empresas

y el uso o la adquisición de servicios de este tipo?

• ¿Por qué, con frecuencia, es tan escasa la demanda de servicios

empresariales? ¿Son realmente el ingrediente que falta?

• Decir que los proveedores deberían ser privados y con fi nes de

lucro contribuye poco a hacer viable un modelo de negocios

inviable. ¿Qué debería hacerse cuando el sector privado no

responde a incentivos?

Mientras los profesionales del desarrollo se esforzaban por res-

ponder a estas preguntas, ha seguido su curso el proceso de fertiliza-

ción mutua entre profesionales de microempresas, expertos en el área

de desarrollo de PyMe y académicos. En respuesta a algunas de las

falencias aparentes del paradigma de desarrollo de mercado mediante

los servicios de desarrollo empresarial, y siguiendo el ejemplo de unas

pocas instituciones que han reorientado sus iniciativas de desarrollo

de PyMe hacia la “competitividad”, recientemente se ha ampliado el

concepto de desarrollo de mercado, que actualmente incluye la totalidad

de la cadena de valor o del subsector en el que operan las pequeñas

empresas, en lugar de incluir únicamente los mercados de servicios

empresariales.

El contexto de la globalización, así como las tendencias recientes

en la economía mundial, también han infl uido sobre el pensamiento

acerca de la mejor forma de catalizar el crecimiento de las pequeñas

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MICROFINANZAS Y SERVICIOS DE DESARROLLO EMPRESARIAL 255

empresas. La globalización del comercio ha traído aparejados nuevos

desafíos y oportunidades para las empresas pequeñas. A medida que las

multinacionales e incluso las empresas medianas en países desarrollados

globalizan su función de compras y se dedican a la tarea de coordinar,

más que producir, aumenta la adquisición de productos y componentes

fabricados en países en desarrollo. Si bien la mayor parte de los provee-

dores de grandes compradores internacionales son pequeñas o medianas

empresas, las microempresas cumplen un papel en ciertos sectores o

porciones de la cadena de valor. En las áreas de textiles y manufactura,

pueden servir como un recurso fl exible de producción o mano de obra,

para empresas de países en desarrollo, que no tienen interés o no están

en condiciones de invertir en plantas permanentes, equipamiento o

capacidad de personal. En diversos sectores agrícolas con procesos de

cosecha o poscosecha, con uso intensivo de mano de obra, los pequeños

productores pueden organizarse para proveer a los grandes compradores

productos tales como café, algodón, hierbas, especias, y ciertas frutas y

verduras. En vista del mercado creciente de artículos con aspecto casero

auténtico que existe en los países en desarrollo, los compradores inter-

nacionales procuran adquirir a artesanos capacitados.

Participar en las cadenas de valor globales puede ser difícil para

las pequeñas empresas, pues los productos deben cumplir con nor-

mas mundiales de seguridad y calidad. Por lo tanto es posible que los

mercados locales y regionales sean una mejor alternativa para algunos

pequeños productores. Las pequeñas empresas que establecen enlaces

exitosos con compradores internacionales, no obstante, pueden apro-

vechar importantes oportunidades de crecimiento. Debido a que sus

compradores las presionan para que mejoren sus productos y procesos,

estas empresas tienden también a volverse más competitivas en los

mercados locales.

Para organizar un proyecto de desarrollo empresarial en torno a

estas nuevas oportunidades, se requiere una combinación de herramientas

antiguas (tales como las utilizadas en los proyectos de los años ochenta,

que establecían vínculos en el mercado) y nuevas concepciones. Más

concretamente, se recomienda que los responsables de la ejecución de

proyectos se ajusten a los siguientes principios:

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256 LARA GOLDMARK

• Comprender la cadena de valor. Un proyecto que procure

proveer oportunidades de crecimiento para pequeñas empresas

deberá conocer a fondo la totalidad de la cadena de valor. Los

responsables de la ejecución de los proyectos deberán identi-

fi car problemas o “eslabones débiles” y encontrar soluciones

comerciales; éstas, a su vez, deberán producir benefi cios que

repercutan sobre toda la cadena y que ayuden a empresas

de todo tamaño. También podrán identifi carse restricciones

específi cas a la participación de las empresas pequeñas.

• Comenzar con la demanda de los consumidores y trabajar en

sentido inverso para desarrollar una estrategia comercial viable.

El análisis debe incluir información específi ca acerca de las

características de la demanda de los consumidores. A partir

de esa información, los responsables de la ejecución pueden

trabajar en sentido inverso, de modo de desarrollar estrategias

comerciales viables para grupos de empresas pertenecientes a

la cadena, en lugar de empresas individuales. A continuación,

se enumeran algunas estrategias que han tenido éxito tanto

en estimular el crecimiento sectorial, como en incrementar la

participación de las microempresas y las pequeñas empresas

en las cadenas de valor: iniciativas de marketing y creación

de marcas en el orden nacional o regional; penetración de

nichos de mercado; desarrollo de mecanismos de terceriza-

ción creativos, mediante la vinculación de microempresas y

pequeñas empresas como subcontratistas de empresas líderes;

y concentración en los mercados locales y regionales con

demanda.

• Trabajar en forma estrecha con asociados del sector privado.

Los asociados ideales son las empresas líderes: intermediarios

privados o compradores con acceso a mercados e interés en

abastecerse a partir de pequeños productores. Un proyecto

debe ser benefi cioso tanto para unas como para otros. En

lugar de evitar al “malicioso intermediario”, como intentaron

hacer algunos proyectos anteriores, este enfoque se propone

elevar al máximo el valor agregado que proporcionan los

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MICROFINANZAS Y SERVICIOS DE DESARROLLO EMPRESARIAL 257

intermediarios: información sobre el mercado, orientación

acerca de cómo cumplir con especifi caciones en la producción

y fi nanciamiento. En otras palabras, los proyectos deberían

procurar mejorar este tipo de “ciclo virtuoso”, tal como se ha

hecho en el sector de artesanías (véase el gráfi co 7.1). Si fuera

necesario, los proyectos pueden también ayudar a las empresas

líderes a establecer asociaciones con proveedores de servicios

empresariales privados.

Algunos de estos principios, si bien no son completamente nue-

vos, posiblemente se aparten de las prácticas clásicas de los donantes.

Al centrarse en la cadena de valor más que en las pequeñas empresas

en sí, los diseñadores de los programas deben eliminar la “lente de ta-

maño” que tan a menudo los ha limitado. Las intervenciones exitosas

benefi ciarán también a las empresas líderes, así como a los pequeños

productores; este resultado puede traer aparejada cierta incomodidad

para los proveedores de fondos que operen con mandatos estrictos de

promoción de las pequeñas empresas o que no piensen que se deban

utilizar los subsidios para benefi ciar a los intermediarios del sector

privado. No obstante, al hacer participar a los intermediarios en el

proceso de desarrollo, y al utilizar intervenciones para fortalecer los

vínculos verticales y horizontales entre las empresas, los donantes tienen

más posibilidades de generar oportunidades sostenibles para pequeñas

empresas y microempresas.

Diversos donantes han tenido muy buenos resultados en su apoyo

a los programas sectoriales de desarrollo empresarial, conforme a estos

lineamientos.14 Tal como se ha mencionado, los proyectos apoyados

14 A lo largo de las últimas décadas, USAID ha brindado apoyo a un gran número de proyectos sectoriales que se proponen incrementar los ingresos y el empleo para pequeñas empresas y microempresas, en algunos casos, como intervenciones autónomas para estas últimas y, en otros, como parte de proyectos de desarrollo del sector privado de mayor envergadura, en las áreas de agroindustria, comercio o competitividad. Asimismo, el BID ha seguido adelante con sus programas iniciados en los años ochenta, conforme a estos lineamientos. Una evaluación reciente de la cartera de desarrollo empresarial del Fondo Multilateral de Inversiones concluyó que los programas sectoriales habían sido los más exitosos (BID, 2002).

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258 LARA GOLDMARK

por el BID en los sectores de artesanías y agricultura tienen una larga

tradición de trabajo con los intermediarios del mercado y a través de

ellos. En casos más recientes que han seguido este modelo para sus

proyectos, se están estableciendo asociaciones con empresas privadas y

se está comenzando un análisis de la demanda del mercado, para luego

trabajar en sentido inverso, con miras a evaluar qué intervenciones o

servicios empresariales podrían ser necesarios.

Recientemente, USAID ha dado apoyo a una ONG, Action for

Enterprise, con el fi n de trabajar con exportadores de Ghana y Malí.

Ambos proyectos tienen por objetivo aumentar las oportunidades de

ventas para exportadores medianos y grandes, que a su vez brindan

servicios derivados para los pequeños productores que les proveen

mercancías. En Bangladesh, el proyecto JOBS, con apoyo de USAID,

realizó la experiencia de llevar a compradores y diseñadores extranjeros

a comprar zapatos hechos a mano a pequeños productores. El rápido

éxito de este proyecto piloto motivó al personal de JOBS a comenzar

a trabajar de modo parecido con diversos otros sectores. El enfoque

de JOBS frente a la intervención determinada por la demanda consta

de tres componentes esenciales: agrupar a pequeños productores (de

modo tal que sean atractivos para grandes compradores); crear enlaces

de demanda entre intermediarios y pequeños proveedores; y, por úl-

timo, estimular la prestación de servicios integrados, de modo tal que

los pequeños productores puedan mejorar sus procesos de producción,

desarrollar nuevos productos y seguir el ritmo de la demanda del

mercado. Si bien se trata de unos pocos componentes, en ningún caso

la implementación es sencilla. El hecho de generar confi anza entre los

pequeños productores, para que puedan trabajar en forma conjunta

con efi cacia, puede constituir un reto considerable, ya sea que existan

o no estructuras formales de asociación o trabajo en cooperativas.

Además, proveer aportes por única vez, por ejemplo, experiencia en

diseño o una ronda de fi nanciación, puede ser fácil, pero asegurar que

exista la capacidad institucional y humana para desarrollar nuevas so-

luciones a nuevos problemas una vez fi nalizado el proyecto es mucho

más complejo. © B

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MICROFINANZAS Y SERVICIOS DE DESARROLLO EMPRESARIAL 259

La conexión fi nanciera

¿Qué implican las nuevas perspectivas sobre desarrollo empresarial

y la nueva oleada de proyectos sectoriales integrados para el vínculo

con las microfi nanzas o las fi nanzas? En muchos de estos proyectos,

las fi nanzas constituyen tan sólo uno entre varios componentes esen-

ciales. Formar asociaciones con instituciones fi nancieras locales o

ayudarlas a desarrollar servicios apropiados para pequeñas empresas

y microempresas (mediante el downscaling), puede ser una estrategia

que permita incrementar la disponibilidad de crédito y otros servicios

necesarios para las pequeñas empresas. En los casos en que el sector

fi nanciero y las instituciones de microfi nanzas no estén en condiciones

de proporcionar acceso al crédito sobre una base comercial rentable,

por ejemplo, en el sector agrícola, una solución común de mercado es

que los compradores provean el fi nanciamiento (crédito de la cadena

de suministros). Con una inversión mínima, las intervenciones de los

donantes pueden ayudar a estructurar e iniciar tales mecanismos, de

formas que permitan una fuente sostenible de fi nanciamiento más allá

de la duración del proyecto.

El crédito de la cadena de suministros puede ayudar a superar

muchos de los obstáculos tradicionales que enfrentan los préstamos a las

pequeñas empresas y microempresas. Desde la perspectiva del prestamista,

estos tipos de transacciones tienen diversas ventajas. En primer lugar,

supervisar las actividades de la cadena de valor es más sencillo que super-

visar a agricultores o empresas aislados en lugares remotos. En segundo

lugar, el fl ujo de efectivo para el pago del préstamo está más asegurado,

pues el prestatario puede asignar en forma irrevocable el producto de la

venta, que se pagará en forma directa al prestamista. El comprador no

garantiza el préstamo, pero agrega valor a la transacción, como paga-

dor confi able. En tercer lugar, efectuar varios préstamos pequeños con

términos idénticos reduce los costos de transacción para el prestamista.

Por el contrario, cuando los prestatarios efectivamente solicitan crédito

como grupo, pueden negociar mejores términos y precios. En cuarto

lugar, puede existir la posibilidad de proveer fi nanciamiento a través de

otro participante en la cadena de valor, en una versión expandida del

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crédito que los proveedores ofrecen a los agricultores: un comprador

extranjero puede coordinar la emisión de una carta de crédito que pueda

ofrecerse como garantía del exportador.

Además del crédito de la cadena de suministros, algunos programas

han estado experimentando con arrendamientos y fi nanciamiento de

existencias (recibos de depósitos). En la práctica, cuando las empresas

líderes tienen acceso adecuado a préstamos, capital o fi nanciamiento

comercial, ofrecen, a su vez, alguna forma de crédito a sus pequeños

proveedores.

Conclusión

Las historias paralelas del desarrollo de las microfi nanzas y las empresas

de América Latina ofrecen algunas lecciones importantes para ambos

campos. Al parecer, después de casi cuatro decenios, el debate acerca

de si agrupar o no los servicios fi nancieros y de desarrollo empresarial

parece plantear un dilema falso. La respuesta dependerá del contexto,

así como de las metas de la institución o la intervención de desarrollo

de que se trate.

• Las instituciones de microfi nanzas que deseen alcanzar niveles

de rentabilidad comerciales deberán evaluar el fundamento

comercial para prestar servicios de desarrollo empresarial.¿Es

probable que estos servicios atraigan a nuevos clientes o que

incrementen la lealtad? ¿Pueden proveerse a un costo mínimo?

¿Se cuenta con experiencia interna que podría permitir a la

institución ofrecer servicios de gran calidad? ¿Existen meca-

nismos (por ejemplo, encuestas) que permitan a la institución

medir la demanda y la satisfacción de los clientes, de modo que

al agruparlos no se pierdan de vista señales importantes? Con

una motivación comercial, atención a los costos y un meca-

nismo que permita interpretar las señales de la demanda, el

hecho de prestar servicios limitados de desarrollo empresarial

no debería apartar a una institución de microfi nanzas de sus

metas de crecimiento y rendimiento superiores.

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• Las instituciones de microfi nanzas que tienen motivos vin-

culados con el desarrollo para ofrecer servicios de desarrollo

empresarial deberán evaluar detenidamente qué servicios

tienen efectos reales: ¿la educación fi nanciera como parte del

proceso de otorgamiento del préstamo, los servicios sociales

o los destinados a mejorar el rendimiento comercial de los

clientes? En el caso de los programas de banca comunal, que

ofrecen las tres posibilidades, las pruebas más convincentes se

relacionan con los programas sociales y las más endebles, con

los servicios de desarrollo empresarial.

• Los programas sectoriales de desarrollo empresarial que

identifi quen y resuelvan limitaciones a la participación de

las microempresas en las cadenas de valor deberán analizar

si la falta de acceso a servicios fi nancieros representa una

restricción clave y para quién; luego, deberán identifi car a los

proveedores de servicios fi nancieros existentes y decidir qué

combinación de asociaciones, fortalecimiento institucional

y desarrollo de productos podría llegar a necesitarse. En este

punto, pueden aplicarse lecciones de ambos campos. Por

una parte, la experiencia ha demostrado que una institución

no necesita ser tradicional o regulada para prestar servicios

fi nancieros a microempresas con éxito, de forma sostenible.

Por otra parte, las leyes y los principios del fi nanciamiento

siguen vigentes y deberán respetarse aun en un contexto de

este tipo. Los prestamistas deberán desarrollar mecanismos

para evaluar y reducir el riesgo cuando otorguen préstamos

a los prestatarios no tradicionales, poner suma atención en la

calidad de la cartera y en los costos de transacción, y evitar el

subsidio de las tasas de interés.

• Los programas sectoriales que trabajen a través de empresas

líderes o intermediarios podrán ofrecer oportunidades para que

los productores obtengan acceso a un paquete de servicios, que

podrán incluir fi nanciamiento, asistencia técnica, capacitación

o información de mercado. Por su naturaleza, se adaptarán a las

necesidades del consumidor fi nal del producto en cuestión. Los

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desembolsos de efectivo no son necesarios para pagar servicios,

aunque el costo debería refl ejarse en el precio de venta de los

insumos o los productos fi nales, y podrá ser compartido por

las empresas líderes y los pequeños productores. Este enfoque

propone una operatoria impulsada por el mercado, para proveer

un conjunto integrado de servicios adaptado a las necesidades

de los pequeños productores.

En última instancia, comparar las microfi nanzas con los servicios

de desarrollo empresarial es como comparar manzanas con un conjunto

de frutas diversas. Regresando a la defi nición de microfi nanzas propuesta

al principio de este capítulo, “servicios fi nancieros de pequeña escala

para propietarios y trabajadores de microempresas”, y reconociendo

que el producto original que lanzó la revolución de las microfi nanzas

fue el préstamo de capital de trabajo de corto plazo, el resultado es

un producto que, por su naturaleza misma, ha sido concebido para

una clientela específi ca. Los términos de los préstamos, los análisis de

crédito, los procedimientos de reembolso y todo lo relacionado con el

producto esencial de las microfi nanzas, así como muchas otras carac-

terísticas de otros productos que ahora también se ofrecen, han sido

diseñados específi camente para adecuarse a un grupo destinatario con

algunas pocas características en común, relacionadas con el tamaño y la

naturaleza de su actividad primaria generadora de ingresos. A medida

que el campo se expanda e incluya todo tipo de servicios, por ejemplo,

ahorros, transferencias y seguros, y a medida que los productos de prés-

tamo se tornen más variados y sofi sticados, es probable que los actores

en la industria de las microfi nanzas descubran nuevas oportunidades

de integrar alguna forma de desarrollo empresarial a sus productos, en

los casos en que exista una justifi cación comercial. El ejemplo de los

proveedores de capital emprendedor en Estados Unidos, que vinculan la

asistencia en gestión con las inversiones de capital, por ejemplo, o el de

los prestamistas de créditos personales que ofrecen educación fi nanciera,

demuestran que aun en mercados sofi sticados puede haber incentivos

comerciales para ofrecer servicios empresariales con valor agregado más

allá de lo fi nanciero. Resulta claro, sin embargo, que han quedado atrás

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MICROFINANZAS Y SERVICIOS DE DESARROLLO EMPRESARIAL 263

los días de afi rmar que el microcrédito vinculado con los servicios de

desarrollo empresarial mejora el rendimiento de la cartera.

Los servicios de desarrollo empresarial, por otra parte, están

conformados por diversos productos que deben ajustarse para adap-

tarse a las necesidades de empresas de diversos tamaños y sectores.

Muchas instituciones de microfi nanzas intentaron aplicar un curso de

gestión de microempresas apto para todas las necesidades, pero no han

logrado un éxito amplio. En efecto, los programas de capacitación con

vales, determinados por la demanda, han demostrado claramente que

los propietarios de microempresas se interesan específi camente por

cursos de capacitación adecuados a cada sector, pues son los que muy

probablemente les enseñen las habilidades prácticas que los ayudarán

a ganar más dinero al día siguiente. En tanto, la experiencia de organi-

zaciones tales como Fundación Carvajal, en Colombia, demuestra que

numerosos grupos de destino, como los de jóvenes, desempleados y

empresarios potenciales, tienden a responder en forma más favorable

a las oportunidades de capacitación formal que los empresarios, que

tienen muchas ocupaciones.

Sobre la base de experiencias tempranas con organizaciones de

productores, y en respuesta al entorno de negocios global de hoy, una

nueva generación de programas sectoriales en el área de desarrollo

empresarial puede ofrecer un terreno fértil para aportar soluciones

integradas, entre ellas crédito a pequeños productores a través de inter-

mediarios de mercado. En los casos en los que pueda proveerse fi nan-

ciamiento en forma rentable, el campo de microfi nanzas observará si

los productos pueden adaptarse, incrementando la variedad y el alcance

de los servicios ofrecidos a los clientes. En otros casos, los bancos o las

instituciones de microfi nanzas pueden tener la posibilidad de proveer

servicios tecnológicos o de informática a intermediarios que no sean,

por su naturaleza, instituciones fi nancieras y que no deseen invertir en

sistemas de seguimiento de préstamos. Así, en tanto la programación

de la cadena de suministros ofrece promesas para el desarrollo empre-

sarial, el fi nanciamiento de la cadena de suministros representa una

nueva frontera promisoria que deberán explorar los participantes en

las microfi nanzas.

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C A P Í T U L O 8

Los retos futuros de las microfi nanzas en América Latina

Robert Peck Christen y Jared Miller

Las microfi nanzas en América Latina tienen una historia larga y llena

de pormenores. Desde que se acuñó el término “microempresa”,

en Recife, Brasil, en 1972, se ha desarrollado toda una industria

destinada a ofrecer crédito a millones de personas autónomas y a mi-

croempresarios, para que puedan ampliar sus empresas, enfrentar crisis

fi nancieras inevitables, o proveer salud y educación a sus familias. El

microcrédito está en boca de la mayor parte de los políticos nacionales y

numerosas personas creen que es una herramienta poderosa en la lucha

contra la pobreza. Sin embargo, sin desmerecer sus evidentes logros,

todavía queda mucho por escribir en la historia de las microfi nanzas. En

América Latina, el campo enfrenta numerosos retos que le imprimirán

forma y carácter en el futuro. En algunos aspectos básicos, todavía no han

cumplido las promesas hechas años atrás, cuando pasaron del ámbito

del trabajo social y de benefi cencia para formar parte del mundo de la

banca, si bien se trata de un tipo especial de servicio bancario.

Después de reconocer los logros de la comunidad de microfi -

nanzas de América Latina, este análisis se centrará en las tareas que

quedan pendientes para alcanzar el desafío de ofrecer una amplia gama

de servicios fi nancieros al sector informal. A lo largo del capítulo, se

destacarán cuatro retos: la ampliación de la cobertura en los mayores

mercados de la región; un mayor alcance del servicio que incluya a los

escalones inferiores de la pirámide socioeconómica; la ampliación de

la oferta de productos no crediticios; y, por último, la consecución de

estas tres tareas bajo una creciente presión competitiva. Estos desafíos se

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270 ROBERT PECK CHRISTEN Y JARED MILLER

resumen en un mayor acceso de muchas más familias de ingreso bajo a

los servicios fi nancieros, con una simultánea reducción de la dependencia

de la industria con respecto a los subsidios de donantes.

Este capítulo hace referencia a datos de dos fuentes primarias: por

una parte, el conjunto de instituciones latinoamericanas que elevan

informes regularmente para su inclusión en el MicroBanking Bulletin,

de Microfi nance Information eXchange (MIX) y, por otra, el grupo de

instituciones incluidas en la encuesta global de instituciones fi nancieras

alternativas, llevada a cabo por el Consultative Group to Assist the Poor

(CGAP, el consorcio de donantes de microfi nanciamiento auspiciado

por el Banco Mundial). Los datos del MicroBanking Bulletin contienen

información detallada sobre el rendimiento de un grupo selecto de

instituciones de microfi nanzas; en tanto, los datos de la encuesta global

del CGAP, que se completó originalmente en 1999 y se actualizó en

el año 2003, incluyen datos menos detallados acerca de un grupo de

instituciones más amplio. Es importante que el lector tome nota de

qué conjunto de datos se utiliza para elaborar cada cuadro o gráfi co.

Por lo general, los datos del MicroBanking Bulletin se utilizan para los

indicadores de rendimiento y los del CGAP, para cuadros y gráfi cos que

abordan el tema general de ampliar el alcance o cobertura.

A lo largo de los últimos 30 años, el microcrédito en América

Latina ha tenido un crecimiento considerable. Durante los primeros

15 años, las ONG experimentaron con diversas técnicas de préstamo y,

en última instancia, identifi caron algunas que podían generar tasas de

repago extremadamente elevadas, en comparación con las iniciativas

tradicionales de fi nanciamiento del desarrollo. Se descartaron la asis-

tencia técnica compleja y los paquetes de capacitación que inicialmente

acompañaban al crédito, los costos se redujeron en forma notable y los

primeros pioneros advirtieron que los programas podían llegar a ser

sostenibles con tasas de interés más altas que las halladas normalmen-

te en los programas de crédito destinados a un público específi co. A

partir de estos dos datos relacionados (que los pobres tenían mejores

tasas de repago que los menos pobres y que pagaban tasas de interés

más elevadas, lo que, a su vez, podía proveer una base fi nanciera para

las operaciones de la institución de préstamo) nació la convicción de

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LOS RETOS FUTUROS DE LAS MICROFINANZAS EN AMÉRICA LATINA 271

que el microcrédito podría crecer en forma exponencial y apuntalar

el desarrollo económico y la prosperidad en el sector informal de

América Latina.

A mediados de los años ochenta se fundaron numerosas ONG que

incorporaron esta nueva idea y buscaron, a lo largo del tiempo, llegar

a un número de clientes cada vez mayor, crear instituciones fi nancieras

sostenibles y rentables, generar enlaces con el sector bancario comercial

como fuente de fondos, e insertar defi nitivamente el microcrédito en los

sectores bancarios nacionales. Desde entonces, el crecimiento ha sido

extraordinario. El conjunto de estimaciones más amplio habla de más

de cuatro millones de prestatarios en la región.

A lo largo de los últimos 15 años cada vez más instituciones han

obtenido tasas de repago notables. Un número sustancial de líderes de

la industria han gestionado carteras con un 3% o menos de préstamos

en mora (de más de 30 días). Esta marca se ha alcanzado en presencia

de desafíos importantes que nacen de la contracción generalizada de la

economía, de disturbios localizados y de la fuerte competencia en algunos

mercados. Un porcentaje aún menor ha sido castigado a pérdidas. Las

organizaciones de microcrédito muestran un rendimiento fundamen-

talmente distinto del de los proyectos tradicionales de fi nanciamiento

del desarrollo, los que habitualmente registran tasas de repago de entre

el 35% y el 85%; rango que no permite a los prestamistas poner fi n a

los subsidios existentes.

En los últimos diez años un número creciente de instituciones de

microfi nanzas de América Latina han alcanzado un nivel de sostenibi-

lidad absoluta. Entre ellas se cuentan ONG, instituciones fi nancieras

no bancarias y bancos. En el cuadro 8.1 se ilustra esta evolución. En la

primera edición del MicroBanking Bulletin, en 1997, 12 instituciones

de microfi nanzas de América Latina habían alcanzado autosufi ciencia

operativa. Diez lograron cubrir el costo corrosivo de la infl ación sobre

su patrimonio y habrían podido autofi nanciarse comercialmente. Ha-

cia mediados del año 2003, 43 de las 50 instituciones de microfi nanzas

incluidas en el MicroBanking Bulletin habían podido cubrir el costo

completo de sus operaciones con ingresos por intereses y comisiones,

en tanto 28 tenían sostenibilidad absoluta en términos fi nancieros, en

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272 ROBERT PECK CHRISTEN Y JARED MILLER

un esquema completamente comercial. Estas instituciones también

atienden a la mayoría de los clientes de microfi nanzas.

Inicialmente las instituciones de microfi nanzas de América La-

tina llegaron a ser rentables aplicando tasas de interés relativamente

altas (entre las más elevadas del mundo). Percibieron, correctamente,

que los clientes eran fl exibles con respecto al interés que pagaban por

los préstamos, pues las fuentes de crédito alternativas del mercado de

fi nanciamiento informal eran mucho más costosas y tenían altos niveles

de rentabilidad sobre el mayor patrimonio que representaba el micro-

préstamo. En algunos casos, las instituciones de microfi nanzas aplicaban

tasas de interés incluso del 100% anual. Aquellas que participaron en la

primera edición del MicroBanking Bulletin de América Latina obtuvieron

un rendimiento promedio de su cartera del 53%. Desde entonces, las

tasas han caído, debido al incremento de las presiones competitivas. En

la actualidad, las instituciones informan un rendimiento promedio del

43,6%, en términos nominales.

En gran medida esta disminución en los rendimientos promedio se

ha visto facilitada por una mayor efi ciencia en las organizaciones presta-

mistas. A través de mejoras de escala y tecnológicas, las instituciones de

microfi nanzas han logrado reducir sus costos operativos a niveles que las

tornan viables a tasas de interés comercialmente aceptables. Los costos

Cuadro 8.1 Instituciones de microfi nanzas de América Latina y el Caribe que informan al MicroBanking Bulletin (MBB), 1997–2003

Noviembre de 1997 Julio de 2003

Instituciones de microfi nanzas de América 20 50 Latina y el Caribe que informan a MBBInstituciones de microfi nanzas 12 43 sostenibles en términos operativosInstituciones de microfi nanzas 10 28 sostenibles en términos fi nancierosPrestatarios de instituciones de microfi nanzas 9.847 6.633 no sostenibles fi nancieramente (promedio)Prestatarios de instituciones de microfi nanzas 17.944 31.010 sostenibles fi nancieramente (promedio) Fuente: Análisis de la base de datos del MicroBanking Bulletin, 1996–2003; MicroBanking Bulletin, Número 1, 1997 (noviembre); y MicroBanking Bulletin, Número 9, 2003 (julio).

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LOS RETOS FUTUROS DE LAS MICROFINANZAS EN AMÉRICA LATINA 273

operativos de un grupo de líderes de la industria cayeron del 39% al 18,4%

de la cartera de préstamos, entre noviembre de 1997 y julio de 2003.

El microcrédito se ha trasladado al sector bancario regulado, en

una medida no vista en otras regiones. Mientras que sólo unas pocas

afi liadas de ACCIÓN (líder mundial en microcrédito) habían obtenido

acceso a préstamos bancarios para fi nanciar alguna parte de su cartera

de préstamos en 1993, cinco años más tarde, las instituciones de mi-

crofi nanzas se habían tornado decididamente comerciales. Conforme

a datos del CGAP, en 1998, las instituciones fi nancieras reguladas de

América Latina canalizaron la mitad de todos los fondos de microfi -

nanzas a aproximadamente el mismo porcentaje del total de clientes.

Alrededor de un tercio de las instituciones reguladas eran fi nancieras no

bancarias, en tanto un quinto (el 22%) eran bancos o fi nancieras que

prestaban servicios a una amplia gama de clientes. Para el año 2003, los

bancos representaban una proporción mucho mayor del sector regulado.

Tomado en su conjunto, el número de clientes de ONG e instituciones

de microfi nanzas reguladas creció en proporciones iguales.

Muchas ONG crecieron gracias a la capitalización de recursos de

capital de bancos y otros intermediarios fi nancieros. En julio de 2003,

21 ONG de América Latina incluidas en el MicroBanking Bulletin tenían

una deuda promedio equivalente a 1,2 veces su patrimonio. Un porcen-

taje cada vez mayor de los pasivos se fi ja a tasas de mercado y tiene su

origen en instituciones comerciales, no en donantes.

Pese a estos logros signifi cativos, la comunidad de microfi nanzas

debe enfrentar una serie de desafíos adicionales para cumplir su promesa.

Ampliar los límites económicos y geográfi cos de las microfi nanzas con

servicios fi nancieros más adecuados, en un contexto de mercados cada

vez más competitivos, es la clave para generar el nivel de efectos sociales

y económicos deseados desde hace mucho tiempo.

¿Un problema de los países grandes?

Los primeros ejercicios de análisis identifi caron un problema enorme

en el acceso al microfi nanciamiento en los países más grandes de Amé-

rica Latina (Christen, 2001). La población de la región se concentra

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274 ROBERT PECK CHRISTEN Y JARED MILLER

fuertemente en cinco países: Argentina, Brasil, Colombia, México y

Venezuela representan casi tres cuartos (73%) de la población total de

la región, unos 382 millones de personas. La pobreza también se con-

centra en estos mismos países. Cuatro de los cinco ostentan la dudosa

distinción de caer en el grupo de los 25 países con la peor distribución

de ingresos del mundo. Según diversas estimaciones, en estos países

hay entre 30 y 65 millones de personas que trabajan por cuenta propia

y microempresarios.

Tres de los programas más notables de la región (CrediAmigo en

Brasil, Compartamos en México y Cooperativa Emprender en Colom-

bia, que abarca más de 40 ONG) concentran casi medio millón de los

4,4 millones de clientes de microfi nanzas en América Latina detectados

por el CGAP en su encuesta global más reciente. Sin embargo, apenas

si han logrado algún efecto en la demanda latente de los millones de

prestatarios potencialmente califi cados e interesados, pese a que tanto

Brasil como Colombia y México albergaron a algunos de los primeros

líderes de la industria en los años setenta y principios de los ochenta

(véase el gráfi co 8.1).

Tal vez el modelo elegido en América Latina, el de la ONG, sea

inadecuado para llegar a grandes números de clientes potenciales en los

mercados fi nancieros relativamente bien desarrollados de la región. Por

contraste, en Asia, varios cientos de ONG de la India tienen una cober-

tura de alrededor de 8 millones de clientes, a través de una relación de

asociación con bancos comerciales y fondos de fi nanciamiento para el

desarrollo. En Bangladesh, en tanto, 1.000 ONG ofrecen microcrédito

y más de tres cuartos del total de clientes reciben servicios de las cinco

organizaciones principales (BRAC, 3,5 millones; Grameen, 2,5 millones;

ASA, 1,5 millones; Proshika, 0,5 millones; Buro Tangail, 0,3 millones).

Ninguna institución de microfi nanzas latinoamericana ha alcanzado

la escala de los cinco principales programas de ese país. En efecto, un

programa promedio de América Latina tiene menos de 15.000 clientes

y sólo unos pocos superan los 100.000. Dado el número promedio de

clientes de las instituciones de microfi nanzas de Brasil con estructura

de ONG, Jaime Mezzera, de la Organización Internacional del Trabajo,

calculó que allí se necesitarían 2.358 ONG para cubrir la cantidad esti-

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LOS RETOS FUTUROS DE LAS MICROFINANZAS EN AMÉRICA LATINA 275

mada de clientes que desearían obtener crédito, 13,5 millones (Mezzera,

2002). Las ONG del sur asiático han demostrado ser relativamente

poco costosas de crear; la mayoría se establece con bajos niveles de

fi nanciamiento, de múltiples fuentes, para programas múltiples, con

múltiples propósitos. Por el contrario, las ONG de América Latina han

requerido subsidios de cientos de miles de dólares, sólo para alcanzar

el punto de equilibrio.

En última instancia es posible que la comunidad de microfi nanzas

latinoamericana aún no haya desarrollado los productos apropiados

para resultar atractiva a un gran segmento de la población, en especial,

en estos cinco países de ingreso relativamente medio, donde el sector

fi nanciero se ha desarrollado más acabadamente que en la mayor parte

Clientes potenciales Clientes activos, 1998 Clientes activos, 2003

Gráfico 8.1 Penetración de las microfinanzas en América Latinaa

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Fuentes: Christen (2001); Christen, Rosenberg y Jayadeva (2004).

a Los clientes potenciales representan el 50% de la cantidad total de personas en el grupo de destino.Este porcentaje se ha reducido habida cuenta de que algunos no desean solicitar un préstamo, otros noson solventes y otros no viven en las áreas en las que se presta servicios.

Grupo 1: Bolivia, El Salvador, Honduras, Nicaragua

Grupo 2: Chile, Colombia, Costa Rica, República Dominicana, Ecuador, Guatemala, Paraguay, Perú

Grupo 3: Argentina, Brasil, México, Venezuela

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276 ROBERT PECK CHRISTEN Y JARED MILLER

del resto de la región. Cuando los productos son adecuados, cientos

de miles de clientes nuevos se inscriben en unos meses en el sector

fi nanciero minorista. En Brasil, el sector de créditos de consumo se ha

desarrollado considerablemente a lo largo de las dos décadas pasadas,

pero en realidad despegó en los últimos años de relativa estabilidad

económica. En la actualidad, con una fuerza laboral de unos 80 millones

de personas, los bancos brasileños han emitido más de 40 millones de

tarjetas de crédito, han abierto 66 millones de cuentas corrientes (de

cheques), y han otorgado créditos de consumo y en cuotas por US$20

mil millones. Indudablemente, los bancos han ofrecido servicios fi nan-

cieros a varias decenas de millones de clientes de ingreso bajo a lo largo

del último decenio.

En México y Brasil las instituciones dedicadas en exclusiva al micro-

crédito, generalmente, han fracasado en su propósito de atraer a clientes

de las ciudades más grandes. En el año 2002, Compartamos y CrediAmigo

tuvieron menos de 15.000 clientes en Ciudad de México, Salvador, Recife y

Fortaleza, del total de 32 millones de habitantes entre las cuatro ciudades.

Si se suma la población de Río de Janeiro y São Paulo, con un total de 30

millones de habitantes, donde las ONG atendieron a unos 30.000 clientes,

el panorama no es mucho más alentador. Es posible que la población

de estas megalópolis tenga acceso a fi nanciamiento por otros medios y

no prefi era el tipo de micropréstamos que ofrecen las instituciones de

microfi nanzas. Resulta difícil imaginar que estos microempresarios, que

generalmente son más prósperos que su contraparte rural, pudieran tener

un menor interés intrínseco en el fi nanciamiento.

Aunque no fi gura entre los cinco países mencionados, Chile creó

un mercado de crédito de consumo con 3,2 millones de préstamos (para

una fuerza laboral total de 6 millones de individuos) entre 1988 y 1998,

en tanto el sector dedicado en exclusiva a préstamos a microempresas

otorgó fi nanciamiento tan sólo a 100.000. Durante este período se es-

tima que unas 300.000 microempresas obtuvieron acceso a préstamos

a través de empresas de crédito de consumo, tres veces el número que

obtuvo préstamos de instituciones de microfi nanzas.

Es posible que la comunidad de las microfi nanzas tenga que

reevaluar sus supuestos básicos acerca del microcrédito en mercados

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LOS RETOS FUTUROS DE LAS MICROFINANZAS EN AMÉRICA LATINA 277

en que los servicios fi nancieros paralelos se desarrollan a una tasa ex-

ponencialmente mayor. En las grandes economías es mucho mayor la

proporción de la fuerza laboral que se encuentra empleada en el sector

formal, en comparación con los países en los que las instituciones de

microfi nanzas tienen mayor penetración. Tal vez los microempresarios

puedan obtener acceso a fi nanciamiento de prestamistas de créditos

de consumo a través de un miembro del hogar que reciba un salario.

También es posible que estos prestamistas y proveedores sencillamente

hayan descubierto, sin ayuda, que pueden otorgar préstamos a este sector

con un modelo similar al que utilizan con sus clientes tradicionales.

Algunas lecciones aprendidas en un banco de Perú ilustran este

punto. A fi nes del año 2002 Banco del Trabajo tenía unos 349.000 pres-

tatarios; de estos, alrededor de la mitad eran microempresarios. Si bien

Banco del Trabajo participó en un programa de préstamos global del

BID y recibió fi nanciamiento a bajo costo para desarrollar su cartera

de préstamos a microempresas, lo hizo sin contar con asistencia técnica

externa ni con una tecnología de préstamos independiente. El banco

ofrece préstamos a clientes asalariados y a microempresas por igual, prác-

ticamente sin diferenciación en su enfoque. En 2002 el saldo promedio

pendiente de pago de todos los préstamos de la cartera bruta fue igual

a US$479, un monto similar al de las ONG centradas en el alivio de la

pobreza. Banefe, ahora una subsidiaria de Banco Santander, adoptó el

mismo enfoque en el mercado chileno, de menores dimensiones, donde

alcanzó a decenas de miles de empresas.

Estos ejemplos muestran que la percepción general acerca de la baja

penetración de las microfi nanzas no responde enteramente a la realidad

de los países más grandes. El cálculo normal sobre penetración, incluido

el ejemplo anterior, no siempre captura la diversidad de fuentes de los

servicios fi nancieros de pequeña escala. Una defi nición más amplia de

microfi nanzas, que abarca a los proveedores no tradicionales (a los que

normalmente no se considera dentro del área de fi nanciamiento para el

desarrollo) e incluye una mayor variedad de servicios, revela que el cliente

promedio de los países más grandes y ricos del hemisferio posiblemente

tenga mejor acceso a diversos servicios fi nancieros de lo que se ha imagi-

nado hasta ahora. Los diferentes tipos y fuentes de microfi nanciamiento

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ofrecidos por instituciones fi nancieras no tradicionales crean una inte-

rrelación más compleja de oferta y demanda, incompatible con la oferta

limitada y costosa de numerosas instituciones especializadas en el área.

En este contexto el rendimiento de las instituciones o los programas de

microfi nanzas especializados no constituye un patrón de referencia útil

para medir el acceso de los pobres a los servicios fi nancieros.

Ampliación del alcance de los servicios fi nancieros

La combinación de los servicios de microfi nanzas que se ofrecen en los

países grandes y de los nuevos conocimientos acerca de las necesidades

fi nancieras de sus clientes demuestra que una gama de servicios am-

plia es esencial para el desarrollo del sector. En esta sección se analizan

diversos servicios en términos de la relación entre el individuo o el

hogar y las microfi nanzas. No obstante, los ejemplos de las instituciones

precursoras no deben hacer perder de vista los desafíos que enfrenta el

sector en su conjunto.

Los académicos y operadores de fi nanciamiento para el desarrollo

han llegado a un nuevo concepto importante acerca de los hogares pobres

y rurales, así como acerca de sus actividades económicas y fi nancieras.

Contrariamente a la visión tradicional, los hogares pobres habitual-

mente tienen más de una fuente de ingresos y, en términos de estrategia

económica, se manejan más como un gerente de cartera que como una

empresa con un único producto. Según las circunstancias, emplean

diversas estrategias de ingresos; entre ellas, llevar a cabo trabajos pagos,

operar microempresas (en particular en los sectores de producción y de

comercio), cultivar sus propios alimentos, cazar y recolectar, y obtener

pequeños préstamos o subsidios (Hulme y Mosley, 1997). En efecto,

los pobres son, a la vez, racionales desde el punto de vista económico

y reacios al riesgo, tal como lo demuestran las “carteras” diversifi cadas

de actividades productivas (Wright, 2000).

El fi nanciamiento cumple un papel esencial en las estrategias de

los pobres para hacer frente a su situación. Las lecciones aprendidas

en los años setenta y ochenta acerca de las familias de ingreso bajo y

su uso del fi nanciamiento informal (sociedades de ahorro y crédito

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LOS RETOS FUTUROS DE LAS MICROFINANZAS EN AMÉRICA LATINA 279

rotatorias, préstamos de familiares y amigos, y mecanismos de ahorro

en especie) han sido confi rmadas por estudios más recientes acerca del

vínculo entre pobreza y fi nanciamiento en programas de microcrédito

(Adams y Fitchett, 1992). Una evaluación de los efectos del crédito a

microempresas a lo largo de cinco años, llevada a cabo por Sebstad y

Cohen (2000), enriqueció los conocimientos generales acerca de las

empresas de pequeña escala. En efecto, sus conclusiones sorprendieron

a algunos integrantes de la comunidad de microcrédito, quienes siempre

habían dado por supuesto que el propósito de este servicio era ampliar

las empresas. Los resultados de este estudio respaldan el postulado

de que el microcrédito ayuda a los clientes a protegerse de antemano

contra los riesgos.

Los clientes utilizan sus préstamos para diversos fi nes. Entre otras

cosas, ayudan a mejorar y “suavizar” los ingresos, a través de mejores

inversiones en la empresa y otro tipo de inversiones productivas; facilitan

la acumulación y la retención de bienes físicos, entre ellos, inversiones

en vivienda, vehículos, otros equipos y bienes utilizados como una

forma de ahorro líquido, por ejemplo, joyas o ganado. Los préstamos,

además, apoyan la acumulación de capital humano, bajo la forma de

inversiones en la educación de los niños y la atención médica familiar,

además de permitir prestar asistencia a amigos y familiares, y ayudar a

cumplir con obligaciones sociales, tales como aportes para ceremonias

relacionadas con funerales, casamientos y nacimientos. Los estudios de

campo incluidos en el Informe sobre el Desarrollo Mundial confi rman

que los clientes realizan grandes esfuerzos por devolver los préstamos,

aun en tiempos de crisis. Mantener múltiples fuentes de crédito es

una estrategia clave de gestión de riesgo para gran parte de los pobres

(Sebstad y Cohen, 2000).

Los participantes en iniciativas de desarrollo están comenzando

a comprender la dinámica de la pobreza. Las familias entran y salen

de situaciones de pobreza extrema. Acumulan recursos durante algún

tiempo, mejoran en algo su situación y luego se encuentran peor, debido

a enfermedades, malas cosechas o algún otro acontecimiento de vital

importancia. El acceso a una amplia gama de servicios fi nancieros puede

proteger a los pobres en situación vulnerable de sufrir sin atenuantes

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las consecuencias de estos acontecimientos. Los estudios de efectos

en diversos países y programas muestran los resultados positivos del

fi nanciamiento sobre las variables relacionadas con la reducción de la

vulnerabilidad: diversifi cación de las fuentes de ingresos, mayores bienes

de todo tipo (entre ellos, bienes humanos y sociales) y empoderamiento

de las mujeres.

Además de la dinámica de la pobreza, la etapa de la evolución

del sector fi nanciero de un país puede infl uir sobre la naturaleza de las

necesidades de fi nanciamiento de los microempresarios. Por ejemplo,

parece haber profundas similitudes entre los grandes mercados de Amé-

rica Latina mencionados y los mercados relativamente sofi sticados de

Estados Unidos y Canadá. Sin embargo, los clientes de microfi nanzas

en estos dos países, generalmente, tienen acceso a una mayor gama de

servicios fi nancieros que los clientes de países más pobres. En un estudio

comparativo, la mayoría de los clientes de microcrédito de países en de-

sarrollo no había tomado préstamos con anterioridad de ninguna fuente;

en cambio, sólo el 22% de los clientes de instituciones de microfi nanzas

de Estados Unidos no había tomado préstamos de instituciones formales.

Más de la mitad de los prestatarios de instituciones de microfi nanzas

de ese país había utilizado una cuenta bancaria, una tarjeta de crédito

o ambos instrumentos (Hung, 2002).

Tomados en conjunto, los grandes mercados de América Latina

presentan marcadas similitudes. Por ejemplo, el estudio más amplio sobre

el acceso a servicios fi nancieros realizado en Brasil (Banco Mundial, 2003)

sugiere que el 43% de los brasileños con ingreso bajo (con una media de

ingresos de R$ 358 ó 1,8 veces el salario mínimo) tienen cuentas bancarias.

Un número aún mayor de clientes de ese país tienen acceso a algún tipo

de servicio de crédito a través de proveedores minoristas, entidades de

factoraje y, en particular, empresas de créditos de consumo. Los bancos

comerciales de Argentina y una red de cooperativas coordinadas por

Bansefi en México son los mayores proveedores de servicios fi nancieros

de pequeña escala en sus respectivos países; esto incluye servicios no

crediticios, por ejemplo, de ahorro. Estas instituciones atraen menos

atención de donantes internacionales, pues movilizan sus propios fondos

y ofrecen servicios a un espectro de clientes mucho más amplio.

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LOS RETOS FUTUROS DE LAS MICROFINANZAS EN AMÉRICA LATINA 281

No resulta sorprendente que los clientes de microfi nanzas de países

más grandes, como Estados Unidos y Brasil, se encuentren entre los de

mejor criterio del hemisferio, pues tienden a administrar un número

mayor de servicios fi nancieros de pequeña escala, en comparación con

el cliente promedio de otros países (Nichter, Goldmark y Fiori, 2002).

Los servicios, además, son relativamente complejos. Un estudio de me-

diados de los noventa demostró que el 40% de los hogares de Estados

Unidos que se encontraban cerca de la línea de pobreza o por debajo

de ella tenían una tarjeta de crédito (Bird, Hagstrom y Wild, 1997).

Entre un cuarto y un quinto de los brasileños de ingreso bajo en áreas

urbanas utilizan tarjetas de crédito o débito. El porcentaje se incre-

menta gradualmente. Las cuentas corrientes y las tarjetas de crédito se

encuentran entre los servicios más requeridos tanto en Canadá como

en Brasil (Frankiewicz, 2001).

Las instituciones fi nancieras de América Latina se han demorado,

con respecto a las de otras regiones, en reconocer la importancia de

ampliar el alcance de los servicios fi nancieros para la consecución de

sus objetivos. También existen obstáculos regulatorios y estructurales.

Las instituciones de microfi nanzas que están organizadas como ONG

tienen prohibido movilizar fondos. Además, la escala relativamente pe-

queña de estas instituciones reduce su atractivo para canalizar servicios

tales como seguros y remesas. Unos pocos pioneros, tales como Caja

Los Andes y Prodem, de Bolivia, negocian productos de seguro de com-

pañías externas. Otros han comenzado a experimentar con productos

concebidos para atraer remesas.

Numerosas familias de ingreso bajo no tienen cuenta bancaria. En

cambio, suelen utilizar los sistemas de transferencia de dinero del correo

local o empresas internacionales como Western Union, cuando reciben

remesas de familiares o amigos que se encuentran en el extranjero. Los

volúmenes que se mueven en tales sistemas pueden ser enormes, mu-

cho mayores que los de los préstamos para el desarrollo destinados a

esas mismas poblaciones en los mismos países (véase el recuadro 8.1 y

Terry y Wilson, 2005). Sin embargo, a diferencia de las cooperativas de

crédito de diversos países de América Central y México, las instituciones

de microfi nanzas tradicionales se han demorado en ofrecer servicios

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de remesas a sus clientes. Mientras que las cooperativas de crédito han

buscado activamente posicionarse como receptoras de las remesas des-

tinadas a áreas rurales, parece ser menor el número de instituciones de

microfi nanzas que ha hecho lo mismo.

Una institución fi nanciera de Ecuador, Banco Solidario, ha con-

cebido un programa de particular alcance, denominado “Mi familia, mi

país, mi regreso”, que atiende a emigrantes ecuatorianos en España. El

programa ofrece préstamos a los clientes que han emigrado legalmente

y que han conseguido empleo en ese país. Los productos incluyen prés-

tamos para fi nanciar los viajes de traslado y asentamiento, y también

ofrecen productos de ahorro y préstamo, para vivienda y con fi nes co-

merciales. Este esquema permite a los clientes en España decidir de qué

modo utilizar los montos específi cos remitidos a familiares, por ejemplo,

cuánto destinar a productos de ahorro o al reembolso de préstamos. Los

familiares que reciben remesas en Ecuador pueden cobrar los fondos que

se les envíen mediante la utilización de una tarjeta (Smartcard) emitida

por la sucursal del banco en Ecuador (Buchenau, 2003).

Recuadro 8.1El potencial de las remesas

Según el informe Global Development Finance del Banco Mundial (2003), el volumen total de las remesas enviadas a países en desarrollo ascendió a US$80 mil millones en 2002. Este importe equivale al doble de la ayuda total que prestan los países más prós-peros y es muy elevado, en comparación con el importe neto de US$16 mil millones correspondiente a préstamos del gobierno y del sector bancario a esos mismos países. De hecho, es probable que el valor de las remesas sea mucho mayor. El estudio del Banco Mundial no contempla el valor de los fondos que se transfi eren informalmente.

Para citar el caso de México, en el año 2001 solamente, las remesas realizadas por tra-bajadores que residen en Estados Unidos alcanzó la cifra récord de US$9.900 millones, más de lo que se recauda en turismo. Por el contrario, a mediados de 2002, el Banco Mundial registraba préstamos activos concedidos a ese país por valor de US$11.500 millones, o un 9,4% de su cartera de préstamos. Según el gobierno de México, cerca del 42% de estos fondos se destinó a jurisdicciones con menos de 2.500 habitantes, al igual que la mayor parte de los ingresos por remesas. Otro estudio, realizado por investigadores de Monterrey, indica que las remesas efectuadas desde Estados Unidos fi nanciaron prácticamente una quinta parte del capital invertido en microempresas en toda el área urbana de México, por un importe total adicional de capital de inversión acumulado de US$1.850 millones (Woodruff y Zenteno, 2001).

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LOS RETOS FUTUROS DE LAS MICROFINANZAS EN AMÉRICA LATINA 283

Si bien existe información contradictoria acerca de cuál es el

volumen exacto de las remesas que llega a las cuentas de ahorro, diver-

sas cuentas sugieren su magnitud. En El Salvador, los benefi ciarios de

remesas que utilizan cooperativas ahorran hasta el 10% de los montos

recibidos y alrededor del 37% de las familias depositan alguna parte

(Grace, 2002). A fi nes de los años ochenta, el Consejo Mundial de

Cooperativas de Ahorro y Crédito (Woccu, por sus siglas en inglés)

dio apoyo a las cooperativas de crédito que se centraban en canalizar

remesas hacia áreas rurales, las cuales en conjunto, han experimentado

un crecimiento muy importante.

La transformación de las ONG en intermediarios fi nancieros no

bancarios regulados tuvo como fi nalidad llevar a los pobres la posibilidad

del ahorro, dado que puede argumentarse que este es el servicio fi nanciero

más importante para los empresarios con menos recursos (Rutherford,

2000). Aunque, 15 años atrás, el movimiento del microcrédito “descubrió”

la importancia del ahorro como fuente de fi nanciamiento (y, en menor

medida, como servicio a los clientes), el rendimiento en esta área aún

no ha satisfecho las expectativas (Otero, 1989).

Originalmente, las instituciones de microfi nanzas transformadas

utilizaban su nueva situación para movilizar fondos a través de orga-

nizaciones de primer nivel y de grandes inversionistas institucionales.

Se basaban en la premisa de que, con el tiempo, desarrollarían los sis-

temas necesarios para captar los depósitos de los pobres. De hecho, la

Superintendencia de Bancos de Bolivia ha prohibido a las instituciones

de microfi nanzas transformadas movilizar ahorros del público en ge-

neral, hasta que hayan probado su capacidad para asumir este servicio.

Ninguna de las instituciones de microfi nanzas especializadas de Perú

(Edpyme) ha sido autorizada aún a movilizar ahorros.

Con el tiempo, cada vez es menor el porcentaje de la deuda de

las instituciones de microfi nanzas de América Latina que proviene de

préstamos de instituciones fi nancieras. Mientras tanto, el volumen

de depósitos ha crecido en términos de porcentaje del activo total en

muchas instituciones reguladas. Los depósitos han demostrado ser

una fuente de fi nanciamiento exitosa. En la actualidad, representan

un gran porcentaje de las carteras brutas de préstamos y de los activos

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284 ROBERT PECK CHRISTEN Y JARED MILLER

totales de las instituciones de microfi nanzas latinoamericanas, si se

los compara con los patrones de referencia internacionales (véase el

cuadro 8.2).

No obstante, el saldo primario de los depósitos en muchas de

estas instituciones proviene de inversionistas institucionales, más que

de empresarios de pequeña escala o del público en general (Jansson,

2003). Las instituciones de microfi nanzas no extienden los productos

de ahorro a los pobres en la misma escala que las de otras regiones,

pese al mayor volumen de depósitos. Las disparidades regionales en los

ahorros no responden únicamente a la escala institucional. Una muestra

de diversos intermediarios fi nancieros de África y Asia demuestra que

el número de ahorristas supera ampliamente el número de prestatarios

(véase el cuadro 8.2). En América Latina la cantidad de ahorristas y

prestatarios es aproximadamente igual, debido a que gran parte del

volumen de depósitos proviene de unas pocas cuentas institucionales

muy grandes. Mientras que un número muy pequeño de líderes de

la industria está incrementando la prestación de servicios de ahorro,

la transición de microcrédito a microfi nanzas continúa en una etapa

prematura en América Latina.

Ampliación del alcance del microcrédito

Pese a los recientes avances, continúa siendo difícil para la mayor parte

de los empresarios de las comunidades rurales, pobres y marginadas de

América Latina obtener acceso a cualquier tipo de servicio fi nanciero

formal. La pobreza sigue sumamente concentrada en áreas rurales de

toda la región. Pocas instituciones de microfi nanzas operan en estas

áreas, por ejemplo, el noreste de Brasil, el norte de México, el noroeste

de Venezuela, la costa del Pacífi co y áreas centrales de Honduras y Ni-

caragua, así como las regiones del norte de Perú y Chile. La industria

del microcrédito aún tiene mucho por hacer si desea ampliar la pro-

mesa de acceso al extremo inferior del espectro económico, hacia los

que habitualmente se autoexcluyen de los programas debido a la poca

confi abilidad de sus fl ujos de ingreso o a los costos prohibitivos de las

transacciones.

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LOS RETOS FUTUROS DE LAS MICROFINANZAS EN AMÉRICA LATINA 285

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286 ROBERT PECK CHRISTEN Y JARED MILLER

Con la notable excepción de dos instituciones de microfi nanzas de

orientación comercial y reguladas, que tienen su base de clientes en áreas

rurales, pequeñas ciudades y pueblos fuera de las capitales de provincia

(CrediAmigo, de Banco do Nordeste, y Compartamos), la mayor parte

de los líderes regulados de la industria tienen una base urbana. Las ONG

han crecido con la misma rapidez que las instituciones de microfi nanzas

reguladas y hoy representan aproximadamente la misma proporción

del número total de clientes alcanzados que cinco años atrás (Christen,

2001). Muchas tienen una base fi rme en áreas rurales, aunque la falta

de una clasifi cación uniforme aplicada a clientes urbanos y rurales

impide toda estimación real sobre la penetración del mercado fuera

de las ciudades. Hay pocas evidencias que respaldarían la observación

general de que las áreas rurales cuentan con menos servicios, cuando

se las compara con sus contrapartes urbanas, y que estas áreas cuentan

en gran medida con el servicio de ONG que ofrecen microcrédito, si es

que reciben algún tipo de servicio.

Existe gran preocupación en la comunidad de las microfi nanzas

con respecto a que el proceso de comercialización e integración del

microfi nanciamiento podría marginar a los más pobres, aun a aque-

llos con microempresas viables. Tal como lo ilustra el gráfi co 8.2, los

saldos promedio de los préstamos de las instituciones reguladas son

signifi cativamente más altos que los de las ONG. En la actualidad, es

mucho más factible que las ONG latinoamericanas tengan un objetivo

y un programa defi nidos para el alivio de la pobreza, y utilicen técnicas

de focalización para llegar a los segmentos de menos recursos, que sus

pares con estrategias comerciales. Para ser justos, en un principio, la

mayor parte de las instituciones comercializadas no se involucraron

en las microfi nanzas estrictamente desde la perspectiva de alivio de

la pobreza, sino más bien para respaldar la formación de empresas,

la creación de puestos de trabajo y el desarrollo y ordenamiento del

sector informal. Por lo tanto, siempre han tenido un saldo de préstamos

promedio mayor que muchas de las instituciones de microfi nanzas

centradas en la pobreza que optan por seguir siendo ONG, aun en

países en los que el marco regulatorio les ofrece la oportunidad de la

transformación.

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LOS RETOS FUTUROS DE LAS MICROFINANZAS EN AMÉRICA LATINA 287

Desde 1998 el tamaño de los préstamos se ha incrementado ligera-

mente, tanto para las ONG como para los bancos comerciales (véase el

gráfi co 8.2). Aunque algunas instituciones pueden mostrar un cambio de

rumbo en su misión, las variaciones en los saldos promedio agregados

se consideran movimientos esperados, congruentes con las mejoras en

la información que se obtiene con el tiempo acerca de los prestatarios.

Las evidencias no respaldan la hipótesis de que las instituciones de

microfi nanzas estén pasando a ocuparse de un segmento superior del

mercado, a medida que adquieren un perfi l más comercial. En efecto,

al parecer, los nuevos participantes en la industria de las microfi nanzas

se encuentran en los mismos niveles, en general, que los participantes

establecidos en cualquier mercado. Numerosas instituciones trans-

formadas han incorporado con entusiasmo a empresas más grandes,

mientras sostienen que no han dejado de prestar servicios al segmento

inferior, con el que comenzaron. Por lo común no se tiene información

1998 2003

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Fuentes: Christen (2001); Christen, Rosenberg y Jayadeva (2004).

Gráfico 8.2 Saldos promedios de préstamos activos,instituciones de microfinanzas reguladas y ONG, 1998 y 2003

Bancos Instituciones financierasno bancarias

ONG

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288 ROBERT PECK CHRISTEN Y JARED MILLER

general sobre la composición de la cartera, lo que hace difícil medir la

veracidad de esta afi rmación.

Pese al debate surgido recientemente acerca del papel de los ban-

cos comerciales y de la prestación de servicios fi nancieros a clientes

de ingreso bajo, debe advertirse que su misión central nunca ha sido

prestar servicio a los pobres. Si quienes establecen políticas aceptan

prematuramente un modelo comercial de microfi nanzas, antes de que

las ONG hayan establecido la viabilidad de prestar una amplia gama de

servicios de este tipo a clientes más pobres, corren el riesgo de truncar el

desarrollo de la industria y de negar a los muy pobres el acceso al sector

bancario. En Chile, Fosis (el Fondo Solidario y de Inversión Social del

gobierno) decidió, a principios de la década de 1990, que las ONG no

eran un vehículo viable para canalizar el microcrédito. Fosis trasladó

su apoyo a bancos comerciales que armaban carteras de préstamos para

microempresas. Como resultado, las ONG se encontraron sin acceso

a fondos. Hoy, atienden a menos clientes que cuando Fosis tomó esta

decisión, mientras que los bancos atienden a una base 15 veces mayor

que entonces, pero lamentablemente, dejaron de lado el 30%-50% in-

ferior del mercado de préstamos. Es probable que estos clientes queden

excluidos de los servicios, pues las ONG restantes no parecen tener la

capacidad de operar un negocio sostenible en este extremo del espectro.

Según sugieren datos esporádicos, actualmente, estos mismos bancos

pueden estar apuntando a un segmento inferior, presionados por la

competencia y la oportunidad de mercado.

Si bien los datos agregados no confi rman un movimiento gene-

ralizado hacia el extremo superior del mercado o, más precisamente,

el abandono del extremo inferior por parte de las instituciones de mi-

crofi nanzas reguladas, el hecho es que las no reguladas, centradas en el

alivio de la pobreza, han optado en su mayoría por no transformarse,

aun cuando tuvieran esa opción en el ámbito local. Una posibilidad es

que la estructura de costos que se impone a una institución transfor-

mada sea demasiado elevada para resultar sostenible o, sencillamente,

que estas instituciones decidan no añadir los servicios secundarios y la

infraestructura requeridos. También es posible que el enfoque “comercial”

de las microfi nanzas, que los líderes de la industria en América Latina

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LOS RETOS FUTUROS DE LAS MICROFINANZAS EN AMÉRICA LATINA 289

promueven desde mucho tiempo atrás, no sea atractivo para las organi-

zaciones que llegan al extremo más inferior del mercado, algunas de las

cuales lo hacen en forma sostenible. Varios observadores dudan de que

las microfi nanzas que llegan a este sector puedan tener una operatoria

comercial. Los datos obtenidos de Banco do Nordeste y Compartamos

sugieren que, con una escala signifi cativa y tasas de interés bastante altas,

los programas pueden ser regulados y, a la vez, llegar a extremos inferiores

del mercado. Estos dos programas se cuentan entre los que llegaron al

extremo de más bajo ingreso en la región, a la vez que mantuvieron los

índices de rentabilidad sobre el patrimonio más elevados de América

Latina en 2002 (Miller y Fonseca, 2004).

Hasta la fecha no ha habido una regla general con respecto a la

conexión entre la situación regulatoria y la amplitud del alcance del

servicio. En el futuro los mercados rurales de ingreso bajo (llamados

mercados de frontera) podrán incluir oportunidades sociales y de

mercado que los programas e instituciones de microfi nanzas especia-

lizados están en condiciones óptimas de explotar. Tales oportunidades

incluyen préstamos solidarios (destinados a prestatarios con pocos

activos), intermediación de ahorros, venta cruzada de servicios afi nes,

redefi nición de áreas de servicio y prestación de servicios no fi nancie-

ros, por ejemplo, apoyo de marketing o capacitación para pequeñas y

microempresas. La tradición de cooperativas con miembros del lugar,

característica del interior de México, ejemplifi ca las respuestas locales

al problema de la marginalización geográfi ca y social. Mientras que las

instituciones minoristas comerciales ofrecen servicios apropiados y

rentables a grandes segmentos de la sociedad, con una amplitud y una

efi ciencia antes inimaginables, la magnitud de la brecha entre oferta y

demanda de servicios adecuados, en particular en las poblaciones a las

que es más difícil llegar, sugiere que las instituciones de microfi nanzas

tradicionales deberán continuar siendo participantes importantes en

este nicho durante muchos años.

Existirá un desafío central: el de desarrollar en forma rentable las

oportunidades de los mercados de frontera. Existen pocas ONG capaces

de reunir recursos sufi cientes para transformarse en instituciones de

microfi nanzas reguladas y ofrecer una amplia gama de servicios, tales

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290 ROBERT PECK CHRISTEN Y JARED MILLER

como ahorro, seguros o remesas, o capaces de crecer e invertir en la infra-

estructura necesaria para llegar hasta los millones de clientes potenciales

de ingreso bajo. Por lo tanto, quienes establecen las políticas deberían

buscar formas de alentar modelos híbridos que combinen la capacidad

de las ONG de explorar nuevos productos y servicios (y su compromiso

de prestar servicio a los clientes de ingreso bajo) con la infraestructura

y el fi nanciamiento que puede ofrecer el sector bancario. Los funciona-

rios gubernamentales, los gerentes de instituciones de microfi nanzas y

el personal de los donantes más preocupados por llegar a los extremos

más bajos del mercado con la provisión de servicios fi nancieros deben

centrarse en este tipo de instituciones, mecanismos organizacionales y

técnicas que ofrecen una escala mayor, un costo unitario más bajo y la

posibilidad de liberarse del modelo actual.

Ampliación y profundización del alcance en un mercado competitivo

El mayor desafío para la comunidad de microfi nanzas en América Latina

será penetrar en los mercados de los países grandes que aún no reciben

servicios, llegar a extremos más bajos del mercado en áreas de la región

todavía más rurales y ampliar la gama de servicios fi nancieros ofrecidos,

operando, a la vez, en entornos cada vez más competitivos y con un

margen de interés neto en constante descenso. En cierto modo el trabajo

realizado hasta ahora posiblemente haya sido la mitad más sencilla. En

adelante, si las microfi nanzas desean materializar su potencial, deberán

penetrar más profundamente en mercados más difíciles de alcanzar y

más costosos, con un menor potencial de ganancias.

A primera vista puede parecer incoherente sugerir que exista una

gran demanda insatisfecha y que un entorno crecientemente competitivo

reducirá los márgenes de las tasas de interés. Sin duda, la competencia

adoptará diversos aspectos. En primer lugar la acumulación geográfi ca de

servicios básicos de microcrédito en algunos mercados urbanos da como

resultado una competencia directa entre instituciones de microfi nanzas.

En segundo lugar las instituciones de otros mercados, por ejemplo, los

centros urbanos de los países más grandes, compiten con otros servicios

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LOS RETOS FUTUROS DE LAS MICROFINANZAS EN AMÉRICA LATINA 291

fi nancieros que hacen menos atractiva la oferta limitada de productos

de la mayoría de estas. En tercer lugar, la atención política que se ha

prestado en tiempos recientes al microcrédito en regiones rurales o de

difícil acceso incrementará inevitablemente la oferta de planes de crédito

con motivación política, auspiciados por el gobierno, con bajas tasas de

interés y de repago: esto podría dar origen a una competencia “injusta”,

que altere el desarrollo normal de los mercados de crédito sanos. Las

instituciones bancarias grandes, del tipo que podría requerirse para dar

servicio a estas comunidades, son naturalmente renuentes a ofrecer un

programa que cobre una tasa de interés sustancialmente más alta, para

no herir sensibilidades políticas.

Aunque los clientes de microfi nanzas no tienen una gran sensibili-

dad a las tasas de interés (no utilizan esta variable como factor primario

al decidir si tomar un préstamo o no), con el tiempo, la competencia

entre los proveedores sí lleva a su reducción. Las instituciones de micro-

fi nanzas deben ser capaces de corresponder con una reducción de costos,

o bien enfrentar una declinación de la rentabilidad. Ciertos mercados

competitivos de América Latina refl ejan estos patrones.

Los gráfi cos 8.3 y 8.4 se nutren de un análisis del rendimiento

fi nanciero de 17 líderes de la industria a lo largo de cinco años. Per-

miten comparar los ingresos fi nancieros y los gastos operativos de dos

muestras. La primera está integrada por instituciones de microfi nanzas

de Bolivia y Nicaragua, países que a menudo se considera que tienen

entornos nacionales más competitivos en materia de microfi nanzas. La

segunda muestra está integrada por instituciones de microfi nanzas de

Colombia, Ecuador, Honduras, México y Perú, países en los que existen

muchas, pero con entornos nacionales menos competitivos. En ambos

conjuntos de datos, los índices de ingresos fi nancieros se redujeron a lo

largo de los últimos cinco años, a aproximadamente la misma tasa; en

ambos casos, se perdieron unos diez puntos porcentuales en ese período.

En cambio, en los entornos competitivos de Bolivia y Nicaragua, los

márgenes de ganancias se mantuvieron más bajos, en tanto crecieron

en el resto de la región.

En el gráfi co 8.5 se muestra el efecto de la competencia sobre las

ganancias en entornos más competitivos. En Bolivia y Nicaragua, las

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292 ROBERT PECK CHRISTEN Y JARED MILLER

Razón ajustadagastos operativos

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0

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30

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Fuente: Microfinance Information eXchange (MIX). 2003. MicroBanking Bulletin. 9 (Julio).

Gráfico 8.3 Ingresos y egresos, microfinancieras seleccionadas en Bolivia y Nicaragua

1998 1999 2000 2001 2002

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Razón ajustadagastos operativos

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Razón ajustadagastos financieros

Razón ajustadaingresos financieros

0

10

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40

50

60

Fuente: Microfinance Information eXchange (MIX). 2003. MicroBanking Bulletin. 9 (Julio).

Gráfico 8.4 Ingresos y gastos, instituciones de microfinanzasseleccionadas en Colombia, Ecuador, Honduras, México y Perú

1998 1999 2000 2001 2002

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LOS RETOS FUTUROS DE LAS MICROFINANZAS EN AMÉRICA LATINA 293

tasas de interés se redujeron a un punto en el que las ganancias práctica-

mente desaparecieron durante 1999 y 2000. En el año 2002 aumentaron

ligeramente, pero no llegaron a los niveles de mediados de los noventa.

En contraste, los márgenes de ganancias en la muestra de instituciones

de microfi nanzas de otros países aumentaron entre 1998 y 2002, debido

a la reducción de los costos fi nancieros. Aunque bajos, los niveles de

rentabilidad de las instituciones de microfi nanzas en entornos compe-

titivos podrían ser aceptables para los bancos comerciales tradicionales

de esos mismos países.

La competencia también afecta el comportamiento de las car-

teras de préstamos, que crecen sustancialmente en cada uno de los

grupos de países representados en los gráfi cos 8.6 y 8.7. No obstante,

en Bolivia y Nicaragua, tal crecimiento se encuentra determinado por

un incremento considerable en el saldo de los préstamos promedio.

En otros países, estos saldos casi no crecen; el incremento en la cartera

total proviene principalmente de la incorporación de nuevos clientes.

ROA ajustado (Muestra sinBolivia ni Nicaragua)

ROA ajustado (Muestra deBolivia y Nicaragua)

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Fuente: Microfinance Information eXchange (MIX). 2003. MicroBanking Bulletin. 9 (Julio).

Gráfico 8.5 ROA ajustado en dos muestras

1998 1999 2000 2001 2002

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294 ROBERT PECK CHRISTEN Y JARED MILLER

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Crecimiento de préstamo y cartera(Muestra de Bolivia y Nicaragua)

Fuente: Microfinance Information eXchange (MIX). 2003. MicroBanking Bulletin. 9 (Julio).

Cartera bruta préstamos ajustados Nº préstamos vigentes ajustados

Gráfico 8.6 Comparación de crecimiento y saldos promedioen entornos competitivos y menos competitivos

––

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ones

)

Crecimiento de préstamos y cartera (Muestra de instituciones demicrofinanzas en entornos

menos competitivos)

1998 1999 2000 2001 2002

Saldo promedio por prestatario entérminos absolutos y relativos(Muestra de instituciones demicrofinanzas en entornos

menos competitivos)

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1998 1999 2000 2001 2002

Los datos sugieren una de dos posibilidades: un cambio en la misión, o

una demanda creciente y una capacidad de otorgar mayores préstamos.

Consideradas en conjunto, las instituciones que operan en mercados

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LOS RETOS FUTUROS DE LAS MICROFINANZAS EN AMÉRICA LATINA 295

menos competitivos no han dejado su segmento original de clientes;

el saldo de préstamos promedio combinado es de US$600 menos,

aproximadamente la mitad de la cifra de la muestra correspondiente a

Bolivia y Nicaragua. Aunque las instituciones de microfi nanzas de estos

países sostienen que no se han desentendido de su grupo original de

destino, tales afi rmaciones son difíciles de verifi car. Por ello, o bien están

apuntando a un segmento de mercado más alto, con grupos de clientes

más solventes, o bien están incrementando la carga de la deuda de su

grupo de clientes original. Cualquiera de estos dos resultados conlleva

repercusiones fundamentales, no todas negativas, para el futuro de

las microfi nanzas. Las instituciones de entornos menos competitivos

deberían evaluar estas repercusiones.

La competencia, además, ha infl uido en desmedro de la calidad de

las carteras de préstamos, por lo menos en Bolivia, donde este fenómeno

ha sido objeto de un seguimiento más cercano. La situación competitiva

de este país se vio complicada todavía más por la recesión económica

y la política gubernamental, que presionaron aún más a los clientes

Gráfico 8.7 Cartera en riesgo con morosidad mayor a 30 díasy todos los préstamos refinanciados de cuatro institucionesde microfinanzas de Bolivia

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Fuente: Boletines Informativos, Superintendencia de Bancos y Entidades Financieras, Bolivia.Disponible <http://www.sbef.gov.bo/fondos_financieros.php>.

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296 ROBERT PECK CHRISTEN Y JARED MILLER

de micropréstamos e incrementaron signifi cativamente la morosidad

por varios años, hasta que, recientemente, se revirtió la tendencia. Esta

evolución se ilustra en el gráfi co 8.7.

A lo largo del período 1998–2002, las principales instituciones de

microfi nanzas de América Latina parecen haber aumentado el acceso

a los servicios, a la vez que han reducido sus costos. Ciertos índices de

efi ciencia fi nanciera han mejorado sustancialmente (véase el cuadro 8.3).

Con la maduración de los líderes de la industria, entre 1998 y 2002, los

gastos operativos cayeron del 33% al 23% de la cartera de préstamos

promedio. Las ganancias aparentes, no obstante, surgen principalmente

del crecimiento del saldo de los préstamos promedio, no de la mayor

amplitud de la base de clientes ni de la nueva tecnología. Las institu-

ciones de microfi nanzas con las disminuciones más importantes en la

relación gastos operativos/cartera bruta de préstamos del período son,

casi siempre, las que tienen los saldos de préstamos promedio de más

rápido crecimiento. Asimismo, el costo unitario de administrar un

préstamo aumentó de US$96 a US$137 entre 1998 y 2002. La mejora

de la efi ciencia fi nanciera a través del incremento de los saldos de los

préstamos promedio no implicó mejores servicios para los clientes,

quienes en el año 2002 pagaron los gastos operativos por préstamo más

elevados en comparación con los registros históricos.

En conjunto, el supuesto ahorro de costos por pasar a una mayor

escala, la mayor información sobre los prestatarios, el scoring estadís-

Cuadro 8.3 Indicadores de desempeño seleccionados parainstituciones de microfi nanzas líderes de América Latina

1998 1999 2000 2001 2002

Cantidad ajustada de prestatarios activos 26.174 27.526 31.155 36.128 44.559Saldo ajustado de préstamos por prestatario 478 504 585 752 839 (US$)Saldo ajustado por prestatario/ 43 45 54 73 84 PIB per cápita (%)Gasto operativo ajustado/cartera bruta de 33 29 29 24 23 préstamos promedio (%)Costo por préstamo (US$) 96 104 126 127 137Préstamos ajustados por empleado 164 158 170 168 167Fuente: Base de datos del MicroBanking Bulletin.

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LOS RETOS FUTUROS DE LAS MICROFINANZAS EN AMÉRICA LATINA 297

tico, las Palm Pilot y otras soluciones tecnológicas no parecen haberse

materializado. Los índices de productividad refuerzan el mensaje. La

notable productividad de los ofi ciales de crédito de América Latina no

se advirtió en el plano institucional, donde la productividad general del

personal se mantuvo en línea con los promedios globales. Los ofi ciales

de crédito representaron apenas el 41% de los recursos humanos de las

instituciones de microfi nanzas de la región, más bajo que el patrón de

referencia global del 48,3% de todas las instituciones de microfi nanzas

del mundo (Miller, 2003). Así, al parecer, las ganancias conquistadas

por el personal en contacto con el cliente se vieron neutralizadas por

las inefi ciencias estructurales (o por los requisitos de información cos-

tosos) de las operaciones internas , en comparación con sus homólogas

del resto del mundo.

Numerosas instituciones de microfi nanzas de América Latina parecen

haber quedado atadas a un producto de crédito demasiado costoso para

resultar atractivo como única propuesta, en el caso de que se introduzcan en

el sector bancario comercial. Pocos bancos desearían invertir fuertemente

en una tecnología cuya administración costara el 20% de su volumen de

operaciones. Mientras que los promotores de las microfi nanzas han iden-

tifi cado claramente la efi ciencia como el tema operacional más importante

que debe abordarse, los resultados de los cinco años analizados muestran

que hay mucho por hacer si se desea que las microfi nanzas se incorporen

al sector fi nanciero principal. A medida que los mercados se tornen más

competitivos, las instituciones de microfi nanzas se enfrentarán aun a

más retos, en especial por parte de intermediarios fi nancieros tales como

bancos comerciales que deseen agregar servicios en segmentos inferiores

del mercado y que puedan considerar a las microfi nanzas en función de

la relación costo marginal/rentabilidad.

Innovaciones recientes

Algunas instituciones de microfi nanzas innovadoras de la región están

experimentando con nuevos avances en materia de organización y

efi ciencia, que pueden representar soluciones parciales al dilema de la

penetración de mercado en países grandes y en las áreas rurales de la

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298 ROBERT PECK CHRISTEN Y JARED MILLER

región con acceso insufi ciente a los servicios fi nancieros. Estas solu-

ciones podrían generar una economía de escala real en microfi nanzas.

A diferencia de la generación anterior de innovaciones, centrada en la

metodología de crédito, los líderes emergentes están aportando nueva

tecnología que será determinante en la toma de decisiones de crédito.

Su aplicación tendrá el fi n de mejorar la efi ciencia, aprovechando la

infraestructura minorista existente para difundir los servicios fi nancie-

ros y creando vehículos con fi nes especiales, destinados a organizar la

prestación de servicios dentro de las culturas corporativas que no están

intrínsecamente adaptadas a los requisitos del microcrédito, según las

prácticas óptimas. En este aspecto, los promotores de las microfi nanzas

están trabajando estrechamente con las instituciones bancarias regula-

das, a fi n de divulgar las lecciones aprendidas a través de las ONG y de

desarrollar nuevos enfoques a partir del potencial ofrecido por el sector

fi nanciero formal.

Las asociaciones de servicio permiten a las distintas instituciones de

microfi nanzas intercalar productos de otras instituciones fi nancieras

para complementar la cartera propia de servicios. Actúan, en efecto,

como agentes de extensión de productos de otras instituciones y gene-

ran ingresos por comisiones, tal como han hecho Banco ProCredit, de

El Salvador, y Prodem, de Bolivia, al servir como ofi cinas de Western

Union.

Los modelos de empresa de servicios y subsidiaria llevan esta relación un

escalón más allá. Por ejemplo, Banco Estado de Chile creó una subsidia-

ria totalmente controlada, Banestado Microempresas, para gestionar su

cartera de microcrédito fuera de los confi nes de la cultura bancaria tra-

dicional. Banco do Nordeste, de Brasil, contrata a sus ofi ciales de crédito

y a sus supervisores inmediatos a través de fundaciones administradas

en forma independiente para ese mismo propósito. En el año 2002,

Credife, una empresa de servicios del banco más grande de Ecuador, se

colocó al frente de las instituciones de microfi nanzas de América Latina

en términos de crecimiento de cartera (Miller y Fonseca, 2004). Supo-

niendo que los incentivos pudieran coordinarse en forma adecuada, el

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LOS RETOS FUTUROS DE LAS MICROFINANZAS EN AMÉRICA LATINA 299

modelo se adapta a los puntos fuertes de cada entidad: la institución

de microfi nanzas se especializa en la generación y seguimiento de pago

del préstamo, en tanto el banco de apoyo suministra la infraestructura

fi nanciera y capital a bajo costo.

Las asociaciones de infraestructura permiten a las instituciones de mi-

crofi nanzas la ampliación territorial de sus servicios, ya que gracias a

ellas pueden cubrir grandes distancias y también llegar a lugares más

pequeños. En efecto, la institución de microfi nanzas agrupa las tran-

sacciones en función de la infraestructura minorista existente. Para

ahorrar costos operativos, los proveedores de servicios tercerizan las

transacciones de valor alto a una infraestructura de costos más bajos.

Estos sistemas bancarios de corresponsalía son comunes entre insti-

tuciones fi nancieras, pero ahora se los está ampliando de modo tal de

incluir a proveedores de servicios minoristas que no son bancos. Estos

locales minoristas pueden generar ingresos sobre transacciones fi nan-

cieras y ventas concomitantes de otros productos. Los clientes ahorran

costos indirectos de transacciones mediante una mayor proximidad a la

infraestructura fi nanciera. Este tipo de conveniencia resulta de particular

importancia para las personas que trabajan por cuenta propia, quienes

rara vez pueden abandonar su empresa.

Las asociaciones de infraestructura son diversas. El actual gobierno

de Brasil, por ejemplo, se ha embarcado en un programa notable desti-

nado a incrementar la disponibilidad de crédito a través de dispositivos

en puntos de servicio (POS, por sus siglas en inglés). Ha creado un

microbanco virtual, Banco Popular, con el fi n de distribuir pequeños

préstamos de consumo a través de dispositivos en puntos de servicio

ubicados en miles (y eventualmente, decenas de miles) de establecimien-

tos, tales como locales de venta de lotería, cadenas minoristas, bancos

y ofi cinas postales. Si bien no tienen como destino directo el crédito a

microempresas, parece probable que, con el crecimiento de las ofi cinas

de crédito en Brasil, este sistema preste servicio, en última instancia, a

los empresarios independientes.

Algunos enfoques más tradicionales también están logrando una

amplia cobertura. Nuevamente en Brasil, el programa CrediAmigo, de

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300 ROBERT PECK CHRISTEN Y JARED MILLER

Banco do Nordeste, ofrece algunas transacciones en ofi cinas postales;

de este modo, se multiplica por diez el número de puntos de servicio

en los cuales los clientes del programa pueden pagar sus préstamos

al banco. En la actualidad, Caixa Econômica Federal ofrece servicios

bancarios limitados a través de casi 8.000 establecimientos de venta de

lotería. Bradesco, un banco privado, ha comenzado a ofrecer servicios

similares en las 5.532 ofi cinas postales del país. Así, la mayor parte de

las transacciones fi nancieras de Brasil tienen lugar ahora en un local

minorista de servicios agrupados. Banco de Galicia, una de las institu-

ciones de Argentina de mayor captación de depósitos, comenzó a abrir

mini-sucursales en ofi cinas postales en 1998. En muchos otros países

se encuentran servicios de corresponsalía. No debe sorprender el hecho

de que las instituciones fi nancieras del mundo con mayor cobertura

(como el Post Offi ce Savings Bank, de la India, con una estimación de

124 millones de ahorristas, y el Correo Postal de China, con unos 110

millones de ahorristas) se basen en una infraestructura compartida.

Estos ejemplos demuestran que tal vez sea mejor tomar prestada la

capacidad, en lugar de generarla.

Scoring estadístico e infraestructura del sector fi nanciero. Las principales

organizaciones continúan realizando fuertes inversiones en el sector.

Banco Estado de Chile ha desarrollado una herramienta de scoring

estadístico sumamente efi caz, para asistir en la toma de decisiones de

crédito. Esta herramienta resulta de especial importancia en un país en

que los ofi ciales pueden estar situados a varios cientos de kilómetros

de sus supervisores, en un mercado de destino con escasa población.

Varios países de Centroamérica están creando los organismos de cré-

dito necesarios para desarrollar estas técnicas y es posible que pronto

puedan reducir el costo de la información acerca de la solvencia de

los potenciales prestatarios. En Chile, Paraguay y Perú, las fi nancieras

proveen un volumen de crédito sustancial a los microempresarios,

utilizando métodos de scoring y sistemas de información de crédito

desarrollados principalmente para préstamos de consumo. Según

afi rman, la tasa de repago es igual a la de las instituciones de microfi -

nanzas especializadas.

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LOS RETOS FUTUROS DE LAS MICROFINANZAS EN AMÉRICA LATINA 301

En última instancia, el desarrollo de estos emprendimientos

totalmente comerciales, como tecnologías para puntos de servicio, or-

ganismos de crédito, técnicas de scoring estadístico e infraestructura de

pago minorista, quizá pueda proveer los medios a través de los cuales

llegar a clientes más pobres con operaciones rentables. Estas opciones

tal vez permitan a los proveedores de servicios reducir los costos de

las transacciones de microfi nanzas hasta un punto en que aún la más

pequeña sea rentable, en términos de costos marginales. Es posible que

estas infraestructuras y técnicas comerciales encierren la solución que

permita a las instituciones de microfi nanzas y a los bancos lograr las

economías de escala necesarias para alcanzar el sueño del acceso uni-

versal al fi nanciamiento. El papel futuro de las ONG, los donantes y los

gobiernos, que son los depositarios de la misión de incrementar el acceso,

tal vez consista en encontrar la forma de incluir lo que se ha aprendido

acerca de los pobres, y de sus necesidades y relaciones fi nancieras, en

una infraestructura comercial que pueda proveer servicios de la mejor

manera y a bajo costo.

Hacer realidad la promesa a las microempresas

Si la comunidad de las microfi nanzas desea llevar a cabo su visión

de proveer a millones de microempresarios e individuos empleados

por cuenta propia acceso a servicios fi nancieros, deberá superar cua-

tro grandes desafíos a lo largo del próximo decenio. En primer lugar

tendrá que penetrar en el mercado del microcrédito en los países más

grandes de América Latina. Esto equivale a incrementar la porción del

mercado cubierto en países como Argentina, Brasil, Colombia, México

y Venezuela.

En segundo lugar las instituciones de microfi nanzas deberán

adoptar una gama más amplia de servicios fi nancieros para los pobres,

las personas empleadas por cuenta propia, y las empresas informales y

sus empleados. Las entidades latinoamericanas deberán reconocer que

los pobres requieren diversos servicios fi nancieros (desde cuentas de

depósito hasta seguros y remesas), para comenzar así a trabajar activa-

mente en la satisfacción a esas necesidades.

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302 ROBERT PECK CHRISTEN Y JARED MILLER

En tercer lugar estas instituciones deberán trabajar para asegurar

que el proceso de comercialización e integración de las microfi nanzas

no margine a los más pobres. Las ONG que atienden a los clientes de

ingreso más bajo en el mundo del microcrédito se han demorado en

desarrollar vínculos con bancos y en transformarse en entidades regu-

ladas. Por otra parte, en las instituciones de microfi nanzas reguladas, el

préstamo promedio es más alto; esto sugiere que es posible que se haya

excluido a los clientes más pobres.

En cuarto lugar, las instituciones de microfi nanzas que operan

en toda la región deberán mejorar los niveles de efi ciencia, incremen-

tar las ganancias y encontrar formas creativas de lograr economías de

escala. Si bien la competencia ha benefi ciado a los clientes que tienen

acceso a una variedad más amplia de ofertas de productos, menores

costos de transacciones y menores tasas de interés, las instituciones de

microfi nanzas que operan en entornos competitivos han visto menguar

sus ganancias debido al riesgo sistémico de cartera, a la renovación

de personal, a la falta de avances tecnológicos y a la presión sobre los

márgenes fi nancieros. Para que las ganancias atraigan a inversionistas y

empresarios privados, y que la cobertura continúe ampliándose en los

mercados competitivos, las instituciones de microfi nanzas de la región

deberán innovar más allá de las tecnologías tradicionales de préstamos

y operaciones que han utilizado hasta ahora.

Tomados en su conjunto, estos cuatro desafíos representan el paso

fi nal hacia la concreción de la promesa de las microfi nanzas de ofrecer

acceso a servicios fi nancieros tales como préstamos, ahorro, transferencia

y seguro a millones de microempresarios, en particular los del sector in-

formal, que carecen de otras opciones. Es posible que, para estar a la altura

de estos desafíos, se requiera adoptar una solución híbrida que vincule las

lecciones aprendidas de la comunidad de las ONG acerca de los pobres

y su dinero, los principios básicos del préstamo sólido a empresarios sin

garantías, y la disciplina organizacional, con la infraestructura vital y la

capacidad de fi nanciamiento de los sectores bancario y minorista. Unas

pocas iniciativas en toda la región apuntan en este sentido.

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LOS RETOS FUTUROS DE LAS MICROFINANZAS EN AMÉRICA LATINA 303

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C A P Í T U L O 9

El futuro de las microfi nanzas en América Latina

Tomás Miller-Sanabria

Dos hitos marcaron el inicio del fenómeno mundial conocido

como microfi nanzas en América Latina. En los años setenta, se

utilizó por primera vez el término “microcrédito” en un proyec-

to de las Naciones Unidas llevado a cabo en Recife, Brasil (Fiori et al.,

2004). En 1978, un organismo multilateral, el Banco Interamericano de

Desarrollo, comenzó a otorgar fi nanciamiento en apoyo a proyectos de

microempresas, sin la exigencia de una garantía soberana. Entre 1978

y 2003, el Programa de Pequeños Proyectos del BID entregó US$120

millones en condiciones concesionarias, para ayudar a fi nanciar 212

proyectos de microfi nanzas (Luna y Sáenz, 2004).

El éxito de este programa y del trabajo directo con instituciones de

microfi nanzas privadas incipientes se refl eja en el elevado nivel de desa-

rrollo alcanzado por muchas de estas instituciones. Las organizaciones no

gubernamentales que iniciaron sus operaciones con apoyo en condiciones

concesionarias hoy operan como bancos y como intermediarios fi nancieros

especializados, integrados en los mercados fi nancieros y de capitales de

sus respectivos países. Hace sólo 25 años, se ponía en duda la capacidad de

los operadores de microempresas para reembolsar préstamos comerciales.

Hoy, se sabe que las microempresas no sólo devuelven sus préstamos, sino

que los cancelan en su totalidad y puntualmente, y demandan una gama

completa de servicios fi nancieros (véase el capítulo 7).

El progreso logrado por el sector en este período resulta evidente

en el crecimiento no sólo de las entidades, sino también del tejido insti-

tucional de la industria de las microfi nanzas; incluyendo por ejemplo, los

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308 TOMÁS MILLER-SANABRIA

organismos regulatorios, los fondos de inversión, las agencias de califi ca-

ción, los inversionistas privados e institucionales con orientación social,

las redes internacionales y las fi rmas consultoras. El crecimiento de esta

intermediación fi nanciera puede apreciarse si se compara el nivel de los

activos fi nancieros de las instituciones con el volumen de operaciones que

manejan. En el año 2004, de 212 que habían recibido su crédito inicial

a fi nes de los años setenta o principios de los ochenta, las diez principa-

les desembolsaron cerca de US$500 millones en microcrédito, a través

de una amplia gama de servicios fi nancieros que llegó a unos 660.000

prestatarios. En el capítulo 2, se describe el proceso de upgrading de las

organizaciones no gubernamentales de América Latina, mediante el cual

pasaron a ser instituciones fi nancieras formales y supervisadas.

El nivel actual de las actividades de microfi nanzas es, en parte,

consecuencia de las reformas fi nancieras emprendidas en la mayor parte

de los países de América Latina y el Caribe en las décadas de 1980 y

1990. El propósito de estas reformas era alentar la competencia, y abrir

y desregular los mercados fi nancieros; de este modo, han ayudado a

reducir el papel del Estado como banquero y prestamista, así como su

intervención en la determinación de precios y tasas de interés (véase el

capítulo 3). Dado que estas reformas no se vieron acompañadas por un

fortalecimiento del marco regulatorio, numerosas economías quedaron

vulnerables a los efectos externos de las crisis macroeconómicas inter-

nacionales. A mediados de los años noventa, los sistemas fi nancieros de

varios países latinoamericanos entraron en crisis, con una contracción

del crédito y del crecimiento económico.

En este período, tanto los organismos reguladores como las ins-

tituciones bancarias otorgaron absoluta prioridad a la gestión de la

crisis del sector fi nanciero. En algunos casos, adoptaron medidas de

rescate, efectuaron ajustes a las normas prudenciales y buscaron formas

de proteger a los depositantes. El control de crisis en las instituciones

fi nancieras se basó en la necesidad de una gestión minuciosa del riesgo de

crédito, en la supervisión de la capacidad de pago y en la administración

de la liquidez. El desarrollo de nuevos servicios para sectores tan poco

tradicionales como las micro y las pequeñas empresas no estaba en los

planes de la mayoría de los intermediarios fi nancieros de la región.

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EL FUTURO DE LAS MICROFINANZAS EN AMÉRICA LATINA 309

La crisis fi nanciera afectó sistemáticamente a todos los intermedia-

rios, incluidas las instituciones de microfi nanzas. Los estudios de caso

de Bolivia y Ecuador (véase el capítulo 5) muestran cómo estas institu-

ciones estuvieron a la altura de los desafíos de gestión durante una crisis

sistémica. Gracias a una selección previa adecuada, el contacto estrecho

con el cliente, el trato personal con los empresarios, la confi anza mutua,

una cultura que promovía el repago total y puntual de los préstamos, y

las tecnologías fi nancieras apropiadas, se vieron en posición ventajosa

frente a las instituciones fi nancieras tradicionales. Las instituciones de

microfi nanzas no sólo son capaces de sortear las crisis: también pue-

den salir de ellas fortalecidas. Dado que sus carteras de préstamos son

mucho menos cíclicas que las de los bancos comerciales tradicionales,

su presencia redujo la volatilidad de los sistemas fi nancieros.

Este logro es tanto más notable a la luz de que América Latina

exhibe el mayor promedio mundial de crisis bancarias sistémicas por

país (BID, 2004). Alrededor de un tercio de los países experimentó crisis

repetidas entre 1974 y 2003. En medio de esta volatilidad, las institucio-

nes de microfi nanzas se han desempeñado extraordinariamente bien:

han mostrado un crecimiento constante, han mantenido el control de

calidad sobre sus activos y, en algunos casos, han actuado como refugio

de los depositantes de otras entidades.

El desarrollo de la industria no ha sido parejo. Los países de la región

a la vanguardia de las microfi nanzas son aquellos en los que el marco

regulatorio se adaptó para facilitar las operaciones de microcrédito (véase

el capítulo 4). Estas estructuras legales reconocen que tales operaciones

merecen un tratamiento distinto aunque no preferencial, compatible con

las características intrínsecas de las operaciones de crédito que se apoyan

en evaluaciones basadas en el fl ujo de efectivo, así como en información

informal e incompleta, sin que exista una garantía real.

Además de un marco regulatorio especializado, las microfi nanzas,

para prosperar, requieren un mercado potencial amplio, así como ins-

tituciones bien administradas, con el respaldo de estructuras sólidas de

gobierno corporativo. Pese al desarrollo desparejo del sector en la región,

los buenos resultados obtenidos por las instituciones precursoras han

tenido un efecto de demostración importante. En el plano nacional este

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310 TOMÁS MILLER-SANABRIA

efecto indujo a nuevos interesados a ingresar en el mercado con recursos

adicionales, incrementando la oferta; esto llevó a una mayor competencia

y a una gama más amplia de opciones para los empresarios. Con los

sistemas de comunicaciones actuales de avanzada y las posibilidades de

intercambio de información fi nanciera por Internet, la transferencia de

conocimientos y la divulgación de los resultados de los proyectos han

trascendido las fronteras nacionales.

A la luz de esta coyuntura, el desafío, en términos del fi nancia-

miento del desarrollo, en los países que han sujetado a las instituciones

de microfi nanzas a regulación y supervisión preventiva, consiste en pro-

fundizar la penetración, fortalecer la capacidad fi nanciera e institucional

de estos intermediarios, y ampliar las opciones de crédito, introduciendo

nuevos productos y servicios. En los grandes países latinoamericanos,

con poblaciones más numerosas y, por lo tanto, mayor cantidad de em-

presarios, el desarrollo del sector está siguiendo un camino distinto. Ha

evolucionado, no a partir de organizaciones no gubernamentales, sino a

partir de instituciones fi nancieras no tradicionales, que no se especializan

en el microcrédito pero tienen la capacidad de llegar al mercado masivo

y de distribuir servicios a una gran cantidad de habitantes.

Tal como se describe en este libro, las microfi nanzas en América

Latina y el Caribe se distinguen por sus altas tasas de crecimiento, la

dura competencia y la amplia integración con los sistemas fi nancieros. El

crecimiento y la competencia contrastan signifi cativamente con el reciente

desempeño de los sistemas en los que se insertan. En una evaluación

reciente, el BID caracterizó la oferta de crédito del sector bancario como

escasa, costosa y volátil (BID, 2004). Pese a estas limitaciones, el crédito

suministrado por este sector en la región constituye la fuente principal

de fi nanciamiento para las empresas y los hogares latinoamericanos. En

la misma línea, el costo elevado y la falta de confi abilidad de esta fuente

de fi nanciamiento minan el crecimiento económico y constituyen un

obstáculo para la reducción de la pobreza.

No existe un modelo único para las microfi nanzas en América

Latina; en cambio, coexiste una multiplicidad de enfoques, destinados

a satisfacer la demanda de servicios fi nancieros de unidades económicas

pequeñas. Estos formatos de operación deberían tomar en cuenta las

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EL FUTURO DE LAS MICROFINANZAS EN AMÉRICA LATINA 311

circunstancias de cada lugar, principalmente, el grado de desarrollo de

los mercados fi nancieros locales, las condiciones macroeconómicas y

el marco regulatorio. Pese a su diversidad, los factores en común que

comparten los modelos son indicativos de una tasa de crecimiento ele-

vada en el sector, un progresivo nivel de integración con los sistemas

fi nancieros, una mayor competitividad, la iniciativa de los interesados

locales del sector privado, y la capacidad de sobrevivir y crecer en épocas

de crisis fi nancieras y macroeconómicas.

La competencia por servicios fi nancieros diversifi cadosy estables

La competencia, la tecnología y las economías de escala han permitido

al sector de microfi nanzas de la región reducir el costo de los servicios.

La competencia ha forzado a las instituciones de crédito a ajustar sus

políticas de precios de acuerdo con la demanda de servicios fi nancieros

por parte de empresarios a cargo de unidades económicas pequeñas.

Las condiciones de mercado y el estado de la industria en cada país

inciden en la determinación de precios. Los países con escasas fuentes

de fi nanciamiento para el sector muestran márgenes elevados, tasas de

interés superiores y menor disponibilidad de productos y servicios. En

países con una mayor penetración en el mercado, los clientes preferen-

ciales reciben un tratamiento especial; además, se han hecho esfuerzos

signifi cativos por diversifi car la gama de servicios, con miras a conquistar

la lealtad de los clientes y a evitar depender de un único producto. Las

instituciones de microfi nanzas ubicadas a la vanguardia son interme-

diarios completos, que ofrecen múltiples servicios, tanto por el lado de

sus activos como por el de sus pasivos.

En América Latina, el microcrédito ha tenido una penetración en

el sector bancario formal más profunda que en cualquier otra región

en desarrollo (véase el capítulo 8). Sin embargo, en varios de los países

más populosos (Argentina, Brasil, Colombia, México y Venezuela), la

oferta resulta insufi ciente frente a la enorme demanda de servicios

fi nancieros del sector de microempresas. La evolución de estos servi-

cios, a su vez, infl uye sobre el comportamiento y la demanda de los

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312 TOMÁS MILLER-SANABRIA

empresarios. Así, en países en los que se utilizan ampliamente tarjetas

de crédito y cheques, el crédito logra llegar a las microempresas a tra-

vés de usos ingeniosos de instrumentos fi nancieros existentes, pese a

la falta de instituciones de microfi nanzas especializadas. Dado que los

fondos intermediados se movilizan localmente sin necesidad de fi nan-

ciamiento de organismos internacionales donantes, se desconocen las

repercusiones reales de la presencia de estos métodos de fi nanciación

(véase el capítulo 8). Del mismo modo que los fondos que se prestan

a una microempresa pueden terminar siendo asignados a la familia

del empresario, el crédito de consumo y otros servicios fi nancieros

extendidos a una persona y a su familia pueden terminar mejorando

la liquidez de su empresa.

En los sistemas fi nancieros más avanzados de la región, los bancos

tradicionales están más familiarizados con el concepto de crédito de

consumo que con el microcrédito comercial. Ambos tienen numerosas

características similares, ya que se trata de préstamos pequeños con

períodos de repago breves, reducidos costos de transacción y elevados

gastos operativos para la gestión del crédito. Además, están destinados

a los sectores de ingreso mediano y bajo, y no requieren garantías. Las

evaluaciones de crédito se basan fundamentalmente en un análisis de la

información relativa al solicitante. En el caso del crédito de consumo,

la fuente de información requerida para procesar el crédito es el salario

del individuo, fácil de obtener cuando la persona tiene empleo formal.

La información para procesar el microcrédito se obtiene de un análisis

del fl ujo de efectivo de una actividad productiva típica de los mercados

informales. Esta información no es de fácil acceso; los procedimientos

para obtenerla de forma precisa y efi ciente constituyen una parte im-

portante de la metodología de crédito (véase el capítulo 3).

Pese a sus similitudes, el microcrédito y el crédito de consumo

tienen diferencias marcadas y la capacidad de ofrecer uno de ellos

no garantiza el éxito en el manejo del otro. La aplicación errónea de

estos conceptos en forma reiterada puede conducir a crisis sistémicas

(véase el capítulo 5). La diferencia principal entre estos productos es

la tolerancia a la morosidad, y la organización y administración de los

procedimientos de análisis, desembolso y cobro. Para una institución

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EL FUTURO DE LAS MICROFINANZAS EN AMÉRICA LATINA 313

fi nanciera, la característica más importante del microcrédito es el con-

junto de procedimientos utilizados para compilar información acerca

de la actividad productiva. Esta información, que identifi cará el tamaño

y el volumen del negocio generado por la unidad económica, y que

servirá como base para determinar el monto y las características del

préstamo, se actualiza en forma constante, a medida que se reciben los

datos que conformarán el historial de crédito del cliente. Con el tiempo,

las interacciones comerciales entre la institución y el cliente crecen, al

otorgarse préstamos de mayor cuantía con plazos más prolongados, y

se amplía el alcance de las operaciones fi nancieras.

El microcrédito fue el pionero, el Ford T1 de este sector fi nanciero,

pero ha dejado de ser el único producto. Ahora abundan el crédito, el

ahorro y otros servicios, pues numerosas instituciones ofrecen distin-

tos tipos de fi nanciamiento para pequeñas empresas y microempresas:

créditos individuales y grupales, préstamos para inversión, préstamos

de capital de trabajo, hipotecarios y de consumo, y líneas de crédito. Las

operaciones de depósito incluyen diversos tipos de estructuras de ahorro,

cuentas con libretas de ahorro, depósitos a plazo fi jo en distintas mone-

das y cuentas corrientes. Entre otros tipos de servicios, cabe mencionar

las transferencias nacionales e internacionales de remesas, el cambio de

divisas, el cobro de impuestos locales y cargos a usuarios, el descuento

de títulos valores, el cobro de servicios públicos (agua, electricidad y

teléfono) y, recientemente, servicios de microseguro.

Tecnología apropiada

A diferencia del microcrédito (que en general es específi co, no dife-

renciado y se centra en un único producto), las microfi nanzas ofrecen

alternativas en extremo diversas, más adecuadas a los gustos y prefe-

rencias del cliente. El costo total de la deuda de las pequeñas empresas

y microempresas incluye dos componentes: la tasa de interés y el valor

1 El Ford T fue el primer automóvil diseñado por Henry Ford. A principios de los años veinte, 25 años después de la introducción del vehículo, su creador reconoció que había cumplido su ciclo de vida, y lanzó el Ford A. Pronto les siguieron muchos otros.

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314 TOMÁS MILLER-SANABRIA

de las transacciones. En algunos países, la competencia ha llevado a

reducir las tasas de interés. La tecnología aplicada al microcrédito ha

facilitado el uso de métodos específi camente diseñados para reducir los

costos de las transacciones. En combinación con mayores economías

de escala, estos dos efectos han tenido como resultado una reducción

del costo total de endeudamiento, en los sitios donde el sector se ha

desarrollado.

La prestación integrada de una gran variedad de servicios fi nan-

cieros ha modifi cado las políticas de establecimiento de precios. Dada la

elasticidad cruzada de los valores de distintos servicios de microfi nanzas,

la venta de una gama de productos ha contribuido a reducir aún más

los precios de los servicios. Este efecto se intensifi ca cuando existe una

plataforma tecnológica apropiada que, bien aplicada, permite el diseño

de nuevos productos, un mayor espectro de canales de distribución y

una mayor productividad de los proveedores de microfi nanzas.

La adopción de tecnologías modernas es una decisión económica

basada en costos y benefi cios, sujeta a restricciones tecnológicas existen-

tes donde sea que la institución lleve adelante sus operaciones (véase el

capítulo 6). La tecnología por sí sola no repercutirá sobre la efi ciencia

de una institución, excepto que se la utilice en combinación con innova-

ciones en la organización. Aun cuando la tecnología ayude a uniformar

procesos, no sustituye la interacción y el contacto entre el analista de

crédito y los clientes. En microfi nanzas, esta relación es un factor crítico

para evaluar el carácter del cliente y su capacidad de pago.

Las microfi nanzas, con su amplia gestión de datos y sus grandes

requisitos para su procesamiento, ven esta tarea enormemente facilitada

por la tecnología, que las ayuda en el manejo de elementos tan esenciales

para la gestión de riesgo como la compilación, el procesamiento y la

interpretación de la información. A diferencia del análisis de crédito

efectuado por los bancos comerciales, sobre la base de la cuantifi ca-

ción de la riqueza acumulada, la evaluación de riesgo de las micro y

pequeñas empresas depende del procesamiento de la información. Las

transacciones comerciales, y entre empresas y prestadores de servicios

fi nancieros, evolucionan a un ritmo tal que resulta difícil imaginar de

qué modo se llevarán a cabo las operaciones de negocios en el futuro

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EL FUTURO DE LAS MICROFINANZAS EN AMÉRICA LATINA 315

cercano. Para poder adaptar los servicios que ofrecen a las necesidades

de los empresarios, las instituciones de microfi nanzas deberán mante-

ner una mentalidad abierta, estar dispuestas a ponerse a la altura de los

cambios e introducir mejoras en forma continua. La tecnología posibilita

esta adaptación constante.

Las nuevas tecnologías plantean un amplio espectro de oportu-

nidades, que permiten a los empresarios tomar mejores decisiones en

materia de ahorro y consumo, en un momento determinado y a lo largo

de diversos períodos. La disponibilidad de más servicios fi nancieros

posibilita los pagos, y permite trasladar el poder adquisitivo a lo largo

del tiempo y a través de la distancia física. Un ejemplo signifi cativo es

el mecanismo de transmisión para enviar y recibir remesas familiares.

Los avances tecnológicos y las reducciones de costos están trayendo

aparejados cambios importantes que mejoran la capacidad de los ho-

gares y las empresas, por igual, de gestionar la liquidez; el resultado ha

sido una reducción en los costos de las transacciones en los mercados

de bienes y servicios, y en los mercados de los factores de producción.

En los próximos años, se verán más transformaciones y avances en

la forma en que las unidades económicas pequeñas llevan a cabo sus

operaciones de mercado.

En los países donde las microfi nanzas han alcanzado un mayor

grado de madurez, la tecnología ofrece la oportunidad de incrementar la

productividad y la efi ciencia, y de ampliar la cobertura a sectores donde

en la actualidad no se prestan servicios, por ejemplo, en áreas rurales y

a migrantes. Otro campo en el que la tecnología cumplirá un papel más

visible en el futuro es la integración del sector de microfi nanzas con los

sistemas fi nancieros. Sin duda, el creciente fl ujo de información entre

bancos, subsidiarias y centros de evaluación de riesgo creará la necesidad

de nuevas tecnologías (véase el capítulo 6).

Economías de escala

En el área de servicios fi nancieros, resulta difícil lograr un nivel satisfac-

torio de efi ciencia con un volumen de operaciones pequeño. A menos

que se alcancen los volúmenes críticos de las economías de escala, los

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316 TOMÁS MILLER-SANABRIA

servicios tienden a ser altos, limitados y carentes de profundidad. Las

entidades de este sector necesitan un monto mínimo para cubrir los

costos de evaluación y otros gastos operativos. Las economías de escala

no solamente permiten a las instituciones microfi nancieras reducir los

costos administrativos por cada unidad de crédito colocada, sino que

también hacen factible la estructuración de inversiones y operaciones

de mayor tamaño. Las instituciones de microfi nanzas y los proveedores

de fi nanciamiento pueden incrementar signifi cativamente la escala de

las operaciones comerciales que emprenden. Las de mayor envergadura,

incluso, son capaces de diseñar y emitir instrumentos de mayor tamaño

como para atraer la inversión privada.

Para mediados del año 2005, quizá 20 instituciones de microfi nanzas

de América Latina ya habían alcanzado niveles de activos superiores a

US$50 millones. Las tasas de crecimiento anual del orden del 30% al 40%

indican que el tamaño de las instituciones y de la industria en general

se duplica aproximadamente cada dos años. Este tamaño crítico, y las

correspondientes perspectivas de crecimiento, están atrayendo nuevas

fuentes de fi nanciamiento que, hasta ahora, sólo habían tratado con el

sector bancario tradicional. Entre los nuevos inversionistas se incluyen

fondos de pensiones, bancos de inversión, y fondos internacionales de

inversión y para el desarrollo de capital. Los mayores volúmenes de acti-

vos fi nancieros que estas instituciones han acumulado consolidarán sus

enlaces con los mercados fi nancieros y de capitales, a través de fusiones,

adquisiciones y la titulización de las carteras de préstamos.

A medida que las instituciones de microfi nanzas comienzan a

operar como instituciones fi nancieras reguladas, se integran al sistema

fi nanciero local y se exponen más a las oscilaciones y las inestabilidades

macroeconómicas, así como a las repercusiones de las crisis desatadas

en otras regiones. Las ventajas de la movilización de depósitos pueden

verse minadas por el incremento de los gastos operativos, sujetos a los

vaivenes de los shocks externos que escapan al control de las institu-

ciones bancarias. Así, cobran importancia las políticas sistemáticas de

gestión de crisis y de prevención, la capacidad de gestión de la liquidez en

tiempos de crisis, y la disponibilidad de mecanismos de fi nanciamiento

de último recurso.

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EL FUTURO DE LAS MICROFINANZAS EN AMÉRICA LATINA 317

Microfi nanzas, capital humano y gobierno corporativo

A medida que el crecimiento se acelere y se profundice la integración

con los sistemas fi nancieros, se incrementarán los requerimientos de

capital humano en términos de la cantidad y el grado de especialización

requerido a los gerentes de nivel superior y las juntas directivas de las

instituciones. El dinamismo de un intermediario fi nanciero especiali-

zado en microfi nanzas es más una función de su capital humano, que

de su capital fi nanciero.

Las operaciones de crédito para microfi nanciamiento crecen en

todo el sector de fi nanzas, como lo demuestran el número de bancos que

ingresan gradualmente en la actividad, la cantidad de instituciones de

microfi nanzas existentes y rentables, y la base de clientes que atienden.

Las instituciones de microfi nanzas de mayor éxito han logrado crecer

a través de sus vínculos con los mercados fi nancieros y de capital; esto

les ha permitido integrarse sin pausa al sistema bancario. Sin duda, los

vínculos con los mercados fi nancieros atraen más inversiones y más

fi nanciamiento, públicos y privados. A su vez, la responsabilidad de

manejar mayores niveles de activos fi nancieros trae aparejada la nece-

sidad de más controles y mecanismos de supervisión, los que a la vez

exigen más capital humano.

Independientemente de cómo esté conformada una institución de

microfi nanzas, es importante que cuente con varios órganos de toma de

decisiones, integrados por miembros y socios, directores y gerentes. Las

normas y regulaciones en virtud de las cuales estos organismos ostentan

el poder y supervisan el control defi nen el gobierno corporativo de la

entidad. Tradicionalmente, la función de la junta directiva consiste en

orientar la perspectiva de un grupo de accionistas y mediar entre los

propietarios y los gerentes de una empresa. A medida que el volumen de

activos que estas instituciones administran crece a un ritmo acelerado,

se tornan más importantes y complejas las funciones y responsabilida-

des de la junta directiva. Esto resulta particularmente cierto cuando los

fondos provienen del público, contribuyentes de impuestos e inversio-

nistas. Para que un miembro de la junta directiva aporte valor agregado

a una empresa, debe contribuir con nuevas ideas, aportar experiencia

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318 TOMÁS MILLER-SANABRIA

profesional pertinente y ofrecer una red de contactos, que contribuyan

a generar nuevos proyectos o a obtener fi nanciamiento adicional.

Una junta que comprenda cabalmente sus responsabilidades

fi duciarias deberá proteger los intereses de todos sus accionistas, in-

cluidos los minoritarios. Debe analizar, ponderar, aprobar y estudiar

minuciosamente los planes y las propuestas de la gerencia. Los miembros

de esta toman decisiones, pero es responsabilidad de la junta aprobar-

las. Mientras la gerencia tiene la responsabilidad diaria de manejar los

recursos de una empresa, la junta directiva debe examinar y aprobar

los presupuestos, dado que ella tiene la última palabra con respecto a

la asignación de fondos y esfuerzos. Finalmente, la junta directiva debe

crear un ambiente de rendición de cuentas para evaluar sistemática-

mente el desempeño de la gerencia y medir el nivel de cumplimiento

de las metas propuestas.

Un gobierno corporativo sólido es condición necesaria en una

empresa de microfi nanzas, a fi n de fomentar la rendición de cuentas, la

transparencia y una conducta de negocios apropiada. El modo en que

los accionistas y la gerencia comparten el control de su institución se

defi ne por las reglas de gobierno corporativo. Por mejor establecidos

que estén el marco regulatorio de un país y el control preventivo, nunca

pueden sustituir a directores con un sentido claro del “deber de dili-

gencia” y el “deber de lealtad”. Por el “deber de diligencia”, un director

debe actuar de buena fe, con el mismo cuidado y la misma cautela que

cualquier persona prudente demostraría en una posición similar y en las

mismas condiciones. Fiel a este principio, debe utilizar su mejor juicio

para proteger los intereses de la empresa. Por el “deber de lealtad”, los

directores deben anteponer los intereses de la empresa a los propios

(NACD, 2003).

Asimismo, conforme a este mismo principio, los miembros de

la junta directiva utilizan los activos y la información de la institución

para cumplir las metas y los objetivos declarados de la misma, jamás

para su uso personal. El “deber de lealtad” puede ponerse a prueba en

situaciones de confl icto de intereses, cuando un miembro de la junta

participa en una transacción en la cual también participa su empresa.

Las instituciones de microfi nanzas pueden enfrentar confl ictos de in-

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EL FUTURO DE LAS MICROFINANZAS EN AMÉRICA LATINA 319

tereses cuando los inversionistas cumplen simultáneamente una o dos

funciones, por ejemplo, si son también acreedores o proveedores de

suministros o de asistencia técnica. La transparencia, las conversaciones

abiertas y francas, y la voluntad de proveer información ayudan a reducir

las posibilidades de que exista un confl icto de intereses.

Se ha demostrado que las buenas prácticas en el gobierno corpora-

tivo tienen correlación con rentabilidades más elevadas de las empresas.

Cuando los derechos de los accionistas no son lo bastante sólidos y los

directores no los defi enden, el valor de la institución disminuye, y su

desempeño operativo se deteriora (Gompers, Ishii y Metrick, 2001). Las

instituciones de microfi nanzas bien establecidas necesitan directores

capaces, responsables y bien informados, que adhieran a normas éticas

básicas, y que tomen decisiones con madurez y prudencia. El marco

regulatorio es importante, pero es aún más importante poder confi ar

en una junta directiva integrada por personas califi cadas, con integridad

y una ética de negocios incuestionable. El volumen creciente de fondos

públicos que se han visto atraídos hacia estas instituciones requiere

una inversión signifi cativa en capital humano, no sólo en el ámbito

gerencial, sino también en el de las juntas, pues sus miembros son, en

última instancia, responsables ante el público (depositantes, accionistas,

inversionistas, fi nancistas y clientes) por el manejo probo de los recursos

confi ados a su actuación profesional.

La rápida proliferación de instituciones de microfi nanzas y el

volumen siempre creciente de activos fi nancieros exigen una gran in-

versión en capital humano en términos de capacitación, contratación

y formación de personal califi cado. El mercado está dando respuesta a

esta necesidad, ya que varias universidades han añadido programas de

microfi nanzas a sus planes de estudio. La necesidad de educar y capacitar

a personal especializado se tornará cada vez más acuciante. Para que

jóvenes califi cados busquen seguir carreras en microfi nanzas, se necesita

hacer más inversiones en recursos humanos y personal de gestión. Hasta

la fecha, las instituciones microfi nancieras han asumido la mayor parte

de este costo. A medida que el sector continúa expandiéndose, existen

argumentos contundentes a favor de compartirlos con los estudiantes

mismos y con el sector público.

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320 TOMÁS MILLER-SANABRIA

El fortalecimiento continuo de habilidades y de la capacitación,

además de la actualización profesional del personal de microfi nanzas y

de los miembros de las juntas directivas, serán factores determinantes

en la capacidad de estas instituciones de seguir atrayendo recursos para

ampliar su marco de actividades. Las instituciones de microfi nanzas

necesitan directores que comprendan cómo operan los mercados de

capitales, que sepan de economía y psicología, que conozcan a fondo al

ser humano, que sean hábiles para tomar decisiones y, por encima de

todo, que conozcan cabalmente la esencia del crédito.

La globalización de las microfi nanzas y las remesas

A medida que el mundo se globaliza y los mercados locales se integran

cada vez más en una economía más amplia, los mercados de trabajo y

fi nancieros se expanden o contraen según las oportunidades disponibles.

Este comportamiento se refl eja en los fl ujos migratorios, en las remesas,

y en las decisiones de inversión y consumo de la población de ingreso

bajo. Las microfi nanzas también se han globalizado.

En tanto herramienta de desarrollo del fi nanciamiento, las remesas

tienen mucho en común con las microfi nanzas en América Latina y el

Caribe, tanto en su evolución como en sus características inherentes.

Como servicios fi nancieros, ambos instrumentos se ofrecieron inicial-

mente fuera de los sistemas bancarios comerciales tradicionales, tal vez

porque han estado destinados a una clientela no prioritaria de estos

sistemas. El perfi l de un cliente de microfi nanzas es similar al del recep-

tor de una remesa: nivel socioeconómico bajo, utilización frecuente del

servicio y transacciones por montos pequeños. Además, los dos tienden

a vivir en lugares pobres, donde ha sido en extremo difícil lograr una

asignación efi caz de asistencia.

Las remesas son una herramienta de desarrollo importante porque

de ellas dependen el bienestar de millones de personas y las economías

de docenas de países (Terry, 2005). No sólo cubren las necesidades

económicas básicas de muchas familias; también proveen recursos para

invertir en las personas, en términos de educación y salud. Asimismo

suministran capital embrionario para miles de micro y pequeñas em-

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EL FUTURO DE LAS MICROFINANZAS EN AMÉRICA LATINA 321

presas, tanto como pagos iniciales para la compra de terrenos o casas.

Pese a su enorme potencial de aprovechamiento, las remesas continúan

enfrentando una escasez de canales de distribución. Las opciones de

los hogares pobres para hacer un uso óptimo de las mismas no se están

aprovechando al máximo.

Las oportunidades de negocios para que las instituciones de

microfi nanzas presten servicios operativos y de distribución de estos

fondos son inmensas, aun cuando los servicios de transmisión electró-

nicos, como Western Union y MoneyGram, siguen teniendo una gran

aceptación. Igualmente, existen otros métodos de distribución menos

utilizados, por ejemplo, cooperativas, instituciones de microfi nanzas,

bancos, servicios postales y operadores individuales.

En el año 2000 casi el 3% de la población mundial, de 6,1 mil

millones de personas, estaba conformado por emigrantes; más de 175

millones de individuos vivían lejos de sus hogares, todos en busca de

mejores oportunidades (Martin, 2004).2 La falta de empleo formal en

América Latina y las posibilidades de puestos mejor pagos en el norte

han conducido a la formación de un fl ujo de trabajadores desde el sur,

principalmente, hacia Estados Unidos. Además de esta migración hacia

el norte, también se han incrementado las migraciones intrarregionales;

en ellas, se incluyen las corrientes de bolivianos que van hacia Argentina,

de nicaragüenses a Costa Rica, de guatemaltecos a México, de peruanos

a Chile y de haitianos a la República Dominicana. Aproximadamente

el 5% de las personas que viven en Estados Unidos (14,5 millones de

personas) son inmigrantes provenientes de esta región, conforme a un

censo de población efectuado en ese país en el año 2000. Según estima-

ciones recientes, la cifra actual es de 17 millones.

Mientras millones de personas emigran del sur al norte, miles de

millones de dólares se trasladan, en remesas, del norte al sur. Anual-

mente, en América Latina y el Caribe, se recibe más dinero en remesas

que en cualquier otra región. En 2005, se enviaron más de US$54 mil

2 Estadísticas basadas en datos de la División de Población de las Naciones Unidas y los Indicadores de Desarrollo del Banco Mundial. Se defi ne “inmigrante” como una persona que ha vivido fuera de su país de origen por 12 meses o más.

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322 TOMÁS MILLER-SANABRIA

millones en remesas. Esta cifra supera holgadamente el total de inversión

extranjera directa y de asistencia ofi cial para el desarrollo (no militar)

que recibe la región. Pese al enorme volumen y a los efectos crecientes

de estos fl ujos, los efectos de la migración y las remesas sobre el desa-

rrollo todavía no han sido analizados o estudiados en forma apropiada

(Terry y Wilson, 2005).

La generación de nuevas alternativas en servicios fi nancieros

(tales como el crédito y la transferencia de remesas y ahorros) para este

segmento de la población reduciría la dependencia e incrementaría la

variedad que se ofrece a los clientes. El suministro de servicios se elevaría

y la demanda sería más elástica. Por el mismo servicio, el cliente pagaría

un precio menor, con lo cual aumentaría su bienestar. En el año 2000,

el costo promedio de enviar una remesa a América Latina era igual al

15% del monto de la transacción. Hoy, el costo se ha reducido a la mitad,

gracias a la competencia, a los avances tecnológicos y a la disponibilidad

de más información. Las repercusiones sociales de esto son signifi cativas,

pues los benefi ciarios de remesas pertenecen a los grupos económicos

más bajos. En general, los inmigrantes pobres las envían a familiares aún

más pobres. La misma reducción de márgenes que se ha producido en la

industria de las microfi nanzas se está poniendo de manifi esto también

en la transferencia de dinero. La tecnología ha permitido diseñar nue-

vos servicios y la competencia ha generado nuevas alternativas, en un

esfuerzo por diferenciarse y atraer clientes, mejorando así los servicios

y reduciendo el costo total para el cliente.

Varias docenas de instituciones de microfi nanzas de América Latina

están incorporando los servicios de transferencia de remesas a la gama

de productos que ya ofrecen a sus clientes. El potencial económico de

aprovechar los efectos de estas operaciones a través de las instituciones

fi nancieras es enorme y apenas comienza a descubrirse. El papel de las

instituciones de microfi nanzas en la canalización de recursos a través

de los sistemas fi nancieros, incrementando la movilización de depósi-

tos y el marketing del crédito a pequeñas empresas y microempresas,

indudablemente crecerá.

A través de alianzas entre las instituciones de microfi nanzas, en los

países en que se reciben remesas, y entre las instituciones fi nancieras y

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EL FUTURO DE LAS MICROFINANZAS EN AMÉRICA LATINA 323

quienes las envían, en los países de los que las remesas salen, ha sido po-

sible reducir los costos de las transferencias e incrementar los montos de

la intermediación fi nanciera, con lo que se ha contribuido al crecimiento

económico. Con la oferta cruzada de préstamos, ahorro y transferencia

de remesas el cliente puede destinar los fondos a consumo y ahorro con

más facilidad. Un espectro más amplio de opciones de fi nanzas ayuda a

incrementar las oportunidades de que las empresas hogareñas del sector

informal puedan aprovechar los proyectos productivos promisorios.

En la actualidad las remesas normalmente dependen de tran-

sacciones de efectivo. Para que pasen por los bancos, debe continuar

expandiéndose el acceso de las microempresas a los servicios fi nancie-

ros. De hecho sólo alrededor del 14% del mercado de microempresas

en América Latina recibe, en la actualidad, servicios de microfi nanzas

(Marulanda y Otero, 2005). Además, numerosos benefi ciarios de remesas

no están familiarizados con las instituciones fi nancieras. Las oportu-

nidades de negocios para que bancos, cooperativas e instituciones de

microfi nanzas aborden estas brechas son inmensas, tanto en los países

desde los que se envían como en los países receptores, menos desarro-

llados (Terry, 2005).

A medida que las instituciones de microfi nanzas puedan identifi car

la demanda legítima y real de servicios fi nancieros por parte de micro

y pequeñas empresas, y asignar crédito al sector, los mayores fl ujos de

remesas a través de las mismas tendrán efectos económicos signifi cativos

sobre el sector de las microempresas y los hogares de ingreso bajo. Pese a

que los receptores de remesas son poco propensos a ahorrar, aun montos

pequeños pueden representar una gran diferencia. El efecto acumulativo

puede mejorar signifi cativamente las reservas de capital de las micro-

empresas, así como el bienestar (Woodruff y Zenteno, 2001).

Para ofrecer servicios de remesas, las instituciones de microfi -

nanzas deben procurar establecer lazos comerciales y asociaciones con

instituciones en los países desde donde se envíen. A fi n de fortalecer

estas alianzas transnacionales y generar la confi anza necesaria entre

grandes instituciones ubicadas en países distintos, se necesita un fl ujo

constante de información fi nanciera fácilmente disponible. Los bancos

grandes de países desarrollados establecerán lazos y harán negocios con

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324 TOMÁS MILLER-SANABRIA

instituciones de microfi nanzas en países en desarrollo únicamente si el

volumen de las transacciones es signifi cativo, si su desempeño fi nan-

ciero es satisfactorio, si las prácticas comerciales son apropiadas y si la

información es transparente.

Otra consecuencia de la globalización es el número creciente de

fi nancistas internacionales que suministran grandes montos en préstamo

a instituciones de microfi nanzas. Junto con las fuentes extranjeras, surge

la necesidad de gestionar el riesgo cambiario. La dolarización fi nanciera

es un rasgo distintivo del sector bancario en muchos países de América

Latina y el Caribe. Las instituciones de microfi nanzas que prestan dólares

a empresas que operan en el sector de bienes no transables pueden estar

cambiando riesgo cambiario por riesgo crediticio, al intentar trasladar

el desfase de las divisas de sus propios instrumentos fi nancieros a la

clientela de la cartera de créditos (BID, 2004).

A medida que se producen avances en la industria, la necesidad de

gestionar el riesgo cambiario requiere acción en diversos ámbitos. En el

campo de las instituciones, la solución es continuar centrándose en la

movilización de ahorros y depósitos. A medida que la industria de las

microfi nanzas se integre más a los mercados fi nancieros locales y que

más bancos comerciales incorporen las microfi nanzas como negocio

central, los préstamos del exterior se tornarán menos importantes. En

el ámbito de la industria, se difundirá el uso de instrumentos de cober-

tura, tales como canjes de divisas, garantías en moneda local, contratos

a término (forward contracts), y futuros y opciones sobre divisas. La

solución defi nitiva, no obstante, es macroeconómica: en efecto, en gran

medida, la dolarización tiene causas de ese tipo.

Expansión más allá de las fronteras

En América Latina, en los últimos años, varias instituciones de micro-

fi nanzas han ampliado sus actividades más allá de los límites geográfi -

cos. Conducida por empresas e instituciones que buscan expandir sus

operaciones a mercados de mayor envergadura, esta integración más

allá de las fronteras continuará creciendo y fortaleciéndose por varias

razones: como estrategia para integrar y utilizar los sistemas tecnológicos

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EL FUTURO DE LAS MICROFINANZAS EN AMÉRICA LATINA 325

e informáticos; como modo de diversifi car el riesgo sistémico mediante

un esfuerzo para aprovechar al máximo las operaciones internas; como

medio para incrementar el nivel de operaciones y hacer uso pleno de los

aportes de recursos humanos y de tecnología. Esta integración regio-

nal ayudará a difundir las prácticas óptimas y los modelos de efi cacia

comprobada en áreas geográfi cas donde las microfi nanzas aún no han

encontrado terreno fértil. Las alianzas también permiten el intercambio

de productos y servicios; de esa forma, se reducen los costos de inicio

de operaciones, así como los costos de desarrollo, de transferencia de

conocimientos y de capacitación (Castello, 2004).

Aunque según las predicciones, esta expansión internacional

continuará aumentando, lo más probable es que cada institución

se siga gestionando como un banco independiente, y no como una

agencia o sucursal de una empresa transnacional. Existen dos motivos

para esta separación: la naturaleza inherente de las instituciones de

microfi nanzas, que dependen de las características particulares de cada

mercado, y los distintos niveles de desarrollo de los sistemas regulato-

rios, que no están sincronizados. Los métodos que se utilizan en cada

país para hacer negocios, así como los usos y costumbres, difi cultan

el establecimiento de una norma universal. No obstante, la alineación

de los marcos regulatorios y la integración de los sistemas de super-

visión contribuirán a llevar a los países a adoptar un plan de trabajo

común. Los procedimientos de supervisión uniformes ayudan a evitar

los arbitrajes regulatorios y a promover un desarrollo más equitativo

de las microfi nanzas.

Algunas instituciones de microfi nanzas latinoamericanas han in-

vertido en instituciones del mismo tipo en otras zonas de la región. Por

ejemplo, el Fondo Financiero Privado para el Fomento de las Iniciativas

Económicas (FIE) de Bolivia invirtió en FIE Gran Poder, en Argenti-

na, de la que es accionista mayoritario. Mibanco, de Perú, invirtió en

Bancosol, de Bolivia. El grupo bancario ProCredit tiene inversiones en

Bolivia, Ecuador, El Salvador, Haití y Nicaragua. Los bancos miembros

del Grupo Altas Cumbres operan en Costa Rica, Ecuador, Guatemala,

Perú y República Dominicana. Lo más probable es que esta tendencia

a realizar inversiones más allá de las fronteras continúe, junto con las

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326 TOMÁS MILLER-SANABRIA

inversiones de accionistas en instituciones de microfi nanzas locales en

distintos países, todo ello como modo de diversifi carse, expandirse y

penetrar en nuevos mercados.

Esta expansión ya está teniendo lugar entre grupos bancarios de

América Latina, que se están propagando en la región, están rompiendo

las barreras geográfi cas y están forjando una integración que ya no se

limita sólo a lo político, sino que también alcanza a los ámbitos co-

mercial y empresarial. En un futuro no muy distante, las instituciones

de microfi nanzas de mayor envergadura atraerán, inevitablemente, el

interés de los grupos de inversión privados, en vista de las posibilidades

de diversifi car el riesgo en la región. La integración de las microfi nan-

zas en los mercados fi nancieros y de capitales latinoamericanos es una

realidad irreversible.

Servicios fi nancieros para combatir la pobreza

Los servicios fi nancieros permiten a los pobres diversifi car sus fuentes

de ingresos, “suavizar” sus patrones de consumo a lo largo del tiempo,

y protegerse de emergencias y hechos inesperados. El acceso al fi nan-

ciamiento es importante no sólo porque ofrece oportunidades a las

empresas de tomar préstamos para crecer, sino también porque permite

ofrecer a los hogares pobres mecanismos de seguridad para gestionar

riesgos y reducir su vulnerabilidad (véase el capítulo 8).

En la lucha por aliviar la pobreza y lograr equidad social, es

importante reconocer las funciones y las limitaciones de los servicios

fi nancieros. La pobreza no se reduce promoviendo servicios fi nancieros

puntuales, como micropréstamos o fl ujos de remesas. Lo que se necesitan

son instituciones sólidas con la capacidad de facilitar la intermediación

fi nanciera y la acumulación de capital en el nicho de las unidades eco-

nómicas más pequeñas. Para reducir la pobreza, es necesario contar con

instituciones fuertes que ayuden a las pequeñas empresas a acumular

reservas para hacer frente a emergencias y aprovechar oportunidades de

inversión, a administrar la liquidez, a facilitar decisiones con respecto a

si ahorrar o invertir, a transferir poder adquisitivo en tiempo y espacio,

y a asignar fondos de usos menos rentables a otros más rentables.

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EL FUTURO DE LAS MICROFINANZAS EN AMÉRICA LATINA 327

Las instituciones que logran brindar servicio a los pobres utili-

zan sus relaciones estrechas con los clientes y su conocimiento de las

circunstancias específi cas para comprender el comportamiento y las

necesidades de los hogares de menores ingresos. Por ejemplo, la migra-

ción se ha convertido en una estrategia de estos hogares para intentar

evadir la pobreza; por ello, varias instituciones de microfi nanzas de

América Latina han incorporado la distribución de remesas como un

servicio que pueden ofrecer a sus clientes. Sin embargo, lo importante

no es sólo ofrecer este servicio, sino proveer una gama integrada de

servicios fi nancieros diversos a los inmigrantes y sus familias. La oferta

multifacética de transferencias de remesas, crédito y ahorro ayuda a los

clientes a distribuir sus fondos entre consumo y ahorro.

No es el suministro de un único producto, sino más bien un enfoque

integrado y la disponibilidad de una gama de opciones fi nancieras lo

que incrementa las posibilidades de que los hogares-empresas del sector

informal puedan aprovechar los proyectos productivos. En la medida en

que las remesas puedan transferirse entre las cuentas bancarias de quien

las envía (el emigrante) y de los benefi ciarios (sus familiares), los costos

de la transferencia podrán reducirse y el fl ujo creciente de remesas se

moverá con más efi ciencia por el sistema fi nanciero. En estos casos, los

efectos positivos de las microfi nanzas para los pobres pueden ser muy

signifi cativos.

Desafíos futuros

Las microempresas y las unidades económicas pequeñas enfrentan mu-

chos problemas y no todos ellos pueden atribuirse a la falta de crédito.

No sólo de pan vive el hombre... y una microempresa necesita algo

más que servicios fi nancieros para desarrollarse. Aunque muchas veces

se menciona el fi nanciamiento como una restricción clave, el factor

limitante real es la falta de acceso permanente a un espectro de servi-

cios fi nancieros, no sólo al crédito. En este sentido, las microempresas

que operan en sectores específi cos están demandando programas de

desarrollo de servicios empresariales, así como de educación fi nanciera.

Este tipo de programas es esencial para el desarrollo de las capacidades

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328 TOMÁS MILLER-SANABRIA

que el sector necesita, a fi n de brindar un mejor servicio a más clientes.

Además, persistirá el desafío de adaptar los programas de desarrollo de

servicio empresarial accesibles, así como otros similares, a las necesidades

específi cas de cada institución.

El servicio al cliente de todas las instituciones fi nancieras conti-

núa teniendo un nivel bajo, pero está mejorando rápidamente. Debe-

rán continuar los esfuerzos por ampliar los servicios sostenibles a las

poblaciones pobres. Se deberán promover las iniciativas de los bancos

comerciales, de modo tal que sigan ingresando en el sector, cada vez

con más determinación. Los bancos privados dispuestos a ampliar los

servicios fi nancieros para el sector de microempresas son socios natu-

rales de los organismos multilaterales tales como el Fondo Multilateral

de Inversiones (Fomin), cuyo mandato incluye brindar apoyo a planes

fi nancieros innovadores para empresas pequeñas y microempresas.

También merecen apoyo otros tipos de instituciones de microfi nanzas,

tales como ONG o cooperativas con el potencial de ser sostenibles, y que

hayan desarrollado instrumentos nuevos e innovadores para el sector

de microempresas.

Las áreas rurales, en las que vive una proporción signifi cativa de la

población de América Latina y donde pueden encontrarse algunos de los

sectores más pobres, constituyen la frontera que habrá que conquistar en

los años venideros. Las limitaciones de la infraestructura física, la baja

densidad de población y el riesgo sistémico de las actividades rurales

requieren nuevos enfoques e innovaciones. Las organizaciones no gu-

bernamentales y las organizaciones sin fi nes de lucro que no movilizan

depósitos del público tienen alta tolerancia al riesgo; por ello, son un

vehículo excelente para la investigación y la experimentación de nuevos

servicios. Estas instituciones también cumplen un papel importante

en la prestación de servicios no fi nancieros, tales como capacitación y

desarrollo de habilidades de negocios. Las relaciones estrechas con sus

clientes y la capacidad para adaptarse al mercado local les permitirán

especializarse en nichos que han sido de poco interés para los interme-

diarios fi nancieros integrales, o que han recibido escasos servicios.

La participación de los inversionistas privados de la industria y de

los bancos tradicionales, así como de los organismos de desarrollo inter-

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EL FUTURO DE LAS MICROFINANZAS EN AMÉRICA LATINA 329

nacional y de inversionistas socialmente responsables en la industria de

las microfi nanzas, continuará creciendo en los próximos años (INCAE,

2004). Mientras que los primeros se ven atraídos por las ganancias, los

últimos buscan efectos sociales, cobertura y un mayor bienestar para los

grupos socioeconómicos menos favorecidos. La virtud de las microfi -

nanzas es que aportan resultados positivos en ambas órbitas, con lo que

atraen fondos de las dos fuentes. En suma, el crecimiento y la evolución

de esta actividad han demostrado que lo pequeño puede efectivamente

ser hermoso... y también rentable.

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330 TOMÁS MILLER-SANABRIA

R e f e r e n c i a s

Banco Interamericano de Desarrollo (BID). 2004. Desencadenar el crédito:

cómo ampliar y estabilizar la banca. Informe Progreso económico

y social, edición 2005. Washington, D.C., BID.

Castello, Sergio. 2004. Innovative Technologies in Microfi nance for Latin

America: Building Effective Delivery Channels. Resumen del

Microfi nance Workshop on the Use of Information Technology

to Deliver Financial Services, 16 y 17 de octubre, San José.

Fiori, Anita, Lara Goldmark, Carlos Assumpção et al. 2004. “Entendendo

a história das microfi nanças”. En: da Rocha, Angela y Renato

Cotla de Mello (Eds.). O desafi o das microfi nanças. Río de Janeiro,

Estudos Coppeard.

Gompers, Paul A., Joy L. Ishii y Andrew Metrick. 2001. Corporate

Governance and Equity Prices. National Bureau of Economic

Research (NBER) Documento de trabajo No. 8449. Cambridge

(agosto).

Instituto Centroamericano de Administración de Empresas (INCAE),

Business School. 2004. Case Study. ProFund Internacional S.A.

Alajuela, Costa Rica.

Luna, Elba y María Victoria Saenz. 2004. Macro impacto con micro dinero:

25 años de apoyo a la microempresa. Washington, D.C., Banco

Interamericano de Desarrollo.

Martin, Philip. 2004. “Migration”. En: Lomborg, Bjørn (Ed.). Global Crises,

Global Solutions. Cambridge, Cambridge University Press.

Marulanda, Beatriz y María Otero. 2005. “Profi le of Microfi nance in

Latin America in 10 Years: Vision and Characteristics”. ACCIÓN

International, Boston. Documento mimeografi ado.

National Association of Corporate Directors (NACD). 2003. Corporate

Director’s Ethics and Compliance Handbook. Washington, D.C.

Terry, Donald F. 2005. “Las remesas como instrumento de desarrollo”.

En: Terry, Donald F. y Steven R. Wilson (Eds.). Remesas de in-

migrantes: moneda de cambio económico y social. Washington,

D.C., Banco Interamericano de Desarrollo. © B

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EL FUTURO DE LAS MICROFINANZAS EN AMÉRICA LATINA 331

Terry, Donald F. y Steven R. Wilson (Eds.). 2005. Beyond Small Change:

Making Migrant Remittances Count. Washington, D.C., Inter-

American Development Bank.

Woodruff, Christopher y René Zenteno. 2001. “Remittances and Mi-

croenterprises in Mexico”. San Diego, University of California

(UCSD), Graduate School of International Relations and Pacifi c

Studies. Documento mimeografi ado.

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A C E R C A D E L O S A U T O R E S

Marguerite Berger es Coordinadora Principal de Países de la División

del Caribe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), al que se

sumó en 1990. Ha sido jefa de la Unidad de Microempresas, asesora

senior y jefa interina de la División de Pequeñas y Medianas Empresas

y Microempresas. Creó y fue la primera jefa de la Unidad de Mujeres en

el Desarrollo del BID. Tiene un doctorado en economía de la American

University, y más de 20 años de experiencia en desarrollo económico en

América Latina, el Caribe, Estados Unidos y Asia, con mayor énfasis en

pequeñas empresas y microempresas, instituciones fi nancieras, mujeres

en el desarrollo y política económica. Es autora de numerosos libros y

artículos sobre microfi nanzas, entre ellos, The Second Story: Wholesale

Microfi nance in Latin America (Washington, D.C., Banco Interamericano

de Desarrollo, 2003).

Sergio Castello es profesor de negocios globales y economía en la Uni-

versity of Mobile. Ha publicado libros y artículos acerca de negocios

globales, multinacionales y producción internacional. También tiene

publicaciones en el área de microfi nanzas de América Latina y ha

sido consultor del Banco Interamericano de Desarrollo. Ha realizado

investigaciones y tiene experiencia práctica en el área de sostenibilidad

fi nanciera e implementación de innovaciones tecnológicas en las insti-

tuciones de microfi nanzas.

Robert Peck Christen es Presidente del Boulder Institute of MicroFinan-

ce, sede del programa de capacitación en microfi nanzas (Microfi nance

Training Program, MFT) que capacita a líderes de la industria de todo

el mundo para la prestación de servicios fi nancieros a los pobres del

mundo. Ha trabajado durante 25 años en el campo de las microfi nanzas,

en más de 40 países; su asignación más reciente ha sido como asesor

senior del Grupo Consultivo de Ayuda a la Población Pobre (CGAP),

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334 ACERCA DE LOS AUTORES

donde contribuyó a llevar las microfi nanzas a los bancos comerciales.

Es fundador y director del MicroBanking Bulletin, la publicación de

referencia de la industria en cuanto al rendimiento fi nanciero. Fue fun-

dador de Microfi nance Information eXchange (MIX) y del Microfi nance

Management Institute, (MMI). Ha asesorado a diversas instituciones de

microfi nanzas líderes de América Latina en las áreas de desarrollo de

productos, estrategias y capacidad de gestión fi nanciera.

Carlos Danel es Co-Director Ejecutivo de Compartamos, la mayor

institución de microfi nanzas de América Latina, que presta servicios

a más de 400.000 microempresarios de ingreso bajo, en su mayoría,

mujeres. También es miembro del Consejo de Directores de ACCIÓN

International, y miembro del cuerpo docente del Microfi nance Train-

ing Program, en Colorado. Con frecuencia se presenta como orador

en conferencias y seminarios, y ha sido nominado para participar en

el Foro de Jóvenes Líderes Globales del Foro Económico Mundial, en

Suiza. Se ha graduado en arquitectura en la Universidad Iberoamericana

y ha obtenido un MBA en el Instituto Panamericano de Alta Dirección

de Empresa, en México (D.F.).

Giulissa Franco es especialista en sistemas y evaluación de riesgo, y

en califi cación de instituciones fi nancieras. Su trabajo se ha centrado

principalmente en los países de América Latina. En los últimos años, ha

participado en numerosos proyectos y estudios relacionados tanto con

su área de especialidad como con los sistemas fi nancieros en general.

Lara Goldmark es especialista senior en desarrollo e investigadora

sobre desarrollo empresarial en Development Alternatives, Inc. (DAI),

en Bethesda, Maryland. Tiene numerosos escritos y amplia experien-

cia en enseñanza acerca de microfi nanzas y desarrollo empresarial;

anteriormente, trabajó para la Unidad de Microempresa del Banco

Interamericano de Desarrollo. Como asesora del Banco Nacional de

Desarrollo de Brasil, entre 1999 y 2003, elaboró un conjunto integral

de herramientas de gestión de microfi nanzas en portugués y redactó

una serie de artículos que han dado forma al debate en torno al desafío

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ACERCA DE LOS AUTORES 335

que las microfi nanzas enfrentan en América Latina, en relación con los

grandes países. Inauguró la fi lial de DAI en Brasil.

Elsa Martín es abogada y trabaja en NODUS Consultores S.L. como

especialista senior en microfi nanzas. Obtuvo un MBA con especialización

en actividad empresarial socialmente responsable, en la Universidade

de São Paulo, Brasil. Ha trabajado en numerosos proyectos de asisten-

cia técnica en América Latina y África, para organismos bilaterales y

multilaterales tales como el BID, el Fondo Multilateral de Inversiones

(Fomin), la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI) y

el grupo alemán de cooperación fi nanciera KfW.

Beatriz Marulanda, economista y consultora, se ha desempeñado

durante los últimos 14 años en áreas de microfi nanzas, que incluyen

el análisis de sistemas fi nancieros e instituciones que están desarro-

llando servicios fi nancieros para personas de ingreso bajo. Ha llevado

a cabo proyectos para el gobierno de Colombia, el Banco Mundial, el

BID, la Corporación Andina de Fomento (CAF) y la GTZ GMbH, de

Alemania. Se ha desempeñado durante 12 años en el banco central de

Colombia, Banco de la República. En la actualidad, es presidenta de la

junta directiva de Fundación Social, propietaria de Banco Caja Social,

una institución pionera en la prestación de servicios fi nancieros a los

pobres de Colombia.

Jared Miller es directora para América Latina de Planet Rating, una

agencia de califi cación especializada en microfi nanzas. Anteriormente,

fue gerente para América Latina de Microfi nance Information eXchange

(MIX), donde estableció la ofi cina regional, condujo la expansión de

los servicios de datos regionales y redactó diversos artículos acerca del

desempeño de las instituciones de microfi nanzas de la región. Se ha

graduado en geografía y español en Middlebury College.

Tomás Miller-Sanabria es ofi cial de inversiones senior en el Fondo Mul-

tilateral de Inversiones (Fomin) del Banco Interamericano de Desarrollo,

en Washington, D.C. Con anterioridad, se desempeñó como ejecutivo

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336 ACERCA DE LOS AUTORES

en la Corporación Andina de Fomento (CAF), en Caracas, Venezuela;

como vicedecano en el Stvdivm Generale Costarricense, de San José, y en

una agencia de bolsa en Costa Rica. En la actualidad, actúa en diversas

juntas directivas de instituciones de microfi nanzas de América Latina,

así como en fondos de inversión regionales. Ha obtenido un MBA (1986)

en la University of Dallas y un doctorado (Ph.D., 1996) en economía

agrícola y de recursos en Colorado State University.

Armando Muriel es socio gerente de NODUS Consultores S.L. Desde

1993 ha trabajado en el sector fi nanciero en diversos países de Europa,

América Latina, África y Asia; en varios organismos internacionales,

entre ellos, el BID, el Fomin, el Banco Mundial y el Programa de las

Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), así como en KfW, GTZ,

AECI y ASDI. Es economista y tiene un MBA en administración cuan-

titativa de negocios.

Victoria Muriel es profesora en la Universidad de Salamanca, en Es-

paña, y consultora en NODUS Consultores S.L. Tiene un doctorado

en economía, y ha participado en numerosos estudios y proyectos de

asistencia técnica para microfi nanzas en todo el territorio de América

Latina y Asia, para organismos internacionales tales como el Fomin y

la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI).

María Otero es presidenta y directora ejecutiva de ACCIÓN Interna-

tional, que presta servicios a alrededor de 1,8 millones de clientes, con

una cartera activa de más de US$1,3 mil millones. Dirige las tareas de

esta institución en 22 países de América Latina, el Caribe y África. Es

presidenta de la junta directiva de Acción Investments in Microfi nance,

SPC, una fi rma que invierte en instituciones de microfi nanzas. Es presi-

denta de MicroFinance Network, una red mundial de 32 de las institu-

ciones de microfi nanzas más respetadas del mundo. Es miembro de la

junta directiva de Bancosol (Bolivia), Mibanco (Perú) y Compartamos

(México), así como de las juntas directivas de Calvert Foundation (Es-

tados Unidos) y el U.S. Institute for Peace. Mundialmente reconocida

como una voz importante en las microfi nanzas, es autora de diversas

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ACERCA DE LOS AUTORES 337

monografías acerca del tema y fue coeditora de The New World of Mi-

croenterprise Finance: Building Healthy Financial Institutions for the Poor

(Kumarian Press, 1994).

Ramón Rosales es fundador y presidente de International Consulting

Consortium, una consultora estadounidense especializada en el desa-

rrollo de mercados fi nancieros. Tiene más de 30 años de experiencia

en la regulación y supervisión de mercados fi nancieros, y ha trabajado

con más de 20 organizaciones que regulan y supervisan instituciones

de microfi nanzas de América Latina y el Caribe, así como de África y

Asia. Durante 17 años, se desempeñó como superintendente adjunto en

la Superintendencia de Banca y Seguros de Perú. Obtuvo un MBA en

administración de empresas y contabilidad en la Pontifi cia Universidad

Católica de Perú.

Gabriel Schor es miembro de la junta directiva de ProCredit Holding AG

y preside la junta de supervisión de los Bancos ProCredit de Ecuador, El

Salvador y Nicaragua, y de Banco Los Andes ProCredit de Bolivia; también

es miembro de la junta de Micro Credit National, en Haití. Desde 1990,

es director gerente de Internationale Projekt Consult GmbH (IPC), con

responsabilidad general por América Latina. Con su equipo, procura

crear incentivos prácticos para que los bancos comerciales desarrollen

productos innovadores destinados a microempresarios y pequeños

agricultores, y para que incrementen la oferta de viviendas destinadas

a personas de ingreso bajo. Después de completar sus estudios, trabajó

como asociado de investigación en la Universidad de Trier.

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Cuadro: c

Recuadro: r

Gráfi co: g

Nota: n

A

Acción (International), 12, 13, 18,

23, 45–46, 46g, 47–48, 51–52, 53c,

77, 78c, 79–81, 82c, 82n, 86, 88–89,

107r, 112, 114, 116–117, 136, 183–

184, 220–220n, 238–238n, 243, 273

(Investments in Microfi nance),

51, 81–82, 82c, 82n

Comunitaria, 28, 46g, 77

Empresarial, 110

accionista(s), 26, 28, 68, 77, 78c,

80–81, 82c, 85, 87n, 100, 103, 107r,

121, 145c–146, 155, 160, 172, 183,

186–187, 317–319, 325–326

mayoritario(s), 77, 83, 325

minoritarios, 318

acreedores, 81, 130, 135, 139, 143,

162, 319

comerciales, 154

actividad(es)

bancaria, 31, 152

comercial(es), 35, 131, 227, 243

con uso intensivo de capital, 243

de captación de depósitos, 7

de concesión de créditos, 25

de crédito, 48, 63, 143

de desarrollo empresarial, 220

de enseñanza, 238

Í N D I C E D E M A T E R I A S

de fi nanciamiento, 130, 140,

195, 197

bancario, 135

de intermediación (fi nanciera),

56, 180

de microcrédito, 26, 155

de microfi nanciamiento, véase

microfi nanciamiento

de microfi nanzas, véase

microfi nanzas

de préstamo(s), 44, 58, 127, 169

de producción, 173

de productividad limitada, 128

de tipo empresarial, 249

económica(s), 140, 278

empresarias, 186

fi nancieras, 278

formales, 115

grandes volúmenes de, 26

independientes, 3

informales, 115

macroeconómica, 168

microfi nanciera(s), 62, 138, 143,

162, 166

primaria, 262

productiva(s), 27, 98, 173, 278,

312–313

promocionales y de publicidad,

185

rurales, 328

secundaria, 220

activos, 3, 8, 19, 33, 67, 75–76, 114,

127–128, 133, 139, 141, 146, 157,

159, 167, 180, 223, 235, 248n, 258,

283, 289, 308–309, 311, 316, 318

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340 ÍNDICE DE MATERIAS

cartera de, 96

titularización de, 38

del sistema bancario, 44, 54

de los mercados fi nancieros, 54

fi nancieros, 316–317, 319

monetarios, 180

rentabilidad sobre, 73

métodos de valuación de, 93

volumen de, 317

Actuar (Famiempresas), 46g, 225,

226r

adecuación de capital, 147c, 159

Ademi (Asociación para el Desarrollo

de Microempresas, Inc.), 236 véase

también Banco Ademi

administración de riesgo, véase riesgo

administradores, 80, 241

Adopem, 34n, 86

adquisición(ones), 246, 316

de instituciones fi nancieras, 23,

99, 181

de productos y componentes,

255

de servicios, 254

África, 2, 14, 16, 18, 199, 285c

Africap Microfi nance Group, 81

instituciones de, 2, 7

intermediarios fi nancieros de,

284

Norte de, 16

Agencia de Estados Unidos para el

Desarrollo Internacional, véase

USAID

agencias, 155, 325

de informes de crédito, 31, 162

internacional, 53c, 75

privadas, 155

de los Estados Unidos para el

Desarrollo Internacional,

véase USAID

de califi cación, 308

ahorro(s), 7, 9, 11, 14, 37, 52, 56–57,

93–94, 94n–95, 102r, 107, 107r,

120–121, 127, 143, 153, 179, 183,

211, 219, 235, 262, 283–284, 285c,

315, 322–323, 327

antecedentes de, 121

base de, 56,

cartera de, 211

clientes de, 26

como fuente de fi nanciamiento,

283

cooperativas de, 150

cuentas de, 55c, 56, 58, 75, 85,

102r, 103–104, 118, 143, 148,

149c, 205, 211, 283

con libreta, 6, 104, 313

de costos, 296

en especie, 279

estructuras de, 313

institución de, 102r

instrumentos de, 181

intermediación de, 289

interno, 140

líquido, 279

movilización del, 142, 149c, 159,

204, 283, 324

obligatorio, 235

productos de, 26, 50, 54, 56–58,

102–103, 107, 120, 185, 282,

284, 285c

programa(s) de, 2, 223, 235

obligatorio, 235

saldo promedio de, 285c

servicios de, 10, 12, 15, 96, 203,

212, 219, 223, 280, 284, 290,

302, 313

sociedades de, 9, 278

Alemania, 9

América Central, 46, 68, 281

América Latina y el Caribe, 93–94,

144, 199, 242r, 308, 321, 324

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ÍNDICE DE MATERIAS 341

el negocio de las remesas en, 58

instituciones fi nancieras de, 91

instituciones de microfi nanzas

de, 272r

microfi nanzas en, 310, 320

América Latina, 2–3, 10–12, 14–15,

17, 22, 24–26, 29, 36, 39, 44, 47, 50,

72, 97, 106, 108, 119, 126, 135–136,

142, 153–154, 157, 160, 165–166,

176–177, 189, 190, 199, 215, 119,

229n, 235, 240, 242r–243, 245,

245n, 253, 260, 269, 273–274, 284,

285c, 289, 297, 301, 309–310, 322,

324

actividad bancaria en, 31

bancos

comerciales en, 33

comunales de, 235

grupos bancarios de, 326

comunidad de microfi nanzas de,

269, 290

cooperativas de crédito en, 150

crisis de liquidez y solvencia en,

165

desarrollo microempresario de,

242r

empleo y subempleo en, 140,

321

grandes mercados de, 280

instituciones

de microfi nanzas, véase

microfi nanzas

especializadas en, 144,

149c

fi nancieras reguladas de,

273

instituciones de, 1, 147

microfi nancieras en, véase

instituciones

intermediarios fi nancieros en,

32

mercado(s)

de artesanías en, 234

competitivos de, 291

fi nancieros de, 88

locales de, 198

MicroBanking Bulletin de, 272

microempresas de, 221

microfi nanzas en, véase

microfi nanzas

modelo elegido en, 274

ONG de, véase ONG

organismos de regulación y

supervisión bancaria en, 158

población de, 6, 328

proceso de upgrading en, véase

upgrading

sector informal de, 271

situación económica en, 17

Ampes, 46–46g, 79

análisis

crediticio, 132r, 174

de costo-benefi cio, 238

de crédito, 210, 262, 314

de la capacidad de pago, 170

de la demanda del mercado, 258

de riesgo, véase riesgo

del fl ujo de efectivo, 312

del mercado, 186

y del entorno, 173

indicadores de, 207

procedimientos de, 312

apalancamiento, 19, 49, 76, 113, 157

arbitrajes regulatorios, 325

Argentina, 13, 26, 97, 274, 275g, 280,

300–301, 311, 321, 325

Asia, 2, 5–9, 11, 14–18, 94, 176, 274,

284, 285c

Asian Development Bank, 243

industria microfi nanciera de, 7

instituciones asiáticas, 2, 6, 19

asistencia, 116–117, 226r, 227

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342 ÍNDICE DE MATERIAS

asignación efi caz de, 320

en gestión, 262

ofi cial para el desarrollo, 322

organismos de, 183

social, 37

técnica, 13, 88, 108–109, 219,

225, 226r–227, 233g, 236,

238–239, 241, 242r, 244,

246–247, 249–251, 253, 261,

270, 277, 279, 319

Asociación Mexicana de Artes y

Culturas Populares de México, 228

Asociación para el Desarrollo de

Microempresas, 236

asociación(ones), 28, 80, 110, 112–

113, 170, 224, 231, 257–259, 261,

274, 323

cooperativas, 233g

de (pequeños) productores, 220,

227

de deudores, 158

de empresas, 228

de infraestructura, 299

de servicio, 298

locales, 227

sin fi nes de lucro, 136

Asofi , 53c, 61c

atención al cliente, 204, 209, 211, 213,

215

auditores, 144 (véase también

auditoría)

externos independientes, 63

auditoría, 130, 179

externas, 178

interna, 83, 175

registro protegido de, 211

empresas de, 179

autoridades, 93, 153, 176, 177

de Transporte del Área

Metropolitana de Nueva York,

198

bancarias, 25

supervisión de las, 30, 43,

45

nacionales, 54

de supervisión, 153, 176, 187

del sector fi nanciero, 162

regulatorias, 50, 69, 176, 187

monetarias, 49

autorregulación, 178

sistema de, 143, 146c

B

balanza de pagos, 177

banca, 50, 193g, 269

moderna, 9

comunal, 16, 16n, 59, 63, 222,

240, 242r, 261

tradicional, 105

cambios en la, 34

minorista, 59, 83

de consumo, 99

comercial, 105

en línea, 193g, 200

telefónica, 200, 202

automática, 193g, 197

por Internet, 197

pública, 110

Banco ABN AMRO (REAL), 87, 112

Banco Ademi, 11, 34n, 76, 204,

236–236n

Banco Agrícola, 95, 97, 109

Banco Caja Social, 25, 26, 87, 102–

102r, 118–119

Banco de Crédito, 28, 87–87n, 99,

100–101r, 109, 120

Banco de Desarrollo Especializado en

Microcrédito (BEM), 145c, 149c

Banco de Galicia, 300

Banco de Microfi nanzas, 145c

Banco del Caribe, 114

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ÍNDICE DE MATERIAS 343

Banco del Comercio, 198

Banco del Trabajo, 99, 108, 118, 277

Banco do Nordeste, 88, 104, 107, 116,

119, 286, 289, 298, 300

Banco Económico, 94–95, 116

Banco Estado, 104, 110–111c, 116,

119, 208, 298, 300

Banco Grameen, 5, 8, 10, 11

Banco Interamericano de Desarrollo,

véase BID

Banco Los Andes ProCredit, 22, 24,

44, 46g–47, 52, 55c, 57, 61c, 63–64,

67c, 69, 72, 74, 78c, 166

Banco Mundial, 88, 104, 116, 239,

247, 251, 270, 280, 282r, 321n

Banco Nordeste-CrediAmigo, 117g

Banco Pacífi co, 179

Banco Pichincha, 87, 96, 112, 116,

120

Banco Popular, 179

Banco ProCredit, 46g–46n, 52, 53g,

55c–57, 61c, 63–64c, 67, 69, 72–74,

77–78c, 82c, 88–89, 100, 112, 117,

120, 166, 298, 325

Banco Santander, 99, 277

Banco Solidario, 34n, 82c, 87, 95,

100–101, 106–107r, 112, 120, 165n,

166, 179, 181–183, 206, 208, 282

Banco Wiese, 28

banco(s), 4, 11–15, 17, 25–28, 38,

57, 66, 77, 87–88, 93, 95–97, 100,

101r, 102r, 103–107, 107r, 108–110,

111r, 112–118, 120–122, 126, 130,

133–136, 141–142, 145c, 149c, 150–

154, 158–159, 159r–160, 165–166,

178–184, 190, 194–198, 200–201,

203, 210, 213, 224, 228, 231, 236,

263, 271, 273–274, 276–277, 282,

287g–288, 297, 299–302, 307, 315,

317, 321, 323, 325

accionista de un, 145c

agrícola, 8

auxiliares, 111r

balance del, 112

brasileños, véase Brasil

cartera bruta de los, 180–181

central(es), 134, 168, 181, 203

clientes de los, 195, 231

comercial(es), 1, 8, 20, 23, 25,

27, 44, 46–46n, 47–49, 65, 69,

72–73, 79, 84, 86–88, 92, 100,

102r–103, 105, 109, 113, 119–

120, 128, 132, 135, 145c–146c,

148, 150, 166, 171, 224n,

287–288, 297, 314, 324, 328

con plenas funciones, 46g

de Argentina, 280

de gran envergadura, 87

especializados, 15, 136

locales e internacionales,

56

tradicionales, 32, 105, 293,

309

comunales, 15, 223, 235–235n

con capital limitado, 133

con difi cultades fi nancieras, 177

con múltiples sucursales, 117g

con servicio(s) integral(es), 60,

103

costos del, 152

de apoyo, 299

de Ecuador, véase Ecuador

de gran envergadura, 87, 103n,

106, 213

de gran escala, 56

de inversión, véase

inversión(ones)

de países desarrollados, 214

de países europeos, 29

de Perú, véase Perú

de propiedad estatal, 9

en Brasil, véase Brasil

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344 ÍNDICE DE MATERIAS

de servicios múltiples, 103

empleados del, 106

en América Latina, 33

especializados, 93, 146c

en servicios fi nancieros, 79

estatal(es), 37, 103n, 104, 169,

227

agrícola, 12

brasileños, véase Brasil

de desarrollo, 88

para el desarrollo agrícola,

10

extranjeros, 198

federación de, 26

formales, 119

grandes, 96, 179, 196

especializados en

fi nanciamiento

empresario, 159

de países desarrollados,

323

independiente, 325

integrales, 58

internacionales, 19, 97

latinoamericanos, 91, 214

locales, 49

mexicano, 198

microbanco virtual, 299

minoristas, 58–59, 192

móviles, 111r

pequeños, 106

personal del, 109

privado(s), 104, 300, 328

proactivo, 11

público(s), 135, 140

que eligen el proceso de

downscaling, 26

regulados, 47

servicios de un, 235

sucursales de, 200

Superintendencia de Bancos (y

Entidades Financieras), 44n,

50, 134, 136, 140, 141, 155,

158

de Bolivia, 241, 283, 295

tradicional(es), 34, 91, 96, 100,

105, 110, 120–121, 152, 203,

312, 328

universal, 23

Bancolombia, 25, 87, 104

Bancosol, 18, 22, 44, 46–46g, 52, 53c,

55c, 56–57, 61–63, 64c, 67–67c, 69,

72, 74, 76, 78c, 82, 169, 172, 184,

208, 210, 325

Banestado Microempresas, 208

Bangente, 34n, 114, 208

Bangladesh, 16, 274

Proyecto JOBS, 258

Banco Grameen, véase Banco

Grameen

Bank Rakyat Indonesia (BRI), 8, 12,

200

banquero(s), 195, 197

Estado como, 308

italianos, 9

Bansefi , 280

bases de datos, 154, 155, 202, 212

Basilea

Convención de, 49

Comité de Basilea sobre

Supervisión Bancaria (Basilea

I), 160–161n

Basilea II, 161n

BCP, véase Banco de Crédito de Perú

Belgian Technical Cooperation

(BTC), 183

benefi ciario(s), 58, 219, 226r, 327

de remesas, 283, 322–323

sectores tradicionales, 7 © B

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ÍNDICE DE MATERIAS 345

BID (Banco Interamericano de

Desarrollo), 13, 28, 58n, 81, 82c,

88, 99, 100, 108, 129, 178, 219, 221,

227–230, 232, 234, 239, 244–245,

252, 257n, 258, 277, 307, 310

biométrica

del cliente, 211

indicadores biométricos, 34

plantilla biométrica de un

cliente, 211

tecnología, 189, 193g, 197–198,

202–203, 206, 210–211

Bolivia, 18, 22–24, 26, 29, 32, 34n,

37, 44–46, 46g, 47, 50, 52, 53c, 54,

55c, 57, 61c, 63, 64c, 66–67, 67c, 69,

71–72, 74–75, 80, 82c, 86, 89, 93–

93n, 94–95, 97, 99, 116, 126, 130,

135–137, 139, 144, 145c, 146–146c,

147c, 149c, 153, 156–158, 165,

166–168, 172–173, 184, 202–203,

206, 208, 210–211, 214, 223, 225,

235, 236, 241, 242r, 275g, 281, 291,

292g, 293–293g, 294g, 295–295g,

298, 309, 325

área rural de, 212

auge económico de, 168

bolivianos, 321

comercio total de, 167

crisis

boliviana, 168

de los préstamos de

consumo en, 69

económica en, 168

en, 166

fi nanciera en, 30

desarrollo del microcrédito en,

156

economía boliviana, 167

entornos competitivos de, 291

experiencia boliviana, 27, 169

industria microfi nanciera

boliviana, 125

instituciones

bolivianas, 172

de microfi nanzas de, véase

microfi nanzas

marco(s) regulatorio(s) de, 46,

144

mercado boliviano, 95

microempresarios de, 125

Superintendencia de Bancos

y Entidades Financieras de,

véase banco(s)

bonos, 76

denominados en moneda local,

87

emisión de, 38, 76

locales, 77

operaciones con, 181

Boston Consulting Group, 19

Bradesco, 215, 300

Brasil, 1, 5, 10, 12, 37, 87, 88, 104,

112, 136–137, 144, 145c, 148, 149c,

167, 198, 202, 215, 223–224, 224n,

228, 230, 231, 245, 274, 275g, 276,

280–281, 284, 298–299, 301, 307,

311

banco(s) estatal(es) brasileño(s),

37, 107, 136

bancos brasileños, 276

institución de microfi nanzas

brasileña, 231, 274

los brasileños, 280, 281

Maõs de Minas, véase Maõs de

Minas

ofi cinas de crédito en, 299

programa brasileño, 230

Recife, 10, 269, 276, 307

transacciones fi nancieras de, 300

BRI, véase Bank Rakyat Indonesia

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346 ÍNDICE DE MATERIAS

C

CAF (Corporación Andina de

Fomento), 76, 107r, 114

Caja los Andes, 46, 46g, 52, 165n, 166,

170–175, 223, 281

Caja Rural de Ahorro y Crédito, 145c,

146c

Caja Sociedad de Ahorros, 102r

Caja(s) Municipal(es) de Ahorro y

Crédito, 144, 145c, 146c, 147

Cali, véase Colombia

calidad, 22, 71, 122, 227, 229, 246

control de, véase control

de(l) producto(s), 71, 226r

de (los) activos, 67, 114

de gestión, 247

de la(s) cartera(s), 65, 67–69,

118, 170, 175, 214, 238, 261,

295

de préstamos, 44, 66, 68–

69, 75, 150, 157, 238

de los antecedentes de pago, 156

de los clientes, 170

de los servicios, 239

información de, 151, 157, 160,

208

juicio de, 243

normas de, 246, 255

préstamos de muy buena, 50

servicios de, 260

califi cación,

A+, 76

agencias de, 308

internacional BBB-, 83

de crédito, 154

impacto en las

microfi nanzas de Perú y

Bolivia, 156

de las agencias internacionales,

53c, 75

de riesgo, 119

prestatario califi cado, 129

sistema adecuado de, 121

Calmeadow Foundation, 80

Calvert, 183

Canadá, 80

canales, 168, 233g

bancarios, 199

de distribución, 14, 119, 201,

226r, 314, 321

de entrega, 35, 194, 212

de mercado, 232–233, 233g

de pago, 199

de producción, 190, 213

tradicionales, 200

capacidad(es), 6, 23, 30, 74, 80,

85–86, 94, 101r, 169, 172, 178, 180,

185–186, 193, 194, 199, 212–213,

227, 240, 246, 251–252, 255, 258,

283, 288, 290, 294, 300, 307, 310–

312, 315, 320, 326–328

de administración, 106

de apalancamiento, 113

de captar ahorros, 143

de crédito, 118

de endeudamiento, 180

de fi nanciamiento, 302

de gasto, 213

de gestión, 59, 316

de pago, 5, 34, 108, 117, 122,

126–128, 131, 140, 151, 160,

170, 173, 182, 186, 308, 314

de realizar operaciones, 4

de recuperación, 68, 74, 106

de reembolso, 169, 174

de repago, 62

de respuesta, 5

fi nanciera, 310

fi scalizadora, 178

incapacidad para satisfacer la

demanda, 7

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ÍNDICE DE MATERIAS 347

interna, 20

minorista, 31

para ampliar su ámbito de

acción, 49

para conceder préstamos, 49

para diseñar instrumentos, 8

capacitación, 35, 48, 192, 212, 219,

220, 223, 225, 226r, 228–232, 233g,

235, 236, 238–239, 239n, 240–241,

242r, 243–245, 247, 250–251, 253,

261, 263, 270, 289, 319–320, 325,

328

a microempresarios, 231, 245

a pequeñas y medianas

empresas, 245

crediticia, 242r

de clientes, véase cliente(s)

de recursos humanos, 51, 175,

186

empresarial, 229, 243

en gestión, 219, 225, 236

gerencial, 226r, 242r

modelo de crédito más, 12

para microempresas, 229, 245,

289

personal capacitado, 150

programas de, véase

programa(s)

servicios de, 232, 239, 244

capital(es), 8, 28, 29, 45, 51, 79,

81–82, 82c, 86, 110, 131r, 149c, 161,

191, 231, 247, 251, 260, 282r, 299

accionario, 13, 28, 37, 87n

acumulación de, 326

adecuación de, 147c, 159

amortización del, 97

ampliación del, 183

anticipos de, 183

apalancamiento de, 49

aportes de, 7, 80

aumento de, 172

circulación del, 179

compañías de, 51

de instituciones de

microfi nanzas, 79

de inversión, véase

inversión(ones)

de las instituciones fi nancieras

formales, 45

de las ONG, 49

de trabajo, 10, 54, 224, 234

micropréstamos de, 54

préstamos de, véase

préstamo(s)

desarrollo de, 8, 316

embrionario, 320

emprendedor

proveedores de, 262

estructuras de, 52

fi nanciero, 317

fuga de, 167, 179

humano, 3, 24, 39, 317

acumulación de, 279

inversión en, 319

inicial, 242r

inversión(ones) de, véase

inversión(ones)

inyección de, 13

latinoamericanos, 326

limitado, 133

local, 178

mercados de, 49, 52, 75, 307,

316–317, 320

internacionales, 77, 84

locales, 7, 12, 84

occidentales, 83

mínimo, 50, 93, 131r, 133, 137,

147–147c, 148, 149c

requisito(s) de, 143, 148,

160, 162

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348 ÍNDICE DE MATERIAS

pago de, 129

recursos de, 204, 273

capitalización de, 273

requerimientos de, 178

reservas de, 323

restricciones de, 239

uso intensivo de, 243

capitalista

mundo, 1, 3

capitalización, 82, 135, 179, 212

de recursos de capital, 273

mínima, 141

niveles de, 140

obligatoria, 25

Care

Ecuador, 107r

Guatemala, 223

International, 183

Caribe, el, véase América Latina y el

Caribe

Carvajal

Fundación, 12, 230, 231, 232,

263

Grupo, 230

Jaime, 230, 231

programa de, 232

Centro Acción, 225

Centroamérica, 300

CGAP (Consultative Group to Assist

de Poor), 116, 239, 270

Chile, 25, 26, 37, 97, 99, 104, 110,

111r, 116, 119, 136, 153, 208, 253n,

275g, 276, 284, 288, 298, 300, 321

instituciones fi nancieras de, 168

empresas fi nancieras chilenas,

97, 99

mercado chileno, 104, 277

bancos chilenos, 26

China, 300

Chispa, 22, 46g

ciclo(s), 257

de vida, 238, 313

del préstamo, 10, 231

económicos, 21r, 128

Citibank, 183

Ciudad de México, véase México

cliente(s), 1, 3–7, 10, 12, 15–18, 21r,

24, 27, 29, 31–34, 44, 49, 50, 56,

59–60, 61c, 62, 64–65, 67, 69–73,

79, 84–86, 92, 97–98, 101–101r,

102r, 103–104, 107r, 108–110, 112,

114–116, 117g, 118–122, 126–131,

131r, 132r, 133–135, 140, 151, 153n,

154, 155, 160–161, 165, 169–175,

180–186, 192, 194–195, 199–200,

202–213, 219–225, 226r, 230–231,

235–236, 238, 240, 242r, 243, 246,

260–261, 271–275, 275g, 276–282,

286, 288, 293, 295, 297, 299–300,

302, 309, 311, 313–314, 319–320,

322–323, 327

activos, 62–64, 73, 97, 110, 114,

275g

ahorristas, 120

aprobados, 151

atención al, 204, 209, 211, 213,

215

base de, 2, 16, 26, 34, 52, 56, 59,

63, 65, 70, 84, 92, 104, 118,

170, 190, 201, 202–203, 209,

232, 237, 239, 286, 296, 317

biométrica del, véase biométrica

capacidad de pago de un, 128,

173

capacitación de, 239, 243

cartera de, 111r

cautivos, 155

de (las) microfi nanzas, véase

microfi nanzas

de crédito, véase crédito

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ÍNDICE DE MATERIAS 349

de ingreso bajo, 56, 60, 66, 71,

102–103, 215, 276, 288, 290,

302

de la cartera de préstamos, 62

de la industria microfi nanciera,

4

de las instituciones bancarias

comunales, 222

de las instituciones

microfi nancieras, véase

instituciones de (las)

microfi nanzas

de microcrédito, véase

microcrédito

de préstamos, 53c, 102r

del sector informal, 129

demanda(s) de los, 5–7, 104, 243

depositantes, 65

desempeño (histórico) del (de

los), 118, 186

empresariales, 238

espectro de, 15, 24, 60, 64, 280

grupo(s) de, 11, 58, 121, 295

historial de crédito del, véase

crédito

información del, 117, 176, 185,

204, 207

fi nanciera, 205, 206

histórica, 207, 209

institucionales, 9

lealtad del (de los), 6, 57, 59, 70,

170, 183, 214, 226r, 311

legajo(s) del (de los), 132, 141

microclientes, 65, 74

microempresarios, 88, 215

morosos, 151

necesidades de los, 9, 17, 34, 103,

109, 190, 230

no bancarizados, 25, 71

pago(s) del, 140–141, 209

pobres, 66, 288, 301

potenciales, 173, 274, 275g, 290

protección al, 11

reputación del, 128

riesgo de crédito del, 101r, 209

segmento de, 2, 60, 295

servicio(s) a(l), 20–21, 71, 73,

88, 103, 112, 129, 263, 283,

296, 328

sobreendeudamiento de los, 27,

67, 99, 169

tradicionales, 111r

urbanos y rurales, 286

volumen de, 117

clientela, 5, 44, 170, 215, 262, 324

perfi l de riesgo de la, 156

potencial, 14

codeudor(es), 98, 118

coefi ciente, 149c

de morosidad, 95

de solvencia, 149c

Colombia, 12–13, 22, 25, 32, 34n,

46g, 47, 52–53, 64c, 67c, 73, 78, 87,

93, 102r, 104, 113, 118–119, 126,

136, 138, 153, 208, 225, 231–232,

263, 274, 275g, 292g, 301, 311

Actuar Famiempresas, véase

Actuar (Famiempresas)

Banco Caja Social, véase Banco

Caja Social

banco colombiano, 26

Bancolombia, véase

Bancolombia

Cali, 7

Centro Acción, véase Centro

Acción

Finamérica, véase Finamérica

fi nancieras comerciales en, 136

Finansol, véase Finansol

Fundación Carvajal, véase

Carvajal

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350 ÍNDICE DE MATERIAS

instituciones de microfi nanzas,

véase microfi nanzas

Medellín, 226r

microfi nanzas de, véase

microfi nanzas

Promotora del Comercio, véase

Promotora del Comercio

Women’s World Banking en, 7,

11, 30, 87, 113

Comisión Nacional Bancaria y de

Valores, 47n

Comité de Basilea sobre Supervisión

Bancaria, 160–161, 161n

Comité de Donantes para el

Desarrollo de la Pequeña Empresa,

251, 252

compañías, 82

de capital, véase capital

de inversión, véase inversión

de seguro(s), véase seguro(s)

externas, 281

fi nancieras, 112

Compartamos, 15–16, 22–24, 34n,

46g, 47–47n, 52, 53c, 55c, 56, 59,

61c, 63–64, 64c, 65, 67c, 73–74, 76,

78c, 208, 274, 276, 286, 289

competencia, 21r, 25, 29, 31, 36–37,

39, 43, 65, 70–71, 86, 88–89, 92–93,

95, 97–99, 101, 103, 104, 112,

120–121, 126, 130, 133, 135, 137,

139, 160, 194–197, 226r, 243, 271,

288, 290–291, 293, 295, 302, 308,

310–311, 314, 322

áreas de, 13

competidor(es), 85, 87n, 101r,

195, 230

competitividad, 190, 192, 245,

248, 251, 254, 257n, 311

nivel de, 190

condiciones competitivas, 140

contexto competitivo, 83

de instituciones de

microfi nanzas, 73

desleal, 21, 159r

empresas competitivas, 248,

255

entorno(s) competitivo(s), 57,

65, 72, 75, 112, 174, 186, 290,

291, 293, 294g, 295, 302

fondos competitivos, 166

intensifi cación de la, 37, 72–73,

93

leal, 134

mercado(s) competitivo(s), 72,

74, 77, 86, 139, 160, 226r, 273,

290, 297, 302

altamente competitivos,

71, 76

de América Latina, 291

niveles de, 21r

presiones competitivas, 269, 272

sobre la tasa de interés, 71

productos competitivos, 72

situación competitiva, 295

tasas competitivas, 131r

ventaja competitiva, 59, 89, 228,

228n

competitividad, véase competencia

compra(s), 23, 78c, 100, 178, 255, 258

de artesanías, 229

de la cartera de préstamos, 102

de la cartera improductiva, 113

de lotes, 102

de materias primas, 168, 207

de préstamos productivos, 174

de productos para el mercado

local, 243

de terrenos o casas, 321

de vivienda(s), 62, 181

programas de compra colectiva

de insumos, 247

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ÍNDICE DE MATERIAS 351

comprador(es), 174, 227–228, 232–

233, 243, 255–256, 259

de servicios, 227

extranjero(s), 258, 260

grandes, 255, 258

internacionales, 255

compromiso(s), 28, 48, 58, 77, 79, 80,

102r, 107r, 121, 151, 251, 290

fi nancieros, 156

social, 26, 103–105

comunidad(es), 7, 50, 102r, 104, 182,

195, 211, 222, 235n, 246, 284, 291

de (las) microfi nanzas, véase

microfi nanzas

de las ONG, 302

de microcrédito, 279

empresarial, 156

internacional de donantes, 48

microfi nanciera mundial, 2

concentración, 68, 75

de la industria microfi nanciera

en América Latina, 5

de las instituciones fi nancieras,

178

de microfi nanzas, véase

microfi nanzas

de poder, 143n

del crédito, 178

del riesgo, 65

del sector microempresario, 21

en el desarrollo empresarial, 221

en los mercados locales, 256

Conferencia de las Naciones Unidas

sobre las Mujeres, 11

Conferencia de Rio, 252

Confi a, 46

confl icto de intereses, 151, 160, 178,

318–319

Consejo Mundial de Cooperativas de

Ahorro y Crédito (Woccu), 283

consultores, 45, 226r, 252

fi rmas consultoras, 308

consultoría, 251

consumidor(es), 37, 101r, 197, 199

capacitación de, 212

de servicios fi nancieros, 30

demanda de los, 256

mercados con baja penetración

de, 199

necesidades de los, 202, 261

poder, 193

precios al, 176

consumo(s), 168, 315, 320, 323, 327

banca de consumo en Perú, 99

crédito de (para), 26–27, 37,

98–99, 101r, 106, 108–109,

111, 115n, 146c, 151, 154,

158, 160–161, 169–170, 203,

276, 312

a gran escala, 97

empresas de, 276, 280

fi nancieras de Chile,

168

instituciones de, 67, 95,

100, 176

masivo, 97

prestamistas de, 277

fi nanciamiento para, 73

fondos fi nancieros privados de,

véase fondo(s)

patrones de, 326

préstamos de (para), 6, 49, 55c,

60, 62, 98, 100, 115, 118,

126–128, 130, 134, 146c, 171,

226, 299–300, 313

en Bolivia, 69, 88

productos de, 115n

contabilidad, 30, 133, 225, 236, 253

principios de, 133, 144

programa de, 239

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352 ÍNDICE DE MATERIAS

control(es), 38, 68, 76, 79, 83, 200,

316–318

crediticio, 135

de contrabando, 168

de la infl ación, 168

de(l) riesgo, 21r, 114, 121

crediticio, 91, 105, 119,

121, 161

del banco, 117

institucionales, 184

de gastos, 205

de calidad, 233g, 309

de crisis, 308

de gestión, 83

del riesgo, 106

de los préstamos morosos, 130

de la evolución de, 172,

175

de la cartera, 175

de los costos, 185

de (los) nivel(es) de morosidad,

101r, 172

de, sobre la(s) tasa(s) de interés,

93, 135, 140

del cumplimiento de pago, 134

externo, 143

interno(s), 21r, 129–130,

150–151

mecanismos formales de, 143n

preventivo, 318

sistema de, 148

sobre la metodología del crédito,

13

sobre las instituciones

fi nancieras, 50

de crédito de consumo,

176

societario, 153n

Cooperativa Emprender, 274

Cooperativa Jardín Azuayo, 165n, 166

Corporación Andina de Fomento,

véase CAF

Corporación Financiera

Internacional (CFI), 29, 80

Corporación Financiera Nacional

(CFN) de Ecuador, 181

corrupción, 10

Costa Rica, 275, 321, 325

instituciones fi nancieras de, 99

costo(s), 14, 21r, 25, 27, 35, 48–49, 51,

58–59, 71–73, 75, 85, 88, 92, 101r,

102r, 105–106, 107r, 111r, 112–113,

116, 118, 120, 135, 152, 155, 162,

167, 172, 175, 190, 193, 195–197,

201, 204, 207, 212, 215, 226r, 227,

228n, 234, 238–239, 243, 260,

262, 270–271, 277, 291, 296–296c,

299–301, 310, 313, 315, 319, 322,

325, 327

administrativos, 49, 152, 207,

316

costo-benefi cio, 214, 238, 314

de (las) transacción(ones), 14,

27, 35, 75, 111r, 116, 118, 120,

189, 191, 201, 202, 213, 224n,

259, 261, 284, 299, 301–302,

312, 314, 315, 323

de capacitación, 240

de desarrollo, 325

de endeudamiento, 314

de evaluación, 316

de intermediación, 91, 120

de la infl ación, 271

de los préstamos, 208

de los productos de ahorro, 58

de los servicios, 311

fi nancieros, 31, 134

de otorgamiento, 210

del modelo de upgrading, 23

estructura de, 65, 72, 85, 101,

288

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ÍNDICE DE MATERIAS 353

fi nancieros, 76, 172, 293

fi scales, 177

indirectos, 14

marginales, 301

mínimo, 260

operativos, 26, 70, 72, 98, 105,

112, 180, 206, 208, 272–273,

299

relación costo marginal/

rentabilidad, 297

unitario(s), 14, 290, 296

creación

de canales de distribución, 14

de centrales de riesgo, 122

de crédito, 181

de empleo, 10

de fi liales, 109

de instituciones (fi nancieras),

20, 43–44, 148, 150,

véase también upgrading,

downscaling y greenfi elds

de instituciones de

microfi nanzas, véase

microfi nanzas

de marcas, 256

de productos, 196, 249

de puestos de trabajo, 286

de un impuesto, 179

de un marco regulatorio neutral,

163

de un modelo sostenible de

microfi nanzas, 48

de una empresa, 229

crecimiento, 3, 6–7, 11, 20, 26, 28, 30,

56, 60, 68–69, 72–74, 80, 84–86, 94,

96n, 97, 107–108, 117g, 120, 126,

137, 157, 166, 168, 173–175, 178,

199, 213, 221, 234, 240, 246–248,

250, 254–256, 260, 270–271, 283,

293, 294g, 296, 298–299, 307–310,

316–317, 329

cuantitativo y cualitativo, 54

de la industria microfi nanciera,

29, 80

del PIB, 176

económico, 93, 166, 191, 308,

310, 323

indicadores de, 1

poblacional, 168

potencial de, 14

tasa(s) de, 74, 116, 168, 170,

310–311, 316

CrediAmigo, 107, 274, 276, 286, 299

credibilidad, 50, 57

Credife, 87, 96–97, 112, 116, 298

crédito(s), 6, 9, 12, 24–25, 29, 48, 115,

119, 125, 127, 137, 143, 146c, 147,

156, 162, 169, 173, 220–221, 223,

226r, 230, 231, 234, 240–241, 242r,

243–244, 247, 251, 253, 259–260,

269–270, 275, 291, 308, 310, 312–

313, 320, 322–323, 327

a corto plazo, 125

a empresas, 219

a intermediarios especializados,

92

a mediano y largo plazo, 181

a microempresarios, 300

a microempresas, 279, 299, 322

a pequeños productores, 263

a pequeños proveedores, 260

a tasas bajas, 10

a trabajadores por cuenta

propia, 135

acceso al, 11, 13, 29, 94, 125, 131,

153, 221, 227, 238, 250, 259

a fi nanciamiento de

prestamistas de créditos

de consumo, 277

actividad(es) de, 48, 63, 143

agencias de informes de, 162

al sector privado, 14

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354 ÍNDICE DE MATERIAS

análisis

crediticio, 132r, 174

de crédito(s), 210, 262, 314

analista(s) de, 173, 175, 314

antecedentes de, 4, 114, 115

crediticios, 97

aprobación de, 208

asignación del, 135

bancario, 93

califi cación de, 154, 156

capacidad de, 118

capacitación crediticia, 242r

carta de, 260

cartera de, 101, 146, 171, 175,

324

clientes de, 244

colectivo, 6

comerciales, 134

comités de, 129

con educación, 240

concentración del, 178

concesión de, 2, 7, 10, 25, 54,

113, 127, 132, 151, 235

contracción del, 308

cooperativas de, 15, 94, 136, 139,

146c, 150, 152–153, 153n,

154–155, 166, 178, 181–183,

222, 281–282

Consejo Mundial de

Cooperativas de Ahorro

y Crédito, 283

corporativo, 127, 214

creación de, 181

cultura de, 27, 105

cumplimiento en el pago de, 34

de consumo, 26, 27, 98–99, 101r,

106, 115n, 154, 160, 203, 276,

312

a gran escala, 97, 99

crisis del, 99

empresas de, 99, 276, 280

institución(ones) de, 67,

95, 100, 109, 168, 170,

176

masivo, 97

mercado de, 276

operaciones de, 108, 111

programa de, 108

puntos de venta de, 169

sector de, 151, 276

supervisión del, 158

de la cadena de suministros,

259, 260

de pequeña cuantía, 17

desarrollo crediticio, 242r

destinado al sector público, 14

dirigido, 93

disponibilidad de, 14, 259, 299

empresas de, 197

evaluación(ones) de, 312

de riesgo de, 33

del crédito y del riesgo,

131, 132r

expansión del, 13

falta de, 327

fi nanciamiento del, 13

fuentes de, 272, 279

gestión del, 312

historial (formal) de, 14, 102,

118, 313

crediticio, 115, 128, 134,

157, 200

incobrables, 70, 79, 132, 147c,

152

individual(es), 6, 313

información crediticia, 154, 157

informes de, 31, 154

institución(ones) de, 129, 141,

156, 169, 185, 311

instrumentos de, 31

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ÍNDICE DE MATERIAS 355

límite(s) de, 30, 132, 140n, 145c,

147

recomendado, 210

líneas (permanentes) de, 6, 62,

181–182, 207, 313

a ONG, 113

externo(as), 76, 179

marketing del,

a pequeñas empresas, 322

mercados de, 291

metodología(s) de, 13, 68–69,

95, 129, 166, 207, 298, 312

minimalista, 251

minorista de, 13

modelo (integrado) de, 12, 35,

221, 230, 237, 250

concesión de crédito, 235

minimalista, 220–221, 227

para consumo, 99

morosos,

provisiones para, 69

necesidades de, 133

oferta de, 310

ofi cial(es) de, 10, 34, 70, 88, 98,

107–108, 119, 120, 128–129,

151, 159r, 190, 191, 196, 200,

207–208, 210–211, 220, 231, 236,

297–298

de América Latina, 297

ofi cinas de crédito en Brasil, 299

opciones de, 310

operación(ones) de, 94, 97, 133,

136, 158, 182, 231, 309

para microfi nanciamiento,

317

organismos de, 154, 300–301

orientación crediticia, 223, 236

otorgamiento de, 183, 242r

para empresas, 36

para fabricantes, 174

para grupos organizados, 129n

para la vivienda, 107r

para microempresas, 37, 91, 119,

229

pequeños, 136

personal(es), 223, 262

políticas de, 130

prácticas

crediticias, 159r

de crédito, 162

predatorio, 161

procedimientos tradicionales

de, 115

producto(s) de, 21r, 50, 60, 71,

185–186, 297

no crediticios, 269

programas de, 238–239, 246, 270

promedio, 62, 63

racionamiento del, 10

recuperación del, 122, 130

riesgo(s) de(l), 26, 49, 101r, 113,

118, 121–122

gestión del, 162, 308

central de, 156

riesgo(s) crediticio(s), 91,

99, 105, 154, 215, 324

control del, 119

servicios de

información de,

134, 161

supervisión del, 161

saldos de, 209

seguimiento de los, 129

servicio(s) de, 15, 36, 48, 239,

244, 280

de información de riesgos

crediticios, 134, 161

fi nancieros de, 57, 219

no crediticios, 280

sistemas

de referencia crediticia,

162

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356 ÍNDICE DE MATERIAS

de información de crédito,

300

sociedades de, 279

solicitudes de, 210

solvencia crediticia, 195

tarjeta(s) de, 58, 97, 111r, 193g,

196–198, 206–207, 276, 280–

281, 312

tecnifi cación de los procesos

de, 98

tecnología(s) crediticia(s), 6,

21r, 95, 150–151

de crédito, 48, 59, 89, 119,

128, 162

para consumo, 37, 97

para microempresas,

137

toma de decisiones de, 298, 300

tradicionales, 128

unidad de, 316

uniones de, 222

venta de, 134, 161

volatilidad del, 14

volumen de, 300

crisis, 32, 68–69, 79, 95, 99–100,

165–177, 179–180, 182, 185–187,

308–309, 316

cambiaria, 95

de las instituciones, 7, 172

fi nancieras, 184, 308

económica(s), 32, 57, 95, 97, 182

en Bolivia, véase Bolivia

en Ecuador, véase Ecuador

épocas de, 11, 57, 183

fi nanciera(s), 30, 32, 68, 74, 93–

93n, 96, 101r, 108–109, 147,

165, 170, 269, 309, 311

internacional, 167, 176–

177, 179

gestión de, 184, 308, 316

macroeconómica(s), 93, 99, 180,

311

internacionales, 308

política, 57

sistémica(s), 32, 165, 171, 179,

184–185, 309, 312

tiempos de, 165, 175, 279, 316

cuenta(s), 12, 53c, 55c, 83, 133, 177,

179, 195, 203–205, 211, 283, 318

bancaria, 204, 231, 276, 280–

281, 327

corriente(s), 6, 94n, 195, 276,

281

de ahorro, véase ahorro

de depósito, 56–57, 301, 313

electrónicas, 111r

en monedas fuertes, 76

información, 209

institucionales, 284

interna, 235–235n

microfi nancieras, 14

personales, 195

responsable de, 105

saldos de, 209

titulares de, 204

cultura de crédito, véase crédito

D

demanda(s), 21r, 59–60, 132–133,

141, 166, 192, 228, 230, 232, 239,

245–246, 251, 253n, 256, 260,

263, 274, 278, 290, 294, 310, 312,

322–323, 327

de los clientes, véase cliente(s)

de servicios, 7, 209, 243, 289

de crédito, 244

de desarrollo empresarial,

241

de capacitación, 228

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ÍNDICE DE MATERIAS 357

empresariales, 245–246,

254

fi nancieros, 3, 6, 311–312

microfi nancieros, 15

inalámbricos, 199

del mercado, 157, 232, 258

análisis de la, 258

enlaces de, 258

externa, 167

intervención determinada por

la, 258

depositantes, 30–31, 57, 65, 113,

132–133, 153, 159, 170, 179, 185,

309, 319

corporativos, 59

fondos de los, véase fondo(s)

institucionales, 59

pequeños, 139

protección de los, 29, 130, 135,

308

intereses de los, 30

depósito(s), 7, 14, 21r, 25–26, 30–31,

37–38, 46g, 49, 54, 55c, 57, 95–96,

101r, 121, 133, 136, 140–141, 143–

144, 148, 149c, 153–153n, 159–

159r, 168, 170, 175, 179–181, 183,

186, 195, 211, 231, 260, 284–285,

316, 322, 324, 328

a la vista, 55c, 94n, 149c

a plazo, 94n, 180, 183

fi jo, 6, 149c, 313

base de, 30, 50, 53c, 57, 65, 73,

183

locales, 84

captación de, 7, 25–26, 44, 49,

56–57, 92, 96, 115, 132, 137–

138, 148, 203, 300

cartera de, 57

certifi cados de, 55c, 57, 181

cuentas de depósito, véase

cuenta(s)

del gobierno, 181

del microahorro, 28

en cuentas de ahorro, 75, 104,

143, 148

en moneda local, 56

funciones de, 92

operaciones de, 6, 92, 313

volumen de, 283, 284

desarrollo

costos de, 325

de capital, véase capital(s)

de empresas, 219, 224, 245n

de futuros y opciones, 196

de habilidades de negocios, 328

de instituciones, 15

de la industria, 20, 288, 309

microfi nanciera, 29, 157

de servicios

microfi nancieros, 189

de la pequeña

empresa, 36

industria, 248

de las capacidades

microfi nancieras, 327

de las instituciones de

microfi nanzas, véase

microfi nanza(s)

de las microfi nanzas, véase

microfi nanza(s)

de los mercados fi nancieros, 311

locales, 3

de mecanismos de tercerización,

256

de mercado, 36, 250, 253, 254

de microempresas, véase

microempresa(s)

de nuevos servicios, 308

de pequeñas empresas, 242r, 247

de planes de negocios, 219, 225,

236

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358 ÍNDICE DE MATERIAS

de producto(s), 70, 233g, 253,

261

de productos y tecnologías, 4

de PyMe, 254

de sectores

fi nancieros, 43, 88

microfi nancieros, 43

de servicios

empresariales, 327, 328

microfi nancieros, 31

de sistemas

informáticos, 159

regulatorios, 325

fi nancieros, 133

de una base de

ahorros, 56

de depósitos, 57

de clientes leales, 57

de una cultura corporativa, 83

del fi nanciamiento, 320

del microcrédito, véase

microcrédito(s)

del sector privado, 257

económico, 133, 248, 271

empresarial, 221, 226r, 230, 237,

240–241, 250, 252, 255, 257,

257n, 259, 263

actividades de, 220

historia del, 246

servicios de, 35–36,

219–221, 235–236, 241,

242r, 243, 247, 250–254,

260–263

institucional, véase

institución(ones)

intervención de, 260

préstamos para el, 281

desempleo, 96, 140, 168, 176, 249

desregulación

de las tasas de préstamo, 121

de los mercados fi nancieros, 308

de los sectores fi nancieros, 27

deuda(s), 28, 69, 83, 155, 169, 174,

180–182, 223, 273, 283, 295, 313

condonación de, 130, 173

emisiones de, 75

fi nanciamiento de, 75

incobrables, 68–69

instrumentos de, 6

invertir en, 81

morosas, 69

reprogramación de la, 185

deudor(es), 6, 108, 140, 159r, 169–

171, 182, 185

bancarios, 181

asociaciones de, véase

asociación(ones)

dinero, 33, 28, 139, 159r, 182, 196,

198, 220, 222, 225, 263, 302,

321–322

transferencia(s) de, 112, 159c,

281

internacional, 55c

local, 55c

economía del, 9

préstamos de, 9

diseñadores, 192

de programas, 257

extranjeros, 258

diversifi cación, 43, 175, 186, 326

de(la) cartera(s), 108, 182, 200,

278

de actividades, 13

de clientes, 44

de la base de clientes, 56, 59,

232, 237

de la estructura de pasivos, 75

de las fuentes de ingresos, 280,

326

de fi nanciamiento, 75, 77,

181

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ÍNDICE DE MATERIAS 359

de los nichos de mercado, 95

de (los) servicios, 58

fi nancieros, 311

de(l) mercado(s), 25, 103, 103n

de productos, 25, 44, 58, 74

del riesgo, 130, 135, 326

sistémico, 325

en nuevos mercados, 114

fi nanciera, 92

geográfi ca, 174

donante(s), 2, 7, 13, 21r, 31, 37–38,

48–51, 56, 78c, 86, 101, 132, 137–

139, 143, 162, 221, 234, 239–240,

245, 247, 250, 252–253, 257, 259,

270, 273, 280, 290, 301, 312

Comité de Donantes para el

Desarrollo de la Pequeña

Empresa, véase Comité de

Donantes para el Desarrollo

de la Pequeña Empresa

Secretaría de Donantes, 239

downscaling, 20, 25, 27, 85, 91, 94, 96,

111r, 120–121, 190, 259

programa de, 111r

estrategia de, 27–28, 86, 110,

190, 201

proceso de, 26, 44, 87, 146

E

economía(s), 166, 168, 177, 223, 271,

308, 320

boliviana, 167

de alcance, 214

de escala, 8, 39, 89, 111r, 117,

129, 155, 196, 197, 214, 228n,

298, 301–302, 311, 314–316

del dinero, 9

en transición, 2, 79

formal, 250

grandes, 277

informal, 167, 169

moderna, 248

mundial, 254

nueva, 189, 191, 193, 200

sector(es) de la, 186

formal(es) o informal(es)

de la, 37, 98

informal de la, 98, 127,

167, 169

real de la, 179

tradicional, 248

Ecuador, 23, 26, 32, 97, 99–100, 107r,

126, 136, 138, 165–166, 176, 178,

182, 275g, 282, 291, 292g, 298, 309,

325

Banco Pichincha, véase Banco

Pichincha

Banco Solidario, véase Banco

Solidario

Cooperativa Jardín Azuayo,

véase Cooperativa Jardín

Azuayo

crisis en, 176–177

fi nancieras en, 93n

Finca, véase Finca

Fundación Maquita Cusunchic,

véase Fundación Maquita

Cusunchic

instituciones de microfi nanzas

de, véase microfi nanzas

ProCredit, véase ProCredit

sistema fi nanciero de, 177–178

Superintendencia de Bancos de,

véase banco(s)

Edpyme, 145c, 146c, 148, 149c, 157,

209

educación fi nanciera, 35, 222–224,

224n, 231, 235–236, 261–262, 327 © B

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360 ÍNDICE DE MATERIAS

El Salvador, 11, 13, 23, 37, 44, 46g,

53c, 55c, 61c, 63, 64c, 67c, 69, 72,

77–79, 82c, 95, 126, 136, 144, 145c,

147, 149, 153, 202, 275g, 283

Ampes, véase Ampes

Banco Agrícola, véase Banco

Agrícola

Calpiá, véase Calpiá

Fundasal, véase Fundasal

IPC, véase IPC

ProCredit, véase ProCredit

emisión(ones)

de bonos, 38, 76–77

de deuda, 75

de tarjetas de crédito, 197

de títulos, 49

de una carta de crédito, 260

empresa(s), 1–3, 16, 24, 34, 36, 51,

102r, 107r, 112, 114, 116, 119,

128, 131, 138, 149c, 156, 191–192,

194–196, 200, 219, 221–222, 224,

226r, 229–231, 234, 236, 238–239,

240, 242r, 244–245, 245n, 246–249,

251, 253–253n, 255, 257, 263, 269,

277–279, 286–287, 299, 314–315,

317–319, 324, 326

activos de la, véase activo(s)

asociación(ones) de, véase

asociación(ones)

capacitación empresarial, 229,

243

clientes empresariales, 238

comerciales, 88, 137

controlante, 77, 109

crecimiento empresarial, véase

crecimiento

crédito para, véase crédito(s)

de América Latina, 260

de auditoría, véase auditoría

de crédito, véase crédito(s)

de fi nanzas chilenas, 99

de gestión de cobro, 98

de menor escala, 25

de microfi nanzas, véase

microfi nanza(s)

de pequeña escala, 279

de servicio(s), 27, 88, 110, 112,

298

del sector informal, 248, 323

desarrollo empresarial, véase

desarrollo

espíritu empresarial, 247

estilo empresarial, 234

experiencia empresarial, 225

exportadoras, 169

externas, 98

familiares, 226r, 230

fi nanciamiento a, véase

fi nanciamiento

fi nanciera(s), 47, 79, 178

regulada, 46

chilenas, 97

garantías para, véase garantías

gestión empresarial, 222

grandes, 160, 169, 249 de Brasil,

224n

grupos de, 256

hogareñas, 323

hogares-empresas, 327

individuales, 256

inexistentes, 179

informales, 10, 200, 201, 219,

226r, 249, 250, 301

internacionales, 155, 281

latinoamericanas, 310

líderes, 256, 257, 260–262

liquidez de la, 312

locales, 195

medianas, 255

microempresa, véase

microempresa(s)

modelos de, 298

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ÍNDICE DE MATERIAS 361

municipales, 147

pequeña(s), 6, 13, 24, 29, 33–34,

36, 43, 54, 64, 89, 96n, 111r,

127, 149c, 160, 206, 219, 221,

223–224, 229, 241, 242r, 243–

244, 246–250, 254–257, 257n,

259, 308, 313–314, 322–323,

326, 328

Comité de Donantes para

el Desarrollo de la

Pequeña Empresa, véase

Comité de Donantes

para el Desarrollo de la

Pequeña Empresa

inversiones en, véase

inversión(ones)

servicios a, 253

Serviço Brasileiro de Apoio

às Micro e Pequenas

Empresas, véase Serviço

Brasileiro de Apoio

às Micro e Pequenas

Empresas

y medianas (PyMe) 43,

54, 58–59, 100–101,

106–107, 221, 224n, 234,

237, 245, 250, 252

servicios a, 104

planifi cación empresarial, 35

préstamos a, véase préstamo(s)

préstamos empresariales, véase

préstamo(s)

privadas, 252, 258

Programa Social para la

Empresa, véase Programa

Social para la Empresa

rurales, 249

servicio(s) empresarial(es), 241,

244–246, 254, 257–258, 262,

327–328

subsidiaria, 298

talento empresarial, 250

tradicionales, 248

transnacional, 325

empresario(s), 32, 35, 100, 156, 168,

221–222, 225, 226r, 229–229n,

230–232, 239n, 241, 243–245, 263,

309–312, 315

capacitación a, 230

clientes, 230

con menos recursos, 283

de ingreso bajo, 245

de las comunidades rurales, 284

de pequeña escala, 284

fi nanciamiento, véase

fi nanciamiento

independientes, 299

locales, 46

microempresarios, véase

microempresario(s)

pequeños, 167, 231

potenciales, 263

préstamo a, véase préstamo(s)

privados, 302

endeudamiento, 155, 169, 176, 180,

314

en cadena, 170

enfoque(s), 2–3, 13, 15, 23, 31, 35–36,

59, 85, 89, 101r, 141, 184, 224, 226r,

230, 239, 247, 252–253, 256, 262,

277, 298, 310, 328

centrado en el cliente, 33

centrado en la competitividad,

251

centrado en la demanda, 228

centrado en la oferta, 228

comercial, 9, 88, 288

de la India, 248

de los organismos de regulación

y supervisión, 31

integrado, 226r, 230, 327

integral, 226r

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362 ÍNDICE DE MATERIAS

minimalista, 12, 48, 242r

orientado al desarrollo, 236

regulatorio, 138

sin fi nes de lucro, 87

social, 234

tradicionales, 299

Enlace, 107r

Entidad de Desarrollo a la Pequeña y

Microempresa, 145c

entidad(es), 2, 8, 13, 15, 19–20, 22,

24, 27, 31, 45, 77, 86, 87n, 92, 95,

107, 111, 122, 126, 129, 140n, 143,

145c, 148, 149c, 155, 158, 159r, 161,

166, 168, 174, 181–182, 185, 190,

196, 234, 241, 244, 299, 307, 309,

316–317

bancarias, 25, 101r

universales, 23

control de las, 83

de depósito, 159c

de factoraje, 280

de microfi nanzas, véase

microfi nanza(s)

especializadas, 54, 126, 129, 136,

142, 147, 160

estatal, 110

fi nanciera(s), 6, 14, 30, 74, 99,

140–140n, 142, 146–147, 155,

158, 159r, 162, 178, 234

especializadas, 138, 160

formales reguladas, 49

no reguladas, 155

reguladas, 47, 77

sin fi nes de lucro, 140

supervisión de, 110

jurídica, 109

latinoamericanas, 301

microfi nanciera(s), 13, 148

multiservicio, 96

operativa, 79

privada(s), 2, 145c, 155

públicas, 155

regulada(s), 35, 46, 85, 201, 302

rentabilidad de las, 19

sin fi nes de lucro, 7, 142, 148

Superintendencia de Bancos y

Entidades Financieras, véase

bancos

entorno, 29, 47, 69, 173, 174, 184,

223, 263

competitivos (menos), 57, 65,

72, 75, 112, 128, 186, 290–

291, 293, 294g, 295, 302

informal, 141

monopólicos, 86

normativo, 21, 29, 30, 47, 86

protegido, 92

regulatorio(s), 21r, 24, 25, 50,

59, 139, 250

España, 282

estabilidad, 69, 96, 130, 181

económica, 276

de precios, 21r

estado(s)

de Pernambuco, 230

fi nancieros, 83, 94, 110, 115, 150

contables, 128, 141, 200

Estado, 8, 13, 93, 107, 121, 308

Banco Estado, véase Banco

Estado

Estados Unidos, 80, 193, 197–198,

223, 229n, 236, 240, 242r, 262,

280–281, 282r, 321

Agencia de los Estados

Unidos para el Desarrollo

Internacional, véase USAID

estándares básicos, 193g

estrategia(s), 57, 59, 77, 100, 103,

108–109, 113, 116, 150, 163, 169,

172–175, 183–186, 209, 214–215,

245, 252, 256, 259, 278, 324, 327

acciones estratégicas, 184

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ÍNDICE DE MATERIAS 363

alianzas estratégicas, 113

comercial(es), 65, 256, 286

de downscaling, 27–28, 86, 110,

190, 201

de gestión

de crisis, 184

de riesgo, 279

de marketing, 170

de upgrading, 27–28, 37

decisiones estratégicas, 64, 223

económica, 278

institucional, 187

interés estratégico, 103

posicionamiento estratégico, 59

rumbo estratégico, 83

servicios estratégicos, 251

tradicionales, 115

ventaja estratégica, 83

estructura de costos, véase costo(s)

Europa, 9, 14

del Este, 2, 6, 100

donantes europeos, 41

Europa Occidental, 14, 199

monarquías europeas, 9

países europeos, 29

evaluación de riesgo, véase riesgo

exposición al riesgo, 76, 141

F

Fedecrédito, 11

federación de bancos, 26

FFP (fondos fi nancieros privados),

véase fondo(s)

FFP FIE (Fondo Financiero Privado

para el Fomento de Iniciativas

Económicas), véase FIE

FIE (Fondo Financiero Privado

para el Fomento de Iniciativas

Económicas), 45, 46, 165n, 166,

170–175, 225, 325

Filanbanco, 179

Finamérica, 13, 22, 34n, 46g, 52, 53c,

55c, 57, 60, 61c, 64c, 67c, 68, 73,

78c, 79, 208

fi nanciamiento, 5, 7, 8, 21r, 22, 37–38,

49, 51, 75, 80, 88, 97, 104, 109, 113,

116, 122, 125, 128, 133, 142, 162,

173, 177, 181, 183, 208, 230, 233g,

251, 257, 259–261, 263, 275, 277–

280, 290, 307, 312, 316–318, 327

a empresas locales, 195

a largo plazo, 160, 185

a pequeñas empresas, 194

acceso al, 20, 26, 44, 48, 51, 73,

77, 80, 276–277, 301, 326

actividad(es) de, 130, 135, 140,

195, 197

bancario, 114, 135

base de, 30, 132

capacidad de, 302

comercial, 7, 260

fuentes de, 75

de la vivienda, 2

de microempresas, 128, 169

del crédito a microempresas, 13

del desarrollo, 270–271, 310

del sector privado, 37

desarrollo del, 320

disponibilidad de, 36

empresario, 159

estructura de, 49

externo, 19, 167

fondos de, 274, véase también

fondos

fuente(s) de, 7, 28, 30, 49, 77,

133, 157, 181, 203, 283, 310–

311, 316

diversifi cación de las, véase

diversifi cación © B

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364 ÍNDICE DE MATERIAS

comerciales

de fi nanciamiento,

66, 75

de refi nanciamiento,

44

del sector privado, 37, 38

hipotecario, 62

industria de, 126, 136

informal, 272, 278

metodologías de, 200

microfi nanciamiento, véase

microfi nanciamiento

para consumo, 73

para microempresarios, 107

para pequeñas y medianas

empresas, 316

proveedores de, 316

volumen de, 56, 75

Financiera Banefe, 99

Financiera Calpiá, 46–46n, 52, 72, 79

Financiera El Comercio, 108

Financiera Fassil, 116

Financiera Solución, 99, 100, 101r,

109, 117, 225, 226r

Financiera Visión, 34n, 100, 206

Finansol, 12, 13, 46g, 53c, 68, 79

Finca, 15, 45, 86, 136, 223, 235

Fincomún, 34n, 208

fi rma(s)

consultoras, 308

digitalizadas, 198

internacional, 23

Fitch, 83

fl ujos, 322

de caja, 98

de efectivo, 29, 183

de ingreso, 284

de remesas, 323, 326

fi nancieros, 177

migratorios, 320

Fomin (Fondo Multilateral de

Inversiones), 13, 28–29, 80–81, 82c,

114, 228, 328

Fondo Financiero Privado para

el Fomento de Iniciativas

Económicas, véase FIE

Fondo Multilateral de Inversiones,

véase Fomin

Fondo Solidario y de Inversión

Social, véase Fosis

fondo(s) fi nanciero(s) privado(s)

(FFP), 30, 44, 46, 145c, 146, 149c,

157, 166, 168–170, 225

fondo(s), 13, 27, 28, 48–49, 52,

80–81, 98, 115, 120, 133, 138, 146c,

170, 172, 180–181, 183, 195, 196,

224–224n, 231, 280–282, 282r,

283, 288, 312, 317, 318, 321, 323,

326–327, 329

administradores del, 80

de bancos comerciales, 224n

de fi nanciamiento, 274

de inversión, véase

inversión(ones)

de los depositantes, 130

de microfi nanzas, véase

microfi nanza(s)

de pensión(ones), 8, 78c, 316

de préstamos, 11, 231

irlandeses, 10

del gobierno, 146c

depósitos de, 195

especializados, 78c, 80

fi nancieros de préstamo, 171

fi nancieros privados (FFP), 30,

44, 46, 145c, 146, 157, 166,

168–169

FIE, véase FIE

Fondo Multilateral de

Inversiones (Fomin), véase

Fomin

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ÍNDICE DE MATERIAS 365

Fondo Solidario y de Inversión

Social, véase Fosis

fuente de, 271

intermediarios, 312

oferta de, 132

para préstamos, 244

para subpréstamos, 56

privados, 29

de carácter comercial, 8

proveedores de, 257

provisión de, 241

públicos, 319

retiro de, 181

transferencia de, 58, 204

Fosis (Fondo Solidario y de Inversión

Social), 288

Francia, 80, 198

fraude(s), 117, 130, 206, 211

Fundación Alternativa, 107r

Fundación Carvajal, véase Carvajal

Fundación Maquita Cusunchic, 228,

232

Fundación Social, 102

Fundasal, 77, 82c

Fundes, 80

futuros y opciones, 196, 324

G

ganancias, 152, 180, 183, 227, 291,

293, 297, 302, 329

márgenes de, 19, 37, 234, 291,

293

aparentes, 296

potencial de, 290

garantes, 98

garantía(s), 5, 50, 102r, 118, 122, 130,

132r, 133, 183–184, 224n, 260, 302,

312

colectivas, 11

de mayor sostenibilidad, 8

de USAID, 76, 183

en moneda local, 324

fondos de, 224

hipotecaria, 140

institucionales, 224n

programa de, 224

real(es), 29, 127, 131, 132r, 135,

141, 147, 158, 162, 309

requisitos de, 50, 70

soberana, 307

gastos, 117, 135, 152, 175, 180, 205,

213, 223

fi nancieros, 292g

operativos, 67c, 291, 292g, 296–

296c, 312, 316

gerencia, 134, 143n, 151, 161, 212,

318

ámbito gerencial, 319

área gerencial, 24

cambios gerenciales, 33

capacidad gerencial, 161, 186

capacitación gerencial, véase

capacitación

facultad gerencial, 143

formación gerencial, 35

responsabilidades gerenciales,

143n

gerente(s), 130, 139, 147, 173, 196,

211, 229, 234, 290, 317

comercial, 112

de área, 129

de cartera, 278

de sucursal, 129, 151, 175

general, 112, 174

gestión, 20, 27, 39, 51, 57, 67c, 81,

84, 86, 116, 129, 152, 161, 177, 210,

219, 223–225, 226r, 231, 235–236,

239, 245, 247, 262, 308–309, 314,

319

capacidad de, 59, 316

capacitación en, 225

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366 ÍNDICE DE MATERIAS

control de, 83

de cartera, 27, 175

de cobro, 98, 186

de crisis, 184, 308, 316

de información, 35, 201, 207,

211–212

de microempresas, 263

de recursos humanos, 71

del crédito, 312

del riesgo, 106, 131, 133, 143n,

162, 172–174, 202, 279, 314

institucional, 183

empresarial, 222

sistema de,

de información, 12, 21r

de riesgo, 24

giros, 206

Global Development Finance, 282r

globalización, 254, 324

de las microfi nanzas, véase

microfi nanzas

de los servicios, 39

del comercio, 255

Grupo Altas Cumbres, 99, 325

Guatemala, 99, 126, 136–137, 142,

275g, 325

Care Guatemala, véase Care

guatemaltecos, 321

H

hiperinfl ación, 168, 198, véase

también, infl ación

Hivos-Triodos-Fonds, 183

Honduras, 25, 32, 126, 136–139, 144,

145c, 148, 149c, 152, 275g, 284,

291, 292g

I

implementación tecnológica, 110,

119, 202, 210, 214

impuestos, 19, 115c

contribuyentes, 317

locales, 6, 313

servicios de pago de, 186

sobre la circulación del capital,

179

sobre la renta, 115

incapacidad, véase capacidad

incumplimiento, 98, 121, 130, 170,

224n, 234

Indepco, 228

India, 247, 248–249, 274

Post Offi ce Savings Bank, véase

Post Offi ce Savings Bank

índice(s)

de efi ciencia fi nanciera, 296

de ingresos fi nancieros, 291

de productividad, 297

de rentabilidad, 289

inestabilidad(es)

económica, 1, 3, 74

macroeconómicas, 316

política, 74

infl ación, 21r, 168, 271, véase también

hiperinfl ación

Informe sobre el Desarrollo Mundial,

279

informe(s), 175, 203, 205, 249, 270

de cartera, 141

de crédito, 31

agencias de, 162

organismos de, 154

de incumplimiento, 130

de los ofi ciales de crédito, 151

del Boston Consulting Group,

véase Boston Consulting

Group

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ÍNDICE DE MATERIAS 367

Global Development Finance,

véase Global Development

Finance

Informe sobre el Desarrollo

Mundial, véase Informe sobre

el Desarrollo Mundial

The Microenterprise

Stocktaking Report, véase The

Microenterprise Stocktaking

Report

institución(ones), 1–1n, 2–3, 5–7,

11–12, 15–16, 18–18n, 20, 22–25,

27, 29–32, 34, 38, 43, 44–46, 48–52,

53c, 54, 55c, 56–60, 61c, 63–67, 67c,

68–77, 78c, 79, 81–82, 82c, 83–86,

88–89, 91–95, 99, 102–102r, 104,

106, 107r, 108–109, 112–119, 122,

125, 129, 133–136, 138, 140–141,

143–143n, 144, 146–148, 150, 153,

156–158, 161–162, 166, 169–176,

178–180, 182–187, 190, 200, 203–

204, 209, 211–214, 220–221, 224,

226r, 230, 232, 234–237, 240–241,

242r, 244, 250–251, 254, 260–261,

270–272, 276, 278, 280–281, 284,

285c, 287–288, 290, 294–295, 298,

300, 302, 307–309, 313–314, 316–

320, 323–328

afi liadas, 12

asiáticas, véase Asia

bancaria(s), 8, 9, 68, 93, 99, 116,

195, 222, 291, 308, 316

comunales, 222

formales, 25, 50

globales, 19

reguladas, 298

tradicionales, 24, 28, 121

clientes institucionales, 9

comerciales, 85, 273

comercializadas, 286

con fi nes de lucro, 23

coordinación institucional, 162

crisis de las, 7

cultura institucional, 57

de ahorro, 102r

de América Latina, véase

América Latina

de apoyo al desarrollo

comunitario, 222

de crédito de consumo, véase

crédito(s)

de crédito, véase crédito(s)

de fi nanzas, 49

de microcrédito, véase

microcrédito(s)

de microfi nanzas, véase

microfi nanza(s)

de préstamos, véase préstamo(s)

de supervisión, 178

del sector público nacional, 186

depositantes institucionales, 57

desarrollo de, 15

desarrollo institucional, 51, 54,

146c

desempeño de las, 66

especializadas, 44, 137, 142, 144,

165, 223

estrategia institucional, 189

estructura(s) institucional(es),

49, 105

fi nanciera(s), 5, 10, 17, 19, 23,

25, 27, 30, 45–46, 49, 50, 52,

54, 60, 69, 74, 79, 83, 84, 88,

91n, 92, 95, 96n, 99, 101, 102r,

113, 115–116, 119, 121–122,

126, 129n, 132, 134, 136,

138, 140–144, 145c, 148, 150,

153, 156, 159–159r, 162, 168,

173, 177–179, 181, 184, 190,

199, 203, 204, 207, 213, 221,

223, 235, 239, 244, 259, 263,

270–271, 281–283, 298–300,

308, 322–323, 328

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368 ÍNDICE DE MATERIAS

especializadas, 146c

en microfi nanzas, 141

informal, 45, 120

líderes, 66

no bancarias, 50, 287g

no reguladas, 154

regionales, 122

sujetas a supervisión, 85

sostenibles, 271

supervisada(s), 110, 308

no tradicionales, 278, 310

tradicionales, 28, 32, 91,

309

internacional(es), 29, 78c

formal(es), 4, 18n, 35,

43–45, 48, 52, 86, 91–92,

103, 122, 134, 141, 157,

201, 308

regulada(s), 20, 22, 45, 50,

80, 125, 154, 244, 316

forma institucional, 143

formal(es), 157, 161, 280

formalizadas, 65, 66

fortalecimiento institucional,

227, 261

gobierno institucional, 131r

incentivos institucionales, 200

independientes, 45, 110

infraestructura institucional, 92

jurídica, 110

latinoamericanas, 7, 17, 19, 190,

201, 222, 236, 270

Ley General de Instituciones del

Sistema Financiero, véase Ley

General de Instituciones del

Sistema Financiero

líderes, 5, 8, 37, 242r

limitaciones institucionales, 155

mecanismo institucional, 109

microfi nanciera(s), 3, 6, 10, 13,

21r, 31, 43, 48–49, 52, 53c,

55c, 64, 67, 80, 89, 101r, 105,

121, 131, 132r, 169, 316, 319

líderes, 242r

de América Latina, 37

modelos institucionales, 9, 15

no fi nancieras, 194

orden institucional, 184

privadas, 166

pública, 107, 253

regulada(s), 22, 37, 44, 60, 72,

87–88, 171, 202, 273, 283, 286

riesgo institucional, 183

sin fi nes de lucro, 8, 12, 20, 23,

25, 31, 102r, 137

sostenibilidad de las, 19, 24, 73,

239, 240

sostenibles, 19, 221

tradicionales, 32

upgrading institucional, 49

instrumentos fi nancieros, 196, 312,

324

Internationale Projekt Consult, véase

IPC

inversión(ones), 38, 73–74, 80–82,

168, 192, 212, 214, 224, 231, 279,

300, 317, 325

bancos de, 8, 316

capital de, 282

clima de, 39

compañías de, 82c

de capital, 13, 262

decisiones de, 320

en activos fi jos, 248n

en bienes inmuebles, 182

en capital accionario, 13

en capital humano, 319

en educación, 279

en el mercado inmobiliario, 180

en infraestructura, 227

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ÍNDICE DE MATERIAS 369

en instalaciones, 247

en instituciones de

microfi nanzas, 82

jóvenes, 81

locales, 326

en instituciones fi nancieras, 99

en personal, 57

en recursos humanos, 319

en sucursales, 57

en tecnología, 34, 57, 192, 213,

214

de la información, 192

en vivienda, 279

estructuración de, 316

extranjera directa, 322

fondo(s) de, 28, 83, 96, 308

(especializado) en

microfi nanzas, 80–81

con fi nes de lucro, 96n

especiales de, 38

fondos internacionales de,

8, 316

nacionales, 29

ProFund, véase Profund

Fondo Multilateral de

Inversiones (Fomin), véase

Fomin

grado de, 83

grupos privados de, 326

mínima, 259

oportunidades de, 326

plan de, 225

préstamos para, 313

préstamos para, véase

préstamo(s)

privada, 2, 316

productivas, 279

productos de, 185

rentabilidad sobre la(s), 81, 139

sociedad(es) de, 23, 81, 100

vehículos de, 81

inversionista(s), 13, 21, 29, 38, 45, 51,

82–82c, 112, 121, 147, 316, 317, 319

comerciales, 30, 80

del sector privado, 107r

extranjeros, 107r

institucionales, 283, 284, 308

internacionales, 114

locales, 112

particular(es), 78c, 80

privados, 8, 302, 308

de la industria, 328

sociales, 132

socialmente responsables, 329

socio inversionista, 112

IPC (Internationale Projekt Consult),

23, 45, 46–46g, 47–48, 51–52, 53c,

77, 80–81, 82c, 83, 86, 89, 100, 117

Italia, 9

banqueros italianos, 9

J

Jamaica, 153

JOBS (proyecto), 258

junta (directiva), 129, 151, 231,

317–319

K

Kenia, 249

L

Latin American Bridge Fund, 183

legislación, 137, 142, 152, 154, 178

bancaria, 133

Ley General de Instituciones del

Sistema Financiero, 178

liberalización, 93, 178

del sistema fi nanciero, 104 de

Ecuador, 178

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370 ÍNDICE DE MATERIAS

de las tasas de interés, 38, 135

de los sectores fi nancieros, 93

liquidez, 75, 172, 177, 179–181, 183,

185, 187, 308, 312

administración de la, 326

crisis de, 165

de las instituciones fi nancieras,

181

del sistema fi nanciero, 181

gestión de la, 315–316

sistémica, 179

M

Maõs de Minas, 228

marketing, 83, 209

apoyo de, 289

del crédito, 322

estrategias de, 170

iniciativas de, 256

servicios de, 220, 228, 233g

Medellín, véase Colombia

mercado(s), 3, 9–10, 14, 17, 21r, 26,

38, 54, 59–60, 63–65, 68, 71–72, 76,

80, 85–87, 89, 91–92, 94–95, 98,

100, 104–105, 109, 111r, 114–115,

118–119, 120, 121, 125–128, 130,

132–134, 139, 150, 152, 157, 160,

172, 173, 186, 190, 202, 215, 225,

226r, 227–228, 230, 232–233, 233g,

234, 236, 242r, 243, 245, 247, 250–

252, 254–255, 257–258, 261–263,

272, 277, 286–290, 297, 301, 309–

311, 315, 319, 323, 325, 328

bursátil, 191

cambiario, 135

de destino, 21r, 24, 60, 300

de las instituciones bancarias

tradicionales, 24

de las microfi nanzas, véase

microfi nanzas

de microcréditos, véase

microcrédito(s)

desarrollo de, 36, 253–254

fi nanciero, 127

inmobiliario, 180, 182

internacional, 76

microempresario, 27, 87n, 95–96

microfi nanciero, 18, 68, 137

nicho(s) de, 25–26, 31, 45, 92,

95, 98, 101, 103, 107r, 108,

120, 136, 256

segmento(s) de, 63, 80, 85, 96,

104, 132r, 138, 201, 287, 295,

297

sistema de, 121

tasas de mercado, véase tasa(s)

México, 1, 5, 11, 15–16, 22, 24, 26,

34n, 37, 46g, 47, 52, 53c, 59, 64c,

67c, 73, 126, 136–137, 140, 144,

145c, 148, 149c, 150, 153, 198, 202,

208, 228, 274, 275g, 276, 282g, 284,

289, 291, 292g, 301, 311, 321

Asociación Mexicana de Artes

y Culturas Populares de

México, véase Asociación

Mexicana de Artes y Culturas

Populares de México

Banco del Comercio, véase

Banco del Comercio

banco mexicano, 198

Bansefi , véase Bansefi

Ciudad de, 11, 198, 276

Compartamos, véase

Compartamos

Fincomún, véase Fincomún

pesos mexicanos, 76

Mibanco, 18, 22, 28, 34n, 46g, 52, 53c,

55c, 56–57, 60, 61c, 62, 67c, 69, 72,

76–77, 78c, 82c, 87n, 101r, 184, 204,

210, 325

microclientes, véase cliente(s)

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ÍNDICE DE MATERIAS 371

microcrédito(s), 4–5, 13, 22, 26–28,

35–37, 44, 48, 63, 70, 94, 96–99,

101r, 103, 105–106, 108–109, 114–

115, 115n, 121–122, 125–128, 132r,

134–137, 140–141, 143–144, 145c,

146c, 150–152, 154, 156–157, 158,

160–162, 203, 219–220, 226r, 263,

269, 271, 273–274, 276, 279, 283–

284, 286, 288, 291, 302, 307–308,

310, 312–314

actividad de, 26, 155

cartera(s) de, 28, 100, 110, 134,

146, 151, 157–159, 161–162,

298

clientes de, 30, 113, 280

comunidad de, 279

desarrollo del, 156

en América Latina, 270, 311

individuales, 129n

industria del, 284

instituciones de, 35, 44, 91, 94,

276

de microfi nanzas

especializadas en, véase

microfi nanzas

instrumentos de, 15

integración del, 106

marco(s) regulatorio(s) del, 38,

126, 136, 159

mercado de(l), 17, 105, 150–151,

301

metodologías de, 162

necesidades del, 104

negocio del, 136

ONG de, 22, 136, 139

operación(ones) de, 29, 99,

104–106, 109–110, 120–121,

141, 152, 309

organizaciones de, 138, 271

perfi l de riesgo de un, 127

producto(s) de, 33, 43, 47, 59,

88–89, 97, 104

programa(s) de, 100, 111, 116,

122, 231, 279

regulación del, 125, 130, 135,

163

rentabilidad del, 26

requisitos del, 112, 298

segmento de(l), 26, 98, 111r, 152

servicios de, 140, 290

supervisión del, 125–127, 134,

158

tecnología(s) de, 28, 101r, 106,

108, 116–117, 121–122, 126,

158

volumen de, 1

microemprendimientos, 2

microempresa(s), 3–4, 14, 20, 22,

26, 37, 50, 65, 91, 103, 107r, 111r,

127–128, 137, 140n, 142, 149c, 160,

166, 169, 202, 206, 219, 224, 227,

232, 234, 239, 241, 242r, 243–245,

250–252, 254–257, 257n, 259, 261,

269, 276, 278–279, 282, 286, 301,

312, 313, 323, 327–328

Asociación para el Desarrollo

de Microempresas, véase

Asociación para el Desarrollo

de Microempresas

Banestado Microempresas, véase

Banestado Microempresas

capacitación para, véase

capacitación

cartera de, 101r, 104–105, 107,

108

clásica, 224

crédito a, véase crédito

de América Latina, 221

desarrollo de, 222, 230, 238, 251

empresarial para, 247

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372 ÍNDICE DE MATERIAS

fi nanciamiento de, véase

fi nanciamiento

gestión de, 263

mercado de las, véase

mercado(s)

necesidades de la(s), 122, 239

operadores de, 307

préstamos, véase préstamo(s)

prestatarias, 6, 239

Programa de Crédito Global

para Microempresas, véase

Programa de Crédito Global

para Microempresas

programas de, véase

programa(s)

propietarios de, 10, 229, 263

proyectos de, 223, 307

de desarrollo de, 232

recuperación de las, 68

sector de, 311, 323, 328

servicios a, 23, 26, 28, 38, 88

fi nancieros para, 79, 261,

323

trabajadores de, 15, 219, 262

Unidad de Microempresas, véase

Unidad de Microempresas

microempresario(s), 4, 27, 32, 48, 54,

59, 84, 94, 96, 101r, 105, 109, 111r,

113, 122, 125, 127–128, 132r, 137,

138, 149c, 150–151, 156, 162, 184,

169, 201, 207, 219, 229, 230, 231,

238, 269, 274, 276–277, 301–302

capacitación de, véase

capacitación

clientes, véase cliente(s)

crédito a los, véase crédito

de ingreso bajo, 220

del sector informal, 115

desarrollo, 242r

espectro, 17

fi nanciamiento para, véase

fi nanciamiento

independientes, 101

mercado, 27, 87n, 95–96

necesidades de los, 27

población microempresarial, 95

préstamos a, véase préstamos

sector, 21r, 27, 96, 100, 101–101r,

102, 102r, 103, 106, 107r, 108,

111r, 119

de destino, 97

de ingreso bajo, 21

informal, 116

segmento(s), 92, 100, 102r

servicio(s) a (para), 33, 43, 94,

136, 189

fi nancieros a, 43, 127

sobreendeudamiento de los, 99

microfi nanciamiento, 140n, 152

acceso al, 273

actividad de, 138

carteras de, 158

comercialización del, 286

consorcio de donantes de, 270,

véase también CGAP

fuentes de, 277

integración del, 286

marco regulatorio para el, 140

operaciones de crédito para, 317

regulación del, 152

tecnologías de, 134

microfi nanciera(s), 13, 20

actividades, véase actividad(es)

aplicaciones, 33

área, 27

cartera, 23

comunidad, véase

comunidad(es)

cuentas, véase cuenta(s)

entidades, véase entidad(es)

faceta, 35

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ÍNDICE DE MATERIAS 373

industria, véase industria

innovaciones, 215

instituciones, véase

institución(ones)

ONG, véase ONG

operaciones, 28, 152, 159, 206

organizaciones, 45, 105, 120

revolución, 200

tecnología, 27, 102r, 189, 190

transacciones, 204

microfi nanzas, 1–9, 11–18, 18n,

19–21, 21r, 43, 44, 46–47, 49, 54,

69, 73–74, 80, 84, 87–88, 91, 95,

99, 104, 116, 119, 127, 137–139,

142, 150, 166, 170, 191, 194, 202,

214–215, 219, 221, 229, 240, 250,

252, 259, 262–263, 278, 284, 286,

289–291, 295, 297–298, 302, 309,

313–315, 317, 320, 324–325

actividad(es) de, 144, 308

actores principales de las, 86

ámbito de las, 159r, 169

aprendizaje de las, 85

área de, 46

áreas paralelas de, 36

banco de, 145c

bancos con orientación a las, 15

campo de las, 82, 130–131, 190,

214, 230, 237–237r, 241, 263

carreras en, 319

cartera(s) de, 8, 169

deterioro de las, 67

clave de las, 4

cliente(s) de, 15, 16, 120, 202,

224, 272, 274, 280–281, 291,

320

del sector

mircrofi nanciero, 18

microfi nancieros, 17

cobertura de las, 6, 126

comerciales, 37, 51

comercialización de (las), 43,

220–221, 253,

proceso de, 286, 302

comunidad de (las), 273, 276,

286, 301

de América Latina, 269,

290

en América Latina, véase

de América Latina

latinoamericana, 275

concentración de, 8

crédito sobre las, 156

de tipo minimalista, 221

de América Latina, 2, 5, 14–16,

22, 38–39, 43, 84, 87–88, 128,

184, 199, 203, 208, 212–213,

219, 269, 274, 275g, 296, 320,

322

de América Latina y el Caribe,

310, 320, 337

defi nición de, 3, 219, 262, 277

desarrollo de las, 9, 11, 22, 37,

45, 108, 120, 126, 260

equitativo, 325

histórico de las, 5

distinción entre microfi nanzas y

microcrédito, 4

efectos positivos de las, 327

empresa de, 318

en América Latina, véase de

América Latina

en América Latina y el Caribe,

véase de América Latina y el

Caribe

en la región, 39

enfoque comercial de las, 288

entidades de, 15, 200

estudio de las, 114

evolución de las, 84, 114

éxito de las, 21r, 22, 81

expansión de las, 43, 51

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374 ÍNDICE DE MATERIAS

expertos en, 237r

fi nancieras dedicadas a las, 15

fondo(s) de inversión

(especializados) en, véase

inversión(ones)

futuro de las, 295, 307

globalización de las, 320

grupos internacionales de, 80

historia de las, 39, 269

industria(s) de (las), 1, 2, 95,

199, 215, 262, 287, 307, 322,

324, 329

institución(ones) de (las), 1–2,

5–8, 11–14, 16–19, 22–24,

27–34, 36–38, 49–52, 54,

56–57, 59–60, 65–72, 75–77,

79–81, 82c, 84–86, 88, 91, 94,

127, 130–133, 136–137, 139,

145, 147c, 159–161, 165–166,

169–172, 175–176, 181–182,

184–186, 189, 201–205, 207–

210, 212–214, 221, 223–225,

231, 238, 243, 259–261, 263,

270–273, 276–277, 281–282,

284, 285c, 287, 290–291, 293,

294g, 295–299, 301–302, 309–

310, 315–318, 320–325

a la vanguardia, 311

acciones de las, 172, 182

accionistas de las, 85

afi liada, 79

bien administradas, 50,

158

bien establecidas, 319

buen desempeño de las, 66

centradas en la pobreza,

286

clientes de (las), 169, 170,

274, 280

con estructura de ONG,

274

con fi nes de lucro, 136

con orientación comercial,

77

con problemas, 68

con una buena gestión, 20

costos administrativos de

las, 207

creación de, 85, 137, 141

de América Latina (y el

Caribe), 18, 28, 33–34,

37, 62, 201, 202, 236–

237, 243, 272c, 283, 296,

298, 316, 327

de Bolivia, 24, 291, 295g

de Brasil, 274

de Colombia, 225, 291,

292g

de Ecuador, 208, 291, 292g

de Honduras, 291, 292g

de la región, 230, 296

de mayor envergadura, 326

de mayor éxito, 317

de México, 291, 292g

de Nicaragua, 291

de organismos no

gubernamentales, 25

de orientación regional,

286

de Perú, 283, 291, 292g

de prestigio, 45

desarrollo de las, 135

desempeño a largo plazo,

74

dinámica, 77

ecuatorianas, 180

efi ciencia de las, 33–34, 71

efi cientes, 73 © B

anco

Inte

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ÍNDICE DE MATERIAS 375

empleados de, 130

en tiempos de crisis, 165

especializadas, 19, 147,

149c, 214, 283, 289, 312

en microcréditos, 131

éxito de las, 71, 119

expansión de las, 7

formalizadas, 65

gerentes de, 139, 290

gestión efi caz de las, 129

informales, 120

infraestructura de las

sucursales de las, 207

innovadoras, 297

jóvenes, 81

latinoamericana(s), 5, 7–9,

11, 13, 32, 36, 189, 190,

274, 284, 325

líderes, 38, 58, 72, 126, 201,

296

locales, 326

mercado de las, 60

no reguladas, 288

no sostenibles, 272c

nueva(s), 43, 79

operaciones de las, 129

orientadas hacia la mujer,

16

otros tipos de, 328

penetración de las, 65

pioneras, 85

políticas de las, 69

precursoras, 54

préstamos de, 276

prestatarios de, 272c, 280

privadas incipientes, 307

proceso de upgrading,

con, 24, 64

en, 58–59, 69

formalizadas

mediante el

proceso de, 66

modifi cadas por el,

72

que eligieron, 56

que han seguido un

(el), 44–45, 52,

53c, 58, 67–68

que ya han pasado

por el, 45

surgidas de un, 22

transformadas

mediante el, 70,

72, 81

proliferación de, 319

prósperas, 129

que implementan el

scoring estadístico, 209

regulada(s), 24, 30, 38,

59–60, 64, 125, 176, 209,

273, 286, 287g, 288, 289,

302

rendimiento fi nanciero de

las, 241

rentabilidad de las, 65, 75,

293

rentables, 119, 317

rumbo estratégico de la, 83

servicios de, 202

sostenibilidad de las, 72

sostenibles, 91, 119, 272c,

supervisadas, 85

tecnología de las, 213

tradicionales, 281, 289

transformadas, 74, 75, 283

viables, 202

integración de las, 106

en los mercados

fi nancieros, 326

proceso de, 302

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376 ÍNDICE DE MATERIAS

intermediario(s) de, 161

fi nanciero especializado

en, 317

latinoamericanas, 6, 32, 36, 200

líderes de las, 250

límites económicos y

geográfi cos de las, 273

mercado(s) de (las), 1, 15, 26,

72, 79, 86, 115, 150, 168

metodología especializada de,

101r

modelo de, 5

comercial de, 288

latinoamericano de, 1, 3

minimalista de las, 250

sostenible de, 48

mundo de las, 45, 85, 230

negocio de las, 85, 200

objetivo original de las, 84

organizaciones de, 148,

240

organizaciones dedicadas a

las, 220

organizaciones no

gubernamentales

(ONG) de, 43, 45, 49,

51, 83, 157

penetración de las, 65, 202,

275g, 277

personal de, 320

producto esencial de las, 262

producto principal de las, 200

programa(s) (piloto) de, 99, 107,

116, 118, 240, 243, 278, 319,

especializados, 289

promotores de las, 297, 298

proveedores de, 15, 314

proyectos de, 48, 307

regulación de las, 138–139, 158

rentabilidad en, 103

resultados de las, 14

revolución de las, 262

secretos de, 6

sector de (las), 95, 103–104, 121,

192–193, 203, 211–213, 311,

315, 323

servicios (integrales) de, 94, 222,

278, 314, 323

sistema de, 166

sostenibilidad de las, 33

sostenibles, 89

tecnología adecuada para las,

189

tecnología de las, 89

transacciones de, 301

universo de las, 36, 88, 184

vanguardia de las, 29, 309

micropréstamo(s), 14, 71, 95, 98, 106,

109, 115, 117, 140n, 143, 222, 224,

239, 243–244, 272, 276, 296, 326

de capital de trabajo, 54

en América Latina, 108

microprestamistas, 73

para la vivienda, 107r

microprestatarios, 157

microseguro, 4, 313

Mipyme, 251

moneda(s)

plazo fi jos en distintas, 6, 313

devaluación de la, 167

el sucre, moneda nacional de

Ecuador, 176, 180

descalces de, 183

local, 76

préstamo en, 125

garantías en, 324

depósitos en, 56

bonos denominados en, 87

fuertes

cuentas en, 76

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ÍNDICE DE MATERIAS 377

mora, 67c, 147, 271

Multicredit Bank, 94, 110

N

Nacional Financiera Boliviana

(Nafi bo), 172

negocio(s), 5, 14, 34, 68, 128, 193–

195, 201, 220, 222, 236, 239n, 288,

313, 318–319, 321, 323–325, 328

bancario tradicional, 71

de las microfi nanzas, véase

microfi nanzas

de las remesas, 58

del microcrédito, 136

entorno de, 263

línea(s) de, 23, 159, 196

modelo de, 254

operaciones de, 314

plan(es) de, 219, 224–225, 236

Nicaragua, 23, 32, 46g, 47, 126, 136–

139, 152, 202, 203, 275g, 284, 291,

292g, 293, 293g, 294g, 295, 325

Chispa, véase Chispa

los nicaragüenses, 321

ProCredit, véase ProCredit

norma(s), 21r, 30, 84, 130–132, 134,

139–140, 147, 162, 177, 308, 317

bancarias, 130

contables, 30, 31, 144

de calidad, 246

de clasifi cación de carteras, 93

de control de riesgo crediticio,

121

de servicio al cliente, 88

de supervisión, 50

del sector bancario, 69

elaboración de, 156

éticas, 319

internacionales, 51

mundiales de seguridad y

calidad, 255

relativas a la cartera, 141

tecnológicas, 215

O

obligación(ones), 129, 159r, 173, 220,

244

de préstamos, 174

fi nancieras, 183

sociales, 279

Oikocredit, 183

OIT (Organización Internacional del

Trabajo), 10, 249, 274

oligopolio, 152

Organismo de Protección del Ahorro,

179

Organización Internacional del

Trabajo, véase OIT

Organización Privada de Desarrollo

Financiero, 145c

Oriente Medio, 6, 16

P

Panamá, 94, 110, 126, 136, 144, 145c,

148, 149c

Paraguay, 13, 26, 93, 95, 96n, 97, 99,

136, 153, 202–203, 275g, 300

Financiera El Comercio, véase

Financiera El Comercio

Financiera Visión, véase

Financiera Visión

pasivos, 75, 273, 311

estructura de, 75

fi nanciamiento mediante, 75

reducción de los, 179

pequeñas empresas, véase empresa(s)

pequeñas y medianas empresas

(PyMEs), véase empresa(s)

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378 ÍNDICE DE MATERIAS

pequeños productores, véase

productor(es)

Perú, 1, 5, 13, 18, 22, 24–26, 28, 34n,

46g, 47, 52, 53c, 54, 60, 67c, 72, 77,

82c, 86, 87, 93, 97, 99, 101r, 108,

117–118, 120, 125–126, 135–136,

144, 145c, 146–147, 147c, 148,

149c, 152, 156–158, 184, 204, 209,

210, 225, 226r, 236, 275g, 277, 284,

291, 292g, 300, 325

crisis peruana, 100

instituciones de microfi nanzas

de, véase instituciones de

microfi nanzas

mercado peruano, 76

microfi nanzas en, véase

microfi nanzas

peruanos, 321

PIB (producto interno bruto) 14, 94,

166, 168, 176

per cápita, 17, 61c, 168, 296

PIB, véase producto

PNB per cápita, 294g

Post Offi ce Savings Bank, 300

préstamo(s), 1, 1n, 2, 4–7, 9–11, 14,

17, 21r, 24, 31, 34, 38, 44, 48–50,

52, 53c, 55c, 56, 58, 60, 61c, 62–64,

64c, 65, 66n, 76, 83, 85, 97, 98, 100,

105–106, 107r, 108, 110, 111–111r,

112–115, 115n, 116, 118–119, 125–

129, 129n, 130–131, 131r, 132r,

133–137, 139–140, 140n, 141, 145c,

147–147c, 150–151, 154–156, 158,

159r, 160–161, 170–175, 177–181,

183–184, 195–198, 200–201, 205,

207–210, 219–221, 223, 224n, 225,

229, 231, 234–236, 238, 239n, 242r,

244, 259–261, 263, 270, 272, 275g,

276, 277–280, 282–283, 285c, 286–

287, 291, 293–294, 294g, 295–295g,

296–296c, 300, 302, 307, 312–313,

323–324

a (para) empresas, 2, 65, 182,

196

a (para) pequeñas empresas, 54,

62, 64, 219, 259

informales, 201, 219

a mediano y largo plazo, 143

a microempresas, 84, 127, 149c,

224n, 240, 276

actividad(es) de, 44, 58, 169

activos, 220, 282r, 287g

bancarios, 273

capital del, 231

cartera de, 1–1n, 13, 32, 44, 52,

56–57, 61c, 62, 66, 68–69, 72,

75, 100, 102r, 106–108, 110,

117g, 118, 129, 151, 168–169,

178, 181, 201, 208, 230, 234,

236, 243, 273, 277, 282r, 283,

288, 294g, 295–295g, 296–

296c, 309, 316

diversifi cadas, 161

ciclo del, 10, 231

clientes de, 102r

comerciales, 27, 76, 98, 156, 161

corporativos, 130

de (para el) consumo, 55, 60, 62,

69, 88, 98–99, 100, 101r, 115,

118, 126–128, 134, 146c, 171,

226r, 299–300

industria de, 100

de (para) capital de trabajo, 10,

59, 60, 62, 63, 262, 313

de dinero, 9

de pequeña cuantía, 26

del gobierno, 282r

del sector bancario, 282

distribución de (los), 18, 18n,

235

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ÍNDICE DE MATERIAS 379

empresariales, 194

evaluaciones de, 69

fondo(s) de (para), 10, 11, 231,

244

grupales, 159

hipotecarios, 128, 130, 156, 181,

196

incobrables, 30, 133, 146–147,

171–172, 179, 209

individual(es), 146c, 159, 236

institución(ones) de, 238, 270

interbancarios, 49

internacionales, 181

mecanismos de cobro de, 27

mercado de, 288

metodología(s) de, 95, 235–236,

240–241

micropréstamos, véase

micropréstamos

minoristas, 21r

morosos, 67c, 130, 132r, 172,

175, 208, 271

operaciones de, 30, 48, 71, 92

pago(s) de(l), 12, 27, 32, 200,

259, 299, 309

para el desarrollo, 281

para inversión, véase

inversión(ones)

para la vivienda, 58, 63

para pequeñas y medianas

empresas, 58, 65

particulares, 62

para capital de trabajo, 62

personales, 59, 62–63, 116, 195,

209

para capital de trabajo, 62

producto(s) de, 54, 58, 96,

102–102r, 103, 107r, 120, 230,

262, 282

reestructuración de, 68, 130, 141

servicios de, 12, 95

sin garantías reales, 158

sindicado, 96

Sociedad Cooperativa de Ahorro

y Préstamo, véase Sociedad

Cooperativa de Ahorro y

Préstamo

sociedades de, 9

solidarios, 59, 62, 146c, 289

para capital de trabajo, 62

subsidiados, 76

tasas de, 121

tecnología(s) de, 31, 118, 277

tradicionales, 302

tradicionales, 111r, 173

volumen, 70

Previsora, 179

Pro Crédito Bolivia, 77

ProCredit Holding (Group AG), 23,

51, 51n, 78c, 79, 81–82, 82c, 83, 86,

100n

ProCredit, véase Banco Procredit

ProCrédito, 46g, 77

Prodem, 34n, 46, 46g, 63, 200, 206,

211–212, 214, 281, 298

ProFund (International), 13, 28, 80,

96, 96n, 107r, 112, 114, 183

Programa de Crédito Global para

Microempresas del BID, 99, 100

Programa de Pequeños Proyectos,

219, 227, 307

Programa de promoción de

viviendas, 107r

Programa Social para la Empresa,

227

programa(s), 10, 13, 106–107, 107r,

122, 219, 223–224, 227, 229–231,

234, 244–245, 245n, 251, 257, 257n,

260, 270, 274, 280, 282, 284, 286,

289, 291, 299–300, 307, 327

administradores de, 241

CrediAmigo, 299

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380 ÍNDICE DE MATERIAS

de alfabetización fi nanciera, 224

de movilización del ahorro, 159

de adquisiciones, 246

de ahorro, 2, 223, 235–236, 238–

239, 241, 242r, 244, 285c

obligatorio, 235

de agricultura, 242r

de apoyo, 220, 253n

de asistencia técnica, 226r

de banca comunal, 222, 242r,

261

de bancos comunales, 223

de capacitación, 220, 229, 238–

239, 239n, 240

con vales, 244, 245, 263

de Carvajal, véase Carvajal

de compra colectiva de insumos,

247

de contabilidad, 239

de crédito de consumo, 99, 108

de crédito, 238–239, 246, 270

de desarrollo

comunitario, 232

de (para) empresas, 224,

232

de servicios empresariales,

327–328

de downscaling, 111, 111r

de emisión de bonos, 76

de garantías para empresas, 224

de georreferencia, 116

del BID, 277

de microcrédito, 97, 100, 116,

122, 231, 279

de microempresas, 229

urbanas, 225

de microfi nanzas, véase

microfi nanzas

de micropréstamos, 108, 244

de multiservicio, 221

de préstamos global, 244, 277

de promoción de viviendas,

107r

de reforma, 29

de remuneración, 116

de servicios

de desarrollo empresarial,

250, 252

fi nancieros, 239

educativos, 222

global, 244

Mi familia, mi país, mi regreso,

282

microempresario, 242r

múltiples, 275

para reducir la pobreza, 4

piloto, 212

sectoriales, 227, 257, 257n, 261,

263

sociales, 261

Promotora del Comercio, 232

proyecto PISCES, 250

Proyeto Uno, 10, 223, 230, 231, 231n

prueba piloto, 106, 209, 211

PyMe (pequeña y mediana empresa),

61c, 65, 145c, 146c, 148, 149c,

250–251, 254

PyME (pequeñas y medianas

empresas), véase empresa(s)

Q

quiebra(s), 12, 153, 170, 179, 194

R

Real Microcrédito Assessoria

Financieira S.A., 112

Recife, véase Brasil

refi nanciamiento, 44, 184

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ÍNDICE DE MATERIAS 381

región andina, 88

registro(s), 121, 207, 210, 225, 235

contables, 127, 141

de auditoría, 211

históricos, 296

operacionales, 127

Reino Unido, 9

remesa(s), 2, 281–282, 282r, 283, 290,

301, 315, 320–323,

benefi ciarios de, véase

benefi ciario(s)

distribución de, 327

efectos en el desarrollo, 322

fl ujos de, 323, 326, 327

globalización de las, 320

internacionales, 6, 58, 122

locales, 58

nacionales, 6

negocio de las, 58

potencial de las, 282r

servicios de, 58, 323

transferencia(s) de, 4, 313,

322–323, 327

servicios de, 322

valor de las, 282r

volumen de, 283

República Dominicana, 11, 12, 99,

275g, 321, 325

Ademi, véase Ademi

Adopem, véase Adopem

Women’s World Banking, véase

Women’s World Banking

reservas, 69, 179, 326

de capital, 323

para cobertura de riesgos, 184

políticas de constitución de, 68

restricciones, 142, 143, 221, 239,

248n, 250, 256, 261, 314, 327

Revolución Industrial, 9

Rusia, 229n

S

saldo(s), 57, 293

ajustado por prestatario, 296c

de crédito, 209

de préstamos, 286

promedio, 286, 293,

295–296

disponible, 1

en cuenta, 205, 209

mínimo, 56

primario, 284

promedio, 56–57, 61c, 63, 211,

277, 285c, 286, 287g, 294g

pendiente de pago, 277

en entornos competitivos

y menos competitivos,

294g

por prestatario, 294g

variaciones en los, 287

vigente, 170

scoring, 118, 209–210

estadístico, 26, 34, 70–71, 88,

97–98, 101r, 118, 155, 189,

193g, 197, 202–203, 209–210,

296, 300–301

Sears Roebuck, 195, 196

Sebrae (Serviço Brasileiro de Apoio

às Micro e Pequenas Empresas),

224, 246

Seco (State Secretariat for Economics

Affaris), 81

Suiza, 80

Fundes, véase Fundes

State Secretariat for Economics

Affaris (Seco), véase Seco

Seed Capital, 107r

seguros, 9, 11, 37, 55c, 111r, 192, 262,

281, 290, 301–302

compañías de, 154, 197

externas, 281

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382 ÍNDICE DE MATERIAS

microseguro, véase microseguro

productos de, 58, 281

venta de, 186

SIDI, 80

sobreendeudamiento, 95, 100, 155,

157–158, 159r, 160, 170, 176

de clientes, véase cliente(s)

de los microempresarios, véase

microempresario(s)

Sociedad Cooperativa de Ahorro y

Préstamo, 145c

Sociedad de Ahorro y Crédito, 145c

Sociedad Financiera Ecuatorial

(SFE), 100, 112, 117, 120

Sociedad Financiera Popular, 145c

Sociedade de Crédito ao

microempreendedor (SCM), 145c

SOFOL Compartamos, 46g, 53c

Sogebank, 87, 96, 103–104, 111–112

Sogesol, 18, 87, 103, 111–112, 116

solicitud(es)

de aportes de capital, 80

de crédito, 210

de préstamo, 98, 172, 207–209

de transacción, 204

solvencia, 31, 133–134, 139, 149c,

161, 165, 177, 179, 195, 300

clientes, 275g, 295

personas solventes, 14

propietarios solventes, 159

sostenibilidad, 8, 17–20, 22, 24, 44,

47–48, 56, 72–73, 85, 109, 114, 135,

239, 240, 252, 271

SPC, 51, 81, 82c, 82n

Standard & Poors, 75

State Secretariat for Economics

Affaris (Seco), véase Seco

subempleo, 140

subpréstamo, 56

subsidiaria(s), 47, 77, 88, 96, 101r,

103, 107, 109–112, 119, 200, 208,

277, 298, 315

de servicio(s), 105, 110–111,

113, 116

especializada(s), 112

de microcrédito, 158

fi nanciera, 105

subsidio, 19, 107r, 121, 132, 135, 240,

252, 257, 261, 270–271, 275, 278

Superintendencia de Bancos (y

Entidades Financieras), véase

banco(s)

supervisor(es), 133, 134, 139, 154,

175, 298, 300

T

tasa(s), 5, 67c, 125, 168, 208, 277, 291

de crecimiento, 168, 311

de desempleo, 176

de interés, 10, 14, 49, 73, 75, 93,

101r, 125, 209, 231, 291, 313

de mercado, 7, 49, 75, 133, 273

de morosidad, 110, 116, 118

de rentabilidad, 65

de repago, 300

fi ja, 118, 153

promedio, 168

The Microenterprise Stocktaking

Report, 238, 241

tipo(s) de cambio, 56, 76, 195

titularización

de activos, 38

de carteras, 49

de préstamos, 315

toma de decisiones, 192

de crédito, 298, 300

órganos de, 317

procesos de, 71, 109, 132r

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ÍNDICE DE MATERIAS 383

transferencia(s), 6, 9, 55c, 205, 262,

302, 323, 325, 327

bancarias, 115

de ahorros, 322

de conocimientos, 310

de dinero, 112, 281, 322

de fondos, 58

electrónica, 204

de remesas, véase remesa(s)

transparencia, 21, 88, 151, 154, 157,

162, 163, 179, 183, 318–319

Trickle Up, 242r

U

Unibank, 87

MicroBanking Bulletin, 19, 270–272,

272c, 273, 285c, 292g, 293g, 294g,

296g

Unidad de Microempresas del BID,

234

upgrading (proceso de), 20, 22–25,

27–28, 37, 43–45, 46g, 47–52, 53c,

54–56, 58–60, 61c, 64–64c, 65–66,

67c, 68–73, 75–77, 78c, 79–81,

84–86, 88–89, 120, 308

USAID (Agencia de Estados Unidos

para el Desarrollo Internacional),

76, 109, 183, 238, 250–251, 257n,

258

usuarios, 92, 205–207, 313

de tecnología fi nanciera

inalámbrica, 199

V

validación, 117, 118, 204

valor(es), 1, 28, 33, 47n, 57, 60, 66n,

76, 85, 101r, 147, 182, 196, 202,

244, 254, 257, 259, 282r, 285c, 299,

313–314, 319

agregado, 36, 168, 227, 256, 262,

317

cadena(s) de, 255–256, 261

nominal, 183

Venezuela, 1, 126, 136, 144–145, 148,

274, 275g, 284, 301, 311

Bangente, véase Bangente

Banco de Desarrollo

Especializado en

Microcrédito (BEM),

véase Banco de Desarrollo

Especializado en

Microcrédito

Corporación Andina de

Fomento (CAF), véase CAF

venta(s), 11, 49, 149c, 178, 196, 226r,

228–229, 234, 258, 299–300, 314

cruzada, 289

de bienes o (y) servicios, 141,

158

de créditos, 134, 161

de consumo, 169

de microcrédito

equipo de, 96

de seguros, 186

directa, 233g

fuerza(s) de, 108, 115

indirecta, 233g

precio de, 262

producto de la, 259

puntos de, 107r, 205–207

representante de, 98

volumen de, 127

ventaja competitiva, véase

competencia

volatilidad, 76, 309

del crédito, 14

de(l) (los) sistema(s)

fi nanciero(s), 32, 309 © B

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384 ÍNDICE DE MATERIAS

W

Western Union, 281

Women World’s Banking, véase

WWB

WWB (Women World’s Banking), 7,

11, 12, 16, 30, 45, 86, 113, 136

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