Dossier viatge per terres de Sòria 2013

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Del 18 al 21 de març de 2013 Viatge per terres de Sòria Literatura, filosofia, art, Història, geografía, botànica... 1r de batxillerat Institut Eugeni d’Ors ‐ Vilafranca del Penedès

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dossier del viatge cultural per terres de Sòria de l'alumnat de primer de batxillerat de l' Institut Eugeni d'Ors. Vilafranca del Penedès. Barcelona.

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Del 18 al 21 de març de 2013

 Viatge per  terres de Sòria Literatura, filosofia, art, Història, geografía, botànica... 

  1r de batxillerat  Institut Eugeni d’Ors ‐ Vilafranca del Penedès  

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ÍNDEX

1. Per terres de Sòria. L’itinerari

2. Abans del viatge: Meditando con Antonio Machado/Juan de Mairena

3. Viatjar

4. El formatget d’Història

5. El formatget de Geografia

6. Por el camino del Cid: la Soria cidiana y Medinaceli

7. Actividades de literatura. Lunes 18 de marzo

8. Antonio Machado en Soria: Campos de Castilla

9. Fotografiar Machado

10. Callejear por Soria. El itinerario machadiano

11. Callejear por Soria. Otras visitas

12. Actividades de literatura. Martes 19 de marzo

13. Fotografiar el romànic de Sòria

14. Sòria: riu Duero i el bosc de ribera

15. En Valdegeña, recordando a Avelino Hernández

16. Tras las huellas de Bécquer: Noviercas y Soria

17. Actividades de literatura. Jueves, 20 de marzo

18. La laguna negra y la tierra de Alvar González

19. Actividades de literatura. Viernes 20 de abril

20. Concurso de fotografía. Por tierras de Soria.

21. De regreso a casa. Actividades de literatura

22. De regreso a casa. Actividades de filosofía

23. Tierras de Soria 2.0

24. Els que viatgem

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1. Per terres de Sòria. L’itinerari.

Dilluns, 18 de març: Per terres del Cid: Medinaceli. Sòria capital: Avelino

Hernández i Antonio Machado.

7: Sortida de Vilafranca

12-15.30: El Cantar del Mio Cid a Medinaceli. Dinar.

16.30-19.30: Sòria: Casino Círculo de la Amistad.

Xerrada-Coloqui, entorn al llibre Mientras cenan con nosotros los amigos de Avelino

Hernández. Participaran familiars i amics de l’escriptor: el seu germà, Ricardo

Hernández i diferents amics sorians de l’escriptor (César Sanz, Pepe Sanz...) i Olga

Martínez, professora de literatura de l’IES Eugeni d’Ors

Esos días azules: Homenatge a Antonio Machado

20: Arribada a l’ Alberg Cañada Real de Abejar. Sopar i temps lliure.

22: Passejada nocturna: els cels estelats de los Pinares de Urbión.

Dimarts, 19 de març: Per terres d’Antonio Machado. El Riu Duero i la seva

vegetació.

De 10.30-14.30: Campos de Castilla, de Antonio Machado

Passeig por les “riberas del Duero”.

L’ ermita del Mirón y el “mirador de los Cuatro Vientos”.

Claustre i Arcs de San Juan del Duero.

El “monte de las ánimas”.

“Entre San Polo y San Saturio”.

De 14.30-17: Dinar i temps llibre

17-18: Cementeri de “El Espino”: “El olmo viejo” i el record de Leonor.

18-19: Institut Antonio Machado.

19-20: Palau de la Audiència i el Collado.

21: Sopar a l’alberg.

22.30: A prop del foc, “El monte de las ánimas” de Gustavo Adolfo Bécquer, i altres

històries de por i fantasmes (activitat voluntària).

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Dimecres, 20 de març: Per terres de Sòria: Valdegeña i els pobles

abandonats d’Avelino Hernández. Noviercas i Gustavo Adofo Bécquer.

10.30-13: Valdegeña, el poble d’Avelino Hernández.

13-16: Dinar a l’Hostal Mari de Matalebreras amb el fotògraf César Sanz, Ricardo,

Dolores, familiars de l’escriptor Avelino Hernández.

16.30-19: Noviercas.La ruta de los Torreones i Gustavo Adolfo Bécquer.

El “pozo de Román” i la llegenda de “Los ojos verdes”. El passeig becquerià i La

casa de Casta Esteban. Museu de Gustavo Adolfo Bécquer. El “torreón” de

Noviercas.

21: Sopar a l’alberg

22 h a 1 h: Festa de comiat al Saló de l’Ajuntament

Dijous, 21 de març: Per terres d’Antonio Machado: La laguna negra.

Los “picos de Urbión” i el naixement del riu Duero.

De 10-15: La laguna negra i “El romance de Alvar González”. La “sierra de Urbión”.

5.30 h a 16.30 h: Dinar a Vinuesa.

21 h: Arribada a Vilafranca.

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2. Antes del viaje: Meditando con Antonio Machado/Juan de

Mairena. Actividades de Filosofía.

Caminante, son tus huellas

el camino, y nada más;

caminante, no hay camino,

se hace camino al andar.

Al andar se hace camino,

y al volver la vista atrás

se ve la senda que nunca

se ha de volver a pisar.

Caminante, no hay camino,

sino estelas en la mar.

(Proverbios y Cantares)

Este poema de Antonio Machado es muy conocido. Se trata de que lo leas con

atención, respetando su ritmo y su musicalidad. Tienes que meditar sobre él (y con

él), tenerlo presente durante un tiempo en tu mente, leerlo varias veces y dejar

que germine en tu inteligencia y en tu corazón. Luego, una vez que haya reposado

en la intimidad de tu ser, escribe sobre “Caminante, son tus huellas” una reflexión

de 15 a 30 líneas. ¿Cómo lo entiendes e interpretas? ¿En qué te hace pensar? ¿Te

“dice” realmente algo? Déjate llevar por las palabras de Machado y escribe. Lee lo

que has escrito y cambia aquello que te parezca que no esté bien dicho, que

puedas expresar mejor. Cuida las palabras, opta por la claridad: que las líneas que

escribas, recojan de la manera más bella posible tu meditación sobre el poema.

El ojo que ves no es ¿Tu verdad? No, la Verdad

ojo porque tú lo veas; y ven conmigo a buscarla.

es ojo porque te ve. La tuya, guárdatela.

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Juan de Mairena

• Busca información sobre Juan de Mairena y lee los siguientes fragmentos.

Los hombres que están siempre de vuelta

en todas las cosas son los que no han ido

nunca a ninguna parte. Porque ya es mucho

ir; volver, ¡nadie ha vuelto!

El paleto perfecto es el que no se asombra

de nada; ni aún de su propia estupidez.

El ceño de la incomprensión –decía Mairena, gran observador de fisonomías- es,

muchas veces, el signo de la inteligencia, propio de quien piensa algo en contra de

lo que se dice, que es, casi siempre, la única manera de pensar algo.

Uno de los medios más eficaces para que las cosas no cambien nunca por dentro es

renovarlas –o removerlas- constantemente por fuera (…)

Por debajo de lo que se piensa está lo que se cree, como si dijéramos en una capa

más honda de nuestro espíritu. Hay hombres tan profundamente divididos consigo

mismos, que creen lo contrario de lo que piensan. Y casi –me atreveré a decir- es

ello lo más frecuente (…)

Preguntadlo todo, como hacen los niños. ¿Por qué esto? ¿Por qué lo otro? ¿Por qué

lo de más allá? En España no se dialoga porque nadie pregunta, como no sea para

responderse a sí mismo. Todos queremos estar de vuelta, sin haber ido a ninguna

parte. Somos esencialmente paletos. Vosotros preguntad siempre, sin que os

detenga ni siquiera el aparente absurdo de vuestras interrogaciones. Veréis que el

absurdo es casi siempre una especialidad de las respuestas.

…Porque yo no olvido nunca, señores, que soy un profesor de Retórica, cuya

misión no es formar oradores, sino, por el contrario, hombres que hablen bien

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siempre que tengan algo bueno que decir, de ningún modo he de enseñaros a

decorar la vaciedad de vuestro pensamiento.

Toda incomprensión es fecunda, como os he dicho muchas veces, siempre que vaya

acompañada de un deseo de comprender. Porque en el camino de la incomprensión

comprendemos siempre algo importante, aunque sólo sea que incomprendíamos

profundamente otra cosa que creíamos comprender (…)

Nunca os jactéis de autodidácticos, os repito, porque es poco lo que se puede

aprender sin auxilio ajeno. No olvidéis, sin embargo, que este poco es importante y

que además nadie os lo puede enseñar.

Sobre la claridad he de deciros que debe ser vuestra más vehemente aspiración. El

solo intento de sacar al sol vuestra propia tiniebla es ya plausible. Luego, como

dicen en Aragón: ¡Veremos!

Cuando leemos en los periódicos noticias de esas grandes batallas en que mueren

miles y miles de hombres, ¿cómo podemos dormir aquella noche? Dormimos, sin

embargo, y nos despertamos pensando en otra cosa. ¡Y es que tenemos tan poca

imaginación! Porque si vemos un perro –no ya un hombre- que muere a nuestro

lado, somos capaces de llorarle; nuestra simpatía y nuestra piedad le acompañan.

Pero también para nosotros, como para Galileo, la naturaleza está escrita en lengua

matemática, que es la lengua de nuestro pensamiento; y la tragedia pensada,

puramente aritmética, no puede conmovernos (…)

El que no habla a un hombre, no habla al hombre; el que no habla al hombre, no

habla a nadie.

• Una vez leídos (y meditados) con atención y detenimiento los anteriores

fragmentos del Juan de Mairena machadiano escribe, en 10-15 líneas, tu

opinión sobre ellos. A continuación, teniéndolos siempre presentes, intenta una

reflexión a partir de los dos interrogantes siguientes: a) Meditar ¿para qué? y

b) ¿Es valiosa la verdad? Después recoge por escrito tu reflexión en 15-20

líneas. Acaba expresando de la forma más breve posible (con el estilo aforístico

característico de Machado) dos pensamientos personales, que consideres de

tuyos.

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Poned atención: Todo necio

un corazón solitario confunde valor y precio

no es un corazón.

Yo voy soñando caminos

de la tarde. ¡Las colinas

doradas, los verdes pinos,

las polvorientas encinas!...

Fecha de entrega del escrito: viernes 1 de marzo. Importante: contará para

la nota de la 2ª evaluación.

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3. Viatjar

Viatjar vol dir conèixer nous espais. Viatjar és observar que els quatre punts

cardinals s’omplen de formes, colors i funcions que no coneixem. Tots sabem que

les muntanyes d’Olèrdola ens separen del mar, però ¿el Moncayo, de què i de qui

separa Sòria? Tots sabem, o hauríem de saber, qui és Guifré el Pilós, què és l’11 de

setembre o en quin anys ens vam integrar a l’estat Espanyol. Però, ¿què sabem de

Castella? ¿què sabem del seu origen? ¿Què sabem del seu art? Massa sovint els

germans són els més desconeguts. Desitjem que aquestes pàgines us ajudin una

mica a aprendre coses d’un país proper. Aprendre és una obligació moral que tenim

tots, i més aquells que ens dediquem a estudiar. Si no aprenem, gairebé segur que

ens haguem d’aplicar les paraules de Machado:

Castilla miserable, ayer dominadora

ennvuelta en sus harapos desprecia cuanto ignora

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4. El formatget d’Història

¡Soria fría, Soria pura,

cabeza de Extremadura,

con su castillo guerrero

arruinado sobre el Duero;

con sus murallas roídas

y sus casas denegridas!

Muerta ciudad de señores,

soldados o cazadores.

(“Campos de Soria”)

Al segle VIII la Península Ibèrica era quasi en la seva totalitat un territori musulmà:

al- Andalus.

Al segle IX a la zona nord de la meseta, el

petit regne cristià[?] d’Astúries es començà

a expandir cap a l’oest (Galícia), cap al sud

(Lleó) i cap al Sud-est (les terres de

Burgos). Un riu faria de límit i de frontera

amb al-Andalus: el riu Duero.

Si observeu el mapa a l’est de la meseta

l’expansió s’atura quasi dos segles; allà

trobareu las tierras de Soria. Les muntanyes

de la serralada Ibèrica per l’est i de la

serralada Central pel sud separen aquestes terres cristianes de al-Andalus.

Són terres de ningú, són terres de frontera, són terres de successives incursions,

són terres de ràtzies; són l’Extremadura del regne de Lleó. En aquestes terres hi

van a viure els més valents, o aquells a qui la necessitat i la gana els fa els més

valents. Aquestes terres són

poblades per famílies que fugen de

la misèria i, a canvi de viure en

terres de frontera, obtenen una

vida lliure i una terra en propietat.

En aquestes terres la necessitat de

la defensa és un fet bàsic. S’hi

construeixen castells, o torres de PENÍNSULA IBÈRICA SEGLE X

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defensa, o torreones (la ruta de los torreones

la farem el dia 19). Segurament per això

d’aquesta terra situada en l’eix Burgos- Sòria-

Medinaceli es va conèixer ben aviat amb el

nom de Castilla. Castella, que va ser

inicialment un comtat depenent del regne de

Lleó; Castella que el 960, amb el comte

Fernan González al capdavant, es va declarar

independent de Lleó, i que finalment

absorbirà el regne de Lleó per convertir-se en

el reialme cristià més poderós de la península Ibèrica. És en aquesta Castilla i en

aquest context de lluita contra els musulmans de Saragossa o de Toledo que

apareixerà la figura històrica d’un cavaller, Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid, exemple

d’home lliure castellà, una llibertat que el portarà a enfrontar-se amb el seu propi

rei.

PENINSULA IBÈRICA AL SEGLE XI

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5. El formatget de Geografia

ELS RIUS: El Jalón

Ben sovint, les vies de comunicació han seguit, i encara segueixen, el trajectes dels

rius. Aquest és el cas que ens ocupa quan el primer dia anem de Saragossa a

Medinaceli. En aquest trajecte seguirem el riu Jalón en els seus 224 km, des de la

seva desembocadura a l’Ebre, poc

passada Saragossa, fins al seu

naixement prop de Medinaceli. De fet

estem fent servir una de les antigues

rutes que unia Madrid amb Saragossa, i

per tant amb Catalunya.

Situats a Medinaceli estarem just en la

carena de la distribució de les aigües a

la Península Ibèrica. Des de Medinaceli

cap a l’est els rius van tots cap a la

Mediterrània, de Medinaceli cap a l’oest

els rius van tots a l’Atlàntic. De fet, la

serralada Ibèrica fa de separació de les

grans conques fluvials de la Península Ibèrica.

ELS RIUS: El Duero

Allá, en las tierras altas,

por donde traza el Duero

su curva de ballesta

en torno a Soria, entre plomizos cerros

y manchas de raídos encinares,

mi corazón está vagando, en sueños.

(Campos de Castilla)

El riu Duero, en portuguès

Douro, neix als Pics

d’Urbión (al nord de Sòria)

en la serralada Ibèrica a

2000m. d’alçada. Té 850

km. de llargària i la seva

EL TRAJECTE DEL DUERO ENTRE ELS PICS

LA DIVISIÓ DE LES AIGÜES DE LA PENÍNSULA IBÈRICA

VERTENT ATLÀNTICA I VERTENT

MEDITERRÀNIA

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conca té 98.000Km2. Després de passar per Almazan, Zamora i Toro desemboca a

Porto, a la costa atlàntica portuguesa. Abans d’arribar a Sòria el seu curs

descendeix ràpidament, desprès de Sòria va descendint lentament per la meseta.

Per Machado el Duero cruza el corazón de roble de Iberia y de Castilla.

Efectivament, si observeu el seu trajecte des de Porto veureu com travessa d’oest a

est, quasi en línia recta tota la Meseta Nord, però quan arriba a Almazán, ja a la

província de Sòria, el Duero fa una gran corba cap al nord, primer, i cap al nord

oest desprès; con diu Machado Allá, en las tierras altas, por donde traza el Duero

su curva de ballesta. La corba es produeix perquè el Duero es troba amb el relleu

del sistema Ibèric: en el centre d’aquesta corba s’hi situa Sòria.

El relleu i el Moncayo

Mira el Moncayo azul y blanco;

dame tu mano y paseemos.

Sòria és pla i muntanya. A Sòria s’acaba la

serralada ibèrica i s’inicia la planura de la

meseta, si bé molt més trencada que no a les

terres de Burgos, Palència o Valladolid. Que

Sòria estigui a la meseta no vol dir que sigui

una ciutat poc alta. Està situada a 1090m.

d’alçada. És a dir, Sòria està situada en un

pla que té gairebé l’alçada de Montserrat

(1200m.). Quan tornem el darrer dia

passarem de 900m de Sòria fins els només 200 de Saragossa, que està situada a la

depressió de l’Ebre.

La diferència d’alçada entre la meseta i la

depressió de l’Ebre la podeu comprovar en

aquest perfil topogràfic, tret d’una etapa

de la Volta Ciclista a Espanya.

Entre la meseta (Sòria) i la depressió de

l’Ebre (Saragossa) s’aixeca gegantí i

espectacular El Moncayo.

PERFIL  D’UNA  ETAPA  CICLISTA  ENTRE  SÒRIA  I

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Aquest massís de la serralada Ibèrica compta amb tres cims que superen els 2000

metres d'alçada: el Moncayo de Castilla o Peña Negra, de 2118 m, el propi

Moncayo, de 2316 m i el Lobrera de 2226 m. És una massís que limita amb l’Aragó,

Castella i Navarra i que se la considera màgica des del temps dels celtes. La seva

altitud fa que els fronts procedents de Castella s’hi estavellin i descarreguin pluges i

nevades. La majoria d’aquesta aigua però, marxa mitjançant torrents i rius cap a

l’Ebre. És per això que hi ha aquesta dita popular:

Moncayo, ladrón.

Mamas en Castilla

y riegas en Aragón

De la mateixa manera que succeeix amb Montserrat, el Moncayo té siluetes

diferents depenent del punt de observació. Tant és així que, segons el punt

d’observació pot arribar a semblar muntanyes diferents.

La llegenda sosté que en època pre-romana, el cap bruixot d’una tribu que vivia en

una terra que avui coincidiria amb part de les províncies de Saragossa, Sòria i

Guadalajara tenia tres fills que no paraven d’intrigar per aconseguir la seva

herència. El pare, fart de les baralles i mentides dels fills els hi va dirigir una

maledicció, de tal manera que els seus fills poguessin veure’s però no parlar-se.

Degut a aquesta maledicció, els fills es van convertir en tres grans pics, i avui, des

de qualsevol d’ells es poden veure els altres. Dos d’ells estan situats a la serralada

Central (Ocejón i Alto Rey) i el tercer pic és el Moncayo.

De la llegenda a la literatura. Les terres del Moncayo van inspirar a Machado “La

tierra de Alvargonzàlez”, i una part de les llegendes escrites per Gustavo Adolfo

Bècquer. Prop del Moncayo està localitzat Valdegeña, poble d’Avelino Hernández Cal

que us hi fixeu força el dia 19, quan anem a fer la ruta de los torreones i el dia 20

quan tornem cap a Vilafranca.

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6. Por el camino del Cid: la Soria cidiana y Medinaceli

El Cantar de Mio Cid es el único Cantar de Gesta que se conserva casi completo

(falta sólo la primera página del manuscrito) de toda la literatura medieval

española. Según la teoría tradicionalista de Ramón Menéndez Pidal, sus autores -los

que ordenaron por escrito toda la “materia” legendaria y épica que relataba las

hazañas del héroe castellano Rodrigo Díaz de Vivar- podrían haber sido

probablemente dos juglares sorianos: el juglar de San Esteban de Gormaz y el

juglar de Medinaceli. Esto explicaría la importancia de lugares y hechos muy

vinculados a estas dos localidades de Soria, descritas en El Cantar del Mio Cid con

inusitada precisión geográfica. Es posible que el juglar de San Esteban de Gormaz

viviera en una época muy próxima al Cid y que hacia 1110, poco después de la

muerte del héroe, escribiese una primera versión del Cantar del Mio Cid que

destacaría por su fidelidad histórica (esencialmente lo que ahora identificamos con

la primera parte del poema, “El Cantar del destierro” y el principio de “El Cantar de

bodas”). Años más tarde, hacia 1140, el juglar de Medinaceli se apropiaría del

poema para modificarlo de acuerdo a sus propios criterios estéticos: lo dotaría de

un mayor ritmo interior, acentuaría el drama humano y lo prolongaría en la tercera

parte, “El Cantar de la afrenta de Corpes”, donde abundan mucho más los

elementos novelescos e irreales.

“Alcubilla de Avellaneda fue el primer pueblo soriano en el que el Cid se apeó de su

montura, pero la ruta cidiana en Soria tiene sobre todo tres grandes hitos: San

Esteban de Gormaz, “aquella buena ciudad”, Castillejo de Robledo, donde los

estudiosos sitúan la afrenta de Corpes, sufrida por las hijas del Cid, Doña Elvira y

Doña Sol, a manos de sus esposos, los infantes de Carrión y Medinaceli, enclave

estratégico, cuyo control se disputaron moros y cristianos. Y será justamente en

Medinaceli donde iniciaremos nuestro viaje.

Medinaceli se anuncia por una torre, un arco y recias murallas alzadas contra el

horizonte en la cúspide de un monte enteramente desnudo. En torno se levantan

por doquier simétricos alcores por entre cuyos pies fluye, fértil, el río Jalón, que

envía sus aguas a Ebro en una provincia toda ella tributaria del Duero.

A las puertas de Medinaceli, Salinas toma su nombre de una antiquísima factoría de

explotación de la sal, que contiene un brazo de agua, todavía hoy en activo. Alfonso

X el sabio (s.XIII) pagaba en sal de estos esteros las limosnas que mantenían el

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culto y los servicios de las doce iglesias, dos hospitales y tres conventos que

entonces albergaba Medinaceli.

Una empinada cuesta -que muchos visitantes prefieren hacer a pie por la

progresiva sorpresa del paisaje que procura en cada revuelta- conduce hasta la

Villa. Situada en una extensa planicie que corona un monte agudo y descarnado, la

dilatada perspectiva que de ella se divisa es el primer y principal asombro del

visitante: esa prolongada sucesión de serrijones pelados y valles fecundos que van

entrelazando un paisaje a la vez desolador y fértil. El soberbio arco con que se abre

el caserío, único de tres arquerías conservado en España y de insegura datación -

¿siglos II ó III d. de C.?- habla del esplendor de la ciudad romana. Los restos

arrumbados del castillo de la Villavieja informan sobre la terrible destrucción que

cayó sobre la Medinacélima árabe, regida por el caudillo poeta Galib y base de

operaciones y sepulcro de Almanzor.

Enrique II entregó la ciudad en merced al hijo bastardo del conde de Foix, que,

elevado a ducado por los Reyes Católicos, ha sido el solar de la poderosa casa que

tanto peso tuvo en la historia de España.

El duque Juan, en los comienzos del siglo XVI, obtuvo bula para la destrucción de

las 12 parroquias que ostentaba la villa, a fin de concentrar el culto en un solo

templo: la Colegiata de Santa María. Inútilmente se buscarán, pues, vestigios de

arquitectura medieval. En cambio, el Renacimiento y el Barroco, además de en la

Colegiata, se muestran en el Convento de las Clarisas, en la antigua Alhóndiga y en

el Palacio Ducal.

El beaterio de San Román, de extraña planta y carente de prebisterio y ábside,

dicen que fue sinagoga de la importante comunidad hebrea que aquí tuvo asiento”.

(Avelino Hernández: Soria. Anaya Touring Club, Madrid 2001).

La villa de Medinaceli es un cruce de civilizaciones en el que confluyen vestigios

celtíberos, romanos, y musulmanes.

La antigua Medinaceli celtíbera llamada entonces Ocilis, jugó un importante papel

como enclave estratégico en las guerras que los celtíberos disputaron contra los

invasores romanos allá por el siglo II a.C. Tras la conquista y sometimiento al

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Imperio romano, su importancia estratégica no disminuyó ya que por ella, pasaba

la vía romana que iba de principal Caesaraugusta (Zaragoza) a Toletum (Toledo).

En época del gran Califato de Córdoba, Medinaceli (Medina Caelis, Ciudad del cielo

para los árabes) no pasó desapercibida para los musulmanes, convirtiéndose junto

a Toledo, en el principal enclave defensivo de la Marca Media. Duras y cruentas

fueron las luchas libradas entre musulmanes y cristianos por sus murallas.

La leyenda dice que por los alrededores murió el gran caudillo Almanzor, que llegó

a Medinaceli, herido de muerte, de una de las grandes batallas en las que, unos y

otros, se midieron las fuerzas. Sería finalmente el monarca aragonés Alfonso I "el

Batallador" quien hacia 1124, acabó por expulsar definitivamente a los árabes de

Medinaceli.

Lo que hay que ver:

Arco romano. Vieja entrada de la población, por el que pasaba la vía romana. De

gran valor: es el único arco romano de tres arcadas existente en toda España. l

Mosaicos romanos. Pueden encontrarse detrás del Palacio Ducal de los Medinaceli

y en las mismas calles del pueblo.

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El nevero árabe. Servía hasta no hace muchos decenios para que la nieve no se

deshiciese y pudiese ser utilizada en la conservación de alimentos y otros

menesteres. Su origen es árabe.

La Alhóndiga. Antigua casa del concejo (ayuntamiento) la planta superior,

mientras que la parte inferior cumplía las funciones propias de uns Alhóndiga

(lugar semejante a una lonja, donde tenían lugar transacciones y compraventas).

Se encuentra en la espectacular Plaza mayor.

Palacio Ducal de Medinaceli: en su interior hay un patio del siglo XVI

(lamentablemente bastante deteriorado).

Convento de Santa Isabel, fundado en 1528 por la Duquesa de María Silva. La

fachada del convento presenta una sobria imagen, destacando en ella un cordón

franciscano que flanquea la entrada. En el interior, las hermanas clarisas de

clausura venden a través de un torno deliciosos dulces

Convento de San Román. Ruinas de una misteriosa construcción, en la cual se

encontraron, a fines del siglo XVI, los restos de varios mártires cristianos. Aquí

sirvieron las Monjas Jerónimas de San Román, mujeres provenientes de la

aristocracia que no tenían que obedecer reglas muy estrictas. El monasterio estuvo

ocupado hasta 1939, cuando sus monjas se trasladaron a Sevilla. Su extraña planta

de forma rectangular, sin prebisterio ni ábside, distribuida en tres naves, ha hecho

pensar tradicionalmente que en su origen se trataba de una sinagoga y que, por

tanto, había sido construido por la comunidad hebrea de Medinaceli antes de su

expulsión.

• Descubrid (con vuestro grupo de amigos) Medinaceli: arco romano, nevero

árabe, palacio ducal, convento de Santa Isabel, convento de San Román...

Recordad que, todos los días, los diferentes equipos de reporteros del blog

deberán estar muy atentos tanto a las actividades que hagamos, como a los

espacios que descubráis, a las personas con las que habléis, a los curiosos y

pequeños detalles... (imprescindible tomar notas sobre la marcha). Es

importante que, además de vuestras impresiones, tengáis el oído muy atento y

recojáis las experiencias y opiniones otros compañeros. Al llegar al albergue

deberéis escribir la crónica del día para incorporarla al blog “Tierras de Soria”.

Page 19: Dossier viatge per terres de Sòria 2013

19

Medinaceli en El Cantar del Mio Cid

“El Cid Campeador les quitó Medinaceli a los muslimes. Más exactamente fue Alvar

Fáñez Minaya, en el 1104. Y ambos tuvieron la inusual fortuna de encontrar en esta

tierra un buen cronista de su gesta: el autor del Cantar del Mio Cid era de aquí o de

muy cerca, a juzgar por la minuciosidad con que describe cuantas veces los

recorren Ruy Díaz, sus mesnadas, sus hijas o sus yernos. (Avelino Hernández:

Donde la vieja Castilla se acaba, Ediciones de La Torre. Madrid, 1982).

Por el valle de Arbulejo, que yace a sus pies, pasó el Cid hacia el destierro y uno de

los suyos –Alvar Fáñez Minaya- la reconquistó para la cristiandad. Parece que este

Alvar Fáñez es el “caballero del sol” que flamea en el escudo de la villa, porque

dicen que fue él quien se lo conquistó al jefe árabe. Jefe árabe que poco tenía que

ver con aquel buena persona de Abengalbón de Molina que escoltó hasta aquí a las

damas –las únicas damas- del cantar.

Pedro Bermúdez y el obispo Jerónimo subieron y bajaron esta cuesta cuando iban

en busca de Doña Jimena. Y esta y sus hijas, acompañadas de Alvar Fáñez, pasan

por aquí camino de la Valencia conquistada por su esposo y padre. Y puestos a

acoger, hasta los infantes de Carrión fueron acogidos en Medinaceli cuando ya su

negro corazón era nido de víboras que incubaba la afrenta.

Y todos ellos, fueran o vinieran, bajaban el Arbujuelo y descansaban en la posada

de la Ansarera, que quedan ambos allá abajo, al pie del arco romano –único abierto

a la grandeza del horizonte del cielo- en el entonces plácido y hoy atormentado

vallejuelo por donde pasan a la vez el río, la carretera, el ferrocarril, la autovía, el

tendido eléctrico, la telefonía inmóvil y, pronto el AVE. ¡Llorad, cidianos, el

desconsuelo de la pérdida!”

(Avelino Hernández: Myo Cid en tierras de Soria. Viaje para Claudia. Edifoat, 2001)

Durante las guerras religiosas de la Edad Media, Medinaceli fue una de las fronteras

entre musulmanes y cristianos. En la época del Cid señalaba el límite de los

dominios cristianos, por eso cuando, “En el Cantar de bodas”, Alfonso VI -tras la

toma de Valencia y la “negociación” de Álvar Fáñez Minaya- perdona al Cid y

accede a su petición de que Doña Jimena, Doña Elvira y Doña Sol se reúnan con él

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en Valencia, el rey ofrece protección a la mujer y a las hijas del Cid sólo hasta

llegar a Medinaceli, pues era allí donde se acababan sus dominios.

82 “Merced os demanda el Cid, que si os place, señor,

a su esposa y a sus hijas deis vuestro permiso vos

para salir del convento en donde el Cid las dejó

e ir a Valencia a juntarse con el Cid Campeador".

Entonces contesta el rey: "Pláceme de corazón.

Mientras vayan por mis reinos les daré manutención;

guárdenlas todos de mal, de afrenta y de deshonor (...)

Álvar Fáñez de Minaya del buen rey se despidió.

"¿Os vais ya, Minaya? Id en gracia del Creador.

Un oficial de palacio quiero que vaya con vos.

Si os lleváis a las damas, sírvanlas a su sabor,

hasta el confín de Medina las guarde mi protección,

desde allí en adelante la del Cid Campeador".

Ya se despide Minaya, de la corte se marchó.

Será en Medinaceli donde las damas esperen a los cuatro hombres de confianza del

Cid (Muñoz Gustioz, Pedro Bermúdez, Martín Antolínez y el obispo Don Jerónimo)

que, con cien caballeros del moro amigo Abengalbón, deberán escoltarlas hasta

Valencia.

83

De San Pedro hasta Medina cinco días tardarán.

A Álvar Fáñez y a las damas en Medina tenéis ya.

De los que el mensaje llevan ahora pasemos a hablar:

cuando de él se hubo enterado Mío Cid el de Vivar,

le plugo de corazón, gran alegría le da,

y así como oiréis ahora, así comenzaba a hablar:

"Quien buen mandadero envía tal razón debe esperar.

Tú, Muño Gustioz, y tú, Pedro Bermúdez, marchad,

con don Martín Antolínez, ese burgalés leal.

Vaya también don Jerónimo, sacerdote de fiar,

y cien hombres bien armados por si hubiera que luchar.

Por tierras de Albarracín primero debéis pasar,

después seguid a Molina que está puesta más allá.

Abengalbón que la tiene es moro amigo y de paz;

Page 21: Dossier viatge per terres de Sòria 2013

21

con otros cien caballeros él os acompañará,

y subiendo hacia Medina, lo más que podáis andar,

a mi mujer y a mis hijas, que con Minaya vendrán

por lo que a mí me dijeron, allí podréis encontrar.

Entonces con grandes honras conducídmelas acá.

Yo me quedaré en Valencia, que mucho me fue a costar

y gran locura sería dejarla sin amparar.

Yo me quedaré en Valencia, que Valencia es mi heredad."

Cuando el Cid esto hubo dicho empiezan a cabalgar

y todo el tiempo que pueden anduvieron sin parar.

Albarracín lo pasaron, en Fronchales están ya,

al día siguiente llegan a Molina a descansar.

Aquel moro Abengalbón, cuando supo a lo que van,

muy bien que los recibió y muy contento que está:

"¿Sois vosotros los vasallos de mi amigo natural?

Sabed que vuestra llegada gran alegría me da".

Ese buen Muño Gustioz habló sin más esperar: .

"De parte de Mío Cid os queremos saludar,

cien caballeros de escolta os manda el Cid preparar,

que su mujer y sus hijas en Medinaceli están,

quiere que vayáis por ellas y se las traigáis acá,

y que hasta Valencia de ellas no os queráis separar".

Dijo Abengalbón: "Lo haré de muy buena voluntad".

Una gran comida a todos aquella noche les da

y a la mañana siguiente empiezan a cabalgar,

ciento sólo le pidieron pero él con doscientos va.

La sierra bravía y alta ya se la dejan atrás,

luego cruzan la llanura de la Mata de Taranz,

mucha confianza tienen, sin ningún recelo van,

por el valle de Arbujuelo ya se aprestan a bajar.

Allí en Medina, Álvar Fáñez con gran precaución está,

al ver venir gente armada gran sospecha le fue a dar,

envía dos caballeros que averigüen la verdad;

sin perder tiempo partieron, de muy buena gana van,

uno se queda con ellos, otro se vuelve a avisar:

"Son fuerzas de Mío Cid que nos vienen a buscar.

Ved aquí a Pedro Bermúdez que se quiere adelantar,

Muño Gustioz, vuestro buen amigo, viene detrás,

Page 22: Dossier viatge per terres de Sòria 2013

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luego Martín Antolínez, el de Burgos natural,

el obispo don Jerónimo, ese clérigo leal.

El alcaide Abengalbón con sus fuerzas también va,

por dar gusto a Mío Cid que mucho le quiere honrar.

Todos forman una tropa, en seguida llegarán".

Dijo Minaya: "A caballo. Los iremos a encontrar".

Muy de prisa que montaron, no se querían tardar;

cien caballeros salían, todos de muy buen mirar,

en caballos muy hermosos con cubiertas de cendal

y petral de cascabeles; con escudo al cuello van,

sendas lanzas en las manos, con su pendón cada cual.

Quiere Minaya que vean cómo se sabe portar

y como trata a las damas que a Castilla fue a buscar.

Los primeros batidores a llegar empiezan ya,

las armas toman, se ponen con las armas a jugar.

Por allí junto a Jalón grandes alegrías van.

Los otros ante Minaya se iban todos a humillar.

Luego, el moro Abengalbón, que mirándoles está,

con gesto muy sonriente a Minaya fue a abrazar,

según la costumbre mora, beso en el hombro le da.

"Dichoso el día, Minaya, en que os vengo a encontrar.

A esas damas traéis vos que honra nos vienen a dar,

a las dos hijas del Cid, a su esposa tan leal.

Tal es la suerte del Cid y todos le hemos de honrar”.

84

En Medinaceli entran, los atendía Minaya;

todos quedan muy contentos de la cena que tomaran.

Al oficial de palacio despedirse ya mandaban.

Honrado quedará el Cid, que allá en Valencia se estaba,

de aquellos ricos festines que en Medina aderezaran.

Todo lo costea el rey y nada pagó Minaya.

Pasada está ya la noche, ha venido la mañana,

todos oyeron la misa y en seguida cabalgaban.

De Medinaceli salen, el río Jalón pasaban,

por el Arbujuelo arriba muy de prisa espoleaban,

la llanura de la Mata de Taranz atravesaban,

llegan por fin a Molina, la que Abengalbón mandaba.

Page 23: Dossier viatge per terres de Sòria 2013

23

También se alude a Medinaceli en “El Cantar de la afrenta de Corpes”. Receloso de

sus yernos, Rodrigo Díaz de Vivar decide enviar con la comitiva a su sobrino Félez

Muñoz, al que encargará velar por sus hijas. De nuevo Doña Elvira y Doña Sol

pasarán por la hospitalaria ciudad de Medinaceli escoltadas por el “buen moro

Abengalbón”, gran amigo del Cid.

126

"Escucha sobrino mío, escucha Félez Muñoz,

que descanséis en Molina una noche quiero yo

por saludar a mi amigo el buen moro Abengalbón;

que reciba a mis dos yernos como él sepa mejor;

dile que envío a mis hijas allá a tierras de Carrión;

en lo que ellas necesiten, que las sirva a su sabor,

y que luego hasta Medina las acompañe a las dos.

Será al día siguiente cuando los infantes de Carrión pongan en pràctica la vil

afrenta a Doña Elvira y Doña Sol, que llevan maquinando desde el episodio del

león, cuando su cobardía suscitó las burlas de los hombres del Cid. Será en el

Robledo de Corpes, que Menéndez Pidal ha situado en Castillejo de Robredo, muy

cerca de San Esteban de Gormaz, cabecera de la comarca provincial de la

Denominación de Origen Ribera del Duero y villa declarada Conjunto Histórico-

Artístico, es la población que, con Valencia, acapara mayor número de líneas en el

texto juglaresco. No os podéis perder San Esteban de Gormaz en vuestro próximo

viaje a Soria.

Page 24: Dossier viatge per terres de Sòria 2013

24

7. Actividades de literatura. Lunes, 18 de marzo

Medinaceli.

Plaza Mayor

Un espectáculo juglaresco: Medinaceli

en El Cantar del Mio Cid.

Alba Gatell, Carles Gómez,

Elia Lucas, Gemma Sala,

Bernat Parellada , Adrià

Roig, Pol Celis, Eduard Mas

Cristina Bocchetto, Elia

Delgado, Glòria Felgueras,

Lídia Martín, Glòria Mitjans,

Alba Pérez, Marina Soler,

Victòria Tarrada

Medinaceli

Película 1: El Cantar del Mio Cid

Oriol Florentín, Miguel

Mellado

Soria: El

casino de la

amistad

Tertulia    sobre  Mientras  cenan  con nosotros  los  amigos  (Ricardo  Hernández, César Sanz ,  Pepe Sanz, Olga Martínez). 

Todos

El casino de la

Amistad

Película 3: Avelino Hernández Tània Ramos, Marta Llobet,

Mar Batlle

El casino de

la Amistad

Recitado o canción del poema: “Del

pasado efímero”

Presentadora: Tània

Paliakova

Eduard Mas

El casino de la

Amistad

Homenaje a Machado:

poemas de Machado musicados,

cantados y bailados.

Alba Gatell, Carles Gómez,

Elia Lucas, Gemma Sala,

Bernat Parellada , Adrià

Roig. Pol Celis, Eduard Mas

Cristina Bocchetto, Elia

Delgado, Glòria Felgueras,

Lídia Martín, Glòria Mitjans,

Alba Pérez, Marina Soler,

Victòria Tarrada

El casino de la

Amistad

Película 2: Antonio Machado (1) Anna Deas, Unai Sánchez,

Verónica Insensé, Aina

Almirall

Todo el día Película 4: Por tierras de Soria: la

intrahistoria del viaje (1).

Marina Trinidad, Omaima El

Aakel, Marina Gargallo

Todo el día Blog Eric Lloret, Júlia Urpí,

Montse Sellarès

Todo el día Fotografía Mireia Martí, Núria Pérez,

Laia Viñas, Anna Canals

Page 25: Dossier viatge per terres de Sòria 2013

25

8. Antonio Machado en Soria. Campos de Castilla.

Cuando ya había cumplido 31 años, Machado sigue el consejo de Giner de los Ríos

(su maestro en la Institución Libre de Enseñanza) y oposita para una plaza de

profesor de francés en un Instituto de Enseñanza Media. Gana las oposiciones y, en

1907, toma posesión de su plaza en el Instituto General y Técnico de Soria.

A los pocos meses de instalarse en la pequeña ciudad castellana, aparece la versión

definitiva de su primera obra (Soledades, Galerías y otros poemas) que contiene ya

un poema “Orillas del Duero” inspirado en el paisaje soriano.

Soria es entonces una ciudad humilde y provinciana de sólo siete mil habitantes, y

clima inhóspito y duro. Así la ve Antonio Machado en uno de los pocos poemas que

dedicó a la ciudad:

Soria fría, Soria pura,

Cabeza de Extremadura.

Con su castillo guerrero

Arruinado sobre el Duero;

Con sus murallas roídas

Y sus casas denegridas!

¡Muerta ciudad de señores

soldados o cazadores;

de portales con escudos

de cien linajes hidalgos,

Y de famélicos galgos,

De galgos flacos y agudos

que pululan

por las sórdidas callejas,

y a la medianoche ululan,

Cuando graznan las cornejas!

¡Soria fría! La campana

de la Audiencia da la una.

Soria ciudad castellana

¡tan bella! Bajo la luna.

(“Campos de Soria” VI)

Page 26: Dossier viatge per terres de Sòria 2013

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Los cinco años que Machado pasa en Soria marcan profundamente su vida y su

obra. En el prólogo a sus Poesías completas de 1917 escribe:

“Cinco años en la tierra de Soria, hoy para mí sagrada –allí me casé, allí perdí a mi

esposa, a quien adoraba- orientaron mis ojos y mi corazón hacia lo esencial

castellano”

Literariamente, el contacto con Soria y con la Castilla rural empujan a Machado a

superar su etapa modernista y a impregnarse del espíritu noventayochista.

Machado escapa de sus angustiadas y un tanto narcisistas Soledades y proyecta su

poesía a lo colectivo, a los campos de Castilla y a sus gentes. En este periodo

cuando se gesta la segunda y más noventayochista de sus obras: Campos de

Castilla.

Algunos poemas, responden, según palabras del propio Machado, “al simple amor a

la naturaleza, que en mí supera infinitamente al del arte”. Machado, como otros

poetas de su generación, se deja seducir por la belleza tosca y sobria del paisaje

castellano y la plasma en algunos poemas inolvidables.

En ocasiones, la naturaleza aparece observada y vivida directamente. El poeta

paseante plasma a veces lo que ve (paisaje y gentes) con tono objetivo y casi

fotográfico.

Al empezar abril está nevada

la espalda del Moncayo;

el caminante lleva en su bufanda

envueltos cuello y boca, y los pastores

pasan cubiertos con sus luengas capas.

(“Campos de Soria”, I)

Son versos descriptivos y realistas que no ocultarán la dureza de ese paisaje

pedregoso y árido. A menudo serán los adjetivos de resonancia negativa, que tanto

le gustan al Machado de esta época, los que revelan la inclemencia del paisaje: frío,

duro, calvo, ceniciento, estéril, raído, marchito, sombrío, desnudo, pelado,

decrépito, gris, pardo...

Page 27: Dossier viatge per terres de Sòria 2013

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¡Aquellos diminutos pegujales

de tierra dura y fría,

donde apuntan centenos y trigales

que el pan moreno nos darán un día!

Y otra vez roca y roca, pedregales

desnudos y pelados serrijones,

la tierra de las águilas caudales,

malezas y jarales,

hierbas monteses, zarzas y cambrones.

(“Orillas del Duero”)

Con técnica impresionista, Machado capta el paisaje mudable, que se transforma

violentamente con el paso de las estaciones. Así, en la primera de las nueve

secuencias de “Campos de Soria” vemos como entre “colinas, sierras calvas y

cerros cenicientos” irrumpe inesperadamente el milagro humilde de la primavera:

Es la tierra de Soria árida y fría.

Por las colinas y las sierras calvas,

verdes pradillos, cerros cenicientos,

la primavera pasa

dejando entre las hierbas olorosas

sus diminutas margaritas blancas.

(“Campos de Soria I)

En cambio, la quinta secuencia de Campos de Soria, nos enfrenta a la dureza inerte

del invierno soriano:

La nieve. En el mesón del campo abierto

se ve el hogar donde la leña humea

y la olla al hervir borbollonea.

El cierzo corre por el campo yerto,

alborotando en blancos torbellinos

la nieve silenciosa.

La nieve sobre el campo y los caminos

(“Campos de Soria V)

Page 28: Dossier viatge per terres de Sòria 2013

28

En ocasiones, como en “Orillas del Duero”, el poeta tratará de apresar las

transformaciones fugaces y sutiles que experimenta el paisaje con el avance del día

y que también a él le alcanzan:

Era una tarde, cuando el campo huía

del sol, y en el asombro del planeta,

como un globo morado aparecía

la hermosa luna, amada del poeta.

En el cárdeno cielo violeta

Alguna clara estrella fulguraba

El aire ensombrecido

oreaba mis sienes, y acercaba

el murmullo del agua hasta mi oído.

En otros poemas descriptivos, la implicación de Machado es mayor y el tono

marcadamente más subjetivo: los atardeceres sugieren sentimientos de melancolía,

los colores se asocian al estado de ánimo y el alma del poeta parece empapada por

el alma del paisaje: “Campos de Soria (...)/ me habéis llegado al alma,/ ¿o acaso

estabais en el fondo de ella?”. Machado ha conectado profundamente con la

realidad de una tierra (Soria), y necesitará cantar sus ríos (el Duero), sus colinas y

sus sierras (el Mocayo, la sierra de Urbión), sus árboles (encinas, robles, hayas,

olmos, álamos, chopos de las riberas...), sus campos y caminos... A veces se diría,

casi, que se fusiona con ellos:

Colinas plateadas,

grises alcores, cárdenas roquedas

por donde traza el Duero

su curva de ballesta

en torno a Soria, oscuros encinares,

ariscos pedregales, calvas sierras,

caminos blancos y álamos del río,

tardes de Soria, mística y guerrera,

hoy siento por vosotros, en el fondo

del corazón tristeza,

tristeza que es amor ¡Campos de Soria

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donde parece que las rocas sueñan,

conmigo vais! ¡Colinas plateadas,

grises alcores, cárdenas roquedas!..

(“Campos de Soria VII)

¡Soria...! esa tierra “guerrera y mística”, humilde y noble que Machado identifica,

además, con el amor. El amor por Leonor, una casi niña de quince años, inocente

como la tierra misma:

He vuelto a ver los álamos dorados,

álamos del camino en la ribera

del Duero, entre San Polo y San Saturio,

tras las murallas viejas

de Soria –barbacana

hacia Aragón, en castellana tierra-.

Estos chopos del río, que acompañan

con el sonido de sus hojas secas

el son del agua, cuando el viento sopla,

tienen en sus cortezas

grabadas iniciales que son nombres

de enamorados, cifras que son fechas.

¡Álamos del amor que ayer tuvisteis

de ruiseñores vuestras ramas llenas;

álamos que seréis mañana liras

del viento perfumado en primavera;

álamos del amor cerca del agua

que corre, pasa y sueña,

álamos de las márgenes de Duero,

conmigo vais, mi corazón os lleva.

(“Campos de Soria”, VIII)

Sin embargo, no todos los poemas de Campos de Castilla se quedan en lo

puramente descriptivo. Tras el paisaje laten los habitantes que lo pueblan: sus

trabajos, sus carencias, sus pasiones, sus miserias morales...Como decía su

admirado Unamuno, “el campo es una metáfora”.

Page 30: Dossier viatge per terres de Sòria 2013

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Machado observará los trabajos del campo (la agricultura, la ganadería...) y les

dará también dignidad poética:

¡Las figuras del campo sobre el cielo!

dos lentos bueyes aran

en un alcor, cuando el otoño empieza,

y entre las negras testas doblegadas

bajo el pesado yugo

pende un cesto de juncos y retama,

que es la cuna de un niño;

y tras la yunta marcha

un hombre que se inclina hacia la tierra,

y una mujer que en las abiertas zanjas

arroja la semilla.

Bajo una nube de carmín y llama,

En el oro fluido y verdinoso

del poniente, las sombras se agigantan.

(“Campos de Soria” IV)

Abundan las imágenes del cotidiano vivir, de la unamuniana intrahistoria: la

miseria, el hambre, la muda tristeza por el hijo muerto, los amores inocentes, la

maternidad esencial:

Un viejo acurrucado tiembla y tose

cerca del fuego; su mechón de lana

la vieja hila, y una niña cose

verde ribete a su estameña grana.

Padres los viejos son de un arriero

que caminó sobre la blanca tierra

y una noche perdió ruta y sendero,

y se enterró en las nieves de la sierra.

En torno al fuego hay un lugar vacío,

y en la frente del viejo, de hosco ceño,

como un tachón sombrío

-tal el golpe de una hacha sobre un leño-

(Campos de Soria V)

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Pascua de resurrección

Buscad vuestros amores, doncellitas,

Donde brota la fuente de la piedra.

En donde el agua ríe y sueña y pasa,

allí el romance del amor se cuenta (...)

¿No beberán un día en vuestros senos,

los que mañana labrarán la tierra? (...)

Sin embargo, no siempre es idílica la visión de Machado sobre las tierras y los

hombres castellanos. A veces los poemas registran imágenes fugitivas que, como la

del loco errante de “terrible cordura”, invitan a la reflexión:

Un loco

Es una tarde mustia y desabrida

de un otoño sin frutos, en la tierra

estéril y raída

donde la sombra de un centauro yerra.

Por un camino en la árida llanura,

entre álamos marchitos,

a solas con su sombra y su locura

va el loco hablando a gritos.

Lejos se ven sombríos estepares,

colinas con malezas y cambrones,

y ruinas de viejos encinares,

coronando los agrios serrijones.

El loco vocifera

A solas con su sombra y su quimera

Es horrible y grosera su figura,

flaco, sucio, maltrecho y mal rapado,

ojos de calentura

iluminan su rostro demacrado.

Huye de la ciudad...Pobres maldades,

misérrimas virtudes y quehaceres

de chulos aburridos, y ruindades

de ociosos mercaderes.

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Por los campos de Dios el loco avanza.

Tras la tierra esquelética y sequiza

-rojo de herrumbre y pardo de ceniza-

hay un sueño de lirio en lontananza.

Huye de la ciudad ¡El tedio urbano!

-carne triste y espíritu villano!-.

No fue por una trágica amargura

esta alma errante, desgajada y rota;

purga un pecado ajeno: la cordura,

la terrible cordura del idiota.

Junto a la evocación amorosa aparece la crítica dura y sin paliativos: los campos

improductivos, las ciudades muertas, la tierra abandonada, los labriegos

embrutecidos por la miseria...

Como reconoce Machado “A una preocupación patriótica responden muchas de las

composiciones” de Campos de Castilla. Es el tema de España de los

noventayochistas: la crítica a un presente falto de ideales y de sueños, un presente

hundido en la miseria económica y moral... La contemplación del paisaje se

convierte, a veces, en una invitación a meditar sobre la realidad nacional e

histórica:

A orillas del Duero

¡Oh tierra triste y noble,

la de los altos llanos y yermos y roquedas

de campos sin arados, regatas ni arboledas;

decrépitas ciudades, caminos sin mesones

y atónitos palurdos, sin danzas ni canciones

que aún van, abandonando el mortecino hogar

como tus largos ríos, Castilla, hacia la mar!

Castilla miserable, ayer dominadora,

envuelta en sus andrajos desprecia cuanto ignora.

¿Espera, duerme o sueña?

En “La tierra de Alvar González” Machado denunciará los lastres morales de la

España rural: la envidia y el cainismo.

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Mucha sangre de Caín

tiene la gente labriega,

y en el hogar campesino

armó la envidia pelea

La tierra de Alvar González es un largo poema narrativo escrito en romance, donde

se relata un truculento doble crimen familiar, acaecido junto a la “Laguna negra”,

que es desde entonces, tierra maldita:

Aquella tarde

I

Sobre los campos desnudos,

la luna llena manchada

de un arrebol purpurino,

enorme globo, asomaba.

Los hijos de Alvar González,

silenciosos caminaban,

y han visto al padre dormido

junto de la fuente clara.

II

Tiene el padre entre las cejas

un ceño que le aborrasca

el rostro un tachón sombrío

como la huella de un hacha.

Soñando está con sus hijos,

que sus hijos lo apuñalan;

y cuando despierta mira

que es cierto lo que soñaba

III

A la vera de la fuente

quedó Alvar González muerto.

Tiene cuatro puñaladas

entre el costado y el pecho.

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34

En los poemas escritos en Baeza, la crítica de Machado se hace todavía más agria y

dura: Machado alzará su voz contra esa España inferior, torpe y rutinaria, que vive

orgullosamente de espaldas al futuro y al mundo.

En “Del pasado efímero” retratará con crueldad al “señorito andaluz”, triste imagen

de la vida sin sentido y del vacío interior. El vacío, la oquedad, el cero, lo estéril, lo

vano...serán palabras obsesivas de Machado:

Este hombre del casino provinciano

que vio a Carancha recibir un día,

tiene mustia la tez, el pelo cano,

ojos velados por melancolía;

bajo el bigote gris labios de hastío,

y una triste expresión, que no es tristeza,

sino algo más o menos: el vacío

del mundo en la oquedad de su cabeza (...)

Otros poemas de Campos de Castilla responden a un claro propósito autobiográfico.

La obra empieza con el célebre “Retrato”, donde, además de condensar brevemente

su biografía, Machado definirá lo esencial de su temperamento, de su ideología y de

sus principios éticos. Nos hablará, después, de su credo poético y de sus gustos

literarios, de su soledad reflexiva, de cómo encara la vida y de cómo espera

enfrentarse a la muerte.

Mi infancia son recuerdo de un patio de Sevilla,

y un huerto claro donde madura el limonero;

mi juventud, veinte años en tierra de Castilla;

mi historia, algunos casos que recordar no quiero.

Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido

-ya conocéis mi torpe aliño indumentario-,

mas recibí la flecha que me asignó Cupido,

y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario.

Hay en mis venas gotas de sangre jacobina,

pero mi verso brota de manantial sereno;

y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina,

soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.

Adoro la hermosura, y en la moderna estética

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corté las viejas rosas del huerto de Ronsard;

mas no amo los afeites de la actual cosmética,

ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar.

Desdeño las romazas de los tenores huecos

y el coro de los grillos que cantan a la luna.

A distinguir me paro las voces de los ecos,

y escucho solamente, entre las voces, una.

¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar quisiera

mi verso, como deja el capitán su espada:

famosa por la mano viril que la blandiera,

no por el docto oficio del forjador preciada.

Converso con el hombre que siempre va conmigo

-quien habla solo espera hablar a Dios un día-;

mi soliloquio es plática con este buen amigo

que me enseñó el secreto de la filantropía.

Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito.

A mi trabajo acudo, con mi dinero pago

el traje que me cubre y la mansión que habito,

el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.

Y cuando llegue el día del último viaje,

y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,

me encontraréis a bordo ligero de equipaje,

casi desnudo, como los hijos de la mar.

El itinerario biográfico que traza Machado en Campos de Castilla tiene como eje su

experiencia del amor y del dolor por Leonor. Pocos son los poemas que aluden y

narran los días gozosos y felices. En “Los sueños dialogados”, el amor es

consecuencia no elegida del azar o del destino, pero, también, experiencia profunda

que da identidad y enraíza en el mundo:

Nadie elige su amor. Llevóme un día

Mi destino a los grises clavijares

Donde ahuyenta al caer la nieve fría

Las sombras de los muertos encinares. (...)

Mi corazón está donde ha nacido,

No a la vida, al amor, cerca del Duero...

¡El muro blanco y el ciprés erguido!

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Sin embargo, la mayor parte de los poemas de amor de Campos de Castilla nacen

del desgarro que siente Machado tras la enfermedad y la muerte de Leonor.

A principios de 1911, los Machado se instalan en París, donde Antonio ha obtenido

una beca para perfeccionar su dominio de la lengua francesa. Son meses intensos y

felices: visitas a museos, viajes, veladas literarias, amistad con Rubén Darío y su

mujer. Antonio asiste a unos cursos de filosofía de Henri Bergson, que influirán

decisivamente en su concepto de la temporalidad. Leonor se interesa vivamente por

el trabajo de Machado y comparte con pasión su aventura literaria. En julio de 1911

una inesperada catástrofe acaba con los proyectos e ilusiones de los Machado:

Leonor enferma gravemente de una hemoptisis. Aconsejados por los médicos, los

Machado regresan a Soria, cuyo clima seco y benigno parece más aconsejable para

las enfermedades pulmonares. La inicial mejoría de Leonor hace que Machado se

aferre a la esperanza –esa esperanza que late en uno de sus mejores poemas “A un

olmo seco”.

En el poema alegórico “A un olmo seco”, Machado proyecta su dolor en el “olmo

viejo, hendido por el rayo/ y en su mitad podrido” y se aferra desesperadamente a

la esperanza, al ver que “con las lluvias de abril y el sol de mayo,/ algunas hojas

verdes le han salido”.

A un olmo seco

Al olmo viejo, hendido por el rayo

y en su mitad podrido,

con las lluvias de abril y el sol de mayo,

algunas hojas verdes le han salido.

¡El olmo centenario en la colina

que lame el Duero! Un musgo amarillento

le mancha la corteza blanquecina

al tronco carcomido y polvoriento.

No será, cual los álamos cantores

que guardan el camino y la ribera,

habitado de pardos ruiseñores.

Ejército de hormigas en hilera

va trepando por él, y en sus entrañas

urden sus telas grises las arañas.

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37

Antes que te derribe, olmo del Duero,

con su hacha el leñador, y el carpintero

te convierta e melena de campana,

lanza de carro o yugo de carreta;

antes que rojo en el hogar, mañana,

ardas de alguna mísera caseta,

al borde de un camino;

antes que te descuaje un torbellino

y tronche el soplo de las sierras blancas;

antes que el río hasta la mar te empuje

por valles y barrancas,

olmo, quiero anotar en mi cartera

la gracia de tu rama verdecida.

Mi corazón espera

También, hacia la luz y hacia la vida,

otro milagro de la primavera.

Sin embargo, se trata de una mejoría engañosa: pronto la enfermedad se agrava y,

en agosto de 1912, Leonor muere. Una semana antes había aparecido la primera

edición de Campos de Castilla.La muerte de Leonor es evocada en “Una noche de

verano”, un breve y sencillo romance, de punzante patetismo:

Una noche de verano

-estaba abierto el balcón

Y la puerta de mi casa-

La muerte en mi casa entró.

Se fue acercando a su lecho

-ni siquiera me miró-

Con unos dedos muy finos,

Algo muy tenue rompió.

Silenciosa y sin mirarme,

La muerte otra vez pasó

Delante de mí. ¿Qué has hecho?

La muerte no respondió.

Mi niña quedó tranquila,

Dolido mi corazón.

¡Ay, lo que la muerte ha roto

Era un hilo entre los dos!

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Toda la tristeza contenida de Machado estalla en cuatro versos desesperados, en

que la palabra “arrancar” sugiere una actitud de rebeldía y reproche:

Señor, ya me arrancaste lo que yo más quería.

Oye otra vez, Dios mío, mi corazón clamar.

Tu voluntad se hizo, Señor, contra la mía.

Señor, ya estamos solos mi corazón y el mar.

La muerte de Leonor fue un golpe durísimo para Antonio Machado. En una carta

dirigida a Unamuno escribe: Yo hubiese preferido mil veces morir a verla morir,

hubiera dado mil vidas por la suya y en otra a Juan Ramón Jiménez reconoce que

Cuando murió mi mujer pensé en pegarme un tiro. El éxito de mi libro (Campos de

Castilla) me salvó y no por vanidad ¡bien lo sabe Dios! (...) Hay que defender a la

España que surge, del mar muerto, de la España inerte y abrumadora que quiere

anegarlo todo.

Soria sin Leonor se le hace imposible, por lo que ese mismo año Machado se

traslada a Baeza. Baeza era un pueblo grande y próspero del norte de Jaén, donde,

aunque permaneció casi siete años. Machado nunca llegó a ser realmente feliz. En

uno de sus poemas lo describe así:

Húmedo y frío

destartalado y sombrío

entre andaluz y manchego

En Baeza, Machado escribió, sin embargo, algunos de los más bellos poemas de

Campos de Castilla: los dedicados al recuerdo y a la evocación de Leonor.

Desde la distancia de Baeza, Machado intenta conservar intacto el recuerdo de

Leonor (con la que entabla un imaginario e interior diálogo) y de las tierras de

Soria, tan asociadas a ella. De nuevo, el poeta se refugia en esos “sueños

despiertos”, en los que tanto confiaba en Soledades. “Soñé que tú me llevabas” es

de los pocos poemas en que se alude a algún rasgo físico de Leonor: “Sentí tu

mano en la mía,/ tu mano de compañera, tu voz de niña en mi oído/ como una

campana nueva”. Machado evoca la voz y la mano de Leonor, a las que califica de

“infantiles y compañeras”. Se trata de un amor espiritualizado y purísimo, de

trémula y emocionada ternura, sin ningún asomo de erotismo:

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Soñé que tú me llevabas

por una blanca vereda,

en medio del campo verde,

hacia el azul de las sierras,

hacia los montes azules,

una montaña serena.

Sentí tu mano en la mía,

tu mano de compañera,

tu voz de niña en mi oído

como una campana nueva,

como una campana virgen

de una alba de primavera,

¡Eran tu voz y tu mano,

en sueños, tan verdadera!...

Vive, esperanza, ¡quién sabe

lo que se traga la tierra!

Las tierras y los paisajes de Soria aparecen ahora asociados al recuerdo de Leonor,

formando parte del sueño idealizado del poeta. Pero cuando el sueño se desvanece,

a Machado sólo le quedan los campos “bordeados de polvorientos olivares” de

Baeza y (el contraste entre las dos partes del poema es aterrador) la conciencia

pavorosa de su soledad y su tristeza:

Allá, en las tierras altas,

por donde traza el Duero

su curva de ballesta

en torno a Soria, entre plomizos cerros

y manchas de raídos encinares,

mi corazón está vagando, en sueños....

¿No ves, Leonor, los álamos del río

con sus ramajes yertos?

Mira el Moncayo azul y blanco; dame

tu mano y paseemos.

Por estos campos de la tierra mía,

bordados de olivares polvorientos,

voy caminando solo,

triste, cansado, pensativo y viejo.

En la espléndida epístola poética “A José María Palacio”, interroga a su amigo

periodista sobre la primavera de Soria, ese incomparable estallido de vida,

recordado con minuciosidad y nostalgia (los chopos del río, los viejos olmos, las

acacias, las zarzas florecidas, las cigüeñas, las abejas...), para concluir rogándole a

su amigo que suba al cementerio del Espino “donde está su tierra”.Machado parece,

por fin, aceptar la muerte, pero no está dispuesto a olvidarse de su amada, a la que

de nuevo alude sin nombrarla, sólo con ese posesivo y rotundo su: “su tierra”.

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A José María Palacio

Palacio, buen amigo,

¿está la primavera

vistiendo ya las ramas de los chopos

del río y los caminos? En la estepa

del alto Duero, Primavera tarda,

¡pero es tan bella y dulce cuando llega!...

¿Tienen los viejos olmos

algunas hojas nuevas?

Aún las acacias estarán desnudas

Y nevados los montes de las sierras.

¡Oh, mole del Moncayo blanca y rosa.

allá en el cielo de Aragón, tan bella!

¿Hay zarzas florecidas

entre las grises peñas,

y blancas margaritas

entre la fina hierba?

Por esos campanarios

ya habrán ido llegando las cigüeñas.

Habrá trigales verdes,

y mulas pardas en las sementeras,

y labriegos que siembran los tardíos

con las lluvias de abril. Ya las abejas

libarán del tomillo y el romero.

¿Hay ciruelosenflor? ¿Quedan violetas?

Furtivos cazadores, los reclamos

de la perdiz bajo las capas luengas,

no faltarán. Palacio, buen amigo,

¿tienen ya ruiseñores las riberas?

Con los primeros lirios

y las primeras rosas de las huertas,

en una tarde azul, sube al Espino.

Al alto Espino donde está su tierra...

Machado permanece en Baeza hasta 1919, en que obtiene el traslado a Segovia.

Allí concluye la versión definitiva de Campos de Castilla (1917), incrementándolo

conn 66 poemas: los dedicados a la memoria de Leonor y a la evocación del paisaje

castellano, los de crítica y sátira social, bastantes “Proverbios y cantares”.

Los proverbios y cantares son breves meditaciones acerca de los enigmas del

hombre y del mundo, donde se combinan lo filosófico y lo popular. Entre los temas

tratados destacan la realidad y el sueño, el problema del conocimiento y la verdad,

Dios y el amor, el tiempo, la preocupación cívica y patriótica... En estos breves

proverbios Machado reflexiona sobre la vida, identificándola con la célebre imagen

del camino o definiéndola como un desproporcionado combate frente al mar (casi

siempre asociado a la muerte en Machado). En otros proverbios verá, con

pesimismo, a los hombres hundidos en la ignorancia. El tema de la incultura

preocupa especialmente a Machado, tal vez porque para él sólo la pasión por

aprender puede justificar esta existencia que a veces parece sin sentido.

En algunas coplillas se desmarca del deslumbraniento vanguardista de los poetas

del 27, que apuntan más a lo conceptual, a lo metafórico o a lo lúdico y se alejan

de su concepción de la poesía llana empapada de emoción y alma. Otras coplillas

nos introducen en el tema del desdoblamiento y la otredad, que Machado

desarrollará ampliamente en sus escritos en prosa y que plasmará en sus dos

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heterónimos o complementarios, Juan de Mairena y Abel Martín. Y también hay

proverbios que nos hacen partícipes de sus luchas interiores.

Caminante, son tus huellas

El camino, y nada más;

Caminante, no hay camino,

Se hace camino al andar.

Al andar se hace camino,

Y al volver la vista atrás

Se ve la senda que nunca

Se ha de volver a pisar.

Caminante, no hay camino,

Sino estelas en la mar.

Todo pasa y todo queda,

pero lo nuestro es pasar,

pasar haciendo caminos,

caminos sobre la mar.

Cuatro cosas tiene el hombre

Que no sirven en la mar:

Ancla, gobernalle y remos,

Y miedo de naufragar.

Morir... ¿caer como gota

de mar en el mar inmenso?

¿O ser lo que nunca he sido:

uno, sin sombra y sin sueño,

un solitario que avanza

sin camino y sin espejo?

El ojo que ves no es

ojo porque tú lo veas;

es ojo porque te ve.

¡Ojos que a la luz se abrieron

un día para, después,

ciegos tornar a la tierra,

hartos de mirar sin ver!

—Nuestro español bosteza.

¿Es hambre? ¿Sueño? ¿Hastío?

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Doctor, ¿tendrá el estómago vacío? —

El vacío es más bien en la cabeza.

De diez cabezas, nueve

Embisten un una piensa.

Nunca extrañéis que un bruto

Se descuerne luchando por la idea.

Ya hay un español que quiere

vivir y a vivir empieza,

entre una España que muere

y otra España que bosteza.

Españolito que vienes

al mundo te guarde Dios.

una de las dos Españas

ha de helarte el corazón”.

Nuestras horas son minutos

Cuando esperamos saber,

Y siglos cuando sabemos

Lo que se puede aprender.

No extrañéis, dulces amigos,

Que esté mi frente arrugada,

Yo vivo en paz con los hombres

Y en guerra con mis entrañas.

Lo ha visto pasar en sueños...

Buen cazador de sí mismo,

siempre en acecho.

Nunca perseguí la gloria

ni dejar en la memoria

De los hombres mi canción;

Yo amo los mundos sutiles,

Ingrávidos y gentiles

Como pompas de jabón.

Me gusta verlos pintarse

De sol y grana, volar

Bajo el cielo azul, temblar

Súbitamente y quebrarse

Page 43: Dossier viatge per terres de Sòria 2013

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Tengo a mis amigos

en mi soledad;

cuando estoy con ellos ¡que lejos están!

Mas busca en tu espejo al otro,

Al otro que va contigo.

Busca a tu complementario,

Que marcha siempre contigo,

Y suele ser tu contrario.

Cantores, dejad

palmas y jaleo

para los demás.

Despertad, cantores:

Acaben los ecos,

Empiecen las voces.

Le tiembla al cantar la voz

Ya no le silban sus coplas,

que silba su corazón

-¿Mas el arte?

- Es puro juego,

que es igual a pura vida,

que es igual a puro fuego.

Veréis el ascua encendida

Crea el alma en sus riberas

montes de ceniza y plomo

sotillos de primavera.

Prefiere la rima pobre

la asonancia indefinida.

Cuando nada canto el canto

acaso huelga la rima.

Éncuentro lo que no busco:

las hojas de taronjil

huelen a limón maduro

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Y te enviaré mi canción:

“Se canta lo que se pierde”,

como un papagayo verde

que la diga en tu balcón

Con el tú de mi canción

no te aludo, compañero

ese tú soy yo.

Poned atención:

un corazón solitario

no es un corazón.

No es el yo fundamental

eso que busca el poeta,

sino el tú esencial.

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El discurso de Machado en San Saturio

Antonio Machado no volvió a Soria hasta veinte años más tarde, cuando, en octubre

de 1932, se le otorgó el título de hijo adoptivo de la ciudad. En la plazoleta de San

Saturio, hoy el “Rincón del poeta”, Don Antonio pronunció un sobrecogedor

discurso. Con unas pocas de sus emocionadas palabras queremos finalizar este

itinerario-homenaje a Antonio Machado, que empezó en el Institut Eugeni d’Ors de

Vilafranca del Penedès el 18 de marzo de 2013:

“…Soria, sobre un paisaje mineral, planetario, telúrico. Soria, la del viento redondo

con nieve menuda que siempre nos da en la cara, junto al Duero adolescente, casi

niño, es pura… y nada más.

Soria es una ciudad para poetas. Gustavo Adolfo Becquer, aquel poeta sin retórica,

aquel puro lírico, debió amarla tanto como a su natal Sevilla; acaso más, que a su

admirable Toledo. Un poeta de las Asturias, de Santillana, Gerardo Diego, rompió a

cantar en romance nuevo a las puertas de Soria: “Río Duero, río Duero/ nadie a

acompañarte baja,/nadie se detiene a oír/ tu eterna estrofa de agua”. Y hombres

de otras tierras que cruzaron sus páramos no han podido olvidarla. Soria es, acaso,

lo más espiritual de esa espiritual Castilla. Nada hay en ella que asombre o que

brille y truene. Todo es sencillo, modesto, llano. Contra el espíritu redundante y

barroco que sólo aspira a exhibición y a efecto, buen antídoto es Soria que siempre

nos invita a ser lo que somos y nada más. ¿No es esto bastante?

Hay un breve aforismo castellano; yo lo oí en Soria por primera vez, que dice así:

“nadie es más que nadie”. Cuando recuerdo las tierras de Soria olvido algunas

veces a Numancia, pesadilla de Roma, y a Mio Cid Campeador, que las cruzó en su

destierro y al glorioso juglar de la sublime gesta que bien pudo nacer en ellas, pero

nunca olvido al viejo pastor de cuyos labios oí ese magnífico proverbio donde a mi

juicio se condensa todo el alma de Castilla; su gran orgullo y su gran humildad, su

experiencia de siglos y el sentido imperial de su pobreza. Soria es una escuela

admirable de humanismo, de democracia y de dignidad.”

Page 46: Dossier viatge per terres de Sòria 2013

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9. Fotografiar Machado

A l’any 2007, per a celebrar el centenari de l’arribada de Machado a Sòria, el

fotòfraf César Sanz va fer una important exposicició que va titolar Campos de

Castilla. L’any pasat vem tenir la sort que aquesta exposició s’instal.les a Capella de

Sant Joan de Vilafranca. Molts de nosaltres vem veure amb sorpresa, primer, i

admiració posterior, el maridatge entre fotografia i poesia. Us proposem que

intenteu ser els protagonistes d’aquell maridatge.

En què consisteix el treball?

El treball és voluntari i individual. Es tracta de presentar una, o més, fotografies

que responguin o identifiquin a algun dels fragments dels poemes Campos de

Castilla que es presenten a sota. Els fragments es refereixen sempre a la natura

d’aquesta terra que visitarem, i són una tria personal, i, per tant, si qualsevol de

vosaltres vol aïllar alguns més dels versos presentats que no dubti en fer-ho. En

aquest aspecte heu de ser totalment lliures.

Per tal que poema i fotografia es puguin maridar cal, en primer lloc, entendre els

fragments de poesia, en segon lloc està atent al paisatge que ens envolta i,

finalment fer moltes provatures per tal que de la quantitat en pugui sortir

l’excel·lència. Estem segurs que si ho intenteu, us pot sortir força bé i, alhora,

valorareu molt més la feina que ha portat a terme en Cèsar Sanz.

Sobre los agrios campos caía un sol de fuego

(“A orillas del Duero”)

Yo divisaba, lejos, un monte alto y agudo,

y una redonda loma cual recamado escudo,

y cárdenos alcores sobre la parda tierra

-harapos esparcidos de un viejo arnés de guerra-

las serrezuelas calvas por donde tuerce el Duero

para formar la corva ballesta de un arquero

en torno a Soria.

(“A orillas del Duero”)

El Duero cruza el corazón de roble

de Iberia y de Castilla

(“A orillas del Duero”)

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¡Oh tierra triste y noble,

de los altos llanos y yermos y roquedas,

de campos sin arados, regatos y arboledas;

decrépitas ciudades, caminos sin mesones

(“A orillas del Duero”)

Hoy ve sus pobres hijos huyendo de sus lares;

la tempestad llevarse los limos de la tierra

por los sagrados ríos hacia los anchos mares;

y en páramos malditos trabaja, sufre y yerra.

(“Por tierras de España”)

¡Primavera soriana, primavera

humilde, como el sueño de un bendito,

de un pobre caminante que durmiera

de cansancio en un páramo infinito!

(“Orillas del Duero”)

Entre cerros de plomo y de ceniza

manchados de roídos encinares,

y entre calvas roquedas de caliza

iba a envestir los ocho tajamares

del puente el padre río

que surca de Castilla el yermo frío.

(“Orillas del Duero”)

¡Oh Duero, tu agua corre

y correrá mientras las nieves blancas

de enero el sol de mayo

haga fluir por hoces y barrancas

mientras tengan las sierras su turbante

de nieve y de tormenta

y brille el olifante

del sol, tras de la nube cenicienta

(“Orillas del Duero”)

¿Quién ha visto sin temblar

un hayedo en un pinar?

(“Las encinas”)

Page 48: Dossier viatge per terres de Sòria 2013

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¡Encinares castellanos

en laderas y altozanos,

serrijones y colinas

llenos de oscura maleza,

encinas, pardas encinas:

humildad y fortaleza!

(“Las encinas”)

El alto roble parece

que recalca y ennudece

su robustez como atleta

que, erguido, afinca en el suelo.

(“Las encinas”)

Los chopos son la ribera,

liras de la primavera,

cerca del agua que fluye,

pasa y huye,

viva o lenta,

que se emboca turbulenta

o en remanso se dilata. (“Las encinas”)

Son de abril las aguas mil.

Sopla el viento achubascado,

y entre nublado y nublado

hay trozo de cielo añil

(“En abril, las aguas mil”)

A través de la neblina

que forma la lluvia fina,

se divisa un prado verde,

y un encinar se esfumina

y una sierra gris se pierde.

(“En abril, las aguas mil”)

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Montañas de violeta

y grisientos breñales,

la tierra que ama el santo y el poeta,

los buitres y las águilas caudales

(“Fantasía iconográfica”)

Una larga carretera

entre grises peñascales,

y alguna humilde pradera.

(“Amanecer de otoño”)

En la tierra de Soria árida y fría.

Por las colinas y las sierras calvas,

verdes pradillos, cerros cenicientos,

la primavera pasa.

(“Campos de Soria”)

La tierra no revive, el campo sueña.

Al empezar abril está nevada

la espada del Moncayo;

(“Campos de Soria”)

He vuelto a ver los álamos dorados,

álamos del camino en la ribera

del Duero, entre San Polo y San Saturio

tras las murallas viejas

de Soria –barbacana

hacia Aragón, en castellana tierra-

(“Campos de Soria”)

¡Álamos del amor cerca del agua

que corre y pasa y sueña,

álamos de las márgenes del Duero,

conmigo vais, mi corazón os lleva!

(“Campos de Soria”)

Al olmo viejo, hendido por el rayo

y en su mitad podido,

con als lluvias de abril y el sol de mayo,

algunas hojas verdes le han salido,

(“A un olmo seco”)

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Antes que te derribe, olmo del Duero,

con su hacha el leñador, y el carpintero

te convierta en melena de campana

lanza de carro o yugo de carreta.

(“A un olmo seco”)

Yo sé la encina roja crujiendo en tus hogares,

barriendo el cielo helado tu campo empedernido;

y en sierras agrias sueño -¡Urbión, sobre pinares!

¡Moncayo, blanco, al cielo aragonés erguido!-

(“Recuerdos”)

ya verdearan de chopos las márgenes del río.

¿Dará sus verdes hojas el olmo aquel del Duero?

Tendrán los campanarios de Soria sus cigüeñas.

(“Recuerdos”)

¡Oh, en el azul, vosotras, viajeras golondrinas

que vais al joven Duero, rebaños de merinos,

con rumbo hacia las altas praderas numantinas,

por las cañadas hondas y al sol de los caminos;

hayedos y pinares que cruza el ágil ciervo.

(“Recuerdos”)

Adiós, tierra de Soria; adiós el alto llano

Cercado de colinas y crestas militares

Fantasmas de robledos y sombras de encinares

(“Recuerdos”)

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10. Callejear por Soria. El itinerario machadiano

LA ERMITA DEL MIRÓN Y LOS CUATRO VIENTOS

Los Cuatro vientos es uno de los miradores más populares de la ciudad. Desde allí

se puede contemplar muy bien “la curva de ballesta que traza el Duero en torno a

Soria” y que cantó Machado. El paisaje es magnífico: las “lomas plateadas”, los

“cerros cenicientos”, los “grises alcores”...

La visita al Mirón, por la carretera de la Rioja, es un agradable paseo por la loma

prolongada del monte al pie de cuya ladera derecha rebulle la ciudad. Hay en su

cima un templo barroco precedido de recargada columna que sostiene al patrón,

San Saturio, hay un moderno restaurante dedicado a la mujer de Don Antonio. Y

hay si se avanza más allá en el paseo por campo abierto, una de las vistas más

sugestivas e inéditas sobre la hoz del Duero lamiendo los pies de las viejas

murallas; y al fondo el color cárdeno de la Sierra del Alba. (Avelino Hernández:

Soria).

Junto al Palacio de Gómara para subir al Mirón estaba la plaza del Pozo Alvar, que

era el centro medieval de la villa. Esta subida al Mirón no conviene despreciarla y

antes de bajar al río podemos tirar por ella para ver desde arriba lo que luego

pasearemos entre los álamos. La subida es algo pina, por una carretera que deja a

un lado casas y huertas. El paseo del Mirón es una meseta murada, buena para

hacer ejercicio y para meditar, con su calle de árboles y sus bancos de piedra. La

iglesia es barroca y ante ella se eleva la columna de San Saturio, cuya imagen -

como siempre- es de medio busto sobre una peana con pétreos farolillos. La vista

es estupenda tanto hacia Numancia como hacia el río y la ciudad. Algo más

adelante se ven ruinas de fortificaciones y desde la plazoleta que llaman de los

Cuatro Vientos se ve el río a los pies, rodeando la roca, amurallado en un paso de

tremenda energía y sequedad hasta que la ribera se relaja y verdea. (Dionisio

Ridruejo: Guía de Castilla la Vieja).

POR LAS RIBERAS DEL DUERO

El Duero se hace poeta lírico a los pies de Soria, al pasar por su puente, entre San

Juan y San Polo, más que el Tajo de Garcilaso o el Tormes del Lazarillo. Con sus

nueve arcos y su lomo ligeramente curvo para no olvidarse del origen románico,

cruza el puente desde una plazoleta de arrabal urbano a una plazoleta rural casi

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escondida por las frondas. El camino de San Juan de Duero va a la izquierda,

secándose al subir un recuesto. El de San Polo y san Saturio discurre fresco entre

álamos elevados y cantores. (Dionisio Ridruejo: Guía de Castilla la Vieja).

CONVENTO SAN JUAN DEL DUERO

El itinerario del Duero tiene personalidad propia. Arranca en la Calle Real, en el

viejo convento de San Agustín –donde fray Luis de León estuvo dos años-, hoy

transformado en bar que, con el tiempo bueno atrae al mocerío a beber en porrón

entre el frondoso emparrado; posee un sencillo embarcadero que permite surcar en

barca, remando, la mansedumbre del río. Se cruza el puente medieval y, apenas

cruzado, a la izquierda, queda la discreta finca que entre álamos guarda el

admirable claustro de San Juan del Duero –monumento nacional desde 1882-. Es lo

que queda del convento de monjas de San Juan de Jerusalem. Diversas piezas de

interés ocupan el espacio del templo. Pero el asombro procede del claustro sin

cubierta, con cuatro órdenes distintos de arcos en cada lado y puertas mudéjares

en las esquinas. Raro ejemplo arquitectónico sin precedentes ni en el arte cristiano

ni en el musulmán (fines del siglo XI, inicios del XII).

Desde San Juan el recorrido se prolonga hacia San Polo y San Saturio. Es el paseo

lírico de Soria por excelencia: don Antonio señaló en acertada aliteración el sonido

de las hojas secas de los álamos, Gerardo Diego lamentó que nadie viniera aquí a

acompañar al Duero; Bécquer lo escogió como escenario de la leyenda del monte

de las ánimas. (Avelino Hernández: Soria). 

Entre la iglesia y el río hay un poco de prado y la arboleda es muy soñadora. San

Juan lo es más. Es la ruina por excelencia, la ruina preciosa, evocadora, cerrada por

tapiales con trepadoras, como un huerto donde el parral es de piedra labrada. San

Juan del Duero fue de la Orden de los Hospitalarios de San Juan de Acre y su

claustro es, junto al de San Miguel de San Esteban de Gormaz, el más vivo

manifiesto orientalizante del románico soriano. Lo primero que viene a la memoria

al ver el entrecruzamiento de sus arcos maravillosos son las construcciones de

Palermo o Amalfi, donde Bizancio, el Oriente Medio Islámico y el Norte de Europa

trenzaron el románico más refinado que se pueda pensar. Parece ser que los altares

de la iglesia se acomodaron al culto griego y de ahí vienen los curiosos templetes

cubiertos por unas desconcertantes cúpulas persas. Los baldaquinos de San Juan

son únicos, completos perfectísimos y hay que verlo para creerlo. Los capiteles son

de gran fantasía, con caballeros armados que cabalgan sobre quimeras, atacan

monstruos o degüellan inocentes. Otros, más tranquilos representan escenas

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evangélicas de paz. Cada grupo angular es de un orden distinto. Uno de los grupos

angulares es de fractura románica corriente, de dobles columnas sobre podio con

capiteles y arcos de medio punto. Parece el más antiguo. Otros presentan arquería

entrecruzada en tres variantes: con clave adornada en arco de herradura, con arcos

planos y claves sin adornos, con arcos entrelazados que descansan en el capitel por

el lado contrario al vuelo de su curva. La influencia normanda de alguna de estas

formas parece tan evidente como los elementos orientales que las complican.

(Dionisio Ridruejo: Guía de Castilla la Vieja).

ENTRE SAN POLO Y SAN SATURIO

San Polo es hoy una envidiable casa particular. Las referencias de que San Polo fue

iglesia de los Templarios son insistentes. Era en todo caso de ábside cuadrado como

la ermita de Clunia. Su discreta belleza queda valorada por su admirable situación

en la Alameda, entre el río y el Monte de las Ánimas. Inspiró a Bécquer la leyenda

“El rayo de luna”.

Más y más ameno se hace el curvo sendero arbolado hasta San Saturio. Es el paseo

que caminó con su melancolía a cuestas Antonio Machado y que siempre se

recuerda con sus versos, que es todo lo que un poeta grande puede desear: que

sus palabras realicen las cosas; que las cosas ya no puedan ser sin sus palabras.

San Saturio es una pintoresca ermita dieciochesca montada sobre las peñas huecas

donde el santo hizo su vida de eremita hacia el siglo IV. El busto de San Saturio con

barba florida está bien en su camarín, donde las mocitas ponen alfileres para

casarse. Los laberintos internos de roca excavada tienen encanto novelesco y los

ojos que abre la peña sobre el río ofrecen belleza a raudales. (Dioniso Ridruejo:

Guía de Castilla la Vieja).

San Polo fue monasterio templario y el sencillo edificio que hoy resta (siglo XIII)

era la capilla del mismo; sobre las ruinas se edificó inmemorial vivienda, y en torno

se circunvoló una hermosa quinta. Todo tiene en ese rincón el halo del

romanticismo que inspirara a Gustavo Adolfo Bécquer.

De la ermita de San Polo a San Saturio el camino desciende a ras de las aguas del

Duero entre soberbios álamos blancos. Un via crucis de piedra acompaña al

paseante.

Page 54: Dossier viatge per terres de Sòria 2013

54

San Saturio es el patrón de la ciudad. Santo de origen visigótico que ejerció de

eremita en la profunda cueva sobre la cual se le ha elevado templo; hasta su

imagen evoca reminiscencias de cultos más pretéritos. El sinuoso y sorprendente

recorrido por la ermita-cueva refuerza esta impresión, impregnándola de

milagrosos portentos: la ventana desde la que cayó un niño que el santo salvó, la

grieta que manaba aceite y hoy cura los dolores de cabeza... La hagiografía del

patrón se halla pormenorizadamente narrada en las pinturas al fresco de la

abigarrada iglesia octogonal que corona la roca bajo la que se abre la cueva. Es

hermoso asomarse, desde cualquiera de los escasos vanos del edificio, para

contemplar el río remansado a los pies del perfecto conjunto de peña, cueva y

templo. (Avelino Hernández: Soria)

EL ÚLTIMO SANTERO DE SAN SATURIO

Ibas paseando tan líricamente por el camino de chopos junto al Duero entre San

Polo y San Saturio y te sorprendía de pronto en la pared de roca un épico “Gora el

Santero” en spray negro. Las malas lenguas decían que lo había pintado, para

atraer la atención, el propio vitoreado (era tiempo de vascos en la cárcel de Soria).

Pasabas la cancela y te paraba un cartelón rotulado –“Óbolos para el anacoreta”-

sobre un capazo de esteras para recoger las aportaciones voluntarias.

Tuve la voluntad de aportar cinco duros, que al cohcar con el resto surtieron el

mecánico efecto de hacer surgir tras una puerta al ermitaño; era menudo, con

sayal gris y los ojos vivarachos.

Cuando a requerimiento de los presentes parecía que iba a narrar su propia vida de

asceta y la historia de aquella ermita en la cueva, dijo: “Llevo veintiocho años de

religión. Punto”. Y como tras prolongado silencio yo mismo le instara a proseguir,

díjome con monacal recogimiento: ¿Y cree usted, hermano, que puedo decir más

por cinco duros?”. Luego te enseñaba la ermita con unción. Te contaba milagros del

santo y aventuras propias de cuando era guardia contra los maquis en el valle de

Arán. Te daba información de las pinturas murales que ibas viendo y de la cuantía

escasa que por cuidar la ermita le asignaba el ayuntamiento. Encendía velas ante

todas las imágenes y te preguntaba cuánto costaba una televisión en color porque

quería cambiar la de blanco y negro. Y recordaba oportunamente entre el castellano

palabras de latín y catalán. Sorprendido quizás de que un soriano pudiera

Page 55: Dossier viatge per terres de Sòria 2013

55

entenderle y contestarle en el idioma de la Generalitat, me despidió con un efusivo

y bautizado “Salut i força al braç”.

Me dijeron que hace poco lo habían echado del eremitorio. Porque al tiempo que

escribía estampas y opúsculos sobre la ejemplar vida de San Saturio les regalaba la

vieja televisión para su local a los comunistas... (Avelino Hernández. Donde la vieja

Castilla se acaba).

EL ESPINO

En el camposanto del Templo de la Virgen del Espino –a cuya entrada hay un olmo

seco- descansa Leonor. A continuación prosigue el recorrido por la calle de los

Caballeros, donde todavía se pueden contemplar algunas buenas fachadas de su

viejo esplendor. (Avelino Hernández. Donde la vieja Castilla se acaba)

EL COLLADO

Soria es una ciudad tranquila propicia al paseo y el Collado, el punto de reunión y

charla por excelencia de los sorianos, la espina dorsal de la ciudad, su “calle” por

excelencia. Así la describió Gerardo Diego: “Paseo de Portales./ Horas dulces y

lentas./ Mirar, charlar, soñar/ y dar vueltas, más vueltas”. En Collado 54 estaba la

primera casa en la que vivió Antonio Machado al llegar a Soria en 1907. Poco

después se trasladó a la calle Teatinos.

EL CASINO CÍRCULO DE LA AMISTAD

El Casino Círculo de la Amistad Numancia se fundó en 1848 y más de 160 años

después continúa casi intacto, por lo que entrar hoy en el Casino Círculo de la

Amistad es hacer un verdadero viaje en el tiempo y respirar un ambiente parecido

al que conocieron Antonio Machado y Gerardo Diego. Durante los cinco años que

estuvo en Soria, Antonio Machado frecuentaba con bastante asiduidad el casino

para leer, tomar café y participar en alguna que otra tertulia literaria. Era una de

sus paradas habituales a la vuelta del paseo entre San Polo y San Saturio, aunque

su sitio preferido para tomar café era El Recreo (hoy la cafetería Zeus). Al parecer,

Machado frecuentaba el salón de la planta de calle (hoy el “Salón de Machado y

Leonor”), mientras que otro de los poetas que estuvo en Soria casi una década

después, Gerardo Diego, acudía a la planta superior, donde tocaba el piano, un

Stenway de 1869 que todavía puede verse.

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LA PLAZA MAYOR: EL PALACIO DE LA AUDIENCIA

Al final de El Collado, en la Plaza Mayor se encuentra El Palacio de la Audiencia,

antiguo ayuntamiento, cuyas campanas darán para siempre la una en un poema de

Antonio Machado: “¡Soria fría! La campana/ de la Audiencia da la una./ Soria

ciudad castellana/ ¡tan bella! bajo la luna”. Fue construido en 1769 y es de estilo

neoclásico. Posee soportales y reloj en el remate de la fachada. Al igual que la

actual Casa Consistorial, la construcción se caracteriza por tener un amplio pórtico

con dos pisos sobre él. Sobre la última planta puede observarse todavía el reloj al

que cantó Machado: «el sonido de sus horas nos dice que el tiempo pasa

inevitablemente».

En la iglesia Santa María la Mayor, que se encuentra también en la plaza mayor, se

casaron 1 de enero de 1910 Antonio Machado y Leonor Izquierdo.

EL INSTITUTO ANTONIO MACHADO

El actual Instituto Antonio Machado está situado en el centro de Soria, en la calle

Insituto 12, muy cerca de El Collado. Comenzó siendo un colegio de jesuitas en el

año 1585, aunque un posterior incendio en 1740 dañó buena parte del edificio. De

la restauración que se hizo a mediados del siglo XVIII procede la bella fachada

barroca. Durante los años siguientes fue fábrica de hilos, cuartel y hospital de

tropas. En 1840 se produce apertura como centro educacional, llamado entonces

Universidad Catalina. Siete años más tarde será ya el Instituto General y Técnico de

Soria, hoy Instituto Antonio Machado

Antonio Machado trabajó como profesor en este instituto de Soria de 1907 a 1912.

Tenía 32 años (era el año 1907) y daba clases de lengua francesa a jóvenes de 13

y 14 años. Los que tuvieron la oportunidad de ser sus alumnos decían que era un

profesor tímido, pero fantástico por su bondad y amabilidad, por sus clases

memorables (a menudo lecturas comentadas de los poetas simbolistas franceses) y

también porque nunca suspendía a nadie (algo raro en aquella época). Siempre dijo

que para él lo más importante no era la acumulación de datos y conceptos, sino

“sembrar inquietudes” y que sus alumnos aprendieran a pensar.

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11. Callejear por Soria. Otras visitas

SANTO DOMINGO

Construida en varias fases que van del siglo XII al XVI, tiene la mejor fachada del

románico español. Con influencias francesas de la zona de Potiers (como reflejan

las dos hileras de arquerías ciegas), sorprende sobre todo por la minuciosa

decoración de las cuatro arquivoltas del pórtico, una auténtica narración del Antiguo

y Nuevo Testamento. El primer arco lo forman los veinticuatro ancianos del

Apocalipsis tocando diversos instrumentos; el segundo, escenas de degollación de

los Santos Inocentes; el tercero, escenas de la vida de la Virgen y del Niño Dios y el

cuarto, momentos de la Pasión de Cristo.

SAN JUAN DE LA RABANERA

La iglesia de San Juan de Rabanera (finales del siglo XII) es un auténtico capricho

de la arquitectura románica, que funde influencias orientales, recuerdos clásicos y

tanteos ojivales y que asombra a los visitantes por sus peculiaridades estilísticas.

Tiene planta de cruz latina de una sola nave y transepto de igual altura que aquélla.

Destaca sobre todo su peculiar ábside con ventanas, dos vanos apoyados e

interesante decoración de motivos vegetales.

EL PALACIO DE LOS CONDES DE GÓMARA

Construida a mediados del siglo XVI, es una verdadera joya de la arquitectura civil

renacentista. Destacan su monumental portada, con motivos heráldicos, su fachada

de piedra de sillería y su gran torre; así como el claustro del templo que se

encuentra en su interior. En la actualidad, el Palacio de los Condes de Gómara es la

sede de la Audiencia Provincial.

LA DEHESA O ALAMEDA CERVANTES

Parque municipal siempre verde. En torno al popular “Árbol de la música”, la gente

pasea, los niños juegan y los jóvenes charlan tumbados en la pradera, cerca de la

Rosaleda.

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12. Actividades de literatura, martes 19 de marzo

Soria: Ermita del

Mirón y los cuatro

vientos.

1. Colinas plateadas

2. Allá en las tierras altas

3. Una noche de verano.

Presentador: Enric

Ametller

1. Marga Caballero

2. Nicolás Aselmán

3. Mireia Mañosa

Hotel Leonor

Retrato Presentador: Enric

Ametller

Pau Carbonell

San Juan del

Duero

1. Señor ya me arrancaste

2. Soñé que tú me llevabas

Presentador: Enric

Ametller

1. Meritxell Raventós

2. Marc Sadurní

Entre San Polo y

San Saturio

1. He vuelto a ver los álamos dorados

2. Los sueños dialogados: Nadie elige

su amor.

3. Discurso de Machado en el

homenaje de 1932 en San Saturio.

Presentador: Enric

Ametller

1. Roger Tutusaus

2. Carolina Blázquez

3. Oscar Feced

.

Palacio de la

Audiencia

Soria fría, Soria pura Presentadora: Tània

Paliakova

Miguel Mellado

Cementerio del

Espino.

1. A un olmo seco

2. A José María Palalacio

Presentadora: Tània

Paliakova

1. Judit Mañé

2. Clàudia Pérez

Instituto Antonio

Machado

1.Caminante, son tus huellas

2.Todo pasa y todo queda

3.Cuatro cosas tiene el hombre

4.Morir... ¿caer como gota

5.El ojo que ves no es

6.Ojos que a la luz se abrieron

7.De diez cabezas, nueve

8. español bosteza

Presentadora: Tània Paliakova 1. Aina Almirall 2. Emmanuel Boateng 3. Josep Piñol 4. Marina Trinidad 5. Judit Piñol 6. Anna Tomàs 7. Gabriel Vivó 8. Víctor Baldomá

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Instituto Antonio

Machado

9.Españolito que vienes

10.Nuestras horas son minutos

11.Nunca perseguí la gloria

12. No extrañéis dulces amigos

13. Tengo a mis amigos en mi soledad

14. Mas busca en tu espejo al otro

15. Busca a tu complementario

16. Lo ha visto pasar en sueños

17. Cantores, dejad

18. Le tiembla al cantar la voz

19.-¿Mas el arte?...

20. Crea el alma en sus riberas

21. Prefiere la rima pobre

22. Encuentro lo que no busco

23.Con el tú de mi canción

24.Y te enviaré mi canción

25. Poned atención

26.Tengo a mis amigos

27. No es el yo fundamental

9. Daniel Torreño

10. Julia de Diego

11. Ares Robles

12. Elia Lucas

13. Laia Viñas

14. Laura Esteban

15. Lídia Gómez

16. Omaima El Aakel

17. Anna Guim

18. Pol Celis

19. Alba Gatell

20. Tània Ramos

21. Carles Gómez

22. Gemma Sala

23. Fèlix Pallerola

24. Unái Sánchez

25.Emmanuel Boateng

26. Mireia Martí

27. Oriol Florentín

Soria Película 2: Antonio Machado Anna Deas

Unai Sánchez

Verónica Insensé

Aina Almirall

Abejar Relato o puesta en escena de ”El monte de las ánimas” de G.A. Bécquer.

Amadeu Gonga, Manel Escoda Sílvia Romero Lídia Gómez

Abejar Película 5: Gustavo Adolfo Bécquer

Anna Guim

Marina Trinidad

Soria Película 4: Por tierras de Soria: la

intrahistoria del viaje.

Marina Trinidad

Omaima El Aakel

Marina Gargallo

Todo el día Blog Federic Contreras

Clàudia Marín

Clàudia Pérez

Todo el día Fotografía Mireia Martí

Núria Pérez

Laia Viñas

Anna Canals

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13. Fotografia el romànic de Sòria

Us proposem ferun reportatge fotogràfic – si es vol amb vídeo- sobre el romànic de

la ciutat de Sòria: San Juan del Duero, Santo Domingo, San Juan de la Rabanera. El

treball cal que sigui ben documentat, és a dir, que la majoria de les imatges han

d’estar informades. Cal que les imatges no es treguin d’internet –que n’hi ha- , per

tant la vostra presència com a protagonistes del reportatge cal que es noti. El

treball es pot presentar en format PWP o similars i seria convenient que es pogués

penjar a Youtube.

Quan us plantegeu fer el reportatge cal que, a banda d’imatges generals dels

diferents edificis, us centreu en els elements bàsics del romànic, tot vigilant en no

posar en el reportatge elements arquitectònics posteriors al romànic. D’altra banda

cal que en el reportatge feu servir lletra, o bé àudio per ajudar a entendre’l.

A tall d’exemple us posem un llistat d’elements en els que us podeu fixar:

Visions globals de l’edifici

Absis

Contraforts exteriors

Voltes i/o cúpules

Trompes

Arcs: (atenció que n’hi ha de diversos tipus depenent de l’edifici: mig punt,

apuntat, de ferradura, entrellaçats, cecs...)

Arquivoltes

Timpans decorats

Capitells. Ha de ser un punt essencial del reportatge. Hi ha capitells vegetals, però

n’hi ha que expliquen històries, la majoria d’elles bíbliques o d’històries de sants

Tipus de columna

Rosetons

Per si voleu trobar informació complementària, us passem alguna adreça:

http://www.arteguias.com/romanico_soria.htm [Consultada el 8/II/2012]

http://www.arquivoltas.com/13-Soria/01MapaSoria.htm [Consultada el 8/II/2012]

http://www.amigosdelromanico.org/inventario/espana/inv_romanico_soria.html

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14. Sòria: el riu Duero i el bosc de ribera

En el nostre viatge per Sòria estarem prop d’un riu, el Duero, a la mateixa capital i

a los Picos de Urbión, on s’ubica el naixement del Duero i la impressionant Laguna

Negra.

Com tot ecosistema el bosc de ribera dóna vida a un conjunt d’animals que s’alimenten, s’amaguen i es reprodueixen entre la seva vegetació. Serà fàcil trobar ocells que visquin en contacte directe amb l’aigua del riu, i també altres especies que intentarem identificar i fotografiar.

Les riberes dels rius tenen un gran valor ecològic per la singularitat dels seus

hàbitats, gràcies a que la presència contínua d’aigua permet la formació d’un

microclima diferenciat. El bosc de ribera desenvolupa unes funcions molt

significatives dins l’ecosistema fluvial:

• L’erosió i la sedimentació a les riberes es veu afectada pel moviment de l’aigua

d’escorrentia (torrents, rierols…) i superficial (del propi riu). Aquest fet influeix

en la composició i l’estructura de la comunitat vegetal i a l’inversa, la vegetació

de ribera amb les seves arrels estabilitza els marges del riu davant les seves

crescudes i així contribueix a la forma i el traçat del riu. La vegetació de ribera

frena la velocitat de l’aigua i afavoreix la sedimentació dels materials sòlids

transportats pel riu sobre els terrenys inundats.

• La vegetació de ribera forma part de l’ecosistema fluvial i participa activament

en l’ intercanvi de matèria i d’energia. La fullaraca, els branquillons, les flors, els

fruits, etc. proporcionen matèria orgànica que cau a l’aigua i què és font

d’aliment per a molts éssers vius. El sistema d’arrels de la vegetació riberenca

ajuda a depurar de substàncies tòxiques la capa d’aigua freàtica i també la

superficial.

• La vegetació de ribera ben estratificada proporciona gran quantitat d’hàbitats

diferents on poden trobar protecció un gran nombre d’éssers vius tant aquàtics

com terrestres. Els ecosistemes riberencs tenen un major nombre d’espècies i

d’individus que els del seu voltant. A més el bosc de ribera actua com a zona de

transició entre la terra i l’aigua, el que li dona gran importància com a corredor

biològic.

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• Si el bosc de ribera està ben conservat, la vegetació ombreja el riu (bosc en

galeria) de forma que l’exposició de l’aigua al sol és molt minsa i per tant les

variacions tèrmiques diàries i estacionals són molt menors. Que l’aigua sigui

freda a més de neta fa que la quantitat d’oxigen dissolt sigui més gran i per tant

afavoreix la vida dels organismes aquàtics, alguns dels quals són en aquest

aspecte molt exigents.

• La limitació de llum posa fre al creixement de les algues i a l’escalfament de

l’aigua fet que afavoreix la presència de determinades espècies, amants

d’aigües fredes (i amb molt oxigen) com les truites, els barbs, les perles…

• Finalment les riberes tenen una gran bellesa i per tant un elevat valor

paisatgístic.

Les principals comunitats de ribera que es troben a prop dels nostres rius són:

• La verneda. És un bosc de ribera típic de torrents, i del curs alt i mig dels rius.

Es troben a les riberes allà on la disponibilitat hídrica és sempre molt elevada i

l’ambient és fresc. És un bosc dens on hi domina el vern (Alnus glutinosa)

acompanyat del freixe de fulla petita (Fraxinus angustifolia), l’avellaner (Corylus

avellana) i de l’om (Ulmus minor). A l’estrat arbustiu hi trobem el saüc

(Sambucus nigra) i el sanguinyol (Cornus sanguinea). Apareix a rieres i torrents

d’influència centreuropea.

• La salzereda. Ocupa els marges dels rius i afavoreix l’enlentiment de l’aigua en

moments d’avingudes i la retenció del sòl, encara que també en pateix les

conseqüències. Són representatius la sarga (Salix eleagnos), salze blanc (Salix

alba), el saulic (Salix purpurea), etc. Es troba als rius i rieres de tots els

estatges exceptuant el subalpí, quan la capa freàtica és molt fluctuant.

• La pollancreda. Es troben a prop dels marges, on el nivell freàtic és molt alt.

Apareixen el pollancre (Populus nigra), el freixe (Fraxinus angustifolia), i l’om

(Ulmus minor). L’estrat arbustiu està dominat pels esbarzers (Rubus ulmifolius),

l’arç blanc (Crataegus monogyna), etc.

• La gatelleda. Es desenvolupa a la zona que pateix l’empenta de les avingudes i

que s’inunda freqüentment. És formada pel gatell (Salix attrocinerea), el càrex

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(Carex pendula i Carex remota), i la cua de cavall (Equisetum telmateia) entre

altres. És d’influència submediterrània i centreuropea

Salze blanc

Vern

PollancFreix

IMATGES D’ ARBRES

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64

Om

Platane

Falsa

acàcia

saulic

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Arç blanc

Avellane

Til·ler

Gatell

Avellaner

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Alber Sabina

 

lledoner

Vimetera

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67

15. En Valdegeña, recordando a Avelino Hernández

“Por el camino que vas pasa un ramal interesante de iglesias románicas que podrás

ver, sin desviarte, a derecha y a izquierda. A la izquierda Fuensaco. A la derecha

Tozalmoro. A la derecha Omeñaca, a la izquierda Valdegeña. Por cierto que si subes

a ver la iglesia de este pueblo, entra en la cantina del José, que es la primera

puerta pasada la fuente, pídele un vino y dile que te lo apunte a mi cuenta. Si te

dice “bueno, oiga usted, ¿pero cómo es esto?, dile que lo pone en este libro. Y él te

explicará por qué.

En los pueblos por este camino la gente está habituada a que se paren coches a ver

las iglesias. Y dan para conversación. En uno pregunté.

-Es bonita la iglesia ¿eh?

-Aún vale

En un otro dije a un hombre que cuántos vecinos eran.

-Aquí estamos la mitad.”

(Avelino Hernández: Donde la vieja Castilla se acaba)

“Valdegeña es un pueblo castellano como tantos otros: un centenar de casas de

labranza derramadas en la ladera raigal de la Sierra del Madero, en las

estribaciones de Moncayo. Dominándolas –y dominando el horizonte que se pierde

en el azul- un templo románico. Al pie el terreno de cultivo del cereal; y la dehesa

para el ganado, en donde nace un río que cuando nace, nada más nacer, ya es

grande.

Cerca de mi pueblo vivieron unos hombres amigos de los numantinos. Se llamaban

celtíberos. Y luego hubo moros, porque en una cueva que hay en el monte encontró

una vez el tío Antonio una olla de ochavos morunos enterrada. Y hay un pozo

romano. Y un puente medieval. Y un convento de cuando el Cid.”

(Avelino Hernández: Una vez había un pueblo)

Avelino Hernández nació en septiembre de 1944 en Valdegeña. El pueblo tenía

entonces 300 habitantes (hoy en invierno apenas hay cinco casas abiertas) y estaba,

como todos los de su entorno, dedicado a la agricultura. De esa infancia rural,

extrajo Avelino algunos de sus valores más esenciales: el vínculo, inseparable e

íntimo, entre vida humana y naturaleza; la necesidad de libertad; el goce de los

pequeños placeres, que al final son siempre los más importantes (hablar, ver,

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escuchar, sentir, pasear, escribir, leer, reír...), el sentido de la igualdad ("nadie es

más que otro, si no ha hecho más que otro", era una de sus frases preferidas); el

respeto al otro y esa solidaridad elemental y firme, que se aprendía en la calle y en

los trabajos rurales. En algunos de sus libros de narrativa infantil, Avelino

Hernández refleja no sólo las vivencias felices del "niño de pueblo" que fue, sino la

urdimbre de este sistema de valores que orientó su vida y su literatura: Una vez

había un pueblo, Silvestrito, El Valle del Infierno.

Todos estos valores los recoge asimismo en Mientras cenan con nosotros los

amigos, verdadero compendio de su pensamiento y de sus principios estéticos. En

esta singular novela póstuma, Avelino Hernández trata de responder a la única

pregunta que se planteó permanentemente: “¿Cómo vivir?”. Aunque la respuesta

es compleja, Avelino Hernández pensaba que “profundizando en la libertad,

escogiendo, arriesgando”, es posible adecuar nuestras circunstancias, a los deseos

y a los sueños más altos. Sólo arriesgando, creía, es posible optar a una vida más

plena y satisfactoria. Algunas de las historias que cuenta en Mientras cenan con

nosotros los amigos lo ejemplifican y demuestran.

Gracias a la generosa y acertada intervención artística del escultor Carlos Colomo,

podemos recorrer Valdegeña siguiendo la estimulante senda de los libros de Avelino

Hernández:

1. Valdegeña tambien es mi pueblo

“Amigo lector, el Valle del Infierno existe. Está en la Sierra del Madero, a treinta

kilómetros de Soria por la carretera que lleva al Moncayo, en un pueblo que se

llama Valdegeña. Ion ha vuelto muchas veces, desde entonces.

Si vas tú alguna vez, diles a las gentes que eres amigo suyo o nómbrales al autor

de este libro. Verás entonces que bien te acogen y cómo te enseñan todo lo que

aquí te he contado. Seguro que al marcharte tú también prometerás volver. Y, si

vuelves, acabarás llamando “mi pueblo” a Valdegeña, como ahora hace Ion cuando

habla con los amigos: «Valdegeña también es mi pueblo»”.

(Avelino Hernández: El valle del infierno)

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2. La iglesia de San Lorenzo

“La iglesia de Valdegeña está en un monte. Para llegar a ella hay que subir muchas

escaleras, grandes, de piedra. Sesenta y dos”.

(Avelino Hernández: Una vez había un pueblo).

3. El camposanto.

Seguir vendimiando la vida (30 de mayo)

“Ayer, frente al portalón del camposanto en el otero que da a las mieses, mientras

enterrabais al padre, descubrí una tierra donde el morir tiene exactamente su

sentido.

Era uno de esos días espléndidos con sol de la primavera castellana, cuando

atardece. Tenía el rosal en la fachada de vuestra casa todas las flores que le cabían

aquel año. La paz de la última luz se derramaba por los trigos tiernos. Llegaba

desde los huertos un murmullo distante de pájaros alborozados. Y los hermanos

estabais allí, removiendo con el azadón la tierra en las orillas del hoyo, sembrando

al padre con vuestras manos.

La hermana plantó brotes tiernos de lirio en la tierra fresca de la tumba acabada.

“Para que vuelva a brotar la vida”, dijo.

Y nos fuimos.

Acabar, morir, sembrar, rebrotar, crecer, dar fruto; acabar, morir, sembrar,

rebrotar, crecer... La vida es eso. Y esta tarde lo he aprendido”.

(Avelino Hernández: Mientras cenan con nosotros los amigos)

4. La casa

“En mi casa hay una piedra muy larga encima de la puerta; que es un dintel. Hay

en ella unos versos que dicen: “Por cierto, muy mal haría/ quien en esta casa

entrare/ y por descuido dejare/ el decir Ave María.” (que antes, como no había

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timbres, se llamaba a las puertas diciendo en voz alta desde la calle: “Ave María

Purísima”). Eso es lo que pone en un lado de la piedra”.

(Avelino Hernández: Una vez había un pueblo)

“Era el séptimo de siete hermanos, César Cayo, en una familia de campesinos. El

hermano mayor y dos hembras se quedaron en el pueblo; el hermano cuarto tuvo

que buscar trabajo lejos de la casa paterna, que no daba más; la quinta hermana

se fue a servir, lejos; al hermano sexto lo hicieron fraile. Sólo César Cayo pudo

estudiar.

El año en que terminó la enseñanza secundaria, el hermano cuarto, emigrante en el

arrabal de Barcelona, halló por fin un buen trabajo: fundir campanas doce horas al

día por treinta y dos pesetas.

Aquel sábado de fin de mes en que cobró su primer sueldo, feliz como un

muchacho, invitó a vermouth con sifón y aceitunas a los compañeros; le pagó los

atrasos a la mujer que le alquilaba la habitación; y, con lo que le quedaba, subió

por la tarde a la ciudad para cumplir un sueño: comprar dos relojes con rubíes en

los ejes de los que anunciaban por la radio.

El primero se lo dio al padre; el otro se lo regaló al hermano pequeño, porque con

quince años acababa de concluir con bien el bachillerato.

El del padre se lo dejaron en la muñeca cuando lo enterraron.

El de César Cayo te lo dio un día a ti, cuando os queríais. Lo llevas siempre, en la

mano izquierda. Y una vez me aseguraste que no quieres llevar otro ya en tu vida;

porque es un símbolo.

«¿Del amor perdido de Cayo» -te pregunté.

«No; del gesto del hermano cuarto, que no conozco»”.

(Avelino Hernández: Mientras cenan con nosotros los amigos).

5. Nadie es más que nadie

• Aquí vivía la espigadora pobre

Cuando cogían el trigo, los Hombres dejaban que se les cayeran adrede algunas

espigas. Para que las recogieran las espigadoras. Eran las más pobres del pueblo.

Había tres.

• Casa de Isabelita la bandolera

Y entonces la Isabelita dijo: -Desde ahora, yo seré vuestra capitana... Mi nombre

será más temido que el del Rubio.

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• Casa de Ángel el cabrero

Cuando llegaba la noche, Ángel el Cabrero regresaba al pueblo con el rebaño.

Volvía siempre tocando su caramillo por los caminos.

• En esta plaza vendía aguardiente Juanito Ladela

Juanito Ladela decía: -Yo sirvo diez vasos de agua de anisetes y uno de la Fuente

¿estamos? Al que le toque el de la fuente se calla...

6. La escuela

“Y nos contó también su recuerdo de la Pobre Veneranda:

«Vivía en la casa que daba a la escuela. Una casa con un camastro y una chimenea

en la parte de atrás, junto a la cuadra... Allá vivía. No tenía nada más; era

espigadora y hacía el rebusco de la vendimia y recogía las hierbas útiles del campo

y la limosna que le daban. Pero todas las mañanas temprano iba a la fuente1. Y

traía dos cántaros de agua. Para tener algo que darnos a los niños cuando a media

mañana salíamos al recreo; porque todos los niños de la escuela, mientras

jugábamos, íbamos a casa de la Pobre Veneranda a que nos diera agua.»

«Nunca he olvidado el sabor de aquella agua.»

«Nunca he olvidado a la Pobre Veneranda ni a Matías el Carpintero.»

«Me ha ido bien en la vida. Y siempre he alimentado un mismo sueño:

descubrir la fuente de donde brotan los manantiales de la bondad, de la ternura y

de la risa. Tengo 79 años, me está llegando la hora y no he logrado descifrarlo.

Heerido volver con la esperanza de hallar al viejo carpintero y a la pobre, por si

acaso ellos hubieran sabido decirme»".

(Avelino Hernández: Mientras cenan con nosotros los amigos)

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16. Tras las huellas de Gustavo Adolfo Bécquer: Noviercas y Soria

Soria (y el monasterio Veruela, que aunque pertenece administrativamente a

Zaragoza, se encuentra justo en los límites de la provincia castellana) es sin lugar a

dudas, una de las “geografías íntimas” del poeta romántico Gustavo Adolfo

Bécquer. Muchos son los topónimos sorianos que adquieren dimensión poética y

legendaria en su obra: Pozalmuro, Yanguas, Beratón, Noviercas, Torrubia, Gomara,

Almenar, el Moncayo (que contemplaba admirado desde Veruela) y Soria ciudad: El

Monte de las Ánimas, San Juan de Duero, San Polo, San Saturio ... La importancia

de Soria en la vida y en la obra de Bécquer sólo es comparable a la que tuvieron

otras tres ciudades: Sevilla (donde nació en 1836), Madrid (donde vivió desde los

18 años y se formó como escritor y periodista) y Toledo (donde, tras una crisis

conyugal con Casta, se instaló en 1867, con su hermano Valeriano y sus

respectivos hijos, y que pronto convirtió en uno de sus territorios míticos).

La vinculación de Gustavo Adolfo Bécquer con Soria se explica por diferentes

motivos:

Soria fue una de las provincias que Bécquer recorrió, en los años 1857 y 1858, para

un magno y truncado proyecto: el libro Historia de los templos de España, donde

se proponía inventariar y recuperar el rico y abandonado patrimonio arquitectónico

del país. Además de tomar datos sobre iglesitas olvidadas o evocadores claustros

que se desmoronan, el poeta (que comparte esa fascinación de los artistas

románticos por el “genio” popular, por la cultura anónima y tradicional) recopila las

leyendas orales que han ido creciendo asociadas a esos misteriosos lugares: en el

claustro de San Juan del Duero, la leyenda de “El monte de las ánimas”, en las

ruinas del monasterio templario de San Polo, “El rayo de luna”... Gustavo Adolfo y

Valeriano, su hermano pintor, se hospedaban en casa de un tío suyo que, instalado

en Soria desde los años 50, vivía entregado al cuidado de un hijo deficiente y a una

afición con la que entretenía a sus huéspedes: el teatro de títeres.

En 1861, Gustavo Adolfo Bécquer se casa con Casta Esteban, hija de un médico

soriano. Desde ese año hasta 1867 (cuando se produce la ruptura del matrimonio,

después de una novelesca y misteriosa infidelidad de Casta con un bandolero

soriano al que apodaban “El Rubio”) son constantes los viajes de la familia Bécquer

a Noviercas, el pueblo donde viven los padres de Casta. Fue allí donde nació, en

1862, su primer hijo, Gregorio Gustavo.

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En 1863 y 1864 los dos hermanos Bécquer se instalan en las celdas del monasterio

cisterciense de Veruela. Gustavo Adolfo con Casta y su primer hijo, y Valeriano, -ya

separado de Wifreda, su esposa inglesa- con sus dos hijos habitan el destartalado

monasterio gótico. Los Bécquer descubren en la inaccesible Veruela un lugar barato

donde poder vivir sin tantos apremios, aunque parece que el pincipal motivo para

tan radical cambio de vida fue la preocupación por la salud de Gustavo Adolfo, muy

quebrantada desde que en 1858 padeciera una grave enfermedad (seguramente

una explosiva combinación de tisis y “mal” venéreo) cuyas secuelas padeció hasta

su muerte el 22 de diciembre de1871. Y efectivamente, el clima seco de un lugar

alto y frío como Veruela (“Todos los males se curan / con los aires de Veruela”, se

decía) le fue a Bécquer muy beneficioso. Así lo explica el propio Gustavo Adolfo

Bécquer: “Estuvimos, a causa de estar yo enfermo, un año en el monasterio de

Veruela, completamente aislados”.

En 1864 con la llegada al poder del general Narváez, Bécquer consigue uno de los

pocos oficios bien pagados que desempeñó en su corta vida: es nombrado censor

de novelas, por lo que la familia se instala de nuevo en Madrid. Pero en 1865,

cuando el conservador Narváez es desplazado por el liberal O’Donnell, Bécquer

pierde su empleo. Los dos hermanos vuelven a Veruela, pero Casta se queda en

Madrid esperando dar a luz a Jorge, su segundo hijo, y cada vez más desasosegada

por las ausencias de su marido.

La influencia que ejerció Soria en Bécquer, queda patente en la localización en esta

provincia castellana de cinco de sus más hermosas Leyendas:

La corza blanca, en Beratón (a las faldas del Moncayo y muy cerca de Veruela. El

pueblo más alto de la provincia de Soria: 1395 metros y actualmente sólo 36

habitantes).

La promesa, en la villa de Gomara.

Los ojos verdes, ambientada en las inmediaciones de Almenar, según algunas

fuentes; en “el pozo Román” de Noviercas, según otras.

Situadas en Soria capital están El rayo de luna, en las ruinas del monasterio

templario de San Polo, y El monte de las ánimas en el monte de las Ánimas,

situado frente al de Santa Ana, cerca de las ruinas de San Juan del Duero.

Page 74: Dossier viatge per terres de Sòria 2013

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La sosegada e introspectiva vida en Veruela de los dos hermanos Bécquer dará sus

frutos y tanto Valeriano (el pintor) como Gustavo Adolfo (el poeta) vivirán un

momento de plenitud creadora que se plasmará en tres obras fundamentales del

Romanticismo español: los álbumes plásticos Expedición de Veruela y Spanish

Sketches de Valeriano Domínguez Bécquer y Cartas desde mi celda de Gustavo

Adolfo Bécquer.

¿Qué sucedió en el verano de 1868?

“Está documentado que Casta Esteban llegó en el mes de febrero de 1869 a la casa

que el matrimonio Bécquer tenía en el número 19 de la calle del Baño de la

localidad soriana de Noviercas, de donde ella era oriunda; traía consigo a sus dos

hijos: Gustavo Adolfo Gregorio, de seis años y Jorge Luis Isidro, de tres. El padre

quedaba en Madrid, ocupado como censor de novelas en la administración

conservadora del ministro González Bravo –ocupación que, por primera vez, podía

aportar alguna alegría económica a los siete años de pareja.

Hilarión Borobia era igualmente de Noviercas. Tenía veintisiete años, la misma edad

que Casta, con la que frecuentemente jugó cuando eran niños. Labrador de

mediana hacienda, también estaba casado; y tenía asimismo dos hijos. Era un

cuerpo poderoso y bien formado. Le apodaban “el Rubio”.

La presencia de Casta, sus hijos y su marido el poeta era frecuente en Noviercas,

donde los padres de ella tenían casa desde que el doctor Esteban ejerciera de

médico en la comarca. Se sabe incluso, por testimonios fidedignos, que eran bien

queridos.

¿Qué pudo ocurrir, pues, aquel invierno? ¿Qué dramáticas novedades vino a traer

aquella primavera?

No faltarán en las aldeas de la comarca voces que les aporten a ustedes -¡tan

dados a esos juegos del rumor ambiguo!- las versiones policromas transmitidas por

la tradición oral. Yo tengo que atenerme a lo comprobado.

Es cierto que las relaciones de la romántica pareja atravesaban un mal momento.

Las estrecheces económicas se hacían sentir crudamente en la modesta vivienda

madrileña alqulada del matrimonio. Incapaz de atajarlas, Gustavo se refugiaba

cada día más en el ensueño de la fama y la vida noctámbula y bohemia. A la

todavía muy joven Casta –y ya doblemente madre- hacía tiempo que se le había

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roto el embeleso de haber sido la preferida, con sus dieciocho años, por el más

prometedor poeta del momento.

En estas circustancias, en el mes de febrero de 1868, tuvo lugar el viaje antedicho

de aquella mujer y sus dos hijos a la casa que el matrimonio Bécquer poseía en la

localidad soriana de Noviercas.

Bécquer vino a reunirse con su esposa en el mes de julio. Entonces supo que

estaba embarazada. Y alguien le habló del Rubio...

La rima LXII está fichada en aquel mes de agosto:

Cuando me lo contaron sentí el frío

de una hoja de acero en las entrañas,

me apoyé contra el muro, y un instante

la conciencia perdí de donde estaba.

Cayó sobre mi espíritu la noche,

en ira y en piedad se anegó el alma,

¡y entonces comprendí por qué se llora!

¡y entonces comprendí por qué se mata!

Pasó la nube de dolor... con pena

logré balbucear breves palabras...

¿Quién me dio la noticia?... Un fiel amigo...

Me hacía un gran favor... Le di las gracias.

Apoyándose en Valeriano, el hermano pintor, Gustavo Adolfo tomó consigo a los

dos hijos del matrimonio y fue a refugiarse en la vivienda número 15, planta 2ª, de

la plaza de Herradores –hoy de don Ramón Benito Aceña- en esta ciudad de Soria.

Era la vivienda de su tío Francisco Domínguez, residente en la capital desde 1856,

al cargo de un hijo disminuido. De allí ambos hermanos pasarían a establecerse en

Toledo.

Cuatro meses después, el 15 de diciembre, Casta Esteban, abandonada del poeta,

daría luz a su tercer hijo.”

-¿Y el Rubio?- se limitó a inquirir, seguro de que nuestro interlocutor estaba

aguardando la pregunta. Como, en efecto, así debía ser, a juzgar por la inmediata

aportación de la respuesta.

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“El día 8 de febrero de 1874, la banda del Chupina perpetró uno de los últimos y

más sonados lances del bandolerismo provincial: el robo de Beratón. Tres de los

bandoleros murieron en el enfrentamiento con el vecindario armado. Hilarión

Borobia fue uno de ellos. Así consta en el libro quinto de defunciones de la

parroquial de Beratón, folio 55: “El 10 de febrero de 1874, con el permiso del señor

Juez de 1ª Instancia de Ágreda, mandé dar sepultura eclesiástica en el camposanto

de nuestro lugar al cadáver de Hilarión Borobia, adulto, que murió de un tiro por

robar y huir al monte con otros comapñeros el día 8 anterior por la tarde, de treinta

y tres años, sin recibir ningún auxilio espiritual. Es natural y vecino de Noviercas,

casado con Robustiana Torroba García.”

La firma rubricada, que yo mismo he comprobado a mis expensas, es de Juan

Rubio, cura beneficiado,

No haría bien dar por concluida mi información sin añadirles el dato, escasamente

conocido, de que, dos años antes, el Rubio había matado con su propia arma en

Noviercas a Manuel Rodríguez Bernardo, segundo esposo de Casta Esteban, el

hombre con quien trataba de rehacer su vida y la de sus tres hijos después de que

el 22 de diciembre de 1870 muriera en la absoluta miseria Gustavo Adolfo

Bécquer...”

(Avelino Hernández: Una casa en la orilla de un río, Espasa Calpe )

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Y recorreremos Noviercas, releyendo a Bécquer

En el paseo becqueriano: “Volverán las oscuras golondrinas”

Volverán las oscuras golondrinas

en tu balcón sus nidos a colgar,

y, otra vez, con el ala a sus cristales

jugando llamarán;

pero aquéllas que el vuelo refrenaban

tu hermosura y mi dicha al contemplar,

aquéllas que aprendieron nuestros nombres...

ésas... ¡no volverán!

Volverán las tupidas madreselvas

de tu jardín las tapias a escalar,

y otra vez a la tarde, aun más hermosas,

sus flores se abrirán;

pero aquéllas, cuajadas de rocío,

cuyas gotas mirábamos temblar

y caer, como lágrimas del día...

ésas... ¡no volverán!

Volverán del amor en tus oídos

las palabras ardientes a sonar;

tu corazón, de su profundo sueño

tal vez despertará;

pero mudo y absorto y de rodillas,

como se adora a Dios ante su altar,

como yo te he querido..., desengáñate:

¡así no te querrán!

(Rima LII) 

Lo que Bécquer tenía de poeta le

faltaba de naturalista, ya que las

oscuras golondrinas son, en

realidad vencejos, pues las

golondrinas tienen el vientre

claro. Además tampoco cuelgan

sus nidos de los balcones:

quienes lo hacen son los aviones

comunes. Claro que... ¡a ver

quién rehace ahora la rima!

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En el torreón de Noviercas: “Tú eras el huracán”

Tú eras el huracán y yo la alta

torre que desafía su poder:

¡tenías que estrellarte o que abatirme!…

¡No pudo ser!

Tú eras el océano y yo la enhiesta

roca que firme aguarda su vaivén:

¡tenías que romperte o que arrancarme!…

¡No pudo ser!

Hermosa tú, yo altivo: acostumbrados

uno a arrollar, el otro a no ceder;

la senda estrecha, inevitable el choque…

¡No pudo ser!

(Rima XLI) 

El movimiento romántico recuperó la

imagen idealizada del medioevo,

presente también en la obra del

poeta, quien encontró excelentes

referentes en los numerosos torreones

y castillos que delatan el pasado

medieval de estas tierras. La torre de

origen árabe de Noviercas data del

siglo X.

Frente al Moncayo: “El gnomo”

“Cuando el Moncayo se cubre de nieve,

los lobos arrojados de sus guaridas, bajan

en rebaño por su falda”. (“El gnomo”)

Aunque el Moncayo sigue siendo el

mismo desde que Bécquer lo

contempló por primera vez, no todo

permanece igual: si Bécquer volviera a

escribir “El gnomo”, debería suprimir

esta alusión, ya que no quedan lobos

en el Moncayo. En la actualidad,

tampoco nos consta la presencia de

gnomos.

En la casa de los padres de Casta Esteban: Cartas desde mi celda.

Gustavo Adolfo Bécquer escribe en el monasterio de Veruela Cartas desde mi celda.

Las nueves cartas que integran Cartas desde mi celda (publicadas semanalmente

en El Contemporáneo, de mayo a octubre de 1864) son un valioso testimonio de la

profunda experiencia personal y creativa, así como del sobrecogedor proceso de

maduración interior, que ese año de soledad significó para Gustavo Adolfo Bécquer.

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Escrita tras la experiencia límite de la enfermedad (que se agrava en los primeros

meses de su estancia en Veruela), la tercera carta se convierte en un conmovedor

examen de conciencia, que concluye con la estoica aceptación de las limitaciones de

la existencia.

“Cuando yo tenía catorce o quince años y mi alma estaba henchida de deseos sin

nombre, de pensamientos puros y de esa esperanza sin límite que es la más

preciada joya de la juventud; cuando yo me juzgaba poeta, cuando mi imaginación

estaba llena de esas risueñas fábulas del mundo clásico (...)

Yo soñaba entonces una vida independiente y dichosa, semejante a la del pájaro,

que nace para cantar y Dios le procura de comer; soñaba esa vida tranquila del

poeta que irradia con suave luz de una en otra generación: soñaba que la ciudad

que me vio nacer se enorgulleciese con mi nombre (...)

Las palabras amor, gloria, poesía, no me suenan ya al oído como me sonaban

antes. ¡Vivir!... Seguramente que deseo vivir, porque la vida, tomándola tal como

es, sin exageraciones ni engaños, no es tan mala como dicen algunos; pero vivir

oscuro y dichoso en cuanto es posible, sin deseos, sin inquietudes, sin ambiciones,

con esa felicidad de la planta que tiene a la mañana su gota de rocío y su rayo de

sol; después, un poco de tierra echada con respeto y que no apisonen y pateen los

que sepultan por oficio; un poco de tierra blanda y floja que no ahogue ni oprima;

cuatro ortigas, un cardo silvestre y alguna hierba que me cubra con su manto de

raíces, y, por último, un tapial que sirva para que no aren en aquel sitio ni

revuelvan los huesos. He aquí, hoy por hoy, todo lo que ambiciono: ser un

comparsa en la inmensa comedia de la Humanidad y, concluido mi papel de hacer

bulto, meterme entre bastidores sin que me silben ni me aplaudan, sin que nadie

se aperciba siquiera de mi salida”. (Cartas desde mi celda).

En el pozo Román: “La leyenda de los ojos verdes”

Hace mucho tiempo que tenía ganas de escribir cualquier cosa con este título. Hoy,

que se me ha presentado ocasión, lo he puesto con letras grandes en la primera

cuartilla de papel, y luego he dejado a capricho volar la pluma.

Yo creo que he visto unos ojos como los que he pintado en esta leyenda. No sé si

en sueños, pero yo los he visto. De seguro no los podré describir tal cuales ellos

eran: luminosos, transparentes como las gotas de la lluvia que se resbalan sobre

las hojas de los árboles después de una tempestad de verano. De todos modos,

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cuento con la imaginación de mis lectores para hacerme comprender en este que

pudiéramos llamar boceto de un cuadro que pintaré algún día.

I

-Herido va el ciervo..., herido va... no hay duda. Se ve el rastro de la sangre entre

las zarzas del monte, y al saltar uno de esos lentiscos han flaqueado sus piernas...

Nuestro joven señor comienza por donde otros acaban... En cuarenta años de

montero no he visto mejor golpe... Pero, ¡por San Saturio, patrón de Soria!,

cortadle el paso por esas carrascas, azuzad los perros, soplad en esas trompas

hasta echar los hígados, y hundid a los corceles una cuarta de hierro en los ijares:

¿no veis que se dirige hacia la fuente de los Álamos y si la salva antes de morir

podemos darlo por perdido?

Las cuencas del Moncayo repitieron de eco en eco el bramido de las trompas, el

latir de la jauría desencadenada, y las voces de los pajes resonaron con nueva

furia, y el confuso tropel de hombres, caballos y perros, se dirigió al punto que

Iñigo, el montero mayor de los marqueses de Almenar, señalara como el más a

propósito para cortarle el paso a la res.

Pero todo fue inútil. Cuando el más ágil de los lebreles llegó a las carrascas,

jadeante y cubiertas las fauces de espuma, ya el ciervo, rápido como una saeta, las

había salvado de un solo brinco, perdiéndose entre los matorrales de una trocha

que conducía a la fuente.

-¡Alto!... ¡Alto todo el mundo! -gritó Iñigo entonces-. Estaba de Dios que había de

marcharse.

Y la cabalgata se detuvo, y enmudecieron las trompas, y los lebreles dejaron

refunfuñando la pista a la voz de los cazadores.

En aquel momento, se reunía a la comitiva el héroe de la fiesta, Fernando de

Argensola, el primogénito de Almenar.

-¿Qué haces? -exclamó, dirigiéndose a su montero, y en tanto, ya se pintaba el

asombro en sus facciones, ya ardía la cólera en sus ojos-. ¿Qué haces, imbécil? Ves

que la pieza está herida, que es la primera que cae por mi mano, y abandonas el

rastro y la dejas perder para que vaya a morir en el fondo del bosque. ¿Crees acaso

que he venido a matar ciervos para festines de lobos?

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-Señor -murmuró Iñigo entre dientes-, es imposible pasar de este punto.

-¡Imposible! ¿Y por qué?

-Porque esa trocha -prosiguió el montero- conduce a la fuente de los Álamos: la

fuente de los Álamos, en cuyas aguas habita un espíritu del mal. El que osa

enturbiar su corriente paga caro su atrevimiento. Ya la res habrá salvado sus

márgenes. ¿Cómo la salvaréis vos sin atraer sobre vuestra cabeza alguna

calamidad horrible? Los cazadores somos reyes del Moncayo, pero reyes que pagan

un tributo. Fiera que se refugia en esta fuente misteriosa, pieza perdida.

-¡Pieza perdida! Primero perderé yo el señorío de mis padres, y primero perderé el

ánima en manos de Satanás, que permitir que se me escape ese ciervo, el único

que ha herido mi venablo, la primicia de mis excursiones de cazador... ¿Lo ves?...

¿Lo ves?... Aún se distingue a intervalos desde aquí; las piernas le fallan, su carrera

se acorta; déjame..., déjame; suelta esa brida o te revuelvo en el polvo... ¿Quién

sabe si no le daré lugar para que llegue a la fuente? Y si llegase, al diablo ella, su

limpidez y sus habitadores. ¡Sus, Relámpago!; ¡sus, caballo mío! Si lo alcanzas,

mando engarzar los diamantes de mi joyel en tu serreta de oro.

Caballo y jinete partieron como un huracán. Iñigo los siguió con la vista hasta que

se perdieron en la maleza; después volvió los ojos en derredor suyo; todos, como

él, permanecían inmóviles y consternados.

El montero exclamó al fin:

-Señores, vosotros lo habéis visto; me he expuesto a morir entre los pies de su

caballo por detenerlo. Yo he cumplido con mi deber. Con el diablo no sirven

valentías. Hasta aquí llega el montero con su ballesta; de aquí en adelante, que

pruebe a pasar el capellán con su hisopo.

II

-Tenéis la color quebrada; andáis mustio y sombrío. ¿Qué os sucede? Desde el día,

que yo siempre tendré por funesto, en que llegasteis a la fuente de los Álamos, en

pos de la res herida, diríase que una mala bruja os ha encanijado con sus hechizos.

Ya no vais a los montes precedido de la ruidosa jauría, ni el clamor de vuestras

trompas despierta sus ecos. Sólo con esas cavilaciones que os persiguen, todas las

mañanas tomáis la ballesta para enderezaros a la espesura y permanecer en ella

hasta que el sol se esconde. Y cuando la noche oscurece y volvéis pálido y fatigado

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al castillo, en balde busco en la bandolera los despojos de la caza. ¿Qué os ocupa

tan largas horas lejos de los que más os quieren?

Mientras Iñigo hablaba, Fernando, absorto en sus ideas, sacaba maquinalmente

astillas de su escaño de ébano con un cuchillo de monte.

Después de un largo silencio, que sólo interrumpía el chirrido de la hoja al resbalar

sobre la pulimentada madera, el joven exclamó, dirigiéndose a su servidor, como si

no hubiera escuchado una sola de sus palabras:

-Iñigo, tú que eres viejo, tú que conoces las guaridas del Moncayo, que has vivido

en sus faldas persiguiendo a las fieras, y en tus errantes excursiones de cazador

subiste más de una vez a su cumbre, dime: ¿has encontrado, por acaso, una mujer

que vive entre sus rocas?

-¡Una mujer! -exclamó el montero con asombro y mirándole de hito en hito.

-Sí -dijo el joven-, es una cosa extraña lo que me sucede, muy extraña... Creí

poder guardar ese secreto eternamente, pero ya no es posible; rebosa en mi

corazón y asoma a mi semblante. Voy, pues, a revelártelo... Tú me ayudarás a

desvanecer el misterio que envuelve a esa criatura que, al parecer, sólo para mí

existe, pues nadie la conoce, ni la ha visto, ni puede dame razón de ella.

El montero, sin despegar los labios, arrastró su banquillo hasta colocarse junto al

escaño de su señor, del que no apartaba un punto los espantados ojos... Éste,

después de coordinar sus ideas, prosiguió así:

-Desde el día en que, a pesar de sus funestas predicciones, llegué a la fuente de los

Álamos, y, atravesando sus aguas, recobré el ciervo que vuestra superstición

hubiera dejado huir, se llenó mi alma del deseo de soledad.

Tú no conoces aquel sitio. Mira: la fuente brota escondida en el seno de una peña,

y cae, resbalándose gota a gota, por entre las verdes y flotantes hojas de las

plantas que crecen al borde de su cuna. Aquellas gotas, que al desprenderse brillan

como puntos de oro y suenan como las notas de un instrumento, se reúnen entre

los céspedes y, susurrando, susurrando, con un ruido semejante al de las abejas

que zumban en torno a las flores, se alejan por entre las arenas y forman un cauce,

y luchan con los obstáculos que se oponen a su camino, y se repliegan sobre sí

mismas, saltan, y huyen, y corren, unas veces con risas; otras, con suspiros, hasta

caer en un lago. En el lago caen con un rumor indescriptible. Lamentos, palabras,

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nombres, cantares, yo no sé lo que he oído en aquel rumor cuando me he sentado

solo y febril sobre el peñasco a cuyos pies saltan las aguas de la fuente misteriosa,

para estancarse en una balsa profunda cuya inmóvil superficie apenas riza el viento

de la tarde.

Todo allí es grande. La soledad, con sus mil rumores desconocidos, vive en aquellos

lugares y embriaga el espíritu en su inefable melancolía. En las plateadas hojas de

los álamos, en los huecos de las peñas, en las ondas del agua, parece que nos

hablan los invisibles espíritus de la Naturaleza, que reconocen un hermano en el

inmortal espíritu del hombre.

Cuando al despuntar la mañana me veías tomar la ballesta y dirigirme al monte, no

fue nunca para perderme entre sus matorrales en pos de la caza, no; iba a

sentarme al borde de la fuente, a buscar en sus ondas... no sé qué, ¡una locura! El

día en que saltó sobre ella mi Relámpago, creí haber visto brillar en su fondo una

cosa extraña.., muy extraña..: los ojos de una mujer.

Tal vez sería un rayo de sol que serpenteó fugitivo entre su espuma; tal vez sería

una de esas flores que flotan entre las algas de su seno y cuyos cálices parecen

esmeraldas...; no sé; yo creí ver una mirada que se clavó en la mía, una mirada

que encendió en mi pecho un deseo absurdo, irrealizable: el de encontrar una

persona con unos ojos como aquellos. En su busca fui un día y otro a aquel sitio.

Por último, una tarde... yo me creí juguete de un sueño...; pero no, es verdad; le

he hablado ya muchas veces como te hablo a ti ahora...; una tarde encontré

sentada en mi puesto, vestida con unas ropas que llegaban hasta las aguas y

flotaban sobre su haz, una mujer hermosa sobre toda ponderación. Sus cabellos

eran como el oro; sus pestañas brillaban como hilos de luz, y entre las pestañas

volteaban inquietas unas pupilas que yo había visto..., sí, porque los ojos de

aquella mujer eran los ojos que yo tenía clavados en la mente, unos ojos de un

color imposible, unos ojos...

-¡Verdes! -exclamó Iñigo con un acento de profundo terror e incorporándose de un

golpe en su asiento.

Fernando lo miró a su vez como asombrado de que concluyese lo que iba a decir, y

le preguntó con una mezcla de ansiedad y de alegría:

-¿La conoces?

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85

-¡Oh, no! -dijo el montero-. ¡Líbreme Dios de conocerla! Pero mis padres, al

prohibirme llegar hasta estos lugares, me dijeron mil veces que el espíritu, trasgo,

demonio o mujer que habita en sus aguas tiene los ojos de ese color. Yo os conjuro

por lo que más améis en la tierra a no volver a la fuente de los álamos. Un día u

otro os alcanzará su venganza y expiaréis, muriendo, el delito de haber encenagado

sus ondas.

-¡Por lo que más amo! -murmuró el joven con una triste sonrisa.

-Sí -prosiguió el anciano-; por vuestros padres, por vuestros deudos, por las

lágrimas de la que el Cielo destina para vuestra esposa, por las de un servidor, que

os ha visto nacer.

-¿Sabes tú lo que más amo en el mundo? ¿Sabes tú por qué daría yo el amor de mi

padre, los besos de la que me dio la vida y todo el cariño que pueden atesorar

todas las mujeres de la tierra? Por una mirada, por una sola mirada de esos ojos...

¡Mira cómo podré dejar yo de buscarlos!

Dijo Fernando estas palabras con tal acento, que la lágrima que temblaba en los

párpados de Iñigo se resbaló silenciosa por su mejilla, mientras exclamó con acento

sombrío:

-¡Cúmplase la voluntad del Cielo!

III

-¿Quién eres tú? ¿Cuál es tu patria? ¿En dónde habitas? Yo vengo un día y otro en

tu busca, y ni veo el corcel que te trae a estos lugares ni a los servidores que

conducen tu litera. Rompe de una vez el misterioso velo en que te envuelves como

en una noche profunda. Yo te amo, y, noble o villana, seré tuyo, tuyo siempre.

El sol había traspuesto la cumbre del monte; las sombras bajaban a grandes pasos

por su falda; la brisa gemía entre los álamos de la fuente, y la niebla, elevándose

poco a poco de la superficie del lago, comenzaba a envolver las rocas de su

margen.

Sobre una de estas rocas, sobre la que parecía próxima a desplomarse en el fondo

de las aguas, en cuya superficie se retrataba, temblando, el primogénito Almenar,

de rodillas a los pies de su misteriosa amante, procuraba en vano arrancarle el

secreto de su existencia.

Page 86: Dossier viatge per terres de Sòria 2013

86

Ella era hermosa, hermosa y pálida como una estatua de alabastro. Y uno de sus

rizos caía sobre sus hombros, deslizándose entre los pliegues del velo como un rayo

de sol que atraviesa las nubes, y en el cerco de sus pestañas rubias brillaban sus

pupilas como dos esmeraldas sujetas en una joya de oro.

Cuando el joven acabó de hablarle, sus labios se removieron como para pronunciar

algunas palabras; pero exhalaron un suspiro, un suspiro débil, doliente, como el de

la ligera onda que empuja una brisa al morir entre los juncos.

-¡No me respondes! -exclamó Fernando al ver burlada su esperanza-. ¿Querrás que

dé crédito a lo que de ti me han dicho? ¡Oh, no!... Háblame; yo quiero saber si me

amas; yo quiero saber si puedo amarte, si eres una mujer...

-O un demonio... ¿Y si lo fuese?

El joven vaciló un instante; un sudor frío corrió por sus miembros; sus pupilas se

dilataron al fijarse con más intensidad en las de aquella mujer, y fascinado por su

brillo fosfórico, demente casi, exclamó en un arrebato de amor:

-Si lo fueses.:., te amaría..., te amaría como te amo ahora, como es mi destino

amarte, hasta más allá de esta vida, si hay algo más de ella.

-Fernando -dijo la hermosa entonces con una voz semejante a una música-, yo te

amo más aún que tú me amas; yo, que desciendo hasta un mortal siendo un

espíritu puro. No soy una mujer como las que existen en la Tierra; soy una mujer

digna de ti, que eres superior a los demás hombres. Yo vivo en el fondo de estas

aguas, incorpórea como ellas, fugaz y transparente: hablo con sus rumores y

ondulo con sus pliegues. Yo no castigo al que osa turbar la fuente donde moro;

antes lo premio con mi amor, como a un mortal superior a las supersticiones del

vulgo, como a un amante capaz de comprender mi caso extraño y misterioso.

Mientras ella hablaba así, el joven absorto en la contemplación de su fantástica

hermosura, atraído como por una fuerza desconocida, se aproximaba más y más al

borde de la roca.

La mujer de los ojos verdes prosiguió así:

-¿Ves, ves el límpido fondo de este lago? ¿Ves esas plantas de largas y verdes

hojas que se agitan en su fondo?... Ellas nos darán un lecho de esmeraldas y

corales..., y yo..., yo te daré una felicidad sin nombre, esa felicidad que has soñado

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87

en tus horas de delirio y que no puede ofrecerte nadie... Ven; la niebla del lago

flota sobre nuestras frentes como un pabellón de lino...; las ondas nos llaman con

sus voces incomprensibles; el viento empieza entre los álamos sus himnos de

amor; ven..., ven.

La noche comenzaba a extender sus sombras; la luna rielaba en la superficie del

lago; la niebla se arremolinaba al soplo del aire, y los ojos verdes brillaban en la

oscuridad como los fuegos fatuos que corren sobre el haz de las aguas infectas...

Ven, ven... Estas palabras zumbaban en los oídos de Fernando como un conjuro.

Ven... y la mujer misteriosa lo llamaba al borde del abismo donde estaba

suspendida, y parecía ofrecerle un beso..., un beso...

Fernando dio un paso hacía ella..., otro..., y sintió unos brazos delgados y flexibles

que se liaban a su cuello, y una sensación fría en sus labios ardorosos, un beso de

nieve..., y vaciló..., y perdió pie, y cayó al agua con un rumor sordo y lúgubre.

Las aguas saltaron en chispas de luz y se cerraron sobre su cuerpo, y sus círculos

de plata fueron ensanchándose, ensanchándose hasta expirar en las orillas.

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88

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89

En el albergue de la Cañada real, junto al fuego o en El salón del

ayuntamiento: “El monte de las ánimas”

La noche de difuntos me despertó a no sé qué hora el doble de las campanas; su

tañido monótono y eterno me trajo a las mientes esta tradición que oí hace poco en

Soria.

Intenté dormir de nuevo; ¡imposible! Una vez aguijoneada, la imaginación es un

caballo que se desboca y al que no sirve tirarle de la rienda. Por pasar el rato me

decidí a escribirla, como en efecto lo hice.

Yo la oí en el mismo lugar en que acaeció, y la he escrito volviendo algunas veces

la cabeza con miedo cuando sentía crujir los cristales de mi balcón, estremecidos

por el aire frío de la noche.

Sea de ello lo que quiera, ahí va, como el caballo de copas.

I

-Atad los perros; haced la señal con las trompas para que se reúnan los cazadores,

y demos la vuelta a la ciudad. La noche se acerca, es día de Todos los Santos y

estamos en el Monte de las Ánimas.

-¡Tan pronto!

-A ser otro día, no dejara yo de concluir con ese rebaño de lobos que las nieves del

Moncayo han arrojado de sus madrigueras; pero hoy es imposible. Dentro de poco

sonará la oración en los Templarios, y las ánimas de los difuntos comenzarán a

tañer su campana en la capilla del monte.

-¡En esa capilla ruinosa! ¡Bah! ¿Quieres asustarme?

-No, hermosa prima; tú ignoras cuanto sucede en este país, porque aún no hace

un año que has venido a él desde muy lejos. Refrena tu yegua, yo también pondré

la mía al paso, y mientras dure el camino te contaré esa historia.

Los pajes se reunieron en alegres y bulliciosos grupos; los condes de Borges y de

Alcudiel montaron en sus magníficos caballos, y todos juntos siguieron a sus hijos

Beatriz y Alonso, que precedían la comitiva a bastante distancia.

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90

Mientras duraba el camino, Alonso narró en estos términos la prometida historia:

-Ese monte que hoy llaman de las Ánimas, pertenecía a los Templarios, cuyo

convento ves allí, a la margen del río. Los Templarios eran guerreros y religiosos a

la vez. Conquistada Soria a los árabes, el rey los hizo venir de lejanas tierras para

defender la ciudad por la parte del puente, haciendo en ello notable agravio a sus

nobles de Castilla; que así hubieran solos sabido defenderla como solos la

conquistaron.

Entre los caballeros de la nueva y poderosa Orden y los hidalgos de la ciudad

fermentó por algunos años, y estalló al fin, un odio profundo. Los primeros tenían

acotado ese monte, donde reservaban caza abundante para satisfacer sus

necesidades y contribuir a sus placeres; los segundos determinaron organizar una

gran batida en el coto, a pesar de las severas prohibiciones de los clérigos con

espuelas, como llamaban a sus enemigos.

Cundió la voz del reto, y nada fue parte a detener a los unos en su manía de cazar

y a los otros en su empeño de estorbarlo. La proyectada expedición se llevó a cabo.

No se acordaron de ella las fieras; antes la tendrían presente tantas madres como

arrastraron sendos lutos por sus hijos. Aquello no fue una cacería, fue una batalla

espantosa: el monte quedó sembrado de cadáveres, los lobos a quienes se quiso

exterminar tuvieron un sangriento festín. Por último, intervino la autoridad del rey:

el monte, maldita ocasión de tantas desgracias, se declaró abandonado, y la capilla

de los religiosos, situada en el mismo monte y en cuyo atrio se enterraron juntos

amigos y enemigos, comenzó a arruinarse.

Desde entonces dicen que cuando llega la noche de difuntos se oye doblar sola la

campana de la capilla, y que las ánimas de los muertos, envueltas en jirones de sus

sudarios, corren como en una cacería fantástica por entre las breñas y los zarzales.

Los ciervos braman espantados, los lobos aúllan, las culebras dan horrorosos

silbidos, y al otro día se han visto impresas en la nieve las huellas de los

descarnados pies de los esqueletos. Por eso en Soria le llamamos el Monte de las

Ánimas, y por eso he querido salir de él antes que cierre la noche.

La relación de Alonso concluyó justamente cuando los dos jóvenes llegaban al

extremo del puente que da paso a la ciudad por aquel lado. Allí esperaron al resto

de la comitiva, la cual, después de incorporárseles los dos jinetes, se perdió por

entre las estrechas y oscuras calles de Soria.

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91

II

Los servidores acababan de levantar los manteles; la alta chimenea gótica del

palacio de los condes de Alcudiel despedía un vivo resplandor iluminando algunos

grupos de damas y caballeros que alrededor de la lumbre conversaban

familiarmente, y el viento azotaba los emplomados vidrios de las ojivas del salón.

Solas dos personas parecían ajenas a la conversación general: Beatriz y Alonso:

Beatriz seguía con los ojos, absorta en un vago pensamiento, los caprichos de la

llama. Alonso miraba el reflejo de la hoguera chispear en las azules pupilas de

Beatriz.

Ambos guardaban hacía rato un profundo silencio.

Las dueñas referían, a propósito de la noche de difuntos, cuentos tenebrosos en

que los espectros y los aparecidos representaban el principal papel; y las campanas

de las iglesias de Soria doblaban a lo lejos con un tañido monótono y triste.

-Hermosa prima -exclamó al fin Alonso rompiendo el largo silencio en que se

encontraban-; pronto vamos a separarnos tal vez para siempre; las áridas llanuras

de Castilla, sus costumbres toscas y guerreras, sus hábitos sencillos y patriarcales

sé que no te gustan; te he oído suspirar varias veces, acaso por algún galán de tu

lejano señorío.

Beatriz hizo un gesto de fría indiferencia; todo un carácter de mujer se reveló en

aquella desdeñosa contracción de sus delgados labios.

-Tal vez por la pompa de la corte francesa; donde hasta aquí has vivido -se

apresuró a añadir el joven-. De un modo o de otro, presiento que no tardaré en

perderte... Al separarnos, quisiera que llevases una memoria mía... ¿Te acuerdas

cuando fuimos al templo a dar gracias a Dios por haberte devuelto la salud que

viniste a buscar a esta tierra? El joyel que sujetaba la pluma de mi gorra cautivó tu

atención. ¡Qué hermoso estaría sujetando un velo sobre tu oscura cabellera! Ya ha

prendido el de una desposada; mi padre se lo regaló a la que me dio el ser, y ella lo

llevó al altar... ¿Lo quieres?

-No sé en el tuyo -contestó la hermosa-, pero en mi país una prenda recibida

compromete una voluntad. Sólo en un día de ceremonia debe aceptarse un

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92

presente de manos de un deudo... que aún puede ir a Roma sin volver con las

manos vacías.

El acento helado con que Beatriz pronunció estas palabras turbó un momento al

joven, que después de serenarse dijo con tristeza:

-Lo sé prima; pero hoy se celebran Todos los Santos, y el tuyo ante todos; hoy es

día de ceremonias y presentes. ¿Quieres aceptar el mío?

Beatriz se mordió ligeramente los labios y extendió la mano para tomar la joya, sin

añadir una palabra.

Los dos jóvenes volvieron a quedarse en silencio, y volviose a oír la cascada voz de

las viejas que hablaban de brujas y de trasgos y el zumbido del aire que hacía crujir

los vidrios de las ojivas, y el triste monótono doblar de las campanas.

Al cabo de algunos minutos, el interrumpido diálogo tornó a anudarse de este

modo:

-Y antes de que concluya el día de Todos los Santos, en que así como el tuyo se

celebra el mío, y puedes, sin atar tu voluntad, dejarme un recuerdo, ¿no lo harás? -

dijo él clavando una mirada en la de su prima, que brilló como un relámpago,

iluminada por un pensamiento diabólico.

-¿Por qué no? -exclamó ésta llevándose la mano al hombro derecho como para

buscar alguna cosa entre las pliegues de su ancha manga de terciopelo bordado de

oro... Después, con una infantil expresión de sentimiento, añadió:

-¿Te acuerdas de la banda azul que llevé hoy a la cacería, y que por no sé qué

emblema de su color me dijiste que era la divisa de tu alma?

-Sí.

-Pues... ¡se ha perdido! Se ha perdido, y pensaba dejártela como un recuerdo.

-¡Se ha perdido!, ¿y dónde? -preguntó Alonso incorporándose de su asiento y con

una indescriptible expresión de temor y esperanza.

-No sé.... en el monte acaso.

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93

-¡En el Monte de las Ánimas -murmuró palideciendo y dejándose caer sobre el

sitial-; en el Monte de las Ánimas!

Luego prosiguió con voz entrecortada y sorda:

-Tú lo sabes, porque lo habrás oído mil veces; en la ciudad, en toda Castilla, me

llaman el rey de los cazadores. No habiendo aún podido probar mis fuerzas en los

combates, como mis ascendentes, he llevado a esta diversión, imagen de la guerra,

todos los bríos de mi juventud, todo el ardor, hereditario en mi raza. La alfombra

que pisan tus pies son despojos de fieras que he muerto por mi mano. Yo conozco

sus guaridas y sus costumbres; y he combatido con ellas de día y de noche, a pie y

a caballo, solo y en batida, y nadie dirá que me ha visto huir del peligro en ninguna

ocasión. Otra noche volaría por esa banda, y volaría gozoso como a una fiesta; y,

sin embargo, esta noche... esta noche. ¿A qué ocultártelo?, tengo miedo. ¿Oyes?

Las campanas doblan, la oración ha sonado en San Juan del Duero, las ánimas del

monte comenzarán ahora a levantar sus amarillentos cráneos de entre las malezas

que cubren sus fosas... ¡las ánimas!, cuya sola vista puede helar de horror la

sangre del más valiente, tornar sus cabellos blancos o arrebatarle en el torbellino

de su fantástica carrera como una hoja que arrastra el viento sin que se sepa

adónde.

Mientras el joven hablaba, una sonrisa imperceptible se dibujó en los labios de

Beatriz, que cuando hubo concluido exclamó con un tono indiferente y mientras

atizaba el fuego del hogar, donde saltaba y crujía la leña, arrojando chispas de mil

colores:

-¡Oh! Eso de ningún modo. ¡Qué locura! ¡Ir ahora al monte por semejante friolera!

¡Una noche tan oscura, noche de difuntos, y cuajado el camino de lobos!

Al decir esta última frase, la recargó de un modo tan especial, que Alonso no pudo

menos de comprender toda su amarga ironía, movido como por un resorte se puso

de pie, se pasó la mano por la frente, como para arrancarse el miedo que estaba en

su cabeza y no en su corazón, y con voz firme exclamó, dirigiéndose a la hermosa,

que estaba aún inclinada sobre el hogar entreteniéndose en revolver el fuego:

-Adiós Beatriz, adiós... Hasta pronto.

-¡Alonso! ¡Alonso! -dijo ésta, volviéndose con rapidez; pero cuando quiso o

aparentó querer detenerle, el joven había desaparecido.

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A los pocos minutos se oyó el rumor de un caballo que se alejaba al galope. La

hermosa, con una radiante expresión de orgullo satisfecho que coloreó sus mejillas,

prestó atento oído a aquel rumor que se debilitaba, que se perdía, que se

desvaneció por último.

Las viejas, en tanto, continuaban en sus cuentos de ánimas aparecidas; el aire

zumbaba en los vidrios del balcón y las campanas de la ciudad doblaban a lo lejos.

III

Había pasado una hora, dos, tres; la media noche estaba a punto de sonar, y

Beatriz se retiró a su oratorio. Alonso no volvía, no volvía, cuando en menos de una

hora pudiera haberlo hecho.

-¡Habrá tenido miedo! -exclamó la joven cerrando su libro de oraciones y

encaminándose a su lecho, después de haber intentado inútilmente murmurar

algunos de los rezos que la iglesia consagra en el día de difuntos a los que ya no

existen.

Después de haber apagado la lámpara y cruzado las dobles cortinas de seda, se

durmió; se durmió con un sueño inquieto, ligero, nervioso.

Las doce sonaron en el reloj del Postigo. Beatriz oyó entre sueños las vibraciones

de la campana, lentas, sordas, tristísimas, y entreabrió los ojos. Creía haber oído a

par de ellas pronunciar su nombre; pero lejos, muy lejos, y por una voz ahogada y

doliente. El viento gemía en los vidrios de la ventana.

-Será el viento -dijo; y poniéndose la mano sobre el corazón, procuró

tranquilizarse. Pero su corazón latía cada vez con más violencia. Las puertas de

alerce del oratorio habían crujido sobre sus goznes, con un chirrido agudo

prolongado y estridente.

Primero unas y luego las otras más cercanas, todas las puertas que daban paso a

su habitación iban sonando por su orden, éstas con un ruido sordo y grave,

aquéllas con un lamento largo y crispador. Después silencio, un silencio lleno de

rumores extraños, el silencio de la media noche, con un murmullo monótono de

agua distante; lejanos ladridos de perros, voces confusas, palabras ininteligibles;

ecos de pasos que van y vienen, crujir de ropas que se arrastran, suspiros que se

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ahogan, respiraciones fatigosas que casi se sienten, estremecimientos involuntarios

que anuncian la presencia de algo que no se ve y cuya aproximación se nota no

obstante en la oscuridad.

Beatriz, inmóvil, temblorosa, adelantó la cabeza fuera de las cortinillas y escuchó

un momento. Oía mil ruidos diversos; se pasaba la mano por la frente, tornaba a

escuchar: nada, silencio.

Veía, con esa fosforescencia de la pupila en las crisis nerviosas, como bultos que

se movían en todas direcciones; y cuando dilatándolas las fijaba en un punto, nada,

oscuridad, las sombras impenetrables.

-¡Bah! -exclamó, volviendo a recostar su hermosa cabeza sobre la almohada de

raso azul del lecho-; ¿soy yo tan miedosa como esas pobres gentes, cuyo corazón

palpita de terror bajo una armadura, al oír una conseja de aparecidos?

Y cerrando los ojos intentó dormir...; pero en vano había hecho un esfuerzo sobre

sí misma. Pronto volvió a incorporarse más pálida, más inquieta, más aterrada. Ya

no era una ilusión: las colgaduras de brocado de la puerta habían rozado al

separarse, y unas pisadas lentas sonaban sobre la alfombra; el rumor de aquellas

pisadas era sordo, casi imperceptible, pero continuado, y a su compás se oía crujir

una cosa como madera o hueso. Y se acercaban, se acercaban, y se movió el

reclinatorio que estaba a la orilla de su lecho. Beatriz lanzó un grito agudo, y

arrebujándose en la ropa que la cubría, escondió la cabeza y contuvo el aliento.

El aire azotaba los vidrios del balcón; el agua de la fuente lejana caía y caía con un

rumor eterno y monótono; los ladridos de los perros se dilataban en las ráfagas del

aire, y las campanas de la ciudad de Soria, unas cerca, otras distantes, doblan

tristemente por las ánimas de los difuntos.

Así pasó una hora, dos, la noche, un siglo, porque la noche aquella pareció eterna

a Beatriz. Al fin despuntó la aurora: vuelta de su temor, entreabrió los ojos a los

primeros rayos de la luz. Después de una noche de insomnio y de terrores, ¡es tan

hermosa la luz clara y blanca del día! Separó las cortinas de seda del lecho, y ya se

disponía a reírse de sus temores pasados, cuando de repente un sudor frío cubrió

su cuerpo, sus ojos se desencajaron y una palidez mortal descoloró sus mejillas:

sobre el reclinatorio había visto sangrienta y desgarrada la banda azul que perdiera

en el monte, la banda azul que fue a buscar Alonso.

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Cuando sus servidores llegaron despavoridos a noticiarle la muerte del primogénito

de Alcudiel, que a la mañana había aparecido devorado por los lobos entre las

malezas del Monte de las Ánimas, la encontraron inmóvil, crispada, asida con

ambas manos a una de las columnas de ébano del lecho, desencajados los ojos,

entreabierta la boca; blancos los labios, rígidos los miembros, muerta; ¡muerta de

horror!

IV

Dicen que después de acaecido este suceso, un cazador extraviado que pasó la

noche de difuntos sin poder salir del Monte de las Ánimas, y que al otro día, antes

de morir, pudo contar lo que viera, refirió cosas horribles. Entre otras, asegura que

vio a los esqueletos de los antiguos templarios y de los nobles de Soria enterrados

en el atrio de la capilla levantarse al punto de la oración con un estrépito horrible,

y, caballeros sobre osamentas de corceles, perseguir como a una fiera a una mujer

hermosa, pálida y desmelenada, que con los pies desnudos y sangrientos, y

arrojando gritos de horror, daba vueltas alrededor de la tumba de Alonso.

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17. Actividades de literatura. Miércoles, 20 de marzo

Valdegeña

1.Valdegeña también es mi pueblo 2. La iglesia de San Lorenzo 3. Seguir vendimiando la vida 4. En mi casa hay... 5. Era el séptimo de siete hermanos 6. Nadie es más que nadie 7. Y nos contó también...

1. Meritxell Raventós 2-3. Julia de Diego 4. Judit Mañé 5. Roger Pérez 6. Gabriel Vivó 7. Clàudia Pérez

Valdegeña

Película 3: Avelino Hernández

Tània Ramos, Marta Llobet Mar Batlle

Valdegeña/Abejar Película 2: Antonio Machado Anna Deas, Unai Sánchez, Verónica Insensé, Aina Almirall)

Valdegeña 1. Al empezar abril 2. Aquellos diminutos pegujales 3. Las figuras del campo sobre el cielo 4. Un viejo acurrucado 5. Pascua de resurrección

Presentador: Pablo Casado 1. Marga Caballero

2. Oscar Feced

3. .Mireia Mañosa

4. Bryan Marín

5. Anna Tomà

Noviercas/Abejar Película 5: Gustavo Adolfo Bécquer

Anna Guim, Marina Trinidad

Noviercas: Paseo becqueriano/Torre de Noviercas/Casa de Béquer

1. Volverán las oscuras golondrinas 2. Tú eres el huracán 3. “El gnomo 4. Cartas desde mi celda

1. Laia Viñas 2. Ares Robles

3. Josep Piñol

4. Roger Tutusaus Noviercas: Pozo Román

Relato/Escenificación de la leyenda de Bécquer: “Los ojos verdes”

Anna Deas, Júlia Oliver, OmaimaEl Aakel, Fèlix Pallerola

Todo el día Película 4: Por tierras de Soria: la intrahistoria del viaje

Marina Trinidad, Omaima El Aakel, Marina Gargallo

Abejar 1.Un loco 2. A orillas del Duero

1. Alejandro Pastor 2. Montse Martínez

Abejar 1. Es la tierra de Soria árida y fría

2. La nieve en el mesón del campo abierto 3. Era una tarde, cuando el campo huía.

Presentadora: Regina Valls 1. Oriol Florentín 2.GlòriaFelgueras

3.Glòria Mitjans

Todo el día Fotografía Mireia Martí,Núria Pérez

Laia Viñas,Anna Canals

Todo el día

Blog Alejandro Pastor, Andrea Mellado, Roger Pérez

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18. La laguna negra y “La tierra de Alvar González” de Antonio Machado

El 5 de octubre de 1910 Antonio Machado inició, con unos amigos, un viaje a las

sierras más elevadas del Sistema Ibérico. Tenía un objetivo claro: conocer las

fuentes del Duero (ese río que le acompañaba cada día en sus paseos vespertinos

por Soria) y que nace a muy pocos metros de la cumbre del pico Urbión. Fue en esa

excursión de montaña cuando se topó con la laguna negra, un embalsamiento

natural de origen glaciar y misteriosas aguas verdosas, que inmortalizaría en la

leyenda “Las tierras de Alvar González” y en el largo poema narrativo de parecido

título “La tierra de Alvar González”. Tanto la leyenda en prosa, como el trágico

romance son, a la vez, un homenaje amoroso y una dura crítica a las rudas gentes

de esa zona, que debían sobrevivir en un entorno inclemente y duro a más de 2000

metros del nivel del mar. Espíritu noventayochista en el estado más puro.

La leyenda “Las tierras de Alvar González” apareció, en 1912, en la revista Mondial

Magazine que dirigía Rubén Darío en París. Machado cuenta que, en el trayecto que

hizo en coche hasta Cidones, iba sentado y entre «un indiano que tornaba de

Méjico a su aldea natal, escondida en tierra de pinares, y un viajero campesino que

venía de Barcelona, donde embarcara a dos de sus hijos para el Plata». Trabó algo

de amistad con este último y, en el tramo que hicieron a caballo entre Vinuesa y

Covaleda, el campesino le habló de Alvargonzález. Al dejar atrás la aldea de La

Muedra, el campesino, «señalando a su diestra», extendió la mano para indicarle a

don Antonio que el sendero que allí se abría llevaba hacia las tierras de

Alvargonzález, el nombre de un rico labrador que vivía en una pequeña aldea que

se llamaba igual que él. Al preguntar el poeta, el campesino se refirió a la leyenda

de una laguna insondable cuyas aguas escondían el secreto de crímenes terribles.

Todavía podían distinguirse a veces las sombras inquietas de los dos hijos traidores,

arrastrando entre los pinares el cadáver de su padre desde la fuente hasta el agua

de la laguna. Mientras remontaban las nacientes del Duero, por el bosque se

escuchaba el eco delator del crimen –«el que la tierra ha labrado, no duerme bajo

la tierra»–, un eco que brota de las aguas del lago para multiplicarse una y otra vez

sobre los murallones de granito que abrazan el circo glaciar. Todavía hay por aquí

rastros de envidia cainita y de sangre traidora, que han manchado para siempre los

troncos de estos pinares.

La laguna negra es de una belleza onírica sobrecogedora. Hay quien dice que las

aguas de la laguna tienen vida propia, que por secretos pasadizos se comunican

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con las aguas del mar y que por eso a veces se producen inexplicables oleajes. Hay

quien dice que una bella muchacha atrae desde el fondo a los hombres, incapaces

de resistir su hechizo... Y también hay quien dice que esta hermosa laguna es obra

de las fuerzas portentosas de la naturaleza. En concreto, de los movimientos

glaciares que, allá por el cuaternario –hace unos dos millones de años– acabaron

por modelar el relieve de la sierra de Urbión. Es decir, gigantescas lenguas de hielo

y tierra que en su marcha implacable desde las alturas al llano fueron socavando

las laderas montañosas dando lugar a circos glaciares como los que acogen las

aguas de las lagunas Negra, Helada y Larga. Restos de aquella actividad orogénica

son las acumulaciones de tierra y rocas que cierran la Laguna Negra por la parte

opuesta a los farallones rocosos, formando un evidente promontorio que evita el

desagüe. Por esa zona es por la que una pasarela de madera conduce la visita al

enclave. También son evidencia de aquellos movimientos ciclópeos los enormes

bloques graníticos desplomados de los farallones que rodean la laguna,

desordenados, caóticos y en algunos casos tan amenazantes que parecen a punto

de echarse a rodar ladera abajo. O incluso detenidos en precario equilibrio por el

empeño de un pino forzudo.

Por estos parajes de la sierra de Urbión se extiende una de las mayores masas

boscosas de toda la península, formada especialmente por pino silvestre o albar

(Pinus sylvestris) como especie predominante, aunque en las umbrías se localizan

también con facilidad importantes rodales de haya, que rompen la monotonía

cromática de los pinares sobre todo al alcanzar el otoño. Un abultada lista de

especies animales pululan por estas frondas. Entre los mamíferos más habituales se

encuentran ardillas, garduñas, zorros, comadrejas, tejones, ciervos, corzos y

jabalíes. Y entre los alados es fácil observar los ajetreos de piquituertos, carboneros

palustres, chochas, el agateador común, el trepador azul o el pinzón vulgar.

El acceso más frecuente a la laguna se realiza desde la localidad de Vinuesa, de

obligado alto en el camino para disfrutar de una población con solera y buenas

muestras de arquitectura tradicional. Su abundancia de casones y escudos

nobiliarios en las fachadas habla de un pasado bien próspero, muchas de cuyas

fortunas se tejieron en tiempos de la Mesta, con el comercio de la lana y su acarreo

como principal actividad. (Adaptación de un artículo de Javier Prieto.

http://www.larioja.com/ocio/rutas/laguna-negra.html).

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19. Actividades de literatura. Jueves, 21 de marzo

Laguna negra La tierra de Álvar González Presentador: Regina Valls

Miguel Mellado

Motse Sellarés

Frederic Contreras

Laguna negra Película 2: Antonio Machado Anna Deas

Unai Sánchez

Verónica Insensé

Aina Almirall

Todo el día Película 4: La intrahistoria del

viaje

Marina Trinidad

Omaima El Aakel

Marina Gargallo

Todo el día Blog Eduard Mas

Laura Salat

Enric Herraiz

Todo el día Fotografía Mireia Martí

Núria Pérez

Laia Viñas

Anna Canals

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20. Concurso de fotografía: POR TIERRAS DE SORIA

¿Vas a Soria y te gusta la fotografía? Pues

venga, activa tus dotes de artista, de

creador y anímate a participar en el

concurso de fotografía que te proponemos.

Busca un encuadre diferente, una

perspectiva desigual, el momento preciso,

la luz adecuada, el detalle que solo

aparentemente carece de interés,…, la

originalidad de tu mirada, tu sensibilidad

peculiar,…, enfoca y… ¡Acción!

Cuatro apartados temáticos

A) Naturaleza y paisaje

B) Los pueblos abandonados

C) Arte: el Románico (lee las sugerencias de la página 60)

D) Fotografiar a Machado (lee las sugerencias de la página 46)

Puedes presentar como máximo 2 fotos por apartado. Si quieres puedes

presentarte solo a 1 ó 2 apartados.

Habrá una foto ganadora de cada tema y un premio muy especial para sus autores.

Las fotos participantes se enviarán al Blog Filoeugeni del Seminario de Filosofía

antes del 6 de Abril. Tenéis que poner un título a cada foto y enviarlas con

seudónimo.

Las fotos seleccionadas como finalistas tendrán que pasarse a papel para

exponerlas en el hall. Ya se indicarán las medidas.

Entrega de premios: Día 23 de abril, Sant Jordi, en el acto que se celebrará en el

Casal.

Importante: Los profesores de filosofía tendrán en cuenta la participación a la hora

de redondear en junio la nota final de la asignatura. ¡¡ ANÍMATE Y PARTICIPA !!

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21. De regreso a casa. Actividades de literatura

1. Un diario de viaje

Avelino Hernández siempre llevaba en el bolsillo un cuaderno para anotar lo que le

le parecía hermoso, curioso o revelador, todo aquello que no quería olvidar. De

esas anotaciones, hechas un poco a desgaire, se alimentaba luego su escritura.

También tú llevarás un cuaderno de notas en tu mochila cuando recorras las tierras

de Soria.

Durante el viaje verás paisajes distintos, oirás palabras que te sorprenderán, y

vivirás seguramente buenos y estimulantes momentos. Te proponemos que

describas o narres el día, el lugar, el personaje, la anécdota, la conversación, la

reflexión... que más te hayan impactado, emocionado y sorprendido: aquel

momento luminoso que te gustaría rescatar del olvido. Sólo tienes que escribir una

pàgina, pero la debes trabajar mucho, el contenido y la forma. Debe ser un texto

muy cuidado estéticamente.

2. El diccionario del viaje

Sigue el consejo que nos da Machado en uno de sus proverbios:

Ya se oyen palabras viejas.

–Pues aguzad las orejas.

Elige cinco palabras que hayas aprendido en el viaje (sobre todo en las

conversaciones con la gente, en las calles y pueblos, aunque también puedes

recurrir a los textos de los autores y al dosier) e incorpóralas al Diccionario del

viaje. La entrada de cada palabra seguirà esta estructura:

• Definición

• Fuente o lugar

• Cita

• Frase inventada.

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22. De regreso a casa. Actividades de Filosofía

Antonio Machado, poeta y filósofo del tiempo.

La inclinación de Antonio Machado por la filosofía se

remonta seguramente a sus años de juventud.

Formado en la Institución Libre de Enseñanza, donde

se intentaban vincular a los jóvenes a valores como

el respeto, el sentido del diálogo y la búsqueda de la

verdad, sus estudios le llevaron a una licenciatura en

esta disciplina.

¿Qué relación existe entre la poesía de Antonio

Machado y su pensamiento “filosófico”?

Machado afirmaba que la poesía es un arte temporal,

por lo que el tema por excelencia de toda su obra es

la reflexión sobre el tiempo. Antonio Machado pensaba que el conocimiento racional

es inseguro y que lo que sabe el hombre de sí mismo está limitado por el espacio y

el tiempo. Si pensar fuera del tiempo es imposible, imposible es también reducir el

paso del tiempo a categorías lógicas.

“El poema de un día” fue escrito en 1913, cuado tras la muerte de Leonor vivía ya

en Baeza. En este poema de la edición de 1917 de Campos de Castilla, Machado

refleja el transcurrir del tiempo en un día cualquiera, de un pueblo cualquiera de

España. Nos cuenta cómo fue, hace un siglo, un día de la vida de un poeta.

POEMA DE UN DÍA (MEDITACIONES RURALES)

Heme aquí ya, profesor

de lenguas vivas (ayer

maestro de gay-saber,

aprendiz de ruiseñor),

en un pueblo húmedo y frío,

destartalado y sombrío,

entre andaluz y manchego.

Invierno. Cerca del fuego.

Fuera llueve un agua fina,

que ora se trueca en neblina,

ora se torna aguanieve.

Fantástico labrador,

pienso en los campos.¡Señor

qué bien haces! Llueve, llueve

tu agua constante y menuda

sobre alcaceles y habares,

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tu agua muda,

en viñedos y olivares.

Te bendecirán conmigo

los sembradores del trigo;

los que viven de coger

la aceituna;

los que esperan la fortuna

de comer;

los que hogaño,

como antaño,

tienen toda su moneda

en la rueda,

traidora rueda del año.

¡Llueve, llueve; tu neblina

que se torne en aguanieve,

y otra vez en agua fina!

¡Llueve, Señor, llueve, llueve!

En mi estancia, iluminada

por esta luz invernal

la tarde gris tamizada

por la lluvia y el cristal,

sueño y medito.

Clarea

el reloj arrinconado,

y su tic-tic, olvidado

por repetido, golpea.

Tic-tic, tic-tic... Ya te he oído.

Tic-tic, tic-tic... Siempre igual,

monótono y aburrido.

Tic-tic, tic-tic, el latido

de un corazón de metal.

En estos pueblos, ¿se escucha

el latir del tiempo? No.

En estos pueblos se lucha

sin tregua con el reló,

con esa monotonía

que mide un tiempo vacío.

Pero ¿tu hora es la mía?

¿Tu tiempo, reloj, el mío?

(Tic-tic, tic-tic...) Era un día

(Tic-tic, tic-tic) que pasó,

y lo que yo más quería

la muerte se lo llevó.

Lejos suena un clamoreo

de campanas...

Arrecia el repiqueteo

de la lluvia en las ventanas.

Fantástico labrador,

vuelvo a mis campos. ¡Señor,

cuánto te bendecirán

los sembradores del pan!

Señor, ¿no es tu lluvia ley,

en los campos que ara el buey,

y en los palacios del rey?

¡Oh, agua buena, deja vida

en tu huida!

¡Oh, tú, que vas gota a gota,

fuente a fuente y río a río,

como este tiempo de hastío

corriendo a la mar remota,

en cuanto quiere nacer,

cuanto espera

florecer

al sol de la primavera,

sé piadosa,

que mañana

serás espiga temprana,

prado verde, carne rosa,

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y más: razón y locura

y amargura

de querer y no poder

creer, creer y creer!

Anochece;

el hilo de la bombilla

se enrojece,

luego brilla,

resplandece

poco más que una cerilla.

Dios sabe dónde andarán

mis gafas... entre librotes

revistas y papelotes,

¿quién las encuentra?... Aquí están.

Libros nuevos. Abro uno

de Unamuno.

¡Oh, el dilecto,

predilecto

de esta España que se agita,

porque nace o resucita!

Siempre te ha sido, ¡oh Rector

de Salamanca!, leal

este humilde profesor

de un instituto rural.

Esa tu filosofía

que llamas diletantesca,

voltaria y funambulesca,

gran don Miguel, es la mía.

Agua del buen manantial,

siempre viva,

fugitiva;

poesía, cosa cordial.

¿Constructora?

¿No hay cimiento

ni en el alma ni en el viento?

Bogadora,

marinera,

hacia la mar sin ribera.

Enrique Bergson: Los datos

inmediatos

de la conciencia. ¿Esto es

otro embeleco francés?

Este Bergson es un tuno;

¿verdad, maestro Unamuno?

Bergson no da como aquel

Immanuel

el volatín inmortal;

este endiablado judío

ha hallado el libre albedrío

dentro de su mechinal.

No está mal;

cada sabio, su problema,

y cada loco, su tema.

Algo importa

que en la vida mala y corta

que llevamos

libres o siervos seamos:

mas, si vamos

a la mar,

lo mismo nos ha de dar.

¡Oh, estos pueblos! Reflexiones,

lecturas y acotaciones

pronto dan en lo que son:

bostezos de Salomón.

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¿Todo es

soledad de soledades.

vanidad de vanidades,

que dijo el Eciesiastés?

Mi paraguas, mi sombrero,

mi gabán...El aguacero

amaina...Vámonos, pues.

Es de noche. Se platica

al fondo de una botica.

Yo no sé,

don José,

cómo son los liberales

tan perros, tan inmorales.

¡Oh, tranquilícese usté!

Pasados los carnavales,

vendrán los conservadores,

buenos administradores

de su casa.

Todo llega y todo pasa.

Nada eterno:

ni gobierno

que perdure,

ni mal que cien años dure.

Tras estos tiempos vendrán

otros tiempos y otros y otros,

y lo mismo que nosotros

otros se jorobarán.

Así es la vida, don Juan.

Es verdad, así es la vida.

La cebada está crecida.

Con estas lluvias...

Y van

las habas que es un primor.

Cierto; para marzo, en flor.

Pero la escarcha, los hielos...

Y, además, los olivares

están pidiendo a los cielos

aguas a torrentes.

A mares.

¡Las fatigas, los sudores

que pasan los labradores!

En otro tiempo...

Llovía

también cuando Dios quería.

Hasta mañana, señores.

Tic-tic, tic-tic... Ya pasó

un día como otro día,

dice la monotonía

del reloj.

Sobre mi mesa Los datos

de la conciencia, inmediatos.

No está mal

este yo fundamental,

contingente y libre, a ratos,

creativo, original;

este yo que vive y siente

dentro la carne mortal

¡ay! por saltar impaciente

las bardas de su corral.

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Lee atentamente el poema y contesta por escrito a las siguientes cuestiones:

1. En el poema el autor cita a tres filósofos (Unamuno, Bergson y Kant). a) Busca información sobre su pensamiento en relación al tiempo. b) ¿Qué vinculación tuvo Antonio Machado con cada uno de ellos?

2. ¿Qué fue la Institución Libre de Enseñanza? ¿Qué es el krausismo?

3. Compara la vida rural de hace un siglo, descrita por Machado en el poema,

con las impresiones que te causó nuestra visita a Valdegeña, el pueblo de Avelino Hernández. (Extensión mínima: 600 palabras)

4. Selecciona una fotografía de tu viaje a Soria que para ti refleje el paso del tiempo. Justifica tu elección.

Fecha de entrega: jueves 28 de marzo. Importante: contará para la nota de la 3ª

evaluación.

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23. Tierras de Soria 2.0, 2013

Durante el viaje a Soria deberéis realizar diferentes actividades relacionadas con las

nuevas tecnologías:

1. El viaje día a día

Al llegar al albergue, el equipo de redactores del día realizará un resumen de los

hechos más relevantes de la jornada con el fin de realizar una entrada diaria en el

blog Tierras de Soria (http://tierrasdesoria.blogspot.com). Así las familias y los

amigos podrán seguir vuestro viaje puntualmente.

Lunes 18 Eric Lloret, Júlia Urpí, Motse Sellarés Martes 19 Federic Contreras, Clàudia Marín, Clàudia Pérez Miércoles 20 Alejandro Pastor, Andrea Mellado, Roger Pérez Jueves 21 Eduard Mas, Laura Salat, Enric Herráiz

2. El diccionario del viaje

Una vez corregidas, debéis incoprporar las cinco palabras que habéis aprendido en

tierras sorianas en un documento tipo Excel en Google Docs, detallando en cada

entrada la definición, la fuente, la cita y añadiendo una frase inventada donde

aparezca la palabra. Para poder acceder y trabajar en Google Docs necesitáis

disponer de una cuenta de Gmail activa. Una vez finalizado, el glosario del viaje se

colgará en una tabla, y se incorporará en el blog Tierras de Soria.

3. El diario del viaje

Una vez corregido por la profesora, debéis incorporar vuestro “Diario de viaje”, en

el blog “Tierras de Soria”, bajo la etiqueta Soria en la memoria.

4. Álbum de fotos

En diversas actividades del viaje (El romànic de Sòria, Fotografiar Machado, Estudi

del bosc de ribera i de l’ecosistema del Riu Lobos) deberéis realizar reportajes

fotográficos. Y seguro que también vosotros querréis inmotalizar otros momentos y

lugares que os han gustado especialmente.

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Una selección de todas estas fotografías las podéis recoger y compartir en álbumes,

gracias a la aplicación de Google Picasa. Los álbumes se publicaran en el blog

Tierras de Soria bajo la etiqueta Nos ha quedado en la retina.

Equipo de Fotografía para el reportaje del viaje

Mireia Martí, Núria Pérez, Laia Viñas, Anna Canals

5. Concurso de twits

Las redes sociales pueden ser también una herramienta educativa para

comunicarnos, compartir y trabajar. Para potenciar este uso educativo de las redes

sociales, pondremos en marcha un concurso de twits sobre cualquiera de las

actividades realizadas durante el viaje (podéis escribirlos tanto en catalán como en

castellano).

Bases del Concurso de twits “Tierras de Soria”

Del 25 de febrero al 10 de marzo: Fase de presentación (período previo para

familiarizarse con twitter)

• Creación del perfil

• Hacerse seguidor (follower) de @TierrasdeSoria i @BiblioEugeni

• Cada alumno debe ser un único usuario de twitter

• El perfil ha de ser visible para poder interactuar con otros usuarios.

Del 18 de marzo al 2 de abril: Fase de concurso

• Los twits deberán llevar la etiqueta (hashtag) #TdSoria (es necesaria para

seguir y contabilizar todos los twits publicados).

• El contenido del twit ha de estar relacionado con el viaje cultural a Soria.

• Se valorará la originalidad, la creatividad, el contenido útil (enlaces, fotos,

vínculos, chekings).

• Los twits se publicarán cada día en roller del blog:

http://tierrasdesoria.blogspot.com/

Premios

Se otorgarán tres premios. Fecha de entrega: 23 de abril, festa de Sant Jordi.

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24. Els que viatgem

Aquesta guia didáctica per al descobriment de les terres de Sòria ha estat elaborada per un

equip de professors de l’Institut Eugeni d’Ors, de Vilafranca del Penedès: Olga Martínez

(Literatura), Jesús Gómez y Caterina Farreres (Filosofia), Teresa Coll i Assun Savall

(Botànica), Jordi Vidal (Història, Geografia i Art) i Conchi Hito (Noves Tecnologies).

Volem agraïr les valuoses suggerències i aportacions d’Eduard Barrobés, Isabel Boada,

Montserrat García, Jean Paul Gonzales, Ricardo Hernández, Teresa Ordinas Paco Robles,

César Sanz i Pepe Sanz.

1. Nicolàs Aselman 2. Aina Almirall 3. Víctor Baldomà 4. Marga Caballero 5. Enric Ametller 6. Mar Batlle 7. Frederic Contreras 8. Cristina Bocchetto 9. Carolina Blàzquez 10. Elia Delgado 11. Pau Carbonell 12. Emmanuel Boateng 13. Oscar Feced 14. Pablo Casado 15. Anna Canals 16. Alba Gatell 17. Anna Deas 18. Pol Celis 19. Lídia Gómez 20. Manel Escoda 21. Jùlia De Diego 22. Enric Herraiz 23. Oriol Florentín 24. Laura Esteban 25. Mireia Mañosa 26. Marina Gargallo 27. Glòria Felgueras 28. Bryam Marin 29. Carles Gómez 30. Marta Llobet 31. Mireia Martí 32. Amadeu Gonga 33. Judith Mañé 34. Lídia Martin 35. Anna Guim 36. Montse Martínez 37. Eduard Mas 38. Verònica Insensé 39. Andrea Mellado 40. Tània Paliakova 41. Eric Lloret   

42. Glòria Mitjans 43. Alejandro Pastor 44. Elia Lucas 45. Félix Pallerola 46. Roger Perez 47. Claudia Marín 48. Clàudia Pérez 49. Núria Perez 50. Miguel Mellado 51. Judith Piñol 52. Alba Perez 53. Jùlia Oliver 54. Tània Ramos 55. Meritxell Raventós 56. Bernat Parellada 57. Laura Salat 58. Ares Robles 59. Josep Piñol 60. Montse Sellarés 61. Sílvia Romero 62. Adrià Roig 63. Marina Solé 64. Marc Sadurní 65. Unai Sánchez 66. Victòria Tarrada 67. Gemma Sala 68. Marina Trinidad 69. Anna Tomàs 70. Daniel Torreño 71. Júlia Urpí - 72. Regina Valls 73. Roger Tutusaus 74. Laia Viñas 75. Gabriel Vivó I els professors: Eduard Barrobés Caterina Farreres Olga Martínez Angels Méndez