Dossier: Los nuevos extremeños

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06 Viven en Extremadura, pero no nacieron en Extremadura. Unos se instalaron hace treinta años, otros uno. Casi todos llegaron para quedarse; o, posteriormen- te, han decidido quedarse. Unos vinieron por amor, otros por tra- bajo, incluso algunos por placer o curiosidad. Sus declaraciones a “Imagen de Extremadura” ofre- cen un sinfín de lemas de interés: “Soy extranjera, pero no foraste- ra” o “Soy un extremeño más”, sin duda, buenos lemas para la Extremadura del presente, “abier- ta y acogedora”, como también señaló alguno de los entrevista- dos. Que fueron muchos más de los que aquí aparecen; que serán muchos más, por supuesto. Quie- nes finalmente nos acompañan en estas páginas lo hacen, en cierta medida, representando a muchos otros además de a sí mismos. Es- tas fotografías individuales son en realidad parte de un gran puzzle, de una foto colectiva que también podría entenderse, evidentemen- te, como otra excelente marca más de Extremadura. dossier Pop Ramsamy nació en Isla Mauricio y vive desde el año 2000 en Bada- joz, ciudad donde se instaló gracias a su matrimonio con una pacense, a la que había conocido en París en 1993 y con la que contrajo matrimo- nio en 1995. Gestor del conocimiento, fue responsable de software libre en FUNDECYT (Fundación para el Desarrollo de la Ciencia y Tecnología) y actualmente lo es del Observatorio en CENATIC (Centro Nacional de Referencia de Aplicación de las Tecnologías de la Información y la Co- municación). Muy cordial y expansivo, nunca se ha sentido un extranjero en Extremadura, sino “un extremeño más”. Llegó a nuestra región y ya tenía una familia extremeña: la de su mujer. Ahora, entre las muchas razones para quedarse, quizá la más importante sea su propia hija, otra extremeña más. POP RAMSAMY Fotos: Ricardo Peña, J. Armestar y S. Sauceda, Jesús Gutiérrez, Francis Villegas Agradecimiento al Consorcio de la Ciudad Monumental Histórico-Artística y Arqueológica de Mérida 06

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Viven en Extremadura, pero no nacieron en Extremadura. Unos se instalaron hace treinta años, otros uno. Casi todos llegaron para quedarse; o, posteriormente, han decidido quedarse. Unos vinieron por amor, otros por trabajo, incluso algunos por placer o curiosidad.

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06Viven en Extremadura, pero no nacieron en Extremadura. Unos se instalaron hace treinta años, otros uno. Casi todos llegaron para quedarse; o, posteriormen-te, han decidido quedarse. Unos vinieron por amor, otros por tra-bajo, incluso algunos por placer o curiosidad. Sus declaraciones a “Imagen de Extremadura” ofre-

cen un sinfín de lemas de interés: “Soy extranjera, pero no foraste-ra” o “Soy un extremeño más”, sin duda, buenos lemas para la Extremadura del presente, “abier-ta y acogedora”, como también señaló alguno de los entrevista-dos. Que fueron muchos más de los que aquí aparecen; que serán muchos más, por supuesto. Quie-

nes finalmente nos acompañan en estas páginas lo hacen, en cierta medida, representando a muchos otros además de a sí mismos. Es-tas fotografías individuales son en realidad parte de un gran puzzle, de una foto colectiva que también podría entenderse, evidentemen-te, como otra excelente marca más de Extremadura.

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Pop Ramsamy nació en Isla Mauricio y vive desde el año 2000 en Bada-

joz, ciudad donde se instaló gracias a su matrimonio con una pacense, a

la que había conocido en París en 1993 y con la que contrajo matrimo-

nio en 1995. Gestor del conocimiento, fue responsable de software libre

en FUNDECYT (Fundación para el Desarrollo de la Ciencia y Tecnología)

y actualmente lo es del Observatorio en CENATIC (Centro Nacional de

Referencia de Aplicación de las Tecnologías de la Información y la Co-

municación). Muy cordial y expansivo, nunca se ha sentido un extranjero

en Extremadura, sino “un extremeño más”. Llegó a nuestra región y ya

tenía una familia extremeña: la de su mujer. Ahora, entre las muchas

razones para quedarse, quizá la más importante sea su propia hija, otra

extremeña más.

POP RAMSAMyFotos: Ricardo Peña, J. Armestar y S. Sauceda, Jesús Gutiérrez, Francis VillegasAgradecimiento al Consorcio de la Ciudad Monumental Histórico-Artística y Arqueológica de Mérida

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Es ecuatoriano. Está casado con Ligia. Tienen una hija, Lizeth. Aunque

ambos eran ya padres de sendos hijos, también hoy en Cáceres, con

ellos. La familia de Ligia llegó antes a Extremadura e hizo de “avanzadilla”.

Néstor comenzó trabajando en una residencia geriátrica a las afueras

de la ciudad (fue hace ocho años) y hoy es propietario de tres camio-

nes (cabezas tractoras), uno de los cuales conduce él mismo. Vive en

el barrio de La Mejostilla, donde es muy querido, junto a otras parejas

como ellos: todavía jóvenes, trabajadores (da igual su nacionalidad, su

procedencia). Durante un año, Néstor extrañaba cada día a los que había

dejado en Ecuador: familia, amigos. Luego se acostumbró. Le gusta Cá-

ceres, como a Ligia: “Es una ciudad tranquila”, aseguran. Pueden dejar

que sus hijos hagan vida en la calle.

NéSTOR MOgOLLóNNadine Schaaf es periodista y responsable de Comunicación de la Fun-

dación Ciudadanía, con sede en Mérida. Vive desde hace dos años en

Extremadura, a la que llegó “por amor”, pues se casó con un extremeño.

A pesar de que es alemana, vivía en Francia, y le costó integrarse “por el

horario o el ruido excesivo en algunos lugares públicos”, aunque ense-

guida conoció las ventajas: “el paisaje, la naturaleza, la tranquilidad…”.

“No sé si nos quedaremos a vivir para siempre en Extremadura, si será

nuestro destino final, pero ahora nos gusta vivir aquí.”

NADINE SChAAF

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Russell York, antes de dirigir en nuestra región la compañía de tea-

tro Saltarrana, estudió en Gales biología marina y botánica, vivió en

Japón y realizó algunas expediciones científicas en Nueva Zelanda

y Noruega. Desde hace quince años reside en Extremadura. Llegó

acompañando a su mujer, médico del hospital Infanta Cristina de

Badajoz. Como casi todos los entrevistados reconoce que es “muy

feliz” en Extremadura, que ésta ofrece gran calidad de vida (“aire,

campo, colores…”) pero que necesita, por otra parte, mejorar sus

infraestructuras para las comunicaciones con el “exterior”. La ya

completa Autovía Ruta de la Plata es buena prueba de ello. Y a ésta

han de sumarse Ave, aeropuerto internacional de Cáceres, nuevas

autovías (algunas de ellas ya en construcción)… Con un rotundo

“Mi tumba está aquí” ratifica sus ganas de quedarse a vivir en Extre-

madura para siempre.

RUSSELL yORkCristina Houghton ríe, encantadora, cuando habla de su vida

presente y pasada. Llegó a Extremadura, dice también entre

risas, “en tiempos de Franco, fíjate”. El padre de sus hijos era

extremeño. Por eso llegó a Villanueva de la Serena, donde dirige

una academia de inglés. Tardó en integrarse (“Yo no sabía ni qué

era un brasero, y que aquello podía meterse debajo de la mesa”)

pero ya ha decidido que se quedará a vivir siempre en España.

De Extremadura ama “el clima, la comida, la alegría de la gente

y su capacidad para improvisar”. Admira esa forma de tomar de-

cisiones “sobre la marcha”. No se considera forastera, es decir,

extraña, ajena, y así lo declara siempre ante sus alumnos: “Yo

soy extranjera, pero no forastera”.

CRISTINA hOUghTON

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Luigi Giuliani vive en Cáceres desde el año 2000. Nació en Roma, está

divorciado y tiene tres hijos. A este profesor de Teoría literaria y Litera-

tura comparada en la Universidad de Extremadura no le costó mucho

integrarse en la vida de la región: “tranquila y barata”, según él. Funda-

dor y director durante las primeras temporadas del Festival Irish Flead

de música irlandesa, su permanencia en la comunidad dependerá, sobre

todo, de la evolución de la Universidad extremeña, que, en su opinión,

necesita abrirse más al resto de la sociedad.

LUIgI gIULIANIClaudia Toma era ya enfermera en su país, Rumanía. Y hoy, después de

algún tiempo de ocuparse en diferentes tareas, sobre todo “cuidar niños

y personas mayores”, vuelve a ser enfermera. En Herrera del Duque; en

los centros de salud de la comarca, donde vivía su hermano antes de que

ella llegara a Extremadura. “No pensé que me fuera a integrar tan bien”,

comenta, “pero con la ayuda de mis nuevos amigos…” Aunque al vivir

en una localidad pequeña, echa en falta más cines, exposiciones, teatros,

está satisfecha con su trabajo y con el ambiente donde vive. “Además,

cuando voy a Madrid para pasar unos días, enseguida estoy deseando

volver al pueblo. No me gustan las ciudades demasiado grandes.”

CLAUDIA TOMA

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Irit Michaeli es propietaria del restaurante de “cocinas del mundo” Casa

Mijhaeli, que se encuentra en el entorno de la bonita plaza cacereña de

la Concepción. Casada con un placentino, al que conoció en Tenerife

después de viajar por todo el planeta, lleva cinco años viviendo en Cáce-

res y es madre de dos hijos. Está “encantada ” de vivir en su nueva ciu-

dad, asegura, que será su ciudad por muchísimo tiempo. Como mucho,

si la situación en Israel cambiara se animarían a montar un Casa Mijhaeli

2. “Para poder ir y venir.”

IRIT MIChAELI Vive en Almoharín. Es holandés. Lleva un año viviendo en Ex-

tremadura. Con su mujer y sus hijas de siete y nueve años. En

su país, su mujer diseñaba páginas web (todavía lo hace desde

aquí) y él tocaba la guitarra eléctrica (ahora es propietario de

una agencia inmobiliaria, cuyos clientes son, sobre todo, extran-

jeros). Antes de instalarse en Extremadura, donde quiere vivir

“para siempre”, lo hicieron en Andalucía. “Pero Extremadura nos

parece más auténtica. Y su naturaleza es más pura.”

JASPER BOERMA

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Tiene la nacionalidad alemana pero es argentino. O pacense ya. Perfec-

tamente integrado (llegó como jugador de rugby y unas horas después

ya tenía “un montón de nuevos amigos”), es propietario del conocido

Asador Patagonia. “Yo vivía en Junín, en la provincia de Buenos Aires,

una ciudad del mismo tamaño, más o menos, que Badajoz, así que no

me costó nada comenzar a vivir aquí.” Su novia es extremeña, y sus pla-

nes de futuro están dibujados con colores también extremeños. “Ya es-

toy totalmente instalado”, dice. Porque ha decidido quedarse a vivir para

siempre en Extremadura.

gUILLERMO VAMBRIE SOLANA STOCkBrasileña, con menos de treinta años aún, casada con un pacen-

se. Trabaja en producción cultural (Festival de Teatro de Mérida,

exposiciones itinerantes de Marca Extremadura, etcétera). “Me

adapté fácilmente a la vida en Badajoz. Los extremeños son pa-

recidos a los brasileños: simpáticos, abiertos, acogedores. Viví en

Río, y allí, aunque la violencia es menor de lo que suele decirse,

existen los problemas de las grandes ciudades: prefiero las ciuda-

des pequeñas. Badajoz, además, está cerca de todo, de Lisboa,

de Madrid, tiene buen ambiente y te puedes mover fácilmente

por ella. Por otra parte, en términos culturales Extremadura está

creciendo cada año, y eso es para mi trabajo una ventaja: no todo

está hecho y he podido encontrar un hueco”.