Dossier Ala Alentar a Nuestros Hijos Por Lic Maritchu Seitun Para Ala

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A NUESTROS HIJOS ALENTAR Por Lic. Maritchu Seitún

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guia de como alentar a los hijos de forma sana

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  • A NUESTROS HIJOSALENTAR

    Por Lic. Maritchu Seitn

  • Prlogo

    En Ala, estamos involucrados en aportar constructivamente al crecimiento pleno de los chicos. Por eso, tomamos la llegada de la mxima competicin del ftbol mundial como una oportunidad para reexionar sobre esta pasin tan grande e incondicional para los argentinos, que se compara muchas veces - al amor de una madre por sus hijos. Porque en denitiva, las mams son la primera hinchada que tiene cualquier deportista: ellas son las que se organizan todas las semanas para acompaarlos a la clase o llevarlos al entrenamiento, y estn ah para dar esas palabras que reconfortan o lo motivan a seguir dando todo. Este apoyo materno, lo vemos no slo en el deporte sino en cualquier actividad que emprenden los chicos constituyendo el motor esencial para el desarrollo de la conanza y autoestima durante la infancia.

    La licenciada Maritchu Seitn, colabor con nosotros en la elaboracin del siguiente dossier que explora la importancia del aliento de las madres en el desarrollo emocional y madurativo de los nios. Porque ni siquiera el grito de gol ms ferviente se asemeja con la fuerza que transmite una mam que ve a sus hijos crecer sanos y felices. Por eso, en Ala, somos el sponsor ocial de todo lo que aprendemos cuando estamos creciendo.

  • su hijo, pero ese aliento desalienta, desina la autoestima del chico en lugar de elevarla porque l se da cuenta de que para pap o mam lo que hace no es suciente, que a sus padres no les alcanza y estn desilusionados con su desempeo actual.

    QU FACTORES PUEDEN INTERFERIR PARA QUE EL ALIENTO NO LOGRE SU OBJETIVO?

    En primer lugar el mensaje puede estar teido de nuestras expectativas errneas y ser exagerado, imposible, equivocado, incluso apresurado. Es lo que ocurre por ejemplo cuando no nos tomamos el tiempo de disfrutar un logro y ya estamos pidiendo ms: Te animaste a hamacarte, ahora quiero que lo hagas fuerte o solo. O lo que decimos puede no ser verdad (jugaste muy bien, cuando en realidad no fue as) y eso puede llevarlos a no creer lo que les decimos y perder enton-ces el valioso recurso de nuestro aliento; o a creerlo y frustrarse ms adelante cuando no se conrma en el mundo externo lo que dijeron mam o pap.

    O quizs no los alentemos lo suciente (por nuestra falta de conanza en ellos) para que no sufran si fracasan, para que no se encuentren con su propio lmite, sin darnos cuenta de que es tan pernicioso para los chicos alentarlos demasiado como dema-siado poco. Cmo van a tenerse fe y conanza si nosotros (sus padres) no la mostramos? Ellos van internalizando esa mirada conada y esperanzada y con el tiempo pasa a ser propia: cuando crecemos nosotros, nos damos aliento a nosotros mismos. De todos modos qu lindo es! cuando nuestra mam nos llama y nos felicita por algo que hicimos, o nos va a ver cantar en el coro o nos seala lo bien que maneja-mos una situacin con uno de nuestros hijos El aliento de mam nos encanta hasta su ltimo aliento!

    Otras veces la forma (las palabras, el tono, los gestos) en que los alentamos no resulta adecuada. Los progenitores, especialmente las madres, estn en el mejor lugar para alentar a sus hijos, pero tambin para desalentarlos, es tan grande el bien como el dao que pueden hacer con sus gestos y palabras: cmo me ayudaste al poner la mesa es recibido muy distinto a pusiste mal los cubiertos, el tenedor va a la izquierda

    y el cuchillo a la derecha, lo mismo pasa entre qu garra le pusiste al partido y perdiste dos oportuni-dades claras de hacer un gol; o entre te vestiste sola! y tens mal prendido el saco, ven que te lo arreglo.

    En los primeros ejemplos queda claro el deslum-bramiento de mam por alguna conducta de su hijo, ella confa en que su estmulo, unido al tiempo y la maduracin, le van a permitir al nio ir mejorando su

    desempeo, por lo que se limita a poner el nfasis en lo que estuvo bien. En cambio en los segundos la madre (con menos conanza en s misma y en su habilidad para educar, o en su hijo y su capacidad de progresar) quiere ayudarlo poniendo nfasis en sus errores y lo desalienta.

    Podemos tambin quedar atrapados en los viejos patrones de lo que nosotros recibimos en la infancia, y repetir las tcnicas de no tan buen aliento con que

    nuestros padres nos impulsaban a mejorar. Cuesta cambiarlas, los adultos repetimos para no recordar (digo en el libro Criar hijos conados, motivados y seguros) haciendo lo mismo que hicieron con nosotros, porque apenas empezamos a hacer algo diferente nos conectaremos irremediablemente con el dolor que nos produca en la infancia la respuesta de nuestros padres y, seguimos haciendo lo mismo para no sufrir. Qu bueno saberlo y aprovechar la expe-riencia para curar nuestra infancia ofreciendo algo

    distinto a nuestros hijos! As, dejaremos de lado viejas tcnicas que probaron ser ecaces para bajar la autoestima y no para mejorar el desempeo como: la burla y la irona, el enojo, resaltar el error, la desilusin, las comparaciones, etctera.

    Y CMO ES EL ALIENTO QUE FUNCIONA,EL BUEN ALIENTO?

    En primer lugar es veraz, dice la verdad acerca de lo que ve, resalta lo que el hijo realmente hizo bien. Sea cual sea el resultado siempre podemos encontrar algo para destacar: el empeo, la voluntad, la pacien-cia, el humor, el entusiasmo, el coraje... Cuando propone algo, est dentro de las reales posibili-dades de ese hijo.

    GESTOS Y PALABRAS DICEN LO MISMO: es intil que lo felicite si mi cuerpo muestra mi desilusin. Quizs sea preferible no decir nada hasta que poda-mos recuperarnos del dolor o del enojo que nos provoc su desempeo, hasta que podamos resaltar el intento, el coraje, el esfuerzo, el entusiasmo, a veces destacaremos algo muy chiquito, que haya estado atento unos instantes, otras temas ms com-plejos, como que se haya animado a entrar en la cancha, o a jugar en una posicin nueva en la que no se siente seguro.

    Invita al hijo a desplegar su persona entera, no slo los aspectos que agradan a mam y pap, porque lo acepta como es, por lo que el hijo no necesita esconder aspectos de su persona que siente que van a ser mal recibidas: cmo cuesta perder!, vos le pusiste mucha garra al partido, ests enojado con tu hermanita que te desarm tu construccin, est muy bien que te deendas pero en casa resolvemos los problemas hablando y no con empujones

    Pone el nfasis en conductas y no rasgos de personalidad, no confundamos la persona de nues-tro hijo con sus acciones: es distinto decir sos un genio! que comentar pates con mucha fuerza y seguridad. En el primer caso, estoy caratulando a mi hijo de genio; en el segundo, hablo de sus acciones geniales, no de su persona genial. Tanto para alentar como para retar es importante ocuparnos de sus conductas, podemos darnos cuenta cuando lo hacemos porque usamos verbos (acciones): corrs muy rpido, ordens muy bien, escuchs con atencin, qu lindo te queda ese peinado; cuando en cambio confundimos su persona con sus actos usamos adjetivos (unidos a los verbos ser y estar): sos muy rpido, sos muy ordenado ,sos muy

    obediente o qu linda ests!. A veces es difcil para ellos sostener la expectativa de ser ordenado o estar linda, en cambio los fortalece y disfrutan la frase alentadora cmo me ayuda que ordenes a la par ma!

    Un excelente recurso es la tcnica del andamiaje. John Gottman en su libro Los mejores padres (Javier Vergara Editor, 1997) la propone para la vida diaria y la crianza: implica resaltar primero algo que nuestro

    hijo hizo bien, de modo que se sienta fuerte y seguro con nuestras palabras de reconocimiento y aliento (como parado sobre un andamio) para luego hacerle una pequea recomendacin o correc-cin que va a poder escuchar y aprovechar justa-mente porque los padres nos ocupamos antes de ponerlo sobre ese andamio virtual. Los padres sole-mos hacer exactamente lo contrario, resaltando lo que hizo mal, el chico entonces se enoja y no quiere escucharnos, aunque sea verdad lo que decimos,

    porque hacemos el comentario en mal momento (por ejemplo no estar atento y perder un pase y una opor-tunidad de gol en un momento del partido) y desperdi-ciamos la oportunidad de alentarlos al espantarlos con nuestra leccin de vida.

    POR QU ES TAN IMPORTANTE EL BUEN ALIENTO (DE LAS FIGURAS SIGNIFICATIVAS)

    PARA EL NIO?

    Los chicos aman a sus padres, se sienten queridos por ellos y confan (tras muchas experiencias compar-tidas) que lo que sus padres dicen de ellos es tal como lo dicen, que sus padres saben. Los padres somos el espejo en el que nuestros hijos se ven ree-jados, especialmente en la infancia. Es un espejo activo (hablamos, hacemos gestos) que nos pone en el mejor lugar para ofrecerles nuestro aliento.

    Adems los nios no tienen suciente fortaleza interna y conanza en s mismos por lo que buscan brillar y destacarse para lograrlo, y tienden a hacer las cosas que les salen bien y a no intentar las que les cuestan. Su objetivo es impactar, deslumbrar a mam o a pap o a ellos mismos, y a medida que lo logran van ganando conanza en algunos aspectos de su vida pero abandonan otros diciendo: no me interesa, no me gusta o no quiero. Les cuesta reconocer (por esa falta de fortaleza interna) que quizs s les gustara o les interesara algn tema pero ni lo intentan porque temen fracasar y sienten que su autoestima se ira a pique en ese intento. Los padres juegan un papel fundamental en el proceso de que ellos se animen a ms, y a tener intereses y activi-dades ms variados que lo que haran espontnea-mente y sin nuestro sostn y estmulo. Ofrezcamos aliento entonces no slo en las zonas fuertes sino tambin en las reas ojas de nuestros hijos porque hasta que no las hagan relativamente bien ellos mismos no van a poder saber si les gustan o no. Y con esto me reero a acompaarlos a desarro-llarse en todos los aspectos de su vida: afectos, vida social, deporte, aprendizaje formal, aprendi-zaje artstico, etc.

    Cuando en cambio nos enamoramos y alentamos slo las zonas de fortalezas tendremos chicos que despliegan chupones de rosal: muy hbiles en un par de temas a los que le dedican toda su fuerza y

    energa y muy dbiles en muchos otros. Hasta los nueve o diez aos estamos a tiempo de cambiar esa imagen de s mismos que ellos armaron porque no toleraban el dolor del fracaso, de no saber, de ser peor que otro. Quizs Juancito (que dice desde los tres aos que no el gusta el ftbol porque su primo de la misma edad juega visiblemente mejor que l) no se convierta en un eximio goleador, pero con nuestro aliento y jugando con nosotros en un mbito prote-gido puede convertirse en un juga dor aceptable y

    disfrutar mucho ms los recreos y los cumpleaos de varones en la infancia.

    Entusiasmo, compromiso, inters, presencia, estmulo, sostn, sumados al trato clido y afectuoso denen el buen aliento que fortalece los recursos de los chicos para desplegar su mximo, animarse a volver a inten-tar ante los fracasos y las frustraciones, seguir esfor-zndose sin rendirse.Cuando el nio internaliza esa conanza del adulto en

    su persona y en sus habilidades, con el tiempo va a poder alentarse a s mismo, sin tanta necesidad que de afuera le digan, qu buen gol, o qu alto trepaste o cuntos detalles tiene tu dibujo.

    Los adultos podemos ayudar tambin rompiendo un desafo complicado en partes pequeas (concepto de Stanley Greenspan en Building Healthy Minds, Perseus, 1999): los invitamos a intentar algo posible para ellos (como sentarse primero a mirar a sus

    amigos jugar, o patear penales a solas con pap, o probar la bici sin rueditas con mam corriendo al lado y sosteniendo la bici). Paso a paso, sostenemos su esfuerzo y los alentamos para que, de a poco, partici-pen de un partido, se animen a armar un rompeca-bezas, pedaleen en la bici sin rueditas, escriban su nombre

    Nuestra sociedad favorece por dems los resulta-dos y esto desalienta. Pareciera que no alcanza con

    transpirar la camiseta, jugar en equipo y correr la pelota. Si no hacemos goles, si no ganamos el partido, parece que no sirve. Y no slo en los deportes, lo mismo pasa en innidad de temas, vemoslo en el dictado o en la prueba de matemtica: no se trata de esforzarse para aprenderlo o estudiarlo para saber, sin darnos cuenta le hacemos sentir que lo nico que importa es la nota que se sac.

    Alentemos el esfuerzo independientemente del resultado, el coraje de intentar, las ganas de volver a hacerlo. Que se animen a empezar la carrera de resistencia aunque no les alcance el aire para terminarla, que se anoten para una audicin de teatro, corriendo el riesgo que no los elijan. Expliquemos a nuestros hijos que el que no lo intenta fracas igual, ni siquiera se dio la oportunidad y se reprueba a s mismo. Si un chico se anima a intentarlo y logra su objetivo se cumple con creces lo que buscaba, pero an el que intenta y fracasa se fortalece y aprende mucho en ese intento. Las madres estn en un lugar privilegiado para ofrecer su mano, su aliento, su conanza a ese hijo que duda de su capacidad, que teme no lograr, o que no se anima a jugarse entero por miedo al fracaso. De la mano de mam es ms sencillo hacer aquello que nos pide Almafuerte en su poesa

    No te des por vencido ni aun vencidoSi te postran diez veces te levantas,

    otras diez, otras cien, otras quinientas, no han de ser tus cadas tan violentas

    ni tampoco, por ley, han deser tantas

    Todo esto se relaciona con el lugar que ocupamos para nuestros hijos: los chicos nos necesitan, nuestra palabra tiene mucho peso, no quieren desilusionar-nos y podemos dejarnos tentar por la facilidad con que inuimos en ellos, por eso debemos ser conscientes de que es nuestra responsabilidad no abusar de ese lugar privilegiado (logrando que nuestros hijos hagan o sean como nosotros quere-mos) sino aprovecharlo para acompaarlos y alen-tarlos en el despliegue de sus verdaderos intereses y capacidades.

    UNA SUGERENCIA FINAL: Hagamos nuestro mejor intento para que nuestros hijos hagan las cosas por y

    para ellos mismos y no para nosotros. Para eso es indispensable que los adultos seamos fuertes y toleremos, no nos desilusionemos, no nos frustremos, no los necesitemos para sentirnos valiosos o exito-sos. Es mucho peso para un hijo cargar con la autoes-tima, la desilusin o la ofensa de sus padres porque no cumple con sus expectativas. Trabajemos nuestra autoestima, despidamos al hijo deseado y alentemos a nuestro hijo real, quien, con su personal manera de crecer y desarrollarse, seguramente tenga mucho que ensearnos.

    PUNTEO DE RECOMENDACIONES

    Alentar temas concretos y especcos (no generales).

    Hacerlo de a un tema por vez.

    Con frases cortas y con palabras sencillas.

    Escuchar y aprovechar sus pedidos de mir, mam, son las mejores oportunidades para alentar.

    No hacer fuerza ni apurar: Conar en el tiempo y la maduracin.

    Alentar y hablar de conductas y no de personas.

    Alentar el esfuerzo (sin preocuparnos por el resultado).

    Alentar al desanimado.

    No abusar del aliento! (para no gastarlo).

    Aliento significa (aparte de su sentido ms literal relacionado con la respiracin) tanto inspiracin, estmulo que impulsa la creacin como tambin alivio, consuelo. Dos aspectos importantes y com-plementarios de este concepto . En ingls encourage, en francs encourager, refuerzan la idea de dar coraje al inspirar, animar o estimular.

    Si nos preguntaran si es bueno alentar a nuestros hijos, responderamos por supuesto! Es lo que hacemos desde que son chiquitos cuando nos deslumbramos ante su primer gorgorito, su primer pasito, cuando logran treparse a un rbol, se animan a tirarse del tobogn, al borde de la cancha cuando vamos a verlos jugar (en el primer sentido de la palabra), cuando llegan con una mala nota pese a haber estudiado, o cuando los abrazamos porque su amigo no quiso venir a jugar (en el segundo sentido). Los alentamos a seguir intentando, experimentando, a no rendirse, a dar su mximo, a vencer sus miedos (especialmente el miedo a equivocarse pero tambin otros), a probar algo nuevo, a no desanimarse.

    Quiero destacar y despertar el inters por el aspecto de alivio, consuelo al que est desalentado. Es sencillo seguir levantando el nimo o dar fuerzas al que acaba de destacarse en algo o al que vemos

    esforzndose, pero a veces nos cuesta alentar a aquel que le fue mal: no queremos ver sufrir nuestros hijos y en lugar de alentarlos podemos elegir distraer-los del tema (no importa que no venga, vamos al cine), buscar excusas que justiquen el fracaso (dormiste mal o es que nadie te pas la pelota), o enojarnos con nuestro hijo porque consideramos que el problema es suyo (cmo quers que tenga ganas de venir si vos siempre la mandones?o cmo pretends que te la pasen si no ests atento?).

    No todos nuestros intentos logran su objetivo. El aliento se presta tanto para un sano respaldo como para un persecutorio respirarles en la nuca. Cuando se trata de alentar a nuestros hijos es muy nita la frontera entre lo que hacemos por y para ellos o las veces en que se cuelan nuestras necesidades, ilusiones y deseos personales... Porque la idea es alentarlos para que puedan desplegar la mejor versin de s mismos y no de lo que nosotros queremos para ellos.

    Correee!, Busc la pelota!, No seas maricn!, son supuestas frases de aliento, fruto de la ilusin, del anhelo de un progenitor que quiere que su hijo se destaque o haga un gol. No siempre es un deseo egosta, lo hace por amor y realmente quiere eso para

  • ALENTAR A NUESTROS HIJOS 05

    A NUESTROS HIJOSALENTAR

    su hijo, pero ese aliento desalienta, desina la autoestima del chico en lugar de elevarla porque l se da cuenta de que para pap o mam lo que hace no es suciente, que a sus padres no les alcanza y estn desilusionados con su desempeo actual.

    QU FACTORES PUEDEN INTERFERIR PARA QUE EL ALIENTO NO LOGRE SU OBJETIVO?

    En primer lugar el mensaje puede estar teido de nuestras expectativas errneas y ser exagerado, imposible, equivocado, incluso apresurado. Es lo que ocurre por ejemplo cuando no nos tomamos el tiempo de disfrutar un logro y ya estamos pidiendo ms: Te animaste a hamacarte, ahora quiero que lo hagas fuerte o solo. O lo que decimos puede no ser verdad (jugaste muy bien, cuando en realidad no fue as) y eso puede llevarlos a no creer lo que les decimos y perder enton-ces el valioso recurso de nuestro aliento; o a creerlo y frustrarse ms adelante cuando no se conrma en el mundo externo lo que dijeron mam o pap.

    O quizs no los alentemos lo suciente (por nuestra falta de conanza en ellos) para que no sufran si fracasan, para que no se encuentren con su propio lmite, sin darnos cuenta de que es tan pernicioso para los chicos alentarlos demasiado como dema-siado poco. Cmo van a tenerse fe y conanza si nosotros (sus padres) no la mostramos? Ellos van internalizando esa mirada conada y esperanzada y con el tiempo pasa a ser propia: cuando crecemos nosotros, nos damos aliento a nosotros mismos. De todos modos qu lindo es! cuando nuestra mam nos llama y nos felicita por algo que hicimos, o nos va a ver cantar en el coro o nos seala lo bien que maneja-mos una situacin con uno de nuestros hijos El aliento de mam nos encanta hasta su ltimo aliento!

    Otras veces la forma (las palabras, el tono, los gestos) en que los alentamos no resulta adecuada. Los progenitores, especialmente las madres, estn en el mejor lugar para alentar a sus hijos, pero tambin para desalentarlos, es tan grande el bien como el dao que pueden hacer con sus gestos y palabras: cmo me ayudaste al poner la mesa es recibido muy distinto a pusiste mal los cubiertos, el tenedor va a la izquierda

    y el cuchillo a la derecha, lo mismo pasa entre qu garra le pusiste al partido y perdiste dos oportuni-dades claras de hacer un gol; o entre te vestiste sola! y tens mal prendido el saco, ven que te lo arreglo.

    En los primeros ejemplos queda claro el deslum-bramiento de mam por alguna conducta de su hijo, ella confa en que su estmulo, unido al tiempo y la maduracin, le van a permitir al nio ir mejorando su

    desempeo, por lo que se limita a poner el nfasis en lo que estuvo bien. En cambio en los segundos la madre (con menos conanza en s misma y en su habilidad para educar, o en su hijo y su capacidad de progresar) quiere ayudarlo poniendo nfasis en sus errores y lo desalienta.

    Podemos tambin quedar atrapados en los viejos patrones de lo que nosotros recibimos en la infancia, y repetir las tcnicas de no tan buen aliento con que

    nuestros padres nos impulsaban a mejorar. Cuesta cambiarlas, los adultos repetimos para no recordar (digo en el libro Criar hijos conados, motivados y seguros) haciendo lo mismo que hicieron con nosotros, porque apenas empezamos a hacer algo diferente nos conectaremos irremediablemente con el dolor que nos produca en la infancia la respuesta de nuestros padres y, seguimos haciendo lo mismo para no sufrir. Qu bueno saberlo y aprovechar la expe-riencia para curar nuestra infancia ofreciendo algo

    distinto a nuestros hijos! As, dejaremos de lado viejas tcnicas que probaron ser ecaces para bajar la autoestima y no para mejorar el desempeo como: la burla y la irona, el enojo, resaltar el error, la desilusin, las comparaciones, etctera.

    Y CMO ES EL ALIENTO QUE FUNCIONA,EL BUEN ALIENTO?

    En primer lugar es veraz, dice la verdad acerca de lo que ve, resalta lo que el hijo realmente hizo bien. Sea cual sea el resultado siempre podemos encontrar algo para destacar: el empeo, la voluntad, la pacien-cia, el humor, el entusiasmo, el coraje... Cuando propone algo, est dentro de las reales posibili-dades de ese hijo.

    GESTOS Y PALABRAS DICEN LO MISMO: es intil que lo felicite si mi cuerpo muestra mi desilusin. Quizs sea preferible no decir nada hasta que poda-mos recuperarnos del dolor o del enojo que nos provoc su desempeo, hasta que podamos resaltar el intento, el coraje, el esfuerzo, el entusiasmo, a veces destacaremos algo muy chiquito, que haya estado atento unos instantes, otras temas ms com-plejos, como que se haya animado a entrar en la cancha, o a jugar en una posicin nueva en la que no se siente seguro.

    Invita al hijo a desplegar su persona entera, no slo los aspectos que agradan a mam y pap, porque lo acepta como es, por lo que el hijo no necesita esconder aspectos de su persona que siente que van a ser mal recibidas: cmo cuesta perder!, vos le pusiste mucha garra al partido, ests enojado con tu hermanita que te desarm tu construccin, est muy bien que te deendas pero en casa resolvemos los problemas hablando y no con empujones

    Pone el nfasis en conductas y no rasgos de personalidad, no confundamos la persona de nues-tro hijo con sus acciones: es distinto decir sos un genio! que comentar pates con mucha fuerza y seguridad. En el primer caso, estoy caratulando a mi hijo de genio; en el segundo, hablo de sus acciones geniales, no de su persona genial. Tanto para alentar como para retar es importante ocuparnos de sus conductas, podemos darnos cuenta cuando lo hacemos porque usamos verbos (acciones): corrs muy rpido, ordens muy bien, escuchs con atencin, qu lindo te queda ese peinado; cuando en cambio confundimos su persona con sus actos usamos adjetivos (unidos a los verbos ser y estar): sos muy rpido, sos muy ordenado ,sos muy

    obediente o qu linda ests!. A veces es difcil para ellos sostener la expectativa de ser ordenado o estar linda, en cambio los fortalece y disfrutan la frase alentadora cmo me ayuda que ordenes a la par ma!

    Un excelente recurso es la tcnica del andamiaje. John Gottman en su libro Los mejores padres (Javier Vergara Editor, 1997) la propone para la vida diaria y la crianza: implica resaltar primero algo que nuestro

    hijo hizo bien, de modo que se sienta fuerte y seguro con nuestras palabras de reconocimiento y aliento (como parado sobre un andamio) para luego hacerle una pequea recomendacin o correc-cin que va a poder escuchar y aprovechar justa-mente porque los padres nos ocupamos antes de ponerlo sobre ese andamio virtual. Los padres sole-mos hacer exactamente lo contrario, resaltando lo que hizo mal, el chico entonces se enoja y no quiere escucharnos, aunque sea verdad lo que decimos,

    porque hacemos el comentario en mal momento (por ejemplo no estar atento y perder un pase y una opor-tunidad de gol en un momento del partido) y desperdi-ciamos la oportunidad de alentarlos al espantarlos con nuestra leccin de vida.

    POR QU ES TAN IMPORTANTE EL BUEN ALIENTO (DE LAS FIGURAS SIGNIFICATIVAS)

    PARA EL NIO?

    Los chicos aman a sus padres, se sienten queridos por ellos y confan (tras muchas experiencias compar-tidas) que lo que sus padres dicen de ellos es tal como lo dicen, que sus padres saben. Los padres somos el espejo en el que nuestros hijos se ven ree-jados, especialmente en la infancia. Es un espejo activo (hablamos, hacemos gestos) que nos pone en el mejor lugar para ofrecerles nuestro aliento.

    Adems los nios no tienen suciente fortaleza interna y conanza en s mismos por lo que buscan brillar y destacarse para lograrlo, y tienden a hacer las cosas que les salen bien y a no intentar las que les cuestan. Su objetivo es impactar, deslumbrar a mam o a pap o a ellos mismos, y a medida que lo logran van ganando conanza en algunos aspectos de su vida pero abandonan otros diciendo: no me interesa, no me gusta o no quiero. Les cuesta reconocer (por esa falta de fortaleza interna) que quizs s les gustara o les interesara algn tema pero ni lo intentan porque temen fracasar y sienten que su autoestima se ira a pique en ese intento. Los padres juegan un papel fundamental en el proceso de que ellos se animen a ms, y a tener intereses y activi-dades ms variados que lo que haran espontnea-mente y sin nuestro sostn y estmulo. Ofrezcamos aliento entonces no slo en las zonas fuertes sino tambin en las reas ojas de nuestros hijos porque hasta que no las hagan relativamente bien ellos mismos no van a poder saber si les gustan o no. Y con esto me reero a acompaarlos a desarro-llarse en todos los aspectos de su vida: afectos, vida social, deporte, aprendizaje formal, aprendi-zaje artstico, etc.

    Cuando en cambio nos enamoramos y alentamos slo las zonas de fortalezas tendremos chicos que despliegan chupones de rosal: muy hbiles en un par de temas a los que le dedican toda su fuerza y

    energa y muy dbiles en muchos otros. Hasta los nueve o diez aos estamos a tiempo de cambiar esa imagen de s mismos que ellos armaron porque no toleraban el dolor del fracaso, de no saber, de ser peor que otro. Quizs Juancito (que dice desde los tres aos que no el gusta el ftbol porque su primo de la misma edad juega visiblemente mejor que l) no se convierta en un eximio goleador, pero con nuestro aliento y jugando con nosotros en un mbito prote-gido puede convertirse en un juga dor aceptable y

    disfrutar mucho ms los recreos y los cumpleaos de varones en la infancia.

    Entusiasmo, compromiso, inters, presencia, estmulo, sostn, sumados al trato clido y afectuoso denen el buen aliento que fortalece los recursos de los chicos para desplegar su mximo, animarse a volver a inten-tar ante los fracasos y las frustraciones, seguir esfor-zndose sin rendirse.Cuando el nio internaliza esa conanza del adulto en

    su persona y en sus habilidades, con el tiempo va a poder alentarse a s mismo, sin tanta necesidad que de afuera le digan, qu buen gol, o qu alto trepaste o cuntos detalles tiene tu dibujo.

    Los adultos podemos ayudar tambin rompiendo un desafo complicado en partes pequeas (concepto de Stanley Greenspan en Building Healthy Minds, Perseus, 1999): los invitamos a intentar algo posible para ellos (como sentarse primero a mirar a sus

    amigos jugar, o patear penales a solas con pap, o probar la bici sin rueditas con mam corriendo al lado y sosteniendo la bici). Paso a paso, sostenemos su esfuerzo y los alentamos para que, de a poco, partici-pen de un partido, se animen a armar un rompeca-bezas, pedaleen en la bici sin rueditas, escriban su nombre

    Nuestra sociedad favorece por dems los resulta-dos y esto desalienta. Pareciera que no alcanza con

    transpirar la camiseta, jugar en equipo y correr la pelota. Si no hacemos goles, si no ganamos el partido, parece que no sirve. Y no slo en los deportes, lo mismo pasa en innidad de temas, vemoslo en el dictado o en la prueba de matemtica: no se trata de esforzarse para aprenderlo o estudiarlo para saber, sin darnos cuenta le hacemos sentir que lo nico que importa es la nota que se sac.

    Alentemos el esfuerzo independientemente del resultado, el coraje de intentar, las ganas de volver a hacerlo. Que se animen a empezar la carrera de resistencia aunque no les alcance el aire para terminarla, que se anoten para una audicin de teatro, corriendo el riesgo que no los elijan. Expliquemos a nuestros hijos que el que no lo intenta fracas igual, ni siquiera se dio la oportunidad y se reprueba a s mismo. Si un chico se anima a intentarlo y logra su objetivo se cumple con creces lo que buscaba, pero an el que intenta y fracasa se fortalece y aprende mucho en ese intento. Las madres estn en un lugar privilegiado para ofrecer su mano, su aliento, su conanza a ese hijo que duda de su capacidad, que teme no lograr, o que no se anima a jugarse entero por miedo al fracaso. De la mano de mam es ms sencillo hacer aquello que nos pide Almafuerte en su poesa

    No te des por vencido ni aun vencidoSi te postran diez veces te levantas,

    otras diez, otras cien, otras quinientas, no han de ser tus cadas tan violentas

    ni tampoco, por ley, han deser tantas

    Todo esto se relaciona con el lugar que ocupamos para nuestros hijos: los chicos nos necesitan, nuestra palabra tiene mucho peso, no quieren desilusionar-nos y podemos dejarnos tentar por la facilidad con que inuimos en ellos, por eso debemos ser conscientes de que es nuestra responsabilidad no abusar de ese lugar privilegiado (logrando que nuestros hijos hagan o sean como nosotros quere-mos) sino aprovecharlo para acompaarlos y alen-tarlos en el despliegue de sus verdaderos intereses y capacidades.

    UNA SUGERENCIA FINAL: Hagamos nuestro mejor intento para que nuestros hijos hagan las cosas por y

    para ellos mismos y no para nosotros. Para eso es indispensable que los adultos seamos fuertes y toleremos, no nos desilusionemos, no nos frustremos, no los necesitemos para sentirnos valiosos o exito-sos. Es mucho peso para un hijo cargar con la autoes-tima, la desilusin o la ofensa de sus padres porque no cumple con sus expectativas. Trabajemos nuestra autoestima, despidamos al hijo deseado y alentemos a nuestro hijo real, quien, con su personal manera de crecer y desarrollarse, seguramente tenga mucho que ensearnos.

    PUNTEO DE RECOMENDACIONES

    Alentar temas concretos y especcos (no generales).

    Hacerlo de a un tema por vez.

    Con frases cortas y con palabras sencillas.

    Escuchar y aprovechar sus pedidos de mir, mam, son las mejores oportunidades para alentar.

    No hacer fuerza ni apurar: Conar en el tiempo y la maduracin.

    Alentar y hablar de conductas y no de personas.

    Alentar el esfuerzo (sin preocuparnos por el resultado).

    Alentar al desanimado.

    No abusar del aliento! (para no gastarlo).

    Aliento significa (aparte de su sentido ms literal relacionado con la respiracin) tanto inspiracin, estmulo que impulsa la creacin como tambin alivio, consuelo. Dos aspectos importantes y com-plementarios de este concepto . En ingls encourage, en francs encourager, refuerzan la idea de dar coraje al inspirar, animar o estimular.

    Si nos preguntaran si es bueno alentar a nuestros hijos, responderamos por supuesto! Es lo que hacemos desde que son chiquitos cuando nos deslumbramos ante su primer gorgorito, su primer pasito, cuando logran treparse a un rbol, se animan a tirarse del tobogn, al borde de la cancha cuando vamos a verlos jugar (en el primer sentido de la palabra), cuando llegan con una mala nota pese a haber estudiado, o cuando los abrazamos porque su amigo no quiso venir a jugar (en el segundo sentido). Los alentamos a seguir intentando, experimentando, a no rendirse, a dar su mximo, a vencer sus miedos (especialmente el miedo a equivocarse pero tambin otros), a probar algo nuevo, a no desanimarse.

    Quiero destacar y despertar el inters por el aspecto de alivio, consuelo al que est desalentado. Es sencillo seguir levantando el nimo o dar fuerzas al que acaba de destacarse en algo o al que vemos

    esforzndose, pero a veces nos cuesta alentar a aquel que le fue mal: no queremos ver sufrir nuestros hijos y en lugar de alentarlos podemos elegir distraer-los del tema (no importa que no venga, vamos al cine), buscar excusas que justiquen el fracaso (dormiste mal o es que nadie te pas la pelota), o enojarnos con nuestro hijo porque consideramos que el problema es suyo (cmo quers que tenga ganas de venir si vos siempre la mandones?o cmo pretends que te la pasen si no ests atento?).

    No todos nuestros intentos logran su objetivo. El aliento se presta tanto para un sano respaldo como para un persecutorio respirarles en la nuca. Cuando se trata de alentar a nuestros hijos es muy nita la frontera entre lo que hacemos por y para ellos o las veces en que se cuelan nuestras necesidades, ilusiones y deseos personales... Porque la idea es alentarlos para que puedan desplegar la mejor versin de s mismos y no de lo que nosotros queremos para ellos.

    Correee!, Busc la pelota!, No seas maricn!, son supuestas frases de aliento, fruto de la ilusin, del anhelo de un progenitor que quiere que su hijo se destaque o haga un gol. No siempre es un deseo egosta, lo hace por amor y realmente quiere eso para

  • su hijo, pero ese aliento desalienta, desina la autoestima del chico en lugar de elevarla porque l se da cuenta de que para pap o mam lo que hace no es suciente, que a sus padres no les alcanza y estn desilusionados con su desempeo actual.

    QU FACTORES PUEDEN INTERFERIR PARA QUE EL ALIENTO NO LOGRE SU OBJETIVO?

    En primer lugar el mensaje puede estar teido de nuestras expectativas errneas y ser exagerado, imposible, equivocado, incluso apresurado. Es lo que ocurre por ejemplo cuando no nos tomamos el tiempo de disfrutar un logro y ya estamos pidiendo ms: Te animaste a hamacarte, ahora quiero que lo hagas fuerte o solo. O lo que decimos puede no ser verdad (jugaste muy bien, cuando en realidad no fue as) y eso puede llevarlos a no creer lo que les decimos y perder enton-ces el valioso recurso de nuestro aliento; o a creerlo y frustrarse ms adelante cuando no se conrma en el mundo externo lo que dijeron mam o pap.

    O quizs no los alentemos lo suciente (por nuestra falta de conanza en ellos) para que no sufran si fracasan, para que no se encuentren con su propio lmite, sin darnos cuenta de que es tan pernicioso para los chicos alentarlos demasiado como dema-siado poco. Cmo van a tenerse fe y conanza si nosotros (sus padres) no la mostramos? Ellos van internalizando esa mirada conada y esperanzada y con el tiempo pasa a ser propia: cuando crecemos nosotros, nos damos aliento a nosotros mismos. De todos modos qu lindo es! cuando nuestra mam nos llama y nos felicita por algo que hicimos, o nos va a ver cantar en el coro o nos seala lo bien que maneja-mos una situacin con uno de nuestros hijos El aliento de mam nos encanta hasta su ltimo aliento!

    Otras veces la forma (las palabras, el tono, los gestos) en que los alentamos no resulta adecuada. Los progenitores, especialmente las madres, estn en el mejor lugar para alentar a sus hijos, pero tambin para desalentarlos, es tan grande el bien como el dao que pueden hacer con sus gestos y palabras: cmo me ayudaste al poner la mesa es recibido muy distinto a pusiste mal los cubiertos, el tenedor va a la izquierda

    y el cuchillo a la derecha, lo mismo pasa entre qu garra le pusiste al partido y perdiste dos oportuni-dades claras de hacer un gol; o entre te vestiste sola! y tens mal prendido el saco, ven que te lo arreglo.

    En los primeros ejemplos queda claro el deslum-bramiento de mam por alguna conducta de su hijo, ella confa en que su estmulo, unido al tiempo y la maduracin, le van a permitir al nio ir mejorando su

    desempeo, por lo que se limita a poner el nfasis en lo que estuvo bien. En cambio en los segundos la madre (con menos conanza en s misma y en su habilidad para educar, o en su hijo y su capacidad de progresar) quiere ayudarlo poniendo nfasis en sus errores y lo desalienta.

    Podemos tambin quedar atrapados en los viejos patrones de lo que nosotros recibimos en la infancia, y repetir las tcnicas de no tan buen aliento con que

    ALENTAR A NUESTROS HIJOS06

    nuestros padres nos impulsaban a mejorar. Cuesta cambiarlas, los adultos repetimos para no recordar (digo en el libro Criar hijos conados, motivados y seguros) haciendo lo mismo que hicieron con nosotros, porque apenas empezamos a hacer algo diferente nos conectaremos irremediablemente con el dolor que nos produca en la infancia la respuesta de nuestros padres y, seguimos haciendo lo mismo para no sufrir. Qu bueno saberlo y aprovechar la expe-riencia para curar nuestra infancia ofreciendo algo

    distinto a nuestros hijos! As, dejaremos de lado viejas tcnicas que probaron ser ecaces para bajar la autoestima y no para mejorar el desempeo como: la burla y la irona, el enojo, resaltar el error, la desilusin, las comparaciones, etctera.

    Y CMO ES EL ALIENTO QUE FUNCIONA,EL BUEN ALIENTO?

    En primer lugar es veraz, dice la verdad acerca de lo que ve, resalta lo que el hijo realmente hizo bien. Sea cual sea el resultado siempre podemos encontrar algo para destacar: el empeo, la voluntad, la pacien-cia, el humor, el entusiasmo, el coraje... Cuando propone algo, est dentro de las reales posibili-dades de ese hijo.

    GESTOS Y PALABRAS DICEN LO MISMO: es intil que lo felicite si mi cuerpo muestra mi desilusin. Quizs sea preferible no decir nada hasta que poda-mos recuperarnos del dolor o del enojo que nos provoc su desempeo, hasta que podamos resaltar el intento, el coraje, el esfuerzo, el entusiasmo, a veces destacaremos algo muy chiquito, que haya estado atento unos instantes, otras temas ms com-plejos, como que se haya animado a entrar en la cancha, o a jugar en una posicin nueva en la que no se siente seguro.

    Invita al hijo a desplegar su persona entera, no slo los aspectos que agradan a mam y pap, porque lo acepta como es, por lo que el hijo no necesita esconder aspectos de su persona que siente que van a ser mal recibidas: cmo cuesta perder!, vos le pusiste mucha garra al partido, ests enojado con tu hermanita que te desarm tu construccin, est muy bien que te deendas pero en casa resolvemos los problemas hablando y no con empujones

    Pone el nfasis en conductas y no rasgos de personalidad, no confundamos la persona de nues-tro hijo con sus acciones: es distinto decir sos un genio! que comentar pates con mucha fuerza y seguridad. En el primer caso, estoy caratulando a mi hijo de genio; en el segundo, hablo de sus acciones geniales, no de su persona genial. Tanto para alentar como para retar es importante ocuparnos de sus conductas, podemos darnos cuenta cuando lo hacemos porque usamos verbos (acciones): corrs muy rpido, ordens muy bien, escuchs con atencin, qu lindo te queda ese peinado; cuando en cambio confundimos su persona con sus actos usamos adjetivos (unidos a los verbos ser y estar): sos muy rpido, sos muy ordenado ,sos muy

    obediente o qu linda ests!. A veces es difcil para ellos sostener la expectativa de ser ordenado o estar linda, en cambio los fortalece y disfrutan la frase alentadora cmo me ayuda que ordenes a la par ma!

    Un excelente recurso es la tcnica del andamiaje. John Gottman en su libro Los mejores padres (Javier Vergara Editor, 1997) la propone para la vida diaria y la crianza: implica resaltar primero algo que nuestro

    hijo hizo bien, de modo que se sienta fuerte y seguro con nuestras palabras de reconocimiento y aliento (como parado sobre un andamio) para luego hacerle una pequea recomendacin o correc-cin que va a poder escuchar y aprovechar justa-mente porque los padres nos ocupamos antes de ponerlo sobre ese andamio virtual. Los padres sole-mos hacer exactamente lo contrario, resaltando lo que hizo mal, el chico entonces se enoja y no quiere escucharnos, aunque sea verdad lo que decimos,

    porque hacemos el comentario en mal momento (por ejemplo no estar atento y perder un pase y una opor-tunidad de gol en un momento del partido) y desperdi-ciamos la oportunidad de alentarlos al espantarlos con nuestra leccin de vida.

    POR QU ES TAN IMPORTANTE EL BUEN ALIENTO (DE LAS FIGURAS SIGNIFICATIVAS)

    PARA EL NIO?

    Los chicos aman a sus padres, se sienten queridos por ellos y confan (tras muchas experiencias compar-tidas) que lo que sus padres dicen de ellos es tal como lo dicen, que sus padres saben. Los padres somos el espejo en el que nuestros hijos se ven ree-jados, especialmente en la infancia. Es un espejo activo (hablamos, hacemos gestos) que nos pone en el mejor lugar para ofrecerles nuestro aliento.

    Adems los nios no tienen suciente fortaleza interna y conanza en s mismos por lo que buscan brillar y destacarse para lograrlo, y tienden a hacer las cosas que les salen bien y a no intentar las que les cuestan. Su objetivo es impactar, deslumbrar a mam o a pap o a ellos mismos, y a medida que lo logran van ganando conanza en algunos aspectos de su vida pero abandonan otros diciendo: no me interesa, no me gusta o no quiero. Les cuesta reconocer (por esa falta de fortaleza interna) que quizs s les gustara o les interesara algn tema pero ni lo intentan porque temen fracasar y sienten que su autoestima se ira a pique en ese intento. Los padres juegan un papel fundamental en el proceso de que ellos se animen a ms, y a tener intereses y activi-dades ms variados que lo que haran espontnea-mente y sin nuestro sostn y estmulo. Ofrezcamos aliento entonces no slo en las zonas fuertes sino tambin en las reas ojas de nuestros hijos porque hasta que no las hagan relativamente bien ellos mismos no van a poder saber si les gustan o no. Y con esto me reero a acompaarlos a desarro-llarse en todos los aspectos de su vida: afectos, vida social, deporte, aprendizaje formal, aprendi-zaje artstico, etc.

    Cuando en cambio nos enamoramos y alentamos slo las zonas de fortalezas tendremos chicos que despliegan chupones de rosal: muy hbiles en un par de temas a los que le dedican toda su fuerza y

    energa y muy dbiles en muchos otros. Hasta los nueve o diez aos estamos a tiempo de cambiar esa imagen de s mismos que ellos armaron porque no toleraban el dolor del fracaso, de no saber, de ser peor que otro. Quizs Juancito (que dice desde los tres aos que no el gusta el ftbol porque su primo de la misma edad juega visiblemente mejor que l) no se convierta en un eximio goleador, pero con nuestro aliento y jugando con nosotros en un mbito prote-gido puede convertirse en un juga dor aceptable y

    disfrutar mucho ms los recreos y los cumpleaos de varones en la infancia.

    Entusiasmo, compromiso, inters, presencia, estmulo, sostn, sumados al trato clido y afectuoso denen el buen aliento que fortalece los recursos de los chicos para desplegar su mximo, animarse a volver a inten-tar ante los fracasos y las frustraciones, seguir esfor-zndose sin rendirse.Cuando el nio internaliza esa conanza del adulto en

    su persona y en sus habilidades, con el tiempo va a poder alentarse a s mismo, sin tanta necesidad que de afuera le digan, qu buen gol, o qu alto trepaste o cuntos detalles tiene tu dibujo.

    Los adultos podemos ayudar tambin rompiendo un desafo complicado en partes pequeas (concepto de Stanley Greenspan en Building Healthy Minds, Perseus, 1999): los invitamos a intentar algo posible para ellos (como sentarse primero a mirar a sus

    amigos jugar, o patear penales a solas con pap, o probar la bici sin rueditas con mam corriendo al lado y sosteniendo la bici). Paso a paso, sostenemos su esfuerzo y los alentamos para que, de a poco, partici-pen de un partido, se animen a armar un rompeca-bezas, pedaleen en la bici sin rueditas, escriban su nombre

    Nuestra sociedad favorece por dems los resulta-dos y esto desalienta. Pareciera que no alcanza con

    transpirar la camiseta, jugar en equipo y correr la pelota. Si no hacemos goles, si no ganamos el partido, parece que no sirve. Y no slo en los deportes, lo mismo pasa en innidad de temas, vemoslo en el dictado o en la prueba de matemtica: no se trata de esforzarse para aprenderlo o estudiarlo para saber, sin darnos cuenta le hacemos sentir que lo nico que importa es la nota que se sac.

    Alentemos el esfuerzo independientemente del resultado, el coraje de intentar, las ganas de volver a hacerlo. Que se animen a empezar la carrera de resistencia aunque no les alcance el aire para terminarla, que se anoten para una audicin de teatro, corriendo el riesgo que no los elijan. Expliquemos a nuestros hijos que el que no lo intenta fracas igual, ni siquiera se dio la oportunidad y se reprueba a s mismo. Si un chico se anima a intentarlo y logra su objetivo se cumple con creces lo que buscaba, pero an el que intenta y fracasa se fortalece y aprende mucho en ese intento. Las madres estn en un lugar privilegiado para ofrecer su mano, su aliento, su conanza a ese hijo que duda de su capacidad, que teme no lograr, o que no se anima a jugarse entero por miedo al fracaso. De la mano de mam es ms sencillo hacer aquello que nos pide Almafuerte en su poesa

    No te des por vencido ni aun vencidoSi te postran diez veces te levantas,

    otras diez, otras cien, otras quinientas, no han de ser tus cadas tan violentas

    ni tampoco, por ley, han deser tantas

    Todo esto se relaciona con el lugar que ocupamos para nuestros hijos: los chicos nos necesitan, nuestra palabra tiene mucho peso, no quieren desilusionar-nos y podemos dejarnos tentar por la facilidad con que inuimos en ellos, por eso debemos ser conscientes de que es nuestra responsabilidad no abusar de ese lugar privilegiado (logrando que nuestros hijos hagan o sean como nosotros quere-mos) sino aprovecharlo para acompaarlos y alen-tarlos en el despliegue de sus verdaderos intereses y capacidades.

    UNA SUGERENCIA FINAL: Hagamos nuestro mejor intento para que nuestros hijos hagan las cosas por y

    para ellos mismos y no para nosotros. Para eso es indispensable que los adultos seamos fuertes y toleremos, no nos desilusionemos, no nos frustremos, no los necesitemos para sentirnos valiosos o exito-sos. Es mucho peso para un hijo cargar con la autoes-tima, la desilusin o la ofensa de sus padres porque no cumple con sus expectativas. Trabajemos nuestra autoestima, despidamos al hijo deseado y alentemos a nuestro hijo real, quien, con su personal manera de crecer y desarrollarse, seguramente tenga mucho que ensearnos.

    PUNTEO DE RECOMENDACIONES

    Alentar temas concretos y especcos (no generales).

    Hacerlo de a un tema por vez.

    Con frases cortas y con palabras sencillas.

    Escuchar y aprovechar sus pedidos de mir, mam, son las mejores oportunidades para alentar.

    No hacer fuerza ni apurar: Conar en el tiempo y la maduracin.

    Alentar y hablar de conductas y no de personas.

    Alentar el esfuerzo (sin preocuparnos por el resultado).

    Alentar al desanimado.

    No abusar del aliento! (para no gastarlo).

    Aliento significa (aparte de su sentido ms literal relacionado con la respiracin) tanto inspiracin, estmulo que impulsa la creacin como tambin alivio, consuelo. Dos aspectos importantes y com-plementarios de este concepto . En ingls encourage, en francs encourager, refuerzan la idea de dar coraje al inspirar, animar o estimular.

    Si nos preguntaran si es bueno alentar a nuestros hijos, responderamos por supuesto! Es lo que hacemos desde que son chiquitos cuando nos deslumbramos ante su primer gorgorito, su primer pasito, cuando logran treparse a un rbol, se animan a tirarse del tobogn, al borde de la cancha cuando vamos a verlos jugar (en el primer sentido de la palabra), cuando llegan con una mala nota pese a haber estudiado, o cuando los abrazamos porque su amigo no quiso venir a jugar (en el segundo sentido). Los alentamos a seguir intentando, experimentando, a no rendirse, a dar su mximo, a vencer sus miedos (especialmente el miedo a equivocarse pero tambin otros), a probar algo nuevo, a no desanimarse.

    Quiero destacar y despertar el inters por el aspecto de alivio, consuelo al que est desalentado. Es sencillo seguir levantando el nimo o dar fuerzas al que acaba de destacarse en algo o al que vemos

    esforzndose, pero a veces nos cuesta alentar a aquel que le fue mal: no queremos ver sufrir nuestros hijos y en lugar de alentarlos podemos elegir distraer-los del tema (no importa que no venga, vamos al cine), buscar excusas que justiquen el fracaso (dormiste mal o es que nadie te pas la pelota), o enojarnos con nuestro hijo porque consideramos que el problema es suyo (cmo quers que tenga ganas de venir si vos siempre la mandones?o cmo pretends que te la pasen si no ests atento?).

    No todos nuestros intentos logran su objetivo. El aliento se presta tanto para un sano respaldo como para un persecutorio respirarles en la nuca. Cuando se trata de alentar a nuestros hijos es muy nita la frontera entre lo que hacemos por y para ellos o las veces en que se cuelan nuestras necesidades, ilusiones y deseos personales... Porque la idea es alentarlos para que puedan desplegar la mejor versin de s mismos y no de lo que nosotros queremos para ellos.

    Correee!, Busc la pelota!, No seas maricn!, son supuestas frases de aliento, fruto de la ilusin, del anhelo de un progenitor que quiere que su hijo se destaque o haga un gol. No siempre es un deseo egosta, lo hace por amor y realmente quiere eso para

  • su hijo, pero ese aliento desalienta, desina la autoestima del chico en lugar de elevarla porque l se da cuenta de que para pap o mam lo que hace no es suciente, que a sus padres no les alcanza y estn desilusionados con su desempeo actual.

    QU FACTORES PUEDEN INTERFERIR PARA QUE EL ALIENTO NO LOGRE SU OBJETIVO?

    En primer lugar el mensaje puede estar teido de nuestras expectativas errneas y ser exagerado, imposible, equivocado, incluso apresurado. Es lo que ocurre por ejemplo cuando no nos tomamos el tiempo de disfrutar un logro y ya estamos pidiendo ms: Te animaste a hamacarte, ahora quiero que lo hagas fuerte o solo. O lo que decimos puede no ser verdad (jugaste muy bien, cuando en realidad no fue as) y eso puede llevarlos a no creer lo que les decimos y perder enton-ces el valioso recurso de nuestro aliento; o a creerlo y frustrarse ms adelante cuando no se conrma en el mundo externo lo que dijeron mam o pap.

    O quizs no los alentemos lo suciente (por nuestra falta de conanza en ellos) para que no sufran si fracasan, para que no se encuentren con su propio lmite, sin darnos cuenta de que es tan pernicioso para los chicos alentarlos demasiado como dema-siado poco. Cmo van a tenerse fe y conanza si nosotros (sus padres) no la mostramos? Ellos van internalizando esa mirada conada y esperanzada y con el tiempo pasa a ser propia: cuando crecemos nosotros, nos damos aliento a nosotros mismos. De todos modos qu lindo es! cuando nuestra mam nos llama y nos felicita por algo que hicimos, o nos va a ver cantar en el coro o nos seala lo bien que maneja-mos una situacin con uno de nuestros hijos El aliento de mam nos encanta hasta su ltimo aliento!

    Otras veces la forma (las palabras, el tono, los gestos) en que los alentamos no resulta adecuada. Los progenitores, especialmente las madres, estn en el mejor lugar para alentar a sus hijos, pero tambin para desalentarlos, es tan grande el bien como el dao que pueden hacer con sus gestos y palabras: cmo me ayudaste al poner la mesa es recibido muy distinto a pusiste mal los cubiertos, el tenedor va a la izquierda

    y el cuchillo a la derecha, lo mismo pasa entre qu garra le pusiste al partido y perdiste dos oportuni-dades claras de hacer un gol; o entre te vestiste sola! y tens mal prendido el saco, ven que te lo arreglo.

    En los primeros ejemplos queda claro el deslum-bramiento de mam por alguna conducta de su hijo, ella confa en que su estmulo, unido al tiempo y la maduracin, le van a permitir al nio ir mejorando su

    desempeo, por lo que se limita a poner el nfasis en lo que estuvo bien. En cambio en los segundos la madre (con menos conanza en s misma y en su habilidad para educar, o en su hijo y su capacidad de progresar) quiere ayudarlo poniendo nfasis en sus errores y lo desalienta.

    Podemos tambin quedar atrapados en los viejos patrones de lo que nosotros recibimos en la infancia, y repetir las tcnicas de no tan buen aliento con que

    nuestros padres nos impulsaban a mejorar. Cuesta cambiarlas, los adultos repetimos para no recordar (digo en el libro Criar hijos conados, motivados y seguros) haciendo lo mismo que hicieron con nosotros, porque apenas empezamos a hacer algo diferente nos conectaremos irremediablemente con el dolor que nos produca en la infancia la respuesta de nuestros padres y, seguimos haciendo lo mismo para no sufrir. Qu bueno saberlo y aprovechar la expe-riencia para curar nuestra infancia ofreciendo algo

    distinto a nuestros hijos! As, dejaremos de lado viejas tcnicas que probaron ser ecaces para bajar la autoestima y no para mejorar el desempeo como: la burla y la irona, el enojo, resaltar el error, la desilusin, las comparaciones, etctera.

    Y CMO ES EL ALIENTO QUE FUNCIONA,EL BUEN ALIENTO?

    En primer lugar es veraz, dice la verdad acerca de lo que ve, resalta lo que el hijo realmente hizo bien. Sea cual sea el resultado siempre podemos encontrar algo para destacar: el empeo, la voluntad, la pacien-cia, el humor, el entusiasmo, el coraje... Cuando propone algo, est dentro de las reales posibili-dades de ese hijo.

    GESTOS Y PALABRAS DICEN LO MISMO: es intil que lo felicite si mi cuerpo muestra mi desilusin. Quizs sea preferible no decir nada hasta que poda-mos recuperarnos del dolor o del enojo que nos provoc su desempeo, hasta que podamos resaltar el intento, el coraje, el esfuerzo, el entusiasmo, a veces destacaremos algo muy chiquito, que haya estado atento unos instantes, otras temas ms com-plejos, como que se haya animado a entrar en la cancha, o a jugar en una posicin nueva en la que no se siente seguro.

    Invita al hijo a desplegar su persona entera, no slo los aspectos que agradan a mam y pap, porque lo acepta como es, por lo que el hijo no necesita esconder aspectos de su persona que siente que van a ser mal recibidas: cmo cuesta perder!, vos le pusiste mucha garra al partido, ests enojado con tu hermanita que te desarm tu construccin, est muy bien que te deendas pero en casa resolvemos los problemas hablando y no con empujones

    Pone el nfasis en conductas y no rasgos de personalidad, no confundamos la persona de nues-tro hijo con sus acciones: es distinto decir sos un genio! que comentar pates con mucha fuerza y seguridad. En el primer caso, estoy caratulando a mi hijo de genio; en el segundo, hablo de sus acciones geniales, no de su persona genial. Tanto para alentar como para retar es importante ocuparnos de sus conductas, podemos darnos cuenta cuando lo hacemos porque usamos verbos (acciones): corrs muy rpido, ordens muy bien, escuchs con atencin, qu lindo te queda ese peinado; cuando en cambio confundimos su persona con sus actos usamos adjetivos (unidos a los verbos ser y estar): sos muy rpido, sos muy ordenado ,sos muy

    obediente o qu linda ests!. A veces es difcil para ellos sostener la expectativa de ser ordenado o estar linda, en cambio los fortalece y disfrutan la frase alentadora cmo me ayuda que ordenes a la par ma!

    Un excelente recurso es la tcnica del andamiaje. John Gottman en su libro Los mejores padres (Javier Vergara Editor, 1997) la propone para la vida diaria y la crianza: implica resaltar primero algo que nuestro

    hijo hizo bien, de modo que se sienta fuerte y seguro con nuestras palabras de reconocimiento y aliento (como parado sobre un andamio) para luego hacerle una pequea recomendacin o correc-cin que va a poder escuchar y aprovechar justa-mente porque los padres nos ocupamos antes de ponerlo sobre ese andamio virtual. Los padres sole-mos hacer exactamente lo contrario, resaltando lo que hizo mal, el chico entonces se enoja y no quiere escucharnos, aunque sea verdad lo que decimos,

    porque hacemos el comentario en mal momento (por ejemplo no estar atento y perder un pase y una opor-tunidad de gol en un momento del partido) y desperdi-ciamos la oportunidad de alentarlos al espantarlos con nuestra leccin de vida.

    POR QU ES TAN IMPORTANTE EL BUEN ALIENTO (DE LAS FIGURAS SIGNIFICATIVAS)

    PARA EL NIO?

    Los chicos aman a sus padres, se sienten queridos por ellos y confan (tras muchas experiencias compar-tidas) que lo que sus padres dicen de ellos es tal como lo dicen, que sus padres saben. Los padres somos el espejo en el que nuestros hijos se ven ree-jados, especialmente en la infancia. Es un espejo activo (hablamos, hacemos gestos) que nos pone en el mejor lugar para ofrecerles nuestro aliento.

    Adems los nios no tienen suciente fortaleza interna y conanza en s mismos por lo que buscan brillar y destacarse para lograrlo, y tienden a hacer las cosas que les salen bien y a no intentar las que les cuestan. Su objetivo es impactar, deslumbrar a mam o a pap o a ellos mismos, y a medida que lo logran van ganando conanza en algunos aspectos de su vida pero abandonan otros diciendo: no me interesa, no me gusta o no quiero. Les cuesta reconocer (por esa falta de fortaleza interna) que quizs s les gustara o les interesara algn tema pero ni lo intentan porque temen fracasar y sienten que su autoestima se ira a pique en ese intento. Los padres juegan un papel fundamental en el proceso de que ellos se animen a ms, y a tener intereses y activi-dades ms variados que lo que haran espontnea-mente y sin nuestro sostn y estmulo. Ofrezcamos aliento entonces no slo en las zonas fuertes sino tambin en las reas ojas de nuestros hijos porque hasta que no las hagan relativamente bien ellos mismos no van a poder saber si les gustan o no. Y con esto me reero a acompaarlos a desarro-llarse en todos los aspectos de su vida: afectos, vida social, deporte, aprendizaje formal, aprendi-zaje artstico, etc.

    Cuando en cambio nos enamoramos y alentamos slo las zonas de fortalezas tendremos chicos que despliegan chupones de rosal: muy hbiles en un par de temas a los que le dedican toda su fuerza y

    energa y muy dbiles en muchos otros. Hasta los nueve o diez aos estamos a tiempo de cambiar esa imagen de s mismos que ellos armaron porque no toleraban el dolor del fracaso, de no saber, de ser peor que otro. Quizs Juancito (que dice desde los tres aos que no el gusta el ftbol porque su primo de la misma edad juega visiblemente mejor que l) no se convierta en un eximio goleador, pero con nuestro aliento y jugando con nosotros en un mbito prote-gido puede convertirse en un juga dor aceptable y

    disfrutar mucho ms los recreos y los cumpleaos de varones en la infancia.

    Entusiasmo, compromiso, inters, presencia, estmulo, sostn, sumados al trato clido y afectuoso denen el buen aliento que fortalece los recursos de los chicos para desplegar su mximo, animarse a volver a inten-tar ante los fracasos y las frustraciones, seguir esfor-zndose sin rendirse.Cuando el nio internaliza esa conanza del adulto en

    su persona y en sus habilidades, con el tiempo va a poder alentarse a s mismo, sin tanta necesidad que de afuera le digan, qu buen gol, o qu alto trepaste o cuntos detalles tiene tu dibujo.

    Los adultos podemos ayudar tambin rompiendo un desafo complicado en partes pequeas (concepto de Stanley Greenspan en Building Healthy Minds, Perseus, 1999): los invitamos a intentar algo posible para ellos (como sentarse primero a mirar a sus

    amigos jugar, o patear penales a solas con pap, o probar la bici sin rueditas con mam corriendo al lado y sosteniendo la bici). Paso a paso, sostenemos su esfuerzo y los alentamos para que, de a poco, partici-pen de un partido, se animen a armar un rompeca-bezas, pedaleen en la bici sin rueditas, escriban su nombre

    Nuestra sociedad favorece por dems los resulta-dos y esto desalienta. Pareciera que no alcanza con

    transpirar la camiseta, jugar en equipo y correr la pelota. Si no hacemos goles, si no ganamos el partido, parece que no sirve. Y no slo en los deportes, lo mismo pasa en innidad de temas, vemoslo en el dictado o en la prueba de matemtica: no se trata de esforzarse para aprenderlo o estudiarlo para saber, sin darnos cuenta le hacemos sentir que lo nico que importa es la nota que se sac.

    Alentemos el esfuerzo independientemente del resultado, el coraje de intentar, las ganas de volver a hacerlo. Que se animen a empezar la carrera de resistencia aunque no les alcance el aire para terminarla, que se anoten para una audicin de teatro, corriendo el riesgo que no los elijan. Expliquemos a nuestros hijos que el que no lo intenta fracas igual, ni siquiera se dio la oportunidad y se reprueba a s mismo. Si un chico se anima a intentarlo y logra su objetivo se cumple con creces lo que buscaba, pero an el que intenta y fracasa se fortalece y aprende mucho en ese intento. Las madres estn en un lugar privilegiado para ofrecer su mano, su aliento, su conanza a ese hijo que duda de su capacidad, que teme no lograr, o que no se anima a jugarse entero por miedo al fracaso. De la mano de mam es ms sencillo hacer aquello que nos pide Almafuerte en su poesa

    No te des por vencido ni aun vencidoSi te postran diez veces te levantas,

    otras diez, otras cien, otras quinientas, no han de ser tus cadas tan violentas

    ni tampoco, por ley, han deser tantas

    Todo esto se relaciona con el lugar que ocupamos para nuestros hijos: los chicos nos necesitan, nuestra palabra tiene mucho peso, no quieren desilusionar-nos y podemos dejarnos tentar por la facilidad con que inuimos en ellos, por eso debemos ser conscientes de que es nuestra responsabilidad no abusar de ese lugar privilegiado (logrando que nuestros hijos hagan o sean como nosotros quere-mos) sino aprovecharlo para acompaarlos y alen-tarlos en el despliegue de sus verdaderos intereses y capacidades.

    UNA SUGERENCIA FINAL: Hagamos nuestro mejor intento para que nuestros hijos hagan las cosas por y

    para ellos mismos y no para nosotros. Para eso es indispensable que los adultos seamos fuertes y toleremos, no nos desilusionemos, no nos frustremos, no los necesitemos para sentirnos valiosos o exito-sos. Es mucho peso para un hijo cargar con la autoes-tima, la desilusin o la ofensa de sus padres porque no cumple con sus expectativas. Trabajemos nuestra autoestima, despidamos al hijo deseado y alentemos a nuestro hijo real, quien, con su personal manera de crecer y desarrollarse, seguramente tenga mucho que ensearnos.

    PUNTEO DE RECOMENDACIONES

    Alentar temas concretos y especcos (no generales).

    Hacerlo de a un tema por vez.

    Con frases cortas y con palabras sencillas.

    Escuchar y aprovechar sus pedidos de mir, mam, son las mejores oportunidades para alentar.

    No hacer fuerza ni apurar: Conar en el tiempo y la maduracin.

    Alentar y hablar de conductas y no de personas.

    Alentar el esfuerzo (sin preocuparnos por el resultado).

    Alentar al desanimado.

    No abusar del aliento! (para no gastarlo).

    ALENTAR A NUESTROS HIJOS 07

    Aliento significa (aparte de su sentido ms literal relacionado con la respiracin) tanto inspiracin, estmulo que impulsa la creacin como tambin alivio, consuelo. Dos aspectos importantes y com-plementarios de este concepto . En ingls encourage, en francs encourager, refuerzan la idea de dar coraje al inspirar, animar o estimular.

    Si nos preguntaran si es bueno alentar a nuestros hijos, responderamos por supuesto! Es lo que hacemos desde que son chiquitos cuando nos deslumbramos ante su primer gorgorito, su primer pasito, cuando logran treparse a un rbol, se animan a tirarse del tobogn, al borde de la cancha cuando vamos a verlos jugar (en el primer sentido de la palabra), cuando llegan con una mala nota pese a haber estudiado, o cuando los abrazamos porque su amigo no quiso venir a jugar (en el segundo sentido). Los alentamos a seguir intentando, experimentando, a no rendirse, a dar su mximo, a vencer sus miedos (especialmente el miedo a equivocarse pero tambin otros), a probar algo nuevo, a no desanimarse.

    Quiero destacar y despertar el inters por el aspecto de alivio, consuelo al que est desalentado. Es sencillo seguir levantando el nimo o dar fuerzas al que acaba de destacarse en algo o al que vemos

    esforzndose, pero a veces nos cuesta alentar a aquel que le fue mal: no queremos ver sufrir nuestros hijos y en lugar de alentarlos podemos elegir distraer-los del tema (no importa que no venga, vamos al cine), buscar excusas que justiquen el fracaso (dormiste mal o es que nadie te pas la pelota), o enojarnos con nuestro hijo porque consideramos que el problema es suyo (cmo quers que tenga ganas de venir si vos siempre la mandones?o cmo pretends que te la pasen si no ests atento?).

    No todos nuestros intentos logran su objetivo. El aliento se presta tanto para un sano respaldo como para un persecutorio respirarles en la nuca. Cuando se trata de alentar a nuestros hijos es muy nita la frontera entre lo que hacemos por y para ellos o las veces en que se cuelan nuestras necesidades, ilusiones y deseos personales... Porque la idea es alentarlos para que puedan desplegar la mejor versin de s mismos y no de lo que nosotros queremos para ellos.

    Correee!, Busc la pelota!, No seas maricn!, son supuestas frases de aliento, fruto de la ilusin, del anhelo de un progenitor que quiere que su hijo se destaque o haga un gol. No siempre es un deseo egosta, lo hace por amor y realmente quiere eso para

  • su hijo, pero ese aliento desalienta, desina la autoestima del chico en lugar de elevarla porque l se da cuenta de que para pap o mam lo que hace no es suciente, que a sus padres no les alcanza y estn desilusionados con su desempeo actual.

    QU FACTORES PUEDEN INTERFERIR PARA QUE EL ALIENTO NO LOGRE SU OBJETIVO?

    En primer lugar el mensaje puede estar teido de nuestras expectativas errneas y ser exagerado, imposible, equivocado, incluso apresurado. Es lo que ocurre por ejemplo cuando no nos tomamos el tiempo de disfrutar un logro y ya estamos pidiendo ms: Te animaste a hamacarte, ahora quiero que lo hagas fuerte o solo. O lo que decimos puede no ser verdad (jugaste muy bien, cuando en realidad no fue as) y eso puede llevarlos a no creer lo que les decimos y perder enton-ces el valioso recurso de nuestro aliento; o a creerlo y frustrarse ms adelante cuando no se conrma en el mundo externo lo que dijeron mam o pap.

    O quizs no los alentemos lo suciente (por nuestra falta de conanza en ellos) para que no sufran si fracasan, para que no se encuentren con su propio lmite, sin darnos cuenta de que es tan pernicioso para los chicos alentarlos demasiado como dema-siado poco. Cmo van a tenerse fe y conanza si nosotros (sus padres) no la mostramos? Ellos van internalizando esa mirada conada y esperanzada y con el tiempo pasa a ser propia: cuando crecemos nosotros, nos damos aliento a nosotros mismos. De todos modos qu lindo es! cuando nuestra mam nos llama y nos felicita por algo que hicimos, o nos va a ver cantar en el coro o nos seala lo bien que maneja-mos una situacin con uno de nuestros hijos El aliento de mam nos encanta hasta su ltimo aliento!

    Otras veces la forma (las palabras, el tono, los gestos) en que los alentamos no resulta adecuada. Los progenitores, especialmente las madres, estn en el mejor lugar para alentar a sus hijos, pero tambin para desalentarlos, es tan grande el bien como el dao que pueden hacer con sus gestos y palabras: cmo me ayudaste al poner la mesa es recibido muy distinto a pusiste mal los cubiertos, el tenedor va a la izquierda

    y el cuchillo a la derecha, lo mismo pasa entre qu garra le pusiste al partido y perdiste dos oportuni-dades claras de hacer un gol; o entre te vestiste sola! y tens mal prendido el saco, ven que te lo arreglo.

    En los primeros ejemplos queda claro el deslum-bramiento de mam por alguna conducta de su hijo, ella confa en que su estmulo, unido al tiempo y la maduracin, le van a permitir al nio ir mejorando su

    desempeo, por lo que se limita a poner el nfasis en lo que estuvo bien. En cambio en los segundos la madre (con menos conanza en s misma y en su habilidad para educar, o en su hijo y su capacidad de progresar) quiere ayudarlo poniendo nfasis en sus errores y lo desalienta.

    Podemos tambin quedar atrapados en los viejos patrones de lo que nosotros recibimos en la infancia, y repetir las tcnicas de no tan buen aliento con que

    nuestros padres nos impulsaban a mejorar. Cuesta cambiarlas, los adultos repetimos para no recordar (digo en el libro Criar hijos conados, motivados y seguros) haciendo lo mismo que hicieron con nosotros, porque apenas empezamos a hacer algo diferente nos conectaremos irremediablemente con el dolor que nos produca en la infancia la respuesta de nuestros padres y, seguimos haciendo lo mismo para no sufrir. Qu bueno saberlo y aprovechar la expe-riencia para curar nuestra infancia ofreciendo algo

    distinto a nuestros hijos! As, dejaremos de lado viejas tcnicas que probaron ser ecaces para bajar la autoestima y no para mejorar el desempeo como: la burla y la irona, el enojo, resaltar el error, la desilusin, las comparaciones, etctera.

    Y CMO ES EL ALIENTO QUE FUNCIONA,EL BUEN ALIENTO?

    En primer lugar es veraz, dice la verdad acerca de lo que ve, resalta lo que el hijo realmente hizo bien. Sea cual sea el resultado siempre podemos encontrar algo para destacar: el empeo, la voluntad, la pacien-cia, el humor, el entusiasmo, el coraje... Cuando propone algo, est dentro de las reales posibili-dades de ese hijo.

    GESTOS Y PALABRAS DICEN LO MISMO: es intil que lo felicite si mi cuerpo muestra mi desilusin. Quizs sea preferible no decir nada hasta que poda-mos recuperarnos del dolor o del enojo que nos provoc su desempeo, hasta que podamos resaltar el intento, el coraje, el esfuerzo, el entusiasmo, a veces destacaremos algo muy chiquito, que haya estado atento unos instantes, otras temas ms com-plejos, como que se haya animado a entrar en la cancha, o a jugar en una posicin nueva en la que no se siente seguro.

    Invita al hijo a desplegar su persona entera, no slo los aspectos que agradan a mam y pap, porque lo acepta como es, por lo que el hijo no necesita esconder aspectos de su persona que siente que van a ser mal recibidas: cmo cuesta perder!, vos le pusiste mucha garra al partido, ests enojado con tu hermanita que te desarm tu construccin, est muy bien que te deendas pero en casa resolvemos los problemas hablando y no con empujones

    Pone el nfasis en conductas y no rasgos de personalidad, no confundamos la persona de nues-tro hijo con sus acciones: es distinto decir sos un genio! que comentar pates con mucha fuerza y seguridad. En el primer caso, estoy caratulando a mi hijo de genio; en el segundo, hablo de sus acciones geniales, no de su persona genial. Tanto para alentar como para retar es importante ocuparnos de sus conductas, podemos darnos cuenta cuando lo hacemos porque usamos verbos (acciones): corrs muy rpido, ordens muy bien, escuchs con atencin, qu lindo te queda ese peinado; cuando en cambio confundimos su persona con sus actos usamos adjetivos (unidos a los verbos ser y estar): sos muy rpido, sos muy ordenado ,sos muy

    obediente o qu linda ests!. A veces es difcil para ellos sostener la expectativa de ser ordenado o estar linda, en cambio los fortalece y disfrutan la frase alentadora cmo me ayuda que ordenes a la par ma!

    Un excelente recurso es la tcnica del andamiaje. John Gottman en su libro Los mejores padres (Javier Vergara Editor, 1997) la propone para la vida diaria y la crianza: implica resaltar primero algo que nuestro

    hijo hizo bien, de modo que se sienta fuerte y seguro con nuestras palabras de reconocimiento y aliento (como parado sobre un andamio) para luego hacerle una pequea recomendacin o correc-cin que va a poder escuchar y aprovechar justa-mente porque los padres nos ocupamos antes de ponerlo sobre ese andamio virtual. Los padres sole-mos hacer exactamente lo contrario, resaltando lo que hizo mal, el chico entonces se enoja y no quiere escucharnos, aunque sea verdad lo que decimos,

    porque hacemos el comentario en mal momento (por ejemplo no estar atento y perder un pase y una opor-tunidad de gol en un momento del partido) y desperdi-ciamos la oportunidad de alentarlos al espantarlos con nuestra leccin de vida.

    POR QU ES TAN IMPORTANTE EL BUEN ALIENTO (DE LAS FIGURAS SIGNIFICATIVAS)

    PARA EL NIO?

    Los chicos aman a sus padres, se sienten queridos por ellos y confan (tras muchas experiencias compar-tidas) que lo que sus padres dicen de ellos es tal como lo dicen, que sus padres saben. Los padres somos el espejo en el que nuestros hijos se ven ree-jados, especialmente en la infancia. Es un espejo activo (hablamos, hacemos gestos) que nos pone en el mejor lugar para ofrecerles nuestro aliento.

    Adems los nios no tienen suciente fortaleza interna y conanza en s mismos por lo que buscan brillar y destacarse para lograrlo, y tienden a hacer las cosas que les salen bien y a no intentar las que les cuestan. Su objetivo es impactar, deslumbrar a mam o a pap o a ellos mismos, y a medida que lo logran van ganando conanza en algunos aspectos de su vida pero abandonan otros diciendo: no me interesa, no me gusta o no quiero. Les cuesta reconocer (por esa falta de fortaleza interna) que quizs s les gustara o les interesara algn tema pero ni lo intentan porque temen fracasar y sienten que su autoestima se ira a pique en ese intento. Los padres juegan un papel fundamental en el proceso de que ellos se animen a ms, y a tener intereses y activi-dades ms variados que lo que haran espontnea-mente y sin nuestro sostn y estmulo. Ofrezcamos aliento entonces no slo en las zonas fuertes sino tambin en las reas ojas de nuestros hijos porque hasta que no las hagan relativamente bien ellos mismos no van a poder saber si les gustan o no. Y con esto me reero a acompaarlos a desarro-llarse en todos los aspectos de su vida: afectos, vida social, deporte, aprendizaje formal, aprendi-zaje artstico, etc.

    Cuando en cambio nos enamoramos y alentamos slo las zonas de fortalezas tendremos chicos que despliegan chupones de rosal: muy hbiles en un par de temas a los que le dedican toda su fuerza y

    energa y muy dbiles en muchos otros. Hasta los nueve o diez aos estamos a tiempo de cambiar esa imagen de s mismos que ellos armaron porque no toleraban el dolor del fracaso, de no saber, de ser peor que otro. Quizs Juancito (que dice desde los tres aos que no el gusta el ftbol porque su primo de la misma edad juega visiblemente mejor que l) no se convierta en un eximio goleador, pero con nuestro aliento y jugando con nosotros en un mbito prote-gido puede convertirse en un juga dor aceptable y

    disfrutar mucho ms los recreos y los cumpleaos de varones en la infancia.

    Entusiasmo, compromiso, inters, presencia, estmulo, sostn, sumados al trato clido y afectuoso denen el buen aliento que fortalece los recursos de los chicos para desplegar su mximo, animarse a volver a inten-tar ante los fracasos y las frustraciones, seguir esfor-zndose sin rendirse.Cuando el nio internaliza esa conanza del adulto en

    su persona y en sus habilidades, con el tiempo va a poder alentarse a s mismo, sin tanta necesidad que de afuera le digan, qu buen gol, o qu alto trepaste o cuntos detalles tiene tu dibujo.

    Los adultos podemos ayudar tambin rompiendo un desafo complicado en partes pequeas (concepto de Stanley Greenspan en Building Healthy Minds, Perseus, 1999): los invitamos a intentar algo posible para ellos (como sentarse primero a mirar a sus

    amigos jugar, o patear penales a solas con pap, o probar la bici sin rueditas con mam corriendo al lado y sosteniendo la bici). Paso a paso, sostenemos su esfuerzo y los alentamos para que, de a poco, partici-pen de un partido, se animen a armar un rompeca-bezas, pedaleen en la bici sin rueditas, escriban su nombre

    Nuestra sociedad favorece por dems los resulta-dos y esto desalienta. Pareciera que no alcanza con

    transpirar la camiseta, jugar en equipo y correr la pelota. Si no hacemos goles, si no ganamos el partido, parece que no sirve. Y no slo en los deportes, lo mismo pasa en innidad de temas, vemoslo en el dictado o en la prueba de matemtica: no se trata de esforzarse para aprenderlo o estudiarlo para saber, sin darnos cuenta le hacemos sentir que lo nico que importa es la nota que se sac.

    Alentemos el esfuerzo independientemente del resultado, el coraje de intentar, las ganas de volver a hacerlo. Que se animen a empezar la carrera de resistencia aunque no les alcance el aire para terminarla, que se anoten para una audicin de teatro, corriendo el riesgo que no los elijan. Expliquemos a nuestros hijos que el que no lo intenta fracas igual, ni siquiera se dio la oportunidad y se reprueba a s mismo. Si un chico se anima a intentarlo y logra su objetivo se cumple con creces lo que buscaba, pero an el que intenta y fracasa se fortalece y aprende mucho en ese intento. Las madres estn en un lugar privilegiado para ofrecer su mano, su aliento, su conanza a ese hijo que duda de su capacidad, que teme no lograr, o que no se anima a jugarse entero por miedo al fracaso. De la mano de mam es ms sencillo hacer aquello que nos pide Almafuerte en su poesa

    No te des por vencido ni aun vencidoSi te postran diez veces te levantas,

    otras diez, otras cien, otras quinientas, no han de ser tus cadas tan violentas

    ni tampoco, por ley, han deser tantas

    Todo esto se relaciona con el lugar que ocupamos para nuestros hijos: los chicos nos necesitan, nuestra palabra tiene mucho peso, no quieren desilusionar-nos y podemos dejarnos tentar por la facilidad con que inuimos en ellos, por eso debemos ser conscientes de que es nuestra responsabilidad no abusar de ese lugar privilegiado (logrando que nuestros hijos hagan o sean como nosotros quere-mos) sino aprovecharlo para acompaarlos y alen-tarlos en el despliegue de sus verdaderos intereses y capacidades.

    UNA SUGERENCIA FINAL: Hagamos nuestro mejor intento para que nuestros hijos hagan las cosas por y

    para ellos mismos y no para nosotros. Para eso es indispensable que los adultos seamos fuertes y toleremos, no nos desilusionemos, no nos frustremos, no los necesitemos para sentirnos valiosos o exito-sos. Es mucho peso para un hijo cargar con la autoes-tima, la desilusin o la ofensa de sus padres porque no cumple con sus expectativas. Trabajemos nuestra autoestima, despidamos al hijo deseado y alentemos a nuestro hijo real, quien, con su personal manera de crecer y desarrollarse, seguramente tenga mucho que ensearnos.

    PUNTEO DE RECOMENDACIONES

    Alentar temas concretos y especcos (no generales).

    Hacerlo de a un tema por vez.

    Con frases cortas y con palabras sencillas.

    Escuchar y aprovechar sus pedidos de mir, mam, son las mejores oportunidades para alentar.

    No hacer fuerza ni apurar: Conar en el tiempo y la maduracin.

    Alentar y hablar de conductas y no de personas.

    Alentar el esfuerzo (sin preocuparnos por el resultado).

    Alentar al desanimado.

    No abusar del aliento! (para no gastarlo).

    Aliento significa (aparte de su sentido ms literal relacionado con la respiracin) tanto inspiracin, estmulo que impulsa la creacin como tambin alivio, consuelo. Dos aspectos importantes y com-plementarios de este concepto . En ingls encourage, en francs encourager, refuerzan la idea de dar coraje al inspirar, animar o estimular.

    Si nos preguntaran si es bueno alentar a nuestros hijos, responderamos por supuesto! Es lo que hacemos desde que son chiquitos cuando nos deslumbramos ante su primer gorgorito, su primer pasito, cuando logran treparse a un rbol, se animan a tirarse del tobogn, al borde de la cancha cuando vamos a verlos jugar (en el primer sentido de la palabra), cuando llegan con una mala nota pese a haber estudiado, o cuando los abrazamos porque su amigo no quiso venir a jugar (en el segundo sentido). Los alentamos a seguir intentando, experimentando, a no rendirse, a dar su mximo, a vencer sus miedos (especialmente el miedo a equivocarse pero tambin otros), a probar algo nuevo, a no desanimarse.

    Quiero destacar y despertar el inters por el aspecto de alivio, consuelo al que est desalentado. Es sencillo seguir levantando el nimo o dar fuerzas al que acaba de destacarse en algo o al que vemos

    esforzndose, pero a veces nos cuesta alentar a aquel que le fue mal: no queremos ver sufrir nuestros hijos y en lugar de alentarlos podemos elegir distraer-los del tema (no importa que no venga, vamos al cine), buscar excusas que justiquen el fracaso (dormiste mal o es que nadie te pas la pelota), o enojarnos con nuestro hijo porque consideramos que el problema es suyo (cmo quers que tenga ganas de venir si vos siempre la mandones?o cmo pretends que te la pasen si no ests atento?).

    No todos nuestros intentos logran su objetivo. El aliento se presta tanto para un sano respaldo como para un persecutorio respirarles en la nuca. Cuando se trata de alentar a nuestros hijos es muy nita la frontera entre lo que hacemos por y para ellos o las veces en que se cuelan nuestras necesidades, ilusiones y deseos personales... Porque la idea es alentarlos para que puedan desplegar la mejor versin de s mismos y no de lo que nosotros queremos para ellos.

    Correee!, Busc la pelota!, No seas maricn!, son supuestas frases de aliento, fruto de la ilusin, del anhelo de un progenitor que quiere que su hijo se destaque o haga un gol. No siempre es un deseo egosta, lo hace por amor y realmente quiere eso para

    ALENTAR A NUESTROS HIJOS08

  • su hijo, pero ese aliento desalienta, desina la autoestima del chico en lugar de elevarla porque l se da cuenta de que para pap o mam lo que hace no es suciente, que a sus padres no les alcanza y estn desilusionados con su desempeo actual.

    QU FACTORES PUEDEN INTERFERIR PARA QUE EL ALIENTO NO LOGRE SU OBJETIVO?

    En primer lugar el mensaje puede estar teido de nuestras expectativas errneas y ser exagerado, imposible, equivocado, incluso apresurado. Es lo que ocurre por ejemplo cuando no nos tomamos el tiempo de disfrutar un logro y ya estamos pidiendo ms: Te animaste a hamacarte, ahora quiero que lo hagas fuerte o solo. O lo que decimos puede no ser verdad (jugaste muy bien, cuando en realidad no fue as) y eso puede llevarlos a no creer lo que les decimos y perder enton-ces el valioso recurso de nuestro aliento; o a creerlo y frustrarse ms adelante cuando no se conrma en el mundo externo lo que dijeron mam o pap.

    O quizs no los alentemos lo suciente (por nuestra falta de conanza en ellos) para que no sufran si fracasan, para que no se encuentren con su propio lmite, sin darnos cuenta de que es tan pernicioso para los chicos alentarlos demasiado como dema-siado poco. Cmo van a tenerse fe y conanza si nosotros (sus padres) no la mostramos? Ellos van internalizando esa mirada conada y esperanzada y con el tiempo pasa a ser propia: cuando crecemos nosotros, nos damos aliento a nosotros mismos. De todos modos qu lindo es! cuando nuestra mam nos llama y nos felicita por algo que hicimos, o nos va a ver cantar en el coro o nos seala lo bien que maneja-mos una situacin con uno de nuestros hijos El aliento de mam nos encanta hasta su ltimo aliento!

    Otras veces la forma (las palabras, el tono, los gestos) en que los alentamos no resulta adecuada. Los progenitores, especialmente las madres, estn en el mejor lugar para alentar a sus hijos, pero tambin para desalentarlos, es tan grande el bien como el dao que pueden hacer con sus gestos y palabras: cmo me ayudaste al poner la mesa es recibido muy distinto a pusiste mal los cubiertos, el tenedor va a la izquierda

    y el cuchillo a la derecha, lo mismo pasa entre qu garra le pusiste al partido y perdiste dos oportuni-dades claras de hacer un gol; o entre te vestiste sola! y tens mal prendido el saco, ven que te lo arreglo.

    En los primeros ejemplos queda claro el deslum-bramiento de mam por alguna conducta de su hijo, ella confa en que su estmulo, unido al tiempo y la maduracin, le van a permitir al nio ir mejorando su

    desempeo, por lo que se limita a poner el nfasis en lo que estuvo bien. En cambio en los segundos la madre (con menos conanza en s misma y en su habilidad para educar, o en su hijo y su capacidad de progresar) quiere ayudarlo poniendo nfasis en sus errores y lo desalienta.

    Podemos tambin quedar atrapados en los viejos patrones de lo que nosotros recibimos en la infancia, y repetir las tcnicas de no tan buen aliento con que

    nuestros padres nos impulsaban a mejorar. Cuesta cambiarlas, los adultos repetimos para no recordar (digo en el libro Criar hijos conados, motivados y seguros) haciendo lo mismo que hicieron con nosotros, porque apenas empezamos a hacer algo diferente nos conectaremos irremediablemente con el dolor que nos produca en la infancia la respuesta de nuestros padres y, seguimos haciendo lo mismo para no sufrir. Qu bueno saberlo y aprovechar la expe-riencia para curar nuestra infancia ofreciendo algo

    distinto a nuestros hijos! As, dejaremos de lado viejas tcnicas que probaron ser ecaces para bajar la autoestima y no para mejorar el desempeo como: la burla y la irona, el enojo, resaltar el error, la desilusin, las comparaciones, etctera.

    Y CMO ES EL ALIENTO QUE FUNCIONA,EL BUEN ALIENTO?

    En primer lugar es veraz, dice la verdad acerca de lo que ve, resalta lo que el hijo realmente hizo bien. Sea cual sea el resultado siempre podemos encontrar algo para destacar: el empeo, la voluntad, la pacien-cia, el humor, el entusiasmo, el coraje... Cuando propone algo, est dentro de las reales posibili-dades de ese hijo.

    GESTOS Y PALABRAS DICEN LO MISMO: es intil que lo felicite si mi cuerpo muestra mi desilusin. Quizs sea preferible no decir nada hasta que poda-mos recuperarnos del dolor o del enojo que nos provoc su desempeo, hasta que podamos resaltar el intento, el coraje, el esfuerzo, el entusiasmo, a veces destacaremos algo muy chiquito, que haya estado atento unos instantes, otras temas ms com-plejos, como que se haya animado a entrar en la cancha, o a jugar en una posicin nueva en la que no se siente seguro.

    Invita al hijo a desplegar su persona entera, no slo los aspectos que agradan a mam y pap, porque lo acepta como es, por lo que el hijo no necesita esconder aspectos de su persona que siente que van a ser mal recibidas: cmo cuesta perder!, vos le pusiste mucha garra al partido, ests enojado con tu hermanita que te desarm tu construccin, est muy bien que te deendas pero en casa resolvemos los problemas hablando y no con empujones

    Pone el nfasis en conductas y no rasgos de personalidad, no confundamos la persona de nues-tro hijo con sus acciones: es distinto decir sos un genio! que comentar pates con mucha fuerza y seguridad. En el primer caso, estoy caratulando a mi hijo de genio; en el segundo, hablo de sus acciones geniales, no de su persona genial. Tanto para alentar como para retar es importante ocuparnos de sus conductas, podemos darnos cuenta cuando lo hacemos porque usamos verbos (acciones): corrs muy rpido, ordens muy bien, escuchs con atencin, qu lindo te queda ese peinado; cuando en cambio confundimos su persona con sus actos usamos adjetivos (unidos a los verbos ser y estar): sos muy rpido, sos muy ordenado ,sos muy

    obediente o qu linda ests!. A veces es difcil para ellos sostener la expectativa de ser ordenado o estar linda, en cambio los fortalece y disfrutan la frase alentadora cmo me ayuda que ordenes a la par ma!

    Un excelente recurso es la tcnica del andamiaje. John Gottman en su libro Los mejores padres (Javier Vergara Editor, 1997) la propone para la vida diaria y la crianza: implica resaltar primero algo que nuestro

    hijo hizo bien, de modo que se sienta fuerte y seguro con nuestras palabras de reconocimiento y aliento (como parado sobre un andamio) para luego hacerle una pequea recomendacin o correc-cin que va a poder escuchar y aprovechar justa-mente porque los padres nos ocupamos antes de ponerlo sobre ese andamio virtual. Los padres sole-mos hacer exactamente lo contrario, resaltando lo que hizo mal, el chico entonces se enoja y no quiere escucharnos, aunque sea verdad lo que decimos,

    porque hacemos el comentario en mal momento (por ejemplo no estar atento y perder un pase y una opor-tunidad de gol en un momento del partido) y desperdi-ciamos la oportunidad de alentar