Domingos 2-5 del tiempo Ordinario (A)

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Guía para las lecturas litúrgicas de estos domingos que puede ser utilizada como esquema de predicación o para moniciones.

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VISIN DE CONJUNTO DE LOS DOMINGOS II AL IX DEL TIEMPO ORDINARIO Segunda parte VI al IX(Ciclo A, 2011)

Introduccin generalEl domingo 2 del Tiempo Ordinario es todava una prolongacin del misterio de la Epifana, con lectura del Evangelio segn san Juan. A partir del domingo 3, la seleccin de percopas del evangelio segn san Mateo del ciclo A, presenta a Jess como sntesis y plenitud de la historia de salvacin, hijo de David, nuevo Moiss, plenitud de la Ley y los profetas, inauguracin de la ltima etapa de la historia. Se le destaca, por otra parte, como formador del nuevo pueblo de Dios, y su nico maestro. Desde los domingos 3 al 9, anteriores a la Cuaresma, se trata del comienzo de la predicacin de Jess en Galilea y del sermn de la montaa. Las primeras lecturas, del Antiguo Testamento, se han seleccionado teniendo en cuenta su relacin con el evangelio, tratando de subrayar la unidad de ambos Testamentos y de manera que los que participan en la misa dominical vayan conociendo no slo el Nuevo Testamento, sino tambin los pasajes ms importantes del Antiguo.Para las segundas lecturas se propone seguir una seleccin semicontnua de la primera carta del apstol san Pablo a los Corintios ( domingos 2 al 8), y de la carta a los Romanos (domingo 9), acerca de la vida del cristiano en el momento presente.Ofrecemos en esta entrada la primera parte de esos domingos del Tiempo Ordinario, que comprende desde el II al V. Continuar en la siguiente entrada la segunda parte, desde el VI al IX..

Domingo II, 16 de enero. La eleccin de Dios.Primera lectura Is 49, 3. 5-6 La eleccin del siervo.Se trata de la eleccin del Siervo: El Seor me dijo: tu eres mi siervo, de quien estoy orgulloso. La eleccin por parte del Seor tiene como fin conferir al Siervo una gran responsabilidad: reunir a Israel, ser luz de las naciones, extender la salvacin de Dios hasta los confines de la tierra. Hacer a Dios presente y operante en el mundo con una tarea de unificacin, iluminacin y salvacin.Salmo 39. Aqu estoy, Seor, para hacer tu voluntad.Segunda lectura 1 Co 1, 1-3 La vocacin del Apstol y la nuestra.Este domingo la segunda lectura enlaza con el tema de las otras dos: la eleccin para una misin. San Pablo se presenta como elegido y llamado por la voluntad de Dios y enviado por l para anunciar la Buena Noticia de Cristo. Tambin los bautizados han sido objeto de un llamamiento divino a ser santos, invocar el nombre de Jess y ser sus testigos en la Iglesia y en el mundoEvangelio Jn 29-34 ste es el Hijo de Dios. La vocacin de Cristo como Cordero y como Siervo es la de cargar con los pecados del mundo. Para esto design el Padre a su Hijo nico y el Espritu se pos sobre l, lo escogi y lo ungi. Se trata de una vocacin de entrega en favor de los dems. La liturgia de hoy invita a profundizar en este rasgo de Jess como Siervo, Mesas, Enviado. Cada uno de nosotros puede decir, como Juan, Yo no lo conoca... suficientemente en este aspecto concreto. Cada uno de nosotros est llamado a compartir con Jess la carga que supone servir en la familia, en la profesin, en las responsabilidades sociales econmicas y polticas como una vocacin sellada en el bautismo, para purificar de malicia el ambiente en que cada uno se mueve, y para hacer visible y operante la salvacin de nuestro Dios.Domingo III, 23 enero. Primera lectura Is 8, 23b- 9, 3 El pueblo vio una luz grande.El profeta habla en una situacin socio-poltica concreta: el imperio asirio invadi el ao 732 a. C. el norte de Palestina, los territorios de Zabuln y Neftal. La poblacin vive la terrible crisis del destierro. Isaas tiene palabras de consuelo y alienta la esperanza de la luz que brilla en la presencia y en la accin de Dios: El pueblo que habitaba en tinieblas, vio una luz grande. La vida religiosa cristiana cuenta hoy poco para la gente. Nuestra sociedad vive inmersa en una crisis econmica y cultural, que presenta peligrosas fracturas sociales y enormes distancias entre grupos, en lo que se refiere a desarrollo y bienestar. Pocos son los que advierten que esta situacin tiene que ver con la ausencia de valores religiosos y morales, y que la luz que necesitamos no proviene slo de las soluciones que ofrece la ciencia econmica o poltica.Salmo 26 . El Seor es mi luz y mi salvacin.Segunda lectura 1Co 1, 10-13.17. No andis divididos.Ya San Pablo mismo, en la comunidad de Corinto recin fundada, tuvo que intervenir para evitar que aquellos cristianos dieran ms importancia a lo accidental que a lo sustantivo. Los particularismos y rivalidades de los seguidores de una u otra corriente amenazaban con crear pequeas clulas autnomas dentro de la Iglesia. Ponan en riesgo la realidad teologal de una sola fe, un solo Seor, un solo bautismo con lo que, ademas, se mermaba la eficacia de la tarea evangelizadora. El Apstol ve en aquellas divisiones una contradiccin con el ser y la misin de la Iglesia. Evangelio Mt 4, 12-23 Galilea, camino del mar, encrucijada de los gentiles.La cosa empez en Galilea. San Mateo ve realizada la profeca de Isaas en las primeras actuaciones de Jess: comienza su predicacin y empieza a fundar su Iglesia.La predicacin de Jess se realiza con palabras y con obras: el Reino de Dios no est ausente sino presente y operante; recorra toda Galilea enseando, proclamando y curando las enfermedades y dolencias del pueblo.Jess comienza a preparar la edificacin de su Iglesia: llama a los discpulos y estos le siguen inmediatamente, abandonando su anterior forma de vida.En el mundo de hoy, que es encrucijada de tantos caminos y se encuentra envuelto en tantas oscuridades, est presente el Reino de Dios. A nosotros corresponde acogerlo continuando la tareas nunca acabada de la conversin, y anunciarlo, colaborando con Cristo, con palabras y obras

Domingo IV 30 de enero. Dios escoge al pobre.Desde hoy, hasta el domingo 9 del Tiempo Ordinario, anterior a la Cuaresma, las lecturas del evangelio segn san Mateo, captulos 5 al 7, constituyen unidad temtica: el sermn de la montaa. Ms all de la mera tica, la predicacin de Jess nos introduce en el mbito propio de la moral cristiana.Primera lectura So 2,3; 3,12-13 Un pueblo pobre y humilde.El criterio imperante en el mundo es el de la marginacin e incluso opresin econmica y poltica de los dbiles. La tradicin proftica ensea que, por el contrario, Dios es el defensor de los pobres, pequeos y oprimidos. La pobreza material no es un bien en s misma. Hay que buscar la justicia, que incluye el derecho de todos a una vida digna y la equitativa distribucin de los bienes. La moderacin, que tambin hay que buscar segn el profeta en la posesin de riquezas materiales, proporciona la libertad interior para trabajar eficazmente por la justicia en este mundo y para la sincera bsqueda de Dios. Salmo 145. Dichosos los pobres en el espritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Segunda lectura 1Co 1, 26-31 Dios ha escogido lo dbil.San Pablo asimil la novedad de la jerarqua de valores establecida por Jess en las bienaventuranzas. La comunidad cristiana no debe buscar la eficacia a toda costa, sirvindose de alianzas con las fuerzas imperantes en el mundo. La Iglesia no tiene por qu ambicionar la presencia en ella de personajes ricos, famosos e influyentes. Porque Dios elige a lo que no cuenta para reducir a la nada lo que slo tiene apariencia de ser. Tambin hoy podemos poner cada cosa en su sitio, revisando los criterios con que nos juzgamos a nosotros mismos, a las personas y a los elementos de este mundo. Sopesemos la vida con criterios evanglicos: el que se glore, que se glore en el Seor.

Evangelio Mt 5, 1-12a Dichosos los pobres en el espritu.

Las bienaventuranzas son el resumen del Evangelio y de la vida misma de Jess. Una jerarqua de valores que subvierte la que impera en el mundo. Los ltimos de aqu: los pobres, los que lloran, los que tienen hambre, los perseguidos por causa de la justicia, pasan a ser los primeros en el Reino. Los que se esfuerzan en vivir conforme a esta nueva valoracin son invitados a la alegra, porque su recompensa ser grande en el cielo. La tica y la moral se trascienden en el seguimiento de Jess.Los valores que Cristo ha proclamado son, antes que nada, conducta del propio Cristo.

Domingo V, 6 de febrero. Sal de la tierra, luz del mundo.Primera lectura Is 58, 7-10 Brillar tu luz en las tinieblas.En los programas de pastoral aparece, como no puede ser de otra manera, la opcin preferencial de la Iglesia por los pobres. Es bueno comenzar expresando deseos y proyectos. Pero la luz que brota como la aurora no es slo la del conocimiento y la enunciacin terica sino la del amor practicado con el prjimo de manera concreta: desterrar la injusticia y la violencia, el engao en la vida privada y pblica y la utilizacin de la maledicencia como arma de desprestigio del adversario personal o poltico; y ejercer la caridad, individual y colectiva, organizada y eficaz, contra el paro, el hambre, y toda forma de desamparo. La apertura a los dems nos sana y rejuvenece a nosotros mismos, al tiempo que glorifica al Seor. Salmo 111 El justo brilla en las tinieblas como una luz.Segunda lectura 1Co 2, 1-5 Os anunci el misterio de Cristo crucificado.Podemos relacionar esta lectura con las otras dos. Cristo, y ste crucificado, es la luz de las gentes en su donacin a ellas hasta la muerte. La Iglesia es luz de las gentes en cuanto, con su predicacin y accin, refleja sobre el mundo la luz de Cristo crucificado y resucitado. La eficacia de la predicacin no depende de la elocuencia y de la sabidura humana que exhiben los predicadores, sino del servicio humilde a la palabra de Dios, pronunciada definitivamente en la entrega de su Hijo hasta la muerte en cruz. La predicacin y la fe de los creyentes se apoyan en el poder del Espritu entregado por Cristo en la cruz pascual.Evangelio Mt 5, 13-16 Vosotros sois la luz del mundo El hombre de nuestro tiempo sufre la prdida del sentido de Dios y as camina en tinieblas en la relacin con l y, por consiguiente, en la relacin con sus semejantes. Los cristianos somos, por imperativo del Seor, luz del mundo y sal de la tierra. Cada cristiano lleva consigo el fermento para despertar en los dems el sentido de Dios y el de la fraternidad cristiana y humana. Renunciar a esa tarea desvirtuara su mismo ser inutilizndolo. Realizar la misin es vivir al servicio de los dems como Cristo mismo. El Vaticano II seal que en la gnesis del atesmo pueden tener parte no pequea los propios creyentes, en cuanto que, con el descuido de la educacin religiosa, o con la exposicin inadecuada de la doctrina, o incluso con los defectos de su vida religiosa, moral y social, han velado ms bien que revelado el genuino rostro de Dios y de la religin (GS 19)./