Domingos 14-17 TO (A) Guía

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Guía del sentido de estos domingos y de sus lecturas para utilizar como esquema de homilías o moniciones.

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VISIN DE CONJUNTO DE LOS DOMINGOS Y FIESTA DE SANTIAGO APSTOL.SEMANAS XIV AL XVII DEL TIEMPO ORDINARIO.LAS PARBOLAS DEL REINO

(Ciclo A, 2011)

Introduccin generalDespus delas fiestas que, en cierto modo, recapitulan el tiempo de Pascua, volvemos a la celebracin de los domingos del Tiempo ordinario del ciclo A. An dentro de este Tiempo ordinario, el domingo irrumpe como un da diferente y festivo que da orientacin y sentido trascendente a nuestro acontecer diario.Recordamos que la seleccin de percopas del evangelio segn san Mateo del ciclo A, presenta a Jess como sntesis y plenitud de la historia de salvacin,hijo de David, nuevo Moiss, plenitud de la Ley y los profetas, inauguracin de la ltima etapa de la historia. En estos domingos se le destaca tambincomo formador del nuevo pueblo de Dios, y su nico maestro.En las celebraciones de las semanas 14 al 17, las parbolas evanglicas dan ocasin a la comunidad cristiana para presentarse ante Dios Padre, juntamente con Cristo, como signo e instrumento de la realizacin del misterio del Reino en la etapa presente de la historia.Las primeras lecturas, del Antiguo Testamento, se han seleccionado teniendo en cuentasu relacin con el evangelio, tratando de subrayar la unidad de ambos Testamentos. En Cristo se cumplen las profecas de Zacaras (9, 9-10) sobre el rey escatolgico. l es la Palabra que realiza su finalidad como haba anunciado el profeta Isaas (55, 10-11). Inaugura el tiempo de gracia y misericordia vislumbrado en el libro de la Sabidura (12, 13. 16-19). Es ms que Salomn (1 Re 3, 5. 7-12).Paralas segundas lecturas se propone seguir una seleccin semicontnua del captulo 8 de la carta de san Pabloa los Romanos, acerca de la vida de los ciudadanos del Reino durante su peregrinacin por este mundo.El pequeo ciclo de estas celebraciones dominicales se cierra con la fiesta de Santiago apstol, patrono de Espaa cuya figura puede presentarseeste cicloa la luz de las parbolas del Reino

Domingo XIV, 3 de julio.

Primera lectura Za 9, 9-10. Mira a tu rey que viene a ti modesto.

El Mesas, instaurador del Reino de Dios, viene sin poder y sin armas. En una poca de crisis econmica y de decepcin por laforma de ejercer la accin poltica puede surgir la tentacin de buscar la realizacin de las legtimas esperanzas por los caminos de la fuerza y la violencia. El rey que viene no tiene los atributos del que domina por el poder. Nos invita a reconocer lo que tanto nos cuesta descubrir: que la raz de las crisis est en una forma incorrecta de relacionarnos con Dios y, consiguientemente, con nuestros hermanos. El rey que viene es justo porque lleva a cabo la voluntad de Dios e imparte justicia a las pobres. La realizacin de las esperanzas mesinicas, que incluye la prosecucin de las legtimas esperanzas terrenas, no se alcanzan con actitudes evasivas, por el contrario, requiere la participacin diligente en los asuntos temporales si bien rechaza la violencia, la ostentacin y el despilfarro. El rey que viene salva, dicta la paz y la justicia pero lohace utilizando medios pacficos y humildes.

Salmo.144 Bendecir tu nombre por siempre, Dios mio, mi rey

Segunda lectura Rm 8, 9. 11-13. Si con el Espritudais muerte a las obras del cuerpo, viviris.

El apetito de alcanzar de inmediato los deseos terrenos puede fcilmente arrastrarnos a vivir segn la carne, es decir en oposicin a la voluntad de Dios. No es posible vivir como cristianos en este mundo sin mortificacin de los instintos en cuanto nos separan de Dios. Vivir en el Espritu es un don de Dios al mismo tiempo que empeo diario del cristiano para participar de la libertad de Cristo glorioso.

Evangelio Mt 11, 25-30 Soy manso y humilde de corazn.

Cuando tenemos que resolver alguno de tantos problemas que surgen en la vida diaria, y acudimos a quien puede ayudarnos, nos sentimos aliviados y descansados si somos acogidos con benevolencia, comprensin ycondisposicindefacilitarnos la orientacin y el apoyo que necesitamos. La vida se hace mucho ms agradable si desterramos de nuestras relaciones la arrogancia y la prepotencia y nos mostramos dispuestos a acoger y servir.El rey que viene a configurar un mundo conforme a la voluntad de Dios da gracias al Padre porque es la gente sencilla la que obtiene el conocimiento de los misterios del Reino y, al mismo tiempo, manifiesta que l est conesa gente sencilla, que es manso y humilde de corazn, y brinda a todos el descanso y el alivio de quien est siempre dispuesto a acoger y servir a los que estn cansados y agobiados

Domingo XV, 10 de julio

Primera lectura Is 55, 10-11.

La palabra cuando es mendaz mendaz e hipcrita devala las relaciones interpersonales y siembra recelos y desconfianzas en la vida social. La Palabra de Dios es sincera, de por s eficaz y poderosa, fecunda como la nieve y la lluvia mansa que hacen germinar la semilla.En nuestra poca se ha difundido lamentablemente, sobre todo en Occidente la idea de que Dios es extrao a la vida y los problemas del hombre, y, ms an, de que su presencia puede ser una amenaza para su autonoma. En realidad, toda la economa de la salvacin nos muestra que Dios habla e interviene en la historia en favor del hombre y de su salvacinintegral. Por tanto, es decisivo desde el punto de vista pastoral mostrar la capacidad que tiene la Palabra de Dios para dialogar con los problemas que el hombre ha de afrontar en la vida cotidiana (Benedicto XVI.Verbum Dominin 23).

Salmo 64 La semillacay en tierra buena, y dio fruto.

Segunda lectura Rm 8, 18-23 La creacin, expectante, est aguardando la plena manifestacin de los hijos de Dios.

Las catstrofes naturales y las crisis sociales y econmicas que atravesamos nos hacen conscientesde la precariedad de la condicin humana. A pesar de las fatigas y trabajos del tiempo presente, la Palabra de Dios alimenta la esperanza de los cristianos. Debemos recurrir a ella para encontrar sentido al dolor y al sufrimiento. En el momento del dolores cuando surgen de manera ms aguda en el corazn del hombre laspreguntas ltimas sobre el sentido de la propia vida.Mientras la palabra del hombre parece enmudecer ante el misterio del mal y del dolor, y nuestra sociedad parece valorar la existencia slo cuando statiene un cierto grado de eficiencia ybienestar, la Palabra de Dios nos revela que tambin las circunstancias adversas son misteriosamente abrazadas por la ternura de Dios. La fe que nace con el encuentro de la divina Palabra nos ayuda a considerarla vida humana como digna de ser vivida en plenitud tambin cuando est aquejada por el mal (Benedicto XVI,Verbum Dominin 106).

Evangelio Mt 13, 1-23 Sali el sembrador a sembrar.

En la predicacin sobre las parbolas del Reino conviene tener en cuenta la necesaria distincin, y, al mismo tiempo, los aspectos coincidentes entreel Reinoy la Iglesia. La Iglesia no es el Reino, pero s elsigno e instrumento de su realizacin. El Reino es ms que la Iglesia en su forma presente, aunque stadebe tener las caractersticas esenciales del Reino y ser su signo eficaz en medio de nuestro mundo.El evangelio de hoy presenta la parbola del sembrador y la semilla. Jess mismo dio a los discpulos la aclaracin de su significado: elReino de loscielos comienza por la proclamacin de la Palabra, y germina y se desarrolla segn las disposiciones con que es acogida. Slo los hombres bien dispuestos acogen el Reino, y la siembra de la Palabra da fruto en proporcin a la acogida de quienes la reciben.Por difciles que puedan parecer las circunstancias, nuestro tiempo ha de ser cada da ms el de una nueva escucha de la Palabra de Dios y de unanueva evangelizacin .Redescubrir el puesto central de la Palabra divina en la vida cristiana nos hace reencontrar de nuevo as el sentido ms profundo de lo que el Papa Juan Pablo II ha pedido con vigor: continuar lamissio ad gentesy emprender con todas las fuerzas la nueva evangelizacin, sobre todo en aquellas naciones donde el Evangelio se ha olvidado o padece la indiferencia de cierta mayora a causa de una difundida secularizacin (Benedicto XVI,Verbum Dominin. 122).

Domingo XVI, 17 de julio.

Primera lectura Sb 12, 13. 16-19 El justo debe ser humano.

Jess, al comienzo de su ministerio en Nazaret,proclam que se cumpla el momento de la llegada de unao de gracia del Seor,es decir la liberacin plena prometida para el ao jubilar. (cf Lc 4, 19). El tiempo que se inaugura con Jess es una oportunidad de gracia para todos los hombres, especialmente para los necesitados de indulgencia, benignidad, compasin y esperanza. El Libro de la Sabidura describe un estado de cosas donde Dios despliega su fuerza y poder en la compasin y la misericordia y los que formen parte de su reino y de su justicia han de imitarle porque en el reino de Dios el justo debe ser humano.Cada tiempo, cada poca, abre nuevas perspectivas apostlicas. Aunque crezca la cizaa, Dios cuida desde un principio para que su Buena Noticia se introduzca eficazmente en todos los tiempos. El espritu de la poca no es slo un peligro. A partir de Jess, todo tiempo estiempo de gracia del Seory la Iglesia debe utilizar la orientacin del tiempo como puerta de entrada para su misin.Salmo 85 Tu, Seor, eres bueno y clemente.

Segunda lectura Rm 8, 26-27 El Espritu intercede con gemidos inefables.

El Reino de Dios est llegando pero, durante la etapa presente, seguimos experimentando nuestra debilidad hasta el punto de que no solamente no hacemos, a veces, el bien que conocemos sino que nos cuesta comprender dnde est el bien verdadero. Ni siquiera sabemos orar como es debido. Aunque nos cueste, hemos de aceptar este tiempo de prueba y de gestacin lenta y progresiva de la creacin nueva, de la irrupcin plena del reinado de Dios. Debemos vivir en la fe la presencia del Espritu que viene en ayuda de nuestra flaqueza e intercede por nosotros con gemidosinefables. Prosigue en la historia el escndalo de la cruz de Cristo, en la que Dios ha hecho suyo el dolor del hombre y dela creacin entera y les entrega el Espritu que resucit a Jess de entre los muertos y que resucitar tambin nuestros cuerpos mortales.

Evangelio Mt 13, 24-43 Dejadlos crecer juntos hasta la siega.

A partir de las Asambleas sobre la evangelizacin y sobre la catequesis el contexto socio-cultural se ha confrontado con cambios importantes y tambin imprevistos, cuyos efectos como en el caso de la crisis econmico-financiera resultan todava bien visibles y activos en nuestras respectivas realidades locales. La misma Iglesia ha sido tocada en modo directo por estos cambios, ha sido obligada a enfrentarse con interrogantes, con fenmenos que han de ser comprendidos, con prcticas que deben ser corregidas, con caminos y realidades en los cuales ha de infundirse en modo nuevo la esperanza evanglica. Un contexto como ste nos lleva en modo natural hacia la prxima Asamblea sinodal. De la escucha y la confrontacin recproca todos resultaremos enriquecidos y preparados para reconocer aquellos caminos que Dios, a travs de su Espritu, est construyendo para manifestarse y dejarse encontrar por los hombres, segn la imagen del profeta Isaas (cf.Is40, 3; 57, 14; 62, 10) (Lineamenta para la XIIIAsamblea General Ordinaria del Snodo de los Obispos n 4)Las tres parbolas del evangelio de hoy anuncian que el Reino de Dios no irrumpe triunfalmente en la historia y que la victoria sobre las fuerzas del mal no se llevar a cabo definitivamente en el mundo presente. La Iglesia, signo del Reino e instrumento de su realizacin, es concernida por los cambios de la historia, est obligada a enfrentarse con interrogantes, con fenmenos que deben ser comprendidos, con practicas que deben ser corregidas. Pero no nos corresponde a los cristianos constituirnos en jueces y ejecutores inmediatos de lo que pensamos ser la justicia divina. El Reino de los cielos est presente, no con la irrupcin impositiva de una victoria militar sino con la vitalidad, en apariencia insignificante, del grano de mostaza. Dios, a travsde realidades humildes como la levadura en la masa, realiza cosas admirables sirvindose de medios humildes. En cada etapa de la historia la Iglesia inmersa en ella se encuentra con caminos y realidades en los cuales ha de infundirse en modo nuevo la esperanza evanglica.Domingo XVII, 24 de julio.

Primera lectura 1R 3, 5. 7-12 Pediste discernimiento.Hoy concluimos el captulo 13 del evangelio que Mateo dedica a las parbolas del Reino.La bsqueda del Reino de Dios consiste en la opcin por laverdad, por la vida, por la justicia, por el amor como servicio al bien de los dems, y por todo lo que conduce a la paz. Salomn agrad a Dios porque no buscaba bienestar, poder o gloria terrenas: larga vida, riquezas y destruccin de los enemigos sinoun corazn sabio e inteligente, capaz de discernir lo mejor para su pueblo con equidad y veracidad. Las intenciones y deseos profundos de Salomn estaban en sintona con los valores del Reino de Dios.

Salmo 118 Cuanto amo tu voluntad, Seor

Segundalectura Rm 8, 28-30 Nos predestin a ser la imagen de su Hijo.

La bsqueda del Reino de Dios lleva consigo reconocer y proclamar explcitamente la gloria de Dios. As se cumple toda justicia. La dignidad de la persona tiene su ltimo fundamento en habersido llamada a entrar en el designio divino. Y la verdadera dignidad del hombre resplandece cuando ste se integra libremente en el designio de Dios que consiste en reproducir la imagen de su Hijo, llamado a ser el primognito entre muchos hermanos. Y a los que desde el principio destin,tambin los llam; a los que llam los puso en camino de salvacin; y a los que puso en camino de salvacin les comunic su gloria.All donde la Iglesia se hace presente y acta, es decir all donde ensea, confiesa sufe, ora, celebra el sacrificio de Cristo, todos los hombres son invitados, no slo interiormente sino tambin de manera sensible y eficaz, a entrar en el Reino de Dios para alabanza de su gloria.

Evangelio Mt 13, 44-52 Vende todo lo que tiene y compra elcampo.

Este evangelio propone las tres ltimas parbolas que, con imgenes de realidades presentes, apuntan, sin embargo a las realidades ltimas y definitivas: el tesoro y la perla como imagen del carcter decisivo del Reino, y la red llena de peces que despus son seleccionados, como ilustracin del juicio ltimo y definitivo de Dios sobre los destinatarios del Reino; el maestro de la ley que se ha hecho discpulo como imagen del creyente abierto a la novedad del Reino que viene.El tesoro escondidoy la perla preciosa del Reino son de tal valor que quien los encuentra ha de estar dispuesto a posponerlo todo. Es esta una invitacin a los cristianos, que ya han descubierto el Reino, a mantenerse firmes en la eleccin que han hecho y a vivirla con alegra. En el momento presente se hace especialmente necesario insistir en que el del Reino de Dios es un tesoro para la sociedad y para cada uno de los creyentes y en que la orientacin de la vida hacia l no puede ser sino causa de satisfaccin y alegra.La red que recoge en el mar toda clase de peces evoca el hecho de que la oferta del Reino se hace a todos. Mientras que la aplicacin de la parbola a la seleccin de peces, que se har al fin del mundo, es una exhortacin a vivir poniendo en prctica lasenseanzas de Jess.El breve dilogo final en el que se encuadra la presentacin del escriba que entiende el Reino de los cielos es una invitacin al discpulo a conjugar la fidelidad a lo que es permanente en el Antiguo Testamento con la apertura a la novedad del Reino que ha llegado en la persona y la predicacin de Jess.

Lunes 25 de Julio, SANTIAGO, apstol patrono de Espaa, Solemnidad.

Primera lectura Hch 4, 33; 5, 12. 27-33; 12, 2 El rey Herodes hizo pasar a cuchillo a Santiago.

El martirio deSantiago es el testimonio de un discpulo consecuente con la invitacin de Jess a dejarlo todo y seguirle. Una vez que ha descubierto el Reino de los cielos en todo su valor, ni siquiera el precio de la vida es demasiado alto.En el mundo crecen juntosel trigo y la cizaa: el trigo de la vida de Santiago, entregada por el evangelio, y la cizaa del poder ejercido despticamente por el Sanedrn, el sumo sacerdote y el rey Herodes.Ladifusin del evangelio entre persecuciones, muy presentes en el librode los Hechos, debe hacernos reflexionar sobre la evangelizacin actual. Hay muchos lugares en nuestro mundo donde los cristianos son perseguidos por el mero hecho de serlo. Debemos oponernos enrgica y pacficamente a esta violacin del derecho de todapersona a la libertad religiosa. Ciertamente, no es legtimo ni deseable que alguien sufra a causa de su religin. Pero cuando no hay contradiccin por parte de un mundo injusto y pecador, podemos preguntarnos si presentamos el evangelio como es debido Porque la persecucin aparece all donde se presenta a Jess y a su mensaje con incidencia en la vida real.

Sal 66. Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.

Segunda lectura 2Co 4, 7-15 Llevamos en el cuerpo la muerte de Jess.

Los encargados de presentar el tesoro escondido y la perla preciosa del Reino estn sujetos a las limitaciones propias de la condicin humana. Son seres humanos, no superhombres. Llevan untesoro en vasos de barro. Actualmente, los cristianos en muchas partes del mundo estn siendo entregados a la muerte por causa del nombre de Jess.Sin embargo, en la fragilidad y debilidad del hombre se pone de manifiesto la fuerza de Dios. Cuando la evangelizacin se hace difcil, los mensajeros del evangelio deben tomar conciencia de que sus limitaciones, trabajos, sufrimientos y hasta la muerte fsica cooperan a que la semilla del Reino germine y crezca. Santiago, como Pablo, puso su confianza en la fuerza de Dios, que ya se ha hecho presente en la cruz y la resurreccin de Cristo, y entreg su vida por el evangelio.Evangelio Mt 20, 20-28 Mi cliz lo beberis.

Los apstoles Santiago y Juan, como los dems discpulos, y a pesar del anuncio que Jess acaba de hacer de su pasin, no han comprendido que el Reinoiniciado por l tiene unos esquemas y procedimientos diversos de los reinos de este mundo. Piden para s un puesto de honor. Quieren sentarse a la derecha de Cristo en su Reino. Jess les remite al cliz de su pasin y les muestra que lo que verdaderamente importa en el reino no son los puestos honorficos, sino seguirle a l por el camino de la humildad, la entrega y el servicio.La renovada implantacin de los valores del Reino de Dios en nuestra patria, no puede hacerse por el camino de la bsquedade honores y reconocimientos humanos, sino que exige beber el cliz del Seor, es decir, asumir el costo de impopularidad que lleva consigo realizar los valores del Reino en nuestra propia vida, defenderlos con firmeza y hacerlos presentes, con palabrasy con obras, en los diferentes mbitos de nuestra vida social.La actitud de los dems discpulos manifiesta que tampoco ellos han entendido a Jess. ste insiste, con una nueva instruccin sobre el servicio, en que las comunidades de creyentes no hande regirse por los criterios de poder y de dominio usuales en el mundo. En estas comunidades la grandeza ha de estar en el servicio, y el que quiera ser primero ha de hacerse servidor de todos. Los cristianos, en medio de una lucha despiadada por la consecucin del poder en el mundo, hemos de ofrecer el testimonio de que hay mayor honor en servir que en ser servido.

Finalmente, Jess pone en su propio ejemplo el modelo de ejercicio de toda autoridad en su Iglesia. Los discpulos deben fijar los ojos enla cruz, donde el Maestro y el Seor ha ejercido la mxima autoridad en el Reino, sirviendo a todos con la entrega de su propia vida.

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