Domingo 23 to-c.

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Caminaba con Jesús mucha gente, y volviéndose les dijo: El que no lleve su cruz y venga en pos de mí, no puede ser discípulo mío. Cualquiera de vosotros que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser discípulo mío. Lc 14, 25-33

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Caminaba con Jesús mucha gente, y volviéndose les dijo:

El que no lleve su cruz y venga en pos de mí, no puede ser

discípulo mío.

Cualquiera de vosotros que no renuncie a todos sus bienes, no

puede ser discípulo mío.

Lc 14, 25-33

Es la única señal de que eres verdaderamente un hombre”.

“Cuando el dolor te deje una herida no escondas jamás la cicatriz.

Nino Salvaneschi se presentaba a sí mismo como “ un ciego que se ha replegado a sí mismo

y ha visto radiantes horizontes”.

Algunos de sus pensamientos podrían situarse en la filosofía del estoicismo.

Pero su fe cristiana daba sentido a su búsqueda.

“ No pocas almas, decía, piden a Dios que venga a su encuentro sin hacer por su parte el más mínimo esfuerzo”.

El juglar ciego nos dejó profundas meditaciones sobre el misterio del dolor que se revela

en las últimas palabras de Jesús en la cruz.

“ La mayor gloria de los hombres es que un Dios haya venido a sufrir y morir en medio de ellos.

Esta sola realidad debe disipar todas las dudas

sobre nuestro destino”.

Reconocer ese camino trazado por el “Dios-con-nosotros” es fuente de paz y sabiduría.

Y un manantial de fortaleza para practicar la abnegación y afrontar una vida digna.

Jesús no nos ha ocultado el camino al que nos invita:

“ Si alguno se viene conmigo y no pospone a su padre y a su madre,

a su mujer y a sus hijos y a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío”.

La familia es el resumen de los afectos más profundos.Aquí refleja la renuncia más radical.

Pero la familia es un don de Dios.Jesús no nos llama a abandonar por abandonar.

Y menos aún a despreciar.Se trata de ser libres.

Estas reflexiones sobre el dolor no encuentran hoy oídos complacientes.

Antes de que llegue, pensamos que el dolor está dirigido a otros.

Cuando nos alcanza no somos capaces de adivinar el verdadero sentido que le da

el seguimiento de Cristo.

Tampoco es fácil decidirse a ser discípulo de un crucificado en un mundo que glorifica el éxito y el

triunfo.

Y más difícil es manifestarlo en un momento en que está de moda olvidar las raíces cristianas.

Nadie está obligado a ser discípulo de tal Maestro, pero si se decide ha de conocer el camino que ha de recorrer.

El evangelio nos desconcierta con su claridad.

Señor Jesús,que nos llamas a seguirte,

ayúdanos a comprender que nuestra garantía

consiste en ir a ti y contigo sin contar con otros apoyos

que tu gracia. Amén.

Texto: José Román Flecha Andrés PALABRA DEL SEÑOR –Salamanca -Presentación: Antonia Castro PaneroMúsica: Melody Of Love