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® 28 de diciembre de 2014 Cultural ¿Vivimos una buena época o el planeta se destruye? Páginas de 8 a 11 E L MEJOR DE LOS MUNDOS POSIBLES

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®

28 de diciembre de 2014

Cultural

¿Vivimos una buena época o el planeta se destruye? Páginas de 8 a 11

El mEjor dE los mundos posiblEs

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Domingo es un magazine semanal. Impreso en los talleres de Editora DEMAR, S.A. de C.V., ubicados en la calle Matías Canales No. 504, Código Postal No. 88620, Col. Ribereña, Apartado Postal No. 14, Cd. Reynosa, Tam. [email protected]

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DISEÑO Mariela Olvera

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Cultural®

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2DOMINGO \ EL MAÑANA \ 28 de diciembre de 2014 PSICOLOGÍA

Por Patricia Ramírez

Las redes sociales han revolucio-nado la forma de comunicarse; de los amigos contados con los dedos de una mano se ha pasado en muy poco tiempo a tener cientos, a los que la mayoría de las veces nunca se ha dado un abrazo. Estas estruc-turas de contacto acercan y alejan. Permiten comunicarse a cualquier hora del día con cualquier perso-na, aunque viva a una distancia kilométrica, pero también pueden aislar a las que están más cerca.

y redes socialesComunicación

- Han revolucionado la forma de comunicarse, pero tienen ventajas e inconvenientes

- Las reglas básicas son: no relegar el contacto personal y no hacer nada de lo que no se estaría orgulloso en el mundo no virtual

Con diferentes finalidades, desde la meramente profesional hasta la de compartir ocio, conocimientos o buscar pareja; todas ellas atienden a una de las necesidades básicas del ser humano: estar en contacto con otra persona, socializarse y cubrir el sentimiento de pertenencia.Si se usan adecuadamente, ofrecen ventajas como las que se enumeran a continuación:- Facilitan comunicarse en la distancia. Hace años era impensable, sobre todo por el costo económico, poder hablar diariamente con seres queridos o con

profesionales que se encontraran ale-jados geográficamente. Ahora sólo exige tener una conexión a Internet en el ordenador o en cualquiera de los dispositivos móviles que tenemos a nuestro alcance.- Visibilidad para su negocio o para sus propios conocimientos si desea compartirlos. Las redes sociales son un inmenso escaparate si se consi-gue ser atractivo. La calidad de los comentarios, el sentido del humor, las soluciones o tener ideas diferentes permite fidelizar seguidores deseo-sos de ver qué se les propone.- Permiten que personas tímidas se puedan expresar tranquilamente. En este caso, la red social nunca debería ser un sustituto del contacto presen-cial, pero sí un escenario en el que practicar las habilidades sociales para

“Las palabras amables pueden ser cortas y fáciles de decir, pero sus ecos

son realmente infinitos”. Teresa de CalCuTa

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328 de diciembre de 2014 / EL MAÑANA / DOMINGOPSICOLOGÍA

Para saber máswVÍDEOSobre la necesidad de desconectar para conectar. https://www.youtube.com/watch?v=wf_dzUamjwg

wFRASE“Temo el día en que la tecnología sobrepase nuestra humanidad. El mundo solo tendrá una generación de idiotas”. Einstein

wPELÍCULA‘La red social’ David FincherTrata sobre la historia de Facebook.

exponerse al público cuando uno se sienta seguro.- Búsqueda de pareja. A partir de los 30 y según en qué círculos se mueva, cuesta mucho encontrar pareja. Los amigos tienen su vida hecha y las oportunidades de conocer personas nuevas es escasa. Muchos desearían poder conocer a gente, pero descono-cen cómo y dónde. Las redes sociales que facilitan este tipo de contactos son una plaza en la que se pasea de forma virtual. Puede conocer los per-files, entablar conversaciones y, si convencen, quedar presencialmente.- Facilitan estar informado al segun-do de lo que ocurre en el mundo. Permiten seleccionar el tipo de infor-mación que desea recibir. Se trata de una información consciente y libre.

Las redes sociales también tienen grandes inconvenientes:

- Le alejan de la gente cercana. Es un error usarlas durante los momentos en los que tendría que estar inte-ractuando con la gente que sí tiene presente.- Engaños. Se debe tener en cuenta que puede encontrar en ellas per-sonas que mienten sobre distintos aspectos por miedo a que condicio-nen la relación con su interlocutor.- Cobardía. Detrás de avatares anóni-mos se esconden personas que insul-tan, menosprecian y humillan sin dar la cara. Liberan sus frustraciones y rabia, y no tienen en cuenta el impac-to de sus palabras. Las redes sociales les facilita hacer, pero les protege de recibir.- La falsa seguridad. Muchos ado-lescentes aprenden a relacionar su autoestima como personas en fun-ción del número de seguidores y los “me gusta” que reciben. Se debe tener en cuenta que en muchas ocasiones en estos medios, el valor del interior pierde toda la fuerza frente al culto al cuerpo y otros factores materialistas relacionados con el aspecto.- La falta de paciencia. Hace años, cuando se necesitaba discutir con alguien, era obligado quedar en per-sona o llamar por teléfono. En ambas situaciones había que exponerse al otro, lo que de alguna manera inhibe la conducta impulsiva. El hecho de mensajearse, sin palpar la intensidad

de la emoción que siente la otra parte, da lugar a malinterpretaciones y a ser más desinhibido escribiendo que si la conversación tuviera lugar frente a frente.- Adicción. Su atractivo y rapidez pue-den provocar adicción.- Intimidación y acoso. La misma falta de valentía y estar oculto detrás de un personaje puede llevar a perso-nas agresivas, rencorosas y con malos sentimientos a arremeter contra alguien, acosarle y hacerle daño.

Reglas para comunicarnos mejor:

- Tenga prudencia con lo que expresa y con las fotografías que comparte con los demás. Lo que ahora le parece gracioso, igual dentro de un tiempo no lo es. Todo lo que cuelga puede ser guardado por otros y utilizado cuando lo deseen.- Pida permiso y sea discreto. No cuel-gue ni exprese nada sin permiso de quien aparece en un comentario o en una fotografía. Es parte del respeto a su intimidad.- Paciencia. Piense las cosas dos veces antes de escribir y contestar. Si se siente ofendido con algún comenta-rio, no conteste de forma inmediata. Espere, redacte, relea, mida las conse-cuencias de lo que va a decir y piense cómo le puede venir de vuelta.- Sea benevolente. No se tome todo como una ofensa. Es difícil descifrar la intencionalidad de ciertos comen-tarios en las redes sociales. En lugar de entender un comentario como un ataque, interprételo como una apor-tación distinta a su opinión.- No escriba con faltas de ortografía. Las redes son gratuitas, no necesita acortar palabras ni eliminar letras. Cuando escribe con errores gra-maticales, pierde credibilidad. Pero no corrija a otros, no es nadie para dejar en ridículo a quien se ha expre-sado intencionadamente o sin darse cuenta con un error gramatical. Solo conseguirá que se sienta mal por su equívoco.- No sustituya la comunicación perso-nal por la comunicación en las redes. No sustituya la parte presencial de las relaciones personales. Ver, tocar, besar, observar, felicitar un cumplea-ños o agradecer algo requieren una llamada o su presencia.

¿Cómo quiere ser visto?- No cruzar los límites. Si tiene pareja y en su escala de valores comparte con ella la fide-lidad y lealtad, tenga cui-dado de no traspasarlos. Muchas personas pierden la vergüenza y el pudor a través de las redes. Las utilizan para seducir y flirtear. Es fácil sentirse atraído por conversa-ciones o comentarios subidos de tono que no mantendría con su pare-ja. Puede resultar un juego peligroso. El límite está en cualquier comentario o foto que tendría que esconder a su pareja, aquello que sabe que le sentaría mal incluso a usted si viviera esa situación.- Todo no vale. Las redes sociales, sobre todo en los adolescentes, se han con-vertido en un potenciador de la falsa seguridad, confianza y autoestima. Con tal de ganar seguidores y más “me gusta”, venden su cuerpo al diablo: caras incitadoras, lenguaje corporal relacionado con la provocación y la sexualidad, desnudos o semides-nudos, morritos calientes y poses de modelo.- Sea sincero, pero a la vez proteja su intimidad. No desvele a descono-cidos, por mucha confianza que le inspiren, datos íntimos y privados, fotos personales que puedan hacerle daño. Tampoco mienta, solo evite y protéjase de lo que pueda hacerle daño.- Sea empático. Si va a hacer un comentario público, piense en los demás, en quién recibe su comenta-rio, en si tiene hijos y cómo le puede afectar. Recuerde que está en un lugar público, expuesto a su familia, sus compañeros de trabajo y a todo tipo de personas.- Sea amable y positivo. Nos gusta relacionarnos con quien ofrece apoyo, sonríe, valora y es agradecido.Las redes sociales tienen que estar a nuestro servicio para disfrutarlas y aprovecharnos positivamente de ellas, pero nunca para esclavizarnos y hacernos sentir mal. Mucho menos para hacer sufrir a los demás.

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4DOMINGO \ EL MAÑANA \ 28 de diciembre de 2014 CULTURA

Por María Minera

“Nunca creí que pudiesen reunirse tantas obras de artistas notables y de épocas y civilizaciones tan distintas y lejanas en torno a los escritos de un aficionado”. El aficionado era ni más ni menos que Octavio Paz, y esas sus palabras en la inauguración de la mues-tra colosal, Los privilegios de la vista, que el hoy extinto Centro Cultural de Arte Contemporáneo dedicó en 1990 a sus incontables disertaciones acerca del arte de aquí y de allá, como él mismo decía. Es fácil imaginar que en la apertu-ra de la exposición En esto ver aquello en el Museo del Palacio de Bellas Artes, Paz habría dicho algo parecido, pues de nuevo se ha buscado ilustrar con holgu-ra las cerca de mil páginas que el poeta dedicó a las artes visuales.Y, ciertamente, tantas obras de artistas notables y de épocas y civilizaciones tan distintas y lejanas no pueden sino asom-brar. Sin embargo, como suele ocurrir en exposiciones así de ambiciosas, a la fascinación inicial ante el gran cúmulo

¿dóndE Están las idEas dE octavio paz?

Una fallida Exposición En El palacio dE bEllas artEs dE méxico d.f. rEúnE Una sElEcción dE las obras sobrE las qUE El nobEl dE litEratUra

tEorizó En sUs Escritos sobrE artE

octavio Paz retratado Por riCardo salazar.

‘rostro de la noche (Para oCtavio Paz)’, (1981), Pintura de robert Motherwell

sigue una sensación de despropósito: ¿qué hace, por ejemplo, un jasper johns junto a un klee y un pollock y un felgué-rez? ‘Caminos a la abstracción’ se llama el módulo —uno de esos nombres hue-cos que tanto gustan a los comisarios—. Muy bien, ¿y eso qué tiene que ver con Octavio Paz? ¿Dónde están sus textos? ¿Y dónde sus ideas, como aquella de que el arte abstracto implica destrucción? Por más que haya vídeos donde el poeta apa-rece hablando de temas diversos; o auri-culares que arrojan información sobre las obras, la muestra sencillamente no consigue adentrarse en las honduras críticas de los escritos de Paz. No era tarea fácil, pero había que intentarlo. Aquí, en cambio, se optó por saltarse la parte espinosa para ir directamente a lo que los anglosajones llaman name-dropping; esto es, nada más que un paseo superficial por el índice onomástico de los dos volúmenes que recogen la tota-lidad de los textos de Paz sobre arte (y que precisamente llevan el título, tomado de un poema de Góngora, Los privilegios de la vista).La sala en torno

a Marcel Duchamp, a quien Paz dedicó un libro completo, Apariencia desnuda, es el mejor ejemplo de la sinrazón que permea la muestra: unas cuantas obras dispersas, no de las más representativas, por cierto, que tal vez alcancen a decir algo sobre la clase de artista que fue Duchamp, pero que muy poco, o nada, revelan de lo que pensaba Paz sobre el trabajo del francés. Se entiende que el famoso Gran vidrio no pudiera viajar a México (porque los paneles están rotos), pero ¿había que reemplazarlo por una pantalla arrinconada y con un vídeo ano-dino? No hay pieza sobre la que Paz se haya ocupado más a fondo, ¿cómo es posible entonces que no se intentara, por lo menos, traer un ejemplar de la Caja verde (las notas de Duchamp que explican el trabajo) o alguno de los estu-dios preparatorios, como El molino de chocolate?Y lo mismo va pasando en el resto de las salas, llenas de obras que podrían per-fectamente ser otras —cualesquiera—. Esta es una exposición a la que había que dedicar seis años, y no seis meses,

si se quería de veras encarnar el museo imaginario que Paz fue construyendo a lo largo de su vida. Pero, ay, resulta que hace seis años el comisario de la muestra, Héctor Tajonar, se encontraba muy ocupado preparando la exhibición, también gigante, Materia y sentido, con la que se conmemorarían los diez años de la muerte de Octavio Paz.En esto ver aquello. Octavio Paz y el arte. Museo Palacio de Bellas Artes. Eje Central de Lázaro Cárdenas esquina a la avenida de Juárez. Ciudad de México. Hasta enero de 2015.

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528 de diciembre de 2014 / EL MAÑANA / DOMINGOENTREVISTA

Por Guillermo Altares

Pocos autores han escrito sobre tantas cosas, tan diferentes, con tanto talen-to y tanto éxito como Bill Bryson (Des Moines, Iowa, 1951). Es un autor de diver-tidísimos libros de viajes (Un paseo por el bosque, En las antípodas), de ensa-yos sobre el inglés, sobre Shakespeare, sobre sus recuerdos en Iowa en los años cincuenta (Aventuras y desventuras del chico centella), de un ensayo de divul-gación científica que se ha convertido en un clásico (Una breve historia de casi todo) o de libros de historia (En casa, un relato de cómo hemos ido construyen-do los espacios en los que vivimos, o Un verano. América 1927, que saldrá en abril), títulos de los que la editorial RBA acaba de publicar una nueva edición. La

bill bryson: “dEsdE cUalqUiEr pUnto dE vista

Es incrEíblE qUE Existamos”El aUtor dE ‘Una brEvE historia dE casi todo’ y ‘En las antípodas’ mEzcla la intEligEncia En sUs tExtos

con la Empatía, El talEnto y El sEntido dEl hUmor.

Bill Bryson, retratado en CaMbridge (reino unido).

primera frase de su primer libro (The lost continent o El continente perdido, sobre la América periférica) le lanzó al estrellato: “Vengo de Des Moines. A alguien le tenía que ocurrir”. Así arranca su ensayo sobre el inglés, Mother tongue: “Más de 300 millones de personas en el mundo hablan inglés y el resto, bueno, parece que lo intenta. Sería caritativo decir que los resultados son a veces irre-gulares”. Un paseo por el bosque relata su agotador viaje a pie por el sendero más largo del mundo, que recorre los Apalaches en la costa Este de EU. Así narra una parada técnica en un pueblo

en busca de una cena caliente. “No diré que la comida del Georgia Mountain es de la que anima a la gente a viajar, ni siquiera dentro de Hiawassee”, escribe antes de pasar a describir la tarta que le sirvieron de postre: “Era un monumento a la tecnología alimentaria: tan amarilla como para dar dolor de cabeza y lo sufi-cientemente dulce como para que se te pusieran los ojos en blanco. En suma, todo lo que se puede pedir a una tarta, siempre y cuando el sabor y la calidad no sean parte de los requisitos”.En las antípodas narra un viaje por Australia, obsesionado siempre por la

cantidad de bichos venenosos que pue-blan la gigantesca isla, pero también por la inmensidad de este continente. Así cuenta una parada en una localidad en medio de ninguna parte: “No me veía con ánimos de soportar comida de un restaurante chino de pueblo sin el consuelo de una cerveza. He viajado lo suficiente para saber que, en gene-ral, un chef no se instala en un lugar como Macksville porque haya deseado compartir las sutilezas de 3.500 años de comida Szechuan con ganaderos”.La entrevista tuvo lugar en la oficina de su agente en la capital británica. En persona –grande, barbudo, un poco des-aliñado, sonriente– es tan simpático y cálido como el personaje que retrata en sus libros.¿Cree que estamos perdiendo el sentido

“Lo más excitante de viajar es sentir que estás descubriendo algo”.

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6DOMINGO \ EL MAÑANA \ 28 de diciembre de 2014 ENTREVISTA

“Sospecho que los primeros humanos emigraron por curiosidad”.

del humor? ¿Cree que lo políticamente correcto está reduciendo los asuntos de los que podemos reírnos? Creo que sí, hay sin duda una tendencia en ese sentido. Me doy más cuenta de esto cuando vuelvo a Estados Unidos. Creo que los británicos siguen valorando y cultivando el humor en su vida cotidia-na. En EU está desapareciendo. Cuando era un niño en Iowa, hacer chistes era muy importante y estaba muy valorado. Eso es cada vez menos evidente en la vida americana actual y me temo que lo que pasa allí se transmite al resto del mundo. La gente tiene cada vez menos tiempo: hacer chistes indica que se tiene una actitud relajada hacia la vida. Si estás demasiado ocupado, no hay tiempo para convertir el humor en algo cotidiano.La profesora de Cambridge Mary Beard acaba de publicar un libro sobre el humor en la Roma antigua y es curioso porque cosas que a ellos les parecían muy graciosas, nosotros no podemos ni siquiera entenderlas. ¿Cree que el humor define una sociedad? El humor solo funciona si activa un mecanismo y las cosas que hoy son graciosas tal vez no lo sean en el futuro. El humor que siempre he admirado más es el que se escribió hace años y sigue funcionando hoy. Alguien como Mark Twain escri-bió cosas que eran divertidas entonces y lo son todavía. El humor envejece y es muy difícil escribir chistes que sigan siendo frescos.¿Es consciente de que ha convertido en un paranoico a cualquiera que visite Australia, que buscará compulsivamen-te en su habitación arañas venenosas y que no se acercará al mar a menos de diez kilómetros incluso en aque-llos lugares donde jamás han visto un cocodrilo de agua salada? Sí. Los australianos me decían que no era tan peligroso y al mismo tiempo en el dia-rio de la mañana aparecía la noticia de que alguien había sido devorado por un tiburón. Existen muchos peligros potenciales: es cierto que casi todo el tiempo estás a salvo, no ocurre a menu-do que te ataque algún animal, pero es mucho más peligroso que Inglaterra, donde es casi imposible que te ocurra algo en la naturaleza, no hay serpientes venenosas, no hay insectos letales. Te puede partir un rayo como mucho. Pero Australia está llena de cosas de ese tipo.Cuando prepara un libro de viajes,

¿se documenta más antes o después? ¿Prefiere viajar fresco o con mucha información? Nunca sé muy bien cuál es la mejor forma de plantear un viaje: si vas sin saber nada es posible que te pier-das cosas importantes, pero al mismo tiempo me gusta ir fresco. La parte más excitante de viajar, ya sea para un libro o por placer, es el sentimiento de que estás descubriendo algo, cuando te topas con algo increíble a la vuelta de la esquina de cuya existencia no tenías ninguna noti-cia. Si no sabías nada de ello, es mucho mejor. Intento, todo lo que puedo, no leer demasiado al principio, pero lo que ocu-rre es que luego a veces tengo que volver a algunos sitios. Una de las ideas más impresionantes de su libro Una breve historia de casi todo es la rapidez con la que los hombres se diseminaron por la tierra desde África, como si el viaje fuese un impulso que nos ha acompa-ñado desde el alba de la humanidad. Explica que hemos llegado a sitios que, en teoría, eran imposibles de alcanzar, como Australia, colonizada en torno al 60.000 a. de C., antes de que los seres humanos pudiesen, en teoría, navegar. ¿Cree que viajar, emigrar, movernos, nos define como especie? No lo sé, nadie lo sabe, pero tiene que haber algo. La humanidad se expandió por la tie-rra muy rápidamente y se tomó muchas molestias para llegar a lugares como Australia o Indonesia. Los primeros humanos se movieron mucho y no creo que sea solo porque necesitasen nue-vas fuentes de alimentación, creo que es un instinto, ir más allá, buscar nuevos lugares, es algo natural. Sospecho que no avanzaron movidos solamente por la presión demográfica o para buscar nuevos territorios de caza. Me parece muy interesante, creo que por encima de todo está la curiosidad.Como la famosa frase de George Mallory cuando culminó el Everest: “Porque está ahí”. Exacto. Creo que buscar lo que está más allá es lo más natural para los humanos.Me temo que le habrán hecho muchas veces la misma pregunta: ¿cuál es el lugar más extraño en el que ha estado nunca?El único lugar del que realmente he querido salir corriendo es Hammerfest,

en Noruega, más allá del Círculo Polar Ártico. Me quedé sin nada que leer, hacía frío, era de noche 24 horas… Y me da rabia contarlo porque la gente era muy maja, los noruegos son encantadores, y estaba en un hotel estupendo, pero me aburría mucho y no veía la forma de salir de ahí. Me sentía fatal porque incluso me invitaban a cenar a sus casas. En todos los demás lugares donde he estado me lo he pasado bien, incluso en ese pequeño pueblo en la carretera entre Sidney y Brisbane. En su libro de viajes por Europa, Neither here nor there (Ni aquí ni allí), hace una descripción muy dura (y divertida) de los efectos del turis-mo masivo sobre Florencia. ¿Cree que ese problema se ha extendido a otras ciudades del mundo como Barcelona, París o Venecia? ¿Piensa que el exceso de turistas puede arruinar los viajes? Estoy de acuerdo, pero tenemos que tener cui-dado con no ser demasiado hipócritas: cuando nos quejamos de los turistas no nos incluimos a nosotros mismos; aunque estamos todos en el mismo saco, también somos turistas. Me pare-ce inevitable: la gente seguirá yendo a esos lugares. Pero no es demasiado difí-cil huir de las masas. Londres está lleno de pequeños museos que son maravi-llosos y en Barcelona no hace falta ir a la Sagrada Familia y a todos los lugares más turísticos. Una vez que huyes del centro, te puedes escapar. Si quieres tener éxito como turista, te lo tienes que trabajar más y ser más tolerante cuando estás en museos como la Galería de los Uffizi. Ahora que vive cerca de Londres, ¿ha pensado alguna vez en escribir un libro sobre esta ciudad? Me encanta Londres, me fascina, tal vez porque nací en un lugar pequeño. Me encanta que sea infinita. Viajo a Londres desde hace cuarenta años y todavía puedo leer en el Evening Standard la noticia de un incendio en algún lugar del que nunca he oído hablar. Hay tantos sitios, tantos barrios, tantas pequeñas ciudades den-tro de Londres. Me encanta pasear al azar por la ciudad, leer las placas azules que señalan los habitantes ilustres. Para un americano, la cantidad de historia es inconmensurable.¿Es verdad que está trabajando en un

libro sobre Canadá? Estoy pensando seriamente en escribirlo. Me fascinan especialmente las fronteras, los límites. Si estás en España y viajas hacia el norte, en algún momento llegas a Francia, pero la gente que hay al otro lado no puede ser tan diferente. La idea de divisiones arbitrarias entre pueblos y países, entre lenguas, me parece muy interesante. En Norteamérica tenemos la frontera más larga y menos defendida del mundo y desde hace muchos años tengo ganas de recorrerla y describir la vida en los dos lados. Espero encontrar tiempo para hacerlo.¿En qué medida le ha influido su infan-cia en Iowa, que describe en El chico centella o que resume con la primera frase de El continente perdido? Me ha marcado mucho. Desde mi perspectiva actual, estoy realmente muy contento de haber crecido allí, creo que es un lugar estupendo para pasar la infancia. Me dio muchas cosas y una de ellas es el deseo de ver el resto del mundo, apreciar lo diferente. Tal vez si hubiese nacido en Chicago, no hubiese acabado viviendo en Reino Unido. Cuando llegué a Europa desde Des Moines, todo me parecía extraordinario. También creo que en el Medio Oeste tienen mucho sentido del humor, y eso es muy importante. Es gente muy decente y positiva, que siempre se van a ayudar entre sí. Esa actitud me gusta mucho.Se ha pasado la vida viajando entre EU e Inglaterra. ¿Está de acuerdo con la famo-sa frase de que son dos países separados por la misma lengua? Es una exagera-ción, pero es cierto que muchas veces he tenido problemas para entender a la gente y para que me entiendan a mí. Al principio, era muy confuso, sobre todo por la cantidad de acentos diferentes.¿Ha sido usted capaz de comprender el inglés que se habla en Yorkshire tras vivir allí tanto tiempo? No siempre… El acento del norte de Inglaterra es tan cerrado que a veces es muy difícil de comprender. Sobre todo con la gente del campo, que utiliza palabras totalmen-te diferentes. Muchas vinieron con los vikingos, sobre todo los términos que describen el paisaje o su profesión.Ha escrito varios libros sobre el inglés, que es una de sus especialidades. ¿Cree que al convertirse en lengua franca mun-dial el inglés ha perdido una parte de su esencia? ¿Podríamos decir que hay una cierta mcdonalización del idioma

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7ENTREVISTA 28 de diciembre de 2014 / EL MAÑANA / DOMINGO

“BUscar lo qUe está Más allá es lo Más natural Para los huManos”. bill bryson

conforme conquista nuevos territorios? El mundo se está haciendo más pequeño y eso también tiene grandes ventajas. Si uno habla inglés es muy cómodo: soy lo bastante mayor para recordar cuando iba a Francia y nadie lo hablaba. Ahora todo el mundo lo habla. Es genial, pero tam-bién significa que el mundo es menos exótico, menos misterioso. No es solo la lengua, vivimos en una especie de cul-tura universal que hace un poco menos interesante viajar. Puedo ir a España mañana y tomar café en un Starbucks, vivir las mismas experiencias que en casa. Cada vez es más difícil encontrar las cosas diferentes. Mucha gente no quiere eso: ¿por qué viajas a otro país y vas al mismo restaurante que tienes al lado de casa? Prefiero un mundo en el que haya diferencias.En su libro Una breve historia de casi todo describe a muchos científicos que lucharon contra sus propias creencias, contra la lógica y desde luego contra su tiempo. ¿Cree usted que la ciencia es una lucha contra lo imposible? Es muy difícil ser revolucionario en ciencia porque es

tirar todo lo que existe hasta entonces por la ventana, y mucha gente no lo con-sigue. Por eso es tan complicado que se acepten los grandes cambios científicos. Eso es fascinante. Nuestro instinto nos marca quedarnos con lo que tenemos ahora, los científicos están obligados a ofrecer argumentos muy poderosos.La conclusión más significativa que saca en ese libro es que describe un mundo en el que todo se debe al azar: la vida en la Tierra, la evolución humana o nues-tra propia vida podrían ser o no ser. ¿Le parece a usted una idea inquietante o tranquilizadora? Cuanto más estudia-mos el universo, más extraordinario me parece que estemos aquí. Para mí es la conclusión más importante: lo invero-símil que es nuestra existencia, desde la individual hasta su sentido más glo-bal. Desde cualquier punto de vista es increíble que existamos.¿Escribió ese libro porque creía que los científicos habían fracasado en la expli-cación de su labor? Lo escribí a causa de mi propio fracaso para entender la cien-cia. Era muy malo en la escuela. Y tenía

la convicción de que se puede conec-tar con la ciencia sin ser científico. La ciencia es interesante aunque no sepas nada de ecuaciones: estoy interesado en saber quién soy, qué hago aquí, en las cosas que nos convierten en nosotros. Y eso me llevó a contar las historias de los científicos. El libro no ofrece real-mente tanta ciencia, más bien cuenta lo que hicieron los científicos y cómo descubrieron sus teorías.¿Se ha planteado editar una segunda edición con más cambio climático o la partícula de Dios? Espero hacerlo si tengo el tiempo y la energía. Mi editora cree que se pueden llevar a cabo unos cambios simples, con algunos añadidos, pero yo creo que hay mucho trabajo. Me encantaría si vivo lo suficiente. La vida es muy corta.Al final del libro habla de las extin-ciones, arrancando con la historia del Dodo, y escribe que el hombre es un peligro para el resto de las especies. ¿Cree que estamos llevando al planeta al límite? Sospecho que conseguiremos salir adelante a pesar de la cantidad de cosas que hacemos. Los humanos somos muy resistentes, pero a la vez tiene que llegar un momento en que no haya vuelta atrás. Sería horrible vivir en un mundo con constantes extinciones, llega un momento en el que estaremos obligados a ser prudentes. Mire lo que estamos haciendo en el océano, imagine un mundo sin atún. Creo que sabremos salir de ello, pero es muy arriesgado. Soy muy pesimista sobre nuestra capacidad como especie para lidiar con los grandes problemas de forma coordinada.¿Su sentido del humor le ha costado muchos dolores de cabeza, como las descripciones que hizo en su primer libro de Des Moines? A veces. Uno de los motivos por los que escribí El chico centella es que quería corregir algunas de las cosas que escribí en mi primer libro. Estaba tan obsesionado con hacer chistes que perdí cualquier sentido de la mesura. Creo que lo que dije era cier-to, pero tenía que haber ofrecido algún contrapeso, me salté lo bueno. En mis memorias, quise hablar de lo positivo de la gente de Iowa. Creo que desde entonces me han perdonado.Tiene una obra tan variada que muchas librerías no saben dónde colocarle, en algunos lugares está en humor, otros en viajes, otros en todas partes… ¿Dónde le parece más justo que se coloquen sus

libros?Ese lío es culpa mía por escribir libros tan diversos. Los editores estarían feli-ces si siempre hiciese el mismo tipo de libro. Me di cuenta bastante rápidamen-te de que no quería pasarme la vida escri-biendo obras de viajes, sino que quería hacer otras cosas.¿Cómo elige los temas? Realmente sor-prende a sus lectores con cada nuevo ensayo. Para mí es sencillo. Cuando me planteo escribir un nuevo libro, que me va a ocupar tres, cuatro, cinco años de mi vida, tiene que tener algo que me interese mucho. En los últimos años he tratado de escribir lo que mi mujer llama “libros de quedarme en casa”. No sabía por ejemplo nada sobre cómo se fueron diseñando las casas en las que vivimos ahora, me apetecía contar la historia del mundo sin salir del hogar, explicar cómo la historia ocurre fuera pero que siempre regresa. En realidad, comemos lo que comemos cada día porque Cristóbal Colón llegó a América. Busco cosas que le gusten a mis editores, pero que también hagan mi vida más interesante.Pero ¿es consciente de que tiene que seguir escribiendo sobre viajes si no quiere acabar como el protagonista de Misery, con sus fans encerrándole en su casa para que siga haciendo libros de viajes con mucho humor? Soy total-mente consciente. No quiero repetirme, aunque ahora mismo estoy con un libro de viajes. Hace mucho que no escribo chistes y me lo estoy pasando muy bien. Es un trabajo totalmente diferente. Han pasado 20 años desde que publiqué Notas desde una pequeña isla y estoy volviendo a viajar por Reino Unido. Tampoco han cambiado tanto las cosas.La comida es un poco mejor… Eso es verdad. Pero el que ha cambiado mucho soy yo y también mi perspectiva. He ido a sitios en los que nunca había esta-do. Después de 40 años, viajando por Inglaterra sigo encontrando cosas apa-sionantes. Por ejemplo, en Cornualles descubrí la historia del desastre del Penlee. Un barco que naufragó en las costas de Cornualles un poco antes de la Navidad de 1981 y cómo un equipo de rescate de ocho personas salió desde Mousehold con muchísimo valor al mar. Murieron todos y eran voluntarios: esta-ban en el pub, un viernes por la noche y nunca regresaron. Es muy emocionante. Son historias de ese tipo las que busco.

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8DOMINGO \ EL MAÑANA \ 28 de diciembre de 2014 REPORTAJE

Por Marc Bassets

Proclamar, en plena era del ébola, del Estado Islámico y de los tambores de Guerra Fría en Ucrania, que el mundo no va tan mal y que, si lo parece, se debe a la lente deformante de los medios de comunicación y de las redes sociales, puede parecer una insensatez o una provocación.Esto hizo a finales del verano el pre-sidente de Estados Unidos, Barack Obama. En una charla con donantes de su partido, el demócrata, en una residencia privada en las afueras de Nueva York, Obama intentó contrarres-tar la impresión de que se encontraba desbordado por una sucesión de crisis mundiales fuera de control. Las compa-raciones con el verano de 1914, cuando dos disparos en Sarajevo desencadena-ron, para sorpresa de las capitales mun-diales, la I Guerra Mundial, llevaban semanas siendo motivo de columnas y debates en Washington.“Si ves los tele-diarios de la noche, te da la sensación de que el mundo se derrumba”, dijo el presidente en Nueva York. “Y la ver-dad es que el mundo siempre ha sido un lío”, añadió después de repasar los conflictos del verano de 2014. “En parte, nos damos cuenta ahora debido a los medios sociales y a nuestra capacidad para ver, en los detalles más íntimos, las adversidades que la gente sufre”.¿Qué hacía el presidente minimizando este tiempo de guerras y decapitacio-nes? ¿Por qué culpaba al mensajero? “¿Es la III Guerra Mundial? ¿O sólo Twitter?”, tituló una de sus ácidas columnas Maureen Dowd, de The New York Times. Más allá de la con-troversia, efímera como corresponde al ritmo de las redes sociales que seña-laba el presidente de EU, sus palabras incidieron en un debate de fondo sobre nuestra época. ¿Se asoma el mundo a otro abismo, a otro 1914? ¿O vivimos, como sostenía el personaje de Voltaire, en el mejor de los mundos posibles? ¿Es posible que la respuesta no sea ni lo uno ni lo otro?

apóstolEs dEl optimismolos mEdios dE comUnicación nos sirvEn tragEdias a diario. sin Embargo, los datos rEfUtan

El catastrofismo. En El mUndo actUal hay mEnos gUErras, mEnos pobrEs y mEnos hambrE

La guerra del Yom Kipur dejó 12.000 muertos, seis veces más que el conflicto de este verano entre Israel y Palestina.

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928 de diciembre de 2014 / EL MAÑANA / DOMINGOREPORTAJE

oBaMa:“En todo el mundo, hay señales de progreso. La sombra de la Guerra Mundial que existía en la fundación de esta institución ha desaparecido; la posibilidad de un conflicto armado entre grandes potencias se ha reducido. El número de Estados se ha triplicado y más personas viven bajo el mandato de gobiernos elegidos. Centenares de millones de seres humanos se han liberado de la cárcel de la pobreza. La proporción de personas que viven en la pobreza extrema se ha reducido a la mitad. Y la economía mundial sigue reforzándose después de la peor crisis financiera de nuestras vidas. Hoy, ya sea en Nueva York o en el pueblo de mi abuela a más de 300 kilómetros de Nairobi, hay más información disponible que en las mayores bibliotecas del mundo. Juntos, hemos aprendido a curar enfermedades, a dominar el poder del viento y el sol. La mera existencia de esta institución es un logro único: personas de todo el mundo comprometidas a discutir sus diferencias de manera pacífica y resolver juntos sus problemas. Con frecuencia les digo a los jóvenes en Estados Unidos que este es el mejor momento de la historia humana para nacer, pues tienes más probabilidades que nunca de saber leer y escribir, de estar sano y de ser libre de perseguir tus sueños”.

Tendemos a fijarnos más en las malas noticias. Nos duele más perder 10 dólares que ganarlos.

¿Que, como describía el célebre párrafo inicial de la Historia de dos ciudades de Dickens, refiriéndose a las vísperas de la Revolución Francesa, este sea el mejor de los tiempos y el peor de los tiempos, la edad de la sabiduría, y también de la locura, la época de las creencias y de la incredulidad, la era de la luz y de las tinieblas, la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación? De la respuesta a estas preguntas depen-derá cómo nos enfrentemos al mundo. Un mal diagnóstico puede llevar a polí-ticas erróneas que agraven las crisis que debían resolver. Lo explica David Rothkopf en su último libro, National insecurity: american leadership in the age of fear (Inseguridad nacional: el lide-razgo americano en la edad del miedo).“Durante más de una década, América vio amenazas por doquier”, escribe Rothkopf, editor del Grupo Foreign Policy. “Aceptamos la idea perniciosa, arraigada en nuestra psique nacional por los ataques al World Trade Center y al Pentágono (el 11 de septiembre de 2001), de que, si un puñado de hombres, no aso-ciados con ninguna nación, podía sem-brar un tipo de caos y destrucción que escapaba a las capacidades de grandes enemigos tradicionales, entonces está-bamos en una era nueva y más peligro-sa”. Un diagnóstico poco afinado provo-có una reacción poco afinada. El miedo nubló el criterio de la primera potencia mundial. Si el mundo es cada vez más violento, la posibilidad de un atentado es inminente, los virus circulan descon-trolados, los hielos se derriten y el nivel del mar crece, y la pobreza avanza sin freno, entonces urge un cambio en las políticas de las democracias. Significa que las cosas se están haciendo mal. La ventaja de esta percepción es que nos mantiene en alerta. Como dijo en una

entrevista George Friedman, presidente de la empresa de análisis Stratfor, una de las fortalezas de Estados Unidos es que “nunca se fía de su buena fortuna: siempre teme que haya un peligro aga-zapado que lo destruirá todo”.Pero si, al contrario, el mundo progresa —si cada vez hay menos pobres, menos hambruna, menos analfabetismo, menos homicidios, menos guerras, menos dic-taduras—, no existen motivos para un viraje drástico. El riesgo, entonces, es la complacencia. Creerse, como muchos europeos en la primavera de 1914, que la guerra es improbable y la paz es un estado natural.“Con frecuencia digo a los jóvenes en Estados Unidos que este es el mejor momento de la historia humana para nacer, pues tienes más posibilidades que nunca de saber leer y escribir, de estar sano y de ser libre de perseguir tus sueños”, dijo Obama en septiembre, en su discurso en la Asamblea General de la ONU. En el mismo foro, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, dijo: “Este año, el horizonte de la esperanza se ha oscurecido”. Y añadió: “Ha sido un año terrible para los principios consa-grados en la Carta de Naciones Unidas. Desde las bombas a las decapitaciones, desde las hambrunas de civiles delibera-das al asalto a hospitales, refugios de la ONU y convoyes de ayuda, los derechos humanos y el estado de derecho están asediados”.¿El mejor de los tiempos? ¿O el peor? “Obama tiene razón”, responde en un correo electrónico Steven Pinker, psicó-logo experimental en la Universidad de

Harvard y autor de Los ángeles que lle-vamos dentro (Paidos Nature), un libro que, en 700 páginas y con un despliegue abrumador de gráficos y estadísticas, intenta demostrar que la violencia ha decrecido y que, efectivamente, el pla-neta Tierra jamás había sido un lugar tan acogedor como ahora. “Lo crean o no —y sé que la mayoría de personas no lo creen— la violencia ha declinado durante largos periodos de tiempo, y es posible que hoy vivamos en la era más pacífica de la existencia de nuestra espe-cie”, comienza el libro. Los ángeles que llevamos dentro se publicó en 2011, pero Pinker insiste en que, pese al fracaso de las primaveras árabes o pese la guerra en Siria e Irak, la tesis mantiene la validez. Pinker admite que, comparado con 2012, en 2013 las guerras aumentaron, en gran parte debido a Siria que, según algunas estimaciones, ha dejado más de 200.000 muertos.“Pero el número total de muertes sigue siendo muy inferior al de los años sesen-ta, setenta y ochenta, cuando el mundo era un lugar mucho más peligroso”, ha escrito en un artículo que actualiza en 2014 algunos datos del libro. No solo hay menos conflictos armados: son menos dañinos. Pinker alude a la guerra del Yom Kippur entre Israel y una coalición árabe que duró 20 días en 1973 y dejó unos 12.000 muertos, seis veces más que el conflicto de este verano entre Israel y los palestinos de la franja de Gaza.A principios de los años noventa, cuando acabó la Guerra Fría, había en el mundo 50 “conflictos armados basa-dos en Estados”, un término que Pinker

define como aquellas situaciones de vio-lencia organizada en las que participa un Gobierno y en las que mueren un mínimo de 25 personas al año. En 2013 hubo 33 conflictos de este tipo, según la información que Pinker extrae del Programa de Datos sobre Conflictos de Uppsala. La definición de guerra es precisa: se trata de conflictos con más de mil muertos anuales. De acuerdo con esta definición, al final de la Guerra Fría había 15 guerras; en 2013 había siete.En un acto reciente en Washington, organizado por el laboratorio de ideas Cato Institute, Pinker expuso las razones psicológicas que explican que sus ideas —o las de Obama— topen con la incre-dulidad. Somos pesimistas porque ten-demos a fijarnos en las malas noticias. Lo negativo pesa más que lo positivo. Nos duele más perder 10 dólares que ganar-los. Pinker lo ilustró con una frase atri-buida al tenista Jimmy Connors: “Odio más perder de lo que me gusta ganar”. Otra razón para el pesimismo es lo que Pinker llama “la ilusión de los buenos viejos tiempos”. “La gente confunde los cambios en sus vidas (de la infancia a la edad adulta y la vejez) con los cambios en el mundo”. La tendencia a creer que aquello que es más memorable es más probable —los accidentes de avión o los atentados terroristas, ambos infrecuen-tes— ayuda a explicar la prevalencia de una visión sombría.Pinker, como Obama, apunta a los medios de comunicación. “El proble-ma básico es que el periodismo es una manera de entender el mundo que de manera sistemática lleva a la confu-sión”, ha escrito. “Las noticias tratan de cosas que ocurren, no de cosas que no ocurren. Nunca ves a un reportero en directo desde las calles de Angola, Sri Lanka o Vietnam diciendo: ‘Estoy

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10DOMINGO \ EL MAÑANA \ 28 de diciembre de 2014 REPORTAJE

Ban Ki-Moon:“Este año, el horizonte de la esperanza se ha oscurecido. Los actos indecibles y las muertes de inocentes nos enco-gen el corazón. Los fantasmas de la guerra fría han regresado para perseguirnos. Hemos visto cómo la primavera árabe degeneraba en gran parte.Nunca desde el final de la Segunda Guerra Mundial había habido tantos refugiados, personas desplazadas y en busca de asilo. Nunca antes las Naciones Unidas habían recibido tantas peticiones de ayuda alimentaria de emer-gencia y otros suministros para salvar vidas.La diplomacia está a la defensiva, socavada por quienes creen en la violencia. La diversidad se encuentra asesiada por extremistas que insisten en que su vía es la única vía. El desarme se ve como un sueño distante. Mientras las crisis de amontonan y las enfermedades se extienden, parece que el mundo se derrumba. Pero el liderazgo consiste precisamente en encontrar las semillas de esperanza y cultivarlas para que crezcan.Ha sido un año terrible para los principios consagrados en la Carta de las Naciones Unidas”.

aquí informando de una guerra que hoy no ha estallado”.El terrorismo, según Pinker, evidencia la simbiosis entre los medios de comuni-cación y la violencia, porque es la táctica que permite hacer el máximo de ruido con el mínimo de violencia. La propor-ción de muertos por terrorismo en el mundo es “trivial”, dijo. Los atentados de 2001, los mayores de la historia, son ruido en comparación con las estadísti-cas de homicidios o las guerras civiles, añadió. En 2013 murieron en Estados Unidos seis personas por terrorismo: menos de los que mueren al año porque les cae un mueble o un electrodomésticos encima, cerca de 30 al año, según datos citados por la publicación Vox.com. Y, sin embargo, como explica Rothkopf, 13 años después del 11-S, el terrorismo con-diciona la política exterior de Estados Unidos.Las visiones luminosas tienen detrac-tores. No solo en lo que atañe a la vio-lencia. Sí, el número de personas que pasa hambre no ha dejado de bajar en las últimas décadas, según los datos de la FAO (la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura). Pero autores como Martín Caparrós, que ha publicado el ensayo El hambre, cues-tionan el rigor de los datos, y uno de cada nueve habitantes del planeta —más de 800 millones de personas— sigue pasando hambre. Sí, la pobreza extrema se ha reducido en las últimas tres déca-das, pero en las economías desarrolladas las desigualdades se agravan y la última recesión erosiona a las clases medias y las sitúa ante la perspectiva de que la generación de los hijos no disfrute de las oportunidades que tuvieron los padres. Y aunque en 2013 el número de demo-

cracias creció hasta 122, según Freedom House, esta organización constató que el retroceso de las libertades y los dere-chos humanos supera los avances. El ascenso del capitalismo autoritario de China y la parálisis política en Estados Unidos han contribuido a quitar lustre a la democracia liberal, que parecía el modelo triunfante tras la caída del muro de Berlín.Una de las críticas más duras al libro de Pinker la escribió Elizabeth Kolbert, periodista de la revista The New Yorker. Kolbert ha publicado este año The sixth extinction (La sexta extinción). El libro recorre las cinco extinciones que se han vivido en los últimos 500 millones de años en la Tierra y explica que ahora podemos estar viviendo la sexta, que es la primera causada por el ser humano. Kolbert especula que el homo sapiens acabe siendo víctima de esta extinción, pero también con que la amenaza agudice el ingenio de la espe-cie y la lleve a inventar tecnologías para frenar el cambio climático o a emigrar a otros planetas.La alarma por el cambio climático llega al Pentágono, que en varios informes alerta de sus efectos en la seguridad de EU. “El aumento de las temperaturas, los esquemas cambiantes de precipita-ciones, la subida de los niveles del mar y otros acontecimientos meteorológicos más extremos intensificarán los desafíos de inestabilidad, hambruna, pobreza y conflicto global”, vaticina el secretario de Defensa saliente, Chuck Hagel, en un informe publicado en octubre.Otros críticos de los argumentos de Pinker —y de otros apóstoles del optimismo, como el profesor Joshua Goldstein, autor de Winning the war on war (Ganar la guerra contra la gue-

rra)— se centran en la interpretación de los datos. “Mi argumento es que las per-sonas que sostienen que la guerra está en declive basan su argumento empírico en el declive de las muertes en guerra. El número de personas muertas en guerra se ha reducido. Con esto estoy de acuer-do”, dice Tanisha Fazal, politóloga en la Universidad de Notre-Dame (Indiana) y autora de un artículo académico que rebate a Pinker y Goldstein. “El problema es que durante exacta-mente el mismo periodo de tiempo —y tenemos los mejores datos sobre muertes en batalla a partir de 1946— vemos mejoras dramáticas en el cuidado médico en zonas de conflicto. Así que la guerra se ha vuelto menos fatal, pero esto no significa necesariamente que se haya vuelto menos frecuente. En otras palabras, hay un cambio: de las muer-tes pasamos a bajas no letales que no se cuentan en estas estimaciones de guerra y violencia”.Fazal documenta que, históricamente, en las guerras había tres heridos por cada muerto en el campo de batalla. Ahora, para países como EU, son diez por cada fallecido, o más. A principios del Siglo XIX, 22.000 soldados franceses murieron de fiebre amarilla en Haití. Unos 18.000 franceses e ingleses murie-ron de cólera en la Guerra de Crimea (1853-1856). “Por contraste”, añade Fazal en el citado artículo, “solo 29 soldados británicos fueron hospitalizados en Bagram (Afganistán) en 2002 porque habían contraído una enfermedad infec-ciosa y ninguno murió”. Fijarse sólo en las muertes en guerra y no en los heridos entraña un riesgo: subes-timar el costo humano, lo que facilita la decisión de los políticos de ir a la guerra. “Si las bajas se explican exclusivamente

en términos de muertes, que es lo que la mayoría de estos estudios hacen, enton-ces nos quedamos sin entender una gran partede la ecuación”, dice Fazal.Incluso optimistas como Goldstein ven señales preocupantes. Una es el aumen-to de las muertes en el campo de batalla debido a los conflictos en Siria e Irak. Durante la Guerra Fría eran unas 200.000 al año. En 2005 había bajado a 12.000. Ahora son unas 45.000. “También me preocupa la guerra en Ucrania, por dos motivos”, dice. Primero, que después de años sin conflictos armados entre Estados, un fenómeno que parecía cosa del pasado, en Ucrania se está librando algo parecido a una guerra de este tipo. Y segundo, el “encogimiento” de las regiones donde había guerras se está revirtiendo. Con Ucrania vuelven el conflicto a Europa, que parecía un con-tinente pacificado.“Este cambio de dirección en los últi-mos años no es lo suficientemente grande como para cambiar la trayecto-ria general”, dice Goldstein. Porque la trayectoria, según Goldstein, refleja un declive de las guerras desde el final de la II Guerra Mundial. “Seguimos sin tener guerras interestata-les a gran escala, como la de Irán contra Irak o Pakistán contra India, que fueron enfrentamientos muy destructivos. Y ciertamente ninguna como Vietnam y Corea, ni obviamente como las gue-rras mundiales. Pero hay algunas cosas por las que preocuparse. Y nunca he dicho que la tendencia vaya a continuar. Siempre me ha preocupado que pudie-ra haber una marcha atrás. Podríamos tener otra guerra mundial, podríamos tener una guerra nuclear. No existe un proceso mágico que nos lleve a la paz mundial”.

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Por Pablo Ximénez de Sandoval

“Comparado con la Edad de Piedra, hoy tenemos 10 veces menos pro-babilidades de morir de forma vio-lenta”, asegura Ian Morris. Y lo que

“La violencia se ha hundido a sí misma”El docEntE afirma qUE la dominación dEl sistEma Económico ha mEngUado la crUEldad

explica que la humanidad sea cada vez menos violenta son, en buena medida, las guerras. Morris, que forjó su carrera como arqueólogo en el Mediterráneo, es experto en historia comparada y ha publicado este año War! What is it good

for? El libro toma el título de un clásico soul que cantaba Edwin Starr. “¡Guerra! ¿Para qué vale? ¡Absolutamente para nada!”, atronaba la canción. Pero el caso es que, desde la perspectiva del profe-sor de la Universidad de Stanford, las guerras han servido para mucho. La humanidad no habría llegado al actual grado de prosperidad sin ellas. “El riesgo de morir de forma violenta es un 0,7%, increíblemente bajo”.La premisa provocadora del libro es que, a través de la violencia, se han ido creando sociedades cada vez más gran-des. EsaS sociedades, para mantenerse, necesitan mantener la paz. “Es paradóji-co”, responde Morris en una entrevista telefónica. “La violencia se ha hundido a sí misma”. La paz se logra, no por la bondad de los gobernantes, argumenta Morris, sino por su necesidad de man-tenerse en el poder. “La causa principal de reducción de la violencia es la crea-ción de gobiernos que no quieren usar la violencia”. Por tanto, cuanto mayor es la sociedad, más gente vive en paz. La guerra, por tanto, ha sido necesaria para lograr un mundo en paz en la medi-da en que “la guerra parece ser la única forma que hemos inventado para crear sociedades más grandes”.El mundo de hoy es el más pacífico de la historia porque “no hay nada compa-rable en la historia al poder que tiene en la actualidad Estados Unidos, es incluso más grande que el Imperio Romano en su momento“. Morris no habla de impe-rio estadounidense, sino de “sistema” estadounidense. “Se basa en la idea bri-tánica de que no tenían que conquistar el mundo entero para dominarlo. Solo tenían que meterlos en un sistema de comercio. A principios del Siglo XVIII los británicos comprendieron que solo tenían que luchar lo suficiente para mantener el sistema de comercio que habían creado. EU hace lo mismo”. Y es esta dominación económica lo que elimina la violencia. “Cuanta más gente dentro del sistema, mayor es el coste de la violencia”.Las potencias son cada vez más grandes. Pero se puede tener la sensación de que

el mundo es muy violento por la suce-sión de pequeños conflictos, de los cuales sabemos todo y nos horrori-zamos gracias a los medios. “Aunque el mundo es más pacífico ahora, los conflictos son habituales. Sin embar-go, son un tipo de guerras muy asi-métricas. Tomemos como ejemplo el Imperio Romano. Derrotaron prácticamente a todos sus grandes rivales de la época. Después, llegó una época en que se quedaron solos como superpotencia, y continuaron librando batallas en los márgenes del Imperio, quemando aldeas y hacien-do esclavos, pero ya no hubo más grandes guerras. Lo mismo ocurrió con el Imperio Británico. Luchaban, o hacían luchar a otros, en guerras asimétricas en Sudán o Afganistán, de un modo muy similar a lo que hace Estados Unidos hoy”.Esta lógica es la que nos trae hasta hoy. En la era de las armas de des-trucción masiva, la era nuclear, hay menos posibilidades de morir de forma violenta que en los tiempos de los palos y las piedras. “La histo-ria está llena de paradojas, y esta es una de las mayores”, dice Morris. “La gente hace constantemente análisis de coste/beneficio, también cuan-do se meten en una discusión. Están pensando podría aplastarle la cabe-za a este tipo, pero entonces vendría la policía y tendría problemas. Las armas se han hecho más grandes y dan más miedo. El precio de la vio-lencia ha subido. En otros tiempos, se podía pegar a alguien con una piedra en la cabeza y salirte con la tuya. Hoy, sacar una pistola en un bar tiene con-secuencias graves”.“Esa misma lógica se aplica a las naciones”, continúa Morris. “China tiene capacidad para invadir Taiwan cuando quiera. Pero las consecuen-cias nos llevarían a una guerra nuclear. La comprensión del coste de usar la violencia cada vez es mayor, mientras que el beneficio de usarla cada vez es menor. Y esa es la gran tendencia de los últimos 10.000 años”.

el Profesor de estudios ClásiCos, ian Morris. / linda a. CiCero

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12DOMINGO \ EL MAÑANA \ 28 de diciembre de 2014 ENTREVISTA

Por Jan Martínez Ahrens

Guadalupe Nettel (Ciudad de México, 1973), aprendió a ver en las sombras. Nació casi ciega del ojo derecho y, de niña, para mejorar su agudeza visual, le tapaban el izquierdo. La mitad del día vivía en un universo nebuloso, poblado de perfiles confusos; en la otra mitad, cuando le quitaban el parche, los con-tornos recuperaban su trazo preciso, los dedos volvían a tener huellas dac-tilares y los árboles, hojas. De aquellos años le ha quedado la mirada dual que

gUadalUpE nEttEl: “no crEo qUE sEa provEchoso

nEgar El dolor”- la narradora mExicana EligE para sUs libros tEmas dE los qUE nadiE qUiErE hablar

- con ‘dEspUés dEl inviErno’, historia dE amor y dEsEncanto, ha ganado El prEmio hErraldE

“El arte sólo puede servir al arte mismo. Para ser creativa tienes que callar al juez que llevas en la espalda”.

domina su literatura. Una prosa nítida y penetrante por la que transitan per-sonajes devorados por el espectro de sus obsesiones. La sombra y la luz, lo oculto y lo evidente, el ojo derecho y el izquierdo. Todo ello convive en su obra y emerge con mano maestra en Después del invierno (Anagrama), ganadora del Premio Herralde 2014. De su novela, de

su vida y de su país habla Nettel sentada en un exquisito rincón del Instituto de Cultura Italiana, en Coyoacán. Son días de sangre en México y la autora los ana-liza con su mirada experta en tinieblas.PREGUNTA. Su obra desprende una atmósfera muy densa, se aleja de la normalidad.RESPUESTA. Me gusta señalar las cosas

que la gente quisiera no mirar. En esos lugares pongo el reflector y encuentro la materia prima de mi literatura, es una especie de regocijo; por ejemplo, los hospitales, nadie quiere ir, nadie quiere plantarse ahí, pero ahí es donde descubres con quién cuentas realmente. Hablar de esos momentos es lo que a mí me interesa, siento que ahí hay mucho del ADN de la sociedad y de nosotros mismos.P. Pero son escenarios muy dolorosos.R. No creo que sea provechoso negar el dolor. Por el contrario, es importante

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1328 de diciembre de 2014 / EL MAÑANA / DOMINGOENTREVISTA

“Hasta que no miremos de frente lo que pasa en México, no vamos a poder hacer ningún cambio”.

enfrentarlo. En Después del invierno, un personaje muy enfermo se va a vivir junto a un cementerio para encarar el miedo a lo que le pueda pasar. Todos los días se despierta y ve tumbas. Mira de frente la muerte. En las sociedades occi-dentales no se acepta el fin. El médico te dice hasta el último momento que vas a sobrevivir. Tratan de dar una esperanza cuando ya no la hay. En cambio, si atra-vesamos el dolor de la pérdida, con todo lo que implica y sus etapas, puede haber un renacimiento, un resurgimiento de la vida. De ahí el título de mi novela.La última obra de Nettel es el fruto de diez años de trabajo. Lo interrumpió para escribir la autobiográfica El cuerpo en que nací (Anagrama), y más tarde el libro de cuentos El matrimonio de los peces rojos (Páginas de Espuma). Pero una y otra vez volvió a ese texto primero. En su trama, con el ritmo de un juego de espejos, se entrecruzan dos narradores que viven fuera de su país, un cubano residente en Estados Unidos y una mexicana becada en París. El amor y el desencanto, pero sobre todo la fuerza de una realidad incesante y devastado-ra, marcan sus pasos. Nueva York, La Habana y París, con sus diferentes luces, acogen a unos seres solitarios, extran-jeros de sí mismos, en cuyo interior va creciendo, como un dulce monstruo, el universo netteliano. Las obsesiones, la enfermedad, la muerte se constituyen en estaciones de un viaje con parada final fuera del túnel.En este recorrido, la escritora mexicana, admiradora de autores como Emmanuel Carrère o Enrique Vila-Matas, deja que la realidad empape sus páginas y saca a relucir un humor afilado y también una vitriólica disección del machismo. Pero con unos límites muy claros. “El arte solo puede servir al arte mismo. Para ser creativa tienes que callar al juez que llevas en la espalda, decirle: ‘No hables ahora’. Recobrar ese espíritu primor-dial de juego y de libertad que tienen los niños. Si eso lo pones en manos del juez, no escribes tú”.Esta lejanía de la literatura de compromi-so y sus cadenas, la combina Guadalupe Nettel, en su vida diaria, con una clara visión política del momento que atravie-sa México. Una reflexión que expresa de viva voz y, en ciertos momentos, con pasión.P. ¿Qué piensa de la desaparición de los normalistas de Iguala, de lo que está

pasando en su país?R. Es demencial y tristísimo. Espero que sea la gota que derrame el vaso. La gente lleva ya demasiado tiempo inmoviliza-da. La violencia es un tema que no trato directamente en mi literatura, pero que sí me interesa. Este es un país violento. Tres de cada diez mujeres son golpea-das. Ya empieza ahí, en la célula fami-liar. Y luego va escalando; pienso en la conocida analogía de la rana: dicen que si pones a un anfibio en agua hirviendo, salta; pero si vas subiendo poco a poco la temperatura se queda ahí hasta quedar cocinada. Nos hemos ido cocinando en ese caldo.P. ¿Y cuál es el remedio?R. No sabría decirlo, pero creo que el cambio debe venir de la sociedad civil. La gente votó por el PRI para que pac-tara con el narco. En el sexenio pasado se cortaron las cabezas grandes, pero la hidra se multiplicó, y ahora es como un

cáncer que se ha reproducido por todas partes. Hay miedo.P. ¿Pero cabe el optimismo?R. Como hija de sesentayocheros que creyeron que el mundo podía cambiar fácilmente, soy muy escéptica. Sin embargo, no me gusta serlo, porque pienso que en el escepticismo anida la inmovilidad. Y si no actuamos, las cosas no van a mejorar. Hay que moverse.P. ¿Y qué hacer frente a la ultraviolencia?R. Es lo mismo que pasa en las familias y las parejas: el fuerte vive hasta que el débil quiere. Vamos a tener que tomar conciencia de eso, porque de lo contra-rio no habrá ningún cambio. Eso no va a venir solo. Colombia, en su peor época, nunca estuvo como México desde el punto de vista de salvajismo y crimen sanguinario.P. ¿Y por qué esa bestialidad?R. Hay un disfrute del sadismo. Y hasta que no miremos de frente lo que está

pasando, no vamos a poder a hacer ningún cambio. No es solo un aspec-to de México, es el aspecto principal que debemos atender. No hacerlo es como sufrir gangrena en una pierna, y consolarse pensando que uno tiene otra pierna, una cabeza, dos brazos y un cuello. La gangrena está avanzando y hay que pararla.Hace cinco años, Guadalupe Nettel vol-vió a México tras una larga estancia en Francia. La burbuja en la que vivía se rompió y, como tantos otros compatrio-tas, pasó a sentir bajo sus pies el temblor de un mundo subterráneo. Muchos días, como hoy, despierta entre pesadillas, con la serpiente de la vio-lencia enroscada al alma. Es un miedo irracional, difuso como la neblina que caía sobre el mundo cuando era niña y le tapaban el ojo sano, el que permitía ver las hojas de los árboles, el rostro de las personas.

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14DOMINGO \ EL MAÑANA \ 28 de diciembre de 2014 LIBROS

Por Gabriela Cañas

Hay genios que esconden un lado oscuro. Coco Chanel es uno de ellos. La mujer que fundó el imperio que lleva su nombre, la misma que transformó el modo de vestir de millones de muje-res y que comercializó el perfume más prestigioso y conocido (el Nº5), traba-jó clandestinamente para los servicios secretos alemanes durante la ocupación francesa (1940-1944). Un libro biográfi-co del medio centenar publicados sobre el perfil de este emblema de Francia convirtió en certeza hace dos años lo que hasta entonces era una sospecha: Coco Chanel fue reclutada por el espio-naje germano. Esta semana, por vez primera, un medio nacional —France 3— ha indagado en las profundidades de un lado de la historia que Francia prefiere con frecuencia ignorar: el cola-boracionismo de uno de sus grandes mitos contemporáneos.Cuando los alemanes ocuparon París en mayo de 1940 Coco Chanel tenía 57 años. Para entonces, ya era una referen-cia mundial en el universo de la moda y una empresaria de prestigio con 4.000 empleados en sus diferentes talleres. Ella, como otras celebridades de la época, huyó, asustada, al sur del país para regresar al poco tiempo a París. Los alemanes deseaban mantener la fama de la ciudad como capital de las artes y el entretenimiento y lograron el retorno de Chanel, del actor Jean Gabin o de la bailarina y cantante Joséphine Baker, convertida secretamente también en espía, pero en este caso al servicio de los aliados.Durante dos horas de emisión, el pro-grama mensual de France 3 La sombra de una duda desgranó, en un capítulo titulado Los artistas bajo la ocupación, el destino de un buen puñado de cele-bridades durante la ocupación alemana.

Una Espía llamada coco chanEl

la gran disEñadora trabajó para los sErvicios sEcrEtos alEmanEs dUrantE la ocUpación dE parís. intEntó aprovEchar las lEyEs antisEmitas para apropiarsE dE las accionEs dE sU socio jUdío

la diseñadora CoCo Chanel, en su estudio en París en 1937.

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Una vida de lUjo

Coco Chanel nació en 1883 en Saumur (un pueblo del centro de Francia) en el seno de una familia humildeEl gran amor de su vida, el aritócrata británico Boy Capel, le prestó el dinero para su primer taller. Al cabo de unos años, la diseñadora había creado un imperio de la moda y explotaba, junto a su socio Pierre Wertheimer, Chanel Nª 5, el perfume creado por ella en 1921.Vivió durante casi su vida en grandes hoteles. Dos ‘suites’ del Ritz fueron su casa en París hasta su muerte en 1971.

El de Chanel resulta especialmente doloroso. La gran diseñadora no solo volvió a París, sino que regresó a su lujo-sa vida en el hotel Ritz y se enamoró de Hans Günther von Dincklage, un diplo-mático alemán que dominaba el francés y que resultó ser un reclutador nazi de espías. A través de él logró Chanel la liberación de su sobrino Gabriel, del que siempre se sospechó que era hijo de la propia diseñadora.Los datos y documentos difundidos en el programa de France 3 son incontes-tables. Al poco de la ocupación, Coco Chanel, aprovechando las nuevas nor-mas antisemitas, intentó arrebatar a su socio, el judío Pierre Wertheimer, la empresa Bourjois que comercializaba Chanel Nº 5. No lo logró. Wertheimer, conocedor de los peligros que le ace-chaban, había puesto previamente sus acciones a nombre de un tal Félix Amiot, que se las devolvió al final de la guerra. En aras de presentar una empresa reno-vada, Chanel, una mujer altiva y poco empática, despidió a gran parte de su personal; una venganza, en realidad, por la huelga que sus empleados habían rea-lizado meses antes.El tren de vida de Chanel durante los años de ocupación siempre generó sospechas en la sociedad francesa. Hal Vaughan, un viejo periodista americano, veterano de la guerra, publicó en 2012 los datos que confirmaban tan incómo-da sospecha. Gabrielle Bonheur Chanel, más conocida por Coco Chanel, figu-raba en los servicios alemanes como la agente F-7124. France 3 ha rescatado ahora documentos inéditos del ministe-rio de Defensa francés, de la Prefectura de policía y del Archivo Nacional de Francia que corroboran esa versión. De hecho, el viaje que Coco Chanel realizó a España en 1943 fue un intento de utilizar sus enlaces indirectos con el entonces primer ministro británico, Winston Churchill, para intentar que Londres se aviniera a firmar la paz unilateralmente con Berlín. Una misión fracasada.El final de la ocupación de París, en agosto de 1944, dio paso, los primeros días, a la cruel persecución de todo cola-boracionista. Mientras las turbas rapa-ban y emplumaban a las mujeres, Coco Chanel era detenida y llevada ante un comité de depuración que la interrogó durante un par de horas antes de dejar-la marchar. Nunca más fue molestada. Nadie indagó. Ningún tribunal interro-

gó siquiera a esta dueña de un imperio de la moda, la joyería y la perfumería que mantenía espléndidas relaciones con la aristocracia y el arte de todo el continente. A pesar ello, optó por un exilio dorado en Suiza que duró diez años. Allí se tomó la última foto que se tiene de ella, datada de 1949, junto a su apuesto amante alemán.Coco Chanel regresó a París y recupe-ró sus lujosas estancias en el Ritz. Allí murió la millonaria, en 1971, tras encon-trarse repentinamente enferma, tumba-da en su cama, perfectamente vestida, peinada y maquillada, a los 88 años de edad. Pocos han querido remover des-pués el lado más tenebroso de su bio-grafía. “¿Ha visto usted la repercusión

que ha tenido el programa?”, pregunta retóricamente el productor ejecutivo de Martange Production Frédéric Lusa, responsable de este programa, para res-ponderse: “Por esta historia solo se han interesado los medios extranjeros”.La sobrina-nieta de Gabrielle Bonheur Chanel, Gabrielle Palasse, hija de Gabriel —aquel al que salvó Hans Günther von Dincklage—, confesó una vez públicamente que nunca se atrevió a preguntarle a Coco Chanel si en realidad era nieta suya. Pierre Wertheimer terminó convenciendo al genio de la moda para quedarse con la firma, si bien mantuvo a la gran Coco como socia creativa y cubrió todos sus gastos hasta el fin. Los nietos de Pierre,

Gerard y Alain Wertheimer, son hoy los dueños del imperio Chanel, que dispone de casi 200 tiendas en todo el mundo. Firma familiar que no cotiza en bolsa, Bloomberg evaluó recientemente la fortuna de los Wertheimer en 5.600 millones de dólares.En 1983, los nuevos gestores ficharon al diseñador Karl Lagerfeld, el estram-bótico y genial personaje. Esta es su opinión sobre Coco Chanel y su lado oscuro: “La verdad no nos concierne. Una leyenda es una leyenda. Prefiero mi fantasía a los detalles históricos [...]. Lo que importa no es la realidad, sino la idea que tenemos de las cosas y las personas. Para mí, Chanel es una idea y eso es lo que yo desarrollo”.

Comunicación

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16DOMINGO \ EL MAÑANA \ 28 de diciembre de 2014 LA IMAGEN

Por Juan José Millás

He aquí un edificio en ruinas, lo mismo da de dónde. Lo que nos interesa ahora es lo que queda de él: el costillar. Tuvo pulmones, corazón, recto, uréteres; tuvo sus partes blandas, sus glándulas, sus ganglios, sus amígdalas. Disponía de venas, segregaba sus propios jugos, metabolizaba sólidos y líquidos… Todos los animales grandes llevamos dentro la

urdimbre de una catedral, de un fron-tón, de una fábrica. Cuando en pleno desierto aparece el esqueleto de una vaca al que han sacado brillo las hienas o los buitres, no nos impresiona tanto lo que tiene de bas-tidor orgánico como lo que posee de arquitectura artificial. La arquitectura artificial, en cambio, nos remite a nues-tra propia osamenta.Observen, en la foto, los restos de

carne adheridos aún a esas clavículas de hierro, no se pierdan el rojo o rosa dominante de la sangre, en proceso de evaporación. Diríamos que acaban de sacrificar a la bestia y que los matari-fes se han marchado a comer dejando a medias el deshuese. Somos, en efecto, la medida de todas las cosas, construimos las casas y los hangares y los sótanos a nuestra imagen y semejanza. La historia de la arquitectura es en cierto modo la

historia del cuerpo, y viceversa. Cuando a una construcción le abandona el alma, cuando muere, comienza la lenta des-composición de los órganos nucleados en torno a su estructura ósea. El más allá es la calavera. Desde el cráneo vacío, los inmuebles difuntos hablan de nosotros a quien quiera escucharlos. Y su lengua es hermosa, eufónica, aunque también terrible. Imposible admirar esa devas-tación sin sentirla propia.

El más allá Es la calavEra