Dolores aleixandre

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DESPIERTOS A MEDIANOCHE

Dolores Aleixandre, rscj.

Conferencia pronunciada el 20 de noviembre de 2006con motivo del 25 aniversario de Cristianisme i Justícia

DESPIERTOS A MEDIANOCHE ..........................................................................................1. Jacob, el soñador (Gen 28, 12) .............................................................................2. Jacob, el luchador ................................................................................................3. Jacob, el coincidente ...........................................................................................4. Raquel, la insatisfecha ..........................................................................................5. Raquel, la burlona ...............................................................................................6. Raquel, la compasiva ..........................................................................................

RESPUESTAS DE CRISTIANISME I JUSTÍCIA .................................................................

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Clicando en el Google de mi memo-ria bíblica, he buscado la primera pare-ja que se besó en la Biblia y, por aque-llo de lo interactivo, lanzo la pregunta alpúblico: ¿Cuál fue la primera pareja decuyo beso ha quedado constancia en laBiblia? Caso de no acertar con la res-puesta, la ofrezco yo: Jacob y Raquel:

Jacob continuó su viaje hacia el país delos orientales. En campo abierto vio unpozo y tres rebaños de ovejas tumbadascerca, pues los rebaños solían abrevardel pozo; la piedra que tapaba el pozoera grande, tanto que sólo cuando sereunían allí todos los pastores corrían la

piedra de la boca del pozo, abrevabanlos rebaños y volvían a tapar el pozo po-niendo la piedra en su sitio... LlegóRaquel con las ovejas de su padre, puesera pastora. Cuando Jacob vio aRaquel, hija de Labán, su tío, se acercó,corrió la piedra de la boca del pozo yabrevó las ovejas de Labán; después be-só a Raquel y rompió a llorar (Gn 29,1-11).

Primer encuentro de la pareja. El na-rrador hace entrar en escena a aquellamujer fascinante que debió ser Raquel,con su cántaro a la cintura y su rebañode ovejas, cimbreante y guapísima. Noes de extrañar que Jacob se quedara fle-

DESPIERTOS A MEDIANOCHE

Lo más parecido al motivo por el que nos hemos reunido aquí estatarde es una celebración de bodas de plata, algo así como: “25º ani-versario del enlace entre Don Cristianismo y Doña Justicia”.Remontándonos al origen de su emparejamiento, podríamos afirmarque “El Cristianismo y la Justicia se besaron...”

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chado por ella y que desde ese momen-to se le fuera detrás embobado, comouna oveja más.

El nombre de ella significa Corderay el de Jacob algo así como Suplantador,Liante, Embrollón (o Talonador, porquenació agarrando con la mano el talón desu gemelo Esaú). Lo del beso que le dioa Raquel es objeto de muchos comenta-rios rabínicos: “Todos los besos son in-decentes excepto en tres casos: el besode la grandeza, el beso del encuentro yel beso de la separación. R. Tanhumaañadió: Y también el beso del parentes-co, pues está dicho: ‘Y besó Jacob aRaquel porque era su pariente’”(GenR.70, 12)1.

¿Cómo es que Jacob, nuestro padre, unode los patriarcas elegidos, se dejó in-fluenciar por la belleza si “engañosa esla belleza y vana la hermosura”(Pr31,30)? Es porque es sabido que nuestropadre Jacob acostumbraba a servir aDios bajo el atributo de la Gloria y todolo que había en él era un destello de esaGloria. Por eso, aunque el recipiente fue-ra material, él elevaba ese glorioso des-tello a su Origen y servía a Dios con él.Por eso se dice: “Y Jacob besó aRaquel... y ella era hermosa”2.

Oseas tendrá después una opiniónfatal de estos amores y deja a Jacob muymal parado comparándolo con Moisés:

“Huyó Jacob a la campiña de Aram, /sirvió Israel [Jacob] por una mujer, / poruna mujer guardó rebaños”.Mientras que: “Por un profeta subió el Señor a Israelde Egipto, / y por un profeta fue guar-dado” (Os 12,13-14).

No coincido con el diagnóstico deOseas y menos en esta ocasión porque,al recordar los relatos en torno a esta pa-reja, he encontrado coincidencias sor-prendentes entre su historia y la deCristianismo y Justicia. Vamos a reco-rrer las narraciones en torno a Jacob elsoñador, el luchador en la noche y elcoincidente y las de Raquel la insatisfe-cha, la burlona y la compasiva, y deja-remos que sean ellos mismos quienesnos planteen cuestionamientos y pre-guntas.

1. Jacob, el soñador (Gen 28, 12)

Partió, pues, Jacob de Berseba caminode Jarán. Llegado a cierto lugar, se dis-puso a pasar allí la noche, porque ya elsol se había puesto. Tomó una piedra, sela puso de cabezal, y se acostó. Entoncestuvo un sueño: Veía una escala que, apo-yándose en tierra, tocaba con su vérticeel cielo. Por ella subían y bajaban losángeles del Señor (...) Al despertarJacob de su sueño, dijo: —Verdade-ramente el Señor está en este lugar, y yono lo sabía. Y todo tembloroso añadió:—¡Qué terrible es este lugar! ¡Nada me-nos que la casa de Dios y la puerta delcielo! (Gn 28,10-17).

Jacob se pasaba la vida escapando ysólo cuando era de noche y se echaba adormir podía Dios alcanzarlo. El sueñoque tuvo aquella noche nos comunicauna convicción que CJ ha aprendidomuy bien: el mundo de Dios y el huma-no están en contacto y la escalera de co-municación con Él está plantada no enun templo, ni en un santuario, ni en unaltozano o en cualquier otro lugar sa-

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grado, sino allí donde los hombres ymujeres transitan, van de camino, des-cansan o se echan a dormir.

CJ ha nacido del sueño de plantaruna escala que comunique y ponga enrelación con “las cosas del cielo” lo másterreno de la tierra (la economía, el mer-cado, la deuda, el neoliberalismo, losimpuestos, la ecología, las migraciones,las compañías farmacéuticas, las cárce-les, el trabajo basura...). Del sueño dehacer una experiencia mística vivida yvivificante, de la praxis de una vidacomprometida con los situados en losmárgenes de la sociedad.

¿Cuál es el resultado, después de 25años? Que por las escaleras que han idoplantando, suben y bajan, se encuentrany conversan, todo tipo de personas ygrupos: Ellacuría con los niños de la ca-lle, Lluís Espinal con los refugiados,Ignacio de Loyola con gitanos, DorothyDay con un grupo de presos, Teilhard deChardin con gente sin techo, FranciscoJavier con Hassan el marroquí...

En un descansillo se improvisa ungrupo de discusión sobre la globaliza-ción y en otro un pequeño simposio so-bre si Dios es o no perfecto. Gente deCuba y de África se saludan; habitantesde Irak, Sierra Leona y Kósovo se cuen-tan sus problemas; místicos sufíes con-versan con Freud y Feuerbach; un gru-po de obispos escuchan las opiniones demujeres que se sienten cristianas y fe-ministas; otros amonestan a GonzálezFaus sobre los peligros que entraña afir-mar que los pobres son los vicarios deCristo.

Y ese incesante tráfico de ángelesque circulan de arriba abajo y de abajoarriba, va consiguiendo que en mucha

gente se afiance más la convicción deque los ángeles de bajada no son unacuestión ética derivada de la fe en Diosy de la experiencia espiritual del cre-yente, sino un ingrediente esencial deesa experiencia de fe. Y que los ángelesde subida (Mística y relaciones huma-nas; Monacato y ascetismo; Creer en lanoche oscura; El lenguaje de los místi-cos; Pedagogía de la oración...) no pre-tenden fascinar a los que se sienten per-didos en su secularidad, sino despertarinquietudes y señalar caminos de acce-so al Dios de Jesús, que desemboquenen la mesa de la comensalía fraterna.

Si yo fuera Jacob os preguntaría: Después de 25 años ¿cuáles son aho-

ra vuestros sueños?¿Cómo acogéis el límite de vuestro

cansancio? Ese cansancio al que hacenalusión los Versos del Capitán deNeruda, cuando llega a casa “cansadode haber visto la tierra que no cam-bia...”. Y también la disminución de“efectivos” entre vosotros, el agobio desentir que hay “mucha mies y pocos jor-naleros” y que los años no perdonan...

Pero también: ¿os dais tiempo para“echaros a dormir”, como aquel hombrede la parábola de Mc 4? Jesús le ponecomo modelo de sabiduría a la hora deactuar y de intervenir: él “siembra” lasemilla y, al final, “mete la hoz” cuandollega el momento de la siega; pero tam-bién sabe que hay un periodo de tiempoen el que a él no le toca hacer nada, si-no que es la tierra la que “por sí misma”hace que la semilla germine y crezca ydé fruto. Y todo eso acontece “sin queél sepa cómo”, mientras él “duerme y se

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levanta” tranquilamente, sin empeñarseen dirigir unos ritmos que escapan a sucontrol.

En cualquier trabajo por el Reino te-nemos la asignatura pendiente de dis-cernir cuándo toca estar activos y dili-gentes en las tareas y cuándo pacientesy pasivos; cuándo es tiempo de arrimarel hombro y cuándo los otros agradece-rían que nos quitásemos de en medio;cuándo la situación requiere estar vigi-lantes e intervenir, y cuándo lo único quepodemos hacer es “echarnos a dormir”;cuándo toca analizar y detectar causas ycuándo encajar incapacidades e igno-rancias y reconocer que no lo sabemostodo y que hay muchos porqués y cómosque se nos van a seguir escapando. Paraaprobar esa asignatura tendríamos quehacer buenamente lo que está en nuestramano, y luego quedarnos tranquilos sa-biendo que el proceso que Dios mismoha puesto en marcha, hará que la semi-lla continúe creciendo durante la noche,mientras nosotros dormimos.

Por eso la pregunta de Jacob el dur-miente es esta: ¿Cómo vivís el ritmo en-tre alternancia y continuidad, entre la“vigilia activa” y ese abandono del“sueño” en que se descubren dimensio-nes que desbordan la propia acción?

2. Jacob, el luchador

Y habiéndose quedado Jacob sólo, estu-vo luchando alguien con él hasta rayarla aurora. Pero viendo que no lograbavencerlo, le tocó en la articulación delfémur y se dislocó el fémur de Jacob,mientras luchaba con aquél. Éste le di-jo: “Suéltame, que ha rayado el alba”.Jacob contestó: “No te dejaré, hasta que

no me hayas bendecido”. Le dijo el otro:“¿Cual es tu nombre?”. Respondió:“Jacob”. “En adelante no te llamarásmás Jacob sino Israel, porque has sidofuerte contra Dios y a los hombres lespodrás”. Entonces Jacob le pidió:“Dime por favor tu nombre”. ¿Para quéme preguntas por mi nombre? Y allí mis-mo lo bendijo. Entonces Jacob llamóaquel lugar Penuel (cara de Dios),“Porque —dijo— he visto a Dios cara acara, sin embargo mi vida ha quedadosalva.” Salía el sol cuando Jacob pasóPenuel, pero él cojeaba del muslo (Gen32, 25-32).

Otra vez es de noche, pero ahoraJacob ya no es el durmiente, abandona-do y confiado, que acoge el límite de sucansancio, sino un Jacob desvelado ydespierto, que pelea en medio de la os-curidad. Estamos ante un texto miste-rioso en el que encontramos palabrasclaves: solo, noche, lucha, amanecer,nombre, bendición.

“Jacob se quedó solo”: todo lo queposee, mujeres, hijos, siervas, ganado,todo aquello que era el fruto de la ben-dición que había arrancado con engañosa su padre ciego, lo ha dejado en la otraorilla y ahora se adentra solo en la no-che y comienza aquella lucha con unpersonaje misterioso que al principio nohabla. La oscuridad se hace aún más te-rrible cuando no hay palabras y cuandono es posible identificar a través de ellasal agresor. Pero Jacob no se rinde, con-tinúa luchando hasta que consigue en-trar en diálogo con el desconocido y ha-cerle hablar. Antes del amanecer, laspalabras pronunciadas son la primeraluz proyectada sobre la escena. Al com-bate sucede un intercambio de palabras

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y en ellas Jacob reconoce a alguien ca-paz de bendecirle y de darle un nombrenuevo.

En el vado del Yabboq (hay un juegode palabras entre Yabboq y Ya´aqov), enla frontera entre el país “seguro y fiable”de la propia familia y la “tierra de Dios”y “tierra de paso”, donde se permanecesiempre forastero, el hombre listo e intri-gante, constructor y gestor de sí mismo,es sorprendido de noche por el Dios vi-vo; y finalmente tiene que afrontarlo so-lo y rendirse a Él, que le espera para ben-decirlo. Yde esa lucha sale señalado parasiempre, en el cuerpo y en el alma, conuna identidad nueva, un nuevo “nom-bre”, “Israel”, un nombre en el que “rei-na la fuerza vencedora de Dios”.

E. Jüngel, comentando este texto3,dice que es una historia para personas“agredidas” y “asaltadas”, una “bien-aventuranza” veterotestamentaria, quedeclara dichoso a alguien que no estámilagrosamente protegido, sino atroz-mente maltratado por potencias oscuras.Y que, a pesar de estar medio paraliza-do, no abandona el combate hasta quele es concedido reconocer el rostro deDios más allá del poderío de las tinie-blas, precisamente en el momento enque amanecía.

El texto nos resuena con fuerza enun tiempo en que la decisión de seguirluchando contra las potencias oscuras(males inconsolables, en palabras deMiguel García Baró) sólo puede arrai-gar en lo que el propio García Baró lla-ma la esperanza absoluta. Cito sus pa-labras: “Hay cristianismo real sólocuando existen hombres que en el se-creto de su intimidad se atreven a espe-rar de verdad lo imposible. De la misma

manera que no era posible que un ajus-ticiado con el suplicio del esclavo fueraresucitado por Dios mismo, en contra dela expectativa de los peritos en religión,de esa misma manera es imposible hoyque la tendencia destructiva de la histo-ria se detenga y se invierta. Es imposi-ble que los derrotados en tantos siglosde violencia sean rescatados y que sudolor no sólo se olvide, sino que se bo-rre. Es imposible que lo ya sucedido seaaniquilado. Es imposible que los trai-cionados recuperen la confianza en lahumanidad. Es, sobre todo, imposible yescandaloso que los pecadores vayan aser convidados al banquete eterno delperdón y se sienten al lado de los justossacrificados, aunque se les haya convo-cado a toda prisa, pasada la hora undé-cima. Es imposible que las oportunida-des perdidas en todas las vidas serepitan, regresen, sean recuperadas. Endefinitiva, es imposible el reino de loscielos y no distinguimos con qué pru-dente política podríamos atraerlo anuestra historia, tan real ella y tan ma-cizamente posible. Justamente porquetodo esto es imposible, lo esperamos enla actividad de una esperanza plena quetiene que ser también actividad ince-sante. Si creyéramos que lo imposible esposible, no sólo no miraríamos a losojos al mal, sino que nos recostaríamosa esperar del combate entre los diosesdel maniqueísmo una solución final pa-ra nuestra historia. Sólo una libertadasumida hasta las últimas consecuen-cias habla aún elocuentemente de Diosen medio de las ruinas”4.

Y esa esperanza absoluta pasa por se-guir luchando en medio de la noche os-cura hasta el despuntar de la aurora, y llo-

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rar, vencer y pedir gracia, arrastrarnos ydejar caer toda arrogancia ante el inson-dable misterio del Nombre para dejarnoscambiar humildemente el nombre. Y es-te cambio no es sólo un reconocimientode sujeción, sino también el descubri-miento de la propia identidad, nueva,misteriosa, la verdadera, que Otro nos re-vela. Delante de Dios, todo lo que hay ennosotros de autosuficiente, de arrogante,de pretensión de poder y de dominio, tie-ne que rendirse y dejarse “nombrar” ydominar amorosamente5.

Si yo fuera Jacob os preguntaría: ¿Cómo os las arregláis para seguir

en el “cuerpo a cuerpo” de la lucha conDios, cuando todo parece invitar hoy adesistir, a desentenderse y evadirse delos males inconsolables?

¿Qué estrategias relacionales utilizáispara, en ese “cuerpo a cuerpo”, llegar atocar la existencia concreta de los pobres(su corporalidad, sus rostros, sus nom-bres, sus heridas...) y no sólo la pantalladel ordenador donde aparecen los datosy las estadísticas sobre su situación?

¿Cómo os situáis ante la acusaciónde que sois unos utópicos “soñadores deimposibles”?

¿Cómo nutrís esa esperanza absolu-ta de la cual derivan un amor más alláde toda correspondencia y una confian-za total en el futuro de Dios?

¿Qué heridas os hacen cojear?

3. Jacob, el coincidenteLa historia de Jacob, desde el vien-

tre de su madre, está marcada por el sig-no de una preferencia:

Isaac oró al Señor por su mujer, porqueera estéril. El Señor lo escuchó, y su mu-jer, Rebeca, se quedó embarazada. Perolos niños se agitaban en su seno, y ellase dijo: “Si es así, ¿qué va a ser de mí?”Y fue a consultar al Señor. El Señor lerespondió:Dos naciones hay en tu seno; / dos pue-blos se separan en tus entrañas; / unoserá más fuerte que el otro, / y el mayorservirá al menor.Cuando le llegó la hora del parto, re-sultó que eran gemelos. Salió el prime-ro, rubio y todo él velludo como una pe-lliza, y le pusieron el nombre de Esaú.Después salió su hermano, agarrandocon la mano el talón dé Esaú, y lo lla-maron Jacob. Crecieron los niños. Esaúllegó a ser un diestro cazador y un hom-bre de campo, mientras que Jacob eraun hombre de tienda. Isaac prefería aEsaú, porque la caza era su plato prefe-rido, mientras que Rebeca prefería aJacob (Gen 25,21-28).

A pesar de esta preferencia de Diospor lo que es menos, revelada a Rebeca,y que acompaña a Jacob desde su naci-miento, los relatos sobre él lo presentanluchando con zancadillas y trampas porocupar el primer puesto y apoderarse dela bendición destinada a su hermanomayor. Su comportamiento está siempredirigido a ocupar el primer puesto, serel mayor y estar por encima. Pero al fi-nal de su vida, ya muy anciano, encon-tramos por fin a un Jacob “coincidente”con Dios, vencido por sus insólitas pre-ferencias, rendido a su extraña manerade juzgar y de elegir:

Comunicaron a José: —Tu padre estáenfermo. Él tomó consigo a sus dos hi-

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jos, Manases y Efraín. Le anunciaron aJacob: —Mira, tu hijo José viene a ver-te. Israel hizo un esfuerzo y se sentó enla cama.(...) Cuando Israel vio a los doshijos de José, preguntó: —¿Quiénes sonéstos? José le respondió: —Son mis hi-jos, los que Dios me ha dado aquí. YJacob dijo: —Ten la bondad de acer-carlos a mí, que quiero bendecirlos. Losojos de Israel estaban tan apagados porla vejez que apenas podían ver. José selos acercó y él los abrazó y los besó.Luego Israel dijo a José: —No pensabavolver a verte, pero Dios me ha conce-dido ver incluso a tus descendientes.José los retiró de las rodillas de su pa-dre y se postró en tierra. Después, los to-mó a los dos, a Efraín con su derecha ala izquierda de Israel, y a Manasés consu izquierda a la derecha de Israel, y selos acercó así. Israel extendió su manoderecha y la puso sobre la cabeza deEfraín, que era el menor, y su izquierdasobre la cabeza de Manasés, cruzando apropósito las manos, a pesar de queManasés era el mayor. Y los bendijo di-ciendo: “El Dios en cuya presencia ca-minaron mis antepasados Abraham eIsaac, el Dios que me ha guiado desdemi nacimiento hasta hoy, el ángel queme ha librado de todo mal, bendiga a es-tos muchachos, que se les llame con minombre, y con el de mis padres Abrahame Isaac; que crezcan y se multipliquen enla tierra”.Al ver José que su padre ponía su manoderecha sobre la cabeza de Efraín, sedisgustó, y tomó la mano de su padre pa-ra cambiarla de la cabeza de Efraín a lade Manasés, mientras le decía: —Así no,padre, el mayor es éste; pon tu mano de-recha sobre su cabeza. Pero su padre se

opuso diciendo: —Lo sé, hijo mío, lo sé.También él llegará a ser un pueblo y se-rá también grande; pero su hermanomenor será mayor que él y su descen-dencia se convertirá en una muchedum-bre de pueblos. Aquel día los bendijoIsrael diciendo: —En vuestro nombre sebendecirá Israel, diciendo: Que Dios osbendiga como a Efraín y Manasés. Y pu-so a Efraín delante de Manasés (Gen 48,2-20).

A Jacob le había costado la vida en-tera coincidir con las preferencias deDios pero, por fin, había alcanzado esa“afinidad” con Él. Una larga existenciade contradicciones y discordancias, cul-mina en una identificación ya espontá-nea con Dios y sus caminos.

Si yo fuera Jacob os preguntaría:¿Con qué espontaneidad se os “cru-

zan las manos” a la hora de preferir, va-lorar y escoger?

¿Cómo vais haciendo coincidir cadavez más los programas, publicaciones ycursos que diseñáis y la inclinación re-al de vuestro corazón y de vuestras vi-das hacia aquellos que, como el Siervo,no tienen aspecto humano...?

4. Raquel, la insatisfechaLa figura de Raquel aparece bajo el

signo de la esterilidad y, lo mismo queSara y Rebeca, está marcada por el se-llo dramático de una situación que ha-cía comparable a la estéril con un muer-to viviente, un ciego, un leproso o unpobre6. La vida en la Biblia no tiene sen-tido más que en referencia a la promesade Dios a Abraham de que llegaría a ser

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una gran nación y no vale más queabierta al infinito de las generaciones:por eso la esterilidad supone muerte ydesolación. Una estéril lleva el signo delcastigo de Dios por sus pecados y su si-tuación la imposibilita para ser dignacompañera de su marido.

Las mujeres estériles califican su si-tuación con el término hebreo ‘oni’:desgracia, desdicha, que LXX traduci-rá casi siempre al griego como tapeino-sis (no “humildad” sino “humillación”),uno de los términos más fuertes del vo-cabulario de pobreza del AT. Quizá poreso Raquel pide angustiada a Jacob:“¡Dame hijos o me muero!” y obtieneuna respuesta irritada que revela a quiénse atribuía el origen de toda fecundidad:“¿Hago yo las veces de Dios para ne-garte el fruto del vientre?” (Gen 30,1-2).

Las mujeres llamadas a gestar unpueblo para Dios fueron estériles y estono supone una coincidencia casual, niun detalle superfluo introducido en lostextos. En la intuición de los autores, es-ta convergencia recobra un sentido pro-fundo que toca el origen de la fecundi-dad: ellas dieron inicio al pueblo deDios no a pesar de ser estériles, sino acausa de ello. Los textos las presentanusando todos los medios a su alcancepara vencer la desgracia de su suerte:dan sus esclavas a sus maridos, lloran,ruegan, pelean, usan artimañas... peroen todas sus historias se pone de relieveque fueron arrancadas de su condiciónhumillante gracias a la acción del mis-mo Dios porque, cuando terminan nues-tras posibilidades, empiezan las suyas:

El Señor se acordó también de Raquel,la escuchó y la hizo fecunda. Concibió

ella y dio a luz un hijo, y exclamó: —Dios ha quitado mi afrenta. Lo llamóJosé, y añadió: —Que el Señor me dé to-davía otro hijo (Gen 30,1; 31,1-2).

José significa en hebreo: “que elSeñor añada” (otro hijo). Así que Josédebió crecer con la sensación de estarincompleto, de “no ser bastante”, de te-ner que estar pendiente de que llegaraotro hermano. Por eso, la insatisfacciónque caracteriza a Raquel es su negativaexistencial a conformarse, a instalarse,a dejar de desear algo más.

Si yo fuera Raquel os preguntaría:¿Cómo os mantenéis en la brecha de

lo inacabado y lo incompleto y en lamemoria de continuar siendo “inquili-nos de lo penúltimo”?

¿Cómo os precavéis de la tentaciónde autosatisfacción?

Los nombres de vuestros hijos ¿son“José” o “Dayan” (ser suficiente...)?

¿Cómo cultiváis la memoria de quevuestros logros y aciertos, que son mu-chos, los recibís como un “don de fe-cundidad” y no como una conquista devuestra propia eficiencia?

5. Raquel, la burlonaToda la saga de Jacob es un relato

chispeante de humor, empezando por elnarrador y siguiendo por sus personajes:

— Jacob se burla de su hermanoEsaú y le roba la primogenitura (Gn25,29); se burla de su padre y lo engañahaciéndose pasar por Esaú (Gn 27); seburla de los pastores que estaban al bor-de del pozo retirando él solo la piedra(Gn 29,1-10); se burla de Labán, su sue-

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gro, con trucos mágicos para conseguirque sus propias ovejas fueran más nu-merosas (Gn 30,25-43).

— Labán, por su parte, se burla deél dándole como mujer a Lía y no aRaquel: “No es costumbre entre noso-tros dar a la menor antes que a la ma-yor...” (Gn 29,24-26).

— Las dos hermanas se ríen deJacob:

Salió Rubén en el tiempo de la siega deltrigo, encontró en el campo mandrágo-ras, y se las trajo a su madre Lía. YRaquel dijo a Lía: —Dame, por favor,las mandrágoras de tu hijo. Ella contes-tó: —¿Te parece poco haberme quitadoa mi marido, que me quieres quitar tam-bién las mandrágoras de mi hijo?Raquel dijo: —Bueno, que duerma con-tigo esta noche a cambio de las man-drágoras de tu hijo. A la tarde, cuandoJacob volvía del campo, salió Lía a suencuentro y le dijo: —Tienes que dormirconmigo, pues te he alquilado por unasmandrágoras de mi hijo. Y él durmió conella aquella noche (Gn 30,14-16).

— Finalmente, Raquel se burla de supadre y de los ídolos que él veneraba:

Mientras Labán se había ido a esquilarsus ovejas, Raquel robó los ídolos fami-liares de su padre. Jacob engañó aLabán, el arameo, no descubriéndole suintención de huir; y huyó con todo lo quetenía. (...) Labán alcanzó a Jacob y le di-jo: —¿Qué es lo que has hecho? Me hasengañado y te has llevado mis hijas co-mo si fueran cautivas de guerra. (...) Ysi te vas porque añoras la casa de tu pa-dre, ¿por qué me has robado mis dioses?(...) Labán entró en la tienda de Jacob,luego en la de Lía y en las de las cria-

das, pero no encontró nada. De la tien-da de Lía pasó a la de Raquel. Pero és-ta había tomado los ídolos, los había es-condido en la montura del camello yestaba sentada encima de ellos. RebuscóLabán por toda la tienda, pero no los en-contró. Raquel le dijo: —No se enfademi señor si no puedo levantarme, es quetengo la menstruación. El buscó y re-buscó, pero no pudo encontrar sus ído-los. (Gn 31,19-35)7.

El relato destila un finísimo humor,ese humor que restablece las auténticasdimensiones de lo humano y de sus pre-tensiones, proporcionando el sentido dela relatividad y concediendo a cada co-sa la importancia que se merece.Gracias a él, los ídolos robados apare-cen como símbolos de abominación y ala vez como dioses ridículos, incapacesde defenderse ante una mujer con su re-gla.

Dice Jose Mª Cabodevilla: “el hu-mor no destruye nada, sólo des-constru-ye, desmonta, pone al descubierto lomucho que en teología hay de ingeniomecánico. Posee la medida de lo relati-vo porque impide confundir a Dios connuestra idea acerca de él, denuncia losdisfraces con que a veces el lenguaje te-ológico intenta cubrir la desnudez delentendimiento humano frente a Dios. Lafórmula del humor sería: un 10 % de lu-cidez para percatarse de ese 90 % de im-potencia”8.

Si yo fuera Raquel os preguntaría:¿Cómo cultiváis el humor y esa lu-

cidez que salva al impedir que confun-damos a Dios con nuestras ideas acercade Él?

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En medio de tanto trabajo, tantaspreocupaciones y tanta lucha ¿encon-tráis espacios y tiempos para esas dosúnicas cosas (el juego y la risa) que, se-gún el midras, fueron las únicas queAdán y Eva pudieron sacar del jardín?

¿Estáis atentos para no tomaros de-masiado en serio a vosotros mismos ypara reíros de los ídolos de las certezasapodícticas, las adhesiones inquebran-tables y los principios inmutables?

6. Raquel, la compasivaLas últimas noticias sobre Raquel

son dramáticas:Partieron de Betel. Cuando quedaba untrecho de camino para llegar a Efrata,tuvo que dar a luz Raquel, en un partoque fue muy penoso. Y entre las angus-tias del parto le decía la partera: —Áni-mo, que también esta vez vas a tener unhijo. En su último suspiro, cuando esta-ba para expirar, lo llamó Benoní —es de-cir, Hijo de mi desdicha—, pero su padrelo llamó Benjamín —es decir, Hijo de mibuena suerte—. Murió Raquel y fue se-pultada en el camino de Efrata, que esBelén. Jacob levantó una estela sobre susepulcro; es la estela del sepulcro deRaquel, que todavía existe hoy (Gn35,16-19).

Más adelante, Jeremías pronunciaráun oráculo presentando a Raquel, la ma-dre del pueblo de Israel, como a una mu-jer que, aunque muerta, sigue viva parallorar a sus hijos que van camino delexilio:

Dice el Señor: / En Ramá se escuchangemidos, llanto amargo: / es Raquel, quellora por sus hijos, y rehúsa el consuelo

porque no viven. / Por eso, así dice elSeñor: / Reprime tu voz del lloro y tusojos del llanto, / porque hay recompen-sa para tu trabajo / — oráculo delSeñor—, / y volverán del país enemigo./ Hay esperanza para tu futuro / —orá-culo del Señor— / regresarán tus hijos asu territorio (Jer 31,15-17).

La mujer que murió en el momentodel nacimiento de su segundo hijo,Benjamín, y fue enterrada en Efrata, escomo si diera la vida dos veces: se la dioa su hijo a costa de la suya y sigue dan-do vida a sus descendientes gracias a sucompasión por ellos. Jeremías se sirvede su figura para afirmar con certezaque el pueblo vivirá9.

El Zohar pregunta: “Cuando llegue elMesías ¿por dónde pasará? La Escrituraresponde: ‘por un camino’ (Dt 22,6), locual es una alusión a la tumba de Raquel,que se encuentra en una bifurcación decaminos. Y el Mesías irá a consolarla.Ella no quiso recibir las consolacionesdel Santo, bendito sea, pero recibirá losconsuelos del Mesías, se levantará y loabrazará. Y la luz inundará entonces elmundo, empezando por Jericó”10.

Menahem (“consolador”) es uno delos nombres del Mesías que, como elSiervo de Isaías 53, carga con los sufri-mientos humanos y lleva hasta la humi-llación, el oprobio y la muerte, todo pe-so y todo dolor. Así es Raquel,inconsolable ante el dolor de sus hijos yno aceptando consolación más que delMesías mismo. La tradición judía com-para a Raquel con la Sekinah que “es laverdadera Raquel que llora a sus hijos”.Es ella la que colmó la laguna creadapor la desaparición de Raquel y perma-nece unida a la familia de Israel11.

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El Talmud asocia las lágrimas deRaquel a las lágrimas de Dios que caenen el mar cuando se acuerda de sus hi-jos que viven en el exilio, oprimidos enmedio de las naciones12. Esas lágrimas,al caer, producen un ruido que se oyehasta los confines de la tierra, como unterremoto. Y durante las tres vigilias dela noche el Santo, bendito sea, grita y ru-ge como un león para expresar su des-garramiento ante la suerte de sus hijos.(Berakot, 59ª y 3ª).

Esta imagen da origen en el s. XI ala liturgia del tiqqun Hatzot, la repara-ción de medianoche. En palabras deCatherine Chalier: “Si Dios llora a me-dianoche ¿no es deber nuestro estar des-piertos a esa hora y llorar con Él y porÉl? Esas dos lamentaciones, la suya y lanuestra, son la expresión de una comu-nidad humano-divina en la vigilia, y eldescubrimiento de esta capacidad de es-tar en vela junto a Dios en medio de lasgrandes tinieblas, abre un espacio de di-sidencia en medio de la connivencia fa-tal con los poderes del mal. Aquel queestá conmovido por el dolor divino y semantiene despierto a causa de Sus lá-grimas, unas lágrimas inaudibles en me-dio del estruendo del mundo, permane-ce atento y en contacto con aquello que,en lo más secreto de sí mismo, le hablade una realidad que le desborda y expe-rimenta de nuevo cómo el soplo de Diostransforma el polvo en “alma viviente”,como en el relato de Génesis. Y por esoel llanto de Raquel que llora por el des-tino de sus hijos, está atravesado por laesperanza”13.

Otra tradición judía llama a las“aguas de abajo” del relato de Génesis“aguas que lloran”, porque están mez-

cladas con escorias del mal que brotadel tohu-bohu. La tarea humana en me-dio de un mundo violentado por esospoderes maléficos, consiste en prestaroído a esas aguas que lloran a fin de ele-varlas hacia la santidad. Paradóji-camente, es al hombre a quien incumbela tarea de “ayudar y dar fuerza a Dios”,impotente para transmitir toda su luz ala creación y afligido por el exilio de suSekinah (Dios en su inmanencia) en elinterior del mundo de esas escorias.

Un rabino que vivió en el ghetto deVarsovia, enseñaba en lo más hondo deldesastre que Dios es la fuente única dela creación (incluso del tohu-bohu), pe-ro que no puede con su aliento y su pa-labra someter esa energía rebelde sin elconsentimiento de los hombres. Por eso,quien se acerca a Él no encuentra sere-nidad y descanso, sino el don de las lá-grimas14.

Esta relación entre com-pasión (lá-grimas) y obras (“ayudar a Dios”) apa-rece reflejada en el texto de Jeremíasque presenta a Raquel no sólo “lloran-do” sino “trabajando”: Hay recompensapara tu trabajo (pe'ulatek) (31,17).

Podemos preguntarnos si esa “re-compensa” otorgada al “trabajo” queacompaña a las lágrimas irá en la direc-ción a la que apunta el Sal 126: “los quesiembran con lágrimas cosechan conjúbilo”, es decir, a la desaparición y sus-titución de las lágrimas por la alegría.La convicción de Jeremías es diferente:Raquel rehusa el consuelo, no acepta unalivio que sosiegue su dolor, sino queexige a Dios una redención absoluta quedevuelva la vida a sus hijos perdidos. Yes precisamente ese desconsuelo que re-chaza un contentamiento parcial y pro-

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visorio, lo que parece hacer reaccionara Dios y le hace prometer recompensa yesperanza.

Sería, por tanto, a esas lágrimas in-consolables que conducen a la acción yal trabajo, a las que se promete esa “es-peranza absoluta” de la que hablaGarcía Baró, y el consuelo consistiría enque el corazón, sin dejar atrás su que-brantamiento, se vería visitado y habi-tado por una alegría que hace descendersobre la existencia un soplo de la vidadivina. Pero, lejos de dejar satisfacción,ese descenso agudiza la herida del co-razón porque lo que anuncia continúasiendo inalcanzable e inaprehensiblepara nosotros. Dios no colma ningún va-cío: orienta nuestro deseo más allá de loque somos capaces de vislumbrar pornosotros mismos. Através de esa alegríafugitiva, Dios deja entrever que la pro-ximidad de Su vida es la verdadera res-puesta a lo que espera nuestro deseo15.

Si yo fuera Raquel os preguntaría:¿Contáis con los “dolores del parto”

como algo natural que trae siempre con-sigo alumbrar vida?

¿Cuidáis y transmitís el convenci-miento de que es la capacidad de sufrircon otros lo que permite percibir aque-lla verdad que queda ordinariamentefuera de nuestro alcance? Y eso a sa-biendas de que esa postura resultarásiempre herética para quienes siguendefendiendo el “dogma” pseudoteológi-co de la necesidad de privilegiar la luci-dez sobre la emoción, porque ésta vuel-

ve inciertas las fronteras entre uno mis-mo y los otros, introduce en un vértigopeligroso y distorsiona la correcta per-cepción de las cosas...

Entre las muchas maneras de vivir elcristianismo, la que a vosotros (y a mu-chos a través de vosotros) os ha caídoen suerte es la de permanecer despiertosen medio de la noche para escuchar “elrugido de Dios” ante la injusticia.¿Cómo os apoyáis unos a otros y os de-jáis apoyar para seguir permaneciendoen esa vigilia y dejando que sea la com-pasión la que os sostenga en ese trabajode “ayudar a Dios”?

Termino recordando una observa-ción preciosa del narrador que se aden-tra en los sentimientos de Jacob en eltiempo de su espera por conseguir a lamujer que amaba: “Sirvió Jacob gratispor Raquel siete años y le parecieron dí-as por el gran amor que sentía por ella”(Gen 29,20).

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Lleváis 25 años trabajandopor unir el Cristianismocon la Justicia, esa justiciaa la que el Señor, cuyonombre llevamos, ama conun amor apasionado.

Ojalá os parezcan también“días” los esfuerzos devuestro servicio gratuito,de vuestro permanecer des-piertos a medianoche, contal de llegar a poseerla.

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NOTAS

1. Midrash Rabbah, Vol.I, p. 645.2. Menachem M.BRAYER, The Jewish Woman inRabbinic Literature. A Psychosocial perspective,New Yersey 1986, p.37.3. “La lutte avec Dieu. Au gué du Yabbok. Gen32,23-32”: Christus 138, Abril 1988 p.243-253.4. “El silencio sobre Dios en la cultura actual”:Corintios XIII nº 116, Octubre-Diciembre 2005,pp. 113-132.5. Cf. F. ROSSI DE GASPERIS, Prende il Libro e man-gia! De la creazione alla Terra Promessa, Bologna1998, pp.58-77.6. “El Nombre Santo jamás se establece en unlugar defectuoso. Ven y ve: el hombre que no dejahijos en este mundo, cuando sale de él no puedeadherirse al Nombre Santo y no atraviesa el veloporque es defectuoso e incompleto” Zohar, Trad.C. MOPSIK, Verdier 1981, p.235.7. “El Santo, bendito sea, no quiso crear a lamujer (...) del corazón para que no fuera propen-sa a los celos y sin embargo lo es: “Raquel tuvocelos de su hermana” (Gen 30,1); ni de la manopara que no fuera ladrona, pero “Raquel robó losamuletos” (Gen 31,19) (GenR.80,5). “Raquelhabía robado los amuletos, los había escondidoen una montura de camello y estaba sentada enci-ma” (Gen 31,34). R.Yohanan decía: “No pudo

encontrar los amuletos y en lugar de ellos encon-tró los vasos en los que habían sido transforma-dos” (GenR. 74,9).8. La jirafa tiene ideas muy elevadas. Para unestudio cristiano del humor, Madrid 1989,p.65.9. “¿Por qué razón enterró Jacob a Raquel en elcamino de Efrata? Porque sabía que los exiladospasarían por allí y ella podría interceder por ellos.Por eso está escrito: “Es Raquel que llora por sushijos... Esto dice el Señor: deja ya de gemir, nosigas llorando, porque tus obras encontraránrecompensa” (Jer 31,15-16) (GenR.82,10).10. Zohar, o.c.127.11. Cf. G. SCHOLEM, Les Grands Courants de laMystique Juive, Paris 1994, 246.12. Según el libro de los Jueces, el Señor “ya nopudo resistir más tiempo la desdicha deIsrael”(10,6).13. Cf. Catherine CHALIER, Traité des larmes.Fragilité de Dieu, fragilité de l' âme, Paris 2003,p.48-50.14. The Holy Fire, The Teachings of R. KalonymusKalman Saphiro, the Rebbe of the Warsaw Ghetto,(1889-1943), Northwhale, New Yersey, Londres1994, p.142. (Citado por C. CHALIER, o.c.36).

15. Cf. Catherine CHALIER, o.c. pp.48-55; 177-193.

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Dolores no sólo nos dio ánimos yconsejos. Nos exhortó al humor que “nodestruye sino que descubre”, y nos gus-taría hacerle caso al menos en este pun-to. Porque también (y quizá anticipandoese ministerio eclesial de la mujer quealgún día acabará por llegar) nos hizouna serie de preguntas como solían ha-cer los confesores en nuestra juventud.Ello nos obliga a confesarnos un pocoantes de terminar, respondiendo a esaspreguntas.

¿Soñamos como Jacob? Nuestrosueño más elemental es el más difícil:que todos los seres humanos puedan co-mer tres veces al día. Que alguna auto-ridad eclesiástica escribiera un docu-mento que diga como san Pablo a losGálatas: “si alguien, aunque fuera unángel o un papa, os anuncia otro evan-gelio donde Dios no es un Dios de lospobres, tenedlo por proscrito”. En unplan más modesto: llegar a los cien milejemplares de tirada, y tener más eco-nomistas en nuestro equipo.

El ritmo entre alternancia y conti-nuidad lo vivimos mal, para qué nos va-mos a engañar. La necesidad de nuevoslenguajes ya la percibimos: pero la im-portancia de que esos lenguajes que hande ser nuevos no esterilicen lo que de-ben transmitir y sólo transmitan la vie-ja resignación de siempre, o que no nosmetan en la trampa de los que tratan dedesmontar los estados del bienestar di-

ciendo que sólo quieren trasformarlos ysalvaguardarlos... eso exige un esfuerzoque ni los entrenamientos del Barça...

El lamento de Neruda que citabaDolores (“cansado de haber visto la tie-rra que no cambia”) , nos permite reto-mar “a lo divino” (que decía Juan deYepes) la misma respuesta que se dabael poeta: “pero al entrar Tu Risa, subeal cielo y me llama y abre para mí to-das las puertas de la vida”. Esa sonrisadel cielo nos ha dado fuerzas y nos obli-ga.

Nos obliga, por ejemplo, a tomarmás en serio de lo que solemos hacerloeste Midrash que alguien hizo sobre elpasaje evangélico de la mujer adúltera:

Le presentaron a Jesús a una humani-dad sorprendida en flagrante infideli-dad, y le preguntaron: “la justicia man-da eliminar a las tales. Tú ¿qué dices?”.Jesús contestó aquello de: “el que devosotros está sin pecado que le tire laprimera piedra”. Y los acusadores sefueron retirando comenzando por losmás viejos. Entre esos estábamos noso-tros.Pero mientras se retiraban, Jesús lesgritó: “no os marchéis. Que yo a vos-otros no os condeno”. Entonces los acu-sadores fueron volviendo sin sus pie-dras, y le dijeron a Jesús: “Maestro, sitú no nos condenas, tampoco nosotros lacondenamos a ella”. Y Jesús se volvió a

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RESPUESTAS DE CRISTIANISME I JUSTICIA

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la mujer y le dijo: si éstos no te conde-nan, tampoco te voy a condenar yo”.

Nos sabemos unos perdonados y esasí como quisiéramos luchar por la jus-ticia: como unos perdonados.

Nos acusamos de no saber hacerlosiempre. Pero a la vez debemos acusar-nos de que no siempre sabemos cruzarlas manos y poner a Efraím por delantede Manasés. No está bien en las confe-siones decir algo en defensa propia pe-ro, al menos, quisiéramos mostrar la di-ficultad que encontramos para ello. Enla obra-antología Vicarios de Cristo: lospobres, se cita en el prólogo un prover-bio, se dice que japonés: “es inútil ha-blar con aquellos que no han comido supan con lágrimas”. Pues bien: ante lainaudita crueldad de este mundo, pen-samos a veces que deberíamos levantarmás la voz y que nuestra palabra debe-ría ser más dura. Otras veces tememosgritar demasiado fuerte y sonreír dema-siado poco. Aratos, nos acusamos de so-flamáticos. Pero otras veces de “so-fle-máticos”... En este contexto, unatentación de autosuficiencia sería comola del médico que se siente satisfecho desí mismo por haber dado una aspirina aun enfermo de sida.

¿Estrategias relacionales? Segura-mente hemos descuidado algo que noshabíamos propuesto muchas veces: quequienes forman nuestro equipo pasendirecta e inmediatamente por la expe-riencia de las víctimas y el contacto in-mediato con ellas. Ojalá este propósitofuera el broche de nuestras bodas de pla-ta.

Ojalá cumpliéramos también algomejor lo que tanto deseamos: que las re-laciones entre nosotros, en el equipo y

en aquellos que trabajan más día a día,sean relaciones de plena confianza ycordialidad. Ojalá supiéramos hacer quelos que trabajan con nosotros y paranosotros estén alegres no sólo porque lacausa a la que sirven vale la pena, sinoporque se sienten bien tratados. Y, fi-nalmente, podemos añadir: ojalá sepa-mos ampliar nuestra red de trabajo e ilu-sión por la justicia, uniéndonos ycolaborando con los otros que han sidotambién contagiados por la misma pa-sión, la pasión de los que lloran conDios y trabajan con Él para que el mun-do sea más según su deseo.

Sabemos que es necesario reírnos denuestras ‘convicciones apodícticas’ quea veces idolatramos. Pero nos es difícilporque, como Sara, debemos comenzarpor reírnos de la ‘convicción apodícti-ca’de que “no hay nada que hacer”.Como bien dice Dolores, hay “una es-peranza absoluta de la cual derivan unamor más allá de toda correspondenciay una confianza total en el futuro deDios”. Y el secreto de esta esperanzaabsoluta se descubre no cuando unomira las estadísticas y los datos en el or-denador, sino cuando uno sale al en-cuentro de esos hermanos concretos he-ridos por un mundo que hiere a muchos;se descubre cuando uno tiene el corazónlleno de sus nombres (como diríaCasaldàliga), y descubre sus luchas ysus esperanzas inquebrantables.

Algo así formaría parte de nuestraconfesión que debe terminar a lo clási-co: “y a usted, Madre, penitencia y ab-solución”. Que Quien nos llama y envíanos dé la fuerza “para seguir luchandoen medio de la noche oscura hasta eldespuntar de la aurora”.

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