Dmc 12 El sueño de John DeLorean

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DMC-12 El sueño de John Delorean

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Historia de la marca de automóviles DeLorean, y del mítico modelo DMC-12 de la película "Regreso al Futuro" . Articulo publicado en la revista ESQUIRE en enero de 2015

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DMC-12El sueño de

John Delorean

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CHECKoUT HISTORIA DE UNA MARCA

REGRESO AL FUTURO QUIZÁ EL TITULAR NO SEA EL MÁS ORIGINAL POSIBLE SI TE VAMOS A HABLAR DE LOS FAMOSOS DELOREAN. PERO TE GARANTIZAMOS QUE LA HISTORIA DE ESTE COCHE Y SU CREADOR ES UNA DE LAS MÁS BIZARRAS Y LEGENDARIAS DEL MUNDO DE LA AUTOMOCiÓN. POR

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Las alas de gaviota del DMC-12 imitaban las del Mercedes-Benz 300 SL. El interior carecía de lujos, siendo lo más llamativo una radio estéreo y las ventanillas eléctricas.

En 1968, John DeLorean ofreció una en­trevista a Newsweek en la que atacó el con­servadurismo de la industria automovilística estadounidense. A sus 43 años, siendo inge­niero jefe de la división Pontiac de General Motors, estaba influido por la nueva cultura juvenil que enfatizaba los sentimientos y quería comercializar sueños en lugar de coches. Se había ganado mala fama por hacer publicidad sin hablar de precios o consumos y sus anuncios era esencialmente pequeñas películas basadas en la obra Un homme etune femme de Jean-Louis Trintignant: gente guapa conduciendo coches bellísimos ("Esto es lo que funciona ahora", le dijo al periodis­ta). No había necesidad de hechos. "Nadie quiere saber todas esas gilipolleces", dijo. "Eso es lenguaje de Detroit".

Un compañero de GM le dijo a uno de sus biógrafos: "DeLorean sabía lo que el público quería incluso aunque éste no su­piera todavia lo que quería". Pero, añadió, era un "administrador horrible". Esta habilidad para crear estilo, y sus escasas habilidades administrativas, producirian uno de los más famosos, radicales e ido­latrados coches de todos los tiempos. Ha habido muchos modelos de culto a lo largo de la historia, pero ninguno debe tanto su estatus a la historia de su creación. Puertas alas de gaviota, motor de seis cilindros en v, panelado de acero inoxidable ... El DeLorean

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DMC-12, un coche deportivo fabricado por un rebelde hombre de negocios americano con el dinero de los contribuyentes britá­nicos de Belfast entre 1981 y 1983, tiene la historia más extraña de todas.

Estos días, el DeLorean DMC-12 está disfrutando un revival, con precios récord para unidades en buenas condiciones, más de 25.000 euros (a mediados de los 80 se podían comprar por 5.000 o 6.000 euros). En Detroit han vuelto a aparecer viejos ru­mores sobre un biopic de J ohn DeLorean, y el documental DeLorean: Living the dream se estrenará en los próximos meses. En Houston, la DeLorean Motor Company, que

ELOREA ,SABíA O QU.E EL PUBLICO UERIA I~CLUSO UNQUE ESTE NO LO

PIERA TODAVIA"

desde 1995 ha reconstruido varios DMC-12 usando la marca registrada que compraron, está trabajando en una versión eléctrica de un DeLorean (el DMCev), de 77.000 euros. El plan es tenerlo listo para el 30° aniversario

de Regreso al fUturo el próximo año. Y en Belfast, donde el coche tiene un significado mítico semejante al otro logro de la ingenieria mundialmente famoso de la ciudad, el Tita­nic, multitudes aún vienen a deslumbrarse con el acero inoxidable o esos asientos tan bajos. En el Museo del Transporte y Cultura Popular del Ulster, los DeLorean (un modelo de producción yun ficticio de madera) siguen siendo las piezas más populares, con barreras que mantienen a los visitantes a distancia prudencial (no se pueden tocar, ya que los dedos dejan huellas en el acero inoxidable).

En el cuartel general de DeLorean Hire en Aghalee, a las afueras de Belfast, el pro­pietario Keith McCracken recibe unas 25 peticiones a la semana de personas que quieren alquilar sus coches para eventos de compromiso, cumpleaños o promociones. Reconoce que el estatus del coche aumentó gracias a Regreso alfUturo. Phil Bell, editor de Classic Cars, está de acuerdo, señalando que el Aston Martín DB5 no hubiera alcan­zado su icónico estatus sin la influencia de Goldfinger. "El DMC-U es una pieza de cos­tumbrismo con una legión de entusiastas seguidores", dice Bell. "Sólo debes observar el cautivador efecto que estos coches tienen en el público para comprender su encanto".

Para comprender completamente la atracción de este coche, hay que entender el papel de J ohn Zacary DeLorean como un

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inconformista de mitad del siglo xx. En los 50 y a principios de los 60, los fabricantes estadounidenses de automóviles formaban la mayor industria de la mayor economia del mundo. General Motors, Chrysler, Ford y los demás empleaban a una sexta parte de los trabajadores y personificaban el sueño americano de movilidad personal e independiente. Y DeLorean, hijo de un irascibleyviolento inmigrante rumano que trabajaba en la fábrica de Ford en Detroit, ascendió como la espuma.

Apuesto, encantador y un brillante inge­niero, inventó el muscle car con el Pontiac GTO del 64, se convirtió en el jefe de divi­sión más joven de la historia de General Motors y, en los años 70, revitalizó por completo la marca Chevrolet. Llevaba largas patillas, camisas sin abrochar, se teñía el pelo y tenía un implante en la barbilla para mejorar su mandíbula. Comandó un círculo social en California que incluía a Johnny Carson, Engelbert Humperdinck o Sammy Davis J r.; se casó con las actrices/ modelos Kelly Harmon y Cristina Ferrare. Despiadado para los negocios, defendió los Derechos Civiles y abogó por la seguridad de los consumidores y la eficiencia en una época en la que Detroit era criticada precisamente por lo contrario.

Incluso llegó a sonar como presidente de GM. Pero en 1973 creció su desilusión

y se marchó. Anunció que lanzaría una nueva marca de coches de produccíón en masa, la primera desde Walter Chrysler en 1925, comenzando con un revolucionario coche deportivo. En 1976, DeLorean había conseguido varios millones de dólares de inversores como Carson o Davis, y después fue en busca de los entre 70 y 90 millones extra que necesitaba de países que querían atraer empresas para reducir sus tasas de desempleo. Habló con Puerto Rico, España e Irlanda,y jugó con ellos para que se pelea­ran entre sÍ. Pero el tiempo pasó, llegaron nuevas recesiones y algunos de esos países comenzaron a cuestionarse el interés del

SCENDIÓ COMO LA SPUMA EN GENERAL OTORS.SONO OMO PRESIDENJE. ROSEMARCHO

público estadounidense en ese coche de en­sueño. Entonces llegó el Gobierno británico y dos necesidades desesperadas se unieron.

A finales de los 70, el declive económico y el conflicto en Irlanda del Norte se alimen-

taban mutuamente, convirtiendo el país en una economía perdida, con el católico oeste de Belfast particularmente afectado. La estrategia de Roy Masan, entonces se­cretario de estado laborista para la región, y de la Agencia para el Desarrollo de Irlanda del Norte, fue detener el reclutamiento del IRA a través de lograr "trabajos, casas y esperanza" para la región. DeLorean, que prometía crear 2.500 puestos de trabajo y una compañía de prestigio que atraería a otras en un plazo de 18 meses, era irresis­tible. Aunque los informes del gobierno eran escépticos, la Agencia tardó sólo 45 días en acordar otorgar a DeLorean cerca de 70 millones de euros en subvenciones y préstamos, con escaso control sobre el proyecto. DeLorean voló para firmar el contrato delante de la prensa internacional en 1978 y posteriormente anunció que iba a buscar casa Quería construirse un castillo.

La historia acabó en escándalo, pero aquellos que trabajaron en la fábrica son todavía leales a la memoria de su funda­dor. N eal Barclay se unió al departamento de envíos de DeLorean en marzo de 1981, cuando acababa de cumplir veinte años. Su trabajo consistía en aparcar los DMC-12 para los transportistas que los cargaban y llevaban hasta los muelles. Su casa en el norte de Belfast mantiene un altar a la com­pañía: imágenes del coche, hojas de libros,

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cajas con cartas y, encima de la chimenea, un gran cuadro de un coche que rescató de un contenedor después de que algunas oficinas de la compañía fueran atacadas con bombas la noche en que el miembro del IRA Bobby Sands murió tras una larga huelga de hambre. "Fue el mejor trabajo que he tenido", dice Barclay. No alineado política o religiosamente, pensó que la fábrica sería la primera parte de un futuro decente. "John DeLorean nos dio esperanzas", dice mientras me enseña una foto tras otra. La mayoría de la gente está sonriendo. "Era un trabajo de ensueño", dice, "pero se convirtió en una pesadilla".

El original DMC-12 Olamado así, según dicen, porque pretendía venderlo por 12.000 dólares) iba a estar fabricado en fibra de vidrio con paneles de acero inoxidable. Ten­dría unas características puertas de ala de gaviota (DeLorean estaba obsesionado con el Mercedes 300 SL de los años cincuenta) y motor trasero. Él mismo dibujó algunos bocetos, y encargó el diseño a Giorgetto Giugiaro, el legendario diseñador de coches italiano. Sin embargo, cuando llegó la hora de comenzar a construir el coche, los dise­ños probaron que las fechas y los planes de fabricación iban a necesitar cambios, así que DeLorean se asoció con Colin Chapman, de Lotus. Entonces una fuerza dominante de la Fórmula 1, éste rediseñó el coche en su base a las afuetas de N orwich Oos críticos se dieron cuenta más tarde de la más que 'curiosa' se­mejanza con el Lotus Esprit).

La fábrica de 3.000 metros cuadrados fue construida en un tiempo récord entre las áreas Republicanas y Unionistas en Dunmu­rry, al sur de Belfast. Los encargados eran en su mayoría jóvenes y la recepcionista una antigua reina de la belleza; el eslo­gan de márketing, "Vivir el sueño"; 800 personas solicitaron un trabajo, atraídos por los buenos sueldos y las condiciones de trabajo. Los símbolos sectarios fueron prohibidos, y la tensión estaba notable­mente ausente. El comienzo fue inestable, las fechas límites se sobrepasaron, DeLo­rean quería más dinero del gobierno y los primeros coches eran demasiado pobres, por lo que tenían que volver a rehacerlos en EE uu. A finales de 1981, sin embargo, los pedidos iban bien y, por un momento, DeLorean constituyó, como escribió Nick Sutton en su libro La historia de DeLorean, "un pequeño milagro".

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Pero los problemas habían comenzado ese verano. Los miembros del IRA que es­taban en huelga de hambre comenzaron a morir. Bobby Sands era de un condado cercano a la fábrica, y Sutton recuerda las

NSTRUYÓLA ABRICA EN BELFAST RAS RECIBIR O MILLONES EN UBVENCIONES

bombas, el personal trabajando escoltado por militares británicos y hombres parando de trabajar en los talleres para conmemo­rar la muerte. Las dificultades de verdad comenzaron con la recesión y el invierno extremo de 1982 Oagente no compra coches cuando hay nieve en la calle) y se intensificó cuando DeLorean intentó impulsar su salida a Bolsa doblando la producción. El objetivo era inalcanzable, y como se tenian que pedir suministros adicionales, el dinero se acabó.

La compañía entró en liquidación en fe­brero de 1982 y en octubre DeLorean fue atrapado por el FBI en una habitación de un motel de Los Ángeles mientras parti­cipaba en un intercambio de cocaína por valor de veinte millones de euros. Trataba de conseguir dinero para salvar su negocio, y aunque más tarde fue absuelto, su carác­ter quedó empañado. Pero aún quedaban cosas por llegar. Pronto se descubrió que él y Colin Chapman habían malversado cerca de trece millones de euros del dinero de los

COMPAÑíA~NTR N LlQUIDACIO~ N 1982. SE HABlAN ABRICADO 9.000 NIDADES

inversores. Y en uno de los juicios en EE UU por fraude, su ahora ex mujer Cristina dijo que, mientras estaban casados, le había visto falsificar firmas, manejar documentos con guantes de goma y abrir cartas usando vapor.

Evitó la cárcel, pero nunca volvió a ser un jugador serio en el mundo de los negocios. Murió de un infarto en 2005, a los ochenta años (su tumba en el Cementerio de Michi­gan representa un DMC-12 con sus alas de gaviota abiertas).

Todavia sigue el rumor en Belfast de que la redada del FBI fue ordenada por el presi­dente Ronald Reagan como una favor hacia Margaret Thatcher, que quería evitar críti­cas por no seguir financiando a DeLorean mientras inyectaba dinero a otros negocios locales que empleaban a mano de obra unio­nista. Sea cual sea la explicación, la fábrica cerró a comienzos de 1983. Se habían cons­truido 9.000 DMC-12, de los que se estima que 6.000 siguen en activo. Existen tres uni­dades chapadas en oro, parte de una serie de cien unidades que American Express tenía como objetivo vender por 70.000 euros a sus clientes con tarjeta oro.

La resurrección comenzó en 1985. Robert Zemeckis y Bob Gale habían terminado unos años antes un guión sobre un adolescente

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y su excéntrico amigo inventor viajando a través del tiempo en un frigorífico, pero todos los estudios de Hollywood pasaron de la idea Las opiniones cambiaron en 1984 después de que Zemeckis tuviera éxito di­rigiendo Tras el corazón verde. Ajustando el guión, a Zemeckis le preocupaba que los críos pudieran imitar la película y se quedaran helados dentro del frigorífico. Un coche parecía una buena alternativa y el DeL orean DMC-12 fue el elegido. "Cuando Marty [McFly] llega a 1955", explica Zemeckis en Regreso al futuro: El libro oficial de la trilogía completa, "queríamos que la familia confundiera la máquina del tiempo por un platillo volador. Buscamos el coche apropiado y encontramos que las puertas de ala de gaviota del DeLorean y su diseño le daban aspecto de nave espacial". La trilogia se ha convertido en una de las franquicias más rentables de todos los tiempos, y el DeLo­rean simboliza para los niños de los 80 y 90 lo que el Astan Martín DBS de Bond para

sus padres. Cuando Keith McCracken me lleva a dar una vuelta en uno de sus DeLo­rean, noto tres cosas: la primera, lo mucho que brilla el acero inoxidable; la segunda, lo ruidoso que es (incluso para un deportivo); y la tercera, que debes tener cuidado al cerrar las puertas porque se pueden atascar.

RAMÁSQU~UN OCHE ... ESTABAMOS IVIENDO UN SUENO. LSUENODE OH N DELOREAN"

En una tarde helada de primavera en el norte de Belfast, N eal Barclay me muestra su colección de vídeos. Uno es de él ha­blando en la convención de DeLorean en Gettysburg, Pennsylvania, hace unos años.

He oído hablar de ese discurso antes: la emoción de Neal fue tal, dicen, que después de hablar las personas se arremolinaron ante él durante horas, dejando a los actores de Regreso al futuro desatendidos. Neal pulsa el play y el metraje avanza: "Yo llamo a la DeLorean Motor Cars Limited el otro Titanicde Belfast", dice a la multitud. "John era el capitán del barco. Los trabajadores éramos la tripulacíón. Los inversores eran los pasajeros que habían pagado. E íbamos directos hacia el iceberg: el gobierno de Thatcher. El barco se hundió, pero años después fue rescatado por Regreso al futuro. Christopher Lloyd y Michael J. Fax es­tuvieron geniales, pero el DMC-12 fue el auténtico protagonista". Traga saliva y continúa, luchando por evitar las lágrimas: "La película me hizo sentirme orgulloso ... Confirmó que el coche no fue un error".

Le digo que todo el mundo se emocio­na con este coche. "Era algo más que un coche ... Estábamos viviendo un sueño. El sueño de J ohn DeLorean". f ~

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