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Diploma Superior en Desarrollo Local y Economía Social DIPLOMA SUPERIOR EN DESARROLLO LOCAL Y ECONOMIA SOCIAL MÓDULO: 3 CLASE 18: La economía social como estrategia para el desarrollo local. PROFESOR: Daniel Arroyo MATERIAL: Bibliografía obligatoria La Economía Social como estrategia de inclusión Daniel Arroyo * * Secretario de Políticas Sociales y Desarrollo Humano del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación. Licenciado en Ciencia Política. Investigador y docente de FLACSO. Profesor de la Universidad de Buenos Aires, San Martín y Belgrano. 1

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Diploma Superior en Desarrollo Local y Economía Social

DIPLOMA SUPERIOR EN DESARROLLO LOCAL Y ECONOMIA SOCIAL

MÓDULO: 3 CLASE 18: La economía social como estrategia para el desarrollo local.

PROFESOR: Daniel ArroyoMATERIAL: Bibliografía obligatoria

La Economía Social como estrategia de inclusión

Daniel Arroyo*

* Secretario de Políticas Sociales y Desarrollo Humano del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación. Licenciado en Ciencia Política. Investigador y docente de FLACSO. Profesor de la Universidad de Buenos Aires, San Martín y Belgrano.

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INDICE

1. EL CONTEXTO SOCIAL ARGENTINO.............................................................32. ACERCA DEL CONCEPTO...........................................................................43. EL DESARROLLO LOCALY SU VINCULACIÓN CON LA ECONOMÍA SOCIAL..............54. LA INTERVENCIÓN DE LAS POLÍTICAS PÚBLICAS..............................................6

4.1 Algunos resultados de gestión:......................................................84.2.Desafíos de las políticas sociales...................................................9

5. A MODO DE CONCLUSIÓN:......................................................................10Bibliografía utilizada.............................................................................11

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1. El contexto social Argentino

La Argentina registró un fuerte crecimiento de 8,7% del PBI en el año 2003 y de 8,9% en el año 2004, lo que permitió mejorar los indicadores de indigencia, pobreza, desocupación, subocupación y desigualdad. Sin embargo, el actual escenario de la Argentina se caracteriza por sus altos niveles de pobreza, un mercado de trabajo en estado de emergencia y una gran desigualdad social.

Esto significa que no se deben disminuir esfuerzos, ya que la realidad social es apremiante, y demanda de acciones del Estado Nacional en forma articulada con los gobiernos provinciales y municipales, la sociedad civil y el sector privado, para mejorar la calidad de vida de la población.

En relación al mercado de trabajo, la situación ocupacional muestra una leve mejoría como consecuencia de la creación de puestos de trabajo genuinos y también por la intervención del Estado en la creación de actividades de contraprestación de los planes sociales destinados a los jefes y jefas de hogar desocupados.

Según informes del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos la evolución de la desocupación y subocupación luego de la crisis puede graficarse de la siguiente manera:

Cuadro 1 - Evolución de la Tasa de desocupación y subocupación (2002-2004)

Trimestre Tasa de desempleo Tasa de

subempleo

4° de 2004 12,1 14,3

2º de 2004 14,8 15,2

1º de 2004 14,4 15,7

4º de 2003 14,5 16,3

3º de 2003 16,3 16,6

2º de 2003 17,8 17,8

1º de 2003 20,4 17,7

4º de 2002 20,8 19,9

2º de 2002 24,1 18,6

Fuente: Instituto Nacional de Estadísticas y Censos

El cuadro observa una disminución de los niveles de empleo y subempleo a partir del tercer trimestre de 2003 de manera sustancial, de todas formas éstos siguen siendo altos.

En este sentido, si se toman en cuenta el Plan Jefes y Jefas de Hogar Desocupados la tasa de desempleo llega a un 17% aproximadamente. Sin embargo, un porcentaje de está población es grupo social sumamente vulnerable con dificultades de inserción laboral (madres con mas de tres hijos, jefes de hogar con muy baja calificación educacional, etc.). Así también existe otro grupo con posibilidades de inserción en el mercado laboral. En los dos casos el Estado Argentino procura la inclusión social de estos grupos a través al desarrollo de aspectos vinculados salud, educación y reentrenamiento.

La situación social también se asocia a altos índices considerables de pobreza1 alcanzando a un 40,2 % del total de la población y la indigencia2 a un 15%. Y si se mide de forma más clásica la pobreza, el NBI3

(Necesidades Básicas Insatisfechas) llega a un 12 %.

Asimismo, estos indicadores deben relacionarse a una inequitativa distribución de los ingresos y por lo tanto desigualdad. La diferencia entre el 10% más rico de la población y el 10% más pobre es de un poco mas de 33 veces a una4. Cada $ 33 que gana el 10% más rico, 1 peso gana el 10% más pobre. En la década del 70, 1 Los datos son tomados del INDEC , quien define como pobre en Argentina a una familia de más de cuatro personas cuyos ingresos no superan los 745 pesos por mes. Segundo semestre de 2004.2 Para el INDEC los Indigentes son aquellas familias que tienen ingresos menores a 335 pesos por mes. Segundo semestre de 2004.3 Esto implica un 12% de personas que no tienen piso de material, o que no tienen retrete con descarga de agua, o no tienen las condiciones mínimas de habitabilidad.4 Según datos del INDEC y SIEMPRO la desigualdad se ha profundizado en los últimos años, pasando de 22 a 1 a 33 a 1, el ingreso per cápita del sector más rico al sector más pobre de la población.

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esta diferencia era de 8 a 1, respectivamente con lo cual se nota un aumento significativo de la divergencia de ingresos.

Del análisis de todos estos indicadores se desprende que la pobreza en la Argentina no se relaciona específicamente a situaciones vinculadas a la falta de infraestructura, sino que principalmente son problemáticas (a diferencia de otros países latinoamericanos) asociadas a los bajos o inexistentes ingresos de la población. En consecuencia, lo que define la pobreza en Argentina son los bajos ingresos, tanto para el individuo que posee un beneficio del Plan Jefes y Jefas de Hogar Desocupados como el que no posee actividad y es definido como “desocupado puro”, como así también la persona que percibe $500 pesos y no alcanza los $745 lo que define la línea de pobreza en Argentina. De todas maneras, la pobreza fluctúa en Argentina: disminuye si hay aumentos de los salarios, incremento de los ingresos generales o si reduce el precio de los alimentos; sin embargo aumenta la pobreza si sube el costo de la canasta básica.

En los años 90 esta situación se explicaba por el modelo económico que priorizaba el capital financiero y los servicios, se constituía como esquema que destruía empleo y por lo tanto, el crecimiento económico no se asociaba al aumento del empleo y la distribución de los ingresos.

En la actualidad el modelo económico ha cambiado y tiene un perfil orientado a la producción primaria y al complejo agrícola-ganadero y con un nuevo y embrionario proceso de sustitución de importaciones. No obstante, la desigualdad aún no disminuye, la concentración de la riqueza persiste y los empleos todavía no son de altos ingresos. En consecuencia, la política social debe ser pensada en este contexto y con estrategias que vinculen la producción y el trabajo.Otro dato a considerar es la tendencia iniciada en los años `90 que es la informalidad del trabajo, llegando hoy a un 50% aproximadamente. Esto no sólo significa precariedad en el empleo a través de la pérdida de los derechos sociales, sino también la imposibilidad de percibir el salario mínimo de $ 450 ya que hoy existen empleos precarios con salarios entre los $ 220 o $250, lo que comprende estar por debajo de la línea de indigencia.

Por último, cabe observar otra problemática importante vinculada con la pobreza, se refiere a la situación de los jóvenes. Esta situación es tal magnitud, que no sólo indica que hay casi 1.000.000 de jóvenes de 18 a 25 años que no estudian ni trabajan, sino que básicamente tienen la sensación de “ausencia de futuro”. La exclusión juvenil no sólo se asocia a lo social y económico, sino también a lo cultural al no encontrar sentido al futuro. Por otro lado, la mayoría de los padres de estos jóvenes fueron expulsados del marcado de trabajo, lo que significó la realización de una lectura por parte de sus hijos donde no se privilegia la educación y el esfuerzo como forma “pensar el futuro mejor”. Esta situación irrumpe con una “tradición cultural” muy arraigada en los sectores medios y populares, de posibilidades de ascenso social en función del esfuerzo personal y laboral.

2. Acerca del concepto

Teniendo en cuenta el contexto anteriormente descripto debe pensarse un concepto de Economía Social que sea abarcador de la compleja y vasta realidad social, y por otro lado que promueva la inclusión social de las diferentes experiencias asociativas.

Al realizar un análisis integral, se puede reconocer a la Economía Social como un subsistema socioeconómico, cultural de producción y distribución de bienes y servicios que desde el Estado junto con las organizaciones de la sociedad y el sector privado, se mejoren los ingresos de las familias.

La idea de la Economía Social, al mismo tiempo que intenta definir un espacio “nuevo” en términos de perfiles laborales, de acción colectiva y de actores, debe incorporar en sus objetivos una percepción sobre una situación que modifique la exclusión social. En consecuencia, la Economía Social debería seguir los siguientes objetivos prioritarios:

luchar contra la pobreza y la indigencia.4

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luchar por la justicia social, a favor de un desarrollo integral y una ciudadanía plena. involucrarse dentro de un proyecto de país inclusivo, a través de la realización del desarrollo productivo.

En la actualidad la Economía Social puede involucrar a una variedad de experiencias de acción colectiva como son las cooperativas y mutuales, la agricultura familiar, otras experiencias basadas en particularidades étnicas y culturales de grupos de población (ej. la Indígena), los diferentes emprendimientos productivos familiares, las empresas recuperadas por los trabajadores, las ferias sociales, los diferentes clubes de trueque, etc.

Desde esta manera, la Economía Social se configura como un  ámbito donde los conocimientos o saberes individuales y sociales, las construcciones asociativas y otros recursos intangibles como la identidad, los valores y la confianza, se constituyen como “reservas ocultas” y externalidades positivas de difícil identificación. La Economía Social debe ayudar a construir tramas socio productivas sustentables en las que el esfuerzo y la energía social –articulados con los intereses individuales- sean capitalizados en favor del bien común. La visibilidad de ésta implica cuestionar las lógicas duales de exclusión y apuntar a sociedades más homogéneas y equitativas. El fortalecimiento de la Economía Social de cada localidad es la condición indispensable (y excluyente) para todo proceso de Desarrollo Local que se quiere emprender. Por último, la Economía Social debe derribar los muros que separan las políticas sociales de las políticas económicas. Para esto el Estado debe ser reformado, de manera tal de desarrollar la Economía Social requiriendo una convergencia entre perfeccionamiento de las instituciones gubernamentales, los marcos jurídicos y una adecuada articulación con las organizaciones sociales. Por su parte, la Economía Social puede proveer un escenario que facilite la gestión del Estado, al promover la participación de la sociedad en las decisiones fundamentales que orientan la gestión de los recursos sociales y económicos. En esta lógica la consolidación y/o construcción de la Economía Social se hace factible.

3. El Desarrollo Local y su vinculación con la Economía Social

Es importante destacar la potencialidad de la convergencia entre el Desarrollo Local y la Economía Social. Por ello, aquellos territorios en los cuales los diferentes actores públicos y privados sepan construir entornos innovadores a partir de sus propios recursos y circunstancias específicas están llamados a ser agentes eficientes de la transformación tecnológica y socioeconómica de los mismos. (Alburquerque, 2001).

Esta definición nos permite delimitar mejor aquellos elementos imprescindibles en una dinámica de desarrollo productivo en el nivel local y que potencie la economía social, en este sentido debería tener en cuenta:

la elaboración de proyectos a partir de, fundamentalmente, los recursos económicos, sociales y humanos propios.

la acción de actores públicos y privados comprometidos en el Desarrollo Local y con capacidad institucionales para establecer pautas de acción.

Impulsar procesos de Desarrollo Local y de la Economía Social implica identificar los recursos existentes, lo que permite una definición del perfil económico. Esto es de suma relevancia, ya que permite reconocer el rango de posibilidades y alternativas según la existencia de todos los recursos conducidos desde “lo local”.

Esto puede definir los circuitos económicos en la localidad incorporando a los sectores formales, a los informales y a los de subsistencia como forma de encontrar puntos de vinculación que procuren la inclusión social.

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Pensar la vinculación del Desarrollo Local con la economía social, implica también crear condiciones favorables para su desarrollo. En este sentido, se deben priorizar las políticas referidas al financiamiento, la asistencia técnica, al apoyo a la gestión municipal tomadas en conjunto. Asimismo, la creación de marcos jurídicos institucionales, donde por ejemplo la figura del monotributista social sea un ejemplo importante de inclusión social. Estos aspectos significan la constitución de una nueva institucionalidad, incorporando mecanismos de integración de todos los actores del Desarrollo Local, potenciando su capacidad de crear empleo y mejorar los ingresos de las familias.

En suma, definir el perfil de un municipio y potenciar la Economía Social es una tarea social, política, y cultural. Social, porque apunta a mejorar la calidad de vida de los ciudadanos distribuyendo los beneficios de la actividad económica. Política, por que no hay Desarrollo Local sin un auténtico diálogo social que haga efectiva la participación de todos los actores del municipio posibilitando la generación de acuerdos y la resolución de diferencias. Y cultural, porque el Desarrollo Local apela a la visión de la comunidad en su conjunto sobre el futuro del municipio en función de las características de la población y de los factores que pueden posibilitar la movilización y el compromiso de la sociedad local para alcanzar un proyecto común.

4. La intervención de las políticas públicas

Contar con lineamientos estratégicos es central para pensar políticas públicas en relación a la economía social, teniendo en cuenta el corto, mediano y largo plazo. El planteo se orienta a establecer capacidades que permitan esbozar políticas sociales que institucionalicen políticas públicas y produzcan impacto social. En este sentido, el primer aspecto conceptual a destacar de la intervención social es la necesidad de desarrollar políticas sociales inclusivas y abandonar la concepción focalizada. Estas trabajan sobre la idea de la gestión por problemas, es decir problemas de universos puntuales y específicos: niños de cero a seis años, indigentes de una zona del país, jóvenes entre 18 y 20 años, etc. Durante los años `90 se aplicaron éstas políticas sociales, pero el modelo económico produjo un defasaje en los niveles de producción que eran buenos y el cambio de las condiciones de vida en la sociedad. Con la situación actual de pobreza e indigencia no es posible plantear una política social focalizada, por el contrario se debe delinear políticas universales que se orienten hacia los territorios, recuperando el concepto de Desarrollo Local y vinculándolo con la Economía Social.

El segundo aspecto-relacionado al anterior-es la importancia asignada al Desarrollo Local y la Economía Social, a través de una perspectiva que priorice una intervención “desde abajo” de tipo territorial. Esto implica concebir a las políticas sociales a partir de una dinámica territorial propia de cada provincia, municipio o región, actuando en forma coordinada desde el terreno geográfico, delimitado con una lógica que les resulta inherente. Esta definición significa pensar una política social inclusiva donde sé prioriza el Desarrollo Local, teniendo en cuenta sus potencialidades y articulando propuestas con el sector privado, las organizaciones de la sociedad civil y los gobiernos locales.En tercer lugar, es de suma relevancia privilegiar la inclusión social a través de la generación de empleo y la mejora de los ingresos de las familias utilizando los recursos que se encuentran instalados en la comunidad. Esto permitirá comenzar a transitar el camino a la mejora en la distribución de los ingresos. La intervención se orienta al fortalecimiento de unidades económicas para constituir economías de escala para un mayor volumen de producción, diversificar la oferta, reducir los costos, internalizar las innovaciones tecnológicas y acceder a mercados con nuevos productos.Teniendo en cuenta estos lineamientos se han generado desde el Ministerio de Desarrollo Social el Plan Nacional de Desarrollo Social y Economía Social: “Manos a la Obra”.

El plan desarrolla tres componentes principales:a. El apoyo económico y financiero, con el objeto de fortalecer la capacidad de los proyectos productivos para mejorar los ingresos de las familias y promover la inclusión social a través de la participación en actividades laborales y comunitarias. Se trata entonces de otorgar financiamiento a proyectos productivos

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sustentables desde la perspectiva del Desarrollo Local quedando las actividades productivas sujetas a las características de cada localidad. Al mismo tiempo, los proyectos productivos que se desarrollen en el marco del Plan, serán seleccionados teniendo en cuenta la potencialidad que ofrece la actividad desde la perspectiva del perfil de Desarrollo Local garantizando condiciones estructurales de cooperación y asociación entre distintos sectores sociales y económicos. De esta manera el estado nacional involucra en su acción a una gran variedad de experiencias asociativas que comprenden a emprendimientos productivos de la Economía Social unipersonales, familiares, de autoconsumo y los asociativos comerciales. Atender las necesidades de estas experiencias es de suma importancia para la inclusión social, ya que en los últimos años se han constituido como respuesta frente a la exclusión del mercado de trabajo de bastos sectores y se han multiplicado tomando diferentes modalidades de organización, niveles de producción y grados de integración a los circuitos comerciales, inclusive en varios momentos se constituyeron como ámbitos de contención social frente a la crisis. Con el objetivo de promover la integración social, transformando las necesidades sociales en oportunidades de acción colectiva, el plan también otorga financiamiento a emprendimientos destinados a los beneficiarios del Plan de Jefes y Jefas de Hogar Desocupados. Esto implica estimular las potencialidades de los beneficiarios de los PJHD, de modo tal, que estén en condiciones de aprovechar el apoyo económico y financiero desde el Estado de manera autónoma, en emprendimientos productivos a través de los cuales los sujetos generen los recursos económicos para mejorar sus ingresos. La inclusión social a través de financiamiento incluye también a las cadenas productivas a través del impulso de una vinculación entre emprendedores, y de éstos con las unidades productivas que permitan la construcción de redes de apoyo mutuo, y sobre todo, que deriven en la construcción de un proyecto de desarrollo endógeno. Por otro lado, varios pequeños productores y unidades económicas necesitan de inversiones para mejorar su capacidad de producción como así también una planificación sistematizada que mejore las posibilidades de sustentabilidad del emprendimiento. En este sentido, desde una perspectiva que entiende al estado como promotor del desarrollo el plan desarrolla estrategias de apoyo a la producción, en favor de la calidad de la comercialización, reducción de costos y adaptación a nuevas tecnologías. Por último, con el objetivo de procurar un Desarrollo Local con impacto social el plan otorga la asistencia financiera de fondos solidarios para asistir con micro y pequeños préstamos a emprendimientos autosustentables. Así, se generan condiciones favorables para la producción de bienes y servicios revitalizando las unidades económicas asociativas, familiares o unipersonales en las distintas localidades.Los jóvenes en la Argentina sufren con especial rigor los fenómenos de exclusión, desempleo y de inserción precaria en el mercado laboral. En este sentido una problemática central que se debe abordar es la expulsión de los jóvenes de bajos recursos del sistema educativo formal en búsqueda de una incorporación temprana al mercado laboral, que incide negativamente tanto en los logros educativos de los jóvenes pobres como en sus perspectivas futuras de inserción en un mercado laboral cada vez más competitivo. Por ello, en el marco del Plan Manos a la Obra, el Programa incluir intenta incentivar las capacidades productivas de los jóvenes entre 18 y 25 años, para mejorar los ingresos de su familia, a través de la promoción de la generación de emprendimientos productivos sustentables. Igualmente genera procesos socio-comunitarios que permitan el desarrollo de capacidades y destrezas de los jóvenes, promoviendo la responsabilidad social y las prácticas solidarias. En consecuencia, las acciones más importantes se concretarán a través de la capacitación en temáticas vinculadas a los jóvenes y también mediante el otorgamiento de apoyo económico a proyectos comunitarios.

b. El Fortalecimiento Institucional tiene como objetivo central promover la concertación y participación de todos los actores sociales y productivos en el territorio. En esta dirección, el Plan Nacional Manos a la Obra plantea un conjunto de acciones particulares destinadas a promover el desarrollo de espacios de encuentro, debate e intercambio. De esta manera busca favorecer la realización de acuerdos intersectoriales que se constituyan en los cimientos de los planes de Desarrollo Local así como también en el marco institucional en el cual se implementan las políticas socialesc. La Asistencia técnica y Capacitación está destinada a los emprendedores beneficiarios del Plan. En este sentido, las pequeñas unidades de producción y los distintos beneficiarios de los proyectos de Desarrollo Local y economía social, deben superar un gran número de dificultades para que deriven en beneficios económicos, sociales y comunitarios. Por estar marginados del mercado de crédito formal, cuentan con

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escasas oportunidades para recibir algún tipo de formación que potencie su propia capacidad emprendedora. Muchos cuentan sólo con su propia capacidad de trabajo, así el resultado se ve reducido por la escasa formación general sobre el sostenimiento y organización de una actividad productiva. Otros, en cambio cuentan tal vez con bienes o insumos pero necesitan mejorar su situación optimizando sus canales de producción y/o comercialización. El Plan Manos a la Obra prevé brindar acompañamiento integral y asistencia a todos los sectores mencionados para que puedan generar un impacto positivo sobre su nivel de ingresos y el empleo.

4.1 Algunos resultados de gestión:

Hasta el momento el plan ha tenido una serie resultados que permiten proyectar escenarios inclusivos en el futuro. En primer lugar el plan ha experimentado en términos de actividades productivas: masividad. No es un programa “suelto” y pequeño sino que es sostenido y masivo con transferencia de recursos para aquellos que están fuera del sector financiero formal y que tienen capacidades productivas asociativas o no asociativas. Por ello, en el primer año y medio de gestión se ha llegado a financiar a 33.861 unidades productivas en el ámbito urbano y rural con un total de 425.670 pequeños productores beneficiados , con una inversión de $ 164.120.933.Asimismo, un gran porcentaje de los emprendimientos productivos financiados (79%) se realizó a través de crédito y microcrédito. En este sentido, cabe destacar el alto monto de estos créditos otorgados, llegando a un promedio que supera los $ 30.000, lo que evidencia la orientación y el impacto en donde se encamina el financiamiento. En segundo lugar el impacto territorial, ya que es un plan aplicado en todo el país y no focalizado, llegando efectivamente a localidades chicas, intermedias y grandes con distintas características. Esta definición significa superar la centralidad del estado nacional en el diseño de políticas sociales y pasar a la construcción de un modelo de intervención que introduzca las especificidades propias de cada provincia y municipio.

El tercer lugar, es significativo haber logrado la participación del sector privado. Si bien todavía es escasa su convocatoria, es importante haber logrado la participación de este sector en la agenda del plan, ya que el objetivo es la construcción de un canal de vinculación comercial entre el emprendimiento y la empresa.

En cuarto lugar, la preeminencia en el desarrollo del plan de proyectos preexistentes (55%), es decir que se encontraban en marcha antes de ingresar al plan. De esta manera se fortalece la posibilidad de sustentabilidad de los empleos y de las actividades productivas generando inclusión social.

Cabe destacar también la existencia de un número importante de proyectos estratégicos (10%), entendidos una convergencia del Desarrollo Local y la economía social, que buscan la inclusión a través de la reconstrucción del tejido social y productivo, incorporando a todos los actores de la comunidad lo que significa compatibilizar las potencialidades de la localidad y un perfil que articule las necesidades sociales con una visión de desarrollo socioproductivo.

En quinto lugar, el plan esta produciendo un paulatino proceso de descentralización de la intervención. Establecer un modelo de estas características significa básicamente transferir fondos dándole mayor protagonismo a la sociedad civil no sólo en el control sino también en la gestión de las políticas sociales. En este sentido es importante desatar las casi 800 actividades de capacitación llegando a uno total de 160.914 beneficiarios integrantes de organizaciones no gubernamentales y organismos públicos locales y provinciales. El desafío es generar unidades de evaluación de emprendimientos productivos a nivel local en los municipios o en las organizaciones de la sociedad civil que compatibilicen transparencia y eficiencia.

Este mayor protagonismo de la sociedad civil debe canalizarse a través del fortalecimiento de los espacios asociativos, de manera de promover modelos de gestión que se familiaricen con los actores locales y la sociedad civil. Dichos modelos se están constituyendo hacia una direccionalidad ascendente, facilitando los abordajes de los problemas, demandas y propuestas de los actores locales. En este marco se

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dictaron 300 talleres con un total de 42 000 integrantes de diferentes organizaciones de la sociedad civil y consejos consultivos.

Sin duda esta situación no implica ahorrar esfuerzos en la lucha contra las causas de pobreza y exclusión, por el contrario significa a partir de este “piso” mencionado dándole prioridad a las iniciativas de los que producen mayor valor agregado como son los procesos industriales.

Estas intervenciones buscan básicamente dar un salto de emprendimientos productivos más grandes o más chicos a procesos de encadenamientos productivos significativos, lo que impactaría positivamente en los ingresos y en el empleo de la gente.

En suma, lo relevante de la política social inclusiva es el mejoramiento de calidad de vida de las personas a través de los diferentes mecanismos de intervención del estado.

4.2.Desafíos de las políticas sociales

Teniendo en cuenta la situación anteriormente analizada, y con el objeto de priorizar la inclusión social se plantean las siguientes prioridades:

La atención a los grandes centros urbanos. El problema central en la Argentina de hoy en cuanto a pobreza y exclusión, es su vinculación con los grandes centros urbanos. Es claro el impacto en una localidad chica al financiar una cantidad de proyectos productivos, sin embargo no es tarea sencilla producir impacto en el conurbano. De todas maneras la situación particular de esta zona de Buenos Aires es muy relevante para la situación social en general.

Incentivar a la creación de proyectos industriales. La Argentina en los últimos años se ha reprimarizado, nuevamente tiene un perfil productivo -incentivado por lo precios internacionales y el tipo de cambio- de tipo agrícola-ganadero. No obstante los grandes centros urbanos necesitan el desarrollo de procesos industriales que generen valor agregado y encadenamientos productivos.

Fortalecer la participación del sector privado en el fomento de las experiencias productivas que prioriza el Ministerio de Desarrollo Social. Esto implica una verdadera responsabilidad social empresarial con incidencia en las cadenas de proveedores de las propias empresas, con un rol importante en la asistencia técnica para alcanzar una mejor producción. Esto significa también modificar un patrón cultural de las empresas que identifican la responsabilidad social a la asistencia, al financiamiento de comedores comunitarios o a la comisión de fomento. Es importante que la empresa tenga responsabilidad social a través de la producción, el trabajo y el aumento de los ingresos de las mayorías.

5. A modo de conclusión:

La primera aproximación a la situación social de la Argentina debe entenderse como un escenario que implica efectos y causas múltiples, y que deben ser enfrentada de manera multidisciplinaria. Sin embargo, en Argentina hay un determinante claro: la lucha contra la pobreza está relacionada con la necesidad de desarrollo económico y con la falta de ingresos. De cualquier manera, esta situación implica también la existencia de otros aspectos importantes como la problemática educativa o las dificultades en la salud pública, pero debe posicionarse como eje central, la necesidad de mejorar los ingresos de las familias a partir de nuevas actividades económicas.

En consecuencia, la pobreza no se elimina solamente con asistencia alimentaria o directa, sino también con la reconstrucción del tejido productivo y con la puesta en marcha de procesos de inserción laboral. Además,

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la lucha contra la pobreza exige condiciones metodológicas que impliquen una intervención masiva y eficiente, como así también una articulación entre conocimientos sociales y económicos.

La política social no sólo debe reconocer a un grupo social determinado, sino también identificar su inserción productiva concreta, en el perfil de desarrollo de la localidad, respetando las características y los valores predominantes en cada lugar. Así, la tarea debe complementarse con una capacidad para evaluar sus proyectos productivos, para insertarlos en un proceso integral de inclusión social.

El Estado-en sus diferentes niveles- debe involucrarse con el sector productivo como un factor de cohesión y desarrollo. En consecuencia, el rol Estado debe ser el promotor del desarrollo económico permitiendo una mayor inclusión.

Este escenario, debe ser presidido por la interacción sinérgica de un Estado eficiente, una sociedad activa y positivamente participativa para que los proyectos propuestos sean efectivamente viables y obtengan consenso.

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Bibliografía utilizada

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