Diversidad hídrica

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TEMA 3: DIVERSIDAD HÍDRICA

1. Los elementos del régimen fluvial 2. Los regímenes hidrográficos 3. Los grandes cursos fluviales 4. Los lagos, humedales y aguas subterráneas 5. Los usos del agua 6. Los recursos hídricos

1. LOS ELEMENTOS DEL RÉGIMEN FLUVIAL El dato más importante de la dinámica fluvial es el conocimiento del caudal que circula por el cauce. En los principales ríos españoles, desde hace más de medio siglo, hay estaciones de aforo que permiten calcular, mediante escalas de altura o con aparatos registradores, el caudal de agua que circula por una sección determinada del cauce, para lo cual basta conocer la superficie de la sección del río en dicho punto y la velocidad media del agua. A partir de los datos proporcionados por estas estaciones de aforo, con los caudales absolutos pueden estudiarse:

El caudal medio mensual y anual en cada estación de aforo, expresado en m3/s.

El caudal total evacuado por el río durante el año.

Las variaciones estacionales del caudal medio mensual en el transcurso del año, que es lo que constituye el régimen del río, el cual depende de muchos factores, pero principalmente de la abundancia estacional de las precipitaciones recogidas en la cuenca hidrográfica.

La relación ente el caudal circulado por el cauce y las precipitaciones recibidas, o balance del aprovechamiento, el cual depende de la evaporación y filtraciones.

La abundancia relativa, es decir, el caudal en relación con la extensión de la cuenca receptora, expresado en litros por segundo y kilómetro cuadrado de cuenca (l/s/km2).

La irregularidad anual e interanual, muy importante en climas como el mediterráneo, en donde la abundancia de lluvias varía extraordinariamente de un año a otro y dentro del año, mientras es más uniforme en el clima oceánico.

Por otro lado, de todos los diversos factores que influyen en la escorrentía fluvial el más importante es el clima, especialmente en cuanto se refiere a la cuantía de las precipitaciones y a la distribución de las mismas a lo largo del año.

Otro factor importante es la topografía, pues cuanto mayor sea la pendiente más aprisa se escurre el agua caída en las laderas y la que circula por los cauces.

En tercer lugar influye la naturaleza del roquedo que el río atraviesa, diferenciándose en este sentido las rocas permeables como las calizas de las impermeables como las arcillas.

En grado menor influye también la densidad del tapiz vegetal, el cual, cuanto más denso es, mejor retiene el agua y la devuelve más lentamente, contribuyendo a la regularización del caudal. En cambio, en las cuencas pobres en vegetación la rápida evacuación de las lluvias suele revestir frecuentemente efectos catastróficos.

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2. LOS REGÍMENES HIDROGRÁFICOS

Las variaciones estacionales del caudal medio mensual en el transcurso del año constituye el régimen de un río, el cual depende de muchos factores, pero principalmente de la abundancia estacional de las precipitaciones recogidas en la cuenca hidrográfica.

Los principales tipos de régimen fluvial registrados en la península Ibérica son los siguientes:

Régimen nival: Limitado a las zonas más altas de las cordilleras principales, con alturas superiores a los 2.500 m. En este tipo hay un máximo único y muy destacado en junio, cuando se produce la fusión de la nieve, mientras que el mínimo se registra en invierno, cuando el agua queda retenida en forma de nieve.

Régimen nivo-pluvial: Propio de las montañas de 2.000-2.500 m (variable según la

latitud), con un máximo principal que tiene lugar en mayo, puesto que la fusión de la nieve a menor altitud se produce antes, y otro máximo secundario a finales de otoño de tipo pluvial.

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Régimen pluvio-nival: La influencia nival se va atenuando por tratarse de alturas inferiores, entre 1.600-1.800 m, mientras que aumenta la influencia de los aportes puramente pluviales. El máximo se registra en abril, puesto que ya no hay retención de nieve en el invierno, y el mínimo en verano.

Régimen pluvial oceánico: Propio de las regiones del norte de España, sometidas

al clima oceánico, pero en cuencas de baja altitud. Su caudal es abundante, con aguas altas en invierno y notorio estiaje en verano.

Régimen pluvial mediterráneo marítimo: Característico del litoral levantino

peninsular, su caudal es escaso y muy irregular. Presenta tres máximos (inicios y finales de la primavera y uno máximo en otoño coincidente con las avenidas catastróficas) y tres mínimos (el principal en verano y los otros dos en invierno y parte de la primavera).

Régimen pluvial mediterráneo continentalizado: Corresponde a ríos del interior

peninsular. Se alternan dos mínimos (uno más pronunciado en verano y otro secundario en invierno) y dos máximos (en primavera y otoño).

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3. LOS GRANDES CURSOS FLUVIALES Los ríos peninsulares se distribuyen en tres vertientes hidrográficas: la cantábrica, la atlántica y la mediterránea.

Los ríos de la vertiente cantábrica son cortos, caudalosos, con gran fuerza erosiva por los desniveles que salvan (dando lugar a gargantas como las del Cares y el Deva en los Picos de Europa) y régimen regular por la constante pluviosidad. Aprovechando todas estas circunstancias y la facilidad que ofrece la topografía abrupta, se construyen pantanos destinados a la producción de energía eléctrica. Destacan el Bidasoa, Nervión, Pas, Sella, Nalón y Eo. En la vertiente atlántica desembocan los ríos Miño, Duero, Tajo, Guadiana y Guadalquivir. Excepto los ríos gallegos (Tambre, Ulla, Miño y su afluente el Sil) y algunos suratlánticos (Odiel, Tinto y Guadalete), son largos, discurren por llanuras en las que apenas se encajan, presentan estiaje en verano (más amplio cuanto más meridional) y crecidas en otoño y primavera. El Miño nace en el Macizo Gallego y con su afluente el Sil recorre las provincias de Lugo, Orense y Pontevedra, donde marca la frontera con Portugal. La cuenca del Duero es la más extensa de toda la península. El río Duero nace en los Picos de Urbión, atraviesa las provincias de Soria, Burgos, Valladolid, Zamora, y desemboca en Oporto. Recibe, entre otros afluentes, el Pisuerga y el Esla por la derecha (nacen en la Cordillera Cantábrica y aportan más agua), y el Adaja y el Tormes por la izquierda (nacen en el Sistema Central, con menor pluviosidad). El río Tajo, el de mayor longitud de la Península (aunque la cuenca es pequeña), nace en la Sierra de Albarracín, atraviesa las provincias de Guadalajara, Madrid, Toledo, Cáceres, y desemboca en Lisboa. Sólo por la orilla derecha recibe afluentes de relativa importancia que nacen en el Sistema Central, como el Jarama, Alberche, Tiétar y Alagón. El río Guadiana nace en las lagunas de Ruidera, desaparece y reaparece en los Ojos del Guadiana (afloramiento de aguas subterráneas donde se hallan las Tablas de Daimiel), atraviesa la provincia de Ciudad Real y Badajoz, y desemboca en Ayamonte. Algunos de sus afluentes, de poco caudal, son el Záncara, Cigüela y Jabalón.

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El río Guadalquivir nace en la Sierra de Cazorla, atraviesa la provincia de Jaén, Córdoba, Sevilla, Cádiz, y desemboca en Sanlúcar de Barrameda, siendo navegable en su último tramo desde Sevilla. Cuenta con la aportación de los afluentes de Sierra Morena (Guadalimar, Jándula, Guadiato) y de la Cordillera Bética (Genil, que desciende de Sierra Nevada). Los ríos de la vertiente mediterránea, excepto el Ebro, son cortos, de fuerte pendiente y caudal irregular debido a las deficitarias lluvias. En verano padecen estiaje, con frecuencia se convierten en ramblas o cauces secos durante largo tiempo, y en otoño sufren fuertes crecidas relacionadas con el fenómeno de la gota fría. Son por tanto ríos con una gran capacidad erosiva, que abarrancan las laderas desprovistas de vegetación. Como consecuencia, se hace necesario construir embalses para regularizar el caudal y abastecer de agua a la agricultura, a la industria y a los núcleos de población. Los principales ríos son el Ter, Llobregat, Turia, Júcar, Segura, Almanzora, Andarax y Guadalhorce. La cuenca del río Ebro es la segunda más extensa de la Península después de la del Duero. El Ebro nace en Fontibre (Cantabria), recorre las provincias de Burgos, Álava, La Rioja, Zaragoza, y desemboca formando un extenso delta al sur de la provincia de Tarragona. Los afluentes de la izquierda, de régimen pluvio-nival, que recogen las aguas de la vertiente pirenaica meridional son el Aragón, Gállego, Segre y Cinca). Los afluentes de la derecha, como el Jalón, de régimen pluvial irregular, nacen en el Sistema Ibérico. 4. LOS LAGOS, HUMEDALES Y AGUAS SUBTERRÁNEAS

Los lagos son masas de agua dulce o salada, acumuladas en zonas deprimidas. En España hay 2474 lagos, pero son de escasa dimensión y presentan un carácter estacional. Además su vida es corta porque acaban colmatándose debido a las prácticas humanas inadecuadas. Se pueden distinguir dos grandes tipos de lagos:

Los endógenos, que se originan por fenómenos del interior de la Tierra. Dentro de éstos encontramos los tectónicos (que se forman por la acción de pliegues o fallas) y los volcánicos (que se forman en cráteres de antiguos volcanes).

Los exógenos, que se originan por fuerzas externas como el agua el hielo o el viento dando lugar a lagos. Existen 5 tipos:

o Lagos glaciares: se producen por la excavación de las cubetas dando lugar a lagos de circo o lagos de valle.

o Lagos cársticos: tienen su origen por la disolución de la caliza o el yeso. o Lagos endorreicos: que se forman por la acumulación de agua sin fuerza para

llegar al mar. o Lagos eólicos: formados por la acción del viento. o Lagos litorales o albuferas: son lagos de agua salada y están separados por un

cordón litoral. Los humedales son extensiones de terreno cubiertas por aguas poco profundas. Los

humedales incluyen lagunas, marismas, albuferas y deltas. Estos humedales tienen un gran interés biológico por las especies animales y vegetales que habitan en ellos. Éstos están en fase de transición entre la tierra y el agua. Los más destacados son el Parque Nacional de las Tablas de Daimiel en Ciudad Real y Las Lagunas de Toledo.

Los acuíferos son embolsamientos de agua subterránea que se infiltran hasta que encuentran una capa impermeable. Sus aguas que pueden llegar al mar lo hacen en forma de ríos, manantiales o directamente sobre el mar. El agua de los acuíferos es agua potable, y por tanto se utilizan para el regadío en época de sequía. Sus principales problemas son la sobreexplotación y la contaminación por la acción humana. En la Península hay más de 400 acuíferos que se encuentran en las depresiones terciarias (Duero,Tajo), en las proximidades de los ríos (riberas), y en las cabeceras montañosas húmedas donde nacen los ríos (Duero,Tajo).

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5. LOS USOS DEL AGUA El agua es un recurso esencial que se emplea en numerosas actividades humanas:

El regadío agrícola consume casi el 80% del total de agua en España.

La producción energética en centrales hidroeléctricas es un uso de agua favorecido por la demanda industrial de energía (6,4% del uso total del agua) y el creciente consumo de electricidad para las industrias.

El consumo urbano se ha incrementado y supone el 14% del total, lo que sitúa a España en el tercer lugar mundial de consumo de agua por persona.

La evacuación de desechos procedentes de actividades agrarias, industriales y urbanas se ha realizado tradicionalmente en las aguas, provocando un importante deterioro.

Ciertas actividades, como la pesca, la navegación y diversos usos recreativos (piscinas, parques de agua, campos de golf) se basan en el agua.

6. LOS RECURSOS HÍDRICOS El balance hídrico relaciona los recursos hídricos existentes y el consumo que se hace de ellos. En España este balance es positivo. No obstante, existen varios problemas que hacen que sólo una parte de los recursos sean aprovechables:

La disponibilidad de agua procede principalmente de los ríos, y estos se caracterizan por su irregularidad estacional e interanual y por su desigual distribución espacial.

Una importante parte de la demanda se concentra en el área de mayor dinamismo económico y demográfico, el arco mediterráneo, cuyos recursos son escasos.

La actual red de presas resulta insuficiente para cubrir una demanda en alza.

Se producen importantes pérdidas anuales de agua debido a la utilización de sistemas de riego inadecuados y a las fugas de las conducciones agrarias y urbanas.

Como consecuencia de los problemas citados, en España se produce un ligero déficit anual, que puede elevarse progresivamente debido al cambio climático, que está provocando un aumento de las temperaturas y una disminución de las precipitaciones.

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Para hacer frente a estos problemas se ha desarrollado en España una política hidráulica, que tiene como objetivos principales la regulación y la gestión sostenible de los recursos hídricos. El Plan Hidrológico Nacional es el encargado de poner en práctica esta política de regulación y gestión sostenible en términos económicos, sociales y medioambientales. Este plan pretende:

Lograr el autoabastecimiento hídrico de cada cuenca, eliminado la dependencia del clima y del abastecimiento externo. Para ello se realizarán nuevas obras hidráulicas (embalses, canales de distribución, trasvases, pozos y galerías que explotan los acuíferos, plantas de desalinización del agua del mar). De entre todas ellas la más polémica es el trasvase, una infraestructura hidráulica creada para transferir agua entre cuencas hidrográficas excedentarias y deficitarias. En la actualidad en España funcionan 38 trasvases, entre los que destaca el del Tajo-Segura.

Mejorar la eficiencia del uso del agua, optimizando las infraestructuras de almacenamiento y distribución e impulsando el ahorro en el consumo, la mejora del regadío y la reutilización del agua depurada.

Conseguir una buena calidad del agua para beber y para el mantenimiento de los ecosistemas acuáticos. Para ello se mejorarán las plantas potabilizadoras y se construirán nuevas plantas depuradoras.

Prevenir las inundaciones mediante el acondicionamiento de cauces.

Impulsar la investigación y la innovación tecnológica encaminada a lograr los fines anteriores.