Distopía Sensacional de Cultura No. 4 El Olvido

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"No existe el deber de recordar, solo tenemos el derecho al olvido" - Jean-Luc Godard

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  • EL OLVIDO

    NDICE

    EDITORIAL.....................................3

    CARTOGRAFA DEL OLVIDO..........6

    DEL OLVIDO AL NO ME ACUERDO....................................................7

    ARCHIVAR, BORRAR, ARCHIVAR, BORRAR... ESCRIBIR................................10

    OLVIDO..........................................12

    AMNESIAC..................14

    Cold Fact Rodriguez (1970)...........16

    Episodio 1 No olvides a la Conejita Blanca!................................... 18

  • 5No existe el deber de recordar, slo tenemos el derecho al olvido

    El elogio del amor de Jean- Luc Godard.

    El problema del olvido sus-cita una cierta ambivalen-cia fenomenolgica. Por un lado, tenemos el rescate obsesivo de una gran gama de productos de la cultura popular (provenien-tes de diversas pocas), a travs del internet por acusar algo en la inmediatez. Lo que empez sien-do una moda retro se ha vuelto un estilo de vida y tambin una necesidad acuciante: la de re-cuperar un pasado en comn.

    Sobre esa misma arista, la antro-pologa aficionada, o la arqueo-loga pop, busca en el hallazgo y en la compra de viejos objetos, el apaciguamiento de la marea in-terna de la nostalgia: viniles im-posibles con su arte intacto, ju-guetes de una infancia soada o imaginada, consolas o videojue-gos de arcadia con aventuras sui generis y un sinfn de piezas ms en un mercado de antigedades ad hoc para explorar y devorar.

    Volviendo a lo digital: msica

    descatalogada, cine y pelculas per-didas, libros en desuso, historietas, dibujos animados, imgenes icni-cas, videos (VH1 es prcticamente un canal de los 80s) programas de tv en general, todo aquello que en algn momento hubo cado en el os-tracismo, nuevamente vuelve a cir-cular con viejos y nuevos seguidores.

    No solo la infancia y la juventud se reconstruyen desde otra ptica, la historia misma de las artes se tras-toca con nuevos exponentes que en su momento no fueron valorados, o en su defecto no tuvieron la oportu-nidad de ser conocidos ms all de sus fronteras. Vivimos entonces (en el aspecto de la aoranza), en los

  • tiempos del Revival, incluso como ideologa (los viejos ismos tambin vuelven a ponerse de moda y se reci-clan). Personas y amistades tambin se recuperan gracias a las redes socia-les (el amor sufre una reinvencin con las fotografas del antes y el despus).

    Nuestro mundo emocional no ol-vida (el olvido es naturaleza del hombre) y sin embargo a nivel po-ltico e histrico, nuestra memo-ria se vuelve cada da ms endeble, en tanto que a nivel individual nos hace ver como seres desdibujados.

    Del otro lado de la moneda, frente al diluvio de informacin y aconte-cimientos, tenemos una compren-sin muy nula de la secuencia en la cual se presentan estos sucesos. Un evento sustituye velozmente al ante-rior, y debido a la rapidez en la que se intercalan, no hay posibilidad de entender plenamente el significado de ambos en el mapa global. Y en cuanto a nosotros como espectado-res, aguardamos el siguiente escnda-lo o la prxima tragedia al igual que un espectculo de consumo ms (in-foentretenimiento o Reality Show).

    Tratamos las noticias como hechos aislados, nunca nos damos la opor-tunidad de explicarlas a fondo por-que otra cuestin ya est ocupando su espacio en nuestro radar. Resul-

    tado, nuestra conciencia histrica e individual est en crisis permanen-te. En consecuencia podemos reco-nocer el olvido en dos momentos: el olvido como un proceso natural, un filtro de nuestros pesares, de nuestra infinita e incesante gama de recuer-dos, o como analgsico de propie-dades liberadoras, intercambiables por memorias compartidas, idea-les o en resultados de un olvido de-

    termina el no volver a mirar atrs. En este nmero decidimos lo contra-rio, el equipo de colaboradores da un sentido pleno de la evocacin.

    Roberto Juanz en sus Lneas Flotan-tes nos describe los pormenores en la naturaleza del olvido, surcando de su desmedida e incontrolable arbi-trariedad y contrariedad: Olvidamos lo que no queremos olvidar y a la par

    olvidamos que queremos olvidar. Para contrapuntear an ms- recu-rre al desvanecimiento, la nada de la remembranza que le define como la mandams de lo que llamamos locu-ra. Dos cosas no son prestas al olvido: el dolor y el amor nos dice, la simple simetra de la memoria. La propie-dad del objeto como retrospeccin, como el requisito terrenal que nos avala en una creacin de necesidades sobrevaloradas, de valor en s mismo.

    Jos Huerta en su seccin El Sptimo Sello nos detalla esto en un recorrido alegrico (videoclubes, consolas, car-tuchos). Aludiendo la sincronizacin del tecne ldico: del cartucho al cine (o viceversa en ltimas fechas), con-cierto, acetatos, remasterizacin de pelculas son antes y ahora el futuro, son aoranza inscrita en el presente.

    En la seccin Goodbye Cruel World se nos plantea el cmo el mundo nos va olvidando y del como nosotros no olvidamos de l al morir; parece ser que el nico sobreviviente en tal cadu-cidad es el conocimiento, visto como una retransmisin absorbida por la realidad que no olvida. El ciberespacio como el referente de lo que somos, el mainstream como refractario de nues-tros recuerdos, de lo que somos, la debilidad de la conciencia nostlgica, esto y ms nos dice Hansel Toscano.

  • La recopilacin como la garanta de lo vivido, el archivo como la confianza definitiva del pasado; aunque existen circunstancias que se niegan, se resis-ten a ser atesoradas, es entonces el de-recho a la muerte de lo vivido, difcil tarea nos exhibe nuestra colaboradora Nadia Corts en su seccin Bisagras y lo contribuye diciendo los siguien-te: una obligacin al olvido que im-plica un llamado a recordar de otras maneras, no un duelo posible atrapan-do y escondiendo lo que ya no est sino duelo imposible que nos haga recordar que el pasado siempre se est leyendo y reescribiendo nuevamente. El olvi-do se construye en responsabilidad.

    Nuestro colaborador Pablo Sinhu da inicio a una de las sagas ms deli-rantes que hasta este momento no se haba escrito por el mero olvido, sin embargo l tuvo a bien el recordarle y contarle en voz de un grupo que de ganador no tiene nada, pero que de absurdo y delirante se escurre por todos lados. Adviertan el nacimiento de La Liga de Perdedores, les pode-mos apostar que no la podrn olvidar.

    El olvido de las fechas y el apremio de la satisfaccin, mientras que el yo se empolva en nuestro inte-rior, por tanto pierden todo valor. Desafectados estamos y sin posi-bilidad alguna de recordarnos nos

    menciona Lorena nuestra colabo-radora que se integra en este nme-ro con su seccin llamada SPQR.

    Cerrando Agustn Giris en Onomato-peya nos describe la historia de un h-roe musical olvidado (Cold Fact, Ro-driguez). La historia de Rodriguez es una historia emotiva, en tanto que lle-ga a conformarse en la emotividad de un pueblo; 1970 es el ao en el cual no sita nuestro colaborador para contar-nos una historia que con seguridad ate-soraremos; son de ese tipo de historias que te gustara escuchar en cualquier tiempo y momento, adems de hacernos ver que ni la posibilidad de la muerte llega a enterrar en totalidad un legado.

    Habrn notada que no olvidamos y que del registro nos consumamos. Les invitamos una vez ms a ser parte de estas remembranzas, parte del pasa-do en el que ahora mismo se sitan, pasado al que le otorgamos en nues-tras letras y en sus lecturas la imposi-bilidad alguna a la amnesia pandmi-ca a la que burlaremos. Recordemos.

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    CARTOGRAFA DEL OLVIDO

    No hay nada ms natural que olvidar, aqu la posibilidad de expulsar de la con-ciencia lo incomodo, lo impropio y a la vez remplazndole por algo ms fcil de so-brellevar, de tolerar, el vernos aislados de esto podra llevarnos a la descomposicin

    misma de nuestro ser: trastornos, amnesia o locura.

    Si de aprensiones se trata la de mayor jerarqua descan-sa en nuestros recuerdos, y hay en ello un sustentable moti-vo tan importante como la causa de que tales recuerdos, remem-branzas, experiencias pasadas consolidan nuestra vida psquica.

    Ante su ausencia sencillamente podramos definirnos como no existentes, al menos desde la idea misma de la autoconciencia: exis-

    tente para el resto ante la presen-cia como objeto, inexistente para ti como ser intrapersonal (yo profun-do), sin evocacin, pleno del olvido.

    Hasta dnde puede sostenerse la idea del haber sido, del haber vi-vido si de fragilidad en gran medi-da se construye el hombre; indica-dores que sufragan la memoria, aquella que por bien, orden se representa en el marco de la His-toria (narrativa de los pueblos) o

    bien, en la historia individual Qu valdra la pena entonces recordar?

    Recordatorio es la vertiente a la asi-milacin, la asociacin, contando en primera instancia con las im-genes mentales; su particularidad es que aun siendo tan propias res-ponden a la arbitrariedad que en tantas ocasiones se aleja del valor dado: darle relevancia, clasifica-cin y subsistencia a nuestro pa-sado remite a ser una ardua tarea.

    Mantenemos lo que en propsito no es tan relevante y olvidamos lo que no queremos olvidar, aqu el tras-to del inconsciente que en voz de

    nuestra existencia almacena todo nuestro imaginario sin atributo algu-no, libre si de adjetivarle se trata.

    En tanto que solicitamos de hechos que puedan dar constancia de lo que vivimos y fuimos, all los roles que nos definen, las relaciones que nos sustentan (en la proyeccin, en las transferencias, en la confronta-cin, en la complementacin), en las experiencias que nos relacionan y nos afirman (el vislumbre de la vida, el encanto y las alegras, en los sueos, en el descubrimiento, en el aprendizaje y en el conocimiento, en el desencanto, en los tragos amar-gos, en las incidencias y los trau-

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    DEL OLVIDO AL NO ME ACUERDONo creo que algn nio de 6 aos quiera andar cargando cinco enormes cassettes VHS, incluidas sus cajas, si puede ver el mis-mo nmero de pelculas sin siquiera cargar nada, todo desde la comodidad de su hogar teniendo una conexin a internet y una

    computadora...Dicen que lo retro est de moda, la eterna aoranza por ese pasado que nunca va a retor-nar, resurge de entre las cenizas, una combinacin peligrosa en estos tiem-pos modernos en los que la otra cara de la moneda, la era digital, avanza a pasos agigantados. Muchas veces sur-gen hbridos que a muchos pueden parecer grotescos como las fundas retro para iPhone o los relanzamien-tos de grandes autos norteamericanos como el Challenger con toda la carga tecnolgica disponible al momento. Las re-ediciones de grandes obras cinematogrficas con todas las inno-vaciones existentes (audio de 7 ca-nales, en formato blue ray, escenas adicionales, etc.), esto por mencio-nar algunos cuantos de la inmensa vastedad de productos retro que en-

    contramos en el mercado; lamen-tablemente no todas las cenizas de la hoguera donde se incineran los recuerdos resurgen para triunfar.Algunos de ellos, como los formatos de video Beta y VHS, estn a punto de ser considerados objetos de museo.No creo que algn nio de 6 aos quiera andar cargando cinco enor-mes cassettes VHS, incluidas sus cajas,

    mas), en los objetos y los espacios que reconocemos, que andamos y que nos influyen (los fetiches, los lugares y los ambientes, el arte, las fotografas, las cartas, lo escrito, lo meditico), cediendo todas a la ca-ducidad, al inquebrantable olvido.

    No hay nada ms natural que olvidar, aqu la posibilidad de expulsar de la conciencia lo incomodo, lo impropio y a la vez remplazndole por algo ms fcil de sobrellevar, de tolerar, el ver-nos aislados de esto podra llevarnos a la descomposicin misma de nues-tro ser: trastornos, amnesia o locura.

    El olvido puede ser entendido como una resistencia, una nega-cin de lo que somos, y de ante-mano de lo que decidimos. Olvi-dar permite desmarcarnos de la responsabilidad; el olvido es engao-so propiamente, se faculta a ser oca-sionalmente idneo, ocasionalmente doloso y ocasionalmente conveniente.

    Ahora, al olvidar se nos permite el no recordarnos, el desvanecernos, des-hacer el tiempo, en consecuencia el olvido hace de la temporalidad un te-rreno rido, seco en el que habitara propiamente la nada. Sealando lo anterior y tratando de ubicarnos en un posible inmediatez en la que el se-uelo es al anacronismo resulta enton-ces que el olvido es un bien preciado:

    ms vale no recordar lo que fue dado, ello me exigira resolverme en el pre-sente, y si del pre sente soy conscien-te el olvido se convertira en accin, su propiedad vendra hacer hasta ese instante valiosa Por cunto tiempo? Si el futuro apremiara, ante su parti-cularidad ms representativa que es su velocidad tan desmedida que, en coercin nos demanda olvidar, aqu pues, se hace evidente otro rasgo del olvido: su contrariedad, olvidamos que queremos olvidar (sin embargo lo hacemos), su fruto es la nostalgia.

    Aunque al final nada se olvidada, el dolor y el amor son ejemplos compe-tentes; hay en la profundidad de no-sotros mismos restos o completos de nuestro ser, el secreto viene en el cmo digerirlo, del cmo asimilar la experiencia de lo lejano, de lo remoto, de lo que somos y terminaremos sien-do, siempre y cuando no lo olvidemos.

    Slo despus de olvidar eres comple-tamente inocente y por eso mismo,

    definitivamente culpable

    Tokio ya no nos quiere, Ray Loriga

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    si puede ver el mismo nmero de pelculas sin siquiera cargar nada, todo des-de la comodidad de su hogar teniendo una conexin a internet y una com-putadora, o una de las llamadas Smart TV. Una vez cumplidos los requisi-tos terrenales tiene que cumplir con los requerimientos virtuales, siendo el ms importante de todos el billete plstico conocido como tarjeta de cr-dito, sin sta, el pequeo no podr acceder al catlogo ofertado por Netflix.

    Claro, Video o cualquier otro prestador de estos servicios digitales que ofertan una gran cantidad de todo tipo de pelculas: malas, buenas, regulares, de accin, de cien-cia ficcin, dramas, comedias, e incluso series de televisin, con la novedad de contar con algunas exclusivas para este formato, creando una base de datos con los gustos gustos del infante para poder sugerirle en base a stos el material que les puede interesar.

    Con estas virtudes el pequeito disfruta sin siquiera salir de casa a rentar una pelcula en compaa de sus padres o amigos, dejan-do atrs los emocionantes viajes a un video club para los nios ochenteros, recorrer pa-sillos llenos de grandes cajas que invitaban a todos los cros a ser reproducidos en las

    obsoletas videograbadoras Beta o VHS; algunos de estos establecimientos forma-ban parte de las cadenas nacionales que perecieron a finales de los noventa o ini-cios del dos mil. Videocentro y su subsecuente agigantamiento en forma de Macro Videocentro, Video Visin y su imagen muy parecida a la de Televisa, las tiendas de Comercial Mexicana contaban con un video ubicado en el interior, podas com-prar tu despensa y salir con alguna pelcula rentada; lamentablemente la bue-na cara de la economa no sonre todo el tiempo para ciertas empresas (o per-

    sona) y estas tres tuvieron que desaparecer, producto de las contantes crisis finan-cieras a las que muchos mexicanos se han acostumbrado con el paso del tiempo.

    A estos videoclubs nacionales se sumaban tambin los locales, muchos de ellos han logrado sobrevivir y seguir el ritmo del implacable paso de la historia, otros siguie-ron la suerte de los desaparecidos gigantes del mercado, ms an con la llegada de grandes consorcios yanquis como Blockbuster; los que continan en esa lucha por tener suscriptores y rentas han visto su triunfo con catlogos que van de lo exquisi-to a lo kitch, en el primer rubro podramos ubicar aquellos que ofertan pelculas de

    El nio dos milero al que haca mencin al inicio de esta columna tiene otras opciones de entretenimiento, puede salir y comprar la figura de un Ewok, personaje que aparece en el sexto captulo de la saga Star Wars, con la misma caja de aquellos que lanz Keener a mediados de los ochenta, figuras que conta-ban con cinco puntos de articulacin ubica-dos en cabeza, brazos y piernas, el mismo di-seo del juguete pero actualizado, un regalo ideal de un padre nostlgico que duda entre quedarse con el aorado artculo que remite a un pasado lleno de felicidad y satisfaccin, o entregarlo a su hijo y ver su sueo perpe-tuarse en su retoo; sin embargo, el futuro de ese nio avanza tambin de la mano de la tecnologa, el mueco puede dejar de ser funcional cuando el pequeo sepa que pue-de echar un partido de football en su consola con algn chavo que viva al noreste de Pakis-tn o del extremo sur del continente ameri-cano encarnado en un pibe de Mar de Plata.

    Las posibilidades parecieran ser infinitas para este nio, difuminados en el espeso y pantanoso pasado quedaron las antiguas consolas caseras como el Nintendo o la Ge-nesis de Sega, que tuvieron como padre al Atari 2600 que contaba con un control que dispona de una palanca y un botn, los juegos eran bastante simples, su programacin era muy sencilla, por este motivo salieron muchsimos ttulos entre ellos adaptacio-nes de pelculas como E. T. el extraterrestre o los Muppets, que los nios ochenteros pudieron disfrutar y a su vez, ver como uno de sus grandes hroes dio el salto de la T.V. a la pantalla grande. Me refiero a la adaptacin de la serie animada He-Man y los

    arte y en el segundo a los que gusten del vi-deo home, con pelculas difciles de encontrar.

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    del universo (hroe ochentero por excelencia entre los nios de esa po-ca), tristemente la pelcula fracas y los Amos del Universo nada pudie-ron hacer para darle la grandeza que mereca a Eternia y sus dos castillos: Greyskull y la montaa tenebrosa.

    Reparto:El nio ochentero

    El nio dosmileroEl regreso del Jedi (Richard Marquant, 1983)

    E. T. el extraterrestre (Steven Spelberg, 1982)El gran golpe de los muppets (Jim Henson, 1981)Los muppets toman Nueva York (Frank Oz, 1984)

    Los amos del universo (Gary Goddard, 1987)Super Mario Bros (Annabel Jankel, Rocky Morton, 1993)

    Resident Evil (Paul W. S. Anderson, 2002)El Padrino (Francis Ford Coppola, 1977)

    Led Zeppelin: Celebration Day (Dick Carruthers, 2012)

    Ms adelante a principios de

    Sin embargo, los intentos de llevar una historia de videojuego al cine no quedaron ah, las consolas han aportado a la industria cinemato-grfica jugosas franquicias que han explotado en todos los sentidos, como sucede con el juego Resi-Evil y sus mltiples versiones,

    los noventa, un hroe de vi-deojuego tuvo su aparicin en la pantalla grande: Mario Bros, la-mentablemente la traslacin fue psima, esto tam-poco quiere decir que el juego te-na mritos pro-pios para crear un argumen-to interesante,la sencilla premisa del hroe (en-carnado por un plomero en este caso) rescatando a la princesa de una malvada tortuga gigante fue alterada en un bizarro accidente dimensional que posibilita al mal-vado Koopa a invadir la tierra, el re-sultado de la pelcula es desastroso.

    que no necesariamente son bue-nas pero s bastante redituables.

    De esta manera, parte del pasado pareciera acercar-nos a nuestro pre-sente creando una sensacin de bien-estar y confort gracias al simple recuerdo, o por qu no?, tal vez a travs de uno de los denominados

    artculos retro, no tendra nada de malo comprar algn acetato nue-vo y reproducirlo en un moderno equipo de sonido que tenga la con-sola para esto (muchos de los cua-les tienen ese aire retro tambin)tampoco sera errneo ir al cine a ver la remasterizacin de la gran obra de

    Fracis Ford Coppola, El Padrino, o ir a ver el concierto Celebration Day de Led Zepellin al mismo complejo; la memoria no nos deja escapar de ese pa-sado, que puede ser tormentoso o feliz. Mi nio ochentero sigue ah per-dido en alguna cavidad de mi cabeza, jugando y riendo en algn rincn de mi mente, creando el eco de un ayer que no volver; el nio dos mile-ro est all afuera, escuchando el susurro de ese eco que resurge invitn-dolo a jugar con los hroes que algn da a m me hicieron volar e imaginar.

    Sobre el autor: Empresario cinfilo, realizador progresivo de la imagen y de su construccin en movimiento. Licenciado en ciencias de la comunica-cin, hecho que no ha sido impedimento para aventurarse en proyectos que viven en sus pesadillas, en su estilo cada vez ms propio- de lo que es el mundo; acuado en la lectura, el cine, la fotografa y en ltimas fechas la novela grfica (vale la pena revisar sus anlisis que van desde la cuadra-tura tcnica a las bondades de la significacin). En resumen un hijo putati-vo de Lynch defensor de la imagen, el buen gusto y de la creacin voraz.

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    ARCHIVAR, BORRAR, ARCHIVAR, BORRAR... ESCRIBIR

    Cuando la dama de la corte de la Empera-triz Sadako, Sei Shonagon empez hacer listas sobre las cosas que quera re-cordar a travs de un cua-derno de notas informales que guardaba en los cajo-nes de las almohadas de madera, no se dio cuen-ta que haba descubier-to una forma de cargar el pasado o si se quiere de llevar el mundo a cuestas.

    Archivarlo todo para poder sobrellevarlo, no se trata pues de una mera compul-sin melancola, ni de una mera obligacin de recor-dar a travs de inscribir todas nuestras vivencias pasadas o elaborar una lista memorable sobre lo cotidiano; archivar slo es posible porque existe tam-bin un deseo de olvidar, un cierto mal de archivo.

    Se cree ciegamente que en los objetos colecciona-dos, en las frases inscritas,

    en las fotos tomadas para no olvidar hay una presencia del pasado, es como si todo lo re-copilado fuese una ley que garantiza lo vivido, es el archivo lo que vali-da pero tambin lo que da forma a nuestros re-

    cuerdos. Buscamos el ar-chivo para la confianza de-finitiva, para decir: s, eso est ah como prueba del pasado. Pero hay algo que siempre se niega a ser ar-chivado, resistencia que hace imposible el recuer-do pleno, el hacerlo venir a presencia nuevamente tal y como fue, la imposi-bilidad de hacer de una(s) memoria(s) un monumento, en todo caso, nuestros mo-numentos seran slo una especie de delirio conme-morativo que cierra las his-torias a una nica Historia.

    El trabajo del archivo no consiste slo, entonces, en la posibilidad y la obli-gacin de guardarlo todo bajo el lema de que hay que tener memoria sino en el derecho a la muerte de lo vivido, el derecho al olvido y a la re-escritura.

    Pensar el archivo, crear un archivo no puede suponer un recordar por recordar,

    Tan duro de sobrellevar, esos dos das pasados!Cmo pude vivir los aos anteriores?

    Sei Shonagon - El libro de la Almohada.

  • por la mera nostalgia, la me-moria supone una poltica y una responsabilidad de car-gar esa ausencia que ya no est, una obligacin al olvido que implica un llamado a re-cordar de otras maneras, no un duelo posible atrapando y escondiendo lo que ya no est sino duelo imposible que nos haga recordar que el pa-sado siempre se est leyendo y reescribiendo nuevamente.

    La obra del artista alemn Thomas Demand cobra impor-tancia en el contexto en el que estamos leyendo aqu el traba-jo con el archivo. Demand ope-ra con el pasado, con ciertos acontecimientos de la historia de su pas y de algunos otros ms globales de una historia que comnmente llamamos re-ciente, sin embargo, su acerca-miento carece y se aleja, como bien comenta el crtico de arte Fernando Castro Flrez, de una preocupacin dramtica o conmemorativa del pasado.

    Como Shonagon, Demand uti-liza el soporte de las maque-tas y de las fotografas para inscribir acontecimientos que l mismo ha vivido de prime-ra mano o muchos otros que

    sin haberlos experimentado (como las ancdotas que cuenta la japonesa sobre otras personas o acontecimientos) lo han tocado de alguna manera. Lo particular de su obra consiste en su forma de proceder y en hacer eviden-te esa ausencia de lo que resis-te a ser archivado y que apela a una nueva forma de memoria.

    y cuya noticia conmocion a Ale-mania Occidental en 1987. Des-pus de la recreacin del esce-nario a pequea escala en una maqueta, el artista toma una fo-tografa que se convierte en el producto final destruyendo el mo-delo a partir del cual la realiz.

    O en su trabajo Fotoecke (2009) donde rehace una estancia de la prisin de Gera en la cual foto-grafiaban diariamente a los pre-sos y que tiempo despus se se descubre que detrs de la pared blanca haba un aparato de rayos X utilizado sin lente que emana-

    Demand juega con el modelo y con algo que podramos llamar un cierto vaciado de la memo-ria, por medio de sus maquetas lo que hace es recrear el escena-rio, el lugar de un acontecimien-to pasado sin ninguno de los per-sonajes que intervienen en l, por ejemplo, Badezimmer (1997) donde utiliza la foto del polticoUwer Barschel que fue encontra-do muerto en la tina de un hotel

    ba una radiacin constante que fue seguramente la causa de la leucemia de mu-chos reclusos.

    En la obra Kinderzimmer (2009), Demand juega con sus propias memorias personales haciendo alusin a un escena-rio de su niez, recreacin de memoria, en la cual al obser-var la fotografa se hace pre-sente eso a lo que tanto hemos apelado como condicin del recuerdo, la necesidad de una memoria que hace presente no un pasado sino su ausencia, la responsabilidad de que eso no est ah, la necesidad de reescribirlo constantemente.

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    Y es que volver a escribir, a modelarlo, a vaciarlo y darle sentido es lo nico que nos permite llevar a cuestas el mundo, cargarlo y hacernos responsables de un pasado histrico, nueva forma de recor-dar sin el lastre de la monumentalidad y de una herencia acrtica, ya no nostalgia sino derecho de olvidar, en donde olvido quiere decir hacernos cargos de nues-tras memorias y de nuestro porvenir.

    Nadia Corts: Mtra. en Filoso-fa por la Universidad Complu-tense de Madrid, ha realizado estudios en el rea de historia del arte contemporneo y ac-tualmente se encuentra desa-rrollando su tesis doctoral.

    OLVIDO

    Estamos en tiempos sin memoria. Nadie recuerda o

    sabe qu pas con la mora-lidad, con la creatividad, con la espontaneidad Vivimos

    siendo marionetas de de quin?

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    Cesacin de la memoria que se tena. Cesacin del afecto que se tena. Des-cuido de algo que se deba tener presente.

    S, atendiendo a las definiciones, efectiva-mente, vivimos en la sociedad del olvido.

    No tengamos en cuenta todos los acon-tecimientos acaecidos en 1917, que cul-minaron con la instauracin del primer

    rgimen socialista del mundo; hagmo-nos tontos con lo que sucedi en los aos

    veinte del siglo pasado; pasemos por alto

    lo que acaeci entre 1939 y 1945; borre-mos de la mente la Primavera del 68 (u

    otoo segn qu casos); centrmonos

    en lo ms ntimo, lo ms exclusivo que

    tenemos, en lo que debiera ser la ms

    preciosa de nuestras posesiones: el yo.

    En estos tiempos que corren hemos ce-sado del afecto al yo. Olvidamos las ne-cesidades bsicas del yo: cada vez presta-mos menos atencin a lo que comemos,

    no importa de dnde venga; nos lo echa-mos a la boca sin ms. Lo importante

    es dejar de sentir hambre y hacerlo r-pido porque nos apremian. El descanso

    es algo relativo; sorprende saber que en

    la sociedad del bienestar no se puede

    descansar; las ciudades nunca duermen

    y sus habitantes, menos. Qu pasa con

    la seguridad? Los mercados econmicos

    se mueven, quien tiene un trabajo, tiene

    un tesoro y en cualquier momento pue-de ser robado, las empresas descuidan

    a sus empleados, solo les interesan los

    beneficios; nuestras vidas corren peli-gro y ya no valen nada, rpidamente se

    le puede poner fin sin motivo que lo ex-plique. Nuestras propiedades, efmeras,

    dejan de ser algo presente en la men-talidad del otro y pueden ser violadas,

    tomadas por cualquiera. Abandona-mos a nuestros amigos, curiosamen-te, cuando ms pegados deberamos

    estar gracias a las nuevas tecnologas

    y redes sociales, menos nos reunimos

    con ellos y peor es la calidad en la re-lacin; somos altamente desafectados.

    Ya las relaciones sexuales dejan de ser

    algo ntimo, se descuida hasta eso. En

    las generaciones actuales casi ni im-porta con quin sino con cuntos. No

    importa la calidad, sino la cantidad y,

    por supuesto, hacerlo pblico y evi-dente. No nos autorreconocemos, nos

    dejamos pisotear por cualquiera con

    tal de ser aceptados, tener un trabajo,

    una posicin No importa, lambisco-near es lo mximo. No existe el xito,

    sino Televisa o poder fctico de turno.

    Estamos en tiempos sin me-moria. Nadie recuerda o sabe

    qu pas con la moralidad,

    con la creatividad, con la es-pontaneidad Vivimos siendo

    marionetas de de quin? Ni

    nos planteamos los hechos ni

    se nos ocurre resolver pro-blemas porque nos hemos ol-vidado del YO. En fin, como

    dijo Lichtenberg: sobre esto,

    dejemos crecer la hierba.

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    AMNESIACVolverse amnsico ante todo lo visto en esta terra te-

    nebrosa, puesto que tambin existe el sobresaturamien-to. Qu es el olvido?

    Olvidarnos de lo que nos duele, y no olvidar jams un rostro, una conversacin o un aroma. Olvi-dar, poder recor-dar y nunca ser olvidado. Eterno resplandor de una mente sin recuer-dos y Memento... el ayer como fuente inagotable de mlti-ples interpretaciones, siempre distinto al revisitarlo pero al mismo tiempo in-mutable.

    La memoria degenera, los he-

    chos no... y es que nada pasa realmente, el mun-do tambin olvida y nos olvidamos de el al morir.

    No aferrarse al pasado, la vi-da sigue y para avanzar, el olvi-

    do.

    Volverse amnsico ante todo lo vis-to en esta terra tenebrosa, pues-to que tambin existe el sobre-saturamiento. Qu es el olvido?

    La memoria de la humanidad ha mudado del dis-curso oral al cdice, de este ltimo al libro impre-so, y hoy en da el traslado de este soporte se dirige paulatinamente a la red de redes. Hemos busca-do desde tiempos inmemoriales transmitir todo lo que sabemos. Somos los nicos seres (hasta donde intuimos) que no reiniciamos nuestra formacin e instruccin desde cero. Ah donde alcanzaron su ce-nit nuestros predecesores, comenzamos nosotros el relevo dando continuidad a la herencia universal.

    Somos el mismo hombre de hace milenios pero con ms experiencia, y seguimos resolviendo pro-blemas en base a ella. Empero, la historia no es li-neal, est hecha de periodos de estancamiento y retroceso. El desarrollo ha sido asimtrico y lo se-guir siendo hasta que nuestros hallazgos y conoci-mientos puedan ser debidamente retransmitidos... y sobretodo, aplicados al prisma de la realidad.

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    La torre de babel del ciberespacio, es el nuevo depsito global de todo aquello que hemos sido. La biblioteca virtual de diversas eras y pocas al alcance de un solo click. El formato moribundo del tomo o volumen de la grafosfera, se muda a los nuevos dispositivos de almacenamien-to en la videosfera. Y sin embargo, a pe-sar de lo manejable y transportable de un gran acervo cultural en un artefacto compacto (y con las adecuaciones necesa-rias a la vista para poder asimilarlo) la cri-sis de la transmisin sigue siendo evidente.

    Tal pareciera que una sola elite de personas capacitadas en la tcnica, arrastran con sus innovaciones al resto y debido a ello, estima-mos que el progreso sigue su marcha (cual-quier cosa que eso signifique). Pero Qu hay del ciudadano comn que se beneficia ao con ao de los logros y alcances de la modernidad? En muchos casos, es un usua-rio mas, no es un protagonista del cambio.

    Instalado en un presente perpetuo, el indi-viduo narcisista no mira hacia atrs y no se pregunta por el camino recorrido, pues al igual que un adolecente, considera agota-dor ese esfuerzo. El aprendizaje se canjea por un nuevo espritu de los tiempos: con-sumo y hedonismo (la obsesin por lo nue-vo o la novedad). Las instituciones sociales de transmisin (Estado, iglesia, escuela, fa-milia) pierden terreno ante la avanzada meditica. De este ltimo punto hay que aclarar por supuesto, la falacia de que la televisin vino a joderlo todo. Cierto es, que

  • el entretenimiento de masas ahora ocupa un lugar preponderante como verdadero hacedor de cosmovisiones socio-culturales, pero la causa de esta preferencia se encuentra en el dete-rioro de la pedagoga acadmica y a su vez, en las fluctuaciones econmi-cas que afectan el orbe (el entreteni-miento mainstream se vuelve enton-ces un refugio y una forma de vida).

    La figura del profesor o maestro, uno de los catalizadores del patrimonio a las generaciones venideras, se desvalo-riza y su labor mengua. La lucha con-tra el desinters hace aguas por todos lados y por ende, la conciencia hist-rica se debilita (un hecho paradjico, pues el homo nostalgicus est en boga).

    Los captulos negros de nues-tro acontecer, llmese genocidios, guerras, dictaduras, racismo, vio-laciones en masa a los derechos humanos, funcionan solo como ancdota en el mundo actual. Sin guas o faros verdaderos que expliquen las tensiones existen-tes a una escala humanista y crti-ca, el resultado ms inmediato es la desmemoria o el recuerdo des-contextualizado (un suceso ms para transmitir... pero en televisin y con finalidades poco didcticas).

    Qu es la informacin de lo que somos en todas nuestras etapas adentro de un disco duro en las manos de una persona normal sin la instruccin adecuada? Datos a olvidar. Pero bajo el filtro educa-tivo son la comprensin de nues-tra vida (una gua para recor-dar lo importante y acrecentarlo).

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    BBuutt tthhaannkkss ffoorr yyoouurr ttiimmee.. TThheenn yyoouu ccaann tthhaannkk mmee ffoorr

    mmiinnee AAnndd aafftteerr tthhaatt''ss ssaaiidd,,

    FFoorrggeett iitt..

    Curiosamente, la figura musical del ao pasado fue un hroe olvidado Un hom-bre perdido en el tiempo y sus tiempos, un obrero constructor al que aquello que mu-chos llaman destino no solamente le hizo pensar que su legado musical no haba edifica-do nada, sino que lo mantuvo por dcadas en el velo del desconocimiento antes de hacerle sa-ber que todo aquello que alguna vez haba des-crito en una sensata, prudente y honesta lri-ca haba erigido algo ms que simples clsicos perdidos Que en realidad toda una genera-cin de jvenes sudafricanos haban encontra-do en su voz los himnos que los representaran.

    Descrito con eficacia en el emotivo y bien narrado documental ganador del Oscar, Searching For Sugar Man (Malik Bend-jelloul, 2012), la herencia de Rodriguez resurge ahora por diversos factores nada fortuitos. El ms obvio de stos, claro, es dicha cinta que populariz una de las historias de romntica justicia musical ms reciente; aquella gira de conciertos que hiciera en 1998 el propio Rodriguez frente a esa generacin a la cual dirigi sin saber desde lejanas tierras y la cual por muchos aos lo consider muerto.No obstante, la ms importante y rotun-

    Finalmente hay que sealar que el olvido mismo es una cuestin con-tradictoria, la cual exige un estudio a profundidad de su naturaleza. Las vctimas directas del holocausto ju-do callaron por muchos aos su his-toria. Fueron los hijos de estos los que muchas veces iniciaron las gestiones para suprimir el olvido de sus padres.

    Al parecer, la ignominia era el fac-tor principal que no permita sacar a la luz los hechos, y a pesar de ello, entra a escena una pregunta Ex-presar pblicamente la humilla-cin cura los traumas? Quizs No hubiera sido mejor simplemente guardar silencio y dejarlos olvidar?

    El olvido como proceso, tiene muchos recovecos inexplorados y en ocasio-nes tambin es necesaria su accin purgadora Que fue todo lo poste-rior al 9/11? Un memorial o un chan-taje ms del olvido? La memoria es selectiva y la de la humanidad muy injusta No hubo en el siglo XX peo-res matanzas que no son recordadas o que desafortunadamente no per-mearon en la memoria colectiva?

    El poder a conveniencia mantie-ne el dolor a flote para explotar-lo, otras veces, simplemente noso-tros mismos cambiamos de pgina: hay que aprender a olvidar, pues del olvido tambin se aprende.

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    da de las razones en esta resucitacin no medi-da se debe al simple y llano factor de la calidad de sus canciones; de su escaso pero profundo material que an se mantiene fresco en con-tenido y que llama, de primera mano y tajan-temente, a todos los que por primera vez dan un salto temporal al pasado y se enfrentan por primera vez (como si fueran nuevos) a los dos nicos discos que realizara entre 1970 y 1971.

    Con Cold Fact, su lbum debut, Rodriguez enmarca su estilo en base al clsico sonido Folk de los 60, sin embargo, lo redisea admi-rablemente con un fuerte golpe de autoridad a travs de un eco sumamente personal que va detallando y describiendo a travs de sus composiciones. Bajo su regazo, es cierto, esta-mos ante algo que nos suena tan sumamente familiar como lo suficientemente diferente como para no dejarse abrazar por l. Su re-sultado, pues, es el de una decidida e intensa atraccin que cabe resaltar, muchos de aque-lla camada sesentera nunca pudieron obtener.

    Y es que en Rodriguez, el caso se torna lejos de las magnnimas y brillantes ciudades de la unin americana. Su contexto ante la gran generacin del Folk es distinto, su entorno no era el mismo; la ciudad de Detroit le marc diferentes matices as como su propia labor en el mundo. Rodriguez, pues, no era (ni es) un msico dedicado a su canciones (a la msica como oficio), sino que era (es) un real trovador que describa (describe) los pasos de la gente obrera, la gente que se mova (mueve), vesta (viste), actuaba (acta) y sobreviva (sobrevive) como l. En su msica no haba (ni hay) simulaciones, clculos o suposiciones, sino ms bien cuantificadas realidades; cicatrices en su voz y suturas en los acordes que acompaaban y acompaan su poesa citadina.

    Los despertares sexuales, los encuentros ms que casuales con las drogas, las bajezas, los re-sentimientos y los temores se visten de callejo-nes con nombres, formas y sombras a travs de su lrica que termina por ser poderosa, sugestiva y atrayente; adems de ser el mapa que aos des-pus marcar el reencuentro que cambiara su vida. De igual manera, su sonido (aunque lejos de una costosa produccin), roza punzantemen-te tanto la psicodelia de aos olvidados como el mismo purismo de un gnero que lo vio nacer y que l hizo renacer en tierras ajenas Y ahora, pasado ya el abandono, ha puesto de nueva cuen-ta sobre la marcha en sus propios territorios.

    Cold Fact resulta, pues, ser un disco que ha pa-sado a la historia bajo preceptos nada comunes; bajo conjugaciones temporales que difieren a las de dems obras de la msica popular clsica. Y aunque inicuamente fue olvidado, ha entrado por fin en nuestro espacio. Y la verdad, si nos since-ramos un poco, resulta seriamente un disco obli-gado para todos aquellos amantes de la msica.

    Sobre el autor: Indito y recalcitrante compositor de historias. Se rumora que mantiene entre sus objetos ms preciados el amuleto que augura y asegura el desengao. Partidario del clima templa-do, testifica haber perdido su sombra aos atrs. An mantiene su bsqueda en rincones nocturnos sin iluminacin. Para ms pre-sagios, visitar su sitio personal: www.lacosaestaasi.blogspot.com

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    Episodio 1 No olvides a la Conejita Blanca!

    En una como fiesta del absurdo, donde pue-den ser los menos necesitados pero los ms correctos (el tipo de per-sonas que nos podemos dar el lujo de perder), la Liga de Perdedores nos provee de carne de can para un mundo que puede pagar el salario mnimo a gente que da el mnimo de su nimiedad.

    Cmo interactan entre ellos? Bueno, es un misterio que podremos comenzar a dilucidar a continuacin.

    - Lionel Hutz, abogado

    El abigarrado ojn amarillo ex-tiende su mano hasta casi tocar con los gruesos cuatro dedos de su mano, la nariz de George Hark-ness, mejor conocido como Ca-pitn Boomerang, neurtico individuo que de lanzar trastes en la galera de villanos segun-dones de Flash, ha sido reclu-tado por el lder Sinuh, como el neurtico oficial, ya que l se encuentra muy ocupado siendo neurtico en algn otro lugar.

    - Te conozco unidimen-sional de porquera, por qu vienes presentndo-

    te como si fuera la primera vez que tengo la desdicha de ver tus ojos sin prpados visibles y tus belfos de vaca? contesta ya enfadado Boomerang Estoy ocupado, largo.

    Lionel no tiene inconveniente, sabe que de milagro no recibi un puetazo

    como respuesta, as que no quiere tentar al destino y se gira en 360 grados, puesto que a sus espaldas est una hermosa y molesta Coneji-ta Blanca, que hace muecas ante la incompetencia y cobar-da de su representante legal.

    En efecto, Hutz viene en el pa-pel de abogado que se supone que es y tembloroso entrega un sobre y lo deja en las pier-nas del recostado Boome-rang que intentaba encontrar un canal de tv que no acabara con su paciencia, al presentar, pues, personas. Acto seguido, Hutz sale corriendo mientras Boomerang lo maldice en seis idiomas distintos y en-tre ellos grita DEMANDA!?

    Ciertamente es difcil ser un abogado que tiene no uno, sino cuatro citatorios para en-tregar el mismo da. La clien-te: Lorina Dodson, la Co-nejita Blanca, harta de que sus habilidades no sean tomadas en cuenta como es debido. La demanda: El ol-vido. Proceder? Conoz-camos la opinin de Hutz.

    - Eh, bueno, es difcil sa-ber cmo proceder en

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    DIARIO DE LA LIGA DE PERDEDORESciertos trminos lega-les solemos apegarnos a conceptos como discri-minacin, minimizacin de las capacidades, etc. Pero, cuando dices que has sido olvidado errr ya sabes, entre t y yo, creo que el juez va a desestimar la demanda de la srita. Dod-son ella tiene. Mmmm-nnn pues una de esas cosas de mujeres. La ver-dad es que le haba dicho que podamos usar uno de esos conceptos ms s-lidos, ms viables legal-mente, pero ella insisti en demandar por olvido

    - Hey, hola, se puede? in-quiere una cabeza de cerdo que se asoma por la puerta, in-terrumpiendo la entrevista con el abogado Je, je, Hutz, no te quiero poner ms ner-vioso, pero Boomerang hizo algo con el sistema de recepcin de la cma-ra con la que te graban kkktt ja, ja, ja! Todos te estamos viendo en un monitor! La conejita in-cluda! Oolong, el cerdo cambiaformas se va carcajean-do, mientras Hutz sudoro-so, busca de entre sus cosas

    una hoja sostenida torpemente en clips, - Tambin tengo una para ti! grita con voz quebrada.

    En el saln de juntas se renen los miembros presentes de la Liga. No estn todos, apenas algunos, algo se pudo ordenar y fue la Conejita quien lo hizo bajo la supervisin de Hutz. Al final, fueron el Capitn Boo-merang, Oolong, junto al Ca-pitn Caverncola quien, en el buen uso de las costum-bres de la poca del holoceno, se comi los papeles, previa huella digital de recibido y el administrador director del equi-po de operaciones encubiertas de la ONU y organizaciones aus-piciantes; o como ellos mismos le llaman: La Liga de Perdedores.

    El jefe Sinuh no se encontra-ba a la mano, estaba haciendo lo que los jefes hacen: pulir una placa con su nombre y puesto mientras se masturban viendo una foto de Clavillazo en alguna bodega del gobierno.

    - Seores, habla fuertemente la Conejita Blanca, parn-dose en medio del lugar - Hutz me hizo una recomendacin, que aunque creo es ms re-veladora de su ineficiencia como abogado, acerca de hablar con ustedes, pre-vio a que hagamos oficial la demanda. Pienso que, en ausencia del jefe, pode-mos llegar a un arreglo - Muy bien interrumpe Boo-merang ofrecer una disculpa lo arreglar cierto? No s cul es tu problema (aparte del de vestirte como una coneji-ta de playboy) pero no me importa: disclpame Dod-son aahh? Satisfecha? Ahora, disclpame, pero debo irme, mis aguaca-tes no se comern solos.

    En un impresionante acto de valor (inusual entre los de su clase), Hutz se para en la

    puerta impidiendo el acceso a la salida a Boomerang, ste, sin inmutarse, arranca un bo-tn de la manga de su saco y, luego de ponerlo entre su dedo ndice y pulgar, lo expulsa pe-gndole entre los ojos (un es-pacio muy pequeo recordando cmo es Hutz) al abogado que ni grita, noms se desploma.

    La Conejita es ahora la que hace el sutil acto de tensa agresin y arroja su bastn cruzndolo entre las manijas de la puerta. El Capi Caver-ncola se emociona, como buen ser primitivo conoce muy bien las tcticas de amenaza donde la chocante verbaliza-

    POR PABLO SINUH

  • cin no se interpone. El Capi Caverncola grue mientras brinca en su lugar, est conten-to, est viviendo la emocin, es un pre verbal encantado.

    - No hablaba de eso Hark-ness, - dice la Conejita mien-tras avanza hacia Boomerang, quien sin perturbarse, est de pie frente a la puerta hablaba de una compensacin moneta-ria. Soy amable al hacerlo antes de llevarlos a juicio.

    - Estpida mujer! grita Boo-merang mientras el Capi brinca haciendo maromas en el aire. Oo-long est recargando el porcino chipo en una mesa, dormitando quedo, como el que nada debe Es-ts queriendo demandarnos por olvido. Te van a mandar al demonio con tu demanda,

    ni siquiera tienes un argu-mento para esta acusa-cin!

    La Conejita extraamente cam-bia su mirada. Los verdes ojos que contenan furia, ahora mi-ran a la lejana, a los recuer-dos. Con voz grave y pausada, comienza a hacer el recuento:

    Fue hace mucho tiempo el que yo pas tras las re-jas y fue largo el camino hacia la redencin. O sea, estoy hablando de que lle-gar a este lugar fue lo que me permiti usar mis habilidades con otros fi-nes, lo cual, aunque era un tanto castrante, tam-bin me evit muchos aos ms en la crcel.

    Cuando llegu aqu, encon-tr gente como yo b-sicamente perdedores, pero lo mejor de todo es que el jefe siempre fue tan comprensivo, oh, tan comprensivo. Saba dirigir este grupo, tena un plan, una opcin para cada uno de nosotros no era un corruptor nihilista hasta que t George Harkness te convertiste en su opera-

    rario principal entonces l se olvid de m y t tambin te ocupaste de eso. Oolong no poda detenerse en intentar robar mis bragas y el Capi-tn Caverncola es slo es asquerosamente peludo! Las misiones en las que comn-mente me involucraba, ahora son de otras personas. Me volv un eco cuando antes fui una voz importante. En dnde comienza el error del que vive en el presente, para comenzar a ser un recuerdo?

    El olvido, compaeros, es al final el mejor amigo, po-demos estar seguros de que nos recordarn bonito, a los que dimos algo boni-to Pero ustedes, terceta de voyeuristas cerebrales, son el motivo principal de que yo haya sido olvidada yo pens que mi lugar ha-ba asegurado yo pens que mi momento haba llega-do yo cre en el gobierno que mis culpas haba lava-do yo cre en el jefe que mi corazn haba sanado y yo cre en l una vez

    - Bravo! - aplaude un emotivo Lionel Hutz - Qu bonita can-cin seorita Dodson! Slo

    la improvis? O slo es parte de un acto ms ex-tenso? Estoy seguro que nuestro artista residen-te, Boss, piloto del Robot Boss estar - Cllate loco! interrumpe frica y de-primida la Conejita - Procede-r con la demanda y to-dos estamos ciertos por lo que dice la Carta de Redencin, ese documen-to que nos ha permitido a todos formar parte de este grupo. Si existe una situacin como esta, que comprometa la legalidad del grupo y nuestras li-bertades condicionales, La Liga de Perdedores se acaba.

    - Uuuuhhhh! Exclama Oolong ms despierto ahora.

    Continuar...