Discursos Elder Jeffrey R. Holland

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Jeffrey R. HollandUna Seleccin de Discursos

Efran Gallegos Herrera http://veracruz-sud.blogspot.com

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l lder Jeffrey Roy Holland nacio en Saint George,

Utah, el 3 de diciembre de 1940. De profesin Educador, elder Holland se ha destacado en la vida profesional con logros tales como ser persona mas joven en llegar a decano de Educacin Religiosa en la Universidad de Brigham Young, la principal institucin de educacin superior de la Iglesia de la cual finalmente llego a ser su presidente. En Junio de 1994, elder Holland fue llamado a ser Apstol de la Iglesia de Jesucristo, tiempo desde el cual se dedica a tiempo completo a la obra del Seor transformndose en un referente para los miembros de la Iglesia en cuanto a erudicin, sabidura y amor.Diagramacin y Agradecimientos a Raul Fuentes Diaz Publicado por www.cumorah.org

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EL ESPIRTU NAVIDEO NO SE COMPRA

on tantas las lecciones que podemos aprender del sagrado relato del nacimiento de Cristo, que muchas veces tratamos de evitar darle nfasis a slo una. Pero esto es precisamente lo que yo deseo hacer. Uno de los detalles en que ms he pensado ltimamente, es que el mencionado relato es una historia de extremada pobreza. Me pregunto si Lucas no tendra un propsito especial al decir que "no haba lugar para ellos en el mesn", en vez de "no haba lugar en el mesn" (Lucas. 2:7; cursiva agregada). Aunque no podemos probarlo, yo me atrevera a asegurar que el dinero tenia en aquellos das la misma influencia que tiene en la actualidad; y no puedo menos que pensar que si Jos y Mara hubieran sido personas adineradas, habran encontrado alojamiento aun en aquella poca del ao en que haba tanta gente en el lugar. Tambin me he preguntado si la Versin Inspirada de la Biblia sugerir que ellos no conocan a ninguna persona de influencia, cuando dice que "no haba nadie que les diera un cuarto en las posadas" (Versin Inspirada, Lucas. 2:7). No podemos tener la seguridad de la intencin que tena el historiador al escribir tales cosas, pero sabemos que aquellas personas eran tremendamente pobres. Cuando fueron a hacer la ofrenda de la purificacin, que los padres deban hacer despus del nacimiento de su hijo, substituyeron el cordero del sacrificio por un par de trtolas; esta substitucin fue permitida por el Seor en la Ley de Moiss, a fin de aliviar la carga de los que eran muy pobres. ( Levticos. 12:8.) Los tres reyes magos llegaron ms tarde con sus regalos, dando un poco de esplendor y pompa a la ocasin. Es importante recalcar el hecho de que ellos viajaron una distancia considerable, 1

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probablemente desde Persia, en una jornada de por lo menos varios cientos de kilmetros; a menos que hubieran comenzado el viaje mucho antes de que la estrella apareciera, es muy improbable que hubieran llegado a destino la misma noche del nacimiento del Nio. Mateo registra que para ver a Jess y adorarle, entraron "en la casa", lo que indicara que la familia ya estaba viviendo en su casa. ( Mateo. 2:11). Todo esto nos indica un importante detalle que deberamos recordar siempre en la poca navidea. Quizs deberamos separar, aunque fuera un poco, la compra de regalos, el rbol de navidad y los preparativos para la cena navidea, de aquellos momentos de silenciosa meditacin en que debemos considerar el verdadero significado del nacimiento. El oro, el incienso y la mirra fueron obsequios dados con humildad, y con humildad apreciados y recibidos. Quizs nos entusiasmemos al dar y recibir regalos y, por ese motivo es necesario que imaginemos aquel escenario sencillo y pobre, aquella noche en la que no hubo guirnaldas, ni manjares, ni regalos, ni bienes de este mundo. Solamente si enfocamos nuestra atencin en el sencillo y sagrado objeto de nuestra devocin -el Nio de Beln- podremos dar los regalos en la forma apropiada. Como padre, he comenzado a pensar ms a menudo en Jos, aquel hombre fuerte, silencioso, casi desconocido, que tiene que haber sido ms digno que cualquier otro mortal, a fin de ser el padre adoptivo del Hijo del Dios viviente. Jos fue el elegido de entre todos los hombres para ensearle a Jess a trabajar; l fue quien le enseo los preceptos de la Ley de Moiss; fue l quien, en la soledad de su humilde taller de carpintero, ayud al Seor a comprender quin era, y cul sera su misin. Mi esposa y yo ramos todava estudiantes universitarios cuando naci nuestro primer hijo. ramos entonces muy pobres, aunque ricos en comparacin con Jos y Mara. Ambos trabajbamos y estudibamos y adems cuidbamos un edificio de apartamentos, lo cual nos ayudaba a pagar el alquiler. Pero cuando comprend que el momento esperado se acercaba, hubiera 2

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El espritu navideo no se compra

hecho cualquier cosa honesta con tal de asegurar que mi esposa y mi hijo recibieran la atencin apropiada. Comparando mi situacin con la de Jos, pienso que no podramos imaginar siquiera los sentimientos de aquel hombre al recorrer las calles de una ciudad desconocida, sin un amigo cerca que le tendiera la mano, ni ninguna otra persona que deseara hacerlo. En aquellas ltimas y ms dolorosas horas que precedieron el alumbramiento, Mara tuvo que recorrer unos 160 kilmetros desde Nazaret, en Galilea, hasta Beln, en Judea. Jos tiene que haber derramado calladas lgrimas al contemplar su silencioso valor. Despus, solos e inadvertidas, tuvieron que descender desde la compaa humana a la soledad de un establo, una cueva en la piedra llena de animales, para traer al mundo al Hijo de Dios. Me pregunto cules seran los pensamientos de Jos, al limpiar el estircol y la basura del establo; me pregunto si sentira el escozor de las lgrimas al tratar apresuradamente de encontrar un poco de paja limpia y de mantener los animales alejados de su esposa; me pregunto si pensara:, Podra un nio nacer en lugar ms insalubre, ms mezquino, en circunstancias ms srdidas que stas? Es acaso ste un lugar apropiado para un rey? Debe la madre del Hijo de Dios entrar en el valle de la sombra de muerte en un sitio impuro y desconocido como ste? Har mal en desear que pudiera ella estar ms cmoda? Es ste el lugar donde l tiene que nacer?" Pero estoy seguro de que Jos no murmur, ni Mara se quej. Estoy seguro de que conocan las respuestas a todas esas preguntas. Quizs hasta supieran entonces que, tanto en el principio como en el fin de Su vida mortal, ese hijo que les nacera tendra que padecer ms all de todo padecimiento y desengao humano. Tambin he pensado en Mara, la ms favorecida de entre todas las mujeres en la historia de este mundo, quien siendo todava jovencita, recibi la visita del ngel cuyas palabras cambiaran no slo el curso de su vida, sino el de todo el gnero humano: 3

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Salve, virgen muy favorecida del Seor! El Seor es contigo; bendita y elegida eres t entre las mujeres. (Versin Inspirada, Lucas. 1:28.) La calidad de su espritu y la profundidad de su preparacin se revelan en su respuesta, que al mismo tiempo demuestra inocencia y madurez: "He aqu la sierva del Seor; hgase conmigo conforme a tu palabra." (Lucas. 1:38.) Al pensar en ella vacilo, y trato de imaginar los sentimientos de una madre cuando sabe que ha concebido un alma viviente, cuando siente que la vida se agita y crece en su vientre, cuando da a luz a su hijo. En esos momentos, el padre se hace a un lado y observa; la madre siente, y jams olvida. Fijmonos en las cuidadosas palabras con que Lucas registra aquella noche santa en Beln: " Y... se cumplieron los das de su alumbramiento. Y dio a luz a su hijo primognito, y lo envolvi en paales, y lo acost en un pesebre. " (Lucas. 2: 6-7.) Secundando solamente al Nio en importancia, Mara es la figura principal, la reina, la madre entre las madres, atrayendo sobre ella nuestra atencin en aqul, el ms grandioso de todos los momentos de la historia. Sabemos que con excepcin de la compaa de su amante esposo, Mara estaba sola. Me pregunto si siendo tan joven, un poco nia todava, no habra deseado la presencia de su madre, o de una hermana, o de una amiga que le acompaara en el momento de dar vida a su primer hijo, Para tan significativo nacimiento, tendran que haber estado disponibles todas las parteras de Judea! Alguien deba haber estado con ella para enjugarle la frente, sostenerle la mano y, una vez que todo hubiera terminado, ayudarla a recostarse en una cama con sbanas frescas y limpias. Pero nada de esto ocurri. Con la sola ayuda inexperta de Jos, Mara trajo al mundo a su primognito, lo envolvi en los paales que haba llevado consigo, y lo acost sobre el heno. En ese momento las huestes celestiales rompieron a cantar: ...Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra, paz, buena voluntad para con los hombres!" (Lucas. 2:14.) 4

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El espritu navideo no se compra

Mas, con la excepcin de los seres celestiales, Jos, Mara y el Nio que se haba de llamar Jess, estaban solos en el pesebre. En aquel momento esencial en la historia de la humanidad, un momento iluminado por una nueva estrella que apareci en los cielos con ese solo propsito, probablemente no hubiera ningn otro mortal presente; slo estaban all el humilde carpintero, la joven y hermosa madre virginal, y los silenciosos animales del establo que no tenan el poder de comunicar la santidad de la escena que contemplaban. Ms tarde habran de llegar pastores; despus, los magos del Oriente. Pero en el principio slo estaba la pequea familia, sin adornos, ni rboles, ni juguetes, ni guirnaldas. As fue la primera Navidad. Es en honor de aquel Nio que debemos cantar: Salve, Prncipe de Paz! Redencin trado has, Luz y vida con virtud, En tus alas la salud De su trono descendi Y la muerte conquist, Para dar al ser mortal Nacimiento celestial. (Himnos, N 44) Quizs fuera al recordar las circunstancias de Su nacimiento y de Su propia niez, al pensar que de cada alma en el reino celestial se exigir pureza, fe y humildad sincera, que Jess dijo muchas veces al contemplar a los nios que lo amaban (esos nios que saban quin era l): "De ciertos digo, que si no os volvis y os hacis como nios, no entraris en el reino de los cielos." (Mateo. 18:3.) La Navidad es, por lo tanto, para los nios... para los nios de todas las edades. Quizs sea por eso que una de mis canciones de Navidad favoritas, es una cancin escrita para los nios:

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Jess en pesebre sin cuna naci; Su tierna cabeza en heno durmi. . . Te amo, oh Cristo, y mrame, s, Aqu en mi cuna, pensando en ti. Te pido, Jess, que me guardes a m, Amndome siempre, cual amo a ti. A todos los nios da tu bendicin, Y llvanos todos a tu gran mansin. (Himnos, NI 41. Canta conmigo, F~I.)

(Por Jeffrey R..Holland Comisionado de Educacin de la Iglesia. De un discurso pronunciado en 1976, ante los profesores de religin de la Universidad de Brigham Young. Discurso publicado en la revista Liahona en diciembre de 1978 pginas 8-9.)

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EL CACTUS, LA CRUZ, Y LA PASCUA

s probable que todos nosotros hayamos tenido experiencias en las cuales realmente hemos necesitado que alguien nos ayudara. Recuerdo que cuando era un nio pequeo, una vez en verdad necesit ayuda. Estaba jugando en la ladera de una montaa cerca de casa, y me ca sobre un gran cactus espinoso. Cmo dola! Las espinas atravesaron la lona de mis zapatos, mis medias, mis pantalones, mi camisa... Me pinchaban por todos lados y me senta como un tablero humano de dardos. Al caer grit de una manera como para sacudir las montaas. No poda levantarme, no poda agacharme, no poda moverme en absoluto, porque con cada movimiento pareca que aquellas agujas se hundan ms y ms profundamente en mi piel, de modo que me qued quieto llorando y gritando desesperadamente. En ese entonces yo tena cinco aos, y mi hermano mayor, quien inmediatamente se apresur para ayudarme, tena ocho aos. Aunque qued atnito al verme preso de una situacin tan difcil, comenz a arrancar algunas de las espinas; pero al sacarlas me causaba ms dolor que cuando ca en el cactus, por lo que lloraba y gritaba con ms fuerzas. Adems, las lastimaduras del tamao de un alfiler sangraban tanto cuando l arrancaba las espinas, que en pocos minutos pereca que yo estaba haciendo propaganda para que se donara sangre a la Cruz Roja. Finalmente, mi hermano se dio cuenta de que no estaba hacindolo eficazmente y que su esfuerzo era intil, pues todava quedaban docenas de espinas por sacar y yo segua gritando y llorando tan fuerte como poda. Entonces l hizo lo nico que un hermano de ocho aos podra haber hecho. Corri montaa abajo y busco su carrito rojo de juguete y con grandes y esmerados 7

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esfuerzos logr subirlo hasta la colina donde, de acuerdo con mi criterio, yo estaba all solo esperando la muerte. Finalmente, a pesar de mis gritos y lamentos, halndome, arrastrndome y levantndome, pudo sacarme del cactus y sentarme en su carrito. Entonces, en forma milagrosa, solamente conocida por los nios y la Divina Providencia, me bajo de aquella empinada montaa. Lo que sucedi despus no est muy claro en mi mente, pero que mi madre me quit la ropa y el resto de las espinas. Lo que si recuerdo claramente, y que jams olvidar, es a mi hermano arrastrando aquel cochecito de juguete y buscando con determinacin la manera de llegar hasta donde yo estaba. Se encontraba tan preocupado, que lo hizo de una manera maravillosa. Creo que si viviera hasta tener cien aos, no habra nada acerca de mi hermano que no pudiera recordar ms vividamente que su esmerado e indescriptible esfuerzo de aquel da. Yo le necesitaba en forma desesperada y l estuvo all para ayudarme. La pascua es siempre una fecha especial para nosotros (para m, es el mejor da de todo el ao), de manera que todos deberan tratar de recordar que una vez nos enfrentamos a un problema muy difcil y necesitamos a alguien que nos ayudara. Fue un problema de mayor magnitud que la perdida de un perrito, la rotura de un juguete, o la cada sobre un cactus. A travs de toda la larga historia, comenzando con Adn y Eva hasta nuestro tiempo, fue un problema que si no se hubiera resuelto, nos habra dejando en presencia de Satans y de sus abominables seguidores. De haber sucedido as, nunca hubiramos podido estar unidos otra vez con nuestras familias, con nuestros amigos, y con nuestro Padre Celestial que nos amo tanto, sino que hubiramos estado en una prisin para siempre. Pero Jess, nuestro hermano mayor, no permiti que Satans lo capturara, sino que permaneci a salvo fuera de los portones de la prisin. De una manera en que no podemos llegar a comprender totalmente, aun cuando lleguemos a nuestra plena madurez, Jess nos liber. Fue como si l hubiera tenido la nica llave de la puerta de la prisin, y como si l hubiera sido el nico con las fuerzas suficientes como para abrirla. Al hacerlo, l salv nuestra vida 8

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para que nuestra familia pudiera permanecer junta y para que algn da pudiramos regresar a nuestro hogar celestial. Pero para hacer esto por nosotros, tuvo que pagar un precio terrible, un precio por el cual debemos honrarle y venerarle guardando sus mandamientos. Sufri una muerte espantosa en la cruz, y en medio de la angustia del dolor fsico y espiritual, Jess tambin pens por un momento que estaba solo y sin ayuda, y aun as, sigui adelante con su martirio para ayudamos a todos. Jess muri por nosotros y solamente las montaas que se estremecieron y el sol que se obscureci parecieron ser los nicos en comprender el precioso e invalorable don que estaba dando a la humanidad. Luego sucedi algo maravilloso. Jess, el que haba muerto y sido enterrado, volvi a la vida de una manera muy especial llamada resurreccin. En un pacfico y sereno jardn primaveral, Jess se levant de la tumba para volver a vivir con nuestro Padre Celestial, y de una manera maravillosa y milagrosa nos concedi el mismo poder y privilegio. No s exactamente cmo suceder esto, pero si s que por medio de Jess, se nos ha dado la oportunidad de vencer toda duda, desesperacin y aun la muerte. Eso es lo que la Pascua significa para m. Me gustara que todos los aos, en la poca de la Pascua, recordramos cuanto ms hermosas son las flores primaverales que las espinas del cactus sobre el cual me ca una vez. Y especialmente me gustara que todos recordramos a nuestro hermano mayor, Jesucristo, a quien todo le debemos, porque l vino a sanar nuestras heridas, a calmar nuestros temores y a llevamos sanos y salvos a nuestro hogar cuando ms lo necesitbamos.

(Por Jeffrey R. Holland, Comisionado de Educacin de la Iglesia. Discurso publicado en la revista Liahona en Marzo de 1981, pginas 21-23.)

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de un conflicto universal surgir Quisiera hablarmomento y sobrevenir enque puede lugar. en cualquier cualquier Lo considero una faceta de la maldad; al menos, s que puede surtir efectos perjudiciales que obstaculizan nuestro progreso, nos desalientan, menoscaban nuestras esperanzas y nos dejan indefensos ante otros males de considerable magnitud. Me gustara tratar este tema, pues no conozco ningn otro recurso que Satans emplee tan astuta y hbilmente como ste para llevar a cabo su obra maligna; me refiero al desaliento que hace presa de nosotros, derrotndonos hasta el punto en que llegamos a creernos incapaces de salir adelante: en suma, al desnimo y a la desesperacin. Al abordar este tema, no es mi intencin descartar el hecho de que, en efecto, existe un buen nmero de otras cosas en el mundo que nos producen angustia. En la vida, individual y colectivamente, as como en el mbito local, nacional e internacional, ciertamente pululan verdaderas amenazas a nuestra felicidad. Sin embargo, lo que me inquieta no son las complejidades y problemas que publican los peridicos y que transmite la radio, sino aquellas cosas que si bien no aparecen en grandes titulares, son importantsimas en nuestro cotidiano vivir, y, por tanto, en la historia de nuestra vida. A modo de introduccin, me gustara citar un pensamiento del escritor estadounidense F. Seott Fitzgerald (1896-1940), quien dijo que los conflictos no tienen necesariamente que relacionarse con el desaliento, puesto que ste tiene su propia "bacteria" que lo causa, la cual es tan diferente del conflicto en s, como la artritis es diferente de la rigidez de las articulaciones (The Crack-Up, ed. por Edmund Wilson, New York: James Laughlin, 1945, pg. 77). 10

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Todos tenemos problemas y conflictos, pero la "bacteria" del desaliento, empleando el trmino expresado por Fitzgerald, no yace en el conflicto, sino en nosotros, o -para ser ms precisocreo que yace en Satans, el prncipe de las tinieblas, el padre de la mentira; y l quiere que incubemos esa bacteria en el alma. Las ms de las veces es una bacteria aparentemente insignificante, pero el problema es que se multiplica, crece y se propaga. De hecho, puede llegar a convertirse prcticamente en un hbito, o sea, en un modo de vivir y de pensar, que es cuando produce el mayor dao, ya que entonces comienza a ocasionar una devastacin cada vez mayor en nuestro espritu, consumiendo los ms grandes cometidos religiosos que podamos fijarnos; esto es, los que ataen a la fe, a la esperanza y a la caridad. Nos tornamos introvertidos y volvemos la mirada hacia abajo, deteriorando as -o cuando menos, mermando- esas grandiosas virtudes cristianas. Nos sentimos desdichados y no tardamos en hacer desdichadas a otras personas... y Lucifer se regocija. Tal como se trata cualquier suerte de bacteria, debiramos recurrir a la medicina preventiva para contrarrestar los progresos de la bacteria del desaliento que se halla en aquellas cosas que nos deprimen. Recordemos el concepto expresado por Dante Alighieri en su obra La Divina Comedia, en la parte El Paraso, canto 17, que dice: "Cuando la flecha se ve venir de antemano, el impacto que produce es menos fuerte" (Traduccin libre). Por lo dems, las Escrituras dicen: Y ngeles volarn por en medio del cielo, clamando en voz alta... Preparaos, preparaos (D. y C. 88:92). Si estis preparados, no temeris" (D. y C. 8:30). El temor forma parte de lo que me propongo refutar en esta ocasin. Vemos que las Escrituras nos ensean que la preparacin o prevencin es una de las armas ms poderosas de las que podemos echar mano para defendernos del desaliento que puede llevarnos progresivamente a la derrota. Por ejemplo, es probable que nos sintamos abrumados por los problemas econmicos; pero debemos tener valor y recordar que no somos los nicos que enfrentamos esta dificultad. Este tipo de problemas puede ser muy penoso, es cierto, pero tenemos la 11

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obligacin -aunque sea para con nosotros mismos- de velar, de manera que no nos resulte destructivo. Tal vez vivamos sin algunas cosas que necesitamos, y nos consideremos en la pobreza; pero tengamos en cuenta lo siguiente: Y si la hierba del campo que hoy es, y maana se echa en el horno, Dios la viste as, no har mucho ms a vosotros, hombres de poca fe? (Mateo 6:30). Preparmonos, planeemos con anticipacin, esforcmonos, sacrifiqumonos. Empleemos nuestro tiempo y el dinero de que dispongamos en cosas de valor. Aprovisionmonos ahora de la tranquilidad y la paz interior que se desprenden del saber a conciencia que se ha hecho lo mejor que se ha podido con lo que se ha tenido. Si trabajamos con ahnco y nos preparamos con perseverancia, ser muy difcil que nos dejemos abatir. Si nos esforzamos con fe en Dios, en nosotros mismos y en nuestro futuro, edificaremos sobre una roca; y cuando vengan el viento y la lluvia - como de cierto vendrn- stos no nos derribarn. Ahora bien, si nos esforzamos todo lo que podemos y vivimos rectamente, y an as, las cosas todava nos resultan gravosas y difciles, tengamos valor. Recordemos que otras personas han pasado por las mismas experiencias. Nos consideramos impopulares y diferentes? Leamos nuevamente la historia de No y veamos lo que era la popularidad en el ao 2.500 a. de J. C. Se nos presenta la vida como un camino lleno de interminables obstculos? Leamos nuevamente sobre Moiss. Tratemos de figurarnos cun pesada debe de haber sido la carga de tener que lidiar con el faran, y luego, la de vagar cuarenta aos por el desierto. Algunas tareas requieren tiempo. Aceptemos este hecho, y tengamos presente que la escritura dice que todo se cumple; s, todo tiene su fin. Llegar el da en que superaremos los problemas que ahora nos acongojan, en que todo quedar atrs. La vida de otras personas nos da la prueba de ello. Nos acosa el temor de que los dems no gusten de nosotros? El profeta Jos Smith podra hablarnos extensamente sobre eso. Tenemos problemas de salud? Ciertamente 12

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hallaremos consuelo en el hecho de que un verdadero Job ha guiado esta Iglesia a travs de una de las dcadas ms emocionantes y reveladoras de esta dispensacin. En los ltimos treinta aos, el presidente Kimball ha conocido pocos das libres de dolor, desconsuelo o enfermedad. Es censurable preguntarse si l no habr, en cierto sentido, llegado a ser lo que es no slo a pesar de sus problemas de salud sino tambin en parte por motivo de ellos? No ha de infundirnos valor el sacrificio de este coloso de hombre que ha arrostrado la enfermedad, desafiado a la muerte y a los poderes de las tinieblas, y que, dndole apenas las fuerzas para seguir adelante, ha clamado, como Caleb: "Oh Seor, todava tengo fuerzas! Dame, pues, ahora este monte!" (Vase "Dame, pues, ahora este monte", Liahona, enero de 1980 pgs. 122-125.) Nos sentimos alguna vez desprovistos de talentos, incapaces o inferiores? Nos ayudara en algo saber que todas las dems personas sienten lo mismo, inclusive los profetas de Dios? Al principio, Moiss intent oponerse a su llamamiento, alegando que careca de elocuencia para dirigir la palabra. Jeremas se consideraba nio y tena miedo de enfrentarse a la gente. Y de Enoc? Ruego a todos que recordemos a Enoc durante el resto de nuestros das. l fue el joven que, al ser llamado a llevar a cabo una tarea al parecer imposible, dijo: "Cmo es que he hallado gracia en, tu vista, si no soy ms que un jovenzuelo, y toda la gente me desprecia, por cuanto soy tardo en el habla? . . ."(Moiss 6:31.) Pero Enoc era un hombre creyente; hizo acopio de valor y, aunque tambaleante, sigui el camino que deba seguir. S, el sencillo, sin talentos e inferior Enoc. Y he aqu lo que los ngeles llegaron a escribir de l: "Y tan grande fue la fe de Enoc, que dirigi al pueblo de Dios; y sus enemigos salieron a la batalla contra ellos; y l habl la palabra del Seor, y tembl la tierra, y huyeron las montaas, de acuerdo con su mandato; y los ros de agua se desviaron de sus cauces, y se oy el rugido de los leones en el desierto; y todas las naciones temieron en gran manera, por ser tan poderosa la palabra de Enoc, y tan grande el poder de la palabra que Dios le haba dado. (Moiss 7:13.) 13

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El sencillo e incapaz Enoc, cuyo nombre es ahora sinnimo de suprema rectitud! La prxima vez que nos sintamos tentados a considerarnos insignificantes e intiles, recordemos que los mismos temores han acometido a los ms esplndidos hombres y mujeres de este reino. Repito lo que Josu dijo a las tribus de Israel al enfrentarse a una de sus pruebas ms difciles: "Santificaos, porque Jehov har maana maravillas entre vosotros" (Josu 3:5). Por otro lado, existe, naturalmente, una fuente de desesperacin de mayor gravedad que todas las dems, y que radica en una mala preparacin de ndole mucho ms seria. Es lo contrario de la santificacin; es la clase de desaliento ms destructivo tanto en esta vida como en la eternidad. Me refiero a la transgresin contra Dios, a la depresin o el abatimiento derivados del pecado. El punto crtico en este plano, una vez que reconozcamos la seriedad de nuestros errores, ser llegar a creer que podemos cambiar, que efectivamente podemos llegar a ser diferentes. El no creerlo es manifiestamente una artimaa satnica para desalentarnos y derrotamos. Arrodillmonos y demos gracias a nuestro Padre Celestial porque pertenecemos a su Iglesia y porque hemos aceptado el evangelio que promete el fruto del arrepentimiento a todos aquellos que estn dispuestos a pagar el precio. El arrepentimiento no es una palabra de mal presago; es, despus de la fe, el termino ms alentador del vocabulario cristiano; es sencillamente la invitacin de las Escrituras al crecimiento, al mejoramiento, al progreso y a la renovacin. Desde luego que podemos cambiar! Si la rectitud es nuestra constante, podemos ciertamente llegar a ser lo que queramos. Si hay una lamentacin que no puedo tolerar, es la dbil, lastimera y mustia excusa: "Y qu puedo hacer si as es como soy!' Si hemos de hablar de desaliento, eso me desalienta a m. Desarraiguemos de nuestros pensamientos eso de: "Es que yo soy as!". He odo esa expresin de labios de muchsimas personas que queran pecar y que hallaron un principio de psicologa que lo justificara. Y quiero dejar en claro que empleo la palabra pecado para abarcar una amplsima gama de hbitos, algunos aparentemente inocentes, que, no obstante, traen consigo 14

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el desaliento, la derrota y la desesperacin. Podemos cambiar cualquier cosa que queramos, y podemos hacerlo muy rpidamente. Otra superchera satnica es aquello de que el arrepentirse supone una tardanza de aos y aos. En arrepentirnos, tardaremos tanto como tardemos en decir: "Cambiar", y en decirlo con la verdadera intencin de hacerlo. Claro que habr problemas que solucionar y restituciones que hacer. De hecho, bien podramos pasarnos el resto de la vida -y sera preferible que as fuera - probando que nuestro arrepentimiento es verdadero mediante un cambio permanente. En realidad, el cambio, el progreso, la renovacin, el arrepentimiento, en fin, pueden llegar a formar parte de nuestra vida de un modo tan sbito como lo fue para Alma y los hijos de Mosah. Aun cuando tengamos que reparar serios daos, es muy poco probable que merezcamos el calificativo de "los ms viles pecadores" (Mosah 28:4), que es la forma en que Mormn describe a esos jvenes. Con todo, Alma relata su propia experiencia en el captulo 36 del libro que lleva su nombre, la cual revela que su arrepentimiento y cambio radical fueron tanto sbitos como asombrosos. Mas no erremos en el entendimiento de esto: El arrepentimiento no es algo fcil que no causa dolor; y no, tampoco, es algo cmodo... es la amarga copa del infierno. Pero nicamente Satans que all mora desea que pensemos que la necesaria incomodidad temporaria que nos causa el reconocimiento de nuestros pecados es ms desagradable que tener que permanecer all todo el tiempo. Slo l podra decirnos: "No podrs cambiar. No cambiars; pues para cambiar se tarda muchsimo y es muy difcil lograrlo. Renuncia a todo empeo por cambiar, rndete. No te arrepientas. T eres como eres, y basta". Esto, amigos mos, es una mentira que proviene de la desesperacin. No creis en ella. Debemos sumergirnos en las Escrituras. All veremos descritas nuestras propias experiencias; en ellas hallaremos espiritualidad y fortaleza, soluciones y consejos referentes a nuestros problemas. Nefi dice: "Las palabras de Cristo os dirn todas las cosas que debis hacer" (2 Nefi 32:3). Oremos fervientemente y ayunemos con propsito y devocin. 15

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Algunas dificultades, como algunos demonios, no salen "sino con oracin y ayuno". (Vase Mateo 17:21.) Sirvamos a nuestro prjimo. Por paradjica que parezca la admonicin, es real: que slo al servir a los dems podamos salvarnos nosotros mismos. Tengamos fe. "Ha cesado el da de los milagros? O han cesado los ngeles de aparecer a los hijos de los hombres? O les ha retenido l la potestad del Espritu Santo? O lo har, mientras dure el tiempo, o exista la tierra, o haya en el mundo un hombre a quien salvar? He aqu, os digo que no; porque... es por la fe que aparecen ngeles y ejercen su ministerio a favor de los hombres." (Moroni 7:3537.) Elseo, con un poder que slo los profetas conocen, haba aconsejado al rey de Israel cmo, dnde y cundo defenderse de los guerreros sirios. Por su parte, el rey de Siria, turbado por el conocimiento proftico de Elseo en cuanto a sus movimientos, dese librarse del Profeta de Israel, para lo cual envi a sus soldados a prenderlo. A continuacin cito el relato de las Escrituras sobre esta expedicin: "Entonces envi el rey all gente de a caballo, y carros, y un gran ejrcito, los cuales vinieron de noche, y sitiaron la ciudad. ... y he aqu el ejrcito que tena sitiada la ciudad, con gente de a caballo y carros." Desde luego, aquello s era como para desalentar el corazn de cualquiera, de hallarse en el lugar de Elseo. Este, junto con el joven que era su criado, contempl aquel espectculo: un profeta y un muchacho contra el mundo... y el joven qued paralizado de miedo al ver al enemigo por todos lados; s, dificultades y preocupacin y desesperacin por todos los flancos, y sin modo de escapar. Flaquendole la fe, el muchacho exclam: Ah, seor mo! Qu haremos?" Y qu le respondi Elseo? "No tengas miedo, porque ms son los que estn con nosotros que los que estn con ellos. Y or Elseo, y dijo: Te ruego, oh Jehov, que abras sus ojos para que vea. Entonces Jehov abri los ojos del criado, y mir; y he aqu que el monte estaba lleno de 16

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gente de a caballo, y de carros de fuego alrededor de Elseo. " (2 Reyes 6:14-17.) En el Evangelio de Jesucristo, contamos con ayuda de los dos lados del velo, y esto no debemos olvidarlo jams. Cuando la decepcin y el desaliento nos agobien -y alguna vez de cierto nos agobiarn -, debemos recordar y nunca olvidar que si nuestros ojos fueran abiertos, veramos, hasta donde llegara el alcance de nuestra vista, gente de a caballo y carros de fuego que vienen con velocidad vertiginosa a brindarnos su proteccin. S, las huestes celestiales siempre estn a nuestro alrededor, en defensa de la simiente de Abraham. Deseo terminar, citando la siguiente promesa de los cielos: "De cierto, de cierto os digo, sois nios pequeos, y todava no habis entendido cun grandes bendiciones el Padre tiene en sus propias manos y ha preparado para vosotros; Y no podis llevar ahora todas las cosas; no obstante, tened buen nimo, porque yo os guiar." "Ir delante de vuestra faz. Estar a vuestra diestra y a vuestra siniestra... y mis ngeles alrededor de vosotros, para sosteneros. "De vosotros son el reino y sus bendiciones, y las riquezas de la eternidad son vuestras." (D. y C. 78:1718; 84:88; 78:18.) Oh s, en el sitio "do Dios lo prepar, buscaremos lugar". Y por el camino, cantemos, s, en alta voz; dad glorias al Seor y Dios, y ms que todas el refrn: Oh, est todo bien!" (Himnos de Sin, 214.) En el nombre de Jesucristo. Amn.

(Por Jeffrey R. Holland, Presidente de la Universidad de Brigham Young. Adaptado de un discurso pronunciado en la Universidad de Brigham Young. Discurso publicado en la revista Liahona en enero de 1982, pgs. 7-13.)

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ermanos, es imposible describir la gran responsabilidad que siento. Al igual que la mula en un clsico hpico, s que quiz no debiera estar aqu, pero me agrada este auditorio del cual forma parte mi hijo Matt, a quien quiero con todo el corazn. Ruego fervientemente que el Espritu del Seor nos acompae. Hermanos, un estudio reciente dirigido por la Iglesia confirm estadsticamente lo que se nos ha dicho una y otra vez; esto es, que si el amor, la enseanza inspirada y el ejemplo no se dan en el hogar, los esfuerzos encaminados al xito de los programas de la Iglesia se debilitarn seriamente. Todo va demostrando de un modo cada vez ms patente que debemos ensear personalmente el evangelio a nuestros hijos y vivir esas enseanzas en el hogar o correr el riesgo de descubrir demasiado tarde que el maestro de la Primaria o el asesor del sacerdocio o el instructor de seminario no pudieron hacer por nuestros hijos lo que nosotros no quisimos hacer por ellos. Quisiera infundimos un poco de aliento con respecto a tan grande responsabilidad. Lo que ms estimo del lazo que me une a mi hijo Matt es que l es, junto con su madre, hermana y hermano, mi mejor y ms querido amigo. Prefiero estar aqu, en esta reunin del sacerdocio, con mi hijo, antes que con cualquier otra persona de este mundo. Me encanta su compaa. Charlamos mucho. Los dos jugamos al bsquetbol (baloncesto), tenis y rquetbol, pero me niego jugar golf con l (esto es una broma entre l y yo). Hablamos de problemas. Yo soy presidente (rector) de una universidad pequea y l es presidente de una clase grande de una escuela secundaria. Comparamos apuntes, nos damos sugerencias y compartimos nuestros desafos. Oro por l, he llorado con l y estoy infinitamente orgulloso de l. Hemos conversado hasta altas horas 18

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Al alcance de vuestros brazos

de la noche en su cama de agua, aberracin del siglo veinte, la cual s que como parte del castigo de los ltimos das, reventar y sin misericordia nos arrastrar a todos a las calles de Provo (sa es otra broma familiar). Pienso que puedo preguntar a Matt si le gusta el seminario porque procuro hablarle de todas sus dems asignaturas. A menudo imaginamos juntos cmo ser su misin porque l sabe cunto signific mi misin para m, y me pregunta del matrimonio en el templo porque sabe que estoy locamente enamorado de su madre. Anhela que su futura esposa sea como ella y que ambos tengan lo que nosotros tenemos. Al hablar de esto, pienso que probablemente hay padres e hijos en esta reunin que estimen ajeno todo lo que he descrito. S que hay padres que daran prcticamente la vida misma por acercarse otra vez a algn hijo en conflicto. S que hay hijos en esta reunin que desean que sus paps estuvieran a su lado esta noche o cualquier otra. Me he preguntado cmo hablaros de este tema que me han asignado sin parecer petulante, por un lado, y sin ofender corazones ya doloridos, por el otro. En respuesta, simplemente digo para todos nosotros, jvenes y adultos: No nos demos nunca por vencidos; adelante con nuestros esfuerzos, conversaciones y oraciones! Nunca jams nos demos por vencidos. Sobre todo, no nos alejemos unos de otros. Quisiera contaros una experiencia breve pero dolorosa que tuve a causa de mis inadecuados esfuerzos como padre. Mis hijos eran pequeos cuando yo cursaba estudios de posgraduado en una universidad de Nueva Inglaterra. Mi esposa era la presidenta de la Sociedad de Socorro en el barrio y yo serva en la presidencia de la estaca. Yo estudiaba jornada completa y enseaba media jornada. Tenamos dos hijos pequeos en ese entonces, poco dinero y muchas exigencias: una vida comn a muchos. Una noche llegu a casa tras largas horas de clases, sintiendo el proverbial peso del mundo sobre mis hombros. Todo pareca ser demandante, desalentador y sombro, y dudaba de si volvera a brillar el sol. Cuando entr en nuestro pequeo apartamento de estudiantes, reinaba all un silencio nada habitual. 19

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Qu pasa?", pregunt. "Matthew quiere decirte algo", me dijo mi esposa. "Matt, qu quieres decirme?" l jugaba calladamente con sus juguetes en un rincn del cuarto, como si no oyera. "Matt", dije en voz ms alta, "tienes algo que decirme?" Dej de jugar, pero no levant la vista de inmediato. Luego, volvi hacia m sus enormes ojos castaos anegados de lgrimas y con el dolor que slo un chico de cinco aos conoce, me dijo: "No obedec a mam y le contest mal". Dicho eso, rompi a llorar y todo su cuerpecito se estremeci de pesar. Un pequeo haba confesado pesaroso una falta infantil, la experiencia le serva y una amorosa reconciliacin pudo haberse puesto magnficamente en marcha. Todo hubiera salido perfecto de no haber sido por m. Si pueden imaginar acto tan necio, me enfurec, y no con el chico, sino por ciento una cosas ms; pero l no saba eso, y a m me haca falta la disciplina para admitirlo. l recibi la descarga de todo. Le dije lo desilusionado que estaba y cunto ms esperaba de l. Y habl y habl como el padre pigmeo que era. Luego hice lo que nunca haba hecho: le orden que se fuera derecho a la cama y le dije que no le acompaara a decir su oracin ni le contara ningn cuento. Ahogando los sollozos, se fue obedientemente junto a su cama, donde se arrodill -solo- a orar. Luego empap su almohadita con las lgrimas que su padre debi haberle enjugado. Si el silencio que encontr al llegar a casa era pesado, hay que imaginar lo que fue despus. Mi esposa (Pat) no dijo palabra. No tuvo que decir nada. Mi malestar era atroz! Despus, al arrodillarnos junto a nuestra cama, mi splica de bendiciones para mi familia reson en mis odos de un modo horrendo. Quise ponerme en pie al instante e ir a pedir perdn a Matt, pero el nio dorma ya plcidamente. Mi tranquilidad no volvi tan pronto, pero por fin me dorm y comenc a soar, cosa rara en m. So que Matt y yo preparbamos dos vehculos para una mudanza. Ni su madre ni su hermanita estaban presentes. Cuando terminamos, me volv a l y le dije: "Y bien, Matt, t conduces un coche y yo el otro". 20

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Al alcance de vuestras manos

El pequeo, muy obedientemente, trep al asiento y trat de tomar el enorme volante. Yo me sub al otro coche y puse en marcha el motor. Al partir, ech una mirada a mi hijo para ver cmo le iba. Se esforzaba con todas sus fuerzas. Trataba de alcanzar los pedales, pero no poda. Tambin mova perillas y pulsaba botones para poner el auto en marcha. Apenas se vea sobre el tablero de instrumentos, pero desde all me miraba otra vez con sus bellos y enormes ojos castaos llenos de lgrimas. Mientras me alejaba, me grit: "Pap, no me dejes. Yo no s hacer esto; soy muy chiquito". Y yo me alej. Poco despus, al conducir por el camino, en mi sueo, comprend en un momento fugaz y espantoso lo que haba hecho. Detuve bruscamente el auto, sal de l de un salto y comenc a correr al lmite de mis fuerzas. Dej abandonados el coche, las llaves, todo y... corr. El pavimento caliente me quemaba los pies y las lgrimas me nublaban la vista mientras procuraba divisar al nio en la distancia. Segu corriendo, orando, suplicando perdn y hallar al nio sano y salvo. Al dar la vuelta a una curva, a punto de desplomarme al suelo agotado fsica y emocionalmente, vi que al auto que haba dicho a Matt condujera a un costado del camino y que el nio estaba riendo y jugando cerca de all con un hombre mayor. Matt, al verme, me dijo: Hola, pap, nos estamos divirtiendo! Evidentemente ya me haba perdonado y olvidado mi terrible trasgresin contra l. Pero sent temor de la mirada intensa del hombre, que segua todos mis movimientos. Intent decirle "Gracias", pero sus ojos denotaban intenso pesar y desilusin. Mascull una torpe excusa y l me dijo sencillamente: "No debi haberle dejado solo para hacer algo tan difcil. No se le hubiera exigido a usted." Con eso termin el sueo y me sent en la cama como impulsado por un resorte. Mi almohada estaba ahora empapada, si con sudor o con lgrimas, no lo s. Salt de la cama y corr hasta (la camita) el catrecito de metal donde dorma mi hijo. All, de rodillas, llorando, le acun en mis brazos y le habl mientras segua dormido. Le dije que todo pap comete errores, pero sin intencin. Le dije que l no tena la culpa de que su padre hubiera 21

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pasado un mal da. Le dije que cuando los hijos tienen cinco o quince aos, a veces los paps lo olvidan y piensan que tienen cincuenta. Le dije que quera que l fuese nio pequeo por largo, largo tiempo, porque dentro de poco crecera y se hara hombre y no estara jugando en el suelo con sus juguetes cuando yo llegara a casa. Le dije que lo amaba a l y a su madre y a su hermanita ms que a nada en el mundo y que no importaba qu problema tuviramos en la vida lo encararamos juntos. Le dije que nunca ms me abstendra de darle mi afecto y mi perdn, y rogu que l nunca dejara de drmelos a m. Le dije que me honraba el ser su padre y que procurara con toda el alma ser digno de tan grande responsabilidad. Y bien, no he demostrado ser el padre perfecto que promet ser aquella noche, y mil noches antes y despus. Pero an anhelo serlo, y creo en el sabio consejo del presidente Joseph F. Smith, que cito a continuacin: "Hermanos... si conservis a vuestros [hijos] cerca de vuestro corazn, al alcance de vuestros brazos; si les hacis sentir que los amis... y los conservis cerca de vosotros, no se apartarn muy lejos de vosotros, ni cometern ningn pecado muy grave. Pero cuando los echis a la calle, los echis de vuestro cario... [es cuando los alejis] de vosotros... "Padres, si queris que vuestros hijos sean instruidos en los principios del evangelio, si queris que amen la verdad y la entiendan, si deseis que os obedezcan y se unan a vosotros, amadlos! ; mostradles que los amis con toda palabra o acto [hacia] ellos." (Doctrina del evangelio, pgs. 276, 310.) Hermanos, todos sabemos que sta no es tarea fcil, pero se clasifica entre las ms imperiosas que jams se han dado. Debemos seguir esforzndonos y dar amor, orar y escuchar. Para eso son los amigos. De esto os testifico, en el nombre de Jesucristo. Amn.(Por Jeffrey R. Holland, Presidente de la Universidad Brigham Young. Discurso pronunciado en la Conferencia General Anual nmero 153 de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los ltimos Das, el da 2 de abril del ao 1983, en la Sesin del Sacerdocio, desde el Tabernculo de la Manzana del Templo, en Salt Lake City, Utah. Discurso publicado en la revista Liahona de Julio de 1983, Pgs. 56-59) 22

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ASOMBRO ME DA

no de nuestros himnos favoritos comienza con las palabras "Asombro me da". (Himnos Sin, 46.) Al pensar en la vida de Cristo nos quedamos realmente asombrados. Nos asombra su papel premortal como el gran Jehov, agente de su Padre, creador de la tierra, guardin de toda la familia humana. Nos asombra su venida a la tierra y las circunstancias que rodearon su advenimiento. Nos asombra el milagro de su concepcin y la pobreza de su nacimiento. Nos asombra ver que cuando tena slo doce aos de edad, ya estaba en los negocios de su padre. Nos asombra el comienzo formal de su ministerio, su bautismo y sus dones espirituales. Nos asombra que dondequiera que l iba, las fuerzas del maligno le precedan y que lo conocan desde el principio. Nos asombra que Jess ech fuera y venci estas fuerzas del mal al hacer que el cojo caminara, el ciego viera, el sordo oyera y el enfermo sanara. En verdad nos asombra todo movimiento y momento - tal como cada generacin desde Adn hasta el fin del mundo ha de estarlo. Al meditar en el ministerio del Salvador, me pregunto: "Cmo lo hizo?" Pero lo que ms me asombra es cuando Jess, en su intensa agona al estar en la cruz, dijo: "Padre, perdnalos, porque no saben, lo que hacen". (Lucas 23:34.) Si jams ha habido un momento que verdaderamente me haya causado asombro, es ste. Cuando pienso en l, soportando el peso de todos nuestros pecados y perdonando a aquellos que lo clavaron a la cruz, mi pregunta no es "Cmo lo hizo?", sino "Por qu lo hizo?" Al hacer un examen de mi vida en contraste con la

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misericordioso vida de l, me doy cuenta que no hago todo lo que debera para seguir el ejemplo del Maestro. Para m, esto es razn de asombro de primer orden. Me asombra lo suficiente su habilidad de sanar a los enfermos y de levantar a los muertos, pero yo mismo he tenido cierta experiencia en sanar en una forma limitada. Todos somos vasos menores, pero, hemos sido testigos de los repetidos milagros del Seor en nuestras propias vidas, en nuestros propios hogares y con nuestra propia porcin del sacerdocio. Pero, misericordia? Perdn? Expiacin? Reconciliacin? Muy a menudo, eso es algo diferente. Cmo pudo perdonar a los que le atormentaban en ese momento? Con todo ese dolor, con la sangre que le brotaba por cada poro, an pensaba en los dems. Esta es an otra evidencia asombrosa de que en verdad era perfecto y que espera que nosotros tambin lo seamos. En el Sermn del Monte, antes de declarar que la perfeccin debera ser nuestra meta, mencion un ltimo requisito. Dijo: "Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen". (Mateo 5:44.) De todas, esta es la cosa ms difcil de hacer. Preferira que se me pidiera resucitar a los muertos, o devolverle la vista a un ciego o aliviar una mano paralizada; preferira hacer cualquier cosa que amar a mis enemigos y perdonar a aquellos que me lastiman a m o a mis hijos o a los hijos de mis hijos, especialmente a aquellos que se ren y gozan de la brutalidad de lastimar a otros. La nica persona perfecta y la ms pura que ha vivido en esta tierra fue Jesucristo. El es la nica persona en todo el mundo, desde Adn hasta este momento, que mereca adoracin, respeto, admiracin y amor, y sin embargo fue perseguido, abandonado y muerto. Pese a todo eso, no conden a los que lo persiguieron. Cuando nuestros primeros padres, Adn y Eva, haban sido expulsados del Jardn de Edn, el Seor "les mand que adorasen al Seor su Dios y ofreciesen las primicias de sus rebaos como ofrendas al Seor". (Moiss 5:5.) El ngel le dijo a Adn: "Esto es una semejanza del sacrificio del Unignito del Padre, el cual es lleno de gracia y de verdad". (Moiss 5:7.) 24

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Este sacrificio serva como un recordatorio constante de la humillacin y el sufrimiento que el Hijo soportara para rescatamos. Era un recordatorio constante de que no abrira su boca, que sera llevado como cordero al degolladero. (Vase Mosah 14:7.) Era un recordatorio constante de la mansedumbre, misericordia y bondad - s, el perdn - que habra de marcar la vida de todo cristiano. Por todas estas razones y ms, esos corderos primognitos, limpios y sin mancha, perfectos en todo aspecto, eran ofrecidos sobre esos altares de piedra, ao tras ao y generacin tras generacin, sealndonos hacia el gran Cordero de Dios, su Hijo Unignito, su Primognito, perfecto y sin mancha. En nuestra dispensacin, debemos participar de la Santa Cena una ofrenda simblica que refleja nuestro corazn quebrantado y nuestro espritu contrito. (Vase D. y C. 59:8.) Al participar, prometemos "recordarle siempre, y guardar sus mandamientos... para que siempre [podamos] tener su espritu [con nosotros]". (D. y C. 20:77.) Los smbolos del sacrificio del Seor, ya sea en los das de Adn o en los nuestros, son para ayudamos a recordar que debemos vivir pacfica, obediente y misericordiosamente. Estas ordenanzas son para ayudamos a recordar que debemos demostrar el evangelio de Jesucristo en nuestra longanimidad y bondad humana los unos para con los otros, tal como l nos lo demostr en esa cruz. Pero a travs de los siglos, pocos de nosotros hemos usado estas ordenanzas en la manera apropiada. Can fue el primero en ofrecer un sacrificio inaceptable. Tal como el profeta Jos Smith observ: "Dios . . . prepar un sacrificio en el don de su propio Hijo que sera enviado en el debido tiempo para preparar el camino o abrir la puerta por la cual el hombre podra entrar en la presencia del Seor, de la cual haba sido echado por su desobediencia... Por la fe en esta expiacin o plan de redencin, Abel ofreci a Dios un sacrificio aceptable de las primicias del rebao. Can ofreci del fruto de la tierra, y no fue aceptado porque . . . no poda ejercer una fe que se opusiera al plan celestial. La expiacin a favor del hombre debe ser el derramamiento de la sangre del Unignito, porque as lo dispona el plan de redencin; y sin el derramamiento 25

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de sangre no hay remisin; y en vista de que se instituy el sacrificio como tipo o modelo mediante el cual el hombre habra de discernir el gran Sacrificio que Dios haba preparado, era imposible ejercer la fe en un sacrificio contrario, porque la redencin no se logr de esa manera, ni se instituy el poder de la expiacin segn ese orden . . . Ciertamente, por verter la sangre de un animal nadie se beneficiara, a menos que se hiciese para imitar, o como tipo o explicacin de lo que se iba a ofrecer por medio del don de Dios mismo; y esto debera hacer mirando hacia lo porvenir, con fe en el poder de ese gran Sacrificio para la remisin de los pecados". (Enseanzas del profeta Jos Smith, pgs. 63 - 64. ) Asimismo, muchas personas en nuestros das, un poco al estilo de Can, regresan a sus hogares despus de participar de la Santa Cena para argir con algn miembro de la familia, mentir, engaar o enojarse con un vecino. Samuel, un Profeta en Israel, coment cun intil es ofrecer un sacrificio sin honrar el significado del mismo. Cuando Sal, rey de Israel, desafi las instrucciones del Seor al traer consigo, despus de la guerra contra los amalecitas, "lo mejor de las ovejas y de las vacas, para sacrificarlas a Jehov [su] Dios", Samuel, con gran angustia, exclam: "Se complace Jehov tanto en los holocaustos y vctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehov? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atencin que la grosura de los cameros". (1 Samuel 15:15, 22.) Sal ofreci sacrificio sin comprender el significado del mismo. Los Santos de los ltimos Das que fielmente asisten a la reunin sacramental, pero que no son ms misericordiosos, pacientes o perdonadores como resultado de ello, vienen siendo iguales a Sal. Actan automticamente, sin una comprensin de los propsitos por los cuales estas ordenanzas fueron establecidas. Estos propsitos tienen como fin ayudamos a ser obedientes y mansos en nuestra bsqueda por el perdn de nuestros pecados. Hace muchos aos, el lder Melvin J. Ballard ense que "nuestro Dios es un Dios celoso -celoso, no sea que alguna vez hagamos caso omiso, del mejor regalo que l nos ha dado, que lo olvidemos y que lo consideremos de poca importancia: la vida de 26

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su Hijo Primognito." (Melvin J. Ballard, Crusader for Righteousness, Salt Lake City: Bookcraft, 1966, pgs. 136- 137.) Entonces, cmo podemos aseguramos que nunca "ignoraremos u olvidaremos" el ms grandioso de todos sus dones? Podemos hacerlo mostrando nuestro deseo por una remisin de nuestros pecados y nuestra eterna gratitud por la splica ms ferviente jams hecha: "Padre, perdnalos, porque no saben lo que hacen". Lo hacemos al unimos a la obra de perdonar pecados. Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid as la ley de Cristo', [nos exhort Pablo] (Glatas 6:2)... La ley de Cristo, que es nuestro deber cumplir, es llevar la cruz. La carga de mi hermano, que yo debo sobrellevar, no es slo su situacin [y circunstancia] externa... sino literalmente, su pecado. Y la nica manera de sobrellevar ese pecado es perdonndolo . . . El perdn es el sufrimiento semejante al de Cristo, el cual todo cristiano tiene el deber de sobrellevar." (Dietrich Bonhoeffer, The Cost of Discipleship, 2a. edicin, Nueva York: Macmillan, 1959, pg. 100.) Seguramente la razn por la cual Cristo dijo: "Padre, perdnalos" fue porque, aun en esa terrible hora, l saba que este era el mensaje que a travs de toda la eternidad tena que dejar. Todo el plan de salvacin se habra perdido si l hubiera olvidado que no fue a pesar de la injusticia, brutalidad, crueldad y desobediencia, sino precisamente por causa de ellas, l haba venido a extenderle perdn a la familia humana. Cualquiera puede ser afable y paciente y perdonar en un buen da, pero un cristiano debe ser afable y paciente y perdonar todos los das. Hay alguien en vuestra vida que tal vez necesite perdn? Hay alguien en vuestra casa, en vuestra familia, en vuestro vecindario que haya hecho algo injusto, cruel o indign de un cristiano? Todos somos culpables de tales transgresiones, as que seguramente hay alguien que necesita vuestro perdn. Y por favor no preguntis si es justo que las vctimas tengan que sobrellevar la carga del perdn por el ofensor. No preguntis si la "justicia" no demanda que sea lo contrario. No, cualquier cosa que hagis, no pidis justicia. Vosotros y yo sabemos que lo que 27

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demandamos es misericordia, y eso es lo que debemos estar dispuestos a dar. Vemos la trgica irona de no darles a los dems lo que nosotros mismos tanto necesitamos? Tal vez el acto ms sublime, sagrado y puro sera decir, ante la crueldad y la injusticia, que amis an ms a vuestros enemigos, bendecs a los que os maldicen, hacis bien a los que os aborrecen, y oris por los que os ultrajan y os persiguen. ( Mateo 5:44.) Este es el exigente camino hacia la perfeccin. Un prominente ministro escocs escribi: "Ningn hombre que no est dispuesto a perdonar a su semejante puede esperar que Dios est dispuesto a perdonarle a l . . . Si Dios dijera Te perdono a un hombre que odia a su hermano, y si (aunque sera imposible) esa voz de perdn llegara a ese hombre, qu significara para l? Cmo lo interpretara? Significara para l: Puedes seguir odiando, a m no me importa. Se te ha provocado y ests justificado en tu odio? "Sin duda Dios toma en cuenta lo que se ha hecho mal y la provocacin que ha habido; pero cuanto mayor la provocacin, mayor la excusa que se puede justificar por el odio existente, mayor la razn... para que el que odia deba [perdonar y] ser librado del infierno de su [ira]." (George MacDonald, An Anthology, editado por C. S. Lewis, Nueva York: Macmillan, 1947, pgs. 6 - 7.) Recuerdo que hace unos aos vi una situacin que tena lugar en el aeropuerto de Salt Lake City. Ese da, baj del avin y camin hacia la terminal. Inmediatamente se hizo obvio que un misionero regresaba a su hogar por la apariencia de todos los amigos y parientes que llenaban el aeropuerto. Trat de identificar a los miembros de la familia inmediata. Haba un padre que no se vea particularmente cmodo; llevaba un traje que no le sentaba muy bien y un tanto anticuado. Pareca ser un hombre que trabajaba la tierra, ya que tena la piel bronceada y manos grandes y agrietadas por el trabajo. Su camisa blanca estaba algo desgastada, y probablemente nunca la usaba ms que los domingos. Haba una madre bastante delgada, que pareca haber trabajado muy arduamente durante su vida. Traa un pauelo en 28

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la mano - uno que creo que alguna vez fue de lino, pero que ahora pareca un pauelo desechable. Estaba deshilachado por la anticipacin que slo la madre de un misionero que vuelve a casa puede conocer. Dos o tres hermanos menores corran por ah, totalmente ajenos a la situacin que se desenvolva. Pas por donde ellos estaban y me dirig hacia el frente de la terminal, pero luego pens: "Este es uno de los dramas humanos especiales en nuestra vida. Qudate y gzalo". As que me detuve y me fui hacia atrs de la gente para observar. Los pasajeros empezaban a descender del avin. Empec a preguntarme quin sera el primero en apartarse del grupo para darle la bienvenida al misionero, y una mirada al pauelo de la madre me convenci que tal vez sera ella. Mientras permaneca sentado ah, vi al misionero que empezaba a bajar las escaleras del avin. Saba que era l por los chillidos de emocin del grupo. Se vea como el capitn Moroni, limpio y apuesto y erguido y alto. Indudablemente haba llegado a apreciar el sacrificio que esa misin haba significado para sus padres, y esto lo haba convertido exactamente en el misionero que pareca ser. Traa el pelo recin cortado para su viaje a casa; su traje, aunque algo gastado, estaba limpio, y su ligeramente desgastada gabardina an lo protega del fro del que su madre tantas veces le haba advertido que se cuidara. Lleg al final de la escalera y se encamin hacia el edificio del aeropuerto y entonces, tal como lo imagin, alguien no pudo esperar ms. No fue su madre, ni ninguno de los nios, ni siquiera la novia que estaba parada ah cerca. Fue su padre. Ese hombre grande, callado y bronceado se abri paso entre la multitud y corri y tom a su hijo entre sus brazos. El misionero probablemente meda 1.9 m., pero ese padre robusto lo agarr, lo levant en vilo, tenindolo entre sus brazos por mucho, mucho tiempo. Slo lo abrazaba, sin decir palabra. El joven solt su portafolios, puso sus brazos alrededor de su padre, y permanecieron abrazados. Pareca como si toda la eternidad se hubiese detenido, y, por un precioso instante, el aeropuerto de Salt Lake City era el centro del universo. Era como si todo el mundo 29

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hubiese enmudecido como muestra de respeto por tan sagrado momento. Pens entonces en Dios, el Eterno Padre, al ver a su hijo salir a servir, a sacrificarse cuando no tena que hacerlo, costendose sus propios gastos, por decirlo as, costndole todo lo que haba ahorrado durante toda su vida. En ese precioso momento, no era difcil imaginar a ese Padre decir con cierta emocin a aquellos que podan escuchar: "Este es mi Hijo Amado, en quien tengo complacencia". Tambin era posible imaginar a ese hijo que regresaba triunfante, decir: "Consumado es. Padre, en tus manos encomiendo mi espritu". Aun con mi limitada imaginacin, puedo ver esa reunin en los cielos; y ruego por una semejante para vosotros y para m. Ruego por reconciliacin y perdn, por misericordia y por el progreso y carcter cristianos que debemos desarrollar si queremos gozar plenamente de tal momento. Me asombra que, aun para un hombre como yo, lleno de egosmo, trasgresin, intolerancia e impaciencia, haya una posibilidad. Pero si he odo las "buenas nuevas" correctamente, en verdad hay una posibilidad -para m y para vosotros, y para todos los que estn dispuestos a seguir con la esperanza y a seguir esforzndose y a brindarles a otros el mismo privilegio.

Sorpresa me da que quisiera Jess bajar Del trono divino mi alma a rescatar... Contemplo que l en la cruz se dej clavar. Pag mi rescate, no pudolo olvidar; No, no, sino que a su trono yo orar, Mi vida y cunto yo tengo a l dar... Oh s, asombro es, siempre para m. (Himnos de Sin, Nm. 46.) En el sagrado nombre de Jesucristo. Amn.(Por Jeffrey R. Holland, Presidente de la Universidad de Brigham Young. De un discurso a los obreros del Templo de Salt el 24 de noviembre de 1985. Discurso publicado en abril de 1987 en la revista Liahona, pgs. 28-33.)

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EL MESIAS: UN EJEMPLO DE SENCILLEZ Y AUTODOMINIO

ay ciertas responsabilidades que tenemos que afrontar cuando elegimos seguir a Jesucristo. En la vida del Salvador, y tambin en la nuestra, Satans lucha contra la disciplina incitndonos a buscar una vida fcil, ofrecindonos un "cristianismo prctico y cmodo". Jess resisti esa tentacin, y nosotros tambin debemos hacerlo. La vida fue muy difcil para l, y creo que muchas veces lo es tambin para nosotros cuando tomamos la decisin de seguirlo. Probablemente el tipo de maldad que ms obviamente se reconoce es aquella que simple y abiertamente se rebela contra el cielo, de la misma manera que lo hizo Satans antes de que se creara el mundo, o sea que se manifiesta una premeditada oposicin contra Dios. Desde la poca de Can hasta las hostilidades nacionales e internacionales de nuestros das, Satans ha tratado de tentar y llevar con engaos a los hijos de la promesa hacia la violencia y a un rechazo destructivo del evangelio y sus enseanzas. Esos son serios pecados que el mundo conoce muy, pero muy bien. Existe, sin embargo, otra estrategia ms sutil que utiliza Satans, la cual no es tan violenta ni vengativa y que, a primera vista, no parece ser tan perversa. Pero en realidad, es ah donde radica el problema, ya que tal estrategia es an ms siniestra, puesto que se nos presenta engalanada, con el agradable atractivo de lo que es fcil y cmodo. A los seudo cristianos les susurra al odo: "Disfruten del encanto de la comodidad y la vida holgada!" Recuerdan cuando "Jess fue llevado por el Espritu al desierto...

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"Y despus de haber ayunado cuarenta das y cuarenta noches, tuvo hambre. "Y vino a l el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, d que estas piedras se conviertan en pan. "El respondi y dijo: Escrito est: No slo de pan vivir el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. "Entonces el diablo le llev a la santa ciudad, y le puso sobre el pinculo del templo, y te dijo: Si eres Hijo de Dios, chate abajo; porque escrito est: A sus ngeles mandar acerca de ti, y, en sus manos te sostendrn, para que no tropieces con tu pie en piedra. "Jess le dijo: Escrito est tambin: No tentars al Seor tu Dios. "Otra vez le llev el diablo a un monte muy alto, y le mostr todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, "Y le dijo: Todo esto te dar, si postrado me adorares. "Entonces Jess le dijo: Vete, Satans, porque escrito est: Al Seor tu Dios adorars, y a l solo servirs. "El diablo entonces te dej. (Mateo 4: 1-11). Aun nosotros, los miembros de la Iglesia, da tras da, y hora tras hora, nos vemos acosados por las tentaciones que asaltan nuestros pensamientos. Y debido a que para nosotros, de la misma manera que pas con Cristo, esas tentaciones son ms sutiles y taimadas que las tentaciones fcilmente reconocibles, es que voy a hablar brevemente sobre ellas. "Si eres Hijo de Dios, d que estas piedras se conviertan en pan. Sea lo que sea lo que Satans haga, no hay duda que trata de seducirnos por medio de nuestros apetitos. Para l es mucho mejor tratar de utilizar nuestras necesidades naturales en vez de esforzarse por crear otras artificiales. Jess sufri, real y comprensiblemente, hambre de alimentos, ya que era por medio de ellos que se mantena en la vida mortal. l haba ayunado por cuarenta das y cuarenta noches. Por qu no comer entonces? Todo pareca indicar que estaba a punto de terminar su ayuno, o

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El Mesas: un ejemplo de sencillez y autodominio

que lo hara muy pronto. Por qu entonces no convertir las piedras en pan y comer? La tentacin no radicaba en el hecho de comer. l haba comido antes, muy pronto lo volvera a hacer y seguira hacindolo por el resto de su vida terrenal. La tentacin radicaba en la sugerencia de Satans de hacerlo en esa forma, satisfaciendo su necesidad de comer en la forma ms fcil, abusando del poder que posea sin tener la fuerza de voluntad para esperar el momento apropiado y hacerlo en la forma correcta. Era la tentacin de convertirse en un Mesas prctico. Por qu complicarse la vida? Por qu negarse a uno mismo la satisfaccin de un placer cuando slo con un pequeo desliz se puede obtener lo ansiado? Pero Jesucristo no opt egostamente por procurarse un pan que no se haba ganado. Si hubiera sido necesario, l hubiese pospuesto su satisfaccin indefinidamente, en vez de aplacar su apetito con algo que no fuera de l. La expresin sexual es tambin una sagrada y sublime satisfaccin fsica, mediante la cual podemos obtener gozo. Es algo natural y apetecible; nos la ha dado Dios para que podamos ser como l. Pero hemos de recordar que no se nos ha dado gratis, ni en forma instantnea, ni fcilmente, ni tampoco como una cmoda corrupcin de los poderes eternos. Tenemos que ganarla, con tiempo y disciplina. Es como todo lo bueno: slo Dios tiene el derecho de otorgarla, y no Satans. Cuando un discpulo de Cristo se enfrenta con ese apetito inherente, debe decir sin vacilar: S, pero no de esa forma", sino a su tiempo, con amor y dentro de los lazos del matrimonio. La relacin fsica apropiada, correcta y santificada de un hombre y una mujer forma una parte tan importante del plan de Dios para nosotros, como el comer el pan de cada da, y quizs ms an. Pero no existe el Mesas prctico y cmodo. La salvacin slo se obtiene por medio de la disciplina y el sacrificio. Por lo tanto, ruego, tanto a los jvenes como a los viejos, que no sucumban a las tentaciones de la carne. "Si eres Hijo de Dios, chate abajo. Satans saba que el templo era el centro de la vida religiosa del pueblo israelita. Era all a donde llegara el Mesas prometido. Incluso en ese momento muchos estaban entrando y saliendo. 33

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Muchos de ellos, por causa de sus tradiciones e incredulidad, nunca aceptaran a Jess como su Redentor. La tentacin de Jess podra parafrasearse de la siguiente manera: "Por qu no te tiras, de manera espectacular, para que as cuando los ngeles te sostengan, como dicen las Escrituras, millones te sigan y crean en ti? Ellos te necesitan y t los necesitas a ellos para salvar su alma. Son el pueblo del convenio. Qu mejor que dejarles ver que t te tiras, sin miedo, de este templo sagrado y sales ileso? Entonces sabrn sin ninguna duda que ha llegado el Mesas". La tentacin aqu es an ms sutil que la anterior. Es una tentacin para el espritu, la de satisfacer un hambre mucho ms real que la del alimento. Lo salvara Dios? Lo hara? Tendra Jess la asistencia divina en ese impresionante ministerio que comenzaba en ese momento? Quizs antes deba asegurarse de que tendra el apoyo divino. Por qu no obtener una confirmacin espiritual, conseguir una congregacin leal y contestar a Satans con una demostracin del poder de Dios? Era el momento de hacerlo, de una forma fcil, desde el pinculo del templo. Pero Jess rehus sucumbir a la tentacin del espritu. Reprimirse y negarse fueron tambin parte de la preparacin divina. l podra haber ganado seguidores y recibido la certeza de que tendra ese apoyo. Pero no de esa forma. El todava no haba ganado ningn converso ni el bienestar que tan abundantemente se merecera. Su ministerio apenas haba comenzado. La recompensa llegara finalmente, pero aun el Hijo de Dios deba esperar. Por lo tanto, les ruego ser pacientes con respecto a las cosas del espritu. Quizs sus vidas han sido diferentes de la ma, pero lo dudo. Yo he tenido que luchar y esforzarme por saber cul es mi posicin delante de Dios. Como adolescente se me dificultaba orar, y ms an ayunar. Mi misin no fue fcil. Tuve que esforzarme mucho para poder completar mis estudios, para luego descubrir que la lucha continuaba. De adulto he llorado y suplicado, pidiendo gua. En realidad parece que nunca he podido obtener fcilmente ningn logro valedero, pero he vivido lo suficiente como para estar agradecido por ello. Es importante que conozcamos nuestro valor como hijos de 34

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Dios sin hacer algo tan dramtico como tirarnos desde el pinculo de un templo. Con excepcin de unos pocos de los que se ha profetizado, todos debemos hacer la obra de Dios de manera sencilla, evitando toda forma espectacular de hacerlo. A medida que ustedes se esfuercen por conocerlo, y descubrir que l les conoce; al invertir su tiempo, a pesar de lo difcil que pueda resultar, en un modesto y callado servicio, encontrarn que l verdaderamente a "sus ngeles mandar acerca de [ustedes], y, en sus manos [los] sostendrn . . . " (Mateo 4:6). Quizs no sea enseguida. Probablemente no vaya a ocurrir pronto, pero existe un propsito en el tiempo que lleva. Alegrmonos de nuestras cargas espirituales porque, si las llevamos bien, Dios nos hablar por su intermedio y nos utilizar para hacer su obra. Si muchas veces, cuando ms tratamos, ms difcil nos parece alcanzar algo, animmonos, ya que as ha sucedido con las mejores personas que han vivido sobre esta tierra. Finalmente, sintindose algo frustrado, Satans ir derecho al grano. Si no puede tentarnos ni fsica ni espiritualmente, entonces simplemente nos har una proposicin llana y abierta, como la que le hizo al Salvador. Desde la cima de una alta montaa, desde donde se pueden ver los reinos del mundo y su gloria, Satans dir: "Todo esto te dar, si postrado me adorares" Aqu Satans compensar la falta de sutileza por la grandiosidad de su oferta. No importa que los reinos no sean suyos y no tenga derecho a darlos. El simplemente le pregunt al gran Jehov, Dios de los cielos y la tierra: "Cul es tu precio? Has resistido al humilde pan, has resistido el convertirte en un Mesas espectacular, pero ningn hombre puede resistir las riquezas del mundo. Dime cul es tu precio". Satans acta guiado por su primer artculo de "falta de fe", la creencia de que en este mundo se puede comprar cualquier cosa con dinero. Llegar el da en que Jess gobernar esta tierra. l reinar sobre todos los principados y los poderes que hay en el mundo. l ser Rey de reyes y Seor de seores, pero no de esa forma. En realidad, para llegar a ese punto l ha tenido que seguir un camino sumamente difcil. Alcanzar su trono de gracia por medio de las

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congojas, dolores y sacrificios sufridos. Cerca de setecientos aos antes del nacimiento de Jess, Isaas profetiz de l: Despreciado y desechado entre los hombres, varn de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de l el rostro, fue menospreciado y no lo estimamos. Mas l herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados... "Angustiado l, y afligido, no abri su boca; como cordero fue llevado al matadero; y... no abri su boca." (Isaas 53:3, 5, 7.) Puede ser tan difcil ganarnos un lugar en el reino de Dios? Sin lugar a duda, tiene que haber una forma ms fcil. Podemos comprar nuestro lugar all? Todo hombre y toda mujer tienen un precio, no es as? Aunque algunas veces pensamos que s, en realidad no todos tienen un precio y algunas cosas no pueden comprarse. El dinero, la fama y la gloria terrenal no son nuestras metas eternas. Pero si no tenemos cuidado, el dinero, la fama y la gloria terrenal pueden conducirnos al tormento eterno. Aun cuando la Iglesia y ustedes y yo como individuos necesitamos cosas materiales para poder comer y vestirnos, y tambin llevar adelante la obra del reino, no tenemos por qu vender nuestra alma para lograr todo ello. En el mundo de hoy hay muchas personas que tratan de involucrar a otros en compras dudosas o seducirlos a invertir en la "nica oportunidad que se presenta en la vida". Ese tipo de oportunidades usualmente ofrece algo a cambio de nada, maneras fciles de hacer gran cantidad de dinero rpidamente y sin mucho esfuerzo. Lamentablemente, muchas personas confiadas han sido engaadas por intrigantes y deshonestos agentes de negocios. Nosotros podemos progresar en esta tierra, en el aspecto material, pero no de esa forma. Ganar el dinero necesario, cursar los estudios debidos y hacer todo esfuerzo honesto por elevar nuestra situacin econmica son todos aspectos importantes. El trabajar y empearse diligentemente y el hacerse merecedor de las bendiciones temporales son actos que valen la pena y valen el esfuerzo y la espera invertidos. Y finalmente llegarn las bendiciones, ms

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pronto a veces de lo que pensamos, mas no todo ser fcil, ni las obtendremos de la manera ms conveniente para nosotros. No es fcil vivir sin tener satisfacciones fsicas, seguridad espiritual o posesiones materiales, pero muchas veces debemos hacerlo, ya que en nuestro convenio cristiano no hay nada escrito que nos garantice facilidad y comodidad. Debemos trabajar diligentemente y hacer lo que es correcto, y de esa manera obtendremos lo que deseamos cuando sea el momento oportuno. Y cuando nos hayamos empeado y hallamos esperados aquello que pareca que nunca podramos obtener, vendrn los ngeles y nos servirn. (Vase Mateo 4.11.) Ruego al Padre que puedan recibir ese servicio angelical. En el nombre de Jesucristo. Amn. (Por Jeffrey R. Holland, Presidente de la Universidad de Brigham Young. Discurso publicado en marzo de 1989, en la revista Liahona, pgs. 19-24.)

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AUN HASTA EL FINAL

e uno al lder Hansen y a todos mis hermanos que han sido llamados recientemente a los qurumes de los Setenta y yo tambin expreso mi gratitud al Seor por el privilegio de este llamamiento y por esta oportunidad que se me da de servir. Es imposible explicar el sentido de responsabilidad o los sentimientos de incapacidad que uno tiene cuando se le llama a un ministerio como este. En todas estas semanas de introspeccin, repetidas veces me he sentido como Pablo lo explic una vez: ... abrumados sobremanera mas all de. . . nuestras fuerzas" (2 Corintios 1:8). Tambin me gustara expresar el agradecimiento que siento hacia mi familia, que me ha brindado su amor, que ha orado por m, que me ha confortado y apoyado toda mi vida, como slo una familia lo puede hacer. Slo ellos saben cuanto los amo, y slo yo se lo mucho que ellos significan para m, y lo significarn siempre. Esta tarde me gustara dar las gracias a los fieles miembros de la Iglesia por el voto de sostenimiento que me dieron en el mes de abril pasado. No es nada fcil "dar sostenimiento" a otra persona. Esa palabra quiere decir "apoyar" o, si se prefiere, "dar aliento". Cuando sostenemos la vida, la nutrimos, la prolongamos. Cuando apoyamos a un amigo o a un vecino o a un extrao en la calle, le brindamos nuestro sostn, le damos nuestra fortaleza y le prestamos ayuda; nos alentamos el uno al otro bajo el peso de las circunstancias presentes; llevamos las cargas de unos y otros bajo las abrumantes tensiones personales de la vida. Al igual que en todo lo dems, el Seor Jesucristo es nuestro ejemplo e ideal en lo que se refiere a brindar apoyo. l es la "mano derecha" suprema; l "todo lo sufre. . . todo lo espera" (vase 1 38

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Aun hasta el final

Corintios 13:7). En ningn momento demostr con mas claridad esa devocin inquebrantable que durante aquellos momentos finales de su etapa mortal, circunstancia en la que es muy posible que haya deseado tener el apoyo de los dems. Al prepararse la sagrada cena de aquella ultima semana de la Pascua, Jess se encontraba bajo una gran tensin emocional. Slo l sabia lo que le esperaba y, aun as, es posible que no haya comprendido el grado de dolor que deba padecer antes de que pudiera decir: "El Hijo del Hombre se ha sometido a todas ellas" (D. y C. 122:8). Durante la cena y en medio de esos pensamientos, Jess lentamente se levant, se ci el manto como lo habra hecho un esclavo o un siervo, se puso de rodillas y comenz a lavar los pies de los Apstoles. Ese pequeo grupo de creyentes en este nuevo reino iba muy pronto a enfrentarse con una de las pruebas ms difciles, de modo que l puso a un lado su creciente angustia para servir y fortalecer, una vez mas, a sus discpulos. No importaba que ninguno de ellos le hubiera lavado los pies. Con la mayor humildad, l continu enseando y lavndoles los pies. Hasta el ltimo momento, y aun despus, les brind su apoyo y les sirvi. Juan, quien estuvo all y lo presenci todo, escribi: " . . . como haba amado a los suyos que estaban en el mundo, los am hasta el fin" (Juan 13:1). As fue, y as tenia que ser, durante toda la noche, a travs del dolor y para siempre. l siempre habra de ser la fortaleza de ellos, y ni siquiera la angustia de su propia alma le impidi ser el apoyo de los dems. En un silencio baado por la luna de aquella noche del lejano oriente, l carg sobre sus hombros todo intenso dolor, toda profunda pena, todo gran error y dolor humano que se hubiera tenido o cometido desde el comienzo de los tiempos. Pero en un momento como ese, cuando alguien pudo habrselo dicho l en cambio nos dice: "No se turbe vuestro corazn, ni tenga miedo" (Juan 14:27). "... vosotros llorareis. . .", dijo, estaris tristes, solos, atemorizados y hasta a veces sufriris persecucin: "pero. . .

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vuestra tristeza se convertir en gozo. . . confiad, yo he vencido al mundo" (Juan 16:20, 33; cursiva agregada). Cmo pudo l hablar as, de gozo y confianza, en una noche como aquella en que saba todo el dolor que le esperaba? Pero esas son las bendiciones que l siempre dio y esa es la forma en que siempre habl, aun hasta el momento final. No sabemos hasta que grado sus discpulos llegaron a comprender los sucesos que estaban por acontecer, pero si sabemos que Cristo hizo frente a esos ltimos momentos totalmente solo. Durante uno de esos comentarios sencillos y sinceros que l hizo a sus hermanos, dijo: "Mi alma esta muy triste, hasta la muerte" (Mateo 26:38). Y entonces se alej para hacer lo que slo l poda hacer. La Luz del Mundo se alej de la compaa humana y fue al Getseman a luchar, solo, con el prncipe de las tinieblas. Y entr en l, se arrodill, se postr sobre su rostro y, llorando con una angustia que ni vosotros ni yo jams conoceremos, dijo: "Padre mo, pase de m esta copa" (Mateo 26:39). Pero l sabia que, para nuestro beneficio, no poda ser as y que por lo tanto deba beber la amarga copa hasta el final. Sus discpulos, comprensiblemente, estaban cansados y muy pronto se durmieron. Pero Jess? No tena l sueo? No estaba acaso tambin fatigado? Cundo recibira el descanso y el sueo que podran brindarle las fuerzas que necesitaba para enfrentar esa terrible prueba? Simplemente no le preocupaba, y parecera que nunca le preocup. l perdurar siempre hasta el fin; l triunfar; El no titubear ni decaer. Aun en la cruz reinara con la benevolencia y el aire de un Rey. De los que le desgarraron la carne y le derramaron la sangre dijo: "Padre, perdnales, porque no saben lo que hacen" (Lucas 23:34). Y al ladrn arrepentido, que estaba a su lado, tiernamente le prometi el paraso. Y a su amada madre, a quien no pudo hacer un gesto de amor con sus manos, simplemente la mir y le dijo: "Mujer, he ah tu hijo". Entonces le encomend a Juan que la cuidara, dicindole: "He ah tu madre" (Juan 19:26-27). Hasta el ltimo momento se preocup por los dems, y en especial por ella. Y por ltimo, cuando deba pisar, l solo, el lagar de redencin, podra l perseverar hasta el momento ms terrible de todos, el 40

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dolor mas profundo y angustiante el cual no fue causado por las espinas de la corona, ni los clavos de las manos y los pies, sino por el terror de sentirse total y absolutamente solo? "Eloi, Eloi, lama sabactani?. ...Dios mo, Dios mo, por qu me has desamparado?" (Marcos 15:34). Puede l cargar con todos nuestros pecados y con nuestro temor y soledad? As lo hizo, as lo hace y as lo har. No tenemos idea de cmo se puede tolerar un dolor de esa magnitud, pero no es de extraarse que el sol haya escondido su faz avergonzado, ni que el velo del templo se haya rasgado, ni que la tierra misma se haya crispado ante el tormento de este hijo perfecto. Y por lo menos uno de los centuriones romanos, que lo presenci todo, sinti lo que todo aquello significaba, y no es de extraarse que haya pronunciado la declaracin eterna: "Verdaderamente este era el Hijo de Dios" (Mateo 27:54). En la vida todos tenemos temores y fracasos. A veces las cosas no suceden como lo deseamos y, tanto en forma privada como en publica, nos sentimos aparentemente abandonados, sin fuerzas para seguir adelante. A veces la gente nos falla, o la situacin econmica y otras circunstancias marchan mal y la vida, con sus pesares y problemas, puede hacernos sentir muy solos. Sin embargo, yo os testifico que cuando pasemos por esas dificultades, hay algo que nunca jams nos fallara. Hay algo que pasara la prueba de todos los tiempos, de toda tribulacin, de todo programa y de toda trasgresin; algo que nunca falla, y es el amor puro de Cristo. Moroni clam al Salvador del mundo de esta manera: ". . .recuerdo que tu has dicho que has amado al mundo, aun al grado de dar tu vida por el mundo. . . Ahora se", escribi, "que este amor que has tenido por los hijos de los hombres es la caridad" (Eter 12:33-34). Despus de haber visto desaparecer una dispensacin y toda una civilizacin, Moroni, concluye, dirigindose a cualquiera que desee orle en los ltimos das: " . . . si no tenis caridad, no sois nada" (Moroni 7:46). Slo el amor puro de Cristo puede salvarnos. El amor de Cristo es sufrido y benigno; el amor de Cristo no se envanece ni se irrita fcilmente. Slo Su amor le permite a l, y a 41

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nosotros, sufrir todas las cosas, creer todas las cosas y soportar todas las cosas. (Vase Moroni 7:45.) "Oh amor refulgente, divino amor. Grande es mi deuda de gratitud, Que de su ofrenda parte soy Y cabida me da en su corazn. (El Padre nos amo tanto, Himno, N 112).) Yo testifico que Cristo nos ama hasta el fin a todos los que estamos en el mundo; su amor puro nunca deja de ser; ni ahora, ni nunca. De ese voto de apoyo divino para todos nosotros yo testifico en esta su Iglesia verdadera y viviente, en el nombre de Jesucristo. Amen.

(Por el Elder Jeffrey R. Holland del Primer Qurum de los Setenta. Discurso pronunciado en la conferencia General Semestral nmero 159 de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los ltimos Das, en la Sesin del sbado por la tarde, el 30 de septiembre de 1989. desde el Tabernculo de la Manzana del Templo, en Salt Lake City, Utah. Discurso publicado en la revista Liahona en enero de 1990, pgs. 25-27.)

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"ASEGRATE DE ACUDIR A DIOS PARA QUE VIVAS"

sta maana, deseara hablar y saludar no solo a los miembros de la Iglesia, sino a todos aquellos que no pertenecen a nuestra fe y que nos estn escuchando a travs de la radio o la televisin. Gracias por unirse a nosotros en esta hermosa maana de otoo. En todas las pocas, la vida ha tenido sus problemas. Seguramente el nombre de Oscurantismo que se dio a la Edad Media fue apropiado para esa poca, y a nadie de entre nosotros le entusiasma la idea de regresar ni siquiera a los aos posteriores a ese tiempo, digamos a la poca de la Guerra de los Cien Aos o a la de la Plaga Negra (siglo 14 en Europa). No, estamos contentos de haber nacido en un siglo de inapreciables bendiciones materiales; sin embargo, en comunidad tras comunidad, en grandes y pequeos pases, vemos que tanto personas como familias sufren cada vez mas de ansiedad y temor. Parecera que el desaliento, la depresin y la desesperacin son nuestra "Plaga Negra" contempornea. Vivimos, como dijo Jess que sucedera, en una poca de angustia y confusin (vase Lucas 21:25). Sabemos que algunos de los sufrimientos ms grandes ocurren en silencio, en el dolor de una vida solitaria. Pero, una parte de ese sufrimiento se expresa en forma mas violenta. Hay millones de personas en el mundo, dice un comentarista, "enojados, armados y peligrosos". En muchas ciudades, el que se dispare a alguien desde un vehculo en marcha es algo que ya no llama la atencin, y muchos jovencitos llevan un arma a la escuela igual que anteriormente llevaban la merienda. La gente esta cada vez mas convencida de que vivimos en una 43

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poca de desorden y confusin; de que nadie parece tener la sabidura ni el poder para enderezar las cosas. Hay gobiernos que presiden, pero que no tienen poder; la gente ya no se enorgullece de sus vecindarios ni conserva los valores de sus comunidades y, muy a menudo, el hogar es un fracaso alarmante. Mas an, muchas de las soluciones sociales y polticas de la actualidad por lo general no son muy eficaces; de manera que, esos doctores "... permanecen al lado del paciente, esa humanidad afiebrada y delirante; desacreditados y pasmados... sin saber de qu forma encontrar la solucin" (Charles Edward Jefferson, The Character of Jess, Salt Lake City: Parliament Publishers, 1968, pg. 17.) Permtanme tener la osada de sugerir cmo encontrar esa solucin. En trminos simples, debemos volvernos hacia Dios; debemos reafirmar nuestra fe y aferrarnos a la esperanza. Cuando sea necesario, debemos arrepentirnos y, por supuesto, necesitamos orar. La ausencia de la fidelidad espiritual es lo que nos lleva a los problemas morales de los ltimos aos del siglo veinte. Hemos sembrado en vientos del escepticismo religioso y estamos segando en los torbellinos de la desesperacin de las filosofas existencialistas. Sin fe religiosa, sin reconocer la realidad y la necesidad de una vida espiritual, el mundo sin sentido es un lugar horrible. Solamente si el mundo tiene sentido, en el mbito espiritual, les es posible a los seres humanos seguir adelante y continuar tratando. Al igual que Hamlet tan prudentemente implor, as debe ser: "ngeles y ministros de piedad, amparadnos!" (Acto primero, escena IV). Mi testimonio hoy da es acerca de los ngeles y ministros piadosos que siempre nos defendern si, como el profeta Alma nos amonest, cuidamos estas cosas sagradas, si acudimos a Dios para vivir (vase Alma 37:47). Mas oracin y humildad, mas fe y perdn, mas arrepentimiento y revelacin, y mas fortaleza del cielo es lo que necesitamos para encontrar el remedio y la liberacin necesarias para curar a la "humanidad ferviente y delirante". Testifico esta maana del amor ilimitado de Dios hacia Sus 44

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Asegrate de acudir a Dios para que vivas

hijos, de Su deseo continuo de ayudarnos a sanar nuestras heridas, en forma individual y colectiva. l es nuestro Padre, y Wordsworth (poeta ingls, 1770-1850) sabiamente escribi que venimos a la tierra "en nubes de gloria... de Dios, que es nuestro hogar". Pero, en demasiados casos, no encontramos creencias modernas acerca de un Padre Celestial y, cuando existe una creencia en l, a menudo esta equivocada. Dios no esta muerto ni es un amo ausente. No es un Dios descuidado, caprichoso ni irritable y, por sobre todo, no es una especie de arbitro divino a la espera de que cometamos una falta para castigarnos. El primero y grande mandamiento sobre la tierra es que amemos a Dios con todo nuestro corazn, alma, mente y fuerza (vase D. y C. 59:5; Mateo 22:37), porque con toda seguridad la primera y gran promesa en los cielos es que El siempre nos amara de esa forma. Mucho de lo que tantos piensan sobre Dios (si verdaderamente piensan en l) debe de hacerlo llorar. En realidad, sabemos que lo hace llorar. Podra haber una escena ms conmovedora que esta conversacin registrada por Moiss? "Y aconteci que el Dios del cielo mir al resto del pueblo, y llor; . . . "Y dijo Enoc al Seor: Cmo es posible que tu llores, si eres santo, y de eternidad en eternidad? Por que llora El? "El Seor dijo a Enoc: He all a estos, tus hermanos; son la obra de mis propias manos, y les di su conocimiento... y... le di al hombre su albedro; "Y a [ellos]... he dado mandamiento, que se amen el uno al otro, y que me prefieran a m, su Padre, mas he aqu, no tienen afecto y aborrecen su propia sangre; "...todos los cielos lloraran sobre ellos... por tanto no han de llorar los cielos, viendo que estos han de sufrir?" (Moiss 7:28-29, 32-33, 37). Nos defienden ngeles y ministros de gracia? Estn a nuestro alrededor, y su soberano sagrado, el Padre de todos nosotros esta deseoso de bendecirnos en este mismo instante. La misericordia es Su misin y el amor Su nica obra. John Donne (poeta ingls, 1573 - 1631) dijo en una oportunidad que "... pedimos 45

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nuestro pan de cada da y Dios nunca dice debiste haber venido ayer...'[sino que nos dice] Si deseas escuchar mi voz hoy da, yo escuchar la tuya... si has estado en la oscuridad hasta ahora, en el invierno de la vida nublado y sin sol, dejado y olvidado, asfixiado y aletargado hasta ahora, an Dios viene a ti, no como en el atardecer del da sino como el sol del medioda, para desplazar toda sombra..." (Collected. Sermons). Alma ense esa verdad a su hijo, Helamn, suplicndole que confiara en Dios. Le dijo que Dios era "pronto para or los clamores de su pueblo y contestar sus oraciones". Por experiencia personal, Alma testific: "Y he sido sostenido en tribulaciones y dificultades de todas clases... Dios me ha librado... y pongo mi confianza en l, y todava me librar" (Alma 9:26; 36:27). Mi testimonio en esta maana es que El tambin librar al resto de nosotros, que l librar a toda la familia humana s (cuidamos) estas cosas sagradas" y "[acudimos] a Dios para... [vivir]" La ms grande afirmacin de esa promesa que se ha dado al mundo, fue la ddiva del perfecto y amado Hijo Primognito de Dios, un don que no se dio para condenacin del mundo sino para apaciguar, salvar y dar seguridad al mundo: "Porque de tal manera am Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unignito para que todo aquel que en l cree, no se pierda, mas tenga vida eterna" (Juan 3:16; cursiva agregada). Katie Lewis es mi vecina; su padre, Rand