Discurso Soledad Buendía, Ministra Coordinadora de la Política y GAD

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Compañero Presidente, compañeras y compañeros: La vida –como la lucha por los ideales- es una continua sucesión de ciclos en los que se cierran y se abren nuevas batallas, nuevos caminos, nuevos puertos. Provengo de un compromiso con la vida, con la revolución y con este proceso de transformación de nuestro país, desde la calle militante, desde la lucha por la igualdad de las mujeres, desde la acción. Provengo del convencimiento de la política ejercida con y para la ética. Provengo de la admiración y el orgullo de su liderazgo transparente, compañero Presidente, de ese, que en su momento nos convocó a llevar una bandera, a caminar, a estrechar las manos de las y los ciudadanos abrigados de esperanza, para no ser una hacienda bananera más, un paraíso fiscal o una colonia; de ese liderazgo que nos convocó a tomar las riendas de la vida de nuestro país demostrándonos capaces y decididos aprobamos una Constitución para el Buen Vivir. De ese liderazgo que no ha defraudado la esperanza de los más pobres, de ese, que nos llamó a defender la vida y la democracia en los aciagos días de septiembre o el que nos convoca a diario a construir y profundizar la Revolución Ciudadana. Y hoy, como una militante más, como una ciudadana actora de una historia que la escribimos colectiva y entusiastamente, tengo el honor de recibir su confianza para asumir el cargo de Ministra Coordinadora de la Política y Gobiernos Autónomos Descentralizados, en un tiempo crucial, en un tiempo en el que el pasado querrá –sin lograrlo- arrebatarnos este proceso irreversible de cambio y en el que la Patria saldrá victoriosa y fortalecida. Y es preciso referirse al pasado para entender el momento que hoy vivimos. En el imaginario construido por quienes mal gobernaron nuestro país, la acción política se construía debajo de la mesa, con pactos a espaldas de la ciudadanía, con un festín de privilegios utilizados como mercancía corriente en el reparto de la riqueza nacional. No por nada la política fue entendida como una actividad sucia, traicionera, ingrata. Prohibido olvidar! Si -entre las muchas cosas que la Revolución Ciudadana está haciendo por el país- pudiéramos mencionar algunas, sin duda una de esas será la recuperación de la ética en la acción política. El diálogo y el debate son esenciales en la construcción de los consensos para la gobernabilidad, pero solo pueden fundarse en el horizonte de

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Discurso de la Ministra Coordinadora de la Política y GAD, Ing. María Soledad Buendía

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Compañero Presidente, compañeras y compañeros:

La vida –como la lucha por los ideales- es una continua sucesión de ciclos en los que se cierran y se abren nuevas batallas, nuevos caminos, nuevos puertos.

Provengo de un compromiso con la vida, con la revolución y con este proceso de transformación de nuestro país, desde la calle militante, desde la lucha por la igualdad de las mujeres, desde la acción. Provengo del convencimiento de la política ejercida con y para la ética.

Provengo de la admiración y el orgullo de su liderazgo transparente, compañero Presidente, de ese, que en su momento nos convocó a llevar una bandera, a caminar, a estrechar las manos de las y los ciudadanos abrigados de esperanza, para no ser una hacienda bananera más, un paraíso fiscal o una colonia; de ese liderazgo que nos convocó a tomar las riendas de la vida de nuestro país demostrándonos capaces y decididos aprobamos una Constitución para el Buen Vivir. De ese liderazgo que no ha defraudado la esperanza de los más pobres, de ese, que nos llamó a defender la vida y la democracia en los aciagos días de septiembre o el que nos convoca a diario a construir y profundizar la Revolución Ciudadana.

Y hoy, como una militante más, como una ciudadana actora de una historia que la escribimos colectiva y entusiastamente, tengo el honor de recibir su confianza para asumir el cargo de Ministra Coordinadora de la Política y Gobiernos Autónomos Descentralizados, en un tiempo crucial, en un tiempo en el que el pasado querrá –sin lograrlo- arrebatarnos este proceso irreversible de cambio y en el que la Patria saldrá victoriosa y fortalecida.

Y es preciso referirse al pasado para entender el momento que hoy vivimos. En el imaginario construido por quienes mal gobernaron nuestro país, la acción política se construía debajo de la mesa, con pactos a espaldas de la ciudadanía, con un festín de privilegios utilizados como mercancía corriente en el reparto de la riqueza nacional. No por nada la política fue entendida como una actividad sucia, traicionera, ingrata. Prohibido olvidar!

Si -entre las muchas cosas que la Revolución Ciudadana está haciendo por el país- pudiéramos mencionar algunas, sin duda una de esas será la recuperación de la ética en la acción política. El diálogo y el debate son esenciales en la construcción de los consensos para la gobernabilidad, pero solo pueden fundarse en el horizonte de

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la consecución de las políticas públicas para el Buen Vivir, de lo político en estricto sentido: el interés colectivo y nacional por sobre todas las cosas, la lucha contra la corrupción, el combate a la pobreza y las desigualdades, la inversión pública para sembrar y cosechar un futuro con dignidad, la soberanía, las oportunidades, el talento humano. En consecuencia, ninguna acción política puede fundarse en el interés de grupo o sector, en la cesión a las presiones. Eso no es hacer política y no regresaremos en el tiempo.

La relación del Ejecutivo con las funciones del Estado y con los actores políticos solo es admisible en un marco ético, sabiendo que la única interlocución posible es aquella que se funda en tres condiciones de partida: primero la Patria, segundo la Patria y tercero la Patria.

Quiero agradecer su confianza, asumo este reto con el entusiasmo propio de una mujer luchadora y convencida de la hermosa y difícil tarea que ahora me encomienda y que no defraudaré.

No quiero perder la oportunidad para dedicar unas palabras de amor y gratitud para mi compañero, esposo y amigo Edwin Jarrín, quien ha efectuado un trabajo extraordinario en la Secretaría Nacional de Transparencia de Gestión. Gracias por ser un revolucionario en toda la extensión de la palabra! Mi admiración y reconocimiento porque la revolución la hacemos en el día a día con profundo amor.

Para concluir, parafraseando a la enorme Gabriela Mistral, en esta enorme tarea encomendada, empeño mi corazón, el que yo exprimo para teñir el lienzo de la vida de rojez.

Hasta la victoria siempre!