Discurso para la inauguración de la Universidad Experimental Yachay

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En este discurso me pronuncio sobre el hito histórico que supone la Universidad Experimental Yachay. Una ciudad de investigación e innovación que articulará al sector público y privado para el cambio de la matriz productiva del Ecuador.

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LA GENERACIÓN YACHAYRompiendo con la historia:

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René Ramírez Gallegos

Discurso en la inauguración de la Universidad Experimental Yachay

LA GENERACIÓN YACHAYRompiendo con la historia:

2015

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Ficha catalográfica

Rompiendo con la historia: la generación Yachay / René Ramírez –

1ª ed. – Quito: Senescyt, 2015

20 págs.; 14,85 x 10,5 cm

ISBN Obra Independiente: 978-9978-339-06-0

1. Filosofía política. 1. René Ramírez

Registro de Derechos de Autor No. 045254

Secretaría de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación

Matriz: Whymper E7-37 y Alpallana, edificio Delfos.

Telfs.: (+593 2) 2505660 / 2568378 / 2562926

www.educacionsuperior.gob.ec

Maqueta y diagramación: Jackeline Herrera

Diseño portada: Jackeline Herrera

Dirección de Comunicación de la Secretaría de Educación Superior,

Ciencia, Tecnología e innovación

Quito - Ecuador, 2015

CC BY-NC-SA 4.0Reconocimiento - NoComercial - CompartirIgual (cc by-nc-sa 4.0): No se permite un uso comercial de la obra original ni de las posibles obras derivadas, la distribución de las cuales se debe hacer con una licencia igual a la que regula la obra original.

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La generación Yachay

Estudiantes de la universidad Yachay del Ecuador, profesoras y pro-fesores, investigadoras e investigadores, padres y madres aquí pre-sentes, amigos y amigas que habitan en Urcuquí, asambleístas y autoridades, compañero Jorge Glas, Vicepresidente de la República, compañero Presidente Rafael Correa:

Permítanme empezar con una reflexión a propósito de una de las grandes disyuntivas que vive Ecuador hoy en día. Deben saber ustedes que en la actualidad cada cinco años se duplica el conocimiento a nivel mundial; estoy hablando de la producción de nuevo conocimiento.

Esto implica que los países que no generamos conocimientos, cada cinco años somos el doble de ignorantes, y sobre todo el doble de dependientes de lo que producen otros. Como sociedad e individual-mente, podemos tomar la decisión de no entrar en la sociedad del conocimiento, la innovación y la creatividad, y simplemente acelerar nuestra dependencia y profundizar nuestra ignorancia.

Sin embargo, lo que no podremos evitar, si decidimos deliberada-mente no entrar en la sociedad del conocimiento y la innovación, es dejar de entrar en la sociedad de la ignorancia.

Tal disyuntiva es producto de un escenario mundial que ha llevado a los países del Sur del planeta a un neo-dependentismo profunda-mente complejo. En efecto, hemos pasado del dependentismo de la manufactura, al dependentismo de la mentefactura, que es producto del capitalismo cognitivo.

ROMPIENDO CON LA HISTORIA: LA GENERACIÓN YACHAY

Discurso de René Ramírez en la inauguración de la Universidad Experimental Yachay

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La Revolución Ciudadana entiende que no tenemos alternativas ante este asunto. O buscamos acortar distancias o quedamos aislados y subordinados como país ante las grandes líneas de la innovación y la ciencia. El intercambio desigual en este nuevo orden mundial no solo es de bienes y servicios. Tampoco es solo ecológico. Este inter-cambio injusto es sobre todo cognitivo-informático. Ecuador es uno de los países más abiertos de la región en términos comerciales (el índice de apertura podría corroborar lo dicho); no obstante, es tam-bién de los más desconectados e incomunicados con los circuitos globales de producción y generación de conocimiento. Es decir, es-tamos abiertos en términos de comercialización de bienes y servicios, pero a la vez estamos completamente cerrados al mundo en términos de producción cognitiva.

Como bien ha señalado el Presidente de la República, ni bobo aper-turismo, ni bobo proteccionismo: lo que necesitamos es una inser-ción inteligente en el sistema-mundo, en el marco de las necesidades propias de nuestro país y del momento histórico que está atravesan-do. Pero esta inserción inteligente solo puede lograrse si somos ca-paces de producir inteligencia social, que significa tener la capacidad de innovar para resolver nuestros problemas del modo más eficaz y justo posible.

Podría afirmar, sin temor a equivocarme, que nunca antes de la Revolu-ción Ciudadana un gobierno ecuatoriano había procurado hacer de la educación el principal motor de transformación social y productiva del país. En el campo de la cartera de educación superior a mi cargo, solo por mencionar algunos ejemplos del esfuerzo realizado, cabe recordar que se ha invertido en talento humano como nunca antes en la historia del país: los 8.000 becarios que están estudiando en las mejores universi-dades del mundo; la inversión presupuestada de 308 millones de dólares para la reconversión de institutos técnicos y tecnológicos que permitirán incrementar la oferta en casi 100 mil nuevos estudiantes; el incremento

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de 27 a 170 millones de dólares en crédito educativo (con menores tasas de interés y más largos tiempos para el pago); el aumento de la inver-sión para, finalmente, concretar el Sistema Nacional de Nivelación y Ad-misión, que ha permitido una radical democratización en el acceso a la educación superior (hoy en día, Ecuador es el país con mayor acceso a la universidad del quintil más pobre de la región). Con todo esto, la inversión en educación superior ha subido del 1,1% del PIB al 2% desde el 2007 hasta el presente. Aquello posiciona al Ecuador como el país de América Latina con mayor inversión en educación superior de la región.

A esto debe agregarse la inversión pública en el mayor salvamento académico y social de la historia del Ecuador desde el regreso a la democracia. Esto es el Plan de Contingencia para remediar una de las mayores estafas y mentiras sociales que ha vivido el país: tener 40.000 estudiantes en universidades de garaje e incluso universi-dades fantasmas de pésima calidad. A esto también hay que sumar los 1.100 millones presupuestados para la fundación, edificación y puesta en marcha de las cuatro nuevas universidades: Ikiam, UNAE, UNIARTE y Yachay.

Si bien en términos sociales, y analizando comparativamente con el resto del mundo, Ecuador ha dado saltos sustanciales, dicho cambio no ha venido acompañado de importantes transformaciones y mejo-ras en el ámbito productivo. De hecho, uno de los mayores problemas del Ecuador es el bajo nivel de productividad de su economía. Esta desconexión entre lo social y lo productivo es un asunto a resolver con la mayor celeridad y lucidez posibles. Nuestra apuesta es pro-ducir una articulación entre ambos campos a través de un eslabón que ni el Estado, ni el mercado había impulsado antes de nuestro gobierno: me refiero al establecimiento de la política nacional para promover el desarrollo de la ciencia, la tecnología y la innovación.

Aquí radica la importancia de Yachay. La ciudad de la innovación

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Yachay, la “innópolis” Yachay, es una apuesta para romper con la historia de dependencia cognitiva del Ecuador. Simbólicamente, esta ciudad de la innovación debe ser vista como el espacio que afirma una gran un pacto nacional por la construcción en Ecuador de una sociedad del conocimiento y la innovación, en donde trabajan de la mano el sistema universitario, el sector productivo, el Estado em-prendedor y los actores sociales diversos.

La inversión en educación, en general, y en educación superior, en particular, sin una articulación con el sistema de innovación científico-tecnológico que esté, a su vez, articulado al aparato productivo, no conlleva a una mejora económica sustantiva y sistemática y, sobre todo, a un cambio del régimen de acumulación. En el corazón de esta innópolis se coloca la “Universidad de Investigación de Tecnología Experimental Yachay” porque aquí radica lo más importante que requiere un proyecto tan ambicioso como este: el talento humano constituido por su planta académica y el semillero que se encuentra en sus aulas.

Personalmente, cuando hablo de Yachay pienso en la generación de un sistema de innovación del país. Esto implica una interconexión colaborativa entre el sistema universitario existente (con sus 55 uni-versidades) y el resto de la sociedad a través de objetivos comunes. Sabemos bien que si una flor puede ser la señal de un cambio de estación, esa flor por sí sola no hace primavera.

Esta precaución vale especialmente contra aquellos agoreros perma-nentes del fracaso, que piensan en pequeño, en sus reducidos y con-trolables cotos de caza; para aquellos que creen que Yachay implica la muerte del resto del sistema. Dejemos de ver a cada universidad de una manera autárquica, aislada, y empecemos a verla dentro del bosque; es decir, el rol que desempeña mancomunadamente dentro del sistema y dentro de la sociedad.

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Yachay es una invitación a construir un sistema de colaboración para la generación de conocimiento innovador que nos permita salir del dependentismo cognitivo en que vivimos. Sin independencia no hay nación.

¡Construir Yachay es construir la nueva Patria!

¿Ustedes creen que esta obsesión por transformar el sistema de educación superior es fortuita? No es un capricho el propósito de transformar el sistema universitario. Buscamos la transformación del sistema universitario porque creemos que juega un rol estratégico en la transformación social.

En este marco, vale la pena señalar que no podemos darnos el lujo de la mediocridad. La mediocridad implica una pérdida social; un despilfarro injustificado. Todo lo que no sea excelencia es susceptible de mejora, y debemos buscar la mejora constante. No podemos ser autocompla-cientes y limitar nuestras expectativas a ser los mejores dentro del sis-tema ecuatoriano o incluso regional. El referente es otro: el referente es el mundo. Y no me cabe la menor duda que la Universidad Yachay será en poco tiempo una de las mejores de la región y, más temprano que tarde, se ubicará en los más altos sitiales mundiales.

Esto depende, lo anticipo desde ya, de la continuidad de procesos políticos que coloquen a la Patria y a los intereses generales por encima de las puras fuerzas del mercado y de los intereses foráneos que pro-curan enraizar en la historia la dependencia cognitiva de los países del Sur. La ruptura de dicha dependencia requiere juntar mentes, investiga-ciones, académicos y emprendedores comprometidos con la verdad y el cambio. Muchos de ellos están aquí en Ecuador y otros vienen del mundo. Lamentablemente, algunas voces reducen su crítica al proceso que hoy inauguramos bajo el fácil lema de “ecuatorianizar la reforma”. Se trata de un discurso pseudo-nacionalista, que significa lisa y llana-

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mente bajar estándares de calidad en las universidades ecuatorianas.

Que quede claro, Ecuador: ¡adiós a la mediocridad! En ese sentido, hemos demostrado al Ecuador y al mundo que lo que se ha planteado es viable. Que grandes sueños pueden hacerse realidad. Que somos capaces. Que la voluntad política, la claridad de objetivos y la inteli-gencia cooperativa son los catalizadores para romper los profundos problemas estructurales del país.

Solo como ejemplo, se había afirmado que era imposible conseguir profesores e investigadores con PHD en áreas de las ciencias funda-mentales. La Universidad Yachay se da el lujo de tener a todos sus profesores y profesoras para la nivelación (40) con el mayor grado de formación que se puede alcanzar en el mundo académico; es decir, todos con PHD, con trayectorias académicas dignas de las univer-sidades de mayor prestigio internacional. Asimismo, la Comisión Gestora de la Universidad Yachay, que acaba de nombrar el Sr. Presi-dente de la República del Ecuador, cumple con estándares académi-cos de talla mundial.

Frente a aquellos que nos seguirán diciendo “neocoloniales” por nues-tra política de buscar estar conectados a los circuitos mundiales del conocimiento, coherentemente defenderemos, sin contradicciones, la ciudadanía universal y también las ciencias sin fronteras porque el conocimiento es un bien público; pero eso sí, en el marco de las necesi-dades del país y la patria grande.

Desde sus orígenes, Yachay nació conectada con el mundo: desde el diseño del campus hasta sus mallas curriculares. Todo lo que puedan imaginarse que entra en la fundación y puesta en marcha de una univer-sidad de este calibre estuvo sometido a una evaluación y auditoría aca-démica internacional. Aquí radica una de las virtudes de este proyecto universitario: que nace cosmopolita, pero pensado en función de nues-

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tra estrategia de desarrollo nacional. No es fruto del azar que esta casa de estudio e investigación ofrezca carreras científicas e ingenierías que se articulan con sectores estratégicos e industrias básicas que son cen-trales para el proceso de cambio de la matriz productiva que impulsa el Gobierno Nacional.

Tampoco es fortuito que la primera empresa del parque tecno-indus-trial que residirá en Yachay sea ENFARMA (que es la empresa pública de medicamentos); ni que una de las carreras planificadas sea la ingeniería en bio-farmacología; ni que la cuarta parte de las tierras de la innópolis Yachay esté destinada a la agricultura. Tampoco es coincidencia que una de las áreas priorizadas dentro de las líneas de investigación de la universidad sea el estudio del incremento de la productividad agrícola-ganadera del país.

Parafraseando a un amigo científico, Yachay se ha constituido a partir de “pensar en mundo, mirar en nano y actuar en meso”; es decir, tener una inserción inteligente —y de inteligentes— en el sistema-mundo a través de la ciencia para la transformación social del país. ¡Pensar, investigar, actuar!

Estimados y estimadas estudiantes, voy a confesar algo… ¡No saben la envidia que les tengo! Estudiar en esta universidad es un lujo impensable en Ecuador antes de la Revolución Ciudadana. Si un 26 de julio de 1972 se llenó el primer barril de petróleo para la exportación y comenzó el “boom del petróleo” en el país, simbólicamente y de manera análoga podría señalar que hoy 31 de marzo de 2014 arranca la primera generación de Yachay, y con ello inicia un ciclo que esperemos genere un nuevo boom: el “boom del conocimiento”.

Este es el verdadero factor de cambio en la matriz productiva. Esta apuesta, es una apuesta para romper con la historia. Implica pasar de la economía de los recursos finitos a la economía de los recursos

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infinitos: la de las ideas, las ciencias, la creación, la innovación, la inteligencia.

Permítanme terminar con dos momentos históricos mundiales para ilustrar lo que representa Yachay política, económica e históricamente en Ecuador, en el marco de lo que significa la producción científica. Los momentos a los que me refiero son la revolución industrial y el viaje transatlántico de Cristóbal Colón a América.

Generalmente, se ha interpretado que la revolución industrial fue im-pulsada por la tecnología, y que tal revolución cambió el rumbo de la historia mundial. En otras palabras, se sostiene que “el desarrollo cientí-fico y tecnológico se aplica al proceso productivo, y a su vez el proceso productivo y económico es el que produce riqueza, genera bienestar y lleva a la plena realización política de las sociedades” (Dussel, 2014).

Siguiendo al filósofo Enrique Dussel, voy a sostener que sucede lo contrario: son los proyectos económicos los que determinan las revoluciones tecnológicas. Proyectos que obviamente necesitan de la voluntad política para concretarse. En sus palabras: “La revolución industrial no fue el fruto de la aplicación de inventos tecnológicos subsumidos por el proceso de producción sino a la inversa: la ‘competencia’ (como construcción deliberada) fue la que exigió que el capital tuviese mejor tecnología, es decir, la necesidad de construir un mercado (competitivo) fue la que produjo la revolución industrial y fue el primer sistema económico de la historia que exigió el desarrollo tecnológico para poder competir con los capitales locales o de otros países”.

Pensemos ahora en las carabelas que llevaron a Colón a nuestro continente. Podemos confirmar que esta tecnología se inventó por la necesidad de romper el enclaustramiento económico de la corona española con el fin de llegar a mercados lejanos y romper con el límite de lo que implica movilizarse únicamente por el territorio continental.

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¿Cuál es el corolario de estos dos hechos históricos? Debemos tener claro que la ciencia per se no produce milagros. Es la voluntad políti-ca de querer cambiar la historia la que produce transformaciones sociales, y los cambios estructurales no se hacen de la noche a la mañana pues requieren de sistematicidad, planificación y coherencia. Esto último significa que si bien debemos ir a la velocidad de lo que implica una revolución, no se pueden buscar atajos que la compro-metan en sus cimientos, estructura e integridad; porque sería ingenuo y hasta irresponsable pensar que existen atajos. Se me vienen a la memoria aquellos profesores que quieren sacar sus doctorados ex-press en universidades de cuarta y en programas de fines de semana. ¡No lo permitiremos!

Como ha señalado el pensador brasilero Theotonio dos Santos, en “la base del capitalismo dependiente latinoamericano está el espíritu colonial de sus clases dominantes, que en gran medida renunciaron a una apuesta propia de desarrollo nacional que les perjudicase en sus intereses más particulares y concretos” (Dos Santos, 2014). Romper con la historia, Presidente y ciudadanos presentes, implica romper con esta clase dominante rentista de nuestra región.

Estoy convencido de que apostar al conocimiento es apostar a romper la historia de una élite que desea dominar a través de la ignorancia y la inercia de la producción primario-exportadora y secundario-impor-tadora.

Además de lo mencionado, es necesario señalar que, si bien existe un neo-dependentismo en este momento histórico de América Latina, existen también gobiernos —como el ecuatoriano— que están empeñados en forjar una segunda independencia, la definitiva. Tenemos claro que la dependencia del conocimiento implica no libertad de los pueblos; y que no puede haber libertad social ni individual sin emancipación del pensamiento. La verdadera libertad

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social pasa por la construcción de una masa crítica que dispute el sentido del conocimiento dominante a través de la generación de más, nuevo y alternativo conocimiento. La guerra hoy en día no es de balas, ¡es de ideas!

Estoy convencido de que podríamos no hacer nada más como go-bierno, pero si dejamos instaurado un sistema de educación, ciencia, tecnología e innovación social de excelencia, virtuosamente conectado con el complejo productivo, que sea capaz de autoreproducirse crítica y superadoramente, esta será la mejor herencia que podemos dejarle al país.

Gracias señor Presidente por haberme dado la oportunidad de liderar, en mi vida profesional y de servicio en la función pública republicana, la construcción del primer peldaño de este sueño social.

Tengo la plena certeza que la Universidad Yachay, corazón de la in-nópolis, nace por parto natural, robusta y completamente saludable.Quiero agradecer también a todas las manos, cerebros y sueños que se conectaron para llevar adelante esta gran acción colectiva. En especial, al compañero Héctor Rodríguez por su profesionalismo y su compromiso militante. Este tipo de proyectos no solo requieren experticia técnica sino sobre todo mística, convencimiento de la tras-cendencia del proyecto y de su impacto presente y futuro para la sociedad ecuatoriana.

Jóvenes estudiantes, siéntanse portaestandartes de la emancipación so-cial del país. Lo que nosotros hacemos como gobierno simplemente es obedecer el deseo del pueblo ecuatoriano de querer ser libre y soberano… Felicitaciones madres y padres de familia por apoyar y acompañar a sus hijas e hijos en esta inolvidable experiencia vital; felicitaciones jóvenes, la patria tiene puesta la esperanza en ustedes.

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La Revolución Ciudadana ha parido a la generación Yachay, la gen-eración de la creatividad, del conocimiento, de la innovación: ¡la gen-eración que afirmará la segunda y definitiva liberación nacional de nuestro pueblo, llamado Ecuador!

Muchas gracias.

Urcuquí, marzo de 2014.

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