Discurso de René Ramírez en evento 17 contradicciones y el fin del capitalismo de David Harvey

René Ramírez Gallegos

René Ramírez Gallegos Discurso reneramirez.ec

En la presentación del libro

“17 CONTRADICCIONES Y EL FIN DEL CAPITALISMO”

de David Harvey

Instituto de Altos Estudios Nacionales

Agosto 2014

Quiero en estos minutos abordar cuatro puntos, principalmente. Primero voy a proponer una

mirada global sobre las contradicciones del capitalismo; no me voy a detener en cada una de las

contradicciones, sino en los macropostulados del libro y su objetivo utópico. Segundo, voy a

sostener que los lineamientos de Harvey son importantes para pensar en el futuro del capitalismo,

y nos inducen también a reflexionar muy concienzudamente. Tercero, pero no menos importante,

voy a referirme en general al mensaje de Harvey a las izquierdas en el marco de la disputa política.

Finalmente, si es que el tiempo alcanza, voy a tratar algo que para mí es fundamental, que

consiste en pensar no solo en la “gran transformación” como señala en este caso Harvey, sino

también en algo que para los pueblos, en este caso, de Sudamérica y muchos otros, es

fundamental: la “gran transición” que viabilizaría esa gran transformación.

En su libro, David Harvey no hace solo una radiografía con rayos X del capital, sino que yo diría que

hace una tomografía computarizada del capital; no del capitalismo, sino del capital, porque

realmente es impresionante el nivel de detalle y de reflexión con el cual discute sobre el capital,

como motor económico del capitalismo, en el marco de la circulación y acumulación del mismo. Y

esto en un afán que yo creo que es importante en términos políticos, porque cuando tenemos una

lectura superficial de lo que pasa en la sociedad, de lo que pasa en la economía, podemos tener

interpretaciones erróneas y estas interpretaciones erróneas, señala Harvey, conducen a acciones

erróneas.

En ese sentido podría señalar un título adicional a las “17 Contradicciones y el fin del capitalismo”,

con una frase del propio autor: “Historia de la estupidez y la banalidad humana en el capitalismo”.

Estoy convencido de que si Marx estuviera vivo habría escrito el libro que hoy presenta justamente

David Harvey. El mapa histórico y geográfico y de economía política del capitalismo que presenta


Harvey en su libro es asombroso, no cabe otra manera de tener una perspectiva tan global y unir

todas las cuestiones en el marco teórico de la economía política, y también con una discusión muy

importante sobre la esperanza de superar el capitalismo.

En este caso Harvey comienza el análisis a través de tres tipos de contradicciones: las

contradicciones fundamentales, que son siete, que permiten funcionar al capital; las

contradicciones cambiantes, que también son siete, y se refieren a la trayectoria evolutiva

histórica y geográfica del capital; y las contradicciones peligrosas, que son tres, ponen en riesgo la

existencia de la vida humana y su entorno natural. Quizás lo interesante aquí, y eso luego lo

desarrollaré más adelante, es que las 17 contradicciones abren un espacio de tensión que,

debidamente procesadas, podrían permitir vislumbrar una luz al final del túnel. Justamente a esto

nos incentiva Harvey, a analizar profundamente las contradicciones y, en el marco de esas

contradicciones, a actuar políticamente.

Esto me parece completamente relevante, porque no se trata de un libro sin pasión; a pesar de

que, valdría la pena señalar, es un libro tan “objetivo” que yo creo que serviría más a la derecha

que a la propia izquierda. Hace una radiografía tan buena que para un lector de derecha, con una

agenda de derecha capitalista, realmente el libro sería de muchísima utilidad. Y aquí cabe

justamente señalar que ese es el reto que tenemos nosotros como izquierda; a veces nos

quedamos en la teoría crítica o en el diagnóstico, sin pensar en una cuestión más propositiva al

respecto.

¿Cuáles son las cuatro macroconclusiones que salen del libro? Las principales, a mi modo ver, y

sobre las cuales debemos actuar, son:

Uno, las crisis son esenciales para la reproducción del capitalismo. El capitalismo necesita de las

crisis para sobrevivir.

Dos, la forma de salir de la crisis contiene en sí misma las raíces de la siguiente crisis. El modo en

que estamos saliendo de la crisis actual, ya tiene que permitirnos planificar, en términos

estructurales, en términos políticos, qué va a pasar dentro del sistema para poder actuar de una

manera operativa y con acciones concretas para tratar de mejorar las condiciones de vida de la

humanidad.


Tres, las contradicciones no son resueltas sino desplazadas geográficamente. Esto es muy

importante: las contradicciones van de un lugar a otro. Si es que ahora en Sudamérica estamos

bien, es porque tuvimos dos décadas perdidas y Europa está en este caso mal. Entonces hay que

ver hacia dónde va a fluir esa crisis del capital y quién va acumular en esa crisis, que es un

elemento fundamental del análisis. Yo creo que estamos, a pesar de la crisis, en otros espacios; o

quizás ya ni siquiera en espacios, porque aquí hay que reflexionar sobre la unidad de análisis.

¿Cuál es la unidad de análisis? ¿Es el territorio o son los conglomerados descentralizados

espacialmente a través del capitalismo, como lo llama Harvey, un capitalismo global plutocrático?

Si es que sucede esta crisis en una parte del mundo, existen en este caso procesos de hiper-‐

acumulación en este grupo, en esta nueva clase mundial.

Cuatro, las crisis son momentos de trasformación en los que el capital suele reinventarse.

Tenemos que ver justamente cómo se va a reinventar el capital en esta crisis para una vez más ver

cómo actuamos.

¿Cuál es el objetivo utópico que plantea Harvey en su libro? Un orden social sin valor de cambio, o

por lo tanto sin dinero. Esto implica construir un nuevo orden social que recupere el valor del valor

de uso; ya me referiré más adelante a esto. Y en ese marco Harvey plantea la necesidad para la

izquierda de diseñar formas que faciliten el intercambio, pero que al mismo tiempo inhiban la

apropiación privada de riqueza y poder social; es decir, una reconfiguración radical de la

organización del intercambio. Esto es fundamental, y estoy seguro de que si esto fuese un objetivo

de la derecha o del propio capitalismo ya hubiesen resuelto el problema. Lo que sí vale la pena

señalar es que justamente a la izquierda le falta esa capacidad, a mi modo de ver, innovadora que

tiene la derecha, y ha llevado desgraciadamente a la injusticia social que impera en nuestro

mundo. En este marco Harvey también plantea algo que habría que trabajar mucho más: la renta

básica como un mecanismo de acceso mínimo a valores de uso colectivamente gestionados, uno

de los temas fundamentales para salir, en este caso, de la problemática señalada.

¿Cuáles son los temas importantes para reflexionar sobre el futuro del capital? El futuro del capital

está en manos de los rentistas y no del capitalismo industrial, y esto es fundamental si pensamos

en Ecuador. Generalmente, cuando uno describe la economía ecuatoriana siempre dice que es

primario-‐exportadora, en el mejor de los casos. En esta descripción falta un componente que es

completamente rentista, que es la parte secundario-‐importadora o la parte del sistema bancario, o

los terratenientes que en este momento están especulando y viviendo de esa especulación en


muchas partes del Ecuador; estos son los grandes problemas que tiene la economía no solo

ecuatoriana, sino mundial. También se encuentran en esta parte secundario-‐importadora los

comerciantes, los intermediarios, terratenientes, magnates de medios, financistas; y algo que es

fundamental en una perspectiva del largo plazo, es la cuestión de los poseedores de títulos de

derecho de propiedad intelectual.

En este contexto de capitalismo rentista, capitalismo especulativo, se da el proceso del capitalismo

ficticio como una acumulación ilimitada que extrae riqueza de la actividad no productiva, y no

genera valor. Y aquí también hay que considerar el rol que ha jugado el dinero electrónico como

causa de este proceso. Otro tema fundamental que tenemos que tener muy claro es que de aquí,

en algunas décadas, va a seguir jugando un rol fundamental el dinero en su papel de

financiarización especulativa para sacar réditos. Hay otro tema que también es importante

señalar, pues a mi modo de ver configura otro equilibrio que no necesariamente es nombrado en

el libro de Harvey: es el tema de cuál es el rol de la pobreza y la desigualdad en el equilibrio del

capitalismo. A veces me da la impresión de que se señalan tantas contradicciones y, sin embargo,

el sistema se mueve; se sigue reproduciendo, y no solo eso, sino que sigue concentrando su poder

en pocas manos, su riqueza económica en pocas manos. En esta situación, un concepto que a mí

personalmente me gusta, y que creo que describe lo que está pasando, y debería ser un tema

fundamental abordado por la izquierda, es el tema de este grupo de población que adapta sus

preferencias a su miserable situación, lo que Jon Elster denominar “las uvas amargas”. ¿Por qué?

Porque el equilibrio del capital, a mi modo de ver, se da no solo por esa tasa de crecimiento del 3%

que, como señala Harvey, se puede alcanzar en diferentes lugares con más o menos intensidad;

sino también sucede en la medida de cuánta pobreza pueden soportar nuestras sociedades y, por

lo tanto, cuánta desigualdad está dispuesta a soportar nuestra población y nuestras sociedades.

¿Por qué? Porque es fundamental el nivel de consumo mínimo de un pobre, y cuánto nivel de

pobreza resiste el capitalismo evitando una crisis de demanda agregada.

No se trata de que el capitalismo, y esto es muy importante, no pueda sobrevivir a sus

contradicciones, sino que el costo de hacerlo resulta inaceptable para la mayoría de la población.

Este es el principio cínico del capitalismo. ¿Por qué? Porque el capitalismo al final de cuentas

sobrevive, y sobrevive muy bien, casi como sobrevive cualquier sistema ecológico dentro del

mundo de la naturaleza no humana.


Y, ¿cuáles son las estrategias del propio capitalismo para sobrevivir? Hay que analizar en qué

medida el propio sistema capitalista tiene una mano visible y en qué medida impone su fuerza

reproductora para poder sobrevivir ya algunos siglos. En este contexto se incluyen temas

demográficos, temas ambientales, ya hablaré al respecto. Procesos sistemáticos de sobrevivencia

en que el capital no solo es circulación de producción de valor, sino también destrucción como

parte de la sobrevivencia; el capital también destruye sistemáticamente. Una vez más

acordémonos de las dos décadas perdidas de crecimiento en América Latina.

¿Qué más hace el capital? La privatización de bienes públicos o la famosa práctica de la

obsolescencia programada. Y aquí quizás estamos en un nuevo marco de la obsolescencia

programada, con un nuevo rol: a mi modo de ver lo señala Harvey, pero yo creo que va a tener

mucha más preponderancia en las próximas décadas. Es lo que Hardt y Negri llaman “el cambio

del trabajo material hacia el trabajo inmaterial”. En el contexto de la acumulación del capital, yo

podría señalar que otro motor dinamizador de la acumulación del capital, similar al dinero

electrónico, pueden ser los derechos de propiedad intelectual. Esto en el escenario de un intento

por hacer infinita la acumulación del capital, lo que nos conduce a preguntarnos qué tipo de

legislación, qué tipo de acuerdos tenemos que tomar para disputar esta nueva forma de

explotación. Yo siempre he señalado que así como desde Ecuador salió algo fundamental que fue

la construcción de una nueva arquitectura financiera, también es necesario disputar y construir

una nueva arquitectura de gestión del conocimiento.

Dimos el primer paso hace par de semanas en el COSUCTI (Consejo de Ciencia y Tecnología de

UNASUR), estableciendo una comisión que está articulando una propuesta para Sudamérica sobre

lo que tienen que ser los derechos de propiedad intelectual, que ponga un freno a lo que son por

ejemplo, los ADPIC de la OMC. Y aquí justamente es necesario señalar el papel importante que va

a jugar el capitalismo cognitivo. Hace poco leía un artículo en Página 12 donde se señalaba que el

80% del valor corporativo reside hoy en bienes intangibles, en marcas registradas, en inventos o

en investigaciones. En este seminario que tuvimos en el COSUCTI, al analizar el valor agregado del

iPad, que tengo en frente mío, se señalaba que este valor se descompone así: el 29% es el diseño

de materiales, otro 29% es diseño y mercadeo, el otro 29% es manofactura de componentes, 1%

ensamblaje, y 14% distribución y ventas. Esto quiere decir que alrededor del 60% es valor añadido

ligado justamente a temas inmateriales. Yo creo que esta cuestión va a tener mucha mayor

importancia en el futuro, y justamente tenemos que tomar en cuenta lo que David Harvey señala


sobre el concepto del “pro-‐consumidor”, que es productor y consumidor a la vez. Esta cultura, que

yo denomino la cultura del selfie, en que yo no necesito fotógrafo porque yo mismo me tomo la

fotografía y yo mismo consumo, y yo mismo produzco. Y en el marco de eso tenemos que ver cuál

es el papel que juega algo que potencialmente tendrá un impacto en el futuro, que son las

impresiones 3D.

Hace un mes estuvimos en Brasil, en un parque científico en el que justamente veíamos cómo en

Embraer tenían la impresión 3D pero en el tamaño de esta sala, para fabricar piezas para los

aviones. Se trata de temas que se van configurando y en los que nosotros tenemos que pensar

para proyectar al país hacia el futuro. Y quizás otro de los temas fundamentales que se avizora en

el futuro del capitalismo es el riesgo de que el valor de uso tienda a banalizarse, y eso a mi manera

de ver debe estar problematizado en una agenda de izquierda.

En el libro de Harvey hay también algunos mensajes importantes para la izquierda:

1.-‐ Es necesario volver a recuperar la mirada sobre el concepto de clase: esto es fundamental. Me

parece que no es suficiente con señalar que la desigualdad está disminuyendo y que la pobreza

está disminuyendo, sino que debemos saber que cuando estamos hablando de redistribución,

estamos hablando de que es necesaria una disputa política, y en tal caso es necesaria una disputa

de clase. Harvey critica a la izquierda con puntos de vista y acciones autónomas, anarquistas y

localistas. Les dice: la izquierda que quiere cambiar el mundo sin tomar el poder hará viable que la

clase capitalista plutócrata se consolide más en el mundo. Entonces es necesario entrar en ese

debate de clase.

2.-‐ Otro tema que es fundamental: ¿cuál es el alcance de la disputa política? Se pueden construir

mecanismos diferentes de intercambio. Se pueden construir cadenas de trueque que son limitadas

y engorrosas, cuando existen muchos grupos que opinan que la salida es el trueque. Pero la

cuestión es en qué medida el trueque puede ser un mecanismo real de disputar la circulación, la

acumulación del capital a una escala macro. Frente a eso, justamente se necesitan mecanismos

que sean de escala macro, más realistas y que entren en la disputa.

Existe una izquierda anticapitalista que busca dar batallas en lo micro, con formulaciones

anarquistas y autónomas dado que estas son más eficientes, señala Harvey. Y eso a mi modo de

ver deja de lado la disputa de lo macro. Pero es necesario disputar también el poder político. Y no

suponer que gobernar es anti ético. Es un error considerar que solo queda espacio para la


resistencia, porque en la resistencia, a veces, no se hace nada para construir otro tipo de sociedad.

Entonces es necesario pensar también en disputar el poder político.

3.-‐ Otro tema que es importante es el tema medioambiental. Existe una mirada catastrofista sobre

cuestiones ambientales, en general, y en la izquierda de una manera bastante difundida. Harvey

aborda esta cuestión en perspectiva histórica, en perspectiva geográfica y en perspectiva

económica. Primero, nos dice que el capital ya ha resulto este tipo de problemas en otras

ocasiones. Segundo, el capital internaliza en su proceso de reproducción los problemas

ambientales. Si bien la materia no se crea ni se destruye, el capital se reconfigura radicalmente. En

este sentido, otro punto adicional es que el capital convierte los problemas ambientales en una

gran área de actividad empresarial, y de esta manera los internaliza. Un cuarto punto, es que es

perfectamente posible, y esto es lo catastrófico, que el capital continúe circulando y acumulando

en medio de catástrofes medioambientales.

Una parte de la población, en este momento, es superflua y es desechable de facto, señala Harvey.

En este sentido, leo textualmente lo que dice: “El concepto de naturaleza que subyace a varias

filosofías ecologistas no se opone radicalmente a lo que el capital debe imponer para poder

reproducirse. El ecologismo con frecuencia prefiere ignorar la ecología que está construyendo el

capital por cuestiones que son separables desde su dinámica fundamental; rescatar una especie

en peligro o un hábitat valioso, de ninguna manera resulta el final para la reproducción del

capital”. Esto es importante señalarlo porque Harvey apunta que debemos enfocarnos en donde

realmente se da el mayor impacto ambiental, que es el propio sistema capitalista.

Desde la izquierda debemos pensar dónde tenemos que actuar si es que realmente queremos

tener una mirada ecológica. Y lo que realmente hace más daño es el crecimiento exponencial que

genera una degradación cancerosa dentro de la economía en general, y lo que hace daño en la

relación capital-‐naturaleza principalmente es la clase rentista improductiva que busca monopolios,

en un sistema que es intensivo en energía y capital, y que cada vez exige menos mano de obra. Y

tras la colonización del mundo de la vida por el capital, que se acelera cotidianamente, Harvey

insiste en la necesidad de una revuelta de la naturaleza.

Pero esta revuelta de la naturaleza es la revuelta de la naturaleza de la propia humanidad, y en

este sentido incorpora a la naturaleza como parte del propio sistema ecológico del capital

fundamental. Generalmente el problema se separa: por un lado el medioambiente y, por otro


lado, el sistema económico; y en este sentido, algo que es urgente pensar como país, como

proyecto político, es el tema de la transición. Si nosotros queremos construir otro orden posible,

ese otro orden no se hace fortuitamente, ni nos cae de la noche a la mañana; tenemos que

emprender acciones concretas y es importante señalar que el capitalismo no es algo infinito,

puede cambiar como cambió el feudalismo hacia el capitalismo, o como en China se dio el paso del

comunismo al capitalismo. En ese sentido, también creo que es necesario pensar positivamente el

nuevo orden social anticapitalista y no solo desde una propuesta política en contra de algo, como

predomina en el libro de Harvey.

Yo creo que es necesario también pensar no solo en contra del capitalismo, porque muchas veces

lo anti no nos permite pensar qué es lo pro que hay que construir y esto es fundamental, ya que a

más de la teoría crítica yo sí creo que se necesita una teoría utópica (como las presenta también

Harvey, pero a veces sin distinguir las dos).

En este sentido, tenemos una ventaja como país: nosotros hemos construido, con todos los

problemas, un nuevo pacto de convivencia social. En este caso es la Constitución de la República,

esta sociedad que se denomina del buen vivir o el socialismo del sumak kawsay; o como lo he

denominado yo, biosocialismo republicano, donde se dan tres transiciones: uno, del

antropocentrismo al biocentrismo; dos, del Estado monocultural a la Sociedad Plurinacional; y

tres, del capitalismo al socialismo.

Aquí quizás se presenta una contradicción de la transición que creo que es fundamental abordar

de una manera frontal.

¿Cuál es una de las contradicciones principales de un proyecto de izquierda? Es que los proyectos

de izquierda necesitan de mucha acumulación de capital para hacer la transición. Esto es

importante señalarlo ya que muchas veces se cree que sin las acumulaciones se va a llevar

adelante una transformación. Pero eso no es viable y si seguimos pensando así fracasaremos y

vendrán proyectos políticos que no tendrán contemplación en que se dé una acumulación contra

el valor de uso. En este sentido, un tema fundamental en la transición creo que es también la

búsqueda de valoraciones diferentes a las del capitalismo, con el dinero y el consumo.

Nosotros desde Ecuador hemos planteado que hay que cambiar la unidad de análisis y de

valoración de la economía. Por ejemplo, yo he planteado que se debe medir el tiempo bien vivido,


no solo el tiempo de la producción de bienes y servicios, sino el tiempo de la producción de bienes

relacionales como ocio, amistad, amor, participación cívica y disfrute de la naturaleza.

También se puede hablar del tema energético, de la contabilidad biofísica. Le he hecho justamente

la propuesta al Presidente del Banco Central para que busquemos otro tipo de contabilidad, en la

que nosotros podamos construir directamente valores de uso. Muchas veces han existido

mecanismos para construir otro tipo de unidades de valoración, pero que difícilmente el

ciudadano común y corriente ha adoptado, etc.

Yo creo que es necesario buscar otro tipo de valoraciones que pongan en disputa al dinero, y

opino que una de esas valoraciones puede ser el tiempo. Algo que probablemente también es una

contradicción del capitalismo es la cuestión de la democracia y el dinero. Probablemente hay que

discutir más sobre cómo la dinámica de la democracia actual, la democracia burguesa-‐

representativa, es legitimadora de este proceso de acumulación. El capital, a pesar de los

desastrosos resultados que ha tenido, sigue incólume; y aquí cabe mencionar justamente la

necesidad de construir otro tipo de democracia.

Lo mismo con respecto al Estado. ¿Qué implica el cambio de un Estado? Si pensamos en el marco

de las contradicciones de construir otro sistema económico, no creo que esta transformación se

pueda realizar por fuera del Estado. Más allá de todos los problemas de los Estados de los países

de la región, se puede decir que Bolivia es el país que más reducción tiene de pobreza, Venezuela

es el que menor desigualdad tiene y Ecuador el que más ha incrementado su índice de desarrollo

humano, que justamente tiene relación con el concepto de recuperar valores de uso. Y un tema

fundamental en este sentido, cuando hablamos de la educación como algo fundamental, es esta

disputa sobre la recuperación de los diferentes tipos de propiedad que estamos produciendo y

estamos construyendo justamente a través de un código orgánico que hemos denominado de la

“economía social del conocimiento”, de la creatividad y de la innovación, en el marco de la

recuperación de derechos comunes.

Ayer tuvimos una reunión con el Presidente de la Republica para hablar sobre objetivos

importantes para seguir trabajando, con respecto al valor de uso y la recuperación fuerte del

salario de la dignidad. También tratamos sobre la necesidad de quitar el concepto de propiedad

privada de los saberes ancestrales, que está en la Constitución; pero realmente hay que declarar

que son derechos humanos en sí mismos.


En síntesis, el libro de Harvey invita a analizar sesudamente el capital y el capitalismo. Es fundamental que toda la izquierda y todos los intelectuales críticos podamos reflexionar sobre qué está pasando en el mundo para poder actuar de una manera diferente. No me cabe la menor duda que este libro debe ser un libro de cabecera para todas las facultades de ciencias sociales, de economía política. Tiene que ser un libro de cabecera para todos los indignados del mundo para que se indignen más, para que indignen a más gente. Y esperemos que esta indignación tenga una tasa exponencial de crecimiento mayor a la tasa de crecimiento de la acumulación del capital.

Discurso de René Ramírez en evento 17 contradicciones y el fin del capitalismo de David Harvey

Economy & Finance

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