Discurso de Consuelo bañuelos

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Por qué llora Chayo? Llora porque tiene mucho frío, pues a cuántos grados estamos, estamos a 10 grados bajo cero, válgame Dios, luego de un silencio, así termina la conversación que tuvimos a las 3 de la mañana, un día de la Semana Santa de hace treinta y tantos años las adolescentes quienes habíamos ido de misión a la Sierra de Durango, el resto de la noche no pude dormir, no por el frío que se colaba de entre las paredes de madera o el que se brotaba del piso de tierra, pues yo iba bien abrigada, no pude dormir pensando en el frío que debía estar sintiendo la gente de ese pueblo y de otros y no solo allí, también en la ciudad, en mi ciudad, en otras ciudades. Yo ya había visto la pobreza, mi abuela muchas veces me había mostrado los lugares más desfavorecidos, las religiosas de mi colegio, los hermanos de mi prepa, también me habían mostrado la cara triste de la ciudad, pero esa Semana Santa mi vida cambio, por mí misma me había percatado de una realidad diferente a la que yo vivía, así que llegando me involucré en un montón de actividades para ayudar, para apoyar, para acompañar a personas que vivían en colonias pobres, que si en el cerro del Topo Chico, que si el lecho del Rio Santa Catarina (antes del Huracán Gilberto, claro) de allí un proyecto, luego otro, un compromiso, después otro, para así ir construyendo mi proyecto personal, convirtiéndolo en un proyecto social. No sé si encontré al desarrollo humano o el desarrollo humano me encontró a mí, tampoco sé si la propuesta de Viktor Frankl, la de buscar el sentido de la vida me encontró a mi o yo finalmente di con ella luego de tanta búsqueda, lo que si sé, es que la Logoterapia me mostró el trabajo que se estaba haciendo en una cárcel de Sonora, al leer los testimonios de personas en reclusión me pregunté, ¿ y por qué no llevar justo esto a las cárceles de Nuevo León? y así fue como al poco tiempo, hace ya mucho años, envuelta en el Color Esperanza de Diego Torres , con montón de recortes de revista para hacer un colage, con los plumones y las cartulinas inició una aventura que al día de hoy nos tiene a más de 100 personas intentando llevar una palabra de aliento a quienes que por fortuna no nos toca juzgar pero sí acompañar, mientras pasan sus días junto con sus noches tras las rejas en los Centros Penitenciarios.

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Por qué llora Chayo? Llora porque tiene mucho frío, pues a cuántos grados estamos, estamos a 10 grados bajo cero, válgame Dios, luego de un silencio, así termina la conversación que tuvimos a las 3 de la mañana, un día de la Semana Santa de hace treinta y tantos años las adolescentes quienes habíamos ido de misión a la Sierra de Durango, el resto de la noche no pude dormir, no por el frío que se colaba de entre las paredes de madera o el que se brotaba del piso de tierra, pues yo iba bien abrigada, no pude dormir pensando en el frío que debía estar sintiendo la gente de ese pueblo y de otros y no solo allí, también en la ciudad, en mi ciudad, en otras ciudades. Yo ya había visto la pobreza, mi abuela muchas veces me había mostrado los lugares más desfavorecidos, las religiosas de mi colegio, los hermanos de mi prepa, también me habían mostrado la cara triste de la ciudad, pero esa Semana Santa mi vida cambio, por mí misma me había percatado de una realidad diferente a la que yo vivía, así que llegando me involucré en un montón de actividades para ayudar, para apoyar, para acompañar a personas que vivían en colonias pobres, que si en el cerro del Topo Chico, que si el lecho del Rio Santa Catarina (antes del Huracán Gilberto, claro) de allí un proyecto, luego otro, un compromiso, después otro, para así ir construyendo mi proyecto personal, convirtiéndolo en un proyecto social. No sé si encontré al desarrollo humano o el desarrollo humano me encontró a mí, tampoco sé si la propuesta de Viktor Frankl, la de buscar el sentido de la vida me encontró a mi o yo finalmente di con ella luego de tanta búsqueda, lo que si sé, es que la Logoterapia me mostró el trabajo que se estaba haciendo en una cárcel de Sonora, al leer los testimonios de personas en reclusión me pregunté, ¿ y por qué no llevar justo esto a las cárceles de Nuevo León? y así fue como al poco tiempo, hace ya mucho años, envuelta en el Color Esperanza de Diego Torres , con montón de recortes de revista para hacer un colage, con los plumones y las cartulinas inició una aventura que al día de hoy nos tiene a más de 100 personas intentando llevar una palabra de aliento a quienes que por fortuna no nos toca juzgar pero sí acompañar, mientras pasan sus días junto con sus noches tras las rejas en los Centros Penitenciarios.

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Las cárceles me han dado la gran oportunidad de conocer el alma herida de quienes han tomado decisiones equivocadas, de víctimas de la pobreza, de la injusticia, de la violencia, de una cultura de venganza, las cárceles me han permitido escuchar el lamento de corazones devastados, me han enseñado que cualquier hombre, cualquier mujer es capaz de emerger desde el más oscuro y profundo vacío y caminar rumbo a la luz. Quien está en la cárcel tiene un hijo, una hija, una esposa, un hermano, un padre, una madre (aunque no lo parezca tienen madre) y a esas familias llamadas familias penitenciarias, también he tenido la dicha de conocerlas, de abrazarlas, de decirles que la culpa a nadie ayuda y que es nada más una valerosa actitud frente a las circunstancias la que les hará salir adelante, les hará no hundirse en la tristeza, en la muerte, sacando ánimos de donde no los tienen y fuerzas de donde no las hay y que solo así la experiencia tendrá algún sentido de ser. La cárcel no debería de existir porque no deberían de existir las acciones que llevan a las personas a empeñar su libertad, con esta convicción y con la confianza de personas comprometidas con este entorno (aquí hay varias de ellas), hubo que salir a decirle a la gente que se detenga, que si las drogas les hacen cometer un delito, las dejen y fuimos también a buscar (y la seguimos buscando)a la gente, a la que la violencia, la pobreza, la ignorancia, les está empujando a tomar decisiones equivocadas que están comprometiendo el sagrado valor de la seguridad de ellos y del resto de la comunidad, la salimos a buscar para darles un solidario anuncio: Juntos saldremos adelante. De ocho de la mañana a ocho de la noche, recorro durante la semana las cárceles, los tutelares, los centros de rehabilitación que reciben a personas de muy escasos recursos, colonias, muchas colonias, más de 60 espacios de atención en donde la violencia se ha vuelto más que cotidiana, más de 120 km diarios por el área

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conurbada, sobre buenas y malas avenidas, calles pavimentadas o de tierra, coincidiendo con soldados, policías, celadores, gente sonriente o enojada, gente honesta y gente corrupta, gente que ha perdido la ilusión y gente que recobra poco a poco las ganas de vivir, compañeros y compañeras de otras organizaciones, personas de muchos lados, empresas, gobiernos que quieren aportarle a esta labor, personas, grupos, comunidades a quienes se dedica la labor, así vivo, así sufro, así gozo el día a día. Termino a veces con el corazón destrozado de ver tanta pobreza, con el alma intranquila cuando me topo con la injusticia, pero con el espíritu renovado cuando veo el amor de una madre que le lleva de comer a su hijo con todo y la dura revisión que le hará un soldado, cuando veo que un adolescente decidió dejar las drogas y retomar la escuela, cuando veo a un celador compadecido, cuando quien deja la cárcel encuentra un trabajo, cuando un enfermo recibe ayuda, cuando veo que una mano toma otra mano y juntas salen a recorrer la vida. Un equipo maravilloso que me apoya y me acompaña siempre, que ha hecho de su proyecto de vida, un proyecto solidario de ayuda a gente necesitada, en palabras rebuscadas “apoyo a grupos vulnerables”, un grupo maravilloso, sensible, preparado y preparándose siempre, me espera y me motiva todos los días a seguir dando lo mejor de mí en esta causa, nuestra causa, esa, a la que poco a poco le hemos ido poniendo nombre y apellido, se llama Promoción se apellida Paz, PROMOCIÓN DE PAZ.