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Coordinación general:

Marta Grüdtner Costa – USB

Redacción:

Sõnia Rigoli Santos – ASP/MM

Cuaderno de actividades:

Jeanete Lima de Souza Pinto – ASP/MC

Colaboradores

Mirta Samojluk – DSAChantal de Souza – ACMarlene García – MOSRRoseli Gesiler – ASRSidéria Neves Fernández – ANPIlda Amorim – Iglesia Portão – CuritibaMiriam Magallanes Thomas – IAP

Design

Pr. Ramildo Bezerra - DSA

Secretarias

Olga Martha - DSAIzolina Santos - DSA

© 2006 - División Sudamericama - Permitida reproducción con autorización de la DSA

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Indice

Semana de Mayordomía Infantil“Dios, El Dueño De Todo”

Introducción: “Dios, el Dueño de todo”……...........…………………………………………........................….3

Planificación…………......……………………………………………………..................5

1º Sábado: La maravillosa experiencia de adorarlo…………...........………………........................................7

Domingo: La constancia en el cuidado de mi salud................................................................................................13

Lunes: La certeza de recibir poder para compartir el amor de Jesus.................................................17

Martes: El privilegio de usar sabiamente nuestros talentos.....................................................................21

Miércoles: La alegría y responsabilidad de devolver lo que no me pertenece – el diezmo.........................27

Jueves: El gozo de amar al prójimo como a sí mismo..........................................................................32

Viernes: La sabiduría de aprovechar bien el tiempo................................................................................37

2º Sábado: La delicia de un día especial: El santo Sábado..........................................................................42

Música ofi cial de la Semana de Mayordomía..........................................................................46

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Dios, el dueño de todo

“Dad, y se os darán una medida buena, apretada, remecida y rebosante…” Lucas 6:38

Introducción

En el pasado, la gente intentaba crear ideas para hacer sus ventas, pues no existía el sistema métrico decimal, que

fue inventado no hace mucho tiempo.

Fue así que un vendedor de telas no tenien-do una cinta métrica para medir, usaba su propia mano extendida del pulgar al meñi-que (mostrar) y a eso le llamaban de “palmo”. Los que vivieron en esa época deben haber escuchado: - “Déme, por favor, diez palmos de esa tela verde para hacer una falda”.

¡Vamos a medir! Ni todos tenemos las mis-mas medidas, ¿no es verdad? ¡Claro! Porque depende del tamaño de cada mano. Segura-mente, 10 palmos son sufi cientes… sin em-bargo, ¡recuerden que se usaban faldas muy largas!

Con relación a las medidas de peso, antes de inventarse las balanzas más antiguas (mos-trar), simplemente alguien llevaba un reci-piente (vasija de barro o madera) para llenar (mostrar). Uno de los elementos más adqui-ridos era la harina para hacer pan.

Lección objetiva:

Haga la experiencia de llenar un recipiente con harina de trigo. Cuando parezca lleno, verá que si lo acomoda, entra un poco más. Después apriete la harina y, descubrirá que cabe un poco más… y si todavía no la llenó; no sólo hasta el borde, sino debe superar la capacidad del recipiente. ¡Qué transborde!

Esto es lo que Dios dice en la Biblia. Él desea que recibamos así, superando los límites.

¿Por qué el Señor utilizaría esta ayuda visual en su Palabra? ( ) (De un tiempo para pen-sar).

El Señor no es un vendedor. Él es el Dueño de todo el Universo y desea compartir sus ri-quezas con sus hijos, dando a través de una “medida” generosa bendiciones que sobrea-bunden… Él nos dice: “Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebo-sante…”

¡Qué maravilloso Dios tenemos! ¡Todo es suyo! ¡Él es el Dueño! Nosotros somos sus administradores, mayordomos fi eles; por lo tanto, esta semana será llamada Semana de Mayordomía o Semana de la Fidelidad, para ver cuán sabiamente administramos los bie-nes que en su amor y sin límites nos otorga.

Veamos cuáles son algunas de las bendicio-nes que Dios desea derramar sobre nuestras vidas:

• La maravillosa experiencia de adorarlo para asemejarnos a Él. (Mateo 5:48).

• La constancia en el cuidado de mi salud. (Juan 10:10).

• La certeza de recibir poder para conocerlo. (Hechos 1:8).

• El privilegio de usar sabiamente nuestros talentos. (Mateo 25).

• La alegría y responsabilidad de devolver lo que no me pertenece. El diezmo. (Mala-quías 3:10).

• El gozo de amar al prójimo como a sí mis-mo. (Mateo 22:39).

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• La sabiduría de aprovechar bien el tiempo, don que tenemos todos por igual. (Salmos 90:12).

• La delicia de un día especial: El santo sába-do. (Isaías 58:13, 14).

Disfrutemos de los temas de cada día. Com-partamos unos con los otros de estos regalos inestimables que nuestro Dueño Divino nos da. ¡Preparémonos para gozar las delicias del cielo, ahora!

Planificación

Siguiendo la propuesta de la Asociación General, unos de los énfasis del de-partamento Ministerios del Niño y del

adolescente es formar nuevas generaciones de mayordomos fieles.

Propuestas:

1. Establecer un sábado por trimestre para recoger los diezmos de los niños.

2. Entrenar diáconos y diaconisas niños para recoger los diezmos.

3. Para iniciar la práctica de los diezmos de los niños, hacer un ritual especial para ese momento.

4. Entrenar y formar equipos de niños predica-dores, presentando temas de mayordomía.

Para alcanzar esta meta, planificamos la ter-cera Mega Semana de mayordomía de me-nores con el tema “Dios, el Dueño de todo”, involucrando niños, intermediarios y juveni-les, padres y demás miembros de la iglesia, teniendo en cuenta los siguientes objetivos:

Objetivos generales:

• Preparar a nuestros niños para vivir una verdadera mayordomía cristiana.

• Crear conciencia en los padres en cuanto a la importancia de ayudar a sus hijos a ser fieles al Señor.

• Unir padres e hijos para tomar de decisión

de vivir y desarrollar la verdadera mayor-domía cristiana.

• Fortalecer el culto familiar.

• Fortalecer la observancia del sábado.

• Crear en nuestros niños la conciencia de desarrollar sus talentos para honra y glo-ria de Dios.

• Llevar a padres e hijos a tener un plan de diezmos y ofrendas sistemáticos.

• Crear conciencia en la familia que sus ofren-das deben tener un porcentaje de sus ren-tas.

• Desarrollar hábitos de una vida saludable, observando los ocho remedios de Dios.

• Involucrar a los menores y juveniles en la misión de la iglesia, haciéndolos participar a través de testimonio, amor al prójimo y evangelismo.

Metodología:

• Realizarla en la iglesia con la participación de los padres y demás miembros (Suge-rencia: en la semana del niño – Mes de oc-tubre).

• Planificar con tres meses de antecedencia. “Quien falla en prepararse, se prepara para fallar”.

Sugerencia de cronograma de planificación:

1. Entrenamiento en el campo con coordina-

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dores y maestros. Fecha: (trimestrales de mayo/ junio).

2. Planificación en la iglesia con el equipo de los Ministerios del Niño y demás departa-mentos involucrados. (Fecha: ________).

3. Reunión de cierre: (Fecha: _________).

• Involucrar a los líderes de los departamen-tos de Mayordomía, Tesorería, ADRA, MI-PES, Comunicación, Hogar y Familia y Mi-nisterios del Niño y del Adolescente.

• Los Departamentos de Mayordomía y Teso-rería podrán ayudar en la liberación de pre-supuestos para la realización del programa.

• Realizar entrenamiento en los concilios de pastores, AFAM, tesoreros, líderes de ma-yoría y Ministerios del Niño, en cuanto al contenido y uso del material.

• Involucrar a los adolescentes en las activi-dades de la semana: Recepción, momen-tos de alabanza, mensajes musicales, con-fección de carteles y escenificaciones.

• Involucrar a los niños en las músicas espe-ciales, escenificaciones y en las tareas re-lacionadas con los temas – “Cuaderno de actividades”.

• Divulgar con anticipación: “El éxito depen-de de la motivación y buena propaganda”.

Lista del material necesario:

• Vídeo proyector y computador (si tuviera).

• CD con presentaciones de los temas y mú-sicas en PowerPoint.

• Lección objetiva (recipiente – harina de tri-go – balanza – metro) a manera de ilustra-ción e introducción, cada día debe repetir-se en cada uno de los temas.

• Cuadro de acuerdo con el tema.

• Carteles o afiches.

• Ilustraciones concretas de acuerdo con los temas.

• Cuaderno de actividades del alumno.

• Lapicero o lápiz para todos.

Actividades e incentivos:

• Cuaderno de actividades para hacerse en casa.

• Sorteos de las actividades del día anterior. Estos deberán entregarse en la recepción.

• Sorteo para los padres.

• Bolsa para ofrendas y sobre de diezmos.

Aclaraciones:

Este material menciona lugares específicos que podrá omitir o adaptar a su territorio.

1º Sábado

Tema 1 - La maravillosa experiencia de adorarlo

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1º Sábado

Tema 1 - La maravillosa experiencia de adorarlo

Versículo para memorizar:

“Cercano está Jehová a todos los que le invo-can…” Salmos 145:18.

Servicio de cánticos:

Debe ser dirigido por un niño de cada de-partamento (primarios), un intermediario y un juvenil.

Un niño da la bienvenida y hace la oración inicial.

Historia bíblica adaptada:

Un(a) juvenil entra con un grupo de niños, representando una profesora y sus alumnos. Los niños se sientan en el suelo y él (ella) en una silla.

Hoy deseo contarles una historia imaginaria. Es la historia de un animal que piensa y sien-te. Como ustedes saben, animales no hablan y no piensan, pero la asna de nuestra historia imaginaria piensa.

Esta historia está basa en una historia de la Biblia que aparece en Mateo 21.

• Siempre que diga “mamá asna” – las niñas imitarán a los asnos diciendo: “heeeeee”.

• Siempre que diga “pollino”, los varones imi-tarán a las orejas del asno con las manos.

• Siempre que diga “multitud”, toquen leve-mente con las manos en las espaldas de quien está a su lado.

• Siempre que diga “Jesús” balanceen los bra-zos y digan bien fuerte: “Hosanna”.

• Siempre que diga “discípulos” ustedes de-

ben contar hasta doce. ¿De acuerdo?

• (Cada vez que diga una de las palabras combinadas, dé un tiempito para que ellos actúen de acuerdo a lo combinado).

Era una vez en una lejana villa llamada Be-tfagé, donde vivían una madre asna y su pe-queño pollino. La madre asna tenía orgullo de su pollino. Ella sabía que era el más lindo pollino que cualquier madre asna podría te-ner. Con certeza que valdría un buen precio para su señor, pues el pequeño pollino ahora estaba lo sufi cientemente grande como para servir de transporte.

Un día, dos discípulos de Jesús vinieron has-ta la casa de la mamá asna y del pollino. Ca-minaron en dirección el pequeño pollino, lo desataron, desataron a la mamá asna y co-menzaron a llevarlos.

El propietario los hizo parar. “¿Por qué uste-des están llevando este pollino? – Preguntó.

“El Señor los necesita” – respondieron los discípulos.

El dueño de los animales sonrió y dejó que partiesen.

La mamá asna quedó emocionada. ¡Yo sabía! ¡Tenía certeza! – Ella pensó. “Sabía que una persona importante escogería mi pollino. Él es verdaderamente el más lindo pollino que ya caminó por los caminos de Judea.

La mamá asna estaba tan feliz que los dis-cípulos dejaron que ella los acompañe. Ella quería ver a su hijo en su momento de glo-ria.

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Los discípulos llevaron al pollino a un hom-bre llamado Jesús. Jesús habló mansamente y con sus manos aseguraban bondadosa-mente las riendas. “Vean que lindo pollino yo crié”, la mamá asna miraba con satisfac-ción al grupo que comenzaba a caminar en dirección a Jerusalén. “Él no está causando ningún problema a este buen hombre, Je-sús”.

Conforme el grupo de viajantes llegaba más cerca de Jerusalén, algo extraño comenzó a suceder. Una multitud comenzó a seguirlos. La multitud estaba feliz y cantaba. Las per-sonas estaban tan felices por ver aquel lindo pollino que comenzaron a clamar: “Hosan-na”

A medida que ella los acompañaba, el co-razón de aquella madre se llenó de orgullo. Suspiró; “Yo sabía que él sería importante”.

Entonces, maravilla de las maravillas, la mul-titud comenzó a cortar ramas de palmeras y colocarlos en el camino del pollino. Por toda parte, la multitud gritaba, danzaba y alababa a Dios por su maravilloso pollino.

“Ese buen hombre Jesús debe estar muy honrado en poder viajar en el lomo de un animal tan noble”, pensó la orgullosa mamá asna. “¿Existe algún animal que haya sido tan honrado?”

Ellos desfilaron por todas las calles de Jeru-salén. El pollino y la mamá asna cabalgaban orgullosamente por todo el camino, mien-tras la multitud continuaba entonando ala-banzas.

Niños, la mamá asna de nuestra historia esta-ba tan orgullosa de su pollino que ni percibió que la multitud estaba cantando y alabando a Jesús y no a su hijo.

Si pudieses conversar con la mamá asna, ¿qué le dirías? (Deje que los niños presenten sus ideas).

Claro que sabemos que los animales no pueden pensar de verdad o comportarse de esa forma. Pero ustedes ya deben haber

visto personas que actúan como la orgullosa mamá asna, ¿verdad? Algunas veces las per-sonas son tan orgullosas, altaneras y presun-tuosas que nadie gusta estar cerca de ellas.

Esas personas así se olvidan de Jesús, ellas quieren recibir alabanzas y cuando alguien las elogia, actúan como la mamá asna. Vea-mos como esto es verdad.

1. (Nombre de un niño). ¡Qué linda música cantaste en la iglesia! ¡Tienes una linda voz!

Si fueses la asna orgullosa, ¿qué responde-rías? (nombre del niño)

Niño: ¡Oh! Es verdad, yo soy el niño que can-to mejor aquí en la iglesia. Soy quien tiene la mejor voz.

¿Qué creen ustedes que (nombre del niño) debería decir? ¡Gracias! Jesús me dio esa voz para poder alabarlo y quedo feliz en po-der cantar para él.

2. (Nombre de otro niño) Supe que sacaste le mejor nota en la escuela y que tu profeso-ra es muy exigente, por lo que debes ser muy estudioso.

Si fueses la asna orgullosa, ¿qué responde-rías (nombre del niño)?

Niño: Es verdad, soy muy estudioso, pero so-bre todo soy muy, pero muy inteligente. Soy el alumno más inteligente de mi clase y creo que de toda la escuela.

¿Ustedes que piensa que (nombre del niño) debería decir? Me gusta estudiar, pero fue Jesús quien me dio inteligencia, por eso soy agradecido a él por mis buenas notas.

3. (Nombre de otro niño) ¿Fuiste tú quien diseñó esto? ¡No puedo creer que seas un artista tan bueno!

Si fueses la asna orgullosa, ¿qué responde-rías (nombre del niño)?

Niño: Bueno, ese diseño ni quedó tan bueno. ¡Yo sé hacer mejor y ya hice algunos que si yo quisiese vender, quedaría rico!

¿Qué piensan ustedes que (nombre del

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niño) debería decir? Gracias por gustar de mi diseño. Me gusta diseñar, pero fue Jesús quien me dio ese don y soy agradecido a él por esto.

Saben niños, todo lo que somos y hacemos son bendiciones de Dios. Por eso, si recono-ces esto, nunca serás orgulloso como la asna orgullosa de nuestra historia. Darás toda la alabanza a quien merece – Jesús.

Los niños salen y el o (la) juvenil continúa…

¿Saben por qué algunas personas no tienen tiempo para Jesús? Porque ellas se juzgan más importantes que El. Todos los días ellos cuidan de su alimento, casa, ropa, trabajo, es-cuela, juguetes y… comienzan y terminan su día sin acordarse de Jesús. Pero, como vimos en la historia de hoy, aquellos que actúan así, no se dan cuenta que el alimento, ropas, es-cuela, juguetes, trabajo y todo lo demás, no son nuestros, sino de Jesús. Por eso, ¿qué de-bemos hacer?

Entran diferentes niños con las siguientes placas: PARE. ORE. LEA LA BIBLIA. CON-VERSE CON JESÚS. CANTE. ALABE. HA-BLE CON JESÚS.

Si seguimos estos consejos, no seremos como la asna orgullosa, sino seremos como la multitud que dejó de trabajar, estudiar, co-mer, jugar, cuidar la casa, de las ropas, para seguir a Jesús y alabarlo.

Jesús quedó tan contento con la alabanza y alegría de los niños en aquel día que dijo: “De la boca de los niños y de los que maman perfeccionaste la alabanza”. Mateo 21:16.

En este momento un grupo de niños de cuna deberá cantar:

Sin tiempo para el Rey

Esta historia debe ser parte narrada y parte escenificada. Será necesario un juvenil para ser el rey, cinco niños y otros dos juveniles para ser el pueblo.

Narrador: Hace mucho tiempo, en un país

parecido con el nuestro, en una aldea vivían cinco niños huérfanos. Una solitaria familia de niños sin padre, sin madre, que se habían unidos para enfrentar juntos el frío.

Rey: Supe de la calamidad de algunos de nuestros niños huérfanos. Ya sé lo que haré, voy a adoptarlos y para esto firmaré un de-creto.

Narrador: El rey planificó visitar a los cinco niños.

(Pausa). Mientras esto, todas las personas del país extrañaron que el rey hubiese decidido adoptar aquellos niños. ¡Él tenía tanto que hacer! Y se preguntaban entre sí: ¿Por qué el rey desea hacer esto? Bueno, pero el sobera-no tenía sus razones.

Cuando los niños supieron la noticia, vibra-ron de alegría.

Niño 1: ¿Ustedes escucharon hablar del de-creto del rey?

Niño 2: ¿Será que el rey va a adoptarnos?

Niño 3: ¡Tendremos un nuevo papá! ¡Ten-dremos un nuevo papá!

Niño 4: ¡Él vendrá a visitarnos!

Niño 5: ¡Qué bueno, seremos hijos del rey!

Narrador: Mientras los niños estaban con-tentos con la novedad, gente del reino al sa-ber del hecho, también quedaron alegres y algunos hasta fueron a ver a los niños para decirles lo que ellos deberían hacer.

Juvenil 1: Ustedes necesitan causar buena impresión al rey.

Juvenil 2: Solamente los talentosos podrán vivir en el castillo.

Narrador: Pero los aldeanos no conocían al rey, pensaban que todos los reyes gustaban de ser impresionados. Entonces los niños trabajaron como nunca preparando sus pre-sentes.

Cada niño al entrar debe permanecer al fren-te fingiendo estar entrenando.

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(Entra un niño fingiendo ser un escultor con un cuchillo y un pedazo de madera en la mano). El primer niño, que sabía esculpir, re-solvió regalar al rey una maravillosa escultu-ra de madera. Con su cuchillo, fue esculpien-do una suave cáscara de olmo. El pequeño bloque comenzó a ganar vida.

(Entra un niño con una tela, tinta y pincel). Su hermana resolvió ofrecer al rey una pin-tura que captase la belleza del cielo; un cua-dro digno de ser colgado en el castillo.

(Entra un niño con una partitura musical – o flauta, arpa; en este momento tocar una mú-sica). La otra hermana eligió la música como medio de impresionar al rey. Ensayó durante horas y horas, cantando y tocando su instru-mento. Los de la aldea paraban en su venta-na para escuchar aquella música encantado-ra que casi los hacía fluctuar.

(Entra un niño con lentes – libros, velas en-cendidas). Ya otro niño decidió impresionar la cabeza del rey con su sabiduría. Se que-daba hasta tarde por la noche con la vela encendida y los libros abiertos de geografía, matemáticas, química. La decisión de sus es-tudios solamente podía ser igualada a la al-tura de su voluntad. Con seguridad, un sabio como era el rey, apreciaría su esfuerzo.

(Entra una niña). Pero también había una niña que nada tenía para ofrecer. Sus ma-nos eran desarticuladas con el cuchillo, sus dedos duros con el pincel. Ella abrió la boca para cantar, pero su voz era ronca y también era poco inteligente para estudiar. Ella no poseía ningún talento. No tenía ningún pre-sente para ofrecer al rey. Todo lo que tenía era su corazón y éste era realmente bueno. Pasaba el tiempo en la puerta de la ciudad viendo a las personas que iban y venían. Ga-naba algunas monedas cuidando de caba-llos o alimentando otros animales. Ella tam-bién conocía a los mendigos por su nombre, sacaba tiempo para acariciar a los perritos; saludaba a los viajaros y daba la bienvenida a los forasteros. Se preocupaba con las per-sonas, pues su corazón era grande.

Niña: ¡No poseo ningún talento! Y no ten-go ningún regalo para ofrecer al rey. ¿Y si él se enoja? Los aldeanos me dijeron que el rey debería recibir por lo menos un regalo. ¿Cómo voy a preparar el mío? (Se sienta con aire de tristeza y preocupación).

Dirigiéndose a los hermanos como si recor-dase de algo.

Niña con un cuchillo en la mano: ¿Podrías enseñarme a esculpir?

Hermano escultor: Siento mucho (ni la mira). Tengo mucho que hacer. El rey está llegando y como sabes debo preparar mi re-galo para él.

(La niña lleva ahora un pincel en la mano). Tú pintas muy bien.

Hermana artista: Yo sé.

Niña: ¿Podrías repartir conmigo tu talento?

Niña artista: Ahora no. Tú sabes que el rey está llegando.

Narrador: Entonces la niña recordó de la otra hermana, aquella de las canciones que cantaba y tocaba maravillosamente bien.

Niña: ¡Ella me ayudará! (Piensa en medio del camino en alta voz antes de llegar hasta su hermana). ¡Hermana! ¡Vine para escuchar y aprender!

(Hermana música no le presta atención, ni la mira. Ella continúa tocando y cantando).

Narrador: Su hermana, sin embargo, no pue-de oírla. El bullicio de los aplausos estaba muy alto. Con el corazón apesadumbrado, la pequeña se dio media vuelta. Entonces re-cordó de su hermano y fue a buscarlo.

Niña se dirige al último hermano: No ten-go nada para ofrecer al rey. ¿Podrías ense-ñarme a leer para que pueda mostrar al rey que también soy inteligente?

(El hermano estudioso no le da la mínima atención).

Niña: ¿Podrías ayudarme? Yo no tengo ta-lento.

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Hermano estudioso: ¡Aléjate! ¿No ves que me estoy preparando para la llegada del rey?

Narrador: La niña sale llena de tristeza, pues nada tenía para ofrecer al rey.

(Todos salen de la escena).

(Entra ahora sólo la niña).

Narrador: Algunos días después un hombre con vestimenta de mercader llega a la aldea.

Mercader (rey para la niña): ¿Podrías dar comida a mi animal?

Niña: ¡Claro que sí! ¡Deje su caballo conmi-go, cuando regrese él estará bien cuidado y alimentado! Pero dígame, ¿usted vino para quedarse?

Mercader (rey): ¡Apenas por algún tiempo!

Niña: ¿El señor está cansado del viaje?

Mercader (rey): Sí, bastante.

Niña: ¿Le gustaría sentarse y descansar un poco? (Le muestra un banco o una silla).

(El mercader (rey) se dirige al banco, se sien-ta y finge dormir).

Narrador: El hombre alto y de piel broncea-da se sentó en el banco, se recostó contra el muro, cerró los ojos y durmió.

(La niña se acerca al rey y queda mirándolo dormir)

(Después de algunos minutos el mercader abre los ojos y ve a la niña agachada, miran-do su rostro. Al ser sorprendida, ella queda avergonzada y se aparta).

Mercader (rey): ¿Te quedaste mirándome todo este tiempo?

Niña: ¡Sí!

Mercader (rey): ¿Qué es lo que deseas?

Niña: ¡Nada! Usted parece ser un hombre amable y es bueno estar cerca de usted.

El mercader (rey) sonríe, alisa su rostro y barba: Eres una niña inteligente. A mi regre-so conversaremos más.

(Ambos salen de la escena y entran los tres hermanos, el cuarto fue a la escuela – cada uno en su lugar).

Narrador: Entonces aquel hombre entra para ver y conocer a cada niño.

Mercader (rey pregunta al escultor): ¿Cuál es tu nombre? ¿Qué es esto?

Escultor: Mire señor, en este momento no tengo tiempo para conversaciones. ¿No ve que estoy esculpiendo y estoy muy ocupa-do? ¡Necesito completar pronto mi obra! ¡Vuelva otro día!

Mercader (rey) para el artista: ¿Puedo ha-blar contigo?

Pintora: Por favor, no deseo ser perturbada. Tengo prisa para terminar y no puedo con-versar ahora.

Mercader (rey) para la música: ¿Estás bien? ¿Cuál es tu nombre?

Música (continúa tocando y no le presta atención): Por favor, ¡no me interrumpa! ¡No ve que estoy ocupada y no puedo interrum-pir mi música!

Observación: Salen todos de la escena. En-tra la niña.

Narrador: Poquísimo tiempo después el hombre ya estaba de regreso.

(El hombre se acerca a la niña).

Niña: ¿El señor ya está de vuelta? ¿Encontró lo que buscaba?

Mercader (rey): Sí, pero ellos están dema-siado ocupados para recibirme.

Niña (sorprendida): ¿El señor es… es el rey? ¡Pero usted no se parece con un rey!

Rey: Yo trato de no parecer. Ser rey es ser solitario, las personas se comportan extraña-mente a mí alrededor, piden favores, intentan impresionarme y me presentan sus quejas.

Niña: Pero, ¿no es para eso que sirve un rey?

Rey: Ciertamente. Pero hay ocasiones que me gustaría estar simplemente con mi pue-

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blo, conversar con las personas para escuchar sobre su día, reír un poco, y hasta… llorar.

Niña: ¿Es por esto que adoptó a los niños?

Rey: Sí, es por esto, a los niños les gusta con-versar. Los adultos creen que deben impre-sionarme, pero los niños no. Ellos solamente quieren conversar conmigo.

Niña: ¡Pero mis hermanos están muy ocupa-dos!

Rey: ¡Sí! Pero yo volveré, tal vez ellos tengan tiempo para mí otro día. ¿Te gustaría ir con-migo ahora al castillo?

Niña: ¡Por supuesto!

(Los dos salen).

Narrador: Los niños talentosos, pero dema-siado preocupados en presionar al rey, no pudieron verlo; mientras que la niña, cuyo talento era su tiempo para ayudar a las per-sonas, se convirtió en la hija del rey. Noso-tros somos hijos de un Rey, pero ¿estamos teniendo tiempo para él? ¡Nuestro Rey es Jesús!

¿Cómo podemos tener tiempo para Jesús?

Entran los niños con las placas nueva-mente:

Un niño de cuna con una placa de tránsito escrito: PARE.

Otro con una placa semejante escri-to: ORE.

Otro con otra placa escrita: LEA LA BIBLIA.

Otro niño con la placa: CONVERSE CON JESÚS.

Otro con la placa: CANTE.

Otro niño: ALABE.

Uno más: HABLE DE JESÚS.

Otro niño: ACTUAR COMO JESÚS.

Llamado:

(Un juvenil hace el llamado).

Sabemos que muy pronto, el Rey Jesús ven-drá. Él vendrá para llevarnos a vivir con él en su reino. ¿Cuántos quisiera ir a morar con el Rey Jesús? ¿Cuántos quieren estar prepara-dos para vivir con el Rey Jesús? Si este es su deseo y desea hacer un compromiso de te-ner tiempo para el Rey, en su vida, por favor, póngase de pie y lea conmigo una de las pla-cas, como si estuviese hablando a Dios.

Ahora voy a orar para que Dios nos ayude a tener diariamente tiempo para él. Orar.

Cada niño debe recibir en la puerta un tape-te de oración. Los intermediarios y juveniles deben recibir la agenda para la Oración In-tercesora.

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Domingo

Tema 2 - La constancia en el cuidado con mi salud

Versículo para memorizar:

“Glorifi cad, pues, a Dios en vuestro cuerpo…” (1 Corintios 6:20).

Servicio de cánticos:

Debe ser dirigido por un niño de cada de-partamento (primarios), un intermediario y un juvenil.

Un niño debe dar la bienvenida y hacer una oración.

Los remedios de Dios:

Un juvenil debe contar la historia, mientras la misma es escenifi cada.

Hoy voy a contarles la historia de una pareja que recibió un lindo regalo de Dios: un bebé (entra una pareja con un bebé).

Era una niñita. La mamá y el papá quedaron tan felices que agradecieron a Dios por el maravilloso regalo y dedicaron su bebé a él.

Los días fueron pasando y la mamá notó que aquella bebita no estaba muy bien, pues lloraba mucho. Entonces, los padres queda-ron muy preocupados y llevaron al bebé al hospital. Pero lo que el médico dijo, dejó a los padres más preocupados aún. El médico examinó a la niña y dijo a los padres: - Esta ciudad es muy pequeña, ustedes necesitan llevarla a una ciudad grande. Solamente allí los médicos tienen más recursos y podrán tratar a su hijita.

Muy tristes y ansiosos los padres viajaron a la ciudad grande llevando a su pequeña hi-jita. El médico que consultaron en la capital

era realmente muy bueno. Después de algu-nos días examinando a la niñita, fi nalmente consiguió descubrir su problema: Ella tenía alergia. No podía comer cualquier cosa, por lo que tuvo que pasarle una dieta especial, con leche en polvo, pero no como esa que todos tomamos, sino una leche especial para ese tipo de problema.

Después de eso, la niñita paró de llorar y no se empeoró, pero todavía no tenía salud completa.

La mamá estaba muy triste porque su hijita aún no estaba totalmente saludable. Sin per-der las esperanzas de encontrar la sanidad, la mamá decidió orar a Jesús, pidiéndole para solucionar su problema. Cuando acabó de orar, el teléfono tocó. Era la abuelita de la niña, pues ella había descubierto otro médi-co muy bueno y que era cristiano.

Los padres ahora se dispusieron a llevar a su bebé al otro médico, quien la examinó y escribió algunos remedios especiales en una hoja de papel. La mamá vio el papel, leyó los remedios y los halló muy extraños. ¿Saben cuáles eran los remedios?

Tener a manos una cesta o una caja para ir sacando los siguientes alimentos y objetos:

- Manzana

- Banana

- Naranja

- Zanahoria

- Carbón vegetal

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- Barro (arcilla)

- Betarraga

- Pera

- Durazno

- Uva

Esa receta es divertida, ¿no creen? Pero fue eso que el médico pasó. ¿Quién hizo esos remedios? ¡Dios! Todos son remedios de la naturaleza que Dios creó.

La niña fue usando todos aquellos remedios e iba mejorando cada día. Hoy, ella no es más una niña, ya es adolescente.

Todos los miembros de esa familia tienen sus sueños. La niña quiere estudiar medicina para ayudar a otros niños. La mamá desea devolver ese lindo regalo (su hija) a Jesús. El papá quiere ver reunida a toda su familia allá en el cielo.

Cuando seguimos los consejos de Dios en cuando al cuidado para nuestro cuerpo es más difícil enfermarse. ¿Ustedes saben cuá-les son los remedios de Dios que nos ayudan a no enfermarnos? Vamos a conocerlos:

Deben desfilar niños con cada uno de los re-medios, mientras el narrador va citándolos.

Narrador: AGUA – Debemos beber de t6 a 8 vasos de agua por día. También debemos tomar baño diariamente y lavar las manos antes de cada comida. Hay un dictado que dice: ¡No a la enfermedad con agua y jabón!

Mientras el narrador habla, entra un niño con una jarra y un vaso en sus manos. Para, bebe un poquito y sale.

Narrador: AIRE PURO – Debemos respirar profundamente diez veces por la mañana y diez veces por la noche.

En cuanto el narrador habla, entra un niño con un globo. Lo sopla hasta llenarlo, después lo desinfla y sale.

Narrador: LUZ SOLAR – Debemos jugar al sol hasta las 10:00 de la mañana y después desde las 3:00 de la tarde. ¡Pero cuidado!

Use siempre protector solar, inclusive en el invierno y un gorro en las horas más calien-tes. Nadie debería quedar sin tomar baño de sol, especialmente los bebés y los niños.

Mientras el narrador habla, entra un niño con un gorro en la cabeza, lentes de sol y con un protector solar en la mano, fingiendo pasar en los brazos y rostro. Después sale.

Narrador: EJERCICIO FÍSICO – Debemos saltar, correr, andar de bicicleta, saltar soga, jugar pelota y tantos otros juegos de movi-miento. Personas de más edad deben cami-nar diariamente.

Mientras el narrador habla, entra un niño con vestimenta deportiva y una pelota en la mano. Después sale.

Narrador: DESCANSO – Necesitamos dormir de 8 a 9 horas todas las noches. Duerma y acuerde temprano, así quedará más descan-sado y será más inteligente.

En cuanto el narrador habla, entra un niño con una almohada en la mano; finge que duerme inclinando la cabeza en la almohada y des-pués sale.

Narrador: ALIMENTACIÓN SALUDABLE – Necesitamos comer diariamente: Cereales como: arroz, harina, avena, etc. Legumbres: fríjol, arvejas, soya, etc. Proteínas: leche, que-so y huevos, frutas y verduras, además algu-nas castañas o maníes. No se olvide, los me-jores alimentos son los granos integrales.

Mientras el narrador habla, entra un niño con una cesta de alimentos, muestra algunos y sale.

Narrador: ABSTINENCIA – Quiere decir, no usar o comer cosas que hacen mal a nuestra salud. Tales como bebidas alcohólicas, ciga-rro, café, coca-cola, etc.

En cuanto el narrador habla, entra un niño con una cesta y muestra algunos de los elementos citados por el narrador y después sale.

Narrador: CONFIANZA EN DIOS – Es im-portante porque cuando confiamos en

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Dios no tenemos miedo y no nos sen-timos solos. Eso da salud y vigor. Al-guien explicó así: Adiós al estrés, adiós a la depresión, ¡con Cristo en el corazón!

Mientras el narrador habla, entra un niño, se arrodilla y finge orar. Después se levanta y sale corriendo.

Historia bíblica: Naamán

En esta historia debe ser escenificada por dos juveniles, una pareja de juveniles y dos inter-mediarios.

Narrador: La Biblia cuenta la historia de una niña que un día, en medio de la guerra, fue llevada bien lejos de su hogar. Nosotros no sabemos el nombre de esa niña, pero no po-demos dejar de conocer su historia.

Entra una niña con una escoba en la mano, deja la escoba en el suelo y comienza a sacar el polvo de los muebles.

Ella debe haberse sentido triste y asustada en un lugar extraño, viviendo entre gente desconocida, que habla una lengua diferen-te. Pero ella resolvió hacer todo muy bien y así sólo recibía elogios de su patrona.

Entra la patrona y queda enjugando sus ojos.

La niña se dio cuenta que su patrona era una mujer triste. Estaba siempre llorando. La niña que era de buen corazón, sintió pena de ella y le preguntó lo que estaba aconteciendo.

Las dos fingen que están conversando.

La patrona le contó un secreto. Un secreto muy triste. Ella dijo que su esposo, el Sr. Na-amán, que era capitán del ejército de Siria, tenía una terrible enfermedad; él sufría de lepra, una enfermedad sin curación.

Ahora aquella niña entendió porque la Sra. de Naamán nunca abrazaba ni besaba a su esposo, ellos sonreían uno al otro a la distan-cia y comían en mesas separadas.

Entonces la niña le contó a su patrona que en Israel había un profeta, un hombre de Dios

que podía curar al Sr. Naamán de su lepra.

Las dos salen abrazadas.

Ahora llena de esperanza la Sra. de Naamán contó a su marido que sabía dónde había cura para su enfermedad.

El capitán Naamán, a su vez, contó al rey que le autorizó viajar hasta Israel y buscar al pro-feta Eliseo.

Entran las dos cargando las maletas. Entra Naamán y toma las maletas y se despide de ellas saliendo. Mientras las dos se arrodillan para orar.

Cuando Naamán llegó a Israel, fue a la casa del profeta, pero Eliseo no salió para conver-sar con él, tan sólo envió a su siervo Geazi para que le diga lo que debería hacer.

Entran Geazi y Naamán y fingen que están conversando.

Geazi dice al capitán Naamán que él debería ir hasta el río Jordán y zambullirse en el 7 ve-ces. Después podría volver a su casa.

Sale Geazi y entran dos soldados para hablar con Naamán que está sentado con rostro des-animado. Fingen que están conversando.

El capitán Naamán estaba muy furioso. Él quería volver inmediatamente a su casa. Se sentía humillado por no haber sido recibido por el profeta y ni haber sido tocado por él. Además de esto, no quería tomar baño en el río Jordán, siendo que los ríos de su tierra eran más limpios.

Pero sus amigos soldados, le hicieron recor-dar que si para sanarse fuera necesario hacer algo difícil, con seguridad el capitán lo haría. Entonces, no costaba nada experimentar un baño en el río Jordán.

Salen los dos soldados y Naamán.

Entonces Naamán resolvió probar. Él entró en el río Jordán y dio su primera zambullida, pero nada pasó. Dio una segunda y… nada. No pasó nada en la tercera, cuarta, quinta y sexta zambullida; pero, en la séptima, él salió

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limpio. ¡Estaba totalmente curado!

Entra Naamán abraza a la esposa y a la niña cautiva. Conversan y después que el narrador termina de hablar, salen los tres.

¡Cómo Naamán estaba feliz de volver a casa! Él estaba totalmente curado, podía ahora vivir y actuar como una persona normal. El capitán Naamán ahora pudo testificar de la grandeza y del poder de Dios.

Si quieres tener salud y vivir bien, sigue las reglas dejadas por Dios, pero síguelas bien, así como hizo Naamán y como él, verán que valdrá la pena tener siempre salud.

Llamado:

Entra un juvenil para hacer el llamado.

¿Cuántos quieren vivir más saludables? ¿Cuántos quieren tener salud siempre? ¿Cuántos quieren seguir las reglas dejadas por Dios y tener mejor salud? Entonces va-mos a recordar cuáles son: Si quieres seguir la simple regla de salud de Dios, por favor, le-vanta la mano donde estás y repite las reglas como si estuvieses diciéndole a Jesús lo que vas a usar o hacer.

Entran los niños nuevamente sólo que ahora, con carteles o afiches para que las personas puedan leer:

AGUA PURA,

AIRE PURO,

LUZ SOLAR,

EJERCICIOS FÍSICOS,

DESCANSO,

ALIMENTACIÓN SALUDABLE,

NO USAR COSAS QUE PERJUDICAN Y CON-FIANZA EN DIOS.

La promesa de Dios para quien desea ser obe-diente a las leyes de la salud es:

Pida a un niño de infantes o primarios que diga el versículo para memorizar.

“Si oyereis atentamente la voz de Jehová tu Dios, e hicieres lo recto delante de sus ojos, y dieres oído a sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos, ninguna enfermedad de las que envié a los egipcios te enviaré a ti; porque yo soy Jehová tu sanador”. Éxodo 15:26. ¡Amén!

Ahora póngase de pie mientras oro para que Dios nos ayude a tener una vida saludable. Orar.

A la salida todos deben recibir una bolsa con un pan pequeño sin fermento (como de santa cena), con una tarjetita que diga: “Sea saluda-ble, aliméntese correctamente”.

Lunes

Tema 3 - La certeza de recibir poder para compartir el amor de Jesús

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Lunes

Tema 3 - La certeza de recibir poder para compartir el amor de JesúsTema 3 - La certeza de recibir poder Tema 3 - La certeza de recibir poder para compartir el amor de Jesúspara compartir el amor de Jesús

Versículo para memorizar:

“¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!” Romanos 10:15

Testifi cando:

Para esta escena invite a dos juveniles. Ellos deben entrar de ropa deportiva, camiseta, za-patillas y una pelota de fútbol.

1 - ¡Qué gran juego tuvimos hoy!

2 - Sólo yo hice dos goles. Y tú hiciste tres.

1 - ¡Cuando llegue mañana a la escuela con-taré a todo el mundo! ¡Mis colegas ni van a creer!

2 - Voy a llamar a mis primos, pues ellos co-nocen a nuestro equipo y sin duda que vi-brarán.

1 - ¡Y mi padre!, ni qué decir. Adiós, voy co-rriendo a contarle a mi papá.

2 - Y yo voy a contarle a mi mamá.

(Ambos salen apresurados).

Entran dos niñas adolescentes.

1 - Felipe, es lindo, ¿verdad?

2 - Yo también hallo. Sólo que prefi ero a Beto.

1 - Felipe tiene aquellos lindos ojos, su cabe-llo crespo, una sonrisa perfecta y es tan, tan gentil y educado

2 - Beto es inteligente, atento y amable.

1 - Mira lo que Felipe me dio. Ese osito de peluche…

2 - ¿Sabes lo que Beto me dio? Vamos a mi casa y te mostraré, vas a morir de envidia.

(Ambas salen abrazadas…)

Entran dos adultos

1 - ¿Viste mi nuevo carro?

2 - No sabía que habías cambiado de carro.

1 - Lo hice. Sabes, yo ni estaba pensando de cambiar de carro, pero apareció una oferta especial. Mi carro fue muy bien valorizado.

2 - Y, ¿qué carro compraste?

1 - Un…

2 - Estoy curioso para ver tu carro nuevo.

1 - Entonces, vamos a verlo.

Salen ambos.

Entran dos mujeres.

1 - Amiga, ni te imaginas lo que pasó.

2 - Cambié toda la decoración de mi casa. Pinté las paredes, hice cortinas nuevas para combinar, realmente quedó lindo. Hasta los almohadones quedaron especiales. A decir verdad, ni sé que voy hacer con ellos.

1 - ¿No deseas hacer una donación?

2 - Tal vez, pero amiga, vamos a mi casa y te mostraré como quedó de linda.

Entra un juvenil.

¿Qué tenía de semejante cada una de las escenas? Alguien enamorado, feliz por una victoria, una conquista o por el amor de al-guien.

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¿Usted está feliz con Jesús?

¿Se siente amado por Jesús?

¿Usted ama a Jesús?

Si sus respuestas fueran “sí”, pregunto:

¿Usted está hablando de Jesús a las perso-nas?

¿Usted sabe cómo puede hablar de Jesús?

Entran niños de cuna con los siguientes carte-les:

• Oración intercesora

• Grupos pequeños

• Hablando de Jesús

• Estudiando la Biblia con los amigos

Usted conocerá la historia de alguien que hizo esto y mucho más porque ama a Jesús.

Entrevista

Una niña de 12 años representando el perso-naje y un presentador de TV.

Presentador: ¡Buenas noches señores es-pectadores de la TV cristiana! Nuestro pro-grama Héroes de la fe, tiene el placer de re-cibir a una juvenil: Andrea Barragama. Ola Andrea Barragama ¡buenas noches!

Andrea: ¡Buenas noches! ___ (nombre). ¡Buenas noches amigos!

Presentador: ¿Cuántos años tienes y dónde vives?

Andrea: Tengo 12 años y vivo en Pelotas, en Río Grande del Sur, Brasil.

Presentador: ¿Cómo conociste la Iglesia Ad-ventista?

Andrea: Mi tía ya era adventista. Pero un día, estaba en la casa de mi abuela y aparecieron allí tres personas ofreciendo un estudio de la Biblia y mi abuelita aceptó. Al día siguiente fui, porque quedé curiosa y quería saber lo que ellos estaban estudiando.

Presentador: Y ¿qué hallaste de los estu-

dios?

Andrea: Me gustó tanto que decidí conti-nuar estudiando y después resolví que ense-ñaría la Biblia a otros.

Presentador: ¿Qué enseñabas y a quiénes?

Andrea: Comencé a enseñar a los niños aquello que aprendí. Cantaba, oraba, leía versículos de la Biblia y después contaba una historia de la Biblia, mostrando unas figuras.

Presentador: ¿Esto les gustaba a los niños?

Andrea: ¡Sí, mucho! Al comienzo eran sola-mente algunos niños. Hoy estudio la Biblia con 25 niños.

Presentador: ¿Hace cuánto tiempo que diri-ges tu grupo pequeño?

Andrea: Hace un año y medio.

Presentador: ¿Y los padres de los niños apo-yan tu trabajo?

Andrea: Algunos padres preguntan si pue-den asistir también y yo los he llevado a la iglesia.

Presentador: Su mamá, doña Tatiana, ¿apo-ya tu trabajo?

Andrea: Mi mamá, cuando supo que me que-ría bautizar, no quiso dejarme. Pero yo pedí mucho y expliqué cuán importante era para mí demostrar a Jesús mi amor. Entonces ella permitió. Para mi alegría, el 31 de diciembre de 2003, ella y mi prima también se bautiza-ron. Conseguí convencerlas a entregarse a Jesús. Hoy somos una pareja. Mientras mi mamá trabaja, yo cuido de la casa y de mis hermanas menores. Y cuando llega del tra-bajo, las dos vamos a la iglesia en los días de culto y en los otros días damos estudios bí-blicos y dirigimos grupos pequeños.

Presentador: ¿Qué más has hecho?

Andrea: bueno, tengo un programa en la ra-dio de mi ciudad. Es el dial 101.9, allí hago lo mismo que hago en mi pequeño grupo. Toco himnos de alabanza, oro y cuento his-torias de la Biblia.

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Presentador: ¿Y las personas están gustan-do?

Andrea: Sí. Ellas llaman pidiendo himnos y oraciones. ¡Es muy bonito!

Presentador: ¿Tienes alguna cosa que qui-sieras contar?

Andrea: Sí. Visito al asilo de la ciudad. Cuan-do llego allí, los ancianos dicen: “¡Mira, An-drea llegó!” “¡La niña llegó!” Allí yo canto y cuento historias de la Biblia para ellos.

Presentador: Además de dirigir un grupo pequeño para 25 niños, presentar un pro-grama de radio y visitar un asilo, ¿qué más haces?

Andrea: Visito el Instituto de Menores de mi ciudad donde hago el mismo programa del grupo pequeño.

Presentador: Ahora ya acabaste, ¿verdad? ¿Ya contaste todo lo que haces?

Andrea: No terminé aún. Yo visto el delantal de ADRA y salgo por las calles recaudando ropas y juguetes y después los entrego a los niños necesitados de mi escuela.

Presentador: ¿Cuál es tu mayor alegría en el trabajo que realizas?

Andrea: Ver los resultados. Ochos niños de mi pequeño grupo ya fueron bautizados. Hoy una de loas niñas, Priscila también está dirigiendo un grupo pequeño. Mi deseo es que más niños hagan lo mismo que yo. Yo le enseño, usted puede dirigir un grupo pe-queño. Es fácil y divertido. ¡Hablar de Jesús lo volverá más feliz!

Historia bíblica

Esta historia debe ser escenificada mientras un narrador va contándola.

Un día, Dios llamó a un hombre llamado Jo-nás para ir a una gran ciudad llamada Nínive, para hablarles de Jesús. La gente de aquella ciudad era mala y necesitaba cambiar su ma-nera de actuar.

Entra un niño y queda mirando al cielo, como si estuviese escuchando.

Pero Jonás, pensó y pensó. Él no estaba dis-puesta a dejar su ciudad y viajar a una ciudad de hombres malos y decirles que estaban equivocados. ¿Y si esos hombres quedasen bravos y lo matasen?

Fingir que está con miedo, asustado.

Jonás con miedo, resolvió huir.

Salir de la escena caminando rápidamente.

Coloque una gran sábana de casados dobla-da al medio, en el centro del palco. Coloque alrededor de la sábana papel crepé azul, como si fuesen las ondas del mar. La sábana es un gran pez.

Entran tres niños de primarios cargando un papelón pintado de marrón (como si fuese un barco), con una sola “vela” hecha de paño o tela blanca.

Ellos fingen que navegan en el mar, haciendo el barco subir y bajar.

Entonces Jonás fue hasta el puerto y en lugar de tomar el navío que iba a Nínive, embarcó en un barco que iba a Tarsis.

Él debe ir hasta el barco y acostarse atrás.

Con las ondas subiendo y bajando, Jonás sin-tió sueño y fue al interior de la nave a dormir. Pero mientras Jonás dormía, vino una tem-pestad y el navío comenzó a ser lanzado de un lado a otro.

Los marineros asustados despertaron a Jo-nás y pidieron a todos que orasen pidiendo a Dios que calmase la tempestad.

Jonás les contó que él era la razón de la tem-pestad. Les contó que estaba huyendo de Dios, y que con tempestad, Dios lo llamaba de vuelta. Entonces les pidió que lo tirasen al mar y la tempestad pararía.

Los marineros no querían hacer esto, pero como no había otra solución, lanzaron a Jo-nás al mar.

Inmediatamente vino un enorme pez que

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tragó a Jonás.

Colocar a Jonás en medio de la sábana.

¿Y ahora? ¿Qué pasaría con él? Jonás dentro del gran pez, se arrepintió de haber desobe-decido y dijo que estaba dispuesto a obede-cer. Entonces Dios hizo que el gran pez fuese hasta la playa y lo vomitase.

El niño debe salir de la sábana y fingir que está limpiándose.

Ahora Jonás estaba listo a testificar de Jesús. Y fue exactamente lo que él hizo. Fue a Ní-nive y todos los moradores de la ciudad se arrepintieron.

Llamado

Entra un adolescente y hace el llamado: O el propio Jonás hace el llamado.

Hoy Jesús está llamando a los niños y niñas, juveniles y adolescentes, jóvenes y adultos a testificar.

En el mundo hay personas tan malas, así como los ninivitas, que necesitan arrepentir-se como ellos lo hicieron.

¿Le gustaría ayudar a esas personas a des-cubrir que pueden recibir el perdón de sus pecados?

¿Le gustaría ayudarlas?

¿Cuántos están dispuestos a testificar de Jesús? ¿Cuántos quieren hablar de Jesús a otras personas?

¿Cuántos quieren testificar sin necesitar pa-sar por la misma experiencia de Jonás?

Si ese es su deseo, por favor, póngase de pie.

Ahora deseo hablar solamente a los niños que desean testificar.

Cada niño, juvenil o adolescente puede ser una pequeña luz brillando en este mundo oscuro y malvado. ¿Haremos brillar nuestra luz? ¿Cuántos quieren dejar brillar su luz?

Si este es su deseo, por favor, pase al frente.

Dar a cada niño una vela o una varita de neón y después cantar: “Mi pequeñita luz”. El progra-ma debe terminarse con una oración hecha por el pastor o anciano de la iglesia, pidiendo a Jesús que los ayude a brillar y a testificar de Jesús.

A la salida, todos los niños deben recibir algu-nos folletos para distribuir entre sus amigos. Martes

Tema 4 - El privilegio de usar sabiamente nuestros talentos

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Tema 4 - El privilegio de usar sabiamente nuestros talentos

Versículo para memorizar:

“llamó a sus siervos y les confi ó sus bienes”. Mateo 25:14

Los adolescentes deben estar en la puerta en-trevista cada persona en la entrada y pregun-tando: ¿Cuál es su don? De acuerdo con la respuesta obtenida, cada persona debe recibir una tira de papel del color de su don.

Blanco: No sé

Azul: Cantar

Amarillo: Donar

Verde: Hablar de Jesús, predicar, dar estu-dios bíblicos

Rojo: Recepcionar, hospedar

Naranja: Hacer amigos

Lila: Tocar

Gris: Sonreír

Celeste: curar, cuidar enfermos

Verde claro: Visitar personas

Rosa: Orar

En forma de corazón: Amar

Servicio de cantos: Debe ser dirigido por un niño de cada departamento (primarios), un intermediario y un juvenil.

Usando los dones:

Esta parte debe ser hecho por un niño de los primarios y dos o tres juveniles.

Primario: Ola _______ (nombre). ¡Que bueno

es verte!

Juvenil: Ola ________ (nombre) también quedo feliz de verte. Me paree que estás preocupado. ¿Qué pasó?

Primario: Mi maestra de Escuela Sabática contó una parábola, pero yo no sé lo que signifi ca.

Juvenil: ¿Cuál parábola?

Primario: La de los talentos

Juvenil: ¿Entonces vamos a recordarla?

Mientras la parábola esté siendo contada por una voz oculta, debe ser escenifi cada por algu-nos niños.

Un hombre rico necesito hacer un largo viaje de necios en otro país. Preocupado, antes de salir de viaje llamó a sus mejores empleados y les confi ó sus negocios para que cuidasen hasta su regreso. A cada uno le entregó un talento, según su capacidad, para que los ne-gociasen.

Al primero le dio cinco talentos.

Al segundo le dio dos talentos.

Al tercero le dio un talento.

El que recibió cinco talentos salió inmedia-tamente a negociar y trabajó tan bien que ganó otros cinco talentos.

Lo mismo aconteció con el segundo, que también salió a negociar y trabajó tanto, que consiguió ganar otros dos talentos.

Sin embargo, el tercero, aquel que recibiera un solo tanto, quedó preocupado. Sabía que

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su patrón era exigente y esperaba que hicie-se lo mejor, pero como temía perder el dine-ro y no conseguir realizar un buen negocio, fue y enterró el talento que recibiera.

El tiempo pasó y un día, finalmente, el patrón regresó a casa. Poco después llamó a sus empleados para saber lo que había sucedido durante su ausencia.

El primero estaba muy feliz y contó a su pa-trón como negoció y con mucho trabajo y dedicación, consiguió doblar el valor. En lu-gar de cinco, ahora tenía diez talentos para entregar a su patrón, quien quedó muy feliz al saber que ahora estaba más rico.

El patrón lo elogió y lo invitó a comparecer a una fiesta que daría en su homenaje por haber sido un buen empleado.

El segundo también estaba feliz y le contó cómo había aprovechado las oportunidades de tal manera que duplicó los talentos que había recibido; así que en lugar de dos, el pa-trón recibió cuatro talentos.

Ese también fue elogiado por el patrón y fue invitado a una fiesta donde sería homena-jeado.

Cuando llegó el tercero, al contrario de los dos primeros, muy tímidamente explicó su miedo de no saber usar su talento. En su pe-reza de buscar ayuda, resolvió guardar aquel único don, por lo que estaba devolviendo entero a su dueño.

El patrón quedó muy enojado. Le dijo que si hubiese entregado su talento a los ban-queros, ahora recibiría por lo menos un poco más, con intereses. Por lo que expulsó aquel hombre de su casa, porque no hizo lo que debería.

Primario: Bueno, la historia yo sé. Lo que no sé es qué son los talentos.

Juvenil: Talentos son los dones, las habilida-des que Dios nos da. ¿Sabías que todas las personas nacen con algún don especial?

Primario: ¿Será que todos nosotros recibi-

mos por lo menos un don?

Juvenil: Sí, todos recibimos y sabes ¿por qué? Porque Dios nos hizo a todos con la ca-pacidad para hacer alguna cosa para Él.

Primario: ¿Es verdad? Pero yo no sé cuál es mi don.

Juvenil: Como tú (mencionar el nombre) existen algunos amigos aquí en la iglesia que también no descubrieron todavía cuál es su don, ¿quieres ver?

(Dirigiéndose al público) ¿Cuántos todavía no saben cuál es su don? Por favor, levanten su papel, el papel blanco.

Ahora (nombre) voy a pedir a los demás ami-gos de la iglesia que nos ayuden a demostrar cuáles son los dones que existen y ustedes podrán descubrir cuáles son sus talentos.

Primero deseo pedir a todos los que tienen papel azul que se coloquen de pié. Este gru-po es muy especial, ellos tienen el don de cantar. Por favor, demuestren su don can-tando la primera estrofa del himno 519 “Es el amor divino”.

Gracias. ¿Viste como ellos saben usar muy bien su don?

Ahora, deseo pedir aquellos que tienen el papel amarillo que se coloquen de pié. Este grupo tiene el don de donar. Ellos son muy importantes a la iglesia, pues siempre que es necesario donan algún dinero o dan ali-mentos, ropa o cualquier otra cosa a ADRA o Dorcas. Muchas gracias por ese espíritu de entrega.

Vamos a conocer a los tienen el papel verde. Por favor queden de pié. Ellos tienen el don de hablar, predicar, dar estudios bíblicos, di-rigir grupos pequeños. Por esta razón ellos siempre están invitados a hablar en la igle-sia.

Vamos a conocer de cuán bien ellos hablan. Por favor, digan juntos el Salmo 23. Gracias.

Por favor pónganse de pié los que tienen el papel rojo. Este grupo gusta de hospedar

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personas y recibirlas. Demuestre su talen-to saludando a las personas que están a su lado. ¿Vieron cómo ellos hacen bien su par-te? Gracias.

Ahora pido a los de color naranja, aquellos que tienen el don de hacer amigos que se pongan en pié. Ustedes son muy importan-tes, pues hacen que cada persona que llega a la iglesia encuentre amigos. Por favor, de-muestren su talento de hacer amigos, abra-zando a por lo menos tres personas. Gra-cias.

Los que tienen el papel lila son los artistas de nuestra iglesia, todos ellos saben tocar algún instrumento, por eso les pedidos que se co-loquen en piré y canten una escala musical. Gracias.

Llegó la vez de los que recibieron el papel gris. Esos son los que tienen el don de son-reír. Sonreír es importante, pues conquista a las personas, señala simpatía y proximidad. ¿Pueden sonreír ahora? Gracias, pues su sonrisa ha vuelto a nuestra iglesia más sim-pática.

Vamos a conocer a los que recibieron el pa-pel celeste. Esos son los médicos, enferme-ras, dentistas, psicólogos y otros que saben y gustan de ayudar a las personas enfermas. Tienen el don de curar. ¡Cómo ustedes son importantes cuando estamos con dolor de cabeza o de diente! Gracias por usar su don para Jesús.

Los que tienen el papel verde claro deben ponerse en pié. ¿Ustedes ya recibieron una visita de ellos? Si usted falta a la iglesia o si está enfermo o triste, puede tener la seguri-dad que ellos estarán en su casa ayudando, animando, incentivando. Gracias.

Ahora a los que tienen papel color rosado, pónganse en pié para que todos conozcan a aquellos que oran por nosotros. Gracias por hablar sobre nosotros a Dios.

Aquellos que tienen el don de amar recibie-ron un papel en forma de corazón. Saldan

de sus lugares y den un abrazo, a por lo me-nos, tres personas.

Primario: ¡No sabía que existían tantos do-nes!

Juvenil: Existen otros más aún. Pero, no ade-lanta de nada si usas tu don o talento sola-mente para ti. Jesús espera que lo uses y si lo usas como en la parábola, él te invitará para estar en el cielo en una gran fiesta, donde te homenajeará y tú podrás vivir para siempre con él.

Primario: ¿Cuántos de ustedes desean usar sus dones a Jesús? Por favor, levanten la mano y yo voy a orar.

Querido Jesús, acabamos de conocer nues-tros dones que el Señor nos dio. Por favor, ayúdanos a usarlo para bendecir y salvar personas. ¡Amén!

Entra un niño de la iglesia e invita a la con-gregación para cantar la primera estrofa del himno “Manos”, con el equipo responsable por el servicio de cánticos.

Antifonal

Esta lectura antifonal debe ser presentada por cuatro niños de los primarios:

Todos: La historia del proyecto ADRA juvenil (Proyecto comunitario).

1 – Hace algunos años atrás una maestra de Intermediarios.

2 – La Sra. Hilda Cristiana Amorío.

3 – De la iglesia del Portón, en Curitiba.

4 – Recibió una llamada de una amiga que estaba pasando necesidad.

1 – A esa señora que la llamaremos de María tuvo una vida muy cómoda.

2 – Pero ahora, al conocer a Jesús, su esposo estaba desempleado.

3 – ¡Cómo era difícil no tener alimentos para sus hijitas pequeñas!

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4 – María y su familia necesitan de ayuda.

Todos: Necesitaban de alimento y de ropas abrigadas.

1 – La maestra Hilda la encaminó a ADRA (proyecto).

2 – Pero en su corazón nació un deseo.

3 – El deseo de hacer algo más por esta fa-milia.

Todos: Llegó el sábado.

4 – La profesora Hilda desafió a los interme-diarios de su clase a traer algo para María y su familia.

Todos: Para el otro sábado.

1 – La maestra Hilda llevó dos grandes sacos vacíos.

2 – Cada saco tenía un metro de altura.

3 – Cada intermediario colocó un kilo que ellos había traído.

4 – Ellos trajeron alimentos, galletas, frutas y verduras.

Todos: Los sacos con los alimentos casi se rompieron de tan llenos.

1 – Una tarjeta decía:

2 – Este es un cariño de la clase de interme-diarios para ustedes.

3 – Mientras María y su familia estaban en la iglesia.

4 – Gabriela, Felipe, Amanda, Carolina, Juan y otros juveniles.

Todos: ¡Hicieron la sorpresa!

1 – Llevaron los paquetes hasta el edificio donde María y su familia vivían.

2 – Dejaron los paquetes con el portero.

3 – El portero quería saber de qué iglesia eran aquellos jovencitos.

4 – Intermediarios dispuestos a ayudar a sus semejantes.

Todos: María y su familia derramaron lágri-

mas de alegría.

2 – Y en el corazón de los niños nació el de-seo de continuar.

3 – El deseo de dar a otras familias necesita-das.

4 – ¿Y por qué solo los intermediarios?

Todos: Los juveniles también querían parti-cipar.

1 – Pero los niños de infantes también que-rían hacer su parte.

Todos: Así nació ADRA juvenil (Proyecto Co-munitario).

1 – Vestidos con el delantal de ADRA juvenil.

2 – Hasta los pequeños de 4 años.

3 – Traen bolsas llenas y pesadas.

4 – Que necesitan ser amparadas por sus maestras para que no se caigan.

Todos: ¡Los niños quieren ayudar!

1 – Los niños tienen el don de servir y de ayudar.

2 – Y usted, ¿sabe cuál es su don?

3 – ¿Ustedes han usado sus dones para tra-bajar para Dios?

4 – Él espera por ti, porque…

Todos: Todos nosotros somos sus pies, sus manos, sus ojos y su boca. ¡Úselos para la gloria de Dios!

Entra un niño de primarios nuevamente y pide que la congregación ante la segunda estrofa del himno “Manos” con el equipo responsable por el servicio de cánticos.

Esta escena debe contar con niño de cuna, dos de infantes y una juvenil vestida como abue-lita, sentada en una silla de balance y con un libro de historias en las manos.

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Historia bíblica:

Cuna: ¡Abuelita cuenta una historia!

Abuelita: Cuento sí. ¿Qué historia quieres que cuente?

Cuna: De una señora buenita.

Abuelita: ¡Ah! (nombre), siempre pides la misma historia, ¿verdad?

Infantes 1: Es que (nombre) piensa que la señora buenita de esta historia se parece con usted, ¡abuelita!

Infantes 2: Espere un ratito abuelita que voy a buscar las cosas necesarias para que pueda contar la historia.

Infantes 2: Listo, aquí están. Su hilo, aguja y tela.

Abuelita: (va contando e ilustrando con lo que tiene en las manos).

Era una vez una mujer muy bondadosa que vivía en la ciudad de Jope, su nombre era…

Cuna, Infantes 1, Infantes 2: Dorcas.

Infantes 1: Gacela

Abuelita: ¡Es así! Su nombre era Dorcas que significa gacela. La gacela es de la familia del

Cuna 2: Bambi.

Infantes 1: Eso quiere decir que Dorcas era una persona muy rápida. Ella trabajaba muy de prisa.

Abuelita: ¡Así es! Cuando ella venía a alguien de la iglesia necesitando de una ropa… (Fin-gir que está cosiendo).

Infantes 2: En aquella semana ella cosía una sopa para ella.

Abuelita: Y si la persona no tenía calzado… (Vendar una tela en el pie como si fuese un zapato).

Jardín 1: Ella de alguna manera trataba de conseguir zapatos para esa persona.

Abuelita: ¡Es verdad! Y cuando alguien es-taba triste…

Cuna: Dorcas le daba un abrazo y la persona quedaba feliz (Abrazar a la abuelita).

Abuelita: Todos amaban a Dorcas y ella era muy feliz cosiendo y ayudando a todos. Pero un día la Sra. Dorcas quedó muy, pero muy enferma. Tan enferma que… (Cubrir el ros-tro con una tela).

Cuna, Jardín 1, Jardín 2: Murió.

Abuelita: Cuando Dorcas murió, las perso-nas que eran sus amigas quedaron muy tris-tes… (Limpiar los ojos con la tela).

Cuna, Jardín 1, Jardín 2: Lloraron, llora-ron…

Abuelita: Entonces, las personas recordaron que había una sola persona que podría ayu-darlas.

Y esa persona era…

Cuna: Pedro.

Abuelita: Por lo que enviaron a alguien co-rriendo hasta la ciudad donde Pedro estaba para pedirle que fuese lo más rápido hasta Jope para ayudar a Dorcas. Y cuando Pedro llegó, ¿qué vio?

Cuna, Jardín 1, Jardín 2: (Fingir que están llorando) todas las personas estaban llorando.

Abuelita: Las viudas, los huérfanos, los po-bres y otras personas estaban llorando y mostrando a Pedro los zapatos y las ropas que habían recibido de Dorcas (mostrar). Entonces Pedro entró en el cuarto donde Dorcas estaba muerta, se arrodilló y dijo:

Infantes 1: ¡Levántate!

Infantes 2: Ella abrió los ojos y se levantó.

Cuna: ¡No estaba más muerta!

Abuelita habla de pie: Jesús quiere que seamos útiles, Que ayudemos a personas durante nuestra vida como hizo Dorcas. Si somos útiles y morimos trabajando para Je-sús, él nos resucitará para vivir para siempre a su lado.

Infante 1: ¡Yo deseo vivir para siempre!

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Cuna: ¡Yo quiero vivir con Jesús!

Infante 2: ¿Usted también quiere?

Abuelita: Todos los que desean consagrar sus dones para hacer el trabajo de Jesús, pónganse en pie y canten con nosotros el himno “Manos”.

Orar al final.

Sugerencia: Puede enviar con anticipación una cartita a cada niño de su iglesia para que en este culto traigan ropas y alimentos, para ser colocados en bolsas grandes y esas do-naciones deberán ser entregadas a ADRA o Dorcas de su iglesia. Si desea los niños po-drán entregarlos. Dé algunos ítems para que los niños carentes también puedan dar algo en este día, aunque después tengan que lle-var esos y otros ítems a su casa.

Miércoles

Tema 5 - La alegría y responsabilidad de devolver lo que no me pertenece - el diezmo

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Miércoles

Tema 5 - La alegría y responsabilidad de devolver lo que no me pertenece - el diezmo

Versículo para memorizar:

“Porque donde esté vuestro tesoro, allí esta-rá también vuestro corazón”. Mateo 6:21.

Servicio de cánticos: Debe ser dirigido por un niño de cada departamento (primarios), un intermediario y un juvenil.

Entra un niño, da la bienvenida y hace la ora-ción.

Nuestros tesoros:

Tenga diferentes baúles de tesoros. Esos baú-les pueden ser hechos de cartón. Entran con-versando, un niño y una niña de primarios.

Niña: Hola (nombre) - ¿Por qué no viniste ayer a casa para jugar con nosotros? Mi her-mano arregló un cuadro para jugar básquet.

Niño: Sabes, (nombre), mi tía me regaló un libro y gusté tanto que pasé toda la tarde le-yendo.

Niña: ¿Un libro? ¡No sabía que gustabas de leer tanto!

Niño: A decir verdad yo prefi ero jugar, pero el libro era tan bueno que no conseguí parar de leer.

Niña: ¿Qué había de tan interesante en ese libro?

Niño: Hablaba de piratas. El asunto era como ellos enterraban sus tesoros y después ha-cían mapas para poder encontrarlos de nue-vo. De paso, ¿sabías que cualquier persona puede encontrar hoy un tesoro?

Niña: ¡No creo! ¿Dónde encontraría un te-soro?

Niño: Normalmente próximo a las playas, porque algunos de esos piratas nunca más volvieron a buscar sus tesoros, unos porque murieron, otros perdieron el mapa, y otros nunca volvieron al local, y otros, aunque con mapas, no los encontraron más.

Niña: ¿Ya pensaste si encuentro un arca de tesoros llena de monedas raras, joyas y coro-nas? ¡Quedaría rica!

Niño: ¡Creo que no! Porque si encuentras una arca de tesoros tendrás que entregarla a un museo. Además, las monedas ya perdie-ron su valor.

Niña: Creo que nunca seré rica.

Niño: ¡Eso no es verdad! Existen diferentes tipos de tesoros y muchos de ellos valiosísi-mos. La mayoría de los mejores tesoros ni se pueden comprar.

Niña: ¿Vamos a vestirnos de piratas y fi ngir que estamos buscando un tesoro?

Niño: ¡Vamos!

Salen los dos.

Entran personas. Cada una con su baúl conte-niendo su tesoro.

1º Tesoro – Un niño abre su baúl y muestra solamente algunas tapas. Yo quiero mos-trarles a ustedes mi tesoro. Tengo aquí mi colección de tapas de botellas. Pasé meses montando mi colección, por eso no dejo que nadie los toque. Tengo miedo de perderlas.

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Voy a salir un momentito y ya regreso. No muevan en mi tesoro, ¡por favor!

(Deja su baúl y sale).

2º Tesoro – Una niña abre su baúl y muestra solamente algunas ropas de muñeca. Este es mi tesoro. Tengo una colección de vesti-dos para mis muñecas. Me gusta mucho ju-gar con esa colección que a veces paso días enteros jugando y ni veo pasar el tiempo. A veces hasta me olvido de almorzar o cenar… y hasta de hacer el deber de casa.

(Deja su baúl y sale).

3º Tesoro – Un niño abre su baúl y saca algu-nos carritos. Mi tesoro cuesta caro, por eso lo guardo bien en este baúl, para que nadie los tome y malogre o quiebre, o… se olvide de devolverme. Son carritos naciones y hasta importados.

(Deja su baúl y sale).

4º Tesoro – Una juvenil abre su baúl y saca algunas cartas y tarjetas. Yo tengo un ver-dadero tesoro aquí. Son las cartas y tarjetas que recibo de mi amado. Hasta los papelitos de caramelos o bombones que él me da y las flores yo los guardo. ¡Qué precioso teso-ro tengo! ¡Es un tesoro particular! No deseo que nadie lo vea.

(Deja su baúl y sale).

5º Tesoro – Una mamá viene con su baúl abierto. Yo quiero mostrarles cuál es mi ma-yor tesoro. (Saca su bebé). Este es el mayor tesoro que una madre puede tener. Jamás lo daría a alguien y ni lo prestaría, porque es solamente mío.

(Deja su baúl vacío y sale).

6º Tesoro – Una abuelita abre su baúl y saca algunas fotografías. Este es mi tesoro. Son fotos de personas muy amadas. Algunas ya fallecieron, otras viven distantes de mi ciu-dad. Este tesoro es muy especial porque él no sólo habla de personas, sino también de un tiempo que no volverá más. Tiempos fe-lices y situaciones que deseo guardar para

siempre en mi corazón.

(Deja su baúl y sale).

Entran nuevamente el niño y la niña vestidos de piratas.

Niña: No encontramos ningún tesoro.

Niño: Tesoros de piratas, no, pero mira, ¡cuán-tos baúles aquí!

Caminan en dirección a los baúles y miran uno por uno.

Niña: ¿Qué será que significan esos baúles con tapas de botellas, ropitas de muñecas, carritos, cartas y tarjetas? Mira este, está va-cío y sólo tiene fotos amarillas…

Niño: Esos son los tesoros de algunas per-sonas. Son cosas que las personas aman y quieren guardar. A pesar de no ser ricos te-soros como de los piratas, son tan peligrosos así como de los piratas.

Niña: ¿Peligrosos? No hallo. ¿Por qué dices que estos tesoros son peligrosos?

Niño: Porque los piratas luchaban, mataban y morían por sus tesoros. Estos tesoros las personas no dejan que nadie los toque, no lo prestan, no lo dan, no quieren que ni sean vistos para que no sean codiciados. Quien tiene un tesoro de estos pierde un buen tiempo con él, gasta una buena parte de su dinero para comprarlos y todo eso ocupa una buena parte de su mente y corazón. Por eso que Jesús dijo; “Donde esté vuestro teso-ro, allí estará también vuestro corazón”.

Niña: Pensando en esto. ¿Sabes cuál es el te-soro que las personas más codician y que las hacen avarientas y mezquinas?

Niño: ¿Cuál?

Niña: El dinero.

Niño: Eso es verdad. Creo que es por esto que Jesús pide que demos una parte de nuestro dinero a él.

Niña: No entendí porqué. Si las personas son egoístas cuando tienen un tesoro, ellas no querrán dar su mayor tesoro, que es su

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dinero.

Niño: ¡Es verdad! Dios pide diez por ciento de todo lo que ganamos. Esto se llama diez-mo. Y aún pide parte de lo que ganamos para dar como ofrenda, para que dejemos de amar y valorizar tanto nuestro dinero.

Niña: ¿Vamos a separar parte de nuestro te-soro para llevar a la iglesia el sábado?

Ambos salen juntos.

Explicando qué es el diezmo:

Entran una juvenil y un grupo de diez niños de cuna, vestidos de pelón verde (o del color de su moneda) como si fuesen notas de un dólar, se dan las manos formando un círculo alrededor de la juvenil.

Hoy deseo enseñarles lo que es el diezmo. Vean estos niños. Imaginen que ellos son un billete de un dólar. ¿Vamos a contarlos?

Cada niño levanta la mano y dice un número en orden: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10. Imagine que tenga que dar el diezmo a Jesús. ¿Cuántos ni-ños voy a dar a Jesús? ¡Uno!

Separe un niño colocándolo al centro del cír-culo.

¿Cuántos niños o billetes sobran para mí? ¿Va-mos a contar?

Cada niño levanta la mano al repetir su núme-ro en orden: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9.

Y ¿cuánto vamos a dar a Jesús?

El niño que está en el centro del círculo dice: UNO.

¡Muy bien! ¡Muchas gracias! Ahora que uste-des, los billetes ya me ayudaron, vamos a ver cuánto debemos dar de ofrendas a Jesús.

Primero pensemos: ¿Cuánto Jesús nos ha dado?

¿Qué motivos tenemos para agradecerle?

Si Dios te ha dado poco, pero tienes muchos motivos para agradecer, así como la viuda

pobre a quien Jesús elogió, puedes dar bas-tante.

Pero si has recibido mucho y ha dado poco como hicieron Ananías y Safira, estarás des-agradando a Dios.

Deseo contarles una historia real.

Michele Alves Camilo, vive en el barrio San Francisco, en Telémaco Borba, en Paraná. Ella tiene siete años. Vamos a imaginar que esta niña sea Michele.

Entra una niña de siete años.

Michele nació con menos de siete meses de gestación, por eso los médicos dijeron a su mamá, la Sra. Jociane, que su bebé viviría tan sólo 48 horas.

Pero Dios hizo un milagro y Michele ya está con siete años de edad hoy. ¡Miren cómo creció!

La mamá Jociane que estaba apartada de la iglesia, al ver el milagro que Jesús hiciera, dándole la vida a su pequeña y frágil hijita, volvió a Jesús y pasó a frecuentar la iglesia.

La mamá Jociane trabaja con artesanía y por eso gana poco y el papá de Michele no es adventista.

Un día, Michele oyó hablar sobre el diezmo y ella decidió también dar algo a Jesús. Ella veía que su mamá entregaba su diezmo en un sobre como este (mostrar). Michele pidió un sobre a la mamá, pero como la mamá sa-bía que su hijita no tenía dinero no le prestó atención.

El sábado, en la iglesia, en la hora que los diáconos pasan recogiendo los diezmos y ofrendas, Michele entregó un sobre.

Michele ¿cuánto había colocado en el so-bre?

Niña Michele: 0.05 centavos.

Cuando terminó el culto, la mamá fue a pedir su sobre de diezmos al tesorero de la iglesia que le dijo que no podría entregarle, porque primero tenía que sacar el dinero y registrar-

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lo. La mamá se sorprendió y pidió para ver cuánto de dinero había allí. ¿Cuánto tenía Michele?

Niña Michele: 0.05 centavos.

Solamente así la madre descubrió lo que ha-bía pasado. Michele había usado el sobre de la mamá para entregar su diezmo, por lo que la mamá le preguntó: ¿dónde había conse-guido aquel dinero?

Niña Michele: Mi papá me dio 0.50 centavos para comprar alguna cosa para el refrigerio en la escuela y yo quería dar la parte a Jesús, el diezmo para él. Me gustó mucho dar mi diezmo a Jesús. ¡Estoy muy feliz, muy feliz!

Queridos niños y adultos, no importa cuánto des, lo más importante es ser fiel, porque Je-sús dijo: “El que es fiel en lo poco también es fiel en lo mucho”.

Historia bíblica:

Esta historia debe ser escenificada por niños y dos juveniles, a medida que el narrador va ha-blando.

Eliseo era un hombre de Dios y todo el pue-blo de Israel sabía de esto. Cuando alguien tenía algún problema iba a buscar ayuda de este profeta de Dios.

Entra un niño como si fuese Eliseo.

Un día, mientras Eliseo estaba visitando una ciudad, una mujer, esposa de uno de los alumnos de la escuela de los profetas corrió para darle el encuentro.

Entra una niña para reasentar a la viuda con dos niños menores.

¿Por qué estaría ella tan nerviosa y asusta-da?

Ella le contó a Eliseo que su esposo había muerto y que había quedado sola con sus dos hijos pequeños. Lo peor es que, antes que su esposo fallezca, había hecho un prés-tamo y como era un hombre honesto pro-metió pagar lo que debía por medio de su

trabajo.

Pero ahora que había muerto, el hombre que le prestó el dinero quería devuelta. Ella era una mujer pobre y no tenía como pagar.

Entonces el hombre le dijo: O usted me paga o llevo a sus dos hijos para trabajar para mí como esclavos.

Por eso que ella y sus dos hijos estaban tan asustados. Ellos lloraban porque temían ser llevados lejos de su madre.

Eliseo era un buen hombre y quería ayudar-los. Pero él también era pobre y no tenía di-nero. Eliseo oró en silencio pidiendo a Dios que le mostrase como ayudar a la viuda. En-tonces le preguntó: ¿Qué tienes en tu casa?

Nada, respondió. La única cosa que tengo en casa es una botija de aceite y nada más.

Eliseo le dijo: ve a tu casa y pide a tus vecinos muchas vasijas, ollas, garrafas, latas. Después cierra tu puerta y llena el aceite de tu botija en cada objeto hasta que esté colmado.

La mujer fue a casa e hizo exactamente lo que el profeta mandó.

Los niños van pasando las ollas, botijas y finge llenarlas.

Ella llenó cuidadosamente hasta casi tras-bordar cada olla, cada botija y lata. Cuando pidió un objeto más, sus hijos dijeron: No hay más nada vacío.

Entonces ella volvió al profeta para pregun-tarle lo que debería hacer ahora con tanto aceite. Eliseo le dijo que venda el aceite y con el dinero pague la deuda de su esposo.

¿Pueden imaginar la alegría de aquella mu-jer? Cuando más aceite ella sacó de su botija, más aceite ella recibió. Hay un pensamiento que dice: “Dios pide lo que tenemos en ma-nos y pide para bendecirnos”.

¿Qué tiene en sus manos? Entregue a Jesús y él lo bendecirá. Si da su diezmo y ofrenda, no sentirá falta. ¡Haga la prueba!

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Llamado

Un juvenil debe hacer el llamado:

¿Cuántos desean ser más fieles o desean continuar siendo fieles en la entrega de sus diezmos y ofrendas? ¿Cuántos desean co-locar a Jesús, su obra y su iglesia en primer lugar en su corazón? ¿Cuántos quisieran dar una pequeña cuantía a sus hijos semanal-mente, para que ellos aprendan a diezmar como Michele y también sientan el placer de devolver a Dios lo que le pertenece? Por favor, levante su mano. Deseo orar por esto.

Orar.

Ahora deseo preguntar a los niños: ¿Cuántos desean dar al Señor, la décima parte, de todo lo que ganen como diezmo? Si este es su deseo, por favor, salgan primero para recibir una caja de tesoros, para que el próximo sá-bado sientan la alegría de devolver parte de sus tesoros a Jesús.

En este día, a la salida cada niño debe recibir un pequeño baúl o una caja de tesoro.

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Tema 6 - El gozo de amar al prójimo como a sí mismo

Jueves

Versículo para memorizar:

“Mirad cuán bueno y agradable es que los hermanos habiten unión y armonía”. Salmos 133:1

Servicio de cánticos: Debe ser presentado por un niño de cada departamento (cuna, infantes, primarios), un intermediario y un adolescente.

Cómo debemos relacionarnos:

Una familia, un padre, una madre y dos niños entran y se sientan en círculo:

Padre: Hoy traje algo de trabajo para uste-des.

1º Niño: ¡Uau! ¿Qué es?

2º Niño: ¡Yo quiero ver! ¡Yo quiero ver!

Padre: Traje pequeños bloques de papel para que ustedes dibujen.

1º Niño: El mayor es el mío.

2º Niño: ¡No! El mayor es el mío, porque yo soy el mayor y ya sé escribir.

1º Niño: El mayor es mío, yo no sé escribir, y para dibujar necesito de un papel más gran-de.

Padre: ¡Qué feo pelar por causa de papel! Yo pensé que ustedes iban a quedar felices y no que fuesen a pelear

Madre: Ustedes deben ser amigos. Jesús queda feliz cuando somos amigos y bonda-dosos, además cuando repartimos aquello que tenemos. ¿Qué es repartir? Mitad del

bloque mayor y mitad del bloque menor para cada uno.

1º Niño: Entonces, no quiero nada. Puede darle todo para él.

2º Niño: ¡No vamos a pelear! ¡Vamos a dejar feliz a Jesús dividiendo todo!

Padre: Mis colegas de ofi cina también que-rían llevar esos bloques para sus hijos, pero resolvieron darlos a ustedes, porque van a la iglesia y necesitan de papel para dibujar en la iglesia. Ellos quedarán tristes al saber que ustedes no quedaron felices con su regalo.

2º Niño: Yo sí estoy feliz.

1º Niño: Claro, porque quedaste con todo para ti.

Madre: ¿Ustedes quieren que su papá y sus amigos queden tristes o felices?

1º Niño: ¡Está bien! Yo quedo con una parte de cada uno también.

Padre: Diré a mis amigos que tengo hijos maravillosos y que quedaron felices con los bloques de papel, además que supieron re-partirse, porque se aman y aman a Jesús.

Entran parejas de niños de infantes para can-tar y representar la música.

Con dos bolas, contento estoy

Con dos muñecas…

Con dos carritos…

Con dos manzanas…

Con dos revistas…

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Narrador: Una de las mejores maneras de testificar de Jesús es siendo bondadosos con las personas, así como Jesús fue bondadoso con todos.

Entran un niño y una niña de primarios.

Niña: ¿Sabes lo que estoy haciendo? Reco-giendo estas flores para darle a mamá (tomar dos floreros de la iglesia, previamente arre-glados para esto). Voy a darle estas flores y decirle a mamá que la amo mucho, mucho.

Niño: Yo estoy aquí lustrando los zapatos de papá. Él quedará feliz cuando los vea brillan-do, además voy a colocar un billete diciendo: “Papá, te amo”.

Narrador: El amor y la armonía en familia ha-cen que ese hogar sea un lugar donde Cristo y los ángeles sientan placer en estar.

Una juvenil debe contar este hecho verídico.

Hace algunos años atrás aconteció en las olimpiadas de Seattle.

Estaba aconteciendo la prueba final de la corrida de 100 metros rasos, para niños y ni-ñas.

A la señal, todos partieron, no exactamente en disparada, sino con ganas de dar lo mejor de sí, terminar la corrida y ganar.

Todos, con excepción de un muchacho que tropezó en el asfalto, cayó y rodando comen-zó a llorar.

Los otros ocho escucharon el llanto, dismi-nuyeron el paso y miraron hacia tras. Ellos se dieron vuelta y volvieron. ¡Todos ellos!

Una de las niñas con síndrome de Down se arrodilló, le dio un beso al chico y le dijo: “Pronto, ahora vas a sanar” y todos los nueve competidores dieron los brazos y anduvie-ron juntos hasta la línea de llegada.

El estadio entero se levantó y los aplausos duraron diez minutos.

Alguien comentó el hecho de la siguiente manera: “Tal vez los atletas sean deficientes mentales… pero, con seguridad, no son defi-

cientes de sensibilidad”.

Esos chicos probaron que lo más importante no es vencer a los otros, sino ser amigos de todos.

En la extraña corrida, el gran vencedor fue el amor. Amor al prójimo. Amor al herido. Amor al necesitado.

Apreciado adulto, ¿mientras usted corre día tras día en sus actividades, ha parado para ayudar y levantar a los heridos?

Queridos niños, ¿se preocupan cuando ven a otro niño triste, enfermo o llorando? ¿Qué pueden hacer para ayudarlos?

Escenificar cada uno de estos cuadros.

Un niño de cuna: Entra y ve a una niña de los primarios llorando con una venda bien gran-de en el dedo indicador. Ella para, le da un beso y le dice: “No llores, esto va a pasar”.

Las dos salen.

Un niño(a) de infantes; Entra y ve a un niño de los primarios sentado en el suelo con una venda bien grande en la rodilla. Ella para y dice: ¿Está doliendo? ¿Quieres que vaya a llamar a tu mamá? Entrega un caramelo al niño herido y lo abraza.

Ambos salen.

Un niño de los primarios: Entra y ve a una niña también de los primarios llorando. Para y le pregunta: ¿Qué fue? ¿Estás triste?

La niña responde: “Caí y torcí mi pie. Está doliendo mucho”.

Niño: ¡Vamos yo te ayudo a llegar hasta tu casa!

Los dos salen. Ella con el brazo en torno del cuello de él y él asegurándola por la cintura.

Narrador: El amor une a las personas a tra-vés del amor, podemos testificar de Jesús a quienes necesitan de ayuda y a aquellos que nos ven ayudando a otros.

¿Quieres ayudar a hablar del amor de Jesús por medio de actos de amor y de bondad?

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¡Cuán bueno y maravilloso es cuando los hermanos y amigos viven en unión!

Historia bíblica:

Narrador: Una de las más lindas historias de la Biblia es la historia de dos amigos: El prín-cipe Jonatán y el joven pastor David.

Todo comenzó en aquel día cuando David venció al gigante Goliat.

Jonatán era un joven lleno de disposición y muy valiente. Cuando a vio a David corrien-do para luchar contra Goliat, observó atenta-mente el coraje de aquel joven.

Cuando David volvió con la espada de Go-liat en la mano, todo el ejército de Israel salió para luchar contra los filisteos y vencieron la batalla.

Después de tantas emociones, los soldados se saludaban, se abrazaban y conmemora-ban la victoria. Fue entonces que Jonatán se aproximó a David.

Escenificar esta parte.

Jonatán extendiendo la mano para salu-dar a David: Hola David, soy el príncipe Jo-natán.

David se inclina ante el príncipe: Es un pla-cer conocerlo príncipe Jonatán. He oído ha-blar mucho de su valentía y coraje y de cómo usted y su escudero vencieron solos toda una guarnición de soldados filisteos.

Jonatán: Sabes, eso sólo fue posible gracias a la ayuda del Señor Dios. ¡Pero tú! ¡Fuiste demasiado! ¿Cómo tuviste coraje de salir para luchar solo contra aquel gigante?

David: Fue Dios quien dirigió la piedra que para ella diese exactamente en la frente del gigante.

Jonatán: Como agradecimiento y en honra a tu coraje, deseo darte un regalo: aquí está mi capa, mi espada, mi arco y mi cinturón. A medida que fuera hablando, va sacando las cosas y entregándolas a David.

David: Yo no puedo aceptar. ¿Quién soy yo para usar la capa de un príncipe? Además, sé que en todo nuestro pueblo, solamente usted y su padre, el rey Saúl, tienen espadas. Yo no puedo aceptar.

Jonatán: Por favor, acepta. Deseo, a través de estos regalos, mostrar que deseo ser su amigo.

David: Gracias, amigo.

Los dos salen abrazados.

Narrador: Los dos se volvieron tan buenos amigos y estaban siempre juntos. Pero ha-bía un grave problema. El rey Saúl, padre de Jonatán, no estaba feliz con David. En reali-dad él estaba muy enojado con David por-que todo el pueblo amaba a David, por lo que sentía celos de él.

David fue invitado a morar en el palacio, por-que sabía tocar arpa y cantar. Cuando el rey Saúl quedaba nervioso, David era invitado a tocar para el rey y él se calmaba.

Un día, mientras David tocaba para Saúl…

David fingiendo estar tocando y cantan-do: El Señor es mi pastor, nada me faltará.

Saúl tira su lanza contra David.

David se desvía y sale huyendo.

Narrador: David consiguió huir, pero tuvo otras veces en que Saúl intentó matar a Da-vid. Sólo que en ninguna ocasión Jonatán se encontraba cerca, porque el rey sabía que su hijo era amigo de David.

Un día los dos amigos se encontraron…

Entran David y Jonatán y se abrazan.

David: ¡Hola amigo! ¡Qué bueno poder verte después de tanto tiempo!

Jonatán: También estaba recordándote. ¿Por dónde anduviste?

David: Estuve escondido en la casa de los profetas. Tú sabes que tu padre procura ma-tarme, ¿no es cierto?

Jonatán: No estoy sabiendo de nada. Como

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sabes, mi padre no hace nada sin avisarme primero y hasta aquí no me ha dicho nada que quería matarte. Vamos a hacer un trato, déjame preguntar a mi padre sobre ti, si él dijera alguna cosa contra yo te aviso; si no, vuelve al palacio. Es muy feo estar tan le-jos…

David: ¡De acuerdo! Mientras hablas con tu papá, yo quedo escondido. Marquemos un encuentro aquí mismo de aquí a dos días, ¿qué te parece?

Jonatán: Amigo, yo sé que Dios te escogió para ser el próximo rey, en lugar de mi padre. Y, cuando esto suceda, deseo estar a tu lado ayudándote. Adiós amigo David, nos vemos de aquí a dos días.

David: Nuestra amistad nunca se acabará, seremos fieles uno al otro. ¡Adiós amigo!

Ellos se abrazan y salen juntos.

Narrador: Jonatán intercede por David ante su padre. Saúl queda muy enojado al saber que su hijo es amigo de David, a quien con-sidera enemigo, que con rabia, tira su lanza también contra Jonatán. Herido y triste, Jo-natán se levanta de la mesa y rehúsa comer en aquel día.

Al día siguiente ellos se encuentran.

Ambos entran y se abrazan.

David: Amigo, ¿es verdad que tu padre trata de matarme?

Jonatán: Infelizmente es verdad. Pero en-tre nosotros habrá siempre un compromiso que seremos buenos uno para con el otro y también para con nuestros hijos y nuestros nietos.

David: sí, seremos siempre amigos y jamás dejaremos de ayudarnos. Pero ahora tengo que partir bien lejos. Necesito esconderme en un lugar donde tu padre no me encuen-tre.

Jonatán: ¡Ve bajo la protección de Dios! Es-taré orando por ti. Hasta aquel día cuando serás rey, como Dios prometió. Entonces, po-

dremos estar juntos otra vez. ¡Adiós amigo, adiós!

Ellos se abrazan una vez más y cada uno sale por un lado despidiéndose con la mano.

Narrador: Saúl buscó a David en todos los lugares, pero no lo encontró. Sin embargo, Jonatán escuchó decir que su amigo estaba escondido en el desierto y resolvió ir a verlo.

Entra primero David mirando a todos lados como quien está con miedo de ser encontrado. Después entra Jonatán y va directo hasta Da-vid. Se abrazan.

David: ¿Cómo me encontraste, Jonatán?

Jonatán: Oí decir que estabas aquí y no pude dejar de venir a verte. Pero, no te pre-ocupes, solamente yo se de esto, mi padre no lo sabe.

David: Él me ha buscado en todos los luga-res. El otro día tuve que huir de la ciudad donde estaba, pues venía marchando en mi dirección.

Jonatán: Yo sé. Pero, no tengas miedo. Fue Dios que dijo que serás rey después de mi padre, y eso quiere decir que el príncipe Jo-natán nunca será rey. Eso para mí no tiene importancia. Lo que me interesa es ser ami-go de David.

David: ¡Amigos para siempre!

Se dan las manos como los jugadores.

Jonatán: ¡Amigos para siempre! Tengo que ir, sino mi padre descubrirá donde estás. ¡Adiós amigo!

Se abrazan y salen despidiéndose por lados di-ferentes.

Narrador: Esa fue la última vez que esos buenos amigos se encontraron. Después de un tiempo hubo una feroz batalla entre los filisteos y el pueblo de Israel.

Murieron en aquella batalla el rey malo, Saúl, y sus tres hijos, uno de ellos era el príncipe Jonatán, el amigo de David. David quedó tan triste que compuso hasta una música en

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homenaje a su mejor amigo.

Entra David triste y dice: La mejor cosa que puede suceder en este mundo malo, es ser amigo de alguien. Dios nos dio el amor para que podamos amar a nuestros amigos. Si fueras un fiel amigo de las personas podrás testificarles de Jesús; y ellas aprenderán a ser amigas de Jesús, como son sus amigas.

Un día en el cielo encontraré a mi amigo Jo-natán. Nos abrazaremos y viviremos felices para siempre.

Llamado:

Un intermediario, un juvenil o el propio David hacen el llamado.

Dios nos dio el don o la capacidad de amar a las personas. Es el amor de Dios en nuestro corazón que nos hace amar a otros. ¿Usted tiene ese amor de Dios en su corazón?

¿Qué está haciendo con ese don? ¿Lo está usando para conquistar amigos para Jesús?

¿Usted desea ser un amigo, así como fueron David y Jonatán?

¿Desea marcar un encuentro con sus amigos en el cielo? Si ese es su deseo, busque a cada uno de sus amigos esta semana e invítelos a estar en la Nueva Tierra, con usted y con Jesús.

A la salida cada niño deberá recibir cinco in-vitaciones para un encuentro en el cielo, para entregar a sus amigos.

Viernes

Tema 7 - La sabiduría de aprovechar bien el tiempo

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Viernes

Tema 7 - La sabiduría de aprovechar bien el tiempo

Versículo para memorizar:

“Amo a Jehová, pues ha oído mi voz y mis sú-plicas”. Salmos 116:1.

Servicio de cánticos: Debe ser dirigido por un niño de cada departamento: un primario, un intermediario y un juvenil.

Para meditar:

Para darte cuenta del valor de un año:

Pregunta a un estudiante que perdió su exa-men fi nal.

Para darte cuenta del valor de un mes:

Pregunta a una madre que dio a luz a un bebé prematuro.

Para darte cuenta del valor de una semana:

Pregunta al editor de una revista semanal.

Para darte cuenta del valor de una hora:

Pregunta a los enamorados que esperan en-contrarse.

Para darte cuenta del valor de un minuto:

Pregunta a una persona que perdió el tren, el ómnibus o el avión.

Para darte cuenta del valor de un segundo:

Pregunta a una persona que sobrevivió a un accidente.

Para darte cuenta del valor de un milésimo de segundo:

Pregunta a un deportista que ganó una me-dalla de oro en las olimpiadas.

El tiempo no espera a nadie.

Valoriza cada momento que vives.

Tú lo valorizarás cada vez más,

Cuando lo vivas en compañía de Jesús.

Defi niendo el tiempo:

Entran dos niños: Uno de infantes y otro de cuna.

Infantes:

¿Qué es lo que siempre existió?

¿Existe y un día dejará de ser contado?

¿Nunca envejece, pero nos envejece?

Cuna:

¿Quién sabe la respuesta? Vamos a hablar sobre esto.

Para este cuadro haga ropas de papel bien grande y vista a los niños de infantes o cuna con lo que ellas representan, o cada niño debe llevar en la mano el objeto sobre el cual habla-rá.

Reloj: Todo el mundo tiene uno. Algunos pasan todo el tiempo mirándome para no perder la hora.

Despertador: Bien temprano hago bulla avi-sando que es hora de levantarse de la cama.

Ampolleta: Soy muy antigua, pero necesa-ria, especialmente en los laboratorios.

Calendario: Todos los días las personas me miran y dicen: “Cómo pasa el tiempo”.

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Cronómetro: Soy muy usado por los atletas y corro más que cualquier corredor. Soy el cronómetro.

Reloj de sol: Soy el más antiguo de los relo-jes y soy muy usado en los parques, jardines y plazas.

Sol y luna tomados de la mano: Nosotros dos informamos cuando comienza y cuando termina el día y la noche. Por lo tanto, somos nosotros quien marca el tiempo.

Un niño normal: Hoy vamos a hablar sobre el tiempo.

Entra una pareja con un bebé en su coche.

Ella dice: “Amor, necesitamos enseñarle tan-tas cosas para él…”

Él dice: “¡Calma querida, él tiene todo el tiempo del mundo!”

Entra la misma pareja con un niño o niña con uniforme escolar:

Ella dice: “¡Amor, él (ella) está aprendiendo de prisa! ¡Pero aún necesita aprender tanta cosa!”

Él dice: “¡Calma querida! ¡A los pocos él (ella) irá aprendiendo! ¡Tiene todo el tiempo del mundo!

Entra la misma pareja con un joven y una jo-ven tomados de la mano.

Ella dice: “¡Amor, tan jovencito y ya pensan-do en enamorar y casarse! ¡Hay tanta cosa que ellos necesitan aprender antes!”

Él dice: “¡Calma querida! Ellos son jóvenes y tienen todo el tiempo del mundo para aprender mucho aún”.

Entra la misma pareja con otra pareja más jo-ven que empuja un cochecito de bebé.

Ella dice: “Nunca pensé en ser abuelita. ¡Es maravilloso! Pero, me preocupa que haya tanto que esos padres necesitan saber para poder enseñar al bebé”.

Él dice: “Calma querida. Ahora ellos no tie-nen tiempo, después tendrán todo el tiempo

del mundo”.

Entra una pareja de ancianos.

Ella dice: “Mi madre siempre decía que ha-bía mucho que yo necesitaba aprender, sin embargo…”

Él dice: “¡Querida, pero ahora ya es tarde, se agotó el tiempo!”

Entra un juvenil.

Cuantas personas pasan la toda la vida des-perdiciando el tiempo o corriendo atrás del tiempo, pero nunca tienen tiempo. No obs-tante, tienen tiempo para comer, dormir, ha-cer su higiene, trabajar, estudiar y distraerse, pero… falta tiempo para Dios.

¿Qué espera Dios de nosotros?

Que tomemos un tiempo por la mañana al levantarnos, para arrodillarnos al lado de la cama y orar.

Que tomemos un tiempo antes de cada co-mida y orar.

Que tomemos un tiempo cada día, por la mañana o por la noche para juntos, como familia, cantar, orar, estudiar la lección de la Escuela Sabática y leer la Biblia.

Que tomemos un tiempo antes de dormir para orar.

Y, que tomemos tiempo al final de cada vier-nes para, juntos en familia, realizar el culto de puesta de sol.

Que durante el sábado estemos en la iglesia, demos un paseo en medio de la naturaleza, visitemos a los enfermos y a los tristes.

Si no buscamos un tiempo hoy… tal vez, no tengamos tiempo después.

Un juvenil o un joven pueden contar la siguien-te historia.

Deseo contarles una historia que aconteció hace algún tiempo atrás, en una ciudad en el interior de Paraná, donde vivía una familia de apellido Hübner (se lee Ribner), en la épo-ca tenía seis hijos, hoy son ocho.

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Todos los niños de la familia Hübner amaban la Escuela Sabática, el sábado era una espera placentera.

El viernes, los niños tenían un compromiso rotativo. Cada semana uno de los mayores debería limpiar y lustrar los zapatos de ir a la iglesia de toda la familia. Había un pozo des-activado detrás de la casa, cerca de la cocina, y el niño sorteado llevaba los zapatos a este lugar, y “manos a la obra”. ¡Y no eran pocos zapatos! Pero eso no era desagradable, por-que al día siguiente era sábado.

En la casa de la familia Hübner había un ver-dadero maratón el sábado por la mañana, pues había muchos niños que arreglar. A pesar de esto, ellos nunca llegaban atrasa-dos a la iglesia, vivían distantes y ellos iban caminando, pues no tenían carro.

¡Como los niños Hübner amaban la Escuela Sabática! Las figuras que las maestras usa-ban en aquel tiempo no eran de color y bo-nitas como las que tenemos hoy, pero para aquellos niños, todo era maravilloso.

Ellos amaban la sonrisa de las maestras, las historias bíblicas, el informe de las misiones, las historias sobre animales, el momento de dar ofrendas y los incentivos de presencia. Todo esto era esperado con mucha ansie-dad.

Los niños prestaban mucha atención en todo, pues el sábado por la tarde era la vez de ellos jugar de maestros.

Al regresar a casa, inmediatamente después del almuerzo, era la hora de buscar figuras en revistas y hojas de calendario. Esos niños no tenían bonitos libros y de color, como Mis amigos de la Biblia y Las bellas historias de la Biblia, por eso que buscaban figuras que combinasen mejor con las historias que ha-bían escuchado en la Escuela Sabática por la mañana.

Después de elegidas las figuras, los niños colocaban paja de acero en el reverso de las figuras. Después prestaban la máquina de

coser de la mamá, cuya tapa podía quedar medio levantada y allí colocaban una colcha. Estaba listo el franelógrafo y como las figu-ras tenían paja de acero en el reverso, fácil-mente se adhería a la colcha.

Cuando todo estaba listo, era la hora de co-menzar la Escuela Sabática de los niños. Los niños Hübner llamaban a sus amigos y ve-cinos que vivían en su calle y repetían todo lo que habían aprendido por la mañana y durante la semana con la mamá, a través de la lección de la Escuela Sabática. Ellos ense-ñaban el versículo de memora a sus amigui-tos y daban regalos para los que conseguían memorizarlo.

Había algunos amiguitos que vivían al frente de su casa y que nunca faltaban a esa escue-la sabática, eran cuatro hermanos y a todos les gustaba mucho los sábados por la tarde.

Los años se pasaron y cada uno de los ni-ños de la familia Hübner creció y salieron de aquella ciudad. Pero un día, los padres, que continuaban viviendo allí, contaron a sus hi-jos que una niña de aquella familia de la casa del frente, creció, se casó y que era mamá cuando decidió bautizarse en la Iglesia Ad-ventista.

Los niños de la familia Hübner usaron muy bien su tiempo. Ellos tenían tiempo, cada día, para Dios. Tenían tiempo para jugar, ir a la escuela, ayudar a su mamá en las tareas de casa, para recibir con alegría el sábado y para ir a la iglesia. Pero, lo más importante es que ellos tenían tiempo para hablar de Je-sús a otros niños. ¡Es eso que Dios desea de nosotros!

Historia bíblica:

Para esa escena, debe tener una abuelita y una mamá (pueden ser dos juveniles) y un niño de los primarios vestidos con trajes del tiempo del Nuevo Testamento.

Abuelita Loida: ¡Estoy feliz contigo, Timo-teo! Eres un buen niño porque ayudas a tu

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mamá. La abuelita te ama mucho, pero re-cuerda que Jesús te ama mucho más.

Mamá Eunice: ¡Yo también estoy feliz con-tigo, Timoteo! Eres un atento y obediente, creo que mereces una recompensa.

Timoteo: ¿Cuál será la recompensa?

Mamá: ¿Qué tal hacer un picnic el próximo sábado?

Timoteo: ¡Yo amo el sábado! ¡Y me gustan los picnic de sábado! Mamá, ¿haremos un picnic después de ir a la iglesia y puedo invi-tar a algunos de mis amigos para ir con no-sotros?

Mamá: ¡Creo que sí! ¿Qué piensas abuelita?

Abuelita: ¡Yo hallo maravilloso! Aprovecha-remos para hacer un concurso para saber quién conoce más pájaros y quién sabe imi-tar mejor su canto.

Timoteo: ¡No veo la hora que llegue el sá-bado! ¡Me gusta el sábado y amo a Dios que creó el sábado, las aves y los amigos… a mamá y a la abuelita también!

Mamá: Timoteo, ya que hoy dirigirás nuestro culto, ¿qué tienes de especial?

Timoteo: Espere mientras voy a buscar.

Abuelita: Mira Eunice, aunque haya un padre que no ama a Jesús, nuestro Timoteo siente mucho más placer en las cosas de Dios, que en las demás cosas.

Mamá: Es porque nosotras amamos a Jesús y hablamos sobre él a Timoteo.

Timoteo: ¡Vean lo que traje!

Abuelita: ¡Un espejo!

Mamá: ¿Qué nos vas a enseñar con ese es-pejo?

Timoteo: Pablo, el gran apóstol dijo que si nosotros contemplamos a Jesús, diariamen-te, a través de la lectura de la Biblia, de los cánticos y de las oraciones, seremos trans-formados a la imagen de Dios.

¿Sabe lo que pienso? Mucha gente queda

mucho tiempo mirando a su imagen en el espejo, queda mucho tiempo mirando otras cosas y porque no mira a Jesús o lo mira poco, aún no se volvió parecido con él.

Abuelita: ¡Muy bien! Este es un maravilloso consejo de Pablo.

Mamá: Das mucha atención en lo que Pablo dice, ¿verdad Timoteo?

Timoteo: Cuando crezca quiero ser un após-tol como Pablo es. Deseo ayudar a las perso-nas a amar a Jesús.

Mamá: ¡Mi hijo, eso es muy peligroso! ¿Te acuerdas que una vez apedrearon a Pablo casi hasta la muerte?

Timoteo: Todos pensamos que él había muerto. Hasta los enemigos pensaron así, por eso dejaron su cuerpo allí en la calle y se fueron. Pero Dios estaba con Pablo y él se levantó y continuó predicando.

Abuelita: Pablo fue muy valiente.

Timoteo: Yo deseo ser valiente como él. Por eso, busco amar a Jesús tanto cuando Pablo lo ama.

Mamá: ¡Sí, mi hijo! Te estás preparan do para ser un héroe, un apóstol como Pablo.

Los tres sallen.

Entra un juvenil.

Dios necesita de niños, niñas, de juveniles, adolescentes, jóvenes y adultos valientes como Pablo y Timoteo.

Las mamás como Eunice y las abuelitas como Loida deben ayudar a los niños a amar a Je-sús. Los padres, los ancianos y los pastores deben hablar de Jesús como Pablo lo hacía. Y cuando esto suceda, habrá más gente pre-parada para testificar de Jesús.

Una de las maneras de amar más a Jesús es conversando con él a través de la oración. Podemos orar por nosotros mismos, pero Dios desea que hagamos más. Ahora uste-des sabrán por quiénes orar:

Entran niños de cuna e infantes con carteles

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con las siguientes palabras:

• Amigos

• Vecinos

• Enfermos

• Tristes

• Desempleados

• Desanimados

• Los que no aman a Jesús

Orar por los otros, esto es:

Todos: Oración intercesora.

Llamado:

El llamado debe ser hecho por un intermedia-rio o juvenil.

¿Cuántos de ustedes desean dedicar más tiempo para orar por los otros? Por favor, le-vanten la mano.

Recuerden que nuestro tiempo debe ser también empleado en la lectura de la Biblia.

¿Cuántos han leído, cada día, una porción de la Biblia? ¿Les gustaría dedicar más tiempo a la lectura de la Biblia? Si este es su deseo, por favor, levanten la mano.

También podemos invertir nuestro tiempo en alabar a Dios. ¿Les gusta de cantar him-nos o coritos? ¿Les gustaría dedicar más tiempo para cantar y escuchar alabanzas a Dios? Si este es su deseo, por favor, levanten su mano.

Todavía su tiempo puede ser usado hablan-do de Jesús a otros. ¿Han hablado de Jesús? Si desea dedicar más tiempo para conversar con sus amigos sobre Jesús, por favor, levan-ten su mano.

¿Ha tenido tiempo para los cultos en familia? ¿Les gustaría dedicar más tiempo para el cul-to en familia?

Vamos a orar pidiendo a Dios que nos ayude a dividir mejor nuestro tiempo, a fin de poder contemplar, diariamente, a Jesús y volvernos

más semejantes a él.

A la salida todos deben recibir un espejo, con un mensaje: “Contemple a Jesús y sea transfor-mado” 2 Corintios 3:18.

O haga un espejo de cartón y coloque una hoja de papel aluminio, como si fuese un espejo.

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Tema 8 - Dios, el dueño de todo

2º Sábado

Versículo para memorizar:

“… y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios”. Apocalipsis 21:3

Servicio de cánticos: Debe ser dirigido por un niño de cada departamento: primarios, intermediarios y un juvenil.

La escena debe ser por una pareja de juveniles y un niño de cuna.

Respuesta a la oración:

Narrador: La familia del Sr. Edewal Zukowski frecuenta a la Iglesia Adventista del sitio de Mamboré, Paraná, Brazil.

Esa es una iglesia con apenas 95 miembros, pero todos ellos son muy unidos, fi eles a Dios y dedicados al trabajo del Señor. Casi todos son agricultores y por eso, muy dependien-tes de Dios.

Sr. Edewal: Querida, ¡Esta vida de agricultor es muy buena! Tenemos la oportunidad de trabajar en la tierra. Tenemos nuestra casita, nuestra alimentación es saludable, pero…

Neiva: Yo sé lo que vas a decir Edewal. Es-tamos siempre preocupados con el tiempo, pues necesitamos de lluvia y sol en el tiem-po cierto, o no sabremos cuándo sembrar, si la planta germina y si habrá cosecha.

Sr. Edewal: Pero, ¿ya te diste cuenta como Dios se ha preocupado con nosotros? Pudi-mos verlos a través de las bendiciones de las cosechas todos estos años. Lluvia y sol en la

hora cierta y en la medida exacta.

Neiva: ¡Da hasta ganas de cantar!

Cantar con la congregación la primera estrofa del himno “Dios es tan bueno”.

Salen de escena.

Narrador: Era el año de 1999, un jueves que antecedía al carnaval y que habría un cam-pamento de jóvenes. En esta época la tie-rra estaba bastante seca, pueda hacía buen tiempo que no llovía y la plantación estaba sintiendo los efectos de la seca. El maíz esta-ba para soltar las espigas.

Mientras el narrador habla, ella (la esposa) en-tra con un niño y comienza a jugar con él.

El esposo entra.

Ella se levanta y va a su encuentro.

Esposa: Y entonces, Edewal, ¿cómo está la plantación?

Sr. Edewal: Como sabes, querida, en esta ocasión la planta necesita de mucha hume-dad, sino corremos el riesgo de poca produc-ción o hasta perder toda la cosecha.

Neiva: ¡Yo sé! Pero, ¿ni señal de lluvia?

Sr. Edewal: Parece que tendremos otro día caliente. Bueno, como Jederson acordó, va-mos a hacer nuestro culto matutino.

La familia se sienta y cantan juntos. “Me gus-ta la manzana que puedo recoger de la plan-ta…”.

Sr. Edewal: ¿Vamos a arrodillarnos para orar? Vamos a agradecer a Jesús por su cuidado y

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protección durante la noche y pediremos por el día que está delante de nosotros. Va-mos a agradecer también por el alimento.

Jederson: Papá, yo quiero orar.

Sr. Edewal: ¿Este niño de tres años sabe orar?

Jederson: ¡Sí sé!

Sr. Edewal: Hijito, la tierra está muy seca y el maíz necesita de lluvia, por eso me gustaría orar, para pedirle a Jesús lluvia.

Jederson: Yo pido papá.

“Padre que estás en el cielo, muchas gracias por la noche, bendice la comida y manda lluvia para el maíz, en el nombre de Jesús. ¡Amén!

Sr. Edewal y esposa: ¡Amén!

Neiva: ¿Vamos a tomar desayuno?

Todos salen.

Narrador: En la madrugada siguiente, para amanecer viernes, la lluvia llegó. Dios res-pondió de forma maravillosa aquella simple oración de un niño.

Sin embargo, lo interesante es que las cosas no pararon allí.

Entran los tres.

Neiva: Edewal, ahora que terminamos de al-morzar, ¿me puedes llevar hasta el local don-de se realizará el campamento de los jóve-nes para arreglarlo? Ya separé las flores que están en la baranda.

Edewal: No sé si habrá campamento este año. La lluvia está fuerte y con lluvia no hay como armar las carpas. Pero, hagamos nues-tra parte. Vamos a arreglar el local.

Todos salen y entran enseguida, andando de-bajo de un guarda sol.

Narrador: Cuando ya estaban llegando próximo al local del campamento…

Jederson mirando hacia el cielo: Jesús, ahora ya llovió, la tierra está toda mojada,

manda sol.

Narrador: Al finalizar aquel viernes los rayos solares salieron fuertes y brillantes…

Cerrar el guarda sol y mirar hacia arriba.

Narrador: No es necesario decir que tuvie-ron una linda puesta de sol para el inicio del sábado y también del campamento de vera-no.

La familia Zukowski tiene a Dios como socio en todo lo que tienen y son. Sus bienes per-tenecen al Señor y Dios ha demostrado su grandioso amor y misericordia con ellos.

Nunca debemos olvidar que Dios está dis-puesto a atender los pedidos de sus hijos, mientras estos comprenden la dependencia que tienen de nuestro Padre celestial y son obedientes.

Mientras el narrador habla, la familia sale.

Historia bíblica:

Entra un grupo de tres niños y hablan en coro: Hoy vamos a recordar una de las más lindas historias de la Biblia. ¡Acompañen con noso-tros los milagros de Dios!

Cada niño debe estar vestido de papel crepé, del color indicado. A medida que van entran-do, deben quedar al frente.

Entra un niño vestido de color negro y dice: Antes del comienzo de la historia, el mundo era así. Todo oscuro. No se veía nada. ¡Era asustador!

Entra un niño vestido de amarillo y dice:Entonces Dios dijo: “¡Haya luz!”. ¡Y qué bueno, apareció la luz! Ahora, no daba más miedo. Era posible ver, inclusive ver toda el agua abajo.

Entra un niño vestido de blanco y dice: En el segundo día dijo Dios: “Haya atmósfera”. ¡Qué bueno y apareció el aire! Ya era posible respirar. Dios colocó un poco de agua enci-ma también y se formaron las nubes.

Entra un niño vestido de verde y dice: En el

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tercer día Dios dijo: “Haya tierra firme”. ¡Qué bueno! Ahora, además del mar fue creada la playa con arena. Tierra cubierta de grama verde, donde se puede correr. También, había lindas flores y deliciosos frutos. ¡Hummmm! (Oler una flor y comer una fruta)

Entra un niño vestido de plateado y dice:En el cuarto día dijo Dios: “Haya sol, luna y es-trellas”. ¡Cómo es lindo mirar durante la no-che el cielo y ver las estrellas centellando y la luna plateada! ¡Qué bueno que ahora había el brillante sol para calentar las aguas, la tie-rra y los animales!

Entra un niño vestido de azul y dice: En el quinto día dijo Dios: “Haya peces y pájaros”. ¡Qué hermoso es oír los diferentes cánticos de los pájaros, poder acompañar el vuelo de las aves y el nado de los pequeños peces y de las grandes ballenas!

Entra un niño vestido de uno de los ani-males (conejo, gatos o perro, etc.) y dice: El viernes dijo Dios: “Haya animales domésticos y animales salvajes” ¡Qué bueno que ahora hay tantos animales bonitos, como los ga-titos, perritos, ovejitas, conejos y esqui9los! ¡Qué bueno poder abrazar a los grandes leo-nes, zorros y osos, pues todos fueron creados bien mansos!

Entra un niño vestido de marrón y dice: Aún el viernes Dios se arrodillo, tomó tierra marrón e hizo con ella al primer hombre. ¡Qué bueno que Adán al dar nombre a los animales, sintió falta de una compañera! En-tonces, Dios lo hizo dormir y de una de sus costillas hizo a Eva. Así Dios creó a nuestros primeros padres.

Entra un niño vestido de blanco con una corona en la cabeza y dice: Cuando llegó el sábado, Dios no hizo nada. Él no necesita-ba hacer nada más, pues todo estaba listo y bueno.

Todos los niños se dan la mano y el sábado queda dentro de la rueda.

Por eso Dios descansó en este día, lo bendigo

y lo volvió santo. ¡Qué bueno que tenemos un día entero y santo, cuando recibimos las bendiciones de la presencia y de la compa-ñía de Jesús, como Adán y Eva tenían, cada día, mientras estaban en el jardín del Edén!

El narrador dice: Pero, ¡qué pena las perso-nas no se acuerdan más del sábado! Algu-nos ya no celebran su llegada con un culto de puesta de sol; otros no se despiden del sábado con un culto de puesta de sol; y la mayoría de las personas de este mundo, ni saben que Dios las está esperando para pa-sar juntos en ese día entero.

Mientras el narrador habla, el niño que repre-senta al sábado sale y los demás niños se sien-tan en el suelo en círculo, pero sin tomarse de la mano.

Pero Jesús aún está esperando. Él todavía quiere pasar un tiempo con nosotros. Cuan-do no nos acordamos del sábado, los otros días son tristes y causativos… Por eso Dios quiere que hablemos a otros sobre las ale-grías y bendiciones de este día.

Un intermediario o juvenil debe hacer el llama-do:

Llamado:

¿Desea recordar a Jesús cada sábado? ¿De-sea hablar del sábado a los otros? ¿Quiere ser obediente como la familia Zukowski y re-cibir las bendiciones que Dios ha prometido a los fieles? ¿Cuántos desean? Vamos a orar y pedir a Jesús que nos ayude a ser fieles.

Orar.

Narrador: ¡Un día será sábado siempre!

El niño que representa el sábado retorna para dentro de la rueda.

¡Un día, los hijos fieles y obedientes podrán vivir con Dios para siempre!

Un día conmemoraremos juntos con Cristo y con los salvados, otra vez, todas las obras creadas.

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Los niños se colocan en pié de manos dadas en círculo.

1º Niño saliendo: Nunca más habrá oscuri-dad.

2º Niño: ¡Habrá luz para siempre!

3º Niño: La atmósfera volverá a ser limpia, sin polución. No lloverá jamás.

4º Niño: La grama siempre será verde. Las flores y los árboles nunca morirán.

5º Niño habla y sale: La luna, las estrellas y el sol, no serán necesarios, porque el brillo de Jesús será más fuerte, ¡iluminará todo!

6º Niño: Los animales marinos, las aves y las mariposas volverán a vivir en seguridad y tranquilidad, porque los hombres no serán más crueles.

7º Niño: Los animales domésticos serán más lindos y los animales feroces volverán a ser tan mansos, que los niños podrán estar con ellos. ¡Y qué maravilloso, ninguno de ellos morirá!

8º Niño: Todos los seres humanos nunca en-vejecerán. Nadie será malo, peleador o feo. Todos vivirán felices en la presencia de Je-sús.

9º Niño: Entonces será sábado para siempre. Porque tú y yo viviremos en la presencia de Jesús todos los días.

Salen todos los niños.

Narrador: Como lo hemos hecho ahora, el sábado debería ser un día para recordar la creación. El sábado debería ser un día para pasear en medio de la naturaleza, para admi-rar las obras de las manos de Dios. El sábado debería ser un día para alabar a Jesús, tanto en la iglesia como en medio de la naturale-za.

El Departamento de los Ministerios del Niño invita a la iglesia a conmemorar el sábado de la manera como será conmemorado en la eternidad, con un gran encuentro de todos los salvos con Dios. Un encuentro con cánti-

cos y frutas deliciosas.

Todos los niños de la iglesia pasan al frente y cantan.

Si fuera posible, promueva un almuerzo dife-rente en este día, un picnic en un parque o cha-cra, con este enfoque dado.

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Page 46: Dios es dueño de todo

John W. Peterson

Due - ño es Dios el u - ni - ver - so es de Él, ri -

Dios, el dueño de todo

que - zas por do quier. Due ño es Dios tam bién de to - do mar, es

tre - lla, lu - na y sol. Ma - ra - vi - llo - so to - do es de Él,

yo co - mo hi - jo su here - de - ro soy, Due - ño es Dios lo

pue-do com - pren-der y siem-pre su hi - jo yo se - ré.

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