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1 DIOS DESEADO Y DESEANTE DE JUAN RAMÓN JIMÉNEZ. RECONSTRUCCIÓN, CRÍTICA E INTERPRETACIÓN.

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    DIOS DESEADO Y DESEANTE

    DE JUAN RAMÓN JIMÉNEZ.

    RECONSTRUCCIÓN,

    CRÍTICA E INTERPRETACIÓN.

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    ÍNDICE GENERAL.

    1. Introducción. Agradecimientos. (p. 6)

    1.1.Abreviaturas utilizadas en esta tesis doctoral. (p. 10) 1.2.Signos utilizados. (p. 139

    2. Problemas textuales. ¿Edición crítica o reconstrucción?. (p. 14)

    2.1.La edición crítica de clásicos modernos. Problemas y propuestas. (p. 16) 2.1.1. El problema de la edición sin un texto completo y definitivo del

    autor. (p. 18) 2.1.2. El problema de las diversas ordenaciones realizadas por manos

    ajenas. (p. 23) 2.2.Análisis, descripción y crítica de las distintas ediciones de Animal de fondo y

    Dios deseado y deseante existentes hasta la fecha. Historia y panorama editorial. (p. 35)

    2.3.La problemática escritura de Dios deseado y deseante. Historia redaccional y problemas para la reconstrucción del libro completo. (p. 49) 2.3.1. Viaje a Argentina y Uruguay. Vivencia e historia externa de un libro.

    (p. 51). 2.3.2. La biografía del poeta como llave de la historia redaccional del libro.

    Textos, índices y otras anotaciones juanramonianas destinadas al libro Dios deseado y deseante. (p. 78)

    2.4.Algunos apuntes previos sobre el trabajo con manuscritos y originales mecanografiados. (p. 91) 2.4.1. Reconstrucción, edición crítica, versión “definitiva”. (p. 95) 2.4.2. Las ediciones críticas (paracríticas, recosntrucciones, etc.) de libros

    juanramonianos. (p. 98) 2.4.3. Reflexiones sobre las anotaciones manuscritas del poeta. (p. 102)

    2.5.Problemas concretos enla reconstrucción del libro completo Dios deseado y deseante. (p. 120) 2.5.1. El libro Dios deseado y deseante dentro de los planes de edición de la

    obra última en manuscritos y originales consrvados. (p. 121) 2.5.2. La ordenación de la obra. Dios deseado y deseante en los planes

    editoriales de Juan Ramón Jiménez para su obra última. (p. 126) 2.5.3. Establecimiento del corpus. (p. 138) 2.5.4. Versiones de los poemas publicados en revistas en vida del poeta.

    Facsímiles. Descripciones de originales de Dios deseado y deseante en anteriores ediciones. (p. 145)

    2.5.5. El orden del libro Dios deseado y deseante. (p. 149) 2.5.6. Diversos momentos redaccionales por los que pasó el original del

    libro completo. Discriminación de tipos mecanográficos. (p. 155) 2.5.6.1.Las portadas y portadillas del libro. Su lugar en ‘Destino’. (p.155) 2.5.6.2.Prólogo y versiones conservadas del mismo. Otros textos, nota

    preliminar, epílogo y notas conservadas. El apéndice de Dios deseado y deseante. (p. 163)

    2.5.6.3.Originales de los poemas. Estudio de la historia genésica del libro en los originales de los poemas conservados. (p. 170)

    2.5.6.4.Referencias al itinerario en los poemas. El orden del libro y el orden del diario. (p. 176)

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    2.6.Propuesta de edición completa hasta la fecha de Dios deseado y deseante. (p. 196).

    3. Coordenadas de la interpretación. (p. 199)

    3.1.Estado de la cuestión. Descripción de la bibliografía y de sus avances en la interpretación de la obra juanramoniana. (p. 203)

    3.2.Contexto histórico-literario de creación. (p. 231) 3.2.1. El marco “éticoestético” de interpretación. Aproximación a las

    “fuentes de su poesía”. (p. 231) 3.2.2. Fuentes, cultivo y formación. (p. 238)

    3.2.2.1.El Modernismo: modernismo poético y crisis espiritual. (p. 243) 3.2.2.2.El Krausismo: premodernismo filosófico y espiritualidad

    modernista. (p. 249) 3.2.2.3.Unamuno y Ortega. (p. 252) 3.2.2.4.Romanticismo: idealismo, simbolismo y modernidad poética. (p.

    256) 3.2.2.5.El simbolismo en la poesía moderna. (p. 269) 3.2.2.6.Tagore y la influencia oriental. (p. 272)

    3.2.3. Y para recordar qué hemos leído. (p. 280) 3.3.El panorama literario de la época. Juan Ramón en su contexto literario de

    creación. (p. 282) 3.3.1. Coordenadas histórico-literarias. Polémica, imagen y recepción de

    Juan Ramón. (p. 283) 3.3.2. Recepción de Juan Ramón Jiménez. (p. 294)

    4. Situación del poeta en el exilio. Desarrollo de la poesía juanramoniana hacia

    Dios deseado y deseante. (p. 300) 4.1.El mar: primer mar, segundo mar, el mar tercero. (p. 300) 4.2.El exilio y la temporalidad juanramoniana. Aspectos derivados de la

    problemática del exilio: el español perdido, el desterrado. (p. 310) 4.3.Los años de Juan Ramón en Maryland, Washington. La biografía última del

    poeta como iluminación de la obra. (p. 317) 4.4.La obra última: continuidad y evolución en su poesía. (p. 324)

    4.4.1. Las conferencias: el contexto “literario” de creación. (p. 328) 4.4.2. Lírica de una Atlántida: interpretación de una etapa que desborda

    toda la lógica interpretativa de un siglo. (p. 335) 5. Coordenadas hermeneúticas de la interpretación: la idea del libro, aproximacióna

    a algunos conceptos fundamentales para una lectura de Dios deseado y deseante (Animal de fondo). (p. 342) 5.1.La idea de(l) libro (los libros). Propuesta de lectura. (p. 355) 5.2.Palabra poética, experiencia y trascendencia. Poesía y vida. La forma del

    diario. (p. 361) 5.3.Algunas consideraciones sobre la (anti)significación poética. El símbolo y

    “el simbolismo” en Juan Ramón. (p. 367) 6. El símbolo de dios en Dios deseado y deseante (Animal de fondo). (p. 372)

    6.1.El problema religioso y la muerte de Dios en la mentalidad de fines del XIX y principios del XX. Relaciones con la crisis religiosa del joven Juan Ramón y con las interpretaciones de la religiosidad juanramoniana. (p. 373)

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    6.2.Poesía religiosa en la poesía del siglo XX en lengua española y su relación con el exilio de las españas de 1936. (p. 379)

    6.3.Dios en la poesía de Juan Ramón Jiménez. Breve repaso evolutivo. (p. 391) 6.4.Las formas del dios en Juan Ramón Jiménez. Dios deseado y deseante en la

    “religión” juanramoniana. (p. 415) 6.4.1. Un dios nosotros que nos diría que la totalidad de los hombres son

    “dios”. (p. 418) 6.4.2. El panteísmo. Sustancia y esencia: Leibniz, Spinoza, el idealismo

    alemán. (p. 420) 6.4.2.1.El panenteísmo krausista. El krausismo y su idea de dios. (p.

    431) 6.4.3. La idea de un poeta dios. (p. 433)

    6.5.Lo uno, la unidad. La realidad visible y la invisible. La doble nostalgia y el anhelo de totalidad. Raíces y alas. Piedra y cielo. Dualismo y monismo en el pensamiento poético juanramoniano. (p. 436)

    6.6. El problema místico. (p. 443) 6.6.1. El deseo y el erotismo sublimado. (p. 448) 6.6.2. El problema místico, el verbo y el lenguaje poético juanramoniano.

    La desnudez poética y su relación posible con la mística. Léxico “místico” y formas de la mística en los poemas de Dios deseado y deseante. (p. 451)

    6.6.3. El hueco / la nada / la trasparencia. ¿Mística negativa en Juan Ramón Jiménez? (p. 456)

    6.6.4. La disyuntiva del vacío en relación con la poesía última de Juan Ramón y sus “rasgos” místicos. Sobre una posible conversión juanramoniana: fe, duda, vaivenes del pensamiento. (p. 460)

    7. Complejo simbólico y significativo de la obra última en Dios deseado y

    deseante. (p. 472) 7.1.La conciencia. (p. 472)

    7.1.1. Recorrido por las apariciones de “conciencia” en su poesía. (p. 477) 7.1.2. La conciencia como problema en su tiempo. Hegel y Ortega. La

    conciencia como espíritu. (p. 482) 7.1.3. Monismo y dualismo. Alma y conciencia. (p. 484) 7.1.4. El cuerpo. (p. 487) 7.1.5. Conciencia / Instinto / Cultivo. Las dos formas de significar de la

    conciencia en Juan Ramón. (p. 489) 7.1.6. Conciencia en dios. Dios en conciencia. Importancia de la

    construcción “... en dios”. (p. 491) 7.2. El yo: una problemática moderna. (p. 493)

    7.2.1. El sentido de la órbita y el ámbito en relación con el tiempo y el espacio de la conciencia y el yo del poeta: el astro. (p. 496)

    7.2.2. El mar, el yo y la conciencia. (p. 498) 7.2.3. “Animal de fondo”: la autodefinición del yo. (p. 501) 7.2.4. Otro símbolo del yo: el árbol. (p. 506)

    7.3.La escala de la naturaleza: los “otros” animales. El perro. El pájaro (albatros y gaviotas en la ola). (p. 507) 7.3.1. Mi respiración completa y mi completa inspiración. Una comunión

    panteísta al modo de Narciso. La belleza como belleza natural. (p. 512)

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    7.4.El niño y la mitología del niñodios. (p. 515) 7.5.Símbolos polivalente: símbolos recurrentes. La mujer, la rosa, la obra. (p.

    517) 7.5.1. Simbología natural: sol, nubes, arenales, riomardesierto. La luz

    (mística, física, carbón, imán, lo eléctrico). (p. 519) 7.5.2. Otros símbolos: la ciudad, la fantasía, el espejismo. (p. 527)

    7.6.El significado de los sentidos en el texto. (p. 531) 7.6.1. Los colores en Dios deseado y deseante. (p. 533)

    7.7.Tiempo y espacio: una metafísica y una estética que residen sobre la física de la modernidad. (p. 537) 7.7.1. La estación total. El sitio del seguir. (p. 541) 7.7.2. Espacio (la inmensidad) y Tiempo (la eternidad). (p. 542)

    8. La “espresión”. (p. 545) 8.1.Lo conseguido: la sensación de culminación y su reflejo en Dios deseado y

    deseante. (p. 547) 8.2.La lengua de Dios deseado y deseante. (p. 557)

    8.2.1. Recursos estilísticos y formales. (p. 557) 8.2.2. Breves notas sobre la métrica y el ritmo en Dios deseado y deseante.

    (p. 560) 8.3.El lenguaje conseguido desde una perspectiva crítica. (p. 564)

    9. Conclusiones. (p. 566) 10. Apéndice. (p. 570)

    10.1. Índice del libro reconstruido Dios deseado y deseante (Animal de fondo). (p. 571)

    10.2. Edición crítica del material existente. (p. 574) 10.3. Notas a la reconstrucción crítica. (p. 666) 10.4. Descripción, anotación y comentario de los originales conservados en

    la carpeta SZJRJ-ddd custodiada en la Sala Zenobia Juan Ramón Jiménez de la Universidad de Puerto Rico. (p. 685)

    11. Bibliografía.

    11.1. Bibliografía de Juan Ramón Jiménez. (p. 727) 11.2. Bibliografía sobre Juan Ramón Jiménez. (p. 732) 11.3. Bibliografía sobre la edición. Ediciones críticas. (p. 748) 11.4. Obras de otros autores. Estudio y creación. (p. 751)

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    1. Introducción. Metodología y objetivos.

    He llegado a una tierra de llegada.

    Los caminos de la poesía en lengua española discurren, en el pasado siglo y

    el presente, por sendas abiertas, en buena medida, por el poeta Juan Ramón Jiménez.

    Es esta una senda perdida y reencontrada por la que transitamos gustosos, tras los

    pasos de los críticos y lectores precedentes.

    El objetivo primero de esta tesis es la reconstrucción crítica de Dios deseado

    y deseante (Animal de fondo), uno de los últimos libros de poesía en los que

    trabajaba su autor. Nuestro interés es clarificar el texto para poder leerlo, disfrutarlo,

    gustarlo, comprenderlo nosotros. De ahí que haya que identificar: a qué nos

    enfrentamos (por eso definir nuestro método y acotar el problema), analizar lo

    hecho (en otros y en las aportaciones previas) y, por último: proponer y plasmar

    nuestra propuesta en una forma para Dios deseado y deseante.

    Al leer Animal de fondo, publicado por su autor en 1949, el lector descubre

    un libro especialmente trabado, pleno de sentido. Sin embargo, el tiempo, la

    investigación y la lectura, señalan una falta en dicho libro. Juan Ramón, desde el

    mismo momentos de su escritura, pretendía añadir nuevos poemas que completaban

    el libro. Hasta sus últimos días trabajó en esta nueva ordenación que, por razones de

    diversa índole, no pudo ser concluida.

    La interpretación y lectura de la obra de Juan Ramón Jiménez tiene en este

    libro uno de sus centros capitales. La unidad evolutiva de su escritura parece

    desembocar en él, como un río en ese mar que tanto simboliza en la poesía en lengua

    española.

    El trabajo de reconstrucción de los materiales de este libro es un paso

    necesario para cualquier posible interpretación de los años finales del poeta y su

    sentido dentro de la evolución de su obra. La discusión teórico-práctica sobre el

    problema de la reconstrucción de libros inéditos aclara, en este sentido, las diversas

    direcciones que se pueden establecer en su interpretación. Desde esta realidad,

    apostamos por el estudio detallado de la historia de su composición, antes de situar y

    proponer una interpretación del mismo en el contexto unitario de la poesía

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    juanramoniana.

    El propio sentido del libro se ha visto determinado irremediablemente por

    dos hechos: la publicación de Animal de fondo en 1949 y las palabras del poeta en

    sus “Notas” a Animal de fondo en las que afirmaba trabajar en la ordenación del

    libro completo Dios deseado y deseante, complemento de aquel. Estos dos hechos,

    derivados del viaje de Juan Ramón a tierras sudamericanas, son la base de las

    interpretaciones críticas del libro. Las diversas ediciones de Dios deseado y

    deseante, en sus diversas formas, han servido, en conjunto, para dar a conocer los

    poemas destinados a este libro.

    Dios deseado y deseante es uno de los libros centrales del pensamiento

    último del poeta, resumen de buena parte de sus preocupaciones de exiliado, hombre

    y poeta en los años posteriores a la Guerra Civil. La situación central de la poesía de

    Juan Ramón Jiménez en la historia de la poesía en lengua española del siglo XX,

    subraya la importancia de realizar un trabajo riguroso de edición y recopilación de

    sus materiales.

    Nuestro estudio pretende aportar una base crítica y hermeneútica para la

    edición e interpretación del libro, desde una lectura de su época última. El trabajo de

    reconstrucción y edición crítica de estos materiales, en la actual situación, debe ir

    acompañado de una interpretación del contenido y la composición de este libro y de

    su lugar y sentido en la obra. En este sentido, esta tesis doctoral se presenta en dos

    partes bien diferenciadas que se complementan: una primera parte de discusión y

    ejemplo sobre el problema de la edición crítica de clásicos modernos, basándonos en

    la singularidad de la obra de Juan Ramón Jiménez; y una segunda parte de

    contextualización e interpretación de los problemas que plantea el libro Dios

    deseado y deseante desde la conciencia poética de la modernidad y nuestra

    particular recepción lectora.

    La comparación y discusión sobre los problemas de la edición crítica de

    clásicos modernos alumbra importantes claves para la comprensión y edición de la

    singular experiencia textual en que se ha convertido la obra del poeta. Es su obra un

    perfecto espejo donde observar y analizar los problemas más acuciantes de una

    crítica textual de poetas de la modernidad. En el cotejo y la comparación con dicha

    obra algunos de los problemas de la ecdótica contemporánea se iluminan con una

    nueva y más clara luz. De esta problemática surge nuestra propuesta de

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    reconstrucción crítica de Dios deseado y deseante (Animal de fondo). Hemos optado

    por reproducir dicha propuesta en un apéndice, con dos niveles de notas críticas: uno

    de variantes, recurrencias y otros problemas textuales, y otro de análisis y

    descripción de los originales juanramonianos con los que hemos trabajado.

    Pensamos que estos dos niveles de notas son indispensables en la situación en que se

    encuentra la obra de Juan Ramón Jiménez. El primer grupo de notas aporta

    elementos de análisis y comparación con pasadas ediciones; el segundo pretende

    servir de soporte a futuras profundizaciones en la reconstrucción y edición crítica de

    la Obra completa de Juan Ramón.

    La interpretación y contextualiación de este libro en su contexto histórico-

    literario desborda cualquier límite que nos queramos imponer. La presencia de Juan

    Ramón en los debates estéticos de su época, así como la centralidad de su figura

    dentro de la poesía moderna en lengua española, obligan a realizar una serie

    importante de precisiones que sitúen al autor dentro del marco de interpretación que

    le corresponde. Nuestro trabajo sólo pretende, en este sentido, abrir una serie de vías

    posibles de acercamiento al hecho poético juanramoniano. La lectura del contexto de

    creación intenta delimitar aquellas aportaciones que quedan fuera de este hecho, de

    lo poético. La reconstrucción del libro Dios deseado y deseante y estas vías de

    interpertación permiten una nueva lectura del libro, como libro de poesía, fuera de

    discusiones ideológicas sobre el carácter de su autor.

    En los últimos años, estamos asistiendo a una relectura de la historia literaria

    del siglo XX en la que figuras, a nuestro juicio, menores, ocupan lugares de

    excepción. La relectura de la obra de Juan Ramón, falta de una buena labor editorial

    en muchos sentidos, aclara importantes aspectos de dicha historia. La situación

    actual de las letras permite la existencia de abanicos diversos de modelos. El

    eclecticismo reinante reinterpreta la poesía moderna desde la particular perspectiva

    de cada autor o grupo de autores. Esta historización relativa, particularista y, en

    ocasiones, partidista, hace un flaco favor a la importancia de aquel que fue llamado

    “segundo siglo de oro” de la poesía española. En esta situación, volver sobre la obra

    de Juan Ramón Jiménez incita a un baño de agua limpia y una inmersión en la

    corriente más profunda de nuestra lírica y su verdadera renovación pasada.

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    Agradecimientos.

    Hay personas, como quien esto escribe, a las que escribir “seguido”,

    prosificar, les resulta una tarea ardua en la que, raras veces, logran encontrar el buen

    camino. Sería difícil agradecer con palabras prosificadas como estas todo lo que

    quisieramos agradecer.

    A todos los que nos han ayudado en este tiempo intenso de lectura, escritura

    y corrección.

    A Herminia Reinat por facilitarnos con tanta premura y buen hacer una copia

    de los originales de Dios deseado y deseante custodiados en la Sala Zenobia Juan

    Ramón Jiménez.

    A la familia del poeta, representada en la persona de Carmen Pinzón Jiménez

    por permitirnos analizar y estudiar los documentos del archivo.

    A Ana Recio Mir por enviarnos sus publicaciones y referencias sobre el

    libro.

    A Teresa Gómez Trueba por las lecciones sobre grafias juanramonianas, por

    el intercambio.

    A Claudio Guillén por sus palabras y sus moradas del estudio.

    A los compañeros del departamento, especialmente a Carlos Martín.

    A Miguel. A Héctor. Teresa y Chema. A Carmen, naturalmente.

    Al fin, pero al principio, a Francisco Javier Blasco Pascual, por enredarme en

    este laberinto.

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    1.1. ABREVIATURAS UTILIZADAS EN ESTA TESIS DOCTORAL. AC, Juan Ramón Jiménez (1986), Antología comentada, edición de Antonio Sánchez Barbudo, Madrid, Ediciones de la Torre. AF, abreviatura utilizada para el indicar el orden de los poemas de Animal de fondo en su primera edición (AF [1949].. AF [1949], Juan Ramón Jiménez (1949), Animal de fondo, Buenos Aires, Pleamar. AF [1981], Juan Ramón Jiménez (1981), Animal de fondo, Madrid, Taurus. AHN. Archivo Histórico Nacional. AJP, Juan Ramón Jiménez (1981), Antolojía jeneral en prosa, ed. de Ángel Crespo y Pilar Gómez Bedate, Madrid, Biblioteca Nueva. Al, Juan Ramón Jiménez (1983), Alerta, ed. de Francisco Javier Blasco, Salamanca, Universidad de Salamanca. AP, Juan Ramón Jiménez (1989), Antología poética, ed. Javier Blasco, Madrid, Cátedra. Bon, Juan Ramón Jiménez (2000), Bonanza, edición, introducción y notas de Ana Recio Mir, Moguer (Huelva), Ediciones de la Fundación Juan Ramón Jiménez. C, Juan Ramón Jiménez (1993), Canción, facsímil de la primera edición, Barcelona, Seix Barral. CA, Juan Ramón Jiménez (1999), Cuentos de Antolojía, prólogo y notas de Juan Casamayor Vizcaino, Madrid, Clan. CAn, Juan Ramón Jiménez (1992), Cartas. Antología, ed. de Francisco Garfias, Madrid, Espasa-Calpe. CcJr, Ricardo Gullón (1958), Conversaciones con Juan Ramón Jiménez, Madrid, Taurus. CCS, Juan Ramón Jiménez (1973), Con el carbón del sol, ed. de Francisco Garfias, Madrid, Magisterio Español. CI, Juan Ramón Jiménez (1961), La corriente infinita, ed. de Francisco Garfias, Madrid, Aguilar. CL, Juan Ramón Jiménez (1977), Cartas literarias, ed. Francisco Garfias, Barcelona, Bruguera. CP, Juan Ramón Jiménez (1975), Crítica paralela, comentado por Arturo del Villar, Madrid, Narcea. CPS , Juan Ramón Jiménez (1962), Cartas (Primera selección ), edición de Francisco Garfias, Madrid, Aguilar. Cu, Juan Ramón Jiménez (1971), Cuadernos, ed. de Francisco Garfias, Madrid, Taurus. DDD, Juan Ramón Jiménez (1964), Dios deseado y deseante, introducción, notas y explicación de los poemas por Antonio Sánchez Barbudo, Madrid, Aguilar. d.d.d., Originales pertenecientes a la carpeta SZJRJ-ddd. “d.d. y d.” Abreviatura juanramoniana que indica la pertenencia de un original a la carpeta SZJRJ-ddd. DPR [1998], Juan Ramón Jiménez (1998), Diario de un poeta reciencasado, ed. M. Predmore, Madrid, Cátedra. Esp [1982], Juan Ramón Jiménez (1982), Espacio, edición de Aurora de Albornoz, Madrid, Editora Nacional / Libros de Poesía. ET, Juan Ramón Jiménez (1994), La Estación Total con las Canciones de la Nueva Luz, Barcelona, Tusquets.

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  • 12

    PyY [1981], Juan Ramón Jiménez (1981), Platero y yo (Elejía Andaluza), nota biobibliografía de Manolo Suárez, Madrid, Aguilar. PyY [1988] Juan Ramón Jiménez (1988), Platero y yo, edición de Michael P. Predmore, Madrid, Cátedra.. RCG [pre], Juan Ramón Jiménez, Romances de Coral Gables, edición de Juan José Lanz, en prensa. RI [1983], Juan Ramón Jiménez (1983), La realidad invisible, edición crítica y facsímil de Antonio Sánchez Romeralo, London, Tamesis Books. RI [1999], Juan Ramón Jiménez (1999), La realidad invisible, edición de D. Martínez Torrón, Madrid, Cátedra. SAP [1969] Juan Ramón Jiménez (1969), Segunda Antolojía Poética (1898-1918), Madrid, Espasa-Calpe. SAP [1998] Juan Ramón Jiménez (1998), Segunda Antolojía poética (1898-1918), edición de F. Javier Blasco. SPL, Juan Ramón Jiménez (1990), Selección de prosa lírica, ed. de Javier Blasco, Madrid, Austral. SS, Juan Ramón Jiménez (1981), La soledad sonora, Madrid, Taurus. SZJRJ, Sala Zenobia-Juan Ramón Jiménez. SZJRJ-ddd. Originales de la carpeta de Dios deseado y deseante conservados en la Sala Zenobia- Juan Ramón de la Universidad de Puerto Rico. SZJRJ-PAAO, Originales de “Proyectos en América de Agrupación de la Obra” conservados en la Sala Zenobia-Juan Ramón Jiménez. TAP, Juan Ramón Jiménez (1957), Tercera Antolojía Poética (1898-1953) (al cuidado de Eugenio Florit), Madrid, Biblioteca Nueva. T, Juan Ramón Jiménez (2001), Tiempo, edición de Mercedes Juliá, Barcelona, Seix Barral. TyE, Juan Ramón Jiménez (1986), Tiempo y Espacio, ed. de Arturo del Villar, Madrid, Edaf. U, Juan Ramón Jiménez (1999), Unidad, edición de Diego Martínez Torrón, Barcelona, Seix Barral. UCM, Juan Ramón Jiménez (2003), Una colina meridiana, edición de Alfonso Alegre Heitzman, Madrid, Huerga y Fierro. YPRPQ, Juan Ramón Jiménez (1990), Y para recordar por qué he venido, selección, edición e introducción de Francisco Javier Blasco, Valencia, Pre-textos.

  • 13

    1.2. Signos utilizados en esta tesis doctoral.

    Las convenciones y signos que hemos reproducido en nuestra transcripción y

    reconstrucción de Dios deseado y deseante han sido tomadas, por comparación y

    mejora, de Ornato (cit. en Márquez: 1989, XV), Ángel Crespo (GE) y Blecua (1990,

    149). Para las usuales convenciones juanramonianas nos remitimos a la edición de

    las Obras de Juan Ramón Jiménez que prepara la editorial Espasa-calpe.

    Respecto al texto de nuestra reconstrucción, las dos únicas convenciones a tener

    en cuenta, son:

    1. Se respeta la peculiar ortografía juanramoniana.

    2. El texto se reproduce sin correcciones ni notas1.

    Respecto a los signos utilizados para la transcripción y desscripción de los

    originales y las notas, seguimos la convención de las ediciones críticas de poesía

    moderna. Nuestro signos, sin embargo, han sido actualizados para representar las

    particularidades de la escritura juanramoniana:

    [...] laguna en el original. Espacio en blanco.

    (...) elipsis realizada al citar un texto.

    [palabra] lectura por conjetura, dudosa o intervención del editor.

    /palabra/ tachado a mano en el original. Este signo sólo es válido para

    los originales juanrmaonianos de la descripción que se reprducen en Apéndice o en

    el cuerpo de texto, en el resto de ocasiones que se utilizan las líneas oblicuas,

    significan, como en otros casos, salto de verso.

    |palabra| adición a mano en el original a cargo del poeta.

    [¿] ilegible

    mg. marginalia: mg. sup. dcho.; mg. sup. izq., mg. inferior, etc.

    .......... pérdida de versos

    En el apéndice, para no poblar el texto de signos o de constantes repeticiones del

    discurso, utilizamos las abreviaturas conocidas en la terminología tradicional de la

    filología clásica: add. (adición, añadido); lac. (laguna); mg (in margine); om.

    (omisit); s. l (supra linea); i. l. (infra línea).

    1 “Una norma sana indica, en el caso de manuscrito único, tender a mantener la lección del códice y enmendar minimamente” (Orduna: 1995, 5):

  • 14

    2. Problemas textuales. ¿Edición crítica o reconstrucción?

    “Malditos los que en lo futuro, hagan de mi obra unos libros feos,

    sucios o recargados, superfluamente lujosos, los que no respeten

    mi orden y mi selección, los que los alteren en una coma voluntaria”.

    [CcJr, 178].

    Ante semejante afirmación, “amenazadora, faraónica inscripción2”, no caben

    medias tintas ni componendas. Si Juan Ramón, por varias razones hizo, burla o

    crítica en vida de la labor filológica y, sobre todo, de cierto tipo de críticos (veánse

    los aforismos de Ideolojía), con semejante afirmación no está maldiciendo cosa

    distinta que un trabajo burdo de edición de su obra. Pensamos que sólo un trabajo

    filológico estricto y detallado con sus textos puede salvar dicho escollo. A parte,

    claro, de una (deseable) edición en la línea por él iniciada, en la de sus avances

    editoriales y tipográficos en ediciones propias y ajenas, y de acuerdo con su

    excelente gusto tipográfico.

    En el momento presente parece aún lejana la edición crítica de muchos de los

    libros del poeta de Moguer. Entre ellos, una posible edición crítica de Dios deseado

    y deseante, debe partir de la insustituible falta que su historia relata y que deriva en

    un problema fundamental y sin solución posible: “que no está acabado3”. Pero entre

    el problema fundamental y la falta de solución posible, median soluciones parciales

    que deben ser puestas encima de la mesa por una crítica que se pretenda tal. El libro,

    acabado o inacabado, puede ser restituido a una forma acorde con lo que el autor

    dejó en vida y presentado en esa forma a sus lectores. Sin necesidad de falsos juicios

    de conjunto, tanto textuales como críticos, que determinen en lo futuro la posible

    lectura e interpretación del libro. Como dice Rico en su “Historia del texto” del

    Quijote: Una edición crítica lo es, por un lado, en la medida en que permite al lector disponer de los

    mismos elementos de juicio que el editor y constituir con ellos un texto sin embargo distinto;

    pero es crítica también, por otra parte, en tanto restituye la lección más próxima a la deseada

    por el autor [1998, CCXXXIV].

    2 Así en José Ramón González [2000]. 3 En estos mismos términos presenta Mercedes Julía su edición de otro texto juanramoniano inacabado: Tiempo [2000, 315]

  • 15

    La labor más urgente, a nuestro modo de ver, en lo que al texto de Dios

    deseado y deseante se refiere, es dilucidar qué tipo de edición es realmente posible y

    en qué medida. Una vez situado el problema, podremos proponer soluciones para

    afrontarlo.

    De la necesidad de realizar reconstrucciones de los libros juanramonianos, de

    los que no se dispone de edición impresa bajo supervisión del autor, dan buena

    cuenta trabajos excelentes como la reconstrucción de Mi Rubén Darío (1990) o de

    La Realidad Invisible (1983) a cargo de Sánchez Romeralo. De la validez de este

    tipo de práctica reconstructiva hablará el tiempo y la comunidad lectora. El propio

    Romeralo, en su edición de Leyenda, afirma: Nuestros esfuerzos, los de los editores de Juan Ramón Jiménez, deben dirigirse a conseguir,

    estudiando cuidadosamente la rica selva de documentos del archivo (49336 en 1970; hoy

    hay más), la reconstrucción, hasta donde sea posible, de los hermosos volúmenes de la Obra,

    en los que Juan Ramón trabajó con tanto amor y tanto afán en los últimos años de su vida [L,

    XI]

    Desde este tipo de planteamientos es necesaria (y está justificada) la

    reconstrucción de los libros que el poeta proyectó en vida. La tarea reconstructora se

    fundamenta en la labor ecdótica y la sobrepasa (no valorativamente). Así, por

    ejemplo, podemos contemplar dicha labor en la primera edición crítica de un libro

    de Juan Ramón Jiménez: la reconstrucción de La realidad invisible del propio

    Romeralo. Por un lado, es necesario realizar una recensio y una emmedatio4, pero a

    su vez debe atender a otro tipo de índices, notas y comentarios en lo que a las

    variantes textuales y de estructura se refiere. Y sobre todo, es inevitable un juicio

    crítico. Es el juicio, al fin, el que determina el establecimiento del texto en la labor

    de la reconstrucción de un libro inacabado. La recensio de variantes y lecciones

    trasmitidas por la tradición textual, poco más de cincuenta años, de un libro como

    Dios deseado y deseante, es un elemento necesario para el establecimiento del texto

    y su posible reconstrucción. La crítica textual es el arma indispensable de un proceso

    reconstructivo como el que pretendemos abrir. Difícilmente se puede hablar de

    cerrar en estos momentos; al menos, para este libro. Pero dicha disciplina no aporta

    todos los elementos necesarios para la constitutio textus en este caso. Las conjeturas

    se suceden. La interesante edición de Lírica de una Atlántida realizada por Alfonso

    Alegre Heitzman, a nuestro modo de ver, presenta el problema de la reconstrucción

  • 16

    sin la ecdótica, que demuestra que un intento de reconstrucción cojea siempre que

    no existe un fundamento de crítica textual suficiente y desarrollado. Junto a esto,

    pensamos que dicha crítica textual es parcial a los ojos del lector si no presenta una

    lectura de los textos.

    En principio, existen dos arquetipos distintos y posibles: un arquetipo

    impreso por Juan Ramón (AF [1949]) y un arquetipo inédito que se corresponde con

    el proyecto de libro para Dios deseado y deseante en sus años finales (1953-54). La

    edición crítica de estos materiales tiene distinto cariz en un caso que en otro.

    Dependiendo del arquetipo que tomemos como objeto de investigación nuestra

    edición crítica o reconstrucción variará sensiblemente. Es, por esto, por lo que la

    interpretación es previa e inherente a la propia reconstrucción crítica: al privilegiar

    un arquetipo estamos realizado una lectura y, por tanto, una interpretación. “Y no es

    dudoso que con la libertad de la propia decisión se asumen también todas las

    responsabilidades que derivan de ella5”.

    2.1. La edición crítica de clásicos modernos. Problemas y propuestas.

    “No es usual editar críticamente a un poeta moderno. Estas ediciones suelen

    reservarse para los antiguos... ¿Cuán antiguos? Los primeros editores de los

    ‘clásicos modernos’, en el siglo XVIII, se hicieron la misma pregunta,

    y tuvieron que forzar la misma resistencia. ¿Hasta cuándo debemos esperar

    para editar críticamente a un autor moderno, cuántos manuscritos debemos

    dejar perderse, cuántas huellas borrarse, cuántos hombres y mujeres que conocieron

    al autor debemos dejar morirse, antes de editarle como se edita a los antiguos?

    (RI [1983] XXXIV)

    La existencia de una gran cantidad de datos próximos en el tiempo facilita su

    transmisión, aunque no su decidida valía. Es necesario justificar y enjuiciar todo el

    proceso sin excusas. Los poetas –y prosistas- de la modernidad están pidiendo a

    gritos un trabajo exhaustivo de edición y crítica textual que posibilite un

    acercamiento objetivo y subjetivo a su escritura. No puede ser nuestra intención, en

    4 “Cada palabra y cada marca de puntuación están bajo sospecha” (Rico: 1998, ib.). 5 Gadamer (2002, 16).

  • 17

    este epígrafe, realizar una exhaustiva comparación de las ediciones críticas de

    “clásicos” modernos y poetas contemporáneos editadas hasta la fecha. Pero sí

    encontramos en dicha lectura comparativa múltiples luces que nos afirman en la

    necesidad, ya postulada, de realizar la crítica textual de la obra de Juan Ramón

    Jiménez, una crítica que la presente en sus verdaderos términos (no que “la

    devuelva” pues nunca estuvo presente por completo). No es “reconstrucción” sino

    constitutio pura y llana lo que muchos textos de Juan Ramón aún están esperando.

    Se parte del hecho de la edición crítica como una realidad filológica de

    carácter específico en la que diversos factores entran en contacto (y colisión). Son

    estos factores los que se pretenden analizar, desde una perspectiva crítica y de

    recepción lectora. Los estudios comparativos deben apuntar en su análisis a

    perspectivas antes nunca vistas. No deja de ser evidente para cualquier lector de la

    modernidad tardía que las literaturas se escriben en un proceso de intertextualidad a

    muy diversos niveles (espacial, temporal, lingüístico, etc.). Lo que el

    comparativismo puede aportar, en una lectura ecdótica de la poesía moderna, son

    nuevas ráfagas de creatividad interpretativa, puntos de vista inéditos. He ahí lo que

    se busca en la lectura comparativa de ediciones críticas de “clásicos modernos”, al

    hilo de la problemática editorial juanramoniana en lo que se refiere a Dios deseado y

    deseante y la obra última.

    Entre autores de diversa condición estética e histórica, la modernidad

    establece difíciles nudos creativos que la crítica se esfuerza por desenredar. Gustavo

    A. Bécquer, Antonio y Manuel Machado, Unamuno; poetas más jóvenes, como

    Lorca o Cernuda, que en los últimos tiempos han contado con numerosas ediciones

    críticas y facsímilares, Miguel Hernández, Claudio Rodríguez, etc., son algunos de

    los muchos autores peninsulares en lengua española que han resultado objeto de

    diversos estudios ecdóticos. Sin embargo, todos estos acercamientos críticos no han

    dado unos frutos comúnmente aceptados, lo que demuestra que la disciplina ecdótica

    moderna tiene aún un largo camino que recorrer.

    En estos momentos contamos ya con un buen número de ediciones críticas de

    poetas de ambos lados del Atlántico, que se esfuerzan por elevar el nivel de la crítica

    ecdótica de poesía moderna al de la más tradicional disciplina ecdótica, dedicada a

    las ediciones de clásicos medievales y del Siglo de Oro. Sin querer a hacer un listado

    exhaustivo de los poetas de la modernidad que cuentan a estas alturas con ediciones

  • 18

    críticas de sus obras, es de destacar el papel llevado a cabo en décadas pasadas por la

    revista Incipit, la “Colección Archivos” o la editorial Espasa-Calpe. La excelente

    edición de Oreste Macrí de la obra de Antonio Machado, sin duda alguna, debe

    tomarse como uno de los modelos a seguir en cualquier estudio ecdótico de la poesía

    en lengua española del pasado siglo.

    En ambos conjuntos editoriales (Archivos y Espasa-Calpe) es donde mayores

    muestras de ediciones críticas, de poetas y prosistas modernos, podemos encontrar.

    Si bien ciertas anotaciones y fórmulas son de gran diversidad en ambas editoriales,

    no son menos los puntos de contacto entre las distintas ediciones críticas que han ido

    presentando y que permiten, hoy por hoy, promover una unificación de criterios y

    anotaciones referidas a problemas ecdóticos y críticos de la edición. Lo mismo para

    el proceso de estudio de los textos y libros inéditos o editados en vida por su autor.

    Dicha unificación de criterios no debe ser una forma de evadir la discusión y las

    diferencias notables, existentes entre los diversos autores. Pero es preciso afrontar el

    problema en sus términos y, para lo que aquí nos interesa, en la dirección de una

    posible reconstrucción de la obra poética de Juan Ramón Jiménez.

    2.1.1. El problema de la edición sin un texto “completo” y “definitivo” del

    autor.

    En las diversas ediciones críticas que hemos manejado hay gran número de

    términos que se repiten con idéntico o diverso sentido. Una disciplina que, dentro de

    la historia, la crítica y el estudio de la literatura, resulta ser la de mayor calado

    científico (no en vano, un texto es algo empírico y demostrable) debería presentar

    una terminología tendente a ser unificada y cada vez más precisa.

    La “obra definitiva”, el “corpus”, las “variantes”, etc. son sólo algunos de los

    términos frecuentemente usados en ediciones críticas (de antiguos y modernos). Se

    hace, por esta y otras razones que pasaremos a examinar, imprescindible una

    clarificación terminológica. Todos estos términos deben ser matizados y definidos

    de tal manera que podamos utilizarlos con creciente seguridad y una deseable

    unificación terminológica.

    “Completa” y “definitiva” se utilizan en multitud de ocasiones como

  • 19

    términos sinónimos cuando se refieren, evidentemente, a acciones y hechos bien

    distintos, que en determinadas ocasiones coinciden. Entendemos como completa una

    obra cuando está “terminada”, cerrada. Claro que el adjetivo cerrada y la idea de

    término, aplicados a una obra literaria o artística, tiene unas connotaciones incluso

    negativas que nos llevan a pensar en cierres “definitivos”, tales como la persecución,

    la enfermedad, la muerte, etc. Aquí cabe hacer una valoración de lo apropiado del

    término “acabado / cerrado” en el caso juanramoniano, típico caso de voluntad

    creadora y correctora en progreso que imposibilita (al mismo poeta) dar como

    acabada su obra mientras está vivo. Más aún, en un poeta como Juan Ramón, con

    una clara y creciente conciencia de su obra como una obra en marcha, en sucesión.

    En este sentido, ¿pueden estar “completas” las poesías de un autor vivo o sólo

    debemos considerarlas como “completas hasta la fecha”?.

    Podemos, como hemos dicho, comprender el término, cierre, de una obra en

    relación con esos desenlaces definitivos a los que antes nos referíamos: la obra de

    Juan Ramón está completa desde que su autor muriera en 1958. La particularidad de

    la historia de la literatura contemporánea –gran profusión, en muchos casos, de

    documentos de toda índole que rodean al hecho literario- determinan que

    conozcamos, para el caso de Juan Ramón, el momento último que, el que podemos

    considerar como definitivo en la constitución de su proyecto de obra completa. Para

    el caso de Juan Ramón es común establecer la fecha del verano de 1954 como

    último año en el que trabajó en la ordenación y constitución de su obra. Así, por

    ejemplo, Sánchez Romeralo en la “Introducción” a su edición de Leyenda: Entre 1953 y 1954, “sintiéndose Juan Ramón como nunca y pletórico de energías” -

    recordará Zenobia en una carta de julio del 56, cuando esas energías ya se habían gastado-

    había acometido el poeta un ambicioso plan de publicaciones y firmado contrato con varios

    editores madrileños. Es entonces cuando va a perfilar con mayor precisión los proyectos

    definitivos de su obra completa (definitivos porque la muerte de Zenobia y, poco después, la

    suya propia, los haría definitivos) [L, XI; el subrayado es nuestro].

    La que no está completa, ni parece que lo vaya a estar en un tiempo

    indeterminado, es la edición de la Obra “completa” de Juan Ramón Jiménez. Como

    es sabido, en la tarea de editar a Juan Ramón Jiménez nos movemos siempre en

    términos de provisionalidad, al menos hasta que el total de los archivos del poeta

    haya sido ordenado y digitalizado, para una fácil y rápida consulta por sus editores y

  • 20

    críticos. Esta digitalización de los archivos del poeta existentes en Madrid (Archivo

    Histórico Nacional) y Puerto Rico (Sala Zenobia-Juan Ramón Jiménez) posibilitaría

    una comparación de los textos existentes, sus versiones, etc., que es imprescindible

    para una edición de la obra del poeta de Moguer; y garantizaría que el editor ha

    manejado todos los papeles referentes a una obra, un poema o un libro concreto.

    La problemática de la conclusión y el cierre de una obra se acrecienta en los

    casos de autores, de toda época y condición, que se vieron, por unas u otras causas,

    perseguidos en vida; y en los de autores cuya obra es inédita en conjunto (Garcilaso

    de la Vega, por ejemplo). Aunque la persecución no se produce en su modo típico en

    Juan Ramón, su caso es comparable al de algunos poetas perseguidos, por el exilio

    al que se vio sometido y se sometió por propia decisión6. Juan Ramón difícilmente

    hubiera podido “completar” (en ese sentido de “cerrar” que venimos defendiendo) su

    obra anterior a 1936, pues no disponía del material que le había sido robado en su

    casa de Madrid7.

    Juan de la Cruz y su obra pueden ser un perfecto espejo donde mirar, como

    obra que surge sin finalidad explícita de editarse y con cambios y variantes,

    motivadas por la persecución a la que fuera sometido y una diversa recepción. De

    todo esto, resultan dos textos o más, varias ediciones y “ninguna con su voluntad”.

    Sus obras completas son apócrifas, pero están claramente completas a pesar de todos

    los olvidos, errores y “huecos” que pudieran existir.

    “Definitivo”, por el contrario, no es un término que se pueda construir sobre

    la objetividad de un “cierre” (sea este provisional o no) sino que alude a una

    decisión y una voluntad expresa del autor o de los editores. Sea esta decisión de

    carácter temporal o total. De la dificultad de aplicar este término, definitivo, a una

    obra literaria o a una edición de una obra da buena cuenta el “Prefacio” de Elías L.

    Rivers a su edición crítica de Garcilaso de la Vega: Ahora, con la colaboración de A. Blecua, se ha mejorado notablemente la edición anterior,

    publicándose por fin un texto casi definitivo (Garcilaso de la Vega: 1981, 9).

    Salvando las distancias, sirva esta cita como ejemplo de la ardua tarea que

    queda por hacer en la edición de unas obras completas de Juan Ramón Jiménez. En

    el caso del poeta de Moguer serían definitivos (y, en parte, así los consideró su autor

    6 Para la diversidad del fenómeno exiliado, el desarraigo, la persecución, v. ILIE (1981).

  • 21

    en el momento de publicarlos) todos los textos por él editados en vida, a pesar de

    correcciones sucesivas que pudo realizar y realizó. En todos los textos revividos de

    Leyenda nos encontraríamos con una pluralidad de formas y con dos momentos

    definitivos: el de su primera edición (texto definitivo desde el punto de vista de la

    historia literaria y de la situación sincrónica de su autor en un determinado

    momento) y el de su última revivencia (texto definitivo desde el punto de vista de la

    evolución de su autor)8. También serían definitivos todos aquellos textos que en los

    originales conservados demuestran una voluntad explícita de “acabado”; a pesar de

    sucesivas o posteriores “revivencias”, es decir, relecturas desde el yo que vivió

    aquella experiencia, con lo que se producen dos vivencias o experiencias del texto y

    de lo vivido. Siguiendo con el ejemplo de Juan de la Cruz, serían definitivos los

    textos que escribiera para la lectura de las monjas por la voluntad (sino explícita, sí

    manifiesta) del poeta de darlos a “su público”.

    La historia demuestra que, a posteriori, las obras de los autores más diversos

    se ven contaminadas por elementos ajenos. Lo que pensábamos que era cosa del

    pasado y de la copia se ha convertido en carácter propio de la literatura de todo

    tiempo: las contaminaciones, los olvidos y errores, etc., son –lo quieran sus autores

    o no- parte de los textos y deben ser leídos con ellos9. El interés hermeneútico de

    este tipo de contaminaciones puede llegar a ser notable, como lo han demostrado

    diversos estudios literarios. Pero a la tarea filológica de la edición crítica le

    corresponde, fundamentalmente, la función de expurgar todos estos avatares del

    texto. Podemos, no obstante, criticar (la crítica siempre tiene un movimiento,

    inmanente, hacia el sujeto) nuestra tarea y realizarla con sentidos y fines diversos y

    cambiantes; no sólo por “fijar el texto”. La lectura interpretativa de todas estas

    contaminaciones asocia al texto muchas de esas zonas que podemos afirmar oscuras

    en un primer acercamiento. De esa tarea que es fijar el texto y esa otra que lo

    fundamenta, expurgarlo, surge una visión en red que ofrecen nueva luz sobre el

    texto. No creo que nadie dude del interés del cotejo de cambios y variantes para el

    7 “Después de la entrada de los nacionalistas en Madrid, un joven poeta robó de nuestro piso una porción de objetos y la mayor parte de mis manuscritos poéticos” (CL, 32). 8 Es inevitable recordar la actitud del poeta ante su obra que hace de estas revivencias una de las carácterísticas del proceso creativo juanramoniano, explicitada en una conversación con Juan Guerrero: “el poeta tiene facultad para mejorar su obra mientras viva, como el pintor podría pintar sobre su cuadro si la pintura siempre estuviera fresca” (JRvv, 92)] 9 V. aplicado a otro objeto de estudio pero ampliamente clarificador del sentido que adquieren las contaminaciones y diseminaciones semánticas y lingüísticas: DERRIDA, Jacques (1997), La Diseminación, Madrid, Editorial Fundamentos.

  • 22

    estudio del proceso creativo de un poeta o de su evolución intelectual y estética. El

    análisis de variantes, ordenaciones, índices e ideas sobre la edición (que en muchos

    casos puede unirse a esa idea del “cierre” definitivo) aporta suficientes elementos de

    crítica e interpretación como para encerrar nuestra labor filológica en el simple (no

    por eso menos complejo) asunto de la fijación textual10.

    Con la comparación y el estudio ecdótico de la obra de un autor, la

    interpretación adquiere fundamento (filológico) y el texto multiplicidad (semántica e

    interpretativa).

    Es claro que, en ningún caso, se trata de completar lo inacabado ni de hacer

    definitivo lo provisional11. En principio, nadie acabaría un cuadro que un pintor

    hubiera empezado y dejado sin finalizar. O quizá sí. Pero esa tarea, si a alguien le

    compete, es al creador. No al filólogo. Las delimitaciones son sumarias en este

    sentido12.

    No obstante, el proceso de reconstrucción de una obra inacabada, como es el

    caso que se plantea en esta tesis doctoral, es un proceso distinto pero análogo al de

    “terminar una obra inacabada”. Existen ejemplos similares al que aquí estamos

    estudiando en la poesía contemporánea: tal es el caso del Libro del desasosiego de

    Fernando Pessoa, por ejemplo. Las dos ediciones que conocemos de esta obra, en

    nuestra lengua, difieren entre sí en varios aspectos y, como suele ser lógico, la

    última edición (editada recientemente en el Acantilado) se presenta como la

    definitiva y más completa edición de dicho libro inacabado. Ya en la solapa del libro

    advierten los editores: “El Libro del desasosiego, que presentamos traducido

    íntegramente por vez primera en lengua castellana” (Pessoa: 2002). Esto, para todos

    los que conocemos la traducción realizada por Angel Crespo de dicho libro (Pessoa:

    1986), es una falacia por defecto: ni es la primera vez ni, por razones de humildad,

    debe ser considerada “íntegra” (o, lo que parece sinónimo de dicha expresión,

    “completa”). Este tipo de hechos nos advierten de la provisionalidad de los

    10 Como bien afirma Cardwell: “Cualquier edición definitiva tendrá, necesariamente, que incluir las variantes para contextualizar el proceso creador de cada prosa y del mismo libro” (2000, 73) y lo mismo es válido para el verso (tanto en sus libros editados como inéditos) si pretendemos estudiar en profundidad la obra poética del moguereño. 11 La idea de completar una obra inacabada nos parece errónea, aunque no sea una práctica extraña, como demuestra, por ejemplo, la última obra de Falla, inacabada, y completada posteriormente. 12 Resultan significativas unas palabras de Manuel Muñoz Encabo y Enrique Moral Sandoval en la edición de Poesía y prosa de Antonio Machado sobre ciertas “connotaciones científicas que, en nuestra opinión, dan a una compilación carácter definitivo”. Ciertamente, son esas “connotaciones científicas” las que imposibilitan que pretendamos “terminar” este tipo de trabajo, el problema es saber cuáles son.

  • 23

    resultados que se obtienen en el trabajo de reconstrucción de una obra literaria. Es

    más que probable que, en el futuro, nuestra aportación (como aquellas aportaciones

    previas de las que nosotros partimos y sin las cuales nuestro trabajo difícilmente

    hubiera existido) se vea contrariada por la aparición de nuevos papeles

    juanramonianos relativos al libro Dios deseado y deseante, a su organización, su

    corpus y su estructura interna. El carácter progresivo de la crítica textual de un poeta

    moderno nos advierte sobre la necesidad de fundamentar nuestro trabajo en hechos

    ciertos, aportando en su lugar todos los datos tenidos en cuenta en la reconstrucción.

    Estos datos (referencias, originales, etc.) posibilitan un trabajo colectivo de edición

    de la obra y una discusión sobre el método utilizado. La trasparencia crítica es algo

    imprescindible en la labor reconstructora y ecdótica. Todos los elementos tenidos en

    cuenta por el editor deben ser reseñados en la edición y el estudio de la misma. De

    este modo, se posibilita una labor de conjunto de los diversos investigadores que, en

    lo futuro, trabajen en la fijación de una versión definitiva de su obra y su posible

    edición crítica.

    2.1.2. El problema de las diversas ordenaciones realizadas por manos ajenas.

    Derivado, a su vez, de la inexistencia de una versión “definitiva” o una

    edición “completa” del autor (o con sus directrices), surgen problemas de

    ordenaciones apócrifas y ajenas, que trastornan la supuesta voluntad del creador.

    Estos problemas se multiplican en las obras de aquellos autores que mantuvieron en

    vida buena parte de su obra inédita. Todos los autores apócrifos, o con parte de su

    obra apócrifa, son editados en muy diversas ordenaciones, formas y modos, por

    diversidad de personas que no siempre siguen unos criterios válidos para esta tarea.

    Normalmente, la profusión de ordenaciones no aclara nada al lector, en casi

    ninguno de los casos. Cualquier joven leyendo a Bécquer en sus devaneos amorosos

    leyó lo que leyó. Un orden, una interpretación, un dios. Otras lecturas han sido

    generalmente negadas y ocultadas o se han relegado al estatus de “ediciones para

    especialistas”. Lo mismo sucede en el caso de otros poetas modernos: Sabido es que buena parte de la obra de Silva nunca fue publicada en vida del autor.

    También se sabe que en los últimos años de su vida, el poeta soñó con una edición lujosa de

  • 24

    su obra para la que tenía preparado un manuscrito que tituló El Libro de versos y que

    constituye la más autorizada versión de su obra. Pero no hay que olvidar que incluso este

    documento era nada más un intento por parte de Silva de reconstruir una versión originaria

    perdida en el naufragio del navío en el que regresaba de Caracas a la Patria13. (Silva: 1990,

    471)

    La situación es asombrosamente análoga, por distintos motivos, a la del

    Libro de los gorriones de Bécquer (que podemos considerar como el manuscrito que

    estaba preparando el poeta sevillano para ordenar su obra dispersa).

    Como venimos advirtiendo, en Dios deseado y deseante, aunque por diversos

    senderos, parecen coincidir todas estas características. Más adelante, veremos cómo,

    a pesar de ser un libro inacabado por no haber sido editado en vida del autor, el

    mismo Juan Ramón lo daba por cerrado en lo que a sus textos se refiere en un

    determinado momento, aunque tenemos que tener muy en cuenta la variabilidad de

    sus juicios públicos en este sentido y la probable corrección ulterior antes enviarlo a

    la imprenta14. El mayor problema al que nos enfrentamos en la edición de Dios

    deseado y deseante es la inexistencia de un índice de los poemas que iban a ser

    incluidos en el libro, si bien esta ausencia se puede solventar por otros medios.

    A la hora de editar a un clásico moderno (Bécquer, Silva, Juan Ramón,

    Unamuno, Vallejo, etc.) tendremos que considerar los diversos aspectos que

    coinciden en la obra. Pongámonos en el ejemplo del Libro de los gorriones y el de

    Animal de fondo, dos libros que se acercan por su carácter inacabado, de anuncio y

    fragmento de un algo mayor que “ya” no veremos. En este sentido, ambos no están

    completos ni son definitivos. Pero que el libro como libro en sí, completo, no sea

    definitivo, no quiere decir que no lo sean los poemas que el libro recoge. Haciendo

    nuestras las palabras de Naharro-Calderón referidas a la edición de la obra en prosa

    del poeta de Moguer “lo que buscamos en principio es establecer ediciones totales,

    aunque no totalizantes, para así disponer de un corpus cronológicamente fiable

    aunque nunca pueda considerarse como definitivo” (2000, 117).

    Hay que atender a la letra y a la mano que aparece en los originales y

    manuscritos. Sólo lo que sea “realmente” mano del poeta debería ser editado con su

    13 Para la historia editorial de José Asunción Silva es interesante especiamente: Gustavo Mejía, “José Asunción Silva: sus textos, su crítica” reproducido en Silva (1990, 471-500). 14 Para la publicación póstuma de libros inéditos de Juan Ramón son interesantes algunas reflexiones juanramonianas recogidas por Guerrero [JRVV. II, 166 y 177]: “una vez hechos los índices, aunque

  • 25

    nombre. Los apuntes deben ser editados como apuntes, exclusivamente; las

    contaminaciones, como notas, apéndices, etc. Pero no va a ser fácil en todos los

    casos distinguir el apunte del fragmento. La estética de la modernidad se arrastra

    entre apuntes y fragmentos mejor que entre composiciones épicas. La brevedad es,

    en muchos casos, un gesto del mundo contemporáneo15. La fragmentariedad de

    muchas de las obras y la indeterminación16 que porta la estética de la modernidad

    hacen de lo completo y lo definitivo una variable más que no termina de casar con

    su contexto. El sistema y lo sistemático (nociones que están, al fin y al cabo, detrás

    de las de completo y definitivo) cayeron hace tiempo de nuestro horizonte de

    pensamiento. El horizonte de expectativas es seguramente una parte del mismo.

    El orden de la edición debe ajustarse al orden de lo conservado y de los

    apuntes del poeta. Debemos subrayar la importancia que en la modernidad poética

    adquiere el “libro” como entidad significativa (con sentido pleno y autónomo al

    mismo tiempo que con una necesidad innegable de verse leído en su contexto

    creativo). En esta dirección, la de leer lo que el poeta dejó de su mano (manuscritos

    y originales autógrafos o mecanografiados con supervisión del autor), siguiendo con

    el ejemplo de Bécquer, parecería lo oportuno, desde un punto de vista filológico,

    seguir el orden determinado por Bécquer en el Libro de los gorriones, a pesar de su

    aparente provisionalidad. La cuestión de si las enmiendas al orden primero en el

    propio manuscrito son de mano del poeta o de algún otro poeta amigo17 debe ser

    dilucidada antes de añadir dichas enmiendas a una posible edición crítica.

    La importancia que el concepto de “libro” adquiere en la poesía moderna

    desde Las flores del mal de Baudelaire se convierte en un marco de expectativas que

    no se puede obviar. Juan Ramón afirma en una de sus conversaciones cómo concibe

    “el libro como un todo orgánico y es muy difícil formarlo con la unidad que debe

    tener” (JRVV.II, 117). Posteriormente ahonda en esta idea: “Es muy difícil hacer un yo faltara, fácilmente podría otra persona publicar mi obra” y “al menos quedará todo en borradores para que pueda verse la intención”. 15 En las puertas de la modernidad, Hólderlin escribía: DIE KÜRZE// Warum bist du so kurz? liebst du, wie vormals, denn / Nun nicht mehr den Gesang? fandst du, als Jünglich, doch / In den Tagen der Hoffnung, / Wenn du sangest, das Ende nie?” BREVEDAD//¿Por qué eres tan breve? ¿No te gustan hoy, como antaño, los cantares? ¿como en la juventud, en días de esperanza, cuando cantabas, no había fin?. (1977, 84). Esos cantares recuerdan a una de las obras épicas de la modernidad, los Cantares de E. Pound. 16 Veáse Conde (2000). 17 Los albaceas literarios de Bécquer como Boscán para el caso de Garcilaso, por ejemplo, pudieron corregir los versos del poeta con pensamientos de mejora [v. Montesinos: 1980]. Para nosotros, estas contaminaciones no suelen “mejorar” el texto, aunque en ocasiones, como ya hemos dicho, sí lo enriquecen.

  • 26

    libro, me dice, las cosas se pasan de uno a otro; tal poesía que correspondía a un

    tomo, luego de corregida cae mejor en otro, y así hay que estar en todos a la vez”

    (id. 123). Es difícil sostener como se ha hecho que Juan Ramón no escribía libros

    orgánicos, es decir, libros que soportan el concepto moderno de libro de poesía: una

    construcción trabada con sentidos superficiales y profundos, voluntarios e

    involuntarios, que no puede ser encasillada en el molde de la simple metáfora, ni

    mucho menos, la de la alegoría, pues las piezas del libro no sólo se necesitan y

    autoexplican sino que a la vez forman un tejido de significaciones más profundo,

    con toda la obra de su autor y toda la poesía antigua y moderna, que están en la base

    de su escritura.

    De esta opinión, contraria a la existencia de una organicidad en los libros de

    Juan Ramón, fue un notable poeta: Jaime Gil de Biedma. Biedma posee una visión

    sumamente negativa del sentido de la composición en Juan Ramón Jiménez: A propósito de Espacio... las dos sucesivas versiones, literalmente casi idénticas pero una en

    verso y otra en prosa, invitan a sospechar que quien así vacilaba, al cabo de tantos años de

    experiencia, jamás tuvo mucho sentido de la composición poética. Porque el tempo de un

    poema y el tiempo que se tarda en leerlo son factores esenciales del efecto poético, y uno y

    otro, tempo y tiempo, varían sustancialmente según se lea a renglones cortos o a página

    corrida (Biedma: 1994, 254).

    Además de desconocer, aparentemente, la teoría juanramoniana de la música

    y la lectura ante ciegos, lo que demuestra este texto es el distanciamiento estético

    existente entre estos dos poetas. No podemos estar de acuerdo con la afirmación

    tajante de “jamás tuvo sentido de la composición poética”. La diversidad de

    ordenaciones que soportan los poemas de un libro en el momento de su escritura

    crean un número ilimitado de relaciones con otros textos y poemas del mismo y de

    otros libros que provocan una significación nueva en su autor y sus lectores. El

    hecho de la composición, en frío, nos recuerda cierto tipo de estética intelectualista

    de la que Juan Ramón nunca estuvo lejos (pero a la que tampoco pertenece sensu

    estricto). Por otro lado, la conciencia crítica de la modernidad es una sucesión. Si

    bien es cierto que hay poesía en otras lenguas, como la inglesa, en la que el hecho de

    la composición es un hecho central y determinante (v. Cernuda: 2002), no lo es

    menos otra afirmación de John Keats, recogida en la obra citada: “en un gran poeta

    el sentido de la hermosura domina toda otra consideración; mejor, borra toda otra

  • 27

    consideración” (id., 81). No obstante, y volviendo al problema de la composición

    planteado por Biedma, un ejemplo de esta falta (y, al mismo tiempo, de la

    presencia) del sentido de la composición en el poeta de Moguer podría ser, igual que

    la alternancia indiferenciada de verso y prosa, el de aquellos textos que estaban

    destinados a diversos conjuntos o libros. Como bien anota Ángel Crespo en su

    edición de Guerra en España: El segundo aspecto de la cuestión, es decir, el de la inclusión de algunos textos en varios

    libros, es justificado por Juan Ramón en una de las notas autógrafas encontradas en los

    sobres de Guerra en España, con estas palabras: ‘Nota: Recojo en este libro algo del verso y

    la prosa de “Lírica de una Atlántida”, “Crítica Paralela”, “Política Poética”, etc. porque su

    unidad lo reclama. En realidad, en cada libro esos escritos tienen un sentido distinto’18 (GE,

    7).

    Esta afirmación: “su unidad [la del libro] lo reclama”; contraría la afirmación

    de Gil de Biedma y sitúa en su justo lugar el posible sentido de la composición en

    Juan Ramón Jiménez. No obstante, sería interesante realizar un estudio en

    profundidad de su obra desde este punto de vista.

    Con respecto a la diversidad de ordenaciones para un mismo texto o libro,

    nosotros apostamos por pensar en abierto. Quiere decir: Juan Ramón en cada

    momento de su vida posee dos motivaciones (al menos) para ordenar y cerrar un

    libro en un orden determinado (para “componerlo19”). Existe una motivación

    inmediata: el hecho de su publicación; y una motivación no mediada más que por su

    concepto de la Obra, como obra final (para después de su muerte) y en conjunto.

    Esto provoca inevitablemente una diversidad de ordenaciones a la que viene a

    sumarse: la evolución interna del poeta (proyectos más amplios que agrupan a otros

    más pequeños, depuraciones e ideas sobre la poesía y la obra en marcha y su

    diversidad de formas) y la evolución histórica por la que se vio envuelto (abandono

    de proyectos anteriores, olvidos, pérdidas, etc.). De todo esto surge una diversidad

    (siempre cambiante) de proyectos de agrupación de la Obra. Las fechas de 1953-54

    han sido establecidas por la crítica como fechas “definitivas”: las más tardías en lo

    18 Esta afirmación juanramoniana ha sido bien vista en sucesivas ocasiones por la crítica: v. por ejemplo, “Introducción” de Ricardo Gullón a ETM [1987]. Del siguiente modo lo expresa Teresa Gómez Trueba (2000, 203): “Recordemos una vez más que, en el caso de Juan Ramón, cada texto adquiere un sentido distinto en diferentes contextos y también los libros tienen distintos significados ubicados en volúmenes diferentes”.

  • 28

    que se refiere a las ordenaciones de su obra. Estas ediciones definitivas de la Obra se

    agrupan en los proyectos de ordenación conocidos como Destino, Sucesión y

    Metamórfosis.

    La conciencia juanramoniana en lo que a su proceso creativo se refiere se

    manifiesta lúcida hasta el extremo, lo que nos debe poner sobre aviso de posibles

    errores de sobreinterpretación de sus textos y anotaciones20. Los casos de

    ordenaciones diversas de mano de un autor no son frecuentes pero en ellos es clara

    la importancia que dicha ordenación adquiere para la comprensión y lectura

    interpretativa del libro. La existencia de ordenaciones diversas de una obra

    provocadas por la desidia filológica o la “necesidad” editorial, como en el caso de

    ciertas obras de Juan Ramón, no beneficia en absoluto al conocimiento, la lectura ni

    la comprensión de su obra.

    La edición crítica de clásicos modernos cuenta ya con buenos ejemplos de

    labor rigurosa como la edición de El Cristo de Velázquez de Miguel de Unamuno

    realizada por Victor García de la Concha (1987) o las Obras de Antonio Machado

    de Oreste Macrí (1989). Por aquí, desde el ejemplo dado por la labor de estos

    investigadores, debemos caminar. No obstante, es conveniente hacer una serie de

    apreciaciones sobre el particular que no siempre se hacen.

    El trabajo de filólogo, en lo que a la edición crítica se refiere, no puede

    acabar siendo un trabajo de editor, sin más. Poner un texto en limpio, sin erratas ni

    contaminaciones, no es su única tarea (ni puede ni debe serlo) aunque sea una tarea

    digna de elogio y una práctica que debería generalizarse a todos los libros que se

    editan. Pero sí es tarea del filólogo devolver o mantener el germen en germen y lo

    acabado como acabado; expurgar el texto de añadidos y apreciaciones ajenas no

    incorporadas por voluntad expresa de su autor; rastrear las impurezas de

    manuscritos, originales y primeras ediciones; e intentar, ya no buscar la intención

    del autor como muchas veces se ha repetido, sino fijar “dónde” y “cómo” se plasma

    esa intención. No es la intención lo que cuenta sino el resultado, simple y

    llanamente. No debe el filólogo pensar “así está más hermoso” sino “así es” o “hasta

    19 Es claro que el sentido de la expresión “composición poética” no se reduce al de la oganización de un libro, pero es ese uno de sus aspectos y, en nuestro caso, el que más nos interesa para la labor de reconstrucción de Dios deseado y deseante. 20 Como ejemplo de sobreinterpretación en la edición juanramoniana resulta especialmente clarificador la idea de Naharro-Calderón (2000) de titular una de las partes de Guerra en España como “Ecos del interxilio” con un término que Juan Ramón no podía ni siquiera conocer puesto que no es otra cosa que un neologismo del propio Naharro-Calderón.

  • 29

    aquí llegó el poeta”. Para el estudio de la literatura resulta mucho más importante la

    fijación del texto en su momento histórico (mostrando así al público, el punto crítico

    y hermeneútico de la historia de la literatura) que un posible perfeccionamiento, o

    finalización, de una obra inacabada. El hecho histórico resulta significativo a todos

    los niveles tanto para una lectura crítica, ecdótica, como interpretativa. Tanto para el

    estudio teórico como el práctico. De esta misma opinión parece ser Martín de Riquer

    cuando en su edición de las poesías de Arnaut Daniel afirma: “Mi ordenación tiene,

    por lo menos, la ventaja de ofrecernos una sucesión de textos tal como se leyeron en

    el siglo XIII, lo que en modo alguno es tan arbitrario como disponerlos en atención a

    la métrica (Daniel: 1994, 66). Aplicándolo a nuestro caso: la publicación de Animal

    de fondo en el orden y en la forma aparecidos en Argentina en 1949 tiene la ventaja

    de presentarlo tal y como este libro ha sido leído en el siglo XX. Es esta la única

    edición crítica posible del libro existente. El resto de ediciones y reconstrucciones

    entran ya en otras categorías. El hecho histórico que aporta la crítica textual resulta

    de este modo revalorizado desde una perspectiva hermeneútica. La dimensión

    receptora del hecho literario debe privilegiar la búsqueda del proceso lector histórico

    del texto literario. No creemos en un perfeccionamiento sucesivo de la obra, fuera de

    su creador (y ese punto, depende del caso, del texto). La reconstrucción salta estos

    límites: comparte el proceso crítico histórico de fijación textual con el de recreación

    e interpretación de los originales y manuscritos.

    Bécquer, como es sabido, no hizo en vida ninguna edición de sus poesías. No

    existe, por tanto, una edición “becqueriana” sobre la que editarlas. A no ser que,

    como en el caso de Garcilaso, se dé a sus amigos la categoría de albaceas literarios

    de la obra de Bécquer21. En este caso, podríamos decir, como hace Rivers para

    Garcilaso (1981, 18) que “la mayor parte de la poesía garcilasiana no se encuentra

    en los manuscritos, sino exclusivamente en la primera edición, base principal de

    todas las ediciones posteriores”. Frente a esta interpretación, cabe otra, estilística

    quizás. Lo que Bécquer dejó debería ser considerado como el material definitivo

    para una edición crítica de su poesía. No hay provisionalidad posible, su muerte

    hace, de lo que parecía provisional, lo definitivo. Con la confusión editorial

    existente, se han creado una serie de mitos en torno a la figura de Bécquer que han

    servido, en general, para reforzar una edición determinada y una determinada

    21 Rivers (1981, 19): “Boscán fue, entonces, el albacea literario de Garcilaso; él reunió, ordenó y quizá en algún caso retocó los restos poéticos que se encontraban de su amigo”.

  • 30

    interpretación. Como todo el mundo sabe, un orden es una intención, y una intención

    produce una o varias interpretaciones, pero difícilmente otras que no casan con ella

    y que alteran su orden. De este modo, se ha creado una imagen de Bécquer y de su

    poesía. Esta imagen no resta valor literario al libro conocido, ni importancia a su

    papel central dentro de la historia de la literatura española. Lo que nos ha burlado,

    indefectiblemente, es otra interpretación: La imagen del escritor descuidado que nos han transmitido los contemporáneos es un

    componente más de lo que Rica Brown llamó “la leyenda de Bécquer”. De los tres amigos

    que intervinieron en la edición póstuma de las Obras, tanto Narciso Campillo como Ramón

    Rodríguez Correa insistieron en el tono de improvisación con que las había escrito (Bécquer:

    2000, XI).

    Esta imagen de escritor descuidado refuerza el valor de esta edición, por

    haber sido realizada por los “albaceas literarios” del poeta. Pero contrasta con gran

    parte de los aspectos más destacados de la modernidad de Bécquer, de incalculable

    importancia para la poesía en lengua castellana posterior, sólo comparable a lo que

    supuso Baudelaire desde Francia: Y sin embargo, los manuscritos autógrafos que la devoción y la crítica filológica han ido

    exhumando muestran exactamente lo contrario, es decir, a un escritor que traza planes y que

    corrige lo ya escrito22 (op. cit, XI-XII).

    Leer el Libro de los Gorriones en alguna de sus ediciones facsimilares da

    buena prueba de este cuidado becqueriano de la obra23. Como escritor de la

    modernidad posee conciencia de su obra y muestra, en todo momento, el doble

    plano de la creación y de la crítica24.

    Desde otro punto de vista, también sería posible que, en estos tiempos de

    modernidad tardía, pretendamos establecer nuevos tipos de edición apoyados en la

    teoría de la recepción, en varias de sus formas posibles: el editor recibe un material y

    lo recrea como un lector, a su antojo, dándole una significación propia; el editor

    22 A lo que hay que añadir, en detrimento de la princeps, las “numerosas variantes en relación con los textos impresos” que ofrece el manuscrito (Bécquer: 1971, 14). 23 Por ejemplo, la de 1971 que se presenta como “la reproducción facsimilar de lo que podríamos denominar el monumento capital de la obra becqueriana. Es decir, el Libro de los Gorriones, que se conserva celosamente en la Sección de Manuscritos de la Biblioteca Nacional de Madrid” (Bécquer: 1971, 11). 24 Por poner en paralelo un ejemplo de voces que conforman la poesía de la modernidad: “también para Rimbaud, la poesía moderna debe ir acompañada de la reflexión a cerca del arte poético” (Friedrich: 1959, 91). v. Jauss (1995), “De la forma romántica del arte” en Hegel (1988, 206-215).

  • 31

    recibe un material históricamente editado en una forma y lo plasma como tal para

    ofrecer a los lectores el hecho hermeneútico en su contexto histórico. Este tipo de

    ediciones, por consiguiente, plasmarían tipos de notas y variantes significativas

    desde este punto de vista crítico. Cada lector podría hacer así su propia edición y no

    tendría por qué desmerecer de la de un filólogo que se rigiese por el mismo

    procedimiento. Este tipo de ediciones, en realidad, existen desde tiempos antiguos25.

    El trabajo realizado por los que podríamos considerar albaceas literarios de

    Bécquer es en realidad una lectura y, por tanto, una interpretación previa que

    conforma la realidad de su edición. Volviendo al caso de José Asunción Silva como

    ejemplo: Ningún estudio acerca del papel que la crítica ha jugado en la conformación del corpus

    silviano y de su interpretación y valoración puede dejar de iniciarse con la observación de

    cómo una buena parte de dicha crítica se constituyó como celosa guardiana de la moralidad

    y las creencias burguesas frente a una poesía cuya forma y cuyo contenido le resultaban

    altamente sospechosos (Silva: 1990, 473).

    En realidad, todas estas ediciones espúreas están formalizando una

    interpretación única y sesgada desde su propia y particular teoría de la recepción.

    Las interpretaciones se reproducen en las ediciones. Lo empírico se contamina de lo

    subjetivo-crítico. Al fin, una edición crítica es un ejercicio hermeneútico de carácter

    textual. El límite (límite de la interpretación, siempre) reside en la naturaleza

    paracientífica que atribuimos a la edición crítica, una de las disciplinas filológicas

    que pretende mayor objetividad. En verdad, una edición realizada desde unos

    supuestos interpretativos reducidos que mediaticen el orden, desde el punto de vista

    del crítico o del editor, con el fin de conseguir una determinada lectura o recepción,

    deja de ser una edición crítica. Por mucho aparato crítico que la acompañe. Como

    dice García Montero: “mejor o peor, es otra cosa” (2001, 119). Estas son sólo

    algunas de esas consideraciones científicas a las que se aluden. Y si estas

    consideraciones están implícitas en la práctica de la edición crítica, ¿Por qué seguir

    realizando ejercicios críticos erróneos y muchas veces tendenciosos? ¿Por qué, para

    profundizar en el ejemplo, seguir hablando de “libro perdido” para las Rimas? ¿No

    es más apropiado, para esa conciencia crítica de la modernidad a la que nos estamos

    refiriendo, pensar que es todo, en sí, desde su germen y su borrador, una creación

    25 El mundo digital daría muchas opciones y posibilidades de edición “creativa”.

  • 32

    poética; que el libro perdido lo es siempre porque el libro que se escribe no es el que

    se quiso escribir26?

    Es contradictorio hablar de la modernidad de Bécquer y no pensar que el

    propio proceso de escritura del libro le pueda llevar a presentarlo como un libro

    perdido, al igual que Cervantes presentó su Quijote como una traducción y una

    recepción. Así esos “poemas que recuerdo de un libro perdido” adquiere otra

    significación. Son los poemas (estos) que recuerda (inevitable “recordar” aquí a

    Platón) de un libro (algo completo en sí mismo y con sentido pleno y profundo en el

    que todas las partes se imbrican y completan) perdido (y que no se puede encontrar).

    En la propia “Introducción sinfónica”, Bécquer utiliza la misma fórmula del

    “recuerdo”: Conmigo van [los hijos de mi fantasía], destinados a morir conmigo, sin que de ellos quede

    otro rastro que el que deja un sueño de la media noche que á la mañana no puede recordarse.

    Del mismo modo que sus poemas son “cadencias de un himno gigante y

    extraño”, son “recuerdos de un libro perdido”27. Podamos relacionar esta “pérdida”

    con el motivo de la insuficiencia del lenguaje, de la expresión en poesía, tal y como

    se expresa en la Rima I (en el orden de las ediciones conocidas) o en otros poemas y

    prosas del sevillano (Bécquer: 2000, p. XXXI y 959). En la modernidad poética, el

    motivo de la “imposibilidad del canto” ha pasado a ser uno de los ejes temáticos

    recurrentes en la obra de muchos poetas.

    Cuando García Montero (2001, 118) justifica su edición de las Rimas: con

    estas palabras: “sólo mantengo que merece la pena, como propuesta de

    conocimiento, pensar el orden becqueriano del Libro, ya fuese provisional o

    definitivo”; está fallando a la verdad por el pudor. No sólo “merece la pena”, ni sólo

    “como propuesta de conocimiento”, sino, más aún, no hay otra edición becqueriana

    (inédita, salvando la antítesis) que los manuscritos que Bécquer dejó (salvo para su

    obra impresa, editada). El resto son ediciones póstumas, interpretaciones, ediciones

    a cargo de...

    En el caso de Bécquer, la princeps, es producto de la colaboración de tres de

    sus amigos. La importancia de esta edición reside en que, primero, es la primera

    26 V. el concepto de la disonancia en Friedrich (1959). 27 En la obra de arte moderna “todo, en resumen, es artificial, no sólo lo presentado sino la presentación misma – a fin de que el espectador no tenga posibilidad alguna de olvidar que está ante una ficción, ante un dato estético” (Rubert de Ventós: 1993, 88).

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    edición de Bécquer que se pretende completa y, segundo, como edición, tiene un

    enorme interés hermeneútico. Es, salvando escasas excepciones, la edición (y por

    ende, el orden) que se ha leído desde su muerte hasta el momento presente. El

    Bécquer que leyeron Darío y Juan Ramón, Alberti y Cernuda está en ese libro.

    El problema ante este tipo de ediciones consagradas por la tradición deriva

    de estos valores. ¿Qué es más interesante para el estudio de la literatura: el hecho

    literario en su devenir histórico o el hecho puramente textual? Es claro que nosotros

    apostamos por una coexistencia de ambos. En este sentido: una edición crítica (y,

    por ello, filológica) de Bécquer debería incorporar ambas ordenaciones. Este

    camino, como puede verse en la bibliografía existente, ya está abierto.

    El juicio estético es algo que debería quedar fuera del trabajo filológico de

    edición crítica de un texto. A partir de aquí se podrán emitir todos los juicios que se

    crean convenientes, pero estaremos en el terreno de la crítica y la interpretación y no

    en el de la filología y la crítica textual. Es importante, para no caer en

    generalizaciones, discernir cuándo utilizamos una potencia u otra: cuándo

    “enjuiciamos” o simplemente recogemos un dato objetivo.

    Parte de nuestra tesis nace de esta comparación implícita de las ediciones

    críticas modernas, del modo de editar y realizar una edición crítica de un clásico

    moderno. De todo esto resulta la edición en sí –ejemplo de lo que entendemos

    nosotros como una “reconstrucción crítica”, discusión, ejemplo y profundización en

    el terreno teórico y práctico de la crítica textual.

    Como dice Francisco Rico, parafraseando al diccionario de la Real

    Academia: “Una edición crítica es la establecida sobre la base, documentada, de

    todos los testimonios e indicios accesibles, con el propósito de reconstruir el texto

    original o más acorde con la voluntad del autor” (2002). Ciertamente, lo acorde que

    una edición crítica esté con la voluntad del autor (su intención) es algo de lo que ya

    hemos dudado en estas páginas preliminares. Por el contrario, la primera parte de la

    definición es sumamente acertada: “la establecida sobre la base documentada, de

    todos los testimonios o indicios accesibles”, a lo que habría que sumar la definición

    de Blecua de crítica textual: “el arte que tiene como fin presentar un texto depurado

    en lo posible de todos aquellos elementos extraños al autor” (Blecua: 1990, 18). En

    este sentido, y aunando en un primer término las dos definiciones, lo que nosotros

    entendemos por edición crítica: “es la que, estableciéndose sobre la base,

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    documentada, de todos los testimonios e