LAS DIMENSIONES HUMANAS El ser personal del hombre desde sus comienzos se ha manifestado desde el núcleo de conciencia en diversas direcciones que constituyen las dimensiones de la vida personal, que no son mi persona, sino que son más bien expresiones de la misma. A estas manifestaciones de ese núcleo de conciencia profundas de la persona, las denominamos dimensiones humanas.

La meditación es el motor que impulsa el desarrollo de esta dimensión profunda. Ella enriquece su mundo interior de valores, ideales y consagraciones, que se convierten en fuerza de vitalidad hacia el exterior.

Esta dimensión se refiere a que nacemos situados, radicados en un medio geográfico, histórico, económico, político, cultural, etc. Somos hijos de una tierra, llevamos una sangre nacemos con un temperamento, recibimos una educación. Todo esto nos configura y condiciona.

La libertad se ha entendido como el poder radicado en la razón y en la voluntad humana, de obrar o no obrar, de hacer esto o aquello, de elegir o rechazar por si mismo acciones deliberadas (pensadas, calculadas). La libertad en el hombre es una fuerza de crecimiento y de maduración en la verdad y la bondad; la posibilidad de obrar humanamente.

Desde que nacemos vivimos vinculados a un grupo y en él desarrollamos nuestras capacidades. Casi podríamos decir que la totalidad de nuestras actividades son comunicación directa o se asientan sobre algún hecho de comunicación. Al hablar aquí de la comunicación, no la entendemos como un simple fenómeno exterior de intercambio o relación, sino como una capacidad y una actitud básica en el ser del hombre de interactuar con el otro.