Dictadura - Ideologia y Educacion

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DICTADURA - IDEOLOGÍA Y EDUCACIÓN 1. Introducción 2. Fin de las Alianzas Disolución de la coalición 3. Ideología 4. Fundamentos ideológicos de la dictadura 4.1 La guerra fría 4.2 Catolicismo de ultraderecha 4.3 Doctrina de la seguridad nacional 5. La educación en la dictadura Introducción En más de una oportunidad hemos afirmado que es innegable la importancia que ha tenido la educación en la formación de la nación y cómo los detentores del poder, conscientes de la relación que existe entre la fuerza transformadora de la educación y el poder siempre han pretendido y pretenden tener el control y manejo de todo el sistema educativo. No en vano el proceso fundacional de los sistemas educativos, se conformó en base a alianzas de disímiles actores del espectro social y político, pero que en definitiva y como fin último buscaban un modelo que permitiese la reproducción de un determinado sistema social, y que también a la larga perpetuase a la clase dominante. Pero también la educación puede ser el instrumento que la clase oprimida, utilice para su efectiva liberación, según lo afirma Paulo Freire. Es entonces el ámbito educativo sin dudas uno de los campos sociales donde más se plantea la lucha y el debate ideológico y como consecuencia de esto seguramente, fue determinante para provocar la ruptura de las coaliciones que fundaron y sustentaron los modelos que fundaron la nación y luego fueron base para el desarrollo de determinado modelo productivo. Fin de las alianzas. La década de los setenta marca el fin de los acuerdos que habían sustentado y dado base a la expansión de los sistemas educativos, y los grandes aumentos de inversión en educación como factor de desarrollo. Razones económicas, entre ellas el aumento del precio del petróleo, forzaron a modificar las estrategias de desarrollo, generándose la enorme

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Pedagogia II

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DICTADURA - IDEOLOGÍA Y EDUCACIÓN

1. Introducción

2. Fin de las Alianzas – Disolución de la coalición

3. Ideología

4. Fundamentos ideológicos de la dictadura

4.1 La guerra fría

4.2 Catolicismo de ultraderecha

4.3 Doctrina de la seguridad nacional

5. La educación en la dictadura

Introducción

En más de una oportunidad hemos afirmado que es innegable la

importancia que ha tenido la educación en la formación de la nación y cómo

los detentores del poder, conscientes de la relación que existe entre la

fuerza transformadora de la educación y el poder siempre han pretendido y

pretenden tener el control y manejo de todo el sistema educativo. No en

vano el proceso fundacional de los sistemas educativos, se conformó en

base a alianzas de disímiles actores del espectro social y político, pero que

en definitiva y como fin último buscaban un modelo que permitiese la

reproducción de un determinado sistema social, y que también a la larga

perpetuase a la clase dominante. Pero también la educación puede ser el

instrumento que la clase oprimida, utilice para su efectiva liberación, según

lo afirma Paulo Freire.

Es entonces el ámbito educativo sin dudas uno de los campos sociales

donde más se plantea la lucha y el debate ideológico y como

consecuencia de esto seguramente, fue determinante para provocar la

ruptura de las coaliciones que fundaron y sustentaron los modelos que

fundaron la nación y luego fueron base para el desarrollo de determinado

modelo productivo.

Fin de las alianzas.

La década de los setenta marca el fin de los acuerdos que habían

sustentado y dado base a la expansión de los sistemas educativos, y los

grandes aumentos de inversión en educación como factor de desarrollo.

Razones económicas, entre ellas el aumento del precio del petróleo,

forzaron a modificar las estrategias de desarrollo, generándose la enorme

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deuda externa de América Latina. Estas crisis de las estrategias de

desarrollo tienen un correlato mayor en la crisis de la educación.

Los cambios importantes que se dan en esta década se los puede señalar en

cuatro ámbitos: el teórico, el político, el social y el económico.

El ámbito teórico: Surgen una serie de trabajos críticos que cuestionan lo

que acontece en el campo de la educación, señalando por ejemplo que ésta

no tiene efectos sobre la movilidad social, que son los factores externos los

que afectan el desempeño escolar y otros enfatizan que la educación es un

acto de reproducción social. Esto genera fundamentos teóricos a favor de

usos alternativos de los recursos públicos.

Desde el punto de vista social: el impacto de estos análisis incide

negativamente en la percepción de los efectos de la educación, ya que si

bien mostraban EL ALCANCE NACIONAL DE LA EDUCACIÓN PÚBLICA, la

incorporación de la población al sistema fue diferenciado y esto deja en

evidencia que los sistemas operaban como un filtro en la incorporación

selectiva en el mundo laboral y generando diferenciación en el desempeño

personal y social. La educación entonces es vista no como un factor de

movilidad social, sino como una instancia de selección y de integración

diferenciada.

Desde el punto de vista político: las tensiones generadas por los

desequilibrios del desarrollo tendieron a polarizar las opiniones en grupos y

movimientos antagónicos que generaron desestabilizaciones a la

convivencia democrática en muchos países y donde surgen gobiernos

militares dictatoriales que impidieron toda posibilidad de participación y

diálogo democrático.

La perspectiva económica: El peso de la deuda externa y el bajo

rendimiento de las economías de la región llevo a una revisión de las

estrategias de desarrollo y reinterpretar la dinámica del contexto global que

afrontaba cambios estructurales.

Este período está marcado por la aplicación de un ajuste estructural a la

economía, la limitación de la intervención del estado y la reducción del

gasto social. Dichas transformaciones se llevarían a cabo apoyadas en el

nuevo contexto ideológico neoliberal emergente en el período comprendido

entre los años 70 y 80. Dicho pensamiento fundamentalmente replantea el

tema de la iniciativa del estado en general y en particular, su redefinición en

áreas tales como la economía, la vivienda, salud y educación. El reajuste

estructural se traduce en reasignación del gasto público, donde se aplicaron

recortes importantes en el campo social y en particular en el sector de la

educación. La tendencia fue desplazar el área desde lo público hacia lo

privado, transfiriendo la regulación de ella al mercado.

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La alianza política, social y económica que se construyera en torno al papel

activo del estado y el papel de la educación en el desarrollo pierde su

sustento teórico y se debilita en su base de apoyo interno ya que las

decisiones estratégicas están influidas fuertemente por decisiones y eventos

del exterior. La perdida de la democracia en los países de la región lleva a la

pérdida del sustento de los actores internos en lo político, en lo social lo

pierde por la desvalorización del impacto de la educación en el terreno de la

movilidad social y en el prestigio de la actividad educativa misma.

Podemos señalar que en este período la educación entra en una crisis

expresada en carencia financiera, irrelevancia económica, desprestigio

social y desmoralización de su personal.

IDEOLOGIA

Para entender lo que significa la ideología y lo que esta palabra representa,

Olivier Reboul nos plantea haciendo una breve historia del término que en

sus inicios significaba una ciencia, el análisis científico de la facultad de

pensar, y designaba exactamente lo contrario de lo que hoy entendemos

por dicho término. Con el devenir del tiempo la palabra se hizo despectiva

rápidamente y de tres maneras diferentes: el sentido cesariano, el sentido

marxista y el sentido sociológico.

El sentido cesariano: se le atribuye a Napoleón el hecho de ser el primero

en darle al término una connotación desdeñosa. El veía en los ideólogos a

doctrinarios, abstractos, nebulosos, idealista y peligrosos (para el poder),

por causa del desconocimiento de los problemas concretos. Napoleón

oponía ideología al realismo y al pragmatismo.

El sentido marxista: Marx emplea el término en un sentido despectivo

similar al de Napoleón. Se podría decir que la ideología es la expresión de lo

que Marx llamará más adelante superestructura. El marxismo entiende que

su conocimiento de la ideología los libera del concepto y que no constituye

una ideología sino que es “el socialismo científico”. Por lo tanto, si es

científico, no es ideología.

Sobre esto Reboul afirma que esa pretensión es el ejemplo perfecto del

discurso ideológico.

El sentido sociológico: A la concepción cesariana que considera ideología a

toda doctrina peligrosa para el orden establecido, se le opone la concepción

marxista, que considera ideología a toda doctrina que propende a mantener

el orden establecido, surge una tercera concepción, más neutra, la de los

sociólogos del conocimiento, que consideran como ideología toda

representación colectiva que se puede estudiar desde afuera. Jacques Ellul

resume su punto de vista común:

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“La ideología es un complejo de ideas y de creencias. NO de ideas y/o

creencia, sino de creencias que se vinculan con ciertas ideas. Ideas que

vienen a nutrir ciertas creencias.”

Esta concepción es menos polémica y más objetiva, pero igualmente el

término sigue siendo peyorativo, ya que hace de un pensamiento un objeto

social y por ende lo descalifica como pensamiento. La reduce a la función en

la sociedad de justificar o transformar el orden establecido.

FUNDAMENTOS IDEOLÓGICOS DE LA DICTADURA

En su trabajo “Ideología y educación durante la dictadura”, de

Campodónico, Massera y Sala, señalan como principales fuentes ideológicas

de la dictadura que se instauró en el Uruguaya entre 1973 y 1985, al

Catolicismo de ultraderecha y a la doctrina de la seguridad nacional.

Creemos importante además conceptualizar a grandes rasgos lo que fue la

guerra fría a los efectos de contextualizar a la DSN.

La Guerra Fría

El concepto de Guerra fría se refiere a un periodo histórico,

concretamente al nuevo orden mundial que surgió a partir del fin de la ll

Guerra Mundial.

Tras la guerra mundial, las dos naciones vencedoras, Estados Unidos y la

Unión Soviética, impusieron su hegemonía en casi todo el planeta. Había

dos bloques en todos los sentidos. Por una parte, dos grandes fuerzas

militares, el Pacto de Varsovia y la OTAN. Por otra parte, Estados Unidos

simbolizaba el sistema capitalista y la Unión Soviética representaba el ideal

comunista. La mayoría de naciones estaban vinculadas a uno u otro bando.

Esta situación provocó una tensión constante, un equilibrio de fuerzas que

en más de una ocasión estuvo a punto de generar una nueva guerra

mundial. Para describir este contexto, se acuñó un término: la Guerra fría.

Durante varias décadas los dos bloques pusieron en marcha una carrera de

armamentos, con poderosas armas destructivas y de defensa y, al mismo

tiempo, se activó otra carrera: la conquista del espacio. Esta competición de

fuerzas militares y tecnológicas implicaba un riesgo de conflicto militar y el

concepto de Guerra fría expresaba precisamente el nivel de tensión

existente.

El momento de mayor tensión entre las dos naciones ocurrió en 1962. Los

soviéticos habían instalados misiles nucleares en Cuba, los cuales

apuntaban a Estados Unidos. Los historiadores consideran que este hecho

pudo desencadenar un enfrentamiento militar, lo cual no se produjo

finalmente. El resultado fue que la Unión Soviética retiró los misiles (este

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conflicto recibió el nombre de crisis de los misiles) y como contrapartida

EEUU se comprometió a no invadir Cuba. Para que este conflicto no pudiera

iniciarse de nuevo, se activó un mecanismo de diálogo que también tuvo su

propia denominación: el teléfono rojo. Al superarse esta crisis de manera

satisfactoria, la guerra fría fue perdiendo peso como una amenaza real.

Desde un punto de vista histórico, la Guerra fría fue una etapa que finalizó

por completo con la desaparición de la Unión Soviética en 1991. Las dos

superpotencias tuvieron una confrontación ideológica y de tensión militar

que no se tradujo en un ataque explícito, aunque la tensión fue permanente

y es indudable que hubo un peligro de guerra.

Catolicismo de Ultraderecha

Es conocido que las dictaduras latinoamericanas tuvieron como marco

de legitimación, más o menos explícito dependiendo del caso, a las cúpulas

de la Iglesia Católica. El Catolicismo Nacionalista de Ultraderecha se

expresa en Latinoamérica como continuación de una vertiente ideológica

que se puede remontar a la Restauración. Tras el desarrollo de las

revoluciones burguesas que cuestionan el modelo de sociedad monárquico-

feudal y proponen instaurar el liberalismo como modelo de la burguesía en

auge, surge un período en Europa en el que las monarquías centrales

reaccionan con vehemencia y pretenden cerrar el período revolucionario y

volver al ‘orden natural’. La justificación ideológica de este proceso surgirá a

finales del siglo XIX en los sectores más conservadores de la Iglesia. Esta

corriente, llamada a veces ‘tradicionalismo’, conjugará al neotomismo en su

versión autoritaria con elementos ideológicos más simples y ligados a la

práctica política: allí encontramos al discurso nacionalista como central. El

neotomismo en su vertiente autoritaria constituyó el sustento filosófico

dominante en la doctrina social de la Iglesia hasta el Concilio Vaticano II y

de los fascismos y nacionalismos católicos en todo el mundo. El hispanismo

es una de las formas específicas que asume el catolicismo de ultraderecha

en España y en América Latina. En el contexto internacional, encontraremos

a estos movimientos asociados frecuentemente a la Italia fascista y la

Alemania nazi, descontando su adhesión e inspiración recurrente en el

falangismo franquista. Uno de los intelectuales referentes en Brasil de esta

corriente será Plinio Salgado, que inspirará a su tocayo Correa de Oliveira

en la fundación de la organización ‘Tradición, Familia y Propiedad’ (TFP) en

1960. TFP tuvo quince filiales en América, Europa y África, incluida una muy

activa en Uruguay, todas ellas se guiaban por concepciones de la sociedad

como la siguiente “bajo orden comprendemos nosotros la civilización

cristiana pura, jerárquica, sagrada en sus fundamentos, contra la nivelación

y lo anti-liberal”(6) . Vemos aquí conceptos centrales del integrismo:

• El orden: cuyos fundamentos son sagrados y naturales y tendrá las

características señaladas, jerarquía y desigualdad social (expresado aquí

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como anti-nivelación). Una concepción en la que cada persona ocupa un

lugar fijo en la sociedad y en sus cuerpos fundamentales, entre los que se

destaca la familia.

• La civilización: en los discursos y textos de la ultraderecha de las

dictaduras se encontrará generalmente referencias a la Civilización

Occidental, enfrentada en guerra permanente con un enemigo, el

comunismo, y cuyos orígenes se trazan a lo más puro de la Tradición: la

cristiandad católica, la civilización greco-romana y, como veremos más

adelante, la cultura hispánica.

Doctrina de la seguridad nacional

Principios básicos de la Doctrina de la Seguridad Nacional Los regímenes

militares de Latinoamérica en la década de los ´70 fueron inspirados por la

llamada Doctrina de la Seguridad Nacional (DSN). En la mayoría de los

casos, las construcciones ideológicas militares surgen de corrientes externas

a ellas. Veamos las principales influencias de esta doctrina:

• La teoría y práctica del Ejército Colonial Francés: la tesis básica que

planteaban era conservadora, pretendían el retorno a modalidades

filosóficas e ideológicas autoritarias. Su fundamentación era la debilidad de

los sistemas democráticos liberales y una valoración negativa respecto a la

Revolución Francesa. Por otra parte, también se fundaban en una

concepción elitista que pretendía una manipulación del pueblo en su

conjunto, por lo que se incluye el concepto de “guerra psicológica”. Este

concepto supone la utilización de todos los medios masivos, abarcando

también todos los niveles de la educación, para poder elaborar el discurso

que permita legitimar la implementación del nuevo régimen. Si el enemigo

ataca mediante la ‘guerra psicológica’ y engaña a la nación se debe

responder en este plano también.

• Las doctrinas militares de la España franquista: conciben el rol de la

institución militar por encima de todos los sectores sociales particulares,

para evitar el cuestionamiento de las bases principales de la vida de la

sociedad. Es así como los militares adoptan un rol superior dirigido a la

conducción política de la sociedad.

• La nueva concepción estratégica de los Estados Unidos en relación con

América Latina: hay una alteración de los objetivos estratégicos de la

política; esta alteración supone la elaboración “de un “nuevo

profesionalismo” que tenía como tarea central la preservación de la

seguridad interna ante los riesgos de la agresión por vía de la subversión.”

Esto significaba cierta capacitación por parte de los militares en el área civil

y política. Estas nuevas escuelas de formación generaron que los militares

se vieran a sí mismos como un factor esencial de la “construcción nacional”,

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en consecuencia, hizo que intervinieran en todos los ámbitos de la vida

social.

• La Escola Superior de la guerra de Brasil: plantean una política de

formación mixta, mezclando a militares y civiles de diferente clase social;

para favorecer la adquisición del conocimiento, por parte de los militares,

sobre cuestiones políticas y socioeconómicas; y poder comenzar un

intercambio y vinculación con importantes figuras políticas. Concepción

global de la DSN.

• La bipolaridad internacional: conciben al mundo constituido por dos partes

en conflicto que representan distintas formas de entender el mundo y, por

lo tanto, estilos de vida excluyentes. Por un lado, la democracia, fundada en

la civilización occidental y cristiana, derivando valores como la libertad

personal o individual. Por otro lado, el comunismo internacional, el cual

representa la eliminación de las libertades individuales y un estilo de vida

dominado por el totalitarismo que no cesa de atacar a la civilización

occidental.

• La confrontación es total: la concepción de la bipolaridad se da en escala

mundial; es así que entienden que la guerra es de carácter mundial y

abarca a todas las sociedades, afectando a todos los aspectos y ámbitos de

la vida en sociedad. Desde este punto de vista, cada acción individual está

favoreciendo a uno de los dos bandos en conflicto. Frente a esto, la actitud

que toma la DSN es que “existe un agresor que ataca y busca la destrucción

del adversario”(11) .

• La debilidad de Occidente: la DSN plantea que la civilización occidental en

los sistemas democrático-liberales está indefensa y sin protección frente la

agresión comunista. La diversidad de opiniones, la aceptación del

relativismo y de las interrogantes, el pluralismo cultural, la crisis de los

dogmas hacen débil a occidente para enfrentar esta guerra. Se puede ver

aquí la justificación central que lleva a las Fuerzas Armadas a sostener la

necesidad de crear un nuevo modelo institucional que fortalezca la debilidad

preexistente, para dar a la sociedad los instrumentos permanentes que le

permitan hacer frente a la subversión. Conciben la existencia de dos niveles

de debilidades, uno de ellos es el riesgo que representa el comunismo ante

la ética y la forma de vida tradicional, entendida como la única deseable, y,

por otro lado, la ineficacia de las fórmulas y principios jurídicos

institucionales para enfrentar al comunismo.

• Es necesario fortalecer a Occidente a partir de una nueva normativa,

alterando la legislación, que permita una efectiva defensa frente a la

subversión. Pero el problema del debilitamiento no se da sólo a nivel

jurídico, sino que también es necesario reforzar y volver a hacer uso de los

valores tradicionales.

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En síntesis, la concepción global de la Doctrina de la Seguridad Nacional

lleva a entender al conjunto de la vida social como una enorme batalla a

nivel mundial en el que se enfrentan dos bloques. De la concepción

adoptada por la dictadura militar es posible extraer algunos conceptos

claves que constituyen el eje teórico y la base para su instrumentalización.

El concepto de Nación representa la existencia de la realidad efectiva de una

sociedad, es decir, la conjunción entre el pueblo, el gobierno y las Fuerzas

Armadas. Es así como conciben a la nación un ser vivo, al cual se ha de

defender de las agresiones externas. A partir de esta concepción y de la

suma de la noción de “construcción nacional”, en el caso uruguayo, es que

se dicta la reorientación del rumbo de la nación. En este proceso

sociopolítico lo fundamental es desarrollar elementos simbólicos fuertes que

se vinculen con el nacionalismo. Este período se caracterizó en Uruguay por

las tendencias a los grandes monumentos, como por ejemplo la Plaza de la

Bandera, la Plaza del Ejército, el Mausoleo, etc. Monumentos de poco valor

arquitectónico y plagados de simbología patriótica, en los que suelen

predominar materiales fuertes y fríos como el cemento. Retomando la

conceptualización de la guerra interna dentro de la Doctrina de la Seguridad

Nacional encontramos que la noción de ‘subversión interna’ y su conexión

internacional son la clave justificante de la construcción doctrinaria. La

acción subversiva es generada por el “enemigo interno” y se manifiesta de

distintas formas. Es interesante ver, sin embargo, que la legalidad que

distingue a tipos de subversión se va desplazando cada vez más hasta

convertir cualquier divergencia ante el régimen en sediciosa. El concepto de

subversión es la contracara del concepto de seguridad, el cual está

íntimamente relacionado con la idea de desarrollo, ya que la seguridad hará

posible el desarrollo que está orientado al bienestar nacional. El gobierno

militar definía la seguridad nacional como la salvaguarda del patrimonio

nacional de agresiones internas o externas, permitiendo un desarrollo hacia

“objetivos nacionales”. El éxito del proceso de desarrollo está en la

eliminación de los obstáculos que lo impiden. Este no es un proceso

planificado, ya que el régimen posee una concepción muy simplista sobre el

mismo. La seguridad y el desarrollo tienen un carácter bidireccional, es

decir que no es posible el desarrollo sin seguridad y no hay seguridad

estable sin desarrollo. Con respecto al sustento ideológico adoptado por el

régimen dictatorial, la política educacional llevada adelante carece de una

elaboración coherente, es contradictoria y no está claramente expresada. Es

a partir de los materiales que es posible detectar matices, confusión y

distintas corrientes de pensamiento e influencias.

La educación en la dictadura

Creo que para entender el efecto devastador de la dictadura sobre nuestro

sistema educativo, es necesario entender el paradigma educativo de

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nuestro país, pre dictadura y los ricos valores que fueron destruidos. A esos

efectos vamos a recurrir a algunas de las reflexiones del maestro Miguel

Soler, antes de entrar al análisis de la acción del régimen sobre el sistema

educativo uruguayo´.

En primer lugar, Soler Roca sostiene que la educación es un fenómeno que

se da en sociedad y, por lo mismo, recibe todas las influencias del contexto

social, pero puede ser un factor transformador de ese contexto, o

simplemente adaptarse a él.

Por otra parte, la educación es tarea de todos. A todos nos concierne. “Esto

significa que conviene que todo cambio, toda reforma, resulten de un

debate y, si es posible, de un ejercicio de búsqueda de consenso”. A este

respecto, el Informe a la Unesco sobre la Educación para el siglo XXI,

advierte: “Ninguna reforma de la educación ha tenido nunca éxito contra el

profesorado o sin su concurso”.

En este sentido, la dictadura arraso con el cuerpo docente uruguayo,

destituyendo a un importante número de calificados docentes.

La historicidad del hecho educativo no significa aislamiento, pero sí implica

la defensa de la identidad nacional y de sus valores frente al peligro de una

homogeneización cultural mundial promovida por los medios de

comunicación transnacionales. En este sentido la dictadura intentó imponer

una determinada “identidad nacional”, excluyendo a todo aquel que pensara

diferente.

Retomando el pensamiento de Paulo Freire, Soler reconoce la politicidad del

hecho educativo. “Del mismo modo, nos dice, que “cada pueblo ha de

definir su proyecto político de sociedad, debe disponer también de su

proyecto educativo, de una filosofía educativa, una política educativa. Y esta

política educativa ha de guardar la necesaria coherencia con la política

general. Todo gran cambio de orientación política determina ajustes más o

menos profundos en la política educativa y en el servicio educativo”.

La dictadura pretendió usar al sistema educativo, para legitimar

ideológicamente su régimen.

Las políticas educativas son establecidas conforme a los valores que

predominan en la sociedad. El hecho de que la educación pública sea laica,

por precepto constitucional, no significa que sea carente de valores.

Al respecto dice Soler: “Se puede ser laico y vivir conforme a valores

surgidos de nuestra común condición de seres humanos y no

necesariamente de la condición de adeptos a tal o cual confesión religiosa”.

La educación laica puede y debe ser portadora de valores éticos y morales

indispensables para su carácter formativo. Lo que hace de la educación algo

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más que una simple instrucción es, precisamente, el hecho de que está

impregnada de valores.

En virtud de esto, la dictadura, modifica los programas de las asignaturas

tales como educación moral y cívica, historia, filosofía y todo aquello que de

alguna manera pudiera dejar traslucir algún pensamiento discordante al

nuevo orden que se estaba imponiendo.

PROCESO DE LA EDUCACIÓN EN EL URUGUAY DE LA DICTADURA

Campodónico, Massera y Sala, analizan un texto del Coronel Julio Soto.

Vicerrector interventor. CONAE (1975), dictado en primera instancia en un

instituto militar, y que fue ampliamente difundido en el sistema educativo

en 1975-76, otorgándosele una copia a cada docente del sistema. La

estructura de este documento está compuesta por ocho partes en las que el

militar describe la perspectiva ideológica de la dictadura y la función de la

educación en ella. En su discurso se encuentran elementos típicos del

pensamiento de los líderes del proceso dictatorial: pobreza teórica en los

análisis, referencia a las teorías ya mencionadas arriba y una tendencia a

concebir la historia como signada por conflictos en los que el orden se ve

violentado por fuerzas perversas que deben ser reducidas. En el apartado

primero de su texto, Soto expone los elementos ideológicos en los que se

basa. Las dos secciones siguientes inician el tratamiento de la historia del

“proceso de la educación en el Uruguay” , comenzando por describir la

situación de caos previa a la dictadura. A continuación se describen los

momentos originarios del proceso. Los apartados cuarto y quinto refieren al

desarrollo de la educación secundaria y de la enseñanza técnica,

resaltándose el intelectualismo de la primera y el bajo prestigio de la

segunda. La sección sexta trata del carácter universalista de la enseñanza

secundaria y de la falta de contenidos morales en su enseñanza, mientras

que la séptima analiza el rol del Estado en el proceso. La última sección está

dedicada a reseñar la influencia progresiva que desde los años ‘50 toma el

marxismo en el sistema educativo, llevándolo a la perversión. Soto sostiene

la hegemonía y superioridad de la civilización occidental y proyecta a los

uruguayos como sus herederos, considera esta herencia un bien que

responde a la tradición histórica. Declara la existencia de un enemigo que

acecha los valores y la conciencia colectiva, al que es preciso aniquilar. La

educación es el instrumento o arma para combatirlo y, según Soto, es

necesaria para cumplir con este objetivo “la educación formativa integral”;

el fortalecimiento del espíritu de las personas, enriqueciendo su mente y

robusteciendo su cuerpo. A partir de nuestra tradición cultural, desprende

una concepción peculiar de hombre; un ser libre, dotado de inteligencia y

espiritualidad, inmerso en un orden natural y capaz de contribuir al bien

común. Toma al hombre como superior al Estado; este último es solo un

orden temporal al servicio del hombre y del bien común. Rechaza tanto el

nacionalismo totalitario (en donde coloca al nazismo y al fascismo) por

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centrarse en el Estado, y al individualismo liberal (que considera el bien

común como la suma de bienes individuales) ya que postula como eje y fin

al individuo. Declara que ambos niegan la trascendencia espiritual del

sujeto. Es por los errores que provocan las políticas del individualismo que

se introduce el peor mal en los estados, el socialismo utópico con su

perversa dialéctica materialista y el comunismo, que niegan también la

dimensión espiritual del hombre y por ende su libertad, al considerar al

individuo, conforme a la versión de Soto, como una pieza de la mecánica de

producción de bienes económicos. Expresa que el marxismo (la versión que

posee de él) para seguir adelante debe destruir a la civilización occidental.

Apela a la espiritualidad de nuestra civilización, que posee la misión de

salvar a la humanidad entera. Proclama el peligro del marxismo y menciona

su supuesta mayor arma: la infiltración ideológica, que deforma

mentalidades y sentimientos nacionales y… “embelesan a los incautos,

dejan aún más indiferentes a los descreídos y regocijan a esos montones de

resentidos, frustrados e incapaces que desgraciadamente forman legiones

en las democracias liberales, pues son precisamente el producto que éstas

dan” . Seguidamente, y de forma concisa, desarrolla lo que él llama el

proceso desde el nacimiento de la educación en nuestro país y la crisis,

provocada por la influencia del marxismo en la educación. Esta crisis que las

FFAA están dejando atrás junto con la reestructuración del sistema

educativo y una imposición de ese nuevo orden a los educadores. Vemos

aquí la justificación ideológica de las reformas autoritarias que la dictadura

imponía en la educación, “ya que la destrucción tocó muy hondo” las

reestructuras deberán ser totales: entiéndase quitar a los profesores

marxistas, eliminar los contenidos perniciosos e imponer una moralidad

nacional tradicional. En el siguiente apartado Soto plantea dos vertientes

que, históricamente, construyeron e influyeron en la educación, por un lado

los jesuitas, por otro y en oposición lo que llama “catolicismo masón”. El

conflicto masones-jesuitas se jugará finalmente a favor del liberalismo

masónico que tomará un lugar central con el surgimiento de la Universidad.

Es interesante ver que el análisis de Soto es excesivamente simplista e

insiste en encontrar dos bandos contrarios en los conflictos sociales. Podría

pensarse que esta característica de su discurso se debe a la formación

militar de la que parte. Aquí podemos también destacar la falta de reflexión

sobre los problemas sociales y la tendencia a caracterizarlos dentro de un

antagonismo bien-mal, naturaleza-perversión que acude frecuentemente a

metáforas monstruosas (‘los tentáculos del marxismo’), demoníacas (el

marxismo como ‘máquina infernalmente eficiente’), conspiracionistas

(alusiones a la ‘alianza de un complot maquiavélico’ o a ‘logias secretas

internacionales’) o que, sin rodeos, califica a algo de maligno (‘dialéctica

perniciosa’). Es de notar que todo el discurso de la dictadura se informa de

estas figuras retóricas e incluso de una más frecuente: la que alude a la

sociedad como un organismo envenenado, enfermo o aquejado por diversos

ataques.

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La continuación del análisis histórico de la educación se situará en los

orígenes del sistema de enseñanza pública. Se describe la influencia

vareliana en primaria, la creación de secundaria como una rama de la

Universidad juntos a ciertas características de los intelectuales uruguayos

en el campo de la educación. Pese a calificarlos como ‘talentosos

universitarios’, ‘honestos’ y ‘solemnes’ Soto pasa a expresar la “lástima

grande de que la mayoría de estos ilustres ciudadanos estaba impregnada

de la savia del pensamiento materialista que desparramó por el mundo la

filosofía ‘roussoniana’” . El próximo paso de Soto es comparar el desarrollo

de secundaria en las primeras décadas del siglo XX en relación con la

enseñanza técnica. Hace ver su malestar por la primacía del prestigio de la

educación liceal, que llama de ‘universal’ y ‘libresca’, y destaca la

incapacidad de la enseñanza técnica de desarrollarse adecuadamente dados

los escasos incentivos para ello. El anti-intelectualismo aparece aquí como

característica central. La siguiente sección se dedica específicamente al

proceso de secundaria y describe su autonomía de la universidad en 1935,

aunque lamenta que ello no haya terminado con la práctica de formar

exclusivamente para ser universitarios. Vemos una insistencia en el texto de

Soto en caracterizar a la Universidad como una institución negativa.

Nuevamente se hace referencia a los intelectuales, manteniendo su aprecio

en algunos elementos pero criticándolos en otros. Se critica al laicismo, por

su ateísmo, y se sostiene que éste “los convertía en ingenuos sostenedores

de que ‘todas las ideas son respetables’ máxima estúpida que dio albergue

a las corrientes marxistas” . La crítica de Soto está claramente dirigida a la

libertad de pensamiento, expresada en la Constitución y reconocible como

una base del sistema democrático, y además relaciona esta tesis con el

auge del marxismo, que estaría permitido por aquella libertad sin

consideración de las problemáticas de profunda desigualdad social

imperantes en Uruguay. Ya sobre el final el coronel puesto a educador se

refiere a la influencia del Estado en la educación. La califica como necesaria

y señala su historia en Uruguay, que valora como importante. A

continuación, da cuenta del avance comunista en los primeros años de la

Guerra Fría y afirma que Uruguay era un punto estratégico para el avance

comunista en ‘iberoamérica’. Nuevamente critica a la democracia

aseverando que ésta no previno, sino que permitió el avance de los

marxistas dentro de la educación. Mientras que primaria, secundaria y la

enseñanza técnica eran ‘feudos’ de los comunistas, la Universidad era su

‘super-feudo señorial’, repitiendo una argumentación puramente retórica y

simplista. En la última sección de su documento Soto se dedica a reseñar

los momentos principales del avance sedicioso en la educación, sobre todo

en primaria. Despliega su prejuicio en torno a las teorías educativas cuando

critica a los maestros innovadores de las experiencias de La Mina y de las

Misiones Sociopedagógicas como sediciosos que no solo querían embrutecer

aplicando los métodos de la Escuela Nueva que, según Soto, en nombre de

la libertad llevaban a ignorar la ortografía, las tablas de multiplicar, la

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redacción y la lectura. Acaba su texto con la metáfora de un volcán que

expresaría la situación de Primaria antes de la dictadura, que explota y deja

su lava ardiente, tras constantes episodios de huelgas, ocupaciones y

manifestaciones de los docentes: miembros de la “sedición tupamara que

profundiza su guerra asesina”