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Diccionario de Nombres Geográficos Ciudades Capitales de la República Mexicana INEGI INSTITUTO NACIONAL DE ESTADISTICA, GEOGRAFIA E INFORMATICA

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Diccionario de

Nombres Geográficos

Ciudades Capitales de la

República Mexicana

INEGI

INSTITUTO NACIONAL DE ESTADISTICA, GEOGRAFIA E INFORMATICA

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INSTITUTO NACIONAL DE ESTADISTICA, GEOGRAFIA E INFORMATICA

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DR © 1992, Instituto Nacional de Estadística,

Geografía e Informática

Edificio Sede

Av. Héroe de Nacozari No. 2301 Sur

Fracc. Jardines del Parque, CP 20270

Aguascalientes, Ags.

Diccionario de Nombres Geográficos

Ciudades Capitales de la República Mexicana

Impreso en México

ISBN 968-892-615-9

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Introducción

En nuestro país el estudio, en sí, de los nombres geográficos no cons-

tituye una novedad. Tenemos evidencia del interés en la investigación

toponímica por lo menos desde la primera mitad del siglo XIX, y en-

tre los toponomistas más destacados se encuentran los nombres de

ilustres intelectuales mexicanos, quienes dejaron huella no únicamente

en éste sino en muchos otros ámbitos de la cultura de México.

El trabajo que nos dejaron dichos precursores ofrece, sin embar-

go, una limitación importante: se restringe al estudio etimológico de

algunos topónimos originados en lenguas indígenas, sin una motiva-

ción más clara que el solo interés erudito.

No obstante, el topónimo, además de signo lingüístico, es un fac-

tor que conforma la realidad geográfica, identificando e individualizando

rasgos y lugares que por algún motivo son significativos para el hombre,

y le da, de ese modo, orden y sentido a la relación entre la sociedad

humana y su medio. Este es, por tanto, un factor del que la cartogra-

fía no puede prescindir si, además de representar el medio geográfi-

co, quiere reproducir el mismo orden y sentido que el hombre le ha dado

a su geografía.

Así pues, para el INEGI el conocimiento de los nombres geográficos

tiene una importancia definida y concreta, la cual se deduce a la

responsabilidad que le representa el manejo y divulgación de la

toponimia, considerando que ésta constituye un elemento esencial

dentro de cualquier intento de explicar, representar o sintetizar la

realidad geográfica; tomando en cuenta, además, que la toponimia

también significa una tradición secular en el uso y la costumbre

populares, traducida en un fenómeno de profundo arraigo social y en

un patrimonio cultural heredado de generación a generación.

Partiendo de ese enfoque, el Diccionario de Nombres Geográfi-

cos, es un esfuerzo que plantea abarcar y extender el conocimien-

to de la toponimia mexicana, no sólo en sus aspectos lingüísticos, si-

no fundamentalmente en su realidad viva y tradicional, como elemento

geohistórico presente y activo en las relaciones geográficas de ayer,

hoy y mañana.

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Indice General

Agugscalientes 1

Campeche 7

Ciudad de México 13

Ciudad Victoria 19

Colima 25

Cuernavaca 29

Culiacán 33

Chetumal 37

Chihuahua 45

Chilpancingo 51

Durango 59

Guadalajara 65

Guanajuato 69

Hermosillo 73

Jalapa 79

La Paz 85

Mérida 91

Mexicali 97

Monterrey 103

Morelia 109

Oaxaca 113

Pachuca 129 Puebla 135

Querétaro 141

Saltillo 145

San Luis Potosí 151

Tepic 155

Tlaxcala 159

Toluca 167

Tuxtla Gutiérrez 177

Villahermosa 181

Zacatecas 187

Bibliografía General 193

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AGUASCALIENTES. Nombre de la localidad capital del

estado de Aguascalientes y cabecera del municipio del mismo nombre; su categoría política es de ciudad y su

clave geoestadística es 010010001. Sus coordenadas

geográficas son 21°53'00" de latitud norte,

102° 17'52" de longitud oeste y 1870 metros de altura

sobre el nivel del mar. La cartografía del INEGI, registra

esta población en la carta cartográfica de clave F13-

D1 9, de escala 1 :50 000

Hállase el estado de Aguascalientes en una privilegiada

situación geográfica y, consecuentemente, su capital

disfruta de esa posición, pues está enclavada en una zo-

na cuyo paso es obligado si se va al norte del país. Pre-

cisamente por esta causa, la fundación de la ciudad de

Aguascalientes estuvo determinada en gran parte por el

sitio estratégico que ahora ocupa, que se hallaba en la

ruta de la plata, es decir, en el camino de México a Za-

catecas, uno de los principales emporios mineros de la

Nueva España.

La historia prehispánica de Aguascalientes es oscu-

ra; sólo se sabe que la región fue cruzada por las tribus

nahuatlacas en su ruta hacia el Valle de México, según

se desprende de la observación de ciertos vestigios ar-

queológicos hallados en las inmediaciones de Asien-

tos y Tepezalá. Sin embargo, la región estaba ocupada

por grupos chichimecas a la llegada de los españoles;

entre esos grupos nómadas se citan a varios, como los

cuauchichiles, guainares, guaxabanes, zacatéeos y caz- canes, quienes alternadamente dominaban la región, pero

ninguna tribu llegó a formalizar un asentamiento fijo, ya

que todas eran de carácter nomádico.

Hacia 1530 Ñuño de Guzmán ordenó la exploración de

estos territorios, enviando a Cristóbal de Oñate a hacer el reconocimiento, llegando éste a los sitios de las actuales poblaciones de Teocaltiche, Nochistlán y Aguascalientes,

entre otras. En todas partes la columna española fue re-

cibida en son de guerra por los aborígenes, que al ver

amenazada su libertad combatieron fieramente contra

los invasores; finalmente, los indígenas fueron sometidos y toda la región quedó comprendida dentro del Reino de

la Nueva Galicia a partir de 1535. Pero las rebeliones

indígenas eran frecuentes y los españoles denominaron

a la comarca como "llano de chichimecas"; su pacifi-

cación en esa época era prácticamente imposible, dada

la belicosidad de los aborígenes. Con motivo de la fun- dación del Real de Minas en Zacatecas, acaecida en

1548, pródigo en producción de plata, y la apertura del

camino carretero desde aquí hasta la ciudad de México,

hecha en el mismo año por el beato Sebastián de

Aparicio1, se hizo necesario el establecimiento de "ca-

1 Bernabé Ballesteros. Escudo Heráldico de Aguascalientes. Mé- xico, 1946.

sas fuertes" o "presidios" a lo largo de dicha ruta, pues

los ataques de los naturales a los viajeros que transitaban

por ella eran cosa común.

Los asaltos a las conductas de plata y a las poblaciones

ya establecidas eran en tal forma furiosos que "ponían

miedo en ios pechos" de los españoles, por lo que el

virrey Martín Enríquez de Almanza ordenó la creación de

dichos presidios "de trecho en trecho", de modo que sirviesen a los viajeros para pernoctar después de cada

jornada diaria2; fue así como surgieron poblaciones co- mo San Miguel el Grande (hoy de Allende), en el actual

estado de Guanajuato y Santa María de los Lagos (hoy

Lagos de Moreno, Jalisco), entre otras. Probablemente

en este período, de 1560 a 1 574 aproximadamente, se

efectuó el primer establecimiento español en lo que aho- ra es la ciudad de Aguascalientes.

Hacia 1564, dice Bernabé Ballesteros, creador del es-

cudo heráldico del estado de Aguascalientes, al buscarse un sitio para establecer un presidio o un poblado como

refugio a los ataques de los nativos, se halló un valle "abundantísimo en aguas con la circunstancia de que to-

das eran calientes"3, y se inició así el poblamiento del

sitio de la actual ciudad. Entre los primeros pobladores

se encontraban Alonso de A va los Saavedra, Hernán Gon-

zález Berrocal, Gaspar López, Francisco Guülén, Juan de

Montoro, Gerónimo de la Cueva, Alonso de Alarcón y otros; el lugar fue conocido entonces, entre 1565 y

1566, como Villa de los Romeros4. Se cree que los fun-

dadores llegaron procedentes de la Villa de Santa María

de los Lagos, guiados por Juan de Montoro y fundaron

el pueblo entre los manantiales termales existentes y lo

pusieron bajo la advocación y protección de la Virgen

de la Asunción, por lo que tal vez el suceso tuvo lugar

un 25 de abril5.

Esta primera fundación no estaba debidamente forma-

lizada, por lo que los vecinos, encabezados por Juan de

Montoro, solicitaron a la Audiencia de Guadalajara se les

hiciese merced de tierras para establecerse legalmente. De

esta forma, el Presidente de la Audiencia de Guadalajara, Doctor Jerónimo de Orozco, expidió en dicha ciudad una

Real Provisión a nombre del Rey Felipe II el 22 de octubre

de 1575, en la que se hace merced de tierras a Juan de

Montoro. Entre otras cosas, la provisión dice lo siguiente:

2 Alejandro Topete del Valle. Juan de Montoro, Fundador de Aguas- calientes. 1942, p. 3.

3 Bernabé Ballesteros. Op. cit.

4 México, Secretaría de Educación Publica. Aguascalientes, manan- tiales que dan vida a la tierra. México, 1982, p. 52.

5 Bernabé Ballesteros. Op. cit.

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...por cuanto por Juan de Montoro por sí y en

nombre de Jerónimo de la Cueva, y Alonso de

Alarcón y otras muchas personas me fué hecha relación, diciendo que ellos querían poblar una Villa

en el Sitio y paso que dicen de Aguascalientes,

junto a unas casas, que dicen tener en el dicho

Sitio Alonso de Avalos Saavedra, treinta leguas de

la ciudad de Guadalajara y dieciseis de las minas de

los Zacatecas (...) lo cual visto y consultado (...) se proveyó e mandó se hiciese ei asiento y traza de la dicha Villa a la cual pusimos y ponemos por

nombre Villa de la Asunción (,..)6.

Asimismo, se le señalaron por términos "cinco leguas

a la redonda con que en ella no entre ningún pueblo de

españoles ni naturales". Esta disposición habría de ser

modificada años después.

Este documento es considerado como el que oficializa la fundación de Aguascalientes, que recibió entonces el

nombre de Villa de la Asunción, pues bajo esta advocación

de María fue colocada la población; en cuanto al "sitio

de Aguascalientes", se llamó de esa manera por la abun-

dancia de fuentes termales existentes en aquel tiempo

en la comarca, que alimentaba un río, llamado ahora

de Aguascalientes, que cruzaba por la localidad. Alonso de

la Mota y Escobar explica convincentemente el origen del

nombre al decir:

Llámase esta Villa de Aguascalientes por razón

de unos manantiales de ella que junto a sí tiene; pasa por junto a las casas un arroyuelo perpetuo,

del cual beben todos los vecinos, porque aunque

mana caliente no tiene sabor de azufre, alumbre

y her rumbe, y así en enfriándose es muy dulce

y sana (...)7.

Et establecimiento formal de la Villa de la Asunción,

el 22 de octubre de 1575, culminó los esfuerzos de sus

fundadores por poblar el sitio, superando una serie de

dificultades de diversa índole. Estos primeros poblado- res, un cortísimo número de familias de españoles, mes-

tizos y los sirvientes de aquellos, habrían de enfrentar

serios obstáculos posteriormente. La primera gran dificultad

surgió apenas al año siguiente de la fundación; efectiva-

mente, en 1576 se presentó una epidemia de matlaza-

huatl, terrible enfermedad que en aquella ocasión diezmó notablemente a la población, principalmente a los indíge-

nas. Además los amagos de los chichimecas no cesaban,

lo que hacía que la población creciera muy lentamente;

en 1593, cuando apenas se reponía la gente perdida

durante la epidemia, se suscitó un aniquilador asalto que

nuevamente puso a Aguascalientes a punto de ser aban- donada; sin embargo, los vecinos se sobrepusieron y al

año siguiente —1594— a instancias de Juan de Montoro

6 Jesús Bernal Sánchez. Apuntes históricos, geográficos y esta- dísticos del estado de Aguascalientes. Aguascalientes, 1928, pp. 29-30.

7 Alonso de la Mota y Escobar. Descripción geográfica de los Reinos de Nueva Galicia, Nueva Vizcaya y Nuevo León. México, 1940. p. 124.

en la Audiencia de Nueva Galicia, se dispuso que para

fomentar el aumento de la población y no desamparar el

lugar, se admitiese a todo aquel que desease entrar a po-

blar en la Villa, ofreciendo atractivos beneficios a quienes acudieran; pasaron otros diez angustiosos años cuando lle-

gó a establecerse al poniente de la Villa de la Asunción

una colonia de indígenas, probablemente de origen tlax- calteca, fundándose así el Pueblo de Indios de San Marcos,

en 1604a.

Se dice que a finales del siglo XVI sólo existía la calle

llamada del Apostolado, en la que vivían Juan de Montoro,

Jerónimo de la Cueva y Alonso de Alarcón, la familia de

Alonso de Avalos Saavedra y un franciscano llamado Gabriel de Jesús; el resto de la población eran casas diseminadas

entre un bosquecillo de mezquites, sin orden ni

concierto9; esto motivó que el 2 5 de octubre de 1 609

el licenciado Gaspar de la Fuente, oidor de la Audiencia

de Guadalajara, ordenara que la villa se ajustara a una

traza congruente, para beneficio de la misma10.

El sustancial aumento de población a raíz de la fun-

dación del pueblo de San Marcos, influyó favorablemente

en el desarrollo de la localidad, por lo que los vecinos

solicitaron la confirmación del título de Villa; lo anterior fue concedido el 18 de agosto de 1611 por parte de

la Audiencia de la Nueva Galicia, dándosele entonces el nombre de Villa de Nuestra Señora de la Asunción de

las Aguascalientes, siendo ésta la primera vez que el tér-

mino aparece como parte de la denominación de la

localidad.

Debido a que el nombre era demasiado largo, su forma

original sufrió modificaciones y se llamaba indistintamente

como Villa de Nuestra Señora de la Asunción de las

Aguas Calientes, Nuestra Señora de la Asunción de

las Aguas-Calientes, Nuestra Señora de la Asunción, y

Asunción de Aguascalientes. Finalmente predominó el nombre de Aguascalientes, como se conoció a la villa

en forma casi unánime desde mediados del siglo XVII.

Mientras tanto, la Villa de Aguascalientes consolidó su

posición y se erigió como productora de hortalizas y de

vides, alcanzando un progreso sostenido que la convirtió

en una de las principales poblaciones de Nueva Galicia.

Esto se hace palpable en la descripción que hace de la

Villa Nicolás de Lafora, quien estuvo en ella el 2 de abril

de 1766, que dice lo siguiente:

La villa de Aguascalientes que incluye dos mil

casas, sin contar las chozas de los indios, que está situada en un valle bien cultivado, con mu-

chas tierras de labor que producen con abundan-

cia chile, maíz, frijoles y algún trigo; al E.f a la

distancia de una legua, hay un ojo de agua ca-

liente medicinal, que desciende formando arroyo

por la villa, y se invierte en el riego de varias huer-

8 Alejandro Topete del Valle. Op. cit. p. 5.

9 México, Secretaría de Educación Pública. Op. cit., p. 53,

10 José Rogelio Alvarez (director). Enciclopedia de México. México, 1 978, Tomo 1, p. 114.

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tas, y chilares; a/ O., a otra legua, en el paraje

llamado Morcinique que hay otro ojo de agua de

que deben, trayendo dos cántaros por un me-

dio... Hay también varias tiendas de mercancía

que manejan algunos europeos, (...}11.

De este pasaje se puede deducir que la villa de Aguas-

calientes estaba dedicada principalmente a las activida-

des agrícolas, funcionando entonces como centro de

abastecimiento para los centros mineros neogallegos.

Al principio la villa perteneció a la jurisdicción de la

Alcaldía Mayor de Lagos y luego, a finales del siglo XVI,

se le concedió esta misma categoría dentro de la Nueva

Galicia. En 1786, la Alcaldía Mayor de Aguascalientes

pasó a formar parte de la Intendencia de Zacatecas y

al declararse la Independencia, surgió como Partido de la Provincia de Zacatecas; por cierto, esta situación les

era sumamente molesta a los habitantes de Aguasca-

lientes, quienes lucharon insistentemente para lograr la separación de la entidad zacatecana. Por esta época y

mediante un decreto expedido por la I Legislatura del es-

tado de Zacatecas, la villa de Aguascalientes obtuvo

la categoría de ciudad el 22 de septiembre de 1824, con

el nombre de Aguascalientes, que a la fecha conserva12.

El 23 de mayo de 1835 el Partido de Aguascalientes

fue segregado del estado de Zacatecas con el rango de

territorio federal, alcanzando entonces la ciudad la ca-

tegoría de capital de la nueva entidad, que adquirió ya

en forma definitiva mediante la Constitución General de

1857.

Su favorable situación geográfica hace que Aguasca-

lientes figure en numerosas obras cartográficas, de las

que se citan aquí unas cuantas: Ptano que manifiesta ¡a

ubicación, extensión, vientos y distancias de todos los

curatos que se comprenden en este Reino de la Nueva

Galicia..., por Domingo Anastacio Ponce; año de 1780,

que lo cita como "Aguas Calientes"13; el nombre de

"Aguascalientes" aparece así en los siguientes traba- jos: Carta General del Reino de la Nueva España desde

el paralelo de 16° hasta el paralelo de 38° (latitud nor-

te)..., anónimo, 180414; Atlas Geográfico, Estadístico

e Histórico de la República Mexicana, por Antonio García

Cubas, año de 1858; Carta Geográfica de la República

Mexicana, formada por una Comisión Intersecretarial

Coordinadora, hoja clave 13Q-ÍIV), escala 1:500 000,

año de 1957.

Igualmente existen diferentes documentos que citan

este nombre geográfico, como ios siguientes: decreto

número 15 expedido por Francisco Villa, Jefe Supremo

de las Operaciones del Ejército Convencionista en el

centro y norte de la República Mexicana, relativo a la

exportación de carnes frescas y productos alimenticios

de origen animal por la frontera norte del país, dado en

Torreón, Coah., el 18 de agosto de 1915, que menciona

a la ciudad de Aguascalientes; también menciona este nombre el decreto número 157 de la XXXVI Legislatura

del estado de Aguascalientes, mediante el cual se adopta

un escudo para el estado para usos no oficiales, expedido

el 24 de mayo de 1946.

11 Nicolás de Lafora. Relación del viaje que hizo a los Presidios In- ternos situados en la frontera de la América Septentrional per- 13 Leopoldo I. Orendáin y Salvador Reynoso. Cartografía de la Nueva feneciente al Rey de España. México, 1939, pp. 48-49. Galicia. Guadalajara, 1961.

12 Julio Riquelme Inda. Breve ensayo histórico de Aguascalientes. 14

México, 1962, p. 9.

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CAMPECHE. Nombre geográfico de la ciudad capital del

estado y cabecera del municipio del mismo nombre, con

clave geoestadfstica 040020001 localizada a los

19°50'30" de latitud norte y 90°3t'27" de longitud oes-

te. con una altura sobre el nivel del mar de 1 0 metros;

situada en el litoral del Golfo de México, en la parte oeste de la península de Yucatán. Es también puerto de altura

y cabotaje, el primero y más importante que existió en

la península, condición que le favorece para ser el prin-

cipal centro de distribución de la región, y con ello, la

localidad más grande del estado. Con una población de 1 50 51 8 habitantes',su imagen, es la.de una ciudad

fortificada, debido a los restos que aún conserva de las

obras de defensa construidas contra los piratas durante

los siglos XVII y XVIII2.

Antes del descubrimiento de Yucatán, la organización

política y social, que predominó por varios siglos y sirvió

de sustento a los grandes imperios mayas, se vi ó destruida

por constantes y largas guerras internas, que dieron lugar

a la formación de pequeños y numerosos cacicazgos, con

relativa soberanía sobre su territorio.

Los más importantes que existían, en lo que hoy es

el estado de Campeche, a la llegada de los conquista-

dores españoles, fueron: Ah Canui, Chacan-Putún o

Champotón, Tixché, Ceh Aché y Kin Pech o Can Pech3;

siendo precisamente en la capital de este último, Kin

Pech o Can Pech, el lugar donde actualmente se levanta

la ciudad y puerto de Campeche, mismo al cual debe

su nombre, ya que, como sucedió con la mayoría de los

topónimos de origen maya o nahua, éstos se formaron de acuerdo a lo que los españoles entendían o creían

recordar después de haberlo escuchado de los naturales,

es decir: Kin Pech o Can Pech, fue castellanizado por

Campeche.

En relación al nombre, si bien no existe duda que éste

se forma a partir del que llevaba el antiguo cacicazgo, sí

la hay en cuanto a la certeza de su origen o etimología;

de ahí que aún perdure la duda del nombre correcto del

antiguo cacicazgo: Kin Pech o Can Pech. Para los historia-

dores que se inclinan por el primero —Kin Pech—, el nom-

bre se deriva de un sacerdote apellidado Pech, que fue a refugiarse allí después de la destrucción de Mayapán, y co~

1 Censo de Población y Vivienda 1 990.

2 Angel Ma. Garibay (director). Diccionario Porrúa de Historia, bio- grafía y geografía de México. 4a. ed. corregida y aumentada con un suplemento. México, Ed. Porrúa, 1976, tomo 1, p.340.

3 Lourdes Celis Salgado, "Campeche" en: Fernando Zertuche Muñoz (director). El territorio mexicano. México, IMSS., 1982, tomo 2, p. 57.

mo Kin (K'in) en lengua mava significa sacerdote. Kin Pech

es como si dijéramos: "El sacerdote Pech" 4 Para los par-

tidarios del segundo —Can pech—. el nombre procede de

un ídolo de barro, venerado en la capital del cacicazgo, tor-

mado por una gran culebra que lleveba superpuesta una

garrapata en la cabeza5; y que por su etimología significa:

"Garrapata de la Serpiente", de Can: Culebra; y Pech: ga-

rrapata. interpretación poco más congruente con la des- cripción que del poblado nos hacen los primeros cronistas,

una de las cuales dice lo siguiente:

El lugar era grande como de tres mil casas pe-

queñas y cubiertas de paja, cada una con un so-

lar cercado de albarrada, sombreado de árboles

de bellos y hermosos frutos. En medio de la mar,

pero muy cerca de tierra se albaza (sic: por alza-

ba) un edificio de cal y canto, como una torre

cuadrada de cantería, blanqueada y con gradas

semejaba una fortaleza, y no era sino un adora-

torio cuyas paredes estaban esculpidas de figu-

ras de serpientes, culebras y otros animales. En

el fondo, había un altar, y sobre él un ídolo gran-

de, con dos leones o tigres salpicados de san- gre que carcomían sus hijares, y abajo una ser-

piente que tenía sobre cuarenta pies de largo, tra-

gando un fiero león, todo de piedra muy bien

labrada6.

Crónica que nos describe las serpientes y otros ani-

males que existían en el adoratorio donde veneraban a

su ídolo y que bien pudieron ser los elementos que dieron

origen al nombre de Campeche.

Más tarde, durante los inicios de la Conquista, los es-

pañoles, siguiendo la costumbre de poner nombre a ¡os

lugares que descubrían, basándose generalmente para

ello en la conmemoración religiosa correspondiente a la

fecha en que visitaban el sitio. En la primera expedición

que ¡legó a la península al mando de Francisco Hernán-

dez de Córdoba, después de tocar —y bautizar desde luego— Isla Mujeres y Cabo Catoche, desembarcaron

en las costas de la capital del cacicazgo de Kin Pech o

Can Pech, procediendo de inmediato a dar nombre

al nuevo lugar descubierto, to cual constituyó el primer

4 Carlos A. Echánove Trujillo (Dir.) Enciclopedia Yucatanense, con- memorativa del IV centenario de Mérida y Valiadoiíd (Yucatán). México, Gobierno de Yucatán, 1944. tomo III, p, 9.

5 Luis F. Sotelo Regil. Campeche en la historia. México, Imp. Manuel León Sánchez, 1963, pp. 43-44.

6 Bartolomé de las Casas. Historia de las Indias, tomo IV, p. 359, cit. pos.: Juan Francisco Molina Solís. Historia del descubrimiento y conquista de Yucatán, con una reseña de la historia de los ma- yas. Prol. Antonio Médiz Boíio, México. Ediciones Mensaje, 1943, tomo 1 ,p. 58.

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intento por cambiar el nombre original. Habían tocado

tierra el domingo 22 de marzo de 1517, día en que la iglesia católica conmemora a Lázaro; consecuentemen-

te, el lugar fue bautizado como "Lázaro". Con relación

a este nombre, el soldado y cronista Bernal Díaz del Cas-

tillo, que participó en dicha expedición, nos dice lo

siguiente:

y en quince días que fuimos de esta manera vi-

mos desde los navios un pueblo, al parecer al-

go grande; y había cerca de él gran ensenada y bahía. Creímos que habría río o arroyo donde pudiésemos tomar agua, poraue teníamos gran

falta de ella, a causa de tas pipas y vasijas

que traíamos, que no venían estancas [bien ce-

rradas], porque como nuestra armada era de

hombres pobres, y no teníamos oro cuanto convenía para comprar buenas vasijas y cables, fal-

tó el agua y hubimos que saltar en tierra junto al

pueblo. Fue un domingo de Lázaro, y a esta causa

pusimos a aquel pueblo por nombre Lázaro, y así

está en las cartas de marear, y en nombre propio

de indios se dice Campeche7.

El nombre de Lázaro no perduró mucho tiempo ni fue

trascendente para los mismos españoles, en virtud de

que si bien otras expediciones verían el poblado, nunca

hubo en tal tiempo, un establecimiento o colonización formal en él, ni en toda la península por parte de los con-

quistadores, dado que la gran hazaña realizada por Hernán

Cortés frente al Imperio Azteca, y las riquezas allí encon-

tradas, distrajeron por mucho tiempo la atención para

Yucatán8.

Fue hasta 1 526 que la península se mantuvo aparta-

da de la acelerada corriente de conquista y colonización

que se desató por todo el nuevo continente; ese año

Francisco de Montejo, capitán español de las expedicio-

nes de Juan de Grijalva y Hernán Cortés en 1518 y 1519

respectivamente, y que había servido a este último como

representante en la corte española, pidió a la Corona el

derecho para ocupar Yucatán, convencido de que su

conquista repercutiría favorablemente en el comercio en- tre Cuba y la Nueva España, y de que seguramente en-

contraría las riquezas existentes, similares a otras tierras

conquistadas de las Indias (América). Resuelta favora-

blemente su petición el 8 de diciembre del mismo año,

por el monarca español Carlos V9, otorgándosele tam-

bién el título de Adelantado y los cargos de gobernador

7 Bernal Día? del Castillo. Historia verdadera de la conquista de la Nueva España. 6a. ed. México. Editorial del Valle de México, 1985, p. 15.

8 Robert S. Chamberlain. Conquista y colonización de Yucatán, 1517-1550, (Biblioteca Porrúa No. 57). 2a. ed. México, Ed. Porrúa, 1982, p. 18.

9 "Capitulación celebrada en Granada a 8 de Diciembre de 1526 entre Carlos V y Francisco de Montejo para la conquista y colonización de Yucatán". Documento transcrito y tomado en: Eligió Ancona. Historia de Yucatán, desde la época más remota hasta nuestros días. Mérida, Ed. Justo Ausucua, 1917, tomo 1, documento No. 2, pp. 337-382.

10

y capitán general de Yucatán, Francisco de Montejo hi-

zo la proclama para invitar soldados y marinos que lo

acompañaran en su empresa, nombrando como principal

lugarteniente a Alonso Dávila, compañero de sus primeros viajes a las Indias. Al llamado acudieron de todas partes de

España, siendo considerable el número de oriundos de Sa-

lamanca y Ciudad Real, lo cual constituye un testimonio del

reclutamiento personal que Montejo y Dávila realizaron en

éstas, que eran, respectivamente, sus ciudades natales10.

El hecho fue importante porque en el futuro repercutiría en

la denominación de la mayoría de villas y ciudades que

se fundaron en la península de Yucatán, y en específico,

de la actual ciudad de Campeche.

La primera de las tres expediciones que organizó el Ade-

lantado para la conquista y colonización de Yucatán no re-

sultó del todo satisfactoria, ya que después de recorrer le

parte noreste sin grandes problemas, en el sur, al llegar a

cacicazgo de Uaymil-Chetumal, fue obligado a retirarse por

un compatriota suyo, Gonzalo Guerrero, quien había nau-

fragado en la costa meridional de Yucatán en 1511, adop-

tando la forma de vida maya y ganándose entre ellos un

alto puesto debido a su excepcional talento militar.

La segunda empresa, aunque no muy provechosa, si

resultó favorable para los planes de conquista, ya que permitió al Adelantado tener una visión más amplia de

la geografía de la península para elegir los sitios adecua-

dos para el establecimiento de las poblaciones españolas.

Así al llegar al lugar donde se levantaba el poblado de

Kin Pech o Can Pech, funda una villa a la cual se bautiza

con el nombre de: "Salamanca"11; en memoria de su ciu-

dad natal y exactamente igual a todas las anteriormente fun-

dadas bajo su mando, como fueron: "Salamanca Xeihá

1527-1528, Salamanca de Xicalango en 1529 y Salamanca

de Acalán en 1531 "12; en donde al nombre dado por los

españoles se le refería en segundo término el indígena,

que en el caso particular fue Salamanca de Campeche

y con el cual se le conocería en esta segunda fase de

conquista que duró de 1529 a 1535.

Esta primera fundación de Campeche, representaba en

los planes de Montejo, tener un dominio permanente de

la región, única forma de hacer sentir su superioridad y evitar

futuros alzamientos de los naturales. De lograrlo, podría uti-

lizar la villa como base de lanzamiento para la conquista

de toda la península; su posición geográfica, la posibilidad

de ser empleada como puerto y su comunicación terrestre

con provincias ya pacificadas, como Tabasco y la misma

ciudad de México, eran factores primordiales para su

10 Robert S. Chamberlain, Op. cit., p. 33.

11 Aunque no se ha podido fijar la fecha exacta de la fundación, Cham- berlain la aproxima en los primeros meses de 1531. Robert S. Chamberlain, Op. cit., p. 103.

12 Ibid., p. 171, mapa No. 2.

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colonización. No obstante, la rebeldía y belicosidad maya

habría de sentirse de nueva cuenta y obligaría a la reti-

rada de los españoles, y en consecuencia, al abandono

temporal de la villa.

La tercera y definitiva etapa no pudo ser llevada a cabo

directamente por Francisco de Montejo, sus nuevas desig-

naciones como gobernador de Tabasco, Honduras-Hibueras

y Chiapas habrían de restarle tiempo que la conquista de

Yucatán necesitaba, viéndose obligado a delegar el mando

sobre su hijo, Francisco de Montejo y León,quien después de iniciar su empresa, llegaría de nueva cuenta, a la villa

establecida por su padre diez años antes y fundar, ahora

sí en definitiva, una nueva villa a la que la llamó: "San Fran-

cisco"; en honor, según Fray Diego de Landa, "de su

santo y del de su padre"13; y de igual forma que la pri-

mera, el nombre se vió acompañado por el topónimo in-

dígena, conociéndosele como villa de: "San Francisco

de Campeche".

La fecha de esta nueva fundación aún no ha podido establecerse con certeza. Chamberlain menciona que tu-

vo lugar un poco antes del 25 de febrero de 1541, ya

que con esta fecha encontró un documento en el Archivo

General de Indias de Sevilla, España, firmado en la "Villa

de San Francisco", documento en el cual Montejo co-

misiona a Juan Vela como "Alférez de la gente de a pie para la conquista de Yucatán"14, Román Riña Chan, di-

ce que:

En realidad la fundación de San Francisco de

Campeche ocurrió el 4 de octubre de 1540, pues

sabemos como los españoles nombraban a los

pueblos que fundaban o descubrían con el nombre del santo patrón en que ocurría, y el 4 de octubre

era el día de San Francisco, y también porque la

iglesia que edificaron una vez fundada la villa, tu-

vo como titular a la Señora de la Concepción, y su

fiesta se celebra el 8 de diciembre, es decir meses

después de San Francisco15.

Puede ser que tenga razón el investigador Román Riña

Chan, lo cual no contradice esencialmente lo expuesto

por Chamberlain, sin embargo creemos que sí faltan ele-

mentos para ratificar y hacer valer tal aseveración.

Lo cierto es que a partir de ese momento, 1540 o

1541, la villa fue conocida durante toda la época

13 Fray Diego de Landa, Relación de las cosas de Yucatán, citado por Robert S. Chamberlain. Op. cit., p. 211.

14 "Descubrimientos, descripciones, poblaciones, conquistas y pa- cificaciones hechas en las indias''. Legajos 15, 16, 20, 54, 56-80. Patronato 74-2-3. Archivo General de Indias, cit. pos. Robert S. Chamberlain, Op. cit., p. 211.

15 Román Pina Chan. Campeche antes de la conquista (publicaciones del gobierno del estado No. 12). Campeche, Gobierno del Estado, 1970, p. 131.

colonial como: "Villa de San Francisco"16 o "Villa de San

Francisco de Campeche", sobre todo este último, que

es con el cual aparece con más frecuencia y con el cual

se le otorgaría por Real Cédula de Carlos III de España,

expedida el primero de octubre de 1777, el título de

ciudad17, y nombre con el cual aparecería en la carto-

grafía de la época colonial18.

Ya en el México Independiente, la ciudad vería su

nombre acortado, como sucedió con la mayoría de los

largos o compuestos, imponiéndose uno sobre el otro

por su mayor arraigo o importancia histórica dentro de

la región, que en este caso sería el de Campeche19.

A fines del siglo XIX, el nombre volvería a sufrir un

nuevo alargamiento cuando el diputado Felipe Medina

Suárez propuso a la legislatura, que a la denominación,

de la ahora capital del estado de Campeche, se el agrega-

se el apéndice "De Baranda", en atención a los servicios

prestados por el señor General Don Pedro de Baranda, fa-

llecido el 23 de julio de 189120; propuesta que fue

16 Aparece con este nombre en el Auto de fundación de la ciudad de Mérida, fechado el 6 de enero de 1542:

Y porque después de venido y efectuado lo aue te fué mandado conquistó y pacificó la provincia de Campeche y Acanul, en ella donde mejor le había parecido convenir, pobló una villa que se llama la villa de S. Francisco y edificó la iglesia de nuestra Señora de la Concepción, según más largo se contiene en el libro del cabildo que en la dicha villa se hizo.

Transcripción tomada en: Eligió Ancona. Op. cit., p. 397. Docu- mento No. 6.

17 "He resuelto, a consulta de diez y siete de julio último honrar y ennoblecer, condecorar y suoiimar a la mencionada villa de San Francisco de Campeche con el título de la ciudad (...)" Real Provisión dada en San Idelfonsó a la de octubre de 1 ///. Transcripción tomada de: Juan de Dios Pérez Galaz. Diccionario geográfico e histórico de Campeche. Campeche, Is.e l, 1944, p. 312.

18 Como San Francisco de Campeche, aparece en los siguientes mapas:

— Carta particolare della Baia de Messico con la costa, 1661, Robert Dudley, [s e.], 2a. ed. en: Fernando Zertuche, Op. cit., tomo 2, p. 61.

— Partie du Mexique ou de la Nouvlle Espagne ou se trovve /' audience du Mexique, 1749, Didier Robert de Vaugondy en: Ibíd., tomo 1, p. 188.

— Provincia de Yucatán, 1785, en: Ibíd., tomo 2, p 705.

19 A partir del siglo XIX, la ciudad no volvería a ser nombrada como San Francisco de Campeche, sino solamente "Campeche", así lo demuestran los siguientes documentos oficiales expedidos por las autoridades en vigor:

— Decreto del gobierno del estado de Yucatán del 2 de septiembre de 1834. "Título de Heróica a la ciudad de Campeche". Peón y Gondra. Colección de leyes, decretos, ordenes y acuerdos del augusto congreso constitucional, Mérida. En: Juan de Dios Pérez Galaz. Op. cit. p. 317.

— Decreto del gobierno del estado de Yucatán del 8 de septiembre de 1840. "Título de Heroica y Liberal a la ciudad de Campeche". Ibíd. p. 317.

20 Ibíd., p. 318.

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aprobada en sesión del 27 de julio de 1 892 y publica-

da por decreto en el diario oficial del estado, el día 28

de septiembre del mismo año.

Este decreto, sólo duraría en vigor 10 años aproxi- madamente, ya que el gobernador del estado, Don José

Castellot, con fecha 7 de agosto de 1902, se dirigió al

congreso local, proponiendo: "se suprimiesen las ter-

minaciones, apellidos de personajes históricos, que varias

poblaciones llevaban como apéndices "21; propuesta aco-

gida favorablemente por la legislatura, y en consecuencia

21 Ibfd, p. 266.

de ello se decretó, el 18 de agosto del mismo año, que la

capital del estado, recupera su antiguo nombre de Cam-

peche, tal como hoy lo conocemos y lo vemos impreso

en la cartografía contemporánea22.

22 Se consigna con el nombre de Campeche en: — "Campeche". 1972. Dirección General de Geografía y Meteorología

de la Secretaría de Agricultura y Ganadería. Escala 1:1 000 000. en: México-Secretaría de Agricultura y Ganadería. Atlas Geográfico de los Estados Unidos Mexicanos. México. Dirección General de Geografía y Meteorología, 1972.

— Mapa Turístico de Carreteras. 1981. Secretaría de Asentamientos Humanos y Obras Públicas, escala 1:200 000.

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Ciudad de México

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CIUDAD DE MEXICO. Nombre geográfico de la ciucíaa

capital de los Estados Unidos Mexicanos y sede de los

Supremos Poderes de la federación. Situada en la parte

central del país y localizada a los 19°25'55" de latitud norte y 99°07'37" de longitud oeste, con una altura so-

bre el nivel del mar de 2 238 metros; cuenta con una superficie de 483 kilómetros cuadrados y una población

de 8 235 744 habitantes1.

Cabe mencionar, que en los últimos tiempos, debido

a su acelerado crecimiento, ésta se ha ido conurbando con poblaciones del Valle de México, hasta llegar a formar

una gran mancha urbana conocida por: "Zona metropo- litana"; cuya población total es de 1 5 047 685

habitantes, considerada en consecuencia como una de

las más pobladas en el mundo.

Según la tradición, en el año 1111, un grupo o tribu

indígena: desconocida, pobre y valerosa; salió de la mítica

Aztlán (lugar de garzas para unos, lugar de Blancura para

otros) en busca de la tierra prometida por su dios Huitzilo- pochtli, más tarde también conocido como Mexitli. Durante

su peregrinaje fueron deteniéndose y estableciendo po-

blados para dejar a los enfermos y gente cansada, en

una de estas paradas, al parecer en el lugar llamado Col-

huacan, pueblo situado junto al actual Culiacán, estado

de Sinaloa2, los aztecas se encontraron con otras ocho

tribus, también emigrantes y de su misma raza: matla-

tzincas, tepanecas, chichimecas, malinalcas, chololtecas, xochimilcas, chalcas y huexotzincas; que les propusieron

unirse y avanzar juntas en la búsqueda. Aceptada la pro-

puesta, continuaron la marcha y un poco más tarde, lle- gados a un gran árbol, "colocaron al pie el tabernáculo

del dios, teoicpalli, silla del dios, y pusiéronse los azte-

cas a comer sosegadamente"3, cuando en ese momen-

to se escuchó un gran ruido, que quebrándose el árbol de

por medio, rápidamente los jefes de la tribu se pararon

y rodearon el numen, escuchando en seguida: "preve-

nid a los ocho barrios que os acompañan, no pasen ade-

lante, pues de aquí se han de regresar"4; pronto uno

de los caudillos comunicó la resolución de su dios a las

demás familias, quienes muy a su pesar tuvieron que

marcharse sin rumbo fijo.

1 Censo de Población y Vivienda 1 990.

2 Cecilio A. Robelo. Nombres Geográficos Mexicanos del Distrito

Federa!. Cuernavaca, tip. y Lib. de José D. Hojas, 1 900, p, 109.

3 Ibíd. p. 110

4 Ibidem.

Ya sola la tribu azteca, el numen volvió a hablar. d¡- ciéndoles: "ya estáis apartados de los demás y así quiero

como escogidos míos, no os llaméis en adelante azte-

ca, sino mexica"5.

Después de una larga peregrinación y no sin ciertas

dificultades, llegaron al actual Valle de México, al que

encontraron casi totalmente ocupado por tribus también venidas del norte, a este aspecto, el historiador Alfredo

Cha vero refiere:

Salieron primero los xochimilca, quienes llega-

ron a nuestros lagos y sin oposición poblaron la

laguna hacia el sur. Después llegaron los chal-

ca, se unieron a ellos y se establecieron a orillas

de ¡a laguna, dándole su nombre (...). Después de éstos llegaron los tepaneca y poblaron en paz

la parte occidental de la laguna, fundando la ciu-

dad de Atzacaputzalco.

En seguida, los acolhua ocuparon el resto de los

lagos extendiéndose por la parte oriental, y fun-

daron a Texcoco. Ocupado el resto del Valle por

los chichimecas otras tribus pasaron por entre las

montañas nevadas del Popocatépetl y el Ixtaccl-

huatl, y fueron a establecerse en Tlaxcala, Cho-

lollan y Huexotzinco. Culhuacan estaba fundado de antemano por los nonoalca-chichimeca, to-

do esto acredita que los azteca fueron los últi-

mos en llegar (...)6

Siendo los últimos en llegar, encontraron todo el te-

rritorio y montañas circunvecinas ocupadas por otras tri-

bus. Los mexicas tuvieron que peregrinar por mucho

tiempo más, viviendo algunas veces como esclavos en

Culhuacan, Contítlan o Tiza pan; y otras veces siendo des-

terrados por sus crueles cultos sangrientos. A pesar de

estar rodeados por grupos de su misma raza, nadie los

quería, la desesperación, el cansancio y la miseria del

pueblo era tan grande, que los sacerdotes tuvieron que

acudir a su dios para preguntarle si ésta era la tierra pro- metida. Huitzilopochtli les contestó que esperaran el mo-

mento, porque él sabía lo que había de hacer y que no

se preocuparan porque éste no era el lugar y que sin em-

bargo, el sitio escogido ya estaba cerca.

En efecto, poco más tarde, cuando los caudillos y sa-

cerdotes decidieron enviar a los tlamacázquez a ver si allí

cerca se encontraba el lugar prometido y éstos andando

entre los carrizales: "hallaron un ojo de agua hermosísimo

5 Ibíd. p. 111.

6 Alfredo Chavero Los Azteca o Mexica, Fundación de México-

Tenochtitlan. México, Ed. Jorge Porrúa, 1983, p. 18.

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donde vieron cosas maravillosas y de grande admira-

ción"7; las cuales habían sido precisamente pronosticadas

por su dios Huitzilopochtli, el mismo que poco después

se apareció ante los sarcedotes diciéndoles:

Ya estaréis satisfechos, como yo no os he dicho

cosa que no haya salido verdadera y habéis visto

y conocido las cosas que os prometí variadas en

este lugar donde yo os he traído; pues esperad,

que más os falta por ver; ya os acordáis cómo os mandé matar á Copil, hijo de la hechicera que

se decía mi hermana, y os mandé que le sacáse-

des el corazón y lo arrojásedes entre los carrizales

y espadañas de esta laguna, lo cual hicisteis: sa-

bed, pues, que ese corazón cayó sobre una piedra, y de él salió un tunal y está tan grande y hermoso

que un águila habita en él y allí encima se mantie- ne y come de los manjares y más galanos pájaros

que hay. Y allí extiende sus hermosas alas, y re-

cibe el calor del sol y la frescura de la mañana, id allá á la mañana que la hallaréis la hermosa

águila sobre el tunal, y alrededor de él veréis mu-

cha cantidad de plumas verdes, azules, coloradas,

amarillas y blancas de los galanos pájaros con

que esa águila se sustenta, y á este lugar donde

hallaréis el tunal con la águila encima le pondréis por nombre Tenochtitlan8.

Así al día siguiente, los sacerdotes y el pueblo mexi-

ca se dirigieron al lugar señalado y efectivamente, allí estaba, en un islote, el águila sobre el tunal y éste sobre

la piedra, tal y como su dios Huitzilopochtli o Mexitli se los había dicho. Por fin los antiguos aztecas tendrían la tierra prometida y un lugar donde establecerse en el Va-

lle, ya que en ese mismo lugar, levantaron un pequeño

templo en agradecimiento a su dios y alrededor de él,

edificaron sus chozas de carrizo con techo de tule, lla-

mándole como su dios había ordenado: Tenochtitlan. No

obstante, después de fundada y bautizada la ciudad, los

mexicas también habrían de darle su nombre, es decir:

México; con lo cual durante toda la época prehispánica

sería conocida bajo la doble denominación de México-

Tenochtitlan, y con el cual llegaría a ser, poco más tar-

de, la capital del gran Imperio Azteca o Mexica.

A consecuencia de las numerosas y diversas opinio-

nes que sobre la fecha exacta de este acontecimiento

existen, es decir, la fecha de la fundación de la ciudad

de México-Tenochtitlan, se ha convenido que ocurrió el

día 18 de junio de 1325. Lo mismo sucede con la inter-

pretación de los nombres geográficos, pues en virtud de

las también diversas leyendas que se dan sobre la pere-

grinación y asentamiento del pueblo mexica, los cronis-

tas e historiadores han dado lugar a un sinnúmero de

versiones tanto acerca de su significado como acerca

7 Cecilio A. Robelo. Diccionario de Mitología Náhuatl, México, Edi- torial Innovación, 1980, vol. 1, p. 189.

8 I bid. p. 190.

16

de su origen. Sobre todo para el primero: México; cuya

etimología sigue siendo un reto para los lingüistas mo-

dernos que gustan de profundizar sobre la rica mitolo-

gía nahua.

No obstante, cabe señalar que algunas son muy acep-

tadas y de las cuales mencionamos las siguientes. Para

Tenochtitlan: "Lugar deTenoch", aludiendo al caudillo

y sacerdote de este nombre, quien condujo a los azte-

cas al Valle de México y bajo cuyo mando se fundó la

ciudad9; "Lugar del tunal en la piedra" significación ba-

sada en la interpretación del jeroglífico del lugar, y que

muchos etimologistas han descompuesto la palabra en

tetl: piedra; nochtli: tuna; y tlan: lugar; también confirma-

da por el pasaje antes mencionado, en el cual los mexi-

cas encuentran el lugar profetizado por Huitzilopochtli: "que ese corazón [el de Copil] cayó sobre una piedra,

y del él salió un tunal"10.

Para México: "Lugar de Mexitli, o Huitzilopochtli"; a

causa del santuario que se le erigió11, o "En el ombligo

de la Luna"; de Mextli: Luna; Xictli: ombligo; y co. en.

Establecidos los mexica, el núcleo poblacional del is-

lote fue surgiendo de forma radial compuesta por tres

grandes calzadas construidas con pilotes de madera, pie-

dra y tierra aplanada. La de Tepeyac, Tacuba e Iztapalapa como fueron llamadas, convergían al centro ceremonial

como posición central, y entre ellas, numerosas chinam-

pas que unieron los islotes entre sí. Paralelamente sus

habitantes se fueron adueñando de todo el valle en base

al sometimiento de los pueblos cercanos e imponiendo

el tributo respectivo, hasta convertir su ciudad, en la ca-

pital de un Imperio. Su crecimiento fue tal que para

1519, fecha de llegada de los españoles, ya contaba con

una población de mínimo 60 000 habitantes12; el mismo

Hernán Cortés a la postre su conquistador, refiere en su

segunda carta de relación al emperador Carlos V, el as-

pecto físico de la misma en esta época:

Esta gran ciudad de Temixtitlan esta fundada en

esta laguna salada, y desde la tierra firme hasta

el cuerpo de la dicha ciudad, por cualquier parte

que quisieren entrar a ella, hay dos leguas. Tie-

ne cuatro entradas, todas de calzada hecha a

mano, tan ancha como dos lanzas jinetas. Es tan grande la ciudad como Sevilla y Córdoba. Son

las calles della, digo las principales, muy anchas

y muy derechas, y algunas destas y todas las de-

más son la mitad de tierra, y por la otra mitad

es agua, por la cual andan en sus canoas (...)

9 Cecilio A Robelo Nombres Geográficos Mexicanos del Distrito Federal. Op. cit., p. 138.

10 Ibidem.

11 Ibid., pp. 109 a 123.

12 Miguel Messmacher (responsable! "Distrito Federal" en: Fernando. Zertuche Muñoz (director). El Territorio Mexicano. México. Instituto Mexicano del Seguro Social, 1982, vol. 2, p. 746

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Hay en esta gran ciudad muchas mezquitas o ca-

sas de sus ídolos, de muy hermosos edificios, por las colaciones y barrios della, y en las principa-

les della hay personas religiosas de su secta, que

residen continuamente en ellas; para los cuales,

demás de las casas donde tienen sus ídolos, hay

muy buenos aposentos13.

Documento que corrobora la grandeza alcanzada y la

ya existencia de hermosos edificios, así como la corrup- ción hecha al nombre Tenochtitlan, por Temixtitan, el

cual se generalizó durante gran parte del siglo XVI, aun-

que si bien no todos lo utilizaron sí fue la gran mayoría-,

como se puede ver la siguiente cartografía de ese siglo:

Temistitan en: "Carta Cosmographica", con los

nombres, propiedad y vertu de los vientos" de

Pedro Apiano, realizada en 154814; o Tinustitan en: "Universale descrittione di tuta la terra co-

nosciuta fin dui" de Paulo Forlani y Fernando

Carteli en 156515.

Derrotado el ejército mexica por los conquistadores es-

pañoles en 1 521, la gran México-Tenochtitlan quedaría prácticamente destruida y parcialmente abandonada. Sin

embargo, poco después, al momento de decidir el lugar

donde habría de establecerse la capital del nuevo reino,

llamado ahora Nueva España, el mismo Hernán Cortés,

ante la oposición de sus compañeros, habría de esco-

ger como lugar ideal, el mismo donde tiempo atrás se

posara el águila sobre el nopal: "que pues esta ciudad

en tiempo de los indios había sido señora de las otras

provincias a ella comarcanas que también era razón que

lo fuese en tiempo de los cristianos16.

Entre 1521 y 1524, Alonso García Bravo, ayudado

por Bernardino Vázquez de Tapia y dos mexicas cuyos

nombres se ignoran, realiza la primera traza de lo que

habría de ser el asiento de la nueva capital del reino de

13 Hernán Cortés. Cartas de Relación (Colección Literaria Universal). México, Editores Mexicanos Unidos, 1984, pp. 85 a 87.

14 México-Secretaría de Programación y Presupuesto, Atlas Carto- gráfico Histórico. México, Dirección General de Geografía 1982 p. 33.

15 Ibíd., p. 30-31.

16 Manuel Orozco y Berra. Historia de la Ciudad de México, (Colee. SEP-Setentas). México, Ed. Diana, 1980, p. 29. Cit. pos. Miguel Messmacher, "Distrito Federal". Op. cit., p. 750.

la Nueva España. Dentro de dicha traza se adopta el sis-

tema reticular, partiendo de una gran plaza en la que se

asientan los poderes civiles y religiosos, y fuera de ella,

se instalan todos los barrios indígenas.

La ciudad había cambiado su aspecto, pero no sus nombres, ya que como se dijo, Tenochtitlan fue modifica- do o castellanizado, y por otra parte México se mantuvo intacto. Dos crónicas de ese siglo, contradictorias entre sí, señalan la aparente lucha por perdurar un nombre so- bre otro:

Y aunque la ciudad se llama en común nombre México, entre los españoles e indios que ahora se van criando, los viejos nunca lo llamaban ni llaman México, sino Tenuchtitlan17.

Esta la ciudad repartida en dos barrios: al uno lla- man Tlatelulco, que quiere decir isleta; y al otro México, donde Mora Motecuzoma (...) se quedó

la ciudad con este nombre, aunque su propio y

antiguo nombre es Tenuchtitlan (...)18.

Durante todo el siglo XVI, fue común citar indistintamen-

te ambos nombres, notándose quizá una cierta inclinación

o preponderancia hacia el de México, probablemente por ser más corto o más afín a la lengua española que el de

Tenochtitlan. Lo cierto es que, ya desde el siglo XVII,

el único nombre que conservaba o se usaba cotidiana-

mente era el de Ciudad de México, nombre que con el

paso del tiempo se fue arraigando entre nosotros sin que

hasta la fecha, al menos así lo parece, exista un acta o reconocimiento oficial de él; aunque bien es cierto que

desde la colonia se le considera como tal.

En la actualidad y después de haber sido la ciudad, centro de acontecimientos dramáticos y de intrigas po- líticas como: la Guerra de Independencia, la lucha entre liberales y conservadores, las intervenciones norteame- ricana y francesa y la misma Revolución Mexicana; el nombre ha trascendido hasta la significación de nación, aunque bien sabemos que el nombre oficial de nuestro

país es: Estados Unidos Mexicanos; es más común es- cucharlo como: México.

17 Torquemada, "Monarquía Indiana", libro 30 cap. XXIII, cit. pos. Cecilio A. Robelo, Nombres Geográficos Mexicanos del Distrito Federal. Op. cit., p. 119.

18 Gomara, Conquista de México, tomo I, pp. 181 ¿i 183, cit. pos Cecilio A. Robelo. Nombres Geográficos Mexicanos del Distrito Federal. Op. cit., p. 120.

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Ciudad Victoria

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CIUDAD VICTORIA. Nombre de la localidad de clave

geoestadística 280410001, capital del estado de Ta-

maulipas y cabecera del municipio de Victoria. Se loca-

liza a los 23°44'01" de latitud norte, 99°08'49" de

longitud oeste y a 320 metros de altura sobre el nivel

del mar. Dentro de la cartografía topográfica de escala

1 :50 000, elaborada por el INEGI, se encuentra en la

hoja cuya clave es F14-A29. Su categoría política es

de ciudad.

Ciudad Victoria se ubica en la parte central del es-

tado, en la vertiente de la Sierra Madre Oriental que mira hacia el Golfo de México, región que desde el siglo XVII

era llamada "Provincia de la Sierra Gorda y Costa del

Seno Mexicano", antes de su colonización, que ocurrió

a mediados del siglo decimoctavo. La mayor parte del

actual territorio tamaulipeco fue conocido por los españo-

les a partir de la colonización del Nuevo Reino de León,

cuyos habitantes traspusieron la Sierra y exploraron la

llanura tamaulipeca, en donde establecieron pequeños

poblados de agricultores y ganaderos, desplazando con

lujo de crueldad a los indígenas; entre los grupos aborí-

genes que vivían en la zona de la actual capital del estado

se encontraban los janambres o jaumaves, los pisones, molinas, mariguanes y siguillones o siguís.

Estos pueblos aborígenes, de escaso desarrollo cul-

tural, poseían ya la dura experiencia del contacto con los

españoles, y se resistían al dominio que pretendían ejer-

cer sobre ellos, por lo que constantemente atacaban a las poblaciones fundadas en el Nuevo Reino de León.

Ante esta situación, las autoridades virreinales se vieron

urgidas a pacificar y colonizar la costa del "Seno Mexi-

cano", punto de partida de las correrías de los indígenas;

la empresa colonizadora era de grandes proporciones y

el virrey Don Juan Francisco de Güemez Horcasitas y Aguayo, Primer Conde de Revillagigedo, encomendó

su realización al capitán José de Escandón y de la Hel-

guera, Primer Conde de Sierra Gorda. Organizada debi-

damente la expedición colonizadora, Escandón partió de

Querétaro en 1748 para iniciar el poblamiento de Tamau-

lipas, que en esa oportunidad recibió el nombre de

Colonia del Nuevo Santander. Efectuadas las primeras

fundaciones, y luego de un breve regreso a Querétaro,

Escandón retornó al Nuevo Santander a mediados de

1750 para fundar la que sería la capital de Tamaulipas.

La campaña colonizadora había sido dada a conocer en

todo el Virreinato y fueron convocados los habitantes de

las provincias vecinas a participar en ella, por lo que acu-

dieron numerosas familias de San Luis Potosí, Charcas

y Nuevo León ante la perspectiva de obtener tierras, co-

mo estaba ofrecido. Al llamamiento acudió el capitán Jo-

sé Olazarán (o de Olazarán), antiguo vecino del Nuevo Reino de León, quien a principios de 1750 se había es-

tablecido en la Boca de Caballeros, agregándose a unas

cien familias de pastores que apacentaban ganados para

las misiones de California y que tenían ya varios años

viviendo allí. Olazarán fue nombrado mayordomo de di-

cho pueblo e hizo construir casas a orillas del arroyo de San Marcos y bajo su dirección creció rápidamente el

hato. Enterado de la presencia de Escandón en aquellas

tierras, se presentó ante éste para concertar una inspec-

ción del lugar donde estaba establecido y para proponer

la fundación de una villa en dicho paraje.

En los autos de la fundación de Ciudad Victoria se dice

que el 2 de octubre de 1750 llegó Escandón al paraje

nombrado Boca de San Pedro,

con el fin de pasar y reconocer las familias del

capitán José de Olazarán, (que él) ha reclutado

y de que ya se tiene parte en este dicho sitio,

destinadas a la villa de Santa María de Aguayo

que se ha fundar (...)1.

Eran 24 familias y habían otras tantas que sólo

esperaban que se les permitiese entrar a poblar,

aparte de los indios pisones que se manifestaban

dispuestos a la reducción.

El día 6, Escandón convocó a los pobladores para to-

marles parecer acerca del lugar más adecuado para la

fundación, formándose entonces una comisión que re-

conocería la comarca y emitiría una opinión respecto al

mejor lugar; la responsabilidad recayó en fray Antonio

Ignacio Ciprián y los capitanes Felipe Téllez Girón, Juan Elias de Moctezuma, José de.,Olazarán, Santiago Sáiz,

Juan Crisóstomo Moctezuma y José de Guevara, quie-

nes recorrieron las tres bocas del río San Marcos, lla-

madas de San Pedro, de San Marcos y de Caballeros,

tomando una decisión favorable a un paraje situado a

un cuarto de legua de la Boca de San Marcos, sobre las

márgenes del río homónimo2.

En el acta de fundación se describe el lugar de la si-

guiente manera.

...elmás acodado de todas las faldas de aquella

Sierra Gorda, para poblar; su hermoso cielo, buen

temperamento, algo más frío que templado, mu-

cha agua para la Villa, huertas y riegos, facilfsi-

1 Manuel E. Guajardo. Tamaulipas histórico y literario. [s.l.],[s.e]. 1931, pp. 46-47.

2 Manuel E. Guajardo. Op. cit. pp. 57-58.

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ma saca de agua, buenos pastos admirables y

abundantísimas tierras... mucha madera de no- gal, encino y pino, a poca distancia, palma, cal,

madera, piedra, (...)3.

Se agrega que en la parte norte del arroyo "se funda

mañana la dicha Villa de Santa María de Aguayo, de la

Purísima Concepción". El documento está fechado el

6 de octubre de 1750. De lo anterior se desprende que

la fundación se efectuó el día siete, y así lo refieren varios autores, como Agustín López de la Cámara Alta,

pero el propio Escandón asevera en documentos poste-

riores que se realizó dicho acto e) 6 de octubre, fecha

en que oficialmente se conmemora la fundación de Ciu-

dad Victoria4.

El nombre que había de darse a la villa estaba decidido

días antes de la fundación, como queda visto, y estaba

dado en honor del 41 o. Virrey de la Nueva España, Don

Juan Francisco de Güemez Horcasitas y Aguayo, Primer

Conde Revillagigedo, principal promotor de la coloniza-

ción del Nuevo Santander. La denominación primordial

fue Villa de Santa María de Aguayo, aunque también

se le mencionaba como villa de Santa María del Refugio

de Aguayo, o simplemente, Aguayo. La villa, como su

nombre lo indica, fue puesta bajo la protección de la Vir- gen María, en su advocación de la Purísima Concepción,

y anexa a ella se fundó una misión para congregar a los

indígenas que recibió el nombre de Tres Palacios, con

la advocación de San Pedro Alcántara. La misión quedó

ubicada en la Boca de San Felipe, a una legua al noroeste

de Aguayo, en un ameno paraje, y estuvo a cargo del R.P. fray Antonio de Aréchiga.

En el mismo año de 1750 se mudó la villa del sitio

original, llamado Tamatán, al que en la actualidad co-

rresponde al centro de la ciudad, por motivos de seguri-

dad "frente a ataques de nativos [y] para dispensarse de las atrocidades de un enemigo feroz que no podían

escarmentar por las escarpaduras de la sierra donde se acogían"5. Esto evidencia que los aborígenes estaban

lejos de ser pacificados y'que constantemente hostiliza-

ban a los colonos, probablemente en respuesta a la agre-

sión española y mestiza. Aún ante esta situación, la Villa

de Aguayo progresó y se consolidaron sus habitantes

como productores agrícolas (maíz, frijol y caña de azú- car) y ganaderos; hubo años en que se produjeron dos

cosechas anuales6, fincándose desde entonces las ba-

ses de la economía actual de la región.

A pesar de su innegable progreso, Aguayo no tenía

influencia política en la colonia del Nuevo Santander,

pero sí poseía un alto valor estratégico desde el punto

de vista militar y económico, pues quedaba dentro de

la ruta comercial Tampico-Monterrey. Por eso, en 1811,

ya en plena Guerra de Independencia, el coronel realista

Joaquín Arredondo estableció en la villa su centro de

operaciones; éste había tomado la plaza a fuego y san-

gre el 12 de abril de ese año, y para el mes de diciembre

ya se expedían documentos "en la villa capital de Agua-

yo"7, convirtiéndose de hecho en capital de la Colonia;

funcionó como tal hasta el 15 de agosto de 1817, cuan-

do la sede de la Colonia pasó a San Carlos, abriéndose

una etapa en la que varias poblaciones acogieron a las

autoridades virreinales primero y republicanas después.

Hasta el 14 de noviembre de 1823 volvió la capital a

Aguayo, y en definitiva fue designada como tal el 20 de

abril de 1825, mediante el decreto número 29, expedido

por el Congreso Constituyentes del Estado Libre de las

Tamaulipas.

Este decreto le confería también el título de ciudad y cambiaba el nombre de Aguayo por el de Ciudad-

Victoria, denominación que le fue dada en memoria

del general Guadalupe Victoria (1785-1842), primer

presidente de los Estados Unidos Mexicanos. Dicho per-

sonaje, cuyo verdadero nombre, según consta en el

registro de su nacimiento, era el de José Miguel Ramón

Adaucto Fernañdez y Félix, originario de Tamazula, Du-

rango, había militado en las filas insurgentes en las que

llegó a descollar en diferentes acciones de guerra, to-

mando en el año de 1814 el nombre de Guadalupe Vic-

toria, en sustitución de el de Miguel Fernández Félix, con

que era conocido. Según él mismo explicaba, adoptó el

nombre de Guadalupe porque esta virgen era la patrona

del ejército insurgente, y Victoria, para significar la es-

peranza y empeño a la empresa a que se había

sumado8. Su período presidencial, primero en la histo-

ria del federalismo mexicano, abarcó del 10 de octubre

de 1824 al 21 de marzo de 1829; murió en Perote Ver.,

en 1842 y fue declarado Benemérito de la Patria el 25

de agosto de 1845.

Así, a los 75 años de existencia, la villa de Aguayo

perdió este nombre e inauguró una etapa como capital

del estado llamado entonces de las Tamaulipas; primero

se le conoció, según consta en el decreto, como Ciudad-

Victoria, y en la postrimerías del siglo XIX se le llamaba,

simplemente, Victoria, o bien Ciudad Victoria —sin

guión—, forma del nombre que ha prevalecido en todo

este siglo,

La consignación cartográfica de este nombre geográ-

fico ha sido de la siguiente manera: el Mapa de la Sie-

rra Gorda y Costa del Seno Mexicano, a escala de 10

leguas y que data del año 1792, la menciona como

3 Ibid., pp. 58-62.

4 Alejandro Prieto. Historia, geografía y estadística del estado de Tamaulipas. México, Manuel Porrúa, 1976, pp. 149-150.

5 Juan Fidel Zorrilla. El poder colonial en Nuevo Santander. Méxi- co, Manuel Porrúa, 1976, p. 150.

6 Ibid., p. 154.

22

7 Ibid., p. 278.

8 José María Miguel I. Verges. Diccionario de Insurgentes. Méxi- co, Ed. Porrúa, 1 969, p. 598.

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"Aguayo"^; Antonio García Cubas, en su Atlas Geo-

gráfico, Estadístico e Histórico de la República Mexi-

cana, de 1858, lo cita así: "Ciudad Victoria (Aguayo)";

el Atlas Miniatura de la República Mexicana publica-

do en 1902 por Eduardo Noriega lo registra como "Vic-

toria"; por último, la Comisión Intersecretarial Coordi-

nadora del Levantamiento de la Carta Geográfica de la

República Mexicana registra el nombre de "Ciudad Vic-

toria" en la hoja de clave 14Q-I de dicha carta, elabora-

da en 1958 a la escala de 1:500 000.

La diplomática también se ocupa de este nombre geo-

gráfico. Como ejemplo de lo anterior puede mencionar-

se el Diario de la visita de inspección realizada a la Colo-

nia del Nuevo Santander por el Capitán José Tienda de

Cuervo en 1 757, en donde se hace una descripción de

la Villa de Aguayo; otros documentos dignos de mención

son: el Decreto No. 48 del Congreso Constitucional del

Estado Libre de las Tamaulipas, en el que se dispone la

creación del Instituto Hidalguiano Tamaulipeco, estable-

cimiento de instrucción pública, literaria y científica, que

está fechado en Ciudad-Victoria el 4 de noviembre de

183010; también, el decreto No. 59, expedido por el XVI

Congreso Constitucional del Estado Libre y Soberano de

Tamaulipas el 29 de noviembre de 1900 en "C. Victo-

ria", mediante el cual se autoriza el establecimiento en

el Instituto del Estado las carrera de abogado y escriba-

no público11. Como ya se mencionó, a lo largo del pre-

sente siglo la denominación de Ciudad Victoria es de uso

general en todo tipo de documentos, entre ellos el Pe-

riódico Oficial del Gobierno Constitucional del Estado,

que se edita en "Ciudad Victoria".

La capital tamaulipeca, en sus 236 años de vida, ha

llevado en su nombre la presencia de dos gobernadores

del país; primero, la del Conde de Revillagigedo, 41o.

Virrey de la Nueva España, y luego ha inmortalizado el

del primer presidente de México. La pequeña e incierta

comunidad rural que fuera establecida formalmente por Escandón en 1750, se ha convertido en la actualidad

en el poderoso centro político y económico de una de

las regiones con mejores perspectivas de la República.

Luis Velasco y Mendoza. Repoblación de Tampico. México, Im- prenta "Manuel León Sánchez", 1942, mapa anexo. 11 Ibid., pp. 58-59

10 Vidal E. Covián Martínez. La educación superior en Tamaulipas. Ciudad Victoria, [s e.], 1968, pp. 54-58.

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Colima

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COLIMA. Nombre de la ciudad capital del estado de la

misma denominación y cabecera del municipio de Coli-

ma, con clave geoestadística 060020001. Localizada

en la parte occidental de la República Mexicana, sus

coordenadas geográficas son: 19°14'26" de latitud

norte, 103°43'21" de longitud oeste y 500 metros de altura sobre el nivel del mar. Se encuentra ubicada en

la carta topográfica que elabora el INEGI, en la hoja de

clave E1 3-B44, de escala 1 :50 000.

Durante la época prehispánica el náhuatl era el idioma

predominante de la región, no obstante la gran variedad

de lenguas que en ella se hablaban. Y es en el náhuatl

donde Colima encuentra su génesis, derivado del nombre

geográfico original: Coiliman, cuyas raíces son: colli,

abuelo; y maitl, mano. Es evidente el simbolismo que

tales raíces lingüísticas encierran, lo que ha dado lugar

a que surgieran diversas interpretaciones en busca de su significado. Se le adjudica, por ejemplo: "Lugar con-

quistado por nuestros abuelos", o bien "Lo que conquis-

taron nuestros abuelos", ambos, puede decirse, con una

misma idea. Pero también se le interpreta como "Lugar

donde domina el dios viejo o dios del fuego", presumien-

do que el significado alude al activo volcán Colima que, efectivamente domina en esa región.

Algunos historiadores opinan que dos de las ocho tri-

bus de nahoas, los huejotzincas y matlazincas, fueron los

pobladores originales de lo que hoy es Colima, aunque

los estudios arqueológicos parecen indicar que existió una gran diversidad cultural la cual presenta poca simi-

litud con la arqueología del centro de México

A la llegada de los españoles, el territorio de Colima

no parece haber estado políticamente unificado, encon-

trándose en la parte central la provincia del Colimotl, lla-

mada así por su caudillo; el valle de Tecomán, poblado

por ios tecos, que representaban una unidad aparte cuya

raza, descendiente de la familia nahoa-tolteca, ocupaba

la provincia o reino de Coiliman, con su centro político

en Caxitlan; al oeste del río Colima, se localizaba la pro-

vincia de Tepetitango y los valles de Alima y Cihuatlán;

así como la región del Motín que también pertenecía a

Colima, y aún cuando en varias ocasiones se unieron es- tas tribus para combatir a los purépechas, con objeto

de defender el salitre de las playas de Sayula, se descarta

la idea de que permanecían unidos mediante una confe- deración, por la ausencia de grandes centros ceremoniales.

La primera noticia que tuvo Cortés de la existencia de

Colima, fue a través de la información de unos mensa-

jeros tarascos quienes le dijeron que para pasar a ta mar

del sur, había de ser por tierra de un gran señor con quie-

nes ellos tanían guerra.

En 1522 llegó la primera expedición española al anti-

guo reino de Coiliman encabezada por Juan Alvarez Chi-

co, quien fue derrotado por el rey de Colima al atravesar

la barranca de Alima; le seguió Cristóbal de Olid, que

también fue derrotado. La mejor información sobre este

acontencimieto la da Cortés en su Cuarta Carta de Rela-

ción, fechada el 1 5 de octubre de 1524:

E yendo este dicho capitán y gente a la dicha ciu-

dad de Zacatula, tuvieron noticia de una gran

provincia que se dice Coliman... Y con la gente

que llevaba, y con mucha de los amigos de aque-

lla provincia de Mechuacan, fué allá sin mi licen-

cia, y entró algunas jornadas, donde hubo con los naturales algunos reencuentros, y aunque

eran cuarenta de caballo y más de cien peones,

ballesteros y rodeleros, los desbarataron y echa-

ron fuera de la tierra, y les mataron tres españo-

les y mucha gente de los amigos, y se fueron a

la dicha ciudad de Zacatula, e sabido por mi,

mandé traer preso al capitán, y le castigué su

inobediencia.

Posteriormente envió Cortés al capitán Gonzalo de Sandoval, que con falsa retirada triunfó sobre sus va-

lientes enemigos en Tecomán, fundando después en

Caxitlan la villa de San Sebastián de Colima, el 25 de

julio de 1 5231.

En 1524, Francisco Cortés de San Buenaventura,

sobrino de Hernán Cortés, vino a Colima a administrar

la provincia, con el nombramiento de Comandante y Al-

cade Mayor, Cortés de San Buenaventura traía instruc- ciones de realizar el cambio de la villa, porque los vecinos

se quejaban de la insalubridad del lugar así como de lo

extremoso del clima, también, para estar más cerca de

las minas; sin embargo, en 1526 Francisco Cortés fue

reemplazado, como Alcalde Mayor y Capitán de Colima,

por Francisco de Orduña, por lo que se llevó a cabo el

traslado de la Villa hasta el 20 de enero de 1 5272 . La nueva fundación tuvo lugar en el sitio donde se asentaba

1 Juan Oseguera Velázquez. Tecomán, ejemplo de desarrollo re- gional; dedicado al 450 aniversario de la fundación de la villa de Colima en 1523. México, EDDI3A, 1982, p. 62 La fecha de la fundación es la acordada en la asamblea de mesa redonda que sobre el tema "Fundación de la ciudad de Colima", organizó el Comité de la Primera Feria y Exposición del Libro de Autor Colímense, el día 1 9 de septiembre de 1971.

2 Ibidem, p. 61. Fecha aceptada en junio de 1954 como la más ve- rídica, después de un año de discusión entre varios historiadores como Luis Páez Brotchie, Felipe Sevilla del Río y Juan Oseguera Velázquez.

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el pueblo de Tuspa, llamándole "Villa de San Sebastian

de la Provincia de Colima", asociado el nombre de San

Sebastian por el día de su fundación, el 20 de enero,

que se festeja a San Sebastian. El documento más anti- guo que se conoce de la villa de Colima, es el acta del

Cabildo levantada en 1532. En ese mismo año, vivían

en la villa 51 españoles, de los cuales 48 eran encomen-

deros, y sólo Juan de Aguilar tenía esposa cuyo nombre

era Ana Martel y fue la primera mujer española que vi-

vió en Colima.

Hernán Cortés estuvo varias veces en la villa de Colima

y fue desde este lugar donde el día 9 de enero de 1535,

ante varios testigos y en presencia de dos escribanos de

los reyes de España, fundó el marquesado del Valle

de Oaxaca.

En 1540, el primer virrey de la Nueva España, Don

Antonio de Mendoza, visitó la villa y salió de ella huyen-

do por las calenturas que allí lo atacaron durante seis

días, y en Jacona ordenó que se construyera el camino

real de Colima, camino de herradura que hasta 1908 fue

el único medio de comunicación con que contaba esta

ciudad.

La confirmación del título de villa la obtuvo en 1554,

por Cédula Real de Felipe II de España (aunque esto no

es muy aceptado por algunos historiadores), con el título

de "Muy Noble y Leal Villa de Santiago de los Caballe- ros de la Provincia de Colima". Sin embargo, tanto el

nombre de San Sebastian como el de Santiago de los

Caballeros no fueron de gran consideración, cayendo en

desuso en el mismo siglo de su fundación, prevaleciendo

únicamente el de Colima.

En algunos documentos se consignaba como Santia-

go de los Caballeros, pero el documento que sin duda

es el más importante para la historia de Colima de la épo-

ca de la conquista, sólo consigna el nombre de Colima

tanto para la provincia como para la villa. ("Breve Rela-

ción Sumaria de 200 Pueblos de la Provincia de Colima",

en la visita que hizo a ésta, el licenciado Lorenzo Lebrón

de Quiñones a partir de 1551, fechado en Taximaroa,

hoy Ciudad Hidalgo, el 10 de septiembre de 1554).

El 10 de septiembre de 1824 se le concedió el título

de ciudad a la antigua villa, con el mismo nombre con que había sido conocida desde su fundación, o sea

Colima, y desde entonces, salvo en períodos de inesta-

bilidad, fue sede de los poderes locales, quedando final-

mente como capital del Estado de Colima, con el mismo

nombre, el 16 de octubre de 1857 de acuerdo a la pri-

mera constitución del Estado.

En la cartografía histórica en que se representa este

lugar, se puede apreciar la estabilidad del nombre Coli-

ma, como puede observarse en: Mapa de la provincia

de Colima en 1554, según ta relación del visitador Le-

brón de Quiñones, por Carl Saver, 1948, se encuentra

como VILLA DE COLIMA3. Asimismo en: Obispado de

Michoacán por Marcos Lucio, 1648. Esc.35 leguas:

COLIMA4; en Nova Hispania et Nova Galicia, Willem Jansz

Blaen. 1660. Esc. 15 millas españolas: COLIMA5; en Ma-

pa de los términos de la provincia de Colima v Motines;

1684. Francisco Pérez de Falencia: COLIMA6; en Inten-

dencia de Valladolid de Michoacán, 1787: COLIMA7 en

Atlas Geográfico Estadístico e Histórico de la Repúbli-

ca Mexicana, Antonio García Cubas 1958a.

En el Archivo Histórico de Integración Territorial, el

nombre de Colima no ha presentando ningún cambio y

se ha registrado de esta manera, con categoría política

de ciudad. Así mismo los documentos tanto oficiales

como de otra índole no han consignado ninguna varia-

ción en su denominación, esto prueba la amplia acep-

tación y reconocimiento de dicho nombre.

3 J. Antonio Calderón Quijano (Director). Documentos para la historia de! estado de Colima, siglos XVI-XIX. México. Consorcio Minero Benito Juárez-Peña Colorada, 1 979.

4 Ibidem.

5 Ibidem.

6 Ibidem.

7 Ibidem.

8 Antonio García Cubas. Atlas Geográfico, Estadístico e Histórico de la República Mexicana. México, Imprenta de José Mariano Fer- nández de Lara, 1858.

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CUERNAVACA. Es el nombre geográfico que identifi-

ca a la localidad geoestadísticamente codificada con la

clave 170070001, que ostenta la categoría política de

Ciudad y ejerce las funciones político-administrativas de

Cabecera del Municipio de Cuernavaca y Capital del Es-

tado de Morelos.

Geográficamente localizada a los 18°56'25" de latitud

norte, 99°14'07" de longitud oeste y a 1 480 metros de altura sobre el nivel del mar, la ciudad se asienta al norte

del valle ae Cuernavaca, en la vertiente sur de una deriva-

ción del Eje Volcánico llamada sierra del Ajusco. Este valle

se forma a partir de espesos sedimientos y aluviones que

contienen cantos rodados de andesitas y basaltos. Lo rie-

ga gran cantidad de escurrideros que descienden del Eje

Volcánico, tributarios del río Amacuzac, afluente, a su vez, del Balsas. En el valle priva un clima semicátido y

semihúmedo, lluvioso de mayo a octubre. La vegetación corresponde a la de selva baja decidua1.

El área urbana de Cuernavaca se sitúa entre los ríos Apa-

tlaco y Amatitlán. Es un importante centro turístico por sus

diversas artesanías, en que destaca la orfebrería de plata,

ta cestería y peletería. Se agregan a los mencionados, otros

atractivos, como sus monumentos coloniales, especialmente

la catedral, que fue convento franciscano del siglo XVI y

el Palacio de Gobierno, que fue el palacio del conquistador

Hernán Cortés; además de que se encuentra rodeada de

famosos balnearios2. Dentro de su misma imagen turísti-

ca, por el clima de que goza se le ha dado el mote de "La

Ciudad de la Eterna Primavera".

Los primeros asentamientos humanos en el valle de

Cuernavaca datan de unos 1 500 a.C. Su esplendor, sin

embargo, comienza hasta el siglo XII, con la llegada de

la 5a. tribu nahuatlaca: los tlahuicas. Los tlahuicas se

extendieron por todo el territorio del actual estado de Mo-

relos, pero el principal de sus centros lo instalaron en

el lugar que hoy ocupa la ciudad de Cuernavaca3. A su

llegada a este lugar los tlahuicas lo llamaron: Cuauhnáhuac.

El Diccionario de Molina atribuye a Cuauhnáhuac el

significado de "cerca o junto a los árboles"; para el Có- dice Aubin, Cuauhnáhuac significa "cerca del bosque

o en la orilla de la arboleda", que se deriva de cuauhuitl,

1 Angel Garibay K. Diccionario Porrúa de historia, biografía y geo- grafía de México. 4a. ed. corregida y aumentada con un suple- mento. México, Ed. Porrúa, 1976, t.L, p. 568.

2 tbídem

3 José Rogelio Alvarez (director). Enciclopedia de México. 3a. ed. México, Ed. Enciclopedia de México, 1978, t. Ill, pp. 221-222.

árbol, y náhuac, junto, cerca, en compañía, hacia, detrás

o en la superficie. El Códice Mendocino representa a Cuauhnáhuac por un jeroglífico en forma de árbol, con

una abertura bucal a la que surge la vírgula de la

palabra4. En todo caso, claramente se observa que el

nombre geográfico encontró su motivación en la abun-

dancia arbórea del lugar, y partiendo de tal consideración

podemos clasificarlo como un fitotopónimo.

Cuauhnáhuac se desarrolló como un reino poderoso,

y aunque México-Tenochtitlan le hizo sentir la fuerza de

su hegemonía desde 13795, nunca logró dominarlo por

completo6.

Los conquistadores españoles se apoderaron de

Cuauhnáhuac el 13 de octubre de 1521. A su llegada

se encontraron un lugar de abrupta topografía, numerosa

población y abundantes huertas, donde las innumerables

barrancas eran atravesadas por puentes colgantes de

madera atada con lianas y bejucos. Y allí mismo se asen-

taron, porque la política señalada por Cortés era la de

conservar los asentamientos indígenas y poblarlos con

españoles7. Así el 2 de enero de 1529, los franciscanos fundaron en Cuauhnáhuac el 5o. convento de su orden8.

Hallándose Cortés en España, Carlos V le otorgó el títu-

lo de Marqués del Valle de Oaxaca y el cargo de Capitán

General de la Nueva España, por real cédula del 6 de julio

de 1 529. La prerrogativa concedía un señorío sobre 11 500

kilómetros cuadrados de territorio; que, sin embargo, no

constituían una unidad geográfica, pues lo formaban áreas

territoriales separadas entre sí hasta por 700 km. Sus prin-

cipales cabeceras se hallaban en la Alcaldía Mayor de las

Cuatro Villas Marquesanas (Oaxaca), el Corregimiento de

Toluca, el Corregimiento de Coyoacán y la Alcaldía Mayor

de Cuernavaca9.

El nombre de Cuernavaca es la consecuencia de que los

españoles no pudieran captar correctamente la fonética de

Cuauhnáhuac y de inmediato trataron de adecuarlo

a la pronunciación castellana. Cortés, en sus Cartas de

relación, lo apunta como "Coadalvaca"; otros, lo es-

4 Ibidem. Los entrecomillados aparecen así en la fuente.

5 Ibfd.

6 Valentín López González, "Morelos", en Fernando Zertuche Muñoz (director). El territorio mexicano; tomo II: Los estados. México, Instituto Mexicano del Seguro Social, 1982, pp. 365-367.

7 Ibidem.

8 Enciclopedia de México, t. Ill, p. 223.

9 Ibidem, t. IX, p. 479; t. VIII, p. 288.

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criben "Cuatlavaca"lu El uso repetido rápidamente le

dio su forma actual. Tan rápidamente que ya como

"Cuernabaca" lo consigna el cartógrafo holandés Abraham

Orteiius en el mapa "Hispania! Navae sivae magnae, rece-

ris et vera descriptio", que es el número seis del primer atlas

que se haya publicado en el mundo, conocido como Atlas

de Orteiius, dado a la luz en 157911.

Mucha fue la fama de Cuauhnáhuac en la época pre-

hispánica y mucho continuó siendo su prestigio durante

toda la época colonial. El nombre, desde luego, siguió destacando en ta cartografía, y nuevamente como

"Cuernabaca" lo vemos consignado en Nova Hispania

et Nova Galicia12, realizado por el holandés Guiljelmus

Blaeu en 1640. Pero para mediados del siglo XVIII em-

pieza a fijarse la "v" en su escritura, así se encuentra

en el Mapa de la villa de Cuernavaca v su jurisdicción..

Estado del Valle, Nueva España, que realizara en 1743

cartógrafo desconocido, por orden del alcalde mayor de Cuernavaca, Lorenzo Antonio Correa y Troncoso, en cum-

plimiento de la real cédula del 19 de julio de 1741, ex-

pedida por el rey Felipe V13.

Al declararse la Independencia Nacional, y después de

la República Federal, se conservó con pocas variaciones

la división territorial en intendencias que había en la Co- lonia, pasando las intendencias a constituirse en estados

federales. Así, la Intendencia de México se convirtió en

el Estado de México; siendo su enorme extensión divi-

dida en ocho distritos. Correspondió a Cuernavaca fungir

como la Cabecera del 2o. Distrito14, y el título de Ciudad

le fue concedido el 14 de octubre de 183415.

Triunfante el Plan de Ayutla, que derribó del poder al

general Antonio López de Santa Anna, Cuernavaca se

convirtió brevemente en la Capital de la República, y en

ella se hizo la elección del nuevo Presidente, recayendo la responsabilidad en el caudillo de la victoriosa revolu-

ción, general Juan Alvarez. Desde allí mismo, Alvarez

promulgó el decreto del 16 de octubre de 1855, sen-

tando las bases para elegir los diputados constituyentes

que finalmente darían a México la Constitución Federal

del 5 de febrero de 185716.

El 14 de noviembre de 1861 el Congreso del Estado

rie-México le dio como nombre oficial el de "Cuernavaca

10 Ibidem, t. II!, p. 221.

11 Documento número 8 del anexo "Planos y Mapas", en El territorio mexicano, ant. cit.

12 México, Secretaría de Programación y Presupuesto. Atlas Carto- gráfico Histórico. México, Dirección General de Geografía, pp. 122-123.

13 López González, "Morelos", ant. cit., p. 369.

14 Ibidem, p. 370.

15 Enciclopedia..., t. Ill, p. 223.

16 López González, p. 3 73.

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de Iturbide"11, lo cual ninguna repercursión tuvo en el uso y la costumbre. Vemos, por ejemplo, que el ingeniero

Manuel Rincón elabora en 1866 un plano con escala nu- mérica 1:2 000, al que titula: Plano detallado de una par-

te de la ciudad de Cuernavaca18, así sencillamente, sin el apéndice "de Iturbide".

La propuesta en el Congreso Constituyente de segre-

gar del Estado de México los distritos de Cuernavaca y

Cuautla, para integrarlos al de Guerrero, dio lugar a una larga discusión, de la que surgió la idea de crear un nuevo

estado federal. Por otra parte, la gran extensión del te-

rritorio de Estado de México dificultaba mucho combatir

a tantas gavillas de bandoleros y de alzados como en

ella operaban, razón por la cual se dividió el estado en

tres distritos militares autónomos, quedando Cuernavaca

como capital del 2o. de ellos. Ya derrotado el Imperio

de Maximiliano, el gran número de solicitudes ante la

Presidencia de la Republic ' y ante el Congreso Federal

para que el 2o. distrito del Estado de México conservara

su autonomía, le devolvió su vigencia a la idea de crear

un nuevo estado federal. La ciudad de Cuernavaca sumó su propia solicitud a las anteriores el 3 de septiembre

de 1868. Por fin, el 17 de abril de 1869 se promulgó

el decreto que creaba un nuevo estado federal, que habría

de llevar el nombre de Morelos, pero hasta el siguiente día

16 de noviembre se expidió el decreto número 19, nom- brando a Cuernavaca Ciudad Capital del Estado de

Morelos19. El agregado "de Iturbide" fue relegado al olvido.

Ninguna variación ha tenido este nombre geográfico has-

ta la fecha. Como "Cuernavaca" lo vemos consignado en

Carpa general del estado de Morelos20, realizada por la Comisión Geográfica Exploradora y publicada en 1910.

También así se le consigna en la carta "Morelos", núm.

17 del Atlas geográfico de los Estados Unidos Mexica-

nos, publicado por la Secretaría de Agricultura y Ganadería

en 197221; en Estados Unidos Mexicanos, carta geográ-

fica 1:5 000 000, publicada por la Secretaría de Progra-

mación y Presupuesto en 197922; y en la hoja "Estado de Morelos", en Mapa de carreteras, publicado por la Secre-

taría de Asentamientos Humanos, y Obras Públicas en

198023.

17 Ibidem, p 375.

18 Ibid., p. 372.

19 Ibid., pp. 373 376.

20 Ibid., p. 379.

21 México, Secretaría de Agricultura y Ganadería, Atias geográfico de los Estados Unidos Mexicanos. México, Dirección de Geografía- Metereología, 1972, hoja 17.

22 México, Secretaría de Programación y Presupuesto. Estados Uni- dos Mexicanos, carta geográfica esc. 1:5 000 000. México, Di- rección General de Geografía, 1 979.

23 México, Secretaría de Asentamientos Humanos y Obras Públicas. Mapa de carreteras. México, Dirección General de Análisis de In- versiones, 1980, hoja 17

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Culiacán

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CULI AC AN. Nombre que recibe la ciudad capital del estado de Sinaloa y cabecera del municipio de Culiacán

con clave geoestadística 2 50060001, ubicada en la

confluencia de los ríos Humaya y Tamazula a 24°48'07"

de latitud norte, 107°29'13" de longitud oeste y 50 me-

tros de altitud. En la carta topográfica elaborada por el

INEGI, se encuentra representada en la hoja de clave

G1 3-C52, de escala 1 :50 000.

La palabra Culiacán es de origen náhuatl. En cuanto

a su significado se han dado varias interpretaciones co-

mo son: "Lugar encorvado", "Pueblo de Culebras",

"río de vueltas" y otras, pero sin duda, la más generali-

zada es la que menciona el decreto No. 1 3 del 2 5 de

mayo de 1 960, que aprueba el escudo oficial del mu-

nicipio de Culiacán y el decreto No. 241 de fecha 1 7

de noviembre de 1 958, mediante el cual se autoriza a

su vez el uso oficial del escudo del estado de Sinaloa; dicho escudo en uno de sus cuarteles simboliza a la

ciudad de Culiacán con su jeroglífico, representado por

el dios Coltzin; a su vez la interpretación de esta palabra

está basada en la MITOLOGIA NAHUATL de Cecilio

A. Robelo1 y se deriva de Col-hua-can o cul-hua-can; la

partícula col, procede de Coltzin, denominación del

dios que dio nombre a la tribu colhua, compuesto de

coltic, torcido y tzin reverenciado, y se interpreta "El

dios torcido o inclinado"; la partícula hua significa po-

sesivo y can, lugar, dando como resultado interpretati-

vo "Lugar de los que tienen o adoran el dios Coltzin".

Según estudios recientes2 la tribu colhua, como par-

te de las tribus nahoas que peregrinaban hacia el

centro de la altiplanicie, llegó a la región donde se en-

cuentra actualmente la ciudad de Culiacán, en la

confluencia de los ríos Humaya y Tamazula; el lugar era

llamado probablemente Batacudea, nombre con que el

río Tamazula era conocido3, encontrando en este sitio a

una vieja ciudad establecida muchos miles de años an-

tes, por lo cual los colhuas fundaron a cierta distancia

su pueblo, que transcurridos los años sería el Huey

Culhuacan (Viejo Culhuacan), localizado en la región

del actual Culiacancíto. Este pueblo es el que dejaron los colhuas al continuar su peregrinación y establecer-

1 Sinaloa, Estado. El escudo sinaloense.Culiacán Rosales, Ed. del Gobierno del Estado de Sinaloa, 1 967, p. 1 7.

2 Congreso Mexicano de Historia. Estudios Históricos de Sinaloa. Culiacán, 1955. México, 1 960, pp. 95-101.

3 Alonso de la Mota y Escobar. Descripción geográfica de los reinos de Nueva Galicia, Nueva Vizcaya y Nuevo León. 2a ed. México, Ed. Pedro Robredo, 1940 n. 100.

se en el Culhuacan del Valle de México, dando a este

nuevo asentamiento el nombre de Culhuacan en me-

moria del antiguo, que había dejado en el norte, el que

en ese entonces llamaron Huey Culhuacan.

Los colhuas que se quedaron en el viejo Culhuacan

pronto dominaron a las demás tribus y se cambiaron de

su antiguo pueblo a la región del actual Culiacán,

trasladando también el nombre. Por consiguiente, a la

llegada de los españoles, existía un Huey Culhuacan que había sido abandonado, y el pueblo de Culhuacan,

localizado en el mismo lugar donde se encuentra

actualmente.

A fines de 1 530 llegó Ñuño de Guzmán a lo que hoy

es el estado de Sinaloa, tocando como primer punto Chiametla; continuó a Quetzalan y después hacia

Piaxtla, donde comenzaba la provincia de Culiacán,

que se extendía hacia el norte hasta Mocorito. Ya en

esta provincia, a principios de 1 531 , Ñuño de Guzmán

mandó a Cristóbal de Oñate a buscar un lugar propicio

para establecer una villa; llegaron pues hasta el río

Aguatan o Ciguatán, como se llamaba anteriormente al

río San Lorenzo, y en la margen de éste, frente al

pueblo de Navito, se decidió fundar la villa a la que Ñu- ño puso por nombre San Miguel. La fundación se llevó a cabo el día 29 de septiembre de 1531*, nombran-

do a Diego de Proaño como Alcalde Mayor.

Posteriormente, quizás porque el lugar en el que se

encontraba la villa no era propicio para los vecinos, és- tos se trasladaron al pueblo de Navito, denominando al lu-

gar "Villa de San Miguel de Navito"; tiempo después

los habitantes de esta villa, encabezados por Melchor

Díaz, fueron trasladándose al pueblo de Culiacán, que

presentaba mejores condiciones;, esto dio lugar a que el nombre de San Miguel, que originalmente Ñuño de

Guzmán diera a la fundación hecha por él, se cambiara

primero al Navito y luego al poblado indígena de Cu-

liacán, al cual se le comenzó a llamar San Miguel de Culiacán.

De ese modo San Miguel de Culiacán pronto ad-

quirió gran importancia, convirtiéndose en centro de

operaciones para la exploración y colonización del no-

roeste; así, en 1 538 partió de este lugar Fray Marcos

de Niza, acompañado del negro Estebanico, hacia los

legendarios reinos de Cívola y Quivira. En 1 540 tam-

bién de aquí partió Francisco Vázquez de Coronado

* Esta fecha se toma como fundación de la ciudad de Culiacán, pero

en realidad se trata de la villa de San Miguel que, físicamente, se

hallaba en un lugar diferente al de la actual capital Sinaloense.

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rumbo al norte y posteriormente Francisco de Ibarra lle-

gó a este lugar, desde donde pasó a conquistar las pro-

vincias de Chiametla y Sinaloa. La evangelización del

noroeste también comenzó en San Miguel de Culiacán,

a donde llegó el padre Gonzalo de Tapia hacia el año de

1 590.

A finales del siglo XVI, la villa de San Miguel de Cu- liacán fue decayendo hasta convertirse en un lugar casi

despoblado; sin embargo, conservó su nombre hasta

mediados del siglo XVIII. Con dicha denominación se

encuentra referido en documentos de diversa índole

que corresponden a esa época, pero la cartografía his-

tórica que consigna este lugar lo menciona como Cu-

liacán, como puede observarse en: "CULIACANAE

AMERICAE REGIONIS DESCRIPTIO"4, 1 584; "AME- RICA SETTENTRIONALE COLLE NUOVE

SCOPERLE"... "FIN ALL'ANNO 1688"5; "AMERI-

QUE SEPTENTRIONALES.. H. IALLOT 1 6946; "PLA-

NO COROGRAPHICO Y HIDROGRAFICO DE LAS TRES

PROVINCIAS DE SONORA OSTIMURI Y SINALOA" por DON FRANCISCO ALVAREZ BARREIRO, 1 7277.

En 1 793 se le confirmó el título de villa con la denomi-

nación de Culiacán, pues para esta época había perdido

casi por completo el nombre de San Miguel. Posteriormen-

te, al ser consumada la Independencia, el Poder Ejecutivo

Federal separó a las provincias de Sonora y Sinaloa,

conforme al decreto No. 1 07 de fecha 2 1 de julio de

1 823, y se declaró a Culiacán capital del estado de Si-

naloa, elevando su categoría política a la de ciudad; al

año siguiente se unieron nuevamente las dos provin-

cias formando el Estado Interno de Occidente, cuya ca-

pital pasó a ser la villa de El Fuerte; después se designó

capital al mineral de Cósala y tras algunos cambios, a

causa de las disputas por la separación y unificación de

estas provincias, el 1 3 de octubre de 1 830 e) Congre-

so General dividió al Estado de Occidente, quedando la

ciudad de Culiacán nuevamente como capital del Esta-

do de Sinaloa.

Por diversas circustancias, varias veces se trasladó

la capital del Estado al puerto de Mazatlán, pero en julio

de 1 867 el Presidente Benito Juárez expidió un decre- to ordenando que todas las capitales de los estado que

residiesen en la costa fuesen trasladadas a lugares de

4 Congreso Mexicano de Historia..., p. 107. 5 Fernando Zertuche Muñoz (director). El territorio mexicano. Mé-

xico, Instituto Mexicano del Seguro Social, 1982 tomo II p 545.

6 México-Secretaría de Programación y Presupuesto. Atlas Car- tográfico Histórico. México, Dirección General de Geografía 1 982, pp. 54-55.

7 Fernando Zertuche Muñoz. Op. cit., tomo II, p. 546.

tierra dentro, para tener un mejor control y mayor vigi-

lancia de los Poderes Estatales, ya que en los puertos

habilitados resultaba muy inconveniente por la constante

amenaza a que estaban expuestos. Por este motivo, el

gobernador Eustaquio Buelna cambió la capital del es-

tado de Sinaloa, de Mazatlán a Culiacán, según el

decreto del 20 de septiembre de 1873, el cual fue

publicado en el Boletín Oficial del Estado el 4 de oc-

tubre del mismo año.

Según el decreto No. 27 de fecha 21 de septiembre

de 1 868, expedido por el Congreso Constitucional del

Estado, representado por el gobernador Domingo Rubí,

a partir de esta fecha se le anexa a la ciudad de Cu- liacán la denominación de Rosales, quedando como

Culiacán Rosales, en honor del general Antonio Rosa-

les (1 822-1 865), originario de Juchipila, Zacatecas,

que murió en Alamos, Sonora, en combate contra el

ejército francés el 24 de septiembre de 1 865 y que a

raíz de su muerte fue declarado benemérito por el esta-

do de Sinaloa, ya que su actuación en esta entidad fue

de gran importancia; combatió también contra los

americanos en 1 847, fue gobernador y comandante militar del estado en 1 864 y 1 865, fue ascendido a

general por el gobierno republicano de don Benito

Juárez.

La denominación de Culiacán Rosales no trascendió

a pesar de haoerse realizado el cambio mediante decre-

to, por lo que continuó llamándose únicamente Cu-

liacán; así que en 1 923, cuando los restos del general

Antonio Rosales fueron trasladados al Panteón de Do- lores de la ciudad de México, se volvió a oromover el

nombre de Culiacán Rosales sin que se lograra estable- cer definitivamente dicha denominación.

El Catálogo Histórico de Integración Territorial a tra-

vés de los Censos de Población, desde el año 1 900

hasta 1 960, venían registrando este lugar como Cu- liacán únicamente, pero a partir de 1 967 el nombre de

Culiacán Rosales es ratificado mediante el Oficio No.

900 de la Secretaría General del Gobierno del Estado

de Sinaloa de fecha 2 2 de mayo de dicho año, y es a partir de entonces cuando ha comenzado a emplearse

la denominación oficial encontrándose ya algunas

publicaciones que hablan de Culiacán Rosales pero en

la mayoría es empleado únicamente Culiacán. Asimis-

mo, tanto los oficios como documentos del gobierno

del estado emplean indistintamente ambas denomina- ciones, sin que a la fecha logre unificarse o darse el

nombre completo de esta localidad en todos los ámbi-

tos. Por otra parte, la cartografía, que constituye un medio eficaz para la divulgación de los nombres geo-

gráficos, generalmente ha venido empleando sólo el

nombre de Culiacan.

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Chetumal

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CHETUMAL. Nombre de la capital del estado de Quin-

tana Roo y cabecera del municipio de Othón P. Blanco,

con clave geoestadística 230040001; localizada a los

18°30'22" de latitud norte y a una altura sobre el ni-

vel del mar de 1 0 metros; posición geográfica que

corresponde al extremo sureste de la península de Yu-

catán, junto a la Bahía de Chetumal y sobre la desem-

bocadura del río Hondo. Ciudad que cuenta con una

población de 94 1 58 habitantes1 y también es puerto

de altura y cabotaje. Su imagen actual de ciudad mo-

derna, es consecuencia de la reciente reconstrucción

realizada en virtud de los grandes daños causados por

el ciclón Janet que azotó la población en el año de

1 955, reconstrucción que refleja "el vigor de un

pueblo que nunca estuvo dispuesto a dejarse vencer

por el infortunio, ni por la fuerza desatada de la natura-

leza"2.

No obstante a su citada imagen y contra lo que se

pueda pensar, la ciudad y su nombre cuentan con una

gran tradición histórica que se remonta hasta la época

prehispánica, tiempo en que la actual península yuca-

teca se encontraba dividida en pequeños y numerosos

cacicazgos, formados como resultado de las constantes y

largas guerras internas que significaron la decadencia de

los grandes imperios mayas, y en consecuencia, su des- organización política y social. Los principales cacicazgos

que existieron en lo que hoy es el actual territorio del esta-

do de Quintana Roo fueron: "Ekab, Chauc-há, Tazaes y

Cupules, en el norte y en el centro, y la mayor parte de

Cochuah e íntegro Chetumal, en el sur"3. Este último se extendía hasta el extremo sudorienta! de la península, co-

lindando al norte con los cacicazgos de Ekab y Cochuah,

por el oriente con el mar Caribe, comprendiendo las

bahías de la Ascención, del Espíritu Santo y la misma

Chetumal. Al sur con el cacicazgo de Peten-ltzá y al po-

niente con el de Ceh-Aché. Tenía como gobernante a la

familia Chan, y por capital la población también llamada

Chetumal, ya que, como es bien sabido, todo el territorio

sometido recibía el nombre de la población donde vivía o se establecía el cacique. Aquí cabe observar que el caci-

cazgo referido fue conocido también con los nombres de

Bakhalal, Uaymil y Ziyancaán4; probablemente por ios

constantes cambios del poder que se sucedieron en ese

tiempo, y que generaban el crecimiento de la población,

alcanzando ésta una jerarquía predominante, prueba de

ello, es que fue muy común el denominar un cacicazgo

con dos nombres simultáneamente, que correspondían a

las principales poblaciones establecidas dentro de un

territorio; tal es el caso de Chetumal, cacicazgo que a

principios de la conquista española, siglo XVI, recibía los

nombres de Uaymil-Chetumal, o mejor dicho, Uaymil-

Chactemal, nombre primitivo correcto, según el Dr. Pérez

Martínez5. Ahora bien, si es obvio que Chetumal es corrupción fonética de Chactemal, no lo es en cuanto a

su significado o interpretación, existiendo respecto a ello,

tan numerosas como diversas versiones, de las cuales y

según a nuestro parecer, las más significativas son:

'Aquíse produce el madero rojo', por derivarse

de Chacté, árbol corpulento que es color rojo i

mal, que es terminación i se emplea para contar

hojas de papel, piezas u objetos6.

'Agua de Chacté, formado por Chacté 'Caesal-

pinia platyloba' S. Watson. 'Caesalpinia Veluti-

na' Standley y 'Sweetia panamensis' Benth,

todas leguminosas y la terminación aal con el

significado de agua. La m intermedia probable-

mente es el resto de un fonema desconocido o

tal vez un sonido agregado por eufonía. En cas-

tellano: Palo de Brasil o Brasilete7.

'Allí cae o baja la lluvia' de Chaac, lluvia, ti, allí i

emal, bajar, descender8.

Interpretaciones tales, que si nos apoyamos en la

norma de que los nombres de la mayoría de los lugares

de la península yucateca se formaron principalmente

con base en la fuente que abastecía de agua un pobla-

do, en su vegetación o en la fauna existente, corres-

ponden a las características de la región donde se

levantaba la población, y en donde aún hoy abundan

esos exuberantes árboles rojos de madera fina, así co-

mo a la presencia de agua por todas partes y de dife-

rentes fuentes, que bien pudieron ser los elementos

que inspiraron a los antiguos mayas para determinar el

nombre de Chactemal.

1 Censo de Población y Vivienda 1 990.

2 Lilia Arellano. Et Quintana Roo de siempre, apuntes para su his- toria. México, Ed. Libros de México, 1 980, p. 84.

3 José Rogelio Alvarez (director}. Enciclopedia de México. 3a. ed. México, Ed. Enciclopedia de México, 1978, tomo 11, p. 14.

* Lourdes Celis Salgado, "Qintana Roo" en: Fernando Zertucne Muñoz (director). Ei territorio Mexicano. México, Instituto Mexi- co del Seguro Social, 1 982, Tomo 2, p. 503.

5 Cit. pos. William Grito Sansores. Toponimia Maya de Quintana Roo. México, Ed. Bodoni, 1981, p. 48.

6 Santiago Pacheco Cruz. "Diccionario de etimologías toponímicas mayas", cit. pos. William Grito Sansores, op. cit., p. 48.

7 Fernando Zertuche Muñoz. Op. cit., tomo II, p. 546.

8 Aquí el análisis etimológico es del Dr. Pérez Martínez, con base en la nota número 1 9, que inserta en la p. 61 de la "Relación de las Cosas de Yucatán" del padre Landa. ¡bídp. 48.

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Posteriormente, y según la tradición de los conquis-

tadores españoles de bautizar todos los lugares y

poblados que visitaban en sus expediciones, Chetumal

no habría de ser la excepción a su llegada. Efectiva-

mente, el sometimiento de la península de Yucatán, se

iniciaría formalmente el 8 de diciembre de 1 526, fecha

en que el capitán español Francisco de Montejo obtiene

del rey Carlos I de España y V de Alemania, las capitula-

ciones para su conquista y colonización, otorgándosele al mismo tiempo, los títulos de adelantado, gobernador

y capitán general de Yucatán. Montejo, nacido en Sala-

manca, ya con anterioridad en sus viajes con Juan de

Grijalva en 151 8 y Hernán Cortés en 1519, había fija-

do su atención en la península, convencido de que su

conquista beneficiaría el comercio entre Nueva España

y Cuba, y de que seguramente encontraría las riquezas

halladas en las otras tierras descubiertas de este conti-

nente.

Antes de partir nombró como lugarteniente a Alonso

Dávila, natural de Ciudad Real y compañero de sus pri-

meros años en Indias. Junto con él reclutó soldados y

marinos de toda España para su empresa, pero era ma-

yor el número de los que provenían de Salamanca y

Ciudad Real, lugares de origen del adelantado y el lu-

garteniente. Ello evidencia que cada uno realizó una proclama personal entre sus paisanos9, hecho que se

reflejaría más tarde al dar nombre a la mayoría de las

villas y ciudades establecidas en la provincia de Yuca-

tán10

La primera fase de las tres que organizara el adelan- tado para la conquista y colonización de Yucatán, resultó

poco favorable para sus intereses, ya que después de recorrer la parte noreste con relativa tranquilidad, en el

sur, al llegar precisamente a Chetumal, serían engaña-

dos y obligados a retirarse de la península, en virtud de

una efectiva maniobra de un compatriota suyo llamado

Gonzalo Guerrero, quien había naufragado en la costa

meridional de Yucatán en el año de 1 51 1 y adoptando

la forma de vida maya, había llegado inclusive a alcan-

zar un alto puesto debido a su excepcional talento mili-

tar. A pesar de la derrota, estratégicamente hablando,

puesto que no hubo un enfrentamiento directo, la mo-

ral de Francisco de Montejo y sus compañeros no de-

cayó, sino ai contrario, las características portuarias

de Chetumal, como su facilidad de aprovisionamien-

to de agua, condiciones que el adelantado consideraba

óptimas para el desarrollo futuro, le hicieron pensar en

9 Robert S. Chamberlain. Conquista y Colonización de Yucatán 1517-1550 (Col Biblioteca Porrúa No. 57). 2a. ed., prol. J. Ignacio Rubio Mañé, tr. Alvaro Domínguez Peón. México, Ed. Porrúa, 1 974, p. 33.

10 Numerosas fueron las villas y ciudades que los españoles, princi- palmente Francisco de Montejo y Alonso Dávila, fundaron en la península de Yucatán y Tabasco con los nombres de Salamanca, Ciudad Real o Villa Real; entre ellas podemos mencionar: Sala- manca de Xamanhá en 1 528, Salamanca de Xicalango en 1529, Salamanca de Acafán en 1531, Salamanca de Cam- peche en 1 530-3 1, Salamanca de Bacalar, 1 544-45 o Villa Re- al en Chetumal 1 531-32, Ciudad Real de Chichén Itzá 1 533-34 v Ciudad Real de Dzilán en 1 534, entre otras.

el traslado de la villa de Salamanca, fundada a su llega-

da en Xel-há, a este sitio tan pronto como fuera po-

sible, comprendiendo desde luego que sólo podría

lograrse, con un refuerzo militar, ya que los indios de

Chetumal y sus alrededores eran considerados de los más belicosos de la provincia, agregándole además, que

eran diestramente guiados por Guerrero, quien conocía

muy bien los métodos de guerra españoles11.

Al llegar a Nueva España, Montejo aceleró los trámi-

tes para negociar una nueva expedición para colonizar

Yucatán y en especial el cacicaznn de Chetumal, por donde pensaba iniciar la empresa12.Terminaba ya casi

el año de 1 528, cuando todo estaba dispuesto para re- tornar a la península, pero en ese tiempo desembarca-

ron en el puerto de Veracruz el presidente y los oidores

de la recién creada Audiencia de la Nueva España, es-

tablecida por la Corona para ejercer administración su- perior y autoridad judicial en todo el nuevo reino13,

dentro del cual se encontraba la península de Yucatán.

Con esta llegada los planes de Montejo sufrieron un

cambio precipitado, en vez de retornar por la costa oriental, decidió ahora entrar por el occidente, desde

Tabasco y Acalán, ya que supo, tanto por parte de los

españoles que acompañaron a Cortés en su expedición

a Honduras-Hibueras, como de los indígenas, muchas

cosas de la geografía del lugar y de los cacicazgos del

sur y suroeste, entre ellas y la más importante, que en

realidad Yucatán no era una isla como se venía pensan-

do, sino una península. Consecuentemente, consideró

Tabasco y Acalán como puntos excelentes para poder llevar adelante la conquista, aludiendo para ello que:

La costa orienta/ era demasiada aislada, tanto

de Nueva España como de fas Islas de las Indias

Occidentales, como ya lo había probado la ex-

periencia la del occidente era mucho más acce-

sible a Nueva España, que era el mayor centro

de colonización española y la fuente de refuer- zos donde habría de confiar ahora14.

Esta resolución tomó forma definitiva cuando la

nueva Audiencia pudo otorgarle facultades en esas

provincias, nombrándolo Alcalde Mayor de Tabasco15;

con lo cual sus planes ya no sólo contemplaban la con-

quista y colonización de Yucatán, sino desde Tabasco

hasta Honduras-Hibueras.

La empresa se inició en 1 529, sometiendo primera-

mente la parte noroeste de la península, no sin grandes

problemas debido a la belicosidad maya. En ella es-

tableció diversas villas, única forma de consolidar y

11 Robert S. Chamberlain, Op. cit.r p. 68.

12 /bid., p. 74.

13 Ibidem.

14 ibid., p. 75.

15 ibid., p. 78.

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hacer valer su dominio, dentro de las cuales quedó fun-

dada la villa y puerto de Salamanca de Campeche. Pa-

cificada la parte noroeste, Montejo consideró oportuno

retomar su plan de establecer en la parte suroriental

una población y puerto en Chetumal, con lo que tendría

asegurado el abastecimiento por ambos extremos de la

península, impulsando al mismo tiempo el comercio y

el desarrollo integral de la misma.

Desafortunadamente los cargos administrativos del

adelantado y el tiempo que ellos requerían, lo obligaron

a dejar la empresa en manos de su brazo derecho,

Alonso Uávila, quien después de recorrer por primera

vez toda la península, de extremo a extremo y con rela-

tiva facilidad, llegó a Bacalar, desde donde comunicó al

cacique de Chetumal, con el objeto de evitar un enfren-

tamiento que derivara en grandes pérdidas, sus inten-

ciones de un sometimiento pacífico. A pesar de ello y después de que los españoles se trasladaron a Chetu-

mal, éstos quedaron sorprendidos de que el poblado se encontrara totalmente deshabitado; no obstante

quedaron, al igual que Montejo, gratamente impre-

sionados por las condiciones que ofrecía el lugar, deci-

diendo establecerse tal como con anterioridad se había

planeado. A este respecto Dávila refiere:

Después de llegados, hallamos el pueblo de-

samparado de los indios, sin haber en él nadie,

e habiéndole visto e ser el asiento muy bueno y

haber en él muchos mayzales y ser pueblo de

mucha fruta, e sobre todo, pareciéndome ser

pueblo de más seguridad para nosotros, acordé

de asentar en él. (...i16-

Efectivamente, poco después de girar instrucciones

para que se reuniera con él, la gente que con anteriori-

dad había dejado en un poblado llamado Chablé. acor- dó fundar una población que llamó Villa Real17, en

recuerdo de su ciudad nata!.

En cuanto al nombre, aquí cabe señalar que si bien

Dávila traía instrucciones de establecer una villa o

población en el sureste de la península, éstas no espe-

cificaban la denominación que habría de darle. En la

mayoría de las expediciones pasadas, las fundaciones

habían estado a cargo de Montejo y éste las llamaba

Salamanca ^n recuerdo de su ciudad natal, ahora al to-

carle la oportunidad a Dávila es comprensible que la lla-

mara también Villa Real como recuerdo de su ciudad,

de haber sido el adelantado el fundador muy probable-

mente le habría dado también el nombre de Salaman-

ca, que a pesar de las numerosas villas que se fundaron

en Yucatán, en la actualidad ninguna coserva dicho

nombre.

16 "Colección de documentos inéditos relativos al descubrimiento, conquista y colonización de las antiguas posesiones españolas en América y Oceania, sacados de los archivos del Reino, y muy especialmente de las indias". Vol. 14, p. 101, cit. pos. HobertS. Chamberlain, Op. cit., p. 109.

1/ Robert S. Chamberlain, Op. cit., p. 109.

Por otra parte, al decir Dávila que Chetumal era buen

asiento para la población, no se equivocó, pero sí lo hi-

zo al decir "pueblo de más seguridad para nosotros",

ya que el abandono del pueblo respondía a una estrate-

gia de los indios para organizar una mejor resistencia

en el medio que dominaban, es decir: espesas selvas y

pantanos; comprendiendo que sin su ayuda, los espa-

ñoles no sobrevivirían por mucho tiempo. Pronto Dávila

se dio cuenta de ello y decidió ir a combatirlos, pero los

mayas acostumbrados a pelear en tales condiciones

rápidamente dieron cuenta de ellos, obligándolos a re-

tornar al poblado, donde temiendo un nuevo enfrenta-

miento que los aniquilara por completo, decidieron

abandonar la región y la recién fundada villa, y con ello

se produjo el olvido del nombre.

La tercera etapa de conquista de Yucatán, sería la

definitiva para el total sometimiento de los mayas. Paci-

ficada y colonizada la mayor parte del territorio, el su-

reste representaba presa fácil para los españoles. Esta

vez correspondía a la familia Pacheco llevar a cabo la

empresa. El adelantado habría de otorgar en 1 544 a

Gaspar Pacheco el poder necesario, nombrándolo lu-

garteniente, gobernador, capitán general y justicia ma-

yor18, indicándole al mismo tiempo que debía de

establecer una población en las provincias meridiona-

les. Sin embargo una enfermedad habría de obligarlo a

delegar su mando sobre su hijo Melchor, quien junto

con su primo Alonso Pacheco, iniciaría una de las más

crueles y sanguinarias campañas que registra la histo-

ria dfe la conquista yucateca. Aún para los mismos es-

pañoles de la época, la deshumana actitud de los

Pacheco causó fuerte impresión. La violencia y feroci-

dad ejercida sobre los naturales, provocó desastrosos

efectos en toda la región, la población se vió fuerte-

mente disminuida por muertes y abandonos, a tal grado

que al término de ella, la acostumbrada encomienda,

base del desarrollo colonial, resultó muy pobre —y—

que aunada a la poca riqueza de la tierra, originaron un

lento crecimiento económico de la provincia. Corno re-

sultado de ello, el actual estado de Quintana Roo, du-

rante el principio de la Colonia, sólo contaba con una

población de escasa importancia: "Salamanca de Ba-

calar"; fundada en 1 544 y llamada así en honor de la

ciudad natal del iniciador de la conquista de Yucatán.

Chetumal se encontraba entre las poblaciones que

fueron mermadas por muerte y abandono. El gran

poblado que fuera capital del cacicazgo llegaría a desa-

parecer con el paso del tiempo, a tal grado que el histo-

riador y cronista franciscano del siglo XVII, Diego López

Cogolludo, cuando trata de los esfuerzos de los tam-

bién franciscanos Bartolomé de Fuensalia y Juan de Or-

bita, en 1618, para convertir a los nativos del sur de

Yucatán, y ocupándose de localizar la población de Che- tumal, nos dice lo siguiente:

Prevenido todo lo necesario salieron de [Salaman-

ca de] Bakhalal los religiosos y el alcalde en su

compañía a los principios de mayo (...).

18 Ibid., p 239.

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Salidos a ¡a mar pasaron una travesía de tres le-

guas para llegar a una estancia de un vecino de la

villa, que estaba allí y los recibió con mucho gus-

to, dándoles buen refresco para pasar adelante.

Este sitio de la estancia es donde al tiempo de la

conquista de esta tierra estaba fundado el gran

pueblo de Chetumal (...).

Y ya no hay más memoria de que estuvo allí fun-

dado19.

Ante esta relación no cabe duda que Chetumal era aún

recordado como un "gran pueblo" y que el nombre no era olvidado, ya que si bien, las casas que constituían el

poblado habían desaparecido, Chetumal aún se conservó

vivo durante toda la época colonial como nombre de la

provincia, territorio que ocupaba el cacicazgo, así como el

de la bahía. Prueba de ello es el testimonio cartográfico

que sus contemporáneos nos dejaron. Por ejemplo pode-

mos citar las cartas: Amerique Septentrional, realizada

en 1964 por H. Laillot20; Regni Mexicani Seu Novae

Hispanie, de J. Baptista Homannox en 172021, O Partie

du Mexique ou de la Nouvelle Espagne ou se Trouve

I' Audience du Mexique, de 1749 por Didier Robert de

Vau Gondy22; en las cuales se consigna Chetumal como

nombre de la provincia.

El resurgimiento de Chetumal como nombre de una

localidad, se iniciaría hasta ta época del México inde-

pendiente, cuando el 30 de julio de 1 847 estallan en

Tepich una rebelión maya en consecuencia del aban-

dono social en que se encontraba la población

indígena. En ese tiempo, la desguarnecida frontera con

Belice, permitía a los sublevados mayas, abastecerse

fácilmente de armas y municiones. Ante tales condi-

ciones y viendo el gobierno mexicano que la guerrilla se

alargaba en demasía, repercutiendo gravemente en la economía y desarrollo de la región, convino con su simi-

lar inglés e! 8 de julio de 1 893 el llamado: "Tratado de

límites Mariscal-Saint John"; el cual permitió al presi-

dente Porfirio Díaz enviar al comandante Othón P. Blanco

con el doble propósito de hacer respetar la línea diviso- ria e impedir el tráfico de armas23. El comandante

Blanco, de mentalidad pacificadora, de inmediato entró

en pláticas para que mexicanos que habían tenido que

establecerse en poblaciones extrafronteras, como Co-

rozal, Punta Conejo y Sarteneja, entre otras, volvieran a

nuestro territorio. Al mismo tiempo invitó también a los

vecinos de las pequeñas poblaciones mexicanas de Río

Hondo, Juan Luis, Calderitas y Bacalar, para crear con-

juntamente un nuevo centro de población en la diezma-

da región del sureste de la península de Yucatán, cerca

19 Diego López Cogolludo, Historia de Yucatán. Cit. pos. Robert S. Chamberlain, Op. cit., p. 64.

20 México-Secretaría de Programación y Presupuesto. Atlas Car- tográfico Histórico. México, Dirección General de Geografía, 1 982, p. 272.

21 Ibid., pp. 102-103.

22 Fernando Zertuche Muñoz, Op. cit., tomo 1, p. 188.

23 José Rogelio Alvarez, Op. cit., tomo 11, p. 16.

42

de la mencionada línea divisoria, para con ello, poder

ofrecer mayor seguridad a los pobladores, restar fuerza a la guerrilla, reducir la emigración indígena e impedir

el tráfico ¡legal de armas. El lugar escogido para el nuevo asentamiento fue junto a la Bahía de Chetumal,

sobre la desembocadura del Río Hondo, donde, acep-

tada la invitación, el comandante Othón P. Blanco fundó

el 5 de mayo de 1898 la población a la cual el dio el

nombre de: "Payo Obispo"24. Respecto al origen de

este nombre, desafortunadamente los estudios aún

son muy oscuros, difícil es establecer cual o cuales

fueron los elementos que lo motivaron; tan sólo se

menciona vagamente, que el primer término "Payo",

posiblemente sea deformación fonética de "Cayo",

elemento geográfico muy común de la región debido a

la poca profundidad de sus aguas25.

Fijados los límites con Belice y fundada la población

de Payo Obispo, continuó sin embargo, la rebeldía maya

y la inestabilidad política en la región, pues las condi-

ciones sociales de sus pobladores aún no eran satisfac-

torias, En estas circunstancias, el presidente Porfirio

Díaz resolvió erigir el territorio federal de Quintana Roo,

mediante decreto constitucional del 1 6 de enero de

190226, medida con la cual se procuraba crear una mejor organización interna para poner fin a tan deses-

perada situación. En este tiempo Payo Obispo aún no

lograba tener una población de importancia económi-

ca, política y social que le permitiera ser la capital del

territorio, tal designación recaería en la localidad de

Santa Cruz de Bravo (hoy Felipe Carrillo Puerto),

No obstante las diversas medidas tomadas por el

Gobierno Federal, la inestabilidad continuaba en todo

el territorio, el poco interés de los gobernantes locales

para establecer la paz y las divergencias políticas inter-

nas originaron que una y otra vez se revocara la erec-

ción del territorio federal: así el 1 0 de junio de 1 91 3 el

primer jefe Venustiano Carranza, presionado por los

grandes intereses económicos de la península, decretó

en Piedras Negras "la primera anexión de Quintana

Roo a Yucatán"27; y el mismo Carranza "el 28 de ju- nio de 1 91 5, dispuso el reestaoiecimiento del territorio

federal"28.

Mientras tanto, los indios seguían combatiendo contra los soldados, exigiendo el retiro de las tropas y

la restitución de sus tierras, pertrechándose en la capi-

tal Santa Cruz de Bravo, poblado que le había sido

24 Aquí cabe señalar que el punto escogido para el establecimiento ya era conocido por los naturales como Payo Obispo, por lo cual el nombre dado por el comandante Othón P. Blanco no era de re- ciente creación, sino que ya tenía un determinado arraigo entre los pobladores, tbid., tomo 3, p. 288.

25 Ibidem.

26 ¡bid., tomo 11, p. 1 7.

27 ibid., torno 11, p. 19.

28 ibidem.

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entregado por conducto del Gral. Francisco May junto

con los terrenos colindantes. Temerosos de sufrir un nuevo ataque, los indígenas decidieron aislarse de los

blancos destruyendo todo medio de comunicación, co-

mo telégrafo, teléfono, vías de ferrocarril, etc., circuns-

tancia que motivó el traslado de los poderes a Payo

Obispo. Por otra parte, de nueva cuenta y a instancias

de los políticos campechanos y yucatecos, el presiden-

te Pascual Ortiz Rubio, habría de decretar el 1 4 de di-

ciembre de 1931, aludiendo las limitaciones económi-

cas del erario, la desaparición de Quintana Roo29, para

que posteriormente, por decreto del 1 1 de enero de

1 935 y publicado en el diario oficial el día 1 6, el presi-

dente Lázaro Cárdenas, cumpliendo la promesa hecha

durante su campaña, restituyera el territorio federal de

Quintana Roo30, quedando nuevamente como capital

la localidad de Payo Obispo, que al año siguiente por

decreto del 23 de diciembre, cambiara su denomina- ción por "Chetumal"31. Nombre que a pesar del largo

tiempo pasado, vuelve a referir un gran pueblo, igual

que en la época prehispánica cuando era capital de uno

de los principales cacicazgos de la península.

Resurge para ya no perderse y llegar así hasta

nuestro tiempo, tal y como lo venimos conociendo en

la cartografía de nuestro siglo, como por ejemplo:

29 Ibid,, tomo 11, pp. 1 9-20.

30 Ibid., tomo 11, p. 20.

31 "Cambia la denominación de su cabecera (Payo Obispo) por la de Chetumal". Decreto s/n del 23 de diciembre de 1936. México-Secretaría de la Economía Nacional. División Municipal de ¡as Entidades Federativas en 1938. México, Dirección Ge- neral de Estadística, 1 939, p. 107.

"Chetumal" en Carta General del Territorio de Quin-

tana Roo, realizada en 1 939 porG. Solomon32 o Carta

Etnográfica de la República Mexicana, publicada por el

Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM en 194933;"en la carta Bacalar, realizada en 1968 por el

Departamento de Cartografía Militar de la Secretaría de

la Defensa Nacional, escala 1:1000 000. Así mismo en nuestra propia cartografía (INEGI), corno son la caria

E1 6-A66 escala 1 :50 000 o la carta geográfica de los

Estados Unidos Mexicanos, escala 1:5 000 000.

Por último cabe señalar que recientemente y confor-

me el artículo 1 29 capítulo II de la Constitución Política

del Estado, promulga el 11 de enero de 1975, Chetumal

cambia su nombre a "Ciudad Chetumal"34, error co-

metido muy frecuentemente por las autoridades de nues-

tro país, al tratar de satisfacer ciertos intereses de índole

social o político; ya que no es congruente otorgar como

parte del topónimo o nombre geográfico un término que

en la actualidad es administrativo, como es el caso de

ciudad. En particular, el nombre oficial: "Ciudad Che-

tumal"; el término ciudad, como categoría política puede

clasificar administrativamente a Chetumal, pero no iden-

tificarlo onomásticamente.

32 Cit. pos. Luis Rosado Vega. Un Pueblo y Un Hombre; ei territo- rio de Quintana Roo, su historia desde los tiempos más leja- nos, y la obra de su gobernador actual, Gral., Rafael E. Melgar. México, Imp A. Mijares y Hno., 1 940, p 446.

33 México, Secretaría de Programación y Presupuesto, Op. cit., p

238-239.

34 México-Secretaría de Programación y Presupuesto. División Mu- nicipal de las entidades federativas. México, Coordinación Ge- neral del Sistema Nacional de Información, Dirección General de Estadística, 1976, p. 71.

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CHIHUAHUA. Nombre que recibe la localidad de clave

geoestadística 080190001, de categoría política de

ciudad, capital del estado de Chihuahua y cabecera del

municipio del mismo nombre. Sus coordenadas geográ-

ficas son 28°58'43" de latitud norte, 106°03'50"

de longitud oeste y 1 380 metros de altitud. La carto-

grafía topográfica de escala 1 .50 000 producida por el

INEGI, la ubica en la hoja de clave H1 3-C66.

El origen de Chihuahua estuvo determinado casi exclu-

sivamente por la explotación minera, y los constantes alti-

bajos de una actividad económica como ésta trajeron co-

mo resultado un inicio bastante incierto para la ciudad,

cuya consolidación como comunidad es fruto de un largo

proceso salpicado por intentos por poblar la comarca por

parte de varias personas. La influencia de los religiosos

franciscanos que misionaban en aquellas tierras también

fue importante en el surgimiento de Chihuahua, y en gran

parte a ellos se debe la reducción de los indígenas que,

como todos los del norte de la Nueva España, pelearon

bizarramente contra la penetración europea.

Desde los albores del siglo XVII comenzó a ser cono-

cido el territorio del estado de Chihuahua debido a las

expediciones enviadas a explorar al Nuevo México. La

ruta de dichas expediciones cruzaba, más o menos,

por los alrededores de la actual ciudad y ésto propició

el descubrimiento de las vetas minerales de Santa Eula-

lia (hoy Aquiles Serdán), comunidad minera precursora

de la capital del estado. Fue a mediados del siglo preci-

tado cuando se empieza a hacer mención del nombre

de Chihuahua, que aparece en diferentes documentos

de ta época, referidos la mayoría de ellos a descubri-

mientos de minas en la región de Santa Eulalia.

Así, se sabe que el 6 de julio de 1646 Ambrosio Saénz

de Chávez presentó ante el gobernador del Reino de la

Nueva Vizcaya, en San José del Parral, el denuncio de

una mina situada "como cuarenta millas al norte [de Pa-

rral] sobre el camino de carros que va a Nuevo México,

cerca de donde se pasa el último vado de! río del Sacra-

mentó"; la mina fue llamada El Sacramento, pero no llegó

a explotarse1. Hubo otro denuncio hecho en San Fran-

cisco Javier de Satevó ante el general Diego Guajardo

Fajardo, gobernador de la Nueva Vizcaya, por el capitán

Diego del Castillo, quien el 26 de marzo de 1652 registró

a su nombre una veta mineral "con el carácter de nuevo

descubrimiento en la región conocida con el nombre de Chihuahua". Precisamente por esos días, habiéndose

instalado ya Castillo en su mina, se inició un levantamiento

1 José Rogelio Alvarez. Enciclopedia de México. 3a. edición. Mé- xico, 1 978. Tomo 3, p. 365.

de los tarahumaras, por lo que tuvo que volver a Parral,

en donde murió el 2 de noviembre siguiente, quedando

las minas prácticamente abandonadas2.

El 2 de diciembre del mismo año de 1 652 un vecino

de Parral llamado Diego Rodríguez Amaya fue autoriza-

do por el mismo Guajardo,

para dirigirse a! norte, a un punto llamado

Bachimba, a trabajar la mina de San Juan de

Dios, que había denunciado poco antes, si-

tuada cerca de! camino que conduce a Nuevo

México, como a treinta y cinco leguas del fugar

de su residencia3.

Sin embargo, tampoco pudo establecerse debido a la

hostilidad de los indígenas, pese a que se hizo acompa-

ñar de 1 4 personas armadas y un religioso. En octubre

del año siguiente el capitán Pedro del Castillo amparó las

minas de El Sacramento en su carácter de heredero de

su hermano Diego, quien las había denunciado anterior-

mente; explicó que pretendía explotar la mina, pero tam-

poco pudo hacerlo, por los mismos motivos4.

En 1 659, el 6 de julio, Juan Pérez Amparan hizo regis-

tro de las mismas minas ante el gobernador, general Enri-

que Dávila y Pacheco, en San José del Parral; para ello

había juntado gente armada al mando del capitán Pedro

de Quevedo. Luego, el 30 de enero de 1673, Nicolás

Valverde hizo lo propio, pero ambos intentos fracasaron5.

Estos datos, ofrecidos por el historiador chihuahuense

Francisco R. Almada en la Enciclopedia de México, reve-

lan la intensa búsqueda de minas en la región de Chihua-

hua. Probablemente había españoles establecidos en las

cercanías de las minas, pero no podían explotarlas porque

los indígenas los combatieron tenazmente y a finales del

siglo XVII se hicieron más numerosos los denuncios de

minas, como los que efectuaron Pedro Cano de los Ríos,

Cristóbal Saldívar y Mateo Sánchez.

En 1 697 los frailes franciscanos Gerónimo Martínez y

Alonso Briones fundaron una misión al pie de la Sierra de

Chilicote, a la que llamaron Misión del Nombre de Dios o

San Cristóbal de Nombre de Dios, a una legua de Chi-

huahua. Esta misión se vió aumentada en su población en 1 705, cuando el padre Martínez atrajo a...

2 Ibidem.

3 Ibidem.

4 Ibidem.

5 José Rogelio Alvarez. Op. cit. p. 366.

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numerosos indígenas que de los cerros Grande

y Corone! descendían a la llanura, (...) y habló y

predicó a los indios, les dio alimentos y una pie-

za de bafleta y los persuadió a bajar, a estable-

cerse a orillas del Chu visear6.

Aunque los nuevos conversos no se establecieron

precisamente en la Misión —que estaba situada muy

cerca de la confluencia de los ríos Chuvíscar y el

Sacramento— eran administrados por el padre Briones

y contribuyeron a una relativa pacificación de la región,

facilitando en gran medida el surgimiento de un mineral

de cierta importancia.

El antecedente del poblamiento más firme corrió a

cargo de Bartolomé Gómez, quien el 4 de noviembre

de 1 702 presentó ante Blas Cano de los Ríos, alcalde

mayor de Nombre de Dios, el denuncio de un hallazgo

de una veta virgen en el cerro de San Pedro Alcántar.

Este descubrimiento, junto con los establecimientos

misionales, afirmaron los asentamientos españoles en

las riberas de los ríos mencionados, poblándose por en-

tonces los predios llamados Sacramento, El Sauz, Enci-

nillas, Labor de Dolores, Tabalaopa y otros, que en su

conjunto eran llamados Mineral de Santa Eulalia7.

El 1 4 de febrero de 1 707 el capitán Antonio Tala-

mantes, teniente de alcalde mayor de lo que ahora es

Villa Escobedo, recibió la noticia del descubrimiento de

una mina muy importante en Santa Eulalia; los descu-

bridores y primeros propietarios fueron Nicolás Cortés

de Monroy, Eugenio Ramírez Calderón y Juan Holguín.

Una vez que se establecieron éstos, se les agregaron

nuevos mineros, formándose una aglomeración que re-

cibió el nombre de Santa Eulalia de Chihuahua o Santa

Eulalia de Mérida de Chihuahua; este asentamiento fue el germen que dio lugar al posterior nacimiento de la

capital del estado más grande de la República; sin em-

bargo, se ignora el origen de este nombre, sólo se sabe

que el autor del denuncio, Cortés de Monroy, informó

que las minas se hallaban en un lugar llamado de esa

forma; por cierto, las minas primitivas se llamaron

Nuestra Señora de la Soledad o La Descubridora8.

Cercanas al naciente mineral progresaban algunas

haciendas; una de éstas era la de Tabalaopa, aledaña a

los ojos de agua de igual nombre, cuyos propietarios no

permitieron a los mineros establecerse en sus terrenos

para instalar las cendradas u hornos de fundición, lo que deseaban hacer porque había allí el agua suficiente para

ello, ya que se carecía de agua por completo en Santa

Eulalia; ante ésto, optaron por establecerse a orillas del

río Chuvíscar, formándose así dos núcleos de población:

el de las minas propiamente dichas y el de las haciendas

de beneficio de metales. Esta separación resultaba one-

6 José María Ponce de León. Reseñas históricas del estado de Chihuahua. Chihuahua, 1905, p. 10.

7 José Rogelio Alvarez. Op. cit. p. 366.

8 Ibidem.

rosa para los habitantes del Real de Santa Eulalia de

Chihuahua, por lo que en el año de 1 708 se dirigieron al

general Juan Fernández Retana, alcalde mayor del lu-

gar, para plantear la conveniencia de colocaren un lugar

más apropiado la cabecera del Real. Fernández determi- nó que el lugar adecuado era la confluencia de los ríos

Chuvíscar y Sacramento, pero esta medida no se llevó a

cabo porque el alcalde mayor falleció poco después,

quedando las cosas en el mismo estado.

Posteriormente, el gobernador de la Nueva Vizcaya,

capitán de Caballos y Corazas Don Antonio de Deza y

Ulloa visitó el mineral y conoció la necesidad de la reubi- cación del Real; los pobladores se encontraban divididos

respecto al lugar al cual hacer el cambio, por lo que el

gobernador llamó a junta a los vecinos, pero tampoco en

esa oportunidad se pusieron de acuerdo. Entonces, soli-

citó a cada uno de los principales a manifestarse por es- crito en su opinión; lo hicieron 1 6 personas, resultando

que ocho se inclinaban porque la sede se estableciera

definitivamente en el sitio donde estaban las minas,

puesto que allí residían ya la mayoría de ellos, y los ocho

restantes opinaron que la junta de los ríos era el mejor lu-

gar, porque se disponía de agua, además de que allí es-

taban instalados ya los vasos de fundición y era más fácil

la comunicación con otros lugares. Ante el empate en el

número de votos, Deza y Ulloa se vio obligado a decidir

por sí mismo y lo hizo en favor de la confluencia de los

ríos Sacramento y Chuvíscar, no sin antes hacer recono-

cimiento de los lugares en cuestión, fundamentando así

la decisión adoptada. Procedió en consecuencia a emitir

un decreto en Santa Eulalia el 1 2 de octubre de 1 709,

en el que, entre otras cosas dice:

. ..mando que este Real se mantenga en el esta-

do en que se halla y (...) ser este paraje dicha

cabecera, pues lo es el que tengo expresado en

la junta de los ríos, a que en conformidad de la

ley XXII, Libro IV, Título VII de la nueva Recopi-

lación, declaro en nombre de Su Majestad por

Real, poniéndole por nombre el Real de San

Francisco de Cuéllar, a donde precisamente han

de ir a poblar todos los que quieran avecindarse

en esta minería...9.

El nombre que recibió la nueva población se debe a

que fray José Zamora, primer religioso que ofició en

Santa Eulalia, pertenecía a la Orden de San Francisco

de Asís, y el agregado de Cuéllar se le dió en honor del

34° Virrey de la Nueva España, Francisco Fernández

de la Cueva Enríquez, Duque de Alburquerque, Mar-

qués de Cuéllar10.

Así permaneció el Real durante varios años, hasta

que surgió la necesidad de poblar el contorno del Bolsón

del Mapimí para frenar los ataques de los indígenas, para

9 Francisco R. Almada. Resumen de historia del estado de Chihuahua. México, 1995, pp. 91-92.

10 Ibid., pp. 89-92.

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lo cual se requería de consolidar las poblaciones ya exis-

tentes. Por tal motivo, el coronel Juan Felipe Orozco y

Molina gestionó ante el Virrey Baltazar de Zúñiga y Guz-

mán, Marqués de Balero, la erección en villa del Real de

San Francisco de Cuéliar lo que concedió éste mediante

decreto dado el primero de octubre de 1718 con el

nombre de San Felipe el Real de Chihuahua11 . Nombre

y título le fueron aprobados por el Rey Felipe V, por cé-

dula de 1 9 de diciembre de 1719, y confirmados por la

Audiencia de la Nueva Galicia el 23 de marzo de 1 720. El nombre se le dio en honor del mismo Rey Felipe V,

conservando el término de Real del nombre anterior, y

agregándole el de Chihuahua, por la denominación

indígena de la región de Santa Eulalia.

Es esta la primera ocasión en que la palabra

Chihuahua aparece como denominación de este lugar,

avalada por un documento oficial. Se cree que la deno-

minación es anterior a la llegada de los españoles, pero

no hay acuerdo en esto ni en lo concerniente al signifi-

cado, como adelante se verá.

Francisco R. Almada cita las siguientes versiones del

significado del nombre de Chihuahua en12 :

1) "Lugar de fábricas" (tarahumara). Según, había nu-

merosas haciendas de beneficio de minerales. (Para

Vito Alessio Robles esta opinión carece de funda-

mento porque está comprobado que cuando llega-

ron los primeros misioneros no existía en la región ningún elemento que justificara esta etimología, y se

supone que la palabra es prehispánica)13.

2) "Junto a dos aguas" (tarahumara). De chi, lugar y

hua, agua; esta última raíz repetida dos veces, da

chi-hua-hua; esto hace mención a los ríos Chuvíscar

y Sacramento, que confluyen cerca de la ciudad.

3) "Lugar de piedra agujereada" (tarahumara). Signifi-

cado atribuido a Guaguachi o Guaguachiqui, pueblo

del municipio de Guachoqui, que al pronunciarlo in- vertido da Chihuahua; ésto porque el cerro El Coro-

nel presenta en una ladera un agujero que es visible

desde la ciudad. (Esta misma versión la recoge Vito

Alessio Robles, quien cita a José María Ponce de Le-

ón, diciendo que el significado de Guaguachic es

"cueva agujereada" u "oquedad en la roca", o

bien "lugar del cerro agujereado", denominación

que se explica por la existencia de una enorme roca

agujereada o perforada, situada en el cerro de El Co-

ronel, al noreste de la ciudad de Chihuahua14.

4) "Lugar donde se hacen costales", "costalera" o

"saquería", derivado de chihuahuara o chihuahui-

ra, bolsa de cuero que se elaboraba ahí, que tam-

bién era llamada moruca. (Comenta Vito Alessio Ro-

bles que al parecer esta etimología está basada en

que los primeros pobladores conocían la casa de un

indígena en la que se almacenaban los sacos o cos-

tales en los que transportaban minerales desde los

tiros hasta las fundiciones situadas a las orillas del Chivíscar 15.

5) "Lugar seco y arenoso" o "así seco y arenoso",

derivado del náhuatl xi, así; cuahua, síncopa de

cuahuacqui, cosa seca y arenosa, que dá xicua

hua, que por deformación quedó en Chihuahua. Se

dice que estas características físicas se avienen a

la región de Santa Eulalia, la que recibía el nombre

de Chihuahua desde antes de la llegada de los es-

pañoles. Algunos consideran esta versión como la

más correcta, pero no deja de ser discutible.

Otras opiniones son las siguientes: José María Ponce de

León —según afirma V. Alessio Robles— dice que en el

idioma tarahumara la palabra patria se dice Gahuihuachi, por lo que pudiera hallarse relación entre ésta y Chihuahua;

si proviniera de aquella, y adulterara la pronunciación,

equivaldría a "lugar de la patria" o, más propiamente, "lu-

gar principal", puesto que la localidad era la más importan-

te por su número de habitantes hacia 172016. "Lugar

donde tienen mujeres", dice Fortino Ibarra de Anda, pero

no ofrece mayor explicación17.

Sea cual fuere el significado real de este nombre geo-

gráfico, una vez que quedó reconocido como la denomina-

ción oficial de la localidad, obtuvo una gran popularidad, al

grado de que el término Chihuahua bastó para denominar a

la población. Si en 1 71 8 se le llamó San Felipe el Real de

Chihuahua, años después se le conocía como Villa de San

Felipe o Villa de Chihuahua; su crecimiento, auspiciado por

la bonanza minera, fue acelerado. El padre José Arlegui la

describió así en 1 733:

Es la villa de Chihuahua de lindo temperamento,

abundante de todo género de mantenimientos...

es cosa de admiración como se ha poblado en

término de veinte y cinco años, pues habiéndose

descubierto el real de minas... al año de 1705...

este año en que escribo esta crónica tendrá Chi- huahua a lo menos veinte y cinco mil personas

dentro de la villa, teniendo la calle principal, entre

11 ibid., p. 95.

12 Francisco R. Almada. Diccionario de historia, biografía y geografía chihuahuenses. Chihuahua. 1952, pp. 136-138.

13 Pedro Tamarón y Romera!. Demostración del vastísimo Obispa- do de la Nueva Vizcaya, 1765. (Biblioteca Histórica Mexicana de Obras Inéditas, n. 7). Introd. bibliográfica y acotaciones de Vi- to Alessio. México, Antigua Librería de Robredo de José Porrúa e Hijos, 1 937, pp. 1 63-1 64. Comentario a pie de página de Vito Alessio Robles.

14 Ibidem.

15 Ibid., p. 164.

16 José María Ponce de León. Chihuahua y sus distritos. Datos geográficos y estadísticos del estado de Chihuahua. Chihuahua, Imprenta del Gobierno, 1907, pp. 25-26. cit. pos. V. Alessio, nota a pie de pagina en Tamarón y Romeral, Op. cit., p. 164. Consultada por mi la obra de Ponce de León , no he localizado consignados en ella los datos que V. Alessio le adjudica.

17 Fortino Ibarra de Anda. Geonimia Indígena Mexicana o nombres geográficos de México. México, [s.e ], 1932.

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otras muchas que la adornan, a lo menos media

legua de distancia, sin que haya hueco de casería

ni por un lado ni por otro de ella...18.

Agrega el padre Arlegui que el aumento de pobla-

ción obligó a la apertura de más de cien labores

agrícolas y estancias ganaderas para alimentarla y

"aunque decaezca de real, quedará con mucho comer-

cio poblada la Vizcaya..."19. Los inevitables altibajos

de las explotaciones mineras y la hostilidad intermi-

nable de los aborígenes motivaron el languidecimiento

de la villa años después. En 1 766 Nicolás de Lafora

escribió que la villa de Chiguagua (sic) juntaba apenas

a 400 familias, entre españoles, mestizos y mulatos

"que están pereciendo por la total decadencia de las

minas"20. Para estas fechas, la villa era conocida en forma casi unánime con el sólo nombre de Chihuahua y

si bien había perdido importancia el distrito minero en el

cual se halla, mantenía un intenso movimiento comer-

cial con Paso del Norte (hoy Ciudad Juárez), el Presidio

de la Junta de los Ríos (hoy Ojinaga) y Nuevo México,

constituyéndose, a pesar de todas las vicisitudes, en

una de las poblaciones más sobresalientes de la Nueva

Vizcaya. Por este motivo el 23 de noviembre de 1792

se le designó como capital de las Provincias Internas de

Occidente, aunque en la práctica nunca tuvo esa fun-

ción porque el Comandante General de la Provincia siem-

pre permaneció en Durango; así, Chihuahua fue obte-

niendo relevancia política poco a poco. Durante el movi-

miento de independencia fue escenario del sacrificio de

los jefes insurgentes más importantes en 1811; sin em-

bargo, los habitantes de la Villa de San Felipe el Real de

Chihuahua veían, si no con antipatía sí con indiferencia, el

desarrollo de la lucha libertaría y al término de ésta apoya-

ron abiertamente el Imperio de Iturbide, a quien juraron

obediencia el 4 de noviembre de 1 822 las autoridades ci-

viles, militares y eclesiásticas de la villa; en esa ocasión,

los señores Miguel A. Jaurrieta y Vicente de Palacios,

18 José Arlegui. Crónica de ta Provincia de N.S.P.S. Francisco de Zacatecas. México, Cumplido, 1851, p. 91.

19 Ibíd., p. 122.

20 Nicolás de Lafora. Relación de! V/a/e que hizo a los presidios in- ternos situados en ta frontera de la América Septentrional per- tenecientes al Rey de España. Luminar bibliográfico y acota- ciones por Vito Alessio Robles. México, 1 939, p. 70.

síndicos del Ayuntamiento, propusieron que la villa fuera

erigida en ciudad con el nombre de Ciudad Heroica de

Iturbide, en honor del Emperador Agustín de Iturbide

(1 783-1 824), pero la iniciativa no fue aprobada21.

El 1 9 de julio de 1 823 el Congreso Nacional decretó

la división de la Provincia de Nueva Vizcaya en dos par-

tes, formándose así las de Chihuahua y Durango; el

mismo decreto disponía que la capital de la primera se-

ría la villa de San Felipe, que recibió entonces la cate-

goría de ciudad y el nombre de Chihuahua, nombra-.

mientos confirmados por la primera Constitución Políti-

ca del Estado, promulgada el 7 de diciembre de 1 825.

De entonces a la fecha, Chihuahua no ha experimenta-

do variaciones ni en su nombre ni en su categoría

política.

La mayoría de las obras cartográficas en que se regis-

tra la localidad le dan la denominación de Chihuahua. Tal es el caso del Mapa de la Frontera Norte de Nueva Espa-

ña, de Nicolás de Lafora, del año de 1 771 22; el Atlas

Geográfico, Estadístico e Histórico de ia República Me- xicana, de Antonio García Cubas, de 1858 y el Mapa de

Carreteras, hoja "Chihuahua", editado en 1 980 por la

Secretaría de Asentamientos Humanos y Obras Públicas,

a escala de 1:1 200 000. Entre los muchos documentos

que también hacen mención de este nombre se puede ci-

tar un bando relativo a la fabricación provisional de mone-

das en las ciudades de CHIHUAHUA y Monclova, publica-

do en éstas el 29 de septiembre de 1 811 23; también,

un Parte rendido por el general Luis Terrazas sobre la ba-

talla en que éste tomó la ciudad, dado en la ciudad de

CHIHUAHUA el 26 de marzo de 1 85624 y el Código

Municipal de! Estado de Chihuahua que en su artículo

séptimo menciona las cabeceras municipales, entre ellas

la ciudad de CHIHUAHUA, como cabecera del municipio

homónimo.

21 Alrmada. Diccionario..., p. 138.

22 Lafora, Op. cit. Mapa anexo.

23 Carlos Pérez-Maldonado. Documentos históricos de Nuevo León, anotados y comentados. Monterrey, 1947. Vol. 1, pp. 210-211.

24 Francisco R. Almada.Resumen de historia..., p. 455.

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Chilpancingo

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CHILPANCINGO es el nombre geográfico que identifi-

ca a la localidad, con categoría política de Ciudad, que

ejerce las funciones político—administrativas de Cabe-

cera del Municipio de Chilpancingo de los Bravo y Capi-

tal del Estado Libre y Soberano de Guerrero. Se le señala con la clave geoestadística 12029001 y oficialmente

se le denomina "Chilpancingo de los Bravos", "Chil-

pancingo de los Bravo", y, a veces, "Ciudad Bravos".

Consignada por la cartografía del INEGI, en la carta con

clave El 4-C28, de escala 1 :50 000, y localizado geo- gráficamente a los 17°33'07" de latitud norte,

99°29'43" de longitud oeste y 1 250 m. de altitud,

Chilpancingo se asienta en un valle de la Sierra Madre

Sur, que limita al oeste con la sierra de Igualatlaco, al

sur con la sierra del Salto de Valdez, al norte y al este

con una estribación de nombre Cuesta de Temalcatlaca. El

área urbana su ubica sobre la margen izquierda del río

Omitían, tributario del Huacapa o Petaquilla, que pertene-

ce, a su vez, a la cuenca del río Papagayo. Priva en el

Valle un clima templado y semiseco, con régimen llu- vioso que abarca el verano y principios del otoño1.

Hablando estrictamente, el nombre de Chilpancingo

no debe lo secular de su fama y prestigio a causas rela- cionadas directamente con la localidad, a la que identifi-

ca, dado que ésta, con ese carácter, solo pudo adquirir

una importancia política de origen coyuntura! hasta la

Guerra de Independencia, la cual pudo consolidarse

hace poco más de un siglo únicamente.

Los primeros hombres que pisaron la región en don-

de hoy se levanta Chilpancingo, fueron nahuas que ha-

cia el siglo XI de nuestra era cubrieron parte del actual

estado de Guerrero, originando localidades como Chi-

lapa, Tixtla y Acapulco. Finalmente, fundaron un reino

o señorío al que llamaron Coixcatlalpan, donde los sub-

ditos recibían el gentilicio de coixcas2. Es probable que

de entonces daten los primeros asentamientos huma-

nos que viera el sitio donde después so alzaría la ciudad

cuyo nombre nos ocupa.

Dueños ya de la región los conquistadores españo-

les, como primera situación política establecida dentro

de régimen colonial, en 1 532 se instalaron alcaldías

mayores en Acapulco, Tlapa, Iguala, Taxco y Chilapa,

dependientes de la Real Audencia de la ciudad de Méxi-

1 Angel María Garibay K. (director). Diccionario Porrúa de historia, biografía y geografía de México. 4a. ed. corregida y aumentada con un suplemento. México, Ed. Porrúa, 1976, t.l, pp. 607-609.

2 José Rogelio Alvarez (director). Enciclopedia de México. 4a. ed. México, Ed. Enciclopedia de México, 1978, t. VI, p. 229.

co. Poco después se hizo lo mismo en Tixtla y Ajuch-

tlán, pero aún no era completo el dominio español y lugares como Ichcateopan, Tecpan y el mismo Chilpan-

cingo continuaban al margen de la autoridad real, por

lo que los conquistadores los consideraban "repúblicas

de indios"3.

Corría el año de 1 565. Fray Andrés de Urdaneta,

misionero que en su necesidad por llegar a la Nueva Es-

paña se embarcó en un galeón en las Islas Filipinas, al

arribar a las playas de Acapulco escribió su nombre en

la historia, pues aquel hecho constituyó el descubri-

miento de una ruta de navegación de relevancia ma- yúscula para el comercio español4. Tan fue así que la

transportación del misionero inauguró un intinerario de

navegación entre Manila y Acapulco que habría de per-

durar por más de doscientos años.

Para 1 579, muy pronto, considerando la época,

Acapulco estaba ya tan dentro de la atención real, que

ese año recibió por real cédula un grande privilegio: la

exclusiva de ser el único puerto americano en el

Pacífico autorizado para comerciar con Asia. La prerro-

gativa estaba en el centro de todo un extenso plan de-

terminado por la Corona de España: poner en marcha un eje trasatlántico y un traspacífico, por el cual se moverían

todas las mercancías entre España y las Filipinas. El in-

tinerario sería Sevilla-Cádiz-Veracruz-Acapulco-Manila

y viceversa.5.

No obstante, todavía entonces Chilpancingo

permanecía fuera del control del régimen colonial.

Mientras que la Corona ya veía en Acapulco un puerto

de primerísima importancia, cuyo nombre empezaba a

sonar en tres continentes, Chilpancingo aún conti-

nuaba inmerso en la época prehispánica y sólo lo constituían once chozas hechas de varas y distribuidas

en derredor de un monolito que representaba a Ehé-

catl, dios de! viento. Fue hasta el primero de noviembre

de 1591 que se avecindaron allí los españoles de

apellido Adame, Alarcón, Guevara y Leyva6, y son es-

te hecho y esta fecha los que se consideraban como

propios de la fundación de Chilpancingo7.

3 íbid., p. 234.

4 ibidem.

5 Lourdes Celis Salgado. "Guerrero", en Fernando Zertuche Muñoz (director). El territorio mexicano; tomo II, Los estados. México, Instituto Mexicano del Seguro Social, 1 982, p. 225.

6 Enciclopedia de México, t. VII, p. 234.

7 Diccionario Porrúa de historia, biografía..., t. I. p. 609.

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Chilpancingo es un topónimo de origen náhuatl, que

Dávila Garibi interpreta con el significado de "en los

chilares"8.

También podría derivarse de las raíces: Chilpan,

nombre de cierta planta medicinal9; tzin, partícula que

denota veneración o da forma diminutiva (veneración

que podría surgir de las propiedade curativas de la plan-

ta). y —co, locativo que con frecuencia se encuentra fonéticamente españolizado a "—go" (como en To-

//anfz/nco = Tulancingo; Cuauhchinanco = Huach¡nan-

go; Tenantzinco = Tenancíngo). Así tendríamos:

ChUpantzinco, con el significado aproximado de "lu-

gar donde hay la venerable chilpan".

Otros autores le atribuyen el significado de "lugar de

avispas"10. Si el nombre está motivado por alguna ca- racterísticas de la flora local, como se deduciría de las

dos primeras posibilidades, se trata de un fitotopónimo;

en cambio, si, como en la última versión citada, fue un

elemento de la fauna el que lo motivó, entonces Chil-

pancingo es un zootopónimo.

En todo caso, Chilpancingo era un topónimo menor,

sólo conocido localmente, cuando finalizaba el siglo XVI. Acapulco, en cambio, cada día acaparaba más la

atención de las autoridades virreinales y pronto, ade-

más de los poderes de Alcalde Mayor, se le dieron los

de Teniente General de las Costas del Mar del Sur y, a partir de 1 689, los de Gobernador Castellano11.

La llegada del galeón de Manila, o "nao de China",

al puerto de Acapulco constituía un gran acontecimien-

to. Informado con anticipación de cuándo se produciría

el arribo, el virrey, por medio de bandos y pregones, se

encargaba de propagar la noticia entre los comercian-

tes, compradores e interesados para que acudieran al

puerto a recibir al galeón. Con ese motivo se Con-

centraban en Acapulco todos los productos de inter-

cambio entre Europa, América y Asia, dando lugar a

una auténtica "feria internacional". También viajaban

a Acapulco "cuerdas" de presos sentenciados a pur-

gar sus condenas en las Filipinas y grupos de misione-

ros que querían embarcarse con destino al Asia12.

En un principio, cuando se inauguró la travesía entre

Manila y Acapulco, el camino entre la Ciudad de Méxi-

co y aquel puerto lo constituían una serie de veredas

apenas transitables. Dada tan grave carencia, en 1 592

8 José Antonio Dávila Garibi. Topónimos nahuas. México, Ed. St- ylo, 1 942, pp. 1 83-1 84. Cit. pos. Celis, "Guerrero", ant. cit., pp. 226, 248.

9 Simeón Rémi. Diccionario de la lengua náhuatl o mexicana. Re- dactado según los documentos impresos y manuscritos más auténticos y precedido de una introducción (América Nuestra, n. 1). 2a. ed. en español. México. Ed. Sialo XXI, 1981, p. 102.

10 Diccionario Porrúa..., t.l, p. 609.

11 Enciciopedia de México, t. VI, p. 35

el virrey don Luis de Velasco ordenó la apertura de un camino de herradura, y la nueva vía no tardó en ad-

quirir fama en la Nueva España, conociéndosele por el

mote popular de "Ruta de Asia". Durante el tiempo de

secas, la Ruta de Asia podía recorrerse en un lapso de

1 2 a 1 5 días, pero al llegar las lluvias aumentaba muchísimo el tiempo de recorrido, pues las crecidas de

los ríos, Mezcala y Papagayo especialmente, obligaban

a los viajeros a suspender el viaje hasta por diez días.

Lo abrupto de la topografía, aunado a las condiciones climatológicas de la región serrana por la cual se de-

sarrollaba la mayor parte de su recorrido, determinaba

que la Ruta de Asia se encontrara normalmente en mal

estado, no obstante los esfuerzos que hacían las autori-

dades virreinales en su mantenimiento. Pero era fama

que entre Chilpancingo y Acapulco el camino siempre

estaba perfectamente practicable13. La importancia

que adquirió la Ruta de Asia, derrotero que veía pasar todo el comercio que se llevaba entre Europa y la

Nueva España con rumbo a las Filipinas y viceversa, y

la circustancia de que dentro de ese derrotero Chilpan-

cingo se convertiría en paso obligado para tanto y tan

voluminoso tráfico, resultó fundamental en el hecho de

que este nombre dejara de ser un topónimo menor, em-

pezara a ser conocido y se le oyera mencionar desde Se-

villa hasta Manila, como lugar de referencia geográfica

dentro de la abrupta región que se hacía necesario atra-

vesar entre México y Acapulco.

Aquella abrupta región, un territorio aproximado a lo

que hoy abarca el estado de Guerrero, era conocida en

el siglo XVII como la "Región del Sur". La altiplanicie

de clima templado, donde se asentaban poblaciones

como Chilapa, Tlapa, Tixtla y Chilpancingo, se hallaba

dedicada básicamente a la agricultura. Pocos fueron

los lugares de la Región del Sur cuyo desarrollo recibió algún impulso dentro del régimen colonial; fuera del

puerto de Acapulco, a las autoridades sólo les interesa-

ba aquellos lugares donde hubiera ricos yacimientos

minerales, entre los cuales Taxco era el más sobresa-

liente. Chilpancingo veía entonces reducida su impor-

tancia a constituir únicamente uno de los dieciocho

pueblos considerados en la jurisdicción de la alcaldía

mayor con sede en Tixtla14.

Ya muy avanzado el siglo XVIII, cuando Carlos III por

real cédula dividió el territorio de la Nueva España en

intendencias, la Ruta de Asia con todos los puntos que

a su paso tocaba pasaron a formar parte de la Inten-

dencia de México1 5. El tiempo no había transcurrido en

vano, más, y más complejas relaciones habían evolu-

cionado en la Región del Sur y Chilpancingo iba

mostrando poseer ventajas estratégicas para convertir-

se en centro neurálgico de estas relaciones. Una prime-

ra evidencia de que se estaba dando tal transformación

la proporciona el Curato de! Arzobispado de

13 Enciclopedia..., t. VI, pp. 235-236.

14 Celis, pp. 225-226.

15 Enciclopedia..., t. VI, p. 236. 12 Celis, Op. cit., p. 225.

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Chilpancingo^6, plano proyecto de autor desconocido,

realizado hacia 1803, en que se propone la creación

de un nuevo arzobispado con sede en Chilpancingo, en

vista de algunas ventajas que la localidad ofrecía para

ese objeto. Don José María Morelos y Pavón pronto

reafirmaría esa evidencia.

Entre septiembre de 1810 y mayo de 1811, Chil-

pancingo fue escenario del pronunciamiento a favor de

la Independencia realizado por el clan familiar apellida-

do Bravo: Leonardo, Víctor, Máximo, Miguel y Nicolás,

que eran oriundos de la localidad. Precisamente el día

24 de este último mes y año, Chilpancingo cayó en po- der de Morelos11.

Treintaiseis días antes, por bando del 18 de abril de

181 1, Morelos acababa de crear el primer antecedente

del actual estado de Guerrero, como unidad geográfica político-administrativa, la cual denominó "Provincia de

Teypan", designando como su capital a la localidad de

Tecpan, con el nombre de "Ciudad de Nuestra Señora

de Guadalupe". El territorio concedido a la nueva pro-

vincia era muy similar al que cubre la actual entidad

federativa1 8.

Para Chilpancingo, Morelos tenía otros planes: luego

de apoderarse de Acapulco, el 20 de agosto de 1813,

el cura de Carácuaro eligió a Chilpancingo como el lu-

gar más apropiado para instalar el "Congreso de

Anáhuac", donde pensaba poner término a los desa-

cuerdos y divisiones internas entre las filas insurgentes,

los cuales habían salido a flote durante la Junta de

Zitácuaro19. Así quedaba demostrado que Chilpancin-

go ofrecía algunas ventajas estratégicas, derivadas se-

guramente de las facilidades de comunicación que le

otorgaba su situación geográfica en un valle del altipla-

no, y el encontrarse en el paso del camino entre México

y Acapulco.

A fin de que pudiera reunirse allí el Congreso de

Anáhuac, Morelos otorgó a Chilpancingo el título de

Ciudad y la elevó al rango de Capital de la Nación. Pero

la "Capital de la Nación" estaba tan escasa de recursos

que la imprenta en que se plasmó el Acta de Independen-

cia tuvo que llevarse desde Urecho, y dicha acta constitu-

yó el primer documento impreso que se haya expedido,

en lo que hoy es el actual estado de Guerrero. Al

Congreso de Anáhuac asistieron diputados de Guadala-

jara, Michoacán, Guanajuato, Puebla, México, Ve-

racruz y Oaxaca20, por lo que contribuyó para que

desde ese momento Chilpancingo propagara aún más

su conocimiento como nombre geográfico.

16 Reproducción fotográfica de un plano manuscrito sin escala ni po- sición geográfica, que consigna Celis, Op. cit., p. 236. El original se localiza en Bienes Nacionales, Leg. 393, exp. s.n., f. 8, Archi- vo General de la Nación, México, D. F.

17 Enciclopedia.,., t. VI, p. 237.

18 Celis, p. 228.

19 Enciclopedia..., t. VI, pp. 238-239.

20 Ibidem., p. 239.

Lograda la Independencia del país, la Intendencia de

México, al adoptarse el sistema de República Federal,

se convirtió en Estado de México, y lo que fue la Colo-

nia Región del Sur, que después instituyó Morelos en

Provincia de Teypan, constituía un área conflictiva a

causa de la gran inquietud que sentían sus habitantes,

deseosos de que en ella instituyera un nuevo estado fe-

deral. Hacia la cuarta década del siglo XIX era posible distinguir en dicha región dos zonas geográficas: una

dominada por Tixtla y Chilpa, donde el general Nicolás

Bravo, antiguo caudillo de la Guerra de Independencia,

había sentado sus reales como cacique; la otra, domi-

nada por Acapulco y Tecpan, donde otro caudillo in-

surgente, el general Juan Alvarez, hacia valer su

influencia, por cierto heredada de la que tuvo el general

Vicente Guerrero. Pese a la existencia de profundas di-

ferencias personales entre ellos, ambos caciques, estaban

de acuerdo en la necesidad de separar su región del Estado

de México y erigir estado un soberano, y precisamente en

Chilpancingo encontraban el lugar estratégico para

reunirse a discutir los intereses de la región, firmar pac-

tos y lanzar manifiestos. De esa manera, entre el 1 0 y

el 1 3 de noviembre de 1 841 , se reunió en Chilpancin-

go la Junta de Notables de todos los pueblos de la re-

gión, que hizo patente ante el gobierno de la República

el deseo general de separarse del Departamento de

México21 ("Departamento" por funcionar momentá-

neamente el gobierno centralista presidido por Anasta- cio Bustamente).

Dada la constante convulsión política que reinaba en

el país, hasta el 1 4 de mayo de 1 84 7 fue aprobada la

erección del nuevo estado federal por el Congreso y,

atendiendo la sugerencia del general Juan Alvarez, se

le dió el nombre de Guerrero, en memoria del caudillo

que culminó la Guerra de Indepedencia. Sin embargo,

todavía transcurrieron más de dos años para que el

decreto correspondiente fuera promulgado, lo cual se

hizo el 27 de octubre de 1 849, por el presidente don

José Joaquín de Herrera. El siguiente 1 8 de noviembre

se designó como capital a la ciudad de Iguala22.

Desde el 15 de mayo anterior se habían fijado las

bases de la erección por decreto presidencial, cuyo

artículo 1o. determinaba:

Se erige un nuevo estado con el nombre de

Guerrero que se compondrá de los Distritos de Acapulco, Chilpancingo, Taxco y Tlapa, y ¡a

municipalidad de Co yuca, pertenecientes los

tres primeros al Estado de México, el cuarto al de

Puebla y la quinta al de Michoacán; quedando

por límite de ésta el río de las Balsas23.

21 Celis, pp. 232-234

22 Enciclopedia..., t. VI, p. 241 .

23 "Decreto del 1 5 de mayo de 1 849 por i:l que la Urinación crea at Estado de Guerrero, de acuerdo con el articulo 50 de la Constitu- ción", reproducido en Miguel Domínguez. La erección de! esta- do de Guerrero, antecedentes históricos. México, Secretaría de Educación Pública, 1949, p. 14. Cit. pos. Celis, p. 237

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Poco tiempo fungió Iguala como capital del estado

de Guerrero, pues el 21 de marzo de 1850 los poderes

locales mudaron su sede a la ciudad de Tixtia, donde

se redactó la Constitución Política del Estado Libre y

Soberano de Guerrero, publicada el 26 de junio de

1851 24.

Aunque no hay evidencia de que el asunto estuviese

determinado por conductos oficiales todavía, un estu-

dio de Antonio García Cubas publicado en 1 85825, al

presentar la división territorial del estado de Guerrero,

se refiere a Chilpancingo con el nombre de "Bravos", y

la cataloga como una localidad perteneciente al distrito de

"Centro", nombre que venía a substituir al de Tixtia26.

Profundamente críticos eran aquellos días en los

cuales una joven nación estaba tratando de encontrar-

se a sí misma, porque, si bien ya había dejado de ser

una colonia española, todavía no había aprendido a

constituir un país independiente. Se vivía una gran

inestabilidad política, que no era la causa sino única-

mente el reflejo de una intensa búsqueda de defini-

ciones, en la cual todos los valores: tradicionales,

populares, morales y políticos, se hallaban en tela de

juicio, siguiendo la pauta de la necesidad de una pro-

funda renovación, de romper con el pasado y ensayar

nuevos caminos hacia nuevos rumbos. Así como du-

rante la Conquista los europeos, para imponer su cultu-

ra, intentaron arrancar las raíces prehispánicas, borrar

el origen y el pasado de los pueblos sojuzgados, y ni en

trescientos años de dominación lo consiguieron, así

también, en 1850, apenas incorporada la nación a la

vida independiente, tal vez presuponiendo que era ése

el camino para conquistar la libertad, se quería borrar

de un plumazo todo lo que fuera anterior al 1 6 de sep-

tiembre de 1810.

Los nombres geográficos, claro está, no quedaron al

margen de este revisionismo. Topónimos forjados du-

rante siglos, a través de la acción de muchas genera-

ciones, repentinamente se vieron substituidos por

decreto. De la noche a la mañana Apatzingán se con-

virtió en "Ciudad Constitución", Huetamo en "Ciudad Núñez", Taximaroa en "Ciudad Hidalgo", Pitic en

"Hermosilio", y los ejemplos son abundantísimos; incluso provocando la intervención de la Sociedad Me-

xicana de Geografía y Estadística, que en 1861 realizó

gestiones ante las autoridades federales con el propósi-

to de detener esa tendencia.

No obstante, los nombres geográficos tienen muy

estrecha relación con las raíces de los pueblos y con

elementos fundamentales de su historia. Por lo mismo,

cada etapa en que ocurren cambios y drásticas trans-

formaciones sociales los sacude con fuerza; empero,

aunque algunos son derribados, aquéllos que tienen

arraigo verdadero en el sentir y ser sociales resisten

bien tal clase de terremotos.

24 Enciclopedia..., t. VI, p. 241 .

25 Antonio García Cubas. Atlas geográfico, estadístico e histórico de de ta República Mexicana. México, Imprenta de José María Fer- nández de Lara, 1858. Cit. pos. Cetis,p. 240

26 Ibidem.

En Chilpancingo, la inquietud de rendir homenaje a

la familia Bravo, que, siendo oriunda de la localidad, se

había distinguido en la Guerra de Independencia, y el

deseo consecuente de ostentar de algún modo ese legítimo orgullo local, eran el fundamento para substituir

el nombre original por el de "Bravos"; sin embargo,

pese a la legitimidad de la intención, se estaba re-

curriendo a un medio equivocado para cumplirla, y eso el

tiempo lo demostraría.

Mientras tanto, el general Juan Alvarez gobernó el

estado de Guerrero hasta el 30 de octubre de 1 853,

dejando la batuta en manos del general Tomás More-

no, que fue quien cambio a Chilpancingo la sede de los

poderes estatales, al declararse una epidemia en Tixtia27.

El decreto promulgado por el emperador Maximi-

liano el 3 de marzo de 1 865, con fundamento en un

estudio realizado por Manuel Orozco y Berra, dividió al

país en 50 departamentos. En el estado de Guerrero se

determinaron dos: el de Acapulco, con capital en su puer-

to; y el de Guerrero, con capital en Chilpancingo 28. Lo anterior se agrega a las evidencias de la importancia

estratégica que su ubicación geográfica concede a la

localidad.

Restaurada la República, la Legislatura local promul-

gó el decreto del 7 de octubre de 1870, dándole el

nombre oficial de "Chilpancingo de los Bravos", espe- cíficamente en honor de don Leonardo Bravo v de su

hijo Nicolás29.

Nuevamente reunida la Legislatura local en 1872,

esta vez para determinar la sede definitiva de la capital

del estado de Guerrero, por iniciativa del gobernador

don Francisco O. Arce, se decidió otorgarla a Chilpan-

cingo de los Bravos, en vista de que era paso obligado en el camino de México a Acapulco30. De ese modo,

actuaba otra vez una circunstancia que ha sido factor

determinante en la historia y desarrollo de Chilpancingo

y, con ello, en la propagación del conocimiento del

nombre geográfico.

Sólo hasta los inicios del siglo XIX comenzó Chilpan-

cingo a ser un topónimo consistente en su consigna-

ción cartográfica. El mapa Mexique3], realizado por

27 Enciclopedia..., t. VI, pp. 241-242.

28 Celis. pp. 240-243.

29 I.N.E.G.I., Dirección General de Geografía. Archivo Histórico del Departamento de Integración Territorial, exp. Chilpancingo.

30 Enciclopedia..., t. VI, pp. 246-247.

31 Víctor M. Ruiz Naufal, "La formación de un ámbito geohistórico: Nueva España", en Fernando Zertuche Muñoz (director). El terri- torio mexicano; tomo /; La nación. México, Instituto Mexicano del Seguro Social, 1982, p. 144. Reproducción fotográfica de un mapa con cuatro escalas gráficas, longitud oeste entre 80° y 139°, referida al meridiano de París; latitud norte entre 6o y 41 ü

cuyo original se encuentra en The Library of Congress, Washington DC.

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Conrad Molte-Burn en 1812, lo consigna

"Chilpanzingo"; Samiel Lewis también lo consigna "Chil-

panzingo" en Mexico or New Spaine32, publicado en

1817; con la misma grafía lo anotan E. Hauptm y Cari Christian Franz Radefeld, en "Neuestre Karte von Mexi-

co. Nachtden besten Quellen entw u. gezeihn"33, ho-

ja num. 66 del Atlas Meyer's Hand, publicado en

1845; Manuel Orozco y Berra, en su Carta etnográfica

de México34„ publicado en 1 864, ya lo consigna con la ortografía actual: "Chilpancingo".

Mayor irregularidad se observa en fuentes cartográfi-

cas contemporáneas. La carta ''Guerrero", num. 12

del Atlas cartográfico de los Estados Unidos

Mexicanos35 publicado por la S.A.G. en 1972, lo consigna: "Ciudad Bravos (Chilpanzingo)"; la carta

Estados Unidos Mexicanos, carta geográfica esc.

1:5,000,00036, publicada por la Dirección General

de Geografía en 1 979, lo consigna: "Chilpancingo", y

la hoja "Estado de Guerrero", num. 1 9 del Mapa de

Carreteras31, publicado por la S.A.H.O.P. en 1 980, lo

consigna "Chilpancingo de los Bravos".

32 ibidem, p. 149. Reproducción fotográfica de un mapa sin escala, latitud norte entre 8o y 42°, longitud oeste entre 7o y 4i°, referida al meridiano de Philadelfia. El original pertenece a The Library of Congress, Washington, D C.

33 Ernesto Lemoine, "México Independiente; de Iguala las vísperas de Ayutla", en Fernando Zertuche Muñoz (director). El territorio mexicano; tomo I: La nación, ant. cit., p. 224. Reproducción fo- tográfica de un mapa con varias escalas gráficas, latitud norte entre 13° 45' y 41 0 30'. longitud oeste referida en el marco su- perior al meridiano de la Isla del Fierro, y en el interior al de Paris.

34 Arturo Gálvez Medrano, "México Independiente; de Ayutla a la época contemporánea, en Fernando Zertuche (director). El terri- torio mexicano; tomo p. 313. Reproducción fotográfica de un mapa sin escala, latitud norte entre 15° y 33°, longitud entre 12° este y 15° oeste, referida al meridiano de México. El original pertenece a la Mapoteca Manuel Orozco y Berra, México, D.F.

35 México, Secretaría de Agricultura y Ganadería. Atlas Geográfico de los Estados Unidos Mexicanos. México, Dirección General de Geografía y Meteorología, 1972, h. 12.

36 México, Secretaría de Programación y Presupuesto, Dirección Ge- neral de Geografía. Estados Unidos Mexicanos, carta geográfi- ca esc. 1:5,000,000. 1979.

37 México, Secretaría de Asentamientos Humanos y Obras Públicas. Mapa de carreteras. México, Dirección General de Análisis de In- versiones, 1 980, h. 12.

En documentación oficial del presente siglo también

se observa irregularidad, aunque podemos identificar

una más clara tendencia al uso de "Chilpancingo", sin

más apéndices; e.g. la tópica del Periódico Oficial del

Gobierno del Estado de Guerrero38 y otros

documentos39. También se usa el apéndice "de los Bra-

vo", o "de los Bravos", con ese orden en su frecuencia,

pero cayendo en cierta confusión40.

Consecuentemente, Chilpancingo constituye el

nombre geográfico original y el único que, sobrevivien- do a los vaivenes históricos, continúa asociado clara y

estrechamente a la identidad individual de la ciudad del

estado de Guerrero.

38 Desde el Periódico OficiaI de! Gobierno dei Estado de Guerrero, año XXXVII,num. 52, 26 de diciembre de 1 956, hasta el Organo de! Gobierno dei Estado de Guerrero, Periódico OficiaI, año LXVIII, núm. 37, 9 de mayo de 1 986.

33 Por ejemplo: oficio num. 2082, exp. 21-8/958. Al margen un sello que dice "Estado Libre y Soberano de Guerrero. Ayunta- miento Constitucional, Chilpancingo, Gro.", fechado en "Chil- pancingo, Gro.., 21 de mayo de 1 958", firmado por el Presidente del H. Ayuntamiento Const., Carlos G. Gómez; oficio num. 2030, exp. 21-8/961, al margen un sello con la misma leyenda del an- terior, fechado en "Chilpancingo, Gro,, mayo 4 de 1961 fir- mado por el Presidente del H. Ayuntamiento Const. Constantino Flores Peña; oficio núm. 1 636, exp. 4-9/978, al margen un sello que dice: "Ayuntamiento Constitucional. Chilpancingo, Gro.", fechado en "Chilpancingo, Gro., 1 8 de junio de 1978", firmado por la Presidenta Municipal Constitucional, Magdalena Vázquez de Huicochea; etc. I.N.E.G.L. Dirección General de Geografía, De- partamento de Integración Territorial, archivo de la Oficina de Ca- tálogo.

40 Por ejemplo: Bando dei Gobernador Constitucional dei Estado Libre y Soberano de Guerrero, Héctor F. López, fechado en "Chilpancingo, Gro., 1 6 de noviembre de 1 925", el cual repro- duce el decreto núm. 19 del H. XXVII Congreso Constitucional, que, a su vez, está fechado:

Dado en el Salón de Sesiones del H. Congreso del Estado, en Chil- pancigo de los Bravos, a los cuatro días del mes de noviembre de mil novecientos veinticinco.

Ley número 59 Orgánica de la División Territorial de! Estado, del 20 de diciembre de 1 944, que dice en su artículo 1 0:

El Distrito de Bravo se forma de las Municipalidades de Chilpan- cingo de los Bravo (...). I, la municipalidad de Chilpancingo, comprende la ciudad de Chil- pancingo de los Bravo (...).

Y como remate el documento está fechado en "Chilpancingo, Gro., a 20 de diciembre de 1 944". I.N.E.G.L, Dirección General de Geografía, Departamento de Integración Territorial, archivo de la Oficina de Catálogo.

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Durango

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DURANGO. Nombre de la localidad de clave

geoestadística 100050001, capital del estado de Du-

rango y cabecera del municipio del mismo nombre; su

categoría política es de ciudad. En la cartografía topográfi-

ca de escata 1:50 000 editada por el INEGI se halla en

la hoja de clave G1 3-D82 y las coordenadas geográfi-

cas de la localidad son 24°01 '31 " de latitud norte,

1 04°39'47" de longitud oeste y 1 900 metros de alti-

tud.

La ciudad de Durango se encuentra situada en el valle regado por el río del Tuna!, al pie del Cerro de Mer-

cado, en las estribaciones de la Sierra Madre Occidental,

región que en la época prehispánica era ocupada por

diferentes grupos indígenas. A la llegada de los españo-

les, correspondía a los tepehuanes el dominio de la co-

marca en que se asienta la capital duranguense. Eran los tepehuanes, junto con los zacatéeos, los pueblos de

mayor avance cultural en esa región del país y su lengua,

de la familia náhuatl, les permitía mantener relaciones

con los pueblos que habitaban más al sur.

Los primeros reconocimientos de la zona se deben a

la iniciativa de Ñuño de Guzmán, el forjador del llamado

Reino de la Nueva Galicia, quien con el afán de ensanchar

sus dominios para competir con Hernán Cortés, comi-

sionó a los capitanes Cristóbal de Oñate, José de Angu-

lo y Pedro Almindes Chirinos, a quienes puso al frente

de sendas secciones de su ejército para explorar al occi-

dente y al norte de la Nueva Galicia. Almindes Chirinos

marchó por el rumbo de Zacatecas, en tanto que los dos

primeros cruzaron la sierra de Topia y bajaron a los lla-

nos centrales del actual estado de Durango, a los que

llamaron "fíanos de Panuco", denominación que luego fue cambiada por llanos de Guadiana1, en alusión a la

región española homónima. De allí regresaron a Guada-

lajara, de donde habían partido, para informar a Ñuño

de Guzmán de sus descubrimientos.

Entre 1 536 y 1 552 se sucedieron los viajes explorato-

rios hacia el norte, fomentados por las autoridades

virreinales, deslumbradas como estaban por las numero-

sas referencias a poblaciones riquísimas situadas hacia

ese rumbo, pues así lo dejaban entrever los relatos de

Alvar Núñez Cabeza de Vaca y de Fray Marcos de Niza,

quien hablaba con toda certidumbre acerca de la exis-

tencia de las ciudades opulentas de Cíbola y Quivira,

junto con otras relaciones que motivaron el avance

sobre la altiplanicie septentrional en busca de las riquezas

del territorio que luego se llamó el Nuevo México. Por

otra parte, el descubrimiento del rico distrito minero de

Zacatecas <1 546) y Sombrerete acentuaron la bús-

queda de minerales en las regiones vecinas, y la inci-

dencia de los viajes de reconocimiento aumentó no-

tablemente al mediar el siglo XVI.

Uno de estos viajes de reconocimiento estuvo a cargo

de Ginés Vázauez del Mercado, vecino de Guadalajara que poseía minas en Jalisco y Tepic y que ambicionaba

hallar más vetas que explotar por ese rumbo, llegando

en una ocasión a Huazamota, al sur de Durango. Su

conocimiento de esta zona motivó que la Audiencia y

Cancillería Real de la Nueva Galicia, con sede en

Guadalajara, le confiara la misión de descubrir y con-

quistar los territorios situados al norte de Zacatecas. Para

efectuar su comisión salió Vázquez del Mercado desde

Guadalajara en 1 552 y descubrió algunas vetas en Xo-

cotlán, en donde tuvo algunos encuentros con los na-

turales, pero, venciéndolos, siguió de frente; llegó

luego a Tepic, en donde se encontró con algunos

indígenas de la región de Valparaíso, Zacatecas,

quienes le informaron que "en la tierra adentro, en

unos grandes llanos, había un cerro de plata en estado

nativo"2.

Ante la perspectiva de una riquza tan grande, Ginés

Vázquez del Mercado puso en segundo término su ob- jetivo de descubrimiento y conquista, y marcho en bus-

ca de aquel maravilloso cerro; pasó sucesivamente por

Valparaíso, Sombrerete, Chalchihuites y San Martín,

lugares en los cuales halló vetas que en otras condi-

ciones hubieran saciado su apetito de riqueza, pero las

ignoró por su insignificancia ante la abundancia que habría de darle el cerro del cual iba en pos, no sin ser

duramente criticado por sus soldados, quienes gusto-

sos se hubieran conformado con los minerales que habían dejado atrás.

Obsesionado por alcanzar su meta, y guiado por los

indígenas informantes, llegó finalmente Vázquez del

Mercado a los llanos de Guadiana (aún sin tal nombre),

,en donde grande fue su sorpresa al ver que el cerro

"todo de plata", no era sino un enorme depósito ferro-

so que, obviamente, de ninguna manera satisfacía sus

ambiciones. Reprobada su actitud por sus subalternos,

herido en su amor propio y deshecha la ilusión de ri-

queza, determinó el retorno a Guadalajara por el cami-

no de Saín, pero en este lugar sufrió el grupo español

un asalto nocturno de los naturales que arrojó numero-

sas bajas en el destacamento europeo, sufriendo el

propio capitán heridas que le provocaron la muerte

posteriormente, falleciendo en Teul en 1 553. Al res-

pecto de este episodio, Matías de la Mota y Padilla

1 Fernando Zeruche Muñoz (director). £/ territorio mexicano. México, IMSS, 1 982, Tomo II, p. 171.

2 Pastor Rouaix. Diccionario geográfico, histórico y biográfico deí estado de Durango. México, IPGH, 1 946, p. 505.

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narra un pasaje en los siguientes términos; que un sol-

dado de la tropa de Vázquez del Mercado, de nombre

Antonio Sánchez, se hallaba herido y decía con mucha

gracia:

Ya estoy bueno, y no necesito de cura, sólo con

el consuelo de ver herido a! señor genera!; éstas

son las banderas, cajas y pífanos de vuestra

merced; Dios le dio ventura en Xocotlán y de-

más minerales, y teniéndola a las manos, la

despreció, por la mayor sombra de un cerro

imaginado de plata, que ni Plinio en sus histo-

rias nos lo ha propuesto. Mortificábase el capi-

tán con la chacota y sólo decía: "decís

verdad"3.

La mudanza del cerro de plata en uno de fierro (que

entonces comenzó a ser conocido con el nombre de

Cerro de Mercado, denominación que aun conserva)

provocó que el sitio quedara olvidado durante algún

tiempo.

En 1 554 partió de Zacatecas una expedición al man-

do de joven capitán Francisco de Ibarra, con el fin de ensanchar los territorios de la Nueva Galicia. Llevaba el

asesoramiento de los experimentados capitanes, fun-

dadores que fueron de Zacatecas, don Diego de Ibarra

(tío del joven capitán) y Juan de Tolosa. De esta marcha

surgió posteriormente el Reino de la Nueva Vizcaya.

El citado año de 1 554 salió Ibarra de Zacatecas ha-

cia el noroeste y pasó por el mineral de San Martín, en

donde los soldados españoles indagaban acerca de la

existencia de minas, e inquirían sobre ello con los indí-

genas, anteponiendo su interés particular al general

que tenía la expedición. Esta conducta de la tropa es-

pañola motivó que el religioso franciscano Fray Geróni-

mo de Mendoza (sobrino del primer Virrey de la Nueva

España, Don Antonio de Mendoza), quien se había

agregado al grupo expedicionario, resolviera separarse

de éste para dedicarse, con mucho afán, a predicar

entre los naturales para convertirlos a la fe cristiana. Se separó de la tropa y acompañándose de sólo un español

y un indio, se internó hacia el noroeste de San Martin

en busca de las poblaciones indígenas de las que había

tenido noticia para "misionar" entre ellos y predicar el

evangelio'1

Llegó Fray Gerónimo hasta el río Súchil, en donde

halló una población de indígenas zacatéeos, quienes lo guiaron hasta un ojo de agua al que llamaron Ojo de los

Berros (por los muchos que en él habían), paraje si-

tuado en la frontera de los dominios de los zacatéeos y

de los tepehuanes, enemigos entre sí5. La numerosa población que habría de ser convertida necesitaba de un

3 Matías de la Mora y Padilla Historia de la conquista de! Reino de la Nueva Galicia. Guadalajara, 1 920, p. 281 .

4 José Arlegui. Crónica de la Provincia de N.S.P.S. Francisco de Zacatecas. México, Cumplido, 1 851 p. 5.

5 Ibid, pp 24-25.

asentamiento amplio para establecerla, por lo que el

franciscano pensó en buscar un lugar apropiado para el

efecto, eligiendo el sitio donde después se fundó la Villa

de Nombre de Dios, cerca de la confluencia de los ríos

Súchil y Durango. Ffabiendo solicitado ayuda a México,

se unieron a Fray Gerónimo de Mendoza los religiosos

Fray Pedro de Espinareda, Fray Diego de la Cadena,

Fray Jacinto de San Francisco, un lego y un donado lla-

mado Lucas, quienes llegaron a Nombre de Dios el 1 1 de

enero de 1 556, llevando la orden de que Fray Gerónimo

debía regresar a México. Al frente de la misión evangeliza-

dos, quedó Fray Pedro de Espinareda.

Este continuó con la labor ya emprendida y comi-

sionó a Fray Diego de la Cadena y el donado Lucas para

misionar en los valles confinantes y promulgar la fe cristiana entre sus habitantes. Caminaron algunos días

hasta llegar a un manantial caudaloso de aguas dulces

y tibias, cuya abundancia y la fertilidad de los terrenos

que riega, motivaron el recuerdo del valle de Guadiana

en España, y le dieron este nombre 6por la semejanza

que creyeron ver con la comarca española antedicha.

En este valle habitaban grupos tepehuanes, y con

ellos en 1 558 fundó Fray Diego un poblado, al que lla-

mó San Juan Bautista de Analco8, probablemente le dio

tal nombre por las características hidrológicas del lugar,

pues en lengua náhuatl Analco significa "del otro lado del

agua" o "extención de agua"9.

Para este tiempo Francisco de Ibarra, llamado el Fénix de los Conquistadores por su juventud (tendría entre 1 6 y

1 7 años de edad cuando emprendió su primera expedi-

ción), había alcanzado renombre como explorador, y se

disponía a iniciar una marcha hacia Topia o Topiamé y a explorar los territorios situados al norte de Zacatecas, San

Martín y Avino. Para el efecto, Ibarra había recibido, el 4

de julio de 1 562, el nombramiento de Gobernador de la

Nueva Vizcaya por parte del Virrey Luis de Velasco,

creándose entonces de hecho la provincia o reino de tal

nombre. Los territorios que formarían el nuevo reino

serían aquellos que en lo sucesivo conquistara el capi-

tán Ibarra y algunos otros lugares ya conquistados; és-

te era el caso de la Villa de Nombre de Dios, que era

disputada por Ibarra y la Audiencia de Nueva Galicia,

pues en ella se asentaría la capital de la Nueva Vizcaya.

La expedición a Topia, costeada por Diego de Ibarra,

salió de San Martín el 4 de enero de 1 563 y el joven

capitán iba al mando de 1 70 españoles, en su mayoría

vascos, y un buen número de indígenas y de esclavos

negros y llevaba como guía al veterano capitán Juan

6 Juan Agustín de Morfi. Viajes de indios y Diario del Nuevo México. México, Bibliófilos Mexicanos, 1 93 5. p. 11 6.

7 José Fernando Ramírez. Noticias históricas y estadísticas de Durango. México, Imprenta de Ignacio Cumplido, 1851, p. 11.

8 Juan Agustín de Morfi. Op. cit, p. 116.

9 Pedro Tamarón y Romeral. Obras. Apuntes para la historia de la Nueva Vizcaya. México, UNAM, 1937, p. 51.

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de Tolosa. Como entonces estaba en duda la jurisdic-

ción bajo la cual quedaría la Villa de Nombre de Dios,

Ibarra pensó en otro lugar para establecer la capital de

su provincia y escogió los valles de Guadiana para fun-

dar una población que tuviese esa función. Francisco

de Ibarra comisionó al capitán Alonso Pacheco, quien a

la sazón se encontraba en el campamento establecido

en el valle de San Juan, para que procediera a efectuar

la fundación proyectada, mientras él continuaba rumbo

a Topia. Pacheco eligió un lugar situado en las inme-

diaciones del pueblo o misión de San Juan Bautista de

Analco, llamado también San Juan Bautista de Guadiana,

y hacia allá se trasladó llevando ganado, herramientas

y otras cosas necesarias para la fundación. Se dice que

una de sus primeras acciones fue sembrar un plantío

de maíz aprovechando el manantial, para alimentar a

su gente en tanto llegaba Ibarra; se cree que dicha mil-

pa estuvo situada en el mismo lugar que ocupa ahora la

plaza principal de la ciudad10.

Alfonso de Pacheco fundó así provisionalmente la futura

capital de la Nueva Vizcaya en los primeros días de mar-

zo de 1 563, y le dio el nombre de Guadiana, como el

del valle en que estaba situada. Cuando Francisco de

Ibarra regresó de Topia procedió a la fundación oficial

de la villa, ocurrida el 8 de julio de 1 563, dándole por

nombre el de Durango, en recuerdo de la villa de igual

nombre de la región vizcaína española, lugar de origen

de una rama del linaje de los de Ibarra, junto con la villa

de Eibar, en la que probablemente había nacido el Fé-

nix de los Conquistadores hacia 1 53911.

El nombre de Durango significa, en lengua vasca,

"lugar de tierra baja, llana y fértil regada por un río y ro-

deada de montañas"1 2; existen otras versiones acerca

del significado, como aquella que dice que viene de

uras-ango, que quiere decir "allende el agua"; tam-

bién se refiere que viene de "duran", vega regada por

un río, y "go", que es elevación montañosa: "vega con agua y rodeada de montañas"; de urangui, que

significa "aguas altas"; de turanko, de significado desconocido.

Todas las versiones, coinciden en lo esencial, a pesar de estar referidas a la población hispana, se

avienen en alguna forma a la población neovizcaína,

que quedó situada a la vera del arroyo que hoy se llama

Acequia Grande, que cruza la ciudad y limita a los

barrios de Tierra blanca y Analco.

A pesar de la importancia política que tuvo desde su

origen, la villa de Durango crecía lentamente. Mientras

vivió su fundador tuvo una época de bonanza, alcanzan-

do hasta 500 vecinos, pero en 1 57 2, al descubrirse

las minas de Coneto, que atrajeron a muchos pobladores

10 Atanasio G. Saravia. Obras. Apuentes para la historia de ta Nueva Vizcaya. México, UNAM, 1 979, tomo I, p. 272.

11 Juan Agustín de Morfi. Op. cit, p. 110.

12 Pedro Tamarón y Romeral. Op. cit., pp. 47-48

de Durango, esta villa estuvo apunto de desaparecer, y

hubo necesidad de abrir proceso contra aquéllos que

habiendo recibido merced de tierras se iban de la villa,

como un intento de retenerlos en ella13. Ai finalizar el

siglo XVI contaba apenas con 80 vecinos españoles,

aparte de los indígenas y negros que les servían y en

1616 la sublevación de los acaxees, xiximíes y te- pehuanes puso en grave apuro la existencia de la villa, la

cual se vio muy amenazada por el levantamiento, por lo

que se organizó un cuerpo de defensa por parte del go-

bernador de Nueva Vizcaya don Gaspar de Alvear y Sala-

zar, quien detuvo a los alzados en los llanos de Cacaría.

Fue entonces cuando la capital del Reino se mudó a San

Joseph del Parral (Hoy Hidalgo del Parral, Chih.)14, lo

que hizo languidecer enormemente a la población du-

ranguense, hasta casi extinguirse la villa.

Ocurrió entonces un suceso que salvó la existencia de

la villa. El 1 1 de octubre de 1 620 el Papa Paulo V emitió

una bula por medio de la cual se erigía el Obispado oe

Durango, con residencia en la villa de tal nombre; ésta

traía "invivita" el título de la ciudad para Durango 15,

el cual le fue ratificado por una Real Orden expedida el

1o. de abril de 1631, que le otorgaba también los privile-

gios y prerrogativas que concedían las Leyes de Indias

para las ciudades1 6. También se le concedía el uso de

escudo de armas, que consistía en un "árbol de su co-

lor" y, atravesados en su tronco, dos lobos con sus

presas, en campo de azur; por timbre, una corona real,

y con un adorno de dos palmas entrelazadas en la

punta1 7.

El primitivo nombre de Guadiana originalmente era

utilizado con mayor frecuencia que e! de Durango para

referirse a esta población. Fue hasta que se le designó

sede del Obispado cuando empezó a utilizarse más el

nombre actual; ésto se vio reforzado por el retorno a la

ciudad de la capital política de Reino de la Nueva Vizca- ya a finales del siglo XVII; prácticamente durante todo

el siglo XVIII se alternó el uso de ambas denomina-

ciones, y en los albores del siglo XIX casi había desapa-

recido el nombre de Guadiana.

La cartografía del período colonial refleja la situación

señalada. Un Croquis de la Jurisdicción de Durango,

anónimo y sin fecha, aunque por la técnica de realiza-

ción se ubica como del siglo XVII, consigna el nombre

de "Durango"; el Plano geográfico de la mayor parte de la América Septentrional Española, hecho por An-

tonio de Alzate en 1 77 2. registra el nombre de

13 Pedro Tamarón y Romeral Op. cit., pp. 47-48.

14 José Ignacio Gallegos, "Cuatro siglos de vida de una ciudad; síntesis histórica de la ciudad de Durango", en Humanitas, Anuario del Centro de Estudios Humanísticos, UANL. Mon- terrey, 1967, tomo 8, P. 498.

15 Ibidem.

16 Pedro tamarón y Romeral. Op. cit., p. 44;

17 Atanasio G. Saravia. Op. cit., romo l. p. 31 1.

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"Guadiana Durango"; el Mapa di Messico Ouvero

Nuova Spagna che contieni el Nuovo Messico, ta Ca-

lifornia con una parte de paesi adyacen ti, anónimo,

del año de 1 785, cita el nombre de "Guadiana."

La complicada división administrativa de la Colonia a

finales del siglo XVIII colocó a Durango dentro de la Co- mandancia General de las Provincias Internas, en

1 776, y en la Comandancia de las Provincias Internas

de Occidente en 1 787. El 4 de diciembre de 1 786 se

creó la Intendencia de Durango independientemente de

la división antes mencionada y la ciudad de Durango

era su cabecera.

Con el advenimiento de la Independencia en 1 821 y

la creación del Imperio Mexicano, perteneció esta

ciudad a la provincia de Nueva Vizcaya; ésta se frag-

mentó después en las Provincias de Chihuahua y de

Durango hasta el 31 de enero de 1 824, cuando se

creó e! Estado Interno del Norte, constituido con las

provincias antedichas y el Nuevo México, conservando

la ciudad de Durango su rango de capital. El 22 de mayo de 1824 el Congreso Constituyente decretó la crea- ción del Estado de Durango, separándolo de Chihuahua y Nuevo México; la erección del estado fue confirmada con la Constitución Federal promulgada el 4 de octubre de 1 824, siendo la ciudad de Durango, ratificada co- mo capital.

El 1 o de septiembre de l 82b se promulgó la primera

Constitución del Estado de Durango, y la primera Le-

gislatura de éste decretó el 1 5 de julio de 1 826 el

cambio del nombre de la ciudad de Durango por el de

Victoria de Durango, dado en honor del Primer Presidente

de México y destacado insurgente, general Guadalupe

Victoria (1786-1 843), originario de la villa de Tamazula,

en el actual estado de Durango; su verdadero nombre

era José Miguel Ramón Adaucto Fernández y Félix, y

se conoció en su inicio como insurgente con el nombre

de Miguel Fernández Félix, el que cambió por Guadalu-

pe Victoria en 1814, por ser la Virgen de Guadalupe

patrona del ejército libertador y Victoria como esperanza

y empeño por la empresa a que se había sumado1 s

Henry George Ward, encargado de negocios británico

18 José María I Verges. Diccionario de Insurgentes. Mexico, Porrúa, 1 969, p. 598.

en México asienta en su obra México en 1827 que

cuando él visitó la ciudad de Durango se le empezaba a

llamar a ésta "la Ciudad de Victoria".

El nombre de Victoria de Durango ha sido poco utiliza-

do. En el mismo siglo XIX se denominaba a la ciudad

simplemente como Durango y en algunas ocasiones

como Victoria, pero casi nunca como Victoria de Du- rango, y puede constatarse lo anterior en la cartografía

de la época. Aún en la actualidad es raro encontrar -

fuera del ámbito de la documentación oficial- el uso del

nombre "Oficial"; en la inmensa mayoría de los casos

en que se hace referencia de esta localidad, se le llama

únicamente Durango.

De esta etapa (1 826 a la fecha) se pueden mencionar las siguientes obras cartográficas que consignan este

nombre geográfico: Mapa de la República de México, por G. Woolworth Colton, de 1851, cita el nombre de

"Durango oí Victoria"; otro mapa del mismo autor,

hecho en 1 855, dice "Durango or Guardiana", en tanto

que el Atlas General Cotton's, de 1 874, cita "Durango o Victoria"; el Mapa General de la República Mexica-

na, de Antonio García Cubas, 1 863, menciona el

nombre de "Durango", lo mismo que el Plano del Estado

de Durango, levantado en 1919 por el Ing. Pastor

Rouaix, Por su parte, el Atlas Geográfico de la Re-

pública Méxicana, editado en 1 942 por la Secretaría

de Agricultura y Fomento, cita el nombre de "Victoria

de Durango".

Más recientemente, la carta "Estado de Durango", en el Atlas geográfico de los Estados Unidos Mexicanos19, publicado por la S A G. en 1 972, iden- tifica a la ciudad con el nombre de "Victoria de DU- RANGO"; por su parte, en Estados Unidos Mexica- nos, carta geográfica 1:5 000 OOO20, publicada por la S.P.P., Dirección General de Geografía, en 1 979, se le identifica como "Durango"; y el mismo nombre se

utiliza en la hoja "Durango"; del Mapa de Carreteras21,

publicado por la S.A.H.O.P. en 1 980.

19 México, Secretaría de Agricultura y Ganadería. Atlas Geográfico, de los Estados Unidos Mexicanos. México, Dirección General de Geografía y Meteorología, 1 972, h. 10.

20 México, Secretaría de Programación y Presupuesto. Estados Unidos Mexicanos, carta geográfica esc. 1:5 000 000. Méxi- co, Dirección General de Geografía, 1979.

21 México, Secretaría de Asentamientos Humanos y Obras Públicas. Mapa de Carreteras. México, Dirección General de Análisis de Inversiones, 1 980, h. 10.

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