diario del juicio abril 2011

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JuIcIo Díaz BESSonE El dolor, el miedo y la verdad El testimonio de Marta Vennera en el juicio a la patota que actuó en el Servicio de Informaciones durante la última dictadura revela uno de los costados más trágicos del impacto del terrorismo de Estado en miles de familias argentinas. L a testigo Marta Vennera brindó el martes 15 de marzo un relato repleto de emociones encontradas, donde el miedo, la culpa y el dolor vividos esos años se hicieron presentes. “Después de muchos años de silencio quiero reivindi- car a mi marido como un militante de la Juventud Peronista”, expresó la testigo. Militantes de la vida Marta Vennera declaró que el 27 de septiembre de 1976 ocurrió la desapari- ción de su marido antonio Ángel López. Y recordó que “en la mañana del 27 era lunes, Antonio salió temprano, antes de ir a trabajar tenía una tarea como militante de la Juventud Pero- nista, tenía que volantear la zona de Villa Diego, iba con un grupo, él tenía una moto, era una misión ries- gosa, porque era una época difícil, habían caído muchos militantes, las citas y controles estaban cantados, el riesgo hizo que el día anterior antonio reuniera a la familia”. Luego Vennera continuó: “Yo no mili- taba pero apoyaba la militancia de anto- nio. Después de la volanteada tenía que ir al trabajo, en un estudio de arquitec- tura. Yo trabajaba de preceptora en el colegio Misericordia, estaba embarazada de dos meses, y estaba angustiada espe- rando el llamado. Llegó el mediodía, y me fui a casa de mi mamá, porque si antonio había caído lo habitual era un allanamiento. estuve todo el día en casa de mi mamá, a quien no le dije nada, esperando que antonio me venga a bus- car. no le dije nada a mi mamá porque en mi familia había muchos policías y no sabíamos que había pasado, si yo hablaba podía estar echándole la policía encima a estos chicos. Disimulando que estaba todo bien me fui a casa de un her- mano de antonio, Jorge, me quedé a pasar la noche ahí un par de días más. en casa de mi cuñado decidimos ir a vivir a casa de unas tías abuelas de antonio que me hacían pasar por una sobrina que llegó de otro lado”. Marta realizo un conmovedor relato de aquellos tiempos en los que preten- día no perder la esperanza de reencon- trarse con su compañero. “trate de no llorar, yo tenía que estar bien, si no veo un cadáver, yo tengo derecho a esperar una persona que está viva”, dijo a los jueces la testigo. a continuación Vennera dijo: “Lo pri- mero que hice fue una denuncia de desaparición y busca de paradero, eso fue el 9 de octubre, habían pasado un poco mas de 10 días. Fue en ese tiempo que me llega una versión. La historia de una pareja que iba en moto, que un auto, que el muchacho que maneja para, levanta los brazos y le disparan en la nuca, que la chica corre y la meten adentro del auto y al muchacho tam- bién, levantan los volantes, y la moto quedo tirada muchas horas en ese lugar. Parecía creíble. Yo me aferré a la posibi- lidad que un balazo habría terminado enseguida con la vida de antonio, que no hubiera sufrido torturas”. La versión de ese operativo es la misma que la familia Moro-De Vicenzo obtiene sobre la posible “caída” de Miriam, la hermana de ana Moro, fundadora de Familiares de desaparecidos y testigo de la causa que ya declaró meses atrás. “gerardo, mi hijo –siguió el testimo- nio de Marta– ya había nacido, y recuerdo haber ido con mi cuñado Jorge, a fines del ‘77 a verlo al padre Héctor garcía, que nos aseguró que lo había visto a antonio, que estaba bien, que pronto iba a salir. Por la ilusión, confiamos en el cura”. Luego Vennera comentó que un día su familia se conecta con alguien de la Poli- cía Federal de quien, en un primer encuentro, no obtiene respuestas. De la segunda vez que se encuentra con esa persona de la Policía Federal, Vennera recordó el siguiente diálogo: “Un policía federal me empieza a decir que quizás antonio se había ido con otra. Yo le dije que no, que estábamos bien, que él estaba contento con el bebé que esperá- bamos, y me pregunta si prefería que esté muerto o se hubiera ido con otra. Y yo le di la respuesta más espantosa, que prefería que esté muerto. Y me dijo «bueno vamos a buscar entre los muer- tos». Dijo que había unos cadáveres apa- recidos en un camino de tierra que, por la descripción y la fecha, podía ser anto- nio. Y llamó a un empleado que no estaba uniformado, que me acompañó a los tribunales”. Luego la testigo ofreció el tramo más tremendo de su relato: “allí me hicieron algunas preguntas en relación a la fecha de mi casamiento, nosotros nos había- mos intercambiado anillos, así que si ese era antonio tenía un anillo con mi nom- bre. Me mostraron fotos, había varias fotos, en una estaba antonio muerto, un muerto tirado entre yuyales, boca abajo, en otra de frente vestido, tenía como un trapo o una tira rasgada en la cabeza, lo que me dio la idea de que podía haber sido una venda o mordaza. Me deses- pero, porque pienso que entonces no había caído enseguida. Había otra foto que parecía tomada en una morgue, por- que era el cuerpo sobre una mesa; se veía la parte superior del torso, era una situación de morgue, tenía los ojos cerra- dos y el gesto crispado, tenso, era anto- nio yo no tenía dudas”. el suspenso creado por el relato de la testigo no bajaba su intensidad, Vennera comentó que “había otras fotos” de “un cuerpo de una mujer con los ojos entrea- biertos y pelo desordenado”, y describió a los jueces: “Me preguntaron si yo tenía idea de quién podía ser, yo pensé que podía ser Miriam (Moro). Pero yo había negado en todo momento la militancia de antonio, yo dije que no sabía quién podía ser, tenía miedo no sólo por lo que pudiera pasarme a mi sino la consecuen- cia sobre otras personas, cómo justificar quién era Miriam qué había ido a hacer antonio. Yo estaba ahí, enterándome de que antonio había sido asesinado”. La testigo pareció revivir durante su testimonio las sensaciones contradicto- rias que la atravesaron en aquel instante de hace 34 años: “Yo había cortado todo vínculo con la vida anterior, dejé de ver a los amigos de antonio, me quedé en el círculo cerrado de mi trabajo y la casa de mi familia. La idea era no arriesgar a nadie que tuviera relación conmigo y mi entorno, en esa escena, en ese espacio de opresión, no sé que respuesta podría haber dado más que esa negación que me espanta, porque eso impidió que la familia Moro recupere los restos de Miriam, en un tiempo que le hubiera permitido recuperarlo. seguramente alguien sabía lo que había pasado y me veían a mi ilusionada, esa es la tragedia, esperar la aparición con vida, ponerme a mi delante de las fotos era decirme basta, deja de esperar. La decisión que tomé fue la de negar, no la conozco, no sé quién es, fue un dilema”. Más adelante en su testimonio, Marta comentó que en diciembre de 1983, se encontró con ana Moro. “Le pregunte si había podido saber sobre Miriam –declaró Vennera–, yo le dije que sabía que había pasado con antonio. ana se puso mal y me pidió que la acompañe a la calle Corrientes, a la oficina de la aPDH, donde estaba Delia rodríguez araya. Le hablé del expediente, trámite y fotos. Delia me reprochaba como había podido callar tanto tiempo, que locura tenía encima. se ve que yo seguía mal, esta traba a asumir toda la historia, cuando a raíz de las actuaciones de ana Moro, soy citada a los tribunales, yo sigo sosteniendo que antonio salió a tra- bajar y que no estaba en nada”. en ese momento Marta dijo: “Por ello yo quiero reivindicar la figura de anto- nio como un militante político de la Juventud Peronista”, y luego agregó: “Cuando ana llega al cementerio de Casilda, (donde estaba los cuerpos de antonio y el de Miriam Moro), se encuentra que en ese pedazo de tierra pública habían levantado un edificio de nichos y no era posible rescatar el cuerpo de Miriam”. el eslabón | abril de 2011 diario del juicio | página 1 por Juane Basso “Un policía federal me empieza a decir que quizás Antonio se había ido con otra. Yo le dije que no, que estábamos bien, que él estaba contento con el bebé que esperábamos, y me pregunta si prefería que esté muerto o se hubiera ido con otra...”

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acompaña la edicion 108 de el eslabon

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JuIcIo Díaz BESSonE

El dolor, el miedo y la verdadEl testimonio de Marta Vennera en el juicio a la patota que actuó en el Servicio de Informaciones durante la última dictadura revela uno de loscostados más trágicos del impacto del terrorismo de Estado en miles de familias argentinas.

La testigo Marta Vennerabrindó el martes 15 de marzoun relato repleto de emocionesencontradas, donde el miedo, laculpa y el dolor vividos esos

años se hicieron presentes. “Después demuchos años de silencio quiero reivindi-car a mi marido como un militante de laJuventud Peronista”, expresó la testigo.

Militantes de la vidaMarta Vennera declaró que el 27 de

septiembre de 1976 ocurrió la desapari-ción de su marido antonio Ángel López.Y recordó que “en la mañana del 27era lunes, Antonio salió temprano,antes de ir a trabajar tenía una tareacomo militante de la Juventud Pero-nista, tenía que volantear la zona deVilla Diego, iba con un grupo, éltenía una moto, era una misión ries-gosa, porque era una época difícil,habían caído muchos militantes, lascitas y controles estaban cantados, elriesgo hizo que el día anterior antonioreuniera a la familia”.

Luego Vennera continuó: “Yo no mili-taba pero apoyaba la militancia de anto-nio. Después de la volanteada tenía queir al trabajo, en un estudio de arquitec-tura. Yo trabajaba de preceptora en elcolegio Misericordia, estaba embarazadade dos meses, y estaba angustiada espe-rando el llamado. Llegó el mediodía, yme fui a casa de mi mamá, porque siantonio había caído lo habitual era unallanamiento. estuve todo el día en casade mi mamá, a quien no le dije nada,esperando que antonio me venga a bus-car. no le dije nada a mi mamá porqueen mi familia había muchos policías y nosabíamos que había pasado, si yohablaba podía estar echándole la policíaencima a estos chicos. Disimulando queestaba todo bien me fui a casa de un her-mano de antonio, Jorge, me quedé apasar la noche ahí un par de días más. encasa de mi cuñado decidimos ir a vivir acasa de unas tías abuelas de antonio queme hacían pasar por una sobrina quellegó de otro lado”.

Marta realizo un conmovedor relatode aquellos tiempos en los que preten-día no perder la esperanza de reencon-trarse con su compañero. “trate de nollorar, yo tenía que estar bien, si no veoun cadáver, yo tengo derecho a esperaruna persona que está viva”, dijo a losjueces la testigo.

a continuación Vennera dijo: “Lo pri-mero que hice fue una denuncia dedesaparición y busca de paradero, esofue el 9 de octubre, habían pasado unpoco mas de 10 días. Fue en ese tiempoque me llega una versión. La historia deuna pareja que iba en moto, que unauto, que el muchacho que maneja para,levanta los brazos y le disparan en lanuca, que la chica corre y la metenadentro del auto y al muchacho tam-bién, levantan los volantes, y la motoquedo tirada muchas horas en ese lugar.Parecía creíble. Yo me aferré a la posibi-lidad que un balazo habría terminadoenseguida con la vida de antonio, queno hubiera sufrido torturas”.

La versión de ese operativo es la mismaque la familia Moro-De Vicenzo obtienesobre la posible “caída” de Miriam, lahermana de ana Moro, fundadora deFamiliares de desaparecidos y testigo de

la causa que ya declaró meses atrás.“gerardo, mi hijo –siguió el testimo-

nio de Marta– ya había nacido, yrecuerdo haber ido con mi cuñadoJorge, a fines del ‘77 a verlo al padreHéctor garcía, que nos aseguró que lohabía visto a antonio, que estaba bien,que pronto iba a salir. Por la ilusión,confiamos en el cura”.Luego Vennera comentó que un día su

familia se conecta con alguien de la Poli-cía Federal de quien, en un primerencuentro, no obtiene respuestas. De lasegunda vez que se encuentra con esa

persona de la Policía Federal, Vennerarecordó el siguiente diálogo: “Un policíafederal me empieza a decir que quizásantonio se había ido con otra. Yo le dijeque no, que estábamos bien, que élestaba contento con el bebé que esperá-bamos, y me pregunta si prefería queesté muerto o se hubiera ido con otra. Yyo le di la respuesta más espantosa, queprefería que esté muerto. Y me dijo«bueno vamos a buscar entre los muer-tos». Dijo que había unos cadáveres apa-recidos en un camino de tierra que, porla descripción y la fecha, podía ser anto-nio. Y llamó a un empleado que noestaba uniformado, que me acompañó alos tribunales”.Luego la testigo ofreció el tramo más

tremendo de su relato: “allí me hicieronalgunas preguntas en relación a la fechade mi casamiento, nosotros nos había-mos intercambiado anillos, así que si eseera antonio tenía un anillo con mi nom-

bre. Me mostraron fotos, había variasfotos, en una estaba antonio muerto, unmuerto tirado entre yuyales, boca abajo,en otra de frente vestido, tenía como untrapo o una tira rasgada en la cabeza, loque me dio la idea de que podía habersido una venda o mordaza. Me deses-pero, porque pienso que entonces nohabía caído enseguida. Había otra fotoque parecía tomada en una morgue, por-que era el cuerpo sobre una mesa; seveía la parte superior del torso, era unasituación de morgue, tenía los ojos cerra-dos y el gesto crispado, tenso, era anto-

nio yo no tenía dudas”.el suspenso creado por el relato de la

testigo no bajaba su intensidad, Venneracomentó que “había otras fotos” de “uncuerpo de una mujer con los ojos entrea-biertos y pelo desordenado”, y describióa los jueces: “Me preguntaron si yo teníaidea de quién podía ser, yo pensé quepodía ser Miriam (Moro). Pero yo habíanegado en todo momento la militanciade antonio, yo dije que no sabía quiénpodía ser, tenía miedo no sólo por lo quepudiera pasarme a mi sino la consecuen-cia sobre otras personas, cómo justificarquién era Miriam qué había ido a hacerantonio. Yo estaba ahí, enterándome deque antonio había sido asesinado”.

La testigo pareció revivir durante sutestimonio las sensaciones contradicto-rias que la atravesaron en aquel instantede hace 34 años: “Yo había cortado todovínculo con la vida anterior, dejé de ver alos amigos de antonio, me quedé en el

círculo cerrado de mi trabajo y la casa demi familia. La idea era no arriesgar anadie que tuviera relación conmigo y mientorno, en esa escena, en ese espacio deopresión, no sé que respuesta podríahaber dado más que esa negación queme espanta, porque eso impidió que lafamilia Moro recupere los restos deMiriam, en un tiempo que le hubierapermitido recuperarlo. seguramentealguien sabía lo que había pasado y meveían a mi ilusionada, esa es la tragedia,esperar la aparición con vida, ponerme ami delante de las fotos era decirmebasta, deja de esperar. La decisión quetomé fue la de negar, no la conozco, nosé quién es, fue un dilema”.Más adelante en su testimonio, Marta

comentó que en diciembre de 1983, seencontró con ana Moro. “Le pregunte sihabía podido saber sobre Miriam–declaró Vennera–, yo le dije que sabíaque había pasado con antonio. ana sepuso mal y me pidió que la acompañe ala calle Corrientes, a la oficina de laaPDH, donde estaba Delia rodríguezaraya. Le hablé del expediente, trámite yfotos. Delia me reprochaba como habíapodido callar tanto tiempo, que locuratenía encima. se ve que yo seguía mal,esta traba a asumir toda la historia,cuando a raíz de las actuaciones de anaMoro, soy citada a los tribunales, yosigo sosteniendo que antonio salió a tra-bajar y que no estaba en nada”.en ese momento Marta dijo: “Por ello

yo quiero reivindicar la figura de anto-nio como un militante político de laJuventud Peronista”, y luego agregó:“Cuando ana llega al cementerio deCasilda, (donde estaba los cuerpos deantonio y el de Miriam Moro), seencuentra que en ese pedazo de tierrapública habían levantado un edificio denichos y no era posible rescatar elcuerpo de Miriam”.

el eslabón | abril de 2011 diario del juicio | página 1

por Juane Basso

“Un policía federal me empieza a decir que quizás Antonio sehabía ido con otra. Yo le dije que no, que estábamos bien, queél estaba contento con el bebé que esperábamos, y me preguntasi prefería que esté muerto o se hubiera ido con otra...”

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La PriMera De Las testigosen declarar fue la referente deFamiliares de desaparecidos porrazones políticas, Élida Luna,quien aportó un relato sobre el

contexto en que se desarrollaron loshechos que se están juzgando, al descri-bir el origen del organismo de derechoshumanos que preside, surgido en los pri-meros años de la dictadura.

Luna recordó cómo se acercó a la luchade los organismos de derechos humanostras el secuestro y desaparición de sucompañero Daniel gorosito, militantedel Partido revolucionario del Pueblo(Prt), uno de los casos que se les imputaa los represores del si, aunque no estéentre los que se están juzgando en estetramo del juicio.

en segundo término se presentó el tes-timonio de Clelia Beatriz righi. La tes-tigo declaró haber conocido a alejandrostancanelli, una de las víctimas fatalesde la causa, y realizó un tremendo relatodel día en que, por un hecho fortuito, viocómo lo fusilaban en plena calle.

righi contó que conocía a stancanellide su infancia en el club Plaza Jewell. Éljugaba al rugby y ella al hockey, y relatóun encuentro casual que tuvo, a pocascuadras del tribunal, en el año 1976, enoroño y san Luis. “Él iba solo, yo estabacon un compañero, gonzalo Barrios,justo en la esquina que íbamos a cruzar ala parada de san Luis para tomar elcolectivo. Conversamos muy frívola-mente. Me dijo «qué linda estás, me voya la facultad, ¿seguís jugando al hoc-key?», y sigue caminando por oroñohacia Mendoza y cruzo”.

Luego la testigo recordó que, mientrasesperaba el colectivo frente al colegioMisericordia, escucha tiros de revólver.“Me escondo como en un umbral de unkiosquito –relató righi– y lo veo a ale-jandro corriendo hacia alvear, rengo, ydetrás de él venían personas tirandotiros. se cae al suelo frente a una casamuy linda antes de llegar a alvear, enla calle. Veo que le tiran un armaencima, un revólver”.

righi después agregó: “Yo quería salir,gritaba. el chico que estaba conmigo mesostenía. nos fuimos sigilosamentehasta oroño, y después a rioja. no supenada hasta el otro día, que leo que fueabatido alejandro y lo encontraron conarma. Yo no vi que él tuviera un arma, sela tiraron encima, fue asesinado”.

en tercer lugar fue el turno de la exdetenida Marta Bertolino. La testigobrindó uno de los más extensos testimo-nios del juicio, comenzó alrededor de las16 y culminó recién a las 21. Bertolinorelató la “tragedia familiar” que tuvo quevivir, tras la detención y posterior desa-parición de su compañero, oscar Man-zur, los pormenores de su propiosecuestro, los terribles tormentos a losque fue sometida durante su avanzadoembarazo en el si, y el parto en condi-ciones infrahumanas que debió soportaren el marco de ese siniestro cautiverio.

“Éramos hacía tiempo militantesperonistas y participamos muy acti-vamente dentro de la JP, cuandoempezó a asomar la democracia enla Argentina. Habíamos vivido casitoda la vida entre dictaduras y proscrip-ciones. Militamos fuertemente en la JPdurante todo el proceso que llevó algobierno a Campora”, recordó Bertolinoal inicio de su testimonio.

La testigo luego describió las circuns-tancias de su detención y complicó avarios de los imputados de la causa, enespecial al ex policía José Lofiego. “elCiego (apodo de Lofiego) sobresalía porsu desborde de locura, por su crueldad yporque comandaba las torturas”, declaróBertolino, quien en numerosas oportuni-dades –a través de libros y documentalespublicados en la ciudad–, ha dado cuentade la increíble historia que le tocó viviren ese infierno en el que dio a luz a suhija alejandra Manzur.Por último, fue el turno de alejandra

Manzur, hija de Marta Bertolino y oscarManzur. su testimonio tuvo un tono

conmovedor, al punto que varias vecesse vio a los abogados de los querellantessecarse las lágrimas.Manzur, que tiene por estos días un

embarazo de nueve meses, hizo unrepaso por la dura historia familiar quele tocó vivir, aludió a los relatos que sumadre compartió con ellas sobre su naci-miento, y relató las memorias de cómofue su vida durante y después de ladetención de su mamá.“Mi madre Marta Bertolino –comenzó

alejandra–, embarazada de mí de ochomeses, junto a mi padre, fueron secues-

trados el 10 de agosto de 1976 y fueronllevados al si de la Jefatura de Policía,donde fueron salvajemente torturados.Yo no tengo memoria de esto, tengo elrelato de mi madre. Mi madre me cuentaque por dos días escuchó las quejas demi padre que estaba junto a ella y en unmomento escuchó «nena, me muero», yno lo escuchó más. ella siguió siendotorturada e interrogada”.

La testigo relató luego que “el 3 deseptiembre de 1976 mi madre rompebolsa y antes de llevarla a la Materni-dad Martin la amenazan con que elbebé que iba a nacer, que soy yo, iba aser desaparecido porque ella tiene que

seguir siendo interrogada”.a continuación, alejandra dio una dura

descripción de cómo fue nacer en poderde los genocidas: “Había policías cus-todiando dentro y fuera de la habita-ción. El obstetra, en un acto devalentía, en algún momento hecha alos guardias de la custodia y puededarme a luz. Era el 4 de septiembrede 1976. Los dos médicos que estabanahí y la enfermera, tratan de ayudarla yme anotan, y una enfermera pide un telé-fono, por lo cual mis abuelos estuvieronen conocimiento de esta situación. Los

primeros dos días y medio de mi vida yopaso en esa habitación sin darme ningúntipo de alimento y ella sin poder darmede mamar. Luego vamos a la UnidadPenitenciaria 5 de rosario, en una semilegalización, después a Villa Devoto,hasta que cumplo seis meses. el 7 demarzo de 1977 me separan de mi madrey me llevan con mis abuelos”.alejandra contó que luego fue a parar

a la casa de sus abuelos maternos. “Conmi abuelo Pocho, mi abuela rina y mitío guillermo, en ese hogar, esas trespersonas me brindaron todo el amor, elafecto y la contención necesaria parapoder sobrevivir, sin esto hubiera sidoimposible seguir viviendo”, recordó latestigo, quien mencionó además que sutío eduardo, mellizo de su madre, tam-bién estaba preso en la cárcel deCoronda.La testigo tocó las fibras de los jueces

y el público que quedaba en la sala –aesa altura de la jornada eran cerca delas 22–, cuando habló sobre la comuni-cación con su mamá durante la deten-ción en Devoto. “Las cartas llegabancada semana, cartas de mi mamá llenasde dibujos. Mis abuelos me las leían.Las visitas eran cada dos o tres meses ocuatro, y eran a través de un locutorio,yo chiquita podía registrar muy poco detodo eso”, rememoró alejandra.en un tramo muy doloroso de su

relato, alejandra contó el reencuentrocon su madre cuando recuperó su liber-tad, a los cinco años, y el suicidio de suabuela rina cuatro años después. ale-jandra ligó ese tremendo hecho “con lasatrocidades que había vivido la familia”.

página 2 | diario del juicio 24 de marzo de 2011 | el eslabón

JuIcIo Díaz BESSonE

Memorias de alejandracuatro nuevos testimonios se escucharon el lunes 28 de marzo en el Tribunal oral Federal n°2 de rosario, donde se está juzgando a seisimputados por delitos de lesa humanidad cometidos durante la dictadura en el Servicio de Informaciones (SI) de la policía.

GracIELa BorDa

“Me escondo como en un umbral de un kiosquito –relatóRighi– y lo veo a Alejandro corriendo hacia Alvear, rengo, ydetrás de él venían personas tirando tiros. Se cae al suelofrente a una casa muy linda antes de llegar a Alvear, en lacalle. Veo que le tiran un arma encima, un revólver”

Page 3: diario del juicio abril 2011

Las declaraciones de los ex detenidosde la dictadura, ernesto rueda yJuan Luis girolami, realizadas el

martes 29 de marzo, confirmaron losdichos de Marta Bertolino y complicaronmás a los represores que están siendojuzgados en rosario.

rueda dio una descripción pormenori-zada del momento en que el grupo queintegraba fue secuestrado por el ejército,de las torturas padecidas durante su cau-tiverio, de la euforia cruel con que suscaptores festejaban el logro de su cace-ría, entre otros horrores que ponen enevidencia la participación de los acusa-dos en el plan sistemático de represión yexterminio que llevó a cabo la últimadictadura militar.

ernesto rueda recordó que fue secues-trado por el ejército las primeras horasdel 10 de agosto de 1976, mientrasestaba en la casa de su novia, MaríaMarcela girolami, junto con su madreDelfina, su hermano Juan Luis girolami,el hijo de María, Marta Bertolino y oscarManzur, en el piso 2º del domicilio deespaña 344.

“Habíamos terminado de comer hacía

un rato, nos habíamos quedado de sobre-mesa con Juan Luis girolami, oscarManzur y yo –rememoró rueda–, estába-mos terminando la sobremesa, Manzurtocaba la guitarra. Con Juan Luis eraamigo desde la infancia y a oscar Man-zur lo conocía desde hacia un año ymedio atrás, y lo conocí porque era com-pañero de la lista naranja de sanidad,que se presentaba a elecciones. eraempleado del sanatorio Británico. ConJuan Luis nos criamos juntos en elmismo edificio y siempre fuimos ami-gos. Yo tenía en ese momento 19 años”.rueda describía así la escena previa al

momento en que todo el grupo fuesecuestrado cuando se disponía a bajardel edificio para ir a tomarse el colec-tivo rumbo a su casa. “Bajo y estaba elejército en la puerta del edificio –conti-nuó–. Me hacen abrir, me preguntan dedónde vengo, digo que de lo de minovia. Van arriba al departamento, yoquede abajo apuntado”.“Había muchos soldados, uno o dos

camiones del ejército, una camionetaFord F100 con una ametralladora. subequien se identificó como del ejército

argentino y golpea la puerta; yo escuchodesde abajo. en ese momento desde laparte de atrás del edificio, en las coche-ras, se escucha que habían saltado unaspersonas; evidentemente Marta Berto-lino y oscar Manzur”.

“se escuchan gritos y hacen entrar lacamioneta artillada de trompa a lacochera y empiezan a disparar. tirantiros no se con que motivo, porque nohabía razón para que lo hagan. Cesan lostiros y esta pareja viene, como habíansaltado, los veo ingresar por una puertitaque daba a la cochera y conectaba con elpalier del edificio. a oscar lo veo ren-gueando y en calzoncillos, Marta noestaba bien de la caída, estaba embara-zada de 6 u 8 meses”.

el relato de rueda a los jueces del tri-bunal, prosiguió: “Nos hacen subir aldepartamento, creo que nos hacenponer contra la pared; a Juan Luislo veo, no recuerdo a la madre ni demi novia, no las tengo presentes enese acto. Luego vienen unas personasde civil al departamento en forma bas-tante rápida. Posteriormente nos bajandel edificio y a Juan Luis, a oscar Man-

zur y a mí nos suben en un camión delejército, boca abajo, y nos trasladan aun lugar que me doy cuenta que era laJefatura de Policía”.a partir de entonces empezó la parte

más dura del testimonio de rueda. “nibien llegamos nos vendan los ojos, nosatan las manos atrás, en mi caso conun cable plástico. nos preguntan losnombres y cuando llega oscar Manzurse nota un grado de euforia muy ele-vado en el personal de esa dependen-cia, como si hubieran hecho unhallazgo invalorable, pero a su vez senotaba que había una crueldad en laforma de festejar que tenían”.“acto seguido empiezo a escuchar las

torturas a Manzur, que lo habían llevadoa otra habitación, eran gritos desgarrado-res. Lo que yo escuche que le hacían aManzur no era igual que con el resto.estaba en una habitación contigua, eraalgo tremendo. Después escuchaba quela torturaban a Marta. Yo percibía la pre-sencia de Juan Luis al lado mío y des-pués dejé de percibirla. es como quenosotros estábamos en un corredor yMarta y oscar en una sala contigua”.el testigo indicó que a oscar lo escuchó

“durante horas así, tanto a él como aMarta, hasta que después a Manzur no loescuché nunca más”.

diario del juicio | página 3

EL LUnes 4 De aBriL ,el secretario de DerechosHumanos de la Cgt, JulioPiumato, declaró que laactual integrante del tribu-

nal oral Federal 2 de rosario, LauraCosidoy, “cuando era defensora oficialdurante la dictadura, les decía (a losdetenidos) que era amiga del generalgaltieri”. recordó el dirigente que gal-tieri “era por entonces comandante delsegundo Cuerpo del ejército, con quien(Cosidoy) comía asados muy usual-mente”. además el dirigente indicó que“el objetivo de la represión en laArgentina fue garantizar la imple-mentación del programa económicode (el ex ministro de Economía JoséAlfredo) Martínez de Hoz”.

Piumato declaró ante la Justicia fede-ral rosarina en el marco de la causaDíaz Bessone, que investiga crímenesde lesa humanidad cometidos durantela última dictadura en el centro clan-destino de detenciones que funcionóen el entonces servicio de informacio-nes (si) de la policía local.

el dirigente judicial fue propuestocomo testigo por la defensa de la exdetenida Marta Bertolino, una sobrevi-viente del si cuyo marido, el ex delegadosindical de la sanidad, oscar Manzur,permanece aún desaparecido.

Piumato identificó durante su testimo-nio a detenidos rosarinos que compar-tieron cárcel con él en La Plata, dondehabían sido trasladados cuando “levan-taron” el penal santafesino de Coronda,a mediados de 1979, antes de la llegadaal país de la Comisión interamericanade Derechos Humanos (CiDH), dijo elsecretario de la Cgt y titular del gre-mio de Judiciales.

“el objetivo de la represión en la argen-tina fue garantizar la implementacióndel programa económico de (el ex minis-tro de economía José alfredo) Martínezde Hoz”, indicó Piumato, y para eso eranecesario “evitar la resistencia de los tra-bajadores a ese programa”, agregó.

en su testimonio, el titular del gremiode Judiciales reconoció a los detenidos-desaparecidos José aloisio y eduardonasini, quienes fueron trasladados de lacárcel santafesina de Coronda a media-dos de 1979 a La Plata, donde él estabadetenido, rememoró.

“Yo compartí prisión con aloisio y otragente de rosario, fue allá por el 79, por-que ante las denuncias que había en elexterior fueron levantadas las cárcelesdel segundo Cuerpo ante de llegada de laCiDH, que vino en septiembre del 79”,narró el dirigente gremial.

“a mediados del 79 se levantó la cárcelde Coronda, ahí es cuando llegó gentecon la que compartí el pabellón, conaloisio y nasini”, precisó.

Con relación al vínculo con los dos

detenidos rosarinos, Piumato dijo ante ellos jueces: “Me quedaron dos cosas:escuché directamente hablar de las tor-turas en la Dirección de investigaciones(por el servicio de informaciones), escu-ché los relatos de lo que era el coman-dante Feced (por entonces jefe de laPolicía local), que era el que lideraba laspatotas genocidas en rosario, escuchéun montón de situaciones alrededor deese oscuro personaje”.

en su relato, el dirigente tambiénapuntó contra la actual integrante deltoF2 Laura inés Cosidoy, de quien dijoque durante la dictadura, cuando eradefensora oficial en rosario, “les decía (alos detenidos) que era amiga del general(Leopoldo) galtieri, que era por entoncescomandante del segundo Cuerpo del

ejército, y que comía asados muy usual-mente en la Quinta de Funes”.

“ella los incitaba, comentaban que leshacía ostentación de partes femeninas,con actitudes como seductoras y los invi-taba a que colaboraban, porque si lohacían y les daba información, ella secomprometía a interceder ante su amigogaltieri”, añadió Piumato.

Cosidoy se excusó en su momento deser parte del tribunal del anterior juiciocontra responsables del terrorismo deestado en rosario, el denominado gue-rrieri-amelong, justamente por su amis-tad declarada con galtieri.

en su declaración, Piumato recordó ade-más que fue secuestrado el 1º de junio de1976 “junto a un grupo de delegados gre-miales del Poder Judicial en la ciudad deBuenos aires” y que permaneció “10 díasen calidad de desaparecido, luego puesto adisposición de un juez y sobreseído”.

sin embargo, el secretario de DerechosHumanos de la Cgt dijo que luego “fuisometido a un tribunal irregular y dete-nido hasta 1982”.

sobre las motivaciones del golpe del 24de marzo de 1976, Piumato fue contun-dente: recordó que en 1984 se conocióuna “orden de batalla del general(roberto) Viola” en la que “con una clari-dad meridiana se explica cuál es el obje-tivo de la represión en la argentina”.

Y agregó: “el objetivo era garantizar laimplementación del programa econó-mico de Martínez de Hoz anunciad el 2de abril del 76”.“Ese documento oficial del Ejército

argentino decía que el objetivo eraevitar la resistencia de los trabajado-res a ese programa económico”.

el juicio en el que declaró Piumatotiene como imputados al ex titular delsegundo Cuerpo, ramón genaro DíazBessone; a los ex policías rosarinosJosé Carlos scortechini, ramón ritoVergara, Mario alfredo Marcote y Josérubén Lo Fiego; y al civil acusado decomplicidad con la dictadura ricardoMiguel Chomicky.

Piumato: “cosidoy incitabaa colaborar con la dictadura”

JuIcIo Díaz BESSonE

el eslabón | 24 de marzo de 2011

“Perdíamos la noción del tiempo”

GracIELa BorDa

Page 4: diario del juicio abril 2011

ELías Carranza DeCLaró enel juicio Díaz Bessone el pasadomartes 5 de abril. La historiavivida por Carranza, actual pre-sidente del instituto Latinoame-

ricano de las naciones Unidas para laPrevención del Delito y el trato al Delin-cuente (iLanUD), que fue secuestrado ytorturado en el servicio de informaciones(si) de la Policía rosarina durante la dic-tadura y reside desde hace más treintaaños en Costa rica, permite ver los hilosde continuidad que unieron a las dictadu-ras de agustín Lanusse con la surgida el24 de marzo de 1976, aunque la de Jorgerafael Videla multiplicó hasta lo impen-sado el terror y la muerte.

Carranza relató los infernales hechos quevivió durante su secuestro y cautiverio enel si, y relacionó esa detención ilegal consu trabajo en una Comisión Bicameral dela provincia de santa Fe, creada en el año1973 para investigar los apremios, secues-tros y desapariciones ocurridas durante ladictadura de Lanusse.

el testigo, que reside en Costa rica –lugaren el que vive desde su exilio–, vino espe-cialmente a rosario para declarar en el jui-cio que lleva adelante el tribunal oralFederal n°2, y estuvo acompañado por unimportante contingente familiar que llenóla sala de audiencias.

Carranza planteó al inicio de su testi-monio la “necesidad de referir al trabajorealizado por la Comisión Bicameralque investigó el secuestro y desapari-ción del militante Ángel “tacuarita”Brandaza”, secuestrado y desaparecidoen noviembre de 1972.

el testigo relató que por esos días él eraempleado del juzgado de instrucción derosario y fue designado para integrar esacomisión investigadora, que logróreconstruir casi todo el recorrido sufridopor el joven militante e identificar a losimplicados en el hecho.

“Brandazza, era un joven estudiante deCiencias económicas y trabajador, quefue secuestrado por policías federales,provinciales, militares y gendarmes. Lle-vado a la comisaria 5° de calle Dorrego, ypicaneado hasta que se murió. Luego sucuerpo fondeado en el río Paraná”, pre-cisó el testigo.

Carranza recordó el “valiente” trabajodesarrollado por la comisión presididapor el diputado Juan “Chancho” Lucero(PJ) y secundada por el radical rubénMartinez. “el caso Brandazza fue de grannotoriedad publica, pero durante elsiguiente golpe militar se multiplicaríapor 30 mil”, apuntó el testigo.

Parte del trabajo de investigación reali-zado por aquella comisión fue relatadopor Carranza. “Determinamos –señaló elabogado–, que con diversos grados departicipación tenían responsabilidadpenal varios integrantes del comandosar: el general elbio Leandro anaya, elgeneral Juan de Dios del Perpetuo soco-rro Carranza zavalía, el Coronel Vilanova,los mayores gigena y Bonifacino, el sar-gento ayudante emilio Letto, el gen-darme gamboa; los policías federalesCabo Peregrino Luis gallardo (aliasJopito), subinspector Jorge roberto iba-rra (alias Calculín), Cabo Primero atiliogerla (alias Costurera), los agentes HugoJosé Bellet y rubén Felipe Fernández; ylos integrantes de la Policía Provincialoficial ayudante ovidio Marcelo olaza-goitía, oficial subinspector alberto

Máximo grandi, Cabos rubén oscar sanJuan y gregorio Prieto, y agente ÁngelJesús Farías”.Luego el testigo detalló que durante el

funcionamiento de la Comisión, en unaoportunidad “ametrallaron las ventanasde nuestra sede en el edificio de tribuna-les”; en otra “dispararon contra nuestroautomóvil, y en otra oportunidad pusie-ron una bomba en el auto al que íbamosa subir, que explotó destruyendo e incen-diando tres vehículos estacionados enhilera”. el más grave de los hechos ocu-rridos durante el funcionamiento de laComisión “fue el secuestro y asesinatodel abogado Felipe rodríguez araya y delProcurador Lescano, quienes habían cola-borado aportando con su firma datos muyvaliosos para esclarecer los hechos queinvestigábamos”, refirió Carranza.el sobreviviente agregó que varias

veces ametrallaron la casa de JuanLucero, presidente de la Comisión, y eldía del golpe militar de marzo de 1976entró una patota a su casa secuestrán-dolo, y aunque posteriormente se oficia-lizó su privación de libertad permanecióencarcelado durante más de cinco años adisposición del Poder ejecutivo”.el 18 de febrero de 1977 Carranza fue

secuestrado mientras iba por el bulevaroroño, a muy pocas cuadras de dondeahora se desarrolla el juicio, y fue llevadoal servicio de informaciones de la Jefa-tura de Policía de rosario, donde fun-cionó el centro clandestino de detencióny exterminio más grande de santa Fe.Por su labor de empleado judicial,

Carranza se convirtió en un testigoclave. el sobreviviente contó a los jue-ces que “conocía muy bien ese lugar” yque aunque “estaba vendado” pudoidentificar “las baldosas inmediata-mente por debajo de la venda”.en ese momento, Carranza comenzó el

relato del infierno. “a pesar de la odiseaque pasé y pasó mi familia, pienso quetuve mucha suerte al lado de la genteque estaba en ese lugar, describió el tes-

tigo. Durante el mes que estuve en eselugar habrá habido entre 20 o 30 perso-nas, mujeres y hombres, entre el primerpiso, la escalera y ese sótano a donde sebajaba. La cifra oscilaba porque traíangente nueva, luego de torturarlos se losllevaban y no aparecían más o se los ofi-cializaba llevándoselos a las cárceles.Las sesiones de torturas eran constantes,los gritos desgarradores de los tortura-dos. Pienso que los vecinos deberíanhaber escuchado, por esa ventanas bajasque tenía el sótano”.

Carranza recordó los nombres de variosde sus compañeros de cautiverio, entreellos el de analía Minetti, quien estádesaparecida y es una de las víctimasfatales de la causa por la que se llevaadelante el juicio. también mencionó aun hombre de apellido Filippini que “eraabogado de la esposa de un policía que seestaba separando, y eso le costo que lometieran junto con nosotros”.

el testigo indicó que fue varias vecesinterrogado, tanto por los jefes del si,como Feced y guzmán alfaro, como porotro grupo de seis o siete personasentre las que reconoció a varios de losimplicados en el secuestro y desapari-ción de Brandazza. entre las tremendassesiones de golpes y aplicación depicana eléctrica que sufrió, Carranzaescuchó que los torturadores le recorda-ban su pasado como integrante de laComisión investigadora Bicameral.

“recuerdo que uno de los que me rodea-ban –rememoró Carranza–, estando yovendado y maniatado me dijo: «Yo vinede muy lejos para este encuentro». Y otrome dijo: «sabés quién soy, el que veníaen el tirsa». ese era Ángel Jesús Farías,posiblemente el más pusilánime de losque yo investigue. ahora reaparecía conel gobierno militar. Lo habíamos dete-nido cuando iba en un colectivo tirsa a laaltura de Villa Constitución”.

“en algunos interrogatorios pretendíanque yo dijera que Carmen Lucero eramontonera y usaba armas. Carmen era

hija del diputado Juan Lucero. tenía ape-nas 16 años”, afirmó el testigo.Carranza hizo un señalamiento especial

con relación a Carmen Lucero, que con“sus 16 años soportó con entereza y grandignidad la tortura”. el testigo aseguróque a ella la secuestraron por ser la hijadel «Chancho» Lucero”. también recordóa “adrián sánchez de 16 o 17 años, y aotro muchachito, Bas y Mansilla, de lamisma edad. estaba también Juan JoséMattos, y había un sacerdote tercermun-dista, creo que era el cura garcía que lohabían secuestrado junto con su compa-ñera y lo mortificaban constantemente”.además refirió que “estaban la pareja el

Cady (ricardo Chomicky uno de losimputados del juicio) y Victoria que mili-taban en la JUP, tenían un par de añosmás de Carmen y ese grupo, y los habíanquebrado totalmente y los usaban parasecuestrar y torturar a otros”.entre los represores que pudo identifi-

car, Carranza mencionó a Kunfú, Kunfito,Managua, el Pelado o sargento (ramónVergara, otro de los imputados), el Cura(Mario Marcote) y el Ciego o Menguele(José Lo Fiego), agustín Feced y raúlguzmán alfaro.Carranza hizo otro alto para hacer una

referencia sobre el “Pollo” José Baraba-lle, otro secuestrado –sindicado porvarios de los sobrevivientes como cola-borador– “a quien la tortura había que-brado”. el testigo dijo que “aunque yaestá muerto, siento la obligación dedecir que lo conocí en la Favela y en elsótano, y me confesó lo que habíahecho. Me dijo que en su grupo de mili-tancia tenían establecido que a 48 horasde haber sido secuestrado un militante,el resto debían levantar todas las direc-ciones que este conocía. Baraballe eraun ser atormentado que trataba de ayu-dar a los que allí estábamos, como lle-varnos al baño. Cuando pasaban cercalos zapatos del Pollo, podíamos pediragua o ir al baño, cuando pasaban otropodíamos recibir patadas”.Carranza relató el calvario que sufrió su

familia durante su encierro. Puntualizóque luego de su cautiverio en el si, fuetrasladado al penal de Coronda, y que alos cuatro meses recuperó la libertad,previo paso el Comando del segundoCuerpo de ejército, donde el general Leo-poldo galtieri decidía sobre la vida y lamuerte de los hombres y mujeres decinco provincias.al cierre de testimonio de elías

Carranza, pausado, repleto de fechas,nombres y referencias precisas, el juezque presidía el tribunal, otmar Pauluccise despachó con un saludo para el testigoque sorprendió a varios de los presentes.“Quiero decirle en lo personal, que sientoun gran orgullo de haberlo conocido”,afirmó el magistrado. Luego de la despe-dida, en la sala estallaron los aplausos.el juicio tiene como imputados al ex

titular del segundo Cuerpo, ramóngenaro Díaz Bessone; a los ex policíasrosarinos José Carlos scortechini, ramónrito Vergara, Mario alfredo Marcote yJosé rubén Lo Fiego; y al civil acusadode complicidad con la dictadura ricardoMiguel Chomicky.

El “aguante”afuera, los testigos, querellantes y per-

sonas que día a día hacen el “aguante”del juicio, esperaban a elías para abra-zarlo y saludarlo. Uno de los encuentrosmás emocionantes fue el que se dio conCarmen Lucero.

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JuIcIo Díaz BESSonE

De “Tacuarita” Brandazza a los 30 mil

por Juane Basso

El prestigioso penalista Elías carranza, quien declaró en el juicio contra la patota de Feced, explicó que su detención ilegal fue “unavenganza” por la investigación que realizó sobre la desaparición de Ángel “Tacuarita” Brandazza.

GracIELa BorDa