Diálogo No. 21 / ¡Ni un golpe más!

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No. 21, Extraordinario Tercera época Guatemala, 28 de noviembre de 2010 Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, FLACSO-Sede Académica Guatemala, reconocida por el Decreto 96-87 del Congreso de la República, ratificado por el Ejecutivo en el instrumento de adhesión de fecha 29 de diciembre de 1987. ¡Ni un golpe más! Dejo ir en la noche la voz amarga o la voz esperanzada. Y aprendo a decir que No. Que no es tiempo de llorar ni de lamentarse, ni tampoco de buscar excusas fáciles. Y aprendo a decir que no. Montserrat Abelló

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¡Ni un golpe más! / Publicación mensual de FLACSO-Guatemala

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No. 21, Extraordinario Tercera época Guatemala, 28 de noviembre de 2010

Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, FLACSO-Sede Académica Guatemala, reconocida por el Decreto 96-87 del Congreso de la República, ratificado por el Ejecutivo en el instrumento de adhesión de fecha 29 de diciembre de 1987.

¡Ni un golpe más!

Dejo ir en la noche la voz amarga o

la voz esperanzada.Y aprendo a decir

que No.

Que no es tiempo de llorar

ni de lamentarse, ni tampoco

de buscar excusas fáciles.

Y aprendo a decir que no.

Montserrat Abelló

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Consejo académico de flacso-guatemalaVirgilio Álvarez Aragón- director/Oscar López / Marcel Arévalo/Claudia Donis /Virgilio Reyes

Simona V. Yagenova /Luis Raúl Salvadó/Edmundo UrrutiaSecretario general de flacso

Francisco Rojas AravenaSan José, Costa Rica

Rogelia CRuz maRtínez

MUJER, VIOLENCIA, IMPUNIDAD

Virgilio álvarez Aragón

Imaginar que un ser humano pue-da ser ofendido o violentado re-sulta, en condiciones normales,

un contrasentido para la convivencia humana, sin embargo, las sociedades en proceso de consolidación, y aún las consolidadas, no dejan de consi-derar y tratar de combatir la violencia que entre los seres humanos nos oca-sionamos. Es evidente que cuando en el contexto social existen grupos, actores o individuos que se conside-ran superiores a otros, el ejercicio de la violencia es aún más frecuente, lo que hace que en aquellas sociedades donde la mujer es aún vista como principal responsable del pecado o simple instrumento de reproducción, la violencia que se ejerza contra ella sea el origen y la fuente de la impu-nidad que en esas sociedades impera.

Buena parte de estudios demues-tran que la violencia intrafamiliar es una de las principales fuentes de impunidad en las sociedades, pues al ser la mujer agredida en el dominio de lo doméstico, sus posibilidades de exigir justicia pueden verse dis-

minuidas. Superar esta malformación social no ha sido fácil, pues el machismo, justifi-cado por creencias y visiones metafísicas, resulta una concepción difícil de ser superado.

Pero si el hombre como tal ha conver-tido a la mujer en su principal víctima, esta violencia se ha visto intensificada cuando la mujer ha intentado no sólo asumir los es-pacios públicos que en derecho le correspon-den y también al cues-tionar en el discurso y

en la acción estas prácticas vejatorias de su integridad. A la denuncia con-tra la violencia, en muchos casos, le ha seguido el recrudecimiento de ésta, contando para ello con el silen-cio cómplice de congéneres y fami-liares. El cuestionamiento abierto de las prácticas machistas ha dado como resultado la censura y persecución de las denunciantes, haciendo de la bús-queda de la justicia un camino tortuoso y difí-cil, tanto para las agre-didas, como para los y las que paulatinamente se han sumado en su defensa.

En Lat inoaméri-ca, paradójicamente cristiana en su gran mayoría, la violencia contra la mujer ha sido un signo inequívoco de nuestra historia social y doméstica, con el agravante de que tam-bién ha sido practicada como un arma política para sojuzgar y silen-ciar a los opositores. Es en conmemoración del martirio de las tres hermanas Mirabal por sicarios del régimen de Rafael Leonidas Trujillo, sucedido el 25 de noviembre de

noRa paiz CáRCamo

1960, que en 1985 se estable-ció esta fecha como el día de combate a la violencia contra la mujer. Si aquellas mártires dominicanas lo fueron del te-rror autoritario del autócrata, la denuncia y el combate han trascendido a todas aquellas formas en que la mujer sea ob-jeto de violencia.

Es importante anotar que para la realidad guatemalteca, la violencia que por razones políticas se ejerció contra las mujeres ha sido escasamente denunciada. Muchas son las mártires que marcan el calen-dario de la violencia contrain-surgente, las que sin embargo apenas si ganan algún espacio en la construcción de la me-moria histórica social, estando casi totalmente omitidas en los procesos de resarcimiento y de búsqueda de los perpetradores de tales crímenes.

Poco hemos hecho los guate-maltecos para sanar nuestras ins-tituciones y nuestras prácticas. La ausencia de justicia en todos esos crímenes nos hunde paulatina-

mente en un Estado de total impuni-dad, del que sólo podremos cosechar mayor criminalidad, mayor violencia y menos equidad.

Es por ello, que en la Facultad La-tinoamericana de Ciencias Sociales, FLACSO-Sede Académica Guate-mala, hemos dispuesto dedicar todos nuestros salones de clase y reuniones

a mujeres que de una u otra mane-ra se identificaron con las luchas y dignificación de su género, estando entre ellas Fantina Rodríguez, prime-ra mujer despare-cida de la que se tiene noticia en la ola de violencia que marcó nues-tra historia con-temporánea. En el nombre y trayec-toria de Fantina, FLACSO ha que-rido rendir ho-menaje a todas aquellas muje-res que durante las décadas de la represión fueron desaparec idas , torturadas y asesi-nadas.

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PROFESORES E INVESTIGADORES EMÉRITOSFLACSO-GUATEMALA

Dr. Gabriel Aguilera - Lic. Edgar Balsells Conde - Dr. Santiago Bastos - Dr. Víctor Gálvez Borrell - Lic. Mario Aníbal González - Dr. Jorge Solares

DIGNIDAD Y CORAJE

EL sENtIDO DE NUEstRAs VIDAs

Ileana Alamilla

Nosotras estamos aquí, sin embargo nos miran pero no nos ven, luchamos, traba-

jamos afanosamente, proponemos, aportamos, incidimos, construimos y somos parte indispensable en ésta y en cualquier sociedad. Lo que ha-cemos usualmente queda en el ano-nimato, a la sombra de lo que hacen otros, lo que decimos repercute si lo repite un hombre, nuestro trabajo no se valora, aunque sea de superior calidad.

Somos constructoras de futuro, te-jedoras sociales y las protagonistas resilientes de siempre. En la coti-dianidad, por diversidad de causas, se presentan todas las formas de violencia hacia nosotras: irrespeto, gritos, golpes; pero también falta de equidad en el pago de salarios y en promoción de cargos, mortalidad materna elevada, abusos, desigual-dad, inequidad, violaciones sexua-les y, la forma extrema, femicidio, tan vigente en la cotidianidad me-diática. Las demás expresiones de estos hechos tipificados como deli-tos en la Ley contra el Femicidio y otras Formas de Violencia contra la Mujer, están casi naturalizadas en nuestra sociedad.

“Es tu cruz”, le dice la madre a la hija, heredando patrones vergonzo-sos de relación de pareja.

“Servíle la comida a tu hermano y lavás los trastos”, “algo le hizo y por eso le pegó”,”seguramente andaba vestida indecente y lo provocó, y por eso la violó”.

Las anteriores son expresiones para justificar hechos violentos que provocan la reproducción de esa cultura que es necesario modificar.

Las mujeres guatemaltecas es-tamos en constante actividad rei-vindicativa, unas en demanda de

condiciones idóneas de salud sexual y reproductiva, para reducir los altí-simos niveles de mortalidad mater-na, para que se atienda el problema de las niñas y adolescentes converti-das prematuramente en madres, o los riesgos tremendos de abortos insegu-ros. Otras, luchan por sus legítimas aspiraciones de participación políti-ca. Unas más están defendiendo su cultura, idiomas y cosmovisiones, o su derecho a un trabajo digno. Tam-bién hay quienes demandan acceso a la propiedad y a la tierra; y unas más quieren verdadera libertad de expre-sión y de información.

Hay una lucha de las mujeres que recién se ha iniciado en nuestro país, en donde el conflicto armado pro-vocó una cauda millonaria de sufri-miento; ellas han quebrando los mu-ros del silencio de manera heroica, han hablado de los crímenes sexuales cometidos en su contra como una es-trategia de guerra contrainsurgente impulsada por los gobiernos milita-res.

Fueron humilladas, mancilladas en su dignidad, destruyeron a sus familias, ultrajaron sus cuerpos, sus sentimientos y su espíritu. Ellas deci-dieron sacar la culpa impuesta a sus vidas y conciencias. Injustamente sintieron vergüenza de lo que hicie-ron los victimarios y perpetradores de esos crímenes aún no investiga-dos ni castigados. Las sobrevivien-tes exigen ser escuchadas, reconoci-das y respetadas, quieren ser y vivir sin ser señaladas ni estigmatizadas. Esa dignificación, dicen, pasa por reconocerse y ser reconocidas como sobrevivientes de crímenes sexuales.

La violación sexual a mujeres en la guerra es una práctica común, producto de las relaciones de poder; fue, en su tiempo, una política de colonización, la han impuesto como forma de marcar territorios, demos-trar fuerza y propiedad sobre las mu-jeres. Irónicamente, esta práctica no es abordada, no se condena y no se reconoce. Una condición indispensa-ble para reparar el daño es el juicio y castigo a los responsables, es decir, pasa por el acceso a la justicia.

Las mujeres no queremos ser vis-tas como víctimas, sino como seres

humanos con igual-dad de derechos, hemos luchado toda la vida por este propósito. Deman-damos del Estado en primera instan-cia que cumpla la legislación nacio-nal e internacional que nos rige y hon-re las razones para las cuales existe. La sociedad entera tiene también que dar su aporte para cambiar mentali-dades y actitudes. Todo esto contri-buirá a deconstruir los estereotipos y los símbolos, a transformar las relaciones desiguales entre ambos sexos y, sobre todo, a construir un nuevo pacto social sobre bases que busquen la equidad y la justicia social

Pero el problema de violencia hacia la mujer no es patrimonio nacional, se presenta en todos los países, por lo que la Organización de Naciones Unidas (ONU) ha hecho importantes aportes a la causa de las mujeres.

La resolución 1325 del año 2000 sobre la mujer, la paz y la seguridad, fue la primera que abordó los efectos de los conflictos armados sobre las mujeres, así como lo que les ocurre durante y después. Instó a las par-tes en conflicto a adoptar medidas especiales para proteger a las muje-res y a las niñas contra la violencia por motivos de género, en particular la violación sexual y otras formas de abuso sexuales. Una resolución posterior abordó exclusivamente la violencia sexual en los conflictos ar-mados. Reconoció que esa violencia es una cuestión de seguridad y seña-ló que cuando se utiliza como táctica de guerra contra poblaciones civiles, esto puede constituir un impedimen-to para el restablecimiento de la paz y la seguridad internacionales.

La resolución 1888, del 2009, com-plementó la anteriormente citada y destacó la importancia de abordar las cuestiones de violencia sexual desde el comienzo de los procesos de paz

y de someter a los responsables a la justicia.

La violación ha sido incluida ex-plícitamente como crimen de lesa humanidad en los estatutos de los tri-bunales especiales establecidos por el Consejo de Seguridad de la ONU, para conocer algunos casos.

El Informe de Estado de Población Mundial 2010 reconoció que las mu-jeres son víctimas de violencia se-xual y son utilizadas como arma de guerra.

Una vida sin violencia, con equi-dad y respeto no es una cantaleta de las mujeres, ni es una necedad; es un derecho que debe ser reconocido y aceptado para que nuestra sociedad tenga verdaderamente un rostro hu-mano y que cree condiciones para una redefinición de roles en donde haya oportunidad para todas y todos de decidir y participar y de redefinir el camino del desarrollo.

Es deseable que el tratamiento de nuestras agendas en espacios públi-cos, que la inclusión de nuestras de-mandas, que la atención a nuestros requerimientos, no sean efímeros, ni recordados en conmemoraciones o usados en discursos demagógicos, esto es cuestión de conciencia, dig-nidad y justicia.

Las mujeres queremos vivir en paz, con dignidad y derechos. Nues-tras ancestras han dedicado su vida a estas conquistas. Seguimos sus ex-traordinarios ejemplos y honramos su vida y memoria.

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erradicarla sólo aquellos que han te-nido muertos y desaparecidos o a las madres de las niñas asesinadas por femicidio.

No es casual, que hace tan solo 29 años surgiera la propuesta de nom-brar el 25 de noviembre como el Día de la No Violencia contra la Mujer, desde el Primer Encuentro Feminis-ta Latinoamericano y del Caribe, por

un hecho acaecido hace exactamente 50 años: el asesinato de las hermanas Mirabal, en República Dominicana. Naciones Unidas apenas tiene 11 años de haber reconocido éste como el Día Internacional de la No Violen-cia contra las mujeres.

La deuda de la mitad masculina de la humanidad con las mujeres lleva, pues, varios miles de años de retraso.

Pero las mujeres hemos interna-lizado de maneras tan profundas la violencia que la llegamos a reconocer como parte natural de nuestras vidas. En general se ha reflexionado tan poco en la ma-yoría de espacios sociales acerca de las causas de la violencia con-tra las mujeres, que es un acto de justicia reconocer la vida, la tra-yectoria, la participación, el apor-te, el empeño de tantas mujeres que con su ejemplo han abonado el camino de otras para que sea menos escabroso el paso.

Ejercer la palabra, el derecho, la decisión de ser desde el respe-to, desde la libertad y la autono-mía, no ha sido fácil para ninguna mujer que conozcamos en la ac-tualidad, menos si se ha nacido en épocas difíciles y se ha dejado huella, como sucede con cuatro mujeres que en esta fecha, 25 de noviembre, FLACSO decidió re-conocer.

En orden cronológico, Fantina Rodríguez Padilla, Julia Esquivel

LA NO VIOLENCIA CONtRA LAs MUJEREs

UN ACtO DE JUstICIA CON LA hUMANIDAD

Yolanda Aguilar Urízar

Desde hace aproximadamente diez mil años, la violencia contra las mujeres ha existi-

do como fundamento y síntesis de los sistemas de opresión más arrai-gados en gran parte de las culturas conocidas desde entonces. La com-plejidad de este mecanismo, utiliza-do para ocultar poderes y sabidurías ancestrales de las mujeres, fue afi-nando sus recursos, actualizándolos y modernizándolos hasta llegar a los niveles de barbarie más sutil y más brutal que conocemos muy bien en la sociedad guatemalteca.

Muchas personas –hombres y mu-jeres–, han creído erróneamente que la violencia contra las mujeres es un problema que las mujeres deben de resolver sin demora, la parte de la urgencia para resolverla es cierta, lo que no es cierto es que sea una tarea sólo de las mujeres. Eso sería tanto como decir que el racismo sea un problema sólo de las poblacio-nes mayas y garífunas que lo viven, o que la impunidad le corresponde

Velázquez, Marta Salguero Valen-zuela y Margarita Hurtado. Cuatro historias, cuatro diferentes recorri-dos, distintas experiencias de vida y participaciones diversas. Pero el tronco común que une la enseñanza de estas mujeres es el reconocimien-to de su dignidad, de su tenacidad y constancia por salir adelante aún en las situaciones más difíciles que les tocó vivir en la época del conflicto armado.

En esta ocasión, cuatro salones del edificio de nuestra Facultad re-conocerán de manera permanente el valor y el respeto que convoca la lucha de las mujeres del mundo por la No violencia, la solidaridad entre los pueblos y la lucha cotidiana por la Justicia.

No se requiere haber sido violenta-da directamente, es un acto de justi-cia humana reconocer que la violen-cia contra las mujeres se ha ejercido contra éstas, sencillamente por ser mujeres. Es un requisito que todo grupo social, tanto hombres como mujeres, desestructuremos algo de lo que nos violenta o que violenta a otras/otros. La No violencia con-tra las mujeres nos recuerda que no siempre fue así, pero la desestructu-ración del sistema empieza por casa. Este 25 de noviembre, empezamos nombrando los legados de cuatro extraordinarias mujeres. Su vida nos compromete con la continuidad del esfuerzo transformador.

heRmanas miRabal

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Martha Elena Salguero Valenzuela (1953-1993). Guatemalteca. Pionera en el ámbito universitario. Primera mujer graduada como licenciada en Relaciones Internacionales, Escuela de Ciencia Política de la Universidad de San Carlos (1983). Integrante del grupo fundador de FLACSO-Guate-mala (1987). Fue la primera mujer electa como Directora de la Escuela de Ciencia Política, en 1993. Falleció antes de tomar posesión del cargo.

MUJEREs qUE hAN hEChO hIstORIA

EN EL MARCO DE CELEbRACIONEs DEL 23 ANIVERsARIO DE fUNDACIóN DE LA fACULtAD LAtINOAMERICANA DE CIENCIAs sOCIALEs, fLACsO-sEDE ACADéMICA GUAtEMALA, sE PROCEDERá A DAR EL NOMbRE DE CUAtRO MUJEREs A CUAtRO DE LOs sALONEs DE NUEstRA fACULtAD. sON MUJEREs qUE CON sUs APORtEs hAN CONtRIbUIDO AL fORtALECIMIENtO DE LA DE-MOCRACIA EN EL PAís, PERO qUE POR UNA U OtRA RAzóN, AúN NO fIGURAN EN LA hIstORIA RECIENtE.

K. Raxá de León

F a n t i n a nació en la ciudad de Guate-mala el 17 de julio de 1927, pero para evitar pagar la multa por el retraso

de su inscripción en el Registro Ci-vil, su nacimiento fue declarado el día 19 de julio.

Hija del pintor Rafael Rodríguez Padilla, fundador de la Escuela de Artes Plásticas de Guatemala, quien se suicidó el 27 de enero de 1929 cuando estaba a punto de ser captu-rado por el ejército guatemalteco por su participación en el complot contra Lázaro Chacón, el dictador de turno de entonces.

Fantina efectuó parte de sus estu-dios primarios en el internado de la Casa Central, institución adminis-trada por monjas. Estuvo interna allí durante algunos años. Una vez concluida la enseñanza primaria fue enviada como aprendiz a un taller de confección de sombreros. La idea era que en el futuro su hermana se dedicara a hacer vestidos y ella som-breros, pero el asunto fue un fracaso. Ella se decantó por el dibujo, trabajó en la Foto Serra, en el Ministerio de

Aguas y Cloacas, y se dedicó a leer. Era autodidacta.

Después de la Segunda Guerra Mundial conoció por medio de su hermano, el también pintor Juan Ja-cobo Rodríguez Padilla, al escultor Jorge Adalberto de León Soto, inte-grante del grupo Saker-ti, y se casó con él. Poco tiempo después Adal-berto recibió una beca del gobierno de Arévalo para estudiar escultura en París y para allá partieron, primero Adalberto en 1949, y luego Fantina con sus dos primeros hijos en 1951. Ya instalados en París vinieron al mundo los últimos tres vástagos. Cuando el gobierno de Arbenz fue derrocado la beca fue suprimida, la situación económica se volvió difícil y Fantina optó por regresar con sus cinco hijos a Guatemala. Lo hizo el 14 de junio de 1956. Adalberto se quedó en París con la idea de montar una exposición que no tuvo la rele-vancia que él esperaba porque fue colectiva y no individual y, tras un periodo de casi locura, se tiró del mi-rador del Zoológico de París el 14 de junio de 1957. Exactamente un año después del regreso de su esposa y sus hijos a Guatemala. Fue enterrado en París.

Fantina, viuda y sin una profesión calificada, tuvo que hacerle frente a la vida con trabajos mal remunera-dos para sacar adelante a sus cinco hijos. Trabajó como cajera de la con-sulta externa del Hospital Roosevelt de donde fue despedida porque en los días en que triunfó la revolución cubana su jefe vio una foto de Fidel Castro pegada en la pared de su ofici-na; después trabajó como correctora de pruebas en una imprenta y como dibujante en otra. Su militancia en

Fantina Rodríguez

el Partido Guatemalteco del Trabajo (PGT - partido comunista de Guate-mala) empezó casi inmediatamente después de su regreso a Guatemala. Su tiempo lo dividía entre su traba-jo, su militancia y la atención a sus hijos.

Fue capturada por primera vez la noche del 22 de diciembre de 1963 por la judicial (policía vestida de ci-vil) en su casa de habitación. Se la llevaron después de catear la casa. Estuvo ocho meses en la prisión de Santa Teresa. A finales de 1967 o principios de 1968 fue capturada de nuevo, pero esta vez en la sede de la Federación Autónoma Sindical Gua-temalteca (FASGUA) en donde ella era secretaria de asuntos femeninos. También en esta ocasión catearon su casa, pero esta vez sólo estuvo un mes en prisión porque Adolfo Mijan-gos López, amigo de la época parisi-na y a la sazón diputado en la Asam-blea Legislativa, peleó para que fuera liberada rápidamente. La si-tuación política en Guatemala se ha-bía degradado mucho y la represión empezaba a manifestarse con más fuerza, así que, al salir de la cárcel, Fantina pasó a vivir en la clandestini-dad. Poco tiempo después viajó a la Unión Soviética. Estuvo en ese país de principios de 1969 a septiembre de 1970. De regreso en Guatemala se hizo cargo de una casa de seguridad del PGT ubicada en la zona 7 de la capital guatemalteca. En esa casa, el 26 de septiembre de 1972, fue cap-turada junto con Ana –que llegaba de vez en cuando a ayudarle en los oficios domésticos– y con los miem-bros del Comité Central del PGT, Bernardo Alvarado Monzón, Mario Silva Jonama, Hugo Barrios Klée, Carlos Alvarado Jerez, Carlos René Valle y Miguel Angel Hernández,

Martha Salguero

quienes, de manera intempestiva, ha-bían sido convocados a una reunión con el fin de concretar las actividades que harían el 28 de septiembre, día del aniversario del PGT. El hecho de que esa reunión haya sido convoca-da a última hora fue la razón por la cual Ana estaba ese día en la casa; no hubo tiempo para pedirle que llegara otro día. Desde entonces todos ellos están desaparecidos.

Margarita Hurtado

Nació en Guatemala, el 26 de junio de 1957. Murió en Guatemala, el 5 de enero del 2010.

Se graduó de bachiller en Ciencias y Letras del Instituto Nacional Cen-troamérica para Señoritas (INCA) y cursó el Primer Año de la carrera de Ciencias Políticas en la Universidad de San Carlos de Guatemala. Aban-donó las aulas universitarias para comprometerse de lleno en la lucha revolucionaria, en las filas del Ejér-cito Guerrillero de los Pobres (EGP). Fue importante organizadora y diri-gente guerrillera, principalmente en la creación y conducción del frente de Huehuetenango. En los años no-venta, contribuyó, desde la retaguar-dia mexicana, al retorno “voluntario, colectivo y organizado” de los refu-giados en México al país.

Una vez concluido en conflicto armado, retomó su carrera acadé-mica, obteniendo la licenciatura en Desarrollo Sostenible por la Univer-sidad URACCAN de Nicaragua y la maestría en Políticas Públicas por la Universidad Rafael Landívar. Fue investigadora de la Facultad Lati-noamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) en las Áreas de Migra-

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ciones y de Medio Ambiente. Póstu-mamente, obtuvo el grado de doctora en Sociología Rural por la Universi-dad de Wageningen, Holanda.

Sus últimas contribuciones acadé-micas fueron su tesis doctoral Petén, ¿la última frontera? Construcción social de una región y Organización y lucha rural, campesina e indíge-na. Huehuetenango, Guatemala, 1981, un aporte trascendental para las Ciencias Sociales y para la me-moria histórica del conflicto armado interno.

Nace en San Marcos, Guatemala el 3 de mayo de 1930. En 1947se gradúa como maestra de Educación prima-ria y se convierte en miembro activo de la sociedad juvenil de su Iglesia. Al año siguiente inicia estudios en la Facultad de Humanidades de la Universidad de San Carlos de Gua-temala.

En 1953 solicita estudiar en el se-minario presbiteriano de Guatemala, pero se le niega el ingreso por ser mujer. Sin embargo, en 1953, 1954 y 1956, estudia un diplomado en el Seminario Bíblico Latinoamericano, en San José, Costa Rica, para ejercer el ministerio pastoral.

JULIA ESQUIVEL

De 1957 a 1960, ya de regreso en Guatemala, trabaja como profeso-ra de estudios bíblicos, directora de internados y responsable de campa-mentos para estudiantes de secunda-ria en el Instituto Evangélico Améri-ca Latina. En 1961 es promovida al puesto de Directora de secundaria en el mismo establecimiento educativo.

Durante las segunda mitad de la década de 1969 se desempeña como docente en diferentes establecimien-tos de enseñanza de Costa Rica, Co-lombia y Guatemala. En San José, Costa Rica incursiona en la produc-ción y realización de programas ra-diales.

De 1967 a 1969 hace trabajo vo-luntario religioso y social con niños y jóvenes con problemas de conduc-ta (delincuentes o niños de la calle). Fundadora de la agrupación “Ami-gos de los Niños”, en la que en com-pañía de estudiantes de secundaria y universitarios buscan rehabilitar a estos jóvenes. Entre finales de 1969 y principios de 1970 realiza estudios teológicos en el Instituto Ecuménico de Bossey, en Ginebra, Suiza, donde durante tres meses convive y practi-ca técnicas pedagógicas de recupera-ción con jóvenes adolescentes delin-cuentes.

De 1970 a1974 dirige el Departa-mento Cultural de la Junta Evangé-lica de Servicio Social y Cultural de Guatemala. Produce programas de radio y trabaja con mujeres de áreas marginales. Dirige un proyecto de desarrollo integral en el municipio de San Pedro Ayampuc.

En febrero de 1971 recibe amena-

zas del Ministerio de Gobernación del Gobierno de Guatemala, por firmar y publicar un documento lla-mando al cese de la violencia polí-tica (como resultado de esta misma acción, el obispo episcopal William Frey fue expulsado del país).

Fundadora y Directora de la revista Ecuménica Diálogo (1970-1980) de reflexión teo1ógica, pastoral, de tes-timonio y análisis social, lo que pro-vocó en parte su exilio. Viaja regular-mente a todo el altiplano, visitando y compartiendo inquietudes religiosas y sociales con comunidades y grupos cristianos.

En enero de1976 se le advierte que está siendo buscada por la Policía Militar Ambulante, por haberse en-trevistado con las viudas y familia-res de los dirigentes de cooperativas cristianas, capturados, torturados y asesinados por el Ejército en julio de 1975. En febrero de 1977 escapa a un intento de secuestro.

En 1977 se convierte en cofunda-dora del Comité Pro-justicia y Paz en Guatemala, que tiene como fin velar por la defensa de los derechos económicos, sociales y humanos de personas y comunidades afectadas por la violencia institucionalizada y represiva en Guatemala. En 1978 continúan las amenazas en su contra, en 1979 se da un nuevo intento de captura por parte de hombres vesti-dos de civil y fuertemente armados.

Aunque en diciembre de 1979 es advertida de los planes del Ejérci-to para matarla, decide quedarse en Guatemala. En febrero de 1980 vive en la clandestinidad para continuar

trabajando. En 1980, después de la masacre de la Embajada de España sale al exilio.

De 1980 a 1987 vive en una co-munidad monástica en Neuchatel, Suiza. Escribe y da conferencias en Europa, Norte y Centroamérica vi-sitando iglesias, grupos y comuni-dades cristianas, dando a conocer la situación que por ese entonces vive Guatemala.

Apoyada por organizaciones no gubernamentales, como el Consejo Mundial de Iglesias, Pax Christi In-ternacional, la Federación Interna-cional de Movimientos de Adultos Rurales Cató1icos y otras con status consultativo en la Organización de Naciones Unidas (ONU), trabaja y participa en las sesiones regulares de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, donde presenta denun-cias, informes y aclaraciones sobre masacres, asesinatos, torturas y des-apariciones forzadas en Guatemala.

Antes de retornar a Guatemala vive y trabaja en Nicaragua y México. En 1989, la Casa Unida de Publicacio-nes (México) publica su poemario “Florecerás Guatemala”. En abril de 1992 fue editada en Suiza una antolo-gía de sus poemas en idioma francés, con el nombre “Cuando Amanezca”. Algunos de estos poemas también fueron publicados en holandés, ale-mán e inglés. En diciembre de 1994 recibe el Doctorado Honoris Causa en Teología por la Universidad de Berna, Suiza.

Edelberto cumple 80 añosCarlos Figueroa Ibarra

Edelberto Torres Rivas, el más importante sociólogo de Centroamérica, cumple 80 años en estos días. Celebrará su aniversario rodeado de familiares y amigos, del afec-to que ha construido a lo largo de sus ocho décadas. En el momento de la celebra-

ción, es muy probable que Edelberto continúe con el balance de su vida, inevitable en los momentos crepusculares. Tendrá motivos para sentirse satisfecho. Ha vivido una vida fuera de lo común, vida que dista mucho del lento acontecer en el que transcurren las vidas de la mayoría de la gente.

Para empezar tuvo un padre fuera de lo común. Hombre extraordinario fue don Edelberto Torres, insigne mentor de origen nicaragüense a quien los avatares de la vida política, ubi-caron en la Guatemala desde los tiempos de Ubico. Autor de varias obras, entre las cuales destaca una erudita biografía de Rubén Darío, no fue casual que los sandinistas perseguidos, asesinados y después triunfantes, le hayan rendido honores. Es muy conocida la foto, tomada en un estudio en la ciudad de México, en la que aparece don Edelberto, al lado de dos mucha-chos, muy jóvenes ambos. Eran el después fundador y principal animador del Frente San-dinista de Liberación Nacional, Carlos Fonseca Amador y el también después comandante sandinista, Víctor Tirado López. El joven Edelberto Torres Rivas creció en el contexto de la década revolucionaria iniciada el 20 de octubre de 1944. Él y sus hermanas, Myrna y Gracia

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Leda, tuvieron el privilegio de vivir una época intensa, la que se obser-va en los procesos revolucionarios. Así fue como trabaron amistad con un joven argentino, recién graduado médico y cirujano, llamado Ernesto Guevara. Fue en el círculo de amis-tades y conocidos que hizo Gueva-ra en aquellos años, entre los cuales se encontraban los hermanos Torres Rivas, en donde empezó a surgir el Che, porque fue en Guatemala en donde el después ícono revolucio-nario adquirió el sobrenombre con el cual se haría mundialmente co-nocido.

Sería la militancia política, inicia-da en los años de la década revo-lucionaria, lo que inclinó a Ede-lberto hacia las ciencias sociales. En la Guatemala de sus años uni-versitarios, la carrera de sociología no existía, por lo que al igual que otros cientistas sociales, Edelberto se formó en la Facultad de Derecho de la Universidad de San Carlos de Guatemala. Su tesis de licenciatu-ra evidenció que el joven aboga-do en realidad no quería serlo. Su

Centroamericano, se convirtió en un clásico de la bibliografía sociológica de la región. Promovió de manera muy importante el desarrollo de las ciencias sociales en Centroamérica, desde el Programa Centroamericano de Ciencias Sociales que funcionó en Costa Rica en los años setenta, des-de el Consejo Superior de Universi-dades de Centroamérica (CSUCA), desde el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) y como Secretario General de FLAC-SO. En el último tercio de su vida, Edelberto decidió regresar a su patria chica, para trabajar con gran vigor en el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

A lo largo de mi vida como soció-logo he tenido el placer de la coinci-dencia y discrepancia con Edelberto. El tema de Cuba, de la transición democrática, el de la democracia misma, el de la evaluación del movi-miento revolucionario en Guatema-la, son algunos de los temas en los cuales he coincidido y diferido de lo escrito y hablado por Edelberto. Pero recuerdo una enseñanza de él

disertación para obtener el título de Abogado y Notario versó sobre las clases sociales en Guatemala. Por aquellos años, los primeros de la década de los sesenta del siglo XX, Edelberto era un esforzado militante revolucionario. Es ese Edelberto de quien tengo el primer recuerdo. Un día, siendo un niño, me desperté y encontré a un hombre durmiendo en la habitación que yo ocupaba en mi casa. Aquel hombre joven y espiga-do, de nariz afilada, lentes oscuros y gruesas molduras, vivió en mi casa varios días, evadiendo la persecución política de la que era objeto. Recuer-do muy bien que ocupaba su tiempo jugando conmigo y mis hermanos y de vez en cuando poniéndome apo-dos…

Desde aquellos días a los de ahora pasaron muchas cosas. Salió al exilio y formó parte de las primeras, si no es que de la primera, generación de estudiantes de sociología de la Fa-cultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) en Chile. El li-bro que escribió en aquellos años, Interpretación del Proceso Social

que marcó mi vida. Me la dio de manera informal frente a uno de los edificios de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autó-noma de México. Era yo a la sazón un joven estudiante de sociología. Me dijo Edelberto: “si querés ser buen sociólogo tendrás que hacer muchas cosas, la militancia te ser-virá de mucho”. El consejo, que era un autorretrato, lo seguí. Desde entonces comprendí que es posible la objetividad en ciencias sociales, en el sentido de distancia crítica con lo que uno investiga, pero que la neutralidad valorativa es impo-sible. Que en las ciencias sociales, acaso en todo lo que hace uno en la vida, es necesaria la inteligencia, la disciplina pero también la pasión. Edelberto Torres Rivas ha unido estas tres cosas y todas ellas lo han colocado en un sitio distinguido en la sociología latinoamericana.

Querido Edelberto: Gracias al oportuno mensaje del

amigo Carlos Figueroa caigo en la cuenta de tu octógesimo aniversa-rio y no quiero dejar pasar la opor-tunidad sin enviarte un muy fuerte abrazo y mis más sinceras felicita-ciones por tu larga y fecunda vida. Me invaden los recuerdos de tantos momentos que compartimos, de muchas discusiones (a veces fuer-tes) pero siempre profundamente fraternales. Entre esos momentos recuerdo especialmente una larga tarde en mi departamento de la ca-lle Lafinur, en Buenos Aires, a me-diados de los años ochenta, alenta-dos por un maravilloso scotch que fue testigo (y agente causal tam-bién) de una detalladísima explo-ración sobre el futuro de América Latina y que recuerdo como una de las conversaciones más intere-santes y sugerentes que tuve en mi vida, y que todavía, al día de hoy, te agradezco de todo corazón. Y, la última (por ahora), un sobrio de-sayuno en un hotel en Guatemala, junto con el amigo Carlos Sarti, en donde oscilábamos entre la nostal-gia por las oportunidades perdidas, el fastidio al comprobar lo que

estaba ocurriendo en nuestra patria grande y las ocasionales llamaradas de esperanza que, de a poco, también se colaban en nuestra conversación al recordar que no todo estaba perdi-do y que quedaba mucho por hacer.

Recuerdo, muy particularmente otra ocasión, no sé si en México o en San-tiago, todo lo que debatimos en torno a una frase tuya, que tienes en uno de tus escritos, cuando decías, con razón, algo así como que “En Amé-rica Latina la revolución es hoy más necesaria que nunca, pero está más lejos que nunca.” Esa conclusión es más verdadera hoy que ayer, y toda-vía sigue siendo una de las ideas rec-toras a la hora de interpretar la situa-ción de nuestra región. Y en función de esa necesidad y lejanía a la vez de la revolución discurrimos sobre el papel de los intelectuales, de institu-ciones como FLACSO y CLACSO, y la posibilidad que los intelectuales y científicos sociales latinoamericanos teníamos de acercar necesidad y po-sibilidad. Lamentablemente mucho no se ha avanzado, son una legión quienes han depuesto las armas de la crítica y se han rendido al adversario, pero la batalla aún no ha terminado y creo que la acelerada descompo-sición moral, económica, social y

política del capitalismo latinoameri-cano hará que más pronto que tarde nuestros pueblos se decidan a tomar el cielo por asalto. Acabo de regre-sar de México, mi otro país, y vengo profundamente acongojado al ver los estragos que el neoliberalismo le ha infligido en las últimas décadas. No me cabe duda que el México bron-co y profundo –es el que saltará a la escena, como lo hiciera un siglo atrás, para poner fin a tan brutal decadencia.

En fin, esto debía ser un breve mensaje y no puede convertirse en una ponencia. A tí y a mí nos ha tocado transitar épo-cas difíciles y complejas de la historia latinoame-ricana, y no siempre he-mos estado de acuerdo en todo. Pero más allá de ello respeto mucho tu intre-gridad y tu lealtad hacia los grandes principios del socialismo. Y, sobre todo, tu capacidad de diálogo, de escucha, de perma-nente auto-interrogación, virtudes estas que están en rápida extinción en

los tiempos que corren. ¡Siga tra-bajando, maestro! Quienes fuimos sus alumnos, en el lejano Chile de finales de los sesenta, sabemos que tiene usted mucho para enseñar.

Abrazo fuerte, ¡salud!Atilio Borón

8 No. 21 EXTRAORDINARIO/ noviembre 2010

Publicación mensual de flacso-Guatemala Director: Dr. Virgilio Álvarez Aragón/Coordinación y diagramación: Lic. Hugo de León P.

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compartidas por FLACSO-Guatemala30 mil ejemplares

LA fACULtAD LAtINOAMERICANA DE CIENCIAs sOCIALEsfLACsO–sEDE ACADéMICA GUAtEMALA

Tiene el agrado de inviTarle al Foro Público

Programa:• Presentación de la Política Institucional de Discapacidad de FLACSO, Sede Académica Guatemala

(Unidad de Comunicación Social)• Presentación de hallazgos de la investigación “El Campo de Atención a la discapacidad en Guatemala y sus efectos de exclusión y

empobrecimiento” (Anneliza Tobar Estrada, Posgrado Centroamericano en Ciencias Sociales). Comentarios a cargo del Mtro. Oscar López, Coordinador académico de investigación de FLACSO-Guatemala

Ponencias:• Las ciencias sociales y los estudios sobre discapacidad, Mtro. Ronal Solís Zea

(Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado de Guatemala)

• Exclusión educativa, Mtra. Silvia Quan(Defensoría de las personas con discapacidad, Procuradoria de Derechos Humanos)

• Actividad cultural a cargo de la Asociación de Ciegos para la Cultura y el Deporte

Miércoles 1 de diciembre de 2010, de 9:00 a 11:00 a.m.Auditórium “Rene Poitevin”, 2do nivel

3a. calle, 4-44, zona 10, ciudad de Guatemala

“Discapacidad y Exclusión”

3a. calle 4-44 zona 10, ciudad de GuatemalaPBX: 2414 7444