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    Dilogo en el Infiernoentre

    Maquiavelo(1469-1527)

    yMontesquieu

    (1689-1755)

    Maurice Joly

    Prefacio deJean-Francois Revel

    Traducido del francs porMatilde Horne

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    El autor de Dilogo en el Infierno, Maurice Joly, (Los elementos de esteprefacio fueron tomados del extraordinario libro de Henri Rollin, El Apocalipsis denuestro Tiempo. Valdra la pena reeditar esta obra, destruida por los alemanes en1940), abogado ante los Tribunales de Pars, vivi una existencia difcil yoscura. Tpico rebelde (se fug de cinco colegios en su juventud), pusosus dotes brillantes al servicio de la libertad y de sus antipatas. Opositorbajo todos los regmenes, tuvo un sinnmero de enemigos y algunosadmiradores. Revelan sus escritos que conoca tan bien el arte deencumbrarse (consagr a tema un curioso lbelo) como el de gobernar (losDilogos lo atestiguan). Sin Embargo, emple su saber con el solo objetode atacar a quienes aplicaban para su beneficio personal las tcnicas delxito. Su palabra mordaz eligi sucesivamente como blanco a NapolenIII, Vctor Hugo, Gambetta , Jules Grvy, en quienes apenas hizo mella.Pobre, enfermo y acabado, el 17 de julio de 1887 se descerraj una balade revolver en la cabeza. Abierto sobre su escritorio hallaron un ejemplarde los Hambrientos, libro que publicara dos aos antes.

    Nacido en Lons-le-Saunier en 1829, de padre que fuera consejero generaldel Jura y de madre italiana, debi, para poder terminar sus estudios,trabajar durante siete aos como empleado subalterno en un ministerio,luego de pasante en la Escuela Superior de Comercio. Inscrito en 1859 enel Colegio de Abogados, fue secretario de Jules Grvi, con quien no tarden reir.

    Su primer libro, Le Barreau de Pars, tudes politiques et litteraires ,consiste en una galera de retratos de abogados custicos e inclementes ;

    el segundo, Cesar, es un vigoroso ataque a Napolen III. En 1864 publicaen Bruselas, sin nombre de autor, el Dilogo en el Infierno. El libro fueintroducido en Francia de contrabando, en varias partidas; pero comoalgunos de los contrabandistas pertenecan a la polica, esta sin granesfuerzo unas cincuenta pesquisas simultaneas logr incautarse detoda la edicin y desenmascarar al autor. Maurice Joly fue arrestado. Lainstruccin del proceso le cost seis meses de prisin preventiva,Condenado, la instancia de apelacin y el recurso de casacin demoraron

    otros dieciocho meses, durante los cuales permaneci recluido en Sainte-Plagie. Qued en libertad en mayo de 1867, pero sus conflictos con lajusticia crearon el vaci a su alrededor. Los defensores del Imperio loatacaban; para los republicanos, lejos de ser un mrtir glorioso, constituaun estorbo. Como si deseara agravar su situacin y sumirse en unasoledad huraa y taciturna, en sus Recherches sur lart de parvenirataca

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    con inusitada violencia a sus contemporneos ms ilustres. La respuestade ese mundo que detestaba fue el silencio.

    Tambin culmina en fracaso una nueva tentativa que hace bajo el Imperio.Funda un peridico jurdico, Le Palais, que desaparece despus del duelo

    que Joly sostiene con su principal colaborador, Edouard Lajarriere.

    Juzga con severidad a los hombres del 4 de septiembre: en vano solicitade Jules Grvy un empleo en la Jura. El 31 de octubre de 1870 se una alos miembros de la resistencia a ultranza Flourens, Delescluze, Blanqui los que invadieron el Ayuntamiento. Al parlamentar con Jules Favre,reprocha a este sus proyectos de armisticio, conducentes a la capitulacin.Un mes ms tarde, este republicano del Imperio era arrestado. Puesto enlibertad provisional, fue luego absuelto por el Consejo de Guerra, el 9 demarzo de 1871.

    Joly no tuvo ninguna participacin en la Comuna. Actu siempre por puropatriotismo; y en su autobiografa, que redact durante su detencin en laprefectura, se declaraba social y revolucionario, pero rechazabaindmita y netamente, sin rodeos el comunismo.

    La Repblica pudo proporcionar a este heterodoxo inveterado una

    oportunidad de desquite. En 1872 los hermanos Preire le ofrecieron unpuesto de jerarqua en su peridico La Libert. Empero, algunos aos mstarde, las circunstancias volvieron a convertir a Joly en el combatientesolitario de una batalla sin esperanzas. En medio de la crisis provocadapor la disolucin del Parlamento, en el momento en que los adversarios deMacMahon sostenan la candidatura de Jules Grvy a la presidencia, Jolyhizo fijar en los muros de la ciudad proclamas donde atacaban conviolencia a su antiguo empleador quien, afirmaba, le haba hecho todo elmal que un hombre puede hacer a otro sin matarlo. La prensa oportunista

    lanz rayos y centellas. Le Temps , Gambetta, Edmond About, Sarceyfulminaron la abominable maniobra de esos insolentes falsarios .Maurice Joly envi a sus padrinos a About y Sarcey y al mismo tiempoempez ante el Tribunal Correccional a diez peridicos por difamacin,injurias pblicas y por rehusarse a publicar comunicados. l mismopresent su defensa y despleg su facundia contra Gambetta y susamigos. Salvo dos, todos los peridicos que emplazara fueroncondenados. Fue su postrer victoria.

    Pocos meses despus. Maurice Joly se declaraba vencido.

    Tal vez sus obras hubieran sido definitivamente olvidadas, pese a susdescollantes mritos, si un ejemplar del Dilogo en el Infierno, queescapara a la polica de Napolen III, no hubiese cado en manos delfalsario redactor de los Protocolos de los Sabios de Sin, donde se

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    exponen los presuntos planes secretos de dominacin mundial,consebidos por los dirigentes de la Alianza Israelita Internacional.

    Publicados incidentalmente en ruso, los Protocolos fueron traducidos ydifundidos en todos los pases del mundo en 1920. Al ao siguiente, una

    sucesin de extraordinarias casualidades puso la superchera aldescubierto. Fue Graves, corresponsal del Times en Constantinopla, quiense percat de la similitud que exista entre el documento ruso, publicadopor Nilus y Boutmi, y el Dilogode Joly, entre los supuestos Protocolos delos Sabios de Sin y el lbelo del abogado parisiense contra el sobrino delgran emperador.

    Graves contaba entre sus amistades a un emigrado ruso. Este habacomprado a un antiguo funcionario de la Ocrana, tambin refugiado enConstantinopla, un lote de libros viejos. Entre ellos descubri, consorpresa, un pequeo volumen en francs, encuadernado, sin la pginacorrespondiente al ttulo, pero en cuyo lomo figuraba el nombre de Joly. Alcomprobar que su texto traicionaba una asombros semejanza con el de losProtocolos, particip su descubrimiento a su amigo Graves. Este hizo quese practicaran algunas averiguaciones en el British Museum, donde sinesfuerzo pudo encontrarse un ejemplar de la misma edicin de losDilogos. El origen de la falsificacin era patente; algunas comparaciones

    lo demuestran:

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    DIALOGO PRIMERO

    ... El instinto malo es en elhombre ms poderoso queel bueno... el temor y lafuerza tienen mayor imperiosobre l que la razn...Todos los hombres aspiranal dominio y ningunorenunciar a la opresin sipudiera ejercerla. Todos ocasi todos estn dispuestosa sacrificar los derechos de

    los dems por sus intereses.Qu es lo sujeta a estasbestias devoradotas quellamamos hombres? En elorigen de las sociedadesest la fuerza brutal ydesenfrenada..., etc.

    DIALOGO SEGUNDO

    Montesquieu.- No hay msque dos palabras en vuestraboca: fuerza y astucia... Sierigs la violencia en

    principio y la astucia enprecepto de gobierno, elcdigo de la tirana no esotra cosa que el cdigo de labestia... Vuestro principio esque el bien puede surgir delmal, etc.

    PROTOCOLO I

    ...Mucho ms abundan loshombres con malos instintosque con buenos. Es por elloque se obtienen mejoresresultados gobernando a loshombres por la violencia y elterror. Todo hombre aspira alpoder, y cada uno de ellos, sipudiera hacerlo, desearaconvertirse en dictador. Almismo tiempo, pocos son los

    que no estn dispuestos asacrificar el propio bien. Quha sujetado a esas bestiasferoces que llamamoshombres?...En los comienzos del ordensocial, estaban sometidos a lafuerza bruta...etc.

    ...Nuestra voz de orden es:fuerza e hipocresa... laviolencia debe constituir unprincipio, la hipocresa una

    norma para aquellos gobiernosque no desean abandonar sucorona en manos de losagentes de una nueva fuerza.Este mal es el nico mediopara alcanzar la meta: el bien,etc.

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    DIALOGO SEPTIMO

    ... Instituira inmensosmonopolios financieros,

    depsitos de la riquezapblica, de los cuales tanestrechamente dependerntodas las fortunas privadas,que estas sern absorbidas

    junto con el crdito del Estadoal da siguiente de cualquiercatstrofe poltica..., etc....En los tiempos que corren, la

    aristocracia, en cuanto fuerzapoltica, ha desaparecido...Pero la burguesa territorialsigue siendo un peligrosoelemento de resistencia paralos gobiernos, etc.

    DIALOGO DUODECIMO

    ...Como el dios Vishn, miprensa tendr cien brazos y sedarn la mano con todos los

    matices de la opinin,cualquiera que ella sea, sobrela superficie entera del pas...,etc.

    PROTOCOLO IV

    Muy pronto instituiremosenormes monopolios,

    depsitos de colosalesriquezas, de los cuales lasriquezas de los cristianos, aunlas grandes, dependern en talforma que sern devoradas,as como el crdito de losEstados, al da siguiente deuna catstrofe poltica..., etc.La aristocracia cristiana ha

    desaparecido como fuerzapoltica; ya no debemostenerla en cuenta; pero comopropietaria de bienesterritoriales, puedeperjudicarnos en la medida enque sus recursos seanindependientes.

    PROTOCOLO XII

    ...Cien manos tendrn como eldios Vishn... que habrn dedirigir la opinin en la direccin

    que conviene a nuestrosfines..., etc.

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    Qu itinerario habr recorrido, el ejemplar del Dilogo hasta llegar amanos de Graves en Constantinopla, el ao 1921? Al respecto, solopodemos movernos en el terreno de la conjetura. Es probable que losservicios de la Ocrana hayan enviado el libro de Joly a San Petersburgo.Quizs alguien retirara en prstamo este ejemplar de la biblioteca, en lugar

    de devolverlo, lo entregara al funcionario de la Ocrana quien, finalmente, lohabra llevado consigo al exilio, terminando as por caer en manos delcorresponsal del Times, a quien cupo el honor de desenmascarar el fraudede las columnas de un importante diario britnico.

    En cuanto a los Protocolos , segn Henri Rollin, fueron redactadosprobablemente en 1897 o a comienzos de 1898 en Pars, en los crculosque participaban de la lucha antisemita y que estaban dispuestos a recurrira cualquier medio para justificar con furor, furor que los induca a su vez acreer en las fbulas ms inverosmiles. Quiz sea su autor Elie de Cyon,director del Galoisy ms tarde de la Nouvelle Revune, uno de los ntimosde Mme. Juliette Adam. Tal vez podamos atribuirlos al Mage Papuso a lapolica misma.

    Sea como fuere, la mistificacin de los antisemitas, al traducir el lbelo queescribiera un hombre que hubiese sido su enemigo, atrajo nuevamente laatencin sobre el oscuro combatiente de la libertad. Los Dilogos de Joly

    fueron reledos, comprobndose que el Dilogo de Maquiavelo yMontesquieu mereca ocupar un lugar de privilegio en nuestra literaturapoltica. Que la causa de sus desdichas fuera un excesivo gusto por laindependencia, su mal carcter o un noble orgullo, lo cierto es que MauriceJoly fue un escritor de talento. Era un deber rescatar del olvido a unhombre a quien Napolen III enviara a la crcel y a quien plagiara lapolica rusa.

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    PREFACIO

    Debemos felicitarnos de que el Dilogo de Maurice Joly haya sidodescubierto y exhumado en 1948 y no en el curso de la dcada delsesenta. En Francia, bajo De Gaulle, por cierto hubiramos corrido el

    peligro de que el hallazgo fuese considerado una superchera, tannumerosos son los pasajes del texto que pueden aplicarse a repblicascomo la gaullista. En 1948 nadie hubiera podido ver en la obra otra cosaque curiosidad histrica, un ejemplo particularmente interesante de esacrtica enbozada, alisuva, que los escritores franceses del SegundoImperio elevaron a la categora de gnero literario. Presntaba para losespecialistas de aquel periodo y solo el especialista poda apreciarla endetalle una excelente pintura y un minuciosa anlisis de los mtodos de

    poder personal empleados por Napolen III, aunque en verdad la pinturaslo era vlida para ste. El lector de 1948 no poda atribuir alcancegeneral de teora poltica a ese rgimen cuyas piezas Maquiavelo vaensamblando gozoso ante los ojos de un Montesquieu horrorizado ydeslumbrado. Evidentemente, slo la destreza del polemista conseguavestir con apariencia de teora y generalidad a lo que era la stira de uncaso nico.

    En la actualidad, las cosas han cambiado y se impone una nueva lectura

    del texto. No cabe duda de que el Maquiavelo infernal de Maurice Joly serevela como un verdadero terico. Expone y desarrolla la idea de undespo t ismo mod erno, no comprendido en ninguna de esas categorasdentro de las cuales la historia del siglo XX nos ha enseado a distribuirlos diversos tipos de regmenes posibles, y menos an en las categorasde Montesquieu.

    El problema propuesto consiste en saber cmo puede injertarse un poderautoritario en una sociedad acostumbrada de larga data a las instituciones

    liberales. Se trata de definir un modelo poltico que difiera de laverdadera democracia y de la dictadura brutal. Por su parte Montesquieu,el Montesquieu a quien Joly va a pescar a los infiernos, sostiene la tesisdel continuo progreso de la democracia, de la l iberal izacin ylegal izacin crecientes de las instituciones y costumbres que habrnimposible el retorno a ciertas prcticas. (Ay!, cuantas veces hemosescuchado ese imposible optimista... y cuntas veces, a quienes measeguran que las cosas ya nunca volvern a ser como eran antes,

    deseara responderles: Tiene usted razn; sern peores.) A ello contestaMaquiavelo que existe otra cosa o que es posible concebir otra cosa enmateria de despotismo que no sea despotismo oriental. Y as como eldespotismo oriental, desde la muerte de Stalin, ha demostrado ser viableen forma colegiada y sin culto de la personalidad, al cual se lo crea ligado;as el despotismo moderno, cuya teora elabora Joly, parece viableindependientemente del poder personal al que nosotros

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    espontneamente lo vincularamos. En Francia, ha sobrevivido a DeGaulle. Que el autoritarismo sea personal o colegiado es una cuestinsecundaria; lo que importa es la confiscacin del poder, los mtodos quees preciso seguir para que dicha confiscacin sea tolerada es decir, paraque pase en gran parte inadvertidapor los ciudadanos integrantes del

    grupo de aquellas sociedades que pertenecen histricamente a la tradicindemocrtica occidental.

    Estos mtodos, la descripcin que de ellos hace Joly, no pueden dejar desacudir a un francs polticamente fogueado por la Quinta Repblica.Acaso no nos hallamos en un terreno conocido cuando leemos que eldespotismo moderno se propone no tanto violentar a los hombres comodesarmarlos, no tanto combatir sus pasiones polticas como borrarlas,menos combatir sus instintos que burlarlos, no simplemente proscribir susideas sino trastocarlas, apropindose de ellas? El primer cuidado quedebe tener un rgimen de derecha agg io rna to es, en efecto, volver laconfiscacin del poder en un ropaje de fraseologa liberal. Joly percibe conclarividencia el papel que un rgimen semejante asigna a la tcnica demanipulacin de la opinin pblica. A esta opinin y de paso cmo noreconocer tambin aqu tantos procederes familiares? --, a esta opinin es

    preciso aturdirla, sumirla en la incertidumbre mediante asombrosascontradicciones, obrar en ella incesantes distorsiones, desconcertarla

    mediante toda suerte de movimientos diversos... Cmo no identificartambin una tctica clsica en nuestros tiempos cuando Joly hace queMaquiavelo aconseje al dspota moderno que multiplique lasdeclaraciones izquierdizantes sobre poltica exterior con el objeto deejercer ms fcilmente la opresin en lo interno? Fingirse progresista

    platnico en el exterior, mientras en el pas explota el terror a la anarqua,el miedo al desorden, cada vez que un movimiento reivindicativo traducealguna aspiracin de cambio...

    Terico avan t la lettre de los massmedia, nuestro Maquiavelo SegundoImperio subraya con fuerza el importante papel que, en materia de polticamoderna, est llamado a desempear el arte de la palabra. Indica cmose debe disear la fisonoma la imagen, diramos nosotros del

    prncipe: insistir en la impenetrabilidad de sus designios, en su poder desimulacin, en el misterio de su verdadero pensamiento. De este modo,la versatilidad del jefe, al amparo de su mutismo, parece profundidad, y suoportunismo enigmtico sabidura; se olvidan los mediocres resultados de

    su accionar por medio de palabras pomposas, pues se termina por nodistinguir una cosa de otra.

    El artculo esencial de esta tcnica para manejar la opinin pblica serefiere por supuesto a las relaciones entre el poder y la prensa. Tambinen este caso Joly percibe claramente que el despotismo moderno no debede ninguna manera supr im i r la libertad de prensa, lo cual sera una

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    torpeza, sino canalizarla, guiarla a la distancia, empleando milestratagemas, cuya enumeracin constituye uno de los ms sabrososcaptulos del Dilog o entre Maquiavelo y Mon tesqu ieu. La ms inocentede tales artimaas es, por ejemplo, la de hacerse criticar por uno de los

    peridicos a sueldo a fin de mostrar hasta qu punto se respeta la libertad

    de expresin. A la inversa de lo que ocurre en el despotismo oriental,conviene al despotismo moderno dejar en libertad a un sector de la prensa(suscitando, empero, una saludable propensin a la autocensura pormedio de un depurado arte de la intimidacin); y, en otro sector, el Es tadomism o d ebe hacerse per iod is ta. Visin proftica, tanto ms si se tieneen cuenta que Joly no pudo prever la electrnica, ni que llegara el da enque el Estado podra apropiarse del ms influyente de todos los rganosde prensa de un pas: la radio-televisin.

    Uno de los pilares del despotismo moderno es, entonces, lasubinformacin que, por un retorno del efecto sobre la causa, cuantomayor es, menos la perciben los ciudadanos. Todo el arte de oprimirconsiste en saber cul es el umbral que no conviene trasponer, ya sea enel sentido de una censura demasiado conspicua como en el de unalibertad real. Y, por aadidura, el potentado puede contar con la certeza deque difcilmente la masa ciudadana se indigna por un problema de prensao de informacin. Sabe que en lo ntimo el periodista es entre ellos ms

    impopular que el poltico que lo amordaza. Y bien lo hemos podidocomprobar nosotros mismos en Paris, en 1968, ante la indiferencia conque la opinin pblica abandon a los huelguistas de la televisin francesaa las represalias del Poder.

    Se trate de la destruccin de los partidos polticos y de las fuerzascolectivas, de quitar prcticamente al Parlamento la iniciativa con respectoa las leyes y transformar el acto legislativo en una homologacin pura ysimple, de politizar el papel econmico y financiero del Estado a travs de

    las grandes instituciones de crdito, de utilizar los controles fiscales, ya nopara que reine la equidad fiscal sino para satisfacer venganzas partidariase intimidar a los adversarios, de hacer y deshacer constitucionessometindolas en bloque al referndum, sin tolerar que se las discuta endetalle, de exhumar viejas leyes represivas sobre la conservacin delorden para aplicarlas en general fuera del contexto que les dio nacimiento(por ejemplo, una guerra extranjera terminada hace rato), de crear

    jurisdicciones excepcionales, cercenar la independencia de la

    magistratura, definir el estado de emergencia, fabricar diputadosincondicionales, (No vemos queexista sustancial diferencia entreel comportamiento exigido alos candidatos gaullistas deaprobar por anticipado la poltica del jefedeEstado sin conocerla y eljuramento previo exigido por Napolen III a sus futuros diputados), bloquear la leyfinanciera por el procedimiento de la depresupuestacin (si el vocablo noexiste, existe el hecho), promover una civilizacin policial, impedir acualquier precio la aplicacin del habeas corpus; nada de todo esto omite

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    este manual del dspota moderno sobre el arte de transformarinsensiblemente una repblica en un rgimen autoritario o, de acuerdo conla feliz frmula de Joly, sobre el arte de desquiciar las institucionesliberales sin abrogarlas expresamente. La operacin supone contar con elapoyo popular y que el pueblo (lo repito por ser condicin indispensable)

    est subinformado; que, privado de informacin, tenga cada vez menosnecesidad de ella, a medida que le vaya perdiendo el gusto.

    Por consiguiente, la dictadura puede afirmarse con fuerza a travs delrodeo de las relaciones pblicas. Pero, claro est, cuando se tornanecesario, parafraseando una expresin de Clausewitz, el mantenimientodel orden no es otra cosa que las relaciones pblicas conducidas por otrosmedios. Las diferentes controversias acerca de la dictadura, el fascismoetc., son vanas y aproximativas si se reduce la esencia del rgimenautoritario nicamente a ciertas formas de su encarnacin histrica.Pretender que un detentador del poder no es un dictador porque no seasemeja a Hitler equivale a decir que la nica forma de robo es el asalto, oque la nica forma de violencia es el asesinato. Lo que caracteriza a ladictadura es la confusin y concentracin de poderes, el triunfo de laarbitrariedad sobre el respeto a las instituciones, sea cual fuere lamagnitud de tal usurpacin; lo que la caracteriza es que el individuo noest jams al abrigo de la injusticia cuando solo la ley lo ampara. No se

    trata solo de los medios para alcanzar tales resultados. Es evidente queesos medios no pueden ser los mismos en todas partes. Las tcnicas de laconfiscacin del poder en las moderna s sociedades industriales detradicin liberal, donde el espritu crtico es por lo dems una tradicin quehay que respetar, un academicismo casi, donde existe una cultura jurdica,no pueden ajustarse al modelo del despotismo ruso o libio. Ms an, laconfiscacin del poder, cuando se realiza en tiempo de paz y prosperidad,no puede asemejarse, ni por su intensidad ni su estilo, a una dictadura,instaurada a continuacin de una guerra civil, en un pas econmicamente

    atrasado y sin tradiciones de libertad.

    Lo que Maurice Joly aporta, entonces, a la ciencia poltica, es definicinexacta y la descripcin minuciosa de un rgimen muy particular: el de lademocracia desvirtuada, llamado cesarismo por los antiguos. Pero es uncesarismo moderno, que luce el ropaje del sistema poltico nacido deMontesquieu: un cesarismo de levita, o, lo que es igual, con disfraz deteatro.

    La democracia desvirtuada tiene sus propias caractersticas. En estostiempos en que, en aras a la invectiva, o por no desesperar o paraahorrarse el esfuerzo de analizar, se confunden los conceptos, convienesubrayar el hecho que este rgimen no es el totalitarismo de las dictadurasclsicas.

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    Al Origen del cesarismo se halla, desgraciadamente, la voluntad popular.Como escribi un gran historiador de Roma, Jerome Carcopino, es propiodel cesarismo apoyarse justamente en la voluntad de aquellos a quienesaniquila polticamente. Napolen III, cuyo savoir-faire estudia MauriceJoly, perpetr sin dudas un golpe de estado. Pero no hay que olvidar que

    ya antes haba sido elegido, con gran mayora de votos, presidente de laSegunda Repblica francesa: el primer jefe de Estado de la historiaeuropea, elegido por sufragio universal directo! Y, que despus de sugolpe de estado, se sirvi, regularmente y con invariable xito, del

    plebiscito.

    Es precisamente con un indiscutible apoyo popular que los monarcaselegidos reducen a la impotencia a sus adversarios. Y digo impotencia, yno silencio. La intencin y la astucia de los agentes de este tipo dergimen son el crear una mezcla de democracia y dictadura al que yoaplico el neologismo de democradura (Jean-Francois Revel, Las ideas denuestrotiempo, Organizacin Editorial, Madrid, 1972; pp. 208-210), que designa el usoabusivo del principio de la mayora. Este rgimen no es ni totalitarismo nidictadura clsica; como tampoco el totalitarismo es sinnimo de dictaduraclsica. (Ibid., pp. 47-54 La cultura totaliraria)

    El totalitarismo exige mucho ms del ciudadano que, a su modo, la

    dictadura o la democradura. Estas ltimas no se interesan ms que por elpoder poltico y el econmico. Si el ciudadano no molesta y no dice nada,no tendr problemas. Basta con su pasividad. El totalitarismo, en cambio,

    pretende hacer de cada ciudadano un militante. La sumisin no le basta,exige el fervor. La diferencia entre un rgimen simplemente autoritario yuno totalitario est en que el primero quiere que no se le ataque, y elsegundo considera un ataque todo lo que no es un elogio. Al principio lebasta con que no se le desfavorezca; el segundo pretende adems quenada se haga que no le favorezca.

    La leccin ms importante que da el libro de Maurice Joly es que lademocracia no consiste en que haya apoyo popular -- los peores

    potentados a menudo lo tuvieron --- sino en que haya reglas quecodifiquen el derecho absoluto del hombre a gobernarse a s mismo.Como dice Edmond Burke en sus Ref lec t ions in the Revolut ion inFrance, el primer derecho del hombre en una sociedad civilizada es el deestar protegido contra las consecuencias de su propia necedad.

    Y ello, a mayor razn, puesto que el cinismo poltico, contrariamente a loque se suele creer es ineficiente. Los dos jefes de Estado franceses quehan dejado al pas en la ms catastrfica situacin econmica, diplomticay moral, han sido los dos ms cnicos y fieles discpulos de Maquiavelo:me refiero a Luis XIV y a Napolen I. Por mi parte, no les confiara ni unatienda de pueblo: sera la quiebra al cabo de un ao.

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    Gran verdad la que pone Joly en boca de su Montesquieu: Unos aos deanarqua son a veces menos funestos que varios aos de silenciosodespotismo.

    Jean-Francois Revel

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    UNA SIMPLE ADVERTENCIA

    Percibiramos muy pronto una espantosacalma, durante la cual todo se aliara en contra

    de la potencia que vulnera las leyes.Cuando Sila que quiso devolver a Roma su

    libertad, sta no pudo ya recibirla.

    Montesquieu, El Espritu de las Leyes

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    Tiene este libro rasgos que pueden adjudicarse a cualquier gobierno; noobstante, su intencin es ms precisa: personifica en particular un sistemapoltico cuyos procederes han sido invariables desde el da nefasto hay,excesivamente lejano, de su entronizacin.

    No es este un libelo ni una stira; el sentir de los pueblos modernos esdemasiado civilizado como para soportar crudas verdades sobre polticacontempornea. La duracin sobrenatural de algunos acontecimientoshistricos est, por dems, destinada a corromper a la honestidad misma;pero la conciencia pblica sobrevive an, y llegar el da en que el cielo sedecidir a intervenir en la contienda que hoy se alza contra l.

    Se aprecian mejor algunos hechos y principios cuando se los contemplafuera del marco habitual en que se desarrollan ante nuestros ojos. Algunasveces, un simple cambio del punto de vista ptico aterra la mirada.

    Aqu, todo lo presentamos en forma de ficcin; sera superfluo revelaranticipadamente la clave. Si el libro tiene una finalidad, si encierra unaenseanza, es preciso que el lector la comprenda, no que le seaexplicada. Por otra parte, no estar exenta su lectura de frecuentes y vivasdiversiones; no obstante, es preciso proceder con lentitud, como conviene

    que se lean los escritos que no son frivolidades.

    Que nadie pregunte qu mano ha trazado estas pginas: una obra comoesta es en cierta medida impersonal. Responde al llamado de laconciencia: concebida por todos, alguien la ejecuta y el autor se eclipsa,pues solo es el redactor de un pensamiento del sentir general, un cmplicems o menos oscuro de la coalicin del bien.

    Ginebra, 15 de octubre de 1864

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    NICOLS MAQUIAVELO - NICCOLO MACCHIAVELLI

    INTRODUCCIN

    El poder ha seducido a los hombres desde los tiempos ms remotos. Su

    concepcin y su practica ha sido heterognea a travs de la historia de lacivilizacin. Pero nadie en muchos siglos se haba aproximado a develar lanaturaleza del poder en forma tan realista y desnuda como NicolsMaquiavelo.

    El propsito de este trabajo es analizar El Prncipe considerado como textofundador de la ciencia poltica, aunque hoy en da esta disciplina se hadesarrollado mucho mas all de aquellas recomendaciones. La idea quesuele haber de Maquiavelo y su libro ms clsico, es la del cinismo comoactitud indispensable en las tares del gobierno. La suposicin de que el fin

    justifica los medios, ha sido tenida como paradigmtica.

    BIOGRAFA DEL AUTOR

    Nicols Maquiavelo - Niccolo Macchiavelli - naci en Florencia el 3 demayo de 1469 y muri en la misma ciudad en 1572. Era hijo de Bernardodei Niccolo Macchiavelli, jurisconsulto, y de Bartolommea dei Nelli, una

    dama muy bella e instruida. Fue escritor, jurista, diplomtico y poltico. Suprestigio comenz pronto, y a los veinticinco aos se le nombr secretariodel gobierno Dei Dieci.

    Desempe luego diversas embajadas en algunos estados de Italia y enAlemania, misiones que hubo de comentar en sus escritos. En 1502contrajo matrimonio con Marietta Corsini, del cual nacieron cinco hijos Susactividades como embajador duraron hasta el ao de 1512, en queempieza una poca de persecuciones contra l. A la vuelta de los Mdici

    al seoro de la ciudad fue encarcelado y sometido al tormento,acusndosele de conspirador. Ya haba publicado para entonces obrasfilosficas y literarias, pero en la crcel intensific sus tareas, y gracias a laatraccin que siempre experiment el gran Lorenzo de Mdici. Uno de losespritus ms representativos del Renacimiento por las artes y las letras,pudo Maquiavelo obtener su favor.

    Muy distinguido tambin como tratadista y crtico militar, public obras muy

    notables de este carcter: El arte de la guerra, Ordenanza de la Infanteray Ordenanza de la Caballera. En otros aspectos, destacan su Discursosobre las Dcadas de Tito Libio, Discurso sobre la Lengua, HistoriaFlorentina, Mandrgora y Discurso Moral. En todas sus obras revelaMaquiavelo su gran cultura, un pensamiento gil y profundo y dotesextraordinarias de escritor . Maneja el idioma con personalsimo estilo y

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    suprema elegancia. Fsicamente era Nicols Maquiavelo un hombreenjunto, de regular estatura y rostro anguloso ,expresivo y sereno.

    La obra fundamental del clebre secretario florentino, la que ha perduradoa travs del tiempo, dando siempre lugar a las ms encontradas opiniones,

    es El Prncipe, libro que encierra cuanto de filosofa prctica y reglas degobierno podra apetecer cualquier jefe de Estado de cualquier tiempo,dispuesto a no reparar en medio para alcanzar sus fines. Su ndole morales fundamentalmente recusable.

    El Prncipe ha tenido apologistas entusiastas, como Gentile, Alfieri,Wicouefort, Gobineau y Nietzsche, y detractores implacables, a cuyofrente se hallan, en diferentes pocas, hombres como Saavedra, Fajardo,Voltaire, Federico de Prusia, Macaulay. ,Castelar, Tolstoi, etctera.Napolen coment el libro de Maquiavelo con discrepancia en algunospuntos, pero siempre con simpata.

    En cuanto al prncipe que hubiera de tomar como modelo para el diseode su obra, se citan Fernando El Catlico y Csar Borgia. Maquiavelo vivialgn tiempo en la corte del duque Valentinois, y en ella pudo ver muchoshechos y actitudes que aprovech para la composicin de su libro.

    Sea como fuere, lo cierto es que El Prncipe est considerado, con justicia,como una manifestacin tpica del espritu del Renacimiento y una de lasobras maestras de la literatura universal.

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    OBRAS DE NICOLAS MAQUIAVELO (1469-1527)

    Discursos sobre las Dcadas de Tito Livio (1521-1522)

    El Prncipe (1513-1516)

    Anales de Italia (1504)

    Vida de Castruccio (1520)

    Arte de la Guerra (1520)

    Historia de Florencia (inconclusa)(1520)

    La Mandrgora (comedia)(impresa en 1524)

    Clizia (comedia)

    Comedia en prosa (sin ttulo)

    Belfegor (novela)

    ACONTECIMIENTOS E INFLUENCIAS

    Si en la antigedad Constantinopla logr convertirse en una de lasciudades ms importantes por su actividad cultural y comercial, Florencialogr un lugar excepcional por ese mismo aspecto durante los siglos XV yXVI. Esta ciudad se encontr envuelta en la difusin de las nuevas ideas

    de la revolucin renacentista.

    Se puede afirmar que esa urbe se constituy en el epicentro del nuevosistema poltico y cultural. Maquiavelo estuvo ligado desde muy joven a laadministracin poltica de esa ciudad y particip como arquitecto de lapoltica exterior de la repblica. El vnculo ms decisivo de Maquiavelo consu lugar de origen fue su indeclinable y permanente decisin de defenderla libertad republicana. Bajo ese deseo logr modelar su obra y ligar suvida al destino poltico de Florencia, aportando de manera slida sus

    conocimientos de gran valor histrico.

    El Prncipe no es una obra que se pueda incluir dentro de los gneros dela ficcin, es un esfuerzo de comprensin histrica por parte deMaquiavelo sobre las realidades polticas de la Italia del siglo XV. Sutiempo histrico es real y corresponde al proceso de transito de la Europa

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    medieval a los tiempos modernos, sobre cuyas bases surgiposteriormente el modelo capitalista de organizacin de la economa.

    La libertad mental conquistada por el hombre del Renacimiento y que loapartaba de dogmas para enfrentar de manera ms creadora la realidad

    material, representa el nuevo espritu con el que la burguesa ascendenteorganiz las relaciones sociales en la Europa de los siglos XIV, XV, XVI. Sinos circunscribimos a la visin histrica sobre el Renacimiento conformadapor el investigador Jacques Pirenne en su libro Las grandes Corrientes dela Historia, podemos admitir que ese sistema fund en Europa elsurgimiento de una civilizacin anclada en el individualismo. La liberacinde la individualidad en el Renacimiento contrasto con el estancamiento dela economa y de la persona disuelta en el marco del grupo feudal.Durante el Feudalismo el arte, el pensamiento y el comercio alcanzaron unnivel de estancamiento extremo. La individualidad logr sobrevivir a travsdel misticismo.

    ste fue el nico escape de las ansias de pensamiento y accin. SostienePirenne que "durante el Renacimiento los hombres se liberaron de laopresin de grupo, la nutica revigoriz el comercio y las florecientesburguesas urbanas reivindicaron su emancipacin econmica-social, alborrar la nocin de dependencia jerrquica, abri el campo a la

    emancipacin de la conciencia y reaparicin del pensamiento. As fuecomo se esboz la era de la civilizacin occidental en la que laemancipacin de la persona humana corresponda a la expansin de laeconoma urbana". No toda Europa logro ser cobijada por ese movimientoespiritual y econmico renovador. En la Europa central el Feudalismo semantuvo por varios siglos.

    El desarrollo de la ciencia permiti la libre investigacin de los problemashumanos y de la naturaleza. La realidad se confronta a partir de la razn y

    de la experiencia concreta con el mundo, desmitificando el mtodoescolstico.

    Maquiavelo constituye desde esa perspectiva una de las sntesis masreveladoras del nuevo espritu burgus, caracterizado esencialmente poruna mentalidad profana e inquisitiva y para el cual la realidad inmediata ysensible es la fuente del conocimiento. El historiador argentino Jos LuisRomero en su penetrante ensayo: "Maquiavelo Historiador", afirma que la

    mentalidad burguesa imagin al hombre instalado de forma inevitable en larealidad sensible: "la criatura humana dej de ser pensada como unaabstraccin para ser vista como una realidad de carne y hueso, como unmicrocosmos real anhelante de explayar su personalidad dual como unindividuo que se realizaba en el mundo terreno. La nueva imagen delhombre fue tambin un derivado de la experiencia".

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    Bajo el impulso de ese nuevo espritu, Maquiavelo logr intuir que losvalores y la moral tradicional cimentados por la iglesia catlica no seajustaban al mundo cambiante e inestable que surga en Europarenacentista.

    La edad media haba creado en Europa un sinnmero de principadosfeudales fraccionados y dispersos. Todos ellos operaban como factoresadversos a la necesidad de centralizacin del poder requerido por lasnuevas clases sociales en su camino de expansin comercial.

    La amplia experiencia acumulada por Maquiavelo en las cortes europeascomo representante de la cancillera florentina, su contacto con prncipes ysu observacin de las decisiones gubernamentales, le ofrecieron unavisin excepcional sobre el carcter de los hombres de Estado y losalcances de sus actos polticos. El ensayista ingls Quentin Skinner, autordel libro "Maquiavelo", y quien aporta novedosos datos sobre eldesempeo de Maquiavelo como consejero de prncipes, afirma de losestadistas de este tiempo: "lo que todos ellos se negaban a reconocer eraque habran tenido mucho ms xito si hubieran intentado acomodar suspersonalidades res pectivas a las exigencias de los tiempos en lugar dequerer reformar su tiempo segn el molde de sus personalidades.

    Con el tiempo Maquiavelo coloc este juicio en el autentico corazn de suanlisis sobre el caudillaje poltico en El Prncipe. En El Prncipe secomplementan de forma extraordinaria el creador literario, el investigadorhistrico y el analista poltico. Con esas ventajas, esta obra pudo situarseentre la ms bellas construcciones de la prosa italiana del siglo XV y de laliteratura universal.

    El hombre que se sumerge en los hechos y que vive intensamente losacontecimientos polticos de su poca, no rie con el observador que

    luego los mide y los confronta con su visin del Estado y de la naturalezahumana.

    TEMA Y ARGUMENTO

    El poder considerado como uno de los mbitos de realizacin del esprituhumano, y el fenmeno poltico visto como la expresin suprema de laexistencia histrica que involucra todos los aspectos de la vida, es la

    concepcin que subyace en las disertaciones de El Prncipe.El Renacimiento haba dado inicio a la secularizacin del mundo y lascuestiones religiosas quedaban restringidas al mbito de la concienciaindividual. La ciencia renacentista haba despojado al hombre de suarmadura teolgica y le haba devuelto la voluntad de organizar su

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    existencia sin temores o esperanzas de compensacin espiritual; en unavida ultraterrena.

    El Estado tambin empezaba a concebirse como un poder secular noofrecido a los individuos por derecho divino sino por intereses econmicos,

    de clases o ambiciones personales. Fue esa gran mentalidad la queperme la obra de Maquiavelo y de la que deriv su concepcin del podery de la poltica. Maquiavelo no es ajeno a la moral. Y supo intuir antes quesus propios contemporneos que era imposible organizar un Estado enmedio del derrumbe social de Italia.

    Las opiniones posteriores sobre su obra, en lo concerniente a su polticade maximizar los medios frente a los fines en el ejercicio del poder,ignoran que el escritor florentino fue un ardiente partidario de la libertad. Ylo demostr con sus escritos defendiendo las instituciones republicanasque fueron destruidas con la invasin de Francia y Espaa a Italia; lomismo que contra la corrupcin, a la que consideraba una amenaza contrala libertad, virtud sin la cual ningn pueblo puede construir su grandeza.

    "La experiencia muestra que las ciudades jams han crecido en poder oen riqueza excepto cuando han sido libres", dijo Maquiavelo. "El fin

    justifica los medios", no es una sentencia carente de moral y tica como

    han pretendido demostrar los crticos de Maquiavelo. Sencillamente esuna reflexin en la que se reconoce que de las mismas circunstancias queenfrenta El Prncipe, l debe extraer las premisas necesarias paradesenvolverse en un mundo cambiante.

    El xito de un soberano radica en tomarle el pulso a las situaciones,valorarlas y armonizar su conducta con la dinmica inherente a ellas. Sonlas necesidades las que impondrn una respuesta. Y con ello Maquiavelodemuestra que los hombres se miden con el mundo y actan sobre l.

    Premisa infalible que haba olvidado la Edad Media. Ello significa que laambicin de Maquiavelo de ver una Italia unida, expuesta de forma precisaen los consejos que en 26 captulos sugieren al magnfico Lorenzo deMdicis, no constituyen un espejismo poltico sino que puede realizarse enla realidad material a travs de la lucha por el poder y estimulando en lositalianos los sentimientos comunes que configuraban la identidad culturalde ese pas.

    Existe una circunstancia concreta: Italia invadida por fuerzas extranjeras, yuna necesidad real: la liberacin nacional y la construccin de la unidadpoltica. El medio para lograrlo es la guerra y el fin, adaptarse a lasexigencias de los nuevos tiempos, organizndose como estado nacional.Para Maquiavelo los fines polticos eran inseparables del "bien comn". Lamoral para el diplomtico florentino radica en los fines y la ley constituye elncleo organizador de la vida social. Todo lo que atent contra el bien

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    comn debe ser rechazado y por ello "la astucia, la hbil ocultacin de losdesignios, el uso de la fuerza, el engao, adquieren categora de medioslcitos si los fines estn guiados por el idea del buen comn, nocin queencierra la idea de patriotismo, por una parte, pero tambin lasanticipaciones de la moderna razn de Estado " (Romero).

    Las simplificaciones de las que ha sido vctimas Maquiavelo, no hanlogrado minimizar esa nueva dimensin ontolgica sobre el podergenialmente concebida por el estadista florentino. Para Maquiavelo estclaro que ha diferencia de los pases europeos, en Italia no haba sidoposible construir el Estado-nacin. El soberano que fuese a enfrentar estareto histrico, necesitara de una suma de poder que lo convirtiera en unmonarca absoluto. Esa empresa solo es posible si el gobernante dispuestoa llevarla a cabo, arma los ciudadanos para liberar a su patria de lasfuerzas extranjeras. Cumplida esta tarea procurar ofrecer al pueblo leyes

    justas y ste as su vez , asumir la defensa y seguridad de la nacin.

    El inters de Maquiavelo se centra, a travs de toda su obra, en la polticacomo "arte de conquistar el poder ". La poltica es por tanto el arte de elprncipe o gobernante en cuanto tal. Y el prncipe, en cuanto conquistadory dueo del poder, en cuanto encarnacin del Estado, est por principio ( yno por accidente) exento de toda norma moral. Lo importante es que tenga

    las condiciones naturales como para asegurar la conquista y posesin delpoder, " que sea astuto como la zorra, fuerte como el len" ( prncipe C.8)Dice Maquiavelo que el prncipe que quiere conservar el poder" debecomprender bien que no le es posible observar, en todo, lo que hace mirarcomo virtuosos a los hombres, su puesto que a menudo para conservar elorden de un Estado, est en la precisin de obrar contra su fe, contra lasvirtudes de la humanidad y caridad y an contra su religin" (PrncipeC.18),

    Para Maquiavelo la razn suprema no es sino la razn de Estado. ElEstado ( que identifica con el prncipe o gobernante), constituye un finltimo, un fin en s, no solo independiente sino tambin opuesto al ordenmoral y a los valores ticos, y situado de hecho, por encima de ellos, comoinstancia absoluta. El bien supremo no es ya la virtud, la felicidad, laperfeccin de la propia naturaleza, el placer o cualquiera de las metas quelos moralistas propusieron al hombre, sino la fuerza y el poder del Estadoy de su personificacin el prncipe o gobernante. El bien del Estado no se

    subordina al bien del individuo o de la persona humana en ningn caso, ysu fin se sita absolutamente por encima de todos los fines particularespor ms sublimes que se consideren.

    El sentido de la vida y de la historia, no acaba para los hombres si ellosprosiguen en la tarea de perfeccionar la sociedad sobre bases racionalesque los trasciendan ms all del simple plano individualista o de

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    atomizacin social en el que viven dentro de las sociedadescontemporneas de finales del siglo XX. La permanente transformacin dela poltica, como la so Maquiavelo, puede ser el camino para lahumanizacin del poder y la sociedad.

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    octubre un grupo de cardenales eligen como nuevo Papa a Julio IIreconocido con el nombre de Guilliano de la Rovere y radical enemigo delos Borgia.

    1508

    Como resultado de sus experiencias en las cortes de Luis XII en Franciapublica ensayos sobre la guerra entre franceses y espaoles que titulRitrato Delle Cose Della Francia y Ritrato Delle Cose Della Magna. Estosestudios constituyen una exaltacin de la unidad poltica lograda porFrancia.

    1512

    las fuerzas francesas ocupan Italia y amenazan la independencia de laRepblica Florentina. Sin embargo es Espaa quien derrota las fuerzas deFlorencia y se da as inicio a una serie de conspiraciones polticas quecolocan de nuevo en el poder a la dinasta Mdicis, ya expulsados delgobierno por el Papa Julio II. El 7 de noviembre, el gobierno es asumidopor el Papa Len X y Maquiavelo es condenado a crcel y destierro porsospecha de conspiracin poltica. Tambin es retirado de la cancillera dela Repblica de Florencia.

    1513

    Entre julio y diciembre de ese ao, Nicols Maquiavelo, retirado en sufinca de San Casciano escribe El Prncipe. Su dedicatoria es dirigida aLorenzo de Mdicis II, a quien el Papa Len X haba prometido ofrecerle laadministracin de un nuevo estado que creara. Para esa misma a poca

    Maquiavelo inicia los Discursos sobre las primeras dcadas de Tito Livio.

    1515-1516

    Estos aos representan el apogeo de Espaa como potencia Europea,gracias a su poder fundado en la riqueza encontrada en el Nuevo Mundo.Despus de haberles dado el nombre de Amrica en homenaje a AmricoVespucio, el imperio espaol inicia la tarea de colonizar las tierras recin

    descubiertas.1525-1527

    Carlos V dirige nuevamente desde Espaa sus ejrcitos contra Italia.Despus de varios aos de lucha el Rey conquista a Roma y el 16 demayo consuma una gran masacre y saqueo sobre la poblacin, que

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    horroriza al occidente cristiano. El Papa Clemento VII huye ante la cadade Roma, para salvar su vida. El 21 de julio, Nicols Maquiavelo esenterrado por su familia en Santa Croce.

    CRTICAS SOBRE LA OBRA

    La obra de Nicols Maquiavelo representa una interesante perspectivapara comprender la evolucin social y poltica del mundo moderno surgidaen el Renacimiento. Desde el ao 1513, fecha de su publicacin hastahoy, el impacto de ese tratado de poltica, El Prncipe ha suscitado las mscomplejas y atrevidas interpretaciones en los estudios sobre el fenmenodel poder y en los gobernantes mismos. Incluir aqu las visiones dealgunos analistas de la poltica y la historia acerca de las influencias de ElPrncipe .

    "Leer El Prncipe hoy, es acordarnos del lado ms sombro de latransformacin. Maquiavelo no era un mal hombre, ni un asesino, ni unintrigante de sangre fra. Por lo contrario, era un ardiente partidario de lasinstituciones republicanas, que perciba ms claramente que el resto desus compatriotas. Como ningn Estado podra prosperar donde la moralhaba fallado, como haba ocurrido en Italia." (R.H.S.,Crossman)

    "Fue el implacable realismo de Maquiavelo lo que permiti diagnosticarprecozmente el sentido del naciente orden europeo, establecer los finesideolgicos que convenan a la comunidad de la que formaba parte ysealar los medios eficaces para lograrlos a partir de las situaciones realesque predominaban en la Italia de si tiempo". (Jos Lus Romero)

    CONCLUSIN

    Leer "El Prncipe " es enfrentarnos al triunfo del espritu renacentista sobre

    la religin, como tambin bordear el lado ms creador y sombro de loshombres en la ardua e inconclusa tarea de perfeccionamiento de laconciencia humana y de la sociedad.

    Generalmente se afirma que la historia es el registro de los choques entresituaciones o estructuras extremas. Desde esa interpretacin "El Prncipe "de Nicols Maquiavelo es la sntesis de la disolucin de un mundo, elmedioevo, y el nacimiento de un nuevo principio de realidad en el que el

    hombre, volva a ser la preocupacin esencial de todas las cosas, elRenacimiento.

    Si la poltica deba ser el arte de lo posible, para Maquiavelo ellosignificaba que sta deba de basarse en realidades. Las necesidades decambio que l formul para su tiempo, fueron extradas de su observacindel mundo material y del estado de nimo colectivo de sus compatriotas.

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    Sin embargo en la mdula de "El Prncipe " se encuentra la reivindicacindel Estado moderno como articulador de las relaciones sociales y lanecesidad de que los hombres vivan en libertad.

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    conocimiento de las relaciones del hombre y de la sociedad. La ley y elpoder, entonces, se convierten y se presentan como categorasconstitutivas de ese conocimiento.

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    El concepto de hechos en Montesquieu es muy amplio y comprende losactos del hombre, las tradiciones, lo que se controvierte y lo que no secontrovierte y la aplicacin de la razn, como preconizaba Hobbes, dondeuna praxis permanente, despojndola de su carcter infalible, le exige un

    universo terico abierto constantemente a la experiencia.

    As lo establecen Augusto Comte en sus "Primeros ensayos" (1819),apndice al Systeme de Politique Positive y el propio Catecismo Social deSaint-Simon, Durkheim lo afirma expresamente en su tesis latina yRousseau se adelanta a estas ideas cuando en "Emilio o la educacin"seala a Montesquieu como el nico autor capaz de crear la ciencia delderecho poltico.

    Y el propio Comte, ahora en su "Curso de Filosofa Positiva" advierte quees en Montesquieu donde debe encontrarse el primer esfuerzo directo portratar a la poltica como una ciencia de hechos y no de dogmas.

    Antes, Hegel haba expresado su inters en las obras de Montesquieu yde Rousseau. En un captulo de sus "Lecciones sobre la historia de laFilosofa" que titul: Idea de la unidad general concreta.

    Antes, los peripatticos haban ordenado sus estudios de derecho enforma similar a Montesquieu. El propio Aristteles dirigi el esfuerzo de suescuela en tal sentido, procediendo a la recopilacin de ciento cincuenta yocho constituciones de la antigedad. Slo ha llegado hasta nosotros "laConstitucin de Atenas", las dems se han perdido.

    Pero a travs de ella sobrevive el sistema empleado. El estudiocomparativo de los textos y su cambio con relacin al cambio de loshechos, el anlisis de coincidencias y diferencias, la clasificacin de los

    temas institucionales y las generalizaciones que establece elentendimiento. El modelo aristotlico y el modelo de Montesquieumuestran afinidades, las descripciones se unen a la preferencia por losdetalles, no por un afn de clasificarlo todo, sino por aprehender a travsde los cambios, cualquiera sea su magnitud, la dinmica de una sociedad,que est hecha de sucesivas sntesis de comprensin.

    Todava desde el punto de vista del mtodo, es necesario establecer que

    correspondencia existe entre la Ilustracin y el positivismo filosfico,particularmente el del siglo XIX.

    El movimiento positivista tuvo un fundado aprecio no solo con relacin a laobra de Montesquieu, sino tambin con relacin a la de Rousseau y auncon Hobbes, considerando a los dos primeros, como seala Durkheim enel estudio ya citado, como fundadores de la Sociologa.

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    En realidad lo que interesa destacar es que no se trata de si Montesquieu,Rousseau o Hobbes es su caso, adelantan valiosos fundamentos delsistema positivo, sino que este adelanto no es otra cosa que el proyectode la modernidad, en uno de sus casos particulares.

    La Ilustracin siempre dispuso del recurso de la razn y del recurso de laexperiencia, como forma natural de toda comprensin. Es ms el altogrado de compatibilizacin entre razn y experiencia, es lo que permiti yaa Locke, utilizar lo que l llamaba arquetipos, es decir modelos o sntesis,mediante los cuales es posible descubrir nuevos conceptos y enriquecerlos existentes.

    La teora contractual presenta numerosos ejemplos. El concepto de estadode guerra en Hobbes, el concepto de propiedad en Locke, la separacinde poderes propuesta por el propio Locke en el Segundo Tratado ydesenvuelta con un sentido universal en Montesquieu o el mismo contratosocial, que se convierte en Rousseau en el discurso del mundo.

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    LAS LEYES DE LA LEY.

    La inteligencia con sus operaciones y la mancomunidad de los hechos consus significados contingentes -es decir posibles y tambin necesarios-coincidiendo, otorgan a la ley los fundamentos de su legitimacin, pero

    tanto la inteligencia como los hechos proceden de la sociedad.

    El Siglo Filosfico nos entregar un hombre social y una sociedad dehombres, distintos entre s, pero que, como se dijo antes, no puedenpensarse fuera de su unidad.

    De aqu procede la filosofa jurdica y poltica de Montesquieu. Que, comobien se ha dicho, no parte de la ley, llega a la ley; no parte de laseparacin de poderes, llega a la separacin de poderes.

    Las leyes en su ms amplia significacin -define Montesquieu- son lasrelaciones necesarias que se derivan de la naturaleza de las cosas. Eneste sentido todos los seres tienen sus leyes: las tiene la divinidad, elmundo material, las inteligencias superiores al hombre, los animales y elhombre mismo.

    Cmo ha llegado Montesquieu a esta definicin y cul es el sentido de sus

    posibilidades y la importancia de sus trminos: relacin necesaria,naturaleza de las cosas, proceso de derivacin y organizacin legal deluniverso.

    Todo est sujeto a leyes, toda ley particular se relaciona con otra ley delmismo carcter y depende de una ley ms general. El desarrollo histricoes as y la organizacin del saber tambin. Robusteciendo estasafirmaciones Montesquieu cita a Plutarco, quien afirma que la ley es reinade todos, mortales e inmortales, o dicho de manera semejante que la ley

    es una relacin universal o que la ley es lo comn.

    Es un antiguo concepto, aparece en los orgenes de la civilizacin. Platnlo recuerda en el Gorgias, citando a Pndaro "La ley es reina de todos,mortales e inmortales", el nomos basileus, ahora propiedad de la poesa eincorporado para siempre a las tradiciones de la esttica y de laeducacin.

    Posteriormente, Kant en su "Introduccin a las lecciones de lgica", untexto que se public cuatro aos antes de su muerte, expresa que: "Todoen la naturaleza, tanto en el mundo inanimado como en el vivo, acontecesegn reglas, aunque estas reglas no sean siempre conocidas pornosotros. El propio uso de nuestro entendimiento est sujeto a reglas.Estas reglas son necesarias o contingentes. Las necesarias son aquellasque hacen posible el uso del entendimiento. Las contingentes dependen

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    Este es el concepto de relacin necesaria en Montesquieu, que incluye,como si se tratara de una unidad dialctica, el concepto de contingencia.Los trminos existan, sin la explicacin de Kant, oponindose ycomplementndose de acuerdo a las respectivas concurrencias de las

    causas en el sistema general de los sucesos. O dicho de otra manera, lonecesario-contingente es tanto lo que falta como lo que se tiene. Y lo quefalta y lo que se tiene, trascienden su oposicin eventual y mirados desdeel punto de vista de la organizacin de la sociedad, constituyen -comoensea Platn- un principio de donde toma origen la ciudad. Es el mismocriterio que -siglos despus- nos lo entrega Toms de Aquino: el hombre adiferencia de los dems animales, requiere el amparo de una sociedadorganizada. Lo que se tiene y lo que no se tiene, lo que se tiene y lo quese quiere tener y lo que no se quiere tener, formarn la dialctica de la leyy la dialctica de la sociedad, el cambio en s y el cambio en la unidad.

    De esta manera -siguiendo a Montesquieu- los seres son por s, pero endefinitiva son por s siempre con relacin a otros, las relaciones soninfinitas, pero son a la vez la medida de existencia de las cosas, y, as lasaprecia el entendimiento.

    Esas relaciones necesarias que componen la definicin de la ley, de

    acuerdo a Montesquieu, derivan de la naturaleza de las cosas.

    Michel Villey nos proporciona un concepto de naturaleza de las cosas, quetiene la principal virtud de resumir las notas histricas del mismo. Enprimer lugar, dice Villey, la naturaleza de las cosas para los clsicos,engloba francamente y sin reservas, todo lo que existe en nuestro mundo.

    Esto es no-solo los objetos fsicos materiales (como la naturaleza post-cartesiana), sino la integridad del hombre, espritu y cuerpo, las

    instituciones humanas y las instituciones sociales: la ciudad, los gruposfamiliares, los grupos de intereses. La naturaleza humana tiende por supropia esencia a la vida social como se expresa naturalmente en la familiay despus en forma ms amplia en la organizacin del Estado.

    Naturaleza, seres y cosas, separados o juntos en su accin recproca, seconvierten en la historia de la filosofa, o ms precisamente en la filosofade la historia, en verdaderas alegoras o verdades de razn, pues la

    alegora es la imaginacin lo que la analoga es al pensamiento.De este concepto de naturaleza de las cosas participa Montesquieu y elSiglo Filosfico en su conjunto. Para el Siglo Filosfico la naturaleza de lascosas es ms que nada un sistema de razn: la razn terica, la raznprctica y la razn crtica: momentos de una misma razn.

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    Montesqu ieu- Por qu no hablis de vos, Maquiavelo? Excesivamodestia, cuando se ha dejado tras de s la inmensa fama de ser el autordel Trat ado del Prnci pe.

    Maquavelo- Creo comprender la irona que vuestras palabras ocultan.

    Me juzgar acaso el gran publicista francs como lo hace el vulgo, quede m solo conoce el nombre y un prejuicio ciego? Lo s; ese libro me haproporcionado una reputacin fatal; me ha hecho responsable de todas lastiranas; ha trado sobra m la maldicin de los pueblos, encarno para ellosel despotismo que aborrecen; ha emponzoado mis ltimos das y, alparecer, la reprobacin de la posteridad me ha seguido hasta aqu. Sinembargo, qu hice? Durante quince aos serv a mi patria, que era unarepblica; conspir para mantenerla independiente y la defend sin treguacontra Luis XII, los espaoles, Julio II y contra el mismo Borgia, quien sin lla hubiese sofocado. La proteg de las sangrientas intrigas que, en todoslos sentidos, se entretejan a su alrededor, combatiendo como diplomticocomo otro lo habra hecho con la espada. Trataba, negociaba, anudaba yrompa los hilos de acuerdo con los intereses de la Repblica, aplastadaentonces entre las grandes potencias y que la guerra haca bambolearcomo un esquife. Y no era un gobierno opresor ni aristocrtico el quemantenamos en Florencia; eran instituciones populares. Fui acaso deaquellos que van cambiando al vaivn de la fortuna? Luego de la cada de

    Soderini, los Verdugos de los Mdicis supieron hallarme. Educado en lalibertad, sucumb con el; viv proscripto, sin que la mirada de prncipealguno dignara fijarse en m. He muerto pobre y olvidado. He aqu mi viday he aqu los crmenes que me han valido la ingratitud de mi patria y elodio de la posteridad. Quiz sea el cielo mas justo conmigo.

    Montesqu ieu- Conoca todo eso. Maquiavelo, y en razn de ello nuncalogr comprender cmo el patriota florentino, el servidor de una repblica,

    pudo convertirse en el fundador de esa lbrega escuela que os ha dado

    como discpulo a todas las testas coronadas, apropiada para justificar losms grandes crmenes de la tirana.

    Maquiavelo- Y si os dijera que ese libro tan solo fue una fantasa dediplomtico? que no estaba destinado a la imprenta; que tuvo unapublicidad ajena a la voluntad del autor; que fue concebido al influjo deideas entonces comunes a todos los principados italianos, vidos deengrandecerse a expensas el uno del otro y dirigidos por una astuta

    poltica que considera al ms prfido como el ms hbil...?Montesqu ieu- Es este vuestro verdadero pensamiento? Ya que mehablis con tanta franqueza, os dir que tambin es el mo y que participoal respecto de la opinin de muchos de aquellos que conocen vuestra viday han ledo atentamente vuestras obras. S, s, Maquiavelo, y la confesinos honra; en aquel entonces no dijisteis lo que pensabais o lo dijisteis bajo

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    combinaciones que al parecer desaprobis, pero que os hubierais vistoobligado a emplear si el rey de Francia os hubiese encomendado el mstrivial de los asuntos estatales.

    Pueril reprobacin la que afecta al Tratado del Prncipe! Tiene acaso la

    poltica algo que ver con la moral? Habis visto alguna vez un Estadoque se guiase de acuerdo con los principios rectores de la moral privada?En ese caso, cualquier guerra sera un crimen, aunque se llevase a cabopor una causa justa; cualquier conquista sin otro mvil que la gloria, unafechora; cualquier tratado en que una de las potencias hiciera inclinar labalanza de su lado, un inicuo engao; cualquier usurpacin del podersoberano, un acto que merecera la muerte. nicamente lo fundado en elderecho sera legtimo! Pero ya os lo dije antes y lo mantengo enpresencia de la historia contempornea: la fuerza es el origen de todopoder soberano o, lo que es lo mismo, la negacin del derecho. Quieredecir que proscribo a este ltimo? No; mas lo considero algo de aplicacinlimitada en extremo, tanto en las relaciones entre pases como en lasrelacinense entre gobernantes y gobernados.

    Por otra parte, no adverts que el mismo vocablo derecho es de unavaguedad infinita? Dnde comienza y dnde termina? Cundo existederecho y cuando no? Dar ejemplos: Tomemos un Estado: la mala

    organizacin de sus poderes pblicos, la turbulencia de la democracia, laimpotencia de las leyes contra los facciosos, el desorden que reina pordoquier, lo llevan al desastre. De las filas de la aristocracia o del seno delpueblo surge un hombre audaz que destruye los poderes constituidos,reforma las leyes, modifica las instituciones y proporciona al pas veinteaos de paz. Tena derecho a hacer lo que hizo?

    Con un golpe de audacia, Pisistrato se aduea de la ciudadela y prepara elsiglo de Pericles. Bruto viola la constitucin monrquica de Roma, expulsa

    a los Tarquinos y funda a pualadas una repblica, cuya grandeza es elespectculo ms imponente que jams haya presenciado el universo.Empero, la lucha entre el patriciado y la plebe, que mientras fue contenidaestimul la vitalidad de la repblica, lleva a esta a la disolucin y a puntoest de perecer. Aparecen entonces Csar y Augusto. Tambin sonconculcadores; pero gracias a ellos, el Imperio romano que sucede a larepblica perdura tanto como esta; y cuando sucumbe, cubre con susvestigios al mundo entero. Pues bien estaba el derecho de parte de esos

    audaces? Segn vos, no. Y sin embargo, las generaciones venideras loshan cubierto de gloria; en realidad, sirvieron y salvaron a su pas yprolongaron durante siglos su existencia. Veis entonces que en losEstados el principio del derecho se halla sujeto al inters y de estasconsideraciones se desprende que el bien puede surgir del mal; que sellega al bien por el mal, as como algunos venenos nos curan y un cortede bistur nos salva la vida. Menos me he cuidado de lo que era bueno y

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    DIALOGO SEGUNDO

    Montesqu ieu- Nada de nuevo tienen vuestras doctrinas para mi,Maquiavelo; y si experimento cierto embarazo en refutarlas, se debe notanto a que ellas perturban mi razn, sino a que, verdaderas o falsas,

    carecen de base filosfica. Comprendo perfectamente que sois ante todoun hombre poltico, a quien los hechos tocan ms de cerca que las ideas.

    Admitiris, empero, que, tratndose de gobiernos, se llega necesariamenteal examen de los principios. La moral, la religin y el derecho no ocupanlugar alguno en vuestra poltica. No hay ms que do palabras en vuestraboca: fuerzay as tuc ia. Si vuestro sistema se reduce a afirmar que lafuerza desempea un papel preponderante en los asuntos humanos, quela habilidad es una cualidad necesaria en el hombre de Estado, hay en ellouna verdad de innecesaria demostracin; pero si erigs la violencia en

    principio y la astucia en precepto de gobierno, el cdigo de la tirana no esotra cosa que el cdigo de la bestia, pues tambin los animales sonhbiles y fuertes y, en verdad, solo rige entre ellos el derecho de la fuerzabrutal. No creo, sin embargo, que hasta all llegue vuestro fatalismo,

    puesto que reconocis la existencia del bien y del mal.

    Vuestro principio es que el bien puede surg i r del mal, y que estpermitido hacer el mal cuando de ello resulta un bien. No afirmis que es

    bueno en s traicionar la palabra empeada, ni que es bueno emplear laviolencia, la corrupcin o el asesinato. Decs: podemos traicionar cuandoello resulta til, matar cuando es necesario, apoderarnos del bien ajenocuando es provechoso. Me apresuro a agregar que, en vuestro sistema,estas mximas solo son aplicables a los prncipes, cuando se trata de susintereses o de los intereses del Estado. En consecuencia, el prncipe tieneel derecho de violar los juramentos, puede derramar sangre a raudales

    para apoderarse del gobierno o pera mantenerse en l; le es dadodespojar a quienes ha proscrito; abolir todas las leyes, dictar otras nuevas

    y a su vez violarlas; dilapidar las finanzas, corromper, oprimir, castigar ygolpear sin descanso.

    Maquiavelo- Pero no habis dicho vos mismo que, en los Estadosdespticos, el temor es una necesidad, la virtud intil, el honor un peligro;que deba existir una obediencia ciega y que si el prncipe dejara delevantar su mano estara perdido? (El Espritu de las Leyes, libro III, cap. IX)

    Montesquieu- Lo dije, si, al advertir, como vos lo habis hacho, en quterribles condiciones se perpeta un rgimen tirnico, pero lo dije paramarcarlo a fuego y no para erigirle altares; para inspirar el horror de mi

    patria, la que felizmente nunca tuvo que inclinar la cabeza tan bajosemejante yugo. Cmo no veis que la fuerza es tan solo un accidente enel camino de las sociedades modernas, y que los gobiernos msarbitrarios, para justificar sus sanciones, deben recurrir a consideraciones

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    social; la violencia de lo alto legitima la violencia de lo bajo. Esto en lo quese refiere a los ciudadanos entre s.

    En lo concerniente a sus relaciones con los gobernantes, no tengonecesidad de deciros que significa introducir el fermento de la guerra civil

    en el seno de la sociedad. El silencio del pueblo es tan solo la tregua delvencido, cuya queja se considera un crimen. Esperad a que despierte:habis inventado la teora de la fuerza; tened la certeza de que larecuerda. Un da cualquiera romper sus cadenas; las romper quiz conel pretexto ms ftil y recobrar por la fuerza lo que por la fuerza le fuearrebatado.

    La mxima del despotismo es el perinde ac cadaver de los jesuitas; mataro ser muerto: he aqu la ley; hoy significa embrutecimiento, maana guerracivil. As por lo menos suceden las cosas en los pases de Europa; enOriente, los pueblos dormitan en paz en el envilecimiento de laservidumbre.

    Mi conclusin es esta y es una conclusin formal: los prncipes no puedenpermitirse lo que la moral privada prohbe. Pensasteis apabullarme con elejemplo de muchos grandes hombres que proporcionaron a su pas la pazy en ocasiones la gloria por medio de hechos audaces, violatorios de las

    leyes; y de ello infers vuestro fantstico argumento: el bien su rge delmal. En poco me siento afectado; no se me ha demostrado que esosaudaces hicieron ms bien que mal, ni se ha comprobado que dichassociedades no se hubiesen salvado y mantenido sin ellos. Los remediosaportados no han compensado los grmenes de disolucin queintrodujeron en los Estados. Para un reino, algunos aos de anarqua soncon frecuencia mucho menos funestos que largos aos de un despotismosilencioso.

    Admiris a los grandes hombres; yo solo admito a las grandesinstituciones. Creo que los pueblos, para ser felices, menos necesidadtienen de hombres geniales que de hombres ntegros, mas os concedo, sias lo queris que algunas de esas empresas violentas, de las que hacisla apologa, pudieron ser beneficiosas para ciertos Estados. Tales actos se

    justificaban quizs en las sociedades de la antigedad, donde reinaba laesclavitud y el fatalismo era un dogma. Tambin volvemos a encontrarlosen el medioevo y hasta en los tiempos modernos; pero a medida que las

    costumbres se fueron moderando y las luces propagando entre losdiversos pueblos de Europa; sobre todo a medida que los principios de laciencia poltica fueron mejor conocidos, el derecho sustituye a la fuerza enlos principios como en los hechos. Siempre existirn sin duda lastormentas de la libertad y todava se cometern muchos crmenes en sunombre: pero el fanatismo poltico ha dejado de existir. Si pudisteis decir,en vuestro tiempo, que el despotismo era un mal necesario, no podrais

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    decirlo hoy en da, porque el despotismo se ha tornado imposible en losprincipales pueblos de Europa, debido al estado actual de las costumbresy de las instituciones polticas.

    Maquiavelo- Imposible?... Si consegus probrmelo, consiento dar un

    paso en la direccin de vuestras ideas.

    Montesquieu- Os he de probar muy fcilmente, si estis dispuesto aseguir escuchndome.

    Maquiavelo- Con mucho gusto; pero tened cuidado; creo que os habiscomprometido en demasa.

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    DIALOGO TERCERO

    Montesquieu- Una compacta muchedumbre de sombras avanza haciaestas playas y muy pronto habr invadido la regin en que nos hallamos.Venid para este lado, de lo contrario no tardarn en separarnos.

    Maquiavelo- No me fue dado encontrar en vuestras ltimas palabras laprecisin que caracterizaba vuestro lenguaje al comienzo de nuestraconversacin. A mi entender, habis exagerado las consecuencias que sedesprenden de los principios enunciados en El espritu de las Leyes.

    Montesquieu- Deliberadamente evit en esa obra desarrollar extensasteoras. Si la conocierais no solo por lo que de ella os han hablado,advertirais que de los principios all sustentados fluyen sin esfuerzo lasconsideraciones particulares que ahora expongo. Por lo dems, no tengoempacho en confesar que el conocimiento adquirido de la poca modernaha modificado o completado alguna de mis ideas.

    Maquiavelo- Creis entonces seriamente que podris demostrar laincompatibilidad del despotismo con el estado poltico de los puebloseuropeos?

    Montesquieu- No he dicho de todos los pueblos; mas, si deseis, puedoenumerar aquellos en que el desenvolvimiento de la ciencia poltica haconducido a ese excelente resultado.

    Maquiavelo- Cules son esos pueblos?

    Montesquieu- Inglaterra, Francia, Blgica, parte de Italia, Prusia, Suiza, laConfederacin germana, Holanda y la misma Austria, es decir casi todaesa parte de Europa donde otrora se extenda el mundo romano.

    Maquiavelo-Algo conozco de lo acontecido en Europa desde 1527 hastala actualidad y os confieso que mi curiosidad es grande por saber de qumanera justificaris vuestra proposicin.

    Montesquieu- Pues bien escuchad y quizs os llegue a convencer. Noson los hombres sino las instituciones las que aseguran el reino de lalibertad y las buenas costumbres en los Estados. Todo bien depende de la

    perfeccin o imperfeccin de las instituciones, pero tambin de ellasdepender necesariamente todo el mal que sufrirn los hombres comoresultado de su convivencia social. Y cuando exijo las mejoresinstituciones, debis entender que se trata, segn la bella frase de Soln,de las instituciones mas perfectas que los pueblos puedan tolerar. Esdecir, que no concibo para ellos condiciones de vida imposibles, y aqu meaparto de esos deplorables reformadores que pretenden organizar

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    acostumbr a considerar a los prncipes y los grandes como a divinidadesfatdicas, rbitros supremos del gnero humano. Llegasteis en tiemposhenchidos de tumulto y grandeza a la par. Habis contemplado capitanesintrpidos, hombres de acero, genios audaces; y ese mundo, cuajado, ensu desorden, de una sombra belleza, se os revel como se revela al

    artista, a quien lo imaginario impresiona ms que lo moral; a mi entender,esto explica el Trat ado del Prnc ip e, y no estabais lejos de la verdadcuando, hace un instante, para sondearme, os complacais, por medio deuna finta italiana, en atribuirlo a un capricho de diplomtico. Pero, despusde vos el mundo ha cambiado; hoy en da los pueblos se consideranrbitros de su destino; han abolido los privilegios y destruido la aristocraciade hecho y de derecho; han establecido un fundamento que para vos,descendiente del marqus Hugo, sera, nuevo: han instaurado el principiode la igualdad. Solo ven mandatarios en quienes los gobiernan; y hancreado el principio de la igualdad mediante leyes que nadie les podrquitar. Cuidan de esas leyes como de su sangre, pues, en verdad,costaron mucha sangre a sus antepasados.

    Hace un instante os hablaba de las guerras: s de los estragos quetodava causan; mas el primer progreso habido es que ya no otorgan alvencedor el derecho de apropiarse del Estado vencido. En los tiempos quecorren, rigen las relaciones entre los pases un derecho apenas conocido

    por vos, el derecho internacional, as como el derecho civil reglamenta lasrelaciones entre los individuos en cada nacin.

    Luego de afirmar sus derechos privados por medio de la legislacin civil, ysus derechos pblicos por medio de t ra tados, los pueblos han queridolegalizar la situacin con sus prncipes, y han consolidado sus derechos

    polticos por medio de cons t i t uc i ones. Durante largo tiempo expuestos ala arbitrariedad por la confusin de los poderes, que permitan a los

    prncipes di ct ar l eyes t irn icas y ejercer las t irni cam ente, los pueblos

    han separado los tres poderes -- legislativo, ejecutivo y judicial estableciendo entre ellos lmites constitucionales imposibles de transgredirsin que cunda la alarma en todo el cuerpo poltico.

    Esta sola reforma, hecho de enorme importancia, ha dado nacimiento alderecho pblico interno, poniendo de relieve los superiores principios queconstituyen. La persona del prncipe deja de confundirse con el Estado; lasoberana se manifiesta como algo que tiene en parte su fuente en el seno

    mismo de la nacin, la cual dispone una distribucin de los poderes entreel prncipe y cuerpos polticos independientes los unos de los otros. No hede desarrollar ante el ilustre estadista que me escucha una teora delrgimen que en Francia e Inglaterra llaman rg im en co nst itu ci onal; estese ha introducido ya en las costumbres de los principales Estados deEuropa, no solamente por ser la expresin de la ciencia poltica ms

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    elevada sino, sobre todo, por ser el nico modo prctico de gobernar,dadas las ideas de la civilizacin moderna.

    En todas las pocas, bajo el reinado de la libertad o de la tirana, no fueposible gobernar sino por l eyes. Por consiguiente, todas las garantas

    ciudadanas dependen de qu ien redac ta las leyes. Si el prncipe es elnico legislador, solo dictar leyes tirnicas y dichosos si no derriba en

    pocos aos la constitucin del Estado! Pero, en cualquiera de los doscasos, nos hallamos en pleno absolutismo. Cuando es un senado,viviremos bajo una oligarqua, rgimen aborrecido por el pueblo, pues le

    proporciona tantos tiranos como amos existen; cuando es el pueblo,corremos hacia la anarqua, que es otra de las formas de llegar aldespotismo. Si es una asamblea elegida por el pueblo, queda resuelta la

    primera parte del problema, pues en ella encontraremos los fundamentosmismos del gobierno representativo hoy en vigor en toda la partemeridional de Europa.

    Empero, una asamblea de representantes del pueblo en posesinexclusiva y soberana de la legislacin, no tardar en abusar de su poderoy en colocar al Estado en situaciones de sumo peligro. El rgimen que hasido definitivamente constituido, feliz transaccin entre la aristocracia, lademocracia y la institucin monrquica, participa a la vez de estas tres

    formas de gobierno, por medio de un equilibrio de poderes que es alparecer la obra maestra del espritu humano. La persona del soberanosigue siendo sagrada e inviolable; pero aun conservando un cmulo deatribuciones capitales que, para bien del Estado, tienen que permaneceren sus manos, su cometido esencial no es sino de ser el proc urador de laejecucin de las leyes. Al no tener ya la plenitud de los poderes, suresponsabilidad se diluye y recae sobre los ministros que integran sugobierno. Las leyes, cuya proposicin le incumbe en forma exclusiva oconjuntamente con algn otro cuerpo estatal, son redactadas por un

    consejo de hombres avezados en la cosa pblica, y sometidas a unaCmara Alta, hereditaria o vitalicia, que examina si sus disposiciones seajustan a la constitucin, votadas por un cuerpo legislativo emanado delsufragio de la nacin, y aplicadas por una magistratura independiente. Sila ley es viciosa, la rechaza o la enmienda el cuerpo legislativo; si contrariaa los principios sobre los cuales reposa la constitucin, la Cmara Alta seopone a su adopcin.

    El triunfo de este sistema con tanta hondura concebido, y cuyo mecanismopuede, como veis, ser combinado de mil maneras, de acuerdo con eltemperamento de los pueblos a los que se aplica, ha consistido enconciliar el orden con la libertad, la estabilidad con el movimiento, y lograrque la generalidad de los ciudadanos intervengan en la vida poltica al parque se suprimen las agitaciones en las plazas pblicas. Es el pas que segobierna a s mismo, por el alternativo desplazamiento de las mayoras

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    que influyen en las Cmaras para la designacin de los ministrosdirigentes.

    Las relaciones entre el prncipe y los individuos descansan, como veis,sobre un vasto sistema de garantas que tiene sus inquebrantables

    fundamentos en el orden civil. Ni las personas ni sus bienes pueden servulnerados por accin alguna de las autoridades administrativas; lalibertad individual se halla bajo la proteccin de los magistrados; en los

    juicios criminales, quienes juzgarn a los acusados son sus iguales; porencima de los diversos tribunales existe una jurisdiccin supremaencargada de anular cualquier fallo pronunciado que violara las leyes.

    Armados estn los ciudadanos mismos para la defensa de sus derechosen milicias burguesas que colaboran en la vigilancia de las ciudades; porel camino del petitorio, el ms modesto de los particulares puede hacerllegar sus quejas hasta los pies de las asambleas soberanas querepresentan a la nacin. Administraran las comunas funcionarios pblicosnombrados por eleccin. Anualmente, grandes asambleas provinciales,tambin surgidas del sufragio, se renen para expresar la necesidades ydeseos de las poblaciones circundantes.

    Tal es la plida imagen, oh Maquiavelo , de algunas de las institucionesque florecen actualmente en los Estados modernos y especialmente en mi

    hermosa tierra; pero la publicidad est en la esencia de los pases libres:estas instituciones no podrn sobrevivir mucho tiempo si no funcionasen ala luz del da. Un poder, an desconocido en vuestro siglo y recin nacidoen mi poca, ha contribuido a infundirle un nuevo soplo de vida. Se tratade la prensa, largo tiempo proscrita, desacreditada an por la ignorancia,mas a la cual podrs aplicarse la frase empleada por Adam Smith alreferirse al crdito: Es una va pb li ca. Y en verdad, en los pueblosmodernos el movimiento todo de las ideas se pone de manifiesto a travsde la prensa. La prensa ejerce en los Estados funciones semejantes a las

    de vigilancia: expresa las necesidades, traduce las quejas, denuncia losabusos y los actos arbitrarios; obliga a los depositarios del poder a lamoralidad, bastndole para ello ponerlos en presencia de la opinin.

    En sociedades reglamentadas de este modo, oh Maquiavelo, qu lugarpodrais vos asignarle a la ambicin de los prncipes y a las maniobras dela tirana? No desconozco por cierto que el triunfo de ese progreso costdolorossimas convulsiones. En Francia, ahogada en sangre durante el

    perodo revolucionario, la libertad solo pudo resurgir con la Restauracin.Nuevas conmociones habran de sobrevenir an; mas ya todos losprincipios e instituciones de que os he hablado haban pasado a formarparte de las costumbres de Francia y de los pueblos que giran de la rbitade su civilizacin. He concluido, Maquiavelo. Los estados, como asimismolos soberanos, ya solo se gobiernan de acuerdo con las normas de la

    justicia. El ministro moderno que quisiera inspirarse en vuestras

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    enseanzas no permanecera en el poder ni siquiera un ao; el monarcaque practicase los preceptos del Tratado del P rncipe, levantara en sucontra la reprobacin de sus sbditos; se le pondra al margen del mundoeuropeo.

    Maquiavelo- Lo creis as?

    Montesquieu- Me perdonareis la franqueza?

    Maquiavelo- Por qu no?

    Montesquieu- Debo pensar que vuestras ideas se han modificado untanto?

    Maquiavelo- Me propongo destruir, uno a uno, los diversos y bellosconceptos que habis vertido, y demostrar que sin mis doctrinas las nicasdominantes en la actualidad, a pesar de las nuevas costumbres, a pesarde vuestros presuntos principios de derecho pblico, a pesar de lasdiversas instituciones que acabis de describirme; pero permitidme que,primero, os formule una pregunta: En qu momento de la historiacontempornea os habis detenido?

    Montesquieu- Mis conocimientos sobre los diversos Estados europeosllegan hasta los ltimos das del ao 1847. Ni los azares de mi erranteandar a travs de estos espacios infinitos ni la multitud de almas que aqumoran me han proporcionado encuentro con ser alguno que me informarasobre lo acontecido ms delante de la fecha que acabo de indicaros.Luego de mi descenso a la mansin de las tinieblas, transitaproximadamente medio siglo entre los pueblos del mundo antiguo yapenas ha transcurrido un cuarto de siglo desde mi encuentro con laslegiones de los pueblos modernos: ms an, tengo que decir que la

    mayora de ellos llegaban aqu desde los confines ms remotos de latierra. Ni siquiera s a ciencia cierta el ao terrestre en que nos hallamos.

    Maquiavelo-Aqu pues, los ltimos son los primeros, oh Montesquieu. Losconocimientos sobre la historia de los tiempos modernos del estadistamedieval, del poltico de la edad de la barbarie, son ma