Dialnet-PorUnaCulturaDelTrabajo-1351706

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Año XXIII • N° 64 • Diciembre 2005 32 Publicamos aquí una conferencia dictada por Mons. Carmelo Juan Giaquinta, administrador apostólico de Resistencia, y Presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social, en la inauguración de las Jornadas Sociales de Mar del Plata en mayo del corriente año. Introducción: Un tema capital 1. El tema de estas Jornadas Sociales es "La cultura del trabajo" y llevan un lema sugerente: Una Argentina con trabajo tiene futuro. El mismo carga con una gran espe- ranza: la Argentina tiene futuro. Pero, a la vez, previene de un peligro grave, casi trá- gico de que, sin trabajo, la Argentina no tendría futuro, esto es, ni nosotros, ni nues- tros hijos. De modo que el tema es por demás capital. Finalidad: suscitar y encauzar el diálogo 2.A mi charla la intitulé "Por una cul- tura del trabajo" suponiendo que en nues- tro País está amenazada o seriamente daña- da. La finalidad de la misma es despertar la experiencia de ustedes en este campo y sus- citar la creatividad de la que son capaces, y encauzarlas, para que así, durante estos días, se entable entre todos los participan- tes de los diversos sectores sociales un diá- logo noble y provechoso, en el que todos expongan sus puntos de vista, y todos estén dispuestos a enriquecer la propia perspecti- va con la del otro, sin temor a corregirla si fuese necesario; y, si fuese posible, lograr consensos fundamentales. No se trata de un ejercicio puramen- te académico sobre la cultura del trabajo. En la Argentina el tema no está para un pasatiempo. Debemos actuar con urgencia, pero para ello tenemos que ver con clari- dad. Las ideas claras son el motor de la his- toria. 3. Mi charla atenderá especialmente a dos aspectos: uno primero, referido al aporte que la fe cristiana hace al tema; uno segundo, referido a observaciones pastora- les sobre el mismo adquiridas durante mi vida y, en especial, durante los veinticinco años de ministerio episcopal, que tal vez puedan ser útiles para formularnos pregun- tas en orden a resucitar la cultura del traba- jo. Son, sustancialmente, las dos primeras partes, que complemento con las dos últi- mas. Primera Parte. El trabajo a la luz de la fe cristiana: por el trabajo el hombre se ase- meja a Dios creador 4. En la visión cristiana del hombre, el trabajo ocupa un lugar central. En el pri- mer libro de la Biblia, el Génesis, que es un escrito sencillo pero lleno de poesía y sabi- duría, el hombre es presentado como un trabajador: "El Señor Dios tomó al hombre y lo puso en el jardín de Edén, para que lo cultivara y lo cuidara" (Gen 2,15). En este pasaje bíblico, el trabajo es MONS. CARMELO JUAN GIAQUINTA Por una cultura del Trabajo Sección “Foro Debate: Argentina, Estrategia País

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Por una cultura del trabajo. una aportación antropologica, que comparto.

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  • Ao XXIII N 64 Diciembre 2005 32

    Publicamos aqu una conferencia dictada porMons. Carmelo Juan Giaquinta, administradorapostlico de Resistencia, y Presidente de laComisin Episcopal de Pastoral Social, en lainauguracin de las Jornadas Sociales de Mardel Plata en mayo del corriente ao.

    Introduccin: Un tema capital

    1. El tema de estas Jornadas Socialeses "La cultura del trabajo" y llevan un lemasugerente: Una Argentina con trabajo tienefuturo. El mismo carga con una gran espe-ranza: la Argentina tiene futuro. Pero, a lavez, previene de un peligro grave, casi tr-gico de que, sin trabajo, la Argentina notendra futuro, esto es, ni nosotros, ni nues-tros hijos. De modo que el tema es pordems capital.

    Finalidad: suscitar y encauzar el dilogo

    2.A mi charla la intitul "Por una cul-tura del trabajo" suponiendo que en nues-tro Pas est amenazada o seriamente daa-da. La finalidad de la misma es despertar laexperiencia de ustedes en este campo y sus-citar la creatividad de la que son capaces, yencauzarlas, para que as, durante estosdas, se entable entre todos los participan-tes de los diversos sectores sociales un di-logo noble y provechoso, en el que todosexpongan sus puntos de vista, y todos estndispuestos a enriquecer la propia perspecti-

    va con la del otro, sin temor a corregirla sifuese necesario; y, si fuese posible, lograrconsensos fundamentales.

    No se trata de un ejercicio puramen-te acadmico sobre la cultura del trabajo.En la Argentina el tema no est para unpasatiempo. Debemos actuar con urgencia,pero para ello tenemos que ver con clari-dad. Las ideas claras son el motor de la his-toria.

    3. Mi charla atender especialmentea dos aspectos: uno primero, referido alaporte que la fe cristiana hace al tema; unosegundo, referido a observaciones pastora-les sobre el mismo adquiridas durante mivida y, en especial, durante los veinticincoaos de ministerio episcopal, que tal vezpuedan ser tiles para formularnos pregun-tas en orden a resucitar la cultura del traba-jo. Son, sustancialmente, las dos primeraspartes, que complemento con las dos lti-mas.

    Primera Parte. El trabajo a la luz de la fecristiana: por el trabajo el hombre se ase-meja a Dios creador

    4. En la visin cristiana del hombre,el trabajo ocupa un lugar central. En el pri-mer libro de la Biblia, el Gnesis, que es unescrito sencillo pero lleno de poesa y sabi-dura, el hombre es presentado como untrabajador: "El Seor Dios tom al hombrey lo puso en el jardn de Edn, para que locultivara y lo cuidara" (Gen 2,15).

    En este pasaje bblico, el trabajo es

    MONS. CARMELO JUAN GIAQUINTA

    Por una cultura del TrabajoSeccin Foro Debate: Argentina, Estrategia Pas

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    algo grato: cultivar el jardn de Edn, cui-darlo; lo cual est muy en relacin con eltrabajo que el mismo Dios hace durante losseis das que dura la obra de la creacin.sta le procura a l un gozo indecible. "YDios vio que esto era bueno", exclama elautor del Gnesis al final de cada uno de losdas, imaginando a Dios que contemplasatisfecho la obra realizada: la luz, la tierray el mar, los vegetales, los astros del cielo,las aves y peces, los animales (cf. Gen1,4.10.12.18.21.25). Pero de todas susobras, la que ms contento lo pone es habercreado al hombre, un trabajador como l:"Y Dios vio que era muy bueno" (Gen 1,31).Por ello ya puede descansar tranquilo: "Elsptimo da, Dios concluy la obra quehaba hecho, y ces la obra que habaemprendido" (Gen 2,2).

    5. Es importante advertir que el tra-bajo como algo penoso aparece en la Biblia slodespus que el hombre pec: "Porque comistedel rbol que yo te prohib, maldito sea elsuelo por tu culpa. Con fatiga sacars de ltu alimento todos los das de tu vida. l teproducir cardos y espinas y comers lahierba del campo. Ganars el pan con elsudor de tu frente hasta que vuelvas a la tie-rra de donde fuiste sacado" (Gen 3,17-19).

    6. En el relato bblico de la creacindel hombre, importa advertir que Dios creal hombre capaz de proveer a su propio sustentoy al de sus seres queridos: "Y Dios cre al hom-bre a su imagen; los cre varn y mujer. Ylos bendijo, dicindoles: Sean fecundos,multiplquense, llenen la tierra y somtan-la; dominen a los peces del mar, a las avesdel cielo y a todos los vivientes que se mue-ven sobre la tierra" (Gen 1,28).

    Cuestiones a los cristianos

    7. Los cristianos afirmamos en elCredo: "Creo en Dios Padre, creador delcielo y de la tierra". Pero para creer verda-deramente en Dios creador no basta queaceptemos que all, al comienzo de lostiempos, Dios hizo todo de la nada. Esetipo de fe tambin la tiene el Demonio, y denada le sirve. Creer de veras implica que acep-temos que Dios hoy me sigue creando y me sigue

    proveyendo los dones esenciales para que yoenfrente la vida y cumpla mi misin en ella.Dios no me crea intil. Me da inteligencia,voluntad, dos brazos, instinto solidario, tie-rra bajo los pies y pone el universo entero ami disposicin. Creer en Dios creador es,por tanto, reconocer que yo estoy capacita-do por l con los recursos necesarios paratrabajar y enfrentar la vida.

    8. Los cristianos argentinos creemos enserio en este artculo de nuestra fe? Si as fuese,cmo explicar que en nuestro pas, en elque la inmensa mayora se dicen cristianosy catlicos, se difundan tanto dos formaspatolgicas de proveer al propio sustento:la bsqueda y defensa a ultranza de privile-gios, y la ddiva? La primera se encuentramuy difundida entre los dirigentes de todoslos rdenes que no reparan en que sus pri-vilegios hieren la equidad social y atrope-llan los derechos fundamentales de terce-ros. La segunda, entre los ms pobres, y loshace cada da ms numerosos y los degradaen extremo hasta hacerlos seres inservibles,slo tiles para integrar una clientela nece-sitada de votar a un cacique que les mate elhambre.

    9. Creer en Dios creador implica tam-bin el propsito de cultivar los dones que l nosda para enfrentar la vida. De qu serviratener dones si no los cultivsemos? La par-bola de Jess sobre los talentos nos aleccio-na al respecto. ("Talento" era en la antige-dad una medida de dinero importante. Deall pas al espaol popular para designarlas cualidades de una persona). Jess dijo:"Un hombre, al salir de viaje, llam a susservidores y les confi sus bienes. A uno ledio cinco talentos, a otro dos, y uno solo aun tercero, a cada uno segn su capacidad,y despus parti" (Mt 24,14-15). Ustedessaben cmo sigue la historia: El primerofue, negoci, y duplic el capital. Lo mismohizo el segundo. El tercero, por temor aperder su talento, lo escondi. Cuandoregres el seor, premi a los dos primeros,y al ltimo lo castig, no por haber malgas-tado el talento, sino por no haberlo hechorendir el fruto que podra haber dado.

    Cultivar los dones que Dios nos dapara servir a la sociedad y as proveer alpropio sustento es una de las enseanzas

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    fundamentales de la fe cristiana sobre elhombre.

    10. Los argentinos cultivamos losdones que Dios nos da? Y aqu vienen nece-sariamente las preguntas sobre la educa-cin en la familia; en la escuela; en la cate-quesis; en los medios de comunicacin; enlos sindicatos; en las empresas. Cmo es laeducacin en todos estos mbitos?

    Como obispo, no puedo dejar depreguntarme cmo es la educacin que seimparte en la catequesis y en la escuelacatlica. Lleva a tomarse en serio que Diosnos crea, y al crearnos nos capacita para eltrabajo? Y que ste debe ser bien hecho?

    Y ustedes los sindicalistas, conside-ran que la formacin integral de sus repre-sentados es el arma ms valiosa con que losmismos pueden defenderse? Se dedicanespecialmente a proporcionrsela? Valedecir que por "formacin integral" del tra-bajador entiendo "formacin profesional ymoral" del mismo. Lo mismo cabra pre-guntar a los empresarios.

    Vamos vislumbrando cmo la culturadel trabajo es fruto de la sintona demuchos sectores sociales e incluso que algu-nos no estn representados aqu.

    Jess, el carpintero

    11. La fuente de luz ms grande queposeemos los cristianos para comprender ladignidad del trabajo es la figura de Jess deNazaret. El Evangelio de San Mateo lorecuerda como "el hijo del carpintero" (Mt13,55). Y el de San Marcos lo califica direc-tamente como "el carpintero" (Mc 6,3). Apesar de su importancia, no me detendren su figura. Pero que Jess fue un trabaja-dor no es pura ancdota. El hecho tiene uncontenido evanglico. Es decir, es un anun-cio salvador y actual, que hemos de saberescuchar. Qu nos quiere decir la figura deJess trabajador?

    Por otra parte, Jess en su predica-cin acudi con frecuencia a imgenes detrabajadores para ayudarnos a comprenderlas verdades superiores del Reino de Dios:el sembrador, el pastor, el constructor, elpescador, la mujer que amasa el pan, la que

    barre la casa, el general que va a la guerra,el comerciante en perlas finas, etc. Lo cual,a su modo, habla de la dignidad del traba-jo. Si ste fuese en s mismo indigno, deningn modo servira para significar verda-des superiores.

    Por lo dems, frente a los que malen-tendan el descanso del sbado como si nose pudiese hacer en l ni siquiera una obrabuena, Jess se present como un trabaja-dor incansable: "Mi Padre trabaja siempre,y yo tambin trabajo" (Jn 5,17).

    "El que no quiera trabajar, que no coma"

    12. El apstol San Pablo, por suparte, frente a algunos cristianos que, conel pretexto de que la Vuelta de Cristo erainminente, vivan en la holgazanera y pre-tendan hacerse mantener por la comuni-dad, prescribe: "que el que no quiera traba-jar, que no coma". Y prosigue: "Nos entera-mos de que algunos de ustedes viven ocio-samente, no haciendo nada, entrometin-dose en todo. A estos les mandamos y losexhortamos en el Seor Jesucristo que tra-bajen en paz para ganarse el pan" (2 Tes3,10-12).

    El apstol, aleccionado tal vez por laexperiencia de los cristianos de Jerusaln,que vendieron sus bienes y se empobrecie-ron y tenan que recurrir a la caridad de laotras Iglesias, no alent la prctica de laventa indiscriminada de los mismos. Msbien l prefera que el cristiano trabajase ytuviese para vivir, e incluso en abundancia,y as ayudar a los menesterosos: "El querobaba, que deje de robar y se ponga a tra-bajar con sus manos, para poder ayudar alque est necesitado" (Ef 4,28).

    La Doctrina de la Iglesia sobre el trabajo

    13. Haciendo eco a cuanto nos dicela Biblia sobre el trabajo, y para respondera problemas suscitados en diversas circuns-tancias, la Iglesia se ha visto obligada areflexionar sobre el mismo. Y ha manifesta-do su pensamiento en innumerables docu-mentos. Entre los ltimos mencionamos:

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    1) La Constitucin del Concilio Vaticano IIsobre "La Iglesia en el mundo actual" (7-12-1965), en especial los captulos sobre "Laactividad humana en el mundo" (ns 33-39), y sobre "La vida econmico-social" (ns63-.72); 2) la Encclica Laborem exercens, sobre el tra-bajo humano, del Papa Juan Pablo II (14-9-1981);3) el Compendio de la Doctrina Social de laIglesia (24-06-2004), del Pontificio Consejo"Justicia y Paz", en especial los ns 225-322;ed. argentina, pp.175-210.

    Segunda Parte. Para promover una cultu-ra del trabajo: algunas observaciones yreflexiones

    La crisis global del trabajo

    14. No se puede hablar de culturadel trabajo en la Argentina y de su crisis sintener presentes las dems coordenadas dela vida poltico-social. Adems, hay quetener en cuenta la crisis que hoy se sienteen todo el mundo. No son tiempos tranqui-los en los cuales la cultura del trabajo hayaentrado en crisis slo en la Argentina.Nuestra crisis, que tiene causales muy pro-pias, se engarza y potencia con una crisisglobal. Ya se pregunta si el trabajo va a exis-tir maana en el mundo de la misma formaque ahora.

    Y cul es la forma actual? No es,por cierto, la que conoci mi padre, inmi-grante italiano llegado a la Argentina en1925. Ni es la situacin de pleno empleoque se conoci durante dcadas en laArgentina, donde de hecho el Estadogarantizaba el trabajo para todos. Hoy sehabla de crisis del trabajo en Italia,Alemania y Francia. A pesar de la mano deobra de millones de inmigrantes, se leshace difcil a los gobiernos de esas grandesnaciones industriales garantizar intactas lasjubilaciones a los viejos trabajadores que sesacrificaron por su reconstruccin. Incluso,se les hace difcil promover nuevas fuentesde trabajo para las generaciones jvenes,pues no pocas industrias estn emigrando a

    China.Sobre este tema, puede verse el

    Compendio de la Doctrina Social de laIglesia, que resumo al final de estos apun-tes, en el prrafo 30.

    Causales argentinas

    15. Sin embargo, no podemos refu-giarnos en la crisis global para no ver nues-tra propia crisis y sus causales ms profun-das. La eterna tentacin en la Argentina hasido buscar la causa de nuestros malesexclusivamente fuera de nosotros."Compaero, es muy interesante lo queusted est diciendo. Pero no se equivoqueen la identificacin del enemigo", se escu-cha a veces cuando alguien intenta haceruna introspeccin de lo que nos pasa a losargentinos.

    Desde que tengo conciencia poltica,ms o menos desde mis quince aos, en1945, al enemigo lo hemos visto siempreafuera. O, si aceptamos que tambin estadentro, estara atrincherado slo en losgrupos que pactan con el imperialismo, conlas multinacionales. Antes decamos con losgrupos "cipayos" y "apartidas". El enemigonunca estara dentro de nosotros, en nues-tra idiosincrasia y comportamientos socia-les, en los polticos, empresarios y sindica-listas. Actitud adolescente, que ha hechoque la Argentina se estancase y retrocedieseaceleradamente en la escala del progresode los pueblos. De ser uno de los pases quems trabajo ofreca, incluso a otros pueblos,y que mejor garantizaba el futuro de susciudadanos, hemos pasado a ser un pueblodecadente, sin mayor peso en el conciertode las naciones, al cual ya no slo no vienenlos trabajadores europeos, sino que de l semarchan muchos de los nietos de aquellos.Muy al contrario de lo que hizo Japn. lsupo ver al enemigo de afuera, pero tam-bin tuvo la valenta de ver al enemigo deadentro. Justamente porque derrot a steltimo, supo convertir en aliados a los ene-migos externos. Y hoy, a pesar de no tenermaterias primas, es una potencia industrialque hace temblar al coloso de los EstadosUnidos.

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    An a riesgo de equivocarnos, con-viene que nos preguntemos: cules sonnuestros enemigos de adentro que conspi-ran contra la cultura del trabajo? O sea, lascausas internas de la crisis. En mi opinin,existen causas de dos rdenes: a) estructu-rales; b) espirituales. Y ambas en estrechainterrelacin. Slo intentar describir algu-nas.

    Organizacin poltico-social despropor-cionada

    16. La primera causa que se me ocu-rre es la desproporcionada organizacinpoltico-social del territorio argentino. Esposible una cultura del trabajo en un pascon una extensin enorme, donde un terciode la poblacin se hacina en el GranBuenos Aires con doce millones de habitan-tes, y gran parte de los otros dos tercios seamontona en muchas capitales de provin-cia?

    No tengamos miedo de hacernosotras preguntas, aunque parezcan un rosa-rio de penas. De qu vive la gente de lasciudades? La industria no es floreciente enla Argentina. Y aun cuando lo fuese, esbueno establecer las industrias casi exclusi-vamente en las grandes ciudades? Por otraparte, es cierto que la explotacin agrcolano rinde si no es a gran escala? Hay quedescartar en la Argentina el binomio indus-tria-campo, tan fuerte y prometedor en lasgrandes naciones de Europa?

    Ante estos interrogantes, se me res-ponder tal vez que el fenmeno de lamegpolis es propio de las naciones delTercer Mundo, incluso que muchas sonmayores que Buenos Aires. Por ejemplo,Mxico y San Pablo. Adems se sealarque la merma de la poblacin rural es unfenmeno muy comn en el PrimerMundo.

    Ambas cosas son ciertas. Pero noconozco otro pas donde coexistan coorde-nadas tan desparejas como en la Argentina:gran extensin continental (2.700.000km2); escasa poblacin (no llega a 37 millo-nes); excesiva concentracin en el GranBuenos Aires (1/3); con el consecuente des-

    precio prctico de la tierra, que por sunaturaleza es la primera fuente de trabajo.

    Urge una poltica de Estado: fortalecer alas provincias perifricas y a los munici-pios del Interior

    17. Ante el problema enunciado,algunos tal vez digan: "Qu tiene que vertodo eso con la falta de trabajo hoy?" Seequivocara en la apreciacin. Estamoshablando de cultura del trabajo. sta no seinstaura ni restaura de un da para otro.Descarto, por tanto, pensar en solucioneslaborales de aqu a las prximas eleccioneslegislativas de octubre. Quiero ayudarlos apensar en los prximos sesenta aos: qudebemos hacer a partir de hoy para que laArgentina vuelva a ser tierra de esperanzapara los que busquen trabajo y quierancomer un pedazo de pan con dignidad.Una Argentina como lo fue en gran medidadesde 1870 hasta 1930, cuando buscaronrefugio en ella ms de seis millones de tra-bajadores europeos.

    Qu hacer? Cmo hacerlo? No setrata de boicotear a Buenos Aires y a lasgrandes capitales de provincia. Ni podemosimaginar un desplazamiento forzado depoblaciones, a la manera de lo que se hizoen Camboya en Khamer Rojo. Pero algomuy importante se puede hacer.

    Lo primero es fortalecer a las provin-cias perifricas, que son las que surten depoblacin advenediza al Gran Buenos Airesy al Gran Rosario, lo mismo que a otrascapitales. Y ello, favoreciendo en esas pro-vincias la instalacin de industrias adecua-das a su idiosincrasia.

    Lo segundo es fortalecer a losMunicipios del Interior. Es conveniente que lapoblacin no deba emigrar para gozar delos servicios que hoy son necesarios para laeducacin y la salud. Y que tambin se favo-rezca en ellos el funcionamiento real deindustrias.

    Si esto se constituye en una polticade Estado aprobada por ley nacional, cuyaejecucin sea bien controlada, que no cam-bie con los vientos de cada eleccin o con elcambio de partido, gradualmente se ir

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    perfilando otra Argentina, y reaparecer lacultura del trabajo.

    Necesidad de una Poltica demogrfica

    18. Muy unido a lo anterior va lacuestin de la poltica demogrfica.Existe? Tal vez s, y yo en m ignoranciaquiz no la conozca. Slo percibo gestoserrticos, que no logran constituir una pol-tica al respecto. Lo nico que recuerdo enlos ltimos 25 aos digno de mencin fuela ilusin del Presidente Alfonsn de llevarla Capital Federal a Viedma-Carmen dePatagones, con la intencin de poblar laPatagonia, que tanto me entusiasm cuan-do era obispo auxiliar de Viedma. Cuntotrabajo habra habido! Como en Brasilia. Yqu transformacin habra habido! Perobien dije: ilusin! Excepto la expresinretrica del entonces Presidente, no hubouna verdadera poltica demogrfica querespaldase el traslado de la Capital Federal.

    Conozco, tambin, otros planes.Unos ya convertidos en ley. Otros a puntode serlo, aunque se lo niegue oficialmente.Planes de control de la natalidad. De esteri-lizacin. De aborto. Pero no conozco un soloplan de divisin de tierras para su distribucin yexplotacin.

    Conozco planes de viviendas, que pro-curan solucionar uno de los problemas ele-mentales del ser humano. Y, sin duda, dantrabajo por un tiempo. Pero con qu criteriosse los hace? Es necesario construir barriosdonde se pueda vivir y trabajar de por vida.Pero muchas veces se burlan todas las nor-mas urbansticas. Si la norma es vlida paralos barrios superiores a las 250 viviendas,entonces se los construye de 249 unidades.Y as surgen barrios sin los servicios necesa-rios: sin pavimentos, sin escuela, sin asis-tencia mdica, sin iglesia. Sin siquiera lareserva de un espacio al efecto.

    Casi nunca se piensa en favorecercon ellos a la poblacin rural. Y cuando selo hace, muchas veces se le ofrece a la gentede campo una vivienda en un barrio perif-rico del pueblo, con lo cual se la destierradel campo en el que trabajaba. En vez deuna riqueza humana a proteger, en la

    Argentina al pequeo productor rural se love como una plaga a extirpar.

    El Estado omnipotente y sobreprotector

    19. Adems de las dos causas seala-das: organizacin poltico-social despropor-cionada, y poltica demogrfica errtica,hay muchas otras causas que impiden queresurja en la Argentina la cultura del traba-jo. Una muy importante es el papel delEstado en las relaciones laborales.

    No es el caso de recordar el caminorecorrido. De defensor necesario del traba-jador ante los atropellos del patrn capita-lista, se pas al Estado patrn. Esta idea semeti en la Argentina de la mano de las doscausas antes sealadas, e imper en formacreciente desde 1930 hasta 1990. Entoncesse la quiso erradicar de manera brutal. Y aella algunos quieren volver hoy.

    Al margen de las corrientes en bogaen Europa en los aos de preguerra, el esta-tismo en la Argentina ha sido, en ciertomodo, connatural. Si el campo no sirvepara vivir, si hay que aglomerarse en lagran ciudad, si en sta no florece la indus-tria: de qu va a vivir la gente? La maneramenos deshonesta es "vivir del Estado". Yas, del Estado como instrumento creadopermanentemente por los ciudadanos paraque los defienda, se pas a la idea de unaespecie de dios preexistente, que todo lopuede, a quien todo se le puede exigir, aquien nunca nada malo le podra ocurrir.Una verdadera concepcin mgica de lavida.

    El derrumbe

    20. Hasta que un da lo malo ocu-rri. El 21 de diciembre de 2001 el Estadoargentino se derrumb. No es cuestinahora de juntar y pegar los aicos.Tenemos el deber de construir un Estadonuevo, a la altura de los tiempos, que sea deveras el defensor de la justicia, que destie-rre la corrupcin, que promueva la equidadsocial, que establezca democrticamente lasgrandes polticas a seguir durante aos,

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    tambin en cuanto a la reforma productivay en materia laboral.

    Ya han pasado casi cuatro aos delderrumbe. Estamos en camino a construirun Estado nuevo? No me animo a afirmar-lo. Por momentos tengo la impresin deque los argentinos vivimos como si nadahubiese acontecido. Son ya demasiadoremotos los gritos de la gente "que se vayantodos!". Ninguna reforma importantehemos emprendido. Estamos satisfechoscon nuestra mediocridad? Ojal me equi-voque! Pero siento con dolor que estamosdejando escapar una ocasin histrica pararehacernos como Nacin.

    Un hombre castrado

    21. El efecto ms pernicioso que hadejado el estatismo argentino es la presen-cia frecuente de un tipo de ciudadano pasi-vo, sin iniciativa en cuanto al aporte que hade hacer a la sociedad, espiritualmente cas-trado, que todo lo espera del Estado, que sereduce a exigir derechos, y que no titubeaen hacerlo en forma violenta.

    Este efecto es, a mi entender, de con-secuencias mucho peores que el insoporta-ble peso de la Deuda Pblica. Incluso, quelas dolorosas consecuencias del terror deEstado de los aos de la dictadura. stas sepueden llorar. Aquella se puede negociar.Pero cmo reconstruir la Nacin con untipo de ciudadano moralmente degradado?

    No cabe duda que, en esta hora, laIglesia tiene un deber urgente de suscitaruna catequesis adecuada sobre el cristianocomo ciudadano, para reconstruirlo desdeadentro.

    Pero no es un deber que les corres-ponde tambin a todos ustedes: empresa-rios, sindicalistas, dirigentes polticos, edu-cadores?

    El derecho de huelga y la revisin de suejercicio. Los "piquetes"

    22. Me refer recin a que en la exi-gencia de los derechos, a veces "no se titu-bea en hacerlo en forma violenta". Hay

    perodos en que las huelgas se descargancomo lluvias tropicales, una detrs de otra.Hay otros en que stas brillan por su ausen-cia. Son siempre por razones laborales?Adems, hoy existen en la Argentina otrasformas de exigencia, por ejemplo, los"piquetes", que no son propiamentehablando huelgas, pero constituyen formasdesesperadas de exigir los propios dere-chos, verdaderos o supuestos, incluso enforma violenta, por parte de los ciudadanosque se sienten excluidos de la sociedad. Elfenmeno es complejo. Merecera un anli-sis profundo. Pero es imposible analizaraqu una por una las situaciones y casos.

    Tal vez sea orientador recordarcuanto ensea la doctrina social de laIglesia sobre la huelga, y aplicarlo propor-cionalmente a estos nuevos modos de exigirlos derechos. El Compendio de la DoctrinaSocial dice as: "La doctrina social reconocela legitimidad de la huelga cuando consti-tuye un recurso inevitable, si no necesariopara obtener un beneficio proporcionado,despus de haber constatado la ineficaciade todas las dems modalidades para supe-rar los conflictos. La huelga, una de las con-quistas ms costosas del movimiento sindi-cal, se puede definir como el rechazo colec-tivo y concertado, por parte de los trabaja-dores, a seguir desarrollando sus activida-des, con el fin de obtener, por medio de lapresin as realizada sobre los patrones,sobre el Estado y sobre la opinin pblica,mejoras en sus condiciones de trabajo y ensu situacin social. Tambin la huelga, auncuando aparezca como una especie de ulti-mtum, debe ser siempre un modo pacficode reivindicacin y de lucha por los propiosderechos; resulta moralmente inaceptablecuando va acompaada de violencias otambin cuando se lleva a cabo en funcinde objetivos no directamente vinculadoscon las condiciones del trabajo o contrariosal bien comn" (Compendio de la DSI,304).

    Tercera ParteMiscelnea

    23. Hay muchas otras consideracio-

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    nes que hacer en orden a recuperar la cul-tura del trabajo. Unas ms referidas a cau-sas estructurales, otras a causas espirituales.Me contento con sealar algunas:

    a) El valor de la moneda: es lo mismo que elvalor del fruto del trabajo

    Un pueblo trabajador y honestodefiende la estabilidad de la moneda. Lainflacin, la indexacin, la devaluacin, el"corralito", y tantos otros subterfugios, sonformas patolgicas de tratar la moneda,que inciden en la valoracin del trabajo. Siel fruto de mi trabajo de alguna manera meva a ser "robado": es casi normal que, en vezde trabajar, me dedique a especular. "Puseel dinero a trabajar", se deca en los aos70. Una verdadera paranoia. Ya no trabaja-ba el hombre, sino el dinero depositado enuna "mesa". Qu diferencia con el marcoalemn! Lo conoc en junio de 1953.Cincuenta aos despus, cuando se cambipor el euro, mantena su valor. En las com-pras siempre recib los centavos (pfennig)del vuelto, y en lugar de ellos nunca medieron caramelos o aspirinas.

    b) El sentido y la realidad del trabajo

    24. Hay argentinos que trabajanmucho y bien. Otros para subsistir amonto-nan trabajos: dos y hasta tres. Con hartafrecuencia los dos esposos deben trabajarfuera de casa. Muchos trabajan poco y mal.Otros se jactan de tener un trabajo ultrali-viano: "Tengo un trabajo piola, no hagonada". Otros no trabajan nada, pero figurancomo que trabajan, e igual cobran, a vecessumas suculentas: los famosos "oquis".Otros para trabajar emprenden la odisea deemigrar. Otros no tienen manera de traba-jar; todas las puertas les estn cerradas; sonlos excluidos. Todos son argentinos, peroqu diferencias abismales en la concepciny realidad del trabajo! Somos una sociedaddemocrtica?

    c) Desigualdad salarial vs. equidad social:

    25. Que haya una cierta desigualdadentre los salarios es normal cuando sta

    proviene de la diversa calidad del trabajo.Pero la diversidad salarial no puede fomen-tar la inequidad social. En una sociedaddemocrtica no puede haber diferenciasabismales de sueldos, so pena de que sevuelva "iniquidad" social.Lamentablemente la diferencia de sueldosen la Argentina contempornea es grosera.Y muchas veces es fomentada por leyes,cuando no por actos de corrupcin, comolos casos de sobresueldos de hasta U$A100.000 mensuales, como se est destapan-do en estos das (cf. carta de lectores deMara Julia Alsogaray, La Nacin 23 abril,pg.24).

    Cuando fui obispo de Posadas, pudeconstatar cmo un colono que cultiva taba-co, al ao le quedaba liquido $1500. Pero siingresaba en una lista de candidatos a con-cejales de su municipio y ganaba la elec-cin, al mes perciba $2800, limpios de pajay polvo.En este cuadro han de ser conside-radas las conquistas laborales y los privile-gios. Benditas las conquistas fruto de underecho! Pero son siempre tales? Los privi-legios son admisibles de ordinario en favorde los ms desheredados.

    d) Cultura del espectculo vs. cultura del traba-jo.

    26. Por "cultura del espectculo" noentiendo el sano entretenimiento, ni losespectculos artsticos, sino ese "modo deser y hacer moderno que, mediante el logrode un poco de fama, se logra mucho dine-ro, rpido y fcil". Es el mensaje que trasmi-ten muchos de los programas de la TV.Dada la amplia difusin del mismo, seconstituye en un enemigo poderoso de lacultura del trabajo.

    Cuarta Parte. Problemas e ideas a tener encuenta

    27. Del Compendio de la Doctrinasocial de la Iglesia, me parece til extraeralgunas consideraciones sobre: a) la solida-ridad entre los trabajadores; b) sobre lassituaciones nuevas del mundo del trabajo.

  • Ao XXIII N 64 Diciembre 2005 40

    Importancia de los sindicatos

    28. "El Magisterio reconoce la fun-cin fundamental desarrollada por los sin-dicatos de trabajadores, cuya razn de serconsiste en el derecho de los trabajadores aformar asociaciones o uniones para defen-der los intereses vitales de los hombresempleados en las diversas profesiones"(CDSI 305). "La Doctrina Social ensea que lasrelaciones en el mundo del trabajo se hande caracterizar por la colaboracin: el odioy la lucha por eliminar al otro, constituyenmtodos absolutamente inaceptables"(CDSI 306). "Al sindicato, adems de la funcinde defensa y de reivindicacin, le competenlas de representacin, dirigida a la rectaordenacin de la vida econmica, y de edu-cacin de la conciencia social de los traba-jadores" (CDSI 307).

    Nuevas formas de solidaridad

    29. "El contexto socioeconmicoactual, caracterizado por procesos de glo-balizacin econmico-financiera cada vezms rpidos, requiere la renovacin de lossindicatos. En la actualidad, los sindicatosestn llamados a actuar en formas nuevas"."Ante los cambios introducidos en elmundo del trabajo, la solidaridad se podrrecuperar, e incluso fundarse mejor que enel pasado, si se acta para volver a descu-brir el valor subjetivo del trabajo" (CDSI308). "En la bsqueda de nuevas formasde solidaridad, las asociaciones de trabaja-dores deben orientarse hacia la asuncin demayores responsabilidades" (CDSI 309).

    Situaciones nuevas del mundo del trabajo

    a) 30. Una fase de transicin epocal

    "Uno de los estmulos ms significa-tivos para el actual cambio de la organiza-cin del trabajo procede del fenmeno dela globalizacin, que permite experimentar

    formas nuevas de produccin, trasladandolas plantas de produccin en reas diferen-tes a aquellas en las que se toman las deci-siones estratgicas y lejanas de los merca-dos de consumo". "Debe afirmarse que esnecesaria una globalizacin de la tutela, delos derechos mnimos esenciales y de laequidad" (CDSI 310). "Una de las caractersticas ms rele-vantes de la nueva organizacin del trabajoes la fragmentacin fsica del ciclo produc-tivo, impulsada por el afn de conseguiruna mayor eficiencia y mayores beneficios..."Deben considerarse un desafo decisivo,incluidos los aspectos tico y cultural, en elmbito de la definicin de un sistema reno-vado de tutela del trabajo" (CDSI 311). "La globalizacin de la economa,con la liberalizacin de los mercados, laacentuacin de la competencia, el creci-miento de las empresas especializadas en elabastecimiento de productos y servicios,requiere una mayor flexibilidad en el mer-cado de trabajo y en la organizacin y ges-tin de los procesos productivos... Pareceoportuno conceder una mayor atencinmoral, cultural y estratgica para orientarla accin social y poltica en la temtica"(CDSI 312). "El trabajo, sobre todo en los siste-mas econmicos de los pases ms desarro-llados, atraviesa una fase que marca el pasode una economa de tipo industrial a unaeconoma esencialmente centrada en losservicios y en la innovacin tecnolgica"."Gracias a las innovaciones tecnolgicas, elmundo del trabajo se enriquece con nuevasprofesiones, mientras otras desaparecen"(CDSI 313) "La transicin en curso significa elpaso de un trabajo dependiente a tiempoindeterminado, entendido como puestofijo, a un trabajo caracterizado por una plu-ralidad de actividades laborales" (CDSI314) "La descentralizacin productiva,que asigna a empresas menores mltiplestareas, anteriormente concentradas en lasgrandes unidades productivas, robustece yda nuevo impulso a la pequea y medianaempresa [...] El trabajo en las pequeas ymedianas empresas, el trabajo artesanal y el

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    trabajo independiente, pueden constituiruna ocasin para hacer ms humana lavivencia laboral" (CDSI 315). "En los Pases en vas de desarrollose ha difundido, en estos ltimos aos, elfenmeno de la expansin de actividadeseconmicas informales o sumergidas, querepresenta una seal de crecimiento econ-mico prometedor, pero plantea problemasticos y jurdicos" (CDSI 316).

    La Doctrina social y las situaciones nue-vas

    31. "Ante las imponentes situacionesnuevas del mundo del trabajo, la DSI reco-mienda, ante todo, evitar el error de consi-derar que los cambios en curso suceden deun modo determinista. El factor decisivo yel rbitro de esta compleja fase de cambioes una vez ms el hombre" (CDSI 317). "Las interpretaciones de tipo meca-nicista y economicista de la actividad pro-ductiva, a pesar de su extensin y su influ-jo, han sido superadas por el mismo anli-sis cientfico de los problemas relacionadoscon el trabajo" (CDSI 318). "Cambian las formas histricas en lasque se expresa el trabajo humano, pero no

    deben cambias sus exigencias permanentes,que se resumen en el respeto de los dere-chos inalienables del hombre que trabaja"(CDSI 319). "La solucin de las vastas y comple-jas problemticas del trabajo, que en algu-nas reas adquieren dimensiones dramti-cas, exige la contribucin especfica de loscientficos y los hombres de cultura, queresulta particularmente importante para laeleccin de soluciones justas" (CDSI 320). "Los escenarios actuales de profundatransformacin del trabajo humano hacentodava ms urgente un desarrollo autnti-camente global y solidario, capaz de alcan-zar todas las regiones del mundo, incluyen-do las menos favorecidas"... Es preciso glo-balizar la solidaridad. Los desequilibrioseconmicos y sociales existentes en elmundo del trabajo se han de afrontar resta-bleciendo la justa jerarqua de valores ycolocando en primer lugar la dignidad dela persona que trabaja" (CDSI 321). "Se hace cada vez ms necesaria unaconsideracin atenta de la nueva situacindel trabajo en el actual contexto de la glo-balizacin, desde una perspectiva que valo-re la propensin natural de los hombres aestablecer relaciones" (CDSI 322).